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OPINIÓN
OCTUBRE 2019
🌓
Pablo Stefanoni
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Bolivia vive una crisis política, en la que el gobierno denuncia golpe
y la oposición, fraude. El triunfo de Evo Morales en primera vuelta
por un escaso margen dio lugar a masivas protestas opositoras y
contramarchas del o cialismo, con enfrentamientos en las calles
de distintas ciudades del país.
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Las elecciones presidenciales del 20 de octubre sumieron a Bolivia en Relacionados
una crisis política. Ese día, el presidente Evo Morales buscó un cuarto
mandato en la contienda más abierta desde su llegada al Palacio 🌓
Quemado en enero de 2006, con 54% de los votos. Desde entonces, el
«primer presidente indígena» triunfó, elección tras elección, con más
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de 60% de los votos y enormes distancias respecto de sus
contrincantes, y conectó como ninguno de sus antecesores con la
Bolivia indígena y popular. Pero en esta ocasión la coyuntura era
diferente: por primera vez, existía la posibilidad cierta de una segunda
vuelta. Para evitarla, Morales debía obtener más de 50% de los votos o
40% con diez puntos de diferencia sobre el segundo.
Bolivia: «Es la economía,
La noche del 20 de octubre concluyó con el balotaje como un resultado
estúpido»
probable: la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP)
fue cortada cuando el conteo alcanzaba el 83% de las actas y la Fernando Molina
diferencia era de siete puntos. La encuesta en boca de urna de la
empresa Viaciencia –la única autorizada– dio resultados similares. Al día
siguiente, cuando se completó la TREP, ya se anunciaba un ajustado
triunfo en primera vuelta para Morales. Estos guarismos fueron
con rmados días después por el conteo o cial, que culminó con
Morales obteniendo 47,08% y Carlos Mesa, 36,51%; es decir, una
diferencia de 10,54 puntos porcentuales, 0,57 por encima de la necesaria
para ganar en primera vuelta.
La seguridad: un
problema para la
¿Qué pasó entonces? Por un lado, la oposición venía preparada para
izquierda en América
denunciar fraude en cualquier escenario que no fuera de balotaje. Pero
Latina
la suspensión de la TREP y el signi cativo aumento del porcentaje de
Entrevista a Lucía
Morales, junto con el margen exiguo para lograr la fórmula del «40 más Dammert
10», contribuyeron a que, en un clima de fuerte polarización, la mitad
de Bolivia quedara convencida de que hubo una alteración de los Mariano Schuster
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- Evo Morales llegó a esta elección con su legitimidad erosionada por la
derrota en el referéndum del 21 de febrero de 2016 (21F), cuando su
propuesta de cambio constitucional para habilitar la reelección
inde nida fue derrotada por escaso margen. Tras ese traspié, el
o cialismo se dedicó durante meses a evaluar «otras vías» para la
reelección y lo consiguió a través de un fallo del Tribunal Constitucional
Plurinacional. Por eso ahora la denuncia de fraude –que debe ser Posprogresismos,
probada– se confunde con la denuncia sobre la «ilegitimidad» de polarización y
Morales para postularse, lo que construye un enredo de difícil salida. democracia en Argentina
Para «borrar» lo más posible los resultados del referéndum, el y Brasil
presidente boliviano necesitaba un triunfo contundente. Pero si bien
Maristella Svampa
obtuvo ventaja sobre Mesa, apenas pasó la barrera mágica de los diez
puntos de diferencia para evitar un balotaje en el que podría perder. Es
decir, este resultado no solo no logró hacer olvidar el del 21F, sino que lo
trajo explosivamente al presente.
Esta es, sin duda, una mala noticia, en un contexto en el que la crisis del
«oasis» chileno (con su combinación desigualitaria de colonización
mercantil de todos las dimensiones de la vida social y jerarquías de vieja
data) y el triunfo del Frente de Todos en Argentina parecen estar
dándoles una nueva oportunidad a los progresismos latinoamericanos.
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