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DIOS UNO Y TRINO JAVIER HEREDIA – DIGNOO LOPEZ 17/01/2023

EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPÍRITU SANTO


Introducción
En este apartado hablaremos acerca de la tercera persona de la Santísima Trinidad, el
Don como lo menciona San Agustín.
Detallaremos o trataremos de explicitar el por qué el nombre de DON, la relación de
amor que tiene con el Padre y el Hijo.
Las diferentes reflexiones que presentan acerca del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo comunión de amor
Se cae en algunos tropiezos al momento de hablar del Espíritu Santo, ya que desde las
reflexiones teológicas anteriores hemos tratado de las dos otras personas de la Trinidad.
En el Nuevo Testamento aparece la persona del Espíritu Santo.
Esta dificultad ha surgido desde los primeros tiempos de la historia.
Hilario de Poitiers, evita hablar comprometidamente más allá de su existencia,
divinidad, donación y sus nombres.
Gregorio nacianceno, habla de la revelación del Espíritu Santo.
Basilio, la forma de ser del Espíritu Santo.
Las causas de estos problemas es el olvido del Espíritu y su función dentro de la historia
de la salvación, como desconocimiento de su función.
Ahora es un gran signo positivo el dedicarnos a tratar sobre la pneumatología.
Teología católica actual – sin la actuación del Espíritu Santo no se explica la vida de
Jesús, ni de la Iglesia ni del cristiano.
El Espíritu Santo también cumple su función dentro de la historia de la salvación
conduciendo a los hombres al misterio pascual de Jesús.
El Espíritu Santo se halla unido al Padre y al Hijo, en la formula bautismal y en las
diferentes confesiones de fe de la iglesia.
Nuevo Testamento – Espíritu Santo como don de Dios mismo, el don por excelencia a
los hombres.
Espíritu Santo – persona más cercana a nosotros y la más exterior de Dios.
Espíritu Santo – es expresión de la unión y amor del Padre y del Hijo.
El Espíritu Santo como don
Nuevo Testamento – Espíritu Santo como enviado, dado, etc.
Hechos de los Apóstoles – denominación de “don”.
DIOS UNO Y TRINO JAVIER HEREDIA – DIGNOO LOPEZ 17/01/2023

En la tradición ha identificado al Espíritu Santo como don de Dios.


El Espíritu Santo es el don constante, permanente.
El Espíritu Santo universaliza, actualiza e interioriza.
El Espíritu Santo como amor de Dios derramado en nuestros corazones, que nos es dado
día a día.
El Espíritu Santo es el don en nosotros, Dios en los hombres.
El Espíritu Santo es el “éxtasis” de Dios.
El Espíritu Santo aparece sobre todo en su dimensión histórico-salvífica.
Por la acción del Espíritu Santo se acepta la palabra divina y se cree en Jesús.
La relación del Espíritu como don de Cristo resucitado es constante en la tradición.
La pneumatología cristiana quiere en todo momento salvar la unidad de la historia de
salvación y por tanto contempla al Espíritu como unido a Cristo, que se hace presente en
la Iglesia y en los cristianos.
La consideración del Espíritu como don del Padre y del Hijo muestra la unidad de la
Trinidad – unidad de la economía de la salvación.
El Espíritu no es dado mas que cuando Cristo es Señor.
El don del Espíritu es una realidad interna del creyente.
El Espíritu pertenece por tanto especialmente el ser “don”, porque puede a la vez estar
en todos, en la cabeza y en los miembros.
“Don” nombre personal del Espíritu Santo
San Agustín – por qué se llama don al Espíritu Santo, si antes no había sido dado en un
momento determinado.
Santo Tomás – don en cuanto tiene la aptitud de ser dado.
Compete por tanto a la persona divina ser dada y ser así Don.
Santo Tomás – que el Espíritu es dueño de sí y es, poderoso para gozar de sí mismo (se
aleja un poco de la idea bíblica).
El Espíritu en el Nuevo Testamento es activo mediante sus dones, que son sus propias
manifestaciones.
Santo Tomás – don en comparación a quien lo da y a quien es dado.
El amor comporta sobre todo donación gratuita.
Amor como don primero y gratuito.
Santo Tomás – vía del amor, siendo el amor mismo que procede como el don primero.
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El Espíritu Santo procede del Padre como amor (don).


Se entorna una concepción clásica de “fecundidad” pero si hablamos del Espíritu Santo
es una fecundidad hacia fuera.
El Espíritu como don en el creyente y en la Iglesia
La gracia de Dios en el hombre, está ligada a la persona del Espíritu Santo.
El don del Espíritu en la Iglesia y a los creyentes en el día de Pentecostés como acto
gratuito de Dios.
El Espíritu perfecciona la creación realizada mediación del Hijo.
El Espíritu de Jesús como espíritu de filiación al hombre.
Se infunde fuera de Dios para introducir en la vida misma de Dios a los hombres.
El Espíritu es don a la Iglesia.
San Ireneo: “Donde está la Iglesia allá está el Espíritu de Dios, y donde está el Espíritu
de Dios allí está la Iglesia y toda gracia, pues el Espíritu es la verdad”.
El Espíritu santifica constantemente a la Iglesia. El Espíritu lleva asociado el gozo y la
fruición. El Espíritu es don de Dios en persona en cuanto por él gozamos de Dios.
El Espíritu Santo como amor del Padre y del Hijo
El Nuevo Testamento aclara que el Espíritu Santo es el Espíritu del Padre y del Hijo.
El Espíritu Santo se presenta en diversas situaciones como factor esencial de la unidad
de los cristianos, de común entre sí y con Dios.
El Espíritu Santo aparece con estas características claras de vínculo entre Dios y los
hombres y entre los hombres entre sí.
Teniendo la experiencia del don que la Iglesia ha recibido, podemos tener acceso a este
profundo aspecto de la vida divina intratrinitaria.
El Espíritu Santo como amor en la tradición
San Agustín – el Espíritu Santo unido expresamente al amante y al amado.
Hilario de Poitiers – el Espíritu recibe de los dos.
El Espíritu don a los hombres, ad extra, se convierte en don mutuo del Padre y del Hijo
ad intra.
El mayor don de Dios es el amor y a la vez el mayor don de Dios es el Espíritu Santo.
Espíritu y amor se identifican. El Espíritu es la caridad por la cual se aman el Padre y el
Hijo, porque es de los dos.
El Espíritu es así una cierta comunión consustancial del Padre y del Hijo.
Ricardo de San Víctor – línea de amor interpersonal.
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El Espíritu al ser el amado del Padre y del Hijo, es el amor en que los dos participan.
Buenaventura – el Espíritu es producido por modo de liberalidad.
Buenaventura – el amor mutuo que se comunica es el amor más perfecto.
El Espíritu está hecho para unirnos.
El Espíritu nexo del Padre y del Hijo realizan en la historia de la salvación la unidad
entre los cristianos.
Se usa el verbo amar y equivalentes para expresar el modo de comportarse de aquel que
procede por modo de amor.
Es llamado amor porque procede por esa vía.
El magisterio y la reflexión teológica contemporáneos
Juan Pablo II – encíclica Dominum et vivificatem, clara explicación del Espíritu como
don.
Don y amor características inseparables de la persona del Espíritu.
El Espíritu Santo cierra y redondea el círculo del ser de Dios como amor.
El Espíritu sella la unión del Padre y del Hijo y el amor de los dos produce el fruto de la
tercera persona.
El Espíritu es el centro del misterio divino.
Amor, la característica más relevante de Dios.
Precisamente el Espíritu es que hace que se fomento el diálogo entre Dios y los
hombres, y, un sentido sobre todo de comunión con Dios mismo.
La procesión del Espíritu Santo
Hemos visto algunas ideas fundamentales sobre la procesión del Espíritu Santo, pero
antes es importante tener presente algunas posturas que se han manifestado del Espíritu
Santo.
La precesión del Espíritu Santo en Oriente y Occidente.
Una referencia que es inevitable tener presente es la de Jn 15, 26.
Orígenes: el Espíritu Santo es el primero de los seres que vienen a la existencia por
acción del Padre mediante el Hijo.
Tertuliano: ha usado la formula, del Padre mediante el Hijo, pero no es del todo seguro
que no se refiera a la donación del Espíritu Santo ad extra.
Atanasio: utiliza un esquema: el padre es luz, el Hijo resplandor, el Espíritu Santo nos
ilumina. El Espíritu Santo procede del Padre, aunque es enviado y dado por el Verbo.
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Gregorio Nacianceno: del padre provienen las otras dos personas, no para estar
confundidas, sino unidas. Usa la metáfora de la lampara que enciende una segunda, y
por media de esta una tercera.
Cirilo de Alejandría: aparece la idea del Espíritu como propio del Hijo, que es de él y de
él recibe. Todo proviene del padre por parte del Hijo.
Máximo Confesor: señala que el Espíritu Santo, por su naturaleza, tiene su origen del
Padre por medio del Hijo engendrado. «Por la fe recibimos que hay una diferenciación
entre la generación y la ekpóreusis u origen del Espíritu Santo.
La teología occidental ha seguido otro camino: Ambrosio, afirma que el Espíritu Santo
procede el padre y del Hijo.
Agustín: el padre y el hijo constituye un solo principio del Espíritu Santo, que procede
así de los dos. Pero el principal es el Padre, porque si procede del Hijo es porque el
Padre le ha dado esa posibilidad.
Para san Anselmo: Para san Anselmo de Canterbury la unidad y la consustancialidad del
Padre y del Hijo comporta necesariamente que el Espíritu Santo proceda a la vez de los
dos. Si el Hijo es Dios como el padre, de él ha de preceder también el Espíritu Santo.
Ricardo de San Víctor: la procesión del Espíritu Santo se hace por la comunión del
Amor, como en la del Hijo entra la comunión del Honor.
San Buenaventura: relaciona la procesión del Espíritu Santo del padre y del Hijo con el
hecho de que procede como don.
Santo Tomas: el nombre propio del Espíritu Santo es de suyo común; ello se debe a que
procede por la vía del amor. Las personas sólo se distinguen entre sí por las relaciones.
Ahora bien, las relaciones no pueden distinguir a las personas sino en cuanto son
opuestas.
La doctrina de la procesión del Espíritu Santo por la vía del amor lleva a la misma
conclusión: el amor procede del verbo, porque no podemos amar una cosa si no en
cuanto la aprehendemos por la concepción, de la mente. El Espíritu Santo, al proceder
por el amor, ha de tener una relación de origen respecto del Verbo.
En Occidente, del dato “económico” del Espíritu don del Padre y del Hijo se ha pasado
al dato inmanente de la procesión de los dos.
El “Filioque” en los símbolos y el Magisterio.
Lo encontramos ya en el credo de Victricio de Rouen, discípulo de Ambrosio, finales
del siglo IV.
En el concilio de Toledo, 589, en la profesión de fe católica de Recaredo (antes arriano)
se lee: “Igualmente el Espíritu Santo ha de ser confesado por nosotros y se ha de afirmar
que porcede del padre y el Hijo”.
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El concilio IV de Toledo del 633, afirma una vez más que el Espíritu Santo no es ni
creado ni engendrado, sino procedente del Padre y del Hijo.
Los latinos no han hecho del Hijo la causa del Espíritu Santo, sino que han afirmado la
procesión por medio de él, y así han mostrado la identidad de la esencia.
La teología carolingia ha insistido fuertemente en el Filioque, mientras que el papa León
ha tenido una actitud mas moderna. Insiste en la monarquía del Padre, la única causa de
la divinidad, de él viene tanto el Hijo como el Espíritu Santo.
En el concilio Lateranense IV, dice que el Espíritu Santo procede de ambos.
La constitución acerca de la Trinidad procede eternamente del Padre y de Hijo, y no
como dos principios, sino de uno solo.
En el aula se leyó la profesión de fe de Miguel Paleologo: “Creemos también en el
Espíritu Santo, Dios verdadero, pleno y perfecto, que procede del Padre y del Hijo,
igual, consustancial, coomnipotente y coeterno en todo con el Padre y el Hijo.
Definimos: que el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo, y del Padre
juntamente y el Hijo tiene su esencia y su ser subsistente, y de uno y otro procede
eternamente como de un solo principio y por una única espiración.
Se define, además, que la adición de las palabras Filioque fue licita y razonable puesta
en el símbolo, en gracia de declarar la verdad y por necesidad entonces urgente.
La cuestión en la actualidad
Otros teólogos ortodoxos insisten en la simultaneidad de la generación del Hijo y de la
procesión del Espíritu y quieren más bien ver una mutua relación entre ambas, sin negar
una intervención del Hijo eterno en la procesión del Espíritu Santo, que es el Espíritu
del Padre y del Hijo.
La teología católica tiende más bien a poner de relieve la compatibilidad y
complementariedad de las fórmulas oriental y occidentales.
Se han buscado formulas: el Espíritu Santo viene del Padre en cuanto es Padre del Hijo,
como lo menciona el credo niceno constantinopolitano.
La declaración del Pontificio para la unidad de loa cristianos, en 1995, señala: que, aun
que en el orden trinitario el Espíritu Santo es consecutivo a la relación entre el Padre y
el Hijo, puesto que tiene su origen del Padre en cuanto este último es Padre del Hijo
unigénito, tal relación entre el Padre y el Hijo alcanza su perfección trinitaria sólo en el
Espíritu.
El Padre engendra el Hijo solamente espirando al Espíritu Santo, y el Hijo es
engendrado en la medida en que la espiración pasa por medio de él.
En realidad, la cuestión tiene que ver con la de la adecuada relación cristología-
pneumatología: por una parte, el Espíritu es no sólo el Espíritu de Dios, sino a la vez el
Espíritu del Hijo, el Espíritu de Jesús, don del Señor resucitado.
DIOS UNO Y TRINO JAVIER HEREDIA – DIGNOO LOPEZ 17/01/2023

El Espíritu obra la encarnación de Jesús, viene y actúa sobre él, y no solamente guía y
sigue a la evangelización, sino que también la prepara y la precede.

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