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Los lunes a las 5 de la mañana suelen sostenerse las sesiones de gabinete en Palacio
Quemado. En ellas, Evo delibera con sus ministros y da realce a varios temas de
necesidad inmediata para su gobierno, para enfrentar la ya permanente crisis política
nacional y, si hay tiempo, hasta para atender las demandas y necesidades de los
bolivianos. No se sabe aún si la reunión del 5 de mayo tendrá lugar, pero podrán
tenerla, en el mismo país y en más o menos las circunstancias de los últimos dos años.
Para su desgracia, sin importar cómo resulte el referendo autonómico, los dirigentes
de Santa Cruz seguirán ahí para atacar todos sus hechos, para contradecir o torcer sus
dichos desde las tribunas y los medios… para seguir provocando la inflación que
corroe las economías domésticas1 y, si es necesario, para disparar contra ellos o
golpear a algunos indios insumisos que se les oponen y denuncian sus trapacerías.
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En Santa Cruz se cultiva casi toda la soya, el arroz y el azúcar, se produce la mayor
parte de los aceites comestibles y otros bienes de consumo general. Los dueños del
agronegocio son, entre otras, las familias de los principales líderes autonomistas,
como Branko Marinkovic.
¿Por qué así las cosas? Básicamente, sin complicar el análisis demasiado, porque el
gobierno del aymara Evo Morales seguirá ahí sin importar lo que pase en las ilegales
urnas cruceñas. Una consulta como la del domingo 4 de mayo, en la que podrán votar
casi un millón de personas (es decir, casi el 12 por ciento de la población), no tira a un
gobierno ni divide un país. La debilidad institucional del Estado boliviano es grande,
y también las concesiones hechas por Evo a la oposición, pero no tanto. Y además
porque la autonomía expresada por la élite de Santa Cruz, incluso con plagios 2, no
puede llevarse adelante sin romper con la legalidad vigente: dejarían de pagar
impuestos completamente, subordinarían de hecho a las fuerzas armadas y la policía,
y otras medidas igual de delicadas3… un riesgo que tal vez no puedan correr porque
significaría dar a Evo y su equipo la oportunidad para dejarles caer encima toda la
fuerza represiva del Estado.
Lo que pase del martes 6 de mayo en adelante es incierto, por supuesto. Pero esta
pelea es apenas un conflicto binario (gobierno vs. oposición, malos contra buenos), y
la gente no se alinea detrás del gobierno en su respaldo o detrás de los autonomistas
de la derecha. Aunque el vicepresidente boliviano haya dicho el pasado 22 de abril
que se trata de “la lucha de clases” con los ricos de Santa Cruz (esa peculiar élite
ganadera, empresarial y política), la demanda de autonomía sí ha calado en varios
sectores empobrecidos que, luego de migrar a esa zona en busca de trabajo, ven en esa
opción la encarnación viva del ‘progreso’, del ascenso social y material.
De igual manera, por más que paguen miles de dólares para organizar cabildos y
marchas en su ciudad, los dirigentes cruceños no son democráticos y sí racistas,
violentos; bastaría como muestra recordar que desde que Evo es presidente han
golpeado indígenas y campesinos varias veces en las calles, y cambian el texto de su
estatuto para complacer a posibles aliados, sin consultar con la gente de su
departamento4.
En una región pobrísima que valora la solidaridad como la forma más importante de
relacionamiento, la gente de Bolivia ha sabido valorar el papel de los médicos
cubanos que recorren el territorio y atienden sus dolencias. El programa “Yo sí
puedo” está erradicando el analfabetismo. Los bonos asistenciales, como “Dignidad”
para las personas mayores, apoyan la cotidianidad de los que siguen siendo más. Y de
cuando en cuando, con títulos de tierra o construyendo una cancha de fútbol, el
Presidente se aparece en sus comunidades para regalar computadoras y jugar un
partidito entre su equipo de ex profesionales y la selección local.
Pero no todo es oro y sonrisas. Los errores y la corrupción también tienen peso
específico. Como en el caso de los tractores que hasta hace poco se entregaban como
regalos en todas las regiones. Muchos de ellos fueron donados por Venezuela
(fabricados con tecnología iraní en ese país). La mayoría, aparte de servir como medio
de transporte y carga, se han convertido en parte del paisaje: se descomponen con
facilidad y no hay repuestos disponibles… y fueron entregados sin arados (no son
compatibles con los arados de otros modelos). Para peor, un ex ministro de Evo, el
abogado cruceño Hugo Salvatierra, está hoy procesado porque desde su cartera en
Desarrollo Rural se formó una pequeña mafia que vendía los tractores en vez de
regalarlos.
Algo similar pasa con algunos líderes sociales, como Óscar Olivera en Cochabamba o
Eugenio Rojas, alcalde aymara de la ciudad de Achacachi. Hartos de no ser
escuchados, han creado una nueva instancia de coordinación nacional que critica las
intenciones de la derecha pero también la “actitud conciliadora” de Evo Morales.
Almaraz fue rechazado a balazos por una turba liderada por los hacendados, en
particular por el ciudadano estadounidense Ronald Larsen, poseedor de 57 hectáreas.
Desde entonces, el Gobierno acusa a Larsen de esclavizar y, en respuesta, los
hacendados han endurecido su posición. Durante la primera quincena de abril,
Almaraz pretendió volver a la zona y comenzar efectivamente su tarea. Para hacerlo,
entró al lugar por una ruta dentro de la propiedad de Larsen. No solamente volvió a
ser expulsado a punta de balas; la delegación de la Asamblea del Pueblo Guaraní
(APG), que estaba en la caravana de Almaraz, fue agredida, siendo secuestrados y
golpeados brutalmente varios de sus miembros.
En el bando “autonomista” han ofrecido diálogo después del 4 mayo, algo que los
analistas locales interpretan como una jugada para llegar ante Evo y su equipo
fortalecidos por una posible legitimidad de las urnas. Pero se niegan a desistir en sus
intentos y no aceptan la potestad general del Estado en todo lo que ocurre dentro del
departamento de Santa Cruz. Situaciones similares ocurren en Beni y Pando, al norte,
y en Tarija al sur. Al gobierno lo acusan de centralista y dictatorial.
De Palacio, por otra parte, se han ofrecido todos los avances de estos años, como la
nueva Constitución política. Todo es negociable, comenzando por compatibilizar el
régimen de autonomías con el texto constitucional. Dando por hecho que Evo y su
gobierno ejercen la titularidad de la acción política, todas las ofertas incluyen, por
ejemplo, el usufructo de los recursos naturales. En el caso de Alto Parapetí, hablamos
también de megacampos de gas y de petróleo, cuya renta obviamente es el fondo de la
disputa entre Gobierno y autonomistas.
Yendo más lejos, en una conversación anónima con el autor de estas líneas, un
miembro de la asamblea autonómica dijo que “no es que quieran autonomía o que les
importe tanto el problema de la tierra. Lo que Costas y [Branko] Marinkovic quieren,
como todos, es que se vaya ese indio de mierda”, respecto, claro, del primer
presidente indígena boliviano.
Son casi todos blancos. Son ricos y comen carne de res. En las últimas décadas,
apoyados por las gestiones estatales y montados en las enormes ganancias que reportó
ser socio de las transnacionales para explotar gas y petróleo, los miembros de la élite
cruceña han dado un enorme impulso a su región, considerada como el eje de un
territorio llamado la “Media Luna”, que conforman junto a los departamentos de
Pando, Beni y Tarija: allá se concentran inmensas riquezas naturales, extensiones de
tierra inconmensurables, repartidas entre menos de 50 familias y, en consecuencia, la
fuente de su poder económico y político.
Hace unas décadas, como muestran unas fotografías, había una comparsa en el
carnaval cruceño llamada “Ku-Klux-Klan”… no hay ni que imaginar sus disfraces.
Allá se escondieron algunos criminales de guerra nazis, varios croatas, y muchos,
muchos hijos de las aristocracias locales, buscando fortuna en la explotación de la
madera y otros cultivos. De allá surgió una generación de militares que gobernó el
país a sangre y fuego en el tiempo de los gorilas sudamericanos; a la cabeza estaba el
coronel Hugo Bánzer Suárez, el dictador que en 1975 le regalara con un decreto la
mayor parte de su propiedad a Ronald Larsen.
Son además los dueños de la mejor arma en esta guerra no declarada: la gran mayoría
de los medios de comunicación masiva. Desde ahí, con un cinismo que recuerda el
caso venezolano, los periodistas a sueldo atacan a Evo casi tanto como defienden a
sus patrones. Y en esta línea, sí, todos odian a Hugo Chávez, al que le maximizan su
capacidad de influencia sobre Evo… porque el Presidente boliviano sólo no puede ser
tan inteligente, creen, o tan capaz para dirigir el país llevándolo hacia la izquierda.
De todos modos, no dejan de ser una élite. Es decir, son pocos y su capacidad de
fuego real es escasa. Su poderío económico es respetable, pero limitable, como
demostró el gobierno de Evo Morales cuando les impidió con dos decretos exportar
aceite, trigo, harinas, arroz y otros alimentos: estaban creando escasez para disparar el
índice inflacionario. Sufren porque es el bolsillo donde más les duelen los golpes,
algunos muy acertados de parte del Presidente.
Así que no va a cambiar el país luego de la consulta ilegal. Y los cruceños habrán de
sentarse, una vez más, frente a Evo, frente a sus ministros, para ver si negociando algo
más pueden todos mantener un tiempo el statu quo: unos su gobierno y los otros su
señorío. El referendo del 4 de mayo no cambiará para ellos… y quizá para la gente de
abajo tampoco. Por ello, justamente, es difícil aventurar otras cosas: porque son ellos
el actor que, en un país de movilizaciones que tiran gobiernos y cercan ciudades por
semanas, todavía no entra de nuevo a escena.