Nº 569 / 3,50 e

británicos
vs. eUropa
cómo empezó su
euroescepticismo
Un emperador
casi perfecto entrevista
pedro ii y el error
que le dejó sin el antony
trono de Brasil beevor
nos habla de
vivir deprisa la locura del
steve mcqueen plan alemán
y el precio de la en las
adrenalina ardenas

o s s i e r
d
Hitler y sus
geNerAles
Prisma Publicaciones

Canarias 3,65 e
Andorra 3,50 e
Italia 5,50 e
(cont.) 4 e
Portugal

el choque entre el führer y la elitista cúpula militar

en imágenes 150 años de la ringstrasse, el gran bulevar vienés
sumario 08 / 2015

70
mons se reinventa
De la industria minera a la cultural

artículos

56 La ruta del té 78 Adrenalina

El Tíbet se convirtió en la anti-
güedad en el núcleo del comer-
cio de té entre China e India.
Todavía hoy quedan tramos de
aquella tortuosa y fascinante ru-
ta. D. Cubeiro, doctor en Historia.
McQueen
El protagonista de Bullit o Le
Mans no solo era un loco al vo-
lante ante las cámaras. Steve Mc-
Queen llegó a plantearse ser pi-
loto de carreras. C. Joric, historiador.

62 Diario de un
emperador
Pedro II de Brasil era el monar-
ca perfecto. Hasta que descuidó
la política de su país. El error le
costaría caro. A. Caballé, filóloga.
70 Mons 2015
La Capital Europea de la Cultura
en 2015, junto con la checa Pil-
sen, es una ciudad de gran peso
medieval, reinventada ahora
gracias a la innovación tecnoló-
gica y, precisamente, la cultura.
J. M. Palau Riberaygua, periodista.
86 Ciencia
salvar la gran barrera
Esta maravilla, con la que Cook
encalló antes de pisar Australia,
ve su existencia amenazada. La
Unesco se planteó incluso añadir-
la a la lista de Patrimonio Mundial
en Peligro. P. García Luaces, periodista.
92 Arte
Zurbarán & CÍa.
El Thyssen-Bornemisza de Ma-
drid pone el foco en las pinturas
místicas, austeras e intensas de
Zurbarán. A. Echeverría, periodista.
33
hitler y sus
generales
La relación entre el Führer, an-
tiguo cabo en la Primera Gue-
rra Mundial, y la plana mayor
del ejército alemán fue a veces
de complicidad, a menudo de
confrontación. Los generales
erraron al creer que podrían
manejarlo. S. Vich Sáez, historiador.

h i sto r i a y v i da 3
 sumario 08 / 2015

SeccioneS

AcorAzAdo musAshi
24 8 Primera plana
euroescépticos
Mientras los británicos se pre-
paran para un referéndum sobre
Europa, pocos recuerdan que
El coloso nipón hallado por en 1975 votaron otro igual. Solo
un gigante de la informática que entonces los euroescépti-
cos no eran los tories, sino los
laboristas. G. Toca, periodista.

12 En breve
14 Entrevista
Antony beevor
El historiador británico nos
habla sobre su último libro,
Ardenas, 1944.

18 En imágenes
lA ringstrAsse de vienA
Hace 150 años, Francisco José I
inauguraba su mayor proyecto
14
entrevistA 100 urbanístico. C. Puig, periodista.

A beevor 22 Anécdotas
Cortesía Crítica © John Fry

hablamos con él
sobre la batalla 24 Arqueología
de las ardenas el retorno de un coloso
Paul Allen, cofundador de Mi-
crosoft, ha encontrado uno de
los grandes acorazados japone-
ses hundido durante la II Gue-
rra Mundial. C. Joric, historiador.

30 Correo
96 Agenda
100 Libros y cine
96 106 Foto con historia
édith piAf

Créditos fotográficos: Aci Agencia de Fotografía: p. 55. AGE Fotostock: pp. 46-47. Album Archivo fotográfico: pp. 33, 38, 63, 66, 82, 103. Cordon Press: p. 9. Cordon Press / Ullsteinbild: p. 49. Getty
Images: portada y pp. 10-11, 12, 14, 40-41, 48, 50, 51, 53, 54, 55, 56-57, 58, 61, 78, 80, 83, 85. Getty Images / Thinkstock: pp. 13, 21, 22, 31, 73, 89, 101. PhotoAISA: pp. 34-35, 36-37, 39, 40, 42, 43, 44-45,
52, 54, 69, 80-81, 84, 102, 104. Prisma Archivo: pp. 3, 64-65. Shutterstock: pp. 20, 70-71, 72, 73, 75, 86-87, 88, Shutterstock / Daniel Gale (p. 87). Edu García: p. 7. Cortesía de Sotheby’s London: p. 13.
Wikimedia Commons / Cobatfor (p. 15) / Hohum (p. 16) / Setagaya Avant (pp. 24-25) / Alexpl (p. 26) / Takeo Kanda (p. 26) / U. S. Navy (p. 27) / Miles Harris (p. 28) / Chaser (p. 31) / Billy Hathorn (p. 31) / Gunbird-
driver2 (p. 51) / Direktor (p. 52) / Ralph Repo (p. 57) / USAAF (p. 60) / Lecen (pp. 64, 68) / Halleypo (p. 67) / U. S. National Archives and Records Administration (p. 100). Cortesía de Crítica: pp. 16-17, 100, 101.
Cortesía de www.paulallen.com: pp. 4, 28, 29. Cortesía de Museo de Santa Cruz, Toledo: pp. 4, 97. Cortesía de Emon: pp. 4, 105. Cortesía de Vienna Tourist Board / © Freytag Berndt and Artaria (p. 19) / ©
WienTourismus - Christian Stemper (pp. 18-19, 20, 20-21, 21) / © WienTourismus - Peter Koller (p. 21). Cortesía de Austrian National Tourist Office: p. 20. Cortesía de Península: p. 30. Cortesía de Crítica:
p. 30. Cortesía de Pablo Barragán: p. 31. Cortesía de Turismo de Bélgica Bruselas-Valonia: pp. 73, 74, 75. Cortesía de Visit Mons 2015: pp. 76, 77. Cortesía de Greenpeace © Dean Sewell: p. 90. Cortesía
de AIMS Images: p. 91. Cortesía de Museo Thyssen-Bornemisza: pp. 92-95. Cortesía de Arts Santa Mònica, 2015; Fundación Botín / Estate de Sol LeWitt / MassMoCA. Keentfick; MNAC, Barcelona; Museu
d’Història de Catalunya / Fons Comissió de la Dignitat; © BnF; Museo Guggenheim-Bilbao / Jeff Koons; © Alain ROUSSOT: pp. 96, 97, 99. Cortesía de © Wien Museum / Josef Haßlwander; Jewish Museum
Vienna / © Eva Kelety; Österreichische Nationalbibliothek, Vienna; Lower Belvedere, Vienna; Das Rote Wien-Washsalon © Bruno Kreisky Archiv; Architekturzentrum Wien / Archiv Künstlerhaus: p. 98. Cortesia
de Bibliothèque national de France, Arts du spectacle / © Jean-Gabriel Seruzier / Gamma-Rapho: p. 98. Cortesía de Historia: p. 99. Cortesía de Taurus, Salamandra, Stella Maris, Turner, Seix Barral, Pasado &
Presente: pp. 102-104. Cortesía de Warner Bros. Pictures España, A Contracorriente Films: p. 105. Archivo historia y vida: p. 30. Infografía y cartografía: Enric Sorribas / Geotec, pp. 59, 74, 88.

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 editorial

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Edita: PRISMA PUBLICACIONES 2002, S. L.

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E-mail: redaccionhyv@historiayvida.com n su tratado De la guerra, publicado en 1832, el gran estratega prusiano Carl von
Clausewitz afirmaba: “La máquina militar, el Ejército y cuanto a él pertenezca es en
gERENTE Albert Terradas
el fondo bien sencillo, y parece, por lo tanto, fácil de manejar. Pero reflexionando se
DIRECTOR FACTORíA PRISMA J. M. Sanchón
CONTROLLER Gonzalo María Suárez ve que ninguna de sus partes está compuesta de una sola pieza; que todas están
DIRECTOR DE ARTE Xavier Menéndez formadas de individuos, cada uno de los cuales conserva en todas partes su fricción”.
DISTRIBUCIÓN Pilar Barceló
Este planteamiento bien podría aplicarse a la relación que mantuvo Hitler con sus generales.
DIRECTORA DE EVENTOS y PATROCINIOS
María Acedo Recelo y complicidad a partes iguales. Para los altos mandos, el antiguo cabo convertido en
canciller era un advenedizo a quien creyeron poder manejar a su antojo. Por su parte, la im-
Grupo Planeta
parable asunción del poder militar del Führer puede considerarse una especie de venganza
historia y vida está editada y publicada por Prisma Publicaciones ante aquella elitista cúpula militar que le despreciaba. Hitler jugaba al todo o nada, y cada
2002, S. L. bajo licencia de Mundo Revistas, S. L. U. Av. Diagonal,
477, 16.ª pl. 08036 Barcelona, España. historia y vida es una marca triunfo fortalecía su “oscuro carisma”, en palabras de su biógrafo, Laurence Rees. Tras ace-
registrada de Mundo Revistas, S. L. U. y está utilizada bajo contra-
to de licencia. Copyright © 2014. lerar el rearme y restaurar el servicio militar, expuso al generalato su plan de política exterior,
centrado en la conquista de un mayor espacio vital para solucionar la falta de recursos y la
CONSEJO DE REDACCIÓN
Màrius Carol, José Manuel Cuenca, Juan Eslava, superpoblación en Alemania. Pero las ambiciones del Führer iban más allá. La única forma
Nazario González, M. Ángeles Pérez Samper, de conseguir la ansiada expansión sin límite del Tercer Reich era la guerra.
Antonina Rodrigo, Josep Tomàs Cabot
Tras encadenar una serie de victorias que parecían materializar su macabro proyecto, muchos
Atención al cliente y suscripciones militares se rindieron ante la supuesta intuición de Hitler. No obstante, las sucias maniobras
DYRSL. Teléfono: 902 180 830
E-mail: dyr@dyrsa.es
empleadas para deshacerse de todo aquel que no le cayera en gracia empezaron a sembrar
el germen de la oposición dentro del mismo ejército. El jefe del Estado Mayor, Ludwig Beck,
Depósito legal: B.8784-1968. ISSN: 0018-2354 se convirtió en el referente moral de estos opositores, que, sin embargo, no tuvieron la más
Fotomecánica: FOINSA
Imprime: Imprenta Rotocayfo (Impresia Ibérica)
mínima posibilidad de acabar con el omnímodo poder del Führer.
Distribuye: LOGISTA Cuando la suerte del conflicto empezó a ser adversa, la descon-
fianza de Hitler hacia la cúpula se acrecentó: “No sé de ningún
Revista controlada por
general capaz de llevar la tarea a mi entera satisfacción”. Tras la
fallida campaña de Rusia, esa desconsideración se hizo mutua,
pero fueron pocos los que se unieron a los intentos de conspira-
ción. Para la mayor parte de la jerarquía militar, Hitler era su jefe
máximo, al que estaban unidos por juramento.
Esta revista ha recibido una ayuda a la edición
del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Texto: Isabel Margarit, directora

Para opinar sobre la revista puedes escribir a redaccionhyv@historiayvida.com

PORTADA Hitler conversa
con el coronel Maximilian von
Weichs sobre un mapa en
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historia y vida no se hace responsable
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por los autores de los artículos.
primera plana
euro
escépTicos
El referéndum sobre la permanencia de reino Unido en la Unión Europea, que
se planea para antes de 2017, tuvo un antecedente muy distinto en 1975.
Gonzalo Toca, pEriodista
L
os conservadores (tories) son hoy
los adalides del euroescepticismo
en Gran Bretaña, mientras que
los laboristas, o estados como
Francia, se oponen a la consulta
con la que el primer ministro tory David
Cameron (a la dcha.) y los suyos pretenden
romper la relación del país con la comu-
nidad política al otro lado del canal de la
Mancha. Sin embargo, hace exactamente
40 años, fueron los laboristas quienes con-
vocaron un referéndum para decidir sobre
la misma cuestión, la permanencia britá-
nica en lo que era entonces la Comunidad
Económica Europea (CEE). Los conserva-
dores fueron los que hicieron campaña a
favor de Europa, y Francia la que, poco
antes, vetó hasta dos veces el ingreso de
las vecinas islas en el proyecto comunita-
rio. ¿Cómo se dio aquella situación?
¿Estamos solos?
Todo comenzó con la crisis del canal de
Suez. La nacionalización por Nasser de
este canal, financiado por británicos y
franceses en el siglo xix, desató la invasión
de Egipto por parte de Israel (que, en pa-
ralelo, había visto obstaculizado su acceso
al mar Rojo), con el apoyo de París y Lon-
dres, en 1956. Estados Unidos y la Unión
Soviética forzaron la retirada de las viejas
8 h i sto r i a y v i da
potencias coloniales y sus aliados israelíes,
y confirmaron de paso los peores temores
de los inquilinos del 10 de Downing Street:
Washington no siempre los apoyaría, la
relación especial que los unía no era una
fe ciega, y la fabulosa capacidad de seduc-
ción de Churchill tal vez no hubiese sido
tal sin la amenaza de Hitler. Había que
buscar nuevos amigos para que el vertigi-
noso desplome del Imperio británico no
los condenase a la irrelevancia.
Las Comunidades Europeas eran una op-
ción obvia para ellos, si conseguían que
la crisis del canal de suez evidenció a los
briTánicos que ee uu no siempre les apoyaría
los seis fundadores (Alemania Occidental,
Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica y Lu-
xemburgo) aceptasen en las negociaciones
las particularidades de la candidatura
inglesa. Entre ellas, destacaban su lideraz-
go y responsabilidades en la Common-
wealth (la mancomunidad de Gran Bre-
taña y los países que formaron parte de su
imperio); su defensa de una concepción
de Europa como área de libre comercio, y
no como embrión de unión política; su
interés en aportar mucho menos que otros
a la Política Agraria Común (por su menor
superficie agraria y por sus compromisos
con socios de la Commonwealth); y su
necesidad de mantener las restricciones
sobre los pescadores extranjeros en sus
aguas, para tranquilizar a los suyos.
En estas circunstancias, el primer ministro
tory, Harold Macmillan, se sentó a negociar
a sabiendas de que sería enormemente
difícil llegar a un acuerdo. La Comisión
Europea no se sentía cómoda con la ex-
pansión del proyecto en ese momento,
porque creía que retrasaría su consolida-
ción y enfrentaría innecesariamente a los
países miembros. La candidatura británi-
ca, pensaba, crearía todavía más proble-
mas, pues muchos la consideraban el ca-
ballo de Troya de Estados Unidos, y temían
que los astutos negociadores británicos
explotaran las fisuras entre los socios.
Ese fue el momento en el que se produjo
el primer veto del presidente francés Char-
les de Gaulle a la entrada de Reino Unido
en las Comunidades Europeas en 1963.
Fue un golpe extraordinariamente duro
para Macmillan, que había cultivado la
amistad del general galo desde que se co-
eur0escépTicos

h i sto r i a y v i da 9
primera plana
¡esta no era la idea!
por qUé los toriEs sE volviEron EUroEscépticos
Margaret thatcher (en el cen-
tro) empezó a ver con claridad a lo largo
de los años ochenta que las instituciones
comunitarias –en especial, la Comisión de
Delors– ofrecían posibilidades a sus riva-
les laboristas de deshacer parte de su le-
gado con reglamentos supranacionales
sobre los que ella tenía poco control. En
parte, por eso afirmó en su famoso dis-
curso de Brujas en 1988 que no habían
“estrechado los límites del Estado en Gran
Bretaña para verlos restaurados a nivel
europeo con un nuevo súper-Estado que
ejerza su dominio desde Bruselas”.
OtrO de lOs hitOs del desen-
canto conservador con el proyecto comu-
nocieron en Argelia durante la II Guerra
Mundial. Era verdad que le había ayudado
a convertirse en el líder de la autoridad
francesa en el exilio, apoyándolo ante
Churchill y Roosevelt, pero también lo era
que, en 1957, había frenado junto a Wash-
ington las ambiciones nucleares de París.
De Gaulle no lo olvidaría, y, seis años des-
pués, rechazó la candidatura británica.
Sin embargo, conforme avanzaba la déca-
da de los sesenta, el viento cambiaba pro-
gresivamente a favor de los deseos de
Londres. El presidente francés se había
convertido en un motor de división y re-
trasos para la integración europea, después
de bloquear durante seis meses, mediante
“la crisis de la silla vacía”, los trabajos de
las instituciones comunes, que ahora sí
veían con buenos ojos la incorporación de
nuevos miembros. La Comisión creía que
se necesitaba savia nueva para revitalizar
el proyecto. Reino Unido, tras un reciente
debilitamiento de sus vínculos con la Com-
monwealth y en atención a la oportunidad
de coordinar más férreamente las peligro-
sas oscilaciones de la libra frente al franco,
el marco o la lira, se había convertido en
un candidato excepcional. De Gaulle vol-
vió a vetar el ingreso británico en 1967,
pero la suerte estaba echada: su sucesor,
George Pompidou, facilitó las negociacio-
nes casi desde que llegó al Elíseo en 1969.
Las conversaciones que dieron lugar a la
10 h i sto r i a y v i da
nitario fue la defensa por parte de Delors de
la conversión del Parlamento Europeo en un
foro de verdadera representación democráti-
ca, de la Comisión en el poder ejecutivo y del
Consejo de Ministros en una especie de sena-
do. Eso significaba que la soberanía de los es-
tados miembros se vería reducida a favor de
las instituciones comunitarias, algo que millo-
nes de británicos habían temido desde siem-
pre y ante lo que Thatcher respondió con su
célebre “no, no, no” pocas semanas antes
de que su partido la desalojase de Downing
Street, en 1990. La semilla de su exaltado eu-
roescepticismo, ligado para siempre a la ima-
gen de la Dama de Hierro, florecería en las
décadas siguientes entre sus compatriotas
hasta convertirse en una gigantesca secuoya.
adhesión inglesa en 1973 fueron relativa-
mente sencillas, por el cambio de opinión
de los seis fundadores y también por la
percepción de extrema debilidad que Lon-
dres tenía de su posición. El conservador
sir Con O’Neill, líder del equipo negociador
británico, reconocía en sus memorandos
secretos que necesitaban ser aceptados, y
que solo quedaba evitar un precio inso-
portable. Se vieron forzados a asumir re-
gulaciones comunitarias que reducían su
soberanía, a levantar parte de las restric-
ciones que protegían a sus pescadores –un
colectivo muy movilizado– y a tolerar una muchos laborisTas
política agraria común que perjudicaba a creían que la
miembros de la Commonwealth como
Australia, Canadá y Nueva Zelanda.
comunidad pondría
el comercio libre por
El núcleo duro antieuropeo delanTe del empleo
Esas concesiones, sumadas a la humillación
de haber sido “rechazados” por Europa
dos veces y a las propias tensiones de la un club de estados ricos que recortaría su
política doméstica, empezaron a configu- relación con el resto de países, en especial
rar vagamente lo que hoy conocemos como con los pobres; y el embrión de unión po-
euroescepticismo. Los tres pilares de esta lítica que representaban las Comunidades
desconfianza ante el proyecto comunitario, Europeas acabaría por transferir la sobe-
que atenazaba a votantes de todos los par- ranía de Londres a Bruselas.
tidos, estaban presentes en el debate que El líder laborista Harold Wilson, entonces
se celebró en la Cámara de los Comunes en la oposición, creía en la necesidad de
el 1 de octubre de 1971: los precios de los influir en Europa como conjura ante el
alimentos –se temía– subirían, por el pro- descabalgamiento de Gran Bretaña del
teccionismo de la nueva política agraria liderazgo mundial. Tuvo que intentar apla-
europea; Reino Unido se incorporaría a car el euroescepticismo que dividía a su

partido, mientras una inmensa mayoría
de conservadores –entre ellos, la ministra
de Educación y Ciencia Margaret Thatcher–
defendían sin ambages la adhesión a lo
que se convertiría con el tiempo en la Unión
Europea (UE), seguros de que los organis-
mos comunitarios utilizarían sus compe-
tencias para liberalizar los mercados, uno
de los grandes principios tories.
La figura de Wilson ilustra muy bien el
cisma que atravesaba el laborismo britá-
nico. Fue él, como primer ministro, quien
recogió el testigo europeísta de los conser-
vadores en 1964; el que tuvo que soportar
el segundo veto de De Gaulle; y el que
empezó en 1969 los contactos con el su-
cesor de este, Pompidou, que, aunque
contribuirían a la derrota laborista en los
sufragios de 1970, culminaron con la en-
trada de Reino Unido en las Comunidades
Europeas tres años después. También fue
él quien ganó las elecciones de nuevo en
1973 y quien vio cómo, en abril de 1975,
una votación interna de su partido exigía
que el país abandonase de inmediato la
CEE. Aun siendo minoría, los euroescép-
ticos eran un sector muy poderoso y mo-
vilizado en el seno del laborismo. Wilson
se vio forzado a convocar un referéndum
y a liderar la campaña del sí a la Comuni-
dad, en contra de muchos militantes que
lo habían llevado a Downing Street por
segunda vez. Casi el setenta por ciento de
los británicos dio la razón a Wilson con
sus papeletas en junio de 1975.
El euroescepticismo de aquellos laboristas
tenía mucho que ver con el protagonismo
de los sindicatos en la órbita del partido
(tenían un enorme poder en un país mar-
cado por el peso de su industria). También
con el hecho de que veían el proyecto co-
munitario como una excusa para poner el
eur0escépticos
comercio libre por encima del pleno em-
pleo y los derechos de los trabajadores.
Solo empezaron a cambiar de opinión
cuando comprobaron que la desindustria-
lización, las reformas liberales de los man-
datos sucesivos de Margaret Thatcher
desde 1979 y la exitosa campaña de esta
a la hora de deslegitimar a los sindicatos
estaban haciendo perder millones de afi-
liados al Partido Laborista. Eso les conven-
ció de que era necesario un discurso más
pragmático. A finales de los ochenta com-
prendieron, además, que podían limitar
el impacto de las medidas de Thatcher
haciendo lobby en Bruselas, y que el pre-
sidente de la Comisión, Jacques Delors,
estaba apostando por un modelo social-
demócrata que coincidía en muchos pun-
tos con el suyo. Era el momento de abrazar
el europeísmo, sin renunciar nunca del
todo a su proverbial desconfianza.
h i sto r i a y v i da 11
en breve
la mala memoria
Mitos y deformaciones en torno a la “dixie”, la
controvertida bandera confederada americana.
P
oco después del asesinato de nueve
personas en una iglesia afroameri-
cana el 17 de junio en Charleston,
Carolina del Sur, la gobernadora del es-
tado reclamaba el retiro de la bandera
confederada que preside el área del Con-
greso estatal en Columbia, la capital (arri-
ba, cientos de personas protestan allí
contra la bandera). En su web –titulada
“El último rodesio”–, el responsable de la
matanza, Dylann Roof, de 21 años, se
mostraba en distintas fotos quemando
una bandera estadounidense, luciendo en
su chaqueta la enseña sudafricana de los
12 h i sto r i a y v i da
tiempos del apartheid y la de Rodesia (ex-
colonia británica, hoy Zimbabue) y po-
sando junto a banderas confederadas.
en un vano intento por no herir suscep-
tibilidades, la gobernadora demandaba
el retiro de la “Dixie” de Columbia indi-
cando que, aunque “para mucha gente
representa tradiciones que son nobles”,
para otros es “un símbolo altamente ofen-
sivo de un pasado brutalmente opresor”.
Seguía diciendo que creía legítimas am-
bas visiones, y que “no es necesario decla-
rar un ganador y un perdedor”.
sí, muchos quieren ver en esta bandera
un sur desvinculado del odio racial, pero
resulta difícil para muchísimos más, por-
que el símbolo arrastra una pesada carga
de valores supremacistas. Lo irónico es
que la Dixie nunca representó oficialmen-
te a los estados confederados (los del sur)
en la guerra de Secesión (1861-65). Fue
solo el pendón de batalla de uno de sus
ejércitos, el de Virginia del Norte, a las
órdenes de Robert E. Lee. Nombrado co-
mandante general de los ejércitos confe-
derados al final de la guerra, Lee presen-
taría su rendición a Ulysses S. Grant,
general en jefe del ejército de la Unión
(los estados del norte). La popularización
de la Dixie como bandera confederada es
resultado de un error repetido. Ha ondea-
do en multitud de manifestaciones contra
los derechos civiles, tiñéndose de lo peor
del “orgullo sureño”. Empar Revert
 08 / 2015

el otro angkor Wat es notiCia

¿Cómo vivía el común de los mor-
tales en Angkor Wat (Camboya, abajo),
el mayor complejo religioso del mundo?
Un equipo de arqueólogos liderado por
la estadounidense Alison Carter, que
lleva diez años en el terreno, pretende
averiguarlo, excavando en un montícu-
lo del recinto que podría albergar espa-
cios domésticos. Su proyecto es pione-
ro, pues, hasta ahora, los estudios en
esta y otras áreas de la que fuera capi-
tal del Imperio jemer entre los siglos ix
y xv se han centrado, sobre todo, en los
fabulosos templos. Cristina Puig
Galerista ilegal
Una estatua de bronce india de entre los
siglos xi y xii, valorada en un millón de dó-
lares, es una de las más de dos mil qui-
nientas reliquias expoliadas que se han
recuperado en Nueva York. La pieza, que
representa a un poeta tamil, es una de las
muchas que adquirió e importó a EE UU,
presuntamente de forma ilegal (camuflan-
do su procedencia con documentación fal-
sa), el marchante Subhash Kapoor entre
1995 y 2012. Kapoor tenía su centro de
operaciones en una galería situada a po-
cas manzanas del Metropolitan Museum.
El coleccionista que compró la estatua,
acompañada de una certificación fraudu-
lenta, la entregó a las fuerzas de seguri-
dad al ser informado del engaño.

El dólar más caro

Andy Warhol fue y es, literalmente, una
máquina de hacer dinero. En 1962 pintó a
mano un billete de un dólar (abajo, detalle),
el primero de una serie realizada mediante
serigrafía, la técnica con la que compondría
sus famosas latas de sopa Campbell. Más

de medio siglo después, aquel One Dollar

Bill (Silver Certificate) ha multiplicado su
valor hasta llegar a los 29,4 millones de
euros. Es el precio que el lienzo alcanzó en
una subasta celebrada el 1 de julio en la se-
de londinense de Sotheby’s.

Villa a la vista
Después de un cuarto de siglo clausurada

¿Qué Queda de la gran Muralla? por superposición de jurisdicciones, la Villa

Domizia, o Domitia, reabre sus puertas al
menos del 70% de sus muros. Cerca del 30% de la estructura alzada público, aunque solo 75 afortunados al día
entre los ss. iv a. C. y vii d. C. ha desaparecido, lo que equivale a 1.961 km de longi- podrán visitarla. Esta mansión de lujo de
tud, según apunta el primer estudio gubernamental en cuantificar el estado de la época imperial romana, repleta de már-
conservación del monumento. Solo el 8,2% goza de buena salud. El impacto del moles, mosaicos y frescos, perteneció pro-
bablemente a un familiar de Nerón. Está
turismo, el expolio de ladrillos como material constructivo y los embates de la na-
situada en una pequeñísima isla, Giannutri,
turaleza son tres de los peligros que amenazan su preservación. C. P.
frente a la Toscana, a la que hubo que tras-
ladar todos y cada uno de los materiales.

h i sto r i a y v i da 13
entrevista

anTony beevor:
“Todos los generales alemanes vieron que el
plan de HiTler en las ardenas era una locura”.
El 16 de diciembre de 1944, los tanques alemanes
cruzaron los bosques de las ardenas. hitler quería
recuperar amberes y quebrar la alianza entre
británicos y estadounidenses. antony Beevor nos
cuenta cómo aquella jugada desesperada se
convirtió en la batalla más cruel del frente occidental.
Joaquín armada, historiador y pEriodista

A
ntony Beevor es diestro. Por
eso le duele el codo derecho
después de firmar más de cin-
co mil ejemplares de su último
libro, Ardenas, 1944, publica-
do en inglés y español al mismo tiempo.
“Tres mil antes de que se distribuyese, dos
mil después”, aclara cuando miro con lás-
tima su codo maltrecho. Por fortuna para
su tendinitis, ha llegado a Madrid acaba-
da la Feria del Libro para promocionar su
última incursión en un conflicto, la Se-
gunda Guerra Mundial, que desde La
batalla de Creta (1991) nos ha contado
con un estilo envidiable, combinando la
visión de los generales con la de los sol-
dados rasos, sin olvidar nunca el sufri-
miento de los civiles. En Ardenas, 1944
(Crítica), el historiador británico nos ha-
ce sentir el frío que dominó la batalla, la
desesperación e incertidumbre de los ci-
viles, las rencillas y suspicacias de los ge-
nerales aliados, la valentía decisiva de los
infantes estadounidenses, la brutalidad
que dominó a atacantes y atacados.
Usted ya contó la batalla de las Ardenas
en La Segunda Guerra Mundial (Pasado
y Presente, 2012). ¿Qué ha descubierto
escribiendo este libro?
Tenía una idea del asesinato de los prisio-
neros, pero ignoraba hasta qué nivel llegó.
Tampoco sabía cuántos civiles fueron ase-
sinados (unos dos mil quinientos en Bélgi-
ca y otros quinientos en Luxemburgo). En
los Archivos Nacionales de Londres encon-
tré más detalles sobre el fracaso de la inte-
ligencia aliada. Incluso los generales ale-
manes prisioneros en las cárceles británicas
conocían el ataque. Sus conversaciones
están grabadas. Se pasaron al ministro de
Defensa y también llegaron al Cuartel Ge-
neral de Eisenhower, pero nadie reaccionó
porque pensaron que era una fantasía.
Traza un retrato bastante desfavorable
de los generales aliados. Montgomery
no le cae muy bien... y tampoco Bradley.
Solía ver de vez en cuando a lord Montgo-
mery (el hijo del mariscal), y siempre me
decía: “No fuiste demasiado amable con
mi padre en tu último libro”. No sé qué
diría de este –dice mientras sonríe–, aun-
que ya es bastante mayor.
¿La derrota alemana fue un mérito alia-
do o un fracaso del plan de Hitler?
Definitivamente, más bien lo segundo. Fue
un fracaso del plan. Todos los generales
alemanes vieron que era una locura, pero
después del atentado que había sufrido
(el 20 de julio de 1944), era muy poco
probable que Hitler escuchase sus consejos.
Estaba más obsesionado con sus ideas.
De hecho, dio un papel muy relevante
en la ofensiva a las unidades de las SS,

14 h i sto r i a y v i da

que usted destaca estaban mejor equipa-
das que las de la Wehrmacht, pero peor
adiestradas y dirigidas.
Sí, es cierto. Pero a lo largo de la guerra
las SS compensaron sus insuficiencias
tácticas con su brutalidad pura y dura.
Tuvieron el índice de bajas más alto entre
las tropas alemanas, porque sentían como
una necesidad evidente mostrar su va-
lentía. Eso provocó la pérdida innecesaria
de muchas vidas. El propio Hitler lo alen-
taba y alardeaba de esas pérdidas. De
hecho, vio casi como un triunfo que en
un único combate la Leibstandarte-SS
Adolf Hitler tuviera dos mil bajas. Sentía
que el sacrificio y la sangre eran necesa-
rios para bautizar la victoria.
Pero esa brutalidad, ese intento de pro-
vocar la parálisis de los soldados aliados,
se volvió en su contra en las Ardenas.
Sí, absolutamente. Había ejemplos previos
de que intentar provocar el colapso, el pá-
nico, mediante la brutalidad podía provocar
el efecto contrario. Aun así, Hitler instruyó
a sus hombres el 12 de diciembre (cuatro
días antes del inicio de la ofensiva) para
provocar un shock a los estadounidenses
que causase su derrumbe, porque solo así
podrían cruzar las Ardenas tan rápido co-
mo necesitaban hacerlo para llegar al río
Mosa. Los alemanes eran demasiado opti-
mistas. Peiper (Joachim Peiper, coronel de
las SS que comandaba un grupo de com-
bate en la vanguardia del ataque, y cuyos
hombres asesinaron a 84 prisioneros es-
tadounidenses y varios civiles belgas cer-
ca del pueblo de Malmédy) realizó una
prueba con un tanque en una carretera,
pero el consumo de combustible por los
malos caminos de las Ardenas fue tres o
cuatro veces mayor de lo que pensaban.
Los tanques Tigre, además, eran demasia-
do pesados para cruzar los puentes.
antony beevor
AMeriCAnoS en marcha para cortar la carretera
de saint-vith a houffalize, 24 de enero de 1945.
Aun así, hay un historiador sueco (Chris-
ter Bergström, Ardenas. La batalla, Pa-
sado y Presente, 2015) que sostiene que
los alemanes podían haber ganado.
Ah, sí, el sueco otra vez (risas). ¡Es increí-
ble! ¡Es el primer historiador que sostiene
esta idea! No he leído su libro, así que no
sé cómo lo justifica. Pero todos los gene-
rales alemanes decían que el plan era una
locura antes de que la batalla comenzase.
Después de la guerra, en los interrogatorios
llevados a cabo por los estadounidenses,
ni uno solo de los generales alemanes in-
volucrados en la ofensiva dijo que había
sido posible conseguir lo que Hitler quería
lograr. Todos declararon que lo máximo
que podían esperar era atravesar el río
Mosa, pero no llegar a Amberes.
Hitler quería romper la alianza de britá-
nicos y estadounidenses, lo que parecía
imposible, pero lo cierto es que a partir
h i sto r i a y v i da 15
entrevista
patton, el
general poeta
en la contraofen-
siva estadouni-
dense, Patton y
su iii ejército
desempeñaron
un papel funda-
mental. Me ha
sorprendido
descubrir en su libro que durante la
batalla escribía poemas.
¡Era una poesía terrible! (dice Beevor
mientras hace un gesto de disgusto).
Patton [en la imagen] era un persona-
je muy muy extraño. Alguien que solo
sirve para la guerra, que debería ser
encerrado en tiempos de paz.
Así aparece en el guión que Coppola
escribió para la película de Franklin J.
Schaffner (Patton, 1970).
Sí, George C. Scott está muy bien en
el papel. Tal vez demasiado serio, por-
que Patton era gracioso, aunque tenía
un sentido del humor malísimo.
Cuenta usted que condecoró a un ca-
pellán cuando el cielo se despejó y
permitió a la aviación aliada despe-
gar... ¡era casi como pretender con-
decorar a Dios!
¡Oh, sí! Pero, mira, era un personaje
contradictorio. En la entrada de su
diario del día de Navidad escribió:
“Un día de Navidad frío y despejado,
un tiempo espléndido para matar ale-
manes. Aunque quizá no debería de-
cir eso, considerando de quién es el
cumpleaños hoy”.
Un poEma dE patton
“¡Oh pueblecito de Houffalize, / qué
tranquilo te vemos ahí! / Sobre tus
empinadas y machacadas calles / los
aeroplanos surcan el cielo. / Pero en
tus oscuras calles no brilla / ni una
maldita luz; / esperanzas y temores de
todos tus años / han sido mandados
al infierno la pasada noche”.
16 h i sto r i a y v i da
de las Ardenas la relación entre ambos
ejércitos fue mucho peor. escribe usted
que fue “una derrota política de los bri-
tánicos”, especialmente por el comporta-
miento de Montgomery.
Bueno, no era tanto la tensión entre bri-
tánicos y estadounidenses, porque muchos
británicos eran tan anti-Montgomery como
los estadounidenses. Por ejemplo, la RAF
le odiaba porque en el norte de África siem-
pre se había atribuido la victoria, sin reco-
nocer sus méritos. En cualquier caso, el
problema básico no era tanto el enfrenta-
miento entre los generales británicos y los
estadounidenses, sino entre la prensa es-
tadounidense y la británica. Eisenhower,
viendo el peligro, no anunció que Mont-
gomery había recibido el mando de las
fuerzas estadounidenses en el norte (des-
pués de que Bradley quedase aislado de
sus tropas). Pero cuando la prensa britá-
nica lo publicó –o se permitió que lo pu-
blicase, porque obviamente podía usarse
la censura para impedirlo–, se volvió loca.
Dijo que demostraba que Montgomery
debería ser el comandante de todas las
fuerzas aliadas. Esto desesperó a los esta-
dounidenses. Fue sobre todo la prensa
británica, y en especial el Daily Mail.
¿Ha visto la película Corazones de acero?
¿Qué le parece el retrato de la violencia
de los soldados estadounidenses?
Estoy seguro de que no es inexacto, digá-
moslo así. Obviamente, había ejemplos de
ese tipo. Olvidemos el final del filme, que
es como el de Salvar al soldado Ryan.
Sí, traiciona toda la película. esta mues-
tra los crímenes de los soldados esta-
dounidenses sobre los prisioneros ale- HoMBreS de la 28.ª división de infantería
estadounidense cerca de Wiltz. Enero de 1945.
manes, que, durante mucho tiempo,
se han silenciado en las historias de la
ii Guerra Mundial, pero que usted sí bién, excesiva. El hecho de que fuese alen-
muestra en su libro. tada por oficiales, incluso por Bradley –el
No ha ocurrido solo en las Ardenas. Los general que mandaba el XII Grupo de
libros sobre la I Guerra Mundial tampoco Ejércitos estadounidense–, es alarmante.
han escrito acerca de ello porque, a no ser Hay que subrayar que hay toda una mezcla
que tengas evidencias firmes, y la mayoría de razones y motivos por los que se mata
son anecdóticas, apenas tienes estadísticas, a los prisioneros. No solo por venganza,
solo puedes especular. En las Ardenas no aunque quizá era lo más común. A veces
sabemos si los alemanes mataron a más se los ejecutaba porque era demasiado
prisioneros estadounidenses o viceversa. complicado mandarlos de vuelta a través
Lo único que podemos decir es que la re- de la nieve, sobre todo si estaban grave-
acción de los estadounidenses después de mente heridos. Pero antes de emitir un
la masacre de Malmédy fue intensa y, tam- juicio moral, debemos entender la mane-

ra en que muchos de los soldados fueron
brutalizados por la batalla. Muchos sufrie-
ron no solo culpabilidad, sino un desequi-
librio postraumático de estrés por haber
visto y formado parte de esas matanzas.
Habla usted del escenario de la batalla.
en su página web (www. antonybeevor.
com) aparece en un vídeo en las Arde-
nas. Da frío solo con verle...
Sí, tenía frío, ¡y eso que llevaba el equipo
adecuado! El cámara todavía lo pasó peor,
porque no me había creído cuando le dije
que habría nieve, así que tuve que dejarle
ropa. En algunos sitios la nieve nos llega-
ba por encima de la rodilla.
ese frío en la batalla está muy bien des-
crito en su relato. ¿A quién ayudó más?
¿A los atacantes o a los defensores?
No solo estaba el frío. También el barro,
que perjudicó el avance alemán, y el hie-
lo, que lo favoreció. Las cadenas de sus
tanques eran más anchas y tenían mejor
agarre que las de los Sherman estadou-
nidenses. Pero es un detalle. Lo que real-
anTony beevor
mente marcó la diferencia para los aliados
fue el anticiclón que vino de Rusia. Las
altas presiones permitieron que el cielo
se despejase. Cielos azules y un frío negro.
Las fuerzas aéreas aliadas pudieron in-
tervenir. La meteorología podía ser una
espada de doble filo. Para los alemanes,
las nubes eran buenas, impedían que la
aviación estadounidense pudiera despe-
gar y ver sus movimientos.
Mi imagen de la batalla era la de un para-
caidista estadounidense en su pozo de ti-
rador, mal abrigado, con poca munición y
enfrentándose a los blindados alemanes
que avanzaban a través del bosque. esa
imagen apenas ha cambiado tras leer su
libro. La victoria aliada parecía inevitable,
pero al final dependió de un puñado de
miles de hombres que resistieron en las
horas iniciales de la ofensiva alemana.
Sí. Es totalmente cierto. El hecho en sí de
que los soldados estadounidenses aguan-
tasen hombro con hombro en Saint-Vith
y Bastogne bloqueó los nudos de carrete-
ra para los alemanes. Y, por supuesto, eso
marcó la diferencia en la batalla. Todos los
comandantes estadounidenses se dieron
cuenta de la importancia de estos cruces
de carretera y de estos pueblecitos.
esos paracaidistas estadounidenses
que resistieron en Bastogne son también
los protagonistas de su próximo libro,
dedicado a la operación Market Garden,
cuyo fracaso precedió y permitió el ata-
que alemán en las Ardenas.
Sí, así es, los hombres de la 101.ª División
Aerotransportada.
es consciente de que en la portada de
su último libro su nombre ocupa más
espacio que el título.
(Risas). Bueno, eso es solo en la edición
española.
Pero lo cierto es que se ha convertido en
una auténtica celebridad de la historia
militar. ¿Siente ahora más presión que
cuando comenzó a escribir?
No, curiosamente no, porque es difícil to-
márselo en serio (risas). Recuerdo que un
periodista sueco me preguntó: “¿Cómo se
siente siendo un historiador ‘rock and roll
star’?”. Es una contradicción tan ridícula
que es muy difícil tomarla en serio.
h i sto r i a y v i da 17
en imágenes

el anillo
hace 150 años, viena
inauguraba la avenida
del ring, el mayor

imperial
proyecto urbanístico
del emperador Francisco
José i de austria.
cristina puig, periodista

18 h i sto r i a y v i da

A
mediados del siglo xix, Fran-
cisco José I liberó Viena de su
ceñido y anticuado corsé ar-
quitectónico –las murallas que
delimitaban su casco histórico
desde el xiii– para vestirla con una esplen-
dorosa avenida a escala imperial, la Ring-
strasse (“bulevar del anillo”, por su forma).
Los 5,3 km de vía que pasaron a rodear el
núcleo original de la ciudad se perfilaron
con edificios firmados por los arquitectos
más prestigiosos (entre ellos, Otto Wagner).
ringstrasse
En los palacios de la Ringstrasse se insta-
laron burgueses y nobles, mecenas de
artistas como Gustav Klimt y asiduos a los
estrenos musicales de Johannes Brahms
o Gustav Mahler. También lo haría la po-
blación judía más adinerada (la Consti-
tución de 1867 garantizó su igualdad de
derechos civiles y políticos). Recorremos
los principales puntos de interés de este
escenario (a continuación), en torno al
cual se han organizado numerosas expo-
siciones conmemorativas (ver p. 98).
h i sto r i a y v i da 19
en imágenes

Museo de
historia del arte
El Kunsthistorisches Museum se
erigió entre 1871 y 1891 según los
planos de Gottfried Semper y Carl
von Hasenauer para alojar los teso-
ros artísticos de los Habsburgo, por
vez primera a la vista del público.

ópera del estado

Fue el primer edificio público de la Ringstrasse en construirse y uno de los más cri-
ticados, incluso por el propio emperador, que lo inauguró en 1869, por hallarse al
mismo nivel de la Ringstrasse (sin siquiera una escalinata de acceso). En 1955 se
reinauguró, tras ser restaurado de los daños sufridos en la Segunda Guerra Mundial.

iglesia votiva universidad

La llamada catedral de la Ringstrasse (la segunda iglesia más alta de Viena) se alzó en
agradecimiento a la frustración del atentado contra el emperador, en 1856, y se consagró
veintitrés años después con motivo de sus bodas de plata. Muy cerca se halla la univer-
sidad (a la dcha., su cúpula), de 1884, por la que pasaron nueve futuros premios Nobel.

teatro
A cargo de los mismos arquitectos
de los museos de Historia del Arte
y Natural, se edificó entre 1874 y
1888. Gustav Klimt diseñó, entre
otros, los frescos de su escalinata
(en la imagen). Como la ópera, fue
bombardeado por los aliados.

20 h i sto r i a y v i da

Museo de
historia natural
Se culminó dos años antes que su geme-
lo, el Kunst. Aquí se trasladó la colección
de serpientes, corales, conchas y piedras
preciosas que hasta entonces se conser-
vaban en el Palacio Imperial. Hoy atesora
la Venus de Willendorf, hallada en 1908.
urania
En el primer observatorio público
de Viena, proyectado por Max Fa-
biani (un estudiante de Otto Wag-
ner) en 1910 a orillas del Danubio,
impartieron cursos y conferencias
Albert Einstein y Thomas Mann,
entre muchos otros.
ringstrasse
parlaMento ayuntaMiento
En homenaje a la democracia griega, El mismo año que finalizaban las obras
Theophil von Hansen diseñó el Parlamen- del Parlamento concluían las de la nueva
to al estilo clásico, y quiso que una fuente sede de la alcaldía, proyectada por Frie-
dedicada a Palas Atenea (del escultor Karl drich Schmidt en estilo neogótico. La an-
Kundmann) presidiera su acceso. Cons- tigua se había quedado pequeña para
truido entre 1874 y 1883, ocupa la super- una ciudad que no tardaría en alcanzar
ficie de tres campos de fútbol. los dos millones de habitantes.
caja postal
de ahorros
Esta joya Art Nouveau de Otto Wagner
(construida entre 1904 y 1906) tiene
su fachada revestida con 17.000 apli-
ques de aluminio, uno de los materia-
les más preciados por el arquitecto.
Hoy acoge un museo sobre su autor.
palacio
iMperial
El Neue Burg (aquí), el
ala más monumental
del Palacio Imperial de
Hofburg, residencia de
los Habsburgo desde
el siglo xiii, fue el canto
del cisne de la monar-
quía: se concluyó en
1914, cuatro años an-
tes del fin del Imperio
austrohúngaro y de la
instauración de la I Re-
pública de Austria.
h i sto r i a y v i da 21
anécdotas

la historia más insólita

Gloria DaGanZo, historiadora

¡chinchín!
Pocos ArtistAs al-
más galante, imposible
gArcilAso de lA vegA (1501-36) tenía fama de ser su-
canzan en vida el nivel
mamente cortés. Lo prueba, por ejemplo, el modo en que, en
de popularidad que lo-
una ocasión, devolvió el saludo a una cortesana que le había
gró Johannes Brahms
(a la derecha). Pese a preguntado cómo estaba: “Cómo vos queráis que esté, señora”,
su fama, el pianista y le contestó el militar y poeta del Siglo de Oro español.
compositor alemán
siempre se mostró hu-

¿SABíAS QUE…?
milde. Una vez, durante
un banquete celebrado
en su honor, un comen-
sal alzó su copa y excla- el mArino e inventor español Blasco de Garay (1500-52),
mó: “¡Brindo por el capitán de la armada de Carlos V, se adelantó dos siglos a la
más brillante de los invención de la máquina de vapor de James Watt, según un ar-
compositores!”. A lo chivero vallisoletano del siglo xix, Tomás González Hernández.
que Brahms contestó: Este atribuyó a De Garay un proyecto que pretendía mover buques
“Excelente idea... ¡Brin- sin remos ni velas; solo con la fuerza expansiva del vapor. De
demos por Mozart!”. Garay habría presentado sus ideas al monarca en 1544.

galdós, o cómo vivir la historia en directo

Además de un grAn cronistA, Benito Pérez Galdós (1843-1920) tenía la capacidad de comprender la trascendencia
de los hechos que le tocó vivir. Cuando los generales Prim y Serrano entraron en Madrid tras la Revolución del 68 (abajo, la
decisiva batalla de Alcolea), el político y escritor salió a la calle y exclamó: “¡Me voy a ver la historia de España!”.

22 h i sto r i a y v i da
arqueología

EL RETORNO DE U
paul allen, cofundador de Microsoft, ha encontrado uno de los grandes
acorazados japoneses hundidos durante la segunda guerra Mundial: el Musashi.
CaRLOS JORiC, historiador y periodista

24 h i sto r i a y v i da
 musashi

E
l Musashi (aquí, con el empera-
dor Hirohito a bordo, en el centro
de la primera fila) debía ser, jun-
to a su gemelo el Yamato, el sím-
bolo del poder armamentístico
de la flota imperial japonesa, un gigante
acorazado destinado a dominar el Pacífico
durante la Segunda Guerra Mundial. Pero
esta enorme mole de acero, capaz de des-
plazar más de setenta mil toneladas y dis-
parar nueve cañones de 460 mm a 42 km
de distancia (la mayor potencia de fuego
nunca dispuesta en un navío de guerra),
apenas entró en combate. Cuando lo hizo,
durante la batalla del golfo de Leyte (del
23 al 26 de octubre de 1944), fue destrui-
do por la aviación estadounidense. Con él
se hundieron también gran parte de las
esperanzas de Japón de ganar la guerra.
Los acorazados de la clase Yamato se di-
señaron con el objetivo de compensar la
mayor capacidad productiva de la indus-
tria naval de Estados Unidos. La idea de
los ingenieros nipones era contrarrestar
la superioridad numérica aliada con un
tipo de superacorazado que pudiera com-
batir contra varios adversarios de mane-
ra simultánea. Los barcos estadounidenses
tenían una limitación: no podían superar
el ancho máximo de manga de las esclusas
del canal de Panamá que atravesaban en
su camino al Pacífico. Esta restricción afec-
taba también al espesor del blindaje y a
la potencia de los cañones. Sabedores de

N COLOSO
esto, los japoneses intentaron sacar ven-
taja construyendo buques mucho más
grandes y potentes que los de su enemigo.
El resultado es revelador: los dos colosos
nipones, el Musashi y el Yamato, tenían
una anchura de 36,9 y 38,9 metros res-
pectivamente, mientras que los acorazados
estadounidenses de mayor tamaño, los de
la clase Iowa, no rebasaban los 32,9 m.
El proyecto inicial de la Armada Imperial
contemplaba la construcción de cinco bu-
ques de este tipo. Al final solo se fabricaron
tres, aunque el último, el Shinano, se re-

h i sto r i a y v i da 25
arqueología

Un acorazado titánico
el Musashi tras su restauración y perfeccionaMiento en 1944

cañones. batería principal. Compuesta por dimensiones. 263 m de eslora (256 m en la lí-
Disponía de 161. tres torretas (una en popa y dos en proa) nea de flotación), 36,9 de manga y 10,86 de calado.
equipadas con tres cañones de 460 mm.

hidroaviones. Había espacio para un batería secundaria. La integraban doce

máximo de seis de la clase Mitsubishi F1M2 cañones de 155 mm, montados en cuatro torretas
y Aichi E13A. Se ha encontrado una de las triples (dos en el centro, una en la proa y otra en
dos catapultas de despegue utilizadas. la popa). Los restos de algunas de ellas parecen
haberse encontrado en la última exploración.

catapulta
de despegue
desplazamiento. 72.800 tonela- bulbo de proa. Protu-
timones. Conta- das a plena carga con una velocidad berancia en la parte hundida
ba con uno principal máxima de 27,46 nudos (51 km/h). de la proa, útil para reducir
y otro secundario. la resistencia de la nave.

yaMato, el herMano geMelo

fue el primero en construirse y el último en desaparecer.
El Yamato (a la izqda. de la imagen) era dos metros más an-
cho que su gemelo, el Musashi (a la dcha.), y estaba igual de
armado que este. Sirvió como buque insignia en la batalla de
Midway (en junio de 1942), aunque sin llegar a combatir, y par-
ticipó en la del golfo de Leyte, donde usó su artillería por pri-
mera y única vez. Fue hundido el 7 de abril de 1945 por aviones
estadounidenses. Convertido en un icono de la cultura popular
gracias a la serie de televisión Space Battleship Yamato (1974),
se encontró en 1982 cerca de Kyushu, al sur de Japón.

26 h i sto r i a y v i da
 musashi

convirtió sobre la marcha en portaaviones.

Un cuarto acorazado, conocido como Cas-
co Número 111, se desguazó en 1943 cuan-
do solo se había completado un 30%.
El Musashi, llamado así en honor a la ho-
mónima histórica provincia de Japón (par-
te de la actual prefectura de Tokio), se
construyó entre 1938 y 1940 en el astille-
ro Mitsubishi de Nagasaki en el más es-
tricto secreto. Para camuflar el buque se
levantaron varios almacenes a su alrede-
dor y se desplegaron grandes persianas
hechas de cáñamo. Su botadura también
se quiso ocultar a ojos del enemigo. Para
ello se llegó a simular un ataque aéreo
sobre el puerto para que la población per-
maneciera en sus casas. Los lugareños no
vieron el buque, pero sí sufrieron las con-
secuencias de su botadura. Las dimensio-
nes del acorazado eran tan gigantescas
que cuando este entró en el agua, por
medio del método del deslizamiento late-
ral, provocó un pequeño tsunami. Las olas,
hUndimiEnto del uss West virginia tras
de más de un metro de altura, inundaron el ataque aéreo de pearl harbor en 1941.
casas y hundieron varios barcos pesqueros.

Crónica de un fracaso
Aquel coloso era el orgullo de la Armada
Imperial japonesa, su buque insignia tras
reemplazar el primero de los superacora-
zados construidos, el Yamato. Sin embar-
go, a pesar de su extraordinario tamaño
y potencia de fuego, su historial de ser-
vicio fue decepcionante. Como si de un
mal presagio se tratara, empezó su anda-
dura como improvisado barco funerario.
Su primera misión consistió en trasladar
SU bOTaDURa SE OCULTó SimULaNDO UN aTaqUE
aéREO y SU iNmERSióN iNUNDó LOS aLREDEDORES
a Japón los restos mortales de Isoroku
Yamamoto, comandante en jefe de la Flo-
ta Combinada y uno de los ideólogos del
ataque a Pearl Harbor. Su avión fue aba-
tido tras una emboscada aliada.
Las siguientes salidas del Musashi resul-
taron igual de infructuosas. Unas veces, el
buque no logró establecer contacto con la
flota enemiga; otras, los ataques se can-
celaron antes de su llegada. En una oca-
sión, hasta se topó con un tifón que le hizo
perder la mayor parte de la carga. El re-
sultado de tanto contratiempo fue que el
mortífero acorazado no entró en combate
ni una sola vez. Y no solo eso. Semanas
después de ser azotado por el tifón, el
Musashi fue atacado por sorpresa por un
submarino estadounidense. Solo le alcan-
zó uno de los seis torpedos lanzados, pe-
ro bastó para provocarle daños en la proa
y matar a dieciocho de sus tripulantes.
El 20 de octubre de 1944, después de ser
reparado y mejorado, el navío partió rum-
bo a Filipinas. Se unió al grueso de la flo-
ta que se disponía a repeler la invasión
aliada de la isla de Leyte. Parecía la ocasión
perfecta para demostrar su valía. Pero
tampoco pudo hacerlo. Antes de llegar a
su destino fue atacado por la aviación
norteamericana. El bombardeo duró sie-
te horas, durante las cuales, el buque re-
cibió treinta y seis impactos: diecisiete
bombas y diecinueve torpedos. Demasia-
do castigo hasta para una fortaleza flo-
tante como esta. Dos horas después de la
última oleada enemiga, la joya más pre-
ciada de la Armada Imperial japonesa se
hundía en el mar de Sibuyán sin haber
disparado sus potentes cañones jamás. En
el ataque murieron más de mil hombres,
casi la mitad del total de su tripulación.
El hundimiento del Musashi y los poste-
riores del Shinano (atacado por un sub-
marino en noviembre de 1944) y del
Yamato (en abril de 1945, durante la
batalla de Okinawa) pusieron de mani-
fiesto la vulnerabilidad de los grandes
buques japoneses frente a los ataques
aéreos aliados y la escasa capacidad de
reacción de su armada a la hora de incor-
porar un armamento antiaéreo tecnoló-
gicamente más avanzado. Ante esta evi-
dencia, Japón decidió abandonar uno de
sus planes más ambiciosos: la construc-
ción de una clase superior de acorazados,
los super-Yamato, diseñados para alcanzar
una potencia de fuego nunca antes vista
(seis cañones de 510 mm en tres torretas
dobles). La era de los grandes buques de
guerra estaba llegando a su fin.
Un descubrimiento titánico
Setenta años después de su hundimien-
to, el Musashi resurge de las profundida-
des. Paul Allen, ingeniero cofundador de
Microsoft, buscador de pecios hundidos
y gran apasionado de la Segunda Guerra
Mundial, anunció el pasado 2 de marzo
que su equipo de investigación había ha-

h i sto r i a y v i da 27
arqueología
filÁntropo del aÑo
en 2014, la revista digital inside philanthropy nombró a paul
allen filántropo del año por sus contribuciones a varios fines.
entre negocios y hobbies
Propietario de equipos de baloncesto y
fútbol americano, accionista de estudios
de cine, coleccionista de arte, promotor
de museos de rock y ciencia ficción...
Paul Allen, cofundador de Microsoft, ha
convertido sus aficiones en una parte
más de su actividad como empresario y
filántropo. Además de gestionar medio
centenar de empresas y de financiar pro-
yectos de investigación médica (Allen
superó un cáncer linfático en 1983), el
empresario pasa gran parte del tiempo
disfrutando de tres de sus grandes pa-
siones: la aviación, la navegación y el
estudio de la Segunda Guerra Mundial.
28 h i sto r i a y v i da
sin escatimar en medios
La afición le viene de la infancia, de cuan-
do su padre prestó servicio en el Ejército
durante la contienda. Allen posee una de
las colecciones de aviones de la Segunda
Guerra Mundial más completas que se
conocen (arriba, con uno de sus apara-
tos). También es dueño de dos de los ya-
tes más grandes del mundo: el Tatoosh
y el Octopus. Este último, equipado con
dos submarinos y dos helicópteros y con
una tripulación de sesenta marineros (al-
gunos son antiguos componentes de los
Navy Seals), lo utiliza para explorar las
profundidades marinas en busca de pe-
cios hundidos como el Musashi.
llado sus restos. Tras ocho años buscán-
dolo, lo encontraron a unos mil metros
de profundidad en el mar de Sibuyán. A
bordo del Octopus, el ultramoderno ya-
te propiedad de Allen dedicado a la ex-
ploración científica, los investigadores
captaron varias imágenes del pecio con
la ayuda de un sofisticado robot. El em-
presario, entusiasmado con el descubri-
miento, subió enseguida las fotografías
a Internet. Lo hizo acompañándolas de
unas palabras en recuerdo de los falleci-
dos en el ataque: “Descanse en paz la
tripulación del Musashi, donde murieron
unas 1.023 personas”.
Las imágenes que se han difundido mues-
tran varias partes del barco. Se pueden
apreciar los restos de una catapulta de
despegue para hidroaviones, una torreta
para cañones, una de las dos anclas de
quince toneladas que llevaba, dos válvu-
las con inscripciones en japonés (“mani-
ja de la válvula principal” y “abierta”),
una de las cuatro hélices de tres palas
con las que se propulsaba y parte de la
proa, donde se puede observar lo que
queda de un escudo esculpido en el cas-
co. Ese escudo, que lleva representada
una flor de crisantemo (el emblema de
la familia real japonesa), lo portaban
todos los grandes acorazados y portaa-
viones de la Armada Imperial.
Exploración en directo
Unos días más tarde, el 13 de marzo, Allen
y su equipo enviaron un vehículo no tri-
pulado para explorar la nave. La operación,
emitida en directo por Internet (el vídeo
está disponible en la página web de Allen:

arriba, a la izquierda, una de las dos anclas
que llevaba el Musashi, y, a la derecha, detalle
de una válvula. a la dErECha, restos de
una de las dos catapultas de despegue para
hidroaviones habilitadas en la popa del buque.
abajo, fragmento de un cañón antiaéreo.
LOS OfiCiaLES NipONES
DESTRUyERON TODa La
DOCUmENTaCióN SObRE
SUS aCORazaDOS pOCO
aNTES DE La RENDiCióN
paulallen.com), ha permitido comprobar
lo que ya habían apuntado algunos his-
toriadores: que el acorazado explotó y se
partió durante el hundimiento, posible-
mente debido al impacto de los torpedos.
Esta última exploración también ha ayu-
dado a verificar la identidad del navío.
Aunque aún no hay una confirmación
oficial, se da por hecho que se trata del
Musashi. Voces autorizadas como la del
director del Museo de Historia Marítima
de Hiroshima, Kazushige Todaka, han
indicado que los restos “presentan efec-
tivamente las características propias del
Musashi”. Por su parte, Shigeru Nakaji-
ma, uno de los supervivientes del hun-
dimiento, lo identificó rápidamente al
ver la catapulta y el sello imperial.
La importancia del descubrimiento es aún
mayor ante la escasez de información
existente sobre estos barcos y las dificul-
tades a las que siempre se han tenido que
enfrentar los investigadores a la hora es-
tudiar este aspecto de la historia. La razón
de estas carencias se debe a que, en vís-
peras de la rendición, los oficiales japo-
neses destruyeron toda la documentación
que pudieron relativa a sus acorazados:
planos, registros, fotografías... Hasta 1948,
cuando salieron a la luz algunos docu-
mentos, los únicos datos disponibles so-
bre los buques de la clase Yamato eran
unas imágenes tomadas por los aviones
estadounidenses durante los combates.
Aunque, a lo largo de los años, han ido
musashi
apareciendo otros documentos, el estudio
de estos barcos resultaba muy complica-
do. La mayor parte de la información se
obtuvo por medio de entrevistas realiza-
das a exoficiales japoneses. Como ocurrió
tras el hallazgo del Yamato en 1982, el
del Musashi promete desvelar muchas
de las incógnitas que habían permane-
cido ocultas durante setenta años a un
kilómetro de profundidad.
Para sabEr más
ensayo
hastings, max. Némesis: la derrota del
Japón, 1944-1945. Barcelona: Crítica, 2007.
yoshimura, akira. Battleship Musashi.
Nueva York: Kodansha, 1999. En inglés.
internet
Página sobre el rescate del Mushashi de
Paul Allen. En inglés.
http://musashi.paulallen.com
h i sto r i a y v i da 29
cartas
Puede escribirnos al e-mail redaccionhyv@historiayvida.com o a la siguiente dirección: Historia y Vida, av. Diagonal,
662-664, 2.a planta. 08034 Barcelona (España). historia y vida se reserva el derecho a editar las cartas recibidas.

correo
dE BoCCaCCio a VarGas LLosa
En su última obra teatral, Los modada se reúne para contar
cuentos de la peste (Alfaguara, historias de ficción y evadirse

del lector
2015), Mario Vargas Llosa re-
crea el mundo azotado por la
epidemia de peste de 1348
[hyv 568]. El autor peruano
interpreta muy libremente los
ocho relatos del Decamerón de
Boccaccio, en los que un gru-
po de personas de clase aco-
así de un mundo sumido en el
caos. En la versión del Nobel,
Boccaccio aparece como uno
de los personajes, que, ante el
desastre, descubre la necesi-
dad de escribir basándose en
la vida real, no en sus lecturas.
Carlos Gómez Miranda

siN áNiMo dE jUzGar

El filósofo Séneca, uno de los colaboradores más íntimos de
Nerón [hyv 568], tuvo un hermano relacionado con los orí-
genes del cristianismo: Lucio Anneo Novato (3 a. C.-65 d. C.).
Como procónsul de Acaya, en Grecia, era el responsable de
dictaminar la inocencia o culpabilidad de Pablo de Tarso,
acusado de supuestas prácticas heréticas. No obstante, a
Novato no le interesaban las disputas religiosas, por lo que
se negó a “ser juez de semejante causa”. alicia Pérez

opinión
GUErriLLEros CoLoMBiaNos ¡EscríbEnos
Quisiera hacer unas pequeñas matizaciones al artículo de Fran- y gana EstE
cisco Martínez Hoyos, “Del cártel a los cartelitos” [hyv 567]. libro!
El Movimiento 19 de abril (M-19) no era exactamente “de historia y vida
premiará la próxi-
tendencia socialista”, sino una mezcla de nacionalismo, cris- ma carta del mes
con el libro
tianismo progresista, indigenismo e ideología de la Falange cartas de la Wehrm
acht, edita-
do por crítica. en
Española. Surgió como reacción al fraude electoral ocurrido la carta, de
hasta diez líneas,
en Colombia en 1970, que impidió a Gustavo Rojas Pinilla deben cons-
tar el nombre com
acceder a la presidencia. Un dato más: existen varias espadas pleto, la
dirección y un telé
que rivalizan por ser la auténtica de Simón Bolívar. [Arriba, -
fono de contacto.
la que robó el M-19 empuñada por Juan Pablo Escobar, hijo
del líder narcotraficante]. Federico Lucendo Pombo

30 h i sto r i a y v i da
 08 / 2015

consultas ¿qUiéN Es EL aLMiraNtE HaLsEy dEL qUE HaBLa

UNa CaNCióN dE PaUL MCCartNEy? ricardo Pons

Se trata del estadounidense

William F. Halsey (1881-1959,
a la dcha.), almirante de la II
Guerra Mundial. McCartney
se habría inspirado no tanto
en el personaje real, sino en su
recreación en la cinta Tora!
Tora! Tora! (1970). En ella,
Halsey afirma que el japonés
solo se hablará en el infierno,
una frase que para muchos
alude a Yoko Ono, acusada de
la ruptura de los Beatles. a. r.

¿EN qUé CoNsistió EL PLaN CaNadiENsE Para iN-

Vadir Estados UNidos? sergio Villacañas artola
En 1921, James Sutherland Brown, director de Operaciones
Militares y de Inteligencia canadiense, trazó un proyecto que
debía servir de guía ante hipóteticos escenarios bélicos. Uno
de ellos contemplaba una guerra entre Estados Unidos y Gran
¿Por qUé EN La FaCHada dE UN EdiFiCio dE
Bretaña. De darse el caso, el gobierno de Ottawa apoyaría al
BUENos airEs sE LEE La FrasE EN CataLáN “No
Hay sUEños iMPosiBLEs”? Víctor rosales de Londres y ocuparía ciudades fronterizas de su vecino. El
El lector se refiere a este inmueble, ubicado en la avenida proyecto se abandonó pocos años después. Abajo, guardia de
Rivadavia y construido a principios del siglo pasado por el honor frente al Parlamento de Ottawa. Benito Márquez Morales
ingeniero argentino Eduardo Rodríguez Ortega, gran ad-
mirador del modernista catalán Antoni Gaudí. En 1999,
una empresa adquirió el cuarto piso y procedió a restaurar
la cúpula que lo remata. Los trabajos culminaron con la
instalación de la frase “No hi ha somnis impossibles”, un
homenaje del encargado de las obras a Gaudí. ariel rodríguez

fe de errores
En la p. 36 del n.o 566 se identifica una imagen como la catedral de
La Habana, cuando se trata del convento de San Francisco de Asís.

Carta dEL MEs

A propósito del artículo sobre las primeras damas de EE UU
[hyv 568], quiero compartir la conversación que mantu-
vieron Bill Clinton y Barack Obama [ambos a la izqda.] en
Twitter el pasado mayo. @billclinton dio la bienvenida a
@POTUS, acrónimo en inglés del presidente de EE UU,
a esta red social, y le preguntó si la cuenta que estrenaba
la heredaría su sucesor, aludiendo a Hillary Clinton, aspi-
rante a presidir el país. Obama le respondió: “Buena pre-
gunta. Viene con el cargo. ¿Alguien interesado en @FLOTUS
[First Lady of the United States]?”. inés sust

h i sto r i a y v i da 31
 DOSSIER
la relación del führer con el ejército

Hitler y sus generales

Por sergi vich sáez

34 entre el amor y el odio

36 matrimonio de conveniencia
46 amigos y enemigos

h i sto r i a y v i da 33
dossier
EntrE
El amor
y El odio
hitler mantuvo con la cúpula del Ejército una relación
difícil de definir; a veces de complicidad, a menudo
de polos opuestos. su bagaje lo explica en parte.
Sergi Vich Sáez, historiador
C
uando estalló la Primera Guerra
Mundial, Hitler se alistó como
voluntario en el bávaro Regi-
miento List. Recibió la Cruz de
Hierro de 2.ª y 1.ª clase por su
valentía y alcanzó la graduación de cabo.
Según parece, no ascendió más porque
no quería abandonar su unidad, a la que
consideraba su segunda familia. Como
casi todos los soldados de primera línea,
sintió cierta antipatía por los altos mandos,
que, lejos del frente, disponían de sus vi-
das a su antojo. Una vez convertido en el
líder de Alemania, la antigua aversión se
acentuó. El Hitler pequeñoburgués no se
hallaba cómodo ante aquellos militares
de noble cuna, a los que consideraba re-
trógrados y en cuyo reducido círculo nun-
ca sería admitido. De ahí que prefiriera a
los que tenían un origen más humilde,
como Walter Model y Erwin Rommel. De
hecho, solía decir: “Tengo una Marina
cristiana, una Aviación nacionalsocialis-
ta y un Ejército reaccionario”.
Su progresiva asunción del poder militar
a medida que avanzó su gobierno puede
considerarse, en parte, una especie de
venganza ante un generalato que a su vez
34 h i sto r i a y v i da
le despreciaba. Para los altos mandos del
Ejército, Hitler había sido un advenedizo
tolerable, aunque prescindible, y, como
los políticos del momento, creyeron erró-
neamente que podrían manejarlo.
atados por juramento
Al comprobar la deriva de los aconteci-
mientos, en 1938 y 1939, un grupo de
generales, entre los que se hallaban Ludwig
Beck y Franz Halder, planearon, en lo que
se conoce como la Conspiración de Zossen,
dos golpes de Estado que no llegaron a
ejecutarse, y de los que Hitler se enteró en
parte, aunque sin pruebas. Con el paso de
los años, nuevos miembros se unieron a
la trama. Sea como sea, se trató siempre
de una minoría. Muchos fueron sondea-
dos por los conspiradores, pero pocos se
adhirieron al grupo, aunque, eso sí, nun-
ca denunciaron a sus camaradas. Para el
común de los militares, Hitler era su jefe
máximo, al que estaban ligados por jura-
mento. Este es el motivo por el que el aten-
tado llevado a cabo por el coronel Claus
von Stauffenberg el 20 de julio de 1944
hitlEr con Blomberg, von reichenau, raeder
fue visto por la mayoría de la población y von Fritsch, entre otros generales, 1937.
y del Ejército como una traición.
HITLER Y SUS GENERALES

h i sto r i a y v i da 35
dossier

MatriMonio de
La adversa evolución de las guerras en Europa puso al descubierto la
desconsideración que hitler y el Ejército sentían el uno por el otro.
Sergi Vich Sáez, historiador

adolf hitler habla con varios militares durante

la invasión de Polonia, septiembre de 1939.

36 h i sto r i a y v i da
 HITLER Y SUS GENERALES

conveniencia

h i sto r i a y v i da 37
dossier
e
l 17 de noviembre de 1918, según
lo acordado en el armisticio que
había puesto fin a la Gran Guerra,
los soldados alemanes comenza-
ron a retirarse de los territorios
aún ocupados en Francia y Bélgica. En
casa fueron recibidos como héroes. La
gente salía a las calles para saludarlos. En
Berlín, desfilaron bajo la puerta de Bran-
deburgo en presencia del canciller social-
demócrata –y futuro presidente de la Re-
pública– Friedrich Ebert. No parecía un
ejército vencido, al contrario. Muchos de
sus integrantes no tenían conciencia de la
derrota. Creían en la tesis de que los polí-
ticos firmantes del armisticio les habían
asestado “una puñalada por la espalda”.
Pero el país que encontraron se parecía
muy poco al que habían dejado. A la falta
de alimento y trabajo se unían los conatos
revolucionarios y secesionistas, con su
corolario de sangre. El gobierno provisio-
nal, que había tomado el poder tras la
marcha del káiser, carecía de medios para
evitar el naufragio de la naciente repúbli-
ca. Consciente de ello, Ebert se había di-
rigido a la única institución que mantenía
su prestigio intacto: el Ejército.
Las Fuerzas Armadas le brindaron apoyo
para sofocar las revueltas a cambio de
combatir el bolchevismo y respetar su in-
38 h i sto r i a y v i da
dependencia. El espíritu del pacto quedó
reflejado en las palabras del general Hans
von Seeckt, alma de la futura Reichswehr:
“Por el momento hemos de aceptar el ré-
gimen, siempre y cuando mantenga la
unidad del Reich y deje que el Ejército se
desenvuelva por su cuenta y como quiera”.
de la reichswehr a hitler
El Tratado de Versalles castigó duramente
al ejército alemán. La Reichswehr, suce-
sora del Ejército Imperial, quedaba redu-
cida a 100.000 hombres. No podía tener
tanques ni aviones, y se limitó su arma-
mento pesado. Incluso la centenaria Aca-
demia de Guerra fue clausurada. Pese a
todo, haciendo de la necesidad virtud,
Seeckt se dispuso a forjar un ejército de
mandos, capaz de articular una fuerza
mayor tan pronto como las cláusulas res-
trictivas fueran levantadas. No dudó en
utilizar mil triquiñuelas.
En los 4.000 oficiales permitidos mantuvo
secciones enteras del antiguo Estado Ma-
yor, mientras camuflaba otras en organis-
mos civiles. Poco a poco, el puzle se com-
pletó, y Seeckt pudo vanagloriarse de
conservar la estructura y el espíritu del
antiguo Ejército Imperial. Aún quedaba
una asignatura pendiente: entre la oficia-
lidad prusiana, el apoliticismo se conside-
raba regla y virtud, pero los tiempos habían
cambiado. No era lo mismo aplastar a la
extrema izquierda que enfrentarse a los
suyos. Cuando el ministro de Defensa Gus-
tav Noske acudió a él para acabar con una
intentona militar conservadora, Seeckt
respondió: “La Reichswehr no dispara
contra la Reichswehr”. Al final, una huel-
ga general paró el golpe, evitando que otros
se le sumaran. Entre quienes llegaron tar-
de se hallaba el líder de un pequeño par-
tido de extrema derecha: Adolf Hitler.
Tras depurar a los implicados, Seeckt se
esforzó por situar a la Reichswehr más
allá de las luchas partidistas, aunque su
inclinación conservadora resultara evi-
dente. Sin embargo, no pudo evitar que
los más jóvenes se sintieran atraídos por
los postulados del Partido Nacionalsocia-
lista (NSDAP) de Hitler. La elección en
1925 del mariscal Hindenburg como pre-
sidente de la República (jefe, por tanto,
de las Fuerzas Armadas) afianzó el papel
moderador del Ejército. El nombramien-
hitler prometió al
ejército acabar con el
tratado de VerSalleS
y reStablecer el
SerVicio militar
to de Hitler ocho años después como
canciller lo revolucionó todo.
Tras superar los manejos de su predecesor,
el intrigante general Kurt von Schleicher,
Hitler llegó al poder con un gobierno de
coalición en el que su partido solo contaba
con dos ministros. A base de halagos y
amenazas, pronto se deshizo de sus socios,
pero el ministro de Defensa impuesto por
Hindenburg, Werner von Blomberg, era
harina de otro costal. Solo sus promesas
de acabar con el Tratado de Versalles y
restablecer el servicio militar modificaron
su prevención. Deferente en cuanto con-
cernía a los militares, Hitler se presentó
como garante de la tradición prusiana.
¿Qué más podían pedir? Sin embargo, no
todos en el partido actuaban como él.
En las filas de sus SA, sus Secciones de
Asalto, los había que demandaban una
“Segunda Revolución”, tras la que había
llevado al NSDAP al frente del país. Su

sesión parlamentaria en la Noche de los Cuchillos
Largos, 1934. a la izqda., la revolución de 1918-19.
jefe, Ernst Röhm, propugnaba la fusión
de las Fuerzas Armadas y sus milicias en
un verdadero ejército nacional. Eso sí,
bajo su mando. El cuerpo de oficiales se
alarmó. Frases de Röhm como “La roca
gris [color del uniforme del Ejército] debe
hundirse en la marea parda [color de la
röhm propugnaba la fuSión de laS fuerzaS
armadaS con SuS Sa, lo que alarmó a aquellaS
camisa de las SA]” alimentaban sus sus-
picacias. El canciller dudaba, pues sentía
gran afecto por el compañero de los pri-
meros días. Pero en el partido surgieron
voces poderosas contra Röhm, como la de
Hermann Göring, cuya rivalidad era ma-
nifiesta, o la de Heinrich Himmler, que
quería desprender a sus SS de la tutela de
las SA. Además, el general Walter von
Reichenau, un nazi arribista, hizo llegar
HITLER Y SUS GENERALES
al ministro de Defensa una lista falsa con
los nombres de los oficiales que las SA
pensaban eliminar tras su triunfo.
Ante la mala salud del octogenario Hin-
denburg, los altos jefes del Ejército y la
Marina ofrecieron a Hitler su apoyo en la
sucesión a cambio de limitar el papel de
las SA y asegurar el de las Fuerzas Armadas.
Una visita a Hindenburg le acabó de con-
vencer. En contra de lo habitual, Hitler fue
recibido con frialdad, y Blomberg le ad-
virtió, en nombre del presidente, que si no
acababa con Röhm declararía el estado de
sitio, y el Ejército pondría orden en el país.
La aparición de un artículo del ministro
en las páginas del diario oficial del partido
garantizando la lealtad del Ejército para
con el canciller sirvió de detonante. En
1934, en la conocida como Noche de los
Cuchillos Largos, las SA fueron decapita-
das, y Röhm y sus más íntimos colabora-
dores, asesinados por orden de Hitler. La
purga no se detuvo. Otros nombres, entre
ellos, los de varios militares, fueron añadi-
dos a las listas negras. Entre los ajusticiados
se hallaban dos generales: Von Schleicher
y Ferdinand von Bredow, ambos abierta-
mente opuestos a Hitler. Algunos oficiales
se horrorizaron, quejándose inútilmente
ante un imperturbable Blomberg.
Jefe de las fuerzas armadas
El 2 de agosto de 1934 moría Hindenburg.
Con el beneplácito del estamento militar,
Hitler acaparó las funciones del antiguo
presidente como Führer y canciller del
Reich, convirtiéndose en jefe nominal de
las Fuerzas Armadas. El habitual jura-
mento de lealtad al pueblo y a la patria
h i sto r i a y v i da 39
dossier
EL Caso FritsCh
La sucia encerrona de Göring
y himmler a un opositor.
un as en la manga
Al jefe del Ejército, el general Werner von
Fritsch (abajo), no le gustaba nada Hitler.
“Llevo monóculo para que mi cara per­
manezca rígida, sobre todo cuando estoy
ante ese hombre”. Soltero empedernido,
su vida estaba consagrada al Ejército, y
así lo reconocían sus compañeros, que le
tenían en gran estima.
En 1934, la policía detuvo a un chantajista
acusado de extorsionar a caballeros bajo
la amenaza de revelar sus relaciones con
prostitutos. En el interrogatorio, el chan­
tajista mencionó a un militar llamado
Fritsch. La información llegó a manos de
Göring, que acordó con Himmler “remo­
zar el expediente” para enseñárselo al
Führer cuando conviniera.
vida destrozada
Fritsch mantuvo su inocencia ante Hitler,
y pidió un juicio formal que nunca tuvo
lugar. Ni el careo con el chantajista ni el
interrogatorio al que fue sometido pro­
baron la acusación. Göring y Himmler es­
taban nerviosos, y, mientras la Gestapo
retenía al verdadero Fritsch implicado (un
capitán), doce oficiales de las SS utiliza­
ban en vano sus “poderes psíquicos” pa­
ra hacer confesar a la víctima.
Al final, un tribunal de honor lo exoneró,
pero Fritsch ya nunca recuperó su cargo.
Buscó una muerte honrosa al frente del
12.º Regimiento de Artillería en Polonia
en septiembre de 1939.
40 h i sto r i a y v i da
fue sustituido por una nueva fórmula,
redactada por Von Reichenau: “Juro an-
te Dios obedecer sin reservas a Adolf Hit-
ler, Führer del Reich y del pueblo alemán,
y me comprometo como soldado valien-
te a obedecer siempre este juramento,
aun a costa de mi vida”. Hitler se había
hecho con el alma de los militares, con-
dicionando su actuación futura. El sesu-
do general Ludwig Beck apostilló: “Este
ha sido el día más triste de mi vida”.
En los meses siguientes, Hitler cumplió
la palabra dada al Ejército. Saltándose el
Tratado de Versalles, reinstauró el servi-
cio militar y creó la Luftwaffe, la fuerza
aérea. El rearme se aceleraba a ojos vista,
y las virtudes castrenses eran loadas por
la prensa. La remilitarización de la región
de Renania (otra violación del Tratado
de Versalles), sin oposición por parte de
Francia y Gran Bretaña, aumentó el pres-
tigio del Führer. Blomberg fue ascendido
a mariscal, y algunos de sus compañeros
recibieron suculentos donativos, una
práctica que se hizo habitual (Hitler era
muy pródigo con el talonario si le permi-
tía coronar sus propósitos). Las relaciones
del canciller con sus generales resultaban
engañosamente idílicas.
A finales de 1937, el Führer reunió a los
más altos cargos civiles y militares del Reich
para exponer los ejes de su política exterior.
Para él, un mayor espacio vital (Lebens-
raum) era la mejor fórmula para solucionar
los más acuciantes problemas de Alemania:
una Multitud en salzburgo celebra la llegada de
la superpoblación y la falta de recursos. las tropas alemanas durante el anschluss, 1938.
Además, permitiría reunir a todos los ale-
manes en un solo estado. La única forma
de conseguirlo era la guerra. que exigió a Blomberg el divorcio inme-
Al ministro de Exteriores, Konstantin von diato. Casi al mismo tiempo, Fritsch era
Neurath, le provocó un infarto, mientras acusado de homosexualidad por un falso
que el jefe del Ejército, el general Werner testigo. El primero acabó dimitiendo, y
von Fritsch, apoyado por Blomberg, pu- el segundo fue relevado por “problemas
so mil reparos a la idea, no tanto por los de salud”. Aunque un tribunal lo exoneró,
objetivos, sino porque Alemania aún no nunca recuperó el cargo. Se hizo matar
estaba militarmente preparada. Pero en la campaña de Polonia.
Hitler, molesto, no cedió. Y aunque el Göring, sin embargo, no logró su premio.
trato pareció seguir como hasta entonces, En una audaz maniobra, Hitler abolió el
se la tenía guardada a ambos. Ministerio de la Guerra (antes de Defensa),
adjudicándose sus prerrogativas y jubilan-
el germen de la oposición do con honores a un relevante número de
Tres meses después, Blomberg se casaba generales incómodos. Se creó un organis-
con una atractiva joven sobre la que se mo de coordinación, el Alto Mando de las
cernían sombras: había sido prostituta. Fuerzas Armadas (OKW), mientras el
Göring, que ambicionaba el ministerio, Führer se reservaba el control de las deci-
mostró el expediente policial al Führer, siones estratégicas. En manos del sumiso

Wilhelm Keitel, el nuevo organismo nunca
fue más que una secretaría militar-admi-
nistrativa. Los planes operativos los seguía
desarrollando el Alto Mando del Ejército
(OKH), que los pasaba a los Estados Ma-
beck Se conVirtió en el referente moral de la
opoSición militar a hitler anteS del anSchluSS
yores de las otras armas (Marina y Aire)
para armonizarlos. El visto bueno final
correspondía a Hitler, que se apoyaba en
los conocimientos del ambicioso jefe del
Estado Mayor del OKW, Alfred Jodl.
Las relaciones entre el OKW y el OKH nun-
ca fueron buenas, y se abrió una brecha en
el Cuerpo de Oficiales. Para jefe del Ejér-
HITLER Y SUS GENERALES
cito, en sustitución de Fritsch, Hitler pensó
en el oportunista Von Reichenau, pero,
adivinando la oposición que despertaría
entre sus iguales, se decidió por Walther
von Brauchitsch, al que consideraba fácil
de manejar. Aun así, los cambios no gus-
taron. El truculento caso Fritsch movió a
algunos a renegar de Hitler. Como Ludwig
Beck, jefe del Estado Mayor del Ejército,
quien no dudó en contactar con otros.
Desde el principio, Beck se convirtió en
referente moral de la oposición militar. Sin
embargo, el rol organizativo correspon-
dería al coronel Hans Oster, subjefe de la
Inteligencia Militar (Abwehr). Encubierto
por su superior, el almirante Wilhelm Ca-
naris, Oster asumió la dirección del grupo,
incorporando a notorios civiles.
Pese a la oposición de Brauchitsch, que
temía un fiasco, los soldados alemanes
ocuparon Austria sin disparar un solo tiro,
siendo recibidos con entusiasmo por la
población. El rédito político fue extraor-
dinario, y Hitler, dispuesto a aprovechar
la coyuntura, fijó sus ojos en la región de
habla alemana de los Sudetes, incorpora-
da a Checoslovaquia. Pero el Estado Mayor
sabía que su invasión solo podía llevar a
una guerra con las potencias aliadas.
Beck apremió sin éxito a Brauchitsch pa-
ra que hiciera desistir al Führer. También
h i sto r i a y v i da 41
dossier
propuso una dimisión colectiva, solo se-
cundada por él mismo. Su sustituto como
jefe del Estado Mayor del Ejército fue Franz
Halder, un militar de privilegiada inteli-
gencia. A Beck solo le quedaba una salida:
el golpe de Estado. Su intención era dete-
ner a Hitler y hacerlo pasar por loco. Se
enviaron emisarios a Londres para recabar
apoyo político, pero no fueron escuchados.
El Pacto de Múnich de 1938, que daba
satisfacción a las exigencias alemanas,
llevó a posponer la intentona sine die.
Algunos conspiradores se retiraron por
miedo, y Beck se sintió acabado. La direc-
ción efectiva de la oposición recayó en
Oster, que cambió de táctica. Ya no se tra-
taba de detener a Hitler, sino de eliminar-
lo, y los más adecuados para llevarlo a
cabo no eran los generales, con los que se
debía contar, sino los oficiales jóvenes con
mando directo de tropas. Henning von
Tresckow sería su jefe operativo, con la
aquiescencia del mariscal Günther von
Kluge, que dejaba hacer sin implicarse.
Pero la suerte volvió a sonreír a Hitler. En
marzo de 1939, los alemanes dieron otro
golpe de efecto con la instauración del
protectorado de Bohemia y Moravia. Con-
vencido de haber ganado la partida, dijo
a sus allegados con desprecio: “Antes de
ser canciller, creía que el Estado Mayor
era una especie de perro hambriento al
que había que sujetar firmemente por el
42 h i sto r i a y v i da
soldado alemán registrando a civiles polacos,
1939. a la dcha., hitler en París en 1940.
collar para que no saltase sobre cualquie-
ra. Pero desde que lo soy, he de admitir
que el Estado Mayor alemán es lo menos
parecido a un perro hambriento”.
estalla la guerra
Poco después, Hitler comunicaba a sus
generales la intención de invadir Polonia.
Estaba seguro de que Francia y Gran Bre-
taña no intervendrían. Esta vez los gene-
rales callaron, y Marte dio la victoria al
el coronel oSter cambió de táctica: ya no Se
trataba de detener a hitler, Sino de eliminarlo
Reich ante la pasividad militar de París y
Londres, que, no obstante, sí declararon
la guerra al Reich. Hitler no cabía en sí de
gozo, y ordenó preparar el ataque a Fran-
cia antes de que acabara el año. Sin em-
bargo, la campaña había mostrado las
deficiencias de la Wehrmacht, y se nece-
sitaba tiempo para subsanarlas. Además,
muchos creían que aún se podía llegar a
un acuerdo con los gobiernos del británi-
co Chamberlain y el francés Daladier, por
lo que era conveniente pasar a la defensi-
va. Brauchitsch intentó hacer razonar al
Führer, pero solo recibió una sarta de im-
properios. Con todo, la ofensiva tuvo que
aplazarse una y otra vez por las malas
condiciones meteorológicas.
El canciller, contrariado, reunió a los man-
dos del Ejército para acusarles de repre-
sentar un sistema ya caduco. Debían adap-
tarse a los nuevos tiempos, además de
cumplir sin objeción las órdenes recibidas.
La caída de Francia parecía darle la razón.
Se había apropiado de la modificación del
Plan Schlieffen realizada por Erich von
Manstein, por la que se avanzó a través de
Bélgica y con un golpe de hoz hacia París.
Tal jugada comportó el mayor triunfo de
las armas alemanas en el curso de la gue-
rra y pareció avalar la “intuición” del Füh-
rer, que intervendría de manera creciente
en decisiones operacionales.
Eran tiempos de ascensos y condecoracio-
nes, y se exaltaba a algunos mandos afines,
como el general Erwin Rommel, en los
medios oficiales. La resistencia militar
quedó desactivada, mientras la Wehrmacht
seguía cosechando éxitos en el norte de
África, Yugoslavia y Grecia. Muchos cre-
yeron que la victoria final estaba al alcan-
ce de la mano. La invasión de la URSS
daría al traste con sus ilusiones.
Conscientes de lo que se avecinaba, Brau-
chitsch, Halder y el mariscal Gerd von
Rundstedt, un militar apolítico y muy res-
petado, intentaron hacer ver a Hitler lo
difícil que sería combatir en Rusia, en es-
pecial porque Gran Bretaña aún no había
sido vencida. En su línea, el Führer hizo
caso omiso a sus recomendaciones. Para
él, era imperativo atacar a la URSS, pues
“en pocos años se convertiría en una po-
tencia de fuerza incalculable”.
El OKH consideró que Moscú debía ser
el objetivo principal de la ofensiva, pero,
por razones políticas y económicas, Hit-
ler impuso tres líneas de avance simultá-
neas: Ucrania, Leningrado y Moscú. De
poco sirvieron las advertencias de falta
de equipos y recambios de los responsa-
bles de la intendencia. El Ejército Rojo
sería vencido antes del invierno.
hitler al volante
La magnitud de las victorias de los prime-
ros meses no tenía parangón en la historia
militar. Mientras las unidades Panzer se
adentraban en el corazón de la URSS, mi-
hitler y SuS generaleS

h i sto r i a y v i da 43
dossier

llones de prisioneros seguían el camino

inverso. Aun así, el Estado Mayor del Ejér-
cito seguía aconsejando, en vano, concen-
trar el empuje hacia Moscú. Por si fuera
poco, Hitler interfería sin freno, haciendo
mover divisiones de aquí para allá. En oto-
ño, la situación comenzó a cambiar.
A pesar de las inmensas pérdidas, los ru-
sos seguían resistiendo, y empezaban a
encontrar respuestas a las tácticas alema-
nas. La Wehrmacht, en cambio, se resen-
tía del esfuerzo, faltaban recursos, y el
intenso frío, para el que no estaba prepa-
rada, complicó las cosas. Finalmente, Hit-
ler lo comprendió, y un último esfuerzo
llevó a sus tanques a las puertas de Moscú.
Pero era demasiado tarde. La contraofen-
siva soviética estuvo a punto de provocar
una desbandada. El ejército alemán se
libró de la derrota total por la decisión del
Führer de resistir a toda costa, por su dis-
ciplina y por la habilidad táctica de jefes
como Von Kluge y Walter Model.

hitler: “no Sé de
ningún general capaz
de lleVar a cabo la
tarea a mi entera
SatiSfacción”
La tensión era tanta que Brauchitsch su-
frió un ataque cardíaco y decidió dimitir.
Hitler estaba furioso: “No sé de ningún
general capaz de llevar a cabo la tarea a
mi entera satisfacción. Por lo tanto, he
decidido hacerme cargo del mando yo
mismo”. El 19 de diciembre de 1941 asu-
mió la jefatura de los ejércitos del Este.
El OKH de Halder se limitaría a la direc-
ción de las operaciones, Keitel se encar-
garía de las tareas administrativas y el
OKW tutelaría los demás frentes. Además,
35 generales fueron relevados.
A pesar de nuevos éxitos en la primavera
y el verano de 1942, Stalingrado sirvió
para constatar que la victoria cambiaba de
bando. Este enorme revés y la salvaje opre-
sión sobre la población civil de los territo-
rios ocupados hicieron que numerosos
oficiales contactaran con la oposición,
aunque en su mayoría ni apoyaron ni en-
un hoMbre de mediana edad y un niño
torpecieron las tentativas golpistas contra alemanes en la batalla de Berlín, abril de 1945.
Hitler que culminarían en el fallido aten-

44 h i sto r i a y v i da
 HITLER Y SUS GENERALES
EL oriNaL dE sEPP diEtriCh
La falsa leyenda en torno a una orden vana del Führer
por el petróleo
En abril de 1945, a un mes escaso del fin
de la guerra, Hitler planeó una ofensiva
para recuperar algunos pozos petrolíferos
cerca del lago Balatón, en Hungría. El en-
cargado de llevarla a cabo sería el Grupo
de Ejércitos Sur, del que formaba parte el
6.º Ejército Panzer SS, al mando de Sepp
Dietrich, a quien el Führer apreciaba.
oFensiva imposiBle
En realidad, la Operación Despertar de
Primavera resultaba descabellada, dada
la falta de medios. Aunque los primeros
combates resultaron exitosos, el avance
no solo se vería pronto frenado, sino que
acabó convertido en retirada.
tado del 20 de julio de 1944. A consecuen-
cia de este, 26 altos oficiales fueron ahor-
cados, 16 se suicidaron y un número mayor
fueron encarcelados. Además, el saludo
militar fue sustituido por el nazi.
un amargo final
La relación entre Hitler y sus generales
durante los últimos años de guerra resul-
tó desconcertante. Confiaba cada vez más
en las Waffen-SS, el cuerpo de combate
de élite de las SS (muy especialmente en
su antiguo guardaespaldas, Josef “Sepp”
Dietrich, que llegó a mandar el 6.º Ejérci-
to Panzer SS), en detrimento del Ejército.
Cambiaba los mandos de este a placer, sin
dudar en recuperar algunos destituidos
con anterioridad, como Heinz Guderian
o Von Rundstedt. El caso del general Hel-
muth Weidling resulta paradigmático:
condenado a muerte por cobardía, lo cual
era falso, se presentó en el búnker de la
Cancillería el 22 de abril de 1945 para ex-
plicarse. Tras hablar con el Führer, fue
nombrado jefe de la defensa de Berlín,
aunque comentó a sus allegados que pre-
feriría haber sido fusilado.
En realidad, con el paso de la guerra, la
desconfianza de Hitler por el Estado Mayor
se acrecentó, y sus integrantes le pagaron
con la misma moneda. Se había converti-
do en el dueño y señor de las Fuerzas Ar-
Disgustado, Hitler consideró que los
hombres, y en especial los de la fogueada
División Leibstandarte-SS Adolf Hitler,
no habían cumplido con su deber, por lo
que emitió una orden para que arrancaran
de la bocamanga de sus uniformes la cin-
ta honorífica que llevaba su nombre.
tirada en un CaJón
Según se indica en algunas obras, Die-
trich, muy molesto, las puso en un orinal
y se las envió a su jefe. En realidad, no
fue así. Consciente de lo que sus tropas
habían sufrido y de lo irracional de las úl-
timas órdenes de Hitler, se limitó a no
cursar esta. Su máxima preocupación era
salvar a sus hombres del Ejército Rojo.
madas, pero esto no mejoró las cosas.
Solo le faltó oír que se había creado en la
URSS la Liga de Oficiales Alemanes, que
instaba a los soldados a rebelarse contra
su Führer. En la mente del antiguo cabo
anidó la idea de que los generales eran
culpables de sus derrotas. Así lo dejó es-
crito en el último mensaje que envió a su
fiel Keitel poco antes de morir: “No se
puede comparar el Estado Mayor del Ejér-
cito con el de la Primera Guerra Mundial.
Su actuación ha estado muy por debajo de
quienes luchaban en el frente”.
Para saber Más
memorias
gorlitz, Walter (ed.). Criminales o sol-
dados: Wilhelm Keitel. Buenos Aires: His-
ma, 2007.
Warlimont, Walter. En el Cuartel General
de Hitler. Barcelona: Caralt, 1968.
BiograFÍa
Fest, Joachim C. Hitler: una biografía.
Barcelona: Planeta, 2005.
doCumento
HeiBer, Helmut (ed.). Hitler y sus gene-
rales. Barcelona: Crítica, 2005.
ensaYo
Cartier,raymond. Hitler y sus genera-
les. Madrid: Torres de Papel, 2014.
leaCH, Barry. El Alto Estado Mayor ale-
mán. Madrid: San Martín, 1973.
h i sto r i a y v i da 45
dossier

AMIGOS Y

46 h i sto r i a y v i da
 HITLER Y SUS GENERALES

ENEMIGOS
Los militares nunca gozaron de la plena confianza de hitler, y los
opositores no contaron con capacidades para hacerle frente.
sergi vich sáez, historiador

h i sto r i a y v i da 47
dossier
Werner von Blomberg
convertido en eL cataLizador deL nazismo en
eL ejército, creyó erróneamente ser intocabLe
D
e figura imponente, inteligente y
enérgico, Werner von Blomberg
(1878-1946) era miembro de una
familia de larga tradición militar. En la
Primera Guerra Mundial recibió la máxima
condecoración alemana, Pour le Mérite, lo
que acentuaría su tendencia a considerar-
se alguien por encima de los demás. Tras
la guerra, sentó plaza en la Reichswehr
hasta llegar al generalato. En 1931, tras
conocer personalmente a Hitler, el influen-
48 h i sto r i a y v i da
ciable –y hasta cierto punto crédulo– ge-
neral se rindió a la personalidad del líder
nacionalsocialista. Blomberg actuó como
nexo entre este y el presidente de la Repú-
blica, el mariscal Paul von Hindenburg,
un papel que dos años después le repor-
taría el Ministerio de Defensa.
Desde entonces, Blomberg ejerció como
una especie de jefe político del Ejército,
pues, como reconoció el general de la Luft-
waffe Erhard Milch, “era el único capaz de
dominar al mismo tiempo los factores po-
líticos y militares”. Su ya escasa capacidad
de resistencia ante el “encanto del Führer”
fue menguando, y se convirtió en el ve-
hículo para la penetración del nacionalso-
cialismo en las Fuerzas Armadas.
“Estrechamente unida a todo el pueblo, la
Reichswehr que lleva con orgullo en sus
cascos y uniformes la insignia del renacer
alemán [la esvástica], sigue con fidelidad
al jefe salido de nuestras filas [Hitler], que
quedará siempre como uno de los nues-
tros”. El artículo en que declaraba de este
modo la lealtad del Ejército para con Hit-
ler dio el pistoletazo de salida a la Noche
de los Cuchillos Largos.
Pecados de soberbia
Si no fue uno de los instigadores de la pur-
ga, sí aprobó lo sucedido. El premio fue su
ascenso a primer mariscal de campo de la
Wehrmacht y el control del rearme. Desde
su puesto, Blomberg se consideró intoca-
ble, por lo que se atrevió a mostrar algunas
reticencias a la agresiva política exterior
hitleriana, algo que pagaría caro.
El 12 de febrero de 1938, el viudo mariscal
contrajo matrimonio con la hermosa Eva
göring, que quería
su puesto al frente
del rearme alemán,
explotó el oBjetaBle
pasado de su esposa
Gruhn, con Hitler como testigo. El humil-
de origen de la joven soliviantó al aristo-
crático generalato, pues rompía una de sus
normas no escritas. Hasta el propio gene-
ral Fritsch había intentado evitarla en
nombre del Ejército. Lo que casi todos
ignoraban era que la joven tenía un pasa-
do: había ejercido como prostituta y pro-
tagonizado fotografías pornográficas. Su
expediente policial, hábilmente explotado
por Göring, que ambicionaba el puesto de
Blomberg, llegó a manos de Hitler, quien
ordenó la dimisión del contrayente. Este
se resistió, pero las presiones fueron tantas
que acabó cediendo, para exiliarse con su
joven esposa a Capri. Capturado por los
aliados en 1945, murió de cáncer mientras
estaba detenido en Núremberg.
 HITLER Y SUS GENERALES

ludwig Beck Su influencia moral siguió guiando a los

un opositor que jamás tuvo La más mínima
posibiLidad de descabaLgar a hitLer deL poder
conspiradores, aun a pesar de haber per-
dido progresivamente el contacto con la
realidad alemana, lo que le alejaba de la
altura que demandaban las circunstancias.
Apoyó el golpe de Estado tras el atentado
contra Hitler del 20 de julio de 1944. Al

N
o muy alto y de apariencia frágil, el fallar este, fue detenido junto a Stauffen-
renano Ludwig Beck (1880-1944, a al margen de su gran berg y otros conjurados (abajo a la dcha.,
la izqda. de la imagen, en 1938) integridad moral, Erwin von Witzleben, uno de ellos) por
ingresó en el Ejército en 1911, participan- orden del general Friedrich Fromm, quien,
do con mérito en la Gran Guerra, a pesar su desconexión de en vez de fusilarlo como a los demás, dejó
de no ser un hombre de acción. Pronto la realidad alemana que se suicidara para salvar su honor. Tras
ascendió en la Reichswehr, en la que des- fallar dos veces, en las que se hirió en la
tacó por su gran nivel intelectual. Lo de-
fue en aumento cabeza, fue rematado a petición propia.
mostró con su tratado de táctica: Die Trup-
penführung. Su prestigio no hizo más que
crecer, y recibió el mando del Estado Ma-
yor del Ejército en 1935.
Amable y condescendiente, y con una in-
tegridad moral fuera de toda duda, era
venerado por sus compañeros. Lo siguió
siendo cuando, tras la muerte de su espo-
sa y afectado por una precaria salud, se
dedicó por entero a su trabajo, apartán-
dose de la vida pública. A este anticomu-
nista furibundo y apasionado de la historia
militar no le gustaban los nacionalsocia-
listas, y en especial su jefe, a quien llegaba
a tachar de loco. Se esforzaba por tolerar-
les, porque consideraba que era un sacri-
ficio obligado para el bien del Ejército,
pero siempre miró con recelo la conversión
de las SS en una fuerza armada.

Intachable y quijotesco
La decisión del Führer de invadir Checos-
lovaquia le apartó definitivamente de
Hitler. Como militar de carrera, conside-
raba la guerra como un medio necesario
para determinados logros. Sin embargo,
abominaba de la guerra racial y expansiva
que preconizaba Hitler. Ello le puso en
contacto con Franz Halder y otros, con
quienes decidió llevar a cabo un golpe de
Estado que evitara el conflicto.
Sin embargo, la suerte nunca estuvo de su
lado. La claudicación de las potencias oc-
cidentales ante Hitler y el hecho de que
muchos de los oficiales más jóvenes con-
sideraran a Beck y los suyos unos derro-
tistas llevaron a abortar los sucesivos in-
tentos. En vista de ello, Beck dimitió el 18
de agosto de 1938, para no volver a osten-
tar mando militar alguno. Ninguno de sus
compañeros siguió este ejemplo.

h i sto r i a y v i da 49
dossier
Wilhelm Keitel
de anodino miLitar de despacho a insidioso y
enormemente aborrecido Lacayo deL führer
H
ijo de un terrateniente, Keitel (1882-
1946) combatió brevemente como
capitán durante la Primera Guerra
Mundial, pero pronto fue destinado a fun-
ciones de Estado Mayor, por lo que ha sido
definido como un militar de despacho.
Tras la contienda permaneció en el Ejér-
cito, y su nombre aparece ligado a los
Cuerpos Francos (Freikorps) que luchaban
50 h i sto r i a y v i da
en el este de Alemania contra polacos y
comunistas. Keitel era un trabajador in-
cansable y disciplinado, aunque carente
de ideas propias. Pasó por diversos desti-
nos, como el de profesor de la Escuela de
Caballería, y ascendió más por recomen-
daciones que por méritos reales.
Cuando Hitler preguntó a Blomberg qué
opinaba de Keitel para la jefatura del Alto
Mando de la Wehrmacht, este contestó:
“No hay que pensar en él, no es más que
el que lleva mi oficina”. Tras una breve
pausa, y en contra de lo esperado, el Führer
le respondió: “Es precisamente el hombre
que estaba buscando”.
Desde entonces, como si de un forma de
agradecimiento se tratara, el general –pos-
teriormente mariscal– Keitel se plegó por
completo a las decisiones de Hitler, aun
sin estar siempre de acuerdo con ellas.
Esta falta aparente de criterio le hizo per-
der el respeto de sus compañeros de armas,
que le apodaban indistintamente Nickeitel
(“asentador”) o Lackeitel (“lacayo”).
La voz de su amo
Quiso convertirse en la coraza protectora
de Hitler, y se guardaba de hacerle llegar
las quejas y sugerencias de otros oficiales
cuando no casaban con las opiniones de
su Führer. Cuando aquellos le interpelaban
sobre el resultado de sus propuestas, solía
hitler nunca le tuvo
un gran aprecio, y
decía de él que tenía
“el cereBro de un
acomodador de cine”
despacharlos diciéndoles que el líder no
las había tomado en consideración.
Se convirtió también en un correveidile
de su jefe, y todos sabían que lo que dije-
ran llegaría tarde o temprano a oídos de
aquel. Con todo, Hitler nunca le tuvo un
gran aprecio, y solía referirse a Keitel con
frases despectivas como: “Está dotado del
cerebro de un acomodador de cine”.
Poco a poco, su aspecto benévolo se fue
trastocando, y a mediados del conflicto se
manifestaba como un malévolo intrigante,
capaz de impartir órdenes que vulneraban
la Convención de Ginebra y de amparar
las actuaciones de los Einsatzgruppen.
Estos, a retaguardia del ejército alemán,
cometían toda clase de crímenes, con el
pretexto de que dependían de Himmler.
El 9 de mayo de 1945 le tocó firmar la ca-
pitulación ante el Ejército Rojo. Pese a
alegar que solo había cumplido órdenes,
fue condenado a muerte en los juicios de
Núremberg y ahorcado poco después.

Walter von Brauchitsch
un hombre sometido y controLado por hitLer
A
este militar berlinés, afable y de
noble origen, le gustaba estar con
sus hombres, si podía, diariamente.
No abandonó esa costumbre ni siquiera
cuando fue ascendido a mariscal de cam-
po. Von Brauchitsch (1881-1948) solía
decir que era la única manera de calibrar
la situación y elevar la moral de la tropa.
Aunque la milicia fue su vida, no por ello
dejó de lado la política. En 1932, un año
antes de que Hitler alcanzara el poder,
se afilió al Partido Nacionalsocialista.
Ello facilitó su ascenso. En 1938 se con-
virtió en jefe del Ejército de Tierra en
sustitución del general Von Fritsch.
Lealtad obligada
Von Brauchitsch tenía una amante, Char-
lotte Schmidt, una ferviente nacionalso-
cialista, pero su mujer no quería divorciar-
se. Tuvo que intervenir el propio Hitler
para que Elizabeth von Karstedt claudica-
ra, y también fue el Führer quien pagó los
80.000 marcos del acuerdo. Sin embargo,
la intervención del canciller tenía un pre-
cio: la sumisión. El habilidoso artillero no
solía contradecir al dictador, aunque pro-
HITLER Y SUS GENERALES
curaba modificar sus planes desde su pers-
pectiva. Hitler ejercía un impresionante
control sobre él, de tal forma que en las
reuniones quedaba como paralizado, y
salía de ellas completamente sudado y
demudado. A pesar de ello, los conspira-
dores de Beck se pusieron en contacto con
él para que se uniera al golpe de Estado
de 1938. Su respuesta les resultó decep-
cionante: “No haré nada, pero tampoco
impediré que otros actúen”.
Desde su puesto tuvo una intervención
directa en los planes ofensivos que condu-
jeron a las victorias de Polonia, Francia y
los Balcanes. Estos triunfos le permitieron
lucir el bastón de mariscal, pero nunca
estuvo de acuerdo con la estrategia de in-
vasión de la URSS. A medida que pasaban
los meses y la victoria no llegaba, la tensión
con Hitler fue en aumento. El 19 de di-
ciembre de 1941 sufrió un ataque al cora-
zón tras recibir una fuerte reprimenda del
Führer, tras lo cual fue jubilado.
Capturado y encarcelado por los británicos
al final de la guerra, ya muy enfermo y
casi ciego, murió de un infarto en el hos-
pital militar británico de Hamburgo.
erwin
rommel
eL héroe perfecto
para eL nazismo
E
l más mediático de los generales
del Tercer Reich, Rommel (1891-
1944) es considerado en la Ale-
mania de hoy un héroe, pero, en pu-
ridad, su ascenso estuvo ligado al
nazismo, con el que simpatizó, y a
Hitler, de cuyo batallón de escolta fue
jefe. Este suabo de clase media, con
una destacada actuación en la Gran
Guerra, permaneció en el Ejército co-
mo instructor. Su magnífica actuación
al frente de la 7.ª División Panzer en
Francia en 1940 le granjeó el respeto
de sus camaradas y la atención del
ministro de Propaganda Goebbels, que
vio en él un contrapeso a los generales
prusianos de noble origen. Muy buen
táctico, aunque mediocre estratega, su
actuación al frente del Afrika Korps le
reportó el bastón de mariscal.
Afrenta encubierta
Mucho se ha debatido sobre su impli-
cación en la conspiración contra Hitler,
pero, aunque fue tanteado varias veces,
no parece que se decidiera antes de
1944, y, en todo caso, se oponía al ase-
sinato del Führer. Con todo, su nombre
apareció en papeles golpistas, y Hitler
le ofreció la opción del suicidio, ama-
gada como muerte natural, para pro-
teger su nombre y a su familia –así
como el propio crédito del régimen–,
a lo que accedió envenenándose.
h i sto r i a y v i da 51
dossier

alfred jodl
soberbio y ambicioso, eL cerebro técnico
de hitLer tardó demasiado en cuestionarLe

A
l contrario que Keitel, con el
que formaba un perfecto tán- podía haBer ayudado
dem, Alfred Jodl (1890-1946) a tomar decisiones
era un personaje muy inteligente,
aunque ambicioso y soberbio. Nacido militares correctas,
en el seno de una familia de larga tra- pero se plegó a la
dición militar, sirvió valientemente en
la Primera Guerra Mundial, en la que voluntad del führer

josef
fue herido en dos ocasiones. Tras re-
cuperarse, pasó a desempeñar funcio- Solo al final de la guerra empezó a tomar
nes de Estado Mayor que ya nunca algunas decisiones que contravenían

“sepp” abandonaría. Desde 1923, año en que

conoció a Hitler, siguió con interés la
las ideas del Führer, aunque sin llamar
la atención de su jefe. Era demasiado

dietrich
imparable evolución del nacionalso-
cialismo, aunque sin involucrarse de-
masiado, al tiempo que ascendía en
el escalafón. Taciturno y desconfiado,
eL fanático que solía mantener las distancias con sus
subordinados, de los que no aceptaba
cambió de opinión sugerencias, por lo que no era espe-
cialmente apreciado. Su carrera se
tarde. El 7 de mayo de 1945, firmó la
capitulación de su Wehrmacht en Reims
ante los mandos aliados. Acusado de
crímenes de guerra en los procesos de
Núremberg, se defendió diciendo que
la función de un militar era la de cum-
plir las órdenes de su superior sin juz-
garlas. Fue condenado a la horca.

A
prendiz de carnicero y sar-
gento en la Gran Guerra,
este bávaro dirigió la escol-
ta personal de Hitler y un pelotón
de las SS encargado de eliminar a
sus antiguos compañeros de las SA
en la Noche de los Cuchillos Largos.
Una vez al frente del Regimiento,
y después División, Leibstandar-
te-SS Adolf Hitler, a pesar de sus
modos y aspecto barriobajeros,
Dietrich se ganó el respeto de mu-
chos oficiales superiores. Ascen-
dió en el escalafón hasta mandar
el 6.º Ejército Panzer SS, y contó
con la confianza de su Führer.
Rundstedt, no obstante, dijo de él:
“Es decente, pero estúpido”.
Tras el Día D, comenzó a dudar del
genio militar de Hitler, y desobe-
deció algunas órdenes para prote-
ger a sus hombres. Detenido por
los norteamericanos, fue conde-
nado a cadena perpetua, que se le
conmutó por 25 años de reclusión.
Excarcelado por salud en 1959,
moriría en 1966, a los 74 años.
vio colmada con su nombramiento
como jefe del Estado Mayor de la Wehr-
macht, al cual ligó su vida.
Reafirmando al dictador
En realidad, era el hombre adecuado
para el puesto. Buen teórico y estrate-
ga, por carácter y formación podía
ayudar a un jefe de Estado como Hitler
a tomar decisiones militarmente co-
rrectas (algo que Keitel, su teórico
superior, no podía hacer). Sin embar-
go, no fue así. Como tantos otros, pron-
to se plegó a la personalidad del anti-
guo cabo, convencido de que poseía
un sexto sentido que los llevaría a la
victoria, tal como escribió en su diario:
“Ganaremos la guerra [...] porque te-
nemos mejores tropas, mejor arma-
mento, nervios más fuertes y una je-
fatura [Hitler] que sabe adónde va”.
Siempre estuvo a su lado para dar un
toque “profesional” a sus ideas, pero
sin modificarlas. Ello lo convirtió en
un miembro permanente del séquito
hitleriano, que el dictador utilizaba
para refrendar sus órdenes.

52 h i sto r i a y v i da

franz ritter halder
generaL briLLante, opositor inteLigente
C
omo muchos de sus antepasados,
Franz Ritter Halder (1884-1972, arri-
ba a la izqda.) siguió la carrera mili-
tar. Se formó como artillero y estuvo liga-
do a los Estados Mayores regimentales y
divisionarios, hasta que el 1 de septiembre
de 1938 fue nombrado jefe del Estado
Mayor del Ejército en sustitución de Lud-
wig Beck. Para aceptar el cargo puso una
sola condición: no estar nunca bajo las
órdenes de Walter von Reichenau (ver p.
54) por incompatibilidad de caracteres.
Keitel accedió, con acierto. Tocó todos los
resortes, incluso el de Hitler, para que se
atendiera su petición, consciente de su
profesionalidad y saber. De hecho, Halder
es considerado por los expertos el más bri-
llante y tenaz jefe del Estado Mayor alemán
de la Segunda Guerra Mundial.
Su antipatía por el nacionalsocialismo era
conocida, y su resistencia a las órdenes del
HITLER Y SUS GENERALES
Führer, notoria. Pero mostraba siempre
una gran confianza en sus planteamientos,
que solían estar muy por encima, intelec-
tualmente hablando, de los de los conse-
jeros de Hitler. Era capaz de refutar con
autoridad cualquier objeción que se hicie-
ra a sus planes operacionales. Con todo,
la animosidad hacia el canciller era recí-
pronto se dio cuenta de que a la oposición
militar a hitler le faltaBa decisión y fuerza
proca, y su trabajo recibió mucho menos
reconocimiento que el de otros camaradas.
Un gran giro laboral
Las fuertes discrepancias con el Führer
sobre la forma en que se estaban llevando
a cabo las operaciones en el sur de Rusia,
que culminarían con la derrota de Stalin-
grado, provocaron su cese el 24 de sep-
tiembre de 1942 y el pase a la reserva.
Halder ya había organizado junto a Beck,
en preguerra, los golpes de Estado conoci-
dos como la Conspiración de Zossen, pero
pronto se dio cuenta de que a la oposición
militar le faltaba decisión y fuerza, lo que
le indujo a apartarse progresivamente de
ella. Meticuloso y precavido, borró toda
huella que le relacionara con los conspi-
radores, aunque nunca les traicionó.
Detenido tras el atentado del 20 de julio
de 1944, pasó por diferentes presidios,
como el de Dachau, donde recibió un tra-
to considerado, hasta ser liberado por los
norteamericanos. Pasaría preso dos años
en Gran Bretaña y Norteamérica. Tras su
liberación, el lacónico Halder se convirtió
en asesor de la División Histórica del Ejér-
cito de Estados Unidos, tarea por la que
recibió numerosas distinciones.
h i sto r i a y v i da 53
dossier
hans günther von Kluge
eL mariscaL que no quiso jugárseLa y perdió
H
ans el listo” (un juego de pala-
bras con su nombre que le de-
finía bien) era hijo de un gene-
ral prusiano. Buen táctico, el estilo
enérgico de mando de Von Kluge
(1882-1944, a la izqda.) daba libertad
a sus subordinados en combate. Tras
su actuación en las campañas de Po-
lonia y Francia, en las que demostró
ser un maestro en el manejo de la
“guerra relámpago”, ascendió rápi-
damente hasta llegar a mariscal.
Tenía un punto débil: el célebre e
irascible general Heinz Guderian. Su
animadversión era tal que pidió per-
54 h i sto r i a y v i da
miso a Hitler para celebrar un duelo
con él, algo que el Führer rechazó.
Si bien simpatizaba con la oposición
militar, mantuvo una actitud ambi-
gua, y no se involucró hasta 1943,
pero un grave accidente de coche lo
dejó al margen. Una vez recuperado,
accedió a incorporarse en el golpe de
Stauffenberg del 20 de julio, siempre
y cuando el atentado tuviera éxito,
por lo que se mantuvo expectante.
Sustituido por Walter Model y llama-
do a Berlín para pedirle cuentas, se
suicidó durante el trayecto por miedo
a ser juzgado y ahorcado.
Walter von
reichenau
¿demasiado poLítico
para ser miLitar?
T
ambién hijo de un general pru-
siano, Von Reichenau (1884-
1942) ha sido presentado como
el más nazi de los generales de prime-
ra hora. Es algo que ahora se matiza,
al considerar que se afilió al partido
más por interés que por convicción.
Como fuese, ambos se prestaron bue-
nos servicios, pero este componente
hizo que Hitler acabara recelando de
él y lo rechazara en sustitución de Von
Brauchitsch con estas palabras: “Este
hombre piensa demasiado en política
para mi gusto, y, cuando el gato no
está, los ratones bailan”.
No obstante, era un excelente táctico,
con una mente abierta y buen trato
con la tropa. Lo demostró en Francia,
siendo recompensado con el bastón de
mariscal. Pero el 12 de enero de 1942
sufrió un infarto de miocardio estando
al frente del Grupo de Ejércitos Sur en
Rusia, del que finalmente moriría.

gerd von rundstedt
eL miLitar que no se mezcLó con eL mundo civiL
M
iembro de una aristocrática fa-
milia, el mariscal de campo Gerd
von Rundstedt (1875-1953) es
quizá el alto mando alemán de la Segun-
da Guerra Mundial que mejor represen-
ta los ideales del militar prusiano: pro-
fesionalidad y apoliticismo.
Rundstedt era una persona tranquila y
metódica, que redactaba sus órdenes de
la forma más breve posible para evitar
confusiones, después de lo cual dejaba
total libertad de acción a sus subordina-
dos. Los políticos no le gustaban, y pro-
curaba no tener trato con ellos, más allá
de lo que su cargo obligaba. Buen imi-
tador, solía reproducir los acentos regio-
nales, lo que aprovechaba para escarne-
cer a dirigentes nacionalsocialistas. Era
un gran amante de su antiguo regimien-
HITLER Y SUS GENERALES
Walter model
eL úLtimo recurso de hitLer
H
ijo de un músico y militar de carrera, Model (1891-
1945) tuvo una valiente actuación en la Gran Guerra.
Siempre dirigió a sus hombres desde primera línea, sin
importarle el peligro. Muy enérgico, aunque de trato difícil,
su glacial mirada desde su monóculo derecho infundía pavor.
Nunca se amilanó. Cuando, una vez, unos oficiales le pregun-
taron con qué fuerzas contaba para taponar una brecha,
respondió con rotundidad: “¡Conmigo mismo!”.
Era un buen oficial. Maestro en la defensa y el contraataque,
representó un papel decisivo en la creación de los eficaces
cañones de asalto, y fue utilizado repetidamente por Hitler
como remedio de urgencia en las situaciones más difíciles,
por lo que se ganó el sobrenombre de “el bombero de Hitler”.
Model, nombrado mariscal, ligó su suerte a la del nacional-
socialismo, con el que se identificaba y del que nunca abjuró.
Aunque no estuvo de acuerdo con algunas de las decisiones
de Hitler –como en el caso de la ofensiva de las Ardenas, que
encabezó–, ejecutó sus órdenes a rajatabla.
Temiendo ser entregado a los soviéticos y juzgado como
criminal de guerra, Walter Model se suicidó de un disparo
en la cabeza el 21 de abril de 1945.
to, y le gustaba llevar su uniforme con
las divisas de cuando era su coronel.
Tras dirigir la ocupación militar de los
Sudetes en 1938, se retiró del servicio
activo, pero fue recuperado por Hitler
para la guerra. Durante la campaña de
Rusia, las divergencias con este fueron
tantas que se le destinó al mando del
Frente del Oeste. El exitoso desembarco
aliado en Normandía le hizo ver que la
guerra estaba perdida, y presionó al
Führer para que negociara la paz.
Nunca mantuvo contacto con la oposi-
ción militar. De hecho, tuvo que presidir,
en razón de su rango, el tribunal de ho-
nor que expulsó del Ejército a los impli-
cados en la conjura del 20 de julio. De-
tenido por los aliados, sería liberado en
1948 a causa de su frágil salud.
h i sto r i a y v i da 55
la ruta del
Desde tiempos remotos, los comerciantes recorrieron un tortuoso camino
entre el sur de China y el Tíbet para intercambiar caballos por té.
dídac cubeiro, DoCTor en HisToria, profesor De esTuDios De asia orienTal, uaB
 C
on sus extensas fronteras en co-
mún, principalmente a lo largo
del Tíbet, China e India han co-
existido de una forma u otra
desde hace miles de años. Desde
tiempos ancestrales, el té y el budismo ya
fluían a través de los valles del Himalaya,
definiendo las culturas de la región. Una
pequeña franja de tierra entre montañas
que une el Tíbet y la región india de Sikkim
conecta también los actuales Nepal y Bu-
tán: se trata del paso de Nathu La.
Este paso se sitúa en el punto final hacia
India de la antigua “ruta del té y los ca- porteadores de té. sichuan, 1908. a la
ballos”, o simplemente “ruta del té”, por izqda., aldea junto al paso de nathu la.
la que los bienes y las manifestaciones
culturales viajaron de un país a otro du-
rante más de mil años. La vía comercial claban las hojas de té fermentadas con
creció, haciendo de Lhasa un centro in- mantequilla de yak para crear un té sala-
termediario y logístico y ganando en ese do que aún es común hoy. Más allá de su
momento el sobrenombre de “ruta de la fuerte sabor, el té favorecía la digestión
seda del sur”, aunque, por el tipo de pro- de una dieta basada en carne y lácteos.
ductos intercambiados, era un apelativo Los tibetanos rara vez comían verduras,
poco apropiado. La mayor parte de los y las hojas de té cumplían de algún modo
comerciantes de este camino cargaban a con ese requisito alimentario.
la ida desde China mulas con té y volvían Pero, pese a su abundancia en té, Yunnan
del Tíbet con caballos de guerra, a través tenía sus carencias. El ejército chino no
de puertos de montaña y cruzando las
gargantas de los caudalosos ríos por pe-
ligrosos puentes colgantes. los tibetanos rara
El clima y los gélidos inviernos del Tíbet no vez comían verduras,
permitían el cultivo de té en las escarpadas
laderas de las estribaciones, por lo que los y el té favorecía la
comerciantes locales comenzaron a mirar digestión de su dieta
hacia el exterior para proveer el mercado
interno. En ciertas partes de la vecina región
de carne y lácteos
de Yunnan, en China, se daba un clima

té
ideal para el cultivo del té, y las plantacio-
nes aumentaron progresivamente con el
incremento de la demanda exterior. Los
mercaderes tibetanos pasaron a recorrer
las empinadas cumbres del oeste de China
para satisfacer la creciente sed de su país.
Ventajas para todos
Fue en algún momento a mediados de la
dinastía Tang china (618-907) cuando los
tibetanos empezaron a consumir habi-
tualmente el té de la región de Pu’er, al
sur de Yunnan, hasta convertirlo en un
alimento básico local. A menudo se mez-
disponía de caballos grandes y fuertes con
los que cargar contra los vecinos hostiles
del norte y el oeste. Se trataba de grupos
mal organizados que modernizaron sus
tácticas incorporando el caballo y el arco
en sus incursiones, con arqueros montados
frente a la infantería china, que necesitó
iniciarse en la caballería para repeler esos
ataques. La región de Bactria, en el actual
Tayikistán, en Asia central, disponía de
equinos de gran envergadura (en compa-
ración con los tibetanos, de menores di-
mensiones), que ya eran conocidos por
los chinos en el siglo i a. C., a juzgar por
 peregrInos tomando té en la ruta del té y los
caballos. parte tibetana de la región de Kham.
las crónicas Si Ji de Sima Qian. Sin em-
bargo, conseguirlos era complicado, ya
que debía cruzarse el desierto de Takla-
makán. En pocas ocasiones tendrán acce-
so los chinos a estos formidables caballos
a lo largo de su historia, por lo que su
ejército se nutrirá habitualmente de las
monturas tibetanas. El Tíbet se encontra-
con el auge de lhasa, empezó a llegar a ella
sal de sichuan, que se abrió camino hasta india
ba cerca de las llanuras chinas, y los mer-
caderes encontraron en los caballos loca-
les un producto para llevar de vuelta a
China una vez descargado el té. Los co-
merciantes de las áreas tibetanas obtuvie-
ron grandes beneficios con este negocio.
El viaje era rentable, pero largo y peligro-
so. Aparte del coste de los animales, había
que partir del interior de Yunnan y atra-
vesar Sichuan para llegar a Lhasa. El cli-
ma de Yunnan es muy variable, con tem-
peraturas tropicales en los valles cercanos
58 H i sTo r i a y v i Da
a Vietnam y cada vez más bajas a medida
que se alcanza la fría meseta tibetana.
Además, la cordillera de Hengduan era
un obstáculo que obligaba a dar un rodeo
de muchos kilómetros al norte para evitar
los tramos más escarpados.
La ruta entre Yunnan y el Tíbet solía ini-
ciarse en Xishuangbanna, cerca de Pu’er,
y discurría hasta Lhasa por unos dos mil
trescientos kilómetros repletos de cami-
nos y senderos poco adecuados para el
transporte de mercancías, especialmen-
te en los puntos montañosos. Para reali-
zar una travesía tan extensa se dividió la
ruta en tramos. Los mercaderes rara vez
realizaban todo el trayecto entre Yunnan
y el Tíbet, y menos aún el tramo entre el
Tíbet e India. Surgió un sistema de pues-
tos comerciales en las principales ciuda-
des: Lijiang, Dali, Zhongdian y Lhasa.
En realidad, la ruta del té nunca fue un
camino único, sino más bien una red de
senderos que surcaban la región para fa-
cilitar el intercambio económico entre las
distintas ciudades. Aparte de la vía prin-
cipal al Tíbet, el té de Yunnan se distribuía
también hacia el sur, hacia Myanmar, Laos
y Vietnam, desde las localidades interme-
diarias de Mangkang, Xishuangbanna y
Honghe, respectivamente.
de lhasa a India
El papel de India como destino comercial
desde Lhasa había sido casi insignifican-
te, pero, con el auge de esta como núcleo
de intercambio, empezó a llegar a ella sal
desde Sichuan, y esta sal se abrió camino
poco a poco hacia el oeste. En aquel en-
tonces, la mayoría de la que se vendía en
los mercados indios era marina, de salinas
que inundaba el mar en los monzones, y
se recogía posteriormente en un proceso
lento y caro. Esta sal no siempre estaba
disponible, y las grandes minas de Sichuan
proporcionaban, en cambio, un produc-
 la ruta del té

el porqué de su éxito Ruta del té

Ruta de la seda
Ruta siberiana
la rápiDa propagaCión Del Consumo De Té Moscú
RUSIA

L. Balqash MONGOLIA MONGOLIA

Bizancio Kalgan
MANCHURIA
XINJIANG CHINA Datong
El Cairo Chengdu
Kalgan Calcuta
Desierto de
BACTRIA Taklamakán Pekín
Kashgar CHINA

SIKKIN
HI Kalimpong gularmente a las ciudades del país. La bebida
MA TÍBET SICHUAN se propagó a otras zonas, y, para facilitar su
LA Qamdo
transporte y alargar su vida, el té pasó a secar­
He

YA Lhasa Chengdu
ng

Gyangze Kangding se y comprimirse en ladrillos. Debido a que

Shannan Mangkang
du

NEPAL Yadong gran parte de este té de segunda clase (las ho­

an

Paso de Nathu La Lijiang jas de mejor calidad se vendían sin comprimir)

BUTÁN Yongsheng
Dali Zhongdian había estado almacenada en recintos húmedos
YUNNAN y cálidos típicos del sur de Yunnan, fermenta­
Dacca PU’ER Honghe ba, lo que le confería un sabor y olor caracte­
Calcuta
Xishuangbanna rísticos. En el proceso de fermentación del té
MYANMAR verde se generaban compuestos que contri­
NAGAS
INDIA
LAOS buían al control del colesterol y la presión arte­
Golfo
rial. Por el contrario, se concentraba la cafeína,
VI

de Bengala
ET

lo que hacía de él una bebida energética.

NA

0 400 km
M

potable y con sabor
La calidad del agua es aún hoy un grave pro­
blema sanitario en algunos lugares del mundo,
y hasta no hace mucho lo era en todo el globo.
Nadie confiaba en consumirla sin más, y con
razón. Como alternativas al agua hervida figu­
raban la leche y derivados, altamente pere­
cederos, o las bebidas alcohólicas, no muy
aconsejables si se quería mantener la cabeza
despejada. Por eso, la infusión de las hojas del
té, que darán sabor al agua hervida, se impon­
drá con éxito en toda la región.
el té verde de pu’er
En China, el conocido como té de Pu’er, una
variedad cultivada en Yunnan, se enviaba re­
bebida energética
El té tibetano, a base de mantequilla de yak, es
aceitoso, muy salado, y su sabor dista del de la
infusión de té al que estamos acostumbrados.
Sin embargo, para los porteadores, este líquido
amarillento tenía propiedades casi mágicas,
permitiéndoles acarrear grandes cargas a más
de 4.000 m de altura. La mantequilla de yak
era rica en proteínas, nutrientes y sales, y el té
aportaba su cafeína para las largas jornadas.

to más barato y en mayores cantidades.
Los tratantes de sal que cubrían la ruta
entre Lhasa e India consumían té para
soportar las bajas temperaturas del tra-
yecto, y pronto lo incorporaron a su ne-
gocio. Desde Lhasa, las caravanas de té
hacían paradas en Shannan y Gyangze,
luego se dirigían a Yadong, justo antes
de cruzar el paso de Nathu La, para diri-
girse finalmente hacia Calcuta. Una vez
en India, los comerciantes locales distri-
buían el té y la sal a los principales mer-
cados del país e incluso más allá de sus
fronteras (Malasia, Tailandia, Indone-
sia...). A cambio, vendían al Tíbet trigo,
arroz y harina, principalmente.
A medida que crecían las relaciones co-
merciales con India, Lhasa se fortaleció
como núcleo comercial. Los mercaderes
de Sichuan, Nepal, Bután, Sikkim e inclu-
so de áreas más lejanas acudían a la ciudad
para colocar sus productos. Además de té,
caballos y sal, confluían en Lhasa seda des-
de Xinjiang, al norte, y muchas otras mer-
cancías que hicieron su camino hasta India,
desde el opio hasta rarezas como cuernos
de rinoceronte y huesos de tigre, todo ello
utilizado en la medicina tradicional china.
la alternativa peligrosa
Además de la ruta del té que iba de Lha-
sa a India por el paso de Nathu La, existía
otra que partía de Mangkang hacia Cal-
cuta a través de Myanmar. Los comercian-
tes de Yunnan evitaban así los pasos
montañosos y se saltaban los intermedia-
rios tibetanos, que controlaban la mayor
parte del comercio del té con India. Sin
embargo, aunque era una vía más direc-
ta y geográficamente más accesible, cayó
en desuso a medida que Lhasa se conver-
tía en el centro de distribución del té por
Asia central e India. Además, la capital
tibetana ofrecía a los comerciantes chinos
una contrapartida, al proporcionarles
bienes y mercancías altamente valorados
en sus mercados (como los caballos o
distintos productos farmacológicos).

H i sTo r i a y v i Da 59

De nuevo en marCHa
el abastecimiento de los aliados en la segunda guerra mundial
la reapertura
La ruta del té se revitalizó durante la Se­
gunda Guerra Mundial, cuando las ciuda­
des costeras de China y Birmania fueron
ocupadas por el ejército japonés. Mientras
los “Tigres Voladores” norteamericanos
(arriba) sobrevolaban con sus misiones
de suministro el Himalaya, se reabrieron
las rutas terrestres por el mismo trazado
a través de la antigua ruta comercial.
un gran surtido
Grandes caravanas de yaks y mulas
transportaban máquinas de coser, telas,
cigarrillos, whiskies y ginebras, tintes y
productos químicos, gasolina, conservas
Más importante aún era el hecho de que
Lhasa aportaba seguridad a los que tran-
sitaban por la zona. La ruta del sur atrave-
saba el territorio Naga, una región al este
de India que llegó a extenderse hasta Laos.
Estaba formada por más de ochenta tribus,
no siempre unificadas, muy temidas por
los países del entorno a causa de sus sol-
dados cazadores de cabezas, activos hasta
principios del siglo pasado. La inestabilidad
de esta área hacía de la vía meridional una
opción extremadamente peligrosa.
del éxito a la caída
Durante la dinastía Song (960-1127),
que coincide con el florecimiento de la
60 H i sTo r i a y v i Da
y mil y una variedades de pequeños ar­
tículos, que fluyeron en una corriente in­
terminable desde Kalimpong, en el Sikkim
indio, hasta Lhasa. Por toda la ruta se im­
provisaron almacenes intermedios en sa­
las y patios de los palacios y monasterios
budistas, donde se reembolsaban las
mercancías en unidades más pequeñas
para el consumo minorista.
mercado en guerra
Desde Lhasa, la ruta se ramificaba hacia
Kangding, en la provincia de Sichuan,
y Lijiang, en la de Yunnan, con el fin de
mantener los suministros para las tropas
chinas, estadounidenses y británicas.
ruta del té, los registros chinos cuantifi-
can sus remesas a Lhasa en cifras que
oscilan entre las 400 y las 700 toneladas
anuales, y los registros fronterizos hablan
de unos dos mil comerciantes activos al
año. Según estos archivos, un caballo de
guerra se intercambiaba por entre 20 y
60 kg de té, dependiendo de la calidad
de este y de la oferta en el mercado, y
llegaban a ponerse en circulación hasta
veinte mil caballos al año.
En este período, las autoridades chinas
gravaron las mercancías que entraban y
salían por las aduanas. Para conseguir
reducciones arancelarias, los mercaderes
de Lhasa regalaban anualmente una par-
tida de sus mejores caballos al emperador
chino, y, a su vez, los recolectores de té de
Pu’er enviaban partidas de este a las au-
toridades tibetanas. En uno de los registros
figura un regalo especial al dalái lama de
2.500 kg de té negro de Pu’er.
El comercio se estabilizó durante los siglos
siguientes, hasta que llegó al poder la di-
nastía Ming (1368-1644). En esta nueva
etapa, tanto la producción como la distri-
bución del té quedaron bajo el control
directo de los funcionarios, y se prohibió
el comercio privado. La razón principal
fue que el té negro, que conserva su sabor
durante varios años, compactado en ladri-
llos, se extendió como moneda de cambio
en el Tíbet, Mongolia y Siberia. Los ladri-
llos de té estaban estampados con un sello
imperial chino que marcaba su valor mo-
netario en función de la calidad y la ofer-
ta. A lo largo del camino a Lhasa se crearon
oficinas gubernamentales que controlaban
la venta y regulaban los precios del té.
La venta de té al Tíbet siguió su curso con
este sistema de control estatal también
bajo la dinastía Qing (1644-1911), y en
1661 se registra una petición formal del
dalái lama para crear un mercado para el
té y los caballos que abasteciese la ruta en
la ciudad de Yongsheng, al norte de Yun-
la crisis de la ruta se
inició con el cultivo de
té en india y sri lanka,
introducido por los
británicos en el s. xix
nan. Los registros de ese año indican que
se transportaban hacia el Tíbet un millón
y medio de kilos de té. En 1735, con el as-
censo al trono de Qianlong tras la súbita
muerte de su padre, se impusieron restric-
ciones al comercio exterior en determina-
dos artículos, con el objetivo de atajar la
corrupción y el creciente poder de los
mercaderes extranjeros. Esta medida afec-
tó a la importación de caballos del Tíbet,
aunque el comercio de té controlado por
el Estado no experimentó cambios. La gran
crisis de la ruta se inició con el cultivo ma-
sivo de té en India y Sri Lanka, introducido
por los británicos en la primera mitad del
siglo xix, que rompió el monopolio chino.

Carga de ladrIllos de té en yaan (sichuan)
para su transporte por la ruta del té hasta lhasa.
la extensión siberiana
El té chino no se dirigió únicamente ha-
cia India. Los comerciantes de Xinjiang
y Sichuan se enriquecieron comprando
té en Lhasa e intercambiándolo por sedas
y sal llegadas desde el norte. Esta vía
septentrional conectaba en Kashgar con
la antigua ruta de la seda y abastecía de
té chino Asia central. Las caravanas trans-
portaban hacia el oeste seda y té, pero
también productos como el algodón, el
ginseng, el jengibre o el ruibarbo.
Tras la caída de la dinastía Ming, el Tíbet
estableció un reino soberano gracias al
apoyo de los nuevos gobernantes man-
chúes, los Qing, que mantuvieron como
guía espiritual al dalái lama a cambio de
asumir la protección militar del Tíbet an-
te potenciales ataques de ejércitos extran-
jeros. Este acuerdo facilitó el comercio
con Lhasa. El Imperio chino se amplió
durante el siglo xviii, ocupando Mongo-
lia, al norte, y estableciendo una larga
frontera con Rusia desde el lago Balqash
hasta el Baikal. En el lado ruso, los cosa-
cos dominaban la región del Baikal, y
realizaron incursiones a través del río
Amur hacia China. Consciente de que era
prácticamente imposible mantener una
guerra tan lejana, Moscú envió a un emi-
sario para negociar un tratado de paz con
Pekín y garantizar el comercio para los
mercaderes rusos en Siberia.
En 1689 se rubricó el Tratado de Nerchinsk,
por el que Rusia cedía los valles del Amur
al imperio Qing y ganaba su deseado ac-
ceso al mercado chino. En aquella época,
una ruta comercial transportaba pieles y
sal desde Siberia a la Rusia europea, y se
prolongó por el este hasta la ciudad china
de Kalgan. Allí se organizarían las cara-
vanas que cruzarían Mongolia en direc-
ción a Siberia, viajando hacia Europa por
el norte de la clásica ruta de la seda, a
través de territorio ruso. Con el tiempo,
la ruta se consolidó, y con ella el consumo
del té se extendió por toda la taiga sibe-
riana hasta el Viejo Continente. El aumen-
to de la demanda propició que al té del
sur de Yunnan en forma de ladrillos se
la ruta del té
sumara otro té de flores, más suave, pro-
cedente del este de China, que se incor-
poraría a la ruta rusa en Kalgan.
Los mercaderes que transitaban por todos
estos caminos no solo propagaron el con-
sumo del té; también fueron los media-
dores de un vínculo cultural que puede
rastrearse a lo largo de todo el recorrido
por China, el Tíbet, India, Mongolia y Si-
beria, en cuyas ciudades es fácil encon-
trar hoy numerosas casas de té. Las rutas
abiertas para el transporte de esta apre-
ciada planta articularon el comercio asiá-
tico y conectaron sus sociedades econó-
mica, social y culturalmente.
para saber más
ensayo
Freeman, michael. The Tea Horse Road:
China’s Ancient Trade Road to Tibet. Mú­
nich: Prestel, 2015. En inglés.
mouton, laurence y bourzat, catherine.
La ruta del té: un fascinante viaje a los
orígenes de esta enigmática planta. Bar­
celona: Océano Ambar, 2008.
H i sTo r i a y v i Da 61
 Diario
De un
emperaDor
Pedro ii es para los brasileños un ejemplo político y moral, el reverso
de su licencioso padre, que, no obstante, había logrado emanciparse
de Portugal. ¿Cómo pudo perder el trono tan fácilmente?
AnnA CAbAllé, historiadora de la literatura

62 h i sto r i a y v i da
pedro II

h i sto r i a y v i da 63

e
l novelista Javier Moro, autor de
una magnífica biografía novela­
da del primer emperador de Bra­
sil, Pedro I (El imperio eres tú,
Premio Planeta 2011), decía en
una entrevista que no se atrevió a escribir
la biografía de su hijo, Pedro II, porque
“era tan perfecto que no sabía cómo dra­
matizarlo”. Y es que, en efecto, aquel mo­
narca reunió cualidades asombrosas en
un ser humano tan poderoso como lo lle­
gó a ser él: culto, paciente, respetuoso con
las leyes, intelectual (le llamaban “O rei
filosofo”), pero con dotes para la guerra
cuando la veía necesaria para mantener
la unidad de Brasil, moderado, casi mo­
nógamo, lector extraordinario, modesto...
¿Se podía pedir más a un gobernante?
Para los brasileños, Pedro II ha venido a
representar con el tiempo lo más próximo
a un ideal político y el envés de su padre,
un hombre sexualmente fogoso e irritable
al que nunca perdonaron (siguen sin ha­
cerlo) que maltratara a su mujer, la inte­
ligente y culta Leopoldina de Habsburgo,
quien murió, arrinconada como un tras­
to viejo por su marido, a los 29 años. Pe­
dro I lideró la independencia de la nación,
ciertamente, liberándola de su estatuto
colonial respecto de Portugal y dotándola
de las herramientas jurídicas imprescin­
dibles para salir adelante. Pero allí no se
olvida que el monarca perdió la cabeza
por una atractiva joven de São Paulo que
resultó tan ardiente como él.
Podemos comprender los sentimientos
de ambos. ¿Es posible someter el deseo
64 h i sto r i a y v i da
a voluntad a los 20 o 25 años? Pero, fren­
te a un sistema republicano, la monarquía
permitía escenarios de una gran anoma­
lía moral: reyes coronados a una edad en
la que lo único que cabe es formarse y
divertirse, gobernando sin contar con la
menor disposición intelectual o bien for­
zados a casarse siendo niños, por poderes.
Una experiencia, esta última, de la cual
no suele salir nada bueno.
Pedro I de Brasil tuvo la inconsciencia de
imponer la presencia de la joven de la que
estaba enamorado a su esposa, al nombrar­
la dama de su corte, y, mientras la empe­
ratriz apenas podía vestirse decentemente
–pues, viendo su estrella decaer, todo se le
escatimaba a “la extranjera”, contando con
la indiferencia del monarca–, la marquesa
de Santos (ennoblecida rápidamente, como
toda su familia) lucía perlas y diamantes
grandes como garbanzos. Leopoldina mu­
rió de tristeza y soledad, y ese fue el prin­
cipio del fin del reinado de Pedro I.
Al percibir la consternación del pueblo
ante lo ocurrido (pues Leopoldina se había
refugiado en las obras de caridad y era
muy amada por la gente sencilla), el mo­
narca quiso combatir su inesperada caída
en desgracia alejando a la marquesa y
casándose con otra noble europea, Amelia
de Beauharnais. Pero ya nada pudo ser
inDepenDencia o muerte. Cuadro de Pedro
como antes. Se vio obligado a abdicar a américo. a la izqda., el emperador Pedro i.
favor de su hijo Pedro II, quien solo tenía
cinco años cuando quedó prácticamente
huérfano. Leopoldina había fallecido cuan­ dos años más tarde de ser nombrado, en
do su hijo tenía un año, y su padre renun­ 1833. La infancia de Pedro II fue triste, no
ció a la Corona (para no perderlo todo) en exenta de las tensiones de cualquier corte,
1831, partiendo a Europa y dejando a sus y sobre todo solitaria. Se hizo retraído, y
hijos en Brasil. Nunca volverían a verse. solo en los libros encontraría un refugio a
Pedro I murió en Lisboa en 1834, a los 35 su infelicidad. Su vida se ceñía al estudio,
pedro ii, huérfAno desde muy pequeño, solo
Consiguió enContrAr refugio en los libros
años. Una vida intensa y corta, como la las comidas, que hacía con sus dos herma­
llama que inspira una hoja de papel. nas (de las que, sin embargo, se sentía
distante), y las horas de sueño.
un niño solitario A los 15 años fue coronado emperador,
En un primer momento, pareció que el ante la inestabilidad política que se vivía
pequeño quedaba en manos de dos perso­ en Brasil a causa de la larga regencia.
nas sensatas nombradas por Pedro I: la Cuenta la leyenda que, cuando se le pro­
condesa de Belmonte, como aya, y José puso adelantar su mayoría de edad, pues
Bonifácio, como tutor. Pero entre ellos muy todo el mundo era consciente de su ma­
pronto surgieron rivalidades, y la condesa durez intelectual, o bien posponerla (como
no paró hasta que Bonifácio fue destituido estaba previsto) hasta los 18, él contestó:

“Quero já”. Pero en su Diario asegura que
la leyenda no es cierta, y que nunca pro­
nunció esas palabras. De hecho, son pa­
labras que no concuerdan con su carácter
tímido y retraído: en esa época era inca­
paz de imponerse a nadie.
En 1843, dos años después de ser coro­
nado, se casaba, sin conocerla, con Tere­
sa Cristina de Borbón, princesa de las
Dos Sicilias. La intención de la camarilla
que se valía de su inexperiencia para go­
bernar de acuerdo con sus propios inte­
reses era ver si el matrimonio le daba la
seguridad necesaria como monarca y lo
hacía madurar emocionalmente. El joven
emperador acudió ilusionado al puerto
de Río para recibir a su esposa. Le habían
prometido una belleza, y Pedro II se des­
ilusionó tanto al verla que sufrió un leve
desvanecimiento: la princesa era baja,
cojeaba al andar, carecía de cintura y su
rostro tenía un aspecto severo.
En un primer momento quiso deshacer el
matrimonio y se negó a hablar con ella,
pero la situación pudo reconducirse gracias
a la discreción de Teresa Cristina, quien,
sin ser una intelectual, encontró temas de
conversación que la aproximaron a su ma­
rido. Y también gracias al apoyo que reci­
bió la nueva emperatriz por parte de la
condesa de Belmonte, dispuesta a evitar
la catástrofe. Él acabó aceptando a una
mujer por la que no se sabe muy bien lo
que sintió, pero a la que siempre fue fiel.
Decenios después, en 1889, cuando murió
Teresa Cristina, fruto del shock que le su­
puso ver a la familia abocada al exilio, él
anotó en su Diario: “No sé cómo escribo.
Murió hace media hora la emperatriz, esa
santa [...]. Nunca imaginé mi aflicción.
Solamente lloro por la felicidad perdida
de 46 años. Nada más puedo decir”.
Los historiadores opinan que la fiabilidad
del Diario de Pedro II es relativa, en la
pedro II
medida en que el monarca lo escribió con
la voluntad de dejar un testimonio propio
de su experiencia. De modo que la pre­
gunta surge, inevitable: ¿son palabras
sinceras las que escribe Pedro II, o están
motivadas por el estatuto que merece su
esposa y la imagen de matrimonio bien
avenido que procuró dar siempre? Lo cier­
to es que sus referencias parecen sentidas
en un hombre nada dado a la publicidad
de sus afectos: “Primer día de la vida des­
consolada que me espera. Viviré para el
estudio que, infelizmente, no aprovecha­
rá más que a mí y a mis nietos”.
reinado en auge
A mediados de siglo, el emperador, lejos
ya de la adolescencia que le sumía en el
pánico y con una familia en la que apo­
yarse, se siente cada vez más seguro de
sí mismo, y con ello crece su popularidad.
La economía consigue estabilizarse gra­
h i sto r i a y v i da 65

el Peso de la esClavitud
la discriminación continuó e incluso tiñó la identidad de Brasil
la vida social brasileña estuvo
marcada hasta finales del siglo xix por la
esclavitud (arriba, castigo a un esclavo).
Brasil fue el último país de Occidente en
abolirla (Lei Áurea, 1888), pero aquella
larga y dura experiencia de sometimien­
to y violencia se resistiría a desaparecer,
adoptando otras formas contra la integra­
ción social. Entre 1500 y 1800 llegaron
por la fuerza cerca de cuatro millones de
africanos para trabajar en los ingenios co­
loniales. Hoy, Brasil es el segundo país del
mundo en número de habitantes de color,
después de Nigeria. Pardos y negros su­
man actualmente el 60% de la población.
cias a la consolidación del café en los
mercados internacionales, el fin del trá­
fico de esclavos y la liberación de grandes
capitales, listos para invertir en el nuevo
mercado industrial que potencia de forma
entusiasta el emperador, liberal y demó­
crata. Pero Pedro II no solo fortalecería
la unidad y prosperidad de Brasil con la
instalación del ferrocarril y la construc­
ción de hospitales y escuelas, sino que,
de acuerdo con su talante intelectual, se
preocupó de otorgarle una base cultural
con la que pudiera identificarse.
Brasil carece de la rica variedad de cultu­
ras indígenas propia de los países hispanos
(México, Perú, Chile, Bolivia, Colombia...),
66 h i sto r i a y v i da
el país, marcado por sus múltiples
fronteras (con la Guayana Francesa, Suri­
nam, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia,
Paraguay, Argentina y Uruguay) y con
una población fruto de la mezcla original
entre amerindios, africanos y europeos,
es esencialmente mestizo. El mestizaje de
lenguas, colores y costumbres se ha con­
vertido en su carta de presentación, no
exenta de problemas: por ejemplo, la di­
fícil construcción de una ciudadanía re­
publicana tras Pedro II. Las respuestas
múltiples que pueden darse a la idea de
identidad brasileña explican una historia
política cargada de avances y retrocesos.
pues la colonización portuguesa fue menos
cuidadosa, mucho más abrasiva, y no hu­
bo un Bartolomé de las Casas obsesiona­
do con la preservación de las civiliza­
ciones previas. No hay más que ver la
pobreza de la artesanía brasileña actual
para hacerse una idea del poco estímulo
que ha representado el pasado precolom­
bino. Pedro II era muy consciente de esa
precariedad: comprendió que era preci­
so no solo afianzar la monarquía creada
por su padre, sino proporcionarle una
memoria, dotar a la nación de una tra­
dición cultural propia que le permitiera
reconocerse y reconciliarse en torno a
ella, a fin de mantener la unidad política.
Eso le ganó la imagen de “sabio empera­
dor” que todavía conserva.
Trabajó sin descanso potenciando y apo­
yando una literatura nacional que inclu­
yera una rehabilitación ética y poética de
lo indio (nativismo). Aprendió el tupí (el
idioma indígena más hablado en Brasil) y
propició la elaboración de diccionarios y
gramáticas de ambas lenguas. Si lo africa­
no evocaba la esclavitud y su presencia era
incómoda en las artes, lo selvático apare­
cía como noble y auténtico, libre de repro­
ches morales y, por ello, capaz de soportar
la construcción de un pasado mítico. En
su Diario son frecuentes los dibujos a lápiz
de paisajes, cabañas, hombres y mujeres
que encuentra a su paso en sus viajes al
interior del Brasil y que le suministran
valiosa información sobre su realidad. Lo
mismo hizo con la pintura y la música: en
ambos casos mostró el camino para valo­
rizar lo pintoresco, la presencia del trópi­
co, la singularidad de las gentes, la belleza
abrumadora del paisaje, en la línea de las
maravillosas telas pintadas por el holandés
Frans Post siglo y medio antes.
De modo que el Romanticismo brasileño,
más tardío que el europeo, fue un movi­
miento palaciego, vinculado al emperador
y costeado por él, y por ello tuvo caracte­
el romAntiCismo en
brAsil fue un
movimiento pAlACiego,
un proyeCto ofiCiAl
Con un fin polítiCo
rísticas específicas –fue un proyecto oficial,
dirigido y con un objetivo político– que no
a todos los historiadores complacen. Pero
lo cierto es que aquel mecenazgo imperial
tuvo efectos deslumbrantes a corto plazo
y atrajo a artistas y científicos europeos que
darían a conocer Brasil al mundo. El estre­
no de la ópera O guaraní, de Carlos Gomes,
en la Scala de Milán el 19 de marzo de 1870
es, sin duda, un momento culminante de
la influencia ejercida por Pedro II.
“La ciencia soy yo”, recuerda la historiado­
ra Lilia Schwarcz que dijo en una de las
reuniones del Instituto Histórico y Geo­
gráfico Brasileiro, que él mismo había fun­
dado y que solía presidir. Y el mismo es­

antiguo palacio De verano de Pedro ii en
Petrópolis, en la actualidad Museo imperial.
píritu fundacional y creativo latió en la
construcción de Petrópolis (“ciudad de
Pedro”): unas tierras compradas por su
padre en la parte más alta de Río de Janei­
ro, en dirección a Minas Gerais, fueron
aprovechadas por el emperador para edi­
ficar un palacio de verano, inspirándose
en Versalles. Muy pronto, la nobleza cario­
ca acudió a la llamada levantando sus
propios palacetes. Y es que el modelo de
Pedro II era Luis XIV, con su capacidad de
dotar a su reinado de una enorme brillan­
tez cultural y artística. Asimismo, el empe­
rador facilitó a los campesinos alemanes
la posibilidad de que se instalaran cerca
de Petrópolis, para conferir a los alrededo­
res un patrón de civilización. Y muchos
alemanes viajaron hasta allí, fundando con
el tiempo ciudades como Novo Hamburgo,
Santa Caterina, Joinville o Gramado.
De la guerra y el amor
Pero a las luminosas luces de su frenética
actividad a favor de la cultura y el progre­
so debemos contraponer su creciente des­
interés por la política nacional. El punto
de inflexión de su reinado lo marca la
guerra con Paraguay, cuando este país
invade el Mato Grosso en 1864 de la mano
de Francisco Solano López, quien sale al
paso de la alianza que Brasil había esta­
blecido con Argentina en contra de su
enemigo natural, Paraguay, por la eterna
discusión de los límites de cada uno y por
otros intereses añadidos de la importante
colonia de británicos en la región.
Mato Grosso era territorio paraguayo sobre
el papel, pero estaba ocupado por brasile­
ños cuando el mariscal Solano López de­
cidió recuperarlo. ¿Hizo bien, hizo mal?
Fue una guerra costosísima para ambas
partes: en el caso de Brasil, en vidas huma­
nas y pérdidas económicas, pues el conflic­
to duró algo más de cinco años, mientras
que Paraguay quedó tan diezmado en
personas y bienes que para algunos histo­
riadores fue el comienzo de su bancarrota
nacional. La muerte del mariscal Solano
puso fin al conflicto, y, aunque la victoria
fue para Brasil, se dice que la preocupación
pedro II
ocasionó el envejecimiento precoz del em­
perador: su larga barba blanca y el aspecto
cansado y pesaroso proceden de esa épo­
ca y de una guerra que se le hizo inacaba­
ble. Pero solo tenía 45 años...
Cumpliendo un deseo largamente espera­
do, Pedro II aprovechó la triste noticia de
la muerte de su hija Leopoldina en Viena
a causa del tifus para emprender su primer
viaje a Europa, con parte de la familia,
dejando como regente a su hija primogé­
nita, Isabel. En aquella ocasión visitó Lis­
boa, Madrid, Núremberg, Praga, Budapest,
Viena y Egipto. El emperador escribe en
su Diario todo lo que ve, pero echa de me­
nos a una mujer que con el tiempo se ha
convertido en su confidente y amiga, la
condesa de Barral, aya de sus hijas desde
1854. En su Diario “europeo” se dirige a
ella a menudo. Desde El Cairo escribe:
“Estoy muy cansado y me acostaría ahora
mismo si no fuera porque la nostalgia que
siento exige que le desee mis más afectuo­
sas buenas noches. ¡Adiós, querida amiga!
Nada me interesa lejos de usted. ¡Adiós!”.
h i sto r i a y v i da 67

Pasión Por el detalle
apuntes cotidianos y confidencias en el diario del emperador
el diario de pedro ii, nunca pu-
blicado en papel (se prepara una edición
conmemorativa), revela mucho sobre su
personalidad, sus preocupaciones y sus
anhelos (arriba, con barba, en 1889 junto
a su hija Isabel y su esposa, sentada). Es-
te fragmento, de apenas dos meses antes
de su muerte, es un buen ejemplo.
19 de septiembre de 1891 (sábado)
[balneario de Vichy]
2 a. m. Dormí bien. Algún picor en la es-
palda. Pero ante todo voy a rezar un Pa-
dre Nuestro agradeciendo todo a Dios.
Leeré un poco a Nourrisson [De la liberté
et du hasard, 1870]. Casi las 3. Me cues-
ta dejar este buen libro. 4 h. Dormí bien,
pero todavía falta una hora y cuarto para
el amanecer. [...] El reloj marca las 5.06 h,
falta poco para que rompa el alba [...].
5.45 h. Leí el libro de Nourrisson hasta el
Edicto de Milán de Constantino. 5.50 h.
68 h i sto r i a y v i da
De aquí a setenta minutos voy a curarme
el pie, que va mucho mejor, y a vestirme.
Felizmente me voy de aquí. Me hubiera
gustado Vichy si realizase los paseos que
solo di en mi diario [un absceso en el pie
le impedía moverse] y en los sonetos que
Mota Maia dio a Estrêla y este todavía no
devolvió. Poco valen para la poesía, algo
más por las circunstancias en que los hi-
ce. Mi carta fue de seguro bien leída y ha-
rá que se afiance una amistad y me libre
de otras vulgares. Mi vida me dio otro
norte, pero por desgracia oscurecerá las
tinieblas de la tumba. No quiero vivir el
resto de la vida con meras distracciones
del estudio, que es mi verdadero consue-
lo. Debo encontrar en Versalles el resu-
men de la última sesión. ¿Qué encontraré
en Versalles? Vuelvo a Nourrisson. 7.25 h.
Pie curado, va muy bien. 8.30 h. Nourris-
son. Café, Nourrisson y vestirme [...].
No hay duda de que fue el gran amor del
monarca, pues solo ella –nueve años ma­
yor que él, más católica que Pedro II y con
una gran personalidad– consiguió suavi­
zar los sentimientos de aquel hombre aus­
tero y solitario, que había volcado en la
ciencia y la cultura su vacío afectivo. “Nun­
ca conocí una inteligencia como la suya”,
escribiría el monarca al morir la condesa.
No está claro que llegaran a tener relacio­
nes carnales, pero la correspondencia
entre ambos da fe de una relación singu­
larmente íntima y confidencial que des­
pertó los celos de Teresa Cristina.
La condesa optó por regresar a Francia, y
de ahí las cartas y los diarios de ambos,
cruzados a lo largo de los años. De hecho,
buena parte del Diario del emperador
está concebido como el relato a la conde­
sa de Barral de su vida cotidiana, para que
sus viAjes le AlejAron
de lA polítiCA de
brAsil, y su figurA se
difuminó entre lAs
nuevAs generACiones
ella tuviera un conocimiento exacto de
sus ocupaciones. En algún momento, sin
embargo, ella protestó de tantísima pre­
cisión y objetividad, anotando a lápiz al
margen del Diario: “Es tan raro para us­
ted contar otra cosa que ‘me bañé, vi a
mis nietos, luego tomé café’. Sin que sea
ninguna censura, yo no llamaría a esto
conversar con una vieja amiga”.
camino al exilio
Al primer viaje, que duró diez meses, le
seguirían dos más. El segundo, a Estados
Unidos, duró un año y medio, y el tercero,
en 1887, a Italia, otros quince meses. El
contacto con otras culturas admiradas por
el emperador le iba alejando más y más de
la dureza de la política practicada en Bra­
sil, pero también su figura iba disolvién­
dose entre las nuevas generaciones. El
emperador se había convertido en motivo
de muchas caricaturas que la gente veía a
diario en los periódicos: no se comprendía
la modestia de su actitud (identificándola
con una posible inutilidad de su función),
ni el hecho de que viajara con un séquito
 pedro II

reducido y sin visitas oficiales, ni que lle­

vara de la mano su maleta de trabajo (¡con
su Diario!) ni que vistiera como un burgués
corriente, con un sencillo frac.
Hay que decir que él no confiaba en el rei­
nado de su hija Isabel. Creía que solo un
hombre podía ser capaz de llevar las difí­
ciles riendas de la Corona brasileña, y sus
hijos habían muerto tempranamente. De
modo que se le planteó una duda que aca­
bó por engullirle: ¿por qué seguir, si tam­
poco tendría continuación la dinastía de
los Braganza? Y, sin embargo, fue Isabel
quien, en sus períodos de regencia, aprobó
la llamada “ley del vientre libre”, por la
cual los nacidos de mujeres esclavas podían
permanecer con la madre, y quien, más
adelante, en 1888, sancionó la ley que
abolía definitivamente la esclavitud.
Pedro II no luchó por la herencia de su
hija. Llevaba casi cincuenta años al frente
del imperio de Brasil, y la intriga de quie­
nes más perjudicados se sentían por la
pérdida del trabajo esclavo condujo a la
declaración de la república el 15 de no­
viembre de 1889. Era una declaración que
apenas contaba con apoyos. Pedro podía
haberse impuesto fácilmente, pero no lo
hizo. A los pocos días, la familia imperial
partía para Europa. En el Diario no hay
una palabra sobre lo sucedido. El ya exem­
perador se centró en escribir poesía a bor­
do del barco que le alejaba de Brasil. En el
poco tiempo de vida que le quedaba com­
prendería claramente su error. Demasiado
tarde. En el exilio, un espacio vacío y soli­
tario, soñará con que sus antiguos súbditos
le reclamen. Nunca sucedió. Pedro moría
en París el 5 de diciembre de 1891.

para saber más

documentos
scHWarcZ, lilia m. (ed.) Diário do Impe-
rador D. Pedro II (1840-1891). Río de Ja­
neiro: Museo Imperial / Iphan / MinC, 1999. CD­
ROM. En portugués.
BioGraFía
scHWarcZ, lilia m. As barbas do impera-
dor: D. Pedro II, um monarca nos trópi-
cos. São Paulo: Companhia das Letras, 1998.
En portugués.
ensaYo
mota, carlos Guilherme, lÓpeZ, adriana
y santos pÉreZ, José manuel. Historia de
Brasil: una interpretación. Salamanca: Edi­
funerales del emperador destronado en París. Grabado para el diario parisino le Petit Journal, 1892. ciones Universidad de Salamanca, 2009.

h i sto r i a y v i da 69
 el año de
Capital Europea de la Cultura en 2015 junto con Pilsen, Mons no olvida su
bagaje medieval. Con un pasado anclado en la tradición minera, la ciudad
valona se reinventa apostando por la tecnología y la cultura.
Josep M. palau RibeRaygua, PEriodista

70 h i sto r i a y v i da
 U
na clásica recomendación via­
jera afirma que lo mejor al
llegar a una ciudad descono­
cida es subir al punto más alto.
Desde allí se puede obtener
una visión panorámica, donde el ojo en­
trenado se hará una idea del conjunto y
sacará conclusiones de la disposición de
las calles y de los edificios más destacados.
En este sentido, la ciudad belga de Mons
lo pone fácil, ya que, por encima de vivien­
das y monumentos, siempre sobresale el
beffroi, atalaya que encontramos en mu­
chas poblaciones belgas, aunque con ma­
yor abundancia al norte de Valonia.
Se trata del único beffroi barroco del país,
reconocido como Patrimonio Universal en
1999. La torre, concebida por el arquitec­
to Louis Ledoux en 1661, sustituyó una
previa que se desmoronó. Tal vez por eso
no dispone, como las demás, de una cárcel
en su interior, sino de un carillón que du­
rante siglos ha marcado el ritmo de esta
ciudad, Capital Europea de la Cultura es­
te año junto con la checa Pilsen.
El beffroi de Mons avisaba cuando se desa­
taba un incendio, cuando había que irse a
dormir o cuando llegaba el enemigo, ya
que los llanos de la provincia valona de
Hainaut no han sido parcos en batallas.
También contemplaba en la distancia las

mons
explotaciones mineras que han sido la ri­
queza y razón de ser de la ciudad durante
mucho tiempo. Una tradición minera que
se remonta nada menos que al Neolítico.
A poca distancia de Mons, las minas de
Spiennes fueron un raro ejemplo de seden­
tarismo, en el que sus pobladores se espe­
cializaron en la extracción y elaboración
de instrumentos de sílex. Al parecer, inclu­
so los comercializaban, dando lugar a un
primitivo sistema económico dos mil años
antes de Cristo. El lugar fue habitado mu­
cho antes, como ha demostrado la prueba
de carbono 14 realizada a un esqueleto de
mujer hallado en el yacimiento, cuya edad
la sitúa entre los años 3360 y 3030 a. C.
Pero lo más importante de la cantera de
Spiennes es que, gracias al preciado sílex,
se convirtió en lugar de encuentro y polo
de atracción de comunidades nómadas.
Muchos años más tarde, cuando las tropas
de Julio César llegaron hasta aquí, se sin­
tieron cautivadas por lo estratégico de la
posición e instalaron un fuerte denomina­
do Castri locus. El nombre definitivo que
le dieron fue Mons (“montes”), haciendo
referencia a las cuatro magnitudes que
delimitan el valle del río Haine. Una quin­
ta altura fue la colina sobre la que se asien­
ta la urbe. Y, por cierto, en holandés, la
ciudad se llama Bergen, es decir, “colinas”.
Ambas denominaciones confirman la opi­
nión de los romanos. Hasta aquí, sería la
típica historia fundacional que hemos vis­
to en tantos lugares, pero Mons tiene su
particularidad: en el siglo vii fue refunda­
da como asentamiento permanente por
una mujer, la noble Waudru.
la gran colegiata
Santa Waudru, o Valdetrudis, nació en una
familia que formaba parte de la alta aris­
72 h i sto r i a y v i da
tocracia franca, y en su momento se casó
con el conde de Hainaut. Este acabó reti­
rándose a una abadía, por lo que su espo­
sa también se vio inclinada a seguir la
llamada de la fe, y fundó un oratorio en el
mismo punto donde estuvo el castro ro­
mano. Más tarde auspició el desarrollo
de una comunidad religiosa mixta, hacia
mitad del siglo vii, momento en el que el
los RoManos le dieRon noMbRe aludiendo a las
colinas que deliMitan el valle del Río haine
oratorio se convierte en abadía benedicti­
na. A su muerte, el clamor popular pide la
canonización de Waudru, hecho que ten­
drá lugar de forma efectiva en 1039.
Sin embargo, antes de que esto suceda, las
religiosas de la abadía se secularizan y dan
lugar al Capítulo, una nueva comunidad
elitista formada por hijas de caballeros y
familias nobles que se rigen por un canon
estricto y que acumulan prebendas, privi­
legios y poder. Un poder femenino discu­
tido por la autoridad militar de la población
que había crecido alrededor del oratorio,
pero mucho más adaptable y resistente al
paso del tiempo. Basta observar el jardín
que rodea el beffroi para advertir que del
castillo que defendía Mons no queda ni
rastro, mientras que la colegiata construi­
da por las canónigas para su uso privado
sigue formando parte de la ciudad.
El Capítulo recuerda en ciertos aspectos a
los beaterios de Flandes, con la diferencia
de que aquí el componente clasista y eco­
nómico tenía un peso mucho mayor. Se
comprueba con solo entrar en la contun­
dente colegiata, donde se guardan las
reliquias de la santa. Se tardó 139 años en
construirla, pero sin cambiar de planos,
de ahí que exhiba un indiscutible estilo
gótico. Su aspecto es muy esbelto, al care­
cer de capiteles en lo alto de los fustes, de
© Visitmons / Gregory Mathelot.
arriba, la colegiata de santa Waudru. a la izqda., el beffroi de Mons. arriba a la dcha., la cerradura
en la puerta del ayuntamiento. abajo a la dcha., el mono de hierro, situado en el mismo edificio. en las
páginas previas, fachada del ayuntamiento (hôtel de ville), en la Grand Place.
manera que la sensación visual resulta más
etérea que en otros templos. Las claves de
los arcos llevan números grabados con los
años de construcción, para que no haya
duda, pero otros elementos decorativos
también cuentan historias del pasado. Así,
las vidrieras que brillan sobre los restos de
la santa fueron donados por Maximilia­
no I de Habsburgo, en un intento de con­
graciarse con las canónigas.
Distinto sería el caso de Felipe II, que man­
dó a los Países Bajos al duque de Alba a
reprimir la revuelta de los hugonotes a
finales del siglo xvi. El escultor Jacques
du Broeucq, muy apreciado por las canó­
nigas, se había convertido al protestantis­
mo poco antes de que el duque sitiara
Mons, de manera que estas lo protegieron
a cambio de que volviera a los brazos del
cristianismo y realizara diversas estatuas
para la colegiata. Las virtudes teologales
que rodean el altar son obra suya, pero
también un San Bartolomé (clara referen­
cia a la Noche de San Bartolomé, matan­
za de hugonotes durante las guerras de
religión de Francia en 1572) con una equí­
voca biblia medio abierta, insinuando su
libre interpretación. Se dice que el rostro
del santo es el del propio artista.
La Revolución Francesa también llegó siglos
más tarde a la colegiata de Santa Waudru,
convirtiéndola en establo y salvándola así
de la destrucción que sufrió, por ejemplo,
la parroquia de Saint­Germain. Napoleón
volvería a instaurar el culto, pero la co­
legiata ya no sería más el feudo del Ca­
pítulo, sino iglesia parroquial.
Un pasado gótico
La simple visita a Santa Waudru muestra
mucho del pasado de Mons, pero también
su mapa. Volvamos por un momento a la
atalaya y echémosle un vistazo. De entra­
da, veremos que las calles revelan al menos
tres círculos concéntricos, como las ondas
del agua tras lanzar una piedra a un lago.
El primer círculo incluye la inevitable co­
legiata, el jardín del castillo con el beffroi
y también la Grand Place, que, con sus
terrazas al sol siempre abarrotadas, es el
mons
corazón de la ciudad. Esta magnífica pla­
za concentra todos los aspectos medieva­
les de Mons que nos faltaban por conocer.
Para empezar, por la presencia del ayun­
tamiento gótico, magnífico por su posición,
aunque solo se eleve dos pisos, coronados
por una torre de 1717. Lo concibió Mathieu
de Layens, el mismo que edificó el Hôtel
de Ville de Lovaina, aunque contó con
menos fondos en este caso. Eso sí, en la
cerradura de la puerta, un fino trabajo de
forja hace alusión a los poderes eclesiás­
tico, militar y civil –léase burgués– que
dirigieron los designios de Mons.
De frente y a la izquierda de la entrada
aparece la figura de un mono de hierro,
símbolo de la ciudad que nadie sabe cómo
vino a parar aquí. Hay quien afirma que
fue obra de un herrero que tuvo que de­
mostrar su habilidad. Otros dicen que era
el lugar en el que se castigaba a los niños
traviesos. Hoy se asegura que quien aca­
ricia su cabeza con la mano izquierda se
casará o tendrá descendencia, según el
caso. Del otro lado de la puerta, donde
h i sto r i a y v i da 73
 MAR DEL HOLANDA
NORTE

10 visitas imprescindibles

ALEMANIA
Bruselas
Mons
BÉLGICA

Los EdifiCios y MusEos a tEnEr En CuEnta si sE Está En Mons FRANCIA

LUXEMBURGO

Colegiata de Santa Waudru

Exhibición de poder de las canónigas de
Mons, la colegiata es un estilizado ejemplo n Churchill
i n sto
de arquitectura gótica. Cobija las reliquias de
Bd. W
la santa y el Car d’Or, el carro dorado que se n e
ai Rue du Grand Jour

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emplea en las fiestas patronales. H
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Renovada en fecha reciente, esta atalaya ba­

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rroca señorea la ciudad y el espacio que en

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Mons. En lo alto, la mejor panorámica. eme
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Es capaz de atraer las miradas con solo dos Rue d’Hav
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pisos de altura, tanto como otros ayunta­ L’Artothèque Refugio lub

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mientos más monumentales de Bélgica. El

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La fiesta ritual dedicada a san Jorge es Patri­ am rs

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Unesco y tiene su museo, en caso de que no ule Rue
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podamos asistir a las celebraciones. Se llega Can
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cruzando el bello jardín del Alcalde.
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Excelente museo de factura reciente que aco­

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ge las mayores exposiciones o las más desta­ 0 250 m

Av.
cadas de Mons. A través de sus luminosos
ventanales se visualiza otra joya: los románti­
cos jardines de la Reina de Aquitania. antiguos mataderos alberga las muestras Silex’S
temporales de arte contemporáneo más Sitio arqueológico situado en las inmedia­
MonS MeMorial MuSeuM arriesgadas. También es la sede del consejo ciones de Mons (a seis kilómetros), es uno
Instalado en el edificio de la antigua bomba que vela por las artes aplicadas. de los más antiguos y mayores centros mi­
de agua de Mons, el MMM reflexiona sobre neros neolíticos del mundo.
los efectos de la guerra en la vida cotidiana. MundaneuM
Grandes colecciones de la Primera y la Se­ Hay quien dice que, para su centro de datos MaiSon Van gogH
gunda Guerras Mundiales. en Mons, Google se inspiró en el Munda­ También en las afueras encontramos la casa
neum, un repositorio con más de seis kiló­ donde vivió Van Gogh en 1879. En Mons, en
anCienS aBattoirS metros lineales de archivadores de tarjetas contacto con los mineros de la región, des­
Abierto al público desde 2006, la sede de los bibliográficas que abarcan cualquier tema. cubrió su verdadera vocación: pintar.
© Rino Noviello.

© Mundaneum / Patrick Tombelle.

© Visitmons / Gregory Mathelot.

74 h i sto r i a y v i da
 mons

Anibal Trejo / Shutterstock.com.

el car d’or, conservado en la colegiata.
abajo, momento de la fiesta del doudou.

antaño se encadenaba a los reos, una obra
contemporánea del artista francés Gérard
Garouste hace referencia a la leyenda de
san Jorge matando al dragón.
doudou, el dragón
Que Mons saliera relativamente bien pa­
rada de la plaga hizo que la procesión to­
mara carácter conmemorativo y anual.
Y aquí es donde entran en juego los miem­
bros de la cofradía de Dios y Monseñor
San Jorge, devota del santo y formada por
© Visitmons / Gregory Mathelot.

La leyenda cuenta con una larga tradición
en Mons, hasta el punto de que su repre­
sentación, que se realiza cada año en ma­
yo, durante el domingo de Trinidad, forma
parte del Patrimonio Inmaterial de la
Unesco. Los detalles de la fiesta se pueden
conocer visitando el Museo del Doudou,
que es como llaman aquí cariñosamente
al dragón. La muestra se encuentra detrás
del ayuntamiento, en un edificio del jardín
del Alcalde, un delicioso patio interior
recuperado para el uso público en 1930.
En cuanto a la fiesta, se vincula a las pro­
cesiones que se realizaron entre 1348 y
1350 para conjurar el fantasma de la pes­
te. Durante las mismas, las reliquias de
santa Waudru se paseaban por la ciudad
cargadas en una carroza, un carro dorado
que, con el tiempo, se fue enriqueciendo
hasta convertirse en uno de estilo Luis XIV,
que se conserva dentro de la colegiata.
una mezcla de nobles y burgueses ya en
1380. Impulsada por Guillermo d’Ostre­
vent, futuro conde de Hainaut, la cofradía
se arrogó el papel de séquito del Car d’Or.
Poco a poco, se fueron añadiendo a la ro­
mería distintos cuadros festivos que evo­
caron a san Jorge derrotando a la fiera,
hasta que el conjunto acabó desembocan­
do en la fiesta actual y en el clásico com­
bate de Lumeçon, que tiene como escena­
rio la Grand Place y en el que participa
toda la población en masa.
el núcleo amurallado
La fiesta del Doudou se las ha arreglado
para sobrevivir a varios intentos de supre­
sión –por la deriva laica que iba tomando–,
así como a todos los hechos de armas que
convulsionaron Mons desde la Baja Edad
Media hasta bien entrado el siglo xix. Es­
pañoles, franceses, holandeses y austría­
cos se sucedieron en lo alto de sus mura­
llas. La forma del anillo externo de las
mismas, que se corresponde con los ac­
tuales bulevares que ciñen la ciudad, es
obra de los primeros. Carlos I juró como
conde de Hainaut en Mons en 1515, por
lo que, cuando el francés Luis de Nassau
la toma en 1572, aprovechando la excu­
sa de la rebelión calvinista, Felipe II lo
vive como una ofensa personal y envía
al duque de Alba a recuperarla.
Conseguido el objetivo y con Alejandro
Farnesio a cargo de la plaza, el perímetro
se refuerza. A partir de aquí, el hecho de

h i sto r i a y v i da 75

encontrarse prácticamente en la frontera
con Francia hará que la ciudad sufra las
desavenencias entre los Valois y los Habs­
burgo. El ingeniero militar Sébastien Le
Prestre, marqués de Vauban, reformará
las murallas, añadiéndoles sus clásicos
baluartes en forma de estrella. Al sur del
bulevar Dolez, calles como Tannerie,
l’Épargne o du Fish Club recuerdan con
su trazado en forma de sierra aquellas
líneas defensivas, ya desaparecidas. Será
el rey Leopoldo I de Bélgica quien auto­
rice la demolición de las murallas de
Mons, Charleroi y Namur en 1861.
reciclando patrimonio
El efecto secundario de haber sufrido tan­
tos conflictos es que Mons ha conservado
pocos edificios de los siglos xvi y xvii, si
bien la urbe se ha mantenido compacta,
al pasar muchos años agazapada tras sus
defensas. También abundan los refugios
76 h i sto r i a y v i da
de abadía, edificios en los que encontraban
cobijo todos aquellos que vivían fuera de
las murallas. La ciudad cuenta con veinti­
dós, muchos transformados en equipa­
mientos públicos, como el de Bélian, hoy
Facultad de Arquitectura. No faltan las
capillas desacralizadas, para las que se han
encontrado nuevos usos, hecho en el que
algunos ven un eco lejano de la reforma
luterana y otros, el simple reflejo de la
disminución de feligreses. L’Artothèque,
un espacio dedicado al estudio y la restau­
ración del patrimonio, ocupa uno de esos
lugares. Otros museos de nueva factura se
han instalado en obras civiles en desuso,
como la antigua bomba de agua de la ciu­
dad, que en la actualidad acoge el flaman­
te MMM, el Mons Memorial Museum.
El Memorial es uno de los nuevos espacios
que ha propiciado la capitalidad cultural
europea de Mons. Aunque empieza su
recorrido en la Edad Media y acaba con
© Visitmons / Gregory Mathelot.
la implantación del Shape (el centro de
mando de las fuerzas de la OTAN en la
región), lo cierto es que la parte más ex­
tensa y atrayente, por la cantidad de ob­
jetos expuestos, es la que hace referencia
a la Primera Guerra Mundial y a la bata­
lla de Mons. Del 22 al 24 de agosto de
1914, fuerzas británicas y alemanas pe­
learon por cada palmo de terreno, dando
al ejército francés tiempo de reagruparse
y preparar el contraataque y la posterior
victoria aliada del Marne.
Los combates se revistieron de leyenda, y
han quedado grabados en la memoria de
los británicos, para quienes Mons es “el
primero y el último”: el lugar donde cayó
el primero de sus soldados y también don­
de murió el último de la Gran Guerra. El
museo, de cualquier forma, está concebi­
do como una reflexión sobre la violencia,
y hace especial hincapié en las condiciones
de vida de la población civil.

© Visitmons / Andy Craps.
Otras galerías surgidas o reformadas al
calor de la capitalidad europea se centran
en el arte, como por ejemplo los antiguos
mataderos, que quedan al sudoeste de la
ciudad y que dan salida a las muestras más
rompedoras. O como el BAM, un lumino­
so museo de bellas artes ubicado muy
cerca de la Grand Place. El arco imaginario
que une ambos puntos permite pasear por
una serie de calles empedradas, de barrios
recuperados de casas bajas con paredes de
ladrillo de aire dickensiano. Muchas dis­
ponen de pequeños jardines en la parte de
atrás, o incluso de “calles” que de noche se
cierran para el disfrute de los vecinos. Es­
tos pequeños parques eran originariamen­
te huertos de autoconsumo para los mine­
ros, una medida que buscaba hacer sus
condiciones de vida más aceptables.
la riqueza del carbón
El sur y el oeste de Mons son conocidos
con el nombre de Borinage, un área emi­
nentemente carbonífera que tuvo un papel
el pRedicadoR vincent
van gogh descubRió
en Mons que su
veRdadeRa vocación
eRa la de aRtista
crucial en la economía local y en la Revo­
lución Industrial, en especial de principios
del siglo xviii al año 1850. Mons reencon­
tró aquí sus raíces mineras, pero ya no era
el sílex, sino la hulla, lo que se extraía por
toneladas, llegando a sobrepasar la pro­
ducción de Francia y Alemania juntas en
la época. Es aquí donde llegaría un predi­
cador llamado Vincent van Gogh en di­
ciembre de 1878 para descubrir su verda­
dera vocación: la de artista.
Instalado en una casa del pueblo de Cues­
mes, donde, según la leyenda, san Jorge
se topó con el dragón, Van Gogh pronto
afila lápices y empieza a dibujar la reali­
dad de la que forma parte. Se trata de
diseños al carboncillo que retratan esce­
nas cotidianas de extrema pobreza y vi­
viendas humildes, alejadas de los lumi­
nosos girasoles provenzales que acuden
a la mente cuando pensamos en él. Tam­
bién plasma a muchos personajes con la
el mmm. a la izqda., la capilla de san Calixto,
del s. xi, actual museo del condado de hainaut.
voluntad de mostrar las características
de un grupo a través del individuo. Dos
años más tarde, con letra muy apretada
para aprovechar mejor el papel, Van Gogh
escribe a su hermano Theo la famosa car­
ta en la que anuncia su intención de con­
vertirse en pintor. Esta bella historia se
descubre visitando su casa­museo, que
también aparece en la película El loco del
pelo rojo (1956), protagonizada por Kirk
Douglas y rodada en parte en Mons.
en busca de la innovación
Pero el negocio del carbón tocó a su fin
hacia 1960, por lo que la ciudad tuvo que
reinventarse. La intervención decidida
de políticos de gran visión, como el alcal­
de Elio di Rupo –que también ha sido
primer ministro de Bélgica–, ha impulsa­
do proyectos como el de la capitalidad
europea, la potenciación del tejido uni­
versitario y la atracción de empresas tec­
nológicas de alto valor añadido. La proxi­
midad de Bruselas y su estilo de vida más
relajado han influido positivamente en
esta tendencia. Google ha sido uno de los
pesos pesados cuya atención ha logrado
captar. La compañía instaló en 2010 uno
de sus centros de datos en St. Ghislain,
muy cerca de las antiguas explotaciones
mineras. Desde aquí sirve a miles de usua­
mons
rios europeos y del resto del mundo, uti­
lizando antiguas aguas industriales para
el refrigerado de sus computadoras.
Esta es una de las piedras angulares del
Digital Innovation Valley, que va crecien­
do en Mons. Las empresas emergentes que
se establecen en la zona procuran empleo
a una juventud que, poco antes, abando­
naba la ciudad al terminar su formación
universitaria. De este modo, Mons cierra
el círculo de su historia económica: de la
minería neolítica a la carbonífera de la
Revolución Industrial, para acabar empla­
zando un retazo del futuro tecnológico en
el mismo espacio. Y todo ello coronado
por el impulso cultural y urbanístico que
exhibe con orgullo este año.
para saber más
enSaYo
deMoulin, Bruno y KuPPer, Jean-louis
(dirs.). Histoire de la Wallonie de la
préhistoire au XXI e siècle. Toulouse: Privat,
2004. En francés.
KanaBuS, Benoît y Collart, Philippe. La
Ducasse rituelle de Mons. Bruselas: Raci­
ne, 2013. En francés.
internet
Turismo de Bélgica Bruselas-Valonia
www.belgica-turismo.es
h i sto r i a y v i da 77
 steve mcqueen en Bullit (Bullitt en el original),
película dirigida por Peter yates en 1968.

78 h i sto r i a y v i da

viviendo
deprisa
Fue el “rey de lo cool”, un actor de vida intensa,
acelerada y exitosa, pero también un hombre
inseguro, emocionalmente inestable y
atormentado por su desgraciada infancia.
Carlos JoriC, historiador y Periodista
e
s uno de los iconos de Hollywood
más reconocibles y uno de los que
más ha perdurado en el tiempo.
La imagen de Steve McQueen
acompañado de un coche (el Ford
Mustang de la película Bullit) o una mo-
tocicleta (la Triumph TR6 de La gran eva-
sión) continúa vigente hoy día como sím-
bolo de lo estiloso, de lo moderno, de lo
cool. Su desgraciada infancia, su pasado
como delincuente juvenil y su temprana
muerte, a los cincuenta años, no hicieron
sino alimentar aún más la leyenda de uno
de los actores más carismáticos de la his-
steve mcqueen
toria del cine. Sin embargo, tras su facha-
da de hombre de éxito se escondía una
persona insegura, desconfiada, atormen-
tada por su pasado y de fuertes tendencias
autodestructivas. Un hombre temerario,
amante del riesgo, ávido de adrenalina
y tremendamente impaciente.
Terence Steven McQueen siempre tuvo
prisa. Primero por crecer, por dejar atrás
una infancia marcada por la orfandad, la
marginalidad y los malos tratos. Nació el
24 de marzo de 1930 en Indianápolis (In-
diana). Su padre era un marino mercante
alcoholizado (y no un piloto acrobático de
h i sto r i a y v i da 79
 drastro, este convenció a su madre para
que lo ingresara en un reformatorio. Sin
quererlo, le hizo un gran favor. El tiempo
que pasó en la California Junior Boys Re-
public, institución que aún hoy sigue fun-
cionando, fue muy beneficioso para el
adolescente. Le ayudó a madurar, a socia-
lizar y a canalizar su rabia hacia algo posi-
tivo. Steve siempre se mostró muy agrade-
cido a la institución. La visitó durante toda
su vida, contestó personalmente las cartas
de los chicos que le llegaban y ayudó a
mantenerla económicamente (una parte
sustancial de su herencia fue para ella).
Después de que muriera su padrastro, su
madre le pidió que volviera a casa. Lo hizo,
pero, al ver que todo seguía igual (ella
continuaba bebiendo y tenía un nuevo
novio), decidió marcharse para siempre.
Primero se enroló en la marina mercante
y luego pasó una temporada como chico
para todo en un prostíbulo de República

circo, como se creía hasta hace poco) que

le abandonó cuando tenía seis meses. Su no soportaba las
madre, una adolescente de diecinueve años borraCheras de su
incapaz de salir adelante por sí misma
(eran los años de la Gran Depresión), se madre ni a sus novios,
refugió en la bebida. Vivía de la ayuda Con quienes siempre mcqueen con sus compañeros de Los siete
económica que recibía de sus padres y de
ejercer la prostitución. La infancia de Ste-
aCababa enfrentado magníficos (1960). a la izqda., con Neile adams.

ve transcurrió entre la granja de sus abue-

los, el lugar donde fue más feliz, y los su-
burbios de Indianápolis y Los Ángeles,
donde vivió con su madre. Su escolariza-
ción fue muy deficiente. Los frecuentes
cambios de residencia perjudicaron su
aprendizaje, que además se vio agravado
por su dislexia y sus problemas auditivos
(sufría sordera parcial en un oído por cul-
pa de una infección mal tratada).
El pequeño no quería estar en la escuela,
pero tampoco en casa. No soportaba las
borracheras de su madre ni a sus novios, a
quienes se enfrentaba continuamente. Tu-
vo varios padrastros. Steve recordaría sobre
todo a uno de ellos, un hombre violento y
autoritario –“el mayor hijo de puta del
mundo”–, que intentó corregir su carácter
rebelde a base de palizas. McQueen pasa-
ba gran parte del tiempo fuera de casa,
callejeando con su pandilla y cometiendo
pequeños delitos. Fue arrestado varias ve-
ces. También intentó huir en una ocasión
uniéndose a un circo ambulante. Con 14
años, tras una durísima pelea con su pa-
Dominicana. De vuelta a Estados Unidos,
recorrió el país realizando trabajos de to-
do tipo: leñador, vendedor de golosinas,
aprendiz en una plataforma petrolífera...
En 1947, con 17 años, ingresó en el Ejérci-
to. Al igual que ocurriera en el correccional,
los tres años que pasó bajo la disciplina
militar fueron muy provechosos: le ayu-
daron a ordenar su vida y a encauzar me-
jor su futuro. Incluso fue condecorado
después de salvar a cinco compañeros de
caer a las aguas heladas del Ártico.
pisando el acelerador
Steve se licenció con honores y decidió
instalarse en Nueva York. Desde ese mo-
mento su vida empezó a tomar velocidad.
Con la ayuda de una pensión del Ejército
y animado por su amigo Mark Rydell
–quien luego sería director de películas
como En el estanque dorado (1981) o Los
rateros (1969), protagonizada por el pro-
pio McQueen–, decidió estudiar interpre-
tación. Como era de esperar, la escuela le
aburría. Quería actuar, no estudiar. Aun
así, y aunque se ausentaba mucho de cla-
se y le costaba aprenderse los guiones por
su dislexia, consiguió ir superando cursos.
La actuación le gustaba y se le daba bien.
En 1955, la legendaria escuela de inter-
pretación Actors Studio, de donde salie-
ron estrellas como Marlon Brando o Paul
Newman, eligió a dos candidatos entre
dos mil solicitudes. Uno de ellos fue Steve
McQueen (el otro, Martin Landau).
Durante su formación, el actor se empapó
del ambiente bohemio de Greenwich Vi-
llage. Se habituó a fumar marihuana (la
consumió de forma habitual toda su vida)
y a salir todas las noches a beber y ligar
con sus amigos. Durante esos años conoció
a Neile Adams, una aspirante a actriz y
bailarina (nacida en Manila y que tendría
una sobrina llamada Isabel Preysler) que
al poco tiempo se convertiría en su prime-
ra esposa. McQueen, quizá influido por
las malas experiencias que tuvo con su
madre, tenía una idea muy tradicionalista

80 h i sto r i a y v i da

de cómo debía comportarse una mujer.
Según sus palabras, una buena esposa “por
el día debe estar ocupada con la casa tra-
bajando para el hombre al que ama, y por
la noche durmiendo con él”.
Con el tiempo, Adams se adecuó a los de-
seos de su marido: dejó prácticamente de
trabajar y se dedicó a su casa y a sus hijos.
veía el mundo Como un gran “supermerCado
sexual”: lo que le gustaba se lo llevaba
Tuvieron dos. Terry Leslie, una niña enfer-
miza que moriría a los 38 años por una
insuficiencia respiratoria, y Chad McQueen,
un niño que siguió los pasos de su padre,
convirtiéndose en actor y piloto de carreras
(su hijo, Steven R. McQueen, también es
actor). McQueen los adoraba, siempre in-
tentaba que lo acompañaran cuando roda-
ba fuera de Los Ángeles. Steve y Neile es-
tuvieron quince años casados. Para el
público más conservador eran la pareja
perfecta. Una mujer atractiva, encantado-
ra y hogareña, y el que prometía ser un
nuevo héroe americano, un hombre de
acción, duro, sano y patriota, que por las
noches cuando regresaba a casa se trans-
formaba en un cariñoso padre de familia.
Pero la realidad eran bien distinta. El ac-
tor tenía una cara pública y otra privada.
Criticaba las drogas abiertamente, aunque
las hubiera probado todas (y fuera, además
de la marihuana, consumidor habitual de
cocaína). Se presentaba como un hombre
fiel –“Cuando no estoy haciendo una pe-
lícula, estoy perdiendo el tiempo con mis
coches”, afirmaba–, pero en realidad era
un mujeriego empedernido que tuvo nu-
merosas amantes y pasaba las noches en
el Whisky a Go-Go, el club nocturno más
de moda entre las celebridades. McQueen
steve mcqueen
siempre tuvo mucho éxito con las mujeres.
Según sus amigos, veía el mundo como
un gran “supermercado sexual”: lo que le
gustaba se lo llevaba. Sus muchas admi-
radoras caían rendidas ante su imagen
de hombre duro por fuera y atormentado
y vulnerable por dentro. A pesar de su
aspecto de hombre seguro de sí mismo,
el actor transmitía una sensación de or-
fandad, de dependencia emocional, que
resultaba conmovedora para muchas mu-
jeres. “Hay algo en mis ojos de perro apa-
leado que le hace pensar a la gente que
soy buena persona”, solía decir.
Según el director Norman Jewison, que le
dirigió en El rey del juego (1965), McQueen
se pasó toda su vida buscando un padre,
hombres a los que admirar, de los que
aprender y en los que poder confiar. Uno
de ellos fue su entrenador de artes mar-
ciales Pat E. Johnson (discípulo de Chuck
Norris y Bruce Lee), por quien sentía au-
téntica devoción. Confiaba tanto en él que
siempre le pedía que le acompañara a las
h i sto r i a y v i da 81

reuniones de trabajo para que le aconse-
jara. El actor negaba esta dependencia.
Incluso declaró que ni siquiera estaba re-
sentido con su padre por haberle abando-
nado, que le daba igual, que no lo necesi-
taba, que había triunfado sin su apoyo. Sin
embargo, cuando tuvo su primer hijo,
sintió deseos de conocerle. Consiguió lo-
calizarle –vivía en California–, pero llegó
tarde: había muerto de cirrosis tres meses
antes. También supo que tenía una her-
manastra. A pesar de que ella intentó acer-
carse, él nunca quiso conocerla.
trampolín a Hollywood
La carrera como actor de McQueen no
tardó en despegar. Empezó interpretando
pequeños papeles en Broadway y rodando
películas de serie B. Sin embargo, su gran
82 h i sto r i a y v i da
oportunidad la encontró en televisión.
Steve se hizo muy popular gracias al per-
sonaje de cazador de recompensas que
interpretó en la serie del oeste Randall, el
justiciero (1958-61). Fue el trampolín que
le aupó a las grandes producciones de Ho-
llywood. A partir de su participación en
Los siete magníficos (1960) y, sobre todo,
en La gran evasión (1963), su fama se dis-
paró. McQueen demostró poseer un gran
instinto a la hora de elegir papeles. En
apenas diez años, después de encadenar
éxito tras éxito –Bullit (1968), La huida
(1972), Papillon (1973), El coloso en llamas
(1974)–, se convirtió en el actor mejor
pagado del mundo. La prensa le apodó “el
rey de lo cool”, un imán tanto para hombres
como para mujeres, capaz de poner de
moda todo aquello que tocaba.
el actor en un fotograma de La gran evasión
(1963). a la dcha., el coloso en llamas (1974).
Pero si había algo que le gustaba más a
McQueen que la interpretación y las mu-
jeres eran los deportes de motor. El actor
amaba la velocidad y el riesgo, eran como
una droga para él, una necesidad vital.
Desde muy joven compaginó sus estudios
con la participación en carreras de motos
y coches. Disfrutaba tanto que, antes de
convertirse en estrella, sopesó muy seria-
mente dedicarse a competir de forma pro-
fesional. Durante toda su vida se pregun-
tó si, más que un actor que pilotaba, era
un piloto que actuaba. Gracias al dinero
que ganaba en las carreras pudo cumplir
uno de sus primeros sueños: comprarse
una Harley-Davidson de segunda mano.
Fue la primera de las muchas motocicletas
que llegó a tener (más de doscientas). Al
final de su vida había logrado reunir una

de las colecciones más completas del mun-
do. También de automóviles antiguos, la
mayoría de lujo: Porsche, Ferrari, Jaguar...
Estaba particularmente orgulloso de ello.
Veía sus colecciones como la materializa-
ción de todo lo que había logrado, el sím-
bolo de la conquista de su estatus.
adrenalina y mucho ego
McQueen no dejaba de correr en moto ni
cuando trabajaba. Tuvo más de un acci-
dente, por lo que los estudios se vieron
obligados a imponerle una cláusula en los
contratos en la que le prohibían conducir
motocicletas durante los rodajes. También
le obligaron a utilizar dobles para las es-
cenas más peligrosas, ya que siempre in-
tentaba realizarlas él mismo, sobre todo
si había motos o coches involucrados. En
1971 quiso unir sus dos pasiones produ-
ciendo y protagonizando una película
sobre carreras automovilísticas. Las 24
horas de Le Mans fue un costosísimo fra-
caso –el rodaje estuvo lleno de accidentes
y retrasos–, que dilapidó el dinero de su
productora y casi le arruinó. Aunque se
recuperó, su pasión por la velocidad y los
excesos le acabaron pasando factura.
A medida que su fama crecía, lo hacía tam-
bién su carácter arrogante e irascible. El
actor se mostraba cada vez más intratable
en los rodajes. Se pasaba la jornada fu-
mando marihuana, gastando bromas in-
fantiles a sus compañeros y destrozando
los coches que la productora ponía a su
disposición. En una de sus habituales es-
capadas fue arrestado por conducir teme-
rariamente bajo los efectos del alcohol.
También se volvió cada vez más celoso de
su fama. Durante la filmación de El coloso
en llamas obligó al director a aumentar sus
líneas de diálogo para equipararlas a las
de Paul Newman, el coprotagonista de la
película y su gran rival en el olimpo de
Hollywood. También consiguió que la úl-
tima escena fuera solo para él.
Su vida privada también se resintió. En
1972, tras quince años de matrimonio, su
mujer se hartó de infidelidades y ausencias
(el actor solía desaparecer durante días
con su moto) y se divorciaron. McQueen
no tardó en encontrar una sustituta. Du-
rante el rodaje de La huida se enamoró de
la protagonista femenina, Ali MacGraw.
El romance que mantuvieron fue un gran
escándalo, porque la actriz estaba casada
con el productor de moda en Hollywood,
Robert Evans (responsable de éxitos como
Chinatown, El padrino o Love Story). Cuan-
do meses después se casaron, se convir-
tieron en la pareja más admirada del mo-
mento. Sin embargo, el matrimonio no
funcionó. MacGraw no era la clase de
mujer sumisa que esperaba McQueen. Era
mucho más independiente. Nunca consi-
guió, como dijo la actriz, “que estuviera
esperando con la cena puesta cada noche”.
Pasados cinco años se divorciaron.
steve mcqueen
saLvado
Por uN Ligue
el actor podría haber sido
víctima de un asesinato.
la madrugada del 9 de
agosto de 1969, cuatro miembros
de “La Familia”, la secta satánica li-
derada por Charles Manson (abajo),
irrumpieron en la mansión de Ro-
man Polanski en Beverly Hills y ase-
sinaron a las cuatro personas que
había dentro, entre ellas, la mujer
del director, la actriz Sharon Tate, y
Jay Sebring, un famoso peluquero
y “camello” de las estrellas. El suce-
so conmocionó a todo Hollywood,
en especial al que podría haber sido
la quinta víctima: Steve McQueen.
El actor, íntimo de Sebring (que, ade-
más de cortarle el pelo, le suminis-
traba droga), había sido invitado
a cenar. Pensaba acudir junto a su
nueva amante. A última hora, esta le
convenció para cambiar de planes.
Sin saberlo, le había salvado la vida.
también se dijo que el ac-
tor aparecía en una supuesta lista
negra de celebridades que manejaba
Manson y que incluía nombres co-
mo los de Elizabeth Taylor, Richard
Burton o Frank Sinatra. La razón de
su inclusión correspondería a que la
compañía de McQueen, Solar Pro-
ductions, había rechazado un guión
de Manson. Sea como fuere, a par-
tir de ese día el actor comenzó a sa-
lir de casa provisto de una Magnum,
y ya no se dejó rodear tan alegre-
mente por sus admiradoras.
h i sto r i a y v i da 83
uN icoNo imPerecedero
el elegante desenfado de su estilo continúa totalmente vigente
la definición de lo cool
McQueen marcó tendencia: las gafas de sol
que lucía en El caso de Thomas Crown
(1968), su reloj de pulsera en Las 24 horas
de Le Mans (1971), el jersey de cuello de
cisne que vestía en Bullit o las cazadoras Ha­
rrington que gustaba llevar fuera de las pan­
tallas. Todo lo convertía en oro. Y lo cierto es
84 h i sto r i a y v i da
que su modernidad no pasa de moda. Treinta
y cinco años después de su muerte, sigue
siendo el “rey de lo cool”. El paso del tiempo
no solo no ha desgastado su imagen de hom­
bre rebelde y carismático: la ha agrandado.
Su figura sigue estampándose en camisetas
y pósteres en todo el mundo, y su estilo con­
tinúa inspirando diseños de todo tipo, de
líneas de ropa a ediciones limitadas de relo­
jes de lujo, coches o motocicletas.
la imagen cotizada
Fotografías suyas, siempre valoradas, circu­
lan por las mejores casas de subastas. Una
muestra en la Galerie de l’Instant de París
revela estos días, a través de imágenes de
Barry Feinstein, la vigencia del look de Mc­
Queen. Las fotos, tomadas en los rodajes de
Bullit y El caso de Thomas Crown, ayudan a
entender por qué su estilo sigue seduciendo.

mcqueen con su segunda esposa, ali macgraw, en 1974. a la dcha., con la
que fue su última pareja, Barbara minty, en algún momento de 1980.
La deriva autodestructiva de McQueen se
aceleró de forma significativa tras el feno-
menal éxito de El coloso en llamas. A pesar
de encontrarse en el momento álgido de
su carrera, cobrar más que ningún actor
en el mundo y tener un contrato que le
obligaba a hacer dos películas más, inex-
plicablemente dejó de trabajar. Refugiado
en su casa de Malibú, estuvo cuatro años
rechazando un papel tras otro. Algunos
de ellos se convertirían en grandes éxitos,
como Alguien voló sobre el nido del cuco
(1975), Encuentros en la tercera fase (1977)
reChazó uno tras
otro papeles de lo
que iban a ser
grandes éxitos, Como
apoCalypse now
o Apocalypse Now (1979). El actor parecía
haber perdido el interés por el cine. Se
dejó crecer el pelo y la barba y dedicó sus
días a beber, fumar y montar en moto (so-
lía unirse a la banda de motoristas Ángeles
del Infierno). Lo único que le devolvió el
ánimo fue su nueva afición: la aviación.
El actor se compró un avión y un hangar
y empezó a tomar clases de vuelo de forma
casi obsesiva. Al final rodó las dos pelícu-
las que le faltaban (El enemigo del pueblo,
1978, y Tom Horn, 1980), y una más es-
tando ya enfermo (Cazador a sueldo, 1980).
Pero pincharon en taquilla.
McQueen se fue alejando de Hollywood
cada vez más. Se casó con la modelo Bar-
bara Minty y se instaló con ella en un ran-
cho en un pequeño pueblo de California
(Santa Paula), cerca del aeródromo donde
el actor recibía clases de aviación. Al igual
que ocurrió con su entrenador de artes
marciales, Steve encontró en su instructor
de vuelo, un hombre mayor y de fuerte
carácter, a una nueva figura paterna. Por
influencia de este, el actor, que nunca ha-
bía sido religioso, abrazó el cristianismo
evangélico. McQueen encontró en la re-
ligión la paz espiritual y el sosiego que
necesitaba. Después de pasarse toda la
vida corriendo –¿huyendo?–, por fin pudo
pisar el freno. Cuentan los compañeros de
rodaje de su última película que, después
de su conversión, el actor se volvió una
persona mucho más amable y considerada,
menos egoísta y pendiente de sí mismo.
Incluso llamó a todos aquellos a los que
creía haber hecho daño durante su vida,
principalmente a sus exmujeres, para dis-
culparse y pedirles perdón.
la carrera imposible
Steve se encontraba feliz. Había expiado
sus culpas y se sentía en paz. Sin embargo,
en diciembre de 1979, todo cambió. Du-
rante un chequeo médico (el actor arras-
traba una tos crónica desde hacía una
temporada) le descubrieron un enorme
tumor en los pulmones, un cáncer incura-
ble (mesotelioma) asociado a la inhalación
continuada de amianto. McQueen estuvo
en contacto con ese material durante su
steve mcqueen
trabajo en la marina y cuando competía
en las carreras de coches (lo llevaban los
trajes de protección de los pilotos).
Desahuciado por los médicos estadouni-
denses, que diagnosticaron el tumor como
inoperable, el actor buscó soluciones al-
ternativas. Creyó encontrarlas en México,
en Ciudad Juárez, donde ejercía un mé-
dico de dudosa reputación (solo tenía
licencia para la ortodoncia) que asegu-
raba haber desarrollado una terapia al-
ternativa, holística, contra el cáncer. Sus
métodos, que incluían excentricidades
como edemas de café o inyecciones de
células de vaca, se mostraron tan costosos
(se asegura que el actor pagaba unos cua-
renta mil dólares al mes) como ineficaces.
Después de serle practicada una operación
de alto riesgo, el rey de lo cool murió de
un ataque al corazón el 7 de noviembre
de 1980. Tenía 50 años, la misma edad
a la que murieron su madre y su padre.
Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas
esparcidas en el océano Pacífico.
para saber más
biografÍa
eliot,marc. Steve McQueen: A Biogra-
phy. Nueva York: Three Rivers Press, 2012.
En inglés.
juan PaYÁn, miguel y naVarro naVas, ra-
miro. Steve McQueen: un rebelde en Ho-
llywood. Madrid: T&B, 2004.
mcQueen, barbara. Steve McQueen, the
Last Mile. Nueva Jersey: Dalton Watson Fine
Books, 2012. En inglés.
h i sto r i a y v i da 85
ciencia

saLvar
La Gran
barrera
el pasado 1 de julio, la Unesco
descartó incluir esta maravilla en
su lista de Patrimonio Mundial en
Peligro, pero instó a australia a
revertir su preocupante deterioro.
Pedro García Luaces, Periodista

E
l navegante y explorador britá-
nico James Cook fue el primer
europeo en avistar la Gran Ba-
rrera de Coral, durante su primer
viaje para la Royal Society a bor-
do del HMB Endeavour. Era el 11 de junio
de 1770, y el capitán, más que atisbarla,
se daría de bruces con ella. La nave con la
que bordeaba la costa de Australia rum-
bo al norte desde el extremo sudoriental
del continente encalló en el arrecife. Sie-
te semanas tardaría la tripulación en arre-
glar la avería. Aquel retraso permitiría a
los botánicos Joseph Banks y Daniel So-
lander recopilar la primera gran colección
de flora australiana, y al capitán Cook
(que en realidad era teniente), conocer a
la tribu de aborígenes Guugu Yimithirr.
Con lo que James Cook se topó fortuita-
mente a unos doscientos kilómetros del
litoral y frente a la ciudad de Cooktown
–nombre puesto en honor al explorador–
era y sigue siendo la mayor estructura
viva del planeta. Una pared de roca de
coral que se alzaba “a plomo desde las
profundidades del océano”, tal como el
navegante acertó a describir. Cook enten-
dió el origen biológico del arrecife, pero
no supo explicar qué lo empujaba tan arri-
ba. Sería Charles Darwin quien, en 1835,
ofrecería una respuesta satisfactoria, al
observar la isla volcánica de Moorea (al
este de Australia) desde un punto elevado
de la vecina Tahití. Darwin aseguró que
en el futuro, a medida que la isla se hun-
diera, el arrecife que la rodeaba emerge-
ría hasta convertirse en un atolón. La
teoría de Darwin es de por sí correcta, ya
que muchos corales crecen alrededor de

86 h i sto r i a y v i da
 australia

zaron a derretirse, y el nivel del mar subió,

inundando las amplias praderas de la cos-
ta australiana. La superficie del mar trazó
un nuevo litoral, y sobre la costa anegada
fue creciendo el arrecife. Entre el uno y el
otro se extendió una enorme laguna de
aguas cálidas, salpicada de islas e islotes
–más de seiscientos–, terrenos que el mar
no alcanzaba a cubrir. La Gran Barrera de
Coral acabaría componiéndose por más
de tres mil arrecifes. Hoy es el mayor eco-
sistema marino del planeta, tan gigantes-
co que puede observarse desde el espacio.

Un milagro de la naturaleza
Pese a su increíble extensión, los arrecifes
están formados por criaturas diminutas,
los pólipos, pequeños animales inverte-
brados parecidos a las medusas que, en
vez de flotar libres por el océano, se asien-
tan sobre cuencos pedregosos. Los póli-
pos viven en colonias, y forman una suer-
te de urbanizaciones submarinas que se
extienden primero en vertical, persiguien-
do la luz, y después en horizontal, abar-
cando a menudo enormes superficies.
Una simbiosis casi milagrosa permite a
estos pólipos coralinos transformar los
minerales en suspensión del agua en la
piedra caliza con la que construyen sus
pétreos esqueletos. Los corales dominan
la alquimia de la calcificación, pero, en
lugar de trabajar individualmente, for-
james cook entendió
eL oriGen bioLóGico
deL arrecife, Pero
La Paradoja
de darwin
se sabe que al menos medio mi-
llón de especies viven en los arrecifes, y
se estima que esta cifra podría ascender
a los nueve millones. ¿Cómo es eso posi-
ble en unas aguas que tienden a ser po-
bres en nutrientes como el nitrógeno y el
fósforo, esenciales para la vida? Los ma-
res de los trópicos son como desiertos
donde, milagrosamente, se forma una vi-
da frondosa y abundante en torno a los
corales. Es como si en medio del Sahara
surgiera de pronto una selva tropical.
Darwin (aquí, en una escultura del Museo
de Historia Natural de Londres) reparó
antes que nadie en esta paradoja biológi-
ca que, desde entonces, lleva su nombre.

no cómo emerGía de los científicos están a las puer-

Las Profundidades tas de resolver esta incongruencia. La

islas volcánicas, y, en condiciones adecua-
das, el arrecife resultante emerge a medi-
da que la isla interior se hunde, formando
primero una barrera y después un atolón
con una gran laguna en medio de ambos.
Pero el caso de la Gran Barrera de Coral
es algo distinto. No se formó en torno a
una isla volcánica, sino a lo largo de más
de dos mil quinientos kilómetros, forman-
do un inmenso rompeolas frente a la cos-
ta nororiental de Australia. Su origen se
remonta al final de la última era glacial.
Hace unos diez mil años, los polos empe-
mando conchas o una coraza protectora,
trabajan en proyectos comunales que
perpetúan de generación en generación.
En cada arrecife, miles de millones de
pólipos de especies diferentes trabajan
colectivamente para levantar los cimien-
tos y los muros de sus colonias.
“Los arrecifes son paradojas orgánicas,
unos obstinados muros que destrozan los
barcos, pero fueron alzados por unos di-
minutos organismos gelatinosos. Son en
parte animal, en parte vegetal y en parte
mineral, a un tiempo llenos de vida y, sin
solución estaría en la asombrosa capaci-
dad de reciclaje de los habitantes de los
arrecifes. Los corales, así como las es-
ponjas de mar, habrían desarrollado un
sistema muy eficiente para transferir nu-
trientes de unos organismos a otros, ac-
tuando “como en un gigantesco bazar”,
apunta Elizabeth Kolbert. De hecho, un
estudio de la Universidad de Ámsterdam
señala que las esponjas tendrían más
protagonismo que los corales en esta la-
bor, al ser capaces de reciclar diez veces
más materia orgánica que las bacterias
y de producir igual cantidad de nutrien-
tes que las algas y los corales juntos.

h i sto r i a y v i da 87
 ciencia

Cabo York PAPÚA

NUEVA GUINEA
Mar
Gr
Golfo de Cooktown del Coral
an
Darwin
Carpentaria
Ba
Cairns
rr
Townsville er
a
de
Puerto Abbot Point
QUEENSLAND Co
ra
l

A U S T R A L I A Brisbane

Port Augusta
Gran Bahía Canberra
Australiana 0 500 km

embargo, en su mayoría muertos”, resu-

me la periodista Elizabeth Kolbert en el
ensayo La sexta extinción. Una historia
nada natural, Premio Pulitzer 2015.
Con todo, el gran milagro de los arrecifes
es el extraordinario y variado ecosistema
que conforman. En vez de desplazar a los
demás seres vivos, los corales los sostie-
nen, generando vida a su alrededor. Miles,
quizá millones, de especies animales y
vegetales viven y evolucionan en torno a
los arrecifes. Se calcula que, pese a ocupar
el 1% de la superficie oceánica, albergan
el 25% de su flora y fauna. Los corales se
alimentan de la riqueza orgánica y mine-
ral del agua y, a la vez, son alimento y
protección para muchos peces, al mismo
tiempo que constituyen un manjar para
otros depredadores más grandes. Alre-
dedor de los corales se desarrolla un ciclo
completo de la vida.

Un fenómeno global
La Gran Barrera de Coral no es un ecosis-
tema aislado del continente. Los hábitats
marino y terrestre se interrelacionan y
complementan a través de la laguna que
hay entre el arrecife y la costa. Dada la
gran extensión de la Gran Barrera, la la-
guna formada en su interior supera en
superficie a las islas británicas, y puede
llegar a los cien metros de profundidad.
En ella y en sus más de seiscientos islotes
habitan multitud de animales marinos,
anfibios y terrestres, además de aves que
pescan en sus aguas cálidas.
A caballo entre las aguas saladas de la la-
vista aÉrEa de uno de los miles de arrecifes
guna y las dulces de los ríos que discurren que componen la Gran Barrera de coral.
por el continente surgen los manglares,

88 h i sto r i a y v i da

zonas arboladas muy tolerantes a la sal
que esconden también una gran diversidad
biológica. Su impacto en el ecosistema del
arrecife es profundo, ya que actúan como
criaderos para muchos de los peces que
habitan en él. Otro de los ecosistemas que
imprime vitalidad al arrecife es la selva
tropical, que en muchos puntos se asoma
hasta la misma orilla. Se trata de uno de
los lugares más húmedos del planeta, pues
en ella llueve al menos 120 días al año,
pudiendo caer hasta 60 cm3 en 24 horas.
Su importancia radica en que absorbe el
flujo de agua y evita que multitud de se-
dimentos sean arrastrados al mar, lo que
ahogaría y arruinaría la fértil vida marina.
Gracias a su labor reguladora, los sedi-
mentos llegan a la laguna en una cantidad
idónea para enriquecerla con sus nutrien-
tes. Cuando las condiciones son adecua-
das, los corales crecen en la misma orilla,
aproximando hasta el límite dos ambien-
tes tan diversos como son la selva y el
arrecife. A cambio de estos servicios, la
Gran Barrera de Coral protege la selva y
los manglares del intenso oleaje oceánico.
ante no pocas amenazas
La perfecta interdependencia entre estos
hábitats se ve interferida por la acción del
eL cambio cLimático y
La acidificación de Los
océanos son dos de
Los PeLiGros que
amenazan eL arrecife
hombre, que está dañando la riqueza del
arrecife. Los cultivos de caña de azúcar,
así como la instalación de granjas de ga-
nado y piscifactorías, han supuesto la
tala de extensas superficies boscosas. La
sobrepesca o el uso de dinamita en las
capturas merman la fauna y contaminan
el agua, mientras que la explotación tu-
rística, con la proliferación de complejos
hoteleros, contribuye al aumento de los
vertidos sobre la laguna.
Si la disminución de la selva tropical ya es
una mala noticia para este ecosistema, la
presencia de fertilizantes y pesticidas de
uso agrícola entre los sedimentos forma
un limo que cubre la vegetación del fondo
el valor de la Gran barrera
Motor econóMico Potente
La Gran Barrera de Coral genera un nego-
cio a su alrededor de cerca de seis mil mi-
llones de dólares y provee casi sesenta y
nueve mil empleos a tiempo completo.
Su contribución a la economía australiana
proviene del turismo y las actividades re-
creativas, de las investigaciones científicas
y de ecosistemas marinos tropicales y de
la pesca comercial. Más de dos millones
de turistas visitan el arrecife cada año.
Muro defensivo natural
Este entorno es también un rompeolas
natural para muchos pueblos y ciudades
de la costa de Queensland, en el noreste
de la laguna. Ello ensombrece el paso del
sol, tan necesario para el desarrollo del
pasto marino. Cuando estas praderas mue-
ren, todos los animales que dependen de
ellas también desaparecen o se ven obli-
gados a migrar. Por culpa de estos verti-
dos, hoy día, la presencia de corales próxi-
mos a la costa es cada vez más escasa.
Los vertidos no son el principal problema
al que se enfrenta el arrecife. El cambio
climático y la acidificación de los océanos
también repercuten negativamente sobre
los corales, muy sensibles a los cambios
de temperatura, las corrientes marinas y
los ciclos del Sol y la Luna. El calenta-
miento de la temperatura del agua debi-
australia
del continente, al detener la erosión que
podría amenazar sus tierras. Si los pue-
blos costeros no son arrastrados como
sedimentos al océano Pacífico es gracias
a que el arrecife los protege.
un aliado de la fauna
Su influencia trasciende las fronteras aus-
tralianas, al resultar vital para la fauna de
otras partes del mundo. No en vano, mu-
chas especies emigran cada año a sus
aguas cálidas desde las islas del Pacífico
sur, Asia continental o lugares tan remo-
tos como las aguas heladas de la Antár-
tida. Es el caso de la tortuga verde marina
(arriba), hoy en peligro de extinción.
do al cambio climático produce estrés en
estos organismos, que responden con la
pérdida del habitual colorido de sus algas
simbióticas, esenciales para la proporción
de nutrientes. A consecuencia de su blan-
queamiento, las algas pierden su capaci-
dad para realizar la fotosíntesis (proceso
que convierte la luz solar en energía), y
a veces desaparecen por completo del
tejido del coral, dejando al aire su esque-
leto. De este modo, el coral no solo pier-
de su espectacular colorido, sino también
un elemento esencial para su desarrollo.
Además, el aumento de la temperatura de
las aguas favorece la transmisión de la
enfermedad de la banda blanca, una in-
h i sto r i a y v i da 89
ciencia

¿Un vertedero
de escoMBros?
Polémica en torno a las medidas
del gobierno para salvar el coral.
el gobierno se Pone las Pilas
Poco después de que, el pasado año, la Unesco
empezara a evaluar si incluía la Gran Barrera,
Patrimonio de la Humanidad desde 1981, en su
lista de bienes en peligro, el gobierno australia-
no y el estado de Queensland lanzaron un plan
para que este tesoro recuperara su salud. Pero
el proyecto ha recibido críticas de ecologistas y
académicos, que consideran las medidas insu-
ficientes. La Autoridad del Parque Marino de la
Gran Barrera de Coral alega que un tercio del
arrecife ya está exhaustivamente protegido.

choque de intereses
La premisa del gobierno siempre ha sido conju-
gar la protección de este entorno con otras ac-
tividades propias de la economía del país: el
turismo, la pesca y el transporte. De ahí que
defienda el vertido de algunos residuos, deriva-
dos del dragado de puertos cercanos a la Gran
Barrera, en zonas alejadas de los hábitats sen-
sibles. Una decisión que no convence al Fondo
Mundial para la Naturaleza (WWF), que ha re-
comendado a Australia la total prohibición del
vertido de escombros sobre el arrecife, además
de minimizar el dragado de los puertos. En la
imagen, activistas de Greenpeace despliegan
una pancarta de protesta en el puerto de Glads-
tone, frente a la Gran Barrera, en 2013.

fección bacteriana que afecta a los princi-
pales constructores de arrecifes, las espe-
cies Acropora palmata (coral de cuerno de
alce) y Acropora cervicornis (coral de cuer-
no de ciervo), ambas en peligro crítico de
extinción. En la Gran Barrera australiana
se ha detectado la enfermedad que ame-
naza su supervivencia, y, en el Caribe, el
mismo mal ha provocado la reducción del
80% de su coral en las últimas décadas.
Cuestión de química
El problema de la acidificación es todavía
más grave. Su origen hay que buscarlo en
el incremento de las emisiones de dióxi-
do de carbono, un gas que, cuando se
acumula en el océano (no solo lo hace en
la atmósfera), cambia la química del agua.
Esta suele expresarse en términos de pH
(a menor pH, mayor acidez), aunque tam-
bién puede explicarse atendiendo al es-
tado de saturación del agua respecto al
carbonato de calcio. El estado de satura-
ción mide la concentración de iones de
calcio y de carbonato en el agua. Cuando
La extensión de coraL de La Gran barrera se ha
reducido a La mitad en Los úLtimos treinta años
el CO2 se disuelve, forma ácido carbóni-
co, que devora los iones de carbonato,
por lo que reduce el estado de saturación.
El biólogo marino Chris Langdon descubrió
–en contra de la opinión generalizada– que
a los corales les afectaba mucho el nivel
de saturación de las aguas. Langdon esta-
bleció una relación directa entre la tasa de
crecimiento y el estado de saturación. Los
corales crecen mucho más rápido en un
estado de saturación de nivel 5, su ritmo
de desarrollo disminuye en un estrato in-
ferior y prácticamente se detiene cuando
llega al 2. Antes de la Revolución Industrial,
el estado de saturación del carbonato cál-
cico de los mares donde crecían los corales
era de entre 4 y 5. En la actualidad ya no
queda ninguno por encima de 4, y si con-
tinúa esta tendencia, en 2060 no quedarán
aguas por encima de 3,5, y hacia 2100 no
habrá ninguna por encima de 3. Conforme
vaya cayendo el estado de saturación, la

90 h i sto r i a y v i da

energía necesaria para la calcificación irá
en aumento, y podría llegar el momento
en que los corales dejaran de calcificar.
Sin embargo, el problema llegaría mucho
antes; de hecho, ya está presente. En
circunstancias normales, los corales son
devorados por los peces, perforados por
los gusanos de mar y batidos por el olea-
je. El ritmo de su destrucción los obliga
a rehacerse constantemente. “Por eso,
solo para quedarse como están, los arre-
cifes siempre tienen que crecer”, afirma
Elizabeth Kolbert.
Por si esto fuera poco, la acidificación
también influye en el desove anual de los
corales, un espectáculo sincronizado en
el que las distintas colonias de pólipos se
reproducen colectivamente. Según diver-
sos experimentos, los niveles de satura-
EstrElla dE Corona de espinas, uno de los
males que amenazan la salud de la Gran Barrera.
ción más bajos reducen la probabilidad
de fecundación. También afectan al de-
sarrollo de las larvas y al asentamiento,
proceso mediante el cual los pólipos se
adhieren a una base sólida y empiezan a
producir (a través de la calcificación) nue-
vas colonias de coral. Un estudio reciente
publicado por un grupo de investigadores
australianos afirma que la extensión de
corales de la Gran Barrera se ha reducido
a la mitad en los últimos treinta años a
causa de la acidificación. El científico at-
mosférico Ken Caldeira, padre de la ex-
presión “acidificación de los océanos”, ha
liderado otra investigación desde la esta-
ción científica de One Tree Island, en el
extremo más meridional de la Gran Ba-
rrera, con resultados alarmantes. Cal-
deira sostiene que, de continuar esta
tendencia, en un plazo de cincuenta años
o menos, “todos los arrecifes de coral de-
jarán de crecer y comenzarán a disolverse”.
El veredicto de la Unesco
El último de los peligros que amenaza la
Gran Barrera es la irresponsable indus-
trialización de su entorno. La ampliación
de los puertos y los distintos proyectos de
infraestructuras a lo largo de la costa de
Queensland se han traducido en el vertido
de escombros sobre las aguas. El plan de
expansión de los puertos prevé el dragado
de más de cincuenta millones de metros
cúbicos de lecho marino, material sufi-
ciente para rellenar 49 veces el Empire
State de Nueva York. El Fondo Mundial
para la Naturaleza lo considera una ame-
australia
naza crítica para los corales, que podrían
asfixiarse, y para otras especies en peli-
gro, como las tortugas verdes marinas,
que cada año depositan sus huevos en la
isla de Raine, una de las seiscientas exis-
tentes en la laguna del arrecife.
El gobierno australiano ha puesto en mar-
cha un plan para limpiar las aguas y erra-
dicar la plaga de estrellas de corona de
espinas que se alimentan de los corales,
otro peligro al que se enfrenta la Gran
Barrera. Se ha dado de plazo hasta 2050.
Pero su plan ya ha sido criticado por ser
muy tibio y por eludir cuestiones como
el calentamiento global y la regeneración
del arrecife. La Unesco ha dado la última
palabra: se ha abstenido de incluir este
Patrimonio Mundial en su lista de bienes
en peligro, pero seguirá de cerca al go-
bierno de Australia, al que ya ha citado
el próximo año para que le informe de las
medidas tomadas para garantizar la salud
de esta maravilla de la naturaleza.
Para sabEr más
ensayo
Kolbert, e. La sexta extinción. Una histo-
ria nada natural. Barcelona: Crítica, 2015.
cine
La Gran Barrera de Coral (Gran Bretaña,
2011). Dirs.: James Brickell y Richard Fitzpa-
trick. Documental.
internet
Autoridad del Parque Marino de la Gran
Barrera. En inglés.
www.gbrmpa.gov.au
h i sto r i a y v i da 91
arte

zurbarán
& cía.austero, intenso,
místico. Los siglos no
han restado modernidad
a Zurbarán. El thyssen
le dedica una gran
exposición hasta
el 13 de septiembre.
ana echeverría , PEriodista

C
orre 1630. Un indignado Alonso
Cano encabeza una petición for-
mal del gremio de pintores de
Sevilla para exigir a Francisco de
Zurbarán que se someta, como
todos los demás, al examen oficial obliga-
torio para trabajar como maestro pintor
en la ciudad. No le falta razón. Las normas
de la época son claras, y Zurbarán, extre-
meño de nacimiento, ha entrado en Sevi-
lla por la puerta de atrás. Cuatro años
antes, fray Diego de Bordas, prior del con-
vento de San Pablo el Real, le había encar-
gado catorce pinturas sobre las vidas de
santo Domingo y de siete padres y docto-
res de la Iglesia. A cambio, se comprome-

san franCisCo de pie contemplando una

calavera, c 1633-35. saint Louis art Museum.

92 h i sto r i a y v i da
 zurbarán

tió a pagar 4.000 reales, una cantidad

modesta. La tarea había de estar lista en
ocho meses, lo que impuso un ritmo de
trabajo frenético, de unas dos semanas por
cuadro. Unas condiciones exigentes, sin
duda, pero también una inversión de fu-
turo: el boca a boca no tarda en atraer a
nuevos clientes al taller de Zurbarán. El
dominio del color del joven artista, sus
rojos, pardos y blancos, o su extraordina-
ria habilidad para representar tejidos,
desde el hábito más humilde hasta la capa
pluvial más ostentosa, seducen a otras
órdenes religiosas. Los mercedarios sevi-
llanos le encargan veintidós pinturas y
multiplican por cuatro la tarifa inicial. Los
franciscanos le piden lienzos sobre san
Buenaventura. El Consejo Municipal lo
toma bajo su protección y le propone ins-
talarse definitivamente en Sevilla. El pres-
tigio y la influencia de Alonso Cano no
serán suficientes para hacer pasar a Zur-
barán por el aro. Jamás se someterá a la
prueba del gremio ni pedirá autorización
alguna para hacerse llamar maestro.

factoría de santidad
Soplan vientos de Contrarreforma. Las
órdenes religiosas necesitan nuevos ído-
los de masas que ilusionen a los fieles,
nuevos ejemplos a seguir para los católi-
cos, y los encuentran en las vidas de san-
tos: la humildad de Francisco de Asís, el
valor de Serapio, la erudición de Tomás
de Aquino... Sus milagros y martirios pa-
san a ilustrar las paredes de las iglesias,
hasta ahora reservadas a episodios bíbli-
cos. Sevilla se transforma a toda máquina
en una ciudad-convento, que acabará
santa coquEtEría
si los monjes zurbaranescos destacan por su austeridad, con las mujeres
albergando más de setenta monasterios sucede todo lo contrario. Las santas de Zurbarán, jóvenes, guapas y esbeltas, re-
a finales del siglo xvii. Una fuente inago- alzan su belleza con atuendos espectaculares. Todo un catálogo de virtudes feme-
table de trabajo para los artistas especia- ninas, donde el decoro no está reñido con la moda, permitiendo al pincel del extre-
lizados en imaginería religiosa. Por si meño recrearse en el lujo de los tejidos. Esta Santa Casilda (c 1630-35), hoy en el
fuera poco, la capital hispalense es todavía Thyssen, retrata a la hija del sultán de Toledo. Convertida en secreto al cristianismo,
el principal punto de conexión con las alimentaba a escondidas a los prisioneros de su padre. La descubrieron, pero un
Indias. Zurbarán aprovecha el contacto milagro convirtió en flores los alimentos que ocultaba en la falda.
con parientes emigrados a México y Perú

h i sto r i a y v i da 93
arte
Mejor solos que bien acompañados
aisLadas, sus FiGuras iMPactan; En GruPo ProducEn un EFEcto Muy PEcuLiar
para montar un floreciente negocio de
exportación de pinturas, destinadas a de-
corar las iglesias coloniales. Cuando una
escena determinada tiene éxito comercial,
sus ayudantes la simplifican para abaratar
el precio y la reproducen una y otra vez,
prácticamente en serie. La rentabilidad
de este sistema compensa la inevitable
merma de calidad. En América, además,
todo lo que provenga de la metrópolis
goza de un gran prestigio, y los clientes,
a fin de cuentas, no tienen a mano una
obra autógrafa del maestro con la que
comparar la producción de su taller.
El secreto del éxito de Zurbarán radica
en su aparente sencillez, en su habilidad
para sacralizar lo cotidiano, que sintoni-
za muy bien con la mentalidad de los
94 h i sto r i a y v i da
ascetas del Siglo de Oro. Es el momento
de “hallar a Dios en todas las cosas”, como
predica Ignacio de Loyola, un Dios que
anda “entre los pucheros y las ollas”, co-
mo escribe Teresa de Jesús. Zurbarán,
a su regreso de la corte, con todo desparpajo,
se presentará coMo “pintor de su Majestad”
que es un virtuoso del bodegón, incorpo-
ra objetos de uso diario a sus composicio-
nes de tema sacro, detalles que acentúan
la humanidad de sus protagonistas sin
restarles un ápice de solemnidad.
En 1634, Zurbarán emprende un breve
viaje a Madrid para participar en la deco-
ración del nuevo palacio real del Buen
De profunDis. Zurbarán es un virtuo-
so del naturalismo y de la iluminación. Sus
claroscuros al estilo Caravaggio le ayudan a
perfilar personajes rotundos y expresivos. Sin
embargo, se le resiste la profundidad. En las
composiciones de grupo, cada una de las fi-
guras es perfecta en sí misma, pero a menu-
do aparecen superpuestas, sin auténtica
conexión, como en un teatrillo recortable. Pa-
ra disimular esta carencia, el pintor recurre
con frecuencia a fondos oscuros, entornos
brumosos u oportunos halos de santidad,
que le permiten esquivar las dificultades téc-
nicas de la perspectiva (a la dcha.).
serena trageDia. En cambio, su ta-
lento brilla en los temas más simples, como
en esta conmovedora recreación del martirio
de san Serapio (a la izqda.), infortunado mon-
je mercedario que se ofreció como rehén a los
sarracenos a cambio de la vida de un prisione-
ro cristiano y pereció tras horrendas torturas.
Zurbarán nos ahorra detalles escabrosos y
concentra todo el drama en el rostro del mori-
bundo. La composición es magistral: el hábi-
to, un cuadrado blanco sobre fondo negro que
habría hecho palidecer de envidia a Malévich.
Heroísmo y piedad en estado puro.
a la izqda., san serapio, 1628. hartford, Wadsworth
atheneum Museum of art, ct. the Ella Gallup sumner
and Mary catlin sumner collection Fund. a la dCha.,
santo domingo en soriano, c 1626-27. sevilla, iglesia
parroquial de santa María Magdalena.
Retiro. Allí conocerá a Velázquez y a otros
artistas de la corte, como Vicente Cardu-
cho, Juan Bautista Maíno, Eugenio Cajés
y Antonio de Pereda. Bajo su influencia,
suaviza su estilo, abandona el tenebrismo
y apuesta por colores más tenues. A su
regreso, con todo desparpajo, Zurbarán
se referirá a sí mismo como “pintor de Su
Majestad”, una táctica publicitaria que le
asegura un número creciente de encargos
fuera de las murallas de Sevilla. Todo pa-
rece sonreírle, hasta que la epidemia de
peste de 1649 le arrebata a su hijo Juan,

también pintor. Sevilla pierde casi la mitad
de su población y, con ella, el optimismo
y la prosperidad. En busca de oportunida-
des, el extremeño parte de nuevo hacia la
capital, donde pasará los últimos años de
su vida, no sin apuros económicos.
Profeta en otras tierras
Su arte ya no está tan de moda. Ahora
hace furor Murillo, con sus vírgenes dulces
y delicadas, con ese preciosismo suyo que
anticipa el Rococó. Él y Velázquez acapa-
ran, durante dos siglos, la mayor parte de
los elogios de los críticos. Algunos con-
ventos ponen sus Zurbaranes a la venta,
pero la mayoría llega a manos privadas
por caminos más tortuosos. La invasión
napoleónica de 1808 alimenta el mercado
–negro– del arte con un aluvión de obras
de Zurbarán, especialmente de la prime-
ra etapa, la tenebrista. El pretexto, crear
un museo para José Bonaparte, que no
llegó a hacerse realidad. Los soldados sa-
quean los monasterios y se enamoran de
sus Zurbaranes. Les gusta su estilo sobrio
y conciso, el aire masculino, casi militar,
de sus monjes. Paradójicamente, el ex-
polio francés contribuye a aumentar la
fama y el prestigio del artista, que pron-
to se extienden a toda Europa y crecen,
de rebote, también en España.
La segunda oleada de fans de Zurbarán
surge a raíz de la ley de desamortización
de Mendizábal, en 1836. El pintor Pedro
de Madrazo se lamenta amargamente del
perjuicio que esta medida supone para el
zurbarán
patrimonio nacional, que cae rápidamen-
te en manos extranjeras: “¿No podrían
destinarse esos conventos que van a sufrir
la dura ley a museos? [...] Tal vez llegará
la época en que para estudiar a Murillo y
Zurbarán tengamos que recurrir a las ga-
lerías y casas de campo de los contornos
de Londres”. La exposición del Thyssen,
que reúne piezas dispersas por todo el
mundo, nos ahorra tal viaje.
Para saber más
catálogo
DelenDa,odile et al. zurbarán. una nueva
mirada. Madrid: Fundación Colección Thys-
sen-Bornemisza, 2015.
h i sto r i a y v i da 95
agenda

eXPosiciones del mes

ana echeverría, Periodista

serrat,
bodas de oro
El 18 dE fEbrEro de 1965,
la voz y la guitarra de un chaval
desconocido del barrio barce-
lonés de Poble Sec sonaron en
directo por primera vez en Ra-
dio Barcelona. Las canciones de
Joan Manuel Serrat conquista-
ron a los oyentes y al grupo Set-
ze Jutges, que le abrió las puer-
tas de la Nova Cançó. Vinilos,
fotografías, fetiches e instru-
mentos musicales jalonan un
recorrido sentimental por la
discografía del cantautor, que
ha pisado toda clase de escena-
rios, desde el Palau de la Músi-
ca Catalana (a la dcha., en 1967)
hasta la plaza del Congreso de
Buenos Aires, donde batió un
récord actuando ante doscientas
mil personas. O el Lincoln Cen-
ter de Nueva York, donde Serrat
se quedó sin voz, y fue el pú-
blico quien cantó el concierto.
Serrat, 50 añoS de cancioneS.
centre d’artS Santa Mònica.
La raMbLa, 7. barceLona.
teL.: 93 567 11 10. FechaS: haSta
eL 13 de SeptieMbre

Manuel Carrillo.
Mi querido MéxiCo
Museo lázaro Galdiano.
Serrano, 122. Madrid
Tel.: 91 561 60 84
Fechas: hasta el 30 de agosto
Manuel Carrillo (México,
1906-89) pasó su adolescen-
cia en Nueva York. Cuando
regresó a su país, lo contem-
pló con la implicación de un
mexicano y, a la vez, con la
perspectiva de su experien-
cia estadounidense. Una
mirada doblemente lúcida
que trasladó al objetivo de
su cámara y que lo converti-
ría en testigo excepcional del
México posrevolucionario.
Sus retratos de niños, ancia-
nos y campesinos, que trans-
piran humanidad y calidez,
le otorgaron el sobrenombre
de “maestro mexicano”. La
exposición incluye medio
centenar de instantáneas en
blanco y negro de Carrillo,
junto con trabajos de Ansel
Adams, Manuel Álvarez
Bravo, Paul Strand y Edward
Weston, fotógrafos que le
sirvieron de inspiración.
el auGe del
paisaje. Grabados
holandeses y
FlaMenCos del
siGlo xvii
Museo Carlos de amberes.
Claudio Coello, 99. Madrid
Tel.: 91 435 22 01
Fechas: hasta septiembre
El paisaje es el gran actor
secundario de la pintura
renacentista, pero a partir
del siglo xvi, y especialmente
en el xvii, empieza a adoptar
un papel cada vez más prota-
gonista, hasta convertirse en
un género propio. Los paisa-
jes holandeses y flamencos
tienen una relevancia única,
tanto por su calidad como
por su influencia en paisajis-
tas del xix, desde Constable
hasta Cézanne o Van Gogh.
Los grabados, mucho más
populares y asequibles que
los óleos, contribuyeron a
difundirlos por toda Europa.
Aquí se expone una selección
de 38 estampas, procedente
de la Colección Deltoro-
Vives y de la Biblioteca
Nacional de España.

96 h i sto r i a y v i da
 08 / 2015

el inConsCienTe
piCTóriCo
MnaC. Palau Nacional. Parc
de Montjuïc, s/n. Barcelona
Tel.: 93 622 03 60
Fechas: hasta el 30 de agosto
“Toda organización de for-
mas en el interior de una
superficie plana deriva del
arte pictórico”. Son palabras
del cineasta francés Éric
Rohmer (1920-2010), que
aluden a la estrecha relación
entre el cine, el videoarte y
el lenguaje pictórico. A fin
arriba, dibujo mural 413, un diseño de sol LeWitt de 1984. a La dcha., retrato
de cuentas, ¿hay tanta dife- de ana de austria, dinastía a la que el Museo de santa Cruz dedica una muestra.
rencia entre una pantalla
LCD y el marco de un lien-
zo? Partiendo de esta premi-
sa, el museo y la Fundación
Sorigué plantean un diálogo
entre algunas de sus pintu-
ras románicas, impresionis-
tas, modernistas... y la obra
de doce videoartistas
influidos por ellas.

Más allá de
MauThausen.
FranCesC boix,
FoTóGraFo
Museu d’història de Cata-
lunya. Palau de Mar. Pl. Pau
Vila, 3. Barcelona
Tel.: 93 225 47 00
Fechas: hasta el 18 de octubre
Francesc Boix tenía solo 17
años cuando partió con su
cámara al frente de Aragón,
durante la Guerra Civil espa-
ñola. Como muchos exiliados
republicanos, tras la contien-
da dio con sus huesos en el
campo nazi de Mauthausen,
en Austria, donde se le asig-
nó la tarea de fotografiar a
los prisioneros. A escondidas,
también documentaba las
espantosas condiciones de
vida y muerte en el campo.
Anna Pointner, una vecina
del pueblo, escondió los
negativos. Boix sobrevivió
y testificó en Núremberg,
pero su deteriorada salud
acabó con su vida en 1951.
arriba, return (2007), pintura de
Jacco olivier expuesta en el MNaC.
a La dcha., republicanos en la
siega, fotografía de Francesc boix.
sol leWiTT. 17 Wall
draWinGs. 1970-2015
sala de exposiciones Funda-
ción botín. Marcelino Sanz de
Sautuola, 3. Santander
Tel.: 942 22 60 72
Fechas: hasta el 10 de enero
El artista estadounidense
Sol LeWitt falleció en 2007
a la edad de 78 años. Sin
embargo, esta retrospectiva
incluye obra datada este
mismo año. ¿Cómo es eso
posible? No, no se trata de
un fenómeno paranormal,
sino de la consecuencia lógi-
ca del método de trabajo de
LeWitt, uno de los fundado-
res del arte conceptual. Para
él, la idea era mucho más
importante que la ejecución.
Con frecuencia, eran otros
dibujantes quienes hacían
realidad sus obras, siguien-
do al pie de la letra una serie
de instrucciones matemáti-
cas. Varios de sus murales
póstumos se han pintado
expresamente para esta
muestra.
la españa de
los ausTrias
Museo de santa Cruz.
Miguel de Cervantes, 3. Toledo
Tel.: 925 22 14 02
Fechas: hasta el 30
de septiembre
La de los Austrias es una
apasionante historia de
poder y decadencia. Isabel y
Fernando sentaron las bases
de un imperio con la unión
de Coronas, una hábil políti-
ca matrimonial y el fortuito
descubrimiento de América.
Pero franceses, holandeses,
ingleses y turcos minaron
paciente y concienzudamen-
te la hegemonía española,
que a partir del siglo xvii
se resquebrajó, incapaz de

h i sto r i a y v i da 97
ageNda
artE En torno a la ringstrassE
la ViEna impErial tiene sus símbolos imperecederos: la noria
del Prater, los retratos de Sisi, el concierto de Año Nuevo... La Rings-
trasse es, sin duda, el más transitado por los millones de turistas
que visitan la ciudad cada año. Toda la esencia vienesa se concen-
tra en los cinco kilómetros de este elegante bulevar, inaugurado por
el anillo de viena.
años iniCiales de un
bulevar sunTuoso
El Museo de Viena exhibe lo que
hoy llamaríamos el making of de la
Ringstrasse. El derribo de la muralla
convirtió la ciudad en un laboratorio de
arquitectura, aunque el estilo histori-
cista se impuso por goleada. Imágenes
de las antiguas fortificaciones, de
las obras y de los primeros palacios,
expuestas hasta el 13 de septiembre.
kliMT y la rinGsTrasse
Para la burguesía, la Ringstrasse
era la oportunidad de presumir de
dinero y de buen gusto. Mecenas
como Friedrich von Leitenberger
o Nikolaus Dumba, que andaban
sobrados de ambas cosas, adorna-
ron edificios públicos y privados
con obras de Carl Rahl, Hans
Makart o Gustav Klimt. Hasta el
11 de octubre en el Belvedere.
98 h i sto r i a y v i da
Francisco José I hace 150 años, aunque las obras, en realidad, se
prolongaron hasta principios del siglo xx. La capital centroeuropea
celebra este aniversario con conciertos, festivales, bailes y exposi-
ciones. Aquí destacamos algunas de las muestras que centran su
foco en la historia del bulevar. Más información: www.wien.info
viena se ConvierTe en
CapiTal Mundial. la
rinGsTrasse y su époCa
Para Viena, la Ringstrasse fue el pisto-
letazo de salida de una carrera hacia
la modernidad, pero el cambio no fue
acogido con unánime entusiasmo.
Hasta el 1 de noviembre, esta muestra
en la Biblioteca Nacional Austríaca
revive las disputas entre “demoledo-
el anillo. la hisToria res” y “preservadores”, partidarios
judía de un bulevar y detractores del nuevo urbanismo.
El Museo Judío de Viena repasa
hasta el 4 de octubre la historia de
las élites de esta comunidad, que
se mudaron a la elegante avenida.
Para muchos judíos, la Ringstrasse
era un emblema de aceptación e
integración social, en una Europa
rabiosamente antisemita. La
Segunda Guerra Mundial acabó
con este amable espejismo.
viena, la perla del
reino. los planes
de hiTler
Hitler tenía ambiciosas ideas para
Viena, pero la mayoría de sus
grandilocuentes proyectos jamás
vieron la luz. Los planos quedaron
olvidados en cajones y archivos.
El Centro de Arquitectura de Viena
ha recuperado muchos de ellos y
la rinGsTrasse de los exhibe hasta el 17 de agosto.
los proleTarios
No todo eran perlas y palcos en la ópe-
ra. En 1919, las primeras elecciones
municipales se saldan con una aplas-
tante victoria socialdemócrata, fruto
del descontento. Se edifican guarde-
rías, bibliotecas y viviendas subven-
cionadas, como el Karl-Marx-Hof, que
rememora hasta el 20 de diciembre
aquella “Viena roja”, también conocida
como la Ringstrasse de los proletarios.

mantener tantos frentes
abiertos. Cuadros de El
Greco, Vicente Carducho,
Luis Tristán y José de
Ribera, entre otras casi tres-
cientas obras, ilustran este
repaso a la dinastía, con hin-
capié en cuatro reinados: el
de los Reyes Católicos, el de
Carlos V, el de Felipe II y el
del estéril Carlos II.
jeFF koons,
reTrospeCTiva
Museo Guggenheim-bilbao.
Abandoibarra, 2. Bilbao
Tel.: 94 435 90 80
Fechas: hasta el 27
de septiembre
¿Quién dijo que el arte ha
de ser solemne y los artistas,
gurús inaccesibles? Después
de instalar a Puppy, su flori-
do y gigantesco terrier,
como simpático guardián
de las puertas del museo
en 1992, Jeff Koons (1955)
regresa al Guggenheim-
Bilbao con una muestra
monográfica donde el Pop,
el Dadá y el Surrealismo
hacen buenas migas con el
kitsch más humorístico y
provocador. Esculturas hin-
chables, electrodomésticos
imposibles, botes salvavidas
de bronce que se hunden
sin remedio y porcelanas
sobredoradas de Michael
Jackson son algunas de sus
atrevidas ocurrencias.
arriba, a la izqda., manuscrito de la biblioteca de Francisco i, y, a la dcha.,
Popeye (2009-11), escultura en acero inoxidable de Jeff Koons. abajo, alain
roussot y andré glory reproducen los grabados de Lascaux en 1953.
Tesoros reales.
la biblioTeCa
de FranCisCo i
Château royal de blois.
6 Place du Château, Blois
(Francia)
Tel.: +33 2 54 90 33 33
Fechas: hasta el 18 de octubre
Francia conmemora el V cen-
tenario de la ascensión al
trono de Francisco I con
diversas exposiciones. Una
de las más esperadas se cele-
bra junto al Loira, en el casti-
llo de Blois, sede de su corte
renacentista durante casi
treinta años. Francisco pasó
a la historia como “padre y
restaurador de las letras”, un
apodo bien merecido, a juz-
gar por su magnífica biblio-
teca. Una selección de 140
ejemplares, entre manuscri-
tos y copias impresas, da fe
de su pasión por los libros.
lasCaux en parís
parc des expositions. Pabe-
llón 8. 1 Place de la Porte de
Versailles. París (Francia)
Tel.: +33 1 40 68 22 22
Fechas: hasta el 30 de agosto
Como sucede con Altamira,
la cueva de Lascaux está
cerrada al público para pre-
servar sus valiosas pinturas
rupestres. La gruta francesa
recibió visitas durante poco
más de veinte años, entre
1940, fecha de su descubri-
miento, y 1963. La copia que
se presenta ahora en París
está realizada con las más
modernas tecnologías.
08 / 2015
qué hay
En tV...
La tecnoLogía
que cambió
La ii guerra
mundiaL
jueves 6, 22 h
El 6 de agosto se cumplen se-
tenta años del lanzamiento de la
bomba atómica sobre Hiroshima,
en Japón. Este explosivo es uno
de los muchos que analiza este
especial sobre las armas, los in-
ventos y los vehículos más deci-
sivos de la Segunda Guerra Mun-
dial. Cada uno de ellos se explica
mediante llamativas infografías.
soLos
sábados de agosto, 16.05 h
Los diez participantes de este
concurso se adentrarán en soli-
tario en una selva. El premio de
500.000 dólares será para el
que más tiempo aguante.
h i sto r i a y v i da 99
libros
ensayo
querido enemigo
Cuando Churchill pensó en atacar la Unión soviética
E
ncerrado en su búnker, Hitler da ór-
denes a ejércitos imaginarios. Antes
de que los soviéticos tomen Berlín,
William Joyce, el locutor británico de Ger-
many Calling, escapa a Hamburgo. Desde
allí, “Lord Haw-Haw”, como le apodan los
soldados aliados por su voz gangosa, avisa:
“La horrible guerra por la que acabamos
de pasar no es sino el preludio de una lucha
de una naturaleza mucho más decisiva”.
El propagandista nazi murió ahorcado en
enero de 1946, ocho meses después, con-
denado por traición por un tribunal britá-
nico. Para entonces, la URSS, tal como
Joyce había deseado, había dejado de ser
el aliado de las democracias occidentales
para convertirse en su mayor enemigo.
En Operación “Impensable”, Jonathan Wal-
ker narra esta veloz metamorfosis. Si la
Segunda Guerra Mundial comenzó por la
invasión alemana de Polonia, la Tercera
pudo estallar por su “liberación” soviética.
“En su frente –telegrafió Churchill a Truman
el 12 de abril de 1945, horas después de la
muerte de Roosevelt– [los soviéticos] han
100 h i sto r i a y v i da
tendido un telón de acero. No sabemos qué
sucede detrás”. Aunque Truman sería más
duro con el “Tío Joe”, su prioridad era de-
rrotar a Japón, no defender la democracia
en Polonia. La bomba atómica aún no se
había probado con éxito, y Truman nece-
sitaba a los soviéticos para vencer a los
nipones. Solo, Churchill pidió a su Comité
de Jefes de Estado Mayor planear un ata-
que a la URSS con el mayor sigilo.
“Impensable” preveía un “plan rápido”,
con la victoria de británicos y estadouni-
denses tras “una inmensa batalla de fuer-
zas acorazadas en Polonia”, o una “guerra
total”, sin armas atómicas, que “reque-
riría muchísimo tiempo”. La ofensiva
empezaría el 1 de julio, obligando a con-
vencer en semanas a la opinión pública
anglosajona de que Stalin, el gran aliado,
era tan peligroso como Hitler. Para com-
plicar más tal giro, 10 divisiones alemanas
–Churchill había ordenado conservar las
armas capturadas– lucharían en la “guerra
total”. Aun así, los soviéticos tendrían una
superioridad de 2,5 a 1. “La idea es, por
churchill, truman y stalin en la Conferencia
de Potsdam (alemania), julio-agosto de 1945.
Operación
“Impensable”
JOnathan Walker
Trad. de efrén del Valle
Barcelona: críTica, 2015
280 pp. 21,90 €
supuesto, absurda, y las posibilidades de
éxito bastante remotas –anotó en su diario
Alan Brooke, el jefe de Estado Mayor de
Churchill, tras leer el informe–. No cabe
duda de que, en adelante, Rusia será to-
dopoderosa en Europa”.
Walker contextualiza muy bien “Impensa-
ble”. Su primera versión se entregó el 24
de mayo, al día siguiente de que los labo-
ristas rompieran su coalición con Churchill.
El 5 de julio, los británicos volvieron a
votar y eligieron a Clement Attlee para
gobernarlos. Para sorpresa de Stalin, Chur-
chill dejó de ser su interlocutor en mitad
de una conferencia, la de Potsdam, que
confirmó el dominio soviético sobre la
mitad de Europa, Polonia incluida. Solo
tras la rendición japonesa los estadouni-
denses reconocieron que la Unión Sovié-
tica se había convertido en su enemigo.
Un adversario formidable con el que man-
tendrían una “guerra fría” durante más de
cuatro decenios, los mismos que tardaría
en llegar la democracia a la Europa “libe-
rada” por Stalin. Joaquín Armada
 08 / 2015

ensayo

fábrica de
inestabilidad
El dErrUMbE otoMaNo
EN la GraN GUErra, raÍZ
dE CoNFliCtos aCtUalEs
El pasado abril, el papa Francisco levantó
ampollas en Estambul al condenar el ge-
nocidio armenio perpetrado en la Prime-
ra Guerra Mundial. Sin embargo, no se
trata del único capítulo con que esta con-
tienda ya centenaria se ha colado recien-
temente en las noticias. También “las gue-
rras civiles de Siria e Irak y la interminable
violencia que enfrenta a israelíes y pales-
tinos”, el problema kurdo, la intermitencia
bélica del Líbano o el califato proclamado
en 2014 por “una milicia irregular que se
da a sí misma el nombre de Estado Islámi-
co” son ecos actuales de la Gran Guerra.
Específicamente, del traumático desguace
sufrido por el Imperio otomano cuando
esta conflagración selló su ocaso.

con ojos orientales El palacio DE topkapi, residencia de los

Así lo afirma en La caída de los otomanos
Eugene Rogan, director del Centro de
Oriente Medio en la Universidad de Oxford
y autor del referencial ensayo Los árabes
(Crítica, 2010; hyv 515). Para esta voz
autorizada, es en “Oriente Próximo donde
todavía hoy se perciben, más que en nin-
guna otra parte del mundo –subraya–, las
consecuencias de este vasto conflicto”,
que, además, dejó de ser “de facto la Gran
Guerra europea” para expandirse a esca-
la planetaria justamente con “el frente
otomano”. De ahí que resulte de sumo
interés conocer las causas, el desarrollo
y las secuelas de ese cuadrante, y más
cuando concierne a la potencia central
menos familiar en Occidente.
Consciente de esta laguna, Rogan no se
contenta con presentar un completo pa-
norama del declive otomano (para lo que
apela a las perspectivas política, económi-
ca, militar, social, cultural y religiosa).
También aborda el relato, basado en una
abundante bibliografía oriental, priorizan-
sultanes del imperio otomano hasta 1853.
la caída de
los otomanos
eUGene rOGan
Trad. de TomÁS fernÁndeZ
aÚZ Y BeaTriZ eguiBar
Barcelona: críTica, 2015
780 pp. 28,90 €
do los testimonios locales, lo que dota al
título de un atractivo ángulo alternativo
al eurocentrismo con que ha solido estu-
diarse la Primera Guerra Mundial.
Del sultanato a los mandatos
De este modo, circulan por el trabajo, for-
zosamente voluminoso, los últimos sulta-
nes, los Jóvenes Turcos y el triunvirato de
pachás (Enver, Talat y Cemal), junto con
la Islampolitik del káiser, los albores del
sionismo y el nacionalismo árabe y, al
cabo de la contienda, los mandatos colo-
niales de Francia y Gran Bretaña, cuyas
fronteras arbitrarias contribuyeron a sem-
brar en lo que fue el multiétnico territorio
otomano un mosaico de tempestades to-
davía vigentes. El autor traza, además,
una crónica minuciosa de las operaciones
bélicas. Examina desde el frente del Cáu-
caso –incluida una detallada exposición
de la cruenta batalla de Sarikamis, donde
solo sobrevivió un soldado otomano de
cada cinco– hasta las campañas de los
Dardanelos, Mesopotamia o Arabia. Una
lección magistral de divulgación histó-
rica, con valiosos análisis y narraciones
impactantes. Eugenio Serrano

h i sto r i a y v i da 101
libros
ensayo
en caSa del ÚlTimo Zar
Cómo eran y vivían anastasia y sus hermanas
R
etratadas y descritas habitualmente
en conjunto, las cuatro hijas del zar
Nicolás II forman una especie de
coro de tragedia griega deslavazado. Se
las suele recordar como sosas fotocopias
mutuas: cuatro chicas intercambiables,
con vidas mullidas e históricamente tri-
viales –al no estar destinadas a gobernar
como su hermano menor, el zarévich
Alexéi–, hasta la violenta apoteosis revo-
lucionaria de su asesinato a bala y bayo-
neta en un sótano de Ekaterimburgo.
Autora de un aplaudido estudio de la ma-
tanza, Helen Rappaport señala que esta
“anodina imagen pública de cuatro dulces
niñas vestidas de batista blanca bordada”
desdibuja lo diferentes que eran las per-
sonalidades de las archiduquesas. De ahí
que la historiadora británica dedique un
volumen a restaurar sus identidades y, de
paso, el día a día de toda la familia.
102 h i sto r i a y v i da
Las hermanas Romanov ofrece perfiles
nítidos de Olga, Tatiana, María y Anastasia,
aun cuando incluso ellas se llamaban a sí
mismas OTMA, jugando con sus iniciales
y la idea de formar un solo ser. Para coro-
nar este objetivo, la investigadora ha bu-
ceado en diarios, cartas y otras fuentes
primarias dispersas en archivos rusos,
europeos y norteamericanos. Es así como
emergen la seriedad, sensibilidad y espi-
ritualidad de Olga, la hija mayor; la prac-
ticidad y el talante protector de Tatiana;
los rasgos de María como una “chica rusa
sana y arquetípica”, “amable, alegre, con
carácter y de buen corazón”; y el terremo-
to ambulante de Anastasia, la pequeña de
la casa, cuyas ocurrencias, imitaciones y
travesuras incesantes irritaban a algunos
y alegraban a otros en palacio.
Rappaport cincela estas semblanzas en
capas, siguiendo el orden cronológico, las
las hermanas
romanov
helen raPPaPOrt
Trad. de Sandra cHaparro
Barcelona: TauruS, 2015
576 pp. 25,90 €
diferentes edades de las princesas y los
acontecimientos políticos que condiciona-
ron sus existencias. Todo esto depara un
anecdotario suculento y más de una sor-
presa acerca del hogar del último zar,
plasmado, por cierto, como un padrazo,
pese a sus desatinos como emperador.
pioneras del papel cuché
Llama la atención, por ejemplo, la auste-
ridad con que se crió a las archiduquesas,
que dormían en camas plegables del Ejér-
cito, heredaban la ropa entre ellas y care-
cían de los carísimos juguetes de la clase
media. También asombra su aislamiento
social y su “increíble falta de mundo”, co-
mo lo calificó un general , mientras el in-
terés público las convertía, a la vez, en
pioneras de la prensa rosa y la publicidad,
como hacían en 1906 los cromos de los
chocolates Guérin-Boutron. Julián Elliot
DE izqDa. a dcha., olga, tatiana, María y anastasia,
las hijas del zar Nicolás ii, asesinadas en 1918.

noveLa
asfixia calvinista
UN aGUdo thrillEr EN El áMstErdaM Más boyaNtE
Que no nos confunda el nombre. El Siglo
de Oro Holandés –el xvii, el de Rembrandt
y Vermeer– estuvo hecho más de oscuridad
que de brillo. La novela que nos ocupa,
sensación del verano pasado en los países
anglosajones, es un thriller psicológico
enraizado a las mil maravillas en la repre-
sión e hipocresía en aquella sociedad cal-
vinista que vestía en blanco y negro y que
se construyó a base de “dinero y vergüen-
za”, tal como escribe la autora, la británi-
ca Jessie Burton. Los holandeses llegaron
a la cúspide de su prosperidad gracias a
la Compañía Neerlandesa de la Indias
Orientales, pero en sus vidas se afanaban
por no hacer ostentación alguna de codi-
cia o riqueza. Aquello era de locos.
Nella, la protagonista, es la flamante es-
posa de un comerciante de Ámsterdam.
Tiene 18 años y acaba de llegar de la Ho-
landa interior, la de las vacas y los tulipa-
la casa de
las miniaturas
JessIe BUrtOn
Trad. de carloS maYor
Barcelona: Salamandra,
2015. 443 pp. 19 €
nes. A través de sus ojos, ignorantes y pí-
caros, la autora hace un magnífico trabajo
a la hora de descubrirnos cómo era pasar
el invierno en la ciudad de los canales a
finales del xvii, quién era quién en los gre-
mios y los últimos cotilleos de sociedad.
Lo más importante, sin embargo, sucede
en casa. ¿O deberíamos decir casas?
regalos terroríficos
Como regalo de bodas de su marido, Nella
recibe un aparador en forma de fabulosa
casa de muñecas, el lujo –para disfrute
privado, por supuesto– supremo de las
esposas de los comerciantes: ¡para deco-
rarlas invertían fortunas en muebles y fi-
guritas en miniatura! La casita en la que
está basada esta novela, expuesta en el
Rijksmuseum de Ámsterdam (arriba),
costó tanto como una de verdad. Nella, en
efecto, está dispuesta a dejarse un dineral
en ella, pero el problema es que se decora
sola: una misteriosa artesana miniaturista
le envía figuritas que se burlan o profetizan
su vida de represión sexual y sustos varios.
Una cuna de bebé cuando su marido jamás
yace con ella, uno de los perros de la casa
con una mancha roja en el lugar donde
recibirá una herida mortal... Endemonia-
damente inteligente. Rafael Bladé
08 / 2015
también en
librerías
Una gota
de rocío
m. PIlar qUeralt
Barcelona: STella mariS, 2015
176 pp. 19 €. género: noVela
Historiadora y maestra de
la novela histórica, María Pilar Queralt del
Hierro suele rescatar de la desmemoria a
fuertes personajes femeninos. En este ca-
so, a María Coronel, una hermosa aristócra-
ta castellana que se enfrenta al culpable de
la muerte de su padre y de su hermano. Ese
no es otro que el rey Pedro I el Cruel. Como
telón de fondo, la novela describe un mun-
do desgarrado por las guerras civiles y las
conspiraciones cortesanas. El título alude a
un verso de las rimas de Bécquer.
La máscara
del mando
JOhn keeGan
madrid: Turner, 2015
440 pp. 24 €. género: enSaYo
Fallecido en 2012, John Kee-
gan fue un referente en la historia militar,
famoso, entre otras razones, por su interés
en el aspecto humano del combatiente. En
La máscara del mando abordaba un viejo
problema de la dirección en tiempos de
guerra. ¿Cómo ejercerla? ¿En primera línea
de batalla o en retaguardia? Su ensayo ana-
liza cuatro tipologías de comandantes: Ale-
jandro Magno, el duque de Wellington,
Ulysses S. Grant y Adolf Hitler. Existiría una
quinta, el líder en la época nuclear.
a flor de piel
JavIer mOrO
Barcelona: Seix Barral, 2015
496 pp. 21 €. género: noVela
En 1803, una expedición es-
pañola, dirigida por el doctor
Francisco Xavier Balmis, inició un largo viaje
con el que proponía llevar la recién descu-
bierta vacuna de la viruela a los territorios
de ultramar. Contaba con el apoyo del rey
Carlos IV, sensibilizado por el problema por-
que una de sus hijas había contraído la en-
fermedad. El autor, Premio Planeta 2011 por
El imperio eres tú, utiliza este punto de par-
tida para crear una gran aventura. Dos hom-
bres se disputan el amor de una mujer
mientras tienen que enfrentarse a tempes-
tades, naufragios y toda clase de enemigos.
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libros
ensayo
religión o geografía
Cómo surgió la conciencia continental europea
A
lo largo del siglo xvi, la cristiandad
dejó paso, como ente supranacio-
nal, a Europa. Si la primera se ba-
saba en un concepto religioso, la segunda
se fundamentaba en un criterio geográfi-
co no exento de ambigüedad. ¿Dónde
radicaban sus fronteras? ¿Integraba o no,
por ejemplo, a Moscovia, la antecesora de
la actual Rusia? Quinientos años después,
esas dudas aún persisten.
En un muy completo estudio, Mark Green-
grass describe esta mutación en la identi-
dad del Viejo Continente como el produc-
to de la interacción de fuerzas poderosas.
Por un lado, la Reforma protestante com-
batió la idea de que el papado disfrutara
de una autoridad religiosa mundial. De
esta manera, minó uno de los grandes ci-
mientos ideológicos de la cosmovisión
medieval. Por otra parte, el Sacro Imperio
Romano Germánico se convirtió en un
104 h i sto r i a y v i da
instrumento de los intereses de los Habs-
burgo. Eso significaba que su razón de ser
ya no radicaba en la protección del con-
junto de la comunidad de creyentes.
cada estado a su aire
Si el poder religioso ya no podía mantener
sus pretensiones de universalidad, otro
tanto podía decirse del poder político. El
sueño de una sola monarquía quedó defi-
nitivamente desacreditado frente a la pu-
janza de los estados nación, cada uno con
su propia estrategia para combatir al ene-
migo externo, el islam. ¿Había que lanzar-
se al ataque contra los turcos o bien defen-
der los territorios que aún no habían sido
conquistados por ellos, en un momento
en que se temía que la misma Roma caye-
ra en sus manos? Ante la imposibilidad de
ofrecer un frente común ante la media
luna, los proyectos de nuevas cruzadas
la destrucción
de la cristiandad
mark GreenGrass
Trad. de juanmari madariaga
Barcelona: paSado Y preSen-
Te. 855 pp. 39 €
quedaron en el limbo. Lo mismo que el
sueño de una monarquía universal.
Pero fue el descubrimiento de América el
factor que más contribuyó a hacer de Eu-
ropa una entidad reconocible, dotada de
conciencia propia. El Viejo Continente,
concebido en la Antigüedad como un es-
pacio secundario frente a Asia, escenario
de grandes imperios como el persa, adqui-
rió entonces la seguridad de ostentar la
primacía sobre los demás pueblos.
Este mundo en proceso de cambio se sumió
en continuas guerras religiosas que el au-
tor analiza con todo detalle. Las intermi-
nables discordias, además de extender la
muerte y la devastación, ayudaron a des-
truir el sentimiento de unidad basada en
la fe común. A partir de entonces, la cris-
tiandad se redujo a una especie de paraíso
perdido que se evocaba de vez en cuando
con nostalgia. Francisco Martínez Hoyos
batalla DE ivry, 1590, durante las guerras
de religión en Francia. anónimo del siglo xvii.

drama
el “paraíso” occidental
la vida dEsPUés dE CrUZar El MUro dE bErlÍN
La escritora berlinesa Julia Franck huyó
de la RDA en 1978 con su madre y herma-
nas. Lo que encontró al otro lado del mu-
ro no fue el paraíso occidental que espe-
raba: fue internada en un centro de
acogida, paralizada por la burocracia y
excluida socialmente. Así lo contó en su
novela autobiográfica Zona de tránsito
(Tusquets, 2007). La guionista Heide
al otro lado del muro
dir.: cHriSTian ScHWocHoW. inTS.: jÖrdiS TrieBel,
alexander ScHeer, TriSTan gÖBel
Operación U.n.C.l.e.
dir.: guY riTcHie
inTS.: HenrY caVill, armie Hammer, alicia ViKander
Schwochow, que también vivió “al otro
lado”, ha adaptado esta novela, que ha
dirigido su propio hijo. La película,
ambientada en la década de los seten-
ta, narra las dificultades de una joven
viuda para comenzar una nueva vida
en Berlín Occidental. Un drama que
mira al pasado para iluminar el pre-
sente, para entender por qué, más de
un cuarto de siglo después de la caída
del muro, la separación de la ciudad
sigue presente en las mentes de muchos
de sus habitantes. Carlos Joric
ComedIa de aCCIÓn
la cia y el KgB, de la mano
La serie The Man from U.N.C.L.E. (llama-
da en España El agente de CIPOL) fue la
respuesta televisiva a las películas de
James Bond. Emitida entre 1964 y 1968,
tanto su estética como sus guiones estaban
inspirados en el universo creado por Ian
Fleming. De hecho, el nombre del prota-
gonista, Napoleón Solo, es el mismo que
el de un personaje de Goldfinger (el es-
critor lo cedió a la productora). Al igual
audioViSual
otros
estrenos
CIne
Las vacaciones
del señor Hulot
dir.: jacqueS TaTi. inTS.: jacqueS TaTi,
naTHalie paScaud, micHÈle rolla. género:
comedia
Con motivo de la edición en Blu-Ray
de la obra completa del genial cómico
francés Jacques Tati, se estrena en
cine la copia restaurada de una de sus
obras maestras. La película es una
amable pero mordaz sátira de la bur-
guesía francesa de posguerra, ambien-
tada en una pequeña localidad costera.
dvd
amour fou
dir.: jeSSica HauSner. inTS.: cHriSTian frie-
del, BirTe ScHnoeinK, STepHan groSSmann.
género: Tragicomedia. pVpr: dVd, 12,95 €
Como una comedia de salón de Jane
Austen dirigida con el rigor estilístico
de un Michael Haneke. Así de elocuen-
temente se ha definido esta película,
una historia de amor “loco” inspirada
libremente en el suicidio del escritor
romántico alemán Heinrich von Kleist,
autor de la novela La marquesa de O.
que ocurrió con otro producto televisivo
de la guerra fría, Misión: Imposible, esta
adaptación cinematográfica promete ser
el inicio de una nueva y exitosa saga. A
diferencia de las películas protagonizadas
por Tom Cruise, en Operación U.N.C.L.E.
sí han respetado su ubicación cronológi-
ca: está situada en los años sesenta, y la
protagonizan dos agentes secretos, uno
de la CIA y otro del KGB. C. J.
h i sto r i a y v i da 105
foto con historia

piaf
N
acida en el seno de una familia
de saltimbanquis, Édith Piaf
(1915-63) empezó su carrrera
como cantante callejera y la
acabó convertida en un sím-
bolo de la canción francesa. ¿Quién no
ha tarareado La vie en Rose (1946) o Hym-
ne à l’amour (1950)? Su camino a la cima
corrió en paralelo a una vida personal
intensa y bohemia. La muerte del boxea-
dor Marcel Cerdan, el gran amor de su
vida, en un accidente de aviación, la lle-
vó a abusar de la morfina, entre otros
excesos, y dio paso al inicio de su colec-
ción de amantes, entre ellos, el cantautor
Georges Moustaki. Rebelde por natura-
leza, valoraba, antes que el dinero, las
relaciones humanas, y nada le llenaba
más que actuar en directo. En 1960, su
débil salud la obligó a apartarse de los
escenarios, pero ella, desafiándola, re-
gresó aquel mismo año. Lo hizo con su
célebre interpretación de Non, je ne re-
grette rien (No, no me arrepiento de na-
da), con la que parecía desafiar al mun-
do asumiendo con orgullo su pasado.
Aquí la vemos pintándose los labios en
una de las muchas fotografías que la Bi-
blioteca Nacional de Francia expone en
la muestra “Piaf” con motivo del cente-
nario del nacimiento de la cantante. Un
recorrido visual (salen a la luz documen-
tos inéditos) y, sobre todo, sonoro, hasta
el próximo 23 de agosto.

DATOS
Fecha 1936.
lugar Desconocido.
imagen Édith Piaf en su camerino.

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