Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Mignolo argumenta que la emergencia de la idea del "hemisferio occidental" cambió tanto
la percepción interna como la externalidad del imaginario occidental. Destaca que esta
transformación del imaginario tuvo importantes implicaciones para las relaciones entre el
sur y el norte en las Américas, así como para la configuración de identidades como la
"Latinidad" en los Estados Unidos y la diversidad afro-americana en diferentes regiones.
En última instancia, Mignolo destaca el papel fundamental que tuvo la idea de "hemisferio
occidental" en la configuración del mundo moderno/colonial, subrayando que las
Américas no fueron simplemente incorporadas a una economía capitalista-mundo ya
existente, sino que su creación como entidad geo-social fue el acto constitutivo del
sistema-mundo moderno.
El texto también resalta que la visibilidad de la diferencia colonial comenzó a surgir con los
movimientos de descolonización e independencia desde finales del siglo XVIII hasta la
segunda mitad del siglo XX. La "emergencia de la idea del hemisferio occidental" se
presenta como un momento importante en esta evolución.
La sección se centra en la idea de "doble conciencia", introducida por W.E.B. Du Bois, que
capta el dilema de las subjetividades formadas en la diferencia colonial. La conciencia
vivida desde la diferencia colonial es doble debido a la subalternidad colonial, y esta doble
conciencia genera diversas perspectivas y experiencias, como las de Rigoberta Menchú y
Gloria Anzaldúa.
El autor sostiene que el principio de doble conciencia es característico del imaginario del
mundo moderno/colonial desde las regiones marginales de los imperios, como las
Américas, África, Asia y el Sureste Asiático. También menciona cómo la doble conciencia se
manifiesta en la actualidad en migraciones masivas a Europa y Estados Unidos.
En esta sección, el autor explora la idea de "hemisferio occidental" y cómo esta noción es
interpretada y utilizada de manera ambigua. La idea de hemisferio occidental representa
tanto diferencia como similitud. Aunque la expresión se originó en el inglés de las
Américas, su significado varió según el contexto y la perspectiva de los actores
involucrados.
Jefferson imaginaba una América "para sí misma", donde los países americanos se
desvincularían de la dependencia europea y establecerían gobiernos propios. Bolívar, por
su parte, buscaba la formación de una gran nación americana, aunque no creía que el
Nuevo Mundo estuviera listo para una gran república en ese momento.
El autor también señala las diferencias geográficas entre las Américas ibérica y sajona,
refiriéndose a cómo la América ibérica se extendía hacia el oeste hasta California y
Colorado, mientras que la América sajona se limitaba a lugares como Pensilvania,
Washington y Atlanta.
El autor también resalta que la conciencia criolla negra en Haití tenía características
distintas debido a la herencia africana y la situación de dominación colonial francesa en el
Caribe. A diferencia de la conciencia criolla blanca, que se centraba en la separación de
Europa y la autodeterminación de América, la conciencia criolla negra se formó en contra
de la esclavitud y la opresión colonial francesa.
En resumen, esta sección explora cómo las ideas de "hemisferio occidental" y "nuestra
América" eran figuras fundamentales en el imaginario de la conciencia criolla blanca post-
independencia, pero no eran comunes en el imaginario amerindio o afroamericano. Se
resalta la doble conciencia criolla blanca en relación con Europa y cómo esta se convirtió
en la base de la formación de la conciencia nacional, mientras que las perspectivas criolla
negra, amerindia y afroamericana enfrentaron desafíos y opresiones únicas en el contexto
del mundo moderno/colonial.
El autor enfatiza que la idea del "hemisferio occidental" ganó fuerza como un concepto
geopolítico y geo-cultural en ese período. Se menciona el bloqueo naval a Venezuela por
parte de Alemania e Inglaterra debido a problemas de deuda externa. Este evento
proporcionó una oportunidad para revivir el reclamo de autonomía del hemisferio
occidental, ya que el bloqueo afectó directamente a un país latinoamericano. Esto condujo
a la rearticulación y reinterpretación de la Doctrina Monroe desde una perspectiva
multilateral, involucrando a todos los Estados de las Américas.
Se hace referencia a la propuesta del diplomático argentino Luis María Drago, quien sugirió
que la Doctrina Monroe podría aplicarse desde cualquier parte del hemisferio occidental y
no solo desde Estados Unidos. Sin embargo, esta perspectiva no fue bien recibida en
Washington, ya que se consideraba la Doctrina Monroe como una doctrina de política
nacional y unilateral.
En resumen, esta sección explora cómo la idea del "hemisferio occidental" experimentó
una evolución en su interpretación y aplicación a lo largo del tiempo, desde los esfuerzos
de descolonización liderados por los criollos hasta la consolidación de una perspectiva más
unilateral durante el siglo XX, lo que influyó en la configuración del sistema-mundo
moderno/colonial y en la dinámica entre las Américas y Europa occidental.
En esta parte, el autor hace una crítica al concepto de "geo-cultura" propuesto por
Immanuel Wallerstein y su limitación para comprender plenamente la dinámica del mundo
moderno/colonial, especialmente en relación con la contribución de las diferencias
coloniales y la emergencia del hemisferio occidental en el imaginario de la modernidad.
Se menciona que Wallerstein introdujo el concepto de "geo-cultura" como la imagen
ideológica hegemónica sustentada por la clase dominante desde la Revolución Francesa
hasta la crisis de 1968 en Francia. Sin embargo, el autor critica que este enfoque deja de
lado las contribuciones de la diferencia colonial y la diferencia imperial en la configuración
del mundo moderno/colonial. Aunque Wallerstein describió la geo-cultura como el
imaginario hegemónico de la segunda fase de la modernidad centrado en Francia,
Inglaterra y Alemania, no consideró adecuadamente las contribuciones desde la diferencia
colonial y la perspectiva de las Américas.
Wallerstein, por un lado, pronosticó un nuevo orden económico entre 1990 y 2025/2050, y
sugirió la posibilidad de alianzas entre Estados Unidos y Japón, así como entre Rusia y la
Unión Europea. Estos escenarios plantearían reconfiguraciones significativas en el orden
mundial.
Por otro lado, Huntington, con su clasificación de las civilizaciones, planteó que las guerras
futuras serían más entre civilizaciones que entre ideologías o intereses económicos. El
autor enfatiza cómo estas teorías tienen implicaciones en las relaciones internacionales y
en los movimientos migratorios.
El autor también discute cómo el término "hemisferio occidental" cede lugar al término
"Atlántico Norte" en el nuevo imaginario geopolítico. Esto refleja un cambio en la
percepción de las relaciones internacionales y resalta la relación entre los Estados Unidos y
Europa, al mismo tiempo que margina a América Latina. Se señala cómo la cuestión de ser
parte de la civilización occidental varía en su significado según la perspectiva de diferentes
grupos, especialmente las poblaciones indígenas y afrodescendientes.
Finalmente, el autor destaca cómo los movimientos sociales, como el zapatismo, y las
migraciones están generando la emergencia de discursos y fuerzas que desafían la noción
tradicional del hemisferio occidental y el Atlántico norte. La idea de "más allá del
hemisferio occidental y del Atlántico Norte" sugiere la posibilidad de superar las divisiones
y los paradigmas coloniales que han estructurado el mundo moderno/colonial.