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Tránsito Amaguaña.

La infancia de Tránsito Amaguaña, hija de los indígenas huasipungueros


Venancio Amaguaña y Mercedes Alba, transcurrió en una hacienda de
Cayambe, en una época de intensa conflictividad social. La madre de
Tránsito se destacó por ser una de las cabezas visibles del movimiento
indígena, camino que más tarde seguiría su hija.
Tránsito Amaguaña sólo asistió seis meses a la escuela, durante los cuales
aprendió los rudimentos de la lectura y la escritura antes de empezar a
trabajar como sirvienta para los dueños de la hacienda. Cuando cumplió
los catorce años, contrajo matrimonio; tuvo cuatro hijos varones y
comenzó a asistir a reuniones en Quito para defender la causa indígena.
Ante la oposición de su esposo a su actividad política, se separó y pasó a
vivir con su madre.
En 1936, los indígenas lograron que el Código de trabajo, al igual que la
Ley de comunas de 1937, reuniera por primera vez, y bajo el amparo de
los sindicatos, una serie de normas para reglamentar el trabajo agrícola,
las relaciones entre peones y patrones y la defensa de las tierras
comunales. Este logro permitió que se prestara más atención a la causa
indígena y a sus organizaciones.
En sus muchos viajes a Quito, Tránsito Amaguaña entabló amistad con
Dolores Cacuango, y ambas, a partir de 1946, organizaron las escuelas
bilingües indígenas, con el apoyo de la dirigente política y maestra Luisa
Gómez de la Torre, quien las administraba secretamente, puesto que no
eran reconocidas por el gobierno de la época. El propósito de Gómez de
la Torre era que los propios indígenas fueran los que dirigieran las escuelas,
como efectivamente hicieron.
En 1944, el movimiento indígena respaldó a José María Velasco Ibarra,
quien, ya en la presidencia, reconoció oficialmente las organizaciones
indígenas campesinas, como la Federación de Indígenas del Ecuador. En
1954, Tránsito Amaguaña apoyó la organización de los campesinos de la
costa, que fundaron la Federación Ecuatoriana de Trabajadores Agrícolas
del Litoral.
Su capacidad de liderazgo la llevó en 1962 a representar a los indígenas
del Ecuador en la Unión Soviética y en Cuba. A su regreso fue arrestada
bajo la acusación de haber traído armas soviéticas y dinero. Después de
ser liberada, fue llevada al Ministerio de Gobierno para firmar un
documento en el que se comprometía a abandonar su activismo; ella r
echazó la proposición y continuó consagrando todas sus fuerzas a hacer
realidad las reivindicaciones de los indígenas.
Tras la intensa lucha de Tránsito Amaguaña y de los indígenas de
Cayambe, la Ley de reforma agraria dictada por la junta militar que derrocó
a Velasco Ibarra permitió a aquéllos recuperar haciendas de manos de la
Asistencia Pública. Ganadora del Premio Manuela Espejo de Quito en
1997 y del Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo en 2003, su vida
constituye un testimonio ejemplar de la labor de los movimientos
indígenas campesinos en el Ecuador.

POR: MARIA CRISTINA YANZA HERRERA.

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