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Como habíamos visto en la clase anterior, al renunciar Rivadavia como presidente

es que el Congreso mediante la ley del 3 de julio nombra como presidente provisional a
Vicente López y Planes.

El proyecto federal
Con el final del sistema presidencial en Buenos Aires se
restituyó la Sala de Representantes para elegir un nuevo
gobernador.
En agosto de 1827, Manuel Dorrego fue electo gobernador y
encargado de llevar adelante la representación de las
provincias en el plano internacional. Dorrego asumió el
gobierno en momentos sumamente difíciles: recibía
como herencia la guerra con Brasil, las divisiones
internas y una fuerte deuda interna y externa.
Dorrego perfeccionó la ley de enfiteusis de los campos
pastoriles y puso los campos agrícolas bajo un sistema
similar. El principal objetivo de su política financiera
fue el ataque al Banco Nacional.
Dorrego trató de obtener el
apoyo inicial de los ganaderos y Manuel Dorrego
decretó la libre exportación de
carnes. Con el respaldo y apoyo del estanciero Juan Manuel
de Rosas.
En favor de las clases populares, fijó precios máximos para bajar la presión del
costo de la vida; suspendió el régimen de reclutamiento forzoso de los desocupados y
prohibió el monopolio de artículos de primera necesidad. A mediados de 1828, gran
parte de la clase terrateniente, afectada por la prolongación de la guerra con Brasil retiró
a Dorrego su apoyo político y económico. Dorrego tuvo que firmar la paz con Brasil
aceptando la mediación inglesa que impuso la independencia de la Banda Oriental. Así
nació la República Oriental del Uruguay en agosto de 1828.
La derrota diplomática de la guerra con Brasil y el descontento de las tropas que
regresaban fueron utilizados como excusa por los unitarios para conspirar contra el
gobernador Dorrego. El partido unitario desató una campaña en la prensa con la
finalidad de desprestigiarlo, haciéndolo responsable de
la pérdida de la Banda Oriental.
Juan Lavalle fue uno de los militares que, tras volver de
la guerra con su división del ejército, intentó por la
fuerza de las armas desplazar a Dorrego. Lo consiguió
en diciembre de 1828 y disolvió la Sala de
Representantes. Dorrego huyó hacia la campaña, donde
fue protegido por el comandante de milicias, Juan
Manuel de Rosas.
Tras esta huida, Lavalle se hizo nombrar gobernador por una asamblea popular que él
mismo convocó. Dorrego finalmente fue fusilado el 13 de diciembre de 1828. Este
hecho no hizo más que acrecentar la división entre unitarios y federales.
El fusilamiento de Dorrego no marcó el fin del federalismo, por el contrario, impulsó a
Rosas a llegar al poder. En abril de 1829, y con el apoyo de Estanislao López, Juan
Juan Lavalle Manuel de Rosas logró derrocar a Lavalle en la batalla de
Puente de Márquez.

Hacia la consolidación
Luego de la batalla de Puente de Marquez, Rosas y Lavalle firmaron la paz mediante el
Pacto de Cañuelas el 24 de junio de 1829, en el que también acordaron llamar a
elecciones para conformar una nueva Junta de Representantes, que elegiría al
gobernador de Buenos Aires. Además, pactaron presentar una lista de candidatos única,
en la que se repartiera por mitades los unitarios y federales. También establecieron que
el gobernador fuera Félix de Alzaga y que sus ministros debían estar divididos entre un
bando y otro.
En la votación llevada a cabo el 26 de julio de 1829, sin embargo, los unitarios no
cumplieron con lo pactado y ganaron la elección. Rosas no convalidó el resultado y
rodeó militarmente a Buenos Aires, dejándola aislada del resto de las provincias. Ante
tal presión, se volvió a efectuar una reunión entre los líderes de ambos bandos en la que
se llegó a un nuevo pacto, el de Barracas, el 29 de agosto de 1829, en el que se
designaba como gobernador provisorio de Buenos Aires a Juan José Viamonte, cuyo
principal objetivo era hacer cumplir el Pacto de Cañuelas.
El gobernador Viamonte, federal moderado, estaba decidido a respetar el acuerdo, pero
sectores del partido federal, exigieron la restauración de la legislatura disuelta por el
golpe de diciembre de 1828.
En este contexto, el poderío militar de Rosas era muy evidente, y desde su lugar de
comandante general de campaña logró imponerle a Viamonte la forma de elección: no
se elegiría una nueva Junta de Representantes sino que se restituiría la que había
nombrado un año atrás gobernador a Manuel Dorrego. Siendo esta de preeminencia
federal, el resultado fue el esperable: el 8 de diciembre de 1829, la sala de
representantes designó gobernador de la provincia de Buenos Aires a Juan Manuel de
Rosas. Además, se les otorgó las facultades extraordinarias y se lo nombró “Restaurador
de las Leyes e Instituciones” de la provincia. Su designación a la primera magistratura
provincial estuvo acompañada de nuevo rituales tendiente a exaltar por un lado, el papel
del comandante de campaña en la pacificación de la provincia, luego de la guerra
interna desatada con el golpe del 1 de diciembre de 1828 y mostrar por otro lado la
hegemonía del partido gobernante, Rosas fue presentando ante la opinión pública como
el defensor de las instituciones ultrajadas por el motín unitario y como el único capaz de
controlar la conflictiva situación generada luego de la muerte de Dorrego. El título de
“Restaurador de las Leyes e Instituciones” pareciera marcar que su idea era continuar
con el orden republicano. El fusilamiento de Dorrego era un hecho muy presente y los
federales se posicionaban en contra de este tipo de actitudes que estaban “fuera de la
ley”. De esta manera, comenzaba el largo período de hegemonía federal en Buenos
Aires.
Para esa época, si bien Rosas ya se había consolidado como un líder popular, las
tensiones internas subsistían.

Cambi
os Mientras en Buenos Aires se sucedían los
enfrentamientos entre unitarios y federales, a fines de la
década de 1820, en las provincias del Noroeste las
posturas tampoco estaban claras. Facundo Quiroga

region seguía siendo el mayor referente, pero había provincias


que no tenían una posición tan cercana al caudillo
riojano.
En 1829, Juan Bautista Bustos, gobernador de Córdoba,

ales
tuvo que mediar frente a facciones opositoras en su
territorio. Luego de su participación en la guerra contra
Brasil, José María Paz, quien había sido aliado del
gobernador Bustos a comienzos de la década de 1820,
entabló relación con
Lavalle y buscó su
apoyo para derrocar
a
los federales de Córdoba. Sin embargo, Facundo Quiroga
aunque no encontró su adhesión para
destituir a Bustos y alzarse con el poder defendiendo al
bando unitario, en abril de 1829 avanzó sobre la provincia
de Córdoba con una tropa de ex combatientes de la guerra
contra Brasil y obtuvo una victoria importante sobre el
gobernador Bustos, quien huyó a La Rioja para refugiarse
bajo la protección de Quiroga. Paz se erigió como
gobernador de Córdoba y obtuvo el apoyo de Salta y
Tucumán.
El enfrentamiento entre el nuevo gobernador cordobés y
Facundo Quiroga no se hizo esperar. El general Paz logró dos José María Paz
victorias en La Tablada (junio de 1829) y Oncativo (febrero
de 1830). Esto le permitió extender su influencia en el Noroeste desde Córdoba. A comienzos
de 1830, estos territorios quedaron bajo hegemonía unitaria, mientras que en el Litoral y en
Buenos Aires –tras la victoria de Rosas– predominaba el federalismo.
Paz con el apoyo del ex gobernador Aráoz de Lamadrid, quien pretendía retomar el control de
Tucumán, pudo extender su influencia a San Juan y La Rioja, mientras que otras divisiones del
ejército que combatió en Brasil, que ahora apoyaban a Paz, ocuparon Mendoza, San Luis,
Santiago del Estero y Catamarca. De esta manera, el control de Paz se extendió por casi todo el
Noroeste y Cuyo.

La Liga Unitaria y el Pacto Federal


Mediante los tratados del 5 de julio y 31 de agosto de 1830, las provincias del interior (Córdoba,
Tucumán, Salta, Mendoza, San Juan, San Luís, La Rioja, Santiago del Estero y Catamarca)
formaron una liga de provincias denominada Liga Unitaria, la misma tenía carácter defensivo y
ofensivo, a su vez le quitó la representación de las relaciones exteriores a Buenos Aires y buscó
sancionar una Constitución propia. Desde Córdoba, el general Paz quedó a cargo del ejército
encargado de la defensa de esa nueva unidad política, no sólo frente a los enemigos federales de
otras provincias, sino también frente a eventuales disidencias internas.
Por otra parte, y en oposición a la primera es que se conformó un bando federal en el cual
también había disidencias. En primer lugar, los gobernantes de Corrientes y Santa Fe pugnaban
por sancionar rápidamente una constitución federal, mientras que Rosas trataba de dilatar cada
vez más ese momento. Como respuesta a la llamada Liga Unitaria, en 1831 se reunieron
representantes de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires para firmar el Pacto Federal.
El gobierno de Corrientes pretendía implantar rápidamente la nueva organización nacional, para
recibir parte de los recursos de la Aduana de Buenos Aires, y proponía la libre navegación de
los ríos Paraná y Uruguay, además de algún tipo de proteccionismo para las producciones
locales. En Buenos Aires, en cambio, se anhelaba el librecambio. Además, se pretendía el
control del comercio y los recursos de la Aduana. Luego de evaluar la posibilidad de que el
pacto no se firmara, Rosas decidió ceder en algunos puntos que no dejaron del todo conforme al
delegado correntino, por lo que el 4 de enero de 1831 el Pacto Federal se firmó entre Buenos
Aires, Santa Fe y Entre Ríos.
Entre otras cosas, este pacto establecía la creación de una Comisión Representativa de los
Gobiernos de las Provincias Litorales en Santa Fe, conformada por un diputado de cada una de
las provincias. Esta institución tendría a su cargo la decisión sobre maniobras de ataque y
defensa militares y la facultad de llamar a una Asamblea Constitucional.

La ofensiva del bando federal


La primera gran ofensiva del bando federal se dio en marzo de 1831 a cargo de Facundo
Quiroga quien en poco tiempo logró dominar el sur de Córdoba, San Luis y Mendoza.
Mientras tanto, a la espera de una ofensiva del gobernador de Santa Fe, Estanislao
López, el general Paz cayó prisionero del ejército adversario.
Esto marcó la suerte del bando unitario: el gobernador Aráoz de Lamadrid no pudo
contener los avances de Quiroga en Tucumán y fue vencido en noviembre de 1831. Con
esta última conquista, el bando federal obtuvo bajo su dominio gran parte del territorio
que había perdido en manos de Paz. Además, en agosto de ese año, Corrientes había
decido sumarse al Pacto Federal.

El fin de
la Liga
En noviembre de 1831, la Liga Unitaria se desmoronó y se delinearon tres caudillos con
sus respectivas áreas de influencia: Facundo Quiroga en el Noroeste y Cuyo, Estanislao
López en el Litoral y Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires. A partir de entonces,
comenzó un período de disputa interno en el sector federal entre los tres caudillos.
A causa del conflicto en torno al Pacto Federal y la Comisión Representativa que allí se
nombraba, Rosas veía la Comisión Representativa nombrada por el Pacto Federal como
una institución que le hacía perder poder, sobre todo en el terreno de las relaciones
exteriores; por eso fue el principal opositor a la existencia de la Comisión.
Rosas intentó entonces que las demás provincias se unieran al Pacto Federal para que la
hegemonía de Buenos Aires no fuera puesta en cuestión. El resultado fue la formación
de una confederación de provincias, que encomendaban la gestión de las relaciones
exteriores en el gobierno de Buenos Aires. No obstante, las provincias mantenían su
plena soberanía en todos aquellos asuntos cuya resolución no hubiesen delegado en
Buenos Aires.

Rosas gobernador de Buenos Aires


(1829-1832)
Rosas asumió el gobierno de la provincia con el apoyo de
todos los sectores sociales que veían en él la personalidad
capaz de restablecer el orden y la paz. Contaba con la
adhesión tanto de los sectores altos como de los grupos
sociales más bajos.
La Sala de Representantes, que ya le había delegado las
facultades extraordinarias, lo declaró Restaurador de las
leyes e instituciones de la provincia de Buenos Aires y le
confirió el grado de brigadier general.
Las facultades extraordinarias eran delegaciones,
concedidas al gobernador (Poder Ejecutivo) por la Sala de
Representantes (Poder
Juan Manuel de Rosas Legislativo), de ciertas
atribuciones que le permitían tomar
resoluciones con mayor rapidez y la facultad de suspender la seguridad individual,
gracias a la cual podía disponer detenciones sin intervención del Poder Judicial.
Las facultades extraordinarias le fueron otorgadas por un período de tiempo limitado (de
un año), debiendo dar cuenta del uso que hiciera de las mismas.
Bajo el imperio de su autoridad, respaldada en esas facultades, restableció el orden y la
paz en la provincia, ordenó las finanzas y estableció un severo control del gasto público.
Esas facultades expiraron el 3 de mayo de 1830, y el debate sobre si se le renovaban
dichas facultades reinició las antiguas disputas entre la oposición.
El gobierno de Rosas estableció un nuevo orden político en la provincia de Buenos
Aires, aunque no modificó las prácticas de los gobiernos anteriores. El rosismo se
mantuvo en el poder gracias a su popularidad entre las masas rurales y urbanas, así
como a su alianza con la elite terrateniente y mercantil porteña.
Los principales argumentos eran el orden y el federalismo, en contraposición con la
“anarquía” de la guerra civil y el salvajismo de los unitarios.
El primer gobierno de Rosas se caracterizó por la edificación de un sistema político muy
alejado de las ideas ilustradas de reformadores como Rivadavia.
De esta manera, el gobernador utilizó sus facultades extraordinarias para limitar la
libertad de prensa y obligó a empleados públicos, abogados, médicos y comerciantes a
usar el distintivo rojo punzo, que identificaba a los federales.
Luego de la derrota de los unitarios en el Interior, en el Partido Federal porteño surgió
una división entre quienes defendían las facultades extraordinarias con que Rosas había
sido investido y quienes creían que era necesario devolver a los ciudadanos el goce
pleno de las garantías individuales. Rosas aducía que la situación política no se había
normalizado lo suficiente como para que el Poder Ejecutivo perdiese dichas facultades.
A su juicio, la normalización institucional llevaría al resurgimiento de las divisiones y a
una mayor inestabilidad política.
En el plano político, quedaba claro que el sistema institucional, con variantes en cada
provincia, era en gran medida republicano. En todo el territorio existía algún tipo de
mecanismo de elección que legitimaba la persona que ejercía el poder.
Por otro lado, el proceso de ruralización del territorio tuvo como consecuencia que los
sectores rurales tuvieran representación política y se erigieran como un sector
importante dentro de los cargos públicos.
A la par de este proceso de ruralización, se produjo uno de militarización. Por la
situación de guerra permanente (externa e interna), cada provincia contaba con un grupo
de gente armada, muchos de los cuales formaban milicias. El poder militar era
importante para promover o remover a algún funcionario público. La dificultad de
mantener un ejército nacional hacía que quienes pudieran hacerse cargo de un grupo de
hombres armados contaban con la potencialidad de poder influir en el terreno político.
Los caudillos, por lo tanto, solían ser comandantes o generales de ejércitos o milicias,
además de ejercer un cargo político.
Durante la década de 1820, los intentos por centralizar el poder habían sucumbido frente
a la presión de las provincias. Hacia 1830, el grupo federal se había impuesto
claramente sobre el unitario, sofocando los últimos intentos del general Paz por
implantar su hegemonía.
Terminado su periodo de gobierno el 5 de diciembre de 1832, Rosas fue reelegido, pero
sin facultades extraordinarias, por lo que renunció.

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