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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

Biografía: Niño Fidencio

Elaborado por:
Manuel Ignacio Rejon Lechuga

Identidad de las sociedades contemporáneas


Impartida por la docente: Mtra. Sonia A. Garza Frías
Grupo: 03 Segundo Semestre

Monterrey, Nuevo León al 12 de agosto del 2019


El Niño Fidencio (Irámuco, Guanajuato, 13 de noviembre de 1898- Espinazo,
Nuevo León, 1938) fue un famoso curandero mexicano. Su nombre verdadero fue
José Fidencio Constantino Síntora, venerado ahora por la Iglesia Fidencista
cristiana. Su padre fue el jornalero, no indígena: Socorro Constantino, casado con
María del Tránsito Síntora, no indígena. Tuvo 4 hermanos, Buenaventura, Socorro,
Joaquín y Fulgencia. A la edad de 10 años, quedó huérfano de padre y madre. Su
hermano dos años menor que él, José Joaquín Constantino Síntora, fue su
compañero inseparable. La Iglesia católica no le reconoce estatus oficial de santo,
pero su culto se ha extendido por gran parte del norte de México y el sur de
Estados Unidos.

Asistió a la escuela de Irámuco Guanajuato., donde cursó hasta el tercer año de


primaria.

Acta de nacimiento del Niño Fidencio

En la escuela primaria conoció al sobrino del padre Segura, Enrique López de la


Fuente, quien era el conserje y su amigo, posteriormente, su protector. Ambos
niños ayudaban al sacerdote en los oficios religiosos y se piensa que, con él,
Fidencio aprendió a realizar curaciones con hierbas.

En 1912, Enrique y Fidencio partieron a la ciudad de Morelia, Michoacán, donde


este último trabajó como pinche hasta que su amigo decidió participar en la
Revolución mexicana, hecho por el que se separaron por espacio de nueve años.
Fue entonces que Fidencio partió a Loma Sola, Coahuila, donde vivió junto con su
hermana Antonia.

A la edad de quince años, Fidencio asistió a la escuela en Mina, Nuevo León,


poblado cercano a Espinazo. Según lo que apunta Raúl Cadena, Fidencio no se
desarrolló sexualmente, siempre fue lampiño, de voz aguda y nunca tuvo
relaciones sexuales.

En 1921, Enrique regresó de la lucha revolucionaria y fue a trabajar para Antonio


L. Rodríguez en la mina de San Rafael, en Espinazo. Ahí tuvo varios hijos y, ante
la necesidad de alguien que los cuidase, acudió a su amigo de la infancia.
Fidencio llegó al pueblo ese mismo año, y ahí permaneció toda su vida. Fue
entonces cuando comenzó a realizar curaciones.
El 8 de febrero de 1928, el presidente Plutarco Elías Calles visitó Espinazo y
acudió a una sesión curativa con el Niño Fidencio.3 Aunque, de acuerdo con las
declaraciones de Enrique, nadie conoció el padecimiento del mandatario, se ha
dicho que se trataba de lepra nodular.

Curaciones
Se narra que Fidencio era famoso por realizar operaciones sin anestesia sin
causar dolor en sus pacientes y por relacionar sus curaciones con lugares
específicos del poblado, como un árbol de pirul desde el cual arrojaba objetos a
los congregados a su alrededor siendo curados quienes recibían el golpe y un
charco lodoso ubicado en las afueras del poblado, donde sumergía a sus
seguidores.

Según sus seguidores, Fidencio sigue obrando milagros a través de encausadores


de sus poderes denominados Cajitas.

Influencia
En vida, inspiró la aparición de multitud de imitadores e impostores, llegando
incluso a confundirse la muerte de uno de ellos con la del original: la muerte del
impostor fue anunciada por la prensa, y su funeral motivó una asistencia
multitudinaria; la muerte de Fidencio llegó algo más de un año después. Décadas
después, domina la economía de la población de Espinazo, pues su fama es la
clave de la actividad turística del pueblo, así como de la venta de productos más o
menos relacionados con sus curaciones y su persona.

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