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I.

La epistemología a lo largo del tiempo ha tenido intenciones de marcar el rumbo de


la ciencia delimitando sus procedimientos y discriminando los modos de conocer y de
hacer ciencia.
A partir de allí podemos reconocer diversos debates que han expuesto lineamientos,
perspectivas de cómo ver a la realidad, el objeto, el lugar y tarea del
investigador/científico, etc. estableciendo puntos de encuentro y diferenciación que
responden al pensamiento e ideales de cada época.
En el texto de Augusto Comte, se desarrolla la idea de un estado positivo, un estado
que se diferencia del teológico y metafísico; ya que considera que a través de ellos
sólo se puede llegar a explicaciones y conclusiones vagas. Se presenta entonces, la
asunción de la razón y la ciencia como únicas guías capaces de instaurar el orden
social de la humanidad sin apelar a oscurantismos teológicos o metafísicos.
Tanto en el positivismo decimonónico como el positivismo lógico, el punto de
encuentro será relevancia de la observación ya que en ambos casos se la considera
como la base para conocer la realidad y constatar el conocimiento.
Comte realiza una diferenciación entre la imaginación y la observación; exponiendo
la necesidad de justificación de los enunciados mediante la experiencia. Explica
entonces que la imaginación y la especulación de los estados teológico y metafísico se
“subordinan a la observación para construir un estado lógico plenamente normal” que
ubica a la observación como la única base posible de acceder a los conocimientos
científicos.
El autor sostiene que es la ciencia positiva la que nos permite mediante la
observación de los fenómenos llegar al conocimiento de las leyes universales que
gobiernan la naturaleza y la historia y de esa manera nos permiten intervenir, prever,
manipular, controlar; como nos explica en su texto: “La verdadera ciencia, lejos de
estar formada de meras observaciones, tiende siempre a dispensar , en cuanto es
posible la exploración directa, sustituyendola por aquella previsión racional, que
constituye el principal carácter del espíritu positivo”.
Comte afirma que únicamente la ciencia positiva o positivismo podrá hallar las leyes
que gobiernan no sólo la naturaleza, sino nuestra propia historia social, entendida
como la sucesión y el progreso de determinados momentos históricos llamados
estados sociales.
Los problemas sociales y morales han de ser analizados desde una perspectiva
científica positiva que se fundamente en la observación empírica de los fenómenos y
que permita descubrir y explicar el comportamiento de las cosas en términos de leyes
universales susceptibles de ser utilizadas en provecho de la humanidad.
Para el autor, la observación debe y puede ser realizada de manera neutral, dejando
de lado los prejuicios valorativos o estados de ánimo, al mismo tiempo que no se
realiza sólo con intenciones acumulativas o fines exploratorios sino que: “la
exploración directa de los fenómenos realizados no podría bastar para permitirnos
modificar su cumplimiento, si no nos condujera a preverlos convenientemente.”
Para el positivismo lógico del Círculo de Viena, la centralidad no estará en el objeto
sino en el lenguaje. Si bien la justificación de las teorías nos llevan a la experiencia y a
los hechos físicos observables, la discusión estará centrada en los enunciados.
El primer punto de encuentro podemos decir entre el positivismo de Comte y el
positivismo lógico es el distanciamiento de lo que se considera científico de la
Metafísica; argumento que se basa en la necesidad de someter a prueba empírica las
afirmaciones fueran verdaderas o falsas. Un enunciado sin sentido podría tener un
significado emotivo o poético pero carecería de sentido lógico, como explica Ayer: “Las
afirmaciones metafísicas carecen de sentido porque no tienen relación con los hechos,
no están formadas en lo absoluto por enunciados elementales”.
A partir del Tractatus de Wittgenstein, el Círculo de Viena mantiene un conjunto de
reglas basadas en la existencia de enunciados elementales constituidos por
enunciados moleculares que pueden dividirse a su vez en enunciados más atómicos
siempre en una relación de correspondencia con los fenómenos observables. Esto
permite el método inductivo de la ciencia; enunciado de hechos observables sobre el
mismo tipo de fenómeno nos permiten inferir inductivamente una ley universal, una
teoría.
Un punto de discusión importante dentro del Círculo de Viena es la falibilidad de los
enunciados; ellos consideran que cualquier enunciado puede ser falible, ya que lo que
se observa son enunciados y no la realidad en sí. Aquí encontramos una distinción con
el positivismo decimonónico el cual establecía una observación pura y una descripción
de los fenómenos a través de la experiencia. En la perspectiva lógica por el contrario,
la mediación del lenguaje permite considerar la posibilidad de incertidumbre de los
enunciados; esto a su vez generó gran debate dentro del círculo de Viena en discusión
sobre el carácter y la naturaleza al que referían los enunciados elementales, su
pertenencia a las experiencias privadas mientras lo que la intención era llegar a una
experiencia pública, a un lenguaje de la ciencia acordado intersubjetivamente.
En cuanto a la verificación de las teorías, se toma a la observación como la acción
para validarlas, se considera científico todo aquellos que pueda tener una justificación
y para poder considerarse científicas, las teorías deben contener un lenguaje empírico
informativo, que refieran a fenómenos observables. No que la teoría tenga observación
sino que lo que se analiza son los enunciados; la teoría en sí misma no es empírica
sino de manera indirecta como explica Ayer: “Sigo considerando que los enunciados
empíricos se tienen que referir a experiencias, en el sentido en que deban ser
verificadas, sin que la referencia pueda circunscribirse a la experiencia de una persona
cualquiera, en cuanto opuesta a otra persona cualquiera, aunque reconozco que este
intento de neutralizar el principio de verificación, encuentra por sí mismo considerables
problemas”.

II. Sobre las dos teorías acerca del conocimiento Karl Popper nos presenta la
diferencia entre dos perspectivas para él antagónicas; por un lado la teoría del cubo
correspondiente a la corriente empirista y por otro, la propuesta por el autor, la teoría
del reflector. Entre otros aspectos las críticas de Popper al inductivismo serán: las
diferencias al considerar o entender el conocimiento científico, el progreso de la
ciencia y el concepto de observación.
En primer lugar la concepción de conocimiento científico que mantiene la teoría de la
ciencia como un cubo, tiene como punto de partida a la experiencia de los sentidos, a
las percepciones como aquello que nos permite conocer el mundo y esas
percepciones nos permite iniciar enunciados singulares que mediante la justificación
nos permitan afirmar enunciados universales, los que se van acumulando y
constituyendo la ciencia. En cambio dice Popper, nunca nuestras experiencias y
percepciones pueden realizarse antes que nuestras intenciones, preguntas, problemas
del mundo que queremos conocer.
El autor se niega a la idea de la perspectiva empirista que considera a la ciencia o a
nuestra mente como un cubo capaz de recepcionar y almacenar conocimientos en el
que el sujeto interviene lo menos posible, tampoco que la ciencia parta de un punto
cero sino que presupone un horizonte de expectativas, supuestos que la anteceden.
Si bien acepta que hacer ciencia sería imposible sin la necesaria constatación
empírica, no concuerda con el método propuesto por los inductivistas para entender y
llevar adelante la experiencia. Popper considera la inducción como un procedimiento
que carece de validez lógica y que puede llevarnos a incoherencias. El autor no
considera posible que nuestras observaciones justifiquen enunciados singulares y
ellos den lugar a enunciados universales ya que lo que considera “lógica” está
relacionado al método hipotético deductivo que será la propuesta epistemológica de
Popper: un método deductivo de contrastar en el que se formulan hipótesis y luego se
procede a la contrastación empírica. En “Panorana de algunos problemas
fundamentales” desarrolla los procedimientos para llevar adelante una contrastación
deductiva de las teorías, a saber: en primer lugar se encuentra la comparación lógica
de las conclusiones; luego el estudio de la forma lógica de la teoría; la comparación
con otras teorías y en finalmente la contrastación por medio de la aplicación empírica
de las conclusiones que pueden deducirse de ella.
En este mismo sentido, otra de las diferencias que pueden observarse en el
pensamiento popperiano frente a la teoría del cubo la encontramos con respecto a la
observación. Como explica el autor en su apéndice, para él la observación no es pura
sino teórica: “La percepción no es lo mismo que la observación. La observación es una
percepción planificada y preparada. Las observaciones siempre están precedidas por
una inquietud, un cuestionamiento, un problema que puede ser una hipótesis o
pregunta”.
Para los positivistas las investigaciones comienzan en la observación y las teorías que
se obtienen de ella y se verifican con la experiencia suelen ser acabadas. Para Popper
por el contrario, las preguntas, hipótesis, problemas que se plantea el investigador
operan como un reflector que va iluminando el camino de la investigación de acuerdo
a la dirección propuesta. De este modo se “alumbrará” a través de preguntas o
conjeturas que se expondrán a cuestionamientos para responder al problema
planteado y en ciertas ocasiones existirá además la posibilidad de que esas
observaciones nos lleven a cambiar hipótesis o a formular nuevas preguntas.
El autor deja en claro su desacuerdo ante la posibilidad de realizar observaciones
puras como lo consideraba la corriente positivista, por el contrario argumenta: “La
observación es siempre selectiva. Necesita un objeto elegido, una tarea definida, un
interés, un punto de vista o problema. Y su descripción presupone un lenguaje
descriptivo con palabras apropiadas; presupone una semejanza y una clasificación, la
que a su vez presuponen intereses, puntos de vista y problemas”.
No considera tomar a las observaciones como el fundamento de la teoría, ya que de
ellas se infieren enunciados singulares obtenidos de premisas; una ley universal no se
encuentra fundamentada en la empiria o en enunciados universales; no se constata en
los hechos sino en los enunciados observacionales.
Otro punto de discusión es la forma en que la ciencia progresa; para la teoría del cubo,
el progreso se presenta por acumulación del conocimiento. Para Popper por el
contrario la idea de progreso científico está tomada de la mano de la falsación. El autor
considera que el progreso se presenta mediante la puesta a prueba de las teorías; “la
tarea del científico no es descubrir la certeza absoluta, sino descubrir teorías cada vez
mejores [o inventar reflectores cada vez más potentes] capaces de someterse a
contrastaciones cada vez más rigurosas [ que nos guían por tanto y nos desvelan
siempre nuevas experiencias iluminándolas] Pero esto quiere decir que dichas teorías
han de ser falsables: la ciencia progresa mediante su falsación”. La falibilidad de las
teorías ocupará un lugar central en la concepción popperiana argumentando que no
hay teorías absolutas, por el contrario, son válidas provisionalmente hasta que puedan
falsarse pero nunca son consideradas teorías verdadera, sino válidas.
La ciencia entonces tiene una función explicativa y de predicción; la primera se lleva a
cabo mediante la relación del explicandum -una proposición mayor- y el explicans -las
leyes universales o enunciados singulares-. Los enunciados singulares que se
deducen de la teoría se contrastan en los procesos de falsación. Del mismo modo
explica Popper: “La tarea de la ciencia no se limita a buscar explicaciones teóricas
puras; también tiene aspectos prácticos: aplicaciones técnicas, así como predicciones.
(...) El procedimiento de contrastación consiste en derivar una predicción del explicans
para compararla con una situación real observable”.
Las predicciones conformarán los enunciados singulares que darán a su vez lugar a
las conclusiones.

III. En el texto “La sociedad abierta y sus enemigos” Karl Popper expone su punto de
vista acerca del racionalismo, su diferenciación con el racionalismo no crítico y el
irracionalismo.
En primer lugar Popper utilizará la palabra “racionalismo” para hacer referencia a una
actitud tomada por los individuos mediante la que intentan resolver los problemas
utilizando la razón; teniendo ésta un lugar preponderante por sobre las emociones y
las pasiones.
La actitud racional implica una actitud de equivocación, la que consiste en que: “yo
puedo estar equivocado y tu puedes tener razón, con un esfuerzo podemos
acercarnos los dos a la verdad”. La razón al igual que el lenguaje es un producto de la
vida social y a ella le debemos la comunicación con los otros hombres. La relación con
las individualidades nos permiten acceder a información que conforman la “unidad
racional del género humano” y que nos permiten llegar al conocimiento por la
socialización del mismo.
La corriente positivista consideraba que la razón era totalmente contraria a las
pasiones y motivaciones; Popper se opone a esta conceptualización argumentando
que si bien no está totalmente separada de los deseos, las pasiones, las emociones,
ocupa un lugar preponderante sobre los ellos.
El racionalismo es una actitud en la que predomina la disposición a escuchar los
argumentos críticos y aprender de la experiencia, considera que la postura racionalista
está vinculada además al humanismo y a un concepto de igualdad que es rechazado
por el irracionalismo. Esta postura de razonabilidad dice Popper: “es muy semejante a
la actitud científica, a la ciencia de que en la búsqueda de la verdad necesitamos
cooperación y que con la ayuda del raciocinio podremos alcanzar con el tiempo algo
de objetividad”. Valora entonces como “verdadero racionalismo” al que se asemeja a
la actitud socrática planteando interrogantes en las situaciones que creemos poder
afirmar y siendo conscientes de las limitaciones propias.Es una actitud que consiste en
destruir prejuicios, creencias falsas; tiende a limpiar y purificar nuestras afirmaciones y
lograr poner en cuestión nuestras convicciones.
Por otro lado calificará como “pseudoracionalismo” la actitud de Platón de confiar en
la superioridad de las capacidades intelectuales y creer en que se posee un
instrumento o método infalible. Consideramos aquí un aspecto importante en el
pensamiento popperiano ya que se establece una relación entre la racionalidad con la
posibilidad de criticar y falsar las teorías. Para Popper ninguna teoría es absoluta o
acabada por el contrario, establece la falsabilidad como criterio de demarcación, esto
es que; todos los enunciados sean capaces de someterse a una decisión definitiva
respecto a su verdad o falsedad: “sólo quiero que cada uno de estos enunciados sea
susceptible de contrastación; dicho de otro modo: me niego a admitir la tesis de que en
la ciencia existan enunciados cuya verdad hayamos de aceptar resignadamente, por la
simple razón de no parecer posible-por razones lógicas- someterlos a contraste”.

No debemos confundir la actitud de racionalidad con el principio de racionalidad; para


el autor son dos aspectos que deben diferenciarse ya que “la racionalidad como
actitud personal consiste en la disposición para corregir nuestras ideas. En su forma
más desarrollada, intelectualmente es una disposición para examinar nuestras ideas
con espíritu crítico y para revisarlas a la luz de una discusión crítica con otro.”
Mientras que el principio de racionalidad se asocia a la creación de modelos
explicativos capaces de llevar adelante nuestras hipótesis y que se construyen como
modelo situacional.
De todas formas la posición que de racionalista, irracionalista dependerá no solo de
una decisión de gusto o de índole intelectual sino moral; si bien las dos se sirven de la
razón Popper critica al irracionalismo por hacerlo de forma irresponsable o sin
obligación y a su antojo.

IV.La propuesta de Thomas Kuhn en la estructura de las revoluciones científicas


estará enfocada en el progreso de las teorías y los modos de hacer ciencia. No pone
en cuestionamiento qué es científico que no, sino los procedimientos que suceden a
las teorías en convertirse como tales, la construcción de paradigmas y las acciones
que lleva adelante la comunidad científica.
La primer contradicción que encontramos frente al pensamiento de Popper es la
noción de acumulación; en la perspectiva popperiana observamos que las teorías son
puesta a prueba, a cuestionamiento y se someten a falsación; si los enunciados son
falsados entonces se descartará la teoría en su conjunto. En cambio, para Kuhn una
teoría aceptada es considerada como paradigma, aceptada no sólo por el científico
que la estudia sino por la comunidad científica en general. Los paradigmas establecen
las normas, leyes y supuestos teóricos que lo constituirán como tal al interior de la
ciencia a la que pertenece. Al mismo tiempo desarrollarán las maneras en que se
aplicarán esas leyes a las situaciones específicas.
Los problemas que surgen al interior del paradigma deben ser resueltos por sus
propios medios y es tarea del científico prestar solución a esos obstáculos; cuando un
problema no encuentra solución posible son considerados como anomalías y se
cuestiona la actividad del Científico más que los argumentos del paradigma. Pero en
todo no se abandona la teoría como lo haría el falsacionismo de Popper, sino que se
pretende encontrar solución a esos cuestionamientos. Como nos explica Chalmers:
“Un científico normal no debe criticar el paradigma en el que trabaja. Sólo de esa
manera es capaz de concentrar sus esfuerzos en la detallada articulación y efectuar el
trabajo esotérico necesario para explorar la naturaleza en profundidad”.
Cuando un paradigma no puede resolver sus anomalías y ellas constituyan una serie
de gravedad para mantenerse, tendrá lugar la crisis; el paradigma se pondrá en
comparación con otro paradigma, se rechazará y será superado por un nuevo
paradigma.
La mera existencia de anomalías no significa que la teoría va a entrar en crisis;
siempre los paradigmas tienen anomalías, las que a su vez dan lugar al
descubrimiento. El descubrimiento no es una acción que podamos atribuirle un
momento específico; para Kuhn forma parte de un proceso extenso que comienza con
la percepción de la anomalía. El autor nos explica que en muchas ocasiones el
descubrimiento suele ocurrir por accidente: “la percepción de la anomalía, un
fenómeno para el que el investigador no estaba preparado por su paradigma
desempeñó un papel esencial en la preparación del camino para la percepción de la
novedad (...) la percepción de que algo andaba mal fue sólo el preludio del
descubrimiento”.
Sólo cuando una teoría encuentra serios problemas y no puede superar sus
anomalías, podemos decir que comienza un período de “inseguridad profesional
marcada”. Pero a pesar de sus objeciones, el científico presenta una postura de
defensa de su teoría, exponiendo numerosas articulaciones y modificaciones; dice
Kuhn, existe una resistencia al cambio lo que hace que derrumbar un paradigma se
convierta en tarea difícil.Sólo lograrán este cometido aquellas anomalías que logren
atravesar hasta el fondo los conocimientos existentes; afirmación con la que estaría en
desacuerdo Popper en su totalidad.
Cuando un paradigma se encuentra debilitado y aparece otro que hace agravar la
crisis, ambos compiten para lograr la adhesión de la comunidad científica; tiene lugar
allí la Revolución; esta situación corresponde al abandono de un paradigma y la
adopción de uno nuevo; Explica Kuhn: “ La decisión de rechazar un paradigma. es
siempre, simultáneamente, la decisión de aceptar otro, y el juicio que conduce a esa
decisión involucra la comparación de ambos paradigmas con la naturaleza y la
comparación entre ellos”.
La revolución es para este autor lo que da lugar al progreso de la ciencia, sobre todo al
resolver los problemas del paradigma y extenderse hasta incluir a la mayor cantidad
posible de miembros de la comunidad científica.
Si bien Kunh no basa su investigación en cuestiones específica como el criterio de
demarcación de la ciencia o la base empírica, sino que se centra en la proposición y
proceso de las teorías; podemos deducir una posición antagónica frente a las
propuestas de Popper.
Para Popper las investigaciones están basadas en control permanente del investigador
intentando llegar a la predicción, debatiendo entre ensayo, error, conjeturas,
refutaciones. Por el contrario Kuhn realiza su análisis desde un contexto sociológico,
histórico describiendo las etapas de la ciencia normal donde se resuelven los
problemas dentro de sus propios paradigmas.
Para Popper el conocimiento se presenta mediante el error, la falsación de las teorías;
mientras que para Kuhn el descubrimiento tendrá lugar por la ruptura la crisis, la
revolución, el cambio y no necesariamente el rechazo.
Bibliografía
-AYER, A. J. El positivismo lógico. Fondo de cultura económico. México-
Buenos Aires.

-CHALMERS, Alan F(1976). ¿Qué es la cosa llamada ciencia?.


SigloVeintiuno Editores.

-COMTE, August. Discurso sobre el espíritu positivo. Traducción de julián


Marías. http://biblio3.url.edu.gt/Libros/comte/discurso.pdf
-KUHN, Thomas(1986). La estructura de las revoluciones científicas.
Fondo de Cultura económica. México

-POPPER, Karl. La lógica de la investigación científica: Panorama de


algunos problemas fundamentales. Editorial Tecnos. Madrid 1997.

-POPPER, Karl (1982):El cubo y el reflector: Dos teorías acerca del


conocimiento. Editorial Tecnos. Madrid.

-POPPER, Karl (1957): Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del


conocimiento científico.Paidós. Buenos Aires.

-POPPER, Karl (1968) Sobre los fundamentos de las ciencias humanas: La


explicación de las ciencias sociales (La racionalidad y el estatus del
principio de racionalidad. En Revista Occidente. Madrid.

-POPPER, Karl. La sociedad abierta y sus enemigos:La filosofía uracular y


la rebelión contra la razón. Paidós.

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