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BOLILLA 1

I.- SUCESIÓN. CONCEPTO. ESPECIES. SUCESIÓN POR CAUSA DE MUERTE: CONCEPTO, PRESUPUESTOS,
FUNDAMENTOS. DERECHO DE SUCESIONES.

Sucesión. Concepto. Especies.

Para tratar la sucesión por causa de muerte es necesario elaborar conceptos para comprender este instituto.
Uno de ellos consiste en la transmisibilidad de los derechos que posee una persona.
El art 398 CCCN dispone “todos los derechos son transmisibles excepto estipulación válida de las partes o que
ello resulte de una prohibición legal o que importe transgresión a la buena fe, a la moral o las buenas
costumbres”. Des esta norma surgen dos consideraciones, por una parte, la transmisión de los derechos de
una persona puede producirse por actos jurídicos entre vivos o como consecuencia de un hecho jurídico
como el fallecimiento de su titular, dando origen a la transmisión de derechos por causa de muerte. La otra
cuestión se relaciona con el contenido de los derechos transmisibles, ya que no todo derecho puede ser
traspasado a otra persona. En lo que atañe a nuestra materia, la limitación a la transmisibilidad de los
derechos a raíz de la muerte de una persona debe surgir de una disposición expresa de la ley aunque
también sería posible que esta restricción se genere por el acuerdo de voluntades como ocurre en un
contrato intuito personae o bien implique infingir los principios de buena fe, la moral o las buenas
costumbres.
Otra regla se encuentra establecida en el art 399 CCCN “nadie puede transmitir a otro un derecho mejor o
más extenso que el que tiene, sin perjuicio de las excepciones legalmente dispuestas”. Como consecuencia de
esta norma, el derecho transmitido conserva los contenidos y alcances de los que gozaba su titular. Sin
embargo, en materia de transmisión por causa de muerte hay una excepción, ya que los actos del heredero
aparente, ya sean de administración o de disposición, en determinados supuestos, son válidos cuando en
realidad no tenían el derecho para efectuarlo.
El CCCN, con algunas diferencias con el anterior ha definido en el art 400 los distintos tipos de sucesores que
se reconocen “Sucesor universal es el que recibe todo o una parte indivisa del patrimonio de otro; sucesor
singular el que recibe un derecho en particular”. Se ha modificado la norma derogada sustituyendo la
expresión parte alícuota por parte indivisa y no se ha reproducido lo que disponía el art 3262 del CC
derogado: “de modo que en adelante puedan ejercerlos en su propio nombre”.
Con la primera modificación se ha ajustado la terminología a una denominación mas precisa, ya que se
apunta a que puede transmitirse una parte de la totalidad de un bien o de una universalidad de bienes. En
cuanto a no haber reiterado que el sucesor puede ejercer los derechos recibidos en su propio nombre, es
posible comentar que se trata de un elemento esencial para que pueda ser considerado propiamente como
sucesor, ya que si una persona ejerce un derecho en nombre de otra no actúa como un verdadero titular del
derecho.
En la transmisión por causa de muerte puede haber sucesores universales, sucesores de cuota y sucesores
particulares.

Sucesión por causa de muerte: concepto, presupuestos, fundamentos.

La muerte es el hecho jurídico que causa, en el mismo instante en que se produce, la apertura legal de la
sucesión de la persona fallecida y la transmisión de la herencia a los llamados a sucederle por la ley o el
testamento.
La muerte es un hecho de la naturaleza que causa consecuencias jurídicas, asi lo establece el art 257 CCCN
“…es el acontecimiento que, conforme al ordenamiento jurídico, produce el nacimiento, modificación, o
extinción de las relaciones o situaciones jurídicas”. No cabe duda que el fallecimiento de una persona
ocasiona una modificación de los derechos que ostentaba, ya que no puede seguir siendo su titular sino que
deben ser transmitidos a otra persona.
Conforme al art 2277 CCCN dos son las situaciones que producen el traspaso de los derechos:
 La muerte natural: la muerte no es definida sino que se limita a establecer que con ella se termina la
existencia de la persona humana (art93) y la comprobación de ese hecho queda sujeta a los estándares
médicos. La muerte se prueba con la partida del Registro Civil conforme lo establece el art. 96.
 La muerte presunta: la ausencia con presunción de fallecimiento puede ocasionarse por la ausencia de
una persona de su domicilio sin que se tengan noticias durante tres años (art 85) o cuando se encontraba en
el lugar de un incendio, terremoto, acción de guerra u otro hecho semejante susceptible de ocasionar la
muerte o participó de una actividad que implique el mismo riesgo y no se tiene noticias de él por el término
de dos años y si se encontraba en un buque o aeronave naufragado o perdido y no se tuviera noticias de su
existencia por el término de seis meses (art 86 inc a y b).
Cumplido los plazos señalados y realizado el correspondiente juicio se declara el fallecimiento presunto y se
fija como día presuntivo del fallecimiento en el caso ordinario, el último día de primer año y medio de
ausencia; en el primer caso extraordinario, el día del suceso o el día del termino medio de la época en que
ocurrió o pudo haber ocurrido y en el segundo caso extraordinario, el último día que se tuvo noticias de
buque o aeronave perdidos (art 90).
Este principio sucesorio tiene importancia en todo el derecho hereditario por los siguientes motivos:
— Porque a ese tiempo debe verificarse el requisito de la existencia del sucesor (art. 2424) y se determina su
habilidad para suceder al causante (art. 2279), o sea que en ese momento hay que tener las condiciones
necesarias para ser heredero. La indignidad para suceder se entiende referida al momento del fallecimiento
(art. 2281).
— Es en ese instante en que los sucesores a título universal adquieren la propiedad de los bienes hereditarios
(arts. 2280), mientras que los herederos forzosos quedan investidos de la calidad de herederos (art. 2337)
nace la indivisión poscomunitaria (art. 2308) y se comienza a contar el plazo para la indivisión hereditaria de
diez años (art. 2332).
— Porque recién a partir de ese momento los sucesores pueden aceptar o repudiar la herencia, y les
comienza a correr el plazo de veinte años para optar entre la aceptación o la repudiación (arts. 2287, 2289).
Asimismo, los efectos de la aceptación o de la repudiación de la herencia, se retrotraen a la fecha del deceso
del de cuius (arts. 3344 y 3353).
— La ley que rige la sucesión es la vigente al tiempo del fallecimiento del causante, correspondiente a su
último domicilio (art. 2644), e igualmente la misma ley rige el contenido del testamento (art. 2466).
— Es en el mismo momento de la muerte que nace la indivisión hereditaria entre los coherederos, y es a ese
instante al que se retrotrae el efecto declarativo de la partición (art. 2308): la adjudicación de bienes hecha
en la partición opera retroactivamente al tiempo en que nació la indivisión, o sea, al del fallecimiento del
causante. Y se hace efectiva la partición hecha en el testamento ( art 2421).
— A partir del fallecimiento del causante comienza a correr el curso de prescripción de las acciones
sucesorias (art. 2554).
— Al momento de la muerte nace la garantía de evicción entre los herederos ( art 2423).
— La información auténtica del deceso del causante surge del instrumento público que normalmente lo
constata de acuerdo a lo establecido en el art 97 del Cód. Civ. y Com. y, en caso de ausencia con presunción
de fallecimiento, de la sentencia que declara el día presuntivo de fallecimiento (art. 89).
— Cuando muchas personas, recíprocamente herederas, fallecen en un mismo acontecimiento (terremoto,
inundación, incendio, suicidio colectivo, etc.), o en circunstancias independientes, pero sin que pueda
precisarse quién falleció primero, se presume que todas las personas fallecieron al mismo tiempo, sin que se
pueda alegar transmisión alguna de derechos entre ellas (art. 95).
En cuanto al lugar de apertura de la sucesión, es también importante porque va a determinar la ley aplicable
y el tribunal competente para entender en el proceso sucesorio (arts. 2644 y 2336).

II.- SISTEMAS SUCESORIOS: SUCESION EN LA PERSONA Y LA SUCESION EN LOS BIENES. CONCEPTO Y


PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE CADA SISTEMA. SISTEMA DEL CÓDIGO CIVIL: SUCESION UNIVERSAL Y
PERSONAL.

Existen dos sistemas sucesorios: la sucesión en la persona (sistema romano) y la sucesión en los bienes
(sistema germano).
Sucesión en la persona: derecho sucesorio llamado universal y personal: de acuerdo a este sistema, el
sucesor continúa la persona del causante. El fundamento de este sistema hay que buscarlo en el derecho
romano. Los romanos entendían, que cuando una persona moría, inmediatamente otra debía ejercer la
autoridad del difunto dentro de la familia, por ello idearon la ficción de que el sucesor continuaba la persona
del difunto.

El sistema romano, sostiene que el patrimonio es un atributo, una emanación de la personalidad; se trata de
una universalidad de derecho, independiente de los elementos concretos que lo integran. No se concibe, por
tanto, persona sin patrimonio, ni éste es susceptible de alienación total o parcial. Por último, es único e
indivisible.

Siendo, pues, el patrimonio una emanación de la personalidad, siendo indisoluble e incesible, no puede
concebirse su transmisión a los herederos sino mediante la ficción de que éstos continúan la persona del
muerto. El sistema romano viene así a dar explicación a la transmisión de los derechos y deudas.

Sucesión en los bienes: contraria y posterior a la anterior postura. Los Germanos tomaban a la propiedad
como una combinación entre posesión y dominio. El heredero adquiría los bienes en mérito de esa
copropiedad preexistente, pues éste resultaba un sucesor en los bienes, sin necesidad de acudir al artificio
romano de continuar la persona del causante.

Sistema del Código Civil: sucesión universal y personal.


El nuevo código se mantiene el esquema de la sucesión personal y universal. Su art 2280, central sobre la
situación de los herederos, es expresión de este sistema, que reconoce su origen en el derecho sucesorio
romano, y conforme al cual la situación patrimonial que plantea la muerte de una persona se resuelve
mediante el mecanismo de sustitución del causante por sus herederos en la totalidad de las relaciones
jurídicas transmisibles que integran el patrimonio de aquel. Los herederos se subrogan en su lugar,
sucediéndolo en su posición jurídica en el complejo de derechos y obligaciones, continuando así su
personalidad jurídico-patrimonial, y por eso se llama sistema de sucesión personal. Técnicamente hay una
modificación subjetiva de las relaciones jurídicas patrimoniales: el sujeto titular fallecido es sustituido por
herederos, pero, objetivamente, las relaciones jurídicas no sufren alteración alguna. Y como esta transmisión
se produce ipso iure, en bloque y de una sola vez, comprendiendo todas las relaciones jurídicas patrimoniales
transmisibles, incluidas las deudas, se lo llama también sistema de sucesión universal. La herencia,
objetivamente considerada, se la concibe como una universita iuris, desde que comprende en una unidad el
activo y el pasivo del causante.
No puede afirmarse, por consiguiente, que este Código ha transitado al sistema de sucesión en los bienes,
como tampoco lo hizo la reforma de la ley 17.711 al establecer como regla la aceptación bajo beneficio de
inventario (art 3363), pues en el sistema de sucesión en los bienes la herencia no es concebida como una
universalidad, ni los herederos sustituyen al causante en la titularidad de sus bienes y deudas, sino que el
patrimonio relicto pasa a un administrador-liquidador (personal representative), que, como un fiduciario,
liquida los bienes, paga las deudas, y es él quien transfiere los bienes remanentes, individualizados y libres de
pasivo, a los herederos.

III.- Vocación sucesoria: concepto. Fuentes. Sucesión legítima, llamamiento forzoso y supletorio; sucesión
testamentaria y sucesión contractual. Los pactos sobre herencia futura. Concepto. Caracteres. Regla
general prohibitiva (art 1010 1º párrafo, 1546, 2286, 2249) y excepciones en el derecho argentino (CCCN
arts 1010 2º párrafo, 2385, 2411/ 2420 2461). Derecho Comparado.

La vocación sucesoria es el título o fundamento jurídico por el cual una persona es llamada a la sucesión de
su causante, independientemente de que llegue o no a ser heredero.
La vocación sucesoria implica el llamamiento de todos los posibles herederos del causante en el momento de
su muerte. Es un llamamiento genérico que comprende a los llamados con vocación actual, en primer lugar,
como también a los llamados en grados ulteriores, con vocación eventual. Así, cuando fallece una persona
casada sin descendientes ni ascendientes, el cónyuge sobreviviente es llamado en primer lugar por su
vocación actual, pues excluye a los hermanos del causante, que tienen vocación eventual, la cual sólo se
actualizará en el supuesto de ser desplazado el cónyuge por alguna causal de exclusión, o si renuncia a la
herencia. Pero tanto el cónyuge como los hermanos del causante tienen vocación hereditaria: aquél la tiene
actual, porque ya está en condiciones de aceptar o repudiar la herencia, y éstos sólo eventual, porque tienen
una vocación en expectativa.
Hay una diferencia entre vocación y delación; la vocación es el llamado a la herencia y la delación es el
ofrecimiento de la herencia, la cual corresponde a los llamados de vocación actual, los cuales pueden
aceptar la herencia o rechazar la misma. Los hermanos por ejemplo solo tienen vocación.

Causas de exclusión de la vocación sucesoria:


 Renuncia a la herencia: la exclusión por voluntad del llamado a suceder se presenta cuando éste
manifiesta de una manera expresa su voluntad de no recibir la herencia.
Por ello, la renuncia a la herencia contraría la vocación sucesoria, provoca la exclusión total del sucesible y la
sucesión se difiere como si el renunciante nunca hubiese sido llamado a la herencia (art 2301 CCCN).
 Indignidad: la exclusión por sentencia judicial tiene lugar cuando ha incurrido en una causal de
indignidad. En este mismo capítulo se desarrolla la explicación de esta causa que contraría la vocación
hereditaria.
Se ha eliminado la desheredación como forma de excluir de la vocación sucesoria al legitimario.
 Matrimonio in extremis: la pérdida de la vocación sucesoria por disposición legal puede originarse
por el matrimonio in extremis, que es regulado por el art 2436 del CCCN “La sucesión del cónyuge no tiene
lugar si el causante muere dentro de los treinta días de contraído el matrimonio a consecuencia de
enfermedad existente en el momento de la celebración, conocida por el supérstite, y de desenlace fatal
previsible, excepto que el matrimonio sea precedido de una unión convivencial.”
 Divorcio: la exclusión de la vocación sucesoria también opera por disposición legal en el caso de
divorcio de los cónyuges.
La sustancial reforma que se ha hecho en esta materia al eliminar la separación personal y al imponer como
única forma de obtener el divorcio la voluntad unilateral o conjunta de los cónyuges, sin posibilidad de
analizar la culpabilidad ni requerir plazos ni condiciones para el matrimonio y la separación de hecho, ha
repercutido también en cuanto a la exclusión de la vocación sucesoria conyugal.
La sola sentencia provoca que los cónyuges no se hereden entre sí, tal como resulta del art 2437 del CCCN “…
El divorcio… excluyen el derecho hereditario entre cónyuges”.
 La separación de hecho: en la redacción original del Código Civil derogado, la sola separación de hecho
provocaba la exclusión hereditaria conyugal; mas adelante se incorporó la posibilidad de alegar que uno de
los cónyuges no había sido culpable de la separación de hecho y por tal motivo conservaba la posibilidad de
heredar al otro.
Ahora la parte que concierne a este punto del art 2437 del CCCN establece “…la separación de hecho sin
voluntad de unirse… excluyen el derecho hereditario entre cónyuges”.
Es sabido que la separación de hecho se concreta con el cese de la vida en común y que la falta de voluntad
de unirse que menciona la norma se concreta cuando al menos uno de los cónyuges no desea continuar con
la convivencia.
La legislación actual ha retornado a la redacción original, ya que al haber eliminado la posibilidad de declarar
la responsabilidad de uno de los cónyuges en el cese de la vida en común, no será posible pretender que se
mantenga la vocación hereditaria.
Esto significa, entonces, que cualquiera haya sido la causa por la que dejaron de convivir, ninguno de los
cónyuges heredará al otro.
Es muy probable que esta situación, en algunos casos de absoluta injusticia para uno de ellos, provoque
cuestionamiento de la norma basándose en una eventual inconstitucionalidad o bien en el ejercicio abusivo
del derecho por parte de quien pretende la exclusión hereditaria.
Si uno de los cónyuges se ha visto obligado a dejar de convivir porque era víctima de violencia, malos tratos,
abusos y cualquier otro comportamiento que afectara su integridad física, mental o su dignidad como
persona, igualmente perdería por aplicación de la norma en cuestión su vocación hereditaria, lo que no
resulta ser justo.
Otro aspecto no considerado en esta cuestión es que si bien el art 431 del CCCN alude a que los cónyuges se
comprometen a desarrollar un proyecto de vida en común basado en la cooperación, la convivencia y el
deber moral de fidelidad, no se ha caracterizado la forma en que se concretaría esa vida en común.
En la legislación anterior, los cónyuges debían vivir juntos eligiendo ese domicilio de común acuerdo y el
incumplimiento traía aparejado diversas consecuencias legales.
Ahora no se ha imputado como deber legal y los cónyuges pueden acordar no vivir en forma permanente
sino hacerlo tan sólo algunos días de la semana o durante viajes o en las vacaciones.
Esta situación pone en evidencia que si no hay vida en común no puede existir la separación de hecho que la
presupone; es decir, habrá separación cuando se deja de convivir.
Por esa razón, no se alcanza a comprender la aplicación de la presente norma en el caso en que los cónyuges
hayan acordado mantener su vivienda separada y compartir sólo algunos días o momentos en forma
circunstancial. En este supuesto no puede existir la separación de hecho.
La duda en ese caso es si los cónyuges conservan o no la vocación hereditaria, ya que la norma no resultaría
aplicable.
 Decisión Judicial que pone fin a la convivencia: otra de las situaciones que contempla el art 2437 del
CCCN es el cese de la vida en común originado en una resolución judicial: “… la decisión judicial de cualquier
tipo que implica el cese de la convivencia, excluyen el derecho hereditario entre cónyuges”.
Esta solución es de una gravedad inédita porque alude ya no a la separación decidida por uno de los
cónyuges sino a aquella que ha tenido un amparo judicial. Por ejemplo, un cónyuge es victima de violencia,
recurre a la justicia y ésta ordena la exclusión del hogar del agresor como una forma de evitar la continuación
de los ataques y a consecuencia de esta decisión quien los ha sufrido pierde la vocación hereditaria.
Otra situación igualmente disvaliosa puede tener lugar cuando un cónyuge es condenado a prisión y resulta
que como consecuencia de esta decisión quien los ha sufrido pierde la vocación hereditaria.
Las normas jurídicas deben respetar valores aceptados por la sociedad, pues, de lo contrario, provocan
situaciones de injusticia notoria como las que se acaban de puntualizar.
Este artículo no admite matices, ya que no posibilita que se analice la conducta de los cónyuges que pudo
haber motivado la decisión judicial por la cual se ha dejado de convivir.
Esta disposición afecta derechos personales como la integridad del individuo y su dignidad que se encuentran
amparados por la Constitución Nacional y cabe el planteo judicial para que sea declarada su
inconstitucionalidad.
No es posible que como consecuencia de la decisión judicial que protege a un cónyuge resulte la pérdida de
la vocación hereditaria.
 Situación de los separados personalmente que conservan la vocación hereditaria: en la legislación
anterior, el cónyuge inocente de la separación personal o el enfermo también separado personalmente,
conservaban la vocación hereditaria respecto del otro cónyuge.
Al derogarse el Código Civil anterior, no se ha previsto en normas transitorias la situación en la que quedan
estas personas.
En la primera norma complementaria del art 8 de la ley 26.994 por la que se sancionó el CCCN, se ha previsto
la posibilidad de convertir la sentencia de separación personal en divorcio, pero nada se ha expresado sobre
los derechos que mantenían quienes no pretenden obtener el divorcio.
La solución debe buscarse en el art 7 en tanto establece que “A partir de su entrada en vigencia, las leyes se
aplican a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes…”.
Como la vocación hereditaria es un derecho en expectativa que se concretará en el momento de la muerte,
nadie puede pretender un derecho definitivamente adquirido hasta ese instante.
Por esta razón, la derogación de las normas que le reconocían la vocación hereditaria del cónyuge inocente o
al enfermo en caso de separación personal, ha significado una modificación de su derecho a heredar, ya que
la nueva norma no lo ha contemplado en forma expresa.
Se trata, entonces, de una situación jurídica existente al tiempo de entrar a regir el CCCN y, por ello, entiendo
que carecerán a partir de ese momento de la posibilidad de heredar que le reconocía la ley anterior.
 Matrimonio extranjero ineficaz en el país: La validez de un matrimonio contraído en el extranjero se
rige, en principio, por el derecho del lugar de celebración, conforme resulta del art 2622 del CCCN en su
parte pertinente.
Sin embargo, es posible sostener, manteniendo la legislación anterior, que si el matrimonio extranjero se ha
celebrado con alguno de los impedimentos dirimentes que reconoce la ley argentina, no podría producir
efectos dentro del país porque se está afectando el orden público internacional.
Esta situación ha sido admitida en el párr. 2º del art 2622 del CCCN: “… no se reconoce ningún matrimonio
celebrado en un país extranjero si media alguno de los impedimentos previstos en los arts 575, parr 2º y 403,
inc a, b, c, d y e…”
Esto significa que si hubo impedimentos entre los aportantes de los gametos y la persona nacida como
consecuencia de las técnicas de la reproducción humana asistida o si medió el parentesco en línea recta en
todos los grados, el parentesco entre hermanos bilaterales o unilaterales, en estos casos cualquiera que sea
el origen del vínculo, la afinidad en línea recta en todos los grados, el matrimonio anterior mientras subsista
o haber sido condenado como autor, cómplice o instigador del homicidio doloso de uno de los cónyuges, se
podrá negar la eficacia territorial de ese matrimonio extranjero.
En consecuencia, si pretendiera reclamar la vocación hereditaria por parte del cónyuge supérstite de un
matrimonio extranjero celebrado existiendo estos impedimentos, el juez argentino puede negar su eficacia y
rechazar la pretensión hereditaria.
 Causas que limitan la vocación sucesoria testamentaria: a diferencia de los casos analizados
anteriormente, en el código existen supuestos en que la vocación hereditaria resulta contrariada en forma
parcial, o más precisamente, se afecta la sucesión testamentaria.
Esto quiere decir que si una persona se encuentra imposibilitada de heredar teniendo en cuenta el
llamamiento testamentario, esta situación no le impide que pueda ser llamado por la ley a recibir esa
herencia.
La razón que justifica estas restricciones testamentarias se encuentra en que, al tratarse de personas que
mantienen una vinculación especial con el testador, pueden influir sobre las disposiciones que adopte,
torciendo su libre voluntad de expresión.
El art 2482 del CCCN contempla esta situación “No pueden suceder por testamento: a) los tutores y
curadores a sus pupilos, si éstos mueren durante la tutela o curatela o antes de ser aprobadas las cuentas
definitivas de la administración; b) el escribano y los testigos ante quienes se hayan otorgado el testamento,
por el acto en el cual han intervenido; c) los ministros de cualquier culto y los líderes o conductores
espirituales que hayan asistido al causante en su última enfermedad”.
En el caso del inciso a) se trata de una limitación temporal de la vocación sucesoria porque podría heredar
luego de finalizada la tutela o curatela o de aprobadas las cuentas definitivas de la administración.
Mientras esto no ocurra la norma presupone una injerencia indebida en la voluntad del testador que impide
reconocerle eficacia a las disposiciones hechas a favor del tutor o del curador.
Sin perjuicio de lo expuesto, cabe consignar que es poco probable que suceda el caso respecto del tutor
porque coincide la plena capacidad civil a los dieciocho años con la edad a partir de la cual se puede otorgar
un testamento válido. (art 135 inc a y 2464 CCCN).
Sólo se podría producir las limitación de la vocación hereditaria testamentaria del tutor mientras se
encuentre pendiente la aprobación de las cuentas de la administración.
La limitación al escribano y los testigos que intervienen en el testamento es razonable porque pueden haber
incidido en la decisión de hacer disposiciones a su favor.
En la legislación anterior, la exclusión se refería al confesor de la última enfermedad, a los parientes hasta el
cuarto grado y a la iglesia salvo la parroquia del testador y también al ministro protestante.
Ahora se ha ampliado notablemente la mención de los afectados por la imposibilidad de heredar por vía
testamentaria, ya que incluye no sólo a los ministros de cualquier culto sino también a los líderes o
conductores espirituales pueden haber ejercido en tal sentido.
Finalmente se prohíbe la interposición de personas para eludir la limitación anterior, tal como lo dispone el
art 2483 CCCN “las disposiciones testamentarias a favor de personas que no pueden suceder por testamento
son de ningún valor, aún cuando se hagan a nombre de las personas interpuestas. Se reputan tales, sin
admitir prueba en contrario, los ascendientes, los descendientes y el cónyuge o conviviente de la persona
impedida de suceder.
El fraude a la ley puede ser probado por cualquier medio.
Los inhábiles para suceder por testamento se encuentran en posesión de los bienes dejados por el testador
son considerados de mala fe”.
A la luz de esta norma queda totalmente vedada la posibilidad de eludir la prohibición de recibir por
testamento mediante la interposición de otra persona; es decir, designar a un posible beneficiario cuando en
realidad en destinatario final de esta disposición es alguien que se encuentra incapacitado para recibir por
testamento.
Se establece la presunción iuris et de iure cuando la disposición se ha efectuado a favor de ascendientes,
descendientes, cónyuge o conviviente de quien se encuentra impedido de suceder por vía testamentaria.
Esta interposición de ser probada judicialmente y para ello podrá recurrirse a cualquier medio de los
autorizados por las normas procesales.
Si las personas que no pueden recibir por testamento se encontrasen en posesión de los bienes hereditarios,
el artículo en cuestión los considera poseedores de mala fe, con las consiguientes responsabilidades que le
caben.

Fuentes.
De acuerdo a lo establecido en el art 2277 CCCN, la transmisión de la herencia se efectúa a favor de las
personas llamadas a suceder al causante por el testamento o por ley.
Para que la vocación sea eficaz, es decir, para que le permita a una persona recibir una herencia
determinada, deben cumplirse diversas condiciones: a) la persona llamada a recibir la herencia debe existir al
tiempo del fallecimiento o tratarse de una fundación que se creará por la voluntad expresada en el
testamento; b) el llamamiento debe subsistir cuando la sucesión se abre porque la que existió con
anterioridad a la muerte no es eficaz si no se mantiene hasta ese momento. Pudo haber un llamamiento
testamentario anterior, pero que a la fecha del fallecimiento ha sido revocado; y c) es imprescindible que la
vocación sucesoria no se encuentre contrariada, pudiendo esto suceder por voluntad del sucesible, por
sentencia judicial o por disposición legal.

#Sucesión legítima: es aquella en la que la determinación del heredero se realiza siguiendo los principios
establecidos en la ley, la sucesión se llama legítima, legal, intestada o ab intestato (sin testamento). Es a favor
de los familiares más próximos, pero no son llamados en conjunto, sino en un orden preestablecido, el cual
debe determinarse con precisión. Remitimos a la unidad VII en la cual se desarrolla la misma.
Heredero forzoso: miembros de la familia a los que la ley les atribuye una porción de la herencia, de la cual,
en principio, no pueden ser privados.
Heredero legítimo: son aquellos llamados supletoriamente a falta de herederos forzosos o instituidos por
testamento. Son los parientes colaterales hasta el 4º grado.
Los ascendientes, descendientes y el cónyuge también son llamados herederos legitimarios porque tienen
derecho a la legítima.

#Sucesión voluntaria: la sucesión es voluntaria cuando el llamamiento a recibir la herencia procede de la


voluntad del causante manifestada en un testamento válido (art 2462 CCCN) y por ello la sucesión se llama
testamentaria, pudiendo el testador instituir herederos (universales o por cuotas), Legatarios, imponer
cargos y organizar un fideicomiso. Para que sea válida esta fuente es necesario que no existan herederos
forzosos, en cuyo caso el causante puede designar heredero a quien quiera, o que sólo teste sobre la porción
dispositiva.

#Sucesión Contractual: el art. 1175 disponía que “No puede ser objeto de un contrato la herencia futura,
aunque se celebre con el consentimiento de la persona de cuya sucesión se trate; ni los derechos
hereditarios eventuales sobre objetos particulares”. A su vez, disponía el art. 3599 que “Toda renuncia o
pacto sobre la legítima futura entre aquellos que la declaran y los coherederos forzosos, es de ningún valor.
Los herederos pueden reclamar su respectiva legítima; pero deberán traer a colación lo que hubieren
recibido por el contrato o renuncia”. De lo dicho se desprende que en nuestro derecho quedaba descartada
la sucesión contractual, o sea aquella que podría deferirse por acuerdo de voluntades entre el causante y el
heredero.
El Código Civil y Comercial mantiene esta prohibición pero, trae consagrada una excepción que no reconoce
antecedentes en los proyectos nacionales precedentes, que son los pactos sobre herencia futura
relacionados con las empresas familiares.

Pactos sobre herencia futura:


Se trata de actos jurídicos entre vivos, bilaterales, irrevocables, que pueden ser onerosos o gratuitos, en
virtud de los cuales el futuro causante conviene con la otra parte en instituir a ésta heredera o legataria, o
ambas partes se instituyen recíprocamente como herederas o legatarias.
Por regla general, la herencia futura no puede ser objeto de contratos. Así lo estable el art 1010 CCCN 1º
parr “La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden serlo los derechos
hereditarios eventuales sobre objetos particulares, excepto lo dispuesto en el párrafo siguiente u otra
disposición legal expresa”.
Esta prohibición también esta contemplada en los arts 1546 CCCN “estan prohibidas las donaciones hechas
bajo la condición suspensiva de producir efectos a partir del fallecimiento del donante”; 2286 CCCN “las
herencias futuras no pueden ser aceptadas ni renunciadas”; y 2449 CCCN “es irrenunciable la proción
legítima de una sucesión aún no abierta”.
Contratos o actos comprendidos en la prohibición
La doctrina enseña que están abarcados por la prohibición:
— los pactos dispositivos, por los cuales el futuro heredero dispone contractualmente de los derechos
hereditarios que adquirirá a la muerte de su causante (art. 1010);
— los pactos institutivos, esto es, el involucrado en un testamento hecho por dos o más personas, aun
cuando sea recíproco (art. 2465, segundo párr CCCN, que reproduce la prohibición del art. 3618 del Cód.
Civil);
— los pactos renunciativos; esto es, la ley no autoriza la renuncia, ni la aceptación, de la herencia futura sea
por un contrato, sea por un acto unilateral (art. 2286 CCCN; en el Código Civil la misma regla estaba expuesta
en los arts. 3311 y 3312).
El Código Civil disponía la invalidez del contrato que comprendía bienes presentes y bienes causados en una
herencia futura cuando se había contratado por un solo precio. Esta regla no aparece en el Código Civil y
Comercial, con lo cual habrá que aplicar las reglas generales sobre nulidades, de modo que el acto podrá
subsistir en la medida que sea separable la cláusula referida a la herencia futura o, como decía el Código,
aquel en cuyo provecho se ha hecho el contrato consienta que el precio es solo por los bienes presentes.
Los contratos otorgados sobre herencias futuras son de nulidad absoluta (art.
387 CCCN).
El Código Civil y Comercial sorprende con una excepción a la regla de prohibición de los contratos sobre
herencia futura que parece estar dirigida a facilitar la gestión y mantenimiento de la unidad de dirección de
las denominadas empresas familiares. Asi en el 2º párr del CCCN se establece “Los pactos relativos a una
explotación productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la conservación de la
unidad de la gestión empresaria o a la prevención o solución de conflictos, pueden incluir disposiciones
referidas a futuros derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de otros legitimarios. Estos
pactos son válidos, sean o no parte el futuro causante y su cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los
derechos del cónyuge, ni los derechos de terceros.
Antecedentes: Con relación al derecho catalán dice que otorga al empresario un instrumento jurídico que
puede ayudarle a ordenar la transmisión del patrimonio familiar: el llamado "pacto sucesorio", que consiste
en un contrato por el cual las partes acuerdan instituir heredero, y/o realizar atribuciones particulares de la
herencia de cualquiera de ellas.
Los pactos sucesorios no son nuevos en el derecho de Cataluña, ya que desde siempre este orden jurídico ha
conocido tradicionalmente los pactos sucesorios en forma de donación universal o heredamiento. Estos
pactos estaban destinados a la transmisión intergeneracional de los patrimonios familiares, de base
típicamente agraria, por medio de la institución de heredero único, pactada en convenciones matrimoniales.
Con la estructura anterior eran muy poco usados ya que no respondían al tráfico negocial actual. La reforma
adecua los pactos sucesorios de manera tal que puedan ser usados por los empresarios familiares a fin de
ordenar la transmisión sucesoria de la empresa.
En la reforma sucesoria en Cataluña, los pactos sucesorios sólo pueden celebrarse con el cónyuge o
conviviente, con la familia de éste o con la familia propia, dentro de un cierto grado de parentesco por
consanguinidad o afinidad.
Esta regla tiene en cuenta el mayor riesgo de los contratos sucesorios entre no familiares, pero a la vez es
suficientemente abierta para amparar los pactos que a veces se estipulan con ocasión de la transmisión de
empresas familiares, en los que pueden llegar a intervenir varias generaciones de parientes en línea recta y
otros miembros de la familia extensa. En consecuencia, los pactos sucesorios no pueden otorgarse con socios
que no guardan vínculo de parentesco entre sí.
La restricción legal en cuanto al grupo de personas que pueden convenir pactos sucesorios no rige para ser
favorecido, esto permite que se pacte que la empresa será transmitida a cualquier tercero.
En cuanto al contenido del pacto sucesorio, hay que tener presente que puede designar heredero o realizar
asignaciones de elementos concretos de la herencia (las acciones de la empresa familiar, inmuebles...).
También puede imponer cargas al favorecido, como por ejemplo el cuidado y atención a alguno de los
otorgantes y terceros, así como condiciones como podría ser por ejemplo designar al hijo beneficiario del
negocio familiar siempre y cuando ostente el cargo de administrador de la compañía. Incluso puede hacerse
constar que el pacto se otorga con la finalidad de mantener y dar continuidad a la empresa familiar o la
transmisión indivisa de un establecimiento profesional. También se admite expresamente la posibilidad de
incluir en la escritura de pacto sucesorio otros pactos familiares y sociales o estipulaciones sobre la empresa
familiar que hasta ahora se contenían en el protocolo familiar.
Así como se encuentran limitados quienes pueden formar pactos sucesorios, en cuanto a los beneficiarios, la
ley no pone límite alguno y pueden serlo los propios otorgantes o terceros, sean o no familiares.
En definitiva, la restricción legal en cuanto al grupo de personas que pueden convenir pactos sucesorios no
rige para ser favorecido.
Por otra parte, los pactos pueden contener disposiciones a favor de terceras personas, pero éstas no
adquieren ningún derecho hasta la muerte del causante.
De esta forma se permite, por ejemplo, que el padre y la madre pacten, entre ellos dos, que la herencia (p.
ej. que la empresa familiar) sea para un o unos hijos determinados, aunque no tengan el consentimiento de
éstos, y, más adelante, si las circunstancias lo aconsejan, convenir un nuevo pacto sucesorio para instituir a
otro hijo o a otra persona.
En cuanto a la forma de dejarlos sin efecto, los pactos pueden revocarse por indignidad del favorecido, por
las causas pactadas expresamente en el contrato, por incumplimiento de cargas, por imposibilidad de
cumplimiento de la finalidad esencial o por un cambio sustancial, sobrevenido e imprevisible de las
circunstancias fundamentales.
Respecto de los pactos sucesorios en Italia, en el año 2006 Italia modificó su legislación admitiendo una
modalidad de pactos sobre herencia futura denominados " pactos de familia " , dando validez excepcional a
los contratos sobre herencia futura para disponer de la empresa familiar.
La posibilidad de disponer de bienes y transmitirlos en vida por causa de muerte se introduce en el Códice
como una excepción a la regla general de la nulidad de los pactos sobre la sucesión futura que sigue
proclamando el art. 458.
Después de la reforma de 2006, los nuevos apartados segundo a octavo del art. 768 del Códice establecen el
régimen jurídico para el " patto di famiglia " que se define como el contrato mediante el cual el empresario
transfiere, en todo o en parte, su patrimonio empresarial (l' azienda) o mediante el cual el titular de
participaciones societarias transfiere, en todo o en parte, la propia cuota a uno o más descendientes;
siempre con respeto a las normas sobre empresa familiar y a los distintos tipos de sociedad (art. 768- bis).
Ámbito de los pactos: El nuevo Código alude a las participaciones societarias de cualquier tipo y a las
explotaciones productivas. La expresión " explotaciones productivas " no tiene un contenido jurídico preciso;
parece que el Código quiere referirse a la " empresa individual o familiar " en la que trabajan padres e hijos y
eventualmente otros parientes, muchas veces de manera informal, y que constituye la fuente del sustento
familiar.
Finalidad: La finalidad de estos pactos es la conservación de la unidad de la gestión empresaria o la
prevención o solución de conflictos.
Contenido lícito: Estos pactos pueden incluir disposiciones referidas a futuros derechos hereditarios y
establecer compensaciones en favor de otros legitimarios.
Límites: Son válidos los pactos de esta naturaleza si no afectan la legítima hereditaria, los derechos del
cónyuge ni los derechos de terceros.
Otros pactos de herencia futura:
Donación del padre al hijo: es un anticipo de la herencia a la cuenta de la porción de la herencia, puede
mejorarlo al hijo dispensándolo de colacionar, es decir, que no se descuente de la herencia esa porción. El
valor de la donación se lo van a imputar a la porción disponible. Esto se da siempre y cuando no afecte la
legítima, además la dispensa y la mejora deben ser expresas. El art 2385 del CCCN establece “Los
descendientes del causante y el cónyuge supérstite que concurren a la sucesión intestada deben colacionar a
la masa hereditaria el valor de los bienes que les fueron donados por el causante, excepto dispensa o
cláusula de mejora expresa en el acto de la donación o en el testamento.
Dicho valor se determina a la época de la partición según el estado del bien a la época de la donación.
También hay obligación de colacionar en las sucesiones testamentarias si el testador llama a recibir las
mismas porciones que corresponderían al cónyuge o a los descendientes en la sucesión intestada.
El legado hecho al descendiente o al cónyuge se considera realizado a título de mejora, excepto que el
testador haya dispuesto expresamente lo contrario”.
Partición por los ascendientes: art 2411 CCCN sostiene que “La persona que tiene descendientes puede
hacer la partición de sus bienes entre ellos por donación o por testamento.
Si es casada, la partición de los bienes propios debe incluir al cónyuge que conserva su vocación hereditaria.
La partición de los gananciales sólo puede ser efectuada por donación, mediante acto conjunto de los
cónyuges”; y el art 2420 establece “La partición por donación puede ser revocada por el ascendiente, con
relación a uno o más de los donatarios, en los casos en que se autoriza la revocación de las donaciones y
cuando el donatario incurre en actos que justifican la exclusión de la herencia por indignidad”.
Transmisión de bienes a legitimarios: el art 2461 CCCN establece “Si por acto entre vivos a título oneroso el
causante transmite a alguno de los legitimarios la propiedad de bienes con reserva de usufructo, uso o
habitación, o con la contraprestación de una renta vitalicia, se presume sin admitir prueba en contrario la
gratuidad del acto y la intención de mejorar al beneficiario. Sin embargo, se deben deducir del valor de lo
donado las sumas que el adquirente demuestre haber efectivamente pagado.
El valor de los bienes debe ser imputado a la porción disponible y el excedente es objeto de colación. Esta
imputación y esta colación no pueden ser demandadas por los legitimarios que consintieron en la
enajenación, sea onerosa o gratuita, con algunas de las modalidades indicadas”.
Sin modificar lo sustancial, el nuevo Código (art. 2461) mejora la defectuosa redacción del actual art. 3604,
tratando de eliminar las dificultades interpretativas que ha exhibido la jurisprudencia, tal como dicen los
Fundamentos de la nueva normativa.
En efecto, queda evidente que la norma se aplica a las transmisiones "a título oneroso" ya que en las
gratuitas rigen las normas sobre colación, cambiando correctamente a la vez los vocablos "testador " por
"causante". Así la nueva norma, además., se hace eco de la crítica de la que era pasible y en lugar de "todo
contrato" alude a "acto entre vivos a título oneroso”.
En este nuevo artículo, la gratuidad del acto y la intención de mejorar al beneficiario no admiten prueba en
contrario. De todas formas, se ha resuelto que el donatario pueda deducir el valor de las sumas que
demuestre haber efectivamente pagado.
Con relación al "pacto de reconocimiento de onerosidad", se mantiene esta figura, a contrario de la solución
del Proyecto de 1998, que lo suprimía.
Por otro lado, mantiene la disposición referida a que el valor de los bienes debe ser imputado a la porción
disponible y el excedente debe ser objeto de una acción de colación, a pesar de que la doctrina mayoritaria
sostiene que en realidad se trata de una reducción.
En relación a ello, entendemos que no se aprovechó la posibilidad de clarificar sobre esta cuestión, la cual
seguirá dando lugar a discusiones.
IV.- SUCESORES MORTIS CAUSA: CONCEPTO, ESPECIES: LEGÍTIMO Y TESTAMENTARIO, HEREDERO
UNIVERSAL Y HEREDERO DE CUOTA. LEGATARIO PARTICULAR. CLASIFICACIÓN.

El Código Civil establece en el art. 3263 los conceptos de sucesor singular y sucesor universal, mientras que
en el art. 3279 determina que "el llamado a recibir la sucesión se llama heredero en este Código" Estas dos
normas han dado lugar a grandes debates doctrinarios, sobre todo en cuanto a la calidad del legatario de
cuota que gran parte de la doctrina consideró sucesor universal. Por otra parte, la doctrina también discutió
si podían existir herederos de cuota o herederos de parte, ya que mientras algunos autores sostenían que el
heredero siempre tiene vocación al todo, otros entendían que podía existir heredero en una parte alícuota
de la herencia sin vocación a toda la herencia basándose en lo dispuesto por los arts. 3721, que se refiere a
los herederos instituidos sin designación de partes, y art. 3727, que rige la sustitución recíproca de los
herederos instituidos en partes.
El art. 2278 viene a poner fin a la discusión, suprimiendo la institución del legatario de cuota, y permitiendo
la designación de heredero en parte alícuota.
El art 2278 establece “se denomina heredero a la persona a quien transmite la universalidad o una parte
indivisa de la herencia; legatario, al que recibe un bien particular o un conjunto de ellos”.
Se mantiene la distinción tradicional entre el heredero, a quien se transmite la universalidad o una parte
indivisa de la herencia, y el legatario, quien recibe un bien particular o un conjunto de ellos.
Los herederos, a su vez, pueden ser legítimos, esto es, llamados por la ley a recibir la herencia, o
testamentarios, cuando su llamamiento proviene del testamento del causante.
Asimismo, se introduce una innovación: los herederos, sean legítimos o testamentarios, se pueden clasificar
en herederos universales y herederos de cuota. Los primeros tienen derecho de acrecer, vocación a la
universalidad (art 2486); los segundo, no. La institución por vía testamentaria de herederos universales no
requiere términos sacramentales, basta que el testador de a entender que atribuye la universalidad de los
bienes, sin asignar cuotas (art 2787). Habrá heredero testamentario de cuota cuando el testador le asigna
una fracción alícuota de la herencia (un tercio, un quinto, etc) (art 2488). También hay un supuesto de un
heredero legal de cuota cuando un heredero forzoso ha sido preferido por un testamento que instituye
heredero a un extraño, e igualmente si el causante ha dispuesto de todos sus bienes en donaciones. En estos
supuestos, el heredero forzoso omitido podrá reclamar su porción legítima, pero a título de heredero de
cuota (art 2450). La solución es arbitraria, pues no se justifica convertirlo al heredero forzoso en heredero de
cuota por el hecho de que actúa en salvaguarda de su legítima, y privarlo de su derecho de acrecer que le
corresponde en su calidad de heredero universal.
El heredero de cuota viene a reemplazar a la figura del legatario de cuota, que desaparece, lo cual es una
solución conveniente.
El heredero En el Código reformado es quien ocupa la posición jurídica del causante. Como consecuencia, en
principio, adquiere los bienes del causante, asume sus deudas y adquiere la posesión de las cosas, y
excepcionalmente puede ejercer acciones extramatrimoniales de carácter familiar.
Una característica del heredero, además de su vocación eventual a la totalidad de la herencia, consiste en
que, desde la muerte del causante tiene todos los derechos y acciones de aquél de manera indivisa, con
excepción de los que no son transmisible por sucesión, y continúan en la posesión de lo que el causante era
poseedor, conforme al art 2280 CCCN.
Se ha eliminado la referencia a que el heredero continuaba la posesión del causante por tratarse de una
ficción innecesaria para que opere la transmisión hereditaria.
Como consecuencia de esta característica, el heredero cuando es el único llamado ha adquirido, como efecto
de la muerte y la consiguiente apertura de la sucesión, la totalidad de la herencia.
En el caso de coexistir mas de una persona llamada como heredero, a cada uno de ellos le corresponderá la
parte indivisa de la herencia que coincide con su porción hereditaria; es decir que la herencia se dividirá
entre la cantidad de herederos y el resultado será la porción indivisa que a cada uno de ellos le corresponde
y que se materializará con la partición.
Otra característica es que, en principio, responde por las deudas del causante con los bienes que reciben o
con su valor en caso de haber sido enajenados (art 2280 última parte). Esta situación admite excepciones;
supuestos en los que el heredero responderá con sus propios bienes por las deudas del causante y por las
cargas de la herencia. Esto sucede cuando el heredero “a) no hace el inventario en el plazo de tres meses
desde que los acreedores o legatarios lo intiman judicialmente a su realización; b) oculta fraudulentamente
los bienes de la sucesión omitiendo su inclusión en el inventario; c) exagera dolosamente el pasivo sucesorio;
d) enajena bienes de la sucesión, excepto que el acto sea conveniente y el precio obtenido ingrese a la masa”
(art 2321 CCCN).
La designación del heredero puede sujetarse a una condición; en el caso que esta suspensiva, los efectos de
la calidad de heredero se producen a partir del cumplimiento de la condición (art 2280 CCCN). Si la
institución de heredero se ha hecho bajo condición resolutoria, gozará de todos los derechos que le confiere
esta norma hasta que se cumpla el hecho futuro e incierto al que se había sometido la institución y luego
carecerá de derechos sobre la herencia.
El legatario Debe quedar absolutamente claro que el legatario no sucede en la posición jurídica del causante,
sino que efectúa esencial y directamente una adquisición, su género próximo es el donatario, del que se
distingue por adquirir mortis causa.
El legatario particular recibe un bien determinado o un conjunto de ellos y no tiene derecho sobre los otros
bienes que componen la herencia. Esto significa que, aunque falten otros llamados a suceder al causante, el
legatario no acrece por sobre el bien legado, salvo que el testador hubiera dispuesto lo contrario. En cuanto
a las deudas del causante, el legatario sólo es responsable hasta el valor de lo que recibe (art 2319 CCCN) y
nunca responderá con sus propios bienes frente a los acreedores del fallecido. El legatario tiene derecho al
cobro de su legado sobre los bienes de la herencia con preferencia sobre los acreedores de los herederos
(art2316 CCCN)
Heredero de Cuota es el que tiene derecho a recibir la fracción de la herencia que le asignó el testador, pero
no tienen vocación al todo de la herencia (art 2488 CCCN).
Sin embargo puede suceder que el testador haya dispuesto que en caso de que no puedan cumplirse otras
disposiciones testamentarias acrecerá la porción del heredero de cuota.
A su vez cuando ha habido preterición de legitimario, este tiene acción para que se le entregue su legítima a
título de heredero de cuota (art2450 CCCN).
La responsabilidad del heredero de cuota por las deudas del causante y por las cargas hereditarias se limita a
los bienes que recibe o a su valor en caso de haber sido enajenados (Art 2280 CCCN).
Las principales diferencias entre heredero y legatario son que:
El principio general es que heredero responde por las deudas del causante (art. 2317) mientras que el
legatario no lo hace, a no ser que se trate de un legado de universalidad (art. 2318) o se le imponga como
carga del legado (art. 2496) o se trate de un legado de cosa gravada (art. 2500).
El heredero forzoso queda investido de la calidad de heredero sin intervención de los jueces desde el
momento de la muerte del causante, aunque ignore la apertura de la sucesión y su llamamiento a la
herencia. Puede ejercer todas las acciones transmisibles que correspondían al causante (art. 2337), mientras
que el legatario debe siempre solicitar la entrega del legado al heredero, al albacea o al administrador,
aunque la tenga en su poder por cualquier título (arts. 2498 y 2499).

V.- Herencia: Concepto. Contenido (art 2277 2º párrafo). Principios y excepciones respecto a derechos
extrapatrimoniales y patrimoniales; análisis. Derechos que se adquieren originariamente en ocasión de
muerte de una persona; reglas aplicables.

En principio, la herencia está compuesta por los derechos y obligaciones de carácter patrimonial que se
transmiten a los sucesores del causante, pero la herencia no es idéntica al patrimonio del causante, ya que
aquella tiene un contenido menor que éste porque hay derechos que se extinguen con la muerte.
El art 2277 en su última parte aclara “…la herencia comprende todos los derechos y obligaciones del
causante que no se extinguen por su fallecimiento”. Esta situación es reiterada en el art 2280 cuando alude a
los derechos y acciones que tienen los herederos de manera indivisa, con excepción de los que no son
transmisibles por sucesión.
Como regla se puede decir que los derechos extrapatrimoniales se extinguen con la muerte de su titular y los
derechos patrimoniales se transmiten a los herederos.
Como excepción hay derechos y obligaciones que se extinguen con la muerte del causante como el
usufructo, uso, habitación, contrato de mandato, contrato de trabajo, etc.
Dentro de los primeros (extrapatrimoniales) se puede mencionar los atributos de la personalidad como el
nombre, el domicilio, la capacidad y el estado de familia que se extinguen con el fallecimiento de su titular, lo
mismo con los derechos de la personalidad como el derecho a la vida, al honor, a la libertad, a la intimidad
personal o familiar, a la honra o reputación, a la imagen o identidad (art 52 CCCN).
La acción para reclamar la indemnización de las consecuencias no patrimoniales ocasionadas por la muerte
del causante se transmite a los sucesores universales del legitimado si ha sido interpuesta por éste (art 1741
CCCN).
Los derechos de familia, cuando derivan del emplazamiento en un estado determinado se extinguen con la
muerte de su titular, como ocurre con los referidos al estado del cónyuge o los emergentes de la
responsabilidad parental. Lo mismo ocurre con la calidad de tutor o curador, que sin ser un estado de familia,
terminan con la muerte del representante o del incapaz por ser una función personalísima. Respecto de las
acciones del estado de familia se puede sostener que, en principio no son transmisibles por vía sucesoria; sin
embargo, en algunos casos, iniciada en vida por el causante puede ser continuada por los herederos y, en
otros, ante la muerte de su titular sin intentarla puede ser promovida por sus sucesores, conforme a los arts
582 y 590 CCCN.
Respecto de los derechos patrimoniales que tenía el causante, estos se transmiten a sus herederos. Ello es
claro en materia contractual, donde los sucesores continúan con la posición jurídica del causante, ya que
específicamente el art.1024 CCCN dice que los efectos del contrato se extienden, activa y pasivamente, a los
sucesores universales, a no ser que las obligaciones que de él nacen sean inherentes a la persona, o que la
transmisión sea incompatible con la naturaleza de la obligación, o esté prohibida por una cláusula del
contrato o la ley.
A los herederos legitimarios se les transmite la posesión de pleno derecho a partir de la muerte del causante
(art. 2337). Ellos no necesitan de la investidura de los jueces para ejercer las acciones salvo las registrales,
mientras que los herederos colaterales requieren la investidura por los jueces (art. 2338) y los herederos
testamentarios no legitimarios requieren la validez del testamento (art. 2338) para ejercer las acciones
derivadas del causante. La posesión se transmite con iguales características que tenía para el causante (art.
2280).
En materia de responsabilidad civil, hay que distinguir según el causante sea el legitimado activo o pasivo. La
responsabilidad civil en materia pasiva se transmite a los herederos, quienes responden por los daños y
perjuicios producidos por el de cuius , mientras que en la faz activa la acción indemnizatoria del daño
material ocasionado se transmite a los herederos; mientras que la acción indemnizatoria respecto del daño
moral sólo puede ser continuada por éstos.
Entre las situaciones especiales en que la ley establece la intransmisibilidad mortis causa de las relaciones
patrimoniales en materia contractual cabe mencionar: el contrato de mandato que finaliza por muerte
mandatario (art. 1329 CCCN); el pacto de preferencia en el contrato de compraventa que no se transmite
mortis causa a los herederos del vendedor pero si a los del comprador (art. 1165 CCCN); la reversión de
donaciones que solo es válido a favor del donante y no se transmite al donatario (art. 1566 CCCN), y el
contrato de renta vitalicia finaliza con la muerte de la persona cuya vida se toma en consideración para la
duración del contrato, por cualquier causa que sea (art. 1606. CCCN), y la oferta para contratar que se
extingue si falleciere el proponente antes de conocer la aceptación, o si falleciere el destinatario de la oferta
antes de haber aceptado (art. 1149).
Otro supuesto de intrasmisibilidad a los herederos está dado por la continuación del contrato de locación de
inmuebles, que es independiente del fenómeno sucesorio, ya que el art. 1190 CCCN establece: "Si la cosa
locada es inmueble, o parte material de un inmueble, destinado a habitación, en caso de abandono o
fallecimiento del locatario, la locación puede ser continuada en las mismas condiciones pactadas, y hasta el
vencimiento del plazo contractual, por quien lo habite y acredite haber recibido del locatario ostensible trato
familiar durante el año previo al abandono o fallecimiento". Así vemos que el derecho del continuador en la
locación prevalece sobre el del heredero del locatario.
Por su parte, el contrato de obra o servicio no se resuelve por la muerte del comitente, salvo que ella haga
imposible o inútil la ejecución (art. 1259 CCCN) mientras que la muerte del contratista o prestador lo
resuelve salvo que se acepte continuarla con los herederos (art. 1261 CCCN).
En cuanto al contrato de sociedad, se debe poner de relevancia que en las sociedades de personas, la muerte
de uno de los socios a falta de convenio expreso en contrario implica la resolución parcial del contrato de
sociedad (art. 90 Ley Sociedades), resultando obligatorias para herederos y socios las cláusulas por las cuales
se establece la continuación de la sociedad con los herederos del socio fallecido.
En materia de derechos reales, la excepción a la transición mortis causa viene dada por el derecho real de
usufructo (art. 2154) y el uso y habitación (art.2158).
En orden a la propiedad intelectual (ley 11.723, modificada por leyes 24.870 y 26.570) cabe señalar que los
derechos patrimoniales se transmiten sólo por setenta años a los herederos legítimos y testamentarios.
Por otra parte, algunos beneficios otorgados por leyes de la seguridad social, como las jubilaciones y
pensiones, e igualmente las pensiones, seguros y subsidios que pagan las mutualidades a sus asociados, se
extinguen con la muerte de su titular.
El derecho y la obligación alimentaria, que también se extinguen con el fallecimiento de su titular (art. 374),
no obstante su contenido económico, con la única excepción del caso previsto en el art. 208.
Respecto de los derechos que se adquieren originariamente en ocasión de la muerte de una persona cabe
señalar que no todas las relaciones jurídicas que nacen con motivo de la muerte provienen del causante, ni
tiene relación con el fenómeno sucesorio, ya que hay algunas relaciones que surgen motivadas por el
fallecimiento pero son independientes del fenómeno sucesorio, como lo son el derecho de pensión, la
indemnización por la muerte del trabajador, acciones de daños y perjuicios derivados de hechos ilícitos,
derecho real de habitación del cónyuge supérstite y seguros sociales.

VI.- Ley que rige la sucesión: sistema de unidad y pluralidad de sucesiones. Régimen del Código Civil;
análisis a la regla general (art 2644) y de las excepciones (arts 2600 y 2444 y ss; 2647, 2649 y 2645, 2667,
2668 y 2669; Tratados de Montevideo (1889 y 1940).

En orden a la determinación del Derecho aplicable a la sucesión, en el Derecho Internacional Privado


Comparado se observa una contraposición entre los sistemas jurídicos que responden a los principios de
personalidad y unidad de la sucesión (sistema romano) y sistemas jurídicos que obedecen a los de
territorialidad y fraccionamiento de la sucesión (sistema germánico). Esa oposición de criterios derivados de
las concepciones romanista y germánica se manifiesta en el Derecho Internacional Privado como puja entre
los sistemas de la "unidad" y "pluralidad" sucesoria:
Sistema de unidad sucesoria: "a la sucesión sólo se le puede aplicar una única ley". Esta ley podrá ser:
- la del último domicilio del causante; o
- la de la nacionalidad del causante.
Sistema de pluralidad sucesoria: "a la sucesión se le pueden aplicar diferentes leyes". En este caso, la
aplicación de diferentes leyes tendrá que ver con la ubicación de los bienes. De acuerdo a este sistema, la
sucesión se regirá por:
- la ley del lugar donde se encuentren ubicados los bienes.
Por lo tanto, si al abrir la sucesión hubiera bienes en Argentina y en España, se aplicará a los bienes situados
en la Argentina, nuestra legislación, y a los bienes situados en España, la ley española.
Los argumentos de quienes defienden el sistema de unidad son:
a) "lo que se transmite a través de la sucesión es el patrimonio del causante, no los bienes por separado. El
patrimonio del causante no está ubicado en ningún país porque es un todo ideal; por lo tanto no pueden
aplicarse leyes diferentes a dicho patrimonio de acuerdo a donde estén situados los bienes que lo integran";
b) "con la sucesión se busca que reciban los derechos del causante aquéllos a quienes él dejaría sus bienes si
estuviera vivo. El objetivo es que se cumpla la voluntad del causante. No pueden aplicarse leyes diferentes
para repartir estos derechos porque no puede concebirse que la voluntad del causante varié según la
ubicación de los bienes".
Los argumentos de quienes defiende el sistema de pluralidad son:
a) "la idea del patrimonio como un todo ideal independientemente de los bienes que lo integran -propia de
la 'sucesión en la persona'- se encuentra desacreditada; actualmente las legislaciones modernas se inclinan al
sistema de la 'sucesión en los bienes', por ello debe aplicárseles la ley del país en que están situados";
b) "el fundamento de la sucesión no es que se cumpla la voluntad del causante, ya que por más que el
causante manifieste expresamente que no le quiere dejar bienes a sus hijos la ley no respeta dicha
voluntad";
c) "el régimen sucesorio es de orden público, por lo tanto a los bienes deben aplicárseles las leyes del país en
que estén situados".
La regla general: sistema de unidad. Análisis:
Art. 2644. Derecho aplicable. La sucesión por causa de muerte se rige por el derecho del domicilio del
causante al tiempo de su fallecimiento. Respecto de los bienes inmuebles situados en el país, se aplica el
derecho argentino.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
En el Cód. Civil sustituido los arts. 3283 y 3612 sometían la sucesión ab intestato y la testamentaria (validez
intrínseca y efectos del testamento) — respectivamente— a la ley del domicilio del causante al momento de
su muerte.
De esa forma el Código adoptaba el sistema de la "unidad pura" sucesoria, en virtud del cual se sometía
íntegramente la sucesión por causa de muerte a una sola ley. Ahora bien, el alcance del principio de unidad
se veía restringido no sólo por la nota al art. 3283, sino también por lo establecido en el art. 10 del Cód. Civil
sustituido y por la práctica de la jurisprudencia que admitía criterios de fraccionamiento.
La nota al art. 3283 generó en la doctrina discusiones entre los seguidores de las teorías de la unidad y del
fraccionamiento ya que la citada disposición dejaba a salvo lo relativo a inmuebles locales, disponiendo que
debían quedar sometidos a la lex situs . "La doctrina internacionalista argentina que sostenía la idea de la
unidad hizo esfuerzos por conciliar los textos normativos con la interpretación histórica —basadas en las
notas—, y así llegó a propiciar la necesidad de armonizar el art. 3283 del Cód. Civil sustituido con las dos
partes de la nota de dicho artículo, afirmando la unidad de la ley aplicable (último domicilio del causante),
con la excepción derivada del art. 10 delCód. Civil sustituido sometiendo los inmuebles argentinos a la ley
local, en tanto que los demás inmuebles y la totalidad de los muebles quedarían abarcados por la ley
domiciliar" (Albornoz). En este sentido la jurisprudencia civilista se mostraba fuertemente fraccionadora
aplicando el derecho argentino a la herencia de inmuebles locales y muebles con situación permanente en el
país, quedando bajo la órbita de la ley del último domicilio los bienes muebles respecto de los cuales se
pudiese probar la intención de trasladarlos al extranjero (Uzal).
Unidad atenuada, La norma sigue el sistema de la unidad, al considerar que la sucesión mortis causa se rige
por el derecho del domicilio del causante el tiempo de su muerte.
No sólo se inclina por el sistema domiciliar sino que también soluciona el problema del conflicto móvil, ya
que precisa que el derecho del domicilio del de cuius se determina temporalmente al momento de su
fallecimiento. La primera parte de la disposición constituye una norma de conflicto. Sin embargo, la segunda
parte entraña una norma de policía (internacionalmente imperativa) al disponer que "respecto de los bienes
inmuebles situados en el país, se aplica el derecho argentino", recepcionando de esta forma la solución del
art. 10 del Cód. Civil sustituido, solución sostenida en forma casi unánime por la jurisprudencia.
Es decir que toda la sucesión se rige por una sola ley, la del domicilio del causante al tiempo de su muerte
pero, respecto de los bienes inmuebles localizados en nuestro país, se aplica inexorablemente la lex fori
argentina.
Podría afirmarse que se está frente a la consagración del sistema de la unidad, aunque éste aparezca
mitigado por la necesidad de aplicar derecho argentino a los bienes situados en el país. Dicho de otro modo,
si un causante fallece, la sucesión se rige por la ley del último domicilio de éste al tiempo de su muerte y
dicha ley regula la transmisión de los bienes muebles e inmuebles que se encuentren en el extranjero; sin
embargo, si existe un bien inmueble en Argentina, respecto de ese bien se aplica derecho argentino.
Las diferentes imágenes típicas que pueden apreciarse en los ordenamientos jurídicos de cada país llevan en
la práctica a dificultades muy serias para la resolución total y efectiva de los casos sucesorios
multinacionales, especialmente cuando los bienes aparecen situados en territorios cuyos ordenamientos
jurídicos difieren en cuanto a la ley o leyes aplicables a los bienes en ellos situados, dándose discordancias
entre aquéllos y la idea plasmada en una sentencia judicial en la que el juez ha plasmado un proyecto de
solución ajustado al sistema de su propio ordenamiento jurídico. Así, los mayores inconvenientes pueden
estar vinculados con las sentencias que disponen sobre la transmisión de bienes inmuebles por una ley
diferente de la interna propia del país de situación, pudiendo sobrevenir las negativas a reconocer tales
sentencias privándolas total o parcialmente de efectividad, y colocando a los pretendidos herederos ante una
multiplicación de trámites judiciales que obstaculizan —a veces de manera insuperable— el logro de de una
solución definitiva y justa del caso sucesorio (Albornoz).
Cabe preguntarse si resulta viable un funcionamiento coordinado y efectivo de los sistemas sucesorios,
máxime en el caso de bienes inmuebles, ya que los Estados, en líneas generales, establecen que la
transmisión de los mismos debe efectuarse conforme a la lex situs , lo cual "puede llevar a una verdadera
ruptura del caso multinacional, convirtiéndolo en varios trozos de caso e impidiendo, por tanto, una única
solución del mismo" (Albornoz). El reenvío quizás sea un procedimiento apto para lograr la armonía entre
sistemas sucesorios cuyas calificaciones de herencia resulten diferentes. Debería también tomarse en cuenta
la armonización prevista por el art. 2595.
Más allá de la discusión sobre la antinomia unidad-pluralidad sucesoria que se ha mantenido en nuestro país,
resulta necesario tomar en consideración el principio de efectividad de las decisiones en los supuestos en los
que la ley a aplicar sea una, y no coincida con la de algún país en el que hayan quedado bienes inmuebles
relictos. Si bien la norma establece que el estatuto sucesorio es unitario y que está dotado de competencia
general para regular la totalidad de las fases que comprende la sucesión mortis causa, debe tenerse presente
que la misma disposición contempla en su parte final una norma de policía y que, por ende, para los
inmuebles situados en nuestro país no puede prescindirse de la aplicación de la lex rei sitae (Radzyminski).
Por ende, en caso de una sucesión abierta en el extranjero en la que se aplique la ley del domicilio del
causante al momento de su muerte, pero en la que existan bienes inmuebles situados en la Argentina,
resultará necesario la interacción de ambas leyes, aplicando así la lex situs para los bienes inmuebles
radicados en el país y dejando la ley domiciliar para los restantes bienes.
La última parte de la art. 2644, al establecer una norma de aplicación exclusiva (basada seguramente en
fuertes motivos de orden público y soberanía), desplaza a la primera parte del art. que contiene la norma de
conflicto general en materia sucesoria. De esta forma, todos los bienes integrantes del acervo sucesorio se
consideran sujetos a la ley domiciliar, con la excepción de los bienes inmuebles radicados en nuestro país a
los que se aplica la ley argentina (Boggiano).
Excepciones:
Orden Público: Desaparecido el art. 14 Cód. Civil sustituido, entra en su lugar el art. 2600, que opta por una
fórmula genérica que manda a excluir las disposiciones de derecho extranjero aplicables cuando conducen a
soluciones incompatibles con los principios fundamentales de orden público que inspiran el ordenamiento
jurídico argentino. Se consagra, de esta forma, la nueva cláusula general de orden público del ordenamiento
jurídico argentino, abarcando a todos los supuestos en que un tribunal argentino deba aplicar derecho
extranjero. Así el art 2600 CCCN establece “Las disposiciones de derecho extranjero aplicables deben ser
excluidas cuando conducen a soluciones incompatibles con los principios fundamentales de orden público que
inspiran el ordenamiento jurídico argentino”.
Respecto de este tema es necesario señalar algunas cosas. En primer lugar, el cuidado que se debe tener
para no confundir orden público interno con orden público internacional. En segundo lugar, que los
principios del orden público propio permiten no solamente excluir disposiciones de derecho extranjero
aplicable (convocado por una norma de conflicto de fuente interna o de fuente convencional), sino también
derecho extranjero aplicado por un tribunal extranjero en una sentencia cuyo reconocimiento se pide en
nuestro país y cláusulas contractuales creadas por las partes. En tercer lugar, que la norma comentada no
menciona la posibilidad de que el juez argentino intente la adaptación de la norma extranjera para hacerla
compatible con los principios argentinos.
Respecto de la primera cuestión, debe tenerse en cuenta que para las relaciones jurídicas meramente
internas el orden público está conformado por todas las normas que las partes no pueden derogar (normas
coactivas o imperativas de derecho interno). En ese ámbito, los particulares pueden contradecir solamente
las normas supletorias o dispositivas. En las relaciones internacionales, las normas coactivas se convierten en
dispositivas. Piénsese que cuando la norma de conflicto manda a aplicar un derecho extranjero, está dejando
de lado al derecho argentino "por completo", es decir, con sus normas coactivas y dispositivas, colocando en
su lugar otro derecho con sus propias normas coactivas y dispositivas. De entrada, entonces, vemos que las
normas coactivas son sustituibles, lo que no puede ocurrir en el ámbito interno. A su vez, en la materia
contractual el ordenamiento permite a las partes designar de común acuerdo el derecho que desean se les
aplique; es decir, que la sustitución completa del derecho propio se deja en manos de los particulares. Y si los
particulares pueden dejar sin efecto un derecho "entero", con más razón pueden reemplazar normas
puntuales del derecho aplicable (quien puede lo más, puede lo menos).
Estamos, en tal caso, en el ámbito de la autonomía de la voluntad conflictual y material (Boggiano).
Respecto de la segunda cuestión, el control de orden público se ejerce sobre toda norma de derecho
extranjero que deba aplicar el tribunal argentino, sea del derecho elegido por el legislador nacional en la
norma de conflicto, del derecho convocado por una norma de conflicto convencional (tratado) o
perteneciente a un derecho elegido por las partes en un contrato, como también sobre las normas
materiales incorporadas como cláusulas en los contratos, sean o no derogatorias de normas del derecho
interno aplicable. Pero también, el orden público ha de utilizarse para controlar el contenido material de la
sentencia extranjera que se presenta a reconocimiento ante un tribunal argentino. Siempre, en todos los
casos, la evaluación se lleva a cabo desde los principios fundamentales de cada institución jurídica (por
ejemplo, el principio de prescriptibilidad de los créditos, que permite admitir plazos de prescripción
diferentes a los de nuestras normas coactivas, aunque razonables). El control basado en principios, es a
posteriori (Goldschmidt); primero se estudia la solución propuesta por la norma analizada y se la evalúa con
el principio que corresponda, lo cual no es una tarea de precisión aritmética, sino que requiere tener en claro
cuál es el principio (a veces no evidente) y apreciar su eventual vulneración. Así, un plazo de prescripción
mayor que el que fija una norma argentina para el mismo crédito puede ser considerado compatible con el
principio básico; pero si el plazo es irrazonablemente extenso, probablemente será rechazado, aunque no
por ser distinto al argentino, sino por vulnerar el principio en el que se basa el plazo argentino. Vale señalar
que también existe un modo distinto de resguardar determinados principios del derecho nacional, mediante
el descarte a prioride toda regulación foránea mediante normas internacionalmente imperativas exclusivas y
excluyentes, de aplicación inmediata que prescriben soluciones inderogables protegiendo determinados
principios. Son normas intolerantes de cualquier regulación diferente, por lo que no cabe el examen ni la
valoración de la norma foránea. Sólo digamos que son reglas excepcionales que deben ser interpretadas
restrictivamente para no ahogar las reglas generales (Boggiano).
La tercera cuestión tiene relación con la posibilidad de no abandonar automáticamente el derecho extranjero
cuya norma conduce a una solución considerada violatoria de un principio de orden público internacional
argentino, sino intentar su adaptación para compatibilizarla o, incluso, buscar en el derecho extranjero una
norma que regule un caso análogo y contenga una solución aceptable para el ordenamiento convocante
(Fresnedo de Aguirre).
La Legítima Art 2444 y siguientes CCCN (porción del patrimonio del causante que le corresponde a los
herederos forzosos y de la cual no pueden ser privados): se aplica la ley del último domicilio del causante,
salvo cuando su aplicación implique violar la legítima establecida por nuestra legislación, en cuyo caso se
dejará de aplicar la ley extranjera para aplicar la nuestra.
Capacidad, art 2647 CCCN “La capacidad para otorgar testamento y revocarlo se rige por el derecho del
domicilio del testador al tiempo de la realización del acto”.
De acuerdo a la nueva norma, tanto la capacidad para regir el testamento como para revocarlo se rige por el
derecho del domicilio del testador al tiempo de la realización del acto. La disposición resulta adecuada y su
aplicación práctica es más sencilla en comparación con las normas del Cód. Civil sustituido. Sin embargo,
nótese que en el art. 1200 del Proyecto de Código de DIPr. de 2003 se dejaba expresamente establecido que
la capacidad para testar o revocar un testamento se regía por el derecho que "fuera más favorable a la
capacidad", pudiendo ser éste no sólo el del domicilio del testador (como en la fórmula actual), sino también
el de la nacionalidad.
Forma y solemnidades, art 2649 CCCN “Las formas y solemnidades de los actos jurídicos, su validez o nulidad
y la necesidad de publicidad, se juzgan por las leyes y usos del lugar en que los actos se hubieren celebrado,
realizado u otorgado. Cuando la ley aplicable al fondo de la relación jurídica exija determinada calidad
formal, conforme a ese derecho se debe determinar la equivalencia entre la forma exigida y la forma
realizada.
Si los contratantes se encuentran en distintos Estados al tiempo de la celebración, la validez formal del acto
se rige por el derecho del país de donde parte la oferta aceptada o, en su defecto, por el derecho aplicable al
fondo de la relación jurídica”; y 2645 CCCN “El testamento otorgado en el extranjero es válido en la República
según las formas exigidas por la ley del lugar de su otorgamiento, por la ley del domicilio, de la residencia
habitual, o de la nacionalidad del testador al momento de testar o por las formas legales argentinas”.
El tema de la forma de los testamentos se encontraba regulado en los arts. 3634 a 3638 del Cód. Civil
sustituido, los cuales preveían diferentes soluciones para las hipótesis de: a) testamento hecho en la
Argentina, ya fuese su autor argentino o extranjero (art. 2634); b) testamento hecho por un argentino en el
extranjero (arts. 3635 y 3636); c) testamento hecho por un extranjero domiciliado en Argentina (arts. 3636 y
3637), y d) testamento otorgado por un extranjero que testaba fuera de su país pero no en Argentina (art.
3638). Así, los testamentos hechos en la Argentina, ya fuesen los testadores argentinos o extranjeros, debían
serlo en alguna de las formas establecidas por la ley local (art. 3634); es decir, conforme a lo dispuesto por el
art. 3622 del Cód. Civil sustituido, las formas ordinarias de testar eran el testamento ológrafo, por acto
público y cerrado.
Otra situación contemplada era la del argentino que podía testar en el extranjero de acuerdo a las formas
establecidas por la ley del lugar de otorgamiento y ese testamento sería siempre válido aunque el testador
volviese a la Argentina y en cualquier época que muriese (art. 3635). Asimismo, también tenía la posibilidad
de otorgar un testamento escrito en el extranjero ante un ministro plenipotenciario argentino, un encargado
de negocios o un cónsul y dos testigos domiciliados en el lugar de otorgamiento con el sello de la legación o
consulado (art. 3636). Si no lo hacía ante el jefe de legación, era necesario seguir el procedimiento
establecido en el art. 3636 del Cód. Civil sustituido. En el caso del los extranjeros que tenía su domicilio en la
Argentina, éstos podían acudir a las autoridades indicadas en el art. 3636 y en las condiciones establecidas
por los arts. 3637. Sin embargo, la doctrina sostenía que era irrazonable no permitir que una persona
extranjera otorgara testamento en las formas autorizadas a un argentino en el exterior (Boggiano).
Finalmente, con respecto al testamento hecho por un extranjero que testaba fuera de su país, se disponía
que sólo tendría efecto en nuestro país si el mismo fuese otorgado de acuerdo de acuerdo a las formas del
país de origen del testador, las del lugar en que se encontraba o por las formas reguladas en la ley argentina
(art. 3638).
La nueva disposición no diferencia si el testador es argentino o extranjero y tampoco alude a los testamentos
otorgados en la Argentina, sino que se centra, directamente, en aquellos efectuados en el extranjero. La
norma establece que el testamento otorgado en el extranjero es válido en nuestro país si es hecho según las
formas exigidas por la ley del lugar de su otorgamiento, por la ley del domicilio, de la residencia habitual, o
de la nacionalidad del testador al momento de testar o por las formas legales establecidas. Esta norma de
conflicto recepta el principio del favor testamentii mediante el recurso a un amplio catálogo de conexiones
alternativas para favorecer la validez del acto testamentario.
Con respecto a las "formas legales establecidas" debe entenderse que se refiere a las formas estipuladas por
el Código.
Derecho Reales, art 2667 CCCN “derecho aplicable. Los derechos reales sobre inmuebles se rigen por la ley del
lugar de su situación.
Los contratos hechos en un país extranjero para transferir derechos reales sobre inmuebles situados en la
República, tienen la misma fuerza que los hechos en el territorio del Estado, siempre que consten en
instrumentos públicos y se presenten legalizados”. Esta norma sigue sustancialmente la misma solución que
ofrecía el art. 10 del Cód. Civil sustituido, somete los derechos reales sobre inmuebles a la ley del lugar de su
situación. La diferencia es metodológica, porque el Código Civil de Vélez contenía una norma unilateral, que
además describía distintos supuestos que quedaban sometidos la ley del lugar de su situación, entre los que
se encontraba la capacidad para adquirirlos. El texto vigente elimina la capacidad, aspecto cuyo
sometimiento a lex rei sitae había sido criticado por la doctrina y dejado de lado por la jurisprudencia;
Art 2668 “Los derechos reales sobre bienes registrables se rigen por el derecho del Estado de registro”. El Cód.
Civil no contenía regla alguna sobre ley aplicable a los bienes registrables.
La norma sigue el criterio de la Ley de Navegación 20.094, que en su Título V contiene las normas de derecho
internacional privado: los arts. 597 y 598 disponen que la nacionalidad del buque se determinará por la ley
del Estado que otorga el uso de la bandera y que esta ley del lugar de registro del buque regirá lo relativo a la
adquisición y a la transferencia y extinción de su propiedad, a los privilegios y a otros derechos reales o de
garantía. Asimismo, rige las medidas de publicidad que aseguren el conocimiento de tales actos por parte de
terceros interesados. En los arts. 38 a 40 del CAer. existen disposiciones materiales relativas a la inscripción,
matriculación y nacionalidad de las aeronaves. Estas soluciones directas establecen que la inscripción de una
aeronave en el Registro Nacional de Aeronaves, le confiere nacionalidad argentina y cancela toda matrícula
anterior, sin perjuicio de la validez de los actos jurídicos realizados con anterioridad. Al ser inscriptas en el
Registro Nacional de Aeronaves, se les asignarán marcas distintivas de la nacionalidad argentina y de
matriculación. Si una aeronave se inscribiera en un estado extranjero perdería la nacionalidad argentina; y
Art 2669 “los derechos reales sobre muebles que tienen situación permanente y que se conservan sin
intención de transportarlos, se rigen por el derecho del lugar de situación en el momento de los hechos sobre
los que se plantea la adquisición, modificación, transformación o extinción de tales derechos.
El desplazamiento de estos bienes no influye sobre los derechos que han sido válidamente constituidos bajo el
imperio de la ley anterior”.
El art. 11 del Cód. Civil sustituido disponía, en su primera parte, que los bienes muebles que tenían situación
permanente y que se conservaban sin intención de ser transportarlos, eran regidos por las leyes del lugar en
que están situados, como dispone la nueva norma. La norma derogada no realizaba la determinación
temporal del punto de conexión, que ahora contiene el art. 2669.
La sistematización que realiza el nuevo Cód. Civil entre bienes inmuebles, bienes registrables y bienes
muebles de situación permanente no parece muy adecuada. En nuestro modo de ver, es más apropiada la
solución que brindan los TMDCI 1889 y 1940, que someten todos los bienes a la ley del lugar de situación,
que fue el criterio seguido por la mayoría de los Proyectos de Ley de DIPr., con excepción del Proyecto Pardo
y del PCDIPr. 2003, que adoptó la ley del domicilio del dueño solamente para los bienes de uso personal.
En la nueva norma se realiza una determinación temporal del punto de conexión, esto es, se indica que debe
considerarse el lugar de situación en el momento de los hechos sobre los que se plantea la adquisición,
modificación, transformación o extinción de los derechos reales, con lo que se sigue la solución dada por la
jurisprudencia y por los Proyectos de Ley de DIPr
Cuando los bienes muebles cambian de situación, se produce un conflicto móvil, ya que al modificarse los
hechos que determinan el punto de conexión, cambia la ley aplicable. Así en estos casos, los derechos reales
se rigen por la ley de la nueva situación, pero como es lógico se dispone la aplicación de la ley anterior al
traslado para dar validez a los derechos adquiridos bajo su amparo.
Tratados de Montevideo: Tanto el tratado de 1889 como el de 1940 establecen que entre los países
firmantes (Argentina, Uruguay, Perú, Bolivia, Paraguay y Colombia) se aplicará el sistema de pluralidad, es
decir, la ley del lugar donde estén situados los bienes.
La ley del lugar de situación de los bienes al tiempo de la muerte del causante rige:
a.la forma del testamento,
b. la capacidad para testar,
c. la capacidad para suceder del heredero o legatario,
d. la validez sustancial y efectos del testamento,
e. los títulos y derechos hereditarios de los parientes y del cónyuge supérstite,
f. la existencia y proporción de las legítimas,
g. la existencia y el monto de los bienes reservables.
Hay, sin embargo, cuatro excepciones a la "unidad":
1) en materia de formas, se reconoce validez al testamento abierto o cerrado otorgado por acto público en
cualquiera de los Estados partes (art. 44, ambos Tratados);
2) en materia de deudas, si los créditos no pueden ser satisfechos en el lugar de su cumplimiento, se pueden
cobrar los saldos proporcionalmente en otros países, luego de satisfechos los acreedores locales (art. 48,
Tratado de 1940)5;
3) en materia de legados, cuando son de bienes determinados por su género, que no tuvieren lugar
designado para su pago, se debe aplicar la ley del domicilio del testador al tiempo de su muerte y se los hace
efectivos sobre los bienes existentes en ese lugar, pudiendo, si quedase saldo, acudirse proporcionalmente
sobre los demás bienes (art. 49, ambos Tratados);
4) en materia de colación, la obligación de colacionar se rige por la ley de la sucesión de la cual el bien en
cuestión depende, y si consiste en una suma de dinero, se reparte proporcionalmente entre todas las
sucesiones a las que concurra el heredero obligado.
También en materia de jurisdicción internacional sucesoria, ambos Tratados imponen el fraccionamiento, al
fijar la jurisdicción en cada lugar donde haya bienes situados (art. 66, Tratado de 1889, y art. 63, Tratado de
1940).

Respecto de la Jurisdicción el CCCN estable en el art 2643 “Son competentes para entender en la sucesión
por causa de muerte, los jueces del último domicilio del causante o los del lugar de situación de los bienes
inmuebles en el país respecto de éstos”.
En el Cód. Civil sustituido la norma general de jurisdicción internacional estaba en los arts. 90, inc. 7º, y en el
primer párrafo del art. 3284, los cuales consagraban, siguiendo a Savigny, el sistema de "unidad de
jurisdicción". En virtud de la primera disposición, el domicilio que tenía el causante determinaba el lugar en
el que se abría la sucesión y, conforme a la segunda, la jurisdicción sobre la sucesión correspondía a los
jueces del último domicilio del difunto. De esta forma se evidenciaba un paralelismo de competencias
legislativa y jurisdiccional, ya que se hacía coincidir en el país del domicilio del causante tanto el derecho
aplicable (conforme al art. 3283 del Cód. Civil sustituido) como la jurisdicción competente. Por otra parte, el
art. 3285 del Cód. Civil sustituido contemplaba la hipótesis de que el causante tuviese un "heredero único" y,
en tal caso, las acciones debían dirigirse ante el juez del domicilio de este heredero.
La doctrina entendía que esta jurisdicción no era exclusiva, sino concurrente con la del juez del último
domicilio del causante (Hooft). Así, de acuerdo a lo contemplado expresamente en dichas normas, los jueces
argentinos tenían jurisdicción si el último domicilio del causante estaba en Argentina o si el domicilio del
heredero único que aceptaba la herencia se encontraba en nuestro país.
Según el art. 3284 del Cód. Civil sustituido, el último domicilio del causante determinaba la jurisdicción, pero
se entendía que ésta no era exclusiva sino concurrente con la de los jueces de los lugares en los que
existieran bienes (Boggiano).
En numerosos fallos la jurisprudencia argentina, tanto de manera explícita como implícita, se había
pronunciado en el sentido de que si el último domicilio del causante estuviese en el extranjero y hubiera
bienes en la Argentina, sujetos a la ley argentina, se debía abrir la sucesión en el país. De esta forma, no sólo
los bienes inmuebles situados en el país (conf. art. 10 Cód. Civil sustituido), sino también los bienes muebles
con situación permanente en Argentina (conf. art. 11 Cód. Civil sustituido) se consideraban sujetos a la ley
sucesoria argentina y, por tanto, se admitía la jurisdicción porque el derecho aplicable era el argentino. Dicho
en otros términos, el lugar de situación de los bienes justificaba la apertura de la jurisdicción argentina para
entender en la sucesión internacional.
De acuerdo a lo sostenido por Goldschmidt, la apertura de jurisdicción argentina en virtud de la existencia de
bienes en el país, más que encontrar asidero en los arts. 10 y 11 del Cód. Civil sustituido (que se referían a
derecho aplicable), tenían su justificación en la aplicación analógica del art. 16 de la ley 14.394 —que para los
casos de ausencia y muerte presunta otorgaba jurisdicción en subsidio de la basada en el domicilio o
residencia del ausente en el país a los jueces del lugar en que existen bienes—; así, tanto la doctrina como la
jurisprudencia argumentaban que habiendo bienes relictos en territorio argentino, el juez de nuestro país
debía considerarse competente (téngase en cuenta que con la entrada en vigor del nuevo Código la ley
14.394 queda derogada).
La mayor innovación en materia sucesoria aparece en esta norma, ya que la misma establece de manera
expresa que para entender en la sucesión por causa de muerte son competentes los jueces del último
domicilio del causante o los del lugar de situación de los bienes inmuebles en el país respecto de éstos
(forum rei sitae). De esta forma, la jurisdicción no corresponde única y exclusivamente a los jueces del último
domicilio del de cujus, sino que se consagra el criterio del foro patrimonial. Con la redacción propuesta no
sólo se deja establecido que la jurisdicción de los jueces del último domicilio del causante no es exclusiva,
sino que se da cabida al criterio doctrinal y jurisprudencial imperante en el tema.
Con respecto al primer criterio jurisdiccional sentado en el artículo comentado no hay innovación con
relación a la solución establecida en el Cód. Civil sustituido, pero sí con relación a la inclusión del segundo
criterio del juez del lugar de situación de los bienes inmuebles en forma concurrente (se utiliza la palabra "o"
para separar las dos conexiones jurisdiccionales). El art. 2643 en su redacción no establece que la "regla
general" en materia de jurisdicción sucesoria es la de los jueces del último domicilio del causante, "salvo" o
"excepto" que existan bienes inmuebles situados en Argentina sino que, por el contrario, establece una
concurrencia.
Ahora bien, cabe preguntarse qué sucede ante la hipótesis de un causante con último domicilio en el
extranjero que deja bienes muebles situados en Argentina. En principio, de acuerdo a la norma comentada,
sólo tendría jurisdicción el juez extranjero del último domicilio, ya que el criterio del foro patrimonial está
restringido en la norma a la existencia de bienes "inmuebles" en el país. Sin embargo, la jurisprudencia
anterior a la vigencia del Código también había consagrado la posibilidad de abrir la jurisdicción argentina en
caso de bienes "muebles con situación permanente en el país". En este sentido, la nueva norma no alude a
este tipo de bienes ya que, al desaparecer el art. 11 (que establecía que dichos bienes eran regidos por la lex
situs ), el Código alude en el capítulo I solamente a los inmuebles por su naturaleza (art. 225), a los inmuebles
por accesión (art. 226), y en el caso de los muebles el art. 227 los define como las "cosas que pueden
desplazarse por sí mismas o por una fuerza externa"; es decir, el Código deja de lado las calificaciones
establecidas en el art. 11 respecto de si los bienes muebles eran con o sin situación permanente en el país y
cuál era la ley que los regía. Por ende, salvo que un bien mueble entre en la categoría de "inmueble por
accesión", no habría posibilidad de otorgar jurisdicción al juez argentino por la sola existencia de bienes
muebles en el país. En este caso, si el causante tenía domicilio en el extranjero y el acervo hereditario está
compuesto solamente de bienes muebles situados en nuestro país, en virtud de la nueva norma los jueces
argentinos carecen de jurisdicción para entender en el juicio. Si bien la nueva norma establece un foro
patrimonial, no alude a la palabra "bienes" (en sentido amplio comprensivo de inmuebles y muebles —o al
menos muebles de situación permanente—), sino que dicho foro queda restringido solamente a los bienes
inmuebles. Cabe aclarar que el art. 2643 in fine otorga jurisdicción a los jueces del lugar de situación de los
bienes inmuebles en el país respecto de éstos. Vale decir que el forum rei sitae no atribuye competencia a los
tribunales argentinos sobre la totalidad de la sucesión, es decir sobre los bienes inmuebles situados en
Argentina y los bienes inmuebles situados en el extranjero, sino sólo con relación a los primeros.
Otra particularidad del Código es que desaparece la jurisdicción de los jueces del domicilio del heredero
único del causante consagrada en el art. 3285 del Cód. Civil sustituido.

VII.- Ley que rige la sucesión en el tiempo.

Es la ley vigente al momento de morir el causante.


Si se sanciona una nueva ley, y la misma contiene cuestiones procesales, esta se aplica inmediatamente sin
importar que haya fallecido antes de la sanción.
Respecto de la prescripción el art 2537 CCCN establece que “los plazos de prescripción en curso al momento
de entrada en vigencia de una nueva ley se rigen por la ley anterior.
Sin embargo, si por esta ley se requiere mayor tiempo que el que fijan las nuevas, quedan cumplidos una vez
que transcurra el tiempo designado por las nuevas leyes, contado desde el día de su vigencia, excepto que el
plazo fijado por la ley antigua finalice antes que el nuevo plazo contado a partir de la vigencia de la nueva ley,
en cuyo caso se mantiene el de la ley anterior”.
Remitimos al punto VI donde se analizó el art 2644.

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