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LOS DEPORTES PROFESIONALES: ¿RECOMPENSAR Y CASTIGAR EL MISMO

COMPORTAMIENTO?

Bud Selig, comisionado de béisbol, siente el calor pero no la belleza que lleva una bola
rápida a 140 kilómetros por hora. Ha estado recibiendo quejas de que muchos jugadores,
entre ellas que algunas de las estrellas más brillantes de las Ligas Mayores, usan
esteroides para mejorar su desempeño. Cuando intervino el Congreso, Selig dijo que la
política de la liga al respecto era “tan buena como la de cualquier deporte profesional”.
¿Cuál es esa política? Realizar exámenes al azar para detectar el empleo de drogas, con
suspensión de 10 días para quienes den positivo por primera vez. El Congreso y el público
general no quedaron satisfechos. Por eso, Selig anunció que trataría adoptar la política más
dura de “tres strikes y quedas fuera”: suspensión de 50 juegos la primera vez, 100 la
segunda y expulsión permanente del béisbol para la tercera. Los jugadores también serían
multados. Otras ligas de deportes profesionales, como la NFL y la NBA, han seguido el
ejemplo. La PGA Tour incluso anunció su propia política respecto de los exámenes para
detectar el uso de drogas, que comenzó a aplicar en la temporada de 2008.

Pero he aquí el problema: El mismo sistema que castiga a quienes consumen drogas para
mejorar su desempeño, los refuerza para que lo hagan. La Liga Mayor de Béisbol parece
tener interés genuino en eliminar el uso de esteroides en ese deporte, pero todavía tiene
que implementar una política más estricta. Y las repercusiones actuales para los jugadores
no sirven como disuasivos eficaces. Una multa de $10,000 o una suspensión de 10 días son
una pérdida pequeña en comparación con los millones que puede ganar un jugador si se
convierte en un lanzador estrella.

Considere el caso de Rafael Palmeiro como ejemplo. Dio positivo en el consumo de


esteroides. Aunque Palmeiro insiste en que los tomó en forma inadvertida, el tipo que se
halló en su organismo (estanozolol) no es de la clase que hay en los suplementos
dietéticos. ¿Cuál fue su castigo? Una suspensión de 10 días, retención de $167,000 de su
salario de $3 millones y se retiró del Camden Yards un anuncio de celebración de su
lanzamiento número 3,000.

Ahora considere al rey de los jonrones de todos los tiempos, Barry Bonds. Bonds estableció
récords y obtuvo millones de dólares por hacer muchos jonrones. Aunque hay reportes
conocidos y detallados de que había consumido drogas para mejorar su desempeño (en
particular entre 1998 y 2003, cuando agentes federales intervinieron en la compañía que se
decía los suministraba), las acusaciones nunca fueron suficientes para alejarlo del béisbol.
Su fama y fortuna continúan. Y las recompensas de hacer jonrones no se limitan a los
jugadores. Los ingresos por la mayor asistencia a los partidos y por las mercancías
deportivas, así como el ascenso de la popularidad y éxito del equipo, son incentivos para
que los jugadores eleven su nivel y los propietarios los premien.

En la NFL la situación no es muy diferente. Por ejemplo, Jarrod Cooper, defensor de los
Oakland Raiders, dio positivo en el empleo de esteroides antes de la temporada de 2007-
2008. ¿Su castigo? Una suspensión de los juegos previos a la temporada y los primeros
cuatro de ésta. Aunque una suspensión de cuatro partidos puede representar una pérdida
grande en los ingresos (el salario promedio en la NFL llega a ser de $1 millón), tales penas
no impiden el uso de esteroides debido a que el dinero que se puede obtener por las
promociones y el triunfo en los partidos superan los salarios de los jugadores.

Parece que los deportes profesionales tratan de ser juez y parte al mismo tiempo. Como
hemos visto, el comportamiento que conduce a los individuos y equipos a la fama y la
fortuna es el mismo para el que se pide castigo.

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