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La verdad es que el destino de un ser está dictado por los patrones de herencia
desde el momento de la concepción del individuo, y luego del nacimiento, el
ambiente es un factor importante para determinar el desenvolvimiento de la
conducta del ser, como lo es la crianza en la etapa infantil.
Podemos inferir en que los genes determinan las características heredadas, pues
el ADN (ácido desoxirribonucleico) es no más que el portador de todas las
instrucciones de cada célula, como una marca original e individual en cada
persona o ser vivo. Mendel propuso las “Leyes de herencia” y así utilizó el término
de HERENCIA DOMINANTE para explicar los rasgos heredados por el ser u
organismo y finaliza con que de la unión de dos seres paternales solo uno de los
rasgos de ambos predomina sobre el otro, al que predomina se conoce como
DOMINANTE y el que permanece oculto, o no se hace tan notable se denomina
RECESIVO.
Se han agrupado los siguientes puntos porque no es fácil separar los argumentos
en contra de las dificultades reales y si ambas cosas no se deben, en gran
medida, a la falta de un verdadero interés por el tema, tanto a escala personal
como en el ámbito político por motivos filosóficos o sociológicos.
La mayoría de los estudiosos sin embargo teóricos consideran todo que tanto la
naturaleza y crianza interactúan constantemente.
* Estudio de gemelos: cuando los gemelos son idénticos, son más parecidos en un
rasgo que los gemelos fraternos. Los gemelos idénticos que han sido criado en
lugares diferentes, si se encuentran, con frecuencia resultan muy similares.
* Estudio de adopción: cuando los niños adoptados son más parecidos a sus
padres y hermanos biológicos, la influencia de la herencia aparece; cuando se
parecen más a las familias adoptivas, la influencia del medio ambiente es clara.
Uno de los debates científicos y sociales más vivos durante los últimos años es el
que gira en torno a cuál es la influencia de los genes en nuestro comportamiento.
Ya sea en discusiones sobre feminismo, educación o delincuencia no tarda en
salir la cuestión de si los roles de género, el talento, la agresividad o cualquier otro
rasgo de la personalidad son algo heredado, que a cada persona le vino de serie
al nacer, o bien lo aprendió de su entorno.
Una polémica que suele estar avivada por las noticias que de un tiempo a esta
parte han empezado a surgir acerca del descubrimiento de genes que afectarían a
comportamientos cada vez más específicos: ya sea alcoholismo, timidez,
homosexualidad… la batalla entre ambientalistas e innantistas aparentemente
está resolviéndose a favor de estos últimos. Pero la disputa viene de lejos y el
péndulo no ha dejado de oscilar de un lado a otro según la época.
En el siglo XVIII, cuando los filósofos ilustrados Locke y Hume sostenían que al
nacer la mente es como una página en blanco -todo dependía del entorno en el
que una persona creciera- mientras Rousseau teorizaba sobre el buen salvaje que
no había sido corrompido por la civilización. A lo largo del siglo siguiente pasó a
imperar la opinión opuesta, en parte gracias a Francis Galton -primo de Darwin-,
que fue el primero en establecer como conceptos opuestos “naturaleza” y
“entorno” (nature y nurture, en inglés). Galton, fue partícipe de los valores racistas
y clasistas victorianos que sirvieron para justificar el imperialismo, la frenología y
poco después, a comienzos del siglo XX, las políticas de eugenesia con personas
consideradas nocivas para la mejora de la raza, que tendrían como colofón
apoteósico el genocidio llevado a cabo por el III Reich.
El fin de la Segunda Guerra Mundial supuso en este debate un nuevo giro del
péndulo en sentido contrario, uno especialmente drástico. Por temor a que
cualquier hallazgo al respecto se convirtiera en un caballo de Troya para la
doctrina política que ya había devastado Europa, cualquier alusión a posibles
rasgos innatos y heredables pasó a considerarse tabú. Las utopías hippies de un
mundo perfectamente igualitario en el que todo fuera paz y amor, requerían un ser
humano totalmente moldeable por medio de la educación. Con el paso de los años
las aguas fueron calmándose, los estudios sobre genética comenzaron a proliferar
y el clima intelectual fue abriéndose poco a poco a estas ideas. El péndulo
comenzó a moverse de nuevo en sentido contrario.