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Introducción
Es bien sabido que los niños tienden desde que nacen a utilizar el puño,
los dedos, los pulgares, etcétera, para estimular la zona erógena oral, satisfacer
los instintos en esa zona, y también en los momentos de unión serena. Asi-
mismo se sabe que al cabo de unos cuantos meses los niños de ambos sexos
se aficionan a jugar con muñecas, y que la mayoría de las madres les permiten
tener algún objeto especial de este tipo y dan por sentado que desarrollarán
una adicción, por así decirlo, con respecto a él.
Existe una relación entre estas dos series de fenómenos separadas por
un intervalo, y creo que el estudio de la transición de la primera a la segunda
puede resultar útil, y aprovechar importante material clínico que ha sido objeto
de cierto descuido.
La primera posesión
un mundo interno que puede ser rico o pobre, estar en paz o en guerra. Sin
duda, esto nos ayuda, ¿pero es suficiente?
Creo que a esta doble formulación es necesario agregar otra: la tercera
parte de la vida de un ser humano, que no podemos pasar por alto, es un área
intermedia de la experiencia, a la que hacen su aporte tanto la realidad interna
como la vida exterior. Es un área irrecusable, porque en su nombre no se hace
reclamo alguno, excepto el de que se le permita existir como un refugio para
el individuo inmerso en su incesante esfuerzo por mantener la realidad interna
y la externa separadas y al mismo tiempo interrelacionadas.
Es habitual hablar de una "prueba de realidad" y establecer un claro
distingo entre apercepción y percepción. Qui'ero postular aquí la existencia
de un estado intermedio entre la incapacidad del bebé para reconocer y
aceptar la realidad y su creciente capacidad para hacerlo. Por lo tanto, lo que
me interesa estudiar es la substancia de la ilusión, de eso que es inherente a
C:-aniñez yola esfera del arte y la religión en la vida adulta, y que, no obstante,
se convierte en el sello inequívoco de la locura cuando un adulto exige dema-
siado de la credulidad ajena y obliga a los demás a compartir una ilusión que
no les es propia. Podemos compartir el respeto por una experiencia ilusoria, y,
si lo deseamos, formar un grupo sobre la base de la similitud de nuestras
experiencias ilusorias: ésta constituye una raíz natural de los agrupamientos
entre los seres humanos.
Como se comprenderá, no me refiero exactamente al osito del niño ni
al primer uso que un bebé hace de su puño (pulgar, dedos). No me propongo
estudiar específicamente el primer objeto de las relaciones objeta les; lo que
me interesa es la primera posesión, y ternblén el área intermedia entre lo subje-
tivo y lo que se percibe objetivamente.
objetos distintos del Yo en el patrón personal. Hasta cierto punto, tales objetos
representan al pecho, pero no es este aspecto el que me interesa examinar aquí.
Algunos niños se meten el pulgar en la boca mientras se acarician el
rostro con los otros dedos mediante movimientos de pronación y supinación
del antebrazo. La boca tiene entonces un papel activo en relación con el pulgar,
pero no con los demás dedos. Estos, que acarician el labio superior o alguna
otra región, pueden ser, o llegar a ser, más importcntes que el pulgar que
entretiene la boca. Además, tales caricias pueden realizarse sin que se produzca
esa unión más directa que significa el pulgar en la boca *.
En la experiencia común tiene lugar alguno de los hechos siguientes,
que complican la experiencia autoerótica, por ejemplo, la succión del pulgar:
Quienes están en contacto con padres y runos, cuentan con una infinita
cantidad y variedad de material clínico ilustrativo =. Los siguientes ejemplos
tienen como único fin recordar a los lectores material similar de su propia
experiencia.
* El único artículo que pude encontrar sobre el mismo tema ofrece excelentes ejemplos. Eviden-
temente, Wulff ("Fetichism and Objete Choice in Early Childhood", Psychoanal. Quart., 1946, XV,
pág. 450) examina este mismo fenómeno, pero habla de "objetos-fetiche". No estoy muy
seguro de que se trate de un término correcto, cuestión que considero más adelante. No tuve
oportunidad de leer el trabajo de Wulff hasta después de haber escrito éste, pero me propor-
cionó gran satisfacción y aliento comprobar que un colega había encontrado este tema digno
de estudio. Véase, asimismo, la descripción de un coso! en A,braham, "The First Pregenital Stage
of the Libido", Selected Papers, (Hogarth Press), pág. 267, Y Lindner: Jahrbuch für Kinderheilkunde,
824 N.F., XIV, 1879.
Objetos y fen6menos ti'ansicionales
* La madre "aprendió con su primer hl]e que convenía darle una mamadera por día odemés del
pecho", esto es, reconoció el valor positivo de los sustitutos maternos y cOinsiguió así que el
destete fuera menos d'ifícit que en el caso de Y. 825
D. W. Winnicott
e Y recuerda esta actividad, así como una dureza que se le formó en uno de
los pulga~es a causa de ella. Ahora, en su condición de padre, observa con
interés esa actividad en sus hijos y el uso que hacen de todo tipo de "baos".
La historia de los siete niños en esta familia, pone de relieve los siguientes
puntos, presentados de tal manera que su comparación resulte posible:
En las entrevistas con los padres a menudo resulta útil solicitar informa-
ción acerca de las técnicas y posesiones de todos los niños de la familia. Ello
permite a la madre establecer una comparación entre sus hijos y recordar y
comparar sus características como bebés.
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* Innumerables abietos blandos similares, distinguidos por el color, la longitud y el ancho, y some-
tidos desde temprano a un sistema de clasificación.
Objetos y fenómenos transicionales
se dormido. Probablemente terminó por caerse y así terminó todo. Pero había
algo más, acerca de lo cual se mostraba muy remiso: un conejito púrpura con
ojos rojos. "Yo no lo quería, lo tiraba por todas partes. Ahora lo tiene Jeremy.
Yo se lo di. Se lo di a Jeremy porque el conejito se portaba mal. Siempre se
caía de la cómoda. Todavía me visita. Me gusta que me visite". El mismo
quedó sorprendido cuando dibujó el conejito color púrpura. Como se observará,
este niño de once años, poseedor del excelente sentido de realidad caracterís-
tico de su edad, habló como si ccreclero de él al describir las cualidades y activi-
dades del objeto transicional. Cuando me entrevisté más tarde con la madre,
también ésta manifestó sorpresa al enterarse de que Angus recordaba el cone-
jito, que reconoció fácilmente en el dibujo hecho por su hijo.
Abundancia de ejemplos
Estudio te6rico
Ilusión - desilusión
* Véase, asimismo, Freud, Group Psychology "nI Ihe Analysis of Ihe Ego, pág. 65.
** Uno de los efectos, sin duda el principal, de la deflclenclo materna en este sentido al comienzo
de la vida de un niño, es objeto de un esc:larecedor (en mi opinión) examen en el trabajo. de
Marion Milner incluido en el Melanie Klein Birtf1day Volume, Hogarth Press, 1952, y también en
el Int. J. of Psycho-Anal., XXXII, 1952, pág. 181. Marion' Milner señala que las fallas de la
madre tienen como consecuencia un desarrollo yoico prematuro y una discriminación precoz
entre el objeto bueno y el malo, lo cual perturba el período de ilusión (o mi fase transicional).
En el curso del análisis o en diversas actividades de la vida diaria es posible observar que un
individuo prosigue su búsqueda de ese velloso lugar de descanso que es la ilusión. la 'ilusión,
pues, tiene un valor positivo. Véase, asimismo, Freud, Aus den Anféingen' der Psychoanalyse:
Briefe an Wilhelm Fliess. En 1895 Freud escrlbié (págs. 402 y 413) que sólo la ayuda exterior
permite que ciertas funciones tempranas se realicen en f()rma satisfactoria. 829
D. W. WinnicoH
Por lo tanto, el ser humano debe ocuparse desde que nace del problema
que significa la relación entre lo que se percibe objetivamente y lo que se
concibe subjetivamente, y no hay perspectivas de salud para el ser humano
que no ha tenido un comienzo suficientemente bueno en este sentido. El área
intermedia a la que me refiero es aquella de que puede disponer el niño
entre la creatividad primaria y la parcepcién objetiva basada en la prueba
de realidad. los fenómenos transicionales representan las etapas tempranas
en el empleo de la ilusión, sin la cual el ser humano no encuentra sentido alguno
en la idea de una relación con un objeto que los otros perciben como exte-
rior a él. >." : ~
ILUSION
Figura 1 Figura 2
riencia común entre los miembros de un grupo en el campo del arte, la religión
o la filosofía.
Resumen
Summary
Attention is drawn to the rich field for observation provided by the earliest
experiences of the healthy infant as expressed principally in the relationship to the
firs! possession.
This first possession is related backwards in time to auto-erotic phenomena and 835
D. W. WinnicoH
fist and thumb sucking, and also forwards to the first soft animal or doll and lo hard
toys. It is related both to the external object (rnother/s brecsr) and lo internal objects
(magically introjecled brecst), bul is dislincl from eoch.
The transitional objects and transitional phenomena belong to the realm of
illusion which is at the basis of initiation of experience. This early stage in development
is made possible by the mother's special capacity for making adaptation to the needs
of her infant, thus alowing the infant the illusíon that whal the ínfant crea tes really exísts.
This intermediate area of experience, unchallenged in respect of its belonging
to inner or external (shcred) recllrv, constitutes the greater part of the infant's expe-
rience and throughout life is retained in the intense experiencing that belongs to the
crts and to r~ligion and lo imaginative living, and to creative scientific work.
A positive value of illusion can therefore be stated.
An infant's transitional object ordinarily becom~s gradually decathected, espe-
cially as cultural interests develop .
. In psychopalhology:
Addiction can be stoted in lerms of regression lo the early stage at which the
transitional phenomena are unchallenged;
Fetish can be described in terms of a persistence of a specific object or type of
object daling from infantile experience in the transitional field, linked with the delusion
of a maternal phallus;
Pseudologia and thieving een be describedin terms of an individual's uncons-
cious urge to bridge a gap in continoity of experience in respect of a transitional object.
Résumé
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