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BOLILLA 9

I.- Testamento: concepto. Caracteres (arts 2462 y 2465). Testamentos conjuntos: simultáneos, recíprocos y
correspectivos (art 2465, último párr). Obligación de denunciar la existencia del testamento (art2471)

Concepto
El testamento es el instrumento al que el CCCN le atribuye la idoneidad para regular la sucesión por la
voluntad del causante.
En la normativa anterior se definía el testamento como el acto escrito, celebrado con las solemnidades de la
ley, por el cual una persona dispone del todo o parte de sus bienes para después de su muerte (art 3607 CC)
El art 2462 del CCCN determina la función que puede cumplir el testamento: “Las personas humanas pueden
disponer libremente de sus bienes para después de su muerte, respetando las porciones legítimas
establecidas en el Título X de este Libro, mediante testamento otorgado con las solemnidades legales; ese
acto también puede incluir disposiciones extrapatrimoniales”.
La definición anterior ponía de resalto que debía tratarse de un acto escrito, mientras que en la nueva norma
no se menciona aunque es indudable que debe revestir esa forma, ya que no son admitidos los testamentos
verbales.
En la actualidad la expresión de la última voluntad podría plasmarse en grabaciones, video, medios
informáticos, pero no existe norma expresa que permita disponer de los bienes para después de la muerte
por alguno de esos medios.
El art 2462 parece incurrir en una contradicción al establecer que las personas humanas pueden disponer
libremente de sus bienes, pero a continuación le impone dos limitaciones a esa libertad, a) cuando existen
legitimarios la disposición de los bienes no es libre porque debe respetar sus legítimas, quedando la
posibilidad de decidir el destino sólo de la porción disponible; y b) todos los testamentos deben respetar las
solemnidades establecidas para la forma de testar que elija el causante, puesto que si no se cumpliera con
ellas, el testamento es nulo (art 2467, inc b, CCCN).
Ambas definiciones destacan que el objeto principal del testamento es disponer de los bienes para después
de la muerte.
La implementación de esa disposición puede tener la forma de una institución de heredero, de instituir
heredero de cuota, de establecer legados, la constitución de un fideicomiso o de imponer cargos.
También pueden surgir del testamento formas indirectas de disponer de los bienes como cuando se dispensa
de la obligación de colacionar, se hace la partición o se impone la indivisión de la herencia, entre otros.
A ello cabe agregar que el testador puede revocar el testamento anterior y en caso de no incluir en ese
nuevo testamento otras disposiciones, la sucesión se deferirá de acuerdo a la ley.
Se ha agregado en la definición actual que el testamento puede incluir disposiciones de contenido
extrapatrimonial que ya era admitido legal y doctrinariamente. Podemos mencionar dentro de este tipo, el
reconocimiento de un extramatrimonial, la designación de tutor o curador, el nombramiento de albacea, la
disposición de honras fúnebres y el destino del cadáver y la donación de órganos para transplantes.
Además aunque no tengan efectos jurídicos, el testamento suele contener consejos, recomendaciones o
declaraciones de afectos, lo que pone en evidencia que su contenido es fundamentalmente pero no
exclusivamente patrimonial.

Caracteres.

 Es un acto jurídico porque encuadra dentro del concepto que trae el art 259 cuando lo define como el acto
voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o
situaciones jurídicas, ya que es evidente que mediante el testamento se produce la adquisición de derechos
con posterioridad al fallecimiento del testador.
Es corroborado por el art 2463 del CCCN, en cuanto remite a la aplicación de las reglas establecidas para los
actos jurídicos salvo que sean modificadas por las disposiciones de este título.
 Es un acto unilateral porque se perfecciona con la sola voluntad del testador. No requiere la voluntad de los
beneficiaros de sus disposiciones que, en su momento, es decir, después de la muerte del causante, podrán
aceptar la herencia o legado, pero el testamento en sí mismo ya ha quedado perfeccionado.
 Es un acto de última voluntad, ya que sus disposiciones cobran existencia y efectos jurídicos recién luego del
fallecimiento del disponente.
Como acto jurídico se perfecciona en el momento que es otorgado, pero sus efectos son supeditados al hecho
futuro del fallecimiento del testador. Nadie puede invocar un derecho emanado del testamento hasta que
ocurra la muerte del testador. Esto es así porque debe expresar su última voluntad y mientras viva puede ser
libremente revocado (art 2511 CCCN).
 Es un acto solemne, como indica la norma, el testamento, para su validez, debe ser "otorgado con las
solemnidades legales", que el Código determina para cada tipología. Los defectos de forma traen aparejada
su nulidad (art. 2467, inc. b).
 Es un acto revocable, el testamento, como expresión de última voluntad, es esencialmente revocable.
La única excepción tanto a la irrevocabilidad como al efecto post Morten se encuentra en el reconocimiento
de un hijo extrapatrimonial que allí se hubiera realizado, ya que no puede quedar sin efecto aunque el
testamento se revoque y el emplazamiento es inmediato sin tener que esperar a la muerte del testador (arts
571 inc c y 573 CCCN). Dicho acto debe ser instrumentado por escrito para producir efectos jurídicos.
Hay dos posiciones respecto de de cuando produce efectos, a) a partir de que el acto de reconocimiento se
realiza; y b) se producen después de la muerte del causante. Barrilis adhiere a la posición b sosteniendo la
privacidad y libertad individual.
 Es un acto personalísimo, el testamento instrumenta la voluntad del testador que regula la transmisión de
sus bienes para después de su muerte y es evidente que debe tratarse de la expresión de su propia voluntad
sin que pueda delegar su redacción a otra persona.
Así lo menciona el art 2465 del CCCN “Las disposiciones testamentarias deben ser la expresión directa de la
voluntad del testador… La facultad de testar es indelegable. Las disposiciones testamentarias no pueden
dejarse al arbitrio de un tercero…”.
 Es un acto individual, así lo dispone el art. 2465 in fine “No es válido el testamento otorgado conjuntamente
por dos o más personas.
 Es un acto autosuficiente, sus disposiciones deben bastarse a sí mismas y la prueba del cumplimiento de los
formalismos solemnes debe resultar del mismo testamento. (art 2465 CCCN)
 Es un acto formalmente indivisible, pero en cuanto a su contenido, es divisible.

Testamento Conjuntos: simultáneos, recíprocos y correspectivos.

Testamento conjunto: cuando dos o más personas otorguen su testamento en el mismo acto testamentario,
es decir, cuando sus voluntades constituyan una unidad intelectual.
El CCCN reproduce la prohibición de los testamentos conjuntos, los hechos en el mismo acto por dos o más
personas, que había establecido Vélez en el art. 3618. La razón de ser de esta prohibición radica en:
-Reafirmar el carácter de acto jurídico unilateral que tiene el testamento.
- Garantizar la espontaneidad de la voluntad; dado que ésta, en un testamento
Conjunto, supondría un previo acuerdo y una influencia recíproca de voluntades, afectando así la libertad de
testar.
- Evitar el ataque a la libertad de revocación del testamento; dado que el acuerdo de hacer el testamento
supondría acuerdo también de ser revocado de común consentimiento.
Testamento recíproco: el testamento recíproco es una modalidad del conjunto, sólo que aquí ambos
testadores se instituyen como herederos unos de otros, es decir, recíprocamente (Ej.: Juan Espinóla y Martín
Barreda, en este testamento, nos instituimos recíprocamente herederos universales de todos nuestros
bienes).
Testamento simultáneo: es aquél redactado por dos testadores en el mismo papel (uno a continuación del
otro, o en el anverso y el reverso de la misma hoja), pero que pueden ser individualizados uno del otro, por
más que en dichos testamentos un testador, instituya al otro y éste al primero.
Tales testamentos son perfectamente válidos, porque cada uno de ellos es independiente y podría luego ser
revocado libremente, sin afectar al otro. Lo que está prohibido es que dos personas hagan su testamento en
el mismo acto.
Lo que la ley prohíbe es que el testamento sea conjunto; no que dos testamentos se hagan en el mismo
instrumento, por ejemplo uno a continuación del otro. Lo relevante es que mantenga su independencia
intelectual.
En síntesis el testamento simultáneo es válido aunque sea recíproco, pero el testamento simultáneo
realizado de manera conjunta es nulo.

Obligación de denunciar la existencia del testamento.

Puede suceder que los beneficiarios de un testamento ignores su existencia y para solucionar esa
circunstancia se ha impuesto la obligación de comunicarlo a los interesados.
El art 2471 del CCCN ha creado esta obligación que antes no existía “Quién participa en el otorgamiento de
un testamento o en cuyo poder se encuentra, está obligado a comunicarlo a las personas interesadas, una vez
acaecida la muerte del testador”.
La obligación se ha impuesto a quien participa en el acto de otorgamiento y no puede ser otro que el
escribano interviniente en el testamento por acto público, ya que los testigos cumplen un requisito formal,
pero no pueden retener copias del testamento.
En el caso del testamento ológrafo, al ser redactado y firmado por el testador no se requiere la intervención
de otra persona.
Más amplia es la obligación que se impone a las personas en cuyo poder se encuentre el testamento, ya que
el causante puede haberlo entregado al mismo escribano o a cualquier otra persona de su confianza.
Como la obligación de comunicarlo surge a partir de la muerte del testador, habrá que determinar si el
responsable ha tomado conocimiento de este hecho que torna vigente el deber impuesto por esta norma.
Tampoco hay sanción prevista por el incumplimiento de esta obligación y cabe señalar que si ha omitido la
comunicación luego de haber tomado conocimiento de la muerte ha actuado en forma ilícita y será
responsable por los perjuicios que se pueden haber ocasionado.
Por otra parte,, en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se ha creado un Registro de Actos de
última voluntad que funciona en el Colegio de Escribanos de la Capital Federal y se ha impuesto la obligación
de esos profesionales de proceder a la inscripción de los testamentos en los que intervengan (art 161, ley
404).
Lo mismo sucede en la provincia de Buenos Aires con el Registro Testamentario que mantiene el respectivo
Colegio de Escribanos (art 178 decreto-ley 9020/78).
También el Colegio Público de Abogados en la ciudad de Buenos Aires tiene un testamento ológrafo.
En consecuencia, será una forma de tomar conocimiento de la existencia de un testamento pedir informes a
dichos Registros para suplir la posible inacción del obligado a comunicarlo.

II.- Capacidad para testar: concepto. Ley que la rige (art 2467). Presunción legal (art 31 inc a y b)
Incapacidades (art 2464, a contrario 2467 inc c, d, e). Situación de la persona con capacidad restringida (art
32, 1º párr; 38, 39, 44, 45 inc 1º) o inhabilitada judicialmente (arts 48/29).

Concepto. Ley que la rige.


Como todo acto jurídico, para otorgar el testamento en forma válida es preciso contar con la capacidad
necesaria para hacerlo.
El testador debe gozar de la capacidad requerida al momento de otorgar el testamento, ya que en esa
oportunidad en que el acto queda perfeccionado.
Por ellos, las situaciones de incapacidades en las que pueda caer el futuro carecen de eficacia para invalidar
el acto.
El art 2464 establece que “Pueden testar las personas mayores de edad al tiempo del acto”.
No se ha reproducido textualmente en la nueva legislación el art 3611 del Código Civil derogado que indicaba
que la ley del actual domicilio del testador al tiempo de hacer su testamento es la que decide su capacidad o
incapacidad para testar y el art 3613 que clarificaba este tema, aunque la conclusión a la que debe arribarse
en la actualidad es la misma. Dicha norma disponía “para calificar la capacidad de testar, se atiende sólo al
tiempo en que se otorga el testamento, aunque se tenga o falte la capacidad al tiempo de su muerte”.
En la actualidad y dentro de las normas de derecho internacional privado, el art 2647 del CCCN dispone: “La
capacidad para otorgar testamento y revocarlo se rige por el derecho del domicilio del testador al tiempo de
la realización del acto”.
Des esta manera queda determinado que el testador deberá gozar de la aptitud para testar que requiere la
ley del lugar donde se otorga el acto, en el momento de efectuar el testamento.
Por ese motivo, si fue capaz de testar y luego cae en incapacidad, el testamento es válido y esa será su última
voluntad.

Presunción Legal.
El art 31 del CCCN trae reglas generales respecto de la capacidad y establece: “La restricción al ejercicio de la
capacidad jurídica se rige por las siguientes reglas generales:
a) la capacidad general de ejercicio de la persona humana se presume, aun cuando se encuentre internada en
un establecimiento asistencial;
b) las limitaciones a la capacidad son de carácter excepcional y se imponen siempre en beneficio de la
persona;

Incapacidades.

- Incapacidad por falta de edad requerida: se ha mantenido que la capacidad para testar se adquiere a los
dieciocho años, pero la diferencia es que antes ésta era una edad especial, menor que la referida a la plena
capacidad civil, mientras que en la actualidad ambas coinciden.
Ello es así porque el art 2464 establece: “Pueden testar las personas mayores de edad al tiempo del acto”.
Esta disposición debe ser complementada con el art 25 del CCCN en tanto declara que menor de edad es la
persona que no ha cumplido dieciocho años.
El art. 3614 del Código de Vélez expresaba que "no pueden testar los menores de dieciocho años de uno u
otro sexo ", en concordancia con la antigua mayoría de edad que se adquiría a los veintiún años. La facultad
de testar era una de las que la ley le confería, como apertura de su capacidad restringida, al menor adulto
(art. 55 Código anterior).
Si bien la edad en que se adquiere la capacidad para testar, 18 años, no ha cambiado, debemos destacar una
importante superación en materia interpretativa, máxime aún con la eliminación en el actual cuerpo
legislativo de una norma similar al antiguo art. 286 del Código de Vélez, reformado por la ley 23.264 que,
según lo entendía cierta doctrina minoritaria, habilitaba a la persona a testar en su status de menor adulto,
vale decir, a partir de los 14 años (Borda).
Con respecto a los menores emancipados por matrimonio (art. 27), entendemos que, pese a que el acto de
testar no está incluido en las limitaciones del los arts. 28 y 29, tienen vedado hacerlo, en virtud del art. 2463,
que otorga al presente precepto legal un carácter preeminente sobre las reglas generales.
Coherente con la nueva mayoría de edad, introducida al anterior Código por la ley 26.579 y que se mantiene
en el actual (art. 25) se ha abandonado la fórmula de "no pueden testar los menores de dieciocho años",
cuando la realización de ese acto representaba una permisión al menor adulto en la franja comprendida
entre los 18 y los 21 años; por la de "pueden testar las personas mayores de edad al tiempo del acto".
- Privados de Razón: en la legislación derogada, el tema de la aptitud mental para otorgar un testamento
había sido objeto de una controversia doctrinaria en la interpretación de la expresión “perfecta razón” que
traía el art 3615 del Código Civil derogado.
En la actualidad, se ha dispuesto que es nulo el testamento que ha sido otorgado por persona privada de la
razón en el momento de testar (art 2467, inc c CCCN).
La referencia a la situación de la falta de razón se encuentra en el art 32 que alude a las personas con
capacidad restringida o con incapacidad “El juez puede restringir la capacidad para determinados actos de
una persona mayor de 13 años que padece un adicción o una alteración mental permanente o prolongada,
de suficiente gravedad, siempre que estime que el ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a
su persona o a sus bienes…
Por excepción, cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar con su
entorno y expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema de apoyos
resulte ineficaz, el juez puede declarar la incapacidad y designar un curador”.
Como se puede apreciar, tanto en algunos supuestos de restricción de capacidad como en los casos de
incapacidad, es posible que una persona se encuentre privada de la razón.
Poe ese motivo, será necesario determinar en cada caso concreto si el testador gozaba de discernimiento al
momento de testar o bien, por el contrario, si en esa oportunidad estaba privado de razón.
En definitiva, como el testamento es un acto jurídico y como tal un acto voluntario, debe haber gozado el
testador de discernimiento, intención y libertad, como lo requiere el art 260 del CCCN.
A su vez, es involuntario por falta de discernimiento el acto de quien al momento de realizarlo, está privado
de razón (art 261 inc a CCCN).
Cuando la persona que otorgó el testamento había sido judicialmente declarada incapaz, también se lo
sanciona con nulidad.
Sin embargo, se mantiene la excepción anterior referida a los intervalos lúcidos.
Así surge del art 2467 inc d del CCCN: “Es nulo el testamento… d) por haber sido otorgado por persona
judicialmente declarada incapaz. Sin embargo, ésta puede otorgar testamento en intervalos lúcidos que sean
suficientemente ciertos como para asegurar que la enfermedad ha cesado por entonces”.
Por ello, la declaración judicial de incapacidad no inhabilita de pleno derecho para testar, ya que aún en ese
caso, podrá otorgar el testamento si se encuentra en un intervalo lúcido.
La norma lo define como un período suficientemente cierto como para asegurar que la enfermedad ha
cesado por entonces.
Esa caracterización, similar a la que existía en la legislación anterior, exige que sea un lapso de salud entre
dos épocas de privación de la razón.
Dependerá, entonces, de la enfermedad que haya provocado la privación de la razón y de la posibilidad de
que remita durante un tiempo permitiendo que en ese lapso se goce de discernimiento, para que pueda ser
realizado el testamento en forma válida.
La carga de la prueba de la falta de razón recae sobre la persona que impugna el testamento (art 2467 inc c
CCCN).
Por el contrario, en el caso de la incapacidad declarada, quien alegue que el testador se encontraba en un
intervalo lúcido deberá acreditar esa circunstancia.
Será, pues, una cuestión de prueba determinar en cada caso si hubo una privación de la razón o bien si se
encontraba el testador en un intervalo lúcido.
En algunos casos será difícil su determinación con precisión, como ocurre con los estados fronterizosos, los
semialineados, los dementes seniles, los procesos arterioscleróticos en los que la forma peculiar de
manifestarse la enfermedad hace muchas veces incierta la constatación del discernimiento necesario como
para que el testamento sea válido.
Esto significa que no cualquier anormalidad será suficiente como para acreditar la falta de razón sino que la
prueba debe ser inequívoca.
Los trastornos físicos o la dificultad para escribir producida por la edad o por alguna enfermedad, o la falta de
precisión al redactar las disposiciones, no acreditan necesariamente la falta de discernimiento.
La prueba pericial post Morten pierde mucho valor porque se extraen, por lo general, conclusiones acerca de
la situación en que se pudo haber encontrado el testados en vida y su fuerza de convicción dependerá de la
contundencia de ese dictamen.
Por el contrario, si los médicos que atendieron en vida al causante declaran como testigos acerca del estado
de salud mental del testador en la época coincidente con la redacción del acto, tendrán una importancia
relevante a la hora de adoptar una decisión sobre nulidad del testamento.
A su vez, la prueba testimonial no puede limitarse a pretender probar, genéricamente, que el testador estaba
privado de razón, sino que tiene que referirse a hechos concretos de los cuales pueda extraerse esa
conclusión.
La declaración del escribano público ante quien se otorgó el testamento, manifestando que el testador se
encontraba en perfecta razón no es decisiva, ya que se trata de un conocimiento que escapa a su idoneidad
profesional.
Como toda persona se presume que tiene capacidad de ejercicio (art 31 inc a, CCCN), en caso de duda debe
estarse a la validez del testamento.
Dejando de lado la incapacidad para testar de los sordos mudos que no sabían leer ni escribir, el art 2467 inc
e del CCCN dispone: “Es nulo el testamento… e) por ser el testador una persona que padece limitaciones en su
aptitud para comunicarse en forma oral y, además, no saber leer ni escribir, excepto que lo haga por escritura
pública con la participación de un intérprete en el acto”.
Esto significa que será incapaz para otorgar un testamento ológrafo la persona que no pueda comunicarse
verbalmente y tampoco por escrito, ya que sólo se permite realizar un testamento por acto público en la
medida en que su forma de hacer conocer su voluntad pueda ser interpretada por alguien que cuente con la
idoneidad para hacerlo.
Normalmente la persona que no sabe leer tampoco sabe escribir y contar con la habilidad para una de estas
actividades por lo general va unidad a la otra.
Como el testamento ológrafo requiere la escritura íntegra por parte del testador quien no sepa hacerlo no
podrá utilizar esta forma de testar.
Cuando no pueda expresarse en forma oral ni sepa leer y escribir sólo tiene la alternativa de testar por acto
público siempre que tenga una forma de expresar la voluntad que pueda ser interpretada.

Situación de la persona con capacidad restringida


El art 31 1º parte del CCCN establece “El juez puede restringir la capacidad para determinados actos de una
persona mayor de trece años que padece una adicción o una alteración mental permanente o prolongada, de
suficiente gravedad, siempre que estime que del ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a su
persona o a sus bienes.
En relación con dichos actos, el juez debe designar el o los apoyos necesarios que prevé el artículo 43,
especificando las funciones con los ajustes razonables en función de las necesidades y circunstancias de la
persona.
El o los apoyos designados deben promover la autonomía y favorecer las decisiones que respondan a las
preferencias de la persona protegida”.
Manteniendo el criterio biológico-jurídico, la norma prevé que a partir de los trece años se puede restringir
judicialmente la capacidad de una persona cuando: por padecer una adicción o una alteración mental
permanente o prolongada -no circunstancial-, de suficiente gravedad (elemento biológico), se estime que del
ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a su persona o a sus bienes (elemento jurídico); o
bien declarar su incapacidad, cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar
con su entorno y expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema de
apoyos resulte ineficaz. Se trata de dos supuestos diferenciados: 1) incapacidad de ejercicio relativa, que
alcanza los actos señalados en cada sentencia; 2) incapacidad de ejercicio absoluta.
En principio se la considerará una persona capaz, aunque con incapacidad para ejercer por sí sola
determinados actos que se especifiquen en la sentencia (art. 24 inc. c), Allí el juez fijará las funciones de los
apoyos que se designen, quienes en el ejercicio de su función deberán actuar de modo de promover la
autonomía y favorecer las decisiones que respondan a las preferencias de la persona protegida. El apoyo no
debe sustituir la voluntad de la persona protegida por aquello que el apoyo pudiera considerar que es más
beneficioso de acuerdo al punto de vista de éste. La posibilidad de que los apoyos puedan ejercer funciones
de representación para algunos actos (art. 101 inc. c) no afecta tal conclusión, puesto que la representación
que en estos casos se otorga al apoyo lo es para que actúe de acuerdo a la voluntad, deseos y preferencias
de la persona protegida. Los alcances de las funciones de los apoyos surgen del art. 43 y han sido
incorporados al sistema del Código en virtud de lo normado en el art. 123 de la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad.
En el art 38 del CCCN se establece el alcance de la sentencia: “La sentencia debe determinar la extensión y
alcance de la restricción y especificar las funciones y actos que se limitan, procurando que la afectación de la
autonomía personal sea la menor posible. Asimismo, debe designar una o más personas de apoyo o
curadores de acuerdo a lo establecido en el artículo 32 de este Código y señalar las condiciones de validez de
los actos específicos sujetos a la restricción con indicación de la o las personas intervinientes y la modalidad
de su actuación”
El art 39 dispone la registración de la sentencia “La sentencia debe ser inscripta en el Registro de Estado Civil
y Capacidad de las Personas y se debe dejar constancia al margen del acta de nacimiento.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 45, los actos mencionados en este Capítulo producen efectos contra
terceros recién a partir de la fecha de inscripción en el registro.
Desaparecidas las restricciones, se procede a la inmediata cancelación registral”.
El Código sustituido no contemplaba una norma similar. En cambio, lo referido a la registración de la
sentencia sí estaba previsto en los códigos de procedimientos locales v.gr., en el art. 633 párr. 3° y 637 qua
ter párr. 2° del CPCCN, donde se disponía que las sentencias que declaraban la demencia o la inhabilitación
debían ser inscriptas en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas.
La sentencia que restrinja la capacidad jurídica de una persona, ya sea en forma total (incapacidad) o parcial
(capacidad restringida), debe ser inscripta en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Persona; y,
asimismo, se deberá dejar constancia como nota marginal en la partida de nacimiento de la persona. Este
régimen procura dar publicidad de la sentencia y, a su vez, resguardar los derechos de terceros que
contraten con la persona a la que se le ha restringido su capacidad jurídica.
En efecto, el art. 44 del Código establece que: “Son nulos los actos de la persona incapaz y con capacidad
restringida que contrarían lo dispuesto en la sentencia realizados con posterioridad a su inscripción en el
Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas”.
A su vez, una vez que las restricciones sean dejadas sin efecto por una nueva sentencia dictada de
conformidad con el art.47, se deberá ordenar la inmediata cancelación registral.
La norma encuentra su antecedente en el art. 472 del Código sustituido. En el sistema del Código Civil se
establecía que serían de ningún valor los actos de "administración" que el declarado incapaz celebrare con
posterioridad a la "sentencia", a diferencia de la pauta recogida en el nuevo Código que toma como punto de
partida no la sentencia sino su "inscripción en el Registro", sin distinguir, dentro de los patrimoniales, entre
actos de administración o disposición. Cuando se refiere a la de capacidad restringida (incapacidad de
ejercicio relativa), el precepto legal se aplica únicamente respecto de aquellos actos que fueron
específicamente restringidos a través de la sentencia, que luego no fueran realizados en la forma allí
prescripta (ej: bajo un sistema de apoyos inscripto en el Registro).
En principio, es nulo el testamento que haya sido otorgado por persona judicialmente declarada incapaz. Sin
embargo, podrá otorgarlo en intervalos lúcidos que sean suficientemente ciertos como para asegurar que la
enfermedad ha cesado por entonces (art. 2467 inc. d). Ello así, sin perjuicio de la aplicación de la causal de
nulidad prevista en el art. 2467 inc. e) ("persona privada de razón en el momento de testar").
Y respecto de los actos anteriores a la inscripción el CCCN en el art 45 inc 1º sostiene que: “Los actos
anteriores a la inscripción de la sentencia pueden ser declarados nulos, si perjudican a la persona incapaz o
con capacidad restringida, y se cumple alguno de los siguientes extremos:
a) la enfermedad mental era ostensible a la época de la celebración del acto;”.
La referencia debe entenderse extensiva a todos los presupuestos previstos en el art. 32, por lo que se
utilizará genéricamente el término "padecimiento mental" (recogido por la ley 26.657) sea ostensible a la
época de la celebración del acto. En ese caso, la acción de nulidad puede prosperar aun cuando quien
contrató con la persona con padecimiento mental era de buena fe y a título oneroso.

Persona inhabilitada Judicialmente


Art. 48.- Pródigos. “Pueden ser inhabilitados quienes por la prodigalidad en la gestión de sus bienes
expongan su cónyuge, conviviente o a sus hijos menores de edad o con discapacidad a la pérdida del
patrimonio. A estos fines, se considera persona con discapacidad, a toda persona que padece una alteración
funcional permanente o prolongada, física o mental, que en relación a su edad y medio social implica
desventajas considerables para su integración familiar, social, educacional o laboral. La acción sólo
corresponde al cónyuge, conviviente y a los ascendientes y descendientes”.
Lo que se busca con la limitación al ejercicio de la capacidad jurídica es tutelar el patrimonio familiar.
Art. 49. Efectos. “La declaración de inhabilitación importa la designación de un apoyo, que debe asistir al
inhabilitado en el otorgamiento de actos de disposición entre vivos y en los demás actos que el juez fije en la
sentencia”.
La sentencia de inhabilitación implica una restricción en la capacidad jurídica de la persona, quien ya no
podrá ejercer por sí misma determinados actos libremente. Es decir, se trata de una persona jurídicamente
capaz sobre quien pesan ciertas restricciones al ejercicio de su capacidad jurídica.
En efecto, como consecuencia de la sentencia de inhabilitación la persona no podrá otorgar actos de
disposición entre vivos -sí, en cambio, los de última voluntad-, sino que deberá para ello contar con un apoyo
que la asista (art. 43). Ello así, a fin de evitar el otorgamiento de actos que puedan perjudicar a las personas
protegidas que se enumeran en el art.48.

III.- Voluntad manifestada en testamento: aplicación de las reglas generales que rigen los actos jurídicos
(art 2463). Interpretación (art 2470). Admisibilidad de pruebas ajenas al testamento.

Voluntad manifestada en testamento.


Así lo estable el art 2465 del CCCN “Las disposiciones testamentarias deben ser la expresión directa de la
voluntad del testador, y bastarse así mismas”.
Es una consecuencia del carácter personalísimo del testamento.

Aplicación de las reglas generales que rigen los actos jurídicos.


Al ser un acto jurídico se le aplican sus reglas, así, el Art. 2463 del CCCN establece las Reglas aplicables: “Las
reglas establecidas para los actos jurídicos se aplican a los testamentos en cuanto no sean alteradas por las
disposiciones de este Título”.
No existía en el Código anterior un precepto legal semejante al comentado.
Parcialmente, se establecía en el art. 3610 una remisión a las normas generales en materia de disposiciones
testamentarias hechas bajo condición.
Esta norma es muy importante porque al considerarse el testamento como un negocio jurídico, serán de
aplicación a él los principios generales sobre validez del acto jurídico; ello contribuye a dar claridad al
complejo tema de la nulidad testamentaria. Además, constituye una consecuencia del principio rector del
Derecho que establece que "la ley particular prevalece sobre la ley general".
Nulidad del testamento y disposiciones testamentarias
Como el CCCN ha establecido normas genéricas sobre las nulidades de los actos jurídicos (art 386 y ss) y
siendo el testamento uno de esos actos, serán aplicables dichas reglas generales a las nulidades
testamentarias. También existe una norma específica.
Cabe puntualizar, que la nulidad puede afectar todo el testamento o solamente alguna de sus disposiciones.
En el primer caso estaremos ante una nulidad total, mientras que en el segundo será una nulidad parcial.
También puede suceder que el testamento en sí mismo sea válido, pero que la totalidad de las disposiciones
sean nulas.
A su vez, la nulidad del testamento o de algunas de sus disposiciones puede ser calificada como absoluta
cuanto la causa de la invalidez haya sido establecida en razón del orden público, la moral o las buenas
costumbres y será relativa cuando responda a un interés personal.
Las causas de nulidad del testamento o de sus disposiciones se encuentran enumeradas en el art 2467 del
CCCN: “Es nulo el testamento o, en su caso, la disposición testamentaria:
a) por violar una prohibición legal;
b) por defectos de forma;
c) por haber sido otorgado por persona privada de la razón en el momento de testar. La falta de razón debe
ser demostrada por quien impugna el acto;
d) por haber sido otorgado por persona judicialmente declarada incapaz. Sin embargo, ésta puede otorgar
testamento en intervalos lúcidos que sean suficientemente ciertos como para asegurar que la enfermedad ha
cesado por entonces;
e) por ser el testador una persona que padece limitaciones en su aptitud para comunicarse en forma oral y,
además, no saber leer ni escribir, excepto que lo haga por escritura pública, con la participación de un
intérprete en el acto;
f) por haber sido otorgado con error, dolo o violencia;
g) por favorecer a persona incierta, a menos que por alguna circunstancia pueda llegar a ser cierta”.
Además de estas causas, también podrá plantearse la nulidad del testamento cuando haya sido otorgado por
un menor de edad, ya que carece de la capacidad requerida por la ley para realizar ese acto (art 2464 CCCN).
La violación de una prohibición legal puede resultar de los casos que se mencionan en el art 2465 del CCCN,
como por ejemplo, si se tratase de un testamento conjunto.
Lo mismo cabe señalar respecto de una disposición en particular, tal como puede resultar de la cláusula que
otorgue un beneficio testamentario a una de las personas que estan afectadas por una inhabilidad para
suceder por testamento, en las circunstancias mencionadas en ela art 2482 del CCCN.
El testamento es un acto solemne como resulta de lo dispuesto por el art 2472 que impone sanción de
nulidad cuando no se han observado las formas requeridas para otorgar un testamento.
Las causas de nulidad que establecen los incs c) d) y e) han si desarrolladas anteriormente.
Los vicios del consentimiento como el error, dolo y violencia son causas de nulidad de cualquier acto jurídico
y en consecuencia también afectan al testamento que haya sido elaborado existiendo esos vicios.
El error tiene que haber sido esencial y ello ocurre en los supuestos mencionados en el art 276 del CCCN incs
a) a e).
De esta enumeración surge que puede recaer sobre la naturaleza del acto; o bien se trata de un error sobre
un bien de distinta especie o calidad a la que se quiso disponer; que haya existido una equivocación sobre la
cualidad sustancial del bien que haya sido determinante del acto; sobre los motivos personales relevantes
que hayan sido incorporados expresa o tácitamente o sobre la persona a la cual se refiere el acto, si ella fue
determinante para su celebración.
En suma, el error que vicia el consentimiento testamentario tiene que haber sido esencial, grave,
determinante del acto y no excusable de acuerdo a las circunstancias del caso.
Respecto del dolo se aplican las normas establecidas a partir del art 271 del CCCN; este vicio se configura
cuando ha habido una aserción de lo que es falso o disimulación de lo verdadero; cualquier artificio, astucia o
maquinación que se emplee para la celebración del acto.
Para viciar el consentimiento, el dolo tiene que haber sido grave, determinante del acto, excusable y que
provoque un daño y este último recaudo va ínsito en el acto testamentario Porque es indudable que el
mismo existirá en tanto se pretenda hacer valer una disposición testamentaria obtenida de esa forma.
Una manera peculiar de configurar el dolo en materia testamentaria se presenta con la captación de la
voluntad del testador.
La captación supone engaños sobre hechos o afectos que puedan inducir al causante para que no exprese su
voluntad real en el testamento.
La jurisprudencia ha entendido que: “La adulación, el falso cariño, los cuidados excesivos con el ánimo de
atraerse la voluntad del testador, no bastan para resolver que haya sugestión o captación”.
Para determinar si ha existido dolo habrá que tener en cuenta las circunstancias personales del testador,
como por ejemplo, su edad, salud física y mental, ya que sin llegar a la incapacidad para testar puede resultar
más fácil de influir.
Por otra parte, será necesario evaluar el comportamiento de quien ha resultado beneficiario del testamento
para determinar si ha recurrido a conductas reprochables, a maniobras o alegaciones falaces, como la
calumnia de determinados miembros de la familia, o ha impedido el contacto de éstos con el testador en los
últimos momentos de su vida, no permitiendo visitas o llamados telefónicos o interceptando cualquier
contacto epistolar o de otra índole.
También Serra necesario distinguir si el vicio del dolo afecta todo el acto testamentario o si sólo se refiere a
una disposición en particular, ya que el legatario puede haber engañado al testador tan sólo en esa cláusula y
no en el resto del testamento.
En el caso de la violencia se aplican las normas del art 276 del CCCN ya sea que se manifieste mediante la
fuerza irresistible o a través de las amenazas que generen el temor de sufrir un mal grave e inminente que no
se pueda contrarrestar.
Pero las circunstancias del caso resultarán esenciales para establecer la existencia de ese vicio por cuanto el
testamento es un acto esencialmente revocable y esa revocación puede hacerse en la absoluta reserva,
como ocurre cuando se lleva a cabo mediante un testamento ológrafo.
Por lo tanto, aquel que pretenda que un testamento ha sido efectuado bajo violencia deberá acreditar que
este vicio subsistió mientras el testador estuvo en condiciones físicas o mentales como para haberlo
revocado.
La última causal de nulidad se refiere a la cláusula referida a la institución de heredero o al legado y no al
testamento en sí mismo, ya que se requiere que no queden dudas acerca de la identidad del beneficiario de
esa disposición, tal como lo exige el art 2482 del CCCN.
La razón de ser de esta causal es que si no se puede determinar la persona que ha sido instituido o a quien se
ha hecho el legado, existe imposibilidad de cumplir con esas disposiciones.
No opera la nulidad cuando por alguna circunstancia cesa la incertidumbre y se puede establecer con certeza
la identidad del beneficiario.

Interpretación
Interpretar un acto jurídico es establecer su verdadero sentido y alcance. Supone una voluntad incierta o
confusa de la voluntad que ha intentado por medio del acto jurídico obtener un efecto determinado
(Llambías).
En el Código Civil anterior no existían normas referidas a la interpretación de los testamentos lo que había
originado una seria de pautas elaboradas por la doctrina y aceptadas por la jurisprudencia a ese fin.
Lo relevante cuando se intenta interpretar un testamento es desentrañar la verdadera voluntad del testador
de acuerdo a lo resulta de todo el conjunto de sus disposiciones.
El Art. 2470 del CCCN establece: “Las disposiciones testamentarias deben interpretarse adecuándolas a la
voluntad real del causante según el contexto total del acto. Las palabras empleadas deben ser entendidas en
el sentido corriente, excepto que surja claro que el testador quiso darles un sentido técnico. Se aplican, en
cuanto sean compatibles, las demás reglas de interpretación de los contratos”.
Puede suceder que frente a un testamento determinado, no existan dudas acerca del contenido y alcance de
sus disposiciones, en cuyo caso, deberá estarse al texto de las mismas.
Pero también puede ocurrir que dichas cláusulas hayan sido redactadas en forma incompleta u oscura de tal
modo que no se pueda conocer, en principio, el contenido y alcance del testamento.
Una de las pautas que surgen de la norma es que el testamento debe ser interpretado en su totalidad, ya que
es posible desentrañar la voluntad del testador relacionando una cláusula con otra para develar lo que el
causante quiso efectivamente disponer.
Otra de las directivas es que las palabras deben tomarse en el sentido corriente salvo que surja en forma
indubitable que el testador les ha asignado un valor específico.
Esto significa que será posible apartarse del sentido literal de las palabras empleadas cuando éstas hayan
sido utilizadas habitualmente por el testador con otro alcance o cuando constituyan un error técnico, como
por ejemplo, cuando dispone que lega y en realidad está instituyendo heredero.
La remisión que se hace a las normas de la interpretación de los contratos obliga a analizar su contenido que
se encuentra establecido en los arts 1061 y 1068.
En ellos se destaca que para interpretarlo debe tomarse en cuenta la intención en este caso del testador y la
buena fe; que si la cláusula es restrictiva debe estarse a la literalidad de los términos utilizados; que las
palabras empleadas deben entenderse en el sentido que les da el uso general, excepto que tengan un
significado específico que surja de la ley; que las cláusulas se deben interpretar las unas por medio de las
otras, atribuyéndoles el sentido apropiado al conjunto del acto; que en caso de duda sobre la eficacia de una
cláusula debe interpretarse en el sentido de darle efecto y si hay varias interpretaciones posibles
corresponde entenderla con el alcance más adecuado al objeto del testamento; y finalmente, si persisten las
dudas, debe interpretarse en el sentido menos gravoso para el heredero.
A la luz de todas estas directivas es posible señalar que cuando existan disposiciones aparentemente
contradictorias habrá que tratar de conciliarlas y si ello no es posible ninguna puede prevalecer sobre las
restantes.
Esta regla merece una aclaración. Es posible que el testador haya realizado institución de herederos en dos o
más cláusulas diferentes o haya legado un mismo bien a varias personas también en diversas disposiciones.
En tal caso, habrá que analizar si se ha tratado de disposiciones hechas en conjunto y entre los cuales existirá
el derecho de acrecer ( art 2489 CCCN) o si hay una contradicción insalvable y la última revoca a la anterior.
Otra pauta interpretativa consiste en lo que se denomina el favor testamenti; esto quiere decir que si una
disposición puede ser interpretada de tal manera que sea válida y de otra manera que apareje su nulidad,
debe aplicarse la primera interpretación-
Desde otro punto de vista hay que tener en cuenta que, como principio general, para realizar la labor
interpretativa de un testamento hay que recurrir a su contenido, pero como excepción puede ser admitida la
prueba extrínseca.
Esta prueba extraña al testamento debe estar destinada a completar el alcance de alguna disposición, pero
no a contradecir su contenido. Por ejemplo, si se ha instituido heredera a la enfermera que lo atendió luego
de una operación, se podrá utilizar todo medio de prueba para acreditar quién es esa persona; pero no se
podrá recurrir a esos medios para tratar de demostrar que en realidad quiso instituir a otra persona.
Lo mismo ocurre para develar el sentido en el que el testador utilizada determinadas expresiones o para
hacer referencia a determinados beneficiarios o bienes.
Por último, cabe consignar que la voluntad que hay que establecer es la que tuvo el causante al momento de
hacer el testamento y no otra, aunque pudiera demostrar que ella ha variado con posterioridad a su
redacción.

IV.- Forma de los testamentos: ley que la rige (arts 2472 y 2649). Testamento otorgado en el extranjero (art
2645). Fundamento de las formalidades. Formas de los diversos tipos de testamento, observancia de las
mismas (art 2473), y sanción por su incumplimiento (art 2474). Confirmación del testamento nulo por
defecto de forma (art 2475). Eficacia de los mismos. Firma (art 2476).

Ley que la rige.


La ley vigente en el momento que se redacta el testamento es la que determina su validez tanto respecto del
tipo de testamento elegido como del cumplimiento de sus solemnidades.
Sin distinguir estos dos aspectos, el art 2472 del CCCN dispone “La ley vigente al tiempo de testar rige las
formas del testamento”.
Como se dijo anteriormente, el testamento es un acto unilateral porque se perfecciona con la sola voluntad
del testador y como tal debe adecuarse a la ley que rige en ese momento.
Pero es preciso remarcar que dentro de esta norma que se refiere a la forma del testamento, en realidad
está involucrada no sólo ella sino también sus formalidades.
Un testamento cerrado realizado durante la vigencia del Código Civil derogado será valido aun cuando al
tiempo de la muerte ya riga el CCCN que ha eliminado esa forma de testar, porque se toma en cuenta la
norma vigente en aquel momento.
Lo mismo podría suceder si cambian las formalidades de un testamento como sucedería si en el testamento
por acto público, que antes requería la presencia de tres testigos, luego se exigiera un número mayor. No es
el caso actual que ha disminuido la cantidad de testigos, pero esto indica que también las solemnidades de
un testamento se rigen por los requisitos que impone la ley vigente al tiempo de su otorgamiento.
Ahora bien, la norma no admite una solución de la que podría resultar beneficiado el testador. Ello podría
ocurrir si al momento de testar se omitió el cumplimiento de una formalidad y luego una nueva disposición
elimina la exigencia con lo que al momento de la muerte el testamento cumple con los requisitos legales
vigentes.
Por ejemplo, si durante la vigencia del Código Civil derogado se hizo un testamento por acto público con la
presencia de sólo dos testigos, no se cumple con la solemnidad de esa forma de testar que requiere
presencia de tres testigos. Por ellos ese testamento es nulo.
Sin embargo, el CCCN requiere la presencia de dos testigos para el testamento por acto público, por lo que al
momento de la muerte sería un testamento que cumple con las solemnidades exigidas.
Debería haberse contemplado esta situación de manera expresa para que la voluntad del testador pudiera
ser respetada y cumplir con el propósito de disponer de sus bienes para después de su muerte.
Testamento otorgado en el extranjero.
Puede suceder que un testamento otorgado en el extranjero se quiera hacer valer en la República Argentina.
Se ha mantenido la solución que traía el anterior art 3638 ahora regulada por el art 2645 del CCCN “El
testamento otorgado en el extranjero es válido en la República según las formalidades exigidas por la ley del
lugar de su otorgamiento, por la ley del domicilio, de la residencia habitual, o de la nacionalidad del testador
al momento de testar o por las formas legales argentinas”.
Debe destacarse que a pesar de aludir a las formas de testar, deben quedar como prendidas también las
formalidades que cada una de esas formas exigen.
se ha brindado una amplia variedad de puntos de conexión para reconocer la validez formal del testamento
otorgado en el extranjero.
Puede haberse dictado según las formas del lugar de su otorgamiento siguiendo la regla de locus regit actum;
la ley del domicilio, residencia o de la nacionalidad del testador, reconociendo en estos casos la posibilidad
de aplicación de tres legislaciones diferentes para regular la forma, ya que pueden darse esas alternativas de
manera diferenciada; esto es, domiciliarse en el país, residir en otro y tener la nacionalidad de un tercero.
Por último se admite la validez formal del testamento otorgado fuera del país para ser ejecutado en la
República Argentina si resulta adecuado a las formas y formalidades que contempla el CCCN.

Fundamento de las formalidades. Forma de los diversos tipos de testamento, observancia de las mismas.
Cuando se analizó el concepto de testamento se hizo referencia al carácter formal y solemne del acto.
El carácter formal del testamento alude a las distintas especies de testamento que son contempladas en el
CCCN.
Las formalidades o solemnidades de cada forma de testar se encuentran expresamente especificadas al
detallarse los recaudos que deben cumplir. Por ellos, son los requisitos que se exigen para que se constituyan
una de las formas testamentarias.
El art 2473 del CCCN distingue claramente estos conceptos, aunque más adelante no mantiene ese criterio:
“El testamento puede otorgarse sólo en alguna de las formas previstas en este Código. Las formalidades
determinadas por la ley para una clase de testamento no pueden extenderse a las de otra especie.
La observancia de las solemnidades impuestas debe resultar del mismo testamento, sin que pueda suplir por
prueba alguna”.
Respecto de las formas reconocidas por el CCCN establece el testamento ológrafo y por acto público.
Se han derogado el testamento cerrado y los testamento especiales como el testamento militar, el marítimo
y los casos particulares de testamento por acto público como el hecho en los pueblos de campaña o en la
campaña o en caso de peste o epidemia.
Queda también el testamento consular previsto en el art 2646 y el testamento aeronáutico contemplado en
el art 85 del CA que no ha sido derogado.
Por ejemplo, una forma testamentaria es el testamento ológrafo; una formalidad es que debe ser escrito de
puño y letra por el testador.
La falta de forma, es decir, la utilización de un testamento que no es admitido por la ley, trae aparejada la
inexistencia del testamento. Las solemnidades del testamento tienen que presentarse dentro del mismo
testamento, ya que no podrá recurrirse a la prueba de ninguna naturaleza para pretender esos requisitos.
Esto significa que si, por ejemplo, un escribano no ha hecho constar que estaban presente los dos testigos
requeridos para el testamento por acto público, no podrá acreditarse por ninguna otro medio de prueba.
A pesar de lo determinante que es esta norma, que coincide con la legislación anterior, la jurisprudencia ha
atenuado su rigor al entender “los preceptos formales no son para trabar ni restringir la voluntad del
testador sino para precisar que declaraciones constituyen su voluntad definitiva, pues estas formas no son un
fin en sí mismas y el más alto deber de los jueces es hacer que la intención del causante no se estrelle contra
esos preceptos”.

Sanción por su incumplimiento


Por el contrario, la falta de cumplimiento de las formalidades de un testamento trae aparejada su nulidad
porque se trata de un acto solemne.
Así resulta del art 2474 del CCCN “La inobservancia de las formas requeridas para otorgar testamento causa
nulidad total; pero, satisfechas las formas legales, la nulidad de una o de varias cláusulas no perjudica las
restantes partes del acto.
El empleo de las formalidades sobreabundantes no vicia el testamento”.
Llama la atención que después de haber distinguido claramente en el artículo anterior entre formas y
formalidades del testamento que, como se explicitó, son conceptos diferentes en esta norma se menciona a
las formas cuando, en realidad, se está aludiendo a las formalidades del testamento.
Sin perjuicio de ello, el contenido de la disposición es claro. Si no se ha cumplido con las formalidades del
testamento es nulo, pero si éstas han sido plasmadas como lo marca la ley, puede ser declarada la nulidad de
una disposición si que queden afectadas las restantes.

Confirmación del testamento nulo por defecto de forma.


Dentro de las cláusulas de nulidad se encuentran los defectos de forma del testamento.
Cuando ello ocurre, la única manera que tiene el testador de confirmar dicho testamento es reproducirlo en
uno nuevo que tenga las mismas disposiciones.
Así resulta del art 2475 del CCCN: “El testador sólo puede confirmar las disposiciones de un testamento nulo
por inobservancia de las formalidades reproduciéndolas en otro testamento otorgado con los requisitos
formales pertinentes”.
Esta solución plantea el tratamiento diferenciado de la manera de confirmar un testamento con vicios de
forma afectado por otra causa de nulidad.
En el primer caso debe hacer uno nuevo que reproduzca todo el testamento anterior pero cumpliendo en
aquél las formalidades exigidas por la ley.
Por el contrario, si se pretende confirmar un testamento viciado por otra causa sería suficiente hacer uno
nuevo en el que se exponga claramente la intención de ratificarlo, pero sin necesidad de reproducir su
contenido.
Respecto de la confirmación por vicios de forma, en realidad la exigencia de la norma es que se haga un
nuevo testamento que cumpla con las formalidades y que tenga un contenido similar al anterior, con lo que
la que valdrá será la última disposición que no presenta irregularidad alguna.

Eficacia de los mismos. Firma.


La firma es una solemnidad exigida, en principio, para plasmar la voluntad del testador en un testamento.
El art 288 del CCCN menciona que la firma debe consistir en el nombre del firmante o en un signo.
Complementado esta disposición el art 2476 del CCCN exige: “Cuando en los testamentos se requiere la
firma, debe escribírsela tal como el autor de ella acostumbra firmar los instrumentos públicos o privados. Los
errores de ortografía o la omisión de letras no vician necesariamente la firma, quedando su validez librada a
la apreciación judicial”.
Se ha eliminado la descripción del contenido de la forma que traía la legislación anterior (art. 3633 la firma
debe escribirse con todas las letras alfabéticas que componen el nombre y apellido del testador. Pero deja a
salvo el supuesto de una firma irregular e incompleta cuando la persona estuviese acostumbrada a firmar de
esa manera los actos públicos y privados, en cuyo caso esta firma anómala se considerará suficiente) y se
recepta en forma explícita que la firma resultará de la manera en que el testador acostumbraba a escribir su
nombre en los instrumentos públicos o privados.
Generalmente la firma no reproduce en forma legible el nombre y apellido del firmante, por lo que la
omisión de letras o inclusive de errores ortográficos pueden encontrarse en la manera en que una persona
acostumbra a firmar.
Si aparecen iniciales del nombre y apellido que habitualmente se utilizan para el visado de documentos, pero
no como forma de suscribirlos, no puede considerarse que se ha firmado y, por consiguiente, no se cumplirá
con este requisito, a menos que ésa fuera la forma habitual de firmar.
Dada la necesidad esencial de la firma autógrafa del testador, no es posible redactar un testamento en que
conste la firma digital aunque cumpla con los requisitos que exige el art 288 en su 2º párr, porque de
acuerdo al art 4º inc a de la ley 25.506 no se aplica a las disposiciones por causa de muerte.
Tampoco podría ser suplida por un sello en el que se reproduzca la firma porque se requiere que la misma
sea escrita y además porque no constaría quién la aplicó.
Algunos casos presentan características particulares como cuando se firma con un sobrenombre o apodo o
cuando se lo hace con un seudónimo.
El art 23 de la ley 18.248 había dado la protección del nombre al seudónimo que hubiera adquirido
notoriedad.
Esta disposición es reproducida por el art 72: “El seudónimo notorio goza de la tutela del nombre”.
Por ese motivo, el testamento puede ser firmado por una persona que utiliza un seudónimo por el que es
conocido ampliamente.
El requisito de la firma por parte del testador es exigido estrictamente en caso del testamento ológrafo, pero
cuando se testa por acto público, en determinados supuestos se permite la firma a ruego.
Lo relevante será, entonces, que el testamento se encuentre firmado ya sea por el testador en forma
personal o bien por otra persona a ruego del testador.

V.- Testamento ológrafo: concepto; requisitos (art 2477). Escritura en otros documentos del testador.
Influencia de escritura por mano extraña. Fecha incompleta, falta de fecha, fecha errónea o falsa (art
2477). Eficacia del testamento ológrafo: pericia caligráfica y protocolización (art 2339, 2º párr).

Concepto; requisitos.
No se han introducido modificaciones sustanciales respecto de las formalidades del testamento ológrafo sino
que tan sólo se ha mejorado la redacción.
El testamento ológrafo se encuentra definido en la primera parte del art 2477 del CCCN “El testamento
ológrafo debe ser íntegramente escrito con los caracteres propios del idioma en que es otorgado, fechado y
firmado por la mano misma del testador…”.
De este concepto surgen las formalidades del testamento ológrafo que son la escritura de la mano del
testador, la fecha y su firma, además por supuesto de las disposiciones de bienes en cuanto a su contenido.
Como decía Vélez en la nota del art 3639 del Código Civil derogado, no todo escrito, datado y firmado por su
autor es un testamento válido, sino que todo testamento escrito, datado y firmado será válido.

Ventajas e inconvenientes.
Esta es la forma más sencilla de testar por cuanto se puede efectuar en cualquier momento y sin otra
intervención que la del propio testador.
Además, debe añadirse que por esa peculiaridad no tiene ningún costo.
De este modo, el testador puede meditarlo todos los días, leerlo, estudiarlo y rehacerlo cuando quiera y sin
que nadie sepa si ha testado o no.
En cuando a los inconvenientes puede señalarse su fácil destrucción por quien no resulta ser beneficiario o la
posibilidad de la captación de la voluntad al no intervenir profesionales ni terceros extraños que puedan
constatar la libre disponibilidad del testador.
Por otra parte, la falta de intervención de profesionales puede ocasionar una redacción deficiente de sus
disposiciones, ya que es posible que se dicte alguna cláusula nula o bien de difícil interpretación.
Sin embargo, a pesar de estos inconvenientes, el testamento ológrafo es una forma muy utilizada para testar.

Escritura en otros documentos del testador. Influencia de escritura por mano extraña.
Uno de los requisitos esenciales del testamento ológrafo es que sea íntegramente escrito con los caracteres
propios del idioma en que es otorgado.
Hasta no hace mucho tiempo este requisito no ofrecía dificultades por cuanto cualquier medio empleado
para escribir permitía su identificación para atribuirla a quién la había realizado. Sin embargo, en la
actualidad con el desarrollo de técnicas informáticas que permiten escribir como si se tratase de un lápiz, se
presenta la dificultad de determinar si la escritura llevada a cabo de esa manera es válida para otorgar un
testamento ológrafo.
Como este método no ofrece la seguridad necesaria como para evitar la adulteración o una reproducción
idéntica, no se trata de un instrumento confiable como para realizar un testamento ológrafo.
En cuanto a la escritura hay que consignar que antes se requería que fuera hecha en caracteres alfabéticos,
mientras que ahora se exige que se haga en los caracteres propios del idioma en que es otorgado.
Esto significa que si el idioma del testador es uno de los que no se escribe con caracteres alfabéticos no
habrá inconveniente en que se realice en ideográficos, por ejemplo, como sucede con el idioma chino o
japonés.
Pero este recaudo impide que se haga en clave morse, en taquigrafía o en sistema braille porque no son los
idiomas del testador.
Cualquier tipo de letra puede utilizarse, mayúsculas, minúsculas, cursiva, de imprenta, ya que no hay
previsión en el Código, pero será importante poder determinar su autoría mediante la correspondiente
pericia que exige ahora el art 2339.
También es posible utilizar para escribir el material que haya decidido el testador como tinta, lápiz, pintura,
carbón, etc.
Es indiferente, además, el material sobre el que se realice la escritura; lo relevante es que se conserve
inalterado y permita luego la realización de la pericia correspondiente para atribuir la escritura al testador.
La jurisprudencia ha resuelto: “la circunstancia de que el medio empleado para testar, en el caso, bolsa de
polietileno dentro de la cual se encontraba el título de propiedad del único inmueble que poseía el causante,
no se el común, no le resta valor al acto siempre y cuando pueda apreciarse su seriedad, por lo que pueden
utilizarse lienzos, tablas, paredes, cartones, etc.
Si estuviese redactado en varias hojas, cada una de ellas debería estar firmada a menos que exista una unión
entre ellas que permita entender que se trata de una unidad y que existe continuidad material e intelectual
en todo su contenido.
Todos los recaudos mencionados precedentemente se refieren al aspecto material de la escritura.
Respecto de su autoría intelectual, ella debe reflejar la voluntad del testador.
Por ese motivo, el último párrafo del art 2477 del CCCN establece “…Los agregados escritos por mano
extraña invalidan el testamento, sólo si han sido hechos por orden o con consentimiento del testador”.
Si el testador ha ordenado que otro escriba el testamento en todo o en parte no se cumple con el requisito
de la escritura de su mano.
Distinta es la situación cuando lo escrito por un tercero no forma parte del testamento y no se puede atribuir
su inserción a la voluntad del testador. En este caso, se anula sólo la parte añadida por el tercero.
De no adoptarse esta solución, cualquier persona podría invalidar un testamento ológrafo agregándole una
frase de su puño y letra.
Sólo se anula el testamento cuando se pueda demostrar que los agregados realizados por un tercero
obedecen a una decisión del testador porque en tal supuesto no se cumple con la escritura íntegra por parte
del testador.
En un testamento ológrafo es posible que aparezcan correcciones, tachaduras e interlineados efectuados por
el disponente; si estas enmiendas han sido salvadas por el testador no existen dificultades, pero cuando ello
no ha ocurrido hay que determinar si las mismas no han alterado el sentido de la disposición porque en tal
caso pueden existir dudas acerca de su verdadera voluntad.
Lo relevante será establecer si dichas correcciones han sido realizadas por el propio testador, en cuyo caso
corresponde estar por la validez de las cláusulas.
Y quedará a cargo de quien alegue que las raspaduras o sobrescritos no fueron ejecutados por el testador la
prueba de la intervención de un tercero.

Fecha: incompleta, falta de fecha, fecha errónea o falsa.


La fecha constituye otra de las solemnidades del testamento ológrafo, pero al respecto es necesario hacer
dos consideraciones.
La primera es que, en realidad, se trata de un requisito común a todas las formas de testar, ya que la fecha se
exige como recaudo que hace a la validez formal del testamento.
La segunda observación es que este requisito puede tener algún margen de flexibilidad.
La fecha es importante en el testamento ológrafo y, por lo dicho, en todo otro testamento, porque sobre su
base se determina la capacidad del testador ya sea en razón de la edad o de la privación de la razón; se fijan
temporalmente los hechos sobre la base de los cuales pudo haber existido el error, el dolo o la violencia
sobre el testador; se estable la posibilidad de revocación por otro testamento de fecha posterior; se
determinan la exigencias formales que debe cumplir; fija los supuestos que pueden limitar la vocación
sucesoria testamentaria como el tutor o el curador antes de ser aprobadas las cuentas de su administración;
establece la posibilidad de revocación del legado por la venta posterior del bien objeto de la disposición, etc.
Habitualmente la fecha se escribe mencionando el día, mes y año. Sin embargo, es posible flexibilizar este
requisito cuando se reemplaza por enunciaciones a través de las cuales se pueda determinar el momento en
que ha sido otorgado.
Así resulta del párr 2º del art 2477 del CCCN “…La falta de alguna de estas formalidades invalida el acto,
excepto que contenga enunciaciones o elementos materiales que permitan establecer la fecha de una manera
cierta…”.
Por lo tanto, serán válidas expresiones referidas a que se otorgó el día que cumple veinticinco años el
testador o cualquier otra mención de la cual se pueda extraer con certeza la fecha en que el testamento fue
otorgado.
Si sólo se hace mención al mes y al año, no se cumple con ese requisito por lo que el testamento será
inválido al tratarse de una fecha parcial e incompleta.
Sin embargo, alguna jurisprudencia ha reconocido la validez del testamento con la sola mención del mes y
del año porque no se había probado que durante ese mes e hubiera producido algún supuesto de
incapacidad del testador o revocación del testamento.
Esta interpretación amplia puede llevar a desnaturalizar el requisito de la fecha porque el mismo
razonamiento se puede aplicar a un testamento que sólo tuviera la indicación del año.
A pesar de este criterio, lo cierto es que la nueva norma permite deducir la existencia de la fecha de
confección del testamento por las enunciaciones o elementos materiales que contenga.
Pero una cosa es la fecha incompleta y otra la falta de fecha y en este último caso la jurisprudencia plenaria
ha establecido “la falta de fecha de un testamento ológrafo acarrea necesariamente su nulidad en todos los
caso”.
Otra cuestión a considerar es la fecha errada en la que hay que tomar cuenta diversas situaciones que
surgen del art 2477 del CCCN: “…El error del testador sobre la fecha no perjudica la validez del acto, pero el
testamento no es válido si aquél puso voluntariamente una fecha falsa para violar una disposición de orden
público…”.
Una equivocación en la que incurre el testador al consignar la fecha no invalida el testamento, en la medida
en que pueda determinarse con exactitud el día en que fue otorgado.
Por último hay que contemplar el caso de la fecha falsa; es decir, cuando el testador a sabiedas coloca una
fecha que no corresponde con el día en que ha otorgado el testamento, ya sea para antedatarlo o
posdatarlo.
En principio, no hay inconveniente legal alguno en ese comportamiento a menos que se alegue y pruebe la
falsedad y que el motivo que indujo al testador a obrar de esa manera era que en la fecha real de suscripción
del testamento sufría una incapacidad o por alguna razón no podía otorgarlo o existía un obstáculo legal para
la eficacia de alguna de sus disposiciones.
La fecha no debe ser ubicada en un lugar predeterminado del testamento y tampoco se exige que se otorgue
en un mismo día.
El art 2478 del CCCN establece: “No es indispensable redactar el testamento ológrafo de una sola vez ni en la
misma fecha. El testador puede consignar sus disposiciones en épocas diferentes, sea fechándolas y
firmándolas por separado, o poniendo en todas ellas la fecha y la firma el día en que termine el testamento”.
En el caso que apareciese la fecha con posterioridad a la firma no puede haber invalidez del testamento en la
medida en que se acredite que la misma ha sido estampada por la mano del testador.
Así resulta del art 2477 del CCCN en su parte pertinente: “…y la fecha puede ponerse antes de la firma o
después de ella…”.
Por el contrario, si la fecha consta al comienzo y luego de la firma aparecen otras disposiciones éstas no
pueden ser tomadas en cuenta porque, al carecer de fecha no se puede saber si ha mediado algún vicio del
consentimiento, alguna incapacidad o alguna otra circunstancia que ponga en cuestión su validez.
No se exige como requisito solemne del testamento ológrafo la indicación del lugar en que ha sido otorgado
por lo que su omisión no anula el acto.
Sin embargo, el lugar tiene importancia respecto de la ley que regirá la validez formal del testamento (art
2645 CCCN), por lo que se considera conveniente su inclusión.

Firma.
Ya ha sido analizada anteriormente.
El único recaudo específico respecto del testamento ológrafo es que la firma debe estar después de las
disposiciones, art 2477 CCCN.
Por lo tanto, en principio el testamento ológrafo culmina con la firma del testador, salvo, como se expresó,
cuando la fecha aparezca con posterioridad y corresponda a la mano del testador.

Eficacia del testamento ológrafo: pericia caligráfica y protocolización.


El art 2339 en su 2º párr establece: “…Si el testamento es ológrafo, debe ser presentado judicialmente para
que se proceda, previa apertura si estuviese cerrado, a dejar constancia del estado del documento, y la
comprobación de la autenticidad de la escritura y la firma del testador, mediante pericia caligráfica.
Cumplidos estos trámites, el juez debe rubricar el principio y fin de cada una de sus páginas y mandar a
protocolizarlo. Asimismo, si algún interesado lo pide, se le debe dar copia certificada del testamento. La
protocolización no impide que sean impugnadas la autenticidad ni la validez del testamento mediante
proceso contencioso”.
Aquí se menciona expresamente que debe ser presentado judicialmente.
Que el testamento se encuentre en contenido en un sobre cerrado no lo convierte en el testamento cerrado
que traía la legislación anterior y ahora ya no está permitido. Simplemente se trata de un resguardo que
toma el testador para que su contenido quede en reserva.
En tal supuesto, debe ser abierto ante el juez, dejar constancia de su estado y comprobar la autenticidad de
la escritura y la firma.
Estos, más la fecha que no es mencionada en el artículo que se comenta, son los requisitos formales para la
validez del testamento ológrafo como lo establece el art 2477 del CCCN.
Se ha modificado sustancialmente la manera de acreditar la autenticidad de la escritura, ya que las normas
procesales exigen que se demuestre en forma sumaria, con la declaración de dos testigos, mientras que por
imperio de la nueva norma de fondo debe hacerse mediante pericia caligráfica.
Este nuevo recaudo si bien brindará una prueba más certera acerca de la autenticidad de la escritura y firma
del testador que la que podía surgir de la mera declaración de dos testigos, incrementará los costos de esta
forma de testar.
Luego de acreditada la autenticidad de la escritura y la firma, el juez debe rubricar el principio y el fin de cada
página y ordenar su protocolización.
Si bien habitualmente el notario será elegido por el magistrado, en algunos casos la jurisprudencia ha
admitido que sea nombrado para cumplir con esa tarea el propuesto por los herederos.
Cumplidos estos requisitos, el juez debe dictar la resolución que aprueba el testamento en cuanto a sus
formas de la que resulta que inviste al heredero allí instituido de su calidad de tal.
Se declara que cualquier interesado podrá requerir copia certificada del testamento en el cual haya sido
instituido heredero o resulte beneficiario de un legado o de alguna otra disposición.
Finalmente, se deja a salvo también la posibilidad de que aun protocolizado el testamento pueda ser
cuestionado en cuanto a su autenticidad o respecto de su validez, pero tal caso deberá plantearse por un
proceso contencioso que tramitará por separado ante el mismo juez que interviene en el juicio sucesorio (art
2336 párr 2º, CCCN):
VI.- Testamento por acto público: concepto. Reglas generales y especiales aplicables (art 2479 último párr).
Requisitos y formalidades (art 2479). Firma a ruego (art 2480). Testador que no conoce el idioma nacional,
y testamentos otorgados originariamente en idioma extranjero (art 302).

Concepto.
El testamento por acto público, realizado ante un escribano, también denominado en algunas oportunidades
testamento abierto, se encontraba minuciosamente regulado en el Código de Vélez Sarsfield. Muchas de las
prescripciones de ese ordenamiento se repiten en el nuevo Código Civil unificado.
Es el que se otorga ante un escribano público y con la presencia de dos testigos hábiles.
Así resulta de la primera parte del art 2479 del CCCN “El testamento por acto público se otorga mediante
escritura pública, ante el escribano autorizante y dos testigos hábiles, cuyo nombre y domicilio se deben
consignar en la escritura…”.
Conforme resulta del art 289 del CCCN, se trata de un instrumento público y hace plena fe en cuanto se ha
realizado el acto, la fecha, el lugar y los hechos que el oficial público enuncia como cumplidos por él o ante él
hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal (art 296 inc a, CCCN).

Ventajas e inconvenientes.
Al testarse por acto público se asegura la conservación del testamento, ya que es prácticamente imposible la
destrucción de los protocolos notariales o su pérdida.
A ello cabe agregar que el escribano al tomar conocimiento de las disposiciones testamentarias podrá sugerir
precisiones técnicas que aclaren su contenido y eviten dificultades interpretativas o eventualmente su
nulidad.
También se brinda una posibilidad mayor de que sea ubicado por los beneficiarios ya que, como se señaló
anteriormente, debe ser registrado en el Registro de Actos de última voluntad en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires en el Registro de Testamento en la provincia de buenos aires, según corresponda al escribano
público que ha intervenido en el acto.
El inconveniente mayor que presenta es precisamente que las disposiciones en él contenidas quedan
expuestas al conocimiento de terceros.
Por otra parte, debido a la intervención del escribano se torna oneroso, en contraposición al testamento
ológrafo.

Reglas generales y especiales aplicables.


Según el art 2479 último párr sostiene que “…A esta clase de testamento se aplican las disposiciones de los
artículos 299 y siguientes”.
Esto implica que además de lo previsto en esta Sección, serán tenidas en cuenta a este respecto las
previsiones de los arts. 289 y concordantes, y en especial la de los arts. 299 y siguientes, ya que las normas
relativas a las escrituras públicas, como especie del género de los instrumentos públicos, deberán ser
cumplidas total y acabadamente.

Requisitos y formalidades.
- Capacidad: a diferencia de lo que había establecido el Código Civil anterior, no existe normas específicas
referidas a la capacidad para otorgar el testamento por acto público.
Por el contrario, se autoriza expresamente a la persona que padece limitaciones en su aptitud para
comunicarse en forma oral para testar por acto público, si a pesar de no saber leer ni escribir, puede hacer
conocer su voluntad con la participación de un intérprete (art 2467 inc e, CCCN).
Código de Vélez respecto de la capacidad: Según el artículo 3651 no pueden usar de esta forma, el sordo, el
mudo y el sordomudo. Tal disposición ha sido objeto de justas y unánimes críticas. En el derecho francés, de
donde ha sido tomada, se explica que los mudos no puedan usar de esta forma, porque en aquella legislación
el testamento debe ser siempre dictado por el causante (art. 972, Cód. Napoleón); pero en la nuestra, el
testador puede entregarle al escribano una minuta escrita (art. 3656), de tal modo que la incapacidad del
mudo no tiene sentido. Tampoco lo tiene la del sordo, aunque se la pretenda justificar con la explicación de
que no puede oír la lectura del acto que debe hacer el escribano antes de la firma; pues, si no puede oír, en
cambio puede leer lo que está escrito, que es suficiente. Solamente los sordomudos, que no sepan darse a
entender por escrito deberían estar impedidos de testar por acto público. En cambio, los ciegos pueden
hacerlo (art. 3652).
- Habilidades del escribano: el escribano público debe actuar dentro de los límites de sus atribuciones
respecto de la naturaleza del acto y la escritura debe otorgarse dentro del territorio que se le ha asignado
para el ejercicio de sus funciones.
Para que el testamento por acto público sea legalmente otorgado, el escribano interviniente no tiene que
estar afectado por una prohibición legal para actuar.
En este sentido, el art 291 del CCCN dispone las incapacidades que pueden afectar al escribano para que el
testamento sea otorgado ante él: “Es de ningún valor el instrumento autorizado por un funcionario público en
asunto en que él, su cónyuge, su conviviente, o un pariente suyo dentro del cuarto grado o segundo de
afinidad, sean personalmente interesados”.
En consecuencia, ni el escribano ni ninguna de las personas mencionadas pueden ser beneficiarias de las
disposiciones contenidas en el testamento por acto público.
- Modos de ordenar las disposiciones: diversas son las maneras mediante las que el testador hace conocer su
voluntad al escribano para que éste la plasme en el testamento.
El art 2479 del CCCN, en su 2º párr las enuncia: “…El testador puede dar al escribano sus disposiciones ya
escritas o sólo darle por escrito o verbalmente las que el testamento debe contener para que las redacte en
la forma ordinaria. En ningún cas las instrucciones escritas pueden ser invocadas contra el contenido de la
escritura pública…”.
La elección de una de estas alternativas es facultad del testador y puede optar entre ellas con total libertad
sin que ninguna prevalezca o tenga mayores consecuencias que las otras.
En la normativa anterior se incluía la posibilidad de dictar el testamento al escribano, pero esta opción ya no
se presenta.
No es frecuente que el testador le entregue las disposiciones ya escritas que el escribano transcribirá
textualmente; tampoco es común que las disposiciones sean expresadas en forma oral porque se requiere
mayor precisión; lo habitual es que haga llegar un resumen de las disposiciones para que el profesional le dé
la redacción que corresponda.
No es necesario que el escribano conserve el texto entregado por el testador ni las minutas en las que
consten las disposiciones porque la redacción final de la escritura y su firma por parte del testador hace que
ésta constituya su voluntad aun cuando presente discrepancias con los escritos anteriores.
Es por ello que no es podrá invocar esas instrucciones contra el contenido del testamento.
Anteriormente se imponía la obligación del escribano de dejar constancia de la forma en que el testador
había hecho las disposiciones, bajo pena de nulidad, sanción que no se ha reproducido en el CCCN.
- Enunciaciones que debe contener: como se mencionó anteriormente el art 2479 última parte remite a la
aplicación de las disposiciones referidas a las escrituras públicas.
En tal sentido debe consignarse el lugar y fecha de su otorgamiento. El lugar es trascendente porque fija la
competencia territorial del escribano y además determina la ley aplicable en cuanto a las formas de testar.
Respecto a la fecha remitimos a lo dicho en el testamento ológrafo.
Debe consignar el nombre, apellido, documento de identidad, domicilio real, fecha de nacimiento y estado
de familia del otorgante del testador y si está casado, el nombre del cónyuge y si se trata de primeras o
posteriores nupcias.
Se tiene que agregar también la naturaleza del acto que se realiza y, en el caso concreto, será la mención del
testamento por acto público y desarrollar las disposiciones tanto referidas a los bienes como a cuestiones
extrapatrimoniales que pueda realizar el testador.
Además se debe individualizar los testigos de la misma manera que se hace con el otorgante del testamento.
Es frecuente que el escribano deje constancia que el otorgante se encuentra en pleno uso de sus facultades
mentales, pero no es su misión controlar ese requisito y tal expresión tendrá tan sólo el alcance de una
apreciación personal, pero no impide que en el futuro se pueda cuestionar la aptitud mental del testador
para otorgar el testamento.
- Desarrollo del acto: una vez redactada la escritura con las constancias mencionadas precedentemente, es
preciso proceder a la lectura del testamento, con la presencia de los testigos durante todo el acto.
La parte pertinente del art 2479 del CCCN establece: “…Concluida la redacción del testamento, se procede a
su lectura y firma por los testigos y el testador. Los testigos deben asistir desde el comienzo hasta el fin del
acto sin interrupción, lo que debe hacer constar el escribano…”.
Se ha eliminado la exigencia que traía la ley anterior de que los testigos debían ver al testador durante el
desarrollo del acto para constar que no se encontraba sometido a violencia.
En la norma transcripta no se menciona la firma del escribano aunque es indudable que deba asentarla
también porque así lo exige el art 305 inc f del CCCN.
El Código de Vélez establecía que: El testamento por acto público debe contener las siguientes
enunciaciones: a) El lugar y fecha (art. 3657) b) El nombre, residencia y edad de los testigos (art. 3657): bajo
pena de nulidad, de tal modo que no bastaría, por ejemplo, comprobar que el testigo residía efectivamente
en el lugar, si ello no se mencionó en la escritura. c) Conforme con los artículos 3656 Ver Texto y 3657, la
escritura debe expresar si el testador ha dictado9 al escribano su testamento o si le ha dado por escrito sus
instrucciones. d) En caso de que el testador no supiere o no pudiere firmar, debe dejarse constancia de ello,
así como también de la razón por la cual no puede hacerlo. e) Finalmente, debe expresarse que el
testamento ha sido leído en presencia de los testigos y el otorgante (art. 3658).

Firma a ruego.
Habitualmente el testador firmará la escritura por sí mismo. Sin embargo, pueden presentarse diversas
situaciones en las que otra persona tiene que firmar el testamento en su nombre.
El art 2480 del CCCN menciona esas posibilidades: “Si el testador no sabe firmar, o no puede hacerlo, puede
hacerlo por él otra persona o alguno de los testigos. En este caso los dos testigos deben saber firmar. Si el
testador sabe firmar y manifiesta lo contrario, el testamento no es válido. Si sabiendo firmar, no puede
hacerlo, el escribano debe explicitar la causa por la cual no puede firmar el testador”.
Resumiendo en una sola norma las distintas alternativas se ha dado una solución similar a la que existía con
anterioridad.
La primera alternativa es que el testador no sepa firmar en cuyo caso deberá hacerlo otra persona o un
testigo en su nombre.
Aunque la norma no lo dice, cuando sea otra persona la que firma a ruego del testador deberá ser
individualizada en la misma forma que el otorgante del acto.
Es imprescindible que el escribano deje constancia de la manifestación del testador de que no sabe firmar y
que a su ruego suscribe el testamento un tercero o uno de los testigos.
Surge implícito en esta disposición, ya que no hay mención expresa en ese sentido, que por lo menos uno de
los testigos puede no saber firmar.
Ello es así porque si un testigo firma a ruego del testador el artículo en cuestión exige que los testigos sepan
firmar.
Sin embargo esta situación se encuentra en flagrante oposición a lo establecido por el art 295 inc del CCCN
que señala que no pueden ser testigos en instrumentos públicos los que no saben firmar.
Otra alternativa es que el testador que sepa firmar, pero que no pueda hacerlo, en cuyo caso el escribano
debe dejar constancia de la causa que lo imposibilita.
No es función del escribano verificar si esa imposibilidad es real o si el motivo que se invoca implica que bajo
ninguna circunstancia se encontraría en condiciones de firmar.
La tercera posibilidad tiene lugar cuando el testador sabe firmar pero manifiesta lo contrario, en este
supuesto, el testamento es inválido aunque un tercero o un testigo hubieran firmado a su ruego.
La falsa afirmación de que no sabe firmar por parte del testador pone en evidencia que su contenido no
responde a su voluntad y, por ello, es correcta la sanción de invalidez del testamento.
Aplicando extensivamente esta solución también caería fulminado por la nulidad el caso en que sabiendo
firmar hubiera manifestado que no podía hacerlo y la causa alegada fuera falsa, no existiera o no lo
imposibilitara de suscribir el testamento.
La jurisprudencia ha aceptado las expresiones tales como que no firmó “por estar imposibilitado por una
dolencia que lo aqueja” o “por impedírselo su estado físico” aunque por su vaguedad pueden hacer difícil su
verificación posterior.
Testador que no conoce el idioma nacional, y testamento otorgados originariamente en idioma extranjero.
El CCCN en su art 302 establece: “La escritura pública debe hacerse en idioma nacional. Si alguno de los
otorgantes declara ignorarlo, la escritura debe redactarse conforme a una minuta firmada, que debe ser
expresada en idioma nacional por traductor público, y si no lo hay, por intérprete que el escribano acepte.
Ambos instrumentos deben quedar agregados al protocolo.
Los otorgantes pueden requerir al notario la protocolización de un instrumento original en idioma extranjero,
siempre que conste de traducción efectuada por traductor público, o intérprete que aquél acepte. En tal caso,
con el testimonio de la escritura, el escribano debe entregar copia certificada de ese instrumento en el idioma
en que está redactado”.
El idioma nacional argentino está repleto de palabras que no responden a una fuente directa del castellano o
español. Por ello los autores en general coinciden en que por idioma nacional debe entenderse la lengua
oficial del país, siendo en nuestro país una referencia indudable la Academia Argentina de Letras. Si las partes
no lo hablaren, debe confeccionarse una minuta firmada por ellas en presencia del escribano que da fe del
acto, y del reconocimiento de firmas que hicieran, si no lo hubieren firmado en su presencia. La minuta tiene
que estar convertida al idioma nacional por traductor público debidamente colegiado -lo que inclusive
permite la actividad posterior a la traducción de la legalización de firmas-, aunque de acuerdo a la última
jurisprudencia, puede inclusive confeccionarla un intérprete si es que el idioma es un regionalismo, o una
mezcla de estilos, etc. En el caso del presente nuevo artículo, la aceptación
del intérprete queda en poder del escribano lo que lógicamente, no puede atribuirle responsabilidad alguna,
salvo que no se haya previsto en la elección la debida prudencia establecida en el art. 1725 del presente
Código. Todo debe quedar agregado al protocolo, y además, se prevé la posibilidad que los otorgantes
requieran al notario la protocolización de un instrumento original en idioma extranjero, siempre que conste
de una traducción efectuada por traductor o intérprete según lo referido con anterioridad. La doctrina
notarial mayoritaria refiere a que la protocolización, en la actualidad, excede la acción de la mera agregación
material del documento al protocolo, para incluir además a toda actividad notarial tendiente a insertar,
transcribir, anexar, agregar e incorporar al protocolo documentos e instrumentos validos y vigentes. En el
final, se contempla la posibilidad que el escribano entregue copia certificada del instrumento en el idioma en
que está redactado.

VII.- Testamentos especiales: aeronáutico (ley 17.285, art 85); testamento consular (art 2646).

Testamento aeronáutico:
ARTICULO 85. – El comandante de la aeronave registrar en los libros correspondientes los
nacimientos, defunciones, matrimonios y testamentos, ocurridos, celebrados o extendidos a bordo y
remitir copia autenticada a la autoridad competente.

En caso de muerte de un pasajero o miembro de la tripulación, deberá tomar medidas de seguridad


con respecto a los efectos que pertenezcan al fallecido, entregándolos bajo inventario a la autoridad
competente en la primera escala. Si dicha escala fuese realizada en el exterior del país dará
intervención al cónsul argentino.

Testamento consular: está previsto en el artículo 2646 del CCCN “Es válido el testamento escrito hecho en
país extranjero por un argentino o por un extranjero domiciliado en el Estado,
ante un ministro plenipotenciario del Gobierno de la República, un encargado de negocios o un Cónsul y dos
testigos domiciliados en el lugar donde se otorgue el testamento, teniendo el instrumento la autenticación de
la legación o consulado.
El testamento otorgado en la forma prescripta en el párrafo precedente y que no lo haya sido ante un jefe de
legación, debe llevar el visto bueno de éste, si existiese un jefe de legación, en el testamento abierto al pie de
él y en el cerrado sobre la carátula. El testamento abierto debe ser siempre rubricado por el mismo jefe al
principio y al fin de cada página, o por el Cónsul, si no hubiese legación. Si no existe un consulado ni una
legación de la República, estas diligencias deben ser llenadas por un ministro o Cónsul de una nación amiga.
El jefe de legación y, a falta de éste, el Cónsul, debe remitir una copia del testamento abierto o de la carátula
del cerrado, al ministro de Relaciones Exteriores de la República y éste, abonando la firma del jefe de la
legación o del Cónsul en su caso, lo debe remitir al juez del último domicilio del difunto en la República, para
que lo haga incorporar en los protocolos de un escribano del mismo domicilio.
No conociéndose el domicilio del testador en la República, el testamento debe ser remitido por el ministro de
Relaciones Exteriores a un juez nacional de primera instancia para su incorporación en los protocolos de la
escribanía que el mismo juez designe”.
El testamento consular estaba previsto en los arts. 3636 y 3637 del Cód. Civil sustituido.
El art. 2646 unifica en una sola norma las situaciones previstas en los arts. 3636 y 3637 del Cód. Civil
sustituido, reproduciendo casi textualmente sus soluciones, aunque de la lectura comparativa pueden
apreciarse algunos cambios. El primer párrafo del art. 2646 establece que resulta válido el testamento escrito
otorgado en país extranjero por un argentino o por un extranjero domiciliado en el Estado si lo hace ante un
ministro plenipotenciario del Gobierno de la República, un encargado de negocios o un cónsul y dos testigos
domiciliados en el lugar donde se otorgue el testamento, teniendo el instrumento la autenticación de la
legación o consulado. Surgen aquí dos diferencias con la regulación del Cód. Civil sustituido: la primera es
que la norma vigente no alude a testigos "argentinos o extranjeros" sino simplemente a "testigos", y la
segunda se refiere a que la norma vigente establece que el instrumento debe contar con la "autenticación"
de la legación o consulado, y no con el "sello" como decía la reglamentación anterior.
Debe destacarse que el art. 3637 ha sido seguido al pie de la letra en el art. 2646 pero separándolo en tres
párrafos, donde se establecen los pasos a seguir. De esta forma, aquel testamento que hubiese sido
otorgado siguiendo lo dispuesto en el primer párrafo y que no lo haya sido ante un jefe de legación, debe
necesariamente llevar el visto bueno de éste. La norma establece la forma en cuanto al lugar en que debe
hacerse: en el caso del testamento abierto al pie de él, y en el supuesto del testamento cerrado sobre la
carátula. El testamento abierto debe ser siempre rubricado por el mismo jefe al principio y al fin de cada
página, o por el cónsul, en el caso de que no hubiese legación. Si no existe un consulado ni una legación de la
República, estas diligencias deben ser llenadas por un ministro o cónsul de una nación amiga.
El jefe de legación y, a falta de éste, el cónsul, debe remitir una copia del testamento abierto o de la carátula
del cerrado, al ministro de Relaciones Exteriores de la República y éste, abonando la firma del jefe de la
legación o del cónsul en su caso, lo debe remitir al juez del último domicilio del difunto en la República, para
que lo haga incorporar en los protocolos de un escribano del mismo domicilio. No hay cambios con respecto
a la regulación anterior.
Ahora bien, si no se conoce el domicilio del testador en la Argentina, el testamento debe ser remitido por el
ministro de Relaciones Exteriores a un juez nacional de primera instancia para su incorporación en los
protocolos de la escribanía que el mismo juez designe. El único cambio es que en la redacción actual el
ministro de Relaciones Exteriores debe remitir el testamento a un "juez nacional de primera instancia",
mientras que en la redacción del Cód. Civil sustituido debía enviarlo a "un juez de primera instancia de la
Capital".

VIII.- Testigo de los testamentos: aplicación de las reglas generales (arts 2481 y 295). Prohibiciones,
consecuencias.

Una de las solemnidades del testamento por acto público es que sea otorgado en presencia de dos testigos.
La necesidad de los testigos se justifica porque aseveran la regularidad del acto y que el testador ha
expresado libremente su voluntad.
El art 2481 del CCCN exige que los testigos sean capaces al tiempo de otorgarse el testamento.
A pesar de ellos, admite luego la posibilidad de que intervenga algún testigo que sea incapaz, pero en ese
supuesto se requiere que los testigos capaces sean por lo menos dos que es la solemnidad exigida.
La segunda parte del art 2481 enumera las personas que no pueden ser testigos en los testamentos y
además remite a los casos de inhabilidad para ser testigos en instrumentos públicos: “…No pueden serlo,
además de los enunciados en el art 295, los ascendientes, los descendientes, el cónyuge ni el conviviente del
testador, ni los albaceas, tutores o curadores designados en el testamento, ni los beneficiarios de alguna de
sus disposiciones…”.
La íntima vinculación con el testador o el interés en el contenido del testamento impiden que sean testigos
de ese acto.
Respecto de la remisión al art 295, allí se menciona a los incapaces de ejercicio o los sentenciados que han
sido declarados inhábiles APRA ser testigos en instrumentos públicos; los que no saben firmar; los
dependientes del oficial público y el cónyuge, el conviviente y los parientes del oficial público, dentro del
cuarto grado y segundo de afinidad.
La reforma ha simplificado, oportunamente y con muy buen criterio, ciertas limitaciones y requisitos del
texto anterior que sólo generaban complicaciones estériles y sin objetivos prácticos. Específicamente, nos
estamos refiriendo a la supresión del conocimiento de los testigos por parte del notario y la eliminación del
requisito de la vecindad.
En efecto, ya no es más obligatorio en el texto civil que el escribano declare conocer a los testigos como en el
sistema anterior, los cuales se podrán identificar ante él, al igual que el testador, de acuerdo a la manera
prevista en el art. 306 del Código para las restantes escrituras públicas, es decir mediante la exhibición de
documento idóneo, el que deberá ser individualizado y agregada al protocolo una reproducción certificada
de sus partes esenciales, sin perjuicio de la manifestación que pueda realizar el notario de que los conoce
personalmente.
También se ha suprimido el requisito obligatorio de que el testigo resida en el distrito en donde se otorga el
testamento, pudiendo tener domicilio en cualquier lugar, ya sea coincidente o no con el domicilio del
testador o de la oficina notarial.

TESTAMENTOS DEROGADOS:
Testamento cerrado: Habrá testamento cerrado cuando el testador entregue al escribano un pliego,
conteniendo las disposiciones testamentarias, dentro de un sobre cerrado, y manifestando, en presencia de
testigos, que lo escrito en el pliego es su testamento.
La capacidad para otorgar testamento cerrado se rige desde luego, por los principios generales. Pero las
características propias de esta forma imponen ciertas incapacidades peculiares; en consecuencia, no pueden
otorgar testamento cerrado:
a) Los analfabetos (art. 3665): se explica que así sea porque el testamento tiene que ser firmado por el
testador y esta firma debe ser puesta conscientemente; un analfabeto, por más que haya aprendido a
dibujar los caracteres de su nombre, no puede leer lo que signa, y por tanto, no tiene conciencia de su
contenido.
b) Los ciegos: el artículo 3665 prohíbe usar de esta forma a los que no sepan leer. Cuando la ceguera es
sobreviniente a una enfermedad o accidente, no pude decirse en rigor, que el ciego no sabe leer, sino que no
puede hacerlo. Pero, de cualquier modo, hay consenso unánime en que la ceguera, sea o no de nacimiento,
impide usar esta forma, pues se trata de que el otorgante pueda leer lo que firma y estampar
conscientemente su signatura.
En cambio, la sordera o la mudez no constituyen incapacidades (arts. 3668 y 3669). Bien entendido que el
mudo debe escribir de su puño y letra el testamento; de tal modo que si a esa inhabilidad física se une la
imposibilidad de escribir, no podría testar de esta manera.
El testamento debe estar firmado por el testador, pero no se exige que esté escrito por él. El sobre debe
estar fechado y firmado por el testador, el escribano y los testigos.
En lo que a ventajas se refiere, mantiene el secreto del testamento ológrafo, agregándole una cierta
seguridad al presentarlo al escribano y cinco testigos.
En la confección del testamento cerrado hay que distinguir las siguientes etapas:
1) escritura y firma del pliego interior que lo contiene; 2) cubertura, 3) presentación y manifestación
circunstanciada, 4) levantamiento de un acta, testigos y firma de la misma (el acta que hay que levantar en el
sobre cerrado ante escribano y cinco testigos).
Respecto del pliego interior que contiene el testamento, la ley ha establecido las siguientes formalidades:
Escritura: a diferencia del testamento ológrafo, el cerrado no exige ser escrito de puño y letra del testador
(arts. 3665). Puede ser dictado por él a un tercero o escrito a máquina.
Firma: se aplican las reglas generales. El acto de firma que dará validez al testamento cerrado es integrado
por dos firmas, una adentro (al final del pliego) y otra afuera.
El testamento cerrado, lo mismo que el ológrafo, debe ser protocolizado para que goce de autenticidad.
El testamento místico deberá abrirse ante el juez competente, que es el del último domicilio del causante
(art. 3691). Pero antes de proceder a la apertura, el escribano y los testigos deben reconocer sus firmas y las
del testador, declarando al mismo tiempo si el testamento está cerrado como lo estaba cuando aquél lo
entregó (art. 3694).
Cumplidas estas diligencias previas, se procederá como en el caso del ológrafo: el juez rubricará el principio y
el fin de cada página, lo mandará protocolizar y dará a los interesados las copias que pidiesen (art. 3695).
El testamento cerrado que no pudiese valer como tal por falta de alguna de las solemnidades que debe
tener, valdrá como testamento ológrafo, si estuviere todo él escrito y firmado por el testador.
Testamento militar: El testamento militar proviene del derecho romano. Si bien allí las formalidades eran
estrictamente rigurosas, al tratarse de un pueblo guerrero que debía cumplir numerosas campañas, los
militares fueron totalmente liberados de las formas; bastaba simplemente la expresión de la voluntad,
debidamente comprobada. Del derecho romano, esta institución ha pasado a la legislación moderna, claro
está que con las modificaciones impuestas por los tiempos, aunque su importancia en el derecho actual ha
disminuido considerablemente. Características: Solamente puede usarse de esta forma en tiempo de
guerra12 (art. 3672). No es necesario que la guerra se desarrolle fuera del territorio de la República. Puede
otorgarse en un cuartel, plaza sitiada, o guarnición siempre que se trate de época de guerra. No basta, en
cambio, la mera declaración de guerra, si no hay acciones militares y si el que pretende usar de tal forma no
está empeñado directa o indirectamente en ellas. Deben considerarse comprendidos todos los que, militares
o civiles, se encuentren empeñados en una acción guerrera (art. 3672). Valen solamente en tanto se
mantengan las condiciones excepcionales que los legitiman.
Pasados noventa días de la fecha en que cesaron, ese testamento caduca y carece de todo efecto; solamente
vale, por tanto, si el testador hubiere fallecido antes de vencido ese plazo (art. 3676).
Las formalidades requeridas para esta clase de testamento son las siguientes:
Se exige siempre que sea escrito.
Deben intervenir por lo menos dos testigos.
Debe ser otorgado ante un oficial que tenga por lo menos el grado de capitán, o ante el intendente del
ejército, o ante el auditor general.
El acto debe ser firmado por el testador, por el funcionario ante quien se otorga y por los testigos (art.
3674). Si el testador no supiere o no pudiere firmar, se hará constar esta circunstancia y firmará por él uno
de los testigos.
Puede ser otorgado como testamento cerrado y en forma ológrafa.
Debe ser protocolarizado. Para eso, el jefe de estado mayor debe remitido al Ministerio de Guerra y el
ministro de éste debe remitirlo al Juez del último domicilio del causante para que ordene su protocolización.
En este caso, la protocolización deberá ordenarse sin más trámite y sin necesidad de reconocimiento de la
firma por el oficial ante el cual se otorgó, ni por los testigos.
Testamento marítimo.: Se denomina testamento marítimo al otorgado por quien se encuentre en una
embarcación durante la navegación. El testamento no será marítimo si en el momento en que se otorgó, el
barco se hallaba en puerto donde hubiese cónsul de la República (en este caso procedería el testamento
consular).
Características:
Pueden otorgarlo únicamente quienes se encuentren navegando en un buque de bandera nacional -
integrantes de la tripulación o pasajeros-, ya sea de guerra o mercante (art. 3679 y 3683).
Si la embarcación fuera de guerra, debe ser entregado ante el comandante (art. 3679). Si la embarcación
fuera mercante, ante el capitán, sus segundos o el piloto (art. 3683).
Los requisitos formales son los siguientes: debe otorgarse por escrito; debe constar la fecha en que se hace;
el acto debe ser presenciado por tres testigos; debe contener la firma del testador, del funcionario ante
quien se ha testado y de los testigos. Si el testador no sabe o no puede firmar, se dejará constancia y firmará
por él uno de los testigos. De los testigos, al menos dos deben saber firmar; debe ser redactado en original y
duplicado constando en ambos las firmas.
Uno de los ejemplares permanecerá en poder del comandante o capitán del buque, y el otro será entregado
al agente diplomático o cónsul argentino del primer puerto a que arribe la embarcación. Si el buque volviese
a la República, uno de los ejemplares será entregado al capitán del puerto. La falta del duplicado no ocasiona
la nulidad del testamento. El testamento será custodiado entre los papeles más importantes del buque, y se
hará mención de él en el diario.
Debe ser protocolarizado. Para ello la persona que recibió el ejemplar en fierra -agente diplomático, cónsul
argentino, o capitán del puerto argentino- lo enviará al Ministerio de Marina; el ministro de marina remitirá
el testamento al juez competente –último domicilio del testador- para que lo haga protocolizar. Si no se
conociere el domicilio del testador, lo remitirá a uno de los jueces de la Capital, para que lo haga protocolizar
en la oficina que el juez disponga.
Los testamentos marítimos tienen validez sólo durante los 90 días posteriores al desembarco del testador.
No se tendrá por desembarco el bajar a tierra por corto tiempo, para reembarcarse en el mismo barco. O sea
que, si el testador falleciera antes de que se cumplan los 90 días, el testamento será válido; en cambio, si el
testador sobreviviera a este plazo, el testamento caducará (art. 3684 C.C).
Por último, dice el art. 3686: "Son nulos los legados hechos en testamento marítimo a los oficiales del buque,
si no fuesen parientes del testador".

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