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Jake M.O.

ROTO
Serie Lazos de Sangre
Libro 1

Título: Roto
Autora: Jake M.O.
Año de publicación: 2024
Lugar: España
ISBN: 9798877655737
Publicación independiente en Wattpad y Amazon KDP.
“Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven
dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan.”
Stephen King.
Contenido
Estructura mafia italiana
Diccionario
Sinopsis
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta Y uno
Treinta Y dos
Treinta Y tres
Treinta Y cuatro
Epílogo
Próximo libro
Estructura mafia italiana
Provincia: Unidad formada por los principales cargos de
la mafia italiana, normalmente por los Don, si alguno falla,
puede enviar a su consegliere o un capo de confianza en su
lugar. En sus reuniones acuerdan no traspasar territorios de
otros Dones para comerciar.
Don: Máximo jefe, su poder está por encima de
cualquiera.
Dones de esta historia y sus territorios:
Norte del país:
Mafia: ’Ndrangheta.
Don: Tomasso Romano.
Heredero: Ares Romano.
Regiones: Lombardía, Valle d’Aosta, Piemonte, Liguria,
Véneto, Tarentino Alto Adige y Friuli Venezia Giulia.
Controlan Calabria, al sur del país.
Residencia: Milán.
Centro del país:
Mafia: Casamonica.
Don: Mauritio Médici.
Heredero: Gianluigi Médici.
Regiones: Emilia Romagna, Toscana, Marche, Umbría y
Lazio.
Residencia: Roma.
Sur del país:
Primera familia:
Mafia: Camorra.
Don: Federico Russo.
Heredero: Giani Russo.
Regiones: Campania y Basílica.
Residencia: Nápoles.
Segunda familia:
Mafia: La Cosa Nostra.
Don: Primo Moretti.
Heredero: Michel Moretti.
Regiones: Sicilia y Cerdeña.
Residencia: Palermo.
Tercera familia:
Mafia: Sacra Corona Unita.
Don: Giuseppe Di Cardo.
Heredero: Francisco Di Cardo.
Regiones: Puglia, Molise y Abruzzo.
Residencia: Bari.
Capo: Jefe bajo el mando del Don, están esparcidos por
las capitales de las regiones, excepto en la que vive el Don, ahí
gobierna él.
Consegliere: Consejero y mano derecha del Don o el
capo. El consegliere del Don tiene más poder que el del capo.
Ejecutor: Pueden haber uno o dos, se encarga de
ejecutar las órdenes del Don o el capo, suelen ser los que
torturan y se encargan de matar.
Soldados: Todos los demás miembros de la mafia que
no tienen un cargo importante.
Diccionario
Algunas palabras usadas en esta historia son italianas, es
por eso que dejo aquí sus traducciones para que os sea más
fácil la lectura. Son palabras cortas y conocidas si has leído mi
otra saga de mafia.
Stronzo - Estúpido, imbécil, gilipollas (Stronzi en plural)
Coglione - Capullo, Cretino.
Cazzo - Coño, joder, carajo.
Vaffanculo - Vete a la mierda, Vete a tomar por culo.
Cagna - Perra
Puttana - Puta.
Porca puttana - Me cago en la puta.
Figlio di puttana - Hijo de puta
Principessa - Princesa
Amore/Amore mio - Amor/Mi amor
Mia vita -Mi vida
Piccolo/Piccola - Pequeño/Pequeña (Piccoli en plural)
Bambino/Bambina - Niño/Niña (Bambini en plural)
Mamma - Mamá
Papà - Papá
No siempre se usarán estas palabras, pero las dejo aquí por
si acaso y por si se me olvida poner las traducciones bajo los
capítulos.
Sinopsis
Ares Romano:
Venus no fue creada para estar conmigo, era mi hermana,
mi gemela. Pero al diablo con eso, la deseaba y ella me
deseaba a mí. No nos importaba nuestra consanguinidad,
nunca fue un obstáculo, lo dejamos de lado y funcionó. Ella
me amaba, me veía tal y como era, lo más sorprendente es que
no le asustaba mi oscuridad. Le gustaba nadar en ella, se hacía
más grande, más fuerte y valiente. Nunca me tuvo miedo,
hacía bien, jamás podría dañarla. Yo estaba roto, pero ella
también.

Venus Romano:
Ares y Venus, dos amantes de la mitología griega. Nuestra
madre debió ver el futuro cuando nos nombró así, estábamos
destinados. No me escondo, estoy profunda y locamente
enamorada de mi hermano, mi gemelo. Él siempre fue
diferente, desde pequeño, pero yo siempre fui su luz, su ancla
en la cordura. ¿El problema? Que me gustaba su oscuridad,
nos protegía, nos cuidaba. Eros y yo estábamos a salvo con él
en este mundo. Los monstruos también saben amar.
Uno
Ares
Dicen que cuando una vida se desvanece otra está a punto
de comenzar. No es lo que veo, cuando quito una vida voy a
por la siguiente y luego a por otra. Soy un asesino, un sádico.
Me gusta hacer daño, no tengo consciencia, no siento las
emociones como los demás seres humanos.
Psicopatía monoempática.
Eso es lo que el psiquiatra me diagnosticó cuando tenía tres
años. Desde muy pequeño supe que era diferente, no amaba a
mis padres, no amaba a nadie. A nadie que no fuera ella. Mi
gemela, mi hermana, mi adoración más pura, mi luz y mi
oscuridad, mi sol y mi luna. Mi Venus. Mi único sentimiento
está dirigido hacia ella y Eros, su hijo. No diría que los amo,
no de una forma tan mundanal como lo hacen los demás
humanos. Mis sentimientos por ellos son mucho más
profundos y oscuros, son egoístas. Los quiero únicamente para
mí, ellos me pertenecen y lo saben, los protegeré, los cuidaré y
haré cualquier cosa por ellos. Aunque eso suponga matar,
como estoy haciendo ahora.
El bastardo que yace en mis pies es el padre de un niño que
empujó a Eros esta mañana en el parque. Nadie le hace daño a
alguien que me importa, Eros lo hace, me importa mucho, es
mi sangre. Aunque no es por lo que me importa, lo adoro
porque viene de ella, estuve allí cuando nació. Tan pequeño y
vulnerable, le hizo algo a mi corazón cuando lo sostenía en
mis brazos por primera vez, creo que escuché un latido. Le
hice un juramento, el mismo que le hice a su madre, lo
protegería de cualquier mal del mundo. Sería su sombra, su
protector, su asesino personal. Cualquier cosa que me pidiera
se lo daría.
Golpeo una última vez a este maldito stronzo. No voy a
tolerar que nadie falte el respeto a las únicas dos personas que
amo.
-Iván, llama a Fabián, que se encargue de limpiar este
desastre- ordeno.
Él asiente. Me giro hacia el pequeño hijo de puta que se
atrevió a empujar a mi piccolo. Tiene los ojos desorbitados,
la mirada perdida. Ha visto todo lo que le he hecho a su padre,
así aprenderá a no meterse con quien no debe. Me agacho
frente a él, ni siquiera me mira, pero su cuerpo tiembla. Eso
está bien, sabe que estoy aquí, puede sentirme.
-¿Vas a volver a empujar a Eros?- le pregunto.
Niega con la cabeza lentamente, me pongo de pie y
revuelvo su pelo con mi mano.
-Así está mejor, piccolo- le digo- Nunca debiste haberlo
tocado.
-Ares- me llama Iván- Deberíamos irnos ya, Fabián y su
equipo vienen de camino, tu padre va a enterarse de esto, si no
lo ha hecho ya.
Mi boca se curva por un lado. Estoy deseando que mi padre
se entere de esto. Iván niega con la cabeza.
-Lo estás deseando, ¿verdad?- me pregunta.
Palmeo su hombro. Creo que, después de Venus, es la única
persona que me conoce de verdad. Nos conocemos desde que
lo salvé de un depredador sexual cuando teníamos trece años,
no fue la primera vez que maté a alguien, ya lo había hecho
antes. Estaba con mi padre por las calles de Milán cuando
escuche a un niño gritar, en realidad, sólo tenía curiosidad por
saber qué estaba pasando. Cuando encontré a Iván, ese hijo de
puta lo tenía sometido, estaba a punto de violarlo, en plena
calle. Saqué el cuchillo que llevaba siempre conmigo, el que
mi padre me había arrebatado en diferentes ocasiones y
siempre recuperaba, me acerqué por detrás a ese hijo de puta y
lo apuñalé en la yugular. Se desangró como un cerdo, Iván
salió de debajo de él para esconderse detrás de mí mientras se
ponía sus pantalones viejos, roídos por el paso del tiempo. Vio
desangrarse a ese enfermo y no dijo nada. Le pregunté si no
tenía miedo de mí, como todas las personas solían sentir
cuando me conocían de verdad. Iván negó con la cabeza, fue
en ese momento cuando lo tomé de la mano y lo llevé hasta mi
padre, a quien le insistí para llevarlo a casa. Al principio se
negó, pero, después de amenazarlo con hacer daño a todos sus
soldados, aceptó. Mi padre sabía que sería capaz de eso y de
más. Desde entonces, Iván se convirtió en mi mano derecha, a
él le gusta llamarnos mejores amigos. En cierto modo, siento
aprecio por él, no al nivel que lo siento por Venus o Eros, pero
estoy dispuesto a volver a matar por él. Esta puta psicopatía es
un caso extraño, muchos creen que soy un sociópata, no es así.
No actúo por impulso, siempre lo tengo todo bien controlado,
necesito tener el control de las situaciones.
Me subo a mi coche, un Mustang Mach 1 de color negro,
un regalo de mi hermana. Nunca salgo de casa en otro coche
que no sea este. Mi pequeña zorra me tiene vigilado, que no
piense que no he encontrado el gps localizador escondido
cerca del motor. Puede aparentar ser una esposa sumisa e
inocente, pero yo la conozco de verdad, todos los que pasan
tiempo a solas con ella lo hacen. Puede que yo sea el psicópata
diagnosticado, sin embargo, Venus no es precisamente una
persona sana mentalmente. Estamos jodidos, muy jodidos de
la cabeza. ¿Acaso me importa? No, la quiero así.
Piso el acelerador en cuanto Iván está dentro del coche,
viene conmigo a todos lados. Vive en mi casa, en mi ala de la
casa. La maldita estructura tiene más metros cuadrados que el
jodido Vaticano, a mi padre le encanta aparentar, cree que una
casa de esas características lo hará parecer más importante.
Como si no fuese suficiente ser el Don de la ‘Ndrangheta,
como si no fuese suficiente con gobernar el norte de Italia y el
sur. Lombardía, Calabria, Piemonte, Véneto, todos esas
regiones nos pertenecen y alguna más. Somos la mafia italiana
más grande hasta la fecha, he ayudado a mi padre a tomar
todos esos territorios, me ha estado usando como su perro de
presa desde que cumplí dieciséis años, su ejecutor. Desde que
mi cuerpo se hizo más grande y fuerte, si hay algo de mí que le
gusta a mi padre es mi metro noventa y cinco, siempre lo
adoró. Y, aunque no lo diga, sé que también le viene bien mi
psicopatía para sus planes, soy más un peón que su hijo. De
hecho, nunca me vio como un hijo, no es necesario que me lo
diga, puedo ver el desprecio en él cuando no me necesita.
Tampoco es que me importe, nunca lo he visto como un padre,
sólo un bastardo del que espero la muerte. Joder. Es lo que
más deseo en el mundo, que muera pronto para poder tomar su
lugar, seré el próximo Don, aunque ya me esté encargando de
la mayor parte del trabajo. Mi puto padre sólo se preocupa por
ordenar cosas y follarse a sus putas.
-El cargamento está a punto de entrar por Venecia.
La voz de Iván me saca de mis pensamientos.
-Llama a Matteo, que esté atento a cualquier movimiento,
este cargamento es muy importante- le digo.
-¿Era necesario?
-No puedo leer tus pensamientos, querido amigo.
-Tener al niño viéndote torturar y matar a su padre.
-Sí.
-Sólo tiene seis años, lo has traumado para toda la vida.
-¿Cómo hice contigo?
Iván sonríe.
-No me traumaste, lo sabes.
-Lo superará.
-¿Y si no?
-Hay instituciones mentales con plazas disponibles.
-Deberías solicitar una para ti.
-Vendrías conmigo, lo sabes.
-Por supuesto, soy tu mascota.
-Exactamente.
El bastardo se ríe. Nunca lo he considerado una mascota,
quizás haya desarrollado algún tipo de sentimiento extraño por
él. Mi pecho vibra por la risa. Eso es una estupidez.
-¿Sabes si Venus está en casa?- le pregunto.
-No, Ares, a pesar de lo que creas en tu jodida cabeza, no
tengo un dron siguiendo los pasos de tu hermana.
-Deberías, hazlo. Compra un dron y que la siga a todos
lados.
-Ares- advierte- Me matará si lo hago.
-Te cubriré las espaldas.
-No voy a hacerlo, puto psicópata. Ella estará con su esposo
cenando en algún lugar de Milán, sabes que a Martino le
encanta presumir de esposa.
Aprieto el volante con mis manos, odio a ese cabrón que se
casó con ella. Era necesario hacerlo, lo entiendo, pero lo odio.
La trata como a un trofeo, como si hubiera conseguido el
mayor logro de su vida. Por supuesto que lo hizo, Venus es la
hija de su Don, un puto Consegliere casado con la hija del
Don.
Abro el portón de la entrada y aparco el coche dentro de los
muros de la propiedad Romano, salgo del coche y voy hacia
dentro mientras saco del bolsillo de mi pantalón mi móvil.
Marco el número de Venus a la vez que camino hacia su lado
de la casa. No tuve que amenazar a Martino para que se
quedaran aquí a vivir, por supuesto que ese cabrón codicioso
querría vivir en esta casa. Una maldita mansión de dos plantas
con más de veinte habitaciones, cinco por cada ala. Pero no es
eso por lo que quiere vivir aquí, sino por lo que representa este
lugar. El hogar de la familia Romano, el hogar del Don.
Guardo el móvil de vuelta en mi pantalón, mi hermana no
ha atendido la llamada. Abro un poco la puerta de la
habitación de Eros, asomo la cabeza antes de entrar. Me acerco
a él y me siento en el borde de su pequeña cama. Niego con la
cabeza a la vez que aparto el libro de su cara.
-Buenas noches, piccolo- susurro en voz alta.
Me levanto de la cama, apago la luz que mi hermana
siempre le enciende para que no tenga miedo a la oscuridad.
Maldita sea, es Eros Romano, no le tiene miedo a la puta
oscuridad. Pero Venus no atiende a razones, sigue pensando
que es un niño pequeño. Me encuentro de frente con ellos
cuando llego a la entrada de la casa.
-Venus- la llamo- ¿Tienes tu móvil encima?
-Sí, Ares, lo he oído.
-¿Y por qué no has cogido mi llamada?- gruño.
Martino se pone delante de ella, ocultándola de mi vista.
Como si pudiera hacer algo en mi contra. Lo miro a los ojos,
negros como la noche.
-Apártate- espeto.
-Por si no te has dado cuenta, acabamos de llegar de una
cita romántica, voy a llevarme a mi esposa a nuestra
habitación.
Lo agarro por las solapas de su chaqueta.
-Fuera de aquí Vitale- le ordeno- No me obligues a llevarte
arrastras a tu habitación.
Me da un empujón hacia atrás, aunque es más bajo que yo,
tiene casi la misma fuerza. Sus treinta y cinco años nunca
fueron un impedimento para él, siempre tuvo la vitalidad de un
joven, creo que eso es lo que le atrae a mi padre para tenerlo a
su lado.
-Martino, ve a nuestra habitación, iré enseguida- le dice mi
hermana.
Martino se gira hacia ella, le pega la boca al oído.
-Te espero en nuestra cama, mia vita.
Doy un paso adelante, pero Venus pone una mano en mi
pecho para detenerme.
El hijo de puta se aleja con una sonrisa en su rostro, quiero
matarlo. Las manos de mi hermana se posan en mis mejillas,
me obliga a mirarla.
-Cálmate, Ares.
-Te he estado llamando.
-Una sola vez, no lo he cogido porque estábamos cerca de
aquí.
Rodeo su cuerpo con mis brazos, apretándola contra mi
cuerpo.
-Sabes que tienes que atender mis llamadas siempre,
hermanita.
Pone los ojos en blanco.
-Quizás debería ir a matar a tu esposo, así entenderías que
siempre debes atender a tu hermano mayor.
-Morte- murmura en voz casi inaudible.
Mi polla se endurece en mis pantalones, ella sabe el efecto
que ese apodo produce en mí. Inclino mi cabeza hacia adelante
hasta pegar mi boca a su cuello.
-Ven conmigo a mi habitación, amore.
-Debo ir con Martino primero.
Aprieto su culo con mis manos.
-Ares, van a vernos.
-Nunca me ha importado. Tú decides, amore, te follo aquí
o en mi habitación, en un lado o en otro te haré gritar.
No me pasa desapercibido el suave gemido que se le
escapa.
-Puedes fingir todo lo que quieras con ese hijo de puta, no
conmigo, Venus.
La tomo por la barbilla con mis dedos, sus ojos azules se
encuentran con los míos del mismo color. Un par de gemelos,
con el pelo de color negro, los ojos fríos y azules como el
hielo cuando está concentrado. Acaricio con mis nudillos la
piel de su mejilla, tan blanca y suave. Tan pequeña a mi lado,
tan vulnerable para mí, tan salvaje para otros. Bajo mi vista a
sus gruesos labios, los que tantas veces he besado.
-¿Qué decides, hermanita?
-Iré en cinco minutos.
-¿Tan poco dura ese bastardo?
-Ares, basta con eso. Sabes que ya no me toca, tiene a sus
amantes para eso. Se irá en cinco minutos a encontrarse con
una.
-¿Y por qué parece que te acuestas con él?
Sus dedos recorren la línea de mi recta mandíbula hasta
llegar a mis labios, los que ella mira con tanto deseo, acaricia
mi labio inferior con las yemas de sus dedos.
-Le gusta provocarte- me dice.
-Sus provocaciones acabarán muy mal para él algún día de
estos, amore.
-Eros te odiará.
-Ambos sabemos que eso no es cierto, Eros me adora.
-Padre te odiará.
-Ya lo hace.
-Yo te odiaré.
La empujo con mi cuerpo, su espalda golpea con la puerta
de la entrada.
-Nunca podrías odiarme, amore mio. Me amas, estás
enamorada de tu hermano, de tu gemelo.
Me separo de ella.
-Cinco minutos, Venus, es todo lo que tienes para llegar a
mi habitación o iré a por ti.
-Cinco minutos, hermano.
Camino hacia mi habitación, la anticipación por estar
dentro de su coño me tiene la polla como el acero. Esto lo
comenzó ella, fue quien confesó lo que sentía por mí. Me dijo
que no eran sentimientos de hermanos, no del todo. Sentía por
mí otro tipo de amor, uno más profundo, más mundanal. Sólo
teníamos trece años, aunque me la follé por primera vez
cuando teníamos quince. Nuestro padre nos había dejado solos
en casa durante una semana, y sí, no dejé de follármela durante
toda esa semana. Después de que él volviera, Venus fingía
tener miedo para dormir en mi habitación, la zorra estaba
deseando empalarse en la polla de su hermano. Aprendió a
chupármela y yo aprendí a comerme su coño. Tiene la misma
adicción por mí que yo por ella. Somos unos enfermos, unos
putos enfermos que follan como conejos. Estamos rotos y
adoramos estarlo.
Dos
Venus
Una locura. Una hermosa y peligrosa locura. Es así como
siempre defino mi relación con Ares, no sé cuándo se torció
todo. Pero me di cuenta de que lo amaba de una forma
diferente, yo no veía a mi hermano sólo como un hermano, era
algo más que eso. He de admitir que Ares siempre me ha
protegido, incluso de Gina, la esposa de nuestro padre.
Digamos que no le caigo bien, nunca lo hice, tampoco sé por
qué. Creo que le recuerdo a mi madre, Ares y yo nos
parecemos a ella físicamente. La extraño tanto, hace dieciocho
años que se fue de este mundo, fue la mejor madre del mundo.
Mi niña interior de seis años la sigue llorando.
Entro en mi habitación, Martino sale del vestidor con la
ropa cambiada, cree que ensuciará nuestro lecho conyugal si
se encuentra con otras con la ropa con la que ha salido
conmigo.
-Volveré en tres horas, más te vale estar aquí en nuestra
cama.
Levanto una ceja mirándolo.
-¿Me estás amenazando, Martino?
-Te estoy advirtiendo de que no sucederá nada bueno si
vuelvo y no estás aquí.
Suelto una carcajada.
-¿Es divertido para ti?- me pregunta.
-Es muy divertido que creas que puedes amenazarme y
salirte con la tuya- contesto.
-Venus, no me provoques.
Me acerco a él de forma amenazante, me importa poco su
metro ochenta y ocho.
-No me provoques tú a mí, Martino.
-Eres muy valiente con Ares cubriendo tu espalda. ¿Serías
igual si él no estuviera?
Saco el cuchillo de mi muslo, el que siempre llevo encima,
como mi hermano me enseñó. Aprieto la hoja contra la
garganta de mi querido esposo.
-Ares me protege, Martino, pero sé defenderme. Atrévete a
amenazarme de nuevo y no volverás a ver la luz del sol nunca
más.
-Aparta eso de mí.
Hago caso omiso a su orden, de hecho, hago todo lo
contrario, aprieto más la hoja hasta que un hilo de sangre se
desliza por ella.
-Ni una jodida amenaza más. ¿Lo has entendido?
-Sí.
En cuanto me giro, me sujeta por detrás, lo golpeo con mi
cabeza en la boca, lo que provoca que me suelte de inmediato.
Me giro para mirarlo con mi cuchillo de caza apuntado hacia
él.
-¿Es que quieres que Ares te mate?- escupo- Me dio cinco
minutos para ir a hablar con él y darle las buenas noches y ya
he gastado más de cuatro contigo.
-No, hermanita, ya van cinco.
Un escalofrío recorre mi columna vertebral al oír su voz. La
figura de mi hermano pasa por mi lado, intento sujetarlo, pero
se me escapa. Está decidido en ir a por Martino, no puedo
permitirlo. Me pongo delante de Ares.
-Por favor- le suplico.
-¿Te ha tocado?- me pregunta.
-Sé defenderme, hermano.
-Eso lo sé, pero puede tocarte en un descuido. ¿Lo ha
hecho?
-No, yo lo he golpeado a él, míralo.
Mi hermano lo mira de arriba a abajo, luego devuelve su
mirada hacia mí.
-Necesito que me cantes la canción para poder dormir- me
dice.
-Ya eres mayor para que le pidas a tu hermana que te cante
canciones para dormir- espeta Martino- Ni Eros hace eso.
Venus no vas a volver a dormir con él, no es un niño pequeño,
maldita sea.
-Iré en cuanto me cambie, hermano- contesto a Ares-
Espérame allí.
-Te esperaré aquí.
Me pongo de puntillas, ni siquiera con tacones de quince
centímetros llego a la altura de mi hermano. Pego mi boca a su
oído.
-Morte- susurro.
Su respiración se agita.
-Tienes un minuto, hermana.
Espero a que Ares salga de la habitación, no sin antes
amenazar a Martino con la mirada. Me giro hacia mi esposo.
-Vete y no regreses esta noche o Ares vendrá cuando estés
durmiendo y te matará.
-Tu padre lo matará.
Se me escapa una risa.
-¿Cuántos años llevamos juntos, Martino? ¿Aún no te has
dado cuenta de que mi padre jamás matará a su mejor asesino?
Antes te mataría a ti.
Martino se acerca a mí, toma mi barbilla con sus dedos.
-Hay muchas cosas que no sabes, mi amada esposa.
Después de decir eso se marcha de la habitación. Entro en
el vestidor, me cambio el vestido por algo más cómodo, unos
pantalones cortos de algodón y una camiseta de tirantes. Salgo
de la habitación una vez que me he desmaquillado y cambiado
la ropa. Antes de ir al ala de Ares, me asomo a la habitación de
mi hijo, sonrío cuando lo veo profundamente dormido, aunque
su luz para la oscuridad está apagada, Ares ha debido venir a
verlo. Apoyo la cabeza en el marco de la puerta, Eros es el
mejor regalo que la vida me dio. Un brazo rodea mi cintura,
con la mano del otro brazo cierra la puerta.
-Ya ha pasado el minuto- susurra en mi oído- Deja dormir
tranquilo a Eros, él está bien aquí, amore.
Su boca se posa en mi cuello, haciéndome gemir, conoce
mis puntos débiles y se aprovecha de ello.
-Te voy a follar en tu cama para que ese puto esposo que
tienes me huela en vuestras sábanas.
Asiento con la cabeza, pero niego inmediatamente.
-Ares, no.
Su risa es baja, pero intensa. Cuando algo se le mete en la
cabeza no hay poder en este mundo que se lo saque. Me
empuja con su cuerpo hacia mi habitación, para cuando hemos
llegado, me ha despojado de mi ropa. Me toma en brazos y me
suelta en el colchón, lo observo desabrochar el pantalón de su
traje negro, lleva las mangas por los codos y los primeros
botones del pecho abiertos, dejando a la vista sus múltiples
tatuajes. Esos que le recorren todo su torso, brazos y cuello,
llegando hasta la nuca. Algo que a nuestro padre nunca le
gustó que hiciera, pero aun así hizo, empezó con el tatuaje de
nuestra familia, el de la ‘Ndrangheta, después se hizo más,
sólo yo sé el significado de cada tatuaje.
-Abre las piernas, hermanita. Tengo algo muy duro para ti.
Mi corazón se acelera con sus palabras y él sabe bien lo que
ellas producen en mí. Es lo mismo que cuando yo lo
llamo Morte, el apodo que le pusieron sus enemigos y los que
le temen, porque Ares es la muerte personificada. Se pone
sobre mí, con una mano a cada lado de mi cabeza. Agarro su
polla y la guío hacia mi entrada, me embiste de un empujón.
-Cuando te llame, atiende la puta llamada- gruñe.
Me sujeto de sus fuertes antebrazos, miro hacia abajo,
siempre me ha gustado ver cómo entra dentro de mí.
-Tan zorra- se burla.
Gimo fuerte, sabe cómo hablarme para hacerme disfrutar.
Porque sí, disfruto de su degradación, la psicóloga dijo que
soy masoquista. Aunque tenía razón, nunca más volví a verla y
creo que Ares tiene algo que ver en eso. Ella trató de
separarnos, les dijo a nuestros padres que mi hermano tenía
una gran influencia en mí. Está tan equivocada, soy yo la que
influye en él, sólo permito que Ares me hable así porque me
gusta que lo haga. Si le pidiera que nunca más lo volviera a
hacer, obedecería sin hacer preguntas. Mi hermano es un
psicópata, pero sé, que a su modo, me ama.
-Ares, más fuerte- gimo.
Mueve sus caderas con más fuerza y rapidez, rodea mi
garganta con su mano y aprieta, apenas puedo lograr respirar.
Sin embargo, mi placer aumenta.
-Lo he matado, hermana. He matado al padre de ese niño
que empujó a Eros en el parque.
Un gemido sale de mí.
-Te habría follado en el charco de sangre que hice- gruñe-
Habría lamido la sangre de tu cuerpo.
El nudo en mi bajo vientre se aprieta.
-Amore- susurra- Vas a correrte, ¿verdad? Vas a llenar la
polla de tu hermano con tus fluidos.
Asiento una sola vez, mi hermano aprieta más mi garganta,
haciendo que el nudo se desate y mi orgasmo explote,
pequeñas luces aparecen en mi visión. Ares me besa para
acallar mi grito, gruñe en mi boca y se corre.
-Me encanta llenar tu coño con mi semen, hermanita.
Me rio suavemente, es un enfermo, tanto como yo. Se
acuesta a mi lado, no le gusta hacer esto, lo hace por mí,
supongo que estos gestos son su forma de demostrarme su
amor. Me acurruco en su costado, apoyando mi cabeza en su
pecho.
-¿Por qué te ha llevado a una cita romántica?- me pregunta.
-Llamó a la prensa para que nos hicieran fotos.
-¿Padre lo sabe?
-Sí, estuvo de acuerdo.
-No eres un trofeo- espeta.
-Para ellos sí, para ti no.
-Yo soy el psicópata, pero ellos son los enfermos.
Le doy un beso en la mejilla.
-Tienes que irte- le digo.
-Hoy te tocaba dormir en mi cama, Venus.
-Esta no es tu cama.
-Me quedaré.
-Ares, uno de estos días alguien terminará atrapándonos.
-Lo mataré.
-No puedes matar a todo el mundo.
-¿Estás segura de eso?
-¿Y si la persona que nos atrapa es Lucio, Gina o padre?
-Ya tengo balas con sus nombres, amore.
Me apoyo en mi codo para mirarlo, mis ojos se encuentran
con los suyos, su pelo largo por arriba está despeinado,
siempre se ha rapado la parte de atrás y de los lados para
enseñar sus tatuajes. Trazo la línea recta de su nariz, levemente
torcida a la izquierda.
-¿Matarías a padre?- le pregunto.
-Mataré a cualquiera que se atreva a haceros daño a Eros o
a ti.
Mi boca se curva hacia arriba, me subo a horcajadas encima
de él, aún lleva sus pantalones puestos. Acaricia mis pezones
con sus pulgares, haciéndome gemir.
-Eres tan hermosa, Venus.
Baja sus manos a mis caderas, empieza a moverme hacia
adelante y hacia atrás. Mis ojos se cierran solos.
-¿Martino nunca ha vuelto a intentar acostarse contigo?- me
pregunta.
Niego con la cabeza mientras el placer vuelve a inundarme.
-¿Te acuerdas de nuestra primera vez, amore?
Claro que me acuerdo, siempre me acordaré.
-Fue la primera vez que me corrí dentro de ti.
-Lo recuerdo, hermano.
-Nunca había sentido algo tan oscuro, Venus, despertaste a
algo dentro de mí. A ese algo no le gusta saber que te has
acostado con otro hombre.
-Sólo fue una vez, tuve que hacerlo, lo sabes.
-Joder, lo sé y no me gusta.
Abro los ojos, la rabia contenida en los suyos me recibe.
Nunca le gustó que tuviera que acostarme con Martino, pero
era nuestra noche de bodas y debía hacerlo, por nuestro propio
bien y el de Eros, nadie podía saber que estaba embarazada de
mi gemelo.
-Sois míos, Venus.
-Sólo tuyos, Morte.
Me gira bruscamente de cara al colchón. Comienza a
follarme desde atrás, está rabioso, lleno de ira. Lo siento muy
dentro de mí, gruñe y maldice mientras me folla.
-Es mi puto hijo- gruñe- No suyo.
Clava sus dedos en la carne de mis caderas, estoy segura de
que mañana tendré moretones. Sus empellones no cesan, me
da más duro.
-Es hora de que Eros tenga un hermano.
-¿Qué?
-Quiero que dejes las pastillas.
Lo miro por encima de mi hombro.
-No me volveré a acostar con Martino- le digo.
-Esta vez no hará falta, amore. ¿Crees que dejaría que otro
hombre volviera a tocarte?
Me levanta envolviendo mi garganta con su mano, mi
espalda queda pegada a su pecho.
-Me perteneces, Venus, tu cuerpo es mío.
Pone su otra mano en mi vientre.
-Quiero follarte con el vientre lleno de mi segundo hijo.
Agarra mi mano y la lleva a nuestra unión.
-Nota como mi semen te llena, hermanita.
Su polla convulsiona a la vez que mi coño se aprieta por
otro orgasmo. Ares gime en mi oído.
Deja un vacío cuando sale de mí, lo escucho abrocharse los
pantalones y el cinturón. Me acurruco en la cama, sintiéndome
vacía. Siempre es lo mismo, no quiero sólo sexo con él, quiero
una vida.
-Este no es tu lugar, Venus, deberías estar en mi cama
conmigo, cada noche y cada mañana.
Sale dando un portazo. Ojalá pudiera dormir con él todas
las noches, pero eso es algo que nunca cambiará. La mafia
italiana no está preparada para nosotros, para algo como lo
nuestro. Sólo cuando Ares haya llegado al poder podrá
cambiar las cosas y quizás eso no suceda hasta dentro de
mucho tiempo, nuestro padre aún es joven y sano. Y hay algo
que Ares no sabe y no sé cómo decírselo sin que entre en
cólera y mate a todo el mundo, incluidos los otros hijos de
padre.
Tres
Ares
Le guiño un ojo a Gio, ella se ríe con las manos tapando su
boca, Eros me sonríe. Intento no mirar hacia mi hermana,
anoche no acabamos precisamente bien, yo terminé muy
enfadado, saliendo de madrugada de la casa para matar a
alguien, es la única forma que tenía de conciliar el sueño. Iván
se sienta a mi lado, a pesar de la negativa de Gina de que lo
haga. Puede joderse, Iván es más familia que ella, puede
creerse la dueña de esta casa, pero no lo es. Sólo es la puta que
calienta la cama de mi padre cuando él no está con sus otras
amantes. Mantengo la vista en ella, que pronto se da cuenta de
que la estoy mirando. Echa hacia atrás su pelo negro, sus ojos
azul oscuro desprenden odio hacia mí. Como imagino que
hacen los míos, la odio tanto. Era la amante de mi padre,
siempre lo fue, incluso cuando mi madre vivía. De hecho, su
hijo tiene diecinueve años, nació cuando mi madre aún vivía.
Se aprovechó de su muerte para convertirse en la nueva esposa
del Don, de alguna forma cree que su estatus de amante
cambió, no es así. La gente de nuestro alrededor la respeta por
orden de mi padre, no lo hacen las esposas de los otros Don.
Todos hemos escuchado lo que se dice de ella en otras
regiones, mi padre intenta hacerse el tonto, pero no puede
impedir que se hable. Nunca tendrá el respeto y la elegancia de
Beatrice Romano.
Gio llama mi atención, me sonríe con picardía. Es la viva
imagen de Venus con su edad, mismo color de ojos y de pelo,
personalidad picaresca y extrovertida. Vuelve a perder mi
atención cuando Martino y mi padre entran en el comedor. Mi
padre se sienta a la cabeza de la mesa, en el otro extremo de
donde yo estoy. Martino está a su derecha con Venus a su lado
y Eros al lado de ella. A la izquierda de mi padre siempre
están Lucio primero, Gina y Gio. Iván y yo nos sentamos
alejados de ellos, mi amigo se sienta a mi derecha.
-¿Algo que decirme, Ares?- me pregunta mi padre.
Suelto un suspiro. Cuarenta y ocho años y no se muere. El
maldito sigue tan sano como una manzana, debería comenzar a
quitarle su afición por entrenarse en el gimnasio de la
mansión. Aunque las canas de su pelo gritan su edad por todos
lados.
-Sí, padre, debo decirte algo- contesto.
-Te escucho.
-Disfruté mucho- le digo con una sonrisa.
Da un golpe en la mesa con su palma.
-Esto no es un puto juego- espeta- ¿Por qué lo hiciste?
-¿Debería haber una razón?
-Su hijo de seis años estaba delante- añade Martino-
También su esposa. Ambos están en un hospital psiquiátrico
gracias a ti.
-De nada, ha sido un placer.
Iván oculta su risa detrás de su mano.
-Estás loco- murmura Gina.
-Tu esposa quiere morir, padre.
-Gina, cállate- le ordena él.
Ella lo mira con molestia.
-Sí, Gina, cállate o lo haré yo- le digo.
-Tu maldito hijo me está amenazando- se queja a mi padre.
Lucio se levanta con el cuchillo en la mano, Iván se pone
de pie impidiéndole el paso.
-Apártate, perro- espeta Lucio.
-Por tu propio bien, Lucio, no hagas eso, sabes que no
acabará bien para ti, te dobla en tamaño y fuerza y no sabes
pelear como él- le contesta Iván.
-Ruso de mierda, aparta de mi camino.
Aprieto los puños y me pongo de pie.
-Déjalo, Iván- le digo.
Mi amigo me mira por encima del hombro, se hace a un
lado. Lucio aprovecha y se lanza hacia mí. Me aparto, lo
agarro por el brazo de la mano con la que agarra el cuchillo y
se lo doblo por detrás de la espalda. Golpeo su cabeza contra
la mesa. Gina grita, pero hay una risa que sobresale por
encima. Una sonrisa se dibuja en mi cara, Gio me mira con
ojos curiosos.
-Suelta a tu hermano, Ares- me ordena mi padre.
-Oh, a tu pequeña Gio le hace gracia. ¿Verdad, bambina?
-Sí- contesta muy segura- Dale fuerte.
Mis cejas se levantan, miro a mi padre.
-Toda la vida culpando a madre de mi trastorno y resulta
que lo he heredado de tu parte- le digo.
-Es una niña de cuatro años- gruñe- No es como tú.
Me inclino hacia adelante para acercarme a mi hermana
pequeña.
-¿Quieres que lo haga sangrar, bambina?
Sus ojos brillan por la emoción, es como yo.
-Igual a mí, bambina.
-¡Suelta a tu hermano!- me grita mi padre.
-¿Es una orden?- le pregunto.
-Sí, es una maldita orden.
Asiento y me echo hacia atrás, Lucio vuelve con rapidez al
lado de su madre. Me fijo en que Gio hace un gesto de
disgusto, mi boca se curva por un lado, no le ha gustado que
no haya habido sangre.
-Os quiero a Iván y a ti en el almacén, luego os iréis
directos a la entrega de esta tarde- nos ordena mi padre.
Me acerco a Eros, me agacho a su lado y acaricio su mejilla
con mi pulgar.
-¿Asustado?- le pregunto.
Niega con la cabeza. Es una mezcla perfecta de su madre y
yo, lo hicimos tan jodidamente bien. No sé qué siento por él, y
sé que no es amor, pero cuando lo sostuve por primera vez en
mis brazos sentí lo mismo que cuando Venus me confesó que
estaba enamorada de mí. Hay algo muy malo dentro de mí,
algo oscuro que me dice que debo protegerlos.
-Nunca me asustas- me dice.
-Bien, no quiero hacerlo.
Eros rodea mi cuello con sus brazos.
-Te quiero mucho- me dice- Ve a por esos malos.
Mi pecho vibra por la risa, aún no comprende del todo lo
que hago. No intento ocultarme de él, sabe que soy raro, que
he matado y mato a gente, pero cree que son personas malas.
Me pongo de pie cuando me suelta, mi hermana me mira.
Me inclino hacia adelante y le doy un beso en la frente.
-Ten cuidado, por favor- susurra.
-Siempre.
Iván y yo salimos de la casa, subimos a mi coche. En
cuanto estamos dentro comienza su verborrea, apenas entiendo
lo que me dice, cuando habla muy rápido se le mezcla el
acento ruso. Siempre lo intenta ocultar, aunque a mí no me
gusta, lo hace porque cree que los hombres más allegados a mi
padre lo respetará más. Parece que aún no se ha dado cuenta
de que no lo harán porque son unos xenófobos de mierda, lo
toleran porque los amenacé con matarlos. Trata de conseguir la
gracia de todo el mundo, fue abandonado de niño y siente esa
necesidad de agradar a todos. Su acento sale más fuerte cuanto
más se enfada, a pesar de que lleva muchos años en Italia no
se va el acento y a mí, personalmente, me gusta.
-Iván, basta- digo con tranquilidad- Lucio comenzó.
-No, fue Gina.
-Cierto, pero a ella no puedo matarla, por ahora.
Suelta un suspiro.
-¿De verdad vas a matarla cuando subas al poder?- me
pregunta.
-Sí, mi madre murió por su culpa.
Iván asiente. Le he contado sobre la muerte de mi madre
cuando llevaba en mi casa unos días. Mi madre descubrió a mi
padre con Gina en su cama, la zorra se reía mientras mi madre
era golpeada por mi padre por haberle gritado, lo vi todo desde
una rendija de la puerta de la habitación. Tengo tantas ganas
de ponerles las manos encima a los dos, si aún no lo he hecho
es porque Venus me ha pedido que espere a que sea el
vigésimo aniversario de su muerte, quiere mirar a los ojos a
nuestro padre y clavarle el cuchillo profundamente. Nunca he
sentido cariño por mi madre, pero la respetaba, ella nos
cuidaba y nos quería. A pesar de saber cómo era yo, siempre
me amó, jamás me hizo a un lado como mi padre. Un mes
después de ese suceso, y después de haber descubierto que mi
padre había tenido un hijo con Gina, mi madre se suicidó, no
soportó el rechazo de mi padre y se ahorcó en su habitación, se
colgó de la viga de la cama donde mi padre se había follado a
su puta. Gina y mi padre se casaron un mes después de la
muerte de mi madre, la puta sólo tenía dieciséis años cuando
comenzó con mi padre, pero ya era una maldita zorra. Ellos se
la arrebataron a Venus, ella la amaba, lloró durante meses la
pérdida de nuestra madre y sé que aún lo hace.
Llegamos al almacén de mi familia, donde guardamos todo
el cargamento de armas y drogas. Introduzco el código de la
entrada, las puertas de acero se abren, entro y aparco junto a la
entra al almacén. Iván es el primero en bajarse, saco mi móvil
del bolsillo de mi pantalón para enviarle un mensaje a Venus.
A: Espérame esta noche en mi cama, dile a tu esposo que
vas a dormir con tu hermano.
Guardo el móvil en la guantera del coche, luego salgo del
coche.
-Señor Romano- me saluda Matteo- El cargamento de
armas ya está aquí, los rumanos han cumplido con lo
acordado.
-¿Lo has revisado?- le pregunto.
-No.
-¿Entonces cómo sabes que han cumplido con lo que
acordamos? ¿Sólo porque han llegado a tiempo?
Entro dentro del almacén. Dumitru Popescu me mira por
encima del hombro, acto seguido, desvía su mirada a Iván,
nunca le ha gustado. Unos rusos asesinaron a su madre y desde
entonces los odia a todos.
-Romano- me saluda.
Lo miro de arriba a abajo, luego me dispongo a abrir la
primera caja con una palanca de hierro. Tiro la tapa a un lado y
examino el producto, le hago un gesto con la cabeza a Iván, se
ha estado esforzando mucho durante años para aprender sobre
armas. Agarra una de las P90, la observa con cuidado y
detalle.
-¿Qué dices?- le pregunto.
-Todo bien.
-Como siempre- escupe Popescu.
Iván deja la P90 en la caja con las otras.
-Matteo, haz la transferencia- ordeno.
Popescu lo detiene.
-El precio ha subido, Romano- me dice- Ahora son
doscientos mil euros.
Cruzo mis manos delante de mí.
-¿Estás seguro de que quieres discutir esto?- le pregunto-
Tenemos un contrato vigente, Popescu.
-Las cosas cambian, tengo otros compradores que ofrecen
más.
-Entiendo.
Miro a su segundo, una gota de sudor cae por su frente, está
nervioso. Recorro su cuerpo con mi mirada, sus dedos tienen
un leve temblor que intenta controlar, sin éxito. Lo hago
rápido, saco mi arma de mi espalda y disparo en la frente de
Popescu.
-Acabas de ascender- le digo al segundo.
-S-Sí- tartamudea.
-¿Sigue siendo el mismo precio?
-Sí, señor Romano. El mismo precio para todas las armas.
-La transferencia, Matteo- vuelvo a ordenar.
Me apoyo en el borde la caja mirando las armas.
-A tu padre no le va a gustar esto- me dice Iván.
-A mí tampoco me gustaba Popescu, me llama Romano.
Iván se ríe.
-Es una falta de respeto, Don- se burla.
Mi boca se curva por un lado.
-Tienes suerte de caerme bien- le digo.
-Me amas, sólo lo niegas.
-Por supuesto.
-Transferencia hecha, señor Romano- me dice Matteo.
-¿Cuál es tu nombre?- le pregunto al segundo.
-Andrei Popescu.
Frunzo el ceño, mi vista salta del cuerpo sin vida de
Dumitru a Andrei.
-¿Era tu padre?- le pregunto.
-Sí, señor Romano.
-Mierda- murmura Iván.
-No puedo decir que lo sienta, Andrei. Era un bastardo
codicioso, eso fue lo que lo mató.
Su nuez de Adán se mueve cuando traga grueso.
-¿Has heredado su codicia?- le pregunto.
-No, señor. Él siempre dijo que me parezco a mi madre.
Paso mi brazo con mi arma por encima de sus hombros.
-Mi padre dice lo mismo de mí- le digo- No es malo
parecerse a una madre, es peor parecerse a alguien como estos
bastardos. ¿Verdad?
-Sí- gruñe- Mi madre lo amaba.
-¿La golpeó alguna vez?
-Muchas.
-Seremos buenos amigos, Andrei. Con mi ayuda y la de
Iván serás el mejor capo que la mafia rumana ha tenido.
-Gracias señor Romano.
-No, a ti te permito que me llames por mi nombre.
Iván niega con la cabeza.
-Narcisista- me dice.
Mi boca se curva por un lado.
-Ahora a trabajar- ordeno- Quiero todo el cargamento
ordenado y guardado, Matteo. Advierte que quien no colabore
terminará como Popescu, con suerte, claro.
-Sí, señor Romano.
-Andrei, que tengas buen viaje de vuelta a tu casa y dile a tu
madre que me alegra que ahora sea una mujer libre.
-Gracias, Ares.
Ordena a sus hombres que lo sigan fuera del almacén.
-¡Pirlo!- grito- Que alguien saque esta porquería de aquí-
ordeno pateando el cadáver de Popescu.
Mis hombres se encargan de guardar toda la mercancía en
su lugar mientras yo me reúno por videollamada con el capo
de Calabria para cerrar la compraventa de una empresa de
construcción que usaremos para lavar el dinero.
Mi padre aparece a mitad de la mañana, para llevarse todo
el mérito de lo que yo he hecho, por supuesto.
-¿Por qué siempre tienes que matar a alguien?- escupe.
-Porque puedo y porque quiero. ¿Alguna otra pregunta
estúpida?
-No puedo explicarme por qué tu hermana te tolera, eres un
idiota- dice Martino.
-Tengo delante de mí al campeón de los idiotas- contesto
sonriendo.
-Stronzo- murmura.
Mi padre lo mira por encima del hombro.
-Sigue siendo mi hijo, Martino- le dice.
-Lo siento, Don.
-¿Y conmigo no te disculpas?- le pregunto fingiendo estar
ofendido- Vamos, cuñado, te quiero.
Mi voz se rompe en una risa con esto último, Martino
aprieta los puños. Me tiene tantas ganas como yo a él, algún
día lo torturaré y lo mataré como tantas veces he imaginado.
-¿Andrei Popescu está de acuerdo con lo que has hecho?-
me pregunta mi padre.
-Sí, no habrá ningún problema con él, padre.
-Bien, no vuelvas a hacer algo así.
-No prometo nada.
-Ares- advierte.
-Si ya sabes cómo soy, ¿para qué me tienes aquí
trabajando?
-Porque a pesar de todo, sigues siendo mi mejor hombre y
eres mi heredero.
-¿Tu esposa te permite que yo sea tu heredero y no ese
bastardo?
-Lucio es tu hermano, respétalo.
El bastardo aparece por la puerta como si nos hubiera oído
hablar de él, que no dudo que lo haya hecho para después ir
con el chisme a su madre. Ese idiota siempre ha vivido
protegido por ella, su niño de oro.
-¿Ocurre algo, padre?- le pregunta.
-Sí, te estaba llamando bastardo- contesto.
-¡Ares!- me grita mi padre.
Me levanto de la silla de cuero, meto mis manos en los
bolsillos de mi pantalón.
-No es mentira, naciste de la aventura con una puta.
Lucio se abalanza hacia mí, no necesito apartarme, el muy
idiota ha pasado por alto la mesa de escritorio entre nosotros,
cae encima de ella.
-Jamás serás un buen soldado si sigues actuando por
impulso, Lucio- le digo- Es una pena, nunca podrás enfrentarte
a mí como es debido.
Paso por su lado para salir del despacho, sus gritos
empiezan a sonar en cuanto cierro detrás de mí. Le reclama a
mi padre por mis palabras, obviamente no puede hacer nada,
me ha castigado tantas veces y ninguna me ha servido de
escarmiento. No voy a cambiar, por más que mi padre envíe a
sus soldados a torturarme.
Iván me alcanza antes de llegar a mi coche.
-¿Por qué gritaba ese?- me pregunta.
-He llamado puta a su madre.
-Oh, vale. ¿A dónde vamos?
-A comer, me muero de hambre.
Iván saca su móvil cuando suena, frunce el ceño.
-¿Ocurre algo?- le pregunto.
-Es Demarco.
Cuatro
Venus
En cuanto Ares se marcha por la puerta todo comienza. Las
voces de Gina y Martino reclamándome el comportamiento de
mi hermano, como si yo tuviera algo que ver. Me levanto de la
silla, pero Martino tira de mi mano hacia abajo.
-¡No le hagas daño a mi mamma!- le grita Eros.
Pongo mi mano en su muslo, sus arrebatos me recuerdan a
los de Ares.
-Tranquilo, piccolino, estoy bien- le digo con una sonrisa.
Doy un tirón de mi brazo para deshacerme del agarre de
Martino. No soporto que me toque, cada vez lo soporto menos.
-Hay mujeres que necesitan un correctivo- le dice Gina a mi
esposo.
Martino resopla.
-¿Y arriesgarme a que el psicópata venga a por mí? No,
gracias, Gina.
Aprieto la mandíbula mirando a Gina, es asqueroso lo que
le está diciendo a Martino que haga. Mis ojos se desvían a mi
padre.
-¿No tienes nada que decir?- le pregunto- Tu esposa está
recomendando a Martino que me golpee.
Mi padre guarda silencio.
-¡Padre!- grito- ¿Te doy igual?
De nuevo, silencio.
-¿Por qué me odias?- le pregunto.
Martino me sujeta por el brazo con fuerza, provocando que
Eros se levante de su silla y se abalance hacia él. Sujeto a mi
hijo por la cintura.
-¡Eros!- le grita Gina.
Mi hijo la fulmina con la mirada.
-Puttana- murmura.
Pongo mi mano en su boca. Gina lo mira sorprendido, Eros
jamás le había hablado así a nadie. Todos observamos a mi
padre, que se levanta de su silla y se acerca a mi hijo y a mí.
-Padre, no- suplico- Sólo es un niño, se ha equivocado.
-Y por ello debe aprender.
Agarra a Eros de la muñeca, mi hijo se aferra a mi cuello
con su otro brazo.
-¡Mamma!- solloza.
-¡Por favor!- suplico- Castígame a mí.
Mi padre suelta la muñeca de mi hijo.
-Mamma- me llama- Perdón.
-Ve a buscar a Demarco y dile que le ordene a Fabián que te
lleve al colegio- le digo.
Niega con la cabeza.
-Eros, obedece- digo con firmeza.
Mi hijo sale corriendo del comedor. Mientras me levanto de
la silla miro a Gina, que tiene una estúpida sonrisa en su
rostro.
-Vamos- me ordena mi padre.
Me levanto de la silla y lo sigo por los pasillos de la casa.
Bajamos al sótano de la mansión, el olor de aquí me recuerda a
ese y todos los días en que mi padre castigó a Ares, huele a
sangre, a humedad, hay una mezcla de olores que revuelven
mi estómago. Mi padre se detiene en una de las celdas de
cristal, me hace un gesto con la mano para que entre delante de
él. Es la primera vez que estoy aquí para ser castigada, las
únicas veces que bajé de pequeña era cuando Ares era
castigado, nadie sabía que estaba presente, viendo cómo mi
gemelo era torturado.
-Sabine, desnúdala- ordena mi padre a su hombre de más
confianza.
El hijo de puta se acerca a mí y arranca mi vestido de mi
cuerpo, luego me quita el sujetador y las bragas, dejándome
desnuda por completo. Recuerdo que esto también lo hacían
con mi hermano, me dijo que era una forma de humillar. Así
que no voy a darle esa satisfacción, levanto la barbilla mirando
a mi padre.
-De rodillas- me ordena- Mirando hacia la pared, Venus.
Hago lo que me dice.
-Don, quizás le vendría bien un castigo más… íntimo- le
dice Sabine.
-De eso se encargará su esposo.
Putos enfermos de mierda. Puedo esperar cualquier cosa de
Sabine, es un maldito loco que toma a las mujeres como
quiere. ¿Pero mi padre? Pensé que me quería, aunque sólo
fuese un poco, al parecer estaba muy equivocada. Sé que
nunca quiso a Ares y parece que tampoco me quiere a mí.
-Aparta el pelo de su espalda, Sabine.
Los dedos de ese cerdo rozan mi piel cuando aparta mi
pelo, lo deja sobre mi hombro cayendo por mis pechos, que no
duda en rozar.
-Una pena- murmura.
-Cerdo- espeto.
El primer golpe del látigo se produce en cuanto Sabine se
aleja de mí, después viene otro y otro más. Puedo soportar
cualquier golpe, pero jamás podría haber soportado que le
hicieran esto a mi hijo. Reprimo las lágrimas, no voy a darles
la satisfacción de verme destruida.
Pierdo la noción del tiempo, tampoco sé cuántos latigazos
me ha dado mi padre. Pero por fin se ha detenido. Apoyo mis
manos en el suelo, mi respiración está agitada, no siento mi
espalda.
-Las tijeras- ordena mi padre.
Lo miro por encima del hombro.
-¿Qué vas a hacer?- le pregunto.
Sabine le entrega unas enormes tijeras, son como de cocina.
Mi padre ignora mi pregunta y se acerca a mí, agarra todo mi
pelo con su mano.
-Padre, no, por favor- sollozo.
Ya no puedo aguantar más las lágrimas, él sabe por qué
dejé crecer mi pelo hasta las caderas. Adoraba la larga melena
de mi madre, su pelo negro y largo siempre cue un orgullo
para ella, quería hacer lo mismo para recordarla.
Los mechones de pelo recortados comienzan a caer al
suelo, suelto un fuerte grito de dolor. Cuando ha terminado de
cortar mi pelo, deja caer las tijeras junto a mí en el suelo. Me
hago un ovillo, abrazando el pelo que ya no me pertenece. Ni
siquiera siento el dolor de mi espalda, me duele más el
corazón, es como perder a mi madre por segunda vez. La celda
se queda a oscuras cuando Sabine y mi padre salen. Siento el
frío calando en mis huesos, sin embargo, no me muevo, no
puedo hacerlo. Quiero salir corriendo de aquí, quiero ir con mi
madre a su lugar feliz, donde nunca más sufriré. Aunque eso
supondría dejar a Ares y a nuestro hijo, nunca podría hacerles
algo así. Sé que Ares lo cuidaría, no podría estar en mejores
manos que en las suyas, pero mi hijo me necesita, como yo he
necesitado a mi madre toda mi vida.
Mi pecho duele de tanto llorar, intento ponerme de pie para
salir de aquí, mas no puedo, el dolor en mi espalda se hace
notar. Gimo de dolor a la vez que lloro, hago una bola con el
pelo que mi padre me ha cortado, es demasiado.
La luz de la celda se enciende, después se abre la puerta,
me giro en el suelo aguantando el dolor, consigo ponerme en
posición fetal en el suelo, por supuesto que sin soltar mi pelo.
-Jesús, señora Venus.
-Demarco- sollozo.
-No se preocupe, voy a llamar al señor Ares.
-No, a él no, estará ocupado. Llama a Iván.
Escucho el murmullo de la voz de Demarco hablando con
Iván, luego cuelga y se agacha frente a mí.
-Voy a llevarla a la habitación del señor Ares- me dice.
-Mi pelo- susurro con la voz rota.
-Déjelo aquí, le doy mi palabra de que volveré en cuanto la
haya puesto a salvo y lo recogeré en una caja, tengo una de
madera muy hermosa.
Mi boca se curva por un lado.
-Gracias, Demarco.
-No es nada, señora Venus. Ahora, permítame llevarla a un
lugar seguro.
Asiento con la cabeza, Demarco me cubre el cuerpo con su
chaqueta. Me quejo por el dolor cuando me toma en sus
brazos. Agarro su camisa con mi mano por el mareo que
siento. Pronto estamos en el ala de Ares, ya puedo sentir como
mi corazón se ralentiza y mi alma se siente segura, su olor está
por todas partes en este lugar. Demarco me deposita bocabajo
sobre la cama de mi hermano, me cubre hasta las caderas con
las mantas.
-Iván está de camino para curarla, señora.
-Está bien. ¿Y mi hermano?
Demarco carraspea.
-Iván lo ha perdido de vista- contesta.
Esbozo una sonrisa.
-Bien, no digas nada, Demarco.
-Por supuesto, señora Venus.
-¿Puedes ir tú a recoger a Eros al colegio?
-Sí, señora.
-Sólo puedo confiar en ti y en Fabianos.
-El señor Ares y usted siempre se han portado bien
conmigo y con mi familia, jamás los traicionaría.
-Mi pelo, por favor.
-Enseguida, señora Venus.
La puerta se cierra después de que Demarco salga de la
habitación, la ha cerrado con llave, estoy segura de que ha sido
una orden de mi hermano. Cierro los ojos, pero en cuanto lo
hago el rostro de mi madre aparece en mi mente, su pelo
negro, sus ojos azules, su hermosa sonrisa.
-Te extraño- sollozo.
El llanto vuelve a salir de mí, no puedo controlarlo. Agarro
una de las almohadas de Ares y la abrazo, necesito sentirlo
cerca para que me dé fuerzas.
Unas suaves manos acarician mi mejilla, abro los ojos muy
lento, me he debido quedar dormida.
-Hola- me saluda con dulzura- Siento despertarte, pero Ares
me pidió que lo llamaras en cuanto estuviera aquí contigo.
Iván me entrega su móvil con el número de mi hermano ya
seleccionado.
-Voy a limpiar y curar tu espalda mientras hablas con él,
¿de acuerdo?
-Sí.
Pulso sobre el icono del teléfono y pongo el móvil en mi
oreja, ni un sólo segundo tarda en contestar.
-Dime quién ha sido.
-Padre.
-¿Quién estaba presente?
-Dos de sus hombres, Mariano y Lorenzo. Sólo miraron sin
hacer nada.
-¿Padre te golpeó?
-Sí, Sabine lo ayudó a desnudarme por completo, me rozo
con sus asquerosos dedos, Ares, y le sugirió a padre que lo
dejara violarme para darme una lección.
Mi hermano cuelga la llamada. Dejo el móvil al lado de mi
cabeza.
-Quizás esto te escueza- me dice Iván.
-No pasa nada.
-¿Iba a hacerle esto a Eros? El piccolo fue llorando a
Demarco y le contó todo lo que había pasado, él me lo contó a
mí.
Giro la cabeza hacia el otro lado para mirar a Iván.
-Sí, no podía soportar que tocaran a mi hijo.
Iván sonríe.
-Eres una buena madre, Venus. Eros es un niño afortunado.
Tomo su mano.
-Gracias, Iván, eres como un hermano para mí.
-Lo sé, principessa. Intenta relajarte y si duele mucho,
dímelo y me detendré.
Asiento con la cabeza. Se me escapan pequeños gemidos
cuando empieza a curar mi espalda. Intento concentrarme en
otra cosa, es cuando la veo, la caja de madera que Demarco
mencionó. Es hermosa, parece de madera noble, ébano
seguramente, tiene flores talladas. Alcanzo a tocar mi pelo con
mi mano, está muy corto.
-Crecerá, principessa.
-Tardará.
-Conozco a tu madre por lo que Ares y tú me habéis
contado de ella. Su mayor orgullo no era su pelo, Venus. Erais
vosotros, Ares y tú, sus hijos.
Mi pecho se aprieta.
-Que sigáis unidos es lo que más querría ella- me dice-
Nunca le deis la satisfacción a esos hijos de puta.
Se me escapa una carcajada.
-¿Qué he dicho?- me pregunta.
-Mi madre siempre decía eso- contesto- Cuando padre se
enfadaba, porque Ares y yo no queríamos separarnos, nos
decía que nunca debíamos darles la satisfacción de vernos
enfrentados. Debíamos permanecer unidos siempre.
-Una mujer muy sabia, si me preguntas. Juntos sois más
fuertes, principessa.
-Y contigo a nuestro lado lo somos aún más, eres el tercer
gemelo.
Iván se ríe.
-Pues no me parezco en nada a vosotros- dice.
Iván se levanta de la cama después de pincharme algo en la
nalga.
-Ya está, te he puesto un calmante para el dolor, puede que
te dé sueño- me dice.
-¿Quedarán marcas?
-No lo creo, las heridas no son profundas, son superficiales.
Suelto un suspiro. Ya tengo suficiente con mirarme en el
espejo y ver mi pelo corto.
-Se curarán en un par de semanas- me dice- Intenta
descansar.
-Eros.
-Yo me ocupo de él hasta que Ares regrese, cuando tu hijo
vuelva del colegio lo traeré aquí directamente y cerraré con
llave.
-No dejes que Martino se acerque a mí, mi padre dijo que él
se encargaría del otro castigo, el íntimo.
Iván aparta de mi cara un mechón de pelo.
-Ares no dejará que te ponga las manos
encima, principessa. Duérmete un poco más, traeré comida
cuando hayas despertado.
-Iván, gracias, eres tan bueno.
-Sólo con quien lo merece, hermanita.
Mi pecho vibra por la risa.
-Te quiero- le digo.
-Y yo a ti, descansa.
Posa sus labios sobre mi sien.
-Suerte que Ares me ama, sino ya estaría muerto- dice con
tono divertido.
-Nos ama, aunque lo niegue.
-Es lo que yo le digo.
Mis ojos se cierran mientras me quedo sonriendo por las
palabras de Iván. Nunca lo vi como un amigo, ha sido un
hermano más desde que lo conozco, agradezco que mi
hermano lo trajera a casa, es bueno tenerlo aquí.
Cinco
Ares
El ruido en mi cabeza es incesante, las voces me gritan que
lo haga lento y doloroso, debo hacerlo así. Estos hijos de putas
nunca debieron quedarse mirando como mi padre azotaba a mi
hermana con el látigo. En cuanto acabe con ellos iré a por el
cabrón de Sabine, para él tengo algo mejor guardado. La tocó,
no voy a pasar eso por alto. ¿Cómo podría? Estoy torturando a
dos hombres que se quedaron mirando sin hacer nada por
detener a mi padre. Y no me sirven las excusas de que es el
Don, ellos sabían que, con sólo mencionar mi nombre, mi
padre se detendría. No lo hicieron, prefirieron guardar silencio,
ahora lo están pagando.
Introduzco el soplete encendido dentro de la herida de bala
que le he hecho a Lorenzo en el torso, sus gritos suplicando
que me detenga no producen nada en mí. Saco el soplete de su
cuerpo, sus gritos cesan.
-Contesta a mi pregunta, Lorenzo. ¿Mi hermana gritó
cuando nuestro padre la azotaba?
Niega con la cabeza débilmente.
-¿Entonces por qué gritas tú?
Vuelvo a introducir el soplete, esta vez con más intensidad,
su piel empieza a ponerse caliente. Los ojos de Lorenzo se
vuelven hacia atrás y empieza a convulsionar. Dejo que caiga
al suelo con la silla a la que lo tengo atado. Miro a mariano,
niega con la cabeza y me suplica, su destino será el mismo que
el de Lorenzo y sólo cuando crea que ya ha sido suficiente les
daré la paz que tanto desean.
Unas horas más tarde, me encuentro entrando en la
mansión. Sabine está aquí, siempre está aquí, mi padre lo
mantiene cerca de él para que lo proteja. Es su maldito perro
guardián, si hay alguien al que pueda llamar amigo de mi
padre ese sería Sabine. Lo que tengo reservado para él es
mucho peor de lo que les he hecho a Mariano y Lorenzo. Esta
noche, un grupo de mis hombres van a llevárselo de su cama,
esos hombres me son leales a mí y no a mi padre. De hecho,
pocos hombres le son leales, desde que se casó con su puta
perdió el respeto de mucha gente. Esa misma gente está
deseosa de que yo ascienda al poder, por lo pronto, tendrán
que esperar dos años más.
Entro en el pasillo que va a mi habitación, escucho la voz
de Iván discutiendo con el bastardo de Martino. Así que,
acelero mis pasos. Saco mi navaja del bolsillo trasero de mi
pantalón de traje y pulso el botón para sacar la hoja, en cuanto
estoy detrás de Martino la clavo en su costado. Lo sujeto con
mi otro brazo para que no caiga al suelo.
-No tienes permiso para estar en mi ala- susurro en su oído-
Será mejor que vayas a curarte- retuerzo la hoja en su interior,
Martino gime- Parece doloroso, cuñado.
En el momento en que lo suelto se apoya en la pared frente
a él, se tapona la herida con su mano.
-Tu padre te lo hará pagar- dice con dificultad.
-Si yo fuese tú me iría ahora mismo- le digo- Tengo muchas
ganas de seguir matando, Martino.
Mae mira por encima de su hombro con el ceño fruncido.
-¿Seguir matando?- me pregunta.
-Ve a llorarle a mi padre si quieres, dile lo que te he hecho y
después dile que lamento la pérdida de Lorenzo y Mariano.
Martino jadea, lo observo marcharse a trompicones de mi
ala.
-¿Qué quería?- le pregunto a Iván.
-Llevarse a Venus y a Eros.
-Ve a tu habitación, yo me encargo de ellos.
Mi amigo asiente. Su habitación está por el otro pasillo de
mi ala de la casa.
-No ha querido comer- me dice mientras desaparece por la
esquina del pasillo.
Agarro el pomo de la puerta, abro y entro en mi habitación.
-¡Papà!- chilla Eros en cuanto me ve, sale corriendo hacia
mí- Le han hecho daño a mamá.
Lo tomo en mis brazos, los suyos rodean mi cuello.
-Lo sé, piccolo. Ya estoy aquí, nadie va a hacerle daño
nunca más.
Camino con mi hijo hacia la cama, Venus está tumbada
bocabajo, tiene los ojos cerrados, aunque no está dormida. Su
espalda es un desastre, está roja y llena de heridas. Dejo a Eros
a los pies de la cama.
-Guarda silencio, tu madre necesita tranquilidad. ¿De
acuerdo?
Él asiente.
-La he estado cuidando- me dice- Pero no quiere comer.
Sus ojos se llenan de lágrimas, mi padre va a pagar por
cada una de ellas.
-¿Por qué no vas a buscar a Iván para que te acompañe a tu
habitación y coges algunos juguetes?- le pregunto.
-Vale.
Espero a que salga de la habitación, cuando lo hace, me
tumbo de lado mirando a mi hermana. Sus ojos se abren, están
rojos por todo lo que habrá llorado.
-¿Qué les has hecho?- me pregunta.
-Todo lo que las voces me decían.
Pone su mano en mi mejilla.
-¿Y Sabine?- me pregunta.
-Esta noche, amore mio.
-Recuerda que no puedes tocar a padre hasta dentro de dos
años.
-Es una norma estúpida.
-Lo es, pero necesito esto, Ares.
-Lo sé, es por eso que todavía no está muerto.
Le doy un beso en la frente.
-Eso no quiere decir que no pueda tocar a la puta- le digo.
-Basta. Eros la llamó así y por eso me encuentro en esta
situación.
-Amore mio, nuestro hijo es inteligente, no tenemos la culpa
de que Gina sea una puttana.
Su sonrisa adormece el demonio de mi interior, las voces se
calman.
-Venus- susurro.
-Dime.
-Duermes a mi demonio, haces que las voces se callen.
-Descansa, Morte. Descansa hasta esta noche, deja que
Ares cuide de mí hasta entonces.
La tomo por la barbilla con mis dedos y poso mis labios
sobre los suyos.
-Te adoro de una forma enfermiza, hermana.
-Te adoro de la misma forma, hermano.
-Rotos, pero juntos.
-Rotos, pero juntos.
Vuelvo a besarla en los labios.
-Tienes que comer, Eros estaba triste.
Me mira con sus ojos azules más abiertos que nunca.
-Tengo hambre, pero estoy desnuda, no podía dejar que
viera lo que te pertenece, aunque sea nuestro hijo.
Mi boca se curva por un lado, es tan jodidamente perfecta.
Me levanto de la cama, agarro una camiseta de manga corta
del cajón de mi cómoda, me acerco a mi hermana y la ayudo a
sentarse en la cama, luego la ayudo a ponerse la camiseta.
Protesta un poco por el roce de la tela con su espalda. Me doy
cuenta de que su pelo ha sido cortado.
-No digas nada, por favor- solloza.
-¿Padre?
Asiente mirándome a los ojos.
-Estás hermosa, amore.
Se sube a horcajadas a mi regazo, se aferra con sus brazos a
mi cintura para llorar. No sé cómo tocarla sin hacerle daño, así
que, poso mis manos en su culo desnudo.
-Llamaré a tu peluquera para que te arregle el corte- le digo.
-Gracias.
-Mírame, amore.
Limpio sus lágrimas con mis pulgares.
-El pelo crecerá- le digo- Aunque he de admitir que me
gusta más así.
Le llega casi por los hombros, un poco más abajo. Tiene
unos mechones más largos que otros, voy a joder tanto a mi
padre. Esto es una humillación para Venus, siempre estuvo tan
orgullosa de su pelo largo, como el de nuestra madre.
-¿De verdad me queda bien?- me pregunta.
-Incluso algo más corto, Venus, eres hermosa con cualquier
corte de pelo. Para follarte no necesito que sea largo.
Golpea mi pecho con su mano mientras se ríe.
-Así es como debes estar siempre, riendo. No vuelvas a
llorar, yo solucionaré tus problemas.
Agarro de la cama la bandeja con comida, la pruebo yo
primero, no confío en que no le hayan puesto algo. Voy a
buscar a alguien que se asegure de preparar todas las comidas
de Venus y nuestro hijo. En mi lado de la casa tengo una
cocina en la planta baja, mi padre la construyó creyendo que
así no iría a comer con su nueva familia y me quedaría
encerrado en mi ala. A veces pienso que no me conoce lo
suficiente.
-¿Está bien?
-Sí, sabe a comida normal.
Conozco todos los venenos de este mundo, he leído
suficiente sobre ellos como para reconocer su sabor. Agarro el
tenedor, pincho más pasta y se la ofrezco a Venus.
-Come, amore.
Iván y Eros entran en la habitación, mi hijo se sube a la
cama con sus consola portátil. Se la regalé para su cumpleaños
hace dos meses, ni que decir tiene que se puso muy feliz
cuando hizo trizas el papel de regalo y vio lo que era. La
puerta vuelve a abrirse, Gio entra corriendo, dejando la puerta
abierta de par en par, se sube a la cama agarrándose a las
mantas y se sienta junto a Eros sin decir nada, Gio no habla
mucho, sólo cuando está con nosotros lo hace.
-¿Quieres jugar?- le pregunta Eros.
-No, quiero ver.
Venus sonríe. Ama muchísimo a Gio, por suerte, ella no es
como Lucio ni la puta, mucho menos como nuestro padre. Le
gusta estar con Eros, con Venus y conmigo, a veces hasta creo
que le cae bien Iván, por lo menos lo tolera. A quien no tolera
es a su propio hermano, más de una vez la he sorprendido
mirándolo de forma extraña, es la misma mirada que tengo yo
cuando quiero matar a alguien. Mi boca se curva hacia arriba
mirándola, se parece más a mí de lo que a nuestro padre le
gustaría. Por eso siempre está sola o con su niñera, ni Gina ni
nuestro padre le prestan mucha atención, supongo que por eso
también prefiere estar con nosotros, Eros es quien más
atención le presta, siempre la está buscando para jugar y pasar
el rato juntos. Venus se la lleva al parque, a pesar de la
psicopatía que pueda tener es una niña muy obediente, por lo
menos con nosotros.
-Te compraré una muñeca para tu cumpleaños, bambina.
Arruga la nariz y pone morritos con los labios, hace eso
cuando algo le disgusta.
-¿Por qué estás tan despeinada?- le pregunta Venus.
-Gina no me peinó- contesta.
Venus pone los ojos en blanco. Podemos contar con los
dedos de una mano las veces que Gina se ha hecho cargo de su
hija, incluso nos sobrarían cinco dedos. Desde que nació Gio
ha estado a cargo de una niñera, mi padre tampoco se preocupa
mucho por ella, es como con Venus. Creo que no le agrada la
idea de tener hijas. Iván agarra la bandeja cuando Venus
termina de comer, Eros la mira de vez en cuando, luego sonríe.
Cubro las piernas de Venus con las mantas, ella apoya su
mejilla en mi pecho.
-¿Quieres dormir un poco más?- le pregunto.
-No, está bien, quiero estar con ellos.
-Está bien, amore. Voy a salir un momento, volveré en unos
minutos. Demarco se queda en la puerta.
-No hagas nada.
-Sabes que eso es inevitable.
Le doy un beso en la sien antes de dejarla sobre la cama
con cuidado.
-Eros. ¿Qué pijama quieres que te traiga para esta noche?-
le pregunto.
-El de cohetes- contesta sin quitar la vista de la pantalla de
la consola.
-¿Necesitas algo de tu habitación?- le pregunto a Venus.
Mira a Gio.
-Mi cepillo para el pelo.
-Bien.
-Trae un pijama para ella también.
Asiento con la cabeza. Salgo de la habitación con Iván
siguiéndome. Bajo las escaleras hasta la cocina de mi ala,
enciendo la luz.
-Tengo que contratar a alguien de confianza- le digo a Iván.
-La esposa de Demarco, Celia, creo que estaba buscando
empleo.
-Habla con él, quiero que empiece cuanto antes.
-Le enviaré un mensaje ahora mismo.
-Dile que empiece esta misma noche, le pagaré el doble y
que haga una compra.
-Hecho, Demarco dice que va a llamarla ya.
Dejo la luz de la cocina encendida y salgo, voy hacia el ala
de mi padre. Por supuesto que me encuentro con la puta a
medio camino.
-¿Dónde crees que vas?- me pregunta.
-A por cosas para tu hija, puta.
-Deja de llamarme así.
Me detengo antes de entrar en la habitación, la miro por
encima del hombro.
-¿No eres una puta?- le pregunto.
-¡Soy la esposa de tu padre! Es el Don de la mafia.
-¿Y? Eras su puta antes de casarte con él, eso no ha
cambiado.
Aprieta sus puños. Sus ojos desprenden un fuerte odio por
mí.
-¿Tu querida hermana está bien? He oído que ha sido
corregida por tu padre- me dice con una sonrisa.
-Por suerte ella es una mujer de verdad, no una puta que se
acuesta con viejos por dinero. Dieciséis años, que asco.
Gina se abalanza hacia mí, la sujeto por el cuello con
fuerza, sus pies no llegan al suelo. No tiene nada que hacer
contra mí. Pego su cara a la mía, ella me sujeta por las manos.
-Has cometido un gran error al sugerirle a Martino que
debía castigar a mi hermana. Quizás eres tú quien debería
recibir el castigo.
-Su-Suéltame.
La empujo contra la pared, cae de lado al suelo. Sus jadeos
nerviosos por tomar aire me dan placer, adoro verla así, tirada
en el suelo luchando por su vida de mierda. Pronto será una
realidad.
Seis
Venus
Ares e Iván han traído el colchón de otra habitación para
que los niños duerman ahí, aunque la cama de Ares es enorme,
no quería que estuvieran aquí, dijo que yo necesitaba
descansar y tener espacio en la cama para que no me hicieran
daño en la espalda sin querer. Ni Eros ni Gio protestaron, creo
que estaban felices de compartir cama esta noche, han
montado una pequeña tienda de campaña con ayuda de Iván y
unas mantas.
-Me recuerdan a nosotros- le digo a Ares.
-A mí también. Tenemos que hablar de sexo con ellos.
-Ares, por Dios, son niños.
-Me querías follar cuando teníamos trece años, amore.
Abro la boca con sorpresa.
-No es cierto- le digo- Me declaré a ti, no te quería follar.
Ares sonríe. Me acurruco en su pecho.
-En un mes será el aniversario de la muerte de mamá- le
digo.
-Os llevaré a Eros y a ti al cementerio para que le llevéis las
flores.
-Tengo que hablar con Helena para saber si ya ha
cosechado las rosas negras.
Ares me da un beso en la cabeza. El cumpleaños de Gio es
pasado mañana, tengo que organizar una pequeña fiesta para
nosotros, dudo mucho que Gina haya organizado algo, nunca
lo ha hecho. Nuestro padre seguramente estará ocupado con su
trabajo o alguna de sus otras putas, en cualquier caso, no habrá
organizado el cumpleaños de su hija, como tampoco ha
organizado nunca el de Ares y el mío. Pero seguro que para el
cumpleaños de Gina hará una fiesta por todo lo alto e invitará
a los Don y sus esposas e hijos. Inclino la cabeza hacia atrás
para mirar a Ares, tiene la vista fija en el techo, está esperando
para terminar de vengarse por lo que me han hecho hoy.
-Compra regalos para Gio mañana- susurro.
Asiente con la cabeza. Meto mi mano por debajo de su
camiseta de manga corta, le hago cosquillas por todo el torso
con mis uñas. Peina con sus dedos mi pelo recién cortado, la
peluquera vino esta tarde para arreglarme el destrozo que me
habían hecho, ahora lo llevo por encima de los hombros en un
corte recto. Me gusta como me queda, creo que estoy preciosa,
pero sigue doliendo no poder tenerlo largo. Cuando Eros me
vio con el pelo bien cortado sonrió y me dijo que era la madre
más bonita del mundo, Gio asintió de acuerdo con él. Ares fue
el que no dijo nada, pero no necesitaba que lo hiciera porque
puedo leer sus pensamientos. Sé que para él estoy preciosa y
que si hubiera podido me habría hecho suya en cuanto hubiera
echado a la peluquera, a los niños y a Iván de la habitación.
Gio y Eros salen de la tienda de campaña improvisada.
-Mamma, queremos ver una película- me dice mi hijo.
-Es tarde y mañana tienes colegio- le respondo.
-Por favor- me suplica- Sólo un poco.
Ares se levanta de la cama, agarra el mando de la televisión
del mueble bajo la tele. Trajo todo este sistema de cine para
que Eros pasara aquí más tiempo con él, lo logró, por
supuesto. Conoce todos los puntos débiles de las personas, ya
sean para bien o para mal.
-¿Cuál?- le pregunta a Eros.
Eros mira a Gio.
-Monstruos- contesta ella.
Ares frunce el ceño mirando a Eros, que le arrebata el
mando para buscar él mismo la película. Ares vuelve a mi
lado, nos cubre con las mantas esta vez.
-Eros, dale voz a esa película, está demasiado bajo el
volumen- le dice.
-Vale- contesta nuestro hijo sin apartar la vista de la
televisión.
Ares se gira hacia a mí, comienza a besarme hasta que me
sube a horcajadas sobre él. Me sujeta por la nuca con su mano
para que no pueda romper el beso. Eros sabe que él es su
padre, pero que no puede llamarlo así porque alguien podría
escucharlo y eso no sería nada bueno. Sin embargo, Gio no
sabe nada, si nos ve o nos escucha se le podría escapar algo sin
querer, a fin de cuentas sólo tiene cuatro años y no entiende
algunas cosas. Ares rompe el beso, su dureza se clava en mi
entrepierna desnuda, el pantalón de chándal que lleva no es
tela de gorda.
-¿Qué haces?- le pregunto.
-Tenía ganas de besarte, amore.
-Gio podría vernos u oírnos.
-¿Por qué crees que le he dicho a nuestro hijo que suba el
volumen?
-Aun así, es peligroso.
Acaricia mi labio inferior con su pulgar.
-No puedo evitarlo, Venus, quiero besarte y follarte en todo
momento. Ese corte de pelo tiene mi polla dura todo el tiempo.
Deberías dejarlo así siempre.
-¿En serio?
-En serio, amore. Luce el corte en la fiesta de cumpleaños
de Gina, te compraré el vestido más caro y hermoso para que
lo lleves, todos los ojos estarán sobre ti.
-¿Y no vas a querer arrancarlos?
-Sí, pero me aguantaré sólo por joder a la puta.
-Que sea con la espalda descubierta hasta el culo, de
tirantes finos y de seda.
-Ya lo tienes, amore mio.
Esbozo una sonrisa, siempre me da todo lo que quiero,
aunque a él no me guste. Ares siempre fue posesivo, no le
gusta que me toquen o me miren, pero si la ocasión lo merece,
como lo hará en el cumpleaños de Gina, lo soportará unas
horas.
-Te amo, Morte- susurro.
Levanta sus caderas y aprieta las mías hacia abajo, su
erección me hace gemir.
-No puedes llamarme así y pretender que no te folle- me
dice.
-No puedo moverme y tampoco puedo estar de espaldas en
el colchón.
-Cazzo. ¿Cuánto tiempo te durará el dolor?
Me encojo de hombros.
-Iván dijo que las heridas se curarán en un par de semanas,
pero no dijo nada del dolor.
-Bueno, en cuanto deje de dolerte me avisas.
Me rio suavemente.
-¿Tanto me necesitas?- le pregunto.
-Como la Tierra necesita del sol para subsistir, amore.
-Me confundes, Ares. Puedes decir cosas tan dulces y luego
convertirte en algo tan oscuro. ¿Cómo puede un psicópata
amar como tú lo haces?
-Soy especial.
Gimo de dolor cuando me rio fuerte.
-No eres especial- le digo- El psiquiatra dijo que eras el
segundo caso registrado en el mundo.
-Pero soy mejor que el otro stronzi.
Niego con la cabeza. Su ego es tan grande como él.
Realmente no sabemos a ciencia cierta cómo es capaz de amar
a ciertas personas, su psicopatía podría confundirse con la
sociopatía, pero Ares nunca actúa por impulso, antes de hacer
algo lo planea bien, siempre mide sus palabras para hacer daño
si lo necesita, al igual que las mide para enamorarme más de
él. Es un manipulador, un sádico, un psicópata diagnosticado,
un loco, su forma de entender el amor no es normal y jamás
será sana, mi gemelo es tóxico, posesivo y controlador. Pero lo
amo así, puede que yo no sea un psicópata, pero soy todo lo
demás. Odio cuando alguna mujer se le acerca demasiado,
Ares ha matado por mí más veces de las que puedo contar.
Cuando le digo que alguna de esas mujeres me causa
inseguridad aparece muerte al día siguiente. No somos sanos
el uno para el otro, pero nacimos para estar juntos.
-¿En qué piensas tanto?- me pregunta.
-En ti, siempre pienso en ti.
-Por tu bien, espero que así sea.
Pongo los ojos en blanco, Ares aprieta mi culo. Mira la
hora en el reloj de su muñeca, me baja de su regazo con
cuidado. Quedo tumbada de lado en el colchón.
-Debo irme, duérmete, estaré de vuelta por la mañana antes
de que despiertes.
-No creo que vaya a dormirme temprano, esos dos no
tienen sueño y Eros tiene mañana colegio.
-Después del día que ha pasado tiene permitido quedarse
aquí un día.
-Ares, no.
-Amore, deja que nuestro hijo se quede aquí mañana, saca
buenas notas y no falta nunca, un día no hará la diferencia,
llama por la mañana para decir que está enfermo.
-Está bien, pero sólo mañana.
-Sólo mañana.
Me da un beso en la frente, luego se acerca a Eros.
-Cuida de tu madre, Fabián estará en la puerta hasta que yo
vuelva, si necesitas algo díselo a él. ¿De acuerdo? La esposa
de Demarco dejó comida preparada en la nevera por si a mamá
le da hambre.
Eros asiente, rodea el cuello de su padre con sus brazos y le
dice que lo quiere. Conoce la condición de Ares, sabe que para
él es difícil decir que nos quiere, pero que lo hace a su manera.
-No os durmáis muy tarde, piccoli, Venus necesita
dormir.
Gio y Eros asienten con la cabeza. Ares me guiña un ojo
antes de salir de la habitación. Mis ojos se encuentran con los
de mi hijo.
-Sólo un poco más y nos dormimos, mamma.
-Está bien, mia vita.
Agarro mi móvil de la mesita de noche de Ares, lo tomó de
mi habitación cuando fue a por mi pijama. Martino se había
ido de casa y pudo entrar sin discutir con él, cuando volvió,
horas más tarde, vino a aporrear la puerta de esta habitación.
Ares no se encontraba aquí en ese momento, estaba
organizando lo de esta noche con Iván y otros hombres leales a
él. Demarco le impidió la entrada a mi esposo, aunque me
gritaba desde fuera de la habitación que moviese el culo y
saliera con nuestro hijo. Sí, Martino piensa que Eros es su hijo,
es por eso que tuve que acostarme con él en nuestra noche de
bodas. Mi padre me prometió a él cuando yo tenía diecisiete
años, Ares quiso protestar, casi mata a Martino de una paliza.
Nuestro padre intentó enviarlo lejos, pero, obviamente, no
podía luchar contra él, nadie lo movería de mi lado. Al
principio me desagradó la idea de casarme con Martino, es
once años mayor que yo, cuando me quedé embarazada de
Ares sentí que el matrimonio con Martino sería de ayuda. Nos
casamos el día después de mi cumpleaños número dieciocho,
para ese momento tenía cinco semanas de embarazo. Ares
amenazó al médico para decir que nuestro hijo había nacido un
mes antes de lo previsto, era mentira, claro. Eros nació a
término, fue un niño sano y fuerte. A Martino le encanta
presumir de él delante de todos sus amigos y los otros capos y
Dones, cuando el show acaba, Martino se olvida de Eros. Lo
prefiero así, Eros nunca ha entablado una relación con él, era
más fácil explicarle quién es su verdadero padre. Cuando
estamos en público llama a Martino papá y a Ares por su
nombre, pero en la intimidad es al revés. Al principio creí que
sería algo complicado para él y que podría confundirse, pero
Ares tiene razón, nuestro hijo es un niño inteligente y lo
entendió a la primera. De hecho, se puso muy feliz cuando le
conté a los cinco años que su verdadero padre es Ares, no
pregunta por nuestra relación de hermanos, supongo que lo
hará cuando crezca y comprenda lo que eso significa de
verdad.
Desbloqueo mi móvil, tengo cientos de llamadas de
Martino y varios mensajes que ya han sido leídos, imagino que
por Ares. Los leo uno a uno, no son más que amenazas vacías,
Martino jamás se atrevería a hacerme nada, le tiene demasiado
miedo a mi hermano. Aunque algunas veces intenta refugiarse
en mi padre, cree que, de algún modo, él lo protegerá de Ares.
Es un stronzo si piensa así, nadie puede protegerlo de Ares.
Bueno, yo podría, pero no lo haré. Si Ares quiere golpearlo
dejaré que lo haga, si quiere matarlo me dará una alegría. Sé
que esta tarde lo apuñaló porque estaba en la puerta
molestando y doy por hecho que ese es el motivo por el que ha
estado tantas horas fuera de casa, tuvo que ir al hospital de la
familia a curarse. Todos los soldados van allí cuando tienen un
“accidente”, mi padre ha ido alguna que otra vez cuando le
han disparado sus enemigos. No es realmente un hospital, en
un anexo en el almacén donde algunos médicos bajo nómina
se encargan de curar a los hombres de la familia, la
‘Ndrangheta. Hay un quirófano, una zona de ingreso
hospitalario con varios boxes separados por un biombo de tela
y alguna que otra cosa más que se pueda necesitar.
-Mamma.
Levanto la cabeza para mirarlo.
-Nos vamos a dormir, descansa- me dice.
-Buenas noches, mia vita. Te amo.
-Te amo, mamma.
-Te amo, Venus- me dice Gio.
-Y yo a ti, bambina.
Sólo repite las palabras de mi hijo, pero se siente bien que
me las diga. Dejo el móvil en la almohada de Ares, el sueño va
pesándome poco a poco.
Siete
Ares
Iván se une a mí en la parte trasera de la mansión, donde
están las habitaciones de los empleados y, por ende, la de
Sabine. Abro su puerta de una patada, el cabrón saca su arma
de debajo de la almohada, me abalanzo hacia él y lo golpeo
con mi puño en la cara antes de que pueda disparar. Me
empuja hacia atrás, caigo en el suelo, se sube a horcajadas
sobre mí y me golpea en la mandíbula con su puño. Me lo
quito de encima con un empujón, saco mi arma de mi espalda
y pego el cañón en su frente.
-La tocaste- gruño.
-No es cierto.
-Rozaste su delicada piel con tus asquerosos dedos. Nadie
toca a mi hermana.
Le doy con la culata de la pistola en la cabeza, queda
inconsciente de inmediato. Iván ordena a los hombres que han
venido con nosotros que lo lleven al sótano. Por la mañana le
diré a mi padre dónde puede encontrar su regalo.
-Iré enseguida- le digo a mi amigo- Encárgate de que esté
desnudo y bien atado en la silla.
-Ten cuidado.
Camino por los pasillos de la casa hasta llegar a mi
objetivo, abro la puerta de la habitación con cuidado de no
hacer ruido, quiero que se despierte con mi voz. Me acerco de
puntillas a la cama, intentando que mi sombra no los despierte,
pongo mi mano en la boca de la puta, rodeo su cintura con mi
brazo y la levanto de la cama de un tirón. Patalea en el aire,
intentando liberarse de mi agarre, pero sólo lo aprieto más.
-Quédate quieta o te mato- susurro en su oído- Asiente si lo
has entendido.
Hace lo que le digo, asiente una vez. Saco la navaja de mi
bolsillo y la presiono contra su costado, está completamente
desnuda, mi estómago se revuelve.
-Padre- lo llamo- Despierta, tengo una sorpresa.
Sus ojos se abren de golpe, intenta agarrar su arma de
debajo de la almohada, pero ya no está, uno de mis hombres
entró antes de que se viniera a dormir y la robó.
-¿Buscas tu arma?- le pregunto- La robé, papi- me burlo.
-Deja a Gina fuera de esto.
-No lo hiciste con Venus, la golpeaste.
-Ella lo pidió.
-¡Para proteger a su hijo!- grito.
-Eros llamó puta a mi esposa.
-Porque lo es. ¿O debo recordarte que le pagabas por
acostarse contigo?
-Eso fue hace mucho tiempo.
-No importa, sigue siendo una puta. Se acuesta contigo para
obtener dinero y prestigio.
-Ares, suéltala, es una orden.
Me rio con una sonora carcajada.
-¿Crees que eso va a funcionar? Sólo te obedezco porque
me conviene, ahora no lo hace. Has hecho daño a mi gemela.
-Lo siento, no volverá a ocurrir.
-Eso ya lo sé, porque la próxima vez no te daré una
advertencia, os mataré a todos sin contemplaciones.
Hundo la navaja en el costado de Gina, ella grita tras mi
mano. Mi padre se pone de rodillas en la cama, ignorando su
propia desnudez.
-Creo que he tocado un riñón, suerte que tienes dos- me
burlo.
-Esto no va quedar así, Ares- gruñe mi padre.
Doblo la hoja dentro del cuerpo de Gina, sus lágrimas
empapan mi mano, es la primera vez que la veo llorar.
-¿Me estás amenazando?- le pregunto a mi padre- Sabes
que eso no acabará bien para ti y para tu familia.
-Venus y tú también sois mi familia.
-¿Y por qué no lo parece? ¿Le has pegado alguna vez a tu
bastardo?
-No.
-Me pegaste más veces de las que puedo recordar, ahora lo
haces con Venus, tu hija. ¿Qué diferencia hay entre Lucio y
Venus o yo?
Mi padre no contesta.
-Lo que pensaba- le digo- Mataste a mi madre, no permitiré
que hagas lo mismo con Venus.
-Yo no maté a tu madre, ella se suicidó.
-Por tu culpa, padre. Y por culpa de tu puta.
-Ares, se está desangrando, suéltala para que pueda llevarla
al hospital.
-Dame tu palabra de que nunca más tocarás a Venus o a
Eros y que no habrá represalias por tu parte por esto, si tú
mueves ficha yo te hago un jaque mate, padre. Recuérdalo, no
me importará matar a todo el mundo si con eso consigo darle
paz a mi hermana.
-Tienes mi palabra, no haré nada contra Venus y Eros.
-Ni Iván.
-Ni Iván- repite apretando la mandíbula.
Saco la navaja del cuerpo de Gina, cae de cara en la cama.
-Ten cuidado, Ares, no siempre tendrás las de ganar- me
amenaza.
-Puedes intentar algo contra mí, estaré encantado de matar a
todos tus perros.
Salgo de la habitación dando un portazo. La oscuridad de la
noche me acompaña por los pasillos mientras bajo al sótano de
la mansión, introduzco la clave de acceso en el teclado
numérico de la pared, la puerta se abre de forma automática.
Entro dentro del pasillo de las celdas, una única celda está
iluminada, camino hacia ella. Iván apunta con su arma a la
cabeza de Sabine, que ya está despierto y como pedí, tal y
como Dios lo trajo al mundo.
-¿Algún problema?- me pregunta mi amigo.
-Ninguno, estaremos tranquilos en casa unos días.
Él asiente.
-Tu padre va a matarte si te atreves a hacerme algo- escupe
Sabine.
-A mi amado padre le ha surgido una emergencia con su
adorada esposa. Estarán unos días en el hospital- contesto.
Agarro el cuchillo de carnicero de la mesa de herramientas.
-Esto te va a doler- le digo a Sabine.
-¡No te atrevas!- me grita.
Le hago un gesto con la cabeza a dos de mis hombres,
agarran las piernas de Sabine y las abren, de un solo golpe
corto su polla por completo, la sangre salta por todos lados,
suerte que mi ropa es toda negra y no se notarán las manchas
de sangre, el suelo es otra historia.
-Le dije a mi padre en más de una ocasión que pusiera suelo
negro, nunca me hizo caso y ahora está todo sucio.
Sabine llora y se queja por el dolor.
-Las manos- les ordeno a mis hombres.
Las desatan de los brazos de la silla, Iván pone una pequeña
mesa plegable frente a él para que mis hombres puedan
extender sus manos en ella. Empiezo a cortar uno por uno los
dedos de su mano derecha con mucha lentitud y dejando cinco
minutos de espacio entre corte y corte, luego hago lo mismo
con la otra mano. Quemo las heridas para que no se desangre,
luego agarro una hierra con las iniciales AR, Ares Romano,
Iván la calienta con el soplete hasta que el hierro se pone rojo.
Empiezo a marcar la piel de Sabine por todos lados, el olor a
carne quemada se impregna en toda la celda.
-Va a entrar en shock- me avisa Iván.
Suelto la hierra en el suelo. Agarro a Sabine por la
mandíbula.
-Sugeriste a mi padre que te dejara violar a mi hermana- le
digo mirándolo a los ojos- Ahora morirás con tu polla metida
en tu propio culo.
Lo tiro al suelo de una patada, lo pongo bocabajo a pesar de
sus vagas protestas. Gerónimo, uno de mis hombres, me
entrega la polla muerta de Sabine empalada en una vara de
hierro. Otros dos de mis hombre abren su culo. Meto la vara
con la polla hasta el final de un solo empujón, sangra como un
cerdo en una matanza, su cuerpo empieza a convulsionar.
-Lo quiero colgado del techo por las manos y los pies-
ordeno a mis hombres- Que mi padre y su consegliere vean lo
que ocurrirá si vuelven a herir a mi hermana.
-Me quedaré aquí para asegurarme de que todo queda como
quieres- me dice Iván- Ve con ella.
-Gracias, amigo.
Iván sonríe, le encanta cuando lo llamo así.
-Envíame una foto cuando hayáis acabado aquí- le digo.
Asiente con la cabeza. La tortura no ha durado tanto como
me hubiera gustado, pensé que Sabine aguantaría más, pero no
ha sido así, era un maldito cobarde, igual que lo es Martino.
Siempre han creído que mi padre los protegería con su poder,
no hay poder en este mundo que me impida vengar a Venus,
por ella haría posible hasta lo imposible. Moveré cielo y tierra
con tal de ver su sonrisa, nadie, absolutamente nadie, puede
tocarla o hacerle el más mínimo daño. Ella no nació para
sufrir, nació para sonreír y darle algo de luz a mi vida con esa
sonrisa. Me gusta cuando me sonríe, a mi demonio le
gusta, Morte se tranquiliza cuando ella sonríe. Es la única
forma de que el mundo esté en paz, cuando ella llora Morte se
vuelve loco y el mundo arde en llamas.
Llego a la puerta de mi habitación, han pasado casi tres
horas desde que me fui. Fabián sigue de pie vigilando la
puerta.
-¿Ha habido algún problema?- le pregunto.
-No, señor. La señora Venus y los niños se quedaron
dormidos hace rato.
Asiento con la cabeza. Agarro la llave de mi bolsillo y abro
la puerta, todo está en silencio cuando entro. Sólo la luz de la
luna entrando por las ventanas ilumina la habitación. Entro en
el baño, me desnudo por completo, echo la ropa en el suelo y
me meto en la ducha. El agua fría toca mi piel, nunca puedo
bañarme con agua caliente, aunque sea invierno. El frío me
ayuda a mantener mis pensamientos en orden. Me deshago de
la sangre que ha traspasado a mi piel, el agua se tiñe de rosa
mientras desaparece por el desagüe.
Salgo de la ducha después de enjabonarme todo el cuerpo y
aclararlo, agarro una toalla y la ato a mi cintura. El hombre del
espejo me mira fijamente. Tantas muertes a nuestras espaldas
y ni un sólo remordimiento, Morte y Ares, la misma persona,
el mismo asesino. Aparto la vista del espejo un segundo para
tomar mi cepillo de dientes y lavármelos. La puerta del baño
se abre, Gio entra y se queda mirándome, saco el cepillo de
dientes de mi bica y la enjuago. Ella se acerca a la ropa
ensangrentada que he dejado en el suelo, al tocarla se llena la
mano de sangre.
-¿Qué haces despierta a estas horas?- le pregunto.
-Un monstruo.
Frunzo el ceño.
-¿Una pesadilla?- le pregunto.
Niega con la cabeza.
-Yo monstruo- contesta.
Me enseña su mano, la que tiene sangre y sonríe. Me
agacho frente a ella y agarro su mano.
-Es de Sabine- le digo- Lo he torturado y matado.
-¿Por qué?
-Quiso hacerle daño a Venus.
Su nariz se arruga.
-Nunca hacemos daño a quien nos importa, Gio, aunque no
los amemos como ellos a nosotros.
Asiente con la cabeza.
-Eros importa- dice.
-Sí, a mí también. Nunca le vamos a hacer daño a Venus,
Eros o Iván.
Esboza una sonrisa. Le limpio la mano con una de las
toallas más pequeñas del lavabo.
-Ahora a dormir- le digo- Eros necesita que lo protejas en
sus sueños.
-Vale.
Sale corriendo del baño. Gio va a necesitar mi ayuda a
medida que crezca, podría descontrolarse y matar a cualquiera,
convertirse en algo mucho peor de lo que yo soy. Eros se
entristecerá si a ella le pasa algo, si va a la cárcel o, peor, la
terminan matando por lo que es y la amenaza que representa
para el mundo.
Después de vestirme y asegurarme de que Gio está
dormida, me meto bajo las mantas con Venus. Ella está
bocabajo mirando hacia la ventana, tiene la espalda
descubierta, en algún momento se ha quitado mi camiseta,
supongo que le molestaba. Acaricio con mucho cuidado las
heridas de su espalda, su cuerpo sufre un leve temblor. He
protegido a Venus toda mi vida, me mata no haberla podido
proteger esta vez, se sacrificó por nuestro hijo. Venus es la
mejor madre del mundo, Eros tiene tanta suerte de tenerla.
Bajo con mis dedos a la curvatura de su culo, deslizo la manta
para verlo mejor, tan redondo y suave. Lo acaricio con mi
palma, mi polla se endurece tanto como el acero. Venus gira la
cabeza hacia mí, sus ojos están abiertos.
-¿Qué se supone que estás haciendo?- me pregunta
susurrando.
-Tocarte.
-Eso ya lo he notado.
-Me gusta tu piel, amore. Es tan suave.
Meto mis dedos entre sus piernas.
-Ares, no puedo…
Se calla cuando introduzco un dedo en su vagina, tan
caliente y húmeda.
-No puedo follarte con mi polla, pero puedo hacerlo con
mis dedos. Necesitas relajarte, tápate la boca y no hagas ruido.
Empiezo a sacar y meter mis dedos lentamente, ella cierra
los ojos y se tapa la boca con su mano. Me acerco más a ella,
acelerando los movimientos de mis dedos.
-Vas a correrte por los dedos de tu gemelo. ¿Verdad?
Beso su mejilla.
-Cada vez que te follo me acuerdo de nuestra primera vez-
susurro en su oído- Recuerdo cuando metí mi polla dentro de ti
y te hice sangrar, te quité la virginidad, hermanita.
Se le escapa un gemido.
-¿Sabes qué fue lo que más me gustó?- le pregunto- Saber
que ya eras mía para siempre, luego te dejé embarazada a
propósito.
Intenta removerse, pero me pongo de rodillas y la sujeto
con mi mano libre, la follo más rápido.
-Te cambié las píldoras, Venus- le digo- Tenía que hacerlo.
-Te voy a matar- jadea.
-No, primero vas a correrte.
Me pongo de rodillas entre sus piernas, saco mi polla y me
masturbo mientras también lo hago con ella.
-Ahora tienes dos opciones, hermanita. Dejas las píldoras
por voluntad propia o te obligo.
-No.
-Venus, aún no lo has entendido, tu cuerpo está hecho para
dar a luz a mis hijos, mis pequeños monstruos.
Meto la cabeza de mi polla en su vagina y me corro dentro.
Venus se corre unos instantes después.
-Eres un puto loco- me dice enfadada.
-Eso ya lo sabías.
Me tumbo a su lado, su ceño está fruncido.
-Pensé que me había olvidado alguna píldora, Ares.
-No, te las cambié.
-¿Y se te ocurre decírmelo seis años después?
-Sí, me acabo de acordar.
-Nunca me has mentido.
Levanto una ceja, su voz parece rota.
-No, nunca te he mentido- le digo.
-Me ocultaste esto, stronzo. ¿No pensaste que merecía
saberlo?
-La verdad es que no.
Niega con la cabeza, luego la gira hacia el otro lado.
-Venus.
Ella me ignora.
-¿Hice mal?- le pregunto.
Vuelve a ignorarme.
-Está bien, no contestes. No puedo pedirte perdón, sabes
que no lo siento.
-Me acosté con Martino porque estaba embarazada de ti.
-Lo mataré.
-No todo se soluciona con la muerte, Ares. Me vi obligada
a acostarme con un hombre que no amaba, dejé que se corriera
dentro de mí para ocultar que tú era el verdadero padre de mi
hijo. Creo que al menos merecía saber que cambiaste mis
píldoras. Te juro que como te atrevas a hacerlo de nuevo
cogeré a Eros y nos iremos lejos de ti.
El demonio dentro de mí me araña desde dentro para salir.
-Lo- Lo…- trago grueso- Lo- Lo si-siento.
-No, no lo sientes. No puedes sentirlo, no tienes esa
capacidad.
-Venus, no puedes irte lejos de mí.
-Lo haré, Ares. Lo haré si vuelves a hacer algo así.
La mañana llega conmigo despierto, no he dormido nada,
he estado mirando al techo toda la noche. Lo que me dijo
Venus me ha tenido en vela, ella no sería capaz de dejarme.
¿Verdad? La miro cuando se remueve, abre los ojos
lentamente.
-No puedes dejarme- le digo.
-Ahora no, Ares, déjame en paz.
-Venus, te lo digo en serio, te buscaré por cualquier lugar
que se te ocurra pisar, mataré a quien sea necesario hasta
encontrarte.
Se acurruca en mi costado.
-Estás enfermo- me dice- Igual que yo, porque me has
mojado, joder.
Besa mis labios desesperada, toco su coño con mi mano, mi
semen está seco entre sus pliegues.
-De verdad lo siento- le digo rompiendo el beso.
-Deja ya eso, Ares, ambos sabemos que no lo sientes.
-No, pero es lo que tú quieres escuchar.
-Quiero escuchar la verdad, Ares. No vuelvas a hacerlo.
¿De acuerdo?
-De acuerdo.
Ocho
Venus
Han pasado dos días desde que mi padre me azotó con el
látigo, Ares me contó lo que hizo esa noche, todo el daño que
hizo. Sabine está muerto, mi padre lo encontró la mañana
siguiente colgado del techo de una de las celdas, con los dedos
de las manos cortados, su propia polla metida en el culo con
una vara de hierro y las iniciales de Ares grabadas por todo el
cuerpo.
Le pongo la última vela al pastel que he comprado para
Gio, lleva un monstruo y varios muertos en la parte alta, no es
lo más normal para una niña de cuatro años, pero es lo que
quería y se lo dijo a Ares.
Me siento un poco mareada, he pasado dos días en la cama,
sólo me he levantado para ir al baño. Ares me ha estado
ayudando a ducharme e Iván a curar mi espalda, que ya no
duele. Cierro los ojos, creo que estoy a punto de caer al suelo,
pero unos fuertes brazos me sujetan por la cintura.
-Deberías sentarte.
-Estoy bien, mia vita, Iván dijo que sería normal después de
estar tanto tiempo acostada en la cama
Me da un beso en el cuello.
-¿Puedes sostenerte sola?- me pregunta.
-Sí, ya se me está pasando el mareo.
Ares me suelta lentamente, me agarro feo borde de la isla
de la cocina. Vamos a celebrar el cumpleaños de Gio en su
lado de la casa, decidimos hacerlo aquí para que tuviera un
buen cumpleaños. Ni nuestro padre ni su hermano nos
molestarán aquí, saben a lo que se enfrentan si se atreven a
pisar el área de Ares. Lucio lo intentó cuando se enteró de que
Ares había herido a Gina, no terminó nada bien y, por suerte,
él no acabó en el hospital. Aunque sí con varios moretones por
la cara y el cuerpo, Iván y Demarco tuvieron que sostener a
Ares para que no lo matara.
-Lleva el pastel a la mesa- le digo a mi hermano- Iré
enseguida, necesito tomar agua.
-Amore, ve a sentarte, puedo llevarte el agua.
-Ares, no voy a pasarme el día sentada, necesito
recuperarme, Eros me necesita y Gio también.
-No es tu responsabilidad.
-¿Y qué hago? ¿Dejarla sola? Ni siquiera la niñera la cuida
como es debido.
-Puedo contratar a alguien.
Niego con la cabeza.
-Necesita a su familia a su lado, no a una desconocida-
respondo.
-Bien, como quieras.
-Sí, exactamente, esto es lo que quiero. Voy a hablar con
padre para que me deje hacerme cargo de ella.
Ares suspira. Agarra el pastel y sale de la cocina hacia el
comedor que ha montado en una de las otras habitaciones de la
planta baja de su ala de la casa. No me importa que no esté de
acuerdo con esta decisión, Gio ya ha pasado demasiado tiempo
con una niñera, siempre está sucia y descuidada. La he bañado
en más ocasiones de las que puedo contar con los dedos de una
mano. A Gina y a mi padre parece darles igual, no a mí, es
sólo una niña pequeña y no merece ese trato.
Agarro la jarra de agua de la nevera y un vaso de la alacena
superior, lo lleno de agua fría y me lo bebo de una sola vez.
Voy al comedor, mi boca se curva por un lado cuando veo a mi
hijo tapando los ojos de Gio y a ella tan tranquila, como si
fuese lo más normal del mundo. Ares me toma por la cintura y
me pone delante de él.
-Eros, ya puedes destaparle los ojos- le dice a nuestro hijo.
Los ojos de Gio brillan cuando ve el pastel y las velas
encendidas. Su atención está puesta en ese pastel y no en
nosotros cantándole feliz cumpleaños.
-Ya puedes soplar las velas, Gio- le dice Eros.
Una de las velas se le dificulta, Eros se inclina hacia
adelante y la ayuda a apagarla, Gio le sonríe.
La fiesta de cumpleaños de Gio dura hasta casi la noche,
nadie ha venido a ver si ella está bien o a entregarle un regalo.
Me entristece saber que no le importa a sus padres o su
hermano. Ella está tan feliz jugando con sus nuevos juguetes y
con Eros en el suelo.
-Estoy de acuerdo- me dice Ares.
-¿De acuerdo con qué?
-Con que te hagas cargo de ella.
Le doy un beso en el pecho, me ha tenido casi todo el día
sentada en su regazo.
-¿Vas a hacerte cargo de Gio?- me pregunta Iván.
-Sí, estoy harta de no hacer nada por ella.
-Me parece bien, Venus, eres una gran madre y serás una
gran hermana para ella.
-No- dice Ares.
Iván y yo fruncimos el ceño.
-¿No!- le pregunto.
-Yo la cuidaré cuando esté en casa, tú cuando yo esté fuera
trabajando.
-Puedo encargarme de ella yo sola.
-Lo sé, amore. Pero Gio me necesita a mí, ella…
-Es como tú- lo interrumpe Iván.
-Sí, la noche que maté a Sabine, volví de madrugada a la
habitación. Ella estaba despierta, esperó a que me duchara y
entró en el baño para tocar mi ropa ensangrentada.
Miro a Gio, me había dado cuenta de ciertos
comportamientos, como que nunca se asuste de Ares. O que le
guste ver cómo golpea a Lucio, el otro día estaba embobada
mirando cómo Ares casi lo mata.
-Necesita ayuda- digo.
-La tendrá, me dijo que Eros le importa, es lo que usaré
para canalizar su psicopatía.
Me levanto del regazo de Ares.
-¿A dónde vas?- me pregunta.
-Tengo algo que hacer, vuelvo enseguida.
Salgo del ala de mi hermano, la voz de mi padre, muy
enfadado por cierto, se oye desde el pasillo que va a su
despacho. Llamo a la puerta con suavidad cuando llego. Mi
esposo es quien me abre la puerta, cierra tras de sí y me
empuja hacia el otro lado del pasillo con su cuerpo.
-¿Dónde coño has estado durante dos días?- espeta.
-No es asunto tuyo, déjame pasar, debo hablar con mi
padre.
Me agarra por los brazos con fuerza.
-Para tu estúpido cerebro puede que no sea un dato
importante, pero sigues siendo mi esposa y el niño que te has
llevado es mi hijo.
Me zafo de su agarre.
-No me toques- escupo- Eros es mío, única y
exclusivamente mío.
Me aprisiona con su cuerpo contra la pared.
-¿Recuerdas que estuve presente en su creación?- pone su
dedo índice en mi sien- Que a tu dura cabeza le entre eso.
Quiero que esta noche volváis a nuestro ala, no voy a repetirlo
más veces, Venus. Tu lugar está a mi lado, no al lado de ese
puto loco.
-No lo llames así- gruño.
Golpeo su costado con mi puño, Martino se dobla por el
dolor. Lo agarro por el pelo de la nuca e inclino su cabeza
hacia atrás.
-Mi hijo y yo nos quedaremos en el ala de mi hermano
hasta que lo crea conveniente- le digo mirándolo a los ojos-
No vuelvas a tocarme, Martino, o se lo diré a Ares.
Traga grueso.
-Sí, sé cuánto adoras la compañía de mi hermano.
Empujo su cabeza a un lado.
-Jamás vuelvas a ordenarme nada, no soy una de tus zorras.
Entro en el despacho de mi padre, sus ojos se posan sobre
mí, también los de su bastardo.
-Quiero hablar a solas contigo, padre.
Lucio se pone en pie, su ojo izquierdo está totalmente
morado.
-Lo que tengas que hablar con mi padre puedes hacerlo
delante de mí- me dice.
-Cuando los adultos hablan los niños callan, Lucio. ¿No te
ha enseñado modales tu amada madre?- esbozo una sonrisa-
No me extraña, ni siquiera ella los tiene…
Lucio da un paso adelante, pero nuestro padre lo agarra por
el brazo, deteniéndolo.
-¿Has venido a insultar a mi esposa?- me pregunta.
-No, vengo a hablar de Georgina.
-¿Dónde está? Lleva dos días desaparecida.
Pongo los ojos en blanco.
-Ha estado conmigo, mientras me recuperaba de tu castigo.
-Bonito corte de pelo- se burla Lucio.
-Gracias, bastardo, a mí también me gusta cómo me queda-
contesto sin dejar de mirar a mi padre.
-¿Qué quieres?- me pregunta él.
-Encargarme de tu hija, esa a la que no hacéis caso hasta
que alguien viene de visita o hacéis una fiesta.
-No.
-¿No? ¿Estás seguro?
-Vas a volver a tu ala de la casa, con tu esposo y vuestro
hijo, vas a dejar en paz a Georgina, tiene una niñera.
-¡Una niñera que no la cuida!- grito- No voy a obedecerte,
padre. Esa niña necesita a alguien a su lado, por si no te has
dado cuentas es como Ares.
-¡No lo es! Sal de mi despacho ahora mismo.
-No voy a irme hasta que firmes un documento de cesión de
custodia a mi nombre.
-Al parecer el castigo de papá te dejó tan loca como el
psicópata- dice Lucio.
-Te equivocas, nací así, pequeño bastardo. Por cierto,
¿cómo está la puta de tu madre? ¿Ha perdido el riñón?
Lucio se abalanza hacia mí, mi espalda golpea contra el
suelo, antes de que pueda darme el primer golpe, nuestro padre
lo agarra por la cintura y lo levanta. Me levanto rápidamente
del suelo.
-Firma ese documento, padre. No me iré de aquí sin él- le
exijo- ¿O quieres que tu bastardo de oro muera?
Frunce el ceño.
-Eres igual que él- me dice.
-Somos gemelos, padre. Ares haría cualquier cosa por mí y
yo haré cualquier cosa por él, por Gio y por Eros.
-Mi abogado te enviará ese documento firmado hoy mismo.
Niego con la cabeza.
-Ahora, quiero ese documento ahora. Vamos, llama a tu
maldito abogado.
-No puedes cederle a la niña- le dice Lucio- No pueden
ganar siempre.
-Prefiero entregarle a esa niña a que Ares te ponga una
mano encima por haber intentado golpear a su gemela. Eres un
idiota, Lucio, no vuelvas a hacer algo así.
Lucio me fulmina con la mirada, lo que sólo hace que mi
sonrisa se ensanche. Puedo ser alguien tranquila y pacífica,
pero jamás toques a las personas que amo, te mataré si es
necesario.
-Vamos, padre, sigo esperando y sabes que no me gusta
esperar.
Aprieta la mandíbula, pero se mueve hacia su escritorio.
Agarra su móvil, teclea en la pantalla hasta que comienza a
sonar la llamada por el altavoz. Su abogado contesta.
-Señor Romano. ¿En qué puedo ayudarlo?
-Necesito que envíes a mi email un documento de cesión de
custodia.
El abogado guarda silencio unos segundos.
-Hazlo- le ordena mi padre.
-¿Está seguro?
-Sí, la menor es mi hija, Georgina Romano.
-¿A quién va a ceder su custodia?
-Venus Romano, mi otra hija.
-Y Ares- le digo.
Niega con la cabeza. Me acerco a él y le arrebato el móvil
de la mano.
-Ares y Venus Romano- le ordeno al abogado.
-Señora Venus, su padre debe estar de acuerdo con esto.
-Obedece de una maldita vez, él está de acuerdo.
-Como ordene.
Le devuelvo el móvil a mi padre.
-Su esposa debería firmar este documento también, señor
Romano.
-Envíelo ahora mismo a mi email.
-Sí, señor Romano.
Mi padre deja su móvil sobre el escritorio con un sonoro
golpe.
-¿Por qué haces esto?- me pregunta.
-Ya te lo he dicho, Gio merece a alguien que la cuide y la
ame. Ni Gina ni tú os hacéis cargo de ella, sólo tenéis ojos
para Lucio. Sólo tiene cuatro años, padre. Ni siquiera te has
acordado que hoy es su cumpleaños, ¿cierto?
Frunce el ceño. Por supuesto que no se ha acordado, nunca
lo hizo. No recuerdo ni un solo cumpleaños de Gio en el que él
o Gina estuvieran presentes.
-Deja que yo cuide de ella, padre. Haz algo bueno por Gio,
sólo por una vez en tu vida.
Su mirada se suaviza.
-Bien- dice.
-Papá, no- espeta Lucio.
-¿Y tú qué problema tienes?- le pregunto.
Mi cabeza da vueltas a muchas cosas. ¿Por qué insiste tanto
en tener a Gio bajo el ala de su madre y nuestro padre? Nunca
la quiso.
-Contesta- exijo.
-Déjame en paz, puta.
-Contesta a mi pregunta. ¿Por qué insistes tanto en tener
acceso a Gio?
Padre lo mira.
-Lucio, contesta a la pregunta de tu hermana.
-¡No es mi hermana!- grita.
Padre cruza al otro lado del escritorio, Lucio se pone recto
y agacha la cabeza.
-¿Me has gritado?- le pregunta.
-Lo siento, papá, no era mi intención.
-Contesta a la pregunta.
-No es correcto, Georgina no es nada de ella. Debe estar
con su familia.
-¿La has tocado?- le pregunto- ¿Te has atrevido a tocar a
una niña de cuatro años?
Levanta la cabeza para mirarme.
-¿Estás loca?- me pregunta- No la he tocado, enferma.
-¿La has golpeado alguna vez?- le pregunto.
Ante esa pregunta guarda silencio.
-Voy a matarte, bastardo- escupo- ¡Es una niña!
Miro a nuestro padre, su semblante permanece
imperturbable.
-¿No te importa?- le pregunto.
-Lucio seguramente pensó que estaba haciendo lo correcto,
Georgina a veces es caprichosa.
-¡Porque es una maldita bebé! Los niños son caprichosos-
niego con la cabeza- El documento, lo quiero ya. Y, Lucio, si
te atreves a acercarte a Gio, aunque sea un sólo milímetro, te
juro que te sacaré los ojos y te los haré comer. ¿He sido clara?
Su boca se curva por un lado.
-Eres muy valiente con el psicópata protegiéndote- me dice.
Doy varios pasos hacia él, me detengo a escasos
centímetros, no es mucho más alto que yo. Lucio se parece
más a su madre que a nuestro padre.
-Provócame, Lucio, nunca has conocido a mi otra versión,
pero padre sí. Él puede contarte lo que soy capaz de hacer por
alguien a quien amo. Acércate a Gio o a Eros y te juro que
serás comida para los peces.
-Vete de aquí, enviaré a alguien con el documento firmado
por mí y por Gina- me dice mi padre.
-Media hora, eso es todo lo que tienes antes de que le
cuente a Ares que tu bastardo me ha tirado al suelo y ha
intentado golpearme.
Antes de darme la vuelta para salir del despacho, miro a
Lucio a los ojos, levanto el brazo y le doy una bofetada en la
cara. Se cubre la mejilla con su mano.
-No se tocan a los niños, hijo de puta enfermo. Tienes
suerte de que Ares no te haya oído, estarías muerto en este
preciso momento.
Me marcho del despacho sin mirar atrás, mi pobre Gio, no
imagino lo que habrá debido sufrir físicamente. Puede que sea
una pequeña psicópata, pero sigue sintiendo dolor físico. Ese
bastardo la ha golpeado, quién sabe si Gina está al tanto de
esto, quizás hasta le dé igual.
Nueve
Ares
En cuanto Venus regresa a la fiesta se acerca a Gio,
examina sus brazos, espalda, cuello y piernas. No dice qué
busca, pero puedo imaginarlo. Cuando encuentra algo en la
pierna derecha sus ojos se llenan de lágrimas, se cubre la boca
con la mano y niega con la cabeza.
Me pongo en pie y me acerco a ellas, Gio tiene un moretón
en el muslo, nos mira con ojos curiosos, luego se ríe.
-Lucio- dice.
Iván me sujeta cuando me doy la vuelta.
-Déjame- gruño.
-Es su fiesta de cumpleaños, no es el momento, hermano.
-Quiero estrangularlo.
-Otro día.
-Ha tocado a su propia hermana, una niña de cuatro años.
-Ares, torturaste a un hombre delante de su hijo de seis años
hace dos días.
-Ese no niño no me importa, Gio es mi hermana pequeña.
Iván sonríe por un lado de la boca.
-Lo sabía- dice.
-No es amor, idiota, no puedo sentirlo aunque quiera.
-Pero quieres, eso ya es un paso.
-Deja de humanizarme y apártate.
-No, hoy no. Te prometo que mañana le daremos una
lección a Lucio.
-Ya lo he hecho yo- dice Venus- Lo he golpeado y
amenazado con sacarle los ojos si se atreve a acercarse a ella.
Padre me va a entregar su custodia.
-¿Por eso te has ido?- le pregunto.
Ella asiente, le da un beso en la cabeza a Gio.
-Vas a quedarte conmigo, principessa. Eros y yo
cuidaremos de ti, ya no habrá más niñeras y Lucio no va a
volver a pegarte.
Gio se pone de pie, rodea el cuello de Venus con sus brazos.
Me dan igual los otros niños, los otros adultos, pero no me
gusta cuando tocan a estas personas que están aquí conmigo.
Esto es lo más cerca que voy a estar de sentir amor por alguien
y sé que no es amor, sino sentido de la posesión, son míos y no
me gusta que toquen lo que me pertenece. Me agacho y agarro
a Gio en mis brazos.
-La próxima vez que Lucio te pegue grita y acudiré lo más
rápido posible, si no estoy para salvarte golpéalo fuerte con el
objeto que tengas más cerca, lo golpeas en la cabeza. ¿Lo has
entendido?
-Sí.
-Mostriciattola,
Ella sonríe. Puede tener cuatro años, pero es inteligente y
espabilada.
-Deja de llamarla pequeño monstruo- me regaña Venus.
-No- contesto.
-No- repite Gio.
Iván se ríe, haciendo fruncir el ceño de mi gemela. Mi
padre entra en el comedor con un documento en la mano,
Venus se acerca a él y se lo entrega. Camino hacia ellos, Gio
gira la cabeza para no mirar a nuestro padre, creo que lo odia
tanto como yo.
-¿Qué es eso?- pregunto.
-El documento de cesión de custodia- contesta Venus.
Agarro el documento de sus manos. Mi nombre figura en
él, Venus me mira de reojo.
-Tenéis que firmarlo- nos dice nuestro padre entregándonos
su pluma.
Mi gemela me mira a los ojos. Le arrebato la pluma de la
mano a mi padre, no pensé que Venus quisiera hacer esto de
forma legal. Dejo a Gio en la mesa sentada y firmo el
documento, veo las firmas de mi padre y la puta. Luego miro a
Eros, jamás sería capaz de deshacerme de él, pero el monstruo
soy yo. Venus se pone a mi lado, me quita la pluma y firma el
documento. Mi padre intenta tomarlo de la mesa, pero lo
detengo poniendo mi mano sobre el papel.
-No tan rápido, padre. Prefiero llevarlo yo mismo al
juzgado mañana a primera hora.
-Eres un hijo de puta.
-Creí que ya habíamos establecido eso. Actualiza tus
insultos, o mejor, ahórratelos, no me afectan.
-Mi abogado te acompañará al juzgado por la mañana.
Asiento con la cabeza.
-Una última cosa, padre- miro a Gio, sus ojos conectan con
los míos- Dile a tu hijo de oro que tenga cuidado, si lo veo
mirando en dirección a Gio le arrancaré los ojos y obligaré a la
puta a comérselos.
Mi padre se marcha del comedor. Me cruzo de brazos
mirando a mi hermana, Venus imita mi postura.
-Dijiste que tú ibas a cuidarla conmigo- me dice.
-No pensé que ibas a hacer todo esto legal.
-¿Y qué querías que hiciera? Si no lo hacía de esta forma
podrían llevársela cuando quisieran.
-¿Dónde va a quedarse a dormir?
-Conmigo, hay mil habitaciones en esta casa.
-No vas a moverte de mi ala.
-Algún día tendré que volver a mi habitación.
Niego con la cabeza. No voy a dejar que vuelva al lado de
su esposo.
-Me encontré con Martino saliendo del despacho de padre.
Me exigió que volviera con su hijo a nuestro ala de la casa.
-He dicho que no vas a volver, ni tú ni Eros. Mañana envía
a Celia a por tus cosas y las de nuestro hijo al ala del cobarde.
Venus resopla.
-Prepara una habitación para ellos, se acabó eso de dormir
con nosotros- le digo.
-Eres tan mandón- protesta Iván.
Lo miro con una ceja levantada, Venus se pega a él, quien
se cruza de brazos también.
-Nuestro hermano tiene razón- dice ella.
-¿Hermano?- gruño.
-¡Por el amor de Dios!- chilla Venus- Iván es nuestro
hermano.
-Venus- advierto.
Iván pone los ojos en blanco.
-Déjalo, Venus, tu querido gemelito quiere ser el único
hermano en tu vida.
Iván sale del comedor en dirección a las escaleras.
-¿Por qué?- me pregunta Venus.
-Soy tu único hermano.
-Iván es un hermano para mí, tú lo trajiste a nuestras vidas.
¿Es necesario que seas cruel con él? Iván no ha hecho más que
sernos fiel y amarnos. Sé que no puedes devolverle ese amor,
pero no es necesario hacerlo sentir como si no perteneciera a
nuestra familia.
Venus agarra a Gio de la mesa y se sienta en el suelo con
ella y con Eros, ignorándome. Me froto la frente con los
dedos, la he cagado. Siempre he sentido que Iván es más que
un amigo, como dice mi hermana, no puedo amarlo, pero
ciertamente no es un amigo.
-Me he puesto celoso, amore- digo antes de salir del
comedor.
Busco a Iván en su habitación, pero no está. Después de un
rato de estar buscándolo por nuestro ala, no lo encuentro. Así
que, decido ir a buscarlo por el resto de la casa, en el comedor
principal no está, tampoco en el jardín trasero o en la entrada
delantera de la casa, ahora resulta que nadie lo ha visto y sé
que mienten. Bajo al sótano, como último recurso, juro por lo
más sagrado que comenzaré una matanza si está aquí. La voz
de Lucio se cuela en mis oídos a medida que bajo las
escaleras, se está riendo y hay alguien con él. Ni Lucio ni su
amigo, Gianmarco, hijo de uno de los capos de mi padre, se
dan cuenta de mi presencia. Iván lo hace y sonríe. Los
bastardos lo han atado de pies y manos y lo han golpeado, no
mucho, ni siquiera sé cómo coño lo han atrapado, Iván está
entrenado. Sus ojos se vuelven un poco hacia atrás, está
intentando no cerrarlos. Imagino que lo han drogado, así es
como lo han atrapado.
-Es un lame culos- dice Gianmarco- Siempre a la sombra
del loco.
Lucio se ríe a carcajadas, le da una patada a Iván en el
estómago.
-Si me soltáis os demostraré que no necesito a Ares para
defenderme- contesta con dificultad.
¿Qué maldita droga le han metido en el cuerpo? Su lengua
parece trabarse consigo misma.
-La puta de Venus me amenazó con sacarme los ojos si me
acercaba a la niña o a su puto hijo, no dijo nada de ti- se
excusa Lucio.
-Porque sabe que puedo defenderme yo solo. Eres muy
valiente, Lucio, todo un hombrecito de mamá que se mete con
una niña de cuatro años porque no es capaz de ganarle a su
hermano mayor- contesta Iván.
Lucio lo golpea en la boca con su pie, la sangre brota, sin
embargo, Iván no se inmuta, todo lo contrario, se ríe.
-Estás tan loco como él, ruso asqueroso- dice Gianmarco.
Iván escupe sangre al suelo.
-Por eso somos amigos, mierdecilla- le contesta.
Entro en la celda, el rostro de Gianmarco palidece,
provocando que Lucio se gire.
-Somos hermanos- corrijo a Iván.
-Vete a la mierda, puto loco- se ríe él.
Gianmarco intenta salir corriendo de la celda, agarro mi
arma con rapidez y le disparo en el tobillo.
-¿Tus padres no te han enseñado que no hay que correr por
los pasillos?- le pregunto mirando al bastardo.
Su labio superior tiembla por la ira.
-¿Por qué no descargas conmigo tu rabia, bastardo?- le
pregunto- Es a mí a quien quieres golpear. Primero lo haces
con una niña de cuatro años, tu propia hermana, y ahora con
un hombre que no te ha hecho nada.
Lucio se abalanza hacia mí, lo sujeto por la cintura con mi
brazo, me golpea varias veces en la cara con su puño. Cuando
me he hartado, lo lanzo contra la pared.
-Enseguida vuelvo a desatarte- le digo a Iván.
-¿Es en serio? Me han metido en el cuerpo alguna mierda,
desátame y déjame que vaya a comer, me apetece dulce.
Iván empieza a hablar en ruso, se ríe y niega con la cabeza.
-Cazzo, te desato, pero cállate. Y deja de cantar esa maldita
canción, sabes que la odio.
Iván se ríe a carcajadas, luego me lanza besos al aire.
-Te amo, psicópata- me dice.
-¿Qué mierda le habéis metido?- le pregunto a Gianmarco,
Lucio ha quedado inconsciente.
-Fue idea de Lucio, dijo que estaría más tranquilo con una
mezcla de cocaína y de ketamina.
-¡Joder!- grito.
Me pongo en cuclillas frente a Iván, estoy totalmente ido.
Saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón y marco a Fabián.
-Señor Romano- contesta.
-Ven al sótano, tienes que llevar a Iván a su habitación y
ponerle suero, va a quedarse dormido y tengo algo que hacer.
-Voy enseguida, señor.
Guardo el móvil en el bolsillo de nuevo.
-Quiero follar- murmura Iván.
-Mierda, sí que estás drogado.
Nunca he visto a Iván con ninguna mujer, su única misión
en la vida era ser el mejor en su trabajo. Estudió medicina por
cuenta propia, estudió el funcionamiento de las armas, estudió
cualquier cosa que le pudiera ser útil en nuestro mundo.
Siempre quiso ser el mejor, no le habían interesado las chicas
nunca, tampoco los chicos, lo habría sabido.
-No me quiere- dice de pronto.
-¿Quién?
-Ella.
Mi demonio rasca para salir. Habla muy pocas veces de esa
mujer, sólo cuando ha estado borracho. Lo abandonó a su
suerte cuando tenía nueve años, vino a Italia sólo para dejarlo
aquí y volver a su país. La busqué, la zorra sólo estaba
interesada en el dinero, es por lo que se quedó embarazada,
cuando no pudo sacar más dinero al padre de Iván, lo
abandonó en un país desconocido, con gente desconocida.
-Venus y yo te queremos, es todo lo que importa.
Él se ríe.
-Acabas de admitir que me quieres, Morte.
-En cierto modo, lo hago. Pero no digas nada.
Niega con la cabeza de forma divertida, si Gio y Eros lo
vieran estarían riéndose de él.
-No diré…- hace gestos raros con la boca- Nada.
Pongo mi mano en su mejilla.
-Eres nuestra familia y nosotros somos tu familia, Eros te
adora y Gio también.
-Ella es como tú.
-Por eso puedo afirmar que te quiere, te habría clavado un
lápiz de colorear si no le gustaras.
Iván sonríe, mira a Lucio.
-Le ha pegado- dice con tristeza- ¿Puedo pegarle yo a él?
Fabián aparece por detrás de mí.
-Sí, pero no ahora, primero tienes que ir con Fabián y
descansar. ¿Vas a portarte bien?
-Sí, señor.
-Iván- advierto.
-Sí, pesado. Sólo quiero dormir.
-Bien.
Me pongo de pie y me giro para estar frente a Fabián.
-Vigila a Iván todo el tiempo hasta que se le pasen los
efectos de las drogas- le ordeno.
Él asiente. Agarro a Lucio por un tobillo y a Gianmarco por
el suyo, el que tiene herido. Grita de dolor, y cuanto más grita
más aprieto mi mano a su alrededor. Subo las escaleras
arrastrándolos a los dos. El camino es eterno por los gritos del
pequeño hijo de puta. ¿Pensaron que no habría consecuencias?
Tienen suerte de no estar muertos. Abro de una patada la
habitación de mi padre, Gina se sobresalta en la cama, sigue
convaleciente. Empujo a Lucio y a su amigo con todas mis
fuerzas, llegan al borde de la cama.
-¿Qué ha pasado?- pregunta.
-Tu bastardo hizo algo que no debía y, no contento con eso,
metió a su amiguito en este lío.
-No le hagas nada.
Inclino la cabeza hacia un lado.
-¿Me estás suplicando, puta?- le pregunto.
-No- gruñe- Es una orden.
Mi pecho vibra por la risa.
-No eres nadie para darme órdenes- le digo.
-Pero yo sí.
Miro a mi padre por encima del hombro, está detrás de mí,
bajo el umbral de la puerta. Lo sigo con la mirada cuando pasa
por mi lado para acercarse a Gianmarco y a Lucio.
-¿Te ha disparado Ares?- le pregunta.
La vista de Gianmarco salta de mi padre a mí y al revés.
-Sí, fue él.
-Puedo rematarlo si es necesario, padre.
Mi padre me fulmina con la mirada.
-Ya has hecho suficiente- me dice.
-La próxima vez que vea a Lucio cerca de Iván, Venus o los
niños no tendré tanta misericordia. Agradece que está vivo,
padre.
-Lo tendré en cuenta.
Me acerco a Gianmarco, su cuerpo tiembla. Pongo mi pie
sobre su tobillo y piso fuerte.
-Gianmarco, dile a tu padre que te compre unas muletas,
creo que escuché el hueso romperse cuando la bala te impactó.
-Ares, basta- me ordena mi padre- Vete de aquí, yo me
encargo.
-Gracias, papi- contesto con burla, miro a Gina y le guiño
un ojo- Adiós, mami, que te sigas recuperando.
Los dejo a solas en la habitación, los gritos de Gina a mi
padre no tardan en escucharse. Esa puta se ha tomado
demasiadas libertades, pero mi padre parece permitirle casi
cualquiera cosa. Lo que me hace pensar que ella podría tener
alguna cosa que podría destruirlo, tengo que averiguar qué
sucede y usarlo a mi favor.
Diez
Venus
Aplico un poco de colorete en mis pómulos, mi pelo y mi
maquillaje están impecables y las joyas en su lugar. Eran de mi
madre, un conjunto de pendientes y collar de diamantes con
oro blanco. Ares me observa a través del espejo, no me ha
quitado la vista de encima desde que comencé a prepararme
para la fiesta. Hoy es el cumpleaños de Gina, el show
comenzará en breve, tendremos que aparentar ser la familia
perfecta que mi padre ha hecho creer a todos que somos.
Tendré que fingir que mi matrimonio con Martino es ejemplar,
que somos felices, cuando ni siquiera toleramos mirarnos. Lo
que más me duele es que mi hijo y Gio tendrán que fingir que
son amados por sus padres. Eros ciertamente lo es, Ares y yo
lo hacemos, pero ante el ojo público, Martino es su padre y
Eros lo odia. No le gusta que lo toque, algo que tiene en
común con su verdadero padre, tampoco le gusta que Martino
me toque a mí, dice que yo pertenezco a su padre y no a
ese stronzo di merda. Sí, también se parece a Ares en eso.
Dejo la brocha en el tocador que mi gemelo mandó a poner
en su habitación para mí. Me levanto del asiento de terciopelo,
Ares recorre mi cuerpo con sus ojos, sólo llevo un tanga de
encaje negro y un fino sujetador a juego, un regalo suyo. Ares
se desabrocha el cinturón y el pantalón, el bulto de su
entrepierna sale disparado al aire en cuanto se deshace de la
ropa. Me quito el sujetador y el tanga, luego camino hacia la
cama y me tumbo de espaldas en ella con las piernas abiertas.
No deberíamos estar haciendo esto, llegaremos tarde a la
fiesta, pero que se jodan. Necesito sentirlo antes de
enfundarme en mi disfraz de buena esposa, la sumisa que
todos creen que soy.
Ares se pone sobre mí, besa mis labios a la vez que entra en
mí. Rodeo su cuello con mis brazos, me penetra más rápido y
más fuerte. Rompe el beso, pega su frente a la mía.
-Te amo- susurro
Sus ojos me observan, sé cuánto le gustaría decirme que me
ama y cuánto le gustaría sentir lo que yo siento por él. E un
secreto que permanecerá entre nosotros. Pongo mi mano en su
mejilla.
-Tengo suficiente amor para los dos, mia vita.
Posa sus labios sobre los míos. Nunca he necesitado que me
diga que me ama, me basta con sus muestras de amor, a su
modo. Ares siempre me ha cuidado y protegido como nadie,
hace lo mismo con nuestro hijo. Es suficiente con eso.
Me sujeta con una mano por la cadera, entra más fuerte
dentro de mí, haciéndome gemir fuerte. Ares gruñe.
-Ares- gimo.
Más fuerte, más rápido. Mis gemidos lo animan, alimentan
su ego. Necesita hacerme disfrutar para sentirse mejor.
-Amore, dime quién está follando tu delicado coño.
-Tú, mi gemelo, mi hermano mayor.
Ares rodea mi cuerpo con sus brazos, se gira llevándome
con él.
-Móntame, Venus- me ordena.
Me apoyo en sus hombros para ayudarme a moverme
mejor. Echo la cabeza hacia atrás mientras monto a mi
hermano. Rodea uno de mis pezones con su boca.
-Ares, mio cuore.
Me mueve como a una muñeca con sus manos en mis
caderas.
-Ahí- gimo.
-¿Ahí te gusta?
-Me voy a correr.
-Cazzo, aprieta mi polla, amore.
Lo miro a los ojos mientras me corro, Ares me mueve más
rápido. Mi orgasmo se alarga hasta que el termina corriéndose
dentro de mí.
-Las píldoras- murmura.
-No es el momento, mia vita.
Ha estado muy insistente con este tema, pero por lo menos
respeta mi decisión de no tener un bebé en este momento.
Creo que mi enfado de la otra vez lo alertó. Me levanto de su
regazo, noto su semen correr por el interior de mis muslos.
-Tengo que vestirme- le digo.
Se pone de pie, me agarra por la mandíbula con su mano y
me besa en la boca.
-¿Vas a dejar mi semen corriendo por tus muslos?- me
pregunta.
-Sí- contesto con una sonrisa, que mi hermano me
devuelve.
-Voy a estar duro toda la puta noche pensando en ti
paseando por ahí con mi semen seco entre sus piernas.
-Estaré mojada esperando a que vuelvas a follarme esta
noche.
Intenta besarme de nuevo, pero lo empujo por el pecho
riéndome, cae de culo en la cama. Su sonrisa es preciosa, una
lástima que no la muestre más.
-Tienes el vestido colgado entre mis trajes- me dice.
Doy un grito de emoción, de inmediato salgo corriendo
hacia el vestidor. No me ha permitido ver el vestido que me
compro hace una semana, no tengo ningún dato de él. Aunque
mi hermano sabía lo que quería, no puedo imaginar cuán
hermoso es el vestido. Agarro el vestido guardado en una
funda, me muerdo el labio inferior en cuanto empiezo a bajar
la cremallera, quito la funda por completo y la dejo caer al
suelo. El grito que sale de mí debe haberse oído por toda la
casa. Es un vestido precioso. Los tirantes son finos, de
pedrería y es de color oro rosa, de seda. Es tal y como se lo
pedí, pero con un añadido, tiene una abertura en el lado del
muslo izquierdo.
-Las piedras de los tirantes son diamantes reales.
Giro la cabeza hacia mi hermano, está apoyado en el marco
de la entrada con los brazos cruzados sobre su pecho.
-Es precioso, mia vita.
-¿No vas a ponerte ropa interior?
Bufo mientras me lo pongo.
-¿Con este vestido? No, se notará y quedará muy feo.
-Vas a ir por ahí sin nada debajo de ese vestido- gruñe.
-Sí- señalo a mi espalda- ¿Se nota mucho?
Ares pasa sus dedos por mi piel, las heridas se han curado,
me salieron postillas después de una semana desde que mi
padre me azotó. No las toqué, quería que se cayeran por sí
solas.
-Está perfecta, amore. Tan suave como lo estuvo siempre.
Respiro aliviada, no quiero tener en mi cuerpo ni una sola
marca que haya hecho mi padre.
Ares agarra mis sandalias de tacón plateadas de Alexander
McQueen, estas también me las regaló él para esta ocasión,
fue lo único que me permitió ver. Se arrodilla frente a mí y
agarra mi pie derecho para ponerme la sandalia. Besa mi
pierna hasta la rodilla, luego me pone la otra sandalia.
-Tan perfecta- murmura.
Sube con besos hasta mi entrepierna, donde deposita un
último beso antes de levantarse.
-Eres mi todo, Venus.
-Te amo, ahora y siempre.
-¡Mamma!
Mi pecho vibra por la risa.
-Estábamos tardando demasiado, nuestro hijo se ha
impacientado- le digo a mi hermano.
-Vamos, es hora de que comience el show.
Tomo a Eros y a Gio de la mano en cuanto salgo de la
habitación. Ares viene detrás de nosotros, protegiéndonos,
como siempre.
Martino casi se abalanza hacia nosotros cuando no ve
aparecer en el gran comedor, que ha sido despejado para la
fiesta de cumpleaños de Gina quien se acerca a nosotros para
arrebatarme a Gio de la mano. Mi esposo me toma por la
cintura, miro a Ares por encima de mi hombro. No le gusta
que me toque, pero esta noche debe aguantarse, sólo unas
horas.
-Sonríe, esposa. La gente está a punto de llegar- me dice
Martino.
-Oh, olvidaba lo feliz que soy a tu lado, esposo.
Aprieta mi cadera con sus dedos.
-¿Qué es esto que llevas puesto?- espeta.
-Los seres humanos solemos llamarlo vestido- se burla
Ares- Y mi hermana está preciosa con él. ¿Verdad, cuñado?
Martino se estremece, ni siquiera es capaz de contestar a la
pregunta de Ares. Mi padre se acerca, hay un gran ceño
fruncido en su cara y unos ojos rezumando ira.
-Ve a cambiarte- me ordena.
-¿Tu esposa está celosa de que haya una mujer más
hermosa que ella, padre?
Mi boca se curva en una sonrisa con las palabras de Ares.
-Venus, obedece a tu padre- me insta Martino.
-Ni se te ocurra obedecer- me dice Ares- Estás preciosa con
ese vestido, es fino y elegante.
Me guiña un ojo.
-Mamma, estás hermosa- me dice mi hijo.
Acaricio su mejilla con mi pulgar.
-Pareces una vulgar puta- dice Lucio.
Ares intenta ir hacia él, pero nuestro padre lo detiene.
-Esta noche no- le dice.
-Ordénale que le pida perdón a Venus o convertiré la fiesta
de cumpleaños de tu puta en una sangría.
Padre mira a Lucio por encima de su hombro, Gina lo
empuja hacia adelante. Si hay alguien más importante que
Lucio para Gina es ella misma, no dejará que nada ni nadie
fastidie su puesta en escena ante la sociedad. Mucho menos si
esa sociedad son Capos y Dones de la mafia italiana.
Lucio se acerca, aprieta la mandíbula y balbucea una
especie de disculpa. Algo que a Ares no le sirve, lo sujeta por
detrás del cuello y lo encara conmigo.
-Lo siento, no eres una vulgar ni una puta.
-Disculpas aceptadas- contesto.
Ares lo suelta, Lucio aprovecha y sale corriendo a
esconderse detrás de su madre.
-Señor Romano, los invitados están llegando- anuncia
Fabián.
-Que pasen.
Enderezo mi espalda, Ares se pone junto a nuestro hijo. Por
supuesto, Martino emite una vaga protesta para que él no lo
escuche. Los primeros en entrar son la familia Médici, tienen
un largo linaje de ancestros que pertenecieron a la mafia,
después de mi familia, son los más antiguos del país. Mauritio
Médici es el Don de la región de Lazio, la Casamonica es su
familia, su mafia. Saluda a mi padre, pero ignora a Gina, sus
viejas costumbres nunca la aceptarán., al igual que tampoco
aceptarán a Lucio por haber nacido fuera del matrimonio. Gio
es otra historia, a ella la saluda como a una Romano más.
Esboza una sonrisa cuando me ve.
-Bella ragazza.
Le encanta llamarme chica guapa desde que soy pequeña.
-Don Médici- lo saludo.
-Tan hermosa como siempre.
-Gracias, Don.
Frunce el ceño con diversión al mirar a Eros, que se ríe.
-Pequeño diavolo, tan parecido a su madre y a su tío.
Eros toma la mano de Ares. Recibo a su esposa mientras él
se toma su tiempo en saludar y hablar con Ares. Cada vez que
lo ve intenta reclutarlo para su familia. Carmela pone su mano
en mi mejilla, a pesar de ser quince años mayor que mi madre,
eran buenas amigas y siempre le dio muy buenos consejos.
-Te pareces tanto a ella- me dice- Si pudiera ver la mujer en
la que te has convertido estaría muy orgullosa de ti, cariño.
-Gracias, Carmela.
Se para frente a Ares después de saludar a mi hijo.
-Aunque no lo creas, te pareces a ella mucho más que
Venus- le dice- Algún día te contaré cosas sobre tu madre.
Ares levanta una ceja.
-¿Cuánto te queda de vida? ¿Estás esperando a morir?- le
pregunta.
Carmela y Mauritio rompen en una risa, siempre han
querido mucho a Ares y nunca se han tomado en serio sus
palabras. Mauritio se dirige a mi padre.
-Lamentamos mucho que nuestro hijo no haya podido
asistir junto a su familia, pero hemos estado teniendo
problemas con un grupo de nuevos delincuentes que
pretendían operar en nuestros territorios y no podíamos dejar
Roma sin supervisión.
-Lo entiendo, Mauritio, no hay problema- contesta mi
padre.
Los siguientes en entrar y saludar a mi padre y a su esposa
son la familia Di Cardo, de la Sacra Corona Unita, no son tan
antiguos como mi familia y la de Mauritio. El Don, Giuseppe
Di Cardo, subió al poder hace apenas un año, cuando su padre
falleció por un infarto mientras estaba con una de sus amantes.
La señora Di Cardo dejó de aparecer en público, estaba tan
avergonzada. No es algo fuera de lo común que los hombres
de la mafia tengan amantes, sólo unos pocos son fieles a sus
esposas, pero que algo así salga a la luz es verdaderamente
vergonzoso. Y no debería ser ella quien se avergonzara. Di
Cardo, su esposa y sus dos hijos de dieciséis y quince años nos
saludan.
Todos los Dones y sus familias van pasando poco a poco,
no son muchos. Sólo cinco mafias que gobiernan en Italia.
Aún queda la Camorra, la familia Russo, se podría decir que
son nuevos. El Don, Federico Russo, subió al poder tras matar
al otro Don y a toda su familia cuando apenas contaba con
dieciocho años. Se apoderó de la región de Campania, hizo de
Nápoles su fortaleza, allí se casó, engendró y crio a sus cuatro
hijos y su única hija. Es el único que tolera a Gina, claro, al
igual que ella, no debería estar donde está, supongo que por
eso son amigos.
-Tu esposa está radiante, Tomasso- le dice a mi padre.
-Oh, harás que me sonroje, querido Federico- contesta ella
con una sonrisa.
-Esa era mi intención.
Ares suspira, está harto de esa estúpida conversación, eso y
que Federico Russo le cae tan bien como una patada en el
estómago. Los ojos de este idiota recorren mi cuerpo, siento
tanto asco, no me gusta. Puede que sea alto, que se cuide y
machaque su cuerpo en el gimnasio. Puede que su pelo
ligeramente gris pueda parecerle atractivo a otras mujeres, o
que su mandíbula cincelada sea la principal atracción de su
cara. Pero a mí no me gusta, ni él, ni sus ojos oscuros como la
noche. Tiene algo que me repugna.
-Hermosa como una mañana de navidad- me dice, mira a
Martino- Una delicia, debes de ser el hombre más feliz del
mundo compartiendo tu cama con semejante mujer.
Martino sonríe con satisfacción, para él no soy más que un
trofeo. Y en cambio, mi estómago se revuelve.
-Sigue siendo mi hermana, habla de ella con el respeto que
merece- gruñe Ares- Puedo desangrarte aquí mismo si lo
deseas.
Federico sonríe por un lado de la boca mirando a Ares.
-Vas a ser un gran Don- le dice- Quizás deberías comenzar
a buscar a un reina.
-¿Para qué? No me gustan las mujeres.
Federico frunce el ceño, mira mi padre.
-Está bromeando- le dice- Ares tiene un humor extraño.
-Me gustaría hablar contigo de algo que lleva tiempo
rondando por mi cabeza, amigo- le dice Federico.
Su hija pasa entre él y yo, dándome un empujón, se cuelga
del cuello de mi hermano.
-Tenía tantas ganas de verte- le dice emocionada.
Ares la aparta de un empujón, haciéndola tropezar con sus
propios pies, su madre la sujeta antes de que caiga al suelo.
-No vuelvas a tocarme o te cortaré las manos- le gruñe mi
hermano.
Ella se ríe. Niego con la cabeza, piensa que está
bromeando, pero no lo hace, le cortará las manos si vuelve a
poner un solo dedo encima de él. Es tan joven y tan ingenua,
tan hermosa con su pelo castaño hasta la cintura, su pequeña
estatura y su fina figura. Con esos ojos igual a los de su padre.
Terminará metida en problemas si no controla sus impulsos
con Ares.
-Querido Ares, es un placer verte de nuevo- lo saluda la
señora Russo.
Ares la ignora, su hija no debería haber actuado de esa
forma. Los capos y familias menores comienzan a entrar, Ares
me toma por la cintura para llevarme a un lado de la sala,
arrastrando a Eros con nosotros.
-¿Ansiedad?- le pregunto.
Asiente con la cabeza, no le gustan los eventos sociales,
especialmente cuando Iván no está presente para hacerle
compañía. Gina nunca lo ha invitado, no lo considera de
sangre azul, así que no le permite estar aquí. Mi boca se curva
hacia arriba porque a Ares eso no le importa, irá a por el en
dos minutos.
-Ve- le digo- Eros y yo estaremos bien, iré a hablar con
Carmela y con las otras esposas.
-Volveré enseguida con Iván. Ya debe estar preparado.
Me da un beso en la frente antes de desaparecer por el
pasillo.
-Mamma.
-Dime, amore mio.
-¿Puedo ir con Gio y los otros niños?
-Sí, pero no hagáis mucho ruido o tu abuelo se enfadará.
Eros frunce el ceño, me recuerda tanto a su padre cuando
algo le disgusta y hace ese gesto. Le doy un suave empujón
por la espalda para que se vaya a jugar. Me acerco a las otras
esposas, las de los Dones, las esposas de los capos y los
soldados tienen su propio grupo social y rara vez aceptan a
alguien de alto rango entre ellas. Creo que tienen miedo de
decir algo impropio y que los Dones tomen medidas. Así que,
las esposas de los Dones quedan reducidas a un escaso grupo,
pero han conseguido hacerse amigas de verdad. En cuanto
llego a ellas, Carmela me toma por la cintura.
-Estás muy hermosa- me dice la esposa del Don de la Cosa
Nostra.
-Gracias, Fiorella, tú también lo estás.
Carmela toca mi collar.
-Mauritio y yo le regalamos este conjunto a tu madre por tu
nacimiento y el de Ares.
-Lo sé, me lo puse a propósito, pero no digas nada.
Las esposas se ríen, Gina pasa por nuestro lado con la
esposa de Russo, todas las miran con asco.
-No debería estar donde está- dice Carmela- Tu padre se
volvió loco cuando la hizo su esposa.
Pongo mi mano sobre la suya en mi vientre.
-No puedo imaginar lo que Ares y tú habéis debido pasar
con alguien así.
-Nos tenemos el uno al otro, Ares lo hace todo más fácil.
Carmela me da un beso en la mejilla.
-Sois tan fuertes y valientes.
-Siempre unidos.
-Para no darles la satisfacción a esos hijos de puta.
Nuestras risas atraen la atención de algunas personas. No
era extraño que mi madre dijera esas cosas delante de las otras
esposas de los Dones, lo que sí es extraño es que una esposa
de cualquier rango diga una palabra mal sonante. Desde
pequeñas se nos ha enseñado a ser damas de bien, regias y
rectas, con una calidad vocal impecable. Decir ciertas palabras
se considera indigno. Pero hemos evolucionado y ahora somos
algo más libres, Carmela y mi madre nunca se ajustaron a las
esposas convencionales, algo que se fue extendiendo a las
otras esposas, otorgándoles algo más de libertad.
-Tu madre siempre decía eso- comenta la esposa del Don de
la Cosa Nostra.
Abre la boca para decir algo, pero es interrumpida por
Cinthya, la hija de Russo, su esposa y Gina, que han decidido
unirse a nosotras. Gina pone su sonrisa falsa en su cara, toma
las manos de Carmela para separarla de mí, por supuesto, no
quiere que me relaciones con quien ella considera que debería
ser su responsabilidad.
-Querida Carmela, tanto gusto tenerte en mi casa- le dice.
Carmela aparta las manos de las de ella.
-Hasta donde sé una parte de esta casa pertenecía a Beatrice
Romano y ella se la dejó a sus hijos cuando murió- contesta-
Tú no eres dueña de este lugar, querida Gina.
Gina fuerza su sonrisa. Tomo una copa de champagne de la
bandeja del camarero para ocultar mi sonrisa, aunque Gina
parece haberse dado cuenta, entrelaza su brazo con el de
Cinthya Russo.
-No deberíamos decir esto, pero es tan buena noticia que la
emoción nos puede- dice Gina mirándome.
-¿Y qué noticia es esa?- pregunta Carmela.
-Mi esposo va a prometer a Ares con Cinthya, van a ser la
pareja del siglo.
Escupo el champagne de mi boca de vuelta en la copa.
Empiezo a reírme, contagiando a las otras mujeres.
-¿Qué es tan gracioso?- espeta Cinthya.
-Que creáis que Ares va acceder tan fácil a casarse contigo-
contesto, miro a Gina- ¿De verdad no lo conoces?
-Mi esposo se lo ordenará, no podrá decir que no.
Niego con la cabeza.
-Ares reducirá a ruinas todo lo que tu esposo tiene antes de
casarse con alguien o se casará y se quedará viudo en la noche
de bodas.
El cuerpo de Cinthya tiembla.
-Él nunca haría algo así- me dice fingiendo seguridad.
Me acerco a ella, recorro su mejilla con mis nudillos.
-Voy a darte un consejo gratuito- le digo- Aléjate de mi
hermano, si él no te mata lo haré yo misma.
-¿Tú?- me pregunta nerviosa.
-Sí, nunca me ha gustado que obliguen a mi hermano a
hacer algo que no quiere, lo pone ansioso y de mal humor.
Hazme caso, Cinthya, eres demasiado joven y no conoces a
Ares, no es lo que quieres. Que Gina, que tanto te aprecia, te
cuente qué ocurrió hace dos semanas. Que te cuente qué le
hizo Ares en uno de sus momentos de total oscuridad, estoy
segura de que no te ha contado ni la mitad de cómo es en
realidad.
Miro a las esposas de los Dones.
-Incluso ellas lo conocen bien, parece que tú no has oído las
historias de mi gemelo, de Morte.
La cabeza de Ares gira hacia mí, como si hubiera oído su
sobrenombre. Tomo una copa nueva de champagne y me dirijo
hacia Iván y hacia él.
Once
Ares
Mi hermana se dirige a mí con Gina pisándole los talones.
Mi gemela no está feliz, puedo verlo en el gesto amargo de su
precioso rostro, si esa puta se ha atrevido a decir algo que la ha
molestado ya puede ir despidiéndose de su fiesta. He estado
pendiente de ella desde que regresé a la sala con Iván, tuve que
ir a por él, primero porque no me gusta que lo discriminen por
no tener sangre real, como la puta dice, y segundo porque es
mi hermano y va a donde yo vaya. Eros y otros niños pasan
por delante de nosotros corriendo y chillando, están a punto de
molestar a mi padre. Por supuesto, no les gritará, eso es algo
demasiado bajo para hacerlo delante de sus amigos. Agarrará a
Eros por el brazo y lo llevará a un rincón alejado para
reprenderlo, es lo que hacía conmigo, a diferencia de mi hijo,
yo no tenía a nadie que me salvara de sus garras. Eros me tiene
a mí, no permitiré que le ponga un sólo dedo encima.
Venus llega a mi lado, Gina la agarra por el brazo y la gira a
la fuerza.
-Suéltala, puta- le digo con tranquilidad- Hay demasiada
gente en esta fiesta y estoy aburrido, podría divertirme
desmembrando sus cuerpos.
La mano de Gina cae con rapidez a su costado. Claro que
no va a permitir que su fiesta de vaya al garete y menos con
algo tan sanguinario como una matanza, ha invitado a algunos
periodistas para que cubran su fiesta. Esos sólo han venido a
ver qué cotilleos pueden captar para sus artículos en la prensa
rosa del país.
-Gina, ¿por qué no le das a mi hermano las buenas noticias
que acabas de darnos a mí y a todas las esposas de los Dones?-
le pregunta mi hermana.
-¿Qué noticias?- pregunto.
Gina se fija en Iván.
-¿Qué hace él aquí?- espeta.
-Es mi hermano, mi familia, está donde debe estar-
contesto- Ahora cuéntame esas buenas noticias. ¿Vuelves a
llevar un bastardo en tu vientre?
-Mis hijos no son bastardos- masculla.
-Cierto, Gio no lo es. Lucio, en cambio, es un bastardo,
nacido de un mal polvo entre una puta y un Don.
Su ojo derecho sufre un pequeño espasmo.
-Ahora cuéntame sobre esas buenas noticias- exijo.
Intenta irse, pero la sujeto por la cintura, pegando su cuerpo
al mío.
-No tan rápido- le digo.
-Suéltame, vamos a llamar la atención de la gente.
-¿Por qué no quieres contarme esas buenas noticias?
Mira a mi hermana.
-Vamos, cuéntale, es el protagonista de esas noticias- le
dice ella, la puta guarda silencio- ¿A mí me lo cuentas y a él
no?
-Venus, habla.
Los ojos de mi hermana se encuentran con los míos, abre la
boca para hablar, pero la puta se la tapa con sus manos.
-Tu padre ha decidido casarte con la hija de Russo- me dice
Carmela apareciendo al lado de Venus.
Suelto a la puta que se tropieza hacia adelante. Venus le da
un manotazo en las manos.
-No vuelvas a tocarme con tus asquerosas manos- le dice.
La puta sale corriendo lejos de mí.
-¿Es eso cierto?- le pregunto a mi gemela.
-Sí, Gina y Cinthya nos lo contaron, la esposa de Russo
estaba delante, no lo desmintió.
-Así que esa era la idea que le rondaba a Russo por la
cabeza- murmuro.
Carmela frota mi brazo con su mano.
-Serás el próximo Don del territorio más grande de la mafia
italiana- me dice- Russo sólo busca aumentar su poder y la
forma más fácil es casando a su hija contigo.
-Entonces no debería tener una hija, sería una pena que
muriese en un terrible accidente- contesto con una sonrisa.
-Venus, Eros y tú siempre tendréis un lugar en el que
refugiaros en Roma- mira a Iván- Y tú también, cariño.
-No voy a irme de mi hogar, si padre quiere jugar a este
juego yo también.
Venus frunce el ceño.
-¿Qué vas a hacer?- me pregunta.
-Ya lo sabrás, hermanita.
Carmela se la lleva de la mano, es mejor que ahora no esté
cerca de mí. No me gusta que jueguen conmigo, padre va a
arrepentirse de haberlo intentado. Camino hacia a él, en contra
de los consejos de Iván. Mi padre y Russo se quedan en
silencio cuando llego a ellos, Martino sonríe antes de dar un
sorbo a su vaso de whisky.
-He oído algo, padre. Pero creo que debe haber algún error.
Mi padre carraspea.
-¿Qué has oído?- me pregunta.
-A tu puta se le da bien usar la lengua, le ha contado a mi
hermana que pretendes casarme con la hija de tu amigo.
-Deberías respetar a la esposa de tu padre- me dice Russo.
-Y tú deberías dejar de comértela con los ojos- contesto-
Aunque quizás mi padre permita que te la folles.
Mi padre aprieta la mandíbula.
-Contesta. ¿Es cierto lo que tu puta dice?- le pregunto.
-Federico y yo hemos estado hablando, tienes veinticuatro
años y Cinthya cumplirá dieciocho años en dos meses, es
tiempo suficiente para organizar una boda.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro.
-¿Estás seguro de que quieres casarme con la hija de tu
amigo, una niña de dieciocho años manipulable?
Los ojos de mi padre se abren. Me giro hacia Russo.
-Soy un psicópata diagnosticado, es por eso que nunca me
ha importado asesinar a todo aquel que mi padre me ha
ordenado. No digas nada, a él no le gusta que presuma de mi
trastorno. ¿Quieres dejar a tu hijita en mis manos? Me la
follaré hasta que me suplique que me detenga y ni siquiera así
me detendré, la cortaré con mi cuchillo, le haré la vida
imposible, el infierno será un lugar mucho más agradable que
estar a mi lado.
Las fosas nasales de Russo se dilatan, es obvio que mi
padre no le había dado todos los detalles de mi condición,
nunca lo hace. Pocas personas conocen mi trastorno y, como
Federico es su mejor amigo, no quería manchar su reputación
con alguien como yo en su familia.
-Fuera- me ordena mi padre.
-De hecho, prefiero quedarme aquí, por si se te ha olvidado
contarle a tu amigo algún que otro detalle.
Palmeo la espalda de Russo.
-¿Te ha contado que hace dos semanas apuñalé a su puta en
el costado?- le pregunto- Casi hago que pierda un riñón, es una
pena que no lo lograra.
-¡Largo!- grita mi padre.
Mi boca se curva por un lado. Mi plan ha salido tal y como
he imaginado, mi padre acaba de joderle la fiesta a su querida
puta. La veo por el rabillo de mi ojo acercándose a mi padre a
pasos acelerados.
-Lucio es una mejor opción para tu hija, Russo- le digo-
Tiene su edad y no está tan loco, aunque teniendo la sangre de
Tomasso Romano corriendo por sus venas no aseguraría nada.
Quizás tus nietos se parecen a mí si casas a Cinthya con Lucio.
Te doy mi palabra de que los cuidaré.
Me alejo de ellos, dejando a mi padre discutir con Russo y
su puta a la misma vez. Me reúno con Carmela, Mauritio y
Venus en un rincón de la sala.
-Vas a provocar una guerra con La Camorra- me dice mi
hermana.
-Ese ladrón de Russo merece tener un final lo antes posible-
comenta Mauritio en un susurro- Hay un heredero del antiguo
Don, uno que Russo no sabe que existe, cumplirá veinte años
en breve, está dispuesto a luchar por lo que le pertenece.
Frunzo el ceño. Creí que Federico Russo había acabado con
el linaje de los Natale.
-¿Un heredero?- pregunto- Hace más de veinte años que se
acabó con ese linaje.
Mauritio niega con la cabeza.
-No es seguro hablar aquí, reúnete conmigo en Roma en
tres días, te lo contaré todo. Por desgracia, no podemos confiar
en vuestro padre, así que no contéis nada- nos dice a Iván,
Venus y a mí- Los otros Dones están al tanto y de acuerdo
conmigo, vamos a eliminar a Russo de la ecuación.
-Tiene tres hijos varones- le digo.
Mauritio chasquea la lengua.
-Esos cabrones no son nada, ni siquiera saben luchar como
un verdadero soldado italiano. Sólo saben disparar a diestro y
siniestro.
-Y eso es suficiente para matar- comenta Iván.
Carmela toca el brazo de su esposo, mira por detrás de mí.
Cuando me giro, recibo el golpe de un puño en la mandíbula,
mi hermana da un grito cuando caigo al suelo. Noto el sabor
metálico recorriendo mis papilas gustativas. Me levanto con
tranquilidad, ajusto la chaqueta de mi traje y me giro hacia
quien me ha golpeado.
-No deberías haber hecho eso, bambino- le digo al hijo
mayor de Federico Russo.
-Has ofendido a mi padre- protesta.
Agarro mi navaja del bolsillo del pantalón y saco la hoja
sonriendo.
-He ofendido a tu padre al rechazar a tu hermanita virgen y
ahora voy a dejarlo sin heredero.
-Y yo voy a ofender al tuyo cuando me folle a tu puta
hermana por todos sus asquerosos agujeros- escupe.
Venus se pone de delante de mí, sujeta mi muñeca
impidiéndome usar la navaja para cortarle la garganta al hijo
de puta que acaba de golpearme.
-Hay un plan- susurra- Sigámoslo, Morte.
Me quita la navaja de la mano, luego se gira hacia el hijo de
Russo.
-Será mejor que te vayas ahora mismo de Milán, sólo podré
detenerlo unos minutos- le dice.
Ya los estoy contando en mi cabeza, la cuenta regresiva ha
comenzado, si sigue en el territorio de la ‘Ndrangheta en cinco
minutos lo desollaré delante de su puto padre, yo mismo
acabaré con los Russo al completo.
-¡Corre!- le grita Venus.
El chico sale corriendo como alma que lleva el diablo, hace
bien. Mis ojos se encuentran con los de Federico Russo.
-Es tarde y Morte quiere salir a jugar- le digo- Tu familia se
ve tan apetecible.
Mira a mi padre.
-Es mejor que os vayáis- le dice- Ahora, Federico.
Venus pega su espalda a mi pecho, agarra mis brazos y
rodea su cintura. Sé que Iván ya debe tener mi navaja
guardada, hacen esto cuando estoy a punto de perder el
control.
-Dos minutos- aviso.
Mi padre comienza a ponerse nervioso.
-¡Fuera maldita sea!- le grita a Russo.
-Eros está aquí- murmura mi hermana- No hagas nada
delante de él, te lo suplico.
-Nunca haré nada que lo traumatice.
-Tengo que sacarlo de este lugar- dice nerviosa.
-Yo me encargo de él y de Gio- dice Iván.
-Voy a avisar a los padres para que se lleven a sus hijos de
aquí- dice Carmela.
-Un minuto- murmuro.
-Ares, por favor, contrólate.
-Podría haberlo hecho si sólo me hubiera golpeado, amore,
pero te ha ofendido a ti. Nadie, nunca, puede ofenderte-
susurro en su oído.
Mis ojos van hacia Martino, que sigue en la misma postura
de hace cinco minutos, no se mueve, le da igual si alguien
ofende a su esposa. Será el primero en morir dentro de dos
años cuando atrape a mi padre.
-Diez, nueve, ocho…
Comienzo a contar hacia atrás en voz alta, la sala casi se ha
despejado. Sólo algunos ojos curiosos siguen observando y
esperando mi próximo paso. Hago un amago de movimiento,
pero Venus me sujeta.
-Ve con nuestro hijo- susurro- Volveré en cuanto lo
encuentre.
-Comenzarás una guerra.
-Estoy dispuesto a comenzar mil guerras para defender tu
honor. ¿Aún no te has dado cuenta?
Se gira para darme la cara.
-Por favor, sigamos el plan de Mauritio, hazlo por mí.
Acaricio su mejilla con mi pulgar.
-¿Eso es lo que deseas?- le pregunto.
-Sí, no nos verán venir, será mejor.
-Primero me pides que espere al vigésimo aniversario de la
muerte de nuestra madre y ahora esto.
-Sé que te pido demasiado, Ares.
-No, no es así. No importa lo que pidas que moveré cielo y
tierra por dártelo, si debo controlar lo que tengo dentro para
que seas feliz lo haré.
-Gracias.
Rodea mi cintura con sus brazos y apoya la mejilla en mi
pecho. Envuelvo su cuerpo entre mis brazos con los ojos fijos
en mi padre.
-Ella no estará siempre para detenerme, padre. Si vuelvo a
ver a ese pequeño hijo de puta por alguno de nuestros
territorios lo mataré y le enviaré el cadáver a su padre hecho
pedazos.
Mi padre asiente. Morte no saldrá esta noche, pero no
siempre será así, anhelo el día que Venus lo deje salir para
culminar mi venganza. Todo es por ella, le arrebataron a su
madre, la ofenden públicamente, quiero matarlos por eso.
-Tres días- susurra Mauritio cerca de mí- Nos vemos en tres
días trae a Venus y a vuestro hijo con vosotros, no es seguro
que los dejes aquí sin supervisión.
Asiento levemente. Nunca nos ocultamos de Mauritio y su
familia, claro que no aceptaron lo nuestro al principio, fue
difícil para él, puedo entenderlo. Finalmente, su esposa lo
ayudó a seguir adelante con este hecho y nos apoyó como
siempre lo hizo. Es bueno para Venus y Eros tenerlos de
nuestro lado, si algo me llegara a pasar, Roma es el lugar más
seguro para ellos, todos los Dones están de lado de él y
ayudarán a protegerlos.
Doce
Venus
Ares termina de ponerle el abrigo a Gio, hoy volamos a
Roma para encontrarnos con Mauritio y Carmela, van a
contarnos todo lo que tienen planeado para derrocar a Federico
Russo. Mi hermano envió a un espía a Nápoles para vigilarlo,
no se ha movido de su casa y su hijo mayor está en paradero
desconocido.
Eros me abraza por la cintura, desde que estamos viviendo
en el ala de su padre está mucho más feliz. Supongo que
también tiene que ver que Martino no está cerca de él, nunca le
cayó bien. Eros toma la mochila de Gio, la cuida tanto como
su padre me cuida a mí.
-Vamos, bambina- le dice tomándola de la mano.
Se me escapa una suave risa, Ares lo mira con el cepo
fruncido.
-Es dulce, en eso no se parece a mí- dice.
-No, eso lo ha sacado de mí.
Ares sonríe, me toma por la cintura y me pega a su cuerpo.
-Si tuviéramos una niña se parecería a mí- me dice.
-No vamos a tener un bebé ahora.
Aprieta mi culo con su mano.
-Ya caerás, amore.
Ares me libera de su agarre y toma nuestras maletas.
-¿En serio necesitas dos maletas para tres días?- me
pregunta.
-Claro que sí. ¿Y si ocurre algo? Siempre debo llevar ropa,
además, ahí dentro hay ropa tuya, de Eros y de Gio. No toda es
mía.
Mi hermano me mira como si no me creyera.
-Bien, hay más ropa mía que de vosotros, pero me gusta
tener donde elegir.
Niega con la cabeza.
-Será mejor que nos vayamos- suspira- Sólo esto va a
ocupar diez minutos meterlo en el jet.
-Oh, por el amor de Dios, déjame en paz.
Mi hermano se ríe. Tomo a Gio de la mano, salimos de la
habitación para encontrarnos con Iván en el pasillo, que
también se ríe cuando ve a Ares con dos enormes maletas.
Al pasar por la entrada de la casa veo a Lucio de reojo,
susurrando cosas a algunos soldados que suelen vigilar la casa.
Debo contarle a Ares y a Iván lo que escuché hace meses.
Estaba cerca del despacho de mi padre cuando vi a Martino, a
Russo, a Lucio y a Gina entrar, me dio curiosidad, la verdad.
No sabía que Russo estaba por Milán y no es común que una
esposa esté en una reunión con dos cabezas de familia y su
consegliere. Me acerqué en silencio a la puerta, ellos no me
habían visto. La voz de mi padre sonaba dentro, estaban
murmurando, casi no podía oír bien. Gracias a Dios, Gina
tiene una voz molesta y chillona, escuché perfectamente lo que
ella decía. Estaban planeando matar a Ares para que Lucio
fuese el heredero de mi padre. Saben que si desplaza a Ares
como varón primogénito se echará encima a los otros Dones,
por eso planearon su muerte. Y fue por eso precisamente que
le regalé a Ares un coche nuevo, blindado, con la última
tecnología y un gps localizador. Cada vez que sale de casa con
él abro la aplicación de mi móvil para saber a dónde va.
-¿A dónde vais?
Me detengo en la puerta de la entrada al oír la voz de mi
padre, al girarme lo veo detrás de nosotros con los brazos
cruzados sobre el pecho.
-Te lo dije, padre. Mauritio y Carmela nos invitaron unos
días a su casa en Roma- contesto.
-No recuerdo que me lo dijeras.
Suelto un suspiro, él nunca me escucha, de ahí que no
recuerde que ayer lo avisé que estaríamos fuera de casa
durante varios días. Dejo a Eros y a Gio en lo alto de la
pequeña escalera, bajo los escalones y me acerco a mi padre.
-El día de la fiesta, Carmela quiso invitarme a su casa, por
lo tanto, invitó también a Ares y a Iván y, obviamente, no voy
a dejar a mi hijo y a Gio aquí sin mi supervisión- le explico.
Mi padre mira a Ares por encima de mí. Hay algo extraño
en su mirada, lo mira de una forma que nunca antes hizo.
-Padre- lo llamo.
Mantiene la vista en mi hermano, miro a Ares por encima
de mi hombro, que también está mirando a nuestro padre. En
su mirada hay desafío, odio, rencor. Vuelvo a mirar a mi padre,
de pronto, hay una sonrisa siniestra.
-Padre- lo vuelvo a llamar.
Finalmente, sus ojos se desvían hacia mí.
-¿Me has escuchado?- le pregunto.
-Fuera- es lo único que dice.
En mi interior algo me está alertando, siento como si mi
padre hubiera planeado algo. Ares me toma por la cintura, me
empuja con suavidad hacia los niños. No puedo quitarle la
vista de encima a mi padre, sigue observando a mi hermano.
-¿Dónde está Martino?- le pregunto deteniéndome.
-Ocupado- es lo único que contesta.
-¿Ocupado con qué?
-Asuntos que no te importan.
-Vamos, principessa- me dice Iván- No merece la pena.
Los niños salen corriendo hacia el coche de Demarco.
Niego con la cabeza.
-En ese coche no- murmuro asustada.
-¿Qué ocurre, amore?
-No me encuentro bien, no quiero ir en ese coche.
-Iremos en el mío, que Demarco lo recoja en el aeropuerto.
Asiento con la cabeza. Demarco y Fabián cambian las sillas
de seguridad de su coche al de mi hermano, abro el capó
delantero. Busco algo fuera de lo normal, no encuentro nada,
me agacho en el suelo y busco por debajo del coche, tampoco
hay nada sospechoso. Cuando me pongo de pie, encuentro a
mi hermano mirándome con el ceño fruncido.
-En el avión- le digo- Hablaremos allí.
-Bien.
Paso por al lado de Demarco y Fabián y me detengo un
momento.
-No uséis el coche, coged otro- les digo.
-¿Ocurro algo?- me pregunta Demarco.
-Creo que sí, os enviaré un mensaje cuando suba al avión,
pero no toméis ese coche por nada del mundo. Tengo un
pálpito.
Ambos asientes. Me subo a los asientos traseros del coche
de mi hermano, al lado de Gio. Ella me sonríe, acaricio su
mejilla con mis nudillos.
-Película- me dice- Quiero ver una película.
Saco la tablet de mi bolso, la desbloqueo y abro la
aplicación para ver películas.
-¿Cuál quieres, mia vita?- le pregunto.
Se queda pensativa unos segundos, en lo que Ares pone el
coche en marcha, mis nervios se calman cuando me doy
cuenta de que todo sigue bien.
-Annabelle- termina diciendo Gio.
Iván se gira en el asiento a gran velocidad, mira a Gio.
-Elige otra, piccolina. Esa es muy fea.
Gio se cruza de brazos con una arruga en su ceño.
-¿Por qué no ponemos Godzilla?- le pregunto- Esa también
te gusta mucho.
Tuerce la boca a un lado antes de asentir. Busco la película
y la reproduzco cuando la encuentro, le entrego la tablet a Gio.
Ares me observa unos segundos por el retrovisor del coche.
La preocupación se evapora de mí al completo en cuanto
llegamos al aeropuerto privado de mi familia. Demarco y
Fabián aparcan a nuestro lado, han cogido otro coche, como
les dije. Iván me ayuda a salir de este coche, es
extremadamente pequeño por detrás, ni siquiera sé cómo han
cabido las dos sillas de seguridad de los niños. Gio se quita el
cinturón ella sola y da un salto, comienza a dar pequeños
saltitos una vez está fuera del coche, nunca ha montado en
avión. Ni Gina ni nuestro padre la han sacado nunca de Milán,
cuando han ido de vacaciones la han dejado con la niñera.
-¿Estás feliz, mia vita?- le pregunto.
-Sí, gracias, Venus.
Rodea mi pierna con sus brazos, a pesar de todo, es una
niña muy buena. En el tiempo que lleva a mi cargo no se ha
portado mal ni una sola vez, ha tenido pequeños berrinches,
pero es normal, sólo tiene cuatro años recién cumplidos.
Demarco, Fabián, Ares e Iván se acercan a mí.
-Empieza a hablar- exige mi hermano.
-Ares, aquí no.
-Ahora, Venus. Estoy perdiendo la paciencia.
Miro a Gio y a Eros, le hago un gesto a mi hijo para que se
lleve a su tía dentro del jet, él la toma de la mano y obedece.
-Hace unos dos meses escuché una reunión secreta de padre
con Federico Russo, Lucio, Martino y Gina- comienzo-
Estaban hablando de ti- le digo a mi hermano.
-¿De mí?
-Sí, estaban planeando matarte, quieren que Lucio sea el
heredero del Don.
Ares golpea el techo del coche con su mano.
-¿Por qué no me dijiste esto antes?- me pregunta enfadado.
-No sabía cómo hacerlo sin que mataras a nadie.
-¡Tu puto plan de hacerlo en dos años!- me grita.
Iván lo sujeta por el pecho.
-Cálmate, no es necesario gritar- le dice.
-Podría haber muerto- me dice Ares.
-¡No!- chillo- Intenté protegerte todo este tiempo.
Mira su coche.
-Lo mandaste a personalizar. ¿Cierto?- me pregunta.
-Sí, está completamente blindado, a prueba de balas. El
localizador era para saber dónde podrías estar en caso de
accidente.
Niega con la cabeza, está muy enfadado.
-No tengo excusa- le digo- Debería habértelo dicho, lo
siento. Antes vi a Lucio y a padre muy raros, empecé a
sentirme nerviosa y creí que podrían haber puesto una bomba
en el coche en el que íbamos a venir al aeropuerto.
Ares me ignora, se dirige a Demarco y Fabiano.
-Quiero que vigiléis cada uno de los pasos de mi padre,
Martino, la puta y el bastardo. Informes cada dos horas.
¿Entendido?
-Sí, señor Romano- contestan a la vez.
-No toquéis el otro coche, por si acaso.
Ambos asienten. Ares toma las maletas y se las entrega a la
azafata, pasa por mi lado sin mirarme. Iván me toma por la
mano, me lleva hasta dentro del jet. Mi hermano se ha sentado
al final del todo.
-Déjalo a solas un rato- me dice Iván.
Dejo caer mi cuerpo en uno de los asientos frente a Eros y a
Gio, están absortos en la película de la tablet. Cierro los ojos
unos segundos para respirar hondo, necesito reprimir mis
lágrimas, no me gusta enfadar a Ares y lo he hecho, a lo
grande. Debí haberle contado esto hace mucho, su vida corría
peligro y me callé. No sé qué pretendía callándome, podría
haberlo perdido. Mi cuerpo es levantado del asiento de un
tirón, Ares me arrastra por el pasillo hacia la habitación en la
cola del jet, me empuja dentro, entra y cierra tras de sí.
-Deberías haberme dicho que intentaban matarme, habría
estado alerta- espeta.
-Lo siento, Ares.
-¡Lo sientes!- grita.
-¡Sí, joder!
Me sujeta por la garganta.
-Podría haber muerto, tus disculpas no me sirven.
Lo golpeo en el vientre con mi puño cuando comienza a
apretar su agarre en mi garganta, se dobla lo suficiente para
que pueda liberarme de un manotazo.
-Hijo de puta- murmuro- Me estabas dejando sin aire.
-Es lo que mereces.
-¡Pues mátame!
Las lágrimas salen de mis ojos.
-Mátame y acaba con esta estupidez- le digo.
-¿Me mientes y eres tú quien llora?
-No te mentí, stronzo.
-Me ocultaste un dato muy importante, para mí es lo mismo
que mentir.
Niego con la cabeza.
-Vete a la mierda, Ares, no te he mentido. Nunca lo hice.
¿Podrías decir lo mismo? Claro que no.
Golpeo su brazo con mi hombro al pasar por su lado.
-Venus.
-Déjame en paz de una maldita vez, Ares, eres un hijo de
puta. Sólo intentaba protegerte.
-Tu tiempo se ha acabado, no voy a esperar dos años.
-Haz lo que quieras, yo haré lo mismo.
Abro la puerta de la habitación, pero Ares la cierra de un
empujón sin dejarme salir.
-¿Qué quieres decir?- me pregunta.
-Exactamente lo que esas palabras significan, que puedes
hacer lo que te dé la gana porque yo haré lo mismo.
Me agarra por la mandíbula con sus dedos para obligarme a
mirarlo.
-Sigues siendo mía.
-No soy una mierda para ti.
Me apoya contra la puerta, su cara está a escasos
centímetros de la mía.
-¿No eres nada para mí?- pregunta- Eres todo, Venus.
¿Sabes por qué me enfada tanto saber que podría haber
muerto?- niego con la cabeza- Porque Eros y tú os habríais
quedado solos en esa maldita casa llena de víboras sedientas
de poder.
Sus labios se posan sobre los míos en un suave y corto
beso.
-No me importa morir hoy mismo, pero no soporto la idea
de dejaros a nuestro hijo y a ti desamparados, expuestos al
peligro. Uno de los motivos de este viaje es asegurarme de
que, si algo me llegara a pasar, Eros y tú estaríais seguros en
Roma, con los Médici. Voy a hacer un trato con Mauritio
Médici y su hijo, vuestra seguridad a cambio de mis servicios
como asesino. Mataré a padre yo mismo, a su bastardo, a su
puta. Quemaré Italia entera si con eso consigo dejaros un lugar
seguro y apacible.
Pego mi frente en su barbilla.
-Lo siento, amore mio- sollozo- Creí que estaba
protegiéndote, perdóname.
-Me importas más de lo que crees, Venus. Te… Te amo, de
alguna forma lo hago.
-Fóllame, Ares, te necesito.
Trece
Ares
No voy a soportar esperar dos años. Lo que le dije a mi
hermana en la habitación del jet iba en serio, su tiempo de
espera se ha acabado. Voy a planear muy bien la muerte de
Tomasso Romano y sus secuaces, todos morirán en una
terrible explosión. Dejaré que Venus, Eros y Gio se queden en
Roma cuando mi plan sea ejecutado, deben estar a salvo.
Maldito hijo de puta, ha dejado que esa puta influya en
cualquier cosa de su vida. No sirve para ser Don, apenas tiene
un mínimo de personalidad para gobernar. ¿Un bastardo como
heredero? Y ni siquiera ese es el problema, incluso Eros,
siendo también un hijo de una aventura podría gobernar y
todos lo aceptarían. El problema es la madre de ese chico, lo
manejará a su antojo, como hace con mi padre. Ningún otro
Don aceptará eso, Gina destruirá todo lo que tanto costó
reconstruir. Nuestra buena relación con otras mafias, hasta
ellos querrán apartarse del camino, incluso comenzar una
guerra con Irlanda, España o Rusia. Japón se mantendría al
margen, pero si se les aprieta mucho las tuercas se asociarían
con los otros jefes para destruir Italia. En ese caso, no
tendríamos nada que hacer. Ahora somos la primera mafia más
importante, nunca antes se vio a la ‘Ndrangheta, La Cosa
Nostra, La Casamonica o la Sacra Corona Unita. La Camorra
está fuera de esto desde que Federico Russo se hizo con el
poder, no podemos confiar en él.
Venus acaricia con sus dedos mi pecho desnudo. La empujo
por la cintura para que suba a mis caderas, ella lo hace.
-Móntame- le digo.
-El jet debe estar a punto de aterrizar.
-Y no saldremos de aquí hasta que me haya vuelto a correr.
Pone los ojos en blanco, pero hace lo que le digo. Agarra
mi dura polla y se desliza por ella, empieza a moverse rápido.
Sus gemidos son un suave sonido, se reprime por los niños al
otro lado y odio eso. Me gusta oírla gritar mi nombre, me
gusta oír cómo disfruta conmigo. Y sé que volveré a
follármela en cuanto estemos a solas en una habitación de la
casa de Mauritio.
Le doy un empujón con mis caderas, Venus cae sobre mi
pecho, empiezo a follarla desde abajo. Aprieto sus tetas con
mis manos mientras ataco su cuello con mi boca, sabe tan
dulce. Sus manos descansan en mi nuca, donde me clava sus
uñas. Pongo una mano sobre su culo, empujando hacia abajo.
-Me voy a correr- gime.
Mantengo el ritmo hasta que su coño empieza a apretar mi
polla, mi hermana muerde mi hombro, su grito es acallado por
mi propia piel. La sujeto por el pelo de la nuca y levanto su
cabeza, sus ojos están vidriosos. Me hundo dentro de ella y me
corro.
-Te amo- susurra.
Le doy un corto beso en los labios.
-Tenemos que salir de aquí- me dice- Llevamos todo el
vuelo encerrados en esta habitación.
Rodeo su cuerpo con mis brazos y la aprieto contra mí. Casi
puedo verla sonreír, sé que a ella le gustan estos gestos.
Después de vestirnos, salimos de la habitación. Veo a Gio y
a Eros con unos enormes cascos ensimismados en la tablet.
-Por suerte, el tío Iván vino preparado- murmura mi amigo.
Le doy una bofetada en la nuca.
-Gracias- le dice Venus, acto seguido le da un beso en la
mejilla.
Me siento al lado de él, el jet comienza a descender. Iván
sonríe mirando la pantalla de su móvil, una de mis cejas se
levanta de forma automática.
-¿Con quién hablas?- le pregunto.
-No es asunto tuyo.
Le arranco el móvil de la mano, es una conversación con
Sienna Médici.
-Mauritio va a matarte- le digo devolviéndole el móvil-
Deja en paz a su hija, acaba de cumplir dieciocho años.
-No estoy haciendo nada malo, Ares, sólo hablamos.
-¿Cómo has conseguido su número?
-La gente social suele tener instagram, me siguió e hice lo
mismo, luego comenzamos a hablar por mensaje privado y me
dio su número.
-Bloquéala en todos lados.
-No voy a hacer eso, Sienna es mi amiga.
-Iván, si Mauritio te pone una mano encima tendré que
actuar y nos pondremos en contra a la puta Casamonica.
-Mierda, sólo estamos hablando, en serio. Te doy mi
palabra de que no ocurrirá nada entre nosotros.
Aprieto la mandíbula, de todas las mujeres del mundo ha
ido a fijarse en la hija de un Don, del jodido Mauritio Médici.
-De todos modos no creo que puedas acercarte mucho a
ella- dice Venus.
-¿Por qué dices eso?- le pregunto.
-Mauritio prometió a su hija hace un año a Michel Moretti,
se casarán el verano que viene.
-Sienna no me ha dicho nada- murmura Iván.
-Porque no le interesa que lo sepas. Iván, algunas mujeres
de nuestro mundo buscan una vía de escape ante un
matrimonio no deseado, los amantes de ellas terminan
muertos- le dice Venus- No te conviertas en un amante.
-Es una mierda- protesta- Los hombres pueden tener mil
amantes si así lo desean, pero ellas no pueden tener ni un
amigo.
-Como dejes que te maten te mato primero- lo amenazo.
Pone los ojos en blanco a la vez que resopla. Escribe rápido
en su móvil y después lo guarda en el bolsillo de mi pantalón.
-Ya está bloqueada- me dice.
-¿Y por qué me lo das?
-Porque no quiero morir.
-Te buscaré a una amiga adecuada para ti- le dice Venus.
-¿Qué quieres decir con “adecuada para mí”?
-Una que no haga que mueras.
Iván asiente.
-¿Por qué ahora?- le pregunto.
Se encoge de hombros.
-Os veo a Venus y a ti cada día demostrando lo mucho que
os amáis- abro la boca para hablar, pero Iván la tapa con su
mano- Cállate si vas a decir una estupidez. El caso es ese,
quiero algo como lo que tenéis. Quiero a alguien que me ame
y me cuide, que se preocupe por mí.
Aparto su mano de mi boca.
-Me tienes a mí- le digo.
-¿Me dejas jugar con tu culo?
Venus se ríe a carcajadas.
-No- contesto seriamente.
-Entonces no me sirves.
-¿Y? ¿Te busco un hombre o una mujer?- le pregunta mi
hermana con burla.
-No me importa- contesta Iván con una sonrisa.
Giro la cabeza hacia él.
-¿Te gustan los hombres?- le pregunto.
-No me disgustan. ¿Te sirve esa respuesta?
Venus tiene la boca abierta por la sorpresa de lo que nuestro
hermano acaba de confesar.
-No sabía que eras bisexual- le dice mi hermana.
-Porque nunca te lo he contado, tengo mis propios secretos.
Me inclino hacia él.
-¿Qué secretos?- le pregunto.
-Se llaman secretos por una razón, narcisista de mierda, no
todo gira entorno a ti.
Estrecho los ojos, tarde o temprano terminaré averiguando
esos secretos. Desvío la mirada de Iván cuando la azafata entra
en la cabina.
-Ya pueden desembarcar- nos avisa.
Me pongo de pie, agarro a Iván por encima del codo y lo
levanto de un tirón.
-Lo averiguaré todo- le digo.
Sonríe con suficiencia. Lo suelto para poder tomar a Gio en
mis brazos, me he dado cuenta de que se ha quedado dormida
mientras el jet aterrizaba. Venus agarra a nuestro hijo de la
mano, le doy un empujón a Iván para que pase por delante de
mí, el cabrón se ríe, me está jodiendo con la mierda de sus
secretos. Quizás no tenga ninguno y sólo se esté burlando de
mí.
Los guardias de Mauritio y su propio hijo nos reciben en la
pista de aterrizaje. Venus lo saluda con dos besos, Iván
estrecha su mano y luego me la ofrece a mí.
-Cierto, no te gusta el contacto físico- dice Gianluigi-
Bienvenidos, mis padres os esperan en casa, me pidieron que
viniera a buscaros.
-Gracias, Gianluigi- le dice Venus.
-¿Tu esposo sigue igual de cobarde?- le pregunta.
Eros se ríe.
-Me temo que sí- contesta mi hermana.
-Tu padre debería haberte casado con un hombre de verdad,
no con uno que se esconde bajo su falda.
-No debería haberse casado- gruño.
Venus entrelaza su brazo con el de Gianluigi, Iván me mira
y sonríe.
-Acabarás muerto- le digo.
-Me amas, nunca podrías matarme.
-Sigue provocándome y saldremos de dudas.
Iván entrelaza su brazo con el mío, imitando a mi hermana,
incluso imita su forma de caminar y frota su mejilla por mi
hombro.
-Amore mio, te amo tanto- me dice.
Le doy un empujón con mi cuerpo, provocando que se
choque con uno de los guardias. Venus y Gianluigi se giran
para mirarnos.
-¿Qué hacéis?- me pregunta mi hermana.
-Aléjalo de mí o lo mato- gruño.
Me subo en el segundo coche, el más grande, el cabrón se
sube a mi lado.
-¿No vas a dejarme en paz?- le pregunto.
-No, es divertido provocar a un psicópata que me ama.
Gio se levanta de pronto, se sube sobre el regazo de Iván
mirándolo fijamente.
-Quítamela de encima, ésta psicópata no me ama- me dice.
-Ahora te jodes- me rio- Gio, vigílalo.
Ella asiente y se cruza de brazos. Venus y Eros entran con
nosotros en la parte trasera del coche, se sientan en los
asientos frente a mí. Gianluigi se sube en el del copiloto.
Venus mira a Gio con el ceño fruncido.
-¿Qué hace así sentada?- me pregunta.
-Está vigilando a este cabrón.
Mi hijo se ríe.
-Cabrón- repite.
Mi pecho vibra por la risa.
-Eros, no se dicen esas palabras- lo regaña Venus.
-Papà lo dice.
Venus me fulmina con la mirada.
-Será el Don algún día, amore. Dirá cosas mucho peores-
me defiendo.
-Deja de decir cosas así delante de los niños.
Mi boca se curva por un lado, me pone muy caliente
cuando se pone en modo mamá.
-Eres imposible- se rinde.
Iván llama mi atención.
-¿Me la quitas de encima?- me pregunta.
-No. Mostriciattola, si se mueve, ataca.
Gio asiente, muy segura de sí misma.
-Ares, deja de llamarla pequeño monstruo- me regaña
Venus.
Toma a Gio del regazo de Iván y la sienta en el suyo.
-Iván es familia, mia vita. No hacemos daño a la familia- le
dice con suavidad.
-Vale- contesta- Iván bueno.
Venus levanta la vista hacia mí.
-Se suponía que debías enseñarla, no alimentar su trastorno.
Me inclino hacia adelante, apoyando mis codos sobre las
rodillas.
-Venus, amore, alimentar su trastorno es lo mejor que
puedo hacer por ella. Debe saber que no hay nada malo en su
cuerpo y mente. Padre siempre me golpeó por ser como soy,
no voy a permitir que Georgina crezca creyendo que es
anormal o una loca. Es como es, no pidió nacer así.
No tardamos mucho más en llegar a la propiedad de los
Médici, es más grande como la casa de mi padre. Aunque aquí
vive más gente, Carmela y Mauritio tienen dos hijos varones,
cada uno casado con su propia mujer y viviendo en un lado de
la casa. Luego están sus dos hijas, también casadas y viviendo
aquí. Excepto Sienna, que cuando se case tendrá que ir a vivir
a Sicilia con su esposo. Gianluigi es el único que tiene hijos,
por ahora, un niño de siete años y una niña de cuatro.
Seguimos a Gianluigi por el pasillo hacia las habitaciones
de invitados.
-Mis padres os recibirán más tarde, están atendiendo una
reunión de última hora, los albaneses quieren subir los precios-
nos dice.
-Una bala en la frente es la mejor solución- respondo.
Gianluigi sonríe.
-Escuchamos lo de Popescu- me dice- Deberías ir a una de
esas reuniones con mis padres.
-No lo descarto.
-Aún me parece increíble que tu madre sea la consegliere
de tu padre- dice Iván.
Gianluigi se encoge de hombros.
-Mi madre siempre entendió el negocio, lo hizo bien la
primera vez, sus consejos a mi padre produjeron muchos
beneficios, los capos no pudieron negarse.
-Es un paso más para la dominación de las mujeres-
comenta mi hermana con una sonrisa.
Gianluigi se ríe.
-Estaré en el jardín trasero con mis hijos y mi esposa,
podéis uniros a nosotros cuando deseéis- nos dice- Iván, tu
habitación es la de la izquierda- me mira a mí- La tuya y la de
tu hermana es la de la derecha y la de los niños está entre las
dos.
-Voy a deshacer la maleta- dice Iván- Iré enseguida al jardín
trasero.
-Bien, ordenaré que hagan algo de merendar para los niños.
-¡Sí!- chilla Gio.
Gianluigi le acaricia la mejilla.
-¿Quieres galletas?- le pregunta.
-Con chocolate.
-Perfecto, galletas con chocolate para la pequeña Ares.
Venus e Iván se ríen. Gianluigi se marcha antes de que
pueda contestarle. Mi hermana entra con los niños en la
habitación de ellos, dejo sus maletas sobre la cama y me
acerco a la ventana, da al jardín de atrás. Desde aquí veo a los
hijos de Gianluigi jugando, su esposa y sus dos hermanas están
sentadas cerca de la chimenea de exterior. Meto las manos en
los bolsillos de mi pantalón. Sienna Médici sale de la casa para
sentarse junto a sus hermanas y su cuñada. Escucho la puerta
de la habitación abrirse.
-Eros y Gio han salido corriendo en cuanto han podido- me
dice mi hermana.
-Tenemos que hablar con los Médici lo antes posible.
-Bien, entonces vamos.
-Ve a buscar a Iván, dile que Sienna está en el jardín y que
no se atreva a hablar con ella.
Venus rodea mi cintura con sus brazos desde atrás.
-¿Por qué te importa tanto?- me pregunta.
-Te lo dije, amore. Este lugar es el más seguro para ti y
nuestro hijo, incluso para Gio. Tengo a padre intentando
matarme, si llega a conseguirlo tienes que venir aquí. Que Iván
juegue con la hija de Mauritio sólo nos perjudicaría, a él
también, no tendrá a dónde ir si padre logra su objetivo.
-No va a pasarte nada, yo misma mataré a padre antes de
que ponga una mano sobre ti.
-No lo haría él, tu esposo no estaba cuando nos fuimos, él
tampoco se atrevería a tocarme. Enviarán a alguien, un asesino
a sueldo, más ahora que el truco del coche explosivo no ha
funcionado.
-¿Había una bomba en el coche?
-Estoy seguro de que así era. Demarco me envió un
mensaje, el coche no estaba cuando volvieron a casa. Padre le
preguntó por qué no habíamos ido en ese coche al aeropuerto.
-¿Y qué contestó?
-Fabián abrió la válvula de la rueda antes de irnos, dijeron
que los neumáticos estaban desinflados.
-¿Entonces no sospecha que sabemos sus intenciones?
-No lo creo.
-No quiero volver.
Me doy la vuelta, la tomo por la barbilla y la obligo a
mirarme a los ojos.
-Nunca dejaré que os pase nada, os protegeré a los cuatro-
le digo.
-¿Y quién te protege a ti?
-Creo que mi mujer es una buena candidata.
Su sonrisa hace cosas en mi interior.
-Nunca me habías llamado así- dice.
-Eres mía, mi mujer.
Junto mis labios con los suyos, un beso corto porque
tenemos mucho de lo que hablar con los Médici.
Catorce
Venus
Eros corre detrás del hijo mayor de Gianluigi, llevan un
rato gritando y corriendo sin sentido, sólo se persiguen y se
ríen. Gio ha estado intentando mantener el ritmo, pero cuando
se cansó se subió al regazo de Ares y se quedó dormida, con la
barriga llena, por supuesto. No dejó ni una sola miga de las
galletas que Gianluigi le consiguió.
Isabella observa a Gio con una sonrisa, es la esposa de
Gianluigi.
-Crecen tan rápido- murmura con un tono de tristeza- Gian
y yo estamos deseando volver a ser padres.
-¿Y tu esposo y tú?- le pregunto a Clara, la hermana de
Gianluigi.
Niega con la cabeza.
-Queremos disfrutar de nuestro matrimonio un poco más,
además, Carlo está muy ocupado ayudando a mi hermano con
los albaneses- contesta.
Las miradas se posan sobre la otra hija casada de Mauritio,
sólo tiene diecinueve años y acaba de casarse, ella se ríe y se
frota el vientre. Sus hermanas abren la boca con sorpresa.
-No digáis nada aún- nos dice- Queremos darle una
sorpresa a papá y mamá esta noche. Román y yo estábamos
esperando a que estuvierais aquí- dice esto último mirándonos
a Ares y a mí.
Sienna es la primera en inclinarse para abrazar a su
hermana. Son como gemelas, se llevan un año. Gianluigi es el
mayor de todos, tiene treinta años; Paolo es el segundo, casado
desde hace unos años, tiene veintiocho. Luego está Clara, la
mayor de las chicas, ella tiene veinticinco, se casó hace
algunos años, cuando tenía veinte años. Valentina es la
siguiente, la que está embarazada, tiene diecinueve años, se
casó hace unos meses. Todos asistimos a su boda, estaba tan
feliz, se casaba con el hombre del que lleva enamorada desde
que tenía quince años. Su esposo es mucho mayor que ella,
pero nunca le importó, se prometieron cuando ella tenía
dieciocho años y un año después se casaron.
Gianluigi sale al jardín con su hermano, se sienta junto a su
esposa.
-Mis padres estarán aquí enseguida, disculpadlos, esos
putos albaneses no cesan en su empeño de subir los precios de
las armas.
Estoy segura de que Carmela logrará un buen acuerdo,
siempre fue buena para los negocios. Gianluigi suspira, parece
realmente agotado. Nos mira a Ares y a mí y frunce el ceño.
-Aquí no tenéis que esconderos- nos dice.
Carmela y Mauritio sabían lo nuestro, nunca averiguamos
cómo lo supieron, pero nos lo dijeron una de las veces que
vinimos a visitarlos hace mucho años. No parecían asqueados
con nuestra relación, Ares no indagó más, le daba igual si lo
sabían o no. Sin embargo, a mí me habría gustado averiguar
cómo lo supieron.
-No queremos incomodar a nadie- digo.
Gianluigi niega con la cabeza.
-No es algo que yo haría- dice- Lo encuentro…
-Repulsivo- contesto por él.
-Sí, lo siento.
-No pasa nada, es entendible.
Ares deja su vaso con zumo de melocotón sobre la mesa
haciendo un sonoro golpe.
-Calma- le dice Gianluigi- No digo que seáis repulsivos, es
mi punto de vista, pensando en mis hermanas. No os juzgo, lo
juro, Ares. Me parece bien que estéis enamorados y os cuidéis
el uno al otro.
-No vuelvas a llamar repulsiva a Venus- advierte.
Gianluigi levanta las manos en señal de rendición.
-No lo hice, pero tienes mi palabra de que nunca más
insinuaré algo así.
Ares asiente, conforme con las palabras de Gianluigi.
Mauritio y Carmela deciden entrar en este preciso momento,
ella sonríe cuando nos ve.
-Mis niños, echaba de menos teneros en casa.
Me levanto para saludarla con dos besos y un abrazo. Ares
hace lo mismo, aunque no le gusta el contacto físico con
algunas personas, a Carmela se lo permite, prácticamente lo
obliga a saludarla.
-Iván, cariño, me alegra mucho tenerte aquí.
-Gracias por la invitación, siempre es un placer venir a la
casa de una hermosa señorita.
Carmela se ríe mientras niega con la cabeza, Iván siempre
ha sido muy bromista con ella y le encanta alagarla. A pesar de
su edad, Carmela sigue siendo una hermosa mujer. Su pelo
rubio no tiene ni una sola cana, y todo es genética, no hay nada
químico en su cabello. Se sienta a mi lado, tomando mis
manos.
-Supongo que ya podemos hablar del asunto que os trae
hasta aquí- dice Mauritio.
-Mi padre está intentando matarme- dice Ares sin
preámbulos.
Mauritio y Carmela se miran entre ellos, luego miran a mi
hermano.
-¿De qué hablas, cariño?- le pregunta Carmela.
-Venus escuchó una conversación entre mi padre, su puta y
su bastardo y Federico Russo.
-Y Martino- añado.
-Sí y el cobarde- murmura Ares- Han estado planificando
mi muerte, hoy lo intentaron. El coche en el que debíamos ir al
aeropuerto tenía una bomba, Venus lo sospechó y fuimos en el
mío, cuando Demarco y Fabián regresaron a la casa el coche
ya no estaba, la excusa fue que las ruedas estaban mal y había
que llevarlo al taller. Fue Fabián quien le sacó el aire para
tener una justificación ante mi padre.
Mauritio pasea pensativo de un lado a otro.
-¿Y por qué intentar casarte con la hija pequeña de Russo?-
pregunta.
-Querido, es todo parte del plan. Gina ha convencido a
Tomasso de que Lucio sea quien herede su cargo, el próximo
Don. Saben que a Ares no le gusta el contacto físico, no la
habría tocado como esposo, mientras que ella se encargaba de
matarlo.
-¿Cómo?- pregunta Gianluigi.
-Veneno- murmuro en voz baja.
Mis ojos conectan con los de mi gemelo. Iban a casarlo con
Cinthya para matarlo, ella iba a envenenarlo.
-¿Veneno?- pregunta Mauritio.
Asiento con la cabeza.
-A padre siempre le atrajeron los diferentes tipos de
veneno- digo- Cuando tenía doce años encontré un libro que
hablaba sobre eso, me lo quitó de las manos y nunca más lo
volví a ver.
Carmela suspira.
-Todo estaba planeado. La boda con Cinthya, la muerte de
Ares, la subida al poder de Lucio- dice- Estoy segura de que
Russo estaba metido en esto porque Tomasso le prometió que
casaría a Lucio con su hija tras la muerte de Ares. Nadie
sospecharía que un hermano ocupase el lugar del otro en el
matrimonio, sobre todo cuando se diese a conocer que la
sufrida esposa seguía siendo virgen.
-Y todo se fue al traste cuando Ares contó lo de su
psicopatía y lo que le haría a Cinthya si lo casaban con ella-
dice Mauritio- Por eso actuaron de forma desesperada esta
mañana con lo del coche bomba.
Observo a Ares, que mira a Gio con atención.
-Ella venía con nosotros- digo.
-No les importa, nunca les importó- gruñe- Iban a
deshacerse de dos psicópatas de una vez.
Carmela jadea, pone una mano sobre su corazón.
-Es sólo una niña- dice.
-Y me entregaron su custodia- le digo- No la cuidaban, ni
siquiera la niñera.
-Virgen santa- se sorprende Isabella.
-Quiero hacer un trato- dice Ares mirando a Mauritio- Yo
mismo me encargaré de destruir a mi padre y a todos sus
cómplices, trabajaré para ti hasta que Tomasso Romano esté a
tres metros bajo tierra.
-¿A cambio de qué?- pregunta Mauritio.
-Si algo llega a pasarme acogeréis en Casamonica a Venus,
Eros, Gio e Iván, formarán parte de vuestra familia, sin
excepciones. Serán Médici, su total protección a cambio de
mis habilidades.
Mauritio asiente.
-Lo tienes, hijo. Lo habría hecho sin necesidad de un trato y
tampoco espero que lo cumplas, al fin y al cabo es tu padre.
Ares se ríe, de verdad, de forma genuina.
-No puedo considerar padre al hombre que mandó a mi
madre a la tumba- dice- Venus sufrió por su culpa, no tendré
piedad con él a la hora de mandarlo al infierno.
Carmela solloza, atrayendo la atención de todos.
-Luz de mi vida. ¿Qué ocurre?- le pregunta Mauritio.
Carmela niega con la cabeza.
-Si Beatrice siguiera con vida…- se calla de pronto y mira a
su esposo.
-Nunca habría permitido que sus hijos sufrieran este trato-
continúa Mauritio.
-Pero no está- sentencia Ares- Decidió quitarse la vida por
despecho.
Un gemido entrecortado se me escapa, sabe que no me
gusta que diga eso, cuando lo hace me siento abandonada por
nuestra madre. Ella no estaba bien, no es que quisiera
abandonarnos, su mente no funcionaba de la forma correcta y
por eso jamás la culparé por lo que hizo. Aunque eso no
cambia el dolor que me produce saber que ella no soportó el
rechazo de padre y acabó con su vida.
-¿Cuál es el plan?- le pregunta Ares a Mauritio.
Él se sienta en el sillón individual más cercano a la
chimenea y a Ares.
-Todos estamos de acuerdo en que Gina debe morir- dice.
-¿Quiénes son todos?- pregunta mi hermano.
-Los Dones, Primo y Giuseppe, están conmigo. Los capos
bajo nuestro mando también están dentro.
-Suficientes para acabar con Federico Russo y mi padre-
dice mi hermano- Yo me encargaré de atrapar a mi padre y a
su puta, Iván se encargará del bastardo.
-Bien. Nosotros nos encargaremos de los Russo- dice
Mauritio- Primo y Giuseppe se pondrán felices cuando les diga
que estás dentro.
-¿Por qué Federico no sabía sobre la psicopatía de Ares?-
pregunta Iván, a lo que mi hermano se ríe.
-A padre no le gusta presumir de mi don- contesta- Mucho
menos con el único Don que apoya a su puta y su bastardo.
Carmela niega con la cabeza, luego se levanta.
-Será mejor que vayamos dentro, está oscureciendo y
comienza a hacer demasiado frío- nos dice.
Observo a Gianluigi y a Isabella desde la ventana, han
salido a pasar el rato en la chimenea de fuera, los escucho reír.
Durante la cena, la hija de Mauritio y Carmela ha anunciado
que está esperando su primer hijo junto a su esposo. Sus
padres han llorado por la emoción, lo que me puso mal porque
mi padre no reaccionó así cuando anuncié que estaba
embarazada. Sólo le dio la enhorabuena a Martino, a mí me
ignoró. Bueno, no, me ordenó que cuidara del hijo de Martino
y que sería mejor que fuese un varón.
Un suave beso se posa en mi cuello, luego otro, y otro más.
-¿Quieres algo así?- me pregunta mi hermano.
-¿Algo como lo que tienen Gianluigi y su esposa?- Ares
asiente- No, no quiero eso.
-¿Entonces por qué los miras tanto?
-Sólo estoy pensando.
Me giro hacia él, sus manos se posan en mi culo, pongo las
mías sobre su pecho.
-Me gusta lo que tenemos nosotros, no estoy hecha para el
amor romántico. Esas cosas no me gustan, amore. Adoro que
me controles, que odies que otro hombre me mire o me toque,
me gusta cuando entras en mí bruscamente. Me encanta
cuando me tratas como tu esclava sexual, sólo tuya.
Ares me levanta del suelo, rodeo su cintura con mis piernas.
-Me gusta mi gemelo, mi posesivo y psicópata hermano.
Rozo mis labios con los suyos, provocando un gruñido de
él.
-Necesito que me hagas gritar, hermano.
-¿Quieres que te folle?
-Por favor, hazme gritar tu nombre.
Me lleva a la cama entre besos y prendas caídas al suelo.
No quiero nada como lo que tienen Gianluigi e Isabella.
Quiero lo que tengo, lo que Ares me da, lo quiero a él.
Mi espalda se arquea cuando pone su boca sobre mí, lame y
besa el nudo de nervios en mi clítoris. Nuestros ojos conectan
mientras sigue alimentándose de mí, recorre mi vientre con sus
manos hasta llegar a mis pechos. Los agarra y los amasa con
brusquedad, me hace daño y me da placer a la misma vez. Un
sádico y una masoquista no son una buena combinación. Mi
boca se abre para dejar salir un fuerte gemido, Ares sonríe en
mi coño, le encanta cuando gimo fuerte, le encanta saber que
pueden escuchar cómo me da placer. Se sube sobre mí en
cuanto tengo el primer orgasmo, agarra el cabecero de la cama
con una mano y pone la otra sobre mi cabeza después de
alinear su polla con mi hendidura. Una sola vez, un solo
empujón y ya está dentro de mí, golpeándome hasta el fondo.
Clavo mis uñas en su espalda, Ares gime muy fuerte y me
folla más duro. Carne contra carne, chocando, haciendo ruido.
Araño su espalda sin darme cuenta de lo que hago hasta que
gruñe en mi boca. Rodea mi garganta con la mano que tenía
junto a mi cabeza, reduciendo el aire que entra en mis
pulmones.
-Tu coño es mío, hermanita- susurra.
-Morte…
Ares se vuelve loco, entra y sale de mí sin piedad. Su polla
se engrosa en mi interior, las luces detrás de mis párpados
aparecen y, entonces, exploto. Arrastro a Ares conmigo al
precipicio, donde caemos extasiados y ebrios por nuestros
orgasmos. Rodea mi cuerpo con sus brazos, rueda por el
colchón llevándome con él para tumbarme sobre su pecho.
-Te amo- le digo.
Me da un beso en la cabeza.
-Esto es lo que quiero, Ares, no lo que tienen los demás. Te
quiero a ti, en cuerpo y alma.
-¿Debería follarte otra vez?
-Toda la noche- contesto con una sonrisa.
Lo beso en los labios cuando sonríe de vuelta. Me da igual
que otras mujeres busquen una relación sana, un hombre
romántico o una vida idílica. Lo que yo quiero no es normal,
primero porque amo a mi hermano gemelo y segundo porque
es un psicópata. Pero es mío y mataré a cualquier mujer que se
atreva a poner sus ojos sobre él. Como Cinthya, ha esquivado
la bala esta vez, si su padre sigue insistiendo en casarla con
Ares se quedará sin hija, yo misma la mataré. Ares es mío.
Quince
Ares
La beso duro, los gemidos que se le escapan no me ayudan.
Quiero follarla otra vez y debo irme, pero mi gemela no me
deja. Está extremadamente apegada desde anoche, no me ha
permitido separarme de ella ni un solo segundo. Agarra mi
polla y se desliza por ella, otra vez. Me monta rápido, sus tetas
se frotan por mi pecho. Llevamos toda la mañana en la cama,
ni siquiera sé cuántas horas hemos dormido, pero no han sido
muchas.
-Amore, tengo que irme.
Me calla con un beso corto, luego pega su boca a mi oído
para gemir.
-Me estás provocando- gruño.
Ella se ríe y gime más fuerte. Gianluigi e Iván deben estar
esperándome, anoche prometí ayudarlo con los albaneses.
-Venus, tengo que irme.
-No mientras tenga tu polla dentro de mí.
Mi pecho vibra por la risa. La agarro por las caderas para
ayudarla a moverse.
-La has tenido dentro toda la noche- le digo.
-No es suficiente- gime- Ahí, Ares.
Rodeo su cintura con mi brazo y empiezo a follarla desde
abajo. No tarda en correrse, llevándome con ella al orgasmo.
Jadea con sus labios pegados a los míos.
-Tengo que irme- le digo.
Pone los ojos en blanco, pero se levanta de encima de mí.
Veo mi semen saliendo de su coño cuando se tumba bocabajo
sobre el colchón. Me tumbo sobre su espalda y le doy besos
por la longitud de su cuello.
-¿No tenías que irte?- pregunta molesta.
-¿Por qué te enfadas?
-Porque nunca tenemos un rato para nosotros, no así.
Siempre tenemos que robar momentos, aquí tenemos libertad
para estar juntos y anoche tuviste que prometerle a Gianluigi
que lo ayudarías con su trabajo.
Le doy un beso en el hombro.
-Le di mi palabra a Mauritio de que pondría a su cargo mis
habilidades a cambio de protección para vosotros.
-¿No podías tomarte ni un solo día libre?
Peino su pelo con mis dedos, me mira de reojo.
-Vete de una puta vez, Ares, me estás molestando- espeta.
Le doy un empujón en el culo con mis caderas.
-¡Lárgate!- grita enfadada.
Muerdo su cuello con fuerza, ganándome un gemido de
ella.
-Me quedaré contigo todo el día- le digo.
-Diste tu palabra.
-Tú eres más importante.
Su boca se curva en una sonrisa.
-Eres una manipuladora- susurro en su oído- Sólo querías
escuchar eso.
-Aprendí del mejor, y sí, quería escucharte decir algo tan
cursi como eso.
Meto mis manos por debajo de su cuerpo, agarro sus tetas y
las aprieto.
-Iván vendrá a buscarte si no bajas- me dice.
-Te follaré delante de él.
Su espalda tiembla por su risa. Le doy un último beso en la
mejilla antes de levantarme. Siento su mirada en mí,
persiguiéndome hasta el baño.
-Ares- me llama.
-Dime, amore.
-Sé que los albaneses tienen a mujeres trabajando con ellos,
si alguna te mira la mataré.
-¿Y si dejo que me toque?
-Será mejor que eso no suceda, hermanito.
Entro en el baño riéndome. Nunca he mirado a otra mujer
que no sea Venus, ella ha sido la única en mi vida.
Termino de darme la ducha y vestirme un rato después.
Gianluigi e Iván están en el hall de la casa cuando bajo el
último escalón de las escaleras.
-Llegas tarde- me dice Gianluigi- Quedamos a las ocho y
son casi las nueve.
Miro el reloj de mi muñeca, son las ocho y media.
-Me he retrasado media hora- le respondo.
-Tarde, al fin y al cabo. Vámonos, Ledri y Donika Dervishi
ya deben estar esperándonos en el almacén.
-¿Tienen el mismo apellido?- pregunta Iván.
-Son hermanos, él es el mayor, pero no hace nada si su
hermana no da el visto bueno- contesta Gianluigi.
Iván me mira sonriendo.
-Me recuerda a alguien- dice.
Gianluigi se ríe, le doy una bofetada en la nuca a Iván.
Aunque tiene razón, muchas de las cosas que hago son por
orden de mi hermana. Si a ella no le gusta algo de lo que vaya
a hacer no lo hago, o intento que no se entere si lo hago.
Empujo a Iván a un lado cuando intenta subirse en el
asiento del copiloto, me subo y espero a que Gianluigi esté
dentro para preguntarle más detalles sobre los albaneses.
Necesito datos de ellos para saber cómo actuar y qué decir.
Básicamente son dos hermanos que quedaron huérfanos a
muy temprana edad, vivieron en las calles hasta que el jefe de
la mafia albanesa se apiadó de ellos y los acogió cuando él
tenía ocho y ella seis años. Ahora tienen dieciocho y veinte
años, el jefe los envía a todos lados ahora que no cuenta con la
salud de hace años. Va a dejarlos a cargo de todos sus negocios
cuando se marche de este mundo. El jefe siempre tuvo buena
relación con Mauritio, pero sus acogidos quieren cambiar las
cosas. Como mafia italiana no podemos tolerar estas cosas,
son jóvenes e inexpertos, no nacieron para esto y quieren
comerse el mundo. El problema es que el mundo que están
intentando comerse puede terminar comiéndoselo a ellos.
Gianluigi aparca el coche en el almacén de su familia.
Todas las mafias cuentan con uno de estos, algunos, como mi
familia y los Médici, contamos con un carguero en el puerto,
además del almacén. Iván y yo seguimos a Gianluigi por los
largos pasillos del lugar. Los guardias de los Médici están
aglomerados a un lado de la sala más grande de este almacén,
donde guardan las armas. Gianluigi saca su arma y la deja
sobre el escritorio, una técnica de intimidación que le enseñó
su padre. Ledri, el albanés, sonríe. Tiene las manos cruzadas
delante de él. La chica, la que imagino que es su hermana,
parece muy joven, no debe tener más de veinte años. Se hace
la dura, no parece inmutarse por el arma. ¿Cambiaría su rostro
si decido desangrar a su hermano? Mi boca se curva por un
lado.
-¿Y eso por qué sonríe?- pregunta Ledri en italiano, pero
con un gran acento albanés.
Gianluigi me mira por encima de su hombro.
-No tengo ni idea- contesta.
-¿Quiénes son?- pregunta Donika con el mismo acento que
su hermano- No habíamos quedado en esto.
Ella da un paso adelante, encarándose con Gianluigi. Debe
medir metro sesenta, no más de cincuenta y cinco kilos. Pelo
largo negro, rizado por las puntas. Piercings en orejas y nariz,
demasiado maquillaje negro en sus ojos de color marrón.
Saca su arma de su espalda, los hombres de Gianluigi la
apuntan. Ledri le dice algo en albanés, Iván me susurra.
-Le ha pedido que guarde el arma.
Asiento con la cabeza. Uno de los pasatiempos favoritos de
mi amigo es aprender idiomas, en realidad, cualquier cosa. Le
encanta estudiar, todo lo contrario a mí, sólo aprendo algo si
me sirve para mis objetivos.
Donika se pone delante de mí, mi cabeza se inclina hacia la
derecha para observar a la pequeña criatura que me desafía.
-¿Quién eres y qué haces aquí?- me pregunta.
-¿Te gustan las historias de miedo?- le pregunta Iván.
Los ojos de ellas permanecen en los míos.
-Te hablo a ti, no a tu ventrílocuo- escupe.
Esbozo una sonrisa.
-Aléjate antes de que se aburra de tu interacción y acabes
con el cuello roto- le advierte Iván.
-¡Contesta!- me grita.
Empiezo a caminar, empujándola con mi cuerpo, su espalda
choca contra el torso de su hermano, quien le rodea la cintura
con su brazo.
-No- me dice Gianluigi poniendo su mano en mi hombro-
Estamos aquí para negociar pacíficamente.
Asiento una vez con la cabeza y regreso a mi sitio sin quitar
la vista de encima de Donika, ahora ya no parece tan valiente y
eso me gusta. No debe confundir mi silencio con sumisión, no
le voy a permitir gritarme.
-Él es Ares Romano- me presenta Gianluigi.
Parece que los hermanos han oído hablar de mí, ambos
tragan grueso y evitan mirarme.
-No lo sabíamos- dice Ledri- Disculpa a mi hermana,
Gianluigi.
-Está disculpada, sólo esta vez, no tolero faltas de respeto
en mi propia casa. No podéis venir al territorio de mi familia, a
mi territorio y exigir algo que no es parte del trato que mi
padre hizo con vuestro jefe.
-La subida de precio sigue en pie- dice Donika con la
barbilla elevada.
-La última vez que escuché esa frase quien la dijo acabó
con una bala en la frente- murmuro.
Donika me mira de reojo, su pecho sube y baja con rapidez,
aunque intenta ocultarlo girándose hacia su hermano.
-El precio de ahora es injusto- interviene Ledri.
-Es el que se acordó en su momento.
-Hace veinte años, las circunstancias cambian, la vida se
vuelve cara.
Iván carraspea, atrayendo la atención de Gianluigi.
-¿Puedo saber cuánto estás pagando por sus armas?- le
pregunta.
-El trato que mi padre y su jefe hicieron es que ellos nos
proveerían de un lote de setecientas armas por cuatrocientos
cincuenta mil euros.
Iván se queda pensativo.
-Es un trato injusto- termina diciendo- Ellos tienen razón.
Gianluigi se cruza de brazos.
-¿Y qué solución propones?- le pregunta.
-El mercado de armas está ahora alterado, los rusos las
están vendiendo al precio del petróleo en tu terreno. Nosotros
pagamos cien mil euros por cada arma, tú seiscientos. Puedes
permitirte pagar mil euros por cada arma, no supondrá ninguna
pérdida para ti, ofreciendo un precio de mercado más bajo que
el de los rusos y más alto que el que ofreces ahora. Seguirás
ganando el mismo dinero y ellos obtendrán un trato justo.
Gianluigi me mira.
-Es el mejor en lo suyo- le digo.
Se gira hacia los albaneses.
-¿Os parece justo lo que ha dicho?- les pregunta.
-Sí, un trato más justo que antes- contesta Ledri.
Gianluigi le ofrece su mano, Ledri mira a su hermana, que
sigue con la cara escondida en el pecho de él.
-Sí- susurra ella.
Ledri estrecha la mano de Gianluigi.
-Ni una sola subida de precio más, es una advertencia.
Ledri asiente. Gianluigi le hace un gesto a su abogado, a
Mauritio le gusta dejar las cosas bien atadas, sobre todo
cuando se trata de sus negocios.
-Firma el contrato cuando lo hayas leído; le dice a Ledri-
Quiero que las armas estén aquí esta misma tarde, ya llevo
varios días de retraso en la venta con mis otros compradores.
-Las tendrá aquí.
Me acerco a Donika.
-¿Ya no me miras, piccolina?- susurro en su oído- Hace dos
segundos me estaba divirtiendo contigo, ahora sólo eres una
más, una niña asustadiza, escondida en los brazos de su
hermano.
Se le escapa un tembloroso gemido, Ledri la aprieta contra
su cuerpo.
-Por favor, ella no sabía quién era usted- me dice- Es sólo
una niña de dieciocho años, sólo quería impresionar.
-Tranquilo, no tengo ningún interés en hacerle daño-
contesto- Pero debes enseñarle a tener cuidado, en este mundo
todos estamos mal de la cabeza.
-Algunos más que otros- murmura Iván- Deja en paz a la
niña, no te ha hecho nada, puto psicópata.
Meto las manos en los bolsillos de mi pantalón.
-Donika, mírame- le ordeno.
Levanta la cabeza lo más mínimo para mirarme.
-No me tengas miedo, piccolina, te doy mi palabra de que
no te haré nada- ella asiente- Ten cuidado, los hombres de la
mafia no aceptan que las mujeres estén en altos cargos, de
hecho, no aceptan que la mujer se salga del papel que la
sociedad os impuso hace tiempo. Tu hermano y tú podríais
acabar muy mal si no sabes a quién te enfrentas, estudia a tus
enemigos antes de hablar, recuerda cada gesto, cada palabra,
fíjate si el sudor cae por su frente, es una señal de nerviosismo.
¿Qué indica eso?
-Que no está seguro de lo que dice.
-Muy bien, aprovecha sus puntos débiles, nunca te sientas
mal por hacer esto porque ellos no sentirán pena por ti.
-Gra-Gracias- tartamudea.
Miro a Ledri.
-Cuida siempre de tu hermana- le digo.
Él asiente. Después de que Gianluigi y Ledri firmaran el
contrato nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo. El grupo
de delincuentes por el que Gianluigi se perdió la fiesta de
cumpleaños de la puta. Han estado dando por culo desde hace
un tiempo, hoy se acaba eso, Gianluigi me ha dado carta
blanca con ellos y no puedo estar más ansioso, llevo
demasiado tiempo sin matar a alguien.
Mi móvil vibra en el bolsillo interior de mi chaqueta. Lo
agarro para ver quién es, la pantalla parpadea con varios
mensajes de mi espía en Nápoles. Federico Russo acaba de
aterrizar en Milán. Mi padre está aprovechando mi ausencia
para seguir orquestando mi muerte con su amigo. Bueno,
quizás sean ellos quienes mueran primero.
En cuanto Gianluigi detiene el coche doy un salto de él,
saco mi arma y apunto con ella mientras camino hacia dentro
del edificio. Disparo al primer hombre armado que veo, luego
a otro y después a otro. Me acerco por detrás del cuarto
hombre y lo asfixio con mi brazo rodeando su cuello. Una bala
roza mi costado, haciéndome gruñir. Dejo caer al hombre al
suelo, Gianluigi dispara al que me disparó a mí.
-Maldita sea, Ares- protesta Iván- ¿Por qué te has ido solo?
-Porque necesito matar.
Me saca la camisa del pantalón y examina la herida.
-No es nada grave, ha sido un roce- dice.
-Estoy bien- le aseguro.
-No te vuelvas a ir solo, si mueres, Venus me matará a mí-
me dice- Aún tengo sueños que cumplir.
-Entonces tendrás que ser más rápido.
-El jefe de esta maldita banda debe estar escondido en
algún lugar de este edificio- nos dice Gianluigi.
-Iván y yo nos encargamos, princeso- le digo con una
sonrisa.
-¿Crees que no puedo seguirte el ritmo, puto psicópata?
-No lo creo, lo sé.
Me apunta con su dedo índice.
-Quien mate a más hombres hasta localizar al jefe gana- me
desafía.
-¿Y qué se gana?- pregunta Iván.
-Un Audi último modelo- dice Gianluigi con los brazos
extendidos.
-Blindado y con todos los extras- añado.
-Hecho.
Estrechamos las manos para cerrar el trato. El idiota acaba
de perder dinero apostando contra mí. Iván me sigue por las
escaleras que suben al primer piso.
-¿Qué vas a hacer con otro coche?- me pregunta.
-Es para ti.
-¿En serio?
-En serio.
Su sonrisa es genuina, es la primera vez que tiene coche,
Venus intentó regalarle uno cuando cumplió diecinueve años,
pero él se negó. También se negó que yo lo hiciera, esto no es
un regalo realmente, es una apuesta que Gianluigi va a perder.
Dieciséis
Venus
-¡Oh Dios!- exclama Isabella- ¿Qué os ha pasado?
Miro hacia atrás, Ares y Gianluigi están bañados en sangre.
Carmela se apresura a llevarse a los niños a otro lado. Me
levanto del sofá y me acerco a mi hermano.
-¿Qué has hecho?- le pregunto.
-Una apuesta con este idiota- contesta señalando con su
pulgar a Gianluigi- Y he ganado.
Pongo los brazos en jarras con las manos sobre mis caderas,
no puedo creer que haya apostado con Gianluigi, Dios sabe
qué. Pero no debe de ser nada bueno cuando llegan con estas
pintas.
-No me mires así, comenzó él- me dice.
-No es cierto, diste a entender que no podía seguirte el
ritmo- se defiende Gianluigi.
-Y tenía razón- se burla mi hermano.
-Maldita sea Ares, ve a darte una ducha- le ordeno- Si Eros
o Gio te ve así…
-A Gio le encantará- me interrumpe.
Aprieto la mandíbula, esto no es un juego, no quiero que
ninguno de los niños vea esta escena. Algún día lo harán, pero
ese día no es hoy. Tomo a mi hermano de la mano y lo arrastro
hacia nuestra habitación, la voz de Iván me detiene.
-Está herido.
Me giro hacia mi hermano.
-¿Herido?- le pregunto.
-No es nada, una bala me rozó en el costado.
Suelto su mano y comienzo a buscar la herida, la encuentro
en el costado izquierdo, está sangrando. Y no sólo hay una
herida de bala, veo algunos moretones formándose por donde
la piel no está tatuada.
-¿Por qué tienes que jugar con tu vida?- le pregunto.
-Es divertido.
-¡No lo es!
Ares sonríe, lo golpeo en el pecho con mi puño, acto
seguido, me sujeta por las muñecas y me echa sobre su
hombro. Por más que protesto y pataleo no me baja al suelo.
Levanta mi vestido hasta mis caderas y muerde mi culo con
fuerza, haciéndome gemir. Luego empieza a introducir sus
dedos en mi vagina.
-Van vernos- gimo.
Parece no importarle porque no contesta. Meto una mano
por dentro de su pantalón, aprieto su culo y clavo mis uñas.
-Ares, vas a hacer que me corra en el pasillo.
Su risa es baja y grave, no le importa que alguien nos vea,
no le importa si alguien me ve correrme con los dedos de mi
gemelo dentro de mí, no le importa si me escuchan gemir o
correrme, le da igual siempre que a él le satisfaga de forma
enfermiza y turbia, lo peor es que a mí también me gusta. De
pronto saca sus dedos de mi interior, abre la puerta de nuestra
habitación, cierra tras nosotros y me suelta en la cama. Me
quedo mirando al techo, jadeando como si hubiera corrido una
maratón. Adoro todas las sensaciones que mi gemelo provoca
en mí, adoro cada parte oscura y retorcida.
La tela de mis bragas crujen, las ha hecho añicos. Pongo
mis manos en su nuca en cuanto su lengua conecta con mi
clítoris. Es tan brusco, tan descuidado y lo amo así. Me
muerde y me lame, no sé qué adoro más. Voy a explotar. Y,
entonces, se detiene. Levanto la cabeza para mirarlo, se ha
alejado de mí y está desnudándose.
-¿Qué crees que haces?- le pregunto.
Su polla, dura como el acero, salta cuando se quita los
pantalones y los bóxer. Mi coño llora de necesidad.
-Me ordenaste ducharme. ¿Lo recuerdas?
Mi boca se abre con indignación, no puedo creer que me
esté haciendo esto.
-Vuelve aquí y termina lo que has empezado- espeto.
Mi hermano se gira hacia mí, se acerca y me da un beso en
los labios, rodeo su cuello con mis brazos, pero me aparta de
él.
-Voy a la ducha, amore. Si te mueves de esta cama volveré
a matar y esta vez no serán unos simples delincuentes, mataré
a la esposa de Gianluigi o a alguna de sus hermanas.
-No lo harás.
-Gianluigi apostó conmigo esta mañana y perdió. ¿Quieres
perder tú también?
Le doy una bofetada en la cara, el bastardo se ríe de forma
sonora.
-Me pone tan duro cuando te enfadas.
Muerde mi labio inferior, provocando que un gemido salga
de lo más profundo de mí. Luego se encierra en el baño, el
sonido del agua llega hasta mí. No puedo creer que me haya
dejado así, lo quiero matar. Me quedo varios minutos mirando
hacia el techo de la habitación, pensando en Ares, en todo lo
que él significa para mí y en lo que quiero que signifique. Lo
quiero todo con él, es una jodida locura, es mi hermano y sé
que a mucha gente le costará entenderlo, pero no me importa.
Somos egoístas y sólo nos importa nuestro propio bien.
Me levanto de la cama, agarro el móvil de mi hermano del
bolsillo de su chaqueta en el suelo y vuelvo a la cama. La
notificación de un mensaje salta en la pantalla, abro el mensaje
y lo leo detenidamente.
?: Gracias por tus consejos, ha sido interesante conocer
a ese demonio italiano del que tanto se habla. Besos,
Donika.
Aprieto el móvil en mi mano, le advertí que no se acercara
a ninguna mujer. Lanzo el móvil de mi hermano contra la
pared mientras doy un grito. Ares sale del baño y me observa
confundido.
-¿Qué coño haces?
-¿Donika?- pregunto enfadada- ¿Quién coño es Donika?
-¿Qué?
-Te ha enviado un mensaje agradeciéndote no sé qué
consejos y que ha sido interesante conocerte. ¡Te advertí,
Ares!
Mi hermano se acerca a mí en dos pasos, me sujeta por la
garganta.
-No me grites- espeta- Donika es la chica albanesa, estaba
asustada por mi culpa y le di algunos consejos para que
controlara sus miedos.
-No tenías que hacerlo, que se joda.
-¿Estás celosa?
-Sí, eres mío. Dame su nombre completo, quiero que
muera.
Ares sonríe.
-Me gustas celosa, Venus, quizás debería comenzar a
acercarme a otras mujeres.
-¡Te mataré!
Estrella sus labios contra los míos antes de que pueda decir
nada más. Me empuja con su cuerpo contra la cama, siento su
polla rozarse contra mi coño. La agarro y la alineo con mi
entrada mientras Ares sigue devorando mi boca. Su boca
desciende por mi cuello.
-Ares, maldita sea- me quejo- Métela ya.
-No te lo mereces, zorra. Has roto mi móvil en un ataque de
celos.
Emito un gruñido de frustración, lo empujo contra la cama,
él me permite hacerlo, por supuesto. Me meto su polla en la
boca, por lo que mi hermano se ríe.
-Te encanta chuparme la polla, eres tan puta con tu gemelo.
Meto mi mano entre mis piernas.
-No te toques- gruñe- Tienes que reponer mi móvil ya hasta
que no lo hagas tienes prohibido los orgasmos.
Saco su polla de mi boca.
-Y una mierda- espeto mientras me subo a horcajadas sobre
él.
Me sujeta por las caderas intentando impedir que lo haga.
-¡Venus!
Me rio a carcajadas a la vez que me deslizo por su polla,
enredo mis piernas a su alrededor.
-Suéltame, maldita sea- espeta.
-No.
Intento besarlo, pero se aparta de mí.
-Te he dicho que me sueltes.
-Y yo te he dicho que no, no vas a negarme ningún
orgasmo, Ares. Nunca lo has hecho.
-Porque nunca lo has necesitado.
Frunzo el ceño.
-¿Qué quieres decir con eso?- le pregunto.
Me sujeta por la mandíbula con fuerza.
-Has roto algo mío, nunca antes lo hiciste- me dice.
-Lo he hecho porque tú has estado coqueteando con otra
mujer.
-No he coqueteado con ninguna mujer. Estás loca.
-Como tú, jodido psicópata.
Ares me empuja lejos de él, caigo de la cama, haciéndome
daño en el codo.
-Venus, joder.
-¡Déjame!- le grito.
-Amore, no pretendía hacerte daño.
Me recoge del suelo en sus brazos.
-Déjame ver- dice tomando mi brazo con cuidado- ¿Te
duele mucho?
-Sí- sollozo.
Ares me da un beso en la mejilla, intento no sonreír.
-Perdóname- me dice.
-No, me has golpeado- lloro.
-Amore, no digas eso. Nunca te golpearía.
-Me duele- me quejo con voz de niña.
Ares me tumba en la cama con cuidado, besa mi brazo,
subiendo hasta mi cuello. Agarra su polla y la alinea con mi
entrada, comienza a penetrarme.
-Dijiste que no iba a tener orgasmos por haber roto tu
móvil- sollozo.
-Deja de llorar, por favor, me mata verte mal.
Se mueve más rápido a la vez que besa mi codo y mi brazo.
-Sabes que nunca pido perdón, amore. No siento
remordimiento, pero te estoy pidiendo perdón sinceramente.
No quería hacerte daño.
-¿Y crees que follándome vas a conseguir que se me quite
el dolor?
-Sí, reemplazaré el dolor por placer, Venus.
Ataca mi boca con la suya, Ares se está descontrolando. Es
lo que quería, me ha dolido el golpe, pero sabía que si lo
exageraba vendría a socorrerme. Nunca le gustó que nada me
rozase, ni siquiera el viento. Por supuesto, iba a aprovechar
esta situación para obtener lo que llevo deseando desde que
metió su cabeza entre mis piernas y me dejó al borde del
orgasmo.
Sus embistes son cada vez más duros, no deja de besarme el
codo y pedir perdón, esto es lo más humano que puedo hacer
de él. Nunca le ha gustado verme llorar, es por eso que se
volvió tan loco cuando padre me azotó con el látigo.
Ares gime en mi oído, aprieta mi teta con su mano. El dolor
se mezcla con el placer para explotar en un fuerte orgasmo, mi
hermano se corre conmigo. Empiezo a reírme a carcajadas,
Ares levanta la cabeza y me mira con el ceño fruncido.
-Eres una maldita hija de puta- gruñe saliendo de mí.
-Me has hecho daño en el codo.
-No es cierto, me has manipulado para que te follara.
Le enseño mis dientes en una sonrisa, meto dos dedos en mi
vagina y le enseño su semen.
-Esto no queda así, Venus.
Me rio más fuerte.
-Vamos, hermanito, siempre me das lo que quiero.
Se levanta de la cama enfadado, agarra mi móvil de la
mesita de noche.
-¿Qué haces?- le pregunto.
-Has roto el mío por un ataque de celos, me quedo con el
tuyo hasta que lo repongas.
-¡Estabas hablando con otra mujer!
-¡Pues te jodes!
Doy un salto de la cama hacia él, me atrapa en el aire,
dándome la oportunidad de enredar mis piernas alrededor de
su cintura.
-Tú eres mío, Ares Romano. Te advertí que si alguna mujer
te tocaba la mataría. Esa tal Donika está muy muerta.
-Esa gal Donika es una niña de dieciocho años, no me
gusta, sólo fui amable con ella.
Frunzo el ceño, la ira no hace más que crecer dentro de mí.
-Nunca has sido amable con nadie. ¿Por qué con ella sí?- le
pregunto.
-Porque me recordó a ti cuando tenías ocho años.
-¿A mí?
-Sí, intentaba aparentar ser alguien fuerte y valiente, pero
no era más que una niña asustada. Intentó enfrentarse a mí.
-No me gusta que seas amable con otras mujeres.
-Venus, eres la única mujer que quiero follarme.
-¿Te gusta que otros hombres me miren?
-No- espeta.
-Pues a mí tampoco me gusta que otras mujeres te miren o
te hablen.
Mi hermano besa mi cuello.
-Ares, te quiero sólo para mí.
-Soy tuyo, hermanita. No me interesa ninguna otra mujer.
-¿Y si te obsesionas con otra?
-Eso no va a pasar nunca.
Pego mi frente a la suya.
-No soportaría verte con otra, hermano. Me enferma sólo
pensarlo.
-¿Es por eso que no quieres tener una hija conmigo?
Me rio suavemente.
-No es por eso, me encantaría que me dejaras embarazada
otra vez. Pero no es el momento, con toda esta guerra montada
no es seguro traer un bebé al mundo. ¿Y qué le diría a
Martino? No estoy dispuesta a volver a acostarme con él para
que crea que me ha dejado embarazada.
-Esta vez no sería así, lo drogaría y fingiríamos que te
acostaste con él. Y puedo protegeros, amore.
-No lo entiendo, no puedes amar a Eros, no te gustan los
niños. Pero quieres dejarme embarazada.
-Venus, quiero todo lo que venga de ti. No puedo amar a
Eros como lo haces tú, pero lo hago a mi modo. Me obsesiona
todo lo que viene de ti, quiero dejarte embarazada por puro
egoísmo. Si das a luz a mis hijos estas atada a mí para siempre.
Beso su mandíbula.
-Te prometo que dejaré las píldoras cuando hayamos
acabado con padre- le digo.
-Te follaré hasta que en tu vientre haya otro hijo mío.
-Me follarás con el vientre hinchado por tu hijo.
-Cazzo, me provocas a propósito.
-Sí.
Me besa desesperado, ansiando absorber todo lo que hay en
mí.
-Te amo, Ares.
Diecisiete
Ares
Venus me compró un móvil nuevo esta mañana cuando
salimos de camino al aeropuerto, en cuanto lo he encendido he
sido bombardeado a llamadas y mensajes de mi padre y
Martino. Uno de los encargos provenientes de Rumanía ha
sido confiscado por la guardia fronteriza. Cada vez que surge
este tipo de problemas soy yo quien se encarga de
solucionarlo. Ya estoy en ello, sólo tenía que averiguar los
nombres de los guardias que han detenido nuestro cargamento
y averiguar sobre su vida personal. Los cuatro guardias están
casados, dos de ellos con hijos y uno con su esposa
embarazada en los últimos meses. Ya he enviado a Demarco y
a Fabián para que les hagan fotos y poder amenazar a los
guardias.
También tengo otro asunto que solucionar con Martino, el
bastardo ha intentado entrar en mi lado de la casa. Cuando
Eros, Gio y Venus se mudaron conmigo ordené a Demarco que
instalara una alarma silenciosa. Para entrar en mi área hay que
cruzar unas puertas que siempre están cerradas cuando no
estamos, Iván, Venus o yo, les puse cerradura y sólo yo tengo
llave. Anoche saltó la alarma en el móvil de Iván y esta
mañana ha vuelto a saltar. Vi por las cámara de seguridad, que
también instalé, que en las dos ocasiones había sido Martino
intentando colarse. Quiero saber qué coño estaba intentando
hacer en mi área.
Gio se sube a la mesa del jet, se sienta sobre sus talones
para mirarme fijamente.
-Ares- me llama.
-¿Qué?
-Venus dice que no puedo comer más chocolate.
Miro a mi hermana, que está sentada al otro lado del
pasillo.
-Le dolerá el estómago- me dice.
Gio se cruza de brazos con el ceño fruncido. Agarro la
tableta de chocolate de la otra mesa y se la entrego, sonríe
ampliamente.
-Gracias, Ares.
-Si vomita la cuidas tú- espeta mi hermana.
-Tengo trabajo.
-La cuidad tú, Ares- insiste.
-Mostriciattola, sólo un poco de chocolate. ¿De acuerdo?
Gio asiente. Y como Venus había previsto, se puso a
vomitar al aterrizar el jet en Milán. Mi hermana está muy
enfadada conmigo por haberle dado el chocolate a Gio.
-El médico está en la casa- nos informa Iván.
-Que espere en la entrada- contesto- ¿Celia está en la casa?
-Está llegando- responde mi amigo.
-Bien.
Gio protesta y gimotea un poco por el dolor de estómago.
-Te dije que no se le dieras más chocolate- me regaña
Venus.
-No puedo negarle nada a mi mostriciattola.
Mi hermana gruñe a la vez que me fulmina con la mirada.
Hay algo que me une a esa niña, creo que es porque me veo
reflejado en ella y no puedo hacer nada por cumplirle sus
caprichos. Sé lo que significa sentirse solo e incomprendido,
no permitiré que ella se sienta así nunca. Puede pedirme que
mate a alguien porque lo haré sin pensarlo dos veces.
-Ares- gimotea Gio.
La tomo en mis brazos, apoya la cabeza en mi hombro
mientras froto su espalda con mi mano. Su gimoteo cesa
lentamente.
-Se ha dormido, eres como un puto sedante para ella- se ríe
Iván.
-Le da seguridad- dice mi hermana.
Bajo del coche con Gio dormida en mis brazos. En cuanto
entramos en la casa, veo a Venus ser arrastrada por el brazo,
saco mi arma de mi espalda para apuntar a Martino con ella.
-¡No!- me chilla mi hermana- Ares, baja el arma.
-Suelta a mi hermana, hijo de puta- gruño.
-Es mi esposa y me la llevo conmigo.
-¡Mamma!- solloza Eros.
Aprieto el gatillo sin más preámbulos, la bala impacta en el
hombro de Martino. Iván agarra a Venus y a Eros y los pone
detrás de él. El médico se apresura a llegar a Martino.
-No- espeto- A él no es a quien tienes que atender.
Gio solloza en mi oído.
-Me duele- se queja en un susurro.
Mi padre y su puta aparecen en la entrada.
-¿Qué significa esto, Ares?- me pregunta mi padre.
-Ha tocado a mi hermana.
-Es su maldita esposa- espeta mi padre- Doc, atienda a mi
yerno.
-He dicho que no. Ha venido aquí por Gio, si quieres que tu
perro sea atendido llama a otro médico o llévalo a tu hospital.
Doc, conmigo a mi lado de la casa.
Aprieto la mandíbula cuando no se mueve, así que lo
apunto con mi arma.
-Tiene dos formas de llegar a mi área, con una bala en el
hombro o sin ella- lo amenazo.
Él asiente, pasa por delante de mí, sabe a dónde ir porque
no es la primera vez que viene aquí. Ya lo hemos llamado
otras veces cuando Eros era más pequeño y enfermaba, mi
hermana siempre prefería que nuestro hijo fuese atendido en
mi área. Doc se detiene frente a la puerta cerrada.
-Las llaves están en el bolsillo de mi pantalón- le digo a
Venus.
Ella las agarra y abre la puerta.
-Guía a Doc a la habitación de los niños, Venus- le digo a
mi hermana.
Eros toma mi mano, me mira con ojos de cachorro.
-¿Gio va a estar bien?- me pregunta.
-Sí, es una chica fuerte.
-Una mostriciattola- dice sonriendo.
Gio se ríe suavemente. Llegamos a la habitación de Eros y
Gio, Venus abre la puerta, se acerca a las cortinas y las abre
para dejar pasar la luz del sol. Tumbo a Gio con cuidado en la
cama, tiene los ojos llenos de lágrimas.
-Doc va a quitarte el dolor de estómago- le digo- ¿Verdad,
Doc?
-Sí, por supuesto.
Dejo que la revise mientras Venus contesta a las preguntas.
Por suerte, sólo es una mala digestión. Miro por encima de mi
hombro el leve movimiento en la puerta, el bastardo está ahí
parado sonriendo.
-¿Quién te ha dado permiso para estar en mi área?- le
pregunto.
-¿Has intentado matar a la cría? Eres un bastardo- se ríe.
-El único bastardo aquí eres tú, te recuerdo que la puta de tu
madre te tuvo fruto de una aventura- contesta Venus.
Lucio la fulmina con la mirada.
-Por lo menos mi madre me ama y no me abandonó.
-Mi madre no se suicidó, tu madre la mató- le digo.
-Sigue engañándote, esa zorra no os quería y terminó con
su vida.
Venus corre hacia él, se abalanza tan fuerte que ambos caen
al suelo, ella horcajadas sobre Lucio. Lo golpea con su puño
varias veces hasta que él empieza a quejarse y lloriquear. Iván
intenta ir hacia ellos, pero lo detengo.
-¿Ha acabado, Doc?- le pregunto.
-Sí, sería bueno que tomara té de manzanilla, eso le aliviará
el dolor y es mejor que medicación química, sobre todo por su
edad.
-Bien, gracias por venir, ya puede irse.
El médico sale corriendo de la habitación, se detiene unos
segundos donde Venus tiene sometido a Lucio, luego
desaparece por el pasillo. Me acerco a mi hermana, está
ahogando al bastardo con sus manos rodeándole la garganta.
Los ojos de Lucio se posan en mí.
-Basta- murmura con dificultad.
-¿Por qué?- le pregunto- Has hecho daño a mi hermana,
tiene derecho a pegarte y a matarte.
-Papá…- sus palabras no llegan a más.
Venus lo suelta a regañadientes.
-No vuelvas a nombrar a mi madre, la próxima vez te
mataré, bastardo- escupe mi hermana.
La ayudo a levantarse, se abraza a mi cintura de inmediato.
-Vete de aquí y no vuelvas a entrar sin permiso- le digo a
Lucio.
Se pone de pie con dificultad y se encara a mí, mi boca se
curva por un lado.
-Vamos pequeñín, ni siquiera lo pienses, estarás muerto
antes de que vuelvas a pestañear- me burlo.
-Esta es la casa de mi padre, mi casa- espeta- Puedo estar
por donde quiera.
Venus me suelta, aprieta su dedo índice en el pecho de
Lucio.
-Esta casa fue de mi madre antes de que la puta de la tuya
llegara aquí, de hecho, su nombre no figura en las escrituras.
La mitad de este lugar nos pertenece a Ares y a mí, la otra
mitad, la de padre, también nos pertenece. No tienes ningún
tipo de derecho aquí, fue una propiedad matrimonial entre mi
madre y padre.
-No es cierto.
-Lo es, pequeñín, si padre muere no heredarás nada de esta
mansión. Tu madre, Martino y tú estaréis fuera de aquí, yo
mismo os echaré- le digo- Será mejor que no sigas jodiendo.
-Lárgate. Y no vuelvas a nombrar a mi madre, maldito
bastardo.
La voz de Venus se rompe.
-Ve con Gio- le digo- Celia debe estar a punto de llegar, voy
a ordenarle que le haga un té de manzanilla.
-Está bien.
-Iván quédate aquí.
-Por supuesto, hermano.
Agarro a Lucio por encima del codo y lo arrastro fuera de
mi área, Celia entra por la puerta de la entrada justo en este
momento.
-Ve a la cocina, mi hermana te está esperando allí- le digo.
-Sí, señor Romano.
Empujo a Lucio con todas mis fuerzas, empiezo a reírme a
carcajadas cuando se cae al suelo.
-Algún día te arrepentirás de haber nacido- espeta.
-¿Vas a llorar, bebé?- me burlo de él- Oh, el pobre bebé de
mamá está a punto de llorar.
Se levanta de un salto, sólo para lanzarse hacia mí. Me echo
a un lado, provocando que vuelva a caer al suelo. Meto las
manos en los bolsillos de mi pantalón mientras me sigo riendo
de él. Alguien me da un tirón del brazo, por la fuerza que
ejerce sé que es mi padre. Me encuentro con sus ojos al girar
la cabeza.
-Deja a tu hermano tranquilo y ven conmigo- me dice.
-Vamos, papi, mi bastardito y yo sólo estábamos jugando.
-A mi despacho, Ares.
Lo sigo por el pasillo que va hacia su despacho, abre la
puerta y se hace a un lado para dejarme entrar.
-He hablado con Russo- me dice a la vez que cierra la
puerta- Vamos a retomar tu compromiso con Cinthya.
-Te advertí de lo que pasaría si me obligabas a casarme con
ella.
-Vas a comportarte con Cinthya.
-¿O si no?
-Venus, Eros, Gio, Iván… Tú decides, hijo.
Lo aprisiono entre mi cuerpo y la pared, noto su arma en mi
costado.
-Hazlo, padre. Acaba de una vez conmigo, haz lo que llevas
queriendo hacer desde que soy pequeño.
-Eres mi hijo, no me obligues.
-Has amenazado a Venus.
-Me has obligado.
-Resulta que te obligo a muchas cosas.
-Vas a casarte con Cinthya y cuidarás como cuidas a tu
hermana.
-No, la haré infeliz, tanto que ella misma acabará con su
vida.
-No me provoques más, Ares. La boda se celebrará en dos
meses, darás el sí quiero a Cinthya, te la follarás y tendrás un
heredero. Te juro que como no obedezcas las cosas se pondrán
muy feas para todos.
Mi pecho sube y baja por la rabia. Tengo que planear algo
para deshacerme de este cabrón antes de lo previsto.
-¿Qué sucede cuando enjaulas a un león?- le pregunto.
-Ares- advierte apretando el cañón de su arma contra mi
costado.
-Esto no saldrá como tú esperas, padre. Te lo estoy
advirtiendo.
-Venus regresa esta noche con su esposo, Martino está
deseando aumentar la familia.
Doy un golpe con mi palma en la pared, junto a la cabeza
de mi padre.
-Venus se queda donde está.
-A cambio de que obedezcas.
-A cambio de que obedezca- repito.
Envuelvo la garganta de mi padre con mi mano.
-Un día, padre. Un día todo acabará para uno de los dos.
Lo suelto lentamente, sin apartar la vista de él. Luego salgo
de su despacho y me dirijo hacia mi lado de la casa. La risa de
Gina me taladra los oídos, saco mi arma y disparo a su
bastardo en la rodilla.
-¡Esto no acabará bien!- grito.
Me encierro en una de las habitaciones libres de mi área,
los muebles y las cortinas son plastilina en mis manos,
destrozo todo a mi paso. La ira que tanto tenía acumulada
desde que entré en esta casa sale de mí. Sabía que demostrar
que Venus y los demás me importan me perjudicaría. Los usan
en mi contra y no me gusta nada.
-Mia vita. ¿Qué ocurre?
Me detengo abruptamente con la voz de mi hermana.
-Háblame, por favor.
Cierro los ojos y respiro hondo, las manos de Venus se
posan en mi espalda. Todo se esfuma como la espuma con un
soplido.
-Morte- susurra.
-Voy a casarme con Cinthya Russo.
-¿Qué?
-Padre me está obligando.
-No puedes casarte con ella.
-Tengo que tener un hijo con ella, me lo ha dicho.
Venus me obliga a girarme.
-Ya tienes un hijo- me dice.
-Si no hago todo lo que padre dice os pondré en peligro a
todos. Iván, Gio, Eros y tú.
-Podemos solucionarlo.
-Por ahora no, tenemos dos meses para arreglar esto o me
veré obligado a casarme con esa niña y engendrar un hijo con
ella.
Pongo mi mano en la mejilla de mi hermana.
-La mataré, Ares.
-Lo sé.
-No, te lo digo en serio, si te pone un sólo dedo encima la
mato. Te quedarás viudo la misma noche de bodas.
Esbozo una sonrisa.
-Eres mi vida, Venus, la que remueve todos mis demonios y
los duerme. La única capaz de vivir en mi oscuridad y nadar
en ella a mi lado.
-Te amo, Ares, no te dejaré solo en esto.
Poso mis labios sobre los suyos. Ahora mismo la necesito
más que nunca, ella es la única que puede calmarme en estos
momentos para que pueda pensar en algo.
Dieciocho
Venus
Ha pasado un mes desde que padre obligó a Ares a aceptar
el compromiso con Cinthya. Esta noche es la fiesta para
anunciarlo, por supuesto que iban a hacer una fiesta, padre
debe anunciar que su heredero va a casarse con la hija de otro
Don. Una unión que aumentará el poder de ambas familias.
Ares ha estado muy ausente, ni siquiera ha dormido en la
casa, ha estado pasando las noches aplacando su ira en peleas
ilegales. Toda la maldita noche. Siento que nos culpa por su
situación, en parte es así. Él ha demostrado que Iván, Gio,
Eros y yo le importamos y lo están amenazando con eso. He
intentado hablar con padre y suplicarle que no haga esto, pero
ha sido imposible. Su objetivo es claro, quiere quitarse a mi
hermano de en medio y el matrimonio con Cinthya es el
camino.
Agarro la copa de champagne que Martino me ofrece y le
doy un largo sorbo, los invitados de mi padre ya están
llegando. De quien no hay ni rastro es de Ares, sólo espero que
esté bien. Celia se ha quedado con Gio y con Eros esta noche,
no creo que sea lo más adecuado que estén por aquí esta
noche. Sobre todo porque no sé en qué estado va a estar mi
hermano.
-Sonríe.
Aprieto la copa en mi mano, estoy harta de Martino y su
estúpida obsesión por aparentar. Quiero que esto acabe de una
vez y poder vivir mi vida junto a Ares y nuestro hijo.
-Venus, sonríe.
-Déjame en paz, Martino.
Me sujeta por el brazo con fuerza, tanta que no puedo evitar
hacer un gesto de dolor.
-Obedece.
-Te he dicho que me dejes en paz, te juro que…
Pega su cara a la mía.
-¿Qué vas a hacer? Ares no está para protegerte.
Una enorme sombra se cierne sobre nosotros, Ares sujeta la
mano que Martino tiene sobre mí.
-Siempre estaré para protegerla, suelta a mi hermana de una
puta vez y no vuelvas a tocarla.
Mi corazón se acelera, él siempre estará cerca para
protegerme. Mi hermano aparta la mano de Martino de mi
brazo, luego envuelve mi cintura con el suyo.
-¿Has hablado con tu padre?- le pregunta Martino.
-Sí.
-Entonces deberías ir a buscar a tu prometida y dejar a mi
esposa conmigo.
Ares me aprieta la cadera con sus dedos, ocurre algo y no
sé qué pueda ser. Mi hermano está raro, inquieto, y permite
que Martino le hable con autoridad. Oculto mi cara en su
pecho.
-No me dejes sola- susurro.
-Vete- dice Martino en tono autoritario.
-Ares…
-Volveré en un rato, hermana- me contesta- Ve con Iván.
Desenvuelve su brazo de mi cintura y me da un suave
empujón por la baja espalda hacia donde se encuentra Iván.
Mis pasos son lentos, miro a mi hermano por encima del
hombro, me quema el alma verlo así, siendo prisionero de
nuestro padre.
-Ven aquí- me dice Iván tirando de mis manos.
-¿Qué está pasando?- le pregunto.
Iván pone una mano sobre mi mejilla.
-No te preocupes, Ares se está encargando de
esto, principessa.
-Está sufriendo, Iván, puedo notarlo.
-Deja que él se ocupe.
Suelto un suspiro, una mano se posa en mi hombro, me giro
para ver quién llama mi atención.
-Ve con tu esposo- me ordena mi padre.
-Estoy harta- espeto- ¿Por qué nos haces esto?
-Te he dado una orden, Venus, obedece.
-¡No!- grito.
Siento todos los ojos sobre mí, pero me importa una
mierda, estoy cansada de sus juegos.
-Ahora vas a escucharme, padre, delante de toda esta gente
que ha venido aquí a celebrar un compromiso falso.
-Venus- advierte.
-¡He dicho que no! Deja en paz a Ares, no quiere esto, odia
a esa estúpida niña y todo lo que tenga que ver con ella.
Busco a Cinthya por la sala, la encuentro agarrada del brazo
de Ares, sonriendo como una estúpida.
-¡Te juro que como obligues a mi hermano a casarse
contigo te haré la vida imposible!- le grito.
Me acerco a ella a pasos agigantados y amenazantes, ya he
acabado con esto. La agarro por el pelo de la nuca y la empujo
al suelo, la conmoción de la sala se hace evidente en los jadeos
y murmullos.
-¡Estás loca!- me grita Cinthya.
-Y aún no has visto nada.
Me pongo a horcajadas sobre ella, empiezo a golpearla con
mis puños y a arañarla por donde puedo. Ella grita e intenta
cubrirse la cara con los brazos, pero es inútil, estoy enfurecida.
Un cálido brazo me sujeta por la cintura y me levanta en el
aire.
-No hagas esto- susurra en mi oído.
-¡No pueden obligarte!- chillo- ¡Padre, detén esto!
Federico Russo levanta a su malherida hija del suelo.
-Esto es inadmisible- dice examinando a su hija- Mira lo
que ésta loca le ha hecho.
-Papi- solloza Cinthya.
-Martino, lleva a tu esposa a vuestra habitación- ordena mi
padre.
Ares gira su cuerpo conmigo en sus brazos, ocultándome
parcialmente de la vista de Martino y nuestro padre.
-No voy a repetirlo- dice padre- Martino llévate a tu esposa.
-Tomasso, basta- se oye a Mauritio.
-Venus ha cometido una infracción, necesita ser corregida.
-¡Es tu hija!- grita Carmela- ¿Vas a permitir que su esposo
la golpee?
Ares aprieta su agarre en mi cintura.
-Luise ve a por Eros- ordena mi padre a uno de sus
hombres.
-¡No!- chillo- ¡Por favor!
-Toca a Eros y esto se irá a la mierda más absoluta-
amenaza Ares.
-Alguien debe pagar por esto- espeta Federico.
Ares me suelta.
-Yo- dice- Castígame a mí, padre.
-Ve al sótano, iré enseguida.
Agarro a mi hermano por la chaqueta, él me mira por
encima de su hombro.
-Lo siento, hermano.
Aparta mis manos de su chaqueta para poner rumbo al
sótano. Ninguno de los invitados dice ni una sola palabra. Por
supuesto. ¿Cómo iban a decir nada en contra de su Don? Aquí
sólo hay cobardes, leales a mi padre por miedo. Sólo Mauritio
y Carmela han sido invitados a esta patraña de fiesta.
-Tráela con nosotros- le ordena padre a Martino.
-Tomasso, por favor- le ruega Carmela- Deja a Venus fuera
de esto, ha cometido un error…
-Estás en mi territorio, Carmela, no creas que tienes poder
aquí.
Mauritio se pone delante de su esposa.
-Cuidado, Tomasso, habla con más respeto a mi mujer.
-Será mejor que os vayáis- responde mi padre- Martino,
agarra a Venus.
Mi esposo me toma por el brazo, dejo que me arrastre
detrás de mi padre sin rechistar, no quiero empeorar más las
cosas y que Ares sea quien lo pague, ya lo he perjudicado
bastante. Iván intenta seguirnos al sótano, pero varios hombres
de mi padre lo detienen.
Mi hermano se ha quitado la chaqueta cuando ya hemos
llegado al sótano. Está de espaldas a la puerta de la celda.
-Ares- lo llamo, pero él me ignora- Lo siento, hermano.
Padre rompe su camisa y desecha los trozos en el suelo.
Martino me sujeta por la mandíbula para obligarme a mirar
hacia mi hermano mientras me susurra en el oído.
-¿Sabes lo mejor de tener a la bestia enjaulada? Que esta
noche por fin podré hacerte mía de nuevo.
Sus besos en mi cuello me asquean, puede intentar tocarme
esta noche, acabará muy mal para uno de los dos. No me
quedaré quieta, lo mataré si es necesario. Los primeros golpes
los soporta bien, no permite que sus rodillas cedan ni se doble
del dolor, por más que padre lo golpeé fuerte con sus puños.
Las patas lo hacen gruñir, cada golpe que le dan, me lo dan a
mí, lo siento en mi cuerpo y en mi alma.
-¡Ya basta!- grito.
No puedo zafarme del agarre de Martino, cada vez que lo
intento, me sujeta con más fuerza. La sangre brota del costado
de mi hermano cuando padre le clava un pequeño cuchillo en
el costado, lo hace girar. Y, esta vez, la rodilla derecha de Ares
cede y se hinca en el suelo.
-Mi esposa sufrió este dolor por tu culpa, bastardo enfermo-
le dice padre- Debí matarte cuando eras pequeño, pero la zorra
de tu madre me lo impidió.
Doy un fuerte grito, atrayendo la atención de padre.
-Controla a tu esposa- le ordena a Martino.
Mi esposo levanta la mano y me da una bofetada en la
mejilla.
-Hijo de puta- murmuro.
Lo golpeo en la garganta con mi puño, Martino empieza a
toser, golpeo su entrepierna con mi rodilla y saco el cuchillo
de mi muslo. Aprovecho que Martino está en el suelo de
rodillas para agarrarlo por la nuca y poner el cuchillo en su
garganta, aprieto hasta que noto la sangre corriendo por mi
mano.
-Aléjate de mi hermano o mato a tu puto perro- amenazo a
mi padre.
Casi puedo oír cómo el cuchillo se desplaza dentro de mi
hermano cuando padre lo saca de su costado. Se aleja de él
lentamente, así que, aprieto más la hoja del cuchillo en la
garganta de Martino, quien se queja.
-Suelta el cuchillo, Venus- me dice padre- Es a tu esposo a
quien estás hiriendo.
-¿Crees que me importa? Lo mataré si es necesario.
-Es el padre de tu hijo.
-¡No es nada de Ero! Él es mío.
Padre aprieta la mandíbula.
-Voy a advertirte algo, padre. Será mejor que detengas esta
maldita boda.
-Eso no va a suceder.
-Hazlo ahora, quiero escucharte. Vamos, llama a tu querido
amigo y cancela el compromiso.
-¿Y si no lo hago?
Una carcajada me abandona.
-No quieras saberlo, padre. Sé que has amenazado a Ares
con hacerme daño si no te obedece. Pero yo te amenazo a ti si
tú no obedeces.
Mi padre se ríe.
-No eres más que una niña mimada- me dice.
-Pruébame, te reto a que lo hagas. ¿Qué crees que hacía en
mis ratos libres?
Su ceño se frunce, claro que nunca lo supo o lo imaginó.
Siempre ha creído que soy una estúpida, una superficial que
sólo se preocupa por la moda. Pero a escondidas de todos
aprendí el arte del veneno, lo mismo que hizo él.
-Vamos, padre- me burlo- ¿Pensaste que no notaría el
veneno en mi copa de champagne? ¿O que no sospecharía que
mi amado esposo me ofreciera una cuando nunca lo hizo?
Tengo todos los antídotos habidos y por haber.
-Bastarda- gruñe.
-Oh, no. Eso se lo dejamos a tu pequeño Lucio.
Ares se levanta del suelo, se gira y me mira.
-Siento mucho haberte metido en esto, hermano- le digo-
No pretendía que te hicieran daño.
Miro a mi padre.
-Deberías ir a ver a tu esposa- le digo- A estas alturas ya
debe estar encontrándose mal.
Sus ojos se abren con sorpresa, sale corriendo de la celda.
Ares fija su vista en Martino, quien sufre un leve temblor. Lo
empujo hacia adelante.
-Todo tuyo, hermanito. Padre puede estar sin él un tiempo.
Ares sonríe, agarra a Martino por la camiseta y lo eleva del
suelo, golpea su espalda contra la pared.
-Tú y yo tenemos algo que aclarar, cuñado. Aún no me has
contado por qué tenías tanto interés en entrar en mi lado de la
casa.
Me acerco por detrás a mi hermano, su costado sangra, mis
dedos se manchan con su sangre al tocar suavemente la herida.
-Quería obligarme a acostarme con él esta noche, Ares.
Martino es lanzado al otro lado de la celda, su cuerpo
golpea contra una mesa vacía, que se rompe en dos por el
impacto. Mi hermano acuna mi cara entre sus manos,
ignorando las quejas de mi esposo.
-Lo siento de verdad- le digo.
Me da un beso en la frente, hacía tiempo que no sentía sus
labios sobre mi piel.
-Ve arriba, Venus, no quiero que veas lo que voy a hacer. Y
ve llamando a una ambulancia, la va a necesitar.
-Preferiría quedarme viuda.
-Lo serás, ya queda menos, amore- susurra.
Me da un beso en la comisura de los labios.
-Te quiero desnuda en nuestra cama- susurra en mi oído.
Suelto un jadeo.
-Putos enfermos- murmura Martino- ¿Desde cuándo
folláis?
Lo miro por encima de mi hombro.
-Desde los quince y ha sido lo mejor que pudo pasarme-
contesto.
-Y tú no vas a decir nada de esto o yo mismo me encargaré
de cortarte la lengua y los dedos de las manos- lo amenaza
Ares.
-Algún día se sabrá y os perseguirán, sois unos engendros
de la naturaleza.
-Te dejo a solas con él, quizás podría perder algún dedo o la
lengua, hermano.
-¿Es lo que quieres?
-Sí.
Y con eso, salgo de la celda. Empiezo a escuchar la voz
alterada de mi padre al subir las escaleras. Le está dando la
orden a un guardia que vaya a buscarme. No es necesario, ya
estoy en la sala cuando veo que Iván está de rodillas en el
suelo, con un arma apuntando a su cabeza. Que Eros y Gio han
sido sacados de sus camas y están abrazados en el suelo
mientras Lucio apunta con su arma a la cabeza de mi hijo.
-¡Dame el puto antídoto!- me grita Lucio.
-No, bastardo- espeto.
-Venus, el antídoto o mato a los que te importan,
empezando por tu jodido hijo- me amenaza.
-¡Son niños inocentes!- le grita Carmela entre lágrimas.
Los demás invitados se han ido, a excepción de los Russo,
que observan toda la escena.
-¿Quieres el antídoto?- le pregunto a mi padre.
Está en el suelo con Gina entre sus brazos, ella me mira con
ojos suplicantes. Saco un frasco pequeño de mi escote.
-¿Te refieres a esto?- le vuelvo a preguntar a padre.
Sus hombres me apuntan con sus armas.
-Si disparan a Eros, Gio o Iván romperé el frasco en el
suelo y no habrá antídoto- lo amenazo.
Ordena a sus hombres que bajen las armas y suelten a Iván,
Gio y Eros, mi hijo sale corriendo hacia Carmela y Mauritio,
pero Gio se queda mirando a Lucio. Luego corre hacia él, no
sé de dónde ha sacado un cuchillo, pero se lo clava a Lucio en
el muslo varias veces. Iván la toma en sus brazos y trata de
tranquilizarla mientras dos hombres de mi padre atienden al
bastardo chillón.
-Venus- me llama mi padre.
Puedo notar la desesperación en su voz.
-Tres- le digo.
-¿Tres?
-Tres gotas es todo lo que obtendrá tu puta.
-No es suficiente. ¿Verdad?
-No, le dará unos días más y, si te has portado bien con mi
familia y conmigo, te daré otras tres gotas. ¿Trato hecho??
Asiente a regañadientes. Me acerco a Gina y me agacho a
su lado.
-Abre su boca, seguro que ya sabe cómo hacerlo, papi- me
burlo.
-Hazlo, de una puta vez- espeta.
Sonrío y le echo tres gotas bajo la lengua.
-Nos vemos en unos días, madrastra.
-Eres igual que tu madre y que Ares- me dice mi padre.
-Gracias, es realmente halagador, padre.
Vuelvo a ponerme de pie, me acerco a mi hijo, no sin antes
advertir a mi padre.
-No intentes robarme el antídoto, estará en un lugar seguro,
muy seguro. Y rompe el compromiso de mi hermano con esa
zorra.
-Ares es un psicópata, no tiene opción de ser cruel, pero
tú… Eres peor que él- murmura Gina.
-Haré lo que haga falta por mi familia, puta. Incluso
convertirme en el mismísimo diablo.
Diecinueve
Ares
Escupo en el suelo junto al cobarde que no se ha atrevido a
defenderse por miedo a que lo matara aquí mismo. Odio
cuando un rival no se defiende, quiero que lo haga, me
divierte. Le doy una patada en el estómago, una pena no poder
matarlo ahora, pero di mi palabra a Mauritio y Carmela que
me controlaría.
Quito el anillo con la inicial de su apellido del dedo anular
que le he cortado, no va a necesitarlo ahora mismo.
-Dijiste que era herencia familiar. ¿Cierto?- me burlo- La V
de Vitale, también podría ser la V de Vólkov.
-No te atrevas- espeta con dificultad.
Lo guardo en el bolsillo de mi pantalón.
-A Iván va a encantarle mi regalo. Y recuerda no contar
nada respecto a mi hermana y yo, vas a tenerme de sombra,
Vitale.
-No diré nada.
Suelto una risa áspera, sé que no dirá nada. Siempre ha sido
un cobarde y siempre lo será, mi padre sólo puede protegerlo
hasta cierto punto. Esta vez no lo podrá proteger de ninguna
manera.
Ordeno a uno de los guardias de mi padre que se encargue
de Martino, estoy harto de estar en este sótano. Necesito que
Iván me cure la herida del costado y asegurarme de que Venus
se ha tomado el antídoto. Ella lo sabía, nunca me contó que
estudió los libros de padre sobre todos los venenos que
existen. Supo desde el primer sorbo de esa copa de champagne
que Martino había puesto veneno por orden de padre, aun así,
bebió y se envenenó para no levantar sospechas. Arriesgó su
vida por mí, pero estalló cuando vio a Cinthya de mi brazo.
Me ha salvado de casarme con ella, mi pequeña zorra me ha
liberado. He estado tan resentido este último mes, buscando
una solución a mi problema y ella lo ha hecho en un sólo
instante, a cambio me he llevado unos cuantos golpes y una
puñalada en el costado, pero ha merecido la pena.
Mi pecho vibra por la risa cuando veo la escena en la sala
donde se estaba celebrando el compromiso, Venus está con
Mauritio, Carmela, Iván y los niños. Eros tiene a Gio pegada a
su cuerpo, ella parece muy exaltada.
-¡Ares!- chilla cuando me ve.
Se deshace del agarre de mi hijo y corre hacia mí. La tomo
en mis brazos, sus delgados bracitos rodean mi cuello.
-Lucio ha sido malo- susurra en mi oído- Quería hacer daño
a Eros, pero le he dado su merecido.
-Bien hecho, mostriciattola. ¿Usaste el cuchillo que te
regalé?
-Sí, sangró en la pierna.
Froto su espalda con mi mano, hace unas semanas compre
un pequeño cuchillo, perfecto para ella. La enseñé a usarlo
cuando todos los demás estaban durmiendo por la noche,
luego me iba y no volvía hasta que el sol salía a primera hora
de la mañana. Le expliqué cómo debía usarlo y dónde debía
guardarlo para que nadie lo viera y pudiera defenderse o
defender a alguien que le importa, Gio fue obediente y muy
aplicada, aprendió de inmediato. La dejo en el suelo junto a mi
hijo, que me mira con ojos de cachorro, como lo hace su
madre.
-Tienes sangre en el costado- me dice.
-No te preocupes, piccolo, ahora me ocupo de esa herida- lo
tranquiliza Iván.
Revuelvo su pelo con mi mano, haciéndolo reír.
-Esto es una locura, Ares- dice Carmela- Los Russo siguen
aquí, no sé qué están esperando.
Ignoro sus palabras, no puedo apartar mi vista de mi
hermana. Pongo mi mano en su mejilla y acaricio su piel con
mi pulgar, ella se inclina hacia mi toque.
-¿Te has tomado el antídoto?- le pregunto.
-Sí, estoy bien. Ve con Iván para que te cure.
Me giro hacia mi padre, me fulmina con la mirada.
-¿Has hablado con tu amigo?- le pregunto.
Niega con la cabeza. Me acerco a Russo con una sonrisa en
mi cara, me pone duro saber que soy yo quien va a darle la
noticia de que su preciada hija no va a convertirse en mi
esposa finalmente.
-Amore. ¿Estás bien?- me pregunta Cinthya.
-Deja de llamarme así, zorra estúpida. No soy nada tuyo y
nunca lo seremos.
-¿De qué está hablando tu hijo, Tomasso?- le pregunta
Russo a mi padre.
Padre agacha la cabeza, es la primera vez que lo veo hacer
eso. Puto cobarde de mierda.
-No va a haber boda, Federico. He decidido romper el
compromiso de Ares con tu hijo.
Me cruzo de brazos, el rostro de Russo está desencajado, su
sueño de matarme y que su hija se case con Lucio tras mi
muerte no va a ser posible. No tendrá más poder del que ya
tiene, siempre será un ladrón que le robó el territorio a un
verdadero Don.
-Lárgate y no vuelvas, si veo a algún hijo tuyo cerca de mí
lo mataré- lo amenazo- Empezando por la zorra que tengo
delante de mí.
Russo intenta golpearme, agarro su muñeca y le doblo el
brazo por detrás de la espalda. No entiendo cómo fue capaz de
matar al Don de Nápoles. Cinthya y su madre lloran, están
siendo protegidas por los hombres de Russo.
-¿Y ahora qué hacemos, Russo?- le pregunto.
-Suéltame- espeta- Sigo siendo un Don, tú no.
-Pero has intentado golpearme y has roto mi corazoncito,
yo te amaba, suegro.
Se remueve con intención de zafarse de mi agarre, golpeo
el centro de su espalda con mi puño, provocando que caiga de
rodillas al suelo.
-Fabián, saca la basura, si lo hago yo acabará en un
contenedor de verdad- ordeno.
Le doy un empujón a Russo y lo suelto. Estoy aburrido de
esto, quiero ir a mi habitación y darme una ducha para poder
follarme a mi mujer. Carmela me sonríe cuando me giro, voy
hacia ellos justo en el momento en el que Martino es sacado
del sótano. Por supuesto, se escuchan algunos jadeos.
Entonces recuerdo que en el bolsillo de mi pantalón llevo mi
pequeño trofeo, lo agarro y se lo lanzo a mi amigo, que lo
atrapa en el aire. Su ceño se frunce.
-¿Le has robado el anillo de su familia?- me pregunta.
-Ahora es de tu familia, la V de Vólkov.
-Eres un jodido loco, Ares.
-Gracias, hermano.
Su risa me hace sonreír, al igual que a Gio, que dudo
mucho que entienda algo de lo que estamos diciendo.
-Nosotros nos vamos, hijo- dice Mauritio- Es hora de
volver a casa y adelantar los planes.
Asiento con la cabeza, es la segunda mejor noticia de esta
noche.
-Mañana es un día especial- dice Carmela con tono triste.
Acaricia la mejilla de mi hermana con sus nudillos.
-Llévale flores de mi parte, cariño- le dice.
-Lo haré, Carmela. Que tengáis un buen viaje de regreso.
Nos dirigimos a mi habitación después de despedirnos de
los Médici. Gio y Eros se suben a mi cama y encienden la
televisión para ver una película. Iván ha ido a su habitación
para recoger algunas cosas y poder curarme la herida del
costado.
-Ayúdame a darme una ducha- le digo a mi hermana.
Suelta un suspiro, pero me acompaña al baño. Engancha el
cinturón de mi pantalón con sus dedos para deshacerse de él.
-Venus, mírame.
Ella obedece.
-He estado ausente.
-Lo he notado, Ares.
-Saca mi polla.
-Ahora no. Tienes que ducharte y dejar que Iván te cure.
-Hazlo.
Me gira y me da un empujón por la espalda.
-A la ducha, Ares, te obligaré a meterte con los pantalones
y los zapatos si es necesario- me dice enfadada.
-¿Qué he hecho ahora?
Me voy desnudando del todo mientras la escucho.
-Alejarte de mí durante un mes. Lo entiendo, te hemos
jodido la vida, si… Si no te importáramos nadie te habría
obligado a hacer algo que no querías. Lo siento.
Venus abre el agua fría de la ducha.
-Entra, hermano.
-No tienes que pedirme perdón por importarme, Venus. El
mundo sería un lugar mucho más oscuro sin ti en mi vida.
-Cazzo, Ares.
-¿Qué?
-No puedes decir esas cosas y esperar que no te deje
follarme.
Mi boca se curva por un lado.
-Dejaré que los niños se hayan ido a su habitación y,
entonces, serás toda mía. Le haré a tu cuerpo todo lo que no he
hecho este mes.
-¿Es una amenaza?- me pregunta.
-Es una promesa, amore.
Su sonrisa remueve todo dentro de mí, hace que las cosas se
pongan del revés.
-Dúchate, apestas a Martino y odio ese maldito perfume.
Hago un gesto de asco a la vez que huelo la piel de mis
brazos. Es cierto, huelo a ese cobarde.
-Cuéntame qué le has hecho mientras te duchas- me dice.
Mi hermana sonríe con cada dato que le doy de lo que le he
hecho en el sótano a su esposo. Ella más que nadie está
deseando quedar viuda y pronto eso será un hecho. Seré yo
quien le entregue su libertad.
Ato una toalla a mi cintura después de ducharme, mi
hermana se fue a la habitación hace rato, no quería dejar a los
niños mucho rato a solas.
Ni Eros ni Gio están cuando salgo del baño.
-¿Dónde han ido?- le pregunto a mi hermana.
-Demarco los ha llevado a jugar a su habitación, estaban
aburridos.
Me pongo sobre Venus en la cama.
-Entonces estamos solos- le digo.
-No tan rápido, Romeo- murmura Iván cerrando la puerta
de la habitación- Voy a curar tu herida.
Venus sonríe, le doy un beso en los labios mientras suelta
una carcajada.
-Deja que Iván te cure, idiota- me empuja por el pecho
riéndose.
Escucho a Iván suspirar.
-Ares, maldito estúpido, tengo mejores cosas que hacer- me
dice.
-Me ha insultado, Venus.
-Deberías matarlo, hermanito.
Miro a Iván por encima de mi hombre.
-Me amas, olvida eso de matarme- dice.
Venus agarra mi polla por encima de la toalla.
-No creo que a Iván le interese ver eso, amore- susurro.
Ella se ríe. Ruedo hasta quedar de espaldas en el colchón,
pongo mi brazo doblado por detrás de mi cabeza. Iván
empieza a curar mi herida mientras yo observo a mi hermana.
Acaricio su mejilla con mis dedos, me cuesta creer que la
pesadilla del matrimonio con Cinthya haya acabado, gracias a
mi gemela. Ya no tendré que preocuparme por tenerla en este
lado de la casa, cerca de Venus y los niños. Tampoco tendré
que preocuparme por engendrar un hijo con ella, lo habría
detestado desde el primer momento. Nunca me habría
importado tanto como Eros, en realidad, nunca me habría
importado. Habría sido un niño infeliz, jamás habría tenido
ningún tipo de atención de mi parte y, lo más seguro, es que lo
hubiera utilizado en contra de Cinthya para hacerle daño a ella.
Mis ojos pesan por el cansancio, giro la cabeza para mirar a
Iván, el cabrón sonríe.
-¿Qué me has puesto?- le pregunto.
-Un sedante para caballos, descansa, hermano.
-Hijo de…
El sol golpea fuerte en mi cara, noto un cuerpo moverse
fuera de la cama. Reacciono rápido y agarro el arma bajo mi
almohada.
-No está ahí.
Frunzo el ceño, mi arma ni está donde la dejo siempre.
-Vuelve a dormir, Ares.
-¿A dónde vas?- le pregunto a mi hermana.
-Hoy hace dieciocho años de la muerte de mamá, voy al
cementerio a dejar sus flores.
-Espera, iré contigo.
-No es necesario, Iván viene con Eros, Gio y conmigo.
También me llevo a Demarco y Fabián. Quédate y descansa,
tienes todo el cuerpo lleno de moretones.
-Iré, Venus.
El dolor en el cuerpo se hace presente cuando me levanto
de la cama.
-Estaré listo en un minuto- le digo a mi hermana.
-Está bien, te espero en la entrada.
-Grita si alguien te molesta.
-Gritaré tu nombre.
Rozo mis labios con los suyos.
-Te prometo que lo harás esta noche, amore. Te follaré tan
fuerte que gritarás toda la noche.
Agarro su mano y la pongo en mi polla desnuda.
-¿Tenemos diez minutos?- le pregunto.
-No.
Beso su cuello mientras ella me masturba.
-Amore, haz que me corra.
Se pone de rodillas, levanta mi polla y se mete mis bolas en
la boca.
-Eso es, Venus- gimo.
Pongo una mano en su nuca y tiro de su pelo, ella gime
fuerte.
-Venus, necesito entrar en tu coño.
Niega con la cabeza.
-Hermana- gruño.
Se mete mi polla en la boca.
-Cazzo, métela entera, amore- obedece de inmediato- Tan
complaciente, mi zorra.
Su gemido recorre toda mi longitud. La agarro por la
cabeza con ambas manos y empiezo a follarle la boca. La
punta de mi polla entra en su garganta, me la follo con fuerza.
-Puta zorra- gruño.
Saco mi polla para que pueda respirar, Venus sonríe, adora
que la degrade. La agarro por el brazo y la levanto en el aire,
enredando mis brazos en sus muslos. Mi cara queda pegada a
su delicioso coño, me lo como por encima de las bragas y el
vestido. Pego su espalda a la pared.
-Ares- gime.
-Aparta las bragas, Venus.
Echa las bragas a un lado, lamo su clítoris con mi lengua.
-Cazzo, quiero meter mi polla en tu coño.
-Sigue lamiéndome.
Beso su coño con mis labios, su clítoris está hinchado y
palpitante. Venus gime fuerte, acelero mi lengua, necesito que
se corra de una puta vez para poder correrme yo. Clava sus
uñas por detrás de mi cuello, haciéndome gruñir. Se corre con
un fuerte gemido. La suelto bocabajo sobre la cómoda, levanto
su vestido y bajo sus bragas, meto mi polla entre sus muslos.
-Apriétalos, amore.
Me follo rápido sus muslos, su clítoris aún está sensible y
tiene otro orgasmo con el roce de mi polla. Venus la agarra y
mete la cabeza en su coño, mi semen sale disparado dentro de
ella.
-Tan zorra- me rio.
-Te adoro, Ares.
Le doy un beso en la mejilla.
-Y yo a ti, me tienes obsesionado, Venus.
Veinte
Venus
Ares entrelaza sus dedos con los míos para salir de la
habitación. Hoy es un día triste, pero él siempre hace que sea
mejor. Dieciocho años. Es mucho tiempo sin ella en mi vida y
recuerdo todo lo que vivimos juntas, cada detalle, cada
sonrisa, cada gesto de amor. Beatrice Romano fue la mejor
madre del mundo, intento imitarla y amar a Eros con todo mi
corazón, ponerlo por delante de todo y todos. Incluso si eso
significa ponerlo por delante de Ares.
Agarro mis gafas de sol de su estuche, pero me quedo
congelada cuando veo a padre junto a Iván y los niños con un
ramo de rosas blancas.
-¿Qué haces aquí?- le pregunto.
-Llevar flores a la tumba de mi difunta esposa.
-No lo has hecho en dieciocho años- gruño.
-Ya es hora de que lo haga.
-No vas a ir- espeto.
Padre se acerca a mí, Ares me echa a un lado,
interponiéndose entre nosotros.
-Voy a ir os guste o no. Esto se ha vuelto una locura,
necesitamos un rato a solas, padre e hijos- nos dice.
Mi hermano y yo nos miramos, es muy extraño que quiera
venir a la tumba de nuestra madre con nosotros. Aun así,
aceptamos. Me apresuro a ir hacia Eros y Gio, los tomo de la
mano y los llevo hacia el coche.
-Tú te vienes con Iván y conmigo- le dice mi hermano a
nuestro padre.
-Como queráis.
Me subo al coche con Demarco y Fabián, Ares se sube a su
coche con Iván y con nuestro padre. Abrocho los cinturones de
Eros y de Gio antes que el mío, luego me pongo las gafas de
sol. No sé qué pensar de este arrebato de mi padre, le rogué
tantas veces que nos acompañara a visitar a mamá y nunca
quiso, estaba centrado en su nueva esposa y su otro hijo. Ares
y yo, sobre todo yo, habíamos pasado a un tercer plano. El
trabajo, la mafia, siempre estuvo primero, luego Gina y Lucio.
Ares y yo no formábamos parte de su nuevo plan de vida.
Intentó enviarnos a un internado en Suiza cuando mamá
murió, pero la abuela, su madre, se lo impidió, y cuando ella
murió, Ares y yo ya habíamos entrado en la adolescencia.
Jamás pudo controlarnos, así que la idea del internado ya no
era una opción. Nos dio de lado, Ares e Iván eran la única
familia que me quedaba. Estoy segura de que habría
abandonado a Iván si hubiera logrado enviarnos a un
internado.
Mi hijo pone su mano sobre la mía, acaricio el dorso de la
suya con mi pulgar.
-Te amo, mamma.
-Y yo a ti, mia vita. Y a ti también, Gio.
Mi principessa sonríe, le encanta que le diga que la amo, se
pone tan feliz. Lógico, por otro lado, tiene el mismo trastorno
de la personalidad que Ares y es una pequeña narcisista.
Demarco detiene el coche en la floristería de Helena.
-Quedaos aquí con Fabián, vuelvo enseguida- le digo a los
niños.
Demarco me acompaña al interior de la floristería.
-¡Señora Venus!- me saluda Helena de forma efusiva.
Le doy un pequeño abrazo.
-Me alegro verla un año más, aunque sea en estas
circunstancias- me dice.
-Gracias por tu trabajo un año más, Helena. Eres la única
que cultiva esas rosas para mí.
Ella sonríe, lleva años cultivando las rosas negras para la
tumba de mi madre, primero fue su padre y ahora ella. Mi
abuela paterna fue la primera en encargarlas, cada año venía a
por ellas y nos llevaba a mi hermano y a mí a ver a mamá a su
tumba. Seguí haciéndolo después de su muerte, le prometí que
a cambio le llevaría flores a la suya, tulipanes blancos, ella
misma me dijo que eran sus favoritos, las flores que su antiguo
amado le regalaba cada año. No, ese amado no era mi abuelo,
era el jardinero que trabajaba en la casa. Fue quien le enseñó
todo acerca de las flores y ella lo hizo con mi madre cuando la
conoció. Siempre se llevaron bien, no recuerdo ni una sola vez
en la que la abuela discutiera con mamá. De hecho, siempre la
defendía ante mi padre y lo repudió cuando supo lo que le
había hecho a mamá. Lo mismo que el abuelo le hizo a ella,
quien murió de un infarto mientras estaba con su amante. Por
desgracia, ya era tarde para que mi abuela y su amado fueran
felices, él había fallecido en un accidente de coche.
-Las rosas negras son tan hermosas.
La voz de Helena me saca de mis pensamientos, ni siquiera
me he dado cuenta de que me ha arrastrado al invernadero
donde cultiva las rosas. A su lado están los tulipanes blancos
de la abuela, pronto los llevaré a su tumba.
-Oscuridad, rareza- murmuro- Eso es lo que significan.
-Hermoso, señora Venus. No todo lo oscuro da miedo.
-No, tienes razón. Mi madre siempre decía que Ares era
oscuro y extraño, pero hermoso.
Mi voz se rompe. Mamá amaba tanto a mi hermano, me
duele saber que era la única que lo entendía de verdad, que lo
amaba tal y como era.
Helena frota mi brazo.
-La tiene a usted, señora Venus. Su hermano siempre la
tendrá.
-Sí, nunca podría dejarlo solo.
-Lo entiendo.
Esbozo una sonrisa. Helena es una de las personas que
conoce mi relación íntima con Ares. Se lo conté en un
momento de debilidad y me prometió que jamás lo contaría,
así ha sido durante años.
-Gracias por tu amistad, Helena. Pronto te daré algo mejor
que esta floristería.
-Sabe que no espero nada a cambio de ser su amiga.
-Mi amiga- me rio- Las amigas no se tratan de usted,
Helena.
Ella se ríe suavemente. Es diez años mayor que yo, pero a
veces siento que es al revés. Le doy un beso en la mejilla.
-Voy a preparar su ramo, no tardaré- me dice.
-Espero aquí.
-Siéntese en su banco, lleva un año esperándola.
Hago lo que me dice mientras ella se agacha a recoger las
rosas. La observo ponerse los guantes de trabajo y coger la
tijera de podar. Una figura atraviesa la puerta de cristal, la ira
crece en mi interior, ni siquiera Ares ha entrado aquí nunca,
este es mi lugar de paz. Padre se sienta a mi lado en el banco,
pone su mano sobre mi muslo.
-A tu abuela le encantaban los tulipanes blancos.
-Por eso es que hay aquí- espeto- Ella fue la única que se
ocupó de la tumba de mamá cuando mi hermano y yo éramos
pequeños.
-Lo siento, no he sido un buen padre.
-No, no lo has sido. Ojalá te hubieras comportado como
Mauritio con sus hijos. Los ama tanto.
-Venus, quiero enmendar mis errores. Me he dado cuenta de
que…
-No- lo interrumpo- Yo no te perdono y Ares mucho menos.
Le da igual lo que le hayas hecho a él, sólo le importa lo que
me hicieras a mí. Pero a mí sí me importa lo que le has hecho
desde que es un niño- padre suspira- Cada golpe que le diste,
cada insulto que soltaste sobre él, todo eso fueron como
flechas clavándose en mi alma. Y únicamente voy a
perdonarte cuando todas ellas hayan sido arrancadas, sin
embargo, te advierto de que son demasiadas y no tienes tanta
vida.
-Las flores ya están, señora Venus- me avisa Helena.
Me levanto del banco, mi padre imita mi movimiento, pone
su mano en mi hombro.
-Lo intentaré, hija. Merece la pena intentarlo.
Niego con la cabeza, no me creo ni una sola palabra que
sale por su boca. Helena me entrega el ramo perfectamente
envuelto en tela negra de seda y atadas con un lazo negro.
-¿Rosas negras?- pregunta mi padre.
-Eran las favoritas de mamá, ni siquiera conocías a tu
esposa, la mujer que te dio dos hijos gemelos.
-Me temo que hay muchas cosas que desconozco, Venus,
permíteme conocerlas.
-Nos vemos, Helena. De nuevo, gracias por tu trabajo- le
doy las gracias ignorando a mi padre.
Padre me sigue a la salida de la floristería, Ares hace un
amague de lanzarse hacia él, pero Iván lo detiene.
-Te dije que no entraras ahí- le espeta a nuestro padre.
-Quería un rato a solas con mi hija, no es un delito.
-Está bien, hermano. Vamos al cementerio.
Me subo al coche con los niños, Gio se queda con la boca
abierta al ver las flores, me hace sonreír. Agarro una y se la
entrego.
-Gracias, Venus.
-De nada, amore mio.
-La podemos dejar en la tumba de mi abuelita- le dice Eros-
A ella le encantaban las rosas negras.
-No importa, mia vita, Gio puede quedarse con la rosa.
-No, quiero dejarla en la tumba- contesta mi hermana.
-Como desees, amore mio.
Unos minutos más tarde llegamos al cementerio, Iván y
Ares se encargan de sacar a los niños del coche. La constante
presencia de mi padre junto a mí me está poniendo nerviosa,
no se despega de mi lado cada vez que tiene oportunidad. Eros
y Gio se toman de la mano, mi hermana está ignorando por
completo a nuestro padre.
Camino por delante de los demás. Las flores se caen de mis
brazos cuando veo la tumba de mi madre, la lápida de mármol
está completamente destrozada.
-¡No!- grito llorando- ¡Mamá!
Mi padre saca su arma, mira a nuestro alrededor buscando a
alguien. Caigo de rodillas al suelo.
-¡Ares llama a Valentino y ordénale que venga ahora
mismo!- grita mi padre.
Iván rodea mi cuerpo con sus brazos.
-Reconstruiremos su lápida, principessa.
-Mami- lloro- Han destrozado su tumba, Iván.
-Mamma- solloza mi hijo.
Gio lo abraza por la cintura a la vez que mi padre se agacha
a mi lado, agarra mi barbilla con sus dedos y levanta mi
cabeza.
-Te juro que encontraré al culpable de esto, Venus.
-¡Has sido tú!- le grito.
-No tengo nada que ver con esto, te doy mi palabra, hija.
-Has sido tú- repito llorando.
Apoyo mi cabeza en el pecho de Iván.
-No tengo nada que ver con esto, Venus. Te juro por Dios
que voy a encontrar a quien haya hecho esto y lo haré pagar-
me dice mi padre.
-Me lo entregaras a mí- gruñe mi hermano.
Padre lo mira y asiente.
-¿Quieres que se lo entregue a tu hermano?- me pregunta
padre.
-Sí- contesto en un hilo de voz.
Por primera vez en años, me da un beso en la frente, hace
que mi corazón de un vuelco. Pero sigo sin fiarme de él y sus
intenciones. Ares me levanta del suelo en sus brazos, oculto
mi cara en su pecho.
-Investigaré esto, amore. Si padre tiene algo que ver no
esperaré más tiempo para deshacerme de él- susurra.
Asiento con la cabeza.
-Volveré a reconstruir esa lápida para ti- me dice- Será
como si nada hubiera ocurrido.
Me aprieto contra su cuerpo. En momentos así, su olor es lo
único que puede ayudarme a calmarme.
-Iván, coge las llaves de mi coche del bolsillo de mi
pantalón y llévatelo- le dice- Iré con mi hermana.
-Yo iré con vosotros- dice padre.
-No es necesario- contesta Ares.
-Pero quiero estar con vosotros.
Ares se gira.
-¿A qué viene todo esto?- le pregunta- Justo el día que
destruyen la lápida de mi madre.
-He estado toda la noche despierto, no he dejado de pensar
en todo lo ocurrido. Nunca debería haber prometido a Venus
con Martino y tampoco debería haberte obligado al
compromiso con Cinthya. Si Beatrice estuviera con vida me
habría intentado matar- dice esto último sonriendo- Vuestra
madre era puro fuego, te pareces tanto a ella, Venus. Y tú
también, Ares.
-No me creo ni una sola palabra tuya, nunca me quisiste y
eso no va a cambiar en una noche.
-No es cierto, eres mi hijo. Cuando te tuve en mis brazos
por primera vez fue el día más feliz de mi vida, tenía al varón
que siempre quise, un heredero digno de los Romano. Y
cuando te sostuve a ti, Venus, sentí que mi vida mejoraba.
Nunca quise una niña, eso es cierto, pero me robaste el
corazón desde el primer momento.
-¿Y entonces por qué me has golpeado desde que tengo uso
de razón?- le pregunta mi hermano.
-Tenía miedo, te tenía miedo, Ares. Cuando comenzaste a
mostrar esos signos me asusté.
-Mamá no lo hizo- le digo.
Niega con la cabeza.
-Beatrice era mucho más fuerte que yo y jodidamente más
valiente. Ella nunca temió a lo que se nos venía encima, siguió
adelante y luchó por vosotros, por ti, hijo.
Inclino la cabeza hacia atrás, sé lo que está pensando mi
gemelo y pienso exactamente igual que él. No nos creemos a
nuestro padre y no lo haremos, pero fingiremos que sí. Es la
única forma de averiguar qué está tramando.
-Realmente lo siento y estoy dispuesto a enmendar mis
errores, comenzando con vuestra posición en la casa. No
dejaré que Gina ni nadie os falte al respeto, seréis tratados de
la misma forma que yo.
-¿Y Gio?- le pregunto.
-Igual, Venus, ella también es mi hija.
-No voy a devolvértela.
-No, no lo hagas, ella parece estar bien contigo, es feliz.
-Lo es- le aseguro.
-Permitidme que os demuestre que quiero cambiar nuestra
relación, por favor.
Ares se ríe.
-Don Romano pidiendo algo por favor- se burla.
Padre sonríe.
-Es necesario para lograr estar al lado de mis hijos.
-Una oportunidad, es todo lo que tienes, padre- le dice
Ares.
-La aprovecharé.
Mentiroso. Eso es lo que es. No me creo nada y algo en mi
interior me dice que ha tenido que ver con el destrozo de la
lápida de mi madre.
Veintiuno
Ares
Dejo mi arma sobre el escritorio, hoy está siendo un día de
mierda. Dos de los cinco cargamentos han llegado en mal
estado a su destino, las cajas con la droga han sido abiertas y
faltan unos cuantos kilos de fenciclidina, ahora debo investigar
dónde se ha producido el robo y encargarme del pobre idiota
que se ha atrevido a cometer tal delito. Además de eso, debo
seguir investigando quién coño destrozó la lápida de mi
madre, ya la he mandado a reconstruir, esta vez vamos a usar
mármol Calacatta de oro en vez de mármol normal. Venus es
quien se ha encargado de elegir el tipo de letra y la frase,
quiere que esta vez seamos ella y yo quien la elijamos, la otra
vez fue nuestra abuela. Aunque también quiere dejar algo de la
antigua frase para recordar a nuestra abuela. Y quiere que
tenga una rosa de mármol negro, el escultor nos ha dado un
mes de plazo para que esté terminada. Las cámaras de
seguridad del cementerio no han mostrado nada, eso es lo que
ha dicho mi padre. Por supuesto, no me lo creo. De hecho,
pienso que conoce a esa persona y no quiere decírmelo.
La pantalla de mi móvil se ilumina con el nombre de Venus,
lo agarro y pulso el botón verde, su rostro aparece en la
pantalla.
-¿Estás solo?- me pregunta.
Asiento con la cabeza.
-Pareces estresado, mia vita.
Suelto un largo suspiro. No puede imaginar lo estresado
que estoy.
-Te estaré esperando desnuda en nuestra cama.
Mi boca se curva por un lado.
-Amore, me estás poniendo dura la polla.
-Mmm… Que rica, quiero chuparla.
Mi pecho vibra por la risa.
-He estado hablando con el escultor de la lápida y la rosa.
-¿Y qué te ha dicho?
-Va a acelerar el trabajo porque le he ofrecido dos mil
euros más.
-Bien, si eso es lo que quieres me parece bien.
-Gracias, mia vita.
Nos quedamos mirándonos en silencio unos minutos.
-¿Va todo bien?- me pregunta.
-No te preocupes, es sólo trabajo.
-¿Has averiguado algo del destrozo?
-No.
-Padre estuvo antes aquí, vino a despedirse de mí antes de
irse a trabajar.
Pongo los ojos en blanco. La última semana, desde que
ocurrió la destrucción de la lápida de mi madre, ha estado
incordiándonos, fingiendo preocupación por Venus y por mí,
incluso por Gio. La puerta de mi despacho se abre para dar
paso al susodicho.
-Tengo que colgar, hermana. Padre acaba de entrar.
-Está bien, seguiré viendo si puedo añadir alguna cosa más
a la tumba de mamá.
Asiento con la cabeza y cuelgo. Mi padre se sienta en la
silla frente a mí y desliza una carpeta por el escritorio. La
agarro y la abro para ver el contenido, son fotos del
cementerio.
-¿Qué es esto?- le pregunto molesto- Creí que las cámaras
de seguridad no mostraban nada.
-Quería asegurarme antes de enseñarte lo que mostraban.
Aprieto la carpeta de cartón en mis manos.
-Los hijos de tu capo- gruño.
-He enviado a cuatro hombres a por ellos, Ares, ya deben
estar aquí.
Me pongo de pie de un salto. Van a pagar por lo que
hicieron a la tumba de mi madre.
-Fue por venganza- dice mi padre- Heriste a Gianmarco en
el tobillo y sus dos hermanos mayores se han vengado.
-¿Y tienen idea de por qué herí a su querido hermano?
Estaba torturando a Iván con la complicidad de tu hijo.
-Lo sé, y en esto estoy de acuerdo contigo, Iván es de la
familia y no deberían haberlo tocado. Ya te dije que quiero
dejar atrás todo el odio y el rencor. Lucio ya está recibiendo su
castigo, tiene prohibido acercarse al almacén, usar su coche o
cualquier otro lujo.
-¿Y tu… esposa está de acuerdo?
-No, pero me da igual. Yo soy quien manda aquí y debe
acatar mis órdenes.
-Bien, iré a ver a estos dos stronzi. Necesito escucharlos
llorar.
Mi padre se pone de pie cuando paso por su lado, me agarra
por encima del codo.
-Nunca he entendido tu trastorno, Ares, creo que nunca lo
haré. He sido un cobarde y te he dejado solo con todo esto.
Déjame estar contigo hoy.
Mi boca se curva por un lado, lo que hace que mi padre
sonría. Piensa que me estoy creyendo su teatro, su falso
arrepentimiento, no es así. No puede engañarme, sé que esos
dos stronzi no tienen nada que ver con todo esto. Los ha
amenazado para que confiesen algo que no hicieron y estoy
totalmente seguro de que sabe quién ha destrozado la tumba de
mi madre, pero lo está protegiendo.
-Por supuesto, padre. Me gustaría que estuvieras a mi lado.
-Gracias, hijo.
Va a mi lado mientras caminamos hacia las celdas. Bajamos
en el ascensor hacia el sótano del almacén, aquí traemos a
quienes cometen crímenes contra nosotros o la ‘Ndrangheta, el
sótano de casa lo usa mi padre para castigar a sus soldados o a
la familia. Doblo la esquina y abro la puerta de la primera
celda, los hombres de mi padre ya han empezado a divertirse
con estos dos stronzi, pero se quedan quietos cuando notan mi
presencia.
-Señor Romano, han confesado- dice Loreto a mi padre.
Me agacho frente al hermano mayor de Gianmarco.
-¿De quién fue la idea?- le pregunto.
Niega con la cabeza a la vez que solloza.
-Sus padres y su otro hermano han desaparecido, señor- nos
informa Loreto.
Frunzo el ceño. Es obvio que no han desaparecido por
voluntad propia, mi padre ha debido deshacerse de ellos para
que no hablen y me cuenten la verdad. Agarro al chico por el
pelo de la nuca y levanto su cabeza, tiene sangre corriendo
desde la ceja derecha hasta la mejilla, y el ojo se le está
poniendo morado.
-¿De quién fue la idea?- repito.
-Lo- Lo siento.
-Contesta, no quiero tus disculpas, quiero la verdad.
Suelta un fuerte sollozo. ¿De verdad está dispuesto mi
padre a sacrificar a estos dos chicos por proteger al verdadero
culpable?
-Mía- contesta- Se lo suplico, deje a mi hermano
Alessandro libre, yo soy el culpable, él no quería…
-No- lo interrumpo- Ambos pagaréis por lo que hicisteis.
Acerco mi boca a su oído y le susurro.
-No hagas ningún movimiento, os voy a dar una
oportunidad porque sé que no habéis sido vosotros. ¿Me
equivoco?- niega sutilmente con la cabeza- Finge.
Da un fuerte grito de auxilio. Me pongo de pie y miro a mi
padre.
-¿Qué le has dicho al oído?- me pregunta.
-Todo lo que planeo hacerle- contesto con una sonrisa- Pero
no ahora.
-¿Qué? ¿Cómo que ahora no?
-Venus no sabe que ya has atrapado a los culpables, anoche
me contó llorando que quería mirar a los ojos de quien le hizo
eso a la tumba de nuestra madre y ver cómo la vida escapa de
sus ojos.
Mi padre se frota la mandíbula con su mano.
-Está bien, pero quiero estar presente- dice.
-No creo que a mi hermana le guste escuchar eso, ella
preferirá estar a solas con ellos.
-No me importa, quiero estar presente. Beatrice era mi
esposa.
-Que mi hermana decida, no voy a ir en contra de sus
deseos, si ella no quiere que estés presente no lo estarás.
Suspira profundamente mientras se frota la frente con los
dedos.
-Está bien, pero estaré fuera de esa puerta para encargarme
de los cuerpos.
-Nunca te ensucias las manos con ese tipo de trabajo, es un
poco extraño.
Traga grueso, su nuez de Adán se mueve arriba y abajo.
-Cierto, enviaré a…
-No es necesario, padre. Iván se encargará de eso.
Asiente a regañadientes. Agarro mi móvil del bolsillo de mi
pantalón y marco el número de Venus, espero que entienda lo
que quiero decirle. Contesta en el segundo tono de llamada.
-Hola, mia vita.
-Hermana, tengo noticias.
-Entiendo. Dime.
-Padre ha encontrado a los culpables.
-¿En serio?
-Sí, los tengo delante de mí.
-Quiero ir a verlos.
-Dile a Demarco que te traiga. Ya puedes descansar,
hermanita. ¿Recuerdas cuando con diez años te daba miedo el
monstruo del armario y yo lo mataba por ti?
-¿Ares? No había ningún monstruo, fingíamos que había
uno para asustar a Lucio.
-Sí, exactamente. Esta vez será igual.
-Pensaré en algo de camino.
-Bien, nos vemos.
Estos chicos son culpables de otras cosas, no de lo que pasó
con la tumba de mi madre. No tengo problema en asesinarlos,
pero no voy a darle esa satisfacción a mi padre. Le envío un
mensaje rápido a Iván.
A: Llama a Gianluigi y avísale que voy a enviarle a
Arturo y Alessandro Di Vaio, todos deben creer que han
muerto.
Me quedo mirando la pantalla hasta que contesta.
I: Entendido, hermano. Me pongo a ello.
Guardo mi móvil en el bolsillo de mi pantalón. Mi padre
me observa pasear de un lado a otro por la celda. No sé cómo
voy a hacerlo sin que nadie se dé cuenta, pero debo sacar a
estos dos chicos de aquí y llevarlos fuera de Milán, fuera del
territorio de la ‘Ndrangheta.
Mi hermana entra por la puerta un rato después, mira a
nuestro padre.
-¿Son ellos?- le pregunta.
-Sí, hija.
-¿Los hijos de tu capo?
-Herí a su hermano pequeño en el tobillo por algo que hizo
y parece que ellos han buscado venganza- le explico.
Mi hermana asiente, mira a los chicos Di Vaio fingiendo
odio.
-Quiero estar a solas con ellos y mi hermano- dice.
-Venus, hija…
-A solas- lo interrumpe.
-Bien, esperaré fuera.
Todos, excepto mi hermana y yo, salen de la celda. Venus
cierra el seguro de la puerta sin hacer ruido y da un grito de
rabia mirando a los chicos, quienes se estremecen. Luego se
agacha frente a Arturo.
-¿Por qué os habéis prestado a esta farsa?- le pregunta
susurrando.
-No, señora, su padre nos obligó. No tenemos ni idea de
qué está pasando. Sólo nos dijeron que debíamos confesar el
destrozo de una tumba o matarían a nuestros padres y hermano
pequeño.
-Ya deben estar muertos, han desaparecido y estoy seguro
de que es padre quien los tiene- le explico a mi hermana.
Arturo solloza.
-Os sacaremos de aquí- le asegura mi gemela- Iréis a Roma
con la familia Médici y tendréis que fingir que estáis muertos.
Voy a inyectaros algo para que así lo parezca, es un veneno
muy suave, pero fingirá vuestra muerte.
-¿Cómo puedo confiar en vosotros?- pregunta Arturo
mirándome.
-No puedes, pero tendrás que hacerlo si quieres que tu
hermano y tú salgáis de este lío en el que os han metido.
-Hermano, hay que fingir que han sangrado- me dice mi
hermana.
-Yo me encargo de eso.
Venus abre el seguro de la puerta de la misma forma en que
lo cerró, sin hacer ruido. Saco el cuchillo de la funda y me
corto en los dos antebrazos, mancho con mi propia sangre a
Alessandro, que no ha dicho ni una sola palabra desde que
estamos aquí. Está muerto de miedo, normalmente me jactaría
de algo así, en cambio, no puedo hacerlo porque sé que padre
se sentiría satisfecho. Bajo las mangas de mi camisa negra
para que nadie vea los cortes y la sangre.
-Ya está, Venus. ¿Cuánto tarda en hacer efecto el veneno?
-Quince minutos.
-Suficiente para fingir que los estoy golpeando. Ahora llora,
hermanita, grita fuerte.
Venus hace lo que le digo, mientras que yo me encargo de
fingir que estoy golpeando a Arturo en primer lugar. Mi
hermana llora por nuestra madre y el veneno empieza a actuar
en el cuerpo de Arturo, sus ojos se van cerrando muy lento, el
chico intenta luchar contra ello. Finalmente, se desmaya. Hago
exactamente lo mismo con su hermano menor, justo cuando la
puerta se abre y la figura de padre aparece.
-Bien hecho, hijo- me dice.
-Dos hijos de puta menos en el mundo- murmuro- ¡Iván!-
mi amigo entra apresuradamente en la celda- Llévate esta
mierda de aquí.
Le hace un gesto a dos de mis hombres para que lo ayuden
a llevarse los cuerpos.
-Llévalos a la morgue- le ordena mi padre.
-Como ordene, Don- contesta Iván.
Mi hermana se abraza a mi cintura, aún finge estar
desconsolada. Padre frota su espalda en un intento de
consolarla.
-Ya se ha acabado, hija. Los culpables del destrozo de la
tumba de vuestra madre ya han sido ejecutados.
Le doy un beso en la parte superior de la cabeza a mi
hermana.
-Ares, llévame a tu despacho, por favor. Necesito sentarme
un rato- me dice en un hilo de voz.
-Está bien, vamos.
La tomo por la mano, entrelazando nuestros dedos.
-Quédate con ella el resto del día, yo me encargo de lo que
queda de trabajo- me dice mi padre.
-Gracias, muy considerado.
Suspira y niega con la cabeza. Mi hermana aprieta mis
antebrazos con sus manos. En cuanto llegamos a mi despacho,
cierra la puerta con seguro detrás de nosotros. Entra en el baño
y saca el botiquín, lo pone sobre el escritorio y lo abre.
-Deja que Iván se encargue de eso- le digo.
-No, está ocupado con los chicos Di Vaio, vas a
desangrarte.
-Estoy bien, amore. Ven, siéntate en mi regazo.
-No, primero voy a curarte. Iván me enseñó a suturar
heridas.
-Venus, cálmate.
La tomo de la mano, deteniendo sus movimientos en el
botiquín. Tiro de ella para obligarla a sentarse en mi regazo.
-Estoy bien, no voy a desangrarme- le aseguro- ¿Qué pasa?
Estás nerviosa.
-Es todo este asunto. ¿Por qué padre está protegiendo al
verdadero culpable? Incluso es posible que haya matado a uno
de sus capos y a su familia.
Mi hermana me mira a los ojos, acaricio su mejilla con mi
pulgar, acercando mis labios a los suyos hasta que los pongo
encima. La siento a horcajadas sobre mí, su ajustado vestido se
sube por sus muslos hasta llegar a sus caderas. Acaricio la
suave piel de sus piernas con las yemas de mis dedos. Mi
hermana rompe el beso.
-Sabes algo. ¿Verdad?
-No, pero creo que sé a quién protege. Voy a investigar la
verdad, intentaré recuperar las grabaciones originales de las
cámaras del cementerio y haré pagar a quien sea que padre
esté protegiendo.
-Dime quién crees que es.
-Piensa, Venus. ¿Por quién se tomaría padre tantas
molestias para que yo no lo mate?- aprieto sus muslos con mis
dedos, ella gime- ¿A quién protegería con tanto ahínco?
-Lucio.
Asiento con la cabeza.
-Ese maldito bastardo- gruñe- Lo quiero muerto, Ares.
-Lo tendrás, arrojaré su cadáver a tus pies.
Alguien llama a la puerta con suavidad.
-Soy yo- dice Iván.
Venus se levanta de mi regazo para abrirle la puerta. Mi
amigo entra, va directo al botiquín mientras mi hermana me
remanga.
-¿Son cortes profundos?- le pregunta a Iván.
Él los examina.
-Un poco, quedarán cicatrices.
-Dos más no serán nada- digo.
Iván pone los ojos en blanco.
-¿Qué ha pasado?- me pregunta.
-Padre ha fingido todo esto- le dice Venus- Los chicos Di
Vaio no son los culpables. Creemos que fue Lucio y que padre
lo está protegiendo.
Sus manos tiemblan cuando empieza a coser la primera
herida.
-Eso tiene más sentido, esos chicos no tenían ningún
motivo para hacer algo así- dice.
-Herí a Gianmarco.
-Porque me hirió a mí, Arturo y Alessandro Di Vaio
siempre han sido chicos inteligentes, más que su hermano
pequeño. No iban a vengarse de ti sabiendo lo que eres.
-En cambio, Lucio…- murmura Venus.
-Ese es un idiota que se cree intocable por culpa de su
madre y vuestro padre. Tiene más sentido que haya sido él.
Pongo mi mano sobre la de mi amigo. Siento que le pasa
algo.
-¿Me lo vas a contar?- le pregunto.
Respira hondo varias veces, está nervioso, muy nervioso.
-La he visto- dice con la voz rota.
-¿Qué?- preguntamos Venus y yo a la vez.
-¿Dónde?- pregunto- Dime dónde e iré a por ella.
Niega con la cabeza.
-Esta mañana me enviaste a uno de los clubs fuera de la
ciudad- me dice.
-Sí.
-La vi allí, estaba acompañada de un hombre, ruso que no
reconocí, pero era joven, unos veinticinco años o poco más.
-¿Qué coño hacen los rusos aquí?- gruño.
No tenemos ningún tipo de negocio con la Bratva.
-¿Te vieron?- le pregunto.
-No.
-¿Con quién estaban?
Mira a mi hermana.
-¿Con Martino?- pregunta ella.
Iván asiente y sigue curando mis heridas. ¿Qué hacía
Martino con los rusos? Tengo que averiguarlo, y también
averiguar si padre tiene conocimiento de esto. Seguro que sí,
ese cobarde no hace nada sin el beneplácito de padre. Sea lo
que sea lo voy a averiguar.
-Déjalo así- me dice Iván- Ella parecía feliz.
-¿Debería importarme? Eres tú quien quiero que sea feliz,
no la puta que te abandonó. Mi hermano eres tú, no ella.
Iván sonríe.
-Me amas- se burla.
Venus y él se ríen al unísono. Pero digo la verdad, es Iván
quien me interesa que sea feliz. Si él lo es, hace mejor su
trabajo, por lo tanto yo también estoy feliz. Y en el fondo, me
alegro de que mi hermano sea feliz, lo merece.
Veintidós
Venus
Iván no deja de llorar, se ha venido conmigo a casa por
orden de mi hermano. Me duele verlo así, no merece sufrir por
alguien que no lo ama y nunca lo hizo, merece algo mejor.
Rodeo su cintura con mis brazos y apoyo mi cabeza en su
pecho, lo que lo hace sollozar más fuerte. Levanto la cabeza y
le doy un beso en la mejilla.
-¿Por qué no dejas que Ares se encargue de ella?- le
pregunto.
-Por la misma razón que tú querías esperar al vigésimo
aniversario de la muerte de tu madre para que él asesinara a
vuestro padre.
-Por amor.
Iván asiente.
-¿Sigues amando a tu madre?
-Sí, quiero odiarla con todas mis fuerzas, pero no puedo.
Ella fue una buena madre antes de abandonarme, me contaba
cuentos, me cantaba, cuidaba de mí.
-¿Y si averiguamos por qué te abandonó?
Se encoge de hombros. Este tema le dolía tanto que nunca
quiso averiguar por qué su madre lo había dejado a su suerte
aquí en Italia.
-Ares y yo lo investigaremos y cuando tengamos algo te lo
diremos- le digo.
Iván sonríe, me da un beso en la frente.
-Eres la mejor hermana del mundo, Venus. Te amo.
-Y yo a ti, Ares y tú sois los mejores hermanos.
Nos abrazamos fuerte, quiero a Iván muchísimo. Siempre le
estaré agradecida a Ares por traerlo a nuestras vidas.
Hay un poco de revuelo fuera de casa cuando Demarco
detiene el coche. Los guardias están rodeando algo, incluso
Lucio está fuera observando alguna cosa. Iván me ofrece su
mano para ayudarme a bajar del coche.
-¿Qué está pasando?- pregunto llegando a la aglomeración.
Los guardias se abren paso dejando a la vista un precioso
Audi R8 de color gris oscuro. Iván se emociona mucho cuando
ve a uno de los hombres de Gianluigi entregarle las llaves y
una nota.
-¡Esto es demasiado!- chilla emocionado.
Lo observo con una sonrisa en la cara, Gianluigi ha
cumplido con su palabra y le ha comprado el coche que se
apostó con Ares. Iván me abraza y me zarandea por la
emoción, me rio en voz alta.
-¡Es una puta locura!- chilla.
-¿En serio es tuyo?- le pregunta Lucio con desprecio.
-Claro que lo es- contesto.
Lucio se ríe.
-¿Quién te lo ha comprado? Tú no tienes dinero para este
tipo de coches, arrimado- se burla.
Voy hacia él y lo abofeteo en la cara, Lucio se cubre la
mejilla con su mano.
-Los únicos arrimados sois tu madre y tú, esta casa no os
pertenece, pertenece al matrimonio de mis padres. Si estáis
aquí es porque mi hermano y yo lo permitimos.
-Se lo diré a mi madre, le diré que me has golpeado.
Hago un puchero con el labio inferior.
-Pobre bebé, tiene que ir llorando a su mamá porque no
puede defenderse solito- me burlo- Corre, ve a llorarle a tu
mami y dile que aquí la espero.
Me giro hacia Iván con una sonrisa, no voy a seguir
empañando este momento para él. Paso mi dedo índice por el
capó del coche.
-Deberías ir a por Eros al colegio en este coche- le digo.
-Mi piccolo se pondrá feliz si me ve aparecer con este
monstruo.
-¡Venus!
Iván se ríe cuando oye la voz de Gio, viene corriendo hacia
nosotros riéndose, Fabián la sigue a paso rápido, pero sin
pillarla. Da un salto a mis brazos.
-Hola, principessa.
Me da un beso en la mejilla, le devuelvo muchos besos por
el cuello y la cara, haciéndola reír fuerte.
-¡Iván!- chilla.
Me la quita de los brazos para lanzarla por los aires, la risa
y los gritos de diversión de Gio aceleran mi corazón, este ha
sido su estado desde que la tengo conmigo. Alguien tira de mi
brazo.
-¿Qué haces?- espeto.
-Tenemos que hablar en privado.
-No necesitas tirar de mi brazo, Martino, suéltame, me
haces daño.
Hace lo que le digo, me froto donde me ha agarrado.
-Lo siento, no quería hacerte daño, es que de verdad
necesito hablar contigo a solas.
-Bien, vamos allí- señalo hacia las puertas de los garajes-
¿Está todo bien?- le pregunto mientras caminamos.
-No. Estoy cansado de esto.
Nos detenemos junto a las puertas cerradas, me cruzo de
brazos a la espera de que hable y me cuente qué es lo que
quiere. Martino respira hondo y se pellizca el puente de la
nariz, la prótesis en su dedo es nueva, mi padre se la ha
regalado a modo de disculpa por lo que Ares le hizo anoche.
Está totalmente golpeado, ni siquiera debería estar en pie, pero
no se atreve a quedarse en la casa sin la supervisión de mi
padre.
-Tú dirás- le digo.
-Quiero irme de esta casa.
Me rio suavemente.
-Ni mi hijo ni yo nos vamos a ir contigo a ningún lado.
-Lo suponía. Por eso quiero el divorcio.
Se me escapa una carcajada.
-Mi padre no lo va a permitir.
-Convéncelo, te daré la libertad que tanto has deseado
siempre, rechazaré mis derechos como padre de Eros y tendrás
su custodia completa.
Estrecho los ojos, hay algo que no me está contando.
-Será mejor que empieces a hablar, Martino. Dime qué me
estás ocultando.
-He conocido a una mujer, me he enamorado de ella y
quiero una vida a su lado.
Mi risa llama la atención de los demás.
-No es gracioso, Venus.
-Para mí sí, no te creo Martino. Dime la verdad y te doy mi
palabra de que yo misma te entregaré los papeles del divorcio
firmados.
Suelta un gruñido de rabia.
-Me matarán si hablo.
-No es mi problema. Habla o mi hermano te hará hablar.
-No puedo, maldita sea. Por favor, dame el divorcio y me
iré lejos.
Niego con la cabeza, no voy a darle el divorcio hasta que
no me cuente la verdad.
-Cazzo, Venus. Eres tan jodidamente testaruda.
Me encojo de un hombro.
-Esta noche, en el jardín trasero que da al ala de Ares,
encuéntrame allí y te lo contaré todo. Lleva los papeles del
divorcio firmados, mañana mismo quiero irme de aquí.
Lo miro de arriba a abajo, seis años casada con él me ha
permitido conocerlo a fondo.
-Estás intentando huir- le digo- Estás muerto de miedo.
¿Qué es lo que escondes? ¿Por qué quieres huir?
-Aquí no, te prometo que te lo contaré todo esta noche.
-Los rusos- murmuro- ¿Es por ellos?
-Tienen algo que ver, Venus…- respira hondo- Ares y tú
tenéis que prepararos para lo que se viene, protege a Eros con
tu vida.
Mi corazón late con fuerza, nunca he visto a Martino tan
nervioso y misterioso.
-Me estás asustando, Martino.
-Deberías, si crees que Ares es el diablo es porque no la has
visto a ella…
Un disparo suena desde algún lado, suena otro y otro más.
Martino pone sus manos sobre mis hombros, me mira
fijamente a los ojos.
-Protege a Eros, vienen a por él- gime con dolor.
-¡Martino!- grito.
Cae desplomado al suelo, la sangre sale a borbotones de su
pecho. Tres disparos, alguien lo ha matado desde algún lado.
Miro a mi alrededor, pero no veo a nadie, los guardias de mi
padre están alerta. Iván corre hacia mí con Gio en sus brazos.
-Tenemos que entrar en la casa- me dice- Vamos, Venus,
muévete.
Iván tira de mi muñeca, me resisto a irme.
-Iván, espera. Tenemos que ayudar a Martino.
-No podemos hacer nada por él.
Me arrastra al interior de la casa, Fabián ordena a los
guardias que se muevan y encuentren al francotirador. Han ido
a por Martino, las balas iban para él. Querían silenciarlo y lo
han conseguido. ¿Cómo han podido oír lo que me estaba
contando? No estoy entendiendo nada. ¿En qué momento nos
han oído y han actuado tan rápido? Niego con la cabeza. Me
siento en el sofá derrotada, Gio se sube a horcajadas a mi
regazo y me abraza, rodeo su cuerpecito con mis brazos. No
puedo creer que Martino esté muerto, tenía razón en avisarme.
Algo está pasando, estaba muy nervioso y sus últimas palabras
están muy metidas en mi cabeza.
Las manos de Iván se posan en mis rodillas.
-Ares va de camino a por Eros, quiere que te quedes aquí y
que estés tranquila. Él va a encargarse de todo.
Asiento con la cabeza. Debo contarle a mi hermano lo que
Martino me ha dicho antes de morir.
-Está muerto- murmuro.
-Lo siento, Venus. Sé que nunca te llevaste bien con él…
-Me da igual que se haya muerto, es que aún no me lo creo,
me cuesta.
-Bien, entonces no te daré el pésame.
Me rio suavemente, no creo que sea el mejor momento para
reírme. Pero nunca quise a Martino y nunca fue una buena
persona conmigo. Incluso antes de saber que Ares y yo nos
estábamos acostando.
-Se fue sin saber la verdad sobre Eros- le digo a Iván.
-Eso ya no importa, tampoco es que hubiera cambiado algo.
-Sí, tienes razón.
Gio se abraza más fuerte a mí cuando escucha la voz de
Gina, la puta sólo se está preocupando de que su bastardo esté
bien. No mira en dirección a Gio ni un sólo segundo, no le
importa.
-Principessa- la llama Iván- ¿Estás bien?
Gio levanta la cabeza para mirar a Iván.
-Sí- contesta con su dulce voz.
Iván le da un beso en la frente.
-¿Dónde está Eros?- le pregunta.
-No te preocupes por él, principessa. Ares ha ido al colegio
a recogerlo y lo traerá a casa- le explica Iván.
Gio asiente con la cabeza, aparto el pelo de su cara con mis
dedos. Padre entra en la casa dando órdenes a gritos, Gio se
tapa los oídos.
-¿Por qué hace eso?- me pregunta Iván.
Niego con la cabeza, es la primera vez que veo a Gio hacer
algo así. La tomo por la barbilla con mis dedos y la obligo a
mirarme.
-¿Por qué te tapas los oídos?- le pregunto.
-No me gusta la voz de papá, es fea y gritona. Y dice cosas
muy malas sobre una mujer que quiere a Eros.
Frunzo el ceño.
-No hables de eso aquí, amore mio. Cuando estemos a solas
me cuentas esas cosas que padre dice sobre esa mujer- le digo.
-Vale.
-No se lo cuentes a nadie que no seamos Iván, Ares o yo.
¿Entendido?
-Sí, Venus.
Le doy un beso en la cabeza. Quizás haya oído algo de lo
que Martino quería contarme, ahora no puedo fiarme de nadie
y no voy a poner en riesgo la vida de mi hermana pequeña.
-No van a llevarse a Eros. ¿Verdad?- me pregunta en un
susurro.
-No, amore mio. No van a llevarse a Eros a ningún lado.
Iván y yo nos miramos. Es obvio que algo está pasando y
no nos estamos enterando. Padre viene hacia nosotros, Gio se
acurruca en mi regazo, ocultando su cara de él.
-¿La niña está bien?- me pregunta.
-Sí, mi hermana está perfectamente- contesto con molestia.
-¿Y tú?
-Iván y yo estamos bien, gracias por preguntar.
-¿Qué ha pasado?
Antes de que pueda abrir la boca para contestar, Eros entra
corriendo por la puerta, se abalanza a mis brazos. Gio le
corresponde su abrazo, mi hijo le da besos por la cara.
-¿Estás bien, Gio?- le pregunta.
-Sí, Iván me quiere mucho y me ha protegido.
Eros sonríe. Ares se coloca junto a nuestro padre con las
manos en los bolsillos de su pantalón. Parece tranquilo, pero
sé que está deseando hacerme mil preguntas para desatar su
furia con alguien.
-Mia Vita, llévate a Gio a vuestra habitación, que Fabián os
acompañe- le ordeno a mi pequeño.
-Vale, mamma.
Mi hijo toma a mi hermana de la mano y se la lleva por el
pasillo.
-Contesta. ¿Qué es lo que ha pasado?- vuelve a
preguntarme mi padre.
Me encojo de hombros, finjo estar triste, no quiero que
sospeche nada. Aunque debo tener cuidado, ya que, si tiene
algo que ver en la muerte de Martino es porque alguien nos
escuchó hablar y avisaron a padre, que ordenó su muerte.
-Martino quería hablar a solas conmigo.
-¿Sobre qué?- inquiere padre.
Cierro los ojos y respiro hondo, Ares me conoce bien y no
se está creyendo mi teatro. Dejo salir una lágrima.
-Quería el divorcio- digo con la voz rota.
-¿El divorcio?- pregunta padre con aparente confusión.
-Sí, me dijo que había conocido a otra mujer y quería estar
con ella.
-¿Por eso lloras?
-A pesar de lo que puedas pensar, quería a Martino, padre.
No nos llevábamos especialmente bien, pero era mi esposo y
me duele que haya acabado de esta forma.
-¿Crees que estaba metido en algún problema?
-No lo sé, no me contó nada más. Sólo que quería el
divorcio.
Padre asiente.
-¿Te contó algo sobre esa mujer de la que estaba
enamorado?- me pregunta.
Niego con la cabeza.
-Martino tenía muchas mujeres, padre. Podría haber sido
cualquiera.
-Está bien. Quédate en el ala de tu hermano, voy a enviar a
algunos hombres a registrar la habitación que compartías con
Martino.
-¿Puedo ir yo primero?- le pregunto- Tengo algunas cosas
que me gustaría recuperar, por favor, padre. Eran cosas de
mamá.
Ares se cruza de brazos mirando a nuestro padre.
-Sí, por supuesto, ve. No tardes mucho, mis hombres
estarán ahí en diez minutos.
Asiento varias veces. Ares e Iván me siguen por la casa
hasta llegar a mi habitación. Iván abre la boca para hablar,
pero rápidamente le pongo una mano encima para callarlo.
-Aquí no- susurro.
Él asiente. Dejo mi mano caer, Ares saca su móvil y teclea
en él, luego me lo muestra.
“¿Qué buscamos?”
Agarro el móvil y contesto a su mensaje, le muestro la
pantalla a Iván y a él.
“Cualquier cuaderno, nota o carta que Martino haya
podido guardar. Lo que creáis que no encajaría con él. Tenía
un segundo móvil, padre no conocía su existencia, yo lo vi una
vez, lo tenía escondido en el fondo del cajón de la mesita de
noche.”
Ares e Iván asienten. Voy hacia la mesita de noche de
Martino. Abro el primer cajón y busco en su interior, su otro
móvil está intacto. Quien lo haya matado no conocía de su
existencia, nadie lo hacía. Yo lo vi de casualidad una vez
buscando algo con lo que poder molestarlo. Iván me lo quita y
lo guarda en el bolsillo de su pantalón.
-¿Podéis coger las joyas que están en esa caja?- pregunto.
-Sí, claro- contesta Iván agarrando la caja de madera sobre
la cómoda.
-¿Esto es todo?- me pregunta mi hermano.
-Sí, creo que no hay nada más que necesite.
-Entonces vámonos de aquí.
Ares me toma por la cintura, pega su boca a mi oído.
-En cuanto estemos en nuestra habitación vas a contarme
todo lo que está pasando, estoy muy ansioso, Venus.
Giro la cabeza, nuestros labios se rozan.
-Te lo contaré todo, hermano.
Me da un corto beso en los labios, luego salimos de la
habitación. Martino se ha ido para siempre y ahora debo
averiguar qué es lo que me estaba tratando de contar.
Veintitrés
Ares
Martino ha muerto. Ha sido asesinado en esta maldita casa
por un francotirador. Venus podría haber salido herida, Iván o
Gio… Maldita sea. Tengo que averiguar todo lo que pueda
sobre este asunto. Mi hermana parece nerviosa y nunca la vi
así, ella siempre mantuvo a raya los nervios. Me desconcierta
verla así y sé que algo está pasando con ella. Cierro la puerta
de la habitación de los niños tras de mí, mi hermana pasea de
un lado a otro de la habitación. Niega con la cabeza varias
veces y murmura algunas cosas que no logro entender bien, lo
único que distingo es el nombre de Martino. Mi paciencia se
está agotando y mi hermana parece darse cuenta porque me
mira a los ojos.
-Me dijo que debía proteger a Eros, que alguien venía a por
él.
Frunzo el ceño, cuando miro hacia los niños, Gio tiene a
Eros abrazado con fuerza.
-Gio sabe algo- dice Venus- Ha debido oír alguna
conversación de padre.
Me acerco a Gio y me agacho frente a ella.
-Cuéntame, mostriciattola. ¿Qué fue lo que escuchaste?
Tuerce la boca a un lado, mira a Eros y luego a mí.
-Papá dijo que se había escapado y que tenía que
encontrarla.
-¿A quién?- le pregunto.
Se encoge de hombros.
-Me escondí detrás del sofá, hermanito- me dice- Papá y
Martino estaban enfadados y papá hablaba muy mal de una
mujer.
-¿Es ella quien se ha escapado? ¿Esa mujer?
Se queda pensando unos segundos y después asiente.
-Escuchó a padre decir que esa mujer quiere a Eros- dice
Venus.
-¿Es cierto, mostriciattola?
-Sí, papá dijo que esa mujer era muy mala y peligrosa, que
era peor que tú.
Me pongo de pie de un salto.
-Martino dijo lo mismo- dice Venus con nerviosismo- Me
dijo que si creía que tú eras el diablo es porque no la había
conocido a ella. Estaba muy nervioso, decía que debía proteger
a Eros con mi vida.
Acuno su cara entre mis manos, las lágrimas han empezado
a caer por sus mejillas.
-Cálmate, no voy a dejar que le pase nada a nuestro hijo.
Le doy un beso en la frente, después junto la mía con la
suya.
-No voy a dejar que le pase nada- la tranquilizo.
Venus pone sus manos sobre las mías.
-Tampoco quiero que te ocurra nada a ti, amore- me
susurra.
-Eros siempre será lo primero, es en quien voy a centrarme.
Se le escapa un sollozo.
-Tenemos que averiguar quién es esa mujer y por qué
quiere a Eros- dice Iván.
Miro a mi hermana a los ojos.
-Lo averiguaremos, no voy a detenerme hasta saber qué
está ocurriendo- digo con firmeza.
-Quizás sea alguna mujer que quiere venganza en contra de
padre y cree que Eros es la clave- dice Venus.
-Si es así, le haré saber que la única forma de vengarse de
ese cabrón es matando a su bastardo y a su puta.
Venus asiente. Miro a Iván.
-Estoy a tu lado, hermano- me dice.
-No te quiero en la línea de fuego. Vosotros tenéis que salir
indemnes de esto. Si es necesario huiréis a Roma con los
Médici.
-No- solloza Venus- Tienes que venir con nosotros.
-Venus, mi prioridad sois vosotros- le digo- Quedaos aquí,
voy a ir a ver si puedo averiguar algo.
-Ve tranquilo, hermano. Yo me quedo con ellos- me dice
Iván.
Los dejo en la habitación, encerrados bajo llave, Demarco,
Fabián y mis otros hombres de confianza están ocupados con
el revuelo de la muerte de Martino. Todos están de arriba para
abajo en la casa, los guardias corren por los pasillos, armados
hasta los dientes buscando cualquier pista de lo que ha pasado.
¿Quién será esa mujer y por qué quiere a mi hijo? No estoy
entendiendo nada y eso me está arañando por dentro.
Llamo a la puerta del despacho de mi padre, me da paso
desde dentro. Entro y cierro la puerta, mi padre está hablando
por teléfono con alguien que deduzco que son los padres de
Martino. Les está dando la noticia, hace un año que no vienen
por aquí, viven a una hora de Milán y no se llevaban bien con
mi hermana. De hecho, la madre de Martino no quería que su
hijo se casara con Venus, pero mi padre era quien tenía la
última palabra.
-Sí, su esposa se encargará de organizar su funeral, como
debe ser- dice mi padre- Bien, os llamaré cuando todo esté
listo.
Deja el móvil sobre el escritorio, se quita la chaqueta del
traje y se deja caer sobre su silla de cuero.
-¿Hay alguna pista?- le pregunto.
-Han encontrado los casquillos de unas balas, son balas
huecas.
-Los rusos- afirmo.
-Sí.
-¿Por qué? Nunca hemos tenido problemas con ellos.
Mi padre mira hacia la ventana.
-¿Qué es lo que no me cuentas, padre?
-No es algo que sea asunto tuyo, Ares.
-¿Seguro? Mi hermana ha estado en peligro por culpa de
algo que se me escapa de las manos, creo que sí es asunto mío.
-Si te quedas más tranquilo te diré que ella no tiene nada
que ver con esto. No debes preocuparte.
-Ella no, de acuerdo. ¿Y los demás?
Su vista salta de la venta a mí, abre la boca y la cierra
varias veces.
-Te lo estoy pidiendo de forma civilizada, padre. Pero si lo
deseas puedo ir a por tu amada esposa y lo solucionamos por
las malas.
Se pone de pie de un salto.
-Deja a Gina fuera de esto.
-Entonces dime si debo preocuparme por Eros, Gio o Iván.
Da un golpe con su puño en el escritorio, no va a
amedrentarme. Se queda callado un rato hasta que decide
hablar.
-Hace años atrapé a una mujer, estaba intentando operar en
mi territorio. No tuve otra opción, la atrapé y la lleve lejos, era
peligrosa. Intentó asesinaros a Venus y a ti cuando erais
pequeños, casi mata a vuestra madre.
-¿Dónde la llevaste?
-Hice un trato con los rusos, con el jefe de la Bratva. Ellos
la mantendrían prisionera a cambio de que yo hiciera la vista
gorda con un asunto de él.
-¿Qué asunto?
-Eso no puedo decírtelo, sólo debes saber que cumplí con
mi parte del trato todos estos años. Hace unos días la
prisionera se escapó.
-Y ahora busca venganza.
-Sí. Sabe de vosotros, quiere hacerme pagar mi delito
contra ella- dice esto último riéndose- Gio, Lucio, Venus, Eros
y tú estáis en peligro, pero os protegeré.
Estrecho los ojos hacia él, dudo mucho que vaya a
protegerme, ésta podría ser su oportunidad para deshacerse de
mí. Aunque por otro lado podría protegerme para no darle la
satisfacción a esa mujer.
-Dame un nombre- le digo.
Niega con la cabeza.
-Es muy peligrosa, incluso más que tú.
-No me importa, haré cualquier cosa por proteger a mi
familia.
-¿Lucio incluido?
-No, de ese te encargas tú.
-Sigue siendo tu hermano.
-No lo es, tu esposa se ha encargado de hacérmelo saber
todos estos años.
-¿Por qué Gio sí?
-Es diferente, ella es una niña, no está corrompida por tu
esposa.
Suelta un suspiro.
-Siempre has odiado a Gina y nunca he sabido por qué, ella
no te hizo nada.
Me apoyo en mis puños sobre el escritorio y me echo hacia
adelante.
-¿No me hizo nada?
-No tuvo nada que ver con la muerte de tu madre,
Beatrice…
-¡Basta!- grito- Deja de una maldita vez el tema del
suicidio. Sabes por qué lo hizo, tu esposa y tú tuvisteis mucho
que ver en eso.
-Lo siento, Ares. Amé a tu madre, pero dejé de hacerlo
cuando Gina llegó a mi vida.
Hago un gesto de asco.
-Tenía dieciséis años, maldito pedófilo- gruño.
-¡No me llames así!
-Es la verdad, padre. Te follaste a una niña de dieciséis años
cuando tú tenías veintisiete.
-Me obsesioné. Es obvio que no lo entiendes porque no
tienes esa capacidad. Y no me importa si lo entiendes o no,
Gina es mi esposa y tu madrastra.
-Tenía seis años cuando mi madre murió, no sentí nada,
pero odié cada lágrima que mi hermana derramó y nunca
olvidaré sus noches de llantos y pesadillas. Te llamaba
desconsolada y tú nunca acudiste a su llamada, estabas muy
ocupado con tu nueva familia. Fui yo quien se ocupó de
Venus. ¡Seis putos años teníamos! La abuela se encargó de
nosotros hasta que se fue y después… Nada. Sólo ella y yo,
hasta que llegó Iván. Nunca voy a perdonarte todo el dolor que
le hiciste pasar a mi gemela, todo lo que ella ha sufrido sigue
arraigado en mi interior.
-Os fallé como padre.
-Sí, lo hiciste. Pero ya no importa, Venus se repuso a tu
ausencia y ya no te necesita, yo nunca lo hice.
-Tengo un favor que pedirte, hijo.
-No voy a proteger a tu bastardo.
-No es eso, creo que tengo bien cubierta esa parte.
-¿Entonces?
-No salgáis de casa, si esa mujer os atrapa tendrá algo con
lo que doblegarme. Y por favor, te suplico que cuides a tu
hermana y a tu sobrino, ellos son quienes más me preocupan.
-Eso no tienes que pedírmelo, protegeré a Venus y a Eros
con mi vida.
-Quiero que tú también te cuides, eres mi heredero.
-Sabes que no voy a hacerte caso. ¿Verdad? Hay un peligro
amenazando la vida de Eros, posiblemente la de Venus, Gio e
Iván, no voy a quedarme de brazos cruzados. Daré caza a esa
mujer y dispararé antes de preguntar.
Mi padre niega con la cabeza.
-Eres tan testarudo como lo era tu madre- suspira- Beatrice
siempre fue una mujer de carácter fuerte, a veces la extraño.
Pongo los ojos en blanco, espero que alguna vez deje de
mentir.
-Dame el nombre de esa mujer- exijo.
-La llaman Ombra. Nunca supe su nombre real.
-¿La llaman oscuridad?
Mi padre asiente. Salgo de su despacho sin decir nada más,
ya tengo lo que necesito. Ahora sólo debo recabar información
sobre esa mujer y encontrarla antes de que se haga con Eros.
No puedo permitir que lo atrape, le daré cualquier cosa a
cambio de que deje en paz a mi hijo.
Fabián entra por la puerta de casa, algunos de mis hombres
vienen detrás de él.
-Señor, hemos encontrado algo- me dice- Aún no se lo
hemos contado a su padre.
Asiento con la cabeza. Fabián saca su móvil, me muestra
una grabación de las cámaras de seguridad que da a la parte
norte de los muros, donde hay poca vigilancia. Mi padre
desconoce la cámara de seguridad que ordené instalar, quería
tener a mi hermana y a nuestro hijo lo más seguros posibles.
Fabián reproduce la grabación, veo a un hombre de mediana
edad, creo que lo conozco. Agarro el móvil y paso hacia
adelante la grabación, necesito ver bien la cara de ese hombre.
Lo veo sacar un fusil de francotirador de una funda, con
tranquilidad se sube a una escalera y posa el fusil por encima
del muro, apunta hacia quien supongo que es Martino, y
dispara tres veces, luego se apresura a bajar de la escalera y
guardar el fusil. Veo perfectamente su cara cuando se gira para
salir corriendo. Es el maldito Federico Russo.
-¡Maldita sea!- grito.
¿Qué está pasando? ¿Por qué Federico querría matar a
Martino?
-Que nadie vea esto- le ordeno a Fabián.
-¿Cómo debemos proceder, señor?- me pregunta.
-La prioridad son Venus, Eros y Gio, hay que protegerlos
por encima de cualquier cosa. Si algo les pasa a uno de ellos
os mataré a todos. ¿Entendido?
-Sí- contestan todos a la vez.
-Fabián, quiero que averigües algo sobre una mujer.
-Por supuesto, señor. ¿Tiene un nombre?
-Sí. Más bien un apodo, Ombra. No sé su nombre real.
Fabián frunce el ceño.
-¿Qué ocurre?- le pregunto.
-Mi padre una vez me habló de alguien con ese apodo.
-¿La conoce?
-No estoy seguro, pero puedo ir a hablar con él y averiguar
qué sabe.
-Hazlo, Demarco se queda al mando.
-Entendido, señor. Volveré lo antes posible.
-Fabián, no levantes sospechas, no podemos confiar en
nadie. Eso se aplica a todos, cualquier cosa que escuchéis o
que hagáis os calláis, me lo contáis en mi lado de la casa. Nada
de mensajes o llamadas.
-Señor, podemos crear un chat encriptado para poder
comunicarnos- me dice uno de mis hombres.
-Está bien, hazlo y avísame cuando lo tengas.
Él asiente y se marcha. Envío a mis otros hombres a mi
lado de la casa para protegerla. Luego voy hacia allí para
reunirme con mi hermana e Iván. Cuando entro en la
habitación veo a Venus llorando, odio verla así, no debería
estar derramando lágrimas. Me siento a su lado en la cama,
ella se sienta en mi regazo y me abraza, rodeando mi cuello
con sus brazos.
-Cálmate, nadie va a hacer daño a nuestro hijo- le digo.
-Tengo miedo, Ares. Podrían herirnos a cualquiera de
nosotros.
-No va a pasar, te lo prometo. Voy a encontrar a esa mujer y
hacer un trato con ella, le daré cualquier cosa que me pida a
cambio de que nos deje en paz.
Iván se sienta a mi lado mientras observa a Eros y a Gio
jugar en la alfombra del suelo.
-Fabián ha encontrado algo- les digo.
-¿Qué ha encontrado?- me pregunta Iván.
-¿Recuerdas la cámara de seguridad que ordené instalar en
el lado norte del muro?- Iván asiente- Ha captado al tirador.
Venus levanta la cabeza con rapidez.
-¿Sabes quién es?- me pregunta.
-Sí. Federico Russo, fue él quien disparó a Martino,
provocando su muerte.
Venus frunce el ceño, la confusión atraviesa su rostro.
-No lo entiendo. ¿Por qué iba a matar a Martino?- pregunta.
-No lo sé y voy a averiguarlo.
-¿Y si sabía que quería contarme la verdad sobre esa mujer?
¿Y si sabía que quería huir?
Empieza a hablar muy rápido haciendo mil preguntas al
aire, acuno su cara entre mis manos.
-Con tranquilidad, amore. No puedo entenderte si hablas
sin sentido.
-Es que no entiendo nada, Ares. Martino está muerto y no
sé por qué. Sólo sé que quería irse lejos de Milán, huir de la
mafia. Tenía miedo, verdadero miedo.
-Le tenía miedo a esa mujer, no a vuestro padre- dice Iván-
Nunca se habría ido de Milán sin un gran motivo, le encantaba
ser el perro faldero del Don.
Estoy de acuerdo con él, Martino jamás habría abandonado
a mi padre si no hubiera sido por algo muy gordo. Sea quien
sea esa mujer lo tenía aterrorizado y quería huir de ella, irse lo
más lejos posible de Ombra.
Veinticuatro
Venus
El malestar no me deja dormir, no puedo sacar de mi
cabeza las palabras de Martino. Hace dos días que murió, su
funeral es en un par de horas y casi no he dormido nada, sólo
una o dos horas. Tener que volver a ver a sus padres también
me tiene nerviosa, sobre todo a su madre, nunca me quiso. No
es que me importe, pero es una mujer muy entrometida.
Comenzará a decirme lo mala esposa y mala madre que soy,
que ella criaría a Eros mucho mejor que yo y que debería dejar
que se fuera con ella. Empezará a criticar cualquier cosa que
pueda sobre mí y mi hermano, me hará imposible la existencia
y ahora que su hijo ha muerto me culpará por ello. Incluso
criticará que no le haya dado más hijos, siempre que nos
veíamos para navidad sacaba ese tema a relucir.
Por otro lado, mi hermano ha estado investigando sobre esa
mujer, sobre Ombra, el padre de Fabián no tenía información
interesante, sólo le contó lo que ya sabíamos, que es alguien
peligrosa y que si la vemos ir en una dirección corramos hacia
el lado contrario.
Dejo el vaso de agua dentro del fregadero. El sol está
comenzando a salir, es hora de despertar a mi hijo y
prepararnos para el funeral. Subo las escaleras con pasos
lentos y pesados, el ruido de mis pies descalzos por el suelo de
mármol es el único sonido que me acompaña. Abro la puerta
de la habitación de Eros y Gio con cuidado y entro. Ambos
duermen abrazados en la enorme cama, observo los juguetes
que han dejado tirados por el suelo. Me agacho y recojo el
coche de carreras que Martino le regaló cuando cumplió seis
años. Ha sido el único regalo de Martino que de verdad le ha
gustado a Eros.
-Mamma.
Levanto la vista del coche, mi hijo está sentado en la cama
frotándose los ojos.
-Buenos días, mia vita.
Me siento en el borde del colchón.
-¿Qué ocurre?- me pregunta somnoliento.
Peino su despeinado pelo con mis dedos, sus ojos azules no
dejan de mirarme.
-Tenemos que prepararnos para el funeral de Martino.
Hace un gesto de disgusto.
-¿Ya puedo llamar papà a Ares delante de todos?- me
pregunta.
-No, amore, aún no puedes.
Su gesto cambia a uno de profunda tristeza. Sé cuánto ama
a su padre y lo mucho que le gustaría gritarle al mundo que es
su hijo.
-Lo harás algún día- le prometo- Tu padre cambiará las
cosas para nosotros, seremos una familia de verdad.
-¿Y tendré hermanos?
Sonrío levemente.
-Sí, Eros, tendrás hermanos. Todos los que quieras.
-Quiero dos- dice con una sonrisa.
-Tendrás muchos más.
Giro la cabeza hacia la puerta al oír su voz, Ares permanece
allí de brazos cruzados observándonos a su hijo y a mí.
-Gracias, papà- le contesta Eros.
Se baja de la cama y sale corriendo hacia él, Ares lo levanta
del suelo y nuestro hijo lo abraza.
-Te amo, papà.
El movimiento de Gio despertándose llama mi atención,
abre los ojos y sonríe cuando me ve.
-Buenos días, principessa- le digo.
-Buenos días, Venus.
-Arriba, tenemos un día muy largo por delante.
Una hora más tarde, estamos en los jardines del cementerio.
Hay algo, de lo que me enteré ayer, que debo contarle a mi
hermano, pero no sé si es un buen momento para esto. La
oscura cabellera de Paloma Vitale aparece ante mi vista. Así
que, decido que no es un buen momento para hablar con mi
hermano. Su esposo y ella se detienen frente a Eros y a mí,
toda la prensa de Milán está cubriendo la noticia de la muerte
de mi esposo. Mi padre dio una rueda de prensa. Por supuesto,
dijo que Martino había sufrido un accidente de tráfico donde
había resultado gravemente herido y murió de camino al
hospital. El padre de mi difunto esposo es el primero en darnos
el pésame a mi hijo y a mí. Paloma se agacha para darle un
beso en la mejilla a Eros, quien se limpia con disimulo la zona
con su mano.
-Querida- se dirige a mí- Mi hijo tenía tanta vida por
delante y tantos hijos que tener.
Aprieto la mandíbula, odio que me trate como si fuera un
contenedor para la prole de su hijo.
-Una pena que no pudieras darle más.
-No es momento- espeta su esposo- Camina, Paloma,
nuestro hijo está a medio metro en un ataúd.
Paloma levanta las gafas de sol de sus ojos, hay tanto odio
en ellos y todo está dirigido a mí. Imito su gesto quitándome
mis gafas de sol.
-Es una pena que Martino no fuese capaz de engendrar más
hijos- digo.
Su párpado inferior sufre de un pequeño espasmo, es una
auténtica ofensa para ella insinuar que su hijo era un hombre
impotente. Claro está, que es algo que no sé y tampoco me
interesa saber, pero inventaré cualquier cosa con tal de
molestarla. Su esposo la agarra por encima del codo, se ponen
junto a Eros. Paloma intenta agarrar a mi hijo por los hombros,
pero él le quita las manos.
-Ven conmigo, Eros, soy tu abuela- espeta.
-No, quiero estar con mi madre.
Esta vez, Paloma, lo agarra con más fuerza por los
hombros. Eros se resiste rodeando mi cintura con sus brazos.
-Suelta a mi hijo- gruño.
-También era hijo de mi pequeño Martino.
-Vas a montar un escándalo, Paloma- la regaña su esposo-
Deja a Eros con su madre.
Paloma se da por vencida y suelta a mi hijo, que se apresura
a ponerse entre mi hermano y yo. Miro a Ares de reojo, tiene
la mandíbula apretada y las fosas nasales dilatas por el enfado.
-Dame la orden y estará muerta hoy mismo- susurra.
Asiento con la cabeza, mi hermano sonríe mostrando su
inmaculada dentadura. Ya estoy cansada de esa mujer, la
quiero fuera de escena, no volverá a molestarnos a mi hijo o a
mí. Mi padre, Gina, Lucio y Gio son los últimos en ponerse en
la fila con nosotros. Mi principessa tiene cara de disgusto, no
quiere estar de la mano de esa zorra que la parió. Pero ahora
mismo no podemos hacer nada. Mira con cara de tristeza a
Ares.
-Cazzo- maldice mi hermano- Ven aquí, mostriciattola.
Una sonrisa se dibuja en mi cara cuando la toma en sus
brazos, Gio le sonríe.
Después del funeral, nos hemos desplazado hasta la
mansión para celebrar un pequeño velatorio en memoria de
Martino. Ares está que se lo llevan los demonios, Federico
Russo se ha atrevido a venir, le enfada no saber por qué
asesinó a Martino y está alerta porque no se fía de que pueda
hacernos algo a Eros o a mí. Por mi parte, no dejo de observar
a Cinthya, sigue empeñada en perseguir a mi hermano. Le
quiero arrancar los ojos para que deje de mirarlo y sonreír
como una estúpida. Carmela me susurra.
-Calma, cariño. Él sólo tiene ojos para ti.
-La odio, Carmela.
-Lo sé, recibirá su merecido muy pronto.
Suelto un suspiro, estoy harta de esperar. Quiero que se
actúe de una vez, que mi hermano suba al poder como nuevo
Don y poder vivir nuestra vida juntos, sin escondernos de
nadie. Paloma se acerca a mí, de nuevo. Le sonríe a Carmela.
-Tan hermosa como siempre, querida- le dice.
Carmela asiente y se marcha, dándome una mirada de
disculpa por dejarme a solas con esta arpía. Paloma se cruza
de brazos mirándome en un intento de mostrar superioridad.
-Eros se vendrá conmigo esta misma noche.
Suelto una carcajada.
-¿Te has vuelto loca? Mi hijo no irá a ningún sitio sin mí.
-Va a venir conmigo si no quieres que le cuente a todo el
mundo que te acuestas con tu gemelo.
Mi boca se curva por un lado.
-¿Creías que mi hijo no me lo contaría? Lo hizo para
asegurarse de que os jodiera si algo le pasaba y ahora está
muerto por tu culpa, zorra de mierda.
-Contaba con ello, Martino siempre fue un niñito de mamá.
Mi hermano se acerca a nosotras, le ofrece a Paloma una
copa de champagne, que ella acepta encantada, hay que
aparentar, como hacía su hijo.
-¿Molestando a mi hermana?- le pregunta Ares.
Paloma se ríe suavemente.
-¿Tu hermana? Querrás decir tu puta- contesta.
Niego con la cabeza sonriendo, mi hermano se ríe, luego
pasa el brazo por encima de los hombros de Paloma.
-¿Cuántos años tienes? ¿Sesenta?- le pregunta- Es una pena
morir joven, Paloma.
-No me harás nada o contaré lo vuestro.
-¿A quién más le contó tu hijo la relación de mi hermano y
mía?- le pregunto.
-Martino sólo tenía confianza con su madre- dice con la
barbilla alta- No era tan estúpido como para ir contando cosas
así por ahí sin tener pruebas.
-¿Y tú?- le pregunta Ares- ¿Se lo has contado a alguien?
-Claro que no, no tengo pruebas, estúpido.
Asiento a mi hermano, acerca su boca al oído de Pamela.
-Ahora vas a hacer lo que yo te diga o mataré a tu hija- le
susurra.
Paloma niega con la cabeza, ya no es tan valiente.
-No le hagas nada, ella está enferma.
-Entonces obedece y me ocuparé de que tenga una larga
vida en ese psiquiátrico- le digo.
Mi hermano se la lleva lejos de los invitados. Iván me
asiente desde lejos, supongo que Ares le ha contado sus
planes.
Miro a mi alrededor antes de seguir los pasos de mi
hermano, camino por el largo pasillo que lleva a la cocina del
área de Ares. En cuanto entro, lo primero que veo es el gesto
de terror de Paloma. Mi hermano la tiene sentada en uno de los
taburetes de la isla mientras la obliga a escribir una carta de
despido, todo esto apuntando con su arma a la cabeza de ella.
Paloma levanta la vista para mirarme.
-No diré nada, te lo suplico, Venus.
Apoyo mis manos en la encimera.
-Sigue escribiendo esa carta de despido, Paloma, nadie va a
salvarte de la muerte.
-¡No diré nada!- solloza fuerte.
-No puedo fiarme de ti, además, el veneno que mi hermano
puso en tu copa debe de estar a punto de hacer efecto.
Solloza a la vez que niega con la cabeza. Es una suerte que
se vayan a quedar a dormir en el ala que antes me pertenecía.
-Vuelve al velatorio- me dice mi hermano- Yo me encargo
de llevarla a su habitación cuando haya terminado de escribir
la carta.
-Quiero quedarme, además hay algo que necesito contarte.
-¿Es importante?
-Y urgente. Lo descubrí ayer…
Un disparo lejano nos interrumpe, empiezan a oírse gritos y
más disparos. Paloma intenta salir corriendo, pero Ares la
detiene. Agarro la carta y la guardo bajo mi vestido negro.
Iván empuja a Eros y Gio dentro de la cocina, detrás de ellos
entran Carmela e Isabella.
-¿Qué está pasando?- les pregunto tomando a mis niños.
-No lo sé, unos rusos han entrado y han empezado a
disparar- contesta Carmela.
-¿Algún herido?- pregunta Ares.
-Sí, Gina y vuestro padre- responde Iván sin dejar de mirar
hacia la puerta.
-Quedaos aquí- nos ordena mi hermano- Venus, sujétala, no
le queda mucho tiempo. Iván, protege a todos.
Empuja a Paloma hacia mí, su cuerpo ya está débil, cae de
rodillas al suelo.
-¿Qué le pasa?- me pregunta Carmela.
-Ares la ha envenenado.
-¿Hizo algo malo?
-Sí, quería quitarme a mi hijo.
Carmela asiente. Iván me ayuda a tumbar en el suelo a
Paloma, sus ojos se están cerrando lentamente.
-Hay algo que deberías saber- le susurro, abre los ojos
brevemente- Tu pequeño Martino nunca engendró ningún hijo,
Eros le pertenece a mi hermano, es de él. Si me casé con
Martino fue para ocultar que el bebé que crecía dentro de mí
era de mi gemelo.
Una lágrima cae por su sien, pero no siento ninguna pena
por ella.
-Deberíais dispararle y soltarla en la sala donde se estaba
celebrando el velatorio- murmura Carmela- Pensarán que
murió allí.
-Tenemos una carta de suicidio- contesto.
-También es un buen plan.
Ares tarda más de una hora en regresar a la cocina, no se
volvieron a oír más disparos. Mi hermano tiene la cara llena de
sangre, pasea de un lado a otro lleno de ira. Sólo murmura y
maldice, aún lleva su arma en la mano.
-¡Sacad a los niños de aquí!- grita.
Isabella toma a Eros y a Gio de las manos.
-Vamos, iremos a otro lugar- les dice.
Me atravieso en el camino de Ares, pongo mis manos en su
pecho. Su respiración está muy agitada.
-Respira hondo.
-Necesito ir a matarlos, Venus.
-¿Qué ha pasado?
-La puta y padre están bien, las balas sólo los han rozado.
-¿Pero?
-No los querían a ellos, buscaban a Eros.
-¿Qué?- jadeo.
-Uno de los rusos que atrapé me lo confesó antes de morir.
Dijo que Ombra los había enviado.
-¿Están bajo el mando de esa mujer?
Ares asiente. ¿Cómo ha conseguido meterse a los rusos en
el bolsillo?
-No era la Bratva- murmura Iván.
Ares gira la cabeza con rapidez, se acerca a Iván con pasos
amenazantes y lo agarra por el cuello.
-Habla- gruñe.
-Esos hombres que entraron, reconocí a uno. Hacía mucho
tiempo que no lo veía, pero la cicatriz de su cara es
inconfundible. Se llama Matvey Morozov, Pakhan de la Mafia
Roja, rival de la Bratva.
-¿Dónde lo conociste?
Pongo mis manos sobre el brazo de mi hermano.
-Suéltalo, él no tiene nada que ver con lo que está pasando-
le digo- Es nuestro hermano.
Ares suaviza su rostro, mira a Iván y lo suelta.
-Tenía siete años cuando lo vi por primera vez. El Pakhan
de la Bratva había organizado una reunión con Morozov para
firmar un tratado de paz, pero no llegaron a ningún acuerdo.
Esa fue la primera y última vez que lo vi. Hasta hoy.
-¿Y tienes idea de qué puede estar haciendo Morozov con
esa mujer?- le pregunta Ares.
Iván niega con la cabeza.
-¿Cómo voy a saberlo? No lo conozco personalmente, Ares.
Pongo mis manos en las mejillas de Iván, sus ojos están
llenos de lágrimas, conozco su dolor, es el mismo que siente
cada vez que recuerda su vida pasada.
-Somos tu familia, hermano- le digo- Nosotros tres contra
todo y todos.
Iván me abraza y empieza a llorar.
-Te juro que voy a matar uno a uno a todos los miembros de
la puta Bratva- gruñe mi hermano- Dejaré para el final a esa
zorra que te abandonó.
Mis ojos buscan a Carmela, pero no está por ningún lado, lo
que me confunde aún más. Sin embargo, no es algo por lo que
deba preocuparme ahora, tenemos un cadáver en el suelo que
debemos llevar a su habitación junto a la carta de suicidio.
Veinticinco
Ares
El avión está a punto de aterrizar en Irlanda, estoy a pocos
minutos de reunirme con Eamon Kavanagh, el Boss de la
mafia irlandesa. Llevo dos días intentando contactar con
Matvey Morozov para hacer un trato con él, quiero que me
entregue a la mujer y, a cambio, destruiré a la Bratva para él.
Pero no he sido capaz de encontrarlo, ninguno de mis
contactos parecían tener negocios con él. Sólo el Don de La
Cosa Nostra pudo hacer algo por mí, me dio el contacto de
Kavanagh, dijo que él podría tener algo con Morozov. Así que
aquí estoy, aterrizando en Irlanda, solo. Ni Iván ni Venus han
venido conmigo, consideré esto demasiado peligroso como
para traerlos, en la mansión estarían más seguros. Mi padre ha
reforzado la seguridad desde el ataque en el velatorio de
Martino. Mi boca se curva por un lado recordando el momento
en el que encontraron el cuerpo de Paloma Vitale y la carta de
suicidio. Nadie sospechó nada, ya que, todos conocían la
cercanía de ella y su hijo, simplemente, pensaron que no
soportó la muerte de su hijo y decidió suicidarse. Su esposo no
ha tardado mucho en encontrar una nueva prometida,
obviamente, debe ser una de sus amantes. Asqueroso.
Me bajo del avión en silencio, evito que los otros pasajeros
me toquen. Decidí viajar en un vuelo comercial, por si surgía
algún contratiempo, tener un escudo con las demás personas.
No puedo estar seguro si alguien me está siguiendo. Un
pelirrojo me espera junto a un Mercedes SUV negro con los
cristales tintados.
-Señor Romano- me saluda en inglés- El señor Kavanagh
me ha enviado a recogerlo.
Asiento con la cabeza, el chico me abre la puerta de los
asientos traseros después de guardar mi bolsa de viaje en el
maletero. No sé cuántos días estaré fuera de casa, quizás tenga
que viajar a Rusia tras mi estancia en Irlanda. De cualquier
forma, debía traer algo de equipaje conmigo. Mis armas van
bien aseguradas entre mi ropa, la bolsa es una especial que
pasa los controles del aeropuerto sin problemas.
Dublín es más lluvioso que Milán, hoy el cielo está
totalmente gris. La ciudad queda detrás cuando salimos de
ella, Kavanagh fue muy estricto con nuestro punto de
encuentro, lo haríamos en su casa, bajo sus normas y sus
exigencias. No tuve más remedio que aceptar, la vida de mi
hijo está en juego.
El chico me abre la puerta del coche en cuanto nos
detenemos en el castillo de Kavanagh. Es impresionante.
-Todos ponen la misma cara al verlo- sonríe el chico- Por
cierto, soy Cillian, el sobrino del señor Kavanagh.
-¿Y por qué lo llamas señor si eres su sobrino?
Cillian sonríe.
-Yo decidí hacerlo, quiero ganarme el respeto por mí
mismo y no por ser el sobrino del jefe.
-Entiendo.
Cillian abre la enorme puerta de la entrada. Una dulce risa
atraviesa mis oídos, acto seguido, veo una larga cabellera
pelirroja, atada en una cola con un lazo blanco, moverse por el
enorme hall. Una chica corre mientras se ríe y mira detrás de
ella.
-¡No me atraparás!- chilla riéndose.
-¡Lo haré, pequeña!
Cillian mira a la chica con ternura.
-Mi prima- dice- Y el que la va a atrapar es su padre y mi
tío, Eamon Kavanagh.
La enorme figura de Eamon aparece por la esquina del
pasillo de la derecha, atrapa a su hija en sus brazos. La
confusión me atraviesa.
-¿Cuántos años tienen?- le pregunto a Cillian.
Antes de que pueda contestar, los ojos de Eamon se posan
sobre mí, le susurra algo a su hija en el oído, lo que hace que
ella me mire y sonría ampliamente. Se libera de los brazos de
su padre y se acerca a mí, me doy cuenta de que va descalza,
lo único que lleva es un vestido blanco que le llega hasta las
rodillas y es de manga larga. Se detiene frente a mí, extiende
su brazo y me toca la cara, tiene que ponerse de puntillas para
lograrlo, traza cada detalle que hay en mí.
-Rory, te he dado una orden- espeta su padre.
-Nunca he conocido a un psicópata- susurra ella- Es,
ciertamente, interesante.
Encoge su brazo con una enorme sonrisa.
-Soy Rory Kavanagh- me dice- ¡Y estoy muy encantada de
conocerte!- chilla con emoción.
Sus brazos me rodean por encima de los míos, atrapándome
entre ellos.
-¡Rory!- vocifera una voz más grave- ¿Cuántas veces te
hemos dicho tu padre y yo que no abraces a extraños?
Un hombre mayor está a los pies de la escalera, es tan
grande como Eamon.
-Ese es nuestro abuelo- murmura Cillian- Garret Kavanagh.
Rory se gira hacia su abuelo.
-Pero abuelo, nunca conocí a alguien como él- se defiende
ella.
Eamon se acerca a su hija, la toma por la cintura y se la
echa al hombro.
-¡Papá!- protesta- ¡Quiero quedarme!
-No lo harás.
Garret extiende su mano hacia mí, la vuelve a guardar
cuando no ve una reacción por mi parte.
-Cierto, no te gusta el contacto físico- dice- Lamento lo de
mi nieta, a veces puede ser…
-Demasiado impulsiva- dice Cillian riéndose.
-Sí, Rory es especial, no ve maldad en nadie.
-Debería tener cuidado- gruño.
-Te agradezco que no le hayas hecho nada, he oído las
historias sobre Morte.
-Todas ciertas- añado.
Garret sonríe. Extiende su brazo señalando hacia las puertas
del lado izquierdo.
-Vayamos al despacho de mi hijo hasta que él vuelva- me
dice- Cillian, hijo, ya puedes irte a tu habitación. Gracias por
recoger al señor Romano.
-De nada abuelo, iré con mi prima.
-Tu tío te agradecerá que la controles hasta que hayamos
acabado con la reunión.
-Abuelo, nadie puede controlar a Rory.
Garret y él se ríen, parecen tener algún tipo de broma
interna.
-Por favor, sígueme- me pide Garret.
Cruzo el hall detrás de él, abre las puertas que muestran un
gran despacho con un enorme ventanal que da a la parte
delantera del castillo.
-Siéntate. ¿Una copa?
-No, nunca bebo, el alcohol nubla el juicio- contesto a la
vez que me siento en el sofá de cuero de dos plazas.
-Siempre estás alerta.
-Debo estarlo.
-Moretti le contó algo a mi hijo sobre el motivo de tu visita.
La puerta del despacho se abre, Eamon entra y cierra tras
él, su padre le ofrece un vaso con whisky.
-Disculpa a mi hija, es demasiado efusiva cuando algo le
llama la atención y tú lo has hecho. Le gusta todo lo que no
sea normal.
Mi ceja izquierda se levanta de forma automática, nunca me
habían dicho con tanta libertad que no soy normal.
-No te ofendas, en realidad, considero que tienes un don
extraordinario- dice- Matar sin sentir ningún tipo de
remordimiento. Es el sueño de todo mafioso.
Se sienta en el borde de su escritorio mirando hacia mí.
-¿Matvey Morozov?- me pregunta antes de dar un sorbo a
su vaso.
-Sí, necesito dar con él para hacer un trato.
-Puedo hacer de intermediario, a Matvey no le gustan los
desconocidos.
Me rio con suavidad mientras niego con la cabeza.
-¿He dicho algo gracioso?- me pregunta.
-Sí, muy gracioso, de hecho.
-¿Y puedo saber qué es tan gracioso?
-Que a Morozov no le gusten los desconocidos y, sin
embargo, tenga a sus soldados bajo el mando de una auténtica
desconocida.
Eamon frunce el ceño, deja el vaso en el escritorio y se
pone en pie.
-¿De qué estás hablando?- me pregunta.
-Hace cuatro días el esposo de mi hermana fue asesinado en
nuestra casa, delante de ella. Cuando le pregunté a mi padre
qué estaba ocurriendo me contó que los casquillos de las balas
eran rusos, estaba más confundido que antes. Así que, me
explicó que hace años hizo un trato con los rusos, con la
Bratva. Él se ocuparía de algo que desconozco a cambio de
que los rusos mantuvieran presa a una mujer que él atrapó
intentando apropiarse de su territorio. Esa mujer escapó hace
poco y quiere venganza. Ahora esa mujer quiere al hijo de mi
hermana, es por lo que atacó la mansión de mi familia.
Morozov estaba allí, logró escapar con vida.
Me abstengo de contarle acerca de que fue Federico Russo
quien asesinó a Martino y usó balas rusas para cubrir su rastro.
-¿Y dices que Matvey no conoce a esa mujer?
-Imposible, ella ha permanecido años como prisionera de la
Bratva, debió conocerlos después y convencer a Morozov de
ayudarla a cambio de algo.
-Me gustaría saber qué vas a ofrecerle a cambio de
entregarte a la mujer.
-Acabar con la Bratva.
Eamon mira a su padre a los ojos, él asiente.
-Estamos dentro- dice.
-¿Dentro?- pregunto.
-Queremos acabar con la Bratva tanto como Morozov,
hemos estado teniendo problemas con ellos y con Escocia,
quitarnos a un enemigo nos dará la oportunidad de enfocarnos
en el otro.
-Bien, dame su contacto y yo acabaré con todos.
-Organizaré una reunión con Matvey en mi casa…
-No- lo interrumpo.
-¿No?
-¿Por qué aquí? Tu hija vive en este lugar.
-Nunca pierdo de vista a Rory.
-¿Ni cuando trabajas?
Niega con la cabeza.
-Trabajo desde casa, tengo a alguien que se encarga de ir a
las entregas en mi nombre. Siempre estoy donde está mi hija.
-Pero invitas a tu casa a desconocidos.
Eamon sonríe.
-No es cierto- dice- Mira, soy muy controlador con la
seguridad de mi pequeña, quizás demasiado, siempre tengo
mis ojos sobre ella. En todo momento, incluso ahora.
Mi ceño se frunce, este jodido bastardo debe tener cámaras
ocultas en la habitación de su hija, lo he visto mirar el reloj de
su muñeca varias veces.
-Nunca pondría en peligro a mi hija. Si te he invitado a mi
casa es porque tenemos un amigo en común que me ha
hablado fatal de ti, pero tienes su total confianza.
-Moretti- digo.
-Sí. Mis negocios con él siempre han ido bien, si él confía
en ti, yo también. Y confío en Matvey, lo conozco desde hace
muchos años. No es un hombre que se tome a la ligera las
cosas. Esa mujer debe tener algo que Matvey quiera con todo
su ser para que haya puesto a sus soldados bajo su mano.
Me froto la frente con los dedos.
-Deja que organice esa reunión, quédate en mi casa unos
días y veamos qué averiguamos sobre este asunto- me dice.
-¿Cuántos días? No puedo dejar mucho tiempo a solas a mi
hermana, ella me necesita.
Eamon sonríe de una forma extraña.
-No serán muchos, te doy mi palabra- me dice.
-Te llevaré a tu habitación- me dice Garret.
-Yo hablaré ahora mismo con Matvey, espero que me
atienda.
Garret me deja a solas en mi habitación, es un lugar
espacioso. Dejo mi bolsa de viaje en la cama, saco mi móvil
del bolsillo de mi pantalón y abro la aplicación de las cámaras
de seguridad. Venus, Iván y los niños están en mi habitación,
prefirieron dormir todos juntos en una para estar más
protegidos. Aun así, dejé a varios de mis hombres vigilando
mi área por dentro. En caso de que algo suceda, el sistema de
seguridad cerrará todas las puertas con mis hombres armados,
protegiendo a mi familia. Incluso Celia se está quedando ahí a
dormir.
El nombre de mi hermana parpadea de pronto en la pantalla
de mi móvil, acepto la llamada.
-¿Has llegado bien?- me pregunta.
-Sí, amore. Voy a quedarme unos días aquí, Kavanagh va a
ayudarme a ponerme en contacto con Morozov.
-¿Crees que podrás llegar a un acuerdo con él?
-Haré cualquier cosa por nuestro hijo.
-Tenemos que hablar, Ares, hay algo que debo decirte.
-Lo sé, llevas días diciéndomelo, pero he estado muy
ocupado.
-No importa, es que es algo importante para nosotros y
tienes que saberlo.
-Bien, lo hablaremos cuando esté de vuelta en casa.
-Está bien.
-Amore. ¿Estás bien?
-Sí, solo es malestar estomacal.
-¿Malestar estomacal?
-Ajá.
-¿Venus estás…?
-Sí.
Mi corazón se acelera. Está embarazada. Mi mujer está
embarazada otra vez.
-¿Has ido al médico?- le pregunto.
-No, con todo este lío no he podido ir. Pero me hice varios
test de embarazo que Celia me compró y todos dieron positivo.
-No lo entiendo, estabas tomando las píldoras y esta vez no
tengo nada que ver.
-He sido yo, sin querer. Con todo lo que ha estado pasando
olvidé tomar algunas, creí que no pasaría nada, pero cuando
no me vino el período este mes sospeché y acerté.
-Cazzo, amore.
-Has conseguido lo que querías.
-Tengo la polla dura, maldita sea.
Mi hermana se ríe.
-Celia acaba de traernos la cena, voy a ver si logro comer
algo.
-Cuida de nuestra hija.
-Aún no sabes su sexo.
-Será una pequeña psicópata, lo sé.
-Estás loco, Ares.
-Y me adoras.
-Mucho, hasta mañana.
-Descansa, amore.
Dejo el móvil en la cama y me siento en el borde. Ahora
más que nunca debo actuar para mantener la paz con otras
mafias. Mi mujer está embarazada y necesito tener a salvo a
nuestros hijos. Agarro el móvil y le envío un mensaje a Iván,
quiero que esté pendiente de Venus y que llame al médico para
que le haga una analítica en casa, necesito saber que todo esté
bien con ella y el bebé.
A: Hermano, necesito que estés muy pendiente de
Venus, me acaba de contar que está embarazada. Llama al
médico y que la trate en casa.
Me quedo mirando la pantalla del móvil esperando a que
Iván conteste, el tiempo está pasando demasiado lento y quiero
matar a Iván por no contestar rápido.
I: Hecho, hermano. Mañana por la mañana estará aquí.
Enhorabuena, ya tienes a tu nuevo monstruo en camino.
Esbozo una sonrisa. Sí, ya tengo un nuevo pequeño en el
horno, el legado de Ares Romano se amplía.
Veintiséis
Venus
Por fin lo sabe. Lo que tanto llevo queriendo decirle, ya lo
he hecho. Me he quitado un gran peso de encima, por ahora
sólo lo sabemos nosotros, los niños y Celia. Tendré que
contárselo a Demarco y Fabián para que puedan protegernos
bien. Pero no quiero que nadie más se entere de esto, no
todavía, cuando Ares esté aquí se sabrá. Pensarán que es de
Martino y tampoco me importa, pronto mi padre y su familia
morirán y me convertiré oficialmente en la esposa de Venus.
Mauritio nos prometió que haría todo lo posible por hacer
legal un matrimonio entre los dos. Mis hijos figurarán como
hijos de Ares, no tendremos que volver a escondernos.
El médico me pincha en el brazo, Gio está embobada
mirando la aguja en mi brazo. Niego con la cabeza sonriendo,
desde que apuñaló a su hermano en la pierna varias veces se
ha vuelto más curiosa con todo lo que implique objetos
punzantes. Ares e Iván la van a enseñar a usar los cuchillos
próximamente.
-Tendré los resultados mañana- dice el doctor- Deberías ir a
la clínica para hacerte una ecografía.
-Iré en cuanto mi hermano haya vuelto- contesto.
-Tienes que comenzar a tomar las vitaminas prenatales.
-Enviaré a Celia a comprarlas- dice Iván.
-¿Eso es todo?- le pregunto al médico.
-¿Has sentido otros síntomas, además de los típicos del
embarazo? ¿Sangrado?
Niego con la cabeza.
-Entonces esto es todo, te llamaré por la mañana para darte
los resultados de la analítica, pero ya puedo decirte que te veo
bastante bien. ¿Sabes de cuántas semanas podrías estar?
-Mmm… Sí, según mis cálculos cinco semanas.
-Bien, descansa y come bien.
-Yo cuidaré a mi mamma- dice mi hijo.
Acaricio su mejilla con mis nudillos, desde que se ha
enterado de que estoy embarazada no me quita la vista de
encima. Iván acompaña al médico a la puerta.
-Tienes que tumbarte, mamma.
Mi pecho vibra por la risa, Eros está acomodando las
almohadas para mí.
-Sí, tienes que tumbarte- repite Gio.
La risa de Iván me contagia.
-Os amo- les digo a mis niños.
Eros se tumba a un lado y Gio al otro, los rodeo con mis
brazos y beso la parte superior de sus cabezas.
-¿Cuándo te crecerá la barriga?- me pregunta mi hijo.
-Aún queda mucho, mia vita.
Pone su mano en mi vientre, Gio lo imita. Iván se sienta a
nuestros pies.
-¿Necesitas algo?- me pregunta.
-Estoy bien, sólo siento unas pocas de náuseas. Nada que
no haya pasado antes.
-Cualquier cosa me lo dices, antojos o medicamentos.
-Estoy bien, hermano- le digo con una sonrisa- ¿Tú estás
bien?
Niega con la cabeza. Desde que vio a Morozov en la
mansión ha estado teniendo recuerdos en forma de pesadillas,
Ares ha tenido que ir a su habitación a consolarlo cuando se
despertaba gritando. No ha querido contarnos qué soñaba, pero
podemos imaginarlo porque no dejaba de llorar llamando a su
madre.
-Necesitas sacarlo de ti- le digo- Sabes que siempre estaré
aquí. ¿Verdad?
-Sí.
Iván se tumba, pone su cabeza sobre mi vientre y solloza.
Al rato lo noto quedarse dormido, Gio y Eros también se han
dormido. La puerta de la habitación se abre, Celia asoma la
cabeza y sonríe cuando me ve en esta posición.
-He traído sus vitaminas, señora Venus.
-Déjalas en la cómoda.
-Parece que todos estaban cansados por la emoción.
Me rio suavemente.
-Eso parece. ¿Puedes preparar algo rico para comer?
-¿Algo grasiento?
-Eso sería perfecto.
-Creo que a los pequeños les gustaría mucho una pizza con
carne.
Una enorme sonrisa se dibuja en mi cara.
-A los no tan pequeños también nos encantaría- le digo.
Celia se marcha de la habitación. Cierro los ojos para
intentar relajarme un poco, las náuseas están empeorando. A
mi mente viene mi primera vez con Ares y todo lo que hemos
conseguido desde entonces.
Venus, 15 años
Padre se ha ido con Gina de vacaciones, se han llevado a
Lucio con ellos y nos han dejado con la abuela, pero le ha
surgido algo en su pueblo con su hermana mayor y ha tenido
que irse. Mi hermano y yo nos hemos quedado a solas. Estoy
un poco nerviosa, quiero tener relaciones con Ares, pero no sé
si él querrá. Nos hemos besado y tocado por encima de la
ropa, sólo eso. Me siento rara a veces, como si no
perteneciera a este mundo sólo por estar enamorada de mi
hermano gemelo. Sus brazos me rodean por la cintura.
-Hola, amore- susurra en mi oído- Te he echado de menos.
-Mentiroso- me rio- Nos hemos separado dos minutos para
que fueras al baño.
Ares se ríe, me gusta cuando lo hace, aunque no sea muy a
menudo. Giro la cabeza para mirarlo, es tan guapo, todas las
chicas del instituto quieren estar con él, pero mi hermano sólo
tiene ojos para mí.
-Lu me ha comprado algo- le digo.
-¿Tu amiga?
-Sí, le dije que había un chico que me gustaba y que
necesitaba algo.
Ares frunce el ceño. Me separo de él, liberándome de sus
brazos. Me acerco a la mesita de noche de mi habitación y
abro el cajón, agarro la caja y se la enseño a Ares.
-¿Condones?- me pregunta.
Siento mis mejillas arder por la vergüenza.
-¿Quieres tener sexo?
-Sí, Lu ya ha tenido y dice que es genial.
Ares toma mi barbilla con sus dedos y me obliga a mirarlo
a los ojos.
-No te dejes llevar por lo que otras personas digan, lo
haremos cuando estés lista- me dice.
-Estoy lista, quiero estar contigo, hermano.
Posa sus labios sobre los míos, rodeo su cuello con mis
brazos. Mi hermano ha crecido tanto estos años, ojalá mamá
pudiera ver el hombre en el que se ha convertido. Rompo el
beso.
-¿Dónde está Iván?- le pregunto.
-Jugando a videojuegos en su cuarto.
-Odio que tengas que dormir tan lejos de mí, Ares. Papá no
debería haberte exiliado a ese lado de la casa, está muy lejos
de mí.
-Tenemos toda una semana para dormir juntos.
Ares me tumba en la cama con cuidado, se pone sobre mí
entre mis piernas, frota su dureza contra mi entrepierna.
-Está muy caliente, amore.
Se me escapa un gemido.
-Me gusta cuando gimes- me dice- Me siento bien.
Me ayuda a quitarme mi ropa y yo lo ayudo a quitarse la
suya, es la primera vez que nos vemos completamente
desnudos desde que nos convertimos en adolescentes. Su pene
es tan grande y grueso.
-¿Me va a caber?- le pregunto.
-Creo que sí.
Ares toca mi entrepierna, doy un pequeño respingón, nadie
me había tocado nunca sin ropa.
-¿Tu coño debería estar así de mojado?- me pregunta.
Me encojo de hombros.
-Dame un condón, hermana.
Abro la caja mientras mi hermano me sigue tocando,
agarro un condón de dentro y se lo entrego. Ares deja de
tocarme para abrir el envoltorio y ponerse el condón.
-¿Te aprieta?- le pregunto.
-No, está bien, no me duele.
Ares agarra su pene, lo pone en mi hendidura y me penetra
un poco. Me quejo por el dolor y la presión.
-¿Te duele?
-Sí.
-Voy a parar.
-No, por favor.
-No quiero hacerte daño, Venus, a ti no.
-Por favor, por favor, por favor. Lo soportaré, te lo
prometo.
Mi hermano se tumba sobre mí, su pene entra unos
centímetros más dentro de mí.
-Es muy grande, Ares- me quejo.
-Venus, déjame que pare.
Niego con la cabeza efusivamente, quiero hacer esto,
aunque duela. Las lágrimas caen por mis sienes con cada
centímetro introducido dentro de mí.
-Estás sangrando, Venus- dice mi hermano con tono
asustado.
-Lu dijo que la primera vez sería normal.
-Cazzo- gime.
-¿A ti te gusta?
-Sí, maldita sea.
Gime más fuerte, empieza a moverse más rápido. Me duele
mucho, pero se me escapa un fuerte gemido. Ares sonríe.
-Te gusta- dice.
-No, sí… Me duele, pero también me gusta. Ve más rápido,
por favor.
Mi hermano me sujeta por la garganta con fuerza, el aire
no pasa a mis pulmones, agarro su mano con las mías. Algo
crece dentro de mí, mi hermano no deja de empujar dentro de
mi vagina, sus gruñidos encienden una llama interna, me está
prendiendo fuego sin saberlo. Grito fuerte, algo acaba de
explotar y me ha gustado demasiado. Mi hermano gruñe y
gime casi al mismo tiempo. Pega su frente en mi mejilla, está
sudoroso y jadeando, afloja el agarre en mi garganta.
-Ares…- jadeo.
-¿Sí?
-Ha sido increíble, he sentido algo diferente a cuando nos
tocamos por encima de la ropa.
-A mí también me ha gustado mucho, he notado salir algo
de mi polla.
Frunzo el ceño. Mi hermano se pone de rodillas, me apoyo
en mis codos para mirar su pene, el condón está lleno de
sangre por fuera y algo blanco por dentro.
-¿Qué es eso?- le pregunto.
-Semen.
-¿Eso es lo que el profesor dijo que dejaba embarazada a
las mujeres?
-Sí.
En clase nos hablan de sexo a veces, pero no nos cuentan
muchas cosas. Una vez escuché al director regañar a un
profesor por intentar darnos una clase de educación sexual,
dijo que era un colegio de prestigio y que no se admitirían ese
tipo de comportamientos inmorales.
Mi hermano se quita el condón.
-Debería tirarlo a la papelera- dice.
-Entre los papeles para que nadie lo vea.
Ares vuelve del baño pocos segundos más tarde, se pone
sobre mí de nuevo, su pene sigue tan duro como antes.
-Quiero hacerlo otra vez- le digo.
-Yo también.
-Pero ahora me duele.
-Esperaremos.
-Ares, te quiero mucho.
Me besa duro, es la primera vez que mete su lengua en mi
boca y me gusta mucho su sabor, es salvaje, me hace gemir. Mi
hermano rompe el beso.
-¿Lo tendremos que hacer siempre con condón?- me
pregunta.
-No lo sé, no quiero quedar embarazada.
-¿Puedes preguntarle a tu amiga Lu si sabe de otra forma
de hacer esto sin correr el riesgo de que te quedes
embarazada?
-Sí, mañana en clases le pregunto.
Ares sonríe.
-¿Por qué quieres que lo hagamos sin condón?- le
pregunto.
-Quiero saber cómo se siente y llenarte con semen, es
curiosidad.
Mi hermano comienza a besar mi cuello y a hacerme
cosquillas, haciéndome reír a carcajadas.
Actualidad.
Abro los ojos cuando alguien llama a la puerta. Me
encuentro sola en la cama.
-Adelante- digo con voz somnolienta.
No me había dado cuenta de que me había quedado
dormida. Iván entra en la habitación.
-Venía a buscarte para comer- me dice.
-¿Qué hora es?
-La una del mediodía.
Pongo una mano en mi frente, he dormido demasiado.
-¿Te encuentras bien?- me pregunta Iván.
-Sí, de hecho, me encuentro mejor que antes. ¿Dónde están
los niños?
-En la cocina con Celia y Demarco.
Asiento con la cabeza. Iván se acerca y me ayuda a
levantarme de la cama.
-¿Sabes algo de Ares?- le pregunto.
-Sí, llamó hace dos horas. Kavanagh ha conseguido una
reunión con Morozov, será mañana.
-Espero que todo salga bien.
Tenemos que proteger a Eros y a nuestro futuro bebé, si esa
mujer se entera de que estoy embarazada quizás quiera
también a este bebé. No sé por qué quiere vengarse de mi
padre a través de nosotros. No la conocemos y, si ella de
verdad conociera a mi padre, sabría que nosotros no somos el
medio para vengarse de él. No le importamos y nunca le
haremos, debería ir a por Lucio, es el único hijo que parece
importarle de verdad.
-¿Has conseguido algo de las grabaciones del cementerio?-
le pregunto.
Aún no hemos averiguado quién es el verdadero culpable
de lo que pasó en la tumba de mi madre.
-Nada, quien haya borrado las grabaciones lo ha hecho
bien- contesta- Ramiro no ha conseguido nada.
Siento la tristeza crecer en mi interior, me duele que el
culpable aún siga suelto. Quiero que sufra y que pague por lo
que hizo.
-Ares quería que lo llamaras.
-Lo haré después de comer algo, me muero de hambre.
Iván pone su mano en mi vientre.
-Otro sobrino- dice con una sonrisa.
-Ares dice que es una niña.
-Yo también, quiero una sobrina.
Pongo mi mano en su mejilla.
-Mis niños tienen al mejor tío del mundo.
Iván sonríe. Tiene el mismo amor por Eros que por Gio y sé
que amará de la misma forma al nuevo bebé. Una explosión
suena en la puerta de entrada de este área. Iván me agarra y me
echa a un lado.
-¡Ve a la cocina con los niños!- me grita mientras saca su
arma.
Intento salir corriendo, pero un hombre enmascarado me
atrapa, escucho los gritos de Eros y Gio.
-¡Dejadlos en paz!- grito- ¡Son unos niños!
El hombre pone algo en mi nariz, empiezo a marearme, mis
ojos se cierran lentamente.
-Soco..rro…
Veintisiete
Ares
La reunión con Morozov se está retrasando, aún no ha
llegado a la casa de Eamon y me estoy desesperando. Iván no
contesta al teléfono, lo último que supe es que el médico ya
había atendido a Venus y ella se había quedado dormida.
Me levanto del asiento para caminar de un lado al otro del
despacho de Eamon, siento sus ojos sobre mí. La puerta del
despacho se abre, Cillian asoma la cabeza.
-Tío Eamon, Matvey está aquí.
-Hazlo pasar, por favor.
Mi pecho sube y baja con rapidez, el demonio dentro de mí
me pide que salte sobre Morozov, le saque toda la información
a golpes y lo mate, pero la parte racional de mi cabeza me dice
que me controle, él es la clave para salvar a Eros de esa mujer.
Los ojos de Morozov se posan sobre mí, sonríe como un
maldito estúpido.
-Es como si te conociera de antes- dice con acento ruso.
Eamon le pone una mano sobre el pecho.
-No provoques, Mat, no es el momento- le dice- Hemos
oído que estás trabajando con una mujer, que has puesto a tus
soldados bajo su mando.
Morozov se quita la mano de Eamon del pecho.
-¿Qué tenéis que ver vosotros con esa mujer?- le pregunta a
Eamon.
-Nosotros nada, pero Ares sí y tiene algo que proponer.
Morozov se gira hacia mí, cruza las manos delante de él.
-Te escucho, Don- se burla.
Me acerco tanto a él que nuestras caras quedan a escasos
centímetros.
-Atacaste mi casa, con mi familia dentro- gruño- ¡Mi
hermana!- grito.
Morozov sonríe.
-Eran órdenes de Ombra, aunque he de decir que ella no
sabía que Venus y tú estabais ahí.
-Quiero que ceses esto, deja a Eros en paz, es un niño.
-Puedes quedarte tranquilo, Ombra ha desaparecido, por
eso me he retrasado en llegar aquí. La he estado buscando y no
la he encontrado.
Frunzo el ceño y me echo hacia atrás. Esa mujer no está,
Iván no contesta al teléfono. Saco mi móvil del bolsillo de mi
pantalón, marco con rapidez el número de mi hermana. La
llamada suena, pero no contesta. Marco el número de nuevo,
tampoco contesta. Con Iván es lo mismo, no contesta el
teléfono. Llamo a Fabián, que tampoco contesta, después a
Demarco con el mismo desenlace. Como última opción, llamo
a Celia.
-Señor, Romano.
Su voz está rota por el llanto.
-¿Qué está pasando?
-Han entrado unos hombres, han herido a todos. Al señor
Iván, Fabián, Valerio…
-¿Dónde están Venus, Eros y Gio?- la interrumpo.
-Gio está herida, la tengo en mis brazos, no deja de llorar y
llamarlo a usted. Pero la señora Venus y su hijo… Se los han
llevado.
Lanzo el móvil al sofá, rebota y cae al suelo. Saco mi arma
y apunto a la cabeza de Morozov.
-¿Dónde los tienes?- le pregunto- Será mejor que contestes
en menos de dos segundos o habrá una bala en tu jodida frente.
-No sé de qué me hablas, Romano. No he tenido nada que
ver con lo que haya ocurrido.
-¡Se han llevado a mi hermana y a Eros!- grito desesperado.
Morozov frunce el ceño, mete la mano en su bolsillo
mirándome y saca su móvil.
-Voy a llamar a mi espía, lo dejé en Milán por orden
de Ombra- dice.
-Pon el altavoz- exijo.
Morozov pulsa el botón, me desespero más con cada toque
de la llamada. Hasta que una voz grave sale por el altavoz del
móvil, habla en ruso.
-En inglés, Vasil, estoy con Kavanagh y Romano.
-¿Romano?
-Sí, ahora somos amigos. Repite lo que me has dicho.
-Hubo una explosión dentro de la casa de los Romano. Vi a
un grupo de hombres entrar y golpear a los guardias de
Tomasso Romano.
-¿Los conocías?- le pregunto.
-No, nunca los había visto. Iban capitaneados por un
hombre joven, todos italianos.
Morozov me hace un gesto con la cabeza.
-Te dije que no había tenido nada que ver con esto- me
dice.
-Pakhan, esos hombres parecían los hombres de
Russo- dice Vasili.
-Sigue vigilando la casa y llámame con cualquier…
Pongo la mano sobre el móvil.
-Tengo gente dentro, necesitan ayuda- le digo.
-No soy una ONG.
-Te deberé un favor.
Morozov asiente.
-Sus nombres- me dice.
-Georgina Romano, Celia Bianchi, Demarco Bianchi,
Fabián Zanetti y mi hermano, Iván Vólkov.
Los ojos celestes de Morozov se oscurecen.
-Tienen que salir vivos de allí, te juro que si algo les pasa a
alguno de ellos no tendrás tiempo para correr y esconderte de
mí- lo amenazo.
-Tienes a un Vólkov- espeta.
-Iván es mi hermano, no tiene nada que ver con la Bratva,
pertenece a la ‘Ndrangheta. Dame tu palabra de que será
cuidado. A cambio te ayudaré a destruir a la Bratva.
Morozov gruñe y aprieta la mandíbula.
-¡Está bien!- grita enfadado.
Se pega el móvil a la boca por la parte del micrófono.
-Vasili, ya lo has oído. Saca de esa casa a esas personas y
mantenlas a salvo, si necesitan un médico busca a uno.
-Lo que ordene, Pakhan.
-Avísame cuando los tengas.
Morozov cuelga la llamada, me mira fijamente.
-Iván Vólkov- dice con asco- ¿Qué coño hace un Vólkov
con la ‘Ndrangheta?
-Lleva desde pequeño conmigo, lo encontré en la calle a
punto de ser violado.
Su gesto cambia, ahora ya no hay ira sino confusión.
-No tengo tiempo para contarte esta historia, debo volver a
Italia para buscar a Venus y a Eros- le digo.
-Iré contigo- dice Morozov- Necesitarás ayuda y hombres.
-Tengo hombres.
-Más hombres- insiste.
-Eres muy pesado.
-Ares, deja que te acompañemos- me dice Eamon.
-¿Y tú por qué?
-Hicimos un trato ayer, ahora somos socios.
Levanto una ceja.
-Nuestro trato no incluía esto- le digo.
-Hijo, deja que Eamon te ayude, es bueno rastreando- dice
Garret- Te vendrá bien para encontrar a tu hermana y el niño.
Asiento con la cabeza. Pronto estamos en el jet de los
Kavanagh.
Mi móvil suena, rompiendo el silencio del ambiente. Lo
saco y veo el nombre de Iván parpadeando en la pantalla,
deslizo el dedo para contestar y me lo pongo en la oreja.
-Hermano, lo siento- llora- Intenté protegerlos, pero no
pude.
-Cálmate. Voy para allá.
-Lo siento mucho, Ares.
-Iván, tienes que calmarte- escucho a Fabián decirle- Te
están cosiendo las heridas.
-Hermano, escúchame- le digo con firmeza.
-Vale- solloza.
-Tienes que dejar que el médico te cure.
-¿Médico?- se ríe con sarcasmo- Es un puto ruso de dos
metros con barba y barriga.
El ruso, que doy por hecho que es Vasili, protesta en su
idioma. Iván se ríe y le dice algo, se oye el sonido de algo
rompiéndose.
-Iván- lo llamo- No lo provoques.
-No quiero que me toque.
-Deja. Que. Te. Cure- mascullo paulatinamente.
-Vuelve ya o lo mato.
-Estoy de camino. Tienes que ayudarme a encontrar a
Venus y a Eros.
-Lo haré.
-¡Entonces deja que el ruso te cure!- rujo.
-Está bien.
Cuelgo la llamada, Morozov me observa con una sonrisa.
-¿Qué miras?- espeto.
-Tu amigo…
-Hermano- lo interrumpo.
-Tu hermano- se corrige- Me gustaría oír su historia.
-No.
-Conozco a los Vólkov, quiero conocer esa historia- exige.
-Mat, creo que no es Ares quien debe contar esa historia. Le
pertenece al otro chico- interviene Kavanagh.
Miro por la ventanilla del jet. No tengo ningún interés en
contarle nada a Morozov sobre Iván. El problema que tenga
con la Bratva es de ellos, mi hermano no tiene nada que ver.
Estoy deseando llegar a Milán y ver a mi mostriciattola, no
dejo de pensar en ella, en Venus y en Eros. Juro que como les
hayan tocado un solo pelo voy a matar a todo el mundo.
Dejaré Italia sin gente, no habrá ni una sola alma paseando por
la calle.
El jet aterriza unas horas más tarde, soy el primero en salir
de él y subir a mi coche. Demarco se sube en el lado del
copiloto, ha traído a algunos hombres para que recojan a
Kavanagh y Morozov, también hay hombres de ambos, que
han venido con nosotros en el vuelo.
-¿Te han herido?- le pregunto a Demarco.
-Nada grave, señor, estoy listo para luchar.
Asiento con la cabeza mientras piso el acelerador. El motor
ruge por las carreteras, han llevado a Gio y a Iván a una
ubicación secreta de Morozov. El ruso tenía un lugar donde
esconderse en Milán y mi padre no tenía ni idea, es un maldito
inútil como Don. La ciudad queda detrás cuando salgo de ella,
Morozov está en el coche de delante guiándonos hacia la
ubicación. Una propiedad enorme aparece ante nosotros, las
rejas del portón se abren para dejarnos pasar.
-¿Tiene esta mansión y su padre no sabía nada?- me
pregunta Demarco.
Golpeo el volante con la palma de mi mano.
-¡Es un maldito inútil!- grito.
-Señor, hay algo que quiero decirle antes de que nos
encontremos con los demás.
-Habla.
-Fabián dijo algo antes de quedar inconsciente. Fue un
nombre, Gino Russo.
La ira sale disparada por cada poro de mi piel, doy un salto
del coche en cuanto lo detengo. Morozov me agarra por el
brazo antes de que pueda entrar en su casa.
-Yo te llevo hasta ellos, Morte- me dice.
Me arrastra por los pasillos hasta una habitación, los ojos
llorosos de Gio me reciben cuando la puerta se abre.
-¡Ares!- chilla- ¡Se han llevado a Eros!- llora.
Me acerco a ella y la tomo en mis brazos.
-Tranquila, mostriciattola. Lo vamos a encontrar.
Toco su muslo izquierdo con cuidado, lo tiene vendado,
también tiene un apósito en la frente.
-¿Quién te ha hecho esto?- le pregunto.
-Un hombre malo- solloza.
-Intentó proteger a su hijo y ese hombre la hirió- me dice
Celia.
-Lo voy a matar- gruño.
-¿Tu hijo?- pregunta Morozov.
-No es asunto nuestro, Mat- le dice Kavanagh- Estamos
aquí para ayudar a encontrar a su hermana y al niño.
-¿Alguien ha llamado a Mauritio?- le pregunto a mis
hombres.
-No, señor. No hemos tenido tiempo con tantos heridos-
contesta Demarco.
-Lo haré yo.
-¡No me toques!
Giro la cabeza hacia las puertas, Iván entra discutiendo con
el ruso.
-Cazzo, Ares- suspira cuando me ve.
Lo acojo entre mis brazos, rodeando sus hombros con el
brazo que tengo libre, Iván solloza.
-La perdí, hermano.
Intento controlarme por el bien de Venus y Eros, necesito
estar tranquilo y pensar en cómo puedo encontrarlos. A ellos
no les beneficia que deje salir toda mi ira, tengo que pensar
con la cabeza fría. Pero en cuanto haya puesto a Venus y a
Eros en un lugar seguro dejaré que el mundo sucumba bajo
mis pies. Los responsables de todo esto van a pagarlo caro.
-Tienes que contarme todo lo que recuerdas, Iván- le digo
con toda la suavidad que puedo.
-Gino Russo, lo vi- contesta a la vez que sorbe.
-¿Entonces no era un ataque de los rusos?- pregunto.
Morozov carraspea.
-De la Bratva- me corrijo.
-Señor- me llama Celia- Yo también vi al chico Russo, fue
quien tomó a Eros.
Cierro los ojos y respiro hondo, ese cabrón está muerto.
-¿Dónde estaban mi padre y sus hombres?- pregunto
mirando a Demarco.
-Su padre ha desaparecido también, señor Romano, no
sabemos dónde está y Gina y Lucio salieron corriendo tras el
ataque, se llevaron a una dos docena de hombres con ellos.
Sólo quedamos nosotros.
Sólo quedan mis hombres más leales. La puta y su bastardo
han salido corriendo en cuanto han tenido la oportunidad y mi
padre está desaparecido. Me cree estúpido.
-Ha sido él- mascullo.
Iván me mira con el ceño fruncido y los ojos llenos de
lágrimas.
-¿Tu padre se ha llevado a Venus y a Eros?- me pregunta
con confusión.
-Sí, estoy totalmente seguro.
-¿Por qué haría algo así tu propio padre?- me pregunta
Eamon.
-¿Hablas italiano?- le pregunto.
-Sí, entre otros idiomas. Ahora contesta, por favor.
-Nunca nos quiso, Venus y yo sobrábamos en su vida- me
hace un gesto señalando a Gio con la barbilla- Tampoco la
quiere, ella es como yo. No puede controlarla, no sabe cómo
hacerlo y prefirió dejarla abandonada.
-Bastardo- espeta.
-Necesito pensar en algo y tiene que ser rápido- murmuro.
-Señor Romano- me llama Celia.
-Dime.
-Escuché algo cuando me escondí con Gio detrás de la isla.
-Habla, Celia- le insta su esposo.
Las manos de Celia tiemblan, han estado así todo el tiempo.
Demarco frota su espalda con ternura.
-Habla, mi amor, el señor Romano te escucha- vuelve a
insistir.
-El chico Russo dijo un nombre, no pude oír lo que hablaba
con otro de los asaltantes, pero sí escuché bien el nombre de
esa mujer.
-¿Ombra?- le pregunto.
Celia asiente con la cabeza. Mi vista salta a gran velocidad
hacia Morozov, que levanta las manos en señal de rendición.
-No tengo nada que ver, Romano. De hecho, creo que
a Ombra se la llevaron esta mañana, no creo que haya
desaparecido por voluntad propia, ella tenía mucho interés en
capturar al niño.
-¿Por qué?- pregunto- ¡¿Qué puto interés tenía esa mujer en
mi hijo?!
Morozov se pellizca el puente de la nariz con sus dedos.
-No creo que yo sea la persona más adecuada para contar
algo así, pero debes saber que no era un interés malo, ella
quería proteger a ese niño, a tu hijo.
-¿Protegerlo?- preguntamos Iván y yo a la misma vez.
-De Tomasso Romano- contesta Morozov.
Veintiocho
Venus
Me retumba la cabeza. Escucho a mi hijo llamarme, por
más que intento moverme no puedo, estoy atada de pies y
manos. Eros está discutiendo con alguien, me está intentando
proteger. El agua helada cae sobre mí, no veo nada, creo que
tengo los ojos cubiertos con algo. Me siento mareada y
desubicada, una voz grave me está hablando, se ríe y me
vuelve a echar agua helada. Eros grita que se detenga. El frío
cala en mis huesos, empiezo a temblar, mis dientes castañean.
Mi respiración se vuelve rápida y entrecortada.
-Basta- hablo en un susurro.
El hombre vuelve a hablar, pero no logro entenderlo, su voz
parece enlatada. Levanto la cabeza en un intento de ver algo o
encontrar a mi hijo. Alguien grita de forma animal, es un
quejido de dolor y protesta. Me lanzan agua helada de nuevo y
se me escapa un gemido de dolor. No sé cuánto tiempo
aguantaré esta frío.
-¡Deja a mi mamma!
Eros.
Mi niño, él no debería estar aquí. ¿Dónde está Ares? ¿Por
qué no viene a rescatarnos?
De nuevo se oye el mismo sonido, es como un animal
salvaje, ruge y grita con rabia. Mi pecho sube y baja con
rapidez.
-Mamma.
-Estoy aquí, mia vita- logro decir.
-Por fin.
Conozco la voz de ese hombre, es Federico Russo. Mis ojos
son destapados de repente, su rostro aparece ante mí. Tiene
una ridícula sonrisa en la cara, en cuanto Ares nos encuentre
se la borrará. Desvío mis ojos hacia la izquierda, mi hijo está
atado a una silla, como yo. Tiene sus muñecas y sus tobillos
envueltos en una soga de cáñamo, la rabia crece en mi interior,
si tiene su preciosa piel herida Federico lo va a pagar muy
caro. Mi niño me suplica con los ojos llenos de lágrimas, ojalá
pudiera levantarme de esta silla y llevármelo muy lejos de
aquí, ponerlo a salvo. Recibo una bofetada en mi mejilla sin
previo aviso, Federico se ríe.
-¡Puto!- grita mi hijo- ¡No toques a mi mamma!
El bastardo de Federico se ríe de mi hijo.
-Tiene carácter, nadie podría decir que es hijo de Martino
Vitale- dice paseando de un lado a otro de la habitación.
Miro a mi alrededor, estamos en una especie de sótano,
estoy segura. Sólo hay una bombilla colgando del techo, nada
de ventanas. Las cuatro paredes que nos mantienen prisioneros
a mi hijo y a mí son de color negro, el suelo es de concreto.
Huele a humedad, a sangre, a sudor.
Federico apoya sus manos sobre mis brazos, echa todo su
peso sobre mí al inclinarse hacia adelante, su cara queda a
escasos centímetros de la mía.
-Deberías haberte quedado quieta. Deberías haber dejado
que Cinthya se casara con Ares, tu hijo y tú no estaríais en esta
situación si hubieras permanecido tranquila.
-Jamás me quedaré tranquila sabiendo que mi hermano está
siendo obligado a hacer algo que no quiere.
Le escupo en la cara. Mi hijo se ríe.
-Maldita zorra- gruñe Federico.
Vuelve a golpearme en la mejilla, esta vez en la otra.
-¡Bastardo!- grita mi hijo.
-¡Serás el siguiente si no te callas!- le grita Federico a la
vez que se limpia la cara.
-Toca a mi hijo y te juro que te mato- lo amenazo- No me
conoces y lo que es peor, no conoces a Ares.
-No os encontrará.
-Lo hará, mi hermano siempre sabe cómo encontrarme.
La boca de Federico se curva por un lado. No sabe lo que
ha hecho al secuestrarnos a mi hijo y a mí, Ares ya debe estar
buscándonos y dará con nosotros. Federico puede ir
despidiéndose de su familia y su territorio, mi hermano no va a
dejar nada de Federico Russo en pie. Sus hijos, su esposa, su
casa, todo será reducido a ruinas.
-Morte está en camino, Federico- le digo con una sonrisa.
Me sujeta con fuerza por el pelo. El mismo sonido vuelve a
surgir, la respiración de Russo se acelera.
-¿Qué es eso?- le pregunto.
-Algo que no quieres saber, algo salvaje, peligroso.
La puerta de la habitación se abre.
-Suéltala.
Mis ojos se abren. No puede ser, él no puede haber hecho
esto. Aunque, ¿de qué me sorprendo? Nunca me quiso y
siempre intentó deshacerse de mi hermano y de mí.
-Eres un hijo de puta- espeto.
Federico me suelta de un empujón. Padre se acerca a mí,
sonríe como un estúpido.
-Tenía que hacerlo, hija.
-¡No me llames así!- grito- Nunca has sido mi padre y
nunca lo serás.
-Bueno, no pierdo gran cosa. Una zorra como tú no es
digna de llevar el apellido Romano.
-Mejor ser una zorra que un puto pedófilo- respondo.
Mi padre mi abofetea en la cara varias veces, siento mis
mejillas ardiendo.
-¿Recuerdas lo que Ares le hizo a tus hombres cuando me
diste esos latigazos? Ahora imagina lo que hará cuando sepa
que tú has sido quien nos has secuestrado a Eros y a mí, que
me has vuelto a tocar. Puedes ir a despedirte de tu puta, la que
no está recibiendo el antídoto, por cierto.
Mi padre se ríe.
-Tengo ese antídoto, Venus. Gina ya no lo necesita más, se
lo tomó todo. Fue complicado averiguar dónde lo tenías, pero
después de varias horas, lo encontré escondido en una peluche
de Eros. Un buen escondite, debo decir. Nunca se me había
pasado por la cabeza que estaría ahí, fue el último lugar en el
que busqué.
-No importa, Ares la matará- digo derrotada, con la cabeza
agachada.
-Gina y mi hijo ya no están en la mansión, están en un lugar
seguro con la esposa y la hija de Federico. Están a salvo.
Se me escapa una risa de incredulidad.
-No hay lugar seguro para vosotros- le digo.
-Ares te ha sumido en la misma oscuridad en la que vive él.
Niego con la cabeza mientras me rio.
-Ares no vive en la oscuridad- me rio- Es la oscuridad.
Nació y creció en ella, si eres lo suficientemente inteligente te
alejarás de él, correrás por tu vida. Porque si hay algo
constante en la vida de Ares somos Eros y yo. A su lado el
diablo es un mero bufón, hará cualquier cosa por llevarnos de
vuelta a su oscuridad. Por mantenernos ahí.
Mi padre se aleja de mí, ahora ya no parece tan valiente.
-No tenéis ni idea de lo que habéis hecho, del mal que
habéis despertado- les digo- Será mejor que empecéis a correr
antes de que mi gemelo os atrape, todo lo que amáis, todo lo
que alguna vez deseasteis, cualquier cosa en la que hayáis
puesto el ojo será destruido, hasta que no quede ni un sólo
recuerdo de vosotros. Ares lo quemará todo, derribará
edificios enteros por encontrarme, por llevarme de nuevo a su
lado. Corred si sois inteligentes.
Federico y él se miran el uno al otro, quizás se estén
replanteando su hazaña. Una estúpida hazaña. Se han
condenado y han condenado a todos los que los rodean.
Giro la cabeza con rapidez hacia la puerta cuando vuelve a
sonar ese ruido.
-¿Qué es eso?- vuelvo a preguntar- No parece humano.
-Dejó de serlo hace mucho- contesta mi padre.
Empiezan a sonar fuertes golpes en la puerta, como puños
aporreando, patadas, gruñidos de algo salvaje. Varias personas
gritan fuera de la habitación, esa cosa grita, un grito agudo y
fuerte.
-¡Mamma!- llora mi hijo.
-Padre, deja que me acerque a Eros, está asustado.
Niega con la cabeza, luego saca su arma.
-Voy a ver qué ha hecho ahora- le dice a Federico.
-Deberías haberla matado hace años.
-Pronto estará muerta, amigo.
Ella.
Esa cosa es una mujer.
-Ombra- murmuro.
-Chica inteligente- se burla Federico.
-¿La habéis capturado?- le pregunto.
-Sí, se escapó de Rusia, tu padre la tenía en Siberia. Mató a
su guardia, después a treinta hombres, caminó por la nieve
hasta el poblado indígena más cercano, donde la ayudaron a
llegar hasta la ciudad, de allí fue a Moscú, donde conoció a
Matvey Morozov y se hizo amiga de él. Es fuerte, debo
reconocerlo. Varios días por la nieve, sobreviviendo a base de
animales pequeños, zorros, liebres, pájaros. Pasando frío y
sueño.
-Cállate- espeto- No me interesa escucharte, tienes una voz
horrible, Federico.
-Quizás debería entretenerme contigo, pero no prometo que
me quedaré callado, seguramente me oirás gemir en tu oído.
-Cerdo, desgraciado. ¡Tócame y haré que Ares te mate tan
despacio que desearás no haber nacido nunca!
Me agarra por la mandíbula con fuerza y me besa, la bilis
sube por mi garganta, la acidez me quema. Echo la cabeza a un
lado cuando me suelta y dejo salir el vómito. Odio que mi hijo
tenga que ver esto, no deja de gritar y llorar, se retuerce en su
silla intentando liberarse. Sé que quiere venir a mí y
protegerme, pero también sé que Federico no dudará en
hacerle daño si lo intenta.
-Mia vita, cálmate- le digo- Mamá está bien, estamos bien.
Mi hijo entiende lo que le digo, su hermano y yo estamos
bien, creo que mi bebé está bien. Padre entra en la habitación
dando un portazo al cerrar la puerta, está muy enfadado.
-¿Qué ocurre?- le pregunta Federico.
-Esa puta se ha cargado a cinco hombres- espeta.
-Cazzo- murmura Federico- Creí que estaba atada.
-Se ha desatado. Espero que ahora no pueda lograrlo, le he
puesto una cadena alrededor del cuello.
El móvil de mi padre suena, lo observo tomar la llamada.
Su gesto se vuelve más duro con cada palabra que le dicen al
otro lado de la línea. Mira a Federico antes de colgar.
-Tenemos un problema- le dice.
-¿Y ahora qué?
-Ares.
Esbozo una sonrisa. Sabía que no nos fallaría.
-¿Qué ha hecho ese loco?- le pregunta Federico.
-¡No lo llames así!- grito.
Federico me da un fuerte golpe en la cabeza, la silla se
vuelca de lado, golpeando mi lado derecho del cuerpo con el
suelo. El rostro de mi hijo es lo último que veo, mis ojos se
cierran solos.
Me siento pesada, cansada, tengo frío. Suspiro profunda y
pesadamente, me duelen los pulmones, la cabeza va a
estallarme, el cuerpo se siente como si un camión de una
tonelada me hubiera pasado por encima. Abro los ojos con
lentitud, todo está a oscuras, sólo una fina línea de luz pasa por
debajo de la puerta, pero no es suficiente para ver en la oscura
habitación.
-Mamma.
-Eros, mia vita. ¿Te han hecho algo?
-No.
Respiro tranquila.
-¿Estás bien?- me pregunta.
-Estoy bien, cariño.
-¿Y el bebé?
Sollozo fuerte, siento líquido seco entre mis piernas, no
creo que mi bebé esté bien.
-No llores mamma, papà viene a por nosotros, lo dijo el
abuelo.
-¿Qué dijo?
-Que papà había traído a unos hombres a Italia.
-¿Unos hombres?
-Sí, dijo unos nombres, Kavanagh y Morozov, no los
conozco mamma.
-No importa, cariño. Tu padre viene a por nosotros.
-Todo va a estar bien, mi hermano y tú estaréis bien.
Sollozo más fuerte, me duele tanto que mi pequeño esté
viviendo esto, sólo es un niño de seis años. No es justo que
esté pasando por algo así, viendo a su madre siendo golpeada,
sintiendo miedo por esa mujer que está al otro lado del pasillo,
viendo como su propio abuelo quiere deshacerse de nosotros.
En cuanto Ares nos saque de aquí lo pondré entre mis brazos y
lo abrazaré tan fuerte que se olvidará de cada cosa que ha visto
aquí.
-Mi niño, mi bebé.
-Estoy aquí contigo, mamma. No iré a ningún lado sin ti.
Suelto un suspiro tembloroso. Eros se parece a su padre
más de lo que imaginaba, es tan fuerte y luchador como él.
-Mamma.
-Dime.
-Esa cosa se volvió a escuchar.
-No tengas miedo, no creo que sea a nosotros a quien
quiere.
-Lo sé.
-¿Lo sabes?
-Sí, el abuelo y Federico estaban hablando delante de mí
cuando te quedaste dormida.
-¿Y qué decían?
-Que ella quiere matar al abuelo y a Federico, a todos los
que te han hecho daño.
Frunzo el ceño. ¿Esa mujer quiere protegerme?
-El abuelo dijo que debería haberla matado cuando tuvo la
oportunidad, pero por estúpido no lo hizo.
-Sí, tu abuelo es un maldito estúpido. ¿Dijo algo más de esa
mujer?
-Sólo una cosa.
-Dímela, cariño.
-Que la matará delante de nosotros, que te hará ver cómo
mata a Ombra para hacerte sufrir.
Niego con la cabeza. De pronto, se oye un fuerte estruendo,
luego disparos y los gruñidos y rugidos de esa mujer
nuevamente. Los hombres de fuera gritan antes de que se haga
el silencio, unos pasos descalzos suenan acercándose a la
puerta. Llaman suavemente, para después empezar a aporrear
la puerta con fuerza. Golpes y más golpes a la puerta hasta que
cruje y se abre, una sombra, la figura de una mujer aparece.
Veo su sombra acercándose a mi hijo, parece que lo huele.
-Por favor, no le hagas nada- le suplico.
La poca luz que entra del pasillo me permite ver cómo gira
la cabeza hacia mí, se acerca a pasos lentos. Huele a muerte.
-Haz lo que quieras conmigo, pero deja a mi hijo- le digo.
Acerca su nariz a mi pelo, después lo acaricia y frota su
mejilla por él.
-Venus- dice.
Mi piel se eriza, una corriente eléctrica recorre mi columna
vertebral.
-No- sollozo- No puede ser.
-Venus- vuelve a decir- ¿Dónde está él? ¿Dónde está mi
hijo, mi Ares?
-Mamá- jadeo- Tú eres Ombra.
Veintinueve
Ares
Morozov está ordenando a sus hombres que busquen fuera
de Italia, ya hace un día que se los llevaron. Anoche tuve que
ir a matar a alguien, Mauritio ha llamado esta mañana para
informarme de que Carmela y él vienen de camino, los otros
dos Dones, junto a Gianluigi, están recuperando Nápoles. Han
aprovechado la ausencia de Russo para hacerse con ese
territorio. Van a devolvérselo a su legítimo dueño.
Golpeo una vez más la cara del stronzo que tengo delante.
Lo atrapé en la zona norte del muro, nos estaba vigilando, es
uno de los hombres de mi padre. Este idiota me ha contado
que ha sido él quien se ha llevado a mi mujer y mi hijo. Pero
no sabe dónde está, ya lo habría soltado de ser así.
Por otro lado, las cámaras de seguridad son las que me
dieron toda la información que necesitaba. La puta y su
bastardo salieron corriendo de la mansión, tal y como
Demarco dijo. Los vi huir y subirse a un coche imposible de
rastrear, mi padre se aseguró de que ellos dos estuvieran
seguros y lejos de mí. Pero los voy a encontrar y los torturaré
delante de mi querido padre, verá cómo su puta es violada por
múltiples hombres, verá cómo su hijo es torturado de formas
que ni se imagina. Ya lo tengo todo pensado y organizado,
Morozov me escuchó hablando en voz alta sobre esto y me ha
dejado a cinco de sus hombres que no tienen escrúpulos para
que se follen a la puta. Del bastardo voy a encargarme
personalmente. Le voy a romper cada hueso, cada centímetro
de piel será cortado, cosido y curado, para después volver a
cortarlo. Lo haré hasta que me canse, luego los quemaré vivos.
En cuanto a mi padre, bueno, para él tengo preparado lo mejor,
voy a asfixiarlo hasta que comience a alucinar, lo dejaré tomar
aire y lo volveré a asfixiar. Ya tengo la cámara de oxígeno
lista, está en el sótano. Mis hombres la han trasladado desde el
almacén donde la había estado guardando tantos años.
El cabrón delante de mí da un suspiro antes de dejar de
vivir.
-Encárgate, Demarco- ordeno.
-Sí, señor.
Salgo de la celda del sótano, las puertas se abren para dar
paso a Carmela y a Mauritio. Ella viene hacia mí con los
brazos abiertos, pero la detengo.
-Hoy no- le digo.
Se detiene y asiente. No tengo tanta paciencia como para
dejar que me abrace. Mauritio se detiene junto a su esposa.
-Tenemos que hablar, hijo- me dice.
-¿A qué habéis venido?
Varios hombres comienzan a rodearlos, están alerta y con
las manos en sus armas, son doce.
-Esto no está bien, Mauritio- murmuro.
Empiezo a pasear de un lado a otro sin quitar la vista de
encima de Carmela y Mauritio. Ella parece muy nerviosa, él
también lo está, aunque lo oculta medianamente bien. Tiene
algunos espasmos en el cuello, mira hacia otros lados y luego
a mí.
-Escuché cuando nombrasteis a Ombra- dice Carmela.
-Es por eso que saliste corriendo- afirmo.
-Sí. Hacía muchos años que no escuchaba ese nombre, no
podía creer que Venus y tú lo conocierais. Tuve que irme para
confirmarlo, para confirmar las sospechas que ese día
surgieron en mí.
-Sabes quién es. ¡Dime su maldito nombre!- rujo.
La respiración de Carmela se acelera, Mauritio la abraza.
-¡Dímelo!
-Beatrice Romano- jadea- Ella siempre fue Ombra.
Me detengo abruptamente. Es imposible, mi madre está
muerta.
-Me estás mintiendo- gruño.
Carmela niega con la cabeza.
-Conocía a tu madre muy bien. Tú y ella son muy, pero que
muy parecidos.
-Deja de dar rodeos y habla- exijo- Ninguno de estos pobres
idiotas va a detenerme si decido mataros a tu esposo y a ti.
Carmela mira a Mauritio, él asiente.
-Bea era una mujer con carácter- comienza ella- Tu padre
jamás pudo someterla, le tenía miedo, como a ti. Si te odia
tanto es por lo mucho que sacaste de Beatrice. Ombra surgió
en las calles, hubo una época oscura en Milán, estaba asediada
por un asesino en serie. Alguien del que todos tenían miedo,
no había día en que Ombra no apareciera en las noticias.
Todos los muertos eran hombres de la edad de tu padre, con la
misma apariencia física.
-¿Por qué los mataba?
Carmela se encoge de hombros.
-Odiaba a tu padre. Ella nunca tuvo la capacidad de amar,
no de la…
-Misma forma que un humano normal- la interrumpo-
Heredé mi trastorno de ella, de mi madre.
-Sí. Cuando Beatrice supo que estaba embarazada los
asesinatos cesaron. Su ego creció, su necesidad intrínseca de
que hubiera más como ella iba a ser posible- continúa.
-¿Cómo quedó embarazada si odiaba a mi padre?- le
pregunto.
-Tu abuelo paterno, Horatio Romano, obligó a tu padre a
engendrar un heredero. Tenía que hacerlo o nombraría como el
próximo Don al hijo de su hermano.
-¿Violó a mi madre?
-Así es, Beatrice fue drogada para poder controlarla y que
él llevara a cabo su cometido.
-¿Por qué nunca se vengó de él?
Carmela sonríe levemente.
-Si algo bueno tiene vuestro trastorno es la paciencia.
Esperó y esperó hasta que supo que tú eras como ella, una
copia exacta de Beatrice Romano. Quería que tú te vengaras
por ella, decía que así era más hermoso. Un hijo asesinando a
su padre por cierto tipo de apego a su madre.
-Lo vi golpearla.
-A Tomasso le gustaba hacerlo, vi tantos moretones en el
cuerpo de Beatrice que apenas puedo contarlos. Ella nunca se
doblegó ante él.
-Mi padre fingió el suicidio de mi madre.
-Es lo que creemos- dice Mauritio- Es posible que todos
estos años haya estado prisionera en algún lugar de este
mundo, escapó e intentó encontrar a tu padre.
-Quería a Eros. ¿Por qué?
-No lo sabemos, hijo.
Empiezo a andar de nuevo de un lado al otro mirando a
Carmela y a Mauritio. Han estado callados varios días, sabían
la verdad y decidieron callar.
-Deberíais haberme contado todo esto en cuanto lo
sospechasteis.
-Teníamos que estar seguros, Ares- dice Carmela- ¿Y si os
lo contábamos y después no era lo que pensábamos?
-¡Aun así!- grito.
Carmela se separa de su esposo, camina con dudas hacia
mí.
-Tesoro, no- suplica su esposo.
-Ares, le prometí a tu madre que siempre estaría pendiente
de Venus y de ti- me dice- No quería que tu hermana se
ilusionara y luego no fuese nada más que una confusión. Lo
siento, cariño.
La sujeto por la garganta, sus hombres me apuntan con las
armas.
-Disparad y le romperé el cuello antes de morir- los
amenazo.
-Bajad las armas- ordena Mauritio.
Desvío mis ojos hacia los de Carmela, su boca está
levemente abierta intentando tomar el aire que no le permito.
-Ares, suéltala.
Miro de reojo hacia Iván, mi amigo pone su mano sobre mi
antebrazo.
-Hermano, a Venus no le gustará saber que la mataste. Te
odiará por ello.
Aprieto la mandíbula, tanto que mis dientes rechinan.
Suelto a Carmela sin previo aviso, cae al suelo casi
desmayada.
-Lo siento- murmura en un jadeo.
Iván pone las manos en mis hombros, distrayéndome de lo
que sucede a nuestro lado, de cómo Mauritio Médici se está
apresurando en llevarse a su esposa de esta casa.
-Lo he oído todo- me dice Iván- Vamos a encontrar a Venus
y a Eros, lograremos desenredar todo este lío. Los dos juntos,
como hermanos.
-Está viva.
-Lo sé.
-Quería a Eros y no entiendo por qué.
-Debía tener una buena razón, hermano.
-Quiero matar a mi padre, tan lento y doloroso.
-Yo mismo te lo entregaré, tienes mi palabra.
Apoyo mi frente en el hombro de mi hermano, estoy
agotado de luchar contra todos y todo. Quiero a mi lado a mi
mujer y a nuestro hijo, los necesito. Ares Romano no es nada
sin ellos.
Iván me abraza, no sin antes darme un beso en la sien.
-Los encontraremos- me dice.
Las horas pasan tan lento, mi cabeza da tantas vueltas a
tantas cosas. Mis hombres no dejan de buscar a Venus y a
Eros. Donde sea que se los hayan llevado, no están en Milán,
han debido de trasladarlos fuera de aquí. Observo a Iván, ha
estado con los nervios crispados con Morozov rondando por
aquí. No se ha acercado a él, aunque Morozov lo ha intentado,
sigue queriendo saber por qué Iván está aquí. Kavanagh se
marchó a su casa, le surgió un problema con su hija y tuvo que
irse.
Gio está ausente, físicamente está aquí, pero mentalmente
no. Celia le habla y ella no contesta, creo que está imaginando
todas las formas en las que querría clavar su cuchillo en
nuestro padre. Celia me informó que se le había escapado y la
había encontrado escuchando a escondidas la conversación
con Carmela y Mauritio. Sabe que nuestro padre ha hecho
todas esas cosas, que se ha llevado a Eros, su Eros.
Desvío mi mirada de Iván a ella, está sentada en una silla
mirando hacia la nada, sus ojos fijos en un lugar de esta
habitación.
La puerta se abre de golpe, Demarco entra con urgencia.
-Señor, he encontrado algo- dice sin aliento- He venido
corriendo desde el final de la calle.
-¿Qué has encontrado?
-Una cámara de seguridad, es de un vecino, le pedí que me
dejara verlas.
Me entrega su móvil con un vídeo de una cámara de
seguridad reproduciéndose. Es el coche donde la puta y el
bastardo se fueron, de pronto se bajan y suben a otro.
-Es un coche rastreable, señor. Pero necesitamos a Fabián
para eso, ninguno de los otros hombres está tan capacitado
como él para encontrar ese coche.
Aprieto el dispositivo en mi mano, Fabián está inconsciente
desde ayer.
-Puedo hacerlo yo- dice Morozov.
Me quita el móvil de la mano, luego teclea en el suyo,
llama a alguien.
-Si alguien puede encontrar un coche esa es Frida- dice.
Empieza a hablar en ruso, Iván se pone a mi lado y me
traduce.
-Le está dando el número de la matrícula- hace una pausa a
la vez que Morozov- Ahora le ordena que lo haga ya o la
matará- el ruso se ríe, supongo que está de broma con esa tal
Frida.
Cuelga la llamada y me mira.
-Al norte, en la frontera con Suiza- dice- A las afueras de
un pueblo llamado Lavena Ponte Tresa.
Frunzo el ceño, no conocía ninguna propiedad a nombre de
mi padre en ese lugar, pero seguro que la compró a nombre de
su puta. Es por eso que no aparece en nuestro registro de
propiedades.
-En marcha- ordeno- Demarco, reúne a todos nuestros
hombres. Vamos a ir a por esa puta y el bastardo, Tomasso
Romano no tendrá más remedio que entregarme a mi mujer y
mi hijo.
Una hora y veintitrés minutos, eso es lo que tardamos en
llegar a Lavena Ponte Tresa. La casa está fuertemente
custodiada por los hombres de Russo, así que él también está
aquí. No hay ni un solo hombre de mi padre, lo que me hace
pensar que lo han traicionado y se han ido. Nunca estuvieron
de acuerdo con que su puta se convirtiera en su esposa,
supongo que secuestrar a Venus y a Eros ha sido la gota que ha
colmado el vaso. No sé qué habrá sido de esos hombres,
quizás hayan muerto a mano de los guardias de Russo o hayan
podido huir, en cualquier caso, no me importa. Ahora lo único
importante es capturar a la puta y al bastardo y llevármelos
para negociar con sus vidas. Si la familia de Russo está aquí
terminarán muertos, todos ellos. Quizás me lleve a su hija y la
torture.
-Estamos en posición- me avisa Iván por el auricular.
-Ahora- ordeno.
Los guardias caen uno a uno por las balas del fusil de mi
hermano y Vasili. Morozov viene a mi lado, acercándonos a la
puerta principal de la casa. Agarro la mano del guardia caído y
la corto con mi machete, la uso en el panel para abrir la puerta.
Morozov es el primero en disparar a los guardias de este lado
del muro. Los silenciadores en las armas nos permiten
adentrarnos sin hacer sonar las alarmas. Veo a la puta desde
una ventana, está riéndose con una mujer que no conozco,
pero no es la esposa de Russo.
-Ve hacia la izquierda, yo iré a la derecha- me dice
Morozov.
Le señalo hacia la puta.
-Yo me encargo de ella- me dice.
Pongo mi mano en su hombro para detenerlo.
-Aún no me has dicho qué relación tenías con mi madre.
¿Por qué la ayudaste?
-Te lo contaré todo cuando estemos fuera de aquí.
Asiento con la cabeza. Quiero saberlo todo, por qué mi
madre acudió a él, por qué lo conocía y cómo sabía a dónde ir.
Me detengo junto a la puerta de la cocina, no hay nadie a la
vista. Deslizo la puerta corredera y entro, Demarco y diez de
mis hombres vienen detrás de mí. Caminamos en silencio por
la casa, una escalera aparece a mi derecha, le hago un gesto a
mis hombres para que vayan hacia el lado izquierdo del pasillo
de arriba, Demarco y yo iremos hacia el lado derecho. Las
puertas de las habitaciones están cerradas, Demarco las abre
una a una para inspeccionar el interior. De pronto, levanta su
arma y apunta hacia dentro.
-Por favor- suplica una mujer.
-Señor- me llama Demarco- Es la esposa de Russo.
Me asomo a la habitación, Mariana Russo está sentada
sobre la cama.
-Ares, no me hagas nada- suplica.
-¿Por qué no debería?
Solloza y niega con la cabeza.
-Habla o te vuelo los sesos- la amenazo.
-No tengo nada que ver en todo esto. Federico me obligó a
venir aquí.
-¿La mujer que hay abajo es su amante?- le pregunto.
Asiente varias veces llorando.
-Llevo encerrada en esta habitación desde ayer. Sólo viene
la criada a darme comida.
-¿Y tu hija?
-No le importo, lo único que a ella le preocupa es su estatus
y el dinero, es igual a su padre.
-No es mi problema- le digo.
Aprieto el gatillo y disparo, la bala impacta en su frente, su
cuerpo cae hacia atrás en la cama.
-Vamos a buscar a la princesita Russo- le digo a Demarco.
Él asiente. Pasamos a la siguiente habitación, está vacía.
Unos gemidos llegan a mis oídos, me acerco lenta y
silenciosamente a la puerta. Los gemidos son de una mujer y
un hombre, se oye la carne chocando contra la carne. Abro la
puerta con cuidado de no hacer ruido y miro por la rendija, mi
boca se curva por un lado. Los tengo, Lucio y Cinthya
follando como cerdos. Entro despacio, aún no se han percatado
de mi presencia. Apunto con mi arma al muslo de Lucio y
disparo, el bastardo aúlla de dolor. Cinthya intenta cubrirse,
pero niego con la cabeza.
-Te vendieron como una chica virgen y eres tan puta como
la madre del bastardo- me burlo- Por cierto, hermanito,
follando de esa forma dudo mucho que hagas llegar al
orgasmo a una mujer. ¿Me equivoco Cinthya?
Agacha la cabeza, Demarco se ríe.
-Padre se enterará de esto- gimotea Lucio.
-Esa es la idea, bastardo.
Demarco me entrega una cuerda y un trozo de cinta, le ato
las manos y cubro su boca con la cinta. Demarco hace lo
mismo con Cinthya.
-¿Nos los llevamos desnudos?- me pregunta.
-Sí.
Cinthya niega con la cabeza, hay lágrimas cayendo por sus
mejillas. Como si me importara. Los arrastramos por el pasillo
para ir de vuelta a los coches.
-Señor.
-¿Sí?
-Debería darle el pésame a la chica.
Mi pecho vibra por la risa, pero Demarco tiene razón.
-Mi más sentido pésame por la muerte de tu madre,
Cinthya.
Sus ojos se abren.
-Vamos, no te hagas la dolida- le dice Demarco- Ella misma
nos dijo que nunca te ha importado, que sólo quieres dinero y
estatus.
-Y lo fue a buscar en un bastardo- me rio.
-Algunas personas suelen ser muy estúpidas- interviene
Iván desde el final del pasillo.
Le lanzo al bastardo, que cae a sus pies.
-Ahí es donde debes estar- le digo- A los pies de mi
hermano.
-¿Por qué están desnudos?- me pregunta Iván.
-Estaban follando.
Iván abre los ojos como platos.
-El ruso tiene a la puta- me dice- No hay ni rastro de tu
padre o Russo, aunque vas a llevarte una sorpresa.
Mi hermano me lleva al piso de abajo, lanza a Lucio contra
su madre y, sí, me llevo una enorme y grata sorpresa al ver
atados a los hijos varones de Russo, Gino levanta la barbilla.
-Por fin te tengo en mis manos- le digo- Nos vamos a
divertir mucho tú y yo.
Su grito de rabia es amortiguado por la cinta en su boca. No
tiene de qué preocuparse, tendrá mucho tiempo para gritar, lo
haré gritar tanto que su garganta sangrará por la irritación.
Treinta
Venus
-Espera.
Tengo los pulmones ardiendo, llevamos horas caminando
por el monte. No sé dónde estamos, tengo la planta de los pies
como si mil alfileres ardiendo se me estuvieran clavando. Eros
tiene las mejillas rojas, jadea tanto o más que yo. Pero ella…
No puedo ni mirarla, aún me cuesta creer que esté aquí, viva y
conmigo. Aunque no parece ella, su pelo está enredado, lleno
de suciedad, ha perdido mucho peso desde la última vez que la
vi y su mirada ya no muestra amor.
-Tenemos que seguir- me insta- Vendrán a buscarnos,
tenemos que llegar al pueblo más cercano y volver a Milán.
-¿Cómo sabes dónde estamos?- le pregunto.
Extiendo mis brazos en forma de cruz y señalo a mi
alrededor.
-Es todo campo, árboles y montes.
Mi… madre mira a su alrededor, parece examinar todo con
atención, señala con su dedo índice a un lado.
-Allí- dice- Hay un arroyo, podemos parar a beber, pero
debemos seguir inmediatamente.
Asiento con la cabeza, mi hijo me toma de la mano. No ha
pronunciado ni una sola palabra desde que mi madre nos sacó
de aquella cabaña. Seguimos a mi madre hasta el pequeño
arroyo que corre hacia abajo.
-Tenemos que seguir su curso- dice.
Me agacho en el arroyo, mi hijo imita mi movimiento.
-Así- le dice mi madre.
Pone sus manos en forma de cuenco, coge agua y bebe de
ella, Eros hace lo mismo.
-Bebe agua, Venus, no sabemos lo largo que es este arroyo.
En cuanto la primera gota de agua toca mi boca siento
alivio, bebo hasta saciarme, con los ojos de mi madre puestos
sobre mí.
-Te has convertido en una mujer tan hermosa- me dice
acariciando mi pelo.
-Él lo cortó, lo tenía tan largo como tú, quería honrar tu
memoria.
-Sólo es pelo, principessa.
Se me escapa una lágrima. Mi madre se saca un cuchillo de
la manga y se corta el pelo por los hombros.
-No es nada- dice- Ares y tú siempre lo fuisteis todo.
Me lanzo a sus brazos, el llanto sale con fuerza de mí
mientras mi madre trata de consolarme acariciando mi pelo
con ternura y tararea la canción de cuna que nos cantaba a mi
hermano y a mí cuando éramos pequeños.
-Tengo miedo, mamá- sollozo.
-Estoy aquí, no voy a permitir que os pase nada a tu hijo y a
ti.
-Estoy embarazada, creo… Siento algo seco entre mis
piernas. No quiero mirar.
-Déjame a mí.
Me separo de ella, desabrocho el botón de mi pantalón
vaquero y lo bajo, mi madre toca el interior de mis muslos a la
vez que me examina.
-No es sangre, puedes estar tranquila, principessa.
Un peso se quita de mis hombros.
-Parece…- suelta un fuerte gruñido, los pájaros salen
volando.
-¿Mamá?- pregunto asustada.
-Semen- gruñe.
Frunzo el ceño. No han podido violarme, me habría
despertado. ¿Verdad? Mi pulso se acelera.
-Venus, tienes que dejar que te examine bien.
Mis ojos se desvían a mi hijo, está pendiente de nosotras.
-Eros, ve a buscar alguna piedra o algo- le dice mi madre.
-Ve, mia vita, pero no te alejes demasiado.
Mi hijo asiente. Me tumbo de espaldas sobre la hierba, mi
madre me quita el pantalón y las bragas y me abre de piernas.
-Tranquila, principessa, mamá está aquí. Todos los
monstruos caerán.
Respiro hondo y suelto el aire, lo hago varias veces. Intento
distraerme pensando en Ares, cuando nos reencontremos lo
voy a abrazar tan fuerte que nunca más lo soltaré. Quiero estar
en sus brazos, a salvo, feliz.
-Ya está.
Abro los ojos ante la voz de mi madre.
-No hay nada dentro- dice.
-¿Se han corrido sobre mí?
-Sí, es lo que parece.
-¡Hijo de puta!- grito- Ha sido Federico Russo.
Mi madre me arregla la ropa, me ayuda a ponerme en pie.
-Cuando Ares se entere- murmuro.
La mano de mi madre se posa en mi mejilla, esboza una
leve sonrisa.
-Eros se parece tanto a su padre.
Se me escapa un jadeo.
-¿Qué?- pregunto.
-Lo sé desde antes que vosotros os dierais cuenta. Nacisteis
para ser el todo del otro.
-Mamma, he encontrado esto.
Miramos a mi hijo, tiene una piedra afilada en la mano.
-Oh, eso es genial- le dice mi madre- ¿Sabes usarla?
Eros niega con la cabeza, mi madre se inclina hacia
adelante y le da un toque en la nariz con su dedo índice.
-La abuela te enseñará a usarla- le dice- Te enseñaré
muchas cosas.
-Quiero ir con mi papà.
Mi madre le ofrece la mano.
-Te llevaré con él- le dice.
-¿Mi mamma está bien?- ella asiente- ¿Y el bebé?
-También, ambos están perfectos. Tenemos que protegerlos
hasta que encontremos a Ares.
-Vale, abuela- contesta tomando su mano.
Mi corazón da un vuelco. Lo que nunca imaginé está
ocurriendo, soñé tanto con que Eros la conociera, pensé que
jamás tendría una abuela y ahora ella está aquí.
Tomo la otra mano de mi madre, ella sonríe. Caminamos
hacia abajo por el monte, no sé cómo sabe dónde estamos o
cómo puede guiarse entre tantos árboles, pero lo hace.
-Tengo tantas preguntas- le digo.
-Lo sé, principessa y contestaré a todas.
-¿Qué pasó? Padre nos dijo que te habías suicidado.
-Ya ves que no es verdad. Quería tener vía libre con esa
puta.
-Gina- suspiro.
-Una niña, tu padre es un maldito enfermo. Pero la
psicópata soy yo- se ríe.
Frunzo el ceño y me detengo abruptamente.
-¿Psicópata?- le pregunto.
-Ares no es el único especial en la familia- sonríe- Me
gustaría hablar de eso con él presente, si no te importa, creo
que merece conocer su origen, de dónde viene todo.
Asiento con la cabeza.
-Por favor, sigue contándome qué pasó.
-La noche antes de mi supuesta muerte, tu padre me drogó,
como había hecho otras tantas veces. Me llevó lejos de la
mansión y me obligó a escribir esa carta, me amenazó con
mataros a Ares y a ti.
-Pero tú… No nos amas.
-Todo lo contrario, sois mi mayor creación, Venus. Cuando
supe que estaba embarazada fue el día más feliz de mi vida.
No voy a mentirte, no os amaba de una forma convencional,
pero erais una extensión de mí. Me disgustaba saber que
también erais parte de Tomasso, pero decidí obviar esa parte y
centrarme en vuestra sangre Trevisan, la mía. Cuando nacisteis
conformé que sólo os parecíais a mí, no teníais nada de ese
bastardo abusador- abro la boca para hablar, pero mi madre me
detiene- No voy a darte detalles de vuestra concepción, no
necesitas saberlo.
El sonido de varios coches capta nuestra atención.
-Corred- ordena mi madre- ¡Corred!
Mi madre nos arrastra a Eros y a mí corriendo arroyo abajo.
Las voces de algunos hombres suenan detrás de nosotros,
juraría que he oído la voz de mi padre y de Federico Russo,
pero no puedo mirar hacia atrás sin tropezarme. Una bala
impacta en el tronco de un árbol, ahora estoy segura de que es
mi padre quien grita, nos ordena que nos detengamos. Mi
madre corre más rápido, haciendo que Eros y yo prácticamente
seamos arrastrados por el suelo por ella.
Nos detenemos abruptamente cuando chocamos contra un
enorme cuerpo, su olor se filtra por mis fosas nasales,
inmediatamente me siento en casa, a salvo. Rodeo su cintura
con mis brazos.
-¡Papà!
-Detrás de mí- ordena mi hermano.
Mi madre me obliga a soltarlo y ponerme detrás de él,
como ha ordenado. Iván me guiña un ojo.
-Atentos- dice mi hermano.
Escucho la risa de padre.
-Se acabó, padre- dice mi hermano.
-Somos más, hijo.
Ares se ríe, los arbustos que nos rodean se mueven, más de
veinte hombres salen de entre ellos, sólo reconozco a los de mi
hermano.
-Matvey- murmura mi madre.
Uno de esos hombres le guiña un ojo.
-Ombra, me alegra volver a verte- contesta con acento ruso.
Giro la cabeza con rapidez hacia Iván, que niega con la
cabeza.
-No son esos rusos- dice.
-¡Entrégamela!- grita padre- Dame a esa zorra que os trajo
al mundo a Venus y a ti.
-¿De verdad crees que voy a entregarte a mi madre? La has
tenido dieciocho años, ahora le toca a mi hermana disfrutar de
ella.
Agarro la camisa de mi hermano, se arruga en mi puño.
-Acabemos con esto, entregad las armas- dice Ares.
-No nos rendiremos tan fácil- contesta Federico.
Escucho a Iván reírse.
-¿Y ese por qué se ríe?- pregunta Russo.
-¿Cómo crees que hemos llegado hasta aquí?- le pregunta
Iván- Tu hijo cantó como una cotorra en cuanto Ares le puso
una mano encima a tu hija.
-¡¿Has tocado a mi hija?!- grita Russo.
-Y aún no he acabado con ella- contesta mi hermano.
Tiro suavemente de su camisa, me mira por encima del
hombro.
-Creo que Russo se corrió entre mis muslos cuando me dejó
inconsciente- susurro.
Los ojos azules de mi hermano se oscurecen, dispara a
Russo en las dos rodillas.
-¡Agarradlos a todos!- grita- Ruso es mío.
Mi hermano se gira, acuna mi cara entre sus manos y besa
mis labios.
-¡Malditos enfermos!- grita padre.
-Ven con Iván, amore. Iré enseguida- me dice mi hermano,
ignorando los gritos de nuestro padre.
-Ven conmigo, principessa.
Iván me toma de la mano, hace lo mismo con Eros, pero no
camino muy lejos, me quedo observando la escena. Mi madre
no se mueve de su sitio, observa cómo Demarco y otro hombre
reducen a mi padre, una sonrisa se dibuja en su rostro. Su
pesadilla ha terminado, ha estado dieciocho años encerrada,
Dios sabe en qué condiciones. Ares se gira hacia ella, mi
madre pone una mano sobre la mejilla de mi hermano.
-Ya no eres un niño- le dice ella.
-La he estado cuidando, como te prometí.
-Lo has hecho bien, principino. Has hecho muy feliz a tu
madre.
Mi hermano la rodea a nuestra madre con sus brazos, ella
hace lo mismo, lo abraza por la cintura.
-Vayamos a casa, mamá- le dice- Tenemos mucho que
hacer.
-Sí, ahora eres el Don de la ‘Ndrangheta. Una nueva era
comienza.
Los ojos de mi hermano se posan sobre mí. Ahora él es
quien manda sobre el norte de Italia, un nuevo Don acaba de
surgir, un asesino gobernando, un psicópata obsesionado con
su hermana gemela. La oscuridad gobernará en Italia durante
un largo periodo.
Mi hijo llama mi atención tirando de mi dedo meñique.
-Dime, mia vita.
-Tengo que contarle algo a papà.
Frunzo el ceño.
-¿Qué tienes que contarme, Eros?
Mi hijo tuerce la boca a la derecha y luego a la izquierda, su
vista salta de mí a su padre y al revés. Ares y yo nos miramos,
él se agacha para estar a la altura de nuestro hijo.
-¿Quiere decírmelo al oído?- le pregunta.
-Sí.
La espalda de mi hermano sube y baja, lo que sea que le
esté contando Eros no debe ser nada bueno. En cuanto se pone
de pie, Iván y yo tenemos que sujetarlo para que no cometa un
error aquí.
-¡Soltadme!- nos grita.
-Cálmate- le dice Iván- No hagas esto, le darás lo que
quieren, merecen sufrir.
-¿Has oído lo que Eros le ha dicho?- le pregunto.
Iván asiente. Miro a mi hijo, sus mejillas están sonrojadas y
agacha la cabeza de inmediato. Tomo a mi hermano por la
mandíbula y lo obligo a mirarme.
-¿Qué te ha contado?- exijo saber.
Inclina la cabeza levemente hacia un lado mientras aprieta
la mandíbula.
-Ares- advierto.
-Vio a Federico corriéndose entre tus muslos, luego lo hizo
el bastardo que nos engendró.
No tengo mucho tiempo de reaccionar, el vómito sube
desde mi estómago hasta mi garganta, giro la cabeza con
rapidez, mi madre me sujeta el pelo.
-Calma, principessa, mamá lo arreglará todo- me dice con
suavidad.
Frota mi espalda con su mano a la par que sigue repitiendo
las mismas palabras una y otra vez. Me siento exhausta,
cansada y mareada.
-Ares, tu hermana necesita un médico- dice Iván.
-La golpeó mucho, papà- dice Eros- En la cara y en la
cabeza, después la tiró con la silla. Mamma lloró mucho.
Las lágrimas caen por mis mejillas, me siento tan
humillada. Ares me toma entre sus brazos, me duele el pecho,
siento tanta presión.
-Los haré pagar, amore. Esto no quedará así.
-Quiero ir a casa, por favor.
Ares entra en el coche conmigo en su regazo, sus besos en
mi cabeza alivian el dolor de mi alma, pone su mano en mi
vientre.
-Iremos directos al hospital para que te hagan una
ecografía- me dice- ¿Quieres ver a nuestro bebé?
Una sonrisa se dibuja en mi rostro, Eros se pone de rodillas
en el asiento para darme un beso en la frente.
-Papà y yo cuidaremos de ti.
-¿Dónde está Gio?- pregunto en un hilo de voz.
-Celia la está cuidando- contesta Ares- Os extraña.
-La hirieron- dice Iván.
Eros gira la cabeza con rapidez hacia su tío.
-Está recuperándose, piccolo.
-Quiero ir con ella- dice con tono triste.
-Le diré a Celia que la lleve al hospital- responde Ares.
-Gracias, papà.
Poso mis ojos sobre mi madre, tiene el ceño fruncido.
-¿Quién es Gio?- pregunta.
-Es hija de Gina y padre- contesto- Pero ella no tiene nada
que ver con ellos, mamá, te lo prometo.
Su rostro se ha vuelto duro.
-Mamá, sólo tiene cuatro años.
-Gio es buena, abuela- le dice Eros.
-Es hija de esa puta- espeta.
-Gio es como nosotros, mamá- le dice Ares- Ella está bajo
mi protección, nadie puede tocarla. ¿Entendido?
Mi madre asiente con la cabeza, aunque no parece muy
convencida. Esto no va a ser fácil, ella acaba de salir de un
encierro de dieciocho años y odia a Gina y todo lo que tenga
que ver con ella. Debo proteger a mi pequeña, ella no es
culpable de nada de lo que su madre hiciera, nunca estuvo de
lado de ellos y nunca lo estará.
-Gio me pertenece- gruñe mi hermano- Es tan hija de Venus
y mía como Eros y el bebé que viene en camino.
Le doy un beso en el pecho mientras sonrío. Adoro que sea
así con nosotros.
Treinta y Uno
Ares
Literalmente ardo en deseos de comenzar a destrozar la piel
de los bastardos que han hecho daño a mi mujer. Por fin puedo
llamarla así libremente, somos libres después de tantos años.
Mi ascenso como Don de la ‘Ndrangheta me da la libertad de
cambiar las cosas, Venus será mi esposa antes de que nuestro
bebé nazca.
Acaricio la piel del vientre de Venus, la doctora le ha estado
haciendo algunos análisis desde que hemos llegado al hospital
de la ‘Ndrangheta. Venus se ha quedado dormida en cuanto se
ha tumbado en la camilla a la espera de la ecografía. Tiene
moratones en el brazo derecho y las mejillas, sobre todo bajo
el ojo izquierdo, en el pómulo. Eros dijo que Federico la había
abofeteado muchas veces y la tiró de la silla. Pienso hacerle el
doble de lo que le haya hecho.
Mi madre está siendo tratada en la habitación de al lado.
Iván está con los niños en el pasillo, Gio y Eros no se han
separado ni un sólo instante desde que llegamos.
Me inclino hacia adelante y beso el vientre de Venus, apoyo
mi frente sobre él.
-Gracias por aguantar- susurro- Nunca más volverás a
sufrir, piccolina.
Una mano se posa en mi nuca, me hace cosquillas
suavemente con las uñas.
-Tienes muy claro que es una niña- me dice.
-Sé que lo es.
-Eros y yo queremos un niño, otro principino.
Niego con la cabeza, va a ser una niña y será como yo, la
enseñaré a ser una asesina, igual que lo será su hermano mayor
algún día e igual que lo será Gio. Ella dos trabajarán para Eros
cuando crezcan y el miedo a los Romano reinará en Europa.
Cada vez que se escuche nuestro apellido el mundo temblará.
La doctora Merino y su enfermera entran en la habitación.
-¿Ha descansado?- le pregunta Merino a mi mujer.
-Sí, me ha venido bien dormir un poco.
-Voy a hacerte la ecografía, la analítica ha salido bien, no
hay nada fuera de lo común.
Venus sonríe, acaricio su mejilla con mis nudillos. Observo
con atención a la doctora encender el ecógrafo, su enfermera la
ayuda a abrir las piernas. Aprieta mi mano cuando le introduce
el aparato en la vagina, recuerdo cuando estaba embarazada de
Eros que nunca le gustaban este tipo de ecografías.
-Ya está- le dice la doctora.
De inmediato veo la pequeña bola en la pantalla, mi boca se
curva por un lado. Ahí está mi pequeña asesina.
-Cinco semanas y dos días- dice la doctora- El tamaño y el
peso están bien.
Venus suelta un suspiro, durante todo el camino estuvo muy
preocupada por nuestro bebé. Me comentó que nuestra madre
la había revisado porque había sentido algo seco entre las
piernas, era el semen de Russo y nuestro padre, algo por lo que
los haré pasar un puto infierno. No sólo se atrevieron a
cometer tal acto atroz a mi mujer, sino que lo hicieron delante
de nuestro hijo. Eros es un chico fuerte y valiente, pero odio
que haya tenido que ver esa situación con su madre. Me
llaman enfermo a mí, pero jamás haría algo así con mis hijos.
Tomasso Romano va a pagar por cada delito que haya
cometido contra mi mujer y mi hijo, Federico Russo pagará
por haberla golpeado, por haberse atrevido a mancillar su
cuerpo, su preciosa piel.
Ayudo a mi mujer a bajarse de la camilla.
-Vaya a casa, señora Venus, coma bien y descanse todo lo
que el cuerpo le pida- le indica la doctora- Nos volveremos a
ver en dos semanas y haremos una nueva ecografía,
deberíamos asegurarnos de que sólo venga un bebé dado sus
antecedentes. Aunque sólo he visto un embrión, no puedo
fiarme.
Venus asiente con la cabeza, la doctora se dirige a mí.
-Don, creo que el doctor que está atendiendo a su madre
requería de su presencia, había algo importante que quería
hablar con usted.
Venus me mira con preocupación. Salimos de la habitación,
el médico que atendía a mi madre nos espera fuera.
-Acompáñenme, por favor- nos dice.
Lo seguimos por los pasillos del hospital hasta su despacho.
Cierro tras de mí, mi hermana se sienta en la silla al otro lado
del escritorio, el doctor Dalmasso se sienta en su silla y abre
una carpeta.
-Su madre no está bien- nos informa- Tiene desnutrición,
muchos huesos rotos y mal curados, muñeca derecha, costillas,
ambas rodillas. Pero la fisura que más me preocupa es la del
cráneo, podría sufrir consecuencias a largo plazo. Dado que no
ha querido hablar en todo el proceso, no podría afirmar cuándo
o dónde se hizo la fisura. Aunque el conjunto de lesiones
indica que ha sido golpeada con frecuencia.
-¿Qué consecuencias podría tener esa fisura?- pregunta mi
mujer.
-Convulsiones, pérdida de conocimiento, inquietud,
irritabilidad, dolores de cabeza, entre otros síntomas. Debería
ser tratada por un neurólogo. Hay algo más, hice un estudio
ginecológico, tuve que sedarla un poco para que me lo
permitiera, agredió a dos enfermeras. Se negó a que la
examinara una mujer, tuve que hacerlo por su bien.
-¿Algo malo?- le pregunto.
-Muy malo, de hecho. Presenta lesiones en la vagina y
cervicitis, que es la inflamación del cuello uterino. Lo primero
es debido a múltiples violaciones y abortos, lo que también
provocó algunas lesiones en el útero. La cervicitis se debe a
una enfermedad de transmisión sexual, en su caso es la
gonorrea. Ya he comenzado con el tratamiento pertinente para
su curación. En cuanto a lo otro sólo necesita tiempo y
descanso.
Venus solloza, se tapa la cara con las manos y niega con la
cabeza.
-Lamento no ser portador de buenas noticias. Les
recomendaría terapia para su madre, los horrores que haya
vivido sólo los conoce ella y se ha cerrado, debe hablarlo para
sanar su mente.
-Gracias por todo. ¿Podemos llevar a nuestra madre a casa?
- le pregunto.
-Sí, por supuesto. Les daré la receta de los medicamentos
que va a necesitar. Recuerden que debe comer bien hasta
volver a su peso.
Asiento con la cabeza.
-Don, conozco a su familia desde que ustedes nacieron,
llevo años trabajando para la ‘Ndrangheta, su madre siempre
fue la indicada para ser la esposa. Tiene todo mi apoyo y el de
mi personal médico.
Le agradezco con un gesto leve de mi cabeza. Tomo a
Venus del brazo con suavidad, me rodea la cintura en el
momento en que está de pie.
-Vayamos a casa, amore. Tenemos mucho de lo que hablar.
En cuanto entramos en el coche, Gio y mi madre se miran
fijamente, por más que hemos intentado que se dejen de mirar
no cesan. Es como si tuvieran una guerra entre las dos, algo de
lo que sólo ellas son partícipes. A Eros parece hacerle gracia,
no ha dejado de reírse, lo ha llamado duelo de leonas.
-¿Ella es como nosotros?- me pregunta mi madre sin dejar
de mirar a Gio.
-Sí- contesto.
-¿La han diagnosticado?
-Lo hice yo.
Mi madre levanta la barbilla.
-¿Sabes quién soy, niña?- le pregunta.
Gio se encoge de hombros.
-Me da igual- responde- Yo soy Gio y soy
una mostriciattola.
Mi boca se curva por un lado, es mi mostriciattola. Veo a
mi madre sonreír, pero inmediatamente vuelve a ponerse seria.
-Soy Beatrice Trevisan, hija de un antiguo Don de la región
de Trento, antes de que tu abuelo y tu padre, Horatio y
Tomasso Romano se aprovecharan de su enfermedad y
conquistaran su territorio.
Gio arruga el entrecejo y los labios, poniéndolos de morro.
Se cruza de brazos, ahora está enfadada, muy enfadada.
-¡No es mi padre!- chilla.
-¿No? ¿Y entonces quién es tu padre, niña?
Gio me señala con su pequeño y delgado dedo, hace reír a
Venus.
-Ese es mi hijo, no tu padre- le dice mi madre.
-Basta, mamá- le suplica Venus- Es una niña y Ares y yo la
estamos criando, puede decir libremente que somos sus
padres.
Gio le saca la lengua, la tomo en mis brazos y le doy besos
por todos lados, haciéndola reír a carcajadas.
-Mi mostriciattola. Un día serás tan mala como yo- le digo.
-Y mataré a gente- dice convencida.
-Mierda, hermano, vas a crear un monstruo- se ríe Iván.
-Mi monstruo- digo con una sonrisa a la vez que miro a Gio
a los ojos.
Ella aprieta mis mejillas con sus manos.
-Eres un monstruo bonito- me dice- Y yo
una mostriciattola fea.
-¡No!- grita Eros con enfado- No eres fea Gio, eres
la mostriciattola más guapa del mundo.
Venus e Iván se ríen a carcajadas, escucho a Demarco reírse
también mientras conduce.
La mansión aparece al final del camino, mi madre se
empieza a poner ansiosa. Puedo verlo en su respiración
agitada, intenta desviar la mirada hacia otro lado que no sea la
casa. Venus entrelaza sus dedos con los de ella, parece
relajarse un poco.
-Estamos bien, mamá. Él ya no está ahí- le dice.
-Lo sé, es que hace mucho tiempo que no piso esta casa.
-Es tu casa, mamá, siempre lo fue. Ha sido limpiada por los
empleados, no hay nada que pueda recordarte a ellos.
Mira a Gio con furia.
-Eso está fuera de discusión- espeto- Te lo dije, es mía, no
tiene nada que ver con la puta.
-Mamá, Gio es inocente, la tenían abandonada. Ares y yo
nos hicimos cargo de ella por ese motivo. Siempre estaba sucia
y hambrienta, su hermano la golpeaba y ella ni siquiera
entendía nada de lo que le hacía. Apenas hablaba cuando la
llevamos con nosotros, ahora habla hasta por los codos- le dice
Venus- No te pido que la trates o la quieras, sé que eso es
imposible, pero, por favor, no le hagas daño, ya ha sufrido
bastante y es sólo una niña de cuatro años.
Desvía la mirada hacia otro lado sin contestar a la vez que
suelta la mano de Venus, que se acurruca en mi costado.
Respiro hondo varias veces, mi hermana debe notar mi
malestar porque acaricia mi antebrazo con sus dedos. Hoy no
es el mejor día para hacerme enfadar, ya estoy bastante
enfadado y con ganas de torturar y asesinar a alguien.
El coche donde va Morozov con cuatro de mis hombres se
detiene en la entrada de la casa.
Mi padre, su puta y los demás fueron enviados al almacén,
cada uno en una celda. Atados y sedados hasta que yo vaya
para comenzar con la tortura.
Ahora quiero saber por qué mi madre quería a Eros, por qué
su alianza con Morozov y cómo lo llegó a conocer. Quiero
saberlo todo.
Venus se sienta en el sofá, Celia viene corriendo hacia ella.
-Señora Venus. ¿Se encuentra bien?
-Sí, Celia, estamos bien- contesta frotándose el vientre.
Celia suelta un suspiro entrecortado.
-Pasé mucho miedo por usted y su hijo- dice con la voz
rota- Me alegra que hayan vuelto sanos y salvos.
-Gracias, Celia.
Celia me mira, luego a mi madre, sus ojos se abren. Celia
es demasiado joven para conocer a mi madre, pero debe haber
visto el gran parecido entre ella, mi hermana y yo.
-Beatrice Romano- la presento- Mamá, ella es Celia, la
esposa de Demarco y nuestra empleada más fiel.
Mi madre asiente.
-Encantada, Celia. ¿Dónde están Gracia y Jacinta?
-Padre las echó cuando moriste- responde mi hermana-
Contrató a gente nueva para que sirvieran a su puta.
-Ya no están, ahora Celia es la ama de llaves de esta casa y
contrataremos a un nuevo personal para que se encargue de
ayudarla.
-Gracias por su confianza, Don- me dice Celia con una
sonrisa.
-Ve a preparar algo de comer, mi mujer y nuestra madre
necesitan alimentarse- le ordeno.
No se me escapa la gran sonrisa que se dibuja en el rostro
de Celia cuando me he referido a Venus como mi mujer
delante de todos. Es liberador poder hacerlo, ya no tenemos de
qué escondernos.
-Siéntate- le ordeno a mi madre- Tienes mucho que
contarnos- ahora miro a Morozov- Tú también, Pakhan- me
burlo.
Me hace una reverencia contestando a mi burla. Iván se
sienta con Eros y Gio al lado de Venus, entrelazan sus dedos,
si no fuese él quien la ha tocado ya estaría muerto.
-Voy a ir directo al grano- digo- ¿Por qué querías a Eros,
mamá?
Se frota los brazos, Morozov le pasa un brazo por encima
de los hombros.
-Tomasso me mintió- comienza a hablar mi madre- Me
contó que Venus había tenido un hijo, un niño llamado Eros, lo
había nombrado así en honor a su tío, tú. Dijo que ella había
muerto en el parto y que tú- me señala con su dedo índice- Te
habías vuelto loco y ya no estabas en Italia, sino por el mundo
asesinando a gente.
-¿Y te lo creíste?- le pregunto.
-No tenía nada más en lo que creer, Ares. Estaba encerrada,
sin noticias del exterior. Excepto algunas cosas que escuchaba
de mis custodios, aprendí ruso con los años. Cada día que
pasaba lo entendía mejor, no dije nada para seguir oyendo las
conversaciones. En una de esas fue que escuché el nombre de
Matvey Morozov. Los guardias hablaban de él con desprecio,
los imbéciles dieron tantos detalles que cuando lo encontré es
como si ya la conociera de antes. Le conté toda mi historia, le
prometí destruir a la Bratva a cambio de que me ayudara a
recuperar a mi nieto. No podía dejar que Eros se criara con ese
maldito monstruo.
Me cruzo de brazos, la historia tiene sentido.
-Ella dice la verdad- la apoya Morozov.
-¿Por qué aceptaste su trato?- le pregunta Iván- No tiene
nada.
-Oh no, chico Vólkov, en eso te equivocas. Ella tiene algo
muy valioso.
-Es una psicópata- respondo- Querías aprovecharte de su
trastorno.
-No, no. Aprovecharme no, hicimos un trato. Ella haría
algo por mí y yo por ella.
-Ares, Mat no es malo- me dice mi madre.
Me rio con ironía.
-Y me lo dices tú, que te casaste con Tomasso Romano.
-Ares- advierte mi hermana.
-Ya sé que fuiste obligada- espeto- Pero podrías haberlo
matado y no lo hiciste.
Se pone de pie de un salto, hay mucha ira en sus ojos.
-Tu padre tenía prisionero a mi padre. Horatio Romano me
obligó a casarme con su hijo a cambio de cuidar de mi pobre
padre enfermo. ¡Le robaron el territorio a los Trevisan! Ese
maldito viejo lo tenía todo planeado, quería Italia al completo.
Yo era la llave para ese reino de poder que tanto soñaba.
Frunzo el ceño. Mi madre señala a Gio.
-¿Sabes por qué tiene el mismo trastorno que tú?- me
pregunta- Porque tu abuelo, Horatio, lo padecía, era un jodido
psicópata. Supo de mí a través de otros, en su maldita mente
tenía la fantasía de crear un ejército de psicópatas. Tu padre
tenía los componentes en sus genes, aunque no el trastorno.
Esa niña lo heredó de los Romano, tú de ambas partes. Eres el
sueño de Horatio Romano. Para él fue una auténtica desgracia
que muriera antes de poder utilizarte a su favor, espero que
Satanás lo tenga en su gloria.
Mi madre se sienta de nuevo en el sofá, Morozov frota su
espalda con suavidad.
-Horatio Romano no contaba con algo- le digo.
-¿Con qué?
-Que yo sólo me doblego ante mi mujer, ante Venus
Romano.
Treinta y DoS
Venus
La casa está siendo reformada, no quiero que haya nada que
me recuerde el horror que se vivió aquí una vez. Desde ahora
sólo existirá la paz y la nueva generación Romano. Ares ya ha
sido nombrado oficialmente como Don de la ‘Ndrangheta.
Esta noche será su primera fiesta, una que se hace cada vez
que hay un nuevo Don en el poder. La celebraremos en la sala
principal, las obras no han comenzado aún en ese lado. Hoy
seré presentada como la prometida de mi hermano. Hubo una
reunión con todos los Dones, incluido el nuevo Don de la
Camorra, los Natale vuelven a su lugar. En la reunión se habló
sobre Ares y yo, sobre nuestra relación. Aunque al principio se
mostraron dudosos, terminaron aceptando que era mejor esto a
que una puta fuese la esposa del Don. De hecho, Moretti
mencionó que la sangre del heredero Romano sería la más
pura hasta el momento. Estupideces de viejos arcaicos, pero
una estupidez que me conviene y voy a aprovechar.
Han pasado cinco días desde que mi hermano nos rescató
en el monte. Estábamos en la frontera con Suiza, Ares nos
encontró gracias a la lengua suelta de Cinthya, le contó sobre
la cabaña y Ramiro se encargó de rastrear el teléfono de mi
padre. Llegaron justo a tiempo, creo que Federico y mi padre
nos habrían vuelto a apresar si no hubieran llegado.
Estos días han sido muy tensos. A mi madre le cuesta
adaptarse a su nueva vida, Matvey la está intentando ayudar,
es obvio que él tiene sentimientos por ella y que ella siente
algo de apego por él, no lo sé, lo que sé es que él es el único
que logra controlarla cuando le dan las crisis, sobre todo por
las noches. Ares la ha puesto en el ala que un día me
perteneció, no quería que estuviera en su antigua ala, la que
compartía con mi padre. He intentado hablar con ella sobre los
abusos que mi padre le infligió, no da su brazo a torcer, está
cerrada con ese tema.
En cuanto a la tortura de todos los que nos hicieron daño,
Ares aún no ha comenzado, se está tomando su tiempo. Lo
llama tortura psicológica, va a verlos todos los días, se queda
un rato con ellos y después se marcha sin decir nada. Quiere
esperar a establecer su nueva posición como Don de la
‘Ndrangheta, que todo esté más calmado para empezar a
torturar a nuestro padre. Matvey y Vasil van a ayudarlo, Iván
se ha abstenido de participar, dijo que prefería cuidarnos a los
niños y a mí. Está muy afectado desde que nos secuestraron, se
culpa por ello y, en parte, creo que tampoco quiere estar cerca
de Matvey. Quien ha estado muy insistente en conocer más
sobre la historia de Iván, aunque nadie le cuenta nada.
Ares me besa el vientre, sacándome de mis pensamientos.
Hoy cumplo seis semanas de embarazo, he estado muerta en
vida con las náuseas, la doctora dijo que adelantaríamos la cita
de la próxima ecografía y ver si llevo gemelos en mi vientre.
Se me escapa un gemido, Ares muerde el interior de mi
muslo, acercándose lenta y dolorosamente a mi entrepierna.
Apenas hemos tenido tiempo para nosotros, los únicos ratos
que hemos podido estar a solas me he quedado dormida. Me
gira con cuidado sobre el colchón y levanta mi culo, ya estoy
goteando por él, sintiendo esa enorme necesidad de tenerlo en
mi interior. Me baja las bragas muy, pero que muy, lento. Me
besa las caderas y las nalgas, luego me da una larga lamida en
mi coño.
-Te necesito, Venus.
-Y yo a ti, hermano.
No importa que vaya a convertirme en su esposa, no
importa que tengamos seis o diez hijos, siempre será mi
hermano mayor, mi gemelo. Y yo siempre seré suya.
Me penetra tan deliciosamente, tan duro y rápido. Se mueve
brusco, pero con cuidado, aún en su descontrol me cuida. Me
clava los dedos en las caderas y sé de inmediato que me dejará
marcas, unas marcas que adoro llevar en mi piel. Sale de mí
sin previo aviso, se sienta en la cama y me sube encima de él.
Me sujeta por el culo con sus manos apretando con fuerza mi
carne y ayudándome a subir y bajar por su longitud. Me
abrazo a su cuello, mi mejilla pegada a la suya, ambos estamos
jadeando y gimiendo. Extrañaba demasiado estar así con él,
tener este momento para nosotros. Ares me muerde el hombro,
mi orgasmo explota con tanta fuerza que empiezo a ver
pequeñas luces detrás de mis párpados. Su gruñido gutural me
avisa de que también se está corriendo.
-Tengo algo para ti- susurra sin aliento.
Agarra una caja de debajo de su almohada sin salir de mi
interior. Un precioso anillo de compromiso con una piedra
negra en su centro y algunas más pequeñas a ambos lados.
Toco la piedra con la yema de mi dedo corazón.
-Es una serendibita- me dice mi hermano- También es una
de las piedras preciosas más raras y valoradas del mundo, eso
eres tú para mí, amore. Dentro de mi locura eres mi única
constante.
-Ares… Te amo, es preciosa y me encanta.
Mi hermano agarra el anillo de la caja y lo desliza por mi
dedo índice derecho.
-Vas a ser oficialmente mía - me dice- Todos sabrán que
Ares Romano es tu dueño.
Esbozo una sonrisa, le clavo las uñas en la parte trasera del
cuello, haciéndolo gruñir.
-Creo que en cuanto crezca mi vientre sabrán que soy tuya
y para siempre, toda la eternidad- contesto.
Su beso es duro, su lengua entra en mi boca invadiendo
cada rincón. Me aprieta contra su cuerpo, sus brazos
rodeándome, acogiéndome en su calor. Pega su frente a la mía,
rompiendo el beso.
-Ponte el vestido, amore. Quiero presumir de mujer delante
de todos.
-Y después nos escapamos un rato para que vuelvas a
follarme.
-Cazzo, te adoro- pone su mano en mi vientre- Os adoro.
¿Y si son gemelos?
Pongo mi mano encima de la suya, le acaricio el dorso con
mi pulgar.
-Serán los gemelos más amados del mundo- respondo.
-Te doy mi palabra de que los cuidaré y los protegeré de
cualquiera que intente dañarlos.
Niego con la cabeza.
-No tienes que darme tu palabra, amore mio. Proteges a Gio
y a Eros, los cuidas y los mimas. Sé que también cuidarás a
este bebé, o estos bebés. Estoy segura de que son dos.
Me da un beso en la punta de la nariz.
-Los invitados deben estar a punto de llegar- me dice-
Vístete.
-Lo que ordene, Don- contesto con una sonrisa.
El vestido que Ares me compró ayer se ajusta
perfectamente a mis curvas, mis nuevas curvas. He notado
cómo mis caderas se han ensanchado y mis pechos parecen
algo más llenos. Mi cuerpo se está preparando para la vida que
crece en mi interior, no puedo esperar a ver mi vientre
hinchado. Me doy un último vistazo en el espejo antes de salir
del vestidor. Mi hermano parece molesto hablando por
teléfono, pasea de un lado a otro de la habitación. Luego
cuelga la llamada y suspira a la vez que se pellizca el puente
de la nariz.
-¿Ocurre algo?- le pregunto.
-Ramiro ha descubierto por qué la alarma de este área no
saltó cuando os llevaron a Eros y a ti.
-¿Y qué ha dicho?
-Lucio vio a Ramiro instalándola y avisó a padre, enviaron
a alguien para manipularla.
-Ese maldito bastardo- espeto.
Ares teclea en rápido en el móvil.
-¿A quién le hablas?- le pregunto.
-A Giulio, quiero que le dé una lección a ese pequeño hijo
de puta hasta que mañana vaya yo y me divierta con él.
-¿Hasta cuándo los vas a mantener con vida?
-A los Russo no mucho más tiempo, pero padre, su puta y
su bastardo aún van a sufrir.
-Hermano, mamá sufrió dieciocho años, la violó de forma
constante, la obligó a abortar…
-Sufrirá, te lo prometo.
Ares me rodea la cintura con su brazo y me da un beso en la
frente.
-Tienes que convencerla de que hable con el psicólogo- me
dice.
-Lo he intentado y cada vez que he sacado el tema sale
corriendo, literalmente. Matvey ha tenido que ir tras ella para
detenerla.
Mi hermano se separa de mí y me toma de la mano.
-Bajemos, los invitados ya deben estar en la sala- dice.
Y así es, cuando entramos en la sala de celebración, todos
los Dones, sus familias y los capos y sus familias nos reciben.
Mi hermano agarra mi mano con más fuerza, no todos están de
acuerdo con nuestra unión, pero tendrán que acatar las
órdenes. De todas formas, sólo son unos pocos y ninguno de
esos son capos de la ‘Ndrangheta. No me importa si les parece
bien que mi hermano gemelo y yo seamos algo más, no me
importa si les da asco o nos encuentran repulsivos. Ya nos
hemos ocultado durante mucho tiempo y no pretendo seguir
haciendo eso. En el acta de nacimiento de mi hijo ya figura
como Eros Romano, hijo de Ares Romano. Mauritio nos lo
consiguió a modo de disculpa por no habernos contado antes
sus sospechas sobre mi madre. La legalización de nuestro
matrimonio tardará un mes, el tiempo suficiente para organizar
una boda.
Carmela se acerca a mí con una sonrisa, vino de viaje, a
espaldas de su esposo, en cuanto le conté que mi madre había
regresado a casa. Al principio, mi madre no la recibió, no
quería verla ni tenerla cerca. Matvey me contó que ella ya no
era la misma mujer y que muchas cosas habían cambiado. Por
sus palabras, deduje que mi madre le ha contado todo lo que
mi padre le hizo. Carmela se terminó marchando a Roma sin
ver a mi madre, espero que hoy no ocurra nada entre ellas.
-Felicidades, cariño- me dice con un abrazo y un beso en la
mejilla.
Escucho un gruñido y ya sé quién es, la voz de Matvey
atrae mi atención. Está regañando a mi madre.
-Discúlpame, Carmela.
-Por supuesto, ve con ella- su voz apenas es audible.
Mi madre no le quita la vista de encima a Carmela a medida
que me acerco, dispara odio y resentimiento hacia ella, no
entiendo por qué. Siempre fue su amiga, su mejor amiga y la
única. Acuno su cara entre mis manos, su atención se fija en
mí.
-¿Qué te pasa?- le pregunto con suavidad.
Me toma de la mano para sacarme al jardín trasero, nos
sentamos en uno de los bancos cerca del jardín de flores.
-Me siento fuera de lugar- se sincera- No os conozco a Ares
y a ti, tenéis una vida juntos. Yo ya no pertenezco a este lugar.
-Claro que perteneces a este lugar, perteneces al lugar
donde están tus hijos, mamá.
Niega con la cabeza.
-Desde que erais pequeños supe que esto pasaría algún día,
pero pensé que estaría presente en cada paso que dierais. Y, sin
embargo, quien ha estado presente es Carmela- esto último le
sale con rabia.
Entrelazó sus dedos con los míos.
-Carmela no es nuestra madre y tampoco ha estado tan
presente. ¿Sabes quién ocupó mis pensamientos cada vez que
daba un paso importante?
-No.
-Tú, mamá. Dejé que mi pelo creciera tan largo para que
fuese como el tuyo, crie a Eros con el mismo amor que tú
intentaste mostrarnos a mi hermano y a mí y cuidé de Ares
como tú lo hacías. Nunca me fijé en otra mujer que no fueras
tú, ni siquiera en la abuela.
Una sonrisa se dibuja en su cara.
-¿De verdad no soy un estorbo?- pregunta.
-No- me rio con suavidad- Eres una manipuladora y sólo
querías oír estas palabras y si Ares tuviera un poco de empatía
contigo también te las habría dicho.
Mi madre se ríe, añoraba tanto su risa que lo hago sin
pensar, empiezo a hacerle cosquillas por la barriga, haciendo
que su risa suene más fuerte. Ella me abraza por encima de
mis hombros, apoyo mi cabeza en su pecho.
-Mi dulce niña- murmura- Siento haber estado tan distante
estos días, pero necesitaba tiempo para adaptarme.
-Te han tenido dieciocho años encerrada, lo entiendo,
mamá.
-Anoche, Gio se coló en mi habitación.
-¿Qué?- pregunto levantando la cabeza con rapidez.
Mi madre no parece enfadada, sino divertida.
-Me amenazó con clavarme su cuchillo, el que su papi Ares
le regaló si me atrevía a haceros daño a alguno de vosotros,
dicho por ella. ¡Oh! Incluyó su tío Iván.
Mi pecho vibra por la risa, Gio se ha vuelto demasiado
obsesionada con nuestra seguridad. Algún día será una buena
soldado de la ‘Ndrangheta, será la primera mujer en
convertirse en parte activa de nuestra familia y de toda la
mafia italiana.
-Ares y tú teníais razón con ella. No se parece en nada a
Tomasso, es igual a mi pequeño psicópata.
-Ya no es tan pequeño.
-No- contesta con una sonrisa- Ya tiene su propia familia.
-Mamá… Necesitamos hablar sobre lo que te pasó.
-No lo haré contigo, Venus. Jamás ensuciaré tu mente con
la maldad de Tomasso Romano.
-Pero…
-Matvey me escucha, es todo lo que necesito, cariño. Te
doy mi palabra de que no estoy afectada por todo lo que ese
cabrón me hizo.
-Te violó, mamá, en repetidas ocasiones.
Asiente con la cabeza.
-Lo bueno de no tener la capacidad de tener sentimientos es
que eso no me afecta como crees.
-¿Y cómo te afecta?
-Estoy muy enfadada, cariño. Se atrevió a tocar lo que me
pertenecía, sólo es un sentido de posesividad. Porque, al igual
que tu hermano, no me gusta que toquen lo que me pertenece.
Le doy un beso en la mejilla.
-Por eso estás así con Carmela- le digo- Crees que te ha
sustituido.
-Sí.
-No lo ha hecho, nunca lo hizo. Ella siempre nos hablaba de
ti.
-¿De verdad?
-De verdad, mamá.
Su mirada se fija en la oscuridad de la noche.
-Tu padre nunca logró romperme porque…
-No se puede romper lo que ya está roto.
Es interrumpida por la voz de mi hermano, se acerca a
nosotros y se agacha frente a nuestra madre, poniendo sus
manos sobre las rodillas de ella.
-Mi niño- le dice poniéndole una mano en la mejilla-
También lo intentó contigo. ¿Verdad?
-Muchas veces, pero nunca me doblegó.
-Y nunca lo habría logrado, también lo quiso hacer
conmigo. Como no pudo tener a la esposa sumisa que deseaba
se fue con esa puta.
Mi hermano sonríe.
-Quiero que mañana vengas conmigo al almacén- le dice-
Mereces tener tu venganza.
Se miran a los ojos, como si ambos estuvieran en la misma
página de un libro que sólo ellos conocen. En mi interior estoy
gritando de felicidad, por Ares, por mi madre y por mis hijos.
Grito de felicidad por la oferta de mi hermano, sé que nuestra
madre torturará a Tomasso Romano como merece.
Treinta y Tres
Ares
Todo acaba algún día. Siempre hay un final, la vida nunca
es eterna, pero si hay algo eterno es nuestro legado. El mío
quedará impreso en las páginas de la mafia italiana,
generaciones y generaciones de mis descendientes hablarán de
mí, de Morte. Hoy es el día que dejaré que salga y se divierta
con todo lo que tiene a su alcance. Cuchillos, pistolas, alicates,
agua… Cualquier cosa se convertirá hoy en un arma en mis
manos. Me ajusto la chaqueta del traje dando un suave tirón.
Escucho a mi mujer protestar, anoche apenas comió por las
náuseas del embarazo y ahora está hambrienta. La escucho
salir de la habitación dando un portazo.
Niego con la cabeza sonriendo, adoro verla así, embarazada
de mis dos posibles bebés y hermosa como siempre. Anoche le
hice el amor varias veces y creo que por fin puedo decir esto
con total convicción, ya no me la follo, ahora le hago el amor.
Y lo haré para el resto de mi vida. Venus es la única mujer que
he adorado y la única que alguna vez adoraré.
-¡Ares!
-Ya voy, mostriciattola.
Su pequeño cuerpo aparece en el umbral de la entrada al
vestidor. Tiene el ceño fruncido y una expresión molesta en la
cara. Me agacho en cuclillas frente a ella y aparto el pelo de su
ojo izquierdo para ponerlo detrás de su oreja.
-¿Qué ocurre?- le pregunto.
-Beatrice dice que ahora es mi abuela- contesta con
molestia.
-Mostriciattola, sólo te está provocando para que te enfades.
-Pero no me gusta- dice negando con la cabeza.
-Hablaré con ella. ¿De acuerdo?
-Vale.
Rodea mi cuello con sus pequeños y delgados brazos, la
aprieto contra mi cuerpo. Ella es mi pequeña, no sé cómo fui
tan estúpido de ignorarla durante casi cuatro años, debí haberla
conmigo llevado desde que nació.
-Vamos, tienes que ir con Eros.
-¿Te vas?
-Sí, voy a ir a hacer daño a los que atraparon a Venus y a
Eros.
Asiente con la cabeza a la vez que sonríe.
-Hazles mucho, mucho, mucho daño.
Le doy un beso en la frente como promesa, les haré mucho,
mucho, mucho daño. Empezando por Russo, mi madre se
encargará de mi padre, ella misma le hará sufrir por todo lo
que nos ha hecho.
Después de dejar a Gio con Eros y Celia, me dirijo al salón
principal. La risa de mi madre se cuela por mis oídos, mi ceño
se frunce de forma automática. El ruso ha estado coqueteando
con ella desde que se reencontraron y mi madre parece
corresponder a su coqueteo. No me gusta, mi hermana acaba
de recuperar a nuestra madre y no voy a dejar que el puto ruso
las aleje. Carraspeo llamando la atención de ambos.
-Cariño, te estábamos esperando- dice mi madre con una
sonrisa.
-¿Cuándo te largas de mi casa?- le pregunto al ruso.
Se pone de pie, sacando pecho, como si eso me fuese a
echar para atrás, de hecho, hago todo lo contrario, doy varios
pasos hacia adelante hasta que estoy frente a frente con él.
-Quiero que te largues hoy mismo- gruño.
-¿Y si no qué?- me desafía.
-Puedes imaginarlo.
Mi madre pone su mano en mi pecho y me echa hacia atrás.
-Mat puede quedarse todo el tiempo que desee, Ares. Es mi
invitado.
-¿Te follas a tu invitado?
-¿Algún problema con eso?- me pregunta de vuelta- Soy
una mujer adulta, cariño y dueña de mi cuerpo después de
veinticuatro años.
Niego con la cabeza y con mi dedo índice, mi madre sonríe.
-No vas a manipularme como hace Venus- le digo.
Inclina la cabeza hacia un lado.
-No intento manipularte, sólo te digo la verdad. Soy libre,
joven y quiero disfrutar de la vida, cariño. Mat es lo que
quiero ahora.
-¿Qué significa eso?- pregunta él.
-Que te dará la patada en cuanto se canse de ti- contesto-
Ojalá sea pronto.
Mi madre pone su mano en mi mejilla, me acaricia
suavemente con el pulgar.
-Déjame hacer esto, por favor. Necesito experimentar lo
mismo que tienes con Venus.
Cierro los ojos, respiro profundamente y suelto el aire.
-¿Te irás a Rusia?- le pregunto abriendo los ojos.
-No, mi hogar está aquí con Venus, vuestros hijos, Iván y la
pequeñas psicópata.
Asiento con la cabeza.
-Iván necesita una madre- le digo.
-Me encantaría ser eso para él.
-Tiene una…
Golpeo al ruso con mi puño antes de que pueda terminar
esa frase, cae de culo en el sofá. Mi madre se interpone entre
los dos, se pega a mi cuerpo en un intento de detenerme.
-¡Vuelve a decir una mierda así y te juro que te mato!- lo
amenazo.
Se limpia la sangre de la boca con el dorso de su mano.
-No importa, hermano. Tiene razón, ya tengo una madre.
-¡Maldita sea!- grito al oír la voz de Iván.
Me sorprendo al ver a mi madre dirigirse a mi hermano,
acuna la cara de él entre sus manos, aunque Iván es mucho
más alto que ella, lo intenta.
-Quiero que sepas que ni Venus ni Ares me han contado
nada sobre tu pasado, son leales a su hermano pequeño- Iván
sonríe levemente- No sé qué pasó, pero sí sé que una mujer
que abandona a alguien a quien mis hijos aprecian no merece
ser llamada madre.
Mi hermano se lanza al calor de sus brazos, cuando
empieza a sollozar, ella lo consuela como hacía con Venus
cuando era pequeña. Miro al ruso por encima de mi hombro.
-Eres hombre muerto- espeto.
-Tenemos que hablar en privado sobre él.
-Ahora no, tengo cosas importantes que hacer.
Me acerco a mi madre y a mi hermano, le doy un beso en la
cabeza a él.
-¿Vienes con nosotros?- le pregunto.
-No, prefiero quedarme aquí con Venus y los niños.
Asiento con la cabeza. Mi madre se agarra a mí,
entrelazando su brazo con el mío. El ruso nos adelanta al salir
de la casa, mi madre suspira.
-Que se enfade- mascullo- No es nadie aquí y no tiene que
hablar mierdas que no conoce.
-Eso también podría aplicarse a ti, cariño. Quizás él sepa
algo que nosotros no.
Emito un leve gruñido, no quiero hablar con él de nada que
tenga que ver con mi hermano.
Le abro la puerta de mi coche a mi madre, Morozov ya está
sentado en los asientos traseros. Rodeo el coche y me subo en
el lado del conductor, mi madre se gira para acariciar la rodilla
del ruso con su mano, él pone la suya sobre la de ella. Arranco
el motor enfadado, no me gusta la relación de mi madre con
ese stronzo.
-¿Conoces a los Vólkov?
Aprieto el volante con mis manos, no quiero oír su voz y
mucho menos si es para hablar de esa familia. Voy a obligar a
Iván a cambiarse el apellido.
-Tienes que conocer la historia de ellos- insiste- ¿Sabes por
qué no he podido destruir a la puta Bratva? Porque son
muchos, demasiados para mí.
-Cumpliré con la parte del trato que hiciste con mi madre,
pero no quiero oír nada de esa familia.
-Tienes que hacerlo, ese chico ni siquiera conoce un poco
de su propia familia.
Golpeo el volante con la palma de mi mano, haciendo sonar
la bocina.
-Ares, escúchalo- me pide mi madre.
-Los Vólkov tienen siglos de historia, el inicio de su poder
se remonta al siglo XVI, cuando se adoptó por primera vez el
título de zar, siglos y siglos de historia rusa, con otro apellido,
por supuesto. Antes se les conocía como Románov.
Mi ceño se frunce de forma automática.
-¿Románov?- pregunta mi madre- ¿Esos Románov?
-Sí. Anastasia, Rasputín, toda esa historia que todo el
mundo conoce. Los Vólkov son descendientes directos
del zar Nicolás II. La Bratva se originó en 1917 cuando el
último de los Románov se creía muerto, fue un antepasado de
ese chico quien la creó. Querían seguir gobernando Rusia,
pero esta vez lo harían en las sombras. Adoptaron el nuevo
apellido Vólkov, en ruso significa fuerte, ágil y valiente como
un lobo, así es como se veían. Eran unos engreídos, pensaban
que estaban por encima del bien y del mal, de ahí la caída del
último zar. Cada cabeza de familia que nació de los Románov
era cruel y despiadado, pero el peor siempre ha sido Gavril
Vólkov, el padre de tu hermano, abusó de todos sus hermanos,
los golpeaba y los encerraba en los armarios durante días.
Hubo una criada a la que violó en repetidas ocasiones, ella
huyó, dicen que con un bebé fruto de esas violaciones, aunque
nunca pudieron comprobarlo porque no la encontraron. Yo
tengo otra teoría de lo que pasó con ella.
-¿Cómo sabes todo esto?- le pregunto.
Por el retrovisor, veo a Morozov sonreír sin ganas.
-Porque yo era un niño cuando Gavril también abusó de mí,
de su propio hermano- contesta- Creé la Mafia Roja para
hacerle frente, mis otros hermanos y yo nos unimos en su
contra, nos cambiamos el apellido. Gavril mató uno a uno a
mis hermanos.
-¿Por qué te dejó con vida?
-Para demostrar su poder, sabía que nunca podría matarlo,
llevo años intentándolo y no he podido. Cuando conocí a tu
madre vi una oportunidad.
-Eres tío de Iván- afirmo.
-Sí, pero ese muchacho no se parece en nada a Gavril. Él es
como mi hermana, Vera, ella era de pelo castaño, ojos oscuros,
bondadosa y amable.
-¿Sigue viva?
-Viva y segura en un lugar que jamás revelaré. Es la única
familia que me queda. Gavril cree que la mató.
-No quiero que le cuentes nada de esto a Iván, ya ha sufrido
bastante por culpa de esa jodida familia.
-Quiero conocer su historia, saber cómo acabó aquí contigo.
Quiero saber por qué su hermano no lo busca.
-¿Su hermano?- pregunto confundido.
-Iván tiene un hermano mayor, Pavel. Será el próximo
Pakhan, cuando Gavril haya muerto.
-Quizás no le interese encontrarlo.
Morozov niega con la cabeza.
-Pavel no es como Gavril, es un buen hombre- dice.
-Hablas de él como si lo conocieras.
-Lo hago, al principio no confiaba en él, pero me demostró
que podía hacerlo. Quiere cambiar las cosas, odia a su padre
tanto como yo. Físicamente es un Vólkov, pero su corazón es
como el de Vera y Ludmila, su madre.
-¡Esa zorra abandonó a Iván a su suerte!- grito.
Doy un frenazo con el coche, mi madre se sujeta al
salpicadero. Me giro hacia atrás, apuntando a Morozov con mi
dedo índice.
-No la nombres delante de Iván, te juro que te arrancaré la
lengua.
-Hay algo que se nos escapa, Ludmila jamás habría
abandonado a un hijo suyo sin un motivo de peso.
-No me importan sus motivos, Iván estuvo a punto de morir
muchas veces, casi lo violan.
Morozov asiente.
-No la mencionaré- me asegura- Espero poder quedarme
unos días más aquí y conocerlo.
-Iván no quiere tener nada que ver con Rusia o con los
rusos, os odia a todos.
-Entiendo. No me acercaré a él.
Salgo del coche tan enfadado y molesto, tendré que
descargar toda mi ira con los cabrones que tengo encerrados.
La primera celda en la que entro es en la de Russo, lo he
mantenido atado de pies y manos todo el tiempo. Empiezo a
golpear su cara con mi puño, la irá no desaparece de mi
cuerpo, necesito más. Me estoy consumiendo por el odio a esa
zorra que abandonó a mi hermano a su suerte en un país que
no había pisado nunca antes, en una ciudad llena de peligros y
desconocidos, con un idioma del que no sabía ni una sola
palabra. Lo dejó solo con nueve años, un maldito niño
abandonado a merced de cualquiera. Incluso de mí, no sé por
qué lo salvé aquella noche, pero lo tomé como mío y no me
gusta que nadie toque lo que me pertenece.
Alguien me sujeta por los brazos, doy un fuerte grito para
que me suelten, quiero seguir golpeando a Russo.
-Principino, cálmate.
-Suéltame, mamá. Quiero matarlo.
-No así, lo harás rápido y tiene que sufrir por lo que hizo a
tu hermana.
Russo sonríe, sus dientes están llenos de sangre por todos
los golpes que le he propiciado. Mi madre y el ruso me sueltan
los brazos.
-Déjame a mí- me dice el ruso.
Observo cómo desata la cuerda de la muñeca derecha de
Russo, le agarra el brazo y lo dobla, luego golpea con la culata
de su arma y mucha fuerza el codo. Russo grita por el dolor.
-Nervio cubital- dice Morozov- Los golpes aquí duelen
como si te hubieras roto un hueso.
Lo golpea de nuevo, provocando otro grito y las lágrimas
de Russo. Morozov llama mi atención, se agacha en cuclillas y
le quita un zapato a Russo, pega el cañón de su arma en el
dedo meñique y dispara. Russo no deja de llorar y removerse.
-Busca siempre los puntos más dolorosos- me dice
Morozov.
-Cariño, voy a ir a ver a tu padre- me dice mi madre.
-Voy contigo- respondo.
Mi padre se encuentra en la celda al final del pasillo, dejé
que mis hombres lo encerraran con su puta y su bastardo, así,
cuando los torturase estarían todos juntos. Mi madre agarra el
pomo de la puerta, respira hondo y abre.
-Maldita zorra- murmura mi padre.
Mi madre fija su vista en la puta.
-Ares, déjame ir, por favor- me suplica.
Niego con la cabeza mientras me rio. Morozov se acerca a
la puta, la examina con atención, después mira a mi madre.
-Tenéis un cierto parecido físico- dice.
Mi madre sonríe.
-Supongo que Tomasso me buscó en otra mujer más
sumisa- contesta.
-¿Qué hace ese ruso en mi territorio?- pregunta mi padre.
Mi madre da un paso adelante.
-La ‘Ndrangheta le pertenece a mi hijo, ya no es tu
territorio, sino de él- le dice con seguridad- Y el ruso, como tú
lo llamas, está conmigo.
Morozov rodea la cintura de mi madre con su brazo. Los
observo atentamente.
-¿Te lo estás follando?- gruñe mi padre.
-Sí, anoche fue la primera vez y no pienso parar, Mat es
bueno en la cama.
-¡Eres mi esposa!- grita mi padre.
Mi madre lo sujeta por mandíbula con su mano.
-Nunca fui tu esposa, jamás me acosté contigo por voluntad
propia, como sí he hecho con Mat.
-Me perteneces, tu cuerpo es mío.
-No, querido. Ombra jamás te perteneció, Ombra no tiene
dueño, es libre como el viento.
El golpe que le da en la mejilla con su palma suena en toda
la habitación. Mi madre se quita la chaqueta y la deja a un lado
sobre la mesa, agarra un pequeño y afilado cuchillo y se lo
clava a mi padre en el hombro.
-¿Lo recuerdas?- le pregunta- Esto fue lo primero que me
hiciste, me clavaste un cuchillo en ambos hombros- lo saca y
se lo clava en el otro- Lo recuerdo todo, Tomasso, cada golpe,
cada corte, cada quemadura, cada violación, cada aborto. Me
tuviste dieciocho años prisionera, sometida a tus torturas, me
pegaste una maldita enfermedad venérea. ¿Te contagió esa
puta?
La sangre brota de los hombros de mi padre.
-Mamá- la llamo, me mira por encima de su hombro- Ve
con calma, tienes dieciocho años para torturarlo, puedes
quedártelo como mascota.
Ella sonríe, complacida por mis palabras. Me giro hacia la
puta, su cuerpo tiembla y llora más fuerte.
-No me hagas nada, por favor- suplica.
-No es una opción.
Saco mi arma, la primera bala va directa a su antebrazo. La
puta llora y se queja de dolor, mientras que su hijo me grita
que me detenga, algo que no haré. Agarro el otro cuchillo de la
mesa y empiezo a cortar su piel. Algo dentro de mí se va
calmando con cada corte nuevo que hago, tallo su piel en
profundidad. Horas y horas cortando su piel como si fuera un
trozo de papel. Un sólo corte más, eso es lo que me digo a mí
mismo, pero tampoco lo cumplo. Un dedo roto, luego otro y
otro más. No puedo detenerme y sé que debería. La voz de mi
madre es la que lo logra, le ordena al médico que atienda a la
puta cuando empiezo a alejarme de ella caminando hacia atrás.
Ahora es cuando debería volver a casa con mi mujer y
nuestros hijos, con mi hermano. Sin embargo, no puedo, el
bastardo también necesita mi atención. Agarro un cuchillo y
un soplete, sin previo aviso, corto su pecho desnudo de una
tajada y enciendo el soplete, introduzco la punta con la llama
dentro de él.
-Nunca debiste tocar a mi mostriciattola- le digo al oído-
Vas a estar mucho tiempo aquí, me divertiré tanto contigo,
hermanito.
La habitación de Russo me llama a gritos, Morte está
desatado, pero mis ojos se fijan en mi madre. Ella observa con
atención a mi padre, no dice nada, sólo mira mientras juega
con el cuchillo ensangrentado en su mano. De pronto, lo
levanta y le corta en una mejilla, hace lo mismo en su ojo
izquierdo. El bastardo grita cuando no soporta más el dolor.
-¡Manchaste la preciosa piel de mi niña!- le grita.
Veo a la puta fruncir el ceño.
-¿Así que tu esposo no te ha contado lo que su amiguito
Russo y él hicieron con mi mujer?- le pregunto.
Niega débilmente con la cabeza.
-¿Y tampoco sabías que ha estado siéndote infiel todos
estos años? ¿Tampoco sabías que violó a mi madre vez tras
vez? ¿Que la dejó embarazada y la obligó a abortar tantas
veces hasta que le dejó lesiones internas?- gruño.
-No sabía nada- contesta en un hilo de voz.
-¡No te creo maldita puta!- grito.
Aparto al médico de un empujón, agarro a la puta por el
pelo de la nuca e inclino su cabeza, nuestras caras quedan
pegadas.
-Eres tan culpable como él, pagarás por todo lo que hiciste.
Te reíste cuando mi padre la golpeó delante de ti, a ver si
ahora también tienes tantas ganas de reírte.
-¡No sabía que estabas allí!- llora.
-No importa, nunca deberías haberte metido en la cama de
Tomasso Romano. Pero tu ambición pudo más.
-Sólo tenía dieciséis años- llora- Perdóname.
-Nunca voy a perdonarte, no me importa la edad que
tuvieras, seguiste haciendo daño cuando ya eras adulta.
Incitaste a Martino a golpear a Venus, abandonaste a mi
hermana pequeña y dejaste que tu bastardo la golpeara.
Todo dentro de mí se revuelve, mi cabeza grita que la mate,
estoy tan sediento de venganza que no lo pienso más y dejo
que Morte se haga cargo. De un mordisco le arranco piel de la
mejilla, sus gritos no hacen más que aliviar a mi demonio.
Escupo en el suelo una mezcla de sangre y piel.
-Estás loco- murmura mi padre.
-Lo estoy, puedes darle las gracias a tu jodido padre-
contesto.
Mi madre se acerca a mí, limpia mi boca con la manga de
su jersey negro.
-Ordénale a Fabián y a Demarco que te ayuden a llevarlo a
la cámara de oxígeno- le digo.
Una sonrisa se dibuja en su rostro.
-Siempre quise una- dice.
Sus brazos rodean mi cintura. Sé que esto no borrará la
mierda que le hizo pasar, pero le dará a su propio demonio lo
que tanto desea. Venganza.
Treinta y Cuatro
Venus
Mi vientre ha crecido en los tres últimos meses.
Finalmente, llevo a un par de gemelos mellizos en mi interior,
crecen fuertes y sanos. Un niño y una niña, Eros y yo tenemos
a nuestro principino y Ares e Iván tienen a su otra principessa.
Gio es la única que se mantiene al margen, principalmente
porque no entiende mucho lo que significa todo esto, ella no
siente apego por dos bebés que no conoce, aunque siempre
está tocando mi barriga, incluso cuando está entretenida
mirando la televisión. Ha comenzado a llamarnos papá y
mamá a Ares y a mí, cosa que no nos molesta en lo más
absoluto. De hecho, prefiero que sea así, que crezca con dos
figuras paternas. Sus lecciones de cuchillo comenzaron esta
semana, primero aprenderá con Iván, Ares está muy ocupado
con su nuevo cargo de Don. Tiene que nombrar a un
consegliere en los próximos días. Yo sé a quién va a nombrar,
Iván ni siquiera se lo imagina, siempre ha creído que no lo
aceptarían por tener sangre rusa. Pero ningún Don se ha
opuesto a su nombramiento y, aunque lo hubieran hecho, Ares
no les habría hecho caso. Mi hermano e Iván han conseguido
expandir nuestro territorio más allá del Atlántico. La mafia
italiana ha recuperado territorios que se perdieron antaño,
ahora la ‘Ndrangheta es dueña de Nueva York, La Cosa Nostra
se ha quedado con Toronto en Canadá, la Casamonica con
Chicago, la Sacra Corona Unita con Los Ángeles y la Camorra
con Miami. Es por eso que los Dones no se han opuesto al
nombramiento de Iván como consegliere principal de la
‘Ndrangheta, gracias a él tienen nuevos territorios para hacer
negocios y hacer crecer sus fortunas.
-Estás preciosa.
Esbozo una sonrisa y me giro, Iván me mira de arriba a
abajo con una sonrisa. Hay tanto amor y ternura en sus ojos, se
limpia las lágrimas con el talón de su mano.
-Nuestro hermano se va a volver loco cuando te vea- dice
entre risas y lágrimas- Tendré que llevarme a los niños para
que no vean a sus padres haciendo cosas guarras.
Mi pecho vibra por la risa, me froto el vientre.
-A estos no puedes llevártelos- le digo.
-Dame tiempo y lo haré.
Rodeo su cuello con mis brazos, él hace lo mismo por mi
cintura.
-Me cuesta creer que este momento haya llegado- le digo.
-Pues créetelo, principessa. Hoy te conviertes en la esposa
de Ares Romano, tu hombre.
Doy un grito interno de felicidad. Por fin ha llegado el día
de mi boda. Mi madre y Carmela me han ayudado a
organizarla, he mimado y cuidado cada detalle, cada más
mínimo detalle. Las flores, los asientos, la comida, los
invitados. Quería algo pequeño y romántico, es broma, quería
que todo el mundo se enterase y he invitado a casi toda la
mafia italiana. Los Dones, capos, sus familias, los irlandeses a
los que mi hermano conoció, a los rusos amigos de mi madre.
La prensa del país estará presente, Ares dio una rueda de
prensa para informar sobre la desgracia que asoló a nuestra
familia. Les dio información falsa, dijo que nuestro padre, su
esposa y su hijo habían sido secuestrados y asesinados por los
mismos hombres que habían secuestrado a nuestra madre hace
dieciocho años. También les dijo que ella le había confesado
que él era adoptado, para así poder contar que nos íbamos a
casar. Obviamente, hubo un silencio incómodo, muchos decían
que nos habíamos criado como hermanos y que eso era
incesto. Los periodistas que dijeron algo así desaparecieron al
día siguiente. Mi hermano ha conseguido lo que padre nunca
pudo, controlar los medios de comunicación del norte de Italia,
la policía ha sido comprada. Está creando un lugar seguro para
nosotros y nuestros hijos.
-¡Mami!
Iván sonríe y se hace a un lado. Gio abre la boca cuando me
ve con mi vestido de novia.
-Pareces una princesa, mami.
-Gracias, amore mio. ¿No deberías estar con tu padre?
Abre los ojos como platos y sale corriendo de la habitación.
Ares quería que tanto nuestra madre como Gio lo
acompañaran al altar, yo quería lo mismo, pero con nuestro
hijo y con nuestro hermano, Iván y Eros me entregarán a él.
Mi hijo entra por la puerta con las mejillas sonrojadas y
jadeando.
-¿Gio te ha hecho correr?- le pregunta Iván.
Mi hijo asiente con la cabeza.
-Mamma, estás bellísima.
-Mia vita, te amo.
Eros toma mi mano izquierda, entrelazo mi brazo con el de
Iván y asiento con la cabeza. Estoy lista para ser entregada a
mi hombre, a mi demonio.
Toda la ceremonia y la fiesta serán celebradas en la
mansión, las renovaciones acabaron hace una semana, justo a
tiempo para la boda. Mi madre volvió a su antiguo ala,
Morozov volvió a Rusia para encargarse de su trabajo, pero
ayer regresó por sorpresa para estar presente en la boda. Debo
reconocer que es un buen hombre y que hace feliz a mi madre,
cuando él está a su alrededor ella no deja de sonreír.
Demarco y Fabián abren las puertas del jardín de atrás con
una sonrisa.
-Enhorabuena señora Romano- me dicen los dos.
-Gracias.
Mi voz sale más temblorosa de lo que pretendía, los nervios
están a flor de piel, estoy a punto de contraer matrimonio con
el único hombre que he amado toda mi vida, mi alma gemela y
el amor de mi vida. Iván me asiente con la cabeza, respiro
hondo y suelto el aire varias veces.
-Estoy lista- le digo.
La música empieza a sonar, cada vez que he escuchado esta
canción he pensado en Ares, en cómo me hace sentir, en todo
lo que me da y en todo lo que hace por mí y nuestra familia. Él
es mi razón de todo, soy lo que soy gracias a él.
-Calum Scott- dice Iván.
Asiento con la cabeza. Cada vez estamos más cerca de mi
destino, mi amor.
-You are the reason siempre me hace pensar en Ares y en
nosotros, en lo que somos y en lo que eso significa para el
mundo.
-El mundo ardería en llamas si te volvieran a tocar un solo
pelo- la voz de mi hermano llega hasta mí- Morte nació para
proteger a su diosa.
Nos detenemos frente a él, sus ojos brillan por el deseo y el
anhelo de tenerme en exclusiva. Iván y Eros le entregan mis
manos, que toma sin dudar, acerca su boca a mi oído para
susurrarme.
-Hoy luces más hermosa que nunca, amore. Sólo pienso en
el momento de tenerte a solas para mí y hacerte todo lo que te
gusta.
Mi sonrisa es instantánea.
El momento del sí quiero llega después del discurso del
oficiante. Ares desliza la alianza por mi dedo y yo hago lo
mismo con su alianza.
-Oficialmente mía- dice antes de darme un apasionado beso
en los labios.
No hay nada ni nadie a nuestro alrededor, sólo nosotros,
justo en este momento que tanto había soñado. Ahora dormiré
y despertaré en sus brazos cada día, cada noche, cada maldito
segundo de la vida pertenezco y perteneceré a Morte. Ares me
toma por la cintura con un brazo y me pega a su cuerpo, mi
barriga se pega a su cuerpo.
-Tengo tantas ganas de llevarte a nuestra habitación y verte
desnuda- susurra en mi boca- Quiero adorar cada centímetro
de tu piel, besarla y marcarla.
-Te amo, amore mio.
La boda duró horas, tengo los pies adoloridos y cansados,
mi cuerpo me grita que descanse. Pero la anticipación por mi
noche de bodas me tiene tan despierta como un búho. Miro mi
reflejo en el espejo, compré lencería de encaje esta semana,
quería darle una sorpresa a Ares, mi esposo. Mi corazón late
rápido cuando me refiero a él de esa forma. Lo sigo amando
como hermano, pero ahora, el título de esposo es el que tiene
más fuerza para mí.
Mi boca se abre cuando salgo del vestidor y veo la
habitación a oscuras, iluminada únicamente por la tenue luz de
las velas, hay pétalos de rosas negras esparcidos por el suelo y
la cama. Sus brazos me rodean por detrás, posando sus manos
en mi barriga, besa mi hombro izquierdo.
-Creí que no eras romántico- le digo.
-Esta noche lo mereces. ¿Los gemelos están dormidos?
Giro la cabeza para mirarlo. Devora mi boca de inmediato,
haciéndome gemir. Me empuja con su cuerpo hacia la cama,
donde me deposita con sumo cuidado. Da un paso atrás, su
boca se curva en una sonrisa.
-Me encanta esa lencería, amore. Pero no va a durar mucho
en tu cuerpo.
Así es, en cuanto pone sus manos en mis muslos me
despoja de las bragas y el sujetador a juego. Recorre con su
boca cada parte de mí, mis caderas, mi vientre, mis pechos.
Soy un juguete en sus manos y se siente tan bien ser amada y
manejada por el mismísimo Ares Romano. Mi piel se eriza
cuando su lengua toca mi necesitado clítoris. Sus dedos
aprietan la carne de mis muslos, haciéndome gemir, me
muerde y lame los labios de mi coño. Me siento vacía y lo
necesito dentro de mí. Parece leer mis pensamientos, me gira
para ponerme en cuatro, no tarda ni un sólo segundo en mojar
su polla con mis fluidos. Ambos gemimos de placer cuando se
mete hasta el fondo de mi vagina. Dejo caer mi cabeza al
colchón, mis gemidos son tan fuertes como nunca.
Ya no tienes que esconderte, ahora todos saben que estás
follando con tu esposo.
Me repito una y otra vez en mi mente. No importa que
alguien nos escuche, no importa si alguien se da cuenta de que
Ares y yo estamos follando. Es mío, mi esposo.
-Esposo- gimo.
Me folla más fuerte, de pronto me agarra por la garganta y
me levanta, pega mi espalda a su pecho. Me ayuda a
estabilizarme con su mano libre sujetando mi vientre.
-Repite lo que has dicho- me exige- Repítelo- gruñe.
-Morte, esposo- mi voz sale en un susurro.
-Me voy a correr, amore.
Va en busca de mi clítoris, con sus dedos lo pellizca y
estallo en un fuerte orgasmo.
-Mi esposa- susurra en mi oído mientras se corre.
Una lágrima solitaria cae por mi mejilla.
-Somos libres, amore. Ahora todos saben que perteneces a
Ares Romano, Morte está feliz.
Ares me tumba con cuidado en la cama, acto seguido, se
acuesta a mi lado. Me acurruco en su pecho, esto se siente
muy bien.
-Venus.
-¿Sí?
-¿Esto es la felicidad?
Una sonrisa se dibuja en mi cara.
-¿Sentir como si un ejército de unicornios rosas fueran a
salir de tu pecho?- le pregunto.
-Algo así.
-Sí, amore mio, esto es la felicidad.
-Entonces soy feliz.
Me subo a horcajadas a sus caderas, su polla sigue tan dura
como al principio.
-No celebramos nuestro cumpleaños- le digo.
-¿Dónde quieres ir de viaje? Te llevaré a cualquier lugar de
este país.
-Quiero un viaje familiar, todos necesitamos descansar y
divertirnos. Gio nunca ha visto la playa y a Eros le encanta.
-Elige un sitio, pero que no sea fuera de Italia, aún
necesitamos estar a salvo.
-Hace mucho tiempo que nadie va a la casa de Calabria.
-¿Quieres ir a Scilla?
-Sí, allí tenemos playa privada y seguiremos en nuestro
territorio.
-Nos iremos pasado mañana.
Doy un grito de felicidad, hace tanto tiempo que no salimos
de viaje. Eros va a ponerse muy feliz cuando sepa que nos
vamos a la playa y mi principessa se pondrá a dar saltos
cuando le enseñe fotos del lugar al que vamos a ir.
-¿Cuánto tiempo estaremos allí?- le pregunto.
-Lo que tú desees, pero si decides estar más de un mes
tendremos que hablar con el hospital de la ‘Ndrangheta de allí
para que sigan el embarazo.
Asiento con la cabeza varias veces, no puedo dejar de
sonreír.
-Quiero estar un mes como mínimo, hace mucho tiempo
que no salimos de viaje y desde allí puedes hacer tu trabajo y
nombrar a Iván tu consegliere.
-¿Quieres que hagamos una pequeña fiesta allí para celebrar
su nombramiento?
-¡Sí!- chillo.
Ares se ríe.
-Me encanta verte así, Venus, no tienes ni idea de las cosas
que me haces por dentro.
-Te amo, Ares. Este ha sido uno de los mejores días de mi
vida…
Me callo rápidamente, agarro una mano de Ares y la pongo
en mi barriga, su sonrisa no tarda en salir.
-Se mueven- dice.
Es la primera vez que sentimos a los bebés moverse. Ares
me pone de espaldas en el colchón y pega su boca a mi
barriga.
-Hola, piccoli, soy papá.
Los bebés se mueven de nuevo.
-Te reconocen, amore mio.
-Por supuesto que lo hacen, son chicos inteligentes.
-¿Has pensado en algún nombre?
-Sí. ¿Quieres seguir con la tradición de mamá?
-¿Llamarlos como los dioses griegos?- mi esposo asiente-
Sí, llevamos nuestros nombres por su obsesión con ellos y
Eros igual, lo nombré así para tenerla presente.
-Hades y Perséfone- dice mirando el movimiento en mi
barriga- A ellos les gusta.
-Hades y Perséfone Romano. Me gusta mucho- frunzo el
ceño- Amore.
-¿Sí?
-Nuestros cuatro hijos serán temidos por todos. ¿Y si
alguno de estos bebés hereda tu trastorno?
-Nos tendrá a nuestra madre, a Gio y a mí para enseñarle.
Nunca estará solo.
-Como lo estuviste tú.
-Sí.
-Lo odio por habernos arrebatado a nuestra madre.
-Lo sé.
Atraigo su atención acariciando su nuca suavemente, sus
ojos se posan en los míos.
-Te amo, Ares. Ahora y siempre estaré a tu lado sin
importar lo que hagas o digas.
Escala por mi cuerpo hasta llegar a mi pecho, rodea mi
barriga con su brazo y apoya la cabeza en mi pecho. Su
respiración se relaja cuando se queda dormido. No puedo
imaginar lo solo que ha debido sentirse, ahora con Gio a su
lado parece más feliz, y, aunque parezca un monstruo por lo
que estoy pensando, deseo con todo mi corazón que uno de los
gemelos tenga su psicopatía. Sé que Ares lo ayudará a
encontrar su camino, como está haciendo con
nuestra principessa.
Epílogo
Ares
La llamada con Morozov me ha dejado enfadado y confuso.
No sé cómo voy a contarle a Iván toda la verdad sin que me
odie. Hace meses que sé la verdad sobre su origen, su familia.
La puta siempre lo discriminaba por no tener sangre azul,
como ella decía, y resulta que Iván es el único de nosotros que
de verdad ha pertenecido siempre a la realeza, a la rusa. Suelto
un suspiro largo, tengo que contárselo todo. Acerca de
Morozov, de su vínculo sanguíneo con él y sobre lo que acaba
de contarme. Los Vólkov son unos verdaderos monstruos y
esa zorra que sólo sirve para parir hijos desgraciados no se
libra, por mucho que se justifique diciendo que sólo quería
proteger a Iván.
La risa de Gio y de Eros llega a mí desde la playa. Me giro
en mi silla de cuero, las puertas de cristal del despacho tienen
vistas a la playa donde mis hijos juegan en libertad y mi mujer
descansa tomando el sol. Su barriga ya está enorme, veintidós
semanas de embarazo, seis meses. Me la he follado cada día,
verla así me tiene duro la mayor parte del tiempo. En lo único
que pienso cuando no estoy trabajando es en llevarla a la cama
y meterme dentro de ella, del calor de su coño. No se queja,
las hormonas han subido su libido, su deseo sexual está por las
nubes. Algunas madrugadas me despierta chupándome la polla
para después montarme, hasta que se corre y se vuelve a
dormir.
Mierda, mi polla está dura y goteando por ella. La necesito
y no es un buen momento.
-Cazzo.
Me giro abruptamente al oír la voz de Iván, tiene cara de
asco mientras mira mi erección.
-No debería haber entrado sin llamar- dice.
-En efecto, deberías haber llamado, ahora te jodes.
Pone los ojos en blanco.
-¿Qué quieres?- le pregunto.
-Los irlandeses quieren hacer negocio.
-Eres mi consegliere. ¿Qué opinas?
-Que deberíamos, quieren de nuestra droga, su antiguo
proveedor les está fallando demasiado y están cansados.
-Bien, que el abogado redacte el contrato y se lo envías tú.
Pregúntales cuánta cantidad necesitan y acuerda un precio
razonable para ambos.
Iván asiente. Todos nuestros capos están más que
satisfechos con su desempeño como consegliere, no es para
menos, sus fortunas se han visto aumentadas por las ideas de
mi hermano. Es un maldito as en los negocios, tanto en los
legales como en los ilegales. Hemos inaugurado algunos clubs
nocturnos para blanquear dinero, dos de ellos en Calabria. Ni
siquiera llevamos cinco meses al mando y hemos logrado que
la ‘Ndrangheta suba de nivel, ahora somos la mafia más rica y
poderosa de Italia. Sólo tenemos a los japoneses por delante
para serlo del mundo. Esto lo sé gracias a Gianluigi, el
bastardo conoce los secretos de las otras mafias. Hace un mes
que fue nombrado Don, Mauritio decidió retirarse y descansar
junto a Carmela, se dedican a viajar y vivir su vida. La
relación entre mi madre y Carmela ha ido mejorando, están
intentando retomar la amistad que tenían, aunque a mi madre a
veces le dan celos cuando ve a Venus siendo demasiado
cariñosa con Carmela.
Iván sale del despacho, echo la cabeza hacia atrás y suspiro
cerrando los ojos. Tengo que decírselo, no puedo callarme esto
por más tiempo y la nueva información sólo empeora las
cosas. Cuando se entere querrá correr hacia el foco de la
noticia y no tendré otra opción que acompañarlo, no lo dejaré
solo en esto. Pondré en sus manos todos mis recursos, ahora
tiene su propia ala de la casa y es dueño de una parte, Venus y
yo decidimos que así fuera cuando el abogado nos informó
que la parte de nuestro padre había pasado a ser de nosotros y
nuestra madre nos cedió la suya. Ya que ahora pasa más
tiempo en Rusia que en Italia.
La puerta corredera se abre, Gio entra, cierra y se sube a mi
regazo.
-¿Qué ocurre, mostriciattola?
-Papi, quiero comer pasta con mucha carne, pero mami dice
que aún es temprano y Celia no tiene la comida preparada.
Se cruza de brazos haciendo morros con la boca, lo hace
cada vez que algo le molesta, sobre todo cuando quiere algo y
Venus se lo niega. Es cuando recurre a mí, sabe que no puedo
negarle nada.
Acuno su cara entre mis manos y le doy un beso en la
frente.
-Vamos a ver qué podemos comer de la cocina. Aunque no
lo creas, Celia no tiene superpoderes para hacer la comida más
rápido- le digo.
Ella se ríe, he descubierto algo y es que la risa de mis hijos
me ayudan a callar las voces de mi mente cuando necesito que
lo hagan.
Me levanto de la silla de cuero con Gio en mis brazos,
mientras ella me cuenta las cosas que ha estado haciendo en la
arena con Eros, los castillos tan increíbles que han construido
y el enorme agujero que han hecho, me dirijo a la cocina.
-Y Fabián se cayó en el agujero- dice riéndose.
-¿Cómo se cayó?
-Lo tapé con una toalla y Eros lo hizo correr detrás de él.
Mi pecho vibra por la risa, estos dos han descubierto el
mundo de las travesuras ahora que somos libres. Demarco y
Fabián son el foco principal, ellos se lo toman bien, a veces les
devuelven las bromas, lo que sólo provoca que Eros y Gio se
rían más fuerte.
Celia se ríe y niega con la cabeza cuando nos ve entrar en la
cocina, desliza un plato con un trozo de pizza de anoche por la
encimera.
-Vino antes con la señora Venus persiguiéndola- me dice-
Intentó subirse en la encimera para alcanzar la carne cruda.
Miro a Gio, que mira hacia otro lado como si esto no fuese
asunto suyo.
-No puedes comer la carne cruda- le digo.
-¿Por qué?
-Te hará daño en el estómago. ¿Recuerdas cuando comiste
tanto chocolate?- asiente con la cabeza- ¿Quieres volver a
sentir ese dolor?- ahora niega.
-Vaaaale, papi. No comeré carne cruda.
Suspiro fuerte, el hambre de mi mostriciattola es insaciable.
Está todo el día corriendo y subiéndose a todos lados, la
pediatra dijo que todo era normal, es una niña en crecimiento y
es muy inquieta.
La dejo sentada sobre la encimera, no duda en agarrar el
trozo de pizza y comer. Eros entra corriendo en la cocina.
-¡Papà! Yo también tengo hambre.
Celia se ríe.
-Esta es la consecuencia de estar todo el día jugando en la
playa- dice sonriendo.
-¿Hay más pizza?- le pregunto.
-Sí, en el microondas hay dos trozos más, Don.
Caliento un poco los dos trozos en el microondas, de fondo,
escucho a mi hijo susurrar a Gio que luego tienen que ir a la
habitación de Fabián a robarle su radio para comunicarse con
mis otros hombres. Mi boca se curva por un lado, tendré que
avisar a mis hombres de esta travesura y estén alerta,
seguramente, mis hijos finjan que están en peligro.
Saco la pizza del microondas y se la entrego a Eros, parte
uno de los trozos por la mitad y le entrega uno a Gio.
-Piccoli- los llamo- Tengo que ir a trabajar, obedeced a
mamá y a Iván. ¿Entendido?
Los dos asienten mientras comen su pizza.
-Envía a alguien a buscarme cuando la comida esté lista- le
digo a Celia.
-Sí, Don.
Camino de vuelta al despacho, pero en último momento,
me desvío hacia el camino de la playa. Venus e Iván están
sentados en una toalla en la arena hablando animadamente de
algo.
Me siento por detrás de mi mujer, rodeando su cuerpo con
mis piernas. Le doy un beso en el hombro.
-Tienes la piel caliente y hueles a mar- le digo.
-Mierda, Ares, ve a hacer eso a otro lado donde yo no esté-
se queja mi hermano.
Venus se ríe.
-Tenemos que hablar, hermano- le digo a Iván.
-Iva a ir ahora a hablar con Kavanagh.
-No es sobre eso, es algo que sé desde hace meses y tú
también deberías saber.
Frunce el ceño confundido.
-¿Sobre qué?- me pregunta.
Venus se mantiene expectante, siento que las palabras
quieren brotar de mi boca y, por otro lado, no quiero hacerlo
porque sé lo que sucederá. Pero debo hacerlo, Iván merece
conocer su propia historia, saber lo que está pasando en Rusia.
-¿Qué ocurre, Ares?- me pregunta.
-Es sobre los Vólkov.
Su mandíbula se tensa, se levanta de un salto.
-No- dice con firmeza- No te atrevas a nombrarlos.
-Tienes que escuchar, hermano.
Niega con la cabeza, ya tiene lágrimas luchando por salir de
sus ojos y me odio por ser el causante de ellas. Ojalá no
tuviera que hablar de esto, ojalá pudiera llevármelo a la tumba.
Sin embargo, no puedo, si se entera por otro lado de esto me
odiará para siempre. Me levanto de la toalla, me coloco frente
a él y pongo mis manos sobre sus hombros.
-Estoy aquí, siempre lo estaré. Eres mi hermano y eso no
cambiará por un jodido apellido- le aseguro- Pero debes
escucharme, es muy importante todo lo que tengo que decirte.
-Por favor- me suplica con la voz rota.
Venus se pone en pie para abrazarlo por el costado.
-Somos tus hermanos y eso no lo cambiará nadie- le dice-
Escuchemos lo que Ares tiene que decirnos, tus problemas son
los nuestros, tus alegrías son las nuestras y tus penas las
lloramos contigo.
-Está bien- su voz sale temblorosa.
-No sé si conoces el origen de tu familia.
Empiezo a contarle cada dato y detalle que Morozov me dio
hace meses. Le cuento sobre su ascendencia Románov, por
supuesto, no tenía ningún tipo de conocimiento sobre esto. La
expresión de su rostro es de total confusión, pareciera como si
no estuviera entendiendo ni una sola palabra de lo que le digo.
Continúo con la parte que sé que lo hará estallar en rabia. Le
hablo de Morozov y su lazo sanguíneo con él, sobre cómo
Gavril trató a cada uno de sus hermanos y cómo dejó sólo con
vida a Morozov y otra hermana, aunque de esta última no
conoce su verdadero estado vital, ya que Morozov la tiene en
un lugar seguro.
-¡Estás mintiendo!- me grita- ¡No es nada mío!
Lo sujeto con fuerza por los hombros, niega con la cabeza a
la vez que llora desconsolado.
-Ojalá estuviera mintiendo, hermano. Pero esta es la
verdad, tu verdad.
-¿Por qué mi madre no me dejó con él?- llora.
-Porque es una zorra mala- espeta Venus- Y porque si lo
hubiera hecho no te habríamos conocido y me alegro de que
no te dejara con Mat.
-Morozov no tiene ninguna intención de acercarse a ti si tú
no quieres- le digo- Me dio su palabra de que respetaría tus
deseos.
-No quiero a ese ruso cerca de mí. No quiero a ningún ruso
a mi lado.
-Hay algo más.
Se ríe sin ganas.
-Tienes tres hermanos- le digo.
-¿Tres? La última vez conté uno.
-Entonces conoces a Pavel- le digo.
-De vista. No se me permitía acercarme a él, de hecho, no
se me permitía hacer nada más que permanecer oculto en la
habitación contigua a la criada, Lena.
-Cazzo- gruño.
-Mi madre venía cada día a verme, me contaba un cuento
por las noches para dormirme, me decía cuánto me amaba y
que ojalá pudiera estar conmigo cada segundo del día. Hacía
promesas que nunca cumplía, era todo mentira, si me hubiera
querido de verdad habría luchado por mí, no me habría dejado
abandonado a los nueve años en un puto país que no conocía.
-Iván, hay una razón por la que te cuento todo esto. Tus
otros dos hermanos, han sido abandonados en pleno bosque al
norte de Rusia. Vasil estaba vigilando la casa y vio a alguien
salir con los chicos, los siguió dos horas, fueron hasta la
frontera del país para abandonarlos a su suerte.
-¿Qué?- pregunta sollozando- ¿Ha abandonado a otros dos
hijos?
Asiento con la cabeza.
-Estaban desnudos- le informo.
Parpadea varias veces.
-A estas alturas, en Rusia, debe hacer frío y debe haber
nieve- dice.
-Sí, los abandonaron para que murieran- le digo.
-¿Dónde están?
-Con Morozov y mi madre, ahora están a salvo.
-¿Pero?
-No es seguro para ellos seguir en Rusia.
Se aleja un poco de Venus y de mí, mi mujer entrelaza sus
dedos con los míos. Iván murmura algo en ruso mientras pasea
de un lado a otro y se pasa los dedos por el pelo.
-Tengo que hacer algo- me dice deteniéndose- No puedo
mirar hacia otro lado como hicieron conmigo.
-Vamos a ir a por ellos y los traeremos a nuestra casa- le
aseguro.
-Mierda- solloza- Tengo dos hermanos de los que
desconocía su existencia.
-Levka y Lena, tienen dieciocho y dieciséis años
respectivamente.
-Levka y Lena- dice sonriendo- ¿Crees que les gustaré?
Venus suelta mi mano, se acerca a él y le pone las manos en
el pecho.
-La persona que no te adore tiene un serio problema mental,
hermano- le dice- Ve a por ellos y tráelos a casa.
Iván le da un beso en la frente y la abraza.
-Voy a ir a por ellos. Traeré a mis dos hermanos a su
verdadero hogar.
-Iremos, hermano. Ares e Iván contra todos- le digo con
una sonrisa.
Mi hermano se lanza a darme un fuerte abrazo. Tengo que
ir con él y asegurarme de que se mantendrá a salvo, no me
importan esos chicos, pero él sí y no dejaré que nada ni nadie
lo vuelva a dañar. Morte será su guardián.
Nunca había pensado que mi vida sería así, plena, siempre
viví entre el caos y el odio. Dudo mucho que esta calma dure
para siempre, pero disfrutaré de cada momento hasta que
toque volver a la lucha, a la guerra. Iría a mil guerras por
defender a mi familia. Ayer fuimos Venus y yo, hoy es Iván y
pasado serán mis hijos. No importa cuántas veces tenga que
mancharme las manos con la sangre de mis enemigos, no
importa las balas que tenga que disparar, no importa las vidas
que tenga que quitar. Nada de eso importa si la vida de mi
familia está en juego. Ellos por delante de todo y de todos.
Ares Romano no descansará hasta ver a todos nuestros
enemigos en ruinas, hasta verlos perecer como la lluvia en un
día de sol. Morte está más vivo que nunca y dispuesto a
cualquier cosa.
Próximo Libro
Primer Spin Off de la Serie Lazos de
Sangre
Lo traicionaron, fue abandonado por ser diferente a lo que
se esperaba. Tuvo que aprender a sobrevivir solo en un país
extranjero, unas calles que nunca visitó, gente que hablaba en
otro idioma. Alguien lo salvó, le dio lo que siempre deseó: una
familia. Pero había algo que le faltaba, así que fue a buscarlo y
lo que encontró era mucho peor de lo que una vez pudo
imaginar. Dos corazones rotos que había que reparar, dos
chicos demasiado jóvenes que luchaban por sobrevivir. Se los
llevó con él. Aunque eso supusiera una guerra contra la
Bratva.

Iván Vólkov:
A los nueve años fui abandonado en un país lejano del que
nací. Mi madre me dejó a mi suerte en las calles de Milán,
pero un demonio con cara de ángel me salvó de ser abusado
sexualmente por un transeúnte. Se convirtió en mi hermano,
me hizo parte de su familia. Todo lo que tengo y todo lo que
soy se lo debo a él. Ahora necesito su ayuda para liberarlos a
ellos y ganar la guerra contra la Bratva. Siempre deseé una
familia propia, tener hijos y alguien que me amara y me
cuidara. Lo conseguí de quien menos esperaba. Levka y Lena
provocaron algo dentro de mí, un instinto de protección, de
posesividad, celos que jamás había sentido.

Lena Vólkov:
Me abandonó con un niño, Levka y la criada, de la cual
llevo mi nombre, me cuidaron. Hasta que ella fue asesinada
por Gavril, mi padre, el de Levka y Pakhan de la Bratva. Fue
cuando Levka se hizo cargo de mí, me alimentó con la poca
comida que nuestra madre nos daba a escondidas. Levka me
enseñó lo que la criada le había enseñado, lo poco que aprendí
fue gracias a él. Levka es mi mundo, o eso creía. Iván apareció
para salvarnos, mi mundo se expandió, comencé a ver la vida
de otra forma. A Levka no le gustó que alguien nuevo llegara,
pero aceptaría cualquier cosa que yo quisiera.

Levka Vólkov:
No me gusta. Lena siempre fue sólo mía, ahora tenía que
compartir a la niña que crie con él. Ella parecía feliz con Iván,
no podía negarle eso, mi pequeña ya había sufrido demasiado.
Pero quería protegerla de cualquier mal, por eso acepté ir con
él. Sabía que Lena no sobreviviría sin mí, sus días seguirían
siendo tristes y grises. Ella había nacido para dar luz a este
mundo, ella era mi luz. Mi solnyshko. Si tenía que aprender a
tratar a Iván lo haría por ella. Así comenzó todo, por ella. Por
Lena.

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