INICIOS Y

CONSOLIDACIÓN
De la República al
imperio de los césares
MUJERES PODEROSAS
Cleopatra, Agripina,
Mesalina, Popea...
CRISTIANISMO
¿Cómo influyó
en la debacle?
AÑOS FUNESTOS
Las etapas de
Tiberio y Calígula

DE JULIO CÉSAR A NERÓN

ADÉNTRATE EN
LA HISTORIA
COMO NUNCA LO
HABÍAS HECHO

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 EDITORIAL

Escultura de Julio
César, vencedor en
la campaña de las
Galias y quien
derrotó a Pompeyo
en la guerra civil
(49-46 a. C.)
haciéndose con el
control del poder.
SHUTTERSTOCK

La gran Roma clásica

E
n el mundo latino antiguo, el paso entre la República y el Imperio contó
con dos grandes protagonistas: Julio César y Augusto. La dinastía resul-
tante de la familia Julio-Claudia protagonizó los años más gloriosos de la
Roma clásica, aunque los sucesores de ambos jugaran en otra liga. La República
tenía ya cinco siglos de historia cuando el «divino calvo» hizo saltar sus cimien-
tos, inaugurando un gobierno autoritario y basado en el culto a la personalidad.
No era para menos, porque el dictador republicano fue una figura seductora, tan-
to para mujeres como para hombres, protagonista de una extraordinaria carrera
militar y política, uno de los mejores escritores en lengua latina y un líder natural
para los soldados a su cargo, quienes a pesar de hacer chanzas sobre su calvicie
no dudaban en seguirle en cualquier batalla, conocedores de su valor, compañe-
rismo y capacidad estratégica. Su sucesor y heredero, Octavio Augusto —que se
invistió emperador, alcanzando la divinidad, y dirigió los destinos de Roma du-
rante 41 años—, estableció la Pax Romana, expandió el territorio, reconstruyó la
capital y desarrolló la red de calzadas. Mientras él y su
mujer, Livia, la matrona romana perfecta, se presenta-
ban como ejemplos de virtud y sencillez e impulsaban
la familia y la natalidad, del resto de la dinastía (Tibe-
rio, Calígula, Claudio y Nerón) queda ya otra imagen:
escándalos, asesinatos, conjuras, demencia. No obstan-
te, el Imperio siguió ade-
lante... Aquí te sumergirás
Carmen Sabalete
en aquella época. Disfruta Directora
de la lectura. (csabalete@zinetmedia.es)

MUY HISTORIA 3
SUMARIO

ROMA
DE JULIO CÉSAR A NERÓN

32

22 58
REPORTAJES
De la República a la Roma de los césares 14 El cristianismo y el fin de Roma 74
Julio César, el divino calvo 22 Mujeres poderosas y oprimidas 82

El ejército romano y las guerras civiles 32 Tiberio y Calígula, los años funestos 90
Claudio y Nerón, el ocaso de una estirpe 98
Octavio, el creador del Imperio 40
Neronismo, entre la tiranía y el teatro 106
Un Imperio para una familia 48
Dinastía Julio-Claudia 114
La consolidación del poder romano 58 Los grandes emperadores 116
En tiempos de Cristo 66 Filosofía en la época imperial 128

4 MUY HISTORIA
 90

66
SECCIONES 98
Historias de la filosofía 6
Entrevista: Alejandro Quiroga 8
Momentos estelares 11
Historias del cine 12
Mujeres en la historia 136
Historias minúsculas
Panorama
140
144 128
MUY HISTORIA 5
HISTORIAS DE LA FILOSOFÍA
La necesidad de
ser reconocido
JORGE DE LOS SANTOS
FILÓSOFO
ada se sabía de aquel extraño chiquillo y nun-
ca nada se acabó sabiendo de él. Capturado
por una partida de cazadores en los bosques
de Lacaune, en el departamento francés de
Aveyron, le otorgaron el nombre de Víctor y
el apellido del lugar de su localización. Fran-
cia hervía, en esos últimos años del xviii, con el periodo
revolucionario y las ideas de Rousseau sobre el «buen sal-
vaje», inmaculado moralmente por no haber estado en
contacto con una sociedad que corrompe a los sujetos,
hacían furor. Víctor de Aveyron, al que se le calculaban
unos once años, no hablaba, solo emitía gruñidos, ron-
quidos guturales y bufidos amenazantes. Con un parco
desarrollo físico, marcado en la garganta y en el torso por
ostentosas cicatrices, el rostro delgado y ovoide posible-
mente con restos de viruela, de nariz afilada y mentón
hundido, su actitud normalmente acompañada de un ba-
lanceo simiesco y de ataques de ira es siempre hostil y
escapista. Muerde, araña y golpea. No quiere saber nada
de un humano, es impermeable a cualquier rasgo cultural
o civilizatorio. Tras pasar por varias instituciones y ser
atendido por los más ilustres terapeutas e instructores de
la época, fallece en París veintiocho años después de ser
atrapado. Su resistencia a lo humano no varió un ápice,
nada pudo hacer la ilustrada educación con él. Nunca
consiguió ser algo parecido a un ser humano que vive
en sociedad. Desde su nacimiento, Víctor de Aveyron no
fue «reconocido» como humano, nunca él se reconoció
como humano. La propiedad de lo humano no es algo
que se da al nacer, es algo que se conquista desde el reco-
nocimiento de los otros humanos.
RECONOCIMIENTO MUTUO
Hegel ya sabía esto: un sujeto humano solo alcanza es-
ta doble condición, de «sujeto» y de «humano», porque
se inserta y es acogido desde su origen en un colectivo
humano. Porque establece, a través del mutuo reconoci-
miento, una dialéctica con los demás que le otorgan, como
él otorga, la «propiedad», la «autenticidad», de darse a ser
como humano. Hay en el reconocimiento una garantía de
pertenencia, la «instalación en un hogar». Para Heideg-
ger no hay lo humano sin el «co-estar» («mitsein»), sin
la reconocible coopertenencia con los demás que otorga
la condición de humano. Jacques Lacan lo radicaliza aún
6 MUY HISTORIA
más: el «yo» como abstracta identidad es la imagen que el
individuo se forma de su innata desarticulación desde la
mirada de los otros que lo reconocen en su humanidad.
Son los demás humanos quienes te dicen, antes de que tú
tengas capacidad siquiera de preguntarte por lo que eres,
qué eres en cuanto humano. Por eso tu deseo es, desde el
origen hasta el final, «el deseo del otro»: el deseo de ser
reconocido en principio y en continuo por los «otros» hu-
manos. Pero el reconocimiento no solo es radicalmente
constitutivo en alcanzar cualquier propiedad humana, lo
es también en el sostenimiento de cualquier sociedad pues
en él se forjan conceptos como el de la justicia, el estado
de derecho o la libertad. Sin el reconocimiento mutuo, sin
la consideración de un sujeto en cuanto igual por medio
del reconocimiento no hay posibilidad alguna de ordena-
ción social sostenida. Por eso la erradicación del otro pasa
siempre por la dejación al reconocerlo, por retirarle la mi-
rada, por excluirlo de lo que es como nosotros. También
Hegel sabía eso y múltiples han sido los autores que de ello
se han ocupado: desde la Segunda Escuela de Frankfurt
con Habermas a la cabeza a Nancy Fraser, pasando por
Alex Honnet, por citar algunos.
MADUREZ INALCANZABLE
La nuestra es una sociedad en la que nos sobreexponemos.
Nos mostramos continuamente, exigimos ser vistos a to-
das horas, captar la atención del otro, ser reconocidos. Lo
mismo sucede con las marcas de detergentes: en la lógica
del márquetin el éxito reside en la audiencia, en visibilizar-
se. El anonimato es sinónimo inequívoco de fracaso. El
que te aprecien unos pocos de nada vale frente al que te
miren unos muchos. En el razonamiento de mercado tú
eres lo mismo que un detergente. Debes crear tu marca
personal, confiar ciegamente en ti como producto, dife-
renciarte de la competencia y debes, sobre todo debes,
visibilizarte. Las redes sociales son plataformas de már-
quetin. No constituyen lo público pero posibilitan y exigen
la publicidad: lo que debe ser mostrado a lo público. El
hábitat del «hombre anuncio» que hace sin descanso, por
delante y por detrás, un anuncio de sí mismo. Si el produc-
to no gusta o si la mercancía no se coloca no es una
empresa la que cierra sino un ser humano el que se desar-
ticula por creer haber perdido lo que lo sujeta: el
reconocimiento de los demás. Es «suicidado» tras ser lin-
 A Víctor, el «niño salvaje»
de Aveyron, lo condenó a la
inhumanidad la falta de
reconocimiento.
ASC

chado por capricho, por torpeza o por no saber lo que se
lleva este año en cuestión de detergentes. A la imposición
de generar una identidad fuerte que se fije, paralizando la
propia existencia (los detergentes no tienen existencia), y
que sea además aplaudida sin descanso por el personal se
le añade una imposibilidad: la de generar de modo propio
identidad alguna porque ya no abandonamos nunca la
adolescencia. Por mantenernos en una perpetua adoles-
cencia en la que la madurez, aquel momento de la
existencia en el que uno ya intuye lo que le es propio y
sabe distinguir su fantasía de su orteguiana circunstancia,
no se alcanza. Cuando uno quiere ser a toda costa «al-
guien», cuando sus posibilidades de serlo son extenuantes
en número y cuando todavía no sabe lo que le satisface, su
necesidad de reconocimiento es infinita. Su ansia porque
los demás le digan quién es no tiene límite. Bajo la aparen-
te cerrazón de un adolescente que se defiende de su
impropiedad, fingiendo una cerrazón de autosuficiencia,
siempre se esconde una entidad que suplica, mucho más
incluso que amor, reconocimiento. Y que hará cualquier
cosa por obtenerlo. A Víctor lo condenó a la inhumanidad
la falta de reconocimiento, a los que hoy exhiben a destajo
sus carnes, titulaciones y caprichos les condena a la huma-
na estupidez el exceso de reconocimiento. MH

MUY HISTORIA 7
ENTREVISTA

Alejandro
Quiroga
El politólogo e
historiador español,
profesor de las
universidades de Alcalá
y Newcastle, publica
una biografía sobre
Miguel Primo de Rivera,
el primer dictador
español del siglo XX, que
desmitifica su caricatura
de militar bonachón,
paternalista, jugador,
mujeriego y protector de
una España desvalida
ante el obrerismo
anarquista y comunista.
FERNANDO COHNEN
PERIODISTA

ASC

M
iguel Primo de Rivera
era el gobernante mu-
jeriego y bonachón que
vendieron los apologe-
tas del franquismo?
Esa imagen de hombre bonachón mu-
jeriego y paternalista comenzó a ges-
tarse en la propia dictadura de Primo
de Rivera. Más tarde, tanto sus defen-
sores como sus enemigos la fueron
fomentando, tanto para presentarla
como una caricatura como para mos-
trarla como la de un hombre bona-
chón y paternalista, buen católico que
va a misa con su familia, que era la
imagen que quería proyectar la propa-
ganda del régimen franquista. Sus dos
primeros biógrafos oficiales hablaban
de él como un hombre mujeriego, que
no podía controlarse con las mujeres.
Pero eso era algo comprensible en el
caso de un hombre viudo y militar en
aquella sociedad tan machista. En las
memorias de su hija Pilar hay un pá-
rrafo tremendo en el que cuenta que
su padre viajó a Francia poco después
de fallecer su madre, y que tenía mu-
cho éxito con las mujeres. Según ella,
era algo normal que un militar tan
viril y apuesto como su padre tuviera
que quitarse a las francesas de encima.
¿Franco le veía como el precursor
de su dictadura?
El franquismo más fascista de los
años cuarenta lo presentó como el
líder que influyó en Mussolini y que
estaba vinculado a la Alemania nazi.
Luego, cuando se abandonó el discur-
so fascista, el franquismo lo empezó a
presentar como un militar que se vio
obligado a intervenir en la política pa-
ra salvar a España. Fue en las décadas
de los 60 y 70 del siglo xx cuando el
franquismo vendió a Miguel Primo de
Rivera como una caricatura, en la que
sobresalía su figura de mujeriego em-
pedernido y de jugador. Pero era una
caricatura benévola, en la que también
tenía cabida la figura del pater familia,
la misma imagen que vendió el régi-

8 MUY HISTORIA
 portante aparato de propaganda para
PERFIL BIOGRÁFICO reforzar su política y la imagen que
daba a los ciudadanos.
s investigador Senior Beatriz Galindo en la Universidad Complutense de
E Madrid y reader en Historia de España en la Newcastle University del ¿Cómo era su maquinaria propa-
Reino Unido. Doctor en Ciencias Políticas por la London School of Econo- gandística?
mics and Political Science, Alejandro Quiroga ha sido profesor de Historia y Era muy moderna y única. Primo de
Políticas en King’s College London, London School of Economics, Royal Rivera era una persona inteligente que
Holloway y University of Nottingham. En 2005 obtuvo la plaza de profesor supo desde el principio que el cine era
titular en Newcastle University y entre 2011 y 2016 fue Investigador Ramón una herramienta importantísima en
y Cajal en la Universidad de Alcalá. Sus trabajos se centran en el estudio de las labores de propaganda. Creó en
los nacionalismos y las identidades nacionales en la España del siglo XX y París la agencia Plus Ultra, cuyo obje-
XXI. Ahora publica una biografía sobre el dictador Miguel Primo de Rivera. tivo era vender las bondades de la dic-
tadura en Europa e Iberoamérica. De
hecho, la agencia se puso en marcha
un mes después de que el avión Plus
men franquista del propio Franco, co- por gobiernos de coalición. Mientras Ultra llevase a cabo la hazaña de cru-
mo un hombre ya mayor, una especie Mussolini construía su dictadura, zar el Atlántico para aterrizar en Bue-
de abuelo bonachón que velaba por la Primo la ejercía desde el primer día nos Aires. Sus responsables disponían
seguridad de los españoles. que tomó el poder. También es cierto de un presupuesto de medio millón
que el español tuvo otras influencias, de pesetas al año, una cifra importan-
Usted sostiene en su libro que el go- como la del general Prim, que según te en la época, para comprar perio-
bierno de Primo de Rivera fue cual- decía el dictador era un militar que distas franceses y latinoamericanos
quier cosa menos una dictablanda. había actuado con resolución y valen- afincados en París. También se utilizó
No fue una dictadura sanguinaria. tía para salvar a España. parte de ese dinero para llevar a cabo
Pero sí fue una dictadura con un apa- publirreportajes en la prensa france-
rato represivo muy bien formado que ¿Cómo era Primo de Rivera? sa y europea, como el que publicó el
actuó con especial dureza contra los Hay que verlo como un político en Times en agosto de 1926 que hacía
grupos anarquistas, practicando unas uniforme. En el sentido militar, era hincapié en las maravillas de España
técnicas represivas que estaban fuera un patriota que sentía una responsa- y de sus políticos, como Calvo Sote-
de su propia legalidad. Algunas medi- bilidad por el país. Sus preocupacio- lo, el propio Primo de Rivera, Alfon-
das se le fueron de las manos. Como nes por los españoles, no eran ficti- so XIII o Victoria Eugenia. Plus Ultra
la red de delatores que creó el Ejército, cias. Creo que tenía la intención de pagó 25 000 pesetas de la época por
que fue frenada por Martínez Anido, modernizar y mejorar España. Pero ese publirreportaje de 16 páginas que
ministro de la Gobernación, en una también era un político y es difícil sería muy comentado por los diarios
fecha tan temprana como enero 1924. discernir hasta qué punto estaba ac- españoles como La Nación, ABC o La
Y la razón fue que las denuncias que tuando y cuáles eran sus verdaderas Vanguardia, que festejaban la buena
recibían por parte de los ciudadanos intenciones. Es cierto que gobernó prensa que tenía España en el exterior.
eran tantas que los militares se vieron movido por objetivos reales, pero en
desbordados. Hubo una enorme par- otros momentos lo hizo para dar una ¿Qué explicación tiene que el PSOE
ticipación activa de la población en determinada imagen de sí mismo. De y la UGT estuvieran al lado de la
delatar a conciudadanos por todo ti- hecho, Primo de Rivera creó un im- dictadura?
po de delitos, en especial relacionados
con la corrupción.

¿Le influyó a Primo de Rivera el ré-

gimen fascista de Mussolini?
Le influyó mucho. La noche que dio
el golpe de Estado ya hizo una men-
La dictadura de Primo de
ción a Mussolini, afirmando que era
un ejemplo a seguir para toda Euro-
pa. Aunque no era un amor corres-
Rivera fue muy represiva y actuó
pondido. Por otro lado, la dictadura
de Primo de Rivera en sus primeros
con especial dureza contra los
años era más dura y autoritaria que
la de Mussolini en 1923, 24 y 25, un
periodo en el que Italia fue dirigida
grupos anarquistas

MUY HISTORIA 9
ENTREVISTA
Lo cierto es que el 13 de septiembre,
cuando se produjo el golpe de Estado,
la UGT y el PSOE apenas reacciona-
ron. Y pronto se abrieron a colaborar
con la dictadura. Aunque esto tuvo
mucho que ver con la lógica de super-
vivencia de estas organizaciones po-
líticas. Sus líderes, en especial Largo
Caballero, pensaban que de esa forma
ellos iban a ser el sindicato tolerado,
el que quedaba a salvo de la quema,
mientras la maquinaria represora de
Primo de Rivera fijaría su atención en
los anarquistas. Esta estrategia funcio-
nó durante los años 1924 y 25. Pero en
1926, la situación comenzó a cambiar
y las cosas ya no le fueron tan bien
a la UGT. En un primer momento,
los socialistas pensaron que estaban
manejando la dictadura, cuando en
realidad fue Primo de Rivera el que
utilizó a los socialistas. En 1929 se
convirtieron también en objetivo de
la represión, lo mismo que los anar-
quistas, los carlistas, los catalanistas y
los peneuvistas, aunque estos últimos
no la sufrieron tanto como los otros,
quizá debido a que al dictador no le
preocupaba tanto la cuestión vasca
como la catalana.
¿La dictadura disparó el nacionalis-
mo catalán y vasco?
Sin duda. La dictadura llevó a los na-
cionalismos a centrarse en la cultura,
lo que disparó las publicaciones en
ambas lenguas, sobre todo, en cata-
lán. La reacción de los catalanes a la
represión también trascendió a otros
ámbitos sociales. Por ejemplo, una
absurda represión contra el Club de
Fútbol Barcelona en 1924 hizo que
se multiplicara su número de socios
y se convirtiera en un símbolo de re-
sistencia a la dictadura. En el caso del
País Vasco, el rechazo al régimen de
Primo de Rivera sirvió como elemen-
to de unificación de las dos ramas del
nacionalismo vasco.
¿Fue un periodo especialmente co-
rrupto? ¿Utilizó Primo de Rivera el
poder en beneficio propio?
Casi por definición, las dictaduras
siempre son corruptas, porque los me-
canismos de control no existen. Los
exiliados y algunas grandes figuras de
10 MUY HISTORIA
UN LIBRO NECESARIO
E
l historiador Alejandro Quiroga nos desvela a un políti-
co astuto, ambicioso y con muy pocos escrúpulos, que
impulsó un régimen nacionalista, autoritario y profun-
damente represivo en línea con el resto de las dictaduras
europeas contemporáneas. Este militar fue el creador del
populismo de derechas en España al denunciar a los po-
líticos profesionales como élites corruptas y presentarse
como el líder mesiánico que llevaría a cabo la voluntad del
pueblo. Sin el jerezano Miguel Primo de Rivera no se en-
tiende la figura de Franco. El libro de Quiroga contribuye a
entender no solo la historia de España del último siglo, si-
no también los factores clave de la política contemporánea
como el populismo y el nacionalismo.
la cultura, como Unamuno o Blasco a París que buscó una alianza con Es-
Ibáñez, criticaron su gobierno porque paña para derrotarlo.
era corrupto. De hecho, muchos de los
miembros de su gobierno estuvieron ¿Acabar con la guerra de Marruecos
relacionados con negocios turbios, fue su gran éxito político exterior?
como fue el caso del vicepresidente La caída de Abd del Krim supuso un
Martínez Anido. Por ejemplo, el joven gran éxito para Primo, que lo celebró
maurista Calvo Sotelo compaginó sus durante días en pueblos de Andalucía
labores como ministro con su trabajo y de Castilla, presentándose como el
como director de un conocido banco. gran luchador que acabó con los ri-
Por lo que se refiere al propio Primo feños. Finalizó los festejos en Madrid
de Rivera, el único caso que conozco con desfiles militares y la asistencia de
de corrupción es el de la construcción mucho público que lo vitoreó en las
de una casa. Se recolectaron más de calles, comparando su genio estraté-
dos millones de pesetas, aunque él gico con el del mismísimo Napoleón.
sostuvo que no fue cosa suya, que se
la compraron seguidores suyos. La ¿Cuál fue el grado de apoyo de rey
multinacional estadounidense ITT Alfonso XIII a la dictadura de Pri-
también utilizó a su hijo José Antonio mo de Rivera?
para que el dictador firmase su mono- Al principio, su apoyo fue muy claro.
polio de la telefonía en España. Pero, a partir de 1927, la relación se
enturbió bastante, sobre todo por-
Aunque era partidario de abando- que a partir de entonces Alfonso XIII
nar Marruecos, al llegar al poder supo que ya no podía «borbonear»
consolidó la presencia española en a Primo. Un año más tarde, cuando
el protectorado. ¿Por qué cambió? se celebró el quinto aniversario de la
En 1913, Primo de Rivera era parti- dictadura, el rey se fue a Suecia para
dario de que España abandonara Ma- no asistir a los actos conmemorativos.
rruecos, una postura que ocho años
más tarde le costó el puesto de sena- ¿El monarca nunca sospechó que la
dor. Más allá de las vidas que costó futura caída de la dictadura podría
aquel conflicto bélico, Primo pensaba suponer el final de la monarquía?
que era una sangría económica para El rey no creía que el final del dicta-
el país. Durante unos años él siguió dor fuera a suponer el final de la pro-
siendo abandonista. Pero en agosto pia monarquía. Desde el verano de
de 1923, para conseguir que los ge- 1929, Alfonso XIII apostó fuerte para
nerales africanistas apoyaran su gol- echar a Primo de Rivera del poder. En
pe de Estado, Primo les dijo lo que 1930, cuando el general Berenguer
ellos querían oír, que España se iba a tomó las riendas de la dictablanda, el
quedar en Marruecos. Más tarde, Ab rey intentó reconstruir de algún mo-
del Krim cometió el error de atacar el do el sistema de la Restauración, pero
sector francés, lo que hizo reaccionar ya era imposible.
 MOMENTOS ESTELARES DE LA VIDA COTIDIANA

Historia de las
bebidas alcohólicas
ay evidencias prehistóricas del consumo de
líquidos fermentados. Los egipcios bebían
cerveza de cereales, en China alcohol obteni-
do a partir del arroz y en Grecia y Roma se
desarrolló una cultura del vino, asociada a
la bebida, la religión y las prácticas médicas.
Otras sociedades tuvieron sus propias bebidas alco-
hólicas. Además de sus aportes euforizantes y energé-
ticos, colaboró al éxito del vino o cerveza la seguridad
higiénica que aportaban, frente a aguas contaminadas.
Se cree que las primeras destilaciones se realizaron en
Egipto, Mesopotamia y China, con fines medicinales y
para producir bálsamos y perfumes. Servían también pa-
ra actos rituales.
El contenido alcohólico del vino o cerveza de la Antigüe-
dad o Medievo era muy bajo comparado con el actual,
por lo que sus efectos tóxicos eran menores. Desde la
Antigüedad se le otorgó también un valor medicinal y
proporcionaba el único analgésico accesible. A la caída
del Imperio romano la cultura vitivinícola remitió, que-
dando en manos de la Iglesia católica y de los monasterios

las producciones más elaboradas. Para los grupos popula-
res quedaban la cerveza y mostos de vino de producción
local y familiar.
Hubo una novedad medieval. En el siglo ix los árabes
inventaron la destilación en alambique, para conseguir
esencias para perfumes o dentro de búsquedas alquimis-
tas. Surgió así un alcohol de alta graduación. Hacia 1100
pasó a la escuela de Medicina de Salerno, atribuyéndosele
sobre todo efectos terapéuticos. Los destilados se llamaron
sucesivamente «agua ardiente» y, ya en el siglo xiii, «agua
de la vida». Por entonces, los monasterios italianos apor-
taron licores con la maceración en aguardiente de hierbas
medicinales y frutos a veces endulzados con miel y azúcar
de mosto o de vino.
NUEVAS CONNOTACIONES SOCIALES
El consumo de aguardientes en sus distintas variantes se
extendió durante las pestes del siglo xiv, al concebirlos
como una defensa. No tenían tal utilidad, pero paliarían
el dolor y levantarían el ánimo. Los procesos de desti-
lación generaron diversos productos según la materia
prima (cognac, schnaps, palinka, grappa, whisky, vodka,
ron, etc.).
Cuando remitieron las pestes, no decayó el consumo de
bebidas espirituosas, en una especie de búsqueda com-
pulsiva del placer. Las advertencias sobre los perjuicios
del alcohol tuvieron algún efecto en el xviii, cuando la
SHUTTERSTOCK
difusión del café, té negro o cacao proporcionaron otros
estimulantes higiénicamente seguros al elaborarse con
agua hirviendo. Algunas asociaciones religiosas (cuáque-
ros y metodistas británicos) condenaron su uso, sin gran
impacto en la mayoría de la población.
Cambiaron después las connotaciones sociales de los
destilados. Si habían sido un lujo de las clases altas, el
aguardiente se convirtió en una suerte de droga social
entre los trabajadores de la industrialización de los siglos
xviii y xix.
A lo largo del xix el progreso médico determinó que el
alcoholismo es una enfermedad de efectos graves. Hubo
campañas para promover la templanza y épocas de prohi-
bición, pero no terminaron con el consumo del alcohol,
bien asentado en amplios ámbitos sociales, que pueden
usarlo como solaz moderado, estímulo para la fiesta, com-
plemento gastronómico, euforizante para superar barreras
sociales o como droga dotada de cierta permisividad. MH
MANUEL MONTERO
■ Catedrático de Historia Contemporánea y rector de
la Universidad del País Vasco entre 2000 y 2004.

MUY HISTORIA 11
HISTORIAS DEL CINE
ASC
Quo Vadis ASIER MENSURO
HISTORIADOR DEL ARTE EXPERTO EN CINE Y CÓMIC
n 1896, el escritor y premio Nobel de literatura
Henryk Sienkiewicz escribe su novela más céle-
bre, Quo Vadis. Se trata, siguiendo la moda de la
época, de un relato sobre el origen del cristianis-
mo en época romana. Con la llegada del cine, la
popularidad de este tipo de textos hace que sal-
ten a la gran pantalla, creándose las películas conocidas
como toga plays o películas históricas de ambientación
romana. Así, el italiano Enrico Guazzoni rueda una pri-
mera versión en 1913, a la que sigue un primer remake
italogermánico en 1924.
A finales de la década de 1930, la MGM compra los dere-
chos de la novela y los derechos cinematográficos, pero el
estallido de la Segunda Guerra Mundial le obliga a pos-
poner la realización del filme. Tras el paréntesis bélico y
la primera posguerra en Italia, el gran estudio norteame-
ricano retoma la idea de producir el filme, y se traslada a
Italia para rodarlo.
Para ello, recurre a los estudios Cinecittà de Roma, dando
inicio a una larga serie de películas americanas rodadas
en el estudio romano, que cuentan con el apoyo del pú-
blico; entre otras, Ben Hur (1959) o Cleopatra (1963). La
prensa bautiza la llegada de la MGM a Roma con un im-
pactante titular: «Hollywood desembarca en el Tíber».
La pericia de los técnicos italianos, mucho más baratos
pero igual de hábiles que los norteamericanos, ayuda a lle-
var adelante la producción. Así, en 1950, bajo la dirección
de los escenógrafos de la MGM, comienza la construcción
12 MUY HISTORIA
ASC
de unos decorados ciclópeos para la película; en concre-
to, el Circo de Nerón y el exterior de la Domus Aurea,
una sección completa de la ciudad para hacerla arder en
el famoso incendio de Roma, un gran puente y la villa
Plautius. Además, se compran cientos de fieras por toda
Europa para usarlas en las escenas del circo, y se confec-
cionan 30 000 trajes para el reparto principal y el ingente
número de extras que participa en la película. La MGM
invierte 7,5 millones de dólares en el filme, una cantidad
inusitada para la época.
UN NERÓN INOLVIDABLE
La película es dirigida por Mervyn LeRoy, y en lo refe-
rente al reparto, los papeles principales de Ligia y Marco
Vinicio recaen en Debora Keer (en detrimento de Elisa-
beth Taylor), y Robert Taylor; aunque es Peter Ustinov el
que será recordado por todos los espectadores por su in-
olvidable interpretación de Nerón. También participan
algunos nombres italianos como un jovencísimo Sergio
Leone que desempeña labores de ayudante de direc-
ción, una igualmente joven Sophia Loren que interpreta
a una esclava de Ligia, o un desconocido Bud Spencer,
con una fugar aparición de extra interpretando a un
legionario romano.
El filme se estrena el 25 de diciembre de 1951 con enorme
éxito, convirtiéndose en el título de mayor recaudación de
la MGM desde Lo que el viento se llevó. MH
 ¡DISFRUTA DE
GRANDES LECTURAS!
El carro de combate apareció durante la Primera Guerra
Mundial como alternativa a la sangrienta guerra de trincheras, pero
ahora se duda de su utilidad en la guerra moderna. Mientras el tanque
lanza su canto del cisne en Ucrania, con drones e IA pisándole los
talones, Pinolia nos descubre todos los secretos de su siglo de vida.

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 DE LA REPÚBLICA A LA

DE LOS
 La irrupción de la dinastía Julio-Claudia en la política romana
supuso el fin de la (relativa) democracia senatorial, representada por
una República con casi cinco siglos de vida, y la implantación de un
autoritarismo dictatorial (César) y más tarde imperial (Augusto).

MARÍA SOTELO
HISTORIADORA

ALBUM
 l Senado y el Pueblo Romano: eso —Se-
natus Populusque Romanus— significa el
acrónimo SPQR que, en la última etapa de
la República (desde el año 80 a. C.) y hasta
muchos años después de que este sistema
político desapareciera (hasta la época de
Constantino, en el siglo iv), blasonó las monedas,
los documentos, las inscripciones en piedra o me-
tal, los monumentos y los estandartes de las legio-
nes como denominación legal de Roma. De origen
TITO LIVIO incierto, pero muy anterior —probablemente, de
LO RELATÓ.
Debemos al la etapa fundacional de la ciudad-Estado republi-
gran ensayista cana, cuyo nombre oficial entonces, sin embargo,
romano era solo «Roma»—, resulta irónico que la frase que
(59 a. C.-17; designa al Senado y al pueblo como depositarios
abajo, en un de la soberanía se institucionalizase, precisamen-
grabado)
la historia de
te, cuando dicha soberanía agonizaba, próxima a
Roma desde su extinguirse, ahogada entre otras cosas por la lucha
fundación hasta entre ambos estamentos: la patricia clase senatorial
la muerte de y el pueblo (la plebe).
Nerón; de él Esa contradicción de base, nunca resuelta, traería
proceden
muchos datos
la decadencia de la República romana y, en último
sobre la era de término, las guerras civiles, caldo de cultivo para
la República. la irrupción de diversos hombres providenciales
ASC
16 MUY HISTORIA
o «salvapatrias». Y serían el más exitoso de todos
ellos —también el más inteligente, cautivador y
capaz—, Julio César, y sobre todo su heredero, Oc-
tavio Augusto, quienes le dieran la puntilla a una
forma de gobierno que parecía eterna pero que, en
realidad, había nacido hacía menos de cinco siglos.
EL ÚLTIMO REY DE ROMA
Antes de la llegada de la República, Roma era
una monarquía de carácter electivo en la que el
monarca era, por encima de todo, un jefe cívi-
co-militar proveniente de las gens (agrupaciones
familiares) más antiguas e ilustres. Lo que sabemos
de este periodo, lo mismo que del arranque de la
subsiguiente era republicana, se lo debemos princi-
palmente al muy posterior Tito Livio (59 a. C.-17),
de modo que hay que hacer siempre salvedades
respecto a la mezcla de historicidad y leyenda.
Sea como fuere, parece que el séptimo rey de Ro-
ma —que también sería el último—, Tarquinio el
Soberbio, del clan de los Tarquinios, utilizó en tal
grado la violencia, el asesinato político y el terror
para mantenerse en el poder, derogando además
reformas y beneficios sociales establecidos por sus
predecesores, que los romanos empezaron a ver
con malos ojos eso de la monarquía. Por si esto
fuera poco, Tarquinio acabó de enfurecer al pueblo
al destruir todos los santuarios y altares sabinos
de la Roca Tarpeya y aún más cuando permitió
que su hijo Sexto violara a Lucrecia, una patricia
romana. Llegado este punto, un pariente de esta
—y también de Tarquinio, en realidad—, Lucio
Junio Bruto, convocó al Senado y, con el apoyo
de la plebe, se decidió el destierro del indeseado
rey y la abolición del sistema monárquico. Corría
el año 510 a. C.
Evidentemente, había que sustituir lo abolido
con algo. Y el Senado, hasta entonces un órgano
consultivo esporádico, se hizo permanente y se
convirtió, ya entrado el año 509 a. C., en la clave de
la nueva forma de gobierno: la República de Roma.
ORGANIZANDO LA «COSA PÚBLICA»
Su nombre en latín, Res publica o «cosa pública»
—o, como diríamos hoy, esfera pública—, englo-
baba todo el conjunto de asuntos que había que
organizar para un armonioso funcionamiento de
la emergente sociedad romana. Así, para sustituir
el liderazgo de los reyes, se creó el nuevo cargo de
cónsul, asignado expresamente a dos senadores:
los primeros fueron el propio Lucio Junio Bruto
y Lucio Tarquinio Colatino. Inicialmente, a los
cónsules se les transfirieron todos los poderes
que antaño tenía el rey, pero con la esperanza de
que el hecho de que tuvieran que compartirlos
actuara de contrapeso e impidiese la tiranía. Se
estableció que sus mandatos fueran anuales y ca-
da cónsul, además, podía vetar las actuaciones o
decisiones de su colega consular (intercessio).
Esta medida pronto se reveló insuficiente para
evitar el abuso de poder. El primer acto de Bruto
—antepasado, por cierto, del Marco Junio Bruto
que participaría siglos después en el asesinato de
César— como cónsul fue obligar a Colatino a re-
nunciar bajo el pretexto de que era un Tarquinio
y de que Roma no sería libre hasta que todos los
miembros de esta familia dejaran la ciudad. Co-
latino se autoexilió, y el Senado decretó el mismo
destino para todos los Tarquinios... con la sal-
vedad del hábil Bruto, que aprovechó la ocasión
para «colocar» como colega consular a su amigo
Publio Valerio Publícola. Como vemos, la corrup-
ción y el tráfico de influencias empezaron pronto
a causar estragos.
Por ello, enseguida comenzaron las reformas.
Las principales instituciones del nuevo régimen
pasaron a ser el Senado, las magistraturas y los
comicios. El Senado, pilar de la República y órgano
político ante el que rendían cuentas los cónsules,
estuvo originalmente constituido solo por patri-
cios, pero a partir de la Lex Ovinia (312 a. C.) se
permitiría que los plebeyos formaran parte del
mismo. La auctoritas del Senado daba validez a
los acuerdos tomados en las asambleas popula-
res o comicios; también resolvía las situaciones
de interregnum o vacío de poder, que acontecían
cuando moría un cónsul.

A LA CONQUISTA DE ITALIA
ASC

Para limitar el mando de estos, además, se crearon VIOLACIÓN

las restantes magistraturas, cargos absolutamente DE LUCRECIA.
originales de la República romana que estaban por La agresión se-
debajo de los cónsules y dividían sus atribuciones. ticamente toda la Italia peninsular por parte de los xual a esta patri-
Las primeras —con el tiempo surgirían muchas romanos. Las legiones, instrumento de dicha con- cia romana por
Sexto Tarquino,
otras— fueron la de pretor, que asumía las potes- quista, se componían de ciudadanos reclutados en hijo del rey,
tades judiciales otorgadas a los cónsules, y la de tiempos de guerra e identificados con su objetivo, precipitó la
censor, que poseía el poder de controlar el censo. frente al carácter mercenario de los ejércitos riva- abolición de la
Con este sólido andamiaje administrativo y políti- les, lo que junto a su disciplina y entrenamiento las monarquía.
co, y debilitados los otrora poderosos etruscos, la convirtió casi en invencibles. Además, a medida Arriba, la versión
del genial Tiziano
ciudad-Estado de Roma se convirtió rápidamente que avanzaba por el mapa itálico, Roma reclutaba (1568-1571).
en la nueva potencia hegemónica de la penínsu- asimismo como tropas auxiliares a los contingen-
la itálica. Así, los primeros siglos de la República tes de las ciudades dominadas: una inteligentísima
(v-iii a. C.) vieron la progresiva conquista de prác- medida que fue dando forma a unas for-

En 509 a. C. se creó el cargo de cónsul,

asignado a dos senadores: Lucio Junio Bruto
y Lucio Tarquinio Colatino
MUY HISTORIA 17
ALBUM

PILAR DE LA
REPÚBLICA.
El Senado, que midables fuerzas armadas y tejiendo una
nació como un
órgano consulti-
ESTÁN LOCOS, tupida red de alianzas.
Primero vinieron las llamadas guerras latinas, dos
vo en la monar-
quía, pasó a ser
ESTOS ROMANOS... conflictos acaecidos en siglos sucesivos —498 a
493 a. C. y 340 a 338 a. C.— que enfrentaron a la

Y
la institución a lo sentenció Marx en su famoso adagio
central del nue- burlón sobre Luis Bonaparte: «La historia
vo régimen (arri- ocurre dos veces: la primera como trage-
ba, el fresco de- dia y la segunda como farsa». Y así, lo mismo que
cimonónico Mussolini no tuvo empacho en presentarse como
Apio Claudio «el heredero de Augusto», el largo camino reco-
entra rrido por las ilustres siglas SPQR (arriba, en una
en el Senado moneda) es el que va de un símbolo cargado de
romano en el trágicos presagios —no duró, no podía durar ese
año 312 a. C.). poder del pueblo representado por un Senado
aristocrático— a un mero emblema turístico o una
oportunidad para el chascarrillo.
En cuanto a lo primero, las cuatro letras se usaron
en numerosas ocasiones como seña de identidad
de Roma —en el Renacimiento y en la dictadura
fascista, que las puso hasta en las tapas de las al-
cantarillas en su vano y bufonesco intento de asi-
milarse al Imperio— y hoy siguen presentes en el
escudo municipal de la Ciudad Eterna; también,
«tuneadas» (SPQ seguido de la letra que toque),
en escudos y edificios de otras muchas ciudades,
de Reggio Emilia a Bremen. En cuanto a lo segun-
do, la cultura popular las ha usado con desigual
gracejo. Quizá la mejor broma al respecto, por su
pertinencia, sea la de los traductores al italiano de
los cómics de Astérix y Obélix: el comentario ha-
bitual de este último poniendo en duda la cordura
de los legionarios de César —«Ils sont fous ces
romains» o «Están locos, estos romanos...»— apa-
rece en su versión italiana con las iniciales en ma-
yúsculas: «Sono Pazzi Questi Romani».
República con los pueblos del Lacio (latinos y fa-
liscos). La victoria final de Roma le dio el dominio
sobre dicho territorio y, casi al mismo tiempo, en
343 a. C., se inició la primera de las tres guerras
samnitas, que culminaron en 290 a. C. con el com-
pleto sometimiento de la Italia central.
Para el primer cuarto del siglo iii a. C., los romanos
habían vencido sucesiva e imparablemente a todos
sus rivales itálicos: aparte de los ya mencionados,
etruscos, galos del Po, brutios, lucanos, sabinos,
umbros, celtas del norte y, entre 280 y 275 a. C., a
los habitantes del sur. Era el momento de expan-
dirse más allá de sus fronteras peninsulares.
LAS GUERRAS PÚNICAS
Porque, claro, el problema que lleva aparejado el
crecimiento territorial es que hay que seguir cre-
ciendo constantemente, para poder abastecer lo
conquistado y protegerlo de agresiones externas:
el eterno dilema histórico del colonialismo, que
llevó a la República a la contradicción de crear
un imperio de facto, de proporciones cada vez
más gigantescas, que acabaría por devorar las
instituciones republicanas pensadas para la eficaz
administración de una ciudad-Estado.
Así las cosas, Roma inició una larguísima escalada
bélica que, a la postre, la convertiría en la primera

18 MUY HISTORIA
potencia del mundo mediterráneo. Las guerras pú-
nicas marcaron la primera etapa de esta expansión.
Mientras los romanos se afianzaban en Italia, la
ciudad de Cartago, en la costa norteafricana, había
puesto en pie un enorme imperio marítimo que
dominaba todo el Mediterráneo occidental, con
colonias estables en Hispania, Baleares y Sicilia, de
donde había logrado expulsar incluso a los griegos.
En 264 a. C., la República romana puso los ojos en
esta isla y decidió ocupar las colonias cartaginesas
sicilianas. Tras armar una poderosa flota de guerra,
los enfrentamientos de distinto signo se sucedie-
ron hasta que en 241 a. C. Cartago capituló: fue el
fin de la primera guerra púnica, merced a la cual
Roma se apoderó asimismo de Córcega y Cerde-
ña y penetró en la Galia transalpina, y en la que
sobresaldría pese a su derrota el célebre general y
estadista cartaginés Amílcar Barca.
Su hijo, Aníbal, sería el protagonista en el ban-
do cartaginés de la segunda (218-201 a. C.), el saqueo y la completa destrucción de la ciudad
enfrentado a Publio Cornelio Escipión el Afri- mediterránea. Su población fue exterminada o CARGA
cano, general y político romano que se alzó con esclavizada y su territorio pasó a convertirse en INICIAL.
la victoria en la batalla de Zama. En esta ocasión la provincia romana de África. Escipión
concibió una
se dirimía la conquista de Hispania, que los ro- estrategia para
manos codiciaban por su riqueza en yacimientos confundir y
de plata. Y todavía habría una tercera guerra pú- DUEÑOS DEL MEDITERRÁNEO derrotar a los
nica (149-146 a. C.), centrada en gran parte en Paralelamente, en el Mediterráneo oriental, la elefantes de
el asedio y batalla de Cartago, que se saldó con insaciable República de Roma se enfrentó a guerra de Anibal
en la batalla de
Zama.

LA BATALLA
DE ZAMA.
Recreada en
este óleo de
Giulio Romano
(1570), se libró
el 19 de octubre
de 202 a. C. cer-
ca de Cartago
(actual Túnez) y
fue la decisiva
victoria romana
en la segunda
guerra Púnica.
AGE

MUY HISTORIA 19
 En el siglo I a. C., los esclavos de Roma
protagonizaron las llamadas guerras serviles

RESISTENCIA
NUMANTINA.
La toma de los monarcas de los Estados helenos surgidos
Numancia (en la ASESINATO POLÍTICO.
tras la desmembración del imperio de Alejandro
imagen, vista Cuadro del siglo XVIII que
del sitio Magno: a los reyes macedonios Filipo V (197 a. C.) recrea la muerte en 121
arqueológico, en y Perseo (168 a. C.) en las llamadas guerras mace- a. C. de Cayo Sempronio
Soria) en 133 dónicas y a Antíoco III en la guerra romano-siria Graco, político reformista
a. C., tras un (189 a. C.). Con sus sucesivas victorias sobre todos y gran orador de la
feroz asedio, dio ellos, Macedonia, Acaya y Epiro se convertirían República tardía.
a los romanos el
dominio igualmente en provincias romanas.
definitivo sobre Roma consolidó este dominio absoluto del Ma-
Hispania. re Nostrum con el establecimiento de numerosas
colonias en la Galia Cisalpina y la definitiva ocupa-
ción de Hispania (toma de Numancia en 133 a. C.)
y de la Galia del sur, que, convertida en la provincia
Narbonense, permitió la unión terrestre de His-
pania con la metrópoli a través de la Vía Domitia,
una fabulosa calzada que discurría en paralelo al
mar desde los Alpes a los Pirineos.
Todas estas conquistas conllevaron una revolución
económica: Roma, diríamos hoy, pegó un autén-
tico pelotazo. Los botines e indemnizaciones de
guerra, más los tributos pagados por las provin-
cias, enriquecieron al Estado de manera colosal...
y sobre todo a muchos particulares. Los miembros
de la clase senatorial acapararon las tierras que
la República se había reservado (el ager publicus)
y administraron la explotación de dichos bienes
públicos —de ahí su nombre de publicanos— en-
ASC

tregados a una febril especulación.

20 MUY HISTORIA
 ESPARTACO: JAQUE A LA REPÚBLICA
L
a revuelta de esclavos más famosa de la histo-
ria —por cortesía de la gran película de Stanley
Kubrick (Espartaco, 1960, protagonizada por Kirk
Douglas y Laurence Olivier) y de la serie de televisión
homónima (2011-2013)— sucedió entre los años 73 y
71 a. C. y tuvo como instigador y líder, según las fuen-
tes romanas, a un siervo tracio de 40 años de edad
que había sobrevivido como gladiador gracias a su in-
creíble fortaleza física.
Formado en la escuela de gladiadores de Capua dirigi-
da por Léntulo Batiato y, cuentan los cronistas, culto e
inteligente, Espartaco ideó y llevó a cabo una rebelión
destinada, en principio, solamente a escapar de su en-
cierro junto a varios compañeros. Pero en su huida se
toparon con un convoy que transportaba armas y, tras
apoderarse de él, se hicieron fuertes en las proximida-
des del Vesubio. Aquello fue el germen de la creación
UNA SOCIEDAD INJUSTA E INESTABLE
Pero semejante riqueza, al mismo tiempo, trasto-
có el ya frágil equilibrio social entre los siglos ii
y i a. C. Era aquella una sociedad basada en los
estamentos, y la diferencia de estatus entre la nueva
aristocracia —formada por miembros de la anti-
de un ejército de desposeídos que se conjuraron
para nunca volver a la esclavitud y que plantaron
batalla a las legiones romanas durante casi dos
años, en la que también es conocida como tercera
guerra servil, guerra de los esclavos o guerra de los
gladiadores. La cosa se puso tan fea para Roma —
el tracio llegó a reunir a 70 000 hombres y marchó
hacia la Ciudad Eterna con ellos— que se colocó al
mando del operativo para vencerlos al pretor Marco
Licinio Craso (más tarde, triunviro con César y Pom-
peyo), quien además tenía un interés personal en el
asunto: se dedicaba, entre otras cosas, al tráfico de
esclavos. Finalmente, con la ayuda de Pompeyo y Lú-
culo, los revolucionarios fueron derrotados y mayorita-
riamente ejecutados, pero su sueño de libertad que-
daría para siempre en los anales de la lucha por
un mundo más justo y más humano.
ASC
gua clase patricia junto con nuevos ricos— y los
patricios empobrecidos de la nobilitas y las masas
populares (los plebeyos) aumentó hasta límites
insostenibles. Paralelamente, muchos pequeños
campesinos, arruinados por las constantes guerras,
emigraron a Roma y engrosaron esa plebe urbana,
muy susceptible de manipulación demagógica, al
tiempo que los habitantes de los territorios ocu-
pados estaban descontentos por la explotación a
que los sometían sus gobernantes y deseaban la
igualdad con los romanos (ciudadanía). Todo ello
convivía con una desmedida afición de las clases
pudientes al lujo y la opulencia, así como a un ar-
te orientalizado de influencia helenística. Y luego
estaban los esclavos, un mero instrumento econó-
mico que podía comprarse y venderse; procedentes
en su mayoría de los pueblos sometidos, se con-
virtieron en el siglo i a. C. en el estrato social más
numeroso y protagonizaron las guerras serviles,
una serie de levantamientos de los que el de Espar-
taco [ver recuadro] fue el único que puso en serio
peligro a la República.
Esta situación sería el principio del fin del sistema
republicano. Después del asesinato de los Gracos
—Tiberio Sempronio y Cayo Sempronio Graco,
hermanos y políticos populares (izquierdistas,
según el criterio actual) que intentaron reformas
sociales— a finales del siglo ii a. C., se desató un
convulso periodo de inestabilidad y conflictos
internos incesantes cuya máxima expresión serían
las guerras civiles, que enfrentaron a los distintos
sectores de la sociedad de la República y dieron
alas a sucesivas dictaduras militares. Y de la dic-
tadura a una nueva forma encubierta de
monarquía —el Principado o Imperio— había un
paso, como pronto se vio. MH
MUY HISTORIA 21
 EL DI V INO CA LVO

Cuando la opulenta Roma republicana se tambaleaba bajo el

peso de su propia decadencia, surgió un hombre destinado
a ser el agente del cambio. En un mundo de corrupción y
desigualdad, César desafiaría las expectativas desde su
humilde nacimiento hasta su influencia indiscutible.

ALBERTO PORLAN
FILÓLOGO Y ESCRITOR

22 MUY HISTORIA
AGONÍA DE LA
REPÚBLICA.
Julio César dominó
la política de la
República tras vencer
en la guerra civil que
le enfrentó al sector
más conservador
del Senado. En la
imagen, estatua
encargada en 1696 a
Nicolas Coustou para
los Jardines de
Versalles.

SHUTTERSTOCK
ASC

EL PASO
DECISIVO.
El cruce del n siglo antes del nacimiento de Cris- ban en la sombra entre conjuras y traiciones. La
Rubicón —río to, Roma era la más grande y la más facción aristocrática (la «derecha»), liderada por
del nordeste de bella de las ciudades europeas, orgu- el potentado Craso, había ganado para su cau-
Italia— el 1 de llosa capital de la potencia hegemó- sa al sector alto de la clase media, los optimates,
enero de
nica de Occidente. En unas cuantas frente a los populistas de Graco (la «izquierda»).
49 a. C. fue el
inicio simbólico generaciones, había pasado de ser una
de la guerra civil agrupación de tribus bárbaras establecidas en las
contra Pompeyo colinas del Tíber dominadas por los etruscos a EL HOMBRE CLAVE: CAYO JULIO CÉSAR
por el poder en convertirse en el motor de la historia. Muchas Entre ellos había pocos secretos, porque Roma
Roma. Arriba, causas confluyeron en aquella transformación, era una línea caliente para todas las habladu-
idealización
manierista del pero la principal de todas fue su forma de go-
episodio bierno. Desde finales del siglo vi a. C., cuando
(F. Granacci). Tarquinio el Soberbio, último rey etrusco, fue FASCINADO POR CLEOPATRA.
derrocado, los romanos evolucionaron hacia Siguiendo a Pompeyo, César llegó a Egipto y
una forma republicana de gobierno que habría cayó rendido ante la reina, hermana de
de perdurar medio milenio. A efectos de pers- Ptolomeo XIII. En la imagen, su encuentro en
pectiva histórica, es como si en España estuvié- un cuadro de Giandomenico Tiepolo, 1747.
ramos viviendo en una república desde la muer-
te de los Reyes Católicos. ¿Se imaginan?
Pero nada es para siempre, y la República roma-
na (Senatus Populusque Romanus) empezaba a
mostrar síntomas de decadencia. Nunca faltaron
problemas diversos, porque su propio crecimiento
dificultaba cada vez más la gobernación. A trancas
y barrancas, con mayor o menor dignidad, el siste-
ma consiguió perdurar y sobreponerse a su propio
éxito. Sin embargo, al llegar el siglo i a. C., el mar
de fondo de la desigualdad social había fracturado
tanto a la sociedad romana, que la estructura re-
publicana se mantenía en pie de milagro.
La base de todos los problemas era la enconada
resistencia de los opulentos aristócratas a ceder
un palmo de sus privilegios, lo que había con-
vertido al Senado, construido como el sagrado y
luminoso templo de la dialéctica, en un oscuro
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antro en el que los intereses particulares lucha-

24 MUY HISTORIA
Más que una institución
política, el Senado
se había convertido en
un mercado en el que
mandaba el dinero
rías. Más que una institución política, el Senado
era entonces un mercado o una Bolsa en la que
mandaba el dinero: con él se compraban opi-
niones y votos para obtener más poder con el
que hacer más dinero. Podría decirse que la
República romana sucumbió finalmente ante
la apoteosis de los mismos vicios humanos que
acosan a las actuales democracias capitalistas:
corrupción, avaricia, mentira, sectarismo, ami-
guismo y vanidad.
ASC
El hombre clave en la agonía de aquella Repú-
blica iba a ser un ciudadano llamado Cayo Julio
César, del que nadie hubiera creído cuando
nació que estaba reservado a ejercer semejante
protagonismo histórico. Su extracción era pa-
recida a la de un hidalgo español del siglo xvii:
de antigua sangre noble, con antepasados que
se remontaban a la diosa Venus, pero de estatus
económico y social mediocre. Su bisabuelo
El primer
LAS REFORMAS retoque del
calendario
DEL CALENDARIO juliano vino
l hecho de que Julio César interviniera en en el año 325
E los asuntos de Estado produjo una revolu-
ción en las tradiciones romanas que mu-
chos no le perdonaron nunca. Para empezar,
de la mano
del Concilio
de Nicea
reformó el calendario romano que, tras siglos (arriba, un
icono con-
de cambios y de días intercalados, ya no se
correspondía con las estaciones. El calendario memorativo).
de César o calendario juliano, instaurado en
46 a. C., estableció la duración del año en 365
días y un cuarto, con lo que al intercalar un
día cada cuatro años volvía a ajustarse el ci-
clo. Sin embargo, el cálculo no es correcto por
poco, ya que la duración exacta del año es
de 365 días, 5 horas y 48 minutos, o sea, un
cuarto de día menos 12 minutos. Esto plantea
un desfase considerable de 48 minutos por
cada año bisiesto, que se traduce en la pérdi-
da de 20 horas cada siglo. Así y todo, rigió el
mundo durante mil seiscientos años.
Cuando, en el año 325, el Concilio de Nicea
estableció que la Pascua debía celebrarse el
domingo siguiente al primer plenilunio de pri-
mavera (como se continúa haciendo siete si-
glos más tarde), se habían perdido más de
tres días. Por ello, en siglo XVI, el Concilio de
Trento recogió la necesidad urgente de refor-
mar el calendario, tarea que corrió a cargo del
papa Gregorio XII, quien en 1582 eliminó diez
días completos: al cuatro de octubre le suce-
dió el 15 de octubre, fecha en la que empezó a
correr el nuevo calendario gregoriano, que es
el vigente en nuestros días. Resulta ser de una
precisión muy notable, ya que solo adelanta
26 segundos al año, lo que significa un error
de un día completo cada 3300 años.
MUY HISTORIA 25
 y su padre solo habían llegado a ser pretores mo el que ofrece Suetonio: «Nunca alimentó un
(magistrados públicos). odio tan hondo como para no renunciar a él de
Pero él era mucho más listo y muchísimo más buena gana si se presentaba la ocasión».
ambicioso. César fue un hombre extraordinario,
PTOLOMEO XV en el sentido lato del término. Su personalidad
CÉSAR. es una de las mejor conocidas de la historia an- UNA PERSONALIDAD DESLUMBRANTE
Aunque no está
claro cuándo vino
tigua, gracias al interés por el detalle con que Con la historia se está produciendo un fenó-
al mundo el hijo redactaron sus biografías Suetonio y Plutarco, meno interesante. Los analistas han pasado de
de César y dos autores coetáneos que escribieron a fines despreciar la anécdota a considerarla esencial
Cleopatra, lo más del siglo i, o sea, siglo y medio después de la para la comprensión de los hechos. Esto ya se
probable es que muerte de su protagonista. Suetonio es ágil y li- sabía en el pasado: no solo en los momentos de-
su madre le diera
a luz en Alejandría
gero, mientras que Plutarco es denso y prolijo, cisivos se prueba la consistencia de un carácter,
el 23 de junio del pero la agudeza en el análisis de su común bio- sino también en los detalles cotidianos. César,
año 47 a. C. grafiado es patrimonio de ambos. No es que lo por ejemplo, era calvo desde joven, y también
(abajo., Cesarión califiquen de bueno o malo, sino que penetran presumido. Así que, cuando fue coronado con
y su madre en un en el personaje a través de detalles sutiles co- el laurel, se procuró una corona especial que
bajorrelieve del
disimulaba casi por completo su calvicie. Hasta
templo de
Dendera). entonces había usado un truco para peinarse al
que llamaba irónicamente «traslado», que consis-
tía en echarse el cabello de la nuca y los aladares
hacia lo alto del cráneo. Plutarco añade el detalle
de que se rascaba la cabeza con un solo dedo pa-
ra no alborotar tan delicada obra de precisión.
Maniobras capilares al margen, Cayo Julio César
era culto, ingenioso, elegante, generoso, refinado;
su oratoria era la mejor de Roma, escribía como
un maestro en prosa y en verso, tenía un carác-
ter estupendo y lo amaban todas las mujeres.
Demostró también unas capacidades militares
fuera de lo común, y no solo como estratega,
vencedor en cien batallas, sino en lo que respec-
ta al mando inmediato de las tropas. Porque se
implicaba en las operaciones personalmente y
porque sus hombres sabían que era una perso-
na resuelta, que afrontaba los obstáculos de cara
y los superaba con ingenio y decisión. Comía el
rancho con los soldados y los cuidaba como a las
niñas de sus ojos. Sabía ser inflexible cuando era
necesario, pero por lo común era indulgente con
la tropa, que se sentía comprendida por su gene-
ral y daba lo mejor en el combate. Sus soldados le
demostraron una fidelidad ciega, nacida de una
confianza absoluta. Sabían que César no les trai-
cionaría jamás porque era de los suyos: lo habían
visto caminar entre la lluvia y el barro delante de
ellos. Cuando, en las horas decisivas del paso del
Rubicón, reunió a su querida legión decimoter-
cera para exponerle con franqueza la situación,
que les obligaba a marchar sobre la propia Roma
enfrentándose al resto del ejército, y confesó a
continuación que no tenía dinero para pagarles,
sus veteranos, aquellos que le habían acompa-
ñado durante diez años de campañas, no solo
aceptaron seguirle, sino que contribuyeron a ello
entregando voluntariamente su botín personal de
guerra para hacer posible la expedición.
En el combate era prudente o atrevido en fun-
AGE

26 MUY HISTORIA
ASC
ción de las circunstancias, pero como persona
era inmoderado por naturaleza, lo que se dice un
tipo capaz de todo. Capaz, incluso, de imponerse
a su falta de moderación. Generoso hasta el de-
rroche, pero también codicioso. Se aficionó con
facilidad al lujo desde que lo empezó a disfrutar,
y sus gustos por lo exquisito se fueron refinando.
Sentía pasión por las piedras preciosas, las perlas
grandes y los objetos de oro, así como por los es-
clavos y esclavas más caros, que llegó a comprar
a unos precios que le escandalizaban a él mismo.
Tanto como para disimularlos o escamotearlos
en sus cuentas personales.
Pero también podía ser más austero que nadie
si llegaba el caso. Toda su vida supo moderarse
con el vino, cosa inusitada entre los potentados
romanos. Y tampoco era demasiado exigente
con la comida. De joven era delgado pero ro-
busto; luego engordó hasta ponerse rechoncho.
Dejando a un lado los esporádicos ataques epi-
lépticos que padecía (el mal sagrado), tenía una
salud perfecta: en sus mejores tiempos militares
llegó a hacer marchas de 100 000 pasos, que vie-
nen a ser unos 70 km.
SEXUALIDAD DESBORDADA
Su desmesura se aplicaba especialmente al te-
rritorio sexual. No era agraciado: además de su
«TU QUOQUE,
FILI MI!».
calvicie, tenía el mentón prominente, la boca Según Suetonio,
arqueada y el labio inferior más grueso que el eso exclamó
superior y algo caído. Pero, así y todo, magneti- César («¡Tú
también, hijo
zaba a las mujeres. Tenía una fama bien ganada mío!») al ver a
de metrosexual, de rendir más en la cama que el Bruto entre sus
mejor de sus legionarios, a los cuales, por cierto, asesinos (arriba,
les encantaba esa faceta de su general. Entra- el magnicidio en
ban en las ciudades al grito de: «¡Ciudadanos, un cuadro de
Camuccini,
esconded a vuestras mujeres que ha llegado el
siglo XIX),
adúltero calvo!». Tuvo tres esposas y centenares aunque es
(tal vez miles) de amantes más o menos esporá- improbable que
dicas. Entre ellas, buena parte de las mujeres de fuera su hijo: la
los ciudadanos más prominentes de Roma —in- relación con su
cluida Mucia, esposa de su colega de triunvirato madre, Servilia,
fue posterior a
Pompeyo—, lo que le granjeó el odio de muchos su nacimiento.
capitostes. Pero al parecer no toda la culpa fue
suya, porque aquellas distinguidas damas se
peleaban por acceder a la puerta de su dormi-
torio. En todo caso, parece que los dos grandes
amores de su vida fueron Servilia, la madre de
Bruto —uno de sus asesinos y, según rumores
nunca probados, hijo suyo—, y Cleopatra, reina
de Egipto y madre de su hijo Cesarión.
A pesar de esa probada fogosidad ante el es-
tamento femenino, sus enemigos no habían
olvidado que, siendo un muchacho, marchó a
una de las guerras de Asia y, en vez de luchar,
fue escogido por el rey de Bitinia, Nicomedes, a
quien le encantaban los efebos, para formar
MUY HISTORIA 27
 parte de su séquito. Parece ser que algunos
comerciantes griegos invitados por Nicomedes
lo habían visto actuando como copero del rey en
compañía de otros «mozos de placer», y César
hubo de soportar ser llamado reina de Bitinia por
su rival Bíbulo o afrontar el dicterio de Curión,
que llegó a referirse a él como «hombre de todas
las mujeres y mujer de todos los hombres».
TRIUNVIRATO Y
ÉXITOS MILITARES
Fue una mujer la que le faci-
litó las cosas al principio de
su carrera: su amante Tértula,
esposa del potentado Craso,
quien consiguió que su mari-
do le hiciera un gran préstamo
para comprar los votos senato-
riales suficientes como para ser
destinado a Hispania con un
mando militar. César aprovechó
sus éxitos hispánicos para darse
a conocer en Roma y, cuando
regresó —el año 65 a. C.—,
fue nombrado concejal de
la ciudad, puesto en el que,
según sus contemporáneos,
organizó espectáculos nuevos
y desconocidos hasta entonces.
Se inclinó políticamente del lado de los popula-
res alineándose con Graco, y el Senado consiguió
quitárselo de encima nombrándolo propretor de
España. Entonces aparecieron otros deudores
—porque César se manejaba a lo grande— recla-
mándole, antes de marchar a Hispania, el pago de
los 25 millones de sestercios que les debía. Craso
volvió a ser su fiador y, cuando regresó a Roma
como vencedor de las tribus ibéricas y cargado
de oro, su estimación política y su popularidad
dieron un salto cualitativo.
Fue elegido miembro del Primer Triunvirato,
una alianza nunca reconocida oficialmente que
repartió el poder entre Pompeyo, Craso y él.
Craso marchó a luchar contra los partos, cuyas
riquezas se consideraban fabulosas, y murió de
una manera horrible cuando el general parto que
lo había convocado a una conferencia de paz le
ofreció aplacar su sed de oro definitivamente, pa-
ra lo cual hizo que lo maniataran y le vertieran
oro fundido por la garganta.
Pompeyo se quedó en Roma y César partió a
conquistar las Galias, que hasta entonces no
habían despertado la codicia de Roma: era la
franja mediterránea que las legiones estaban
obligadas a recorrer para llegar a Hispania. Fue
César quien puso a Francia en los mapas, y sus
tesoros en las arcas de Roma. Durante siete años
luchó incansablemente contra galos, belgas y
helvéticos dejando atrás un millón de cadáveres,

César partió a conquistar las Galias,

que hasta entonces no habían
despertado la codicia de Roma
ASC

LOS PIRATAS CILICIOS

odo ciudadano romano, hasta el más valiente, sentía pavor al ridícu-

Un talento era
T lo. De modo que no es extraño que cuando unos harapientos piratas
cilicios le hicieron prisionero por pura casualidad siendo ya Julio Cé-
sar una dignidad de Roma, se sintiera ridículo.
una unidad Los piratas, viendo la calidad de su presa, decidieron pedir un rescate fa-
de medida buloso de veinte talentos. Contra todo pronóstico, César se les rio en las
babilonia, usada barbas y les ofreció cincuenta, al tiempo que despachaba a parte de su
por griegos y escolta en busca del dinero. Mientras lo traían, se dedicó a insultar des-
romanos, que pectivamente a los piratas y a bromear con la posibilidad de crucificarlos.
equivalía a la Llegó el dinero, César quedó libre y lo primero que hizo fue organizar una
masa de agua pequeña flota para apresar a sus captores. Recuperó el dinero y, tal co-
necesaria para mo les había dicho bromeando, los crucificó. Pero, en uno de sus rasgos
llenar un ánfora compasivos, ordenó que fueran degollados antes de clavarlos al madero.
como esta.

28 MUY HISTORIA

según las estimaciones modernas (un auténtico
genocidio); incluso se atrevió a desembarcar en
Inglaterra en busca de sus queridas perlas. Ade-
más, dejó escrita una crónica detallada de cómo
lo hizo, su célebre De bello Gallico (Comentarios
sobre la Guerra de las Galias).
Con la Galia sometida y un enorme prestigio acu-
mulado, a su vuelta a Roma tuvo que enfrentarse
a Pompeyo, que se había pasado al bando de los
aristócratas. Cruzó el Rubicón con aquel famoso
Alea jacta est («El dado está en el aire»), el pri-
mer día del año 49 a. C., y en menos de tres meses
entraba en Roma tras la vergonzosa huida de
Pompeyo, que contaba con fuerzas dobles que las
suyas. La batalla decisiva se dio en la planicie de
Farsalia; allí fue donde César demostró su talento
militar y sus veteranos lo que habían aprendido
en las Galias. El balance de pérdidas arrojó dos-
cientos muertos en el bando de César y 15 000 en
el de Pompeyo, que huyó a Egipto con su mujer.
Una vez allí, el faraón Ptolomeo XIII, que era va-
sallo de Roma y conocía el resultado de Farsalia,
le cortó la cabeza para congraciarse con César. Y
cuando este desembarcó en Egipto siguiendo a
Pompeyo con ánimo de capturarlo e indultarlo,
el egipcio se la presentó en una bandeja.
LOS IDUS DE MARZO
A pesar de que las cosas estaban cada vez peor en
Roma, César permaneció nueve meses en Egipto,
magnetizado (esta vez, él) por la hermana de
Ptolomeo, Cleopatra. Al final, con sus soldados
ASC
LA GUERRA
DE LAS
amenazando sublevarse, regresó a Roma y arre- GALIAS.
gló a golpe de legión los problemas en Hispania, Vercingétorix
arroja sus armas
de donde ya no llegaba trigo a Roma, venciendo a los pies de
a los de Pompeyo en la batalla de Munda (la ac- Julio César.
tual Montilla, en Córdoba). Pero el verdadero En 1899, Lionel
problema estaba dentro, entre los suyos, una par- Royer, pintor
te de los cuales desaprobaba la relación con francés
especializado
Cleopatra y temía que la facción más fanática lo en temas
proclamara rey, liquidando una República de históricos,
cinco siglos. Así, se conjuraron para asesinarlo el idealizó así la
día de los Idus de marzo, o sea, el 15 de ese mes. rendición del
Aquella mañana hubo señales y avisos: su esposa jefe galo tras la
batalla de Alesia
Calpurnia soñó que lo veía cubierto de sangre y (52 a. C.).
le rogó, sin éxito, que se quedara en casa. Un adi- Musée
vino callejero le advirtió a gritos que se guardase Crozatier.
de los Idus de marzo, a lo que César respondió:
«En ellos estamos», y el adivino sentenció miste-
rioso: «Pero aún no han pasado». Minutos más
tarde, en la sala del Senado, los conjurados lo
apuñalaron uno por uno. El fiel Marco Antonio,
al que habían entretenido en la entrada para que
no pudiera impedir el magnicidio, lo descubrió
tendido en un enorme charco de sangre: apenas
una gota en el rojo mar que aquel asesinato iba a
provocar en los años siguientes. MH
¿Cómo se planeó y ejecutó el
asesinato de Julio César? Escanea
este código QR y descubre los
detalles de uno de los magnicidios
más conocidos de toda la historia.
MUY HISTORIA 29
ALBUM

30 MUY HISTORIA
MUY HISTORIA 31
GETTY

EJÉRCITO
PROFESIONAL.
A comienzos de la etapa
republicana, la legión se
organizó con una
estructura mucho más
formal y estricta. Los
equipamientos eran
SHUTTERSTOCK

costeados por la propia

República y el ejército se
hizo profesional.

32 MUY HISTORIA
EL EJÉRCITO ROMANO
Y LAS GUERRAS CIVILES
Fueron la fuerza armada más preparada y eficaz de la Antigüedad y
evolucionaron al compás de la historia de Roma. Pero, además de someter a
otros pueblos, lucharon entre sí en las contiendas intestinas que marcaron el
fin de la República y el auge de César y Octavio.
SERGIO OCAÑA
ESCRITOR

MUY HISTORIA 33
 n tiempos de Julio César y Octavio Au-
gusto —y en los siglos venideros del Im-
perio—, las poderosas tropas romanas no
tenían igual en el mundo conocido e inspi-
raban en sus enemigos un temor reveren-
cial. Mucho habían evolucionado desde los
orígenes tribales de Roma. Pero ya entonces, cuan-
do los romanos heredaron de los etruscos gran
parte de sus tradiciones, costumbres y modos de
organización social, sus fuerzas de combate —las
falanges— se distinguieron pronto por su sofistica-
ción: lanzas de puntas de hierro y bronce, espadas
rectas y curvadas, yelmos metálicos similares a los
de los griegos, lorigas (armaduras) de cuero con
aplicaciones de metal, escudos redondos de bronce
y grebas del mismo material. Asimismo, adoptaron
de los tirrenos la trompa metálica, un instrumento
ideal para transmitir órdenes en el fragor de la bata-
lla, y aparecieron enseguida los carros de combate
tirados por dos caballos.
En la época monárquica, las peculiares caracterís-
ticas de la monarquía romana —en esencia el rey,
elegido entre los ciudadanos, era un jefe cívico-mili-
tar— impusieron una rápida superioridad sobre sus
vecinos. Roma inició su política de expansión te-
TORTUGA rritorial y, a mediados del siglo vi a. C., se extendía
GUERRERA. 3100 km2; y esta expansión vino acompañada por
Fue una típica la de su ejército, que pasó de las treinta centurias
formación de
asalto de las
y los 3000 hombres de sus comienzos a los 20 000
legiones roma- infantes y 800 jinetes de la época de Servio Tulio
nas, en la que (578-534 a. C.). Teniendo en cuenta que Roma con-
un grupo de taba entonces 80 000 habitantes, ello significa que
soldados se uno de cada cuatro era un guerrero.
protegía con los
escudos como
vemos abajo
(imagen de una DE LA FALANGE A LA LEGIÓN
recreación, Jor- Con la llegada de la República (509 a. C.), el
dania) y daba ejército romano continuó su evolución. Así, tras
lugar a una es- la derrota de Alia (390 a. C.) frente a los galos
pecie de «tan-
que» humano.
AGE
34 MUY HISTORIA
Sus primeras fuerzas de
combate, las falanges,
dieron paso en el siglo
IV a. C. a las legiones
y el posterior sitio y saqueo de Roma por par-
te de estos, vendría la primera gran reforma
militar. De la mano de Marco Furio Camilo,
general, dictador y cónsul que reconstruyó el
poderío bélico romano, las falanges dieron pa-
so a una nueva fuerza de combate: las legiones,
un instrumento que sería clave para la creación
del Imperio romano.
Estas unidades estaban constituidas por mi-
lites que eran reclutados entre los varones
propietarios de tierras y ciudadanos de entre 17 y
46 años (edad máxima un tanto laxa, que se am-
pliaba hasta 50 y más en caso de emergencia y
falta de efectivos). Había cuatro categorías de
milites, diferenciadas por su equipamiento —
relacionado con su estatus social, pues cada
soldado se lo costeaba de su bolsillo— y nivel
de experiencia. Los más jóvenes y pobres eran
los velites, que iban en vanguardia armados con
venablos (lanzas cortas arrojadizas) de poco más
de un metro de largo, una espada y un escudo
circular y se protegían la cabeza con un casco
recubierto con la piel o la cabeza de un lobo, pa-
ra infundir terror en el enemigo. Les seguían los
hastati o lanceros, hombres también jóvenes que
portaban una espada corta (gladius), dos lanzas
o pilum (una pesada y otra ligera) y un escudo
pesado y largo de madera y metal (scutum) y se
cubrían con una armadura y un casco de bron-
ce con carrilleras. A continuación, los principes,
columna vertebral de las legiones formada por
padres de familia mayores de 30 años, equipados
como los hastati pero mejor protegidos (grebas,
cotas de malla, lorigas) y con más experiencia.
Y por último estaban los triarii (veteranos o
triarios), que formaban las últimas filas, dispo-
nían de una lanza larga y constituían la reserva
de sus camaradas más jóvenes —el combate
había de estar muy apurado para que llegara
hasta ellos, lo que dio lugar a la frase «Llegó
hasta los triarios» para indicar que una disputa
había sido muy reñida—. Aparte, claro está, de
los jinetes o equites que formaban la caballería,
un cuerpo exiguo y cuyos miembros procedían
de las clases más altas, por lo caro que resultaba
mantener un caballo.
Una legión romana, inicialmente, se dividía a
su vez en diez manípulos de dos centurias cada
SHUTTERSTOCK

ANSIADO
RETIRO.
una, que contaban con unos 120-160 hombres proporcionarían el dominio del mundo antiguo. La Colonia Iulia
para las primeras filas y otros 60-80 para la Por ejemplo, la típica formación de asalto cono- Augusta Emerita
reserva. Y cada ejército constaba de cuatro le- cida como testudo o tortuga, en la que un grupo (hoy Mérida) fue
fundada en el
giones, además de un número análogo de tropas de legionarios se protegía con los escudos dando año 25 a. C.
aliadas de otras ciudades italianas, que solían lugar a una especie de carro de asalto humano; o por orden de
proporcionar la imprescindible caballería. su eficaz mantenimiento del orden en el campo Augusto para
de batalla, tanto mediante las señales acústicas asentar a los
transmitidas por el cornicen o corneta como a soldados
licenciados
CÓMO COMBATÍAN LOS ROMANOS través del estandarte o signifer, que indicaba (eméritos) de las
Poco a poco, las legiones adquirieron una rígida la dirección a seguir. legiones
estructura jerárquica —los centuriones, al mando En combate, los velites se encargaban de hostigar a X Gemina y
de la centuria, los priores, del manípulo, etc.— y, las primeras filas enemigas y luego se retiraban en- V Alaudae.
con ella, unas precisas formas de entablar com- tre los hastati y los principes, que se desplegaban Arriba, su teatro,
construido en
bate que se convertirían en emblemáticas y les en una formación de cuadros con espacios
16 a 15 a. C.

MARCO AGRIPA, UN GENERAL EXCEPCIONAL

unto con el propio Octavio Au- celos de Livia por el gran influjo que Octavio se debió sobre todo a él, que

J gusto, Marco Vipsanio Agripa (63-

12 a. C.) fue uno de los personajes
centrales en la creación del sistema
del Principado, que regiría el Impe-
rio romano hasta la crisis del siglo III.
Amigo íntimo, estrecho colaborador
y encargado de los asuntos militares
del futuro emperador desde que, en el
año 45 a. C., Julio César los enviara a
ambos a formarse junto a las legiones
de Macedonia, llegaría a ser incluso su
yerno —Augusto lo casó en terceras
nupcias con su hija, Julia la Mayor, con
quien tendría cinco hijos, entre ellos
Agripina la Mayor— y se dice que los
ejercía sobre su marido llevaron a que
se lo apartara de Roma en sus últimos
años enviándolo con diversos come-
tidos al exterior. Se dice también que
Augusto, enterado de su muerte por
enfermedad, rompió a llorar descon-
solado; además, le dedicó un majes-
tuoso funeral en el que él mismo leyó
el discurso laudatorio, decretó un mes
de luto, ordenó que lo enterrasen en el
mausoleo imperial y adoptó a dos de
sus hijos. Entre sus méritos estuvieron
las numerosas construcciones con que
embelleció Roma —el paso «del ladri-
llo al mármol» del que se vanagloriaba
había estudiado arquitectura—, como
las Termas de Agripa y el primer
Panteón, y también las provincias
(hizo erigir el Teatro Romano de Mérida
entre los años 16 y 15 a. C.); el mapa
del mundo antiguo que elaboró con los
datos obtenidos en sus viajes y, sobre
todo, sus excepcionales cualidades
como general. Venerado por los legio-
narios, fue el auténtico artífice de mu-
chos de los éxitos militares de Octavio,
como la victoria en la famosa batalla
de Accio (31 a. C.) que culminó la cuar-
ta guerra civil y supuso la derrota defi-
nitiva del bando de Marco Antonio.

MUY HISTORIA 35
 PANOPLIA
LEGIONARIA

JOSÉ ANTONIO PEÑAS

1

2
l legionario debía ir bien prote- 5

E gido, pero también disfrutar de

mucha movilidad. El casco y la
coraza de hierro le resguardaban
la cabeza, los hombros y el torso,
pero tanto las piernas, en las que
solo llevaba a veces grebas sobre
las espinillas, como los brazos que- 4
daban al descubierto. Modelos de
3
casco (1): a la izquierda, del s. I, y
a la derecha, del II y del III. La cora-
za segmentata (2), a base de pla-
cas solapadas, pesaba hasta 9 kg
y llevaba forro acolchado, aunque
también podía ceñirse un cinto con
faldellín de tiras de cuero clavetea-
das sobre túnica de lana. Escudo
o scutum, redondeado o de forma
alargada, de madera y metal (3), es-
pada corta o gladius (4) y dos pila o
CREDITO

venablos (5), una pesada y otra li-

gera, completaban el armamento.

>>> intermedios, a modo de damero, que per-
mitía a sus compañeros escabullirse por dichos
huecos y a los de las filas más atrasadas avanzar
por ellos. La táctica se repetía hasta el nivel de los
triarii, que, tras dejar pasar a los legionarios en re-
tirada, formaban una compacta muralla humana
estrechando sus hileras en orden cerrado, muralla
tras la cual se recomponían las filas.
Arrojados durante la carga desde distancias infe-
riores a los treinta metros, los venablos y las pila
(plural de pilum: lanzas o jabalinas) podían per-
forar escudos y armaduras de un grosor de hasta
2,5 cm, impidiendo al clavarse, con su solo peso, el
avance del enemigo. Era el momento aprovecha-
do por los legionarios para atacar con sus espadas
cortas, diseñadas para pinchar y clavarse de frente,
mientras se protegían tras los escudos. Esta forma
de lucha frontal era mucho más mortífera que la
lateral —la perforación, por pequeña que fuese,
causaba la muerte, mientras que los cortes latera-
les no— y además evitaba tener que exponer el
brazo derecho y parte del cuerpo fuera del escudo.
MAESTROS DEL ASEDIO (Y LA DEFENSA)
A esta formidable máquina bélica hay que sumar
la maestría de los romanos en el asedio a fortifi-
caciones y ciudades amuralladas, lo que se conoce
como arte de la poliorcética. Aparte de construir
rampas y otros ingenios y excavar minas bajo el
tiro enemigo, aprendieron a diseñar grandes to-
rres de asalto y eficaces arietes para abatir muros
y puertas; estos últimos iban montados en arma-
zones de madera con ruedas, se guarecían de los
proyectiles incendiarios con pieles humedecidas
y llevaban como remate en el extremo percutor
una gruesa cabeza de carnero (aries: de ahí su
nombre). También destacaron en la fabricación
y uso de máquinas de artillería: cada legión lle-
gó a contar con 10 catapultas, 60 carrobalistas
(balistas montadas en carros) y otros artefactos
ligeros, como los onagros y los escorpiones (una
especie de ballestas).
Como es lógico, un ejército tan poderoso y de tan
grandes dimensiones, y que debía operar cada vez
más lejos de las metrópolis, no solo debía saber ata-
car sino también defenderse, y para ello necesitaba
lugares seguros donde alojarse, descansar, proteger-
se de las inclemencias del clima y rearmarse. Los
romanos perfeccionaron el campamento constru-
yendo grandes castros fortificados, que a menudo
acabarían por convertirse en ciudades amuralladas
(Turín, Cáceres, Colonia...). El castro romano solía
alzarse en terreno llano pero dominante, y cerca del

36 MUY HISTORIA
 Había cuatro categorías de legionarios: los velites,
los hastati o lanceros, los principes y los triarii,
además de los jinetes (equites)
agua; de forma cuadrada, tenía capacidad para dos
legiones con sus tropas auxiliares, más la caballe-
ría y la impedimenta. Alrededor se cavaba un foso
hondo y se erigía una alta empalizada. En el cen-
tro del campamento se abría un gran espacio para
el altar y el foro, donde asimismo se instalaban las
tiendas de los jefes (comandante, cuestor y legados).
LAS MULAS DE MARIO
La segunda gran reforma militar —toda una re-
volución— llegaría ya durante la República tardía,
en los albores del siglo i a. C., y la emprendió un
personaje excepcional: Cayo Mario (157-86 a. C.),
único político y general elegido siete veces cón-
sul en la historia de Roma (y tío y primer mentor
de Julio César, para más señas). Con él, las le-
giones pasaron a dividirse en diez cohortes de
480 miembros cada una, se autorizó el recluta-
miento de hombres que no fueran terratenientes
—aunque sí debían seguir siendo ciudadanos ro-
manos— y se profesionalizó la carrera militar: los
milites se convirtieron en soldados (por la soldada
o paga que recibían).
Pero los cambios más importantes se dieron en
el terreno logístico. Ahora, cada soldado había de
llevar consigo las herramientas necesarias para el
atrincheramiento —la dolabra (una especie de ha-
cha) y tres cippus, estacas de casi metro y medio de
AGE
¡AL ASALTO! Los romanos fueron maestros de la poliorcética, es decir, de las
técnicas de asedio: rampas, minas, arietes, catapultas, balistas y torres de
asalto como las que podemos ver en este grabado coloreado.
largo y doble punta con las que se levantaban los
lirios o trampas defensivas— y su propio equipo de
cocina, para reducir el tamaño de la impedimen-
ta (tren logístico que iba tras el ejército) y ganar a
la vez independencia sobre el terreno. El resulta-
do, no obstante sus efectos prácticos, fue que a los
soldados cargados de semejante modo —entre 35
y 45 kg pesaba todo el equipo— se les empezó a
apodar «las mulas de Mario». Y aun así, las sobre-
cargadas legiones romanas siguieron avanzando,
de media, 25 o 30 km diarios en cinco horas de
marcha, a las que seguían otras tres para plantar y
fortificar el campamento.
GUERRA CIVIL: LA REPÚBLICA SE DESANGRA
Fue precisamente Cayo Mario uno de los
protagonistas del primero de los sangrientos
conflictos fratricidas conocidos como las cua-
tro guerras civiles de la República de Roma,
LA REFORMA
DE MARIO.
El político y militar
Cayo Mario (repre-
sentado en el cuadro
de la dcha.) profe-
sionalizó el ejército
romano y dividió las
legiones en
cohortes.
ALBUM
MUY HISTORIA 37
 Los campamentos
romanos acogían dos
legiones más las tropas
auxiliares y la caballería
de los aliados que, entre los años 90 y 88 a. C.,
enfrentó a Roma con sus aliados itálicos, que de-
seaban obtener la ciudadanía romana a cambio
de su colaboración. Mario y Sila comandaron
conjuntamente a las tropas que los derrota-
JOSÉ ANTONIO PEÑAS

ron, pero esa unión se extinguió el mismo año

ASÍ OPERABA UNA BALISTA ROMANA
■ Fue una de las armas de asedio más usadas por las legiones pa-
ra arrojar piedras, jabalinas o materiales incendiaros. Similar a la ba-
llesta medieval pero de tamaño mucho mayor, necesitaba un trípode
para equilibrarse y un mínimo de dos hombres para manejarla. Las
había de tensión y de torsión (arriba).
de la victoria: la facción de los populares (iz-
quierdistas) que secundaba al primero y la de
los optimates (conservadores) que apoyaba al
segundo iniciaron la guerra civil por sus desave-
nencias sobre la campaña contra Mitrídates VI.
Mario no vio el final de esta guerra —murió de
causas naturales en 86 a. C.— y su hijo Cayo Ma-
rio el Joven, que continuó la lucha contra Sila,
también sucumbió en ella (acorralado, se suicidó
en 82 a. C.). El conflicto terminaría en 81 a. C. y
daría paso a la dictadura de Lucio Cornelio Sila.

>>> que en el periodo final —y terminal— de

CASTROS
este sistema enfrentaron a unas legiones con- CÉSAR VS. POMPEYO, DUELO DE TITANES
MILITARES. tra otras a cuenta de las ambiciones de poder Los agitados años que siguieron vieron nacer
Sobre estas de sus generales, las tensiones entre facciones y extinguirse, como se ha dicho, otros enfren-
líneas, acuarela senatoriales y patricias y la crisis y decadencia tamientos subsidiarios: la guerra sertoriana o
que recrea el generalizada de la sociedad y el gobierno re- de Sertorio (82-72 a. C.), librada en Hispania
castro (campa- publicanos durante el siglo i a. C. Estas cuatro y consecuencia de las mismas tensiones entre
mento fortifi-
cado) de la
guerras, y otras varias menores, contribuyeron populares y optimates; la rebelión de Lépido
VII Legión en decisivamente al fin de la era republicana y el (77 a. C.) contra el Senado silano y su aborta-
Viminacium advenimiento del Imperio romano. do intento de marchar sobre Roma, o la famosa
(hoy Kostolac, El primero de dichos antecedentes menores fue conspiración de Catilina (63 a. C.). Durante un
Serbia), que la llamada guerra social, guerra mársica o guerra tiempo, pareció que el Primer Triunvirato —la
fue levantado
en el siglo I.
alianza oficiosa de César, Pompeyo y Craso, que
se prolongó entre los años 60 y 53 a. C.— alejaba
el fantasma de la autodestrucción republicana,
pero pronto se vio que no iba a ser así.
En efecto, en el año 49 a. C. las viejas heridas
entre los populares —ahora reunidos en torno a
Julio César— y los conservadores —partidarios
de Pompeyo— se reabrieron con toda su crudeza
en una segunda guerra civil. Fue esta más breve
que la primera —acabó en 45 a. C. con la victoria
total cesariana, convertida en dictadura vitalicia
de tintes seudomonárquicos— pero todavía más
sangrienta, y en ella midieron sus fuerzas dos co-
losales líderes militares que habían sido amigos
y aliados, pero que eran demasiado ambiciosos
para seguir siéndolo mucho tiempo: el vence-
ALBUM

dor de la Guerra de las Galias y Cneo Pompeyo

38 MUY HISTORIA
 ¡A MÍ LA GUARDIA...
PRETORIANA!
ugusto no fue, en puridad, el inventor de

A este cuerpo del ejército, pero sí quien le

dio las señas de identidad por las que
pasaría a la historia. La primera noticia docu-
mentada de la guardia pretoriana es del año
146 a. C.: Publio Cornelio Escipión Emiliano, en
su marcha hacia Numancia, se hizo acompañar
de una escolta personal formada por quinientos
amigos que, por acampar junto al pretorio —la
tienda de campaña del pretor o jefe máximo—,
recibió dicho nombre. Desde entonces, mu-
chos generales romanos copiaron la costumbre
de escoger entre sus filas una fuerza privada
y selecta de guardaespaldas, que solía contar
con infantería y caballería. Durante las guerras
civiles, la guardia pretoriana aumentó conside-
rablemente tanto en número de efectivos como
en importancia.
Sería Augusto, en efecto, el que estableciese
sus funciones y tamaño: nueve grupos de guar-
dias que en ningún caso podían superar los mil
hombres. Además, dándose cuenta de que una
formación así no solo era útil en la guerra, sino
también para la política en tiempos de paz, la
convirtió en un cuerpo profesionalizado y muy
ALBUM

bien entrenado al que dotó de numerosos pri-

vilegios: los soldados de sus cohortes recibían
BATALLA
doble paga que el resto y cada uno de ellos, al
DE FARSALIA.
cumplirse sus años de servicio (que se estable-
acaeció entre 43 y 42 a. C. y se saldó con la victo- Fue el choque
cieron en un máximo de 16), obtenía asimismo decisivo entre
un «finiquito» de 20 000 sestercios. Andando el
ria de los primeros y la muerte de los segundos.
César y Pompe-
tiempo, la guardia pretoriana llegó a detentar tal yo y acaeció el
poder en el Imperio romano que pondría y qui- 9 de agosto de
taría emperadores y asesinaría a varios de ellos. LA VICTORIA FINAL DE OCTAVIO 48 a. C. (arriba,
Pero esa es otra historia. Todavía quedaba el cuarto y definitivo asalto. El en una miniatura
Triunvirato se deshizo en 38 a. C., Octavio se medieval).
afianzó en Occidente, Marco Antonio se atrin- Derrotado,
Pompeyo huyó
cheró —con Cleopatra— en Oriente y, de 32 a a Egipto, donde
Magno o Pompeyo el Grande. Ambos aspiraban 30 a. C., se enfrentaron a cara de perro. El resul- murió, pero sus
a dirigir en solitario, tras la ruptura del Triunvi- tado de esta cuarta y última guerra civil fue la partidarios
rato, el Estado romano, y ya sabemos quién se derrota y el suicidio de Antonio y la reina egip- siguieron
llevó el gato al agua... cia, la anexión del país del Nilo a Roma y el combatiendo.
Pero a César le duró poco la alegría —fue ase- incontestable triunfo del heredero de Julio César
sinado en los Idus de marzo de 44 a. C.—, y a —con la inestimable ayuda de su consejero y
la República, igual de poco la paz. El vacío de amigo Marco Vipsanio Agripa [ver recuadro]—,
poder generado con el magnicidio dio pie a que poco después, en 27 a. C., pasaría a presidir
varias pugnas inmediatas (guerra de Módena, un Imperio bajo el nombre de Augusto. Y con él,
guerra de Sicilia) en las que se vieron implica- las invencibles legiones romanas seguirían am-
dos los nuevos aspirantes a hombres fuertes de pliando sin tregua sus conquistas. MH
Roma; los más notables, Marco Antonio y el
sobrino nieto de César, Octavio, designado por
aquel como su sucesor. Pero este —entonces aún
llamado Octaviano— y su rival, más Lépido, se- Escanea este código QR y
llaron momentáneamente la paz con un Segundo descubre el papel que jugaron
los pretorianos, la élite del
Triunvirato, esta vez oficial, y se dedicaron en- ejército romano y escolta
tonces a perseguir a los magnicidas Bruto y imperial, en la historia de Roma.
Casio: en eso consistió la tercera guerra civil, que

MUY HISTORIA 39
 EN EL TRONO
IMPERIAL.
En este óleo de
Giovanni Battista
Tiepolo (1696-
1770), titulado
Mecenas presen-
tando las artes
liberales al
emperador Augusto,
las bellas artes,
la música y la
arquitectura se
postran ante el
emperador; a la
izquierda de este,
ALBUM

Cayo Mecenas.
EL CRE A DOR DEL IMPERIO
Cayo Octavio Augusto, el primer
emperador romano, gobernó
43 años. Empezó como un
joven inexperto y terminó
siendo césar. Pese a no
querer ser rey, ejerció como
tal. Más de dos milenios
no han podido borrar
su legado político.

LAURA MANZANERA
PERIODISTA Y ESCRITORA
 onocido como Octavio de 63 a 44 a. C.,
como Octaviano de 44 a 27 a. C. y como
Augusto a partir de entonces, el primer
emperador romano es considerado por
muchos historiadores, asimismo, como
el más importante y significativo.
En el último siglo antes de Cristo, Roma había
sufrido sangrientas guerras civiles y desuniones
provocadas por las maniobras de sus generales,
ansiosos de poder. Pero la llegada de Augusto
lo cambiaría todo. Desde el principio buscó un
nexo que uniera a los romanos: quería que cre-
yeran que compartían pasado y futuro, y basó su
estrategia en dos pilares. Por un lado, actuó como
un imperialista a ultranza, deshaciéndose de sus
rivales y unificando los territorios desperdigados
para formar un Imperio ordenado y coherente.
Por otro, dio a este un nuevo orgullo, empezan-
do por un completo lavado de cara a su capital.
Su objetivo era canalizar el orgullo colectivo,
«nacional», en su persona, y para ello grabó su
leyenda en piedra. Además, cuidaba mucho su
REPRESENTACIÓN imagen. Según su biógrafo, Suetonio, era rubio,
DEL «SALVADOR
DE ROMA». de talla media y nariz prominente y con pocos
Esta estatua, dientes. Pero sus imágenes, poco o nada realistas,
conocida como lo mostraban con proporciones heroicas.
Augusto de Prima
Porta, de mármol
con restos de
policromía, puede HEREDERO DE JULIO CÉSAR
verse hoy en los Nacido en el año 63 a. C., Cayo Octavio Turi-
Museos Vaticanos. no era nieto de una hermana de Julio César,
Datada en el año cuyo nombre completo era Cayo Julio César
20, fue hallada en
1863 en la Villa de Octaviano. Puesto que este lo nombró heredero,
Livia, cerca de Prima adoptaría en su honor el nombre de Octaviano.
Porta (Roma). Durante los primeros años de su vida pública
se mostró hábil aliándose con sus principales
oponentes, a la espera del mejor momento
para eliminarlos.
Dispuesto a todo para alcanzar el poder, lue-
go no dudó en enfrentarse militarmente a la
mano derecha de César, Marco Antonio. Y
su ambición lo llevó a sacrificar la vida de Cice-
rón para lograr la alianza del Segundo Triunvirato
(43-38 a. C.), que formó junto a Marco Antonio y
Lépido, los más fieles colaboradores de César.

TALENTO POLÍTICO
Aun así, nunca destacó como militar. Si bien
se le atribuyen algunos triunfos, como la bata-
lla de Filipos (42 a. C.) frente a los asesinos de
César, en realidad los logró Marco Antonio. Y
con el tiempo sería el general Marco Agripa, su
gran amigo, quien le ayudaría a combatir a sus
antiguos aliados. Agripa actuó siempre en los
momentos precisos, pero Octaviano se llevó el
SHUTTERSTOCK

éxito. Un buen ejemplo es la batalla naval de Ac-

 SHUTTERSTOCK
PERIODO
DE BONANZA.
cio (31 a. C.) contra Marco Antonio y su aliada Con la pax ro-
Cleopatra. Aparte del poder, estaban en juego mana, la econo-
mía imperial se
SHUTTERSTOCK

dos modelos políticos imperiales distintos. Octa-

vio favorecida y
viano estuvo a punto de perder. Según las malas los intercambios
lenguas, se mareó en cubierta y fue Agripa quien comerciales
hubo de actuar en solitario para derrotarlos. entre las
Aunque no la militar, sí demostró su valía po- provincias
lítica a través de las reformas que darían lugar aumentaron.
A la izda.,
al régimen llamado Principado de Augusto monedas de oro
(27 a. C.), por haber recibido su artífice el título acuñadas con la
de princeps. Probablemente, su mejor arma fue pero también viene de augere, engrandecer. Ha- imagen de
la paciencia. A diferencia de César, no quiso pre- bía logrado un nombre con santidad, Augusto el Augusto.
cipitarse al imponer una reforma monárquica; venerado, pero para ser omnipotente necesitaba Arriba, una
panorámica
prefirió conceder tiempo a la oligarquía senato- más autoridad, así que decidió honrar la memo-
nocturna del
rial, claramente republicana, para que aceptase ria de su padre adoptivo y encargó una estatua de Foro de Augusto
sus reformas. Y aunque para restituir la Repúbli- Julio César para un templo, colocándola junto a en la ciudad de
ca en un nuevo contexto, el Principado, hubo de Marte y Venus. Así, si César era un dios, él era el Roma.
eliminar a algunos oponentes, en general empleó hijo de un dios. Eso abrió la puerta a la autocra-
la política de pactos. Simbólicamente, devolvió cia y llevó implícita la construcción de templos y
el poder al Senado y terminó con los regímenes altares en honor de Augusto, nombre que lleva-
personales: la dictadura de César y los triunvira- rían desde entonces todos los emperadores.
tos. A cambio, se le concedieron ciertos poderes Entre las atribuciones extraordinarias que recibió
y honores; el principal de ellos, el título de Au- estaban un amplio poder legislativo, el gobierno
gustus, que significa noble, venerable y sagrado, de las provincias aún por pacificar, la gestión

Aunque no la militar, sí demostró su valía política con

las reformas que darían lugar al régimen del Principado
MUY HISTORIA 43
 Augusto demostró habilidad a la hora de camuflar su
absolutismo bajo una apariencia «democrática»
del fisco y el censo y la creación oficial de la
guardia pretoriana, la primera fuerza armada a
las órdenes de un dirigente romano con carácter
permanente y capaz de mantener el orden en la
capital. Con el tiempo recibiría otro título honorí-
fico de manos del Senado: «Padre de la Patria», y
parece ser que lo hizo visiblemente emocionado.
ALTAR DE
LA PAZ
AUGUSTA. EXPANSIÓN Y REFORMAS
El Ara Pacis Au- En manos de Octavio, la República había muer-
gustae (en la
foto), construido
to para dejar paso al modelo seudomonárquico,
entre los años y Augusto demostró ser muy hábil a la hora de
13 y 9 a. C., camuflar su absolutismo bajo una apariencia «de-
estaba ubicado mocrática». Sus reformas se basaron en el miedo
en el lado oeste de los ciudadanos a una nueva guerra civil. Como
de la vía
Flaminia, en el
monarca de facto, y con la excusa de consolidar un
Campo de nuevo sistema imperial más allá de las ciudades-
Marte. Cada Estado, llevó a cabo profundas reformas tanto
año, se debían políticas como sociales y territoriales. Pretendía
sacrificar un limar los desequilibrios que habían llevado a la
carnero y dos
bueyes ante él.
44 MUY HISTORIA
República a la crisis. Así, dejó al Senado el go-
bierno de muchas provincias y concedió a estas
bastante autonomía económica, aunque apenas
capacidad política. Puesto que había aumentado
mucho el número de senadores, usó su cargo de
censor para purgar el Senado y eliminar a los que
se mostraban menos dispuestos a perder poder.
Logró someterlos, pero el sueño de la vuelta de la
República no había terminado. Por eso, en el año
23 a. C. hubo un complot fallido para asesinarlo.
Augusto destacó especialmente en su política ex-
terior, basada en la fundación de colonias por
todo el Imperio —donde cedía el poder a las éli-
tes locales—, el reparto de lotes de tierra a muchos
soldados veteranos y la consolidación de un ejér-
cito permanente, que mantenía la seguridad en
las fronteras imperiales y hacía de eje central de la
administración y del control de los tributos. Así, la
pax romana favoreció la integración económica en-
tre provincias y territorios, dándose intercambios
comerciales, culturales y étnicos sin parangón.
SHUTTERSTOCK
 VICTORIA GERMANA. Grabado de la batalla
del bosque de Teutoburgo, en el año 9, en la que
las tropas de Varo fueron masacradas por los
queruscos de Arminio cerca del río Weser.
ASC
UN INTENTO DE VOLVER A LA TRADICIÓN
Augusto tuvo éxito en la gestión administrativa
y económica, pero fracasó en la política social
e ideológica. Creía que el abandono de las tra-
diciones se había traducido en una ruptura del
orden social y en una gran corrupción, y para
recuperar el virtuosismo había que empezar por
respetar el estatus. ¿Cómo podía un senador ca-
sarse con una prostituta o un liberto ser más rico
que su antiguo dueño? Había que mantener la
preeminencia de las élites senatoriales y econó-
micas y dar a las noblezas provinciales acceso a
los mecanismos del poder; y al mismo tiempo,
mantener la estabilidad de las clases medias. Por
supuesto, sus medidas no beneficiaban en nada
a la plebs, los grupos inferiores que debían ser
mantenidos por las élites. Y aún beneficiaban
menos a esclavos y libertos, que vieron drástica-
mente limitadas sus posibilidades de promoción.
No obstante, desarrolló en Roma una política de
repartición de grano y de espectáculos públicos.
Trató de restablecer las antiguas reglas sociales a
través de leyes y medidas políticas, pero fue in-
útil. Su modelo legal resultó más ideológico que
realista, pues era imposible ralentizar una socie-
dad tan dinámica con medidas tan anticuadas.
La realidad terminó imponiéndose. Un buen
ejemplo son las leyes relacionadas con la familia,
dirigidas a limitar el rol de las mujeres para ase-
gurar la natalidad: intentaban frenar el adulterio
y el alto número de divorcios y penalizaban a los
no casados y a los que no tenían hijos otorgando
privilegios a los matrimonios con tres o más.
Pese a su gran esfuerzo por volver «a las prácticas
modélicas de nuestros modélicos antepasados»,
en sus propias palabras, a Augusto le fue impo-
sible limitar la cambiante sociedad altoimperial.
Por otra parte, el entorno privado del empera-
dor estaba muy lejos de seguir el modelo que él
pretendía imponer, como demuestra el caso de
ALBUM
REGLAS
ANTIGUAS.
su hija Julia la Mayor. Cuando tenía 14 años, la La política social
casó con su primo Marco Marcelo, que murió a emprendida por
los dos años sin descendencia. Entonces volvió Augusto fracasó
en una socie-
a casarla, esta vez con su amigo Agripa, que le dad dinámica,
dio tres hijos, dos de ellos varones: Cayo y Lucio. que no aceptaba
Cuando Agripa murió en el año 12 a. C., la ca- medidas
só por tercera vez con Tiberio, hijo mayor de su anticuadas.
esposa Livia. Pero Tiberio, que se vio obligado a Arriba, detalle de
un mosaico
divorciarse, preferiría abandonar su carrera co-
romano en una
mo sucesor y exiliarse a Rodas. villa tunecina,
Parece ser que, desde entonces, Julia se dedicó a que representa
coleccionar amantes. Séneca habla de «rebaños» a un noble con
de ellos y la califica como «mujer infiel transfor- su esclavo
mada en prostituta». Cierto o no, en el año 2 a. C. recibiendo a
un mensajero.
su propio padre la acusó de inmoralidad y la
EL GRAN CONSTRUCTOR
DE ROMA
bigarrada y caótica. Así era Roma, ya con un millón de habitan-
A tes, antes de que Augusto la remodelara urbanísticamente. «En-
contré Roma como una ciudad de ladrillo y la dejé de mármol»,
sentenciaría él mismo, orgulloso.
Para lograr popularidad, construyó almacenes, acueductos y termas
(las primeras públicas), dos teatros, un anfiteatro y una biblioteca.
Quiso dejar su huella, sobre todo, en el Foro, el gran espacio simbóli-
co. Así, junto al templo dedicado a Marte hizo colocar estatuas de los
antepasados de la familia Julia, logrando un equilibrio entre tradición
y actualidad. Pero la mayor transformación se dio en el Campo de
Marte, una planicie que transformó en un gran complejo monumental.
Entre sus construcciones principales estaban el Teatro de Marcelo, el
Anfiteatro de Estatilio Tauro, las Termas de Agripa, el Panteón, el Mau-
soleo de Augusto y el Ara Pacis Augustae (Altar de la Paz Augusta),
que celebraba sus éxitos en Hispania y la Galia. Con él, se presentaba
como un nuevo dios enviado para pacificar y hacer posible una nueva
etapa de prosperidad.
Fue una nueva iconografía al servicio del nuevo poder. Augusto lo ha-
bía alcanzado tras una guerra civil, pero supo aportar a Roma la esta-
bilidad que la convertiría en dueña del Mediterráneo.
MUY HISTORIA 45
 El emperador creía que el abandono de las
tradiciones se había traducido en una ruptura del
orden social y en una gran corrupción
confinó a una pequeña isla. Y sus supuestos ejército romano era mucho menos efectiva. Pri-
cómplices en un complot para asesinar a Augus- mero escogió zonas montañosas, como el Pirineo
to fueron ejecutados. Se ignora si ella participó y la cornisa cantábrica en la península ibérica o
conscientemente o fue utilizada. los Alpes en las Galias. Una vez sometidas estas,
se hizo con la Iliria interior (en la actual Serbia).
Sin embargo, en Oriente las cosas fueron muy
PAX ROMANA... MUY RELATIVA distintas. Tenían un serio problema en la fronte-
Diez años después, la hija de Julia y nieta de Au- ra romana del río Éufrates, donde se topaban con
gusto fue acusada de adulterio y también exiliada. dos terribles enemigos: partos y armenios. A los
Unos meses más tarde, le tocó el turno a Ovidio, primeros, ni siquiera Marco Antonio había con-
quien tras ser acusado de inmoralidad recibió la seguido doblegarlos, así que Augusto pensó que
orden de irse a la última frontera del Imperio, a lo mejor era pactar con ellos. Como lo impor-
una fortaleza en el mar Negro. Allí pasaría sus últi- tante era recuperar el dominio de Armenia bajo
mos años y todas sus peticiones para volver fueron influencia parta, consiguió que el rey parto le de-
infructuosas. Aún se desconoce volviese las insignias perdidas por Licinio Craso
qué provocó exactamente su en la batalla de Carrás (en la actual Turquía), en
caída en desgracia. el año 53 a. C., y que hubiese en Armenia reyes
Roma había crecido casi de Roma. Con esa magnífica puesta en escena, la
En la foto, el ininterrumpidamente recuperación de Armenia se vivió como si de un
busto en mármol
de Julia la Mayor desde el siglo iv a. C. y verdadero triunfo se tratara, cuando en realidad
(39 a. C.-14), esta expansión era real- no hubo ninguna lucha. Además, los armenios,
hija del mente difícil de parar y súbditos en teoría, eran en la práctica totalmente
emperador también de mantener. Se independientes. Esta fue, a buen seguro, una vic-
Augusto y necesitaban constantemen- toria de la diplomacia; eso sí, muy efectiva.
esposa de te más esclavos, más tributos Por último, centró sus intereses en Germania. Sus
Marcelo, Agripa y nuevas tierras. Por eso, pese hombres no tuvieron demasiados problemas en
y Tiberio.
a declararse partidario de la alcanzar el valle del Elba y, aunque no se logró un
pax romana, Augusto se vio control totalmente efectivo, una destacada parte
obligado a continuar las de las tribus germanas terminaron entregando
conquistas. Solo queda- sus armas y tributos. Todo iba bien hasta que, en
ban por dominar áreas el año 9, esta expansión por Germania terminó
no urbanizadas don- drásticamente. El comandante romano en el Rin,
de la estrategia del Publio Quintilio Varo, confió para su retirada en

UNA FAMILIA NADA TRADICIONAL

on su historia familiar, Augusto no fue precisamente un buen ejemplo

C en su pretensión de proteger la «tradición» y volver a la «rectitud mo-

ral» de tiempos pasados. Para empezar, se casó con una hijastra de
Marco Antonio para sellar el pacto del Triunvirato y se divorció de ella enseguida
—según se rumoreó, sin haber consumado el matrimonio— para poder casarse
de nuevo y lograr otra alianza política; esta vez, con Escribonia, nieta de Pompeyo
y madre de dos hijos, a la que obligaron a divorciarse. Escribonia le dio una hija, Ju-
lia, y el mismo día que esta nació Augusto se divorció de ella, enamorado de Livia,
con la que se casó al día siguiente. Livia, que también hubo de divorciarse de
su anterior marido, tenía ya un hijo, el futuro emperador Tiberio, y estaba emba-
ASC

razada de Druso. Ciertamente, su vida privada no respondió para nada al mo-

delo de familia estable y virtuosa que predicaba.

46 MUY HISTORIA
SHUTTERSTOCK

MONUMENTO
FUNERARIO.
un jefe querusco que había sido auxiliar de las A la izda., las ruinas
tropas romanas, Arminio. Pero este le traicionó del mausoleo de
esperándolo con sus tropas en el bosque de Teu- Augusto, en Roma.
Construido por el
toburgo, donde tres legiones romanas fueron casi emperador en el
aniquiladas por completo. año 29 a. C., tras
Aparte de la expansión, el otro gran problema haber conquistado
en sus últimos años fue el de la sucesión. Había Egipto, están
asentado su régimen, un ficticio pero efectivo enterrados allí los
principales
equilibrio entre república y monarquía. Pero miembros de
¿cómo conservar el Principado a su muerte sin
SHUTTERSTOCK

otro príncipe legítimo? Es más, ¿cómo po-
día traspasar sus poderes a alguien si en teoría
no era un monarca?
SUCESIÓN Y DIVINIZACIÓN
Augusto carecía de hijos varones, así que sus nie-
tos Cayo y Lucio parecían sus mejores bazas. Por
eso, les aseguró una carrera política, pero por si
acaso también apostó por otros candidatos, entre
ellos el segundo hijo de su esposa Livia: Druso.
El destino quiso que no fuera ninguno de ellos:
Druso murió inesperadamente en el año 9 y Lu-
cio y Cayo también, en plena juventud y con solo
18 meses de diferencia. Llegó a hablarse de asesi-
natos, de un complot de Livia para promover la
candidatura de su hijo Tiberio... y no sería desca-
bellado pensarlo. De hecho, otro posible sucesor,
Germánico, sobrino de Tiberio, fue envenenado
en Siria en el año 19, quién sabe si con la aquies-
cencia del propio Tiberio.
Fuera como fuese, tras la muerte de sus nietos,
la dinastía Julio-
Claudia. Arriba,
el mausoleo
representado en
un grabado de
1575 por Etienne
Augusto se centró en Tiberio, que se había ca- Duperac.
sado con su hija Julia unos años antes. No era el
ideal, pero no había alternativa, así que le con-
cedió suficientes poderes para que, a su muerte
—que sucedió en Nola en el año 14 (en la actual
Campania)—, tuviese su futuro asegurado.
A Augusto le importaba cómo le recordarían; por
eso, construyó un mausoleo. Alguien como él no
podía desaparecer sin más. Un senador aseguró
haber visto su alma subir al cielo. Así empezó el
culto al Divus Augustus, cuya primera sacerdoti-
sa fue la misma Livia. Se erigieron templos en su
honor y todos los futuros emperadores llevaron
su nombre. Nada parece poder borrar el legado
del primer emperador romano. Tanto es así que,
cuando el último, Rómulo Augústulo, abdicó en
476, su nombre pasó a ser el de un mes: agosto.
Y hasta hoy. MH

MUY HISTORIA 47
48 MUY HISTORIA
 UN IMPERIO
PARA UNA

Desentrañar el «quién es quién» en el lío

dinástico de los julio-claudios no es sencillo:
la endogamia predominó, lo mismo que las
adopciones y las intrigas para asegurar la
sucesión. Su origen fueron dos de las gens o
familias más destacadas de la historia de Roma.

JOSÉ ÁNGEL MARTOS

PERIODISTA Y EDITOR

ELEGIDO PARA
LA GLORIA.
Octavio Augusto,
sobrino nieto y
heredero de César y
fundador de la dinastía
Julio-Claudia y del
Imperio romano,
fue glorificado ya en
vida. Aquí, en un
relieve junto a la
GETTY

musa de la historia.

MUY HISTORIA 49
 uchacho, tú se lo debes todo a tu
nombre». La frase se la lanzó con
desprecio Marco Antonio al joven
Octaviano, el sobrino nieto de
Julio César. Aunque cometía con
ella el error de menospreciarlo,
parte de razón tenía el popular cónsul romano al
referirse al que había sido el inesperado herede-
ro salido del testamento de César, solo conocido
tras su traicionero asesinato. Desde su tumba, el
DRUSO EL líder más admirado de la época adoptó formal-
MAYOR. Para mente al hijo de la hija de su hermana, Julia la
resolver el Menor, y le dio su nombre; a partir de entonces
problema
sucesorio,
se le conocería como Cayo Julio César Octavio.
Augusto adoptó Eso se convertiría en el mejor salvoconducto:
al hermano un pasaporte al poder, que fue aprovechado con
menor de gran habilidad por el inteligente chico (por algo
Tiberio, al que lo había escogido el lúcido César). Y de él sal-
apreciaba
dría toda una familia imperial, la dinastía Julio-
sinceramente.
Pero Druso tuvo Claudia, que dio cinco imperators.
un accidente Los julios formaban una de las mejores gens
ecuestre (agrupaciones familiares) de Roma. Por supues-
durante la
campaña militar
de Germania y
falleció con tan
solo 29 años.
ASC
to, se trataba de patricios, que remontaban sus
orígenes hasta Julo, un personaje que habría
sido nada menos que nieto de Eneas, el héroe
troyano huido a la península Itálica tras la des-
trucción de la mítica ciudad. Ya en Italia habían
tenido a algunos de sus más lejanos ascendien-
tes entre los reyes de Alba Longa, una ciudad
de la región del Lacio en los montes Albanos,
destruida por Roma en el siglo vii a. C. Tras
la campaña contra Alba Longa, algunas fami-
lias locales destacadas, como los julios, habían
sido perdonadas y llevadas a Roma, permitién-
doseles ingresar en el patriciado. Prueba de su
excelente asimilación es que un julio llegó a
cónsul ya en el siglo V antes de Cristo. Se ini-
ciaba así su participación destacada en la alta
política. Durante estos siglos, mantendrían la
costumbre de que todas las mujeres de la fami-
lia llevaran como nombre Julia.
Los claudios, por su parte, procedían de los
sabinos, uno de los principales pueblos pre-
rromanos, que habían habitado el área de
los montes del mismo nombre, al este del río
Tíber. El fundador de esta gens en el siglo v,
Apio Claudio Sabino, huyó de su tribu natal
al ser partidario de la unión con Roma; deci-
sión acertada, ya que llegaría a cónsul de esta.
El mismo cargo lo alcanzarían muchos de sus
descendientes.
Ambas familias se distinguieron por una gran
endogamia: los matrimonios entre parientes
fueron la norma, e incluso se darían algunos
casos de incesto. Estuvieron muy mezcla-
dos entre ellos, y este es el motivo por el que
la historia los aúna como miembros de una
misma dinastía.
A pesar de este panorama, curiosamente, nin-
guno de los cinco emperadores de la dinastía
sería hijo del anterior. De la misma forma que
César había adoptado a Octavio, este haría
lo propio con su sucesor, Tiberio, y este a su
vez con Calígula. En el caso de los otros dos,
En la dinastía Julio-
Claudia, las bodas
entre parientes
fueron la norma,
e incluso se dieron
casos de incesto

Claudio y Nerón, intervendrían factores más
propios de la lucha por el poder, ya que sus res-
pectivos antecesores fueron asesinados.
EMPERADOR BUSCA HEREDERO
La adopción fue una práctica muy habitual en-
tre estos mandatarios por una doble razón: a la
carencia de descendencia directa se unía la vo-
luntad de escoger al mejor para el puesto como
resultado de una cierta reminiscencia de la me-
ritocracia inherente a la República, que había
sido la forma de gobierno durante tantos siglos
de Roma y su orgullo. Buscar al mejor para la
más alta magistratura fue siempre una preocu-
pación destacada de estos emperadores. Y los
factores naturales, como la corta esperanza de
vida en la época, o el riesgo que sufrían mu-
chos de estos patricios que lideraban ejércitos
en grandes guerras contra pueblos extranjeros,
no hacían sino complicar la sucesión dinástica.
Ya el propio Julio César había carecido de des-
cendencia masculina, lo que le llevó a fijarse
en Octaviano. En realidad, sí tuvo con Cleo-
patra, reina de Egipto, un hijo varón, Cesarión
(o Ptolomeo XV), pero, como esta no era su
esposa y el niño tenía muy corta edad cuando
él murió, nunca contó para la sucesión. Con-
vertido el sobrino-nieto en el hombre fuerte de
Roma y con el nombre de Octavio, él sí pres-
taría mucha atención al riesgo potencial que
aquel hijo medio egipcio de César represen-
taba para él y ordenaría matarlo tras derrotar
a Marco Antonio y Cleopatra. Así cortaba de
raíz cualquier posible reclamación dinástica.
La falta de un heredero varón se repetiría en
ASC
EL AÑO SABÁTICO DE
OCTAVIO EN TARRACO
urante algo más de un año, del 26 al 24 a. C., Octavio Augusto
D residió en Tarraco (Tarragona) para recuperarse de problemas de
salud que le afectaron durante la mayor parte de su vida: sufrió
constantes eczemas, colitis y gripes de los que sería curado más tar-
de por un médico griego, Antonio Musa, que con ello ganó la liber-
tad. Fue sin duda una decisión excepcional del emperador la de pa-
sar tanto tiempo alejado de Roma, pues tuvo que ejercer in absentia
su noveno consulado y parte del décimo. También se dice que en las
guerras cántabras, de las que venía cuando decidió pasar ese año sa-
bático en Tarraco, estuvo a punto de recibir el impacto de un rayo, lo
que le habría inquietado. Hay quien habla de su miedo ante la feroci-
dad de los cántabros y la inesperada resistencia que opusieron a las
legiones, factores que habrían aconsejado poner tierra de por medio
respecto al frente de batalla. En cualquier caso, durante ese tiempo,
Tarraco floreció como «capital provisional» del emperador, quien con-
tribuyó a su engrandecimiento (en la foto, anfiteatro romano de Tarra-
gona). Además, durante su estancia Augusto tomó decisiones de gran
importancia para Hispania: en el año 25 a. C. fundó la ciudad de Eme-
rita Augusta (Mérida), en la que licenció a los veteranos de las guerras
cántabras, y más tarde Iliua Ilici, origen de la actual Elche, en la que
se establecieron más soldados licenciados.
el caso de Octavio (que para entonces ya su-
maba también a su nombre el de Augusto).
A pesar de casarse tres veces —con Claudia,
Escribonia y Livia—, solo tuvo una hija, lla-
mada Julia la Mayor, que además resultó ser
bastante problemática. Casada a los catorce
años con su primo, Marcelo, a la muerte de es-
te se había entregado a una vida de constantes
aventuras amorosas que la convirtieron en «la
viuda alegre de Roma», en expresión del escri-
tor Indro Montanelli.
MUY HISTORIA 51
 EL TEMPLO DE LOS SEMIDIOSES
ugusto inició una tradición que continuaría a lo a Cayo y Lucio, sus nietos e hijos de su amigo

A largo del Imperio: la construcción de templos

dedicados a honrar a la familia imperial, si bien
la deificación como tal se producía post mortem (solo
Domiciano se declaró a sí mismo dios mientras vivía,
lo que causó escándalo). El único templo romano que
se conserva con su forma original, la Maison Carrée
(Nimes, Francia), estuvo precisamente consagrado
a la familia del primer emperador; concretamente,
Agripa, a los que adoptó. Erigido en 16 a. C., según
unos, o entre los años 1 y 4 de nuestra era, según
otros, cumple con las características clásicas de la
arquitectura religiosa romana (abajo, reconstrucción):
es rectangular, hexástilo —seis pilares en el
pórtico—, descansa sobre un pódium y lo rodean
columnas corintias adosadas a la cella, el área
destinada al culto imperial.

LIVIA
CAYO
LUCIO

AUGUSTO

Capitel
corintio
Pórtico hexástilo

Escalinata
JOSÉ ANTONIO PEÑAS

Falso peristilo de
columnas adosadas

Cella

Pódium
Columnas exentas

52 MUY HISTORIA
 AGE
LA EXCESIVA MESALINA
in duda, la tercera esposa de Claudio (a la derecha, en un cuadro ruso del siglo

S XIX) se ha convertido en un símbolo de la relajación de las costumbres sexuales

entre las altas esferas de la Roma imperial. Formaba parte de la dinastía, pero
sus padres no eran de miembros prominentes de la misma y tenían problemas
económicos. Por ello, Mesalina, una joven de quince años de excepcional belleza,
no podía aportar una gran dote al matrimonio, algo que la descartaba en el juego
de los enlaces de conveniencia. Esta situación la llevó a aceptar el cortejo de
Claudio, considerado por entonces el tonto de la familia imperial.
Cuando inesperadamente Claudio alcanzó el trono, Mesalina se encontró con
un gran poder, ya que él, muy enamorado, seguía ciegamente sus consejos. Fue
a partir de entonces cuando ella desató su ninfomanía, según escribieron sus
detractores, que la llevó incluso a desear ejercer de prostituta. El poeta Juvenal le
atribuye que «tan pronto como creía que su marido estaba dormido, esta prostituta
imperial vestía la capa que llevaba por la noche y salía de la casa acompañada
de una esclava, puesto que prefería un lecho barato a la cama real. Disimulaba su
cabello negro con una peluca rubia y se dirigía al lupanar de tapicerías gastadas
donde tenía reservada una cámara». En aquel prostíbulo del barrio de Subura
ejercía bajo el seudónimo de Lycisca (la Loba). Se le atribuye haber competido con
la prostituta más conocida de Roma por ver quién podía mantener más relaciones
en una noche. Claudio la haría ejecutar con solo veintitrés años por mantener una
relación bígama con el cónsul Cayo Silio, con el que habría planeado una conjura.

LA LONGEVIDAD DE AUGUSTO principal valedora era su madre, Livia, a la que

A estos problemas familiares se uniría para Au- se adjudica haber propagado la leyenda de exce-
TIBERIO.
gusto la complicación de que él había realizado sos sexuales que acompañaba a Julia, de quien se Octavio no lo
una gran transformación de la política y la socie- decía que había tenido relaciones con miembros ve como su
dad romanas que aspiraba a perpetuar a través de todas las clases sociales (incluidos esclavos) y sucesor, pero
de su continuador. Por ello, resultaba muy reco- que había organizado una noche una orgía en la la muerte de
mendable que este fuera un personaje bien visto plaza del mercado de Roma. Druso y otros
candidatos
por las élites más influyentes, comenzando por el Finalmente, Livia conseguiría su objetivo de coloca a Tiberio
Senado. Su primera opción había sido Druso, uno que Tiberio fuera adoptado por el en primera línea.
de los dos hijastros aportados al matrimonio por ya mayor y achacoso Augusto.
su tercera esposa, Livia. La desgracia querría que Julia también fue castigada
muriese prematuramente al caer de su caballo du- por su «libertinaje», fue-
rante una campaña en Germania. ra real o exagerado. Su
Descartada esa opción, había pensado en espe- padre la exilió a la is-
rar a que su hija Julia le diera algún nieto, para la de Pandataria, en el
lo cual la casó con su colaborador más cercano y mar Tirreno, un destino
apreciado, Marco Vipsanio Agripa, gran vence- poco agradable que más
dor de la batalla de Accio contra Marco Antonio adelante comp ar t ir ían
y Cleopatra. De este matrimonio nacieron cinco también otras mujeres de
hijos, dos de ellos varones, pero nunca llegarían a la dinastía.
obtener el poder porque su abuelo los sobrevivió. Tiberio, por su parte, vería
La longevidad de Octavio Augusto se convertía condicionada su biografía por
así en un nuevo obstáculo. un ambiente cada vez más convul-
so dentro de su núcleo familiar y
político. En vida de Augusto,
EL OBJETIVO DE LIVIA había sido obligado por este
Antes de que sus hijos murieran, la «alegre» a divorciarse de su esposa,
Julia había vuelto a enviudar. Su padre la casó Vipsania, con la que se en-
entonces con su otro hijastro, Tiberio, al que no tendía muy bien, para casarse
ASC

había tenido tan en cuenta como a Druso (pe- con su licenciosa hija, Julia la
ro, a medida que quedaban menos opciones, su Mayor. La situación resultó un
nombre empezaba a tener más posibilidades). Su difícil trago para Tiberio, aunque

MUY HISTORIA 53
 hay que recordar que en la Roma de enton-
ces el matrimonio no se decidía en absoluto
por amor, sino que tenía la función primor-
dial de producir una descendencia legítima.
Los maridos tenían una posición de dominio y
mantenían otras relaciones con quien quisieran,
fueran mujeres u hombres.
GERMÁNICO Y SU HIJO CALÍGULA
Pero el control que sobre la vida de Tiberio
había ejercido Octavio no se limitó a eso. Tam-
bién le obligó a adoptar a Germánico, joven
miembro de una rama de la familia, como parte
de unos arreglos dinásticos. Curiosamente, esta
demostró ser una gran elección, ya que Germá-
nico se revelaría como uno de los personajes
más brillantes de la época. Lastimosamente
para todos, fue asesinado por el gobernador de
Siria. Luego, la muerte violenta le sobrevendría
al propio hijo del emperador, Druso el Joven,
que caería fruto de las conspiraciones para
hacerse con el poder del prefecto Sejano, un
siniestro personaje que sembró el terror en la
ciudad. Eso condujo a Tiberio a adoptar, co-
mo última opción, al hijo de Germánico, Cayo,
más conocido por el sobrenombre de
Calígula por vestir desde pequeño la
indumentaria de los legionarios —
creció en Germania acompañando
a su padre—, incluyendo sus po-
pulares sandalias o caligae.
Aunque nada hacía pensar
que este emperador fuese una
mala elección, y durante sus
primeros compases en el car-
go se mostró como un buen
administrador, de repente se
instaló en la locura, parece ser
que a consecuencia de una enfer-
medad. Sus excesos sexuales fueron
los peores de la dinastía: mantuvo
relaciones incestuosas con su her-
mana Drusila y se dice que
a sus otras herma-
nas las obligó a
prostituirse
en las orgías;
esto lo com-
paginó con
sus aventuras
homosexuales,
siendo famosa su
p a s i ón p or u n h i s t r i ón
(actor) llamado Mnester,
al que, según Suetonio, besaba
en pleno teatro.
54 MUY HISTORIA
LA DOBLE MORAL IMPERIAL
Asesinado en una conspiración, le sucedió su tío
Claudio, quien, para sorpresa de todos —ya que
era generalmente considerado un tartamudo más
bien tonto—, se desempeñaría como un excelen-
te emperador. Sin embargo, tenía una alarmante
debilidad en la vida privada: su carácter mujerie-
go. Ya se había casado dos veces antes de llegar a
la cúspide del Imperio, y solía engañarlas a todas.
Su tercera esposa, Mesalina, causaría el escánda-
lo [ver recuadro] de una manera solo comparable
a la provocada anteriormente por Julia la Mayor,
la hija de Augusto.
Los escándalos sexuales y la vida licenciosa de
los últimos emperadores julio-claudios y de sus
esposas resultan una tremenda paradoja en una
dinastía que había intentado reformar las cos-
tumbres y, muy en particular, la moral privada.
Ese fue uno de los grandes objetivos de Octavio
Augusto, que había dictado las llamadas leges Ju-
liae, que regulaban diversos aspectos de la moral
y la vida privada con el objetivo de aumentar la
natalidad (ya se utilizaban métodos contracepti-
vos, algunos copiados de los egipcios) y también
para limitar las relaciones entre distintas clases
sociales. Esto llevó a regular el concubinato, con
la función práctica de permitir a los hombres
unas relaciones fuera del matrimonio (fre-
cuentemente, con mujeres de menor clase
social, pero sin que los hijos de estas
pudiesen reclamar derechos lega-
les). Con estas normas, también
se quiso poner coto a la prosti-
tución y el proxenetismo.
El emperador asimismo re-
guló aspectos morales.
Pero, como Augusto, no
aplicaba el mismo rase-
ro a su ámbito privado y
eran harto conocidas sus
infidelidades y, en parti-
cular, su debilidad por las
criadas.
Pero, a la luz de lo que
iba a ocurrir-
CALÍGULA.
Cayo Julio
César Augusto
Germánico recibió su
sobrenombre por su uso de las
ASC
caligae —la indumentaria de los
legionarios— desde pequeño.
 TIPOS DE VIVIENDA
a domus (abajo, re-

L construcción) era la
casa unifamiliar ha-
bitual entre las gentes
adineradas, mientras
que la insula (a la de-
recha) era el bloque de
apartamentos donde vi-
vían los trabajadores. La
distribución que vemos
abajo corresponde a la
domus de Trebio Valen-
te. Era una casa amplia,
de unos 280 m2, y fiel
a la filosofía romana de
dedicar más espacio al
uso público que al priva-
do: es decir, había más
estancias destinadas a
los invitados que aque-
JOSÉ ANTONIO PEÑAS

llas que eran para el uso

exclusivo del dueño y su
familia, como el cubicu-
lum (habitación o dor-
mitorio). Se accedía al
hogar por el vestibulum,
que conducía al atrium, donde eran recibidos los visitantes. Allí se si-
tuaba el impluvium, que recogía el agua de la lluvia para su utilización
en la vida doméstica. Tras la cocina y el triclinium o comedor se lle-
gaba a otra de las zonas más importantes de la casa: el perystilum,
un patio ajardinado destinado al paseo y la meditación.

Perystilum (jardín)
Exedra

MH

Compluvium

Cubierta
de madera
JOSÉ ANTONIO PEÑAS

Tablinum
Atrium
(patio)
Impluvium

Vestibulum

Ostium (puerta Cubiculum

principal) Máscaras de
antepasados
Triclinium
Letrinas Porticus

Grafitis Culina

MUY HISTORIA 55
 UN INCENDIO
SIN UN CLARO
RESPONSABLE
xiste mucha disputa sobre si Nerón ordenó
E realmente incendiar Roma en el año 64, una
teoría que, por otro lado, está muy extendida
desde hace siglos. Fue la historiografía cristiana
la que fomentó la leyenda sobre su loca decisión
de provocarlo para así poder culpar luego a los
cristianos (algo que parece que, efectivamente,
sí ocurrió), pero hay historiadores que señalan
que esta atribución es muy posterior a los
hechos, y otros más que hablan, simplemente,
de un accidente.
Se trata de una polémica abierta, en la que, si acu-
dimos a las fuentes primarias de los propios histo-
riadores romanos, nos damos cuenta de que mu-
chos de ellos apenas citan el hecho. Porque, al fin
y a la postre, Roma sufría múltiples incendios de-
bido a que los materiales utilizados en la cons-
trucción de sus edificios facilitaban la combustión.
El historiador que más trata el episodio es Tácito,
quien señala que Nerón no estaba en Roma sino
en Antium (Anzio) cuando se desató el fuego y que
la famosa imagen de él tocando la lira mientras las
llamas arrasaban cuatro distritos de la ciudad no
es más que un rumor.
56 MUY HISTORIA
ASC
le, seguramente la inmoralidad era menos
peligrosa que la ambición. Su cuarta esposa,
Agripina, la que sucedió a Mesalina, aunque
virtuosa en el lecho, no tenía otro objetivo en
la cabeza que conducir hasta el trono a su hijo
Nerón, proveniente de un matrimonio anterior.
Y para ello estaba dispuesta a pasar por enci-
ma de su propio esposo (que también era su tío,
pues Agripina la Menor era la hija mayor de
Germánico).
Claudio era ya para entonces un sexagenario y
se dejó convencer por Agripina para que adop-
tara a Nerón. A partir de ahí, el viejo emperador
dejó de ser necesario para su codiciosa mujer, a
quien se señala como culpable de su repentina
muerte: ordenó que, en una comida, se le sirvie-
ran setas envenenadas. El ágape, sin embargo,
solo le produjo molestias intestinales. Como
Agripina quería acabar con él a toda costa,
mandó a su médico personal, Jenofonte, que le
administrara una nueva dosis de veneno con la
que, finalmente, Claudio expiró a los sesenta y
cuatro años de edad.
 UNA DINASTÍA MUY LITERARIA... Y CINEMATOGRÁFICA
a época de los emperadores julio- jes han fascinado a lectores y espec- Albert Camus (1944), y a superpro-

L claudios ha sido una de las que

más páginas ha llenado y más me-
traje fílmico ha ocupado. Sin duda.
De hecho, su vida privada resultó tan
ajetreada que ya fue glosada con de-
lectación en sus detalles más morbo-
sos por autores romanos como Tácito,
Plutarco o Suetonio, aunque siempre
queda la duda de si lo hacían con ob-
jetivos políticos para dañar su memo-
ria (damnatio memoriae).
Pero ha sido en el siglo XX cuando sus
más libertinos y despiadados persona-
tadores. Es muy posible que la obra
cumbre en este aspecto sea la cele-
bérrima novela histórica Yo, Claudio,
publicada en 1934 por el escritor britá-
nico afincado en España, Robert Gra-
ves, que fue llevada a la televisión en
1976 en una serie de la BBC que aca-
baría siendo de culto, en la que Derek
Jacobi interpretaría de manera inolvi-
dable al emperador que se hacía pasar
por tonto.
La familia también ha dado lugar a
obras de teatro, como el Calígula de
ducciones de la época dorada de Ho-
llywood, como Cleopatra (1963, Jose-
ph L. Mankiewicz), con Elizabeth Ta-
ylor, Richard Burton y Rex Harrison en
el triángulo amoroso Cleopatra-Marco
Antonio-César. Por su parte, Peter Us-
tinov fijaría la imagen de Nerón como
emperador loco en Quo Vadis (1951).
Ha habido hasta cintas pornográficas,
como el Calígula de Tinto Brass (1979).
En años más recientes, la pasión por
esta época ha pervivido con series co-
mo Roma (2005).

NERÓN: PURO TEATRO

Nerón, por su parte, no mostraría muchos más
escrúpulos que su madre; es más, incluso se di-
ce que llegó a ordenar varias veces su asesinato.
El motivo generalmente admitido es que ella le
impedía casarse con su amada Popea, que se ha-
bía quedado embarazada del emperador, aunque
otros historiadores mantienen que aquella madre
tan dada a la conspiración intentaba concertar
una rebelión contra él por sentirse postergada en
su influencia.
Gran aficionado al arte y las diversiones, a Nerón
se le recuerda como frecuentador de los prostí-
bulos y las tabernas en su juventud, e incluso
participó en los Juegos Olímpicos del año 67, en
los que casi murió al sufrir una caída del carro
MUSEO NACIONAL DEL PRADO

que conducía. Fue un emperador muy popular

entre las clases bajas, a las que quiso complacer
con la instauración de unos juegos en Roma,
llamados Quinquenales Neronia, que incluían
interpretaciones de poesía y teatro, géneros a los
que él era muy aficionado, llegando a participar DE TAL PALO,
como actor y cantante. Esto, sin embargo, no TAL ASTILLA.
gustaba demasiado a los patricios, ya que entre CAE FINALMENTE EL TELÓN Agripina se des-
las clases altas el teatro se consideraba general- Asimismo se dice que, años más tarde, el empe- hizo de quien
hiciera falta para
mente inmoral y vulgar. rador Domiciano (curiosamente, también el llevar al trono a
Este carácter popular (hoy diríamos populache- último de su estirpe: en este caso, la dinastía su hijo, Nerón,
ro o populista) le acarreó no pocas antipatías Flavia que vendría a suceder a la Julio-Claudia y este, agobiado
en el Senado, que sería el órgano que al final lo y que, al contrario que esta, apenas duró veinti- por su influencia,
depondría y le obligaría a marcharse precipita- siete años en el poder imperial) ordenó que acabó matándo-
la (arriba, Nerón
damente de Roma. Pero a Nerón su amor al arte Epafrodito fuese ejecutado por haber acabado ante el cadáver
lo acompañó hasta el mismo momento de su con la vida de Nerón. De este modo, el telón de su madre
muerte, cuando, en plena huida, ordenó a su fiel caía póstumamente por última vez para este, y en un óleo
secretario, el liberto Epafrodito, que lo apuñala- también para toda la dinastía Julio-Claudia, cu- decimonónico).
se mientras él pronunciaba una recordada frase: yo s p e c u l i are s i nt e g r ant e s c u mpl i e ron
«¡Qué gran artista muere conmigo!». O así, al sobradamente la teatral máxima de que la reali-
menos, nos lo han contado. dad supera a la ficción. MH

MUY HISTORIA 57
 LA CONSOLIDACIÓN DEL PODER

M
BU
AL

EL PUERTO DE
MISENO. Augusto
construyendo el puerto
de Miseno (1672) resalta
el poder y la visión del
emperador, quien impulsó
importantes proyectos de
construcción y desarrollo
ALBUM

durante su reinado.
 El sistema político imperial que nació con Augusto, cuya estela siguieron sus
herederos con desigual fortuna, trajo una beneficiosa estabilidad —la Pax
Romana—, así como numerosas reformas en la economía, las infraestructuras o
la cultura que dejaron una huella tan profunda que ha llegado a nuestros días.

MARÍA JOSÉ GARCÍA

PERIODISTA
 finales de julio del año 43 a. C., un
centurión del ejército de Octavio se
plantó ante el Senado con una peti-
ción muy clara: su general, que estaba
dando la batalla contra Marco Anto-
nio en nombre del pueblo romano,
quería ser nombrado cónsul, cargo que se ha-
llaba vacante. Los escandalizados senadores se
opusieron rotundamente. Entonces, el centu-
rión respondió con una acción que dejó helados
a todos aquellos provectos políticos: echó hacia
atrás su capa y puso la mano sobre su espada
mientras decía: «Si vosotros no le hacéis cónsul,
entonces esto lo hará».
Lo que estaba teniendo lugar era «la muerte de
la República», en expresión del historiador bri-
tánico Tom Holland. Octavio estaba dispuesto
a someterse a las formas y los rituales políticos
republicanos, pero si los acomodados patricios
se empeñaban en ponerle demasiados obstáculos
a él, que afirmaba estar protegiendo el espíritu
de Roma frente a las veleidades monárquicas y
orientalizantes de Marco Antonio, no le quedaría
más remedio que imponerse por la fuerza de las
armas, con el apoyo de las legiones.
Los senadores se vieron así obligados a decidir
sobre una disyuntiva que había atenazado a Ro-
ma durante todo el siglo i a. C.: la elección
entre libertad o seguridad. Entre una
República que había degenerado en
continuas guerras civiles o una au-
tocracia más o menos disfrazada
pero que ofrecía tranquilidad y es-
tabilidad, poniendo fin a inacabables
conflictos internos.
No tuvieron apenas elección,
porque el pueblo romano es-
taba harto de desangrarse en
luchas cainitas, y eso acabó
aupando a Augusto a una
posición desde la que iba a
detentar mucho más poder
que el de cónsul. Una vez de-
LA SEGURIDAD DE ROMA
■ El centurión (dcha., una estatua) es el rango
militar que ha recibido una mayor atención por
parte de los estudiosos del ejército romano.
Los centuriones llevaban un bastón de mando,
habitualmente una vara de vid llamada vitis,
como símbolo de su autoridad; durante las
maniobras de entrenamiento, lo utilizaban
para golpear a los torpes y rezagados.
ASC
60 MUY HISTORIA
rrotados sus rivales en el triunvirato y en especial
Marco Antonio (aliado de Cleopatra), pudo ejer-
cer sin oposición el rol de hombre fuerte que su
tío abuelo Julio César nunca había logrado con-
solidar y que incluso acabó por costarle la vida.
UN IMPERATOR, PASO A PASO
De esta forma se pusieron los mimbres del sis-
tema político imperial, sucesor del republicano.
Octavio tardaría mucho tiempo en ejercerlo sin
tapujos. Fue añadiéndose títulos —que le do-
taban cada vez de más poder— a lo largo de
veintiséis años, tiempo que tardó en arrogarse
una larga lista de cargos: príncipe de los sena-
dores, augusto y emperador, tribuno vitalicio,
cónsul vitalicio, prefecto de las costumbres,
gran pontífice y padre de la patria. Fue muy pa-
ciente, paso a paso, en su objetivo de acumular
un poder casi absoluto, y se diría que durante
toda su larga etapa de primacía (murió con 76
años) intentó maquillar y suavizar lo que esta-
ba haciendo. Pero cuando su vida acabó, había
alterado de forma decisiva los equilibrios del ré-
gimen político, con un Senado muy debilitado,
de forma que los sucesores de Octavio Augusto
irían acomodándose de una manera cada vez
más evidente en el puesto de imperator.
En definitiva, el principal legado políti-
co de la dinastía Julio-Claudia es haber
sido la primera con rango imperial,
instaurando un régimen que Roma ya
nunca abandonaría y que duraría más de
cuatro siglos.
Una conclusión habitual es la de que las
conquistas habían hecho a Roma
demasiado grande como para ser
gobernada mediante sus institu-
ciones republicanas tradicionales.
Se necesitaba unidad en la cús-
pide del poder, que evitara las
continuas disensiones entre
bandos del Senado que amena-
zaban con hacerlo zozobrar.
Ciertamente, el Imperio fun-
cionó mientras estuvo en
manos de buenos gestores, y el
primero de ellos fue claramente
el mejor: Octavio Augusto em-
prendió toda una serie de reformas
legales y organizativas, como más
adelante veremos, que permitieron
gobernar con estabilidad un ámbito
territorial que, de tan enorme, para
cualquier otro hubiese resultado ina-
barcable: más de media Europa, el norte
de África, Egipto, Oriente Medio...
LA CULTURA RESULTÓ SER LA GRAN
FAVORECIDA DE LA PROSPERIDAD ROMANA ANFITEATRO
ntre otras cosas, los emperadores fueron se a la poesía. También ayudó a Virgilio, el autor DE LA

E grandes impulsores de la cultura, gracias a las

enormes ganancias extraídas de los territorios
conquistados. Tanto las artes como los juegos
de la Eneida, quien estudió poesía y retórica
gracias a su protección.
El legado monumental de los emperadores julio-
CAPITAL.
Con una
capacidad
para 50 000
circenses experimentaron una edad de oro. Cayo claudios llenaría páginas: tan solo durante el reina-
espectadores,
Mecenas, buen confidente y consejero político de do de Octavio, se podrían citar el Ara Pacis (Altar de
más de 9000
Octavio Augusto, se convirtió en ejemplo del la Paz), el Arco de Augusto o el Teatro de Mérida.
fieras pasaron
financiador desinteresado de las artes (su nombre Incluso los emperadores con los que la historia ha
por la arena del
ha quedado como sinónimo de tal función), noble sido menos benevolente alentaron obras magnífi- Coliseo de Roma
tarea que correspondía a los personajes principa- cas: Calígula puso en pie grandes proyectos de (en la infografía)
les de la sociedad. Él fue el descubridor de Hora- ingeniería, como los acueductos Anio Novus y durante su
cio, un sencillo hijo de liberto al que llenaría de Aqua Claudia; en el caso de Nerón, es admirable inauguración en
riquezas y patrimonio que le permitieron dedicar- su Domus Aurea (Casa de Oro). el año 80, una
fiesta que duró
100 días.

CAVEA

MÁSTILES
(DE MADERA)

VELARIO
(DE TELA,
SCALAE CUNEI
VELA O LINO)

VOMITORIUM

PRAECINCTIOS

TRIBUNA
IMPERIAL CUBIERTA DE
MADERA
ARENA

ALTO
PÓDIUM
IMMA
FOSA CAVEA
BESTIARIA
MEDIA
CAVEA SUMMA CAVEA
HIPOGEO
VIENTOS
(PARA DESPLEGAR
LAS VELAS)
BALTEI
PUERTAS DE ACCESO
ASC

MUY HISTORIA 61
 DERECHOS DE LOS ESCLAVOS. En la imagen
de la izquierda, parte del monumento funerario de
Lucius Antistius Sarculo, sacerdote romano nacido
libre, y su esposa liberta, Antistia Plutia.
Augusto otorgó derechos a los libertos (antiguos
esclavos); entre ellos, el de casarse con ciudadanos
romanos y convertirse así en miembros de pleno
derecho de la sociedad.

actuales consejos de ministros— le permitiría

gobernar de una forma más estructurada, dele-
gando diferentes parcelas de poder en hombres
de su confianza, que incluso podían llegar a
ALBUM

sustituirlo durante sus ausencias de Roma. Los

>>> Esta gigantesca estructura política iba a
tambalearse cuando al frente de ella estuviesen
líderes menos capaces —como, por ejemplo,
Calígula— u otros que, simplemente, no con-
siguieron ganarse el respeto del Senado, que
mantenía rescoldos de su poder (situación que
experimentó en sus carnes Nerón). Esta duali-
dad entre un Imperio fuerte y otro que parecía
poder desmoronarse ante el empuje de cualquier
pueblo invasor extranjero o ante un complot pa-
laciego perviviría en posteriores dinastías.
CAPACIDAD ORGANIZATIVA
Fuese cual fuese la siempre difícil evolución del
Imperio romano, hay que reconocer que en la
época Julio-Claudia se pusieron en marcha unas
formas de ejercer el poder de manera muy es-
tructurada que influyeron en la organización
política posterior no solo de Roma, sino de todo
el mundo de forma casi ininterrumpida, llegando
su eco prácticamente hasta nuestros días.
Augusto es de nuevo la pieza clave en estos avan-
ces. Su decisión de rodearse de un Consejo del
Príncipe —que es algo muy parecido a nuestros
principales «ministros» de Augusto fueron Agri-
pa y Mecenas, este último también famoso por su
protección a los artistas.
La capacidad organizativa de Augusto le lle-
vó también a optar por la creación de equipos
especializados de lo que hoy llamaríamos «fun-
cionarios», encargados de la realización de
determinadas tareas muy específicas de servicio
público. Muchas de las tareas que ejercieron, co-
mo las finanzas o la correspondencia imperial,
se confiaron a libertos (antiguos esclavos), so-
bre todo a partir de la época de Claudio, quien
de esta forma hizo posible su ascenso social.
La seguridad fue la más prioritaria de todas las
nuevas funciones públicas. Augusto creó dos
cuerpos que hoy son de la máxima importancia
en nuestro día a día: la policía (cohortes urbanae),
encargada de mantener el orden, y los bomberos,
que en una ciudad como Roma, cuyos edificios
eran fácilmente combustibles y solían ser pasto
de incendios, tendrían una misión fundamental.
Prueba de la estrecha vinculación entre ambos
cuerpos fue que Augusto puso a ambos bajo la
autoridad de un mismo responsable político: el
praefectus vigilum, o prefecto de vigilancia. A su
vez, este y otros cargos directivos estaban some-
tidos a la autoridad del praefectus urbi, un cargo

¡QUÉ EMPERADOR MÁS DIVINO!

na de las grandes novedades de propia divinización, que no comenza- vestido de Mercurio, Apolo, Hércu-

U la dinastía fue la de promover

el culto hacia los emperadores,
que en mayor o menor medida se
fueron acercando a la consideración
de divinos. Trazó la senda Octavio
Augusto, quien divinizó a Julio César
y se declaró a sí mismo divi filius (hi-
jo del dios), lo cual ya era una forma
de situarse en una condición espe-
cial. Sin embargo, se mantuvo cuida-
dosamente un paso por detrás de su
ría sino hasta después de su muerte.
Tiberio tampoco quiso ser diviniza-
do, pero en cambio su sucesor Ca-
lígula fue todo lo contrario: hizo que
se le construyeran tres templos (dos
en Roma y uno en Mileto), aparece
mencionado en ocasiones como Jú-
piter, en Egipto se emitieron mone-
das suyas como el dios Sol (tradicio-
nal divinidad egipcia) e incluso, en el
apogeo de su locura, se presentaba
les y —para gran escándalo— inclu-
so como la misma Venus. Promovió
también la divinización de su amada
hermana Drusila.
Los emperadores, además, comen-
zaron a intervenir en cuestiones re-
ligiosas desde que Augusto decidió
adquirir el título de Pontifex Maximus
(Gran Pontífice). En esta condición,
Tiberio expulsó de Roma a los cal-
deos, y Claudio, a los judíos.

62 MUY HISTORIA
 La dinastía impulsó la construcción, que se
convirtió en un eficaz mecanismo para generar
empleo en obras públicas en todo el Imperio
que prefigura el de alcalde de la ciudad. La pre-
ocupación de Augusto por la seguridad también
le llevó a decisiones organizativas mucho más
cuestionables, como es la creación de una fuer-
za de pretorianos para su protección en Roma,
cuando estos guardias privados hasta entonces se
habían utilizado únicamente para la defensa de
los generales en el campo de batalla. Tiberio les
concedería todavía una posición más preminen-
te, al establecer su campamento junto a Roma.
El problema en este caso fue que los pretorianos,
por su cercanía al emperador, acabarían por con-
vertirse en un poder fáctico capaz de jugar un
papel decisivo en cualquier enfrentamiento in-
terno por el poder, siendo capaces de decantar
con su fuerza la balanza en favor de uno u otro
candidato al trono imperial.
CONSOLIDACIÓN DE LAS COLONIAS
El propio Tiberio sufriría este efecto indeseado,
al ser casi derribado por el excesivo poder del
que gozaría Lucio Elio Sejano, el prefecto preto-
riano (su máximo comandante). Más tarde, los
pretorianos serían aún más determinantes en el
inesperado ascenso al poder de Claudio, tras el
asesinato de Calígula.
El programa reformista de Augusto requería de
paz en los muchos frentes que tenía abiertos el
Imperio por los cuatro puntos cardinales. Esto
le llevó a acabar con la política expansiva y sus-
tituirla por la consolidación de las colonias ya
anexionadas y el mantenimiento de las fronteras,
estrategia que dio lugar a la llamada Pax Romana,
que en realidad primero se conoció con el nombre
de Pax Augusta en homenaje al emperador. Fue él
quien cerró las puertas del Templo de Jano, que
solo estaban abiertas en tiempo de guerra, cuan-
do dio por derrotados a los cántabros en 24 a. C.
Su pasión por la organización política y adminis-
trativa de sus territorios, y no por la conquista de
más, la plasmó en una conocida frase: «Alejandro
Magno no habría considerado que poner orden
en el Imperio que había ganado era una tarea más
encomiable y grandiosa que ganarlo».
Tiberio seguiría la estela de su antecesor en la
política exterior, pero Calígula rompería par-
cialmente con ella al anexionarse Mauritania de
una forma ignominiosa tras asesinar al último
rey del país, Ptolomeo, quien era nieto de Marco
Antonio y Cleopatra. Se ha señalado que pudo
considerarlo un rival.
El mismo Calígula intentó sin éxito invadir Brita-
nia, viejo sueño de Julio César. Más éxito tendría
su sucesor Claudio, que retomó el proyecto en el
año 43 y le dedicó muchos recursos: nada menos
que cuatro legiones, un total de 20 000 soldados.
Entre ellas estaba la Legio IX Hispana. Britania
iba a constituirse en la última frontera occiden-
tal del Imperio, aunque también sería fuente de
no pocos problemas, ya que la resistencia de sus
líderes tribales, como la famosa reina Boudica,
resultó encarnizada, por lo que los avances fue-
ron inevitablemente lentos.
DESAFORTUNADO FINAL DE NERÓN
Nerón acabaría por quedar preso de la política PRIMERA
FILA. Bajo estas
exterior, al hacer bascular el peso de sus ambicio- líneas, en un
nes hacia la frontera oriental. El error no estuvo grabado
solo en la política exterior, sino en volver a resu- coloreado se
citar la idea de un rey autocrático, al estilo de los representa una
que eran habituales en aquella parte del mundo, escena en la
que Nerón
pero que resultaban prácticamente un anatema
y su esposa
para los romanos. Este pensamiento orientali- sentencian a
zante recordaba al de Marco Antonio, por lo que muerte a un
no es de extrañar que ambos tuvieran un des- gladiador
afortunado final cuando entre los habitantes de derrotado en el
la urbe se extendió la sensación de descuido circo, mostrando
el pulgar hacia
abajo.
ALBUM
MUY HISTORIA 63
 La guardia pretoriana
fue determinante
en el inesperado
ascenso al poder
de Claudio, tras el
asesinato de Calígula
En el plano de la vida cotidiana, la época Julio-
Claudia fue testigo de una extensión muy notable
de la estructura urbana en todo el Imperio. Esta
se manifestó a través de dos tipologías: por un
lado, los municipios, surgidos de los privilegios
dados a aquellos territorios que menos oposi-
ción habían mostrado a la conquista romana. Por
otro, las nuevas ciudades fundadas o colonias, la
mayoría de las cuales acogían a los veteranos de
las legiones, como es el caso en Hispania de Itáli-
ca (en la provincia de Sevilla) o Emerita Augusta
(Mérida). Esto llevó a que el número de ciuda-
danos romanos censados creciese de manera
notable, pasando de cuatro millones en la época
de Augusto a casi seis en la de Claudio.

OBRAS PÚBLICAS, MOTOR DEL EMPLEO

ALBUM

La propia ciudad de Roma fue escenario de re-

UN formas de gran calado. Augusto, supuestamente,
EMPERADOR dijo aquello de «he encontrado una ciudad de
MUY BIEN >>> hacia ellos y sus expectativas. En el caso de ladrillo y la he dejado de mármol». No solo
ASESORADO. Nerón, su voluntad de acumular más poderes construyó nuevos edificios, como el Templo del
Uno de los más ya le había acarreado problemas con la clase se- Divino Julio —dedicado a César—, el de Apolo
célebres
natorial, y el largo pulso entre ambos llevaría a o la Curia Romana, sino que embelleció calles y
generales
romanos, Marco la rebelión contra el primero. Y aunque Nerón fachadas y consiguió que los senadores contri-
Agripa, fue la tratase de cortar por lo sano y optase por la re- buyeran a ello, para que no todo el dinero saliera
mano derecha presión sangrienta —llevando a opositores tan del erario público. Además, el impulso a la cons-
de Augusto. destacados como Séneca al suicidio—, finalmen- trucción se convirtió en un buen mecanismo
En este te no tendría apoyos suficientes para imponerse para generar empleo en las obras públicas, una
cuadro de Alma-
Tadema de a una aristocracia cada vez más unida y acabaría táctica que hoy sigue siendo muy socorrida en-
1876, Una teniendo que abandonar Roma. tre los políticos de cualquier latitud.
audiencia con En realidad, Augusto favoreció al pueblo lla-
Agripa, se no de una forma aún más directa: mucha de
representa a AUMENTA EL CENSO ROMANO su riqueza la donaba al pueblo, en lo que hoy
este gran político
y estadista.
Las tensiones con la aristocracia no eran nue- llamaríamos «subvenciones a fondo perdido».
vas, pues Augusto ya se había esforzado por El objetivo fue casi siempre aumentar su popu-
disminuir el poder de las viejas grandes familias laridad, y utilizó este recurso desde un primer
promoviendo el ascenso por meritocracia de una momento como una de las herramientas para
nueva clase social, el orden ecuestre (los caba- imponerse en la pugna con Marco Antonio. Esta
lleros), que conseguía su promoción bregándose medida, que resultó muy rentable para él, tuvo la
en los diferentes escalones de la administración contrapartida de generar más inflación (que ya
militar, política o financiera. venía de la época de César) y vaciar las reservas

64 MUY HISTORIA
GETTY

LA INTELLIGENTSIA IMPERIAL: INTELECTUALES

ORGÁNICOS E INCÓMODOS PURGADOS
n la política romana, tenía una im- tarios trataron de conquistar. Octavio Marco Antonio. Séneca sufrió altibajos

E portancia capital la opinión públi-

ca. Aunque no fuese una demo-
cracia, el estado de opinión resultaba
vital para la popularidad de un empe-
rador, que solía verse refrendada —o
no— cuando se celebraban juegos cir-
censes, a los que acudía toda la ciu-
dad. En la formación de ese estado de
opinión jugaron un papel fundamental
los intelectuales, a los que los manda-
lo hizo con Cicerón, el gran orador de
la época final de la República, que fue
un azote para César y Marco Antonio.
Para evitar que este lograse el poder
y gobernase Roma como una satra-
pía, Cicerón apoyó con entusiasmo al
joven Octavio, solo para darse cuenta
más tarde de que iba a imponer una
autocracia igual o mayor. Cicerón mu-
rió ejecutado por los partidarios de
muy similares. El mejor orador del Se-
nado en tiempos de Calígula concitó los
celos de este, que quiso ajusticiarlo. Se
salvó y luego fue el tutor de Nerón, con
quien colaboró y cuya imagen ayudó a
limpiar después del episodio del asesi-
nato de su madre, Agripina. Nerón se lo
pagaría acusándole de una conjura para
matarle, lo que arrastró a Séneca final-
mente hacia el suicidio.

del Estado, ya que cada vez se confundió más el
patrimonio privado del emperador con el fiscus
público, porque Augusto adquirió poderes que
le facilitaron recaudar de manera directa, sin que
el Senado, como hasta entonces, interviniera.
Tiberio, que se encontró las arcas casi vacías
al acceder a la máxima magistratura, optaría
por realizar una política restrictiva (austera,
diríamos hoy). Consiguió durante su Principa-
do un enorme superávit fiscal, que le permitió
reaccionar cuando se presentó una de las pri-
meras crisis económicas que conocemos: la del
año 33, en la que un efecto dominó provocado
por las quejas respecto a los elevados tipos de
interés degeneró en una contracción del cré-
dito, y la economía amenazó con colapsarse.
Tiberio tuvo que «inyectar» cien millones de ses-
tercios (unos 2000 millones de dólares actuales)
para que volviera a haber dinero en el sistema
bancario, medida que muchos economistas
comparan con la «expansión cuantitativa» a ba-
se de dólares colocados por la Reserva Federal
americana en años recientes para paliar la crisis
económica en Estados Unidos.
Lástima que las sofisticadas habilidades finan-
cieras de Tiberio no fuesen heredadas por
ninguno de sus sucesores. Nerón propició una
bancarrota de la economía romana por su eleva-
do gasto en obras públicas y en entretenimientos
para el pueblo, una situación que seguramente
tuvo mucho que ver en el abrupto final de su rei-
nado, que fue también la conclusión de una
dinastía que había consolidado el Imperio más
grande jamás visto hasta entonces. MH
¿Sabes que existe un mapa interactivo diseñado
por investigadores de la Universidad de Stanford
que muestra las antiguas rutas comerciales, los
caminos y pasajes marítimos del Imperio romano?
Descúbrelo en nuestra web con este código QR.

MUY HISTORIA 65
 L A S R EL ACION ES DE J U DE A Y ROM A

EN TIEMPOS DE

La vida del fundador del cristianismo transcurrió entre

los reinados de Augusto y Tiberio. Más tarde, Claudio
expulsó de Roma a sus seguidores, aunque fue Nerón
quien se llevó la tal vez injusta fama de perseguirlos.

FERNANDO COHNEN
PERIODISTA

CREENCIAS INCÓMODAS.
La persecución a los primeros
cristianos comenzó poco
después de la supuesta
resurrección de Jesús.
SHUTTERSTOCK

A la izda., La resurrección de
Cristo, mosaico en el cementerio
de Mirogoj en Zagreb, Croacia.

MUY HISTORIA 67
ASC
LA GRANDEZA
DE JUDEA.
Durante el rei- l nacimiento de Jesús hubo de producir-
nado de Hero- se en torno al año 4 o 5 a. C. en la aldea
des el Grande galilea de Nazaret. La tradición cristiana
se erigieron
el Segundo
afirma que sus padres se llamaron José y
Templo de María, y es probable que tuviera varios
Jerusalén y las hermanos. En sus años de infancia, He-
fortalezas de rodes el Grande gobernaba Judea con mano de
Herodión y hierro gracias al apoyo de Roma, cuyos senadores
Masada (sobre
estas líneas,
le dieron carta blanca para controlar las sesiones
vista aérea del de la asamblea de Jerusalén, manejar a su antojo el
sitio arqueo- poder religioso y llevar a cabo grandes construc-
lógico de esta ciones, como el Segundo Templo de la capital he-
última). brea y las fortalezas de Masada y Herodión.
Si los judíos criticaban a Herodes por su afán de
ajustar las tradiciones de su pueblo a los paráme-
tros de la cultura grecorromana, el emperador
Augusto estaba encantado con su férreo gobierno,
ya que evitaba revueltas y tensiones en la región.
Sin duda, su reinado proporcionó estabilidad a Ju-
dea, pero en sus últimos años de vida el monarca
se comportó como un paranoico que veía enemi-
gos en todas partes, incluso en su propio palacio.
Así, convencido de que su esposa Mariamme le
había engañado con otro hombre, Herodes orde-
nó asesinarla. Su hijo mayor, Antípatro, inició un
complot para acabar con su enfermo y desqui-
ciado padre. Pero la conspiración llegó a oídos
Augusto resolvió la sucesión en el trono judío
dividiéndolo entre Arquelao, Herodes Antipas y Filipo
68 MUY HISTORIA
del rey, quien acusó a su primogénito de traición,
por lo que fue encarcelado y ejecutado. Herodes
el Grande murió en el año 4 de nuestra era, cuan-
do Jesús debía tener unos diez años de edad.
El emperador Augusto resolvió la sucesión en
el trono judío dividiéndolo entre sus tres hijos.
A Arquelao le concedió el control sobre Judea,
Idumea y Samaria; a Herodes Antipas, el de Ga-
lilea y Perea, y a Filipo, unas tierras menores. El
gobierno de Arquelao fue un desastre, y el empe-
rador lo destituyó en el año 6, convirtiendo sus
territorios en una provincia romana al mando de
un prefecto. La caída en desgracia de Arquelao
coincidió con el levantamiento de Judas de Ga-
mala en Galilea, que pronto fue liquidada por la
poderosa maquinaria bélica del Imperio.
Al fallecer Augusto en el año 14, el poder de
Roma pasó a manos de Tiberio, uno de los hom-
bres más capacitados de la aristocracia romana,
cuyas habilidades militares habían quedado
demostradas en sus campañas en las regiones
septentrionales del Imperio, aunque el Sena-
do siempre lo percibió como un tirano. En los
territorios de Galilea y Perea, Herodes Antipas
colaboró tan estrechamente con Tiberio que no
dudó en fundar en su honor una nueva ciudad, a
la que puso como nombre Tiberíades.

ASC
DEL BAUTISTA AL MESÍAS.
Según los Evangelios, la vida pública de Jesús se
inició con su bautismo por el predicador Juan el
Bautista en el río Jordán. Arriba, el cuadro del pintor
flamenco Patinir que recrea la escena bíblica.
JESÚS EN SU CONTEXTO HISTÓRICO
Todas las fuentes históricas sobre Jesús de Na-
zaret se encuentran en textos que se escribieron
años después de su crucifixión, como los Evan-
gelios canónicos. El más antiguo es el llamado
Papiro P 52, que contiene un fragmento del
Evangelio de Juan, del año 125. Estas fuentes ase-
guran que la vida pública de Jesús se inició con
su bautismo por el predicador Juan el Bautista en
el río Jordán, convirtiéndose desde entonces en el
líder de la primera comunidad cristiana.
Acompañado por un grupo de fieles, entre los
cuales se encontraban los doce apóstoles, Je-
sús recorrió Galilea y las regiones aledañas
transmitiendo un mensaje de esperanza a los
desposeídos, marginados y pecadores. Posterior-
mente, según cuentan los Evangelios, el nazareno
se trasladó a Jerusalén para celebrar la Pascua
con sus discípulos, donde fue aclamado como
un rey por la multitud. «He aquí que tu rey viene
a ti, manso y montado sobre un asno».
Estos textos cuentan la visita de Jesús al Templo
de Jerusalén, donde expulsó a los cambistas y
comerciantes, y la celebración de la Última Ce-
na junto a sus apóstoles, durante la cual predijo
que sería traicionado por uno de ellos, llamado
Judas Iscariote. Los textos de los evangelistas
también hacen referencia a otros capítulos de la
vida de Jesús, como su subida al monte a orar,
cuando algunos de sus apóstoles contemplaron
la transfiguración de su maestro y la aparición
de las figuras de Moisés y Elías, mientras se oía
EL FINAL DEL
JERUSALÉN JUDÍO
T
ras las tensas revueltas judías de los años 66-73, que fueron
sofocadas por el emperador Vespasiano ayudado por su hijo
Tito, Judea quedó muy mermada. Roma nombró un gobernador
y en las ruinas de Jerusalén se estableció un contingente militar, la
Legio X Fretensis. En el año 132, los líderes judíos planearon una
segunda rebelión contra el Imperio que tanto les había humillado.
El organizador de la misma fue Bar Kojba, cuyos hombres derrotaron
a las falanges romanas. Tres años después, las tropas imperiales
acabaron con las fuerzas rebeldes judías en la fortaleza de Betar.
En represalia por la sublevación, el emperador Adriano mandó ejecu-
tar a numerosos rabinos y eruditos, prohibió la Torá y ordenó la quema
de los rollos sagrados del Templo. No contento con eso, decidió cons-
truir sobre las ruinas de Jerusalén una nueva ciudad romana. Aquellas
represalias desembocaron en la diáspora del pueblo judío. La ciudad
que fundara el rey David mil años atrás quedó fuera del control judío
durante más de 18 siglos.
AGE
La destrucción del Templo de Jerusalén por las tropas de Tito,
acaecida en el año 70, en un cuadro de 1638.
una voz celestial que decía: «Este es mi Hijo
elegido. Escuchadle».
En el año 26, cuando Tiberio nombró a Poncio
Pilatos gobernador de Judea, Juan el Bautista
andaba ya predicando en las plazas y en el Tem-
plo de Jerusalén la próxima llegada del reino de
Dios y del Apocalipsis, una revelación del fin
del mundo y de la llegada del nuevo mesías que
Jesús adoptó con un cambio sustancial: «El rei-
no de Dios ya ha llegado y se encuentra entre
nosotros aquí y ahora».
«Aquella modificación fue esencial para lo que
vino después. Si el mensaje del Bautista era
apocalíptico, el de Jesús era de felicidad y de libe-
ración», afirma Armand Puig, profesor de Nuevo
Testamento en la Facultad de Teología de Catalu-
ña y autor de Jesús, una biografía. Mientras
MUY HISTORIA 69
 el nuevo mesías predicaba sus enseñanzas en
Galilea, el tetrarca de ese territorio, Herodes An-
tipas, cometió el error de contraer matrimonio
con una medio sobrina suya, llamada Herodías,
lo que desató el escándalo entre los judíos, que
veían con malos ojos una relación que conside-
raban incestuosa.
En el Evangelio de Marcos se dice que Juan el
Bautista condenó también la conducta de Hero-
des, por lo que su joven mujer exigió la ejecución
de aquel incómodo predicador, a lo que accedió
el tetrarca de Galilea. Según Marcos, Herodes or-
denó la decapitación de Juan, cuya cabeza le fue
entregada a Herodías en un plato. El historiador
judío Flavio Josefo cuenta asimismo esa ejecu-
ción en Antigüedades judías, una obra en la que
el autor trata de demostrar que el pueblo hebreo
es el más antiguo de todos los existentes y en la
que aparece de pasada la figura de un personaje
llamado Jesús.
Muchos judíos veían al hijo de José y María co-
mo un hombre incómodo y peligroso que hacía
que se tambaleara el equilibrio religioso que
mantenían a duras penas los dirigentes del Tem-
plo. Esa fue la razón por la que las autoridades
de Jerusalén, encabezadas por el sumo sacerdote
Caifás, decidieron acabar con su vida. Sin em-
bargo, el gobernador romano Poncio Pilatos no
encontró motivos para condenarlo. Fue enton-
ces cuando sus enemigos lo presentaron como
PENÚLTIMO
EPISODIO.
En varios
Evangelios se nos
cuenta la
celebración de la
Última Cena de
Jesús con sus
apóstoles, antes de
ser traicionado y
ejecutado
(a la dcha., la
versión del tema
por Juan de
Juanes, 1562).
70 MUY HISTORIA
un impostor ambicioso que pretendía proclamar-
se rey de los judíos, el único aspecto que podía
hacer cambiar de parecer a Poncio Pilatos, que
finalmente rubricó la condena a muerte de Jesús.
En la crucifixión, la agonía de los condenados se
alargaba bastantes horas e incluso días. Los cuer-
pos se iban deformando por las múltiples heridas
infectadas y por la progresiva asfixia. Además,
otro de los horrores vinculados a la crucifixión
era dejar los cuerpos insepultos. Sin embargo, la
agonía de Jesús fue relativamente rápida —duró
entre dos y tres horas— y sus discípulos pudieron
bajarlo de la cruz y darle sepultura. Los romanos,
que no querían intervenir en cuestiones religiosas
en los territorios ocupados, así lo permitieron.
UN MENSAJE SUBVERSIVO
Pero pronto se arrepintieron de su decisión, tal y
como recoge un edicto imperial descubierto en
Nazaret hace unos años, cuyo texto desvela las
penas de muerte que impusieron los romanos a
los violadores de tumbas en Palestina. La dure-
za de esas disposiciones se ha relacionado con la
sustracción del cadáver de Jesús de su tumba tras
su crucifixión. A los romanos les debió coger des-
prevenidos la propagación del mensaje de que ese
supuesto mesías había resucitado, lo que podía dar
lugar a tumultos y sublevaciones en la región. En
un intento de frenar casos similares en el futuro,
MUSEO NACIONAL DEL PRADO

MUSEO NACIONAL DEL PRADO
las autoridades imperiales decidieron castigar se-
veramente el robo de cadáveres en Judea.
Según el Nuevo Testamento, la persecución de
los primeros cristianos comenzó poco después
de la supuesta resurrección de Jesús. El principio
cristiano de que él era el único «señor de seño-
res» y «el único Dios verdadero» fue percibido
por los romanos como una rebelión política
contra el Imperio. Otras ideas que predicaban
los apóstoles y sus seguidores también fueron
vistas como una amenaza para el orden social
romano. La creencia de que «todos somos hijos
de Dios» y el alegato contra la riqueza y las prác-
ticas comunistas de los primeros cristianos, que
ponían a disposición de la comunidad todos sus
bienes cuando entraban a formar parte de ella,
chocaban frontalmente con la sociedad romana,
cuyos pilares eran el esclavismo y la defensa de la
propiedad privada.
A los cristianos les perjudicó en principio que
su fe se extendiera tan rápidamente entre los
humildes y los que sufrían injusticias, cuyas fi-
las componían la mayor parte de la población
del Imperio. Roma no estaba dispuesta a tolerar
una religión que preconizaba a voz en grito la
igualdad entre los seres humanos, un principio
Muchos judíos veían a Cristo como alguien incómodo
que hacía peligrar el equilibrio político y religioso
CONDENADO
Y EJECUTADO.
Los romanos no
mostraron mucho
interés en Jesús,
pero los dirigentes
del Templo les
hicieron cambiar de
parecer. A la izda.,
el calvario en un
cuadro de Valdés
Leal (siglo XVII).
que podía alentar la sublevación, al señalar co-
mo culpables de esa desigualdad social a los más
poderosos y privilegiados de Roma.
DE CALÍGULA A CLAUDIO
Sin embargo, no hay pruebas documentales de
que Calígula, sucesor de Tiberio, reprimiera a
los cristianos que vivían en la capital o en otros
territorios imperiales. De lo que sí dejaron cons-
tancia los historiadores Tácito y Suetonio fue del
comportamiento disoluto y perturbado de este
emperador, al que acusaron de ser un hombre
profundamente cruel y desequilibrado, cuyas
orgías sexuales y relaciones incestuosas con sus
hermanas escandalizaron a toda Roma. Hartos
de sus arbitrariedades, los componentes de la
guardia pretoriana acabaron con él y declararon
emperador a su tío Claudio. En aquellos días tur-
bulentos, los barrios de Roma incrementaron su
población con la llegada de judíos, negros afri-
canos, germánicos, griegos, sirios y otras gentes
provenientes de los rincones más recónditos
del Imperio. A ese crisol de pueblos se unieron
los judíos cristianos, que en el año 49 fueron
expulsados de la capital del Imperio por
MUY HISTORIA 71
 provocar graves disturbios en sus calles. En
sus escritos, Suetonio recuerda que los tumultos
comenzaron cuando los cristianos anunciaron
que Jesús, el hijo de Dios y por extensión la en-
carnación de Dios mismo, iba a inaugurar una
nueva era para la humanidad. Esa proclama cho-
caba de frente con el arraigado monoteísmo del
pueblo hebreo, lo que provocó enfrentamientos
entre las familias ortodoxas judías y las comu-
nidades cristianas. Aquel conflicto llegó a su fin
cuando el emperador ordenó la inmediata expul-
sión de los cristianos de la ciudad.
REALIDAD Y MITO EN TORNO A NERÓN
Tras la muerte de Claudio, el cetro imperial pasó
a manos de Nerón, el último emperador de la di-
nastía Julio-Claudia. Gracias a los historiadores
romanos, su imagen cantando un poema mien-
tras observaba a Roma en llamas ha quedado
en la memoria colectiva como paradigma de la
frivolidad y la maldad. Pero las crónicas de los
historiadores romanos no siempre responden a
la verdad histórica.
El drama se produjo el 19 de julio del año 64,
cuando se desató un incendio en el Circo Máxi-
mo que se expandió velozmente destruyendo
buena parte de la ciudad.
Pronto corrieron rumores de que
el fuego había sido provocado
por el propio emperador, cuyo
sueño era destruir la antigua
Roma para construir sobre sus
ruinas Nerópolis, la nueva capi-
EXCEPCIÓN A
LA REGLA.
A los crucificados
se los dejaba
insepultos, pero
Roma permitió que
los discípulos de
Cristo lo bajaran de
la cruz y lo
enterraran (abajo, El
Descendimiento,
Weyden, 1436).
tal del Imperio. Pero Nerón no fue un pirómano,
sino el emperador que reaccionó al desastre ac-
tuando con diligencia para paliar los efectos
devastadores del fuego.
Entonces, ¿quién fue el culpable? Algunos his-
toriadores afirman que la devastación de Roma
por las llamas fue accidental y que fue el em-
perador quien buscó un chivo expiatorio para
acallar las voces que lo señalaban. Y el mejor
chivo expiatorio que tuvo a mano Nerón fue la
comunidad cristiana que vivía en la capital, a la
que acusó de haberlo provocado.
Al menos eso es lo que creíamos gracias a los
escritos de los historiadores Cornelio Tácito y
Suetonio, quienes narraron a comienzos del si-
glo II la cruel represión que sufrió la comunidad
cristiana tras el incendio de Roma. Sin embar-
go, investigaciones publicadas en 2015 parecen
demostrar que aquellas persecuciones, en las
que se sentó la base del martirologio cristiano,
fueron un mito. Esa es la hipótesis que defiende
Brent D. Shaw, catedrático de Historia Clásica de
la Universidad de Princeton (Nueva Jersey, Esta-
dos Unidos), cuyas conclusiones pueden alterar
la visión que tenemos de los primeros cristianos.
Este profesor cree que las persecuciones se
produjeron tras el incendio, aunque no fueron
dirigidas contra los cristianos, que en aquel
entonces eran muy pocos y no
amenazaban la paz social. La
vinculación de estos con la des-
trucción de Roma se produjo
posteriormente, en torno al año
100 de nuestra era. Al cons-
ASC
 El comunismo de los ROMA SE HACE CRISTIANA
primeros cristianos
L
a presencia del cristianismo en el Imperio comenzó a ser muy
visible en el siglo II. Roma solía respetar los dioses de los territo-
chocaba con el rios que iba ocupando, siempre que los creyentes respetaran a
su vez las instituciones imperiales y se mantuvieran al margen de dis-
esclavismo romano turbios. Pero la insólita pureza de los ritos cristianos, incomprensibles
para la mentalidad romana, y la difusión de su fe entre los esclavos y
libertos, que la convirtieron en una amenaza para el orden social, pro-
vocaron momentos de gran tensión que desembocaron en persecu-
truir el relato de los orígenes de su fe, autores ciones. La espectacularidad de los castigos a los cristianos, que mu-
cristianos como Eusebio culparon a Nerón del rieron a miles en el circo devorados por fieras salvajes, y su actitud
estoica ante la muerte contribuyeron a difundir su religión. Con el pa-
asesinato de miles de fieles, haciéndose eco de so del tiempo, esta fe fue cobrando poder entre las clases privilegia-
las críticas que sufrió el emperador por parte das. Fue en torno al año 311 cuando el emperador Constantino auto-
de las élites romanas de la época, que lo habían rizó oficialmente el nuevo credo, que pronto pasó de ser perseguido a
descrito como una persona perversa y maligna. perseguidor de las religiones paganas, bajo el pretexto de defender la
Lo cierto es que el martirio de los cristianos se pureza de la fe y velar por las almas de los romanos.
produciría más tarde, con los emperadores Do-
miciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio
Severo, Decio y Diocleciano. En realidad, fue
este último el que puso en marcha la gran per-
secución, también denominada Era de los
Mártires (año 303), durante la cual se destruye-
ron los templos cristianos y se asesinó a miles
de fieles a lo largo y ancho del Imperio; entre
ellos, al diácono Román de Antioquía, al que le
amputaron la lengua antes de ejecutarlo. Aque-
l l a s a n g r i e nt a e t ap a c o n c l u y ó c u a n d o
Constantino autorizó el culto cristiano en torno
al año 311 de nuestra era. MH

¿Y si Jesús no existió? ¿Dónde

están las pruebas arqueológica

ASC
que aseguran sin lugar a dudas
su existencia? Escanea este Estatua en York, Inglaterra, de Constantino, quien convirtió el
código QR y tendrás la respuesta. cristianismo en la religión oficial del Imperio en el año 311.

LA DIRCE CRISTIANA. Según san

Clemente mujeres cristianas fueron
martirizadas en Roma en tiempos de
Nerón recreando este mito. En la imagen,
obra de Henryk Siemiradzki (1897).
ASC

MUY HISTORIA 73
 LA ÚLTIMA PLEGARIA DE LOS MÁRTIRES
CRISTIANOS. Así se titula este óleo academicista de
Jean-Léon Gérôme, del s. XIX. Los proscritos primeros
seguidores de Cristo iban cantando a enfrentarse a los
leones, desconcertando a los romanos.
ASC
EL CRISTIANISMO
Y EL FIN DE ROMA
Los que podríamos llamar «bárbaros espirituales» —es decir,
los portadores desde Judea de una extraña fe que acabaría
siendo la del Imperio— pasaron de ser considerados una secta
insignificante a ocupar el centro del poder romano.

ALBERTO PORLAN
ESCRITOR Y FILÓLOGO

ASC

MUY HISTORIA 75
 istóricamente, todo imperio se ha vis-
to sometido a dos tipos de amenazas:
las que proceden del exterior y las que
surgen en su interior. Esas dos fuer-
zas están, además, relacionadas, pues
cuando el imperio se ve amenazado
por fuerzas internas la presión externa se recru-
dece, mientras que cuando la amenaza externa
es realmente grave los problemas internos suelen
moderarse o disolverse.
El Imperio romano duró, con distintos avatares,
cerca de medio milenio, y en ese largo período
Roma aprendió lecciones que serían fundamen-
tales para su supervivencia. Por ejemplo, que la
fuerza militar que exige el dominio de un terri-
torio es proporcional al grado de opresión que
OLOR A sobre él se ejerce. Y no hablamos solo de política
CHAMUSQUINA. e impuestos, sino sobre todo del aspecto ético y
A Nerón le vino de espiritual de los pueblos sometidos.
perlas el bulo de
que habían sido
los cristianos los
causantes del SITIO PARA TODOS LOS DIOSES
incendio de Roma Los romanos comprendieron muy pronto que,
(abajo, en un cuando se toleraba la religión de aquellos a los
cuadro historicista
del XVII).
ASC
76 MUY HISTORIA
que se había conquistado, todo resultaba mucho
más fácil. Y, al fin y al cabo, ¿qué importaba que
los sometidos al Imperio diesen culto a divini-
dades estrambóticas como escarabajos, toros o
caballos? Lo fundamental era que respetasen las
leyes y pagasen sus tributos puntualmente. Los
dioses eran lo de menos, y todos tenían derecho
a venerar a los de sus padres y abuelos. El prin-
cipio de tolerancia religiosa era práctico y no
significaba una amenaza para el panteón impe-
rial. Muchos dioses ajenos no eran sino versiones
de Júpiter, Marte, Venus o Mercurio, como estos
lo habían sido a su vez de los griegos Zeus, Ares,
Afrodita y Hermes. El mensaje a los pueblos inte-
grados era: podéis seguir con vuestras creencias,
no nos importa las que sean, pero tolerad que
los demás hagan lo mismo, igual que nosotros os
toleramos a vosotros.
Esta norma tan sabia funcionó muy bien al
principio, hasta que llegó una secta que acaba-
ba de surgir entre las gentes de Judea y a la que
llamaban cristianismo. Al principio, la idea que
se tenía sobre ellos era confusa. Aquellas gentes
eran tan judías como las que vivían en Roma y
veneraban libremente a sus dioses en sus sinago-
gas, pero no creían en lo mismo. Así que había
que diferenciarlos. Los judíos viejos se habían
enfrentado con los nuevos a propósito —según
dice Suetonio— de conflictos de opinión en tor-
no a un tal Cresto. Esto significa que los primeros
enemigos de los cristianos de Roma fueron los
propios judíos que vivían allí en tiempos de Ne-
rón, comerciantes acomodados que estaban muy
cerca del emperador, ya que habían comprado el
favor de su esposa, la bella Popea, a base de dádi-
vas y regalos de gran valor.
LOS INCENDIARIOS CRISTIANOS
Se tienen muy pocos datos acerca del primer
núcleo de cristianos que vivió en Roma, pero
es evidente que tuvieron que resultar desprecia-
bles para sus congéneres hebreos, que los verían
como apóstatas de la fe mosaica y auténticos ene-
migos. En el año 61, San Pablo visitó la capital del
Imperio y se reunió con los principales judíos de
la ciudad, pero la asamblea terminó con un gran
tumulto en el que las partes llegaron a las manos.
Tres años más tarde, en julio del año 64, se pro-
dujo el devastador incendio de Roma, que parece
haber sido ordenado por el mismo Nerón.
Al menos así lo creyó una buena parte de la
plebe romana hasta que empezaron a difundir-
se noticias y bulos que exoneraban de culpa al
emperador y señalaban a los cristianos como au-
tores del desastre. Nerón apoyó con su autoridad
la versión popular que él mismo había hecho
 Los primeros grandes
enemigos de la
nueva fe cristiana fueron
los judíos que vivían
en Roma
circular y se dispuso a volcar en los cristianos
el odio y la indignación que sentía el pueblo con-
tra los incendiarios. El emperador sació aquella
sed de venganza haciendo un espectáculo de la
masacre: los cristianos fueron convertidos en
antorchas vivas, martirizados hasta la muerte
en público, entregados a los leones del Circo y,
cómo no, crucificados en las plazas y a lo largo
de las vías de entrada a la ciudad. No se conoce
el número de los mártires, pero Tácito califica la
cifra de ingente. Parece que una de las víctimas
fue el propio apóstol Pedro
UNA SECTA DESESTABILIZADORA
Para el cristianismo, aquella persecución su-
puso la primera gran prueba de su Historia. Y
no tanto por la pérdida de fieles, sino porque
la acusación de pirómanos se amplió con la de
enemigos del pueblo romano. Desde luego, este
odio no había surgido de la nada: tenía largas
raíces que hasta entonces no habían aflorado.
La llegada de la nueva religión se vio al prin-
cipio como el brote de un pequeño grupo de
fanáticos inofensivos, pero pronto se compren-
dió que aquellos pocos tenían una inusitada
capacidad de proselitismo, y aquí empezaron a
sonar las alarmas.
Ciudadanos romanos de toda la vida se convertían
al cristianismo y desaparecían de la vida social: no
volvían a los templos, cambiaban de carácter, des-
preciaban las diversiones a las que antes habían
asistido y, en general, daban la espalda a la que
había sido su existencia anterior para refugiarse
en el seno de la secta. Si la esposa de Marco se
hacía cristiana, Marco se convertía en un apestado
social. Si el hijo de Claudio se bautizaba, todos lo
miraban con desconfianza y desprecio. Si el pa-
dre de Julia se adhería a la secta, le entregaba su
fortuna y Julia se quedaba sin dote. Eran dema-
siadas perturbaciones en una sociedad que nunca
las había sufrido por causas religiosas antes de la
sorpresiva aparición de los cristianos.
Así que la nueva religión se convirtió en el
principal objeto de odio de los romanos. Y los
PRISCILIANO,
EL CHIVO EXPIATORIO
l emperador Teodosio, que era de origen hispano, no se limitó a
E decretar que el cristianismo sería en adelante la única religión del
Imperio, sino que estableció la pena de muerte para los heréti-
cos. Fue su corregente Máximo, también hispano, el que aplicó estas
medidas como escarmiento de herejes, y su primera víctima fue un
obispo hispano llamado Prisciliano, al que otros califican de monje
o de asceta. No se conocen las prédicas de este personaje, pero se
sabe que fue acusado de maniqueísmo por otros dos obispos y que
se celebró un concilio en Burdeos en el que sus ideas fueron conde-
nadas. Era el caso perfecto para que Máximo interviniese aplicando
sobre él todo el rigor del Imperio, de modo que lo hizo llamar a Tréve-
ris (la actual Trier, en Alemania), que era donde él se encontraba.
Prisciliano acudió acompañado de media docena de seguidores, y a
Máximo le faltó tiempo para juzgarlos y ejecutarlos, lo que motivó la
indignación de grandes figuras cristianas como San Ambrosio y San
Martín de Tours. Después se han asociado toda clase de mitos y le-
yendas a la figura de Prisciliano, y algunos hasta suponen que está
enterrado en el sepulcro de Santiago, pero no han que-
dado datos fidedignos.
SHUTTERSTOCK
intelectuales, por su parte, no ahorraron epítetos
para condenarla. Para Plinio el Joven, los cristia-
nos formaban un grupo tan extravagante como
perverso; Suetonio la consideraba una creencia
muy peligrosa para el Imperio, y Tácito veía en
ella una detestable superstición. Entre las clases
populares se les acusaba de crímenes horribles,
de antropofagia y de practicar orgías y ritos san-
grientos en los que se descuartizaba a niños.
Incluso se les achacaba la responsabilidad de
las catástrofes naturales: algunos afirmaban que
eran capaces de producir sequías, tempestades o
desbordamientos usando su oscura magia.
MUY HISTORIA 77
 En cierto modo, el cristianismo perpetuó el Imperio
romano: preservó su lengua, el latín, y mantuvo
a Roma como centro de poder
ATEOS DE TAN CREYENTES homogeneizaron, pero también robustecieron a
La de Nerón sería tan solo la primera de una serie la nueva religión en lugar de debilitarla. Aque-
de persecuciones oficiales basadas en la acusación llas penalidades y matanzas forjaron entre sus
de ateísmo. Esto se explica por la índole excluyen- fieles una actitud de resistencia a toda costa
te de la religión cristiana, la cual exige de sus fieles en la que la gloria consistía en entregarse a la
una actitud cerrada ante cualquier otro culto. Y muerte con deliberada conformidad: iban can-
así, mientras que las demás creencias permitían tando a enfrentarse con los leones.
a sus fieles participar en las ceremonias religio- Esa actitud resultaba desconcertante para
sas romanas, la nueva fe exigía una exclusividad el pueblo y situaba a los mártires cristianos
que les impedía participar en los ritos públicos, en una posición de superioridad moral o
por lo que se los consideraba ateos que vivían al de supremo fanatismo que helaba la sangre.
margen de la sociedad imperial. Y esto a pesar de Roma se endureció y sacó el gran garrote con-
SUPERSTICIÓN
TRIUNFAL. El que, como ciudadanos, mantuvieron siempre una tra los cristianos. Trajano ordenó que no se los
historiador Tácito actitud civil perfectamente correcta: pagaban sus persiguiese de oficio, pero que se ejerciese la
(55-120), uno de impuestos y respetaban las leyes, conforme a la autoridad contra quienes eran acusados for-
los tres autores máxima de su maestro: «Dad al César lo que es malmente de cristianismo y que, si después de
romanos clave que del César y a Dios lo que es de Dios». procesados no adoraban a los dioses imperia-
pueden referirse a
los primeros les, fueran reos de muerte. Y así continuaron
cristianos (los las cosas, alternando períodos de relativa calma
otros dos son DE LA PERSECUCIÓN AL PODER con otros de agudas persecuciones por parte de
Plinio el Joven y Las persecuciones contra aquel enemigo común Decio y de Valeriano, que culminaron cuando
Suetonio), al que reforzaron a la sociedad romana y, en parte, la Diocleciano, alarmado por la infiltración cris-
vemos abajo en un
grabado,
tiana en la masa del ejército, decretó en el año
encontraba 304 la ejecución de todos los cristianos del Im-
detestable la fe perio. Este momento histórico que pudo haber
cristiana. terminado con la nueva religión fue, sin embar-
go, el que consolidó definitivamente su victoria.
Nueve años más tarde, el emperador Constan-
tino legalizó el cristianismo, aunque no sería
hasta el año 380 cuando Teodosio lo proclamó
como la única religión de Roma.
A partir de entonces, los problemas del cristia-
nismo se convirtieron en problemas de Estado.
Se puso de manifiesto que las diferencias en la
interpretación del dogma podían traer conse-
ASC

cuencias secesionistas para el Imperio, porque

no todos los cristianos pensaban lo mismo.
Desde el primer momento habían aparecido
puntos de vista diferentes, sobre todo acerca de
Jesucristo. A fines del siglo I, Cerinto y la sec-
ta de los ebionitas, que eran judíos cristianos,
consideraban que Jesús había sido simplemente
un judío bueno y sencillo a quien Dios esco-
gió para proclamar su verdad. Estos grupos
eran minoritarios y pronto fueron absorbidos
o desaparecieron. Pero por entonces la fe de
los cristianos, ya la del Imperio, se encontró de
frente con el mayor peligro que hubo de arros-
trar en los tiempos antiguos: el gnosticismo.

78 MUY HISTORIA
No es posible saber de dónde proceden los orí- pertenecían gentes ilustradas, y consideraban
genes de esta corriente espiritual. Parece haber el cristianismo como una versión más de sus
sido un gran movimiento sincrético en el que creencias. Desde muy pronto se infiltraron en TEODOSIO I.
latían los fundamentos de creencias religiosas las comunidades, y alcanzaron su máximo po- Convirtió el
extremadamente antiguas. der con la figura de Marción, que a mediados cristianismo en
del siglo II creó en Roma una corriente religio- la religión del
Imperio y
sa en la que se mezclaban inextricablemente condenó a
GNÓSTICOS, MANIQUEOS Y MITRAICOS gnosticismo y cristianismo, al que desligaba por muerte a
Su idea de la divinidad era la de un ser supre- completo de la tradición judaica. Solo admi- heterodoxos
mo rodeado de auxiliares intermedios entre tía como referencia cristiana (y parcialmente) como
el mundo y el cielo llamados eones, los cuales el Evangelio de Lucas, y además proscribía el Prisciliano.
En la imagen,
acompañaban a Dios en lo más alto del firma- matrimonio y la paternidad. Era demasiado, y
cuadro de
mento, el pleroma. Afirmaban que Cristo había la cerrada oposición de los cristianos de base Rubens en el
sido uno de aquellos eones que bajó al mundo. logró desligar a la nueva religión de cualquier que san
Los gnósticos eran un grupo organizado al que adherencia de gnosticismo. Ambrosio ruega
por él ante
Teodosio.

ASC

MUY HISTORIA 79
 la frente, comulgaban bajo las especies de pan
y vino, practicaban la confesión y el ayuno, sus
sacerdotes eran célibes y sus reglas morales eran
prácticamente iguales que las cristianas. San
Agustín asegura que un sacerdote mitraico le
confesó en una ocasión que ambos adoraban en
realidad al mismo dios. Pero el mitraísmo desa-
pareció a causa de una herejía propia llamada Sol
Invictus, que la desligó del cristianismo.

LOS PALADINES DE LA FE
ASC

DE
ORTODOXO
A HEREJE.
Tertuliano
(160-220),
romano
africano, pasó
de apologeta Apareció después el maniqueísmo, cuyo
o defensor a fundador, Manes, se hacía llamar a mediados
ultranza de la del siglo III «apóstol de Jesucristo». Su idea del
fe cristiana a dualismo básico del mundo entre dos principios
abrazar el
montanismo, opuestos, la luz y la oscuridad, el bien y el mal,
una secta que encajaba parcialmente en el esquema escatológi-
sería proscrita. co cristiano, y hasta San Agustín se dejó captar
por ellos. Pero la dicotomía maniquea resultaba
poco sutil para explicar los claroscuros del mun-
do y quedó al margen. Sin embargo, la religión
mitraica, en la que importaban más los ritos que
las creencias, pudo haber dejado honda huella
en los ritos cristianos. Mitra era una divinidad
oriental que había pasado a Roma y cuyas creen-
cias y ritos se parecían demasiado a los cristianos.
Los mitraicos se bautizaban y eran ungidos en
Y LA DIVINIDAD DE CRISTO
Con todos estos ataques, la Iglesia primitiva
desarrolló su propio sistema de defensa: empe-
zaron a surgir líderes de opinión, intelectuales
que eran considerados paladines de la fe. Prime-
ro fueron los Padres Apostólicos, unos cuantos
autores griegos que se consideraban seguido-
res directos de los apóstoles. Después, en los
tiempos más duros de las persecuciones, apa-
recieron los apologetas, redactores anónimos
de discursos que rebatían categóricamente las
acusaciones y los bulos populares contra los cris-
tianos. El más grande apologeta fue Tertuliano,
un romano nacido en África que, tras defender
brillantemente el cristianismo, terminó cayendo
en la herejía llamada montanismo, la cual exi-
gía de sus fieles una conducta severísima, casi
imposible de mantener. Los grandes centros in-
telectuales de la fe cristiana se localizaron en dos
focos: la Escuela de Alejandría, donde surgió en
el siglo III la figura de Orígenes, y la Escuela de
Antioquía, que fundó Luciano de Samósata en el
año 312. Estos dos polos rivalizaron en agudeza
y elocuencia, y establecieron las bases de lo que
sería después el cuerpo teológico del cristianis-
mo, con Agustín de Hipona a la cabeza.
El principal punto de discusión al que se enfren-
taban los teólogos era el misterio de la Trinidad.
Y esto había ocurrido desde el primer momento,

HIPATIA, MÁRTIR DE LA CIENCIA

las mujeres? Casi nunca apare- fue hija de un matemático y astróno- aún, a mujer y a ciencia), Hipatia fue

Y cen mujeres en los primeros re-

latos del cristianismo, si acaso
nombres de mártires femeninas. Pero
también hubo mártires femeninas…
a manos de los cristianos: ahí está el
caso de Hipatia, recogido hace unos
años en la película Ágora (2009), de
Alejandro Amenábar. Esta mujer ex-
traordinaria, que logró despuntar por
su inteligencia científica en una época
en la que tal cosa resultaba inusitada,
mo llamado Teón y nació en la ilustre
Alejandría de Egipto durante los últi-
mos años del Imperio Romano. Fue
autora de importantes tratados de
álgebra y astronomía y se la asocia
igualmente al perfeccionamiento del
astrolabio, un instrumento fundamen-
tal para los navegantes. Poco después
de la caída de Roma, en el año 415,
y como efecto del rechazo cristiano
a todo lo que oliese a ciencia (y peor
lapidada y descuartizada en las calles
de su ciudad.
Este acto atroz fue cometido por una
turba de cristianos, quienes, según se
ha afirmado, fueron instigados por el
obispo Cirilo. Cirilo, un ferviente faná-
tico cuya biografía cuenta con esca-
sos aspectos que lo hagan merecedor
de la santidad, es sorprendentemente
venerado como santo por la Iglesia
católica en la actualidad.

80 MUY HISTORIA

pues la idea de un dios que reúne a tres perso-
nas distintas, divinas a su vez cada una de ellas,
no resultaba fácil de aceptar ni de entender; por
eso se la llamaba misterio. Y, como todo misterio,
aceptaba interpretaciones y especulaciones.
Arrio, obispo de Alejandría, negaba la divinidad
de Cristo ateniéndose a que todo cuanto existe
fuera de Dios es fruto de su creación. Esta opi-
nión era muy peligrosa, pues implicaba que el
sacrificio de Cristo en la cruz no había sido el
de un dios, sino tan solo el de un hombre. El
arrianismo prosperó sobre todo en los círculos
intelectuales, pero también los bárbaros que se
convertían en masa aceptaban mejor la idea de
un hijo subordinado a un padre que la de un hijo
tan divino como el padre. La unidad de la Iglesia
se vio comprometida y a lo largo de varios con-
cilios se llegó a una fórmula de la fe que debía
ser aceptada por todos: la consustancialidad del
Padre y el Hijo. Pero esto abrió la puerta a otra
alternativa herética: ¿desde cuándo Cristo fue
Dios? Nestorio, obispo de Constantinopla, pre-
dicaba que María no engendró al hijo de Dios,
sino a la criatura humana que ocupó la divinidad
para mostrarnos el camino de la salvación.
SHUTTERSTOCK
EL
MISTERIO
ROMA SOBREVIVIÓ EN LA IGLESIA DE LA
TRINIDAD.
En estas cuestiones se hallaba enredado el Los teólogos
cristianismo cuando, en el año 410, los bár- se debatían
baros irrumpieron en Roma. Con su llegada, principalmente
las amenazas internas que minaban al Imperio en torno al
perdieron relevancia, eclipsadas por este suce- enigma de la
Trinidad, una
so. El libro de la Historia dio vuelta a la última doctrina que
página de un capítulo que cubría cinco siglos ha planteado
de dominio romano, y al amanecer, una nueva desafíos desde
era emergió: la Edad Media. Esta era sería un sus inicios.
tiempo en el que el cristianismo ascendería a Arriba, detalle
de un fresco
su apogeo de poder. del siglo XIX en
El Imperio cristiano bajo la tutela de Teodosio Viena.
apenas duró treinta años, pero, de alguna mane-
ra, la religión de Cristo perpetuó el Imperio
Romano. Mantuvo su lengua, el latín, para sus
ritos y celebraciones, así como también mantu-
vo en Roma su centro de poder. Así, cuando nos
preguntamos si el cristianismo fue un factor de-
cisivo en la caída de Roma, la respuesta es no. El
Imperio ya se hallaba en su lecho de muerte
cuando se volvió cristiano. En realidad, se po-
dría decir que, de manera sorprendente,
sobrevivió a través de la religión que en sus ini-
cios parecía ser su adversaria. MH
MUY HISTORIA 81
 PODEROS A S Y OPRIMIDA S

De Cleopatra a Popea, pasando por Livia, las

Agripinas y Mesalina, una serie de féminas de gran
carácter ejercieron su influencia sobre los hombres
utilizando a menudo el sexo y los venenos como
armas. Así es al menos como nos ha llegado,
probablemente una mezcla de mito y realidad.

RODRIGO BRUNORI
ESCRITOR

82 MUY HISTORIA
MESALINA,
LA INFIEL.
La obra de Sorolla
Mesalina en brazos
del gladiador (1886)
representa a
Mesalina, la tercera
esposa de Claudio,
en actitud de
bacante junto a un

ASC
gladiador victorioso.

MUY HISTORIA 83
ASC
RELATOS
SESGADOS.
Aunque casi
a dinastía Julio-Claudia está recorrida de
50 obras antiguas
de la historiografía arriba abajo por mujeres excepcionales
romana hacen que ejercieron un verdadero poder en la
referencia a sombra y tuvieron una influencia capital
Cleopatra, por lo en el desarrollo de los primeros casi cien
general solo años del Imperio romano. La historiogra-
incluyen breves
relatos de la fía clásica las ha encasillado en dos estereotipos:
batalla de Accio, depredadoras sexuales, que provocan la perdición
su suicidio y la de los hombres, o envenenadoras capaces de de-
propaganda terminar el curso de una dinastía quitando de en
augustal sobre medio a emperadores y herederos sin dejar rastro.
sus defectos
personales.
Por supuesto, de ambas cosas hubo —cada cual
Arriba, la reina utilizaba los medios que tenía a su alcance—, pero
imaginada por esta concepción tiene mucho que ver también con
John William la misoginia de la época y el testimonio de escrito-
Waterhouse res —Tácito, Dion Casio y otros— que, en el con-
(1888).
texto del paso de la República al Imperio, expli-
caban así una influencia femenina en los asuntos
públicos que consideraban indeseable.
La primera de estas mujeres no pertenece a Roma
ni a ninguna de sus familias, pero ocupó un lugar
destacado en las luchas que desembocaron en la
creación del Imperio. Se trata de Cleopatra VII,
última reina de Egipto, un Estado que para Roma
tenía una importancia estratégica fundamental
como reserva inagotable de cereales y riquezas.
84 MUY HISTORIA
Además de por su afición al lujo, Cleopatra ha
pasado a la historia por haber seducido a dos pro-
hombres romanos: Julio César y Marco Antonio.
Su enfrentamiento con un tercero, Octavio —fu-
turo emperador Augusto—, fue su perdición.
En 47 a. C., Julio César llegó a Egipto persiguien-
do a su enemigo Pompeyo y se vio rápidamente
envuelto en la lucha por el poder que enfrenta-
ba a la reina Cleopatra con su hermano y esposo
Ptolomeo XIII. El hastiado César, que por enton-
ces tenía 53 años, cayó enseguida atrapado por el
embrujo de la joven y exótica Cleopatra, de solo
19, quien se coló en su palacio envuelta en una
alfombra. Del romance entre ambos nació un hi-
jo —Cesarión— y, cuando tres años más tarde
César fue asesinado, Cleopatra se encontraba con
él en Roma, instalada en una villa al otro lado del
Tíber como su concubina. Julio César estaba ca-
sado por entonces con Calpurnia, quien, a pesar
de lo enfadada que debía estar, intentó disuadirle
de que acudiera esa mañana al Senado porque
había presentido su asesinato en una visión.
LA REINA CORRUPTORA
La estancia de Cleopatra en Roma provocó es-
cándalo y la convirtió en objeto de una enorme
animadversión. El hecho de que la máxima
autoridad de un Estado fuese una mujer era
inconcebible y peligroso para los romanos. Ade-
más, se le atribuían todo tipo de excesos sexuales
y alcohólicos y se la hacía responsable de la co-
rrupción moral de César en Egipto, donde se
decía que se había convertido en «el marido de
todas las mujeres y la mujer de todos los hom-
bres». Peor aún, se la culpaba de las tentaciones
monárquicas de Julio César, que en los últimos
tiempos de la República eran motivo de honda
preocupación y acabaron llevando al complot
para acabar con su vida. En el odio a Cleopatra
destacó Cicerón, que habló de su arrogancia y
su insolencia y dejó escrito cuánto la detestaba
(entre otras cosas, porque al parecer ella le ha-
bía prometido una serie de fastuosos regalos que
nunca llegó a entregarle).
Por supuesto, Cleopatra era mucho más que eso.
Era una mujer extraordinariamente inteligente,
de exquisita educación griega y gran cultura, que
hablaba numerosas lenguas y fue la primera de
la dinastía ptolemaica en aprender egipcio. Y de
hecho cuando, muerto César, tuvo que regresar
precipitadamente a Egipto, gestionó los asuntos
públicos con eficiencia.
Un proceso de seducción similar se repitió, años
después y aún más acentuado, con Marco Antonio,
quien, en un famoso encuentro en la ciudad turca
de Tarso —relatado por Plutarco y recreado por
 MATRIMONIOS DE CONVENIENCIA
ntre la aristocracia romana, el amor dio Nerón, primer marido de Livia, por para casarse con Julia la Mayor, hija de

E tenía poco que ver con el matrimo-

nio. Tanto mujeres como hombres
eran peones de un simple juego de po-
der. No solo los casamientos se arre-
glaban por interés, a veces desde la
misma cuna, sino que era habitual que
el emperador ordenara divorcios para
que estos enlaces pudieran realizarse.
Por supuesto, a nadie se le pasaba por
la cabeza desobedecer. Tiberio Clau-
ejemplo, tuvo que aceptar que su mujer
se divorciara de él para casarse con Au-
gusto, que se había enamorado a pri-
mera vista de ella (bien es cierto que así
consiguió que le perdonaran su apoyo a
Marco Antonio y que de este modo sal-
vó la vida). Mucho más traumático fue
el caso del futuro emperador Tiberio,
obligado a divorciarse de Vipsania, de la
que estaba profundamente enamorado,
Augusto, que le inspiraba una marca-
da antipatía. Todo esto podía suceder a
muy temprana edad. No está muy claro
cuántos años contaba Mesalina cuando
fue entregada a Claudio: entre trece y
dieciocho, según la fuente que se con-
sulte. Él, en cualquier caso, pasaba de
los cincuenta. ¿Tendrá esto alguna rela-
ción con el comportamiento casquivano
de la emperatriz?

Shakespeare—, quedó atrapado al instante por el acompañado de un puritanis-

boato y la voluptuosidad de Cleopatra, con la que se mo sexual que culminó en las
instaló en Egipto y tuvo tres hijos. Esto permitió a leyes contra el adulterio de los
Octavio —que de ser aliado había pasado a mortal años 18 a. C. y 2 a. C.
enemigo— construir un relato propagandístico de Había algo, sin embargo, en
enorme éxito en el que presentaba al antiguo ge- lo que Livia se apartaba de
neral como un hombre feminizado, orientalizado, la tradición romana, y era
entregado al placer y desprovisto ya de cualquier
virtud tradicionalmente romana. Marco An-
tonio y Cleopatra fueron derrotados en
la batalla de Accio (31 a. C.), que abocó
a ambos al suicidio; él por amor —creía
que Cleopatra se había suicidado previa-
mente— y ella porque sabía que su único
destino era desfilar cargada de cadenas por
las calles de Roma como botín de guerra.

LIVIA O LA AUSTERIDAD
Así llego Octavio al poder absoluto, y esto cata-
pultó al primer plano de la política a su esposa,
Livia, que representaba todo lo opuesto a la reina
egipcia. Pese a la flagrante contradicción de no AMBICIÓN
Y PODER.
tener hijos con el emperador, Livia encarnó a la A Livia, esposa de
perfección a la matrona romana. El matrimonio Augusto, se le
duró 52 años, hasta la muerte de Augusto, y se atribuye un gran
presentó como un ejemplo sobre el que debía ascendente
modelarse la nueva sociedad del Imperio. Livia y político en la toma
de decisiones de
Augusto hicieron de su austeridad, real o supues- su marido como
ta, un acto de ostentación permanente. Habitaban emperador. La
una vivienda modesta, él vestía la ropa que ella estatua representa
cosía en casa, se alimentaban frugalmente y a la emperatriz
censuraban el uso excesivo de joyas. Todo esto consorte.
ASC

La historiografía clásica encasilló a

las mujeres en dos estereotipos:
depredadoras sexuales o envenenadoras
 el uso del poder. Livia ejerció a través de su
marido una influencia política hasta entonces
inaudita en una mujer, cosa que, además de obe-
decer a su formidable personalidad, fue también
un signo de los tiempos.
Con la llegada del Imperio, el Senado perdió
una capacidad de decisión que pasó a ejercerse
en el ámbito doméstico del emperador, donde
las mujeres sí podían hacer valer su ascendien-
te. El cambio disgustó a algunos autores clásicos
—Tácito, en particular— y está en el origen de
la imagen negativa que se ha transmitido de las
pocas mujeres que en la época tuvieron alguna
oportunidad de ejercer un poder real.
Existe también una leyenda negra sobre Livia
que parte del posible papel jugado para situar a
su hijo Tiberio —hijo de un matrimonio ante-
rior con Tiberio Claudio Nerón— como sucesor
de Augusto, cosa que ocurrió después de que
varios de los herederos naturales de este fueran
muriendo, uno tras otro, en sospechosas circuns-
tancias. Para que Tiberio llegase a emperador,
antes tuvieron que desaparecer Marcelo, sobrino
ASC
TIBERIO.
Augusto adoptó
a Tiberio (a la
dcha., su busto),
a pesar de la
poca estima que
le profesaba, y
ASC
este le sucedió
en el año 14.
86 MUY HISTORIA
de Augusto, y Cayo, Lucio y Póstumo, sus tres
nietos. Los rumores que adjudican a Livia el pa-
pel de envenenadora los recogen Dion Casio y
Tácito, que incluso insinúan la posibilidad de
que envenenara al propio Augusto. Nada de es-
to aparece en Suetonio, sin embargo, otra fuente
fundamental sobre la época. Son acusaciones de
las que no hay pruebas y sobre las que difícil-
mente habrá una respuesta definitiva.
Lo cierto es que Augusto adoptó a Tiberio, pese a
que le tenía en poca estima, y que este le sucedió
en el año 14. Durante los primeros años de su
reinado, Livia siguió gozando de una importante
influencia, pero según diversas fuentes Tiberio
no soportaba las interferencias de su madre ni
tampoco la conciencia de deberle el poder, por
lo que, poco a poco, la fue relegando. Su retiro
voluntario en Capri se interpreta como medida
para alejarse de ella.
Cuando, con 87 años, Livia murió, el cruel y ta-
citurno Tiberio recibió la noticia con frialdad,
le negó todos los honores y no fue a su funeral
(mandó a Calígula). Pero eso no es todo. Cuenta
ASC
ENREDOS DE FAMILIA. El militar romano de
la dinastía Julio-Claudia Germánico, adoptado
por su tío Tiberio, se casó con Agripina la Mayor,
con quien fue padre de nueve hijos. Este cuadro
de Rubens representa al matrimonio.
AGE
Suetonio que Tiberio retrasó la decisión de asistir
o no durante días, de forma que al final hubo que
enterrar el cuerpo a toda prisa debido al avanza-
do estado de descomposición en que se hallaba.
LAS INDOMABLES AGRIPINAS
A Tiberio se le debe el asesinato de una mujer
excepcional, Agripina la Mayor, esposa de Ger-
mánico, el general que podía haberlo sido todo
y murió también en extrañas circunstancias. La
desaparición del aclamado y adorado Germánico
—que, a instancias de Augusto, había sido adop-
tado por Tiberio— despejó convenientemente el
camino a la sucesión de Druso, el hijo biológico
del emperador. Este, no obstante, murió tres años
después envenenado por su propia esposa, Livila,
El personaje realmente influyente fue Agripina
la Menor, hermana de Calígula, sobrina y esposa
de Claudio y madre de Nerón
MUERTE DE
UNA REINA.
que actuaba en connivencia con Sejano —hombre Cuando Claudio
fuerte de Tiberio—, de quien era amante. supo de la
Agripina era una mujer famosa por su carácter y su bigamia de
Mesalina, le dio
valentía —acompañaba a su marido en las campa- la orden de que
ñas y se había convertido en heroína popular por se suicidase.
su forma de enfrentarse en solitario a tropas amoti- Pero no logró
nadas en el Rin— y se empeñó en aclarar la muerte matarse ella
de Germánico hasta las últimas consecuencias, co- misma con el
puñal, así que
sa que no podía terminar bien. El resultado fue un fue decapitada
agrio enfrentamiento con Tiberio y Livia que duró por un centurión
años y acabó con Agripina desterrada en la isla de (en el cuadro).
Pandataria, donde murió de hambre, y con dos de
sus hijos asesinados. Durante la detención, los sol-
dados se comportaron con ella de forma tan brutal
que Agripina perdió un ojo.
Pero quien fue realmente influyente en la dinas-
tía fue su hija Agripina la Menor, hermana
MUY HISTORIA 87

EL
NAUFRAGIO
DE AGRIPINA. de Calígula, sobrina y esposa del emperador
En el cuadro, Claudio —al que supuestamente envenenó—,
Agripina
en el mar a
emperatriz de Roma y madre y víctima de Ne-
bordo de un rón. Agripina la Menor adquirió protagonismo al
barco saboteado comienzo del reinado de su hermano, de quien,
por orden de su al igual que sus otras dos hermanas, Drusila y
hijo, Nerón, Julia Livila, se supone que era amante (se dice,
que pretendía
así deshacerse
además, que por capricho del emperador las tres
de ella. se prostituían con miembros de la nobleza).
EL INEVITABLE CHOQUE CON MESALINA
En el año 39, Agripina fue desterrada por participar
en una conjura palaciega contra Calígula a la mis-
ma isla que su madre, Pandataria, de donde años
después la rescataría el siguiente emperador, su tío
Claudio, casado entonces con Mesalina. La histo-
ria ha retratado a Mesalina como una mujer cruel,
aficionada a ejecutar a personas a capricho —por
ejemplo, a Julia Livila, por un supuesto adulterio
con el filósofo Séneca—, y se supone que entre am-
bas se estableció una creciente rivalidad. Suetonio
Mesalina encarna el mito de la depredadora,
aunque hay bastantes dudas al respecto
88 MUY HISTORIA
ASC
recoge el rumor de que Mesalina mandó a unos
sicarios a estrangular mientras dormía al hijo de
Agripina, el niño Nerón, porque lo veía como una
amenaza para el futuro de su hijo. Esta operación se
frustró cuando salió de debajo de la almohada una
serpiente que hizo huir a los asesinos.
BIGAMIA Y ENVENENAMIENTO
Además Mesalina encarna como nadie el mito
de la depredadora sexual, aunque sobre esto hay
también bastantes dudas, dado que quienes, va-
rias décadas más tarde, lo transmitieron —Tácito,
Suetonio, Juvenal, Plinio el Viejo— confiesan que
escribían basándose en rumores.
Lo que nos ha llegado, en cualquier caso, es la
historia de una emperatriz dominada por la pa-
sión sexual que no solo se prostituía en el barrio
romano de Subura bajo el seudónimo de la Lo-
ba, sino que lanzó un desafío a las meretrices de
Roma para ver quién era capaz de atender a más
hombres a lo largo de una noche (se supone que
estas enviaron a su mejor representante, una tal
Escila, que por supuesto acabó rindiéndose).
Leyendas al margen, parece claro que Mesalina sí
tuvo numerosos amantes y que la relación con uno
de ellos, el senador Cayo Silio, fue lo que precipitó
su caída. Hay discrepancias sobre las verdaderas
intenciones de la pareja —según parece, deponer
a Claudio—, pero lo cierto es que, aprovechando
su ausencia, Mesalina y Silio cometieron la osadía
de pretender casarse y organizar una boda con
todos sus aditamentos: velo, festejos, banquete y
lecho nupcial. Claudio, que se encontraba en Os-
tia, fue advertido de las intenciones bígamas de su
mujer por el liberto Narciso y volvió a toda pri-
sa a Roma. La noticia corrió como la pólvora y la
ceremonia acabó precipitadamente, los invitados
salieron huyendo y Mesalina se echó a la calle para
ir al encuentro de Claudio y solicitar clemencia.
Aquí las versiones difieren, pero se supone que
Claudio estuvo tentado de perdonarla y que fue-
ron sus hombres de confianza, los libertos, quienes
decidieron ejecutarla de inmediato para que no tu-
viera la oportunidad de ablandar al emperador con
su belleza. Esa misma noche se le ordenó que se
suicidase, cosa que no fue capaz de hacer —según
Tácito, «porque su alma estaba corrompida por la
lujuria»— y hubo de ser ajusticiada. Cuando al día
siguiente se le comunicó a Claudio el hecho, este
se limitó a murmurar y pedir otra frasca de vino.
Llegó entonces la gran oportunidad de Agripina
la Menor, una mujer manipuladora y ambiciosa
—al menos, según la tradición historiográfica—
que llevaba años intrigando para situar a su hijo
en la cúspide del poder.
El papel de Agripina con Nerón ha sido com-
parado a menudo con el de Livia con Tiberio.
Agripina —de quien se sospechaba que había
envenenado a su segundo marido para quedarse
con su fortuna— se casó con Claudio y lo con-
venció de que adoptara a Nerón, al que situó por
delante de su propio hijo, Británico, en la línea
sucesoria (Mesalina no andaba tan desencami-
nada, después de todo). Se supone que con el
tiempo Claudio se arrepintió de esta decisión y
pensó en revocarla, pero no pudo hacerlo porque
falleció en el año 54 tras ingerir unas setas ve-
nenosas. Todas las fuentes antiguas coinciden en
que Agripina estuvo detrás de su muerte, si bien
los autores modernos lo ponen en duda, dado
que era una acusación habitual en la época.
POPEA, OTRA MUJER CUESTIONADA
Sea como fuere, Agripina se encontró con un hi-
jo aún más desagradecido que Tiberio: en el
año 59, después de varios intentos, Nerón consi-
GETTY
guió por fin deshacerse de su madre. Las razones
del asesinato son confusas, pero entre ellas siem-
pre se mencionan las constantes críticas de
Agripina a la conducta de Nerón y los caprichos
de su vida amorosa. Tácito, cómo no, sitúa a una
nueva mujer en el centro de la trama. Según su
versión, fue la bella Popea, una de las jóvenes
más hermosas de su tiempo, quien convenció al
emperador para que se librara primero de su ma-
dre y luego de su esposa, Octavia, a quienes veía
como los principales impedimentos para cumplir
su deseo de convertirse en emperatriz. MH
JULIA EN LA ISLA DE
LAS DESTERRADAS
s paradójico que un hombre que alentaba tanto la procreación co-
E mo Augusto no tuviera más descendencia que su hija Julia la Mayor,
nacida de su matrimonio con Escribonia, y para colmo esta le dio el
que seguramente fue el mayor disgusto de su vida. Augusto casó a Julia
sucesivamente con Marcelo, Agripa y Tiberio, siempre por razones de
Estado. Los dos primeros la dejaron viuda —si bien con Agripa cumplió
pariendo cinco hijos— y con el tercero tuvo un matrimonio profunda-
mente infeliz. Fue entonces cuando Julia se entregó a la promiscuidad y
empezó a coleccionar amantes. Se supone que Tiberio se marchó a Ro-
das para no estar presente y que Augusto no quiso enterarse hasta que
se produjo un escándalo mayúsculo, agravado por el hecho de que tan-
to él como Livia mantenían una cruzada contra el adulterio. Augusto la
castigó recluyéndola en durísimas condiciones en una diminuta isla del
Mediterráneo, Pandataria, que luego se convirtió en el destino común
de otras desterradas; sus amantes fueron también desterrados u obliga-
dos a suicidarse. Augusto y su hija nunca volvieron a verse, aunque con
el tiempo Julia pudo regresar a la península. Según la tradición, cuando
Tiberio subió al poder, la dejó morir de hambre por venganza. Y durante
su reinado, la hija de Julia, conocida como Julia la Menor, murió deste-
rrada en Pandataria por el mismo delito que su madre.
Ruinas de la Villa Julia en la isla
italiana de Pandataria, donde Julia la
Mayor llegó exiliada por su padre,
Augusto, acusada de adulterio.
MUY HISTORIA 89
 AGE

90 MUY HISTORIA
 LOS A ÑOS F U N ESTOS

Uno no quiso nunca ser emperador, y abandonó el gobierno

a su suerte; el otro pretendió ser mucho más que eso, un dios
tiránico y caprichoso. Ambos reinaron mediante el terror y
dejaron un rastro de depravación y locura.

BEATRIZ GONZÁLEZ
PERIODISTA
SHUTTERSTOCK

MUY HISTORIA 91
 ontaba Suetonio que Tiberio, por quien
un pescador había escalado un acanti-
lado para ofrecerle su mejor captura,
obligó a su entregado súbdito a frotar-
se la cara con el pescado que le ofrecía
para cerciorarse de que no había nada
en él que pudiera provocarle la muerte. En mitad
de aquel suplicio, el pescador se congratuló de no
haberle regalado una gran langosta que había co-
gido. Entonces, Tiberio la mandó traer e hizo que
le restregasen también con ella la cara.
Anécdotas como esta hicieron que el Princeps
Tiberio pasara a la historia como uno de los go-
bernantes más crueles. Él, y después Calígula —a
quien se atribuye la frase «que me odien con tal de
que me teman»—, sucedieron al primer empera-
dor de Roma, Augusto, que había logrado un lar-
go periodo de paz. Al contrario que su predecesor,
convirtieron sus gobiernos en una época de caos
y excesos que acabó en auténtico terror. Casi tres
décadas que la historia del Imperio recuerda co-
mo «los años oscuros». Entre los dos escribieron
el principio del fin de la dinastía Julio-Claudia.
El padrastro de Tiberio, Agusto, primer empe-
rador de Roma, siempre lo trató como a un hijo,
igual que a su hermano Druso el Mayor, también
hijo del primer matrimonio de Livia Drusila. A
ALBUM
CONQUISTA. Druso y Tiberio entregan a Augusto la
corona de la victoria. Representación simbólica de la
conquista de la Provincia de Raetia en el año 15 a. C.
92 MUY HISTORIA
ambos se les preparó para un futuro que los con-
templaba como posibles sucesores: se formaron
en política e iniciaron carreras militares que los
llevaron a luchar por el Imperio. Además, se les
casó con otros miembros de la familia de Augus-
to o de su círculo: a Druso, con una sobrina del
emperador, y a Tiberio, con la hija de Agripa, el
fiel amigo de Augusto. Por entonces, el futuro de
Tiberio parecía prometedor y feliz: regresó sano y
salvo de las guerras cántabras y de Oriente, donde
todo habían sido éxitos. Y aunque su carácter re-
servado y algo distante no le hacía muy popular,
se había ganado el respeto de las legiones.
EL MÁS TRISTE DE LOS HOMBRES
Para cuando llegó la hora de suceder a Augus-
to, Tiberio era la única posibilidad. Su hermano
Druso había muerto tras un accidente de caba-
llo, al igual que los nietos de Augusto, Lucio y
Cayo. Con su otro nieto, Agripa Póstumo, des-
terrado, Tiberio era el único candidato posi-
ble. Para entonces ya era hijo legal de Augusto,
quien lo adoptó cuando Tiberio tenía 45 años.
«Lo hago por el bien de la res publica», dijo,
misterioso, tras la adopción.
Que todo se hubiera aliado para que fuera Tibe-
rio quien tomara las riendas de Roma no quiere
decir que las quisiera. Aunque en su juventud
fue un excelente general, parece que nunca qui-
so gobernar. Y lo cierto es que pasó a la historia
como un emperador completamente infeliz, co-
mo mostró Plinio el Viejo al llamarlo tristissimus
hominum (el más triste de los hombres).
La mayoría de historiadores sitúa el comienzo de
esa infelicidad en el momento en que Augusto le
impuso el matrimonio con su hija Julia, viuda
de Agripa, que entonces era el suegro de Ti-
berio. Para poder casarse con Julia tuvo que
divorciarse de Vipsania, con quien había sido
padre por primera vez, un matrimonio bien
avenido hasta esa fecha. Además, su futura
esposa lo despreciaba. Por eso no ocultaba
sus infidelidades, lo que suponía un escánda-
lo por el que acabó condenada por su propio
padre al exilio en la isla de Pandataria, donde
tenía prohibido cualquier lujo, el vino y tam-
bién la compañía masculina.
Para entonces, hacía tiempo que Tiberio
había renunciado a ese matrimonio. Cuan-
do estaba a punto de asumir el mando del este,
con el que pasaría a ser el segundo hombre más
poderoso de Roma, anunció que abandonaba la
política y se retiraba a Rodas. Podía tratarse de
una venganza hacia Augusto, que lo quería como
sucesor solo hasta que sus nietos crecieran. Pero,
para otros historiadores, la razón era que no que-
 Augusto, padrastro de Tiberio, lo trató siempre
como a un hijo, y en el año 4 lo adoptaría
oficialmente para que le sucediera

Provincias senatoriales

Provincias imperiales
GERMANIA
Reinos vasallos BRITANIA INFERIOR

BE
LG GERMANIA
IC
LUGUDONENSIS A
REGNUM
GALLIA RÆTIA
BOSPORI
AQUITANIA NORICUM PANONIA
TA
RR ILYRICA DACIA
AC NARBONENSIS
ON
LUSITANIA EN IT DALMATIA MOESIA
SI
S AL BYTINIA
HISPANIA CORSICA IA ET PONTUS A NIA
E
CI M
O AR
BÉTICA SARDINIA MACEDONIA GALATIA AD
ASIA P
MINOR CA
MAVRITANIA PARTIA
TINGINATA LICIA CILICIA
MAVRITANIA
CÆSARENSIS SICILIA SIRIA
NUMIDIA ACAIA
XIPRE
AFRICA
JUDEA
LYBIA

ÆGYPTUS
CIRENAICA

ASC
HERENCIA
IMPERIAL.
ría el papel que el emperador deseaba otorgarle Los años de gobierno del emperador que no El mapa
y esta era una forma de desbaratar sus planes. La quería ser emperador pasaron por varias eta- muestra la
tensa situación con Julia tampoco ayudaba. pas. Tomó las riendas de Roma en el año 14, y distribución de
los vastos
Aunque Augusto se negó en un primer momen- al principio ni siquiera se notó que Augusto
territorios del
to, Tiberio estaba tan determinado a retirarse a había muerto: todo funcionaba según las bases Imperio en la
Rodas que hizo una huelga de hambre, tras lo marcadas por el anterior Princeps. Sin embargo, etapa de
que su padrastro le dio permiso. Sin embargo, hubo rebeliones de quienes no lo querían como Tiberio, una
lo consideró una traición personal y, cuando gobernante, la primera de ellas en Germania, organización
Tiberio quiso volver a Roma, Augusto tardó en donde siete legiones se amotinaron al enterarse en provincias
senatoriales,
aceptar. Por fin regresaría con 45 años, aunque de la muerte de Augusto. Lo hicieron en favor imperiales y
sin ningún papel público hasta que el empera- de Germánico, hijo de Druso, a quien conside- reinos vasallos
dor tuvo que cambiar de planes tras perder a raban el legítimo sucesor. Sin embargo, el propio heredada de
sus dos nietos. El carácter melancólico de Ti- Germánico acabó con la revuelta pidiendo que Augusto.
berio siguió presente también en su regreso y obedecieran a su nuevo Princeps, Tiberio, y ame-
acabaría agravándose tras la muerte de su pro- nazando con suicidarse si no le obedecían.
pio hijo, Druso el Joven, en el año 23, fecha a La apatía del nuevo emperador era entonces
partir de la que se aisló aún más y comenzó un evidente. Pero cuando se decidió a gobernar,
periodo terrorífico en su gobierno. el terror inundó el Imperio. Fue tras la

MUY HISTORIA 93

MUERTE DE
GERMÁNICO. muerte de su hijo Druso el Joven, con quien
Tiberio adoptó a
su sobrino, uno compartía poderes tribunicios desde poco an-
de los generales tes de que muriera en extrañas circunstancias.
más jóvenes y Es entonces cuando muestra su lado paranoico
queridos de y más cruel. Con el objetivo de silenciar a sus
Roma, como enemigos invoca la lex maiestatis, algo similar
heredero, pero
murió envene-
al delito de alta traición, que además permitía al
nado y hubo Estado recibir parte del patrimonio del reo una
quien acusó al vez ejecutado. En cuanto a sus colaboradores,
propio empe- para llegar a acuerdos con ellos usaba más las
rador (cuadro amenazas o la mano dura que las negociaciones.
de Poussin).
Las cosas no fueron mejor cuando, cansado de la
política, decidió retirarse a Capri, dejando el go-
bierno en manos de su amigo Sejano. Este aumen-
tó la atmósfera de miedo a través de una red de
informadores cuyo incentivo para acusar a los de-
Cansado pronto de la política, Tiberio dejó
el gobierno en manos de su amigo Sejano
y se recluyó en la isla de Capri
94 MUY HISTORIA
ASC
más de traición era hacerse con parte de las pro-
piedades del acusado tras su reclusión y muerte.
Por eso, los juicios por traición estaban a la orden
del día. Mientras tanto, comenzaron a correr ru-
mores sobre la vida disoluta que Tiberio llevaba
en Capri, aunque lo cierto es que eran sus enemi-
gos quienes la describían. El historiador Suetonio
aseguraba que «tenía una habitación destinada a
sus desórdenes más secretos, guarnecida toda de
lechos en derredor. Un grupo elegido de mucha-
chas, de jóvenes y de disolutos, inventores de pla-
ceres monstruosos y a los que llamaba sus maes-
tros de voluptuosidad, formaban allí entre sí una
triple cadena y entrelazados de este modo se pros-
tituían en su presencia para despertar, por medio
de este espectáculo, sus estragados deseos».
Así, los rumores de sadomasoquismo, prostitu-
ción e incluso pedofilia corrían por las calles de
Roma mientras Sejano, su íntimo amigo, se pre-
paraba para traicionarlo. Tramaba aliarse con sus
sucesores y junto a Livila, su amante y sobrina
de Tiberio, ejercer como regentes de los jóve-
nes Tiberio Gemelo y Calígula. Sin embargo, el
Princeps lo descubrió, y entonces no le tembló la
mano. Lo condenó a muerte, pero no a cualquier
muerte: sería estrangulado y su cadáver arrojado
a la plebe, que lo temía tanto como a él.
Todos los que habían colaborado con Sejano fue-
ron juzgados. «Las ejecuciones se han convertido
en un estímulo para su furia, y ha condenado a
muerte a todos los encarcelados acusados de co-
laborar con Sejano. Allí se encuentran, separados
o en montones, un sinnúmero de muertos de to-
dos los sexos y edades», escribía Tácito.
CALÍGULA, EL TIRANO DEMENTE
Aficionado a la ciencia de las estrellas, dicen que
Tiberio vio en estas que su sucesor sería Calígu-
la (el apodo de Cayo Julio César Germánico por
sus sandalias), hijo de su sobrino Germánico.
EL COMPLEJO QUE AMARGÓ
A TIBERIO
egún las descripciones de la época, el Princeps Tiberio era alto
S y tenía buena salud, pero desde joven estuvo acomplejado por
una alopecia prematura que no soportaba. Por eso se dejaba
crecer el pelo que tenía por detrás y, para disimular su calvicie, se
lo peinaba hacia adelante, al igual que hicie-
ron otros muchos miembros de su fami-
lia, empezando por el mismísimo Julio
César. Dicen que parte de su timidez
se debía a la vergüenza que sentía
por esta calvicie, que llegó a sumir-
lo en estados depresivos. También
achacan su carácter cínico y amar-
gado a su complejo, que le afecta-
ba de tal forma que no permitía que
nadie mencionara nada relacionado
con su cabello, hasta el punto de que
se cuenta que la verdadera razón de que
condenara a Lucio Cesiano tras la conspi-
ración de Sejano fue que se había bur-
lado en público de su calva. También
padeció unas úlceras faciales que le
afeaban el rostro y que, junto a lo an-

ASC
terior, hacían que Tiberio odiara apare-
Tiberio conocía su naturaleza cruel y deprava- cer en público y lo evitara al máximo.
da —según algunos, él mismo la habría estimu-
lado en Capri—, pero no hizo nada por evitar
al pueblo el sufrimiento que preveía si Calígula
gobernaba. «Dejo vivir a Cayo para su desgracia fuera a envenenarlo. «¿Un antídoto contra Cé-
y la de todos», sentenció. sar?», le preguntó con sorna el emperador.
A pesar de que considerara una tragedia que También mandaría asesinar a Macrón, sin cuya
fuera su sucesor, los primeros siete meses del ayuda probablemente no habría sido aclamado
gobierno de Calígula, que comenzó en el año por el pueblo en sus inicios. El historiador Filón
RETIRADA
37, estuvieron marcados por la aceptación del asegura que un día Calígula se despertó odián- A CAPRI.
pueblo, que quería mucho a su padre, Germáni- dolo sin más, y decidió que no merecía vivir. Abajo, una obra
co. Suetonio cuenta que se sacrificaron 160.000 «Ahí llega el maestro de quien ya no necesita del francés Félix-
animales en su honor durante los tres primeros lección alguna... ¿Cómo se atreve alguien a en- Joseph Barrias
meses. Además, había prosperidad. Sin embar- señarme a mí, que aun antes de ser engendrado (1822-1907)
recrea la llegada
go, no tardaría en perder tanto la popularidad fui modelado emperador? ¿Cómo se atreve de Tiberio a su
como la riqueza. Sus extravagancias, crueldades dorado exilio.
y caprichos superaron, con mucho, las descritas
por los enemigos de su antecesor.
Si en sus primeros meses como cabeza del Impe-
rio había perdonado a los exiliados y condenados
a muerte y regalado dinero al pueblo, ahora su go-
bierno se basaba en abusar de su poder para ma-
tar, torturar o enriquecerse. Lo primero que hizo
tras recuperarse de una enfermedad que sufrió a
los pocos meses de ser nombrado emperador fue
mandar asesinar a las personas que habían pro-
metido sus vidas a los dioses si el emperador se
recuperaba. Sus detractores aseguran que obligó
a suicidarse a su suegro, mientras que a Tiberio
Gemelo lo mandó matar. Su argumento era que el
medicamento que Gemelo tomaba para la tos olía
ASC

a antídoto, como si tuviera miedo de que Calígula

MUY HISTORIA 95
 EL CRUEL SUCESOR DE
TIBERIO. Calígula ante la
tumba de sus ancestros (1647).
Eustache Le Sueur recrea al
pérfido hijo de Germánico
haciendo depositar en el
panteón familiar las cenizas de
su madre y su hermano.
ALBUM

96 MUY HISTORIA
 ¿ESTABA ENFERMO CALÍGULA?
on varios los historiadores —entre nada con su alocado comportamiento. llegar el poder, y creen que este no hi-

S ellos, Filón y Dinio Casio— que ha-

blan de la grave enfermedad que
sufrió Calígula a los pocos meses de su-
bir al poder. Y aunque no se sabe a cien-
cia cierta de qué enfermó, se mencionan
unas fiebres altas que algunos historia-
dores modernos relacionan con una po-
sible encefalitis, que podría estar relacio-
Calígula sería entonces un hombre men-
talmente enfermo a quien no se podría
responsabilizar de sus crueles acciones.
Sin embargo, hay más acuerdo entre
los autores que piensan que su enfer-
medad no influyó en su carácter. Re-
cuerdan que Calígula ya era aficionado
a las torturas y los excesos antes de
zo más que acrecentar sus vicios. Para
Séneca, el emperador se transformó en
un hombre aún más arrogante, iracun-
do y grosero tras su ascenso al trono,
teoría que también mantiene Josefo,
quien asegura que fue el poder lo que
hizo de Calígula un arrogante con com-
plejo de dios.

un ignorante a enseñar a quien sabe?», se un establo de mármol y un pesebre de marfil y a

preguntó. Por eso, le ofreció un cargo en Egipto
e hizo que lo acusaran de inducir a su esposa a
prostituirse. Él mismo aseguraba dar fe de ello
porque había sido amante de Enia, la mujer de
Macrón. La pareja se suicidó para que sus bienes
los heredaran sus descendientes.
Muestra de su endiosamiento es que mandó des-
truir las estatuas de hombres ilustres que Augusto
había llevado del Capitolio al Campo de Marte, al
igual que ordenó asesinar a Ptolomeo, tras pedirle
que viniera de su reino y rendirle honores, porque
el público le siguió con la mirada al entrar en el cir-
co, admirado por su manto de púrpura. Y Calígula
no podía consentir que nadie le hiciera sombra.
Tampoco fueron bien las cosas en el aspecto eco-
nómico. El Imperio ya vivía una crisis económica e
incluso hambrunas cuando Calígula decidió poner
en marcha una serie de obras urbanísticas colosales
que terminaron de vaciar las arcas. Fue entonces,
acuciado por las deudas, cuando puso en marcha
medidas muy impopulares, como la de pedir dinero
a la plebe en los actos públicos. Además, estableció
nuevos impuestos en juicios y bodas y organizó su-
bastas de venta de gladiadores en los espectáculos.
¿REALIDAD O LEYENDA?
Para gran parte del pueblo, no había más expli-
cación para su comportamiento que la locura.
Este argumento se ve apoyado por muchas fuen-
tes clásicas, aunque es difícil discernir lo que hay
de realidad y de leyenda en los relatos sobre Ca-
lígula. Por ejemplo, en Las vidas de los doce Cé-
sares de Suetonio se cuenta que, en la expedición
a Britania, ordenó a los soldados que, en vez de
atacar, recogieran conchas como «tributo que el
océano debía a la Colina Capitolina y al Monte
Palatino». Según Calígula, habría sido Neptuno
quien malograra el ataque. De vuelta a Roma, se-
gún este mismo relato, hizo un anuncio que dejó
a todos sin palabras: quería que su caballo pre-
ferido, Incitatus, para quien ya había construido
quien había regalado una casa con sus esclavos,
fuera nombrado cónsul.
UN SINFÍN DE AMANTES
Su vida sexual, según estas fuentes, fue tan capri-
chosa como el resto de su rutina. Tras casarse con
Junia Claudila, que murió en el parto de su primer
hijo, tuvo como esposa a Livia Orestila, a quien se
llevó de su banquete nupcial no sin antes decir al
recién estrenado marido que dejara de manosear a
su mujer. Después vendrían Lolia Pauliba, de quien
se encaprichó tras escuchar que su abuela había
sido la mujer más bella del Imperio, y Cesonia, a
la que sí dijo querer. Con ella tuvo a su hija Julia
Drusila, que solía arañar la cara de los otros niños
cuando jugaba. Su padre decía, orgulloso, que eso
probaba que era hija suya.
Cuentan que mientras comía o fornicaba le gus-
taba presenciar torturas o decapitaciones. Y hacía
ambas cosas a menudo. También tuvo bastantes
relaciones homosexuales. Entre sus amantes estu-
vieron el actor griego Mneste, su primo Emilio Lé-
pido y varios de sus esclavos. Respecto a sus aman-
tes femeninas, su cortesana favorita fue Pirilis, pero
también mantuvo relaciones con nobles a las que
obligaba a asistir a sus banquetes para elegir a una
cuando le apetecía.
Sin embargo, la mujer por quien perdió la cabeza
fue su hermana Drusila, con quien vivió como si
fuera su legítima esposa. La nombró heredera del
Imperio, y cuando murió decretó luto oficial y
abandonó Roma. A su regreso tenía el pelo y la bar-
ba largos, como si se hubiera abandonado. Dicen
que también mantuvo relaciones con sus otras her-
manas pero no las quiso tanto, y corría el rumor de
que incluso las prostituyó entre sus amigos. Des-
pués las acusó de adúlteras y de maquinar com-
plots contra él, por lo que acabaron desterradas. Y,
no contento con expulsarlas de Roma, las amenazó
de muerte: «No solo dispongo de islas, también de
espadas», les dijo para aterrorizarlas. MH

MUY HISTORIA 97
98 MUY HISTORIA
 y
EL OCASO DE UNA ESTIRPE
Tras el magnicidio de Calígula, su tío Claudio fue elegido
inesperadamente emperador. Este miembro marginado de la familia
imperial, entregado al estudio, se convirtió en el hombre más poderoso
de Roma. Trece años después, el tirano y excéntrico Nerón sucedió a
su tío abuelo, lo que significó el inicio de la decadencia de Roma.

ROBERTO PIORNO
PERIODISTA E HISTORIADOR

EMPERADOR
POR SORPRESA.
En este cuadro de
Alma-Tadema (1836-
1912) se representa el
momento en que
Claudio, descubierto
tras unas cortinas, es
aclamado emperador
por la guardia pre-
toriana que ha aca-
ASC

bado con Calígula.

 as turbulencias de la tardorrepública emperadores a su antojo. Lo que ocurrió des-
en el proceso de transmisión de poder pués es algo que ni el más certero de los augures
habían quedado aparcadas durante el habría podido pronosticar unos años antes.
Principado de Augusto y Tiberio. La De los dos hijos de Druso el Mayor era el ca-
muerte de César y los estragos de las rismático Germánico, el padre de Calígula, un
guerras civiles habían dado paso a un militar de historial rutilante, quien estaba des-
periodo de aparente estabilidad institucional tinado a vestir la púrpura. Su hermano Claudio
vertebrada alrededor de la obra de Augusto y era una presencia invisible dentro de la familia
el esbozo de un principio dinástico que conso- imperial. Dedicado al estudio y la erudición y
lidaba el poder en manos de los julio-claudios. recluido entre los muros de palacio, decir que
Pero la púrpura, una vez más, volvió a teñirse era impopular sería adjudicarle una visibilidad
de rojo en el año 41 cuando los excesos de Ca-
lígula y las continuas afrentas a los miembros
de la clase senatorial vertebraron una conjura a
gran escala en la que estaban implica-
dos senadores, miembros del orden
ecuestre, pretorianos y algunos de
los colaboradores más íntimos
del emperador. Calígula fue
asesinado pero, pese a las
trágicas circunstancias de la
muerte del Princeps y el va-
cío de poder resultante, el
espectro de una hipotética
restauración del viejo or-
den republicano no estuvo
nunca encima de la mesa.
Nadie discutía, ni siquiera
el Senado, que un julio-
claudio habría de heredar
el cetro del desmesurado
Calígula.

LOS PRETORIANOS,
PIEZAS CLAVE
No fue, sin embargo, como habría
sido preceptivo, el Senado el que
designó al sucesor del malogrado mo-
narca. Simplemente, no hubo tiempo
para hacer demasiadas cábalas porque la
guardia pretoriana maniobró con rapidez
tomando la iniciativa e inaugurando así
un largo periodo de más de cuatro si-
glos en el que el prefecto del pretorio
y sus hombres habrían de convertir-
se en una pieza central del tablero
político, deponiendo y aclamando
ASC

EL EMPERADOR CULTO Y BURÓCRATA que fue Claudio (en el

busto) promovió el nacimiento de una pujante nueva nobleza en la
sociedad romana. Su llegada al gobierno del Imperio fue inesperada
para todos; sorprendió incluso a los miembros de la familia imperial,
pues su carácter enfermizo y algunas deficiencias físicas hacían
suponer que nunca podría ocupar tan alto cargo.

100 MUY HISTORIA

 que en verdad no tenía. Cojo, físicamente poco
agraciado, tartamudo...: eran tantos sus defec-
tos que nadie le habría considerado nunca apto
para el gobierno. Y gracias, probablemente, a su
aparente insignificancia, se libró de las purgas de
Tiberio. Pero el 24 de enero del año 41 los pre-
torianos optaron por el más improbable de los
candidatos: Claudio, que tenía 52 años cuando
se convirtió en el hombre más poderoso de Ro-
ma, fue el elegido para reemplazar al depuesto y
asesinado Calígula.
AMBICIOSO REFORMISTA
Claudio tenía todas las papeletas para convertir-
se en un emperador títere, o cuando menos en
un gobernante maleable y fácilmente manipula-
ble; al menos, eso era lo que esperaba el Senado.
Se equivocaron: Claudio dotó de mayor poder
real y simbólico a la figura del Princeps, como
cabeza visible del ejército y la administración,
ganándose desde muy pronto la hostilidad de
la vieja y decepcionada aristocracia senatorial.
Quien esperaba un principado de transición
pronto se percató de su error.
Claudio fue un ambicioso reformista que dejó
su impronta en la práctica totalidad de los ám-
bitos del gobierno. Suyo fue el impulso de crear
una administración estatal, altamente espe-
cializada, que centralizaba por primera vez
competencias que hasta entonces habían
recaído en el Senado. Hizo lo propio con
las finanzas decretando la creación de
un Fiscus Caesaris, la primera tesore-
ría imperial, y estrechando a la vez la
vigilancia sobre el Aerarium Satur-
ni, cuya administración dependía
directamente del Senado: una
nueva injerencia en los «intoca-
bles» asuntos de la casta política
de Roma. La consecuencia de
todo este proceso fue la sensi-
ble multiplicación del número
de burócratas imperiales,
la mayoría de ellos, proce-
dentes del orden ecuestre
(procuratores), lo que a la
postre dio lugar a la ges-
tación de una nobleza de
nuevo cuño, que pronto
haría sombra a la aris-
tocracia senatorial,
convir tiéndos e en
actor principal en la
vida política romana
de los siglos sucesivos.
Todas estas políticas
desataron, como no podía ser de
otro modo, las iras de la clase senatorial. Y
Claudio reaccionó con mano dura poniendo
en marcha numerosos procesos con el

EL ÚLTIMO PRINCEPS DE LA FAMILIA JULIO-CLAUDIA fue Nerón, quien,

a pesar de haber reinado solo 14 años, dejó un terrible halo de destrucción tras él.
ASC

Recordado por sus excentricidades, hasta el Senado —siempre complaciente con

los caprichos imperiales— declaró a Nerón enemigo público e incluso sus guardias
se volvieron en su contra. Sin ningún lugar adonde ir y temiendo por su vida, Nerón
se suicidó. Fue el primer emperador romano en hacerlo.

MUY HISTORIA 101

 Agripina decidió acelerar los tiempos y envenenó
a Claudio para aupar a Nerón al Principado
propósito de purgar a los elementos más
díscolos de la institución y decretando la eje-
cución de un total de 35 senadores, por lo que
no es de extrañar, habida cuenta de la gran can-
tidad de cronistas adscritos al Senado, que la
imagen del tercer emperador de Roma para la
posteridad tenga un sesgo tan poco favorable y
tan abiertamente hostil a sus años de gobierno.
OBRAS PÚBLICAS Y POLÍTICA EXTERIOR
Claudio cuidó además en extremo la proyec-
ción de su imagen de cara a la opinión pública,
ganándose las simpatías de la plebe con un
ambicioso programa de obras públicas y con
políticas destinadas a garantizar el abasteci-
miento de trigo entre las clases más necesitadas.
Fue mucho más que un emperador burócrata y
su política exterior fue tanto o más ambiciosa,
mediante la creación de seis nuevas provincias
en regiones especialmente conflictivas: Maure-
tania Tingitana y Mauretania Cesarensis (en el
norte de África), Judea, Tracia, Licia y Britania,
cuya conquista completó un ambicioso lavado
de cara en el mapa provincial. Las operaciones
INNOVACIÓN de la guerra de Britania fueron supervisadas en
URBANÍSTICA. el frente por el propio emperador y se saldaron
En la foto, el con la romanización de la mitad sur de la isla,
acueducto de completándose así el proyecto de expansión
Aqua Claudia
que Julio César no tuvo tiempo de ejecutar. En
(Roma), cuyas
obras fueron paralelo, consolidó el proceso de romanización
iniciadas por de las provincias mediante la fundación de nu-
Calígula en el merosas ciudades y la extensión del derecho de
año 38 y serían ciudadanía a los veteranos de los cuerpos auxi-
culminadas liares de las legiones (formados íntegramente
por Claudio
por provinciales), quienes, mediante su asenta-
ASC
en el 52.
miento en enclaves coloniales una vez retirados
del servicio activo, se convirtieron en uno de
los principales vectores de expansión de la ro-
manización.
Lo cierto es que Claudio encontró uno de sus
más aguerridos enemigos en el seno de su pro-
pia familia: sus sucesivas esposas ejercieron
una influencia decisiva en el ámbito de la polí-
tica. Mesalina fue responsable de la ejecución
de numerosos miembros de la clase senatorial
y del orden ecuestre, hasta que sus continuas
intrigas, a la par que sus escandalosas infideli-
dades, obligaron al Princeps a quitársela de en
medio decretando su condena a muerte.
Más éxito tuvo su siguiente esposa, Agripina
la Menor, cuya ambición política sin límites
se proyectó hacia su hijo Nerón. Desde que
se convirtió en emperatriz, su única obsesión
fue garantizar que la sucesión recayera sobre
este, para lo cual logró que el emperador nom-
brara a Nerón tutor de Británico, fruto de su
matrimonio con Mesalina y, a priori, legítimo
heredero al trono.
PROCLAMACIÓN DE UN NUEVO EMPERADOR
Finalmente, y tras la eliminación de numerosos
rivales políticos, Agripina decidió acelerar los
tiempos y envenenó a Claudio para lograr la
proclamación de Nerón como nuevo empera-
dor pasando por encima de Británico, a quien
no dudó en asesinar unos meses después.
Corría el 13 de octubre del año 54 cuando,
nuevamente, los pretorianos decidieron que el
hijo de Agripina era el candidato más «cualifi-
cado» para el puesto. Los quince mil sestercios
destinados a cada uno de los miembros de la
guardia, sin duda, fueron un inestimable em-
pujón a la hora de tomar la decisión. El Senado,
una vez más, no tuvo más alternativa que rati-
 LA CONJURA DE PISÓN
espués del incendio del año 64, los delirios urbanísticos de Nerón (incluida la construcción de su Domus Aurea) llevaron al

D Estado al borde de la ruina. El emperador recurrió a las confiscaciones de propiedades de senadores para paliar el desas-
tre, y ello colmó la paciencia de muchos de ellos. Liderados por Cayo Calpurnio Pisón, que estaba llamado a sentarse en el
trono una vez triunfara el complot, los descontentos —senadores, equites, militares e incluso miembros de la familia imperial—
planearon minuciosamente el magnicidio: Nerón sería asesinado a puñaladas en el Circo Máximo mientras asistía a los Juegos
de Ceres en el año 65. Pero un liberto de uno de los conjurados, Flavio Escevino, desveló la conspiración, desencadenando una
represión sin precedentes. Nerón aprovechó para ejecutar a Séneca, que probablemente nada tuvo que ver con la conjura.

MUSEO NACIONAL DEL PRADO

Sobre estas
líneas, cuadro
ficar el nombramiento, a pesar de que el nuevo los miembros de la clase senatorial. Poco a de Manuel
Princeps no había cumplido aún los 18 años. poco, Nerón se «independizó» de su madre, Domínguez
Agripina se aseguró de que su hijo recibiera la que fue perdiendo poder paulatinamente has- Sánchez (1840-
1906) que
mejor de las educaciones del prefecto del pre- ta desaparecer casi por completo del vértice escenifica la
torio Afranio Burro y, muy especialmente, del de las decisiones políticas. Pero la influencia muerte de
filósofo Séneca. Influido aún por las enseñanzas de Séneca y Burro acabó convirtiéndose en Séneca, que fue
de sus dos maestros, Nerón dio inicio al llama- un arma de doble filo, pues exacerbó sus ten- forzado a
do Quinquennium aureum, un lustro marcado dencias absolutistas en la esperanza de los dos suicidarse
por un gobierno eficaz y competente, escrupu- mentores de poder manejar a su antojo a un cortándose las
losamente fiel a la tradición y comprometido Princeps que acumulaba en torno a sí cada vez venas por
en la protección de los atávicos privilegios de más y más poder. Nerón, que
había sido su
discípulo.
 GIRO RADICAL HACIA EL DESPOTISMO bado, dispuesto a dejar su huella en la historia
La errática política fiscal del emperador en es- transformando por completo los fundamentos
te primer periodo de su reinado terminó por políticos y sociales del régimen.
EN HONOR DE consolidar el divorcio entre Nerón y la clase
LA NUEVA senatorial. Paralelamente, Séneca y Burro iban
PROVINCIA perdiendo influencia en las decisiones del em- ATAQUE FRONTAL A LA CULTURA
ROMANA.
Claudio se lanzó perador, que se apoyaba en nuevos consejeros: Nacía así el «neronismo», un intento por
a la conquista muy especialmente en su amante, Popea Sabi- transformar el Principado en una suerte de
de Britania (en na, decisiva a la hora de empujar al Princeps monarquía teocrática de corte helenístico que
este relieve se a desembarazarse de una vez por todas de su socavaba desde la raíz los cimientos mismos de
le representa madre asesinándola, en la peor tradición de la por entonces ficticia República romana, para
matando a una
joven britana) y,
intrigas familiares de la dinastía. Con sus dos indignación de los perplejos e impotentes se-
entusiasmado mentores y consejeros cada vez más limitados nadores. Nerón apostó por una monarquía no
por sus triunfos en su capacidad de influencia sobre el joven y solo de sustancia, sino también de extravagan-
en aquellas ambicioso emperador, Nerón dio finalmente te estética greco-oriental que era en sí misma
islas, le dio un giro radical hacia el despotismo más exacer- un ataque frontal a la cultura y el modo de vida
el nombre tradicional de los romanos. Fue lo suficiente-
de Británico
a su hijo. mente hábil como para conquistar el favor de
la plebe y de amplios sectores del orden ecues-
tre, lo que dejaba a los senadores solos en su
oposición a las megalómanas políticas del
emperador. Con la inestimable colabora-
ción de su nuevo prefecto del pretorio,
el siniestro Ofonio Tigelino, Nerón
reactivó las purgas contra el Senado
celebrando procesos de lesa majestad,
una de cuyas víctimas más ilustres fue
Octavia, la propia esposa del empera-
dor, cuyo asesinato fue aprovechado
por la intrigante Popea para ocupar
la «vacante» de emperatriz.

UN CRECIENTE DESASTRE
Nerón hizo gala de su proverbial populismo
con un amplio programa de obras públicas
y espectáculos. El celebérrimo incendio del
verano del año 64, cuyas causas desconoce-
mos, fue, de hecho, la excusa perfecta que
necesitaba el emperador para reconstruir
Roma y convertirla en la ciudad grandiosa
con la que soñaba. El Princeps, entre tanto,
no mostraba interés alguno por lo que se
cocía en las provincias y su política exterior
fue casi inexistente.
A consecuencia de ello, la falta de control
y dejadez en la administración propició
el estallido de una grave revuelta en
Britania en los años 60 y 61 liderada
por Búdica, reina de los icenos, y final-
mente sofocada por Suetonio Paulino.
Tanto o más preocupante y gravosa pa-
ra las arcas del Estado fue el estallido
AGE

de otra rebelión en Judea, donde se

estaba gestando uno de los focos
de resistencia al Imperio que más
quebraderos de cabeza iba a propor-

104 MUY HISTORIA

 Nerón apostó por una
estética greco-oriental
que era un ataque frontal
a la cultura y el modo
de vida tradicional de
los romanos
cionar a Roma en los tiempos venideros. Nerón
confió la pacificación de la provincia a un vete-
rano general de nombre Tito Flavio Vespasiano,
futuro emperador de Roma y primer eslabón de
la dinastía Flavia, que habría de poner fin a la era
de los julio-claudios.
Mientras, en Roma, la situación de las finanzas,
consecuencia de la costosísima y megalomanía-
ca reconstrucción de la ciudad tras el incendio,
disparaba el número de opositores y ciudadanos
descontentos. Nerón trató de desviar la atención
señalando como cabeza de turco a los cristianos,
que fueron perseguidos, quemados y sacrificados
en los juegos del circo, devorados públicamente
por las fieras. Pero la crisis era cada vez más y
más profunda: el monarca procedió a devaluar
el denario (moneda romana), disparando la in-
flación, y se vio obligado a subir impuestos y a
multiplicar los procesos de lesa majestad para
«hacer caja» expropiando a los más ricos.

GETTY
En el año 65, el malestar creciente cuajó en una
conjura liderada por Cayo Calpurnio Pisón, que LA MÚSICA
intentaba asesinar al emperador y acabar de una DE FONDO.
vez por todas con la espiral de decadencia. Pero y del legado de Lusitania, Salvio Otón— encabe- Nerón, desde
la conspiración fue descubierta, y la represión fue zó una revuelta contra la que el emperador ya no la cúspide
salvaje [ver recuadro]. tenía capacidad de respuesta [ver recuadro 2]. de la torre
de Mecenas,
Nerón aprovechó la ocasión para erradicar de Mientras, en Roma, Nerón se vio privado de su contempla el
una vez por todas a los supervivientes de la último pilar: la guardia pretoriana, quedando Gran Incendio
nobleza de alcurnia, emparentada con las más completamente aislado y, en la práctica, sin re- de Roma
viejas y reputadas familias republicanas. Una cursos para hacer valer su autoridad. Así las mientras canta
nueva conjura en el seno del ejército pocos me- cosas, tras ser declarado enemigo público por el La destrucción
de Troya. Así se
ses después privó al Princeps del último gran Senado, huyó de la Ciudad Eterna y, en su deses- le representa
pilar en el que apoyarse: las legiones. Se había peración, se quitó la vida el 9 de junio del año 68. en una ilustra-
quedado definitivamente solo. Finalmente, su Tiempos oscuros estaban por cernirse sobre un ción de Scarpelli
tumba política se esculpió en las provincias a Imperio sumido en el caos. MH de 1934.
las que tanto había denostado.

CAOS EN EL IMPERIO El emperador romano Nerón fundó

Así, el hartazgo de los ejércitos provinciales cris- la que sería una de las más
reconocidas legiones romanas:
talizó en la rebelión de la Galia, donde el legado la Legio I Itálica. Descúbrelo
Cayo Julio Vindex —con el apoyo de Servio Sul- escaneando este código QR.
picio Galba, gobernador de la Hispania Citerior,

MUY HISTORIA 105

ALBUM
 ENTRE LA
A

Y EL TEATRO
Si hay un emperador que arrastra una leyenda más negra que la pez,
ese es Nerón. La escena fue su pasión, y el poder, una tramoya para
propagar su fuego. Como programa político y cultural, el neronismo
sintetizó la megalomanía de un hombre que, en sus treinta años de
vida, fascinó y aterró por igual a sus contemporáneos.

ALBERTO DE FRUTOS
PERIODISTA Y ESCRITOR
 ué artista muere conmigo!». Según
Dion Casio, así se despidió del mun-
do el último emperador de la dinastía
Julio-Claudia, Nerón, hijo de Cneo
Domicio Enobarbo y de Agripina,
nieto, por tanto, del popular general
Germánico y tataranieto de Augusto. El asesi-
nato de Calígula en el año 41 y la adopción de
Nerón por Claudio nueve años después, merced
a la influencia de Agripina, quien había contraí-
do matrimonio con el emperador tartamudo
(tío suyo), despejaron su irresistible ascenso al
poder frente al hijo de Claudio, Británico.
¿Quién fue Nerón y a qué nos referimos cuando
hablamos de «neronismo»? Tácito, Suetonio y
el citado Dion Casio son las principales fuen-
tes de que disponemos para esbozar el retrato
canónico de un personaje al que la historia ha
maldecido; y, curiosamente, los tres tienen en
común un detalle no menor: hablan de oídas,
aunque los dos primeros fueron, al menos,
LA CASA DE próximos a los hechos y apuntalaron sus escritos
ORO. en una documentación más o menos fiable y en
Construida la memoria de los supervivientes.
entre las colinas Si pensamos en Nerón, es posible que la mayoría
del Palatino y
del Esquilino, la de nosotros nos lo imaginemos con las faccio-
lujosa Domus nes de Peter Ustinov en Quo Vadis?, la película
Aurea se de Mervin LeRoy de 1951 que no escamotea
construyó en un ninguno de los signos de locura del personaje.
lapso de cuatro Edward Champlin, en su indispensable Nerón
años tras el
incendio de
(Turner, 2006), resume sus excesos en este frag-
Roma del año mento: «Asesinó a su madre y se dedicó a tocar
64. Se cuenta
que los techos
de algunos
salones tenían
compuertas por
donde se
arrojaban flores
y perfumes
durante las
fiestas ofrecidas
por Nerón.
la lira mientras Roma ardía. También se acostó
con su madre. Se casó con su hermanastra y la
ejecutó, ejecutó a su otra hermanastra, violó y
asesinó a su hermanastro. En realidad, ejecu-
tó o asesinó a la mayor parte de sus parientes
cercanos. Pateó a su esposa embarazada hasta
matarla. Castró a un liberto y luego se casó con
él. Se casó con otro liberto, pero esta vez él hizo
el papel de novia. Violó a una virgen vestal. Hi-
zo fundir los lares de Roma para convertirlos en
dinero. Tras incinerar la ciudad en 64, constru-
yó en gran parte del centro de Roma su propio y
vasto Xanadú, la Domus Aurea. Culpó del gran
incendio a los cristianos, a alguno de los cuales
colgó como antorchas humanas para iluminar
sus jardines de noche (…)».
Y SUMA Y SIGUE
Pero Champlin, como los buenos historiado-
res, no se limita a reproducir la cantinela sin
cuestionarse la música y la letra, sino que, sin
blanquear su legado —poco halagüeño, la ver-
dad—, explica por qué no debemos creer a pies
juntillas toda esa retahíla de prejuicios, mentiras
o medias verdades que han contribuido a for-
jarnos la idea de un monstruo. Por ejemplo, el
sentido de sus últimas palabras («Qualis artifex
pereo») sería el contrario al que le confirió Dion
Casio y, más bien, tendría un sentido paródico:
«Qué artesano soy en mi agonía», proferido a
punto de caer en un triste agujero en la tierra
SHUTTERSTOCK
Nerón se adaptó a una sociedad cambiante que exigía
una acción transformadora de la realidad romana
UN LEGADO DE PIEDRA Y POLVO último representante de la dinastía Julio-Claudia
La tierra se ha tragado, en fin, los logros de Ne- se adaptó a una sociedad cambiante que exigía
rón. Y alguno hubo en el curso de su primitiva una acción transformadora de la realidad romana.
moderatio a la paranoica dominatio de su perio- A poco que conozcamos su vida, entenderemos
do final, hasta el punto de que Aurelio Víctor, que el helenismo fue una de las claves del mo-
en el siglo iv d. C., atribuyó a Trajano el inusual vimiento, tanto en un sentido artístico como
elogio de que el primer lustro de su reinado político, algo que entroncaba con el hechizo
había sido inmejorable, una especie de «quin- griego que tantos romanos habían sentido an-
quenio áureo» en el que, asesorado por Séneca tes que él y sentirían después. Su viaje a Grecia, FUENTE DE
y Burro, Nerón apostó por el «constitucionalis- largamente acariciado y varias veces pospuesto, INSPIRACIÓN.
Las bellas
mo» de Augusto, garantizó el abastecimiento marcó un hito en su trayectoria. El emperador decoraciones
de trigo entre la población e inauguró el puerto partió allá en septiembre de 66, dos años antes de murales de la
de Ostia, entre otras infraestructuras. También que, abandonado por todos y declarado enemigo Domus Aurea
vieron la luz, sin ir más lejos, el Macellum Au- público por el Senado, se clavara una daga en el descubiertas
gusti (un mercado alimentario inaugurado en cuello, y no volvió sino quince meses después. accidentalmente
en el siglo xv
el monte Celio en el año 59), el templo de Vesta Escoltado por su fiel y brutal Tigelino, prefecto fueron la
—reconstruido tras el gran incendio—, el Ar- del pretorio de la Guardia Pretoriana, y acompa- inspiración del
co del Triunfo que conmemoró las victorias de ñado por una cohorte de augustianos, un coro, o motivo de
Corbulón en Partia y, naturalmente, la Domus claque, que lo seguía a todas partes, dejó en grutescos que se
Aurea, que desgranaremos más adelante. hizo habitual en
el Renacimiento.
La realidad es que el pueblo de Roma no le reti-
ró su confianza hasta el fin de su mandato, y su
generosidad —véanse las rebajas de impuestos
o los congiaria, los donativos que colmaban de
sestercios los bolsillos romanos— fue ensalzada
una vez que Galba fue proclamado emperador
tras la sublevación de Julio Víndex en la Galia.
Cuando la plebe asimiló su muerte, cuenta
Suetonio, muchos le llevaron flores a su tumba
y recitaron sus edictos como si fuera a volver
a la vida para vengarse de sus enemigos. El
mismo autor reconoce, no obstante, que, en
general, «el regocijo público fue tal que la ma-
yoría de los hombres del pueblo corrían por
toda Roma cubiertos con el gorro de los liber-
tos». Sea como fuere, ¿habría bastado el pan y
circo de Juvenal para tener a buena parte del
vulgo tan satisfecha? Tal vez. Al fin y al cabo,
no hay proyecto político más eficaz que un po-
pulismo sin opositores…

GRECIA COMO DESTINO

El término «neronismo», felizmente desarrolla-
do por la catedrática de Historia Antigua y hoy
profesora emérita y honorífica de la UNED Pilar
Fernández Uriel en su trabajo Nerón y neronismo.
Ideología y mito (Espacio, tiempo y forma, 1991),
SHUTTERRSTOCK

podría interpretarse como un movimiento polí-

tico y cultural que, de hecho, precedió al propio
emperador y lo sobrevivió. En cierto sentido, el

MUY HISTORIA 109

 El viaje del emperador a Grecia sirvió para
promover la cultura helénica a través de la eiselasis
casa a su flamante esposa, Estatilia Mesalina,
y, al cuidado de los asuntos internos, a los liber-
tos Helio y Políclito.
Su intención era disputar los Juegos, y así lo
hizo en los de Olimpia, Delfos, Istmo y las
Nemeas de Argos, que no dudaron en ajustar
sus calendarios para complacer a tan ilustre
PUERTO DE
OSTIA. Nerón huésped. Fundador él mismo de los Juvenales
inauguró el gran —instituidos en el año 59 para inmortalizar
complejo su paso a la edad adulta— y los Neronia —que
portuario que tenían lugar cada cinco años—, se dice que,
Claudio había en Grecia, Nerón ganó nada menos que 1808
comenzado a
construir en el
premios. El historiador Jürgen Malitz recuerda
46 d. C. que, para aumentar su popularidad, suprimió
Ocupaba una diversas cargas fiscales, lo que, retóricamente, se
superficie de conocía como la «liberación de Grecia». Aquel
unas 70 viaje sirvió también para promover la cultura
hectáreas y
helénica a través de la eiselasis, el equivalente
contaba con dos
largos muelles griego del triunfo romano, y, a él, para reunir
que se un sinfín de esculturas, algunas saqueadas de
adentraban en el los santuarios de Olimpia y Delfos, con las que
mar Tirreno, con decoró sus mansiones urbanas.
una isla artificial
y un faro.
SHUTTERSTOCK
LA DOMUS AUREA
Para Fernández Uriel, «el intento de convertir el
principado en un absolutismo teocrático, iden-
tificando al propio césar con los dioses como un
soberano viviente, significaba recoger el ejemplo
de las monarquías orientales y helenísticas». Es
obvio que Nerón no propuso nada nuevo en ese
sentido. No solo Alejandro Magno o los Ptolo-
meos de Egipto se habían deificado en Oriente,
sino que el propio Julio César se había ganado el
nombre de Divus Iulius, reconocido por el Se-
nado dos años después de su muerte, en 42 a. C.
Lo que está claro es que sus maniobras pusieron
en guardia a los senadores, que, tras la inicial ex-
pectación, tuvieron oportunidad de vislumbrar el
viraje de aquella política, mortal para sus enemi-
gos —todos los descendientes de Augusto fueron
asesinados—, pero también para sus aliados —ni
Séneca, que había pretendido legitimar su autori-
dad absoluta en los escritos Apocolocyntosis y De
Clementia, ni Petronio, quien se había malquis-
tado con Tigelino, sobrevivieron a su «jefe»—.

110 MUY HISTORIA

 SÉNECA. Como su consejero político y
ministro, trató de refrenar los excesos del
joven Nerón. Nerón y Séneca, por
Eduardo Barrón (1904).

A pesar de las críticas, a sus opositores les costó

articular un golpe —la conspiración de Pisón, en
el año 65, fue el primer amago serio—, mientras
Nerón seguía toreando al Senado.
Con el barniz de su tutor Séneca y las circuns-
tancias propias de la época, los postulados del
neronismo se concretaron en «su» academia, el
Aula Neroniana, donde pensadores estoicos y
epicúreos compartían foro con astrólogos, músi-
cos, actores o arquitectos, ingenieros y escultores
como los que levantaron el palacio de la Domus
Aurea, santo y seña de la nueva Roma que se alzó
sobre sus cenizas en el año 64.
A juzgar por las descripciones de sus coetáneos
y las excavaciones que se han realizado en la
zona, aquella Casa de Oro, heredera de la más
«humilde» y, no obstante, también grandilo-
cuente Domus Transitoria, sumaba alrededor
de trescientas habitaciones, abarcaba unas cin-
cuenta hectáreas entre las colinas del Palatino y
el Esquilino y, en su vestíbulo, lucía un coloso de
ASC

ciento veinte pies de altura que representaba

NERONISMO EN EL SIGLO XIX

finales del siglo XIX, el escritor pola- ginación del respetable en una madeja

A co Henryk Sienkiewicz, premio No-

bel de Literatura en 1905, revitalizó
la figura de Nerón en su clásica novela
Quo Vadis?, sobre la persecución de
los primeros cristianos en el reinado de
Nerón. Por entonces, un curioso fenó-
meno literario causaba furor entre los
lectores españoles y franceses: el nero-
nismo, estudiado por el profesor Jordi
Luengo López, de la Universidad Pablo
de Olavide (Sevilla), en su trabajo El si-
niestro gusto literario del Neronismo. En
síntesis, «el Neronismo fue un fenómeno
por el que el público burgués de finales
de sospechas y curiosidad malsana.
En el fondo, el neronismo fue una ver-
tiente más de esa moda sombría, que
puso a las mujeres en el corazón de la
diana, con los consabidos dardos de
las pasiones enfermizas, los celos y el
adulterio (condenable en la mujer, res-
petable en el hombre), una chulesca
y mal entendida virilidad, la ancestral
losa del honor y, como dijo Carmen de
Burgos, la cobardía.
Ya podemos barruntar de dónde viene
el término. Eduardo Gómez de Baquero,
conocido por su pseudónimo Andrenio,
ASC

del XIX y principios del XX experimentaba le atribuyó la paternidad a un tal Dr. Le

un tétrico placer al leer la violencia ejer-
cida contra las mujeres en las novelas
de bolsillo y las crónicas de sucesos».
Un paseo por las hemerotecas nos
pone sobre la pista de la morbosa
atracción fatal que el público de en-
tre siglos sentía por la sangre. El cri-
men de la calle Fuencarral (1888), el
de Don Benito (1902) o los del Huerto
del Francés (1904) inspiraron a litera-
tos de primera fila y enredaron la ima-
Bautier, por el apetito a la tragedia que
mostraba el emperador romano. Que,
por si fuera poco, se caracterizó siem-
pre por su olímpico desdén a las muje-
res; y he ahí el asesinato de su madre
Agripina, la ejecución de su primera es-
posa Octavia, hija de Claudio y de su
tercera esposa, Valeria Mesalina, o la
muerte a patadas de la segunda, Popea
Sabina, para atestiguarlo.
En su investigación, el profesor Luengo
recupera las palabras de la periodista
Melchora Herrero de Vidal, para quien
esas historias no debían generar placer,
sino «indignación» y «repugnancia infi-
nita», y apunta a que aquel fenómeno,
más sociológico que literario, pudo ser
«el desencadenante de la ‘visibilización’
de lo que hoy conocemos como ‘violen-
cia de género’», a través de las distintas
oleadas del movimiento feminista.

MUY HISTORIA 111

ASC

HELENISMO.
Durante su viaje
a Grecia, Nerón a su dueño y señor. «Una vivienda digna de Ahí hallamos, pormenorizadamente, las razones
participó, entre un hombre», dijo Nerón. Más ecuánime hubiera por las que los cristianos no echaron de menos a
otros, en los sido añadir que de un hombre tan megalómano su perseguidor, que les culpó del incendio y los
Juegos
como él. martirizó…; otra leyenda, si nos atenemos a la
Nemeos,
disputados en Porque ni que decir tiene que la arrebatada per- osada investigación del historiador canadiense
una sede sonalidad de Nerón impregnó aquella corriente, B. D. Shaw The Myth of the Neronian Persecution
ubicaba en la que hacía del poder una permanente puesta en (The Journal of Roman Studies, 2015), para quien
Argólide escena. En ese sentido, la estampa del emperador «ese evento nunca ocurrió y dudo que ocupe al-
denominada gún lugar en la historia del martirio cristiano o
tocando la lira mientras Roma era pasto de las
Nemea. Arriba,
restos del llamas —una calamidad fruto de un accidente, en la historia de la Iglesia primitiva». El jurista
estadio de según el historiador Christian Hülsen— con- Tertuliano, por su parte, aludió a un Edictum
época serva la suficiente fuerza para espeluznar a una Neroniarum, que consideraba el cristianismo co-
helenística, generación tras otra, si bien todos los indicios mo un crimen merecedor de castigo, y, ya en el
donde se apuntan a que esa función en el Palatino no fue siglo iv, Crisóstomo, obispo de Constantinopla,
desarrollaban
las pruebas sino un rumor, validado no se sabe muy bien có- tildó al emperador de Anticristo. Al fin y al cabo,
gimnásticas y mo, ya que, cuando empezó el desastre, Nerón tenía las manos manchadas con la sangre de los
artísticas. se encontraba en su villa de Anzio, a cerca de 60 apóstoles Pedro y Pablo…
kilómetros de Roma. En verdad, no hay modo
de conocer las dimensiones reales del incendio
—aparentemente, solo cuatro de las catorce re- LA PERVIVENCIA DEL NERONISMO
giones en que se dividía la ciudad se libraron Antes de que los historiadores romanos convir-
del fuego—, que autores como Séneca, Juvenal, tieran a Nerón en un epítome de maldad y vicio,
Marcial, Dion Crisóstomo, Plutarco, Epicteto o antes de que fuera condenado por la tradición
Flavio Josefo pasaron por alto, aunque Tácito sí judía y sentenciado por la cristiana, el emperador
lo aborda en sus Anales. gozó, no obstante, de cierta popularidad póstu-

Hasta sus más acérrimos detractores arrimaron el

ascua a su recuerdo para tratar de legitimar su poder
112 MUY HISTORIA
 ma, lo que no puede extrañarnos si recordamos
la incertidumbre que siguió a su muerte, con el
año de los cuatro emperadores —Galba, Otón,
Vitelio y Vespasiano— y una guerra civil que Ro-
ma había logrado esquivar desde los tiempos de
Marco Antonio en la República tardía.
Quien más y quien menos, hasta sus más acérri-
mos detractores arrimaron el ascua a su recuerdo
para tratar de legitimar su poder. Galba forjó el
cuerpo de los evocati, que parecía remitir a los
augustani, y Otón y Vitelio fueron aclamados co-
mo nuevos «nerones» por la plebe, lo que el
último estimuló realizando ofrendas fúnebres a
los manes de su antecesor. Por fin, Vespasiano,
fundador de la dinastía Flavia, rompió con el hi-
lo y, entre otras cosas, emprendió una reforma
fiscal para salvar la economía del Imperio, ob-
viando la proverbial largueza de Nerón. Durante
el reinado de Vespasiano, entre los años 71 y 79,
se inició, eso sí, la construcción del Coliseo, una
ASC
obra que Nerón hubiera, sin duda, aprobado. MH
ASC
GALBA. Durante su breve reinado, de apenas seis
meses, su popularidad disminuyó sin parar. La
plebe de la capital romana amaba a Nerón, y este
amor aumentó tras la muerte del emperador.
Rey Tiridates ante San Gregorio el Armenio,
por Luca Giordano.
LOS PSEUDO-NERONES
in duda, la reputación de Nerón en las provincias orientales se
S labró en el campo militar, con las campañas de Corbulón y Ves-
pasiano, pero, sobre todo, en el diplomático. En el año 65, el
emperador logró asentar la paz en Armenia, que unos años atrás
había sido conquistada por Tiridates, hermano del rey de Partia Vo-
logesio. Tras la reacción de la Ciudad Eterna, Tiridates huyó y el rey
cliente de Roma Tigranes VI ocupó el trono. Sin embargo, este, en
lugar de rebajar la tensión, no dejó de buscar las cosquillas a los
partos y se lanzó contra uno de sus países vasallos, lo que propició
el regreso de Tiridates, protegido una vez más por Vologesio, quien
instó a Roma a reconocer a su hermano como rey de Partia y evitar
así un baño de sangre. Nerón, bien aconsejado, accedió.
De este modo, en el año 65, Tiridates partió a Roma y, en el verano
de 66, fue recibido por Nerón, a quien rindió culto como al dios Mitra.
«Te convierto en rey de Armenia para que tanto tú como ellos reconoz-
cáis que poseo el don de arrebatar reinos y también el de conceder-
los», le replicó su anfitrión. Cuando las cosas empezaron a ponérsele
feas a Nerón, el emperador llegó a considerar buscar refugio en Partia.
Tras su muerte y la instauración de la dinastía Flavia, su crédito en
Oriente no menguó. Vologesio solicitó con insistencia que se ve-
nerase su memoria y, veinte años después de su suicidio, siendo
Domiciano emperador, Suetonio refiere la aparición de un individuo
que se jactaba de ser Nerón y que fue ayudado y protegido por los
partos, lo que estuvo a punto de desatar un conflicto contra Roma,
que exigía su cabeza.
No fue ese el único impostor que reivindicó su herencia. A finales
del año 68, o comienzos del 69, surgió el primero en la provincia de
Acaya, probablemente un esclavo del Ponto o un liberto de Italia,
que reunió a un séquito de crédulos y se hizo a la mar con ellos,
antes de ser ejecutado por orden de Galba. El segundo, ya en el
reinado de Tito, atendía al nombre de Terencio Máximo y era, por
cierto, muy aficionado a la lira.
La leyenda del Nerón redivivo, mantenida por una plebe a la que
el príncipe había beneficiado con sus políticas, se retroalimentó en
Oriente con profecías de lo más sabrosas y se conservó fresca y
lozana durante varios siglos.
MUY HISTORIA 113
 La dinastía
JULIO-CLAUDIA
Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón eran
descendientes de Julio César (ver árbol genealógico). Su
vida privada y pública marcó el primer siglo del Imperio.

JOSÉ ÁNGEL MARTOS PERIODISTA Y ESCRITOR. CARLOS AGUILERA: INFOGRAFÍA.

I / UN IMPERIO II / LA CONSOLIDACIÓN
PARA UNA FAMILIA DEL PODER ROMANO
PÁG. 66 PÁG. 78
 Hijo
Druso el Mayor
10 a. C.- 54 d. C.

Tiberio Claudio
41 - 54 d. C.

Hijos

Tiberio Hijo

Nerón Claudio
Adopción

42 a. C.- 37 d. C.
54 - 68 d. C.

Germánico
15 a. C.- 19 d. C.

Agripina la Menor
15 - 59 d. C.
Hijos

Julia la Mayor Agripina Calígula

la Mayor (Gaius Julius
Cæsar
Augustus
Germanicus)

39 a. C.-
14 d. C. 14 a.C. - 33 d.C.
12 - 41 d. C.
 LOS

116 MUY HISTORIA

 ASC

El inicio del Imperio romano quedó marcado por la estrecha relación

con la casa Julio-Claudia. Los primeros cinco emperadores, unidos por
lazos de sangre y adopción, Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón,
se convirtieron en las piedras angulares de esta época formativa.

JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ GARVI

ESCRITOR

MUY HISTORIA 117

 n sus primeros compases, el destino del militares en Hispania, donde participó como
Imperio romano estuvo íntimamente li- magister equitum, rango militar comparable al de
gado a la dinastía Julio-Claudia. Augus- comandante de la caballería. Octavio se encon-
OCTAVIO to, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, traba en la ciudad de Apolonia preparando una
AUGUSTO.
El Templo de
los cinco primeros emperadores, estu- operación de castigo contra los partos cuando
Marte el vieron emparentados entre sí por víncu- recibió la noticia de la muerte de César. Inme-
Vengador, en los familiares y de adopción. diatamente regresó a Roma para proclamarse
el Foro de heredero. A su llegada supo hacer valer sus de-
Augusto, fue rechos y después de superar ciertos obstáculos
construido para
conmemorar la
AUGUSTO: EL ARQUITECTO DEL IMPERIO legales fue presentado ante el pueblo como su-
victoria de Si Julio César excavó los cimientos del Imperio cesor de César. Sin embargo, no pudo ejercer el
Augusto sobre romano, se puede considerar a Augusto poder en solitario como había ambicionado.
los asesinos de el arquitecto que diseñó su estructura. En el 43 a. C., formó parte junto con Marco
su padre, Julio Considerado como el primer em- Antonio y Marco Emilio Lépido del Segundo
César, en la Triunvirato. A cargo de Octavio quedó el gobierno
perador romano, Cayo Julio César
batalla de
Filipos Octaviano nació en Roma en el año de Roma y logró hacerse con el poder consular con
(42 a. C.). 63 a. C. Hijo del matrimonio forma- poderes excepcionales después de «convencer» al
do por Cayo Octavio y Atia, sobrina Senado haciendo avanzar a sus legiones sobre la
de César, quedó huérfano de capital. Aunque Marco Antonio y Lépido contaban
padre con cuatro años y fue con ejércitos superiores acantonados en las Galias,
educado en la pequeña ciu- el triunvirato tenía los días contados frente a las
dad de Velitras, primero al ambiciones mostradas por Octavio. Las fuerzas
lado de su madre y después leales a Lépido desertaron para pasarse al bando
en la casa de su padrastro de su rival y obligado por las circunstancias op-
Lucio Marcio Filipo, desta- tó por el camino del exilio. El 2 de septiembre del
cado político que se había año 31 a. C. se libró la batalla naval de Accio, en la
mantenido al margen de que Octavio derrotó a la flota de Marco Antonio
las luchas por el poder en y Cleopatra. A finales de julio del año siguiente el
tiempos de César. ejército de Octavio invadió Egipto. Las legiones de
El joven recibió la toga Marco Antonio apenas opusieron resistencia antes
viril en el 49 a. C., fue de desertar en masa. Con todo perdido, el amante
nombrado pontífice al de Cleopatra se suicidó arrojándose sobre su pro-
año siguiente y en año pia espada, dramático final que permitió a Octavio
47 a. C. ya ocupó una hacerse con el poder absoluto.
prefectura. En su ver- En el año 27 a. C., el Senado concedió al nuevo
tiginoso ascenso a la amo y señor de Roma el honor de poder usar el
cima del poder en Ro- cognomen de Augustus, que podría traducirse
ma, César lo adoptó un por «sagrado». En el plano personal, sus ma-
año después y acompa- trimonios fueron de conveniencia por razones
ñó a su padre adoptivo políticas hasta encontrar el amor. Claudia, su pri-
durante las campañas mera esposa, era sobrina de la mujer de Lépido,

SHUTTERSTOCK
ASC

118 MUY HISTORIA

 Durante cincuenta y dos años Livia ejerció como
consejera de confianza de su esposo Augusto
que se la ofreció para sellar una alianza impo-
sible. Augusto nunca consumó su matrimonio
con Claudia, de la que se divorció argumentan-
do que le resultaba molesta y a la que devolvió
a su madre con una carta en la que garantizaba
que estaba en «perfecto estado». Escribonia, su
segunda esposa, fue obligada a separarse de su
marido para casarse con Augusto y facilitar así
una alianza política con su tío Sexto Pompeyo.
Mujer definida por sus contemporáneos como
chismosa, se divorció de Augusto el mismo día
en que dio a luz a su hija Julia.
Augusto se enamoró perdidamente de la bella
Livia Drusila, que tuvo que divorciarse de su
esposo para contraer matrimonio con el empera-
dor. La pareja nunca tuvo descendencia,
pero la unión perduró durante cin-
cuenta y dos años durante los cuales
Livia ejerció como consejera de con-
fianza de su esposo.
La mayoría de los historiadores coin-
ciden en afirmar que Augusto fue un
gran político que supo dar una pá-
tina de sentido monárquico al
ejercicio del poder sin olvidar
los principios republicanos.
Durante su dilatado reinado
introdujo una amplia serie
de reformas que afectaron a
la organización del Estado y
garantizaron su funciona-
miento. El ejército ganó en
eficacia al profesionalizar sus
efectivos a gran escala y dar
entrada a tropas auxiliares.
La hacienda aumentó sus
ingresos con la creación de
nuevos impuestos, como la
tasa que gravaba la venta de
esclavos, uno de los negocios
más prósperos. También
se preocupó por mejorar
la gestión de los servicios
públicos de Roma, con la
realización de obras de
canalización para el su-
ministro de agua y el
establecimiento de un
servicio de vigilancia que
velase por la seguridad
en las calles. Mecenas
de las artes, en materia religiosa persiguió las prác-
ticas supersticiosas y fomentó el culto a Apolo.
Enfermo y convertido en un venerable anciano,
Augusto falleció el 19 de agosto del año 14 mien-
tras visitaba el lugar de la muerte de su padre en
la ciudad de Nola, rodeado por Tiberio, que se
convertiría en su heredero, y su fiel esposa Livia.
Cuentan que una gran procesión fúnebre acom-
pañó su cuerpo hasta Roma. Divinizado por el
Senado, Augusto dejó un legado que nunca sería
igualado, con un Imperio que disfrutaba de los be-
neficios de la que fue conocida como Pax Romana
y que construyó su gloria con bloques de mármol
reluciente y el sudor de millones de esclavos.
TIBERIO: EL BRILLANTE GENERAL
ACUSADO DE CRUELDAD
Tiberio Julio César Augusto nació en Roma
el 16 de noviembre del año 42 a. C. Hijo del
pretor Tiberio Claudio Nerón, leal servidor
de César en sus campañas militares, y
de Livia Drusila, la que fuera terce-
ra esposa del emperador Augusto,
fue un joven tímido y retraído
que parece ser que
no contó con las
simpatías de su
padre adoptivo,
más orientadas
hacia su hermano
Nerón Claudio Druso.
Concentrado en el es-
tudio, brilló en oratoria
latina, retórica griega y
derecho. Tiberio supo
compaginar su amor
por la cultura y los
libros con el adies-
t r a m i e nt o m i l i t a r,
materia en la que mos-
tró su capacidad de
TIBERIO JULIO CÉSAR
AUGUSTO. El resultado de
su política fue un Imperio más
ASC
fuerte y consolidado. A la
izda., estatua del emperador
en los Museos Vaticanos,
Ciudad del Vaticano.
MUY HISTORIA 119
 Augusto obligó a Tiberio a divorciarse de su primera
esposa para casarlo con su hija Julia la Mayor
liderazgo y que le conduciría a ser uno de
los comandantes más brillantes de la época de
Augusto. De esta forma, sentó las bases de un
brillante cursus honorum, nombre que recibía la
carrera política en la Antigua Roma, que le lleva-
ría hasta el consulado por méritos propios.
Adquirió su primera experiencia en combate al
ser destinado en Hispania, donde como tribuno
militar combatió contra los aguerridos cántabros.
Nombrado cuestor en el 23 a. C., fue destinado a
Armenia, donde restableció en el trono a Tigra-
nes II, aliado de Roma. Después de gobernar la
Galia transalpina, Tiberio marchó a Germania, en
la que ayudó a su hermano Druso a contener a los
bárbaros en el limes del Imperio. En su brillante
hoja de servicios, en la que nunca fue derrotado
por los enemigos de Roma, también sometió a los
belicosos pueblos de etnia iliria en los Balcanes.
Tiberio se había casado en el 20 a. C. con Vip-
sania Agripina, mujer que como él era de gustos
VILLA sencillos y de la que estaba enamorado. Del ma-
TIBERIO. trimonio nació un hijo, Tiberio Druso Claudio,
Ubicada en más conocido como Druso el Joven, que en su
Sperlonga, en la edad adulta tampoco consiguió sobrevivir a las
costa del mar peligrosas intrigas de los círculos de poder en
Tirreno, data de
Roma. Tiberio fue feliz con su primera esposa,
los siglos
I y II d. C. y se
pero Augusto le hizo divorciarse para casarlo
cree que fue con su hija Julia la Mayor, que había enviuda-
construida por do de Agripa, con el que había tenido dos hijos.
el emperador Atrapado por los convencionalismos e incapaz
Tiberio como
de oponerse a los deseos del emperador, Tiberio
residencia de
verano.
ASC
120 MUY HISTORIA
aceptó a su segunda esposa sin olvidar a Vipsa-
nia, con la que apenas volvió a tener contacto.
En los años siguientes se sucedieron una serie
de acontecimientos en su vida personal que le
hicieron anhelar un cambio de vida. Las cons-
tantes infidelidades de su segunda esposa, a la
que acabó aborreciendo, y la muerte de su her-
mano Druso, padre de su sobrino Germánico, le
decidieron a apartarse de la vida pública y encon-
trar refugio en la isla de Rodas. Parece ser que su
etapa de retiro le ayudó a reconsiderar su exilio
voluntario y en el año 2 regresó a Roma, anima-
do tal vez por la grave enfermedad de Augusto y
la ausencia de herederos, circunstancias que lo
situaron como posible sucesor en el trono.
Como era tradición, Augusto adoptó a Tibe-
rio, aunque en sus preferencias hubiera estado
posiblemente el fallecido Druso. En la línea de
sucesión también se encontraba el brutal y gro-
sero Agripa Póstumo, hijo del tercer matrimonio
de Julia la Mayor, pero el destierro de madre e
hijo puso las cosas más fáciles a Tiberio, que a
su vez también adoptó a su sobrino Germánico.
Valorado por su gran talento como comandante
militar, Tiberio partió de nuevo hacia Germania
para restablecer el contantemente amenazado
limes romano y combatió una vez más contra
los ilirios. Como todos esperaban, a la muerte
de Augusto en el año 14 le sucedió en el trono
y desde un primer momento hizo todo lo posi-
ble por gobernar con el apoyo del Senado, al que
consultó en numerosas ocasiones. Sin embargo,
se encontró con la hostilidad de una numerosa
facción de senadores, siempre dispuestos a intri-
gar contra el emperador.
Tiberio se propuso seguir la misma política de
su antecesor y prestó especial atención al buen
funcionamiento de la administración imperial.
Pero antes consideró que debía eliminar los obs-
táculos que podían interponerse en su camino. Al
asesinato de Agripa Póstumo le siguió la sospe-
chosa muerte de su sobrino Germánico. Su viuda,
Agripina la Mayor, se atrevió a acusarle de haber
ordenado su asesinato, aunque Antonia la Menor,
madre de Germánico, permaneció fiel a Tiberio.
El emperador acabó cayendo bajo la influen-
cia de Lucio Elio Sejano, prefecto de la guardia
pretoriana, que acumuló gradualmente poder
político mientras su falta de escrúpulos le llevó
a matar a todos sus rivales, incluido Druso el Jo-
ven, el hijo de Tiberio, que murió envenenado.
Cuando en el año 27 el emperador se retiró a Ca-
pri el implacable Sejano, al que Tiberio llamaba
«mi compañero», quedó como dueño absoluto
de Roma y se apresuró a instaurar un régimen de
terror. Sin embargo, sus ambiciones iban mucho
más lejos y Antonia, madre de Germánico, de-
nunció ante Tiberio la conspiración que su mano
derecha tramaba contra él para derrocarle. An-
te las acusaciones, el emperador reaccionó con
rapidez y ordenó la represión de todos los im-
plicados en la trama. Condenado por el Senado,
Sejano fue detenido, estrangulado y su cuerpo
despedazado por la multitud.
La sucesión de asesinatos y muertes sospecho-
sas que se desató a continuación contribuyeron a
que algunos de sus contemporáneos se refirieran
a Tiberio como un emperador cruel y sangui-
nario. Ante el ambiente enrarecido que se vivía
en Roma, decidió permanecer en Capri y en sus
últimos tiempos firmó la paz con Artabano II de
Partia, que amenazaba con hacerse con el control
del antiguo Imperio seléucida. Los movimientos
diplomáticos evitaron la guerra en una región
inestable y Artabano fue reconocido como amigo
de los romanos.
Sometido a las tensiones del poder, el 17 de mar-
zo del año 37 Tiberio sufrió un ataque al corazón
mientras se encontraba en el puerto de Miseno,
la más importante base naval de la flota de gue-
rra romana. El prefecto pretoriano Nevio Sutorio
Macrón se aseguró de su muerte ahogándole con
una almohada. El segundo emperador de Roma
falleció a los setenta y ocho años, después de so-
brevivir veintitrés de ellos ocupando el trono
CALÍGULA: EL TIRANO DESMEDIDO
El nombre de Calígula, tercer emperador de la
dinastía Julio-Claudia, es considerado sinónimo
de perversión moral, interpretación que se ajus-
ta a su personalidad, sometida a los más bajos
instintos. Nacido en Antium en el año 12, su
verdadero nombre era Cayo Julio César Augus-
to Germánico. Hijo de Germánico, sobrino

JULIO CÉSAR: ¿DICTADOR O MONARCA?

os historiadores no acaban de po- mera guerra civil, Mario fue derrotado Roma, que prohibían a un general ho-

L nerse de acuerdo a la hora de con-

siderar a Julio César como el primer
emperador de la dinastía Julio-Claudia.
Aunque la mayoría coincide a la hora de
atribuirle el mérito de la fundación del
linaje, la disputa surge en torno a si se
le debe considerar como un empera-
dor debido al origen y naturaleza de su
poder, más propio del que ostenta un
dictador. Al margen de polémicas entre
estudiosos, lo que sí es cierto es que su
figura jugó un papel fundamental en la
creación del Imperio romano tal y como
lo entendemos.
Julio César nació un día indeterminado
del mes de julio del año 100 a. C., en
el seno de la gens Julia, una familia de
origen patricio sin especial relevancia,
que para dar lustre a su linaje presumía
de descender de la unión entre el mítico
príncipe troyano Eneas y la diosa Venus.
Su padre, el pretor y procónsul Cayo Ju-
lio César, murió prematuramente por una
fulminante apoplejía cuando su hijo con-
taba dieciséis años. Su madre, Aurelia
Cota, se preocupó porque su hijo reci-
biera una esmerada educación que influ-
yó decisivamente en forjar su carácter.
Cuando su tía Julia contrajo matrimonio
con el general y siete veces cónsul Ca-
yo Mario, el joven Julio César se integró
en el partido de su tío. Durante la pri-
por Sila y declarado enemigo de Roma.
Esta circunstancia forzó la huida de Ju-
lio César, que se tuvo que esconder de
sus enemigos refugiado en las maris-
mas de las lagunas Pontinas hasta que
sus influyentes contactos consiguieron
rehabilitarle. Por aquel entonces, el dic-
tador Sila se refirió a él como un joven
en el que latía un corazón más podero-
so que el de Mario.
En la pugna por hacerse con el poder,
César supo esperar su momento. Junto
con Craso, el hombre más rico de Ro-
ma, y el victorioso general Cneo Pom-
peyo, formó el Primer Triunvirato. La fi-
gura de César, considerado en principio
la parte más débil de la ecuación, de-
bía equilibrar la balanza entre las ambi-
ciones de los otros dos pesos pesados.
Quizá con la intención de ser aparta-
do de Roma y sellar su tumba política,
César fue nombrado gobernador de las
Galias, donde dirigió una larga y san-
grienta campaña militar que él mismo
se preocupó de transcribir inspirado
por su deseo de
pasar a la historia. Tras su victoria su-
po aprovecharse de la lealtad mostrada
por sus soldados para lanzar un asalto
al poder en toda regla.
Tras cruzar el río Rubicón con su ejér-
cito, en un claro desafío a las leyes de
llar suelo patrio con sus legiones a par-
tir de esa frontera natural, emprendió
una guerra civil contra Pompeyo, al que
derrotó en sucesivas campañas. Tras
la muerte de Craso se convirtió en el
hombre más poderoso de Roma. De
la misma forma que había demostra-
do su talento militar en las Galias y en
la guerra civil, César se reveló como un
político astuto pero también como un
hombre de Estado, que antepuso el en-
grandecimiento del Imperio por encima
de sus intereses personales, aunque los
más críticos con su figura aseguran que
actuó movido por su deseo de pasar a
la inmortalidad.
En la cima de su popularidad y nom-
brado dictador perpetuo, un grupo de
nobles de ideas republicanas que veían
peligrar sus privilegios económicos or-
questó una conspiración encabezada
por Marco Junio Bruto, un conocido
especulador que había hecho fortuna
prestando dinero por el que cobraba al-
tos intereses. El 15 de marzo del año 44
a. C., en la fecha conocida por la tradi-
ción romana como idus de marzo, los
conspiradores rodearon a César duran-
te una sesión del Senado y le cosieron
a puñaladas. Su asesinato puso el pun-
to final a su dictadura encubierta y dio
paso al Imperio.

MUY HISTORIA 121

 GETTY
EL
ASESINATO
DEL
EMPERADOR. e hijo adoptivo de Tiberio, y Agripina la
Arriba, Calígula, Mayor, nieta de Augusto, desde muy joven acom-
el emperador, pañó a su padre en las campañas militares de
atacado en una Germania, donde se convirtió en una especie de
bóveda por una
banda armada y mascota para los aguerridos legionarios curtidos
asesinado, en el frente. A imitación de sus mayores calza-
ilustración de ba unas cáligas, las sandalias típicas del soldado
Jan Luyken romano, hechas a su medida. Por ese motivo
grabada por las tropas empezaron a llamarle cariñosamente
Pieter Mortier en
1704. A la
«Calígula», sobrenombre que podría traducirse
dcha., busto de por «botitas».
mármol de En el año 17, Calígula fue testigo del triunfo
Calígula en el obtenido por su padre en Germania y después
Museo de siguió sus pasos hasta Oriente. Germánico murió
Ciencias
Naturales de
dos años después en Antioquía y el joven Calígu-
Boston. la regresó a Roma, donde vivió junto a su abuela
Livia Drusila, mujer por la que sintió verdadero
afecto. A la muerte de esta, se mudó a la resi-
dencia de Antonia la Menor, su abuela paterna,
rodeado por un ambiente influido por las cos-
tumbres egipcias.
Tiberio le concedió el augurado y el pontificado
en el año 31, títulos religiosos que le llevaron a
ocupar un puesto en el consejo religioso supre-
mo de Roma. En esa misma línea, accedió a la
ASC

cuestura dos años más tarde, nombramientos

122 MUY HISTORIA

 Algunas fuentes afirman que Calígula contrajo
matrimonio con su hermana Julia Drusila
que aclararon la trayectoria ascendente de su
futuro político. Ese mismo año contrajo ma-
trimonio con Junia Claudila, que falleció poco
después como consecuencia de las complicacio-
nes de su primer parto, en el que también murió
el hijo que esperaba.
Aunque en aquellos años su relación con el empe-
rador estuvo enturbiada por las intrigas palaciegas,
que funcionaban como una suerte de selección
natural que solo permitía la supervivencia de los
mejor adaptados al sistema, Tiberio nombró a Ca-
lígula y a su nieto Tiberio Gemelo herederos para
que juntos gobernasen el Imperio. A la muerte del
emperador, Calígula accedió al trono y adoptó a
Tiberio Gemelo, al que nombró princeps iuventu-
tis, título honorífico concedido a los parientes de
algunos emperadores que eran presentados como
herederos aparentes del poder. Calígula no tardó
en deshacerse del que consideraba un posible rival
y ordenó el asesinato de Tiberio Gemelo bajo la
acusación de conspirar contra él.
Asentado en el poder, el Senado concedió a Calígu-
la plenos poderes, privilegio que rechazó al mismo
tiempo que se comprometía a gobernar teniendo
en cuenta la opinión mayoritaria de la asamblea.
Sus primeros actos de gobierno le granjearon el ca-
riño del pueblo, que vio en él a un emperador justo
que respetaba las instituciones. Sin embargo, a los
pocos meses de su acceso al trono su personalidad
experimentó un cambio radical que algunos inves-
tigadores achacan a una encefalitis, inflamación
del cerebro provocada por algún tipo de infección.
Calígula era de salud delicada y desde niño había
sufrido ataques epilépticos que condicionaron su
vida. Sin embargo, según el testimonio del filóso-
fo Filón de Alejandría, su cambio de carácter fue
debido a los excesos que cometió desde que se con-
virtió en emperador.
Después de una larga convalecencia Calígula
consiguió recuperarse, pero ya no fue el mismo
de antes. Definido a partir de entonces por sus
contemporáneos como un monstruo cruel que
disfrutaba con todos los vicios, la principal conse-
cuencia de sus arbitrariedades fue la paralización
de la administración. Las ejecuciones sumarias
y sin motivo, los gastos suntuarios de una corte
que derrochaba el dinero para atender los extra-
vagantes caprichos del emperador, y una crisis
económica que afectó a los envíos de trigo y pro-
vocó grandes hambrunas como no se habían visto
antes en Roma, aumentaron su impopularidad.
Calígula, ajeno a estos graves problemas, siguió
con su ritmo de vida desenfrenado. Algunas
fuentes afirman que contrajo matrimonio por el
rito tolemaico con su hermana Julia Drusila, que
fallecería poco después como consecuencia de
un embarazo. Convertida en la amante preferida
de su hermano, todo apunta a que el padre de la
criatura fue Calígula.
La falta de dinero en las arcas públicas le llevó a
gravar con mayores impuestos todas las activi-
dades económicas y a viajar a la Galia en busca
de nuevos recursos financieros. Sus apariciones
en público investido como un dios, sus perver-
siones sexuales y la exhibición de un carácter
irascible que le hizo ser temido, incitaron a los
descontentos que empezaron a conspirar contra
él. Cornelio Léntulo Getúlico, general de las le-
giones romanas desplegadas en Germania, fue
el líder de una conjura en la que también estu-
vo implicado el senador Marco Emilio Lépido,
viudo de Julia Drusila. Descubierta la trama, sus
responsables fueron ejecutados.
En el año 39 Calígula contrajo matrimonio con
Milonia Cesonia, mujer no demasiado agraciada
físicamente pero que compartía con el emperador
sus perversiones sexuales. Influido por su gusto por
todo lo que tenía que ver con la cultura egipcia, hi-
zo construir en Roma un templo consagrado a Isis.
En su faceta divina, Calígula ordenó que en to-
ENREDOS DE FAMILIA
D
entro del complejo entramado de relaciones familiares y perso-
nales que condicionaba la vida social y política de la nobleza
en la Antigua Roma, la dinastía Julio-Claudia estuvo predesti-
nada a alcanzar el poder. Sin embargo, sus múltiples ramificaciones
impidieron una sucesión tranquila, en la que los posibles herederos no
tuvieran la desagradable necesidad de eliminarse físicamente unos a
otros para acceder al trono imperial.
Augusto dejó despejado el camino a su sucesor pero Tiberio, que po-
día haber impuesto su jerarquía, fue incapaz de hacerlo. Desde enton-
ces, la herencia política del Imperio se convirtió en una transición pe-
ligrosamente difícil sometida al deseo de los pretorianos, las intrigas
de alcoba, las conjuras palaciegas o incluso al azar, como fue en el
caso de Claudio. Ante este estado de cosas, los crímenes de Estado
se convirtieron en algo habitual y el número de miembros pertenecien-
tes a la dinastía se fue reduciendo con cada generación. A la muerte
de Nerón, no quedaba nadie con el legítimo derecho para reclamar el
trono de César y Augusto. Como había ocurrido cien años antes, el
Imperio fue a parar a manos del más fuerte.
MUY HISTORIA 123
 dos los templos se venerase una estatua suya. CLAUDIO: EL EMPERADOR INESPERADO
A comienzos del año 41 el emperador se dispuso Tiberio Claudio César Augusto Germánico, más
a viajar a Egipto. Por aquel entonces sus excesos conocido como el emperador Claudio, persona-
habían superado todos los límites y la creciente je popularizado por la famosa novela del escritor
oposición contra él estaba dividida en diferentes Robert Graves, fue hijo de Druso y Antonia la
facciones que conspiraban para acabar con su vi- Menor. Su poco agraciado aspecto, unido a su co-
da. Finalmente Casio Querea, tribuno militar de la jera y tartamudez, le hizo víctima de burlas y ser
guardia pretoriana al que Calígula humilló en repe- despreciado por su entorno familiar, que veía en él
tidas ocasiones, decidió dar un paso al frente con el a un joven pusilánime incapaz de asumir respon-
apoyo de otros conjurados, que para reconocerse sabilidades políticas dentro del Imperio. Claudio
entre sí usaron la contraseña Libertas. El 24 de ene- encontró refugio a su soledad en el estudio y en la
ro de ese año, Querea y un reducido grupo de sus lectura, pasiones que le permitieron adquirir una
hombres abordaron a Calígula mientras saludaba extensa cultura. Como fruto de su trabajo escri-
a un grupo de actores que habían participado en bió varias obras, entre ellas el libro Historia de los
los juegos y acuchillaron a Calígula sin piedad. Los etruscos o la más conocida Historia del tiempo de
guardaespaldas de origen germano que le protegían Augusto. En el año 37 fue elegido cónsul sufecto,
reaccionaron demasiado cargo interino que era nombrado por la vacante
tarde y no pudieron producida en caso de fallecimiento, renuncia o
hacer nada por evi- sustitución de otro cónsul, y fue miembro del Se-
tar el tiranicidio. nado bajo la protección de Calígula.
Iracundos, Su entrada en política fue hasta cierto punto
masacraron a lógica teniendo en cuenta sus orígenes, sin em-
CLAUDIO, conspiradores bargo nadie esperaba el giro que iban a tomar
GOBIERNO y espectado- los acontecimientos a la muerte de Calígula. En
PRÓSPERO. res inocentes. medio del clima de inestabilidad que se vivió en
El reinado de Fue el epílogo esos turbulentos días, Claudio accedió al poder
Claudio, el
cuarto
sangriento a imperial como único varón adulto supervivien-
emperador un reinado te de su familia y con el respaldo de la Guardia
romano (a la perverso. Pretoriana. Su entronización fue ratificada por el
dcha., su busto Senado, presionado por los pretorianos.
en los Museos Asentado en el poder, Claudio puso especial em-
Vaticanos), fue
conocido por
peño en revertir la situación que se había vivido
ser una época durante el mandato de Calígula, al que no se atre-
de expansión y vió a oponerse en vida. Dispuesto a acabar con ese
consolidación nefasto legado, dictó una amnistía para los ene-
del Imperio. migos de su antecesor y disolvió los collegia de
los plebeyos, las manipulables corporaciones
artesanas en las que se organizaban aquellos
que no pertenecían a un gens, uno de los
linajes que fundaron Roma.
En el momento de acceder al trono,
Claudio estaba casado con Valeria
Mesalina, con la que tuvo a sus hijos
Octavia y Británico. El emperador había
pasado anteriormente por dos matrimo-
nios fracasados. De Plautia Urgulanilla
se divorció aduciendo adulterio y sos-
pecha de asesinato mientras a Elia Petina
la repudió para casarse con Mesalina, de
la que estaba perdidamente enamorado.
Su tercera esposa nunca le amó y aprovechó
su posición para satisfacer sus ambiciones de
poder. No fue el único deseo al que Mesalina
se entregó con pasión enfermiza. Ninfómana y
promiscua, sus constantes aventuras sexuales ex-
tramatrimoniales la llevaron incluso a desafiar a
ASC

las más demandadas prostitutas de Roma.

Claudio se rodeó de un equipo de gobierno formado
por libertos que funcionó con gran eficiencia
Mesalina aprovechó la ausencia de Claudio de
Roma para casarse en secreto con el cónsul Ca-
yo Silio, uno de sus amantes, del que se habría
servido para tramar una conspiración contra el
emperador. Descubiertas la bigamia y la intriga, a
Claudio no le quedó más remedio que condenar
a los dos amantes al suicidio. Cuando le llegó el
momento a Mesalina, su mano temblorosa soltó
el cuchillo y fue decapitada por el centurión que
debía asegurarse de su muerte.
En el año 49 el Senado concedió licencia al em-
perador para que pudiera casarse con su sobrina
Agripina. Como ocurrió anteriormente con Me-
salina, su nueva esposa no se limitó a ejercer de
consorte y participó activamente en las decisiones
de gobierno. Siguiendo el consejo de su cuarta
esposa y también a su propio instinto, Claudio
se rodeó de un reducido pero selecto equipo de
gobierno formado por libertos: Polibio asumió la
responsabilidad de la gestión de archivos; Tiberio
Claudio Narciso se encargó del importante flujo
de correspondencia, determinante para el buen
funcionamiento del Imperio; Marco Antonio Pa-
las estuvo al frente de las finanzas y Cayo Julio
Calisto se ocupó de la administración de justicia.
Juntos formaron lo que hoy en día se considera-
ría un gabinete ministerial que funcionó con gran
dinamismo y eficiencia.
Con la ayuda de su equipo de colaboradores,
Claudio tomó una serie de rápidas decisiones
que contribuyeron a mejorar la administración y
el gobierno del Imperio. En materia de obras pú-
blicas, ordenó la construcción de nuevas calzadas
que ampliaron la red ya existente, la más impor-
tante de ellas la que unió el norte de la península
itálica con la frontera del Danubio. La mejora en
la recaudación de impuestos permitió financiar
estos proyectos, al mismo tiempo que mejoró
la distribución de trigo para evitar hambrunas.
En materia legislativa, mantuvo la apariencia de
colaboración con el Senado, aunque poco a poco
fue acumulando poder en sus manos. En el año 47
fue investido como censor, cumpliendo así con la
normativa constitucional republicana. En las pro-
vincias conservó el mandato de los procuratores,
gobernadores que gozaron de amplia independen-
cia y llegaron a ejercer competencias legislativas.
En el plano social, introdujo una serie de cambios
dirigidos a adaptarse a las nuevas costumbres.
Aunque siguió prohibiendo el acceso al Senado
a los que hubieran tenido un antepasado escla-
vo y declaró delito el concubinato de una mujer
libre con un siervo, los libertos fueron subien-
do puestos en la escala social, hasta constituir
una burguesía influyente y poderosa. También
se mostró generoso extendiendo la ciudadanía
por las provincias del Imperio. En este sentido,
Séneca dijo de él que «había decidido ver llevar
la toga a todos los griegos, galos, hispánicos y
bretones». En su esfuerzo por extender la roma-
nización, permitió que los nobles galos pudieran
entrar en el Senado.
Claudio también dedicó su atención a la cuestión
religiosa, restaurando antiguos cultos y patroci-
nando la creación de un colegio de arúspices, los
sacerdotes que examinaban las entrañas de los
animales sacrificados para hacer sus prediccio-
nes. Por el contrario, en su lucha contra lo que
se consideraba brujería expulsó de Roma a los
astrólogos. También desterró a los judíos, quizá
ante la amenaza de lo que suponía un creciente
cristianismo.
En política exterior, su mayor éxito fue asegurar
el control de Britania, que consolidó con el envío
de colonos romanos. Una de las razones oficiales
que se esgrimieron para completar la conquista
de la isla fue la erradicación de los druidas. Co-
mo sus antecesores, fomentó el expansionismo
del Imperio y anexionó las provincias de Tracia y
Mauritania Tingitana. Sin embargo, para proteger
su frontera más expuesta replegó el limes romano
a la orilla sur del Rin ante la presión ejercida por
los pueblos bárbaros del norte.
A lo largo de su reinado, Claudio rechazó en públi-
co el ejercicio absolutista del poder y los honores
de los aduladores. Al margen de que esta actitud
pudiera tratarse de una pose, lo cierto es que no le
libró de las conspiraciones tramadas en su contra.
Ante estos ataques a su autoridad, el emperador
reprimió con violencia a los traidores, a los que
ordenó asesinar sin importar que fueran senado-
res o equites. Para reforzar su seguridad personal
aumentó el número de tropas pretorianas, que pa-
saron de formar nueve a doce cohortes.
Sus escoltas, de lealtad siempre puesta en entre-
dicho, no le salvaron de morir asesinado en una
conjura orquestada por su círculo más cercano.
Según cuenta la tradición, Claudio fue envene-
nado por Agripina para facilitar el ascenso de su
hijo Nerón al trono imperial. Las versiones difie-
ren, pero según el relato más aceptado su cuarta
esposa le dio de cenar unas setas venenosas.
MUY HISTORIA 125
 La estabilidad de los primeros años del reinado
de Nerón dio paso a un periodo turbulento
Otras versiones afirman que sobrevivió y Antium y fue hijo único del matrimonio forma-
fue una segunda dosis de veneno, posiblemente do por Cneo Domicio Enobarbo y Agripina la
MADRE E administrada por su médico, la que acabó con su Menor. Al igual que Claudio, el joven Nerón tam-
HIJO. Agripina vida en la madrugada del 13 de octubre del año 54. poco parecía destinado a ocupar el trono, pero
corona con una serie de circunstancias excepcionales, junto
laurel a su hijo, con las maquinaciones de su perversa madre,
ataviado como NERÓN: EL FINAL DE LA DINASTÍA le despejaron el camino. Al enviudar de Cneo,
comandante
romano. La Nerón Claudio Cesar Augusto Germánico ocupa Agripina contrajo matrimonio con Claudio y el
escena el dudoso honor de ser considerado junto con Ca- emperador, influenciado por su cuarta esposa,
representa la lígula como uno de los emperadores romanos más adoptó a Nerón, que al ser mayor que su herma-
ascensión de tiránicos y perturbados. Presentado por las fuentes nastro Británico se convirtió en heredero.
Nerón a clásicas como cruel y excéntrico, imagen que ha Proclamado mayor de edad con catorce años, su
emperador en el
año 54 d. C.,
perdurado y ha sido recogida por la cultura popu- carrera política se inició con su nombramiento
antes de que lar, en realidad alcanzó bastante popularidad entre como procónsul y su entrada en el Senado. Mien-
ordenara matar la plebe y durante su reinado se vivió una etapa de tras tanto, su madre se sirvió de su influencia
a Agripina en prosperidad económica en la que también se suce- sobre Claudio para que Nerón estuviera al lado
el 59 d. C. dieron éxitos diplomáticos y militares. de su padre adoptivo en las apariciones públicas
Museo de
Afrodisias,
Nerón nació el 15 de diciembre del año 37 en del emperador, en un gesto que pretendía refor-
Turquía. zar su posición de heredero. Agripina también se
las ingenió para que su hijo se casase con Octa-
via, hija de Claudio, matrimonio concertado por
razones políticas que acabó en fracaso cuando
Nerón, asentado en trono imperial y cansado de
una esposa a la que posiblemente nunca amó, la
quiso repudiar acusándola falsamente de adul-
terio. Octavia, considerada por la sociedad de la
época como una mujer ejemplar, fue desterrada a
la isla de Ventotene, pero las protestas que generó
esta medida forzaron al emperador a permitir su
regreso a Roma, donde finalmente sería asesinada
por orden de su esposo.
Enamorado de Popea Sabina, una de las muje-
res más bellas de su tiempo, Nerón la convirtió
en su amante hasta que la muerte de Octavia le
despejó el camino para casarse con ella. Según
cuenta la tradición, en el transcurso de una bo-
rrachera Nerón propinó una patada en el vientre
de su segunda esposa, embarazada de varios me-
ses. Popea Sabina murió como consecuencia del
aborto provocado por el brutal golpe de su espo-
so. Nerón, atormentado por el remordimiento y
obsesionado por su recuerdo, empezó a sentirse
atraído por uno de sus esclavos, de aspecto físi-
co parecido al de Popea, al que ordenó castrar
y vistió como su difunta esposa. La tercera mu-
jer de Nerón fue Estatilia Mesalina, casada con
el cónsul Marco Julio Vestino Ático. Caprichoso
en el amor como en el resto de las facetas de la
vida, Nerón convirtió a Estatilia en su aman-
te y obligó a su marido a suicidarse para poder
casarse con ella.
ASC

126 MUY HISTORIA

En la época en que accedió al trono, Nerón era
un joven de dieciséis años poco interesado en los
asuntos de gobierno que dejó en manos de una ca-
marilla formada por su madre Agripina, su tutor
Séneca y por el prefecto del pretorio Sexto Afranio
Burro. Este triunvirato llevó las riendas del poder
con firmeza y efectividad, mientras el Senado re-
cuperó parte de la influencia que había perdido.
La estabilidad que caracterizó los primeros años
del reinado de Nerón dio paso a un periodo tur-
bulento cuando se enconaron las rivalidades entre
sus consejeros y su turbulenta vida personal afectó
a las cuestiones de Estado.
Agripina defendió a Octavia frente a las acusacio-
nes de su hijo, con el que supuestamente habría
llegado a mantener relaciones incestuosas. Nerón,
GETTY
que acusaba a su madre de anular su personali-
dad, se propuso matarla urdiendo varios planes
fracasados. Cuando Agripina se acercó a la figura
de Británico, hermanastro de Nerón, le brindó los
motivos necesarios para aumentar sus sospechas.
Británico murió de forma sospechosa el día antes
de su mayoría de edad y Agripina sería asesinada
bajo la acusación de formar parte de una trama
para acabar con la vida del emperador.
En medio de estos truculentos acontecimientos,
Séneca y Burro decidieron que lo más sensato era
apartarse del foco de atención de Nerón. Sin em-
bargo, no pudieron eludir el ánimo de venganza
del emperador. Burro murió envenenado en el
año 62, mientras Séneca emprendía un viaje por
Italia acompañado por su esposa para alejarse de
su pervertido discípulo, que había rechazado sus
consejos de moderación. Acusado de estar impli-
cado en la conjura de Pisón, el que había sido tutor
y consejero del emperador fue condenado a muer-
te y obligado a suicidarse en el año 65.
La madrugada del 18 al 19 de julio del año ante-
rior se declaró en Roma un pavoroso incendio. La
ausencia de medios adecuados para combatir las
llamas, el trazado urbano de la ciudad y la calidad
de las construcciones alimentaron un fuego que
duró una semana y redujo a cenizas gran parte de
la ciudad. En aquellos días Nerón se encontraba
disfrutando de unos días de asueto en Antium y
el desastre le hizo regresar antes de tiempo, en una
reacción que nos recuerda a la de nuestros políti-
cos actuales.
Sus enemigos extendieron el rumor de que él
había sido el pirómano, movido por su deseo de
pasar a la historia como el constructor de una
nueva Roma que superase en esplendor a la an-
terior. La imagen de Nerón tañendo su lira desde
el Quirinal mientras contemplaba el horrendo es-
pectáculo de las llamas destruyendo la ciudad ha
perdurado hasta nosotros. Fuera o no culpable, lo
cierto es que Nerón acusó a los cristianos de ser
NERÓN Y EL
INCENDIO DE
los responsables del incendio, lo que recrudeció la ROMA. Nerón
persecución contra ellos. fue ampliamente
culpado por el
En política exterior el mayor éxito del emperador gran incendio de
fue la resolución de la crisis contra el indómito Roma del año
pueblo parto, potencia regional dirigida por Ti- 64, y las
granes VI que extendía sus límites por Armenia. leyendas
Finalmente, se logró alcanzar un acuerdo de paz posteriores
hablan de él
con los partos por el que Tigranes fue reconocido
como un
como rey de Armenia bajo vasallaje de Roma. emperador cruel
Tras la caída en desgracia de Burro y Séneca, el y egoísta que
prefecto del pretorio Ofonio Tigelino y Lucio Fe- disfrutaba de la
nio Rufo, también prefecto, ocuparon su lugar. música y la
Tigelino, personaje sin escrúpulos, se hizo con extravagancia
mientras su
el poder mientras el segundo llevaba las rien- ciudad se
das de la administración en medio de un clima consumía.
de creciente descontento. Acusado de participar Arriba, un
en la conjura de Pisón, Lucio Fenio Rufo se sui- grabado le
cidó después de confesar los nombres de otros representa
tocando su lira
implicados. Ante el clima de represión y el caos mientras las
que se vivía en la administración estallaron va- llamas
rias sublevaciones en diferentes provincias del envuelven los
Imperio, la más importante de ellas dirigida por edificios.
Servio Sulpicio Galba en la Tarraconense. Ante
la anarquía, el Senado declaró a Nerón enemigo
público mientras se sublevaban los pretorianos.
Acosado en diferentes frentes, Nerón huyó preci-
pitadamente de Roma y, refugiado en una villa, se
hizo matar el 9 de junio del año 68 por el liberto
Epafrodito, su secretario personal.
Como no podía ser de otra forma, la muerte de
Nerón, digna de la apoteosis de una tragedia clási-
ca, marcó el final de la dinastía Julio-Claudia. Con
su desaparición el Imperio romano entró en una
fase de inestabilidad política caracterizada por ri-
validades que acabaron en sangrientas guerras
civiles que dieron paso a un periodo en el que se
produjo una rápida sucesión de emperadores que
permanecieron por breve tiempo en el poder. MH
MUY HISTORIA 127
EN BUSCA DE UN ARTE DE VIVIR
 El periodo helenístico fue testigo de
un florecimiento de diversas corrientes
filosóficas que contribuyeron de manera
única al marco social e intelectual de su
tiempo e informaron el pensamiento de
las generaciones futuras.

SEBASTIÁN GÁMEZ MILLÁN

FILÓSOFO

SHUTTERSTOCK
LA ESCUELA DE ATENAS. El
fresco de Rafael, pintado entre 1510
y 1512, representa la importancia del
razonamiento científico y la veracidad
inherente a la naturaleza, aspectos
que se remontan a la era clásica.

CICERÓN.
Aunque tuvo
profesores de
cada una de las
escuelas
filosóficas de su
tiempo, pasó su
vida profesando
su apego a la
Academia de
Atenas. urante el helenismo, periodo histórico
que comienza con la muerte de Ale-
jandro Magno en el 323, y que termina
en el inicio de la Edad Media, con la
caída de Roma en el 410 o en el 476
con la caída de Alejandría a manos de
los árabes, además de la Academia de Platón y
al principio la escuela peripatética de Aristóte-
les, las escuelas filosóficas más importantes por
su influjo son la epicúrea, la estoica, la cínica, la
escéptica y la neoplatónica.
Si delimitamos el arco temporal, fijándonos
aproximadamente desde Julio César a Nerón, las
corrientes filosóficas dominantes son el eclecti-
cismo (Cicerón, Plutarco, incluso en Séneca, en
cuyas Epístolas morales a Lucilio cita con frecuen-
cia a Epicuro; quizá todas estas corrientes sean
eclécticas), el estoicismo tardío (Séneca, Epicteto
y Marco Aurelio) y en menor medida el epicu-
reísmo (Lucrecio). Habida cuenta del espacio
que disponemos, a continuación ofreceremos
una visión panorámica del pensamiento de tres
autores y corrientes.
Comparado con el esplendor de la Atenas de
Pericles, hay un amplio consenso entre los inves-
130 MUY HISTORIA
SHUTTERSTOCK
tigadores en juzgar que el pensamiento de estos
filósofos no es «original» ni de la altura dialéctica
de los anteriores. Bertrand Russell recuerda que
«cuando los romanos entraron por primera vez en
contacto con los griegos, llegaron a considerarse a
sí mismos como bárbaros y groseros. Los griegos
eran inconmensurablemente superiores en mu-
chos aspectos: en la manufactura y en la técnica
de la agricultura; en las clases de conocimiento
que le son necesarios a un buen funcionario; en
la conversación y en el arte de gozar de la vida;
en el arte, en la literatura y la filosofía. Las únicas
cosas en las que los romanos eran superiores eran
la táctica militar y la cohesión social».
Al final veremos algún aspecto más donde los
romanos aventajaron a los griegos. Por lo demás,
estos filósofos no fueron originales ni tampoco
lo pretendieron (el concepto de «originalidad»
es más propio del Romanticismo hasta nuestros
días). Sin embargo, en algunos aspectos lograron
superarles: pienso que las ideas sobre la amistad
de Cicerón están en buena medida en la Ética
a Nicómaco de Aristóteles, pero no alcanzan
una expresión tan bella y memorable como en
De Amicitia. Y en diferentes estilos cabe decir
lo mismo respecto a Lucrecio, Séneca o Marco que se elabora de manera consciente y voluntaria
Aurelio. La prueba de ello es que son clásicos, es a partir de un texto al que se considera autori-
decir, autores cuyas obras no dejan de dialogar e dad», pero sin dejar de experimentarlo como
interpelar a las futuras generaciones. diferentes ejercicios sobre uno mismo con el fin
Me atrevería a sostener que es una filosofía de acceder a otra forma de vivir más adecuada.
imperecedera que aflora especialmente en los
periodos de crisis, como en la actualidad, don-
de se reeditan con frecuencia libros de y sobre CICERÓN (106-43 A. C)
el estoicismo. Una característica de la filosofía Es, sin lugar a dudas, el pensador que mejor se CONJURA DE
imperial es el giro ético, la orientación hacia pro- conoce de esta época debido a las biografías de CATILINA. La
blemas prácticos vinculados con el arte de saber sus contemporáneos y a su correspondencia. De cromolitografía
vivir y con la libertad interior, quizá por los tiem- origen relativamente humilde, ocupó las más al- de Hans W.
pos de extrema incertidumbre que padecieron. tas magistraturas políticas dentro del límite de Schmidt (1912),
bajo estas
La filosofía de estos autores permite afrontar las edad permitido. Recibió una sólida formación en
líneas,
adversidades, que nunca faltan, con ejercicios de derecho y retórica que, junto con la filosofía grie- representa el
prudencia, firmeza, fortaleza y sabiduría. ga, serán las tres disciplinas a las que se adscriban momento en
Según Pierre Hadot, en esta época aparece el todos sus escritos. que Cicerón
funcionalismo en la enseñanza de la filosofía, de Además del epicureísmo, el estoicismo y el aca- pronuncia su
modo que los maestros —Epicteto o más tarde demicismo (Platón, al que tradujo, y Aristóteles, famoso discurso
en el Senado
Plotino— se sirven de textos de otros autores que suelen estar en su diálogo), en Cicerón es ma- romano en el
comentan. Esta práctica puede considerarse un nifiesto el escepticismo, pues considera que hay año 63 a. C.,
antecedente de la escolástica de la Edad Media, cuestiones sobre las que no existe una certeza acusando a
entendida como «forma racional de pensamiento absoluta, y nos vemos obligados a argumen- Catilina y
denunciando
sus acciones.

ALBUM

MUY HISTORIA 131

ASC

TITO
LUCRECIO
CARO.
Grabado de
Lucrecio en
una edición
de 1682 de
su obra Sobre
la naturaleza
de las cosas.

132 MUY HISTORIA


tar las ventajas e inconvenientes con el fin
de establecer qué opiniones, ideas y creencias
son más verosímiles y probables que otras.
Su influencia sobre épocas posteriores es palpa-
ble: el Hortensius, obra perdida que reivindica
el estudio de la filosofía alcanzó a san Agustín
durante la Edad Media y le inclinó hacia esta.
Anticipa el ideal del humanismo renacentista,
que llevará a cabo Petrarca, pues estaba conven-
cido de que gracias al conocimiento y la cultura
podemos perfeccionarnos a nosotros mismos y
desarrollar nuestra humanitas.
Por lo que respecta a la retórica, entre sus obras
destaco El orador, uno de los tratados sobre el
arte de hablar y escribir más importantes de la
historia occidental. Y desde una perspectiva más
filosófica, Sobre los deberes, tratado escrito en
forma epistolar dedicado a su hijo Marco acerca
de cómo instruirlo y educarlo mediante los de-
beres, con reflexiones como esta: «El uso de esta
palabra (“provechoso” o “útil”) se ha corrompido
y pervertido, llegándose al punto en el que se ha
separado la rectitud moral del provecho, acep-
tándose que algo pueda ser moralmente correcto,
ASC
LA MUERTE
DE SÉNECA.
lo cual no podría ser más pernicioso para la vida Séneca,
de los hombres». Por último resalto Disputacio- después de
nes Tusculanas, que son un diálogo sobre el dolor abrirse las
venas, se mete
y el sufrimiento que inflige la muerte y la posibi- en un baño y
lidad de superarlos para lograr la felicidad. sus amigos,
poseídos de
dolor, juran odio
LUCRECIO (94-51 A. C.) a Nerón que
decretó la
Este poeta materialista es el principal represen- muerte de su
tante del epicureísmo. El epicureísmo es una maestro (1871),
corriente filosófica que se puede sintetizar en por Manuel
tres puntos: 1) el fin de los seres humanos es vivir Domínguez
felizmente, entendiendo la felicidad como un es- Sánchez.
tado de ataraxia, imperturbabilidad del ánimo; 2)
los seres humanos actúan movidos por el placer
y evitan el dolor, pero como hay placeres incon-
secuentes y dolores necesarios y convenientes,
por medio de la razón hay que distinguir y elegir
adecuadamente; 3) combaten tres temores que
impiden vivir felizmente: a) el temor irracional
a supersticiones; b) el temor irracional a dioses;
c) el temor irracional a la muerte, porque cuan-
do ella es, nosotros no somos, y cuando nosotros
somos, ella no es.

El orador es uno de los tratados sobre el arte de hablar

y escribir más importantes de la historia occidental
MUY HISTORIA 133
 La obra más perdurable de Lucrecio es So-
bre la naturaleza de las cosas, un vasto poema de
siete mil cuatrocientos versos en los que combi-
na la lírica con «meditaciones filosóficas sobre
la religión, el placer y la muerte, y complejas
teorías sobre el mundo físico, la evolución de las
sociedades humanas, los peligros y las alegrías
del sexo, y la naturaleza de la enfermedad», con
tesis tan controvertidas como 1) todo está he-
cho de partículas invisibles; 2) el universo no
tiene creador ni ha sido concebido por nadie;
3) el cambio de trayectoria es la fuente de la li-
bertad de albedrío; 4) la naturaleza experimenta
sin cesar; 5) el universo no fue creado para los
humanos ni alrededor de los humanos; 6) el al-
ma muere; 7) no existe el más allá; 8) todas las
religiones organizadas son ilusiones de la su-
perstición; 9) el fin supremo de la vida humana
es la potenciación del placer y la reducción del
dolor; 10) el mayor obstáculo para el placer no
es el dolor, sino las ilusiones».

SÉNECA (4 A. C.- 65 D. C.)

En nuestro idioma «séneca» es sinónimo de «sa-
bio». Siendo uno de los hombres más ricos del
Imperio, sostenía que «pobre es el que quiere más».
Y que la vida feliz solo se alcanza comportándonos
LEGADO virtuosamente. Séneca decidió ser soberano de su
DURADERO. muerte, tal como había procurado ser de su vida,
La obra de de modo que se suicidó antes de que la orden de
Séneca
Nerón acabara con él en una muerte que guarda
constituye la
principal fuente cierto paralelismo con Sócrates.
escrita de Como otros estoicos, Séneca identifica «na-
filosofía estoica turaleza» y «razón», de tal manera que
ASC

que se ha actuar racional equivale a actuar

conservado. de acuerdo con la naturaleza.
Además identificó am-
bos conceptos con el de
«deber». Es la idea de
logos como ley natu-
ral y como discurso
que se pliega a dicha
ley. Para Séneca la pre-
gunta fundamental es:
¿cómo debemos vivir?
Defendió p osiciones
cosmopolitas («mi patria
es todo el mundo») y uni-
versales. Se le considera un
precursor de la idea de dig-
nidad y, por lo tanto, de uno
de los fundamentos de los De-
SHUTTERSTOCK
MARCO AURELIO. El último de los llamados Cinco
Buenos Emperadores está considerado como una de
las figuras más representativas de la filosofía estoica.
actualidad, como la brevedad de la vida y, en con-
secuencia, la esencial administración del tiempo,
la sustancia de la que se compone nuestras vi-
das, los cuidados de uno mismo, la amistad, la
sabiduría como dominio de sí, la felicidad como
imperturbabilidad del ánimo, las consolaciones
ante ciertos «males» o, mejor dicho, ante cier-
tas ideas inadecuadas de fenómenos naturales
e inevitables.
Se ha visto en el pensamiento de Séneca un an-
tecedente de la llamada «filosofía española», si
es que esto no es un oxímoron. Sea como sea,

rechos Humanos al observar el «senequismo» y su elegante estilo literario

que «el hombre es sagrado han ejercido una poderosa impronta, tanto en
para el hombre». la Edad Media (Jorge Manrique), como en el
Asimismo, ha tratado otros Renacimiento (Montaigne, Shakespeare) y en el
t e m a s d e i mp e re c e d e r a Barroco (Quevedo).

134 MUY HISTORIA

SHUTTERSTOCK
Un aspecto crucial del pensamiento romano para
el devenir de Occidente y de la civilización mun-
dial es la creación del Derecho: organizar cómo
vivir en sociedad con el fin de dar «a cada cual
lo suyo», de acuerdo con una acepción clásica de
justicia. Algunos de estos filósofos no dejarán de
insistir en la relevancia de distinguir entre el de-
recho de gentes, propio de una comunidad, y el
derecho natural, que es universal.
Bertrand Russell indicó que «la doctrina del de-
recho natural, como aparece en los siglos xvi,
xvii y xviii, es una renacer de la doctrina estoi-
ca, aunque con modificaciones importantes (…)
Por naturaleza, sostienen los estoicos, todos los
seres humanos son iguales. Marco Aurelio, en
sus Meditaciones, favorece una “política en la que
haya la misma ley para todos, una política admi-
nistrada con vistas a dar derechos iguales e igual
libertad de palabra y un gobierno real que res-
pete, ante todo, la libertad de los gobernados”».
Algunos de los filósofos modernos más impor-
tantes, como Descartes, Spinoza o Kant, fueron
considerablemente influidos por el estoicismo.
Algunos de los filósofos modernos más importantes
fueron considerablemente influidos por el estoicismo
LA VIDA
INTERIOR
Concretamente este último coincide con ellos en DEL
1) una teoría de la buena voluntad como prin- EMPERADOR.
La gran obra de
cipio de la acción ética; 2) identificar razón y Marco Aurelio,
deber, es decir, actuar racionalmente equivale a Meditaciones,
actuar por deber; 3) dignidad, cualidad común originalmente
a todos los seres humanos por sus características redactada en
antropológicas específicas, en particular, la ra- griego entre los
años 170 y 180,
cionalidad; 4) universalismo; 5) cosmopolitismo. se considera
Estos principios se pueden reconocer en la ética aún en la
del discurso o ética dialógica (Apel, Habermas). actualidad como
Inspirándose en Sócrates, una figura ejemplar un monumento
recurrente en el pensamiento de estos autores, al gobierno
perfecto.
reivindican ser «ciudadanos del mundo», cos-
mopolitas, sin dejar de ser al mismo tiempo
patriotas, lo que se opone a perspectivas provin-
cianas y nacionalistas. Se trata de reconocer lo
excelente, provenga de donde provenga, y culti-
varlo. La escuela estoica fue una de las primeras
en formular la idea de una ley natural univer-
salmente vinculante, convirtiéndose en una clara
precursora de los Derechos Humanos. Propagó
en esta estela la idea de humanidad, de fraterni-
dad universal y de un estado mundial. MH
MUY HISTORIA 135
MUJERES EN LA HISTORIA
Mary Moffat Livingstone
La esposa en la sombra
del gran expedicionario
SANDRA FERRER VALERO
PERIODISTA Y DIVULGADORA DEL PAPEL DE LAS MUJERES EN LA HISTORIA
icen que detrás de un gran hombre siempre
hay una gran mujer. Lo que no se especifi-
ca muchas veces es que esa gran mujer sufrió
en silencio el abandono y el ostracismo de un
marido demasiado preocupado por su gloria
personal. David Livingstone no pensaba ca-
sarse, hasta que conoció a la hija de un misionero al que
admiraba. Mary Moffat se convirtió entonces en Mary Li-
vingstone y empezó una vida de soledad y penurias en un
continente tan hermoso como hostil. Mary acompañó a
su esposo en alguna de sus grandes expediciones, pero ni
su figura histórica ni sus restos mortales fueron tratados
como se merecían.
Mary Moffat ya sabía desde su tierna infancia lo que
significaba vivir en una misión en África pues fue la
primogénita de las diez criatu-
ras nacidas del matrimonio de
misioneros británicos Robert
Moffat y Mary Smith. Había na-
Dio al doctor Livingstone
cido el 12 de abril de 1821 y su
infancia la pasó en Kuruman,
una familia a la que este
en Sudáfrica, donde sus padres
habían erigido una misión. Un
puso en peligro por su
lugar en el que la señora Moffat
se encargaba de cuidar a los sie-
afán descubridor
te hijos que habían sobrevivido,
mientras su marido predicaba la palabra de Dios.
La pequeña Mary, que había crecido rodeada de indígenas,
fue enviada a la escuela misionera de Wesleyan cuando te-
nía diez años. Ese fue su primer contacto con el «mundo
civilizado», en el que la «África blanca», como la llamaban,
estaba llena de prejuicios y racismo. Años después consi-
guió el título de maestra en Ciudad del Cabo y se integró
activamente en la vida de la misión enseñando a los niños
de Kuruman. Tras un paréntesis en el que los Moffat via-
jaron a Inglaterra, regresaron al que siempre había sido su
hogar. Fue entonces cuando la vida de Mary Moffat cam-
biaría por completo.
No era muy habitual que acudieran visitantes a la misión
de los Moffat, pero cuando Mary era una joven de veinti-
trés años presenció la llegada de un joven y desconocido
misionero llamado David Livingstone. Había llegado hasta
136 MUY HISTORIA
Kuruman obnubilado por las palabras que había escuchado
al padre de Mary en Inglaterra. Quería seguir sus pasos
como predicador y para ello quería ver de primera mano su
labor. Por aquel entonces, David había superado los trein-
ta, pero no había tenido ni la ocasión ni la intención de
casarse. Hasta que conoció a la mayor de los Moffat. Bajo
un frondoso almendro, el flamante doctor Livingstone le
confesó su amor a la joven Mary y ella le correspondió.
La pareja se casó en enero de 1845 y, por un tiempo, pare-
cía que los Livingstone iban a ser una réplica de los Moffat.
Pero las ansias de explorar de David obligaron a Mary a
abandonar el que había sido su primer hogar, Mabotsa,
para reunirse con su marido en su segunda morada, en
Chonuane. Aquel primer viaje ya debió hacer intuir a Mary
que el suyo iba a ser un desierto de lágrimas. Con un bebé
bajo el brazo y otro en su vientre,
el trayecto se convirtió en una
pesadilla de fiebre, animales sal-
vajes y soledad. Mucha soledad.
Cuando parecía que el hogar
y la escuela de la nueva misión
empezaban a consolidarse, una
sequía obligó a los Livingstone a
volver a hacer las maletas y vol-
ver a empezar en Kolobeng. Para
entonces, Mary ya sabía lo que
significaba una prolija maternidad.
En 1850, embarazada por enésima vez, Mary se subió a
un carromato con sus hijos y su esposo para dejar atrás la
misión de Kolobeng. Los niños no tardaron en contraer la
malaria, una enfermedad que preocupó a su madre y fasci-
nó a su padre, más interesado por analizar sus estragos que
en velar por la vida de quienes la sufrían, sus propios hijos.
Tal llegó a ser el sufrimiento de Mary, quien vio morir a
alguno de sus hijos mientras alejaba a las bestias salvajes de
aquellos rincones perdidos del mundo para proteger a los
que aún vivían, que terminó sucumbiendo al agotamiento.
Un lado de su rostro quedaría paralizado para siempre.
Y mientras tanto, el doctor Livingstone continuaba empe-
ñado en adentrarse en tierras ignotas con los suyos. Hasta
que se dio cuenta de que sus ansias de descubrimiento eran
frenadas por el pesado avance de una mujer y una amplia

prole de niños.
A pesar de que,
según él, la pre-
sencia de su esposa
era inspiradora en
los encuentros con las
tribus africanas, llegó un
momento en el que se dio
cuenta de que los beneficios
eran menores que los problemas
que ocasionaba viajar con ellos. David
envió a Mary y sus hijos a Gran Bretaña.
La fría Escocia no fue un consuelo para Mary, pues la
familia de su marido no la recibió precisamente con los
brazos abiertos. Fueron los miembros de la Sociedad Mi-
sionera de Londres, a la que pertenecían los Moffat, los
que la ayudaron a sobrellevar la soledad y un incipiente
alcoholismo. Probablemente, los mensajes de amor que
recibía desde la lejana África no eran demasiado consuelo
para ella. «Cómo los extraño ahora, y a los queridos niños
—escribió David desde Ciudad del Cabo en 1852—. Mi co-
razón anhela incesantemente por ti. Cuántos pensamientos
del pasado se agolpan en mi mente. Siento como si quisiera
atarte con mucha más ternura y amor que nunca. Has sido
una gran bendición para mí. Atendiste a mi consuelo de
muchas maneras. Dios te bendiga por todas tus bondades».
Cuatro años permaneció sola, hasta que el doctor David
Livingstone regresó a Gran Bretaña convertido en un au-
téntico héroe. Mientras se daba verdaderos baños de masas,
ella permanecía oculta, en la sombra. Solamente Ashley
Cooper la mencionó en un homenaje a su esposo celebra-
ASC
do en la Real
Sociedad Geo-
gráfica, aunque
sus palabras so-
lo sir vieron para
enfatizar el papel de
la esposa sumisa: «Mary
Livingstone pasó años de
soledad en este país rezan-
do por su esposo y aceptando su
abandono con resignación. Esta enco-
miable mujer supo sacrificar su bienestar en
aras del desarrollo científico y la cristiandad».
En 1858, Mary Livingstone regresó a África con su ma-
rido y sus hijos. David pronto se embarcó en una nueva
expedición mientras ella se preparó en Kuruman para
dar a luz a una niña. De nuevo juntos, en 1861 Mary se
puso en marcha acompañando a su marido. Meses des-
pués, otra vez embarazada, cerca del río Zambeze, Mary
Moffat Livingstone falleció el 27 de abril de 1862. Acababa
de cumplir cuarenta y un años, pero era una anciana, una
mujer magullada por la vida. Su marido se lamentó por
su muerte, que lo dejaba «sin fuerzas ni esperanza» como
él mismo afirmó. El 31 de mayo, pocos días después de la
desaparición de Mary, David escribió: «La pérdida de mi
siempre querida Mary pesa como una gran losa sobre mi
corazón». El cuerpo de la señora Livingstone fue enterrado
en el mismo sitio en el que había fallecido, bajo un baobab.
Cuando el doctor Livingstone falleció en Zambia en 1873,
se organizó una misión para repatriar sus restos y enterrar-
los con todos los honores en la Abadía de Westminster. MH
MUY HISTORIA 137
HISTORIA EN EL ARTE
La oración del trabajo
Dalí dijo de esta pequeña obra maestra que era la más turbadora
y rica en pensamientos inconscientes que jamás hubiese
existido. Aquí repasamos parte de su significado.
MARTA ALDANA
D
e apenas 66 por 55 centí-
metros, esta obra fue rea-
lizada por el francés Jean
François Millet en 1859.
Cuando se le preguntó qué repre-
sentaba, se limitó a recitar: Ángelus
Domini nuntiávit Mariae et concépit
de Spíritu Sancto. Se trata de los pri-
meros versos del Ángelus, una ora-
ción que conmemora la Anunciación
y Encarnación de la Virgen y cuyo re-
zo (tres veces al día) se impuso en la
Francia del siglo xv por Luis XI, algo
que con el tiempo derivó en costum-
bre durante los periodos de siembra y
de recolección.
FECUNDIDAD DE LA TIERRA...
Este simbolismo relacionado con la
virgen se halla a una escala bastante
profunda: los ciclos anuales de ferti-
lidad de la tierra se inauguran en la
primavera y se corresponden con el
veinticinco de marzo, fecha de recep-
ción del mensaje divino por María,
es decir, nueve meses antes de la Na-
tividad. La correlación de los ciclos
sagrados con las estaciones otorga
siempre un significado religioso a
cualquier ritual campesino y abre la
interpretación de este cuadro a una
dimensión trascendente que se refle-
jó en la enorme difusión que esta pe-
queña obra maestra tuvo en su épo-
ca en los ámbitos rurales. El cuadro
batió todos los récords de reproduc-
ción, y no hubo estancia de la Francia
rural donde no estuviera colgada la
escena de estos campesinos rezando
el Ángelus.
¿Qué nos «narra» este lienzo? Vea-
mos: bajo un cielo crepuscular y nu-
boso de pinceladas suaves, casi un
primer aliento del cercano impresio-
nismo, dos campesinos, un hombre
138 MUY HISTORIA
y una mujer, permanecen de pie y de
espaldas a la luz, contrapuestos a ella
y evidenciando su volumen. Sobre
un llano y árido paisaje, que parece
trabajable solo a duras penas, apare-
cen recogidos en sí mismos, como si
musitaran una plegaria. A lo lejos se
vislumbran unos almiares y un pue-
blo, del que se destaca la torre de la
iglesia (una nota religiosa más): una
comunidad que necesita los frutos
del trabajo de nuestros protagonistas.
La atmósfera de la escena genera
cierta fusión entre el paisaje natural
y los dos personajes, algo a lo que
por supuesto ayuda el empleo de una
gama cromática similar en todos los
elementos, en la que predominan los
tonos tierra.
A diferencia de sus caras, en sombra,
sus gestos quedan realzados por la
luz. La línea de sus miradas se dirige
a un objeto concreto, una cesta de pa-
tatas a los pies de la mujer: parte del
fruto de la cosecha de ese día.
La composición semicircular entre el
hombre y la mujer, con la cesta en el
centro, refleja simbólicamente la de
la familia de María, José y el niño Je-
sús, y en un plano más profundo el
de los elementos masculino y feme-
nino, del hombre y la mujer, que
aparecen subrayados por su parte
por la enhiesta horquilla al lado del
hombre (falo) y la carretilla detrás de
la mujer (su forma está abierta, re-
ceptiva, para la procreación). Dalí,
obsesionado con este cuadro, adujo
en El mito trágico del Ángelus de Mi-
llet, que la cesta no es sino el hijo
muerto de ambos, con lo que modi-
fica la tradicional lectura de la plega-
ria por la fertilidad del campo, con-
virtiéndola en un fatal réquiem por
la imposibilidad de procrear. MH
ASC
MUY HISTORIA 139
HISTORIAS MINÚSCULAS

Kampuchea,
cuatro años de infierno
GETTY

Del año 1975 al 1979, el Reino de Camboya dejó de existir. Gobernado por una banda de dementes
apoyados por China —los jemeres rojos—, pasó a llamarse Kampuchea e implantó por la fuerza una
utopía agraria de corte maoísta que vació las ciudades y liquidó a dos millones de conciudadanos.
Quien usara gafas era hombre muerto.
JOSÉ PARDINA

manece en Phnom Penh el 17 de abril de 1975. Ni dudas al mundo y proclama la desaparición de Cambo-

A un alma en sus calles ominosamente silenciosas.

Sobre sus carros blindados de fabricación china, los
jemeres rojos de Pol Pot, con sus rojiblancos krama de
algodón anudados al cuello, entran en la capital de Cam-
boya blandiendo sus AK 47 de fabricación soviética. No
hay resistencia, tras la huida del gobierno prooccidental y
corrupto del general Lon Nol y la desbandada de su ejér-
cito. La población no sabe si esconderse en sus casas o
salir a celebrar el fin de la guerra civil junto a los joven-
císimos vencedores. Antes de la puesta de sol, el nuevo
gobierno del Partido Comunista de Kampuchea saca de
ya y el comienzo del «Año Cero» de la Nueva Era. Para
demostrar que sus proclamas van en serio, el Jemer vuela
el edifico del banco nacional, quema el papel moneda, re-
quisa los vehículos de la capital y cierra todos los hospi-
tales. Ha empezado la utopía comunista del Angkar («la
Organización»). Sin tomarse un respiro para disfrutar
de su victoria, y aduciendo el peligro de un bombardeo
estadounidense, los fieros guerreros ordenan a todos los
habitantes de la capital, más de tres millones de personas,
la evacuación inmediata. Quienes se resisten son ame-
trallados sin contemplaciones. A la una de la madruga-

140 MUY HISTORIA


da, con la ciudad ya vacía, cortan el suministro de agua.
El Jemer Rojo quería purificar la sociedad camboyana y
crear un «hombre nuevo», inspirado en los valores del
maoísmo marxista-leninista. Un nuevo hombre comunista,
campesino, no contaminado por el capitalismo ni el indivi-
dualismo occidentales. Y lo quería inmediatamente. No lo
consiguió, pero el intento chiflado duró cuatro años, se co-
bró la vida de más de 2 millones de personas, la cuarta parte
de la población de un país del tamaño de Extremadura y las
dos Castillas juntas (181 000 kilómetros cuadrados).
Mientras en España vivíamos ensimismados con nuestra
Transición política, las fotos, las historias y las cifras que
documentan la trayectoria del régimen Jemer hablan de
un horror casi absoluto y disparatado; de un intento de
reducir a cenizas todo lo conocido para construir una
nueva sociedad ideal, igualitaria y sin clases. Una distopía
de pesadilla que ni George Orwell había podido imaginar.
En pocas semanas, las ciudades camboyanas fueron va-
GETTY
POL POT Y EL «LÍDER SUPREMO». A la izda., jemeres rojos
entran en Phnom Penh el 17 de abril de 1975. Sobre estas líneas,
su líder Pol Pot estrecha la mano de Deng Xiaoping en 1978.
ciadas a la fuerza, y sus habitantes trasladados a comunas
agrícolas donde trabajaban 14 horas al día, con un breve
descanso cada dos semanas. Se impuso un estricto con-
trol sobre las relaciones personales, se celebraron miles de
matrimonios forzados y se prohibió cualquier manifesta-
ción religiosa, así como los libros y la lectura. Cualquier
persona sospechosa de haber formado parte de la admi-
nistración del régimen anterior fue ejecutada; ejecutado
también cualquier sospechoso de cosmopolitismo, o de
tener educación —la gente que usaba gafas, por ejemplo—;
así como las personas de manos finas, «no proletarias». El
80 % de los ex miembros de las fuerzas armadas guberna-
mentales y más del 50 % de los diplomados que existían en
el país (maestros, funcionarios, camareros, dependientes
de comercio…) perecieron bajo el nuevo régimen.
CAMPO DE EXTERMINIO
El hambre fue utilizada como arma de control social. Se
destruyeron árboles frutales para que la gente no pudiera
tener acceso a otra comida que la aguada sopa de arroz
que proporcionaba la comuna de reeducación. Los que no
pudieron resistir las marchas (se les trasladaba de campo
arbitrariamente, siempre a pie) fueron abandonados a su
suerte. Abundaban los cadáveres esparcidos al borde de
los caminos. De las decenas de miles de muertes que cau-
só el régimen, muchas lo fueron por hambre, agotamien-
to o desesperación. Otras, por la violencia asesina de los
jemeres rojos, que fusilaban caprichosamente o degolla-
ban y golpeaban hasta morir, para ahorrar munición. Las
ejecuciones con bolsas de plástico asfixiantes se hicieron
tristemente famosas, según testimonios de quienes logra-
ron huir a Tailandia. Las personas no importaban, solo el
ideal de una nueva sociedad, basado en el pensamiento
Mao Ze Dong. Su lema terrorífico era «perderte no es una
pérdida y conservarte no tiene ningún valor».
MUY HISTORIA 141
 LÍOS DE FAMILIA EN UN TABLERO SINIESTRO
in duda la barbarie comenzó an- zonas urbanas en granjas colectivas dos, Vietnam invadió Camboya en una

S tes del Jemer Rojo. Camboya es-

taba en el corazón de un tablero
de ajedrez en el que se jugó una de
donde trabajaban forzosamente.
El propósito de esa política era conver-
tir a los ciudadanos camboyanos,
operación relámpago. El 7 de enero
del año 1979 sus fuerzas ocupaban
Phnom Penh, poniendo fin al régimen
las partidas más duras de la Guerra o «gente vieja», en «gente nueva» a del Jemer Rojo. La espiral de muerte
Fría. La cercanía a Vietnam, donde el través de la mano de obra agrícola. y desolación no se detuvo: la guerra
Vietcong se había alzado en armas El plan derivó en muertes masivas por contra la ocupación vietnamita suma-
contra el régimen de Vietnam del Sur, ejecuciones sin juicio, agotamiento ría decenas de miles de víctimas al
títere de Estados Unidos, le pasaría por trabajo, enfermedades y hambre. desastre. Los Acuerdos de París de
factura: a principios de los años se- Finalmente, el orgullo nacionalista del 1991 crearon un atisbo de paz, pero la
tenta, Nixon comenzó a bombardear Jemer le llevó a masacrar a la pobla- negativa de los jemeres rojos a partici-
el territorio camboyano para destruir ción de origen vietnamita y atacar Viet- par en las elecciones de 1993 reactivó
la llamada ruta Ho-Chi Minh, que los nam. A la animadversión vecinal se el conflicto. Tan solo en 1997, la ma-
guerrilleros norvietnamitas utilizaban unió la ideología sectaria: los dos regí- yoría de los Hermanos, ocultos en la
para atacar Vietnam del Sur. Las más menes eran comunistas, pero pertene- jungla, sin apoyo internacional y tras
de 500 000 toneladas de explosivos cían a ramas enemistadas de la familia 30 años de guerra y horror, depusie-
lanzadas por los B-52 norteamerica- marxista-leninista: los vietnamitas eran ron las armas. El asesino Pol Pot fue
nos dieron alas a la guerrilla comu- prorrusos; los camboyanos, prochi- arrestado por sus compañeros y murió
nista de Pol Pot y su Jemer Rojo, que nos. Pero tras derrotar a Estados Uni- un año después.
pasó de 4000 miembros en 1970 a
40 000 en pocos años; hasta que fi-
nalmente tomó Phnom Penh el 17 de
abril de 1975 casi coincidiendo con la
retirada norteamericana de Saigón.
Ya en el poder, Pol Pot y sus Herma-
nos instauraron un programa radical
que incluía el aislamiento del país —re-
bautizado Kampuchea— de la influen-
cia extranjera, el cierre de escuelas,
hospitales y fábricas, la abolición de
la banca, las finanzas y la moneda, la
prohibición de todas las religiones, la
confiscación de todas las propiedades
y la reubicación de las personas de las

Calaveras de víctimas apiladas dentro

de un memorial en el Campo de

SHUTTERSTOCK
Exterminio de Choeung Ek
(Phnom Penh, Camboya).

El régimen sospechaba de todos. Pol Pot, el «Hermano
Número Uno», hablaba constantemente del «enemigo
oculto». Las purgas eran continúas. Se calcula que el 50 %
de los jemeres rojos fueron ejecutados por sus propios
compañeros. Los jemeres rojos convirtieron un pequeño
y bello país de ocho millones de habitantes en un inmenso
campo de exterminio en el que todos eran prisioneros.
DEMASIADO POCO, DEMASIADO TARDE
La magnitud del horror —autogenocidio, ha sido denomi-
nado— se puede intuir hoy en memoriales como la Cár-
cel de Tuol Sleng, a las afueras de Phnom Penh, donde se
apilan calaveras y huesos de las víctimas de este centro de
tortura tras vitrinas de cristal. Las paredes están cubiertas
con las fotos que los jemeres tomaban antes y después de
la ejecución de sus víctimas. El Centro de Documenta-
ción de Camboya tiene registradas 20 000 fosas comunes
en todo el país.
Las reticencias del nuevo gobierno camboyano —temero-
so de que un juicio masivo contra centenares de respon-
sables de atrocidades durante el régimen del Jemer Rojo
pudiera originar un nuevo conflicto— hicieron que tan
solo unos pocos Hermanos ancianos fueran juzgados. Ta
Mok, conocido como «El Carnicero» y sucesor de Pol Pot
murió en prisión en 2006. El director de Amnistía Inter-
nacional para el sureste asiático, Nicholas Bequelin, al co-
nocer el resultado del segundo y último juicio, aseguró:
«Es una justicia amarga. El mundo llevaba demasiado
tiempo esperando este momento. Décadas después de los
crímenes y 13 años después de su establecimiento, las Sa-
las Especiales deberían haber logrado más». MH

142 MUY HISTORIA

/RV UtRV GH %DELORQLD PRPLDV SDSLURV OD DQWLJXD &KLQD ORV DQDWRPLVWDV KRODQGHVHV +LSyFUDWHV
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TAPADURA • ILUSTRADO • 704 PÁGINAS

Siempre hemos querido saber dónde residía el genio y cómo surgía la locura, qué era aquello que nos
distinguía de los animales, si éramos el receptáculo de espíritus pensantes o un autómata que respondía
GH IRUPD UH³HMD D ORV HVWtPXORV TXH UHFLEtD 'H *DOHQR D &DMDO GH 'HVFDUWHV D 5LWD /HYL0RQWDOFLQL
hemos escudriñado a lo largo de la historia qué se escondía dentro de nuestro cráneo y cómo nos
FRQYHUWtDHQTXLHQHVpUDPRV(VWXGLDUODKLVWRULDGHOFHUHEURDORODUJRGHORVVLJORVHVXQDOHFFLyQGH
FLHQFLD\GHKLVWRULDXQDLQWURGXFFLyQDODHYROXFLyQGHOSHQVDPLHQWRDODYLVLyQGHOKRPEUHHQFDGD
pSRFDDXQDKLVWRULDOOHQDGHSDVLRQHV\GHFUHDWLYLGDGGHSHUVRQDMHVFRQRFLGRV\RWURVROYLGDGRVGH
LGHDVDUUDVWUDGDVSRUHOWRUUHQWHGHORVWLHPSRV\RWUDVTXHLQFOXVRUHFKD]DGDVVLJXHQHQWUHQRVRWURV
PANORAMA
POR CRISTINA ENRÍQUEZ
LIBROS CON HISTORIA
‘MUJERES EN LA SEGUNDA
GUERRA MUNDIAL’.
MIGUEL FÉLIX GÓMEZ Y ANTONIO GÁMEZ
El gran conflicto militar global que se desarrolló entre 1939
y 1945 generó la urgencia de movilizar a toda la población,
incluidas las mujeres. Así, la expansión del papel de la mujer
resultó inevitable pues supuso su incorporación forzosa como
fuerza de trabajo y combate, tanto en el Eje como en el bando
aliado (aunque los roles particulares variaban de un país
a otro). Pero ¿cuál fue realmente la función de las mujeres
durante el conflicto bélico? Como descubrimos en este libro
de Pinolia, no solo fueron enfermeras o mano de obra en las
fábricas: fueron intrépidas aviadoras en misiones de ataque
y reabastecimiento, letales francotiradoras, combatieron
codo con codo con sus compañeros soldados en el Ejército
Rojo y asumieron roles destacados en estructuras clave del
régimen nazi. Su participación abrió nuevas oportunidades
para cientos de miles de mujeres, allanando el camino hacia
una mayor igualdad, pero fue una tarea ardua, plagado
de dificultades y desafíos. ‘Mujeres en
la Segunda Guerra Mundial’ es una obra
rigurosa y esencial que otorga a todas ellas
el lugar que merecen en el conflicto que
cambió el devenir de la historia.
Pinolia. 23,95 €.
Miguel Félix Gómez (Úbeda, 1974),
Especialista Universitario en Historia
Militar, es Gestor de Patrimonio
Histórico en el Archivo Histórico
Municipal de Jaén.
Antonio Gámez (Jaén, 1987) es
abogado y compagina su profesión
con su pasión por la historia
contemporánea y la ciencia del
comportamiento.
144 MUY HISTORIA
Manuel P. Villatoro (1990) es
colaborador habitual de la
revista Muy Historia y
coordina la sección de
Historia del periódico ABC
desde hace once años.
Especialista en Segunda
Guerra Mundial e historia
militar, es coautor de Lo que
nunca te han contado del
Día D y la saga Sin mitos
ni tópicos.
‘CÁTAROS’.
MANUEL P. VILLATORO
Pinolia publica la apasionante historia de la secta cristiana que
propició el nacimiento de la Inquisición. Se trata de una obra con
una visión profunda y accesible sobre las complejidades y misterios
de una de las herejías más impactantes de la Edad Media, cuyo
legado impregna aún la cultura y el pensamiento occidental.
Porque, si bien a lo largo de la Edad Media surgieron diversos
movimientos contrarios a la doctrina católica que se instauraba con
mano de hierro, ninguno fue tan fascinante como el de los cátaros.
Esta enigmática secta desafió al poder de la Iglesia y luchó por su
particular visión de la espiritualidad, caracterizada por su rechazo a
las estructuras eclesiásticas y por su búsqueda de la pureza interior
mediante el voto de pobreza y la castidad.
A través de diversos artículos escritos por historiadores y
expertos y coordinados por Manuel P. Villatoro, descubriremos
cómo fueron sus rituales, su vida cotidiana en comunidad y
los enfrentamientos violentos que los llevaron al borde de la
extinción, entre ellos la primera cruzada convocada por la Iglesia
en tierra cristiana para luchar contra el éxito y el poder en ascenso
de los albigenses, así llamados también por sus opositores por
sus zonas de mayor influencia, de Agen a Béziers y de Albi a los
Pirineos. Conocerás a figuras clave como los
perfectos, los líderes carismáticos de la secta,
y te adentrarás en su sabiduría oculta, sus
leyendas, profecías y en los interrogantes que
aún perduran en la historia.
Pinolia. 22,95 €.
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‘El gabinete mágico’.
EMILIO PASCUAL
El escritor y editor
segoviano —Premio
Nacional de Literatura
Infantil por ‘Noche de
Reyes Magos’— publica
un libro lleno de guiños
y complicidades con los
lectores, un libro fabuloso
que es un homenaje a las
grandes obras de ficción y
a los grandes autores de la
literatura universal: desde
Rabelais, Conan Doyle,
Eduardo Mendoza, Daniel
Defoe, Rousseau, Verne,
Michael Ende, Roald Dahl,
Flaubert, Sciascia o Baroja.
Es un viaje alucinante por
la mítica biblioteca de
Alejandría, la de la abadía
sin nombre de Umberto Eco,
la biblioteca de Babel de
Borges y la celestial de Fred
Schepisi, para acabar en
el cementerio de los libros
olvidados de Ruiz Zafón. Una
maravilla.
Siruela. 27,90 €.
‘Locos adorables’.
DANIEL SAMPER PIZANO
El nuevo libro del periodista
Daniel Samper nos descubre
las extravagantes, originales
y divertidas historias de
vida de diez personajes
tan excéntricos como
memorables. Ajenos a las
convenciones de su tiempo
y verdaderos precursores
del mundo actual, sus
doce «locos adorables»
sorprenden por su valor, ya
se trate de Ada Byron (la
hija del poeta) que sentó
las bases de ordenadores
y algoritmos, François
Vatel, el cocinero de los
suntuosos banquetes que
daba Luis XIV en su corte, o
de Hedy Lamarr, la bellísima
actriz que fue también una
genial inventora.
Aguilar. 21,90 €.
‘Los fuegos de la
lujuria’.
KATHERINE HARVEY
Apoyada en una exhaustiva
documentación, la
historiadora medievalista
británica nos desvela los
secretos de alcoba la Edad
Media, lejos de la idea de
religiosidad extrema o de la
misoginia y la violencia con
la que muchos la asocian.
Su recorrido por el sexo en
Europa Occidental entre
1100 y 1500 nos descubre
un tiempo que navegó entre
el pecado y el placer y en el
que era innegable el ansia
estatal de meterse en la
cama de los ciudadanos
o de los súbditos, como
un mecanismo de control.
El sexo fue manejado por
los gobernantes según sus
intereses.
Áticos de los libros. 22,90 €.
‘Hiroshima’.
AGUSTÍN RIVERA
El periodista malagueño
da voz a los supervivientes
de Hiroshima, a esos
‘hibakusha’ que
sobrevivieron a las bombas
atómicas lanzadas por
EE. UU. sobre Japón en
1945, y que comparten el
dolor por el recuerdo, el
estigma y el sentimiento de
culpa. Tras el 6 de agosto
de 1945, los habitantes de
una Hiroshima destruida
por una bomba atómica
—los que sobrevivieron a las
heridas y a la radiación—,
descubrieron que la vida que
conocían había terminado
para siempre. Agustín Rivera
ha recogido sus testimonios
en primera persona durante
sus sucesivos viajes a
Japón desde 1995 y en su
etapa como corresponsal
en ese país, y nos revela
sus estrategias para seguir
viviendo.
Kailas. 21,90 €.
‘Expediciones
científicas españolas
del siglo XVIII’.
AGUSTÍN R. RODRÍGUEZ
GONZÁLEZ
De Tierra del Fuego,
California y Alaska a las
vastas y poco conocidas
aguas del Pacífico; de la
expedición del Meridiano
de Jorge Juan y Antonio
de Ulloa a rutas por
territorios desconocidos
o poco explorados para
descubrir su fauna, su
flora y las costumbres
de sus habitantes. Tal
fue la importancia de los
informes que aportaron las
expediciones científicas
españolas en el siglo XVIII
que abrieron las puertas
a otros protagonistas:
Celestino Mutis, Malaspina,
Félix de Azara y el célebre
Francisco Javier Balmis,
responsable de la primera
experiencia de vacunación
mundial que ha conocido
la Historia. Conquistas
esenciales para el mundo
que se iniciaron con el
Descubrimiento de América
y que hoy continúan con las
expediciones organizadas
por la Armada en la lejana
Antártida.
EDAF. 25 €.
MUY HISTORIA 145
 SERIES DOCUMENTAL

‘La Inglaterra de Agatha

‘11.22.63’. ‘Memorias de una escritora’. Christie’.
Esta serie de 2019, producida por Biopic que repasa los inicios de la Agatha Christie nació en Torquay,
J.J. Abrams y basada en una novela formidable escritora Karen Blixen. La un pequeño pueblo de la costa
de Stephen King, hará las delicias de actriz Connie Nielsen se mete en la piel de sur de Inglaterra, perteneciente al
los amantes de la ficción temporal. la autora de ‘Memorias de África’ en esta condado de Devon. En una carrera
Su protagonista es el profesor de serie danesa de 2022. Seis capítulos que que abarca más de medio siglo, la
secundaria Jake Epping (James arrancan cuando, tras 17 años en Kenia, prolífica escritora se inspiró en los
Franco) quien viaja a 1963 para evitar el Karen Blixen vuelve a Dinamarca porque paisajes y el carácter de su país
asesinato de John F. Kennedy. Pero su lo ha perdido todo. Por delante tiene una de origen, muchos de los cuales
misión se ve amenazada por Lee Harvey vida que depende en gran medida de su aparecen en sus novelas criminales.
Oswald, el amor, y el pasado en sí, que familia. Será en su búsqueda de la libertad Este documental británico de 2021,
no quiere ser cambiado. Consta de una y la independencia cuando de nueva vida que consta de 10 capítulos, lleva
temporada de ocho capítulos. a su sueño de convertirse en escritora. a los espectadores a un recorrido
Amazon Prime Video. Filmin. literario por Inglaterra, centrándose
en los lugares más interesantes que
aparecen en algunos de sus libros
EXPOSICIONES más conocidos. Personajes locales
con una conexión personal con
‘Picasso vs. Agatha hablan junto a miembros de
Velázquez’. su familia y biógrafos para crear una
La Casa de Velázquez, en imagen de la vida de la escritora.
Madrid, se une al cincuenta Este documental también presenta
aniversario de la muerte información de los que vivieron
de Pablo Picasso con y trabajaron en su finca privada,
una muestra en la que Greenway, así como en Ugbrook
obras gráficas del artista House, donde Agatha conoció a
dialogan con fotografías de archivo, cartas y documentos audiovisuales. La exposición su primer marido, Archie. Estas
comisariada por Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso de Barcelona, es personas y lugares demuestran
un viaje poético-estético centrado en la cuestión de la creación y sus variaciones, y cómo la geografía y su entorno
cuenta con obras creadas especialmente por reconocidos artistas contemporáneos. La inspiraron la narración de historias
inspiración viene de cuando Picasso, tras ver una fotografía de la obra de Velázquez se de Agatha.
recluyó durante cuatro meses de 1957 y realizó 58 cuadros inspirados en las Meninas. Documaster-RTVE Play.
De septiembre a noviembre 2023. Del 26 de octubre al 15 de febrero de 2024.

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Colaboran en este número: Jorge de los Santos, Fernando Cohnen, Manuel Montero, Asier
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Frutos, Carlos Aguilera, José Luis Hernández Garvi, Sebastián Gámez Millán, Sandra Ferrer
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Impreso en España: Edición 11/2023
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146 MUY HISTORIA

 NT L A
A!
VE A A
¡Y

VIVE LA HISTORIA
CON PASIÓN

Descubre el pasado y el presente Te mostramos la apasionante

de la discriminada cultura cristiana aventura del pensamiento entre
heredera del Egipto de los el colapso del mundo antiguo y
faraones. Desde su aparición en el Desde los mismos inicios de la escritura, la nueva ciencia y filosofía del
Valle del Nilo hasta hoy. algunos libros han sido considerados siglo de las Luces.
peligrosos o subversivos y, como tales,
víctimas de censores políticos y religiosos.
La lista de esta locura es larga.

PIE FALSO
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Ediciones Coleccionista de Muy Historia en
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