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Conformación del Estado Argentino: Cronología

1820
Con la caída del directorio surge la figura del caudillo, estos eran jefes de las
ciudades, provincias o regiones que contaban con el apoyo del pueblo y controlaban las
milicias llamadas montoneras debido a su ordenamiento irregular y tá cticas de ataque a
montones.
Los Federales eran considerados anarquistas por los directoriales ya que la
anarquía es la falta de gobierno y estos consideraban a todo el que se opusiera al
proyecto de la capital como impulsador del desorden. La palabra “federal” estaba mal
vista por las élite porque se la consideraba sinó nimos de caos.
Comienza a utilizarse el término Unitario para referirse a los centralistas que
propiciaban una unidad de régimen, antes eran llamados directionales o monarquistas.
Eran, obviamente, opositores a los federalistas. Los unitarios no eran necesariamente
porteñ os y los federales no eran necesariamente del interior. Ademá s hay personajes de
la historia que se designaron como federales pero solo defendían sus propios intereses
o los de su provincia.
El primero de Febrero se produce la Batalla de Cepeda, enfrentando los caudillos
Estanislao Ló pez (Santa Fe) y Francisco Ramírez (Entre Ríos) contra Rondeau. Este
ú ltimo combate a los jefes del interior con menos efectivos, ya que San Martín se negó a
abandonar su campañ a de liberació n para luchar junto a Rondeau contra quienes no
consideraba sus enemigos, sino sus hermanos de la patria. Rondeau fue vencido.
El 11 de Febrero se lleva a cabo el Cabildo Abierto de Buenos Aires en el cual se
eligió la Junta de Representantes ( o Legislatura Provincial - poder legislativo) que tenía
la funció n de nombrar al titular de los ahora gobiernos provinciales. El elegido fue
Manuel Sarratea, considerado el má s prudente.
El 23 de Febrero firman el Tratado del Pilar Sarratea, Ló pez y Ramírez. En dicho
acuerdo dejaban de formar parte de de la Liga de los Pueblos Libres y Artigas dejaba de
ser protector y pasaría a encargarse só lo de La Banda Oriental. Artigas había advertido a
los caudillos sobre estos intereses por parte de Buenos Aires, de separarlos. Artigas
estaba en la guerra contra Portugal por lo que no puedo ayudar en la situació n y este fue
el resultado. El Tratado del Pilar reconocía a la federació n como el sistema de gobierno
que debía regir la nació n, pero para ello debían reunirse representantes elegidos por las
tres provincias en el convento de San Lorenzo. Dicha reunió n jamá s se llevó a cabo.
Artigas, al enterarse, se enojó contra Ramirez y lo acusó de traició n. Se enfrentó a él y
fue derrotado lo que provocó su exilio a Paraguay. El tratado no fue una victoria para los
federales.
En 1820 ocurre la Anarquía del añ o XX que ocupó un periodo de siete meses tras
la batalla de Cepeda. Có rdoba, Tucumá n, San Juan y San Luis declararon su autonomía.
Se incumple el tratado de Pilar por parte de los directoriales quienes habían ganado las
elecciones de Representantes para la Legislatura Provisional de Buenos Aires. Esto
despertó la có lera de Estanislao Ló pez quien con la ayuda de Carrera y Alvear se
enfrentó a Soler y salió victorioso. En consecuencia, presionó al cabildo de Lujá n para
elegir a Alvear como gobernador. Buenos Aires no aceptó esto y nombró a Dorrego.
Este, sin embargo, fue má s tarde vencido por Ló pez gracias a que Rosas tenía en mente
a Martín Rodríguez como gobernador y Dorrego desterrado.

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Ademá s las milicias comenzaron a formarse con peones. Sin embargo, ya en 1813
se había implementado la papeletía de conchabo en donde todos los habitantes eran o
propietarios o poseían patró n para no ser considerados vagos y mal entretenidos.
Se rompe el tratado de Fraternidad y Seguridad recíprocas con los ranqueles y
tehuelches debido a un ataque indígena que no fue provocado por los mencionados
grupos. Se desoyó y apresó a los indios acusá ndolos de traició n. Esto desató la furia
indígena y atacaron las estancias de Rosas. Arrasaron Dolores, Pergamino, llegando a las
inmediaciones de Buenos Aires y Santa Fe. Esto tenía que ver con el negocio de la sal.

1821.
Se firma el tratado de Benegas. Rosas comienza a sumar prestigio. Francisco
Ramírez muere luchando contra su viejo aliado, Estanislao Ló pez, mientras intentaba
salvar a su mujer.
Rivadavia es nombrado Ministro de Gobierno y se ocupó de hacer fracasar el
congreso de Có rdoba que se establecía en el tratado de Benegas.

1822
El Tratado del Cuadrilá tero es firmado el 25 de enero de ese añ o. Era un pacto
defensivo ofensivo entre las cuatro provincias que firmaron: Entre Ríos, Buenos Aires,
Santa Fe y Corrientes. El mismo establecía límites interprovinciales y prometían
ayudarse en caso de ataques interprovinciales o exteriores. También debían retirar sus
representantes del Congreso reunido en Có rdoba.
Rivadavia contaba con el apoyo de los que luego serían considerados federales,
junto a otros considerados unitarios o aprovechadores extranjeros. También Rivadavia
declaró la propiedad como inviolable y fomentó la agricultura y el comercio. Se sancionó
la ley de Enfiteuses en la cual se entregaban tierras a agricultores o ganaderos quienes
deberían poblarlas y pagar una renta por ellas. Sin embargo, dicha ley no cumplió el
objetivo de poblar el campo ni de generar nuevos ingresos al gobierno.
Se lleva a cabo la segunda expedició n de ataque contra los indios por parte de
Martín Rodríguez. Rosas, quien jamá s estuvo de acuerdo con ninguna, pidió el retiro de
su funció n pues no quería verse comprometido en una política con la que no acordaba.

1824:
Asume el General Gregorio Las Heras.

1825:
Las Heras sancionó la Ley Fundamental renovando el pacto de unió n entre las
provincias y les aseguraba instituciones propias.
Los orientales formaron un Congreso en La Florida, que el 25 de agosto declaró
su independencia del Brasil y su incorporació n a las Provincias Unidas. Envió un
diputado al Congreso Constituyente de Buenos Aires, que fue aceptado el 24 de octubre.
Esto fue interpretado por el emperador brasileñ o como una declaració n de guerra, y el
22 de diciembre inició las hostilidades con el bloqueo de Buenos Aires.

1826:
En enero, Las Heras, todavía a cargo del Ejecutivo Nacional, dispuso las acciones
bélicas.
El 6 de febrero del Congreso sancionó la Ley de Presidencia a fin de instalar un
Poder Ejecutivo nacional de un modo permanente. Al día siguiente se eligió a

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Bernardino Rivadavia como Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La
Constitució n de 1826 es la obra cumbre del Congreso, la cual quedó aprobada el 24 de
noviembre de 1827.

1827:
Las principales acciones de la guerra contra el Brasil se llevaron a cabo en
febrero de este añ o, obteniéndose las victorias de Juncal y de Ituzaingó .
El 6 de abril se produjo otra derrota del ejército de Lamadrid a manos de
Quiroga. Al mismo tiempo comenzaron a llegar los rechazos del interior a la
Constitució n, y pronto la situació n se complicó cuando se conocieron los términos en
que se había firmado la paz con el Brasil.
El 30 de junio de ese añ o con tantas presiones, Rivadavia presentó su renuncia
en el Congreso. El mismo designó entonces a Vicente Ló pez y Planes como Poder
Ejecutivo provisorio, con el cargo que se ocupara de finalizar la guerra civil que nos
estaba agobiando y la guerra contra el Brasil. Debía convocar una Convenció n Nacional
que una vez reunida debía disolver el Congreso que se había formado en 1824.
Otra de las resoluciones del Congreso fue devolverle la autonomía y el territorio
a Buenos Aires, por lo cual se eligió nuevamente una Junta de Representantes. La junta
eligió gobernador propietario a Manuel Dorrego. Vicente Ló pez y Planes renunció , y nos
quedamos nuevamente sin Poder Ejecutivo nacional. El Congreso, con muy pocos
diputados, le encargó a la Legislatura de Buenos Aires la direcció n de la guerra y las
relaciones exteriores.
A través de acuerdos interprovinciales, Dorrego urge a las provincias a participar
en una Convenció n en Santa Fe, que debía comenzar a funcionar el 1º de noviembre de
1827.

1828:
En septiembre comenzaron las sesiones de la Convenció n. La resolució n má s
importante tomada por este cuerpo fue la aprobació n del Acuerdo Preliminar de Paz
con el Brasil, a fin de que éste fuera ratificado por Dorrego. Después de la sublevació n
de Lavalle del primero de diciembre de 1828, la Convenció n condena la actuació n de
este general unitario y designa al caudillo Estanislao Ló pez como jefe de las fuerzas
federales.
El primero de diciembre Lavalle da un golpe militar y se hace elegir gobernador
provisorio por los vecinos de la capilla de San Roque. Deja al almirante Brown como
gobernador provisorio y marcha contra Dorrego, quien es apresado y fusilado el 13 de
diciembre de 1828.

1829:
Se celebra la ú ltima sesió n el 14 de octubre de 1829; con su disolució n termina
el período institucional de la Repú blica y comienza la etapa de los pactos y la
confederació n, que se cerraría en 1852 con el Acuerdo de San Nicolá s.
Al comenzar enero de 1829 llegó a Buenos Aires, proveniente de Brasil, el
general José María Paz con otra divisió n del ejército. Fue nombrado por Juan Lavalle
como Ministro de Guerra, pero partió enseguida hacia al interior, donde depuso
rá pidamente al gobernador Bustos, que estaba rigiendo Có rdoba desde 1820.
Tras el asesinato de Dorrego, los soldados sobrevivientes de Navarro resolvieron
no acatar otra autoridad que la de Rosas.

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Surgen revueltas populares con un sentido de protesta social para evitar abuso
de poder. Y se tomaron símbolos que los movilizaban emocionalmente: litografías
(grabados) con la imagen de Dorrego, la cinta punzó (color rojo muy fuerte) y la lanza
decorada con la pluma (que significaba la participació n del indio). Rosas respetó los
valores y el sentido de la població n de la campañ a, adoptando un mismo estilo cultural y
tomando sus símbolos (excepto la pluma, que desaparece de su iconografía).
Rosas había vencido a Lavalle en Puente de Má rquez. Con esta derrota, varios
unitarios vieron sus posibilidades perdidas y eligieron el exilio en Uruguay; entre ellos
se contaba Rivadavia. É stos se encontraron en Cañ uelas, donde firmaron un pacto el 24
de junio de 1829, mediante el cual cesaba la guerra. Rosas sería el encargado de
mantener el orden en la campañ a. Nadie sería molestado por sus opiniones políticas y
se elegiría nuevamente una Junta de Representantes. Rosas asumió su primer gobierno
el 8 de diciembre de 1829.

1830:
El 31 de agosto de 1830 se formó la Liga del Interior que le concedió al general
Paz el Supremo Poder Militar. Rosas, por su parte, trataba de ganar las provincias de
Entre Ríos y Santa Fe, que se unen a Buenos Aires en la Liga del Litoral; má s tarde, se
une también Corrientes, firmando entre las cuatro provincias el Pacto Federal el 4 de
enero de 1831. Después de algunos añ os de guerras civiles y de negociaciones, Rosas
consiguió que todas las provincias adhirieran al pacto, con lo que éste tomó la
importancia de una constitució n, rigiendo hasta 1853.

1831:
En el interior, Facundo Quiroga, con la ayuda de las provincias integrantes del
Pacto Federal derrota a la Liga del Interior en noviembre de ese añ o. Gracias a esto, las
restantes provincias se fueron uniendo al Pacto Federal, así quedó conformada la
Confederació n Argentina. Al mismo tiempo, las provincias delegan en Rosas las
relaciones exteriores y los negocios de paz y guerra. A partir de su segundo gobierno, la
Confederació n Argentina queda centrada en torno a la provincia má s fuerte, Buenos
Aires.

1832:
En 1832 triunfaron los federales doctrinarios en las elecciones para
representantes. Casi todos estaban de acuerdo en que el gobernador debía seguir siendo
Rosas. La disputa giraba en torno a la forma de ejercer el poder político. Rosas no aceptó
gobernar sin las facultades extraordinarias, por lo que se dedicó primero a sus
actividades como hacendado, y enseguida se abocó a la campañ a contra los indígenas
“rebeldes”. Fue elegido entonces Juan Ramó n Balcarce, que había sido Ministro de
Guerra de Rosas.
Encarnació n Ezcurra de Rosas toma un papel primordial en la agitació n
opositora que se inicia en Buenos Aires. Su casa se transforma en “un comité de arrabal;
negros y mulatos, gauchos y orilleros, matones de avería, entraban y salían mezclados
con militares y señ ores de casaca”. Se desata un clima de violencia, acompañ ado por una
contienda periodística entre ambos bandos, con publicaciones de todo tenor que
destacan los aspectos má s bajos de las rivalidades.

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1833:
En medio de la crisis, en octubre de 1833, un fiscal acusa a ocho perió dicos de
ambas tendencias de ofender el honor de los individuos y sus familias, y el respeto al
gobierno. Entre los perió dicos enjuiciados está El Restaurador de las Leyes. Los rosistas
aprovechan esta ocasió n para empapelar la ciudad con afiches que anuncian que se
procesará al Restaurador de las Leyes: la gente cree entonces que el que será sometido a
juicio es Rosas. De este modo se desata la Revolució n de los Restauradores, que provoca
la renuncia de Balcarce. El 4 de noviembre es elegido gobernador propietario Juan José
Viamonte. Sin embargo, los restauradores no se detienen, ya que su objetivo es que
Rosas gobierne con las facultades extraordinarias.

1834:
Sin poder hacer nada, Viamonte renuncia en junio. La Legislatura elige a Rosas,
pero sin facultades extraordinarias, y éste no acepta el cargo. El puesto queda vacante
hasta que lo asume recién el primero de octubre, en forma provisoria, el presidente de
la Legislatura, el doctor Manuel Vicente Maza.

1835:
Producido el asesinato de Quiroga en febrero y Maza renuncia. Queda entonces
abierta la posibilidad para el segundo gobierno de Rosas.
El 13 de abril de 1835 Rosas se hace cargo del gobierno, en medio de una
multitud que lo aclamaba y festejaba. Se instauraba un nuevo tipo de legitimidad: la
autorizació n masiva para actuar, en lugar de la deliberació n de los representantes. En
un momento la Sala de Representantes se llegó a plantear si valía la pena reunirse, pero
Rosas estuvo en contra de la disolució n de la Cá mara.
Rosas quería “orden”, y para lograrlo, debía haber control. En muchas
oportunidades se hicieron listas de los habitantes, clasificá ndolos en unitarios y
federales, con diferentes características segú n su grado de adhesió n y/o participació n.
La ropa era un elemento de diferenciació n política: el color rojo era federal; el que
vestía de celeste o verde era sospechado de unitario. Incluso hubo un momento en que
se sospechó de una conspiració n unitaria que inducía a los paisanos para almidonar sus
prendas con añ il, que hacía que con el tiempo fueran tomando un color celeste. Los que
vestían atuendo paisano eran, para la opinió n pú blica, federales (con chiripá , calzoncillo
y bota de potro); en cambio, el que adoptaba el traje ciudadano de levita o fraque,
pantaló n, chaleco y bota fuerte (que identificaba a los comerciantes, los ricos, los
intelectuales y los artistas) eran sospechados de unitarios.
En dicho añ o también se sanciona la Ley de Aduanas.

1836:
En 1836 el gobernador de San Juan invadió La Rioja pero fue derrotado y debió
emigrar a Chile; una nueva invasió n desde Bolivia terminó con su cabecilla fusilado.

1839:
Después de estos levantamientos, el país quedó tranquilo hasta los
levantamientos de 1839, conectados con los problemas en Uruguay, el bloqueo francés y
la guerra contra la Confederació n Perú -boliviana.

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1842:
Después de la victoria de Oribe sobre Rivera en el territorio entrerriano de
Arroyo Grande a fines de 1842, Rosas inicia el bloqueo a Montevideo para respaldar a
Oribe. Los ministros de Francia y Gran Bretañ a, apoyando a Rivera, presentan una nota
donde invitan a Rosas a no participar en los asuntos de la Banda Oriental.

1845:
En septiembre Francia e Inglaterra declararon el bloqueo a la provincia de
Buenos Aires. La flota anglo-francesa primero conquistó la isla Martín García, y luego se
internó en el río Paraná , en una expedició n militar-comercial, a fin de forzar la apertura
de los puertos de Entre Ríos, Corrientes y Paraguay al comercio extranjero.

1847:
El comercio inglés se estaba perjudicando mucho por su propia intervenció n en
el bloqueo, por lo que comenzaron las tratativas y los ingleses levantaron el bloqueo.
1849:
Se firmó el tratado de paz. Los franceses, a su vez, retiraron sus buques debido a
la revolució n liberal en su propio país en 1848; el acuerdo se selló dos añ os má s tarde.

1850:
Rosas rompe relaciones con Brasil pero el Imperio busca la alianza del litoral
argentino, y la encuentra. Es por ello que considerará la derrota de Rosas en Caseros (3
de febrero de 1852) como una importante victoria.
En el momento en que Rosas rompe relaciones con Brasil, a fines de 1850, el
ministro de Relaciones Exteriores del Imperio le envía una nota a Urquiza solicitá ndole,
entre otras cosas: claro rompimiento pú blico con Rosas. Urquiza acepta las condiciones.

1851:
El primero de mayo Urquiza expide su Pronunciamiento donde reasume “el
ejercicio de las facultades inherentes a su territorial soberanía”, y por el cual la
provincia de Entre Ríos queda “en actitud de entenderse directamente con los demá s
gobiernos del mundo, hasta tanto que, congregada la Asamblea Nacional de las demá s
provincias hermanas, sea definitivamente constituida la Repú blica”.
Urquiza firma una alianza con los gobiernos de Montevideo y Brasil e intenta que
entre Paraguay en la misma, pero Ló pez dice que no tratará con una provincia, pues
necesitaba que proclamara su independencia absoluta de la Repú blica Argentina. Al no
ser éste el propó sito de Urquiza, Paraguay no participa del Ejército Grande.
Las tropas brasileñ as cruzaron la frontera del Uruguay en septiembre de 1851, y
lo mismo hizo Urquiza.

1852:
El 3 de febrero se producía el enfrentamiento en los campos de Caseros, donde
pelearon 50.000 hombres. Ante la derrota, Rosas renunció y se refugió en la Legació n
britá nica.
A fines de mayo se celebró la reunió n en San Nicolá s. Los gobernadores que
concurrieron nombraron a Urquiza Director provisorio de la Confederació n Argentina,
cargo que ocupó hasta que asumió como presidente constitucional (1854).

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La batalla de Caseros inicia otra época de auge en el periodismo porteñ o: tras el
restablecimiento de la libertad de imprenta el 28 de febrero, solamente en 1852
aparecieron 52 nuevos perió dicos.

1853:
Pese a las dificultades existentes y a la propuesta de uno de los diputados de
dejar las sesiones constituyentes hasta que cesaran los hechos bélicos entre Buenos
Aires y la Confederació n, la Constitució n se sancionó el primero de mayo, exactamente
dos añ os después del Pronunciamiento de Urquiza. La Constitució n Nacional fue
promulgada el 25 de mayo, y jurada por todas las provincias el 9 de julio de 1853.
La Constitució n de 1853 suprimió las trabas opuestas a la libre navegació n de los
ríos, a la habilitació n de nuevos puertos y al comercio interior; dispuso la formació n de
un tesoro federal, nacionalizando todas las aduanas exteriores y suprimiendo las
interiores, y aseguró a las provincias subsidios necesarios para cubrir sus presupuestos.
Pero Buenos Aires no aceptó esta “distribució n” de lo que consideraba sus recursos
propios de Aduana.
Después de jurada la Constitució n se dispuso la formació n del Colegio Electoral
para designar a los primeros miembros constitucionales del Poder Ejecutivo Nacional.
Justo José de Urquiza resultó electo como presidente.
1854:
Hilario Lagos se había refugiado en la Confederació n; desde allí planificó una
invasió n al norte de la provincia de Buenos Aires con otro general y unos quinientos
jinetes. Al ser vencidos, Urquiza informó que él no había fomentado la expedició n, y
para ratificar sus intenciones pacifistas firmó un convenio con Buenos Aires (el 20 de
diciembre de 1854) donde se acordaba mantener el statu quo anterior a la invasió n de
Lagos.

1855:
Poco tiempo después, el 8 de enero, se firmó un nuevo pacto de convivencia
ratificando el anterior y comprometiéndose a defender la integridad del territorio
argentino.

1857:
En las elecciones de 1857, tras duros incidentes durante los comicios, triunfó
Valentín Alsina. La prosperidad material que gozaba la provincia facilitó la
modernizació n del sistema de transportes y el progreso de la ciudad.

1859:
Con un crédito obtenido en Brasil, Urquiza equipó un gran ejército. Buenos Aires
le declaró la guerra, que Urquiza aceptó . Los ejércitos de Mitre y Urquiza se
confrontaron en Cepeda en octubre de 1859, y la Confederació n salió triunfante.
Si la provincia de Buenos Aires reconocía sin enmiendas la Constitució n, podría
enviar electores para que verificase la elecció n de Presidente de la Nació n hasta el
primero de enero de 1860. A Buenos Aires se le reconocerían sus propiedades.

1860:
Una comisió n formada por Bartolomé Mitre, Dalmacio Vélez Sarsfield, José
Má rmol, Antonio Cruz Obligado y Domingo F. Sarmiento presentó su informe en abril,
proponiendo reformas a la Constitució n de 1853. Las mismas tendían a asegurar los

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derechos de Buenos Aires, por lo que, contrariamente a su posició n histó rica,
reafirmaron el cará cter federal de la Constitució n, ya que la de 1853 sostenía un
gobierno central aú n má s fuerte.
En el momento de producirse la batalla de Cepeda, el país estaba en vísperas de
elecciones para el Colegio Electoral que designaría al presidente. Santiago Derqui y Juan
Esteban Pedernera fueron proclamados presidente y vicepresidente respectivamente
por el Congreso en febrero, y asumieron el 5 de marzo. Fue durante su presidencia que
se hicieron las reformas citadas a la Constitució n Nacional, ya que éstas fueron
sancionadas el 23 de septiembre de 1860.
Retirado Urquiza de la presidencia, se desfederalizó el territorio de Entre Ríos,
excepto la ciudad de Paraná que seguía siendo la residencia del gobierno nacional. Por
la legislatura entrerriana se decidió que la capital provincial fuera Concepció n del
Uruguay, y que el nuevo gobernador fuera, como antes, Urquiza. En Buenos Aires se
eligió como gobernador a Bartolomé Mitre quien, sin respetar el Pacto de Unió n de San
José de Flores, siguió denominando “Estado” a Buenos Aires (en vez de “provincia”) y
actuando como si fuera soberano.

1861:
Los ejércitos se encontraron en septiembre en Pavó n. Urquiza, creyéndose
derrotado aunque estaba venciendo, ordenó la retirada del ejército, dejando los cañ ones
en el campo de batalla y sorprendiendo a todos con su actitud. Cruza con sus tropas a
Entre Ríos y no obedece a los pedidos del presidente y mucha gente de su círculo que le
solicitaba que siguiera. Cansado de la guerra civil y de la política de Derqui, prefiere
negociar con Mitre: paz para Entre Ríos y Corrientes, mientras Mitre derribaba el
gobierno nacional.
En octubre, Mitre avanzaba sobre la provincia de Santa Fe y se apoderaba de
Rosario. Ya Derqui no tenía poder efectivo, por lo que renuncia en noviembre, y el
vicepresidente Pedernera se hace cargo del Poder Ejecutivo. Pero el primero de
diciembre Urquiza, como gobernador de Entre Ríos, reasumió la soberanía del antes
federalizado territorio de Paraná . Sin sede para gobernar, Pedernera declaró caducas
las autoridades nacionales el 12 de diciembre.

1862:
En enero, Urquiza le encomienda a Mitre la convocatoria al Congreso Legislativo
Nacional. Comenzaba la “paz” y la “unió n” bajo la hegemonía de Buenos Aires.
Luego de Pavó n hubo un breve lapso sin autoridad nacional. Reunido el Congreso
Nacional, éste nombró a Mitre Encargado del Poder Ejecutivo Nacional en abril; pronto
se realizaron los comicios de electores para Presidente de la Nació n. Bartolomé Mitre
salió electo presidente, y asumió el 12 de octubre.
Con Mitre se inició un proceso de centralizació n creciente del poder en manos de
las autoridades nacionales, que tuvo como eje la creació n y funcionamiento de la Justicia
Federal y del Ejército Nacional. Mitre le otorgaba importancia a la educació n elemental.

1863:
Las elecciones para legisladores en marzo fueron ganadas por los autonomistas.
Mitre debió gobernar con la oposició n interna en su propia provincia, esto obstaculizó
su labor.

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1855:
Entre diciembre y enero, Venancio Flores, con el ejército y la escuadra brasileñ a,
atacó Paysandú y le puso sitio. El desastre de Paysandú , obliga al gobierno blanco a
renunciar en febrero de 1865, y el colorado general Flores asume la presidencia. Debido
a esto, apenas comienza la guerra, Paraguay se queda sin su aliado. Peor que eso,
Uruguay pasa a ser su enemigo. El 1º de mayo de 1865 se firma el tratado de la Triple
Alianza entre Argentina, Brasil y Uruguay. Mitre estaría al frente de las operaciones
militares y el almirante brasileñ o Tamandaré al mando de la escuadra.
En el tratado, se declara que la guerra no es contra el pueblo paraguayo sino
contra el gobierno de Ló pez, y que se luchará hasta vencer. Si bien se declaraba que se
respetaría la integridad territorial del Paraguay, se tomaban como base los reclamos
má s amplios de los aliados: el territorio paraguayo se desmembraría entre Brasil y
Argentina, quedando para el Paraguay só lo la franja entre los ríos Paraná y Paraguay.
Ademá s se estipulaba que, vencido Paraguay, este país sería obligado a pagar los gastos
de la guerra.
A partir de la masacre del pueblo paraguayo, y sabiendo que la guerra cesaría
cuando se entregara Francisco Solano Ló pez, hubo un complot de personalidades
paraguayas contra él. Pero éste los descubrió y los ejecutó , aunque entre ellos estaban
dos de sus hermanos y el obispo de Asunció n. Continuó la guerra con la gente que
quedaba en pie, participando incluso niñ os de 12 añ os como soldados.

1866:
Reforma Constitucional. Esta modificació n se realiza a pesar de la oposició n de
los ganaderos de Buenos Aires, que no querían que se impusieran derechos de
exportació n sin obtener a cambio alguna ventaja para su provincia.

1869:

Las fuerzas aliadas entraron en Asunció n en enero de 1869, e instalaron un


gobierno pro aliado. Pero recién un añ o má s tarde, el primero de marzo de 1870,
Francisco Solano Ló pez es finalmente vencido y asesinado en Cerro Corá , junto con su
hijo de 15 añ os. Sarmiento continuó la obra emprendida por Mitre en cuanto a
legislació n, organizació n y modernizació n del país, así como le tocó el tramo final de la
guerra contra el Paraguay, en la cual falleció su hijo, Dominguito.También realizó el
primer censo nacional de població n.No tuvo que reprimir grandes levantamientos de las
montoneras, excepto los de Ló pez Jordá n debido a los cuales intervino militarmente la
provincia de Entre Ríos

1870:
Comenzó una epidemia de fiebre amarilla, diezmando la ciudad. La causa
probable fue la contaminació n de las aguas del río por la cantidad de cadá veres de la
guerra y por los sobrevivientes que regresaban de la misma.
Sarmiento creó la Escuela Normal de Paraná , y por ley se otorgaron becas a
cambio de que los becarios, una vez finalizados los estudios, prestaran servicios
gratuitamente durante tres añ os. En 1892 se dispuso que las becas para las Escuelas
Normales fueran concedidas a mujeres, ya que los hombres no cumplían con las

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obligaciones contraídas con el Estado, y en lugar de enseñ ar en las escuelas primarias
aspiraban a los cursos universitarios o se dedicaban a la política.
Sarmiento concibió la educació n como el factor prioritario en el proceso de
cambio y modernizació n, ya que existía una relació n entre el nivel de educació n y la
estabilidad política. Para convencer a la burguesía de la necesidad de educar a grandes
masas de la població n, afirmaba que la educació n era un elemento que enseñ a a
respetar la propiedad ajena aun “bajo el aguijó n del hambre”, haciendo a la vez de
“cadenas y sustentá culos” con respecto al orden social existente; otras veces calificaba a
la educació n como el mejor sistema de policía.
Avellaneda logró imponer su autoridad por la fuerza de las armas, y persiguió en
Santiago del Estero a quienes habían sido un baluarte del nacionalismo mitrista. Sin
embargo, para lograr una verdadera pacificació n, después de que el Consejo de Guerra
condenó a los militares sublevados al destierro, llevó adelante una política conciliadora
comenzando por conmutar las penas y luego promulgando una ley de amnistía a los
insurrectos.

1873:
La crisis de 1873 repercutió acá en los añ os siguientes: los precios de la lana
bajaron abruptamente, e incluso no había mercado para colocarlos. Aumentó nuestro
déficit en el comercio exterior y nuestra deuda por los productos industriales que
seguíamos adquiriendo. Se paralizaron las inversiones, quebraron establecimientos
(entre ellos el Banco Nacional) y se volvieron a Europa muchos de los inmigrantes que
habían venido al país. Avellaneda, interesado en mantener el flujo de capitales y de
inmigrantes, pensó que no debíamos suspender el pago de los intereses y
amortizaciones de la deuda externa argentina, y que teníamos la obligació n de
mantener nuestro honor pagando lo que correspondía.
Para poder pagar, rebajó en un 15 % los sueldos y las pensiones, suspendió obras
pú blicas, no pagó a los acreedores internos y se atrasó seis meses en el pago de los
sueldos de los empleados estatales. Se decretó el curso forzoso del papel moneda y se
emitió má s a fin de tener circulante.
La cuestió n irresuelta de la capital federal resurge cuando se perfila otro
candidato del interior como pró ximo presidente: Julio A. Roca. El Partido Nacionalista
de Mitre (liberal) consideraba que se aseguraba la continuidad del régimen con la
elecció n de Roca, y esto significaba la permanencia en el poder de los “caudillos
feudales” del interior. El Partido Autonomista Nacional (PAN), de corte conservador,
veía que entre sus principales opositores estaba el gobernador de la provincia de
Buenos Aires, Carlos Tejedor quien quería mantener los privilegios de la ciudad-puerto.
El gobierno nacional seguía siendo un simple “huésped” de la provincia de Buenos Aires,
y necesitaba tener espacios e instituciones propias.
Las elecciones fueron ganadas por Roca. Los nacionalistas compraron armas en
el extranjero, por lo que el gobierno nacional se trasladó al municipio de Belgrano. La
legislatura y el ejército se dividieron entre roquistas y del mitristas. El presidente
Avellaneda declaró en rebeldía a la provincia de Buenos Aires y se estableció el estado
de sitio. Las luchas entre ambos ejércitos fueron largas y cruentas durante el mes de
junio de 1880. Finalmente, el 30 de junio Tejedor renunció a la gobernació n. Avellaneda
envió al Congreso el proyecto de ley por el cual se federalizaba el municipio de Buenos
Aires. La ley fue sancionada el 21 de septiembre, pero faltaba la cesió n del territorio a
capitalizar por la Legislatura provincial. Después de un intenso debate en la Legislatura

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bonaerense, se aprobó en noviembre la ley provincial por la cual se cedía el territorio de
la ciudad de Buenos Aires, ya bajo la presidencia de Julio A. Roca.

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El Género de la época: Romanticismo
El romanticismo fue un intenso movimiento cultural que abarcó todas las artes.
Su cosmovisió n fue sentimental, es decir, tenía como centro el sentimiento y la emoció n
por sobre la razó n. Se originó en Alemania a fines del siglo XVIII y extendió su influencia
a América. Pero en Argentina se buscó originalidad, se planteó la necesidad de una
lengua nacional, liberada de las convenciones de la RAE y má s ligada a las expresiones
regionales y coloquiales. Dijo Sarmiento: “El idioma de América deberá ser suyo, propio,
con su modo de ser característico y sus formas e imá genes tomadas de las virginales,
sublimes y gigantescas que su naturaleza, sus revoluciones y su historia indígena le
presentan”. Los temas má s frecuentes fueron la patria, el amor irrealizable y la
naturaleza.
Echeverría, Gutiérrez, Alberdi, Má rmol, Sarmiento (escritores romá nticos)
asumieron que la conciencia nacional crecería sobre la base de aprovechar las ideas
europeas ligadas al progreso, la libertad y la democracia y de desprenderse de
costumbres y modos coloniales. Pero este ideario cuyo motor era la libertad de
pensamiento resultaba peligroso para la ideología del poder dominante, por eso Rosas
los combatió con dureza. Hostigando, de esta manera, que muchos escritores optaran
por el exilio.

La literatura gauchesca: la poesía gauchesca.


La poesía gauchesca es un fenó meno literario propio del Río de la Plata
(Argentina-Uruguay), y al mismo tiempo, es el má s típico y original de ambos países,
aunque no lo ú nico o má s representativo de ellos. Es uno de los géneros má s estudiados
hasta el presente en nuestro país y que má s ha suscitado el interés de los pú blicos y
estudiosos extranjeros.
Para algunos críticos corresponde diferenciar entre la poesía gaucha y la poesía
gauchesca. La primera es la primitiva poesía de los payadores rurales de fines del siglo
XVIII y siglo XIX, natural, espontá nea e inculta, la recitaban o cantaban acompañ ados de
guitarra y consistía en cantares, decires, romances o coplas de la tradició n oral; a veces
creaban o improvisaban en payadas sus propias piezas. Era un arte anó nimo. En cambio,
gauchesco se aplica al arte escrito e individualizado, fruto de la inteligencia de los
hombres cultos que compusieron poemas a imitació n de la poesía gaucha. Como es el
caso de Hidalgo, Ascasubi, del Campo y Herná ndez.
Hay un tercer caso, el de los escritores cultos que escribieron poemas de temas
gauchesco en lengua culta como Mitre y Rafael Obligado. Y, un cuarto caso que
corresponde a las obras en prosa de tema rural, algunas en lengua gauchesca totalmente
(Benito Lynch “El romance de un gaucho”) o el lenguaje totalmente culto (Enrique
Larreta “Zogoibi”).

El problema del origen:


Existen varias controversias en cuanto al origen de este tipo de poesía.
Para algunos críticos, tiene una base españ ola popular ingresada en el Río de la
Plata con los conquistadores y colonizadores, la cual fue repitiéndose de boca en boca y
adaptá ndose a la realidad americana hasta llegar a convertirse en la poesía de los
gauchos argentinos.
Sin embargo, otros estudiosos le asignan un cará cter autó ctono ya que la
consideran nacida de un hallazgo de los escritores cultos, a quienes se les ocurrió
incorporar a los gauchos y su lengua como una novedad para brindar novedad

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La Refalosa de Hilario Ascasubi
La composició n La Refalosa gira al siguiente eje temá tico: el gaucho Jacinto Cielo
es unitario y trabaja en la Legió n Argentina, en Montevideo. A él, le profiere una
amenaza un soldado rosista, degollador y mazorquero. Es siniestro ya que relata la
tortura a la que va a ser sometido. La intenció n es clara: mostrar có mo se tortura a los
adversarios políticos durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, como se implementa
el régimen del terror. Entonces, Jacinto Cielo será atado de pie, y los mazorqueros
comenzará n a herirlo con el cuchillo. Sus puntadas hará n chorrear la sangre, hasta que
el piso comience a cubrirse, y la víctima comience a resbalar. Los victimarios reirá n,
como si Cielo estaría bailando el ritmo folcló rico La Refalosa.
El poema es importante porque anticipa una temá tica que se repetirá
tristemente en la historia argentina del siglo XX: los torturadores-mazorqueros-
disfrutan del sufrimiento de las víctimas. No só lo, sino lo humillan, ya que previamente
desnudan por completo al unitario. Hay un paralelismo con el texto de Echeverría, El
Matadero; los mismos hombres que desgarran la carne de los animales, hunden el
cuchillo en los unitarios, con la misma violencia. La Confederació n Rosista es un
matadero, donde corre un río de sangre unitaria. La cuestió n exalta la barbarie de los
federales que «juegan» con su víctima y lo hieren hasta matarlo. Luego este unitario
será comida de los chanchos, y por supuesto el grito final de la mazorca es, Viva la Santa
Federació n! La idea de estas obras es: Los jó venes federales, entrenados en el cuchillo y
en la pelea, difícilmente podrían ser la cabeza pensante de una nació n.

El autor
Hilario Ascasubi nació en el pueblo de Fray Bentos, en la provincia de Có rdoba,
en 1807. Las circunstancias de su nacimiento fueron un tanto dramá ticas ya que su
madre lo dio a luz bajo una carreta rumbo a Buenos Aires.
El autor pasó los añ os de su niñ ez en Buenos Aires y los de su juventud, lejos de
la patria pues tenía poco má s de 12 añ os cuando fue reclutado de grumete en una goleta
llamada “la rosa Argentina” que emprendía viajes a EEUU. También recorrió lugares
como Portugal, Inglaterra, Francia, Chile, Bolivia y, finalmente, volvió Argentina.
En 1827 se incorporó al cuerpo de infantería que se organizaba en Salta con destino a la
Guerra del Brasil, sirviendo desde entonces a las ó rdenes de Paz y Lavalle. Recogió así
una rica y fecunda experiencia del alma popular en su convivencia con los gauchos de
las distintas provincias. Terminada la campañ a que dio libertad a la Banda Oriental,
Ascasubi se establece en Buenos Aires y se afilia al partido unitario.
En 1830 fue preso por orden de Rosas. Estuvo prisionero durante dos añ os hasta
que se ordenó su fusilamiento, el cual no pudo llevarse a cabo ya que Ascasubi se fugó
arrojá ndose desde la azotea hacia el foso que rodeaba las murallas, la distancia era má s
de 20 metros. Logró , así, huir a Montevideo, donde declaró la guerra a Rosas, cediendo
para esta empresa toda su fortuna. En la Batalla de Caseros fue ayudante del General
Urquiza.
Sin embargo, no es solo conocido por su valor y espíritu aventurero, sino
también por su amor a la literatura. En palabras de Don Vicente Fidel Ló pez se lo

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describe como “un poeta dotado de una notable fecundidad en la concepció n y en los
detalles de sus cuadros”.
Falleció el 17 de noviembre de 1875, en Buenos Aires poco tiempo después de
regresar de Francia.

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La Refalosa
De Hilario Ascasubi

Mira gaucho salvajón

que no pierdo la esperanza

y no es chanza

de hacerte probar que cosa

es «Tin Tin y Refalosa»

ahora te diré como es:

escuchá y no te asustés

que para ustedes es canto

más triste que viernes santo

Unitario que agarramos

lo estiramos o paradito nomás

lo agarran los compañeros

por supuesto, mazorqueros

y ligao con maniador doblado

ya queda coco con codo

y desnudito ante todo

¡Salvajón!

Aquí empieza su aflicción

luego después a los pieses

un sobeo en tres dobleces

se le atraca

y queda como una estaca

lindamente asigurao,

y parao lo tenemos

clamoriando y como medio chanceando

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lo pinchamos y lo que grita

cantamos «la refalosa y tin tin»,

sin violín.

Pero seguimos al son

de la vaina del latón

que asentamos el cuchillo y le

tantiamos con las uñas el

cogote.

¡Brinca el salvaje vilote

que da risa!

Finalmente:

cuando creemos conveniente,

después que nos divertimos

grandemente, decimos que al salvaje

el resuello se le ataje;

y a derecha

lo agarra uno de las mechas

mientras otro lo sujeta

como a potro de las patas

que si se mueve es a gatas

Entretanto nos clama por cuanto santo

tiene el cielo;

pero ahí nomás por consuelo

a su queja

abajito de la oreja

con un puñal bien templao

y afilao

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que se llama quita penas

le atravesamos las venas

del pescuezo

¿Y que se le hace con eso?

larga sangre que es un gusto,

y del susto

entra revolver los ojos

¡Que jarana!

Nos reímos de buena gana

y muy mucho

al ver que hasta les da chucho;

y entonces lo desatamos

y soltamos;

y lo sabemos

parar para verlo

refalar ¡en la sangre!

hasta que le da calambre

y se cai a patalear,

y a temblar

muy fiero, hasta que se estira

el salvaje; y lo que espira

le sacamos una lonja que apreciamos

el sobarla y de manea

gastarla, De ahí se le cortan las orejas,

barba, patillas y cejas;

y pelao lo dejamos

arumbao,

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para que engorde algún chanco,

o carancho.

Con que ya ves, Salvajón

Nadita te ha de pasar

Después de hacerte gritar

¡Viva la Federación!

Algunos simbolismos encontrados en la obra:

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La mazorca o mazorca: Segú n Echeverría La Mazorca era un grupo de hombres
especializados en el manejo del cuchillo, miembros de una fuerza policial utilizada por
Rosas para capturar y torturar unitarios. Algunos autores consideran a Encarnació n
Ezcurra, esposa de Rosas y llamada Heroína de la Santa Federación, como la impulsora y
jefa de dicho grupo.
En cambio, mazorca se refería a un tipo de tortura que tiene como fin introducir
por el flanco de la retaguardia del unitario, el fruto del cual ha tomado nombre. En las
cró nicas del período rosista hay repetidas alusiones a esta tortura para estigmatizar a
los federales como sodomitas. (Sodomía es un término de origen religioso que hace
referencia a comportamientos sexuales histó ricamente utilizado para describir el acto
del sexo anal u oral entre personas del mismo sexo y/o entre un humano y un animal.
Proviene de la ciudad de Sodoma, conocida en La Biblia como perversa y pecaminosa).
A su vez los federales representaban a los unitarios como afeminados y maricones.

“Sodomitas o maricones lo significativo es có mo los dos grupos políticos utilizaron la


figura de la transgresió n sexual o genérica para estigmatizar al otro.” (Salessi, 2010).

Tocar el violín o hacer bailar la refalosa eran formas de tortura y degü ello
recurrentes en las cró nicas y la literatura del período. El mismo Echeverría explicó que
“la resbalosa es la sonata del degü ello como lo indica la palabra misma: ella imita el
movimiento del cuchillo sobre la garganta de la víctima y se canta y se baila al mismo
tiempo”.

“Unitario que agarramos

lo estiramos;

o paradito nomás,

por atrás,

lo amarran los compañeros

por supuesto, mazorqueros,

y ligao

con un maniador doblao,

ya queda codo con codo

y desnudito ante todo.

¡Salvajón!

Aquí empieza su aflición.”

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La desnudez también simboliza esa transgresió n, era un principio de la tortura y
simbolizaba la vulnerabilidad del cuerpo del hombre susceptible, entre otras formas de
tortura, a la humillació n del género del hombre sodomizado.
En el poema de Ascasubi los mazorqueros, con cuidado para no matarlo,
desangraban al unitario haciéndole una incisió n cuidadosa que implicaba un
conocimiento de anatomía humana bastante preciso:

“abajito de la oreja,

con un puñal bien templao

y afilao,

que se llama el quita penas,

le atravesamos las venas

del pescuezo.

¿Y qué se le hace con eso?

larga sangre que es un gusto,

y del susto

entra a revolver los ojos.”

La descripció n de las características y el nombre específico del “puñal bien


templao y afilao que se llama el quita penas” utilizaban formas compuestas que hacían el
rescate realista o costumbrista de objetos característicos y vocablos de una cultura
específica. Así emergía el flujo de otro unitario que “larga sangre que es un gusto”. Y con
este “gusto” el poema volvía a entretejer tortura y placer, dolor y juego. Ya no el placer
estético del canto sino también un placer eró tico.
Después de describir a la víctima que ha empezado a desangrarse, el mazorquero
de Ascasubi exclamaba:
“¡Ah, hombres flojos!

hemos visto algunos de éstos

que se muerden y hacen gestos,

y visajes

que se pelan los salvajes,

largando tamaña lengua;

y entre nosotros no es mengua

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el besarlo,

para medio contentarlo.”

“Entre nosotros” -un plural que al final del poema quedaba connotado como federales,
mazorqueros, bá rbaros y sodomitas- el hablante del poema de Ascasubi afirmaba que
“no es mengua”, no era ser menos hombre, no implicaba una transgresió n elegir a otro
hombre como objeto sexual y besarlo en la boca cuando estaba “largando tamaña
lengua” al mismo tiempo que se iba desangrando.
La explicació n del título de la composició n de Ascasubi aparecía inmediatamente
después de la escena del beso, cuando el mazorquero explicaba que “entonces lo
desatamos y soltamos; y lo sabemos parar para verlo refalar ¡en la sangre!”

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Conclusión

Tras evaluar los posibles tó picos propuestos por la profesora Belén Amarillo,
decidimos trabajar el poema de Ascasubi, ya que ninguno de los integrantes del grupo
conocía al autor y su obra, y vimos en esta oportunidad la posibilidad de sumar
aprendizajes con respecto al tema.
Nos resultó muy ú til este abordaje, ya que nos acercó a la historia de nuestro país
y nos ofreció el disfrute de un arte nuevo para nosotros. Ademá s desarrollamos
nuestras capacidades de investigació n, resumen, redacció n, debate y métodos de
estudio. Adquirimos, en esta actividad, herramientas positivas para nuestra futura tarea
docente.

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Bibliografía

Eggers-Brass, T. (2006). "Historia Argentina. Una mirada crítica (1806-2006)".


Ituzaingó , Buenos Aires, Argentina: Editorial Maipue.

García Velloso, E. (1914). "Historia de la Literatura Argentina". Buenos Aires, Argentina:


Estrada.

Giusti, R. (1949). "Lecciones de Literatura Argentina e Hispanoamericana y Antología


Anotada y Comentada". Buenos Aires, Argentina: Estrada.

Loprete, C. (1973). "Literatura Hispanoamericana y Argentina". Buenos Aires,


Argentina: Plus Ultra.

Relatos (01/05/2015). “Urquiza, Rosas y Literatura de Barbarie- Segunda Parte” Relato


del Sur. Recuperado de: http://www.relatosdelsur.com/urquiza-rosas-y-literatura-de-
barbarie-segunda-parte/

Salessi, J. (2010). El (primer) Matadero. Recuperado de:


http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcd79v8

23
Conformació n del Estado Argentino: Cronología.................................................................................1
El Género de la época: Romanticismo.....................................................................................................11
La literatura gauchesca: la poesía gauchesca..................................................................................11
El problema del origen:.................................................................................................................. 11
La Refalosa de Hilario Ascasubi.................................................................................................................14
El autor............................................................................................................................................................. 14
La Refalosa.................................................................................................................................................... 17
Algunos simbolismos encontrados en la obra:........................................................................22
Conclusió n........................................................................................................................................................... 25
Bibliografía.......................................................................................................................................................... 27

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