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TEMA

PLAN PARA POSICIONAR A LAS JUNTAS DE ACCIÓN COMUNAL (J.A.C.) COMO ESPACIOS
DE PROMOCIÓN ACTIVA DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y LA ACCIÓN COMUNAL DESDE EL
CONTEXTO BARRIAL, ORIENTADO A LA SOLUCIÓN DE LAS PROBLEMÁTICAS SOCIALES -
ECONÓMICAS, POLÍTICAS Y CULTURALES- DE LA CIUDAD DE CALI.

CATEGORÍAS DE LA INVESTIGACIÓN
1. PRÁCTICAS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y ACCIÓN COLECTIVA/SOLIDARIA EN LA
J.A.C.
2. PRÁCTICAS POLÍTICAS DE LAS JUNTAS DE ACCIÓN COMUNAL
3. DESARROLLO LOCAL A TRAVÉS DE LA ACCIÓN COMUNAL
4. POSIBILIDADES Y FUTURO DE LAS JAC COMO MEDIOS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA

INTRODUCCIÓN
Las Juntas de Acción Comunal tienen su origen institucional en Colombia en el año 1952,
cuando el católico clérigo Francés Juan J. Lebret sugirió al Gobierno Nacional fomentar la
creación de organizaciones comunitarias con el fin de mitigar, desde una base social y popular,
las diversas problemáticas propias de las comunidades. Esta misión también había sido sugerida
por la ONU al gobierno colombiano. La misión Lebret, fue en realidad una misión con
finalidades económicas y de extracción de recursos, con el propósito de aumentar la
productividad y fomentar el trabajo comunitario para el progreso económico trazado por las
élites económicas y políticas, y es más conocida misión Currier.
El profesor Orlando Fals Borda, fue quizás el ciudadano que dió inicio a este tipo de
organizaciones comunales, ya que a mediados de los años 50 fundó la primera asociación de
vecinos; la primera Junta de Acción Comunial, ubicada en Saucio, Boyacá, donde tenía una
pequeña parcela de tierra. Este fue un intento, según el mismo profesor, para “generar un
cambio radical en las costumbres de los campesinos hispano-chibchas que se basaba en una
antigua tradición que daba prioridad al carácter desconfiado de los habitantes de la región.
Estos ignoraban al vecino y echaban al traste cualquier posibilidad de trabajo colectivo.” (Borda,
O. F., 1961). Esto convierte a las J.A.C. como una herramienta de recuperación y construcción
del tejido social colombiano, tan fragmentado desde antaño por las dinámicas de saqueo y
expolio de la era colonial y feudal.
Posteriormente, en el año 1958, una ley regula la existencia legal de estas, la Ley 19 del
18 de noviembre de 1958, que según el artículo No. 22 dicta: “los concejos municipales, las
asambleas departamentales y el gobierno nacional podrán encomendar a las juntas de acción
comunal integradas por vecinos de cada distrito y que se organicen de acuerdo con las normas
que expidan los respectivos concejos, y a otras entidades locales, funciones de control y
vigilancia de determinados servicios públicos, o dar a esas juntas cierta intervención en el
manejo de los mismos.” Durante la segunda mitad del siglo XX, los progresos políticos del
sistema democrático del país han llevado a moldear institucionalmente a las J.A.C. como
espacios de Acción Comunitaria o Comunal, donde se discuten problemáticas a pequeña escala
que normalmente afectan a los barrios que las conforman. Actualmente, sirven como espacios
de actividad de política electoral que funcionan como maquinarias a pequeña escala,
comunmente usadas por los ediles y demás clases de candidatos locales.
Sin embargo, Guillermo Cardona M. (2018) indica que a pesar del carácter utilitarista
que tienen las J.A.C. para la política institucional, de su poca organización y precaria estructura
fiscal, son un espacio de origen para gran parte de las organizaciones sociales a través de los
liderazgos sociales de los barrios, y son espacios de interlocución y de intermediación entre la
ciudadanía y el Estado desde las unidades barriales. También son un punto clave para los
gobiernos locales y para las elecciones; la estructura organizativa comunal es el punto de apoyo
fundamental en los municipios medianos y pequeños para las campañas políticas de los
mandatarios locales y regionales.
Estas creaciones sociales comunitarias, como lo son las Juntas de Acción Comunal, se
sustentan en un grupo de individuos que se consideran como ciudadanos y vecinos, que
comparten un espacio territorial en común, y que experimentan un conjunto de intereses y
necesidades comunes en el área política, económica y cultural de su vida social. El autor Luis
Emiro Valencia (2009), define a las J.A.C. como organizaciones solidarias que son producto de la
expresión social organizada de la sociedad civil, cuyo propósito es promover el desarrollo
integral, sostenible y sustentable, construido a partir del ejercicio de la democracia participativa.
Así consta en el artículo 6 de la Ley 743 de 2002 referente a OAC. (Valencia, L. E. (2009)
En esta investigación nos centraremos en diseñar una serie de estrategias de
comunicación, de organización interna y de acción política a partir de analizar las dinámicas del
funcionamiento de la acción comunal. Esta estrategia servirá para incentivar la Participación
Ciudadana y ejercitar la acción democracrática directa, utilizando a las Juntas de Acción
Comunal como el espacio institucional y popular, organizando a estas JAC para crear
estructuras ciudadanas que estén orientadas a la solución de las problemáticas sociales de su
entorno. Para esto, vamos a tener en cuenta cuatro categorías.
La primera, se trata de las prácticas de participación y acción comunal/solidaria que
hasta hoy se utilizan en muchas poblaciones colombianas, y cómo podrían desarrollarse unas
que tiendan a integrar a la totalidad de la población que representan las JAC en torno a un
proyecto de construcción y desarrollo de Estado y de ciudad. En segundo lugar haremos un
recorrido por las prácticas políticas de las J.A.C., basado en las experiencias de algunas de las
Juntas de Acción Comunal en el país, y divisando otras opciones más contundentes de acción
democrática directa a partir de la Acción Comunal y la Participación Ciudadana, como organizar
iniciativas legislativas y grandes asambleas regionales. Luego, nos adentraremos en el concepto
de desarrollo local a través de la acción comunal y se defenderá la idea de que las J.A.C. son
los espacios apropiados para propiciar esta condición. Finalmente, tocaremos las posibilidades
y el futuro de las J.A.C. como medios de participación ciudadana, y definiremos su viabilidad
funcional en el futuro de la democracia en el país.
PRÁCTICAS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y ACCIÓN COMUNAL/SOLIDARIA
Comenzaremos por definir esas prácticas de Participación Ciudadana y de Acción
Comunal. Por Participación Ciudadana entenderemos todas las acciones que ejerce uno o varios
sectores de la ciudadanía encaminadas a incidir en el plano del Estado y la política para ver
cambios en la vida social de una comunidad nacional. Estas acciones pueden ser delegadas a
terceros, como en el caso de las elecciones a representantes políticos, quienes terminarán
tomando directamente las decisiones respecto a la vida social de las comunidades.
Según el artículo denominado “Participación Ciudadana” exhibido en la página oficial del
Ministerio de Educación Nacional, la Constitución Política de Colombia, indica que a pesar de
que el término pueda ser usado para explicar la acción individual del ciudadano, se refiere a un
proceso “en el que distintas fuerzas sociales, en función de sus respectivos intereses,
intervienen directamente o por medio de sus representantes en la marcha de la vida colectiva
con el fin de mantener, reformar o transformar los sistemas vigentes de la organización social y
política”. (Velásquez y González, 2003: 59).
Una definición acertada, a juicio de la presente investigación, para el concepto de
Participaciòn Ciudadana, es verla como la “práctica social de interacción entre el Estado y la
sociedad civil a partir de la cual estos últimos “penetran” de manera organizada en el Estado,
toman parte de alguna actividad pública, como portadores de intereses sociales, y plantean la
necesidad de vinculación entre los intereses colectivos y difusos - entre otros- junto con los
intereses públicos”. (CUNILL, 1997:40-54). Citación extraída del autor Ibarra, L. E. R. (2011).
En este sentido, es una herramienta muy útil que tiene el ciudadano común para
intervenir en el funcionamiento del Estado, cuando decide cooperar junto con otros ciudadanos
para legitimar la búsqueda del bien común. Estos intereses sociales que permiten el bien
común cuando son satisfechos solo pueden ser gestionados a partir de enormes cantidades de
recursos, tanto humanos, como naturales, como económicos. Estos recursos, a su vez, pueden
ser
En el país colombiano estas prácticas de participación ciudadana están enmarcadas en la
Constitución Nacional donde se delimtan unas cuantos mecanismos de Participación. En
concreto: la votación, el plebiscito, el referendo, el cabildo abierto, la consulta popular, la
iniciativa popular legislativa y la revocatoria del mandato (de alcaldes o gobernadores y otros
funcionarios no ejecutivos).
Por otro lado, la Acción Comunal, aunque comparte características de la Participación
Ciudadana, es descrita por medio del artículo No. 6 de la Ley 743 del año 2002 como “una
expresión organizada autónoma y solidaria de la sociedad civil, cuyo propósito es promover un
desarrollo integral, sostenible y sustentable construido a partir del ejercicio de la democracia
participativa en la gestión del desarrollo de la comunidad” (Ley 743, 2002, Art 6).
De esta manera, la Acción Comunal se distingue de la Parcipación Ciudadana en al
menos los siguientes puntos. El primero, es que su naturaleza es completamente comunitaria,
donde tiene que participar un conjunto de individuos para posibilitarla, mientras que la
votación, que es personal, juega un papel fundamental en la Participación Ciudadana. La Acción
Comunal es permanente, mientras que la segunda es coyuntural y contingente. La Participación
Ciudadana está claramente estipulada y reglamentada en la Carta Magna de la Nación,
mientras que la Acción Comunal es mucho más autónoma y espontánea, y responde a las
necesidades de cada comunidad en la que se gesta, y además de atender temas del área
política, también permite desarrollar a las comunidades en las áreas de la cultura y de la
economía.
El autor Guillermo A. Cardona (2018), nos muestra algunas de las prácticas históricas y
actuales que llevan a cabo las comunidades para desarrollar redes de Acción Comunal. Entre
estas se encuentran la minga como una forma de trabajo comuntario orientado al bien común,
las Asociaciones Mutuales de Caridad, las compras solidarias, las cadenas de ahorro de dinero,
entre otras. Estas prácticas se quedan en la capacidad de autogestión y solidaridad de cada
comunidad, y normalmente no tiene mucho apoyo del aparato institucional del Estado y sus
recursos.

PRÁCTICAS POLÍTICAS DE LAS JUNTAS DE ACCIÓN COMUNAL


En Colombia, son esas Juntas de Acción Comunal las que llevan a cabo la Acción
Comunal que es organizada y blindada por la institucionalidad del Estado. Estos organismos
ciudadanos se han convertido, según Francia L. Segura & Nidia Toro (2013), en “un referente
imprescindible de participación comunitaria para los habitantes del sector, por cuanto
contribuyen a la superación de las necesidades micro locales, favoreciendo el avance y el interés
de sus habitantes por hacer parte del cambio positivo del entorno comunitario”.
Por el contrario a esta visión ideal, el economista y autor colombiano Luis Emiro
Valencia (2010), describe que es muy frecuente que las organizaciones comunales caigan en el
clientelismo y la politiquería y sean manipuladas por estas dinámicas corruptoras de la sociedad
y enemigas del bien común. El autor también manifiesta una deficiente organización interna,
una capacidad de planificación muy débil y mala administración. Indica que los dirigentes y
miembros de las J.A.C. ignoran la normatividad vigente y los principios de la gestión solidaria.
Evidenciamos entonces una enorme necesidad de un modelo de planificación sencillo y
sistemático, que sea capaz de replicarse esquemáticamente, pero teniendo en cuenta las
particularidades y necesidades de cada localidad, y es a lo que aspira contribuir esta
investigación.
En esta misma línea se instalan Daniel Pareja R. & Juan D. Restrepo, cuando reconocen
que es frecuente que los actores políticos usen las J.A.C. para obtener beneficios que se
obtienen por redes clientelares, y que están “inmiscuidas en un ambiente de participación
política electoral tal como se ha construido en este contexto además de la representación social
de la realidad, como un estilo de vida impuesto por el Gobierno y/o el Estado por abandonar en
muchos casos las comunidades, obligándolas a entrar en el círculo de supervivencia para
obtener beneficios y suplir las necesidades comunales” Restrepo Uribe, J. D., & Pareja Restrepo,
D. (2016).
Según lo anterior, podemos decir que no se cumple el principio de la aspiración al bien
común, y que este tipo de orgainzaciones no están contribuyendo a la superación de las
necesidades locales, sino que están siendo utilizadas por las dinámicas electorales de la política
clientelista, donde se cambia la fuerza de voto producto de la Participación Ciudadana por
favores y beneficios del Estado a través de intermediarios. Los ciudadanos, la comuniad y el
bien común quedan en un plano inferior al del beneficio propio.
Existen, sin embargo, otras prácticas políticas que, según Guillermo A. Cardona (2018),
deberían tener lugar en todas las Juntas de Acción Comunal en el país. El autor se refiere a
acciones como las reuniones mensuales de sus dignatarios con el alcalde, a concertar las
políticas que resultan en programas y proyectos para la respectiva comunidad, a incentivar la
apropiación de las mujeres de la actividad política en las comunas, a encuentros de
construcción ciudadana entre las diferentes comunidades para resolver los problemas comunes,
a realizar convenios solidarios para incidir en la eficiencia de la inversión y el gasto público local,
convenios solidarios para la construcción de obras y el desarrollo comunitario, etc. (Cardona, G.,
2018:765).

DESAROLLO LOCAL A TRAVÉS DE LA ACCIÓN COMUNAL


Como defenderemos en esta investigación, la Acción Comunal es una expresión
ciudadana común y organizada con la capacidad potencial de extraer del Estado los recursos
necesarios para intervenir en la solución de sus problemas sociales –culturales, económicos y
políticos- y alcanzar niveles más deseables de bien común. Así mismo, se considera a la
comunidad y al bien común como uno de los principios fundamentales del Estado, razón por la
que se sugiere que las comunidades locales, a través de las Juntas de Acción Comunal,
funcionen como el mecanismo organizado de control del Estado más descentralizado y con
mayor capacidad de control en el espacio geográfico a nivel nacional. Un concepto que juega un
papel fundamental para comprender la función social de la Acción Comunal es el de Desarrollo
Local. Por este concepto entendemos la materialización de las capacidades potenciales de una
comunidad y el territorio que la alberga, es la evolución y el crecimiento del acceso a los
recursos de toda índole que son necesarios para la satisfacción de las necesidades y los deseos
comunes de los individuos.
Antonio Vásquez Barquero (2009), en su artículo titulado “Una estrategia para tiempos
de crisis”, escribe sobre la idea de Desarrollo Local como una estrategia que en tiempos de crisis
es utilizada para buscar superarla por medio del progreso social y de un desarrollo sostenible.
Este componente de crisis puede utilizarse para impulsar a las comunidades a realizar un
esfuerzo por cambiar su realidad inmediata a través de estrategias que busquen alcanzar un
nivel de progreso deseado.
Algo muy parecido escribe Di Pietro (2012), cuando plantea en el Fondo de Inversión
Social para el Desarrollo Local del Salvador, que el Desarrollo local es el “proceso de generación
de capacidades a nivel comunitario y municipal que promueve el crecimiento económico, social
y político de las personas y las comunidades en forma autosostenida, creciente, equitativa y
respetuosa del medio ambiente, en el que los gobiernos municipales juegan el papel de
facilitadores y sus comunidades ejercen función protagónica”. (Di Piedro, 2012:21).
Este proceso de Desarrollo Local, sin embargo, requiere según la ONU (1956) de la
gestión de un conjunto de “procedimientos de los habitantes de una comunidad, a partir de los
cuales se unen esfuerzos con los poderes públicos, con el fin de mejorar su situación económica,
social y cultural, permitiéndose así unirse solidariamente en el progreso de su entorno”. Estos
poderes públicos que se encuentran cobijados bajo el manto de las instituciones del Estado,
disponen de los recursos de todos los ciudadanos a través de las organizaciones institucionales,
y esos recursos son los que deben ser reevaluados en términos de una mejor distribución, una
que responda al bien común y al interés de las comunidades que los utilizan.
De modo que este Desarrollo Local puede ser alcanzado mediante la Acción Comunal, y
las Juntas de Acción Comunal parecen ser el espacio organizado y definido intitucionalmente
para que las comunidades que pueden llegar a generar las condiciones favorables y necesarias
para lograrlo. Solo una organización basada en los valores de la solidaridad y el bien común, y
con la capacidad legal de acceder al Estado en representación de su comunidad, puede llegar a
producir cambios de crecimiento y desarrollo económico, cultural y político de forma equitativa
y sostenible.

FUTURO DE LAS J.A.C. COMO PLATAFORMAS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA


Las Juntas de Acción Comunal tienen un propósito determinado que es generar espacios
que promuevan el Desarrollo Local y el alcance del bien común, que es percibido
subjetivamente por cada comunidad. La situación actual de parcimonia participativa y
sometimiento a las dinámicas clientelares de la política nacional están tornando a las J.A.C. en
meros instrumentos útiles en la concentración de votos. Esta condición suele anular el
fundamento del bien común y lo reemplaza por los intereses particulares, disolviendo a la
concepción de comunidad y de la Acción Comunal en el largo plazo, para imponer en su lugar la
tendencia dominante del sistema social colombiano y su mercado de votos.
Para lograr superar esta situación negativa por la que atraviesan numerosas J.A.C. en el
país, las autoras Margarita Giraldo L., Diana Martínez S. y Angelly Mosquera M. (2022),
proponen que deben generarse “acciones oportunas desde la capacidad de generar estrategias
de cambio y de impacto para cada comunidad, más allá del asistencialismo, e incentivar los
procesos participativos juveniles con enfoque de liderazgo que permitan el relevo generacional
con perspectiva de desarrollo”. Un punto clave para el futuro de las organizaciones comunales,
es terminar radicalmente con la el tratamiento asistencialista que reciben estas por parte del
Estado y sus organizaciones institucionales. Este asistencialismo impide que las organizaciones
comunales, en representación de las comunidades nacionales, puedan reconocerse como las
legítimas beneficiarias y dueñas del patrimonio público, y vean así la posibilidad de poner a las
enormes instituciones públicas a su servicio. De igual forma, el componente de la participación
de los jóvenes en la Acción Comunal es imprescindible para que las organizaciones comunales
como las J.A.C. puedan renovar sus maneras y generar un liderazgo capaz de generar desarrollo.
Finalmente, Guillermo Cardona M. (2018), dice que “los organismos de acción comunal
que sigan actuando como simples apéndices de la clase política y del Estado, que no tienen
identidad, que consideren que su razón de ser es solamente relacionarse con el Estado y la clase
política; que no tienen agenda propia porque su única agenda es la que imponen las
invitaciones para que llenen auditorio y justifique eventos de otros, no tienen futuro en la
perspectiva de la reconstrucción de la sociedad”. (Cardona, G., 2018:758). El autor especifica la
necesidad de una reorganización al interior de las J.A.C. que propicie un fortalecimiento interno,
que nazca de la búsqueda y la promoción de los valores fundadores de la Acción Comunal,
como la solidaridad y el bien común.
PREGUNTA PROBLEMA
¿Cuál es la capacidad potencial de las Juntas de Acción Comunal como organizaciones
ciudadanas para convertirse en el principal medio de gestión de las necesidades y los intereses
de las comunidades colombianas que las conforman?

DEFINICIÓN DEL PROBLEMA


La estructura del Estado democrático colombiano promueve ciertas prácticas que
pueden definirse claramente como clientelistas, politiqueras y asistencialistas. Prácticas que se
definen así porque sus metas están orientadas al objetivo de establecer un caudal electoral a
través del comercio de votos y la entrega de prebendas, puestos o favores políticos que
aseguren la adquisición necesaria de cantidades determinadas de votos en campaña. La
aplicación de estas prácticas que se rigen bajo la lógica de la racionalidad económica del
mercado político en Colombia -al igual que en la gran mayoría de países latinoamericanos y
muchos otros países del mundo occidental- suponen la descomposición del tejido social
solidario y la eliminación del ideal de sociedad, reemplazando a “la comunidad” por “la
clientela”. Esto ocurre debido al individualismo y al asistencialismo incapacitante inherente a la
racionalidad económica.
En este proceso, los valores de la solidaridad y la camaradería, la confianza de vecinos,
la disposición a cooperar como comunidad y las iniciativas populares de la ciudadanía van
siendo reemplazadas por el interés egoísta del individuo contra la masa. Las Juntas de Acción
Comunal son estructuras institucionales, respaldadas y reconocidas por el Estado colombiano.
Permiten a las comunidades ciudadanas y rurales colombianas, que están en su etapa inicial
formadas por barrios y comunas, conformar un tejido social de construcción de comunidad y
fortalecerlo con el fin de poder tener una comunicación más efectiva con el Estado en función
de sus intereses de bienestar, seguridad, economía, desarrollo, entre otros.
A pesar de lo anterior, hay que resaltar un conjunto de hechos que servirán para definir
el problema de estudio. En diferentes análisis académicos que se han realizado en el país sobre
el estado histórico y actual de las J.A.C. y su desempeño, y de los cuales se trata en el Estado del
Arte del presente documento, se resalta que estas tienen un crecimiento y desarrollo variable y
correspondiente a las dinámicas propias del contexto social en donde germinan. Este hecho se
evidencia en la existencia de organizaciones comunales que han venido siendo manipuladas por
la politiquería y las dinámicas clientelares, situación que algunos autores anotan como
resultado de una estructura estatal paternalista y de asistencia. De la misma forma, se plantea
una debilidad de estas estructuras ciudadanas para planificar sus acciones internas, producto
de una deficiente organización y una mediocre administración, y de un profundo
desconocimiento del funcionamiento interno de las Juntas a causa del bajo nivel de
capacitación que reciben sus miembros y asociados. Vemos entonces que la manera como se
configura y se estructura la organización y como esta, ya existiendo, se relaciona con su medio,
necesitan una revisión profunda de sus propósitos iniciales y sus posibilidades futuras, con el fin
de brindarle una nueva orientación que le permita funcionar como un medio de gestión de
necesidades e intereses comunitarios ante el Estado colombiano.
De hecho, según el propio Ministerio del Interior colombiano, las JAC son organizaciones
comunitarias de carácter social, que se organizan a partir de un grupo de ciudadanos que
comparten un espacio dentro de un territorio geográfico en común, formando un conjunto de
expectativas, necesidades e intereses colectivos de naturaleza social, bien sean políticos,
económicos o culturales. De hecho, podría decirse según esta definición, que las J.A.C. son un
“pequeño Estado”; la mínima unidad del gran aparato de gestión de recursos y conflictos que
representa. Al rededor de estas necesidades, intereses y expectativas mencionadas, la
comunidad toma la iniciativa de asociarse y cooperar entre vecinos, y participar activamente en
la gestión del desarrollo común, convirtiendo a las J.A.C. en el puente inmediato entre la
comunidad y el Estado.
Sin embargo, esta capacidad que tienen las organizaciones de Juntas de Acción Comunal
parece limitarse a quedarse sobre el papel escrito que las legitima frente al Estado y les da una
cobertura legal y constitucional. Fuera de esto, parecen haber sucumbido al aplastante poder
de las maquinarias electoreras y clientelistas de los partidos políticos, que han visto en las J.A.C.
un espacio muy adecuado para lograr canalizar votos a través de los liderazgos comunales y
barriales de estas organizaciones.
La situación problemática se materializa en varias áreas a corregir, a saber: el
desconocimiento normativo, conceptual y material de las funciones y capacidades de las J.A.C.
para los miembros y vecinos de cada organización, las prácticas de corrupción por medio del
clientelismo junto al asistencialismo que permean a parte de los liderazgos de las juntas, la falta
de un ideal social que sirva de guía para trazar las metas comunes y los caminos para
alcanzarlas, y la escasa y superficial financiación pública con la que cuentan. Este documento
tiene como propósito definir una propuesta destinada a contribuir al fortalecimiento de las
J.A.C. como organizaciones ciudadanas para la construcción de sociedad - Estado, pero también
como el organismo descentralizado de control Estatal más grande del territorio nacional y el
principal beneficiario y gestor de las obras públicas y proyectos de política pública orientados a
la satisfacción de necesidades e intereses de los ciudadanos a los que representan.
OBJETIVO GENERAL

Establecer la capacidad potencial que tienen las Juntas de Acción Comunal como
organizaciones ciudadanas para convertirse en el principal medio de gestión de las necesidades
y los intereses de las comunidades colombianas que las conforman.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

1. Identificar las facultades institucionales y legales que tienen las J.A.C. para representar los
intereses y las necesidades de las comunidades que las conforman.

2. Definir las facultades institucionales y legales que deberían tener las J.A.C. para lograr
convertirse en los principales medios de gestión de las necesidades y los intereses de las
comunidades que las conforman.

3. Definir las fortalezas y debilidades al interior de las J.A.C. (miembros) para lograr
establecerse como los principales medios de gestión de las necesidades y los intereses de las
comunidades que las conforman.

HIPÓTESIS
Las Juntas de Acción Comunal (J.A.C.) son plataformas sociales ideales para fortalecer la
participación ciudadana directa desde los barrios de la ciudad de Cali, y son el mecanismo ideal
dentro de la realidad nacional actual para organizar acciones colectivas contenciosas orientadas
al control ciudadano sobre el manejo de las instituciones públicas del Estado y sobre los
individuos que actúan en su nombre.

MARCO TEÓRICO
En esta investigación el interés está puesto sobre las prácticas de Acción Colectiva y
participación ciudadana que se han establecido dentro de las Juntas de Acción Comunal, pero
también en explorar nuevas prácticas y espacios que puedan surgir de estas. El uso de esta
teoría en las presentes páginas incluye los elementos de la Teoría Marxista, pues reconoce que
los movimientos sociales y la acción colectiva son resultado de las contradicciones no resueltas
y las divisiones que existen en la sociedad y se visibilizan en la distinción de clases sociales, y
reconoce a la historia como la sucesión de hechos y acciones que están en cierto nivel
conectadas entre sí, produciendo determinadas realidades materiales que se expresan en el
panorama económico, cultural y político de cada época y de sus clases dominantes.
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA ACCIÓN COLECTIVA
Continuando en la línea del marxismo, Lenin (1902) y Gramsci (1924) hacen aportes
teóricos a la formación de esta acción colectiva de la clase obrera en Europa y Rusia. Estos dos
autores resaltan respectivamente la necesidad de una organización para “estructurar el
movimiento e impedir su dispersión en pequeñas demandas corporativas a través de la
organización” (¿Qué hacer? 1902) y la necesidad de un “fundamento cultural necesario para
establecer un amplio consenso” y múltiples niveles de liderazgo e iniciativa dentro de la
organización del movimiento (Cuadernos de la cárcel. 1924).
Sin embargo, la visión de estos autores marxistas está enmarcada en una realidad
concreta en el espectro histórico y geográfico, en la Europa post revolución industrial y en la
etapa del desarrollo temprano del capitalismo. Es por esto que en las siguientes páginas se
tendrá muy en cuenta a la Teoría de la Acción Colectiva del autor Sidney Tarrow (1994), una al
menos más contemporánea y adaptada al contexto actual de las sociedades occidentales en
promedio. Este autor hace énfasis en su diferencia principal con la Lógica de la Acción Colectiva
de Olson (1992), quien tomaba a la acción colectiva desde el individuo como unidad esencial de
estudio, estableciendo una relación de esta con los intereses y motivaciones personales. Este
modelo, según Tarrow, es incompatible con el fenómeno del movimiento social y su aplicación
queda restringida a los casos de grupos no numerosos de individuos que pueden llegar a
asimilar más rápidamente su interés personal con el bien común del grupo y así mismo
emprender la acción colectiva. En los movimientos sociales, los individuos suelen ser mucho
más numerosos, y no necesariamente están involucrados en la acción colectiva para satisfacer
el lucro personal, sino que su nivel de compromiso dentro de este depende de motivaciones
tan diversas como la solidaridad de grupos, el compromiso con una causa, o el deseo de formar
parte de un colectivo (Tarrow. 1994, 44:45).
Por todo esto, el autor toma en cuenta en su investigación sobre todo las formas
contenciosas de acción colectiva, que son las formas que orientan a un movimiento en la
obtención de determinados logros y objetivos orientados al bien común. Esta visión
contenciosa sugiere que el bien común perseguido por los movimientos sociales están en
contraposición a intereses antagónicos de otros grupos dentro de la sociedad que utilizan la
influencia de las instituciones para cerrar el paso a viejas y nuevas reivindicaciones. Estas
reivindicaciones deben ser atendidas de alguna manera, incluso si eso significa oponerse
activamente al poder y el status quo de las instituciones del Estado y otras instituciones de
similar o mayor relevancia e influencia, como las económicas.

DESARROLLO LOCAL
Una de las categorías de interés para esta investigación es la del desarrollo local, que es
una estrategia para afrontar las dificultades propias de las dinámicas de la sociedad y su
relación con el medio ambiente y el entorno a través del progreso social y el desarrollo
sostenible Antonio Vásquez Barquero (2009). Esto exige la “generación de capacidades a nivel
comunitario y municipal que promueve el crecimiento económico, social y político de las
personas y las comunidades en forma autosostenida, creciente, equitativa y respetuosa del
medio ambiente, en el que los gobiernos municipales juegan el papel de facilitadores y sus
comunidades ejercen función protagónica”. (Di Piedro, 2012:21).
Este desarrollo local está entonces íntimamente ligado a la noción del Desarrollo
Humano. Para el autor Sueli L. Couto, este mismo debe ser integral, multidimensional y
sistémico, y debe comprender al ser humano no solo como objeto sino como sujeto de los
procesos de desarrollo. Esto sugiere que el desarrollo no puede ser visto desde una visión única
desde el filtro político, cultural o económico, sino que solo la relación entre estos tiene la
capacidad de generar un cambio en las condiciones materiales de las personas y así conducirlos
a procesos de desarrollo.
Couto entonces presenta un modelo triangular donde presenta los principales factores
del desarrollo, estos son en primer lugar la gobernabilidad en democracia, el desarrollo social
(que es lo que en esta investigación llamaremos como “cultural”), y finalmente el desarrollo
económico. Sin embargo, como lo menciona el mismo autor, este cuadro solo tiene sentido en
la medida en la que se interrelacionen para poder explicar la “multidimensioalidad sinérgica del
Desarrollo Local” (2006:5).

A continuación se presental un esquema del cuadro o triángulo de Couto.


Fuente: Couto (2006)
Además, en el Desarrollo Local influyen unos principios estratégicos que encaminarán la
práctica de este proceso de desarrollo. El primero es la capacidad de articular actores que
puedan generar la cooperación y el empoderamiento solidario, el segundo es el nivel de
participación social que genera el protagonismo ciudadano, el tercero es la capacitación
generada por el conocimiento de la realidad, y el cuarto es la información y los canales de
comunicación que son los que en última instancia, generan la legitimidad social de estos
procesos (Couto Rosa, 2006, pág. 7).

METODOLOGÍA
Tipo de estudio
Para esta investigación la metodología escogida será la cualitativa, pues se buscará
describir, comprender, interpretar los fenómenos de la acción colectiva y los movimientos
sociales presentes en las Juntas de Acción Comunal de las comunas 19, 20 y 22 de la ciudad de
Cali. El tipo de análisis será inductivo, pues pretende llevar los casos particulares de los
individuos de estas tres Juntas de Acción comunal de la ciudad de Cali a un contexto más
general; las propias Juntas de Acción Comunal y movimientos sociales en el país. En el alcance
descriptivo de la investigación se intentará identificar situaciones y características de las J.A.C.
relacionadas con los objetivos formulados.
Sujetos de estudio
Los sujetos de estudio que harán parte de esta investigación se centran principalmente
en los que ocupan los puestos directivos al interior de las J.A.C., cualquiera que este puesto sea,
y que están enterados de primera mano de las dinámicas al interior de su J.A.C. en particular.
Serán voluntarios que accedan a brindar la información necesaria para nutrir la investigación.
Otros sujetos que también están en primer orden son los ciudadanos colaboradores y activos
que realizan y/o ayudan a realizar las labores y tareas pendientes de la organización.
Instrumentos de información
Los instrumentos de información que se usarán en esta investigación será en parte la
obtención de documentos y el registro documental de los estatutos de las J.A.C., sus planes de
acción, algunas de las actas, y lineamientos de su organización, así como su propia historia de
formación y desarrollo.
También se hará uso de entrevistas a algunos de los miembros y directivos o presidentes
de las Juntas de Acción Comunal analizadas en la investigación para profundizar en la obtención
de datos e información que tengan que ver con el contexto particular de la J.A.C. Y a pesar de
que las encuestas aportan datos esencialmente cuantitativos, será una herramienta usada en
esta investigación para definir la percepción que tienen algunos miembros de las comunidades
a las que representan las J.A.C. sobre su simpatía y respaldo de opinión a las iniciativas y
proyectos que son impulsados desde estas organizaciones.
BIBLIOGRAFÍA
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Obtenido de
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