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Iniciamos esta cátedra como una invitación. Más precisamente como una invitación a pensar y
realizar una experiencia de pensamiento filosófico. Como todo comienzo puede resultar raro,
incómodo, quizás difícil. Y es que la filosofía es, ante todo, un quehacer, una práctica reflexiva y crítica
que nos compromete por entero y nos coloca siempre “en relación” no sólo con nosotros mismos sino
también con el mundo y con los otros, con nuestro presente y nuestras tradiciones, con nuestras
obviedades, nuestras extrañezas, nuestros saberes, nuestras acciones.
La filosofía constituye un campo de saber amplio, rico y problemático. Pero ocurre que su
característica más importante es su propia función: la de problematizar, la de preguntar, interrumpir la
cotidianidad, intervenir el orden dado. La pregunta misma ¿qué es la filosofía? es una pregunta
filosófica. Pero la filosofía es algo que podemos hacer y por esto, no podemos definirla antes de hacerla.
Esto significa que la filosofía necesita ser vivida, lo fundamental en ella es la vivencia que podamos tener
de sus problemas y la reflexión que podamos hacer en la elaboración de respuestas a ellos, en la lectura
y diálogo con pensamiento de los filósofos, en la construcción y discusión con los demás de nuestros
propios pensamientos y argumentos. Este hacer siempre es un hacer situado históricamente y por esto
también los problemas filosóficos surgen de nuestro estar en el mundo (existencial, político, social,
económico, cultural, …).
Un buen modo de comenzar a comprender qué es la Filosofía y de empezar a vivirla, es
plantearnos problemas filosóficos. Un problema implica siempre un interrogante, que supone una o
varias preguntas para la/s que aún no tenemos una respuesta clara y satisfactoria. La acción de
preguntar supone que una porción del mundo, que un aspecto de nuestra vida nos es desconocido o
que la vida misma se nos ha vuelto problemática, confusa, dudosa, incierta. Preguntar no es sólo
requerir información, es ya estar en camino.
Releemos nuestras preguntas filosóficas de la primera clase y dialogamos sobre cómo nos
hicieron pensar.
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FILOSOFÍA - Profesorado de Historia- Prof. Dra. Paula Ripamonti
Eje 1
Algunas preguntas de los niños pueden ser consideradas filosóficas. Muchas veces ellos se
asombran frente a algo que a nosotros nos parece normal. Ellos dudan, se hacen preguntas…
¿Recuerdas alguna pregunta que te hayas hecho en tu niñez?
¿Cómo las respondiste? ¿Cómo te las respondieron? ¿permanecen sin respuesta?
¿Estaban referidas a qué….?
- los objetos que nos rodean - las personas cercanas
- el propio cuerpo y el de los demás - la naturaleza
- lo que enseñan los adultos
- la vida - la muerte
- la justicia/ injusticia
- los deseos
- …
¿Por qué nos hacemos preguntas filosóficas? ¿Qué es lo que nos mueve a filosofar? ¿Es posible
establecer un “comienzo histórico” del filosofar? ¿Se relacionan nuestras preguntas con nuestro lugar
en el mundo, con el tiempo en el que vivimos?
Las preguntas de la filosofía son preguntas que no todos quieren preguntar, porque sus preguntas involucran toda la
existencia. Por ello, todo está organizado para que la gente no se haga esas preguntas. Por ejemplo, ¿por qué a
veces las cosas son injustas? ¿Por qué hay hambre? ¿Por qué hay gente que tiene tanto y gente que tiene tan
poco? Esas son preguntas filosóficas. Pero además la filosofía tiene preguntas fundamentales, como ¿Por qué hay
lo que hay? No hay nada más revolucionario que pararse frente a la realidad, la teología o los gobiernos y dudar de
ellas, cuestionarlas. Por ello el pensamiento requiere de la libertad para ejercerse. Dudar de todo, no creer en
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Eje 1
aquello que nos han dicho sin reflexionarlo. La filosofía nos hace no dejar que nos metan vértigos consumistas en
nuestra conciencia, exige que siempre tengamos un pensamiento libre y sólo una conciencia crítica es libre.
José Pablo Feinmann
Las respuestas filosóficas suelen ser un cóctel racional con dos ingredientes básicos: escepticismo e
imaginación. Lo primero, escepticismo, porque quien se lo cree todo nunca piensa nada.
Para empezar a pensar hay que perder la fe: la fe en las apariencias, en las rutinas, en los dogmas, en los hábitos
de la tribu, en la “normalidad” indiscutible de lo que nos rodea. Pensar no es verlo todo clarísimo, sino comenzar a
no ver nada claro lo que antes teníamos por evidente. El escepticismo acompaña siempre a la filosofía, la flexibiliza,
le da sensatez, sólo los tontos no dudan nunca de lo que oyen y sólo los chalados no dudan nunca de lo que creen.
Pero además la filosofía está también hecha de imaginación. !Ojo, no de fantasías o delirios! No hay nadie menos
imaginativo que los que ven fantasmas, brujerías, adivinanzas, extraterrestres y milagros por todas partes.
Quien carece de imaginación siempre está dispuesto a dar crédito a realidades nuevas y desconocidas, mientras
que quien tiene imaginación busca lo nuevo a partir de la realidad tal como la conocemos.
Fernando Savater
Los problemas no se presentan en abstracto. Para analizarlos hay que tener en cuenta la situación real en que este
problema se constituye.
Esta situación incluye:
- un sujeto, que es quien piensa y para quien existe un problema
- las circunstancias en que se enuncia el problema
- la cuestión a que se refiere el problema
La palabra problema viene del griego y etimológicamente significa “lanzar o arrojar hacia delante”. En este sentido
un problema es algo que está frente a mi, algo con que me encuentro y me enfrento. En otras palabras, un problema
es un obstáculo. Pero para que algo sea vivido como un obstáculo no es suficiente que esté presente ante mí. Es
indispensable que yo me proponga, que sienta la necesidad de sortearlo, de pasar al otro lado, de salir de esa
situación. Es decir, no toda interrogante es vivida como problema para el hombre. No alcanza con tener conciencia
de que ignoramos algo, no alcanza con constatar la aparente incompatibilidad entre los datos con que cuento. El
hombre contemporáneo percibe con claridad que desconoce muchas cosas pero puede habituarse a vivir con su
ignorancia sin intranquilizarse por ello. El problema en cambio se caracteriza por su dimensión
de problematicidad para alguien. La situación se hace problemática cuando el sujeto siente la necesidad de
superarla como una exigencia. La situación adquiere entonces dramatismo. En cuanto a su contenido, tanto el
problema como su solución se caracterizan por su historicidad. La solución siempre tiene una zona de validez
limitada, fuera de la cual será sustituida por otra. Pero los problemas mismos son históricos y esto en dos sentidos:
un mismo problema es una realidad variada a lo largo de la historia. Pero además, permanentemente aparecen
problemas nuevos y otros dejan de serlo.
Al formular preguntas filosóficas hay que tener en cuenta algunos requisitos: evitar aquéllas: a)
basadas en la afirmación explícita o implícita de presupuestos que pueden ser o deberían ser
cuestionados previamente, b) demasiado vagas o ambiguas1, c) contradictorias, d) cerradas (cuyas
respuestas requieren meramente de un sí o un no, e) con oraciones en forma enunciativa usadas como
preguntas, f) con una respuesta presupuesta,…
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En ambas el lenguaje es utilizado de forma imprecisa. Palabra o expresión ambigua es la que tiene más de un significado (es
decir, es polisémica) y el texto no da las claves necesarias para poder identificarlo. En muchos casos, puede ocurrir que se
utilice la ambigüedad de un término de forma deliberada. Palabra o expresión vaga es aquella cuyo significado no es claro,
puede que se deba a las variaciones de significación de los términos a lo largo de la historia. Por lo tanto, una palabra es vaga
en la medida en que hay casos en los que su aplicación es dudosa o es difícil de determinar a partir de los datos preexistentes.
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- Con ellas tratamos de ordenar nuestro pensamiento para que sea coherente y sistemático.
- Nos permiten detectar errores en nuestro razonamiento, si los hubiera.
- Nos permiten descubrir los presupuestos y los prejuicios.
- Buscan establecer relaciones entre los distintos hechos y fenómenos para ofrecernos una visión
de conjunto unificadora e integradora.
- Fomentan la creatividad.
- Formuladas en el proceso dialógico nos ayudan a librarnos del dogmatismo y a encontrar
razones mejores y más sólidas para apoyar nuestras creencias.
Experiencia de lectura
Conferencia, 1985.
Comunidad de indagación
Dialogamos acerca de: realidad, objetividad, lenguaje, opresión,
liberación, los cuentos, nuestros cuentos.
Contexto histórico
La cuestión de
Sujetos
la VERDAD colectivos- grupos
China Mapa de la China
Culturas
……………………………
*Objeto de conocimiento
¿Qué?... Mundo, cosas, otros sujetos,
Dios,…
• Redacta un párrafo con tus reflexiones sobre el texto de Roig
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Nació en Bélgica en 1898 y murió en Bruselas en 1967. Perteneció al grupo surrealista de París del que también formaban
parte Jean Arp, André Bretón, Salvador Dalí, Paul Eluard y Joan Miró. La obra de Magritte es una permanente invitación a la
reflexión a partir de los objetos más cotidianos. Por ello, a su obra a veces se la califica de "realismo mágico".
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Eje 1
• ¿Te animás a presentarte a través de un breve texto que se titule “Te cuento mi cuento”?
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Eje 1
Aperturas…
Actitudes acerca del conocimiento:
Relativismo Tesis filosófica según la cual existen tantas verdades como seres cognoscentes crean estar en la
verdad. La verdad depende de factores físicos, psicológicos o culturales que influyen en los juicios
que las personas se hacen sobre la realidad.
Hay dos teorías filosóficas opuestas ante la verdad y que han sido defendidas de forma reiterada a
lo largo de la Historia de la Filosofía: el objetivismo y el relativismo. El objetivismo mantiene la idea
de que la verdad es independiente de las personas o grupos que la piensan o formulan
(“objetivismo”). Por el contrario, el relativismo considera que la verdad depende o está en relación
con el sujeto, persona o grupo que la experimenta. Es preciso tener cuidado con la definición del
relativismo, así, por ejemplo, no es relativismo aceptar que existen muchas opiniones acerca de las
mismas cosas. El relativismo aparece cuando a continuación decimos que dichas opiniones son
verdaderas si a las personas que las defienden les parecen verdaderas. El relativismo mantiene
que existen muchas verdades acerca de las cosas, al menos tantas como personas creen tener un
conocimiento de ellas.
Hay varias razones que permiten comprender porqué muchos filósofos consideran adecuado el
relativismo. Se pueden destacar las siguientes:
• la influencia de elementos físicos, psicológicos, o culturales en las creencias de las
personas;
• la observación de las muchas ideas o concepciones que tienen los distintos grupos o
culturas;
• la observación del cambio de ideas a través del tiempo.
Todo ello puede favorecer la convicción de que realmente es imposible dejar de lado la
subjetividad en la adquisición de la verdad y de la concepción del mundo.
Extraído de:
http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-
filosofia/Filosofiagriega/Presocraticos/Relativismo.htm
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Dogmatismo Antiguamente en filosofía, dogma implicaba una opinión filosófica (tenida como cierta), es decir,
referida a los principios. Por ello, los filósofos que insistían demasiado en los principios y que
terminaban prestando poca atención a los hechos, a la observación, al examen crítico o a los
argumentos que ponían en duda tales principios se les llamó “dogmáticos”. La palabra dogma
adquirió así el carácter de verdad inamovible e incuestionable que se acepta como principio de
autoridad.
Este término también hace referencia a posiciones filosóficas, contrapuestas al escepticismo y al
idealismo, que admiten no sólo la posibilidad de conocer las cosas en su ser verdadero sino
también la efectividad de este conocimiento en el trato diario y directo con las cosas. Haciendo
derivar el pensamiento del ser presuponen la supremacía del objeto respecto al sujeto, de la
realidad de las ideas, de la naturaleza del espíritu
Otro sentido del término indica aquella confianza absoluta en un órgano determinado de
conocimiento, principalmente la razón.
En religión, el dogmatismo alude a un conjunto de proposiciones consideradas pertenecientes a la
palabra de Dios y cuya verdad no es cuestionada.
De modo general, el dogmatismo es una especie de fundamentalismo intelectual. Los dogmas
expresan verdades ciertas, indudables que no son sujetas a cualquier tipo de revisión o crítica.
Dogmatismo es una actitud natural y espontánea sostenido desde la creencia de que el mundo
que existe es exactamente de la forma que lo percibimos.
Crítica La posición crítica con respecto al conocimiento es la posición reflexiva que examina y evalúa el
conocimiento. Se diferencia de la actitud natural, para la cual todo es obvio y también del
dogmatismo y del escepticismo.
Propone el ejercicio de la cautela y la duda pero con la finalidad de lograr un conocimiento
racionalmente fundado. La postura crítica implica, en un primer momento, saber acerca de todas
las determinaciones que nos afectan cuando queremos conocer para en un segundo momento,
dirigirse búsqueda de fundamentos racionales que den cuenta de la posibilidad del error y de la
duda o de la verdad o falsedad de lo afirmado.
Las funciones de la actitud crítica pueden resumirse, según Sergio Rábade, en tres:
- purificar (negar confianza a nuestros propios conocimientos, por ejemplo, aquellos
que que provienen de nuestro contexto cultural, desde tradiciones, etc. y que han
contribuido a conformar nuestros supuestos o prejuicios),
- delimitar, (analizar y señalar los límites y posibilidades del conocimiento en vistas a
lograr mayor objetividad)
- fundamentar (dar razón de los fundamentos desde los cuales es posible validar los
conocimientos)
La actitud crítica se inicia con Descartes (s. XVII y llega con Kant (s. XVIII) a su formulación más
sistemática y rigurosa. El desarrollo de esta actitud implicó el abandono de la concepción del
conocimiento como representación exacta de objeto de conocimiento, para aceptar que a través
del conocimiento nos aproximamos de diferentes modos (históricos) a lo real.
Te propongo aquí reflexionar acerca del sentido del filosofar que habita la tensión entre el deseo
(como movimiento, como pretensión,…) y el ejercicio de pensar problemas de nuestro tiempo acuñando
conceptos que pretenden responderlos, significarlos, pensarlos. En el primer caso, el francés Jean F.
Lyotard (1924-1998), enfatiza el carácter positivo y productivo del deseo. La pregunta por qué filosofar
implica la de por qué desear, por qué existe el movimiento de lo uno que busca lo múltiple. Si bien
desde el psicoanálisis el deseo aparece ligado a la falta y la carencia, a lo prohibido y por eso, imposible,
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Lyotard lo enfoca como puntos de encuentro, grados de fuerza, entrecruces definidos por movimientos
y reposos, agenciamientos colectivos (poblaciones, territorios, acontecimientos, juegos de lenguaje,
formas de vida). La estructura del deseo estriba en que combina la presencia y la ausencia. . Para
Lyotard, la cuestión estriba en reconocer que siempre hay un reverso de las cosas, un fondo, un
contexto que no cesa de estar presente en nosotros. Se trata de evitar caer en el lugar común de
comprender el filosofar como deseo de sabiduría pues se trata de buscar porqué se busca, desear el
deseo. Filosofamos porque queremos, porque deseamos.
En el segundo texto, sus conciudadanos Gilles Deleuze y Felix Guattari, aventuran que la filosofía
es el arte de crear, inventar, fabricar conceptos. Pero se trata de una práctica que requiere amigos.
¿Pero quién es el amigo? ¿No será el amante? ¿O el pretendiente? ¿O el rival? Pero además los
conceptos requieren (refieren, muestran, ocultan) problemas al interior de los cuales alcanzan su
sentido. Pero también pueden atravesar diferentes problemas, trazar puentes, puntos de coincidencia o
de condensación. Los filósofos crean conceptos para resolver problemas. ¿Cuál es la mejor manera de
filosofar: repetir lo que dijeron o hacer lo que hicieron? Si uno no ha encontrado el problema, no
comprende la filosofía, que entonces se vuelve abstracta. No es fácil ver a qué problema responden los
conceptos creados, a veces porque estos se presentan en cierto modo ocultos, en parte dicho, en parte
oculto. De aquí que hacer historia de la filosofía exige restaurar esos problemas y descubrir la novedad
de los conceptos, mientras que la mala historia de la filosofía ensarta los conceptos como si cayeran por
su propio peso, como si no hubieran sido creados, hasta el punto de que hay una ignorancia total de los
problemas a los que remiten.
Experiencia de lectura
Luego de leer los siguientes textos, subraya afirmaciones que te provoquen preguntas. Las
formulamos para compartir en clase.
Analicemos el quehacer filosófico a través de otro pensador y activo militante. Ignacio Ellacuría
(1930-1989) fue filósofo, escritor y teólogo español, naturalizado salvadoreño, asesinado por militares
de El Salvador en su residencia universitaria. Sin duda, su defensa de la liberación del pueblo y de las
mayorías populares le valió muchos enemigos. Una de sus obras más importantes fue editada luego de
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su muerte: Filosofía de la Realidad histórica (1990). En ella dejó claro que para él
la verdad de la realidad no es lo ya hecho (eso sólo es una parte de la misma),
sino lo que está haciéndose y lo que está por hacerse. Por esto hay que hacer la
verdad en la complejidad colectiva y sucesiva de la historia de la humanidad.
Ellacuría fue un representante de la denominada “Teología de la liberación” y por
esto su filosofía asumió que el Jesús histórico fue condenado porque era una
amenaza contra el orden social establecido, porque predicó y mostró un mundo
estructuralmente contradictorio e injusto y por lo tanto, representó una
oposición al mundo y a los poderes de su tiempo. Al tomarlo como ejemplo,
Ellacuría entendió la filosofía desde una función liberadora. La historia es la
verdadera apertura pero no es una tarea posible para una persona sola sino
siempre para colectivos.
Experiencia de lectura
Ellacuría, Ignacio. “Filosofía, ¿para qué?”. En: Escritos filosóficos, vol. 3, San Salvador, UCA editores,
2001, págs. 115-131.
Trabajo práctico nº 1
Grupo:
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4) ………………………… 5) …………………………
3) Escriban un texto que relate el recorrido de nuestro primer eje en torno del
quehacer filosófico.
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