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PRÓLOGO

Y entrelazando sus manitos, retrocedieron juntos hasta la


orilla del lago y se adentraron en el, salpicando por todos
lados y haciendo resonar el pacífico lugar. Sus padres,
conmovidos al ver a los dos pequeños chapotear en el
agua y reír tan tiernamente, sonrieron también dejando
escapar un suspiro.87

—Son tan hermosos... —dijo la señora Jeon mientras


sacaba el almuerzo especial del día de picnic.28

—Realmente lo son —contestó su esposo mirando a los


pequeños quienes parecían estar jugando con los peces—,
los estamos criando muy bien.

—Tengo tanto miedo Jae Chan, tanto miedo... —mencionó


Tae Hee sollozando—, no quiero perderlos.21

—¿Por qué los perderíamos? Son nuestros hijos cariño —le


decía el señor Jeon mientras limpiaba una lágrima traviesa
de su esposa.

—Solo... no lo sé —respondió más tranquila—. No sería


capaz de vivir en un mundo dónde ellos no existan.67

—Tranquilízate mujer —calmó Jae Chan a su esposa


dándole palmaditas en la espalda—, ellos son los mejores
hijos del mundo. Siempre estarán con nosotros, son tan
unidos.7
—JungKook ama a su hermano ¿verdad? —preguntó
arraigada a sus ideas—. Nadie los separará jamás ¿cierto?

—Nadie mi amor, nunca nadie los separará —dijo


vehementemente—, ellos nunca se separarán, te doy mi
palabra.49

Tae Hee asintió más calmada mientras miraba como los


pequeños niños estaban tratando de salir del lago entre
risas.

Jeon JungKook era menor que su hermano por dos años,


pero tenía la misma altura que su hyung. Jeon JiMin por su
parte, se quejaba por tener las piernitas cortas y la
barriguita más grande que su hermanito.61

—Niños ¿se cansaron ya? ¡Vengan a comer! —gritó Jae


Chan mientras tendía un bonito mantel en el pasto.28

—No es justo, JungKookie siempe gana —dijo JiMin con un


tierno puchero, el que hacía siempre que el pelinegro lo
vencía.1

—Es que tú siempe piedes —le respondió al rubio con su


hermosa sonrisa. Aquella que mostraba sus dos
dientecitos delanteros como un conejito.6

—Ah vedad —sonrió JiMin y volvió a coger la mano de su


hermanito.46

Caminaron mientras hablaban de los supuestos animales


enormes que habían visto en el lago. Mientras JungKook
trataba de asustar a JiMin diciéndole que en el agua había
una anaconda gigante que los iba a comer, los padres de
los pequeños reían a carcajadas por la ocurrencia del
travieso pelinegro.45

—Y hablando de anacondas comelonas, mis pequeñas


lombrices, llegó la hora de comer —anunció la madre de
los niños.

—¿Mami tajiste mi manzanita vede? —preguntó JiMin


inocentemente.91

—Sí mi amor, una para ti y otra para tu hermanito.

—¿Mami la mía es doja? —rebuscó el pelinegro entre la


canasta.50

—Sí mi vida, aquí está.

—Gacias mami, gacias papi, ustedes son los mejodes


papás del mundo entedo —gritó el de la manzana roja—.
¿Vedad hyung?23

—Sí JungKookie, son los mejodes.27

—Y ustedes son los mejores hijos del universo —dijo con


lágrimas en los ojos la señora Jeon.26

El padre de los niños al ver la hermosa escena, los cogió a


ellos y a su esposa entre sus brazos, uniéndolos en un
afectuoso abrazo. Era una escena digna de algún cuento
con un final feliz.

—Nadie me sepadadá de hyung ni de mami ni de papi.14


—Nadie me sepadadá de JungKookie ni de mami ni de papi
—repitió el rubio.

—Sí, definitivamente nadie nos separará nunca. De eso me


encargo yo —sentenció Jeon Jae Chan.15

Tal vez el mundo entero no los separaría. Tal vez el amor


de hermanos y de padres era lo más puro y perfecto que
podía existir entre ellos en aquel momento. Sólo había algo
con lo que la pequeña familia Jeon no contaba y era que no
podía haber una familia perfecta si guardabas secretos, si
decías mentiras o verdades a medias que al final separaría
hasta al más fuerte amor.3

Porque cuando pensaban que todo estaría bien, un secreto


de hermanos daba inicio aquella hermosa mañana en la
que los dos niños, saltaron al lago con las manos
entrelazadas...
CAPÍTULO 1 ( Primera vez )
—JiMin, JungKook ¡bajen a desayunar! —se oyó el grito de
la señora Jeon desde el primer piso—. Llegarán tarde a la
escuela.8

—¡Ya bajamos mami! —respondió el pelinegro con un grito


también—. JiMinnie, apúrate.

—¿Cuál JiMinnie? ¡Soy tu hyung! —le dijo JiMin, arrugando


la nariz mientras cambiaba su polera por quinta vez frente
al espejo.21

—No, no eres hyung, eres sólo JiMinnie —contradijo el


pelinegro—, y apúrate.16

—Es que no me queda nada JungKookie, todo me queda


chiquito —comentó el rubio mientras hacía un puchero y
caía sobre la cama rindiéndose.4

JungKook vio a su hermano mayor tumbado sobre la cama


y le pareció tierno. Era tan pequeño a pesar de tener doce
años a comparación de él, que con sólo diez años era más
alto que su pequeño hyung. JiMin, quien seguía echado
pensando en qué polera ponerse, no se dio cuenta cuando
su hermano subió encima de él.

—A ti te queda todo perfecto, hyung —susurró


adorablemente el pelinegro.75
—Tan lindo mi JungKookie, ven aquí —respondió JiMin y en
un cerrar de ojos, volteó el cuerpo de su hermano y se
posicionó encima de él.

Las intenciones de aquellos dos hermanos no eran


maliciosas ni sórdidas.60

Ellos sólo comenzaron a hacerse cosquillas y rodaron


hasta el suelo. Aunque JiMin era más pequeño, tenía una
gran fuerza, algunas veces JungKook ganaba, otras veces
lo hacía JiMin. Cinco minutos después de risas y juegos,
JungKook tomó el control nuevamente y se sentó encima
de su hyung quien yacía tirado en el suelo muerto de risa.
El pelinegro apresó las manos de su hermano a cada lado
de su cabeza y lo inmovilizó.22

Se miraron por segundos mientras callaban sus quejidos.


Una extraña sensación, una conexión singular, el destello
de un gran amor diferente al amor que siempre habían
sentido, diferente al amor de hermanos, eso, exactamente
eso fue lo que sintieron.46

JiMin suspiró y sintió sus latidos muy rápidos. Se sintió


extraño por el sonido que escuchó de su propio corazón.
Tal vez JungKook lo escucharía y pensaría mal, las mejillas
se le tiñeron de un rojo que no pasó desapercibido por su
hermano quien estaba sintiendo exactamente lo mismo que
él.

Pero eso, JiMin no lo sabía.


Así que sintió un impulso en el corazón y sin pensarlo dos
veces, se acercó lentamente y plantó un casto beso en la
mejilla de su hermano menor. Este automáticamente lo
soltó y se paró.17

—JungKookie yo... —quiso seguir hablando JiMin, pero la


puerta de la habitación se abrió con fuerza.15

La madre de los hermanos estaba furiosa, parada en la


entrada de la habitación.

—¿Hasta qué hora piensan ustedes dos que yo les voy a


esperar? —dijo con la voz alta—. JiMin ¿qué haces en el
suelo? ¡Ay no! Se pusieron a jugar.

—JungKookie empezó mami.

—Mentira mami, fue JiMinnie —se defendió el pelinegro.

—¿Cuál JiMinnie? Es tu hyung, mocoso irrespetuoso —le


dijo mientras le jalaba una oreja.20

—Sí, soy tu hyung. Irrespetuoso —se burló el rubio


sacándole la lengua.

—¿Y tú? ¿Qué haces aún en el piso? ¡Levántate! —le ordenó


Tae Hee—. Mis pequeñas lombrices, ustedes me van a
matar algún día, apúrense.44

Y diciendo aquello, revoloteó el cabello de sus hijos y salió


de la habitación para servir el desayuno. Los hermanos se
miraron cómplices y volvieron a reír. JungKook ayudó a
JiMin a pararse y lo sostuvo entre sus brazos.
JiMin estaba confundido.

Más que eso, estaba temeroso. La vergüenza por haber


besado a su hermano, aún estaba presente. Temía que
JungKook lo apartara o le hablara mal, temía que
JungKook se asqueara por lo que hizo. Aunque siempre
habían sido muy cariñosos entre ellos, él le había dado un
beso a su hermano de la nada y eso era extraño. Muy
extraño.6

Equivocado.14

Exactamente equivocado era como el mayor de los Jeon


estaba, pues JungKook sentía todo lo contrario a lo que él
pensaba.

—JungKookie yo... —no terminó la frase.

Un beso delicado, suave, casto, un beso de amor puro lo


había interrumpido. Los labios de JungKook, cerca de la
comisura de sus labios, muy cerca, estaban estampados y
no se despegaban. JiMin suspiró, cerró los ojos lentamente
y sintió ese malestar en el corazón nuevamente. Él era
mayor que JungKook, él podía entender ciertas cosas, él
debería quitarse ese malestar y proteger a su hermanito.
Por eso se alejó suavemente y sonrió como si nada hubiera
pasado.34

—Vamos Kookie, llegaremos tarde.

—JiMinnie ¿tú me quieres? —la pregunta salida de la nada


lo detuvo, desconcertándolo por completo.28
¿Lo quería? Claro que lo quería, es más, lo amaba. Él
amaba a su hermano y por eso iba a protegerlo. El sería
su hyung siempre. Él jamás haría algo que dañase a su
pequeño JungKookie, él dejaría de sentir esos extraños
sonidos en su corazón cuando JungKook sonreía.

Él lo dejaría.9

—¡Claro que sí! Te quiero hermanito —dijo JiMin con un


entusiasmo disimulado. Algo en su corazoncito se removió
con curiosidad, él también quiso preguntar si su hermano
lo quería—, y tú JungKookie ¿me quieres?

Su corazón volvió a sentir una fuerza única mientras el


cosquilleo en su estómago se hizo presente. La cabeza la
dio mil vueltas, necesitaba una respuesta.

—No JiMin —sentenció el pelinegro. Algo dentro del rubio


se rompió, el cosquilleo se convirtió en náuseas, el sonido
de su corazón paró por segundos, sus ojitos amenazaron
con llorar y el sonido de la voz de su madre lo regresó a la
realidad.51

—¡Apúrense! —gritó Tae Hee desde el primer piso


nuevamente.

JiMin dio un paso, quiso irse, bajar hasta el primer piso,


pero no para desayunar si no para salir corriendo. Mas sus
planes se fueron al tacho de basura cuando la mano de su
hermano, cogió su muñeca y lo detuvo.
—Yo no te quiero JiMin, yo te amo hyung —y diciendo
aquello, lo cogió de la mano y bajó las escaleras
corriendo.68

Y aunque era el primer día de clases y no podían llegar


tarde, lo hicieron. Caminaron lentamente por las calles,
abrazados y jugueteando entre ellos. Era la primera vez que
JiMin sintió un revoloteo en su corazón, era la primera vez
que los dos hermanos sintieron algo hermoso, era la
primera vez que JungKook, a su corta edad, sabía que
amaba a su hermano.+

Y no exactamente como a un hermano...


CAPÍTULO 2 ( Equivocado )
Las ocho menos cinco. Los hermanos Jeon bajaban
corriendo del auto de su padre mientras se despedían con
un beso fugaz de él puesto que ra el primer día de clases y
llegar tarde estaba prohibido. Cuando habían atravesado ya
el portón de la escuela, suspiraron más aliviados al ver que
habían llegado a la hora. Eran las ocho menos dos.15

JiMin entraba a la secundaria aquel año y su edificio era el


del ala derecha, JungKook por su parte aún estaría en el
ala izquierda. Ambos se miraron y sonrieron en forma de
despedida, pero cuando comenzaron a correr, chocaron
contra dos personas.

Eran sus mejores amigos.

—¡HoSeok! —gritó JungKook mientras lo abrazaba.8

—JungKook, amigo —le devolvió el abrazo con una amplia


sonrisa, de esas que podrían alegrar el día.

—¡YoonGi hyung! —saludó JiMin por su lado.27

—Oh pequeño JiMinnie, ven aquí —le respondió atrayendo


al rubio hasta sus brazos.

—Hyung, suéltalo, yo también quiero abrazar a JiMinnie —


dijo HoSeok apartando el abrazo de los mayores.
—¡Hobi! ¿Cuál JiMinnie? Soy tu hyung —le recriminó entre
risas—, eres igual de irrespetuoso que JungKookie.

—Hola hyung —fue lo único que musitó JungKook. Min


YoonGi jamás le había caído bien.61

JungKook recordaba el día que YoonGi llegó al colegio,


cuando su hermano mayor cursaba el cuarto grado. Un año
antes, cuando él estaba en primer grado, su JiMin lo
acompañaba en cada recreo. El pelinegro pensó que en su
segundo grado sería igual, pero la llegada de chico pálido
lo había cambiado todo. Su JiMin ya no iba al recreo con él
y se la pasaba con YoonGi. El resentimiento jamás se le
pasó. En tercer grado llegó HoSeok y se volvieron grandes
amigos. Pasaron los recreos juntos y JiMin con su amigo
pálido se les unió cierto día. Había sido así cada año, había
recuperado los recreos con su hermano, aunque viniera
con una carga llamada Min YoonGi.23

—Hola hermano de JiMinnie —saludó YoonGi.14

El menor de los Jeon no lo soportaba, JungKook realmente


no soportaba al amigo de su hermano. El ladrón
de JiMin's.50

—Debemos ir a clases, son las ocho y cinco —soltó de


repente JiMin—. Kookie, Hobi, nos vemos en la salida.

—¡Sí JiMinnie! —dijeron los dos menores al unísono y


corrieron a toda velocidad.1

—Esos niños nunca nos respetarán —se quejaba YoonGi.7


—Hyung, nosotros también somos niños.4

—Es cierto —asintió—, pero ya no importa, vamos JiMinnie


o llegaremos tarde —le sonrió cogiéndolo de la mano para
entrar a su clase.

JungKook estaba furioso. HoSeok le hablaba y hablaba


preguntándole por sus vacaciones y él solo respondía
asintiendo. Pensar que su hermano mayor ya no estaría con
él, más que ponerlo de mal humor, le dolía. Ese año JiMin
pasaría a la secundaría y ya no compartirían el recreo
juntos pues los niños grandes tenían otros horarios y otros
recreos, recreos que seguramente su hyung pasaría con
el tal Min YoonGi.

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JiMin reía junto a su pálido amigo.

Todos sus compañeros estaban en el salón, se saludaban


entre ellos y reían mientras conversaban sobre sus días de
vacaciones. La mayoría se acercaba al rubio para
saludarlo efusivamente y éste les respondía con una
hermosa sonrisa. También saludaban a YoonGi, pero éste
sólo asentía sin pronunciar palabra. Era el gruñón de la
clase.1

JiMin aún no comprendía cómo había llegado a ser amigo


de YoonGi. Min parecía sólo sonreír con el mayor de los
Jeon o al menos eso era lo que todos sus compañeros
pensaban. Cuando JiMin se hizo amigo de YoonGi, anotó en
su libreta de logros el haberse convertido en amigo del
chico más callado y gruñón de la clase.

Entre risas y habladurías, la tutora encargada llegó. Hizo


silenciar a todos los niños y con una sonrisa agradable
saludó a todos.

—Bien, ahora les tengo una noticia —dijo entusiasta—, ha


saben que este año entramos a la secundaria. El grupo
sigue siendo el mismo, pero... —se detuvo por unos
segundos y miró hacia la puerta—, este año tendremos un
nuevo alumno. Hijo, pasa.22

La puerta casi abierta se abrió por completo, un niño alto y


castaño cruzó hasta el centro del salón. JiMin pensó que el
niño era delicado pues se veía débil, delgado y su rostro le
parecía cansino. Al rubio le llamó la atención en seguida y
por un momento sintió un sentido de protección hacia él. El
niño de tal vez su misma edad, estaba parado al medio y
sonreía con una sonrisa era algo cuadrada y muy bonita.74

JiMin quiso ser su amigo y cuidarlo.

—Cariño, preséntate —dijo la profesora apoyando sus


manos en los hombros del niño.

—Buenos días, soy el nuevo alumno transferido, espero


llevarnos muy bien —sonrió y dio una reverencia. Él era
muy educado.

—¿Y tu nombre hijo?


—Oh, cierto, soy Park... Park TaeHyung —dijo con
entusiasmo.170

JiMin pensó que era un bonito nombre. Aunque el niño se


veía débil, era tan bonito como su nombre.11

—Uhm vas a sentarte con... —la profesora buscó con la


mirada un asiento adecuado—, con JiMin.

—Tutora, yo me siento con JiMin —contradijo Min YoonGi


rápidamente.

—Esta vez haremos un cambio, Min, siéntate ahí, con


SeokJin —ordenó la profesora con su muy bonita sonrisa.33

YoonGi gruñó. Él no quería que lo movieran del asiento


junto al pequeño JiMinnie. Cuando cogió sus cosas y llegó
hasta el puesto de SeokJin, éste levantó la vista, lo miró
por dos breves segundos y volvió su vista al frente. Eso
estaba bien, no quería interactuar con nadie.6

—Niños, voy a traer a su maestra de matemáticas,


pórtense bien —dijo la tutora y salió del salón con el
resonar de sus tacones.

Park TaeHyung fue hacia su nuevo asiento. JiMin lo vio


sentarse. Alzó la vista hasta ver a YoonGi y lo vio dormido,
estaba dicho, su pálido amigo no hablaría con nadie. Volvió
su vista hasta su nuevo compañero de asiento y se
presentó.

—Hola, TaeHyung ¿verdad? —le preguntó para asegurarse.

—Sí —respondió entusiasmado—, Park TaeHyung ¿Y tú?


—Jeon... Jeon JiMin, espero llevarnos bien —le saludó
estrechando su manito.22

Park TaeHyung alargó su mano y la estrechó con la del


adorable rubio. Una corriente de electricidad corrió por el
cuerpo de ambos chicos y sonrieron automáticamente68

—Yo espero lo mismo.

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La hora de recreo para los menores llegó y Jeon JungKook


estaba desanimado. HoSeok jugaba solo mientras trataba
de que su amigo jugara con él.

—JungKookie ¿qué te pasa? —preguntó al final, luego de


rendirse al no tener la atención del pelinegro.

—Nada HoSeokie. Sólo quiero que este día acabe ya —


pespondió el pequeño alicaído.

—Oh, pero ya va a acabar, hoy salimos a las doce.

—¡¿Qué?! —preguntó el menor de los Jeon con un brillo en


los ojos.

—¿Ya no lo recuerdas Kookie? Todos los años, en la


primera semana de clases salimos temprano —le sonrió. El
pelinegro saltó y de la emoción abrazó a su amigo.

—¡Hobi, Hobi, Hobi! ¡Qué buena noticia me has dadl! —


exclamó sonriendo y finalmente se puso a jugar con él en
lo que quedaba del recreo.

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La hora de salida llegó.

Min YoonGi, Jeon JiMin y Park TaeHyung salieron de


clases. El de sonrisa cuadrada hablaba y sólo el rubio le
respondía, mas cuando JiMin hablaba, YoonGi interactuaba
en la amena conversación.18

En la puerta del colegio se detuvieron mientras seguían


conversando y riendo. El divertido niño nuevo era muy
cariñoso por lo que YoonGi lo ignoraba y lo alejaba cuando
se colgaba como un llavero del cuello de JiMin.21

Cinco minutos después, JungKook llegó con HoSeok muy


feliz, pero la sonrisa se le borró automáticamente al ver
que su hermano mayor era abrazado por un niño alto y
castaño.20

—Hyung... —llamó JungKook pidiendo atención.

—Oh Kookie —dijo JiMin soltándose de TaeHyung y


corriendo hasta el pelinegro.

—¿Quién es él? —preguntó HoSeok—, parece muy raro.36

—Oh, él es TaeHyung, un nuevo compañero de clases —


respondió JiMin.

—Hola, soy HoSeok —se presentó amablemente el menor.


El nuevo se presentó también y se dieron las manos.

—Ho-hola, soy TaeHyung.50

—TaeHyung, él es mi hermano menor, JungKook


—anuncio JiMin.
—Oh, el hermanito de Minnie, es tan tierno —comentó
mientras alzaba la mano para saludar—. Hola, soy
TaeHyung, un gusto.

Pero JungKook no hablaba, se había quedado mirando al


chico alto con rabia. ¿Por qué estaba abrazando a su
hermano? ¿De dónde había salido el apodo de Minnie? ¿Por
qué estaba siendo tan amable?21

La mano de TaeHyung seguía alargada pues JungKook no


quería saludarle. Primero Min YoonGi le quitaba a
su hyung y ahora este nuevo niño también lo haría. El
pelinegro quiso llorar. Definitivamente Park TaeHyung iba a
ser un problema muy grande, iba a arruinar su vida, lo iba a
alejar de su querido hyung.3

—Hola —dijo secamente a pesar de haber estrechado la


mano con él. Una curiosa sensación se apoderó de él,
JungKook se sentía extraño por lo que se soltó
rápidamente—. Hyung, vámonos.17

El menor se dio la vuelta y no se despidió de nadie más.


Caminando hacia el portón sólo pensaba en que el tal
TaeHyung le robaría su felicidad, es decir, le robaría a su
hermano. Eso creía, él fielmente lo creía.+

Pero Jeon JungKook... estaba equivocado.


CAPÍTULO 3 ( Amor pecado )
Oh Hae Ji era hermosa.20

Tan bella que casi la mitad de la escuela quería estar con


ella. Sus ojos grandes tras esas pestañas largas y esas
cejas pobladas, le daban una expresión interesante. Su
nariz perfilada y pequeña a una distancia prudente de esos
labios gruesos, mas no exagerados, traían enamorados a
mucho chicos. Y al final estaba su cabello, lacio y negro,
cayéndole por la altura de la espalda, esa espalda con una
curvatura sensacional. Su rostro era fino y su tez clara
como la nieve. El cuerpo, todo naturalmente en su sitio,
con curvas que no llegaban a ser vulgares, llamaban la
atención de todos. Pero era su inteligencia y sabiduría, lo
que le daba el toque especial.6

Angelical, exactamente esa era la palabra para definir a Oh


Hae Ji y, aunque sabía que podría tener a cualquier chico a
sus pies, ella, en su muy bondadoso corazón estaba
perdidamente enamorada de un sólo hombre y hoy al ser el
último día de clases, se le iba a declarar esperando ser
correspondida.2

<<>>

Los rayos del sol pasaban por las pequeñas aberturas de la


cortina, cayendo justo en la puerta de la habitación.
—¡JungKook! —se oía gritar a lo lejos—. ¡Levántate! —
seguían gritando.1

La madre de los hermanos Jeon gritaba por toda la casa


para levantar a sus pequeñas lombrices. Al no ser
obedecida, subií por las escleras hacia el segundo piso y
abrió primero la puerta de JungKook para despertarlo, pero
no lo encontró. Suspirando se imaginó dónde estaba, por lo
que se dirigió a la puerta de al frente, la de JiMin.

Aunque quisiera cambiar el hábito de su hijo, al parecer


nunca lo haría.2

—¡Jeon JungKook! —la voz de Tae Hee resonó por toda la


habitación—, se puede saber ¿qué haces aquí?1

—Shhh mamá, hyung se puede levantar —dijo el pelinegro


con los ojos cerrados mientras acurrucaba más a su
hermano mayor.12

—Tú mocoso... —le dijo algo furiosa—. ¿Qué haces en el


cuarto de tu hyung? Ya tienes quince años y sigues
durmiendo con tu hermano, le quitas su cama, su
comodidad, su pri...25

—JungKookie no me quita nada mami, déjalo dormir —la


risa de JiMin se oyó como una dulce melodía. JungKook se
frotó los ojos y los abrió lentamente.10

—Buenos días JiMinnie.

—Buenos días hermanito.


—Buenos días mis pequeñas lombrices, ya levántense y tú
JungKook, es la última vez que duermes con tu hermano
¿oíste? —sentenció la señora Jeon y simulando un ceño
fruncido, bajó a la cocina a terminar de preparar el
desayuno.7

—Mamá ya no quiere que duerma contigo hyung —dijo el


pelinegro fingiendo inocencia mientras abrazaba más
fuerte a su hermano.2

—Tal vez deberías hacerle caso JungKookie.14

—¿Hyung ya no quiere que duerma con él?

—A hyung le encanta que su JungKookie duerma con él —


respondió JiMin alzando la vista y viendo que su hermano
menor lo miraba con brillo en los ojos.

—Te amo JiMinnie —murmuró JungKook y con suma


delicadeza le dio un beso en la mejilla a su hyung.

JiMin se sintió mal.

Ese cosquilleo por estar debajo del cuerpo de JungKook lo


puso nervioso. Él tenía diecisiete años, era su último día en
la secundaria y luego tendría que ir a la universidad.
JungKook solo tenía quince y aún le quedaba dos años
para salir. Su hermano menor era inocente, muy inocente y
cariñoso. En todos sus años de vida, JungKook había
estado encima de él las veintitrés horas al día, la otra hora
la usaba para besarlo por todas partes como si de un
muñeco se tratase.40
JiMin a veces creía que JungKook era mayor que él pues
era más alto y su cuerpo era más desarrollado. Él en
cambio, era más pequeño y tenía las extremidades más
finas. A pesar de que parecía lo contrario, JiMin era el
mayor y sabía exactamente que le sucedía a su corazón. Él
sabía por qué se había sentido mal cuando JungKook lo
besó en la mejillas, muy cerca a la comisura de sus labios.2

—Aparta JungKook, es tarde y tenemos que ir al colegio —


dijo el rubio mientras se soltaba rápidamente del abrazo de
JungKook.

—Hyung... —susurró el pelinegro con clara decepción en su


voz.

—Vete a cambiar.

—Hyung, pero hoy es el último día de clases, podemos


faltar —rogó JungKook, mas el rubio no le hizo caso.5

—Vete —le ordenó, pero al ver que el pelinegro no le hacía


caso, gritó—, ¡ahora!51

JungKook no dijo más. Apenado, cogió su almohada, miró


por última a su hermano y salió de la habitación. JiMin
suspiró y volvió a caer a la cama, las lágrimas inundaron su
rostro. Le dolía, el corazón le dolía al saber que estaba
enfermo, que amar a otro hombre era una atrocidad sobre
todo si ese hombre era su hermano menor. Porque sí, Jeon
JiMin estaba perdidamente enamorado de JungKook.45

Jeon JiMin se sentía un monstruo.30


<<>>

Min YoonGi discutía con Park TaeHyung como cada día.


Aunque era el último día de clases y prácticamente era la
hora de salida, ellos seguían peleando.15

—Minnie dile algo —pidió el castaño.

—Defiéndete sólo TaeHyung —sonrió con autosuficiencia el


de tez blanca mientras veía como JiMin los miraba
divertidos.

—¿Qué haría sin ustedes? Los quiero —JiMin abrazó a sus


dos mejores amigos. Sus peleas siempre le alegraban el
día.

Ellos eran muy cercanos. Desde que TaeHyung había


llegado a la secundaria, se volvieron amigos y el rubio
siempre cuidó al castaño de sonrisa cuadrada, pues este
era muy enfermizo. Min YoonGi por su parte, los cuidaba a
los dos a pesar de sus riñas con TaeHyung.

—JiMinnie... —se escuchó una dulce voz.

Oh Hae Ji venía feliz, con aquella sonrisa hermosa y su


aura angelical. Los tres se voltearon a verla y sonrieron
automáticamente saludándola con afecto, pero fue
TaeHyung quien se ruborizó con demasía.19

—JiMinnie ¿podemos hablar un momento? —pidió con


delicadeza la pelinegra.
—Claro que sí Hae Ji-ah, vamos al patio —le sonrió el rubio
y cogió la mano de la joven—. Chicos, vayan a recoger a
JungKookie y a Hobi, los veo en la puerta.10

—Ya oíste, vámonos TaeHyung —respondió YoonGi jalando


del brazo al castaño.

—Pero yo también quiero escuchar lo que dice Hae Ji-ah —


replicó TaeHyung mientras era jalado con fuerza por el de
tez clara.4

—¡Vamos a buscar a HoSeok! Seguro se muere por verme.33

—Eso no es verdad, Hobi me prefiere a mí YoonGi, soy


su hyung favorito —contradijo el castaño.47

—¿En serio quieres ver a quién prefiere? No llores


después cuando lo sepas, te lo advierto —le contradijo y
así discutiendo, se alejaron por el pasillo ante la risa de
JiMin y Hae Ji.

—Ellos son realmente divertidos —dijo con ternura la


pelinegra.

—Lo son, por eso los quiero tanto ¡vamos!

La pareja llegó hasta el patio del colegio, se sentaron


detrás del árbol más grande y se sonrieron
inconscientemente. A JiMin le gustaba la pelinegra, su voz,
su rostro, su inteligencia, todo en sí, era perfecta y si
tuviera que estar con alguien, definitivamente sería con
ella. Sólo tenía un defecto, Oh Hae Ji no era la persona que
él amaba, no era su JungKook.18

—Y bien... ¿qué querías decirme? —le sonrió el rubio


mientras revoloteaba su sedoso cabello.

La pelinegra empezó a sudar por el nerviosismo. Su


corazón saltaba al tener tan cerca de JiMin pues estaba
enamorada de él desde la primaria y hoy por fin se le
declararía.

—JiMinnie yo... —paró en seco, tenía que ser fuerte, era


ahora o nunca—, Jeon JiMin, me gustas ¿quieres salir
conmigo?56

El mundo de JiMin se detuvo por segundos.

La pelinegra que siempre le había gustado se le estaba


declarando y eso en vez de hacerlo feliz, lo había
desconcertado, su corazón volvió a doler. Si aceptaba,
sentiría que le estaba siendo desleal a JungKook, aunque
fuera un enfermo, él no quería estar con nadie más que no
sea su pequeño hermano.

Pero en cambio, si no aceptaba, se arriesgaba a seguir


sintiendo ese amor ilegal por JungKook, ese amor sucio y
lleno de pecado. JiMin no debía pervertir a su dulce
hermano. JiMin lo amaba, pero tenía que acabar con eso. Si
seguía teniendo esos sucios pensamientos ¿qué ocurriría
con su familia? Él no podía simplemente llevarse por sus
instintos, por su pecado1

Tenía que tomar una decisión.35


<<>>

HoSeok esperaba en el pasillo de su aula a sus amigos. Al


ver a YoonGi y a TaeHyung llegar, corrió hasta ellos y los
abrazó efusivamente.

—¡Hyung bonito! —gritó mientras daba saltitos.

—HoSeok —dijo secamente el de tez clara.

—¿Por qué respondes Min YoonGi? ¿Acaso Hobi te


dijo hyung bonito a ti? Me lo dijo a mí —aseguró el
castaño—, ¿Verdad Hobi?

HoSeok no contestó.

Le encantaba cuando sus hyungs peleaban por él.


Mientras YoonGi era serio y llamaba demasiado su
atención, TaeHyung era una dulzura y compañero de sus
locuras. No quiso responder a cuál de los dos le dijo
aquella frase, por eso optó por cambiar de tema.16

—¿Y JiMinnie hyung? ¿Dónde está?

—Fue a hablar con Hae Ji —respondió YoonGi—, ¿Y el


mocoso?

—¿JungKook? Está con Sae Na —dijo con clara molestia—,


es tan antipática.2

—¿Por qué? Es muy bonita —habló TaeHyung mientras


buscaba al menor con la mirada.

—Pues a mí no me cae, está tras JungKookie todo el día,


pegada como una pulga, es insoportable.
—¿Encima de JungKook? ¿Por qué? A JiMin no le va a
gustar eso —mencionó el de tez clara.

—Lo sé, a nadie la cae. Creéme, es insoportable.

—Te creo HoSeok, si dices que es insoportable, entonces


lo es —respondió YoonGi.

—¿Quién es insoportable? ¿Tú hyung? Ah... pero eso ya lo


sabía —se oyó tras los chicos. JungKook apareció justo
detrás de los tres jóvenes—. ¿Y mi hermano?

—¡JungKookie! —se emocionó TaeHyung, pero sólo recibió


una mirada de parte del pelinegro.22

En todos estos años, JungKook jamás había sido cercano a


YoonGi y mucho menos a Park TaeHyung. Eran los mejores
amigos de su hermano y eso a él le seguía molestando.
Sobre todo el tal TaeHyung. Había una cierta rivalidad
entre ambos, aunque ciertamente, dicha rivalidad era sólo
por parte de JungKook pues TaeHyung siempre le hablaba
muy dulce.10

Cuando el pelinegro no vio a su hermano, su corazón sintió


un extraño malestar. Le había costado mucho soltarse de
la acosadora de Sae Na para poder ir a buscar a su
JiMinnie pues hoy era su último día de clases y él le tenía
un obsequio. Había ahorrado por mucho tiempo para
comprar aquella lamparita de gato brillante que JiMinnie
había visto junto con él una de las veces que fueron al
centro de la ciudad. Al rubio le había encantado aquella
lamparita y JungKook quiso regalársela.14
—¿Dónde está mi hyung? —volvió a repetir la pregunta.

—Está atrás, en el patio, pero está con...

JungKook no escuchó más.6

Fue corriendo hasta el patio para encontrar a su hermano y


felicitarlo por su último día. Aunque se sentía mal al saber
que JiMin ya no estaría en el colegio con él, se iría a la
universidad y conocería muchas personas, no le importó.
La felicidad de su hermano mayor era primero. Mientras
corría, su corazón se sentía más adolorido, pero JungKook
no le hizo caso, nada opacaría la sensación tan bonita que
tenía de regalarle esa lamparita a su hyung y mirar su
carita preciosa llena de emoción.

Tal vez sí debió hacerle caso a su corazón.

<<>>

JiMin había dicho que sí.64

La pelinegra había casi llorado por la respuesta que el


rubio le había dado y sin pensarlo se lanzó hacia él y lo
besó. Jeon JiMin sintió los suaves y delicados labios de
Hae Ji sobre los de él. Quiso reaccionar y alejarla, no
porque el beso no le estuviera gustando, sino porque se
sentía mal. Sentía que estaba traicionando a JungKook,
pero eso no tenía sentido. JungKook era su hermano y no
tenía la culpa de lo enfermo que él era.12

Entonces, sin pensarlo dos veces, se soltó, la miró


fijamente observando lo bonita que era y la cogió de la
cintura con una mano y con la otra, delicadamente tocó su
rostro, la atrajo hacia él y la besó. Esta vez el beso fue
profundo. JiMin había decidido dejar de lado su amor
pecado por JungKook y así empezar a amar a la pelinegra.
Y aunque el beso era delicioso, era casi nada en
comparación con el primer beso de JiMin.21

El primer y único beso que tuvo con JungKook.

Pero entonces algo cayó al suelo. La pareja se despegó


asustada y miraron hacia donde había provenido el ruido,
JiMin se quedó paralizado mientras miraba la imagen que
tenía frente a él.

Era su hermano.

JungKook temblaba ante lo que vió y sintió su pequeño


corazón hacerse añicos, así que antes que caigan sus
lágrimas, corrió.60

—JungKookie... —dijo el rubio con la voz quebrada.

Dándole una mirada a Hae Ji, corrió tras JungKook. JiMin


se había dado cuenta que aunque estuviera con medio
mundo, su amor pecado por su hermano jamás se iría, por
eso, en esos instantes se encontraba corriendo buscando
al amor de su vida, buscando a Jeon JungKook...
CAPÍTULO 4 ( Primer beso )
Un eclipse solar se llevaría a cabo aquel día.11

JiMin había conseguido que su mamá le diera permiso de


salir al parque con su hermano menor alegando que él ya
era un niño grande de diez años y podía cuidar muy bien a
JungKook.

Jeon Tae Hee se vio enternecida por la petición de su hijo


mayor y le dio permiso. Además, el parque estaba a sólo
cuatro cuadras de su casa y no era peligroso, pues siempre
andaba resguardado por un policía. Sus hijos amaban los
temas de los universos, las estrellas y el sol. El que haya
un acontecimiento tan importante, la impulsó más a dejar
que sus pequeñas lombrices vayan a ver el eclipse solar.1

JiMin corrió por toda la casa hasta llegar a donde estaba el


pequeño JungKook jugando con sus muñequitos de Iron
Man.7

—¡Kookie! Levántate, vamos al parque —le dijo


entusiasmado el rubio.

—Hyung, mamá no va a dejar que salgamos —contestó


apenado el pelinegro pues sabía que su mamá no dejaba
que ellos salieran solos nunca.

—Pues adivina ¿qué?

—¿Qué?
—Mamá nos dio permiso para ir al parque porque yo soy un
niño grande y puedo cuidarnos
—respondió JiMin mientras saltaba de la emoción.

—¿En serio hyung? JiMinnie eres el mejor —se levantó un


contento pelinegro y se lanzó a los brazos de su hermano
mayor.

Este lo recibió felíz y su corazoncito saltó. Una especie de


cosquillitas en la panza fue lo que el rubio sintió mas ese
malestar en su pechito se volvía cada vez más fuerte.
Mirando fijamente a su hermanito menor, lo tomó de la
mano y salieron con sus mochilitas en la espalda.

En el parque había algunos niños jugando, no se acercaron


a ellos porque querían jugar sólo los dos en un mundo
donde no exista nadie más. Subieron a todos los juegos y
repetían la acción una y otra vez. Los otros niños los
miraban envidiosos, pues los hermanos Jeon parecían
divertirse demasiado.

La hora del eclipse solar estaba próximo y los pequeños se


pusieron en alerta. Buscaron varios lugares en donde poder
ver el acontecimiento, pero ninguno fue realmente bueno.

Jeon JungKook tenía la misma altura de su hermano a


pesar de ser menor que él, tambié,n era el más curioso y
aventurero de los dos. Por eso, cuando vio aquel enorme
árbol frondoso con ramas que parecían muy fuertes, una
idea se le cruzó por la mente.
—¡Hyung! Encontré el lugar perfecto para ver el eclipse —
dijo un emocionado JungKook.

—Oh... ¿Dónde? ¿Dónde? —preguntó el rubio mientras


miraba a todos lados.

—Ahí -el pelinegro señaló el gran árbol y al ver que su


hyung esbozaba una sonrisa, se atrevió a tomarlo de la
mano y lo llevó hasta allá.

Jeon JiMin y Jeon JungKook escalaban con sus pequeñas


piernecitas hasta llegar a la rama más fuerte para poder
sentarse. A mitad del árbol se sintieron seguros y se
sentaron para esperar el eclipse.1

La vista era preciosa. El sol brillando aún los iluminaba de


forma angelical. El poleroncito amarillo de JiMin le daba
vida, como si fuera un pollito, por su parte, JungKook tenía
su poleroncito azul con estampados de lunas y estrellas.32

Los pequeños hermanos se tomaron de la mano. El


hermoso acontecimiento estaba a punto de ocurrir, faltaba
menos de diez minutos, ambos se sonrieron y se
acurrucaron entre sí.7

—JiMinnie hyung, siempre estaremos juntos ¿verdad? —


dijo JungKook animado.

—Sí JungKookie, siempre estaremos juntos —respondió el


rubio mientras se dejaba acariciar el cabello por su
hermanito.

—¿Nadie nos separará nunca?14


—Nunca hermanito.

—Hyung, quiero estar siempre contigo ¿podemos casarnos


y vivir juntos como papá y mamá? —preguntó el inocente
pelinegro.69

Entonces JiMin se sintió mal.

Él a sus cortos diez años ya sabía que no podía casarse


con su hermanito, que eso estaba mal. Él debía proteger a
su hermano, decirle que eso no era posible, pero la sonrisa
y el brillo en los ojos de JungKook no le permitieron al
rubio decirle que no.

—Sí JungKookie... sí —dijo fingiendo serenidad,


sonriéndole a su pequeño hermano. Y es que fingir que no
le dolía y emocionaba aquella pregunta, le dolía el doble.

El eclipse solar empezó.

Poco a poco el cielo se fue oscureciendo. Ambos sabían


que cuando la luna se entrelaze con el sol, debían pedir un
deseo. El momento llegó, cerraron sus ojitos fuertemente y
con los corazoncitos más sinceros e inocentes del mundo,
rogaron al sol y la luna su sueño más preciado mientras
seguían tomados de la mano. El eclipse solar fue hermoso,
ambos miraron admirados cada pequeño detalle.11

Nunca antes habían visto algo tan grandioso.

—JiMinnie hyung, tú eres como el sol —soltó de repente el


pelinegro.14

—¿Po... por qué?


-Porque eres grande, bonito y brillas tanto como el sol, un
sol, mío, mío... —dijo JungKook convencido de lo que
decía.

JiMin lo miraba y no podía evitar sonrojarse, su


corazoncito quería salirse de su pecho, sus latidos pedían
que abrace a su hermano, pero su cabecita le decía que
no. Que no estaba bien.

—Entonces tú eres como la luna, brillante en la noche


como una luna, mía, mía —respondió el rubio haciendo un
adorable puchero.

Jeon JungKook abrió sus ojitos más de lo normal. Acababa


de ver algo más hermoso que aquel eclipse, más hermoso
que el sol, más hermosa que la luna. Él había visto los
labios gruesos y rojos de su hyung. Le parecieron lo más
bello del mundo, curiosos, bonitos y esponjositos. Nunca
antes había visto unos labios tan carnositos y rojitos.
JungKook pensó que serían deliciosos.41

Su cabecita no tenía malicia, el creía que las personas se


daban besitos sólo si se amaban, como su papá y su
mamá. Él quería besar a JiMin, el realmente lo necesitaba
porque lo amaba.

—Hyung ¿me quieres? —dijo muy despacito.

—Sí JungKookie, te quiero —dijo con toda sinceridad a


pesar de sentir el malestar en su corazoncito más fuerte
que nunca. Le empezó a doler y lloró mientras sus
lagrimitas caían sin aviso-, te quiero más que a nadie.1
—Yo también JiMinnie hyung, te quiero para siempre, para
toda la vida —respondió Jeon JungKook sinceramente.

Y entonces, lo besó...
CAPÍTULO 5 ( Cegado )
iMin corría a toda velocidad por los pasillos para llegar a
clases.

Era su cuarto ciclo en la universidad y el curso de


fisiopatología era tal vez el más difícil que había llevado,
estudiar medicina no era nada fácil. Cuando salió de la
secundaria estaba decidido a estudiar esa carrera, pero al
ir pasando los ciclos, se dio cuenta que no era simple. Era
una profesión que necesitaba mucho esfuerzo y
dedicación, aún así JiMin siguió por el amor a la medicina y
porque Hae Ji lo había animado a continuar.15

Llegó justo segundos antes que el doctor encargado de la


clase entre. Hae Ji le había separado un asiento, al llegar
la besó fugazmente en los labios y se sentó en el preciso
instante que el doctor entraba por la puerta.35

La mañana pasó rápidamente. A la hora del almuerzo, JiMin


recogió sus cosas y tomados de la mano, se dirigió con
Hae Ji hasta el patio de comidas. Ahí se encontró con Min
YoonGi y Park TaeHyung.

—¡Hey chicos, aquí! —levantaba las manos el rubio.

Ambos venían al parecer discutiendo, algo tan típico en


ellos. Mientras TaeHyung hablaba haciendo ademanes con
las manos, YoonGi lo miraba con el ceño fruncido.
—Por eso el mundo está como está —sentenció el castaño
—, hola JiMinnie, hola Hae Ji-ah.

—TaeHyung, el mundo no está como está por matar gatitos


—bufó el de tez blanca—, hola mi pequeño JiMinnie —
saludó dándole un beso en la mejilla al mencionado—, hola
Hae Ji.

—Uh... no sé cómo aceptas que este gruñón bese a tu novio


Hae Ji-ah —dijo molesto el castaño—, aunque yo también
quiero besar y abrazar a Minnie.

La pelinegra soltó una sonora carcajada, amaba la amistad


de esos tres chicos pues eran realmente muy unidos y ella
no podía ser más feliz al estar junto a ellos. Tan sólo
faltaba Jung HoSeok y el hermano menor de su novio para
completar el grupo, pero ellos se unirían el próximo ciclo y
así todos estarían juntos nuevamente. Hae Ji se sentía
plena. Tenía el mejor novio del mundo y a los mejores
amigos, las mejores calificaciones, estudiaba lo que ella
quería, nada podía faltarle.56

Ser la única chica entre ellos la hacían sentir protegida.21

—Amo su bromance ¿qué puedo decir Tae? Ellos son


adorables juntos —dijo la pelinegra entre risas.7

—Pues yo que tú cuido a Minnie porque se nota que YoonGi


te lo quiere quitar.

—Estás celoso porque quiero más a JiMinnie, a ti te quiero


menos —respondió el de tez clara.
—YoonGi... tú —señaló el castaño—, acabas de decir que...
¿me... me quieres?6

Y entonces se lanzó encima de YoonGi. JiMin y Hae Ji


miraban la escena divertidos y reían a más no poder y
luego de que TaeHyung por fin soltara al de tez clara,
después de tantos gruñidos de éste y aceptando que sí lo
quería aunque sea un poquito, se sentaron a comer y
conversar.6

—¿Tienen clase después? —preguntó el rubio.

—Sí JiMinnie, aún nos falta la clase de derecho


constitucional, ese profesor nos odia —se quejó.3

—Esta vez coincido con TaeHyung, el viejo ese nos odia —


apoyó el de tez clara—, y ustedes ¿tienen clase?

—No, ya acabamos por hoy, pero tenemos que resolver un


caso clínico para mañana -suspiró la pelinegra.

—¿Un caso clínico? —preguntó el castaño—. ¿Sobre qué?

—Es un típico caso en donde nos dan un paciente, la


señora P por ejemplo y ésta tiene diabetes, hipertensión,
osteoporosis y demás enfermedades —explicaba el rubio—,
y tenemos que saber medicar esas patologías.6

—¡Dios! Con tantas enfermedades, mejor aconséjenle una


buena funeraria a la familia de la señora P.85

Todos volvieron a reír, Park TaeHyung era todo un caso.


Aunque el castaño era muy inteligente, a veces soltaba
unas ideas muy cuestionables. Él y Min YoonGi estudiaban
derecho y eran de los alumnos más destacados, peleaban
por casi todo, pero aun así tenían las mismas ideas con
respecto al sentido de la justicia. Aunque a Min YoonGi
parecía no importarle el castaño, en verdad lo quería
mucho, al igual que al mayor de los Jeon.3

Los chicos se despidieron y regresaron a su siguiente


clase. JiMin y su novia salieron de la universidad
caminando tomados de la mano mientras hablaban de
cómo iban a realizar su presentación al día siguiente.

—Cariño, debo ir a casa a cambiarme y traer un piyama —


mencionó la pelinegra—, iré más tarde a tu casa.

—Puedo prestarte algo de mi ropa para que te quedes a


dormir —ofreció el rubio.1

—¿En serio cariño? ¡Oh Dios! eres el mejor —saltó


emocionada—, llamaré a casa para decir que me quedaré
en la tuya—. Gracias amor.96

La pelinegra sonrió sinceramente y se acercó a besar a su


novio, este la envolvió entre sus brazos y siguió con el
apasionado beso. Los suaves y delicados labios de Hae Ji
se movían en compás con las de él, eran casi dos años de
relación y JiMin sabía cómo besar a su novia. Ella sabía
complacerlo pero sus besos siempre serían igual por una
simple razón, no eran los besos de JungKook.2

Hae Ji no era JungKook.30


Así es, Jeon JiMin aún seguía enamorado de su hermano
menor. En estos años pensó que tal vez estaba confundido,
que se le pasaría, pero el amor que sentía por JungKook
crecía cada día más. La relación con su hermano seguía
siendo igual, estaban pegados siempre y hacían todo en
compañía del otro a excepción del tiempo que JiMin ponía
en la universidad. Incluso salía más con su hermano que
con su propia novia y eso JiMin no estaba dispuesto a
cambiarlo. Aunque aún se sentía un enfermo por lo que
sentía, le era imposible separarse del pelinegro, más
cuando éste venía cada noche a dormir con él. JungKook
aún tenía ese hábito y JiMin le permitiría ese y cualquier
otro capricho a su hermano. Al fin y al cabo, era JiMin
quién disfrutaba más de la cercanía de JungKook.1

Eran las tres de la tarde cuando llegaron a la casa del


rubio. Tae Hee abrió la puerta y los recibió
afectuosamente, JiMin se decepcionó un poco al no ser
JungKook quién lo recibiera, así que entró con su novia
mientras aventaba la mochila al sofá.

—Hae Ji-ah, hija, hace días que no venías por aquí —dijo la
señora Jeon mientras la abrazaba.

—Lo siento señora Jeon, estábamos en exámenes, prometo


venir más seguido —respondió apenada la pelinegra.6

—Tienes que venir más seguido ¿está bien?, eres mi nuera


favorita y como una hija para mí —murmuró Tae Hee—,
JiMinnie, tienes que traerla más a casa.2
—Sí mamá —aceptó el rubio—, y ¿JungKookie? —preguntó
al ver que su hermano no estaba ahí para recibirlo como
siempre lo hacía cuando regresaba de la universidad.

—Aún no llega, dijo que se quedaría en la casa de HoSeok a


almorzar —informó—. ¿Ustedes ya comieron?

—Sí señora Jeon, gracias.

—¿Cuántas veces debo decirte que me digas sólo Tae Hee?


Eres tan educada que nunca me harás caso ¿verdad? —
preguntó mientras la pelinegra negaba sonriendo—. ¿Van a
estudiar?

—Sí mamá, tenemos un caso clínico para mañana, Hae Ji


se quedará a dormir.

—Perfecto —sonrió mientras aplaudía—, voy a hacerles


bocadillos para la tarde entonces.

Con una sonrisa desapareció entrando hacia la cocina.


Ambos sonrieron y subieron hasta la habitación del rubio,
cuando entraron, la pelinegra se sentó en la cama de su
novio y vio como éste sacaba algunas prendas de su
closet.

—Toma, esto te servirá —le alcanzó una polera ploma y


unos pantalones de deporte.

La pelinegra empezó a desvestirse. Sacó la parte de arriba


del uniforme médico y trató de desquitarse del brazzier.10

—Cariño ayúdame con esto —pidió mientras seguía


intentando.73
JiMin vio la piel expuesta de su novia, nada que antes no
hubiera visto. La pelinegra tenía una piel demasiado suave
y una curvatura en la cintura muy provocadora, JiMin se
acercó a ella y la ayudó. Besó suavemente su hombro y su
espalda, ella se arqueó innatamente. El rubio quiso
prenderse, cualquier hombre lo hubiera hecho al tener una
belleza como ella ahí presente, pero él no podía. De pronto
imaginó la piel de su hermano, nívea y con una textura
única. Se imaginó lo hermoso que JungKook se vería al
arquearse o peor aún se imaginó como él mismo se
electrizaba bajo el tacto del pelinegro.45

JiMin tuvo una erección. Los ojos inyectados de lujuria


hicieron que bese a la pelinegra imaginando que era su
amor prohibido, estaba cegado. Posicionó a su novia
encima de él y por Dios juró que era JungKook. La
pelinegra empezó a desvestirlo y arremetió contra sus
labios nuevamente. Jadeante JiMin la presionó más contra
su erección y desesperadamente la tocó por todas
partes.47

Estaba cegado, estaba equivocado.

Poco a poco sacó su pantalón y Hae Ji lo imitó, besó


nuevamente sus labios y la atrajo más fuerte, la volteó
poniéndola bajo ella y succionó su cuello. La pelinegra
estaba en las nubes, JiMin volvió por sus labios, sin
embargo una voz que conocía perfectamente cruzó por su
cabeza y su corazón.

—JiMinnie hyung ya lleg...95


Jeon JiMin abrió sus ojos asustado. La pelinegra se cubrió
rápidamente y JungKook quién yacía parado en la puerta
sólo sintió como su corazón se rompía, tal como lo hizo
cuando descubrió a su hermano y Hae Ji besándose el
último día de la escuela. Nuevamente corrió como hace
dos años atrás y nuevamente JiMin, fue tras él dejando a
su novia.31

JiMin ya no estaba cegado...


CAPÍTULO 6 ( Tú me gustas
más )
—JungKook abre —rogaba el rubio—. Kookie por favor.3

Nada.

JungKook no abría la puerta, hace diez minutos intentaba


que su hermano aceptara hablar con él pero no lo había
logrado. La pelinegra salió de la habitación ya cambiada
con la ropa que le había dado JiMin y miró la escena ante
sus ojos.3

JiMin estaba casi a punto de llorar al ver que su hermano


no le abría. A Hae Ji eso le pareció extraño, sabía que
JiMin debía hablar con su hermano por lo que vio, pero no
pensó que a JungKook le afectaría tanto el haberlos
descubierto como para no querer hablar con JiMin.22

La pelinegra sintió una punzada fuerte en el pecho.31

Sus labios se secaron y una insólita idea cruzó por su


mente, mas sacudió el absurdo pensamiento y se dirigió
hasta JiMin.

—Cariño, después hablas con él, no es para tanto—dijo con


delicadeza.22

JiMin volteó hacia ella y viendo como trataba de


tranquilizarlo, asintió. Sabía que el hecho de que haya ido
tras su hermano era extraño puesto que no había razón
para ello, no necesitaba darle explicaciones a JungKook
sólo porque quería darse un polvo con su novia. Eso sería
lo correcto, pero para el rubio no lo era, él sentía que
traicionaba a JungKook. Su cabeza le daba mil vueltas ¿por
qué JungKook había corrido? ¿Por qué JungKook no le
abría la puerta? ¿Había traumado a su hermano?13

Ciertamente el menor de los Jeon tenía diecisiete años y


ya no era un niño como para no saber lo que era el sexo.
Aun así, no entendía por qué el pelinegro le había visto con
el rostro afligido cuando lo encontró minutos atrás con Hae
Ji. Aquel rostro era exactamente igual al que puso hace
dos años cuando lo vio besando a su novia. Desde aquel día
JiMin había tratado de que JungKook jamás vea las
muestras de cariño que se daba con la pelinegra. No sabía
el por qué, pero lo hacía, sólo no quería volver a ver esos
ojitos llorosos nunca más.

Jamás olvidaría aquel día.

<<>>

—¡JungKook! Kookie espera —gritaba el rubio mientras


veía a su hermano correr.

No sabía que mierda pasaba, ni por qué el pelinegro corría


de esa forma.1

—Por el amor de Dios JungKookie detente... —seguía


rogando el rubio—, ¡Jeon JungKook! Bebé, espera por favor
—dio un grito ahogado.24
JungKook se detuvo. Volteó para ver a su hyung quién
tenía las manos en las rodillas y agachado respiraba
rápidamente. Sus ojos se nublaron nuevamente por las
lágrimas y cayó en medio del parque donde se encontraba,
era el parque dónde vieron aquel eclipse lunar. Poco le
importaba si la gente lo veía, estaba dolido y como si de un
niño se tratase, había caído sentado en el pasto cerca al
árbol que de niños habían trepado.1

JiMin vio a su hermano sollozar y se acercó corriendo


hacia él. Las lágrimas también caían por su rostro y en un
abrir y cerrar de ojos, se encontró abrazando a su hermano
fuertemente. Cinco, diez, quince... los minutos se volvieron
eterno, los hermanos Jeon se encontraban aún abrazados
bajo aquel frondoso árbol en el que algún tiempo atrás
pidieron sus deseos a la luna y el sol.

JiMin acariciaba la cabellera de su hermano y éste le


correspondía jugando con las pequeñas manitos del rubio.

—Kookie... —intentó hablar JiMin.

—Hyung ¿voy a perderte? —preguntó el pelinegro con


lágrimas en los ojos.5

—¿Po... por qué dices eso?

—Tú, Hae Ji noona, ustedes... —las lágrimas eras crueles,


caían sin aviso y no se detenían—, ustedes se besaron,
hyung ¿me vas a dejar?
—No, no Kookie, jamás voy a dejarte —decía JiMin
tratando de calmar a su hermano. Su corazón le dolía ¿por
qué JungKook estaba llorando de esa forma?

—No la beses hyung, no quiero que lo hagas, tú prometiste


casart...49

—¡No! —lo interrumpió.2

—Dijiste que nos casar...1

—¡Calla JungKook! Sabes bien que eso no es posible —le


gritó horrorizado.18

No debía pervertir a su hermano, el único enfermo era él,


no debía permitir que el pelinegro piense igual. Sólo él
tenía esos pensamientos impuros y llenos de lujuria hacia
JungKook, sólo él debía ser el pecador. Su pequeño
hermano no debería pensar esas cosas, él tenía que
detenerlo, aunque JiMin no supiese que ya todo estaba
perdido.2

Era demasiado tarde, JiMin no se había dado cuenta que


siempre había sido tarde.

—Hy... hyung.

—En tu vida vuelvas a decir eso, somos hombres y sobre


todo somos hermanos. JungKook ya no tenemos cinco o
diez años, ya sabes muchas cosas—sentenció el rubio.

—Pero yo quiero estar contigo siempre JiMinnie, quiero


estar siempre tu lado.
—Y lo estaremos, yo nunca voy a dejarte JungKookie.

—¿Estarás con ella? ¿Te gusta?

—Tú me gustas más.75

Y envolviéndolo en sus brazos nuevamente, JiMin tomó al


pelinegro y lo besó por encima de sus cabellos. Poco les
importaba si todo aquel que pasara los viera, aunque desde
que llegaron no habían visto a nadie. Estaban ellos solos,
en su mundo bajo ese gran árbol. Si eran hermanos, JiMin
no tenía que esconder su amor por el pelinegro, tal vez,
sólo esta vez le había gustado ser el hermano mayor de
JungKook. Porque así podría estar con él, para siempre.

Desde una esquina ella veía la hermosa escena. Sus ojos


se llenaron de lágrimas sin razón alguna y su corazón
sintió por primera vez aquella punzada dolorosa. Oh Hae Ji
lo había visto todo pero no había entendido nada.42

Tal vez algunas cosas eran mejor no entenderlas.

<<>>

Eran las cinco menos quince y JungKook seguía sin bajar y


JiMin no podía evitar voltear hacia la escalera a cada
segundo.

—Entonces podríamos darle un diurético antes —Hae Ji


hablaba y hablaba pero el rubio casi nada de atención le
prestaba—. JiMin, JiMinnie ¿estás escuchándome?

—¿Eh? Sí... sí —respondió saliendo de su ensoñación.


—JiMin, esto es por JungKookie ¿verdad? —Preguntó
apenada.

—No Hae Ji, es sólo por los exámenes pasados, no hemos


tenido tiempo de descansar, estoy agotado —mintió
mientras volteó nuevamente a ver hacia las escaleras.

—Nos relajaremos este fin de semana, ahora acabemos con


esto ¿sí?

La pelinegra trató de darle su mejor sonrisa, ella sentía que


algo no andaba bien. Volteó el rostro de JiMin y lo besó,
éste le correspondió pero en menos de cinco segundos se
desprendió asustado pues escuchó el ruido de las pisadas
de alguien que bajaba por las escaleras.

—Jung... JungKookie —tartamudeó el mayor de los Jeon.

—Hae Ji noona, hyung, lamento lo de hace un momento —


dijo tratando de sonreír aunque claramente sus ojos
estaban rojos.32

—No te preocupes Kookie, discúlpanos tú —respondió


sincera la pelinegra.2

Ella también lo lamentaba, sobre todo sus sospechas.

—Kookie yo... —el rubio trató de decir más, pero el timbre


de la casa había sonado.

JungKook fue hasta la puerta y la abrió mientras una


eufórica rubia se abalanzaba a él.
Era Sae Na, la novia del menor de los Jeon.98

—JungKook, amor —dijo la recién llegada mientras besaba


apasionadamente a su novio—. Hola cuñado, hola Hae Ji —
saludó a los presentes.7

En ese instante, la señora Jeon entró con una sonrisa a la


sala y una bandeja de bocaditos, pero al ver a la rubia, rodó
los ojos y suspiró.8

—JungKookie hijo, no me dijiste que traerías a tu amiguita


—dijo Tae Hee entonando fuerte la última palabra—, me
hubieras avisado para hacer más aperitivos.

—Hola Tae Hee, soy su novia, no su amiguita y no se


preocupe, saldremos.69

—Sae Na querida, soy la señora Jeon, no sólo Tae Hee, hay


que saber respetar a las personas adultas —soltó
guardándose las ganas de gritarle a la noviecita de su
lombriz.33

Esa chica nunca le había caído, era irrespetuosa, tomaba y


fumaba. Llevaba a JungKook a fiestas hasta altas horas de
la madrugada y dormía en su casa sin pedir permiso, era
totalmente una callejera, nada en comparación con la bella
Hae Ji. Tan educada, acomedida y respetuosa, un ángel.61

La señora Jeon tenía razón, Kim Sae Na era totalmente


opuesta a Oh Hae Ji.

—¿A dónde irán? —la voz de JiMin rompió el ambiente


tenso mientraa fruncía levemente el ceño.
—Iremos al cine —respondió JungKook, seco—, vamos Sae
Na, es tarde.

—Jung...

Salieron de la casa cerrando la puerta tras ellos y dejando


a JiMin con la palabra en la boca.16

—No me cae esa niña, es tan irrespetuosa —se quejaba Tae


Hee—, no es como tú hija, si tan solo fuera un poco como
tú.5

—Señora Jeon, déjela, es una niña aún, está en su etapa de


rebeldía —trataba de tranquilizarla.26

—Pero... ¿has visto todos esos piercings que tiene? ¡Dios


mío! Y ese cabello todo rubio y mal pintado.56

Hae Ji sólo reía mienteas el rubio por su parte tenía la


cabeza gacha y apretaba sus puños. Celos, exactamente
celos era lo que sentía. Sus ojos quisieron llorar, pero
reprimió cualquier sentimiento y solo suspiró. Ver que Sae
Na se lanzaba hacia su JungKook y lo besaba era trágico,
pero era aún más trágico el ver como el pelinegro la
tomaba de la cintura y metía su lengua hasta el fondo.34

Dolía, realmente dolía.8

Y al pensar sólo en su dolor, JiMin no se había dado cuenta


que al lado de él estaba la pelinegra a quién el corazón,
también le estaba doliendo.2

Eran casi medianoche cuando JiMin y Hae Ji fueron a


dormir. JungKook aún no llegaba y eso estaba matándolo.
La pelinegra dormía plácidamente y se veía tan bonita a su
lado, él debía pensar en su novia, en lo preciosa que era, él
no debía pensar en su hermano. Los minutos pasaron y
JiMin no logró dormir, inquieto y preocupado, bajó hasta la
cocina para tomar algún calmante.4

JungKook tenía ya diecisiete años, no era la primera vez


que llegaba tarde. Si su madre no había hecho un lío y se
había ido a dormir, era porque seguramente el pelinegro le
había llamado para decirle dónde estaba. Aunque a él
también siempre lo llamaba, esta vez no lo había hecho.

Con la poca luz que la luna emitía por la ventana de la


cocina, JiMin se acercó hasta el refrigerador y sacó agua
helada. Abrió el primer cajón de la derecha dónde estaban
los medicamentos y sacó un relajante del blíster. Tomó
rápidamente la pastilla y suspiró, estaba cansado.2

Un ruido de la sala lo hizo reaccionar. Se acercó hasta el


interruptor de la luz y quiso prenderlo, pero unos brazos lo
jalaron hacia él.

—JiMin hyung. —susurró JungKook mientras miraba al más


bajo tratando de ver su bello rostro.

—Ju... JungKookie... llegaste —el rubio contenía el aire en


sus pulmones. Estaba demasiado cerca a su hermano,
tenía que huir.

—Sí, te extrañé demasiado.

—¿Estas borracho? ¡Dios mío! Tienes clase mañana, mamá


va a matarte —exclamó asustado.
—Que me maten, de nada sirve vivir si no tengo lo que
quiero —respondió con voz quebrada.34

Tal vez no sólo con la voz quebrada, sino también con el


corazón roto.

JiMin se tensó pues estaba a centímetros de los labios de


su hermano. Sus respiraciones se mezclaban y aunque el
aliento a alcohol que emanaba el pelinegro era fortísimo,
su calidez disipaba cualquier olor. El rubio tuvo miedo así
que se soltó rápidamente y volteó para irse. Su enferma
obsesión por su hermano tenía que parar.

Pero JiMin no se movió ni un solo paso más.

JungKook lo había tomado por la espalda y lo abrazaba


vehementemente. Arraigado al rubio, el pelinegro lo
envolvió entre sus brazos y absorbió por la nuca de su
detenido. El embriagante olor de su hyung estaba
mareándolo, esa combinación de vainilla y chocolate lo
tenía loco.6

—Kookie...

—¿Sabías que hueles delicioso JiMinnie? — mencionó el


pelinegro casi en un susurro, ya con sus labios en el cuello
de su hermano.

Entonces JiMin tiró todo a la mierda.46

A la mierda que sea un pecado, a la mierda que sea un


enfermo por sentir amor por JungKook, a la mierda estar
pensando si estaba bien o no, a la mierda su duda del por
qué el pelinegro estaba haciendo eso y a la mierda la idea
de que tal vez JungKook le correspondía. JiMin disfrutaría
el momento, de ese bello momento en que tenía tan cerca
y a la vez tan lejos a su amor prohibido.11

Tal vez no debió haberlo disfrutado.

La luz se prendió y ambos se soltaron automáticamente.

—¡¿Qué carajos están haciendo?!100

Estaban jodidos.
CAPÍTULO 7 ( Descubierto )
—¡Jeon JungKook! —gritó la señora Jeon mientras
caminaba directo hasta su hijo y lo separaba de JiMin a
empujones.

—Mamá, espera... —el rubio trataba de detenerla, pero Tae


Hee estaba furiosa, nada la detendría.

—Tú mocoso ¿qué estaban haciendo? ¿Por qué estabas


abrazando así a tu hermano? —dijo escandalizada, pero al
ver que los ojos de JungKook no la veían directamente y el
olor que emanaba era de puro alcohol, se dio cuenta del
estado en el que este se encontraba—. Tú... ¿Estás ebrio?
Ah no, no, no... ¡estás en graves problemas!19

—Mamá, no estoy ebrio, sólo un poc...

—Sí está ebrio mami, JungKookie está muy borracho,


míralo, ni siquiera puede pararse —mintió JiMin—, ya sabes
cómo es de c-cariñoso y latoso cuando está pasado de
copas, v-voy a llevarlo a su c-cuarto.28

JiMin estaba aterrorizado.

Su madre los había encontrado en una situación que haría


pensar mal a cualquiera por lo que tenía que detener las
miradas inquisitivas que le daba su madre a JungKook. Él
podía ver el rostro confuso de ella, la conocía demasiado
bien.
Jeon Tae Hee era la mejor madre del mundo.

Siempre los había mantenido tan unidos, los consentía y


los hacía feliz. Por esas razones JiMin creía que no tenía
que fallarle ni dañarla, ciertamente la señora Jeon no tenía
problemas con la homosexualidad, tanto ella como su
esposo Jae Chan creían fielmente que el amor no se
diferenciaba por géneros, edades, ni desigualdades
sociales o culturales, para el amor no había barreras. Pero
el hecho de que él sintiera amor por su hermano y no
exactamente un amor fraternal, sabía que eso sus padres
jamás lo perdonarían y mucho menos si quiera lo
aceptarían. Era pecado y todo pecado, debía ser expiado,
por aquella razón tenía que hacer creer a su madre que el
pelinegro estaba totalmente en estado de ebriedad.

De esa forma despistaría cualquier duda.

Pero JungKook no entendía nada. Él no estaba ebrio, sólo


habían sido unas copas, él estaba muy consciente de lo
que acababa de hacer, había abrazado a JiMin porque lo
amaba. Amaba a su hermano y no le importaba si su madre
lo veía, incluso si él también amaba a sus padres más que
a nada, no podía aguantar más las ganas de abrazar y
besar a su hyung.

La señora Jeon los miraba confundida.

Un estrujo en su corazón le decía que algo no andaba bien


mientras miraba a JungKook esperando una respuesta que
no tenía pregunta. Por otro lado, JiMin le hacía señas a
JungKook para que actúe como ebrio pero JungKook no
quería hacerlo. Si tenía que enfrentar a su madre y soltar
todo ese amor acumulado por su hermano, lo haría. JiMin
estaba desesperado, nadie decía nada, estaba a punto de
echarse a llorar, pero entonces el pelinegro lo entendió y
soltando un suspiro cansino, cayó al suelo fingiendo estar
completamente borracho.61

—¡Dios JungKook! ¿Lo ves mamá? Está totalmente mal.

Jeon Tae Hee miró preocupada a JungKook mientras este


se paraba simulando falta de equilibrio y pronunció
palabras sin sentido.1

—Mami, mami, mami ¿po qué tú hace tanto plobema? Yo


sholo me tome un vachito de alcohol —rió como loco—. ¿Po
qué hay cuatlo JiMin's y tes mamás? —aplaudió eufórico
mientras su risa sonaba por toda la sala—, JiMinnie hyung
padeces un gnomo y mami una ogra.89

—Tu padre se va a enterar de esto —sentenció Tae Hee


tras haberlo escuchado—, mañana no irás a la escuela
porque vas a tener una seria conversación con nosotros —
suspiró, estaba muy enojada—. Llévalo a su cuarto JiMin y
¡enciérralo!

—S-sí mamá —asintió el rubio—, ve a descansar, yo me


encargo de este malcriado.1

La madre de los hermanos hizo un ademán antes de irse y


subió a su habitación, tras ella venían sus dos hijos. JiMin
pasó sus brazos por debajo de los del pelinegro y lo
arrastró hasta su habitación, Tae Hee quien se habia
detenido en la puerta de su alcoba vio como pasaban hasta
el fondo del pasillo, les dio un último vistazo y entró
azotando aquella puerta.

Sus lombrices jamás les daban problemas.2

Sobre todo JiMin, él era un ángel, pero JungKook era todo


lo contrario. Desde que andaba con esa tal Sae Na su hijo
había cambiado, ciertamente JungKook no era un mal
chico, sacaba muy buenas calificaciones y no era un
rebelde. Pero salir con esa chica le estaba haciendo mal
por eso ella la detestaba, realmente detestaba a esa
mocosa.

Eso era lo que Jeon Tae Hee quería creer.

Ella quería creerlo, ella no haría caso a su mente que le


daba otra idea. Ella no podía pensar mal de sus hijos,
mucho menos de JungKook, la manera en como el
pelinegro estaba siempre encima de JiMin, en como lo
abrazaba y lo besaba, en la forma en la que estaba siempre
pegado a él y quería acaparar todo su tiempo, le daba
miedo. Todas esas actitudes le hacían doler el corazón a la
señora Jeon. Definitivamente ella no debía pensar mal de
su hijo, ella se quitaría esa estúpida idea aunque
sospechara.9

Ella lo haría.
JungKook simulaba peso muerto mientras era arrastrado
por su hermano. En el instante que cruzaron la puerta de su
habitación y la cerraron tras él, se paró derecho y miró a
JiMin quien suspiró aliviado.

—¿Por qué mentiste hyung? —preguntó el pelinegro con el


ceño fruncido—, ¿Por qué lo hiciste?

—Preguntas... ¿por qué? ¡Estabas abrazándome! D-de una


forma n-no debida —exclamó el rubio asustado.

—Al parecer te gustaba esa forma indebida, pues te dejaste


—confrontó.

—Y-yo...

—Has mentido JiMinnie, eres un pequeño hyung mentiroso


—sjsurró con sensualidad mientras se acercaba al rubio y
lo arrinconaba a la cama. JiMin cayó sentado mirando
hacia el imponente JungKook.35

—JungKookie...

—¿Qué le haremos a mi hyung mentiroso? Uhmm como yo


estoy muy muy ebrio, no sé lo que hago ¿verdad? —dijo
lanzándose ferozmente hacia JiMin quien dio un grito
ahogado.7

—¡Suéltame! —forcejeó el rubio en vano.

—Uhmm JiMinnie, que bien hueles —dijo mientras hundía


su boca en el cuello de su hermano mayor.

El sabor de la piel de JiMin era exquisita.


Lamió y besó toda la textura de tan bello manjar mientras
JiMin daba un grito ahogado. Em pelinegro sintió
enloquecer cuando se miraron a los ojos con un brillo
inigualable. El deseo por el otro estaba por los aires, la
excitación era deliciosa, JiMin no podía aguantar más y a
JungKook le había crecido una erección. Estaban cerca,
demasiado cerca. Los labios de JiMin entre abiertos le
daban una apariencia, no angelical, si no
endemoniadamente caliente.25

JungKook entonces lo supo.

Se dio cuenta que su hermano mayor se estremecía bajo su


tacto. Lo había descubierto, JiMin lo amaba igual como lo
amaba él. Su corazón no podía estar más contento por lo
que decidió que lucharía por ese amor a pesar de que
estaba mal. Él tenía ya diecisiete años, él sabía que estaba
mal lo que sentía según la sociedad, pero para él no estaba
mal, era amor y el amor, tal como le habían enseñado sus
padres, no conocía barreras.12

Jeon JiMin no entendía nada.5

Su corazón palpitaba fuertemente al ver que su hermano lo


deseaba, su peor pesadilla era también su más grande
sueño. Se negaba, JiMin se negaba a creerlo más él no era
tonto, se había dado cuenta del bulto que tenía JungKook
ahí abajo. Se sintió culpable, había hecho de su hermano
un enfermo como él.

Y como amaba JiMin aquella enfermedad.20


No resistió más. Aceptaría los labios del menor en
cualquier instante, JungKook lo estaba besando ya en el
cuello, subiendo lentamente por su mentón. Pronto, pronto
probaría nuevamente aquellos labios que hace unos años
atrás, lo habían besado torpe y dulcemente.

Pero JiMin había creado calles en el cielo y cometas en el


suelo, pues el beso jamás llegó. Un sonido proveniente del
pasillo los separó.21

—Es de tu habitación —informó el pelinegro poniéndose de


pie. Una voz se escuchó de afuera.

—¿JiMin? —era Oh Hae Ji.18

JiMin miró culpable a JungKook. Él quería quedarse con su


hermano, pero no era lo correcto, sus sueños se habían ido
por la ventana. Quiso llorar, JungKook lo miró a punto de
romper en llanto también. Su corazón dolió. Ellos no decían
nada, sin querer se habían dado cuenta que se amaban,
mas eso no importaba. Era un amor prohibido. JiMin sabía
que lo era pero a JungKook poco le importaba. Él quería
luchar, al parecer JiMin no pensaba igual y el pelinegro lo
notó.

Su alma se partió.28

—Ve con tu novia JiMin, ella te espera —dijo quebrándose


de dolor mientras volteaba para no ver a su hermano irse.
Esperaba que se quedara, él realmente lo esperaba.1

—Perdón...6
Y con sólo aquella palabra pronunciada por su hermano,
JungKook cayó. Entonces la puerta se cerró tras él
dejando su amor al descubierto.
CAPÍTULO 8 ( Castillo de
arena )

Aquel fin de semana, la familia Jeon salió de día de playa.1

Aunque Tae Hee quería que la novia de JiMin los


acompañe, no quería que la de JungKook lo haga. Por lo
tanto no invitó a ninguna de los dos, no deseaba hacer
diferencias con sus hijos.8

—Lombrices ¡despierten! Ya llegamos —exclamó una muy


sonriente Tae Hee.5

—Amor, no van a levantarse sólo porque se los digas, ya


sabes cómo son nuestros chicos —explicaba entre risas
Jae Chan mientras manejaba.1

—Son unos dormilones de lo peor, parecen osos hibernando


—frunció levemente el ceño y volteó para moverlos—
chicos, ya lle...3

Las palabras se le fueron cortadas ante la vista que tenía


al frente.

Sus dos lombrices estaban acurrucados durmiendo, tirados


de largo en los asientos traseros. JiMin estaba en los
brazos del menor y éste lo arraigaba a su cuerpo, tenían
sus labios abiertos levemente y sus respiraciones eran
regulares. La cabeza del rubio caía en el pecho de
JungKook y sus brazos estaban rodeándolo por la cintura,
encima de él. El pelinegro tenía el mentón en la cabeza de
JiMin sin importarle prácticamente cargar a su hermano.35

En otra ocasión, ella hubiera suspirado y observado


orgullosa aquella escena. Que sus hijos sean tan unidos
siempre la había hecho felíz. La escena ante la señora
Jeon en ese instante ya no la hacía sentir bien, le
provocaba miedo, un miedo sin razón.

—¿Son hermosos verdad? —la voz de su esposo la regresó


a la realidad. Habían llegado a la playa.15

—¿Eh? Sí, sí, son bellos —respondió nerviosa—, JiMin,


JungKook ¡levántense! —movió a sus hijos de forma
brusca.

—Tae Hee tranquila ¿qué te pasa? —le preguntó Jae Chan


—, no te molestes con ellos por dormir tanto.

El señor Jeon pensaba que su esposa estaba molesta por


sus dormilones hijos. No sabía que la pobre mujer estaba
muriéndose por dentro y las dudas la estaban
enloqueciendo.2

—Yo... n-nada.

—Amor, ve bajando, los levantaré yo —le dijo tratando de


tranquilizarla.

El día estaba hermoso.


Los resplandecientes rayos del sol caían sobre la piel
dorada de JiMin dándole un efecto abrumador. JungKook
miraba a su hermano embelesado mientras se cambiaba el
short de playa y aunque él también estaba cambiándose
lentamente, quería disfrutar cada centímetro de piel de su
mayor y observar su sensualidad. El pelinegro no se había
dado cuenta que su madre estaba mirándolo aterrorizada.
Las sospechas de la señora Jeon eran cada vez más
grandes, ella quería llorar, preguntar, sacarse de esas
dudas. Una parte de su corazón le decía que pare, que no
piense tantas tonterías sin sentido, quería detenerse.37

—¿Qué miras Tae Hee? —preguntaba el señor Jeon al ver el


rostro confuso de su esposa.

—¿Yo? —Tae Hee quiso desmayarse ahí mismo. Si sus


sospechas eran ciertas y su esposo se enteraba, su familia
estaría arruinada.8

Ella no podía permitir eso, por esa misma razón, aquel día
de verano dejó descansar su mente y disfrutar de su
familia. Ella no pensaría mal de sus hijos, sólo por aquel día
no lo haría.

—¡Listo! ¿Vamos al mar JungKookie? —un emocionado


rubio, con un cuerpo exuberante miraba inquisitivo a su
menor hermano.

—Oh JiMinnie hyung, claro que iremos al mar —dijo el


pelinegro extrañamente divertido.
JiMin lo miró curioso, sin esperar que en un abrir y cerrar
de ojos se encontraría en el hombro de su hermano,
cargado como un niño, mientras este corría a toda
velocidad hacia el mar.

—¡Tú! Mocoso ¡Bájame! ¿Qué estás haciendo? —gritaba el


rubio mientras intentaba escapar.

—¡Vamos a mojarnos! —respondió el pelinegro.40

JiMin seguía intentando huir, pero se calmó en el momento


en que el menor lo golpeó en el trasero, haciendo un
ademán de que guardara silencio.38

Lo tiró al agua. Como a un muñeco, lo aventó mientras se


reía y huía para que el furioso Jeon JiMin no lo atrape.1

—Estas muerto... Jeon JungKook —dijo el rubio mientras se


sacudía del chapuzón y sacaba una que otra alga de su
piecito.9

—¡Mamá! ¡Papá! Hyung me quiere matar —decía asustado


el pelinegro mientras era correteado.

—Vas a morir, detente ahí cobarde.4

—¡Mami! ¡Ayúdameeeee!2

Los señores Jeon reían sin parar. Ver a sus hijos corretear
y jugar como si aún fueran niños, los llenaba de felicidad. A
la buena señora Jeon no le importó sus estúpidos
pensamientos y disfrutó la vista de sus lombrices jugando,
ella sonrió sinceramente.
—¡Cuidado lombrices! Se van a caer —decía entre
carcajadas.

Entonces, aparentemente el rubio cayó, se había doblado


el tobillo. Tae Hee quiso levantarse y correr hacia su hijo,
pero el señor Jeon se lo impidió mientras seguía riendo,
ella no entendía nada.31

—¡Hyung! —gritó asustado JungKook.

—¡Au! ¡Au! ¡Me duele, me duele! —gritaba JiMin de dolor.

JungKook se acercó, miró como JiMin se retorcía de dolor


y cogió su piecito. El rubio volvió a gritar, el menor estaba
desesperado, pero en el momento que volteó para pedir
ayuda a sus padres, se dio cuenta de todo. Era demasiado
tarde, JiMin le había tirado un montón de arena y corría a
toda velocidad riéndose de su muy buena actuación.4

—Oh JiMinnie, ahora estás muerto tú ¡ven aquí! —dijo


sacudiéndose y corriendo detrás del rubio.1

—¡Mami! ¡Papi! ¡Ayúdenme! JungKookie me quiere matar


¡auxilio!42

<<>>

La tarde pasó muy lenta mientras la familia Jeon reía por


las ocurrencias de los menores. Hace mucho tiempo que no
habían salido como una verdadera familia, el día de playa
había salido perfecto.

—Mami queremos helado —dijo el pelinegro mientras se


paraba de la arena.
—Papi, danos dinero —pidió el rubio extendiendo su
manito.32

—¿Saben que ya están muy grandes como para pedir


helado? —decía el señor Jeon mientras sacaba su billetera
—, cuando están con sus novias ¿qué les invitan? —
preguntó mientras les daba dos billetes.8

—No tenemos por qué invitarles nada, ellas tienen sus


papás, que ellas mismas se compren sus cosas —sentenció
el pelinegro y jaló de la mano a su hermano—, vamos por
ese helado JiMinnie hyung.15

Los señores Jeon rieron a carcajadas al ver que sus hijos


se alejaban contentos a comprar su helado.1

Estuvieron muy felices cuando JiMin le presentó a Hae Ji


como su novia. La chica era hermosa y educada, la señora
Jeon la quiso desde el primer instante que la conoció, pero
cuando JungKook, un año después trajo a Sae Na el mismo
día, no lo podían creer. El pelinegro era inmaduro y rebelde,
muy egoísta como para pensar en alguien más que no sea
él mismo o en JiMin. Siempre fue diferente con JiMin, con
él JungKook siempre fue el más dulce chico. Hasta ahora
aún seguían sin creer cómo había permanecido junto a esa
chica.

Era extrañamente sorprendente.1

<<>>
—Quiero un helado de vainilla con galletitas de chocolate
por favor —pkdió el rubio mientras aún era sostenido por la
mano de su hermano—, JungKookie ¿qué sabor de helado
quieres?1

—¿Hay sabor JiMin con grajeas? —respondió divertido. El


rubio se sonrojó sobremanera y lo golpeó en el brazo.4

—¡Qué linda pareja! —la señorita que atendía miraba la


tierna escena y sonreía.59

JiMin se sonrojó aún más. Que la chica de los helados los


haya confundido hizo acelerar su corazón pues aún
sostenía la mano de JungKook quién lo hacía sentirse
seguro, emocionado, amado. Recibieron su helado y
siguieron sin soltarse.

JiMin quería que ese momento sea eterno.

Caminaron hasta el puerto. El sol estaba poniéndose


lentamente, se sentaron en el borde mirando hacia la playa
y arena, sus pies se movían de adelante hacia atrás
jugando. Sus padres se encontraban aún bajo la sombrilla
descansando a lo lejos, a penas y podían verlos.

Unos minutos más tarde JiMin vio a un pequeño niño rubio


construyendo un muy bonito castillo, sonrió
inconscientemente.

—Kookie mira, ese niño está construyendo un castillo de


arena —le informó a su hermano.5
—¡Oh! Cierto —respondió—, JiMinnie, ese niño se parece a
ti —dijo emocionado mientras JiMin lo miraba extrañado —.
En serio mira, es igual que tú de niño, tienen el mismo
cabello, está llenito y es muy, muy bonito.

—¡Yo no estoy llenito!

—¡Ay hyung! Que ahora estés jodidamente caliente y


tengas un cuerpo de infarto, no es símbolo de que de niño
no hayas sido una adorable bolita de arroz —mencionó
divertido mientras era golpeado por JiMin—. Conozco tu
oscuro pasado Mochi —volvió a reír.37

—¡No! ¡Su castillo! —exclamó el rubio.1

Una pelota roja de Iron Man había caído sobre el castillo


del pequeño quien al ver su obra destruida se echó a llorar.
Cogió la pelota, la miró, le sacó la lengua y la botó aun
llorando fuertemente. Otro niño, un pelinegro un poco más
alto se acercó enojado y cogió la pelota, le dijo un par de
cosas y el pequeño rubio lloró aún más fuerte. JiMin y
JungKook quienes miraban la escena quisieron ir hasta
ellos pero se quedaron cuando vieron que el pequeño
pelinegro secaba las lagrimitas del niño del castillo.8

—Es su héroe —dijo JungKook.

—No, él destruyó su castillo con su pelota, además se


parece a ti —respondió JiMin al ver que efectivamente, el
niño de la pelota se parecía a su hermano de pequeño.

—Tiene buen gusto, le gusta Iron Man. Definitivamente se


parece a mí.17
—Hulk es mejor.19

—Parecen hermanitos, si no fuera porque tienen colores de


cabello diferente dirían que lo son, aunque nosotros
tambien somos diferentes hyung ¿Por qué tenemos
cabellos de tonos diferentes? —se cuestionó JungKook.66

JiMin lo jaló para que vuelva a ver a los niños que se


encontraban construyendo muy felices un nuevo castillo.
Ambos sonrieron al ver a los pequeños trabajar juntos,
varios minutos después, los constructores habían
terminado el castillo. Uno más hermoso y grande.

—¡Lo lograron! —exclamó JiMin muy emocionado.

—¡No! ¡No! ¡Corran! —gritó JungKook.

JiMin volteó y entonces cayó en cuenta del por qué de los


gritos del menor. Una ola gigantesca venía, los niños no se
habían dado cuenta, por lo que en unos segundos, el
fabuloso castillo, había sido derrumbado y la pelota de Iron
Man llevada con la ola. El pequeño niño quiso llorar,
cuando dos señoras se acercaron a los pequeños, los
hermanos Jeon intuyeron que eran sus madres al ver cómo
se los llevaron en sus brazos.

—Se van —dijo JiMin.

—No, mira, el pelinegro héroe acaba de bajarse de los


brazos de su mamá.9

Los niños se acercaban y se daban sus manitos para luego


fundirse en un abrazo. Ambos miraron la escena
enternecidos y vieron como los niños se fueron con sus
madres. Sin darse cuenta, se hallaban abrazados ellos
también, se habían parado y apoyado contra la baranda del
muelle. JiMin miraba la playa y al sol dando su último
resplandor. JungKook estaba parado detrás de él y lo
sostenía entre sus brazos. Sentían tanta paz, ni siquiera
hablaban, sólo escuchaban el latido de sus corazones
amándose.

La escena hubiera sido perfecta si no hubiese sido


interrumpida. Detrás de ellos, alguien más los miraba a
punto de llorar.

Era Jeon Tae Hee.41

—C-chicos —llamó débilmente.

Asustados se soltaron y vieron a su madre parada a unos


metros. JiMin temblaba de miedo y retrocedió un paso.
JungKook estaba tranquilo, él no tendría miedo.9

—Mamá...

—Chicos, v-vámonos. Ya es tarde —dijo la señora Jeon y


volteó para caminar hacia la playa. Ella estaba caminando
con los ojos nublados.

Los hermanos se miraron y el pelinegro trató de calmar a


JiMin, siguieron a su madre y entraron en el auto. El
camino fue silencioso, sólo el señor Jeon hablaba y
hablaba emocionado, pero sus hijos y su esposa
contestaban en monosílabos. Algo no andaba bien.6
Había algo del que él no estaba enterado.

Tae Hee sintió miedo. Las lágrimas querían abandonar sus


ojos, ella había prometido no pensar mal de ellos, pero
ahora todo se había ido al tacho al ver a JungKook y JiMin
abrazados de esa forma, una forma que rompió el corazón y
se preguntó ¿qué había hecho mal como madre? ¿En qué
había fallado? Ella tendría que parar eso, no permitiría que
sus pequeñas lombrices sufrieran.5

Tae Hee hoy sabía de aquellos sentimientos prohibidos.3

JungKook abrazaba a su hermano. JiMin no había


mencionado palabra alguna. Sabía que de hoy en adelante
las cosas serían difíciles, la mirada perdida de su madre la
delataba. JungKook tampoco permitiría que JiMin sufriera,
él no permitiría que su amor se derrumbara como lo hizo
aquel castillo de arena...
CAPÍTULO 9 ( Aún me duele )
Faltaba sólo dos semanas para que las vacaciones de fin
de año empezaran.

JungKook se graduaría ese año del colegio e ingresaría a


la universidad donde estudiaba JiMin. El menor estaba
feliz, aunque no completamente ya que en esa universidad
estaban también Oh Hae Ji, Min YoonGi y Park TaeHyung,
aquellas tres personas que jamás se despegaban de su
JiMin. Aunque Hae Ji era una chica estupenda y siempre lo
trataba bien, él no podía soportar que siga con su hyung.
Los celos estaban carcomiendo poco a poco la poca
paciencia que le quedaba. La odiaba, la detestaba a pesar
de que la chica era realmente encantadora.11

Por otro lado estaba Min YoonGi, aquel paliducho que le


quitó a su hermano hace muchos años atrás, el ahora peli
celeste siempre estaba tratando con demasiado amor a
JiMin. Parecía que tenían un bromance que no agradaba
para nada al pelinegro. Y finalmente estaba Park
TaeHyung, el frágil y siempre enfermizo castaño con
sonrisa cuadrada. Nunca, desde que conoció a JiMin, se
había despegado de él, siempre estaba buscando su
atención y sus cuidados. Se enfermaba casi todos los días
y siempre se veía tan débil, todo con tal de hacer que el
rubio lo mimara y protegiera. JungKook tenía una rivalidad
con él pues el pelinegro era el único menor que quería
existir en la vida de Jeon JiMin. Felizmente su madre
tampoco toleraba a TaeHyung, aunque sí a YoonGi, algo
que lo ponía furioso nuevamente.De todas formas, aún así
eran un grupo que se querían demasiado quizá. El los
odiaba y amaba a la vez.41

Así que pese a todo, JungKook se sentía feliz aquella


tarde. Caminó con HoSeok de regreso y lo dejó en su casa,
luego llegó a la suya y saludó a su madre con un beso.

—Hola mamá.

—Buenas tardes hijo, ve a lavarte las manos. El almuerzo


ya está listo, sólo estamos esperando a JiMin.

—¿Hyung va a venir a almorzar? —preguntó esperanzado.

JiMin casi nunca almorzaba en casa. Sus horarios en la


universidad eran muy discontinuos por lo que la mayoría de
días la pasaba en el campus. Por eso JungKook estaba
emocionado de almorzar con JiMin, porque amaba verlo
comer, sonreír, hablar de su carrera, amaba ver sus ojos.
Lo único malo era que siempre venía con ella, con su novia.
Oh Hae Ji había ido de visita a su casa más seguido de lo
común, en cada almuerzo que JiMin tenía en casa estaba
ella y en cada cena también. Se quedaba hasta altas horas
de la noche o simplemente se quedaba a dormir. Al menor
de los Jeon le fastidiaba aquello, pues debido a la novia de
su hermano, ya no podía colarse a la cama de él.

Extrañaba dormir con sus brazos alrededor de JiMin.12


—Sí, vendrá a almorzar con Hae Ji, tu papá también está en
casa —dijo la señora Jeon y le sonrió—, ve a lavarte las
manos ¡corre!4

Desde aquel día de playa, su madre había estado muy


apagada, pero cuando Hae Ji venía, extrañamente su
madre era feliz nuevamente. El pelinegro sabía que era por
la situación en cómo lo había encontrado abrazado a JiMin.
Él sabía que su madre sospechaba ciertas cosas y aunque
no lo trataba mal y las cosas seguían igual que siempre,
JungKook sabía que su madre había cambiado.

JungKook subió, tiró su mochila al piso y cayó sobre su


cama cansado. Suspiró mil veces antes de que uno de deus
muchos recuerdos inundara su cabeza. Ya eran casi dos
años desde que JiMin estaba con la pelinegra, el corazón
del menor de los Jeon dolía cuando recordaba lo sucedido
hace un año, el día en que JiMin la trajo a casa.

Jeon JungKook lloró.

—Aún duele...28

<<>>

Su madre la había dicho que hoy sería un gran día. Él


pelinegro se pasó toda la mañana pensando en cuál sería
la razón por la cual si madre estaba entusiasmada, había
invitado a HoSeok, YoonGi e incluso hasta a Park
TaeHyung. JungKook no entendía nada y tenía un
presentimiento nada bueno, aún así decidió pasar las horas
hasta el momento de la cena.
El día se vio arruinado cuando Sae Na se presentó ante él
otra vez para insistirle un poco de su atención. La rubia de
acercó, lo acorraló hacia la pared y le restregó los senos
en la cara.

—¡Vamos Jeon! Sé que quieres.13

—Que el colegio entero esté loco por ti, no significa que yo


también lo esté.

—¿Por qué me rechazas? Tú... ¡nunca nadie lo había hecho!


—bufó la rubia demasiado exaltada.1

—¿Es por eso? ¿Porque te rechazo crees que soy un reto?


¡ja! Niña estúpida, déjame pasar —el pelinegro la alejó.

—No es por eso, es porque me gustas ¡soy yo! ¡Kim Sae Na!
La chica más popular de todo este maldito colegio ¿por
qué no quieres salir conmigo? ¡¿Te gusta alguien más?! —
gritó furiosa.2

A Kim Sae Na siempre le gustó Jeon JungKook.

El mocoso de ojos negros y profundos y que era un


debilucho antes, se había convertido en un hermoso joven.
La rubia lo deseaba y ella siempre conseguía lo que quería.
Por eso, desde hace más de un año, insistía en estar con
él, ella sabía que era la chica más deseada de todo el
colegio, podía tener a quien quería, pero ella quería al
menor de los Jeon y nadie la detendría.
—Sí, me gusta otra persona, no sólo me gusta, amo a esa
persona —confirmó el pelinegro.1

Sae Na sintió como su corazón se quebró. Sus ojos


quisieron llorar, pero no lo hizo, ella jamás lloraba y mucho
menos delante del hombre que quería para ella.

—JungKook, no me importa ¡sal conmigo!

—Nunca lo haré, entiende, adiós —se despidió dispuesto a


irse.

—Jeon... —murmuró—, regresarás, sé que lo harás.

—Ni en tus mejores sueños —respondió el pelinegro y se


marchó.5

El camino de regreso a casa fue estresante.

Los rayos de sol quemaban y eso lo hacía sentirse aún más


enojado. Kim Sae Na le había hecho pasar una mala
mañana. Al llegar a casa su madre le sirvió el almuerzo y le
pidió ayuda con algunas cosas, movieron muebles,
limpiaron la sala y hasta el jardín. Pasada las cinco de la
tarde lo mandó a bañarse y ponerse sus mejores ropas.
JungKook estaba confundido, su madre no le respondía por
qué había invitado a sus amigos ni el por qué haría una
cena tan fabulosa.

Su hermano tampoco le contestaba.

Le había mandado muchos mensajes a JiMin pero no


obtenía respuesta. JungKook pensó que seguramente
estaba muy ocupado en la universidad o con su novia.
Entonces el pelinegro se preguntó si Oh Hae Ji vendría
aquella noche a la cena, ella venía a casa algunas veces,
aunque sólo lo hacía como la compañera de su hermano. El
rubio no quería que sus padres se enteraran de su noviazgo
con Hae Ji y JungKook no podría estar más agradecido por
ello. Ella no era la novia oficial de su hermano a pesar de
llevar casi un año juntos.

Ella jamás lo sería.8

La noche llegó y JungKook bajo a la sala. Cuando estaba


por las escaleras la puerta se abrió. JiMin entraba con la
pelinegra tomados de la mano mientras reían
plácidamente.

Jeon JungKook palideció.

—Hyung...

JiMin soltó la mano de su novia mientras su madre salía de


la cocina y corría hacia Hae Ji para abrazarla. El pelinegro
se había quedado inmóvil, no oía nada, sólo veía a su
madre hablar y abrazar efusivamente a la recién llegada.
JiMin también había quedado inmóvil mirando fijamente a
su hermano.

—Buenas noches —se oyó desde la puerta. Era Min YoonGi


que venía acompañado de Jung HoSeok y Park TaeHyung
quienes entraban por la puerta.

—Chicos pasen —sonrió amablemente la señora Jeon.

—Señora Jeon buenas noches —saludó HoSeok.


-Buenas noches hijo, pasen.

—Señora Jeon —TaeHyung corrió a abrazarla.

Tae Hee lo recibió de lejos. Jamás le había caído bien el


castaño y siempre que podía se lo daba a entender, el
muchacho era tan débil, enfermizo y aniñado que la señora
Jeon no lo soportaba. A pesar de ello, Park TaeHyung
siempre le mostró su más hermosa sonrisa y su educación.
Aunque la señora Jeon lo detestara, él le tenía un profundo
afecto y un extraño cariño.65

Jeon Jae Chan entró por la puerta aún abierta. Saludó a


todos y él sí le recibió el afectuoso abrazo a TaeHyung.

—¡Señor Jeon!

—Pequeño TaeHyung ¡mira qué grande estás! Ven aquí hijo


—lo fundió en un abrazo. Al señor Jeon siempre le había
parecido tierno y educado el castaño, de todos los amigos
de sus hijos, al divertido muchacho lo apreciaba más y lo
quería como a un hijo.34

Los hermanos Jeon seguían inmóviles. Se sostenían la


mirada y nadie se había dado cuenta, sólo cuando los
invitados empezaron a moverse hacia la cocina, ellos
también lo hicieron.

La cena estaba servida. Todos comentaban y reían felices,


los únicos que estaban callados eran JungKook y JiMin. Al
término de la cena, la señora Jeon se levantó y cogió su
copa alzándola.
—Chicos, hoy los he invitado a ustedes, los amigos más
cercanos de mis hijos para darles una noticia —dijo
entusiasmada—, JiMin ¿Tienes algo que decirnos?

—¿Yo? —preguntó el rubio algo aturdido—, yo nada mamá,


fuiste tú la que organizó esta cena mamá.

—Sí hijo, algo cómo que... ¡Nuestra Oh Hae Ji es tu novia!


—dijo efusivamente.16

A JungKook se le desencajó el rostro. Volteó hacia su


madre y la miró asustado, Jae Chan se levantó emocionado
y abrazó a su hijo. JungKook se preguntaba ¿qué estaba
pasando? ¿Por qué estaban haciendo un festín por aquella
noticia? Lo que el menor de los Jeon no sabía era que sus
padres aunque no fuesen homofóbicos, no querían que
ninguno de sus hijos sea homosexual. Por eso, se habían
estado cuestionando por un largo tiempo el por qué JiMin
no tenía una novia. Incluso habían sospechado que su hijo
era gay, esa era la razón por la cual la señora Jeon estaba
tan feliz por haber descubierto el noviazgo de su hijo con la
adorable Oh Hae Ji.37

—Mamá ¿cómo te enteraste?

—¿Hay alguna cosa que una madre no sepa? ¿Cuándo


pensabas decírmelo mi pequeña lombriz? —dijo mientras
se acercaba a un inmóvil JiMin—, estoy tan feliz por
ustedes ¿desde cuándo están juntos?3
—Un año señora Jeon —contestó la pelinegra—, me
disculpo por no haberlo dicho antes, lo siento tanto —
añadió apenada y avergonzada.

—No te disculpes hija, no sabes lo feliz que estamos de


que estés con nuestro JiMin.

Todos estaban en silencio.

Sólo la señora Jeon y su esposo parloteaban y sonreían


junto a Hae Ji. Los chicos ya sabían sobre la relación de
JiMin, lo que no sabían era por qué el menor de los Jeon
estaba casi temblando en esos instantes.

JungKook no aguantó más. Sus puños sobre la mesa


habían hecho callar a todos, con la mirada baja y los puños
aun cerrándose fuertemente, retrocedió la silla y sin decir
nada, salió corriendo cerrando de un portazo la puerta.12

<<>>

JungKook recordó aquel trágico día y las lágrimas seguían


saliendo. Su corazón se sentía cada vez más lastimado, su
amor por su hermano aunque fuese lo más fuerte y
hermoso que tenía, lo estaba destruyendo. Sabía que no
podía estar con él, malditamente él lo sabía.+

—Sí, definitivamente aún me duele...


CAPÍTULO 10 ( Silencios que
nos salvan )
Jeon JungKook se secó las lágrimas tras recordar aquel
día.2

Entró al baño, lavó sus manos, su rostro y salió de su


habitación, en el pasillo se encontró con su padre quien
también bajaba hacia el comedor.

—¡Papá! —dijo el pelinegro mientras corría para abrazar a


su padre. Necesitaba ese abrazo.

—JungKook, hijo —sonrió y lo envolvió entre sus brazos.

—Descansaste hoy papá.

—Tu madre quería que almorzara en casa, así que no fui a


la clínica —informó—, mamá debe estar esperando por
nosotros —dijo mientras pasaba su brazo por el hombro de
su hijo—. Por cierto, Hae Ji vendrá hoy, ¿por qué no
invitaste también a tu novia?

—A mamá no le cae bien Sae Na, además ella tiene su


casa, que almuerce ahí —contestó el pelinegro de forma
indiferente.6

—Creo que a ti tampoco te cae bien tu novia —dijo el señor


Jeon riendo.2
—Crees bien papá, crees bien —respondió JungKook entre
risas también.

Ambos bajaron al comedor mientras conversaban cosas


triviales. Cuando se sentaron en la mesa, la puerta de la
casa se abrió, JiMin llegaba con Hae Ji de la mano, como
siempre. Saludaron a los Jeon y se sentaron en la mesa
ellos también.

—Hola hyung —dijo JungKook sin mirarlo—, buenas tardes


Hae Ji noona.

—Hola Kookie —saludó la recién llegada.

La comida fue servida y la conversación tenía un curso


tranquilo hasta que la señora Jeon soltó un par de palabras
que causaría sufrimiento en sus hijos. Ella quería salvar
tantas cosas sin saber que las estaba hundiendo aún
más.19

—JiMinnie hijo, con tu papá estábamos pensando en una


idea que tal vez te gustará —anunció sonriente.

—Dime mamá.

—¿Te gustaría la idea de tener un departamento para ti


solo? ¿Te gustaría vivir independientemente? —preguntó
entusiasta Tae Hee mientras esperaba la respuesta de su
hijo. Respuesta que nunca llegó– ¿JiMinnie?

La pregunta le cayó como un balde agua fría al rubio, su


rostro palideció y sus ojos sólo buscaron a una persona,
buscaron a JungKook. El pelinegro tenía la cabeza gacha,
él lo veía venir pues cada vez que su madre armaba una
cena o almuerzo especial, era para decir una sorpresa o
idea. Sus lágrimas amenazaron con salir, pero se detuvo
para no hacer sentir mal a su hermano.

JiMin temblaba.

Temía que JungKook saliera corriendo en cualquier


momento. Él aún recordaba como el pelinegro hace un año
atrás salió huyendo cuando su madre anunció que se había
enterado de su noviazgo con Hae Ji. JiMin recordó como
JungKook vino una hora después con Kim Sae Na para
presentarla como su novia. Recordó cómo le dolió saber
eso y como se enfermó una semana por todo lo sucedido
aquel día.

JiMin lo recordó dolorosamente.4

<<>>

Su hermano había salido corriendo dejando a todos


sorprendidos. Sus padres, sus amigos y Hae Ji se miraban
entre ellos preguntándose qué había pasado. JiMin sólo
quería correr tras él, pero YoonGi lo tenía detenido, volteó
para verlo, pero Min solo asintió e hizo que se sentara
nuevamente.1

—¿Qué pasó? -preguntó su madre alarmada—. ¿Qué le


pasó? ¿A dónde fue?

—Voy a ir tras él —dijo JiMin desesperado, se levantó pero


YoonGi lo volvió a sentar. El de tez blanca miró a HoSeok y
le hizo un par de señas que JiMin no entendió.
—¡Oh! ¡Ya recordé! JungKook tenía que... que ir a la casa
de una compañera a recoger una tarea —exclamó HoSeok
—, seguro recién se acordó y... y cómo él es tan estudioso
y... y el primero de la clase no quería quedar mal y... y eso.5

—Ese niño, me va a oír cuando regrese —dijo indignada la


señora Jeon—, discúlpanos la interrupcion hija, ustedes
también chicos.

TaeHyung que hasta ahora no decía nada se había quedado


helado ante la escena. El señor Jeon también no tenía
nada que decir y JiMin, JiMin sabía que lo que había dicho
el mejor amigo de su hermano era una gran mentira.

—Sigamos cenando —anunció Jae Chan.

Oh Hae Ji sabía que no le caía bien a JungKook a pesar de


que el pelinegro siempre había sido muy respetuoso con
ella. El cómo se había ido el menor de los Jeon de la cena
la tenía aturdida pues ella tampoco se creía lo que HoSeok
había dicho.

Unas horas después, cuando ya todos estaban en la sala


conversando sobre cosas irrelevantes, la puerta se abrió
estruendosamente. JiMin se congeló cuando vio a su
hermano de la mano con una joven que él recordaba muy
bien.

—Mamá, papá, hyung, noona y amigos, yo también quiero


hacer un anuncio —dijo el pelinegro con la voz torpe.
Estaba ebrio.2
—¡JungKook! —gritó Tae Hee—. ¿Qué estás haciendo?

—Hijo, JungKook ¿qué ocurre? —preguntó preocupado el


señor Jeon.

—Kook... —murmuró JiMin con los nervios apoderándose


de él.

—Oh hyung, sabes... yo también vengo a presentarles a mi


novia —anunció cogiendo de la cintura a una rubia—,
preséntate mi amor.

A JiMin se le comprimió el corazón, sus ojos querían llorar.


Era él quien quería salir corriendo ahora, su hermano tenía
una novia y él no lo sabía. Su amor prohibido tenía a
alguien más, pero... ¿quién era él para reclamarle?7

—Hola, soy Sae Na, la novia de JungKook ¿qué tal? —dijo


la rubia.

La señora Jeon casi se desmayó en ese instante. Aquella


joven tenía una pinta fatal, el cabello rubio mal pintado, la
falda corta enseñando casi todo y aquel escote que no
dejaba nada a la imaginación. El maquillaje recargado y su
falta de educación hicieron que Tae Hee se sentara de
golpe.38

Aquella noche no resultó como todos lo habían planeado.


Unos padres quedaron sorprendidos por las relaciones de
sus hijos, unos amigos quedaron atónitos por los hechos
de aquella noche, una novia tensa y la otra feliz por cómo
había terminado el día y dos hermanos quedaron sufriendo
por su amor prohibido que no pudo levantar el vuelo.4
<<>>

—JiMin hijo ¿no te gusta la idea? —preguntó insistente Tae


Hee—, pensamos que tú querías tener privacidad, ya sabes,
todo universitario quiere vivir sólo e invitar a sus amigos, a
su novia. Tal vez ustedes quisieran compartir
departamento, son novios y apuesto a que se quedarán
juntos y hasta se casarán, es más, yo cre...

—¡Mamá! -gritó el pelinegro. Ya no aguantaba más lo que su


madre estaba diciendo, dolía como el infierno—, deja a
mi hyung hablar.

—Yo... ¿qué piensas JiMinnie?

—Mamá —murmuró el rubio muy bajito—, ¿Me estás


botando de la casa? —preguntó.6

—¡No! —dijeron los señores Jeon al unísono.

—Hijo no, es sólo que pens...

—Entonces no, no me quiero ir de casa —sentenció JiMin


con la cabeza gacha.6

—Pero nosotros pagaríamos el departamento, podrías


consultarlo con Ha...

—¡No! Mamá, ya te dije que no. Si no me estás botando y


aún puedo quedarme aquí, mi respuesta es un no para tu
propuesta —dijo levantándose de la mesa—. Hae Ji, ve a
casa. Te hablaré más tarde.
La pelinegra que había permanecido callada todo ese
tiempo analizando la situación sintió un profundo dolor al
entender poco a poco todo. Asintió a la orden de JiMin y
despidiéndose de los Jeon se retiró rápidamente.18

—Mamá, papá, si ustedes no quieren que viva aquí sólo


deben decírmelo y no hacerlo delante de Hae Ji.

—Hijo, esa no fue la intención, nosotr...

—¡Mamá! Esa sí fue tu intención —gritó JungKook.

—No me alces la voz JungKook.

—¡Cálmense todos! —espetó fuerte el señor Jeon—, ¿Se


puede saber que pasa aquí? Tae Hee a mí tú no me habías
dicho nada sobre un departamento para JiMin ¿qué mierda
está pasando aquí?

JungKook entonces comprendió todo.21

Su madre lo sabía, ella sabía lo que pasaba entre ellos y


por eso estaba haciendo todo eso. Su corazón dolió, sobre
todo cuando vio que JiMin estaba llorando, pero con el
sentido de protección que siempre haia tenido hacia su
hermano a pesar de ser mayor que él y queriéndole dar la
contra a su madre, se llevó a JiMin de ahí.1

—Jeon JungKook, Jeon JiMin ¡deténganse! —gritó la


señora Jeon horrorizada. Jae Chan no entendía nada.8

Los hermanos se detuvieron asustados mientras se


miraban el uno al otro. JiMin quiso voltear pero el pelinegro
cogió su mano más fuerte y la apretó dándole valentía. El
rubio levantó la mirada hacia JungKook, sus ojos
cristalizados por el llanto denotaban dolor, pero al ver a su
hermano tan seguro de sí mismo, cogió valor y avanzó. No
necesitaron palabras para saber que ahora estaban juntos
en esto y así, ambos tomados de la mano salieron de casa
abriéndole paso al silencio.1

Hay palabras que nos matan, hay silencios que nos salvan.

—¿Qué carajos estás haciendo? —gritó Jae Chan.

—Jeon Jae yo... —dijo afligida y cayó a los brazos de su


esposo llorando desconsoladamente.

—¿Has peleado con los chicos? ¿Me puedes explicar qué


mierda es todo esto? —preguntó agachándose para
levantar a su esposa.

Para él sólo había sido una pelea de sus hijos con su


madre, para Tae Hee había sido el haber perdido para
siempre a sus hijos. Su corazón no pudo más y quedó
llorando todo el día mientras se acusaba y culpaba a sí
misma por todo. Para ella, el que sus hijos estén enfermos
de un amor asqueroso y abominable era sólo culpa de ella y
como había sido su culpa, ella tenía que arreglarlo.
Salvaría a sus hijos de aquel hoyo en el que había caído.
Los sanaría de esa horrible enfermedad y su familia
volvería a estar junta como antes. Ella haría que su familia
sea perfecta nuevamente.63

Definitivamente lo haría...
CAPÍTULO 11 ( Cállate )
Era pasada la media noche y los hermanos Jeon no
regresaban a casa aún.2

Tae Hee y Jae Chan los habían llamado durante todo el día,
mas no respondieron, incluso entre ellos no habían hablado
absolutamente nada, no tenían nada que decirse o tal vez
sí, pero no se atrevían.

Sus hijos estaban en la playa en la que estuvieron hace un


tiempo, se encontraban sentados en la arena llorando por
un amor casi descubierto. Algunas veces lloraba JungKook
y otras JiMin, para ellos tampoco era necesario decirse
nada, ellos entendían perfectamente lo que había pasado. 2

Ya era tiempo.

Había llegado el gran día de confesarse todo lo que habían


estado sintiendo, tenían mil y un recuerdos sobre cómo
llegaron a amarse de la forma que lo hicieron. El saber que
podrían perderse detonó la confesión de sus sentimientos,
sabían que tenían que hablar, ellos sabían que tenían que
hacerlo, pero no lo hicieron. Sólo se quedaron sentados
esperando a que, así como el mar se llevaba las huellas de
la arena, se llevara también los malos pensamientos de sus
mentes y el dolor de sus corazones.6

Llegaron a casa tomados de la mano. Parados en la puerta


suspiraron cansados, se vieron a los ojos y sonrieron
tristemente pues entían todo tan contradictorio, el mundo
se les había venido encima.

Así que finalmente entraron. Eran las dos de la madrugada


menos diez, sus padres estaban durmiendo, hace una hora
JiMin le había contestado el teléfono a su padre diciendo
que estaban bien, que no se preocupara y que durmieran
porque ellos irían a casa.

Al llegar a los pasillos soltaron sus manos.

Los ojos de JiMin lloraron desconsoladamente y en


silencio, pues tuvieron todo un día para decirse lo que
sentían, para crear artilugios para enfrentar al mundo
entero por su amor, para besarse hasta cansarse y
confesarse lo más hermoso que tenían, más no lo hicieron.
Cuando llegaron a casa y no se habían dicho nada, ambos
creyeron que se había acabado sin si quiera haber
empezado.5

Dolía, hería hasta lo más profundo el silencio sepulcral que


habían tomado. JungKook había dejado caer sus lágrimas
también, ambos estaban parados frente a sus puertas con
sus manos en la cerradura. El sonido de ambas puertas
abriéndose hacía más eterno el momento y quebraba cada
célula de sus almas.

Un paso más y habría acabado todo entre ellos.4

JungKook volteó a ver a su hermano quien estaba al frente


suyo de espaldas. Deseaba con todo su corazón que
volteara, que regresara a sus brazos, que le dijera que
lucharían juntos. El menor de los Jeon estaba dispuesto a
luchar, a escapar o a enfrentar, a vivir por y para JiMin.

Pero JiMin no volteó.21

JungKook entonces cayó en cuenta que todo estaba


perdido y sintiéndose morir entró a su cuarto, pero al ver
como JiMin aún permanecía parado frente a su puerta
volvió en él a renacer la esperanza.

Los segundos se hacían eternos, JungKook estaba


rindiéndose, su hermano no volteaba, él solo yacía parado.
Su corazón estaba apagándose, decidió entonces que lo
mejor sería dejarlo ir, ya no tenía nada más que decir, lo
mejor era cerrar aquella puerta y dormir, dormir para no
despertar jamás. Cerró su puerta lentamente, cada paso
era una tortura, lentamente vio como la figura de su
hermano desaparecía. Se resignó a su amor prohibido, pero
justo antes de que la puerta cierre completamente,
escuchó aquella melodiosa voz de JiMin.5

Una voz cargada de miedo y dolor.

—¿Puedes d-dormir c-conmigo? —preguntó entre lágrimas


el pequeño rubio.32

JungKook lo miró fijamente y no lo pensó más, su corazón


saltó y sus lágrimas corrieron por sus mejillas aún más. Sin
pensarlo dos veces, dio dos pasos hasta su hermano, lo
empujó contra la puerta, finalmemente lo besó.54

Desesperada, ansiosa y apasionadamente lo besó.8


Cerró la puerta tras ellos, cogió a JiMin del rostro y lo
invadió con un beso lleno de dolor, de necesidad, de amor.
JiMin lo recibió entre lágrimas y se dejó llevar disfrutando
cada segundo entre los brazos de su hermano mientras sus
lágrimas se confundían entre ellos. El beso agrandó su
dolor, dolor por saber que era algo indebido. Ellos no tenían
la clase de amor prohibido que era excitante, no tenían
solamente lujuria, ni placer, ni simple erotismo. Lo de ellos
era un amor puro, amor que era como un vicio y un tóxico
que mataba lentamente.26

Hace tiempo trataron de desprender de su mente ese amor,


pero cada día más falta les hacía. No soportaban la
ausencia del otro y fueron cayendo en un abismo por
tenerse, con todo el vicio que en ellos se escondía se
consumieron a sí mismos.

Eran sus propios antídotos y venenos.1

Ellos no sólo querían sus cuerpos para unirlos sin amor,


ellos querían estar juntos hasta la muerte, como una droga
que los matase a fuego lento.3

Se separaron exhaustos al desprender tanto amor


guardado. Se miraron a los ojos incesantes y en vez de
sonreír por al fin haber cumplido su sueño de amarse,
temblaron de amor y de emociones, sus cuerpos se
llenaron de sensaciones.

Lloraron.10
Lloraron mientras se abrazaban como si nunca lo hubieran
hecho.Tomados de la mano se acercaron hasta la cama de
JiMin y cayó uno a cada lado. Los zapatos fueron
desprendidos, mientras JungKook apegaba el cuerpo de su
hermano hasta él. JiMin hundió su rostro en él y éste lo
estrechó aún más, cerraron los ojos más calmados, las
lágrimas se iban secando poco a poco.

Entonces JiMin levantó la mirada.

Tal vez no debió hacerlo, pues cuando lo hizo encontró a


JungKook mirándolo profundamente. Con aquellos ojos
negros que lo enloquecían, con la mirada cargada de
deseo, de puro deseo que querían recorrer lugares en el
cuerpo de JiMin que la luz del sol aún no tocaba.25

Se fundieron en un beso profundo. JungKook subió encima


de él y lo llenó de caricias prohibidas, aquellas caricias
capaces de mover montes y colinas. Temblaban, cada vez
que se miraban a los ojos después de cada beso
interminable, temblaban.8

Sabían que aquello terminaría en hacer el amor.39

Encendieron sus cuerpos con ganas y volaron juntos.


JungKook acarició a JiMin mientras su aliento tocaba
suavemente su mentón. Lo acarició transportando su alma
a un mundo de cuentos con final feliz, con caricias que los
hacían olvidar el tiempo y volar y volar cual si fueran hojas
al viento, haciendo que estalle el volcán ardiente que
llevaban por dentro.24
Una a una sus prendas fueron desapareciendo. JiMin
agradeció que su hermano lo estuviera tocando con manos
de seda. Se sonrojó y tembló cuando éste se acercó a su
oído y mordisqueó su lóbulo derecho. El rubio se
estremeció por las caricias estallando en fuego que le
quemaban por dentro. Se estaban comiendo hasta lo más
mínimo que tenían, estaban llenando aquellos tiempos
vacíos en el que no estuvieron juntos con sus cuerpos.
JiMin siempre había soñado a JungKook devorándole y
había mojado sus sábanas blancas imaginándolo. Y lo
hicieron, se devoraron en besos, se castigaron en deseos.
En la boca de JungKook estaba el sabor de JiMin y eso
desesperaba sus ganas por querer posesionarlo.28

Quería tenerlo y saborearlo sin que sobre un pedazo de


piel.1

El mayor de los Jeon se sentía amado, su inseguridad se


fue a la mierda cuando JungKook lo tocó. Lo hizo sentir
seguro, necesitado, exquisito. Ronroneó dejando de lado la
timidez que tenía antes, su cuerpo reclamaba en silencio
sus momentos de placer, eran sus ganas de amarlo, los
deseos más profundos de su carne por tener dentro de él a
su hermano.1

Gimió, suavecito y con calma.37

JungKook enloqueció ante tal dulce sonido y


desprendiendo su última prenda quedó ante el rubio
descubierto. Se sentó con su hermano debajo de él y
admiró su cuerpo, se le olvidó la moral, la ética, las normas
religiosas y sociales y solamente se dejó llevar por el amor
que sentía. Al diablo los demás, tenía el ser más hermoso
justo bajo él y estaba a punto de sentirlo. JiMin no sintió
pena, tenía tanto amor encerrado en sus venas que no le
importó jalar a su hermano para besarlo
desesperadamente. Sus miembros se rozaban y quemaban,
ni el agua de los mares calmaría esa hoguera. Sus sangres
hervían al mirarse, se volvían locos y no combinaban sus
ideas, perdían la cabeza entre cada beso.35

Las manos de JungKook recorrieron aún más el cuerpo de


JiMin. Grabó en su mente cada centímetro de su piel,
conoció tantos lunares que ni el propio JiMin conocía.
Llegó con sus labios hasta los pezones del mayor y jaló
delicadamente haciéndolo gemir. El sonido lo embriagó de
amor y aquello hizo que chupara con más fuerza con tal de
oír nuevamente aquel gemido delicioso.12

JiMin le quitaba el aliento.

Cerrando los ojos bajó hasta el abdomen de su hermano y


lamió poco a poco, la áspera textura de la lengua de
JungKook hizo que JiMin se estremeciera y arqueara la
espalda levantando las caderas hasta el rostro del
pelinegro.2

JungKook bajó más, lentamente llegando a los muslos


perfectos de JiMin. Con besitos delicados que le hacían
querer morir de pasión, lo besó. Esos mismos besos luego
lo revivían por la desesperación con la que el pelinegro
marcaba su piel pálida. Volaron entre aquellas sábanas
blancas recorriendo sus cuerpos, hasta que llegó a su
punto delicado. JungKook había llegado al miembro
despierto de su hermano. De una sola bocanada lo cogió
con la boca y chupó, lamió y absorbió. JiMin se entregó en
alma y cuerpo entero, el orgasmo más exquisito del mundo
salió de él, haciéndole eyacular después de varios minutos
en el que su hermano comía todo lo que poseía.22

Jeon JiMin se liberó. Juntando todo su deseo reprimido


volteó a su hermano quien cayó debajo de él. Quería
hacerlo sentir el hombre más feliz del mundo. Recorrió el
cuerpo del pelinegro con firmeza y llegó también a su
miembro, duro y expectante.9

JungKook gimió de pasión. JiMin se veía tan bello con


aquellos labios en su polla, esos labios que eran suaves
como las plumas de un canario. Cogió los cabellos de su
hermano y lo apegó más acelerando el ritmo del choque
entre su lengua y su miembro.10

El pelo de JiMin era como la espuma que brota del rozar


del aire que lo toca.12

JiMin era tan puro y bello. Si estar con él era imposible,


JungKook haría hasta lo inadmisible por tenerlo. Quería
volver a besar esa boca, lo anhelaba con ansias locas,
nadie los separaría jamás. Con aquellos pensamientos, el
pelinegro se corrió en la deliciosa boquita de su hermano
mayor quien tragó hasta la última gota.10
Volvió a poner a JiMin debajo de él y no vio en que
momento éste aprovechó su descuido pasando su lengua
por su cuello, quemando todo en él.

—Chupa —ordenó el pelinegro poniendo dos dedos delante


de la boca entreabierta y jadeante de JiMin.14

Con los ojos llenos de lujuria sensata, JiMin metió ambos


dedos a su boca y chupó haciendo sonar un chasquido que
resultó muy sensual. JungKook se estremeció por enésima
vez y besó la boca hinchada de su hermano.

—Te va a doler, aguántalo bebé, pero debes prometer que


si duele más de lo debido, me lo dirás.36

JiMin asintió. Cuando los dedos de su Kookie llegaron a su


entrada, tembló. El pelinegro quería abrir el alma de su
hyung y entrar en ese dulce manantial.2

Pero de pronto, todo cayó.42

—¡No! —dijo JiMin asustado. Había estado viviendo un


sueño bajo los brazos de su hermano, un sueño delicioso y
maldito. No podía permitir que hicieran aquel acto. Ellos
eran hermanos, era un maldito y asqueroso pecado—, no
JungKook, no podemos.61

—JiMin...

—Cállate y vete —ordenó con voz quebrada.

—¡No! esta vez cállate tú y ¡ven! Ven que quiero envolverte


en mis brazos.
—No podemos, está prohibido, está mal JungKook —sollozó
el rubio.3

—¡Cállate! ¿No ves que las palabras sobran? Deja que


nuestros cuerpos hablen por esta vez.21

—JungKookie, estamos haciendo mal.

—Cállate JiMin, cállate y sólo admira nuestra obra —los


ojos del pelinegro cayeron en los del rubio dándole a
entender que ya todo había sido consumado. No había
marcha atrás.20

Su amor había florecido.

—Y-Yo... Ahora sólo sé que si hablamos destruiremos todo


sin querer...

—Por eso, cállate y abre paso al silencio de nuestras


almas, ha llegado el momento de aceptar que nada queda
por perder.3

—Duele...

—Tan sólo mírame, se acabó nuestro tiempo, ahora


tendremos que luchar y muchas barreras atravesar.29

—JungKook...

—En nombre de nuestro amor, callemos hoy porque


mañana tendremos que luchar gritando para que nos dejen
vivir este sentimiento puro y verdadero.83

Y diciendo aquellas palabras lo embistió lentamente.29


JiMin soltó un gemido más, sus paredes se abrieron poco a
poco, con un sonidito deleitoso. Sentía tanto dolor que este
era directamente proporcional a su placer. JungKook lo
volvió a embestir, esta vez más fuerte, más rápido y más
bruto. Aquella brutalidad pura del ser humano salvaje,
brutalidad primitiva de dos cuerpos llenándose en un deseo
incontrolable, aquella brutalidad, estaba siendo
escenificada por dos hombres que se amaban.2

—Jung... JungKookie... —gemía JiMin con el nombre de su


hermano en la punta de su lengua.13

—Delicioso, eres simplemente delicioso Jeon JiMin.

—Más... m-más JungKook... ahhhh7

—Todo lo que tú me pidas te lo daré, incluso si quieres una


estrella del cielo, prometo robársela al mismísimo Dios con
tal de que la tengas.60

Prometía el menor mientras embestía más y más fuerte.


Cada estocada era sabor a gloria para él. JiMin con los ojos
entrecerrados disfrutaba que sus piernas abiertas
estuvieran a disposición de su hermano. Gemía, lágrimas
caían de su rostro, lágrimas por la lujuria y la pasión
desbordante que sentía. Aquella pequeña cama donde
siempre habían dormido, ahora era testigo del acto más
hermoso que pudieron haber hecho.

Crear, tener, entregar y hacer el amor.2

—Más por favor, más —rogaba el rubio en un afán de


conseguir la última gota de sudor de JungKook.
—Lo que me pidas, bebé —respondió y con toda su fuerza
se adentró en él.1

—¡Au! D-duele ¡Ahhh! —se quejó JiMin. El miembro de gran


proporción de su hermano había entrado completamente en
él dejándolo adolorido y satisfecho a la vez. Que se vaya a
la mierda el miedo y el dolor, con tal de sentirse
desgarrado en brazos de JungKook, JiMin botó lejos su
temor —, hazlo JungKook-ah, hazlo ¡ya!27

—Shhh bebé —dijo poniéndole una mano en la boca de


JiMin. Sus gemidos deliciosos podrían ser escuchados por
sus padres—, no prometo ser gentil, sólo prometo que
verás la estrella que te prometí.44

Y lo volvió a embestir.

Duro, salvaje, penetrante y exquisitamente doloroso.


Envueltos en un placer inaudito JungKook embistió y
embistió por un largo tiempo. Aguantó sus ganas de
venirse dentro de aquel manantial de placer con tal de
disfrutar aunque sea un segundo más de su JiMin. Muy en
cambio el pequeño rubio se había venido dos veces ya
viendo más de una estrella, tal como el pelinegro le había
prometido. El amor pasional y lujurioso corriendo por sus
venas no lo había podido aguantar, por eso se corrió hasta
el cansancio. Estar con la polla de su hermano dentro de él
es lo que siempre había soñado y ahora, que el sueño de
había cumplido, no lo iba a dejar jamás.9

—¿Te gusta esto hyung?


—Jung....JungKookie, me encanta, más... sigue por favor,
m-más —insistió levantando sus caderas para que el
choque sea más ruidoso y absorbente.

El continuo baile de sus cuerpos desnudos era digno de ser


plasmado como la acción más sensual del mundo.7

—Sí mi amor, te daré todo lo que desees. —respondió


besando los labios de JiMin. En un bamboleante ritmo
donde subía y bajaba, entraba y salía de JiMin, sintió no
poder resistir más—. JiMinnie... me voy a venir dentro de
ti.1

—Hazlo, lléname de tu amor. Márcame como tuyo para


siempre.46

Y así lo hizo.

Con el miembro lleno y palpitando, dio una última estocada


dentro de JiMin y se vació por completo. Ambos llegaron
juntos a un orgasmo primoroso. JungKook ni siquiera se
apresuró en salir de JiMin. Cayó rendido en su pecho, que
estaba marcado por los besos que le había dado durante
toda la noche. JiMin tenía su piel blanquecina expuesta y
llena de colores morados de tanto ser mordisqueado, de
tanto ser amado.6

—Te amo... —dijo JiMin con los ojos entrecerrándose por el


cansancio.2

—Te amo yo más JiMinnie, muchísimo más —contestó


cayendo de lado y envolviendo en sus brazos al cálido y
hermoso hombre que tenía al lado.13
Envolviendo en sus brazos a su hermano mayor, Jeon
JiMin.

El acto más bello y hermoso de la humanidad había sido


consumado. Jeon JungKook y Jeon JiMin habían caído
rendidos después de haber hecho el amor más puro y bello
que pudiera existir...
CAPÍTULO 12 ( Lo sabía )
Los rayos del sol entraban por la gran ventana del cuarto
donde ambos cuerpos que se habían amado horas antes,
descansaban.6

Era las seis de la mañana cuando se removieron buscando


más acercamiento entre ellos. El pelinegro abrió los ojos y
vio cómo su JiMin se acurrucaba más entre sus brazos,
sonrió cuando el rubio abrió sus ojitos uno a uno y frotó
uno de ellos con su pequeña manito. Aquella manito que
siempre le había encantado.12

—Buenos días hyung —le dijo mientras levantaba las


sábanas de encima—. ¡Qué bonito es despertar con esta
vista! —exclamó viendo el cuerpo desnudo de su
hermano.31

—¡JungKook! —gritó JiMin tapándose nuevamente con la


sábana arrebatada.

—¡Ay hyung! ¿Qué te estás tapando? Como si nunca te


hubiera visto desnudo.

—¡Jeon JungKook!

—No te imaginas la cantidad de pensamientos sucios que


tenía antes cuando te veía desnudo o cuando estabas
cambiándote —confesaba el pelinegro ante la atónita
mirada de su hermano mayor—, no me mires con esa cara
JiMinnie, si supieras como saboreaba cada centímetro de
tu piel expuesta o como me imaginaba estar metiend...31

—¡Cállate! ¡Oh Dios mío! ¡Eres un sucio! —exclamó


asustado el mayor de los Jeon.6

—¡Ay no seas puritano hyung! Te he visto mirándome


antes, parecía que me comerías con la mirada. No eres
nada disimulado —murmuró al final.9

—¡N-no! Eso no, no es c-cierto.2

—Sí lo es y lo sabes. Ahora déjame ver más de ese lindo


cuerpecito tuyo —pidió el pelinegro.

Desde que se había levantado, su polla también lo había


hecho. Sobre todo cuando vio el cuerpo desnudo de su
hermano a su lado, JungKook perdería los estribos en
cualquier momento.12

—JungKookie, no puedes estar aquí —le dijo el rubio


bajando la vista—, mamá puede entrar.

—¿Por qué no? Siempre hemos dormido juntos y ella lo


sabe.

—¡Pero estamos desnudos!

—Ah, era eso... ¡eres un aguafiestas hyung! —se quejó el


menor de los Jeon con un puchero—, ponte tu piyama.9

Ambos hermanos se levantaron y se colocaron sus


piyamas. Se miraron mientras sonreían tiernamente y
volvieron a acurrucarse dentro de las sábanas.
—Aún es temprano, hay que dormir hasta más tardecito —
dijo el pelinegro y volvió a abrazar a su hermano mayor
para volver a quedar dormidos.4

<<>>

La señora Jeon se levantó con pesar.

Eran casi las diez de la mañana, ella nunca se había


levantado así de tarde. Con dificultad caminó hasta el
cuarto de baño y tardó media hora en estar lista, con un
poco más de energía, salió de su habitación dispuesta a
preparar el desayuno.

Jeon Tae Hee lo sabía todo.22

Al recordar lo que había descubierto de sus hijos, su pecho


volvió a doler. A dos habitaciones se encontraba la de su
hijo menor, tal vez si iba y conversaba con él todo
cambiaría, tal vez JungKook lo negaría y ella terminaría
con aquellos pensamientos.

Tal vez ella estaba equivocada.

Caminó hasta la habitación del pelinegro, armándose de


valor y sin saber cómo empezaría la conversación se
decidió a entrar, mas cuando lo hizo no encontró nada ni a
nadie. Tae Hee entonces soltó unas lágrimas, si JungKook
no estaba ahí, era porque seguramente estaba en el cuarto
de su hermano.

Así fue.
Cuando abrió la puerta de al frente, encontró a sus dos
hijos acurrucados, durmiendo plácidamente. La pierna de
JungKook apresaba todo el cuerpo de JiMin y lo abrazaba
con fuerza, la señora Jeon se tensó, sus lágrimas cayeron
aún más fuertes y por dentro se repetía mil y un veces que
aquello no era verdad, que todo era producto de su
estúpida mente, que JungKook y JiMin, sus pequeñas
lombrices, no tenían nada entre ellos.54

Algo la asustó de repente. Unas manos sobre sus hombros,


la hicieron reaccionar haciendo que cerrara la puerta
rápidamente.

—¿Qué haces mujer? —le preguntó el señor Jeon—,


¿Estabas llorando?

—Oh no, b-buenos días, yo...

—¿Qué pasó?

—N-nada, vine a despertar a los chicos, pero siguen


durmiendo —respondió mientras avanzaba por los pasillos
—, vamos a la cocina, te prepararé el desayuno.

—¿Por qué llorabas?

—No, yo no es...

—Jeon Tae Hee ¿por qué estabas llorando? —insistió el


señor Jeon.

—L-los chicos se veían lindos juntos, du-durmiendo y me,


me emocioné —mintió.1
—¿JungKook estaba en la cama de JiMin? ¡Ay este niño!
Invadiendo la privacidad de su hermano siempre.3

—S-sí

—Pobre nuestro JiMin, estar aguantando que Kookie este


pegado a él todo el día y como le gusta consentirlo, no le
dice nada.13

Ambos comentaban mientras bajaban a la cocina. La


señora Jeon sólo respondía con monosílabos, la cabeza le
dolía demasiado y aunque las lágrimas habían cesado, los
pensamientos nunca se irían.

—¿Dormiste bien anoche? —preguntó el señor Jeon.

—Sí, si no fuera por ese relajante, no hubiera dormido bien


—respondió sincera.24

Y era verdad. Jae Chan le había dado un calmante que le


había permitido dormir toda la noche, de largo y sin
interrupciones, haace varias noches ya que no dormía bien,
que padecía de insomnio por todos los pensamientos y la
situación en la que se encontraba. Ella aún pensaba que
solucionaría todo el problema que tenía, ella lo haría.

—Yo también tomé uno... con todo lo que pasó ayer, lo


necesitaba.15

El señor Jeon fue por el periódico que dejaban bajo su


puerta, regresó y se sentó en la mesa de la cocina. Tae
Hee empezó a preparar el desayuno más callada de lo
normal. Por lo general, ella siempre prendía un reproductor
de música y se ingeniaba mil y un diferentes desayunos
para su esposo y sus hijos. Esta vez, ella no estaba
haciendo nada de aquello y su esposo lo notó.

—Tae Hee amor ¿qué sucede? —preguntó Jae Chan, él


estaba preocupado por su esposa.

—Nada... —murmuró ella muy bajito.

—Se te nota cansada. Amor, sabes bien que puedo darte lo


que quieras, miles de sirvientes a tus pies, sabes que
tenemos una clase social y económica alta ¿por qué no me
dejas hacerlo? ¿por qué insistes tanto en vivir así? —le
cuestionó.13

—Sabes que nunca me ha gustado lo ostentoso ni los lujos


Jeon.

—Hasta creo mis empleados tienen una mejor casa. Yo


podría darte una mansión, podríamos irnos a vivir a Seúl y
dejar Busan ¿por qué insistes en quedarte en esta casa tan
pequeña?11

—No es pequeña, es grande y lo sabes. Me gusta Busan, me


gusta lo rural, las casas acogedoras, me gusta prepararles
el desayuno, el almuerzo y la cena a ti, a nuestros hijos —
decía mientras sus lágrimas caían—, me gusta limpiar sus
habitaciones, lavar su ropa, prepararles mil y un cosas, me
gusta atender a mi familia, mi familia perfecta...51

—Pero te notas cansada, deja que compre otra casa más


grande y contrate personal. Puedo hacerte muy fel...3
—¿Feliz? ¿En serio crees que el dinero nos hará feliz? Lo sé
Jeon, sé que tenemos dinero, pero... ¿eso nos da la
felicidad? ¡Dime! ¿Eso arreglará nuestros problemas? ¿Eso
hará que nuestra familia vuelva a ser perfecta?

—¡Nuestra familia es perfecta! —exclamó confundido el


señor Jeon. Su esposa estaba exaltada.1

—¡No lo es! Porque si lo fuera, tus hijos... Jae Chan,


nuestros hijos...38

—Nuestros hijos ¿qué? —gritó.

Un silencio sepulcral inundó la cocina, por varios minutos,


ninguno de los dos dijo nada. El miedo apoderándose de
Tae Hee la estaba consumiendo y el señor Jeon empezaba
a sentir miedo también.

—Nada —respondió finalmente la derrotada mujer. Su


esposo no tenía que enterarse de nada pues eso acabaría
de destruir su familia y ella no podía permitirlo—, perdón
amor, lo de ayer me ha dejado mal... —se esxcusó.
Lágrimas caían por su bello rostro.4

—Tae Hee, amor...

—Ahora te sirvo el desayuno, no me hagas caso por favor —


suplicó.

Su esposo se rindió y no insistió más. Vio cómo su mujer


terminaba de preparar el desayuno en completo
silencio,nregresó a leer su periódico, mas no podía
concentrarse pues algo estaba ocurriendo, él tenía ese
presentimiento. De pronto un ruido de algo rompiéndose
contra el suelo, lo sacó de su trance.

—¡Tae Hee! —corió hacia su mujer—. ¡Dios mío! ¿Estás


bien? —le preguntó.

Nada, ella no contestaba nada. Una taza de agua caliente


había caído al suelo y, aunque felizmente a la señora Jeon
no le había pasado nada, las abundantes lágrimas en su
rostro asustaron a su esposo.

—¡Por Dios mujer! ¿Qué ocurre? Jeon Tae Hee ¡Dímelo!

—Y-yo... —trtamudeó—, iré al supermercado, tengo que


cocinar, n-no pasa nada, ya, ya regreso —dijo secándose
las lágrimas y saliendo corriendo de la cada.18

Jeon Jae Chan no entendió nada.

Ver a su esposa en ese estado lo había dejado mal, se


sentó en la silla nuevamente derrotado y pensó. ¿Qué
estaba ocurriendo con Tae Hee? ¿Qué estaba ocurriendo
con su familia? Él no lo sabía, pero estaba muy seguro de
que su esposa no estaba diciéndole toda la verdad. Algo
estaba ocurriendo en su hogar y él estaba siendo excluido
de aquello, así que lo averiguaría, lo descubriría y
arreglaría todo. Él era la cabeza de aquella familia, él tenía
que solucionarlo.5

Media hora después, Jae Chan había limpiado todo el


desastre y cayó por enésima vez en la silla. Su desayuno se
había enfriado, por lo que dejó todo en el lavadero para
poder servirse una taza de café, pero el timbre lo detuvo.
Caminó hasta la puerta y la abrió, una sonriente jovencita
estaba ahí.

—Señor Jeon ¡buenos días! —saludó una muy alegre Hae Ji.

—Buenos días hija, pasa.

—Vengo por JiMin ¿se encuentra en casa?

—Sí hija, está durmiendo aún —le informó—, por cierto,


lamentamos lo que pasó ayer.

—No se preocupe señor Jeon, yo...

Oh Hae Ji fue interrumpida. El timbre de la casa sonó


nuevamente y el señor Jeon, volteó para abrir la puerta.

—Hola suegro —dijo una rubia entrando rápidamente—,


vengo por JungKook, está arriba ¿no? —preguntó—, hey
Hae Ji, hola.27

—Buen día Sae Na —le respondió el saludo la pelinegra.

—Los chicos están arriba en sus habitaciones, suban —les


indicó el señor Jeon—, etán en su casa.11

—Gracias señor Jeon —agradeció Hae Ji.

—Ok suegrito —dijo Sae Na.

El señor miró a ambas chicas y sonrió, eran muy diferentes.


Cuando se encontraba en la cocina recordó que JungKook
estaba en la habitación de JiMin mas no le dio importancia,
ya que seguramente las chicas se darían cuenta.
Kim Sae Na corrió por el pasillo y sin tocar, abrió la puerta
de la habitación de JungKook. Nadie, no había nadie, dntró
y buscó en el baño, pero no había rastros de él.

Por otro lado, Oh Hae Ji tocaba la puerta de JiMin muy


despacio.

—¿JiMin? JiMin abre... —preguntó tocando nuevamente—,


JiMinnie, voy a entrar.15

Entonces lo hizo.

Entró lentamente mientras su corazón latía demasiado. No


sabía por qué, pero tuvo un mal presentimiento, tal vez no
era un presentimiento, sino una cruel realidad. Sus ojos se
le llenaron de lágrimas inauditas ante lo que vio mientras
caía de cuclillas y sus ojos se abrían con demasía.

—JiMinnie...

Sae Na salió de la habitación de su novio y vio a Hae Ji en


el piso agachada. Se sorprendió por eso preguntándose qué
ocurría y caminó hasta ella para ayudarla, al llegar a la
puerta y ver hacia dentro, cayó en cuenta. Se quedó
paralizada al ver la extraña escena en la cama del mayor
de los Jeon. No podía mover ninguno músculo de su
cuerpo, dn la boca se le formó la acidez que pasó como un
trago amargo quemando su garganta. Ella no sabía qué
estaba pasando y no quería pensar mal, seguramente había
una explicación para todo eso.

Tal vez Sae Na no lo sabía pero Hae Ji sí. Ante la imagen


que tenía en sus ojos, había afirmado su más profundo
temor, lágrimas gruesas y de dolor caían por su rostro
desencajado. Tuvo miedo, sintió perder los estribos y se
levantó con brusquedad. Caminó un paso hacia delante
dejando a una rubia pasmada atrás. Por fin todo se había
consumado. Hae Ji lo había confirmado, ella siempre temió
aquello y ahora lo sabía.

Jeon JungKook y Jeon JiMin se amaban, se amaban y no


exactamente como lo hacían los hermanos. Ellos se
amaban como hombres.17

Ella ahora estaba segura, ella ahora, lo sabía....


CAPÍTULO 13 ( Protegidos )
—Hae Ji ¡Vámonos! —decía la rubia aún desde la puerta,
inmóvil—, ellos e-están durmiendo ¡vámonos! —insistía.

Pero Oh Hae Ji no se movía del sitio en el que estaba


parada.

Ante sus ojos la escena que jamás imaginó ver, estaba


siendo realizada. Había empezado a temblar a sólo escasos
metros de la pareja que ahora yacía descansando,
definitivamente esa imagen jamás se iría de su mente.

A Kim Sae Na tampoco se le borraría nunca.

JungKook dormía con el torso desnudo y JiMin llevaba una


camiseta de dormir demasiado transparente. Ambos
estaban echados frente a frente, la nariz del pelinegro caía
en la de JiMin, con sus labios entreabiertos casi rozando
los labios gruesos y carnosos de su hermano. Con su brazo
derecho, apresaba la cintura del mayor y con el izquierdo lo
atraía por el cuello en señal de protección. Sus largas
piernas también tenían atrapado al rubio. JiMin en cambio
tenía sus brazos juntitos y sus manos estaban en el pecho
de JungKook.69

Ambos parecían haber sido sacados de una novela


romántica, dónde después de una noche llena de pasión
donde los amantes descansaban buscando calor en el
cuerpo de su compañero.
Hae Ji creía ciegamente en aquella imagen, no se
equivocaba. Quería estar equivocada, pero sabía
perfectamente que algo había pasado y que aquella escena
era tan solo el final de una noche larga o tal vez el inicio de
una corta vida.6

Por su lado, Sae Na no creía nada, ella no iba pensar tanta


mierda y sólo se largaría del lugar para no imaginar más.
Era mejor no pensar, seguramente se iría a tomar con sus
amigos y se olvidaría de la estupidez que estaba viendo.
Dejaría todo atrás y al día siguiente seguiría todo bien con
JungKook, JiMin era simplemente el hermano de
JungKook, ella no debería tener celos, ella no debería
tener miedo.11

—¿Te vas a quedar parada como estúpida? ¡Vamos!


Nuestros noviecitos están durmiendo —insistió por
enésima vez la rubia tratando de convencerse a ella misma
lo que estaba diciendo.12

—JiMin...

—¿Por qué estás comportándote así? Hae Ji ¡reacciona y


vámonos! Ellos no... No e-están haciendo n-nada m-malo —
decía en voz alta y para sí misma también.

La pelinegra dio un paso más y llegó exactamente al borde


de la cama donde yacían los hermanos, temblando,
sufriendo.1

—JiMin, JiMin levántate —jaó de las sábanas—, por


favor...20
—¡Me largo! Yo no voy a seguir viendo esta mierda —
sentenció Sae Na nerviosa y se alejó de la puerta.

—JiMinnie... ¡JiMin! ¡Jeon JiMin! —gritó llorando la


pelinegra con fuerza—. ¡Levántate!

Entonces los hermanos se removieron. JiMin abrió sus ojos


lentamente, había escuchado su nombre a lo lejos y quiso
saber quién lo llamaba. Al tratar de levantarse, JungKook
lo apresó aún más y sintió los labios del menor en su
frente. Sonrió sin saber que había alguien que observaba la
escena destrozada.34

—JiMin... —murmuró la novia del mayor.

Entonces JiMin abrió los ojos con demasía. Librándose del


agarre del pelinegro, se levantó de golpe, JungKook se
movió enojado al sentir el desapego de su hyung y
balbuceó algunas palabras antes de levantarse por
completo.

—Hae Ji... —dijo muy bajito el rubio, mas la pelinegra no


contestó—, Hae Ji yo... ¿qué... qué haces aquí?

—Noona —saludó JungKook incómodo.30

—JiMinnie —Hae Ji retrocedió.1

—Hae Ji, vamos a hablar —JiMin se acercó a ella


lentamente, pero la pelinegra retrocedió.

—No...
—Hae Ji-ah, hablemos por favor.4

—No.

—Hae...

—¡No! —gritó exaltada—, ¡No! No hoy... ¡No! y-yo, yo me voy


—dijo con las lágrimas cayendo.70

Oh Hae Ji retrocedió unos pasos más poniendo sus manos


con un ademán señalando que JiMin se detenga. En ni un
solo momento había despegado la mirada de JiMin, pero
cuando estuvo a punto de irse, sus ojos se movieron hasta
JungKook que yacía parado al lado de la cama. La
pelinegra no quería hacerlo sentir mal y temiendo que el
menor la haya malinterpretado, bajó la mirada.

Ella sólo quería que supieran que dolía, aunque nada


estaba dicho aún, dolía.9

JiMin se decidió ir tras ella, pero cuando ni siquiera dos


pasos había dado, fue detenido por JungKook.

—No vayas —dijo el pelinegro con voz dolida.

—JungKookie...

—¿Irás? No vayas tras ella, no lo hagas —rogó.13

—JungKook por favor, no me hagas esto —el rubio se


encontraba entre la espada y la pared.

—No JiMin, tú no me hagas esto, no nos hagas esto, no


después de lo de anoche.

—JungKook, y-yo...
—Si piensas que te dejaré que decidas, estás equivocado.
Tú de aquí no saldrás, yo no voy a dejarte ir, ya no más...95

<<>>

Hae Ji caminó hacia las escaleras sintiéndose mareada.


Volteó hacia el largo pasillo y esperó que su novio viniera
tras ella, pero jamás lo hizo. Su corazón dolió nuevamente
y aquel insoportable dolor hizo predecible un adiós, ella no
tenía que ser débil, no quería que la vean débil.4

Llegó a la sala y con una voz fingiendo calma que ni ella


misma reconoció se despidió del señor Jeon. Jae Chan
miraba extrañado como la pelinegra se iba demasiado
pálida, Sae Na también había salido sin despedirse minutos
antes, seguramente habían discutido con sus hijos. Era lo
último que faltaba, que JungKook y JiMin hayan tratado
mal a sus novias.

Definitivamente la casa estaba de cabeza y él se sentía


mal por eso. Hablaría más tarde con sus hijos y
solucionaría el problema. ¿Qué podría salir mal?
Seguramente el problema no era grave o al menos eso
creía Jeon Jae Chan, era mejor que el creyera sólo eso.2

La puerta se cerró tras ella y cuando caminó fuera, chocó


contra Sae Na, la rubia estaba sentada en el piso con la
mirada perdida.

—E-estaba esperándote —dijo levantando la mirada.9

—Oh...
—Yo... vamos por el mismo camino, así que te esperé.25

—No lo hiciste porque íbamos por el mismo camino —


contradijo la pelinegra mientras caminaban juntas.

—¿Qué? —preguntó desconcertada Sae Na.

—Me esperaste para preguntarme qué pasó ¿cierto?

—No.

—Sí, lo hiciste —arremetió la pelinegra.21

—No es verdad —se defendió.

—Lo es —insistió, la furia de pronto se habia apoderado de


Hae Ji.

—Te dije que no.

—¿Estás segura?

—¡Sí!

—No lo estás ¿verdad?

—¡No! —la novia del menor de los Jeon se desesperó—, yo...


yo no lo estoy.2

—¿Realmente lo piensas?2

—No sé de qué me hablas —le respondió fingiendo estar


confundida.

—Viste lo mismo que yo —aseguró Hae Ji.

—Yo no vi nada malo —negó la rubia.16

—Nunca dije que fuera algo malo Sae Na.


—Te quedaste como idiota parada viéndolos... tú ¿qué
pensaste? —Ppeguntó asustada por la próxima respuesta.

—Lo mismo que tú Sae Na —dijo lentamente.

—Yo...

—¡Vamos! Dime que pensaste.

—Una estúpida idea, no me hagas caso.

—¡Dilo!

—¡No!

—¡Hazlo!

—¡No, entiende!

—Sae Na ¡dilo!

—¡Parecían una maldita pareja! —gritó exasperada—,


parecían unos malditos putos, eso no puede ser posible
¡no! ¡Me niego!67

—Exactamente —afirmó Hae Ji.

—¿Qué? —preguntó desconcertada

—Lo que estás pensando, no es posible.

—No entiendo Hae Ji.

—Sae Na, no viste nada malo en ellos. Son hermanos.

—Pero tú...

Oh Hae Ji había decidido protegerlos.160


Ella había preferido ignorar el dolor y pretender que no
había visto nada, por eso, necesitaba calmar las dudas de
Sae Na. Si JiMin y JungKook se amaban, ella haría lo
imposible por mantenerse callada y preservar el amor que
se tenían, ellos merecían ser protegidos...95

—Yo estaba molesta con JiMin y al verlo tan feliz


durmiendo con su hermano me molesté.

—Hae Ji...

—Lo estuve llamando desde ayer porque peleamos y no me


contestó y cuando vengo a buscarlo lo encuentro
durmiendo. Justo en el día de nuestro segundo aniversario
—rió sin gracia.18

Ella tenía que ser fuerte. Con tal de ver aquella hermosa
sonrisa en el rostro de JiMin y esos bellos ojos iluminarse,
ella sería fuerte, a él jamás le brillaron los ojos cuando
estuvo con ella, pero cuando estaba con JungKook o
hablaba de él, parecían dos luceros alumbrando la más
terrible oscuridad. Ella siempre lo había sabido y aunque su
corazón hoy estuviera destrozado y su alma estuviera
cayéndose en pedazos, ella los protegería.32

—¿Por eso te pusiste así? —preguntó más aliviada Sae Na.

—Sí Sae Na, no es lo que tu cabecita está pensando —le


dijo convencida.

—¡Soy una imbécil! —rió escandalosamente la rubia—, mira


que pensar tremenda tontería. Creo que tomar mucho me
está afectando.7
—Deberías dejar de tomar y ponerte a estudiar más —le
aconsejó.

—¿Y así ser una mojigata como tú? ¡Jamás! —contestó—.


¿Cómo pude haber pensado esa estupidez? Por Dios, son
hermanos y ¡son hombres!

—Tú misma lo has dicho, son hermanos. Así que jamás


pensarás mal, ellos son muy unidos, siempre duermen
juntos.

—Además son hombres —añadió la rubia—. ¡Qué puto asco!


Ellos no son unos putos gays.121

—Así es. Ahora ve a casa —le ordenó.

—Okey, gracias por la aclaración y sorry por si me puse


medio loca, ya sabes cómo soy —fijo riendo
sarcásticamente y se despidió.

Pero cuando Sae Na se estaba alejando pensó en algo que


Hae Ji no le había dicho. ¿Por qué la pelinegra en vez de
enojarse con JiMin y gritarle había llorado? ¿Por qué había
salido de la casa de los Jeon con lágrimas en sus ojos y
mientras hablaba con ella seguían cayendo sus lágrimas?
Sae Na se preguntó aquello pero le restó importancia.2

Al final, a veces la ignorancia era mucho mejor que la


verdad.3

La rubia se fue y su silueta desapareció por la esquina. Hae


Ji pudo respirar y finalmente lloró más mientras corria
hasta el parque donde hace dos años había visto a los
hermanos Jeon abrazarse de una manera demasiado
afectiva. En aquel entonces trató de no pensar mal, en todo
este tiempo estuvo en negación, pero al fin se había
convencido de todo. Lloró y lloró. Sus bellos ojos se
cansaron e imaginó cuánto deberían estar sufriendo
aquellos dos chicos inexpertos.16

Su amor era puro y sincero, tal como el que ella sentía por
JiMin y aunque quiso, trató y rogó a Dios de rodillas por
estar equivocada, no lo estaba. Ellos se amaban y ella no
podía romper aquellas ilusiones. ¿Quién era ella para
exponer tan dulce amor? Hae Ji sabía que no era enfermo,
que no era indebido, era sólo amor, estaba segura de la
clase de personas que eran ambos hermanos y sabía que
su amor no era ilegal. No cuando parecían estar
sufriendo.28

Si ya para la sociedad, sus padres y Dios era un pecado


¿por qué ella tendría que juzgarlos?26

Definitivamente no juzgaría a aquel pelinegro que le había


arrebatado a su JiMin o más bien, deseaba que JungKook
no la juzgara a ella por haberse robado a su hermano por
dos años. Hae Ji deseaba que JungKook no la odiara por
estar con JiMin, ella no sabía nada, si tan sólo lo hubiera
sabido, ella los estaría apoyando. Como ahora lo haría.7

Aquella vez sería el primer día sin JiMin y el primer día de


una nueva historia. Ella lucharía con ellos ante el mundo,
por defender el amor de aquellos dos dulces chicos.
Aunque estuviera muriendo por dentro ella lucharía, porque
el corazón a veces era tan rebelde y terco que jugaba sus
cartas sin consultar a nadie y Hae Ji no iba a contradecirlo,
aunque quisiera.27

Por eso, ella los ayudaría, ella los cuidaría, ella los haría
sentir protegidos...

CAPÍTULO 14 ( Decisiones )
Jeon Tae Hee abrió la puerta de su casa y sonrió muy
feliz.15

—Jae Chan ¿amor? —preguntó entrando a la cocina—.


JiMinnie, JungKookie ¿están arriba? —gritó.2

JungKook se encontraba bañándose en su habitación y no


escuchó a su madre, pero JiMin, quien estaba echado en su
cama pensando mil y un cosas, la escuchó con claridad y
sintió miedo.2

—Chicos ¡bajen! Vamos a comer —gritó nuevamente.

JiMin no entendió nada. Su madre estaba llamándolos a


comer como si mada huviese pasado, incluso su voz
sonaba como siempre y aquello lo asustó.15

El señor Jeon escuchó a su esposa y asombrado de igual


manera, bajó primero y la vio extrañado.

—¿Tae Hee? —dijo cuando la vio en la sala—, amor ¿estás


bien?2
—Jeon Jae, amor ¿vamos a comer fuera? ¿Los chicos están
arriba?

—Sí...

—Perfecto entonces, voy a avisarles —informó y subió


rápidamente.

Jeon Jae Chan se quedó totalmente pasmado. Hace sólo


unas horas, su esposa había salido llorando, casi huyendo
de la casa y ahora regresaba con una enorme sonrisa y sin
nervios, ni lágrimas, ni ganas de huir. Se sintió claramente
confundido.42

Tae Hee subió y llegó hasta la puerta de JiMin. El rubio al


sentir los pasos acercarse por el pasillo, se tensó, la
puerta fue abierta y él ya esperaba todo lo que su madre
iba a decirle. JungKook le había dicho que sospechaba que
su madre lo sabía todo y al verlos irse tomados de la mano
el día de ayer, sus sospechas se confirmarían.

El momento de la verdad había llegado.

—Hijo, vamos a ir a comer fuera, alístate —dijo una


sonriente señora Jeon—, y tu hermano ¿dónde está? —le
preguntó buscando en la habitación.

—Mamá... —JiMin se había quedado atónito al ver el estado


de ánimo de su madre.

—¿Dónde está ese mocoso? Lo dejé durmiendo aquí


contigo en la mañana ¿ya se fue a su habitación?32

—Sí...
—Voy a buscarlo ahí, apúrate —le dijo sonriendo y cerró la
puerta.

El rubio no supo que decir. Su madre parecía otra y eso lo


había desconcertado, al igual que su padre, también él se
quedó confundido.1

—Lombriz ¿estás aquí? —preguntó al entrar a la habitación


del pelinegro y no encontrarlo—. ¿JungKookie?

El pelinegro quien se terminaba de bañar, escuchó la voz


de su madre, se envolvió con una toalla y salió del baño.

—Mamá...

—¡Kookie! Hijito vamos a ir a comer fuera, cámbiate rápido.


Ya le avisé a tu hermano, te esperamos abajo —dijo
rápidamente y salió sonriendo.2

JungKook era el tercer confundido.84

<<>>

La familia Jeon llegó al centro de la ciudad y caminaron


buscando un buen lugar para almorzar.

—Yo quiero ¡pizza! —mencionó una alegre Tae Hee. Los


tres hombres pararon en seco y miraron a la sonriente
mujer asombrados.11

—Mami, tú dices que almorzar pizza es malo —dijo el


rubio.23

—¡Ay! No sean aburridos —exclamó entrando a la pizzería


más cercana—, ¡Apúrense!6
Los hombres Jeon caminaron siguiéndola mientras
sonreían al ver a Tae Hee. Cuando se sentaron en una
mesa, Jae Chan fue a pedir las pizzas, la cola era muy
larga, iba a tardar demasiado. Ambos hermanos se miraron
y asintieron, ahora que su padre no estaba, era momento
de hablar.

—Mamá —llamó el rubio.

—¿Qué pasó bebé?

—Sobre ayer... —empezó a hablar nervioso. La señora Jeon


borró su sonrisa y lo escuchó atentamente—, nosotros...

—JiMin, JungKook, mis pequeñas lombrices. Olvidemos lo


de ayer. Lamento haber estado tan mal estos días, no
quiero pelear con ustedes, jamás lo hemos hecho —
respondió sinceramente—, olvidemos todo y volvamos a ser
la familia de siempre —finalizó tomando las manos de sus
hijos.31

Los hermanos Jeon volvieron a mirarse, JiMin sonrió más


tranquilo y JungKook, al ver que su hermano sonreía, lo
hizo también para darle seguridad.

—Dentro de unos días JungKookie se graduará y serán las


vacaciones ¿a dónde quieren viajar este año?

—¡A España! —contestó contento JiMin. El pelinegro lo


miraba tiernamente, su hermano era muy ingenuo.2
—Podría ser, si quieren pueden invitar a sus novias.
Aunque... Sae Na no me cae, mejor no.8

—Ya sé que no te cae mamá, no es necesario invitarlas —


dijo JungKook en plural. El rubio tomó en cuenta ese
pequeño detalle.

—No sé cómo es que te gusta esa chica, siempre puedes


buscar una nueva opción —dijo mirando a JiMin y
cogiéndolo de la mano.81

Los hermanos Jeon se miraron por enésima vez en el día


muy sorprendidos, la indirecta estaba siendo muy obvia.25

—Y tú mi JiMinnie, también puedes cambiar de novia —dijo


dejando atónitos a sus dos hijos—, yo quiero mucho a Hae
Ji, es una excelente chica, pero siempre puede haber una
mejor opción — musitó esta vez cogiendo la mano de
JungKook y mirándole directamente.157

Perdidos.2

Ahora si estaban totalmente perdidos y confundidos por lo


que su madre acababa de decir. Algo dentro de ellos se
había emocionado, sobre todo en JiMin, pero JungKook
desconfió, no le estaba gustando para nada la situación.70

La tarde pasó amena y las cosas se habían calmado


considerablemente. La señora Jeon tenía una razón para
todo aquello y había tomado una decisión.1

En la mañana al irse llorando, fue a la iglesia a rezar,


estuvo por un buen tiempo ahí y luego fue hasta el parque
que estaba cerca a su casa. Su corazón dolía por lo que
había descubierto, lloró por mucho más tiempo hasta que
vio a dos pequeños niños correr de las manos. Detrás de
ellos venía uno tercero, tratando de alcanzarlos, aquellos
niños de parecían mucho a sus lombrices.11

Sonrió al recordar cuando sus hijos eran unos niños y toda


su vida era felicidad.

Se dio cuenta entonces de algo enorme y era que sus hijos


merecían ser felices y ella no iba a interferir en aquello.
Ella sabía que era lo que sus hijos necesitaban para que
sean felices de verdad, ella no podía separarlos porque eso
sería peor, sería hacerles un daño irreparable. Ella creía
fielmente que ya todo estaba solucionado. La solución
siempre estuvo frente a sus ojos y no lo quiso ver. ¿Cómo
fue capaz de pensar en separar a sus hijos? ¿Cómo nunca
se dio cuenta que la solución no era esa?90

Ella no iba hacer sufrir a los seres que más amaba.28

Ella podía aguantar aún más y hacer que su familia esté


bien, que sus hijos al fin estén bien. Al diablo el qué dirán o
al diablo la maldita sociedad, al diablo las leyes del mundo
y de Dios, ella haría lo imposible por ellos.96

Era una decisión.2

Por eso, aquel día limpió sus lágrimas, se paró y fue


decidida a su casa a llevar la felicidad que se había perdido
en su familia últimamente. Ella no sería la villana de esa
historia, jamás quiso serlo, ella sólo sería, la salvadora.57
El fin de semana pasó. La familia Jeon estaba mejor que
nunca, esos dos días habían sido como los tiempos de
ayer, llenos de alegría y amor, de puro amor.

El lunes llegó. JiMin no había sabido de Hae Ji desde la


cena del día jueves y era hora de enfrentar la situación.
Tampoco había solucionado las cosas con JungKook, ni
siquiera sabía con exactitud qué pasaba con ellos. Se
habían hablado todo este tiempo con la mirada y con el
sonar de sus corazones, pero no habían cruzado palabra
para analizar su situación.1

JiMin quería saberlo todo, quería decirlo todo.

JungKook también tendría que hablar con Sae Na,


terminaría con ella y esperaba que JiMin hiciera lo mismo
con Hae Ji. Faltaba sólo una semana para que terminara la
escuela y las fiestas de fin de año empezaran. Luego se iría
de viaje en vacaciones e ingresaría a la universidad. Su
madre les enviaba indirectas que los hacía estar más
juntos. Todo el fin de semana había hecho que
prácticamente no se separen. Incluso dejó que duerma con
su hermano, aunque tuvieron que reprimir sus deseos por
miedo a que sus padres los escuchasen.26

JiMin llegó a la universidad. Tenía clase de bioquímica y


cuando llegó, Hae Ji no había llegado aún. Era raro que ella
no estuviera antes que él, por lo general la pelinegra
llegaba antes que todos. Faltaba sólo cinco minutos antes
que la clase empiece, cuando Hae Ji llegó.
Estaba totalmente cambiada.

Su largo cabello había sido cortado por la mitad y había


sido pintado a un negro azabache, además ahora tenía un
flequillo que resaltaba sus bonitos pómulos. Sus
vestimentas estaban algo cortas y no eran nada comunes
en ella. JiMin sintió celos, pues todo el salón había
volteado a verla cayendo embobados ante su belleza. Pero
no eran esa clase de celos que sientes cuando alguien más
mira al amor de tu vida, eran celos por protegerla de la
mirada hambrienta de todos esos que la miraban. Conocía
perfectamente a los idiotas de su clase y como siempre
habían estado molestando y acosando a la pelinegra.
Porque para JiMin, Hae Ji era como una hermana y la
quería, la quería demasiado y sólo buscaba que ella sea
feliz, pues se lo merecía.29

La pelinegra lo vio y fue hasta él mientras le sonreía


sinceramente. Se sentó a su lado y lo abrazó como
siempre, innatamente se besaron con un pequeño roce de
labios.

—JiMinnie —dijo con aquella voz tan bonita.

—Hae Ji ¿por qué no me has contestado el móvil? Estuve


llamándote y escribiéndote todo el fin de semana.

Era verdad. JiMin la había llamado los días anteriores para


hablar con la pelinegra pues tenía que solucionar las cosas
y hablar seriamente con ella. No sabía por qué, pero tenía
que hacerlo, de repente era necesario terminar aquella
relación.

—Estuve enferma JiMinnie, pero ya estoy bien —le


respondió.

—Te has pintado el cabello y te lo has cortado —afirmó


JiMin mientras tocaba el suave cabello de su novia.

—Sí ¿te gusta? —preguntó entusiasta.

—No, todos están mirándote —dijo molesto mirando a sus


compañeros que aún seguían comiendo con la mirada a
Hae Ji.

—Celoso...

—Hae, yo... quería hablar contigo —musitó el rubio.

—Será al finalizar las clases amor, mira, el doctor acaba de


llegar —señaló hacia la puerta.

La pelinegra sabía que hablarían de aquel día.4

No había razón para que ella hubiera reaccionado como lo


hizo, pues JiMin y JungKook no deberían enterarse que ella
ya sabía todo. Aunque había enfermado todo el fin de
semana y había llorado hasta casi quedarse sin ganas de
vivir, había concluido que amar no era retener a la persona
que amabas. Ella el fin de semana había estado dispuesta
en dejar ir a JiMin para que fuera feliz con quien amaba,
pero después de la llamada que había recibido aquella
mañana, sus planes cayeron en un segundo.14
Ella también había tomado una decisión.

Y aquella decisión era justa y necesaria para que los


hermanos Jeon sean felices, aunque fuera cruel, ya no
había marcha atrás.
CAPÍTULO 15 ( Park Tae
Hyung )
La hora de almuerzo llegó y la pareja salió hacia el patio de
comidas. Ahí se encontrarían con TaeHyung y YoonGi, así
que iban conversando de trivialidades mientras buscaban
una mesa para cuatro.2

—Hae, antes que vengan los chicos, quiero hablar contigo


—pidió seriamente el rubio. La situación era difícil, pero
podría con ello.

—Sí JiMinnie, dime...

—Hae Ji, tú eres una chica excelente, hermosa. Hoy me di


cuenta que todo el mundo voltea a verte, que todos
quisieran estar contigo —dijo calmadamente. La pelinegra
le miraba sonriendo, había esperado por oír esas palabras y
se había preparado para aceptarlas.

Pero dolía más de lo que ella pensaba.9

Ella había pensado todo el fin de semana con respecto a


este día y luego de tanto sufrimiento, decidió aceptar lo
que JiMin le dijera. Ella lo dejaría ir aunque le plantearía
que sean los amigos de siempre, no quería perder su
amistad también. Pero aquella llamada, esos tres minutos y
medio que recibió aquella mañana, la habían
desconcertado por completo.21
—¿Hae? ¿Estás escuchándome? —preguntó el rubio al ver
que la pelinegra solo sonreía y miraba ida hacia al frente.

—Sí JiMinnie, prosigue.

—Hae Ji, te quiero como no te imaginas, eres la chica


perfecta, no sabes cuánto me gustas como persona, pero...

Oh Hae Ji estaba lista.

JiMin le diría que terminaran y ella le diría que estaba bien,


que lo comprendía, pero que no aceptaría romper. Se había
preparado todo el fin de semana para que cuando
escuchase esas palabras, no le doliera. Lloraría, claro que
lloraría, pero lo haría en su casa, en sus cuatro paredes, a
solas, nunca frente a JiMinnie. Ella nunca pensó que
llegado el momento, le dolería tanto, estaba a punto de
escuchar algo tan doloroso y estaba a punto de hacer todo
lo contrario a lo que había practicado, cuando las voces de
sus amigos interrumpieron la escena.14

—JiMinnie —saludó YoonGi abrazándolo con fuerza—, hey


Hae Ji, hola —saludó a la pelinegra también— ¡Gran look!

—¡Hola chicos! Gracias.

—Hola Mochi —dijo el castaño de sonrisa cuadrada—, Hae


Ji-ssi te ves muy hermosa —agregó admirando la belleza de
esta.

JiMin asintió los saludos de los recién llegados y sintió con


pesar el no haber terminado de hablar con la pelinegra. Si
ya de por sí, haber empezado con el tema se le había hecho
difícil, retomarlo más tarde sería peor.

—¿Qué clase tienen después? —preguntó el de tez clara.

—Laboratorio de bioquímica —suspiró con pesar Hae Ji—,


en la mañana hicimos teoría y ahora tendremos práctica
sobre actividad enzimática.

—Suena agotador.

—Lo es, hacer la curva de calibración con las absorbancias


es un trauma —mencionó resignada—. ¿Y ustedes?7

—Tenemos que ir a ver un juicio, nos han dado parámetros


que debemos llevar a clase y discutir.

—Wow eso suena interesante —dijo la pelinegra.

La amena conversación entre los dos continuó unos


minutos más. Era normal que JiMin estuviese callado por
toda la situación que estaba pasando y eso la pelinegra lo
había notado, pero que TaeHyung también este en silencio,
era algo no muy común.9

—TaeHyung-ah ¿estás bien? —preguntó Hae Ji.

—Sí... —contestó cansino.

En el instante que su voz salió como un hilo, JiMin


reaccionó y lo miró. Park TaeHyung estaba muy pálido y ni
siquiera había tocado su comida, el rubio se alertó y llevó
su mano hasta la del castaño.5
—Tae ¿estás bien? —preguntó nuevamente. YoonGi volteó
hasta TaeHyung y también lo vio en mal estado.

—Sí, es solo que t-tengo sueño, iré a lavarme la cara —


respondió con una media sonrisa y se paró para dirigirse al
baño.

Park TaeHyung no dio ni dos pasos, cuando cayó al suelo


abruptamente.39

JiMin no lo pensó e innatamente corrió hacia él. Todos los


alumnos presentes voltearon a verlo, Hae Ji dio un grito y
YoonGi se tiró al suelo en un afán de levantarlo

—¡TaeHyung! ¡TaeHyung despierta! —JiMin gritaba


desesperado—, YoonGi, llama a una ambulancia ¡apúrate
maldita sea!

—Cárgalo JiMin, hay que llevarlo a la enfermería —gritó


Hae Ji.6

JiMin obedeció. Tratando de no mover mucho la cabeza del


castaño, lo cargó en su espalda y corrió pasillo tras pasillo
hasta llegar a la enfermería. Hae Ji y YoonGi lo seguían
atrás corriendo también, cuando JiMin llegó, lo acostó en
la camilla y buscó a la enfermera.

—¿Dónde mierda está? —gritaba exasperado—. ¡¿Dónde


carajos está la enfermera?!

—¡JiMin cálmate! —le gritó YoonGi.

—¡Y una mierda!8


—No está, la enfermera n-no está —exclamó la pelinegra.

—La ambulancia llegará a los diez minutos, tranquilízate.

—En diez minutos puede morir. Mierda, jodida mierda,


tenemos que ayudarlo —mencionó el rubio mientras se
acercaba a TaeHyung—, está sudando, t-tiene dificultad
para respirar, tiene broncoconstricción, taquicardia, Hae Ji
mídele el pulso —indicó tratando de ordenar en su caveza
los síntomas.12

—Está bajo JiMin.

—Mierda, tiene hipotensión, es un maldito shock


anafiláctico ¡Aflójenle la ropa!42

—¿Qué? —preguntó YoonGi mientras hacía lo que el rubio


había dicho.

—Hae Ji, prepara dexametasona en una jeringa, tengo que


auxiliarlo —ordenó JiMin mientras la pelinegra rebuscaba
entre la medicina de la enfermería.17

—JiMin ¿estás seguro? —le preguntó, pero al ver la


determinación en el rostro del rubio, asintió—,
sálvalo por favor.

—Confía en mí —dijo con los ojos llorosos—, ¡Hae Ji! ¡Dame


esa maldita inyección ya!

—To... toma.

JiMin aplicó el fármaco y espero, uno, dos, tres minutos.


Tae no reaccionaba al shock. Las lágrimas de Hae Ji caían
por el nerviosismo y Min sólo acariciaba el rostro del pálido
TaeHyung.10

—¡Mierda! No sirve... Hae Ji, adrenalina, prepara


adrenalina.

—JiMin, es... es peligroso.

—¡Te dije que me prepares adrenalina! —gritó


exasperado.33

La pelinegra asintió, buscó en los cajones de forma torpe


debido al merviosismo y cuando encontró el fármaco, con
rapidez le alcanzó una jeringa con el medicamento dentro.

JiMin aplicó lentamente el fármaco por vía intravenosa.


Sabía que debía hacerlo así, JiMin sabía perfectamente qué
hacer en estos caso, pero al ver que el castañito no
reaccionaba, su corazón se exaltaba de miedo. Los
segundos pasaron eternos, cuando de pronto en castaño
empezó a temblar e imaginando que despertaría, JiMin se
acercó a hablarle, pero este dejó de respirar. Él
simplemente dejó de hacerlo.50

TaeHyung tenía que estar bien, él no podía solamente


dejarlos.

—Tae... —musitó JiMin cayendo de bruces al piso.

La puerta se abrió escandalosamente, los paramédicos


entraron y pidieron explicaciones. El mayor de los Jeon
estaba perdido, no veía nada, solo oía las voces a lo lejos.
Hae Ji explicó a los paramédicos los primeros auxilios
brindados y estos agradecieron la eficiencia de JiMin. Park
TaeHyung había sido auxiliado correctamente, se había
salvado. Cuando el rubio escuchó aquello, se levantó
sorprendido y siguió a los auxiliadores hasta la
ambulancia.26

Hae Ji y YoonGi le gritaban que se detuviera, pero él no


hacía caso, media universidad miraba la escena con miedo.
JiMin subió a la ambulancia y se quedó con el castaño.

—Joven ¿fue usted quien lo auxilió? —preguntó un


paramédico.

—Sí... él, él se p-pondrá bien ¿v-verdad? —JiMin no sostenía


sus lágrimas, mientras agarraba de la chaqueta al
auxiliador, sus lágrimas caían sin cesar—. Él estará bien
¿verdad? Usted lo va a salvar ¿cierto? Por favor, sálvelo, se
lo ruego...

—Tranquilo, ha hecho un excelente trabajo. Es un shock


anafiláctico, el paciente se ha desmayado y ha sufrido
convulsiones post traumáticas, pero estará bien, lo
estabilizaremos mientras llegamos a la clínica.

JiMin no respondió nada, cuando escuchó que TaeHyung


estaría estable, suspiró y más lágrimas cayeron por su
rostro. Pero el alivio no le duró casi nada porque uando
llegaron a la clínica y bajaron a TaeHyung en la camilla, vio
que los paramédicos se vieron en alerta.

—El paciente está teniendo otro shock, avisen a


emergencias ¡apúrense!23
JiMin palideció.

Los enfermeros llegaron y se llevaron la camilla del


castaño entrando a la clínica, el rubio corría tras ellos,
TaeHyung estaba volviendo a convulsionar, corrían por los
pasillos albergando la fe de salvar a un paciente. JiMin
albergaba la fe de salvar a un amigo, más que un amigo, a
un hermano.30

Llegaron a emergencias y cruzaron la puerta, JiMin quiso


entrar pero fue detenido.

—No puede ingresar a sala de emergencias.

—¿Qué? ¡¿Qué mierda acaba de decirme?! ¡Déjeme entrar!


—gritaba desesperado.

—Joven entienda, le avisaremos después el estado del


paciente, usted no pu...

—¡Me importa una mierda! ¿Sabe quién soy yo? ¡Soy Jeon
JiMin! Mi padre es dueño de esta maldita clínica ¡déjeme
entrar!29

—Joven entienda —suplicaba el médico NamJoon.48

—¡No! Mi amigo está ahí dentro muriéndose ¡Déjeme entrar!


—cayó rendido y envuelto en lágrimas—, por favor...

—Joven Jeon, lo entiendo, pero confíe en nosotros por


favor —respondió el médico y entró a la sala de
emergencias.
JiMin estaba exhausto en el suelo de la fría clínica y se
echó a llorar aún más fuerte. Abrazó sus piernas y las pegó
a su pecho buscando protección, no la encontró. Si corazón
dolía, si algo le pasaba a TaeHyung, él no lo soportaría.

Min YoonGi y Oh Hae Ji entraron a la sala de espera y se


encontraron con JiMin, envuelto en lágrimas y sollozos,
pensaron lo peor. Corrieron hacia él y le preguntaron lo que
ocurría, más JiMin no dijo nada.

De pronto, la sala se abrió nuevamente, Jung HoSeok y


Jeon JungKook entraron corriendo. El pelinegro al ver a su
hermano tirado en el suelo, corrió hacia él, se agachó y lo
fundió en un abrazo.5

—JiMinnie, JiMinnie ¿estás bien? —preguntaba exasperado


—. JiMin, hyung ¡respóndeme!

Nada.

JiMin no decía nada. Él sólo levantó la mirada hacia los


ojos de JungKook y lloró aún más hundiéndose en el pecho
de su hermano.+

Solo el consuelo del amor de su vida, era capaz de


calmarlo, eso lo había sabido desde siempre...
CAPÍTULO 16 ( ¡Lo siento
JiMinnie! )
JungKook y HoSeok salían de clase cuando todo ocurrió.

—JungKookie, hoy iré a comer a tu casa —dijo el pelirrojo


mientras mandaba un mensaje de texto.

—Está bien Hobi, hace tiempo que no ibas a mi casa al


almorzar, me tenías abandonado maldito —respondió
sonriente.1

El pelinegro buscaba con la mirada a Sae Na, la rubia había


desaparecido al término de las clases y no lo había
molestado en todo el día. Aquello era extraño en ella, por
primera vez deseó verla, pero fue sólo para hablar con ella
y terminar la absurda relación. Ahora que sabía que su
JiMinnie le correspondía, no quería ensuciar sus labios
nunca más con otra persona.4

—Sabes Jeon, deberíamos ir a buscar a


nuestros hyungs —propuso HoSeok haciendo que el
pelinegro le preste atención—, ellos siempre son los que
vienen a recogernos, aunque últimamente ya no lo hacen.

—Es cierto —añadió.

—¿Qué te parece si vamos a visitarlos? Nos queda cerca.


—A ver HoSeok, déjame ver si te entiendo —dijo parando la
caminata—. ¿Quieres ir a visitar a nuestros hyungs? ¿O en
realidad es que quieres ver a YoonGi?25

El pelirrojo se sonrojó inmediatamente mientras JungKook


lo miraba divertido, había dado en el clavo.

—Eso no es verdad —respondió nervioso.

—O tal vez quieres ver a ¿Park TaeHyung?25

—¡No!

—Oh ¡sí! ¡A Hobi le gusta YoonGi! ¡A Hobi le gusta


TaeHyung! ¡A Hobi le gustan los dos! Hobi es una pu... —
cantaba el pelinegro.56

—¡Cállate!3

Jung lo empezó a perseguir mientras el menor de los Jeon


seguía cantando y burlándose. El pelirrojo estaba
avergonzado pero sus ganas de matar a JungKook eran
mayores.Correteaban como niños mientras se molestaban,
cuando el móvil de HoSeok sonó.

Era Min YoonGi.

—Uy, tu noviecito te está llamando lo molestó.

—¡No es mi novio! —le gritó—. ¿Ho... hola? ¿Hyung?

JungKook miraba divertido como su mejor amigo le


contestaba al gruñón de Min, cuando de repente lo vio
palidecer. HoSeok cayó al piso y soltó el móvil.6

—¡Hobi! —gritó corriendo hacia su amigo—, ¿Qué caraj...


JungKook cogió el móvil, Min aún seguía en la línea así que
acercó el aparato a su oreja y sintiendo un mal
presentimiento, contestó.

—¿YoonGi?

—¡JungKook! JungKook, vengan a la clínica de tu padre,


TaeHyung se ha desmayado, JiMin está con él.

En el instante que el menor de los Jeon escuchó el nombre


de su hermano, soltó el móvil y paró un taxi. Con fuerza jaló
a HoSeok quien yacía llorando aún en el piso y lo metió de
un empujón. Su corazón se aceleró cuando dio la dirección
del centro de salud.21

Deseaba con todas sus fuerzas llegar rápido, si TaeHyung


se había desmayado y JiMin estaba con él, eso significaría
que su hermano también estaba mal. JungKook no era
insensible, aunque en todo ese tiempo aún no sobrellevaba
al castaño, era cierto que el de sonrisa cuadrada había
sido siempre amable con él. Un escalofrío le recorrió por la
espalda cuando supo lo de Park TaeHyung y un miedo
aterrador fue lo que sintió cuando le mencionaron a JiMin.

Su madre siempre le había dicho que nunca ponga en duda


lo que un escalofrío le decía. Al parecer, ella estaba en lo
cierto.2

Cuando llegaron a la clínica, HoSeok estaba más calmado.


Corrieron hasta la sala de emergencias y abrieron la puerta
de un portazo. JungKook estaba a punto de perder los
estribos cuando no divisó a JiMin, pero al acercarse más lo
vio pegado a las sillas de espera llorando, tirado en el
suelo como un niño desconsolado.2

Corrió hacia el lanzándose al piso y lo fundió en un abrazo.

—JiMinnie, JiMinnie ¿estás bien? —preguntó exasperado—,


JiMin, hyung ¡respóndeme!

Nada, JiMin no respondía nada. JungKook se sentía


aterrado, pero cuando el rubio levantó la mirada, su
corazón se estrujó, los ojitos llorosos de JiMin estaban
doliéndole y cuando éste pegó su cabecita rubia a su
pecho buscando protección, tomó fuerza e hizo lo que
debería hacer.

Protegerlo.4

<<>>

YoonGi abrazó a HoSeok en cuánto lo vio entrar.10

—Hyung —zollozó.

—Shhh bebé, tranquilo —dijo envolviéndolo en sus


brazos.26

—Hyung, TaeTae ¿qué le pasó? ¿Se pondrá bien? —lloró en


el pecho de su mayor.

—Él estará bien, lo prometo —le respondió tomando su


rostro entre sus manos y besando su naricita.31

El peli celeste mantuvo entre sus brazos a HoSeok durante


un largo rato mientras le daba besitos en la frente, en la
nariz y en las sienes. Trataba de calmarlo y poco a poco lo
estaba logrando.

Los hermanos Jeon también se encontraban abrazados.


JungKook tenía prácticamente en sus piernas a JiMin, no
les importaba que todo el mundo los viera, eso ahora no
era importante.2

La única que estaba sufriendo sola y en silencio era Hae


Ji.54

Sentada en las bancas de espera, había visto el abrazo de


JungKook y JiMin, su corazón se rompió pero fue fuerte por
TaeHyung pues en aquel momento él era lo que más
importaba.4

Una hora más tarde, JungKook llamó a su padre. Le


informó sobre la situación y el señor Jeon le prometió estar
con ellos lo más antes posible. No le avisó a su madre
porque sabía perfectamente que TaeHyung no era de su
agrado, le mintió diciéndole que habían salido en grupo los
cinco.5

La puerta se abrió. El doctor salió de la sala de


emergencias y se acercó a los muchachos presentes, JiMin
se soltó del agarre de su hermano y corrió hasta el médico.

—Doctor Kim ¿Cómo está TaeHyung? ¿Él está bien? —


preguntó desesperado.

—Sí —contestó con una sonrisa tranquilizadora—, tuvo


un shock anafiláctico severo, tus primeros auxilios fueron
correctos sólo que la dosis fue muy poca, por eso sufrió
otra convulsión. Él está estable, lo pasaremos a una
habitación luego de algunas revisiones.11

Todos suspiraron aliviados mientras el doctor les daba un


par de indicaciones más antes de retirarse. Unas horas
después, el castaño fue trasladado a una habitación,
cuando estuvo instalado, todos ingresaron a verlo.

—¡TaeHyungie! —gritó JiMin y corrió hacia la cama del


mencionado.

—¡JiMinnie! —respondió el sonriente castaño—. Wow, todos


están aquí.

—TaeTae... —sollozó HoSeok.

—¡Hobi! ¡YoonGi! ¡Hae Ji! —dijo feliz mientras recibía los


abrazos de los mencionados—, wow, esto debe ser un
sueño, incluso JungKook está aquí.16

—Hey Park, deja de darnos sustos —respondió


desinteresado el pelinegro, pero aliviado a la vez de ver al
castaño sano y salvo.1

—¿Cuál Park? TaeHyung es tu hyung JungKook, trátalo


bien —gruñó el rubio.

—JungKook me, me a-acabas de hablar —mencionó el


castaño al borde de las lágrimas.28

El pelinegro volteó la mirada e hizo un ademán para que se


callara. Ciertamente no le caía TaeHyung, pero se
encontraba muy feliz de verlo bien, su sonrisa le tranquilizó
y no sabía el por qué.
—Oye TaeHyung, la próxima vez que nos des un susto de
estos, te juro que yo mismo te mando al hospital
nuevamente —amenazó YoonGi mientras desordenaba el
cabello del castaño.

—¡No lo asustes hyung! —le gritó HoSeok—, ¡TaeTae!

—¡Hobi! —exclamó.2

—Me asustaste mucho hyung, no vuelvas a desmayarte.

—No lo haré Hobi, es una promesa. Ven abrázame.2

La pelinegra miraba enternecida la escena delante de sus


ojos, ella también quería decirle algunas cosas a
TaeHyung.

—Tae, nos pegaste un gran susto.

—Hae Ji-shi, lo siento mucho —dijo ruborizado—, te


prometo que no volverá a pasar.

—Claro que no volverá a pasar, de eso me encargaré yo


personalmente —le dvirtió JiMin.

Todos rieron ante el rostro de miedo que puso Tae. Cuando


JiMin se enojaba podía ser muy aterrador, mas el único que
no sonrió fue JungKook. Los celos estaban jugándole una
mala pasada, seguramente ahora su JiMin pasaría más
tiempo con el castaño.5

Mientras JungKook se debatía en celos, el médico entró a


la habitación.

—Jeon JiMin, chicos —los llamó.


—Díganos doctor Kim —dijeron al unísono.

—Ya tengo la causa del shock anafiláctico de Park


TaeHyung. Al parecer es alérgico al salbutamol y se
administró varias cantidades.5

—Salbu... ¿qué? —preguntó el castaño.

—Salbutamol TaeHyung ¿cómo te intoxicaste con eso? —le


preguntó.

—No sé, le juro que yo no tomé ninguna salmón.67

—Salbutamol TaeHyung, salbutamol.5

—Eso, no lo tomé, lo juro —negó con sus manitos.1

—¿Alguien aquí es asmático y usa un inhalador de


salbutamol?13

Nadie respondió, todos estaban callados mirándose entre


sí pues nadie era asmático.

—Doctor ¿cómo es un inhalador?

—Es un pequeño aerosol cuyo contenido se inhala por la


boca.1

—Ah ¡el frasquito mágico! —dijo TaeHyung recordando.52

—¿Cuál frasquito mágico? —le preguntó YoonGi.

—Es que en el baño encontré un frasquito mágico que


cuando se aplastaba salía como agüita, me pareció lindo y
me comí mucha de la agüita.131

—¡¿Qué?! —gritaron todos.


—Que me comí el agüita —respondió con voz bajita.33

Jeon JiMin lo miraba con ganas de asesinarlo. El castaño


solo trató de poner sus ojitos brillosos y bonitos para
aplacar la furia del rubio, pero no funcionó.

—Ahí está el porqué de su shock —mencionó el doctor—,


eres alérgico al salbutamol, por eso tuviste reacciones
adversas. JiMin, le haré una prueba de sangre y otros
procedimientos más y te enviaré los resultados.16

—Haga lo que tenga que hacer doctor Kim, quiero un


chequeo general y todos los resultados. Descarte todo tipo
de enfermedad y haga cualquier análisis necesario —acotó
—, este chico siempre ha sido enfermizo y nunca ha ido al
médico. A veces suele sangrarle la nariz y luce muy débil
aunque come un montón.20

—Aquello no es normal, le haré los análisis —asintió.

—Gracias doctor y disculpe por lo de hace un rato.

—No te preocupes JiMin, yo también me hubiera puesto así


si un amigo mío estuviera mal —agregó y despidiéndose,
salió de la habitación.

—¡Park TaeHyung! —gritó JiMin—, voy a asesinarte.

No había nada más que hacer. El rubio estaba furioso e


incluso JungKook tuvo miedo de la ira de su hermano,
TaeHyung estaba acabado, JiMin iba a matarlo.7

—¡Lo siento JiMinnie!


—No Tae, de esta no te salvas —le dijo y se abalanzó
encima de él para fundirlo en cosquillas.3

Todos rieron ante la escena. Se miraron entre sí y se


unieron para darse un abrazo, eran los mejores amigos, con
secretos, alegrías y penas. Unidos y protegiéndose entre
sí, en las buenas y en las malas, ellos eran como una
familia.+

Familia que muy pronto sufriría los estragos de la maldad.


CAPÍTULO 17
( Escapémonos )
La graduación de JungKook llegó.6

Parado delante de todo el colegio, esperaba por su diploma


de graduación. La familia Jeon se ubicaba en la primera
fila, expectantes del premio a mejor alumno para el menor.
JiMin tenía una cámara en mano y fotografiaba hasta el
más mínimo movimiento de su hermano, estaba ansioso. La
gente envidiaba a la gran familia Jeon, hace sólo dos años
el mayor de sus hijos se había graduado de la secundaria
con todos los honores y hoy lo hacía el menor de los Jeon
también.16

JungKook llegó hasta el centro y recibió el pedazo de


cartulina que llevaba su nombre como mejor alumno
académico y de comportamiento. Los aplausos fueron
iniciados por un entusiasta JiMin para luego seguir por los
de toda la sala presente. El pelinegro miraba fijamente a su
hermano y hacía una reverencia, demostrándole así que
aquella diploma se la dedicaba a él.16

Jeon Tae Hee miraba la escena enternecida.

Al igual que su hermano, su hijo menor también había sido


el más sobresaliente del colegio. Dentro de tres meses
ingresaría a la misma universidad de JiMin y al parecer
hasta estudiaría la misma carrera. Sus hijos serían grandes
doctores, tal como su padre, ella se sentía orgullosa de
ellos y con lágrimas en los ojos aplaudía entusiasmada
mientras era rodeada con los brazos de su esposo quien
también estaba conmocionado y orgulloso de sus dos hijos.
Tae Hee había elegido bien, sus dos hijos eran inteligentes,
los mejores en todo, estaban sanos y eso la hacía sentir la
mejor madre del mundo. Ella era feliz con la vida que
llevaba, porque si ella jamás hubiera tomado aquella
decisión hace veinte años, su destino hubiera sido
totalmente distinto...51

<<>>

—¿Y? ¿Cuál fue resultado?

—Nada Jae Chan —contestó resignada—, no estoy


embarazada.27

—Tranquila mi amor —la consoló a pesar de que a él


también le dolía—, seguiremos intentado.

—¡No! Estoy cansada de intentar —lloró—, ya estoy harta


de intentar quedar embarazada. Ni con un tratamiento, ni
con nada ¡nunca podré tener un bebé!

Tae Hee lloraba pues había intentado quedar embarazada


por todo un año y no lo había logrado. Una endometriosis
se lo impedía y a pesar de haber intentado todos los
métodos, no podía conseguirlo. Lloró amargamente entre
los brazos de su esposo, el famoso médico Jeon Jae Chan.
Tanto su suegra como su propia madre, les habían pedido
un nieto o hasta más, ya que al ser ambos hijos únicos, los
abuelos necesitaban pequeñas personitas que consentir.5

Tae Hee llevaba dos años de casada con Jeon y se sentía


tan mal al no poderle dar ni siquiera un hijo. Tenía miedo
de perderlo a pesar de que el propio Jae Chan le había
dicho que se quedaría con ella para siempre, pues la
amaba así nunca tuvieran hijos.

—Tae Hee, amor —llamó Jeon Jae haciendo que su esposa


levante la mirada llorosa—, y si... ¿adoptamos?42

La idea le dio mil vueltas. El solo pensar que tendrían un


niño que no era suyo, la ponía mal. Ella no tenía problema
con los pobres niños que no tenían un hogar, pero ella
quería un hijo de su propia sangre, alguien por quien dar la
vida y hacer lo que sea.11

Ella quería su propio hijo.

—No, yo tendré un hijo, de nosotros dos —dijo secando sus


lágrimas—, y será el mejor en todo, será perfecto. Lo juro.

De las tantas oraciones que le pidió a Dios, éste se apiadó


y le concedió el deseo de ser madre. La felicidad inundaba
a la familia Jeon y pronto todos sus familiares y amigos
venían a visitarlos para felicitar la buena noticia.1

El embarazo de Tae Hee fue complicado. El bebé que


llevaba en su vientre, un hermoso varoncito, peligraba, a
los tres meses de gestación, estuvo a punto de sufrir un
aborto involuntario. Nuevamente le rogó a Dios por
mantener al pequeño ser que crecía en su vientre, con vida
y nuevamente Dios se lo concedió. A los cinco meses, ella
ya no podía ni caminar.14

Jeon Jae Chan dejó su clínica a mano de sus trabajadores,


con tal de permanecer todo el día en su casa para cuidar a
su esposa, le consentía sus antojos y no la dejaba hacer
nada.

Cada noche, las fresas con chocolate eran la cena de Tae


Hee.

Los últimos meses de gestación estuvo casi en cama todo


el día. El pequeño en su vientre era demasiado inquieto y
se movía demasiado, la señora Jeon sonreía por su
travieso bebé mientras acariciaba lentamente su barriguita
ya crecida.

A los nueve meses y días de más, las contracciones


llegaron una mañana soleada. Tae Hee se quejaba y
respiraba con dificultad. Jae Chan se había levantado por
los gritos de su mujer y al ver su estado, corrió a auxiliarla.

Llegaron a la clínica y entraron a la sala de parto. Horas


más tarde el primogénito de los Jeon había nacido. Los
padres no pudieron estar más felices y conmovidos por la
llegada de su primer hijo. Tae Hee pedía a las enfermeras
que le traigan a su bebé para poder verlo al fin, cuando
recibió una de las noticias que le cambiarían la vida para
siempre.11
—¿Y mi hijo? —preguntó al ver llegar a la enfermera sola—.
¿Dónde está mi hijo?

—S-señora Jeon...

—¿Por qué no trajiste a mi hijo? ¿Dónde está?

Entonces Tae Hee escuchó lo más terrible que pudo


escuchar.20

Su hijo había nacido enfermo, con pocas posibilidades de


vivir tal vez sólo sobreviviría uno o dos meses. La mujer
enloqueció, llorando a mares se levantó de la cama aún
convaleciente y le exigió a la enfermera decirle dónde se
encontraba su pequeño. Había sufrido tanto para poder
tenerlo y el hecho de saber que podría perderlo, la estaba
destrozando. Estaba cansada de luchar por tener un hijo,
se odiaba a sí misma por no ser capaz de dar a luz a un ser
fuerte y sin complicaciones.26

Lo vio tras los cristales junto a varios niños más, niños que
si eran fuertes y que vivirían sanos. Vio entonces a su
pequeño, se veía tan débil, tan frágil, le reprochó el haber
nacido así.4

—¿Por qué? ¿Por qué tú?

Entonces decidió su futuro.

Ella haría que su hijo sea el más inteligente, el más hábil,


el más sano, el mejor en todo. Ella lo haría, lo lograría y su
familia sería perfecta, por eso, rogando por última a Dios
que le concediera tener a su perfecto hijo, miró al pequeño
y tomó una decisión. Dios le concedería su deseo, claro
que lo haría, pero esta vez a un precio muy caro pero
aquello, no la detuvo.21

Había elegido el futuro de su hijo y no tenía mayor


remordimiento de ello.77

<<>>

JungKook bajó del estrado y fue corriendo hacia su


hermano, este al verlo, lo recibió con los brazos extendidos
y lo sostuvo haciéndole sentir especial.

—¡JungKookie felicitaciones! —exclamó el rubio.

—¡Gracias hyung! Pensé que no vendrías y estarías en la


universidad.

—¿Y perderme la graduación de la persona que más


quiero? ¡Jamás! —respondió—, además necesitaba ver con
mis propios ojos que hayas sido el primer puesto.

—Claro que lo fui ¿creías que te dejaría el puesto del más


inteligente de la familia? —se burló—, ya eres el más
guapo, déjame ser al menos el más inteligente hyung.9

JiMin se sonrojó por el descaro de su hermano. JungKook


lo miraba divertido y apretó sus adorables mejillas, como
deseaba el pelinegro tener esas mismas mejillas coloradas
cuando estuviera encima de su hermano, haciéndolo
suyo.27
Sus pensamientos que poco a poco iban creciendo por el
sonrojado Mochi, fueron disueltos al ver a sus padres
acercarse.

—¡Felicitaciones hijo! —dijo su padre muy orgulloso.

—¡Felicitaciones mi lombriz! —añadió su madre lanzándose


hacia él.

JungKook abrazo a ambos y les agradeció. Estaba feliz de


haber acabado al fin el colegio y poder ingresar a la
universidad, había solo una razón para ello y era que ahora
pasaría más tiempo con JiMin.

—¡JungKook! —se oyó a lo lejos.

Una rubia alocada, venia directo hacia ellos. JiMin sintió


una punzada de celos y Tae Hee rodó los ojos en el
instante que oyó la voz de aquella mocosa. JungKook no
había visto a Sae Na la última semana y tampoco era que
le importase, pero se sorprendió al verla tan feliz.7

—¡Amor! ¿Me extrañaste? —dijo mientras besaba


fugazmente a su novio. JungKook no pudo detenerla y
volteó a ver a su hermana quien parecía haber palidecido—,
hola suegros, hola cuñado. JungKook ¿irás a la fiesta de
esta noche? Pasas por mí ¿ok?9

Mientras ella parloteaba sin parar, la señora Jeon veía


como su hijo mayor estaba incómodo mirando hacia otro
lado. Suspiró con pesar y aclarando su garganta,
interrumpió a la rubia.18
—JungKook no irá a esa fiesta, ahora si nos disculpas,
debemos irnos.

JiMin miró sorprendido a su madre y esta le guiñó un ojo. El


pelinegro también se había quedado boquiabierto y, Jung
HoSeok que se había acercado a saludar con un diploma en
mano también, se quedó asombrado por la situación.16

—Ya oíste a mi mami, adiós Sae Na, te hablo luego —


respondió burlesco y a la rubia no le quedó de otra que irse
renegando del lugar. JiMin sonrió.1

—Señores Jeon, buenas tardes —saludó el pelirrojo y los


mayores asintieron devolviéndole el saludo—, Kookie ¿en
serio no irás a la fiesta de esta noche?

—Bueno yo... —dijo mirando a su madre.

—Sí irá HoSeokie —asintió Tae Hee—, sólo dije que no iría
para que esa mocosa no vaya también.

—¿Por qué te cae tan mal la novia de nuestro hijo? —le


preguntó el señor Jeon—, es su novia, JungKook se puede
sentir mal por como la tratas.

—Ah no, no te preocupes papi, deja que mi mami le grite,


eso le pasa por escandalosa.46

Todos rieron ante las palabras del pelinegro. Aún no


entendían como estaba en una relación con aquella
muchacha si parecía tratarla mal y al parecer ni siquiera le
gustaba.

—Entonces ¿irás?
—Sí.

—Irá con JiMin —añadió la señora Jeon ante el asombro de


todos nuevamente—, ¿Qué? ¿Creías que te mandarías sólo?
Tu hermano va a acompañarte.35

—¿Seré una niñera?

—Lo serás —acotó y sin decir nada más dio por finalizada
la discusión.

JungKook estaba más que feliz, JiMin aún no salía de su


asombro y HoSeok se encontraba entusiasmado, pues si
JiMin iba a la fiesta, seguramente YoonGi y TaeHyung
también. Aquella noche sería perfecta.22

La noche cayó rápidamente, JungKook estaba echándose


un poco de perfume antes de salir de su habitación para ir
a la fiesta. JiMin por su lado, aún trataba de hacerle magia
a aquel cabello revoltoso.1

Sin pensarlo más, el rubio decidió peinar su cabello hacia


tras. Siempre lo traía adelante tapando su frente, pero hoy
lo cambiaría. Con aquellos pantalones apretados de cuero
y una chaqueta negra de cuero también, salió de su
habitación y bajó a la sala. JungKook ya lo esperaba ahí.13

La baba se le cayó literalmente. Su hermano, quien muy


pocas veces se arreglaba de esa forma, se encontraba cual
ángel bajado del cielo en frente de las escaleras. La ropa
negra y aquel polo blanco traslúcido por dentro, dejaba
muy poco a la imaginación. Pero era su cabello hacia atrás
lo que más le gustaba, su rostro era malditamente perfecto
sin desmeritar por supuesto a su redondo y gran trasero.
Perfecto.16

La señora Jeon apareció desde la cocina y aplaudió al ver


a sus hijos tan guapos.

—Vayan con cuidado lombrices —dijo protectoramente—,


los quiero aquí antes de las seis ¿ok?11

—Ok mamá —respondieron al unísono y se despidieron de


su madre quien los despachó con una sonrisa.

Realmente sería una gran noche.7

Al llegar a la fiesta, todo el colegio estaba ahí. YoonGi y


TaeHyung también irían, por lo que los Jeon decidieron
esperarlos afuera. JiMin se estaba robando las miradas de
todos los chicos y chicas presentes. JungKook no podía
estar más celoso y el rubio se dio cuenta cuando este
empujó su lengua contra se mejilla. Siempre había
demostrado sus celos de esa manera y JiMin lo sabía. El
pelinegro estaba a punto de reventar pues odos querían
lanzarse encima de su JiMin y él no lo soportaría ni un
segundo más.3

—Hola precioso ¿quieres entrar? ¡Vamos! Ven a divertirte —


invitó un castaño alto a su hermano.8

Aquello fue la gota que derramó el vaso. JungKook caminó


hacia el hombre que quería robarse a JiMin y lo encaró.

—Sólo lo diré una vez —pronunció amenazante—. ¡Piérdete!


El muchacho sintió miedo y salió casi corriendo de la
acera. JiMin miró expectante la escena y ante su
perplejidad, JungKook sólo comentó una locura.

—Escapémonos.47

—¿Qué? —preguntó el rubio.

—Escapémonos JiMin, escapémonos muy lejos de aquí,


distantes de todos

—Pero es tu fiesta —contradijo.

—Vámonos, escondámonos de esta multitud y del absurdo


día a día.3

—JungKookie...

—Escapémonos JiMin, quiero ir a la oscuridad donde no


haya más que ver tus preciosos ojos.34

El rubio vio el brillo en los ojos de su hermano. Su corazón


latió y aunque sabía que estaba mal, no pudo ir contra sus
sentimientos, no pudieron luchar contra el amor que se
tenían.

—Está bien JungKookie, escapémonos ahora.1

Y escapando de verdad, tomados de la mano, fueron sin


rumbo. Definitivamente sería una noche perfecta.
CAPÍTULO 19 ( Luz de luna
llena )
Bajo la luz de la luna llena, JungKook recibió a JiMin entre
sus brazos y atrapó el beso ansioso que su hermano le
daba.4

Con delicadeza posó una de sus manos en la nuca del


mayor, con la otra lo sostuvo de la cintura y lo cargó
dejándolo delicadamente sobre la arena que aún estaba
cálida por los rayos solares de aquella tarde.3

El beso aminoró su fuego y se fue tornando suave,


delicado, armonioso. Sus labios juntos eran como una bella
pieza de arte que se movían al compás de las olas frente a
ellos. Habían nacido para estar juntos, lo sabían cada vez
que se miraban, se tocaban y se besaban.3

Ellos más que nadie, lo sabían.

Un rastro de besos en el cuello de JiMin, era dejado con


parsimonia. El rubio gemía bajito y suspiraba al sentir los
labios de JungKook en él. El pelinegro volvió a subir hasta
los labios de JiMin y besó nuevamente cogiendo con sus
dientitos delanteros, aquellos que el rubio amaba, el labio
inferior del mayor. JiMin arqueó la espalda lentamente, el
fuego que ardía dentro de él consumía su corazón. La mano
derecha de JungKook viajó por los muslos de su hermano,
subiendo y bajando por aquellos montes prohibidos;
desabrochando el pantalón de a poco, disfrutando cada
segundo y besando todo lo que podía.9

JiMin sentía volar por unas nubes que llevaban el olor de


JungKook.1

El pelinegro veía con aquellos ojos vidriosos lo perfecto


que su hermano se veía debajo de él. El rubio yacía con los
ojitos cerrados, encadenado al ritmo de sus caderas
mientras el miembro del menor rozaba su cintura.

—Jeon JiMin, tus labios son de seda... —le dijo


sensualmente al oído mientras regresaba a besar aquellos
labios que lo enloquecían—, tus dientes son del color de la
luna llena mi amor, tu risa la sangre que corre por mis
venas y tus besos la tinta de mis versos que siempre te
encuentran.67

JiMin suspiró nuevamente y abrió sus ojitos.

La luz de la luna le daba directamente en el rostro dándole


un aspecto angelical, facciones definidas y sin
excluyentes, ojos caramelo y pequeña nariz alzada,
mejillas resplandecientes y labios de seda. JungKook
mismo lo había dicho y no se había equivocado, eran de
seda.

—JungKook...

—Sabes JiMin, erizas mi piel sin siquiera tocarla. Eres


inocencia, perversión, ternura y pasión, todo tú lo eres
amor mío.25
JiMin sintió aquella corriente eléctrica llegar a cada
centímetro de su cuerpo. Por su espalda baja, un cosquilleo
empezó a hacerlo temblar. JungKook quitó la camiseta
semi transparente y la dejó volando por los aires. El cuerpo
del rubio temblaba como si el amor estuviese vibrando
dentro de él.

Exactamente eso era lo que sentía.

Ya no le importaba lo que pasaría después, solo sabía que


estaba expuesto ante JungKook, con los labios semi
abiertos, los ojos dilatados y el alma pendiendo de un hilo.4

JungKook sacó sus pantalones y quitando la última prenda,


dejó a JiMin desnudo, presentándose como un dios de la
belleza ante la luna quien lo miraba envidioso, pues brillaba
más que ella. Incluso el sol se hubiera puesto celoso de ver
el brillo natural que JiMin emanaba. No era una mujer, no
tenía facciones de mujer ni mucho menos era una delicada
rosa. Era un hombre, bello, dulce e indiscutiblemente
sensual, su cuerpo era tonificado y a pesar de algunos
músculos bien formados que tenía por ahí, su cintura
pequeña era el pecado de JungKook. Esas perfectas
formas eran las que volvían loco al pelinegro, pues sabía
que no era una mujer, era un hombre en el que podía
aplicar toda su fuerza, toda su pasión desbordante, llenarlo
de él salvajemente sin temor a lastimarlo, quería
desgarrarlo de placer siempre. Pero bajo la luz de aquella
hermosa luna encima de ellos, aquella noche quiso amarlo
lento, suave, dulce. Quiso no perderse ni un milímetro de
su cremosa piel y besar en JiMin lugares que ni siquiera él
mismo conocía.30

JiMin se lo merecía.

—JungKookie... t-te amo...

—Sigue JiMinnie, sigue —le decía mientras se desvestía


para poder apoderarse del cuerpo del mayor.

—JungKookie... hazme tuyo por favor —susurraba cuando


el cuerpo del menor lo tenía atrapado.23

JiMin quería que JungKook entrara a las calles secretas de


su intimidad, a donde nadie conocía su fragilidad, a
aquellos abismos de su soledad.
JiMim quería que corra en él su amor como un río y que
llegue a los rincones profundos de su alma. Quería que su
presencia llenara todo su ser, donde solo su luz podía
entrar, donde nadie jamás llegaría y que llenara los
momentos más oscuros de su privacidad.11

JiMin lo quería todo de JungKook.

—Que huyan los fantasmas de este amor JiMin, que sólo


me quedes tú.13

JungKook lo besaba. Bajaba por el cuerpo de su hermano,


rastreando, olfateando y hundiendo su lengua en toda la
textura de la piel expuesta ante él. Los pezones de JiMin,
con un color caramelo al igual que sus ojos, lo llamaban
para ser chupados y mordidos con vehemencia.4
Y así lo hizo.4

Jaló, mordisqueó e hizo gemir nuevamente al rubio. Duros y


expectantes se quedaron cuando retiró sus labios y bajó
hasta ese abdomen con una leve pancita. No había
abdominales aunque JiMin quisiera y eso era lo que
JungKook más amaba. Al pelinegro le incomodaba que su
hermano siempre quisiera estar delgado y con abdominales
definidos. Si supiera JiMin cuánto amaba él esa pequeña
barriguita y ese ombliguito tan sexy. Si supiera que lo
amaba tal como era pues su cuerpo era perfecto, tan
perdecto que el cuerpo de JungKook tenía gran afinidad
por el de JiMin y eso superaba cualquier ley del mundo.
JungKook amaba tal como era y que incluso si engordaba
él lo seguiría amando, de la forma en que JiMin estuviese,
él lo amaría.8

—Hazme tuyo JungKook, t-te lo suplico...

—Lo haré mi amor, no dejes que tus pensamientos te aten,


déjate llevar.

El pelinegro abrió levemente las piernas de JiMin y dejó la


punta de su miembro erecto justo entre el rubio. Lo levantó
un poco para adentrarse en él y con sutileza volvió a
besarlo por leves segundos. La punta quedó en las puertas
de JiMin, palpitando con fuerza desmedida, como si
esperase a que lo invitaran a pasar.

—Te amo... —le dijo JiMin extasiado de placer y aquellas


dos palabras doradas fueron el detonante para JungKook.
Entró suavecito. Los segundos fueron eternos pues nadie
los apuraba pues tenían toda una noche para amarse, para
inundarse de placer. Fragmento por fragmento, fue
abriéndose paso entre los músculos que rodeaban su polla,
aprisionándolo y ahogándolo. Movimientos lentos pero
duros, un vaivén de caderas moviéndose sin parar, JiMin se
contraía para dar más fricción, de sus labios boquiabiertos
salía gruñidos de excitación, como si estuviera
liberándose. En verdad lo hacía, estaba sacando de él
mismo todo el amor que tenía, toda la esencia concentrada
lista para ser usada.18

JungKook se movió, un poco más rápido mientras dejaba


una línea perfecta de besos desde el ombligo de JiMin,
recorriendo su torso, hasta su cuello. Las embestidas eran
cada vez más fuertes, sensuales, eróticas. Un minuto más
y otro y otro más, choques de piel con piel iban y venían y
entre tanta ida y venida, el orgasmo se acercaba
exclamando que sería el mejor. Un minuto más y otro y otro
más, el juego de la lascivia había seguido su ritmo sin
parar, entrando y saliendo, sonando y resonando. El
miembro erecto del menor no sucumbía ante la deliciosa
entrada de JiMin, empujaba cada vez más, pero aun así,
ambos sabían que el momento había llegado.2

—JungKookie, te necesito, más por favor, m-más...

Palabras exactas para la liberación de amor. JungKook se


vino dentro llenando con aquel líquido a JiMin, haciéndole
saber que era suyo y que siempre lo sería, que si incluso el
mismo mundo se oponía, él se llevaría lejos a su amado, no
sin antes haber luchado. JiMin se vino junto a él, también
liberó aquel blanquecino líquido dejando así la marca de
pasión.

Sus respiraciones no se calmaron. Aún envueltos en


aquella burbuja de la que no querían salir, se miraron y sus
miradas se hablaban por sí solas. Si Dios hubiese visto
aquellas miradas que se daban, seguramente los hubiera
unido, pues eran miradas de amor, de verdadero amor.12

Habían perdido la visión por la excitación, la poca cordura


que tenían había quedado disuelta, sus emociones crecían,
de sus ojos lágrimas caían.

—Te amo JiMin, te amo como no tienes idea, como la luna


amó al sol desde la primera vez que la vio hasta el día de
hoy. A pesar de estar separados y sólo verse en los
eclipses, siguen amándose y lo seguirán haciendo, así
como yo a ti amor mío.32

—JungKookie, te amo, no me dejes por favor, no me dejes


nunca —sillozó con gruesas lágrimas de dolor.4

—Bajo la luz de esta luna llena que ilumina tu bello rostro


haciéndome ver que eres el ser más perfecto del mundo, te
juro que no te dejaré ir, incluso si te quieres ir, esta vez no
lo haré, te juro que no lo haré.18

A veces las promesas eran verdaderas, no siempre tienen


que ser falsas y para aquellos dos amantes, esa promesa
fue su fiesta de compromiso.
No siempre el que promete tiene que fallar, a veces a quién
se le hizo aquella promesa es quién la deshecha primero.
CAPÍTULO 18 ( Confesión de
amor )
Tomados de la mano caminaban sin rumbo alguno.2

La noche caía sobre ellos y la luz de la luna llena les daba


un enfoque real, tan real como el amor que se tenían. No
había necesidad de cruzar palabra, sus corazones tenían el
mismo latido y se hablaban entre sí, una sonrisa sincera en
sus rostros les daba a entender que aquella noche sería
única.2

Había muchas dificultades para ellos, tenían un largo


camino por recorrer, muchos obstáculos que romper y una
vida por delante que enfrentar. Pero aquella noche, sólo
aquella noche iban a disfrutar cada segundo para
entregarse al amor más puro y al pecado menos castigado.
No podía haber castigo si el amor era la fuerza que los
había impulsado a desafiar las leyes del mundo. Sabían que
aquel Dios del cielo al que todo el mundo adoraba, era
misericordioso y los perdonaría.8

Incluso si no los perdonaba, ellos no se detendrían.

JiMin había luchado tantos años contra aquello que él creía


una enfermedad, quería acabar con esa sensación que el
pelinegro lograba en su corazón, había luchado tanto
contra él mismo que no se dio cuenta el amor que su
hermano le proclamaba. Hasta hace muy poco tiempo él
creía fielmente que estaba errado, enfermo, sucio. Pero fue
JungKook, aquella noche que se unieron y sus cuerpos
bailaron como uno solo, el que le hizo darse cuenta que un
amor como el suyo no podía acabar sin siquiera haber
empezado.3

No se lo merecían.1

Sus pasos eran tan ligeros, tan suavecitos que se unían a


la dulce melodía de sus corazones. Había pasado una hora
desde que habían decidido escapar y nunca habían sentido
tanta paz como aquella noche.

Sin duda, era la mejor decisión que habían tomado.

—Jeon JungKookie —llamó el rubio—, tengo hambre.13

El menor paró en seco y observó a JiMin, se veía tan


adorable haciendo un puchero y pidiendo comida. Todo el
mundo desaparecía cuando su hermano decidía pronunciar
palabra alguna. Ni siquiera las miradas curiosas que le
daban a su hyung, lo hacía salir de la ensoñación en la que
estaba al escuchar al rubio hablar, asi hablara sobre su
pancita que rugía.

—¿Estás escuchándome mocoso? —le preguntó.1

—¿Eh? Sí hyung, es que... —se detuvo para mirar de más


cerca de JiMin—, eres tan hermoso.

JiMin no se sonrojó esta vez, sólo golpeó en la cabeza al


menor y caminó de frente dejándole una vista privilegiada a
JungKook de su hermoso trasero.24
Babeando era la acción exacta que estaba haciendo el
pelinegro, ver como JiMin caminaba y dejaba ver su
hermosa espalda baja por aquellos benditos pantalones
ajustados, lo estaba excitando. Pero JungKook no era el
único, había muchas personas en el centro de la ciudad
cuyas miradas estaban siendo robadas por aquel rubio
sexy. JungKook se dio cuenta y rápidamente, antes de
desatar su furia contra los fisgones, se sacó la chaqueta y
la puso alrededor de la cintura de su hermano.10

—Pero... ¿qué haces?

—Vas a ponerte esa casaca en la cintura —le ordenó.

—¿Por qué? —preguntó confundido.

—¿Has visto cómo te miran todos? —frunció el ceño—. ¡Te


quieren comer con la mirada hyung!1

—JungKookie... ¿estás celoso?13

—Sí JiMinnie —aceptó y termino de envolver la chaqueta


alrededor de la cintura—, ahora si puedes caminar sin que
vean tu hermoso y delicioso trasero, que por cierto, me
pertenece.4

—¿Sabes que eres un descarado de lo peor? —le preguntó


el rubio fingiendo estar ofendido.

—Sí y sé que te encanta —respondió y le dio un pequeño


besito fugaz.6
JiMin retrocedió. Las personas a su alrededor los miraban
enternecidos, el mayor de los Jeon sintió miedo. JungKook
lo había besado en la calle y definitivamente eso no estaba
bien.

—¿Qué hiciste? —le preguntó desconcertado.

—Besarte ¿qué más? —respondió el pelinegro con total


sinceridad.

—JungKook, está mal. Dios, no puedes sólo besarme en la


calle, alguien puede vernos.17

El menor sonrió tristemente.28

Bajó la cabeza en señal de disculpa y trató de sobre llevar


las palabras que le había dicho JiMin. ¿Tan malo era poder
besarlo libremente? ¿Por qué tenía que ser así? ¿Ni
siquiera podían darse un beso? ¿Hasta cuándo se
esconderían? ¿Algún día podrían estar juntos?2

JiMin vio la sonrisa falsa de JungKook.

Había sido cruel con sus palabras, pero no estaba lejos de


la realidad. Le dolió la mirada oscura del pelinegro, pero al
igual que él, también asintió en forma de disculpa. El
menor de los Jeon deseo cambiar de tema y tragándose su
sufrimiento, volvió a esbozar una sonrisa aún más grande.

—¿Qué quieres comer hyung? Hay un lugar cinco estrellas


por aquí, si quieres vamos po...

—¡Brochetas de cordero! —dijo JiMin tratando de


entusiasmar al pelinegro. JungKook amaba las brochetas.2
—Pero...

—¡Vamos Kookie! —lo jaló—, quiero comer brochetas de


cordero.

Tal vez estaban heridos, de eso no había duda, pero


trataban de sonreírse y no pensar demasiado. Si la
conversación siempre sería la misma, si jamás podrían
estar juntos ¿qué razón había para recordarlo? Por una
noche JiMin quiso olvidarse de todo al igual que JungKook.
Aunque sea por una noche podían ser felices, sólo una
bendita noche de las miles que vendrían por delante. ¿Era
mucho pedir?

¿Podría la vida regalarles un tiempo a oscuras para sólo


ellos dos?11

Terminaron de comer, entre risas y ocurrencias. El


pelinegro amaba hacer reír a su hermano, pues si JiMin
reía y era feliz, él también lo era. No importaba si su
corazón doliera, la risa del mayor llenaba cada átomo de su
ser y lo hacía sentir bien, tan bien.

Volvieron a caminar alejándose del centro de la ciudad. Por


los bordes de Busan y a las orillas del gran océano, se
detuvieron cansados. JiMin se desató la chaqueta de
JungKook que tenía en la cintura y la colocó sobre la
arena. También quitó la suya propia y la colocó para que su
hermano se sentara. Ahora ambos yacían aún de la mano
mirando al horizonte sombrío. Era tiempo de confesarse.
—¿Cómo empezó JungKookie? —preguntó el rubio dando
inicio a una noche llena de secretos—. ¿Cómo empezó esto
para ti?

—No tiene punto de partida JiMin, yo te he amado desde el


momento en que te vi.

—Tenías dos horas de nacido cuando nos vimos por


primera vez y yo tenía dos años JungKook —Rió
dulcemente.14

—Pues desde bebé lo sabía. Te he amado desde siempre —


respondió.

—Debe haber un momento exacto en el que dijiste, wow, lo


amo.3

—Ciertamente, si hay un momento exacto.

—¿Qué es esto JungKook? ¿Qué somos? ¿Por qué... por qué


nosotros? ¿Cómo ocurrió? ¿Cuándo te sentiste así? ¿Por
qué estamos haciendo esto? —preguntó el rubio, tan rápido
que se ahogó con sus propias palabras y empezó a
sollozar.13

—JiMin... —lo llamó para acurrucarlo entre sus brazos.

—¡Estamos sucios! ¡Somos unos enfermos! Perdóname


JungKookie, yo te hice esto, te hice un enfer...31

—¡Cállate! Cállate JiMin —respondió el pelinegro mientras


zarandeaba a su hermano para que reaccionara—, esto...
esto no es nada sucio ni enfermo ¿Crees que nuestro amor
es una porquería? ¿Lo crees? ¡Te amo! Y créeme Jeon
JiMin, eso para mí no es ninguna enfermedad.1

—Pero... —JiMin trató de decir algo que lo hiciera sentir


bien, pero seguía llorando desconsoladamente.

—Pero nada JiMin ¿acaso no me amas?

—¿Y si estamos confundidos? ¿Y si te confundí Kookie? ¿Y


si todo esto es una fant...21

—¡Basta! Me estás lastimando ¡Basta! ¿Confundidos?


¿Estás confundido entonces? Porque yo no lo estoy JiMin,
sé perfectamente lo que siento por ti y me vale ¡una
mierda! lo que digan los demás.

—¡Te amo! Yo realmente te amo JungKook, pero eso nadie


lo va a entender ¡Es un pecado! —le gritó.19

—¡No lo es! El mundo entero estará en nuestra contra y


ahora ¿Tú también lo estás? Pues te equivocaste JiMin, no
voy a renunciar a ti ¡Nunca!

—Pero papá, mamá, nuestros amigos...

—¡No me importa! Ninguno de ellos me importa tanto como


tú ¿No lo entiendes? ¡Te amo!

—¿Y si nos olvidamos de esto? JungKookie tal vez


podamos olvidarlo —insistía el rubio.3

—¡No! No quiero olvidarte, no puedo olvidarte así, no quiero


dejarte ir —lloró.1

El pelinegro no lo aguantaba más.


JiMin parecía querer acabar con todo y negarse a luchar
por ellos y dolía, como en un infierno dolía. Si él estaba
sólo en esta lucha ¿Qué sentido tendría? No quería dejar ir
a JiMin, no quería, pero era todo era tan confuso, tan
difícil. A él no le importaba enfrentarse al mundo entero por
su amor.4

Eran como las luces en el invierno, como una nube en el


infierno, como el sol peleando con la luna.1

JiMin hablaba y hablaba de lo enfermo que era, del


recuerdo y el olvido, decía palabras sin sentido para el
pelinegro que caía como lluvia para él. Se sentía derrotado,
devastado.

—Perdón —escuchó el susurro de su hermano cargado de


dolor—, te amo JungKook, no me dejes, no voy a dejarte
jamás.16

JungKook giró aún con lágrimas en los ojos y lo besó. Lo


besó con necesidad, como si con aquel beso calmara su
destrozado corazón.

—¿Recuerdas aquel primer día de clases dónde nos


hicimos cosquillas en el suelo? —preguntó el pelinegro.

—Cosquillas en el suelo... —repitió tratando de recorda—,


siempre nos hemos hecho cosquillas Kookie.

—Aquella vez JiMinnie, cuando te pregunté si me querías.


JiMin, quien casi no recordaba muchas cosas, encontró en
el mar de sus recuerdos el día en el que su hermano le dijo
te amo por primera vez.

—Oh ¡lo recordé! —dijo desconcertado—. ¿Qué ocurre con


eso?

—Esa fue la primera vez que supe que te amaba —confesó.5

—JungKook-ah.

—Mi corazón latía tan fuerte, me habías robado un beso en


la mejilla y te veías tan adorable hyung. Era amor, siempre
lo fue.

—JungKookie, tenías diez añitos en ese entonces ¿cómo


sabías que era amor? —preguntó limpiando las lágrimas de
su pequeño hermano.3

—Siempre pensé que la palabra amor significaba tu


nombre, que el amor significaba "JiMin" —dijo dándole una
media sonrisa.5

—¿Yo? ¿Yo significaba amor? —el rubio abrió sus ojitos con
demasía.

—Sí JiMinnie, para mi tú eras amor.

—P-pero eso era cuando tenías diez años Kookie, ahora ya


eres grande y sabes lo que significa amor.

—Sí JiMinnie, ahora ya sé que significan aquella palabra,


pero incluso si lo sé, para mí, tú sigues significando el
amor.7
JiMin entonces entendió aquella confesión de amor.

Con fiereza se lanzó sobre JungKook y se posicionó


encima, sus labios de juntaron y un beso de amor comenzó.
Las lágrimas caían de ambos mas eso no le importó, de
nada valía llorar si ahora sabían que se amaban. Tenían
que ser fuertes, luego de aquella confesión de amor tenían
que hacerlo pues la vida les tenía preparado un cruel
destino que su gran amor no podría detener...
CAPÍTULO 20 ( Tengo miedo )
JiMin se removió al sentir el aire fresco de una madrugada
que se terminaba.1

El sol creciente parecía llegar de a pocos e hizo que el


rubio abriera sus ojitos. Frotándolos con demasía, vio a
JungKook sentado a su lado, mirando el horizonte y a las
ahora calmadas olas.

—JungKookie...

—Despertaste mi amor —el pelinegro volteó y sonrió al


verlo despeinado, con la carita hinchada resaltando sus
mofletes y aún con uno de sus ojitos cerrados.

—¿Por qué no me levantaste? —le preguntó.

—Estabas durmiendo tan plácidamente que te veías


adorable, no podía cometer semejante locura.

El rubio sonrió. Peinó su enmarañado cabello con las


manos y acomodó sus ropas, había pasado la mejor noche
de su vida al lado del ser que amaba. No podía pedir más
que eso, había sido perfección pura el haberse amado con
JungKook bajo el cielo.

—Ya está amaneciendo, debemos irnos —le avisó al menor


quien seguía mirándolo admirado.
—Es cierto, pero primero vayamos a remojarnos los pies un
rato.

JungKook se levantó y le cedió la mano a JiMin para


ayudarlo. Este la tomo y de un brinco estuvo de pie y
caminaron por la arena descalzos, con las manos
entrelazadas.

—Te amo... —le dijo JiMin sorprendiendo al pelinegro.

—Yo más JiMinnie, yo muchísimo más.1

—¿Amas a un cobarde que se muere de miedo por lo que


está a punto de pasar?

—Bueno, ahora lo que está a punto de pasar es que vamos


a remojarnos los piecitos.

—¡Tonto! —exclamó JiMin golpeándolo en el brazo—,


incluso eso me da miedo creo.

—Así que tienes miedo —les respondió mientras ponía


rostro de estar pensando—, pues entonces tendré que
meterte a la fuerza.

JungKook alzó a JiMin y lo cogió entre sus brazos, lo


levantó corriendo hasta la orilla mientras el rubio le gritaba
y pataleaba para soltarse. JungKook lo bajó y JiMin avanzó
despacio, con cautela.

—¡Wow! Está helada.

—Esta escena es perfecta —mencionó JungKook


suspirando.
—¿Por qué? —le preguntó mientras avanzaba un poquito
más y sus pies se sumergían.

—El amanecer y el mar, el viento y el amor de mi vida, es


una escena perfecta JiMin, la escena ideal.7

El menor avanzó y lo abrazó por la espalda, hundiendo su


rostro en el cabello de JiMin, olfateando su dulce shampoo
de durazno.

—¿Qué escena estamos haciendo ahora? —le preguntó


divertido.2

—Una escena de abrazo por la espalda —contestó riendo.27

—Te amo JungKook, realmente lo hago.

—Al igual que yo JiMin, exactamente al igual que yo.

JungKook volteó el rostro de JiMin y lo atrajo hasta él. Lo


besó, suavemente, disfrutando el sabor de los labios del
amor de su vida, de su amor prohibido. JiMin sentía que
volaba cuando era besado de aquella forma, quería tanto
vivir así para siempre y tenía miedo, miedo a que tal vez
nunca vaya a probar los labios del menor nuevamente.
Tenía demasiado.

—Vámonos, mamá dijo que teníamos que estar antes de las


seis —anunció JiMin aún con los ojitos cerrados luego del
beso.

—Sí, vámonos antes de que el sol salga por completo y se


ponga celoso al ver que eres más hermoso que él.
—¿Sabías que eres un romántico empedernido? ¿Hasta
cuándo me dirás esas cosas? —preguntó un JiMin
demasiado ruborizado.1

—Hasta que te lo creas —le dijo mientras le ponía sus


zapatos al mayor.

—Oye, yo sé que soy guapo.

—¡Qué vanidoso!3

—Te sacaste la lotería conmigo JungKook, acéptalo —


comentó mientras avanzaban alejándose de la playa.

—Lo sé, siempre lo he sabido.

—¿Siempre?

—Siempre...

El camino a casa fue rápido. En el taxi iban abrazados


mientras conversaban de trivialidades, así eran ellos, los
hermanos Jeon siempre habían sido de aquellos que no
necesitaban de una fiesta, salidas o lugares fuera de casa
para divertirse. Sus solas conversaciones eran su más
grande pasatiempo, entre hacerse bromas y hablar de
dinosaurios, eclipses y anatomía humana, el tiempo se les
pasaba volando. El chofer miraba por el espejo retrovisor a
la pareja de hermanos y sonreía, pues fuera de demostrar
perversión o una situación homosexual escandalosa,
emanaban ternura y calidez.

Llegaron a casa justo antes de las seis.


Caminaron hasta la puerta pensando en que el momento
que pisaran su hogar, tendrían que ser los hermanos Jeon
nuevamente. Tenían que dejar de ser los amantes para ser
lo que la vida había decidido que fueran.

Simples hermanos.

El destino, la vida, Dios y todos se equivocaban si creían


que ellos harían caso a esa absurda ley de ser hermanos y
no poder amarse como querían. Estaban todos
equivocados, nadie los detendría.

—Tendremos que ser fuertes JiMin. Debes terminar con


Hae Ji y yo deshacerme de Sae Na, al fin seremos libres.

—JungKook, tengo miedo, no sé si esto sea lo correcto.

—JiMin, ya hemos hablado de esto, por favor —le dijo


mientras apresaba la manito del mayor y con aquel gesto le
hacía entender que él estaba ahí para protegerlo.

—Regresar a ser hermanos, no sé si pueda. Siento que


mamá lo descubrirá —exclamó deteniéndose delante de la
puerta.

—No se lo diremos ahora, será dentro poco.

—No podré JungKook ¡no puedo!

—¿Quieres seguir con esta farsa entonces? Me dañas JiMin


—musitó el menor.

—JungKo...2
—¡No! Sigamos con esta estúpida farsa entonces, quédate
con Hae Ji, despierta en sus brazos y yo amaneceré cada
día con Sae Na —respondió resignado. Jeon JungKook
estaba dolido.

—¡No! No quiero que estés con ella, no quiero estar con


Hae Ji, pero tengo miedo, sigo pensando que está mal.

—Sigue pensándolo entonces JiMin, veo que para ti esto no


significó nada, a pesar de que anoche nos juramos el
amarnos hasta el último instante...

—Yo... —el rubio no sabía que decir. Sus lágrimas caían, no


por el miedo, si no por el daño que sabía que le estaba
haciendo al menor.

—¿Sólo dirás eso? —preguntó más JiMin sólo guardó


silencio—, bien, no quieres hablar, al parecer nos estamos
dejando vencer sin luchar...

Y JiMin lloró.

JungKook sabía que era difícil, claro que lo era. Él luchaba,


él realmente amaba a JiMin pero ¿JiMin lo amaba a él? No
desconfiaba, pero le dolía la poca fe que el rubio tenía en
su amor. Aquel amor que era como un sueño tan perfecto,
tan lindo y real, que parece un delito el final, estaba
terminándose mientras su alma se iba sin aviso.2

No podía dejar a JiMin, no podía dejarlo ir tan fácilmente,


por eso fue hasta él y estampó sus labios.
Sus besos siempre fueron necesitados, como si con ellos
pudiera recuperar todos los que nunca se dieron. JiMin lo
recibió necesitado también. Sus lágrimas caían mientras el
temblaba. Cuando JungKook lo besaba, tomaba fuerzas
para luchar, pero saber que al cruzar esa puerta lo
regresaría a la realidad, le dolía.

Cruelmente le dolía.

—¿Ves? te conozco, no sabes fingir JiMin, caes ante este


amor tú también —le dijo mirándolo a los ojos, aquellos
dulces ojos que el pelinegro tanto amaba—, tú formas parte
de mí y créeme, puedo ver lo que tus ojos callan.

—Te amo JungKook, no quiero decirte que no, no quiero


cambiar de rumbo el destino —el rubio tenía tanto miedo.
Su rostro estaba entre las manos de JungKook, acunado
y... protegido.

—¿Cómo explicarte que muero por ti? Que eres el universo


para mí.15

Lo era todo.

Para JungKook, JiMin lo era todo. El sólo hecho de


imaginar que JiMin amanecería en otra cama, que él mismo
despertaría por ahí, con cualquier mujer, lo atemorizaba.
Verlo casarse, tener hijos, verlo en brazos de otra,
simplemente, su alma no lo concebía. JungKook quería
olvidar el pasado, si JiMin le decía que deseaba terminar
con su bello amor, el pelinegro no lo soportaría.4
—Que alguien me robe tus besos y te acaricie la piel JiMin,
no puedo aceptarlo, no puedo dejarte ir.

—Nadie más me tocará jamás JungKook, jamás en la vida


habrá alguien que me haga olvidarte, no me dejes ir,
aunque sea un cobarde, retenme por favor.12

Lo volvió a besar. JungKook no lo soltaría, la historia


recién había empezado y en el instante que entraron a su
casa tomados de la mano y cerraron la puerta tras ellos,
entendieron que nada sería fácil.

Un beso que selló un amor, un beso que el sol naciente vio,


que la vida presenció, y que su madre, desde el segundo
piso de su hogar observó.41

Jeon Tae Hee lloró, al igual que sus hijos mientras se


besaban lloró. Su alma se desgarró, vio a sus hijos entrar,
limpió sus lágrimas y fue fuerte, si sus hijos lo eran, ella
también lo sería. Sus hijos merecían ser felices y sólo ella
conocía el camino.13

—¿Hola? —preguntó a través del teléfono—, ven esta tarde


a mi casa, necesitamos hablar.

Cruel destino, vida cruel. Una situación complicada, un


Dios que les había puesto la prueba más difícil, unos
amantes capaces de todo y una madre dispuesta a lo que
sea por la felicidad de las personas que amaba. Y el sol,
brillante como el amor de JiMin y JungKook que estaba
siendo opacado por unas nubes rebeldes, mas no
importaba.+
Al final, el sol siempre resplandecería por encima de todo.
CAPÍTULO 21 ( Devórame otra
vez)
Los Jeon habían pasado las fiestas de Navidad en la casa
de playa que tenían en la isla Jeju.10

La familia de Tae Hee y Jae Chan habían llegado también y


la celebración había sido todo un festín. Eran días muy
agradables y la señora Jeon parecía querer juntar a los
hermanos para todo, como en aquel instante, que los había
mandado a un supermercado a comprar cosas para el
almuerzo. Era veintiocho de diciembre y al día siguiente
regresarían a casa.6

Aún no tenían pensado donde pasar el año nuevo, pero de


algo que sí estaban seguros, era que lo pasarían juntos
como cada año. Cuando llegaron a la casa con las bolsas
de mercado, su mamá los recibió en la sala con algunas
galletitas.

—Dejen las bolsas en la cocina y vengan lombrices, quiero


hablar con ustedes.11

Ambos hermanos se miraron y el miedo se apoderó de


ellos. ¿Habían sido tan obvios? Los últimos días habían
estado juntos por mucho tiempo y aquellas miradas y
toques que se daban parecían no haber sido tan sutiles.
JiMin era quién más temblaba ante la situación, mas
JungKook, si bien estaba algo asustado, él tendría que ser
fuerte. Si su madre se había dado cuenta de todo y los
acusaba y humillaba, él tomaría la mano de JiMin y se lo
llevaría lejos de ahí. No pretendía que su madre entendiera
el amor que se tenían, por lo que sería mejor irse con su
hermano y vivir lejos, pero felices.3

Caminaron hasta la sala, JungKook iba por delante dándole


seguridad a JiMin, quien estaba detrás de él y temblaba. Su
madre los vio llegar y se apartó al sillón individual para que
ambos se sienten en el sofá de dos.

—Lombrices, quería hablar con ustedes de algo importante


—dijo muy calmada, por lo que JiMin se relajó un poco.

—Habla mamá —respondió con indiferencia el menor.

—¿Dónde pasarán año nuevo? ¿Dónde pasaremos las


vacaciones? —preguntó, JiMin suspiró aliviado y se
acomodó mejor—, este año queremos ir a Italia ¿les gusta?
Queremos pasar el año nuevo allá, pero ustedes celebran
las fiestas cada año con sus amigos, por lo que su padre
me ha pedido que se los pregunte —anunció con una
sonrisa.8

—Oh, era eso —JungKook, aunque no estaba tan


preocupado, se sintió completamente aliviado.1

—Sí ¿qué más sería? —la señora Jeon les dio una sincera
sonrisa.1

—Eh... nada, queremos pasar año nuevo aquí, con nuestros


amigos mamá, podemos alcanzarlos en Italia después —
decidió el menor. Tae Hee se quedó pensando por unos
segundos, inexpresiva.

—¿Y tú JiMin? ¿Quieres quedarte también?

—Sí mamá.

—Perfecto entonces. Compraremos los pasajes, nosotros


nos vamos mañana y ustedes partirán el primero de enero.
Estarán solos por unos días ¿está bien?24

—Sí mamá —dijeron al unísono.

Al día siguiente, los señores Jeon partieron a Italia y los


hermanos se quedaron solos en la casa de Jeju. Tenían que
llamar a sus amigos para pasar las fiestas de fin de año,
pero eso lo harían más tarde. Tendrían dos días antes del
31 para amarse y eso, sus miradas se los decía.

—JungKook, ven, devórame otra vez.52

Y así fue. Lanzándose a los labios del mayor, JungKook lo


besó. Estaba completamente excitado al haber escuchado
que JiMin lo deseaba. Estaba muy consiente cuando puso
sus manos bajo el polo del rubio y tocó aquellos pezones
que ya se encontraban duros. Su polla reaccionó de
inmediato y se endureció al saber que muy pronto probaría
el dulce manantial del sexo de su hermano. Pero antes,
debería hacer que JiMin se sienta complacido y se corra
sin siquiera haber sido penetrado.8
A JiMin no le importó si JungKook lo embestía o no, estaba
seguro que ardería en deseo y se correría con solo aquellos
besos. Era el propósito de JungKook y era el deseo de
JiMin. Con fiereza JungKook empujó a su hermano hasta la
cocina y tumbó las cosas que había encima de la mesa, lo
echó hacia atrás hasta que estuvo totalmente tumbado
sobre la mesa y con sus bellas piernas abiertas
ligeramente. Al pelinegro le consumía la necesidad de
tenerlo, de saborearlo y disfrutar cada centímetro de la
cremosa piel del ángel que tenía bajo él.3

Quería dejarlo completamente satisfecho y luego volver a


hacerlo suyo, todo suyo.

Le quitó los zapatos y el pantalón con delicadeza. JiMin


sentía escalofríos cada vez que la mano del menor bajaba
centímetro a centímetro sus prendas. JungKook llegó
hasta la cinturilla del calzoncillo y la deslizó con
sensualidad por los muslos perfectos del rubio.

Delicioso.9

El miembro de su hermano, ya erecto, suave y pulido


estaba frente a él esperando a ser consumido. Separó los
muslos con impaciencia y se deslumbró cuando JiMin
gimió tan rico. Necesitaba estar dentro, pero primero
lamería y chuparía la hermosa y rosada entrada que estaba
expuesta ante él.1

Así lo hizo. Paso su lengua hasta el fondo y el sabor fue


delicioso, limpio, puro. El olor del jabón de vainilla y lirio lo
inundó y se orgulleció al ver a su ángel indefenso. JiMin se
arqueó y sus nervios volaron muy lejos, pues las
vibraciones en su cuerpo no cesaban, estaba siendo
amado. JungKook regresó al miembro del mayor y de una
bocanada se ahogó en él.12

Nuevamente delicioso.14

El menor podría morir feliz entre las piernas de JiMin


mientras le comía la polla. Al escuchar esos dulces
gemidos, introdujo un dedo a su preciosa entrada y fue
hasta el fondo.2

—JungKook-ah...

JiMin se estremecía. Otro dedo más se le fue introducido


abriendo paso a un mar de placeres. Otro más y fue
ultrajado, acariciado en sus paredes que se humedecían
por el contacto.

—Dios JungKookie, más... más ¡por favor!1

—¿Qué me has hecho JiMin? Eres como un hechizo de luna


recorriéndome.10

Metió y saco los dedos de la esponjosa entrada y volvió a


chupar la erecta polla. Nunca en la vida imaginó desear de
aquella manera a su hermano mayor, su propia erección
era tan dura que se ajustaba entre sus pantalones, quería
ser liberada. Aceleró el ritmo de los dedos y chupo con más
fuerza y diligencia, más fueron las últimas palabras que
dijo, lo que logró que su pequeño hyung se corriera.
—JiMinnie, te amo, los sueños son sueños, pero lo
nuestro... es real.21

Y entonces JiMin se vino. En la boca de JungKook liberó y


explotó ese manantial cremoso, mientras el pelinegro
tomaba todo gustoso.

—Eres tan jodidamente sexy —dijo el menor entre


susurros.10

Se levantó para ver al indefenso JiMin y lo que vio lo dejó


absortó. Dulce y aturdido, mirada soñadora y ojos brillosos,
un precioso hombre extasiado de amor y tan necesitado de
él. Lo besó con ganas infinitas de no separarse nunca. Lo
cargó como a un bebé y lo subió hasta su habitación
recostándolo en la cama, sacándole la polera de encima y
admirando la belleza que era.1

—Debemos llamar a los chicos —mencionó JiMin


avergonzado.

—Ellos pueden esperar, el poder hacerte mío, no.

Y lo hizo.

Lo hizo suyo de todas las formas y todas las posiciones


posibles que había. Lo amó con fiereza y euforia, los
dientes de JiMin castañeaban mientras las manos de su
hermano lo recorrían de manera pecaminosa. Fue suyo y
JungKook fue de él. JiMin era el agua que calmaba la sed
de JungKook y eso era más que suficiente para vivir.4
—Nunca, nunca voy a dejarte JiMin, mío, tú eres sólo
mío...15

—Sí JungKookie, sólo tuyo. Hasta el fin de los tiempos,


tuyo.

Querían compartir aquel momento hasta la eternidad y con


aquellos besos volar. No importaba si mañana al despertar
tendrían que volver a la realidad, su amor atravesaba
fronteras, se sentían incapaces de dejar de amar. El sello
de su amor se renovaba nuevamente, haciendo el amor se
han nombrado amantes y hasta que quedaron dormidos, se
soñaron devorándose, tal como JiMin lo había querido.

<<>>

Jeon Tae Hee miraba por la ventana del avión las ciudades
bajo ella. Se sentía cansada, el secreto que llevaba sobre
sus hombros la atormentaba. Ella sabía que sus hijos
estaban devorándose en una cama, solos. A ella no le
importó aquello, pronto sus hijos dejarían de esconderse,
dejarían la infelicidad y serían los de siempre. Tae Hee les
regresaría la sonrisa, pues ahora sólo veía tristeza en ellos.
Ella estaba a sólo un paso de cambiarlo todo, un mes de
vacaciones se pasaría rápidamente y entonces todo se
calmaría. Ella dejaría que sus lombrices jueguen un poco
más.5

Estaba lista ella también para jugar todo lo que tenía por
su familia.
CAPÍTULO 22 ( No fue
suficiente )
—¿YoonGi?

—¡JiMinnie! —contestó el peliceleste al otro lado de la línea


—. ¿Cómo estás? ¿Ha ocurrido algo?

—Bien hyung, estoy bien, llamaba para preguntarte si


pasaremos año nuevo juntos. Estoy en mi casa de playa en
Jeju sólo con JungKook, tienen que venir a pasar las
fiestas con nosotros.

—¿Estas sólo? ¿Con t-tu hermano?26

—Sí, quiero que le avises a Tae y a Hobi por favor ¿qué


dices? ¿Vienen? —preguntó esperanzado.

—Claro que sí, hemos pasado año nuevo juntos desde hace
años.

—Perfecto, los espero entonces. Gracias YoonGi hyung.

Y cortó, ahora sólo faltaba llamar a Hae Ji, pero la idea se


le hacía extraña. No había podido llamar a la pelinegra para
aclarar su situación y aún no sabía como sentirse al
respecto. Las cosas con JungKook, su familia, su relación
estaban abrumándolo, debería consultarle a JungKook si la
presencia de Hae Ji le resultaba incómoda o no. Si bien no
la amaba, ella era alguien importante para él y si dejarían
de estar juntos como pareja, él quería que la pelinegra siga
siendo su mejor amiga.

—Kookie... ¿JungKookie? —llamó bajando al primer piso.

—Aquí estoy mi amor —respondió saliendo de la cocina. Le


dio un pequeño beso mientras le sonreía—. ¿Qué ocurre?9

—Uhmm que delicioso olor ¿estás cocinando?

—Sí bebé, no quiero que salgamos a comer a la calle,


prefiero quedarnos aquí, juntos.

—Y eso ¿por qué? —preguntó desconcertado.

—Es que cuando salimos todos ven tus hermosos ojitos, tu


cuerpo espectacular y tu redondo culito —dijo apenado.13

—¡JungKook! —le reprendió el rubio al escuchar hablar de


su trasero tan descaradamente.

—Es la verdad hyung, te quedan viendo tu delicioso trasero


y eso es sólo mío, lo mío es mío y lo tuyo es mío tambien —
se defendió con un berrinche.27

—¿Sabías que eres un descarado?

—Así me amas.

—Lamentablemente —rió con ternura.

—¡Hyung! —le gritó—, mejor dime para que me buscabas,


rápido antes que se me queme el pollo que está en el
horno.
—Bueno... pues llamé a YoonGi —dijo y JungKook rodó los
ojos dando a entender que aún detestaba que el
blanquiñoso ese de Min siempre esté pegado a su JiMin—,
le dije que venga para año nuevo y que traiga a TaeHyung y
a HoSeokie.1

Y ahí iban de nuevo. El castaño pegajoso también vendría,


al menos HoSeok también estaría y podría tratar de llamar
la atención de Min y Park para así dejen de molestar a
su hyung. Hasta ahi todo estaba bien o eso creía el
pelinegro, pues su hermano estaba muy nervioso, pero no
le dio importancia, mas con lo que JungKook no contaba,
era con lo que su bello JiMin estaba a punto de decirle.

—YoonGi aceptó y pues... —asintió demasiado nervioso—.


¿D-deberíamos invitar a Hae Ji?

JungKook sintió un malestar en el estómago, le dio un


mareo y su cabeza dolió. ¿Acaso JiMin le estaba
preguntando si podían invitar a Hae Ji? ¿No era suficiente
con saber que aún era su novia? JungKook podría ser muy
celoso, pero la pelinegra no estaba en esa línea. Ella no
significaba celos para él porque JiMin lo amaba ¿no? ¿Y si
JiMin no lo amaba como decía? ¿Y si estaba confundido?1

¿Qué significaba Hae Ji para JiMin?3

JungKook fue hasta la cocina y apagó el horno. JiMin lo


siguió decidido a hablar y vio como su hermano se apoyó
en la mesa sin mencionar palabra alguna.
—JungKookie... dime algo por favor.1

Mas JungKook no respondió. El menor se quedó pensando


en aquellas preguntas que atormentaban su mente ¿Sería
capaz JiMin de dejarlo todo por su amor? ¿Sería capaz de
deshacerse del mundo entero tal como él lo haría? Ya no
sentía tan seguro y dolía. Él confiaba ciegamente en JiMin,
no podía pensar que el rubio estaba mintiéndole, mas aún
así seguía doliendo.

—JungKookie, escucha —suspiró antes de comenzar a


hablar todo lo que tenía guardado—, sé que has sido tú el
que lo está dando todo por nosotros, has sido tú el más
valiente, el que lo quiere arriesgar todo y sé tambien que
soy yo el cobarde y el que se muere de miedo sobre esta
extraña relación.

¿Extraña? A JungKook le dolió escuchar esa palabra de la


boca de su JiMinnie. Llamar extraño al hermoso
sentimiento que tenían, le había dolido.7

—JiMin...

—Kook, a pesar de que has sido tú el más valiente para


enfrentar nuestro amor, soy dos años mayor que tú y debo
ser más maduro —su voz sonaba tan temblorosa y
JungKook creyó lo peor. JiMin lo terminaría todo—, y es por
eso mismo que no podemos gritar ante todo el mundo que
nos queremos como lo hacemos. Tú mismo lo dijiste, aún
no es tiempo de de hablar.
El menor lo miró con incredulidad. Su corazón latía con
fuerza, tenía tantas ganas de echarse a llorar ¿acaso había
sido el único enamorado todo ese tiempo? ¿JiMin
realmente no lo amaba como él quería? ¿Le tenía lástima?
JungKook se dio cuenta que su amor entonces nunca fue
suficiente. No fue suficiente amarlo tanto y pagar su amor
con su propia vida. JungKook estaba dispuesto a
abandonar sus sueños y vender su alma al mismísimo
diablo con tal de que JiMin sientiera lo mismo que él. ¿En
verdad no era suficiente vivir traicionándose todo ese
tiempo en silencio por su hermano mayor? ¿JiMin se iría
tan fácilmente y él se quedaría sólo con ese fuego que
quemaba? JungKook ya no podía mentirse más, necesitaba
saber que el amor de JiMin era igual de fuerte al suyo. Ya
era tiempo, JungKook dejaría que el tiempo se encargue de
aquel amor.6

Tal vez el menor de los Jeon sí había hecho lo suficiente.

—Está bien —respondió indiferente y aguantando las


lágrimas que querían salir, subió a su habitación. JiMin lo
siguió sin pensarlo, él necesitaba decir más, no quería herir
a JungKook, pero necesitaba que lo escuchase.3

—JungKook espera —lo llamó, mas el pelinegro no le hizo


caso—, espera por favor.

Pero JungKook no le respondió, no le decía nada. Al entrar


a la habitación, no se encerró, dándole así la oportunidad a
JiMin de entrar y seguir hablando.
—JungKookie, entiéndeme. Si nosotros le decimos a
nuestros amigos sobre esto ¿cómo crees que
reaccionaran? Los conocemos muy bien como para saber
que no nos juzgarían, lo sé, pero tampoco podemos decir a
ciencia cierta cuáles serían sus reacciones JungKook. ¿Y
nuestros padres? ¿Realmente crees que ellos aceptarán
esto? Debes dejar de actuar tan impulsivamente y pensar
un poco más, lo que sentimos, ante los demás, no está bien
visto y tenemos que ser cautelosos. No poder actuar como
si fuéramos unos adolescentes hormo...

—¡Basta! —JungKook no aguantó más. ¿JiMin creía que él


sólo era un adolescente con las hormonas alborotadas? ¿Él
pensaba que el amor puro que sentía era sólo una mala
jugada de sus hormonas? Dolió, para JungKook, escuchar
aquellas palabras, dolió como el infierno.22

—No Kook, escucha. Tienes que entender que no es fácil,


que no podemos dejarnos llevar. Crees que si hoy termino
con Hae Ji y tú con Sae Na ¿mamá, papá y nuestros amigos
no sospecharán? JungKook, yo no sé que habrá significado
para ti tu novia, pero para mí Hae Ji es alguien a quien
quiero mucho. No como mujer, pero sí como amiga, ella me
ha escuchado y apoyado en cada decisión y en cada
problema en el que me he metido. Cuando no la quería
besar porque era contigo con quién quería hacerlo, ella
comprendía a pesar de no saber porqué me
negaba. Cuando no quería verla porque sentía que te
traicionaba, ella lo entendía. Cuando lloraba sin razón, ella
no preguntaba, sólo me consolaba. ¿Sabes cuánto daño le
haré si le digo que la dejaré porque amo a mi hermano? No
sé como reaccionará, aunque sé que sería incapaz de
acusarnos ¡No puedo hacerle esto!1

Y aquello fue la gota que derramó el vaso para JungKook.

—¿Y a mí si puedes JiMin? ¡¿A mí si puedes hacerme esto?!


—preguntó dejando mudo al rubio—, sabes JiMin, si yo no
existiera o no me amaras como dices, tendrías a Hae Ji,
YoonGi o TaeHyung cuando quieras, pero yo JiMin, yo sólo
te tengo a ti...19

JiMin no supo que decir y JungKook no quiso agregar más.


Las lágrimas comenzaron a salir y el pelinegro salió de la
habitación, necesitaba caminar y pensar. Su corazón dolía
y por primera vez no le importó dejar a JiMin varado. Era
momento de preocuparse por él mismo y no tanto por su
hermano mayor, al fin y al cabo, JiMin estaba
preocupándose más por lo demás, que por él. No había sido
suficiente, jamás lo fue.6

JiMin tenía otras prioridades y JungKook no estaba en


ellas.11

Jeon JiMin se echó a llorar. Se sintió cobarde, triste, sintió


asco por sí mismo, después de muchísimo tiempo se había
sentido así. Antes se sentía enfermo por lo que sentía por
su hermano menor, pero fue el propio JungKook quién le
enseñó que su amor era puro y que no había por qué
avergonzarse.1
Tal vez ante la sociedad y el mundo estaban enfermos,
pero ellos ya no podían detener sus impulsos.

Esos impulsos de amor y pasión desbordante que lo hacía


sentirse pleno. La había cagado por completo y hoy,
llorando caído en el piso como un cobarde, tarde se dio
cuenta de su error.

¿Quién lo abrazaría de noche y lo besaría al depertar?


¿Quién le tomaría la mano y le hará reír como JungKook lo
hacía? ¿Y si JungKook al cruzar aquella puerta le había
dicho adiós? ¡No! JungKook no podía haberlo dejado. ¿Qué
carajos había hecho? ¿Cómo podía haber sido tan injusto y
cruel? El pelinegro lo había dado todo por él y estaba
dispuesto a pelear por cielo, mar y tierra por ese amor y él
sólo lo había desechado a un lado como si fuera un
inmaduro adolescente que pensaba y hacía todo por
impulso.3

—¡Mierda! —Gritó levantándose.

Tenía que ir tras JungKook ¿Qué hacía tirado en el piso?


Tenía que buscar a su amor y pedirle perdón. ¿Y si no lo
perdonaba? JiMin sintió miedo. El tenía miedo a vivir sin
JungKook y nunca más poder caminar con manos
entrelazadas con él. Tanto le dolió descubrir el amor que
tenía por JungKook y cuando el pelinegro lo había sanado y
le había curado las heridas diciéndole que no le debería
doler el amar, JiMin había botado lejos aquellas palabras.12
Le había dado migajas a JungKook, un pedazo de amor por
miedo a entregarle su corazón completo.

Si había alguien que lo amaría incluso cuando tendría


arrugas en su piel, incluso cuando lo perdiera todo en el
mundo, ese sería JungKook. El JungKook que conocía sus
miedos y sus sueños, nadie lo amaría como el pelinegro lo
hacía, nadie en su vida lo haría vibrar de aquella manera.
¿Y si ya no habría un momento con JungKook? ¿Y si se
decían adiós? ¿Si se resignaban a no verse y perderse? No
podía permitirlo, tenía que correr un poco más. El amor que
JungKook le había dado era incondicional, pero él no le
había dado nada, no había sido suficiente.

Salió de la casa rápidamente. El mundo desapareció y sólo


pudo ver el viento correr, caminó por los parques traseros,
por cada calle y pasaje, por cada camino y avenida.
JungKook no estaba. Lo llamó al celular, pero estaba
apagado. Su corazón se oprimió ¿y si lo había dejado?

Habían pasado más de dos horas y el amor de su vida no


aparecía. Como un niño y el verdadero inmaduro que era,
lloró. Deambuló destrozado y resignado, había perdido a
JungKook, lo había lastimado y jamás se perdonaría por
ello. El dolor era insoportable, la desolación era inmensa.3

¿Sería reversible el adiós?

Se sentó en la arena. Había llegado a la orilla del mar y


viendo las olas, lloró nuevamente, se aferró a sus piernas y
su cerebro creó una fijación. Él y JungKook estaban
tomados de las manos, cuando eran niños y se abrazaban
fuerte, muy fuerte. No quería creerlo ¿cómo había sido tan
tonto de perderlo? Pero de pronto, Dios, la vida o el
destino, le dio una nueva oportunidad.

—Lo intenté, pero no puedo dejarte —escuchó una voz de


dolor por detrás.31

JiMin sintió en su corazón la esperanza renacer. Se había


quedado intacto en aquel momento, aquella voz era la de
JungKook.

—¡JungKook! —sollozó desesperadamente y levantándose


tontamente fue hasta él y lo abrazó—, perdóname, por favor
perdóname. Vuelve a amarme, no me dejes, mírame,
tócame y abrázame como antes, no me sentencies a tu
olvido. Perdóname por mi absurda decisión, te amo ¡Te amo
JungKook! ¡No me dejes mi amor! ¡Te lo ruego!4

—Te dije que jamás te dejaría, no tengo nada que


perdonarte JiMin —le dijo secando sus lágrimas a pesar de
que él tambien lloraba con el corazón quebrado—, hasta el
último respiro te amaré, para siempre más un día, te
amaré...5

El destino ya era presente. Ambos ya habían hecho mucho


por su amor, pero deberían permanecer juntos, pues la
maldad les rodeaba. Incluso todo el amor que se
tenían, aún no era suficiente.
CAPÍTULO 23 ( Caricias
prohibidas )
Min YoonGi estacionó su auto frente a la cafetería donde
trabajaba TaeHyung.

A través de las grandes lunas del local, pudo ver como el


castaño trabajaba arduamente, aunque TaeHyung era
siempre muy ruidoso e hiperactivo, el muchacho
ciertamente era muy valiente. Trabajaba a medios tiempos
y enviaba el dinero para su madre y su pequeño hermano.
YoonGi le admiraba, aunque nunca se lo diría porque si no
el castaño lo abrazaría por todo una semana, pero él
realmente estaba orgulloso de aquel chico de sonrisa
cuadrada.6

La hora de salida llegó, mas TaeHyung no salió.2

El peli celeste lo vio trabajar cada vez más y espero por


casi dos horas hasta que el castaño salió. Cuando lo vio
despedirse de todos tan educadamente y salir sonriendo a
pesar de verse cansado, YoonGi salió del auto y se recostó
en la puerta contraria. Park TaeHyung al verlo parado
esperándolo, corrió hacia sus brazos y gritó de emoción.1

—¡YoonGi hyung!

—¡Hey, para! —le dijo al castaño que se encontraba


colgado de su cuello.1
—YoonGi ¿has venido a recogerme? ¡Qué emoción! —dio
saltitos en su lugar.

—Sí, sí, he venido por ti ¿por qué has demorado tanto?


Salías hace dos horas.

—Oh hyung, lo que pasa es que hoy salgo de vacaciones e


hice horas extras ¡me pagarán más!

Emocionado.

Así es como TaeHyung estaba y aquello hizo que el peli


celeste se sintiera aún más orgulloso de él. Su inocencia y
a la vez madurez, lo hacía sentirse tan feliz de ser amigo de
aquel chico de sonrisa cuadrada. YoonGi aún recordaba el
día que llegó al salón de clases en primer año de
secundaria, aún recordaba como la maestra lo había
movido de su sitio al lado del lindo JiMin y había puesto a
TaeHyung en su lugar. También recordaba cuando aquel
día, JiMinnie se había hecho amigo del castaño y él tuvo
que despegarlos, pues parecía que se hubiesen conocido
toda la vida. El cómo TaeHyung trabajaba por su familia,
por sus estudios y para ser mejor persona desde que llegó
a Busan, le dio siempre las ganas de protegerlo y ayudarlo.
JiMin hacía lo mismo, protegía con su propia vida al
castaño, tanto que YoonGi no sabía cómo definir la
relación entre aquellos dos.

Eran como verdaderos hermanos.39

Aquellos bellos recuerdos inundaron su mente y sonrió


automáticamente. Llevó su mano hasta el cabello de
TaeHyung y lo desordenó. Amaba a ese chico, a JiMin, a
HoSeok, a Hae Ji y hasta al pesado de JungKook. Él
realmente los quería demasiado y se sintió feliz de tener
amigos como ellos.

—Pero hyung... ¿Cómo así has venido por mí? —preguntó


curioso.

—¿No puedo venir por ti entonces? —le espetó frunciendo


levemente el ceño.

—¡No, no, no! YoonGi, tú puedes venir cuando quieras a


recogerme, yo estoy encantado, es más, puedes venir
todos los días.4

—No, es sólo por hoy —respondió y vio cómo el castaño


hizo un adorable puchero—, JiMin quiere que pasemos el
año nuevo en su casa en Jeju, he venido por ti.

—Oh, cierto, recibí su mensaje —dijo pensativo—,


pero hyung, no debo gastar mucho, he hecho horas extras
estos días para mandar más dinero a mamá y le compre
unos zapatos nuevos a BaekHyun —murmuró apenado—. Mi
hermanito ha visto unos tenis que le ha gustado mucho y
además su calzado era muy antiguo ya.

—TaeHyung, yo te llevaré, sabes que no gastarás nada y


podrás enviar todo el dinero a tu mamá. Si quieres, sabes
que esos tenis yo pu...

—¡No! No YoonGi, yo jamás permitiría que ustedes hagan


eso —miró al piso con los ojitos apagados. Su brillo natural
había desaparecido—, u-ustedes ya hacen mucho por
mí hyung. Si no fuera porque me ayudas a estudiar, no
sería el primer lugar y no tendría la beca de la universidad
—las lágrimas le caían por el rostro gacho del castaño—, si
no fuera porque JiMinnie paga mis almuerzos y me lleva al
trabajo todos los días, yo no tendría nada. Si no fuera
porque HoSeok hizo que su tía me alquile el cuarto en
menos precio, no tendría dónde vivir. Ustedes han hecho
mucho ya por mi hyung ¡no puedo permitir que se ocupen
de mi familia también!28

Y lloró con fuerza. TaeHyung se sentía avergonzado,


YoonGi, JiMin, HoSeok y Hae Ji, siempre lo habían apoyado
en todo y si estaba dónde estaba había sido por ellos.

Cuando llegó a Busan hace años, lo hizo sin nada. Siempre


había sido sobresaliente en el colegio y le habían dado una
beca para el mejor colegio del distrito y su madre insistió
tanto, que él aceptó dejar Daegu con tan solo doce años. Al
llegar, vivió por dos años en un tío, pero al no querer
incomodar más, pues la casa era pequeña y sus tíos y
cuatro hijos alcanzaban a penas, se marchó agradeciendo.
Desde aquel entonces había empezado a trabajar a pesar
de que siempre lo rechazaban por ser menor de edad.
Cuando llegó a la cafetería de central Busan, la señora del
lugar lo dejó trabajar y le brindó la paga suficiente para
poder alquilarse un cuarto. Hobi le había dicho que su tía le
alquilaría un lugar a un precio bajo.

Y así se quedó hasta hoy en día.


TaeHyung estaba realmente agradecido con sus amigos,
pero él más que nadie sabía que la amistad no se
agradecía, se devolvía con más amistad. Por eso el
devolvió con su más sincero amor y lealtad todo lo que
hacían por él. Había tenido que madurar a muy corta edad y
aunque la vida que le tocó fue muy dura, que incluso hubo
tiempos en los que no tenía que comer, él siempre con una
gran sonrisa salió adelante.17

—Ven aquí —le dijo YoonGi apresándolo entre sus brazos


—, nunca es suficiente lo que haremos por ti, te mereces
eso y más Park TaeHyung. JiMin, lo demás y yo te
protegeremos siempre. Que nunca se te olvide que para
nosotros eres alguien importante y te queremos, yo te
quiero mi pequeño TaeHyung.

El castaño le miró agradecido y se lanzó nuevamente a sus


brazos. Por unos minutos más lloró en silencio y cuando
tuvo más fuerzas que antes, levantó la mirada soñadora de
siempre.9

—Gracias hyung...

—No agradezcas y ahora vamos con JiMin, hoy es 31 de


diciembre y tenemos que pasarlo juntos. Tenemos que ir
por HoSeok y Hae Ji aún.

Y tomando su mano, lo subió al auto y fueron a reunirse


con sus mejores amigos. La amistad de aquellos chicos era
única y sólo ellos mismos podían protegerla.

<<>>
JiMin y JungKook guardaban todos los alimentos que
habían preparado en tuppers para llevarlo a la fogata. Sus
amigos le habían dicho que no podrían estar con ellos
antes, pero que el 31 de diciembre llegarían por la tarde
para pasar el año nuevo, juntos.

Desde las diferencias que tuvieron hace días, todo había


mejorado. Habían pasado días completamente solos y
amándose a cada segundo. En aquella soledad que
hubiesen querido que sea infinita para poder amarse sin
medidas, se habían olvidado de rezar, se habían olvidado
de los verbos y hasta de las tablas esas de multiplicar.13

¿Qué estaba bien o qué estaba mal?, eso no les


preocupaba mientras se podían mirar. Y es que había días
en que todo les salía mal y se empeñaban en valorar esas
cosas que les dolían muy adentro, esa tonta realidad donde
no podían estar juntos. Pero al final del día, sólo deseaban
un gesto más, que se callen con sus besos y volar, tan, tan
alto, que no verían el suelo nunca más.1

—Te ves tan hermoso siendo simplemente tú JiMin —dijo el


pelinegro mientras veían como su hermano hacía un
puchero adorable al no poder encajar la tapa del tupper.

—Para ti yo siempre soy hermoso y bonito y bello y no te


culpo, pero... ¡Deja de sonrojarme! —respondió divertido y
avergonzado a la vez.4
Antes que JungKook le refutara, el timbre de la casa sonó.
JiMin sonrió y corrió hasta la entrada y abrió la puerta
emocionado.

—¡Chicos! —gritó abrazando a TaeHyung quien fue el


primero en entrar—, vinieron...

—¡JiMinnie! —gritó esta vez el castaño—, te extrañé tanto


Minnie, no me vuelvas a dejar sólo con YoonGi don gruñitos
—se quejó ante la risa de todos.

—¿Y para mí no hay abrazo? —preguntó YoonGi seriamente.

—¡Hyung! Claro que sí —dijo abrazándolo fuertemente.

—¡JiMinnie! —gritó HoSeok haciendo que JiMin suelte a


YoonGi y corra a abrazarle. Realmente había extrañado a
todos.

Y al final de la entrada estaba ella.

Tan bella, dulce y angelical. Hae Ji brillaba y sonrió al ver a


JiMin, lo había extrañado con su propia vida y dolía, dolía
demasiado.

Sin pensarlo, corrió a abrazarlo, no como una novia debería


hacerlo, si no como una hermana que necesitaba el
consuelo de su hermano mayor. Quiso llorar, pero si lo
hacía no tendría excusas para decir por si le preguntaban
la razón de su llanto. JiMin la recibió encantado, él también
la había extrañado y como si fueran almas gemelas, se
encajaron sintiéndose bien sin si quiera saludarse.

—Hae Ji-ah...
La pelinegra hundió su cabeza en el pecho de JiMin y éste
puso su mentón en la cabeza de ella. La quería, de eso no
había duda y le dolía el saber que podría romperle el
corazón. Pero más le dolería hacer que el corazón de
JungKook doliera.

El menor de los Jeon llegó hasta la sala y su corazón latió


con fuerza al encontrar a su hermano abrazando a Hae Ji.
Celos corrieron por sus venas, la sangre hirviéndole le hizo
apretar los dientes con fuerza y lleva su lengua hasta su
mejilla y empujar. JungKook estaba a punto de ir y
separarlos, cuando de pronto se dio cuenta de algo
importante.2

JiMin la abrazaba fraternalmente, no como a una novia o


amiga, si no como a una hermana y Hae Ji, le regresaba
aquel afecto parental.2

JungKook detuvo sus incómodos pensamientos y aquella


escena lo dejó helado, ahora estaba seguro que JiMin lo
amaba a él y sólo a él. El menor carraspeó y los presentes
voltearon a verle.

—¡JungKookie! —gritaron HoSeok y TaeHyung al mismo


tiempo y se acercaron hacia al menor.

—¡Hey bro! —le respondió al pelirrojo y chocaron hombros


—, hola Park TaeHyung ¿ya estás mejor?

—JungKookie... ¿t-te estás preocupando por mí?15

—¿Estás mejor o no hyung? —volvió a preguntar.


—Sí, lo estoy.

—Eso es bueno, no te vuelvas a meter en problemas que


preocupas a todos, no te comas el salbutamol.

—Yo no quería comerme el salmón —se defendió el


castaño.24

—¡Salbutamol! —Gritaron todos al unísono y rieron.

Estaban juntos y aquello era lo mejor del mundo, eran


amigos, hermanos, lazos fuertes y unidos que no se
separarían o al menos eso creían.9

Con todos los alimentos y bebidas listas se dirigieron al


mar y armaron una fogata. Faltaba sólo una hora para que
el año viejo terminara y un nuevo año los acompañara. Se
sentaron al rededor y riendo, jugando, hablando, contaron
la cuenta regresiva para la llegada de nuevas experiencias.

—Cinco, cuatro, tres, dos, uno... ¡Feliz año nuevo!9

Gritaron todos y se abrazaron como una gran familia.


Sonrisas, besos, abrazos, palabras de aliento volaban por
los aires. JiMin y JungKook se miraron a los ojos y tuvieron
que usar todas sus fuerzas para detenerse y no darse un
beso de amor delante de la luna y de sus amigos.3

Luego de los saludos de afecto, se sentaron uno al lado del


otro a ver los bellos fuegos artificiales que adornaban el
cielo. Sus sonrisas sinceras, algunos malvaviscos y unas
copas de whisky, sellaban una amistad pura como cada
año. Era el inicio de días que necesitarían su mayor
esfuerzo y su más grande lucha contra la adversidad.2

Cerca de las tres de la mañana regresaron a la casa de los


Jeon. Eran cinco habitaciones que ocuparon cada uno de
los amigos, a excepción de JiMin y JungKook, que
durmieron juntos. Hae Ji no dijo nada, ella siempre dormía
con JiMin cuando salían, pero esta vez no dijo nada, era lo
mejor.

Casi a las cuatro de la mañana JiMin se levantó y no


observó a JungKook a su lado. Se tensó automáticamente
y camino por la cada buscándolo, mas lo encontró en el
balcón mirando hacia el cielo, bajo la constelación y con
una sonrisa encantadora.

—JungKookie... —lo llamó.

—JiMinnie ¿qué haces despierto? —le extendió la mano


para atraerlo hacia él.

—No estabas en la cama y me preocupé, vine a buscarte


¿qué estabas haciendo?

—Miraba el cielo, las estrellas son hermosas ¿no crees? —


le dijo abrazándolo por la espalda y dejándolo en el borde.

—¿Más hermosas que yo? —preguntó con un pucherito.

—Puedo ver las estrellas en tus ojos, por eso son bellas.

—¡Tonto! Ya no quiero nada —le dijo haciendo un ademan


de irse.
—Ven aquí celosito. Te amo solo a ti y tu eres el ser más
hermoso del universo, pregúntaselo a cualquiera.12

Le respondió y abrazándolo fuertemente, hundió su nariz en


el cabello con olor a durazno de JiMin.

—JungKookie, espera... alguien nos puede ver. No podemos


seguir haciendo esto como si nadie nos viera.

—No verían nada malo JiMin, verían un amor sincero —le


respondió besando su nuca.

—¿Es e-este amor del bueno JungKook? —preguntó muy


bajito. A JungKook le dolió aquella frase, más no se
derrumbó, le haría ver a JiMin que su amor era puro y le
quitaría toda inseguridad de la mente.4

—Siempre te he sido sincero JiMinnie, a pesar de estas


barreras que no son de hierros ni acero —le murmuró—, y
como no son de hierro ni acero, derrúmbalas cuando
quieras.3

—Tengo mucho que aprender de ti —le dijo el rubio


mientras se volteaba para quedar frente a frente con su
hermano y le daba la espalda a la luna llena.

—Entonces pregúntame lo que quieras —sonrió


enternecido.

—Está bien —asintió emocionado—. JungKookie... ¿Cuál


fue tu primer recuerdo?

—Era sobre la lluvia encharcando mis botas, aquella vez


que te perdiste en esa salida de campo.
—¿Y las recuerdas bonitas? —rió.

—Sólo apreciaba las gotas y a ti viniendo asustado hacia


mí.

—¿Y cuál es tu canción favorita?

—La que recita tu boca.21

—¿Morir o una vida infinita?

—Morir cada vez que me tocas —lo besó suavemente.1

—Dime la verdad ¿No te va a doler cuando esto acabe? —


los ojitos del rubio quisieron llorar.

—No acabará jamás, pero si así fuese, el dolor se va


JiMinnie, lo que más quema es el miedo.

—¿Sueles pecar de inocente? ¿Cómo yo?

—Suelo pecar de mal juez.

—¿Crees que existe un para siempre? —levantó la mirada.

—Sonríe y pregunta otra vez...23

—¿No te da miedo llorar?

—Más me da miedo no reír —le respondió con un beso de


más.

—¿Qué sientes cuando estás triste?

—Irremediable dolor.

—¿Y de un error aprendiste...?

—Que tú no eres un error.12


—¿Qué estás dispuesto a perder?

—Un buen momento vivido.

—¿Y si te dan un poder?

—Poder vivirlo contigo.

—Y qué es peor ¿intentarlo o no haberlo conseguido? —


preguntó avergonzado.

—Lo peor de todo es lograrlo y por no cuidarlo darlo por


perdido.9

—Tienes los ojos muy grandes —dijo mientras con una


mirada de amor lo besaba.

—Son para verte más lento.

—Tiene la espalda tan suave.

—Es para que resbale el tiempo... Pero no quiero engañarte


JiMin, yo soy un lobo hambriento y si me nombras la boca,
tendré que comerte al final de este cuento —le susurró al
oído haciendo que el mayor se excite.35

—¿Cuál e-es tu color favorito? —preguntó cambiando de


tema.

—Hay muchos matices para un color JiMinnie, a veces la


luna y otras el sol. Yo soy frío y tu calor, escucha el latido
de tu corazón ¿Suena una pregunta más en tu interior?31

—Sí JungKookie ¿Y si te pregunto qué es el amor?

—El amor somos tú y yo. Somos tú y yo JiMin, sólo tú y yo.5


Entonces lo besó.

JungKook besó a JiMin mientras su mano recorría por la


espalda baja del rubio y viajaba por los montes abultados y
pecaminosos. Caricias prohibidas que se daban a las
cuatro de la madrugada, cuando la luna se veía oscura y el
viento soplaba más fuerte provocando que todo aquel que
estuviese bajo la constelación, se estremeciera. Los
cuerpos se pegaban en armonía y JungKook seguía
recorriendo el hermoso paraíso que era el cuerpo de JiMin.1

Pero en el momento que la mano del menor tocó el


abultado miembro de su hermano, este gimió dulcemente y
una lágrima a escasos metros se hizo presente.1

Oh Hae Ji había oído cada palabra dicha y apreciado cada


caricia prohibida.39

Su corazón se rompió en mil pedazos cuando la boca del


menor recorrió a su novio por todos lados mientras lo
apegaba más hasta el balcón y no lo dejaba escapar. Lloró
en silencio y llevando sus manos a su boca, tapó el sonido
de su llanto. Dolía, como el infierno que dolía. Se había
quedado estática al presenciar aquella dulce escena,
porque sí, Hae Ji sentía morirse, pero no importó, pues
sonriendo sincera y tristemente a la vez, levantó la mirada
y suspiró aliviada.7

Aquellos dos chicos estaban unidos y se amaban,


puramente se amaban.
Al fin ellos estaban juntos y aunque su alma estuviera
llorando, se sentía feliz de ser la que ayude a que esa
relación no sea punto del daño que el mundo quería
hacerle. Ella no los separaría, nunca lo haría, esos chicos
se amaban y merecían protección y comprensión.

Cuando JiMin gimió al sentir la mano de su hermano en sus


pezones, Hae Ji volvió a llorar con fuerza. Retrocedió un
paso, luego otro y otro más, su corazón dolía y volteó para
marcharse, tenía que irse a su habitación y llorar por
última vez.

A veces el amor por el otro, significaba el sacrificio de sí


mismo.2

TaeHyung la detuvo cuando la vio casi deshacerse en


llanto. Hae Ji había caído en sus brazos cuando él había
ido por un vaso de agua, la encontró llorando por el pasillo
con el dulce rostro que tenía, cabizbajo. Sus lagrimitas
corrían y corrían y cuando se vio en los brazos de
TaeHyung, hundió su rostro en el pecho del castaño,
buscando consuelo. TaeHyung la abrazó y sostuvo entre
sus brazos varios minutos más dejando que la pelinegra se
desahogara.

Él la entendía, si él hubiese visto al amor de su vida


dándose caricias prohibidas con alguien más, también
estaría llorando como Hae Ji lo estaba haciendo en
aquellos instantes...
CAPÍTULO 24 ( Días de
enero )
Hae Ji se veía preciosa bajo el amanecer del primero de
enero.

A pesar de que lloraba desconsoladamente en los brazos


de TaeHyung, ella seguía viéndose como una delicada rosa,
ahora marchita. Sus gruesas lágrimas seguían saliendo
desmedidamente y a Park TaeHyung le dolía verla así.2

Ella era tan dulce y bella, que el castaño no pudo


contenerse a acariciar sus cabellos cuando esta sollozaba
en su pecho. Él entendía a la perfección a Hae Ji pues
aquella situación en la que la pelinegra se encontraba, era
lo mismo que había sentido TaeHyung los últimos años. Él
se ponía en su lugar y la comprendía, por esa razón se
encontraba dándole lugar en su regazo, sin preguntar el
porqué de su llanto.5

La pelinegra se deshacía en lágrimas y dolor.

Su corazón dolía como nunca y a pesar de querer con todas


sus fuerzas que Jeon JiMin y Jeon JungKook estuvieran
juntos, no podía evitar el rompimiento de su corazón. En el
fondo, tal vez muy en el fondo, ella quería que el rubio la
amara como ella lo amaba a él, pero aquello era imposible,
pues para JiMin sólo existía JungKook. Ella ni siquiera
estaba enfadada porque JiMin la había engañado todo este
tiempo diciéndole que la quería cuando era a JungKook a
quién amaba, Hae Ji estaba dolida porque no quería ver a
las personas que más quería, sufrir.

Si en sus manos estaba cubrir cada acto de los hermanos


Jeon, ella lo haría.

Por eso no le decía nada a TaeHyung y agradecía


infinitamente que éste no le preguntara el porqué de sus
lágrimas. Lo que no sabía Oh Hae Ji era que no sólo ella
sabía aquel pesado secreto, si no que aquel bello acto era
conocimiento de personas capaces de hacer daño sin
medir las consecuencias.1

Al final, un amor como el de JiMin y JungKook, no era fácil


de esconder.1

<<>>

JiMin estaba acurrucado en los brazos de JungKook


mientras viajaban a Italia.

Se habían levantado a las siete de la mañana pues su vuelo


salía en dos horas. Después de despedirse de sus amigos
muy temprano, avisaron a sus padres que partirían hacia
ellos. Ciertamente las cosas eran difíciles, pero los
hermanos Jeon sólo querían disfrutar sus vacaciones.

Cuando regresaran, JungKook entraría a la universidad,


esperarían un tiempo prudente más y se irían a vivir juntos.
Ya lo habían decidido.

—JungKookie... —llamó el rubio.


—Uhm, dime hyung —susurró el nombrado adormilado.

—JungKookie, ya vamos a llegar, despierta.

—Uhm no quiero, ven aquí —le dijo acurrucándolo aún más.

Pero un estruendoso movimiento lo levantó por completo,


el avión estaba a punto de aterrizar, JungKook abrió sus
ojos y miró a JiMin quien lo miraba divertido.

—Dormilón, ya vamos a llegar, abróchate el cinturón.

—¿No me lo quieres abrochar tu hyung? —le sugirió


sensualmente.

—¡JungKook! —le reprendió pegándole.

—JiMinnie ¿por qué siempre me pegas? No se vale —hizo


un puchero—, siempre andas pegándome como si fuera un
saco de papas, voy a denunciarte por maltrato físico
conyugal.2

—Maltrato físico ¿qué?

—¡Conyugal!20

—Pero si tú y yo no estamos casados...

—Ahora no, pero más adelante sí. Me pierde hyung —le


dijo el pelinegro haciendo un ademán de dolor.

—Si tu no fueras tan pervertido, yo no te pegaría —replicó


—, además soy tu hyung, deberías respetarme mocoso.
—Es que hyung, con ese cuerpazo que tienes y ese gran...
gran... gran...14

—Gran ¿Qué?

—Gran trasero jugoso hecho por los dioses que tienes, es


inevitable no pensarte de forma no debida.6

—¿Sabes qué? Mejor no te abroches nada y cáete en lo que


aterrizamos.

JiMin quiso enojarse pero no pudo. JungKook tenía sus


labios pegados y lo derretía con su dulzura, JiMin pensó en
cuánto amaba a su hermano y en cuánto deseaba que las
cosas sean distintas. Su corazón dolía, pero JungKook le
había enseñado a ser fuerte, por eso JiMin cerró los ojos y
se dejó llevar en aquel necesitado beso de amor.

<<>>

Sus padres los recibieron con los brazos abiertos en el


aeropuerto.

Tae Hee sintió una oleada de emociones al ver a sus hijos


llegar pues habían pasado días solos y venían relucientes.
Definitivamente ella había tomado la decisión correcta al
dejar que tuvieran un tiempo, juntos.

—¡Mamá! ¡Papá! —gritó el rubio y corrió hacia ellos para


abrazarlos.

Los señores Jeon lo recibieron felices y con muchos


abrazos. JungKook también se acercó y se lanzó a los
brazos de sus padres para saludarlos.
—Mis lombrices ¡Dios mío! Los extrañé.

—Yo los extrañé más hijos.

—No es verdad Jae Chan, yo los extrañé más —replicó la


señora Jeon.

—Sí es verdad, no mientas.

—¡Ay por favor! Te la pasaste queriendo darles un


hermanito a los chicos.27

—¡Mamá! —gritaron ambos hermanos horrorizados por la


información. Jae Chan sólo se echó a reír.

—¡Ay! No se hagan los inocentes, que ustedes hacen los


mismo —dijo creando un silencio sepulcral. Exactamente
eso fue lo que pasó cuando Tae Hee hizo aquel comentario
que tenía doble concepto—. Con sus novias, obviamente,
lombrices agrandadas —dijo riendo nerviosamente
volteando y jalando a su esposo hacia la puerta.19

Jae Chan también se echó a reír y JiMin se quedó atónito.


JungKook lo jaló del brazo y siguiendo a sus padres,
salieron del aeropuerto.

—Chicos, no dejaron la casa de Jeju un desastre ¿no? —


preguntó Jae Chan mientras subían las maletas al auto.

—No papá, la casa está intacta —respondió JiMin—, nada


está destrozado.
Ciertamente la casa no estaba destrozada. Quienes
estaban destrozados eran las personas que se habían
quedado ahí aquella mañana, pero eso, JiMin no lo sabía.6

Cuando llegaron al hotel donde estaban hospedándose, la


señora Jeon les dio una llave de habitación a JungKook.
Los hermanos se miraron confundidos.

—Mami ¿y mi llave? —preguntó el inocente rubio.1

—Es esa, ustedes dormirán en el mismo cuarto —sentenció


Tae Hee con una sonrisa y entró a su habitación dejando a
sus hijos y esposo afuera.16

—Pe... pero.

—Su madre dice que así ahorraremos más —intervino Jae


Chan.1

—¿Desde cuándo tenemos reparos en gastar dinero? ¿Digo


no? —mencionó JungKook —. No creo que hayamos
quedado en banca rota.

—No, pero ya saben cómo es de caprichosa su mamá. El


hotel es cinco estrellas, les va a fascinar la habitación, es
enorme y entran muy bien los dos ahí, además tú estás
acostumbrado a dormir con JiMin. Entren y acomoden sus
cosas que aquí nos quedaremos un mes.

Una hora después, casi a las diez de la noche, la familia


Jeon bajó al lujoso restaurant del hotel. JiMin miraba todo
fascinado y JungKook no podía amarle más, era una dicha
ver a JiMin emocionado.

Al día siguiente la familia Jeon salió en la tarde por la


hermosa ciudad de Venecia.

—Bien chicos, iremos a la plaza de San Marcos y haremos


un tour por los alrededores —anunció Tae Hee—, nosotros
estaremos por los Giardini ex Reali y ustedes pueden ir
por la basílica, il Ponte dei Suspiri o acompañarnos.

—Giar... ¿qué? Ponte... ¿qué? —preguntó JungKook.3

—Il Ponte dei Suspiri —dijeron los señores Jeon y JiMin al


unísono.6

—Bueno, Ponte o no Ponte, ahí es dónde JiMin y yo vamos y


ustedes se van al Jardini.29

—¡Giardini! —gritaron al unísono nuevamente.1

—Eso mismo —contratacó el pelinegro haciendo reír a


todos. Él era todo un caso.

Minutos después, los hermanos Jeon se encontraban


caminando por la hermosa plaza de San Marcos y
JungKook quiso ir al tal puente de los suspiros.5

—Scusami ¿dov'e il ponte dei sospiri? —preguntó JiMin a


un joven.8

—A destra, quel ponte e il ponte dei sospiri, bello —indicó


el guapo joven.28
—Grazie —asintió JiMin avergonzado y el italiano le sonrió
coqueto.6

JungKook quién miraba la escena, tenía su lengua contra


su mejilla, al parecer estaba pintado.3

—De todo el italiano que hablaron, sólo sé que te dijo bello


¿por qué? —preguntó enojado.18

—¿Acaso no soy bello?

—Lo eres, pero ese italianucho no tenía por qué decírtelo


¡Estaban coqueteando! ¡En mis narices!

—Primero, no es italianucho, segundo, no estábamos


coqueteando, sólo le pregunté dónde quedaba el puente de
los suspiros, al que tú quisiste ir.

—Pues ya no quiero ir.

—Pues no me importa ¡Vamos!

Y así, jalándolo en medio de un berrinche por parte del


menor, caminaron hasta el puente. Ambos hermanos
quedaron fascinados, la vista era hermosa, tan hermosa
como la sinceridad de sus miradas y el amor que estas
transmitían.

—Es hermoso ¿no? —preguntó el pelinegro.

—¿Quién? ¿Yo?

—Si mi amor, tú eres hermoso —respondió JungKook riendo


—, pero también lo es el lugar, el famoso Ponte dei Sospiri,
es muy romántico ¿no?
—Oh, no lo es.

—¿Que?

—No lo es JungKookie —afirmó el rubio—, la historia de


este puente está distorsionada. La verdadera razón por la
cual este puente se llama así es por los reos de la
Inquisición.3

—¿Cómo así?

—Verás, este puente unía la antigua prisión de la


Inquisición con il Palazzo Ducale, donde los prisioneros de
dicha cárcel eran juzgados.

—Oh ya veo... —comentó un muy sorprendido JungKook—,


pero ¿eso qué tiene que ver con los suspiros?

—Pues los reos que al saber que serían ejecutados,


suspiraban de resignación al cruzar este trayecto, ya que
sería la última vez que verían la luz del sol.

—¡Ay no!

—¡Ay sí! esa es la verdadera historia. Aunque suelen decir


que es una leyenda, al igual que es una leyenda que si
pasas y suspiras por debajo del puente, ahí en esas balsas
del río Di Palazzo, el amor de los amantes será para
siempre.2

JiMin sintió que lo jalaron del brazo. A penas había


terminado su relato, JungKook lo llevaba rápidamente por
los bordes del puente.
—JungKook, espera ¿qué estás haciendo?

—Rápido hyung, tenemos que pasar por debajo de ese


puente —decía un muy decidido JungKook, mientras seguía
jalando a JiMin.9

—JungKookie espera —le pidió el rubio riéndose


fuertemente—, eso no es verdad, es solo una leyenda —dijo
haciendo que el pelinegro se detuviera.

—¿Y si es verdad? Deberíamos apurarnos hyung.

—Calma Kookie, vamos a seguir caminando.

—O besándonos, ven aquí JiMinnie —le jaló despacio


atrayéndolo sensualmente hasta su cuerpo.

—JungKook, aquí no.

—Aquí sí, déjame amarte JiMin-shi, déjame amarte como te


lo mereces —le susurró al oído para luego besarlo
ferozmente.

JiMin quiso detenerse, tenía mucho miedo. Sus padres


estaban por los Giardini ex Reali, muy cerca a la plaza
de San Marcos y los podían ver.

—¡No! —gritó el rubio—. ¡Basta!

—¡Basta, basta, basta! Todo es basta para ti JiMin.16

—JungKook, nuestros padres nos pueden ver. Debemos


parar.
—¿Hasta cuándo JiMin? ¿Hasta cuándo vamos a parar? Y si
nos encuentran ¿qué más da? Tenemos que saber
enfrentar al mundo por nuestro amor.

—Es que...

—Es que ¡nada! Estoy cansado de tu miedo, de tu


inseguridad, de tu falta de amor.

—JungKook no...

—JungKook ¡nada! Cuando decidas amarme de la misma


manera en la que yo te amo, sin temores, búscame, seguiré
esperando —Le dijo con una mirada triste, los ojos llorosos
y se marchó.15

JiMin quiso detenerlo pero no podía. Sus pies quisieron


avanzar hasta JungKook, pero su miedo lo detenía. ¿Cuán
cobarde podría ser? Cayó sentado al borde de la calle y
apego sus piernas a su pecho. Entonces quiso llorar más
las lágrimas no salieron, incluso ellas estaban cansadas de
su estúpido comportamiento, pero al final terminaron
cediendo y cayeron por sus mejillas.

—Un bello ragazzo come te non dovrebbe piangere —el


joven guapo que le había ayudado, apareció de repente.10

—¿Eh? —preguntó sorprendido JiMin levantando su triste


mirada.

—Bello, in amore devi rischiare la vita —le dijo limpiando


sus lágrimas—, cercalo, ti perdonerà9

—Non penso che mi perdonera —respondió resignado.5


—Poi canta Serenata, canta una serenata d'amore —
exclamó entusiasmado. JiMin lo miró sorprendido y un
recuerdo llegó a él.18

Era aquella promesa que le había hecho a JungKook,


cuando apenas tenía siete años. Si en sus manos estaba
arreglar las cosas con el amor de su vida, lo haría y usaría
esa promesa para demostrarle que ya no quería tener más
miedo. Él amaba a JungKook y si los encontraban ¿Qué
más daba?

—¿Mi aiuti? —preguntó esperanzado.4

—Certo, tutto per un bello ragazzo —le dijo el italiano


sonriéndole y alargando su mano para ayudarlo a
levantarse.8

JiMin buscó por todas partes JungKook mas no lo


encontró. El italiano trajo consigo a un amigo más y juntos
los tres buscaban al menor por todos los lados pero este no
aparecía. Luego de buscarlo un rato más, lo encontró,
estaba sentado en una de las columnas más alejadas del
palacio Ducal, completamente sólo en aquellas gradas. El
corazón de JiMin latió con fuerza y sin pensarlo dos veces
se encaminó hasta JungKook.

A la mierda si sus padres los veían, ya no quería


esconderse más.

—¡Jeon JungKook! —gritó llamando la atención no sólo del


pelinegro, si no de varias personas que estaban en el lugar
—, esto es para ti.27
Menciono con lágrimas en los ojos. El pelinegro se paró
lentamente y se situó en la primera grada mientras miraba
la escena absolutamente sorprendido. Los músicos tocaron
una bella melodía y JungKook se estremeció, más fue
cuando el rubio empezó a cantar, que su corazón saltó de
emoción. Saltó por amor.

—Nadie sabe esto pero conocí la música por ti. Sé que si


pudieras pelearías mis batallas tu por mí... —el rubio
empezó a cantar haciendo que el menor se sonrojase
—. Vences la distancia y es tu amor lo que jamás se va de
aquí, tienes mi corazón, tienes cada canción —JungKook
lloraba de emoción y su corazón caía ante JiMin—. Te amo
y te amaré y a ciencia cierta sé, que nuestro amor ni con el
tiempo va a desvanecer, si pudiera escoger mi vida otra
vez, la viviría contigo amor de nuevo...8

—JiMinnie... —Le llamó JungKook, pero el rubio estaba


dispuesto a terminar su serenata de amor.

—Sabes un poco de todo, me proteges me haces sonreír,


somos tan iguales tan distintos pero tú me amas así —le
sonrió—, sé que te esperaba y que te amaba desde el día
que nací, tienes mi corazón y tienes cada canción. No sé si
fue la suerte, fue mi bendición tenerte para mí...

—Mi JiMin, mi amor...15

—Te amo y te amare y a ciencia cierta sé, que nuestro


amor ni con el tiempo va a desvanecer, si pudiera escoger
mi vida otra vez, la viviría contigo amor de nuevo... de
nuevo JungKook.

Ambos hermanos se miraron y corrieron a abrazarse.

Esta vez no fue un abrazo como los de siempre, fue un


abrazo de consuelo. JungKook nunca hubiera imaginado
que JiMin recordaría aquella promesa, el sólo hecho de que
él la haya traído de vuelta, lo hizo adorarlo aún más. JiMin
era perfecto y aunque eran hermanos, no se arrepentía de
ese amor aunque le costara una vida a su corazón. Si
nunca hubiera conocido a JiMin, su vida no tendría un
sentido.

—T-tú... recordaste la promesa.

—Hyung te prometió traerte serenata y ser un mariachi.21

—¿Y dónde está tu sombrero? Un mariachi sin sombrero no


es mariachi —replicó el pelinegro.

—¿No puedes sólo agradecerme y no criticarme? —pidió el


rubio haciendo un puchero.

—¿Por qué te agradecería? ¿Por la serenata? ¿Por ser el


ser más hermosa del universo? ¿Por ser el amor de mi
vida? ¿O por el simple hecho de haber nacido?

—JungKookie...

—Tengo mil y un cosas que agradecerte JiMin, sólo que no


sé por dónde empezar o si algún día podría terminar de
hacerlo —lo abrazó fuertemente.
—¿Te gustó entonces mi serenata?

—Me encantó amor mío, si vas a tratar de reconciliarnos


con esta clase de sorpresas siempre, entonces hay que
pelearnos más seguido.

—¡Tonto! —le gritó el rubio golpeándolo suavemente en el


pecho.

—Me fascina el saber que cumples tus promesas, porque


eso significa que nunca has de dejarme.

—Nunca lo haré, tú tampoco ¿Verdad?

—Jamás en la vida JiMinnie. También es una promesa.

Y fue así como la plaza de San Marcos fue testigo de una


promesa de amor.

Una de las muchas que los amantes se habían hecho ya.


Pero esta promesa antes los espectadores, los músicos,
los aplausos y un cielo celeste y puro, fue la más
importante. Pues aquella promesa sería la que le
demostraría al mundo que un amor como el de JiMin y
JungKook, no se iba a acabar jamás y que si pudieran
escoger sus vidas otra vez, las vivirían juntos.

De nuevo...
——————————————————————

La canción que cantó JiMin se llama "De nuevo" de Paty


Cantú.
CAPÍTULO 25 ( Memories of
childhood )
Cuando JiMin cumplió nueve años trajo a casa un mejor
amigo por primera vez.2

Jeon JiMin era delegado de la clase de cuarto grado y el


segundo día de clase, la maestra presentó un alumno
nuevo. Un niño de la misma altura que el rubio, de piel muy
blanca, ojos pequeños y mirada seria hacía su aparición
por la puerta. Cuando la maestra le pidió que saludara,
este lo hizo desinteresadamente y dio a todos una gélida
mirada. El muchacho se llamaba Min YoonGi y para
sorpresa de JiMin, lo mandaron a sentarse junto a él,
convirtiéndolo en su compañero de mesa.

De más estaba decir que JiMin estaba nervioso. Cuando


quiso saludar al nuevo y presentarse, este lo miro de arriba
hacia abajo, lo vio indiferente y se volteó. JiMin se sintió
mal y creyó que tal vez él no había sido lo suficientemente
amable con el nuevo alumno transferido. Día tras día, JiMin
intentaba saludar al de tez pálida, más cada vez que lo
hacía, se ganaba una mirada fría, por lo que el mayor de
los Jeon empezó a sentir miedo.

Era casi un mes desde que habían regresado a clases,


cuando debían presentar el mural mensual por grado.
Todos fueron delegados para ayudar con algún tema y el
problema fue cuando nadie se atrevía a decirle a Min
YoonGi, que él estaba en el club de adorno final de aula.
Ciertamente el pequeño se había ganado el nombre de
gruñón de la clase y nadie quería decirle algo por temor a
lo que Min les diría. Así pues, decidieron al azar quién sería
el compañero de club y le informaría a YoonGi sobre lo que
tenía que hacer.

Jeon JiMin siempre fue malo jugando piedra, papel y tijera.


Entre los dieciséis alumnos que eran, precisamente fue el
quién perdió y debería ir por YoonGi, quién dormía
plácidamente en su sitio, mientras la clase hacía su mural.
Luego de que sus compañeritos le dieran palabras de
apoyo y unos abrazos como si el pequeño fuera a la guerra,
suspiró por última vez y con una mirada resignada se
encaminó hasta Min.1

—Y-YoonGi... —lo llamó con temor mas no recibió


respuesta. El nombrado estaba profundamente dormido—,
YoonGi-ah —lo volvió a llamar, mas no contestó.

JiMin miró a la audiencia que miraba expectante cada


movimiento del valiente rubio y le hizo una señal de
desaprobación. Los espectadores le dieron una señal
también, él debía insistir.

—Min... Min YoonGi —movió su brazo y en un abrir y cerrar


de ojos, tuvo al gruñón parado frente a él. JiMin empezó a
temblar.
—¿Qué quieres Jeon JiMin? —preguntó el mal geniudo niño.
Habían interrumpido su hermoso sueño y aquello le había
cabreado.

—Y-yo... —tartamudeó el rubio. Era ahora o nunca, tenía


que ser un niño valiente—, estamos haciendo el mural
mensual y a nosotros dos nos toca el decorado final —
sentenció seguro de sí mismo, pero a la vez cerrando sus
ojitos por el miedo.

Min YoonGi vio como el niño de mejillas redonditas cerraba


sus ojitos y sonrió. Su enojo se le había pasado y ahora
veía como el niño que parecía un pollito asustado esperaba
su respuesta.

—Está bien, cuando terminen de hacer todo me avisas para


decorar, ahora déjame dormir niño —dijo volviéndose a
sentar. Él también era un niño de nueve años, pero le
gustaba llamar niños a los otros niños. Se sentía mayor.

JiMin suspiro aliviado y volteo a ver a sus compañeritos


con una enorme sonrisa. Haciendo una hurra silenciosa
con sus manitos, sus compañeros lo recibieron con
abrazos y felicitaciones.7

Cuando todo estuvo hecho y la hora de salida llegó, los


niñitos del cuarto grado se despidieron deseándole suerte
a JiMin. El pequeño rubio se encontró solito en el salón
mientras Min seguía durmiendo. Cuando se acercó para
despertarlo, el gruñón lo sorprendió poniéndose de pie.
—¿Ya se fueron todos? —preguntó adormilado.

—S-sí.

—Entonces hay que decorar.

Y así, trabajando en conjunto, ambos niños empezaron a


realizar su trabajo. Una hora después, el salón completo
con un hermoso mural en el medio, se veía perfecto. Los
dos compañeritos aplaudieron al darse cuenta de su
magnífico trabajo y se abrazaron de la emoción. JiMin miró
entonces a YoonGi y se dio cuenta de la bonita sonrisa que
este tenía. Sus encías se mostraban y era demasiado
adorable.

—Creo que hicimos un gran trabajo —dijo YoonGi


sinceramente.

—Sí —respondió el rubiecito.

—Soy Min YoonGi —mencionó el contrario y extendió su


manito—, pero eso ya lo sabías, sólo... seamos amigos.

—¿Q-qué?

—Quiero que seamos amigos, los mejores.8

—¿E-en serio? —preguntó JiMin emocionado.

—S-sí... amigos para siempre.8

Y entonces JiMin se abalanzó hasta YoonGi y le dio un


abrazo.

Min lo recibió feliz también, él había visto como el adorable


niño había sido tan amable con él a diferencia de sus
demás compañeros y quiso ser su amigo. Seguiría siendo
el gruñón para toda la clase, pero para JiMin sería el mejor
amigo, siempre.

La maestra miraba la escena desde la puerta y sonreía al


ver a los dos pequeños abrazarse. Al fin el nuevo niño
transferido, quien tenía muchos problemas por la
separación de sus padres y se había vuelto retraído según
lo que la propia madre del pequeño le había dicho, había
encontrado un amigo y sonreía. Jeon JiMin sería un rayito
de felicidad para Min YoonGi.1

Aquella misma noche, JiMin escribió en su libreta de


logros, el haberse convertido en el mejor amigo de YoonGi.
Sería un día que no olvidaría.

Días después, el rubiecito decidió llevar a su nuevo mejor


amigo a casa. Salió del colegio junto con él y esperó a
JungKook, para irse juntos. El menor salió corriendo muy
feliz, pero se detuvo en el instante que vio a su hyung con
otro niño. Su corazoncito se sintió extraño y se acercó
lentamente.

—Hyung...

—¡JungKookie! Mami aún no llega por nosotros, ven —lo


llamó—, él es Min YoonGi, mi mejor amigo, irá a casa hoy a
jugar en el patio.

Pero JungKook no dijo nada y se volteó hacia otro lado.


YoonGi era un niño muy inteligente y opto por no decir
nada tampoco y JiMin no entendió por qué de repente
todos se habían quedado callados.

La señora Jeon llegó a recoger a sus lombrices cuando vio


a un niño al costado de sus hijos. JiMin le explicó quién era
el niño a su mamá y le pidió permiso para ir a comer y
jugar a casa. Tae Hee aceptó muy feliz y los tres niños
subieron a la camioneta. YoonGi y el rubiecito iban atrás
jugando y el pequeño JungKook estaba sentado en el
asiento delantero junto a su mamá y con los bracitos
cruzados. Jeon Tae Hee rió al ver la escena de los tres
curiosos pequeños y siguió manejando.

Cuando llegaron a casa, YoonGi y JiMin dejaron sus cosas


en la sala y salieron corriendo hasta el patio para jugar. El
menor soltó también su mochila, aún molesto y caminó
hasta la cocina sentándose con los bracitos todavía
cruzados y el ceño fruncido. Sus piecitos aún ni llegaban al
suelo, pero él ya estaba haciendo una escena de celos a
sus cortos siete añitos. Tae Hee miraba todo de forma tan
divertida y entro a la cocina para terminar de hacer la
comida de los pequeños.

—JungKookie ¿Qué pasa hijo? ¿Por qué estás molesto? —le


preguntó amorosamente a pesar de ya saber la respuesta.
JungKook no contestó y sus ojitos se pusieron rojitos—.
¿Kookie?

—¡Hyung ya no me quiere! —gritó y empezó a llorar.5

—No mi amor ¿por qué dices eso?


—ya no juega conmigo mami, hyung ya no me quiere
¿Quién es ese niño? ¿Por qué hyung juega con él y no con
Kookie?

—¡Ay mi lombriz! ¿Estás celoso del nuevo amiguito de tu


hermanito? —preguntó la señora Jeon tratando de que su
bebé sonría.

—Mami ¿Qué es estar celoso? —Tae Hee se echó a reír y


siguió secando las lagrimitas de su hijo.2

—Nada mi amor, que te parece si mejor vas con JiMinnie y


le pides jugar con él y su nuevo amiguito.

—Pero mami, yo no quiero jugar con ese niño, quiero jugar


sólo con hyung.

—Hijo, tú también puedes ser amiguito de ese niño, ve a


jugar, corre, verás que JiMinnie aceptará jugar contigo
también.

JungKook se paró y dio un pasito tembloroso. Su mamá le


pego en el trasero animándole así a ir hasta el patio a
jugar. Cuando llegó con las mejores intenciones del mundo,
su corazoncito volvió a doler. Su hyung le había dado su
muñequito de Iron Man al niño nuevo y ahora jugaban los
dos muy felices.22

—Hyung... —llamó pidiendo atención, más el rubio no le


hizo caso pues estaba muy atento jugando con YoonGi—,
hyung... —le volvió a llamar y sus ojitos amenazaron con
llorar otra vez—. ¡Hyung!
JiMin volteó asustado. Su pequeño hermanito estaba en la
entrada llorando y de repente corrió hacia dentro de la
casa. YoonGi vio la escena y no le tomó importancia, pero
JiMin corrió tras su hermanito. Subió las escaleras con sus
cortas piernitas y llego hasta la habitación del pelinegro.
Ahí lo encontró llorando y un estrujo en el corazón lo animó
a acercarse hasta el borde de la cama. No sabía por qué
JungKook lloraba y él sólo tenía ganas de calmarlo.1

—JungKookie ¿por qué lloras hermanito? —preguntó


buscando la carita del menor quien se encontraba tirado
encima de su cama con una almohada en su cara—.
Kookie, dime algo.

—Hyung ¿y-ya no me quieres? —preguntó llorando el


menor.

—¿Por qué dices eso Kookie? —se escandalizó.

—T-tú estás con tu amigo ese y ya no me haces caso


hyung.

—Oh hermanito, eso no es verdad —dijo el mayor secando


las lagrimitas del menor.

—Sí es verdad, ya no pasas los recreos conmigo —sollozó


fuerte—. ¡Y ahora juegas más con él que con Kookie!4

—Kookie perdóname hermanito —pidió el rubiecito. No


quería ver a su pequeño hermano llorar por su culpa. Se
sentía mal de sólo ver cómo las lagrimitas del menos caían
y su corazoncito dolía mucho—. Y-yo te quiero JungKookie,
es más, pídeme lo que quieras.
—¿L-lo que quiera?

—S-sí Kookie, lo que tú quieras, tu hyung lo hará para ti.

—Entonces... ¡Tráeme una serenata! —gritó fuerte secando


sus lagrimitas.

—Perfecto, una sere... —el rubio se detuvo—, JungKookie


¿qué es una serenata?8

—¿No sabes que es una serenata hyung? —preguntó más


JiMin sólo negó—, hoy mi maestra dijo que una serenata es
cuando le cantas a otra persona... ¡Ah! Y que también
había un mariachi.

—¿Un... un mariachi?

—Sí, es el que canta la serenata.

JiMin estuvo pensando un largo rato sobre la información


que su pequeño hermano le había dado y luego de estar
debatiendo ideas dentro de él, quiso hacer una promesa.

—Entonces hyung será un mariachi para ti —dijo ante la


sonrisa esperanzadora del menor—, voy a cantarte una
serenata algún día, lo prometo.3

Y tomando el dedito meñique del menor, lo unió en una


bonita promesa.

Las promesas deben cumplirse siempre y JiMin


definitivamente cumpliría aquella promesa.
CAPÍTULO 26 ( Durante la
noche )
JungKook y JiMim caminaban de la mano por la ciudad de
Milán, cerca de la catedral de Il Duomo, bajo una noche
hermosa. No muchas veces las estrellas se veían tan bellas
y llenas de vida, así como no muchas veces, los hermanos
Jeon podían salir a las calles libremente y caminar de la
mano como amantes.4

La luna miraba la escena con lágrimas en sus ojos


abstractos, ella hubiera querido tener la oportunidad de
amarse con el sol de la misma forma que JiMin y JungKook
lo hacían. Por eso cuando los vio, brilló aún más fuerte,
opacando a todas esas estrellas que quisieron robarle el
protagonismo a los amantes. Nadie opacaría su luz y la
luna, sólo se encargaría de alumbrarlos para que nunca
olvidasen que no había nada más hermoso que su amor
resplandeciente.16

—Bello ragazzo ¿Vuoi una caramella di cotone? —le


preguntó un guapo vendedor a JiMin extendiéndole un
algodón de azúcar. JungKook pensó porqué todos los
vendedores, cantantes y personas que se le acercaban a
su JiMin, eran tan apuestos.5

—¿Quieres un algodón novio mío? —JungKook llamó la


atención de JiMin cuando pronunció "novio mío" con
demasiado énfasis. JiMin soltó una risita burlesca,
JungKook estaba celoso nuevamente.

—Sabes que el joven no podrá entenderte así le grites que


soy tu novio ¿verdad? —respondió JiMin con una sonrisita
—. ¿Quanto costa? —Preguntó JiMin al joven.5

—Niente, te lo darò io, bel ragazzo —le dijo el apuesto


vendedor y le extendió el dulce.3

—Grazie —un sonrojado JiMin cogió el algodón.

—Il tuo ragazzo è molto bello, prenditi cura di lui —y


diciendo aquello, se retiró guiñándole un ojo a JiMin3

JungKook se quedó atónito. ¿Qué es lo que el italiano le


había dicho?, y ¿por qué JiMin estaba comiendo ese
algodón mientras se reía?

—¡No te lo comas! —exclamó JungKook mientras le quitaba


el algodón a JiMin.4

—¿Por qué? —preguntó el rubio tratando de recuperar su


algodón.

—¿Y si está envenenado hyung? No debemos confiarnos,


te lo regaló de la nada el muy descarado ¡no, no y no! ¡No
te comerás esa bola rosada dulce!

—Sí me la comeré —atacó JiMin metiéndose un bocado a la


boca.

—¡Que no! ¡Ven aquí JiMinnie! ¡No huyas cobarde!


JiMin soltó una risotada mientras comía su algodón y
corría por las calles de la nocturna ciudad. JungKook lo
correteaba y a veces lo alcanzaba, pero su hyung era tan
escurridizo que siempre se escapaba. La gente alrededor
miraba la escena conmovidos, aquella pareja tan mona se
veía feliz y las personas suspiraban al ver el amor que
emanaba de ellos.

Definitivamente era amor.

—Mi scusi giovane ¿dov'è un ristorante nelle vicinanze? —


preguntó JiMin a un hombre de mediana edad, bastante
atractivo.17

—Vai a destra e poi a sinistra, percorri un isolato e troverai


un buon ristorante, bel ragazzo —indicó el hombre con una
sonrisa.19

—Grazie giovane.3

JungKook empujó la lengua contra su mejilla por enésima


vez en el día. Ya sabía que significaba "bel ragazzo" y eso
le estaba poniendo de mal humor. Cualquier persona con la
que se cruzaban, le sonreía a su JiMin y cualquier cosa que
preguntaba, le respondían con un "bel ragazzo". Estaba
harto.16

—JiMin ¿Cuándo aprendiste italiano? —inquirió el menor de


los Jeon de mala gana.

—El extracurricular de quinto año lo hice con italiano, pero


me quedé en la mitad —un extrañado JiMin volteó a ver a
su hermano que venía gruñendo por atrás—. ¿Qué
escogiste tú?

—Canto... ¡Rayos! Debí escoger italiano —mencionó


mientras pateaba al aire.9

—¿Por qué? —rió el rubio.

—Porque sí, tengo hambre, vamos.

JiMin volvió a reír mientras meneaba la cabeza de un lado


a otro, los celos de su hermano eran todo un caso.
Llegaron al sitio que les habían indicado y entraron con las
pansitas rugiendo, el lugar se veía realmente muy bien y el
olor de la comida era deliciosa.

JiMin cayó en cuenta que era un restaurant de pastas y al


parecer, eran las mejores.

Un joven, muy atractivo, como todos en aquella ciudad al


parecer, los recibió en la entrada y los dirigió hasta una
mesa junto a la ventana, la cual les daba una vista
estupenda de la plaza frente a ellos. Era maravilloso.11

—¿Cosa vuoi ordinare, bello ragazzo? —preguntó el mozo a


JiMin.13

El rubio miraba la carta mientras señalaba la orden número


once. El mozo escribió en una libreta el pedido y
sonriéndole con demasía a JiMin, retiró la carta lentamente
y con mucho respeto.

—¿E tu? —le dijo a JungKook.4


Al parecer toda la amabilidad del mozo se le esfumó al
preguntarle a JungKook que deseaba de la carta. Mientras
esperaba a que el pelinegro escogiera, hacía un incesante
golpeteo de su pie derecho. JungKook pensó porqué el
dichoso mozo había tratado tan bien a JiMin y a él estaba
hablándole mal. El menor de los Jeon frunció el ceño y lo
miró molesto.

Una lucha de miradas desafiantes se había desatado entre


los dos. JiMin volteo los ojos y se dirigió hacia el mozo.

—Ordinerà lo stesso —le dijo sonriéndole, el joven le sonrió


nuevamente y se retiró con un asentamiento de cabeza—.
JungKook ¡Basta! No te comportes como un mocoso.4

—Pero hyung, es el tonto ese quien me estaba molestando,


me trató feo —se quejó el menor.

—Dije que basta, detente JungKookie o me molestaré


contigo.

—Pe... —JiMin le dio una mirada de advertencia y el menor


bajó la cabeza, avergonzado.

Varios minutos después y como un polluelo herido, el


pelinegro seguía con los ojitos caídos. JiMin suspiró
cansino y estiró su manito hasta la de JungKook.

—Kookie, no quise gritarte, pero te estabas comportando


mal.

—Hyung —dijo serio—, fue él quien empezó.

JiMin estuvo a punto de contradecirlo, pero su cena llegó.


—Ecco il tuo ordine, bellissimo principe —mencionó el
mozo poniendo el plato delicadamente delante de JiMin y
coqueteándole con descaro. JungKook perdió la
paciencia.7

—¡Basta! Mira italianucho ¡Vuelves a coquetearle a mi


novio y te parto la cara!29

—¿Qosa?8

—¡Imbécil! —JungKook se paró y quiso abalanzarse hasta


el idiota frente a él.

La gente al rededor miraban la escena escépticos, JiMin


moría de vergüenza. Tenía que hacer algo urgentemente.

—Non ti preoccupare, scusa —dijo levantándose y


calmando al joven. Este se tranquilizó, calmó su rostro y
suspiró.3

—Non dico nulla solo perché sei un bel ragazzo —le guiñó
un ojo y ante la mirada furiosa del menor de los Jeon, se
retiró.2

JiMin no dijo nada más. JungKook lo miraba queriéndole


buscar alguna conversación, pero no lo conseguía. Él sabía
que la había jodido, pero le dolía que JiMin no se pusiera de
su lado, estaba siendo inmaduro, él lo sabía, pero es que
era inevitable sentir celos. No quería que nadie mirase a su
JiMin.4
La comida terminó en completo silencio. JiMin pagó la
cuenta y se levantó para salir, JungKook lo siguió en
silencio también y salieron del restaurante.

—Arrivederci, bel ragazzo —gritó el mozo dando una última


puntada.2

JungKook bufó y dejando sus modales de lado, sacó el


dedo medio y se lo enseñó en señal de amenaza. El
descarado joven se indignó y entró rápidamente al
restaurante. JiMin rió.21

—¿Sabes que eres muy malcriado?

—¿Y tú sabes que eres sólo mío y a mí me gusta proteger lo


que es mío?

JiMin sonrió y se lanzó a los besos del pelinegro. JungKook


lo recibió gustoso y envolvió sus brazos al rededor del
rubio. Aquella noche, JungKook regresó al hotel con cinco
libros que compró por el camino.

Eran libros de como aprender italiano.30

A pesar de todos los problemas, ellos se amaban y la noche


lo sabía. Todo el mundo lo sabía ya. Y fue precisamente
durante aquellas noches en Italia, que disfrutaron un mes
lleno de amor. Tal vez jamás volverían a tener tanta
libertad, tal vez en Corea les esperaba la realidad. Porque
de día eran los hermanos Jeon, pero durante la noche, eran
los amantes de la luna.6
El celular de JiMin sonó, mas este no le hizo caso. Sonó
varias veces en la noche, pero ambos hermanos estaban
tan inmersos en amarse, que no querían poner atención a
nadie más. La pantalla alumbraba el nombre de quién hacia
la llamada. El doctor Kim NamJoon estaba solicitando a
JiMin y era precisamente aquella llamada, la detonante de
la verdad y la cruel realidad...25

<<>>

Bajo esa misma noche, en otro lado del mundo, Hae Ji


entraba en la cafetería de Central Busán, en la que
TaeHyung trabajaba. Se sentó en la mesa número seis y vio
como diligentemente el castaño servía por una tasa de
café con leche y un pedazo de tarta, su barriguita gruñó
pidiendo ser alimentada, pues la pelinegra había estado tan
ocupada en el día, que no había probado ningún bocado.

TaeHyung servía la tarta de manzana a la mesa diez,


cuando vio a la hermosa Hae Ji sentada, quien al levantar
la mirada, lo saludó haciendo que sus ojitos se vean
chiquititos. El corazón de Park TaeHyung latió con fuerza y
un bonito rubor, se asomó por sus mejillas y es que ver a
Oh Hae Ji, siempre le había animado el día.8

—¡Tae!

—¡Hae Ji-shi! ¿Qué te trae por aquí? —preguntó


entusiasmado.

—Vine por ti.


—¿Por mí? —el asombro en el castaño no pasaba
desapercibido.+

—Sí Tae, vine sólo por ti.


CAPÍTULO 27 ( Crystal snow )
—Espérame unos minutos Hae Ji-shi, mi turno va a acabar
en media hora —dijo TaeHyung sonriente.

La pelinegra había llegado hasta la cafetería donde


trabajaba Park TaeHyung. Necesitaba hablar con él,
necesitaba agradecerle por el hecho de haberla apoyado
sin pedir explicaciones, necesitaba decirle que apreciaba
su apoyo.

—Tráeme un café con leche y una tarta Tae, muero de


hambre —pidió sobando su barriguita.

—Voy corriendo —le dijo y apareció con el pedido.

Hae Ji esperó hasta que TaeHyung terminara su trabajo.


Sentada en aquella cafetería, a través de la gran ventana
veía las calles llenas de gente abrigada y abrazada. El
clima humedecido y nublado, lejos de ser horrible, tenía un
aspecto tranquilizador, recordó cuando su novio y ella
caminaban también al igual que es agente. Cuando
compartían aquella chalina verde larguísima y el rubio le
compraba chocolate caliente, recordó cuando paseaban y
miraban las tiendas probándose cualquier cosa. La
pelinegra sonrió y un estrujo en su corazón volvió a
aparecer.

Extrañaba a JiMin.
—Hae Ji-shi, ya terminé mi turno ¿terminaste de comer? —
TaeHyung se había acercado silenciosamente.

—Oh, sí, sí, vamos.

Caminaron hacia un parque cercano y se sentaron en la


banquita más alumbrada. Hablaban de cosas triviales,
reían, jugaban, pero Hae Ji sabía que ya era momento de
hablar lo que necesitaba.

—Tae, quiero agradecerte —le dijo sinceramente.

—¿Por qué? —preguntó extrañado.

—Por aquella vez que me consolaste sin medida.

—Tranquila Hae Ji, cualquiera hubiera hecho lo mismo —


tomo su mano reconfortándola. Él la entendía
perfectamente.

—Y... ¿No vas a preguntarme por qué lloraba? —dijo la


pelinegra con hilo de voz.

—Si hasta ahora no me lo has dicho, es por algo ¿no? No


necesito saber el porqué de tus lágrimas para consolarte
siempre que quieras.

Hae Ji lo miró con admiración y se lanzó a sus brazos. Un


abrazo interminable, reconfortador, fue el que TaeHyung
recibió. El olor del cabello de la pelinegra, era delicioso,
TaeHyung disfrutó cada segundo de aquel abrazo y los
guardó en su memoria. Jamás olvidaría las hermosas
sensaciones que la bella Hae Ji le hacía sentir.4
Eran tan, tan dulce.

—Eres tan maduro, ante todos eres como un niño al que


queremos proteger, pero tú en verdad eres maduro Tae...

—Aprendí a serlo, a los catorce años tuve que madurar,


pero eso no significaba que iba a ser un amargado —
pronunció haciendo un adorable puchero—, yo quiero ser
siempre feliz.

—Y lo serás Tae, te aseguro que lo serás.

—Créeme que ya lo soy —sonrió tiernamente y Hae Ji le dio


un abrazo más. Se sentía emocionada al tener un gran
amigo como Park TaeHyung.

—Mañana deberíamos comer todos juntos, los extraño.

—Le diré a YoonGi y Hobi, seguro que aceptarán.

—Ojalá, en verdad los extraño muchísimo —mencionó


suspirando.

TaeHyung pudo ver en Hae Ji la tristeza.

Sus ojos que tenían aquel brillo especial, ahora lucían


decaídos. Él sabía que era por JiMin, seguramente la bella
Hae Ji lo extrañaba más a él que a nadie. Él también
extrañaba a JiMin y a JungKook. TaeHyung amaba a todos
sus amigos por igual, pero con JiMin las cosas
sobrepasaban los límites del amor. El apreciaba y admiraba
al rubio, JiMin era todo lo que TaeHyung hubiese querido
ser y tenía todo lo que hubiese querido tener. Aún así
estaba feliz de la vida que le había tocado, él era
afortunado también, la admiración y amor que le tenía, lo
hacía extrañarlo al igual que Hae Ji.7

Por eso entendía perfectamente a la pelinegra, porque el


como ella se sentía en ese entonces, era lo que él había
sentido desde muchísimo antes...11

<<>>

Park TaeHyung y Jung HoSeok, estaban sentados en la


computadora de Min YoonGi, jugando agua y fuego. Porque
sí, a ambos chicos no les gustaba los juegos difíciles y los
que cualquier joven de su edad jugaba. Ellos
amaban Friv y sus jueguitos de niños, como el que
estaban jugando en ese momento o el de los heladitos.28

—¿En serio están jugando eso? Saben que tengo PS4 y


pueden jugar overwatch ¿verdad? —preguntó un
amargado YoonGi desde su cama.11

—Sí, sí sabemos —dijeron al unísono—, pero nos gusta más


esto, es emocionante —acotó HoSeok.

—Sí YoonGi-ah, además después de esto jugaremos


Charlie, el pato.

—Charlie ¿qué? —preguntó YoonGi.

—El pato... —respondió HoSeok—. Charlie es un pato que


come diamantes y entra por aguas subterráneas, es
nuestro juego favorito hyung —fijo el pelirrojo.1
—¡Joder! Parecen dos niños jugando eso, extraño a
JiMinnie y hasta al pesado de JungKook, ellos sí juegan
buenas cosas —refunfuñó el peli celeste.

—¡Ay YoonGi! Si no te gusta, puedes irte —espetó


TaeHyung mientras seguía moviendo la tecla derecha para
que la bendita watergirl no entre en el ácido.

—¡Pero es mi casa!2

—¡Pues te aguantas! —le gritó Park.

Jung HoSeok rió ante la pelea de sus hyungs. Era tan


agradable verlos juntos, aunque extrañaba a JungKook y
JiMin, tenía a sus dos hyungs y era feliz. Muy pronto
entraría junto a JungKook a la universidad y estaría el
grupo juntos nuevamente.1

—¡Ganamos! —gritó un entusiasta castaño—, iré por


bocaditos y luego jugaremos el siguiente nivel —anunció —.
YoonGi ¿Dónde están las frituras?

—En la alacena, tráeme papas fritas a mí —le indicó sin


despegar la vista del celular.

TaeHyung bajó corriendo hasta la cocina y buscó las


frituras. HoSeok se quedó viendo como YoonGi no
despegaba la mirada del móvil. Cansado de no tener
atención, se acercó para sentarse a su lado, imponente.

—¡Hyung! Deja ese celular, hemos venido a jugar y tú no


nos prestas atención —se quejó el pelirrojo. YoonGi levantó
la vista hasta llegar al hermoso chico que tenía delante y
sonrió de lado.

—HoSeok... ¿Estás enojado porque no estoy jugando con


ustedes? ¿O porque no estoy prestándote atención?12

—Y-yo...

—Así que el niño quiere atención —dijo sensualmente


mientras dejaba el celular de lado y se acercaba al
pelirrojo.2

—¡Yo no soy un niño! —exclamó furioso.

—¿Y qué haces jugando juegos de niños entonces? —lo


provocó.

—Y-yo... yo ta-también puedo ju-jugar juegos de


grandes, hyung —dijo avergonzado, YoonGi lo estaba
arrinconando.

—¿Así? Juego de grandes... ¿Quieres que te enseñe a jugar


como los grandes Hobi? —susurró muy cerca de sus
labios.31

Jung HoSeok se sintió morir.

Sus manos estaban sudando, el nerviosismo lo tenía a flor


de piel, cerró sus ojitos lentamente quedando en bandeja
de plata ante el imponente Min YoonGi. El peli celeste
sonrió ante el hermoso rostro angelical de su Hobi y ante
aquella naricita perfilada tan perfecta. Se acercó
lentamente, quería que el beso que estaba a punto de
darle, sea único para el menor, quería ser el mejor para él,
que el primer beso de aquel bello ángel de esperanza sea
delicado, placentero, sea un beso de amor. YoonGi quería
estar para siempre con él y quería ser el primero y único
para Jung HoSeok.1

Unos pasos hicieron que aquel beso de ensueño no se


concretara. YoonGi refunfuñó cuando TaeHyung abrió la
puerta de golpe, pero corrió hasta él cuando el menor cayó
fuertemente.14

—¡TaeHyung! —gritó desesperado.

La sangre empezó a correr por el piso. TaeHyung estaba


inconsciente luego de haber caído y haberse golpeado en
el esquinero de la cama del peli celeste. Quedándose
atónito, YoonGi parpadeó varias veces antes de reaccionar
y aventarse hasta el castañito.12

—TaeHyung-ah ¡TaeHyung respóndeme! —le dijo


levantándole lentamente.

HoSeok se acercó tembloroso y vio la cabeza de Park.


Estaba sangrando demasiado y ver aquella escena lo
asustó. YoonGi lo acomodó entre sus brazos y al ver el
corte, el pánico inundó a ambos chicos.3

—TaeHyung, levántate joder —exclamó—, HoSeok, tráeme


el botiquín de la cocina —ordenó, más el menor aún seguía
temblando—. HoSeok por favor ¡reacciona! Necesito el
botiquín.

Jung pareció comprender y nerviosamente salió de la


habitación. Su corazón latía a mil por hora cuando bajaba
por las escaleras, sus lágrimas no tardaron en aparecer y
correr por su rostro, debía calmarse, tenía que hacerlo.

YoonGi quería llorar. Él era un chico fuerte, pero tener al


castaño entre sus brazos y con una herida en la cabeza lo
había desarmado. Si algo le pasaba a TaeHyung, él jamás
se lo perdonaría, amaba tanto a aquel chico, que preferiría
morir mil y un veces él, antes que TaeHyung.1

—Tae contéstame por favor —rogó y al parecer de su


sollozo floreció la esperanza.

—Yo-YoonGi-ah —musitó muy bajito el castaño mientras se


removía incómodo.

—¡TaeHyung! Dios, no te vuelvas a dormir ¿me escuchas?


¡Tae!

—Hyung, duele...

—Tranquilo Tae, e-estarás bien, no te duermas por favor.

—YoonGi, due... duele mucho —dijo tratando de


acomodarse.

HoSeok entró con el botiquín en la mano y se lanzó al suelo


para sacar las cosas que necesitarían. Cuando vio que el
castaño se movía, suspiró más aliviado. Su corazón latió
más lento.

—Tae Tae —dijo con un hilo de voz y aguantándose las


ganas de llorar nuevamente.

—Tra... tranquilo Hobi, estoy bien, sólo duele, un poquitito.3


Ambos chicos ayudaron a sentarse a TaeHyung y se
pusieron a secar la herida entre abierta. Alcohol, algodón,
gasas, medicamentos y demás cosas utilizaron para
detener el sangrado y curar la herida.

—Vamos a tener que ir a la clínica, puede que necesites


puntos TaeHyung.

—No exageres YoonGi, ya estoy bien, sólo fue un golpecito.

—¿Golpecito? ¿Golpecito dices? ¡Tienes una maldita herida


en la frente! ¡De casi tres centímetros!

—Pero no me ha pasado nada, ya se detuvo el sangrado y


luego se cerrará, estoy seguro —dijo con una sonrisa
cuadrada muy débil.

—TaeTae —llamó Hobi apenado—, YoonGi hyung tiene


razón, deberíamos ir al médico.

—Pero... —TaeHyung quiso replicar, más la mirada


amenazante de YoonGi lo alarmó—, está bien, exagerados.

Cuando llegaron a la clínica de los Jeon, el doctor Kim


quien había atendido a TaeHyung cuando se intoxicó, los
recibió amablemente. Curaron al castaño y felizmente no le
tuvieron que poner puntos pues la herida no fue tan
profunda. Luego de recetar algunos medicamentos, dejo a
los chicos irse.2

—YoonGi —llamó el joven médico antes que el mayor


saliera.

—Dígame doctor.
—He estado llamando al joven JiMin. Sé que está de
vacaciones con su familia, pero necesito comunicarme
urgentemente con él ¿Crees que puedas decirle que me
llame lo más pronto posible?4

—Claro que sí —respondió extrañado—, yo le daré su


comunicado. Hasta luego doctor y gracias.

Se despidió con una reverencia y se fue al encuentro de


sus amigos. Aquella pequeña conversación le había dejado
con un mal sabor de boca. ¿Qué es lo que aquel médico
quería con JiMinnie? Tal vez algo relacionado con su padre,
pero ¿No era mejor hablar directamente con el señor Jeon?
Al final, él era el dueño de la clínica, sus empleados
deberían hablar con él, no con JiMin. Le avisaría al rubio de
aquel recado y luego le preguntaría qué era lo que aquel
médico quería. Un mal presentimiento se había creado en
él y YoonGi nunca se equivocaba.

Sus presentimientos tampoco...5

<<>>

El avión aterrizó a las ocho de la mañana. JungKook y


JiMin bajaron aún adormilados, mientras sus padres
caminaban tras ellos. Habían sido las vacaciones
perfectas.

Tae Hee respiró el aire de Corea y se sumergió en sus


recuerdos. Todos se habían quedado en Italia y ahora era
momento de actuar. Jae Chan caminaba al lado de su
esposa desconocedor de todo lo que estaba pasando en su
pequeña familia, él sólo quería cuidarlos de todo. Pero
¿Qué pasaba si aun así todo el mundo quería hacerles
daño? Él no lo permitiría, jamás lo haría, incluso hasta la
muerte, él y Tae Hee lucharían por su familia.

La familia Jeon vio los copos de la nieve cristalina caer.


Ambos hermanos miraron maravillados la primera nevada,
JiMin cogió con sus manitos un copito brillante y se lo dio
a JungKook, este le sonrió enamorado y grabaron el
momento exacto, aquel día lo recordarían para siempre.3

Porque aquel día, la familia Jeon había regresado y la


verdadera lucha por su amor había empezado.
CAPÍTULO 28 ( Regreso )
JiMin sintió malestar cuando llegó. Abrió los ojos con
demasía y su rostro se tornó pálido cuando corrió hasta
llegar a TaeHyung. JungKook lo siguió sin comprender
hasta que vio al castaño, a YoonGi y HoSeok parados
frente a la puerta de la universidad.

—Por el amor de Dios Tae ¿qué te pasó? —exclamó


preocupado el rubio.

—JiMinnie —sollozó el castaño mientras era envuelto por


los brazos del mayor de los Jeon—. JiMinnie, te extrañé
mucho, mucho, muchísimo.

—Yo también TaeHyung, pero dime ¿qué te pasó en la


frente? ¿Estás bien? ¿Cómo te hiciste eso? ¿Cuándo pasó?
¿Por qué no me habían avisado?

—¿No nos vas a saludar a nosotros? —preguntó YoonGi


cruzado de brazos.

—YoonGi-ah... oh Dios, los extrañé mucho —dijo abrazando


fuertemente al pelo celeste.

—Yo también JiMinnie, no me vuelvas a dejar solo con


estos dos, son unos mocosos insoportables.

—¡JiMinnie! ¡Yo también quiero un abrazo! —dijo HoSeok


haciendo un puchero.
—¡Hobi! —gritó JiMin abrazando también al pelirrojo—, los
he extrañado tanto —se abrazaron los cuatro excluyendo al
pelinegro quien miraba la escena receloso.

—¿Y para tu mejor amigo no hay un abrazo Jung HoSeok?


¿Ósea abrazas más a mi hermano que a mí? ¡Que pu...

—¡JungKookie! —gritó HoSeok interrumpiéndole.

—Veo que me has olvidado, eres una pe...6

—¡Basta! Te extrañé JungKookie, te fuiste, me


abandonaste, me dejaste sólo, triste y desamparado. A mí,
a tu mejor amigo, con quién paras todos los días, a tu
confidente, prácticamente soy tu mujer ¡Maldito! Me
abandonaste a mí y a este amor que te tengo —exclamó
dramáticamente HoSeok ante la risa de los demás y el
sonrojo desmesurado de JungKook.4

—Eres un cerdo, aléjate, apuesto que me engañaste con


uno de estos dos ¡infiel! —le reclamó JungKook en son de
broma mientras se escondía detrás de JiMin para fingir un
llanto—, seguro me engañaste con YoonGi o TaeHyung o
con los dos. Siempre supe que eras un pu... un puberto de
moral distraída, bien me decía mi madre que no eras para
mí.23

—¡Calla JungKook! Yo te esperé por mucho tiempo, pero no


pude más con esta soledad, fue demasiado tiempo sin ti,
me abandonaste sin decirme nada, no tienes derecho a
reclamarme ¿por qué te fuiste dejándome solo, sin
motivos? Aún recuerdo aquella mañana del primero de
enero en la que volaste lejos de mí lo recuerdo como si
hubiera sido hace solo un mes —sollozó falsamente.2

—Hobi, pero es que en verdad me fui hace sólo un mes.

Todos rieron a carcajadas. JiMin, TaeHyung y YoonGi veían


el drama de los menores y se burlaban. Así también eran
ellos, sobre todo cuando TaeHyung se metía en el
bromance de JiMin el chico tierno y YoonGi el tipo rudo.
Era agradable ver a aquel grupo de amigos reunidos
nuevamente, como en los tiempos de colegio.

Eso fue lo que pensó Hae Ji cuando vio la escena del


reencuentro de los menores. Ella, desde la puerta de uno
de los salones, miraba a sus amigos y a su aún novio riendo
y compartiendo aquellas sonrisas. JiMin estaba tan guapo,
tan sonriente, traía en su rostro la vitalidad que hace
mucho tiempo no se le veía. Y a su lado, estaba él,
JungKook. El chico por el cual sonreía JiMin y ella sonrió
también, al ver a los dos hermanos tan felices, tan
enamorados. Suspiró y lentamente y entró al salón.

<<>>

HoSeok y JungKook tenían que inscribirse a la carrera que


desearan y tendrían que dar un examen de admisión.
Mientras los menores caminaban hasta una pequeña sala
de inscripciones, los mayores iban a matricularse en un
nuevo ciclo universitaria mientras JiMin era informado
sobre el porqué Tae traía un parche en la frente.
Fue entonces cuando JiMin la vio. Ahí estaba ella, Hae Ji,
sonreía como siempre, ajena a todo lo que él estaba
pasando, ajena a todos los sentimientos que tenía por
JungKook, ella sólo estaba ahí como siempre, pensando
que tenía un novio que la amaba y que estaría para siempre
con ella. Jeon JiMin creía eso, el rubio no sabía que la
pelinegra ya había sufrido por aquellos sentimientos que le
quemaban la piel.1

Ella volteó. Lo vio a los ojos y dudó en acercarse, era su


novio desde hace dos años y aun así ella no tenía el valor
de ir corriendo hacia él como lo hacía antes, no como lo
había hecho siempre. Ella ya no podía hacerlo.

Se acercó lentamente y sonrió; saludó primero a YoonGi y


TaeHyung y con un leve beso en la mejilla, saludó a JiMin
también.

—Chicos ¿Ya están listos para un nuevo ciclo? —preguntó y


con aquello la conversación inició.

JiMin pensó que Hae Ji era un ángel. Cualquier otra chica,


le hubiera reclamado la ausencia de mensajes durante su
viaje. Porque sí, JiMin había estado prácticamente una luna
de miel con JungKook en Italia y se había olvidado de
HaeJi. Las veces que hablaban por mensajes, eran muy
escasas y aun así la pelinegra no le había dicho ni una sola
palabra de aquello y seguía conversando amenamente.

TaeHyung fue con YoonGi a sacar algunas copias y él se


quedó sólo con ella. Pensó que sería incómodo, que al irse
sus amigos, ella le preguntaría porqué la había olvidado
durante un mes. El reclamo nunca llegó.

—Y cuéntame JiMinnie ¿Cómo te fue en Italia? ¿Es bonito?


—Hae Ji sonaba tan sincera.

—¿Eh? S-sí, sí, es muy bonito.

—Con los chicos estábamos pensando que deberíamos ir


en las vacaciones de mitad de año ¿Qué te parece la idea?
Además JungKookie y tú ya conocen y nos podrían guiar —
dijo entusiasmada.

—Claro Hae, iremos, te lo prometo.

—Cuando tu prometes algo es porque lo cumplirás, gracias


JiMin —susurró abrazándolo. Lo había extrañado
demasiado y en el instante que el rubio le devolvió el
abrazo quiso llorar.

Todo era tan complicado, Hae Ji sabía que lo difícil apenas


había empezado y al igual que todos, sintió miedo. Ella
quería protegerlos y ahora contaba con la ayuda de alguien
más.

Se sintió más aliviada con el abrazo de JiMin y sonrió


cuando se separaron. JiMin quiso abrazarla más, llenarla
de besos como si fuera su hermana pequeña. Aquella chica
era tan hermosa como persona, tan bella físicamente y
adorable, que se sintió un ser malo a su lado. Cuando él le
dijera que ya no quería estar con ella, le destrozaría el
corazón y temía que Hae Ji nunca lo perdonara. La envolvió
otra vez en sus brazos y besó su frente ante la reacción
atónita de la pelinegra.

Cuando YoonGi y TaeHyung entraron al salón nuevamente,


se encontraron con aquella escena. El corazón del castaño
golpeó con fuerza y reprimió mil y un sentimientos. Por su
lado, YoonGi se sintió incómodo también y jaló a TaeHyung
quien se había quedado inmóvil acercándose así a la
pareja.1

—Listo, aquí están las copias. Entregamos esto y vamos


con Hobi y tu hermano para ayudarlos ¿está bien? —dijo
YoonGi haciendo que JiMin se sobresaltara y dejara a Hae
Ji.

—S-sí, está bien —respondió el rubio y siguieron hablando


de trivialidades.

La tensión volaba por los aires. Entre conversaciones


cortas, palabras fuera del contexto y monosílabos, los
cuatro chicos se inscribieron en un nuevo ciclo
universitario. TaeHyung, quién solía ser el más hablador
estaba callado, mientras esperaba que YoonGi recogiera su
matrícula sellada.

—TaeTae ¿estás bien? —quiso saber Hae Ji al ver lo


decaído que parecía el castaño.

—S-sí, es-estoy bien.

—Tae, si te sientes mal, avísame, no te calles nada ¿ok? —


acotó JiMin desordenándole el cabello y abrazándolo
fuertemente.
TaeHyung asintió y se dejó abrazar. Si supiera JiMin cuánto
era lo que él callaba, le daría mil y un abrazos más y lo
protegería. TaeHyung estaba seguro que lo haría, después
de aquel primero de enero, estaba seguro que lo haría.12

La tensión no disminuyó. Hae Ji miraba tiernamente como


JiMin tenía abrazado a TaeHyung y sonrió. YoonGi se
acercó y enseñando sus documentos avisó que deberían
salir del salón a buscar a los menores. Las cosas estaban
desmoronándose y ellos lo sabían.

<<>>

En la otra sala, la de inscripciones, la tensión era aún


mayor. Kim Sae Na hacía su entrada por la puerta, dejando
atónitos a JungKook y HoSeok. La ex rubia, ahora castaña,
parecía totalmente hora persona.

—JungKookie, HoSeokie ¡Chicos! —llamó suavemente—,


chicos ¿cómo están? JungKook te extrañé —dijo
abrazándolo sin la efusividad tan característica de ella.2

Era otra.

Llevaba pantalones vaqueros y una camiseta simple, el


cabello mal teñido, había sido eliminado y su cabellera
castaña había regresado. Las faldas cortas y tacones ya no
estaban, el escote que usaba y no dejaba nada a la
imaginación, había desaparecido. Unos lentes que la
hacían ver intelectual estaban en lugar de aquellos colores
extravagantes que antes adornaban sus párpados. El color
rojo del labial era ahora reemplazado por un rosa pálido
pero atrayente. Se veía aún más bonita.

—¿Van a inscribirse aquí también? —preguntó, mas no


obtuvo respuesta—, me lo suponía, me inscribí aquí
también pues quiero estudiar enfermería. Me resulta
atrayente.

JungKook no dijo nada. HoSeok le goleaba el brazo


tratando de que hablara, más el pelinegro se había
quedado atónito. Entonces, JiMin entró por la puerta junto
a Hae Ji y el silencio pareció reinar en el salón.10

Los alumnos alrededor estaban inmersos en sus propios


asuntos, sin ver la tensión presente en los siete chicos.
Hae Ji con JiMin y JungKook con Sae Na. Las miradas
entre ambos hermanos era de nerviosismo puro, un
reproche por parte del pelinegro, la decepción por parte de
JiMin, las expresiones de YoonGi, HoSeok y TaeHyung eran
sombrías pues aunque no quisieran, sus mentes ya lo
sabían todo y y la mirada cómplice entre Hae Ji y Sae Na,
dieron a entender que la historia seguía escribiéndose.

El regreso de los hermanos Jeon había desencadenado el


final de un cuento que no terminaría con un: "felices para
siempre..."
CAPÍTULO 29 ( Barco a la
deriva )
JungKook lamía las blancas y tonificadas piernas,
mientras con su mano masturbaba el pene de su hermano.
Cada beso de fuego era una tortura bendita para JiMin. Un
dulce gemido salió de sus labios y JungKook levantó su
ego al escuchar que era él, el dueño de aquella dulce
melodía.12

—¿Sa... sabes que estas jugando con fuego? Niño


inexperto... —decía JiMin cuando clavaba sus uñas
fuertemente en las sábanas blancas.

—¿Sabes tú que este niño inexperto te está haciendo gritar


con sólo una caricia? —le replicó el pelinegro.1

—Así que n-no aceptas una crítica... ¡Ah! Ju-Jungkookie —


gimió moviendo la cabeza hacia atrás dejando expuesto su
blanquecino cuello, el cual fue apresado por JungKook.

—Sólo si me criticas por darte tan duro —le susurró al


oído.2

JiMin casi se corrió.

Las palabras de JungKook le llenaban de un erotismo


inigualable. Con sólo el cuerpo de su hermano no se le
quitaba todo el placer que sentía, JiMin necesitaba más,
necesitaba esas palabras llenas de lujuria insensata.2
El rubio se sentía tan deseado y victorioso.

JungKook lo miraba con ojos de aventura mientras se


movía como los dioses, aquellos movimientos eran la gloria
infinita y sus labios, sus jodidos labios curvados en una
sonrisa sensual lo dejaban con una sensación
extravagante, su juego erótico lo mortificaba y le
complicaba las sensaciones calientes que salían de él. Lo
volvía completamente loco.

—Ámame, llévame a t-tu nivel JungKook-ah —dijo JiMin


demasiado caliente como para darse cuenta de las
palabras que balbuceaba.

—Creí que pensabas que era un niño inexperto, ya te


demostré que no lo soy Minnie —sonrió ladino mientras
fingía estocadas.

—JungKook... no necesito d-de tu inocencia, más... más


por favor.

JungKook perdió la paciencia. JiMin lo estaba provocando


dulcemente y eso lo ponía duro, muy duro.

—Toca ¿está duro?

—Sí ¡oh Dios! —respondió el rubio con un hilo de voz.

—Es por ti bebé, tan duro solo por ti.18

JungKook también se volvió loco. Se desesperó por seguir


besando los labios hinchados de JiMin. Su carita tan
extasiada, sus bellos ojos cerrados, su respiración entre
cortada por el placer y su naricita pequeñita. Perfecto.
Entonces lo volteó. Recorrió su espalda con su lengua,
saboreando la piel expuesta, dejando huellas de que su
hermano le pertenecía a él y solamente a él. Lo excitaba,
JiMin le excitaba y le encendía, le exigía y le quería, no era
él quién tenía a JiMin a su disposición, si no JiMin era el
que lo tenía sometido. No sabía como ser exactamente con
él, JungKook se sentía como un perro bueno con su amo,
sin importarle el que dirán de la gente, el cubriría el
silencio de su corazón cansado. Ya no había salida.

—Ju... JungKook, por favor, entra, no lo resisto m-más...

—Shh, todo a su tiempo Minnie. Has sido muy malo


conmigo, te mereces un castigo hermanito.2

JungKook besó la espalda baja del mayor. JiMin se sintió


atrapado en un vaso de agua del cual JungKook bebía
libremente. Se sentía embriagado, necesitaba al pelinegro
dentro de él, alucinaba con toda esa pasión exprimiendo
todo el jugo de su cuerpo.

Un dedo, dos, tres. Movimientos bruscos que serian


dolorosos, si no fueran correspondidos. No eran dolorosos,
eran placenteros. El punto exacto, vulnerable, siendo
tocado y ultrajado. Y luego el gran miembro del menor,
entrando centímetro a centímetro, haciendo que JiMin se
sintiera morir, acabando con su agonía necesitada de la
gran polla. Al fin estaba dentro.3

—¡Muévete! Por favor, Kookie...2


—Shh, no me des órdenes JiMin. Sufre un poquito más mi
amor, te lo recompensaré.

—Mghf... p-por favor —lloriqueó tratando de que el


pelinegro se moviera. Estaba excitado y lo necesitaba,
jodidamente lo necesitaba.

Entonces acabo con su tortura. Se movió lentamente,


suavecito y con parsimonia, su polla saboreando cada
textura del lugar al que acaba de invadir. El ritmo aceleró,
JiMin mordía la almohada, JungKook lo penetraba mientras
masajeaba sus hermosas nalgas y besaba el medio de
aquella espalda curveada. El rubio se deshacía en las
manos de su hermano.

Estocadas y más estocadas. El punto de la exitación


llegaba a la cima. Estocadas y más estocadas. El viento
llamaba en el cristal de la ventana de la habitación. Su
madre había salido sabe Dios a dónde y su padre trabajaba,
sólo tenían poco tiempo para amarse. Al dia siguiente
tendrían que ir a la universidad a matricularse e
inscribirse. Era su último día de vacaciones, de aquellas
que fueran mágicas y las que tal vez fueran las últimas.1

Estocadas y mas estocadas. El climax los invadió,


desprendiendo todos sus suspiros más íntimos. Se
corrieron sin respeto, se corrieron como los amantes que
eran. JungKook llenó por completo a su hermano y
acariciando con la punta de su nariz la espalda del mayor,
lo hizo temblar quedando rendido en la cama que había
sido el lugar donde la pasión de ambos hermanos fue
desbordada.4

—Te adoro JiMin —le dijo el pelinegro mientras volteaba al


adormilado y desnudo rubio para envolverlo en sus brazos.

—JungKookie, te amo, desearía... yo desearía que me


amaras con libertad —decía el mayor de los Jeon
acurrucado en el pecho de su amor prohibido.

—Tranquilo hyung, no existen reglas para separarnos, te


amaré siempre.

Lo besó. En la frente, íntimamente, con amor. Suspiraron


acurrucandose aún más sin saber que mientras ellos
liberaran amor a los aires de aquella habitación, en el otro
lado de la puerta, alguien liberaba sus lágrimas y había
caído al suelo de rodillas.30

Se levantó asustada. Caminó sin hacer ruido y tembló


luego de haber escuchado como ambos amantes se habían
entregado al amor, sus lágrimas inundaron mas su rostro
confuso y un nudo en la garganta la ahogó lentamente. No
pudo pronunciar palabra, no pudo desahogarse, no pudo
detenerlos, no pudo aguantar más. Salió de la cada de los
Jeon dolida y con ganas de vomitar. Su cabeza dolió, su
corazón roto en mil pedazos y el desconcierto
abrumándola.8

La persona que ocasionó que ella sea partícipe de


escuchar las caricias prohibidas y los besos apasionados
de JiMin y JungKook, la miraba irse temblando. Desde una
esquina más allá de la casa que había sido testigo de todo,
ella miraba a la pobre chica que ahora corría sin rumbo.
Sonrió de lado y satisfecha de su hazaña, volteó y se fue
como si no hubiera sido la culpable de todo.34

Kim Sae Na corría lejos, haberse dado cuenta de lo que


alguna vez se negó a creer, la estaba matando. Era ella
quién habia sido testigo y quién había escuchado a su
novio y a su hermano hacer el amor desesperadamente. Se
sintio enferma y siguió corriendo.13

Al fin y al cabo, era lo único que podía hacer por ahora.1

<<>>

JiMin y YoonGi se sentaron en una mesa del patio de


comidas de la universidad. Era martes de la segunda
semana de clases. Hae Ji seguía haciendo cola para
comprar su almuerzo, mientras los chicos esperaban por
ella, por JungKook, HoSeok y hasta po Kim Sae Na. Las
cosas eran extrañas por aquellos días.

—No ha venido hoy tampoco ¿verdad? —preguntó un


desganado JiMin.

—No, esto no me gusta para nada JiMin.2

—No ha contestado mis llamadas ¿por qué está haciendo


esto?

—Dijo que necesitaba trabajar doble turno porque su madre


ha enfermado. Se excusó diciendo que los primeros días no
vendría a clases porque no hacíamos nada importante —
dijo YoonGi mirando fijamente hacia un punto cualquiera.

—¿Y por eso no me contesta las llamadas? Él sabe que si


necesita algo, yo se lo daré. Él sólo... no debe faltar por
trabajar, yo podría...

—No JiMin, sabemos como es TaeHyung, él se negará a


que nosotros le demos dinero. Él quiere resolver sus
propios problemas y es admirable, aunque siga sin
gustarme la idea de que se sobre esfuerce tanto.

—Iré a verlo a la cafetería hoy. Ha estado evadiéndonos


una semana, tengo que ir a ver si está bien —añadió el
rubio.

—Está bien, te acompañaré a la salida ¿te parece?

—Si hyung, gracias.

Hae Ji llegó segundos después. Unieron a la pelinegra a la


conversación y se apuntó a ir con ellos a la cafetería donde
trabajaba el castaño. TaeHyung estaba en problemas,
JiMin podía sentirlo, no iba a dejar que su mejor amigo
pasara por situaciones tan fuertes. Él iba a ayudarlo, juró
alguna vez que lo protegería, ante una iglesia se plantó
cuando TaeHyung enfermó gravemente hace unos años
atrás y le prometió a Dios que si el castaño se salvaba, él
se encargaría de protegerlo del mundo entero si era
necesario.

Pero TaeHyung era orgulloso.


No de los orgullosos soberbios, el castaño era orgulloso
con sus asuntos. No quería que nadie lo subestime, él se
sentía capaz de hacerle frente a todos sus delirios, a todo
su desfortunio. Se sentía avergonzado de la ayuda de sus
mejores amigos, se sentía pequeño e incapaz. Nadie tenía
la culpa de la vida que llevaba, ni si quiera él mismo. Si el
destino había escogido que viviese en la pobreza extrema y
que tuviera que hacerse cargo de su madre y su hermano a
tan corta edad, él lo afrontaría responsablemente. Tal vez
su único delito fue haber nacido con esa inteligencia tan
innecesaria, según él.

Si TaeHyung hubiera nacido con menos inteligencia y más


fuerza, estaría trabajando más y dándole a su familia una
mejor calidad de vida. Pero había nacido tan débil, tan
enfermo, que llevaría esa cruz durante todos sus días. Él
soñaba con una vida como la de JiMin, mas aunque soñara
con ello, se sentía satisfecho con lo que tenía. Nunca
cambiaría a su madre y a su pequeño hermanito BaekHyun
por ningún lujo ni por todo el dinero del mundo. Nunca lo
haría.13

—Hyung —llamó el pelinegro a su hermano. JiMin quien


estaba ensisismado con sus pensamientos, volteó al verlo
llegar con HoSeok y SaeNa.

Ver a la novia de JungKook aún le molestaba, más no


tendría derecho de hacerlo pues él aún estaba con Hae Ji.

—Chicos, siéntense —indicó JiMin.


Los tres chicos tras saludarse con los demás, se sentaron
a disfrutar del almuerzo. Conversaban de trivialidades y de
cursos, cuando Sae Na, interrumpió.

—Hae Ji-shi ¿Puedo ir a tu casa hoy? Hay un tema de


estadística que no sé, ayúdame por favor.

—Claro que sí Sae Na, puedes quedarte a dormir también si


deseas.

—Gracias por tu ayuda —sonrió adorablemente mientras


cogía una patata.2

Todos la miraban aún sorprendidos. Había pasado más de


una semana y era aún extraño ver la nueva actitud de la
castaña. La alocada Sae Na había cambiado radicalmente
y eso los dejaba confusos.2

Estudiosa, respetuosa, con una inteligencia que nadie


sabía que tenia, bonita, sencilla y amable.

La chica del cabello mal teñido y las vestimentas


provocadoras, había desaparecido. El cambio había sido
sorprendente. Tal vez juntarse con Hae Ji le estaba
haciendo bien y al fin había cambiado su manera de ser.
JiMin sentía algo de celos de lo delicada que se había
vuelto, pues JungKook la miraba mucho más ahora. Tuvo
miedo.

—Chicos —volvió a interrumpir con una vocecita dulce—,


me estuvieron contando mis compañeros de clase que la
fiesta de bienvenida será en dos semanas ¿ustedes irán?
La fiesta de inicio de año había sido postergada por dos
semanas. Cada nuevo ciclo universitario, una fiesta hecha
por el comité estudiantil abría paso a las actividades
académicas. Aquellas fiestas eran una locura total,
botellas de alcohol iban y venían, los alumnos se
desenfrenaban y hacían de la noche un santuario. JiMin,
YoonGi, TaeHyung y Hae Ji siempre iban a esa fiesta pero
se divertían a su manera. Aún recordaban la bienvenida
hace dos años atrás, donde todo los nuevos ingresantes
fueron el punto central de la noche desenfrenafa. Aquel
año entonces, JungKook, HoSeok y Sae Na, junto a sus
compañeros serían los festejados. Faltaba sólo dos
semanas y media, pero los estudiantes ya estaban
preparándose.

JungKook se encogió en su lugar. Él recordaba los dos


años anteriores cuando su hermano salía a las fiestas
realizadas por la universidad. JiMin llegaba ebrio o a veces
ni llegaba, JungKook sabía perfectamente que se quedaba
en la casa de Hae Ji y los celos lo carcomían por dentro.
Era una tortura. Pero tal vez, solo tal vez ese año, ahora
siendo el alumno de la universidad, podría ir con JiMin a
esas extravagantes fiestas y luego raptarlo para comérselo
entero. La idea se volvio un deseo. Obviamente JiMin no
llegaría a casa y él, él tampoco.

—Sí iremos ¿verdad chicos? —preguntó JiMin y todos


asintieron.
—¡Qué bonito! Nunca pensé que la vida universitaria sea
así —agregó Sae Na sonriendo tan inocentemente.

Definitivamente la ahora castaña, era totalmente otra.


JungKook la encontraba más agradable que antes, incluso
se veía hermosa y delicada. Su nueva personalidad le
atraía, mas no le daba confianza, Jeon JungKook no
confiaba en nadie. Eso era un punto a su favor.11

La fiesta se encontraba a la vuelta de la esquina. Todos se


sentían emocionados y sonreían entre ellos, querían que el
día de bienvenida llegara. Tal vez nunca debieron haberlo
deseado, tal vez nunca debieron haberse emocionado,
porque aquella fiesta sería la causante de que el amor de
JiMin y JungKook sea como un barco a la deriva, un barco
que se hundiría un poco más cada día...
CAPÍTULO 30 ( Fantasía
herida )
JiMin, YoonGi y Hae Ji se dirigían hasta la cafetería de
central Busan. El rubio iba llamando a TaeHyung, pero este
tenía el móvil apagado. Sus amigos trataban de
tranquilizarlo, pero no lo lograban, había algo dentro de su
corazón que le decía que el castaño no estaba bien, era un
presentimiento real, JiMin necesitaba verlo
inmediatamente.

Llegaron hasta la cafetería y entraron buscando con la


mirada a Park TaeHyung. Se sentaron en la mesa ocho y
fue JiMin quién se paró hacia la barra para preguntar por
su mejor amigo.

-Buenas tardes noona soy JiMin ¿Se acuerda de mí? Soy


amigo de TaeHyung, quería preguntar ¿A qué hora termina
su turno? Es que no lo veo por aquí -preguntó cordialmente
mientras husmeaba dentro de la cocina. Se notaba su
nerviosismo extremo por lo rápido que habló ante la mujer.

-Hola JiMinnie, claro que me acuerdo. TaeHyung no está -


respondió desconcertada.

-¿No está? Tengo entendido que este es uno de sus turnos.

-Sí, sí lo es, es sólo que TaeHyung pidió licencia hace más


de una semana. Pensé que ustedes lo sabían.
El corazón del rubio se estrujó. Volteó y miró a sus amigos
que lo observaban curiosos.

-No noona... ¿Le dijo algo más? ¿Por cuánto tiempo pidió
vacaciones?

-Dijo que regresaría en una semana, ya hoy estaría aquí.


Seguro mañana regresa al trabajo.

JiMin no supo que decir. Se relajó un poco, asintió dándole


las gracias a la mujer y fue con sus amigos a paso lento.
Informándoles lo que le habían dicho sobre el castaño, los
tres chicos salieron en dirección del cuarto de TaeHyung.

JiMin angustiado escuchaba la conversación de YoonGi y


Hae Ji y aceleraba el paso mientras su nerviosismo
aumentaba. TaeHyung los había engañado y eso, en vez de
doler, lo preocupaba. Llegaron al sector donde vivía
TaeHyung, tocaron el timbre, más nadie les respondió.
Esperaron una, dos, tres horas, pero el castaño no
apareció.

-Vámonos JiMin, TaeHyung debe haber ido a Daegu, seguro


fue con su familia. El debe tener sus razones, ya se
comunicará con nosotros o si no regresamos mañana.

JiMin asintió resignado. Se levantó de la escalera y siguió


a YoonGi y Hae Ji, pero al llegar al primer piso, lo vieron. Él
estaba ahí, con una mochila a sus hombros, más delgado
de lo normal, pálido y decaído. JiMin por instinto corrió
hacia él y lo inspeccionó.

Lo habia extrañado.
-¡TaeHyung-ah! -gritó aliviado-. Dios mío ¿Dónde te habias
metido? ¿Estás bien? ¿Por qué no has contestado mis
llamadas? ¿Por qué tienes el celular apagado?

-¡Minnie! -contestó con su entuasiasmo característico.

-Tú y yo, vamos a hablar ¡ahora!

TaeHyung sabía que tenían que hablar. Aquella tarde sería


larga...2

<<>>

La fiesta de bienvenida había llegado. Aquel sábado los


siete chicos se preparaban cada uno en su casa para luego
juntarse en la entrada de la universidad a las ocho de la
noche. La emoción había crecido los últimos días y por fin
la fiesta se daría aquella noche.

Noche que jamás olvidarían.44

En la casa de los Jeon, las cosas estaban siendo


complicadas. JungKook se encontraba en el cuarto de su
hermano, dándole su opinión sobre la ropa que este vestiría
aquella noche. Pero ya iban en el quinto cambio y al menor
parecía no gustarle ninguno.

-No te vas a poner eso -sentenció el pelinegro al ver que


JiMin se ponía unos jeans rasgados que dejaban ver sus
tonificadas piernas.2

-JungKook, llevas diciéndome eso con los últimas cinco


jeans -se quejó el rubio. Su molestia no era una broma.
-Pues ninguno me gusta, todos son rasgados y las
camisetas transparentes JiMin. Deberías ponerte un sueter
y una chalina quizás.

-Estamos yendo a una fiesta, no al Polo Norte JungKook -


espetó fuerte para sacarse el quinto pantalón.

-¿Por qué simplemente no puedes ponerte lo que te pones


todos los días? Unos vaqueros, una camisa y ya. ¿Por qué
ponerse toda esa ropa inapropiada?

-¿Me estás llamando inapropiado JungKook? -preguntó


indignado-. Cuida tus palabras niño.

-¡Ay por favor JiMin! No me vengas con reclamos, no quiero


que vayas así y punto -respondió el pelinegro molesto en su
totalidad.2

-¿Y tú crees que yo te voy hacer caso? ¿Quién te crees ah?


-sonrió incrédulo.1

-No, no, no, si ya sé que nunca me haces caso JiMin -dijo


con ironía-, por eso te la pasas con Hae Ji para arriba y
para abajo todos los días, poco más y la besas delante
mío.1

-JungKook llevo las mismas clases con Hae Ji, además... -


el enojo de JiMin había llegado a su límite-. Tú también
estás con Sae Na todo el tiempo y eso que ni siquiera
llevan la misma carrera, así que ¡no me reclames!

-¿Me estás haciendo una escena de celos JiMin?2


-¿No me la estabas haciendo tu al principio? Estamos a
manos Jeon.

-Por Dios, sabes bien que Sae Na me es indiferente. No


puedo decir lo mismo que tu con Hae Ji -era clara la
molestia del pelinegro. Si JiMin quería una discusión, la iba
a obtener.

-¿Indiferente dices? Por el amor de Dios JungKook ¡te la


comes con la mirada todos los días! Desde que vino tan
cambiado no has dejado de alagarla y hasta conversas más
con ella.

JungKook se quedó sorprendido. Aquella no era verdad. Lo


cierto si era que ahora hablaba más con la castaña, pero
es que su cambio lo tenía aún anonadado. Sae Na parecía
mas divertida y sobre llevaba las conversaciones muy bien.
Incluso JungKook había descubierto que tenían gustos
particulares, como el mismo grupo, la misma comida, el
mismo equipo de futbol y hasta el arte. Mas de eso a que
JiMin le diga que babeaba por ella, estaba lejos. Su
hermano estaba buscando cualquier excusa para poder
salirse con la suya, pero eso JungKook no iba a
permitírselo. Por eso, es un momento de frustración y
rabia, soltó algo que dejó mudo a JiMin por algunos
segundos.3

-Pues es mi novia JiMin, obvio que tengo que estar con ella
¿no? -el silencio se apoderó del momento. El corazón de
JiMin sintió un golpesito y sus ojos avisaron unas lágrimas
innecesarias. JiMin no lloraría, no lo iba a hacer.8
-Pues Hae Ji tambien es mi novia y si quiero puedo besarla
delante tuyo y delante de quien sea ¡¿Entendiste
JungKook?!

-¿Se puede saber que carajos están haciendo? -la puerta de


la habitación se abrió dejando entrar a Tae Hee con el ceño
fruncido.1

JungKook ni siquiera se había recuperado de lo que JiMin


le había dicho, cuando su madre lo desconcertó. JiMin
también de había quedado inmóvil en su sitio, sin saber que
hacer.

La señora Jeon estaba en la cocina preparando la cena


para ella y su esposo, ya que sus hijos saldrían aquella
noche, cuando de pronto escuchó los gritos provenientes
del segundo piso. Sus hijos estaban discutiendo y ella ni
siquiera quería saber el porqué. Su corazón se estrujó al
pensar en las diferencias que estuvieran teniendo sus hijos
en aquellos momentos, antes ella hubiera husmeado para
tener una idea de qué posición tomar cuando interviniese.
Pero ahora que sabía lo que sus hijos hacían y sentían, no
quería escuchar el por qué de sus peleas. Por eso se tapó
los oídos y cuando llegó al cuarto de JiMin, sólo abrió la
puerta y preguntó qué estaban haciendo.

-Mamá... -murmuró JiMin.

-JiMinnie, pero mira ¡Qué lindo estás! -exclamó sorprendida


al ver tan guapo a su hijo. Tae Hee reprimió una lágrima,
definitivamente había hecho lo correcto, JiMin era
perfecto.14

-¿Está bien lo que llevo puesto? -preguntó algo temeroso.


JungKook le había creado un poco de desconfianza en su
aspecto ¿Y si en verdad estaba siendo algo descarado al
vestirse?

-¡Por supuesto! Es precioso, pero... creo que los pantalones


negros rasgados de ahí, se verían mucho mejor -sugirió-,
además ponte la chaqueta negra -indicó y JiMin obedeció-.
Perfecto.

Y en verdad lo era. A JungKook se le abrieron los ojos con


demasía, su boca entreabierta daba a entender lo mucho
que deseaba al rubio. Su madre le cerró la boca y con ello
asustó al pelinegro. La señora Jeon sonrió con
autosuficiencia.

-¿Y tú qué haces aquí? Ve a cambiarte -le dijo a su hijo


menor.

-Yo ya estoy listo, era JiMin quien se estaba tardando.

-¿Listo? ¿Con esas fachas? Pero por Dios JungKook,


parece que vas a un velorio, no a una fiesta. ¿No te ha
dicho JiMin como son las fiestas de bienvenida?

-No -soltó nuevamente con molestia, recordar los dos


últimos dos años de fiestas de JiMin, no le hacían bien-, mi
querido hyung nunca ha llegado a casa cuando se va de
fiesta en la universidad, mamá -añadió con malicia.
-Y este año tampoco regresarás tú a casa.

-¿Perdón?

-Te lo aseguro, no regresarás -le sonrió-. Al fin tendré una


noche a solas con tu padre.

-¡Mamá! -gritaron ambos chicos alarmados. Saber los


secretos íntimos de sus padres no era agradable.

-¡Ay! ¡Qué puritanos! Ya, ya, ya, JungKook ve a tu cuarto -


ordenó mientras sacaba al pelinegro a empujones.

-Pero...

-Nada de peros, a tu cuarto ¡Ahora! -El pelinegro asintió. Su


madre enfadada no era linda.

Su madre a veces era escalofriante.2

<<>>

La fiesta era una total locura. JiMin y JungKook se


encontraron con sus amigos a la hora indicada y ahora, los
siete chicos se dirigían al campus de la universidad. Los
hermanos Jeon no habían pronunciado ninguna sola
palabra en el camino, la molestia de ambos estaba en los
aires y al parecer, ninguno de los dos daría su brazo a
torcer.

En algún momento de la gran celebración, el grupo se


separó. Los de primer año, se fueron con sus compañeros y
los de tercero se quedaron con sus amigos. Hae Ji bailaba
con TaeHyung alegremente mientras JiMin tomaba su
sexto vaso de alcohol como si fuera agua.3

-JiMinnie, creo que deberías parar.

-YoonGi bonito, no te preocupes -le dijo tocándolo en las


mejillas-, estoy muy, muy bien.

YoonGi lo miró extrañado. Pero quien lo miraba aún más


curioso, era JungKook. Se habían separado desde hace
más de dos horas y aunque estaban a extremos diferentes
del campus, no podía quitar la mirada de su ardiente
hermano mientras tomaba su séptimo vaso. Sae Na trataba
de parar que dejara de tomar, pero el pelinegro parecía no
escuchar. Se había mareado fácilmente y se le hacía
extraño, el jamás se embriagaba rápido, aguantaba mucho
más, pero al parecer aquel trago que estaba dentro de los
vasos rojos que eran repartidos a todos los estudiantes,
era demasiado fuerte.6

-JungKook, deberías parar, estás tomando demasiado -


advirtió la castaña.

-¿En serio? No puedo creerlo aún ¿sabes? Tu repentino


cambio -soltó con malicia.

-JungKookie, para en serio, estás muy tomado, ve a lavarte


la cara al baño para que se te pase.

-Me lo dice la persona que me enseñó a tomar y con quién


nos emborrachábamos hasta no poder ni caminar, irónico -
añadió y se soltó del agarre de Sae Na.
Se fue al baño haciéndole caso a la castaña, no sin antes
tratar de asesinar con la mirada a todo aquel que estaba
mirando a su JiMin como si quisieran comérselo. El rubio
estaba bailando sensualmente junto a Hae Ji y eso lo enojó
aún más. Trató de buscar a HoSeok, pero este no apareció,
así que sin más, siguió caminando con su ahora octavo
vaso de alcohol.

<<>>

-Hae Ji-shi, hablemos -pidió el rubio con una vocecita tan


dulce que la pelinegra sintió morir.

-Estás muy tomado JiMin, regresemos a la fiesta.

JiMin había practicamente arrastrado a Hae Ji hasta la


parte posterior de la universidad. Quería hablar con ella,
contarle, explicarle. Quería decirle porqué no la había
besado desde que llego desde Italia. Él estaba seguro que
ella lo comprendería, Hae Ji era un ángel y lo entendería.
Ella no se merecía seguir sufriendo por él, porque sí,
aunque Hae Ji no le reclamara nada, él habia visto la
tristeza en los ojos de la pelinegra desde hace mucho
tiempo ya. Y le dolía demasiado ser él, el causante de que
aquellos ojos llenos de vida, ahora se encontrasen
marchitos.

-Hae... ¿Sabes que te quiero verdad? -ñe pregunto


sinceramente.

-JiMin, no creo que deberíamos estar aquí, vámonos por


favor.
-¿Por qué Hae Ji? Eres mi novia ¿no? ¿Qué tiene de malo
venir con mi novia a solas a este lugar? Los años
anteriores lo hemos hecho ¿Por qué te niegas ahora?

JiMin sintio remordimiento. Sabía que estaba siendo duro


con ella, pero es que la comprensión desmedida de la
pelinegra lo hacia sentir peor aún. ¿Y si ella sabia algo? ¿Y
si se había dado cuenta de lo que pasaba entre él y su
hermano? Necesitaba parar con eso, ella no se merecía lo
que le estaba haciendo y JungKook... tampoco.

-JiMin, vámonos por favor, no está bien.

-Hae Ji-shi, te quiero. Eres... la chica perfecta ¿sabes? En


otras palabras, la mejor de todas. Eres bellísima,
inteligente, demasiado buena para mí, podrías tener a
quién tu desees a tus pies.

-Sí JiMin, ahora vámonos, te lo ruego.

La pelinegra tenía miedo. Si bien las palabras que estaba


escuchando en aquel momento estaban doliéndole, estar a
solas con JiMin le resultaba aún peor. Necesitaba llevarse
de ahí a JiMin, regresarlo a la fiesta. Ella conocía
demasiado al rubio y sabía que este no se controlaba
cuando estaba ebrio.

-Hae, mi querida Hae -la acarició mientras colocaba un


mechón del cabello de su novia detrás de su oreja-.
Sabes... mis errores no fueron pocos, pero fueron muchos
tus perdones, nunca quise serte...

-Shhh calla JiMin, vámonos por favor.


Hae Ji no aguantaba más. Su corazón estaba siendo
destrozado. Aquel día que e hubiera querido que no llegase,
se hacía presente; el día en que JiMin terminaría con ella y
estaba bien, ella lo aceptaría, en el fondo de su corazón lo
haría. Pero aún no era tiempo, todavía no.

-Perdóname -le rogó abrazándola. La necesitaba, como


amiga, como hermana, necesitaba descansar su pesado
corazón en ella. Estaba siendo egoísta, lo sabía, pero antes
de terminar con ella, necesitaba de esos grandes abrazos
que siempre le habían hecho tanto bien.

-JiMin -Hae Ji no lo soportó más. Quizo soltarse de su


abrazo, pero el rubio la había sujetado tan fuerte que sintió
deshacerse en sus brazos. Lloró, sollozó, ambos sabían que
era el final, pero todavía no estaba permitido, sólo había
que esperar un poco más, ser fuertes unos días más-. Yo...

Lloro aún más, fuertemente lo hizo. JiMin no quería hacer


sentir eso a la pelinegra, se estaba maldiciendo mil y un
veces por lo sucedido, debió haber sido más delicado con
ella, debió haber sido menos maldito. Pero las cosas ya
estaban hechas, ya no había marcha atrás. Se había
acabado.

-Hae Ji, te quiero, lo siento... -susurró y entonces la besó.19

La beso creyendo que con ella calmaría el dolor del


corazón de su Hae Ji, de su mejor amiga, de a la que quería
como a una hermana y de la que fue su novia por más de
dos años. Se equivocó. En lugar de sanar su corazón, lo
habia herido aún más.

Hae Ji trataba de soltarse. Sabía que era incorrecto. Él aún


era su novio, no había dicho nada concreto, pero a pesar de
que fuera normal que ambos de besaran, para ella ya no
estaba bien. Ella sabía de los sentimientos de JiMin y
JungKook, ella no permitiría jamás que JiMin la besara. No
porque no quisiera, si no porque ella prometió proteger el
amor de ambos. Sabía que JiMin estaba ebrio, que estaba
haciéndolo todo por lástima, pero eso no le importó, ella
temía más por los sentimientos de JiMin y su hermano.

No quería fallarles.

Pero toda persona es egoísta en algún momento o tal vez


toda persona cae ante el amor de su vida. Asi Hae Ji
también cayó, ante los labios del hombre que amaba, ante
los brazos fuerte que la abrazaban. Tal vez despedirse de él
con un ultimo beso de dolor era necesario. Ella no quería
ese beso, pero disfrutaba de los labios. Se besaron
lentamente, él culposo, ella resignada. Quería parar, ella en
verdad quería, pero su corazón era débil, ella era débil ante
Jeon JiMin.11

Él también era débil. Su corazón se destrozó y cayo de


rodillas pues ahora sabía que su amor era una mentira,
sabía que su fantasía estaba herida. Él también era débil,
claro que lo era, por eso, con lágrimas en los ojos,
JungKook corrió sin que nada lo detuviera...
CAPÍTULO 31 ( Fake love )
Su corazón dolía.

En la grada del estadio había caído y se encontraba con la


mano en el pecho, golpeando con sus puños en él como si
con ello calmaría su herida. Sus lágrimas que no paraban le
daban a entender, que el dolor no estaba siendo calmado.
Pero ¿cómo podía calmarse? Si había visto al amor de su
vida besando a otra, cuando juró no hacerlo más. Incluso,
si JiMin lo hacía hasta ahora y hubiese faltado a su
palabra, hubiera sido mejor que no se enterase jamás.

JungKook hubiera preferido jamás ver aquel beso.1

Deseó estar tan borracho y que aquello que vio sea solo
una ilusión de su mente. No estaba lúcido, pero sabía lo
que había visto y se odió y odió a JiMin por el irreparable
dolor que estaba sintiendo. Lo odió por la ira que recorría
sus venas y lo intoxicaba con malos pensamientos.
Pensamientos que jamás pensó tener hacia el que era su
amor.

Él lo sabía, el pelinegro sabía que aquel bello romance se


acabaría. Ya no iba a permitirlo más. Él en verdad sintió
que había luchado, que lo había dado todo por JiMin, que
incluso sería capaz de enfrentarse a sus padres, a sus
amigos, a quién sea con tal de que estuvieran juntos. Que
si la sociedad, el mundo, el mismísimo Dios se oponía, él
jamás dejaría a JiMin. Pero se había acabado, había dado
ya lo suficiente, su hermano no lo amaba como él quería,
su juego se terminaría.23

Amargura.

No quería verlo más, no quería reclamarle, no quería


escuchar sus palabras pues incluso escuchar a JiMin en
ese momento, dolería. Qué tonto había sido al creer que el
rubio lo amaría, que lograría enamorarlo. Era una irónica
fantasía. Lo olvidaría, claro que lo haría. Escaparía de sus
recuerdos y trataría de seguir sin él, aunque no tenía fe en
ello. ¿Qué haría sin JiMin? ¿Viviría una vida dónde se
conformaría a verlo sólo como su hermano y verlo ser feliz
con Hae Ji?

Se levantó con fuerza aunque la ebriedad le hizo marearse,


su corazón tambien estaba mareado. Si eso era lo que
quería JiMin, estaba bien, él también podía ser feliz.
Caminó dirigiéndose hacia la fiesta, limpiando sus lágrimas
con fuerza, tratando de desaparecer el dolor que lo
consumía. Rabia inundaba en su corazón, era la amargura
que reemplazaba al inigualable dolor. Ya no sabía de qué
era capaz de hacer, ya no le importaba, sólo quería sacarse
de la mente a JiMin de una vez por todas.9

Decirle adiós a JiMin sería difícil, pues lo amaba desde que


lo conoció. Claro que sería difícil, pero de qué servía
quererlo si al final él le había fallado. Había sido un juguete
para su hermano. Había sido suficiente.
Se mareó otra vez. El alcohol le estaba cobrando factura y
eso nuevamente, no le importó. Bufando tomó uno, dos,
tres, cuatro, doce vasos de alcohol. La gente que bailaba
desemfrenadamente, los besos y caricias que se daban, no
les permitieron ver al menos de los Jeon terminarse cada
vaso de alcohol.

Veía borroso. Su vista se nublaba por partes y no sabía a


dónde se dirigía. Estaba buscando a HoSeok o a Sae Na.
Ella, era ella a quién buscaba desesperadamente pues tal
vez la castaña sería quién le haría desaparecer aquel dolor.

—Sae Na, vámonos —espetó fuerte.

La castaña se volteó y lo vio totalmente ebrio. Se


sorprendió al verlo tan mal, hace solo menos de media hora
JungKook había ido a los baños y ella pensó que el
regresaría mas lúcido, pero había regresado aún peor. Su
preocupación creció.

—¡Oh Dios mío! JungKook ¿dónde te metiste? Mira como


estás.

—Te dije que nos vamos ¿no oíste? —le dijo con la poca
cordura que le quedaba.

—Está bien, vamos a dónde tu hermano para que se vayan


a casa, no est...

—¡No! —gritó haciendo sobresaltar a la castaña—. No voy a


ir donde JiMin, te dije vámonos preciosa, sólo tu y yo.

—JungKook...
—Eres mi novia ¿no? Vámonos, quiero irme con mi novia y
disfrutar lo que queda de esta hermosa noche —agregó con
sarcasmo mas su voz debido al alcohol, no se escuchaba
claramente.

—JungKookie, n-no creo que sea lo correcto, mejor vamos


con tu herm...

—¡Ya te dije que no! No te me vengas a hacer la santa y


pura Sae Na, antes hubieras deseado ir conmigo a donde
sea.

—Eso era antes JungKook, ahora no, mira como estás —


le contestó preocupada. Realmente lo estaba.

—Te dije que nos vamos, ahora camina ¿ok?

Estupideces.

Eran puras estupideces las que salían de su boca, de su


amargo corazón. Arrastrando de la mano a la castaña, la
llevó al edificio.

—JungKook ¡para! Regresemos a la fiesta por favor —


rogaba Sae Na mientras se resistía a ser llevada. Aún así el
pelinegro era más fuerte y seguía caminando.

—Te quiero —le soltó sin saber lo que decía. Aquellas dos
simples palabras hicieron que la castaña se quede inmóvil
siendo así más fácil de llevar.

El olor a alcohol que desprendía JungKook era fortísimo.


Kim Sae Na sabía que JungKook no estaba pensando con
lucidez. Su embriaguez lo estaba haciendo decir cosas
incoherente, pero aun así no pudo evitar emocionarse por
ese "te quiero"5

Llevaban más de un año de relación y JungKook jamás le


había dicho que la quería. Su corazón saltó cuando
escucho aquellas palabras. Entraron a la biblioteca y
entonces el engaño empezó.

JungKook la besó con necesidad. Busco en la boca


pequeña de Sae Na dentro de la suya, un beso sin fin.
Quería tomarla y embriagarla de un amor que no le tenía
con tal de llenar sus sentidos de la cambiada castaña. La
despojó de su vestido rojo ajustado y empezó a lamer sus
pechos con fiereza.9

—JungKook, no por favor, para.

—Eres mi novia, ya hemos follado antes ¿por qué estás


negándote?9

—Por favor...

—Eso es, pídeme por favor.

Se dejó llevar. No había nada de malo tener sexo con su


novio, pero en el fondo ella sabía que no era lo correcto.

Sae Na ya lo sabía todo.

Aún así se dejo llevar pues amaba al pelinegro. ¿Y si era


egoísta una vez más? ¿Era malo serlo? Sí, lo era, pero los
labios de JungKook la recorrían y ella también era debil.
JungKook siguió besándola y recorriendo su cuerpo. Quería
que Sae Na le quitara el aliento, que no lo dejara pensar en
aquel beso que vio hace poco, aquel beso que le había
llenado de rabia y celos. Quería que Kim Sae Na le quitara
del pecho ese amor que le tenía al rubio y que le liberara
de ese sufrimiento.

Quiso que ella lo haga olvidarlo.

Quería que borrara las huellas que JiMin dejó en su mente


y en su alma, quería que lo arranque de su piel. Quería
olvidarse de él, llenar ese vacío que ahora sentía, que con
el calor de la castaña le haga olvidar que su hermano no
era el único al que amaría. No estaba funcionando.

JungKook quiso prenderse, mas no lo logró. El cuerpo que


tenía debajo de él no era el de su amado JiMin. Entonces lo
imaginó. Suave, delicioso, exquisito, perfecto. Su miembro
despertó al fin y teniendo en mente el rostro del amor de su
vida, entró en ella.

Ni una sola palabra salió de sus labios, no había palabras


dulces como con JiMin, no había frases poéticas, no había
amor.

Estocada más estocada la hizo suya. Se arrepentiría luego,


claro que lo haría, pero en esos momentos sólo en mente
tenía el poder quitarse de su cuerpo, la sensación de dolor
que sentía.11

<<>>
JiMin y Hae Ji llegaron a la fiesta nuevamente. En silencio
caminaron hasta donde estaban sus amigos. El rubio se
encontraba más lúcido, quería irse pues para el la noche ya
había acabado.

—Hobi ¿dónde está mi hermano? —preguntó buscando con


la mirada al pelinegro.

—No sé JiMinnie, estaba conmigo, pero luego yo vine con


Tae y YoonGi hyung y no lo vi más.

—Ve a buscarlo JiMin —le indicó Hae Ji—, para poder irnos.

—Sí, vámonos ya. Estoy cansado —añadió YoonGi quien


sentía la tensión en los aires. Era mejor irse de una vez por
todas.

El único que había permanecido callado era TaeHyung. Él


tampoco se sentía bien.

Hace tanto tiempo que no se sentía bien.13

JiMin fue por toda la fiesta buscando a JungKook mientras


saludaba a algunos de sus conpañeros. Llego hasta donde
estaban los de primer año y recordando a algún conocido,
encontró a un amigo de su hermano y HoSeok.

—Hola, ChanYeol ¿verdad? —preguntó haciendo que el alto


muchacho volteara y se quedara perplejo al ver al hermoso
y sexy Jeon JiMin delante suyo.

—Sí.
—Disculpa ¿sabes dónde está JungKook? —le preguntó
mas el muchacho seguía embelesado mirándolo—. ¿Hola?

—Eh... eh sí, s-se fue con Sae Na, por allá —le indicó con el
dedo.

JiMin le agradeció la ayuda y se marchó. El de primer año


se quedó mirándo como el rubio se iba y pensó que había
soñado. No siempre el chico que le gustaba y era hermano
de uno de sus amigos de carrera, le hablaba. Había sido
una noche perfecta para ChanYeol. Sólo para él.12

JiMin entró al edificio buscando a JungKook, pero no lo


encontró. Su corazon latía con fuerza, quiso irse de una vez
por todas a casa o a donde sea con su adorado hermano y
acabar así con ese día. Quiso quedarse dormido en sus
brazos y así buscar apoyo en ellos.

Seguía sin encontrarlo. Subio al segundo, tercer y cuarto


piso, pero no había rastro del pelinegro. En su corazón algo
le decía que ocurriría cosas malas, mas no le hizo caso.
JungKook se había ido con Sae Na y aunque eso lo ponía
de nervios, confiaba ciegamente en el pelinegro y sabía
que jamás haría algo para dañarlo. Pero el mal
presentimiento seguía ahi, instalado en su corazón.

Regresó al primer piso y se disponía a salir para buscar al


menor en el estadio, cuando escuchó unos ruidos
provenientes de la biblioteca. No había buscado ahí y
volteó para caminar sigilosamente hasta el lugar.15

Su corazón se partió en mil pedazos.


Aquellos sonidos eran en verdad gemidos y él sabía
peefectamente de quién venía. No lo quiso creer, tal vez lo
mejor era irse y seguir buscando a JungKook, se negaba a
pensar que aquellos suspiros de sexo, eran de su hermano.
Caminó un poco más, entonces lo supo.

Era él. Cayó al piso lentamente, rodeó sus piernas con sus
brazos y abrió los ojos con demasía. Estaba escuchando al
amor de su vida haciendo el amor con alguién más. Las
lágrimas no tardaron en aparecer y así mismo su corazón
no tardó en morir. El dolor de saborear veneno tal letal, le
destruyó la existencia.2

¿Debería pedir una explicación? ¿Debería preguntar porque


el amor que le juraba JungKook era sólo un cuento de
papel? Él no podía pedir ni una explocación de nada, al fin
y al cabo ¿qué eran él y JungKook?3

Sólo eran pecadores.

Un paso más. Los gemidos eran mas fuertes. Sería nuevo


respirar sin su hermano, en silencio perdería la noción de
su existencia. JiMin lo amaba con locura desmedida y eso
le causaba mas dolor a sus heridos.

No debió buscarlo, no debió encontrar su engaño, no


debería acercarse, no debería llamarlo, porque si lo hacia,
lo unico que encontraría era que su querer, era ahora de
otra mujer.

No era justo, no lo quería aceptar, él le dio todo, su calma y


su tempestad, su amor a ciencia cierta y sus dudas y
miedos más profundos. Se iría, no volvería jamás, si la
felicidad de JungKook estaba en otro lugar, JiMin lo dejaría
ir. Ahora sí lo haría, aunque su hermano representase, su
otra mejor mitad.2

Por él pudo fingir que era feliz aunque por dentro roto
estaba. Por él pudo fingir que era fuerte aunque el dolor y
la culpa lo atormentaba. JiMin deseó siempre que su amor
con JungKook fuera perfecto, que no se vieran todas sus
debilidades, pero había soñado con una flor que no florecía
por mucho que la cuidara.17

Falso amor.11

Era falso amor. Ese amor era malo, una mentira bella que
por JungKook creó. Ese amor era loco, JiMin cambió por su
hermano convirtiéndose en un muñeco que hacía lo que él
quería. Lo enfermaba ese falso amor, lo lamentaba pero era
falso amor.2

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Al final del día, solo fue


uno más. JiMin sabía que tal vez nunca fueron algo serio,
siempre creyó que todo aquel falso amor que JungKook le
profanaba, eran sólo sus hormonas adolescentes, mas el
pelinegro lo engañó de tal manera que le hizo creer que era
amor de verdad.

Vio solamente lo que quiso ver y ahora sabía que se


equivocó. Se mintió, se engañó, pensó que podía manejarlo
pero fielmente se equivocó. Siempre fue así, se quedó
atrapado en la idea de ese amor, que en verdad nunca
existió.

Caminó dos pasos más. Sabía lo que verían sus ojos dentro
de poco, sus piernas temblaron. JungKook le hizo creer
que era todo para él y le creyó, pero de repente escuchó
aún mas fuertes los gemidos jadeantes del pelinegro. ¿Por
qué le había jurado en vano una eternidad si tenía
caducidad? ¿Por qué fingió amarlo como a nadie más? ¿Por
qué le hizo creer que no podía vivir sin él? JungKook era
todo para JiMin, pero él era nada para JungKook.2

Amor y tonterías. Promesas vacías, besos en plural,


caricias prohibidas. Lo excitante de hacer algo mal era lo
único que tal vez JungKook sentía por él. En esa historia
JiMin acabó mal, pero era su castigo. Lo que mal empieza,
mal acaba. Jamás debió fijarse en alguien prohibido, en su
hermano de sangre. Un pecado abominable estaba siendo
castigado, se lo merecía.

Un paso más. Ojalá que la mujer con la que ahora


JungKook estaba, lo quiera. Se arrepintió mil y un veces de
su estupido intento de amor eterno, fue una falla en su
criterio, eso era lo que JungKook ahora significaría ahora
en su vida. La que estaba en vez de él, recibiendo los
suspiros más intimos de su hermano, tendría que lidiar con
un hombre falso y mentiroso.4

Porque ante los ojos de JiMin eso es lo que JungKook era


ahora. No necesito dar otro paso para saber lo que
descubriría, pero aún así lo hizo.
Dolió más de lo que pensaba. Su corazón se murió en el
preciso instante que vio como el amor de su vida estaba
con ella, totalmente desnudo y entregándose a una pasión
desbordante. Dio un grito desgarrador que hizo voltear a
los amantes, ya era demasiado tarde.8

—JungKook-ah...

Entonces JiMin corrió deseando morir. Definitivamente lo


que JungKook sentía por él, era tan sólo un falso amor...
CAPÍTULO 32 ( Desesperado )
JiMin corría por los pasillos mientras pensaba en el amor
que perdió. Esa historia entre él y JungKook no era buena,
no era normal, pero para él era perfecto. Había dibujado
una realidad que borraba la verdad y que no marcaba los
defectos de su relación.2

No volvería a cometer ese error.

Fue su culpa querer enamorar a su hermano, sabiendo que


no lo podía cambiar convirtiéndolo en algo que nunca será.
Tal vez JungKook aprendió de él, a herirlo, a arrancarle los
sentimientos como un cuervo. Porque JiMin sabía que al
parecer no lo había dado todo por su amor y dolía.
Realmente le dolía.

Desesperado.

Corría desesperado tratando de salir de aquel lugar, pero el


camino se le hacía tan largo. Él ya sabía que era imposible
su amor, irreversible su adiós, un corazón sin combustible
y un sueño más que se apagó. Era un abismo de dolor, una
ilusión, el destino era inflexible y había decidido que no
había lugar en ese mundo para ellos dos.1

Sus lágrimas caían violentas. Como la luces en invierno o


como una nube en el infierno, el sol había peleado con la
luna. Como el recuerdo y el olvido, unas palabras sin
sentido cayeron como lluvia sobre él.
—¡JiMin! —escuchó aquella voz, aquella que era su
perdición—. ¡JiMin-shi!10

No pudo detenerse. Sabía que JungKook estaba detrás,


tratando de seguir tal vez con su juego. Esta vez él no
caería. Aunque le arrancase la piel el dolor que sentía lo
dejaría ir, dejaría que JungKook vuele alto, era justo y
necesario, le diría adiós aunque no quería, lo dejaría ser
feliz aunque muriera de pena.

Quería entender lo que vio, pero era dificil de creer. Fue su


culpa y no lo trataba de ocultar, no se dio cuenta que al
final, en el amor no basta simplemente amar. Tal vez día a
día alejó al pelinegro de su lugar y lo dejó de enamorar.
Pero lo quería como a nadie, contra el tiempo, tal vez no
supo demostrarlo, era su error y le costaría aceptarlo. Se
lamentaría toda una vida, lo que fue y lo que nunca podrá
ser. ¿Quién lo besaría al despertar? ¿Quién le haría reír
como JungKook lo hacía? Ya no podía más.

Le dolió descubrir que el amor que JungKook le decia


tener, era todo en vano. Sólo recibió migajas de él, un
pedazo de amor que juraría no extrañar jamás. Había sido
una curiosidad de adolescente para su hermano menor y
aquello lo hizo sentir insuficiente. Se resignaría a no verlo
más como el amor de su vida, si no como a un simple
hermano. Su único hermano.

Se mudaría.
Su madre le había ofrecido un departamento hace meses y
tal vez esa era la mejor decisión. El plan inicial también era
ese. Dentro de unos meses, se iría a vivir con JungKook a
un departamento y vivirían ahí hasta mantenerse solos,
simulando una vida de hermanos. Pero ahora todl había
cambiado y esta vez se mudaría solo. Y pensar que aquella
tarde había aceptado la propuesta de su madre, sonrió
melancólico. Bendita ironía.

<<>>

—¿Mami? ¡Mamá! —exclamó el rubio mientras bajaba las


escaleras rápidamente.

—¡Aquí lombriz! Estoy en la cocina.

—¡Mami! —le dijo abrazándola por la espalda—. ¿Qué


haces? Deja esos platos, lo haré yo.

JiMin sacó a su madre del lavadero de la cocina y se puso


a lavar los platos. Su madre trató de evitarlo, pero JiMin
podía ser muy terco cuando quería.

—Sabes, a veces pienso que no tenemos mucho dinero


como papá dice, porque si fuera así ¿por qué no dejas que
contrate un ama de llaves?1

—Porque no me gusta que nadie haga las cosas de mi


familia, lo quiero hacer yo, porque me gusta cocinarles y
conozco todo lo que necesitan —le sonrió mientras secaba
sus manos en las servilletas.
—Eres rara mamá, pero así te amo.1

JiMin recibio un golpe en la cabeza muy suavecito. Su


madre y el rieron un rato más, hasta que JiMin terminó de
lavar y su madre empezaba a meter unas galletas al horno.

—¿A qué hora se encontrarán hoy para la fiesta de


bienvenida? —preguntó Tae Hee mientras tomaba asiento
en la mesa de la cocina.

—A las ocho nos encontraremos en la puerta de la


universidad, estoy preocupado, no sé que ponerme.

—Mandé a la lavandería aquella casaca negra de cuero —le


indicó—, eso más esa camiseta transparente que
compraste hace unos dias y unos pantalones rasgados, te
caerían super bien.

—Eres mi modista personal mamá, pero ¿no es muy


descarado ese outfit?

—Claro que no, es más, debes usar tus jeans negros, los
que son todo rasgados en las piernas —Le sugirió.

—Tienes razón mami, voy hacerte caso.

—Mi lombriz es el chico más guapo del mundo —sonrió


orgullosa.

—Mami no soy tu único hijo, JungKookie también es muy


guapo —le dijo sonriéndole también—, pero me gusta ser tu
favorito.
Mas risas provenientes de la cocina inundaron el hogar.
Tae Hee amaba pasar el tiempo con su hijo mayor. Había
criado al hijo perfecto, JiMin era inteligente, guapo,
educado, seguro de sí mismo, saludable, con un aura que
enamoraba a cualquiera, era acomedido, era único. La
señora Jeon estaba orgullosa, por eso deseaba no perder
jamás a JiMin. Amaba de la misma forma a JungKook, pero
el pelinegro era muy independiente, totalmente diferente a
JiMin. Ella estaba segura que el rubio sería el que
permanecería con ella hasta el final de sus días. Por eso
nunca lo perdería, por eso haría lo que sea por la felicidad
de sus hijos. Al fin y al cabo, era su primogenito y si era
posible, daría la vida por JiMin. Ella había dado ya una vida
por él.16

—Mamá, he estado pensando en lo del departamento que


me ofreciste —mencionó JiMin haciendo que la señora
Jeon frenara su risa y lo mirara expectante—, quiero,
quiero mudarme.

—JiMinnie...

—Mami, creo que mudarme sería lo mejor.

—¿Tú solo? —preguntó aunque ya sabía la respuesta.

—Supongo que sí —le dijo, estaba a punto de sugerirle el


plan que JungKook y él habían preparado.

—¿Y si JungKook se mudara tambien? —se le adelantó su


madre, haciendo que JiMin abriera los ojos con demasía—,
digo, pueden compartir departamento o si quieres tu
privacidad, podemos conseguirle otra habitación a él, en el
mismo edificio.

—Mamá...

—Decidan ustedes lombrices, yo haré todo lo que ustedes


quieran.

—Gracias mami, te amo, en verdad te amo.

JiMin se sintió culpable. Su madre estaba siendo tan


ingenua, era tan buena y ellos estaban fallándole. No se lo
merecía, su madre era una mujer bondadosa y estaba
confiando en ellos, no se merecían su amor. Pero el amor
que tenía por JungKook era tan grande, que no le importó
engañar a su madre, rogaría porque lo perdonase algún día.

Él no sabía que también era alguien a quien le debían mas


de mil perdones.

<<>>

—¡JiMin-shi! ¡Espera por favor!5

No lo escuchó. Se abrió paso entre la multitud y corrió


hasta la puerta donde estaban sus amigos. No le importó
que lo vieran, cruzó la puerta principal aunque escuchaba
ahora tambien el llamado de sus amigos, corrió con más
fuerza y entrando al auto, prendió el motor.

JungKook vio como JiMin se había subido al carro y corrió


tras este. Comenzó a golpear la ventana del conductor,
vocifereando que saliera, que se detuviera. Estuvo casi a
punto de romper la luna, pero JiMin, sin si quiera mirarlo
una sola vez, arrancó. Aunque quisiese correr tras el,
nunca lo alcanzaría.

—¡JiMin! ¡JiMin espera! —le gritó mientras golpeaba el


carro que se alejaba y él corría con todas sus fuerzas.3

Decidió detenerse y volteo con fuerza para parar un taxi.


Se subió en este y le indicó al conductor que siguiera el
auto negro que iba adelante. El conductor le hizo caso
mientras por el espejo retrovisor miraba al ansioso
muchacho que lloraba. Lo recordó. Era aquel chico que iba
junto a otro una madrugada, jugando y abrazándose entre
sí. Hace unos meses eso le había dado una ternura
inigualable, por lo que se preguntaba ¿por qué el pelinegro
lloraba? ¿Dónde estaba el pequeño rubio que la anterior
vez lo acompañaba?1

JiMin bajó del auto, frente a su casa. Sus piernas aun


temblaban y no sabía ni siquiera como había llegado a
salvo. Se paralizó cuando lo escuchó.

—JiMinnie ¡espera! —le llamó temeroso.

JungKook se sentía como una mierda. Había perdido a


JiMin, lo sabía, pero necesitaba explicarle, necesitaba
decirle que fue un error lo que vio, que lo perdonase. JiMin
siempre se enojaba con él y terminaba disculpándolo, el
rubio jamás había permanecido más de un día sin hablarle.
Siempre confiaba en él y lo consentía, estaba seguro que
JiMin lo escucharía, él sabía que su hermano lo entendería,
pero su corazón se enfrió cuando JiMin susurró algunas
palabras.

—Estamos en casa de nuestros padres, JungKook.


Comportate como un Jeon, sé educado con tu hermano
mayor y no hagas un escándalo.15

—JiMin...

—Soy tu hermano mayor, háblame con respeto. Si quieres


hacer un escándalo, puedes quedarte fuera. Nuestros
padres descansan —le dijo calmadamente. Su voz era
grave, sonaba tan oscura que JungKook se estremeció.

Entonces lo supo. Cuando JiMin volteó y su sombría mirada


se posó en el mientras asentía con la cabeza para entrar a
casa, lo supo.1

Lo había perdido para siempre.15

<<>>

Se habían quedado atónitos. YoonGi carraspeó su garganta


con fuerza y jaló a TaeHyung y HoSeok hacia sus brazos,
como si con ellos los protegiera. No entendían nada o tal
vez sí. Tal vez hace mucho tiempo ya lo entendían.1

Hae Ji tembló ante la escena frente a sus ojos. Ver a JiMin


corriendo, con lágrimas en sus ojos y totalmente herido, la
habia devastado. Luego estaba el pelinegro, que corría
detrás de su hermano y lo había llamado de forma
desgarradora, rogando por atención. Algo había pasado y
ella sabía que era.
—Ahora vengo, espérenme. Debo ir por alguien —espetó
decepcionada y corrió dentro del campus.

Llegó hasta el pasillo de la biblioteca. Dando pasos


grandes, se acercó hasta la puerta y la vio cambiándose.
Sae Na estaba terminando de colocarse el vestido rojo y su
rostro parecía inexpresivo.

—¡¿Qué fue lo que hiciste?! —le gritó dándole un portazo a


la puerta.

—Hae Ji...

—¿Que hiciste Sae Na? ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?

—Yo... perdón, sólo me dejé llevar.

—¡Maldición! —gritó dolida—. ¡Te lo conté todo! Te dije que


debíamos protegerlos, que necesitaban de nosotros, solo
tenías que seguir el maldito plan y ¿qué fue lo que hiciste?
¡Hiciste todo mal!

—¡No pude contenerme! ¡Lo amo! Si tu hubieras estado en


esta situación con JiMin hubieras hecho lo mismo —le
contradijo.

—¡No! No lo hubiera hecho, hiciste todo lo que prometimos


no hacer, hiciste todo lo contrario, todo lo que nos dijeron
que...21

—Lo sé, lo sé. Perdón, lo amo, no pude resistirme ¡perdón!


—gritó llorando.
—Te metiste con JungKook, están sufriendo justo ahora
¡JiMin los vio! ¡¿Qué vamos a hacer ahora? —le gritó
nuevamente.

—No lo sé, hablaré con JiMin, terminaré con JungKook,


solo no lo sé —habló desesperadamente.

—Tenemos que solucionar esto Sae Na, nos salió todo


como exactamente no deberíamos hacerlo y los hemos
lastimado, tenemos que apoyarlos, se aman, debes
entenderlo.

—Lo entiendo Hae Ji, si no no hubiera aceptado ayudarte,


amo a JungKook y quiero su felicidad y si estar con su
hermano, aunque sea un pecado, lo hace feliz, yo tambien
los protegeré.

Hae Ji estaba furiosa, iba a contestarle algo más a la


castaña, cuando el celular de ambas chicas sonó. Las
personas que llamaban eran distintas, pero las noticias
eran igual de malas. Ya estaban sufriendo la maldad que
los rodeaba desde hace mucho.

—¡¿Qué?! Voy para allá.

La pelinegra corrió lo más que pudo, hasta dónde sus


fuerzas le daban. Su corazón latiendo con demasiada
fuerza mientras trataba de calmarse. La noche no podía ser
mas trágica, había sido devastadora.

Lo vio. Tirado en el piso con YoonGi y HoSeok alrededor de


él, la sangre saliendo de su nariz y pálido como una hoja de
papel. Se tiró al suelo y trató de que entrara en sí. Sus
lágrimas cayeron.

Park TaeHyung se había desmayado y parecía no


reaccionar. Tuvo miedo y era necesario tenerlo.12

Todos deberían tener miedo de hoy en adelante...


CAPÍTULO 33 ( Antídoto y
veneno )
JungKook cerró con fuerza la puerta y cayó en el suelo de
su habitación. Estaba hecho mierda. Sabía que lo había
perdido. En toda su vida, JiMin jamás le había hablado de
esa manera y al ver la decepción en sus ojos y la voz tan
sombría de su hermano, terminó casi muerto en vida.

Se levantó después de casi una hora y se tumbó en su


cama. El olor en su almohada se había esfumado, ese olor
era el del cabello de JiMin y hoy más que nunca le haría
falta. Siempre le había hecho falta. Los recuerdos de
aquella trágica noche no le dejaban ver al pelimegro que ya
nada volvería a ser como ayer. El dolor lo desarmaba y
llorar ya ni siquiera le calmaba, sólo podía calmarlo el amor
de su vida o la muerte.

JungKook se arrepintió.

Poco a poco empezó a enloquecer y ya no sabía que podría


venir despues. Estaba seguro que esta vez ya no había
arreglo ¿debería dejar ir a JiMin? ¿Era este el resultado de
haber amado a su hermano sabiendo que era un pecado? El
menor de los Jeon jamás pensó que amar a su hermano era
un pecado, pero tal vez, sólo tal vez se había equivocado.
Pero... ¿Cómo no iba a enamorarse de JiMin? Su pequeño
hyung era tan hermoso, le dolía negarse al amor que sentía
por el rubio, así que sólo se dejó llevar. Una mirada, una
simple sonrisa de JiMin lo seducía a ser cómplice y
pecador. Una simple llamada del rubio, alguna frase que
insinuaba sin comprometer, lo invitaba a pensar
lujuriosamente en él. Jeon JiMin había sido dueño de su
primera vez poniéndose duro, de su primera masturbación,
de su primera fantasía sexual cuando sólo tenía catorce
años. JungKook siempre se sintio entre la espada y la
pared mientras acariciaba un loco sentimiento, soñando
estar entre la piel de su querido hermano y despertándose
en silencio. Como un ladrón se sentía estar preso y aunque
nunca hizo nada para detener sus impulsos, en
pensamientos le había hecho el amor a JiMin mil y un
veces. Ya lo había amado.

Pero hoy ya no quedaba nada de ese amor que ahora se


apagaba, JungKook, poco a poco empezó a comprender
que ya no le quedaba tanto que perder. Si no podía estar
con JiMin, nada tenía sentido. Se estaba quemando por
dentro y aunque cada vez le dolía más, no podía olvidar a
su hermano, quién estaba en la habitación de al frente
seguramente mucho peor que él.7

Jeon JungKook miró el reloj y vio que había amanecido.


Empezó a aceptar que el tiempo lo estaba atrapando y por
un segundo fingió que quería escapar de su dolor, del ahora
tan lejano amor de JiMin, pero no pudo alejarse demasiado,
volvió por más aunque al final sabía que no había más. Aún
así decidió dormir un poco, soñando a su amor,
anhelándolo.
JiMin moría en su habitación también. Esa nostalgia
infinita estaba embargándolo por completo. Los recuerdos
de ver a JungKook con alguien más estaban en su corazón,
matándolo lentamente, lo peor es que no podía olvidarlos,
porque no quería hacerlo, en la distancia JiMin sabría
esperar. Volvían sus lágrimas a caer, estaba abrazando a
su soledad, su vida ya no tenía razón, sin JungKook yo no
sabía a dónde ir.6

Se sentía sólo y frente al mundo, estaba con todos los


recuerdos de su amor prohibido, se resignaría a perderlo,
es más lo olvidaría, lo amaba, mil veces lo amaba, pero era
lo mejor. Siempre fue lo mejor.

JungKook era su antídoto y veneno.5

Una droga que mataba a fuego lento y que quería consumir,


era un vicio y el quería enviciarse para siempre, era placer
y agonía, ese era Jeon JungKook. Cada hora crecía el vicio
por tenerlo, aunque haya buscado formas de dejarlo, al
final caía a los pies del pelinegro. Pobre infeliz, hundido en
los caprichos y la trampa de los besos de su hermano
menor.

Ya no lo quería consigo nunca más. JungKook nunca sabría


cuánto él sufría. JiMin ya no sabía si sería feliz con el
pelinegro o lejos de él, pues al parecer un día lo amaba y al
siguiente estaba revolcándose con Sae Na. Eso no era
amor y si lo había sido, había acabado.9
JiMin deseó que acabara para siempre.4

Eran las tres de la tarde. Sus padres no estaban, JiMin


cayó en cuenta de ello, cuando no los encontró en casa.

La cabeza le dolía horrores, bajó por inercia a la cocina y


saco un par de medicamentos. Abrió la refrigeradora y
tomó agua helada, como si su corazón no estuviese ya
helado lo suficiente.

Los recuerdos que no quería que aparezcan, lo atropellaron


sin anestesia, pero ya ni siquiera tenía lágrimas para
derramar. Para él, ya todo estaba perdido. Entonces lo vio,
el ruido proveniente de las escaleras, los pasos acelerados
y torpes eran del chico al que amaba. JungKook lo miró
asustado, como si JiMin no fuese real. Se veía necesitado.

—¡JiMinnie! Hy-hyung... ¿estás bien? —preguntó


desesperado mientras revisaba a JiMin por todas partes.

La piel del rubio estaba ardiendo por el tacto de JungKook.


Pero tenía que ser fuerte, por eso se soltó con brusquedad
del pelinegro.

—Estoy bien —espetó indiferente y caminó por su lado.

—JiMin, amor... tuve un mal sueño, yo, yo soñé que te


perdía. Yo, fue horrible sabes, yo...5

El pelinegro estaba desesperado. JiMin había soltado de


manera brusca su mano y su mirada era diferente.
JungKook había soñado con un engaño profundo, con un
dolor inigualable, que cuando despertó de su pesadilla,
corrió puerta abajo para buscar a su JiMinnie. La realidad
le dejó helado.

—No fue un sueño —su voz sonó hostil.

—JiMin-shi... —lo tomó del brazo nuevamente mientras


tamblaba desconcertado. Los recuerdos habían golpeado
su mente—. No es verdad, no lo es ¿cierto?

—Regresa a tu habitación y JungKook, suéltame.

—¡No! ¡No es verdad! ¡Dime que no es verdad! —gritó


lastimando los brazos del rubio quien ni siquiera se inmutó.

—Lo es y ahora ¡suéltame!

—JiMin-shi, no, mi amor, déjame expli...

—No hay nada que explicar. Las cosas son claras de hoy en
adelante, tú eres mi hermano menor, yo soy tu hyung,
trátame con el respeto que merezco y cumple con tu rol de
hermano ¿Lo entendiste?10

—No... ¡No!

—De hoy en adelante, no vuelvas a acercarte a mí como


alguien más que no sea mi hermano, porque si lo haces de
diferente manera, no responderé.

El rubio sintió su pecho oprimirse. Se volvió a soltar con


brusquedad y caminó por las escaleras con pasos firmes
mientras sus ojos brotaban lágrimas que JungKook no
pudo ver. Se encerró en su cuarto y volvió a sucumbir en la
pena ¿algún día acabaría aquella condena?
—JiMin... ¡JiMin! —el pelinegro quien se había quedado
temblando, corrió hasta el cuarto de su hermano, mas la
puerta no se abrió. Estaba cerrada por dentro—. JiMin
¡ábreme! Mi amor, por favor ¡escúchame! —gritaba mientras
golpeaba con fuerza la puerta, mas luego de casi media
hora rogando, se rindió y cayó llorando desesperado—.
JiMinnie, mi amor...

Entonces JungKook cayó en cuenta por segundo vez de lo


que jamás quiso que pasara, había perdido a JiMin para
siempre.

<<>>

Tres semanas pasaron rápidamente. YoonGi, HoSeok y un


muy cansado TaeHyung, sentían el ambiente tenso entre
los hermanos Jeon desde el día de la fiesta. JiMin trataba
de manera seria a un JungKook que parecía ido. Sae Na y
Hae Ji no estaban sentándose con ellos y no sabían el
porqué.

Jung HoSeok era el más asustado. Ver a sus amigos de esa


forma le dolía. JungKook su mejor amigo, parecía tan ido
y JiMin tenía ahora un rostro tan serio. Era claro que entre
los hermanos Jeon había pasado algo. Luego estaba Sae
Na y aunque nunca le había caído la ahora castaña, su
mirada cargada de tristeza no la podía pasar
desapercibida. Por otro lado estaba la bella Hae Ji, tan
triste y sombría, noona había perdido la vitalidad al igual
que TaeHyung. Su hyung no contaba chistes ni decía cosas
raras que hacían reír, él sólo se veía tan cansado y pálido.
Al final estaba YoonGi, que no hablaba y se mantenía
sereno ante la situación.12

HoSeok le había preguntado a YoonGi el porqué de la


situación y este, mientras lo abrazaba acurrucándolo y
llenándolo de besos le decía que esperase, que se calmara,
que pronto ya todo estaría bien. Al final todo se sabría, mas
aún no era el momento. HoSeok le creía y apegándose más
al cuerpo del pálido muchacho, confiaba en que todo
mejoraría. Se hundían en un sueño tranquilizador, en la
cama del mayor por largas horas. Dormir con Min YoonGi,
era la cosa favorita de Jung HoSeok y no tenía nada de
malo. Al fin y al cabo, eran novios y dormir con él era de lo
más normal.30

TaeHyung por su parte, había dejado de trabajar. JiMin


había sido demasiado terco con respecto a su salud y no le
permitió seguir en la cafetería, amenazándolo que si lo
desobedecía dejaría de hablarle.

JiMin necesitaba proteger a TaeHyung. El castaño había


estado enfermando demasiado y aquello lo preocupaba; se
las arregló para que su mejor amigo deje el trabajo y lo
dejara ocuparse de su familia aunque sea por un tiempo,
hasta que estuviera más saludable. Sabía que a Park
TaeHyung no le gustaba la idea, pero el había rogado para
que el castañito por primera vez en su vida le haga caso.

Su mejor amigo se había desmayado en la fiesta de


bienvenida y se había mareado un par de veces más en la
semana. Aún así TaeHyung se negó a visitar al médico, él
se había negado rotundamente a ir a la clínica, alegando
que lo que tenía sólo era cansancio físico. Se había sobre
esforzado trabajando.

Para JiMin, la carga emocional era extrema. El rubio de


hermosas sonrisas se había esfumado y ahora sólo
quedaba en él un ser serio y callado. La situación con
JungKook lo tenía loco, a veces sentía que caería ante la
mirada de cervatillo herido que le daba el pelinegro cada
día, pero JiMin no podía perdonarlo tan fácilmente. Pensó
que JungKook tampoco lo perdonaría, al fin y al cabo, se
sintió como si fuera el culpable de la traición de
JungKook.36

Tal vez había sido suficiente el amor que le dio a su


hermano y por eso el pelinegro lo había engañado. Tal vez
debió haberlo querido más, pero ¿acaso podría amarlo
más? Ya lo adoraba con todo su ser, ya había aceptado
cruzar las fronteras por él. ¿Por qué entonces todo se había
ido literalmente a la mierda cuando ya iban a ser felices?
JiMin pensó que tal vez todo era un castigo de Dios. Se lo
merecían por su aberración.

Mas no se arrepentía. Si alguien le hubiera dicho que iba a


amar a su hermano de manera indebida, él lo volvería a
hacer. No le importaba cuánto sufriría después, al final,
JiMin volvería a amarlo una y otra vez. Si él pudiera
escoger, su vida otra vez, la viviría junto a JungKook, de
nuevo.
A pesar de ello, no lo perdonaría. En su mente se repetía,
como un disco rayado, la imagen de JungKook y Sae Na
entregándose a la pasión. Recordaba el dolor que sintió y
se negó a darle si quiera un lugar al pelinegro para que le
explicase el porqué de su engaño. Pero JiMin era débil, era
tanto el amor que le tenía a JungKook que lo dejaba sin
palabras, él había roto en JiMin todas las barreras de dolor
que construyó, sus tratos hacia él eran suaves caricias,
dándole a entender al rubio que tenía un futuro con él. Era
tan débil, que una noche estuvo a punto de caer ante el
encanto de su hermano.

<<>>

JiMin había llegado a su casa cerca de las diez de la


noche. Su rutina era la misma desde hace unas semanas,
llegar tarde y evitar a JungKook. Su padre había salido a
un viaje de negocios hace una semana y media y su madre
se estaba encargando de dirigir las clínicas Jeon.

JiMin se quedaba todos los días hasta las siete de la noche


en la universidad, luego se iba al cuarto de TaeHyung y se
quedaba hasta las diez de la noche cuidando y estudiando
con el castaño. A veces se quedaba a dormir ahí y los fines
de semana se la pasaba en la casa de YoonGi y TaeHyung.

Por las mañanas la rutina tambien era la misma. Llegaba a


clases, intercambiaba un par de palabras con Hae Ji y
salían a almorzar con los demás. Hae Ji se iba con Sae Na
o a veces se quedaba con ellos y almorzaban todos juntos.
Mas el silencio era doloroso. Hablaban en monosílabos y se
saludaban por respeto, luego de ello, todos comían en
silencio y se iban a sus clases o a su casa.5

Aquella noche llegó cansado, entró a la cocina buscando


algo que cenar y encontró una nota de su madre diciendo
que había dejado la comida en el horno y que volvería
tarde. JiMin abrió el refrigerador y se sirvió un vaso de
leche, luego cogió un par de galletas y estuvo a punto de
apagar la luz de la cocina, cuando vio a JungKook en la
entrada.

—JiMin hyung...

—Mamá dejó comida en el horno, puedas calentarla y


comerla —dijo de forma adusta mientras trataba de
escapar de la escena.

—¿Vamos a comer juntos?

—No, puedes comer tú, yo no tengo hambre —le respondió


remarcado la ultima palabra, como si le doliera decirla.

—JiMin, por favor, hablemos...

—Soy tu hermano mayor JungKook, no te dirijas a mí de


forma irrespetuosa ¿entendido?

—JiMin hyung, por favor, hablemos, te lo ruego.

—¿Qué es lo que necesitas?

—A ti... —JungKook estaba cansado.

—JungKook, si no tienes nada importante que decirme, no


me hagas perder el tiempo ¿está bien?
—No, no lo está hyung —musitó acercándose
peligrosamente.

—Aléjate de mí Jeon JungKook.

—Sí, así es, ese es mi nombre, Jeon JungKook, apuesto a


que extrañas llamarme de otra forma.

—No estoy jugando JungKook ¡aléjate! —exclamó cuando


se sintió atacado. Estaba casi temblando cuando sintió los
dedos largos de JungKool quitarle el vaso de leche y las
galletas para ponerlo en la mesa.

—Tú no quieres que me aleje de ti, confiésalo —murmuró


arrinconándolo en la mesa, tomando su cintura y
acercándolo a el suavemente.

—Suel... ¡Suéltame!

—No, no quieres que te suelte, quieres que me acerque y te


llene de besos.

—No... —dijo el rubio en un hilo de voz, alejándolo sin


fuerza, sin lograr moverlo. Su aliento golpeaba en su rostro
y joder, era delicioso aquel olor tan familiar de JungKook.
JiMin estaba a punto de caer.

JungKook estaba cansado. Habían sido tres semanas en


donde su JiMin lo había tratado tan seriamente, donde lo
había ignorado y eso le dolía. El haberlo perdido era tal vez
la cosa más terrible que le habia pasado. Lloró por mas de
una semana y le tomo casi otra el darse cuenta de que no
debía rendirse. De que tenía que hacer que JiMin le
escuche.

—Vamos JiMin-shi, dime, dime que no me extrañaste.

JiMin temblaba bajo su tacto y eso le calentó el corazón.


Su hermano aún lo amaba y aquello le daba esperanzas, le
daba fe que su amor no había acabado aún.

JungKook recorrió el cuello de JiMin anhelandolo poco a


poco. El rubio soltó un gemido necesitado, se veía tan
hermoso. La belleza de JiMin traspasaba cualquier
dimensión, era tan grande su proyección que cegaba a
JungKook con su resplandor. Su piel expulsaba lo que
sentía, una terrible atracción, una formula novedosa que lo
tomaba fuera de su control. Se contuvo para observarlo y
eso solo aumento su ilusión.2

—Dime que no extrañaste mis besos, mis caricias...

JiMin se desconectó. Su cuerpo respondía rogando ser


amado. Encontró un secreto en su ser, que lo enredaba en
los ojos de luna de JungKook y en toda su miel. No sabía
como parar, era como un impulso mortal, no entendía nada
de él, era tan vital tener el tacto de su hermano, sentía
morir. Ya no pensaba con claridad.

—Dime, dime que no extrañaste mis manos recorriendote,


dime que no extrañaste mi cuerpo pegado al tuyo...

JungKook había despertado cada día sin JiMin. Habia


querido escurrirse a la cama de su hermano, como cada
noche, pero el rubio había cerrado su cuarto con llave,
dejando destrozado al pelinegro. JungKook no podía ni
dormir, la culpa lo acechaba, los recuerdos lo
atormentaban y luego de llorar por horas, caía rendido en
su cama vacía.

—Dímelo JiMin, dime que no quieres que te haga mío ahora


mismo.

—Oh joder, sí JungKook, sí...24

—Volteáte, manos a la pared, ahora —ordenó roncamente y


JiMin obedeció temblando—. Levanta ese culo mientras te
inclinas, quiero ver lo hermoso que es.4

JiMin solo gimoteó de deseo.

—Vamos JiMinnie, imagina que estoy tocándote, que estoy


metiendo mi dura polla dentro de ti y que gimes bebé, que
gimes mi nombre.4

—Oh Dios, oh Dios, sí, JungKook-ah, JungKook...12

JungKook se acercó y lo tomó la cintura, esa perfecta


cintura tan pequeña y que lo llenaba de lujuria. Apegó el
trasero del mayor a su miembro totalmente despierto y
buscó fricción simulando estocadas. JiMin volvió a gemir
excitado.

—Te voy a hacer mío, aquí, ahora.

JiMin se deshacía en placer, JungKook estaba tocando sus


pezones por debajo de la tela de su polera y le
desabrochaba el pantalón torturándolo de pasión. Su polla
estaba tan dura que dolía, gemía necesitado y cuando
sintió que su hermano liberaba su miembro, recordó la
escena de hace tres semanas.12

Sae Na, volteada sobre una mesa, con JungKook


penetrándola y el llorando desde la puerta. Su mente
reaccionó y al parecer, su corazón también.

—¡No! —gritó asustado, volteándose mientras sus lágrimas


aparecían sin aviso—, no más, no voy a caer, ya no.

—JiMin... —le llamó despacio.

—No JungKook, yo no soy Sae Na, no soy un agujero donde


vas a meter tu polla cada vez que quieras.

—JiMin, no es así, déjam...

—Si quieres follar, ve con tu novia, ella va a aceptar las


migajas de tu amor, como siempre.

Subió las escaleras buscando la dignidad que casi pierde.


Preguntándose el porque JungKook estaba jugando con él,
preguntándose el porqué se había ido cuando en realidad
habia deseado quedarse. Preguntándose demasiadas
cosas pero sin obtener respuesta.3

Tal vez ya nunca habría respuestas...


CAPÍTULO 34 ( Sueños
lastimados )
Había pasado una semana desde que casi cae en los
brazos de su amor. JiMin recordaba cada noche el
momento en que estuvo a disposición de JungKook y se
moría porque lo tocara. Su piel ardiendo de deseo y esa
incontrolable sensación de calidez que sólo su amor
transmitía, hacían que el rubio se sienta desesperado.
Amor y dolor, el tiempo equivocado o tal vez la persona no
indicada. El estar juntos era ya una esperanza que se
quebraba en su corazón, eran como una canción de amor
que nunca terminaron, un tic tac que se detenía como un
reloj en su mente. Así estaba JiMin, detenido en el tiempo
mientras pensaba camino a la universidad cuándo acabaría
toda esa tortura ¿algún día habría solución?2

Llegó en autobus, pues le había dejado el auto a JungKook.


El pelinegro era tan dormilón que siempre se levantaba
tarde y seguramente necesitaría el carro para llegar a
clase a tiempo. Cuando estaba cerca a la puerta de la
universidad, vio a mucha gente reunida y se preguntó que
pasaba. Por el extremo izquierdo de la calle, HoSeok y
YoonGi llegaban hablando animadamente.

—¡YoonGi-ah! ¡Hobi! —llamó alzando su manito para que lo


vieran.
Ambos chicos se voltearon ante el llamado y vieron a JiMin
parado al otro lado de la acera. Se acercaron a él y se
saludaron con abrazos.

—JiMinnie, llegas temprano —le dijo YoonGi mientras se


encaminaban para entrar al campus.

—Como siempre hyung —respondió sonriendo—. Y


ustedes... ¿Cómo que andan muy juntitos últimamente no?
—preguntó inquisitavemente.

—No, es, es que —tartamudeó HoSeok tratando de que


JiMin no sospechara nada.

—Así es, los novios tienen que andar juntos siempre ¿no? —
habló un sereno Min ante la mirada sorprendida de JiMin y
un avergonzado y ruborizado Jung HoSeok.4

—No... —dijo alargando las palabras—. Ustedes ¡oh Dios


mío! ¡Oh por Dios! Par de tontos —exclamó y los abrazó con
fuerza—. Lo sabía ¡lo sabía! Se notaba desde lejos,
¡felicitaciones YoonGi hyung! ¡Felicitaciones mi Hobi
precioso!

Y se fundieron en un abrazo. HoSeok ahora estaba feliz de


que JiMin lo supiera, pues en sus ojos vio alegría al
enterarse de esa noticia y al parecer YoonGi también lo
notó, pues estaba acariciando el cabello del rubio mientras
lo miraba sonriente. Hace tanto tiempo que no veían a un
JiMin feliz.

Los tres chicos caminaron dentro del campus cuando


escucharon en sonido de una ambulancia. Se abrieron paso
entre el tumulto de gente que estaba en el patio y fue JiMin
el primero en reaccionar ante la situación y se lanzó al piso
desesperado.

TaeHyung yacía desmayado en el suelo, con la nariz


sangrando y la piel demasiado pálida. JiMin sintió miedo.

—¡TaeHyung-ah! —gritó mientras los revisaba por todas


partes—. Despierta ¡TaeHyung!

—¿Qué... qué le pasó? —preguntó HoSeok.

—Se desmayó —respondió un muchacho de la clase del


mayor de los Jeon—, no despierta, llamamos a la clínica de
los padres de JiMin, ya llegaron.

JiMin volteó cuando la ambulancia de la clínica Jeon llegó.


Los paramédicos auxiliaron a TaeHyung y JiMin dio un par
de indicaciones mientras ayudaba a subirlo. Se fue con él y
les dijo a YoonGi y HoSeok que lo siguieran.

Dos horas después, el doctor Kim NamJoon salía de la sala


de descanso donde se encontraba el castaño.

—Doctor, doctor ¿cómo está TaeHyung? — Preguntó JiMin


parándose rápidamente.

—Estable, él está estable ahora —respondió y un suspiro de


alivio salió de los tres chicos—, tuvo una descomposición,
estaba muy débil, pero ya logramos estabilizarlo.1

—¿Podemos verlo?
—Sí, entren chicos, él está despierto —indicó el doctor—.
JiMin, tú quédate, quiero hablar contigo.

HoSeok y YoonGi entraron a la habitación y JiMin esperó.


El doctor le pidió que lo acompañase a su oficina y cuando
llegaron le ofreció asiento al rubio.

—JiMin, quiero hacerle un par de exámenes a TaeHyung.

—¿Por qué?

—Hace unos meses cuando se intoxicó, le hice algunos


examenes generales y salieron bien, pero me quedaron
dudas.

—Pues entonces hágalo doctor, todos los examenes que


usted necesite —respondió sinceramente.

—Cuando estabas en Italia, te llamé para preguntarte esto,


pero no contestaste.

—Oh ¿era por eso? Pensé que usted quería comunicarse


con mi padre.

—No, quería comunicarme contigo para preguntarte eso,


incluso le pedí a tu amigo que te dijera que te comuniques
conmigo, el de tez clara .

—¿YoonGi? —preguntó el rubio.

—Sí.

—No me dijo nada.


—Seguramente lo olvidó —aseguró—, entonces, le haré los
examenes a TaeHyung y acelerare el proceso, dentro de
unos días tendré los resultados.

—Está bien doctor, haga lo que sea necesario —dijo JiMin


—, todo el gasto va a la cuenta Jeon, no le diga nada a
Taehyung sobre el dinero ¿está bien?

El doctor asintió. Dentro de dos días, los resultados


estarían listos. Todo estaría listo.7

<<>>

JiMin se sentía intranquilo. Mientras iba camino a la clínica


de su padre, sentía su pecho oprimirse cada segundo que
pasaba. El doctor Kim Nam Joon le había dicho que debía
reunirse con él lo más antes posible, pues en sus manos
tenía los resultados de los exámenes que le había hecho a
TaeHyung.

En alguna otra ocasión, él hubiera estado más calmado,


pero el adorable castaño había caído enfermo cada vez
más seguido y eso lo preocupaba con demasía. Hace tres
días se desmayó en el patio de la universidad y fue
revisado en la clínica Jeon. TaeHyung siempre habia sido
tan enfermizo, tan delicado y ultimamente se veía tan
fragil, que JiMin sintió miedo. De repente el castaño estaba
con anemia o tenías las defensas bajas, por eso estaba así,
sin fuerzas, sin ganas de comer y al parecer sin ganas de
seguir viviendo.8
Cuando JiMin estuvo en Italia, el doctor Kim lo había
llamado para decirle que queria hacerle más exámenes a
TaeHyung. El rubio no había hecho caso de las llamadas
del doctor Kim pues pensó que eran para su padre. Grave
error.

JiMin entró por la puerta principal y tras dar su


identificación, subió al segundo piso hasta el consultorio
de Kim. Caminó hasta el fondo del pasillo y tocó
suavemente. Otra fuerte opresión lo hizo temblar.

—Pasa —dijeron desde adentro.

—Doctor Kim, buenas tardes —saludó mientras extendía la


mano para recibir el saludo. Se sentó en la silla frente al
escritorio y con unos nervios sin razón, escuchó lo que el
médico tenía que decirle.

—Bien JiMin, tengo aquí los resultados de tu amigo Park


TaeHyung —mencionó señalando un gran sobre amarillo—,
primero, quería enseñártelos a ti antes que a tu padre,
puesto que no me dijiste si podía dárselos a él o no.

—No se preocupe doctor, usted puede pasarle estos


análisis a papá tambien.

—Perfecto. JiMin, antes de empezar quiero hacerte una


pregunta.

—Dígame.
—¿Qué es TaeHyung para ti? —preguntó. El corazón de
JiMin latió con fuerza, esa pregunta no era muy casual y no
la esperaba en absoluto.

—Es mi mejor amigo, como un hermano para mí, muchísimo


más que eso. Él es alguien muy preciado, como cuando una
madre cuida a un hijo, tengo un fuerte sentido de la
protección con él —dijo sinceramente.

—Entiendo —El doctor se quedó pensando, sin depegar la


vista de los examenes que tenía en mano—, JiMin, hijo...
sabes, a veces la vida nos pone pruebas realmente fuertes.
Es injusta y lo que nos tiene preparado es algo difícil, pero
todo es posible. Siempre hay una esperanza, incluso si solo
esa esperanza es solo un uno por ciento, debemos
aferrarnos a esa ella por más imposible que parezca,
debemos hacerlo aunque no haya más oportunidades.

—N-no entiendo ¿Qué trata de decirme? —preguntó JiMin


asustado. Todo aquello no le gustaba para nada.

El doctor lo vio tristemente, el rubio pareció ahogarse. El


sobre fue abierto lentamente, NamJoon sacó de el los
resultados.

—JiMin, quiero que sepas que tienes que ser fuerte,


siempre debes serlo pequeño —le aconsejó mas JiMin sólo
temblaba—. JiMin, TaeHyung es un chico muy fuerte, él
realmente lo es, yo sé que si él sigue siendo fuerte, podrá
salir de esto, si él lo...
—¡Hable! —gritó el rubio. Su paciencia se había acabado y
temía lo peor. Sus lágrimas amenazaron con salir.

—JiMin, Park TaeHyung tiene... TaeHyung tiene leucemia


linfoblástica aguda.52

La visión de JiMin se nubló. Aquello no tenía sentido, no


podía ser posible. Cogiendo rápidamente las hojas con
resultados, leyó logrando que sus lágrimas cayeran. Sus
pequeñas manos temblaban, su corazón dolía. En aquellos
examenes se mostraba los sueños lastimados de una de
las personas que más amaba.

—JiMin hijo, tiene solución, nosotros podemos buscar un


donador, alguien que pue...8

—¿Cuánto? ¡¿Cuánto tiempo?! —gritó desgarrado—.


¿Cuánto le queda?

—Menos de tres meses...

—¡No! TaeHyung no, por favor no —lloró


desconsoladamente—. Doctor Kim por favor, dígame que
no, por favor sálvelo, se lo ruego ¡sálvelo!

—JiMin tranquilízate hijo —decía el doctor mientras lo


consolaba.

—¡No! No me pida que me calme ¡ayúdeme! Por favor,


dígame que es una mentira... —el pequeño rubio había
caído al suelo y pegaba sus piernas hacia su pecho—.
Doctor Kim por favor, ayúdeme, salve a Tae, se lo ruego
por favor, se lo pido de rodillas ¡ayúdeme!2
—Jeon JiMin, escúchame —el médico trataba de calmarlo
—, podemos hacer quimioterapias, luego buscar un donante
de médula ósea, podemos salvarlo, es difícil pero podem...

—Ayu-ayúdelo po-por favor —rogó por enésima vez—, no lo


deje morir... ¡No!

JiMin salió destrozado de la clínica. Quedaba sólo algunos


días antes que a TaeHyung le aumentara los síntomas. La
leucemia iba a matarlo muy pronto si no encontraban un
donador.10

Estaba perdido, TaeHyung su mejor amigo, más que su


hermano, el ser que ama tanto y a quién había decidido
proteger hace tantísimo tiempo, estaba siendo castigado
injustamente. La vida del castaño, su familia, sus amigos,
el propio JiMin, su carrera. Todos se había estropeado.

Ahora solo quedaba de TaeHyung, sus sueños lastimados.

La lluvia torrencial caía sobre sus hombros, mas eso no le


importó. Su celular sonó.1

—Hy-hyung, soy JungKook, yo, lamento llamarte pero papá


está llamándote, ya regresó de viaje, dice que le contestes
el celular.

—JungKookie... —sollozó el rubio a través del móvil.

—JiMinnie ¿estás bien?

—Ko-Kookie, JungKookie... —se puso a llorar sentado en un


parque, la lluvia corriéndo por su cuerpo.
—¡JiMin! ¡JiMin! ¿Dónde estás? ¡JiMin contestame!

JungKook no resistió más. Tomó su abrigo del perchero y


una sombrilla también. Entró al auto y rastreando el
teléfono de JiMin, arrancó. Estaba cerca a la clínica Jeon.

JungKook manejaba rápidamente, a pesar de que la lluvia


no lo dejase ver bien, el tráfico se hizo presente en la
avenida principal y JungKook bufó de rabia. Había
intentado llamar a JiMin, más este no le contestaba, pero
según el rastreo, el rubio seguía en el mismo lugar.

Los carros avanzaron. JungKook estaba a punto de llegar y


redondeó el porque donde JiMin se encontraba. Lo vio
sentadito, con sus brazitos alrededor de sus piernitas que
se encontraban pegadas a su pecho. Temblaba, bajo la
lluvia infernal, temblaba y se veía tam pequeñito, tan
vulnerable. Sin pensarlo más, corrió hacia él.

—¡Hyung! JiMin hyung ¿estás bien? ¿Estás lastimado?

—Ju-JungKookie... —el rubio levantó la mirada dejando al


descubierto sus preciosos ojos llorosos. JungKook se
asustó al verlo tan herido y los sostuvo entre sus brazos
como el ángel que JiMin era.

—Tranquilo bebé, tranquilo, yo estoy aquí, Kookie ya está


aquí.

—S-se va a morir, se v-va a morir JungKookie, se m-me va a


ir, m-me va a dejar —gritaba el rubio aferrado a la chaqueta
de su hermano—. No quiero JungKookie, no quiero —el
llanto desgarrador hizo a JungKook llorar también.
¿Quién iba a morir? ¿Quién lo iba a dejar? JiMin estaba
hablando cosas sin sentido, mas a pesar que JungKook
quiso creer eso, aquel malestar en el pecho, no se le había
quitado para nada.

—Shhh bebé, ya estoy aquí mi amor, nada va a pasar, lo


prometo.

Y JiMin se fundió en él. Su veneno era antídoto y estaba


salvándolo, estaba en los brazos de su JungKook y aunque
aquella noticia que recibió seguía doliendo como el
infierno, en los brazos del pelinegro se sentía a salvo.
Solamente él podía consolarlo.+

Jeon JungKook y Jeon JiMin estaban nuevamente juntos y


tal vez esta vez, sí era para siempre...
CAPÍTULO 35 ( Latidos del
corazón )
Cuando JungKook entró por la puerta de su casa con los
brazos cruzados y a penas saludando a su madre, Jeon Tae
Hee supo que algo nuevo había pasado. Se acercó a la
puerta y vio como su pequeño JiMin venía con su mejor
amigo YoonGi y un niño castaño, muy delgado, a su lado. El
corazón de la señora Jeon se contrajo sin razón alguna

—¡Mami buenas tardes! —exclamó el rubio de doce añitos.

—Mi pequeño, ven aquí —lo atrajo hacia el y lo recibió con


un gran abrazo.

—Señora Jeon buenas tardes —Dldijo YoonGi.

—Buenas tardes cariño —le dijo amorosamente y lo abrazó


tambien—. ¿Y este niño tan bonito quién es?

—Mami, él es TaeHyung, nuestro mejor amigo —respondió


sonriente.

—Buenas tardes señora Jeon, mi nombre es Park


TaeHyung, mucho gusto en conocerla —habló el pequeño
estirando su manito.

Tae Hee se mareó. Ese apellido, el apellido Park, era algo


que ella no quería recordar. Había miles de personas con el
apellido Park, pero a ella le seguía molestando. Mas el niño
frente suyo no tenía la culpa de apellidarse así, por lo que
componiéndose un poco, sonrió y abrazó al pequeño
castaño, invitándolo así a entrar a su casa.24

Su corazón latió con fuerza. Esos latidos eran de amor


fraternal, de un sentimiento muy especial.

Cada vez que TaeHyung venía a su casa, su pequeño


JungKook se la pasaba todo el día de mal humor. Es por
eso que una tarde en que los niños jugaban y el pelinegro
estaba sentado en la cocina esperando a que su mamá le
sirva su comida con los brazos cruzados, Tae Hee le habló
delicadamente.

—Lombriz... Kookie, bebé.

—Dime mami —contestó un enojado JungKook de tan sólo


diez añitos.

—¿Estás molesto?

—No, para nada.1

—JungKookie... mentir no está bien —le dijo la señora Jeon


mientras se sentaba delante de él.

—Es que hyung no juega conmigo, ya ni le importo.

—¡Ay Kookie! Creo que esta escena la tuve hace dos años,
así que aquí vamos de nuevo —murmuró sonriendo—. Bebé
¿estás celoso?
—Ya sé que es estar celoso mami y ¡no! No estoy celoso —
respondió empujando su lengüita por el interior de su
mejilla derecha. Tae Hee vio aquel gesto y volvio a sonreír.

—¿Entonces por qué no vas a jugar con JiMin y sus


amiguitos? —preguntó acariciándole el cabello—. Incluso
HoSeokie está ahí, él es tu amiguito, ve a jugar.

—JiMinnie hyung no me quiere, no voy a jugar con ellos.

—Tu JiMinnie hyung si te quiere mi lombriz, podrían


divertirse mucho los cinco, ve a jugar con ellos y así
podrías estar cerca a JiMinnie.1

JungKook no había pensado en ello, si jugaba con esos


niños podría estar más cerca a su hyung y apostaba todo a
que JiMinnie lo escogería y jugaría más con él. Su madre
era muy sabia, JungKook le regaló una sonrisa
entusiasmada y salió hasta el patio.

Tae Hee sonrió. Esperaba que su consejo haya servido. Así


fue, pues a partir de ese día JungKook jugaba con su
hermano y sus amiguitos. Todo iba tan bien, pero había
algo en aquel niño, TaeHyung, que le causaba sensaciones
en su pecho. El niño se veía tan delicado, tan débil y
parecía que se rompería como un cristal. Tal vez por eso,
cuando el niño estaba en si casa, Tae Hee le prestaba
mucha atención y lo protegía.

Un día los niños le hicieron algo a TaeHyung, excluyéndolo


porque no podía correr muy rápido. La señora Jeon les
llamó la atención a todos, excepto a JiMin, pues él era el
único que no le había hecho nada y lo había apoyado. El
castañito había llegado llorando hasta Tae Hee y esta, al
verlo tan débil lo abrazó fuertemente. Su pecho se lleno de
una sensación de amor.3

Tal vez sería la última vez que lo abrazaría.

Lo soltó asustada. Reaccionó cuando JiMin se llevaba a


TaeHyung hasta el patio nuevamente. Los niños se
recuperaban fácilmente, ella no. Se cuestionó entonces el
porqué el niño no se había defendido, porqué era tan débil
y no tenía las mismas energías. Tae Hee hizo una mueca
de desagrado, ese niño sería un problema, sobre todo por
aquellas punzadas en su pecho que la incitaban a abrazarlo
y mimarlo. Aquello era muy malo, a los niños no se les
debía malcriar, mucho menos aceptar que fueran débiles,
TaeHyung ya tenía doce años, tenía que aprender a ser
fuerte, ya no podía llorar por cualquier cosa.

Pero en uno de aquellos hermosos días de diversión de los


cinco niños, TaeHyung lloró nuevamente. Se había caído
de la casa de una varanda, estaba inconsciente y los niños
estaban asustados alrededor del pequeño. Tae Hee se
asustó al ver la sangre correr por las rodillas del castaño y
pegó un grito de desesperación. Felizmente, el señor Jeon
habia descansado aquel día y acudió en su auxilio.

—¡JiMin! Traéme el botiquín que está en la cocina ¡corre!


JiMin obedeció entre lágrimas y la señora Jeon veía la
escena sin poder moverse. Su corazón dolía sin razón
alguna, estaba asustada, pero su corazón seguía sufriendo.
El porqué, nadie lo sabía.

JiMin llegó con el botiquín y se puso al lado de TaeHyung


quien yacía aún en el suelo.

—Papi ¿TaeTae va a estar bien?

—Sí mi amor, sólo se ha desmayado.

—¿Por qué sus rodillitas tienen mucha sangre? Papi ¿le va


a doler? —preguntó aún sollozando. Su hermanito se había
puesto a su costado y lo abrazaba fuertemente.

—No mi amor, él va a estar bien, lo prometo.

—Yo quiero que TaeTae este bien y pasemos nuestros


cumpleaños juntos.

—Va a estar bien, ahora lo voy a levantar y lo llevaremos al


sofá ¿esta bien? Todos van a ayudarme.

Los niños ayudaron en lo que pudieron mientras Tae Hee


miraba todo de lejos. Su corazón seguía doliendo.

TaeHyung abrió sus ojitos y se quejó por el dolor. Sus


piernitas delgadas le dolían y sus brazitos también. Lloró
innatamente.

—¡TaeTae! —gritaron los niños.

—TaeHyungie, no llores, por favor —le pidió el pequeño


rubio.
—Duele Minnie, m-me duele mucho.

—Tranquilo hijo —le dijo el señor Jeon—. Ya no te va a


doler, ya estoy sanando tus heriditas y te pondré un parche
para el dolor —Acarició su cabello. El niño dejó de llorar y
sintió bonito cuando sintió la calidez del señor Jeon.
TaeHyung pensó si así se sentía tener un padre que te
cuidara.2

—Sí TaeTae, mi papi es un gran doctor, el te sanará —


acotó JiMin con una gran sonrisa—. Te prometo que si ya
no vuelves a llorar, pasaremos juntos el día de nuestros
cumpleaños, no me gusta que llores.

—Está bien Minnie, el trece de octubre celebraremos


nuestros cumpleaños.

—¿Tu cumpleaños es el mismo día que el de nuestro


JiMinnie? —preguntó el señor Jeon sorprendido.4

—Sí señor Jae Chan, Minnie y yo tenemos el mismo día de


cumpleaños.19

—Es cierto —añadió YoonGi.

—Tendremos fiestita doble aquel día —dijo HoSeok


sonriendo.

—Yo no tendré fiestita Hobi —musitó muy bajito el


castañito. Estaba avergonzado—. Mi mami está lejos y mi
tía no tiene mucho dinero —sus lagrimitas quisieron volver
a salir.
—No te preocupes TaeHyungie, tu y JiMinnie tendran una
fiesta de cumpleaños, será una gran fiesta, te lo prometo
—le dijo el señor Jeon mientras lo abrazaba. El niño le
causaba tanta ternura y quería ayudarlo en todo. Mientras
lo abrazaba, él también sintió una inigualable calidez en el
pecho.

—Repite eso —se escuchó decir a Tae Hee quién había


permanecido callada todo ese tiempo—. ¡Repítelo!

—¿Qué? —Preguntó Jae Chan desconcertado—. ¿Que te


pasa TaeHee?

—El cumpleaños, repítelo —todos la veían extrañados. La


señora Jeon había empezado a temblar.

—El cumpleaños de TaeTae es el trece de octubre mami,


igual que el mío —respondió JiMin.

TaeHee movió su cabeza negando. Se llevó las mano a la


cabeza y subió las escaleras hacia el segundo piso. Sintió
miedo, muchísimo miedo, empezó a sollozar, las lágrimas
aparecieron sin motivo y entonces pensó algo que jamás
debió pensar. Tenía que sacar a ese niño de su casa y si es
posible, de la vida de sus hijos, para siempre.1

Nuevamente.40

<<>>

JungKook llevaba en su espalda a JiMin. El rubio volaba en


fiebre, sudaba y su respiración era entrecortada. Su celular
sonaba y sonaba, más el no contestaba. La lluvia aún sobre
sus hombros hacía todo más complicado.

Lo subió al auto con mucho cuidado. Los nervios lo estaban


traicionando, una y otra lágrima de preocupación caía por
sus ojos, si a JiMin le llegaba a pasar algo, él no se lo
perdonaría. El rubio estaba delirando, tenía que llegar a su
casa rápidamente

En el camino, contestó la llamada de su padre y le contó lo


sucedido. Cuando llegó, Jae Chan lo esperaba en la puerta
y le ayudó a cargar a JiMin, lo subieron a su cuarto y su
padre lo auxilió. Unas horas después, la fiebre le había
bajado y Jeon JiMin descansaba. El señor Jeon y su hijo
bajaron a la sala cansados.

—¿Qué fue lo que pasó? —fue lo primero que preguntó Jae


Chan.

—No lo sé papá, llamé a hyung como me pediste que


hiciera y el me respondió llorando —contó el pelinegro—,
no se calmaba y no me contestaba nada, así que rastreé su
celular y lo ubiqué. Lo encontré temblando y llorando en un
parque, mientras decía que alguien lo dejaría.

—¿Qué?

—Sí, decía que alguien se iba a morir o algo parecido.

—Esperemos a que se levante para que nos explique.


Quédate esta noche a cuidar de él JungKook por favor.

—Claro que sí papá —asintió—. Por cierto ¿y mamá?


—Cuando la llamé me dijo que estaba en la casa de su
madre, al parecer su papá está enfermo y ha ido a cuidarlo
—informó—, no le vamos a decir nada, sería preocuparla en
vano, ya sabes como es cuando se trata de JiMinnie.

—Está bien papá, iré con hyung entonces, te avisare si


pasa algo.

JungKook veló los sueños de JiMin toda lo que quedaba de


la noche. No durmió, no se separó de su hermano por nada.
JiMin dormía oesadamente, su respiración aún era irregular
y movía su cabezita de un lado para otro. El pelinegro lo
acariciaba, su cabello sedoso entre sus dedos y sus largas
manos sobre la carita del rubio. Se acomodó a un lado y lo
vio más de cerca, incluso estando mal se veía hermoso.

No supo en que momento se quedó dormido, sólo se dio


cuenta que ya era de día cuando escuchó a JiMin llorar
como loco.

—Tranquilo hyung ¿qué te pasa? —preguntó cuando vio a


JiMin tan desorientado y llorando—. ¡Papá! ¡Papá ayuda!

— Se va a morir, se v-va a morir ¡Se va a morir! ¡No, no, no!


¡No quiero! —gritaba mientras JungKook lo abrazaba con
fuerza para que se calmase—. ¡Sueltame! ¡Quiero verlo!

—¡JiMin! —gritó su padre abriendo la fuerza—. Hijo,


escuchame —le dijo, más JiMin seguía gritando—. JiMin mi
amor ¿qué te pasa? Hijo escúchame —tomó su rostro entre
sus manos—. JungKook, trae mi maletín y un vaso de agua.
—Papá ¡papá! ¡ayúdalo! Por favor, te lo ruego, n-no dejes
que se muera ¡no! —sollozaba mientras tomaba su cabello
con fuerza, tiraba de él y se ponía como un loco. El dolor en
su pecho era inaguantable, quería arrancárse el corazón,
pues dolía, le dolía demasiado.

—¿De qué hablas mi amor? ¿Quién se va a morir hijo?


Tranquilo por favor.

—TaeHyung papá, Taehyung s-se va a morir —le respondió


mientras lo abrazaba fuertemente—. Ayúdalo, p-por fa-
favor.

—¿Qué dices JiMin? ¿Qué estás diciendo?

—Se va a morir papá, TaeHyung tiene le-leucemia...

Un ruido de la puerta los tomó por sorpresa. JungKook


había dejado caer el vaso con agua al escuchar a JiMin.
Una lágrima cayo por sus ojos sin permiso y el pelinegro
tembló. Se acercó lentamente, paso a paso hasta JiMin y lo
sostuvo entre sus brazos.

—¿Qué? —preguntó desconcertado.

—S-se va a morir JungKookie, TaeTae m-me va a dejar, n-


no quiero Kookie, ayúdame, ayúdenme por favor.

Tres corazones dolidos. El dolor de un mejor amigo que se


desgarraba por dentro al saber que el castaño estaba
enfermo. El dolor de JungKook, que dolía de una forma
inexplicable en su pecho y por último el dolor de Jae Chan,
aquel famoso doctor que le habia agarrado a los amigos de
sus hijos, mucho cariño, pero sobre todo a aquel castañito
tierno. Jae Chan lo consideraba un hijo.20

A él también las lágrimas lo atacaron. Hace tantísimo


tiempo no lloraba, vio como sus hijos frente a él se
desarmaban y los abrazó para consolarlos.

Dicen que el llamado de la sangre es poderoso y atrae al


corazón.5

Dicen que los latidos del corazón de los padres son iguales
a los de los hijos. En ese mismo instante, los corazones de
la familia Jeon latían por igual, lejos de aquella casa, otro
corazón tambien estaba latiendo, con demasiada fuerza
quizás.

Todo se supo aquella mañana. Jae Chan le dio un


tranquilizante a JiMin y este estuvo más tranquilo. Por la
tarde, luego de pensarlo mucho, le pidió a JungKook que lo
llevara a casa de YoonGi. El tiempo era corto, necesitaban
actuar.

Los hermanos Jeon llegaron a la casa de Min y entraron.


YoonGi se encontraba con HoSeok y cuando vio a JiMin
llegar con los ojos hinchados, corrió hacia él. Sus
presentimientos jamás le habian engañado, él sabía que
algo malo había pasado. Sintió miedo.

JiMin le contó todo a YoonGi y HoSeok mientras sus


lágrimas caían. El pelirojo se echó a llorar tambien y Min
sintió un profundo dolor, las lágrimas no le fueron ajenas.
JungKook le daba fuerzas a su hermano y trataba de
calmar a los tres chicos que lloraban delante de él. Decir
que no le dolía, sería mentira. Cuando JiMin le había
contado todo aquella mañana, él lloró cuando entró a su
cuarto, la noticia le había dolido inexplicablemente. Claro
que quería a TaeHyung, claro que no habían sido muy
cercanos, claro que JungKook había creado una rivalidad
con él, pero eso no evitó que lo quisiera y lo apreciara. El
castaño era tan buena persona, tan valiente, JungKook se
sintió orgulloso de tener un amigo como el. Lo quería,
mucho y le dolía, demasiado. Aquel dolor en su pecho sabia
que era por el castaño, pero aquella horrible sensación era
aún mayor. Realmente le había afectado la noticia, más de
lo que se había imaginado.

Decidieron entonces que era el momento para decírselo a


TaeHyung. ¿Ocultarle las cosas? ¿No decirle nada?
Tonterías, ellos tenían que decirle la verdad, darle ánimos
y estar con él en esa etapa de su vida. Jamás lo dejarían
sólo y estaban seguros que saldrían de esa situación, que
TaeHyung saldría ileso y que ellos volverían a ser felices.

Por eso, con los ánimos levantados, las lágrimas secadas y


con una fe que movería el mundo si fuese posible, fueron
hasta la casa del castaño. TaeHyung abrió la puerta y vio a
todos sus amigos juntos, con bolsas en sus manos y
muchos adornos. Sus sonrisas eran muy bonitas, pero sus
ojos dennotaban sentimientos diferentes. TaeHyung sabía
que algo pasaba, que algo le pasaba a él y sonrió.2

Por ahora sólo le quedaba sonreír.


CAPÍTULO 36 ( Antes de las
seis )
—¿Y todo esto? —preeguntó TaeHyung desorientado.

—¡Vinimos a cenar! —Exclamó JiMin entusiasmado—.


Trajimos un montón de cosas ¿verdad chicos?

Los demas asintieron y empezaron a descargar las cosas


que habían traído. TaeHyung, curioso como siempre, abrió
las bolsas y encontró muchos dulces y comida.

—¡Oh por Dios! Es carne... ¡harán japchae!

—Sí Tae, tu comida favorita.

Hae Ji también había sido informada de todo mediante el


teléfono. Cuando el grupo de chicos compraba las cosas
para llevar a casa de TaeHyung, decidieron que Oh Hae Ji
también debería saberlo pues pertenecía al grupo y,
aunque Sae Na también se juntaba con ellos y había
cambiado, decidieron aún no decirle nada.7

Claro que lloró, por supuesto que lo hizo. La pelinegra no lo


pudo creer cuando JiMin se lo contó. Cogió rápidamente su
cartera y salió corriendo de su casa mientras pensaba por
qué estaba pasando todo esto ¿qué mal habían hecho ellos
como para que el destino les esté pagando mal? Lloró en
todo el camino, llamó para preguntar donde estaban y
YoonGi le respondió que ya se encontraban en la casa de
TaeHyung. Cuando la puerta fue abierta, el castaño sintió
su corazon acelerarse al ver a la bella Hae Ji delante suyo,
sobre todo por aquella sonrisa que le estaba regalando.
Ella se avalanzó hasta sus brazos y se escondió en el
cuello del castaño. TaeHyung sintió que estaba en el
paraíso, su corazón que aún latía con fuerza se sintió
cálido. Ella era preciosa.5

La tarde fue hermosa para los chicos. Cocinaron, jugaron,


incluso tomaron un poco, era como en los viejos tiempos.
TaeHyung no podía estar más feliz, sus amigos estaban
ahí, con él, protegiéndolo. Se sintió amado, con ellos
siempre se había sentido amado.2

—Chicos, todo estuvo tan bonito hoy, pero... —Los chicos


que estaban sonriendo, cambiaron a un gesto de
preocupación—. ¿A qué viene todo esto? ¿Q-qué ha
pasado?

El momento había llegado. JiMin supo que tenía que hablar


y tal vez este era el momento más difícil de su vida. Un
claro movimiento en su garganta dio a entender que los
nervios lo estaban abrumando. Jeon JiMin se acercó a
TaeHyung y lo abrazó fuertemente, haciendo que el
castaño lo mirase confundido y con miedo. JiMin lo miraba
con amor y sostuvo su carita entre sus manos, acariciando
su rostro y guardando aquella imagen en su memoria.

—Minnie, me estás asustando —Dijo suavecito—. Me estás


acariciando, yo... ¿te gusto? Porque tú me gustas mucho y
si quieres podemos intentarlo, pero tu novia está aquí y
creo que Hae Ji-shi estará pensando que le estás siendo
infiel y se va a poner celosa ¿Sabes que ella está presente
aquí no?34

Era sorprendente. Incluso en los momentos mas tensos,


TaeHyung era capaz de sacarle una sonrisa a cualquiera
¿por qué había sido este pequeño elegido para sufrir? JiMin
nunca comprendería el porqué, sólo sabía que si él pudiese
cambiar su destino por el del castaño, lo haría. Todo con
tal de que TaeHyung jamás se lastimara.3

—Mi Tae, mi hermoso TaeHyung —Le respondió con una


sonrisa triste mientras las lágrimas caían—. Claro que me
gustas, me quiero quedar toda la vida contigo ¿lo sabes
no? Que voy a protegerte... para siempre.5

—Lo sé JiMinnie, pero... es tiempo que me digas de que va


esto.

—Dícelo ya JiMin —Ordenó YoonGi—. Es lo mejor, Tae es un


chico fuerte.

—TaeHyung, eres un chico fuerte, eres mi hermano ¿lo


sabes verdad? —El castaño asintió despacio—. Te voy a
proteger siempre, quiero que confíes en mí, vamos a salir
de esto, voy a cuidar de ti.

—Minnie...

—Tae, ven aquí —Lo llamó y lo abrazó nuevamente,


acariciando su cabello—. Vas a ser fuerte, ya lo eres.
TaeHyungie... tú, tú... tienes... le-leucemia.
El mundo del castaño cayó de repente. Sus hombros
cayeron también y miró desconcertado a JiMin quien
estaba lleno de lágrimas. Volteó sin entender y vio a
HoSeok que lloraba en los brazos de YoonGi. Hae Ji
también lloraba, mientras lo miraba destrozada, como
pidiéndole perdón. JungKook la vio y la abrazó ante el
asombro de la castaña. Ella había sido la novia de JiMin, se
lo había quitado por mucho tiempo, pero ella siempre se
había portado bien con él, siempre havía sido tan amable y
aunque sentía celos, era imposible odiarla. Por eso la
abrazó, había llegado a apreciarla, verla llorando sin
consuelo era algo que el no permitiría.6

Fue entonces que TaeHyung lo supo, era verdad. Cada


palabra dicha por JiMin, jodidamente estaba siendo verdad.

—No lloren, soy yo el que está enfermo ¿por qué están


llorando?12

—TaeTae... —Susurró JiMin.

—Yo soy fuerte JiMinnie, siemore lo he sido —Dijo


sonriendo aunque las lágrimas que salían de sus ojos
contradecían sus palabras—. Estoy seguro que habrá algún
tratamiento que pueda salva...1

—¡Lo hay! —Lo interrumpió JiMin—. Lo hay y haremos todo


lo posible, tu estarás bien, esto solo durará unos meses.

—Lo entiendo, no lloren por fa-favor, y-yo soy fuerte


¿verdad Minnie? Y-yo siempre lo he sido —Sollozo en los
brazos del rubio—. Pero... por hoy ¿puedo dejar de fingir ser
fuerte? Yo... yo prometo serlo desde mañana, p-pero por
hoy ¿puedo dejar de fingir que puedo contra t-todo?
¿Puedes protegerme sólo por hoy? Por favor...51

JiMin lo abrazó con fuerza y llorando asintió. Los otro


cuatro chicos se acercaron a abrazarlo con lágrimas en los
ojos. YoonGi lo abrazo tan fuerte que sintió deshacerse,
quería proteger a cada uno de esos niños que tenía al lado.
HoSeok se derrumbaba y Hae Ji se lamentaba. JungKook
cogió la mano de TaeHyung y la entrelazó con la suya. Esa
misma corriente eléctrica que sintió la primera vez que lo
conoció, apareció nuevamente.4

Dicen que el llamado de la sangre es poderoso y atrae al


corazón.23

—¡¿Por qué?! —Exclamó llorando el castaño—. ¿Por qué a


mí JiMinnie? ¿Por qué siempre yo? ¿Por qué todo lo malo
me tiene que pasar siempre, por qué? Ya no aguanto más,
ya no, ayúdenme... no quiero morir, no quiero.11

—¡No lo harás! Nunca lo harás, te prometo que no lo harás


—Le gritó el rubio.

—¿Por qué Minnie? ¿Por qué? ¿Por qué Dios está


haciéndome esto? ¿Que mal he hecho yo?1

Las lágrimas de aquellos chicos salían sin parar. Estaban


asustados, el mundo se les había venido encima, no sabían
cómo reaccionar. Amaban tanto a TaeHyung que estaban
dispuestos a darlo todo por salvarlo. Todos se amaban
tanto que se protegerían entre ellos, definitivamente lo
harían.

—No quiero morir, no quiero ¡Sálvame JiMin! Ayudame, por


favor, no quiero morir, no quiero ¡no quiero! ¡no! ¡no! no
quiero, por favor... aýudenme.11

Una hora despues, el castaño se encontraba con la cabeza


en el regazo de JiMin. Todos hablaban de lo que harían de
hoy en adelante, pero TaeHyung con los ojos hinchados,
sin decir ninguna palabra, sólo podía pensar en su vida, en
la vida que la había tratado tan mal, pero que aún así se
aferraba a mantener.

—Dejaremos la universidad, por este ciclo —Habló


JungKook llamando la atención del castaño.

—¿Qué? ¿Po-por qué?

—Queremos estar contigo todos los días y no permitiremos


que te atrases —Le informó YoonGi—. Tu y yo
terminaremos derecho al mismo tiempo, además no
podemos ir si tú no estás ahí.

—No hagan eso, po-por favor, eso esta mal —Les dijo el
castaño con dolor.

—No TaeHyung, es algo que ya decidimos, no vamos a


dejarte solo.

—Pe-pero...
—Pero nada, además desde mañana iremos a la clinica de
mi padre, empezarás el tratamiento lo más antes posible.
Llamaremos a tu ma...

—¡No! —Exclamó TaeHyung—. Eso sí que no, ni mamá ni mi


hermano se enterarán de esto, prométanmelo.

—Pero Tae...

—No JiMinnie, ellos no. Y-yo saldré de esto, ustedes dicen


que lo haré y confío en eso, mi familia no va a enterarse,
por favor, prométanmelo.

—Está bien Tae, todo lo que tu digas.

—Y JiMinnie, esta vez aceptaré t-tu ayuda, siempre me


pediste que dejara de trabajar y que tu podrías ayudarme
con mi familia, perdón, perdóname si estoy siendo un
descarado y estoy pidiendo mucho, pero hazlo, a-ayuda a
mi familia, ellos sólo me tienen a mí —Pidió llorando otra
vez—. Prometo pagartelo to...2

—No me vas a pagar nada Tae, claro que seguiré ayudando


a tu familia, por favor no te preocupes por eso, te lo ruego.

—Gracias, gra-gracias, los quiero, en verdad los quiero...

Se volvieron a abrazar. Entre lágrimas cada uno pidió a


Dios que los ayudara, sería difícil, pero el amor todo lo
podía, el amor puro que sentían como amigos, podría
contra todo. Ellos lucharían hasta el final.

El tratamiento de quimioterapias para el castaño empezó.


Sus amigos, tal como prometieron, dejaron un ciclo de la
universidad para poder acompañar a TaeHyung en aquella
etapa de su vida. Ciertamente Park se habia negado, pero
JiMin, JungKook, YoonGi y HoSeok habían insistido, no
dejarían solo a TaeHyung y no querían que se atrase, por lo
que ellos también decidieron perder un ciclo.5

Cuando Jeon Tae Hee se enteró de lo que sus hijos habían


hecho, pegó el grito en el cielo. Antes de ellos, los
hermanos Jeon habían hablado con su padre de la
situación y Jae Chan había aceptado. Lo que sus hijos
querían hacer era muy noble y el no podía negarse, les
había dado su aprobación.

—Mamá, pero TaeHyung, es mi mejor amigo —Insistió


JiMin.

—Es un chico débil, mira que enfermarse de esa manera y


preocuparlos a todos, por favor —Soltó com hostilidad.26

—No entiendo como puedes hablar así de Tae ¿qué te ha


hecho para que siempre lo trates mal? ¿Crees que no me
he dado cuenta? ¿Crees que no sé de todas las veces que
le has puesto mala cara cada vez que ha venido? ¿De cómo
lo has excluido y lo has tratado diferente? Me he dado
cuenta de todo aquello —Le reprochó dolido.1

—No es verdad.

—Lo es mamá ¿por qué eres así con él? ¿Es porque no
tiene dinero? Nunca creí que fueras de esa clase de
personas, siempre hablas de la humildad y cosas así
¿acaso es sólo una fachada?
—JiMin, no me hables así, soy tu madre y me debes respeto
—Le respondió ante la mirada decepcionada de su mayor
hijo—. ¿Ves todo lo que ocasiona ese chico? Es tan débil,
tan llorón, no es nada valiente, ni siquiera sé cómo diablos
tiene una beca en su universidad, el no parece nada
inteli...6

—¡Basta! —Gritó JungKook, quién había permanecido


callado toso ese tiempo—. Cállate mamá, TaeHyung es una
persona muy inteligente y muy valiente. Deja de hablar así
de él.

—¡A mí tú no me gritas mocoso!

—Mira mamá, nosotros ya decidimos salirnos de este ciclo


de la universidad, no estamos pidiendo tu aprobación, ya lo
hablamos con papá y el nos dijo que sí —Habló JungKook
muy molesto, Tae Hee se sorprendió por la información—. Y
conociéndote, dudo que contradigas lo que papá dijo, ahora
si nos permites, nos largamos —Acotó y jaló a JiMin de la
mano, llevandolo fuera de la casa.2

—¿A dónde creen que van? ¡Vengan aquí! ¡Jeon JiMin!


¡Jeon JungKook! ¡Regre...1

Era en vano gritar, se habían ido. La señora Jeon bufó


enfadada, Park TaeHyung lo había estropeado todo. Y
aunque quiso seguir enojada por ello, la sensación de dolor
no se iba de su pecho desde que se enteró que el castaño
podría morir.11

<<>>
Las semanas pasaban demasiado rápido y lo que se
negaban a que ocurriera, estaba pasando. TaeHyung se
veía cada vez más delgado, el bello color de su piel
morena, era ahora más clara debido a la debilidad. Su
hermoso cabello sedoso y castaño se había ido. Las
quimioterapias tenían efectos secundarios y aunque
TaeHyung se esmeraba en ser fuerte, los dolores eran cada
vez peores.

—Me duele Minnie —Se quejó una tarde al no aguantar más.


JiMin, qu estaba acomodando todos los globos y peluches
que sus amigos le traían a TaeHyung, volteó asustado.

—¿Qué pasó Tae? ¿Qué te duele? ¿Llamo al doctor?

—No, no lo llames, sólo... sólo abrázame.

JiMin se acercó y puso su mano en la carita del castaño.


Sus lágrimas comenzaron a salir mientras lo abrazaba, él
quería proteger a TaeHyung, quería que se salvara, pero
¿tan dificil era la situacion en la que estaban? Ya nada lo
consolaba, nada podía calmar el dolor en su pecho que
cada día aumentaba.1

Los últimos dos meses habían sido una locura. TaeHyung


seguía negándose a que le dijeran a su familia sobre su
enfermedad. Los chicos se turnaban para verle y así el
castaño nunca estuviese solo, incluso el señor Jeon, venía
a visitarlo cada día. La quimioterapia había sido efectiva el
primer mes, aunque TaeHyung había perdido energía y su
cabello, el nunca se desanimó. Incluso bromeaba diciendo
que sin cabello, se veía mas guapo aunque algo orejón.
Cada día usaba una gorrita de lana diferente, sus amigos le
compraban todos los días gorritos de colores, tenía más de
cincuenta.2

El segundo mes fue mas difícil. Las quimioterapias eras


mas duras, destruir aquellas células malignas era casi
imposible. Los mejores médicos se encargaron de
TaeHyung, sus mejores amigos estaban ahí con él, su
familia protegida de toda mala noticia lo tenían tranquilo,
pero el castaño, estaba quedándose sin fuerzas. Quería
luchar por su vida, el cáncer tan temido lo carcomía física
y mentalmente, le daba batallas y algunas treguas. Lo hizo
caer muchas veces, y TaeHyung sabía que iba a caer otras
tantas, pero un colchón de afectos siempre lo
amortiguaría, estaba seguro que JiMin siempre
amortiguaría sus caídas.8

JiMin lo estaba protegiendo aunque el rubio dijera mil y un


veces que le fallaba. TaeHyung nunca pensó eso, era JiMin,
su hermano del alma, su mejor, el ser que más habia
querido en el mundo el que le habia enseñado a voltear la
página, a ver su interior no con miedo, sino con confianza y
fe de que todo va a estar bien, le había transmitido una
fuerza para sobrellevar esas terapias contra el cáncer que
eran un calvario para él y aunque era un calvario, JiMin no
lo había soltado de la mano como se lo prometió desde el
primer momento en que lo conoció y eso siempre se lo iba
a agradecer mientras vivía, y si un día Dios decidía
llevarselo a su lado, TaeHyung siempre seguiría
agradeciendole y llenandolo de bendiciones desde donde
se encuentre, porque siempre estuvo ahí para darle
palabras de aliento, para amarlo como lo hizo y dejarle
saber que no se encontraba solo en este mundi y que
siempre podría contar con el, con ese rubio que alguna vez
juró protegerlo.6

TaeHyung siempre fue fuerte, siempre.

Esta vez había perdido el miedo, había perdido el miedo a


estar esas cuatro paredes de la habitación de un hospital,
había perdido el miedo a morirme, a sufrir , a todo, pensó
que si Dios le habia tenido preparado ese destinl, el lo
aceotaría aunque no había sido fácil llegar a ese punto.

La muerte no es triste, los triste era que la gente no sepa


vivir y reconocerla.2

Él, un luchador innato, fue capaz de dejar atrás el


pasado,dejar atrás miedos e inseguridades para poder
afrontar el presente. El conocimiento no er sabiduría,
sabiduría era poder hacer el conocimiento. Un guerrero
como él encuentró el amor en cada ser que estuvo a su
lado. Un guerrero como TaeHyung era frágil, pero con
JiMin, su único coraje, se sintió capaz de enfrentar el
mundo entero. Tener coraje no es no tener miedo, tener
coraje es tener la valentía para afrontar ese miedo y actuar
con el corazón. Eso era exactamente lo que el castaño
hacía. Quería aferrarse a la oportunidad de ver el sol nacer
y ponerse cada día.3
—JiMinnie ¿veremos al sol nacer todos los días? —
Preguntó TaeHyung con la voz tan baja, tan quebrada.

Se encontraban ahora en la azotea del hospital. Un bello


jardín con una pileta de agua adornaba el lugar. JiMin le
pidió a su padre construir aquel lugar para que él y
TaeHyung puedan subir todos los días. Sentados en las
sillas de madera y mientras se balanceaban, vieron el
ponerse aquel día.1

—Sí Tae —Le respondió el rubio tomándole de la mano—.


Veremos el sol nacer todos los días de nuestras, lo
veremos nacer justo antes de las seis. Te lo prometo.

TaeHyung sonrió debilmente, si JiMin lo prometía era


porque lo cumpliría. Eran palabras del alma, JiMin
cumpliría cada deseo del castaño, incluso si le pedía la
luna, él se lo daria. Sí, eran palabras del alma que se
despertaban al abrir su corazón, estaba diciendo la verdad,
el amaba a TaeHyung y jamás le diría adiós. Se negaba a
ello.

La noche cayó aquel día. El castaño descansaba


tranquilamente y JiMin sonrió, le dio un beso en la frente y
salió de la habitación. El doctor Kim NamJoon lo había
llamado, asi que se dirigió a su oficina.

—Dígame doctor, como va todo, mi padre me ha dicho


algunas cosas ya.

—JiMin, TaeHyung ha recibido bien el tratamiento —Dijo


seriamente, el rubio sonrió—. Pero los fármacos usados en
la quimioterapia estan matando las celulas buenas
también, JiMin, necesitamos un donador de células madre,
si no...3

—Si no ¿q-qué?

—TaeHyung no lo resistirá.

JiMin salió destrozado nuevamente ¿cuántas veces su


corazón había derrumbado ya? No le importó, lo que el
sentía en esos momentos no era importando. Secando sus
lágrimas con fuerza y dañándose los ojos ya rojos, se
prometió salvar a TaeHyung. Entró nuevamente a la
habitación del castaño y lo vio dormir.

—Te prometo que veremos el sol nacer justo antes de las


seis Tae, confía en mi por favor...1

Entonces salió. Tenía que hacer algo pronto antes de que


la vida de su mejor amigo se apagara. Definitivamente el
cumpliría su promesa, incluso si tendría que entregar su
propia vida para cumplirla, él lo haría.
CAPÍTULO 37 PT.1 ( Lost stars
)
<<>>

TaeHyung ya llevaba un mes de tratamiento. Aquel día,


JiMin había dejado al castaño durmiendo y se disponía a
regresar a casa aunque no quisiera. Su madre había estado
molesta con él casi todos los días y aquello también
estaba doliendole. Por un momento pensó en JungKook y
su relación con él. Lo que había pasado con TaeHyung lo
había hecho olvidarse de su amor prohibido, pero sabía que
en algún momento tenían que hablar de ello. Aquel mes
habló, lloró y abrazó a JungKook como siempre, mas no lo
besó. Algo se había enfriado entre ellos y lo sabían.

¿JungKook ya no lo amaba? ¿Se había acabado el amor?


Todo estaba siendo tan confuso, su vida estaba pasando
de largo. Había veces en el que él y Jungkook se miraban
fijamente, como justo en ese momento. El pelinegro estaba
parado al lado de su auto, esperando por él. JiMin estaba
en la entrada del hospital y cuando lo vio se quedó
observándolo, aún lo amaba, nunca dejaría de hacerlo.

Subió al auto y viajaron en completo silencio. Si bien no


peleaban y hablaban normalmente, a veces no tenían nada
que decir y JiMin tenía que alimentarse del pasado para
poder eatar bien. Recordaba los bellos momentos que pasó
con JungKook, porque si no lo hacía, se iba cuesta abajo.
Así eran sus días, le daba ya lo mismo el día o la noche,
estaba ciego y perdido, depresivo. Estaba sin control,
obsesionado con recordar cosas inútiles para poder
mantenerse vivo. Caminaba solo, alerta de cualquier cosa,
pero siendo siempre fuerte para no poder llorar.

JiMin creía que su futuro era un tren que nunca pararía en


la estación en la que el estaba.

JungKook veía en silencio a su hermano mientras


manejaba. Le dolía tenerlo cerca y a la vez tan lejos, ahora
sólo tenía un témpano de hielo en el corazón, incluso lo
dulce le sabía amargo. Echaba de menos el sabor mojado
del cuerpo desnudo de su JiMin. Jodidamente lo extrañaba
demasiado, sentía que la vida se le había venido encima.
Buscaba culpables, pero siemore llegaba a la conclusión
de que era él, quien lo había arruinado todo y por aquello a
veces se sentía violento, como el fuego y gasolina. Se
imaginó una vida sin él, pero tambien lo imaginó
poniéndolo sobre un muro, hacerlo suyo y verlo volar. Se
sentía un perro hambriento, incluso era capaz de vender su
alma con tal de que JiMin le diera alguna migaja de amor y
un poco de aliento.

Siempre supo que era amor aunque lo dejó correr por


muchos años. Esta era su oportunidad, ya no lo dejaría
pasar más. Sí, habia perdido a JiMin, tal vez para siempre,
pero no se rindiría, lucharía por él otra vez aunque la vida
le costara por completo.10
Desvió el carro, en dirección a aquella playa en la que
alguna vez hicieron el amor bajo la luz de la luna llena.
Había ido varias veces ahí, a mirar el mar, completamente
solo. Se dio cuenta que no valía nada sin JiMin. Su alma
lloraba, su corazón lloraba, el solo pensar en aquel amor
que tenian, se destrozaba. La situacion lo estaba matando,
arrancando todo de sí, tenía que parar. Si alguna vez había
olvidado tomar de la mano a JiMin cuando solían caminar,
si alguna vez había olvidado estar al lado de su hermano
para algo más que disfrutar, hoy lo remediaría. JungKook
sabía que debía dejar de lado aquel pensamiento de que la
razón debía ganar, sabía que debía hacer caso a su
corazón, por eso aparcó en la playa, dispuesto a todo.
Dispuesto a recuperar su amor.

—JiMinnie, JiMin llegamos —Le informó JungKook al rubio.


JiMin miró a todos lados cuando bajó del auto y vio que no
era su hogar el lugar en el que se encontraban. Estaban en
aquella playa, en su lugar favorito.

—¿Qué ha-hacemos aquí?

—JiMin ¿podemos hablar? Por favor —Rogó JungKook.


JiMin lo miró por varios segundos y asintió.

Caminaron hasta la orilla, nuevamente en completo


silencio. JungKook temblaba, el insoportable dolor, la
inmensa desolación y la estúpida fijación de sea
irreversible el adiós de JiMin, estaba matándolo. Sólo
quería que el rubio lo volviera amar, que volviera a dejar
que lo tocara, que lo acariciara.
¿Cómo es que pudo perderlo?

Incluso si lo había perdido, JungKook ya se había


sentenciado a nunca olvidar su amor. Él sólo quería que
JiMin sea suyo otra cez y aunque llorara su corazón,
lucharía para nunca olvidarlo y para por siempre
recordarlo. JungKook sabía que nunca podria dejarlo de
querer alguna vez y aunque sabía que JiMin no le hablaba,
sabía bien lo que quería decirle.

—Es extraño esto —Dijo JiMin sentándose en la arena fría.

Se quedaron en silencio nuevamente, por segundos o


minutos, tal vez horas. JungKook no dejó de mirarlo en
ningún momento, estaba demasiado nerviso, mas debía
actuar en ese instante. Si no lo hacía, perdería a jiMin para
siempre, nuevamente.

—Estas cada día en mi pensamiento —Habló decidido—. No


puedo fingir que me da lo mismo tu presencia frente a mí
JiMin, tus miradas casuales aumentan cada segundo mis
latidos y el tiempo siemore se me hace corto cuando estás
junto a mí.

—Ju...

—Espera —Lo interrumpió—. Déjame terminar por favor —


Pidió y el rubio asintió despacio—. Te amo, mas no sé ya
como explicarte de mi amor, como decirte que hace
tiempo me robaste el corazón con solo sonreír, que tu
mirada cada dia me conquista más y más, no sabes cuanto
daría por romper aquel pasado. Sabes mi amor, mis días se
alargan cuando no te miro y busco entre mil cosas alguna
que me hable de ti, solo de ti y la encuentro. En nuestra
casa, en mi cama, en mi mismo, en el sol, en el cielo, en el
mismísimo aire, porque tu eres mi aire.4

—Me pasa lo mismo JungKook —Confesó JiMin. ¿En que


momento había empezado a llorar?

—JiMin, he de morir si no estás a mi lado, si tú no estás, el


aire me falta, se me agita el corazón, necesito tu amor,
todo tu calor, hasta tu sentido del humor —Musitó dejando
un beso en la sien del mayor—. No me dejes otra vez, por
favor, no quiero despertar otra vez sin tu cuerpo a mi lado,
si tu no estás ya no puedo seguir, si tu no estás la pena va
a matarme, entiéndeme, sólo puedo ser feliz estando junto
a ti, por favor JiMin, regresa.12

—JungKook...

—Déjame explicarte, por favor.

JiMin sintió ahogarse. ¿Debería dejar que se explique?


Claro que sí, jodidamente deseaba esa explicación y volver
a él. Por ese amor entonces, asintió, temeroso de la
verdad.

—Dios mío, al fin —Suspiró JungKook aliviado—. Yo, lo


siento JiMin, mi amor perdóname, estaba tomado y sé, sé
que esa no es una justificación, pero tomé aún más
porque... porque te vi besando a Hae Ji aquel día.2
JiMin abrió los ojos sorprendido. Sus hombros cayeron y su
corazón golpeó con fuerza. Ahora todo tenía un motivo, un
porqué. Se sintió culpable y se maldijo justo cuando se
echaba a llorar aún más fuerte.

—No llores por favor mi amor, no es tu culpa. He llegado a


saber que no es tu culpa, que incluso si la besabas todos
los días, no es tu culpa, si no mía por que mis celos y mi
inseguridad hicieron que cometiera la peor estupidez del
mundo —Explicó—. Fue perverso no pensar con el corazón,
si no con la cabeza caliente. Perdóname mi amor,
perdóname, sé que fui deshonesto, haber ido de paso con
otro cuerpo y ahora regresar y decir lo siento es descarado
lo sé, pero estoy siendo sincero. Estoy rompiendo hoy
nuestro silencio con esta verdad que nos esta hiriendo a
los dos, sé que acribillé con mis malos actos nuestro
mundo perdecto, sé que será difícil recobrar la confianza
perdida y perdonarnos, pero hagámoslo, te lo ruego —Le
pidió tomando el rostro empapado del rubio entre sus
manos—. Sé que fallé y mutilé tu confianza, perdóname mi
amor, lo que hice nunca fue amor, fue sólo sexo, ella fue un
error y yo a ti en verdad te amo, tú no eres sólo sexo.2

JiMin lo abrazó. Llorando, sintiéndose aún culpable.


Ahogado en la necesidad de probar los labios del amor de
su vida, lo beso. En realidad necesitado lo besó. JungKook
lo recibió entre lágrimas. Con la vida en sus manos, con
ese te amo en los labios, JungKook sabía que un dia de
esos, su amor al fin se haría realidad ante todo el mundo.
Si el maldito destino los había hecho vagar por distintos
caminos hace más de dos meses, el pelinegro juraba hacer
lo imposible para hacer que JiMin nunca más se vaya de su
vida. Con ese beso en los labios, él seguiría tratando que el
rastro de dolor que se encontraba en el corazón de JiMin,
aquel corazón que sufrió y que ahora sabia que lo extrañó,
se borrar para siemore. JiMin era fácil de amar porque
dejaba en el aire un aroma, un recuerdo que huele a cariño,
a amor puro y verdadero.
Y era más clara ahora la huella de aquel beso discreto que
había sido inmortal. JiMin le estaba sonriendo entre
lágrimas.

—Si vuelves conmigo de nuevo la vida tendrá sentido para


mi JiMin, porque creéme que no la tenía. Regresaremos a
esta misma vida de antes, de retos constantes que fue
junto a ti. Pero esta vez ganaremos cada reto, esta vez no
voy a fallarte —Le susurró cerca a sus labios—. Si vuelves
conmigo de nuevo mi cama será para ti, esa cama donde
que era el mas sutil y excitante refugio, de algún beso que
un día te di mi amor.27

Se besaron nuevamente. Con ansiedad, con el amor que


extrañaron. Todo el cuerpo de JiMin se sentía mas aliviado
ahora, un rayo de felicidad aparecía. Se contaron todo lo
que pasó aquella noche, se explicaron el por qué, el cómo
y el cuánto. Se explicaron incluso cada dificultad que
tuvieron desde el momento que llegaron a amarse. Toda la
bella noche fue testigo de la sinceridad de dos corazones
que se amaban, que nunca debieron sufrir.
—No me dejes jamás Kookie, no otra vez.

—Fuiste tú quién me dejó JiMinnie, fuiste tú.

—De todo me quieres echar la culpa ¿no? Ya no quiero


nada, vámonos.7

—Berrinchudo, mi berrinchudo, estás descarado


ultimamente ¿no?1

—¿Soy un descarado? —Le preguntó asombrado—. No creo


ser un descarado.22

—Estás siendo descarado ahora mismo —Lo contradijo—.


Estás siendo descarado, sobre todo los últimos días.18

—Entonces ¿te estoy gustando más por ser un descarado?


—Atacó JiMin de forma atrevida. El menor quedó en
silencio por unos segundos.29

—Bueno, me tratas bien... —Respondió sonrojado y empezó


a caminar rápidamente hasta el auto.13

—Eso no responde a mi respuesta ¡hey! ¡ven aquí cobarde!


—El rubio reía mientras correteaba a JungKook.

Habían regresado. Sus corazones ahora estaban aliviados,


habían vuelto a ser unidos para amarse sin medidas, eran
estrellas perdidas que se habían encontrado nuevamente y
esta vez, sí era para toda la vida.

<<>>

JiMin llegó junto a Min YoonGi a Daegu. Eran casi las cinco
de la tarde cuando llegaron hasta una humilde casa, con
una puerta azul medio despintada. Ambos habían viajado
a ver a la madre de TaeHyung. Ahora que el castaño
necesitaba un donante, los médicos les habían dicho que lo
más probable era que sus familiares sean compatibles para
la operación de medula osea. De todas formas, todos se
harían el examen, incluyendo los médicos del hospital,
quienes le habían tomado demasiado cariño al castañito de
sonrisa cuadrada.10

JiMin suspiró y se encaminó con YoonGi hasta la casa de


TaeHyung. Tocó la puerta temeroso, decirle a la madre de
su mejor amigo la terrible noticia estaba amcarcomiéndolo.
Segundos después, la puerta fue abierta.

Un pequeño, al parecer de unos seis años, rubiecito y con


unos cachetes adorables apareció.20

—Buenas tardes hyung —Saludó educadamente—. ¿Quién


eres?

JiMin sintió deshacerse. La dulce voz de ese pequeño lo


hizo arrodillarse ante él y querer abrazarlo, querer
protegerlo, querer estar para siempre con él. El solo hecho
de que lo llamase hyung, lo había hecho sentir emociones
infinitas.

Dicen que el llamado de la sangre es poderoso y atrae al


corazón.36

—JiMinnie, levántate —Le dijo YoonGi al ver al rubio


desconcertado—. Eres BaekHyunie ¿cierto? ¿Puedes llamar
a tu mami?
—Sí hyung —Dijo sonriendo, haciendo que sus ojitos
desaparecieran y se formara una linea adorable en su
rostro.9

El hermano de TaeHyung le recordó a JiMin cuando era


niño.9

El pequeño entró corriendo a su casa y minutos más tarde,


apareció con su madre quien lo tomaba de la mano.
Una mujer rubia, de baja estatura, con unos cachetitos
grandes aparece por la puerta, es tan parecida al niño.
Realmente son madre e hijo, pero hay algo que se nota aún
mas, no tiene parecido a TaeHyung. YoonGi la mira
fijamente y piensa que tal vez el castaño se parece a su
padre, cosas de la genética tal vez.14

La bella mujer los mira asombrada. Su corazón latió con


fuerza al ver a los muchachos frente a ella, sobre todo la
sobresaltó ese cosquilleo en el alma al ver al chico rubio
en su puerta. Ella no sabía porqué estaba sintiendo aquello,
pero no dejó de mirarlo, en verdad fue impresionante las
sensaciones que se movieron en su interior.5

—Bu-buenas tardes ¿en qué puedo ayudarlos jovenes? —


Preguntó la mujer sin despegar la mirada de JiMin y
ciertamente este tambien se había quedado mirándola
fijamente.

Dicen que el llamado de la sangre es poderoso y atrae al


corazón.36
—Buenas tardes señora —Interrumpió YoonGi—. Somos
amigos de TaeHyung ¿podemos hablar con usted?

Media hora mas tarde, la mujer se encuentró llorando sin


parar y aquello no hace más que desgarrar el corazón de
JiMin. ¿Podrá el seguir aguantando tanto sufrimiento?

Le había explicado todo sobre la enfermedad del castaño y


había respondido a los llantos y preguntas de la mujer
frente a él, sintiendo unas inmensas ganas de protegerla.
Pero la peor fue cuando el pequeño BaekHyun se acercó a
preguntar algo que hizo que incluso Min YoonGi se echase
a llorar despues de algún tiempo.

—TaeHyung hyung ¿va a morir? —Su voz quebrada y sus


ojitos poniéndose rojos de repente, hicieron que JiMin vaya
hasta él y lo cargue entre sus brazos.

Se había sentido de maravilla hacerlo. Había sido como


abrazar a TaeHyung, muchísimo más que eso. Había sido
como abrazarse a sí mismo y consolarse, aquel niño, el
hermanito pequeño de su mejor amigo fue un alivio para los
tormentosos días de JiMin. ¿Quién iba a decirlo? Se había
acercado a la madre de TaeHyung y la había abrazado
tambien. La paz llehó a su interior y si no fuera porque
debía separarse y explicar que necesitaban ir hasta Busan
en ese instante, nunca hubiera sido capaz de separarse de
ellos.
Min YoonGi limpió sus lágrimas y se había quedado
asombrado por la escena. De alguna u otra manera,
también había sentido algo extraño.

JiMin vuelvió a explicar el porqué de su visita y


nuevamente, en media hora y algunos minutos de más, la
mujer se encuentró bajando por las escaleras con una
maleta en mano y la otra cargando a su pequeño.

Cuando llegaron a Busan, luego de casi dos horas de


camino, lo primero que hicieron fue bajar en el
departamento de TaeHyung. La señora Park Yang Min
jamás había podido visitar a su hijo desde que este partió a
estudiar a otra ciudad. Su TaeHyung, su muy perseverante
TaeHyung estaba ahora debatiéndose entre la vida y la
muerte.

Él siempre fue descuidado y curioso, muy curioso. No tenía


buenas calificaciones cuando era niño, pero de un
momento a otro empezó a ser el niño más brillante del
mundo. Lo que no sabía la señora Yae Na era que aquel
castaño habia escuchado la conversación que ella
mantenía con su esposo una lluviosa noche de invierno. En
aquella conversación él le decía que ya no podía pagarle
los estudios a TaeHyung pues no tenían dinero. Ella
rogaba, prometía salor a trabajar también con tal de que su
pequeño pudiera estudiar. TaeHyung entonces supo que
tenía que hacer algo, su pequeña mentesita se acordó de
aquel cartel que vio pegado en su colegio. Este decia que
los niños con mejores notas tendrían una beca donde no
pagaban nada por estudiar, TaeHyung entonces
conseguiría esa beca.

Aunque ni siquiera sabía que significaba una beca, él solo


quiso obtenerla para que sus papis no paguen nada. Lo
hizo, se convirtió en el más inteligente de su escuelita,
tanto que incluso le dieron una beca para la secundaria del
mejor colegio de Busán. Y claro que aceptó, con tan sólo
doce años él aceptó y con tan sólo esa pequeña edad supo
que su vida no sería fácil, pero el sabia que las personas
fuertes no tenían vidas fáciles, sólo los débiles la tenían y
el definitivamente no era débil.4

Aunque cuando nació él lo era.8

Dejando sus pocas pertenencias en el cuarto de su hijo,


salió con los dos jovenes y su pequeño BaekHyun hacia la
clínica donde estaba TaeHyung, su TaeHyung. Lloraba,
mientras entraba al lugar donde su hijo estaba sufriendo,
Park Yang Min lloraba. Entro temblando, dos chicos más y
una bella muchacha estaban sentados afuera de la
habitación 501.

—Chicos, ella es la mamá de Tae, la señora Park Yang Min.

Los presentes la saludaron con debido respeto y se


tomaron la libertad de abrazarla. La mujer seguía
derramando aquellas lágrimas y cuando tomó el pomo de la
puerta, miró a JiMin como si estuviera pidiendo permiso. El
rubio asintió.
Lo vio, durmiendo como un angel, delgado, con un gorrito
rojo de lana, pálido y tan delicado. La señora Park sintió un
fuerte golpe dentro del corazón, su presión alterándose y la
culpa, matandola. Ella nunca había sido suficientemente
buena madre como para proteger a su hijo. Era su culpa.1

Se lamentaría para toda su vida, lo sabía, pero también


necesitaba pensar en que si no pudo protegerlo antes, esta
vez sí lo haría. Si ella tendría que dar su vida por su hijo,
por supuesto que lo haría.

Todos se hicieron los exámenes de histocompatibilidad. El


doctor Kim NamJoon le hizo las pruebas a la madre y
hermano de TaeHyung. JiMin, YoonGi, HoSeok, Hae Ji y
JungKook también lo hicieron. Incluso el mismo doctor Kim
y señor Jeon estaban dispuestos a hacerse aquellas
pruebas. Según el médico, la probabilidad de que los
familiares sean compatibles con el castaño, era de 70% y
estaban casi seguros que uno de ellos donaría las células
madre.10

Ciertamente uno de ellos sería quien donaría la medula


osea.4

Un día, tuvieron que esperar un día para que los resultados


salieran. Desesperados, exactamente desesperados era
como se sentían. La señora Park no quiso que su hijo se
enterase que ella había venido, ella sólo velaba por él
cuando este dormía. Si Tae no había querido preocupar a
su madre con su enfermedad, ella no quería preocupar a su
hijo tampoco. El pequeño BaekHyun preguntaba a cada
momento qué ocurría y porque su hyung dormía mucho.

—Si alguno de ustedes sale compatible, durante cinco días


antes de la donación, se le administrará cada día una
inyección de cinco minutos de factor estimulante de
colonias de granulocitos que es una hormona de
crecimiento de los glóbulos blancos.

Todos asintieron. Hae Ji y JiMin entendieron a la


perfección y pidieron más asesoría. Una noche larga, fría y
oscura. Tediosa y lenta, muy lenta.

Amaneció. Los cinco chicos cansados sentados en la sala


de la clínica. Hae Ji cargaba en sus brazos al pequeño
BaekHyun quién yacía dormido. JiMin se encontraba
abrazado a la madre de TaeHyung, sintiéndose cálido,
protegido por aquella mujer. ¿Qué era aquello que estaba
sintiendo? ¿Por qué se comportaba como un niño a su
alrededor que buscaba la atención de su madre?6

—¿JiMin? JiMin hijo... —Jae Chan levantaba a los chicos y


a su hijo. Los resultados habían salido.

JiMin se levantó de un solo tirón. Todos se levantaron


rápidamente también ante la presencia del doctor
NamJoon, quien traía en sus manos, los resultados.

—Chicos, tengo los resultados.

—¿H-hay alguno de nosotros que es compatible doctor? —


Preguntó JiMin con nerviosismo.
—Sí, hay alguien en esta sala histocompatible con
TaeHyung —Respondió y todos suspiraron aliviados.+

—¿Qu-quién es?

—Es... Jeon JungKook.


CAPÍTULO 37 PT.2 ( Lost stars
)
Se encontraba en una habitación de análisis. El doctor
NamJoon se mantenía serio mientras le extraía sangre del
brazo derecho nuevamente. JungKook seguía sin decir
palabra desde que le dijeron que el sería el donante de
TaeHyung. Su padre le había sonreído y todos lo habían
abrazado, más el seguía sin decir palabra. Luego había
seguido al doctor Kim y ahora se encontraba ahí, siendo
analizado, en completo silencio.

—JungKook, al terminar la operación de TaeHyung, quiero


hablar contigo.

—¿Eh?

—¿Estás muy seguro de esto no?

—Sí doctor, perdón si es-es-estoy un poco ido, es que no


puedo creer que yo sea el donante.

—Creéme que yo tampoco lo hubiera creído. Necesito


hablar contigo al final.

—Está bien doctor.

Cuatro días pasaron realmente rápido. JungKook iba


diariamente a la clínica a que el procedimiento para la
donación de células madre se llevara a cabo con éxito. Así
que al fin había llegado el gran día, el pelinegro había
dormido con JiMin aquella noche, pero se había despertado
sin él. Seguramente se había ido temprano a la clínica.

Miró el reloj y divisó la una de la tarde, había demasiado.


Observó su celular y vio mas de cinco llamadas perdidas.
Llamó a JiMin, mas no le contestó. Luego llamó a su padre
y este le dijo que el rubio había salido a central Busan a
buscar algo que TaeHyung le había pedido y que había
olvidado su celular. JungKook le dijo que estaría ahí a las
tres de la tarde.

El pelinegro tenía miedo. Si bien todo había pasado muy


rapido y estaba muy feliz de ser el quien ayude a
TaeHyung, temía que la donación no resultase. Bajó
eliminando esos pensamientos y siendo optimista y
encontró a su madre cocinando.

—Despertaste, pensé que dormirías todo el día.

—Hoy es el día mamá, al fin es hoy.

—Sigo teniendo miedo, no quiero que te pase nada malo


hijo, todo plr ese ni...11

—¡Mamá! Basta por favor ya lo hemos hablado —Espetó con


molestia el pelinegro.

—Sí hijo, perdon, tienes razón. El niño ese lo necesita y es


muy noble lo que estás haciendo —Le dijo sin voltear,
mientras seguía cocinando—. Ahora ve, báñate, cambiate y
bajas a comer, tenemos que ir temprano a la clínica.
—¿Irás también?

—Claro lombriz, no los voy a dejar solos.2

—¡Gracias mamá! Eres la mejor.1

JungKook la abrazó por la espalda haciendo que la mujer


sonriera. Subió a su habitación, hizo todo lo que su madre
le dijo y bajó a almorzar. Cuando terminó, se cepilló los
dientes y llamó a su madre.

—¡Mamá! Baja ya, tenemos que irnos.

La señora Jeon bajó rapidamente con una cartera en la


mano.

—Hijo, está lloviendo afuera, tengo mis sacos en el ático,


sácame uno por favor.27

—Sí mamá, vamos.

Ambos bajaron hasta el atico y Tae Hee abrió la puerta.


Desde el marco le indicó em que caja estaba el saco que
quería y JungKook obedeció. Subiéndose a una silla logró
alcanzar la caja y la abrió para sacar lo que su madre le
había pedido cuando sintió la puerta cerrarse.1

—¿Mamá? —Dijo yendo hacia la puerta—. ¡Mamá! —Intentó


abrirla, mas estaba trabada—. ¡Mamá! ¡Mamá abreme!
¡Mamá! ¡Mamá por favor, mamá!49

Empezó a golpear la puerta con fuerza. Estaba cerrada.


Gritó, pataleó, empujó y golpeó. La puerta no se abría para
nada, sus lágrimas habian empezado a salir y su corazón
dolía, jodidamente dolía.

—¡Mamá! No me hagas esto por favor ¡Mamá! Debo ir con


TaeHyung hyung por favor ¡Mamá! ¡Abreme! Te lo ruego,
por favor ¡Mamaaaá!

Nada. Nadie respondía nada, sintió miedo. ¿Era su madre


capaz de hacer esto? ¿Qué estaba sucediendo?
TaeHyung... tenía que ir dónde TaeHyung, debía salvarlo
¿Por qué estaba sucediendo eso?

—¡Abranme! Por favor, debo ir con Tae... ¡Auxilio!


¡Ayúdenme! ¡Abranme!5

Se echó a llorar. Por más que trató y quiso romper la puerta


no pudo. Se sentó en un rincón del ático mientras las ideas
le martillaban la cabeza. ¿Y si no llegaba a tiempo? ¿Por
qué su madre había hecho eso? ¿Qué había pasado?
Tendría que estar en plena operación en aquel momento,
pero ahí estaba él. Sentado, sintiendose una mierda,
pensando que si algo le pasaba al castaño sería su culpa.
No lo podía permitir, tenia que salir del ático como sea.

TaeHee escuchaba los lamentos de su hijo, pero no hizo


nada al respecto. Mirando, en silencio, la puerta del atico
pensó wue estaba haciendo lo correcto. No podía
arriesgarse a que JungKook le pase algo por el chiquillo
ese. Que JungKook le donara a TaeHyung, la ponía mal. Por
eso, encerrando a su hijo, salió de la casa.

Era lo mejor
<<>>

—Señor Jeon, llámelo por favor, la operación comenzará en


diez minutos.

—No contesta, iré a casa por él, debe estar ahí.

Jae Chan salió corriendo de la clínica. ¿Dónde carajos


estaba JungKook? Llamó a su esposa y esta le dijo que ella
estaba camino a la clínica y que no había visto al pelinegro
en todo el día.

—¡JungKook! —Gritó el señor Jeon cuando llegó a su casa


—. ¿Dónde estas?

El pelinegro escuchó la voz de su padre y alzó la cabeza


rapidamente. Se levanto y fue hasta la puerta empezando a
golpear.

—¡Papá! ¡Papá aquí estoy! ¡Abreme papá! ¡Papaaaá!

El señor Jeon escuchó la voz de su hijo proveniente del


atico y corrió hacia el. Efectivamente, tras la puerta se
escuchaba a JungKook, entonces abrió la puerta y lo vio.

Los ojos rojos, las lágrimas aún en sus mejillas y sus


nudillos rotos. La sangre escurría por sus brazos.1

—¡Dios mio! ¿Qué te paso hijo?

—Ma-mamá

—¿Qué?

—TaeHyung, papá ¡TaeHyung! Tenemos que ir, tengo que


llegar a la operación, vamonos por favoe, vámonos...
Pidió llorando. El señor Jeon asintió y junto a su hijo
salieron hacia la clínica. Mas lamentablemente, los ángeles
de Dios debían regresar al lugar que pertenecían, al cielo.
Y TaeHyung siempre había sido un ángel.28

Ya era demasiado tarde.53

<<>>

—Hae Ji-shi... —Llamó TaeHyung.

—Aquí estoy TaeTae —Musitó la pelinegra con la voz


quebrada, con las lágrimas recorriendo su bello rostro.

—Sa-sabes... sé, sé que esto es, es raro, pero... si-si-


siempre me gustaste, mucho.2

—Tae...

—Pe-pero eras la novia d-de mi mejor amigo. Yo... ¿pu-


puedes darme un beso? —Pidió tan cansado—. Qui-quiero
un beso d-de la chica que he amado si-siempre...14

—TaeHyung-ah —La pelinegra lloró su nombre y se acercó.

Con cautela, con un profundo cariño y con el corazón roto


juntó sus labios con los del castaño. Paz, era paz lo que
transmitía un ser como TaeHyung. Hae Ji dejó que sus
lágrimas cayeran mientras rozaba suavemente los labios
del chico más dulce que había conocido.

—Dulce, fu-fue dulce, co-como siempre me lo imaginé... —


Sonrió con dificultad—. Protégelos Hae Ji... po-por favor.1
—Ta-Tae...

—Lo sé to-todo y sé que también l-lo sabes. Te lo ruego Hae


Ji-shi, protégelos, n-no dejes que JiMin sufra, po-por favor.8

—Te lo prometo Tae, te juro que lo haré.

La pelinegra salió llorando. TaeHyung lo sabía todo y ella,


tal como se lo había prometido, cuidaría de JiMin y
JungKook. Era una promesa.

—TaeHyung-ah...

—YoonGi, HoSeokie... ustedes me han la-lastimado —


Musitó sonriendo tristemente. Lamentablemente—. Pe-
pensé que era tu hyung favorito Hobi ¿Po-por qué me has
engañado co-con este gruñón?1

—Tú siempre serás mi hyung favorito —Respondió HoSeok


llorando, aferrado a la mano derecha del castaño.

—YoonGi, te quiero tanto, ta-tanto...

—Yo muchísimo más TaeHyung, muchísimo más, te juro


que cuando salgas de aquí te dejaré jugar agua y fuego y
dejaré que te comas mis frituras y te dejaré abrazarme, así
que debes estar bien ¿ok?8

—S-sí y ustedes, deben... deben estar siempre juntos ¿es-


está bien? —Pidió el castaño agitado—. Dí-díganle a mamá
que vaya a casa, sé... sé que está afuera con Baek, dí-
díganle que la amo y que cuide mucho a mi hermanito.

—Tranquilo Tae, tu mismo se lo dirás, la voy a lla...


—N-no, no lo hagas, sólo dile... dile eso y a JiMin, a mi
JiMin dile que lo amo... que lo amo mas que a na-nadie en
este mundo y que... que n-no le voy a perdonar el que se
demore ta-tanto con mis fresas con chocolate.3

—Tae...

—Dile que lu-luche por su amor y que sea feliz... que jamas,
jamas voy a olvidarlo y que lo amo demasiado, que lo amo
para si...5

Una estrella no perdida. Él ya no era una estrella perdida,


él ahora sería la estrella más brillante del firmamento, él lo
sería.15

—¿Tae? ¡Tae! ¡Nooo! ¡Taeeee!1

Ya en el cielo se encontraba aquella estrella. Aunque los


doctores corrieran, aunque todos lloraran, aunque trataran
de reanimar su bello corazón, nada podían hacer, había
dejado de latir y ya no podía ver con JiMin, el sol nacer
justo antes de las seis.44

<<>>

JiMin no encontró a nadie cuando llegó. Caminó hasta la


habitación 501 y entró rápidamente.

—Tae, aquí estan tus fre...3

Nadie, no había nadie. La cama estaba vacía y las sábanas


pulcramente dobladas yacían encima. No había ningún
globo, ni ningun peluche ¿dónde estaban todas las cosas
del castaño? Tampoco estaba aquella foto de él y
TaeHyung que habían pegado en la parte derecha de la
cama, aquella foto que se tomaron cuando fueron a la
playa. JiMin sintió un dolor agudo en el corazón, suspiró
pesadamente y se tocó el pecho, tratando de calmar un
dolor que había aparecido de repente. ¿Dónde estaba
TaeHyung? ¿A dónde habían ido todos? Miró la hora, eran
las cuatro más quince.1

Había llegado tarde. Seguramente ya deberían estar


operándolo, seguramente su JungKook ya había llegado y
lo estaban analizando, seguramente era eso, por eso el
castaño no estaba en su habitación. Pero de todas
maneras ¿por qué habían quitado sus pertenencias?1

Salió. Salió para preguntar ¿qué ocurría? ¿dónde se habían


metido todos? Caminó, hasta la sala de cirugías, mas no
había nadie. Preguntó en el camino a los doctores, pero
ninguno le respondía y lo miraban afligidos ¿por qué
estaban evadiéndolo?

—¡YoonGi hyung! —Gritó al ver al mencionado a lo lejos,


mientras abrazaba a HoSeok—. ¿Dónde está Tae? Le traje
sus fresitas —Dijo alzando la bolsa que traía en la mano,
pero se dio cuenta del estado en la que todos se
encontraban—. ¿Po-por qué lloran?

—JiMin...

—Hyung ¿dónde está Tae?

—JiMinnie —Habló YoonGi, con las hirientes lágrimas que


recorrían su rostro—. JiMinnie, Tae...
—¿Q-qué ocurre?

—TaeHyung, él... —Lo abrazó y lloró aún más fuerte—. Él...


él n-nos de-dejó.

—¿A... a dónde fue?4

Entonces lo supo. Cuando miró hacia la madre de


TaeHyung llorando en el piso y entre los brazos de Hae Ji,
lo supo. Se volteó sin expresión y caminó por donde había
venido, retrocediendo en el camino. YoonGi lo miró
desorientado, pero JiMin sólo caminó.

Llegó hasta la habitación del castaño y dejó caer las fresas


con chocolate, aquellas que su tae le había pedido. Una,
dos, tres, mil lágrimas cayeron y el también lo hizo. De
rodillas frente a la gran cama donde su mejor amigo había
permanecido los últimos tres meses, se encontraba. Su
vista se nublaba, un fuego que le ardía dentro lo estaba
consumiendo, su mente no quería razonar, no podía ser
verdad. Se negaba, fueron tan bellos los momentos que
pasó con su TaeHyung, que se negaba. El castaño era
como la noche y JiMin como un sueño, él era el cuenta
cuentos de aquel muchachito frágil que conoció a los doce
años. No podía ser, TaeHyung no podía estar muerto, no
podía.3

<<>>

—¡Dorabojimalgo teonagara! ¡Tto nareul chatjimalgo


saragara! —Cantaban ambos mejores amigos en un
karaoke, YoonGi sólo los miraba divertirse con una sonrisa
y una botella de soju en sus manos—. ¡Haru haru
mudyeojyeogane-e-e-e!15

—Oh girl —Cantaba con voz roncaTaeHyung.

—I cry cry —Respondía JiMin.

—You're my all.

—Say goodbye.

Eran completamente un caso, pero nadie podía detenerlos.


YoonGi reía por ambos y estaba feliz, completamente feliz
de tenerlos a ambos en su vida. YoonGi deseaba jamás
perderlos.

<<>>

—JiMinnie, cuando sea un gran abogado, meteré a la


cárcel a todos los que no adopten un gatito —Dijo
firmemente el castaño.17

—Tae, no puedes obligar a las personas a querer un gatito


—Le respondió JiMin.

—Seré un juez, crearé una ley, si no me hacen caso, los


meteré a todos a la cárcel —Sentenció molesto.

—Tae, los jueces no crean leyes, no puedes meterlos a


todos a la cárcel. Además ¿no que querías ser abogado?

—Acabo de cambiar de parecer, seré mejor un juez y claro


que podré creer leyes JiMinnie, ya verás que sí, pero de
que me adoptan a los gatos de la calle, me los adoptan.
¡Todos! Sin excepción.11
Ambos niños de tan solo doce años habían encontrado a un
pequeño gatito marroncito son manchas blancas en el
parque cerca al colegio. El gatito estaba muy flaquito y
sucio y TaeHyung se entristeció por ello. JiMin quería
llevárselo a casa, pero JungKook era alérgico a los pelos
de los animales, por eso jamás tuvo una mascota.

TaeHyung le sonrió y cargó al gatito. Juntos prometieron


cuidar de él y que le encontrarían una casa. Y claro que lo
hicieron, porque ambos siempre cumplierían su promesa.
Siempre lo harían.3

<<>>

El castaño estaba tan cansado. Veía a lo lejos la silueta de


JiMin, mas ya no podía diferenciar las bellas facciones del
rostro del rubio. ¿Esto era lo que hacía el cáncer con él?
¿Perdería la vista también? No sabía si era de día o de
noche, sólo sabía que ahí estaba su JiMin, su mejor amigo,
su hermano, la persona que mas amó en su vida y a la que
amaría siempre. Ahí en esa habitación donde sus vida se
estaba acabando, se encontraba su motivo para querer
seguir viviendo.

—Ji-JiMinnie... —Llamó despacio, incluso hablar era tan


difícil ahora.

—Dime TaeTae ¿qué paso? —El rubio caminó hacia el


castaño y tocó sus manos.

—Ma-mañana es l-la ope-operación ¿ci-cierto? —Preguntó


con dificultad.
—Sí mi Tae, es mañana ¿ya no te acuerdas chico distraído?
—Musitó divertido.

—S-sí re-recuerdo —Y lo recordaba. Pero era lo único que


podía recordar, pues en sólo un mes, aparte de la visión,
los recuerdos de TaeHyung se desvanecían cada día
aunque él no quisiese, aunque él se aferrase a sus
memorias.

A veces incluso no recordaba el nombre de sus amigos ni


sus rostros, ni siquiera lo que pasó con ellos. Sólo
recordaba a JiMin.

—Mañana al fin te operaran mi Tae, aguanta un poco más


por favor.

—L-lo haré, pero por fa-favor, si... si algo sa-sale mal, n-no
avises a mi ma-mamá.

—Pero Tae...

El rubio se sentía mal. Si TaeHyung se enteraba que su


mamá había venido hace un mes, se sentiría mal. El
castaño se había negado a que su madre se enterase de
todo desde un principio, ese era el único requisito que
había pedido TaeHyung, sólo eso.

—Ba-BaekHyun debe estar e-en exámenes, mamá s-se


preocu... preocupará, n-no la llames.

—Está bien Tae —Respondió JiMin con lágrimas en los


ojos. Se acercó hasta TaeHyung y lo abrazó
delicadamente.
—Ma-mañana ¿pu-puedes traerme fre-fresas con
chocolate? Quiero, quiero comerlas a-antes d-de la
operación...

—Está bien mi Tae, todo lo que tu me digas, compraré tus


fresas en la cafetería y la comeremos juntos.

—N-no, quiero... quiero las que co-comimos en central


Busan, e-esas quiero...

—Eso está lejos —Dijo JiMin. El castaño frunció levemente


el ceño y el rubio solo sonrio tristemente, con las lágrimas
cayendo aún—. Pero si tu quieres esas fresas, esas te
traeré.13

—Gra-gracias JiMinie, te... te quiero.1

<<>>

No podía ser posible, no quería si quiera imaginar una vida


sin TaeHyung. Tenía que ser una mentira, no, mil veces no
podía ser verdad.

YoonGi y HoSeok llegaron hasta la habitación y vieron al


rubio arrodillado en el suelo, tocándose el pecho, llorando
en silencio. Su corazón estaba roto.

—Ji-JiMinnie, ven por favor.

—Hyung ¿dónde está Tae?

—JiMinnie —Dijo HoSeok llorando—. Por favor, ven.

YoonGi se acercó para levantarlo, pero el rubio se volteó


molesto y dándole un manotazo, lo apartó.
—¡Suéltame!

—JiMin...

—Voy a esperar a Tae, él seguro va a venir y tenfo que


darle sus fresitas con chocolate.12

—JiMinnie por fav...

—¡Déjame! ¡Suéltame! ¡Veteeee!

Una hora después JiMin seguía esperando por su mejor


amigo. Sus piernas le dolían ¿por qué TaeHyung tardaba
demasiado? ¿A dónde había ido? ¿Realmente lo habia
dejado? No, no era posible, JiMin le rogaba a Dios que no
sea verdad, que el daría su vida con tal de que no sea
verdad. Dolía, algo en si pecho dolía ya no aguantaba más,
ya no podía más. Si TaeHyung ya no estaba, él tampoco
quería vivir, ya no.1

La puerta de la habitación 501 se abrió fuertemente.


JungKook entró con pasos de miedo, con lágrimas en los
ojos. Ya lo sabia todo y lo vio. Vio a JiMin arrodillado al
lado de la cama y con temor, lo llamó sollozando.

—Hy-hyung...

JiMin volteó y lo vio directamente a los ojos. Vio tristeza,


pena y dolor. Entonces lo supo y quiso morir en ese preciso
instante.

—¿D-dónde está TaeHyung?


—Hy-hyung... se ha ido. Debes se-ser fuerte, él... él hubiera
querido eso —Le dijo llorando, con aquel fuerte dolor en su
corazón

—¡No! ¡No! No hables de él como si estuviera muerto ¡Él


está vivo!

—Hyung... por fav...

—No... ¡No! ¡Mentira!

—Hyung por favor... Ca-cálmate.

—¡No! ¡Suéltenme! ¡TaeHyung! —Gritó desesperado—.


¡TaeHyung aparece! ¿Dónde estás Tae? ¡TaeHyung! —JiMin
no lo iba a creer y si todo, todo esto era verdad el preferiría
morir en ese instante.

Quería que con un puñal alguien hundiera su fuerza en él,


de lado a lado y arrancara la pena con todo el dolor que
llevaba dentro.

—Yo te prometí volver... Tae ¡TaeHyung-ah!

Ya nada tenía sentido. Su corazón herido sólo pensaba una


cosa y era que si él ya no estaba, eso sólo significaba que
ya no sería la risa de su castañito, la que le recordaría una
sola cosa.+

Ya no sería la sonrisa de TaeHyung la que le recordaría


que un libro se acababa, aunque sea el mejor...
CAPÍTULO 38 ( Déjenme llorar
)
—Hy-hyung, escúchame.

—¡No! ¿Dónde estabas? ¡¿Dónde?! ¿No llegaste? ¿No lo


hiciste? ¡nunca! No llegaste nunca ¿,verdad,m

—JiMin hyung —Lloraba el pelinegro.

—No llegaste, no lo salvaste ¡No lo hiciste! ¿Y así te


atreves a hablar de él como si estuviera muerto?

—JiMin, escúchame p-por favor.

—¡No! ¡Suéltame! El no está muerto ¡no! ¡no lo estaaaaaá!

JiMin corrió fuera. Ignorando todo a su alrededor,


golpeando a todo aquel que se le acercase, llegó hasta
aquella sala. Su corazón le decía que TaeHyung estaba
vivo, sus lágrimas se negaban a creer que estaba muerto,
su mente intentaba reaccionar y su vida, su vida parecía
caer lentamente.

Él estaba ahí y era verdad, todo era verdad.

—Tae, TaeHyungie, despierta —Lo llamó—. Tae Tae, te


traje tus fresitas con chocolate, despierta —Insistía ante el
cuerpo ya sin vida de aquel ángel—. ¿Uhmm? No quieres
fresitas, vamos por otra cosa, pero despierta Tae —Le
hablaba suavevito, rogándole mientras tocaba su rostro
pálido y frío—. Tae... no me has dejado ¿verdad? Tae,
despierta, Tae por favor, escúchame, Tae, no... ¡No!3

Salió corriendo. Poco le importó la lluvia y los truenos de


afuera, poco lo importo que le gritaran y trataran de
seguirlo. Nadie lo alcanzaría, jamás nadie lo haría. Si no
era TaeHyung, no quería ver a nadie más. Él solo deseaba
que Tae se levantara y corriera tras él para decirle que se
cuide de la lluvia, que podría enfermar. Sabía
perfectamente que si salia, TaeHyung lo seguiría para
protegerlo.

Nunca lo hizo.

No fue TaeHyung quién lo siguió, no le gritó diciendole:


"Minnie, entra, te vas a enfermar" No escuchó la bella y
profunda voz de su Tae nunca más. Sólo escuchó el sonido
del viento, solo miró la luz aapareciendo. Ya habían pasado
horas, la noche había acabado, el sol estaba por salir.

Eran las seis menos diez. JiMin divisó la claridad


apareciendo poco a poco y lloró nuevamente. Estaba
viendo el amanecer, pero esta vez sin TaeHyung. A partir
de ese día sería siemore sin TaeHyung.4

—Perdóname, n-no pude cumplir mi promesa...

Pero TaeHyung sabía que si la había cumplido, porque en


las lágrimas de JiMin estaba él, en sus pensamientos
estaba él, en su corazón estaba él. Habían visto el
amanecer juntos un día más, sólo que esta vez TaeHyung
lo había visto a traves del corazón de JiMin. De hoy en
adelante siempre lo vería desde el corazón del amigo,
hermano y ser que mas amó.38

<<>>

Era como un cuerpo sin alma.

Se sentía vacío mientras recordaba los momentos que tuvo


al lado de TaeHyung. Cuantos recuerdos felices le brindó el
castaño durante todos esos años y cuántos fue capaz de
brindarle él.

Pocos.

JiMin sintió que eran pocos los recuerdos que dio y llegó a
la conclusión de que esa era la razón por la cuál ahora se
encontraba ahí. Sentado en el suelo de su habitación,
pensando que lo quiere, que lo quiso tanto y que el amor
que sentía por él, le era necesario.1

Lloraba, las lágrimas no cesaban a pesar de que él deseaba


que paren. Su corazón dolía, se sentía culpable, quería irse
con él, quería darle la vida que se merecía, quería
devolverle la vida que tal vez debió ser suya.

Se desgarró por dentro. JiMin gritaba destruyendo todo. El


silencio que había guardado desde que salió del hospital,
se esfumó dejando en su lugar gritos de dolor y sollozos de
miedo. JiMin sabía que aunque pasaran los dias, la voz del
castaño quedaría en cada rincón de su mente. Le era difícil
pensar que el castaño ya nunca volvería, que sus alas
volarían hacia el cielo ¿Qué haría sin TaeHyung? ¿Qué
haría sin su mejor amigo? ¿Sin el chico que juró proteger?
No lo había protegido. Juró alguna vez hacerlo y hoy había
fallado su palabra. Se sintió mierda.

Quiso desaparecer.

Todo volaba por los aires de su habitación. Rompió todo lo


que pudo como si con eso podría regresar a la vida a su
adorable castañito. Su sonrisa cuadrada estaba plasmada
en su mente y sintió morirse cada vez que pensaba en él.
Habían pasado minutos, horas o tal vez días. La puerta
sonaba con insistencia al otro lado. JiMin no quiso ver a
nadie, no se merecía el consuelo de nadie.

—¡JiMin! ¡JiMin ábreme por favor! —Gritaban al otro lado.


Era JungKook. No quería verlo, nunca más. Ya no.9

—¡JiMinnie abre te lo ruego! —Escuchó la voz de Hae Ji.

¿Por qué no estaban dejándolo en paz? ¿Qué hacían ahí?


JiMin no quería que nadie se le acercase, si no era
TaeHyung, no quería saber de nadie. Sólo si TaeHyung
volvía, él sonreiría.

—Sí tan sólo fueras t-tú —Sollozó cayendo rendido al suelo


luego de haber destruido todo, luego de encontrarse roto y
temblando, hundido en amargo dolor.1

Sus lágrimas seguían su curso. Ni siquiera pudo llorar


sobre el cuerpo de su TaeHyung, ni siquiera pudo ver el sol
antes de las seis junto a él, como se lo había prometido.
Nunca cumplió sus promesas y por eso TaeHyung se fue de
su vida, llevándose la mitad de su alma. O tal vez toda
completa.

—¿Por qué? ¿Por qué tú y no yo? —Susurró cogiéndose el


pecho, como si con ellos calmara ese inmenso dolor que le
quemaba por dentro—. ¡TaeHyung-ah! —Gritó desgarrado y
desesperado.

—¡JiMin! ¡Basta! ¡JiMin abre la maldita puerta o te juro que


la tumbo! —Gritaba JungKook por el pasillo. No le
importaba, el pelinegro podía matarle si quisiese y eso... ya
no le importaba.

—¡JiMinnie abre por favor! —Suplicó una voz rota, era


YoonGi.

JiMin no lo soportó más. Las pocas cosas que aún tenía,


las lanzó con fuerza hacia la puerta. Quería que todos se
vayan, que lo dejasen gritar, llorar, morir más.

—TaeHyung-ah... regresa —Murmuró aún lanzando con


fuerza cada objeto que veía. Se había lastimado mientras lo
hacía, la sangre corría—. ¡Regresa mierda! TaeTae, regresa
por favor.

Entonces al piso nuevamente cayó.

La puerta se abrió y JungKook temblando entró. YoonGi,


HoSeok y HaeJi lo seguían. JiMin yacía tumbado en el
suelo, con las piernas pegadas a su pecho y temblaba
sollozando el nombre de TaeHyung. JiMin se sentía
asqueado consigo mismo.
—Hyung... —Llamó JungKook, mas no obtuvo respuesta.
JiMin parecía ver a un punto fijo, sin darse cuenta de las
lágrimas gruesas que salían de sus bellos ojos. El pelinegro
quiso acercarse, abrazarlo, consolarlo y encontrar en él,
también consuelo. JiMin no le permitió acercarse, de un
manotazo había alejado a su hermano—. JiMin por favor,
es...

—¡Vete! —Exclamó el rubio—. ¡Lárguense! ¡Ahora! —Gritó


aún mas fuerte.

—JiMin... —Murmuró YoonGi llorando.

—¡Váyanse! ¡Déjenme sólo! ¡Lárguense! —Pidió en un grito


ahogado y empezó a moverse en su sitio alejándolos a
patadas—. ¡Déjame JungKook! ¡No me toques!

Estaba descontrolado. Los tres chicos miraban la escena


asombrados mientras trataban de detener a un desquiciado
JiMin.

—¡No! ¿Por qué debería dejarte sólo? ¡No lo haré!

—Déjame JungKook, dejénme por favor —Suplicó haciendo


que se destuvieran—. Déjenme llorar...12

El corazón de los cuatro chicos se partió nuevamente.


Cayeron al suelo cansados, extasiados y dolidos. Lloraron
también, compartiendo dolor o tal vez, miedo.

—Déjenme llorar, quiero sacarlo de mi pecho —Pidió—. Con


mi llanto quiero apagar este fuego que me arde adentro —
Lloró golpeándose el pecho, sentía ahogarse, necesitaba a
TaeHyung, lo necesitaba más que a nada, pero ya no lo
tenía, nunca más lo tendría—. Déjenme llorar, quiero
despedirme en silencio, por favor...7

Sólo eso. JiMin sólo deseaba que lo dejasen llorar. Él


quería despedirse en silencio de su mejor amigo, hacer su
mente razonar ya que para eso no había remedio. Había
perdido a TaeHyung para siempre. La habitación se vio
nuevamente sola. La puerta hizo un sonido al cerrarse,
JungKook le dedicó una última mirada bañada en lágrimas
antes de salir, pero JiMin no le devolvió la mirada. Y eso
dolió.

<<>>

Lo extrañaba. Ya habían sido dos días desde que se fue. Lo


extrañaba en verdad y JiMin ya no sabía qué hacer. Aquel
día sería el último que tal vez lo vería, metido en una caja.
La puerta de su habitación sonó y su padre entró a paso
lento. JiMin yacía en el mismo sitio, no se había movido
absolutamente para nada y era aterrador. Era desgarrador.

—Hijo... —Lo llamó su padre—. Hoy l-lo enterrarán... tienes


que venir, por favor.

JiMin lo miró esperando que sea una mentira. ¿En verdad


TaeHyung se iría de este mundo? ¿Debería irse con él? Si
al final, ya estaba marchito por dentro ¿Qué sentido tendría
seguir viviendo? Ese dolor en el pecho era tan grande que
le costaba respirar, su cuerpo se adormecía, sus recuerdos
florecían, ni siquiera ya podía mirar a un punto fijo.7

—JiMinnie...

Pero JiMin solo lo miró. Quería deshacerse en los brazos de


su padre, llorar, sollozar y así lo hizo. Jae Chan lo recibió
llorando también. Ver a su hijo destrozado y roto por dentro
le dolía, aunque ese profundo hueco en su alma era más
por la muerte de aquel castaño. Algo, muy, muy dentro de
su corazón estaba destruyéndose también y no sabía
porqué. Había llegado a querer tanto al chico de sonrisa
cuadrada, que al saber que ya nunca más lo vería, hacía
que sus ojos se llenasen de lágrimas, al igual que JiMin.

—¿Por qué papá? ¿Por qué? —Preguntó en un sollozo


ahogado—. ¿Por qué él? ¿Por...

No terminó de hablar. Otra vez sucumbió en el llanto, tirado


en el suelo y acurrucado en los brazos de su padre
mientras pensaba en el castañito. Quería borrar de su
mente traicionera la mirada de su mejor amigo, quería ya
no sentir su ausencia, quería que dejara de ser tan duro su
recordar.

¿Y si todo era una pesadilla? ¿Y si era sólo una mala


jugada de sus pensamientos? Si en verdad era un mal
sueño, JiMin en verdad quería despertar, remediar tanto,
pues el silencio era tan fuerte que su corazón lo sentía

Pero no, no era un mal sueño, seguía siendo una cruda


realidad y tenía que darle un adiós y una distancia a
TaeHyung, aunque su alma le doliera y le haga falta en sus
días, en cada uno de sus días, debería despedirse. Su
visión era triste y contaminaba todo, JiMin quería estar
solo y no ver. ¿Era mucho pedirle a la vida que le
devolviera a TaeHyung?2

Sí, sí lo era.

—JiMin, debemos irnos —Indicó su padre levantándose y


alargando su mano para ayudarlo.

JiMin alargo la mano temblorosa y permitió ser llevado. Tal


vez era lo mejor. Un último adiós, una última sonrisa y un
último te amo.8

<<>>

Caminaba arrastrando los pies. Ni siquiera veía quién


estaba alrededor. Al parecer JungKook y sus amigos
caminaban junto a él mas no le importaba ya.3

En sus brazos llevaba un cuadro con una fotografía de


TaeHyung, era aquella fotografía que le tomó el primer día
de clases de la universidad. El castaño estaba tan
emocionado cuando dio ese examen de admisión y le
dieron una beca completa; JiMin y YoonGi le habían
ayudado a estudiar duro para ese examen, que cuando lo
logró, le pidió al rubio una foto. Esa sonrisa la recordaría
para siempre.7

Entonces lo vió. El cajón blanco como la nieve y frío como


aquel día. JiMin se acercó caminando todavía acurrucando
el cuadro y divisó a la madre y hermano de TaeHyung
quienes estaban encima del cajón. La mujer se deshacía en
lágrimas y su pecho se hundió. Se sentía culpable, le había
prometido a la mujer cuidar de su hijo y le había fallado,
pero había algo más. En el llanto desgarrador de la mujer,
JiMin encontró miedo. Las lágrimas que le caían por el
rostro estaban hiriéndolo, como un verano frío, como un
invierno ardiente.2

Tembló ¿Qué era aquella sensación que llenaba su pecho?


¿Por qué sentía morir por el dolor de la madre de
TaeHyung? No importaba porqué, quería protegerla, a ella y
al pequeño que tenía los ojitos llorosos. JiMin calmó su
llanto, parpadeó varias veces y fue hasta la mujer
siguiendo los latidos de su corazón, con un miedo absoluto.

Le tocó el hombro y ella se volteó. La mujer sintió una


corriente de electricidad llegar a su corazón y corrió a los
brazos del rubio. JiMin pensó que ella lo despreciaría pues
había fallado a su promesa. Pero no, la madre de TaeHyung
se estaba desahogando en sus brazos y el pequeño se
había aferrado a su pierna.

—Hyung... —Sollozó con una vocecita y JiMin sintió su


corazón latir fuertemente. ¿Qué era aquel sentimiento? —.
Hyung ¿mi hermano TaeHyung ya no va a regresar?2

JiMin lo cargó entre sus brazos y lo sostuvo fuertemente,


dejando que el pequeño llorara, se desahogara, eran tan
sólo un niño de ocho añitos ¿cómo explicarle que el
castaño había muerto? Ni siquiera el propio JiMin lo
entendía ¿cómo iba a entenderlo BaekHyung?2
—Hijo... —La señora Park miraba a JiMin destrozada. Su
corazón le decía que lo abrace, que ese chico había amado
a TaeHyung incluso tal vez más que ella. Su dolor la
atormentaba, ver al mejor amigo de TaeHyung la estaba
devastando.1

La señora Park olvió a abrazarlo, junto a su BaekHyung y


los presentes, si no conocieran a JiMin, hubieran jurado
que los tres eran una familia. El pequeño Baek se parecía
mucho a JiMin cuando era pequeño. Muchas personas se
dieron cuenta de ello, pero no era tiempo ,tontos
cuestionamientos. Aún no era tiempo.1

—Recuerdo el día que llegaste... —Empezó a hablar con la


voz lastimada, muy ronca—. Desplazaste al gran Min
YoonGi, te sentaste al lado mío y estrechaste tu mano con
la mía. Me caiste bien desde el primer momento que te vi,
eras tan brillante, tan gentil, te entregabas en cada abrazo,
cada caricia, lo dabas todo con una sonrisa, a-aquella
sonrisa rectangular, tan h-hermosa que jamás, jamás voy a
olvidar —Sonrió tristemente, mientras sentía que se
ahogaba por dentro—. Fuiste, eres y serás mi m-mejor
amigo, mi hermano del alma, mi media mitad, m-mi mejor
mitad —Un nudo en su garganta, desgarrador y doloroso no
dejaba que JiMin siguiera con todo lo que tenía que decir—.
Te amo TaeHyung, eres la persona que más amo en el
mundo hermano mío, eres único, el... el unico que de la
nada hacía fantasías, hechando las penas de nuestras
almas trayendo alegría ¿tengo que aprender a vivir sin ti?
¿L-lo tengo que hacer? —Las lágrimas de JiMin eran
incontrolables—. ¿Ya no me sonreirás más? ¿Ya no
iluminarás mis días más? Ya no puedo llegar a ti ¿dónde te
irás? ¿Estás escuchándome? ¿Ya no tengo un nombre al
que puedas llamarme? Dame, enséñame, no puedo
mostrarte mis heridas ni debilidades, no quiero que te
vayas sabiendo que soy un cobarde, voy a cubrirme con
una máscara hasta que pueda salir adelante sin ti. Este
miedo de no tenerte me asusta. Sé que florecerás y
renacerás nuevamente, esta soledad que siento, entre
rosas y espinas, marchito por dentro, como arena en mis
manos te he perdido.11

El rubio sintió que el mundo se le venía encima, mientras


decía palabras tan dolorosas que salían sinceramente de
su garganta. ¿En qué momento perdió a TaeHyung? No lo
sabí, ni tampoco aabía cómo había ido sucediendo esa
lenta despedida. Lo único que sentía ahora era la ausencia
del castaño, un revuelo de sentimientos y la sensación de
estar perdido. Esa ausencia que ponía en llanto a su
corazón.

Quizás no era que lo haya perdido, sino que tal vez todo era
un sueño donde sus sentimientos se han involucrado por
circunstancias que aun todavía estaba intentado llegar a
comprender y a descifrar, pues ni el mismo JiMin misma
entendua como el calor se podía volver hiel en cuestión de
momentos.

Pero no era un sueño y hoy tenía que decirle adiós a


TaeHyung. JiMin ahora sabía que cuando pierdes a alguien
o te desconectas de una persona, se torna en el interior de
uno un vacío inaguantable. Sobretodo si esa persona era
auténtica e incomparable.3

Jeon JiMin se había quedado con tantas cosas por hacer,


tantas cosas sin decir. Le había fallado, no había podido
continuar la promesa de mirar que el sol naciera todos los
días antes de las seis. Parecía que el tren de la muerte se
había adelantado para el castaño, en contra de lo que
imaginaban.

—Devuélvete pronto a mí Tae, quiero que me perdones por


no llegar a tiempo —Suplicó y dejó pasar un tiempo largo.
Segundos o tal vez minutos—. Sabes, lo cierto es que no
me arrepiento de nada de lo que hemos hecho hasta
ahora, de nada de lo que hemos hecho, ni de lo que hemos
dicho, ni de lo que hemos sentido hermano mío,
pues contigo he vivido momentos únicos, he sentido cosas
extraordinarias y hemos hecho juntos cosas irrepetibles.
Nunca nadie me había amado de forma más sincera y
bondadosa como tú. Porque si de algo estoy seguro, es
que tú me has hecho mejor persona, me refiero a que
gracias a ti comencé a descubrirme y a contactar de otra
manera conmigo y eso, tiene un valor incalculable. Quizás
nunca te lo dije y por eso te pido perdón. Las cosas que
nunca te dije son esas que ni siquiera yo puedo
explicártelas con palabras. Las cosas de los sentimientos,
las cosas del amor, el cariño y la nostalgia, esas que se
sienten desde lo más adentro —Sollozó—. No habrá día en
el que no agradezca el haberte encontrado en mi camino y
conocerte, porque eres la persona más importante que he
conocido, la más sincera y auténtica, me lo decían tus
ojos —Añadió sinceramente. Sus lágrimas siempre
presentes caían sin cesar—. Pero duele Tae, siento raro
aquí donde palpita el corazón pues te tengo que decir
adiós, aunque sigas formando parte de mí. Deciete adiós es
dificil para mí, pues te quise desde que te conocí y estoy
aquí, pensando solo en ti pues tus recuerdos lo son todo
para mí. Tú y yo, recorrimos sendas secretas y otras muy
transitadas, pero que hicimos nuestras con el caminar de
nuestras emociones por ellas. Aprendimos que
el amor más que un sentimiento puede llegar a ser algo
inexplicable que se siente como una explosión interna que
te lleva a descubrir la esencia de la persona que sabe
mirarte a los ojos y hablarte con ellos a través del silencio.
Así éramos, porque nuestro amor era de hermandad, del
más puro y bello amor, aquel que Dios le da a sus hijos, ese
mismo puro amor. En mi hay un trocito de ti y supongo que
en ti, otro poquito mío. Quizás ahora ya no sigamos el
camino juntos, pero has sido todo tan sano y tan auténtico,
tan sincero y bondadoso, que seguirás siendo lo más
importante en mi vida. Mi punto de inflexión, seguiré
queriéndote más allá de la muerte y aunque hoy el amor
nos une, lamentablemente nos separa la vida. Espérame
TaeHyung, iré por ti. Adiós...
18

———————————————————————

Cada palabra escrita en este capítulo, fue lo que yo sentí


cuando perdí a la persona más importante de mi vida.
Espero que lo que he querido plasmar hoy, pueda llegar
realmente a ustedes, pues he representado mis
sentimientos y mi verdadero dolor aquí.46

Gracias por todo...


CAPÍTULO 39 ( Si no te
hubieras ido )
Las flores de todos aquellos que conocieron a Park
TaeHyung, cayeron encima del ataud que tenía el cuerpo
sin vida del chico que había luchado hasta el final contra la
muerte. Un sacerdote dio una misa en su memoria,
supuestamente dando palabras de soporte mientras dos
personas bajaban la caja hasta el fondo, a la tierra misma.1

Dicen que fuimos hecho de polvo y al polvo volveremos.6

Las lágrimas, sollozos y lamentos de la gente alrededor


hicieron que JiMin cesara su llanto y mirase, abrazado aún
a la madre de TaeHyung, como el ataúd de su mejor amigo
yacía ahora debajo.

La tierra caía de a pocos encima de la caja, enterrando así


para siempre el cuerpo del adorable castaño. Fue tan
rápido, tan deprimente, tan doloroso que en un abrir y
cerrar de ojos todo estaba cercado ya. El pasto puesto
encima y la lápida mostrando el nombre de TaeHyung
estaban ahora delante de todos.

JiMin o se dio cuenta del momento en que la lluvia


comenzó. Tampoco se dio cuenta del momento en que
cada persona se despidió de TaeHyung y mucho menos se
dio cuenta de que todos se habían marchado ya y que era
de noche. Cuando una persona muere, todos se van y sólo
se quedan las personas que han amado de verdad a aquel
que ya no está con ellos.

Para JiMin, TaeHyung no había muerto, pues una persona


muere sólo cuando se le olvida, y el mayor de los Jeon,
jamás olvidaría a su mejor amigo, su hermano, su alma
gemela.8

Mas de cinco horas habían pasado y él se encontraba


frente a la tumba, arrodillado, empapado de lágrimas y
lluvia incesante, junto a la madre del castaño y el pequeño
BaekHyun quien temblaba de frío.

—¿Señora Park? —Se acercó Tae Hee a la mujer,


extendiéndole su mano en señal de saludo.19

—S-sí —Respondió la mujer secándose las lágrimas con la


otra mano.

—Soy Jeon Tae Hee, mamá de JiMin y JungKook, amigos


de TaeHyung.11

—Buenas noches señora.

—Disculpe que esto suene extraño, pero ya es de noche,


debería irse a descansar, sé que esto no va a servir de
consuelo, pero TaeHyung está ahora en un lugar mejor —Le
dijo gentilemente—. Lamento mucho su pérdida y usted
sabe que mi hijo mayor tambien lamenta mucho esto.27

—JiMinnie, él es un ángel, ha querido tanto a mi Tae. Ha


hecho tanto por él...
—Lo sé, mi hijo es un sol —Dijo remarcando el pronombre —
Pero ahora me lo debo llevar, va a enfermar si se queda
aquí, ya todos se han ido, incluso mi hijo menor, por favor
usted también vaya a descansar.

—Esstá bien.

—De madre a madre se lo digo, mire a su pequeño, está


todo empapado, va a enfermarse —Indicó mirando a
BaekHyun. El niño se veía tan inocente, tenía un parecido
soprprendente a JiMin cuando era de niño, Tae Hee sabía
el porqué de aquel parecido.13

—Tiene razón, he de irme, m-mi pequeño ya no está, po-por


más que llore el no regresará —Sollozó—. Le agradezco por
todo señora Jeon, a usted, a su esposo y a sus hijos, sobre
todo a JiMin, dígale que antes de que me vaya, quiero
verlo, necesito agrade...2

—Sí, no se preocupe, yo le digo que vaya a verla.11

La mujer asintió y se marchó. Su corazón dolía, estaba


dejando a su hijo metido en una caja bajo tierra, se había
terminado para siempre, ya nunca más lo vería. Se alejó
bajando del cementerio, volteó para echar un último
vistazo a su hijo, para decirle adiós por última vez. Vio a la
mujer de espaldas y a JiMin aún arrodillado. Verlo tan
afectado, tan débil hizo que su corazón quisiera ir a
abrazarlo, a protegerlo de esa lluvia abundante, esa
sensación de querer estar con él la inundó. Mas quién
estaba abrazando al pequeño rubio era su madre,
acurrucandolo entre sus brazos y por más que
inexplicablemente quería ser ella quien abrazase a JiMin,
no podía hacerlo.1

Vio a su pequeño y cargándolo en sus brazos, salió aún


más rápido del lugar. Su corazón no resistiría más y aunque
quiso pensar que sólo era por la muerte de su hijo y no por
ver a JiMin destrozado, su mente le repetía mil y un veces
que su dolor era compartido.

Estaba dejando a sus dos hijos en aquella tumba y ella no


lo sabía.22

<<>>

Tae Hee se acercó hasta JiMin y lo abrazó con fuerza. El


rubio volteó y bajo la oscuridad de la noche, se dejó
consolar por su madre.

—Hijo, debemos irnos, vas a enfermar.

—No quiero mamá, quiero quedarme con él —Lloró en su


regazo.

—Mi amor, lombriz, todos se han ido, incluso la mamá de


TaeHyung.

—¿L-la señora Park s-se fue?

—Sí mi amor, dijo que hoy mismo se regresaba a su casa.17

—P-pero ella ne había dicho que se quedaría en el cuarto


de TaeTae.
—Pues a mí me dijo que te dijera que se iba hoy mismo, tal
vez eso es lo que ella quiere, alejarse de todo lo que le
recuerde a su hijo.

JiMin la miró con dolor y agachó el rostro. Se levantó


lentamente y se acercó a la lápida mojada.

—Tengo que irme Tae, todos te han abandonado ya, pero


¡yo no! Yo vendré cada día a verte, te lo prometo —Sollozó
abrazando el frío cuadrado de cemento—. No habrá nada
más difícil que vivir sin ti, si no te hubieras ido yo sería tan
feliz, pero si Dios ha querido alejarte de mi lado, lo
aceptaré, mas quiero que sepas que nunca te olvidaré, así
pasen cien mil años, nunca te olvidaré.4

JiMin caminó del brazo con su madre y dándole un hasta


pronto a la tumba del castaño, caminó hacia delante. Tae
Hee acariciaba sus cabellos em señal de consuelo y
cuando llegaron a la entrada, lo subió a la camioneta y lo
beso en la frente.

—Lombriz, voy a despedirme de tu amiguito ¿me esperas


aquí?

—Mami ¿te despedirás de nuestro Tae? ¿Eso significa que


tu lo querías mami? ¿De verdad?1

—Claro que sí hijo, yo quiero a todos tus amigos, ellos son


como unos hijos para mi también —Agregó con un dolor en
el pecho—. Voy a despedirme de TaeHyung, ahora vengo
¿sí?2
JiMin asintió y se acurrucó en la parte trasera de la
camioneta, pensando en que sería de su vida ahora sin su
adorable castaño. Tae Hee caminó de regreso hacia la
tumba de Park TaeHyung. Cuando llegó, se vio sola, sin
nadie alrededor, con un vacío en su pecho y con la mirada
sin sentimiento.

—Así que finalmente, eras tú —Dijo Tae Hee mientras


miraba fijamente a la tumba que tenía delante de ella—.
Debo decir que no me sorprende, ya lo sospechaba y por
eso traté de alejarte de mis hijos. Sacaste mi cabello
castaño, tan hermoso—. Se agachó y sacó las piedrecillas
que estaban encima —Lo que sí me soprende es que aún
estuvieras vivo porque cuando naciste eran tan débil que
no te daban más de dos meses de vida. Pero al parecer te
has mantenido vivo por veinte años ¿quién iba a pensar que
serías perseverante? —Sonrió sin emoción—. Aún así,
debiste haber muerto de niño ¿has visto todo el daño que
has causado? ¿Has visto como JiMin está sufriendo? No
crié a mis hijos en una vida perfecta, en una burbuja donde
nada les haga daño como para que vengas tú y en unos
meses destruyas eso ¿te has dado cuenta lo que has
hecho? ¡Dañaste a JiMin! A mi hijo, porque él es mi hijo, no
tú ¿quién te dio el derecho de hacerlo sufrir? —Le gritó—.
Pero era tu destino hacerle un mal a mi familia desde un
principio ¿verdad? Mira, has muerto y le estas causando
daño a todos, por eso no dejé que JungKook fuera a
donarte lo que necesitabas, si lo hacía y no resultaba él se
hubiera culpado y yo jamás permitiría que tu hermano
sufra, ni JungKook ni JiMin sufrirán jamás, por algo los
dejo estar juntos ¿no? —Rió esta vez muy fuerte—. Pero, si
me hubiera quedado contigo, hubieras fallecido de todas
formas por tu estúpida enfermedad y tu padre, yo y
JungKook estaríamos sufriendo ¿Y sabes por qué JiMin
también estaría sufriendo? Porque estaría ahora, con los
Park, lleno de pobrezas e inmundicia, trabajando y no
estudiando para ser un gran médico, estaría hundido en la
miseria —Agregó dolida—. No me arrepiento niño, no me
arrepiento de haberte cambiado, no me arrepiento de nada
y no te perdono, porque estas causándome dolor ¿tenías
que aparecer despues de tanto tiempo incluso cuando te
alejé de mí? Pero ya has muerto y estás donde debes estar,
bajo tierra, como el niño debil que eres, como aquel que iba
a destruir mi familia si se quedaba conmigo. No me
arrepiento, por eso lucharé para que mi familia siga siendo
feliz, de eso que no te quepa duda. Adiós hijo, adiós Jeon
TaeHyung...71

<<>>

La madre de Tae Hee estaba siendo muy cruel.2

Tae Hee había decidido preparar un almuerzo especial y


llevárselo a Jae Chan a la clínica. Se había levantado con
tanto ánimo y había preparado un gran día, cuando su
madre llegó. Ella sonrió al verla y luego de un par de
palabras intercambiadas, la razón por la cual la mujer
había venido, salió a la luz.
—Tienes que quedar embarazada ¡ya!

—Ma-mamá...

—Escúchame bien, la compañía está cayendo, hemos


perdido muchas acciones, los Jeon nos tienen que ayudar
—Gritó histérica y tumbó la comida de su hija al piso—.
¿Crees que con comiditas como estas mantendrás a tu
marido a tu lado?

—Pe-pero, y-yo lo estoy intentando mamá ¡lo juro! —


Tartamudeó la castaña muy asustada.1

—¡No parece! Te casaste por eso Tae Hee, cumple tu


maldita función —Le ordenó jalándola de los brazos.

—¡No es cierto! Yo me casé porque lo amo mamá, la amo


de verdad —Sollozó sinceramente.

—Sí, sí, sí, sé que lo amas y eso facilitó las cosas, incluso
si no lo amaras, igual te tenías que casar con él, era una
orden de tu padre.

—Mamá, lo estamos intentando, lo juro.

—Mas te vale Tae Hee ¿no sabes cuánto tu maridito y tus


suegros quieren un heredero? Si no te embarazas pronto
Jae Chan te va a dejar.

—¡No! ¡No! Jae Chan no me va a dejar mamá, él... él me dijo


que s-se quedaría conmigo pa-para siempre, así no
tengamos un bebé —Respondió asustada, mas la risa
histérica de su madre, la sobre saltó.
—¿Y te creíste eso tonta? ¿En serio? Te va a dejar, va a
decirte que se va a quedar contigo un tiempo más, luego
se aburrirá y se irá con una mujer que sí le de un hijo.

—¡No!

—Sí, así será, asi que o te apuras si no quieres que tu


maridito te deje por otra, no le sirves Tae Hee, recuérdalo,
no le sirves ni a él ni a tu familia...19

Tae Hee sintió un profundo dolor. Con la comida tirada en


el suelo, su día se había ido a la mierda. Se encerró en su
habitación y no salió hasta que su marido llegó, pues
cuando lo hizo se lanzó a sus brazos a sollozar.

Pero todo dio una vuelta entera cuando dos meses despues
Tae Hee anunciaba su embarazo. Fue un embarazo
complicado, estuvo a punto de perder a su adorado bebé
muchas veces, pero ella rezó siempre a su Dios que la
ayudase, que no la dejara caer.

Y fue así que el niño que llevaba en su vientre, sobrevivió


gracias a los cuidados de sus padre. El día en que ella dio
a luz, fue tal vez el peor de su vida, pues tenía que decidir
entre el amor por su hijo y el amor por su esposo.

Decidió mal y se arrepentiría, claro que lo haría.

—¿Y mi hijo? —Preguntó al ver llegar a la enfermera sola.


Tae Hee había dado a luz hace unas horas y reclamaba a
su pequeño—. ¿Dónde está mi hijo?

—Se-señora Jeon...
—¿Por qué no trajiste a mi hijo? ¿Dónde está?

Tae Hee escuchó lo más terrible que pudo escuchar. Su


hijo había nacido enfermo, con pocas posibilidades de vivir
tal vez sólo sobreviviría uno o dos meses. La mujer
enloqueció, llorando a mares se levantó de la cama aún
convaleciente y le exigió a la enfermera decirle dónde se
encontraba su pequeño. Había sufrido tanto para poder
tenerlo y el hecho de saber que podría perderlo, la estaba
destrozando. Estaba cansada de luchar por tener un hijo,
se odiaba a sí misma por no ser capaz de dar a luz a un ser
fuerte y sin complicaciones.

Pero Tae Hee amaba a su hijo, si había nacido enfermo y


Dios le estaba poniendo aquella prueba, era porque
seguramente aquello haría que cuidase más a su
pequeñito. No le importó, a Tae Hee no le importó y con
lágrimas en los ojos, fue a buscarlo, para protegerlo, para
decirle que lo amaba con todas sus fuerzas y que no
importaba si se quedaba dos meses o una vida junto a ella,
si vivía para siempre o moría al día siguiente, ella lo
protegería de todo, pues era su hijo, su único hijo.

Caminó hasta la sala donde estaba su bebé para darle el


amor que se merecía y lo que escuchó terminó por romper
su corazón.

—No puedo creer que haya nacido enfermo, ese niño no


durará ni dos meses y si lo hace será un enfermo, no digno
de ser el heredero de los Jeon —Espetó su suegro con
fuerza.2
—Papá, es mi hijo ¡no hables así de él!

—Por favoe Jae Chan, sabes que digo la verdad. Tae Hee
es una buena chica, de buena familia y posición, pero al
parecer lo único que no puede hacer bien es tener a un hijo
sano y fuerte heredero de los Jeon.

—Tu padre tiene razón, así que sí este niño no sobrevive,


vad a tener que divorciarte de la niña esa y te casarás con
alguien que sí pueda darte un buen hijo.10

Tae Hee ahogó un grito en su garganta. Sus lágrimas


empezaron a salir aún mas cuando escuchó aquellas
palabras. ¿Por qué estaban hablando así de su hijo? ¿Por
qué no podían quererle?

—¡Dios mío! ¿Quiénes son ustedes? Como puedes hablar


así mamá, yo no voy a dejar a Tae Hee ¡yo la amo!

—Es eso o te metes con alguien y le compras el hijo, así


junto a tu adorada Tae Hee lo crian juntos.

—No puedo creerlo, no puedo creer lo que me están


diciendo —Susurró llorando.

—Ya sabes Jae Chan, no pienso quedarme más aquí, la


decisión está en tus manos.

Los señores Jeon se alejaron dándole una mirada de


desdén al pequeño y Jae Chan se fue tras ello reclamando
mil y un cosas. Tae Hee los vio alejarse y se acercó a
donde estaba su hijo, lo vio tras los cristales junto a varios
niños más, niños que si eran fuertes y que vivirían sanos.
Vio entonces a su pequeño, se veía tan débil, tan frágil. Le
reprochó el haber nacido así.

—¿Por qué? ¿Por qué tú?

Entonces decidió su futuro. Ella haría que su hijo sea el


más inteligente, el más hábil, el más sano, el mejor en
todo. Ella lo haría, lo lograría y su familia sería perfecta.
Por eso, rogando por última a Dios que le concediera tener
a su perfecto hijo, miró al pequeño y tomó una decisión.
Dios le concedería su deseo, claro que lo haría, pero esta
vez a un precio muy caro. Aquello, no la detuvo. Había
elegido el futuro de su hijo y no tenía mayor remordimiento
de ello, aunque su corazón estuviese llorando y estuviera
sintiendo todo lo contrario a lo que estaba a punto de
hacer.

—Pe-perdóname...26

<<>>

Jeon JungKook había llegado a su casa junto a su padre.


Se sentía tan destrozado y culpable y aunque no quiso
dejar a JiMin en el cementerio y mucho menos junto a su
madre, su padre lo había obligado a irse con él. Necesitaba
descansar y lo sabía, necesitaba pensar y aclarar su
confuso corazón.

Su padre parecía sin vida al igual que él, jamás pensó que
le afectaría tanto la muerte de TaeHyung, incluso él
tampoco sabía que le iba a doler tanto en el corazón, ahí
dentro donde palpitaba el dolor.
Cuando estaba a punto de entrar a su casa y poder así
echarse en su cama y no levantarse jamás, su móvil sonó.

—¿S-sí?

—¿JungKook? Soy el doctor Kim, necesito hablar contigo


¿puedes venir a la clínica de tu padre por favor?6

—Pe-pero...

—Es urgente, ven sólo, por favor.

—Es-está bien —Respondió desconcertado y cortó.

Con un extraño presentimiento, dio la media vuelta y se


alejó dando una barata excusa. Su padre le gritó diciendo
que se detuviera, mas no le hizo caso. Algo le decía que
debía ir con el doctor NamJoon.

Jeon JungKook tenía que correr, porque si no lo hacía,


sería demasiado para él y JiMin...
CAPÍTULO 40 ( Una historia
que nadie conocía )
—Pasa y siéntate.

—Buenas noches doctor, dígame... ¿Por qué me ha llamado


con urgencia? —preguntó con aquel malestar que no se le
había ido desde la llamada.

—Quiero que revises esta información y que luego me des


una conclusión.

El doctor NamJoon estiró el sobre blanco y dos sobres


amarillos más hasta JungKook. Este, sin saber el porqué
de su nerviosismo, los tomó y abrió uno por uno. El menor
de los Jeon estaba en su primera mitad de año en la
facultad de medicina y, aunque sabía muchas cosas,
algunas terminologías médicas aún le eran desconocidas.

Leyendo un poco más y tratando de adivinar algunas cosas,


se sorprendió por la información y un latido fuerte en su
corazón, empezó un sin fin de movimientos involuntarios en
él.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que has concluído?

—Que efectivamente y-yo era compatible con Tae y que m-


mi papá también —Respondió JungKook temblando—. Y
que si yo hubiera llegado antes, TaeHyung se habría
salvado, esto es mi culpa.
—No lo es, Tae no hubiera resistido esa operación —
confesó el doctor.

—¿Qué?

—TaeHyung no resistiría la operación JungKook, pero dime


¿qué más ves en esos exámenes?

—Sólo la compatibilidad y que TaeHyung tiene mi mismo


tipo de sangre.1

—¿Y a qué crees que se deba eso? —Preguntó el doctor,


mas el pelinegro no contestó—. ¿Por qué tu padre y tú eran
compatibles y JiMin no? —Volvió a preguntar pero
JungKook sólo lo miró desconcertado—. Llevo trabajando
en esta clínica por casi diez años JungKook y puedo
acceder a toda la información del lugar. Toma y lee esto.

El doctor le entró un sobre celeste y esperó su respuesta.


Los ojos de JungKook se abrieron con demasía al ver los
resultados, no entendía nada y por su mente pasó una idea
descabellada que lanzó lejos moviendo la cabeza
negativamente.

—N-no entiendo doctor.

—JungKook, accedí al historial médico de tu familia. Tu


madre tiene el mismo tipo de sangre y dio a luz en esta
clínica hace mas de veinte años ya, el mismo día que la
señora Park.7
Informó entregandole otro sobre celeste el cual fue abierto
rápidamente por el pelinegro, que sin razón aún había
empezado a llorar.

—Do-doctor.

—¿Es el cumpleaños de JiMin el mismo día que TaeHyung


verdad?

—S-sí...

—JungKook, JiMin nació el trece de octubre de 1995 a las


tres y cuarenta y seis de la tarde, completamente sano, sin
ninguna complicación. TaeHyung nació el mismo trece de
octubre de 1995 a las cuatro y dieciocho de la tarde, muy
débil y delicado —Habló tomando la mano del pelinegro que
temblaba de miedo—. Sólo que... JiMin nació bajo el
apellido Park y TaeHyung bajo el apellido Jeon.1

—¡No! N-no... no puede ser ¡No! No puede ser verdad, no, no


¡no!

—JungKook, al parecer los niños fueron cambiados cuando


nacieron, quería decirte a ti primero porque sé que eres un
chico racional, debo decírselo a tu padre y a tu mad...

—¡Nooo! —Gritó JungKook interrumpiendo al doctor y


cogiendo todos los sobres de la mesa—. N-no diga nada
aún por favor, se lo ruego.2

—Pe-pero JungKool, es ne...2

—¡No! No es necesario aún, d-déjeme que yo se los diga, se


lo ruego por favor.
El doctor asintio sin comprender bien la actitud del
muchacho, aunque era de suponerse que se pondría mal. El
que había sido su hermano desde que nació, no era su
hermano y TaeHyung, el adorable castaño que había
muerto hace poco era en verdad su verdadero hermano.
Las lágrimas de JungKook eran entendibles.

Lo que no sabía el joven médico era que esas lágrimas eran


no solo de dolor, si no de salvación. Los había salvado sin
darse cuenta.8

JungKook caminó fuera del hospital y lloró. Caminó y


caminó encontrándose en aquel parque donde JiMin y él
vieron alguna vez un hermoso eclipse solar. Sentándose en
una de las banquillas unió ideas sueltas y hechos de su
vida. Todo era una maldita verdad. El jodidamente quería
que sea una estúpida coincidencia, pero no lo era.

Era solamente una historia que nadie conocía

Y la única conocedora y autora de aquella triste historia


era su madre, la persona que se supone debía protegerlo.
¿Qué pasaría de hoy en adelante? Se preguntaba mientras
se sentía

¿Quién iba a pagarles el sufrimiento de tantos años? Si


JiMin no era su hermano, si realmente no lo era, JungKook
debería sentirse felíz, pero entonces ¿qué era aquel dolor
incesante en su pecho? Era obviamente el hecho de saber
que su verdadero hermano, que TaeHyung había muerto y
él no había podido hacer nada. Él lo había rechazado desde
que lo conoció, él no lo quiso lo suficiente y aquello jamás
se lo perdonaría. Sería una cruz que cargaría por el resto
de su vida.7

Recordó entonces los días antes que el castaño muriera,


días en los que le prometió salvarlo, días en los que le
mentió, pues claramente, no había podido cumplir su
promesa. JungKook volvió sólo a caminar y pensó en las
últimas palabras que escuchó de su verdadero hermano.

<<>>

Se veía tan fragil, tan debil, tan distinto. Echado en aquella


cama parecía solo un niño. JungKook se arrepintió de todo
lo que no compartió con TaeHyung por sus estúpidos
celos.

—Hyung... ¿estás despierto?

—No, pero ya me levantaste —Susurró el castaño con una


pequeña sonrisa.

—Ah hyung, siempre siendo tan molesto —Le dijo con un


puchero—. Recupérate pronto para que sigas
molestándome.

—No te molesto JungKookie, tu eres un gruñon —Lo acusó


—. Además, pensé que me odiabas.

—¿Qué cosas dices hyung? Yo no te odio —Se alarmó—.


¿Sabes quién va a donarte una medula osea? Exacto...
Kookie, asi que agradéceme hyung ¡Apúrate!
—Mi querido JungKookie, gracias, en verdad gracias por lo
que e-estas haciendo por mí.

TaeHyung quiso reír por las ocurrencias del pelinegro, pero


su voz se debilitó. Ultimamente cuando hablaba, sólo podía
mantener el ritmo por unos minutos, luego su voz se
apagaba, como lo estaba haciendo su vida también.

—P-promete que s-sanarás pronto hyung —Tartamudeó


JungKook acercándose al castañito y abrazándolo.

—Claro que l-lo haré —Afirmó—. Lo haré y... y t-tú me


ignorarás cuando quiera jugar y m-me dirás que soy
molesto y... y te pondrás ce-celoso cuando me lleve a
JiMinnie.2

—S-sí hyung —Respondió llorando—. Y luego iremos a


pescar como aquella vez ¿lo recuerdas?

—L-lo recuerdo Kookie, t-te pro-prometo que iremos.

—Te quiero hyung, perdóname por favor —Le lloró


sintiéndose tan devastado—. Yo no fui bueno contigo,
perdóname hyung, yo te quiero mucho.

—Shhh Kookie, n-no llores, sé que me quieres —Le afirmó


acariciando sus cabellos—. Sólo estabas ce-celoso.

—TaeHyung hyung.

—Lucha JungKookie, lu-lucha por tu amor.

—Hyung...
—Hazlo, no te des po-por vencido, él... él te ama
demasiado, lucha Kookie, prométemelo.11

JungKook alzó la mirada encontrándose con los ojos llenos


de bondad de TaeHyung. Su corazón latió con fuerza al
escuchar aquel consejo del castaño y lloró aun más
asintiendo fuertemente. Él lo sabía todo y los apoyaba y
para JungKook aquello, era lo mas noble que pudiese
existir.

—Lo prometo hyung.

—Te quiero Kookie, como a mi pequeño hermanito...24

<<>>

Sus lágrimas culpables salían y se sentó en la puerta de su


casa. Como un niño se desahogó y quiso patalear,
golpearse, arrancarse ese dolor y esas ideas tan absurdas.
Se sentía cada vez menos vivo, derrotado y confundido sin
saber qué hacer, no lograba entender nada. Su mente no
dejaba de correr en ideas que lo atormentaba. Su mundo
sentía que se iba a acabar, porque todo estaba atacandolo
en silencio, sigilosamente y al mismo tiempo haciendo
ruido para que supiera que había una idea que reinaba y él
sabia que era cierta.

Miró al cielo y pidió al mundo respuestas a aquello que lo


estaba comiendo. Debía escarbar en sus adentros y pensar,
mas estaba cansado, su mente necesitaba de calma y de
JiMin.2
La rudeza de su mente sutil aclaró sus ideas y sin darse
cuenta lo guió siendo fuerte para poder competir contra
esa lucha contra... contra él mismo.1

Si su madre no sabía que TaeHyung era su hijo ¿por qué lo


encerró para que no llegara al hospital? Si su madre no
sabía que los niños fueron cambiados ¿por qué tanto
desprecio por aquel castaño de sonrisa cuadrada? Si su
madre había sido tan cruel, incluso defendiéndose en el
hecho de que no quería a TaeHyung ¿era capaz de dejar
morir a un ser humano? Nada tenía sentido.

Pero había respuestas y el mas que nadie lo sabía. Si su


madre en verdad había sido quién había cambiado a los
bebés, ahí estaba el porqué odiaba a TaeHyung y el porqué
lo dejo morir. Ella jamás había querido a su verdadero hijo
mayor, mas eso JungKook no sabía porqué. Y las ideas
seguían uniéndose, pues si su madre sabía que JiMin no
era su hijo, por eso dejó que estuviera con él, porque
claramente JungKook no era como el inocente JiMin, él se
había dado cuenta que su madre sabía todo sobre su amor,
hasta ahora, prohibido y aún así no había hecho nada al
respecto.

Él quiso pensar que su madre no había hecho nada


realmente.

Pero ¿por qué hacerlos sufrir entonces sabiendo que no


eran hermanos? ¿Por qué no acabar con su delirio y
dejarlos ser felices? ¿Tanta era la imagen social para ella?
No, aquí debía haber una explicación lógica, tenía que
haberla. JungKook quiso darlo el beneficio de la duda.

Mas no duró mas. Sabía que si ella fue capaz de dejar que
su propio hijo muriera sin hacer nada por salvarlo,
entonces todos corrían peligro.

JiMin.

Entró rápidamente a la casa y buscó a JiMin, más este no


estaba, su madre tampoco. Subió las escaleras y grito
cuarto por cuarto, mas ellos no estaban.

—¡Papá! ¿Dónde está mamá? ¿Dónde está hyung?

—No han regresado hijo, son casi las once de la noche y no


regresan —Respondió preocupado ante un JungKook que
había empezado a temblar—. Intenté llamarla, pero no
contesta. JiMin tampoco ¿debería ir a buscarlos?

—¡Mierda! No, no ¡no!

—¿Qué ocurre JungKook?

—¡No! ¡No! —Gritó el pelinegro mientras corrió


desesperado.

Su padre gritó a sus espaldas, más el no se detuvo.


Bajando las escaleras rápidamente, abrió la puerta y salió.
Subió a su camioneta, la adrenalina corriendo por sus
venas, el acelerador presionado, su padre en la puerta
gritando y el arrancando para salvar al amor de su vida.
Su madre siemore había sido demasiado protectora con
JiMin. Él sabía perfectamente que el rubio era el favorito
de su madre y eso jamás le importó, es más, el deseaba
que JiMin siempre sea el preferido, quería que se sintiera
amado.

A él, su madre siempre le enseño a ser independiente. Si se


enfermaba ella le decía que debía sanar rápidamente, si se
caía le decía que no debía llorar y si se sentía mal le
indicaba que no debía mostrarlo jamás. En cambio con
JiMin, era todo lo contrario. Si JiMin enfermaba ella lloraba
desviviendose por él, si JiMin se caía ella limpiaba sus
heridas con cuidado y si a JiMin algo le aquejaba, ella le
decía que tenía que contárselo todo. Jeon TaeHee volvió a
JiMin un ser dependiente de ella y fácilmente manipulable
por su amor de madre.17

Su madre no sería capaz de hacerle daño, tenia que creer


en aquella idea mientras manejaba sin saber a donde.
JiMin era su obra maestra, su hijo preciado, JungKook lo
sabía, confiaba en ello. Por eso, armándose de valor, llamó
a su progenitora y poder acabar con todo de una vez por
todas.

—¿Mmamá?

—Mi lombriz, mi querido JungKook ¿qué pasa hijo?

—Mamá ¿dónde estás? ¿Dónde está JiMin hyung? —


Preguntó el pelinegro asustado.
—Tu hermanito y yo estamos yendo a dar un paseo,
JiMinnie no está bien y lo llevare a sentirse mejor —
Contestó lentamente—. Avísale a papá que llegaremos en
dos días.2

—¡Mamá no! ¿A dónde estás llevándo a hyung? Mamá por


favor, no. —Gritó desesperado.

—Tranquilo hijo, llegaremos dentro de dos días, tranquilo,


nuestra familia estará bien, JiMinnie estará bien, ustedes
serán felices y todo será perfecto como siempre.14

—Mamá por favor no, te lo ruego, no hagas nada malo ¡por


favor! —Exclamó en su desesperación.1

—Shhh hijo, no pasará nada malo, sólo sanaré a JiMinnie,


también lo haré contigo, no te preocupes mi amor, ustedes
serán muy muy felices.3

—Mamá ¡no! Deten...

La llamada fue cortada. JungKook paró el auto con


brusquedad y volvió a marcar a su madre, mas el móvil
había sido apagado. Lamentándose de todo golpeó el timón
con fuerza y lloró sobre él. JiMim estaba en peligro y debia
hacer algo.1

Llamarlo, tenia que llamarlo, mas cuando lo hizo, nadie


contestó. El móvil de JiMin se encontraba debajo de él en
la camioneta de su madre, pero no tenía sonido. JiMin
yacía durmiendo en los asientos traseros tras haber
tomado aquel medicamento que su madre le había dado
para tranquilizarlo al salir del cementerio donde habían
dejado a TaeHyung. El rubio asintió cuando su madre le
extendió el tranquilizante y queriendo dormir y no
despertar más, lo tomo. A los pocos minutos cayó
completamente en su asiento y ahora dormía
indefensamente, ajeno a todo lo que estaba a punto de
ocurrir.2

JungKook alzó su cabeza del timón donde lloraba y buscó


aquella aplicación. Aquella que rastreaba el teléfono de
JiMin siempre y cuando esté prendido.4

Gangseo.

Distrito de Busán a muchísimos kilómetros, lejos de donde


él estaba. No importó, si su madre estaba dirigiéndose ahí
con JiMin, él iría tras él, al fin y al cabo, JungKook conocía
aquel lugar. Era a donde siempre iban a acampar y de
picnic cuando eran niños, aquel lago que tenia en el
guardado, los mejores momentos que vivió con Park JiMin.
Porque no era Jeon JiMin y de eso, ahora estaba
completamente seguro.14

El momento de la verdad había llegado. Ya no podía


ocultarse nada más, un secreto de hermanos estaba por
revelarse ante todos y esta vez, se aseguraría de que todos
se enterasen. Suspirando con fuerza, piso el acelerador y
arrancando el auto emprendió su marcha hasta aquel lugar.

—Espera un poco más mi JiMinnie, sólo un poco más mi


amor, iré por ti...
CAPÍTULO 41 ( Apiádate de
mí )
JungKook se adentró en el bosque. Llamando a JiMin con
toda la fuerza de su voz, buscaba que lo escuchase. Volvió
a rastrear el celular del rubio y estaba apagado, su madre
seguramente se había dado cuenta. Con las lágrimas
saliendo de sus ojos y el miedo apoderándose de su
corazón, marcó el número de la única persona que podría
ayudarlo.

—¿Papá? —Sollozó ahogando su miseria.

—JungKook ¿dónde estás? ¿Qué carajos está pasando? —


Vocifereaba el hombre al otro lado de la línea.

Él estaba confundido. Su mujer no le contestaba y su hijo


mayor tampoco aparecía. Había salido del entierro de
TaeHyung junto a JungKook a las cuatro de la tarde, pero
Tae Hee y JiMin se habían quedado en el cementerio a
pedido del rubio, que no podía despedirse aún de su mejor
amigo. Su esposa le habia dicho que se lleve a JungKook
ya los demás chicos, que ella se quedaría con JiMin para
hacerlo entrar en razón. Pero ya era media noche y lo único
que había obtenido era que Tae Hee no le contestara y que
JungKook corriera como loco hace unas horas.

—Papá, tienes que ayudarme... es JiMin ¡Ayúdame por


favor! —Exclamó.
—¿Qué está pasando? ¡Habla hijo por favor!

—Mamá... mamá tiene a JiMin y tengo miedo, le va hacer


algo papá, ayúdame por favor.

—¿Q-qué estás diciendo? —Preguntó con incredulidad.

—Papá, JiMin, JiMin n-no es mi hermano, no e-es tu hijo.


TaeHyung... TaeHyung es m-mi hermano.

El hombre cayó sentado cuando escuchó aquellas


palabras insanas que salieron de la boca de su hijo.
Sacudió su cabeza de un lado a otro tratando de reponerse
de aquella información e incredulamente volvio a preguntar
rogando a Dios que sea todo una equivocación y que sus
oídos le hayan traicionado.

—¿Q-qué? Explícate JungKook ¿Qué mierda es-estás


diciendo?

—Papá, sé que es difícil de creer pero es verdad, creéme


por favor ¡Te lo ruego! —Suplicó.

—¿Qué estás diciendo hijo? ¡¿Qué broma es esta joder?!

JungKook explicó todo desde el principio, lo que le dijo el


doctor NamJoon, lo que él creía y había concluído de todo
el tema, omitiendo la parte donde tendría que decir que
estaba completamente enamorado del que creía era su
hermano. Mientras el pelinegro hablaba con sollozos de por
medio, su padre decaía cada vez más. Cada palabra que
decía eran como dagas para el señor Jeon, quién quería
negarse a todo lo que estaba escuchando. Pero... ¿era
acaso su hijo un mentiroso al punto de inventar una
historia como esa?

No, no lo era.

JungKook estaba diciendo la verdad, su voz desesperada


se lo confirmaba y aunque su corazón estaba gritando
auxilio, era él a quien le pedían auxiliar al que había sido
su hijo por más de veinte años. Porque JiMin era su hijo,
estaba seguro de ello, siempre sería su hijo. No importaba
cuantas cosas dijeran los demás, él sería siempre su hijo y
eso jamás cambiaría. Pero dolía, dolía en el infierno porque
aunque no compartía sangre con JiMin, con quién si lo
hacía con TaeHyung.

Su verdadero hijo había sido enterrado hace unas horas y


él no lo sabía.2

Lloró ante el teléfono. Callando sus sollozos con una mano


y mientras seguía escuchando a su hijo pedir que vaya por
él y JiMin, se levantó desorientado y con dolor afirmandole
a JungKook que todo estaría bien, que papá los salvaría.

Papá siempre sería su héroe.19

<<>>

Jae Chan cargaba a su pequeño JiMin recien nacido en sus


brazos. La casa había sido diseñada para la ahora pequeña
familia Jeon. El cuarto de su primogénito era el lugar más
hermoso pues había puesto todo su empeño en ello. Quería
que su hijo, su pequeño solecito viviera como se lo
merecía. Como un rey.
—Oye, devuélveme a mi hijo ¿no? —Le decía Tae Hee
haciendo un puchero desde la cama.

—No, es mi hijo también, quiero abrazarlo mucho, mucho.

—Eres un débil —Le dijo riéndose—. Has caído ante el


encanto de nuestro pequeño JiMinnie.

—¿Quién no caería ante él? Míralo, es hermoso —


Respondió con admiración.

—Es más que hermoso, él es perfecto —Afirmó con orgullo.

—Como tú mi amor, es perfecto como tú —Musitó para


luego besarla en la frente.

Ciertamente era una perfecta familia. La imagen de


aquellos esposos orgullosos del pequeñito en sus brazos,
era lo mas tierno que cualquiera podría ver. Familiares y
amigos los felicitaban por la bendición de Dios que había
llegado a su hogar. Tae Hee era la mejor madre, Jae Chan
el mejor padre y JiMin, JiMin viviría para ser el mejor hijo.

Lo logró.

—Gracias amor, por tan bello regalo esposa mía —


Se sinceró Jae Chan.

—No me sonrojes —Le respondió recibiendo los mimos de


su querido esposo.

—Tengo que agradecerte para siempre mi vida, mira el


milagro que has hecho mi amor —Dijo alzando al pequeño
para que ella pudiera verlo mejor. Tae Hee sonrió al ver al
hermoso pequeño—. Nuestro bebé había nacido tan mal,
sentí tanto miedo pero... pero tú con tu amor de madre has
hecho que él sanase. Es una bendición del cielo.1

—S-sí...

—Es perfecto mi amor, nunca me cansaré de decirlo.

—Lo sé, JiMinnie bebé será perfecto, nuestro hijo


perfecto, lo prometo.

Y pegando su frente a la del pequeñito que ahora la miraba


fijamente, sentenció su palabra. Haría de JiMin el hijo que
ella siempre soñó, haría de su familia una fortaleza para
que nadie pueda lastimarlos jamás. No le importó, que
lejos de ella, un pequeño niño enfermo, su verdadero hijo,
sufriría las consecuencias de su abandono, condenado a
vivir en la pobreza y el dolor.2

Claro que los sentenció. Sentenció a JiMin y a TaeHyung a


vivir vidas que no le correspondían y de sentenció a ella
misma a pagar el castigo, que algún día Dios le daría.1

—Papá será siempre tu héroe pequeñin, papi siempre te


protegerá.2

—Como si nuestro bebé te pudiera entender Jae, mejor


dámelo, extraño tenerlo en mis brazos.

—Claro que me entiende ¿verdad mi bebito? —Le sonrió y


el bebé le devolvió aquella sonrisa—. No te lo voy a dar, es
mío. Papi es tu héroe bebé, es una promesa.1
Jae Chan se lo había prometido y era hora de cumplir
aquellas palabras dichas hace más de veinte años ante la
sonrisa del pequeño Jeon JiMin.

<<>>

Jae Chan corrió lo más que pudo hacia su auto y arrancó


hasta Gangseo, aquel distrito en Busán donde incontables
veces él, su esposa y sus hijos habían salido de picnic
pasando los mejores años de su vida.

Su esposa.

¿Con quién habia estado casado tanto tiempo? ¿Que clase


de monstruo era la que se acostaba a su lado cada noche
pareciendo tan sublime? Su bella mujer, hermosa como
ninguna, tan perfecta, tan humilde, tan llena de amor era
ahora ante él una desconocida. ¿Dónde había quedado la
bella chica de la que se enamoró? ¿Dónde había quedado la
maravillosa mujer a la que amaba más que a nadie? No
estaba, simplemente ella ya no estaba y ahora debía correr
por sus hijos. Ya había perdido a uno, no perdería a otro
más. Ya no más.2

Ahora todo parecía tener sentido. El odio de Tae Hee hacia


TaeHyung, su desprecio, el repentino cambio de salud de
su hijo recién nacido. El recordó como su bebé había
nacido enfermo y como de un momento a otro había
sanado. El cabello rubio de JiMin, el apego que sentía por
TaeHyung, ese profundo dolor que sintió cuando murió.
Todo, todo parecía armarse cual rompecabezas en su
mente, mente que estaba a punto de explotar como su
corazón herido.1

Devastado.1

Lastimado y condenado a un largo sufrimiento de hoy en


adelante se encontraba manejando a toda velocidad a
salvar a su pequeño JiMin. Se lo había prometido y tenia
que cumplirlo. Así tendría que poner su vida a juego, él
sería su héroe.

<<>>

Oh Hae Ji caminaba derrumbada hacia la casa de Sae Na.


Había sido el entierro de TaeHyung y necesitaba hablar con
la castaña y hacer que terminase el trato que tenía.
Necesitaba acabar con aquella mala suerte y cumplir lo
que le prometió TaeHyung.

Proteger a JiMin y JungKook.

A sólo unos pasos antes de llegar a la casa, vio salir a Sae


Na con el móvil en la mano y caminando apresuradamente.
Quiso acercarse a ella y detenerla, pero la castaña estaba
tan concentrada en la llamada telefónica que Hae Ji optó
por seguirla.

Lo que escuchó la dejó helada.

—Sí señora Jeon, por supuesto —Asintió—. Iré a verlo, no


se preocupe, yo lo distraeré —Afirmó mientras se colocaba
la casaca impermeable con una mano—. Sé muy bien como
hacerlo señora Jeon, la última vez logramos que se
separaran ¿no? —Confesó ante el miedo ya adquirido de
Hae Ji—. Hae Ji no se enterará de nada, no se preocupe, yo
retendré a JungKook como sea y luego iré hasta usted,
confíe en mi por favor.38

Y diciendo aquello guardo el móvil mientras seguía


avanzando, sin saber que detrás de ella, la delicada Hae Ji
estaba llorando. No más débil Hae Ji, no más la delicada
chica que todos engañaban, ya no. Este era el final de una
historia que merecía tener un cuento feliz y ella se
encargaría de eso.

—Tú no vas a ninguna parte —Habló firmemente mientras


cogió el brazo de Sae Na y la hizo voltear con fuerza,
lastimándola.

—Ha-Hae Ji...

—Hae Ji y la mierda, tú no vas hacer nada más, maldita


puta —Estampó sus manos en la cara de la castaña—.
Ahora mismo me vas a explicar que mierda esta pasando.27

—¡Suéltame!

—Suéltate tú sola, vamos ¡atrévete! —Le gritó tirándole un


par de golpes más y arrastrándola por el piso.3

—¡Que me sueltes! —Exclamó la castaña poniéndose de pie


—. Asi que al fin te enteras idiota ¿creíste realmente que
yo apoyaría a unos putos homosexuales como ellos? ¿En
serio lo creíste? ¡Ja!6
—¡Eres una mierda! —Hae Ji fue contra ella nuevamente,
mas esta vez la castaña la detuvo.

—Jeon Tae Hee y yo planeamos esto, ella hará que sus


hijos sean normales, yo me quedaré con JungKook y tú con
JiMin ¿por qué mierda no entiendes? —Vocifereo tratando
de soltarse—. ¿Crees que al apoyar esa mierda el puto de
JiMin te va a querer? No seas ilusa.3

—Estás enferma...

—¡No! Ellos son los putos enfermos, pero todo esto


acabará.

—¡Tu no vas a ninguna parte!

—¡Suéltame! —Gritó por última vez y empujó a Hae Ji


haciéndola caer contra el piso, dejándola casi
inconsciente.

Kim Sae Na la miró con temor y quiso acercarse. La había


empujado demasiado fuerte y tuvo miedo de haberla
lastimado demasiado. Al fin y al cabo, en los últimos
meses, Hae Ji había estado con ella y por primera vez
había tenido una amiga. Con engaños, pero había sido su
amigo.

Titubeó varios segundos y Sae Na estuvo segura de que


enloquecidos si seguía parada junto a ella. Su móvil sonó,
su mente decidió y mirando a todos lados como una
delincuente, huyó de la escena.

<<>>
JungKook recorrió el lago mientras a su mente llegaba los
momentos felices que vivió con su familia. ¿Cuándo fue que
todo cambio? ¿Era este el castigo por haberse enamorado
del que era su hermano sabiendo que era imposible? No, no
lo era.

Porque si bien ellos no sabían que no eran hermanos, Dios


sí lo sabía. Y sabía perfectamente que su amor no era
imposible ni mucho menos un pecado. No podía ser un
castigo.

Cruzando hacia el otro lado de aquel lago en el que jugó


incontables veces con el amor de su vida, se adentró
mucho más. Sus gruesas lágrimas caían mientras
suplicaba al cielo que JiMin estuviese bien. Su madre no
podía hacerle daño, no debía hacerlo, pero estaba casi
seguro que obligaría a JiMin hacer cosas que no quería,
que lo perseguiría hasta el final, usando su amor de madre.
Un amor enfermo y deshonesto.

Entonces vio aquella cabaña en la que alguna vez se


refugió cuando la lluvia los sorprendía en su hermoso día
de paseo. Su corazón latió con fuerza, pues estaba seguro
que ahí se encontraba JiMin, su JiMinnie.

Corrió mientras limpiaba las lágrimas de su rostro y cuando


llegó, abrió la puerta abruptamente. Su madre yacía
sentada en el único sofá de la sala.

—¿Dónde? ¡¿Dónde está?!

—Ju-JungKook hijo ¿Co...


—¡¿Dónde está?! ¡JiMin! ¡JiMin! —Gritó entrando decidido a
llevarse al amor de su vida de ese lugar, lejos de ella, del
ser que le dio la vida y que ahora, miraba con decepción.

Ella lo detuvo. Cogiéndole del brazos lo jaló y aunque quiso


soltarse, quiso darle la contra e ir por JiMin, no pudo
faltarle el respeto a la que era su madre y mucho menos
tocarle si quiera un cabello.

—JiMin está bien, esta arriba hijo, tranquilo, ven, conversa


conmigo.

—¿Por qué mamá? ¿Por qué? —Le preguntó derrotado. Las


lágrimas habían regresado.

—Porque no es lo correcto hijo. Escúchame JungKook,


cuando todo esto pase, volveremos hacer la familia de
siempre ¿me entiendes mi amor? —Le dijo acunando el
rostro de su hijo—. Yo no te voy a prohibir ver a JiMin, él es
tu hermano.

—¡No!

—Sí mi amor, es tu hermano y ustedes serán felices mi


lombriz. Yo prometí que ustedes serían felices y la única
maldita forma de que lo sean es hacerme caso.

—Mamá...

—Es enfermo JungKook, entiende hijo por favor —Le


contestó aterrada—. Ustedes podrán jugar un tiempo más,
soy su madre y no diré jamás nada, guardaré este secreto
de hermanos, pero... Pero cuando sea necesario, JiMin
tendrá que casarse, tener hij...

—¡No!

—JungKook, tu tambien tendrás que hacerlo. Se olvidarán


de esto, es mi culpa por haberlos dejado estar juntos
siempre, perdóname hijo... es mi culpa.

—Mamá basta, por favor —Le sollozó arrodillandose ante


ella.

—Párate mi amor, tranquilo, no llores, todo estará bien ¿si?


Tu hermanito se quedará unos días conmigo, tengo que
hablar con él, no puedes amar a tu hermano JungKook, no
pu...

—¡Basta! ¡JiMin no es mi hermano! Acaba con esto por


favor —Gritó desesperado.

—¿Q-qué?

—Lo sé todo. Lo sé todo mamá, JiMin no es mi hermano,


JiMin no es tu hijo ¡tu hijo era TaeHyung!

—¡No! Calla ¡cállate! —Le gritó poniéndole por primera vez


una mano encima a su hijo. Tirando fuertemente sus manos
en las mejillas de JungKook.

—Pégame, hazme lo que quieras pero eso no quita la


verdad ¡TaeHyung era tu hijo! Él es mi hermano, JiMin no lo
es.2

—¡No! ¡No! Ese niño no es mi hijo ¡No lo es!


—¡Sí lo es!

—¡Cállateee! —Volvió a gritar golpeándole en el rostro


nuevamente—. JiMin va a escucharte ¡Cállate!

—No mamá, no más ¡Mataste a TaeHyung! ¡Mataste a tu


propio hijo! —Le recriminó—. Me encerraste en el ático y no
me dejaste salvarlo ¡Lo mataste!

—¡Noooo!8

—Sí mamá, lo mataste, tú lo mataste, JiMin no es mi


hermano ¡Déjame llevármelo!

—Él no es mi hijo ¡Ese maldito niño no es mi hijo! ¡JiMin e-


es tu hermano! N-no... mi fa-familia estará bien, no ¡no! —
Gritaba la mujer desquiciada.

—Mamá por favor, detente —Le suplicó aún arrodillado


—. Mamá, apiádate de mí por favor...3

El corazón de Tae Hee se rompió en mil pedazos. Su hijo


yacía rogándole por amor. Un amor enfermo, para ella, el
que se haya enamorado de su hermano era un pecado,
porque sí, JiMin era su hermano aunque todo el mundo diga
lo contrario. Ella jamás aceptaría que aquel niño que casi
le destruye la vida y que hace poco había muerto, era su
hijo. Su hijo era JiMin, su creación, su adoración completa
y eso absolutamente nadie, lo cambiaría.

<<>>

JiMin bajó desorientado y con pesadez. Había escuchado la


voz de su hermano desde la habitación y levantándose lo
más rápido que pudo, quiso ir por él, pero su deteriorado
estado de salud no le permitía caminar rápidamente.
Bajando escalón por escalón, lo encontró discutiendo con
su madre y con un hilo de voz, lo llamó.

—¿JungKookie...?

El mencionado volteó a verlo y quiso correr hacia sus


brazos, pero su madre lo detuvo con su voz y frente a él, la
aparición de Kim Sae Na detuvo a JiMin por detrás quién
también quiso correr.

—¡Suéltalo!

—JungKookie... m-me siento mal —Musitó JiMin


debilmente.

—¡JiMin! Mamá por favor, detente, acaba con esto ¿qué


mierda hace ella acá?

—Soy tu novia JungKook, respétame.8

—Respeta a tu futura esposa JungKook.6

—Están locas ¡enfermas! Me llevaré a JiMin de aquí, se


acabó —Respondió soltándose esta vez del agarre de su
madre y corriendo hacia JiMin.

Sae Na jaloneó al rubio hacia ella, aprovechando la


debilidad de este, pero JungKook logró empujarla lejos, al
fin tenía en sus manos a su amor.

—JungKook hijo, no me hagas hacer esto por las malas,


deja a tu hermano en paz ¡no lo toques!
Y jaloneandolo para que suelte a JiMin, quién había caído
al suelo por la debilidad, se abalanzó contra todo. Debía
luchar por su familia.

—Estás loca mamá ¡suéltame! No me obligues a


lastimarte...

—¡Suéltalos Jeon Tae Hee! —Exclamaron desde la puerta

Oh Hae Ji había llegado a protegerlos como lo había


prometido, corrió hasta JiMin y lo sostuvo entre sus
brazos.19

—Ha-Hae Ji shi...

—Tranquilo JiMin, ya pronto acabará todo.

Aquel día las promesas que cada uno de ellos se habían


hecho, se cumplirían. No importaba cuantas vidas de por
medio se terminarían, cada uno cumpliría su promesa y
nadie, absolutamente nadie los detendría...
CAPÍTULO 42 ( Oh Hae Ji )
El auto aparcó afuera de la cabaña. Tae Hee bajó con
cautela y suspiró al dar varios pasos antes de llegar al
patio. Recordó cuantos momentos bellos su familia tuvo en
aquel lugar y un par de lágrimas se escaparon contrayendo
su corazón.

Necesitaba que todo volviera a ser como antes.

Se secó el rostro rápidamente con el puño de su remera y


caminó nuevamente hasta el auto. JiMin yacía dormido
debido al medicamento que le había dado, pero ya habían
llegado, por lo tanto era hora de terminar con todo.

—JiMin, lombriz, despierta.

—¿M-mami? —Preguntó aún adormitado.

—Despierta mi amor, llegamos.

—¿D-dónde esta-tamos?

Tae Hee no contestó. JiMin bostezó tratando de


desprenderse del sueño que lo invadía, pero no logró
mucho. Apoyándose en su mami, entró a la que creyó era
su casa, pero al reaccionar poco a poco, se dio cuenta que
no estaban en su hogar. Los recuerdos llegaron
rápidamente a él.
—¿Dónde está JungKookie mami? ¿Dónde está Tae? ¿Qué
ha pasado? —Sollozó desesperado, su mente siendo
alarmada por la cruel realidad.

—Shh tranquilo mi amor, mami esta aquí.

—Tae mamá... Tae ¿M-me dejó?

—Shh sí mi amor, tranquilo, ya pasó, ven...

JiMin fue hasta donde su madre y recostó su cabeza en las


piernas de esta. Tae Hee empezó a acariciar su cabello,
consolándolo y él se sintió más pequeño que nunca, como
un niño que necesitaba ser protegido.

Siempre tuvo dependencia con su madre y ella lo dejaba


ser. Con JungKook las cosas eran diferentes, Tae Hee era
mas dura y por eso el pelinegro creció siendo alguien
fuerte de caracter. JiMin en cambio, fue mimado siempre.

Era débil.

Para JiMin, su mamá lo era todo y por eso, tal vez sólo por
eso ocultó tantos años el haberse enamorado
prohibidamente de su hermano, para no causarle ningún
dolor a la mujer que le dio la vida. Pero al final, el amor que
sentía por JungKook había sido incluso mucho más grande
y se lanzó al abismo de sus besos, dejando que todo al
rededor fluya son importar un mañana. Hubo veces que
sintió tanto miedo, tanto temor de decepcionar a los seres
que le habían dado la vida, que lastimó a JungKook. Mas
ahora, ya no importaba nada, necesitaba a su madre, claro
que sí, pero en ese momento sólo el amor de JungKook
podía curarlo.

—¿Dónde está JungKookie? —Preguntó levantándose del


regazo de Tae Hee—. E-esta no es nuestra casa, mami
¿dónde estamos? ¿Dónde está Kook? —Seguía
preguntando, pero su madre solo lo miraba con algo que el
definiría como dolor—. ¡¿Dónde está JungKook?! ¿Dónde
estamos mamá?

—JiMin tranquilízate —Le dijo cogiendolo de los brazos.

—¡No! ¡Quiero ver a JungKook! —Gritó haciendo un ademán


de pararse, más su madre hizo algo que JiMin pensó, jamás
haría.

—¡Que te tranquilizes! —Lo jaloneó empujándolo con fuerza


sobre el sofá y estrellando la palma de su mano contra la
mejilla del rubio por primera vez en su vida.11

—M-mami...

—¡Lo sé todo! ¿Crees que jamás me iba a dar cuenta de lo


enfermos que eran? N-no olvides que soy tu madre JiMin, lo
sé todo.

Aquella afirmación fue el detonante para que JiMin


enloqueciera. Retrocedió aún sentado, sintiendo el miedo
que siempre trató de evitar. Finalmente la verdad había
salido a la luz y ya no había marcha atrás, no importaba
cuanto amase su madre, JungKook era su mayor
adoración.
—Mamá...

—Lo sé todo JiMin, es un asqueroso pecado ¡abominable! —


Gritó—. ¿C-cómo pudiste? ¿Fue él verdad? Fue JungKook
quien te hizo esto —Preguntó, mas el rubio solo bajó la
mirada—. ¡Contestáme cuando te hablo! ¿Fue él no?
JungKook se aprovecho de ti ¿verdad? —Repitió
desquiciada—. ¡Habla maldita sea!9

—¡No! ¡No mamá! Fui yo —Confesó levantando su rostro—.


Fui yo quién se enamoró, fui yo quien rogó por tenerlo, fue
mi culpa, él no tiene nada que ver en esto ¡fui yo!

—¡Es enfermo! —Lo golpeó nuevamente—. JungKook es tu


hermano ¿cómo pudiste?

—Y-yo... lo siento, pero lo amo, lo amo y no me voy a alejar


de él —Confesó haciendo que su madre volviera a
golpearlo.

En toda su vida, Tae Hee jamás había golpeado a sus hijos.


Con JungKook era estricta, pero jamás llegó a la violencia
y a JiMin lo cuidaba como si este fuera a romperse. Pero
ahora se encontraba desfogando su furia con él,
lastimando su rostro con cada palabra dicha por el rubio y
aunque eso le doliera, no importaba el dolor si con ello
conseguía que su familia estuviese bien.2

Cuando abandono a TaeHyung tampoco importó el dolor


con tal de que su familia estuviese bien.
—¡No! ¡Es tu hermano! Esto es enfermo, está mal, tú te vas
a olvidar de toda esta mierda y vas hacerme caso ¿oíste?
—Le propinó otro golpe más, incontables golpes más.

—No me importa ¡yo lo amo! Y voy a estar con él, par...

—¡Cállateee! —Gritó—. Vas a olvidarte de él si no quieres


que JungKookie salga dañado.

—Mamá...

—Tú no quieres que a JungKookie le pase nada ¿verdad?


Porque mamá va a tener que separarlos si no le hacen
caso —escupió su amenaza.

—M-mamá no por favor, no.

—Mi amor, mi querido JiMin, mi hijo perfecto, mamá va


hacer que ustedes sean felices —Le prometió acariciando
la mejilla roja y adolorida del rubio, quien temblaba de
miedo—. Ustedes podrán seguir jugando un tiempo más,
mamá va a tapar todo, porque siempre los voy a proteger.9

—Mamá, no le hagas n-nada a Ju-Jungkook p-por favor


mamá.

—Entonces ¿harás caso a mami en todo?

—Mamá pero lo amo, no quiero dej...

—¡Es enfermo entiende! —Lo amenazó—. T-tú podrás jugar


un poco más con él, puedes irse a vivir juntos... u-ustedes
pueden hacerlo, y-yo ocultaré todo —Tartamudeaba en un
fallido intento de aclarar su idea—. P-pero al
final tendrán que c-casarse y... y tener hijos y... ser
felices ¿entendiste lombriz?8

—Mamá...

—Si no quieres que JungKook salga lastimado, tienes que


hacerme caso ¿está bien?

—Sí mamá... sí.

Y llorando JiMin se acurrucó a un lado del mueble,


dejándose acariciar por la mujer que creía le había dado la
vida, pero por primera vez sintiéndose asqueado y no
protegido por la mujer que siempre creyó,
lo protegería hasta el fin de sus días.

<<>>

—¡No! ¡Mi familia volverá a ser la de antes! —Gritó la señora


Jeon—. ¿Qué estás haciendo tu aquí?

—Se acabó Tae Hee, deja que ellos se vayan, ya no puedes


seguir haciéndoles daño —Le recriminó.

—Yo confiaba en ti ¡eras mi favorita! —Exclamó yendo


hacia el cajón del mueble—. Te quedarás con JiMin ¡serás
su esposa! ¿Qué es lo que más quieres? ¡¿Cómo puedes
apoyar un pecado como el de ellos dos?1

—¡Cuando hay amor de verdad no hay pecado de por medio!


10
—Por favor, Hae Ji. Tenías que hacer tu aparición como la
salvadora de todo ¿no? —Dijo Sae Na levantándose del
suelo al que JungKook la había tirado—. Siempre la bella
Hae Ji haciendolo todo bien ¡Te equivocaste! Esta vez no
fuiste tú la elegida, Tae Hee me eligió a mí porque no
acepto una asquerosidad como esta —Mencionó
dirigiéndose a JiMin.

—Hae Ji-shi...

—Shhh JiMinnie, tranquilo, todo estará bien —Lo consoló


—. Lo único asqueroso aquí son ustedes dos. JungKook,
ayúdame a llevarnos a JiMin —Pidió y el pelinegro asintió.

JungKook suspiró aliviado al ver que la pelinegra ayudaba


a JiMin y al fin saldrían de ese lugar. Al fin acabaría el
infierno que estaban viviendo, pero su madre no se
rendiría, eso lo sabía muy bien. Sae Na tampoco se
rendiría.

—No, no todo estará bien estúpido JiMin ¡JungKook es mío!


¡Eres un maldito puto! Tú lo hiciste así ¡Es tu culpa! —Gritó
histérica Sae Na corriendo hacia JiMin para lastimarlo,
más JungKook la detuvo apartándola con fuerza y
haciéndola caer abruptamente al suelo nuevamente—. ¡Son
unos putos homosexuales! Ni siquiera es por su
hermandad, es porque son unas lacras gays, él ni siquiera
es tu her...12

—¡Cállateeee!
El sonido de la bala al salir, retumbó el lugar. El cuerpo de
Sae Na fue tiroteado a quemaropa tres veces más ante la
atónita mirada de todos los presentes. La sangre
esparciendose y los espasmos presentes en aquella
castaña, daban a entender que moriría. Nadie podía
salvarla. Pero se lo merecía, eso es lo que Tae Hee
pensaba cuando tiró del gatillo cuatro veces. Esa perra
estaba a punto de decir la verdad y JiMin no podía
escucharla, jamás debería hacerlo.23

Los tres chicos miraron el charco de sangre en el suelo.


JiMin miró aterrado hacia su madre, mientras JungKook no
podía ni siquiera moverse.

—T-tenemos que irnos de aquí —Susurró Hae Ji con miedo,


pero siendo valiente. Debía proteger a JiMin y JungKook.16

—De aquí ¡nadie sale! —Gritó Tae Hee apuntando con un


arma a todos.

Sus manos temblando alrededor del metal, jugando


levemente con el gatillo y las lágrimas cayendo de un
rostro desencajado, traumado, enfermo. JungKook se paró
delante de Hae Ji y JiMin y los protegió. Ni siquiera tuvo
tiempo para pensar qué demonios estaba haciendo su
madre y quién era la mujer que estaba al frente de él.

Había matado a una persona.1

Jeon Tae Hee nunca hubiera tocado si quiera un arma,


Jeon Tae Hee nunca hubiera lastimado a sus hijos, Jeon
Tae Hee nunca hubiera hecho un infierno como el que
estaban viviendo. JungKook pensó que su madre jamás
hubiera hecho todo eso, pero se había equivocado. Su
madre sí era capaz de hacer eso y más.

—M-mamá, baja el arma.

—¡No! Ustedes van a i-irse y y-yo me quedaré c-con


JiMinnie y... y hablaremos y... y el se quitará esos
pensamientos impuros y t-tú también y... y todo estará
bien.

—Sí mamá... ahora, por favor, baja el arma —Rogó


JungKook. El tiempo se acortaba.

—¡No! Si mi familia no es feliz, nadie lo será.

—Mamá por favor —Rogó JungKook.

—¡Sacrifiqué a mi propio hijo! —Gritó desgarrándose por


dentro, apuntando con mas ahínco hacia los tres chicos—.
Sacrifiqué a mi propio hijo por esta familia ¡por ustedes!
¡Yo lo abandoné! ¡Lo dejé por ustedes, todo por ustedes! —
Lloró—. ¿Quién les da el derecho de destruir lo que
construí? ¿Por que mierda tuvieron que joderlo todo?10

—Mamá... —Musitó JiMin sin entender lo que estaba


sucediendo. Su madre había perdido la cabeza.

—¡Lo dejé por ustedes! ¿Y así me pagan? M-me tragué mis


jodidas lágrimas cada noche para hacer que esta familia
sea perfecta —Tembló—. Para que su padre n-no me deje,
abandoné a mi hijo para obtener la familia perfecta que
todo el mundo quería.4
—¿H-hiciste qué?1

Jae Chan entró con lágrimas en los ojos por lo que Tae Hee
había dicho. Era verdad. Cada palabra que había salido de
la boca de JungKook hace unas horas, era verdad y aunque
había rogado para que fuese mentira, al parecer sus
oraciones habían sido en vano.

—Jae Chanie... —Susurró la mujer nerviosa—. No es lo que


t-tu crees a-amor, no...

—Acaba con esto ¡mira lo que has hecho! ¡Baja esa arma!

—No amor, e-escucha... todo estará bien, sólo... solo vete.

—JungKook, llévate a JiMin y a Hae Ji de aquí.

—¡No! —Gritó desesperada—. Todo v-va estar bien, todo va


a estar bien.4

Y enloqueciendo fue hasta JiMin y lo cogió del cuello,


apuntandolo con el arma, llorando en el intento. Moviendo
desesperadamente el objeto con el que pensaba cometer
una locura si las cosas no salían como ella quería,
retrocedió llevándose a JiMin. JungKook quiso correr hacia
él, salvarlo de su desfortunio, pero su padre lo detuvo.

No era lo correcto.

—S-si te acercas hijo... JiMinnie va a tener que pagar su


pecado —Lloró temblando—. JiMin... diles que se vayan,
que mami se quedará contigo.

—¡Vete! ¡Hazlo ahora!


—¿D-de qué estás hablando? —Pregunto el señor Jeon,
abatido.

—V-váyanse —Gritó JiMin.

—JiMin... —Susurró JungKook.

—¡Vete! ¡Hazlo ahora!

—No JiMin, no ocultemos esto más por favor, diles, diles


que me quieres.

—¡Vete JungKook! —Gritó llorando—. ¡Vete! ¡Fue un maldito


error! E-estaba confundido, y-yo... ¡Vete!

—¡No! ¡No estabas confundido! Sé muy bien lo que sentías


cuando nos besábamos ¡No te atrevas a negar que me
amas!5

—¡Vete JungKook! Me quedaré con mamá ¡Vete!

—Dime... ¡Dime que no me amas! Que todo fue una mentira


¡Atrévete a decirmelo! —Le gritó con dolor. Las fuerzas de
JungKook estaban acabándose.

—No... —Susurró—. No te amo JungKook, no de esa forma,


y-yo nunca te he amado así.

JungKook lo miró destrozado. Estaba siendo JiMin


¿sincero? ¿Cuántas veces tenía que aguantar que JiMin no
aceptara su relación? ¿Acaso no lo amaba como él?
Entonces lo supo. Viendo los ojos llorosos y llenos de dolor
de JiMin supo que sí, que si lo amaba, que si le pedia que
se fuera era por amor.
JiMin sí lo amaba.

Y estaba sacrificándose para que ellos se salvaran. Por


primera vez sintió que JiMin estaba dandolo todo por su
amor y le dolió. Porque eso no era la clase de demostración
que le hubiese gustado tener, no ahora, no nunca.

—¡Vete JungKook!

—Estoy aquí JiMin, no me hagas esto por favor —Lloró


arrodillándose.4

—Vete por favor, papá llévatelo ¡Háganme caso! —Pidió


ahogándose en llanto y en una confusión debido a sabe
Dios que medicamento le había dado su madre.

—Hijo... —Llamó Jae Chan—. Tae Hee detente ¡Para ya


mierda!

—Vamos JiMinnie... diles a papá y a JungKook que se


vayan —Dijo la mujer presionando el cuello del rubio con el
arma.

—Por favor vete JungKook... por favor —Rogó con todas las
fuerzas de su alma lúcida para salvar al amor de su vida.3

A su amor prohibido.

—No voy a ir a ninguna parte.

—¡Vete! Por favor vete...

—No me voy a ir sin ti, entiéndelo —Gritó—. ¡Suéltalo


mamá! Tómame a mí, pero por favor ¡suéltalo!

—Por favor JungKook, mi amor por favor, vete...17


—Nos iremos juntos JiMin, no te dejaré —Prometió
JungKook.

—Detente Tae Hee —Dijo Hae Ji—. La policía está en


camino, se ha acabado.9

—M-mi familia va a estar bien, t-todo va a estar b-bien...


¡Diles JiMin! ¡Diles que se vayan! Que nos esperen en
casa...

—¡Estás loca Tae Hee! ¡Deja a nuestro hijo!

—Vete JungKook por favor, papá vayanse —Rogaba aún


mas JiMin, sintiendo morir no por el arma que apuntaba su
cabeza, si no por el miedo de que fuera JungKook o su
padre el que recibiera la bala que le correspondía a él por
haber sido un pecador—. Tienen que irse por favor...

—Realmente tú nunca me escuchas JiMin-shi... Nunca voy


a irme sin ti.7

—Por favor vete... p-por favor, te lo ruego.

—No mi amor, eso... ¡Jamás!1

Y corrió hacia JiMin tratando de detener a la mujer que le


había dado la vida y que ahora se la estaba quitando.
Porque si su madre mataba a JiMin, era como quitarle la
vida a él mismo. El arma fue apuntada hacia para que se
detuviese, pero su amor por JiMin, era más fuerte.

Mas todo estaba destinado ya.


El sonido del arma cumpliendo su objetivo. Una bala
atravesando el cuerpo que cayó al suelo herido y el grito
desgarrador de JiMin, dio lugar a la sangre corriendo.17

Oh Hae Ji se había antepuesto a JungKook recibiendo la


bala y salvando su vida. La pelinegra cerró los ojos cuando
oyó el grito del que siempre fue el amor de su vida, pero lo
hizo feliz, ya que con ese acto de valentía, había cumplido
con la promesa que le hizo a TaeHyung, algún día...
CAPÍTULO FINAL ( Brothers
Secrets )
<<>>

Tae Hee despertó por enésima vez llorando. Jae Chan se


asustó cuando sintió a su esposa temblar y sollozar como
una niña a su lado, aquellas pesadillas estaban
traumándola.11

—Tae Hee ¡Tae Hee reacciona!

Mas la mujer no reaccionaba. Sollozando cosas


incoherentes, lloraba desconsoladamente mientras su
esposo la abrazaba con fuerza, tratando de tranquilizarla
del ataque de nervios.

—¡Mi hijo! ¡No! ¡No por favor! ¡No quiero dejarlo por favor!

—Tranquila Tae Hee ¡reacciona por favor!

Calmando sus sollozos y gritos, Tae Hee se fundía en los


brazos de su esposo, tratando de protegerse de aquellas
pesadillas donde la culpa la estaba matando. Porque sí, la
culpa de haber abandonado a su hijo estaba a punto de
volverla loca y tal vez ese era un castigo de Dios.

Se lo merecía.6

Aquella noche no durmió, sólo lloró hasta el amanecer y se


acurrucó aun más, tratando de olvidar aquellas voces que
le decían que era una maldita por haber abandonado a su
hijo enfermo, que tal vez ya había muerto sin el calor de su
verdadera madre.1

Pasando el mediodía, con los ojos rojos, se levantó, se


cambió y salió hasta la casa de su madre. Necesitaba su
ayuda.

—M-mamá, ayúdame a encontrarlo, n-no puedo vivir así, l-lo


extraño, me siento ma...

—¡¿Estás loca?! —Gritó su madre—. Estás completamente


loca ¿Y si tu marido se entera? Este sería tu fin Tae Hee, el
fin de tu familia ¡¿entiendes?!

—Pero mamá... lo extraño, me estoy volviendo loca, la


culpa está matándome, es mi hijo, lo nece...

—¡No! ¡JiMin es tu hijo! —Exclamó golpeándola en el rostro


—. ¡JiMin es tu hijo! Tú no tienes otro hijo ¿Me entendiste?
¡¿Oíste?!

—Mamá, mamá ayúdame por favor, entiéndeme, mamá...


por favor —Rogó desesperada.4

—No Tae Hee —Negó presionándola—. Y si vuelves a


repetir que quieres encontrar a ese bastardo, yo misma le
digo a los Jeon lo que hiciste y te odiarán, a ti y a JiMin
¿eso quieres?

—No mamá, no por favor... JiMin no tiene la culpa.


—JiMin es tu hijo y es tu deber cuidarlo. Así que ahora te
irás a tu casa y seguirás tu vida y te olvidarás de ese
mocoso ¡¿Entendiste?!

—S-sí mamá.

Y lo hizo. Tae Hee se olvidó de su verdadero hijo, dejándolo


en la miseria, creyendo que había muerto. Las pesadillas
fueron quedando en el olvido, y aunque los dos primeros
años fueron tormentosos, cuando JungKook llegó a su
vida, todo fue olvidado.

Tae Hee nunca pensó que aquel niño viviría, Tae Hee creyó
que el secreto de hermanos que ella guardaba, nunca se
sabría. No contó con que aquel niño que abandonó, sería el
mejor amigo del hijo que crió y llegaría a su vida
nuevamente.

Tae Hee nunca imaginó que ese niño, llegaría a ser


TaeHyung, a quien volvería a matar, con tal de que su
familia fuera feliz.1

<<>>

JungKook corrió hasta Hae Ji en un intento de detener su


caída, más no llegó a tiempo. Sólo vio cuando la adorable
pelinegra sonrió debilmente y cerró sus bellos ojos,
quedando inconsciente.

—¡Hae Ji! —Gritó JiMin aterrorizado.

Jae Chan vio a la pequeña y frágil Hae Ji caer al piso y fue


también a auxiliarla. Había salvado la vida de su hij con
valentía y no merecía morir. Tenía que salvarla, a ella, a
sus hijos y a lo que quedaba de su familia.

Cuando escuchó la discusión de sus hijos, su confesión de


amor, sintió un impulso de protección hacia ellos, porque
no sintió asco, no sintió decepción, lejos de eso. Él sintió
culpa, culpa por lo que sus hijos estaban pasando y él, con
la mente cegada y los ojos vendados , no había podido
reparar.9

Porque sí. Si el hubiera conocedor de todo el profundo


amor que tenían sus hijos, le hubiera importado poco que
sea un pecado, si ellos de amaban como él lo había visto
en aquellos momentos, también los hubiese protegido.7

Tal como Hae Ji lo había hecho.

Y se culpó. Se culpó por no haber detenido a Tae Hee a


tiempo, por no haberles quitado el sufrimiento, por no
haber podido salvar a TaeHyung. Su verdadero hijo. Lloró
en silencio, tratando de ser fuerte mientras JungKook
cogía a la pelinegra por la cabeza y trataba de que
reaccione.

En su regazo, Hae Ji se veía tan pequeña. Siempre fue


imposible de odiar. Por mucho que ella le haya quitado a su
hermano por mucho tiempo, por mucho que quiso
detestarla, por muchos celos que sintió, jamás pudo sentir
por ella, otra cosa que no sea admiración verdadera. Hae Ji
siempre fue demasiado buena con él y hoy, al verla
sacrificarse, se dio cuenta que en verdad ella tenia amor
verdadero en su corazón.

Dolía. Dolía demasiado, tanto que no se dio cuenta cuando


volteó a ver JiMin para ahora protegerlo él, que ya no
estaba.

—¡Papá! JiMin, m-mamá... se l-lo llevó.11

Jae Chan y JungKook escucharon el sonido del auto


arrancar. El pelinegro tembló y miró a su padre, buscando
protección. El señor Jeon tomó a Hae Ji entre su brazos y
lo dejó libre para que JungKook vaya por el amor de su
vida.

—Ve JungKook, detenla, yo m-m quedo con Hae Ji —Indicó,


mas el pelinegro se habia quedado inmóvil, temblando de
temor y de dolor—. ¡JungKook reacciona! —Gritó furioso—.
Reacciona y ve por JiMin ¡ahora!

Asintiendo repetidas veces, secó sus lágrimas y corrió tras


su madre y JiMin. Tropezó entre sus pies y sus miedos,
llegó hasta la camioneta y a pesar de tratar de ser fuerte,
su corazón caía herido cada vez más.

Arrancó el auto con fuerza, sollozando y con lágrimas que


habían hecho su aparición nuevamente. Pensó en todos los
momentos que tuvo con su amado JiMin, las veces en que
sonrió y lloró junto a él, las veces en que se enfadaron, se
enfermaron, las veces en las fueron felices. Muchísimos
recuerdos llegaron a su mente, invadiendo su corazón
lastimado, sanadolo mientras visualizaba vagamente la
sonrisa de su JiMin.

—Iré por ti hyung...

<<>>

Tenían entre sus manos una venda que no podía amarrar.


Todos esperaban alrededor el turno del menor de los Jeon
para poder seguir el juego, más este no alcanzaba a
sujetar bien la tonta venda. JiMin había ido por bocadillos,
mientras HoSeok, YoonGi y TaeHyung empezaban a mirarlo
mal, pues JungKook estaba demorando demasiado.

—De todas formas ¿por qué estamos jugando este juego?


—Dijo JungKook molesto, tirando la venda a un lado—. Ya
tenemos quince años, ustedes más, deberíamos jugar
overwatch.

—No, yo quiero jugar esto —Dijo JiMin apareciendo con


varios bocadillos que fueron atacados por los tres
muchachos.

—Chi, ywo tamwien quiwo jugrar esho —Mencionó a


medias HoSeok mientras comía unos hot dogs.10

—A ver, vamos a vendar al siguiente cachorro —Cantó


JiMin, con aquel tono de voz tan dulce que derritió al
pelinegro.

—JiMin-shi~ —Susurró JungKook tocando su rostro.21


—Quedate quieto —Rió JiMin, su hermano lo ponía
demasiado nervioso y más si seguía queriendo tocar su
rostro—. Permanece quieto

—JiMin-shi~9

—S-sólo quédate quieto —Le indicó—. S-siguiente cachorro.

—Oh JiMin-shi~ —Cantó con voz profunda. Todos sus


amigos empezaron a reír por la linda forma en que
JungKook llamaba a JiMin.

—Él siempre me llama JiMin-shi —Rió aun mas fuerte


debido a su nerviosismo.

—JiMin-sheee —Gritó ante la risa de todos.15

—Deja de llamarme así —Le pidió aún riendo.

Aquella tarde fue hermosa para los Jeon. Sus amigos reían
sin parar y los juegos fueron totalmente divertidos, pues
mientras estuviesen juntos, todo estaría muy bien.

JungKook veía feliz a JiMin, lo veía reír y suspiró ante


ellos. Acercándose lentamente, tocó levemente su nariz,
en una suave caricia, haciendo que el rubio se sonrojase y
le mostrara su bonita sonrisa.5

—JiMin-shi —Le susurró muy bajito.

—JungKook-shi...

—Te quiero hyung.

—Yo más JungKookie, muchísimo más.8


Y sonriendo volvieron a prestar atención a las locuras de
sus amigos, uniéndose para seguir disfrutando aquella vida
que pensaron sería fácil. Nunca sería fácil y aunque ellos
no lo sabían, al crecer su amor estaban creando una
barrera capaz de derrotar aquellos obstáculos que la vida
les tenía preparado.1

<<>>

JungKook sonrió al recordar sus bellos momentos junto a


JiMin y se armó de valor para salvarlo.

La persecución comenzó y Tae Hee tembló cuando vio la


camioneta de JungKook seguirlos. Transtornada y con
espasmos manejaba aceleradamente.

—Mamá detente, por favor detente —Lloraba JiMin en el


asiento de al lado, incapaz de hacer algo pues su madre
tenía en el otro lado, el arma con el que ya había cometido
dos crímenes.

—¡Cállate!

—M-mami por favor, me quedaré contigo, te lo prometo


pero detente, p-por favor.

—¿T-te... te quedarás con mamá? —Le preguntó necesitada


de afecto—. Dime JiMinnie, mi lombriz ¿Te quedarás c-con
mamá? ¿No te i-irás c-como TaeHyung?4

JiMin no entendió nada por lo que asintió repetidas veces.


¿Que tenía que ver TaeHyung en todo esto? ¿Por qué su
madre estaba mencionándolo? No entendía nada, pero si
quería que su madre se detuviese solo debía decir que sí.

—S-sí mami, JiMinnie se quedará c-contigo.

—¿E-en s-serio hijo? ¿N-no me abandonarás? —Preguntó—.


¡Responde! —Gritó haciendo que JiMin temblase y asienta
rápidamente—. JungKookie y-ya no quiere a mamá,
prométeme JiMin, promete que te quedarás conmigo
siempre. T-tú y yo podemos seguir siendo una familia hijo
—Habló desesperada—. Papa y JungKook no nos quieren,
JungKook s-sólo te quiere a ti y... y si ti te vas mamá se
quedará sola... y ya no te tendré, ni a ti ni a TaeHyung.

JiMin la miraba aterrorizado. La mujer que creía era su


madre, estaba completamente mal de la cabeza mientras
hablaba y hablaba cosas que JiMin no entendía. Mirando
por el espejo retrovisor, rogaba que alguien viniera por el y
lo salvara para que pueda correr a los brazos de JungKook.
En su mente le pedia mil y un veces perdón a aquel Dios
que él amaba, mas al parecer este se negaba a escucharlo.

JungKook vio a lo lejos el auto que su madre seguramente


manejaba. Revisó el lugar y se dio cuenta que habían
llegado cerca al lago en el que jugaba cuando eran niño
junto a JiMin.

La persecución empezó cuando se dio cuenta que el auto


de su madre aceleró. Tae Hee se había dado cuentabque
era seguida y arrancó con más fuerza. Pisando el
acelerador, JungKook se acercó más al auto, casi llegando
hasta el y sin pensarlo dos veces, aumento la velocidad y
así chocarlo levemente para poder detenerlo.

Se bajó rápidamente y abrió la puerta del copiloto del auto.


JiMin se asustó cuando la sombra de alguien apareció. Sus
ojitos llorosos no le pemritieron ver por quien era
arrastrado fuera, pero su corazón sabía perfectamente a
quién le pertenecía aquellas cálidas manos.6

Corrieron lejos, sin mirar atrás, tratando de rodear el lago


que no parecía tener fin.

—Corre mi amor ¡Corre! —Gritaba JungKook.9

—Kookie, J-JungKookie...

JiMin corría llorando. Devastado y lastimado corría de la


mano del amor de su vida. Atravesando árboles, piedras y
maldad pura, corrían lejos de la mujer que algún día
pensaron, los amaba. Definitivamente lo que Jeon Tae Hee
sentía no era amor.2

—¡Detenganse! Un paso más y acabaré con esto...

El sonido de una bala tirada retumbó entre los árboles e


hizo que ambos amantes se detuvieran. Voltearon
lentamente y vieron a su madre a sólo unos metros.
JungKook protegió a JiMin con su cuerpo, ya no podían
escapar. Era la hora de enfrentarla.1

—Detente mamá, detente ahora si no, no podré perdonarte.

—¡Cállate! Yo jamás voy a perdonarte el haber destruido a


mi familia ¡Tu la destruiste!
—¡No es verdad! Fuiste tú quién la destruyó con tus
mentiras y tu maldad —Escupió con rencor.

—¡No! Fuiste tú quien se enamoró de su hermano ¡Es un


maldito pecado!12

—¡Sabes que no es verdad!

—Tú sedujiste a JiMin, tú lo hiciste así, yo no lo crié así,


fuiste tú quien le hizo esto ¡solo tú JungKook! —Le gritó
transtornada.1

—¡Basta mamá! Detente ahora, no lograrás separarnos


nunca.3

—Perdí a mi hijo por esto, si no tengo a JiMin, entonces no


quiero nada y tú... ¡Tú mal agradecido enfermo! Tampoco...
tampoco lo tendrás.4

Un disparo directo hacia el que sí fue su hijo, a quién si


llevó por nueve meses dentro, sonó aquel día en el que ya
empezaba a amanecer. Vio al otro ser a quien había
intercambiado por su hijo, por ser fuerte, saludable y
hermoso, a quien hizo el hijo perfecto, a ese a quién ahora
ella sabía, a pesar de su retorcida mente, le estaba
haciendo daño; lo vio arrodillarse llorando ante JungKook. 7

Otro disparo más sonó, llegando hasta JiMin quien terminó


de caer al lado de su amado. La mujer estaba desquiciada,
gritando nerviosa y dando la justicia que ambos jóvenes se
merecían, dentro de su locura, hizo por primera vez un acto
de bondad.27
Un tercer disparo en su cabeza terminó con su vida.28

Ambos amantes vieron a su madre desplomarse por


completo, JungKook trató de hablar, de tranquilizar a un
JiMin traumado por completo, pero la sangre siendo
vomitada por su boca, le impedía decirle a JiMin que no se
preocupase, que todo estaría bien.

A JiMin ya no le importaba morir, sólo quería que JungKook


viviese. Herido él seguía pensando que el pelinegro era su
hermano y en el lecho del que sería tal vez su muerte, miró
al cielo y le dijo a Dios en sus pensamientos que lo
perdonara, porque para él no era un pecado el amar a
JungKook y jamás lo sería y que si este era su castigo por
ello, Dios estaba siendo injusto.

El amor no tenía barreras.

Retrocedieron, en la orilla de aquel lago que era su


preferido. Retrocedieron en un intento de escapar,
creyendo que tal vez aquella mujer se levantaría para
seguir haciéndole daño.

—C-co.... cor-rre Ju... Ju-JungKook.7

—No... y-ya no es-escap-paremos m-más.

—M-mi a... a-amor.

—D-de ahora en adelante... —Dijo JungKook con la sangre


aún saliendo de su boca, boca que aún tenía millones de
cosas dulces para decirle a JiMin.
—¿D-de ahora e-en adelante? —Preguntó JiMin sujetando
fuertemente la mano de su amado JungKook.6

—Juntos...

—¿Juntos? —Susurró y JungKook asintió suavemente.


Ambos amantes, con el rostro empapado de lágrimas de
amor, se dieron el último adiós con miradas apasionadas,
arrastrándose lejos del dolor.7

Y entrelazando sus manitos, retrocedieron juntos hasta la


orilla del lago y se adentraron en el, salpicando por todos
lados haciendo resonar el pacífico lugar. Porque cuando
pensaban que todo estaría bien, que su amor por fin se
realizaría y serían felices, un secreto de hermanos se
revelaba y un amor en la eternidad daba inicio, como
aquella hermosa mañana en la que los dos niños, hace más
de veinte años, saltaron al lago con las manos
entrelazadas.
EPÍLOGO
JiMin quería hacer un pastel de chocolate.13

Parado en la cocina pensaba que ingredientes necesitaría


para su postre mientras rascaba su nunca haciendo un
puchero.

Sacó los utensilios e ingredientes que tenía cerca,


poniéndolos en la mesa. Cuando alargó sus manitos para
alcanzar algunas cosas, no las alcanzó. Quejándose de su
tamaño, arrugó su ceño y pataleó como un niño pequeño.
JungKook, quién se encontraba en la sala viendo una
película, escuchó los bufidos del adorable rubio y
sonriendo de lado, entró a la cocina.4

—¿Qué pasa hyung? —Preguntó al ver a un molesto JiMin,


con los brazos cruzados. Totalmente adorable.

—Pasa que te odio por ser tan enorme y yo un enano, eso


pasa —Gruñó.6

JungKook río ante la situación y abrazó a JiMin,


colocándose tras él poniendo su mentón en los hombros
del mayor.4

—¿Y por eso reniegas? Ya deberías haberte


resignado hyung —Rió.

—¡Cállate! —Lo golpeó—. Quiero hacerte un pastel y no


alcanzo algunas c-cosas —Sollozó.
—Ven aquí.

JungKook estiró sus brazos y alzó a JiMin por la cintura


para que alcanzara lo que necesitaba. Moviendolo de un
lado a otro, ayudó al mayor en todo lo que quería.

—A la derecha Kookie, necesito la harina —Le indicó con


su dedito—. Ahora a la izquierda para sacar las grajeas.

JungKook reía ante la situación mientras aprovechaba la


oportunidad para toquetearle, haciéndole cosquillas y
teniendo una gran vista de aquel redondo trasero.15

—Hy-Hyung...

—Listo Kookie, no necesito nada más —Dijo feliz tratando


de bajarse—. Gracias.

—Los cajones de abajo si alcanzas ¿verdad? —Le preguntó


burlándose, recibiendo otro golpe por su sarcasmo—. Au
hyung, cómo te gusta maltratarme ¿no?2

—Eso te pasa por malcriado.

—¿Por qué mejor no me maltratas de otra forma hyung? —


Se acercó peligrosamente—. ¿O quieres que yo lo haga?1

—Ju-JungKook... —Tartamudeó ante la ronca voz del


menor.

JungKook se acercó aún más y lo arrinconó en los bordes


de la mesa besándolo suavemente. Tomándolo por la
cintura lo alzó para sentarlo y tener más comodidad. Besos
profundos y necesitados eran dados por doquier. JungKook
lamió el cuello del mayor por el lado derecho, haciendo que
este temblase de excitación. Moviendo sus manos
desesperadamente por la suave piel de la persona que
amaba, lo acostó sobre la mesa para luego despojarlo de
su suéter y acariciar los pezones que ya yacían
excitados.17

Recorrió el torso desnudo, robándole el dulce olor del


cuerpo y saboreando cada centímetro, llegó hasta la
cinturilla del pantalón y chupó con fuerza, dejando marcas
y levantando el miembro del mayor. JiMin arqueó la
espalda ante la provocación y suspiró extasiado.

—JungKook-ah...

—Shhh tranquilo, te hoy hacer feliz —Le susurró al oído


lamiendo el lóbulo de la oreja en el punto exacto para
hacer vibrar a JiMin—. Te voy hacer feliz porque te lo
mereces bebé.6

Los besos fueron más hambrientos y llenos de lujuria total.


Sin pensarlo dos veces, JungKook arrancó el pantalón de
chandal, dejando expuesto la polla rosada y vibrante.

—Dios, qué hermoso te ves... —Exclamó maravillado. Para


JungKook, el mayor lo tenia en sus manos y podía hacer
con él lo que deseara. —Dilo JiMin, di que tu hombre soy
yo.2

—S-sí JungKookie.

—Si ¿qué? —Gruñó.


—Tú eres mi hombre, y-yo soy tuyo... ¡Ah!1

—Así es mi amor, sabes, ne provoca comerte totalmente —


Le dijo moviendo su lengua alrededor de la polla
necesitada de JiMin.

—Ju-JungKook-ah

—Eso es cariño, gime mi nombre.

Cuando JiMin esperaba ansioso que el menor lo devorara


por completo y cuando JungKook esperaba descontroladp
el explorar dentro del cuerpo del amor de su vida, el timbre
de la casa sonó interrumpiendo su candente encuentro.11

JiMin se bajó de la mesa subiéndose el pantalón, alisando


su sueter y acomodándose el cabello. JungKook quiso
seguir besando al mayor, arrinconandolo nuevamente, mas
este se solto indicándole que debían abrir la puerta que no
dejaba de sonar.

JiMin entró al baño para lavarse la cara con agua helada y


asi bajar la terrible erección. Sus labios hinchados
deberían también ser bajados, pues eso era la prueba viva
de que se estaba comiendo la boca con JungKook.

JungKook caminó hasta la puerta, suspirando un par de


veces tratando de que su ereccion y su ira por interrumpir
su hermosa escena, abrió dejando ver al otro lado a la
persona que se osaba a molestar.

Oh Hae Ji lo miró expectante. JungKook le devolvió la


mirada frunciendo el ceño levemente y cruzando sus
brazos en señal de molestia, mas el enojo le duró poco. En
menos de unos segundos sonrió y fue a abrazarla
fuertemente.22

—¡Hae Ji noona! —Exclamó dando saltitos.

—¡JungKookie! —Gritó la mencionada, emocionada por ver


al menor—. ¡Dios mío! Te extrañé tanto.

—Yo también noona, muchísimo.

La pelinegra entró a la casa y se sentó en el sofá, siendo


acompañada por JungKook, quién le preguntaba cómo
estaba y le comentaba algunas cosas. Fue entonces
cuando JiMin entró a la sala y vio a la hermosa chica que
yacia sentada. No pudo evitar que sus lágrimas cayeran
mientras corría hacia ella para estrecharla entre sus
brazos.

Cálida.

Esa era la palabra exacta para definir a la pelinegra, a


quién no había visto hace algunos meses. Atrayéndola
hacia su pecho, no la dejó ir por varios minutos. La había
extrañado, demasiado y verla le hizo sentir bien.

—¡Hae Ji-ssi! —La besó por todo el rostro—. Mi Hae Ji, Dios,
te he extrañado tanto, tanto.

—¡JiMinnie! Mi JiMinnie, te extrañé, muchísimo, muchísimo


también —Correspondió sinceramente besando la mejilla
de JiMin varias veces.
—¡Ya, ya! Muchos besos y abrazos, deja a mi novio —
Intervino JungKook, empujando su lengua en el interior de
su mejilla y separándolos de tantos besos que se estaban
dando.20

—¡Ja! Eres un celoso de lo peor —Le dijo sacándole la


lengua.

—Y tú eres una... una chica demasiado coqueta —Le


devolvió el gesto, sacándole la lengua y agrayendo a JiMin
hacia él en medio de la risa de los mayores—. Deja de
coquetearle a mi chico.

—Envidioso —Le contestó—. Todo porque yo lo tuve


primero —Susurró.12

—¡¿Qué?! ¡Já! Esta chica —Respondió enfadado—. Pero se


quedó conmigo pues, toma eso.3

Los mayores rieron ante el pequeño berrinche de JungKook


y mirándose entre sí, se fundieron en un abrazo los tres.

JungKook en verdad la quería. Era toda una simple broma,


aunque sí se puso tal vez un poquito celoso, pero nada
más. Siempre apreció a Hae Ji y después de que esta, diera
su vida por la de él, se dispuso a conocerla y saber porqué
ella era amada por todo el mundo. Sus sospechas fueron
acertadas.

Ella era un ángel. La persona más noble, buena, amable y


comprensiva del mundo. Se deshizo en agradecimientos y
sabía que nunca terminaría de agradecerle por todo lo que
había por el y JiMin.
Cuando a penas se despegaron del afectuoso abrazo, el
sonido del timbre los volvió a alarmar. JiMin fue hasta la
puerta y la abrió siendo sorprendido por Min YoonGi quien
lo atacaba con un abrazo de oso.4

—¡JiMinnie! —Lo besó por muchas partes.2

—¡Hyung!

JungKook quién veía la escena, volvió hacer aquel gesto


que mostraba sus celos. ¿Por qué siempre tenían que andar
besando a su novio? Siempre se lo quitaban y no era justo,
JiMin era suyo, sólo y unicamente suyo. Por eso, haciendo
un puchero que no pasó desapercibido, se acercó a la
puerta y los separó.

—Hyung ¿a mí no me vas a saludar?

—Claro que sí mocoso, ven aquí —Le contestó Min,


abrazándolo.

Fue entonces cuando JungKook lo vio. Con su sonrisa tan


enorme y esa aura hermosa que siempre él tenía.

—¡Hobi!4

—¡JungKookie! ¡Maldito desgraciado! Me has abandonado a


mí y a tus hijos ¿Cómo es que has sido tan cruel de
dejarme en el abandono? —Fingió el llanto en el pecho de
JungKook—. Todos los hombres son iguales...15

—¡Que mentiroso! Si fuiste tú quién me abandono por irte


con este desabrido, teníamos tantos años juntos —Lloró de
mentira él también—. Todo mi amor no te fue suficiente y
me engañaste, pero está bien, ya te olvidé y volví a ser
libre otra vez, volví a volar hacia mi vida que está lejos y
perdida para ti~18

Todos rieron por la escena. Un par de abrazos, saludos y


lágrimas de felicidad, vivieron aquellos chicos que tanto se
habían extrañado. El grupo estaba casi completo
nuevamente, sólo faltaba él.

TaeHyung.43

Es por eso que se habían reunido. Para poder ir a visitarlo y


decirle que lo extrañaban mucho y que lo amaban mucho y
que lo necesitaban mucho también. Querían decirle que no
se preocupase, que ellos ahora estaban felices y que si el
estuviera con ellos, se sentiría orgulloso.

JiMin asintió indicando así que ya era hora. Cogiendo sus


cosas salieron del hogar de JungKook y JiMin y fueron
hasta el cementerio. El pasto, más verde que nunca se
sentía cálido debido al sol resplandeciente de aquel día.
Con muchos ramos de rosas blancas, llegaron hasta él.1

Jeon Jae Chan ya e encontraba ahí junto a la señora Park y


el pequeño BaekHyung.

—¡Hyung! —Gritó el pequeño, corriendo hasta JiMin para


que este lo cargase.

Había crecido mucho. JiMin lo recibió entre sus brazos y


cargando de el, caminó.
—Mamá —Le saludó JiMin, dejando a Baek en el pasto y
abrazando a su madre—. Te extrañé mucho mami.39

Y lo había hecho. Aunque aun la sensación de llamarla


mamá era algo extraña, a él le gustaba. Muchísimo. Al
principio no lograba hacerlo, pero el tiempo que paso con
ella, fue lo más gratificante. JiMin ya casi no recordaba los
malos momentos que pasó, había guardado cada recuerdo
en un lugar de su mente que estaba cerrado con llave.

Más aún asi, a veces pensaba en ello, en cómo se dieron


los hechos y en lo mucho que sufrió por perder a TaeHyung
y casi perder a JungKook. Todo lo que pasó aquella
fatidica noche y el como terminó lanzandose al lago junto a
JungKook, heridos y casi al borde de la muerte, a veces le
dolía.

Fue difícil, para JiMin fue muy difícil cuando despertó dos
meses después de un coma del que parecía no querer
despertar. Incluso aquello no fue lo peor de todo, lo más
trágico fue cuando tuvo que reaccionar a la realidad de su
vida. El como tuvo que explicar cada cosa que paso a sus
seres más cercanos y el cómo tuvo que decirle la verdad a
la señora Park.2

Su verdadera mamá.

Fue desgarrador. La mujer al enterarse de todo aquel mal


que Tae Hee habia hecho, se derrumbó llorando como una
niña. JiMin creyó que ella lo despreciaría y odiaría por
haberle quitado la vida que le pertenecía a TaeHyung, mas
se equivocó.

Park Yang Min lo abrazó como nunca y no quiso soltarlo


durante todo aquel día. Lo abrazo por todos aquellos años
que no pudo tenerlo en su regazo, lo acarició como si de un
niño pequeño se tratase y lo amó como sólo una verdadera
madre lo haría. Como Tae Hee nunca lo hizo.4

La mujer no quiso dejarlo ir, alegando que necesitaba


recuperar el tiempo perdido con él. BaekHyun tampoco
quiso dejarlo ir y JiMin sinceramente quisobquedarse
también. Pero al cuarto día, JungKook apareció por la casa
de los Park alegando que extrañaba demasiado a JiMin.

JungKook también había caído en coma cerca de dos


meses. Se levantó una semana y días antes que JiMin y
casi sintió morir cuando el rubio no despertaba. Después
de tantas oraciones y rogando con todo su corazón, que
JiMin reaccionara, Dios pareció escuchar sus súplicas y le
concedió su deseo.

Fue el mismo JungKook quien le había dicho a JiMin que


debería ir con la señora Park para explicarle todo. Pero
habían pasado algunos días y JiMin no regresaba, por lo
que JungKook fue en su búsqueda.3

A partir de ese entonces, la rehabilitación para ambos


jóvenes empezó. Fueron duras sesiones en donde les
hacían sacar de su ser todas esas emociones que por las
noches, en medio de pesadillas, los acechaban.
Fue difícil, mas no imposibles. Para JungKook y JiMin ya no
había imposibles.

—¡Papá! —Gritaron ambos chicos y fueron a abrazar a su


padre.2

Jae Chan los recibió en un abrazo y sintió su corazón


cálido, cuando los vio detenidamente. Para él tampoco
había sido fácil.

Escuchar la explicación de sus hijos, terminar por


convencerse de la verdad, aceptar lo que Tae Hee, la mujer
que tanto amó, fue en vida, dolió como el infierno. Pero el
tenía que ser duerte, por aquellos dos chicos
desprotegidos, tenía que serlo.

—Papá llegaron temprano —Dijo JungKook.

—Sí, fui a recoger a la señora Park y llegamos temprano.

Los saludos se hicieron presenten nuevamente y ahora se


encontraban sentados al rededor riendo y conversando de
todo. Las horas pasaron y la tarde ya iba cayendo, el sol
ocultándose dándole a la luna, el placer de que apareciera
a reinar la noche.

Se levantaron uno por uno, despidiéndose entre sí y de


TaeHyung también, diciéndole que regresarían y adornando
su lugar con las rosas que habían traído.

—Tae, mi querido Tae, debo irme, pero sabes, vendré


pronto nuevamente —Le dijo con una sonrisa sincera—.
Ahora soy feliz como siempre quisiste que fuera, si tan sólo
estuvieras aquí, sería doblemente feliz, pero he llegado a
entender que eres un ángel y que tu lugar es el cielo.1

—Hyung, estoy haciendo feliz a JiMinnie como te lo


prometí, vendremos pronto, espéranos ¿esta bien?9

Caminaron un poco más, alejándose de la tumba de aquel


adorable castañito, mas JiMin, aún se sentía ansioso.
Sabía que lo que estaba a punto de decir no le iba a gustar
a JungKook, pero no podía evitarlo.

—JungKook... q-quiero v-verla.7

—JiMin.2

—P-por favor, sólo un momento.

JungKook no respondió y sólo hizo un gesto. JiMin tomó


eso como un sí y caminó de regreso. Unos pasos más lejos
de la tumba de TaeHyung, estaba ella. La mujer que les
había hecho tanto daño pero también había sido la madre
que lo cuidó.

—M-ma... mamá —Tartamudeó. Era dificil para JiMin ahora


llamarla mamá.

—No entiendo como le puedes decir mamá despues de lo


que nos hizo —Mencionó un molesto JungKook.

—Es mamá JungKook, no fue mala, ella sólo... perdió su


camino.

—No puedo perdonarla.24


—Yo aún tampoco, por mí si, pero por ti no, por todo lo que
te hizo no puedo hacerlo —Dijo sinceramente—. Pero algún
día tendremos que perdonarla JungKook, no podemos vivir
con rencor.

—Lo sé, pero no hoy JiMin, no por ahora, vámonos por


favor.

JiMin asintió parándose para despedirse de la mujer a la


que alguna vez amó. Algún día la perdonaría, pero como
decua JungKook, por ahora aún él tampoco podía.

Tomó del brazo a JungKook y salieron del lugar, a seguir


sus vidas, a seguir siendo felices.

La noche ya habia caído. Caminaban juntos de la mano, sin


importar las miradas fijas en ellos y se adentraron en el
lugar donde comerían. Sonreían por todo a pesar de que
sus vidas en algún momento fueron trágicas, mas eso no
importaba ya. La felicidad había llegado por fin, los vientos
soplaban a su favor y la luna, tan resplandeciente como
siemore, los alumbraba aquella noche más que nunca.3

Se sentaron en unas mesas compartidas y pidieron comer


muchas cosas deliciosas. Eran una pareja hermosa ante
los ojos del mundo entero. Mientras se daban de comer los
bocadillos, reían, juntaban sus frentes y sus miradas
enamoradas se cruzaban, el mundo se regocijaba ante su
amor.
—Hyung —Llamó JungKook—. Ahora que lo pienso, aquella
vez cuando despertamos, lo hicimos casi al mismo tiempo
¿verdad?

—Sí, es verdad Kookie.

—Ahora que lo pienso detenidamente ¡qué goals! —Exclamó


llamando la atención del ahora castaño—. Somos tan
bellos.22

—Este chico... —Respondió entre risas JiMin, sonrojándose


sobre manera.

—¡Espera hyung! —Alarmó JungKook, tomando la atención


de JiMin—. ¿No hueles algo quemándose? —Preguntó
preocupado.46

—Lo siento, no —Respondió JiMin mirando por todos lados,


buscando algo que estuviera quemándose.

—Es mi corazón que está ardiendo por ti~62

—Aish —Exclama JiMin entre risas—. ¿Qué está mal


contigo?4

—También es duro para mí hyung —Le contestó


avergonzado—. ¿No te gusta cuando trato de actuar tierno
para ti?

—Tu voz es rara —Le pega, sonrojándose por enésima


vez.19

—Au hyung, en serio voy a demandarte por maltrato físico


conyugal —Se queja.2
—Eso te pasa por molesta...

Un beso. JiMin fue callado por un dulce beso de parte de


JungKook. Sus bocas se unieron en un sólo compas,
danzando delicadamente. Un beso de amor, del más puro y
verdadero amor. Y la gente no lo vio mal, no criticó y no los
juzgó. Ya nadie podía juzgarlos por un amor que creían era
prohibido, mucho menos cuando en verdad nunca lo fue. La
gente alrededor sólo los miró tan tiernamente, pensando
que eran demasiado lindos juntos. JiMin sonrió entre el
beso y suspiró porque al fin, JungKook y él estarían juntos
para siempre.5

—Me gusta tu nuevo color de cabello mi amor —Le susurró


JungKook acariciándolo.

—Lo sé, mi cabello rubio brillaba mucho.

—Tú eres quien brilla JiMin-ssi —Comentó enamorado—.


Pero este color está bonito, tan bonito como tú —Lo halagó
dándole un besito en la punta de la nariz.

—V-ven, tomemos una foto JungKookie —Dijo JiMin,


alargando su manita para tomar la foto—. En tres, dos...+

—Te amo JiMinnie.2

—Te amo Kookie ¡Sonríe mi amor!10

Click.
FIN

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