Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hay casos de familias en las cuales todos los hijos han recibido las mismas
buenas influencias dentro de ella, pero mientras unos han resultado responsables,
estudiosos y con valores morales, otros han resultado holgazanes, irresponsables
y carentes de valores. Tales contrastes ocasionan desgarradores complejos de
culpa a los padres que se preguntan: ¿Qué fue lo que sucedió?...¿En qué fallaron
como padres?...¿Será que un medio social dañado y las malas amistades
influyeron más que la propia familia?.
En realidad, las investigaciones científicas han demostrado sin lugar a dudas que
hay un componente genético hereditario. En tal sentido es importante referir el
llamado ‘Estudio de la Universidad de Minnesota con Gemelos’, que se inició en
1990 y en el cual se hizo el seguimiento de más de 8.000 gemelos, tanto
dicigóticos (provenientes de distintos cigotos), como monocigóticos (gemelos
provenientes de un mismo cigoto y por lo tanto genéticamente idénticos). Entre los
gemelos monocigóticos, la investigación hizo el estudio de las características de
personalidad de 130 pares de gemelos monocigóticos que se criaron por
separado, es decir, en circunstancias diferentes.
Ese estudio evidenció que los humanos tienen predisposiciones genéticas. Los
investigadores del mencionado estudio concluyen que en promedio,
aproximadamente un 50 % de la variación entre los individuos humanos se puede
atribuir a lo genético y el otro 50 % de la variación se puede atribuir al ambiente,
es decir, a la crianza (2).
Por otra parte podemos preguntarnos: ¿Una persona puede tener genes que la
hacen propensa a ser agresiva?...Los científicos piensan que muchos genes
pueden incidir en la predisposición de una persona para ser agresiva y es muy
difícil cuantificar la incidencia de un gene particular. No obstante, hay algunas
evidencias de que algunos genes pueden ser más significativos que otros. Por
ejemplo, el gene conocido como MAO-A codifica la síntesis de una de dos formas
de la enzima Monoamino-oxidasa. Esa enzima MAO-A cumple un papel muy
importante para mantener estados mentales normales porque degrada 3
neurotransmisores que se utilizan para transmitir señales de una neurona a otra:
serotonina, norepinefrina y dopamina. Estos neurotransmisores necesitan ser
erradicados después de que han cumplido su función en la transmisión de una
señal. Si se permitiera que se acumulen en el cerebro, se mantendrían activadas
neuronas que deberían haber retornado a una situación de inactividad.
El papel de la MAO-A en el control de la agresividad se detectó en 1993 cuando
se estudió una familia holandesa en la cual los hombres tenían inclinación a
comportarse de una manera muy violenta. Los 8 hombres habían heredado una
forma anormal del gene MAO-A, ya que una mutación en ese gene había causado
que la enzima MAO-A fuera inefectiva, y los neurotransmisores se acumulaban lo
cual incidía en que fueran muy agresivos. Ese es un caso extremo pero hay
maneras más sutiles que hacen que una persona tenga una propensión a ser más
o menos agresiva. Los genes son controlados por unos ‘promotores’ que son
secuencias cortas de ADN ubicados cerca de los genes que controlan, y por estar
constituidos por ADN pueden tener mutaciones igual que el ADN de los genes.
NOTAS: (1) Judith Rich Harris and Steven Pinker (1999, revised edition 2009) ‘The
Nurture Assumption’. The Free Press. También: Judith Rich Harris (2006) ‘No Two
Alike: Human Nature and Human Individuality’. W.W. Norton & Co. También:
Judith Rich Harris: ‘Zero Parental Influence’, pp. 177- 180, en John Brockman (Ed.,
2007) ‘What is Your Dangerous Idea?’. Harper Perennial (2) Sobre este estudio
véanse Pags. 12-17 en William R. Clark and Michael Grunstein (2000) ‘Are We
Hardwired?. The Role of Genes in Human Behavior’. Oxford Univ. Press. (3) Los
estudios sobre genes y predisposición a la violencia se pueden ver en Pags. 54-57
en Nicholas Wade (2014) ‘A Troublesome Inheritance’. The Penguin Press. (4)
Pag. 57 en Nicholas Wade (2014) Op.Cit. (5) Sobre el temperamento innato y el
desarrollo de la personalidad, véase pags. 128-131 en Steven R. Quartz and
Terrence J. Sejnowski (2002) ‘Liars, Lovers and Heroes. What the new brain
science reveals about how we become who we are’. HarperCollins Publishers (6)
Matt Ridley (2003) ‘The Agile Gene. How Nature Turns on Nurture’. HarperCollins.