1.1 LA ILUSTRACIÓN: DEL PROVIDENCIALISMO AL HISTORICISMO RANKIANO (S. XVII-XIX)
En la Edad Media y Moderna, los historiadores, en gran parte cronistas, entendían la escritura de la historia como una manera de transmitir los propósitos de Dios, que se expresaban mediante los hechos que relataban. Era lo que se ha llamado “historia providencialista”. En las crónicas, los hechos se materializaban por la voluntad de Dios, de modo que el ser humano no podía hacer nada para evitarlos ni para llevar las riendas de su vida. Además, la historia se hacía mediante las crónicas, escritas de una forma bastante literaria. La Ilustración cambió fundamentalmente esta concepción de la historia en su empeño racionalista, buscando las fuerzas humanas que dan lugar a los hechos y los condicionan. Se pasó a entender la historia como una filosofía de la moral que se ilustraba a través del ejemplo. De hecho, un ejemplo es el de Edward Gibbon, que en su obra monumental asoció la caída del Imperio Romano con la emergencia de fuerzas irracionales como la religión, el fanatismo, la superstición. Así pues, la historia se profesionalizó: estas transformaciones coincidieron con la transición de una historia erudita a una historia profesionalizada que entró en las Universidades, sobre todo alemanas. El proceso se dio en dos tiempos y desde dos centros alemanes:
• La universidad de Göttingen (1737)
Los historiadores de la escuela de Göttingen se preocuparon por hacer de la historia una ciencia, reconociendo sus diferencias con las ciencias puras, identificando los métodos históricos, buscando el equilibrio entre métodos más estadísticos y la narración del relato histórico. Buscaban crear un sistema de análisis histórico que pudieran poner al servicio de un Estado ilustrado que buscaba la igualdad legal de todos los ciudadanos frente al modelo feudalista del Antiguo Régimen. Así, se dio una gran preocupación por la vertiente técnica de la investigación histórica, desarrollando seminarios de investigación histórica centrados en numismática, paleografía, epigrafía, diplomática… Por tanto, se formaba al historiador en determinadas habilidades.
• La Universidad de Berlín (1810)
La universidad fue fundada en 1810 como un centro en el que primaba la investigación. En el seno de la Universidad de Berlín se forjaron dos escuelas de pensamientos enfrentadas, ocupadas ambas en discutir cómo acercarse a la realidad: - Escuela filosófica (Hegel): Consideraba que la realidad se puede conceptualizar y que las manifestaciones históricas, particulares, son expresiones de principios racionales. Es decir, que la realidad se puede conceptualizar con conceptos abstractos, y la historia es un ejemplo y una manifestación de esa realidad abstracta. - Escuela histórica (Niehbur): Creía que la diversidad de las situaciones históricas son la realidad en sí misma. Entendía la historia como fuente de conocimiento, no solo como modelo. Niehbur fue el primer historiador en poner en práctica la investigación histórica mediante el nuevo método, a pesar de que Ranke fue quien lo difundió. 1.2 EL MÉTODO CRÍTICO Desde la escuela histórica de la Universidad de Berlín se difundió el método crítico de análisis de las fuentes históricas. En un contexto positivista, el historiador debía pasar de la crónica a la investigación, con un trabajo meticuloso, erudito, de los documentos conservados, basado en técnicas filológicas que permitan revelar los hechos “tal como fueron” a través de la narración. Entonces, en las universidades alemanas se desarrolló un modelo de seminarios basados en el trabajo como fuentes que se exportaron a las universidades del resto de Europa e incluso de Estados Unidos. Estas ideas mostraban la intención de trabajar y analizar las fuentes de forma crítica. Este contexto también favoreció a las grandes empresas de erudición histórica basadas en la edición de fuentes (por ejemplo, el Corpus inscriptionum graecarum, el Rerum italicarum o el Monumenta Germaine).
1.2.1 RANKE: DEL MÉTODO CRÍTICO AL HISTORICISMO
Leopold von Ranke es reconocido como el principal exponente del positivismo histórico (crear conocimiento a través del dato), del historiador obsesionado por los datos y la revelación de la verdad absoluta y la objetividad del historiador. Su relevancia como historiador se debe a su rol en la difusión de las prácticas del método crítico y a su teorización de esos mismos, poniendo así las bases del historicismo como tendencia historiográfica. Llegó como profesor a la Universidad de Berlín en 1825 tras una época como profesor de historia en un instituto. Además, Ranke fue un hombre de fuerte espiritualidad, muy conservador, que puso la historia al servicio de la burocracia del Estado Prusiano. No obstante, se ha sacado de su contexto su famosa cita según la cual el historiador no debía juzgar el pasado sino limitarse a explicar los hechos “tal y como fueron”. Ranke publicó su primer gran trabajo Historia de los pueblos latinos y germánicos de 1494 a 1514 en 1824, haciendo gala en su apéndice “Crítica a los Historiadores Modernos” de la aplicación de los métodos de análisis crítico a las fuentes. Fue admitido como profesor de la Universidad de Berlín al cabo de un año. Algunos autores consideran que se echa en falta esa exhaustividad en algunos de sus trabajos posteriores. Así, Ranke planteó los fundamentos teóricos del historicismo durante su época como editor de la Historisch-Politische Zeitschrift, entre 1832 y 1836 y en conferencias y clases magistrales (por ejemplo, de 1831 y 1854).
• Los fundamentos teóricos del historicismo rankiano (3)
- Rechazo de la teoría/abstracción: Todo se entiende a través de las particularidades de la Historia, que revelan los valores propios de cada tiempo. De ahí el interés por la individualidad, los grandes actores de la Historia. - Los hechos históricos revelan la verdad general: Ranke creía que los hechos manifiestan el espíritu de los pueblos. Según este, para recuperar ese espíritu, el historiador puede y debe combinar el trabajo meticuloso de las fuentes con su intuición. Así, el empirismo de Ranke debe ser matizado, pues también reconocía que otros materiales más allá de los documentos escritos podrían ser fuente de conocimiento. No obstante, en este sentido se ha comprendido mal a Ranke, relegándolo al ámbito del empirismo metodológico más radical. - Una metafísica de lo político: Ranke era un hombre imbuido de religiosidad, profundamente luterano, y eso se vio reflejado en su manera de pensar y de hacer historia. Consideraba que toda época era inmediata a Dios y que ciertos elementos quedaban fuera del análisis empírico, por representar incontestablemente esa conexión espiritual con Dios. Además, para Ranke, los individuos, los estados, las instituciones y las naciones son expresiones de la voluntad de Dios y expresan valores positivos. Esta es una visión muy optimista de la Historia que prioriza lo político, los Grandes Hombres, la política internacional, la historia militar como elementos y actores que aseguran la pervivencia del orden y la superación del caos.
1.2.2 MÁS ALLÁ DE RANKE: CRÍTICA Y LEGADO
Pese al reconocimiento internacional de la obra de Ranke y al reconocimiento como “padre de la historia científica”, en Estados Unidos, la obra y los postulados de Ranke también encontraron detractores a partir de finales del s. XIX. Estas críticas se centraban sobre todo en la sublimación de la historia política y a la consecuente marginación de los aspectos sociales y económicos, así como en la creencia considerada “naive” (ignorante) de que se podía llegar a la verdad absoluta de los hechos. Entre los discípulos notables de Ranke se encuentra Jakob Burckhardt, conocido por su trabajo La cultura del Renacimiento en Italia, que tomó de su maestro el interés por el rol del individuo como motor de la Historia, pero se alejó del interés por lo político y fue de los primeros en introducir el término de la historia cultural. Por otra parte, Theodor Monnsen, Premio Nobel de Literatura en 1902 por su Historia de Roma, destacó por su gran conocimiento de las llamadas técnicas auxiliares. Además, actualmente todavía hay historiadores como Lynn Hunt que abogan por matizar esas críticas a Ranke. Hunt considera que Ranke defendió el rol de la perspectiva del historiador en la interpretación de los hechos y el carácter provisional de éstos. Su postulado metodológico se centraba sobre todo en la meticulosidad del análisis, la formación del historiador y la honestidad en la narración (introducción de las notas). Cabe recordar también que el paradigma se extendió por Europa y más allá (New Historians en EEUU) y permitió que se generara mucho conocimiento histórico nuevo. Fontana apunta a que esa expansión se debió también a la necesidad por asegurar consensos sociales.