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I.- Testamento: concepto. Caracteres (arts 2462 y 2465). Testamentos conjuntos: simultáneos, recíprocos y
correspectivos (art 2465, último párr). Obligación de denunciar la existencia del testamento (art2471)
Concepto
El testamento es el instrumento al que el CCCN le atribuye la idoneidad para regular la sucesión por la
voluntad del causante.
En la normativa anterior se definía el testamento como el acto escrito, celebrado con las solemnidades de la
ley, por el cual una persona dispone del todo o parte de sus bienes para después de su muerte (art 3607 CC)
El art 2462 del CCCN determina la función que puede cumplir el testamento: “Las personas humanas pueden
disponer libremente de sus bienes para después de su muerte, respetando las porciones legítimas
establecidas en el Título X de este Libro, mediante testamento otorgado con las solemnidades legales; ese
acto también puede incluir disposiciones extrapatrimoniales”.
La definición anterior ponía de resalto que debía tratarse de un acto escrito, mientras que en la nueva norma
no se menciona aunque es indudable que debe revestir esa forma, ya que no son admitidos los testamentos
verbales.
En la actualidad la expresión de la última voluntad podría plasmarse en grabaciones, video, medios
informáticos, pero no existe norma expresa que permita disponer de los bienes para después de la muerte
por alguno de esos medios.
El art 2462 parece incurrir en una contradicción al establecer que las personas humanas pueden disponer
libremente de sus bienes, pero a continuación le impone dos limitaciones a esa libertad, a) cuando existen
legitimarios la disposición de los bienes no es libre porque debe respetar sus legítimas, quedando la
posibilidad de decidir el destino sólo de la porción disponible; y b) todos los testamentos deben respetar las
solemnidades establecidas para la forma de testar que elija el causante, puesto que si no se cumpliera con
ellas, el testamento es nulo (art 2467, inc b, CCCN).
Ambas definiciones destacan que el objeto principal del testamento es disponer de los bienes para después
de la muerte.
La implementación de esa disposición puede tener la forma de una institución de heredero, de instituir
heredero de cuota, de establecer legados, la constitución de un fideicomiso o de imponer cargos.
También pueden surgir del testamento formas indirectas de disponer de los bienes como cuando se dispensa
de la obligación de colacionar, se hace la partición o se impone la indivisión de la herencia, entre otros.
A ello cabe agregar que el testador puede revocar el testamento anterior y en caso de no incluir en ese
nuevo testamento otras disposiciones, la sucesión se deferirá de acuerdo a la ley.
Se ha agregado en la definición actual que el testamento puede incluir disposiciones de contenido
extrapatrimonial que ya era admitido legal y doctrinariamente. Podemos mencionar dentro de este tipo, el
reconocimiento de un extramatrimonial, la designación de tutor o curador, el nombramiento de albacea, la
disposición de honras fúnebres y el destino del cadáver y la donación de órganos para transplantes.
Además aunque no tengan efectos jurídicos, el testamento suele contener consejos, recomendaciones o
declaraciones de afectos, lo que pone en evidencia que su contenido es fundamentalmente pero no
exclusivamente patrimonial.
Caracteres.
Es un acto jurídico porque encuadra dentro del concepto que trae el art 259 cuando lo define como el acto
voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o
situaciones jurídicas, ya que es evidente que mediante el testamento se produce la adquisición de derechos
con posterioridad al fallecimiento del testador.
Es corroborado por el art 2463 del CCCN, en cuanto remite a la aplicación de las reglas establecidas para los
actos jurídicos salvo que sean modificadas por las disposiciones de este título.
Es un acto unilateral porque se perfecciona con la sola voluntad del testador. No requiere la voluntad de los
beneficiaros de sus disposiciones que, en su momento, es decir, después de la muerte del causante, podrán
aceptar la herencia o legado, pero el testamento en sí mismo ya ha quedado perfeccionado.
Es un acto de última voluntad, ya que sus disposiciones cobran existencia y efectos jurídicos recién luego del
fallecimiento del disponente.
Como acto jurídico se perfecciona en el momento que es otorgado, pero sus efectos son supeditados al hecho
futuro del fallecimiento del testador. Nadie puede invocar un derecho emanado del testamento hasta que
ocurra la muerte del testador. Esto es así porque debe expresar su última voluntad y mientras viva puede ser
libremente revocado (art 2511 CCCN).
Es un acto solemne, como indica la norma, el testamento, para su validez, debe ser "otorgado con las
solemnidades legales", que el Código determina para cada tipología. Los defectos de forma traen aparejada
su nulidad (art. 2467, inc. b).
Es un acto revocable, el testamento, como expresión de última voluntad, es esencialmente revocable.
La única excepción tanto a la irrevocabilidad como al efecto post Morten se encuentra en el reconocimiento
de un hijo extrapatrimonial que allí se hubiera realizado, ya que no puede quedar sin efecto aunque el
testamento se revoque y el emplazamiento es inmediato sin tener que esperar a la muerte del testador (arts
571 inc c y 573 CCCN). Dicho acto debe ser instrumentado por escrito para producir efectos jurídicos.
Hay dos posiciones respecto de de cuando produce efectos, a) a partir de que el acto de reconocimiento se
realiza; y b) se producen después de la muerte del causante. Barrilis adhiere a la posición b sosteniendo la
privacidad y libertad individual.
Es un acto personalísimo, el testamento instrumenta la voluntad del testador que regula la transmisión de
sus bienes para después de su muerte y es evidente que debe tratarse de la expresión de su propia voluntad
sin que pueda delegar su redacción a otra persona.
Así lo menciona el art 2465 del CCCN “Las disposiciones testamentarias deben ser la expresión directa de la
voluntad del testador… La facultad de testar es indelegable. Las disposiciones testamentarias no pueden
dejarse al arbitrio de un tercero…”.
Es un acto individual, así lo dispone el art. 2465 in fine “No es válido el testamento otorgado conjuntamente
por dos o más personas.
Es un acto autosuficiente, sus disposiciones deben bastarse a sí mismas y la prueba del cumplimiento de los
formalismos solemnes debe resultar del mismo testamento. (art 2465 CCCN)
Es un acto formalmente indivisible, pero en cuanto a su contenido, es divisible.
Testamento conjunto: cuando dos o más personas otorguen su testamento en el mismo acto testamentario,
es decir, cuando sus voluntades constituyan una unidad intelectual.
El CCCN reproduce la prohibición de los testamentos conjuntos, los hechos en el mismo acto por dos o más
personas, que había establecido Vélez en el art. 3618. La razón de ser de esta prohibición radica en:
-Reafirmar el carácter de acto jurídico unilateral que tiene el testamento.
- Garantizar la espontaneidad de la voluntad; dado que ésta, en un testamento
Conjunto, supondría un previo acuerdo y una influencia recíproca de voluntades, afectando así la libertad de
testar.
- Evitar el ataque a la libertad de revocación del testamento; dado que el acuerdo de hacer el testamento
supondría acuerdo también de ser revocado de común consentimiento.
Testamento recíproco: el testamento recíproco es una modalidad del conjunto, sólo que aquí ambos
testadores se instituyen como herederos unos de otros, es decir, recíprocamente (Ej.: Juan Espinóla y Martín
Barreda, en este testamento, nos instituimos recíprocamente herederos universales de todos nuestros
bienes).
Testamento simultáneo: es aquél redactado por dos testadores en el mismo papel (uno a continuación del
otro, o en el anverso y el reverso de la misma hoja), pero que pueden ser individualizados uno del otro, por
más que en dichos testamentos un testador, instituya al otro y éste al primero.
Tales testamentos son perfectamente válidos, porque cada uno de ellos es independiente y podría luego ser
revocado libremente, sin afectar al otro. Lo que está prohibido es que dos personas hagan su testamento en
el mismo acto.
Lo que la ley prohíbe es que el testamento sea conjunto; no que dos testamentos se hagan en el mismo
instrumento, por ejemplo uno a continuación del otro. Lo relevante es que mantenga su independencia
intelectual.
En síntesis el testamento simultáneo es válido aunque sea recíproco, pero el testamento simultáneo
realizado de manera conjunta es nulo.
Puede suceder que los beneficiarios de un testamento ignores su existencia y para solucionar esa
circunstancia se ha impuesto la obligación de comunicarlo a los interesados.
El art 2471 del CCCN ha creado esta obligación que antes no existía “Quién participa en el otorgamiento de
un testamento o en cuyo poder se encuentra, está obligado a comunicarlo a las personas interesadas, una vez
acaecida la muerte del testador”.
La obligación se ha impuesto a quien participa en el acto de otorgamiento y no puede ser otro que el
escribano interviniente en el testamento por acto público, ya que los testigos cumplen un requisito formal,
pero no pueden retener copias del testamento.
En el caso del testamento ológrafo, al ser redactado y firmado por el testador no se requiere la intervención
de otra persona.
Más amplia es la obligación que se impone a las personas en cuyo poder se encuentre el testamento, ya que
el causante puede haberlo entregado al mismo escribano o a cualquier otra persona de su confianza.
Como la obligación de comunicarlo surge a partir de la muerte del testador, habrá que determinar si el
responsable ha tomado conocimiento de este hecho que torna vigente el deber impuesto por esta norma.
Tampoco hay sanción prevista por el incumplimiento de esta obligación y cabe señalar que si ha omitido la
comunicación luego de haber tomado conocimiento de la muerte ha actuado en forma ilícita y será
responsable por los perjuicios que se pueden haber ocasionado.
Por otra parte,, en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se ha creado un Registro de Actos de
última voluntad que funciona en el Colegio de Escribanos de la Capital Federal y se ha impuesto la obligación
de esos profesionales de proceder a la inscripción de los testamentos en los que intervengan (art 161, ley
404).
Lo mismo sucede en la provincia de Buenos Aires con el Registro Testamentario que mantiene el respectivo
Colegio de Escribanos (art 178 decreto-ley 9020/78).
También el Colegio Público de Abogados en la ciudad de Buenos Aires tiene un testamento ológrafo.
En consecuencia, será una forma de tomar conocimiento de la existencia de un testamento pedir informes a
dichos Registros para suplir la posible inacción del obligado a comunicarlo.
II.- Capacidad para testar: concepto. Ley que la rige (art 2467). Presunción legal (art 31 inc a y b)
Incapacidades (art 2464, a contrario 2467 inc c, d, e). Situación de la persona con capacidad restringida (art
32, 1º párr; 38, 39, 44, 45 inc 1º) o inhabilitada judicialmente (arts 48/29).
Presunción Legal.
El art 31 del CCCN trae reglas generales respecto de la capacidad y establece: “La restricción al ejercicio de la
capacidad jurídica se rige por las siguientes reglas generales:
a) la capacidad general de ejercicio de la persona humana se presume, aun cuando se encuentre internada en
un establecimiento asistencial;
b) las limitaciones a la capacidad son de carácter excepcional y se imponen siempre en beneficio de la
persona;
Incapacidades.
- Incapacidad por falta de edad requerida: se ha mantenido que la capacidad para testar se adquiere a los
dieciocho años, pero la diferencia es que antes ésta era una edad especial, menor que la referida a la plena
capacidad civil, mientras que en la actualidad ambas coinciden.
Ello es así porque el art 2464 establece: “Pueden testar las personas mayores de edad al tiempo del acto”.
Esta disposición debe ser complementada con el art 25 del CCCN en tanto declara que menor de edad es la
persona que no ha cumplido dieciocho años.
El art. 3614 del Código de Vélez expresaba que "no pueden testar los menores de dieciocho años de uno u
otro sexo ", en concordancia con la antigua mayoría de edad que se adquiría a los veintiún años. La facultad
de testar era una de las que la ley le confería, como apertura de su capacidad restringida, al menor adulto
(art. 55 Código anterior).
Si bien la edad en que se adquiere la capacidad para testar, 18 años, no ha cambiado, debemos destacar una
importante superación en materia interpretativa, máxime aún con la eliminación en el actual cuerpo
legislativo de una norma similar al antiguo art. 286 del Código de Vélez, reformado por la ley 23.264 que,
según lo entendía cierta doctrina minoritaria, habilitaba a la persona a testar en su status de menor adulto,
vale decir, a partir de los 14 años (Borda).
Con respecto a los menores emancipados por matrimonio (art. 27), entendemos que, pese a que el acto de
testar no está incluido en las limitaciones del los arts. 28 y 29, tienen vedado hacerlo, en virtud del art. 2463,
que otorga al presente precepto legal un carácter preeminente sobre las reglas generales.
Coherente con la nueva mayoría de edad, introducida al anterior Código por la ley 26.579 y que se mantiene
en el actual (art. 25) se ha abandonado la fórmula de "no pueden testar los menores de dieciocho años",
cuando la realización de ese acto representaba una permisión al menor adulto en la franja comprendida
entre los 18 y los 21 años; por la de "pueden testar las personas mayores de edad al tiempo del acto".
- Privados de Razón: en la legislación derogada, el tema de la aptitud mental para otorgar un testamento
había sido objeto de una controversia doctrinaria en la interpretación de la expresión “perfecta razón” que
traía el art 3615 del Código Civil derogado.
En la actualidad, se ha dispuesto que es nulo el testamento que ha sido otorgado por persona privada de la
razón en el momento de testar (art 2467, inc c CCCN).
La referencia a la situación de la falta de razón se encuentra en el art 32 que alude a las personas con
capacidad restringida o con incapacidad “El juez puede restringir la capacidad para determinados actos de
una persona mayor de 13 años que padece un adicción o una alteración mental permanente o prolongada,
de suficiente gravedad, siempre que estime que el ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a
su persona o a sus bienes…
Por excepción, cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar con su
entorno y expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema de apoyos
resulte ineficaz, el juez puede declarar la incapacidad y designar un curador”.
Como se puede apreciar, tanto en algunos supuestos de restricción de capacidad como en los casos de
incapacidad, es posible que una persona se encuentre privada de la razón.
Poe ese motivo, será necesario determinar en cada caso concreto si el testador gozaba de discernimiento al
momento de testar o bien, por el contrario, si en esa oportunidad estaba privado de razón.
En definitiva, como el testamento es un acto jurídico y como tal un acto voluntario, debe haber gozado el
testador de discernimiento, intención y libertad, como lo requiere el art 260 del CCCN.
A su vez, es involuntario por falta de discernimiento el acto de quien al momento de realizarlo, está privado
de razón (art 261 inc a CCCN).
Cuando la persona que otorgó el testamento había sido judicialmente declarada incapaz, también se lo
sanciona con nulidad.
Sin embargo, se mantiene la excepción anterior referida a los intervalos lúcidos.
Así surge del art 2467 inc d del CCCN: “Es nulo el testamento… d) por haber sido otorgado por persona
judicialmente declarada incapaz. Sin embargo, ésta puede otorgar testamento en intervalos lúcidos que sean
suficientemente ciertos como para asegurar que la enfermedad ha cesado por entonces”.
Por ello, la declaración judicial de incapacidad no inhabilita de pleno derecho para testar, ya que aún en ese
caso, podrá otorgar el testamento si se encuentra en un intervalo lúcido.
La norma lo define como un período suficientemente cierto como para asegurar que la enfermedad ha
cesado por entonces.
Esa caracterización, similar a la que existía en la legislación anterior, exige que sea un lapso de salud entre
dos épocas de privación de la razón.
Dependerá, entonces, de la enfermedad que haya provocado la privación de la razón y de la posibilidad de
que remita durante un tiempo permitiendo que en ese lapso se goce de discernimiento, para que pueda ser
realizado el testamento en forma válida.
La carga de la prueba de la falta de razón recae sobre la persona que impugna el testamento (art 2467 inc c
CCCN).
Por el contrario, en el caso de la incapacidad declarada, quien alegue que el testador se encontraba en un
intervalo lúcido deberá acreditar esa circunstancia.
Será, pues, una cuestión de prueba determinar en cada caso si hubo una privación de la razón o bien si se
encontraba el testador en un intervalo lúcido.
En algunos casos será difícil su determinación con precisión, como ocurre con los estados fronterizosos, los
semialineados, los dementes seniles, los procesos arterioscleróticos en los que la forma peculiar de
manifestarse la enfermedad hace muchas veces incierta la constatación del discernimiento necesario como
para que el testamento sea válido.
Esto significa que no cualquier anormalidad será suficiente como para acreditar la falta de razón sino que la
prueba debe ser inequívoca.
Los trastornos físicos o la dificultad para escribir producida por la edad o por alguna enfermedad, o la falta de
precisión al redactar las disposiciones, no acreditan necesariamente la falta de discernimiento.
La prueba pericial post Morten pierde mucho valor porque se extraen, por lo general, conclusiones acerca de
la situación en que se pudo haber encontrado el testados en vida y su fuerza de convicción dependerá de la
contundencia de ese dictamen.
Por el contrario, si los médicos que atendieron en vida al causante declaran como testigos acerca del estado
de salud mental del testador en la época coincidente con la redacción del acto, tendrán una importancia
relevante a la hora de adoptar una decisión sobre nulidad del testamento.
A su vez, la prueba testimonial no puede limitarse a pretender probar, genéricamente, que el testador estaba
privado de razón, sino que tiene que referirse a hechos concretos de los cuales pueda extraerse esa
conclusión.
La declaración del escribano público ante quien se otorgó el testamento, manifestando que el testador se
encontraba en perfecta razón no es decisiva, ya que se trata de un conocimiento que escapa a su idoneidad
profesional.
Como toda persona se presume que tiene capacidad de ejercicio (art 31 inc a, CCCN), en caso de duda debe
estarse a la validez del testamento.
Dejando de lado la incapacidad para testar de los sordos mudos que no sabían leer ni escribir, el art 2467 inc
e del CCCN dispone: “Es nulo el testamento… e) por ser el testador una persona que padece limitaciones en su
aptitud para comunicarse en forma oral y, además, no saber leer ni escribir, excepto que lo haga por escritura
pública con la participación de un intérprete en el acto”.
Esto significa que será incapaz para otorgar un testamento ológrafo la persona que no pueda comunicarse
verbalmente y tampoco por escrito, ya que sólo se permite realizar un testamento por acto público en la
medida en que su forma de hacer conocer su voluntad pueda ser interpretada por alguien que cuente con la
idoneidad para hacerlo.
Normalmente la persona que no sabe leer tampoco sabe escribir y contar con la habilidad para una de estas
actividades por lo general va unidad a la otra.
Como el testamento ológrafo requiere la escritura íntegra por parte del testador quien no sepa hacerlo no
podrá utilizar esta forma de testar.
Cuando no pueda expresarse en forma oral ni sepa leer y escribir sólo tiene la alternativa de testar por acto
público siempre que tenga una forma de expresar la voluntad que pueda ser interpretada.
III.- Voluntad manifestada en testamento: aplicación de las reglas generales que rigen los actos jurídicos
(art 2463). Interpretación (art 2470). Admisibilidad de pruebas ajenas al testamento.
Interpretación
Interpretar un acto jurídico es establecer su verdadero sentido y alcance. Supone una voluntad incierta o
confusa de la voluntad que ha intentado por medio del acto jurídico obtener un efecto determinado
(Llambías).
En el Código Civil anterior no existían normas referidas a la interpretación de los testamentos lo que había
originado una seria de pautas elaboradas por la doctrina y aceptadas por la jurisprudencia a ese fin.
Lo relevante cuando se intenta interpretar un testamento es desentrañar la verdadera voluntad del testador
de acuerdo a lo resulta de todo el conjunto de sus disposiciones.
El Art. 2470 del CCCN establece: “Las disposiciones testamentarias deben interpretarse adecuándolas a la
voluntad real del causante según el contexto total del acto. Las palabras empleadas deben ser entendidas en
el sentido corriente, excepto que surja claro que el testador quiso darles un sentido técnico. Se aplican, en
cuanto sean compatibles, las demás reglas de interpretación de los contratos”.
Puede suceder que frente a un testamento determinado, no existan dudas acerca del contenido y alcance de
sus disposiciones, en cuyo caso, deberá estarse al texto de las mismas.
Pero también puede ocurrir que dichas cláusulas hayan sido redactadas en forma incompleta u oscura de tal
modo que no se pueda conocer, en principio, el contenido y alcance del testamento.
Una de las pautas que surgen de la norma es que el testamento debe ser interpretado en su totalidad, ya que
es posible desentrañar la voluntad del testador relacionando una cláusula con otra para develar lo que el
causante quiso efectivamente disponer.
Otra de las directivas es que las palabras deben tomarse en el sentido corriente salvo que surja en forma
indubitable que el testador les ha asignado un valor específico.
Esto significa que será posible apartarse del sentido literal de las palabras empleadas cuando éstas hayan
sido utilizadas habitualmente por el testador con otro alcance o cuando constituyan un error técnico, como
por ejemplo, cuando dispone que lega y en realidad está instituyendo heredero.
La remisión que se hace a las normas de la interpretación de los contratos obliga a analizar su contenido que
se encuentra establecido en los arts 1061 y 1068.
En ellos se destaca que para interpretarlo debe tomarse en cuenta la intención en este caso del testador y la
buena fe; que si la cláusula es restrictiva debe estarse a la literalidad de los términos utilizados; que las
palabras empleadas deben entenderse en el sentido que les da el uso general, excepto que tengan un
significado específico que surja de la ley; que las cláusulas se deben interpretar las unas por medio de las
otras, atribuyéndoles el sentido apropiado al conjunto del acto; que en caso de duda sobre la eficacia de una
cláusula debe interpretarse en el sentido de darle efecto y si hay varias interpretaciones posibles
corresponde entenderla con el alcance más adecuado al objeto del testamento; y finalmente, si persisten las
dudas, debe interpretarse en el sentido menos gravoso para el heredero.
A la luz de todas estas directivas es posible señalar que cuando existan disposiciones aparentemente
contradictorias habrá que tratar de conciliarlas y si ello no es posible ninguna puede prevalecer sobre las
restantes.
Esta regla merece una aclaración. Es posible que el testador haya realizado institución de herederos en dos o
más cláusulas diferentes o haya legado un mismo bien a varias personas también en diversas disposiciones.
En tal caso, habrá que analizar si se ha tratado de disposiciones hechas en conjunto y entre los cuales existirá
el derecho de acrecer ( art 2489 CCCN) o si hay una contradicción insalvable y la última revoca a la anterior.
Otra pauta interpretativa consiste en lo que se denomina el favor testamenti; esto quiere decir que si una
disposición puede ser interpretada de tal manera que sea válida y de otra manera que apareje su nulidad,
debe aplicarse la primera interpretación-
Desde otro punto de vista hay que tener en cuenta que, como principio general, para realizar la labor
interpretativa de un testamento hay que recurrir a su contenido, pero como excepción puede ser admitida la
prueba extrínseca.
Esta prueba extraña al testamento debe estar destinada a completar el alcance de alguna disposición, pero
no a contradecir su contenido. Por ejemplo, si se ha instituido heredera a la enfermera que lo atendió luego
de una operación, se podrá utilizar todo medio de prueba para acreditar quién es esa persona; pero no se
podrá recurrir a esos medios para tratar de demostrar que en realidad quiso instituir a otra persona.
Lo mismo ocurre para develar el sentido en el que el testador utilizada determinadas expresiones o para
hacer referencia a determinados beneficiarios o bienes.
Por último, cabe consignar que la voluntad que hay que establecer es la que tuvo el causante al momento de
hacer el testamento y no otra, aunque pudiera demostrar que ella ha variado con posterioridad a su
redacción.
IV.- Forma de los testamentos: ley que la rige (arts 2472 y 2649). Testamento otorgado en el extranjero (art
2645). Fundamento de las formalidades. Formas de los diversos tipos de testamento, observancia de las
mismas (art 2473), y sanción por su incumplimiento (art 2474). Confirmación del testamento nulo por
defecto de forma (art 2475). Eficacia de los mismos. Firma (art 2476).
Fundamento de las formalidades. Forma de los diversos tipos de testamento, observancia de las mismas.
Cuando se analizó el concepto de testamento se hizo referencia al carácter formal y solemne del acto.
El carácter formal del testamento alude a las distintas especies de testamento que son contempladas en el
CCCN.
Las formalidades o solemnidades de cada forma de testar se encuentran expresamente especificadas al
detallarse los recaudos que deben cumplir. Por ellos, son los requisitos que se exigen para que se constituyan
una de las formas testamentarias.
El art 2473 del CCCN distingue claramente estos conceptos, aunque más adelante no mantiene ese criterio:
“El testamento puede otorgarse sólo en alguna de las formas previstas en este Código. Las formalidades
determinadas por la ley para una clase de testamento no pueden extenderse a las de otra especie.
La observancia de las solemnidades impuestas debe resultar del mismo testamento, sin que pueda suplir por
prueba alguna”.
Respecto de las formas reconocidas por el CCCN establece el testamento ológrafo y por acto público.
Se han derogado el testamento cerrado y los testamento especiales como el testamento militar, el marítimo
y los casos particulares de testamento por acto público como el hecho en los pueblos de campaña o en la
campaña o en caso de peste o epidemia.
Queda también el testamento consular previsto en el art 2646 y el testamento aeronáutico contemplado en
el art 85 del CA que no ha sido derogado.
Por ejemplo, una forma testamentaria es el testamento ológrafo; una formalidad es que debe ser escrito de
puño y letra por el testador.
La falta de forma, es decir, la utilización de un testamento que no es admitido por la ley, trae aparejada la
inexistencia del testamento. Las solemnidades del testamento tienen que presentarse dentro del mismo
testamento, ya que no podrá recurrirse a la prueba de ninguna naturaleza para pretender esos requisitos.
Esto significa que si, por ejemplo, un escribano no ha hecho constar que estaban presente los dos testigos
requeridos para el testamento por acto público, no podrá acreditarse por ninguna otro medio de prueba.
A pesar de lo determinante que es esta norma, que coincide con la legislación anterior, la jurisprudencia ha
atenuado su rigor al entender “los preceptos formales no son para trabar ni restringir la voluntad del
testador sino para precisar que declaraciones constituyen su voluntad definitiva, pues estas formas no son un
fin en sí mismas y el más alto deber de los jueces es hacer que la intención del causante no se estrelle contra
esos preceptos”.
V.- Testamento ológrafo: concepto; requisitos (art 2477). Escritura en otros documentos del testador.
Influencia de escritura por mano extraña. Fecha incompleta, falta de fecha, fecha errónea o falsa (art
2477). Eficacia del testamento ológrafo: pericia caligráfica y protocolización (art 2339, 2º párr).
Concepto; requisitos.
No se han introducido modificaciones sustanciales respecto de las formalidades del testamento ológrafo sino
que tan sólo se ha mejorado la redacción.
El testamento ológrafo se encuentra definido en la primera parte del art 2477 del CCCN “El testamento
ológrafo debe ser íntegramente escrito con los caracteres propios del idioma en que es otorgado, fechado y
firmado por la mano misma del testador…”.
De este concepto surgen las formalidades del testamento ológrafo que son la escritura de la mano del
testador, la fecha y su firma, además por supuesto de las disposiciones de bienes en cuanto a su contenido.
Como decía Vélez en la nota del art 3639 del Código Civil derogado, no todo escrito, datado y firmado por su
autor es un testamento válido, sino que todo testamento escrito, datado y firmado será válido.
Ventajas e inconvenientes.
Esta es la forma más sencilla de testar por cuanto se puede efectuar en cualquier momento y sin otra
intervención que la del propio testador.
Además, debe añadirse que por esa peculiaridad no tiene ningún costo.
De este modo, el testador puede meditarlo todos los días, leerlo, estudiarlo y rehacerlo cuando quiera y sin
que nadie sepa si ha testado o no.
En cuando a los inconvenientes puede señalarse su fácil destrucción por quien no resulta ser beneficiario o la
posibilidad de la captación de la voluntad al no intervenir profesionales ni terceros extraños que puedan
constatar la libre disponibilidad del testador.
Por otra parte, la falta de intervención de profesionales puede ocasionar una redacción deficiente de sus
disposiciones, ya que es posible que se dicte alguna cláusula nula o bien de difícil interpretación.
Sin embargo, a pesar de estos inconvenientes, el testamento ológrafo es una forma muy utilizada para testar.
Escritura en otros documentos del testador. Influencia de escritura por mano extraña.
Uno de los requisitos esenciales del testamento ológrafo es que sea íntegramente escrito con los caracteres
propios del idioma en que es otorgado.
Hasta no hace mucho tiempo este requisito no ofrecía dificultades por cuanto cualquier medio empleado
para escribir permitía su identificación para atribuirla a quién la había realizado. Sin embargo, en la
actualidad con el desarrollo de técnicas informáticas que permiten escribir como si se tratase de un lápiz, se
presenta la dificultad de determinar si la escritura llevada a cabo de esa manera es válida para otorgar un
testamento ológrafo.
Como este método no ofrece la seguridad necesaria como para evitar la adulteración o una reproducción
idéntica, no se trata de un instrumento confiable como para realizar un testamento ológrafo.
En cuanto a la escritura hay que consignar que antes se requería que fuera hecha en caracteres alfabéticos,
mientras que ahora se exige que se haga en los caracteres propios del idioma en que es otorgado.
Esto significa que si el idioma del testador es uno de los que no se escribe con caracteres alfabéticos no
habrá inconveniente en que se realice en ideográficos, por ejemplo, como sucede con el idioma chino o
japonés.
Pero este recaudo impide que se haga en clave morse, en taquigrafía o en sistema braille porque no son los
idiomas del testador.
Cualquier tipo de letra puede utilizarse, mayúsculas, minúsculas, cursiva, de imprenta, ya que no hay
previsión en el Código, pero será importante poder determinar su autoría mediante la correspondiente
pericia que exige ahora el art 2339.
También es posible utilizar para escribir el material que haya decidido el testador como tinta, lápiz, pintura,
carbón, etc.
Es indiferente, además, el material sobre el que se realice la escritura; lo relevante es que se conserve
inalterado y permita luego la realización de la pericia correspondiente para atribuir la escritura al testador.
La jurisprudencia ha resuelto: “la circunstancia de que el medio empleado para testar, en el caso, bolsa de
polietileno dentro de la cual se encontraba el título de propiedad del único inmueble que poseía el causante,
no se el común, no le resta valor al acto siempre y cuando pueda apreciarse su seriedad, por lo que pueden
utilizarse lienzos, tablas, paredes, cartones, etc.
Si estuviese redactado en varias hojas, cada una de ellas debería estar firmada a menos que exista una unión
entre ellas que permita entender que se trata de una unidad y que existe continuidad material e intelectual
en todo su contenido.
Todos los recaudos mencionados precedentemente se refieren al aspecto material de la escritura.
Respecto de su autoría intelectual, ella debe reflejar la voluntad del testador.
Por ese motivo, el último párrafo del art 2477 del CCCN establece “…Los agregados escritos por mano
extraña invalidan el testamento, sólo si han sido hechos por orden o con consentimiento del testador”.
Si el testador ha ordenado que otro escriba el testamento en todo o en parte no se cumple con el requisito
de la escritura de su mano.
Distinta es la situación cuando lo escrito por un tercero no forma parte del testamento y no se puede atribuir
su inserción a la voluntad del testador. En este caso, se anula sólo la parte añadida por el tercero.
De no adoptarse esta solución, cualquier persona podría invalidar un testamento ológrafo agregándole una
frase de su puño y letra.
Sólo se anula el testamento cuando se pueda demostrar que los agregados realizados por un tercero
obedecen a una decisión del testador porque en tal supuesto no se cumple con la escritura íntegra por parte
del testador.
En un testamento ológrafo es posible que aparezcan correcciones, tachaduras e interlineados efectuados por
el disponente; si estas enmiendas han sido salvadas por el testador no existen dificultades, pero cuando ello
no ha ocurrido hay que determinar si las mismas no han alterado el sentido de la disposición porque en tal
caso pueden existir dudas acerca de su verdadera voluntad.
Lo relevante será establecer si dichas correcciones han sido realizadas por el propio testador, en cuyo caso
corresponde estar por la validez de las cláusulas.
Y quedará a cargo de quien alegue que las raspaduras o sobrescritos no fueron ejecutados por el testador la
prueba de la intervención de un tercero.
Firma.
Ya ha sido analizada anteriormente.
El único recaudo específico respecto del testamento ológrafo es que la firma debe estar después de las
disposiciones, art 2477 CCCN.
Por lo tanto, en principio el testamento ológrafo culmina con la firma del testador, salvo, como se expresó,
cuando la fecha aparezca con posterioridad y corresponda a la mano del testador.
Concepto.
El testamento por acto público, realizado ante un escribano, también denominado en algunas oportunidades
testamento abierto, se encontraba minuciosamente regulado en el Código de Vélez Sarsfield. Muchas de las
prescripciones de ese ordenamiento se repiten en el nuevo Código Civil unificado.
Es el que se otorga ante un escribano público y con la presencia de dos testigos hábiles.
Así resulta de la primera parte del art 2479 del CCCN “El testamento por acto público se otorga mediante
escritura pública, ante el escribano autorizante y dos testigos hábiles, cuyo nombre y domicilio se deben
consignar en la escritura…”.
Conforme resulta del art 289 del CCCN, se trata de un instrumento público y hace plena fe en cuanto se ha
realizado el acto, la fecha, el lugar y los hechos que el oficial público enuncia como cumplidos por él o ante él
hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal (art 296 inc a, CCCN).
Ventajas e inconvenientes.
Al testarse por acto público se asegura la conservación del testamento, ya que es prácticamente imposible la
destrucción de los protocolos notariales o su pérdida.
A ello cabe agregar que el escribano al tomar conocimiento de las disposiciones testamentarias podrá sugerir
precisiones técnicas que aclaren su contenido y eviten dificultades interpretativas o eventualmente su
nulidad.
También se brinda una posibilidad mayor de que sea ubicado por los beneficiarios ya que, como se señaló
anteriormente, debe ser registrado en el Registro de Actos de última voluntad en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires en el Registro de Testamento en la provincia de buenos aires, según corresponda al escribano
público que ha intervenido en el acto.
El inconveniente mayor que presenta es precisamente que las disposiciones en él contenidas quedan
expuestas al conocimiento de terceros.
Por otra parte, debido a la intervención del escribano se torna oneroso, en contraposición al testamento
ológrafo.
Requisitos y formalidades.
- Capacidad: a diferencia de lo que había establecido el Código Civil anterior, no existe normas específicas
referidas a la capacidad para otorgar el testamento por acto público.
Por el contrario, se autoriza expresamente a la persona que padece limitaciones en su aptitud para
comunicarse en forma oral para testar por acto público, si a pesar de no saber leer ni escribir, puede hacer
conocer su voluntad con la participación de un intérprete (art 2467 inc e, CCCN).
Código de Vélez respecto de la capacidad: Según el artículo 3651 no pueden usar de esta forma, el sordo, el
mudo y el sordomudo. Tal disposición ha sido objeto de justas y unánimes críticas. En el derecho francés, de
donde ha sido tomada, se explica que los mudos no puedan usar de esta forma, porque en aquella legislación
el testamento debe ser siempre dictado por el causante (art. 972, Cód. Napoleón); pero en la nuestra, el
testador puede entregarle al escribano una minuta escrita (art. 3656), de tal modo que la incapacidad del
mudo no tiene sentido. Tampoco lo tiene la del sordo, aunque se la pretenda justificar con la explicación de
que no puede oír la lectura del acto que debe hacer el escribano antes de la firma; pues, si no puede oír, en
cambio puede leer lo que está escrito, que es suficiente. Solamente los sordomudos, que no sepan darse a
entender por escrito deberían estar impedidos de testar por acto público. En cambio, los ciegos pueden
hacerlo (art. 3652).
- Habilidades del escribano: el escribano público debe actuar dentro de los límites de sus atribuciones
respecto de la naturaleza del acto y la escritura debe otorgarse dentro del territorio que se le ha asignado
para el ejercicio de sus funciones.
Para que el testamento por acto público sea legalmente otorgado, el escribano interviniente no tiene que
estar afectado por una prohibición legal para actuar.
En este sentido, el art 291 del CCCN dispone las incapacidades que pueden afectar al escribano para que el
testamento sea otorgado ante él: “Es de ningún valor el instrumento autorizado por un funcionario público en
asunto en que él, su cónyuge, su conviviente, o un pariente suyo dentro del cuarto grado o segundo de
afinidad, sean personalmente interesados”.
En consecuencia, ni el escribano ni ninguna de las personas mencionadas pueden ser beneficiarias de las
disposiciones contenidas en el testamento por acto público.
- Modos de ordenar las disposiciones: diversas son las maneras mediante las que el testador hace conocer su
voluntad al escribano para que éste la plasme en el testamento.
El art 2479 del CCCN, en su 2º párr las enuncia: “…El testador puede dar al escribano sus disposiciones ya
escritas o sólo darle por escrito o verbalmente las que el testamento debe contener para que las redacte en
la forma ordinaria. En ningún cas las instrucciones escritas pueden ser invocadas contra el contenido de la
escritura pública…”.
La elección de una de estas alternativas es facultad del testador y puede optar entre ellas con total libertad
sin que ninguna prevalezca o tenga mayores consecuencias que las otras.
En la normativa anterior se incluía la posibilidad de dictar el testamento al escribano, pero esta opción ya no
se presenta.
No es frecuente que el testador le entregue las disposiciones ya escritas que el escribano transcribirá
textualmente; tampoco es común que las disposiciones sean expresadas en forma oral porque se requiere
mayor precisión; lo habitual es que haga llegar un resumen de las disposiciones para que el profesional le dé
la redacción que corresponda.
No es necesario que el escribano conserve el texto entregado por el testador ni las minutas en las que
consten las disposiciones porque la redacción final de la escritura y su firma por parte del testador hace que
ésta constituya su voluntad aun cuando presente discrepancias con los escritos anteriores.
Es por ello que no es podrá invocar esas instrucciones contra el contenido del testamento.
Anteriormente se imponía la obligación del escribano de dejar constancia de la forma en que el testador
había hecho las disposiciones, bajo pena de nulidad, sanción que no se ha reproducido en el CCCN.
- Enunciaciones que debe contener: como se mencionó anteriormente el art 2479 última parte remite a la
aplicación de las disposiciones referidas a las escrituras públicas.
En tal sentido debe consignarse el lugar y fecha de su otorgamiento. El lugar es trascendente porque fija la
competencia territorial del escribano y además determina la ley aplicable en cuanto a las formas de testar.
Respecto a la fecha remitimos a lo dicho en el testamento ológrafo.
Debe consignar el nombre, apellido, documento de identidad, domicilio real, fecha de nacimiento y estado
de familia del otorgante del testador y si está casado, el nombre del cónyuge y si se trata de primeras o
posteriores nupcias.
Se tiene que agregar también la naturaleza del acto que se realiza y, en el caso concreto, será la mención del
testamento por acto público y desarrollar las disposiciones tanto referidas a los bienes como a cuestiones
extrapatrimoniales que pueda realizar el testador.
Además se debe individualizar los testigos de la misma manera que se hace con el otorgante del testamento.
Es frecuente que el escribano deje constancia que el otorgante se encuentra en pleno uso de sus facultades
mentales, pero no es su misión controlar ese requisito y tal expresión tendrá tan sólo el alcance de una
apreciación personal, pero no impide que en el futuro se pueda cuestionar la aptitud mental del testador
para otorgar el testamento.
- Desarrollo del acto: una vez redactada la escritura con las constancias mencionadas precedentemente, es
preciso proceder a la lectura del testamento, con la presencia de los testigos durante todo el acto.
La parte pertinente del art 2479 del CCCN establece: “…Concluida la redacción del testamento, se procede a
su lectura y firma por los testigos y el testador. Los testigos deben asistir desde el comienzo hasta el fin del
acto sin interrupción, lo que debe hacer constar el escribano…”.
Se ha eliminado la exigencia que traía la ley anterior de que los testigos debían ver al testador durante el
desarrollo del acto para constar que no se encontraba sometido a violencia.
En la norma transcripta no se menciona la firma del escribano aunque es indudable que deba asentarla
también porque así lo exige el art 305 inc f del CCCN.
El Código de Vélez establecía que: El testamento por acto público debe contener las siguientes
enunciaciones: a) El lugar y fecha (art. 3657) b) El nombre, residencia y edad de los testigos (art. 3657): bajo
pena de nulidad, de tal modo que no bastaría, por ejemplo, comprobar que el testigo residía efectivamente
en el lugar, si ello no se mencionó en la escritura. c) Conforme con los artículos 3656 Ver Texto y 3657, la
escritura debe expresar si el testador ha dictado9 al escribano su testamento o si le ha dado por escrito sus
instrucciones. d) En caso de que el testador no supiere o no pudiere firmar, debe dejarse constancia de ello,
así como también de la razón por la cual no puede hacerlo. e) Finalmente, debe expresarse que el
testamento ha sido leído en presencia de los testigos y el otorgante (art. 3658).
Firma a ruego.
Habitualmente el testador firmará la escritura por sí mismo. Sin embargo, pueden presentarse diversas
situaciones en las que otra persona tiene que firmar el testamento en su nombre.
El art 2480 del CCCN menciona esas posibilidades: “Si el testador no sabe firmar, o no puede hacerlo, puede
hacerlo por él otra persona o alguno de los testigos. En este caso los dos testigos deben saber firmar. Si el
testador sabe firmar y manifiesta lo contrario, el testamento no es válido. Si sabiendo firmar, no puede
hacerlo, el escribano debe explicitar la causa por la cual no puede firmar el testador”.
Resumiendo en una sola norma las distintas alternativas se ha dado una solución similar a la que existía con
anterioridad.
La primera alternativa es que el testador no sepa firmar en cuyo caso deberá hacerlo otra persona o un
testigo en su nombre.
Aunque la norma no lo dice, cuando sea otra persona la que firma a ruego del testador deberá ser
individualizada en la misma forma que el otorgante del acto.
Es imprescindible que el escribano deje constancia de la manifestación del testador de que no sabe firmar y
que a su ruego suscribe el testamento un tercero o uno de los testigos.
Surge implícito en esta disposición, ya que no hay mención expresa en ese sentido, que por lo menos uno de
los testigos puede no saber firmar.
Ello es así porque si un testigo firma a ruego del testador el artículo en cuestión exige que los testigos sepan
firmar.
Sin embargo esta situación se encuentra en flagrante oposición a lo establecido por el art 295 inc del CCCN
que señala que no pueden ser testigos en instrumentos públicos los que no saben firmar.
Otra alternativa es que el testador que sepa firmar, pero que no pueda hacerlo, en cuyo caso el escribano
debe dejar constancia de la causa que lo imposibilita.
No es función del escribano verificar si esa imposibilidad es real o si el motivo que se invoca implica que bajo
ninguna circunstancia se encontraría en condiciones de firmar.
La tercera posibilidad tiene lugar cuando el testador sabe firmar pero manifiesta lo contrario, en este
supuesto, el testamento es inválido aunque un tercero o un testigo hubieran firmado a su ruego.
La falsa afirmación de que no sabe firmar por parte del testador pone en evidencia que su contenido no
responde a su voluntad y, por ello, es correcta la sanción de invalidez del testamento.
Aplicando extensivamente esta solución también caería fulminado por la nulidad el caso en que sabiendo
firmar hubiera manifestado que no podía hacerlo y la causa alegada fuera falsa, no existiera o no lo
imposibilitara de suscribir el testamento.
La jurisprudencia ha aceptado las expresiones tales como que no firmó “por estar imposibilitado por una
dolencia que lo aqueja” o “por impedírselo su estado físico” aunque por su vaguedad pueden hacer difícil su
verificación posterior.
Testador que no conoce el idioma nacional, y testamento otorgados originariamente en idioma extranjero.
El CCCN en su art 302 establece: “La escritura pública debe hacerse en idioma nacional. Si alguno de los
otorgantes declara ignorarlo, la escritura debe redactarse conforme a una minuta firmada, que debe ser
expresada en idioma nacional por traductor público, y si no lo hay, por intérprete que el escribano acepte.
Ambos instrumentos deben quedar agregados al protocolo.
Los otorgantes pueden requerir al notario la protocolización de un instrumento original en idioma extranjero,
siempre que conste de traducción efectuada por traductor público, o intérprete que aquél acepte. En tal caso,
con el testimonio de la escritura, el escribano debe entregar copia certificada de ese instrumento en el idioma
en que está redactado”.
El idioma nacional argentino está repleto de palabras que no responden a una fuente directa del castellano o
español. Por ello los autores en general coinciden en que por idioma nacional debe entenderse la lengua
oficial del país, siendo en nuestro país una referencia indudable la Academia Argentina de Letras. Si las partes
no lo hablaren, debe confeccionarse una minuta firmada por ellas en presencia del escribano que da fe del
acto, y del reconocimiento de firmas que hicieran, si no lo hubieren firmado en su presencia. La minuta tiene
que estar convertida al idioma nacional por traductor público debidamente colegiado -lo que inclusive
permite la actividad posterior a la traducción de la legalización de firmas-, aunque de acuerdo a la última
jurisprudencia, puede inclusive confeccionarla un intérprete si es que el idioma es un regionalismo, o una
mezcla de estilos, etc. En el caso del presente nuevo artículo, la aceptación
del intérprete queda en poder del escribano lo que lógicamente, no puede atribuirle responsabilidad alguna,
salvo que no se haya previsto en la elección la debida prudencia establecida en el art. 1725 del presente
Código. Todo debe quedar agregado al protocolo, y además, se prevé la posibilidad que los otorgantes
requieran al notario la protocolización de un instrumento original en idioma extranjero, siempre que conste
de una traducción efectuada por traductor o intérprete según lo referido con anterioridad. La doctrina
notarial mayoritaria refiere a que la protocolización, en la actualidad, excede la acción de la mera agregación
material del documento al protocolo, para incluir además a toda actividad notarial tendiente a insertar,
transcribir, anexar, agregar e incorporar al protocolo documentos e instrumentos validos y vigentes. En el
final, se contempla la posibilidad que el escribano entregue copia certificada del instrumento en el idioma en
que está redactado.
VII.- Testamentos especiales: aeronáutico (ley 17.285, art 85); testamento consular (art 2646).
Testamento aeronáutico:
ARTICULO 85. – El comandante de la aeronave registrar en los libros correspondientes los
nacimientos, defunciones, matrimonios y testamentos, ocurridos, celebrados o extendidos a bordo y
remitir copia autenticada a la autoridad competente.
Testamento consular: está previsto en el artículo 2646 del CCCN “Es válido el testamento escrito hecho en
país extranjero por un argentino o por un extranjero domiciliado en el Estado,
ante un ministro plenipotenciario del Gobierno de la República, un encargado de negocios o un Cónsul y dos
testigos domiciliados en el lugar donde se otorgue el testamento, teniendo el instrumento la autenticación de
la legación o consulado.
El testamento otorgado en la forma prescripta en el párrafo precedente y que no lo haya sido ante un jefe de
legación, debe llevar el visto bueno de éste, si existiese un jefe de legación, en el testamento abierto al pie de
él y en el cerrado sobre la carátula. El testamento abierto debe ser siempre rubricado por el mismo jefe al
principio y al fin de cada página, o por el Cónsul, si no hubiese legación. Si no existe un consulado ni una
legación de la República, estas diligencias deben ser llenadas por un ministro o Cónsul de una nación amiga.
El jefe de legación y, a falta de éste, el Cónsul, debe remitir una copia del testamento abierto o de la carátula
del cerrado, al ministro de Relaciones Exteriores de la República y éste, abonando la firma del jefe de la
legación o del Cónsul en su caso, lo debe remitir al juez del último domicilio del difunto en la República, para
que lo haga incorporar en los protocolos de un escribano del mismo domicilio.
No conociéndose el domicilio del testador en la República, el testamento debe ser remitido por el ministro de
Relaciones Exteriores a un juez nacional de primera instancia para su incorporación en los protocolos de la
escribanía que el mismo juez designe”.
El testamento consular estaba previsto en los arts. 3636 y 3637 del Cód. Civil sustituido.
El art. 2646 unifica en una sola norma las situaciones previstas en los arts. 3636 y 3637 del Cód. Civil
sustituido, reproduciendo casi textualmente sus soluciones, aunque de la lectura comparativa pueden
apreciarse algunos cambios. El primer párrafo del art. 2646 establece que resulta válido el testamento escrito
otorgado en país extranjero por un argentino o por un extranjero domiciliado en el Estado si lo hace ante un
ministro plenipotenciario del Gobierno de la República, un encargado de negocios o un cónsul y dos testigos
domiciliados en el lugar donde se otorgue el testamento, teniendo el instrumento la autenticación de la
legación o consulado. Surgen aquí dos diferencias con la regulación del Cód. Civil sustituido: la primera es
que la norma vigente no alude a testigos "argentinos o extranjeros" sino simplemente a "testigos", y la
segunda se refiere a que la norma vigente establece que el instrumento debe contar con la "autenticación"
de la legación o consulado, y no con el "sello" como decía la reglamentación anterior.
Debe destacarse que el art. 3637 ha sido seguido al pie de la letra en el art. 2646 pero separándolo en tres
párrafos, donde se establecen los pasos a seguir. De esta forma, aquel testamento que hubiese sido
otorgado siguiendo lo dispuesto en el primer párrafo y que no lo haya sido ante un jefe de legación, debe
necesariamente llevar el visto bueno de éste. La norma establece la forma en cuanto al lugar en que debe
hacerse: en el caso del testamento abierto al pie de él, y en el supuesto del testamento cerrado sobre la
carátula. El testamento abierto debe ser siempre rubricado por el mismo jefe al principio y al fin de cada
página, o por el cónsul, en el caso de que no hubiese legación. Si no existe un consulado ni una legación de la
República, estas diligencias deben ser llenadas por un ministro o cónsul de una nación amiga.
El jefe de legación y, a falta de éste, el cónsul, debe remitir una copia del testamento abierto o de la carátula
del cerrado, al ministro de Relaciones Exteriores de la República y éste, abonando la firma del jefe de la
legación o del cónsul en su caso, lo debe remitir al juez del último domicilio del difunto en la República, para
que lo haga incorporar en los protocolos de un escribano del mismo domicilio. No hay cambios con respecto
a la regulación anterior.
Ahora bien, si no se conoce el domicilio del testador en la Argentina, el testamento debe ser remitido por el
ministro de Relaciones Exteriores a un juez nacional de primera instancia para su incorporación en los
protocolos de la escribanía que el mismo juez designe. El único cambio es que en la redacción actual el
ministro de Relaciones Exteriores debe remitir el testamento a un "juez nacional de primera instancia",
mientras que en la redacción del Cód. Civil sustituido debía enviarlo a "un juez de primera instancia de la
Capital".
VIII.- Testigo de los testamentos: aplicación de las reglas generales (arts 2481 y 295). Prohibiciones,
consecuencias.
Una de las solemnidades del testamento por acto público es que sea otorgado en presencia de dos testigos.
La necesidad de los testigos se justifica porque aseveran la regularidad del acto y que el testador ha
expresado libremente su voluntad.
El art 2481 del CCCN exige que los testigos sean capaces al tiempo de otorgarse el testamento.
A pesar de ellos, admite luego la posibilidad de que intervenga algún testigo que sea incapaz, pero en ese
supuesto se requiere que los testigos capaces sean por lo menos dos que es la solemnidad exigida.
La segunda parte del art 2481 enumera las personas que no pueden ser testigos en los testamentos y
además remite a los casos de inhabilidad para ser testigos en instrumentos públicos: “…No pueden serlo,
además de los enunciados en el art 295, los ascendientes, los descendientes, el cónyuge ni el conviviente del
testador, ni los albaceas, tutores o curadores designados en el testamento, ni los beneficiarios de alguna de
sus disposiciones…”.
La íntima vinculación con el testador o el interés en el contenido del testamento impiden que sean testigos
de ese acto.
Respecto de la remisión al art 295, allí se menciona a los incapaces de ejercicio o los sentenciados que han
sido declarados inhábiles APRA ser testigos en instrumentos públicos; los que no saben firmar; los
dependientes del oficial público y el cónyuge, el conviviente y los parientes del oficial público, dentro del
cuarto grado y segundo de afinidad.
La reforma ha simplificado, oportunamente y con muy buen criterio, ciertas limitaciones y requisitos del
texto anterior que sólo generaban complicaciones estériles y sin objetivos prácticos. Específicamente, nos
estamos refiriendo a la supresión del conocimiento de los testigos por parte del notario y la eliminación del
requisito de la vecindad.
En efecto, ya no es más obligatorio en el texto civil que el escribano declare conocer a los testigos como en el
sistema anterior, los cuales se podrán identificar ante él, al igual que el testador, de acuerdo a la manera
prevista en el art. 306 del Código para las restantes escrituras públicas, es decir mediante la exhibición de
documento idóneo, el que deberá ser individualizado y agregada al protocolo una reproducción certificada
de sus partes esenciales, sin perjuicio de la manifestación que pueda realizar el notario de que los conoce
personalmente.
También se ha suprimido el requisito obligatorio de que el testigo resida en el distrito en donde se otorga el
testamento, pudiendo tener domicilio en cualquier lugar, ya sea coincidente o no con el domicilio del
testador o de la oficina notarial.
TESTAMENTOS DEROGADOS:
Testamento cerrado: Habrá testamento cerrado cuando el testador entregue al escribano un pliego,
conteniendo las disposiciones testamentarias, dentro de un sobre cerrado, y manifestando, en presencia de
testigos, que lo escrito en el pliego es su testamento.
La capacidad para otorgar testamento cerrado se rige desde luego, por los principios generales. Pero las
características propias de esta forma imponen ciertas incapacidades peculiares; en consecuencia, no pueden
otorgar testamento cerrado:
a) Los analfabetos (art. 3665): se explica que así sea porque el testamento tiene que ser firmado por el
testador y esta firma debe ser puesta conscientemente; un analfabeto, por más que haya aprendido a
dibujar los caracteres de su nombre, no puede leer lo que signa, y por tanto, no tiene conciencia de su
contenido.
b) Los ciegos: el artículo 3665 prohíbe usar de esta forma a los que no sepan leer. Cuando la ceguera es
sobreviniente a una enfermedad o accidente, no pude decirse en rigor, que el ciego no sabe leer, sino que no
puede hacerlo. Pero, de cualquier modo, hay consenso unánime en que la ceguera, sea o no de nacimiento,
impide usar esta forma, pues se trata de que el otorgante pueda leer lo que firma y estampar
conscientemente su signatura.
En cambio, la sordera o la mudez no constituyen incapacidades (arts. 3668 y 3669). Bien entendido que el
mudo debe escribir de su puño y letra el testamento; de tal modo que si a esa inhabilidad física se une la
imposibilidad de escribir, no podría testar de esta manera.
El testamento debe estar firmado por el testador, pero no se exige que esté escrito por él. El sobre debe
estar fechado y firmado por el testador, el escribano y los testigos.
En lo que a ventajas se refiere, mantiene el secreto del testamento ológrafo, agregándole una cierta
seguridad al presentarlo al escribano y cinco testigos.
En la confección del testamento cerrado hay que distinguir las siguientes etapas:
1) escritura y firma del pliego interior que lo contiene; 2) cubertura, 3) presentación y manifestación
circunstanciada, 4) levantamiento de un acta, testigos y firma de la misma (el acta que hay que levantar en el
sobre cerrado ante escribano y cinco testigos).
Respecto del pliego interior que contiene el testamento, la ley ha establecido las siguientes formalidades:
Escritura: a diferencia del testamento ológrafo, el cerrado no exige ser escrito de puño y letra del testador
(arts. 3665). Puede ser dictado por él a un tercero o escrito a máquina.
Firma: se aplican las reglas generales. El acto de firma que dará validez al testamento cerrado es integrado
por dos firmas, una adentro (al final del pliego) y otra afuera.
El testamento cerrado, lo mismo que el ológrafo, debe ser protocolizado para que goce de autenticidad.
El testamento místico deberá abrirse ante el juez competente, que es el del último domicilio del causante
(art. 3691). Pero antes de proceder a la apertura, el escribano y los testigos deben reconocer sus firmas y las
del testador, declarando al mismo tiempo si el testamento está cerrado como lo estaba cuando aquél lo
entregó (art. 3694).
Cumplidas estas diligencias previas, se procederá como en el caso del ológrafo: el juez rubricará el principio y
el fin de cada página, lo mandará protocolizar y dará a los interesados las copias que pidiesen (art. 3695).
El testamento cerrado que no pudiese valer como tal por falta de alguna de las solemnidades que debe
tener, valdrá como testamento ológrafo, si estuviere todo él escrito y firmado por el testador.
Testamento militar: El testamento militar proviene del derecho romano. Si bien allí las formalidades eran
estrictamente rigurosas, al tratarse de un pueblo guerrero que debía cumplir numerosas campañas, los
militares fueron totalmente liberados de las formas; bastaba simplemente la expresión de la voluntad,
debidamente comprobada. Del derecho romano, esta institución ha pasado a la legislación moderna, claro
está que con las modificaciones impuestas por los tiempos, aunque su importancia en el derecho actual ha
disminuido considerablemente. Características: Solamente puede usarse de esta forma en tiempo de
guerra12 (art. 3672). No es necesario que la guerra se desarrolle fuera del territorio de la República. Puede
otorgarse en un cuartel, plaza sitiada, o guarnición siempre que se trate de época de guerra. No basta, en
cambio, la mera declaración de guerra, si no hay acciones militares y si el que pretende usar de tal forma no
está empeñado directa o indirectamente en ellas. Deben considerarse comprendidos todos los que, militares
o civiles, se encuentren empeñados en una acción guerrera (art. 3672). Valen solamente en tanto se
mantengan las condiciones excepcionales que los legitiman.
Pasados noventa días de la fecha en que cesaron, ese testamento caduca y carece de todo efecto; solamente
vale, por tanto, si el testador hubiere fallecido antes de vencido ese plazo (art. 3676).
Las formalidades requeridas para esta clase de testamento son las siguientes:
Se exige siempre que sea escrito.
Deben intervenir por lo menos dos testigos.
Debe ser otorgado ante un oficial que tenga por lo menos el grado de capitán, o ante el intendente del
ejército, o ante el auditor general.
El acto debe ser firmado por el testador, por el funcionario ante quien se otorga y por los testigos (art.
3674). Si el testador no supiere o no pudiere firmar, se hará constar esta circunstancia y firmará por él uno
de los testigos.
Puede ser otorgado como testamento cerrado y en forma ológrafa.
Debe ser protocolarizado. Para eso, el jefe de estado mayor debe remitido al Ministerio de Guerra y el
ministro de éste debe remitirlo al Juez del último domicilio del causante para que ordene su protocolización.
En este caso, la protocolización deberá ordenarse sin más trámite y sin necesidad de reconocimiento de la
firma por el oficial ante el cual se otorgó, ni por los testigos.
Testamento marítimo.: Se denomina testamento marítimo al otorgado por quien se encuentre en una
embarcación durante la navegación. El testamento no será marítimo si en el momento en que se otorgó, el
barco se hallaba en puerto donde hubiese cónsul de la República (en este caso procedería el testamento
consular).
Características:
Pueden otorgarlo únicamente quienes se encuentren navegando en un buque de bandera nacional -
integrantes de la tripulación o pasajeros-, ya sea de guerra o mercante (art. 3679 y 3683).
Si la embarcación fuera de guerra, debe ser entregado ante el comandante (art. 3679). Si la embarcación
fuera mercante, ante el capitán, sus segundos o el piloto (art. 3683).
Los requisitos formales son los siguientes: debe otorgarse por escrito; debe constar la fecha en que se hace;
el acto debe ser presenciado por tres testigos; debe contener la firma del testador, del funcionario ante
quien se ha testado y de los testigos. Si el testador no sabe o no puede firmar, se dejará constancia y firmará
por él uno de los testigos. De los testigos, al menos dos deben saber firmar; debe ser redactado en original y
duplicado constando en ambos las firmas.
Uno de los ejemplares permanecerá en poder del comandante o capitán del buque, y el otro será entregado
al agente diplomático o cónsul argentino del primer puerto a que arribe la embarcación. Si el buque volviese
a la República, uno de los ejemplares será entregado al capitán del puerto. La falta del duplicado no ocasiona
la nulidad del testamento. El testamento será custodiado entre los papeles más importantes del buque, y se
hará mención de él en el diario.
Debe ser protocolarizado. Para ello la persona que recibió el ejemplar en fierra -agente diplomático, cónsul
argentino, o capitán del puerto argentino- lo enviará al Ministerio de Marina; el ministro de marina remitirá
el testamento al juez competente –último domicilio del testador- para que lo haga protocolizar. Si no se
conociere el domicilio del testador, lo remitirá a uno de los jueces de la Capital, para que lo haga protocolizar
en la oficina que el juez disponga.
Los testamentos marítimos tienen validez sólo durante los 90 días posteriores al desembarco del testador.
No se tendrá por desembarco el bajar a tierra por corto tiempo, para reembarcarse en el mismo barco. O sea
que, si el testador falleciera antes de que se cumplan los 90 días, el testamento será válido; en cambio, si el
testador sobreviviera a este plazo, el testamento caducará (art. 3684 C.C).
Por último, dice el art. 3686: "Son nulos los legados hechos en testamento marítimo a los oficiales del buque,
si no fuesen parientes del testador".