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Introducción:
En la actualidad, asistimos a un viraje paradigmático dentro de la geografía escolar, dado que en
la mayoría de los programas o currículas de Argentina impera una concepción epistemológica y
un trabajo didáctico que nos permiten hablar de una geografía renovada en la escuela secundaria
(Villa y Zenobi, 2006; Fernández Caso y Gurevich, 2007). Esta concepción posibilita que los
documentos oficiales establezcan dos formas de abordaje didáctico que deben reflejarse en la
práctica docente de los profesores que dicten esta
materia: por un lado, desde el sentido epistemológico disciplinar, propone un cambio de enfoque
que pretende alinear a la geografía escolar con los registros teórico-académicos que ha
transitado la disciplina en las últimas décadas de desarrollo científico: las geografías críticas,
humanistas y posmodernas.
Por otro lado, y en relación con lo anterior, promueve una selección y un tratamiento de esos
contenidos desde una perspectiva de la didáctica motorizada por la pregunta, la hipótesis y la
reflexión, mediante la utilización de estrategias didácticas innovadoras.
Esta renovación ha ganado impulsores y detractores dentro del cúmulo de profesores: los
primeros, porque celebran la condensación de modelos epistemológicos que coinciden con su
forma de ver y entender la geografía, y los segundos, porque aún poseen rémoras de una materia
escolar basada en datos, descripciones y rituales que de alguna manera les apresta una cierta
comodidad en la práctica docente, incluso cristalizada en cuotas de poder basadas en la
dificultad insuflada hacia estudiantes que no pueden adecuarse a los modelos memorísticos de
capitales, montañas y ríos. Así, se puede afirmar que los propósitos y el sentido de la enseñanza
de la geografía en la escuela secundaria actual confluyen en una selección y un tratamiento de
contenidos que aproximan al sujeto que enseña y al que aprende, hacia el tejido de una trama
compleja que permite pensar que todo hecho geográfico es, fundamentalmente, un problema de
raigambre social. Este cambio de tradición en la escuela todavía pugna para establecerse en las
aulas, pero tiene una gran ventaja: posee metodologías didácticas y perspectivas disciplinares
que
favorecen los procesos de construcción de pensamiento crítico en el aula (Prieto y Lorda, 2011).
Uno de los problemas más habituales que presentan los profesores en la práctica es su dificultad
para pensar los contenidos disciplinares aprendidos en las materias específicas de su carrera en
clave didáctica (Bazán y Zuppa, 2016). Esto significa que, al igual que en su recorrido
biográfico, analizan el listado de contenidos provisto por el diseño curricular y lo imparten
ritualmente como si se tratara de un mecánico repaso de un temario, sin presentar atención a los
modelos de abordaje de los mismos. Es imprescindible generar el desarrollo de estrategias de
enseñanza adecuadas que posibiliten una correcta transposición didáctica hacia el aula de
educación secundaria (Chevallard, 1991) y hacia estos supuestos arribará el presente trabajo. A
menudo, las estrategias didácticas suelen presentar confusión cuando se las compara con las
técnicas o las actividades, donde muchas veces se utiliza a estos vocablos de manera
indistinta. En torno a esto, y como una primera aproximación, vale aclarar que la estrategia
didáctica es siempre un producto del profesor –lo que la diferencia de las actividades de los
alumnos–y, generalmente, está nutrida por una o más técnicas de trabajo áulico. En otras
palabras, las técnicas son tributarias de las estrategias, pero no significan lo mismo, dado que las
últimas poseen un significado pedagógico mucho
más relevante para la tarea docente.
Antecedentes:
Podemos afirmar con seguridad que, junto con la evaluación, la cuestión de las estrategias
didácticas es uno de los temas que más ríos de tinta ha absorbido dentro de la literatura didáctica
de las diferentes disciplinas, sin embargo, constituye una de las condiciones del trabajo docente
que más se resiste a cambiar en la práctica. Existe ingente bibliografía referida a las estrategias
didácticas en términos generales para la educación secundaria (Sanjurjo, 2005; Anijovich y
Mora, 2006; Litwin, 2008) y en geografía
(Cordero y Svarzman, 2007; Gurevich y Fernández Caso; 2007), particularmente. Si bien las
definiciones pueden cambiar en torno a las diferentes perspectivas y nociones que los autores
pretendan incluir en sus conceptualizaciones, podríamos asegurar que en la mayoría de los casos
refieren a las estrategias didácticas como la metodología de aplicación práctica que implementa
un profesor para desarrollar una serie de contenidos. En el caso de la geografía escolar,
inclinándonos hacia los enfoques que propugnan una geografía renovada en el aula, todas ellas
coinciden en la necesidad de que las estrategias didácticas sean catalizadoras de los siguientes
propósitos:
• Permitir al estudiante reconocer su propio lugar en el espacio geográfico.
• Contribuir en la construcción de la identidad del estudiante.
• Posibilitar el desarrollo de pensamiento crítico.
• Promover comportamientos de autonomía, creatividad y participación.
• Interactuar con nuevos códigos y lenguajes presentes en nuestros alumnos.
• Promover la utilización crítica de diferentes fuentes de información.
• Superar los preceptos de la “escuela tradicional” y recuperar el concepto de significatividad.
Dentro de las construcciones conceptuales que existen en torno a las estrategias didácticas,
podemos destacar las siguientes, las cuales servirán como insumo para arribar a nuestra propia
definición, en el próximo apartado referido al marco teórico. España y Foresi (2014) afirman
que: El concepto de estrategia tiene su origen en el lenguaje militar, ya que hace referencia al
arte de dirigir y coordinar las acciones militares. Militarmente, una estrategia implica varias
tácticas articuladas entre sí, de tal manera que produce un efecto que no es la mera suma de las
partes. Por extensión, entendemos por
estrategia la coordinación de acciones para alcanzar un objetivo, un proceso regulable, el
conjunto de reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento, el diseño de pasos y
procedimientos para lograr un propósito, conjunto de procesos y secuencias, medios
predeterminados, decisiones orientadas a lograr un fin. (p.47)
Más allá de la analogía poco feliz entre el lenguaje militar y el educativo, que no es propia de
las autoras citadas, destacamos en este sentido la visión holística identificable en una estrategia
didáctica para pensarla más allá de un conglomerado de técnicas. Todas las características que
poseen dichas acciones deben estar enhebradas de una manera tal que estén encolumnadas para
conseguir un determinado fin.
Es necesario que exista una secuenciación en el proceso metodológico para que los estudiantes
puedan organizar su aprendizaje de manera ordenada. Así es como lo destaca Quinquer (1997):
Una estrategia didáctica es una forma determinada de organizar las actividades
pedagógicas con el propósito de conseguir que los estudiantes puedan asimilar
nuevos conocimientos y puedan desarrollar capacidades o habilidades cognitivas.
Las decisiones que toman los docentes se refieren al tipo de situaciones que se crean en el aula
para conseguir que los estudiantes aprendan y construyan conocimiento. (p.99)
Si bien las estrategias didácticas son tareas que le competen de manera exclusiva al profesor,
dentro de los procesos de programación de la enseñanza y preparación de sus clases, es
imprescindible que, como afirma la autora, estén centradas en el objeto de aprendizaje de sus
alumnos. Las mismas deben atender las características y necesidades del grupo con el que se
trabajará, pues muchas veces sucede que la aplicación de una estrategia es fecunda para un
determinado curso, pero resulta infausta para otras realidades y grupalidades. Los procesos de
enseñanza y aprendizaje, si bien distintos, deben estar pensados siempre en términos dialécticos.
Es por ello que consideramos necesario apoyarnos en la siguiente definición de Anijovich y
Mora (2010), quienes hacen hincapié en la imperiosa necesidad de que el docente pueda
realizarse una serie de preguntas antes de pensar y desarrollar una clase:
(…) definimos las estrategias de enseñanza como el conjunto de decisiones que
toma el docente para orientar la enseñanza con el fin de promover el aprendizaje
de sus alumnos. Se trata de orientaciones generales acerca de cómo enseñar
un contenido disciplinar considerando qué queremos que nuestros alumnos
comprendan, por qué y para qué. (p.23)
Bajo las definiciones que hemos adoptado, todo docente debe asumir, sin excusas, la
responsabilidad de tomar decisiones didácticas de modo constante, las cuales le permitirán hacer
más o menos significativo el contenido que está dictando en una clase. En función de ello,
existe un abanico más que diverso e interesante para llevar adelante la tarea de implementar
contenidos en el aula, pero justamente es el profesor, en su rol de intelectual (Giroux, 1997) y de
artesano (Alliaud, 2017) quien dispone cuál es la mejor metodología para desarrollar un
determinado tema con el grupo que tiene en frente. En lo concerniente a la geografía, existen
algunos ejemplos de estrategias didácticas que se encuentran tan difundidos que han hecho
escuela dentro de la didáctica de las ciencias sociales, pero como hemos afirmado, muy a
menudo, se las suele confundir con las técnicas de clase o las actividades que desarrollan los
estudiantes. Es por ello que este artículo se propone clarificar el concepto de estrategia didáctica
en geografía y, a partir de
ello, trabajar en la construcción –para nada acabada– de algunos modelos de estrategias
geográficas, a los efectos de favorecer su correcta y significativa implementación en el aula.
Marco Teórico:
Muchas veces escuchamos por parte de inspectores, directivos, docentes o profesores de
práctica que, en los tiempos que corren y con las características de nuestros estudiantes, es
necesario actualizar, perfeccionar, encontrar o inventar estrategias didácticas que sean capaces
de conducir una clase o vuelvan más significativo un determinado contenido en el aula. A
menudo, se las coloca en un lugar de sacralización
pedagógica mediante las cuales se acabarían todos los males de la educación. De hecho, el dedo
señalador hacia la tarea docente muchas veces proviene desde ese lugar, con lo cual el fracaso
de una clase, el poco interés de los alumnos o los problemas de indisciplina se explicarían de
manera unívoca desde ese factor y se resolverían mediante cambios metodológicos.
Si bien este artículo pondera la importancia de las estrategias didácticas para el mejoramiento de
la práctica docente y apunta a exhibir sugerencias teórico-prácticas en pos de su correcta
implementación, no podemos de ninguna manera validar esos discursos que parten de la
simplicidad de los actos pedagógicos y que, peor aún, pretenden socavar la función docente
“cortando el hilo por lo más fino”, esto es: echar
culpa de los problemas educativos –los cuales poseen múltiples y complejas causas– a los
profesores, que en muchos casos, son la variable más vulnerable del sistema. Claro que los
procedimientos metodológicos son muy importantes a la hora de pensar y desarrollar el trabajo
didáctico con un determinado grupo, pero determinar tajantemente que el éxito educativo
depende de su correcta o dificultosa implementación constituye un acto de irresponsabilidad
extraordinario. En palabras de Merchán Iglesias y García Pérez
(1997):
La responsabilidad de resolver los problemas de ‘falta de motivación e interés’ no
puede recaer sobre una metodología ni sobre las espaldas del profesor; las causas
de este tipo de situaciones son muchas y complejas, y en su solución deben
intervenir, por lo tanto, muchas instancias sociales. Ahora bien, la curiosidad y las
expectativas de aprendizaje pueden también, en alguna medida, ser suscitadas
con ciertos planteamientos didácticos. (p.10).
Para enseñar geografía, existe una interesante cantidad de estrategias didácticas que resultan
significativas para el desarrollo del temario escolar: el estudio de caso, el aprendizaje basado en
problemas, la cartografía crítica colaborativa, la salida de campo, la elaboración de dossiers, el
desarrollo de proyectos, la preparación de simulacros con actores sociales, el trabajo mediante
talleres o ateneos, la utilización del arte para ampliar el conocimiento geográfico, entre otros.
Dada su complejidad, todas las estrategias didácticas mencionadas necesitan un discurrir
mínimo de dos clases para concretar su implementación, lo cual ratifica su carácter
medianoplacista. El éxito radica en la preparación pedagógica que debe llevar adelante el
profesor para generar una progresiva aproximación al contenido por parte de los estudiantes.
Toda estrategia didáctica debe buscar, inexorablemente, un correlato con el posicionamiento
epistemológico al que adscribe el profesor. Es por ello que la presente propuesta no refiere
solamente al trabajo con estrategias didácticas específicas con su consecuente análisis
ejemplificado, sino que apunta a que los profesores sean conscientes de las estrategias que
seleccionan, logrando hacerse una serie de
preguntas que habiliten la reflexión: ¿cuál es la estrategia más adecuada para este contenido?,
¿por qué la elijo?, ¿qué me va a permitir?, ¿qué quiero lograr con ella?, ¿es la más adecuada
para este grupo de estudiantes?, entre otras.
Materiales Y Métodos:
Una vez conceptualizadas las estrategias didácticas en tanto forma de trabajo sostenido,
procederemos a desarrollar diferentes formas didácticas en geografía que les servirán a los
profesores para comenzar a programar la enseñanza en torno a procedimientos que guarden una
correspondencia con los contenidos. Estos modelos geográficos le permiten al docente
didactizar los temas a abordar en el aula, toda vez que se planifica la enseñanza. Es importante
aclarar que tanto los modelos didácticos geográficos
desarrollados como los materiales sugeridos en cada uno de ellos no sean tomados como un
libro de recetas, sino más bien como una orientación que les permitirá a los profesores de
geografía organizar sus clases de una manera más consistente y espiralada. A continuación,
trabajaremos sobre nueve estrategias didácticas.
El estudio de caso:
Hace muchos años que esta metodología de trabajo áulico se muestra como la estrategia
didáctica por excelencia en geografía, dado que en ella se emplea el concepto de
multiescalaridad geográfica, consistente en la forma de aproximación espacial diferencial sobre
los procesos estudiados (mundial, nacional, regional, local), y bajo esta forma de trabajo, se
genera una aproximación hacia los objetos o situaciones particulares de una forma más precisa,
tan necesarios para analizar procesos sociales y dinámicas espaciales. Cuando se trata de una
enseñanza con adolescentes y jóvenes, se vuelve imprescindible que las conceptualizaciones
generadas en la teoría geográfica sean trabajadas mediante ejemplos concretos a partir de un
recorte de la realidad, aplicando la multiperspectividad y la multidimensionalidad, a los fines de
reducir los márgenes
de abstracción.
Los casos son instrumentos educativos complejos que revisten la forma de narrativas sobre una
situación en un espacio específico y apuntan a comprender una teoría, concepto o problemática
general a partir de un problema específico1. El estudio de caso es el vehículo por medio del cual
se lleva al aula un “trozo” de realidad a fin de que los alumnos y el profesor lo examinen
minuciosamente, dado que “un buen caso mantiene centrada la discusión en alguno de los
hechos obstinados con los que uno debe enfrentarse en ciertas situaciones de la vida real”
(Wassermann, 1999, p.87). Esta estrategia permite profundizar cada uno de los aspectos y/o
dimensiones del problema presentado. De este modo, puede decirse que hay dos tipos de
análisis sobre el caso a ser abordado: uno a nivel “macro” (la contextualización) y otro a nivel
“micro” (la especificidad).
Un estudio de caso debe ser lo suficientemente versátil para incluir dimensiones políticas,
económicas, sociales y ambientales, de manera que su estudio sea complejo y ayude a
comprender situaciones geográficas más generales. La idea es que, salvando las diferencias, ese
problema territorial pueda ser trasportable a otras realidades espaciales. Es por ello que,
generalmente, la implementación de esta estrategia insume varias clases, dado que un análisis
particularizado de una situación determinada, mediante métodos geográficos y dimensiones
complejas, conlleva una interpretación de menor a mayor
y eso demanda algunas semanas de trabajo. El hecho de que los jóvenes puedan comprender
desde el ejemplo concreto y no desde la conceptualización, muchas veces se puede mostrar
como una posibilidad de aprendizaje más sencillo en términos didácticos.
Sin embargo, existen dos problemas o debilidades que pueden ser identificables en el desarrollo
de esta estrategia: el primero radica en que por más que la problemática sea la misma, no puede
ser entendida de manera mecánica en todos los espacios, puesto que se estarían omitiendo las
particularidades de cada situación. La segunda cuestión se relaciona con el método, dado que a
menudo es harto complejo que los estudiantes comprendan una teoría o un proceso de mayor
escala mediante una aproximación
inductiva a partir de un caso individual. Por ejemplo, algunas currículas recomiendan que los
estudiantes comprendan la expansión y reproducción espacial del capitalismo mediante la
operatoria de una empresa multinacional, cuando sabemos que esta posibilidad de comprensión
inductiva es compleja hasta para los propios adultos.
A esta esquematización le faltan dos características imprescindibles en una ciencia social como
lo es geografía: el análisis y la discusión en torno a la información obtenida. Es preciso que los
estudiantes puedan dilucidar el origen de la información, desentrañen las características e
intenciones de lo que leen, lo cual cobra un valor por demás significativo.
Dentro del proceso de aprendizaje, por tanto, irán resolviendo problemas que son propios del
análisis de la información y que son altamente ponderables dentro de la disciplina geográfica.
Salida de campo:
Es la estrategia por excelencia en la geografía pues permite analizar el espacio estudiado a partir
de la observación directa. Desde las concepciones más tradicionales hasta las miradas más
críticas, la salida de campo ha sido y es objeto de planificación en los profesores de geografía
para trabajar sus clases in situ.
Su carácter de estrategia –y no mero instante de enseñanza– radica en lo prolongado de su
implementación, dado que para el desarrollo de su preparación son necesarias tres etapas
claramente identificables: el momento previo a la salida, donde el profesor presenta el tema,
aporta bibliografía específica y sensibiliza a los estudiantes en torno a la salida; el durante,
donde se realiza la visita propiamente dicha al espacio considerado, aquí se efectuará el
recorrido previsto e incluso se podrá invitar a especialistas sobre el tema; y el después, donde se
lleva a cabo la puesta en común y evaluación sobre lo aprendido en la salida.
El profesor debe tener en claro cuáles serán los objetivos o finalidad pedagógica de la actividad
de campo para favorecer la búsqueda de respuestas a los interrogantes más comunes que se
generan en una salida educativa: ¿para qué salir al campo?, ¿a dónde ir?, ¿qué hacer?, ¿cómo
hacerlo? Sánchez y Godoy (2007) destacan la importancia de la salida de campo como una
estrategia potente que permite conseguir los siguientes objetivos: desarrollan la observación, el
análisis y la síntesis; promueven la autonomía del
estudiante a la hora de desarrollar las actividades propuestas durante el trabajo, según el
contenido dado; permiten recolectar información, directamente en el área de trabajo, para la
obtención de un producto científico; desarrollan habilidades y destrezas en el manejo de
instrumentos y técnicas de muestreo; despiertan inquietudes hacia el estudio de la disciplina y el
desenvolvimiento de la investigación; propician la formación de equipos interdisciplinarios de
trabajo; desarrollan en el estudiante la capacidad de presentar nuevas situaciones problemáticas
en torno de un tópico; establecen buenas relaciones de trabajo entre los participantes; propician
en el estudiante la capacidad de resolver problemas.
Es imprescindible que los profesores piensen a la salida de campo como un proceso de
aprendizaje donde se van conjugando diferentes contenidos trabajados en una secuencia y no
como una mera instancia de aplicación o constatación de saberes aprendidos en el aula.
Asimismo, se recomienda que el espacio de observación y participación sea lo suficientemente
versátil para que los alumnos puedan comprender cabalmente todas las dimensiones de la
problemática geográfica analizada.
Conclusiones:
La geografía es una disciplina escolar lo suficientemente versátil como para ser pensada desde
diferentes ópticas metodológicas. Su propio objeto de estudio, el espacio geográfico, basado en
la realidad social, le permite al profesor trabajar a partir de conceptos clave como la
multiperspectiva, multiescalaridad y diversidad de actores sociales. Sin embargo, resulta
fundamental que el educador se conciba como un
actor intelectual y político capaz de enhebrar posicionamiento epistemológico con metodología
didáctica, de una manera tal que se consiga una coherencia pedagógica. En otras palabras, las
estrategias aquí desarrolladas se iluminarían con luz tenue si la adscripción del docente se sitúa
en torno a perspectivas tradicionales de la disciplina. Incluso, si se las vacía de contenido
crítico, en muchos casos, se estará incurriendo en el mero “dinamiquerismo” que consiste en la
sumatoria de técnicas de trabajo áulico pero
sin demasiado sustento en una concepción seria de la disciplina.
Es claro que por las características intrínsecas de las estrategias abordadas en este artículo, las
vertientes más favorecidas con dichas condiciones son las de cuño geocrítico. Pueden existir
algunas variantes de enfoques post 1970 que sean propicias para el desarrollo de determinadas
estrategias (geografía fenomenológica, humanista, posmoderna), pero de ninguna manera estos
métodos serían potentes mediante enfoques tradicionales. Pueden existir salidas de campo de
observación a la naturaleza o la preparación de un dossier con datos acumulados sobre una
determinada situación geográfica, pero si no existe problematización y profundización de
sentidos y contenidos, la estrategia se transforma en una mera metodología de descripción y
constatación de saberes presentes en un texto.
Se vuelve imprescindible que los profesores piensen los contenidos didácticamente desde el
origen de la planificación. Esto constituye, acaso, un cambio de hábitos e incluso una lucha con
biografías propias, donde los profesores impartían un listado de contenidos y después
observaban cuál era el mejor método para trabajarlos. Por el contrario, las propuestas aquí
vertidas son de carácter mediano o largoplacista, lo
cual busca lograr una previsibilidad y una coherencia en la implementación del trabajo
didáctico. Si bien pueden erigirse como un factor único en la planificación de una determinada
secuencia, lo recomendable es que puedan complementarse entre sí para lograr potenciarse en el
trabajo conjunto. Por ejemplo: el trabajo por proyectos a partir de la modalidad taller, un estudio
de caso a través de la cartografía colaborativa o un dossier generado en función de diferentes
expresiones artísticas.
La estrategia didáctica como principio rector de la tarea docente debe superar la idea de técnica
áulica para que los estudiantes logren metabolizar los contenidos de una mejor manera. Estos
sentidos de la práctica le permitirán al profesor programar la enseñanza de una manera
secuenciada y espiralada, puesto que todas las estrategias aquí desarrolladas se llevan a cabo
desde una puesta en práctica simple hacia una implementación compleja. Sin ánimos de caer en
fundamentalismos, podemos afirmar que hoy, más que nunca, la tarea didáctica del profesor está
marcada por sus estrategias y sus formas de evaluación. Una vez asentadas estas bases de
manera sólida en el trabajo docente, los contenidos podrán ser potenciados para ser aprendidos
de una manera más significativa por parte de los estudiantes.