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8.

La psicología del deporte en los entrenadores


Los entrenadores cuentan con características de personalidad que tienen una alta
exigencia hacia la tarea y actividad, se dirigen hacia la consecución de objetivos y
resultados, pretenden que su actividad resulte intensa y juegan un importante papel de
líder. Pero esto no quita que estén libres de situaciones que les exigen contar con una gran
cantidad de energía y de manera habitual están intentando encontrar instrumentos para
afrontar lo que vaya apareciendo.
Por todo ello, es importante también potenciar sus habilidades de liderazgo y poner a su
alcance herramientas psicológicas para que puedan desempeñar su tarea cotidiana con
atletas para los importantes niveles de estrés a los que son sometidos y para enseñarle a
sus deportistas estrategias psicológicas para entrenamientos y competencias.
Esto viene a decir que, en Psicología del deporte, no es únicamente necesario trabajar con
los jugadores para que tengan un buen rendimiento y un importante nivel de salud mental
y de motivación, sino que el hecho de trabajar con los entrenadores va a generar que éstos
también se encuentren en buenas condiciones psicológicas para después poder entrenar
y enseñar de manera eficaz a sus jugadores

Si un entrenador no posee un mínimo de conocimientos de psicología, de inteligencia


emocional y de recursos propios del área de la Psicología, difícilmente va a saber entrenar
a su equipo de una manera saludable y motivadora. Es más, la carencia de estos
conocimientos podría llegar a destruir la autoestima, la confianza y las marcas de los
deportistas, y deteriorar la salud mental de los mismos en su conjunto.
Una persona líder no puede tener carencias psicológicas importantes porque eso se va a
ver reflejado a la hora de tratar a su equipo Lo mismo ocurre en el deporte y con los
entrenadores. Imagínate un entrenador que se pasa los entrenamientos gritando a los
jugadores y cabreándose cada vez que alguno hace algo de manera errónea e incluso,
imponiendo castigos si no se hace correctamente. Esta situación va a generar que exista
frustración por parte de los jugadores, que la motivación desaparezca e incluso, las ganas
de competir y de jugar se vayan apagando. Es decir, la figura y actitud de los entrenadores
es vital para el buen funcionamiento del equipo en su conjunto y de cada jugador.

8.1 La motivación en los jugadores

Existen muchos tipos de motivación para que un entrenador pueda aplicar en sus
jugadores. La responsabilidad de actuar sobre la motivación recae, en buena parte, sobre
el entrenador. En función de su comportamiento va a tener a deportistas más o menos
motivados. Quizá ya conozcas los dos tipos de motivación sobre los que puede actuar un
entrenador en función de su comportamiento:

Motivación Se refiere a los motivos que provienen del exterior de la persona, es


extrínseca decir, recompensas y refuerzos externos, como, por ejemplo, jugar más
tiempo, formar parte de la convocatoria, estar muy valorado por los
demás componentes del equipo. Es decir, el jugador se esfuerza para
jugar más minutos, pero puede ocurrir que ese jugador no necesite
esforzarse tanto para jugar más minutos ya que no cuenta con nadie
que pueda ocupar su lugar. Si se diera este caso habría que encontrar
factores externos que le ayuden a estar motivado. Ser el mejor jugador
del equipo, conseguir un mínimo de objetivos…

Motivación Se refiere a los motivos que provienen del interior de la persona. La


intrínseca persona lo lleva a cabo porque disfruta realizándolo y obtiene placer
en la propia tarea. Disfruta con el esfuerzo y disfruta llevando a cabo
la actividad de la mejor forma que sabe hacerlo.
En ocasiones, la motivación intrínseca es la más complicada de aplicar y debe llevarse a
cabo desde que son pequeños. Implica generar una mentalidad basada en el esfuerzo, de
trabajo y de disfrutar realizando las tareas lo mejor que puedan.
La motivación extrínseca es más fácil de aplicar como entrenadores, pero debe actuar
como un complemento a la intrínseca, si no, caerá por si sola si no hay motivación interna.

Estos dos tipos de motivaciones se pueden dividir en positivas o negativas.

Positivas Se refieren a acciones para que un jugador consiga algo bueno para él.
Por ejemplo, entrar a formar parte de la convocatoria.

Negativas Se refieren a acciones para que un jugador no consiga algo malo para él.
Por ejemplo, no conseguir entrar en la convocatoria.

8.2. Las presiones de los jugadores


A menudo puede ocurrir que un deportista haga diferentes marcas y obtenga diferentes
resultados en competiciones muy similares o incluso, iguales.
Esto puede ocurrir por diferentes motivos, el primero de ellos porque somos seres
humanos y no somos perfectos. El segundo de ellos porque en función del día de la
competición y del estado de ánimo del deportista, pueden entrar en juego más o menos
presiones internas y externas. La figura del entrenador puede llegar a ser clave a la hora
de regular y gestionar estas presiones de tal manera que sean beneficiosas para el
deportista en lugar de paralizantes.

a) Presiones internas
Se refiere a los factores intrínsecos que se crea el mismo atleta y que ejercen una gran
presión. Se incluye una autoexigencia demasiado drástica y exagerada, así como, una
obsesión por objetivos fijos que se basan solamente en conseguir resultados, dejando de
lado en algunos momentos, aspectos y planteamientos de objetivos reales y viables.
b) Presiones externas
Hace referencia a los estímulos que se encuentran fuera de la mente del deportista. No las
puede controlar, ni el atleta puede hacer nada, pero sí que se puede gestionar y regular
cómo uno actúa frente a estas presiones externas. En esta línea, el papel del entrenador
es fundamental.
Un ejemplo de presiones externas podrían ser los imprevistos que suelen aparecer en las
competiciones, como viajes largos, aplazar algún evento determinado, fallos en las
herramientas que se utilizan, instalaciones no adecuadas, el clima el ambiente, la
importancia que tiene el acontecimiento en concreto, la clasificación o ranking , etc.

El propio entrenador del deportista también supone en muchos momentos un elemento


relevante de presión externa. En algunas ocasiones, incluso con el ánimo de motivar,
puede hacer que el deportista alcance un grado tan alto de tensión que repercute
negativamente en su ejecución.

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