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El fenómeno de la sucesión mortis causa es, de forma natural, el generado por el fallecimiento de
una persona, pues al desaparecer está el conjunto de las relaciones jurídicas a ella imputables queda sin
titular, planteando el problema de qué ocurrirá con los bienes y derechos de que era titular, así como
con las deudas y obligaciones que dicha persona tenía asumidas o que se han producido precisamente
por su muerte (gastos de entierro y funeral, última enfermedad en su caso, esquelas mortuorias, etc.).
4. EL DERECHO DE REPRESENTACIÓN
4.1. Concepto
Derecho de representación “el que tienen los parientes de una persona para sucederle en todos
los derechos que tendría si viviera o hubiera podido heredar” (art. 924). Así pues, heredar por
representación tiene un significado propio y preciso: alguien ocupa en una herencia la posición que
hubiera correspondido a un pariente que no ha podido llegar a ser heredero.
En nuestro ordenamiento jurídico basta con tener personalidad para ostentar la capacidad
sucesoria. Es natural, pues, que para el art. 745 sólo puedan ser consideradas “incapaces de suceder:
a. Las criaturas abortivas, entendiéndose tales las que no reúnan las circunstancias expresadas en
el artículo 30.
b. Las asociaciones o corporaciones no permitidas por la ley”.
En realidad, no es que sean incapaces para suceder, es que no son considerados sujetos de
derecho, son entidades o realidades indiferentes para el Derecho.
5. LA INDIGNIDAD
5.1. Introducción
Consiste en establecer que quienes cometan actos de particular gravedad contra un causante,
pierden el derecho a heredar lo que tendencialmente podía ostentar. Alcance y significado:
✓ Causante: afecta a cualquier tipo de sucesión; la indignidad inhabilita a quien incurre en alguna
de las causas legalmente establecidas: trátese de legítima, intestada o de la testamentaria (tanto al
heredero cuanto al legatario)
✓ En nuestro Código Civil la indignidad no representa una categoría especial o distinta de la
incapacidad para suceder, sino que el legislador lo configura como una subespecie de aquella. Por eso el
art. 756 habla de quienes “son incapaces de suceder por causa de indignidad”
✓ La indignidad es una incapacidad sucesoria de carácter relativo, referida en concreto a un
determinado causante y no constituye una cualidad personal y general del llamado “indigno”. quien sea
indigno respecto de una persona, no la heredará, pero puede heredar a cualesquiera otras personas.
7. INDIGNIDAD Y DESHEREDACIÓN
Las causas de indignidad y desheredación, aun siendo semejantes, no son coincidentes. Tampoco
su significado ni funcionamiento, pues las causas de desheredación sólo permiten desheredar al
legitimario (lo que requiere una conducta activa, pues, por el ofendido o, en este caso, testador).
DESHEREDACIÓN
➔ Es propia de la sucesión testamentaria.
➔ Solo tiene sentido respecto de cierta clase de herederos forzosos o legitimarios
➔ Por la calidad de heredero: la desheredación implica la privación de la vocación hereditaria desde la apertura de
la sucesión.
➔ Es una manifestación de voluntad del causante.
➔ Solo es potestad del causante.
➔ Se funda en contravención familiar.
➔ Es el resultado de una declaración de voluntad emanada del autor de la sucesión.
➔ Se aplica a los herederos forzosos.
INDIGNIDAD
➔ Es más amplia, funciona en la sucesión testada como intestada.
➔ La exclusión por indignidad es aplicable a todos los sucesores.
➔ Por la calidad de heredero: conserva la calidad de sucesor hasta la sentencia firme que lo declare como tal.
➔ Requiere de un proceso judicial.
➔ Solo puede ser accionada por el coheredero o el representante hereditario.
➔ Se funda en ilícitos penales v/o civiles.
➔ Constituye una institución jurídica, sustentada en una sentencia, la que ha adquirido la autoridad de cosa
juzgada.
➔ Se aplica tanto a los herederos como legatarios.
CAPITULO 4. EL TESTAMENTO
1. EL TESTAMENTO
Art. 662: «pueden testar todos aquellos a quienes la ley no lo prohíbe expresamente». Sin
embargo, de inmediato, el siguiente precepto dispone que «están incapacitados para testar:
1º. Los menores de 14 años de uno y otro sexo.
2º. El que habitual o accidentalmente no se hallare en su cabal juicio».
3.1. El notario
Aunque sólo lo indique expresamente el art 694 (relativo al testamento abierto notarial), en
cualquier caso, en que proceda su intervención, ha de tratarse de “Notario hábil para actuar en el lugar
del otorgamiento”, pues los Notarios carecen de fe pública fuera de su respectivo distrito notarial.
3.3. El intérprete
Art. 684 que “cuando el testador exprese su voluntad en lengua que el Notario no conozca, se
requerirá la presencia de un intérprete, elegido por aquél, que traduzca la disposición testamentaria a la
oficial en el lugar del otorgamiento que emplee el Notario. El instrumento se escribirá en las dos lenguas
con indicación de cuál ha sido la empleada por el testador.
El testamento abierto y el acta del cerrado se escribirán en la lengua extranjera en que se exprese
el testador y en la oficial que emplee el Notario, aun cuando este conozca aquella”.
El testamento otorgado puede ser ineficaz porque quien lo haya otorgado carezca de capacidad,
porque no se hayan respetado las formalidades testamentarias requeridas o, porque haya sido revocado
posteriormente, entre otras causas.
Cabe que, siendo el testamento en general válido, algunas de las disposiciones que contiene han
de ser declaradas inválidas (por muy diversas razones) o tenerlas por no puestas, es decir, cabe la
ineficacia total o parcial del testamento.
El CC no llega a establecer un cuerpo normativo sobre la problemática de los supuestos de
ineficacia y no dicta normas en relación con problemas evidentes (legitimación, plazo de prescripción).
Ante ello, la doctrina propone recurrir a las categorías generales respecto de la ineficacia
contractual.
Según el art. 676 “el testamento puede ser común (ológrafo, abierto y cerrado) o especial”.
➢ OLÓGRAFO: “el testador lo escribe por sí mismo en la forma y con los requisitos que se
determinan en el artículo 688” (art. 678).
➢ ABIERTO: “cuando el testador manifiesta su última voluntad en presencia de las personas que
deban autorizar el acto, quedando enteradas de lo que en él se dispone” (art. 679).
➢ CERRADO: cuando el testador, sin revelar su última voluntad, declara que esta se halla
contenida en el pliego que presenta a las personas que han de autorizar el acto (art. 680).
➢ ESPECIALES: el militar, el marítimo y el hecho en país extranjero”. Los testamentos militar y
marítimo, a su vez, se pueden otorgar tanto de forma abierta cuanto cerrada. (art. 677).
Las formas testamentarias abiertas que pueden otorgarse sin intervención notarial son el
testamento en peligro de muerte (in articulo mortis) y el testamento en caso de epidemia, con asiento
en la urgencia existente en ambos supuestos, que por cierto no pueden darse en paralelo.
4. EL TESTAMENTO OLÓGRAFO
4.3. Adveración
Fallecido el testador, el documento debería ser adverado conforme a la legislación notarial,
mediante la concurrencia de los pertinentes testigos o cotejo pericial de letra (arts. 691 y 692), siendo
competencia notarial
Art. 689. “El testamento ológrafo deberá protocolizarse, presentándolo, en los cinco años
siguientes al fallecimiento del testador ante Notario. Este extenderá el acta de protocolización de
conformidad con la legislación notarial”
4.4. Protocolización
Establece el art. 693 que “El Notario, si considera acreditada la autenticidad del testamento,
autorizará el acta de protocolización, en la que hará constar las actuaciones realizadas, y, en su caso,
las observaciones manifestadas.
Si el testamento no fuera adverado, por no acreditarse suficientemente la identidad del otorgante,
se procederá al archivo del expediente sin protocolizar aquel.
Autorizada o no la protocolización del testamento ológrafo, los interesados no conformes podrán
ejercer sus derechos en el juicio que corresponda”.
Presenta una aplicación práctica escasa, pues, aunque asegura ciertamente el absoluto secreto de
la voluntad testamentaria, implica la adición de todas las solemnidades propias, por una parte, del
testamento ológrafo y, de otra, del testamento abierto notarial.
El Código Civil permite también que la designación testamentaria recaiga en favor de colectivos e
incluso en beneficio del alma del difunto. Son supuestos en los que planea una cierta indeterminación de
los beneficiarios finales de la institución testamentaria, por lo que se les suele agrupar bajo la
denominación de supuestos de indeterminación relativa del instituido.
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2.1. Disposiciones en favor de alma
Art. 747 CC, “si el testador dispusiere del todo o parte de sus bienes para sufragios y obras piadosas en
beneficio de su alma, haciéndolo indeterminadamente y sin especificar su aplicación, los albaceas venderán los
bienes y distribuirán su importe, dando
➢ la mitad al Diocesano (o confesión religiosa que se trate) para que los destine a los indicados sufragios y
a las atenciones y necesidades de la Iglesia,
➢ y la otra mitad al Gobernador Civil correspondiente para los establecimientos benéficos del domicilio del
difunto, y en su defecto, para los de la provincia”.
La sección 4ª del Título III del Libro III “De la institución de heredero y del legado condicional o a
término” comprende los arts. 790 a 805.
En dicho articulado se regulan no solo la eventualidad de que la institución de heredero o el
legado se sometan a condición o a término, sino también el caso de que tales disposiciones
testamentarias queden sometidas a gravamen o carga modal (La donación modal es una auténtica donación,
pero al donatario se le ha impuesto una carga que ha de ser inferior al valor de lo donado; las expresiones pueden
ser carga o gravamen).
Atendiendo a la jurisprudencia, el gravamen modal tiene mayor relevancia que la institución a
término. No es infrecuente que las instituciones de heredero o de legado se vean acompañadas de
numerosas previsiones condicionales.
El art. 790 dispone: «las disposiciones testamentarias, tanto a título universal como particular,
podrán hacerse bajo condición»; y el art. 791: «las condiciones impuestas a los herederos y legatarios,
en lo que no esté prevenido en esta sección, se regirán por las reglas establecidas para las obligaciones
condicionales».
Así pues, en relación con cualesquiera cuestiones relativas a la institución hereditaria condicional
que no hayan sido objeto de disposición expresa, habrán de aplicarse las normas establecidas en los
arts. 1113 y ss.
La posibilidad de someter la institución a término se encuentra prevista en el art 805, “Será válida
la designación de día o de tiempo en que haya de comenzar o cesar el efecto de la institución de
heredero o del legado”.
El art. 1.125.2, “entiéndase por día cierto aquel que necesariamente ha de venir, aunque se
ignore cuándo”. El término puede consistir
➔ fijación de una fecha futura, pero concreta; (ej.: 31 de enero de 2040)
➔ un período temporal determinado, contado a partir del fallecimiento del causante (ej.: 25 años
después de mi muerte)
➔ fijación de una fecha indeterminada pero determinable por referencia a un evento que ha de
venir o producirse necesariamente.
Es necesario que no haya incertidumbre sobre la llegada del mismo, pues este dato es el que
permite diferenciar condición y término. El término se da por seguro, aunque no se sepa cuándo.
El término podría revestir dos modalidades:
➢ inicial: fijación de un día cierto o de un momento temporal a partir del cual la institución del
heredero o legatario genera los efectos que le son propios, mientras llega se entenderá llamado el
sucesor legítimo (heredero abintestato), si bien no entrará este en posesión de los bienes sino después
de prestar caución suficiente, con intervención del instituido (805.2).
➢ final: consideración de un día cierto o de un plazo en el que los efectos propios de la institución
hereditaria se darán por concluidos, de forma paralela a cuanto ocurriría en el supuesto de condición
resolutoria, habiendo de entrar como sucesor el heredero abintestato, salvo que el testador hubiera
dispuesto otra cosa (art. 805.2)
Nuestro sistema normativo solo admite la incorporación del modo a los actos de liberalidad:
donaciones e institución de heredero o legatario
Las sustituciones hereditarias son aplicables tanto a la institución de heredero propiamente dicha
cuanto a los legados. Nuestro Código Civil regula bajo este término las siguientes figuras:
(1) La vulgar o simple,
(2) la pupilar,
(3) la cuasipupilar y
(4) la fideicomisaria.
El sustrato y la estructura de tales figuras responden a dos ideas motrices distintas:
a) Las sustituciones vulgar y fideicomisaria responden verdaderamente al esquema de que un
heredero, llamado en segundo o ulterior lugar, sustituye al anterior, bien sea porque este no ha llegado
a heredar efectivamente (modalidad vulgar) o bien porque es heredero ad tempus (fideicomisaria). En
todo caso el sustituido es el heredero o quien había sido llamado a la herencia, por voluntad expresa del
causante.
b) En las formas pupilar y cuasipupilar, en cambio, no hay verdaderamente sustitución del
heredero, sino que el sustituido es precisamente el causante que, por no poder testar válidamente, es
reemplazado o suplido en dicha actividad por un ascendiente, por así permitirlo excepcionalmente el
Código, derogando el principio del carácter personalísimo del testamento. Se sustituye, pues, en tales
casos la testamenti factio del causante.
El causante, previendo que el llamado a la herencia no llegue a adquirirla, designa a una o varias personas
más que ocuparán la posición de heredero. Art. 774.1 CC, “Puede el testador sustituir una o más personas al
heredero o herederos instituidos para el caso en que mueran antes que él, o no quieran o no puedan aceptar la
herencia”.
La sustitución pupilar: art. 775 “los padres y demás ascendientes podrán nombrar sustitutos a sus
descendientes menores de 14 años, de ambos sexos, para el caso de que mueran antes de dicha edad”.
La sustitución cuasipupilar: art. 776.1, “el ascendiente podrá nombrar sustituto al descendiente mayor de
catorce años, que, conforme a derecho, haya sido declarado incapaz por enajenación mental”.
1. LA SUSTITUCIÓN FIDEICOMISARIA
Partiendo de la base de que la nota característica del esquema de la sustitución fideicomisaria más
sobresaliente radica en el orden sucesivo de llamamientos, cabe distinguir entre:
➔ La sustitución ordinaria o pura: la delación hereditaria en favor del fideicomisario se considera
producida en el mismo momento del fallecimiento del fideicomitente.
➔ La sustitución fideicomisaria condicional: el llamamiento del fideicomisario depende obviamente
de que acaezca el hecho futuro o incierto elevado al rango de condición.
1. CONCEPTO Y CARACTERES
En la mayor parte de los casos, el testador, al legar, realizará atribuciones hereditarias a título
singular de cosas que le pertenecieran en el momento de testar y que, cuando se abra la sucesión,
formarán todavía parte del conjunto de los bienes relictos. Puede ser tanto una cosa específica y
determinada (más frecuente), cuando una cosa genérica, o una cantidad de cosas genéricas.
Las relaciones jurídicas recayentes sobre cosas específicas o sobre cosas genéricas, atendiendo a
su propia naturaleza y a la posibilidad o no de sustitución (teniendo en cuenta su fungibilidad),
requieren el establecimiento de reglas jurídicas distintas. Así ocurre también en materia de legados,
donde resulta necesario distinguir entre el legado de cosa específica y determinada y los legados de
cosas genéricas.
De otra parte, las cosas pertenecientes al testador que, llegado el momento, formen parte del
caudal hereditario pueden haber sido objeto de derechos reales limitados que recaigan sobre ellas, por
lo que será necesario también considerar el denominado legado de cosa gravada.
Con escasa presencia en la práctica, son posibles los legados recayentes sobre cosas
pertenecientes a terceras personas, al propio heredero o al legatario gravado; o sobre cosas que, siendo
solo en parte propiedad del testador, exigen la adición de la titularidad parcial ajena.
El CC contempla también las atribuciones sucesorias a título singular que tienen por objeto la
transmisión de créditos que el causante tuviera contra terceros o el perdón de las deudas exigibles por
el testador. Podemos distinguir los siguientes supuestos:
1) Legado de crédito. Art. 870, consiste en transmitir por vía de legado un crédito contra
tercero que tuviere el causante (“…sólo surtirá efecto en la parte del crédito o de la deuda subsistente al
tiempo de morir el testador”).
2) Legado de liberación o perdón de deuda. Supuesto contrario al anterior. El testador instituye
un legado que tiene por objeto condonar o remitir la deuda que, respecto de él, tenía otra persona.
3) Legado hecho en beneficio del acreedor (legado de deuda). De forma expresa, el testador
legue a su acreedor lo mismo que le debe para afrontar la deuda que tenía (art. 873.1: “El legado
hecho a un acreedor no se imputará en pago de su crédito, a no ser que el testador lo declare
expresamente, el acreedor tendrá derecho a cobrar el exceso del crédito o del legado”).
Los legados de crédito y de liberación o perdón de deudas presentan características comunes: el
momento temporal en el que ha de determinarse el montante del crédito o de la deuda transmitidos por
legado debe ser naturalmente el del fallecimiento del causante (no el del otorgamiento del testamento),
por otro lado, el art. 870 prevé que «en ambos casos, el legado comprenderá los intereses que por el
crédito o la deuda se debieren al morir el testador».
6. OTROS LEGADOS
Según el art. 888, cuando el legado “… por cualquier causa, no tenga efecto, se refundirá en la
masa de la herencia, fuera de los casos de sustitución y derecho de acrecer”. Se impone la refundición o
integración del caudal hereditario de cualesquiera objetos legados.
Posibles causas de ineficacia del legado:
➔ nulidad (art. 865, “es nulo el legado de cosas que están fuera del comercio”)
➔ revocación (misma consecuencia normativa)
➔ la declaración de tales legados inoficiosos (por atentar contra la legítima), aunque atendiendo a
su objeto el legado sea perfectamente válido y no haya sido revocado por el testador.
Se deduce que puede considerarse nulo el legado…
➔ tanto si el objeto sobre el que recae sea inidóneo (legalmente hablando)
➔ como consecuencia de la nulidad del testamento.
➔ en algún caso, el CC declara la ineficacia recurriendo a expresiones técnicas que presuponen la
inexistencia de nulidad, por ejemplo cuando art. 871 indica que el legado de crédito “caduca” si el
testador, después de haberlo hecho, demandare judicialmente al deudor para el pago de su deuda,
aunque éste no se haya realizado al tiempo del fallecimiento”, no se está refiriendo a la caducidad sino a
una revocación que el legislador deduce de la reclamación del crédito realizada por el testador.
No obstante, la mayor parte de los autores, suelen insistir en la idea de que los supuestos
regulados en el art. 869 deberían calificarse como casos de revocación tácita del legado (si bien algunos
otros consideran que el supuesto regulado en el nº 3º ha de calificarse como de extinción).
Dado que el testamento es un acto de disposición mortis causa, cuya eficacia presupone el
fallecimiento de quien lo otorga, el testador puede prever en él la oportunidad o la necesidad de
designar una o varias personas de su confianza que ejecuten cuanto disponga el testamento ( albaceas),
fijándose en los arts. 892 al 911 sus funciones, deberes y facultades. La LJV ha modificado algunos
artículos y atribuido la competencia que residía en el Juez a los LAJ y Notarios del domicilio del
causante.
Aparte de que el art. 892 establece que «el testador podrá nombrar uno o más albaceas»; no
cabe duda alguna de que el nombramiento del albacea representa una mera facultad del testador que,
sin embargo, en caso de ser ejercitada, ha de llevarse a cabo en testamento, pues la mayor parte de las
consideraciones que deben realizarse sobre la función del albacea acaban remitiéndonos a la voluntad
testamentaria, al alcance y la extensión que el testador haya querido dar al encargo o a la encomienda
transmitidos al albacea.
El testador, por tanto, es libre para designar albacea a quien considere oportuno, sea o no
heredero, trátese de una persona propiamente dicha o de una persona jurídica, pues el art. 893 indica
que «no podrá ser albacea el que no tenga capacidad para obligarse». Así, quien tenga capacidad para
obligarse (y las personas jurídicas la tienen, según el art. 38), puede ser nombrado albacea. En la
práctica, la condición de albacea no suele atribuirse a uno de los herederos, o a uno de los legitimarios,
sino precisamente a una persona extraña al círculo habitual de sucesores, si bien sumamente cercana
en el afecto y en las relaciones sociales al testador y/o a los propios herederos.
El art. 893, solo considera inhábiles para desempeñar el albaceazgo a los menores de edad: «el
menor no podrá serlo, ni aun con la autorización del padre o del tutor». Atendiendo al carácter
facultativo del albaceazgo, el art. 911 establece que en los casos de no haber albacea «corresponderá
a los herederos la ejecución de la voluntad del testador».
En varios de sus preceptos, el CC utiliza el término “cargo” para referirse al albaceazgo, cuyas
características fundamentales son:
3.1. Voluntariedad
Artículo 898, “el albaceazgo es cargo voluntario”, “Se entenderá aceptado por el nombrado para
desempeñarlo si no se excusa dentro de los seis días siguientes a aquel en que tenga noticia de su
nombramiento o, si este le era ya conocido, dentro de los seis días siguientes al en que supo la muerte
del testador”.
3.2. Temporalidad
El desempeño de las funciones encomendadas por el testador al albacea exige tanto que se
pronuncie con celeridad sobre la aceptación cuanto, que la ejecución testamentaria ha de ser llevada a
efecto dentro de un plazo razonable, fijado como regla en un año por el art. 904.
3.3. Renunciabilidad
Del carácter voluntario se deduce, que el albacea, no está obligado a aceptar el cargo y que
incluso tras la aceptación, puede renunciar, si bien el art. 899 ha requerido que, a efectos de renuncia,
alegue “causa justa al criterio del LAJ o del Notario”.
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La falta de desempeño del cargo pone de manifiesto la quiebra de la confianza depositada por el
testador en el albacea y por ello ordena el art. 900 que “perderá lo que le hubiese dejado el testador,
salvo siempre el derecho que tuviere a la legítima”. En consecuencia, el albacea que no desempeñe su
función conservará el derecho a la legítima (si es legitimario), decayendo cualesquiera otras atribuciones
voluntarias que haya realizado el testador en su favor (a título de heredero, legatario, o de mejora).
3.4. Gratuidad
El art. 908.1 afirma que “el albaceazgo es cargo gratuito”. Sin embargo, de inmediato añade el
propio precepto que “podrá, sin embargo, el testador señalar a los albaceas la remuneración que tenga
por conveniente; todo sin perjuicio del derecho que les asista para cobrar lo que les corresponda por los
trabajos de partición u otros facultativos”.
El art. 908.2 establece que “si el testador lega o señala conjuntamente a los albaceas alguna
retribución, la parte de los que no admitan el cargo acrecerá a los que lo desempeñen”.
4. CLASES DE ALBACEAZGO
La clasificación de los albaceas puede hacerse atendiendo a criterios muy diferentes. Si se tiene en
cuenta su nombramiento o el origen de su designación, cabe distinguir entre los albaceas
testamentarios y el albacea dativo; considerando la posibilidad de un nº plural de albaceas y las
atribuciones consiguientes en el desempleo del cargo, es necesario distinguir entre la simultaneidad o el
carácter sucesivo de ellos, así como su carácter mancomunado o solidario; finalmente, atendiendo a sus
funciones, los albaceas pueden ser universales o particulares.
Con frecuencia, las disposiciones testamentarias son ambiguas, confusas u oscuras, con el
consabido problema de interpretar cada cláusula o estipulación testamentaria.
La confrontación entre la legítima y la libertad testamentaria hace que dicha cuestión se haya
planteado como una decisión básica de política jurídica en la que se ha discutido mucho.
El Código acabó configurando un sistema de legítimas que ampliaba la libertad de testar y
restringía el alcance propio de la legítima, pues esta pasó de los 4/5 característicos del Derecho histórico
(el 80%, por tanto) a los 2/3 característicos del Código Civil y que, todavía hoy, se mantienen (es decir,
el 66%). En dicha decisión influyeron algunas razones relacionadas con el reforzamiento de la libertad
de testar, con el aumento de la autorregulación de intereses del mundo liberal. Pero, a nuestro
entender, parece que influyeron muchas más consideraciones, en particular las relativas al acercamiento
entre las diversas posturas al respecto de los denominados Derecho común y Derechos forales.
El llamado Derecho común se plegó a las exigencias de los representantes de los territorios forales
(o de algunos de ellos) con las miras puestas en una solución transaccional que posibilitara el
establecimiento de una ordenación de Derecho privado aplicable a todo el territorio nacional. Hoy
podemos concluir que de nada valieron los esfuerzos de concordia y transacción, pues sencillamente la
unificación legislativa es contraria a los designios autonómicos.
Art. 807 CC: “habrán de considerarse en primer lugar, herederos forzosos los hijos y
descendientes de sus padres y ascendientes”.
2. LA MEJORA
Como regla, la facultad de mejorar tiene carácter personalísimo y el art. 830 establece que “la
facultad de mejorar no puede encomendarse a otro”.
Sin embargo, el art. 831.1 permite que el cónyuge supérstite pueda llevar a cabo la distribución
de los bienes del difunto y realizar mejoras propiamente dichas a favor de los hijos comunes.
3.1. La redacción originaria del Código Civil
Originariamente el art. 831.1 indicaba: «no obstante lo dispuesto en el art. anterior, podrá válidamente
pactarse en capitulaciones matrimoniales que, muriendo intestado uno de los cónyuges, pueda el viudo o viuda
que no haya contraído nuevas nupcias, distribuir a su prudente arbitrio, los bienes del difunto y mejorar en ellos a
los hijos comunes, sin perjuicio de las legítimas y de las mejoras hechas en vida por el finado».
Así, la facultad de mejorar encomendada al viudo quedaba circunscrita solo al supuesto de que el causante,
tras haberla pactado en las capitulaciones matrimoniales celebradas con su cónyuge, hubiese muerto intestado.
El art. 812: “los ascendientes suceden con exclusión de otras personas en las cosas dadas por
ellos a sus hijos o descendientes muertos sin posteridad (sin descendencia), cuando los mismos objetos
donados existan en la sucesión. Si hubieren sido enajenados, sucederán en todas las acciones que el
donatario tuviera con relación a ellos, y en el precio si se hubiesen vendido, o en los bienes con que se
hayan sustituido, si los permutó o cambió”
✓ Un descendiente que ha recibido donación de sus ascendientes fallece sin descendencia serán
llamados, en concepto de herederos abintestato o de legítima, éstos ascendientes
✓ El joven descendiente causante que no ha hecho testamento fallece junto a su madre y tiene
un inmueble donado por un ascendiente donante (ej. abuelo materno) que, por razón de su grado, no
tiene la condición de legitimario ni de heredero abintestato.
✓ Por sucesión intestada, heredaría en “toda su herencia” (y el inmueble) el padre.
Por ello, se decidió establecer una norma que impidiera tal resultado en supuestos de semejante o
parecida índole, atajando de raíz la eventualidad de que atribuciones a título gratuito realizadas por
razón de parentesco (en línea recta y, por tanto, cercano) pudieran derivar en desembocaduras extrañas
a la «línea familiar» correspondiente.
Los bienes donados (por el abuelo) han de considerarse como una especie de patrimonio separado dentro
del caudal hereditario (del joven) pues este ascendiente donante tiene derecho a detraerlos de la masa hereditaria
(o subrogándose si fueron enajenados)
1. PRETERICIÓN
1.1. Presupuestos
Preterir significa “hacer caso omiso de una persona o cosa” u olvidarla, relegarla o hacerla de
menos. En el ámbito sucesorio, relegación u olvido de uno de los “herederos forzosos” en el testamento
del causante y, desde el Derecho Romano, se ha definido como la omisión en el testamento de
cualquiera de los parientes del causante que tuvieran derecho a sucederle por ministerio de la Ley.
Requiere dos presupuestos simultáneos:
1º Que se reconozca al causante la posibilidad de establecer el destino de sus bienes a través del
testamento.
2º Que existan sucesores por ministerio de la ley, doctrinalmente legitimarios, y el CC “herederos forzosos”.
2. EFECTOS DE LA PRETERICIÓN
Si la sucesión por ley prevalece sobre las disposiciones testamentarias en el sistema legitimario el
ordenamiento jurídico ha de reaccionar contra la preterición y otorgar a los herederos forzosos
(legitimarios) los derechos que el testador ha pretendido burlar (conscientemente) o desconoce (de
forma inadvertida).
El art. 814 CC distingue entre la preterición intencional y la no intencional, cada una con distintos
efectos. Dado que la preterición no intencional (art. 814) ha de entenderse referida exclusivamente a
los «hijos o descendientes», no queda otro remedio que entender que la omisión de los restantes
legitimarios (ascendientes y cónyuge viudo) ha de encontrarse necesariamente comprendida en la
regulación de la preterición intencional («preterición» según el CC).
5. LA DESHEREDACIÓN
6. CAUSAS DE DESHEREDACIÓN
6.1. En general
Solapadas en buena medida con las causas de indignidad, como indica el art. 852 que “son justas
causas para la desheredación, en los términos que específicamente determinan los artículos 853, 854 y
855, las de incapacidad por indignidad para suceder, señaladas en el art. 756 con los números 1º al 6º”.
7.3. La reconciliación
Aunque exista causa legal de desheredación, esta no podrá llevarse a efecto si se produce la
reconciliación entre el ofensor y el causante de la herencia.
Una vez fijada la cuota legitimaria, el heredero forzoso que sea beneficiario de ella podrá
reclamarla íntegramente en el supuesto en el que las previsiones testamentarias del causante o el
El supuesto de la reserva ordinaria o viudal (o del cónyuge bínubo) se describe en el art. 968: «el
viudo o viuda que pase a 2º matrimonio estará obligado a reservar a los hijos y descendientes del 1º la
propiedad de todos los bienes que haya adquirido de su difunto consorte por testamento, por sucesión
intestada, donación u otro cualquier título lucrativo; pero no su mitad de gananciales».
Se pretende garantizar a los hijos y descendientes del primer matrimonio, que el viudo o la viuda
bínubos (que vuelve a contraer matrimonio) no deriven los bienes procedentes de su anterior cónyuge
(o sus familiares) a otras personas o a otras familias.
En la actualidad el fundamento de la reserva viudal resulta discutible, sobre todo atendiendo a
que, conforme al sistema legitimario, los hijos y descendientes del causante de la reserva, en cuanto
legitimarios, ya han consolidado su derecho a las dos terceras partes de su herencia.
Semejante planteamiento de sanción a las segundas nupcias resulta hoy día inaceptable y
probablemente roza el calificativo de atentatorio contra la libertad matrimonial.
Que se produzca la disolución del matrimonio por la muerte de uno de los cónyuges no genera la
obligación de reservar a cargo del supérstite, sino que es necesario que se produzcan las circunstancias
o eventos que la hacen nacer (segundas nupcias, hijo no matrimonial, o adopción de otra persona). Por
tanto, resulta aconsejable distinguir entre la fase previa, la fase de pendencia y la fase de consumación
de la reserva.
La primera de ellas exigiría determinar los derechos y facultades de reservistas y reservatarios
entre el lapso de tiempo entre el fallecimiento del cónyuge causante de la reserva y el advenimiento de
los actos que obligan a reservar, a partir del cual puede hablarse de pendencia de la reserva.
Finalmente, suele identificarse como fase de consumación de la reserva la ocasionada por el
fallecimiento del reservista y la adquisición por los reservatarios del conjunto de los bienes reservables.
Aparte de los supuestos contemplados por el art. 970, verdaderamente la extinción definitiva de la
obligación de reservar, en caso de haber nacido, solo se producirá por inexistencia de reservatarios,
según el art. 971: «cesará además la reserva si al morir el padre o la madre que contrajo segundo
matrimonio no existen hijos ni descendientes del primero».
La norma parece mantener la obligación de reservar hasta el propio momento del fallecimiento del
reservista, cuando lo razonable sería que, si no existieran reservatarios, debería extinguirse la reserva.
De otra parte, arrojaría las mismas consecuencias el supuesto de que los reservatarios
sobrevivientes en el momento de fallecimiento del reservista hubieran sido desheredados o hubiesen
incurrido en causa de indignidad (art. 973, donde reenvía a los arts. 857 y 164.2).
4.1. Introducción
La reserva lineal (o troncal) la formula el art. 811 para tratar de atajar la eventualidad de que, en
ciertos casos, los bienes de una familia pasaran a otra a consecuencia de la regla básica de la sucesión
intestada respecto de los ascendientes, conforme a la cual la proximidad de grado excluye a los
restantes ascendientes (así, si el abuelo materno dona un bien a su nieto primogénito y este, sin haber
testado, fallece junto con su madre, el bien pasaría al padre y, en el futuro presumiblemente a los
parientes o allegados de este último).
Art. 811: «El ascendiente que heredare de su descendiente bienes que este hubiere adquirido por
título lucrativo de otro ascendiente, o de un hermano, se halla obligado a reservar los que hubiere
adquirido por ministerio de la ley en favor de los parientes que estén dentro del tercer grado y
pertenezcan a la línea de donde los bienes proceden».
El art. 811 establece la obligación de reservar cuando se den las circunstancias en el supuesto de
hecho, sin desarrollar los derechos y facultades del reservista y de los “eventuales” reservatarios. Ante
ello, el TS acude a la aplicación analógica de la reserva viudal u ordinaria
No obstante, doctrina y jurisprudencia afirman que, si bien resulta procedente la aplicación
analógica de las normas reguladoras de la reserva ordinaria, así como la separación entre la fase de
pendencia y la fase de consumación de la reserva, el distinto fundamento y significado de uno y otro
tipo de reserva obliga a llegar a diferentes soluciones, respecto de extremos concretos, en la reserva
ordinaria y en la reserva lineal.
En ciertos supuestos pueden solaparse o superponerse ambas reservas (lineal y troncal). Casos
como el ascendiente reservista viudo y vinculado a la reserva lineal (por haber heredado abintestato de
su hijo premuerto, quien habría heredado anteriormente a su progenitor fallecido) contrae nuevas
nupcias y tiene un hijo no matrimonial, estará obligado también por la reserva ordinaria.
Pero la compatibilidad de ambas reservas carece de sentido, sería cumplir dos veces las mismas
obligaciones en relación con unos mismos bienes, destinados, a los mismos reservatarios.
La S de 21/01/1922 se pronunció en favor de la primacía de la reserva ordinaria, alegando que la
reserva del art. 811 era «extensiva a más amplios grados de parentesco». Sin embargo, probablemente
el criterio decisivo en relación con la cuestión planteada depende del momento en que se produzca la
transmisión del descendiente al ascendiente reservista (que genera inmediatamente la obligación de
reservar) y, de otra parte, los presupuestos determinantes del nacimiento de la reserva ordinaria.
1. LA SUCESIÓN INTESTADA
Artículo 930 “la sucesión corresponde en primer lugar a la línea recta descendente”, esto es
existiendo descendientes, los ascendientes no serán llamados a la sucesión intestada.
4.1. La sucesión abintestato del cónyuge viudo del causante concurriendo con
ascendientes
En cambio, de existir cónyuge viudo concurrirá con los descendientes, cuya cuota legal
usufructuaria, si concurriera con hijos o descendientes, tendrá derecho al usufructo del 1/3 destinado a
mejora, de conformidad con el art. 834, siempre y cuando el viudo no se encontrara separado
legalmente o, de hecho.
5. LOS ASCENDIENTES
Según el art. 935 «A falta de hijos y descendientes del difunto le heredarán sus ascendientes», el
llamamiento a los ascendientes tiene carácter subsidiario, pues solo se hará efectivo en el supuesto de
inexistencia de descendientes, sean de grado más próximo (hijos) o más remoto (nietos o bisnietos).
La proximidad del grado de los ascendientes respecto del causante tiene gran trascendencia y se
aplica de forma rigurosa en este orden, pues existiendo cualquiera de los progenitores del fallecido
quedan excluidos de la herencia los restantes ascendientes (art. 938). Conviene distinguir:
5.3. La legitima del cónyuge viudo concurriendo con ascendientes del causante
En todo caso, hereden los progenitores o los restantes ascendientes del causante, en caso de
existir cónyuge viudo del difunto, habrá de respetarse la cuota usufructuaria que, como legítima, se le
reconoce la mitad de la herencia (art. 837).
La Ley 11/1981 dio nueva redacción al art. 944 estableciendo que «en defecto de ascendientes y
descendientes, y antes que los colaterales, sucederá en todos los bienes del difunto el cónyuge
sobreviviente». Así, en cuanto heredero abintestato, el cónyuge supérstite tiene preferencia respecto de
cualquier pariente colateral, habiendo de recibir el consorte sobreviviente la herencia entera si no
existen parientes en línea recta, trátese de descendientes y/o ascendientes.
También la Ley 15/2005 dio nueva redacción al art. 945 estableciendo sencillamente que «no
tendrá lugar el llamamiento a que se refiere el artículo anterior si el cónyuge estuviere separado
legalmente o de hecho». Estableciendo que la condición de heredero abintestato del cónyuge viudo no
tendrá lugar si el cónyuge vive separado/a.
La igualdad de efectos entre la separación legal y la separación de hecho ha de mantenerse
igualmente en relación con la eventual reconciliación de los cónyuges, pues la situación real de
separación (por larga que fuere) puede haberse visto seguida de la efectiva reconciliación y consiguiente
recuperación de la vida en común.
De gran trascendencia es la condición legitimaria del cónyuge en caso de concurrencia con
descendientes o ascendientes en una misma herencia, pues obviamente la concurrencia de parientes en
línea recta y cónyuge viudo, no puede significar en modo alguno que este último se vea privado de sus
derechos legitimarios.
Algo parecido ocurre con la adquisición de la posesión de los bienes hereditarios, por lo menos en
cuanto posesión de derecho. El art. 440 recoge una forma especial de adquisición de la posesión,
referida exclusivamente a los bienes hereditarios, a la que doctrina y jurisprudencia denominan posesión
civilísima.
Dicho precepto establece que «la posesión de los bienes hereditarios se entiende transmitida al
heredero sin interrupción y desde el momento de la muerte del causante», pero tal resultado solo
tendrá lugar «en el caso de que llegue a adirse la herencia» (es decir, en el caso de que haya
efectivamente aceptación y adquisición); «el que válidamente repudia una herencia se entiende que no
la ha poseído en ningún momento».
Ratio legis del precepto: en relación con la sucesión hereditaria, los herederos aceptantes son
considerados legalmente poseedores de los bienes hereditarios desde el momento de la muerte del
causante. Desde ese instante, pero solo una vez que haya sido adida la herencia, aunque no haya
ocupación ni aprehensión alguna por parte de los herederos, estos son considerados verdaderos
poseedores, aunque su posesión haya de estimarse incorporal, por disponerlo así la propia Ley que,
además, prevé un procedimiento especial para la consecución de la posesión como hecho: el interdicto
de adquirir.
4.2. Caracteres
Aunque algunos autores prefieren utilizar la denominación de negocio jurídico, tanto la aceptación
como la repudiación de la herencia son actos jurídicos en sentido propio, respecto de los cuales deben
subrayarse las siguientes características:
A) Voluntariedad.
Suficientemente resaltada en el art. 988 “son actos enteramente voluntarios y libres”. El llamado
a la herencia es “enteramente libre” para aceptar o repudiar la herencia, atendiendo a sus propios
intereses.
B) Unilateralidad.
El carácter unilateral y no recepticio de ambos refuerza su condición de actos jurídicos en sentido
propio que, en modo alguno, pueden conectarse con la voluntad mostrada por el testador al llevar a
cabo la institución de heredero. La manifestación de voluntad del heredero ha de manifestarse
necesariamente una vez que el causante haya fallecido, pues, de forma sucesiva
5. EL DERECHO DE DELIBERAR
Háyase ejercitado o no la interpelación notarial, “todo heredero” puede hacer uso del derecho de
deliberar que le otorga el art. 1010.2º
La coexistencia de la interpelación, derecho de deliberar y de la aceptación a beneficio de
inventario, provoca una situación enormemente confusa, objeto de reiteradas críticas doctrinales. En
efecto, la regulación conjunta del derecho de deliberar y del beneficio de inventario trae consigo que
muchos de los aspectos a considerar en relación con ambas instituciones sean coincidentes.
La LJV modifica también los arts. 1019 y 1020 atribuyendo competencia al Notario para conocer
si el heredero acepta o repudia la herencia, o si hace uso del beneficio de inventario, así como para
adoptar las provisiones necesarias para la administración y custodia de los bienes hereditarios.
Cualquier heredero, sobre todo si se encuentre en posesión de los bienes hereditarios, sin recurrir
al derecho de deliberar, puede llevar a cabo las averiguaciones que quiera sobre el haber hereditario,
para adoptar la decisión de aceptar o repudiar la herencia. Tales deliberaciones no deben ser
confundidas con el derecho de deliberar, que presupone la realización del inventario del caudal
hereditario, como demuestra el art. 1019.1º “El heredero que se hubiese reservado el derecho de
deliberar, deberá manifestar al Notario, dentro de 30 días contados desde el siguiente a aquel en que se
hubiese concluido el inventario, si repudia o acepta la herencia y si hace uso o no del beneficio de
inventario”
Instado el derecho a deliberar, el heredero se encuentra obligado antes de que transcurran 30
días de plazo a pronunciarse sobre la aceptación o repudiación de la herencia, pues sino lo hace “se
entenderá que la acepta pura y simplemente” (art. 1.019.2).
El ejercicio del derecho de deliberar por parte del heredero no obsta a la posible solicitud posterior
del beneficio de inventario en el caso de aceptar la herencia, logrando así responder de las deudas
hereditarias únicamente intra vires hereditatis. (Limitación de las obligaciones del heredero cuando sólo
responde de las cargas de la herencia con los bienes heredados, como sucede si utiliza el beneficio de inventario)
Según el art. 998, “la herencia podrá ser aceptada pura y simplemente, o a beneficio de
inventario”.
a) Pura y simple: convierte al heredero en responsable de todas las cargas y deudas de la
herencia, “no solo con los bienes de esta, sino también con los suyos propios” (art. 1.003). Esta
“puede ser expresa o tácita” (art. 999). El heredero responde ultra vires hereditatis
b) A beneficio de inventario: no modifica la situación patrimonial del heredero en cuando deudor
frente a los acreedores de la herencia, en el sentido de que solo ha de responder de las deudas
hereditarias con los bienes propios de la herencia. Ha de ser expresamente instada por el heredero que
lo desee. El heredero responde intra vires hereditatis.
Art. 1.023: “El beneficio de inventario produce en favor del heredero los efectos siguientes:
1º El heredero no queda obligado a pagar las deudas y demás cargas de la herencia sino hasta
donde alcancen los bienes de la misma.
2º Conserva contra el caudal hereditario todos los derechos y acciones que tuviera contra el
difunto.
3º No se confunden para ningún efecto, en daño del heredero, sus bienes particulares con los que
pertenezcan a la herencia”.
Solo cuando hayan sido “pagados los acreedores y legatarios, quedará el heredero en el pleno
goce del remanente de la herencia”. (Art. 1032.1º)
Es una situación transitoria, caracterizada por requerir que, de forma inmediata, se proceda a la
liquidación de deudas y cargas de la herencia.
Una vez acaecida la aceptación el llamado pasa a adquirir la condición de heredero en sentido
técnico:
➢ deviene titular de las posiciones activas de las relaciones patrimoniales que integran el as
hereditario
➢ y, exceptuando el supuesto de aceptación a beneficio de inventario, por imperativo del
artículo 1.003: “Por la aceptación pura y simple, o sin beneficio de inventario, quedará el heredero
responsable de todas las cargas de la herencia, no sólo con los bienes de ésta, sino también con los
suyos propios”, con responsabilidad ilimitada, que puede alcanzar a sus propios bienes.
Pero se requiere distinguir entre el supuesto de que el heredero sea efectivamente único y el caso
de existencia de una pluralidad de herederos. En este último caso, se habla de comunidad hereditaria.
Si se crea una situación de comunidad hereditaria se exigirá tener en cuenta la posibilidad (¿o
necesidad?) de dividir la herencia entre todos y la determinación de las reglas de gestión cuando el
caudal sea indiviso, como ocurre en cualquier supuesto de cotitularidad
Dado que la posesión de los bienes hereditarios se entiende transmitida al heredero que llegue a adir la
herencia desde el momento de la muerte del causante, es lógico que el ordenamiento jurídico dote a todo
heredero del interdicto de adquirir como recurso procesal para reclamar esa posesión legítima.
La vigente LEC no utiliza el término interdicto de adquirir. Frente a los interdictos de retener y
recobrar o recuperar la posesión, el interdicto de adquirir se caracteriza por ser un proceso declarativo
que se asienta en su condición de heredero, no en la posesión material de quien lo interpone. Su
finalidad es hacer efectiva la posesión civilísima, regulada en el art. 440: “La posesión de los bienes
hereditarios se entiende transmitida al heredero sin interrupción y desde el momento de la muerte del
causante, en el caso de que llegue a adirse la herencia”, invistiendo al heredero en su condición de
poseedor.
Carece de sentido si el heredero tiene ya la posesión de los bienes hereditarios o puede adquirirla
por sí mismo, por su propia autoridad, en cuanto no se encuentre poseída materialmente por persona
distinta
El heredero no podrá recurrir al interdicto de adquirir y tendrá que ejercitar la acción publiciana,
reivindicatoria o petición de la herencia cuando:
➔ Exista un poseedor a título de dueño o de usufructuario
➔ Haya transcurrido el periodo de 1 año de prescripción de las acciones interdictales
La existencia de varios herederos trae consigo que, una vez acaecida la aceptación de personas
llamadas a la herencia, tenga lugar una comunidad hereditaria. Se impone en todos los supuestos de
sucesión hereditaria, salvo que el testador realice por sí mismo la partición, comprendiendo
íntegramente el conjunto de los bienes hereditarios. Por ello, y también porque los acreedores se
encuentran legitimados para oponerse a que se lleve a efecto la partición (art. 1082), se suele hablar de
que la situación de comunidad hereditaria se caracteriza porque es forzosa. Igualmente debe
configurarse como una comunidad incidental, pues la aceptación de la herencia no permite deducir que
los coherederos tengan voluntad comunitaria.
Se resalta su carácter transitorio o interino en la teoría:
• Art. 1052: “Todo coheredero que tenga la libre administración y disposición de sus bienes
podrá pedir en cualquier tiempo la partición de la herencia”
• Art. 400: “Ningún copropietario estará obligado a permanecer en la comunidad. Cada uno de
ellos podrá pedir en cualquier tiempo que se divida la cosa común”
En la práctica, la generalidad de los supuestos suele desembocar en la partición de los bienes
hereditarios, pues los casos en que la extinción de la comunidad hereditaria se produce por otras causas
son claramente marginales.
El hecho de que la situación de comunidad hereditaria no sea objeto de regulación expresa por el
CC trae consigo que otras cuestiones den lugar a posiciones doctrinales antagónicas:
✓ tanto con la determinación objetiva de la comunidad hereditaria,
✓ cuanto respecto al tema de si los derechos y facultades de los coheredero recaen, de forma
global, sobre la herencia, considerada en su conjunto, o si, deben imputarse a todos y cada uno de los
bienes y derechos que puedan conformar la herencia entendida en sentido objetivo.
2.1. El objeto
La comunidad hereditaria en sentido objetivo ha de entenderse referida a todos los bienes,
derechos y obligaciones que, siendo transmisibles, no se hayan extinguido por el fallecimiento del
causante: tesis, en principio conforme con el fundamental art. 661, no es aceptada por algunos autores
al considerar que el pasivo hereditario (deudas u obligaciones) no forma parte de la comunidad
hereditaria.
A nuestro juicio, se heredan los bienes y las deudas y, estando en situación de indivisión, los
coherederos tendrán derecho a los bienes y obligación de afrontar las deudas. Esta tesis se refuerza si
se considera que pertenecen a la herencia indivisa todos los bienes dejados por el causante a su
fallecimiento, así como los frutos, rentas, accesiones o incrementos que generen estos bienes. No
pertenecen al coheredero que hubiera poseído el bien fructífero durante el periodo de indivisión.
En cambio, conforme al art. 882, no integran la comunidad hereditaria los bienes que hayan sido
objeto de un legado específico ya que, en tal caso, el legatario adquiere la propiedad de tales bienes
desde el momento del fallecimiento del testador.
3. NORMAS APLICABLES
1. LA PARTICIÓN
Dada la trascendencia de la voluntad del causante, puede llevar a cabo la partición de sus bienes
como considere conveniente. En este sentido, el art. 1056 dice: “cuando el testador hiciere, por acto
entre vivos o por última voluntad, la partición de sus bienes, se pasará por ella, en cuanto no perjudique
a la legítima de los herederos forzosos”. Siendo el único límite la intangibilidad de la legítima.
2.3. La atribución hereditaria de una explotación indivisa a uno solo de los herederos
El art. 1056.2º establecía que “el padre que en interés de su familia quiera conservar indivisa una
explotación agrícola, industrial o fabril, podrá usar de la facultad concedida en este art., disponiendo que se
satisfaga en metálico su legítima a los demás hijos»
Cuando el testador no haya procedido a realizar por sí mismo la partición, una vez fallecido el
causante, “todo coheredero … podrá pedir en cualquier tiempo la partición de la herencia” (art. 1.052).
A excepción de que se encuentre llamado a la herencia un nasciturus, pues en tal caso, queda
suspendida la eventual división de la herencia “hasta que se verifique el parto o el aborto” (art. 966).
Desde antiguo se ha reconocido la posibilidad del testador de imponer a sus herederos una
persona de confianza que distribuya los bienes hereditarios entre ellos, para evitar litigios y discusiones.
La partición realizada por el contador-partidor se contempla en el art. 1.057, “el testador podrá
encomendar por acto inter vivos o mortis causa para después de su muerte la simple facultad de hacer
la partición a cualquier persona que no sea uno de los coherederos”. El CC, sin embargo prefiere la
denominación de comisario, desconocida en la práctica.
Art. 1.058 “Cuando el testador no hubiese hecho la partición, ni encomendado a otro (contador-
partidor) esta facultad…” tras los pertinentes acuerdos (voluntad unánime de llevar la división a efecto),
lleven a cabo la partición los coherederos “…de la manera que tengan por conveniente”. Tiene carácter
subsidiario respecto a las formas anteriores.
En la práctica los coherederos suelen nombrar a expertos en Derecho para que lleven a cabo las
operaciones o a un tercero. La intervención de este, como perito o experto, no priva a la partición
convencional de su carácter contractual, ni sustituye la voluntad o el consentimiento de los coherederos.
Cuando la partición no haya sido realizada conforme a alguna de las formas anteriores, pueden
entrar en juego tanto la partición judicial como la partición arbitral.
Colacionar equivale a integrar o incluir en la masa hereditaria las atribuciones patrimoniales que el causante
hubiera realizado inter vivos y a título lucrativo en favor de cualquiera de los herederos, pudiendo llevarse a cabo
mediante dos sistemas:
- Colación mediante la aportación in natura.
- Colación mediante deducción o imputación contable
En nuestro CC subyace exclusivamente el sistema de imputación contable, pese a que los términos
textuales del art. 1035.1º establezca que “el heredero forzoso que concurra, con otros [...] deberá
traer a la masa hereditaria los bienes o valores que hubiese recibido...”. Sin embargo, verdaderamente,
los bienes no hay que aportarlos a la masa hereditaria, pues el art. 1045.1 es terminante al expresar
que “no han de traerse a colación y partición las mismas cosas donadas, sino su valor al tiempo en que
se evalúen los bienes hereditarios”.
Doctrina y jurisprudencia mantienen que la colación consiste en una aportación contable o por
imputación y que las compensaciones entre herederos se realizarán contablemente o mediante
compensaciones en metálico.
Con carácter general, la colación no constituye una operación que se imponga de manera
imperativa al causante o testador.
Los efectos de la colación dependen del sistema legal a considerar. En nuestro CC se sigue el de
imputación de carácter contable, por el que el donatario/legitimario no habrá de aportar in natura al as
hereditario los bienes o beneficios que recibiera en vida del causante a título gratuito.
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100 Resumen Derecho Civil IV
vida. La regla de igualación se impone al establecerse que los restantes herederos reciban bienes de la
misma naturaleza, especie y calidad.
Sin embargo, el art. 1048 afronta la circunstancia de que la igualación no resulte posible: “No
pudiendo verificarse lo prescrito en el artículo anterior,
➔ si los bienes donados fueren inmuebles, los coherederos tendrán derecho a
- ser igualados en metálico o valores mobiliarios al tipo de cotización;
- y, no habiendo dinero ni valores cotizables en la herencia, se venderán otros bienes en pública
subasta en la cantidad necesaria.
➔ Cuando los bienes donados fueren muebles, los coherederos sólo tendrán derecho a ser
igualados en otros muebles de la herencia por el justo precio, a su libre elección”
Nuestro CC contiene escasas reglas sobre la práctica de la partición. La razón de ello estriba en
que, en el momento de publicación del CC, habían de considerarse aplicables, con carácter general, las
reglas establecidas en relación con el juicio de testamentaría propias de la LEC de 1881.
Las operaciones particionales típicas consisten fundamentalmente en: inventario del caudal
hereditario, avalúo, liquidación, formación de lotes, y adjudicaciones o hijuelas a los herederos.
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101 Resumen Derecho Civil IV
debe afectar a los posibles acreedores del causante, porque “el administrador podrá pagar a los
acreedores, previo mandato judicial” (artículo 966)
Son el conjunto de actuaciones para llegar a la división y adjudicación del caudal hereditario entre
los herederos. Si el heredero es único no habrá que realizar reparto o partición pues se le adjudican los
bienes que forma el patrimonio sucesorio relicto.
En caso de que procedan, tales operaciones particionales consisten en: el inventario, avalúo o
valoración de los bienes, liquidación, y división, que es la verdadera operación divisoria de la herencia
relicta, con la formación de lotes y adjudicaciones (o hijuelas) a los herederos.
La práctica de las operaciones particionales viene impuesta más por la tradición forense y por la lógica que
por prescripciones concretas del CC o LEC.
Supone un proceso similar al considerado para la liquidación de la sociedad de gananciales. En
todo lo no previsto para la sociedad de gananciales “sobre formación de inventario, reglas sobre
tasación y ventas de bienes, división del caudal, adjudicaciones a los partícipes se observará lo
establecido para la partición y liquidación de la herencia” (art. 1.410)
Si el causante se encontraba casado bajo algún tipo de régimen económico-matrimonial de
comunidad, la liquidación de “su herencia” presupone previamente la liquidación de la sociedad de
gananciales o de la comunidad conyugal preexistente.
Las operaciones suelen llevarse a cabo en un cuaderno particional, que consiste en un documento
privado, realizado por un técnico en derecho que asume la forma externa de un pequeño libro de
contabilidad en el que se enumeran y valoran los bienes (fase de inventario y avalúo), se concretan las
deudas y cargas que han de pesar sobre el caudal hereditario (fase de liquidación) y, una vez obtenido
el neto partible entre los herederos, se procede a la fijación de los lotes y a las correspondientes
adjudicaciones (fase de adjudicación).
En la actualidad, el borrador de semejante cuaderno sirve de base para la presentación ante
Hacienda de la correspondiente liquidación del Impuesto de Sucesiones.
Conviene numerar correlativamente todos los bienes del inventario, para evitar reiterar detalles y
otros extremos exigidos para su descripción. Ante la inexistencia en el CC de norma alguna al efecto,
algunos autores han sugerido la conveniencia del uso que recogía el art. 1066 de LEC 1881:
1. Metálico
2. Efectos públicos
3. Alhajas
4. Semovientes
5. Frutos
6. Muebles
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102 Resumen Derecho Civil IV
7. Inmuebles
8. Derechos y acciones
Sin embargo, esta ordenación es desaconsejable en ciertos extremos (frutos, alhajas, …). A
nuestro juicio, basta con relacionar los bienes, agrupándolos según su carácter de muebles o inmuebles.
Respecto de los inmuebles han de considerarse todos los datos requeridos por la legislación
hipotecaria, para que el adjudicatario proceda a la inscripción sin problemas
El avalúo consiste en la atribución de un valor determinado a cada uno de los bienes. Presenta, al
menos dos problemas distintos:
- Valoración: puede hacerse a la baja o tratando de reflejar los valores reales o de mercado.
Teóricamente podría hacerse al alza, aunque se desaconseja por diversas razones, sobre todo
fiscales por el incremento de las cargas tributarias.
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103 Resumen Derecho Civil IV
- Determinación del momento para valorar: puede referirse tanto al momento de la apertura de la
sucesión cuando al tiempo en que se realiza la partición efectivamente. El problema se agrava
cuanto mayor sea el tiempo transcurrido entre uno y otro momento. La doctrina mayoritaria
entiende que el art. 1074 exige la valoración de los bienes atendiendo al momento de la
partición. A nuestro juicio, esta conclusión es discutible, ya que la liquidación del impuesto de
sucesiones se ha de practicar al momento de apertura de la sucesión, por lo que habría de
reajustar el valor de los bienes en caso de que la división se posponga mucho en el tiempo. En
esta línea se expresa también reiterada jurisprudencia del TS.
2.2. Liquidación
Consiste en hallar el neto partible entre los herederos, deduciendo del activo el pasivo. Significa
atender al pago de las deudas existentes, tomando parte del metálico de la herencia o realizando bienes
de fácil conversión en metálico. Tiene por objeto que cada uno reciba su cuota neta y carente de
cargas.
Los autores clásicos ponían en duda esta forma de liquidación, alegando que partir es distribuir y
que las deudas también podían quedar pendientes para su futuro pago por los coherederos. No
obstante, el control fiscal exige en la actualidad prestar atención al inventario del pasivo por razones de
disminuir la masa que ha de tributar.
4. EFECTOS DE LA PARTICIÓN
5. INEFICACIA DE LA PARTICIÓN
La doctrina y jurisprudencia son proclives a considerar que las categorías generales de la ineficacia
contractual pueden incidir también en la partición determinando la privación de sus efectos y
requiriendo una nueva operación divisoria del caudal hereditario o, al menos, una modificación de las
operaciones particionales.
El Código se preocupa de regular la rescisión de la partición (art. 1073 y ss.), pero sin duda cabe
hablar también de nulidad y anulabilidad de la partición. De otra parte, la falta de consideración o la
“aparición” de algunos bienes que no fueron tenidos en cuenta en el momento de llevar a cabo las
distintas operaciones particionales, puede generar la necesidad de complementar o adicionar con tales
bienes la partición previamente realizada.
7. RESCISIÓN DE LA PARTICIÓN