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La principal diferencia de la muerte biológica con la muerte civil, es que esta última era una
institución por la cual la persona físicamente sí tenía existencia, pero el derecho la consideraba
muerta porque perdía sus derechos civiles y políticos. Esta institución rigió en la antigüedad y fue
suprimida por todos los códigos modernos.
Para el Derecho, ha sido muy importante a lo largo de la historia dar solución al fenómeno de la
muerte conjunta, es decir, a la muerte de dos o mas personas vinculadas entre sí que se produce
sin que se pueda determinar el orden de la prelación; ya sea que hayan acontecido tales decesos
en un mismo suceso o no. Por esto, el artículo 95 del CC y C dispone la conmoriencia: “Se presume
que mueren al mismo tiempo las personas que perecen en un desastre común o en cualquier otra
circunstancia, si no puede determinarse lo contrario”.
La conmoriencia abarca todas las hipótesis en la que deba decidirse la prioridad de un
fallecimiento respecto de otro, aún cuando no se haya producido en un desastre común. Quien
pretenda la transmisión de derechos entre fallecidos, tendrá que probar que efectivamente uno
murió antes que otro, si no se considerará que murieron simultáneamente. Además también sirve
para solucionar la situación frecuente de, por ej., un matrimonio que muere en un accidente aéreo
o en un sismo desatados al mismo tiempo en distintas ciudades sin poder determinarse quién
falleció primero. Aplicando la conmoriencia, no hay transmisión hereditaria entre los cónyuges, de
modo que si -por ejemplo- no tienen hijos, cada ascendiente hereda los correspondientes a su
causante.
3 – La extinción de la persona presupone la más grande mutación en todos los órdenes de la vida
humana, ya que le pone su punto final. A consecuencia, es la causa de terminación de los actos en
los cuales la intervención del ser humano es esencial, como por ejemplo:
4–
El Código Civil y Comercial establece los casos de ausencia y de presunción de fallecimiento.
La ausencia está regulada por los arts. 79 a 84 del CCyC. Es un caso en el cual una persona se
ausenta de su domicilio sin que se tenga noticias de ella, pero sin que haya transcurrido un tiempo
considerable ni que su desaparición se haya producido en circunstancias especiales que
permitieran presumir la muerte. Se requiere también que existan bienes que necesiten cuidado o
protección debido a que el ausente no ha dejado ninguna persona a cargo o habiéndola dejado sus
poderes son insuficientes o no desempeña correctamente el mandato; para esto se nombra un
curador.
En un juicio de ausencia simple, el juez no declara muerta a la persona, si no que dice que está
ausente.
El artículo 79 protege los bienes del ausente diciendo que: “Ausencia simple. Si una persona ha
desaparecido de su domicilio, sin tenerse noticias de ella, y sin haber dejado apoderado, puede
designarse un curador a sus bienes si el cuidado de éstos lo exige. La misma regla se debe aplicar si
existe apoderado, pero sus poderes son insuficientes o no desempeña convenientemente el
mandato.”
El artículo 82 establece el procedimiento a llevarse a cabo ante la ausencia de una persona, este
dice: “Procedimiento. El presunto ausente debe ser citado por edictos durante cinco días, y si
vencido el plazo no comparece, se debe dar intervención al defensor oficial o en su defecto,
nombrarle un defensor al ausente. El Ministerio Público es parte necesaria en el juicio.
Si antes de la declaración de ausencia se promueven acciones contra el ausente, debe
representarlo el defensor.
En caso de urgencia, el juez puede designar un administrador provisional o adoptar las medidas
que las circunstancias aconsejan.”
Es de buena práctica citar al ausente por cédula en su último domicilio conocido. Por otro lado, a
pesar de que el Código no especifica los órganos en los cuales deben hacerse las publicaciones de
los edictos, estas se harán en el Boletín Oficial y en un diario de amplia difusión del lugar del
domicilio del ausente.
Si habiendo publicados lo edictos el ausente no se presentare, el juez dará intervención al
defensor oficial, el cual tomará intervención en las acciones que se promuevan contra el ausente
antes de su declaración.
Cuando la protección de los bienes del ausente no pueda dilatarse hasta la designación del
curador (ej. Cosechas que se pudren), el juez podrá ordenar que se tomen medidas para preservar
los bienes y hasta podrá designar un administrador provisional para promover su cuidado. (Art. 82
in fine).
Tal como lo dice el artículo 83, luego de oír al defensor y comprobar los extremos legales, el juez
puede declarar la ausencia y designar un curador:
ARTICULO 83.- Sentencia. Oído el defensor, si concurren los extremos legales, se debe declarar la
ausencia y nombrar curador. Para la designación se debe estar a lo previsto para el discernimiento
de curatela.
El curador sólo puede realizar los actos de conservación y administración ordinaria de los bienes.
Todo acto que exceda la administración ordinaria debe ser autorizado por el juez; la autorización
debe ser otorgada sólo en caso de necesidad evidente e impostergable.
Los frutos de los bienes administrados deben ser utilizados para el sostenimiento de los
descendientes, cónyuge, conviviente y ascendientes del ausente.”
La curatela será discernida a favor del cónyuge, conviviente, hijos, padres o hermanos de la
persona, dependiendo quién tenga mayor aptitud para desempeñar el rol adecuadamente.
La declaración de ausencia NO genera la suspensión de la responsabilidad parental.
La conclusión de la curatela según el artículo 84 se dará cuando:
“Termina la curatela del ausente por:
b) su muerte;
Para algunos autores, la curatela debe cesar cuando se tienen noticias del ausente o cuando
reaparece en un lugar distinto de los bienes. Por otro lado, otros autores sostienen que la curatela
debe seguir su curso hasta que el ausente no se presente ni reclame el gobierno de su patrimonio
o al menos esté en condiciones de hacerlo; ya que la finalidad de la ley es la protección de los
bienes del ausente.
Presunción de fallecimiento
La legislación argentina también prevé en el Código Civil y Comercial la presunción por
fallecimiento, que se da cuando la ausencia de una persona se prolonga por mucho tiempo o la
desaparición se ha producido en causas excepcionales, por lo que es razonable deducir que la
persona ha fallecido. El Código organiza un procedimiento por vía judicial, que garantiza la defensa
de los intereses del ausente y permite dar continuidad adecuada a su patrimonio.
No hace falta haber declarado ausente a la persona para iniciar el juicio por presunción de
fallecimiento.
Según el CC y C, pueden darse tres casos de presunción de fallecimiento:
1 – Caso ordinario, regulado en el artículo 85: “ARTICULO 85.- Caso ordinario. La ausencia de una
persona de su domicilio sin que se tenga noticia de ella por el término de tres años, causa la
presunción de su fallecimiento aunque haya dejado apoderado.
El plazo debe contarse desde la fecha de la última noticia del ausente.”
Esto quiere decir que para realizar un juicio de presunción de fallecimiento se debe tener como
primer requisito un plazo de 3 años de ausente la persona, además de que posea bienes que
deban ser cuidados. Por otro lado, el ausente debe tener domicilio en Argentina, por el contrario
la declaración no puede ser expedida por nuestros tribunales.
2 – Casos extraordinarios genéricos, regulado en el artículo 86 inc. a): “ARTICULO 86.- Casos
extraordinarios. Se presume también el fallecimiento de un ausente:
a) si por última vez se encontró en el lugar de un incendio, terremoto, acción de guerra u otro
suceso semejante, susceptible de ocasionar la muerte, o participó de una actividad que implique el
mismo riesgo, y no se tiene noticia de él por el término de dos años, contados desde el día en que
el suceso ocurrió o pudo haber ocurrido;”
Como se puede advertir, en estos casos el plazo se reduce a dos años, ya que se agrega una
circunstancia especial en la cual la persona desapareció, que debe ser un hecho con riesgo de
muerte.
3 – Casos extraordinarios específicos, regulados en el artículo 86 inc. b): “b) si encontrándose en
un buque o aeronave naufragados o perdidos, no se tuviese noticia de su existencia por el término
de seis meses desde el día en que el suceso ocurrió o pudo haber ocurrido.”
En estos casos el plazo se reduce aún más y pasa a ser de 6 meses, ya que la circunstancia en la
cual se dio la presunta ausencia de la persona es particularísima y como tal hace rozar al ausente
con su muerte, por lo que las posibilidades de sobrevivir son mínimas.
Para determinar el día presuntivo del fallecimiento, se deben seguir ciertas pautas:
ARTICULO 90.- Día presuntivo del fallecimiento. Debe fijarse como día presuntivo del fallecimiento:
b) en el primero de los casos extraordinarios, el día del suceso, y si no está determinado, el día del
término medio de la época en que ocurrió o pudo haber ocurrido;
c) en el segundo caso extraordinario, el último día en que se tuvo noticia del buque o aeronave
perdidos;
d) si es posible, la sentencia debe determinar también la hora presuntiva del fallecimiento; en caso
contrario, se tiene por sucedido a la expiración del día declarado como presuntivo del
fallecimiento.
Ejemplo de caso ordinario: supongamos que la desaparición data el 1 de marzo del 2010. Para que
proceda el pedido de declaración por fallecimiento presunto deben pasar 3 años, los que se
cumplirían el 1 de marzo de 2013. La ley dice que para el caso ordinario el día presuntivo del
fallecimiento será el último día del primer año y medio. En consecuencia, en el ejemplo será el 30
de septiembre del 2011.
Ejemplo de caso extraordinario específico: supongamos que el ausente se encontró en el lugar de
un terremoto ocurrido el 21 de septiembre de 2014; esta fecha será el día presuntivo de
fallecimiento.
Si no estuviese determinado el día del suceso, el día presuntivo de fallecimiento sería el día del
término medio de la época en el que el suceso ocurrió o pudo haber ocurrido. Supongamos
entonces una acción de guerra ocurrida entre el 1 y el 5 de septiembre de 2014; el término medio
es el 3 de septiembre del 2014 y ese será el día presuntivo de fallecimiento.
Dadas las peculiaridades que presenta la situación de muerte presunta, debe preverse la
reaparición del ausente, por ello la entrega de los bienes a los herederos debe rodearse de ciertas
garantías. El artículo 91 establece:
ARTICULO 91.- Entrega de los bienes. Inventario. Los herederos y los legatarios deben recibir los
bienes del declarado presuntamente fallecido, previa formación de inventario. El dominio debe
inscribirse en el registro correspondiente con la prenotación del caso; puede hacerse la partición de
los bienes, pero no enajenarlos ni gravarlos sin autorización judicial.
Si entregados los bienes se presenta el ausente o se tiene noticia cierta de su existencia, queda sin
efecto la declaración de fallecimiento, procediéndose a la devolución de aquéllos a petición del
interesado.
Con la denominación “prenotación del caso” la ley en el artículo 92, se refiere a que los herederos
no pueden tocar los bienes hasta transcurridos 5 años desde el presunto fallecimiento u 80 años
desde el nacimiento de la persona. Transcurrido ese tiempo, los herederos pueden disponer de los
bienes. Si aparece el ausente queda sin efecto la declaración de presunto fallecimiento y se le
devuelven los bienes a su pedido. Los frutos aflorados pueden quedárselos los herederos si fueron
de buena fe o deben devolvérsele al ausente si fueron de mala fe.
ARTICULO 92.- Conclusión de la prenotación. La prenotación queda sin efecto transcurridos cinco
años desde la fecha presuntiva del fallecimiento u ochenta años desde el nacimiento de la persona.
Desde ese momento puede disponerse libremente de los bienes.
Si el ausente reaparece puede reclamar:
a) la entrega de los bienes que existen en el estado en que se encuentran;
b) los adquiridos con el valor de los que faltan;
c) el precio adeudado de los enajenados;
d) los frutos no consumidos.
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