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Unidad 1 ¿Qué es la filosofía? – Prof.

Gonzalez Gastón

QUÉ ES LA FILOSOFÍA

La pregunta como esencia del ser humano

ACTIVIDAD DE INICIO

1) Vea la imagen y responda: a - ¿Por qué cree que existe una dificultad en encontrar una
respuesta ante la pregunta qué es la filosofía? b - ¿Cómo respondería usted a dicha pregunta
desde sus saberes previos?

2) Cada alumno elaborará su lista de problemas; luego se reunirá con otros y en grupos se
elaborará una única lista eliminando los problemas repetidos y eligiendo la mejor formulación en
caso de problemas muy similares. Finalmente, cada grupo enviará por turno un representante al
pizarrón, quien irá leyendo cada problema y escribiéndolo, luego del comentario pertinente del
profesor.

3) Teniendo en cuenta el Anexo 1 resuelva: trabajando en forma individual, armen un cuadro de


doble entrada (usando como criterios ordenadores “problemas filosóficos” y “disciplinas
filosóficas”) de modo tal de incluir los problemas que propusieron antes en el pizarrón dentro de
la(s) disciplina(s) filosófica(s) –ya que puede tratarse a más de una- que corresponde(n).

A- La pregunta, el ser humano y la filosofía

Hacer filosofía es despedazarse y despedazar. Destruir y destruirse. Es empezar a desarmarse,


dejar caer las máscaras y los disfraces. Máscaras y disfraces que creíamos no tener, peor aún,
máscaras que creíamos que eran nuestra verdadera y acabada manera de ser; pero… ¿Qué es el
ser? ¿Quién soy? Si hay una máscara: ¿ante quién me “oculto”? ¿Cómo nos mostramos? En

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definitiva ¿Quién es el otro? ¿Por qué existimos? ¿Quién nos creó? ¿Por qué hay ser cuando
pudo no haber habido nada? La filosofía si es buena filosofía angustia dijo alguna vez un
filósofo y sin embargo... si la filosofía angustia ¿Por qué hacer filosofía? ¿Es bueno angustiarse?
¿Tengo que estar angustiado para filosofar? ¿Se puede filosofar desde otro temple de ánimo? Es
difícil evitar estas primeras preguntas, es imposible dejar de preguntar. Sin embargo, las
urgencias de la vida cotidiana, o la convicción de haber encontrado una respuesta satisfactoria
pueden hacer que olvidemos tales preguntas. Solo podemos decir por el momento que la filosofía
en su actividad tiende a desarmar el todo y a nosotros mismos para conocer y conocernos mejor,
exige abandonar la actitud cotidiana que acepta lo dado sin revisarlo, para asumir una actitud
crítica que cuestione lo obvio (lo que se da por supuesto o se considera evidente) Pero la
búsqueda filosófica no queda limitada a cada uno, sino que se expresa en el marco de un diálogo
respetuoso con otros… y esa actitud y disposición requiere de un esfuerzo y valentía que quizás
muchos no están preparados a soportar. Sin embargo, como dice el filósofo argentino Obiols:
“Eludir el estudio de los problemas filosóficos constituye una cobardía que lleva a participar
pasivamente de un modo de pensar que nos es impuesto por el medio social, los prejuicios y las
ideología dominantes. Si no somos nosotros los que pensamos las cuestiones esenciales, alguien
lo hará en nuestro lugar”. Por otro lado, Sócrates indicaba que una existencia sin examen no
merece la pena vivirse. En efecto, a diferencia del animal, no estamos meramente en el mundo
tratando de durar lo más posible, ni formamos parte de un rebaño. El examen y el autoexamen, el
pensar libremente y el obrar, la práctica que les corresponde, constituyen el sentido del filosofar.
Estamos incómodos, algo inquietos, el azar nos encontró en este lugar en el mundo, en
este tiempo histórico, en esta escuela, en esta aula, en este horario de clase para hablar y hacer
filosofía. Lo primero que puede surgirles es: ¿Por qué tengo que estudiar filosofía? ¿Qué tiene
que ver la filosofía conmigo en este momento de mi vida? ¿Por qué tengo que estudiar esto
pudiendo estar en otro lado? En mí, como profesor, podrían nacer las siguientes preguntas: ¿Por
qué enseñar filosofía? ¿Por qué es importante el aprendizaje de esta disciplina? Detengámonos
un segundo aquí, no para responder de inmediato lo preguntado, sino para reflexionar frente a
algo que al ser tan evidente se nos escapaba entre las manos.
Hasta aquí no hemos hecho otra cosa más que preguntar, la pregunta resuena una y otra
vez en todas partes, ¿es, quizás, la pregunta la esencia misma del filosofar? y porque no, ¿es la
pregunta la esencia misma del ser humano? ¿Puede la reflexión filosófica sobre el preguntar
revelarnos algo del misterio de la existencia?
Sencillamente podríamos decir por ahora que una pregunta es la formulación explícita de
un problema. El problema es esa traba que nos impide seguir con nuestra vida cotidiana de forma
normal, es una dificultad a superar, una incógnita que resolver. Podemos estar seguros de algo, el
problema está en la base de cualquier iniciativa de investigación (sea científica, filosófica). La
pregunta esta en todos nosotros, quizás preguntar sea más humano que responder. Sin embargo
las maneras de acercarnos a esas preguntas son disímiles y más aún las formas de responderlas.
No es lo mismo preguntarle a un filósofo ¿Que es el ser humano? o ¿Qué es la naturaleza? que a
un científico o a un cristiano pero, sin embargo, la capacidad de preguntar está en todos nosotros,
sea en el tiempo históricos en el que nos encontremos, sea en la cultura en la que estamos siendo.

B- Diferencias entre filosofía y ciencia

En su “Nuevo curso de lógica y filosofía” el filósofo Guillermo Obiols nos invita a pensar en las
siguientes preguntas:

1- ¿Existe Dios?
2- ¿Qué es lo que proporciona energía a la célula?
3- ¿Son las cosas tal como las percibimos?
4- ¿Por qué se dilatan los metales?
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5- ¿Tiene la vida humana un sentido, y si lo tiene, cuál es?


6- ¿Aumentarán las exportaciones si se quita el impuesto a las mismas?
7- ¿Pueden las normas morales justificarse racionalmente?
8- ¿Cuál es la conformación geológica de américa?
9- ¿Habrá la historia humana llegado a su fin?
10- ¿Por qué se producen los eclipses?

A partir de aquí dejaremos hablar al filósofo, dice Obiols: “No intentaremos responder a dichas
preguntas, sino, más bien, preguntarnos sobre ellas: ¿son preguntas consideradas por la ciencia?
¿Son cuestiones filosóficas? ¿Son preguntas que se responden según las diversas ideologías?
Algunas de estas preguntas son contestadas por distintas ciencias. Por ejemplo, la 2 es
por la biología, la 4 por la física, la 6 por la economía, etc. Para contestarlas las ciencias elaboran
teorías, es decir, explicaciones de distintos hechos o sucesos; las teorías son puestas a prueba
cotejándolas con los hechos y aceptadas o rechazadas según los resultados de las pruebas. Para
someter a prueba las teorías científicas se hace uso de la observación y/o de la experimentación.
En general, en cada ciencia, en un momento dado, hay un conjunto de teorías que se consideran
básicas y que son aceptadas por el conjunto de la comunidad científica. También ocurre que las
ciencias progresan, es decir, con el paso del tiempo logran construir teorías más exactas que
explican mejor que otras los mismos sucesos. Cuando se estudia una ciencia, entonces, se estudia
una serie de conocimientos definidos -teorías- y ciertos métodos de que se vale esa ciencia.
Las preguntas impares de la lista, en general, no son objeto de estudio de las ciencias,
sino de la filosofía. Las preguntas filosóficas han recibido múltiples respuestas como producto de
la reflexión racional a lo largo de la historia y no ha sido posible, en general, someter a prueba
estas respuestas a través de un proceso de observación o experimentación. No hay unanimidad,
ni tampoco un claro progreso al modo de las ciencias; de hecho, alguien puede, hoy, ser
platónico o tomista. Las preguntas filosóficas no tienen respuestas contrastables con los hechos
porque la mayor parte de las veces son preguntas generales que no se refieren a los hechos
naturales o sociales que estudian las ciencias, sino entes u objetos no empíricos, como Dios, o a
cuestiones valorativas o de sentido como las referidas a las normas, a la cuestión del desarrollo
histórico o al sentido de la vida” (Obiols. PP.119-120. Nuevo curso de lógica y filosofía). Podría
decir, sumando y enfatizando lo dicho por Obiols, al revés de lo que ocurre en la ciencia, para la
cual ya está dado su objeto, y entonces no tiene sino que dirigirse a él, aquello de que la filosofía
se ocupa -el ser, el mundo, el sentido- no es “objeto” ni nada dado, con lo que buenamente un día
nos pudiésemos encontrar- como ocurre con las entidades empíricas sino que busca preguntarse
el porqué de todo y por todo, ir hacia lo siempre oculto para develarlo (sacarle el velo). Este
“objeto” fugitivo nos obliga, “en cierta medida” a poner en marcha la reflexión. Mediante este
ejercicio de la razón logramos la aprehensión, no de nuevos objetos, sino de nuevas perspectivas
sobre todo objeto.
Podemos sumar dos cuestiones también fundamentales en esta diferenciación entre
filosofía y ciencia pero esta vez tomando prestada las palabras de Adolfo Carpio. Dice el filósofo
argentino Carpio: “si bien la actitud científica es una actitud crítica, su crítica tiene siempre
alcance limitado, y ello en dos sentidos. De un lado, porque la ciencia es siempre ciencia
particular, esto es, se ocupa tan sólo de un determinado sector de entidades bien delimitada -la
matemática, sólo de los entes matemáticos, no de los paquidermos; la geografía, de las montañas,
ríos, etc., no de las clases sociales. El físico, por ejemplo, asume entonces una actitud crítica
frente a sus objetos de estudio -las leyes del movimiento, la refracción de la luz, etc.- y en este
terreno no se acepta nada porque sí, sino sólo sobre la base del más detenido examen, de las
comprobaciones e inferencias más seguras, e incluso siempre debe estar dispuesto a revisar sus
conclusiones y a desecharlas si fuera necesario. Pero por aquí aparece la segunda limitación:
dado que la ciencia se ocupa solamente de un determinado sector de entes, y no de la totalidad,

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no puede preguntarlo todo, no puede cuestionarlo todo, y por lo tanto siempre tendrá que partir
de, y apoyarse en, supuestos: la ciencia es un saber con supuestos que simplemente admite.
El término ‘supuesto’ quiere decir literalmente ‘lo que está puesto debajo’ de algo, como
constituyendo el soporte o la base sobre la cual ese algo se asienta. Y bien, el científico procede
siempre partiendo de ciertos supuestos -creencias, afirmaciones o principios- que no discute ni
investiga, que admite simplemente sin ponerlos en duda ni preguntarse por ellos, y que no puede
dejar de aceptar en tanto científico, porque precisamente su investigación comienza a partir de
ellos, sobre la base de ellos. El físico no puede dedicarse a su ciencia si no comienza por suponer
que hay un mundo real independiente de los sujetos que lo conocen, ni sin suponer que hay algo
que se llama movimiento, y algo que se llama tiempo. El físico no se pregunta propiamente por
nada de esto: si efectivamente hay o no un mundo real material, o qué sea en sí mismo el
movimiento, el espacio o el tiempo; sino que todo ello constituye para él un conjunto de
supuestos necesarios a partir de los cuales procede. Todo esto el científico lo ‘sub-pone’, lo pone
como base o condición de su propia actividad sin preguntarse por ellos mismos (de manera
parecida a como supone los números, cuyo estudio no le compete al físico, sino al matemático)”
(Carpio. PP 41-42. Principios de filosofía)
“La filosofía <por el contrario> intenta ser un saber sin supuestos. El proceso de crítica
universal en que la filosofía consiste significa entonces retrotraer el saber y, en general, todas las
cosas, a sus fundamentos: sólo si éstos resultan firmes, el saber queda justificados, y en caso
contrario, si los fundamentos no son lo suficientemente sólidos, habrán de ser eliminados o
reemplazados por otros que lo sean (…) el filósofo no puede simplemente admitir, sino que debe
demostrar, o fundamentar en cualquiera de sus formas, la existencia del mundo exterior, o la del
tiempo, o qué sea la razón, etc.
Resulta de todo esto que la expresión ‘saber sin supuestos’ viene a coincidir con esta otra:
crítica universal, con que también se caracteriza la filosofía. Porque a diferencia de la ciencia,
que limita su examen siempre a la zona de objetos que le es propia, la filosofía, puesto que es el
saber más amplio, por ocuparse de todo, también encuentra motivos de examen y
cuestionamiento, motivos de crítica, en todo absolutamente. A la inversa, cuestionarlo todo
equivale a tratar de eliminar todo supuesto, no admitir sino sólo aquello que haya resistido la
crítica” (Carpio. PP 54-55. Principios de filosofía).

Eje a analizar Ciencia Filosofía

¿Cuál es su objeto de
estudio?

¿Cuál es su Método de
estudio?

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¿Qué características
presentan sus respuestas?

¿Presenta una idea de


“progreso histórico” en
tanto reemplazo de teorías?

¿Tiene supuestos?

C – Normalidad, inautenticidad e ideología

ACTIVIDAD DE INICIO

I) A partir de la lectura del fragmento de Albarracín, y teniendo en cuenta sus saberes previos,
intente definir: qué es la “normalidad”.

“Los afanes y las ocupaciones de la vida diaria constituyen muchas veces el horizonte total de
nuestros intereses; inmersos en los asuntos familiares, profesionales, escolares, etc., nuestras
referencias, deseos y proyectos no van más allá de nuestro "mundo práctico". En un comienzo
todo individuo es simplemente el conjunto de sus determinaciones históricas y sociales”.

Eudoro Rodríguez Albarracín

Eudoro Rodriguez Albarracin. Introducción a la filosofía latinoamericana. (PP.33-53)

C.1 Cotidianidad y estructura social

"Los largos años de aprendizaje familiar van modelando una serie de pautas de comportamiento
que, unidas y relacionadas con el proceso de socialización, dan como resultado al ser social que
somos actualmente, gracias al cual podemos desenvolvernos ("funcionar") según un marco
establecido de convenciones, estímulos y respuestas.
A lo anterior agregamos toda una compleja red de sistemas de reconocimiento,
comunicación, simbolización, a adscritos a un determinado grupo social. La impronta familiar
es mucho más profunda y duradera si nos atenemos a los análisis de Sigmund Freud sobre la
influencia determinante de los primeros años en la estructura y la dinámica de la personalidad.
Influencia que está sobredeterminada por la estructura social que impone el marco institucional,
jurídico e ideológico del desarrollo concreto de los individuos. Anterior a cada uno de nosotros

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existe un complejo sistema organizativo que configura el marco real de nuestro estar en el
mundo.
Las raíces de dicho determinismo se esclarecen en virtud de la historicidad: lo que
somos actualmente lo debemos al largo y complejo proceso de la historia. Nuestra
individualidad es de carácter radicalmente histórico (…)
En la cotidianidad se vive lo más profundo de nuestros deseos y proyectos, pero a su vez
en -ella se oculta y se pierde lo mejor de nuestra vida, en la inautenticidad y en la
insignificancia del transcurrir cotidiano.
Lo cotidiano se nos revela primeramente como un marco de representaciones, de
relaciones con las cosas y con los demás. Como un "mundo intrincado de intereses" que
informan las actividades domésticas y en virtud de las cuales reconocemos señales, lugares y
destinos comunes; sin embargo, a pesar de esta unidad los esquemas mentales delimitan no sólo
actividades sino "mundos culturales" radicalmente diferentes (…)
El aspecto reiterativo de las cosas diarias nos "familiariza" con el mundo práctico que
aparece como un campo de "evidencias" que van constituyendo el lugar de la "opinión" y el
"sentido común", es decir, la disposición mínima de orientación que reduce el ser de las cosas a
sus apariencias. Estas integran el ámbito de la "conciencia ordinaria" donde toda teoría
aparece como mera especulación o como actividad superflua. En efecto, para "el hombre
práctico" es la vida misma la que ofrece todas las soluciones. La vida cotidiana es
fundamentalmente a-teórica en el sentido de una autosuficiencia del "orden práctico", entendido
como el sentido utilitario de la rentabilidad.
El aspecto reiterativo de los actos engendra la "rutina", que va conformando poco a
poco un "estilo de vida" mecánico y carente, cada vez más, de significado y trascendencia. Se
trata de un proceso compulsivo que va semejando una especie de "suplicio eterno" al modo del
mito de Sísifo. El "mundo práctico" de la cotidianidad constituye el criterio de verdad y valor:
todo es asimilado a la lógica de las apariencias y del sentido común.
El conjunto de estas rutinas, de estos lugares comunes, de este mecanismo material y
mental prefigura el ideal de lo llamado "normal": lo que comúnmente se dice, se hace y se
piensa (despersonalización). Cuando lo "normal" se impone como ideal cultural, todo lo que se
aparte de dicho cauce puede fácilmente detectarse y por lo tanto anularse. Lo normal -ideal- se
convierte en la cotidianidad, en el deber ser de la realidad. Llega incluso a constituir el
presupuesto y la base de "todo juicio crítico" (la función de cierta psicología en esta perspectiva
es "normalizar" lo "anormal"), en cuanto lo importante es que todo "funcione dentro de los
límites imperantes". Así tenemos que vivir es saber convivir y adaptarse a lo establecido, a la
meta definitiva. Este es el criterio supremo de la "normalidad”.

C.2 Cotidianidad, inautenticidad e ideología

La rutina, el marco imperativo de lo “normal”, la primacía del tener y la apariencia,


determinan una forma de vida orientada al confort como absoluto y como signo de felicidad. En
ella se vive totalmente de las sensaciones y en la exterioridad. Además se vive porque sí, por la
inercia de un ciclo propio de los seres vivos. La vida se orienta de acuerdo al ritmo de las
necesidades -sensaciones diarias, de las preocupaciones inmediatas-o Es la vida impersonal,
masificada, donde ya no tienen cabida ni las preocupaciones, ni las decisiones, todo está
determinado por las circunstancias y el ambiente. Si ya no existe horizonte, si toda
problematicidad está suprimida de antemano "el reino de la in autenticidad " se instala en el
corazón de la cotidianidad. La vida diaria aparece entonces como el ámbito denso de
alienación, cosificación, deshumanización. El "curso normal de los hechos, de los
acontecimientos" se impone: el hombre no es más que un simple dato perdido en la inmensidad
de los procesos sociales un objeto entre objetos.

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Sin embargo, lo más decisivo de este entorno de la cotidianidad es su carácter histórico


social. Sus contenidos y la atmósfera que penetra cada una de sus partes, están marcados
profundamente por la ideología (…) Desde este punto de vista podemos afirmar incluso que la
cotidianidad determinada por la estructura capitalista hoy cumple una determinada función
social, en cuanto está penetrada por la ideología dominante, su función fundamental es ocultar
la problematicidad misma de lo cotidiano: huida de todo problema vital (sentido de la vida, la
historia..), anulación de todo sentido y significado. Y esto se logra "en la familiaridad"
centrando toda la actividad en la exterioridad, en la apariencia, en el agotamiento de la
relación del hombre con el mundo dentro de la mera función práctico-utilitaria.

C.3 Horizonte, autenticidad y crítica

En la vida cotidiana nos encontramos a veces con una serie de situaciones que rompen el "ritmo
normal" de los acontecimientos, pero que fácilmente asimilamos acudiendo a la distinción entre
lo "normal" y lo "anormal" (…) Todo ocurre como si después de tanto estar familiarizados con
ciertas cosas y normas, de pronto se nos tornan extrañas y empezamos a dudar de la bondad de
su funcionamiento. De aquel mundo tan denso y seguro de los primeros años todo se torna hostil
e inseguro. No se trata sólo de una crisis de juventud sino de algo más profundo y duradero: nos
desencantamos de la realidad, puesto que ella misma resulta peligrosa, inaguantable,
inasequible (…)Dicho proceso acaece dentro de la serie de crisis, fracasos y frustraciones de la
vida, que nos colocan frente a la percepción del absurdo y la irracionalidad (…)
La criticidad frente a lo dado, como producto de esta crisis, de este desencantamiento y
extrañamiento de lo cotidiano, nos lleva al ámbito de las posibilidades. ¿Por qué esta realidad y
no otra, por qué esta situación y no otra, por qué esta sociedad y no otra?
La ruptura con el orden cotidiano llevado a cabo por la intelección dinámica de la
realidad fundamenta la posibilidad de la crítica (…) Las posibilidades que se sitúan hacia la
superación de lo dado, hacia el futuro, constituyen entonces el horizonte de la nueva forma de
ver y pensar la realidad.
La autenticidad comienza con el distanciamiento crítico frente a lo dado en cuanto
emergencia de una conciencia aniquiladora de las "evidencias" y las "causas naturales", en
cuanto cuestionamiento del "orden normal existente" y la asunción personal de la propia vida en
sus determinaciones y posibilidades. Autenticidad por tanto, que no ocurre sin desgarramientos,
conflictos, angustia y soledad (…) es necesariamente salirse del entorno convencional y
superficial de la cotidianidad. La autenticidad conlleva no sólo una nueva forma de interpretar
la vida sino una forma distinta de asumirla (…) Dicha forma sólo es posible mediante la
superación práctica de lo existente a través de una forma específica de praxis. La autenticidad
es fundamentalmente una búsqueda del sentido de las cosas, un desciframiento continuo del
"mundo aparente y banal" de la cotidianidad. Consiste en una postura práctica, que al poner en
cuestión el orden existente lo desmitifica, lo coloca en crisis, suprimiendo una "racionalidad y
un sentido aparente" (…) Desmontar una "racionalidad evidente" y desvelar los subterfugios de
la "vida simple, segura, plena de sentido", he ahí el comienzo de una vida auténtica, que por ser
tal apunta más allá del imperio de lo dado, del realismo contundente de lo existente. Ser
auténticos no es cuestión de originalidad o de ingenio. Radica fundamentalmente en asumir en
profundidad nuestra propia vida y optar, elegir en medio de la incertidumbre y la inseguridad.
Además la autenticidad conlleva la cimentación de una opción fundamental de vida enraizada
en la cotidianidad que puede y debe determinar todos los aspectos de nuestro diario acontecer,
desde los más insignificantes hasta los más decisivos. Pero todo ello desde dentro o "fuera" del
sistema, en la aceptación o el rechazo del horizonte.

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D- Diferencia entre origen y comienzo del filosofar

¿Qué es lo que llevó y lleva a los seres humanos a la filosofía? ¿Qué es lo que mueve a los seres
humanos, en definitiva, a filosofar? Intentar contestar estas preguntas es buscar los orígenes de la
filosofía. Así entendido, origen no es lo mismo que comienzo. Por comienzo se entiende el
momento histórico en que los seres humanos empezaron a filosofar. Por origen se entiende la
fuente de la que mana el impulso que mueve al ser humano a filosofar. Al menos esto es lo que
nos dice el filósofo Karl Jaspers en su ya popular libro La filosofía.
Siguiendo el análisis que realiza K. Jaspers se distinguen tres orígenes del filosofar: el
asombro, la duda y las situaciones límites. Citemos algunos fragmentos del autor para
comprender mejor estos tres conceptos. Dice Jaspers:

Primero. “Platón decía que el asombro es el origen de la filosofía. Nuestros ojos nos “hacen
participes del espectáculo de las estrellas, del sol y de la bóveda celeste”. Este espectáculo nos
“ha dado el impulso de investigar el Universo. De aquí brotó para nosotros la Filosofía, el
mayor de los bienes deparados por los dioses a la raza de los mortales”. Y Aristóteles (añade):
“pues la admiración es lo que impulsa a los hombres a filosofar: empezando por admirarse de
lo que les sorprendía por extraño, avanzaron poco a poco y se preguntar por (…) el origen del
Universo”.
El admirarse impulso a conocer. En la admiración se cobra conciencia de no saber. Se busca el
saber, pero el saber mismo, no “para satisfacer ninguna necesidad común”.
El filosofar es como un desvincularse de las necesidades de la vida: tiene lugar mirando
desinteresadamente a las cosas, al cielo y al mundo, preguntando qué es todo ello y de dónde
viene, preguntas cuyas respuestas no sirven para nada útil, sino que resultan satisfactorias por
sí solas.

Segundo. Una vez que he satisfecho mi asombro (…) con el conocimiento de lo que existe,
pronto se anunciara la duda. Los conocimientos se acumulan, pero ante el examen crítico no
hay nada cierto. Las percepciones están condicionadas por nuestros órganos sensoriales y son
engañosas o en todo caso no concordantes con lo que existe fuera de mí. Nuestras formas
mentales son las de nuestro humano intelecto: se enredan en contradicciones insolubles; por
todas partes se alzan unas afirmaciones frente a otras” (K. Jaspers, PP. 15-16 La filosofía)
Podríamos hacer una aclaración del párrafo anterior. Jaspers nos está señalando así dos
posibles fuentes de error: 1) los sentidos, que tienen limitaciones: con la luz escasa, por ejemplo,
confundimos los colores; 2) la razón, que nos lleva a veces a demostraciones contradictorias –
Por ej., se han formulado pruebas racionales de la existencia y de la inexistencia del alma-.
Y a esto añade dos formas de duda que se han dado históricamente: la duda pirroniana o
escepticismo absoluto, propuesta por Pirrón de Elis en la Antigüedad, que consiste en la
negación de cualquier posibilidad de conocimiento, y la duda cartesiana, o escepticismo
metódico, propuesta por Descartes en la Edad Moderna, en la que se busca un camino para llegar
a la certeza. Descartes decía “pienso, luego existo” y esta inferencia era para él incuestionable.
¿Por qué? Luego de mostrar a través de ejemplos la escasa confiabilidad de los sentidos, de
haber señalado la posibilidad de confundir sueño y vigilia, Descartes había propuesto la hipótesis
de un genio maligno capaz de engañarlo en todo momento. Aun así, equivocándose en todo,

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podía estar seguro de algo: mientras estaba dudando estaba pensando y al pensar estaba
existiendo en tanto ser pensante. La duda metódica parece más viable que la duda pirrioniana, ya
que esta puede llegar a ser paralizante (si todo conocimiento de la realidad es imposible, ¿qué
línea de acción elijo en cada momento? No me puedo pronunciar respecto de lo que es
alimenticio o venenoso, ni de cómo trasladarme de un lugar a otro, etc.). (Gallo y Salatino. P.6)

Tercero. Según Jaspers, el hombre puede mirar hacia afuera –al mundo- o hacia adentro – a sí
mismo-; cuando su mirada se vuelva hacia sí mismo, entonces toma conciencia de su situación
en el mundo: no puedo saberlo todo, no puede tenerlo todo, no vivirá indefinidamente, etc. Esto
le provoca angustia, que no es sino una conmoción interior, y lo lleva a formularse preguntas.
En las palabras de Jaspers: “Estamos siempre en situaciones. Las situaciones cambian,
las ocasiones se suceden. Si no se las aprovecha, no vuelven más. Puedo trabajar por hacer que
cambien determinadas situaciones. Pero hay otras que son, por su esencia, permanentes aun
cuando se altere su apariencia momentánea: no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de
luchar, estoy sometido al azar, me hundo inevitablemente en la culpa. Estas situaciones
fundamentales de nuestra existencia las llamamos situaciones límites. Quiere decir que son
situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar. La conciencia de estas
situaciones límites es, después del asombro y de la duda, el origen más profundo aún, de la
Filosofía.
El estoico Epicteto decía: “El origen de la filosofía es percatarse de la propia debilidad e
impotencia”. ¿Cómo salir de la impotencia? La respuesta de Epicteto fue: “considerando todo
lo que no está en mi poder como indiferente para mí en su necesidad, y, por el contrario,
poniendo en claro y en libertad por medio del pensamiento lo que reside en mí, a saber, la forma
y el contenido de mis representaciones” (…)
Estos tres influyentes motivos –la admiración y el conocimiento, la duda y la certeza, el
sentirse perdido y el encontrarse a sí mismo- no agotan lo que nos mueve a filosofar en la
actualidad.
En estos tiempos, que representan el corte más radical de la historia, tiempos de una
disolución inaudita y de posibilidades solo oscuramente atisbadas, son sin duda válidos, pero no
suficientes, los tres motivos expuestos (…) Estos motivos resultan subordinados a una condición,
la de la comunicación entre los hombres (…) comunicación que no se limite a ser de intelecto a
intelecto, de espíritu a espíritu, sino que llegue a ser de existencia a existencia”. (K. Jaspers, PP.
16,17 y 21. La filosofía).

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ANEXO 1

Disciplina Filosófica Objeto de Estudio

Antropología es un término compuesto ánthropo, que significa


hombre, y por logía, que viene de logos y que, como sabemos,
Antropología filosófica significa pensamiento o discurso que argumenta sobre algo. En este
caso, se trata de una reflexión sobre el ser humano. Pero, ¿en qué
sentido se reflexiona? No como hacen las demás disciplinas que se
dedican al ser humano, como la psicología, la sociología, etcétera, sino
que hace preguntas sobre lo que constituye al hombre en el sentido
más profundo: ¿qué cosas tiene que tener un ser para ser un ser
humano?

(El ser humano considerado en su totalidad y su lugar en el universo.


(Nota: a partir de una determinada concepción de ser humano se
puede plantear cuáles son los fines de la Educación, constituyendo el
terreno de la Fil. De la Educación)

Ética: el término que designa este ámbito proviene del vocablo griego
éthos, que significa costumbre o hábito; por lo tanto, tiene que ver
con la conducta humana, que se ocupa del obrar de los seres
humanos, de su manera de actuar –actuar bien o mal, por ejemplo-,
Ética.
especialmente cuando ese actuar involucra a otras personas.

(El valor del bien, su naturaleza, su relación con otros valores y con
normas morales que rigen las actividades humanas).

Gnoseología es un término compuesto por dos términos que


provienen del griego: gnoseo, que significa conocimiento, y logía
(pensamiento, discurso), al que ya nos referimos en el caso anterior.
Se trata, entonces, de la rama que hace preguntas acerca de cosas
Gnoseología
relativas a nuestro conocimiento.

(El problema del conocimiento, su esencia, su origen, su posibilidad,


sus límites).

Comprende la reflexión acerca de la naturaleza del valor de la belleza,


y su aplicación en el campo de la producción humana (como el arte,
Estética. por ejemplo). (Estética viene del término griego aisthesis que signfica
sensación)

Es la rama de la filosofía que se cuestiona acerca de cosas que van


más allá de lo evidente a los sentidos. Sus preguntas suelen ser las
Metafisica más “abstractas”, y son sus ejemplos ¿qué es la existencia? ¿existe
Dios? Muchas veces se le ha llamado Ontología, que significa
literalmente disciplina que se ocupa de los entes, pero el campo de la
Metafísica (que significa literalmente lo que está más allá de la
naturaleza) parece ser más amplio.

La lógica es un instrumento –los griegos la llamaban órganon, es decir,


instrumento, herramienta o útil- que utiliza la filosofía para
Lógica reflexionar y razonar correctamente.

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(Los métodos y principios para determinar si un razonamiento es


correcto o no lo es).

Origen, esencia, forma (estructura) del lenguaje y su relación con el


pensamiento y la realidad. Al hablar del lenguaje se entiende tanto las
Filosofía del lenguaje lenguas vivas o muertas como los lenguajes formalizados o cálculos.

Problemas de fundamentos de las distintas ciencias, sus métodos y el


valor de la ciencia como actividad humana. NOTA: La epistemología se
Filosofía de la ciencia o puede subdividir en filosofía de las ciencias formales y filosofía de las
epistemología. (episteme: ciencia) ciencias fácticas y estas, a su vez, pueden subdividirse en relación con
las distintas ciencias (por ej., se puede hablar de una filosofía de la
matemática)

Filosofía de la historia El sentido y la finalidad del desarrollo histórico.

Filosofía de la religión Análisis racional de los contenidos de las principales religiones


dogmáticas.

Origen, valor y esencia del Estado, analizando no solo sus formas


concretas de organización sino también sus formas posibles (estados
Filosofía Política ideales o utopías)

ANEXO 2 (Diversas concepciones de la filosofía).

a. Russel, B. Los problemas de la filosofía.

"Bueno será considerar […] cuál es el valor de la filosofía y por qué debe ser estudiada. Es
tanto más necesario considerar esta cuestión, ante el hecho de que muchos, bajo la influencia de
la ciencia o de los negocios prácticos, se inclinan a dudar que la filosofía sea algo más que una
ocupación inocente, pero frívola e inútil, con distinciones que se quiebran de puro sutiles y
controversias sobre materias cuyo conocimiento es imposible. […] De hecho el valor de la
filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene
Ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido
común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en
su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el
mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema
alguno y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento en
que empezamos a filosofar hallamos, por el contrario, […] que aun los objetos más ordinarios
conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía,
aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita,
es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestro pensamiento y nos libran de la
tiranía de la costumbre. Así el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas
son aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo
algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y
guarda vivaz nuestro sentido de la admiración presentando los objetos familiares en un aspecto
no familiar.[…] Para resumir nuestro análisis sobre el valor de la filosofía: la filosofía debe ser
estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, puesto que, por lo
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Unidad 1 ¿Qué es la filosofía? – Prof. Gonzalez Gastón

general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como verdadera, sino más bien por el
valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo
posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que
cierra el espíritu a la investigación; pero, ante todo, porque por la grandeza del Universo que la
filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz de la unión con el
Universo que constituye su supremo bien."

1) ¿Cuál es la tesis que el Russel desea sostener en el texto?


2) Considerando la lectura del cuadernillo, qué características del filosofar encuentra semejante
con las propuestas de Russel. (Desarrolle).

b. Immanuel Kant: Sobre la necesidad de pensar autónomamente.

“¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual
que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc., entonces no
necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar; otros asumirán por mi tan
fastidiosa tarea.”

1) Luego de haber leído el fragmento de Kant intente explicar que nos habrá querido decir el
filósofo, como vincularía la actividad filosófica con este fragmento.

c. Descartes, R. Meditaciones metafísicas.

“Hace ya algún tiempo que me he dado cuenta de que desde mis primeros años había admitido
como verdaderas una cantidad de opiniones falsas y que lo que después había fundado sobre
principios tan pocos seguros no podía ser sino muy dudoso e incierto, de modo que me era
preciso intentar seriamente, una vez en mi vida, deshacerme de todas las opiniones que hasta
entonces había creído y empezar enteramente de nuevo desde los fundamentos si quería
establecer algo firme y constante en las ciencias”.

d. Cruz Vélez, D. Filosofía sin supuestos.

“Junto a la pretensión de la filosofía de ser un saber fundamental corre pareja su aspiración a


ser un saber sin supuestos. Si la filosofía pretender establecer el fundamento del resto del saber,
tiene que aspirar a excluir de su propio seno los conceptos cuya validez se supone sin más y con
los cuales se opera simplemente sin tematizarlos nunca. El saber sobre los fundamentos últimos
no puede reposar en conceptos meramente operativos. Todos sus conceptos operativos tiene que
convertirlo en conceptos temáticos. De lo contrario no puede llegar a ser un saber fundamental.
Aunque esta aspiración no ha pasado de la esfera ideal, siempre ha conservado su fuerza
promotora del filosofar. Del ideal se ha dicho que es como la estrella que guía al navegante por
el mar, pero en la cual no se desembarca. Y esto, en efecto, es lo que ha ocurrido con el ideal de
la exención de supuestos. Siempre buscado, nunca alcanzado, pero nunca abandonado, siempre
ha impulsado hacia adelante la marcha de la filosofía”.

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Unidad 1 ¿Qué es la filosofía? – Prof. Gonzalez Gastón

e. Kovadloff, S. Crisis en la enseñanza de la filosofía.

“En la medida que pretende llegar a ser la palabra inequívoca y, al mismo tiempo, en la medida
en que no logra serlo nunca, el discurso filosófico demuestra su origen histórico, denota su
estructura temporal y gana, por eso, significación social, sentido cultural.
La suya es la palabra de los hombres que luchan por rebasar su contradicción. Ella es
contradicción en lucha consigo misma. En cada etapa de la civilización, la filosofía intenta ser
la elaboración conceptual más radical de los conflictos e inquietudes sociales que en él se viven.
Su grandeza no consiste sino en este intento de no ser víctima de sus propios supuestos, de sus
propios prejuicios. Y si no puede trascenderlos nunca enteramente, sabe en cambio que no hay
mayor libertad que la de tratar de hacerlo, ni autenticidad más sustantiva, en el orden del
pensamiento, que la de revertirse sobre los propios axiomas para poner al descubierto la carga
de arbitrariedad que les es inherente”.

1) luego de la lectura de los fragmentos de Descartes, Cruz Vélez y Kovadloff, redacte un breve
párrafo (quince renglones) comparando los tres textos.

f. Deleuze y Guattari. ¿Qué es la filosofía?

¿Qué es la filosofía? La filosofía es el arte de formar, de inventar, de fabricar conceptos. El


filósofo es el amigo del concepto, está en poder del concepto. Lo que equivale a decir que la
filosofía no es un mero arte de formar, inventar o fabricar conceptos, pues los conceptos no son
necesariamente formas, inventos o productos. La filosofía, con mayor rigor, es la disciplina que
consiste en crear conceptos. Crear conceptos siempre nuevos, tal es el objeto de la filosofía. El
concepto remite al filósofo como aquel que lo tiene en potencia, o que tiene su poder o su
competencia, porque tiene que ser creado. No cabe objetar que la creación suele adscribirse
más bien al ámbito de lo sensible y de las artes, debido a lo mucho que el arte contribuye a que
existan entidades espirituales, y a lo mucho que los conceptos filosóficos son también
sensibilidad. A decir verdad, las ciencias, las artes, las filosofías son igualmente creadoras,
aunque corresponda únicamente a la filosofía la creación de conceptos en sentido estricto. Los
conceptos no nos están esperando hechos y acabados (…) Hay que inventarlos, fabricarlos o
más bien crearlos, y nada serían sin la firma de quienes lo crean. Nietzsche determinó la tarea
de la filosofía cuando escribió: “Los filósofos ya no deben darse por satisfechos con aceptar los
conceptos que se les dan para limitarse a limpiarlos y darles lustre, sino que tienen que empezar
por fabricarlos, crearlos, plantearlos y convencer a los hombres de que recurran a ellos” (…)
Sólo pedimos un poco de orden para protegernos del caos. No hay cosa que resulte más
doloroso, más angustiante, que un pensamiento que se escapa de sí mismo, que las ideas que
huyen, que desaparecen apenas esbozadas, roídas ya por el olvido o precipitadas en otras ideas
que tampoco dominamos. Son variabilidades infinitas cuya desaparición y aparición coinciden.
Son velocidades infinitas que se confunden con la inmovilidad de la nada incolora y silenciosa
que recorren, sin naturaleza ni pensamiento. Es el instante del que no sabemos si es demasiado
largo o demasiado corto para el tiempo. Recibimos latigazos que restallan como arterias,
incesantemente extraviamos nuestras ideas. Por este motivo nos empeñamos tanto en
agarrarnos a opiniones establecidas. Esto es lo que pedimos para forjarnos una opinión, como
una especie de “paraguas” que nos proteja del caos. Pero el arte, la ciencia, la filosofía exigen
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Unidad 1 ¿Qué es la filosofía? – Prof. Gonzalez Gastón

algo más: trazan planos en el caos. Estas tres disciplinas no son como las religiones que
invocan dinastías de dioses, o la epifanía de un único dios para pintar sobre el paraguas un
firmamento, como las figuras de una urdoxa, de la derivarían nuestras opiniones. La filosofía, la
ciencia y el arte quieren que desgarremos el firmamento y nos sumerjamos en el caos. Sólo a
este precio le venceremos.

Y tres veces vencedor crucé el Aqueronte.

El filosofó, el científico, el artista parecen regresar del país de los muertos. (…) Las tres
disciplinas proceden por crisis o sacudidas, de manera diferente, y la sucesión es lo que permite
hablar de “progresos” en cada caso. Diríase que la lucha contra el caos no puede darse sin
afinidad con el enemigo, porque hay otra lucha que se desarrolla y adquiere mayor importancia,
contra la opinión que pretende no obstante protegernos del propio caos.

ANEXO 3 (Sobre la existencia)

. Ángel Vassallo (1902-1978) Elogio a la vigilia

“Yo propongo un pavor: saberse embarcado en la existencia. Saberse embarcado en la


existencia es saberse puesto a existir sin haber sido consultado, inconcebiblemente. Es
no poder cancelar el embarco, porque ya estoy embarcado antes de poder nada. Es estar
forzado a avanzar, sin saber bien adónde, y sin poder arrojarse por ninguna borda:
cerrados todos los caminos de la huida. Es cuidar, sin embargo, que no me aparte de mi
destino -inseguro, que pasa por la noche-.
(...) Estar embarcado en la existencia es lo mismo que saberse embarcado en la
existencia. Los otros saberes (conocimientos, ciencias) no son primero; ellos son un
saber para una conciencia. (...) pero al saberse embarcado en la existencia lo
llamaremos primordial u original porque es aquél en que el conocimiento mismo se
origina” (Vassallo. 1992. PP.15-16).

Vassallo nos invita a pensar en un pavor y este es saberse embarcado en la existencia. ¿Qué
implica tomar consciencia de la existencia? Implica saber que estoy arrojado a un mundo en el
cual no sabemos para qué estamos en él. Existir es estar arrojado a la existencia cuando nadie
nos preguntó si queríamos o no nacer. Lo cierto es que estamos aquí, pero: ¿nacemos con una
finalidad? ¿Tengo un destino estipulado? ¿El resto de la humanidad lo tiene? ¿Cuál es el fin
último del ser humano?
Quizás podríamos abordar las preguntas anteriores posicionándonos en una reflexión en torno a
la existencia en torno a los otros existentes con los cuales cohabitamos. En esta “fantasía
filosófica” –como lo llama Sloterdijk- podríamos decir que las avispas no realizan reflexiones
filosóficas, quizás no se pregunten por su existencia, no se preguntan si deben cobrar por la miel
que elaboran y que el humano consume, el león no se pregunta si está bien o mal comerse a la
cría de una cebra o no se angustia al pensar en dejar “huérfanas” a las crías; las hormigas no
deciden romper con su organización y sublevarse políticamente ya cansadas de trabajar para la
reina. Parecería que en su ser viene estipulada las formas y los fines de sus acciones. Este ser es
fijo e inmutable, es decir, no cambia al transcurrir los años; así esta condición esencial hace que
una hormiga, por ejemplo, siempre sea hormiga y no otra cosa. Este ser es universal, hace que
todas las hormigas sean hormigas aquí o en otro planeta, y, a su vez, hace que no se confundan
con ningún otro tipo de ser. Llevemos este pensamiento al extremo, ningún animal cursa la
materia “construcción de la animalidad” como materia troncal de su educación formal. En estos
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Unidad 1 ¿Qué es la filosofía? – Prof. Gonzalez Gastón

seres la ley de su instinto los condena (¿o libera?). Ninguno parece poder romper con su
“destino”.
Por el contrario, estos “sujetos parlantes” (Paul Beatriz Preciado) que llamamos seres humanos
se presentan como carentes de determinación, parecería que no hay una esencia que determine su
ser. Y ante esta indeterminación nacen preguntas del estilo: ¿Cómo debo actuar? ¿Qué me cabe
esperar? ¿Qué puedo conocer? (preguntas clásicas de Inmanuel Kant). ¿Elijo esta carrera o
trabajo? ¿Qué modo de vida es el más cercano a una vida plena y feliz? Todas estas preguntas
revelan una carencia, es decir, la pregunta en sí misma es la manifestación que no sabemos nada
del mundo y de nosotros mismos. ¿Cuál es el ser del ser humano? ¿Qué es aquello que hace que
un humano sea lo que es y no otra cosa?

ANEXO 4 (Sobre la existencia)

El mito de Sísifo, el filósofo


francés Albert Camus (1913-
1960) escribe: “Suele suceder
que las decoraciones se
derrumben. Levantarse, tomar
el tranvía, cuatro horas de
oficina o de fábrica, la comida,
el sueño y lunes, martes,
miércoles, jueves, viernes y
sábado con el mismo ritmo es
una ruta que se sigue fácilmente
durante la mayor parte del
tiempo. Sólo que un día se alza
el “por qué” y todo comienza
con esa lasitud teñida de
asombro. “Comienza”: esto es
importante. La lasitud está al
final de los actos de una vida
maquinal, pero inicia al mismo
tiempo el movimiento de la
conciencia. La despierta y
provoca continuación. La
continuación es la vuelta inconsciente a la cadena o el despertar definitivo.”
(Camus, 2010. P.25).

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