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BILBAO
POR EL ARQUITECTO
M. ALBERTO DE PALACIO
1893
BILBAO
M . ALBERTO DE PALACIO
1893
AL
EXCMO. AYUNTAMIENTO
DE LA
M. N. É I. VILLA DE BILBAO
Y DIRIGIDO A LA
DE VIZCAYA.
VOTO DE CALIDAD.
A d v e r t e n c i a de ú l t i m a h o r a .
Este folleto, que estaba escrito hace ya muchos meses y conocido por un
gran número de médicos y otras personas de esta localidad, empezó á publi
carse en El Noticiero Bilbaíno el 18 de Octubre de 1893, núm. 5.981, y cesó
la publicación después del capítulo IV en 24 del mismo mes, á causa, según
parece, de los sucesos de Melilla.
En mi deseo de que no se relegara al olvido un asunto que tanto interesa
á Bilbao, en el terreno higiénico y comercial, pedí la formación de un con
greso higiénico y comercial, que se reuniera en el hospital civil, con el objeto
de exponer á su consideración mi manera de comprender la higienización de
nuestra villa, corregir los errores de que adolecieran mis estudios y publicar
el folleto con el asentimiento y el apoyo del cuerpo médico de Bilbao. Hablé
con este motivo á los doctores Carrasco, Obieta, Gorostiza, Echevarría (don
Mariano), Areilza, etc., etc., pero circunstancias del momento imposibilitaron
la reunión del proyectado congreso, que se redujo á la reunión de varios mé
dicos, con los cuales discutimos particularmente el asunto, no habiéndome
hecho objeción alguna acerca de los principios que sustento en el curso de mi
trabajo.
El dia 12 de Noviembre último salí para San Sebastian con el objeto de
visitar al Dr. D. Cesáreo Chicote, director del laboratorio químico municipal
de dicha localidad, quien me exhibió las muestras de las alcantarillas que él
mismo había cogido durante las experiencias electrolíticas hechas, en su presen
cia en Le Havre. Habiendo fallado por otra parte la cita que me dio en Bur
deos un ingeniero de los que asistieron á los ensayos de este nuevo procedi
miento de higienzación hechos en Le Havre, regresé á Bilbao, en donde me
encontré con la visita de un distinguido ingeniero, amigo del inventor del
nuevo procedimiento electrolítico, Mr. Herinite, quien me aseguró, por último,
acerca de la posibilidad práctica y económica de implantar en Bilbao este
sistema ideal de higienización.
Casi terminada ya la impresión de este folleto, leo con satisfacción in-
mensa en El Noticiero Bilbaíno del 16 de Diciembre de 1893, que en la se-
sión del Ayuntamiento del dia anterior se dio cuenta de una carta del señor
D. Evaristo de Churruca, presidente del tribunal calificador del concurso «Sa-
neamiento del rio Nervión, pidiendo á la Excma. Corporación municipal que
se fije, estudie y se asesore acerca de las grandes ventajas del nuevo procedi-
miento de higienizad ón por medio de la electricidad.
Reciba el Sr. Churruca mi más entusiasta felicitación, unida al agradeci-
miento del pueblo bilbaino, por haber sabido posponer toda clase de conside-
raciones ante la salud y el bienestar de nuestro querido pueblo.
A esto debo de añadir que el Sr. Hermite está á la disposición de nues-
tro municipio para hacer estos ensayos, no en Bilbao, en donde no pueden
hacerse en buenas condiciones, sino en Portugalete ó Las Arenas. Añadiré
aún más, y es que, iniciada por el Sr. Churruca la campaña de la salvación
higiénica de Bilbao, encargue de una vez el Ayuntamiento el estudio de la
higienización de nuestra villa al cuerpo médico de la localidad, que cuenta
con miembros distinguidísimos, y que es á quien corresponde de derecho el
estudio de tan importante cuestión, sin que acierte nunca á comprender el
por qué se le tiene relegado al más punible olvido en este asunto.
¡Gracias sean dadas al Señor; no porque el autor de este trabajo presu-
ma que el Sr. Churruca haya sido inspirado en él, sino porque la verdad y la
razón ilumina al fin y al cabo, desde la elevada mente del sapientísimo á la
humilde ignorante, como lo prueba este voto de caridad!
M. ALBERTO DE PALACIO
16 de Diciembre 1893.
PRELIMINAR
HIGIENIZACIÓN DE BILBAO
i.
Es conveniente consignar cuál es la verdadera índole del asunto
que vamos á tratar, Higiene pública de Bilbao, sobre la que haremos
solo algunas consideraciones de carácter general, que creemos opor
tunas.
«El hacer la felicidad de un pueblo equivale á higienizarlo.»
Los antiguos dieron grandísima importancia á la higiene, y, care
ciendo de medios directos de investigación (como hoy ocurre con las
ciencias modernas), lo averiguaban por un medio ingeniosísimo. Exa
minaban las visceras de los animales, en los cuales estudiaban los
efectos de las aguas, alimentos, etcétera; y aquí en Bilbao, lejos de
llevar tan lejos las finezas de la investigación, á pesar de tantos ele
mentos modernos, sólo nos ocupamos seriamente de higiene pública
en tiempo de epidemia, y se nota un predominio muy lamentable del
interés industrial sobre el higiénico, que causa á la larga desastrosos
efectos.
La vida de la población es como la del hombre; es decir, un efec
to complejo de la organización social, excitada por los medios exte
riores. Sin armonía de las partes del ser vivo (organización indivi
dual) no hay vida individual; si falta organización social, no puede
haber vida especifica de la población.
Languidece ó adquiere lozanía el cuerpo humano, según que las
condiciones de los medios en donde viva le sean adversos ó favora
bles; la población se acrecienta y robustece, ó disminuye y se exte
núa, á proporción que los medios vitales de que puede disponer le
sean propicios ó contrarios.
No se resuelve el problema de higienizar nuestra Invicta Villa
con hacer tal ó cual obra solamente, según lo vemos estampado
constantemente en la prensa local; muy lejos de ello, desgraciada
mente.
La higiene pública de Bilbao, como la de toda población, com
prende varias partes, que voy á dividir en tres grupos, para la mejor
comprensión de mis lectores, enunciando únicamente sus partes más
esenciales.
I.° El que trata de la acción de los medios cósmicos sóbrela
población, y de las medidas sanitarias que deben adoptarse; y com
prende: la atmósfera, los terrenos, los climas, la localidad, la esta
ción, la población, las aguas, los fluidos aeriformes, los subsistencias
y la limpieza pública.
o
2 El que trata de las condiciones fisiológicas especiales de
nuestra población, y comprende: la raza, el estado social,régimen ad
ministrativo y estado religioso.
3.° Dado el carácter industrial de nuestra población, el que tra
ta exclusivamente de la higiene del trabajo.
El estudio completo de la higiene pública en Bilbao, bajo estos
tres puntos de vista, es tarea muy larga que no está al alcance de las
fuerzas de un sólo individuo, y mucho menos sin la ayuda y coopera
ción decididas de las autoridades locales, que faciliten una multitud
de elementos y autorizaciones de que no puede disponer un particu
lar; por consigutente, mi objeto, por ahora, se concretará á hablar de
la higiene pública de Bilbao, en tesis general, haciendo solamente
algunas indicaciones concretas acerca de aquellos defectos más im
portantes, ó aún mejor, de aquellos que, en mi concepto, convendría
r
eparar con toda urgencia, por ser origen de muchos males que afli
gen á nuestro querido pueblo.
Porque, si es cierto que merece loa y es causa de legítimo orgullo
é íntima satisfacción el atender, en cumplimiento de una misión ele
vada, á todo lo que se relaciona con la seguridad y comodidad de los
ciudadanos, con su cultura moral y social, con las necesidades peren
torias de la vida, con el recreo y esparcimiento del espíritu y con el
libre ejercicio de la actividad, también es indudable que van directa
mente á alcanzar la gratitud y la estimación de un pueblo los que se
ocupan de su salud, investigando las causas que la alteran y los me
dios de hacerlas desaparecer, ya que lo principal y lo más importante
para el hombre es la vida, sin la que todos los demás bienes son inú
tiles.
Un pueblo no es feliz porque sea rico, numeroso y potente; es pre
ciso que sea sano, y á conseguir esto, por todos los medios que el
progreso y la ciencia proporcionan, deben dirigirse los esfuerzos y las
aptitudes de los ciudadanos mismos, de los hombres de ciencia, de
los gobiernos y autoridades, y muy especialmente de los municipios,
como genuinos representantes de los pueblos, de ellos salidos, con
ellos identificados y en su bien y prosperidad interesados, puesto que
de ellos forman parte.
Si sólo el intento de realizar esta aspiración es meritorio, ¿qué
no será el de arrancar todos los años á la muerte á centenares de se-
mejantes nuestros, el de mejorar las condiciones de su vida, mejoran-
do los medios de su existencia, el de formar ciudadanos sanos y ro-
bustos, familias felices y un pueblo fuerte, laborioso y rico? Merece-
rán los que tal hagan el título, hermoso y envidiable, de bienhechores
de la humanidad, bienhechores de su patria, bienhechores de su pue-
blo, y no han de faltarles las bendiciones de aquellos cuyas existen-
cias habrán hecho más felices y halagadoras.
Por el contrario, dignos de execración y odio serían los que, pu-
diendo, no proporcionasen tan grandes bienes á los que á ello tienen
derecho; reos de lesa humanidad los que, siendo su deber, no ataja-
sen el mal en su origen, evitando cuantos duelos y catástrofes se pro-
ducen por un abandono punible ó un desden altamente censurable.
Hace algunos años, cuando la higiene pública y privada no era
muy conocida, cuando la conveniencia de su necesidad estaba poco
extendida, cuando no habían venido á completarla y perfeccionarla
otras ciencias auxiliares, mediante las cuales conocemos hoy las cau-
sas de la excesiva mortalidad, el origen de muchas enfermedades
infecciosas y los medios de prevenirlas ó extirparlas, cabía el resig-
narse á sufrir impasibles tan terrible azote.
El creyente, que atribuía todos sus males á la voluntad de Dios,
podía conformarse con una desgracia, que se consideraba impotente
para evitar, que asaso la creía merecida, teniendo por una rebelión
contra los decretos divinos el pretender evadirse á ella.
E! hombre de ciencia, armado de sus conocimientos y de la expe-
riencia, cree interpretar mejor los designios del Creador combatien-
do los males que afligen á sus hermanos y previniéndoles contra
ellos, que aconsejándoles la sumisión ciega, la indiferencia irracional,
la inercia desesperada.
Desconociéndose, casi completamente,hasta hace muy pocos años,
las causas de enfermedad y muerte por infección; y, aunque venía
constantemente observándose el hecho de que la mortalidad entre los
habitantes del campo era proporcionalmente mucho menor que la de
las grandes poblaciones, no se explicaba á satisfacción este fenóme-
no, que algunos, con un criterio más bucólico que científico, atribuían
á la morigeración en las costumbres, á la calidad de los alimentos, á
las condiciones del trabajo y á otras causas, más bien morales que
fisiológicas.
La medicina, acudiendo en ayuda de la higiene, y la microbiolo-
gía y la bacteriología, completándola, nos permiten hoy darnos cuen-
ta de aquellas observaciones, determinando de una manera clara y
evidente las causas de la mortalidad por infección, que la higiene
tiene por oficio combatir, y, preparados contra tan poderoso enemigo
podemos atacarle con éxito seguro, debiendo ser siempre nuestra la
victoria en favor de la salud y de la vida; pero para eso se necesita
el concurso y la cooperación de todos y de cada uno de los indivi-
duos, poniendo de su parte cuanto la ciencia ordena, sujetándose á
las prescripciones de los hombres científiccs, que inspiran los manda-
tos de las autoridades, y las corporaciones, los ayuntamientos, adop-
tando las medidas oportunas y convenientes, facilitando los medios y
recursos, premiando y estimulando á los que á tan humanitario fin se
asocien, y sobre todo, mostrando un saludable rigor y gran energía
para exigir el cumplimiento y observancia de los preceptos que á to-
dos obligan, porque á todos convienen.
*
ATMÓSFERA.
TERRENO.
POBLACIÓN-ESTACIÓN.
POBLACIÓN.
El mejor de los climas no producá ninguna utilidad, si no se agrega
á él una vivienda sana y confortable.
Al hacer consideraciones sobre este particular, dirigimos las más
duras censuras al pueblo bilbaíno. El dominio absoluto del interés
industrial sobre el higiénico, la inercia de mis compañeros los arqui-
tectos de la localidad en todo cuanto á la higiene se relaciona, y, so-
bre todo la incredulidad, en muchos casos, la ignorancia en otros y
siempre el qué me importa á mí, el egoismo de todos los propieta-
rios, hace que ni por casualidad se observen los preceptos más ele
mentales de la higiene, en la construcción de las casas particulares.
¿Ocuparse de la orientación del edificio? Eso es una tontería. Ha-
cerlo impermeable á la humedad, á la temperatura, aislarlo del suelo,
sanear el terreno en que se asienta la construcción, etc. etc., estas
son preocupaciones de los higienistas.
Nadie se muere hasta que Dios quiere.
Lo que se quiere es que la habitación tenga muchos cuartos, que
se haga pronto y que la construcción resulte barata, sin preocuparse
siquiera de la duración del edificio, y luego pintorrojearla de vivos
colores é inundarla de papeles y de adornitos en todas partes, sin
ton ni son, sin estilo arquitectónico, desde luego, y de un gusto de-
testable.
Así resultan casas que parecen de cartón, por sus muros excesi-
vamente delgados, los tramos horizontales ó suelos reducidos á su
última expresión, trasmitiéndose los sonidos, las emanaciones y todo
cuanto cabe trasmitirse de unas habitaciones á otras. Se puede decir
que todos los vecinos viven en mancomún, comunicándose todas sus
impresiones, que coinciden con las variaciones atmosféricas, que las
sienten necesariamente, como si estuvieran acampados á cielo raso.
Pero todo esto se refiere á las edificaciones de lujo del Ensanche
y ¿qué diremos de las habitaciones baratas de la clase media, y sobre
todo de la clase obrera?
Estas son, desde luego, un despropósito, un crimen higiénico, pues
además de los efectos anteriormente citados, tienen todos los que le
faltan para constituir el prototipo de la antítesis higiénica.
Esto no obstante, ven que aquí se muere más gente que en nin-
guna otra población, vén que hay enfermos en todas las casas, como
si Bilbao fuese un hospital muy grande, no tienen aún inconveniente
los propetarios en habitar estas sus casas, creyendo que con poner
ricas alfombras, ricos muebles y dorados papeles en las paredes,
han corregido todos los errores higiénicos de la construcción, y en
cuanto á las enfermedades que asuelan la población y á la muerte>
con achacárselas á las emanaciones de la ría de Bilbao, han con-
cluido.
Grande es vuestro egoísmo y vuestra culpa, pero más grande es
aún vuestro castigo.
El Ensanche de Bilbao, es la parte más nueva y más lujosa de
pa población y es precisamente la menos sana de nuestra Villa; es
un ejemplo notable de lo que estamos diciendo.
Aquí en Bilbao no se tiene idea del confort de las habitaciones
se confunde eYconfort con el lujo, cuando, justamente, está en muchos
casos en la más abierta con tradición. El confort supone agrado,
bienestar, en el sentido higiénico de la palabra, y el lujo sólo busca
la ostentación de una riqueza real ó aparente. Un simple caserío
puede tener mucho confort y lo tienen generalmente más que nues-
tras lujosas habitaciones. Como higienista, es muy posible que borra-
ra, ó poco menos, de la lista en la construcción, el ramo de la tapi-
cería y es justamente el más caro de todos ellos.
La habitación tiene por objeto el evitar la influencia de las varia-
ciones de temperatura y las influencias atmosféricas en general.
La civilización higiénica influye notablemente en la disminución
del número é intensidad de las epidemias y de las enfermedades en
general
La civilización no ha concluido con las guerras, pero sí con la
frecuencia y duración de las epidemias.
A mediados del siglo pasado podía calcularse que en cada período
de once años había dos epidemias mortíferas; en el dia, gracias al
adelantamiento moral y material de las naciones, han desaparecido
las epidemias asoladoras de peste negra, púrpura hemorrágica y gan-
grena espontánea, que despoblaban las naciones más ricas. A este
mejoramiento de la pública salubridad, es necesario convenir que
han contribuido, por un lado, la alimentación de la patata, que ha
venido á ser un provechoso sucedáneo de los cereales, ahorrando
muchas carestías; por otro la inoculación variólica y luego la vacu-
nación, que han reducido casi á la nulidad las grandes epidemias de
viruelas, y por otro, en fin, los trabajos para el saneamiento de las
poblaciones, por los medios de higienización y del cultivo de vegetales
que purifican la atmósfera.
Diríase que la civilización higiénica y las epidemias son tan anti-
téticas como la luz y la sombra; los pueblos que se han rezagado en
su desarrollo intelectual, son, en igualdad de circunstancias, los
más rigurosamente azotados por las enfermedades.
Dígalo, sino, el Egipto, antes cuna de la civilización, y hoy dia
sumido en la barbarie, que es la nación que paga un contingente
más exhorbitante á las epidemias; dígalo Irlanda, regida todavía
por instituciones de la Edad Media y azotada por el tifus europeo, y
díganlo, en fin, los incultos campos de Roma, agobiados por la ende-
micidad f.e las fiebres perniciosas. De aquí que hayamos iniciado
nuestra campaña de Higienización de Bilbao, diciendo que hacer la
felicidad de los pueblos equivale á Higienizarlos.
Vamos á hacer ahora algunas consideraciones generales acerca
de las condiciones higiénicas de la habitación higiénica, para hacer
comprender á muchos propietarios de nuestra villa, las inmensas
ventajas de una habitación bien entendida y bien acondicionada.
La construcción de la casa está directamente relacionada con la
manera de ser de los que la habitan y de todas sus relaciones so-
ciales.
Pero, si esta instalación tiene una relación tan directa sobre la
cultura intelectual y moral de sus habitantes, su influencia es muchí-
simo mayor todavía sobre su propia salud.
Por este motivo, la habitación tiene por objeto el proteger al
hombre contra el calor y el frío, contra el viento y la lluvia, y de
modificar para él todas las condiciones atmosféricas que le sean
inconvenientes, creándose un medio artificial, un clima nuevo y una
nueva atmósfera, cuyo estudio es fundamental para la higiene, porque
en ese medio vive el hombre la mayor parte de su existencia.
El ideal sería poder sustraerse á la acción de las propiedades
físicas de la atmósfera, en la proporción conveniente, pudiendo dis.
frutar en toda su integridad de las propiedades químicas y biológicas
del aire.
Esto exige una amalgama, una fusión completa entre el arquitecto
y el higienista.
El higienista halla desde luego causas que modifican profunda-
mente la salud, en las alteraciones que se hacen sufrir al aire con-
finado de las habitaciones, efecto de la vida fisiológica y de la vida
social, y á consecuencia de la humedad del terreno y de su alteración
por los detritus producidos dentro ó fuera de ellas.
De aquí la necesidad de preparar el terreno, antes de la construc-
ción, y de disponer la casa de manera que esté aislada de la humedad
del suelo y de sus emanaciones y de alejar lo antes posible de ella to-
do el producto de sus inmundicias y aún de obtener un medio de ven-
tilación artificial.
La luz artificial es una causa de viciación del aire confinado.
Muchas enfermedades se agravan y aún tienen su origen en las ma-
las condiciones de la habitación, tales son la escrófula, la tisis, la
difteria, el reumatismo agudo y sobre todo la fiebre tifoidea. En re-
sumen, la insalubridad de la habitación es una de las causas más prin-
cipales de las enfermedades que diezman las poblaciones.
El saneamiento de la habitación privada es de los puntos más im.
portantes,bajo el punto de vista de la higiene, de la economía social y
de la moral. Lo primero, porque de él depende, en la mayor parte de
los casos, la conservación de la salud, don precioso que debemos pre-
ferir antes que á cualquier otro bien material, y su olvido es causa de
las alteraciones que la ponen en peligro. Lo segundo, porque de s u
AGUAS.
Las consideraciones hechas en artículos anteriores demuestran
hasta qué punto es peligroso y perjudicial el empleo del agua subte-
rránea para la bebida y para los usos culinarios.T odo el mundo com-
prende hoy esta verdad, y todas las poblaciones se imponen los ma-
yores sacrificios para traer aguas potables, abundantes y puras, des-
de largas distancias.
Cuanto mayor sea la población, más debe prodigarse el agua; este
es el primer elemento de salubridad de toda aglomeración urbana.
El agua se emplea en tres formas diferentes en las poblaciones.
Para el servicio doméstico, para el servicio público y para el servicio
industrial.
El primero comprende la administración y el aseo; el segundo el
lavado de alcantarillas, riegos é incendios, y el tercero la fuerza mo-
triz de las pequeñas industrias, sus lavados, etcétera, y aplicaciones
industriales en general.
CANTIDAD NECESARIA.—No puede calcularse el agua necesaria
para una población, teniendo simplemente en cuenta el número de
sus habitantes; entra también como factor su importancia comercial
industrial, costumbres y condiciones locales.
Cuando París era pequeño tenía 13 litros de agua potable por
habitante y nadie se quejaba, y hoy tiene más de 200 litros, y han
puesto el grito en el cielo, hasta el punto de que han obligado al
gobierno á aceptar el proyecto de una nueva traida de aguas, cuyo
presupuesto es fabuloso.
Lo mismo ocurre en Bilbao, que crece rápidamente, no tanto por
el número de sus habitantes como por sus costumbres industriales-
Hace pocos años había agua suficiente, mientras que hoy clama todo
el mundo, y con razón, por tener nuevas aportaciones. Ocurre con el
agua lo que con toda cosa buena y útil: cuanto más se tiene, más se
quiere.
¿Por qué no había de tener Bilbao fuentes monumentales, en las
que se erigieran estatuas á nuestros escritores, á nuestros músicos, á
nuestros héroes, á nuestros grandes hombres, utilizando después esos
grandes caudales de agua, que sirvieran para embellecer las páginas
brillantes de nuestra historia, para higienizar la población, barriendo
y limpiando las alcantarillas y regando y fertilizando frondosa é hi-
giénica vegetación?
No se ve en nuestra villa, aparte de nuestra arquitectura religio-
sa, ninguna composición arquitectónico-ornamental de carácter mo-
numental que hable al espiritu, que conmueva el alma, que revele que
estamos en una importante población, y que recuerde la parte gran-
diosa de nuestra historia. Bilbao aparece en esa parte como una
buena aldea, en donde no se conoce aún la vida intelectual, que per-
mite brillar á los artistas y á los hombres de genio.
Para no trascribir aquí cuadros estadísticos de 80 á 100 pobla-
ciones con sus dotaciones de aguas, y las que conceptúan como nece-
sarias las grandes eminencias en higiene pública, diremos solamente
que estos señores han determinado que toda población que pase de
100.000 habitantes debe tener un mínimun de 200 litros de agua por
día y por habitante.
Según parece, en Bilbao tenemos aproximadamente 1.500.000 li-
tros de agua potable y por día, y otro tanto de la del rio (que supo-
nemos por el momento que es aceptable) suman tres millones de
litros, que hacen 45 litros por habitante, ó sea en números redondos
50 litros por día y por habitante.
De manera que nos faltan aún casi tres veces más de agua de la
que tenemos, aunque no hemos llegado aún á 100 000 habitantes, cu-
ya cifra no tardaremos mucho en alcanzar, teniendo en cuenta no
sólo el aumento de la población, sino el causado por las anexiones
probables á nuestra villa.
¿Hay medios relativamnnte fáciles y económicos de traer las
grandes cantidades de agua que necesitamos para nuestra villa?
Desde luego que sí, y ya toda la población está enterada de ello
por la prensa local, por lo que no me extenderé en consideraciones,
por todos conocidas, sobre este particular. Mi distinguido amigo y
compañero D. Casto Zabala, ha hecho un detenido é importantísimo
estudio sobre la traída de aguas de Oiz á Bilbao, y á juzgar por sus
trabajos, es la única solución que tiene nuestra villa.
No debe titubear un momento nuestro municipio en hacer de
una vez el sacrificio de la traída de aguas de Oiz, porque este es el
elemento principal de higienización de nuestra villa, y sin él es com-
pletamente inútil que planteemos ningún otro problema de la higiene
pública de Bilbao.
Es más: si la fatalidad hiciera que dificultades del orden legal y
administrativo, de las que ya se han apuntado algunas, imposibilita-
ran á nuestro municipio el importar toda la cantidad de aguas que
necesitamos de Oiz, habría aún una solución complementaria del pro-
blema.
Esta es la perforación de un pozo artesiano.
Dada la naturaleza geológica de nuestro suelo, existen en la par-
te sud de la cuenca del Nervión, al S. de nuestra villa, varios puntos
en donde se hallaran fácilmente aguas artesianas á profundidades
menores de 200 metros.
Esta profundidad, dados los medios de perforación que hoy exis-
ten, podría lograrse probablemente por un presupuesto que no exce-
diera de cien mil pesetas, cantidad verdaderamente insignificante
con relación al resultado que se puede obtener.
Todo cuanto va expuesto se refiere á aguas potables puras y de
excelente calidad. Pero ¿es de buena calidad el agua que se bebe en
Bilbao? No señor.
En Bilbao se beben dos clases de aguas: 1.*, el agua de alcantari-
a
llas: 2. , las aguas de manantial, casi siempre sucias. A las primeras
se les dá el nombre de aguas de rio, y á las segundas el de aguas
potables. Las primeras, ó sean las de rio, se entregan al consumo
después de haber recibido las inmundicias de muchos miles de habi-
tantes, mal filtradas ó sin filtrarlas; contienen gran número de mi-
croorganismos patógenos, principalmente de la tifoidea. Todo Bilbao
tiene las dos aguas á domicilio, y la clase pobi e sólo la de rio. Esto
es un verdadero crimen higiénico, de gravedad y de consecuencias
inapreciables, y luego nos ocupamos de los peligros imaginarios, de
las emanaciones del rio Nervión. De manera que nuestro municipio, ó
no piensa, ó piensa muy mal sobre este asunto. Es necesario cerrar
para siempre el paso de las aguas de rio á nuestra villa. Pero, ade-
más, el agua cogida en los manantiales es buena, pero el agua pota-
ble recogida á domicilio es mala.
Por razones que el lector comprenderá no puedo meterme á in-
vestigar las causas que originan este cambio en las condiciones de
potabilidad <'el agua desde que parte de los manantiales hasta que
llega á nuestras habitaciones; pero como la población bilbaiua ne-
cesita saber la verdad, diremos que el agua potable que se bebe es
mala, y para cerciorarnos, mandamos hace dos años aguas y partes
de filtros, recogidos por nosotros mismos, al Sr. Mendoza, de cuyo
análisis vino á resultar que contenían gran número de microorganis
mos patógenos, principalmente el bacilus de la tifoidea, que diezma
nuestra villa, debidos principalmente á descomposiciones orgánicas
de ambos reinos.
Nadie ignora que la receptibilidad morbosa del individuo hace
que pueda llegar á tolerar cierto número de microorganismos pató
genos sin que se produzcan los efectos de la infusión, pero no es me
nos cierto que siempre los débiles y á veces los robustos en determi
nados estados llegan á contagiarse, siendo, por consiguiente, una
amenaza constante para el vecindario la infección de nuestras aguas
potables.
E s indispensable cubrir las canalizaciones de las aguas desde su
origen mismo hasta la villa, sino quiere el Ayuntamiento exponerse
á dar al consumo un agua oficialmente buena y extraoficialmente muy
mala.
VIL
LIMPIEZA PÚBLICA.
LIMPIEZA PÚBLICA.
S a n e a m i e n t o de l a s a l c a n t a r i l l a s , por el a g u a d e m a r .
A g u a de m a r e l e c t r o l i z a d a .
HIGIENE D E L TRABAJO.
I.—PRELIMINAR 5
II.—ATMÓSFERA. 17
III.—TERRENO 23
IV.—INFLUENCIA DEL CLIMA Y DE LA LOCALIDAD EN LA PO
BLACIÓN.—ESTACIÓN 29
V.—POBLACIÓN 35
VI.—AGUAS 43
V I I . — F L U I D O S AERIFORMES.—SUBSISTENCIAS 47
V I I I . — L I M P I E Z A PÚBLICA 53
IX.—LIMPIEZA PÚBLICA.—SANEAMIENTO DE LAS ALCANTA
RILLAS 59
X.—RAZA.—ESTADO SOCIAL.—RÉGIMEN ADMINISTRATIVO.
—ESTADO RELIGIOSO 73
X I . — H I G I E N E DEL TRABAJO 79
113900 L-614 PALhig
Bidebarrieta General