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Lic. en Psicología
Lic. Claudia Georgina Bauer
Año: 2018
Winnicott va a tomar esta zona como una tercera parte de la vida del ser humano,
“…a la cual contribuyen la realidad interior y la realidad exterior.” 1 Es un lugar que otorga
al sujeto la posibilidad de descansar de la tarea de mantener separadas y al mismo tiempo
interrelacionadas la realidad exterior y la realidad interior. Hay una realidad entonces, que
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Winnicot, Donald Realidad y juego Gedisa. Barcelona. 2003. Pág. 19
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Ficha de Cátedra Psicología del Desarrollo I FHAyCS - UADER
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es intermedia, no es ni una cosa ni la otra. En definitiva existe un estado, o una experiencia
intermedia entre la incapacidad del bebé para reconocer y aceptar la realidad y su creciente
capacidad para ello. Esta realidad intermedia es ilusoria en tanto, para Winnicott, sería el
lugar donde se realiza la esencia de la ilusión para el niño. Esta realidad intermedia tiene su
correlato en los adultos en el arte y en la religión. La locura se produciría cuando un adulto
de alguna manera exige que las demás personas acepten una ilusión que es propia. Es decir
algunas ilusiones se comparten (el arte, la religión), las que no se comparten llevan el sello
de la locura.
Fenómenos transicionales
Objeto transicional
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Winnicot, Donald Realidad y juego Gedisa. Barcelona. 2003. Pág. 17
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Dentro de los fenómenos transicionales puede presentarse el uso del objeto
transicional, es el uso de la primera posesión no-yo. No es tan relevante el objeto en sí,
como mencionamos puede ser la punta de una manta, lana, un chupete, un oso de peluche,
una muñeca, etc., sino el uso que se le da al objeto.
El objeto transicional es vital para el bebé. El comienzo del uso del mismo se da
alrededor de los 4 a 6 meses y puede terminar alrededor de los 8 o 12 meses. No obstante
esto, según Winnicott, estas pautas del uso de un objeto transicional, establecidas en la
primera infancia, pueden continuar durante la niñez y muchas veces se extienden y siguen
siendo de absoluta necesidad en diferentes momentos: por ejemplo en situaciones de
ansiedad, en estado de ánimo deprimido o a la hora de dormir. También suele suceder que
el objeto deje de usarse paulatinamente, pero en algún momento de la infancia puede
reaparecer (principalmente cuando se presenta una amenaza de privación). Una niña, nos
dice Winnicott, que durante su niñez temprana había utilizado, como objeto transicional,
una manta tejida a la cual llamaba la mantita, cuando alrededor de los 6 años su madre es
internada por una cirugía que se complica y no la ve por alrededor de 15 días, volvió a
pedir la mantita para dormir.
El objeto también puede adquirir un nombre, posibilitando con ello la práctica del
lenguaje y el comienzo de la organización de los sonidos. Pero el poder de simbolización
que procura el objeto transicional no es sólo por el uso del lenguaje sino porque además,
“la mantita” simboliza un objeto parcial como ser el pecho materno. Cuando el niño puede
simbolizar es porque consigue diferenciar entre los objetos interno y los externos, entre la
fantasía y la realidad. Este objeto promueve la capacidad del niño para aceptar diferencias y
semejanzas, es un proceso, es una experiencia.
La zona intermedia le permite al bebé hacer con el objeto, usarlo como destinatario
de sus mociones pulsionales y de esta forma elaborar (procesar) todo lo que en su vida
emocional está pasando: puede darle afecto, agredirlo, mutilarlo, en definitiva, poseerlo.
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no) y tampoco proviene del adentro, no es una alucinación. Con el tiempo la significación
emocional del objeto va decayendo paulatinamente hasta olvidarse, sin embargo no es
objeto de una pérdida, no hay duelo, no se pierde, ni se llora. Los fenómenos transicionales
se vuelven borrosos, se extienden al campo cultural, va a decir Winnicott. Es decir se
extienden a la percepción compartida con el resto, los juegos, la creación, la apreciación
artística, etc.
Pecho materno
Hasta aquí explicamos lo que podríamos pensar como primera etapa del desarrollo
según Winnicott. Esta etapa es posible gracias a la capacidad de la madre a adaptarse a la
necesidades de su hijo, esa adaptación le permite al bebé tener la ilusión que lo que él
puede crear existe en la realidad. Lo que sucede en la zona intermedia de experiencia, los
objetos y fenómenos transicionales corresponden al mundo de la ilusión.
Según el autor “…si no existe una madre lo bastante buena” 3 no podrá pasar del
principio del placer al de realidad, no podrá hacer uso de la zona intermedia. ¿Qué significa
esto? Para que una madre sea lo suficientemente buena debe adaptase al bebé, darle la
oportunidad de tener la ilusión que el pecho es parte de él, que él lo creo allí cuando lo
necesitaba. Posteriormente la madre deberá lentamente desilusionar al bebé, este segundo
tiempo de desilusión sólo es posible si la madre ofreció al inicio de su relación las
suficientes oportunidades de ilusión.
El autor denomina como pecho materno al fenómeno subjetivo que sucede cuando
la madre coloca el pecho en el lugar y momento en que el bebé está pronto a crear. Va a
proporcionar así, en el bebé, la ilusión de que existe una realidad exterior, que corresponde
a su propia capacidad de crear. No hay intercambio entre la madre y el niño, él toma la
leche de sí mismo, de un pecho que es una parte de sí, de su creación, la madre amamanta a
un bebé que forma parte de ella.
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Winnicot, Donald Realidad y juego Gedisa. Barcelona. 2003. Pág. 27
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Cuando la madre no es lo suficientemente buena es cuando la salud psíquica del
bebé se ve afectada, aquí es donde se abre la concepción patológica del autor. Recorrimos
hasta aquí lo que sería un desarrollo saludable del niño y lo normal que es la presencia de
fenómenos transicionales.
Para concluir
El objeto transicional, concepto por el que Winnicott ha sido muy reconocido, está
dentro de los fenómenos transicionales y el uso del mismo representa el estado de
transición que está atravesando el niño.
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