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Psicología de la Personalidad

Tema 3: Otras Aproximaciones al Estudio de la Personalidad


1. La Crítica a los Rasgos
Se podría decir que, en general, la psicología dimensional de la personalidad, ha prestado más
atención a los productos de la conducta que a los procesos que dan lugar a la misma. Por ello no es
raro que Mischel, realizara una crítica feroz al concepto de personalidad.
Walter Mischel, a través de su libro “Personality and Assessment”, hizo una revisión de la evidencia
empírica de la relación entre rasgo y conducta a partir de la obra de Hartshone y May sobre la
honestidad. Así, Mischel llegó a las siguientes conclusiones, que constituyen la base del
situacionismo:
a) El presupuesto de no-robustez: el carácter moral no es invariable en un amplio espectro de
situaciones relevantes para la manifestación del rasgo, sino que el carácter moral es específico
para cada situación.
b) El presupuesto de la consistencia: que el carácter moral de una persona sea consistente a través
del tiempo debe entenderse como la consistencia de un rasgo dependiente de una situación, y
no como la consistencia de un rasgo en un abanico de situaciones relacionadas (carácter
transituacional). La estabilidad temporal no implica consistencia.
c) El presupuesto de fragmentación: el carácter moral de una persona no tiene la integridad
valorativa que sugiere el presupuesto de integridad. Puede existir una consideraba la falta de
unidad en el carácter moral de una persona de una situación a otra.

2. El Problema de la Consistencia
Uno de los aspectos más polémicos en Psicología de la personalidad, y pieza clave para la posible
evaluación de la misma, ha sido el problema de la consistencia. La consistencia hace referencia a la
similitud en la conducta de una persona a través de diferentes situaciones. Los teóricos de la
personalidad, interesados en su diagnóstico y evaluación, consideran que la conducta de los
individuos es consistente y que esta consistencia es explicada en términos de factores de
personalidad subyacentes. Estos factores pueden ser evaluados y «predecir» con ello las posibles
conductas de un individuo en determinadas situaciones.
Un aspecto importante a considerar son los distintos tipos de consistencia conductual, ya que, en
ocasiones, el distinto significado del concepto de consistencia puede llevar a confusión tanto a sus
defensores como a sus críticos. Hampson señala la existencia de cuatro tipos de consistencia:
1) La consistencia tipo A: e refiere a cuando las conductas y situaciones comparadas son las
mismas. Por ejemplo, realizar un mismo cuestionario de personalidad en idénticas
condiciones de prueba.
2) La consistencia tipo B: hace referencia a una misma conducta comparada en situaciones
diferentes. Por ejemplo, realizar un mismo cuestionario de personalidad en dos situaciones
distintas de prueba: la primera vez, en solitario, y la segunda vez, en presencia de compañeros
que observen la realización.
3) La consistencia tipo C. Este tipo de consistencia exige que las conductas sean diferentes en
situaciones idénticas. Por ejemplo, en una reunión social una persona busca grupos
numerosos de gente, y en otra reunión idéntica se muestra muy hablador; ambas conductas
apuntan a un mismo factor de sociabilidad.
4) La consistencia tipo D: hace referencia a conductas distintas en situaciones diferentes. Por
ejemplo, una persona puntúa alto en un cuestionario que mide extraversión y en una reunión
se muestra locuaz.
En general, tanto las teorías multirasgo como las de rasgo único apelan a la existencia de los cuatro
tipos de consistencia mencionados. Los tres primeros comprenden aquellos fenómenos que las
teorías pretenden explicar manifiestamente, mientras que la consistencia tipo D constituye el tipo
racional que se utiliza en la predicción de la conducta y que se asienta en la evaluación de la
personalidad.
Precisamente, las principales críticas que han recibido los teóricos de la personalidad apuntan en la
dirección de que no existe la defendida consistencia conductual en sus diferentes tipos.
El crítico más poderoso a las teorías de los rasgos y estados va a ser Mischel, quien criticó el concepto
tradicional de personalidad basándose en una gran cantidad de evidencia experimental que
demuestra, entre otras cosas, cómo la hipótesis de la consistencia conductual ha sido hipertrofiada
por los teóricos de los rasgos y estados.
Mischel examinó el problema de la consistencia conductual en diferentes áreas, tales como la
inteligencia, la personalidad, estilos cognitivos, etc., haciendo referencia a los distintos tipos de
consistencia. Así consideró que en el área de la personalidad la consistencia tipo B y C no habían sido
demostradas. Efectivamente, la gente no se comporta siempre de forma similar en situaciones
diferentes (tipo B). Esta inconsistencia puede ser explicada por variables situacionales que ejercen
una influencia sobre la conducta más importante que los factores de personalidad. Por otra parte,
consideró que las estimaciones de personalidad estaban deformadas por el «rasgo» categorizador
de los evaluadores, que, por tanto, las invalidaba, invalidando con ello la supuesta consistencia tipo
C.
Por último, en lo que se refiere a la consistencia tipo D, Mischel revisó las correlaciones entre las
puntuaciones en los tests de personalidad y la conducta real, y llegó a la conclusión de que cualquier
dimensión de personalidad inferida a partir de un cuestionario se relacionaba con casi cualquier
criterio externo que implicase respuestas que no hubiesen sido muestreadas por un cuestionario.
Esta correlación que oscilaba entre 0,20 y 0,30 y que se encontraba de forma reiterada fue
denominada «Coeficiente de personalidad».
Así, pues, consideró que la insistencia en establecer la consistencia tipo D había sido un rotundo
fracaso. Por tanto, sólo podíamos confiar en la consistencia tipo A para predecir una conducta. De
tal forma que la conducta sólo es un predictor de sí misma y no un predictor de otras conductas o un
signo de un factor de personalidad subyacente.
Ante estas críticas de Mischel se tambalean los estudios de los teóricos de la personalidad, dirigidos
a descubrir una supuesta estructura interna de la persona que permitida inferir la conducta de un
individuo en situaciones diferentes y que están basados en la hipótesis subyacente de que esta
personalidad debe ser algo estable.
Mischel puso de manifiesto que, en muchas ocasiones, los factores situacionales eran más
importantes que la personalidad en la determinación de la conducta.
De esta postura polémica de Mischel van a derivar dos corrientes teóricas que defenderán puntos
contrapuestos. Una afirmará que sólo un mínimo de personas son lo suficientemente consistentes
en sus conductas para que pueda hablarse de factores disposicionales. La otra va a considerar que,
en contra de lo que se ha asegurado, las personas son más consistentes en sus conductas.

3. El Situacionismo de Mischel
El situacionismo propone que la conducta está en función tanto de la persona como de la situación.
De esta forma, los teóricos del aprendizaje social como Bandura y Walters y Mischel ponen el énfasis
en los factores ambientales como determinantes de la conducta.
La idea de un situacionismo radical fue abandonada relativamente pronto incluso por sus propios
formuladores. A pesar de ello, las reformulaciones que supuso fueron de gran importancia para la
psicología de la personalidad. Por ejemplo, hizo que se volviese a tener en cuenta las aportaciones
de la psicología social y las aclaraciones y reformulaciones a la consistencia, a la especificidad, a lo
generalizable y a lo particular.
Recientemente los teóricos situacionistas han reformulado su modelo admitiendo la influencia de
variables cognitivas que influyen sobre la percepción de las situaciones, lo que ha dado pie a las
teorías cognitivas del aprendizaje social.
El situacionismo de Walter Mischel establece que el comportamiento de una persona está
influenciado por dos factores: los atributos específicos de una determinada situación y la forma en
que la persona percibe la situación. En oposición a las teorías cognitivo-sociales tradicionales,
Mischel explicó que una persona únicamente se comporta de manera similar cuando es altamente
probable que estas acciones produzcan los mismos resultados. Remarcó que tenemos diferencias
individuales, por lo que nuestros valores y expectativas deben ser tenidos en cuenta en la predicción
del comportamiento y la personalidad de una persona.
Según Mischel, existen cinco variables de la persona que contribuyen a las condiciones de una
situación determinada. Son utilizadas para predecir cómo es más probable que se comporte una
persona:
1) Competencias: nuestras aptitudes intelectuales, así como también nuestras habilidades
sociales.
2) Estrategias cognitivas: las diferentes percepciones de un determinado evento. Por ejemplo,
lo que puede ser "amenazador" para ti puede ser "desafiante" para otra persona.
3) Expectativas: los resultados esperados de los diferentes comportamientos, obtenidos por la
persona dentro de su mente.
4) Los valores subjetivos: el valor respectivo de cada resultado posible de diversos
comportamientos.
5) Sistemas de autorregulación: el conjunto de reglas y normas a las que las personas se adaptan
para regular su comportamiento.
Finalmente, Mischel considera que la personalidad en sí no existe y que nuestros rasgos son
simplemente estrategias cognitivas o cosas que hacemos por nosotros mismos para obtener el tipo
de recompensa que deseamos.

4. Las Críticas al Situacionismo


Posterior al situacionismo de Mischel fue la crítica de Bowers, en la cual puso de manifiesto la
debilidad metodológica del situacionismo, argumentando que se centra más en las circunstancias
bajo las cuales cambia una conducta que en investigar la estabilidad de la misma. Asimismo considera
un error buscar en las situaciones las causas de la conducta, y que lo acertado sería un acercamiento
interaccionista que tenga en cuenta a ambos.
Según Bowers, la asimilación de la teoría E-R del situacionismo con una estrategia metodológica
experimental era incorrecta:
a) Las variables independientes (lo que manipula el experimentador) no son necesariamente
estímulos ambientales: también puede existir una disposición interna que le hace al sujeto
comportarse de una forma u otra. Por tanto, la personalidad también puede ser una variable
independiente.
b) La metodología experimental favorece y busca el cambio, no la consistencia. Es decir, manipula
al sujeto para que su conducta sea diferente entre distintas situaciones.
Además, la mera observación de regularidades empíricas no supone una verdadera explicación
causal. Que un estímulo A provoque una respuesta B (𝐴 → 𝐵) no quiere decir que siempre que se
dé A vaya a ir seguido de B; es decir, no existe una relación causa-efecto entre los dos eventos.

5. El Interaccionismo Moderno
El interaccionismo constituye un intento por resolver la división entre la aserción conductista de que
la personalidad es una variable dependiente y la concepción tradicional de que la personalidad es la
causa de la conducta de un individuo.
Dentro del interaccionismo surgen dos corrientes, por un lado la nueva psicología interaccional
de Endler y Magnuson, y por otro la teoría de la interacción conductual de Staats.
El interaccionismo de Endler y Magnuson tiene un número definido de atributos. El primero hace
referencia a la interacción multidireccional o feedback entre el individuo y la situación. El segundo
afirma que el individuo es un agente interaccional y activo en esta interacción. El tercer y el cuarto
principio afirman que los factores cognitivos son los determinantes esenciales de la conducta,
influyendo también en esta los factores emocionales. A su vez afirman que la consistencia de la
conducta a lo largo de las distintas situaciones está en función de la opción individual a la situación.
Por otro lado, la necesidad de congruencia entre la medida del rasgo y la situación permitió
establecer el principio de que la personalidad es consistente, pero al mismo tiempo específica.
Efectivamente, los interaccionistas mantienen que más que hablar de consistencia se debe hablar de
coherencia.
La conducta es predecible sin que sea necesariamente estable en términos absolutos ni relativos;
podemos decir que hay coherencia en la conducta, puesto que sigue unas leyes.
La consistencia se explica por la uniformidad de las situaciones en las que elige comportarse el
individuo. Depende de las situaciones en las que haya elegido involucrarse un individuo, podemos
inferir cuáles son las características personales de esa persona en concreto.
El rango de conducta de una persona, aunque estable y predecible, puede diferir del de otra persona
en diferentes situaciones.

6. Críticas y Limitaciones del Interaccionismo


Una de las principales críticas al interaccionismo es la falta de especificación del proceso de
interacción entre persona y situación.
Además, también se ha criticado la utilización de diferentes conceptos de interacción, como por
ejemplo la interacción mecánica o estructural y la interacción dinámica o de proceso.
La investigación empírica se ha centrado exclusivamente en la interacción mecánica a través del
análisis de varianza.
Finalmente, el interaccionismo presenta limitaciones metodológicas, constituidas principalmente por
el hecho de que el modelo interaccionista es un corredor de espejos: existen un conjunto de
interacciones infinitas.

7. El Constructivismo
El constructivismo afirma que el sujeto que conoce es activo en el proceso de conocimiento y en su
producto. Los fundamentos se pueden encontrar en los planteamientos del estudio de percepción
que hizo la Gestalt, en los que mostró la importancia que tenían las estructuras mentales en la
percepción.

Los estudios de Barlett mostraron que el recuerdo de los sujetos era tanto reproductivo como
productivo, y que los sujetos distorsionaban los hechos originales de tal forma que se imponían
formas personales a las historias recordadas. (Piaget) Conocer es asimilar y adaptarse, no
meramente copiar y reflejar lo real como un simple espejo.

La propuesta básica del constructivismo es que las estructuras psicológicas del sujeto están siempre
presentes en el conocimiento, y que las representaciones cognitivas se producen siempre en el marco
de la experiencia y la acción sobre el mundo. Las estructuras psicológicas construyen de forma
personal los conocimientos que la persona desarrolla.

La construcción personal se basa principalmente en la organización individual de la información


recibida. La organización cognitiva difiere tanto por sus contenidos como por su forma de
organización. La construcción de la información se refiere a la organización peculiar que la
información tiene en cada persona.

El concepto de consistencia en el construccionismo establece que el comportamiento consistente es


algo construido por el observador, más que algo manifestado por el individuo. Es decir, somos
nosotros los que atribuimos a las personas la consistencia, somos nosotros los que creemos ciertas
cosas, sean ciertas o no.

La tarea del psicólogo de la personalidad, entonces, es explicar cómo se derivan las inferencias de
consistencia o inconsistencia a partir de la conducta.

8. Las Teorías Implícitas de la Personalidad


Todas las personas somos de alguna manera teóricos de la personalidad. Cualquier persona tiene
presupuestos y conocimientos de cómo son y cómo actúan las personas. Estos conocimientos son de
tipo implícito; es decir, nunca se han tematizado o hechos conscientes, a pesar de que buena parte
de ellos hayan sido utilizados frecuentemente.

8.1. Las Bases de las Teorías Implícitas de la Personalidad


Un estudio empírico que muestra la existencia de las teorías implícitas de la personalidad fue el
efectuado por Egon Brunswik en Alemania antes de la guerra. Su estudio consistía en presentar a
estudiantes de psicología fotos de soldados a los que solo se les podía evaluar el rostro. A cada sujeto
fotografiado se le daba una puntuación en una escala de inteligencia y en otra de amabilidad.
Previamente, Brunswik había evaluado ambas categorías de los soldados mediante tests. Los
resultados aparecen en la figura:

r = 0,07

r = 0,00 r = 0,62

r = 0,28

Los datos indican que la relación real entre amabilidad e inteligencia es inexistente (𝑟 = 0,00), pero
que la relación entre la amabilidad y la inteligencia inferidas es muy alta (𝑟 = 0,62), lo que indica la
tendencia a la gente a suponer que la inteligencia y la amabilidad tienden a ir unidas (a covariar). Las
teorías implícitas de la personalidad (TIP) son grupos de variables psicológicas que se consideran a ir
unidas.
Los sujetos tienden a considerar la covariación de las conductas como un hecho, de forma que
implícitamente se asume que la conducta tiende a formar bloques o grupos de comportamientos
asociados entre ellos.
Las teorías implícitas de la personalidad Modelo de la organización implícita de rasgos
pertenecen a la estrategia del
conocimiento humano que ante la Incansable:
Curioso:
ausencia de información suficiente extrae Susceptible
Introvertido
y extrapola de la información disponible Cambiante
Pesimista
aquella que le falta y necesita. Las TIP Versátil
Poco sociable
Agresivo
juegan su función aportando la Ansioso
Excitable
información necesaria que le sirve a la
persona para orientar su conducta. Sociable:
Calmado:
Emocionalmente estable
Aunque siempre utilizamos teorías Pasivo
Despreocupado
Reservado
implícitas de la personalidad, su uso es Impulsivo
Tranquilo
diferencial. Son más formales mientras Líder
Controlado
menos información tenemos de la Optimista
persona.

8.2. Funciones de las TIP


La existencia de las TIP proviene de la necesidad de intervenir y actuar en ausencia de información
relevante, cuando falta algún tipo de información que debe ser completada. Tienen tres funciones
básicas:
1) Una función resumen. Una gran cantidad de información puede ser resumida en uno de sus
elementos que sirve como factor resumen del resto.
2) Una función ampliadora. Cualquier información es tratada de forma que se obtiene a partir
de ella todo el resto de información contenida en la TIP y que inicialmente no se ha
suministrado.
3) Una función orientadora de la conducta. Sirve para completar la información relevante que
se necesita para actuar cuando se ha recibido una información parcial. Sin las TIP gran parte
de la conducta estaría caracterizada por la incertidumbre.
Por estas razones, las teorías implícitas de la personalidad son sistemas de cognición que operan
activamente en todo momento y afectan a todas las personas.
8.3. El Proceso de las TIP
● El Modelo de Asch
Este modelo está inspirado en la psicología de la Gestalt y mantiene que la formación de la
información necesaria para poder actuar adaptivamente se adquiere por un proceso gestáltico
consistente en la obtención de una visión global a partir de la información suministrada. Así, si se
proporciona dos tipos de información en la que ambos grupos difieren solo en un término, el
resultado de ambos conjuntos puede ser marcadamente diferente.
● El Modelo de Bruner y Tagiuri
Ante una información fragmentaria y parcial, el sujeto evoca un conjunto de datos en forma de matriz
de asociaciones que forma una unidad. Esta matriz de asociaciones, de rasgos que tienden a covariar
conjuntamente según el sujeto, es la Teoría Implícita de la Personalidad.
El dato inicial sirve para activar una unidad de información a partir de la cual se infieren las
informaciones necesarias para poder organizar la conducta. La información dada sirve para activar
una unidad de información referida a la conducta de las personas; a partir de tal unidad se infieren
las informaciones adecuadas para predecir, ampliar u organizar la propia respuesta ante la
información que inicialmente se ha proporcionado.

9. Los Prototipos Cognitivos


La teoría de prototipos es una teoría desarrollada en el marco de la psicología cognitiva y la lingüística
cognitiva que pretende ofrecer un modelo de categorización, alternativo al modelo tradicional
basado en la lógica aristotélica, donde se consideraba que un individuo que pertenecía a una clase
no podía tener características pertenecientes a otras clases.
Frente a la creencia común en que las categorías son homogéneas y discretas, la teoría de prototipos
propone una concepción de las categorías como heterogéneas y no discretas, en las cuales habría
algunos miembros más representativos de la categoría que otros. Los miembros más representativos
de cada clase se llaman prototipos, de ahí el nombre de la teoría.
A partir de diversos experimentos, Eleanor Rosch llegó a la conclusión de que no todos los ejemplares
que un sujeto agrupaba en una misma categoría resultaban “buenos ejemplos” de esa categoría, lo
que mostraba que en las clases existían miembros más prototípicos que otros y que no era posible
definir una categoría por condiciones necesarias y suficientes, como se venía haciendo.
El prototipo fue definido por Rosch como el ejemplar más representativo de una categoría, el que
más rasgos comparte con el resto de miembros de esta y menos con los de otras categorías. A su vez,
las categorías no se conciben como clases discretas, es decir, con límites definidos, sino con unos
límites difusos, en los que se encontrarían los miembros periféricos de las categorías vecinas, cuya
transición sería gradual.
Otro de los hallazgos de la teoría de los prototipos concierne a la jerarquía de las relaciones
semánticas. Los experimentos de Rosch probaron que el “término medio”, es decir, el elemento que
se encuentra en el punto medio de una escala de relaciones es el más representativo de la categoría
y, por tanto, el prototípico.
Además, los prototipos tienen unas determinadas características:

― Se caracterizan más rápido los miembros prototípicos que los no prototípicos.


― Los miembros prototípicos son los que primero aprenden los niños.
― Los prototipos se constituyen en puntos de referencia cognitiva.
― Es común que al enumerar los miembros de una categoría, los prototipos se nombren en
primer lugar.

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