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NOMBRE: Gabriela Elizabeth González

N° 15

Sección 1-14
RESUMEN DEL LIBRO: No me agarran viva
Eugenia, cuyo verdadero nombre era Ana María Castillo Rivas, nació el 7 de mayo de 1950
en San Salvador. Provenía de una familia nicaragüense y antisomocista. Durante su infancia,
fue una niña delicada y necesitaba cuidados especiales. Su educación cristiana influyó en su
interés por ayudar a los pobres y menos privilegiados, lo que la llevó a involucrarse en la
lucha de liberación de su país.
En El Salvador, durante su nacimiento, el país estaba gobernado por una junta de cinco
individuos, y se implementó una nueva constitución que permitía la formación de sindicatos.
Sin embargo, el gobierno aprovechó esta cláusula para crear sindicatos afines que apoyaran al
partido en el poder, enriqueciéndose a expensas del tesoro público.
En Guatemala, Eugenia trabajó como misionera y se enfrentó a la miseria y la explotación de
las clases menos favorecidas. Durante este tiempo, ocurrió la llamada "guerra del fútbol"
entre El Salvador y Honduras, que tenía raíces económicas y territoriales.
Después de regresar a El Salvador, Eugenia continuó su educación y se unió a movimientos
sociales y políticos, como la Acción Católica Universitaria y el Movimiento Universitario
Socialista. Participó activamente en el trabajo social en los barrios marginados de San
Salvador y se interesó cada vez más en la política.
Eugenia abandonó la Acción Católica y se unió a las FPL (Fuerzas Populares de Liberación)
en 1972. Estas FPL eran una organización revolucionaria político-militar que abogaba por la
guerra popular prolongada como estrategia para la lucha del pueblo salvadoreño.
En abril de 1974 al estar en la reunión de los jóvenes universitarios Eugenia conoce a Javier,
quien sería su futuro esposo y con el que se clandestinizaria y tendría una hija. A comienzos
de 1975 Javier y Eugenia se incorporan a las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo
Martí". En 1975 y 1976 Eugenia queda plenamente inmersa en el trabajo de masas, va a
cantones, sembrando la semilla de la revolución, durante esos años Eugenia está de lleno
entregada a la lucha de masas.
La Guardia Nacional capturó a Javier, junto a Marta, hermana de Eugenia, el 16 de octubre
del 78. Marta estaba a punto de dar a luz, cuando fue hospitalizada un doctor la ayuda a
escapar; y Javier queda preso cuatro meses.
El 13 de diciembre de 1979 nace Ana Patricia, la hija de Eugenia, en ese tiempo Javier estaba
en tareas militares y Eugenia nunca había abandonado sus tareas, aún cuando le dijeron que
había riesgo de aborto.
Diciembre de 1980 fue un mes de grandes preparativos en todas las organizaciones
político-militares integrantes del FMLN. Eugenia, que trabajaba en la Comisión de
Organización de la zona norte, fue trasladada a la zona metropolitana de San Salvador. Un
comandante llamado Ricardo quien conocía a Eugenia cuando supo que la pasaban a la
zona metropolitana, inmediatamente la solicitó para que se incorporara al Estado Mayor.
Era la primera vez que Eugenia se incorporaba formalmente a las filas militares.
A finales de diciembre Eugenia le manda cartas a Javier, donde expresa lo mucho que lo
extraña, a él y a su hija. En cartas posteriores le da recomendaciones sobre su cuidado.
Eugenia se quedó en San Salvador trabajando en los últimos detalles de su Sección de
Servicios hasta que empezó la ofensiva general el IO de enero.
Tenía la orden específica de presentarse en el puesto de mando del Estado Mayor para los
momentos de la ofensiva. El 10 de enero ella hizo el intento de llegar, pero no pudo, Dado el
caos que prevalecía en todo el país, la comandante tuvo que irse a pie. Caminó como 60
kilómetros. El 16 de enero Eugenia tenía que desarrollar el cumplimiento de una misión
logística, como no había nadie tan capacitado tuvo que hacerlo ella misma. Se fue con un
pick up cargado de armas, ella y tres compañeros, en la calle de San Martín los de la guardia
los persiguieron, los acorralaron y acabaron con Eugenia y sus compañeros. Varios colegas,
incluso el propio Javier asegura que Eugenia no era de esas que se iba dejar agarrar, por que
ella siempre decía “no importan las circunstancias, a mí no me agarran viva”.
La comandante Isabel fue quien conoció a Eugenia cuando esta participaba en movimientos
cristianos en los colegios católicos. Isabel la llevó a las FPL y sirvió como su responsable
durante dos años. Ambas convivieron en la clandestinidad y compartieron momentos clave en
la trayectoria revolucionaria de Eugenia. Isabel admiraba la dedicación de Eugenia, quien se
destacaba por su capacidad organizativa y su compromiso en todas las tareas, tanto
revolucionarias como domésticas.
Durante el período mencionado, la persecución a la Iglesia se intensificó en El Salvador, con
el cierre de escuelas y colegios católicos, arrestos, torturas y expulsiones. Eugenia y Javier
comenzaron su vida clandestina poco antes de las elecciones presidenciales de 1977. A pesar
de las dificultades, decidieron casarse y Eugenia asumió la vida clandestina como un paso
necesario para su contribución a la revolución. Realizó su primera acción armada en mayo de
1977 y también impulsó el trabajo de incorporación de la clase obrera cuando estuvo a cargo
de las masas en la dirección de la zona norte. Luego de casi dos años de vida clandestina,
Javier y Marta, hermana de Eugenia, fueron capturados por la Guardia Nacional en octubre
de 1978. Sufrieron torturas y estuvieron separados durante varios meses.
Ana María, comandante de las FPL, relata la historia de Inés Dimas, una maestra de primaria
y militante de las FPL Farabundo Martí. Inés se clandestinizó en un momento dado y se vio
involucrada en un incidente grave dentro de la organización. A pesar de la presencia de
policías en el barrio, Inés logró aparentar nerviosismo mientras interactuaba con ellos,
comprando tamales, haciendo café y entreteniéndolos, sin despertar sospechas. Al día
siguiente, la casa fue desocupada sin levantar ninguna sospecha.
Después del nacimiento, Eugenia y Javier compartieron las tareas y se comprometieron en la
crianza de su hija. A pesar de las dificultades, mantuvieron una estrecha relación y se
involucraron activamente en la vida de Ana Patricia. La muerte en combate de su hermano
mayor generó una situación especial para la familia, dado su involucramiento en la lucha
revolucionaria.
Nélida Anaya Montes, también conocida como "Ana María", es una figura destacada en la
lucha revolucionaria de El Salvador. Aunque nunca se casó ni tuvo hijos propios, considera a
todos los combatientes como sus hijos. Nació en 1931 y se destacó como maestra, obteniendo
su título de profesora de secundaria y trabajando en varios niveles educativos. Participó
activamente en movimientos y huelgas de maestros, liderando manifestaciones y ocupando el
Ministerio de Educación durante dos meses en 1968. A partir de 1973, se clandestinizó y se
dedicó por completo a las FPL (Farabundo Martí para la Liberación Nacional) en la mayor
clandestinidad. Trabajó en estrecha colaboración con Eugenia, especialmente cuando esta fue
designada miembro de la Comisión de Organización. A pesar de su amor por Ana Patricia, la
hija de Eugenia y Javier, Ana María supo desprenderse de ella cuando la seguridad lo
requería. Javier tuvo que cuidar de Ana Patricia durante un tiempo, pero finalmente se
reunieron y vivieron juntos hasta los preparativos para la ofensiva de enero de 1981.
Marina, al igual que muchas otras mujeres salvadoreñas, admiraba la trayectoria
revolucionaria de Eugenia, aunque nunca llegó a conocerla personalmente. Su propia vida
estuvo marcada por la lucha y la abnegación. Desde joven, tuvo que trabajar en fábricas para
sobrevivir, mientras asistía a la escuela en horarios nocturnos. Pasó por diferentes empleos,
recibiendo salarios bajos y enfrentando dificultades económicas. Cuando tuvo hijos, se
separó de sus padres y vivió en una modesta casita con su esposo, quien también era obrero.
Su marido participó en la organización de un sindicato y luchó por mejores condiciones
laborales. Marina misma vendió paletas y frutas para sostener a su familia. Participó en
tomas y enfrentó la presencia de escuadrones de la muerte en su comunidad. Su deseo es que
sus hijos no tengan que pasar por lo mismo, pero si llegan a luchar, sea para defender lo que
les han heredado. Su historia representa la lucha cotidiana de miles de personas abnegadas y
anónimas que buscan un futuro mejor para sus seres queridos.
Eugenia, miembro de la Comisión de Organización, fue trasladada a San Salvador. Era
responsable de resolver problemas de abastecimiento y organizar la logística para la ofensiva.
El 17 de enero, planeaba regresar, pero trágicamente falleció. Eugenia enfrentó peligros al
intentar cumplir una misión logística y decidió llevarla a cabo personalmente. Fue emboscada
y asesinada por civiles armados.

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