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La lingüística: su objeto y su método

La especulación en torno a la preocupación por los asuntos concernientes al lenguaje iniciada por
los griegos fue mantenida por los latinos, adoptada durante toda la edad media y seguida por los
estudiosos de los siglos XVII y XVIII. Se desarrolló adscrita a la filosofía desprovista de toda visión
científica y se organizó en la llamada gramática tradicional. Esta primera etapa en los estudios del
lenguaje se caracteriza, de acuerdo con Jorge Vidal Castro R. y otros “por entender el lenguaje
como expresión del pensamiento, por otorgar primacía al lenguaje escrito sobre el oral y por ser
prescriptiva o normativa.” (1999, pág. 23). En esta etapa la gramática sólo persigue diferenciar
entre las formas correctas e incorrectas. En todos estos veinticuatro siglos el objeto de estudio
lingüístico fue la lengua escrita. Aún hoy, hay interesados en el tema que se ubican en estas líneas
de pensamiento.
Una segunda faceta en el interés por los estudios del lenguaje se presenta en la filología. Aunque
este tipo de estudios se asocia con el movimiento emprendido a partir de 1777 por August Wolf y
se continúa en la actualidad, según Saussure (1983, pág. 65) ya en Alejandría existía una escuela
“filológica”. El interés de la filología no se centra exclusivamente en la lengua. Su objetivo es sobre
todo “fijar, interpretar, comentar los textos” (Saussure, 1983, pág 65); este interés la lleva a
ocuparse de la historia literaria, de las costumbres, de las instituciones, etc.; para lo cual usa el
método de la crítica. Si se interesa por la lengua es para caracterizar la lengua particular de
autores, para hacer análisis comparativo diacrónico de textos o para descifrar y explicar
inscripciones hechas en lenguas arcaicas.
Otra face se da entre los siglos XVIII y XIX con la gramática comparada, la gramática histórica y los
neogramáticos. En esta época los estudios se centran en la comparación de lenguas y se
desarrollan con criterio historicicista. Se aplicaba el método comparativo, se buscaba reconstruir la
lengua que dio origen a todas las demás, es decir, su interés es la filogénesis lingüística; claro, se
centra en las lenguas indoeuropeas.
A partir de la comparación de lenguas se establecieron las clasificaciones genéticas de las mismas.
Se descubrió que con el discurrir diacrónico se da el cambio lingüístico, y es ya un universal
lingüístico que todas las lenguas cambian. Si bien los neogramáticos se ocuparon de la búsqueda
de las leyes que rigen el cambio sonoro y llegaron a explicar las mismas, siempre lo hicieron a
partir del método comparativo. Pero estos investigadores a pesar de emprender un fecundo campo
estudio no. En los comienzos del siglo XX, una de las preocupaciones de la lingüística fue la
búsqueda de su ubicación en el vasto conglomerado de las ciencias. Se dice que “la lingüística
como ciencia sólo aparece en la actual centuria, debido, en especial, al hecho de haber definido el
objeto de su estudio… y pudo por sí misma buscar los métodos más adecuados para la descripción
de ese objeto de estudio…” (León Gómez, 1984, pág. 98).
Dos hitos marcan el establecimiento y desarrollo de la ciencia lingüística en el siglo XX. El primero
está centrado en las ideas de Saussure, las cuales están plasmadas en su obra el Curso de
Lingüística General” (1916). En éste Saussure define el objeto de estudio de la ciencia lingüística: la
lengua (oral y escrito) despojada de todos los factores extralingüísticos y adopta un método eficaz
para la descripción de ese objeto: el método inductivo. Dentro de este se implementaron técnicas
muy valiosas para el logro de la caracterización de los diferentes niveles de la lengua, como las
aplicadas por la Escuela de Praga para determinar el inventario fonológico de las lenguas. A esta
forma de concebir los estudios acerca del lenguaje se le llamó estructuralismo; una de cuyas
características es la prelación de la lengua oral sobre la escrita. La lingüística estructural tuvo varias
divisiones, entre ellas la escuela estadinense, la cual centró su interés en las ágrafas lenguas
amerindias. Ellos buscaban a partir de un corpus recogido configurar la gramática de la lengua en
cuestión, es decir, descubrir y describir tal lengua. Se caracteriza por ser una lingüística
eminentemente descriptiva. Las tendencias europeas centraron su interés en las lenguas
indoeuropeas.
El otro hito de los estudios lingüísticos en el siglo XX es la aparición de la Gramática Generativa
Transformacional de Noam Chomsky, cuyos supuestos teóricos se publican en la obra Estructuras
sintácticas en 1957. Con esto la lingüística adquiere un nivel más de formalización, ya no se
contenta con la descripción y se vuelve explicativa de los fenómenos lingüísticos. Y tal como lo
manifiesta Gómez (1984, pág 101) “…uno de los objetivos de la lingüística no es meramente la
descripción empírica de los fenómenos del lenguaje, sino también la explicación de los mismos.”
Para Chomsky una gramática ha de reflejar la competencia lingüística de un hablante-oyente ideal.
Sus estudios se enfocan en los aspectos sintáctico y semántico de la lengua.
A partir de la decada de 1970 surge en Alemania otra concepción en relación con los estudios del
lenguaje: el análisis lingüístico debe superar la oración y trabajar en la descripción de la estructura
del texto o discurso. La lingüística del texto supera en muchos aspectos los presupuestos teóricos
del generativismo semántico-sintáctico. Desde la gramática tradicional hasta la gramática
generatira transformacional la unidad de mayor de análisis siempre fue la oración; ahora se
señalaba que el objeto de una teoría lingüística no ha de ser solamente la oración sino el “acto
comunicativo en su totalidad”. Con esta orientación se llevan a cabo trabajos en los que se trata de
demostrar la validez de las estructuras discursivas, o trabajos donde se analiza como uno de los
aspectos más importantes del discurso la coherencia que debe existir entre las oraciones que lo
estructuran. A partir de 1970 se trabaja en la tríada esencial y básica dentro de la textolingüística:
el análsis del discurso, la pragmática y la teoría de la acción. Desde Sassure, por la misma
naturaleza de la ciencia, la teoría lingüística se ha ido perfeccionando. Es así que, si bien Saussure
establece explícitamente que la lengua es el objeto de estudio de la lingüística porque se puede
tomar como “norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje” (1983, pág 74); Robins en su
libro Lingüística General, publicado por primera vez en lengua inglesa en 1971, manifiesta que “En
este libro se hacen algunas referencias a las principales controvesias que no han sido resueltas”
dentro de la ciencia lingüística, y aclara que “La lingüística general puede ser definida como la
ciencia del lenguaje.” (1995, pág. 25). Para este autor hay que diferenciar entre la lingúística
general como ciencia o estudio científico del lenguaje y el estudio de cada lengua en particula.
Para el autor mencionado en el párrafo anterior, “La lingüística general se ocupa del lenguaje
humano, en cuanto éste es una parte universal y reconocicida del comportamiento humano, y de
las facultades del hombre, tal vez una de las partes más esenciales para la vida humana… podría
hablarse del lenguaje humano como de un conjunto abstracto de características, quiza reflejo de la
parte de la estructura de la mente o el cerebro humanos heredada biológicamente”; esto es a lo
que se llama gramática universal, universales lingüísticos o universales del lenguaje. La evidencia
de esto, para su reconocimiento y estudio proviene de las lenguas individuales, por lo menos tres
mil en todo el mundo. Para el estudioso de la lingüística ninguna de ellas debe ser más importante
que otra. Su oficio es encontrar cómo se manifiestan esos universales en las lenguas que en
particular estudie. Entonces ¿por qué podemos decir que la lingüística es una ciencia? En esto
seguiremos a Robins (1995, pág 33):
“Al decir que la lingüística es una ciencia en el sentido estricto queremos decir que se ocupan de
un específico cuerpo de material, denominado lenguaje oral y escrito, y que se desarrolla mediante
operaciones que pueden ser comunicadas o descritas públicamente, así como justificadas por
referencias a principios capaces de ser establecidos y a teorías capaces de ser formuladas. Su
propósito al proceder así es el análisis del material y la elaboración de formulaciones generales
que sinteticen, y en la media de lo posible reduzcan a reglas y regularidades, la infinita variedad de
los fenómenos (enunciados verbales o escritos) que caen dentro de su alcance.”

La lingüística es una ciencia empírica porque su objeto de estudio es observable por medio de los
sentidos. Dentro de las ciencias empíricas la lingüística es una de las ciencias sociales porque los
hechos que constituyen sus datos son parte del comportamiento de los seres humanos en sus
relaciones con otros.

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