OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO

DE LOS PRÍNCIPES

LIBRO TERCERO
CAPÍTULO
SE CONSIDERA Y SE PRUEBA QUE TODO PODER VIENE
DE DIOS, CONSIDERADA LA NATURALEZA DE SU SER
"El corazón del rey está en ma-
nos de Dios, quien lo inclinará a lo
que Él quisiere" (Prov. 21, 1); y se
dice que aquel gran monarca de
oriente, Ciro, rey de los persas, con-
fesó lo anterior por edicto público.
Tras la victoria sobre Babilonia, la
que destruyó hasta los cimientos, y
muerto su rey Baltasar, dijo, según
la historia nos narra en el libro de
Esdras: "El Señor Dios del cielo me
'1· ha dado todos los reinos del mun-
. do" (1, 2). Es, pues, claro, que todo
poder viene de Dios como primer
gobernante. Esto se puede mostrar
de tres maneras, como lo dice el Fi-
lósofo: en cuanto ser, en cuanto mo-
tor y en cuanto fin.
Por razón del ser, porque todo
ser se ha de reducir a un ser prime-
ro, como a principio de todo ·ser,
como todo lo caliente se reduce a lo
cálido del fuego, como muestra el
Filósofo en el libro 11 de la M etafí-
sica. Así pues, por la misma razón
oor la que todo ser depende de un
ser primero, también todo gobierno,
ya que éste se funda sobre el ser, y
tanto más es un ser noble, en cuan-
to precede por su gobierno a otros
hombres que son por naturaleza sus
iguales. De donde se deduce que ha
de gobernar no con soberbia, sino
humanamente, como dice Séneca en
su epístola a Lucilo. Por ello se es-
cribió en el Eclesiastés: "¿Te han
hecho gobernante? No te sientas su-
oerior, sino sé como uno de ellos"
56
1
(32, 1). Pues así como todo ser de-
pende de un primer ser, que es su
orimera causa, así todo gobierno de
la creatura viene de Dios como del
primer gobernante y orimer ser.
Además, toda multitud tiene su
origen en la unidad, y es medida por
la unidad, como declara el Filósofo
en el libro X de la Primera Filoso-
! ía; luego del mismo modo la mul-
titud de gobernantes tiene su origen
en un primer gobierno, que es Dios,
corno vemos en las cortes reales,
donde muchos ejercen oficios oero
dependientes de uno, que es el rey.
Por ello dice el Filósofo en el libro
XII de la Primera Filosofía que
"Dios se relaciona con todo el uni-
verso como un jefe con su ejército
del cual jefe depende toda la rnul~
titud de campamentos". Por ello
Moisés en el l!xodo illama a Dios
Conductor del pueblo: "Fuiste jefe
del pueblo que redimiste con tu mi-
seri~ordia': (15, 13). Así, pues, todo
gobierno tiene su origen en Dios.
Añádese que toda virtud está nro-
porcionada al ser del cual es virtud,
y se le adecúa, porque la virtud flu-
ye de la esencia de una cosa, como
dice el Filósofo en los libros I y 11
Del Cielo. Así, pues, como depende
un ser creado del increado, que es
Dios, así depende todo poder crea-
do del increado. Y esto se presuoo-
ne en todo gobierno, porque no hay
uno sólo donde no se dé un poder
o virtud; luego todo gobierno proce-
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
de de la virtud increada, que es
Dios, corno antes se dijo. Por eso
dice el Apóstol en su carta a los He-
breos, cap. 1, que "Dios gobierna
todo con la virtud de su Palabra".
Y en el Eclesiastés está escrito que:
"Uno y altísimo es el creador omni-
potente de todo, rey poderoso, el
CAPÍTULO
LO MISMO SE PRUEBA A PARTIR DEL MOVIMIENTO
DE CUALQUIER. CREATURA
No sólo por razón del ser, sino
también por razón del movimiento,
se prueba que todo dominio viene
de Dios. Y en primer lugar hemos
de tomar el argumento del Filósofo
en el libro VIII de la Física: "Todo
lo que se mueve, tanto en el motor
como en lo movido, no puede pro-
ceder al infinito; luego es necesario
llegar a un primer moviente inmu-
table, que es Dios, o sea la causa
primera". Y entre los hombres, quie-
nes más cumplen con la noción de
movimiento son los reyes y prínci-
pes, y todos los que gobiernan, sea
al gobernar, sea al juzgar, sea al de-
fender, sea en cualesquier acto que
se refiera al cuidado del régimen.
Por eso Séneca, al escribir a Polibio
consolándolo, le dice acerca de Cé-
sar, para exhortarlo al menosprecio
del mundo: "Cuando quieras olvi-
dar todas las cosas, piensa en el Cé-
sar. Ve cuánto debes a la fidelidad
de esa vida entregada y a sus cui-
dados, y entiende que no te es más
lícito a ti doblegarte que a él. Él es
quien se ha entregado por comple-
to, y en cuyos hombros descansa el
mundo. Y precisamente porque todo
Je es permitido, nada le es lícito. Su
vigilia protege las casas de todos,
su trabajo el descanso de todos, su
esfuerzo los placeres de todos, y su
ocupación el reposo de todos. Por
todo esto se ha dedicado César al
57
Dios gobernante que se sienta sobre
su trono, a quien todos deben te-
mer" (1,_ 8). Por estas palabras es
claro de quién procede en las crea-
turas todo ser, poder y obrar, y por
consiguiente todo gobierno, y mu-
cho más de quién depende el del
rey, como antes se mostró.
11
orbe, se ha desprendido de sí mis-
mo; y al modo de las estrellas, que
desarrollan siempre sus cursos sin
descanso, a él nunca le es permitido
el vivir para sí ni hacer lo que le
pertenece a él solo". Si pues los re-
yes y otros gobernantes tanto tie-
nen que mover, no podrán realizar-
lo sino por influencia y virtud del
primer moviente, que es Dios, como
antes se dijo. Por eso en el libro de
la Sabiduría, al enumerar los efec-
to:. de la divina virtud por su sabi-
duría, queriendo el autor mostrar
cómo todas las cosas participan de
la influencia del movimiento divino,
dice lo siguiente: "La sabiduría su-
pera en movilidad a todo movimien-
to; todo lo penetra y atraviesa en
virtud de su pureza" (7, 24). Y lla-
ma la divina virtud para moverlo
todo, absoluta, e:ircelsa y pura, a se-
meianza de un rayo de luz, que en
este punto imita la naturaleza di-
vina.
Además, toda causa primaria in-
fluye más en el ser causado por la
causa secundaria; y la causa prime-
ra es Dios. Luego si todas las cosas
se mueven por virtud de la primera
causa, y todo recibe la influencia
del primer moviente, también el mo-
vimiento de los señores se dará en
virtud de Dios, y de un Dios primer
moviente.
Añádase que, si hay un orden en
58 TOMÁS DE AQUINO
los mov1m1entos corporales, mucho
mayor lo habrá en los espirituales.
Así vemos en los cuerpos, cómo los
inferiores se mueven por los supe-
riores, y todo se reduce al supremo
movimiento, que según dice Ptolo-
meno en la distinción 1 del Almages-
to, corresponde a la esfera novena,
y según Aristóteles en el libro 11
Del Cielo, a la octava. Pues si todos
los movimientos corporales están re-
gulados por un primer movimiento,
y son influidos por él, cuánto más
las sustancias espirituales, por la ma-
yor semejanza que tienen entre sí.
De ahí que son más capaces de reci-
bir la influencia del primero y su-
premo moviente o motor, que es
Dios. De este movimiento trata Dio-
nisio en el libro De los Nombres Di-
vinos y De la Jerarquía Celestial,
distinguiendo entre ellos, como en-
tre los cuerpos, los tres tipos de mo-
vimiento, a saber circular, recto y
oblicuo. Tales movimientos son las
iluminaciones que reciben de los es-
píritus superiores para actuar, como
explica el mismo Doctor; y para r:e-
cibir dicha iluminación es necesaria
la disposición de la mente, en la
cual se da la influencia del movien-
te. Y entre todos los hombres, los
que deben estar más preparados son
los reyes y príncipes y otros gober-
nantes del mundo, tanto en su eier-
cicio como en todas las acciones re-
ferentes a su régimen, de manera
que su mente debe elevarse a lo di-
vino; y también conviene que estén
dispuestos a recibir tal movimiento
CAPÍTULO
SE PRUEBA LO MISMO CON BASE EN LA FINALIDAD
También puede mostrarse lo an-
terior a partir del fin. Pues si es
propio de un ser inteligente obrar
por el fip. que encuentra en cada
una de sus acciones, entonces una
; ,
de la influencia divina para el cui-
dado que se les ha encomendado. al
gobernar la grey, y para todos los
actos necesarios al gobierno de que
antes se ha hablado y que superan
todas las fuerzas de una naturaleza
particular; así se dispuso el rey Da-
vid, por lo cual mereció recibir tal
iluminación por sobre todos los te-
yes, como lo manifiesta el espíritu
profético de los salmos, y como in-
terpretan los doctores en la Escri-
tura Sagrada. Y por el contrario,
algunos príncipes paganos, de quie-
nes Daniel Profeta hace mención,
como Nabucodonosor y su hijo Bal-
tazar, merecieron cegarse; pues aun-
que la iluminación divina los movió
en visiones para que conociesen lo
que debían hacer en su régimen real,
según nos narra Daniel, sin embargo
no estaban dispuestos en su corazón
envuelto en las tinieblas del pecado,
y por lo mismo no llegaron a com-
prenderlo. Por eso se le dijo a Da-
niel con la luz profética: "Te fue
dado el espíritu de inteligencia para
que interpretes estas cosas". Y así
se verificó lo que dice Salomón en
los Proverbios: "Míos son los con-
sejos y la equidad, mía es la pru-
dencia y la fortaleza; por mí reinan
los reyes, y los legisladores discier-
nen lo que es justo" (8, 14), por mí
gobiernan los príncipes, y los pode-
rosos entienden lo que es justo.
Y as1 es claro cómo todo dominio
viene de Dios, si consideramos el
principio del movimiento.
III
creatura, mientras más obra por in-
teligencia, tanto más actuará por un
fin. Y como Dios es la suma inte-
ligencia y el acto puro de conocer,
más que nadie obrará por un fin.
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
Por ello en toda acción de la crea-
tura es necesario que atienda al fin
del intelecto divino, que por esto se
llama prudencia divina, por la cual
el Señor dispone todas las cosas or-
denándolas a su fin; así lo dice Boe-
cio en su Consolación de la Filoso-
fía, y también el libro de la Sabidu-
ría: "La divina sabiduría dispone
todo a partir de un fin y hacia un
fin, y hacia él dispone todas las co-
sas suavemente". De aquí se con-
cluye que todas las cosas en tanto
más participan de la acción divina
en cuanto se ordenan a un fin más
elevado. Y de este tipo es el gobier-
no de cualquier comunidad o pue-
blo, sea por un gobierno real o de
otro tipo; pues como tal gobierno
pretende un fin nobilísimo, según
lo dice el Filósofo en su libro 1 de
la Política, en él se descubre una ac-
ción divina, que somete a su poder
todo régimen de gobierno. Y de ahí
quizá se origina la verdad, que sien-
do el mismo bien común, es la fuen-
te de la virtud, como dice el Filó-
sofo en la Etica.
Además, en cualquier régimen, el
legislador ha de buscar que los ciu-
dadanos dirijan su actividad a vivir
según la virtud; más aún, éste es
el fin de todo legislador, como dice
el Filósofo en el libro 11 de la Etica.
Por ello dice el Apóstol a Timoteo:
"El fin de un precepto es la cari-
dad" (1 T im. 1, 15). Pero no pode-
mos tender a dicho fin sin la mo-
ción divina, como tampoco puede
calentar nada sino por virtud del ca-
lor del fuego, ni brillar lo luminoso
si no es por virtud de la luz. Y tan-
to más excelente y elevada es la mo-
ción del primer moviente, cuanto la
virtud divina supera y trasciende to-
da virtud creada .Y todo género de
acciones; y tanto influye, que dice
el profeta Isaías: "Tú realizas en
nosotros todas nuestras obras. Se-
ñor" (26, 12), y el evangelio: "Sin
mí nada podéis hacer" (Jo. 15, 5).
Además, el fin mueve tanto más
eficazmente cuanto es mejor y más
59
noble, como el bien de una nac1on
mueve más que el de una ciudad o
una familia, como dice el Filósofo
en el libro· 1 de la Política. Mas el
fin al que debe un rey tender tanto
personalmente como en el gobierno
de sus súbditos es la bienaventuran-
za eterna, que consiste en la visión
de Dios. Y como esta visión es el
bien más perfecto, debe mover al
rey y a cualquier gobernante en gra-
d.1 máximo, de manera que sus súb-
ditos puedan conseguir tal fin; y así
su gobierno será el mejor, si tal es
el fin que pretende.
De esta manera gobernaba aquel
Rey y Sacerdote Cristo Jesús, de
quien dice Juan: "Yo les doy la vida
eterna" (10, 28), y ..ahí mismo: "Vi-
ne para que tengan vida, y la ten-
gan en abundancia". Esto es lo que
hace el rey cuando vela sobre su
grey como un buen pastor; porque
entonces irradia sobre él la luz di-
vina para gobernar bien, como irra-
dió la luz divina sobre aquellos pas
tores en el nacimiento de nuestro
Salvador. Y de tal" irradiación reci·
be el príncipe aquel movimiento
circular, recto y oblicuo, de que ha-
bla Dionisio en el Capítulo IV De
los Nombres Divinos. Tal movimien-
to se puede llamar recto porque la
iluminación divina dirige al prínci-
pe para gobernar rectamente, y se
infunde sobre el pueblo por los mé-
ritos del príncipe. Se puede llamar
oblicuo cuando la divina ilumina·
ción guía a los súbditos que viven
virtuosamente, y los mueve a la ala-
banza divina y a acción de gracias;
entonces es como un arco con cuer-
das rectas. Y se llama circular al mo-
vimiento de la divina irradiación,
cuando tal luz guía al príncipe o al
súbdito para que contemple y ame
a Dios; y podemos llamarlo circu-
lar porque parte de Dios y vuelve
al mismo punto, lo que es propio
del movimiento circular. El Filóso-
fo también habla de este movimien-
to en el libro XII de la Metafísica,
cuando dice que "el primer motor,
 60 TOMÁS DE AQUINO OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES 61

o causa primera, que es Dios, mue- régimen del pueblo, del cual de'1en ble que ola fundada en la república; de Marco Cui:cio, noble militar, que,
ve todas las cosas como objeto del especialmente preocuparse, e.o m o pues todos amamos a nuestros pa- armado sobre su caballo, se tiró a
deseo"; o sea, por razón del fin que arriba se dijo. Y como tienen la dres, hijos, familiares y parientes, un abismo, para que cesara la peste
es él mismo, del cual habla el' pro- !llente a.sí d~sl?uesta para recibir la pero la patria está compuesta por en la ciudad. Ig4almente de M. Ré-
feta, David en el Salmo 71, aunque mfluencia divma para el bien del el lazo de amor de todos; por ello gulo, quien, prefiriendo la salvación
segun los Santos Doctores se refiere pueblo, se añade inmediatamente: ¿quién dudaría en morir por ella, de la república a la suya propia, se
entonces a Nuestro Rey Jesucristo: "Descenderá como lluvia en el reto- si de su muerte se siguiera a la pa- ofreció como mediador del pueblo
:'o~ píos, d.~ tu juicio al rey, y tu ño, como el rocío que humedece la tria un provecho?". Salustio nos re- romano que se· 1o había pedido, a
JUStlc1a al h110 del rey. Juzga · a tu tierra; en sus días florecerá la jus- fiere cuánto amaban su patria los los Cartaginenses, por quienes fue
pueblo. ~o.n justicia y a tus pobres ticia y abundará la paz". Por todo antiguos romanos, en el Catilinaria, muerto al regresar al África. Y cuán
en el JUICIO. Que los montes germi- esto es muy claro que el gobierno enumerando ciertas virtudes en las limpias tuvieron las manos de rega-
~en en paz para el pueblo, y las co- viene de Dios con relación al fin, sea cuales incluye el amor, según cita a los aquellos príncipes, para hacer el
lmas en justicia". Todas éstas son remoto, que es él mismo, sea próxi- Catón: "No penséis que nuestros an- bien a la república, consta por Va-
eiegarias. del rey y de cualquier se- mo, que es el obrar conforme a la tepasados engrandecieron la repúbli- lerio Máximo en el libro cuarto,
nor a Dios para pedir por el buen verdad. ca, inicialmente pequeña, por las ar- quien nos cuenta cómo M. Curio
mas, porque tuviésemos más armas despreció las riquezas de los Samni-
que los enemigos; sino porque entre tas. Pues cuando logró vencerlos, és-
ellos se daba el trabajo familiar, la tos le enviaron embajadores; y como
justicia pública, libertad en consul- éstos lo viesen sentado en un banco
tar, un ánimo libre de delito; en y cenando en un tazón de madera,
CAPÍTULO IV cambio hoy nos entregamos a la lu- le ofrecieron gran cantidad de oro
juria y la avaricia, somos ricos pri- y le invitaron a tomar cuanto quisie-
COMO PROVEYÓ EL SE~OR AL IMPERIO ROMANO vadamente y pobres en cuanto a la re; pero el vencedor se volvió a ellos
POR EL CELO PATRIO ' república, alabamos las riquezas, nos con una gran carcajada y les dijo
dejamos llevar por la inercia, no dis- despectivamente: "Decid a los Sam-
tinguimos entre buenos y malos, to- nitas que M. Curio prefiere gober·
Y cómo los príncipes romanos, la comunidad merece gobernarla, dos ambicionan los premios que sólo nar a los ricos que ser rico. Y re-
fueron, entre todos los gobernantes p~a que así se siga el premio de la corresponden a fa virtud". Además, cordad que no me pueden vencer
del mundo, los más solícitos en lo virtud; pues es propio de la justi- parece que el mayor mandamiento con las armas ni corromper con el
a.n~edicho•. Dios les inspiró para que cia di":iJ?-a el da~ a cada uno según del evangelio parece incluir el amor dinero". Y lo mismo narra el autor
rigieran bien y por eílo merecieron sus mentos, segun sea la obra vir- a la patria, según nos lo menciona citado y en el mismo lugar, acerca
el i~perio, como dice Agustín en tuosa. Así se cumple lo que dice el Lucas; pues al tener celo por el de FabriCio, que era el más noble y
La Ciudad de Dios, fºr diversas cau- Apocalipsis: "E1 premio de sus obras bien común se asemeja uno a la na- lleno de autoridad entre todos los
sas y razones. Por e momento redu- los sigue", y escribe Mateo en el ca- turaleza divina, en cuanto se tiene de su época, pero se contaba según
ciremos tales causas a tres, dejando pítulo veinticinco: "Dios da a cada un cuidado diligente de la comuni- el censo entre los más pobres; en-
aparte otras para tratar el asunto uno según su propia virtud". dad en lugar de Dios. Además se tonces los Samnitas, a quienes gober-
más escuetamente, por las cuales me- Más aún, el amor a la patria se cumple con el amor al prójimo cuan- naba, le enviaron dinero y esclavos,
reciero? el imperio. Una, el amor a funda en la misma raíz de la cari- do se vigila con solicitud por el bien pero éste los rechazó y despidió frus-
la patria; otra, el celo por la justicia, dad, la cual antepone el bien común de todo el pueblo que se le ha en- trados. Rico en continencia y en ce-
y la tercera, el celo por la benevo- &l propio, y no viceversa, como lo comendado, con afecto paterno, y lo por la patria, aunque pobre en di-
lencia de los ciudadanos. dice_ San Agustín, al explicar el pen- así se cumple el antedicho manda- nero, y sin tener el peso de una fa-
Y~ la _Primera virtud era digna samiento del Aposto! sobre la cari- to, expresado en el Deuteronomio: milia grande que lo acompañase, le
del imper10, porque por ella partil:i- dad. Y con razón el mérito de la "Amarás al Señor tu Dios con todo ayudaba a ser rico no el poseer mu-
paban hasta cierto punto de la na- caridad antecede al de todas las tu corazón, y con toda tu alma, y chas cosas, sino el tener poca am-
turaleza divina, ya que sus efectos otras virtudes, ya que toda otra vir- con todas tus fuerzas; y a tu próji- bición.
se sienten en la comunidad; pues se tud depende de la caridad. Por tan- mo como a ti mismo" (6, 5). Y co- IDe todos estos ejemplos concluye
refieren a las acciones universales to el amor a la patria merece el mo no puede haber dispensa alguna el Santo Doctor citado que a los ta-
del pueblo, como Dios es causa uni- mayor honor entre todas las virtu- de este mandato, por eso dice Tulio les no se les da. la potestad de gober-
versal de las cosas. Por eso dice el des; y tal premio es el gobierno. Por sobre la república que "no puede nar sino por providencia divina,
Filósofo en el libro I de la Etica: ello de tal amor se sigue el princi- haber causa alguna para negarse a cuando ésta juzga que la actuación
"El bien del pueblo es bien divino". pado. De tal amor a la patria dice la propia patria". Sobre tal amor a humana es digna de tal premio. Ahí
Y ya que todo régimen real o cual- Tulio en el libro De los Oficios: "De la patria abundan los ejemplos en Ja mismo narra muchas cosas semejan-
quier otro tipo de gobierno se re- entre todas las sociedades ninguna historia. Y San Agustín en el libro te:: por las cuales parece declarar
fien~ a la comunidad, el que ama es más agradable, ninguna más ama- V de La Ciudad de Dios nos cuenta que su gobierno fue legítimo y dado

1
 62 TOMÁS DE AQUINO
por Dios. También consta de Mata·
tías y sus hijos, los cuales, aun per·
teneciendo a la tribu sacerdotal, fue·
ron dignos de gobernar el pueblo de
Israel, por su celo por la ley y el
amor a la patria, como consta por
los libros 1 y 11 de los Macabeos; y
estando cercano a la muerte habló
así a sus hijos: "Sed emuladores de
la ley, y dad vuestras vidas por de·
CAPÍTULO
CóMO LOS ROMANOS MERECIERON EL IMPERIO
POR LAS LEYES SANTfSIMAS QUE NOS LEGARON
Ta~bién hay otra razón por la
que dignamente recibieron el impe-
rio. los. ~omanos, y es su celo por
la 1ustic1a. En esta forma adquirie·
ron el principado por cierto derecho
nat~ral, ~el que tiene origen todo
gobierno Justo. En primer lugar por·
que, como escribe el mismo Doctor
~irigían la patria con libertad, de~
Jando a un lado la avaricia y todo
deseo de ganancia, y sin inclinarse
a ninguna pasión ni torpe delito,
que. son los vicios que destruyen un
gob~erno ya establecido. Lo que
atrata a esos hombres era su propio
amor, de manera que espontánea·
m~nte se sometían a las leyes por sí
~1smos , en vista de que eran justí·
simas. ~or ello el mismo Apóstol
Pablo, siendo vejado por los judíos,
y llevado ante Festo, delegado para
las provincias palestinas de Cesarea,
apeló al César y se sujetó a las le·
yes romanas, como dicen los Hechos
de los Apóstoles. Y los mismos He·
chos nos hacen caer en la cuenta de
cuán santas fueron sus leyes, ya que
acerca del mismo Festo nos narran
cómo estando él en Jerusalén acu·
dieron los sacerdotes y sus príncioes
para pedirle que condenase a Pablo
a muerte; pero Efesto les respondió
que debía estar sujeto a las leyes ro·
manas, las cuales no le permitían
fender el testamento de vuestros pa·
dres", el que recibimos en forma de
r~p~~~ica; y añade más abajo: "Re-
c1b1re1s por ello una gran gloria y
vuestro nombre será eterno", y con
ello entregó el principado a sus hi·
jos, que se sucedieron el uno al otro:
Judas, Jonatán y Simón; y cada uno
de ellos floreció entre el pueblo co-
mo sacerdote y como jefe.
V Parece que ellos no se mueven por
condenar a nadie ni perdonarlo a
menos que estuviesen presentes los
acu~adores y el reo tuviese la opor·
tumdad de defenderse de los críme·
nes. Por ello dice el Santo Doctor
en el libro XVIII de La Ciudad de
Dios: "Fue voluntad de Dios que
los romanos conquistaren el orbe de
la tierra, para que éste estuviese en
paz por largo tiempo unido en la
sociedad de una república y sus le·
yes". · ejemplo de cierto pirata llamado
Además, está previsto por el de·
recho natural que quien gobierna a
otro reciba de él la paga, como se
dice en los Proverbios: "A cada
uno lo proveyó el Señor por su pró-
jimo" (Eccli. 17, 12). Por ello el
derecho concede que alguien pueda
defender un objeto ajeno y sacar sus
gastos y salario según lo merezca su
acción, cuando dichos bienes han
sido dilapidados por otros o roba·
dos. Y siendo esto recto, está de
acuerdo con la naturaleza el que se
conceda el gobierno para conservar
la paz y la justicia y para acabar con
los pleitos y discordias.
Añádase además que está ya pro-
visto que se ha de premiar a los bue-
nos y castigar a los malos; y este es
el ofi~i? de lo.s. ~obemantes, y de
tal of1c10 de dmg1r a los prójimos
han de sacar su paga, porque para
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIEJ<NO DE LOS PRÍNCIPES
ello reciben los impuestos y tributos.
Por ello, cuando el Apóstol indica
a los Romanos que todo dominio
viene de Dios, dice: " No hay poder
que no venga de Dios", y todo lo
demás que corresponde al gobierno;
pero al final añade: "Por ello les
pagáis tributos; pues son ministros
de Dios que sirven con ello". Algu·
nos hombres virtuosos y dignos por
su probidad de gobernar la multitud
que necesita rey o gobernante y no
lo tiene, toman sobre sí esta car~a,
y dirigen con las leyes al pueblo.
instinto divino, sino más bien que
hacen las veces de Dios en la tie·
rra, porque conservan a las multitu-
des en una sociedad, fo que el hom.
bre necesita por ser animal natural·
mente social. como dice el Filósofo
en el libro 1 de la Política; por ello
en ese caso parece que su gobierno
es legítimo . .Agustín lo prueba en el
libro IV de La Ciudad de Dios,
cuando dice: "Quitada ia justicia,
¿qué otra cosa son los reinos, sino
latrocinios?". Por lo mismo, supues·
ta la justicia, parece que el reino o
cualquier gobierno es legítimo.
Y para probarlo nos muestra el
Dionides, a quien, heoho cautivo por
Alejandro, le preguntó éste por qué
mantenía el mar en esa intranquili·
dad. Y él le contestó con libre con·
tumacia: "Hago lo mismo que. tú
en la tierra. Pero como yo lo hago
con un pequeño barco, me llamas
pirata; y como tú lo haces con una
gran flota, te llamas emperador".
Por tal razón, pues, se concedió el
CAPÍTULO
CóMO SE LES CONCEDIÓ EL IMPERIO
POR SU BENEVOLENCIA CIVIL
La tercera virtud por la que los
romanos sometieron el mundo y me·
recieron el imperio fue su singular
63
imperio a los romanos. Por ello el
mismo Agustín dice en el libro V de
la obra citada: "Porque sus leyes
sf.ntísimas no eran sino rectos ca-
minos para el honor, el imperio y
la gloria, ni tienep nada por qué ser
castigados por la justicia del sumo
y verdadero Dios, por ello recibie·
ron su justo pago, que es el poder
gobernar legítimamente". Y cuán
grande fue el celo por la justicia
entre los antiguos cónsules romanos
en contra de los malhechores, cons-
ta de muchas maneras. Por ello es·
cribe Agustín en el mismo libro,
que Bruto mandó matar a sus hijos
porque atacaban al pueblo por lo
cual merecían una justa pena de
muerte. Y como dice el poeta, "Ven·
cieron en él el amor a la patria y el
inmenso deseo de la gloria".
También se cuenta que Torcuato
hizo lo mismo con su hijo porque
en su celo juvenil atacó a los ene-
migos contra el decreto de su pa-
dre; y aunque salió vencedor, sin
embargo se le castigó con la pena de
muerte, según la ley militar, porque
había puesto en peligro el ejército
de su nación. Por ello Agustín insi·
núa que ésta fue la éausa de su
muerte: "No fuera a ser mayor el
mal por el ejemp1o de desobedecer
una orden, que el bien conseguido
al matar al enemigo". Máximo Va-
lerio dice del mismo caso que Tor-
cuato prefirió perder su hijo que
permitir una transgresión en la dis·
ciplina militar. Así es claro cómo
los romanos merecieron el imperio
por el celo por Ja justicia legal.
VI
piedad y benevolencia civil, porgue
como dice Máximo Valerio en su li-
bro V: "La bondad de la humani·
 /
64 TOMÁS DE AQUINO
dad penetra el ingenio de los bárba-
ros", y esto fo tenía experimentado.
Por eso dicen los Proverbios: "La
palabra amable multiplica a los ami-
gos y mitiga a los enemigos" (6, 5).
Y añade: "Una respuesta suave quie-
bra la ira, y una palabra dura susci-
ta el furor". Y la razón de esto se
encuentra en la generosidad del es-
píritu, como dice Séneca: "El espí-
ritu más se deja guiar que arrastrar.
Pues tiene la mente algo sublime y
alto que tiende con impaciencia a
lo superior; pero queda subyugada
por el deleite de la suavidad, por la
que siente que puede abajarse a los
iguales, sin por ello perder su dig-
nidad". Por ello dice el Filósofo en
el libro VIII de la Etica que: "La
benevolencia es el inicio de la amis-
tad". Y cuánto sobresalieron los an-
tiguos romanos en esta virtud, de
modo que con su bondad atrajesen
a las demás naciones, para que es-
pontáneamente se les sometiesen, se
d;dutirá por los ejemplos que adu-
ciremos.
l.• El primero, sobre Escipión, quien,
como refiere Máximo Valerio en el
libro IV, a los veintitrés años de
edad fue General del ejército Ro-
mano en España contra Aníbal. Lo-
gró desde ahí someter Cartago, fun-
dada por los cartagineses, de entre
los cuales tomó como rehén a una
jovencita de extrema belleza; pero
sabiendo que estaba ya prometida
y que era noble, la regresó a sus pa-
dres inviolada y acompañada del oro
que se le había dado como rescate,
y además le añadió una dote. Por
este hecho logró atraer a los enemi-
gos al amor del pueblo romano, ad-
mirados de tal moderación y conti-
nencia de dicho príncipe; especial-
mente dado que, como refiere el mis-
mo autor, dicho general había sido
de vida ligera en su edad juvenil,
pero se conservó inmune de todo de-
lito al ser constituido en tal poder
y libertad. Tito Livio nos narra so-
bre este hecho lo siguiente en su li-
bro De las Guerras Púnicas: "Esci-
pión habló al prometido de dicha
virgen; y en sus palabras IllOSttó un
pudor digno de ser imitado por los
príncipes y merecedor del poder".
Ei mismo Tito escribe sobre Esci-
pión ciertos hechos de benevolencia
que lo apoyaron para conseguir la
antt:dicha victoria. Pues teniendo
que enviar a los romanos unos rehe-
nes, primero los emortó a ir con
ánimo optimista, ya que iban a caer
bajo la potestad de los romanos,
quienes preferían cautivar a los
hombres más con la benevolencia
que con el miedo, y mantenerse uni-
dos a los países extranjeros más con
la fidelidad y }a alianza que con la
triste esclavitud.
También nos narra Agustín en el
libro 1 de La Ciuaad de Dios que
fue característica de los romanos el
perdonar a quienes les estaban suje-
tos y atacar a los rebeldes; y prefe-
rían perdonar más que castigar las
ofensas que se les hacían. El mismo
autor nos refiere de Marco Marcelo
que, habiendo tomado la ciudad de
Sil acusa, se echó a llorar ante fas
reinas de la ciudad; y tuvo tanto
respeto, continencia y bondad de
corazón, que antes de ordenar la in-
vasión de la ciudad, dio un edicto
prohibiendo que se violase a nadie.
¿Para qué llenar de ejemplos? Los
mismos Macabeos, Judas, Jonatás y
Simón, hijos de judíos, que acostum-
braban rechazar toda alianza con los
extranjeros tanto por ser de Saturno
como dice Macrobio en su libro so-
bre El Sueño de Escipión, como por-
que se lo prohibían sus leyes, ·sin
embargo establecieron un pacto de
amistad con los romanos, por la be-
nevolencia de éstos; y como nos
cuenta el libro 1 de los Macabeos,
entre otras cosas dignas de alabanza
de los romanos, una era que atraían
a los distintos pueblos y naciones a
su amistad, y por ella al dominio
político o despótico; que ninguno
de sus procuradores llevaba diade-
ma ni púrpura para darse ínfulas
con ellas, y que además instituían
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
cuerpos consultivos de trescientos
veinte a quienes diariamente toma-
ban en cuenta, y que finalmente
consultaban a la multitud para or-
denar lo justo. Y solían encomendar
el magistrado a un solo hombre du-
rante un año para que gobernase
por todo el orbe, de modo que to-
dos obedeciesen a uno sólo sin te-
ner envidia ni celos entre sí. De ahí
se despr.ende cuán ordenado era en-
tonces el régimen político de la ciu-
dad de Roma, por lo que principal-
mente su dominio era apetecido J?Or
las demás naciones y provincias,
quienes no objetaban el estar sujetos
a ellos.
Otra cosa de los romanos invita-
ba a los extranjeros a estarles suje-
tos, y es que no los arrastraba el
deseo de dominar o llamarse amos,
sino socios y amigos de los otros
países. Suetonio escribe sobre Julio
César que no '1e gustaba llamar súb-
ditos a sus soldados, sino compañe-
ros y aliados. Así lo hicieron los an-
tigüos cónsules de Judea, los cua-
les, aunque tenían como dominio
el ÜTiente, prefirieron confederarse
con los romanos con el vínculo de
la amistad. Y aunque los romanos
CAPÍTULO
COMO DIOS PERMITIÓ ALGUNOS GOBIERNOS PARA CASTI-
GO DE LOS MALVADOS, Y COMO TAL TIPO DE GOBIERNO
ES COMO UN INSTRUMENTO DE LA DIVINA JUSTICIA
CONTRA LOS PECADORES
También por otra causa permitió
Dios el dominio de algunos, como
nos narra la Sagrada Escritura, y no
contraría la opinión de los filósofos
y sabios, y tal causa es el mérito
del pueblo, como lo dice Agustín
en el libro XIX de La Ciudad de
Dios. Prueba ahí cómo la esclavi-
tud fue introducida por el pecado.
Por eso dice el libro de Job: "Hace
65
tenían un amplio imperio sobre el
oriente y el occidente, y en muchas
otras zonas, sin embargo no se sin-
tieron superiores a los judíos sino
que se unieron en alianza con ellos,
y por público edicto dieron testi-
monio de su paridad, como consta
por el libro 1 de los Macabeos. De
todo lo antedicho resulta evidente
que los antiguos romanos merecie-
ron el imperio. Por las mismas ra-
zones algunos otros países han me-
recido tal dominio; sea por el amor
patrio por el cual todo lo demás
despreciaban, sea por el celo por la
justicia con que se oponían a todo
malhechor y perturbador de la paz;
sea por la benevolencia civil de sus
ciudadanos, con la que atraian a sí
a las demás naciones. Por todas es-
tas virtudes parece que la bondad
divina consintió en otorgarles el prin-
cipado por las razones expuestas. Y
el Filósofo así lo dice en su libro V
de la Etica, cuando opina que no
dejamos que gobierne un hombre
sólo por participar de la naturaleza
humana, sino por ser perfecto. en
cuanto se guía por la razón, como
antes se dijo.
VII
reinar al hipócrita por los pecados
del pueblo" (34, 3). Esto es eviden-
te, pues los primeros que goberna-
ron el mundo fueron hombres per-
versos, según cuenta la historia, co-
mo Caín, Nembroth, Belus, Nimus
y Semiramis su mujer, que domina-
ron durante las dos primeras eda-
des del mundo. El motivo por el gue
tales hombres gobernaron puede en-
,

66 TOMÁS DE AQUINO
contrarse en los súbditos o domina-
dos; porque los tiranos son instru-
mentos de la justicia divina para
castigar los delitos de los hombres
como dominó el rey asirio sobre lo~
is~aelitas y el de los godos, azote de
Dios, sobre Italia, como cuenta la
historia.
Igualmente Dionisio en Sicilia
bajo el cual el pueblo fue sometid~
a es~lavitud, y después liberado por
él mismo, como cuenta Máximo Va-
lerio en el libro IV. E lsaías nos
muestra cómo el rey asirio fue des-
tin~do a .~astigar al pueblo por sus
~ehtos: ¡Ay Asur, bastón de mi
ira, vara que mi furor maneja! Con-
tra gente impía voy a enviarlo, con-
tra el pueblo de mi cólera voy a
mandarlo, a saquear y pillar, y a
hacer que lo pateen como el lodo de
las plazas" (10, 5) . Y todo esto su-
cedió cuando Jerusalén fue asedia-
do por los caldeos, por Napucodo-
nosor, rey de los Asirios; dicho rey
la tomó y quemó, llevó cautivos a
sus príncipes junto con el rey Sede-
cías, después de haberles sacado los
ojos y matado a sus hijos como se
lee en el libro IV de los Reyes. Por
todo lo cual queda claro cómo Dios
castiga a los pecadores por mano
de los tiranos. De donde se conclu-
ye que los tales son instrumentos de
Dios al igual que el demonio los
cuales, según los santos doct~res
gozan de justo poder, aunque su vo~
l~ntad es siempre injusta. Y tam-
~1~n . nos prueba que su régimen es
ttramco, el que se ordena totalmen-
te. a . molestar y ser carga para los
subd1tos. Pues es propio de un ti-
ran? .el buscar sólo su utilidad y be-
ne!1c10, c'?mo antes se dijo y nos en-
sena el Filósofo en el libro VII de
la Etica, donde indica: "El tirano
es para sus súbditos lo que un amo
para sus esclavos, y como un arte-
sano para sus instrumentos" . Esto
es _un .castigo para los súbditos y
contrario a la naturaleza del gobier-
no, como antes se dijo. Mas de par-
te de los dominantes, tal tiranía pa-
rece haberles sido concedida por
D~os. E!l el p~mer caso supuesto,
Dios as1 lo dispone para que ·sus
súbditos consigan un bien mayor, o
sea cuando el príncipe busca el be-
neplácito de Dios, aun cuando sea
pecador; así sucedió con Ciro, rey
de los persas, como dice Isaías:
"A.sí dice Yavé a su ungido Ciro, a
qmen ha tomado de la diestra para
someter ante él las naciones y des-
ceñ!r las cinturas de los reyes, para
abrir ante él los batientes de modo
que no queden cerradas las puertas"
(45, 1). Y según cuenta la historia
esto s1:1cedió cuando se secaron lo;
senos de Tigris y del ~ufrates, que
atravesaban B,abilonia por el medio;
entonces entro en la ciudad, mató a
Baltaza~ su ~ey con toda su ge11te,
destruyo la exudad, transfirió la mo-
narquía a los medos, donde reinaba
entonces Darío pariente de Ciro co-
m? escribe Josefo. Así lo dispuso
Dios porque el tal Ciro mostró cier-
ta, humanidad para con los fieles ju"
dms, cuando estaban cautivos en
Asiria, a quienes posteriormente de-
volvió libres a Judea con sus vasos
sagrados, y mandó reedificar él mis-
mo el templo. Y por el bien Que
hizo y las obras virtuosas que rea-
lizó en favor del culto y del pueblo
de Dios, obtuvo la monarquía de
todo el oriente, como antes se dijo.
Mas Baltasar fue muerto, como cons-
ta por el libro de Daniel, porQue
fue ingrato a Dios, y porque abusó
de los vasos del culto en un banque-
te. por lo que dice el profeta: "Por·
que no humillaste tu corazón sino
l.:> erguis.te contra el Señor del' cielo,
y te llevaron los vasos sagrados y
tú y tus ministros y tus mujeres be-
bisteis vino en ellos, y porque ade-
más no glorificaste a Dios, quien
te tiene en su mano a ti y todos tus
caminos, por ello ha enviado una
mano contra ti" (5, 22). Esto fue
como su sentencia de condenación
por Dios, como luego lo mostraron
los hechos. Pues nos narra la histo-
ria de Daniel que, como Baltazar,
rey de Babilonia, perseverase en su
desprecio de Dios, vio al lado opues-
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES 67
to de la mesa cómo los dedos de c2ntidad contada que se separa de
una mano escribían sobre la pared, un montón de dinero. "Thecel, fuis- .
con lo cual el rey se espantó, pues te pesado en una balanza y fuiste
adivinó en ello el anuncio de su encontrado sin peso", por lo que
muerte. Pues nos refiere la Escritu- mereces la . muerte. "Phares, tu rei-
ra de Daniel que el rostro del rey no ha sido dividido y repartido en-
se turbó por la imagen de quien es- tre medos y persas" , como antes se
cribía en la pared, de la cual no expuso. De todo Jo anterior resulta
veía sino los dedos de las manos, claro que tales cláusulas son signifi-
por lo que se espantó, se disolvían cativas no según idioma alguno que
sus riñones, y sus rodillas tembla-
se hablase, sino según la disposición
ban hasta golpearse, todo Jo cual divina sobre un hecho en el cual el
indicaba su pánico y el juicio futu-
profeta descubrió la divina volun-
ro sobre él. Pero como el rey no tad. Conclúyese por tanto que tal
pudiese interpretar lo escrito, llamó
escritura indicó la sentencia contra
a Daniel, quien indicó que los tres el rey de Babilonia, porque por sus
signos se interpretaban como una
condena a tnuerte: Mane, Thecel, pecados era digno de muerte y de la
Phares, que significaban: "Mane, privación del principado, como dice
Dios ha ¡mesto límite a tu reino, y el Eclesiástico: "El reino pasa de
ya se ha llenado", o sea que se le un pueblo a otro por las injusticias
había puesto un término, como una y diversos crímenes" (10, 8).
CAPÍTULO VIII
ALGUNAS VECES TAL DOMINIO ES PERJUDICIAL A LOS
DOMINADORES, PORQUE POR SU INGRATITUD
SE LEYANTAN SOBERBIAMENTE, DE DONDE
CAEN A LO PROFUNDO
Aún hemos de tratar aigo más so- el Señor Je dijo al profeta Samuel,
bre la providencia de Dios en el go- acerca de Saúl: "¿Hasta cuándo to-
bierno. Pues a veces sucede que lerarás a Saúl, cuando yo lo eche
quien sube al poder es un hombre de ti para que no reine sobre Is-
virtuoso, y durante algún tiempo si- rael?", rechazado así irremediable-
gue siéndolo. Mas algunas veces mente por la sentencia de Dios. Por
también sucede que por el favor hu- ello Saúl fue muerto con sus hijos,
mano y la prosperidad en el poder y toda su descendencia fue recha-
alguno se enaltece soberbiamente, y zada por Dios, para que nunca lle-
se hace ingrato a Dios por los be- gase a gobernar. Por ello concluye
neficios recibidos. Por ello dice el el libro de Paralipómenos que Saúl
Filósofo en el libro V de la Etica: fue muerto por sus iniquidades. Lo
"El principado muestra lo que es el mismo sucedió a Salomón, quien fue
hombre", como sucedió con Saúl, engrandecido sobre todos los reyes
de quien dice el libro 1 de los Re- anteriores a él, como se dice en el
yes: "No había hombre mejor que Eclesiastés; por lo que toda la tie-
él en la tribu de Benjamín" (16, 2). rra deseaba oír su sabiduría. Pero,
Mas después de dos años en el J]O· como dice Agustín en el libro XVH
der desobedeció a Dios, por lo Que de La Ciudad de Dios: "La segun-

68 TOMÁS DE AQUINO
da parte del reino de Salomón fue
abominable, porque cayó en la luju-
ria y en la idolatría, por lo que se
hizo abominable al pueblo; por ello
sus siervos se rebelaron contra él y
se reoartieron como desoojos sus re-
giones, y devastaron su tierra sin
ninguna resistencia, aun cuando an-
te> todos habían obedecido sus man·
datos, como reconoció fa reina de
Sabá, y está consignado en el libro
111 de los Reyes". Pues habiendo
sido engrandecido al princioio de
su reinado por haber mostrado re-
verencia a Dios, al fin de su régi-
men cayó en la vileza por los de-
litos que cometió: "Porque el peca-
do hace miserables a los pueblo.s"
(Prov. 14, 34). Refiere Jerónimo en
el comentario al Eclesiástico, que se-
gún las tradiciones hebreas, Salo-
món, ya hacia el fin de su vida, y
vejado por tantas tribulaciones, re-
conoció su error, y se dispuso a con-
vertirse y hacer penitencia por sus
malos hechos, y entonces escribió
el Hbro de los Proverbios, donde
escribe por propia experiencia que
la vida está sujeta a la vanidad; y
así se sometió al temor divino y a
la observancia de los mandamien-
tos. Por ello concluye en el mismo
libro de los Proverbios: "Pon fin
a las palabras; teme a Dios, y ob-
serva sus mandamientos: esto es
todo el hombre~· (12, 13). Pero fue-
ra de los reyes que reconocieron a
Dios, ¿qué diremos de los paganos?
Ellos florecieron en el gobierno
mientras fueron gratos a Dios y
practicaron las virtudes. Pero cuan-
do dejando el recto dominio se vol-
vieron al maJ, entonces terminaron
también mal su vida, como sucedió
con el ya citado Ciro, rey de ios·Per-
sas. Pues dice la historia que, ha-
biendo subyugado el Asia, los Par·
tos y Scitia, tuvo sin embargo que
sostener con la Scitia una larga lu-
cha, bajo el dominio de la reina Ta-
maris; también se llamaba esa na-
ción Masagecia. Primero peleó con-
tra el hijo de esa reina, un adoles-
cente apenas, al que venció y mató,
y luego. no perclonó a nino ni an-
ciano, sino que acabó con toda la
multitud. Y como fue crucl con Ba-
bilonia y Lidia, puesto que en am-
bos reinos mató de mala manera a
los reyes y príncipes, al igual que
en Masa~ia, por ello fue castigado
por Dios con la misma muerte. Pues
narra la historia que la reina reu-
nió un ejército contra Ciro, forma-
do por los Scitios, Partos y Masage-
tas, y en unos montículos le puso
una trampa; invadió sus campamen-
tos de manera que lo aplastó con la
fuerza de las armas; y así, doscien-
tos mil hombres de Ciro fueron
muertos, y él mismo tomado cauti-
vo; luego la reina mandó se le cor-
tara la cabeza, la cual ordenó echar
en un odre Heno de sangre, y así se
burlaba de él diciéndole: ''Bebiste
sangre, sigue bebiéndola", como si
la misma muerte atroz que sufrió
fuera una señal de sus atrocidades.
Lo mismo sucedió con otros monar-
c&s, como Alejandro Magno en Gre-
cia, el cual tuvo gran éxito en su
monarquía mientras trató a los ma-
cedonios con reverencia, llaman fo
a los soldados mayores de edad sus
padres; mas cuando les fue ingrato,
una hermana lo envenenó; y esto su-
cedió principalmente porque tras la
victoria sobre Daría tomó a una de
sus hijas en matrimonio, y se entre-
gó a fa lujuria, posponiendo los
asuntos militares; y olvidado de su
deber, encontró una muerte doloro-
sa. Igualmente se puede citar el
ejemplo de muchos otros reyes pa-
ganos, como de Julio César y Aní-
bal, quienes por el abuso del poder
fueron muertos, de manera que les
conviene lo que dice el Eclesiastés:
"El hombre domina sobre los otros
hombres para su mal" (8, 9) . Isaías
igualmente tiene un lugar para to-
dos los tiranos, pues habiéndoles
mostrado cómo son instrumentos de
la justicia divina contra los pecado-
res, como los verdugos lo son de los
señores, como lo citamos arriba:
"Asur, bastón de mi ira ... ", añade
en seguida: "Pero él no se lo figu-
l 1
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
ra así ni su corazón así lo estima,
sino que su intención es arrasar Y
exterminar no pocas gentes. Pues
dice: ¿no son mis jefe~ todos e}los
reyes?". Con ello se atn~uye a s1 su
propio poder y no a D~os, que _es
quien lo mueve para castigar ~ quie-
nes no cumplen sus mandamientos.
Dios reprocha inmediatamen~e d~­
pués en el lugar citado tal ingrati-
tud y presunción de los tiranos. Y
la castiga gravísimament~, como es
evidente por los casos c1tado.s. Por
ello añade el profeta enseguida de
lo citado anteriormente: ''. ¿Qu~ la
segur se gloría contra quien s1eg~
con ella? ¿O la sierra se exaltara
contra quien la hizo?", que es .como
si la vara se elevara contra quien la
eleva, 0 el báculo se exaltara, no
siendo más que un trozo de madera.
Hemos de considerar más esta se-
mejanza, que es b~stante _exacta.
Pues el poder de quien domina de-
pende de Dios, como el poder. del
báculo para golpear y de la sierra
para cort.ar dependen ?el a~tesano:
Pues es evidente que m la sierra m
la hoz tienen fuerza alguna para ac-
tuar, a no ser por el artífice que las
/
CAPÍTULO
EL HOMBRE DOMINA POR DERECHO NATURAL SOBRE
LOS ANIMALES SILVESTRES Y LOS DEMÁS
IRRACIONALES
Hemos de tratar ahora de los di-
versos tipos de gobierno, según lo_s
distintos modos y grados de domi-
nio y principado en el hombre.
y el primero· pertenece a todos
Jos hombres según su natural~za,
como lo dice Agustín en ~l libro
XVIII de La Ciudad de Dios, con
quien concuerda el Filósofo en el
libro I de la Política. La Sagrada Es-
critura confirma lo mismo, cuando
al hablar de la creación indica, como
69
mueve y dirige; así sucede con el
poder del gobernante, que no tiene
fuerza alguna sin Dios que lo mue-
ve y gobierna. Por tanto es tonto y
presuntuoso el gloriarse de la pro-
pia fuerza. Esta razón parece sufi-
cientemente clara y se puede dedu-
cir de las palabras del Filósof.o an-
tes citadas. Porque la potencia de
cualquier m6vi:l depend~ de ~a del
primer moviente, y sera s~ instru-
mento; y por el~o tal gloria huma-
na displace a Dios, porqu~ lo~ que
así obran se atribuyen a s1 ~1smos
un poder divino. Por eso. se dice.en
el libro de Judit que "Dios humilla
a quienes se glorían en su fuerza" '
y añade sobre lo mism~, el ~rofeta
Isaías: "Por eso el Senor Dios ?e
los Ejércitos debifüará sus posesio-
nes, y su gloria arderá ~º~º. arde
el fuego''. Por esto se sigmfica l~
pena de sentido que se dará a di-
chos tiranos, y la aniquilación .de su
principado, como resulta evidente
por lo antes dicho. Queda, pu.es, que
todo gobierno prov~ng~ de D10,s, sea
el legítimo, sea el tirámc?, segun los
diversos caminos de su mescrutable
providencia.
IX
si el Señor lo hubiera insertado en
la naturaleza misma del hombre:
"Dominad sobre los peces del mar
y sobre las aves del cielo, y sobre
todos los animales que se mueven
sobre lá tierra" (Gen. 1, 28) • en lo
cual se muestra que dio tal .Pode~. al
hombre al crearlo. Pues quien duo:
"Que la tierra germine hierba ver-
de" y de tal orden surgió la capaci-
dad' de germinar, dijo de .~emei~nte
manera a los hombres : Dominad
 70 TOMÁS DE AQUINO
sobre los peces del mar", etc. Y así
se prueba que el dominio del hom-
bre sobre las demás creaturas es na-
tural. De ahí que el Filósofo pruebe,
por la misma razón, que el cazar
está de acuerdo con la naturaleza.
Y Agustín prueba lo mismo en el
libro citado, por el dominio que los
antiguos Padres solían tener, siendo
pastores de rebaños, que represen-
taban entonces las riquezas natura-
les. Y aunque tal dominio se ha res-
tringido por el pecado, porque al-
gunos animales ponzoñosos dominan
sobre nosotros y nos son nocivos, lo
cual no sucede sino por el motivo
dioho, sin embargo tanto más parti-
cipamos de dicho dominio cuanto
más nos acercamos al estado de ino-
cencia, lo que también nos promete
el evangelio si nos hacemos imita-
dores de esa inocencia por la justi-
cia y santidad.
Pues cuando el Señor exhorta a
sus discípulos a procurar mediante
la predicación de la palabra divina
la salvación de los hombres, les ha-
bla de dicho poder: "En mi nombre
arrojarán demonios, hablarán len-
guas nuevas, cogerán serpientes, y si
bebieren algo ponzoñoso no les ha-
rá mal" (Me. 16, 17). Y esto lo ex-
perimentaron algunos hombres vir-
tuosos y perfectos, como lo leemos
en los hechos de los Santos Padres.
Y se dice acerca del Apóstol San
Pablo en los Hechos de los Apósto-
les que la víbora no lo dañó, ni el
\'.eneno hi~o nad~ a · Juan el Evange-
lista; y ·ast sucedtó con muchos otros
Santos Padres que recorrían el Nilo
entre cocodrilos y otros animales no-
civos, de modo que en ellos se cum- .
plía lo que dice el Señor en Lucas:
"Os he dado potestad de caminar
sobre las serpientes y escorpiones, y
sobre todo poder del enemigo" (10,
13). Tres razones se pueden señalar
por las cuales convenía que se die-
se al hombre tal dominio en el ori-
gen de su existencia.
La primera, por el mismo proceso
nat~ral. Pues así como. en la gene-
ractón de las cosas naturales se dis-
tingue un cierto orden por el cual
se procede de lo menos a l,o más
perfecto; porque la materia existe
para la forma, y las formas menos
perfectas para las más perfectas, así
st1cede en el uso de las cosas natu-
rales; y es que las cosas imperfectas
existen en función de las perfectas.
Así las plantas se nutren de la tie-
rra, los animales de las plantas, y el
hombre de las plantas y de los ani-
males. De ahí se concluye que por
naturaleza el hombre domina sobre
los animales; por ello, como ya se
dijo anteriormente, el Filósofo prue-
ba en el libro 1 de la Política que
la cacería de animales salvajes es
lícita, porque así el hombre domina
sobre lo que es suyo naturalmente.
La segunda razón se toma del orden
de la divina providencia, que siem·
pre gobierna lo inferior por las crea-
turas superiores; y así, siendo el
hombre .iuperior a todos los demás
animales por ser imagen de Dios, es
natural que el hombre gobierne so-
bre todos los animales. La tercera
proviene de las propiedades de los
hombres y de los animales. Y es que
en los demás animales se encuentra
una cierta participación de la pru-
dencia al realizar determinados ac-
tos, como se suele juzgar; pero. en
el hombre se encuentra una pruden-
cia práctica que es la norma de lo
que naturalmente realiza. Y todo lo
que se da por participación está so-
metido a lo que se da por esencia y
por tanw de una manera universal.
De donde ·se deduce que el hombre
naturidmente domina sobre los otros
· animales.
Pero sobre el problema de si el
gobierno de unos hombres sobre
otros es natural o permitido o que-
rido por Dios, puede deducirse de
lo dicho anteriormente. Pues si se
trata de un dominio mediante la es-
clavitud, éste es el resultado del
pecado, como antes se dijo; pero si
se trata de un gobierno en cuanto
es un oficio de dirigir y guiar, tal
tipo parece que puede llamarse cua-
si natural, porque se hubiese dado
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
aun en el estado de inocencia. Y
esta es la opinión de Agustín en el
libro XIX de La Ciudad de Dios.
Luego tal dominio le competía en
cuanto el hombre es naturalmente
social o político. Y es necesario or-
denar tal sociedad para el bien mu-
tuo. Y en todo lo que se ordena mu-
tuamente, es necesario que haya un
dirigente principal, como dice el Fi-
lósofo en el libro I de la Política.
Esto mismo lo demuestra la noción
de orden o de naturaleza, porgue
como dice Agustín en el lugar cita-
do, el orden es la disposición de las
CAPÍTULO
SOBRE EL GOBIERNO DEL HOMBRE SEGÚN LOS GRADOS
Y DIGNIDADES. Y EN PRIMER LUGAR SOBRE EL GOBIERNO
PAPAL, O COMO PRECEDE A TODO OTRO DOMINIO
El gobierno puede ser cuádruple:
uno. es sacerdotal y real al mismo
tiempo; otro es sólo real, en el cual
podemos incluir el imperial y otros
semejantes; el tercero es el republi·
cano, y el cuarto es el económico.
El primero es el principal, por
múltiples razones; pero el motivo
más elevado es que proviene de ins-
titución divina, o sea de Cristo. Pues
como se le dio en su humanidad
todo poder, como consta por Mateo
16, 18, él comunicó dicha potestad
a su vicario, cuando dijo: "Y yo te
digo que tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia. Y te daré
las llaves del reino de los cielos, de
manera que cuanto atares en la tie-
rra será atado en el cielo, y cuanto
desatares en la tierra será desatado
en los Cielos". Se encuentran ahí
cuatro cláusulas que significan el go-
blerno de Pedro v de sus sucesores
sobre los fieles todos, y por lo cual
con justicia se le puede llamar al
Obispo Romano Sumo Pontífice,
Rey y Sacerdote. Pues si así se le
7.1
cosas semejantes y desemejantes,
de manera que cada una tenga lo ·
que le corresponde. De aquí resul-
ta claro que el orden supone una
cierta desigualdad, y esto tambi¿n
pertenece al gobierno; y por tanta
según este principio, el gobierno de
un hombre sobre los demás es na-
tural, como lo es entre los ángeles,
y se hubiera dado en el estado de
inocencia; y lo es también en cuan-
to al modo de gobierno, de lo que
trataremos ordenadamente en se-
guida, según los grados y digni-
dades.
X
llama a Jesucristo Nuestro Señor.
como lo dice Agustín en el libro
XVII de La Ciudad de Dios, no pa-
rece erróneo llamar así a su suce
sor, tomadas en cuenta las razonE!s
que pueden aducirse, que son claras.
Pero volvamos a las cláusulas ya in-
dicadas, que dan las siguientes ra-
zones: la grandeza del nombre que
se le dio, la fuerza del gobierno, la
amplitud del dominio y la plenitud
del mismo.
Lo primero aparece en lo que dice
el Señor: "Y yo te digo que tú eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia". Con este nombre, según
opinan los santos doctores, como Hi-
lario y Agustín, el Señor indicó el
poder de Pedro; porque se le llamó
así en correspondencia a la palabra
piedra, que es Cristo, como dice el
Apóstol, ·a quien Pedro había pre-
viamente confesado; por ello se in-
dica que participa tanto del nombre
como de la potestad, por lo que me-
rece que se le añada: "Y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia"; de don·

72 TOMÁS DE AQUINO
de se sigue que todo el gobierno de
íos fieles depende de Pedro y sus
sucesores.
La segunda cláusula indica la fuer-
za de tal gobierno. Esto significan
las palabras: "Y las puertas del in-
fierno no prevalecerán contra ella";
tal fuerza del infierno silmifica las
cortes de los tiranos y perseguido-
reu de la Iglesia, como lo dicen ahí
mismo los santos doctores citados,
los cuales son causa de todos los
oecados en la Iglesia militante. To-
dos los criminales acuden a tales
príncipes, como sucede en las cor-
te<; de Federico, Corradino y · Man-
fredo; pero ellos no podrán preva-
lecer sobre la Iglesia Romana. Más
aún, todos ellos han muerto mal,
oorque como se dice en el libro de
la Sabiduría: "Las naciones inicuas
están condenadas a su exterminio"
(3, 19).
La amplitud del dominio se decla-
ra cuando añade el Señor: "Y te
daré las llaves del reino de los cie-
los". Pues en esto se insinúa que la
potestad de Pedro v sus suce6ores
se extiende a toda la Iglesia, mili-
tante y triunfante, que se designa
por el reino de los cielos, que se
cierra con las llaves de Pedro. Y la
plenitud del dominio se indica cuan-
do dice: "Y todo lo qu~ atares so-
bre la tierra será atado en el cielo,
y lo que desatares en la tierra será
desatado en el cielo". Siendo pues
el Sumo Pontífice ~a cabeza del cuer-
po místico de todos los fieles de Cris-
to y dependiendo de la cabeza todo
movimiento y todo sentido en un
cuerpo, así sucederá también en la
Iglesia. Por eso se dice que el Sumo
Pontífice tiene 1-a plenitud de las
gracias todas, porque sólo él tiene
todo el poder para perdonar los pe-
cados, ya que de él, como del Señor,
que es el sumo rey, podemos decir
que "de su plenitud recibimos todos
los demás". Y no puede decirse que
tal afirmación sólo se refiere a su
potestad espiritual, porque lo corpo-
ral y temporal dependen siempre de
lo espiritual, como la operación del
ccerpo depende de la virtud del al-
ma. Pues así como un cuerpo tiene
el ser por el alma, y de ella recibe
la capacidad y el obrar como cons-
ta por las palabras del Filósofo y
de Agustín en su libro De la In-
mortalidad del Alma, así también
la jurisdicción temporal de los prín-
cipes viene de la espiritual de Pe-
dro y de sus sucesores. Este argu-
mento se puede también sacar de la
historia, por lo que encontramos en
los hechos y relaciones entre los Su-
mos Pontífices y Emperadores, a
quienes entregaron el poder tem!'O-
ral. En primer lugar tenemos a Cons-
tantino, quien recibió el imperio de
.Silvestre, y de Carlo Magno, a quien
Adriano Papa hizo emperador. Lo
mismo consta de Otón 1, quien fue
constituido emperador por León.
Igualmente se manifiesta la potes-
tad de los Pontífices en la deposi-
ción que hicieron de algunos emoe-
radores. Por ejemplo, Zacarías e.ier-
citó esta potestad sobre el rey de los
francos, porque lo depuso y dispensó
de su juramento de fidelidad a to-
dos los nobles. Lo mismo sucedió
con Inocencio 111, quien quitó el
imperio a Otón IV, y lo mismo hizo
Honorio, sucesor inmediato de lno·
cencio, con Federico Il. Y aunque
en todos estos casos los Sumos Pon-
tífices no procedieron sino por ra-
zón de los delitos cometidos por los
emperadores, sin embargo su potes-
tad, como la de cualquier otro do-
minio, se ordena a que guíen la grey;
por ello con razón se les llama pas-
tores, por cuya vigilancia se logra
el bien de los súbditos. De otra ma-
nera no serían legítimos señores, si-
no tiranos, como lo prueba el Filó-
sofo en lo que ya tratamos. Por eso
el Señor, como lo hace notar San
Juan, tres veces interroga con insis-
tencia a Pedro, su sucesor, si lo ama,
y entonces le encomienda su reba-
ño: "Pedro, ¿'lle amas? Apacienta
mis ovejas" (21, 17). Así resumía
todo el cuidado pastoral en el bien
de la grey.
Esto supuesto, o sea que busque
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
el bien del rebaño como Cristo lo
pretendió, se le confiere todo el d~­
minio como consta por lo antech-
-cho. Ésto es lo que vio Nabucodo-
nosor en su primera visión acerca
de ·l a estatua que tenía la cabeza de
oro, el pecho y los brazos de plata,
el vientre y el fémur de bronce, las
tibhs y parte de los pi7s de hierro,
y la otra parte de los pies de barro;
pero mientras contemplaba la es-
tatua, una piedra se desprendió por
sí misma del monte, y destruyó todo
lo anterior. Entonces dicha piedra
se convirtió en una montaña que
llenó toda la tierra. Y Daniel atri-
buyó tal visión a las cuatro monar-
quías, como refieren Jerónimo Y
Agustín: los asirios son la cabeza de
oro; los medos y persas son la pla-
ta en los brazos y el pecho; la mo-
narquía griega es el v~entre. y el fé-
mur de bronce; y el 1mpeno roma-
no son las tibias y parte de los pies
de hierro, parte de barro. "Mas de~­
pués de esto, el Señor hará surgir
un reino que no se deshará eterna-
mente ni se entregará su reino a
otro pueblo, y abarcará to~los lo,~
reinos, y permanecerá para s1e~pre
(Dan. 2, 44). Todo esto se refiere a
Cristo, y a su Iglesia Romana, se-
gún su intención de apacentar el re-
baño.
Debe también advertirse que no
puede deshacerse una institución di-
vina, porque sólo Cristo f~~ quien
eligió sus ministros y adrrumstrado-
res como vicarios, como dice el
CAPÍTULO
SOBRE EL GOBIERNO REAL, EN oue CONSISTE, EN oue
DIFIERE DEL REPUBLICANO, Y COMO SE PUEDE DIVIDIR
DE DISTINTAS MANERAS, SEGÚN DIVERSOS CRITERIOS
Ahora hemos de tratar del domi-
nio real; y podemos d!stingui.r den-
tro de este tipo de gobierno diversas
73
Apóstol en la primera carta a los
Corintios: "Que se nos con5idere
como ministros de Cristo y dispen-
sadores de los misterios de Dios"
(4, 1). Pues sólo Cristo fundó la
Iglesia cuyo ministerio encomendó
a Ped;o y a los pastores. "Y na~ie
puede poner otro fundamento smo
el que está puesto, que es Cris!o".
Por ello los santos doctores atnbu-
yel! a Cristo cierta potestad que no
tuvieron ni Pedro ni sus sucesores;
potestad excelente a la cual no se
igualan la de Pedro y sus sucesores,
porque la potestad de Cristo las tr~s­
ciende. Pues Cristo pudo salvarse s.m
bautismo, porque, como di~~ Je~ó­
nimo al comentar a Mateo: A nin-
guno curó del cuerpo a quien no
curase del alma, y sin embargp lo
hizo sin el bautismo, lo que Pedro
no podía hacer". Por ello Pedro bau-
tizó al centurión Corne1io y a toda
su familia, aun después de haber re-
cibido al Espíritu Santo, como lo
cúentan los Hechos de los Apóstoles.
Y Cristo pudo cambiar 1-a forma de
los sacramentos, e igualmente la ma-
teria~ lo que no pueden hacer Pedro
y sus sucesores. . _
Por el presente baste lo dicho; de-
jamos lo más· sutil a los sabios y las
cosas más altas que pueden. decirse.
Pero fil menos 'concluyamos del pre-
sente capítulo que hemos de prefe-
rir a los vicarios de Cristo y pastores
de la Iglesia sobre todos los demás,
como puede sacarse de lo expuestc;.
XI
clases, según las varias region~ Y
tradiciones. En la Sagl'8da Escntura
se nos dan distintas leyes reales en
 74 TOMÁS DE AQUINO OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES 75

el Deuteronomio, por Moisés, -y en sus súbditos obren bien, como un sus propios medios económicos, Y de sus súbditos, a no ser en dos ca-
el libro 1 de los Reyes, por Samuel; pastor cuida de sus ovejas. De· estas como es de derecho natural q_ue to- sos: como castigo de un delito, y .
pero uno y otro pone a Dios como condiciones resulta claro que el _go- dos reciban su paga del trabajo, co- por exigencia del bien común; en
ordenador del rey para utilidad de bierno despótico dista mucho del mo lo dice el Apóstol en la carta 1 e5tos dos casos sería justo: en el
los súbditos, lo cual es el fin pro- regio, como el mismo Filósofo lo in- a los Corintios, de ahí resulta que primero, oorqu,e s~ priva de su pro~
pio de un rey, como dice el Filóso- dica en el libro 1 de la Po/í.tica. Lo es lícito a los príncipes el cobrar piedad a los subd1tos por. su. c.ulpa,
fo en el libro VIII de la Etica. Dice mismo, dice que el reino no es para tributos a sus súbditos cada año. en el segundo a título de iusttcia, ya
el Deuteronomio: "Si eligiéreis al- Por eso, cuando el Apóstol di~e a que las propiedades se conce?en por
gún rey, no ha de tener muchos ca- el rey, sino para el mismo reino;
porque la providencia de Dios quiso los Romanos que todo poder ".1e~e el bien común, como se ha dicho. El
ballos, ni hará volver a su pueblo que gobernaran v rhi:ieran el reino de Dios, les persuade de. retr~?mr libro de los Proverbios dice qu~ "~l
a Egipto para aumentar su cabaHe- y que conservaran el régimen jurí- por ese trabajo, pues les dice: Por trono del rey se afirma en la JUStl-
ría, no ha de tener muchas mujeres, dico; y de tal manera es éste el fin tanto pagáis impuestos; y~ que son cia". Por ello la ley divina manda
cosa ·que podría descarriar su cora- del reino, que quienes desvían el ministros de Dios, que sirven con que los transgresores de lo~ manda-
zón, ni tendrá demasiada plata y bien común hacia el propio, no son ello" (Rom. 13, 6). También Agus- tos divinos han de ser lapidados o
oro"' (17, 16). Y cómo deba esto reyes sino tiranos. Y contra ellos tín dice lo mismo al comentar las castigados con di".ersos c~stigos; es-
entenderse, lo dice arriba el mismo dice el Señor en Ezequiel: "¡Ay de palabras del Señor. Heip_os de con- to parece justo, s1 nos f11amos que
libro: "Se encontrará su ley en el cluir, pues, que un leg1t1mo rey,. o toda cosa creada, y especialmente
Deuteronomio, y la tendrá consi_go, los pastores de Israel que se apa- sea el que cumple la form~ descnta el cuerpo humano, existen en fun-
cienta·n a sí mismos! ¿No están los
y la leerá todos los días de su vida, rebaños por el Deuteronomio, así debe re- ción de algo superior po; lo cua.I
para que aprenda a temer al Señor · Bebíais al cuidado de los pastores?
su leche y os cubríais con gir y gobernar. . . pueden sacrificarse. Y as1 amputa-
su Dios, y a guardar todas sus pa- su lana; matabais Igualmente nos mstruyen los eiem- mos una mano para conservar el ~o­
labras y ceremonias, para que pueda no apacentabais mia rebaño;
las gordas, ll}as
plos, ya que a qui.enes han hech~ razón y el cerebro, en los que prm-
dirigir al pueblo según la ley divi- teis fuerza a las débiles, no no dis-
procu- lo contrario les ha ido mal. En pri- cipalmente está la vida humana. Y
·na". Por ello el rey Salomón pidió rasteis t.a salud de las enfermas, no mer lugar ·Sucedió a los reyes roma- esto lo aprueba la ley ~ya_ngélic~,
esta sabiduría al principio de su rei- entablillasteis las que estaban que- nos; porque se les arroj~ del reíno que nos dice por Mateo : S1 tu ~JO
nado: el poder dirigir su gobierno bradas, no levantasteis las caídas, por la violencia y soberbia con ~~e te escandaliza, o tu mano o tu pie,
al bien de los súbditos, como dice no buscasteis las perdidas, sino que gobernaban; así pasó con _'!'arqum_io córtalo y arrója!o d~ ti; pues te es
el TII libro de los Reyes. Y Moisés las gobernabais con dureza y po- el Soberbio y con su h110, segun mejor entrar en la vida manco o co-
nos dice en dicho libro.: "Que no der" (24, 2). En estas palabras cla- cuenta la historia. Lo mismo acon- jo que teniendo dos manos y dos
se ensoberbezca su coraz6n sobre ramente se nos dice lo que ha de teció a Ajab y Jezabel su muier, oj~s ser arrojado ·a la gehena" (Mt.
sus hermanos, ni se doble su cora- quienes encontraron una mu7rte d~­ 18, 9); y Agustín co'.1sidera que el
zón a la izquierda o ·n a derecha, lo ser un buen régimen, al condenar
contrario. sastrosa, en castigo de la v10lenc1:1 ojo, la mano y el pie representan
para que así reinen él y sus hijos Un reino está constituido de hom- con que arrebataron a Nabot su vi- los diversos tipos de hombres. ~gual­
POt largo tiempo" (Cap. 20). Pero bres, como una casa lo está de pa- ña según narra el libro IV de los mente puede suceder, como mme-
en el libro 1 de los Reyes leemos redes y el cuerpo humano de miem- R~yes. El mismo libro añade gue diatamente se ve la razón, que el
unas leyes del reino que más con- bros, como dice el Filósofo en el li- Jos perros lamieron la sangre de sus rey deba exigir un tributo por el
vi~nen a la utilidad del rey, como bro 111 de la Política. Por tanto el cadáveres en la viña robada, en tes- bien de la república, sea para . la
lo hicimos notar en el libro II de fin del rey es el que prospere el ré- timonio del perjuicio que habían he- defensa del reino, sea por cualquter
esta obra; ahí se indican cosas que gimen, y que todos los hombres sean cho a Nabot. En cambio sucedió lo otra causa razonable que pertenez-
pertenecen totalmente a una situa- protegidos por el rey. Y en esto el contrario a David, como leemos en ca al bien común de su estado; pu.es
ción servil, y sin embargo Samuel bien col}'lún de todo principado par- el libro lll de los Reyes. Pues que- damos por supuesto que fa socie-
dice que son leyes reales, aunque en ticipa de la bondad divina. Por ello riendo levantar un altar para apla- dad humana es natural, como Y'ª he-
realidad son despóticas. Y el Filóso- dice el Filósofo en el libro 1 de la car a Dios, a quien había ofendido mos probado, y por ta~t_? todo lo
fo en el libro VIII de la Etica está Ética que el bien común "es aquello demasiado al querer vanidosamente necesario a la conserv.ac1on general
de acuerdo más bien con esas leyes, que todos desean, y es un bien di- censar al pueblo, compró un campo de dicha sociedad tiene que ser de
como 1as hemos enunciado primera- vino"; pues Dios, quien es Rey de al Jebuseo Hareuma. Mas como éste derecho natural. Por tanto, supues-
mente. Pues tres condiciones pone los Reyes y Señor de los que Domi- quisiera obsequiárselo, el rey lo re- to un gobierno real legítimo, el rey
al rey en dicho libro: primera, que nan, y por cuyo poder gobiernan los husó como dice el libro 1 de Para- puede exigir de ~us súbditos ~o ne-
sea legítimo, lo que significa que reyes, como ya lo probamos antes, lipó~enos, sino oue él dio por. el cesario para el bien de los mismos.
busque el bien de los súbditos.. Se- nos rige y gobierna no por sí mismo, terreno seiscientos ciclos de oro bien A.demás e! arte imita la natura-
gunda, .que tenga suficiencia de me- sino por nuestro bien; y de seme- pesados. Esto nos muestra que los le;a en lo' ¡osible, como di ce el Fi-
dios y abundancia de bienes, para jante manera han de hacerlo los re- príncipes han de contentarse con sus lósofo en e libro 11 de la Física. Y
que no sea gravoso a sus súbditos. yes y otros gobernantes de la tierra. ganancias, y que no deben ser. gra- la naturaleza no folla en la~ cosas
Tercera, que tenga cuidado de que Pero como nadie va a la guerra por vosos sobre los bienes y posesiones neeesarias. Luego tampoco el arte.
 76
TOMÁS DE AQUINO

OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES 77

y entre. todas las artes, el de vivir
es el me3or Y el que más abarca co- el. libro XVIII de La Ciudad de
mo . antes dijimos Y según p~eba D10.s. Pues. aun cuando ~n el estado
Tul10 en las Cuestiones Tusculanas d~ mocenc1a se hubiere dado un go-
puesto que a dicho arte se encami: bierno, éste hubiese sido únicamente
nan todas las demás. Así en todo lo para consult~ y guía, no para domi-
que toca a las necesidades del reino nar con pasión o con intención de CAPÍTULO Xll
h a la conservación de la sociedad someter servilmente a los demás co-
um~na, el rey, a quien podemos }º antes s.e explicó. y las leyes,rea. SOBRE EL GOBIERNO IMPERIAL, SOBRE EL ORIGEN DEL
d?nhstdera~ el artífice Y arquitecto de es que d~o al pueblo israelita el NOMBRE, Y SOBRE OTROS NOMBRES QUE SE LE DAN. SE
ic a soc1e~ad, no debe fallar, sino profeta Samuel, se debieron a ue
ha dle SUJ?lir toda deficiencia junto tal puebl? las. merecía, por serqde TOCA DE PASO LA MONARQU1A, SUS TIPOS, Y CUANTO
con a misma sociedad. De ahí se dura cerviz e mgrato. Pues mientras HAN DURADO
7oncluye que en este caso pueden U? pueblo no reconozca el benefi-
imponerse contribuciones e impues- c10 q!-le le aporta t¡.n régimen, .es ne-
tos y censos, o tributos, con tal gue cesario se le trate con t" ,
va q tque bº, trama, Después de hablar de otros tipos guieron se llamaron así porque usa-
no vayan mas .allá de lo verdadera. u~ 8:11. ten. ~ta es instrumento de gobierno, conviene que ahora tra- ban penacho; a Augusto se le lla-
mente ?ecesar10. Por eso Agustín de la JU~hc!a d1vma. Por ello cier- temos del imperial, que es como un mó Octaviano por haber acrecenta-
~n su libro De las Palabras del Se: tas . pro~nc1as e islas siempre han intermedio entre el real y el repú- do la república, como opina el mis-
~or, al comentar aquello de Mateo: ten!do tiranos, como cuenta la hº blicano; pero hay otra causa para mo Isidoro.
/)ad al César lo que es del César" tona, por la malicia del pueblo; p~~ tratarlo después de los anteriores, Lo segundo que hemos de tratar
c~e: ?ºr tanto hay que pagar ai que no puede~ ser gobernados sino
sar 0 que manda, Y sostener sus con va!a de hierro. Por tanto en ta-
y es la que a continuación indica-
mos. Tres puntos hemos de tratar
es el proceso de dicho imperio, así
como antes se trató de los cuatro
man~atos; pero se hace intolerable les regiones es necesario que haya acerca del imperio: primero el nom- tipos de monarquía; pero podemos
cuan o acumula corno si fueran sus reyes o príncipes déspotas no por- bre, porque el nombre tiene su ori- añadir un quinto tipo, como dire-
pres?s lo que exige". y des ués que. lo exija así la natur~leza del gen en un dominio supremo fastuo- mos adelante.
exph.cando la palabra de JuJ:i eÍ g~b1erno regio, sino por la pertina- so y engrandecido, como si se refi- La primera fue la de los asirios,
~Nuhsta, qu.ien decía a los soldados: c~a Y los merecimientos de los súb- riese al señor de todos; por ello cuyo jefe fue Nino, en tiempos del
. ? golpeéis a nadie, ni lo calum- ditos. y _Por ·eso Agustín en el Ju- aquel Nicanor el soberbio, al ser patriarca Abraham; el imperio duró
nié.1s, Y contentaos . con vuestro sa fiªr ya citado, y e) Filósofo en el rogado por los judíos que les permi- 1240 años, como dice Agustín en
lano" , ana - de: " Esto puede aplicar-· ibro. III de la Politica distinguen tiese santificar el sábado, les pre- el libro IV de La Ciudad de Dios,
se tanto a los soldados y pretores los hp?s de reinados. y dicen que guntó con arrogancia si era podero- hasta el emperador Sardanápalo,
corno a to~o otro go9ernante". e~tr~ ciertos pueblos bárbaros el do- so en el cielo el Dios que les había quien perdió el trono por sus pasio-
Pu.es ~Ulenquiera se cons'.igve ga- mm10 real ha de ser despótico pues mandado guardar el sábado, y como nes con las mujeres; entonces los
n~nc1as :ª~usando de su poder pú- tales pueblos no podrían ser gober- ellos le respondiesen ·que sí lo era, arbaces pasaron a manos de los me-
bhco, ~x1g1~ndo más de ló necesario, nad~s .de otra manera. Este tipo de él respondió con no poca soberbia: dos y persas, durante el reino de Pró-
queda mclmdo en la condenación de dornm10 existe entre los griegos y "Y yo soy poderoso en la tierra, cax, general romano, como el mis-
J1;1"an el Bautista, que lo llama calum- entre los persas, por lo menos en porque impero sobre las armas" (11 mo Santo Doctor nos cuenta en el
niador y verdugo. y de estas dos cuanto al gobierno .del pueblo. He- Mac. 15, 5). Y por este motivo, por libro XVIII de la citada obra. La
man.eras el régimen real puede con- lr!ºs pues explicado cómo es un go- juicio de Dios, fue tomado cautivo segunda monarquía fue la de los me-
vertirse en despótico; mas la causa b~erno, Y cómo se da el despótico y por Judas Macabeo, y terminó su dos y pel'Sas, que duró hasta el tiem-
más profu~da ser!a el pecado, por como se distingue del republica~o vida de mala manera, pues le cor- po de Alejandro, o sea 233 años,
el que se mtrodu30 la servidumbre lo que se verá más claro aún cuan: taron la cabeza y la mano derecha cuando Alejandro venció a Darío,
en el mundo, como dice Agustín en do tr~ternos en otro capítulo sobre que había levantado contra el tem- como cuenta Agustín en el libro XII.
este tipo de gobierno. plo. Otros nombres de este tipo de La monarquía de los griegos em~
gobierno provienen de hombres ex- zó y terminó con Alejandro; y de
traordinarios, por ciertas prerrogati- él dice el libro I de los Macabeos:
vas que se les concedieron en su "Alejandro reinó doce años y mu-
principado, como se llamó César a rió". Pero aunque los griegos nunca
Julio, según cuenta la historia. Y tal gobernaron todo el orbe, sin embar-
nombre se le dio, según cuenta Isi- go siguió floreciente el reino mace-
doro en el libro IX de las Etimolo- donio hasta la muerte de Alejandro,
gías, porque quizá fue sacado del del que hace mención el libro an-
vientre de su madre muerta, o por- tes citado por el año 485, como tam-
que nació por operación cesárea, bién lo dice Agustín en el libro XII.
Los demás emperadores que los si- Dicho príncipe comenzó su reinado
 '
78 TOMÁS DE AQUINO OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES 79

con su· padre, a quien..sucedió, como 'pués de ·él Oc_taviano .lo· sucedió, · algunas veces usase de su poder. Vi- En estas palabras se indica todo lo
dice la histori'a .. Después de esta ·mo- quien era hijo de una hermana de vió pues en humildad, siguiendo el que corresponde a un verdadero
. narquía .comenzó a florecer ·et im- -Julio . César; Octaviano vengó la decreto de Augusto, que todos se príncipe. Más aún, va má_:; allá de
perio romano. Muchas cosas se-cuen- muerte de su tío y mató a Antoni()f inscribiesen en el lugar de nacimien- los límites de todos los senores, co-
tan de los romanos en el libro 1 de que gobernaba el oriente; y asf que- to de sus padres, como no~ lo ~li~e mo se explicará en el próximo C8;PÍ-
los Macabeos,. en tiempo de . Juda~. <ló él solo en . el gobierno. Por su Lucas el Evangelista. Y al mscnbi~­ tulo, y como es evidente para qmen
Macabeo, quier¡ floreció casi 1nme-· sencillez tuvo el poder por muchos se habían de pagar un censo o tri- lo medite. Este principado, pues, o
diatamente después de la muerte de , a¡i.os; y en el 42 de su reinado, al buto, como cuenta la his~oria, en dominio trasciende toda monarquía
Alejandro, y jµnto .con Ptolomeo. Su cumplirse la semana 76 predicha reconocimiento de su servidumbre. y domi~io, los aniquila y quiebra,
poder parecía · extenderst;: a todas las por Daniel, habiendo cesado el go- ' Este misterio significa a aquel que porque todos l?s ~einos le. están su-
regiones del · mundo, ·pei'b bajo régi- bierno y sacerdocio de ·Jude11, nació había nacido, verdadero Dios y Mo- jetos, lo cual mdicó el mismo pro-
men consular, pues dejaban a los re- Cristo, el verdadero Rey y Sacerdote narca del mundo, cuya representa- feta: "Vivo yo, dice el Señor, que
yes locales gobernar sus propias re- y Monarca; fu'é quien. dijo a sus dis- ción tenía Augu·sto, aun cuando ~ste ante mí .se doblará toda rodilla" (45,
giones, ya que los rom<inos tenían cípulos, después de la resurrección: no lo supiera, por voluntad de D100, 23). Y el Apóstol Pablo dice a los
paco· poder aún. El consulado y la "Se me ha dado tódo poder en el como lo profetizó Caifás. Y movido Filipenses: "Ante el nombre de Je-
monarquía duraron hasta Julio Cé- cielo y en la tierra''; lo que ha' de por tal impulso, César mandó en sús se dobla toda rodilla en los
sár, que fue el primero en usurpar referirse, también a su humaniqad, aquella época que nadie lo llamase cielos, en la tierra y en los infier-
el _imperio; pero poco sobrevivió, como dicen Agustín y Jerónimo, ya . Señor. Augusto representó la mona~­ nos" (2, 10). Cuando Nabuc~ono­
puesto que fue muerto por los se- que su di.vinidad siempre lo tuvo quía de Cristo, después de _su naci- sor pidió a Daniel que le exphcase
nadares por abusar del imperio. Des- sin duda afguna. miento, durante catorce anos, por la visión tenida en sueños, éste le
todo · el orbe; así lo cuentan las ac- respondió acerca de la m?narq1;1ía
tas de los príncipes romanos; y _go- de Cristo: "En aquellos d1as Dios
bernó durante cincuenta y seis años stiscitará un reino celestial que no
y seis meses. También Tiberio, quien "Se disipará jamás, y no entregará a
- CAPÍTULO XIII sucedió a Augusto, quiso poner a otro su reino, y conminará a todos
Cristo entre los dioses; pero. fue im-
pedido por el senado, soberbio, lu- los otros reinos, y su. imperio durará
SOBRE LA MONARQutA DE CRISTO, COMO SOBRESALE joso, e impaciente por controlar el eternamente" (2, 44); al hablar de
EN TRES ASPEctos, y DE OCTAVIANO AUGUSTO, gobierno. aquel tiempo, se refería a las cuat-:o
En tercer lugar la excelencia de monarquías aquellas de los asirios,
COMÓ REPRESENTO A CRISTO los persas· y medos, los griegos y. los
la monarquía de Cristo sobre las
-..
Y esta quinta monarquía que su- ·conoce mi nombre entre los genti-
precedentes y .su dignidad se mani-
fiestan en el hecho de que Cristo sea
romanos. La razón de la eternidad
de este reino es evidente, porq~e el
cedió a los romanos, las superó ;ver- les, y en _todo lugar se sacrifica y Dios y hombre. Según esto, la divi- principado se le da para siempre, ya
'daderamente a tedas en tres aspee- ofrece a mi nombre un sacrificio ·. nidad hace la naturaleza humana que se trata de un Señor que es Dios
.tos. Primeramente~ por su duración, puro, porque mi nombre ea grande de Cristo participante de su poder y hombre.
porque ha durado más y . aún oer- entre las naciones, <lice-el Señor de infinito, que es superior en for~a· Y así se ha completado el círculo
dura, y durará hasta la segunda ve- los ejércitos" (1, 2). Por lo cual es leza y virtud a toda fortaleza y vir- al regresar al punto de partida; por-
nida de Cristo; así 1.o dice Daniel, . claro que el reino de Cristo se re- tud humanas. lsaías describió así el que hemos probado antes que tod.:>
como antes lo explicamos y aún lo fiere a la salud del alma y a los poder temporal de Cristo, que lla- dominio tiene en Dios su origen. En
declararemos más ampliamente. En bienes espirituales, como se verá, mamos monarquía; "Nos ha nacido este principado se terminan todos
segundo lugar su superioridad ap·a- aunque no se excluyan los tempora- un níño y se nos ha dado un hijo. los temores de los hombres y llega
rece por la univer-salidad de su · do- les aun cuando se ordene a los es- . Y se le ha concedido el principado el principado a su culmen al des-
minio, porque "por toda ·ta tierra se pirituales. Por ese motivo, aun cuan- sobre sus hombros. Y se llamará cansar de todo cambio, pues está
extendió su 'pregón, y hasta el con- do Cristo es "adorado por los magos admirable, consejero, Dios fuerte, más allá de todo movimiento. Por
f(n del orbe su palabra". Pues no y glorificado por los ángeles, para padre del siglo futuro, príncipe de ello habría que concluir de todo lo
hay. p~rte en · el m.\lndo, . ni . pueblo- significar _por ello su dominio uni- la paz. Se multiplicará su imperio, dicho que este reino jamás puede
alguno, en que no se ·adore el nom- versal, sin embargo se recostó en un y la paz no tendrá límite" (9, 6) . fallar.
bre de ·· éristo. Pues "todo lo ha lugar humilde, envuelto en pobres
pues.to pajo sus ,pie;;", como .dice et _.pañ;al~s. Y,..pQ.r est~ ,.eamino s911 má~
Apóstol al final de la car.ta 1 a los atraídos los hombres a la virtud que
Corintios. Tambi.:n el profeta Mala- por la fueq;a de las armas. Y eso
quías muestra este dominio: "Des- era precisamente lo que pretendía,
de l~ salida del sol hasta el ocaso se come. verdadero Señor, aun cuan"o

TOMÁS DE AQUINO
80
CAPÍTU LO
SE PREGUNTA, ACERCA DE LA MONARQUlA DE CRISTO,
CUANDO EMPEZÓ Y COMO ESTUVO OCULTA,
Y SE DECLARAN lAS CAUSAS DE TAL
OCULTAMIENTO
Brota ahora la cuestión sobre el
principado de este Señor; cuándo
e!llpezó, porque consta que poste-
noonente ha tenido dominio sobre
~uchos; pero él mismo eligió una
vida abyecta. Por eso dice Mateo: .
" Las zorras tienen sus cuevas y las.
aves del cielo sus nidos; mas el Hijo
del llombre no tiene dónde reclinar
la cabeza (8, 20) . Y en San Juan se
dice que, temiendo a la multitud,
se escondió, porque querían tomar-
lo de entre el pueblo y hacerlo rey.
Y él mismo dijo: "Mi reino no es
de este mundo". , Apóstol Santiago dice en su carta:
'· A esto se responde que el princi-
pado de Cristo -comenzó con su na-
cimiento temporal, lo que se prue-
ba porque en dicho día dos ángeles
lo anunciaron y sirvieron. Pues dice
Lucas: ''El ángel dijo a los pasto-
res: os anuncio un gran gozo aue
ha nacido el Salvador del m~ndo"
(2, 10) . Igualmente Miateo nos na-
n;a la ado.r:_~cióp de ~os magos: "Ha-
biendo nacido J~ús en tiempos del
rey HerO<les, unos magos vinieron
de · oriente a Jerusalén, diciendo:
¿dónde está el rey de los judíos que
ha nacido? pues vimos su estrella
en el oriente, y hemos venido a ado-
rarlo" (2, 1). En estos sucesos se
muestra con bastante claridad su
principado y el comienzo del mis-
mo; y fue anunciado previamente
por Isafas profeta. Y ha de adver-
tí~ que más apareció su poder y
su virtud y la excelencia de su do-
minio entonces qu_e en la edad ma-
dura; y fue así"-para indicar que su
debilidad no era necesaria, sino vo-
luntaria, y que él mism~ la tomaba,
XIV
y que no haría uso público de ese
poder sino en casos contados, por
las dos causas siguientes, lo cual
baste por ahora:
La primera causa fue para ense-
ñar la humildad a los príncipes, por
la cual un príncipe se hace grato
e!.1 su régimen. Y es que la humil-
dad merece la gracia, según dice el
libro de los Proverbios: "La gloria
sigue al espíritu humilde" (29, 23).
Y añade: " Realiza tus obras con
mansedumbre, y serás amado máS
que la gloria de los hombres". Y el
" Dios resiste a los soberbios y da
su gracia a los humildes" "(4, 6). Y
tanto más es dicha gracia necesaria
en un príncipe, cuanto más lo ata-
can las envidias de quienes no so-
pona_n tener a otro por superior.
Cons~deran~o esto el rey David, res-
pondió a Nicol, la soberbia hija del
rey que lo insultaba porque se ha-
bía descubierto. delante de las cria-
das para alabar y reverenciar el arca
de Dios, a pesar de que dicha mujer
era considerada adivina: " Bailaré
ante el Señor que me eligió sobre
tu padre y toda su casa, y que me
ordenó ser el jefe de su pueblo Is-
rael. Bailaré, pues, y, me humillaré
más de lo que he hecho, y seré hu~
mi-l de a mis ojos" (11 Reg. 6, 22).
El mismo Cristo quiso observar esta
regla en sí, según la voluntad de su
Padre, como lo había anunciado el
profeta Zacárías; así lo- hace notar
el evangelista Mateo: "He aquí que
tu rey viene a ti, humilde, sentado
sobre una asna y su pollino". (21, 5).
Así pues, si los príncipes murida-
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍ NCIPES 81
lerio Máximo y Vegecio en el libro
nos son exaltados por su humildad
y pobreza, por la . que ob tienen ~r~­IV De la Milicia, que antes citamos,
Cia ante sus súbditos, y su domimo que siendo pobre co".10 cualquie.r
se hace más próspero, ¿por qué no otro, y habiéndole. envtado los Epi-
admiraremos más. la perfecta humil- rotos unos emba]8dores con gran
dad de Cristo? Pues escribe Valerio cantidad de oro, les contestó al re-
Máximo en el libro XI acerca del chazarlo: " Id a decir a los Epirotos
rey Codro el Ateniense, y Agustín que prefiero gobernar sobre ricos
en La Ciudad de Dios, que, cuando que el poseer riquezas". ¿Y para
los habitantes del Peloponeso lucha- qué insistir en esto? Todos los gran·
ban contra los atenienses, les fue des príncipes y monarcas han subyu-
anunciado por el oráculo de Apolo gado al mundo con . su humild.ad,
que ganaría aquel ejército cuyo jefe pero perdieron el gobierno al de1ar-
se entregara a la muerte. Entonces se llevar por el fasto, como antes se
su rey Codro, vestido de pobre, se dijo. Por ello se escribe en el Ecle-
ofreció a Jos enemigos para que lo siástico: "Cuanto más grande seas,
matasen, para salvar a su I:'ueblo. humíllate más en todo, y encontra-
y al verlo muerto, los enemigos se rás gracia delante de Dios" (3, ~O).
dieron a la fuga. Por ello se cuenta Más aún si reconocemos las virtu-
que los atenienses lo elevaron al des de h~mildad y benevolencia en
rango de la divinidad. .
cualquier príncipe, mucho más, l a.s
También nos cuenta el mismo hemos de alabar en nuestro pnnc1-
Agustín en el libro citado, Y, Vale- pe Cristo, como constituido en el su-
rio Máximo de algunos consules premo grado de virtud.
romanos y de Lucio Valerio, que
Se concluye pues que la humildad
murieron en tal indigencia, que sus y pobreza de Cristo fue muy r azo-
amigos tenían que hacer colecta~ pa- nable aun cuando fuese el legítimo
ra poder sepultarlos . Por el mismo Seño;, por las causas antes explica-
motivo es alabado el cónsul Fabri-
cio. Por ello escribe el mismo Va- das.
CAPÍT ULO XV
SE SEÑALA UNA SEGUNDA CAUSA POR LA QUE EL SEÑOR
ESCOGIÓ LA VIDA ABYECTA Y OCULTA, AUN SIENDO
SEÑOR DEL MUNDO, Y SE EXPONEN LAS PALABRAS
DE ISA1AS SOBRE CRISTO
Otra razón hay por la cual nues· Aquí también se verifica~ sus ~~la:
tro Señor asumió un estado humil- bras que antes hemos citado: Mi
de aun siendo Señor del mundo, que reino no es de este mundo". Por
ello vivió humildemente, para atraer
fue para insinuar la diferencia ~n­ a los fieles con su ejemplo a obra_r
trt'; su dominio y el de los otros pnn-
cipes. Pues aunque era príncipe tem- virtuosamente, para lo cual e.s cami-
poral de todo el orbe, sin ~m?argo no más apto el de la humildad Y
enfocó directamente su principado desprecio del mundo; así vivía~ los
a la vida espiritual, como dice Juan: estoicos y cínicos, cox:io. nos refier~n
" Vine para que tengan vida, y la Agustín y Valerio Max1m<;>. Lo m1s-
tengan en abundancia" (10, 10) . mó manifestó Séneca, quien fue el
 TOMÁS DE AQUINO OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
82 83

perfecto estoico, en smi libros Sobre La primeut se refiere a la solidez tol a los Gálatas : "Si sois conduci- los fieles, y al morir se la dejó en
la Providencia de Dios y La Breve- y seguridad de su doininio: "Su dos por el Espíritu, no estáis bajo herencia: "En el mundo tendréis pre- .
dad de la Vida, dirigido a Paulino; principado recae ·sobre sus hom- la ley" (5, 18). Por ello no es nece- sienes, pero en mí tendréis la paz"
y por estas virtudes se hace uno dig- . bros"; y aquello que se lleva .sobre sario para regir a quienes están bajo (Jo. 16, 33), lo cual es algo singu-
no del reino eterno. Y esta fue la los hombros está más firme, pues la gracia, la vara de hierro, lo cual lar en su principado. Así, pues, fun-
principal intención de su reino: el así se llevan los ·pesos más sólida- es cualidad singular del reino de dó su dominio en la humildad y la
conseguirlo para sus seguidores. Por mente. La segunda se refiere a lo Cristo. pobreza, y en las adversidades, y en
ello el mismo Señor declara -a sus nuevo de ·su dominio; por eso se es- La séptima y última se refiere a Jos trabajos y desvelos, a la manera
discípulos y seguidores en San Lu- cribe: ''.Y su nombre será el Admi- lo mismo, y es la tranquilidad de como se engrandeció la república
cas: "Vosotros sois los que habéis rable". Pues es digno de admiración su reinado, cuando añade: " Prín- romana, no por el fasto, la pompa
permanecido conmigo en mis ten- porque es pobre y humilde, a pesar cipe de Ja paz", si no del cuerpo, y la soberbia, como refiere Salustio
taciones. Por ello dispongo para vos- de ser Señor del mundo. La tercera, sí del espíritu. Y Cristo nuestro Rey al citar a Catón, y como lo prueba
otros, como el Padre dispuso para a la .b'rillantez de su sabiduría. lo y Prín cipe Ja ofreció en su vida a Valerio Máx imo.
mí, un reino, para que comáis ·y be- qtte ·es muy propio :ae un príncipe,
_báis sobre mi mesa en mi reino" pues "ay del país cuyo príncipe es '
(20, 28). Pues quiso el Señor que un niño", como dice el Eclesiástico.
sus seguidores viviesen humildemen- Y esto sucede cuando el príncipe
te siguiendo su ejemplo, por la cau- .,nada puede hacer por sí, sin 'el con- CAPÍTULO XVI
sa ya- expuesta, como dice Mateo: sejo de otros; en tal caso más bien
"Aprended de mí, que soy manso el príncipe es llevado, por decirlo
y humilde de corazón" (11, 69), y así; por ello se añade de Cristo que AS1 SE ENGRANDECIÓ LA REPÚBLICA, POR EL EJEMPLO
' a este fin ordenó su dominio tem- es "Consejero". La cuarta, a la dig- DE LOS ANTIGUOS ROMANOS; LUEGO SE TRATA
poral. Por ello la vida espiritual de nidad de su doininio, pues se dice DE CONSTANTINO
· 1os fieles se· llama el reino de los que· es "Dios". Pues habiendo en él
cielos, porque difiere de un reino un supósito y una persona en la que
mundano en el modo de vivir; y por- están unidas las naturalezas divina Nuestro Rey permitió que su prin- tos por el celo de la fe y el amor de
que se ordena al verdadero reino y humana, el. prit).cipado de Cristo cipado fuese dominado por este Dios, y para esforzarse en florecer
eterno, no sólo a un dominio tem- opera er. virtud dt' la divinidad; por mundo, durante su vida y tras su en diversas virtudes, para conseguir
ooritl. Y para quitar toda sospecha eso se añade que es "Fuerte". Pues muerte, hasta que su r~_ino fuese per- el reino eterno y acrecentar con sus
del corazón ,humano, de que había el principado de Cristo recibe su in- fecto y ordenado por' las obras vir- méritos el reinado de Cristo? Todo
tomado el principado para· dominar fluencia del poder divino, que resi- tuosas de sus fieles, y laureado con esto lo trata Agustín en La Ciudad
el ItJUndo, como si este fuese __su fin, día en ..él personalmente; Cristo usó su sángre. Así sucedió con otros no- de Dios, de manera total, su til y bas-
..eligió una vida abyecta para los de- dicho poder en su pasión,- cuando bles de este mundo: Régulo, llama- tante amplia. Por este motivo el san-
- más señores; y sin embargo era el los judíos querían matarlo y lo bus- do tamb ién Marco, fue muerto por to escribió dicho libro acerca del
Señor y Monarca, porque se le- dio caban para ello; entonces él les dijo.:.. los cartaginenses por el celo por su tie mpo transcurrido entre la pasión
el principado sobre sus hombros, "Yo .soy", y ellqs cayeron pór tie- patria; Marco Curcio se arrojó a u n del Señor hasta San Silvestre y Cons-
según hemos ya citado al profeta. rra, como escribe Juan. Y en esto pred picio para salvar a su patria; tantino, en el cual espacio de tiem-
Y esto foe preanunciado por Isaías supera a sus sucesores, pues sabe- Bruto y Torcuato mataron a sus h i- po una infinita multitud del pueblo
en las_ palabras_..anteriores, · porque mos que el Vicario de Cristo no es jos para conservar Ja disciplina mi- se entregó y unió a Cristo por la
primero se propone humilde y ab- Dios, y por lo mismo la potest1ld de. lítar, como cuenta la historia, y por muerte, y siguió a su guía y príncipe.
yecto: "Un niño nos ha nacido". Cristo excede a la de sus sucesores. el celo de estos hombres se engran- En primer lugar, los primeros
Luego se añade a dicha pequeñez la Por ello -Gristo pudo hacer muchas ·· deció Ja república; Seleuco, Señor Apóstoles y guías y otros discípulos
virtud y la excelencia de su domi- cosas para ordenar el gobierno de de los Locros, como nos lo refiere de Cristo, todos ellos vicarios de
nio: "Y un hijo nos ha sido dado". sus fieles, que Pedro y sus suceso- Valerio Máximo en el libro VI, sa- Cristo y sucesores de Pedro, duran-
Porque la humanidad de Cristo es- res no pueden hacer, conio antes lo có un ojo a su hijo, y a sí mismo se te 350 años. En su sangre, en su
taba unida a la divinidad del hijo hemos indicado. Y por lo mismo, o privó de otro, en castigo por un cuerpo, en el mérito de su vi.da se
cqmo jnstru.megto suyq;, su poqer era ,sea por ser niño, se_:añady la , sexta adulterio, para mantener el orden fundó la Iglesia, como en piedras
·:;infinito-;y5por ¡ello;.e)'·;p,re.(éfa djc<e cu~liOad de . s~ s_ingula:r pdn~ad,: de la justicia en tal delito cometido vivas y preciosas, con fundamento
en el tril'SmCJ lugar qne·'~u·--dominio-­ que es la bemg-mqad de su ':reipado. por su hijo, y así guardó el eq uili- inefable; de manera que ni los vien-
es inefable, ,con muchas · locuciones Pues .es "P§ldre del siglo futuro", lo b rio entre un padre misericordioso tos ni las lluvias ni las tormentas de
de singular fuerza, las cuales han de cual se refiere a la plenitud de gra- y un legislador justo. ¿Pues cuán.to diversas pasiones o de cualquier per-
explicarse una a una, como 10 hace cia, por la cual. quienes están llenos más no ha n de mostrarse los cris- turbación que la a t ~quen pueden
Jerónimo, pues el mismo orden de de <elll'! pueden sobrellevar con lige- tianos dignos de alabanza al expo- des truirla. Pero en el tiempo opor-
las cláusulas manifiesta su fuerza. reza su yugo. Por ello dice el Após- nerse a los sufrimientos y tormen- tuno. el pode r de nuestro príncipe
 84 TOMÁS DE AQUINO
Jesucristo quiso manifestar al mun-
do su reino sólido, y por ello sus-
citó un príncipe de este mundo,
Constaritino, a quien azotó con la
lepra para curarlo después con po-
der sobrehumano. Con esta prueba,
cedió el dominio al beato Silvestre,
a quien en justicia se debfa por las
causas y razones arriba expuestas;
en tal unión se conjugaron el reino
espiritual y el temporal de Cristo,
aunque permaneciendo el espiritual
en todo su vigor; pues se ha de bus-
car en primer lugar el reino espiri-
tual, y el temporal sólo en segundo
lugar y en cuanto es necesario para
administr.ar el primero, pues de otro
modo se procedería contra la volun-
tad de Cristo. Entonces se cumplió
lo que había escrito Isaías después
de aquella cláusula: "Se multipli-
cará su imperio, y la paz no tendrá
fin" (9, 7) . Pues a partir de aquel
tiempo se abrieron las iglesias y co-
menzó a predicarse públicamente a
Cristo, lo que antes no podía hacer-
se sin peligro de muerte.
f,I Y el mismo año que Constantino
fue curado de su lepra y se convir-
tió a la fe, se bautizaron más de cien
mil hombres de todo el imperio ro-
mano, por los poderes que había
manifestado el vicario de Cristo. Pe-
ro hay que atender a lo que dice el
Profeta: "Y su reino no tendrá fin".
Pues consta que tras la muerte de
Constantino, su hi.io fue infectado
por la peste arriana, y perturbó la
Iglesia. Por ello bajo su reinado su-
frieron el destierro varios eximios
doctores de la Iglesia, como los
Obispos Hilario Pictaviense y Ata-
nasio Alejandrino, así como Eusebio
Vercelense y muchos otros doctores
de la Iglesia y clérigos, así COQJ.O la
cabeza de fa Iglesia, el Sumo Pon-
tífice Liberio, quien vaciló en la fe
verdadera a causa de las muchas
persecuciones de Constancio, como
narra la historia. Después de él si-
guió Juliano el apóstata, hermano
de Gallo y primo de Constancio.
~ste promovió una segunda persecu-
ción contra los fieles, bajo la cual
sufrieron Juan y Pablo de Alema-
nia. Así se cumplió la palabra del
Señor predicha por el profeta. Por-
que es necesario que veamos la co-
nexión que lo anterior tie~e con la
paz, aunque no del cuerpo. Por ello
cuan.-to el Señor ofrece la paz a sus
discípo.dos, les dice: "Mi paz os doy,
no como la da el mundo" (Jo. 14,
27) . Y es claro su significado, ya
que les manifestó dichas palabras
estando ya inminente su pasión; por
ello podía constarles que también
ellos sufrirían persecución. Por eso
se les dijo al mismo tiempo: "Si a
mí me han perseguido, también a
vosotros os perseguirán". Y los fie-
les elegidos de Cristo no pueden per-
der dicha paz si ellos no lo quieren.
Los estoicos afirmaron que las vir-
tudes como bienes del hombre siem-
pre permanecen en él, y no pueden
arrebatárseles a menos que ellos lo
quieran, según nos enseñan A. Ge-
lio en su libro De las Noches Áti-
cas al referirse a Dibón Estoico, y
San Agustín en el libro V de La Ciu-
dad de Dios. ¡Cuántd más no podre-
mos decir de las mentes de los fieles,
que no pueden perder la paz, ya que
están adheridos al fin que vive sin
fin!
OPÓSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
85
CAPÍTULO XVII
LOS EMPERADORES CONSTANTINOPOLITANOS QUE SIGUIE-
RON A CONSTANTINO OBEDECIERON Y REVERENCIARON
A LA IGLESIA ROMANA, LO QUE CONSTA POR LOS CUATRO
CONCILIOS A LOS QUE SE SOMETIERON DICHOS PRlNCIPES
Una vez que fue muerto Juliano tiempo de Constantino, que estuvie-
en la guerra contra los Persas, su ron sujetos a la Iglesia, a excepción
hermano Joviniano, hombre católi- de los tiranos ya mencionados. Co-
cu, devolvió la paz a la Iglesia, aun- mo cuenta la historia, una vez gue
que dicho monarca gobernó poco Constantino entregó el imperio al
tiempo. Una cosa notable se encuen- vicario de Cristo, se trasladó con
tra en todos estos emperadores, has- sus ministros y príncipes a la pro-
ta el tiempo de Carlo Magno, y es vincia de Tracia, donde empieza el
que fueron obedientes y reverentes Asia Menor y termina Europa, y ahí
hacia la Iglesia Romana, reconocien- se estableció, en una ciudad llama-
do en ella el principado sin separar da Bizancio. Y como cue.nta la his-
el dominio espiritual del temporal, toria, remozó la ciudad y la llamó
como lo define el concilio Niceno. con su nombre. En ella estuvo la
Por ello el Papa Gelasio escribió al sede imperial hasta Carlo Magno,
emperador Anastasio que el empe- en cuya persona el Papa Adriano,
rador dependía del juicio pontificio, tras convocar un concilio en la ciu-
y no al contrario. Se cuenta gue dad, hizo recaer el imperio, pasán-
Valentiniano, inmediato sucesor de dolo así de los griegos a los germa-
Joviniano, dijo lo siguiente al pedir nos. De aquí se deduce que los em-
la elección del Arzobispo Mediola- peradores de Constantinopla esta-
nense: "Elegid para la sede episco- ban sujetos al Sumo Pontífice, cumo
pal a un hombre al que nosotros, escribe Gelasio Papa al emperador
que gobernamos el imperio, poda- Anastasio. De donde aparece que su
mos someter nuestras cabezas, y de imperio se ordenaba a gobernar a
quien podamos recibir la necesaria los fieles según la encomienda del
medicina, si como humanos llegáse- Sumo Pontífice; y por consiguiente
mos a olvidar sus preceptos". Y co- puede afirmarse que fueron ejecu-
mo este tema es fructuoso para mos- tores y cooperadores de Dios para
trar la reverencia de los príncipes gobernar el pueblo cristiano.
hacia el vicario de Cristo, tratamos Puede verse esto claramente si nos
aquí de los emperadores hasta la referimos a cuatro emperadores que
época de Cario Magno. Después tra- en dicho tiempo reinaron, y que es-
taremos del tiempo transcurrido en- tuvi-eron presentes a los cuatro con-
tre este emperador y Otón primero, cilios más solemnes y universales,
tiempo en el cual ocurrieron tres cuyos estatutos aprobaron, y a los
cambios. cuales' se sometieron. El primero fue
El primero fue en cuanto al modo el Concilio de Nicea, que reunió a
de elección; el segundo, de la suce- 318 obispos en tiempos de Constan-
sión; el tercero, en cuanto al modo tino, donde se condenó a Arrio, pres-
de gobernar. Y como es evidente, bítero alejandrino. hSte afirmaba
hemos de tratar un poco acerca de que el Hijo era inferior al Padre. Y
la sucesión de emperadores desde el -se cuenta que dicho príncipe asumió

TOMÁS DE AQUINO
86
todas las decisiones del concilio, re-
conociendo así como su señor al vi-
cario de Cristo, cuyas veces hacía
el concilio, pues San Silvestre esta-
ba ausente por una razón especial.
El segundo concilio fue el de Cons-
tantinopla, celebrado bajo el pontifi-
cado del papa Ciriaco (aunque otros
dicen que bajo Dámaso), con ciento
cincuenta obispos, y estando pre·
sente el emperador Teodosio el Ma·
yor. En dicho concilio se condena·
ron muchas herejías, pero sobre todo
las del obispo de Constantinopla,
Macedonio, quien negaba que el Es-
píritu Santo fuese Dios, igual en sus-
tancia al Padre y al Hijo.
Este mismo emperador Teodosio
tuvo tanta reverencia por la Igle-
sia, que, como escribe Gelasio al em-
perador Anastasio, habiéndole prohi-
bido San Ambrosio que entrara a la
iglesia, el príncipe no se atrevió a
hacerlo; más aún fue excomulgado
porque había consentide en la muer·
t2 de una multitud en Tesalónica,
porque éstos habían matado al juez
imperial, según cuenta la historia
tripartita. Y el príncipe católico lo
sobrellevó todo, y sin embargo, re-
orendido durísimamente por el pa,na,
hizo pública penitencia antes de en-
trar de nuevo a la iglesia.
El tercer concilio, celehrado bajo
Teodosio el Joven, hijo de Arcadio,
fue en Efeso. Reunió doscientos
obispos en tiempo de Celestino pri-
mero, aunque éste no estuvo pre-
CAPÍTULO
DE LOS DOS SIGUIENTES CONCli,IOS CELEBRADOS EN
TIEMPO DE JUSTINIANO Y CONSTANTINO EL JOVEN;
Y POR QUf SE PASO EL IMPERIO DE LOS GRIEGOS
A LOS GERMANOS
Hubo muchos otros concilios, aun-
que los anteriores fueron los princi-
pales celebrados entre Constantino
sente, sino que envió como delega-
do suyo a Cirilo de Alejandr~a, hom-
bre de confianza de Teodosio; y este
príncipe fue de tal honestidad y ma-
dura prudencia y reverencia por el
culto divino, que aun en tierna edad
se le permitió gobernar, como cuen-
ta la historia. Tal concilio se con-
gregó para condenar los errores de
Nestorio, Obispo de Constantinopla,
quien ponía en Cristo dos personas
y dos supósitos, por lo que negaba
la verdadera unión de ambas natu-
ralezas.
El cuarto concilio se celebró en
Calcedonia, con seiscientos treinta
obispos, bajo León I, estando pre-
sente el príncipe Martín; de éste se
dice que tanta reverencia tenía por
la Iglesia Romana, que habló así en
la séptima reunión de dicho sínodo:
"A ejemplo de Constantino, quere-
mos invitar a este concilio, no para
mostrar poder alguno, sino para con-
firmar la fe, a que busquen la ver-
dad; de modo que Ja multitud de
fieles no se aparte más de ella, arras-
trada por las falsas doctrinas". De
todo esto deduzco que los antiguos
príncipes ponían todo su empeño en
promover la fe, y en honrar y reve-
renciar a la Iglesia Romana. En este
concilio se condenó a Eutiques y al
obispo alejandrino Dióscoro, que si-
guiendo a Nestorio, así como éste
ponía dos naturalezas y personas en
Cristo, así éstos afirmaban que es-
taban confundidas y mezcladas.
XVIII
y Cario Magno, en los cuales los
príncipes se mostraron fieles y su-
jetos a Ja Iglesia. Pero sobresalió
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
Justiniano! despué~ del c_uarto co!l-
cilio de ciento vemte obispos, ba¡o
el Papa Julio. Su fidelidad es m~:
nifiesta por sus leyes, que establec10
en favor del estado eclesiástico. Lo
mismo aparece por su carta escrita
a todo el orbe tras el Concilio Cons-
tantinopolitano. En ella se somete a
las decisiones de la Iglesia, y manda
al pueblo que la obedezca en todo;
vuelve a reafirmar lo establecido por
los cuatro concilios citados, y lo con-
firma con sanciones y leyes someti-
das a los estatutos de la iglesia. Es-
pecialmente se muestra en lo. que _se
refiere a la usura y al matnmomo,
que son oomo dos ejes de la vida
civil. Este concilio se celebró contra
Teodoro y sus secuaces de Constan·
tinopla, quienes nega~a.n que f~ese
el mismo el Verbo D1vmo y Cristo,
y asimismo negaban a la Virgen Ma-
ría. El sexto concilio se celebró nue-
vamente en Constantinopla, a ins-
tancias de Constantino el Joven, con
ciento cincuenta obispos. En dicho
sínodo Agatón atacó a Macario,
obispo antioqueno, y a sus secua-
ces, quienes afirmaban que sólo ~e
daba en Cristo una voluntad, segun
la herejía de ~utiques. En _dicho sí-
nodo, el príncipe Constantmo favo-
reció mucho la fe, destruyó a los
monotelitas, herejes a quienes ha-
bía favorecido su padre y abuelo
durante los ciento cincuenta años
oosteriores 11 Justiniano, y restauró
las iglesias que aquellos habían des-
truido.
CAPÍTULO
COMO CAMBIO EL IMPERIO DE CARLO MAGNO A OTON 111,
y COMO LA PLENITUD DE LA POTESTAD CONVIENE
AL SUMO PONT1FICE
Entonces cambió el modo de go-
bernar, porque hasta ~l tiemp~ de
Carlo Magno se segma la antigua
87
Baste esto para mostrar cómo los
emperadores de Constantinopla fue-
ron protectores y propugnadores de
la Iglesia ,Romana hasta el tiempo
de Cerio Magno. En este último tiem-
po los longobardos atacaron la Igle-
sia, y Constantinopla no pudo ofre-
cerle auxilio alguno, quizá porgue
su poderío estabe. muy disminuido.
Entonces el Sumo Pontífice llamó
en su ayuda contra dichos bárbaros
al rey de los francos. El primero a
quien llamó el Papa Esteban, suce-
sor de Zacarías, fue a Pipino, con-
tra los ataques de Aistulfo, rey de
los longobardos. Luego Adriano y
León acudieron a Cario Magno con-
tra Desiderio, hijo de Aistulfo. Una
vez vencida y exterminada esa na-
ción, Adriano convocó en Roro~ un
concilio de ciento cincuenta y cmco
obispos y abades, y en ,grati!ud P?r
tan gran beneficio paso el 1mpeno
de los griegos a los germanos, en la
persona de Carlo Magno. Por estos
hechos se manifiesta claramente có-
mo la potestad del imperio d~pende
del juicio del Papa. Pue~ mientras
los prínci.pes de Constantmopla de-
fendieron la Iglesia Romana, como
lo hizo Justiniano por medio de .B~­
lisario contra los godos, y Maunc~o
contra los Longobardos, la Iglesia
sostuvo a dichos príncipes. Mas
cuando éstos fallaron, como el em-
perador Miguel, en tiel}'lPº de C_arl?
Magno, entonces busco otro prmc1-
pe que la protegiera.
XIX
costumbre en el modo de elegir los
príncipes, en Constantinopla. U_n:as
ve~es provenía de la misma farmha,
 TOMÁS DE AQUINO
88
otras veces de familia distmt-a; unas
veces el príncipe hacía la elección,
otras el ejército. Pero una vez ele-
gido Cario Magno cesó la elección,
y se siguió la sucesión familiar, de
modo que siempre fuese emperador
el primogénito, y esto duró hasta la
séptima generación. Pero llegó a fal-
tar el sucesor en tiempo de Ludovi-
cQ, por lo que se separó la línea de
Cario Magno. Además }a Iglesia es-
taba atacada por los longobardos,
los impíos romanos y el tirano Be-
rengario. Entonces el P·apa León
VII, de la familia de los Alemanes,
llamó a Otón, primer general de los
Sajones, en auxilio de la Iglesia; y
liberada ésta, lo coronó emperador;
y éste sostuvo el imperio hasta J.a
tercera generación, y los tres em-
peradores se llamaron Otones. Y
como cuenta la histoda, desde en-
tonces el Papa Gregorio V proveyó
también la elección de entre los Teu-
tones, de modo que ha habido siete
príncipes alemanes, cuya sucesión si-
gue hasta nuestros días, o sea alre-
dedor de doscientos setenta años. Y
tanto durará esta sucesión cuanto lo
juzgare conveniente para los fieles
de Cristo la Iglesia Romana, que
tiene el supremo principado; pues
como es manifiesto por las palabras
del Señor ya citadas, parece que por
el bien de la Iglesia Universal, el
vicario de Cristo tiene la potestad
plena para proveer de emperadores,
según un triple derecho:
El primero, por derecho divino,
porque parece haberlo quel'ido así
Cristo, según las palabras ya cita-
das, como adelante se mostrará. Se-
gundo, por derecho natural, porque
se supone que ocupa el primer pues-
to en el principado y es la C<1beza
aquel de quien proviene todo movi-
miento y sentido en el cuerpo mís-
tico, y por quien tenemos todo ré-
gimen, y del cual depende toda in-
fluencia. Además, conviene atender
a la comunicación de ese cuerpo,
porque la naturaleza humana "re-
quiere la sociedad, sin la cual no
puede vivir. Y tampoco puede con-
servarse a no ser por la dirección de
quien tiene el primer grado entre
los hombres. Y entre los hombres el
primer orden de jerarquía lo tiene
Cristo, por lo cual es el primer diri-
gente y consejero y moviente, y cu-
yas veces hace el Sumo Pontífice.
Recordemos además lo dicho ya en
el primer libro, que el príncipe es
en el reino lo que Dios en el mun-
do y el alma en el cuerpo.
Y nos consta que toda operación
de la naturaleza depende de Dios
como del gobernante, moviente y
conservante, porque "en él nos mo-
vemos y somos", como dicen los He-
chos de Jos Apóstoles ( 17, 28), y el
profeta Isaías: "Tú, Señor, obras
todo en nosotros" (26, 12). Lo mis-
mo puede decirse del alma, porque
toda acción de la naturaleza en el
cuerpo depende del alma en los tres
tipos de causa. Y observamos que
al gobernar y dirigir Dios el mundo
permite la corrupción de un ser par-
ticular para la conservación del to-
do, ·11sí como la naturaleza lo hace
para la conservación del cuerpo, por
virtud del alma. Lo mismo pasa con
un príncipe en todo su reino, por-
que para la conservación de su ré-
gimen sobre sus súbditos, amplía su
poder imponiendo tributos, constru-
yendo ciudades y fortalezas para la
conservación de todo el reino. Mu-
cho más ha de convenir esto al sumo
y supremo príncipe, o sea el Papa,
para el bien de toda la cristiandad.
Por lo cual el primer concilio de Ni-
cea, presente Constantino, le conce-
dió el primado en los primeros cá-
nones establecidos. Pero los decretos
posteriores a dicho concilio de ma-
nera singular sostienen el poder a
dicho principado, diciendo que su
sentencia debe reputarse como veni-
da de la boca de Dios. Y así lo
confiesa también Carlo Magno. Y
así no es válido apelar de su sen-
tencia, ni tiene superior a él en Ja
tierra, porque hace las veces de
Cristo.
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES 89
Y este es el tercer camino por el cual se refiere a los delitos; pues en
cual se muestra y concluye que el esos cuatro vocablos se indican los
Sumo Pontífice tiene en dicho caso diversos tipos de castigo que se pue-
la plenitud de la potest ad. Pues en
0 den infligir a los fieh;s y súbditos,
dos casos se amplía su potestad, que cuando dice "sobre los pueblos", y
sdn por razón del delito y por razón a los señores, cuando dice "y sobre
del bien de los fieles, como elegan- los reinos". La segunda razón de la
temente dice el profeta Jeremías a amplitud de los poderes aparece
quien se dice ser en persona vicario cuando el profeta añade: "y para
de Cristo: "He aquí que te he cons- qu~· edifiques y p!ante~", lo c~al ~s
t~tuido sobre los pueblos y los rei- prqpio de la prov1denc1a del vicario
nos, para que arranques y de~truyas de Cristo respecto al bien de la Igle•
y disperses y disipes" (1, 10), lo sía univer$al. ·
CAPÍTULO XX
SE COMPARA EL DOMINIO REAL COMO EL IMPERIAL
Y EL REPUBLICANO, Y SE INDICA EN QUE CONVIENE
CON UNO Y OTRO
Hemos ahora de comparar el go- res Vespasiano y Diocleciano. Lo
bierno imperial con el real y el re- mismo sucedía con los cónsules y
puolicano; porque, como es eviden- dictadores romanos, como ya antes
te por lo antedicho, tiene puntos de lo indicamos acerca de Lucio V ale-
contacto con ambos, y con el repu- rio y Fabricio. Y Agustín refiere en
blicano tiene tres. Primeramente, en el 'libro V de La Ciudad de Díos,
cuanto a la elección. Los cónsules acerca de Quinto Cinci~ato, el que
romanos y los dictadores que gober- sólo tenía cinco yugos de siembl"a,
naban políticamente el pueblo, asu- y sin embargo fue nombrado dicta·
mían tal cargo por elección sea po- dor mayor. Otra semejanza l}striba
pular o del senado; lo mismo suce- en el hecho de que su gobierno no
día en el régimen imperial: los em- era hereditario, y por tanto una vez
peradores eran elegidos o por el muerto, terminaba su dominio.
ejército romano, como sucedió en En cuanto a esto, tenemos dos
Palestina con Vespasiano, según ejemplos en la época moderna; pue8
cuenta la historia, o bien como Fo- fueron elegidos dos emperadores en
cas, quien enmedio de una sedición esa forma, que son Rodolfo, simple
del ejército en oriente fue elegido conde de Ausburgo, a cuya muerte
contra el emperador Mauricio, a fue elegido el conde Adofo de Ana-
quien posteriormente asesinó. Otras xona; el cual asesinado por Alberto,
veces el senado elegía a los empera- hijo de Rodolfo, fue éste elegido de
dores, como a Trajano y Dioclecia- semejante manera. Esto, pues, es
no, los cuales eran uno de España muy común; a no ser que se haga
y otro de Dalmacia. El senado tam- una excepción y se elija sea por su
bién elegió a Elio el Pertinaz. Ni si- probidad, sea por respeto a su pa-
quiera era necesario que los empe- dre, al hijo, como sucedió con Atca-
radores proviniesen de la nobleza, dio y Honorio, y con el hijo de Ho.
sino que en unos casos eran de fa. norio, Teodosio el joven. Pues por
milias desconocidas, como los Césa- haber regido la república y gobema-
 90 TOMÁS DE AQUINO
do el imperio con rectitud, merecie-
ron que el gobierno perdurara por
algún tiempo en manos de su fa-
milia.
Algo semejante ocurrí·a con los
cónsules romanos, los que eran ele-
gidos cada año, por lo menos res-
pecto a la magistratura· pero como
consta en el librci I de los Macabeos,
sucedía con frecuencia que por la
probidad de una persona o de una
familia, la magistratura pasaba a sus
descendientes, como sucedió con Fa-
bio Máximo. Sobre éste escribe Má-
ximo Valerio que, viendo que ya ha-
bía tenido cinco veces el consulado,
e igualmente su padre, abuelo y bi-
sabuelo, y sus demás antepasados,
con el mayor esfuerzo que pudo lu-
chó con el pueblo por que algún día
se concediera una vacación a la. fa-
milia de los Fabios, y así no se con-
tinuara el imperio en una sola fa-
milia. También sucede algunas ve-
ces que se usurpa el imperio por la
violencia, y no por el mérito de la
virtud, como se cuenta del crimina-
lísimo Cayo Calígula, nieto de Ti-
berio, bajo cuyo imperio murió Cris-
to. Lo mismo se cuenta de Nerón.
Igualmente sucedió con algunos cón-
sules de Roma, de quienes rarra la
historia que usurparon impíamente
el dominio, como Sila y Mario, quie-
nes conmovieron la ciudad y el orbe.
En todo esto se ve la semejanza del
dominio imperial y el p0lítico.
La semejanza con el real es triple.
Primera, en el modo de gobernar;
pues los reyes tienen ciertos dere-
chos de un orden cuasi natural res-
pecto a su jurisdicción sobre los tri-
butos y contribuciones, que no se
pueden sin pecado usar para el bien
propio, a no ser en los casos de ré-
gimen real que antes se trataron; y
no pueden usarlo mal los cónsules
ni ningún otro tipo de gobernantes
de las ciudades en Italia, que rijan
políticamente. Pues los tributos y
contribuciones se sacan del erario
público, y por ello reprendía Catón
en su pública alocución a los eón-
sules romanos de su tiempo, como
lo refiere Salustio. Pues una vez -que
hubo alabado a aquellos en quienes
"había empeño familiar, justicia en
los tribunales, libertad en el gobier-
no, y sin inclinación a las pasiones
y delitos", añade en seguida: "En
su lugar hoy tenemos lujuria y ava-
ricia; somos un país pobre y lleno
de capitales privados".
La segunda semejanza es que los
emperadores se coronan a:l igual que
los reyes. Una la reciben cerca de
Mediolano, en una villa que lleva
por nombre Modecia, donde están
sepultados los reyes de los longobar-
dos; tal corona es de hierro, y se
·cuenta que es símbolo de que el pri-
mer emperador germánico Cario
Magno tuvo sujetos los cuellos de
los longobardos y de los germanos.
La segunda corona, de oro, la reci-
be del Sumo Pontífice, y para reci-
birla se arrodilla en señal de su fi-
delidad y sujeción a la Iglesia Ro-
mana. Ni los cónsules ni los dicta-
dores tenían tal prestigio y digni-
dad; porque, como escribe el libro
I de los Macabeos, entre los gober-
nadores romanos ninguno llevaba
diadema, ni se vestía de púrpura,
lo cual hacen los reyes y empera-
dores.
La tercera semejanza con los re-
yes, que los diferencia de los cónsu·
les y gobernadores políticos es la
institución de las leyes y la potestad
de arbitrio que tienen sobre sus súb-
,··~os. Por eso se suele llamar a su
gobierno "majestad", sea imperial
o real, lo cual no es propio de los
cónsules y gobernadores; porque és-
tos no pueden actuar a no ser de
acuerdo con las leyes ya estableci-
das, o bien por acuerdo del pueblo,
y no tienen mayor autoridad c¡Jue
ésta.
Quedan pues, claras, las caracte-
rísticas del gobierno imperial, según
la diversidad de las épocas y su com-
paración con los regímenes real y
republicano.
OPÚSCUW SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES
CAPÍTULO
SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRfNCIPES SUJETOS A REYES
Y EMPERADORES, Y DE LOS DIVERSOS NOMBRES
QUE RECIBEN
Una vez que hemos determinado
lo que se refiere al gobierno real e
imperial, ahora hemos de tratar algo
sobre los gobiernos anexos, como
son los regidos por príncipes, con-
des, duques, marqueses, barones, cas-
tellanos o de cualquier otro nombre
con que se designe su dignidad, se-
gún las costumbres regionales. La
Sagrada Escritura hace mención de
otro~ gobernantes que están bajo el
dominio de un rey, como los sátra-
pas, como dice el libro de Daniel:
" Se reunieron los sátrapas, jueces y
magistrados del rey de Babilonia"
(3, 94). Y hace mención también de
los optimates. En el libro I de los
Macabeos se nombran cuatro digni-
dades: "Judas estableció, contra Ni-
canor, generales, centuriones, y je-
fes de cincuenta y de diez".
Las historias de los romanos tam-
bién nombran a sus gobernantes con
diversos nombres, una vez que ter-
minaron los reyes; fueron los cón-
sules, dictadores, magistrados, tri-
bunos, senadores, patricios y prefec-
tos. Además los Escipiones añadie-
ron los censores y censorinos. De to-
dos ellos hemos de tratar bajo dos
aspectos: Primero, de los nombres
oropios de los emperadores y n;yes
y de los anexos al estado, de dón-
de se originaron v cómo fue su ré-
gimen. En seguida, de las dignida-
des referentes al gobierno republi·
cano. Los nombres propios de las
dignidades sujetas a los emperado-
res y reyes son los príncipes, o sea
ciertos señores de las provincias,
que son quienes tienen el primer lu-
gar después del emperador o rey.
Luego vienen los barones y condes,
91
XXI
como se ve en la Teutonia y en Si-
licia. La escritura reserva el nombre
de príncipes para todos los que ejer-
cen algún dominio, especialmente si
se trata de nobles, y por tal seme-
janza llama principado el señorío
de los ángeles, porque tienen en-
cargo de toda una región. Por ello
en Daniel se escribe: "El príncipe
de los persas resistió durante vein-
tiún días". También José, que era
el segundo del rey en Egipto, se lla-
ma a sí mismo príncipe, como dice
el Génesis. El segundo nombre es
el de los condes. Los romanos em-
pezaron a usar este nombre a la caí-
da de los reyes. Pues elegían cada
año dos cónsules, según cuenta Isi-
doro en el libro XI de las Etimolo-
gías, de los cuales uno administra-
ba todo lo referente al ejército, y el
otro todo fo referente a la ciudad.
Y estos dos cónsules recibieron el
nombre de condes, porque adminis-
traban todo de manera concorde.
Cuando aumentó la república, se-
gún nos cuenta Salustio en La Gue-
rra de Yugurta, entonces se abolió
este nombre con el correr del tiem-
po, y quedó ya no en el régimen ro-
mano, sino en el de los reyes y em·
peradores para indicar algún estad~
de dignidad que se hubiese concedi-
do. Se les llama condes porque son
quienes deben acompañar al rey o
al emperador en toda acción militar
y en· cualquier gúerra, o en otros
negocios por el bien de la comuni-
dad del reino. Los Duques se lla-
man así porque son guías del pue-
blo, sobre todo de las fortalezas. Su
oficio es· ir frente al ejército y guiar-
lo en la batalla. Cuando los hijos
 92 TOMÁS DE AQUINO
de Israel eran atacados por los Ca-
naneos, se preguntaban unos a otros
según el libro de Judit: "¿Quién no~
presidirá con t r a los cananeos?
¿quién nos guiará en la guerra?". Y
tal nombre correctamente se da a
ese jefe, dada la dificultad de guiar
en la batalla. Por ello con toda ra-
zón .s~ le llama duque, ya que su
dom1,n10 es muy elevado. Así se le
llamo a Josué, y por las mismas ra-
zones, por ~aber peleado las gue-
rras del Senor, como lo testifica
aquel egregio príncipe Matatías en
el libro I de los Macabeos: "Por
7umplir su palabra, Josué fue hecho
.1efe de Israel". Así también llama-
ron los celadores de la ley judaica
a Jonatán, muerto Judas Macabeo:
"T.e elegimos príncipe y jefe para
gmar nuestro ejército en la guerra".
Otro nombre de dignidad que con-
cede.n los operadores y reyes a sus
.sen:1dores es el de marqués, oue
eqmvale al de conde, pero dicho
nombre se deriva de la severidad de
la justicia; pues marqués viene de
marca, que es una cantidad fuerte
de riquezas, por lo que significa la
recta y rígida justicia. Baste con lo
dicho sobre tales príncipes, porque
normalmente en todas nuestras re-
giones todas esas dignidades se en-
cuentran en provincias ásperas (co-
CAPÍTULO
SOBRE LOS NOMBRES DE ALGUNAS DIGNIDADES PROPIAS
DE CIERTAS REGIONES, Y CóMO ES EL ReGIMEN
DE TODAS ELLAS
Hay otros nombres dentro de los
regímen.es real o imperial en algu-
nas r~g10n~s o provinciasJ que tie-
nen cierta importancia, como los sá-
trap~~ y optimates entre los persas
Y filisteos. El primer nombre de
esos significa la prontitud en el ser-
vicio. Sátrapas son los que están
mo en los confines de los reinos, que
son lugares montañosos y pedrego-
sos, por lo que algunos creen oue
se le~ ~a llamado marqueses), o -en
provmcias lascivias; y ambos tipos
de gente necesitan ser regidos con
una justicia dura.
Otra dignidad también hay, la de
los barones, cuyo nombre proviene
del trabajo, o como piensa Isidoro
en el libro ~itado, del trabajo fuerte.
Pues en gnego la palabra BARA sig-
nifica grave o fuerte. Por eso es pro-
pio de dichos príncipes el estar con-
tinuamente en los gimnasios, como
sucede en la Galia y en la . Germa-
nía, o de cacería o en torneos, como
. era 1a costumbre antiguamente, se-
gún escribe el historiador egregio
Amonio. Y la razón de esto la de
Vegecio en el libro De la Milicia:
porque es necesario que sean los
primeros en pelear por los súbditos
y necesitan acostumbrarse a ser au~
<laces. Y añade ahí mismo que nin-
guno de ellos dudaría en lanzarse
a la pelea, si confía en haberlo
aprendido bien. Y como a todos los
príncipes les es necesario el ejerci-
cio del trabajo, por ello este nom-
b.re es común a todos, sea a los prín-
cipes o a los condes, o a los demás
nobles dentro de un dominio regio.
XXII
preparados, lo cual es oficio de un
príncipe .dada la. fidelidad. jurada a
su supenor; o bren, que sean capa-
7es de robar, lo cual parece también
ir de acuerdo con tal nombre, sien-
do fastuoso, y según aparece en la
Sagrada Escritura. Optimate parece
ser el nombre del mejor, bajo el
OPÚSCULO SOBRE EL GOBIERNO DE LOS PRÍNCIPES 93
príncipe, pues viene de óptimo. Ma- rones según· .sus méritos, o bien los
gistrados son aquellos que se dis- deprime según su antojo, o bien los
tinguen por la preeminencia de su exalta. Muchos de ellos no tienen
consejo y doctrina. Así se les llama fortaleza ni jurisdicción, a no ser
en la corte del rey de Francia a quie- por voluntad del rey, por eso se les
nes sostienen la mayor dignidad en llama ricos, porque los provee el rey
el estado; en Griego se les llama con grandes sumas, y aquél es ma-
STERON, en latín STATIO. Los .iueces yor, que recibe más dinero del rey;
se llaman así porque dan al pueblo y así es un príncipe superior, por-
la justicia, por lo cual también se que puede reunir un mayor ejército;
les llama asesores, o bien pretorei:. del mismo modo se sostenían los sol-
porque tienen un sitio preeminente dados romanos, ya que eran merce-
sobre otros en la corte; o bien p_re- narios. También hay infantes e in-
sidentes, según los llama la Escritu- fanzones. Los primeros son de la fa-
ra, porque tienen la presidencia so- milia real, hijos o sobrinos del rey,
bre otros, de los que tienen cuida- así llamados por el pueblo porque
do. Entre los oficiales de Salomón no deben hacer daño alguno; sino
se hace mención de otros dos nom- conservar y fomentar la justicia, y
bres de dignidades pertenecientes a obedecer en todo al rey, como unos
la corte del rey, según se lee en el infantes, lo que ahora anda mal, se-
libro 111 de los Reyes, que son los g4n se observa. Los infanzones se
comentatistas y escribas, los cuales llarman así porque siguen a los in·
tenían distinto oficio; pues los unos fantes, pero como a sus mayores.
presidían a los escribanos designa- Son los hombres dotados de virtud
dos por el rey, lo cual parece pro- más que un simple soldado, y los
pio de lo que hoy llamamos magis- señores de algunos campamentos y
trados; los otros eran responsables villas, que en otras partes se llaman
de las respuestas y correspondencia castellanos.
del rey, lo que ahora llamamos can· f.stos se llaman infanzones·, por-
que entre los príncipes son los que
celarios.
Aparte de éstos, en las Galias se pueden menos dañar, dada su impo-
acostumbran otros dos nombres, tencia, como los niños que van cre-
quizá tomados del idioma de algu- ciendo. Pues si dañan a sus súbdi-
na región, y cuya etimología pode- tos, al ser descubiertos ante los prín-
mos tratar de aciivinar por sus ofi- cipes superiores, pierden su dominio.
cios. Estos son los mariscales y se- Y tampoco tienen poder sobre los
nescales, que propiamente son los demás príncipes, como los niños no
que dirigen todos los negocios de lo tienen sobre los adultos.
una región, y es lo que significan Baste esto que hemos dicho acer-
ambos nombres; por ejemplo ma- ca de los príncipes sujetos a los re-
riscal quiere decir el encargado del yes y de sus subalternos, sobre lo
trabajo. Marus viene del siríaco, y que significan sus nombres y su ofi-
significa señor; y callus se refiere cio. Acerca de la~ otras dignidades
al trabajo. Senescal viene de senes, de que hemos hecho mención, aun-
que se refiere a la madurez del ré- que algunas son comunes a los di-
gimen, y callus el trabajo; y es que versos regímenes, sin embargo son
no se ha de poner en tal oficio sino más propias de la república, y por
a hombres de gran experiencia y tanto se explicarán en el siguiente
asiduos al trabajo. Entre los hispa- libro. Ahora hemos de decir cómo
nos, todos los hombres ricos se lla- es eil gobierno de tales príncipes, a
man príncipes, sobre todo los que lo cual responderemos con las pala-
viven en castillos; por ese motivo el bras de la Escritura, que dice por el
rey paga con dinero a todos los ba- Eclesiástico: "Como es el juez del
94 TOMÁS DE AQUINO
pueblo, así son sus ministros; y co-
mo es el gobernador de la ciudad,
así son sus habitantes" (10, 2) . Ta-
les príncipes tienen un cierto modo
de gobernar, sea regio o imperial, a
ne> ser que en alguna parte hubie-
ren usurpado el poder, y entonces
son tiranos; o bien sea porque la
gente no pueda en esa región ser go-
bernada de otra manera, por su ma-
licia, como arriba se ha dicho; sino
con un régimen tiránico, tal como
sucede con las islas de Córcega y
Cerdeña, y lo mismo en algunas is-
las de Grecia, y en Chipre, donde
los nobles gobiernan con un sistema
tiránico o despótico. Por eso cuenta
la historia que la isla de Sicilia fue
siempre progenitora de tiranos. En
algunas partes de Italia los condes y
otros príncipes han de regir al pue-
blo de modo político y civil, y sólo
por violencia podrán llevar un go-
bierno tiránico.
También se dan algunas dignida-
des dependientes por derecho del
imperio, y que están sobre los mili-
tares ordinarios, como serían los val-
vasallos y catanos, a quienes tam-
bién se les llama próceres; suelen
\\
tener jurisdicción sobre sus súbdi-
tos, aunque actualmente, cuai;ido se
han desarrollado las ciudades, · di-
cha jurisdicción se ha disminuido
hasta casi desaparecer. Los valva-
sallos eran quienes guardaban las
puertas del palacio imperial o real;
ahora los llamamos ostiarios. Los ca-
tanos se llaman así por la palabra
griega KATHA, que indica universa-
lidad; y se llaman de tal manera
porque estaban a cargo de todas las
obras de los príncipes en las cortes,
y por su esfuerzo se consideraban
superiores a los militares ordinarios,
por lo que también se les llamaba
próceres. Muchos otros títulos se
dan en distintas regiones y lenguas,
según el beneplácito de los prínci·
pes. Pero esto baste por ahora, pues
reservamos el resto para el régimen
republicano, del que haremos un tra-
tado especial, dada la extensión de
la materia. Ahí trataremos de los
nombres de las dignidades que acep-
ta la naturaleza de dicho régimen,
según las costumbres de las diversas
provincias, como nos lo enseñan los
escritores, filósofos e historiadores.