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MATEHUALA
LICENCIATURA EN DERECHO
GRUPO “A”
El presente resumen trata sobre fines y justificación del Estado. Los fines del Estado
constituyen direcciones, metas, propósitos o tendencias de carácter general que se
reconocen al Estado para su justificación y que consagran en su legislación.
En termino político, jurídico y sociológico toda persona física y/o moral tiene fines, y
tomando al Estado como entidad política y como persona moral por excelencia, con
mayor razón los tiene y los lleva a efecto mediante la elaboración de planes y
programas, los practica y realiza en un espacio y tiempo determinados, los cuales
deben ser factibles y de posible realización y no simples utopías, pues se trata de
valores, de axiología política y no de endebles postulados faltos de todo raciocinio
y factibilidad.
El escritor George Jelinek, en su libro Teoría de la Estado, describe los objetivos del
Estado de la siguiente manera:
Teoría patriarcal:
La teoría del Estado como institución contractual preconiza que el Estado tiene su
origen y su pervivencia motivada por un acto jurídico consistente en un acuerdo
volitivo principesco. Más adelante se estudiará de qué manera fueron
acometidas diversas tentativas de exégesis deóntica estatal, o lo que es lo
mismo, de justificación de la existencia del Estado por sendos autores a lo largo
de la historia y cómo sus postulados pueden sin mayor esfuerzo ser admitidos
en alguna de las tres categorías exegéticas estatuidas por el jurista George Jellinek.
Teoría de la fuerza:
Esta teoría sostiene que el Estado es un efecto de la dinámica del mundo natural
en donde existen siempre miembros que son más fuertes que otros y en dónde
necesariamente predominan los fuertes sobre los débiles. A esta doctrina también
se da el nombre de naturalismo, ya que estima que la institución política ha sido un
efecto ineluctable de la estructura cósmica, es decir, como resultado de leyes físicas
y biológicas. Si acatar el orden natural es lo más sano para el individuo y la sociedad,
también será legítimo y justo someterse al más fuerte tal cual acontece en la
naturaleza. Reflexiones políticas con este sentido surgieron principalmente entre los
sofistas griegos. El conjunto de sus cavilaciones a este respecto tuvo un aspecto
común, a saber, la idea del derecho natural, que consistía para ellos en un orden
superior al del derecho positivo al que éste debía supeditarse.
Algunos de estos sabios, como lo fueron Protágoras y Gorgias, partiendo de la
oposición entre los conceptos de fisis (Φυσις, “naturaleza”) y nomos (νόμος, “ley”),
sostenían que la democracia es una forma de gobierno contraria a la naturaleza, ya
que a través de su orden convencional se subvierte el orden natural en donde
invariablemente los fuertes predominan sobre los débiles.
El sofista Trasímaco sostenía que las leyes carecen de un valor sagrado ya que sus
dispositivos o pautas de conducta no tienen preceptos útiles para la conservación
colectiva; sino que son artificiosamente configurados para proteger a los grupos más
poderosos. Con diferentes expresiones, pero en un sentido semejante expuso sus
consideraciones el sofista Calícles que categóricamente tildó de injustísima la forma
democrática del gobierno ateniense, porque ahí, según él, un gran número de
débiles se habían asociado y coaccionado contra natura a un pequeño número de
los más fuertes, lo cual no se encuentra según el orden cósmico, donde se muestra
que en el reino animal y en la guerra, los débiles son sujetados por la fuerza de los
poderosos. El orden acomodado a la disposición cósmica de las cosas, sería un
orden de derecho natural; mas no se observa que la democracia sea tal cosa, pues
no hay nada más contrario a él que igualar al fuerte con el débil y al excelente con
quien jamás ha de serlo.
Según nos enseña el jurista y también miembro de la compañía de Jesús, González
Uribe, destacado estudioso del Estado, la doctrina del derecho natural tuvo en
Thomas Hobbes y Baruch Spinoza, dos destacados cultores de la época moderna.
El primero pensaba que el derecho natural no es una construcción jurídica, sino más
bien mera fuerza natural la cual es el único factor limitante que puede tener el
derecho, los límites del hombre en Estado natural fueron solamente los límites de la
fuerza; Spinoza, por otra parte, llega al extremo de aseverar que existía una relación
de identidad entre el derecho y la fuerza. Este autor sostenía tales tesis basándose
en su concepto de Dios: Deus sive subtantia sive natura (Dios, sustancia o
naturaleza). En este orden de ideas, la voluntad divina y las leyes de la naturaleza
resultarían idénticas y consecuentemente la fuerza, que es un atributo natural de
todo ente creado por Dios sería también la extensión de su derecho.
Teoría psicológica:
Esta última clasificación de las teorías justificativas de la realidad estatal abraza a
todas aquéllas que parten para fundar sus asertos de la afirmación aristotélica que
indica en su conceptuación del ente humano, que éste es un ente social por
naturaleza. En esta última categoría pueden también prohijarse autores
iusnaturalistas, románticos e historicistas de la primera mitad del siglo XIX, como
Georg Jellinek, quien sostenía que el Estado era una emanación del espíritu del
pueblo (Geist der Menschen) y también un hecho histórico. En principio, estas
teorías psicológicas de la justificación del Estado nos parecen muy semejantes a
las teorías éticas y ello se debe a que tanto en éstas como en aquéllas el
fundamento de la perfección humana posible es un elemento subjetivo que impele
al hombre a coaligarse con sus semejantes.
Teoría jurídica:
Esta tercera categoría de teorías justificativas del Estado comprende a todas
aquéllas que consideran prexistente un orden jurídico que por ser superior al Estado
éste hubo de crearlo. Estas doctrinas que atribuyen antelación al orden jurídico con
respecto al Estado pueden a su vez subcategorizarse en doctrinas de derecho
familiar, doctrinas de derecho patrimonial y doctrinas de derecho contractual.
Se puede mencionar que la teoría del Estado permite ahondar en los aspectos
fundamentales que conforman la estructura del propio Estado, para comprender su
función, estructura actual, reglas y procedimientos en los que se materializa el poder
público. , su evolución histórica y tendencia de desarrollo. Comprender la teoría del
Estado nos permitirá comprender cómo funcionamos como sociedad y así moldear
y adaptar nuestros derechos a las necesidades de nuestra sociedad. Los Estados
pueden volver al hecho de que nacen de la necesidad de la convivencia humana y
sirven a la dignidad humana en el tipo de sistema más adecuado a su sociedad e
historia. La globalización es ahora fundamental para la calidad de vida de las
personas. El apoyo social que un gobierno proporciona a otro gobierno u
organización a medida que el intercambio de información se ha vuelto más común
tiene una humanidad digna.
CONCLUSIÓN
Cuenta con distintas teorías que justifican la existencia del Estado y comprenderlas,
ayuda a reflexionar, las ideas de los distintos autores sobre su perspectiva de que
es el Estado.
El fin del Estado es de carácter absoluto, inmodificable, valido para todos los
tiempos y Estados internacionales y particulares, en los cuales sus fines son ideales,
tendentes a buscar la armonía internacional, pero aunados a ellos existen otros de
carácter variable, particulares para cada Estados, sin relacionarlos con los demás.
Para obtener estos fines el estados debe mantener una relación con la política, la
economía y la sociología, teniendo en común un vínculo de colectividad a quien van
destinados. Así, podríamos decir como un fin invariable, inmediato, en orden a la
solidaridad de un pueblo, debe tender a evitar conflictos entre sus miembros, para
cuyo logro es base esencial precaver diferencias sustanciales en el conglomerado
social, tanto de carácter económico como cultural, educativo, de posibilidades,
oportunidades, etc. Para alcanzar este fin el Estado debe coordinar su actividad
para satisfacer las necesidades colectivas y consecuentemente, obtener la
convivencia de todos entre sí.