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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, ciencia y tecnología


Universidad del Zulia
Facultad de Humanidades y Educación
Escuela de Filosofía
Plan Especial para Egresados

UNIVERSIDAD, ESCUELA, CONSULTORIO Y CALLE: LUGARES Y PREGUNTAS PARA


PENSAR LA PRÁCTICA FILOSÓFICA Y SU EJERCICIO PROFESIONAL

Trabajo Especial de Grado presentado para optar al título de Licenciado en Filosofía-Plan


Especial para Egresados

Autor:
Gustavo Urdaneta Rivas
C.I:
V-19.549.895

Tutor:
José Alvarado
C.I:
V-

Maracaibo, noviembre de 2023

1
2
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD DEL ZULIA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
ESCUELA DE FILOSOFÍA
PLAN ESPECIAL PARA EGRESADOS

VEREDICTO DEL JURADO

Quienes suscriben, miembros del jurado nombrados por el Consejo de la Escuela de Filosofía de la Facultad de
Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia para evaluar el Trabajo Especial de Grado titulado:

“UNIVERSIDAD, ESCUELA, CONSULTORIO Y CALLE: LUGARES Y PREGUNTAS PARA


PENSAR LA PRÁCTICA FILOSÓFICA Y SU EJERCICIO PROFESIONAL”

Presentado por el MSc. Gustavo Alfredo Urdaneta Rivas C.I: 1 9.549.895 para optar al Título de Licenciado en
Filosofía-Plan Especial para Egresados, después de haber leído y estudiado detenidamente el trabajo y evaluado
la defensa del autor, consideramos que el mismo reúne los requisitos señalados por las normas vigentes y por lo
tanto se APRUEBA; y para que conste se firma en

Maracaibo, a los ____ días del mes de ____________ de _______.

JURADO

__________________________ _______________________
Coordinador: Secretario:

Prof. --------------------- Prof. ----------------------


C.I: ----------------- C.I: ------------------

_______________________
Tutor:
MSc. José Alvarado
C.I: E-81.138.794

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DEDICATORIA

A los y las estudiantes de Filosofía que persistan en el deseo de saber, en el cuidado de sí y en la


voluntad de servir a la humanización del querer y al florecimiento humano para la transformación
social.

AGRADECIMIENTOS

A Dios creador.
A la Ilustre Universidad del Zulia, sempiterna casa de estudios.
A la Escuela de Filosofía por las oportunidades brindadas.
A aquellos profesores y profesoras con quienes ha sido un honor compartir durante años y quienes
siempre están prestos a servir.
A Rodrigo Jeldres Díaz, quien con su amoroso cuidado y apoyo infatigable me acompañó para poder
cerrar este ciclo.

RECONOCIMIENTO

A la amiga Nidia Sierra, quien en la tercera edad conserva y expande el deseo de saber con jovialidad,
la voluntad de servir al cuidado de la salud a través de la filosofía y con quien hemos logrado abrir el
campo de la Práctica Filosófica en nuestra Escuela de Filosofía. Mi respeto y admiración infinita.

4
Índice de contenido

Pág.

Resumen………………………………………………………………………………………..............7
Abstract………………………………………………………………………………………………...8

Introducción……………………………………………………………………………………...........9

I
Huellas en el camino: el devenir histórico de la profesión filosófica………………………………14
1. El origen formal de la filosofía y las primeras escuelas: el filósofo como guía espiritual……14
2. La era del comentario y el funcionalismo en la enseñanza de la filosofía: el filósofo como
profesor………………………………………………………………………………………....16
3. La instrumentalización y subordinación de la filosofía en el medioevo escolástico: el teólogo
filósofo………………………………………………………………………………………….18
4. La autonomización de la filosofía en la Ilustración árabe islámica: el filósofo como pensador
autónomo......................................................................................................................................20
5. La secularización moderna de la filosofía en la Ilustración europea: el filósofo como maestro de
razón…………………………………………………………………………………………….22
6. Entre ciencia moderna y técnica contemporánea: el filósofo profesional como especialista….25
7. La crisis actual de la filosofía y la transformación de su matriz disciplinar……………………26

II
Desde la Universidad y la Escuela de Filosofía: el lugar para pensar la definición y la formación
académica en Práctica Filosófica y los dilemas de su mercantilización……………………………28
1. Definición: la Práctica Filosófica y el nuevo perfil profesional de Licenciatura en Filosofía..30
2. Formación: personal, histórica, teórica y práctica del estudiantado de filosofía……………...33
3. Dilemas laborales: la oferta de servicios profesionales y la mercantilización de la Práctica
Filosófica……………………………………………………………………………………….42

III
Abrir un consultorio: el lugar para pensar los malestares filosóficos del otro como servicio al
florecimiento humano y los dilemas ético-legales del ejercicio profesional filosófico…………….46
1. La consulta filosófica como lugar para pensar…………………………………………………46
2. Los malestares filosóficos……………………………………………………………………....48
3. Dilemas ético-legales del ejercicio profesional filosófico……………………………………..52

IV
Por las calles de la ciudad: el lugar para pensar la intervención filosófica para la transformación
social, el servicio comunitario, la crítica de la opinión pública y la defensa del derecho a la
filosofía…………………………………………………………………………………………………62
1. La función social de la filosofía a través de la intervención filosófica para la transformación
social……………………………………………………………………………………………62
2. La intervención filosófica y el servicio comunitario del estudiantado de filosofía…………....66

5
3. La intervención filosófica para la crítica de la opinión pública, el análisis político y el
asesoramiento filosófico en el campo político………………………………………………….70
4. La intervención filosófica para la promoción y defensa del derecho a la filosofía para todos y
todas…………………………………………………………………………………………….75

Conclusiones…………………………………………………………………………………………...85
Referencias bibliográficas……………………………………………………………….....................88

6
Universidad, escuela, consultorio y calle: Lugares y preguntas para pensar la Práctica Filosófica
y su ejercicio profesional

Resumen
Asistimos al proceso de transformación de matriz epistemológica y disciplinar de la filosofía en el
mundo contemporáneo. Éste proceso se contextualiza en el devenir histórico de la filosofía desde su
concepción como forma de vida en la antigüedad hasta su profesionalización y crisis actual. Para
abordar ese proceso de transformaciones y crisis, nos servimos de la ideación de los “lugares” y
preguntas que plantea la Práctica Filosófica a la transformación de la concepción de la filosofía y su
práctica en general y, en específico, desde la universidad y la escuela de filosofía, pensar la definición
de un nuevo perfil profesional de licenciatura en filosofía, la formación académica personal, histórica,
teórica y práctica en Práctica Filosófica, y los dilemas laborales de su mercantilización; desde el
consultorio filosófico, pensar ejercicio profesional de la filosofía en el abordaje de los malestares
filosóficos del otro como servicio al florecimiento humano, y los dilemas ético-legales de la consulta y
asesoramiento filosófico; y finalmente, por las calles de la ciudad pensar ejercicio de la intervención
filosófica para la transformación social, para el servicio comunitario en las comunidades más
vulnerables, para la crítica de la opinión pública en los lugares de comunicación de la ciudadanía y para
la defensa del derecho a la filosofía para todos y todas.
Palabras clave: Práctica Filosófica, Profesión filosófica, Consulta y asesoramiento filosófico,
Malestares filosóficos, Intervención filosófica.
Correo electrónico: gus88urdaneta@gmail.com

7
University, school, office and street: Places and questions to think about Philosophical Practice
and its professional practice

Abstract
We witness the process of transformation of the epistemological and disciplinary matrix of philosophy
in the contemporary world. This process is contextualized in the historical development of philosophy
from its conception as a way of life in ancient times to its professionalization and current crisis. To
address this process of transformations and crises, we use the ideation of the “places” and questions
that Philosophical Practice poses to the transformation of the conception of philosophy and its practice
in general and, specifically, from the university and the school of philosophy, thinking about the
definition of a new professional profile for a degree in philosophy, personal, historical, theoretical and
practical academic training in Philosophical Practice, and the labor dilemmas of its commercialization;
from the philosophical office, think about the professional exercise of philosophy in addressing the
philosophical discomforts of others as a service to human flourishing, and the ethical-legal dilemmas of
philosophical consultation and advice; and finally, through the streets of the city, think about the
exercise of philosophical intervention for social transformation, for community service in the most
vulnerable communities, for the criticism of public opinion in places of citizen communication and for
the defense of the right to philosophy for everyone.
Keywords: Philosophical Practice, Philosophical profession, Philosophical consultation and advice,
Philosophical discomforts, Philosophical intervention.
Email: gus88urdaneta@gmail.com

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Introducción

Cuando empecé a estudiar filosofía, no estaba en mi horizonte cuestionarme por las salidas
laborales que me permitiría la disciplina. El ejercicio docente era obvio y parecía estar garantizado,
pues venía de titularme en una licenciatura en educación. Sin embargo, pronto me impactaron los
comentarios de uno de mis profesores: “la filosofía no sirve para nada”, “la filosofía está en un punto
muerto”. Esto contrastaba con mi experiencia en la lectura de materiales filosóficos de los que antes me
había familiarizado y con los muy sonados eventos que se producían en el país, como el Encuentro
Mundial de intelectuales y artistas en defensa de la humanidad y el Foro Internacional de Filosofía de
Venezuela. A pesar de ello, la cuestión de la utilidad de la filosofía me movió a un arqueo biblio-
hemerográfico por la actualidad filosófica.

Por supuesto, no podía no toparme con los afamados textos de Lou Marinoff y Mónica Cavallé
en torno a la llamada Práctica Filosófica. Por ello, pude percatarme de lo que alguno ha llamado el giro
práctico de la filosofía. Muy pronto, pude toparme también con las críticas que han generado las obras
de los referidos filósofos. Así, rápidamente accedí a todo un conjunto de debates sobre la recuperación
y actualización de la originaria concepción de la filosofía como forma de vida y de la diversidad de
prácticas en que esa actualización se ha ido expresando en nuestra condición epocal y los cambios que
hoy ha de enfrentar la disciplina filosófica.

Ese contexto me movió a invitar a algunos compañeros estudiantes para fundar ÁGORA-Grupo
Estudiantil de Filosofía (2016), desde donde impulsamos los primeros intentos de desarrollar prácticas
filosóficas en la Universidad del Zulia, a través de dos propuestas que diseñé en su momento: el
Seminario “Asesoramiento Filosófico: modelos, técnicas y herramientas en prácticas filosóficas”; y el
proyecto de Servicio Comunitario “Diálogos socráticos: filosofía para la vida cotidiana”, para los
cuales invitamos para la coordinación de ambas propuestas al profesor Osvaldo Hernández (LUZ). Fue
una primera experiencia que luego no tuvo continuidad, pues no había en nuestra escuela una pronta
necesidad para mantenerla.

Sin embargo, la coyuntura de la pandemia y las condiciones que luego se dieron, generó la
necesidad de iniciar un proceso de reforma curricular en toda la Universidad, y por supuesto la Escuela
de Filosofía nos convocó para comenzar a pensar el proceso y las posibilidades de actualización de

9
nuestra disciplina. En el marco de ese proceso, que sigue en curso, propusimos la realización de las I
Jornadas Estudiantiles de Reflexión Filosófica: Práctica Filosófica, currículo y desafíos globales, en
las que pudimos establecer propuestas que esperamos puedan contribuir a enriquecer la reforma
curricular, además de abrir nuevos caminos de investigación que den respuestas al contexto de
transformaciones que se están dando en la profesión filosófica. De allí emerge la motivación que da
lugar a este trabajo.

En efecto, la filosofía contemporánea transita un proceso de transformaciones en su matriz


disciplinar, cambios que han surgido en respuesta a los avances científicos y tecnológicos, así como a
transformaciones culturales y sociales que han ocurrido en las últimas décadas. Se da por ello el caso
de tener que afrontar un conjunto de problemas derivados del desarrollo científico y tecnológico, pero
también antropológicos, existenciales y de relevancia social y política. Ello exige un tipo de formación
profesional actualizada, sustentada en capacidades orientadas a los problemas y debates
contemporáneos.

Para atender este proceso de transformación de la filosofía contemporánea, es menester referir


al proceso histórico de la profesionalización de la filosofía, contrastándolo con la antigüedad, donde la
filosofía se concebía y practicaba como una forma de vida; pasando por su articulación con el mundo
religioso durante el medievo europeo, donde servía de instrumento a la reflexión teológica; por su
primera autonomización del mundo religioso durante el esplendor de la ilustración árabe islámica;
hasta su gradual secularización durante el renacimiento e ilustración occidental; y su establecimiento
como disciplina académica humanística rigurosa en las universidades occidentales, normalizada con
programas de estudio formales desde el siglo XIX; proceso que se ve afectado por la contemporánea
crisis de la disciplina desde finales del siglo XX, con el posicionamiento de las llamadas Prácticas
Filosóficas.

Esto nos lleva a considerar que, en el contexto de éste proceso de profesionalización de la


filosofía, los filósofos y filósofas se han abierto a las posibilidades de nuevos campos laborales que
requieren de sus habilidades analíticas, de argumentación y de pensamiento crítico, así como la
capacidad de aplicar principios filosóficos a problemas sociales, culturales, políticos, antropológicos,
existenciales, comunitarios, etc.; lo que muestra cómo la filosofía, a través de la práctica, se ha
expandido más allá de sus tradicionales dominios académicos, encontrando aplicaciones en diversos
campos del mundo contemporáneo.

10
Esta transformación tiene de fondo el intento de recuperación del espacio social que la filosofía
ha perdido. Es decir, que “quizás el asunto sea recuperar la presencia del filósofo dentro del espacio
social y más allá de su labor de profesor de filosofía o de investigador especializado” 1. Lo que a su vez
conlleva, desde luego, afrontar los desafíos que tal transformación le plantea a la comunidad filosófica
y a su formación profesional; pues tratándose de una transformación teórica y práctica, es válido
preguntarse por el modo en que el filósofo recupera su presencia en el espacio social contemporáneo
sin perder aquello que le es propio: el ejercicio teórico o la práctica del pensar. Guzmán lo cuestiona en
términos prácticos al preguntarse “¿están los filósofos entrenados para atender los problemas de las
personas?”2; y más allá de ello, nos preguntamos también ¿cómo entrenar a los filósofos y a los
estudiantes de filosofía para atender los malestares filosóficos, los problemas existenciales y sociales
de nuestra condición epocal?

En éste sentido, para abordar algunas de éstas y otras cuestiones, nos servimos de la ideación de
los “lugares” y preguntas que plantea la Práctica Filosófica a la transformación de la concepción de la
filosofía y su práctica en general, lo que hallamos clarificado en palabras del filósofo francés Jacques
Derrida cuando comenta:

“La forma misma de esta cuestión referida a una pregunta, a saber «¿dónde?, ¿en qué
lugar puede tener lugar una cuestión?», supone que entre la cuestión y el lugar, entre
la pregunta por la cuestión y la cuestión del lugar, haya una especie de contrato
implícito, una supuesta afinidad, como si una cuestión debiera estar siempre
previamente autorizada por un lugar, legitimada de antemano por un espacio
determinado que le da a la vez derecho y sentido, haciéndola así posible y al mismo
tiempo necesaria, a la vez legítima e inevitable.”3
De allí, consideramos entonces que la cuestión de la práctica filosófica ha de ser pensada desde
unos lugares, aquellos nos permiten pensar y que creemos son los apropiados para su definición,
formación y ejercicio, a saber: desde la universidad y la escuela de filosofía, pensar la definición de un
nuevo perfil profesional de licenciatura en filosofía, producto de su devenir histórico, la formación
académica personal, histórica, teórica y práctica de los futuros filósofos y filósofas en el área de
Práctica Filosófica, y los dilemas laborales de su mercantilización; desde el consultorio filosófico,
pensar el ejercicio profesional de la filosofía como abordaje de los malestares filosóficos del otro y al
servicio del florecimiento humano, así como los dilemas ético-legales de dicho ejercicio; y finalmente,

1
GUZMÁN, Rayda, “Paradigmas, paradojas y teorías en la práctica filosófica”, en: Apuntes filosóficos vol. 20 Nº39, 2011,
p. 257.
2
Ibíd., p. 252.
3
DERRIDA, Jacques, “El derecho a la filosofía desde el punto de vista cosmopolítico”, traducción de Paco Vidarte, en:
ÉNDOXA: Series Filosóficas, UNED, Madrid, 2000, p. 382.
11
por las calles de la ciudad, pensar el ejercicio de la intervención filosófica para la transformación
social, para el servicio comunitario en las comunidades más vulnerables, para la crítica de la opinión
pública en los lugares de comunicación de la ciudadanía y para la defensa del derecho a la filosofía
para todos y todas. Y en función de esos lugares estructuramos este trabajo.

Se nos podrá reprochar, y estamos conscientes de ello, que un trabajo especial de grado en
filosofía, como tradicionalmente se hace en una licenciatura en filosofía, no nos hayamos detenido y
extendido en abordar un concepto o tema o una obra específica de un filósofo, con lo que se cumple el
requisito mínimo exigido a un estudiante del nivel de pregrado. No renegamos de ese modo de
desarrollar un trabajo de investigación en filosofía y estamos de acuerdo en que se conserve, pero lo
que no podemos es reducir la investigación filosófica a ese único modo, pues se corresponde con la
herencia del momento histórico del “comentario y funcionalismo” que la profesionalización de la
disciplina filosófica hizo primar en detrimento de otros modos de investigación filosófica. Este trabajo
se justifica en el criterio filosófico de que hay, y debe recuperarse, una diversidad de modos de
investigación filosófica; y en sentido institucional y reglamentario, tampoco existe una prohibición que
nos obligue a quedarnos con un modo único tradicional.

Asimismo, se nos puede señalar que a lo largo del trabajo no nos detengamos únicamente en el
ejercicio teórico sobre el problema central que nos ocupa, a saber, la Práctica Filosófica. Consideramos
que eso, precisamente, es parte del problema. Por ello, además del abordaje histórico y teórico en torno
a la Práctica Filosófica, atendemos la necesidad de abordar las dimensiones prácticas tanto pedagógica
como profesional en torno a la Práctica Filosófica, por lo que nos hemos atrevido a proponer
orientaciones que sirven para guiar y enriquecer el nuevo diseño curricular que se está construyendo en
el proceso de reforma curricular de nuestra Escuela de Filosofía, con el que se busca integrar el campo
disciplinar de la Práctica Filosófica en la formación académica del estudiantado de Filosofía; así como
proposiciones que servirán para los futuros instrumentos legislativos y reglamentarios a través de los
cuales se han de establecer las regulaciones éticas y legales para el ejercicio profesional de la Filosofía
a partir del nuevo perfil centrado en Práctica Filosófica. De ello vale referir:

“La filosofía –puesto que ésa es su sustancia y todo su propósito– incita e invita a un
cuestionamiento abierto. Permite liberar y ofrecer salidas a los jóvenes espíritus,
llamados a ser los pensadores y los actores de un mañana que está más cercano de lo
que se cree. Un análisis de la situación actual con «vistas hacia el futuro»,

12
precisamente porque un análisis de la enseñanza de la filosofía, hoy en día, solo tiene
sentido si traza perspectivas de acción para el futuro.”4
Permítasenos decir, en suma, que estamos justificados en el criterio de la diversidad de modos
de investigación filosófica y en el hecho de que no tendría sentido un abordaje de la Práctica Filosófica
reducido únicamente a su dimensión teórica y sin al menos bosquejar las necesarias perspectivas de
acción para el futuro próximo, ya que una dimensión que la Práctica Filosófica nos demanda es
precisamente su práctica a través del ejercicio profesional de la disciplina filosófica. Allí nos jugamos
una de las posibilidades de recuperación del espacio social de la filosofía y de la apertura de lugares
para pensar y pensarnos en nuestra condición epocal.

4
UNESCO, La Filosofía. Una Escuela de la libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar: la situación
actual y las perspectivas para el futuro, UNESCO-Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2011, p. XVII.
13
I

Huellas en el camino: el devenir histórico de la profesión filosófica

¿Qué hace que un estudiante de Filosofía se pregunte por su profesión? ¿Cómo es eso que la
Filosofía es una carrera “sin salidas laborales”? ¿Y los Filósofos que “dan clases”? ¿Será ésta la única
salida laboral para un Licenciado en Filosofía? ¿Y si es verdad que no hay salidas laborales para un
profesional de la Filosofía, a qué me dedicaré, en qué trabajaré luego de graduarme? En su obra
Walden, Henry David Thoreau afirma “En la actualidad hay profesores de filosofía pero no filósofos”,
¿habrá sido siempre así? ¿Cómo la Filosofía llegó a ser una profesión? ¿Qué es lo que hace de la
Filosofía una profesión? ¿Qué tiene en común con otras profesiones y qué la distingue de ellas?

Ante estos cuestionamientos, creemos necesario situarnos primero, como ya indica éste
apartado, en el contexto de origen y despliegue histórico de la profesión filosófica. Y esto porque,
siguiendo a Aristóteles, parece que se comprende mejor una cosa cuando se la observa a través del
tiempo, en su despliegue histórico. Intentaremos bosquejar esta cuestión, al menos hasta donde las
limitaciones de espacio y los recursos que como estudiante disponemos, nos lo permitan, y apenas de
modo indicativo, no aún exhaustivo ni suficiente, a través de lo que llamaremos momentos del
despliegue histórico, a saber: 1) El origen formal de la filosofía y las primeras escuelas: el filósofo
como guía espiritual. 2) La era del comentario y el funcionalismo en la enseñanza de la Filosofía: el
filósofo como profesor. 3) La instrumentalización y subordinación de la Filosofía en el medioevo
escolástico: el teólogo filósofo. 4) La autonomización de la Filosofía en la Ilustración árabe: el filósofo
como pensador autónomo. 5) La secularización moderna de la Filosofía en la Ilustración occidental: el
filósofo como maestro de razón. 6) Entre ciencia moderna y técnica contemporánea: el filósofo
profesional como especialista. 7) La crisis actual de la Filosofía y la transformación paradigmática de
su matriz disciplinar.

1. El origen formal de la Filosofía y las primeras escuelas: el filósofo como guía espiritual. El
proceso que, desde el helenocentrismo, tradicionalmente se ha dado en llamar el “paso del mito al
logos” como inicio de la historia de la Filosofía en Occidente, tiene lugar en la región intercultural del
Mediterráneo oriental, y es en Egipto, “cultura madre de las culturas del Mediterráneo”, y su zona de
influencia donde se inicia el proceso. Así lo refiere Enrique Dussel:

14
“Los egipcios efectuaron una primera «racionalización» del mundo mítico por medio
de una filosofía numérica (como la kabala después o los quechuas y aymaras en el
Imperio inca): se piensa lo mítico-cotidiano desde «números» significativos. Con
Sócrates comienza otro tipo de racionalización que pudiéramos llamar el de la
lingüística-semántica del concepto, que será definitivamente formalizada en el
Organon de Aristóteles, por vez primera.”5
Convengamos que con los griegos se da entonces la formalización de la filosofía, en razón del
método filosófico que se explicita en el Organon, es decir, que se trata del origen formal de la Filosofía;
en el marco del cual se constituye ésta en una pluralidad de «escuelas», fundadas en la concepción de
la Filosofía como forma de vida que genera un discurso filosófico. De esto da razón Pierre Hadot:

“Ante todo, por lo menos desde Sócrates, la opción por un modo de vida no se
localiza al final del proceso de la actividad filosófica, como una especie de apéndice
accesorio, sino por el contrario, en su origen, en una compleja interacción entre la
reacción crítica a otras actitudes existenciales, la visión global de cierta manera de
vivir y de ver el mundo, y la decisión voluntaria misma; y esta opción determina,
pues, hasta cierto punto la doctrina misma y el modo de enseñanza de esta doctrina.
El discurso filosófico se origina por tanto en una elección de vida y en una opción
existencial, y no a la inversa. En segundo lugar, esta decisión y esta elección jamás se
hacen en la soledad: nunca hay ni filosofía ni filósofos fuera de un grupo, de una
comunidad, en una palabra, de una "escuela" filosófica y, precisamente, esta última
corresponde entonces ante todo a la elección de cierta manera de vivir, a cierta
elección de vida, a cierta opción existencial, que exige del individuo un cambio total
de vida, una conversión de todo el ser y, por último, cierto deseo de ser y de vivir de
cierto modo. Esta opción existencial implica a su vez una visión del mundo, y la tarea
del discurso filosófico será revelar y justificar racionalmente tanto esta opción
existencial como esta representación del mundo. El discurso filosófico teórico nace,
pues, de esta inicial opción existencial y conduce de nuevo a ella en la medida en que,
por su fuerza lógica y persuasiva, por la acción que pretende ejercer sobre el
interlocutor, incita a maestros y discípulos a vivir realmente de conformidad con su
elección inicial, o bien es de alguna manera la aplicación de un cierto ideal de vida.
Quiero decir, pues, que el discurso filosófico debe ser comprendido en la perspectiva
del modo de vida del que es al mismo tiempo medio y expresión y, en consecuencia,
que la filosofía es en efecto, ante todo, una manera de vivir, pero que se vincula
estrechamente con el discurso filosófico.”6
En este contexto, la idea de «escuela» filosófica tiene el triple sentido de institución, tendencia
doctrinal y lugar en el que se enseña la Filosofía. En este primer momento histórico, se fundaron cuatro
escuelas: la Academia, por Platón; el Liceo, por Aristóteles; el Jardín, por Epicuro; y la Stoa, por
Zenón. Además de dos corrientes distintas sin organización escolar ni dogmas, sino sólo como
actitudes de pensamiento y vida: el escepticismo, de Pirrón y el cinismo, de Diógenes. Entre las cuatro

5
DUSSEL, Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, Trotta, Madrid, 1998, p. 44.
6
HADOT, Pierre, ¿Qué es la filosofía antigua?, Fondo de Cultura Económica, México D.F., p. 13.
15
escuelas, si bien hay diferencias de doctrina y lugar, guardan en común la prioridad de la elección de un
modo de vida filosófico, y unos métodos análogos de enseñanza, en lo que subyace un compromiso
fundamental con la razón. De este compromiso cobra sentido la necesidad de formalizar, sistematizar el
principal instrumento para el uso filosófico de la razón: la Lógica, tal como la planteara Aristóteles. Es
el momento histórico en el que se dan las primeras precisiones de lo que es el filosofar, la filosofía, el
filósofo. Y en el que el filósofo adquiere sus primeros perfiles como «amante de la sabiduría», aquel
que la desea y la busca, y como «guía espiritual», director de conciencia, consejero existencial, médico
del alma. De ello nos indica Ilsetraut Hadot:

“Para todas las escuelas filosóficas (…) incluidos los cínicos y los escépticos, el fin
esencial de la filosofía era guiar a los hombres hacia una vida feliz; la definición
teórica de la vida feliz podría variar considerablemente, pero en todos los casos su
objetivo práctico era el de fortalecer interiormente al individuo contra las vicisitudes
del destino, y de volverlos en la medida de lo posible autosuficientes. Antes que nada,
la filosofía antigua era una ayuda en las dificultades de la vida y una dirección
espiritual.”7

2. La era del comentario y el funcionalismo en la enseñanza de la Filosofía: el filósofo como


profesor. El mundo grecorromano imperial contará aún con escuelas filosóficas (platónica, aristotélica,
epicúrea, estoica), pero estas ya no guardan un estricta continuidad con las escuelas de los primeros
fundadores, y la filosofía, si bien podrá seguir siendo concebida como una forma de vida, su enseñanza
se transformará en lo que luego conoceremos como el comentario filosófico de los textos de las
autoridades, guiado por un profesor de filosofía. Es la era del comentario y del funcionalismo en la
enseñanza de la filosofía, y del filósofo como un profesor. Esto porque

“la enseñanza de las doctrinas filosóficas ya no se imparte en las instituciones


escolares que habían conservado una continuidad con su fundador. En cada ciudad
importante existen instituciones en las que se puede aprender lo que es el platonismo
o el aristotelismo o el estoicismo o el epicureísmo. Se asiste a la terminación de un
proceso que había empezado a esbozarse desde fines de la época helenística: la
aparición del funcionalismo en la enseñanza de la filosofía. El movimiento se había
iniciado en Atenas en el siglo II a.C., cuando la institución oficial de la efebía
ateniense había incluido en el programa de su enseñanza clases de filósofos elegidos
probablemente como representantes de una u otra de las cuatro grandes sectas. Por
esta participación a un servicio público, es factible que la ciudad diera una retribución
a sus filósofos. Sea lo que fuere, en la época imperial tiende a generalizarse cada vez
más la enseñanza de la filosofía municipal retribuida por las ciudades. Este
movimiento llega a su apogeo y a su consagración cuando el emperador Marco
7
HADOT, Ilsetraut, “La figura del guía espiritual en la antigüedad”, traducción de Estela Golbert, en: Konvergencias.
Filosofías y culturas en diálogo, Nº 24, Buenos Aires, abril, 2007, p. 74.
16
Aurelio funda en 176 d.C. cuatro cátedras imperiales, pagadas por el tesoro imperial,
que enseñarán las cuatro doctrinas tradicionales: platonismo, aristotelismo,
epicureísmo, estoicismo). Las cátedras creadas por Marco Aurelio no tenían ninguna
relación de continuidad con las antiguas instituciones atenienses, pero, por parte del
emperador, constituían una tentativa para hacer de nuevo de Atenas el centro de la
cultura filosófica. Y en realidad los estudiantes afluirán de nuevo a la antigua ciudad.
Existe cierta probabilidad de que la cátedra aristotélica de Atenas haya tenido, a
finales del siglo II, un titular célebre, el gran comentador de Aristóteles, Alejandro de
Afrodisia. Al lado de estos funcionarios municipales o imperiales, siempre habrá
profesores de filosofía privados que abrirán una escuela, a veces sin sucesor, en tal o
cual ciudad del Imperio, por ejemplo Amonio Sacas en Alejandría, Plotino en Roma,
Jámblico en Siria. Es necesario insistir en que la escuela platónica de Atenas, la de
Plutarco de Atenas, de Siriano y de Proclo, del siglo IV al VI, es una institución
privada, mantenida por los subsidios de ricos paganos y que nada tiene que ver con la
cátedra imperial de platonismo fundada por Marco Aurelio.”8
Este funcionalismo implica, en la enseñanza de la filosofía, una especie de democratización,
pues, a lo ancho y largo del Imperio se abrirán escuelas para la iniciación en el estudio de alguna de las
doctrinas filosóficas.9 Y si bien la filosofía se concebía como un perfeccionamiento personal, la
necesidad de adquirir una ‘cultura general’ adquiriendo los principios del dogma de cada escuela (como
tendencia doctrinal) conlleva la necesidad de ‘volver’ a las fuentes de las ‘autoridades’ para aprender el
dogma, pero ya no tanto a partir de un entrenamiento en técnicas de argumentación sino de asimilación
de la doctrina, registrada escrituralmente, como discurso filosófico. 10 Se trataba entonces de la
discusión de un texto, del género literario del comentario filosófico, como centralidad en la enseñanza
de la filosofía; y esto es ya el despliegue de un ambiente escolar-profesoral que heredará la escolástica
medieval y moderna, con sus distancias y particularidades. Pero, por encima de esta inicial
transformación escolástica, en esta era del ‘resumen’, en la que se aprende la filosofía de manera
‘técnica’, todavía subyace la idea de la filosofía como una “elección de vida” para “volverse mejores y
más mesurados” los aprendices, según decía el filósofo Tauro.11 Sostiene claramente Hadot:

“Aprender filosofía, aun leyendo y comentando los textos, es al mismo tiempo


asimilar un modo de vida y practicarlo. Considerado desde un punto de vista formal,
por sí mismo, el ejercicio del comentario ya es, tanto como lo era el de la dialéctica,
un adiestramiento formador en la medida en que es un ejercicio de la razón, una
invitación a la modestia, un elemento de la vida contemplativa. Pero, por añadidura,
el contenido de los textos comentados, ya sea que se trate de los textos de Platón o de
Aristóteles o de Crisipo o de Epicuro, invita a una transformación de la vida. El
estoico Epícteto reprochará a sus alumnos no explicar los textos más que para lucirse

8
HADOT, P., Ibíd., 1998, pp. 164-165.
9
Ibíd., p. 165
10
Ibíd., pp. 165-166.
11
Ibíd., p. 170.
17
y les dirá: "En lugar de jactarme, cuando se me pide que comente a Crisipo, me
ruborizo, si no puedo mostrar una conducta similar a sus enseñanzas y que concuerde
con ellas”.12
En este sentido, el comentario de texto es considerado por Hadot como un ‘ejercicio espiritual’,
parte de la forma de vida filosófica, y el filósofo, si bien ya un tipo de profesor de filosofía, no ha
dejado de ser un maestro de vida en torno al cual se forman los discípulos, y esto porque

“el profesor de filosofía sigue no sólo animando a los discípulos reunidos en torno a
él, que en ciertas circunstancias comen con él en común, y viven a menudo muy cerca
de su maestro, sino también velando por cada uno de ellos. La comunidad de vida es
uno de los elementos más importantes de la formación. El profesor no se contenta con
enseñar; desempeña el papel de un verdadero director de conciencia, interesado en los
problemas espirituales de sus alumnos”.13
Por esta época, y bajo esta caracterización, surge la escuela del neoplatonismo con Plotino y
Porfirio, la que dará lugar luego a un neoplatonismo postplotiniano.

3. La instrumentalización y subordinación de la Filosofía en el medioevo escolástico: el teólogo


filósofo. Con la expansión del cristianismo y su institucionalización como religión imperial romana, la
jerarquía eclesiástica comenzó a adquirir tanto o más poder que las tradicionales aristocracias, llegando
a consolidar el ámbito religioso como predominante en la sociedad del Occidente medieval. En ese
contexto, se crearon, bien entrado el medievo, las Escuelas catedralicias y monacales, en las que se
transmitirán los saberes heredados y donde la filosofía será instrumentalizada como la ‘sierva’ del saber
superior en el que se convirtió la teología. Se enseñaban, en esas escuelas, las ‘artes liberales’,
constituidas en el ‘trivium’ (gramática, retórica, dialéctica) y el ‘quadrivium’ (aritmética, geometría,
astronomía, música). Y en tanto que la religión está fundamentada en la ‘verdad revelada’ en las
escrituras, la teología dispone de la filosofía como un instrumento o herramienta hermenéutica para
comprender esa verdad que es la palabra de Dios. Por ello será preponderante la figura del teólogo, un
teólogo-filósofo, como aquel que busca y contempla la verdad de Dios con ayuda de la razón. Y serán
estos religiosos quienes enseñen en las escuelas catedralicias y monacales; son los magister scholae o
scholasticus, cuyas enseñanzas no implicarán tanto un modo de vida filosófico sino religioso, y la
concepción de la filosofía, ocultada como modo de vida, será presentada como un saber puramente
teórico.14

12
Ibídem.
13
Ibíd., p. 173.
14
Ibíd., p. 17.
18
En gran manera, la filosofía en la edad media profundizará los caracteres adquiridos en la era
imperial centrados en la transformación del filósofo en ‘profesor de filosofía’ y el método de enseñanza
en exégesis de los textos heredados, por lo que vale entender

“(…) la escolástica de la Edad Media como una “forma racional de pensamiento que
se elabora de manera consciente y voluntaria a partir de un texto que se considera
como autoridad”. Si se acepta esta definición, se puede decir que, a partir del siglo I
d.C., el discurso filosófico empieza a transformarse en una escolástica y que la
escolástica de la Edad Media será su heredera”.15
Durante el medievo y el feudalismo, surgió una nueva institución docente, que luego se llamará
‘universidad’, y que tendrá particular importancia en el despliegue histórico de la filosofía como
disciplina humanística y profesión académica. Este surgimiento respondió al impacto de la transmisión
de saberes desde el mundo semita (árabe islámico y hebreo judío) que vivía su época de esplendor
cultural, una especie de Ilustración antes de la Modernidad. Las escuelas medievales y la estructura
organizativa de sus saberes resultaron muy estrechos ante los nuevos saberes de la alta cultura
musulmana, por lo que

“se impuso, por tanto, inventar una nueva institución académica que abarcase todos
estos saberes, que recibiese maestros de cualquier lugar del mundo culto y que diese
una Licentia ubique docendi, un Ius docendi hic et ubique terrarum (Licencia para
enseñar en cualquier parte. Derecho a enseñar aquí y en cualquier lugar de la tierra)
a fin de que todos los centros europeos pudieran gozar de todos los maestros del
mundo culto. Y surgió el Studium Generale, luego llamado Universidad, bajo los
auspicios no ya de un abad u obispo locales que cerraran los horizontes a sus propias
y estrechas circunscripciones, sino del único que podía abarcar en aquel momento
todo el orbe: el Papa. Pero esta institución llamada Universidad, y cuya invención se
la atribuye Europa a sí misma, en exclusiva, tiene sin embargo su raíz y claros
precedentes en el mundo culto musulmán”.16
Junto a ello, argumenta Lomba:

“Acabamos de ver que su nacimiento fue provocado por los nuevos saberes que estos
aportaron; los grandes maestros que en ella enseñaron fueron los que estaban al
corriente de las nuevas tendencias filosóficas y científicas, y a sus bibliotecas fueron
a parar inmediatamente cuantos libros se tradujeron en la Península Ibérica y Sicilia,
provocando, además, las primeras condenas y cierres de facultades por orden de los
Papas a la vista del escándalo inicial que provocaron (…) Pero es que, además de este
influjo que podríamos llamar indirecto que ejerció el islam en la creación de la
Universidad, hay otro que suele también olvidarse. Y es que en el mundo oriental y
árabe, ya existían instituciones extraordinariamente similares a lo que fueron luego
15
Ibíd., p. 168.
16
LOMBA FUENTES, Joaquín, La raíz semítica de lo europeo: islam y judaísmo medievales, Ediciones Akal, Madrid,
1997, pp. 28-29).
19
las universidades europeas y que resulta totalmente inconcebible que los europeos las
desconociesen en sus múltiples viajes por el Mediterráneo y Oriente Medio. Varios
ejemplos: antes del advenimiento del islam, pero en pleno Oriente, aunque creado por
iniciativa greco-egipcia, el «Museum» o «Casa de las Musas» de Alejandría, fue, sin
duda alguna, la primera universidad del mundo: era un centro de enseñanza, pero
sobre todo de investigación, dotado de una inmensa biblioteca con más de 500.000
volúmenes, jardín botánico, observatorio astronómico, laboratorios, anfiteatro para
prácticas de anatomía y hospital clínico en el templo de Serapis. Tenía cuatro
departamentos principales, hoy llamaríamos «Facultades»: de literatura, de
matemáticas, de astronomía y de medicina y los salarios del personal docente e
investigador procedían directamente de las arcas del Estado. Otro caso de preludio de
Universidad europea se da en el mismo Egipto, en los comienzos del islam, y que
perdurará hasta hoy día, como una de las más famosas del mundo árabe: la
Universidad de Al-Azhar (la Resplandeciente) de El Cairo. Fundada por el general
Al-Yawhar, a poco de la fundación de la ciudad en el 969, originariamente fue una
institución fatimí, destinada a formar predicadores siitas ismailitas. Ello hizo que los
califas abasíes creasen, a su imitación otras universidades o madrasas (escuelas)
sunitas en Siria, Palestina y Persia. De esta forma, al-Azhar fue el origen de un gran
movimiento que impulsó el desarrollo de la educación superior en el mundo islámico,
a la vez que jugó un papel importante en la evolución de instituciones de enseñanza
en Europa. El llevar la toga negra universitaria, la tradición de los debates públicos, la
división entre facultades de estudiantes y de diplomados (muchas de cuyas estructuras
proceden ya del antiguo Museum de Alejandría) provienen probablemente del al-
Azhar y simbolizan las influencias que pudo haber”.17
A partir del surgimiento y expansión de las universidades en Europa, se irá forjando un perfil
que se mundializa progresivamente con la modernidad, que será característico de esta nueva institución
docente y que se expresará en cuatro aspectos, a saber: la necesidad de un título para ejercer la
docencia, lo que se supedita a que el candidato pase por un proceso que culmina en un exámen público;
el pago y forma de salario que puede venir de estipendios pagados por los alumnos o de la concesión de
prebendas o del presupuesto de las ciudades; la incidencia del prestigio de los profesores para atraer
alumnos a la institución; y la adquisición del carácter corporativo por parte de las comunidades de
profesores; así, “en este sentido, podría decirse, según algunos autores, que la profesión académica
había nacido”.18 Al amparo de esta estructura institucional y asimilada a la dinámica de la profesión
académica, vendrá luego a consolidarse la filosofía como disciplina humanística y como carrera
profesional; pero no sin la incidencia de otro importantísimo aporte del mundo culto musulmán.

4. La autonomización de la Filosofía en la Ilustración árabe: el filósofo como pensador


autónomo. Con los musulmanes se da el proceso de autonomización de la Filosofía con respecto a la
17
Ibíd., p. 29.
18
GARCÍA GUADILLA, Carmen, “Prólogo. Los profesores universitarios y su historia”, en: PARRA SANDOVAL, María
Cristina, Las intimidades de la academia. Un estudio cuanti-cualitativo sobre la dinámica de la profesión académica,
Ediciones del Vice Rectorado Académico, Universidad del Zulia, Maracaibo, 2008, pp. 12-13.
20
teología, lo que comienza con el uso de textos filosóficos, traducidos por cristianos sirios, en manos de
los musulmanes. Es el tiempo de la Ilustración árabe, con representantes como Al-Kindi, Al-Farabi,
Ibn-Sina o Ibn-Rosd. Afirma Enrique Dussel:

“Todos ellos defienden el derecho de la razón ante la fe. Opinamos que con ellos nace
propiamente lo que hoy llamamos secularizadamente «Filosofía»; antes, fue
históricamente una «sabiduría racional» con intención teológica (tanto entre los
griegos como en los Padres de la Iglesia bizantina)”.19
En esto sigue Dussel la pista de W. Jaeger, quien afirma: “La palabra theológos, teología,
theologein, theologicós, fueron creadas por el lenguaje filosófico de Platón y Aristóteles (…) Desde
entonces todo sistema de filosofía griega (con la sola excepción de la escéptica) culminó en una
teología”.20 Y esta autonomización fue posible entre los musulmanes gracias a que conocieron los
discursos previos de los griegos, judíos y cristianos helenistas, y particularmente a la precisión y rigor
formal que aprendieron del Organon de Aristóteles; lo que implicó que pudieran percibir “por primera
vez la autonomía de un horizonte formal filosófico propiamente racional (la lógica y las categorías
metafísicas aristotélicas, no tanto la platónica) con respecto a El Corán, tenido por los creyentes por
material y positivamente revelado”.21 Y como evidencia central de estas afirmaciones, cabe destacar
que entre los musulmanes

“nace el Kalam propiamente dicho, o el uso de la filosofía como método


hermenéutico en el desarrollo de un discurso racional construido desde el texto
«revelado», y, al mismo tiempo como cultivo autónomo de una filosofía secularizada
en cuanto tal”.22
La autonomización (negada luego por Al-Gazzali y su tradición) debe entenderse como un
inicio de la secularización, que será completa sólo después, en la modernidad. De hecho, la
modernidad como secularización no será sólo fruto interno de Europa (feudal y periférica en esta
época) sino que se nutre, entre otras, de la experiencia histórica de la Ilustración filosófica árabe. Esta
idea de autonomización de la Filosofía entre los árabes, que luego se trasmitirá a Europa, también es
expresada por Lomba Fuentes en los siguientes términos:

“La ciencia, pues, la filosofía racional, siguen siendo un ideal para el hombre sabio;
pero, además de la dimensión práctica añadida, hay otro elemento heredado de Al-
Farabi, Avicena, Ibn Gabirol (…), Ibn Paquda (…) y, sobre todo, de Averroes y
Maimónides: el saber es algo divino, sublime y su posesión absoluta pertenece sólo a
19
DUSSEL, Enrique, 1998, p. 41.
20
Ibíd., p. 10.
21
Ibíd., p. 41.
22
Ibídem.
21
Dios. Pero el conocimiento que al hombre corresponde únicamente depende de su
esfuerzo humano y racional. Por otra parte, la filosofía ha dejado de ser ancilla
theologiae, «sierva de la teología», súbdito dependiente de la revelación,
prolegómenos para la teología, para convertirse en algo que el hombre debe explotar
con sus propias fuerzas para lograr la verdad, mediante el uso autónomo de la razón.
Es la gran lección del islam y judaísmo que, a través del Averroísmo culminará en el
Renacimiento de los siglos posteriores de la cultura europea hasta alcanzar su
apoteosis en el siglo XVIII y aún en nuestros días. Con ello y, como consecuencia,
aparece emparejado el tema, de procedencia semita, árabe y judía, cual es el de las
relaciones entre fe y filosofía, o razón, entre religión y fe, entre pensamiento humano
y revelación. Todos los pensadores orientales o andalusíes fueron sinceros y
auténticos creyentes y quisieron hacer la experiencia de la fe desde el punto de vista
de la Falasafa, Filosofía, pero con la idea clara de que ambos saberes, el religioso y el
filosófico, son independientes en su descubrimiento de la única verdad que existe,
para los Falasifa o Filósofos islámicos, la Verdad se manifiesta igualmente por dos
conductos distintos e independientes: por la revelación y por la razón humana que
filosofa (…) La autonomía de la filosofía y de la ciencia con respecto a la religión,
patrimonio de Europa para lo sucesivo, heredado del islam y judaísmo, ha quedado
sentenciada. Sólo faltará eliminar o marginar el segundo término para que, más
adelante, la hegemonía de la razón quede consagrada como el estandarte típico de lo
Occidental y europeo. El hombre puede ser feliz con la sola ciencia y filosofía. Sólo
que esta herencia semita Europa la ha llevado hasta sus últimas consecuencias: el
islam y el judaísmo se limitaron a separar ambos saberes, poniéndolos en paralelo y
sin perder jamás el horizonte religioso. La consecuencia exclusivamente racionalista
la sacó Europa”.23
El proceso de trasmisión de la Ilustración cultural musulmana y judía hacia Europa tuvo,
además de la incidencia en la creación de las universidades occidentales, repercusiones en el auge del
racionalismo a partir de la traducción de las obras de Aristóteles y las de sus comentadores árabes que,
junto a la llegada de griegos bizantinos que huyeron de Constantinopla por la invasión y la toma turca
de la ciudad, generaron posteriormente el fenómeno del Renacimiento, al cual le sucedieron la Invasión
y colonización europea de América, la Reforma protestante y la Contrarreforma católica en Europa.
Con estos fenómenos se inicia la Primera Modernidad y, en su contexto, la expansión de la universidad
dentro y fuera de Europa. Existe ya una estructura académica expresada en cátedras, disciplinas y
facultades, en las que hacen vida doctores, maestros, licenciados, bachilleres y graduandos. Y en
relación a la autonomización de la filosofía, esta empieza a ganar un lugar importante a la par que la
teología (ya no subordinada a ella), y a la cual superará críticamente con el advenimiento de la
Ilustración occidental.

5. La secularización moderna de la Filosofía en la Ilustración occidental: el filósofo como


maestro de razón. Con la Ilustración occidental (siglo XVIII), que pulsea por ganarle espacios a las
23
LOMBA FUENTES, 1997, pp. 22-23.
22
“tinieblas de la Edad Media” y a la escolástica, cuyo trasfondo es el poder religioso de la cristiandad,
tiene un gran auge el proceso de secularización en varios ámbitos de la vida social. Esta secularización
se ampara en los principios ilustrados de confianza en la razón, admiración de la naturaleza, espíritu
crítico para cuestionar todo orden del mundo humano, fe en el progreso intelectual y científico para
perfeccionar la vida. Si bien la Ilustración penetrará progresivamente las universidades, se extenderá
inicialmente a través de los salones intelectuales de la burguesía. Y como expresión de la
secularización y autonomización de la filosofía, ésta irá ocupando un lugar superior a la teología, por lo
que en el “Discurso Preliminar” del Diccionario razonado de ciencias, artes y oficios, la famosa
Enciclopedia en la que se registró el saber de la época, los editores expresarán:

“El sistema general de las ciencias y de las artes es una especie de laberinto, de
camino tortuoso, en el que el espíritu se aventura sin conocer demasiado bien el
rumbo que debe seguir (…) No ocurre lo mismo con el orden enciclopédico de
nuestros conocimientos. Este último consiste en reunirlos en el menor espacio
posible, y en situar, por así decirlo, al Filósofo por encima de este extenso laberinto
en un lugar muy elevado desde el que pueda abarcar al mismo tiempo las ciencias y
las artes principales; ver, de una ojeada, los objetos de sus especulaciones y las
operaciones que puedan llevar a cabo sobre estos objetos; distinguir las ramas
generales de los conocimientos humanos, los puntos que las separan o las unen; y
vislumbrar incluso a veces las vías secretas que las aproximan unas a otras”. En
relación a estos ideales, que fueron progresivamente penetrando la vida académica,
“La Ilustración engendraba una modernización de la universidad, donde además de
enfatizar la importancia de la investigación y la docencia, se propulsaban las nuevas
disciplinas, tanto en ciencias físicas como sociales, contribuyendo a la reorientación y
redefinición del rol de los profesores. El establecimiento de cátedras separadas en
medicina, matemáticas, astronomía, filosofía natural, filosofía moral y otras
categorías, contribuyó al desarrollo de nuevas organizaciones del conocimiento”.24
Es pues con la Ilustración moderna que los filósofos se distinguirán explícitamente de los
teólogos, aunque muchos de ellos estudien teología, y reclamarán un lugar privilegiado para la
Filosofía, que luego le será disputado por las ciencias. En esto, destaca el hecho de que ese
posicionamiento de la Filosofía en el marco de la universidad, si bien secular, laico, autónomo ante la
teología, hará del filósofo un profesional académico, funcionario de la universidad estatal, lo que
marcará diferencias con los momentos históricos de las figuras del filósofo anteriores. Sirvan de
muestra las palabras de Derrida a propósito de ello:

“Asumo de este modo el riesgo de un salto sin transición aparente entre dos grandes
momentos de las estructuras institucionales de la filosofía en Europa. Descartes fue,
para nosotros (…) el ejemplo de un filósofo que, para explicarse y polemizar con todo
tipo de instancias institucionales, no se comportó, sin embargo, jamás, como un
24
GARCÍA GUADILLA, op. cit., p. 17.
23
filósofo enseñante, profesor y funcionario en una universidad estatal. Sin duda,
formuló cuestiones pedagógicas, analizó la retórica y la lengua de la «exposición»,
pero sin tener que tratar sobre una enseñanza filosófica organizada por el Estado y
confiada a maestros, que son, también, servidores del Estado. Ahora bien, a finales
del siglo XVIII y comienzos del XIX, como sabemos, la situación se transforma, a
este respecto, en toda Europa. Y lo que ahora nos interesa es la constitución de este
nuevo espacio: el de la filosofía en la universidad estatal y el de la figura del filósofo-
funcionario. Naturalmente, semejante mutación no puede permanecer ajena al propio
discurso filosófico, a sus procedimientos y a su contenido. Y limitándonos aquí a
algunos indicios ejemplares, comenzando por la figura kantiana de esta nueva
situación, intentaremos no aislar las consideraciones llamadas «externa» de los
análisis de contenido”.25
En relación a la filosofía y el filósofo devenidos institución docente, es Immanuel Kant quien
llamará al filósofo maestro de razón pura, lo que significa tres cosas, según Derrida:

“1) el maestro de filosofía está fuera del ámbito religioso, al menos del ámbito
histórico de la religión positiva (…). 2) Sin embargo, desde otro punto de vista, el
filósofo, al igual que la facultad de filosofía, puede conocer todo el ámbito de las
otras facultades, entre ellas la de teología en su saber histórico, pues la Facultad de
filosofía cubre a la vez el campo del saber como saber histórico en su conjunto (la
historia forma parte de la facultad de filosofía) y todos los campos en lo que
concierne a la verdad (…). 3) A este filósofo se le llama «maestro de razón pura». No
es un detalle insignificante. El filósofo no sólo está situado como un sujeto individual
(se habla del lugar del filósofo y no solamente del de la filosofía y de la razón pura)
sino también como sujeto docente dentro de una institución, sujeto competente y
funcionario que dispersa una doctrina: es un Dozent, alguien que enseña a unos
discípulos y cuya cualificación está legitimada por el Estado. Tiene un estatuto y este
ya no es en absoluto el que dominaba en la filosofía antes de Kant. Ni Descartes ni
Spinoza, ni Leibniz, ni Hume, ni ninguno de los filósofos del siglo XVIII tuvieron tal
estatuto. Entre la formulación del principio de razón hecha por Leibniz y las Críticas
kantianas, hay una especie de devenir‐institución de la razón, más estrictamente un
devenir‐institución estatal, como un devenir‐facultad de la razón”.26
Es Kant un ejemplo del filósofo ilustrado, a lo interno de la universidad, que encarna la
intención enciclopédica de situar la Filosofía por encima de todo otro saber. Y es Kant quien también
expresa los ideales ilustrados en la filosofía:

“Ilustración es la salida del ser humano de su minoría de edad, de la cual él mismo es


culpable. Minoría de edad es la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin
dirección de otro. Él mismo es culpable de esta minoría de edad, porque la causa de la
misma no radica en un defecto del entendimiento sino en la falta de decisión y del
coraje de servirse del entendimiento sin dirección de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el

25
DERRIDA, Jacques, El lenguaje y las instituciones filosóficas, Edición Electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de
Filosofía Universidad Arcis, p. 44.
26
Ibíd., pp. 53-55.
24
coraje de servirte de tu propio entendimiento! Es, en consecuencia, la divisa de la
Ilustración”.27
6. Entre ciencia moderna y técnica contemporánea: el filósofo profesional como especialista. En
el marco histórico de la Ilustración, y devenido funcionario universitario, el filósofo estará asimilado a
la dinámica de la profesión académica y de la universidad misma. Por ello, ni la filosofía escapó al
ideal de la ciencia moderna que comporta el movimiento ilustrado y que transformó el mundo
universitario, que tendrá una de sus expresiones paradigmáticas en el modelo puesto en obra con la
fundación de la Universidad de Berlín por Wilhelm Von Humbolt en 1810; modelo que después se
mundializará, dando lugar a la llamada «revolución académica» en el siglo XX 28; tanto por la
mundialización universitaria como porque

“el aumento de la importancia del profesorado generó identidades propias asociadas


al poder de las disciplinas, con culturas académicas diversas asociadas a ellas, dando
lugar a lo que algunos autores llamaron “colegios invisibles”. Estos (…) proveen a
los miembros del profesorado con identidades propias, y en muchos casos, con
considerable poder en su quehacer académico. La formación de Asociaciones de
Profesores Universitarios proliferó en todo el mundo, constituyendo una unidad en la
diversidad”.29
En este marco, se inicia el tránsito de la ciencia moderna a la técnica contemporánea, del que
el campo filosófico, como todos los demás, resultará transformado. De esto, digamos con Luc Ferry,
que las diferencias entre ambas radican en que la ciencia moderna se articula en torno a objetivos
externos y superiores a ella, los cuales se sintetizan en la obtención de la libertad y la felicidad;
mientras que la técnica contemporánea implica, la muerte de los grandes ideales o la desaparición de
los fines en beneficio de los medios, y esto integrando el proyecto de la ciencia moderna en el mundo
de la competencia, de modo que la sociedad sea el resultado de la competencia misma, ligada al
desarrollo económico30. Como dijimos, la filosofía no queda por fuera de este proceso, y por ello refiere
Ferry como se podría ver afectada la filosofía:

“podemos hacer de la filosofía una nueva escolástica en el sentido originario del


término: una disciplina académica que se imparta en la universidad y en los institutos
de enseñanza secundaria, lo cual estaría en consonancia con la atmósfera, por lo
general muy tecnificada, que vivimos y respiramos hoy. Lo cierto es que (…), la
filosofía misma, se ha ido especializando en sectores concretos: filosofía de la
ciencia, de la lógica, del derecho, de la moral, de la política, del lenguaje, de la
27
Immanuel Kant, “¿Qué es la Ilustración?”, citado en: ONFRAY, Michel, Antimanual de filosofía. Lecciones socráticas y
alternativas, Edaf, Madrid, 2013, p. 216.
28
GARCÍA GUADILLA, op.cit., p. 18.
29
Ibídem.
30
FERRY, Luc, Aprender a vivir. Filosofía para mentes jóvenes, Taurus, México, 2007, pp. 253-262.
25
ecología, de la religión, bioética, historia de las ideas orientales u occidentales,
continentales o anglosajonas, de tal período, de tal país (…) A decir verdad, uno no
acabaría nunca de enumerar los elementos de la lista de especialidades que se
requiere que los estudiantes elijan para ser considerados «serios» y «técnicamente
competente» (…) No es ya sólo que la filosofía deba imitar el modelo de las ciencias
«duras»; es que estas últimas se han convertido, a su vez, en «tecnociencias», es
decir, ciencias que se preocupan mucho más de las repercusiones económicas y
comerciales que de cuestiones fundamentales”.31
7. La crisis actual de la Filosofía y la transformación paradigmática de su matriz disciplinar. En
esta transición de finales del siglo XX a inicios del XXI, se hace evidente que la Filosofía se está
transformando. Valga referir el auge de las llamadas “nuevas prácticas filosóficas” (consulta y
asesoramiento filosófico, Filosofía para niños y niñas, diálogos socráticos, cafés filosóficos, etc.); los
intentos de recuperación y actualización de la filosofía como forma de vida; la fundamentación y
defensa del derecho a la filosofía y las instituciones filosóficas; los dilemas ético-legales de la práctica
filosófica, entre otros aspectos; son cuestiones que derivan de lo que Rayda Guzmán ha dado en llamar
“la transformación de la matriz disciplinar de la filosofía” 32, una “revolución científica” a lo Thomas
Kuhn. Esta transformación tiene de fondo el intento de recuperación del espacio social que la filosofía
ha perdido. Es decir, como ya citábamos, que “quizás el asunto sea recuperar la presencia del filósofo
dentro del espacio social y más allá de su labor de profesor de filosofía o de investigador
especializado”. Lo que a su vez conlleva, desde luego, afrontar los desafíos que tal transformación le
plantea a la comunidad filosófica y a su formación profesional; pues tratándose de una transformación
teórica y práctica, es válido preguntarse por el modo en que el filósofo recupera su presencia en el
espacio social contemporáneo sin perder aquello que le es propio: el ejercicio teórico. Guzmán lo
cuestiona en términos prácticos al preguntarse “¿están los filósofos entrenados para atender los
problemas de las personas?”; y más allá de ello, nos preguntamos también ¿cómo entrenar a los
filósofos y a los estudiantes de filosofía para atender los problemas existenciales y sociales de nuestra
condición epocal?

Para encarar estas cuestiones, nos serviremos de un ejercicio de imaginación filosófico-


pedagógica, ubicándonos en unos lugares desde los cuales hemos de pensar la definición, formación,
ejercicio y función de la profesión filosófica, desde la Práctica Filosófica, a saber:

31
Ibíd., pp. 262-263.
32
GUZMÁN, Rayda, “Paradigmas, paradojas y teorías en la práctica filosófica”, en: Apuntes filosóficos vol. 20 Nº39, 2011.
26
1. Desde la Universidad y la Escuela de Filosofía: el lugar para pensar la definición de un nuevo
perfil profesional de Licenciatura en Filosofía, la formación académica en Práctica Filosófica, y
los dilemas laborales de su mercantilización.
2. Abrir un consultorio: el lugar para pensar el manejo de los malestares filosóficos del otro como
servicio al florecimiento humano, y los dilemas ético-legales de la práctica de la consulta y
asesoramiento filosófico.
3. Por las calles de la ciudad: el lugar para pensar el ejercicio de la intervención filosófica para la
transformación social, el servicio comunitario a las comunidades más vulnerables, la crítica a la
opinión pública y la defensa del derecho a la filosofía.

27
II

Desde la Universidad y a Escuela de Filosofía: el lugar para pensar la definición de un nuevo


perfil de Licenciatura, la formación académica en Práctica Filosófica y los dilemas laborales de
su mercantilización

El lugar desde donde nos debemos preguntar por la definición, la formación y los dilemas
laborales en torno a la Práctica Filosófica es la Universidad y la Escuela de Filosofía. La definición
tanto de la Práctica Filosófica como de un nuevo perfil profesional de filosofía; la formación académica
personal, histórica, teórica y práctica; y los dilemas laborales para el ejercicio profesional de la Práctica
Filosófica. Es necesario afirmarnos en este lugar y contrarrestar posiciones antiacadémicas,
confusiones epistemológicas, disciplinares y metodológicas, y casos de intrusismo profesional.

Es el caso que las transformaciones políticas, sociales, culturales, económicas, educativas que
vivimos en nuestra condición epocal, y que tienen impactos ecológicos, antropológicos, existenciales,
etc., han planteado diversos desafíos al ámbito académico, ante los cuales no escapa la formación
profesional filosófica. Y ello porque se espera siempre de la universidad que, en articulación con la
sociedad, pueda cumplir con la formación de profesionales capaces de integrarse a las dinámicas
sociales y abordar las problemáticas afines a sus campos específicos de formación.

De allí que el contexto desde el cual pensamos sea el proceso de reforma curricular de la
Universidad en general, y de la Escuela de Filosofía en particular, que se ha iniciado recientemente
precisamente para atender los desafíos que las transformaciones globales y específicamente de nuestro
país nos plantean. Ante ello, es válido cuestionarnos junto a Lilian González:

“¿Cuál tendría que ser el rol de la escuela de filosofía frente a la crisis actual? ¿La
Universidad podría fungir como una especie de terapia frente a un contexto cada vez
más enfermo? ¿Hasta qué punto la actual escuela de filosofía es capaz de pensar, de
profundizar y de accionar frente a la crisis actual? (...) Así tenemos que, la
Universidad y la Escuela de Filosofía, en tanto ámbitos de formación y de
transformación están llamadas a dejar de lado la condición de críticos y analistas
pasivos de un contexto sistemáticamente difícil para constituirse en un dominio activo
de búsqueda de soluciones que hagan posible una verdadera terapia social y humana.
En este sentido, el presente artículo constituye tan solo una tentativa de reflexión
sobre el poder terapéutico y transformativo del ámbito universitario, y más
específicamente, de la escuela de filosofía frente a la situación actual. Una situación

28
calificada por Felix Guattari como una crisis fundamentalmente ecológica, pero no
sólo desde el punto de vista ambiental, sino con relación a todos los aspectos de la
vida: social, económico, político e individual. En lo que respecta al problema de la
terapia, específicamente, nosotros encontramos una interesante posibilidad de
respuesta en la tradición filosófica de la Antigüedad greco-romana y la visión de la
filosofía como un arte de vida (technê tou biou) destinado al mejoramiento y a la
transformación del individuo”.33
Estos cuestionamientos nos obligan a pensar la reforma curricular no solo como un “cambio de
forma”, en la cual se incluyen y excluyen unos cursos por otros, sino que nos lleva a plantearnos una
transformación radical del sentido y la función de la Universidad y la Escuela de Filosofía, a partir
del proceso de transformación de la matriz disciplinar de la Filosofía como disciplina académica y
humanística, proceso en el que se ha ido recuperando y actualizando el sentido originario de la
Filosofía como forma de vida. Así también, compartimos el cuestionamiento que plantea González:

“¿La escuela de filosofía de hoy constituye un ámbito destinado a la formación, a la


terapia y a la transformación del individuo, tal como ocurría en la Antigüedad? ¿Qué
es realmente la escuela de filosofía actual? ¿Acaso se trata de una escuela para formar
profesionales de la filosofía que viven de la sabiduría o verdaderos filósofos que
viven por y para la filosofía? ¿Qué tipo de escuela de filosofía queremos? ¿Qué tipo
de escuela de filosofía necesitamos?”34
Y hemos de añadir: ¿acaso en nuestro proceso de reforma curricular asumiremos la
responsabilidad de cuestionarnos por la escuela de filosofía que queremos y necesitamos?, ¿estamos
dispuestos a recuperar y actualizar el sentido originario de las escuelas de filosofía orientado a la
formación de una subjetividad educada y racional, junto con, y más allá de, el rol comentador y
funcionarial de la filosofía? A éste punto, hemos de referir el sentido originario de la filosofía como
forma de vida como el horizonte que debe orientar la transformación de la matriz disciplinar de la
filosofía, lo que implica que en el proceso de reforma curricular de la Escuela de Filosofía hemos de
abordar la necesidad de recuperar el sentido y función que cumplía originariamente la escuela de
filosofía en la antigüedad, pues recuperar ese sentido y función, sin perder lo que de valioso se ha
ganado en el devenir histórico de la disciplina, permite una clarificación del modo en que la filosofía
puede recuperar a su vez el espacio social que ha perdido.

“Ahora bien y con respecto a la escuela de filosofía de la Antigüedad, cabe


preguntarse finalmente ¿Qué es esta escuela? ¿Cuál era el sentido de la escuela
filosófica en la Antigüedad? (…) De esta forma el filósofo ratifica la idea de la
escuela de filosofía concebida como un lugar destinado a la curación del alma y a la
33
GONZÁLEZ, Lilian, “La universidad y la escuela de filosofía como ámbitos terapéuticos”, en: Apuntes Filosóficos, vol.
20, Nº 39, UCV, Caracas, 2011, pp. 223-224.
34
Ibíd., p. 238.
29
transformación de sí, además de la búsqueda del conocimiento. Este es el caso de
Epícteto cuya aspiración consistía en que su escuela fuese un dispensario del alma
(…) He aquí la verdadera vocación de la escuela filosófica, por lo menos en la
Antigüedad: la praxis terapéutica no solo del alma, sino de la integralidad del ser en
pos de su transformación profunda. Transformación que por demás es la que
posibilita en gran parte el acceso a la verdad. De allí su trascendencia”.35
Algunos aspectos de esa herencia filosófica empiezan a extenderse por el tejido social, pues
cada vez son más los filósofos y filósofas que vuelven su mirada y labor al presente, contribuyendo a la
apertura de lugares para pensar las problemáticas humanas, dando posibilidad al posicionamiento de
diversidad de prácticas filosóficas más allá del ámbito puramente académico.

1. La Práctica Filosófica y la definición de un nuevo perfil profesional de Licenciatura en


Filosofía.

Desde las décadas de los 70 y 80, en el campo filosófico occidental se han generado un conjunto
de prácticas que, a su vez, han implicado varios debates sobre cuestiones muy vigentes y abiertas que
marcan tendencias en el filosofar del siglo XXI. Es el caso que, a partir de la organización y puesta en
escena de actividades, metodologías, técnicas, etc., como la filosofía para niños, los diálogos
socráticos, los cafés filosóficos, los talleres de filosofía, los cine-filos, la consultoría o asesoramiento
filosófico, entre otras, está en vías de expansión y consolidación un proceso denominado el ‘giro
práctico’36 de la filosofía, cuestión que puede precisarse como una recuperación y actualización del
sentido y utilidad de la filosofía, particularmente en relación a su impacto tanto en el filósofo como en
los individuos, grupos, organizaciones y comunidades que comienzan a acercarse a la filosofía como
una herramienta que puede servir para abordar problemas personales y sociales de la vida cotidiana.

Un acercamiento conceptual a este relativamente recién fundado, y en construcción, campo


filosófico de pensamiento y acción, nos permite entender de qué va la Práctica Filosófica en general y
el Asesoramiento Filosófico en particular. En ese sentido, la filósofa venezolana Rayda Guzmán 37
sostiene que la práctica filosófica es:
(…) un conjunto de conocimientos y experiencias que orientan un uso de la filosofía
en la totalidad de la praxis vital humana. Según la tradición, esta praxis está
conducida por una racionalidad práctica a la que se denomina phrónesis. La filosofía

35
Ibíd., pp. 230-231.
36
ARNAIZ, Gabriel, “¿Qué es la Filosofía Práctica?”, en: A Parte Rei. Revista de filosofía, 53 septiembre, España, 2007.
37
GUZMÁN, Rayda, La palabra figurada: cuestiones básicas sobre el filósofo que asesora, en: raydaguzman.net,
consultado el 28/09/2016, pp. 4-5.
30
práctica sirve para orientar el uso de esta racionalidad, es decir la preferencia
(prohairesis). Sin embargo la Práctica Filosófica se diferencia no porque oriente a la
preferencia (decisión), sino porque muestra la manera de adquirir la techné propia del
filósofo, aquella que sirve para conducir y comprender la praxis vital humana. Por
decirlo de un modo muy sencillo: el papel de la Práctica Filosófica en estos tiempos
es el de dotar de sentido a la reflexión, pero a diferencia de la filosofía práctica no
llega a las decisiones sobre la praxis desde una tabla de valores, antes bien, obvia
este paso para así permitir que la reflexión propia de la filosofía práctica (y las éticas
aplicadas) no desaparezcan.

Es claro el intento de superar la falsa oposición entre teoría y práctica, y más allá, dotar a la
práctica filosófica de un horizonte de sentido que mira hacia la totalidad de la praxis vital humana; de
lo que vale destacar que son dos conceptos relacionados pero distintos dentro del campo de la filosofía.
La Filosofía Práctica se refiere a la rama de la filosofía que se ocupa de estudiar los conceptos y
principios filosóficos en el contexto de situaciones prácticas y reales. Esta área de estudio se preocupa
por cuestiones éticas, políticas, sociales y morales, y busca comprender cómo los principios filosóficos
pueden influir y guiar la acción humana en la vida cotidiana.

La Práctica Filosófica, asimismo, se refiere a un enfoque específico de la filosofía como


disciplina que busca llevar la filosofía fuera del ámbito académico y aplicarla directamente en la vida
de las personas a través de la consulta y el asesoramiento filosófico, por ejemplo. La práctica filosófica
se basa en la idea de que la filosofía puede ser una herramienta útil para ayudar a las personas a
plantear con claridad sus problemas, tomar decisiones y alcanzar una mayor claridad en sus vidas. Los
practicantes filosóficos, también conocidos como filósofos asesores, trabajan en estrecha colaboración
con los individuos para explorar y reflexionar sobre cuestiones filosóficas relevantes para su existencia.
Esto puede incluir preguntas sobre el sentido de la vida, la naturaleza de la felicidad, la toma de
decisiones, la búsqueda de significado y propósito, entre otros problemas, pero sobre todo, atiende el
modo en que pensamos los problemas y asuntos humanos.

Esto nos lleva a recuperar la idea de que la Filosofía, como disciplina humanística, se funda en
la elección existencial de una forma de vida, cuyo objeto es la formación de una subjetividad
comprometida con el uso crítico de la razón y la búsqueda de la verdad; para lo cual cuenta con un
cuerpo de saberes, teorías, métodos, técnicas, estrategias, herramientas, acciones y experiencias propias
heredadas de su historia diversa en el marco de cada sociedad, grupo e individuo que la ha cultivado. Y
en consonancia con ello, como ejercicio profesional desde la práctica filosófica, la filosofía comprende
la aplicación del cuerpo de saberes, teorías, métodos, técnicas, estrategias, herramientas, acciones y
experiencias filosóficas, adquiridas durante el estudio de la disciplina. Esta aplicación demanda la
31
comprensión, interpretación y crítica de la praxis vital humana, y se expresa en el abordaje de los
problemas de la existencia y los malestares filosóficos de las personas, tal como se manifiestan y
plantean en las vidas de cada uno de los seres humanos cotidianamente.

En razón de ello, sostenemos que el ejercicio profesional de la Filosofía está al servicio de los
seres humanos, con independencia de su clase, posición, edad, género, sexo, ideología o credo; atiende
las condiciones necesarias y suficientes para ayudarlos a asumir conscientemente sus vidas y superar
las causas de sus malestares filosóficos e infelicidades, con miras al cambio individual y colectivo que
contribuya al florecimiento humano personal y social. De esto podemos ya pensar un conjunto de
actividades que enriquecen un nuevo perfil profesional de Licenciatura en Filosofía, a saber:

1) Diseñar y aplicar herramientas, estrategias y acciones para la comprensión e interpretación de la


vida humana y sus condiciones existenciales.
2) Asesorar y evacuar consultas en materias relativas a problemas y malestares filosóficos
individuales, grupales, organizacionales, empresariales, comunitarios o sociales.
3) Diseñar, ejecutar, evaluar, gestionar y asesorar proyectos filosóficos en espacios sociales y
culturales diversos.
4) Examinar con categorías axiológicas los escenarios, coyunturas y acontecimientos sociales que
lo requieran o que considere necesario.
5) Participar de manera crítica y responsable en la opinión pública cuando lo considere necesario.
6) Aplicar métodos, técnicas y herramientas filosóficas en la mediación de conflictos.
7) Asumir el liderazgo comunitario y social como agente que brinde apoyo a sectores vulnerables
de la población como niños en situación de calle, víctimas de violencia y violencia de género,
discapacitados, desempleados, tercera edad, migrantes, desplazados, personas en pobreza,
adictos, entre otros.
8) Participar en equipos interdisciplinarios donde la perspectiva filosófica sea necesaria.
9) Ejercer los cargos de asesoría y consultoría filosófica en los casos en que sean establecidos
estos servicios por el Estado.
10) Realizar estudios e investigaciones filosóficas que las autoridades públicas exijan a terceros o
que requiera el Estado en cualquiera de sus instancias.
11) Emitir dictámenes sobre asuntos filosóficos o en cualquier asunto que amerite un abordaje
filosófico, cuando sean necesarios los expertos de la Profesión Filosófica.

32
12) Desempeñar la Docencia Filosófica en las materias específicas de la formación profesional del
Filósofo, que son necesarias en las carreras de Filosofía y afines, o en carreras que sin ser
afines, requieran de uno o varios saberes filosóficos.
13) Ejercer la dirección, gestión y colaboración en organizaciones, instituciones, grupos, instancias
públicas y privadas que se orienten a la generación, aplicación, socialización y divulgación de
los saberes filosóficos.
14) Contribuir a mejorar y dinamizar los programas sociales existentes.
15) Promover y constituir escuelas de valores en espacios sociales que lo requieran.
16) Impulsar la organización, articulación y gestión de acciones para la defensa y democratización
del derecho a la filosofía para todos y todas, y el mantenimiento de su enseñanza a toda la
ciudadanía.
17) Propiciar la activación y acrecentamiento de la conciencia filosófica de la sociedad, a través de
la animación de prácticas filosóficas en diversos espacios.
18) Comprender, interpretar, criticar y denunciar las causas de los males sociales del mundo actual
que impiden el florecimiento y desarrollo humano individual y colectivo.

Este perfil profesional de Licenciatura en Filosofía centrada en la Práctica Filosófica, busca


formar profesionales capacitados para trabajar en diversos ámbitos, como la educación, la salud, la
ética aplicada o la orientación filosófica, entre otros. Asimismo, brinda a los estudiantes una base sólida
en filosofía y les proporciona las herramientas necesarias para ayudar a las personas a reflexionar sobre
sus vidas, tomar decisiones informadas y alcanzar una mayor comprensión de sí mismos y el mundo
que les rodea, de modo que puedan ir configurando en sí mismos una subjetividad educada y racional.

2. La formación personal, histórica, teórica y práctica de los estudiantes de Filosofía.

Un aspecto olvidado en el proceso de profesionalización de la filosofía ha sido la formación


personal de quienes se preparan en el estudio de la disciplina. Los planes de formación generalmente
no contemplan atender la subjetividad y el modo de vida de los estudiantes de filosofía, reduciendo el
proceso de formación a la dimensión histórica y teórica del manejo de conocimientos filosóficos.
Ciertos estamos de que ello se corresponde con el desplazamiento de la originaria concepción de la
filosofía como forma de vida fundada en una elección existencial y vocación hacia el cultivo del pensar,

33
como sustento de un cierto tipo de subjetividad educada y racional 38, lo que le permitía a los filósofos
construir y desarrollar su propia visión filosófica personal39 a través de un proceso de educación para
la vida filosófica.

Esto nos indica que la profesionalización de la filosofía en la modernidad, si bien ganó


autonomía para la disciplina, perdió de su centro al sujeto que se forma como filósofo, por lo que
progresivamente ya no será sujeto de una vida examinada y a prueba de la verdad de su saber. De ello
indica González:

“La existencia (…) de esta oposición entre la filosofía universitaria y la praxis


filosófica de la tradición greco-romana de la Antigüedad muestra de cierta forma el
alejamiento del ámbito académico de los principios esenciales de la filosofía como
technê tou biou. Esto explica la casi inexistencia de una escuela y de un equipo
profesoral poco interesado en las condiciones humanas del estudiantado. A fin de
cuentas, ¿cuántas veces hemos oído hablar de la escuela de filosofía como un ámbito
cuyo fin es el mejoramiento, la transformación y la evolución del estudiante, en fin su
bienestar y felicidad como ser integral?”40
Hemos de hacer notar que la mayoría de las escuelas de filosofía actuales explicitan en sus
diseños curriculares alguna intención de atender la necesidad de formar profesionales con lo que
podrían llamarse “competencias filosóficas”, y que con ello se cree transformar la subjetividad de cada
estudiante. Es el caso de que nuestra Escuela de Filosofía tiene como propósito:

“La formación de ciudadanos críticos y reflexivos; a través del fomento de la


criticidad, es indiscutible que la filosofía facilita cambios actitudinales y aptitudinales
en quienes, desde su aprehensión, como estudiantes o egresados, logren establecer
una relación de pertenencia con su entorno bio-socio-cultural capaz de garantizar el
beneficio humanista-transformador que la automatización tecno-científica hoy
convertida en un peligroso instrumento del “progreso”, plantea como dilema ético del
paradigma biocéntrico de la contemporaneidad.”41
Y como objetivo general de la Licenciatura en Filosofía:

“La Escuela de Filosofía se propone formar un profesional de amplia formación


filosófica fundamentada en amplios recursos de conocimiento acerca de la historia,
las doctrinas y los problemas filosóficos, dotado de una formación metodológica
rigurosa y con una mentalidad critico-analítica, excelente capacidad interpretativa,

38
GUZMÁN, ob. cit., 2011, p. 255.
39
Ibíd., p. 258.
40
GONZÁLEZ, ob. cit., 2011, pp. 238-239.
41
UNIVERSIDAD DEL ZULIA. (2010). Diseño Curricular. Escuela de Filosofía. Facultad de Humanidades y Educación.,
p. 52.
34
sensibilidad ante los actuales problemas de la persona humana y de la sociedad y una
formación ética fundamental.”42
En ambos casos se llega a la mera declaración de principios o a lo sumo, a replicar la dinámica
de la “era del comentario y el funcionalismo en la enseñanza de la Filosofía” que referíamos en
relación al devenir histórico de la profesión filosófica. Sin embargo, esa dinámica del comentario de
textos filosóficos (canónicos, además), guiada por los “funcionarios” de la tradición filosófica
(profesores de filosofía) y que se expresa como práctica pedagógica y didáctica en la Escuela de
Filosofía, dista mucho del propósito general de la Escuela de facilitar “cambios actitudinales y
aptitudinales” en estudiantes y egresados de la carrera en el sentido de que no han sido formados para
la vida filosófica, sino que quedan reducidos al rol de comentadores y funcionarios de la filosofía. Y
ello porque, para recuperar el sentido originario de la filosofía como forma de vida es necesario un
proceso no sólo de formación sino de transformación radical:

“Pero, ¿transformación de quién? O ¿de qué? La transformación de sí ante todo. Es


aquí que reside el sentido de la escuela de filosofía concebida como ámbito de terapia
del hombre: un espacio para el descubrimiento, el trabajo y la transformación de sí
hacia la integración consigo y con lo universal (lo cósmico). Es a partir de esta
perspectiva que la filosofía ha estado vinculada desde sus orígenes al tema de lo
terapéutico. Éste se fundamenta en principios como el pharmakon utilizado por
Platón para referirse a la idea de la filosofía concebida como una medicina, más bien
una droga la cual es importante dosificar. A fin de cuentas, se trata de una droga que
puede ser remedio pero también veneno”.43
Diríamos que se trata, en sentido radical, de una transformación tanto de la Universidad y la
Escuela de Filosofía en general, como del profesorado y principalmente de los estudiantes para lograr
una vida filosófica como subjetividad educada y racional que, si bien debe estar contextualizada y
orientada a atender nuestra condición epocal, debe también recuperar y actualizar la herencia de las
escuelas filosóficas de la antigüedad, en tanto que

“Para una buena parte de las escuelas filosóficas de la Antigüedad, esta vocación
transformadora (terapéutica) de la filosofía está fundada en la concepción de la
filosofía como praxis, estilo de vida o arte de vida (technê tou biou). La razón de ser
de la filosofía como un technê tou biou reside en la obtención de la eudaimonia
(felicidad). Esta vocación hacia la felicidad es posible gracias precisamente al poder
transformador (terapéutico) de la filosofía y se concretiza a través del trabajo consigo.
Este trabajo (Aiskesis) que podríamos considerar un aspecto esencial de la terapéutica
filosófica estaría fundada en los célebres principios: a. El Nofi ou Gnoti seauton
(conócete a tí mismo) y b. Epimeleia heauton (cuida de ti)”.44
42
Ibíd., p. 83.
43
GONZÁLEZ, ob. cit., p. 228.
44
Ibíd., p. 229.
35
Ahora bien, en tanto se propone una transformación radical de la Universidad y la Escuela de
Filosofía para atender la formación de una subjetividad educada y racional, apuntando con ello a la
atención de la crisis social e histórica actual, es innegable entonces que estamos frente a un proyecto
político que articula la formación personal, histórica, teórica y práctica con la responsabilidad y
compromiso de la vocación filosófica hacia el mundo. Y ello no es ajeno a la vida filosófica pues,
desde sus mismos orígenes, la filosofía está vinculada a la política en el sentido de que es una práctica
articulada a la vida humana en comunidad, o en el sentido antiguo: a la polis. Al respecto, sostiene
Gianni Vattimo:

“Me parece en todo caso que la vocación filosófica está muy profundamente unida a
la polis (...) Si este vínculo entre filosofía y polis es claro debería ser claro también en
qué sentido me siento atraído yo por un interés de tipo teórico y que a la vez no
perciba una contradicción entre la teoresis y la labor periodística; generalmente, los
colegas académicos históricos de la filosofía me reprochan exactamente esto,
juzgando 《periodístico》en el fondo también el interés teórico. La teoría, a su vez,
es más o menos 《directa》, o mejor se especializa en disciplinas subordinadas. Se
puede ser teórico estudiando solo la lógica o la epistemología. Pero creo que en todo
caso si olvidas por qué has comenzado a ocuparte de esto, si olvidas el interés político
que te ha movido, el interés religioso, el interés emancipador en general, acabas
reproduciendo la 《 crisis de las ciencias europeas 》 (…) Filosofía, proyecto,
historicidad, teoresis, emancipación, para mí significan lo mismo; y esto seguramente
crea no pocas dificultades incluso de relación, y se refleja en mi modo de concebir la
profesionalidad, la profesión filosófica. Estoy convencido de tener muchos límites
desde este punto de vista, pero es también el tipo de práctica filosófica que me
sugiere, creo, muchas opciones y posturas no 《 profesionales 》 o no del
todo《académicas》.”45
Este contexto de una vocación filosófica articulada a la comunidad humana de vida es el que
obliga, a su vez, a la necesidad de impulsar la construcción de una visión filosófica personal en el
proceso de formación que ha de brindar la Escuela de Filosofía. Ello porque, la visión filosófica
personal juega un papel fundamental en la vida filosófica y en la práctica filosófica. Cada filósofo
construye su propia concepción del conocimiento, de la verdad, del bien, de la belleza, el tiempo, el
poder, etc., y esto se refleja en su enfoque y métodos de práctica, además que determina la forma en
que el filósofo ve y aborda los problemas y preguntas filosóficas, así como los malestares filosóficos
propios y de los otros. Puede afectar su estilo de comunicación, sus habilidades de escucha y empatía, y
el cómo guía a sus consultantes en el desarrollo de su propio pensamiento crítico y la toma de
decisiones. Sin embargo, es importante destacar que la práctica filosófica, en tanto que filosófica, no
puede ser dogmática ni imponer una visión filosófica. En cambio, debe fomentar la apertura y el

45
VATTIMO, Gianni, Vocación y responsabilidad del filósofo, Herder, Barcelona, 2012, pp. 110-112.
36
diálogo entre diferentes perspectivas, permitiendo a los filósofos y consultantes explorar y cuestionar
sus propias creencias y valores.

Para recuperar la formación personal de los filósofos, es necesario considerar que, aunque la
filosofía, por siglos, ha sido vista como una disciplina académica que involucra principalmente la
reflexión y la teoría, sin embargo, la filosofía es en sí misma una práctica que implica una forma de
vida y, por ejemplo, unos ejercicios espirituales que deben ser practicados por todos aquellos que
buscan la sabiduría y la verdad, según Pierre Hadot; o unas tecnologías del yo que el sujeto filósofo
practica sobre sí para transformarse y encarnar un cierto modelo del filósofo maestro de vida, según
Michel Foucault; o también la práctica de los dos caminos que son la meditación para la autorreflexión,
la reflexión trascendente y la reflexión para el hacer en el presente; y la comunicación en el obrar, el
hablar y el callar unos con otros, según Karl Jaspers.

Se trata pues de unas prácticas que permiten comprender la verdadera naturaleza de la filosofía
y cómo se puede aplicar a la vida diaria, entendiendo que no es únicamente una disciplina para ser
estudiada en libros, sino también y principalmente una manera de ser y de estar en el mundo de modo
auténtico y pleno. Esto implica un proceso de formación personal que permita al estudiante formarse
una subjetividad educada y racional, orientada a la capacidad de reflexionar en los propios
pensamientos y emociones, a conocerse a sí mismo y encontrar la verdad interior, a superar el miedo y
la ansiedad que pueden interferir en la búsqueda de la felicidad; así como a la relación con los demás y
con el mundo, con lo que la vida filosófica también tiene un impacto en la comunidad y en la
transformación social.

En suma, a esto daremos en llamar educación para la vida filosófica, y creemos conveniente
concederle un espacio-tiempo necesariamente al inicio de una carrera de filosofía centrada en práctica
filosófica, en tanto que es el momento adecuado para que el estudiantado comience a constituir su
propia subjetividad y su propia visión filosófica personal. Asimismo, éste es el espacio-tiempo
pedagógico ideal para atender el ejercicio de un conjunto de virtudes necesarias y afines a lo que
demanda del filósofo la Práctica Filosófica en general, y la consulta y asesoramiento filosófico en
particular; virtudes que, aunadas a la formación teórica y práctica en el campo de la filosofía, permiten
al filósofo construir y brindar espacios de reflexión y análisis para encontrar nuevas perspectivas y
respuestas a sus inquietudes y las de los otros con quienes se encuentra. Esas virtudes son, siguiendo el

37
recorrido hermenéutico-gadameriano que hace Rayda Guzmán46, la imparcialidad, la sinceridad
consigo mismo y la tolerancia con los otros, las cuales describe como:

 Imparcialidad: ésta virtud representa el primer ánimo que ha de impulsar al filósofo para
abordar cualquier situación. Lo que implica tener conciencia de los propios prejuicios, de las
condiciones que posibilitan los malos entendidos, de las que no favorecen el diálogo, del modo
en que es posible la comprensión y sus límites.
 Sinceridad consigo mismo: Es necesaria la internalización y práctica de ésta virtud para poder
esperar la sinceridad de parte de los otros. No la del tipo personal, confundida con la confianza,
sino la relacionada con la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. También, un filósofo
ha de poder expresar siempre sus puntos de vista sin censura pero con mesura, teniendo en
cuenta que hay diversidad de visiones e interpretaciones de una misma situación o hecho, y que
la misión es posibilitar un diálogo productivo entre las partes dialogantes.
 Tolerancia: derivada de las anteriores, la tolerancia implica el reconocimiento de las
diferencias basado en el respeto por el otro, a la vez que exige el respeto para con la labor
filosófica.

Ahora bien, con respecto a la formación histórica, una pista inicial la hallamos en Rayda Guzmán,
al comentar:

“Considero que un filósofo para ejercer como asesor o para tener una consulta
necesitaba actualizar las distintas teorías de la subjetividad, desde la antigüedad hasta
hoy. Ello le haría comprender al sujeto que tiene delante y al cúmulo de conceptos y
problematizaciones que se dan cita en él. Ha de saber por qué se habla de alma,
cuerpo, mente, razón, emoción, sujeto o ser y que pueda con este conocimiento
clarificar los conceptos de su cliente y así ayudarle a entenderse ontológicamente.” 47
La formación académica en una carrera de filosofía centrada en la práctica filosófica, implica
mantener la tradicional formación histórica con la que hemos contado desde siempre en filosofía. Ello
porque el conocimiento histórico, que abarque diferentes culturas, épocas y corrientes filosóficas, le
permitirá al estudiante y futuro profesional tener un marco amplio de las diferentes perspectivas
filosóficas que han surgido a lo largo de la historia, y así disponer de ese marco al momento de tener
que ubicar cualquier problema o malestar filosófico dentro de una temporalidad y espacialidad.

46
GUZMÁN, Rayda, La palabra figurada: cuestiones básicas sobre el filósofo que asesora, en: raydaguzman.net,
consultado el 28/09/2016.
47
GUZMÁN, ob., cit., 2011, nota 29 a pie de página, p. 258
38
Lo que en ésta condición epocal se demanda para actualizar la formación histórica en filosofía,
es la transversalización de la historia filosófica con la producción de la subjetividad; además del
criterio de mundialidad, que vaya más allá de los límites del eurocentrismo, para visibilizar el lugar y
los aportes de culturas otras que la occidental al pensamiento filosófico de la humanidad. Ello puede
concretarse en diversidad de cursos como los de: historia de la filosofía occidental, historia de la
filosofía latinoamericana, historia de la filosofía venezolana, historia de la filosofía en África y Asia,
entre otros. Junto a ello, el proceso de actualización de la práctica filosófica debe brindar las claves
desde las cuales volver a transitar los recorridos históricos de las diferentes tradiciones de pensamiento
filosófico, y que la Práctica Filosófica sirva como hilo conductor de la vuelta a las fuentes del
pensamiento y sus recorridos discursivos.

Con respecto a la formación teórica, propia de la disciplina filosófica, vale referir que, para el
ejercicio profesional de la Práctica Filosófica, cualquier filósofo

“(…) debe tener conocimiento de los diferentes modelos dialógicos que la filosofía
ha utilizado como maneras de iniciar su contacto racional con la realidad, desde los
primeros poemas hasta los tratados sistemáticos para, de esa manera, no sólo
actualizar los contenidos sino poderlos aplicar a las situaciones tratadas, ya que cada
estilo obedece a una sensibilidad particular en relación a un problema y a una visión
de mundo.”48
La formación teórica es un eje central en el campo de la filosofía. Con ello, los futuros filósofos
adquieren un conocimiento de los principales conceptos, corrientes y teorías filosóficas, lo que les
permite tener una base sólida desde la cual abordar los problemas y malestares filosóficos, esto es,
tipificar si son de orden lógico, existencial, ético, religioso o estético, por ejemplo. Asimismo, la
formación teórica les permite desarrollar habilidades de pensamiento crítico y reflexivo para analizar
de manera profunda y rigurosa las cuestiones filosóficas, o también proponer nuevas perspectivas y
soluciones creativas a los problemas.

Consideramos por esto necesario contar con los cursos claves de la tradicional formación
teórica correspondientes a las disciplinas filosóficas como: Lógica, Teoría del conocimiento,
Antropología filosófica, Ética, Estética, Metafísica; y las especialidades filosóficas como las filosofías
del lenguaje, de la historia, de la política, de la educación, de la ciencia y la tecnología. A ellas
debemos sumar algunas especialidades poco comunes en los cánones de las especialidades filosóficas
como la filosofía de la mente, la filosofía de las emociones, la filosofía de la existencia y la filosofía de
la liberación; así como integrar y desarrollar dos nuevas áreas como: los Modelos de Consulta y
48
GUZMÁN, ob., cit., 2011, p. 258.
39
asesoramiento filosóficos y para los Malestares Filosóficos; además de los seminarios de investigación
filosófica orientados al entrenamiento en las metodologías de investigación filosófica aplicada bien sea
a temas filosóficos tradicionales o bien a problemas específicos de la práctica filosófica.

Asimismo, en cuanto a la formación práctica, cabe destacar la necesidad de un proceso de


entrenamiento en la aplicabilidad de los conocimientos filosóficos, por lo que refiere Guzmán:

“También consideré que se debe ejercitar al filósofo en el diseño de herramientas


filosóficas basadas en una teoría de la argumentación y de la interpretación;
herramientas que debe usar en consulta como las epístolas, el examen crítico de un
enunciado, las prospectivas o las metáforas y alegorías.”49
En el marco de la formación académica, corresponde explicitar la necesidad de una formación
práctica orientada a la aplicabilidad de los conocimientos personales, históricos y teóricos en campos,
temas, circunstancias, problemas y malestares filosóficos concretos. Para ello, en la medida de la
profundización en el campo de la práctica filosófica, el horizonte práctico debe ser una de las claves
desde la cual se entiende la misma teoría, es decir, una vuelta a los textos filosóficos a través de la
lectura en clave de práctica.

Sin embargo, para concretar la formación práctica, consideramos necesario articular dos áreas
orientadas al entrenamiento supervisado de los estudiantes de filosofía en el proceso de aplicación de
sus conocimientos a la realidad de las problemáticas filosóficas individuales, grupales, comunitarias,
organizacionales, empresariales, públicas, etc. Estas áreas para la formación práctica en filosofía son:
las Pasantías o Prácticas Profesionales; y los Talleres de Filosofía.

En relación a los talleres de filosofía, consideramos que son el tipo de espacio-tiempo


pedagógico adecuado para el entrenamiento del estudiantado de filosofía en el proceso de aplicación de
sus conocimientos filosóficos. De ello nos refiere Óscar Brenifier:

“Como en el taller de pintura, se trata de producir. Producir, en el sentido de que uno


se enfrenta a una materialidad, con el propósito de un resultado. Pero la materialidad
de la actividad filosófica no es la del color y la textura sino el pensamiento individual,
a través de su representación oral o escrita. Cada uno se enfrenta primero a sus
propias representaciones del mundo, luego a las del otro, y finalmente a la idea de
unidad o coherencia. De esta confrontación brotan nuevas representaciones, en forma
conceptual o analógica. Estas representaciones emergentes deben ser articuladas,
subrayadas, entendidas por todos, trabajadas y reelaboradas. En esto, nuevamente, el
taller es diferente del curso y la discusión. Porque en el curso, los conceptos se
preparan de antemano: a menudo están codificados, etiquetados con la referencia a
49
Ibíd., p. 258.
40
sus autores y la historia de la filosofía. Y en la discusión habitual, el pensamiento se
mueve deslizándose, no insiste, no busca constantemente volver sobre sí mismo, a
menos que esto se produzca arbitrariamente. Sin duda, sobre esta última distinción
descansa el rol más insistente, o restrictivo del facilitador en el marco de un taller.” 50
Junto a los talleres de filosofía, la Pasantías o Prácticas Profesionales son la otra área de
entrenamiento en la aplicabilidad de los conocimientos personales, históricos y teóricos en la que se
debe guiar al estudiantado de una licenciatura en filosofía orientada a la práctica filosófica. Es ésta la
ocasión para la adquisición de experiencia en la práctica y los primeros pasos para el ejercicio
profesional bajo la orientación y evaluación del profesorado. Ambos conjuntos han de ser organizados
en ciclos inicial, medio y final, lo que en concreto sería como sigue:

 Ciclo inicial: comprendido por la Práctica Profesional I (semestre I), que brinda el espacio
pedagógico para un primer acercamiento a la profesión filosófica, considerando su devenir
histórico como profesión, su definición desde la práctica filosófica, los dilemas implicados en
su ejercicio profesional, las regulaciones ético-legales que le atañen y el campo laboral
tradicional y emergente; el Taller de Técnicas de Argumentación y Retórica (semestre II,
posterior al curso de Lógica), orientado al entrenamiento en los modos, normas y falacias
implicadas en el proceso de argumentación, así como en las técnicas y usos de la retórica; y el
Taller de Escritura Filosófica (semestre II), orientado al entrenamiento en los géneros de
escritura filosófica en sus formas literarias tradicionales, académicos y periodísticos.
 Ciclo medio: comprendido por un conjunto de talleres articulados a las unidades curriculares
que consideramos clave en la formación filosófica centrada en la práctica, a saber: Taller de
Filosofía para Niños, Niñas y Jóvenes (semestre IV, posterior al curso de Filosofía de la
educación), orientado al entrenamiento en la aplicación supervisada en los modelos y
actividades filosóficas que buscan despertar la curiosidad e inquietud filosófica en niños, niñas
y jóvenes. Taller de Filosofía y Gobierno de las Emociones (semestre V, posterior al curso de
Filosofía de las emociones), orientado al entrenamiento en la aplicación de técnicas filosóficas
de gobierno de las emociones y su manejo prudente articulado a la condición humana de la
razón en el marco de la consulta y asesoramiento filosófico. Taller de Comprensión e
Interpretación de Problemas Existenciales (semestre V, posterior al curso de Filosofía
existencial), atinente al entrenamiento en el modelo hermenéutico de abordaje de problemas
existenciales en la consulta filosófica. Taller de Analogía Médica y Argumentos Terapéuticos

50
BRENIFIER, Óscar, La consulta filosófica, Alcofribas Ediciones, s/f, consultado en línea en: http://www.pratiques-
philosophiques.fr/wp-content/uploads/2020/05/La-consulta-filosofica.pdf , pp. 23-24.
41
(semestre VI, posterior al Taller de Filosofía y Gobierno de las Emociones), cuyo propósito es
el entrenamiento en el modelo analítico de consulta filosófica, centrado en la analogía médica y
los argumentos terapéuticos para el abordaje de los malestares filosóficos. Taller de Análisis y
Asesoramiento Filosófico en el campo político (semestre VI, posterior al curso de Filosofía
política), que apunta al entrenamiento en las técnicas de análisis político y de asesoramiento
filosófico en el campo político. Taller de Ética Aplicada (semestre VI, posterior al curso de
Ética), cuyo propósito es guiar el entrenamiento en el abordaje, a través del espacio del
asesoramiento filosófico, de dilemas éticos actuales y urgentes de nuestra condición epocal.
Taller de Intervención Filosófica (semestre VI, posterior al curso de Filosofía de la liberación),
orientado al entrenamiento en la intervención Filosófica para contribuir a los procesos de
transformación social, para la crítica de la opinión pública y para la defensa del derecho a la
filosofía para todos y todas.
 Ciclo final: comprendido por la Práctica Profesional II (semestre VII, posterior a todos los
talleres de filosofía) y la Práctica Profesional III (semestre VIII, posterior a la Práctica
Profesional II), cuyos propósitos coinciden en brindar un espacio-tiempo pedagógico para
cumplir con las prácticas o pasantías supervisadas de consultas y asesoramientos filosóficos, en
las que se espera aplicar los conceptos y habilidades adquiridos y obtener experiencia en la
interacción con consultantes o asesorados, siguiendo los principios ético-legales de la profesión
filosófica y posicionándose críticamente ante los dilemas que plantea el ejercicio profesional de
la Práctica Filosófica.

3. La oferta de servicios profesionales y los dilemas laborales de la mercantilización de la


filosofía.

Junto a la definición de un nuevo perfil profesional de licenciatura en filosofía y a la formación


académica referida, vale preguntarnos por el campo laboral y los servicios profesionales que ya se
derivan de ese perfil, lo que nos enfrenta necesariamente a los desafíos del proceso de mercantilización
y comercialización de la filosofía como ejercicio profesional. Entonces, ¿qué servicios profesionales
puede ofrecer un Licenciado en Filosofía formado en función de la Práctica Filosófica? La
comercialización y mercantilización de los servicios de un filósofo puede ser un desafío, y comportar
diversos dilemas, ya que la filosofía no es necesariamente una disciplina que se asocie tradicionalmente
con el mercado laboral o la generación de beneficios económicos. Sin embargo, existen algunas
42
estrategias que los filósofos empiezan a considerar para comercializar y monetizar sus servicios
profesionales en el mercado, a saber:

 Profundizar en una o varias disciplinas y especialidades filosóficas: Profundizar en un área


afín de la filosofía en la cual nos manejemos relativamente bien o de manera destacada y en la
que tengamos conocimiento profundo puede ayudar a destacarse en un campo particular, como
la ética aplicada, filosofía de la mente o filosofía de la ciencia, entre otros, y así construir
credibilidad y una comunidad de interesados en nuestra área.
 Invertir tiempo en crear contenido: Generar contenido filosófico es hoy una vía para dar a
conocer nuestra experiencia y sostener en el tiempo una comunidad con motivación a la
filosofía. Esos contenidos pueden ser creados a través de la escritura de artículos para revistas
especializadas, la publicación en blogs, la creación de videos en plataformas de redes sociales,
etc. Esto nos permitirá establecer una marca personal y ofrecer nuestros conocimientos y
habilidades profesionales.
 Ofrecer cursos y talleres: Diseñar y ofrecer cursos y talleres filosóficos es una manera de
generar ingresos. Podemos ofrecer cursos presenciales o en línea, o también dictar conferencias
o brindar charlas en eventos relacionados con nuestra área afín y establecer un costo por la
participación de la comunidad.
 Brindar consulta y asesoramiento filosófico: Ofrecer servicios profesionales de consulta y
asesoramiento filosófico es hoy ser una forma de generar ingresos a partir de nuestros
conocimientos y experiencias. Un profesional de la filosofía puede ser competente para atender
los malestares filosóficos de las personas o atender los problemas o dilemas filosóficos en
diversidad de espacios sociales, culturales, organizacionales, comunitarios, etc.
 Relacionar la filosofía con otras disciplinas: Establecer relaciones con profesionales de otras
disciplinas, como psicólogos, terapeutas o consultores empresariales, puede ampliar las
oportunidades de trabajo y generar un enfoque interdisciplinario para abordar problemas
complejos.

Es importante considerar que el proceso de comercialización y mercantilización de los servicios


profesionales filosóficos requiere una inversión de tiempo y esfuerzo, así como el diseño y aplicación
de una estrategia bien planificada, considerando en parte los intereses de la comunidad a que
apuntamos y sus condiciones materiales para el establecimiento de precios justos y realistas por los
servicios ofrecidos, considerando el valor que se proporciona.

43
Éste proceso de mercantilización, comercialización y “oferta” de servicios profesionales de un
filósofo, tiene como factores inmediatos el considerar beneficios como: a) la accesibilidad, pues al
comercializar y vender sus servicios, un filósofo puede llegar a un público más amplio y hacer que sus
conocimientos filosóficos estén disponibles para personas que de otra manera no tendrían acceso a
ellos; b) la divulgación del pensamiento filosófico, en tanto que un filósofo puede contribuir a la
divulgación y difusión del pensamiento filosófico en la sociedad y fomentar la reflexión y el debate
sobre cuestiones fundamentales de la vida; y c) la generación de ingresos, en tanto que esto es lo que le
permite al filósofo dedicarse a su pasión y seguir desarrollando su trabajo.

Sin embargo, del proceso de mercantilización y comercialización de la práctica filosófica se


genera otro conjunto de dilemas éticos y prácticos. Por ejemplo, dilemas laborales que surgen cuando
se consideran aspectos institucionales y profesionales del trabajo en la práctica filosófica. Por ejemplo,
¿cómo se puede establecer una remuneración justa para los profesionales de la filosofía? ¿Cuál es el
equilibrio adecuado entre el ánimo empresarial y la integridad ética en la promoción y comercialización
de servicios filosóficos? Más en específico, hemos de referir como dilemas los siguientes:

 Mercantilización del conocimiento: ¿Ofrecer el conocimiento, la enseñanza y aplicación de la


filosofía como productos de mercado, a través de los que se busca obtener beneficios
económicos o fomentar la búsqueda de la verdad y el pensamiento crítico? Esto en razón de la
tendencia creciente de aplicar los conocimientos y habilidades filosóficas en diversidad de
campos de la vida social, a través de la variedad de prácticas filosóficas que hoy se ofrecen a la
sociedad.
 Trivialización del conocimiento: ¿El proceso de comercialización del conocimiento filosófico
implica la simplificación y trivialización de la filosofía, así como pérdida de la precisión y
profundidad que caracteriza a la disciplina y su valor como herramienta crítica y
transformadora?
 Dependencia de la demanda del mercado: ¿Cómo posicionarnos ante el proceso de
comercializar los servicios profesionales filosóficos en el mercado, que limita nuestra libertad
de investigación y exploración de temas filosóficos menos populares pero igualmente relevantes
por su relación con la condición humana a la que se orienta en general la filosofía como
disciplina? ¿Cómo contrarrestar ese riesgo?
 Inflación de la oferta: ¿Con el proceso de comercialización masiva de los servicios
profesionales filosóficos puede surgir la posibilidad real de una saturación del mercado y una

44
sobrecarga de oferta de profesionales? ¿Acaso esto puede llevar a una competencia desleal y a
una degradación de la calidad en los servicios profesionales filosóficos?
 Dificultad de medir la calidad: ¿Cómo mantener los criterios de excelencia en el campo
filosófico a la vez que una rentabilidad económica estable y justa? ¿Es apropiado establecer
estándares de excelencia y medida de la calidad de servicios?
 Conflicto de intereses e integridad del filósofo: ¿Realmente hay contradicción entre el
objetivo de buscar el conocimiento y la verdad, y el objetivo de obtener beneficios económicos?
¿Esto significa comprometer la integridad del pensamiento filosófico? ¿Acaso esto perturba el
horizonte abierto por la decisión de una vida filosófica elegida a voluntad, en razón de una
vocación filosófica?
 Exclusión de escuelas, corrientes, autores y temas filosóficos: ¿Es posible que en el proceso
de mercantilización de la filosofía se dé la exclusión de escuelas, corrientes, autores y temas
filosóficos que no son comercialmente atractivos para ciertos grupos o comunidades o sectores
de la demanda?

Considerados estos dilemas, así como el perfil profesional y la formación académica, hemos de
considerar ahora el momento en que un Filósofo egresa de la Escuela de Filosofía y ha hecho su
Juramento Socrático. Es válido que se proponga, entre varias opciones, ofrecer sus servicios
profesionales, bajo unos criterios éticos, para ganarse la vida, pero sobretodo, centrado en su vocación
y compromiso con el florecimiento humano.

III

45
Abrir un consultorio: el lugar para pensar la atención de los malestares filosóficos del otro, como
servicio al florecimiento humano y los dilemas ético-legales del ejercicio profesional

1. La consulta filosófica como lugar para pensar.

En relación al marco general de la Práctica Filosófica, nos indica Rayda Guzmán que “desde la
práctica de la filosofía se pueden comprender las situaciones vitales más complejas y, a partir de esa
comprensión, ofrecer soluciones que no son exclusivamente filosóficas” 51. De allí podemos asumir que,
la práctica filosófica es una ocasión para promover el pensamiento crítico, la reflexión personal y el
autoconocimiento a través del diálogo filosófico entre un filósofo y un consultante o varios asesorados
o comunidad determinada. En ese sentido, sostiene Guzmán:

“El asunto es (…) que desde hace unas décadas alguien se percató de que la filosofía
tenía algo que decir respecto de la manera en que estamos conduciendo nuestra vida.
Yo estudié filosofía y he vivido de acuerdo a una convicción: la filosofía puede
ayudarnos a resolver nuestros problemas y a conducir nuestra vida de un modo
coherente a fin de evitar el sufrimiento innecesario. Por eso, en el 2003, abrí mi
consulta en Barcelona. Mis inicios no sólo los marcaron las lecturas obligadas (…),
asimismo pude actualizar a muchos autores clásicos en los estudios formales de
filosofía como Séneca, Epicuro, Descartes, Nietzsche, Kierkegaard o Gadamer, entre
otros. Pero también tuve que reconocer el valor de mis propias experiencias como
profesora, como hija, como hermana, como amiga y como filósofa.”52
Con esos elementos constitutivos, se va perfilando ya la especificidad de una consulta filosófica
dentro de la generalidad de la Práctica Filosófica, por lo que afirma Guzmán:

“Entonces, el fin de la consulta es examinar el problema porque todo problema, para


ser un verdadero problema, debe estar bien planteado, y una vez conseguido esto, él
guía la solución. Así, los conocimientos propios de la filosofía sirven para ubicar el
problema dentro de una tradición cultural (de allí la importancia del conocimiento de
su historia), proponen la tipificación del problema mismo (si es ético, existencial,
lógico, religioso o estético), y por último corrigen el modo cómo se concibe el
problema (el argumento puede ser defectuoso o los conceptos pueden estar mal
utilizados) (…) Para quienes han acudido a mi consulta, la filosofía en todos los casos
ha propuesto una clarificación existencial necesaria para descubrir qué hay detrás de
todo el malestar. Por eso, lo propio de la práctica filosófica es el pensamiento, ya que
en la sociedad que vivimos los lugares para pensar son pocos.”53

51
GUZMÁN, Rayda, La mujer serena. Pensamiento, filosofía y mundo femenino, Editorial Sirpus, Barcelona, 2007, p. 11.
52
Ibíd., p. 15.
53
Ibíd., pp. 20-21.
46
No podemos pasar por alto que en estas clarificaciones conceptuales sobre la Práctica Filosófica
en general, y la consulta filosófica en particular, encontramos afinidades entre los aportes de Guzmán
al respecto y la idea de filosofía que Martha Nussbaum recupera y actualiza a partir de sus estudios de
la ética helenística, afirmando que

“La idea de una filosofía práctica y compasiva -es decir, una filosofía al servicio de
los seres humanos, destinada a satisfacer sus necesidades más profundas, hacer frente
a sus perplejidades más urgentes y llevarlos de la infelicidad a un cierto estado de
florecimiento- es una idea que hace de la ética helenística un objeto de estudio
cautivador para un filósofo que se pregunta qué tiene que ver la filosofía con el
mundo real. Quien se dedica a escribir o enseñar filosofía es una persona afortunada
como pocos seres humanos lo son, al poder dedicar su vida a la formulación de los
pensamientos y sentimientos más profundos acerca de los problemas que más la han
motivado y fascinado”54
La noción de florecimiento humano como aquello a lo que apunta una filosofía práctica y
compasiva, parte de la traducción que de la eudaimonía aristotélica hace Nussbaum. Con florecimiento
humano podríamos entender el proceso de desarrollo de las capacidades, fortalezas y virtudes de los
seres humanos en diversos ámbitos de sus vidas individuales y sociales. Es un proceso consciente de
una subjetividad que se educa y educa la razón para atender sus propias convicciones, propósito y
actuar personales en interrelación con las condiciones comunitarias de vida, de transformación social y
preservación ecológica.

A su vez, ambas referencias pueden triangularse con las reflexiones de Nidia Sierra sobre la
consulta filosófica, quien afirma:

“La consultoría filosófica entonces sería un medio para acercarse a las bases del cómo
funcionaría la vida de las personas, aplicable también al funcionamiento de las
instituciones y los grupos. Está siendo, según las experiencias, un medio efectivo para
ejercitar y ampliar el pensamiento. Sirve para detenerse en algún momento de
nuestras experiencias y redefinir el rumbo, así como hacerse un cuestionamiento
acerca lo que se es y de lo que se está haciendo. Si este ejercicio se practica con
regularidad, permitiría mejorar nuestra realidad, nuestra vida personal y también
laboral. La actitud frente a la vida podría transformar las relaciones con los otros. La
dimensión crítica propia de una actitud más consciente y atenta, brinda una constante
confrontación del sujeto mismo, mejorando la expansión y desarrollo de las
potencialidades de los seres humanos.”55

54
NUSSBAUM, Martha, La terapia del deseo. Teoría y práctica en la ética helenística, Paidós, Barcelona, 2003, p. 21.
55
SIERRA, Nidia, Desde el estado oculto de la salud en Gadamer hacia la consulta filosófica, Trabajo Especial de Grado
para optar al título de Licenciada en Filosofía, Escuela de Filosofía, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad del
Zulia, Maracaibo, 2023, pp. 66-67. Una versión parcial de este trabajo especial de grado fue presentado por su autora,
nuestra tutora y amiga Nidia Sierra, como ponencia en las I Jornadas Estudiantiles de Reflexión Filosófica (Maracaibo, 15-
16 de noviembre de 2023), bajo el título Comprensión e interpretación de la salud y consulta filosófica. Aportes para un
47
Con ello, insistimos entonces en que, si de recuperar espacios sociales para la práctica filosófica
se trata, entonces hemos de concebir el espacio-tiempo de la consulta y asesoramiento filosófico como
un lugar para el ejercicio del pensar, pues precisamente uno de los fenómenos que causan muchos de
nuestros actuales malestares filosóficos es la progresiva reducción de los lugares para pensar, un
fenómeno que se halla como incidente principal de la “enfermedad de la razón” en nuestra condición
epocal.

2. Los malestares filosóficos.

Al respecto, vale aclarar el sentido en que nos referimos a enfermedad y malestares filosóficos.
Partamos por afirmar que no existen enfermedades filosóficas propiamente dichas y que la consulta
filosófica no es una clínica para atender patologías, por lo que el filósofo no “diagnostica
enfermedades” sino que ayuda a “plantear problemas”. Es decir, que hablamos de enfermedad en el
sentido de la antigua analogía médica desde la cual se concibió a la práctica filosófica como un arte de
curar (en el sentido del cuidado de sí y de los otros). De ello refiere Sierra:

“Se creía que la filosofía “operaba” sobre el alma humana, erradicando las opiniones
falsas, y que ello podría conllevar a calmar sus afecciones y hasta curarla, si lograba
llenarla de respuestas a las cuestiones inquietantes de ésta. Esta operatividad
semejaba la actividad de la medicina sobre el cuerpo. Es necesario, a este momento,
referir la llamada Analogía médica, que si bien existe como supuesto teórico-práctico
desde la antigüedad, no está explícitamente enunciada por Gadamer, aunque
ciertamente, en El estado oculto de la salud, como obra hermenéutica de filosofía de
la salud y como modelo de práctica filosófica, es ésta analogía la que está supuesta en
sus reflexiones y le permite hacer los parangones entre el arte médico de curar y
hermenéutica de la salud en la práctica filosófica. Y ésta referencia a la analogía
médica sobre la filosofía, la hallamos expuesta en La terapia del deseo. Teoría y
práctica en la ética helenística de la filósofa estadounidense Martha Nussbaum (…)
Dicha analogía, aunque sea válida en algunos aspectos, no lo es en otros, pues no
todos los procedimientos o metodologías médicas son aplicables en filosofía (…)
Articula, de entrada, una relación entre filosofía y literatura, en tanto que forma
estimulante buscada para presentar los argumentos; pero destaca sobre todo la
función de la filosofía analógicamente como medicina del alma para tratar las
“enfermedades” del pensamiento, el juicio y el deseo (…) por lo que sostiene
Nussbaum: “Desde Homero en adelante encontramos, a menudo y de manera
destacada, la idea de que el logos es a las dolencias del alma lo que el tratamiento
médico es a las dolencias del cuerpo.”56
nuevo perfil profesional de Licenciatura en Filosofía, 2023b.
56
SIERRA, Nidia, Comprensión e interpretación de la salud y consulta filosófica. Aportes para un nuevo perfil profesional
de Licenciatura en Filosofía, ponencia presentada en las I Jornadas Estudiantiles de Reflexión Filosófica, Maracaibo, 2023,
pp. 5-6.
48
Es entonces válido decir que hablamos analógicamente de la filosofía como medicina del alma y
de enfermedades de la razón que requieren ser comprendidas, interpretadas y aliviadas filosóficamente.
Aludimos con ello a que las personas experimentan ciertos malestares que pueden relacionarse con
cuestionamientos y dilemas propiamente filosóficos. Estos malestares no son enfermedades en sí
mismos, sino más bien inquietudes y desafíos que pueden surgir en la conciencia, que pueden afectar
la vida cotidiana y que no deben considerarse patológicamente. Para atender esos malestares hemos de
abrir la consulta filosófica.

Ahora bien, ¿de qué malestares hablamos específicamente? Para atender esta inquietud hemos
de aclarar que no contamos en la Práctica Filosófica con algo así como un manual de malestares
filosóficos que han sido abordados por las distintas tradiciones de pensamiento filosófico, antes bien,
referimos algunos de esos malestares que están dispersos en esas tradiciones de pensamiento filosófico.

Pueden ser considerados como malestares filosóficos desde la angustia existencial, en tanto que
preocupación acerca del sentido y propósito de la vida, manifestada generalmente en una sensación de
desorientación y ansiedad sobre la existencia y la falta de un propósito intrínseco en la vida; hasta la
soledad, referida a la sensación de aislamiento y falta de conexión con otros seres humanos o con el
mundo, lo que puede implicar tristeza y una profunda sensación de vacío emocional; o el desencanto,
sentimiento de desilusión o decepción frente a la realidad y las expectativas frustradas que acarrea una
sensación de falta de sentido y una pérdida de motivación.

Podemos considerar también el dilema del libre albedrío y el determinismo, surgido del
conflicto entre la creencia en la libertad de elección y la idea de que todo está predeterminado, lo que
conlleva dudas e inseguridades sobre la posibilidad de decisión personal y la responsabilidad individual
en la construcción de la propia vida; o en general los dilemas éticos, en tanto que refieren a conflictos
morales donde no hay una opción clara o donde diferentes principios éticos entran en conflicto y puede
generar angustia y dificultad para tomar decisiones éticas.

Asimismo, pueden abordarse como malestares filosóficos el dilema mortalidad/inmortalidad,


centrado en la preocupación por la finitud de la vida humana y la posibilidad de otra vida después de la
muerte, lo que comporta la sensación de ansiedad y temor frente a la muerte propia; la cuestión del
mal, expresado en la pregunta del por qué existe el mal en el mundo y cómo reconciliarlo con la
existencia de un Dios bueno y todopoderoso, detrás de la cual generalmente se vive un estado de
angustia y falta de sentido frente al sufrimiento y la injusticia; el dogmatismo como posición

49
intransigente y rígida en una particular creencia o ideología que impide considerar otras perspectivas o
evidencias contrarias; malestar que no deja de tener relación con el fanatismo o extremismo en la
defensa de una determinada causa o creencia, que puede llevar a comportamientos destructivos o
violentos. Y junto estos malestares, podrían también nombrarse el relativismo moral, el idealismo
extremo, el determinismo radical o la idealización del pasado, entre otros.

Entre esos malestares filosóficos, hemos de referirnos específicamente al caso de las crisis
existenciales, en tanto que representa un ejemplo de peso y común a la condición humana, acentuado
en nuestra condición epocal; por ello, una ocasión que obliga a detenernos en el espacio-tiempo de la
consulta filosófica como lugar para pensar-nos, como momento para la observación detenida y atenta
de la crisis como malestar y los síntomas que desencadena. De esto vale referir:

“Durante una crisis existencial, puede haber manifestaciones como experimentar


sentimientos de angustia, confusión, ansiedad o desesperanza; se pueden cuestionar
creencias, valores y elecciones de vida; se puede sentir una desconexión con el
mundo y con los demás; o puede también llevarnos a una búsqueda de significado o
reevaluación radical de la propia vida o a una sensación de estancamiento. Así, como
algo común y propio de la condición humana, la crisis existencial es materia prima
para la búsqueda de sentido y propósito, puede conducir a un florecimiento humano,
ya que a través de la reflexión y el autodescubrimiento, es posible a su vez, encontrar
nuevas formas de vivir auténticamente y en armonía con nuestros valores y deseos
más profundos en el marco de una idea de salud. Es en este punto donde la consulta
filosófica puede ser útil, ya que se plantea proporcionar pistas para la comprensión e
interpretación de la propia crisis existencial, ejercicio necesario para avanzar en un
proceso tan profundo y radical. Como espacio-tiempo para ese ejercicio, la consulta
filosófica ha de ofrecerse como segura y acogedora, un lugar-momento donde las
personas puedan permitirse la libertad de explorar su crisis, analizar y reflexionar
sobre las preguntas y dilemas existenciales que están vivenciando. Ello implica, de
parte del filósofo asesor, la escucha detenida y atenta, empática, el plantear preguntas
y ofrecer perspectivas filosóficas que puedan ayudar a entender la situación más
profundamente.”57
Ahora bien, la cuestión de la apertura y ofrecimiento de consultas filosóficas para atender los
malestares filosóficos de las personas, acarrea también un conjunto de dilemas epistemológicos,
disciplinares y metodológicos que deben ser considerados antes de que como filósofos abramos nuestro
consultorio. Estos dilemas se expresan en algunas cuestiones: ¿cómo podemos evaluar la eficacia de un
proceso de asesoramiento filosófico? ¿Qué valor epistémico tienen las reflexiones filosóficas en
comparación con los enfoques terapéuticos? ¿En qué medida es inapropiado utilizar principios y

57
CAMEJO GOTOPO, César y URDANETA RIVAS, Gustavo, Comprensión e interpretación de problemas existenciales
en la práctica de la consulta filosófica. Propuestas para un nuevo perfil profesional de la Licenciatura en Filosofía,
ponencia presentada en las I Jornadas Estudiantiles de Reflexión Filosófica, Maracaibo, 2023, p. 5.
50
técnicas psicológicas en la consulta y asesoramiento filosófico? ¿Cuáles son los límites éticos y
profesionales en la colaboración interdisciplinaria? ¿Cómo se puede equilibrar la necesidad de una
metodología flexible y personalizada con la necesidad de mantener un marco ético y riguroso? ¿Cuál es
la mejor manera de abordar las tensiones entre el enfoque de la reflexión filosófica individual y la
participación activa del consultante?

Si bien existen ya diferentes intentos de responder estas preguntas, consideremos la cuestión de


los límites entre la consulta filosófica y otros tipos de consulta, ello en razón de que:

“Y, finalmente, había que procurar que el espacio de la consulta de un filósofo fuese
totalmente filosófico, sin contaminaciones de las disciplinas ‘psi’ o de ninguna otra
práctica pseudo-espiritual como las llamadas ‘new age’”58
Vale preguntarnos ¿cómo evitar esas “contaminaciones” disciplinarias en la consulta filosófica
para que ésta sea precisamente filosófica? Pues partamos por retomar la originalidad de “la filosofía
como cura del alma, no como terapia, sino como cuidado”59, como sostiene Rayda Guzmán, en razón
de que al mundo humano, enfrentado a los cambios actuales, le urgen espacios para pensar-nos desde
el cuidado de sí y de los otros; cuidado que al parecer ninguna de las disciplinas de ayuda actuales
estén prestando de modo eficaz para devolverle al pensar sus lugares y autonomía, ni tendrían por qué,
pues están orientadas a la terapia entendida como ayuda para “devolver la normalidad al alma que la ha
perdido: curan al alma de una enfermedad” 60. De allí se extiende Guzmán para diferenciar la práctica
filosófica, en su especificidad de consulta filosófica, de las terapias y disciplinas psi:

“En cambio, el papel del filósofo tiene que ser diferente, el filósofo previene, corrige
y otorga herramientas para no enfermar, de allí su importancia. El filósofo aporta un
punto de inflexión que sirve para defender al pensamiento y justo allí es donde hay
que detenerse de cuando en cuando si se quieren alcanzar metas de calidad (sean
materiales o espirituales). Pero, ¿cuál es la diferencia entre una terapia y el trabajo
desempeñado por el filósofo asesor? Ésta es una buena pregunta además fácil de
contestar. El filósofo no trata de poner remedio a ningún trastorno a fin de devolver a
la persona a la normalidad, porque eso ya es un asunto que hacen los psicoterapeutas,
psicólogos y psiquiatras y lo hacen bien. El filósofo ayuda a la persona a superar su
problema o su crisis en el sentido literal de la palabra, va con él más allá del
problema, le enseña a entenderlo para poder encontrar una solución adecuada. Es por
ello que el resultado de su consulta puede durar toda la vida, ya que se trata de una
práctica a todas luces preventiva y educativa, pues el filósofo asesor trabaja con
categorías éticas reconocidas y tradiciones y contenidos culturales, lo cual le
convierte en un conocedor de claras pautas de comportamiento social. Esto puede

58
GUZMÁN, ob. cit., 2011., p. 258.
59
GUZMÁN, ob., cit., 2007, p. 16.
60
Ibíd., p. 17.
51
servir de apoyo a cualquier tipo de terapia sea de índole psicológica o fisiológica, ya
que enseña a entender el origen del trastorno, el malestar que causa y el tipo de salud
que se puede recuperar”.61
Con ello, si bien no queda cerrada la cuestión de los límites y diferencias entre la práctica
filosófica, como consulta, y las terapias y disciplinas psi, creemos que son unas argumentaciones
indicativas de que es legítimo el intento de recuperación del espacio social de la filosofía a través de su
práctica, y más, no hay por qué temerle al filósofo cuando decide abrir su consulta para atender los
malestares filosóficos de las personas y comprometerse en servir al florecimiento humano, a menos que
ese temor se deba a que no estamos bien con el modo en que estamos llevando nuestras y por ello nos
sentimos desarmados, desnudos, cuando se acerca un Sócrates de nuestro siglo y nos interpela por
cómo estamos viviendo sin ocuparnos de atender nuestras almas antes que nuestras poses para las
pantallas y redes sociales digitales. Esto, a su vez, genera unos dilemas ético-legales en cuanto al
ejercicio profesional de la práctica filosófica que debemos referir.

3. Dilemas ético-legales en el ejercicio profesional de la Práctica Filosófica.62

La Práctica Filosófica en nuestra condición epocal no está exenta de dificultades y ha de


ocuparse de un conjunto de dilemas éticos y legales que se han generado para lograr posicionarse en el
espacio social que le corresponde y ante lo cual tenemos una responsabilidad contraída como
profesionales de la filosofía. Los dilemas éticos y legales que se han generado de la práctica profesional
de la consulta y asesoramiento filosóficos pueden ser enumerados como sigue:

1. Confidencialidad. El dilema ético de mantener la confidencialidad de los consultantes o


asesorados y proteger su privacidad, al mismo tiempo que se cumple con las obligaciones
legales de informar sobre situaciones de riesgo o peligro.
2. Competencia y cualificación. El dilema ético de asegurar que los profesionales de la consulta
y asesoramiento filosóficos tengan la formación y competencia adecuadas para brindar servicios
de calidad, evitando o minimizando los posibles daños a los consultantes o asesorados.

61
Ibíd., pp.17-18.
62
Una versión inicial de éste apartado fue presentada, en co-autoría con Elkin Calderón Acosta, como ponencia para las I
Jornadas de Reflexión Filosófica (Maracaibo, 15-16 de noviembre de 2023), bajo el título Proposiciones para una
regulación ético-legal de la profesión filosófica en Venezuela.
52
3. Límites de la práctica. El dilema ético de establecer límites claros en la práctica profesional,
como no ofrecer terapia psicológica o no proporcionar consejos médicos, para evitar
confusiones o acusaciones de intrusismo y proteger la integridad de la profesión.
4. Relación de poder. El dilema de mantener una relación equilibrada de poder con los
consultantes o asesorados, evitando cualquier forma de abuso o manipulación; fomentando
también la autonomía y la toma de decisiones informadas.
5. Consentimiento informado. El dilema ético de obtener el consentimiento informado de los
consultantes o asesorados, asegurándose de que comprenden los objetivos, los límites y los
posibles riesgos de la consulta y asesoramiento filosóficos.
6. Conflicto de intereses. El dilema ético de manejar los posibles conflictos de intereses que
puedan surgir en la relación profesional-consultante o asesorado, como los intereses personales
o financieros que puedan influir en la objetividad y la imparcialidad de la consulta o
asesoramiento filosófico.
7. Responsabilidad y rendición de cuentas. El dilema ético de asumir la responsabilidad de los
resultados de la consulta o asesoramiento filosófico, y estar dispuestos a rendir cuenta por las
decisiones y acciones tomadas en el proceso.
8. Diversidad cultural y valores. El dilema ético de respetar y valorar la diversidad cultural y los
diferentes sistemas de valores de los consultantes o asesorados, evitando imponer perspectivas
filosóficas o éticas particulares.
9. Autocuidado y autorreflexión. El dilema ético de mantener una práctica ética y de calidad,
que requiere que los profesionales de la consulta y asesoramiento filosóficos se cuiden a sí
mismos, busquen supervisión y realicen una autorreflexión continua sobre propio trabajo y
práctica.
10. Visión filosófica personal. El dilema ético de construir y mantener libremente la propia visón
filosófica personal, evitando imponerla a los consultantes o asesorados y sin que ésta prive
sobre el marco ético y legal que consensuadamente se convenga.

En razón de que la Práctica Filosófica en general, y la consulta y asesoramiento filosófico en


particular, han generado discusiones en torno a los referidos dilemas, en diferentes países se ha logrado
avanzar en la formulación de regulaciones éticas y legales que guíen éste ejercicio profesional; y ya que
no existe una regulación mundial, valga referir los aportes de algunas asociaciones y organizaciones
profesionales filosóficas; como por ejemplo: la Asociación Internacional de Consultores Filosóficos
(IAPC), la Sociedad Española de Filosofía Práctica (SEFIP), la Asociación Británica de Consultores
53
Filosóficos (APPC) o la Asociación Alemana de Consultores Filosóficos (DGAP); las cuales han
establecido principios, normas, códigos de ética, etc., que regulan la confidencialidad, el respeto a la
autonomía de los consultantes o asesorados, la competencia profesional, la imparcialidad, la integridad,
entre otros aspectos.

En razón de los dilemas éticos y legales referidos, y acorde con el proceso de regulación que en
el mundo occidental se está llevando a cabo para la consolidación del campo profesional de la Práctica
Filosófica en general, y de la consulta y asesoramiento filosófico en particular, para el caso venezolano,
siguiendo la tradición de las legislaciones profesionales y sus marcos éticos, hemos de asumir la
responsabilidad de proponer para el debate los instrumentos reguladores convenientes que nos permitan
apuntar al desarrollo y consolidación de la Práctica Filosófica, sirviendo con ello de marco orientador
del proceso de reforma curricular que se ha iniciado, en nuestro caso, en la Escuela de Filosofía de la
Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia, el cual busca transformar el perfil
profesional de la Licenciatura en Filosofía a partir de su apertura a la Práctica Filosófica como nuevo
campo disciplinar y laboral. De allí que proponemos, a modo indicativo y aún no suficientemente
detallado, orientaciones para codificar los principios éticos que deben regular el ejercicio profesional de
la práctica filosófica, recuperando lo que nos hereda la tradición antigua.

Consideremos de la cultura griega antigua, un famoso pasaje de un diálogo de Platón, la


Apología de Sócrates, en el cual se trata del momento cuando Sócrates es llevado a juicio ante sus
conciudadanos en Atenas y, entre otras cosas, afirma:
“Yo atenienses, os aprecio y os quiero, pero voy a obedecer al dios más que a
vosotros, y mientras aliente y sea capaz, es seguro que no dejaré de filosofar, de
exhortaros y de hacer manifestaciones al que de vosotros vaya encontrando,
diciéndole lo que acostumbro: ‘Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más
grande y prestigiada en sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo
tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y, en cambio no
te preocupas ni interesas por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va a ser lo
mejor posible?’ Y si alguno de vosotros discute y dice que se preocupa, no pienso
dejarlo al momento y marcharme, sino que lo voy a interrogar, a examinar y a refutar,
y, si me parece que no ha adquirido la virtud y dice que sí, le reprocharé y diré que
tiene en menos lo digno de más y tiene en mucho lo que vale poco. Haré esto con el
que me encuentre, joven o viejo, forastero o ciudadano, (…) En efecto voy por todas
partes sin hacer otra cosa que intentar persuadiros, a jóvenes y viejos, a no ocuparos
ni de cuerpos ni de los bienes antes que del alma, ni con tanto afán, a fin de que ésta
sea lo mejor posible, diciéndoos: ‘No sale de las riquezas la virtud para los hombres,
sino de la virtud, las riquezas y todos los otros bienes, tanto los privados como los
públicos”.

54
Con la afirmación inicial, “Yo atenienses, os aprecio y os quiero, pero voy a obedecer al dios
más que a vosotros, y mientras aliente y sea capaz, es seguro que no dejaré de filosofar (…)”, Sócrates
expresa el hecho de adoptar y mantener una actitud filosófica ante las cosas, en todo tiempo, lugar y
circunstancia, asumiendo las consecuencias. Más en específico, interesa destacar para el caso que nos
ocupa, que se trata de los preceptos a los que el sabio ateniense se compromete a seguir cumpliendo
mientras viva (“obedeceré al dios más que a vosotros (…) es seguro que no dejaré de filosofar”), y que,
para cumplirlos, requiere del encuentro con los otros, del cara-a-cara fundante de lo ético (“de
exhortaros… no te avergüenzas”).
Dichos preceptos tienen concreción práctica: pedagógica, en cuanto implican un proceso de
formación del ser humano virtuoso (“cómo tu alma va a ser lo mejor posible”); terapéutica (en el
sentido de cuidado), en cuanto que curarse de la ignorancia, pretensión de la filosofía de Sócrates, pasa
por el examen de sí y del otro (“lo voy a interrogar, a examinar y a refutar”); epistemológica, en tanto
búsqueda de la verdad (“no te preocupas ni te interesas por la verdad”); estética, en tanto la dedicación
al filosofar tiene una forma de pensamiento y praxis, es decir, la rigurosidad en la búsqueda de la
verdad, el bien, la felicidad, la justicia, la belleza, etc., como modo de vida filosófico, como arte de
vivir, como estética de la existencia. De aquí, hemos de intentar ahora una actualización del referido
Juramento Socrático como sigue:

“Juro públicamente, en pleno uso de mi libertad y autonomía de razón, por mi vida y


por la memoria de los que me preceden, que cumpliré en todos los actos de mi
existencia como Filósofo / Filósofa los siguientes principios:
1) Ejercer mi profesión con dignidad, disciplina, concentración, paciencia,
preocupación, responsabilidad y prudencia.
2) Defender el derecho a la filosofía para todos y todas, y contribuir con el
acrecentamiento de la conciencia filosófica de la sociedad.
3) Vivir una vida filosófica como opción existencial, comprometida con el uso
crítico de la razón a través de sus argumentos válidos y correctos.
4) Tener el libre coraje de decir la verdad, como expresión de una ética de la
palabra, y vivir una vida verdadera como coherencia entre pensar, decir y obrar; sin
vicio o abigarramiento; conforme a las leyes y fiel a mí mismo.
5) Evitar que mi convicción en el uso filosófico de la razón, como la mejor manera
de humanización y cuidado de sí y de los otros, me lleve a mostrar erróneamente la
Filosofía como exhibición de erudición y elitismo alejado de mis semejantes.
6) Desempeñar las funciones sociales, culturales y políticas de la Filosofía,
aportando la comprensión e interpretación de los fundamentos últimos del mundo, y
formulando las condiciones necesarias y suficientes para mejorarlo o transformarlo.
7) Practicar la Filosofía al servicio de los seres humanos, develando y criticando las
causas de sus males, perplejidades, sufrimientos e infelicidades, con miras al cambio
personal, social y al florecimiento humano.

55
8) Impedir que motivos de lucro o cualquier otro interfiera con el libre ejercicio de
mi juicio profesional.
9) Expresar el respeto y la deferencia que merecen mis maestros, colegas, alumnos,
discípulos, consultantes y asesorados.
10) Mantener el secreto profesional como inviolable, impuesto para la protección,
amparo y salvaguarda de la dignidad de quienes hayan confiado en mí, salvo en los
casos previstos por la ley.
Si así lo hiciere, que pueda ser honrado mientras viva y recordado después de
muerto por los hombres y mujeres, y si no, avéngame lo contrario.”

A partir de los mismos debates sobre los dilemas éticos y legales que ha generado la Práctica
Filosófica, como intento de recuperación del espacio social de la Filosofía, se nos hace imperante
atender el requerimiento de un marco legal que regule, coordine y delimite el ejercicio de la profesión
filosófica en Venezuela. De allí, consideremos unas breves orientaciones que deben, en adelante,
tenerse en cuenta para una futura y necesaria legislación del ejercicio de la profesión filosófica que
sirva para animar el debate en la comunidad filosófica regional y nacional. En efecto, la referida
legislación ha de tener como objeto regular, coordinar y delimitar el ejercicio profesional de la
Filosofía, en concordancia con las normas de convivencia social, la ética profesional, de conformidad
con lo dispuesto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su ordenamiento
jurídico y en los tratados, pactos y convenios que sean suscritos por la República en esta materia.
En el marco de esa ley, se ha de tener presente la definición de la Filosofía como una disciplina
humanística fundada en la elección existencial de una forma de vida, y cuyo objeto es la formación de
una subjetividad comprometida con el uso crítico de la razón y la búsqueda de la verdad; para lo cual
cuenta con un cuerpo de saberes, teorías, métodos, técnicas, estrategias, herramientas, acciones y
experiencias propias heredadas de su historia diversa en el marco de cada sociedad, grupo e individuo
que la ha cultivado.
Asimismo, entender el ejercicio profesional de la Filosofía como la aplicación del cuerpo de
saberes, teorías, métodos, técnicas, estrategias, herramientas, acciones y experiencias filosóficas,
adquiridas durante el estudio de la disciplina. Esta aplicación implica la comprensión, interpretación y
crítica de la praxis vital humana, y se expresa en el abordaje de los problemas de la existencia y los
malestares filosóficos de las personas, tal como se manifiestan y diagnostican en las vidas de cada uno
de los seres humanos cotidianamente.
Asimismo, se debe considerar el ejercicio profesional de la Filosofía como un servicio a los
seres humanos, con independencia de su clase, posición, edad, género, sexo, ideología o credo; que
atiende las condiciones necesarias y suficientes para ayudarlos a asumir conscientemente sus vidas y

56
superar las causas de sus malestares filosóficos e infelicidades, con miras al cambio individual y
colectivo que contribuya al florecimiento humano personal y social.
Y de allí, comprender el ejercicio profesional de la Filosofía a través de las actividades que
señalamos al principio:
1. Diseñar y aplicar herramientas, estrategias y acciones para la comprensión e interpretación de la
vida humana y sus condiciones existenciales.
2. Asesorar y evacuar consultas en materias relativas a problemas filosóficos individuales,
grupales, organizacionales, empresariales, comunitarios o sociales.
3. Diseñar, ejecutar, evaluar, gestionar y asesorar proyectos filosóficos en espacios sociales
diversos.
4. Examinar con categorías axiológicas los escenarios, coyunturas y acontecimientos sociales que
lo requieran o que considere necesario.
5. Participar de manera crítica y responsable en la opinión pública cuando lo considere necesario.
6. Aplicar métodos, técnicas y herramientas filosóficas en la mediación de conflictos.
7. Asumir el liderazgo comunitario y social como agente que brinde apoyo a sectores vulnerables
de la población como niños en situación de calle, víctimas de violencia y violencia de género,
discapacitados, desempleados, tercera edad, migrantes, desplazados, personas en pobreza,
adictos, entre otros.
8. Participar en equipos interdisciplinarios donde la perspectiva filosófica sea requerida.
9. Ejercer los cargos de asesoría y consultoría filosófica en los casos en que sean establecidos
estos servicios por el Estado.
10. Realizar estudios e investigaciones filosóficas que las autoridades públicas exijan a terceros o
que requiera el Estado en cualquiera de sus instancias.
11. Emitir dictámenes sobre asuntos filosóficos o en cualquier asunto que amerite un abordaje
filosófico, cuando sean requeridos expertos de la Profesión Filosófica.
12. Desempeñar la Docencia Filosófica en las materias específicas de la formación profesional del
Filósofo, que son requeridas por las carreras de Filosofía y afines, o en carreras que sin ser
afines, requieran de uno o varios saberes filosóficos.
13. Ejercer la dirección, gestión y colaboración en organizaciones, instituciones, grupos, instancias
públicas y privadas que se orienten a la generación, aplicación, socialización y divulgación de
los saberes filosóficos.
14. Contribuir a mejorar y dinamizar los programas sociales existentes.

57
15. Promover y constituir escuelas de valores en espacios sociales que lo requieran.
16. Impulsar la organización, articulación y gestión de acciones para la defensa y democratización
del derecho a la filosofía para todos y todas, y el mantenimiento de su enseñanza a toda la
ciudadanía.
17. Propiciar la activación y acrecentamiento de la conciencia filosófica de la sociedad, a través de
la animación de prácticas filosóficas en diversos espacios.
18. Comprender, interpretar, criticar y denunciar las causas de los males sociales del mundo actual
que impiden el florecimiento y desarrollo humano individual y colectivo.

Junto a ello, y en el marco de la legislación profesional venezolana, establecer como requisitos


para el ejercicio profesional de la Filosofía:
1. Poseer el Título de Licenciado en Filosofía o Filósofo.
2. Registrar el Título correspondiente en las oficinas que establezca la ley.
3. No estar suspendido del ejercicio profesional, conforme a una sanción disciplinaria firme.
4. Cumplir con esta las leyes afines y sus reglamentos.
5. En caso de haber obtenido el Título en una institución educativa extranjera, deberá ser
revalidado en la República Bolivariana de Venezuela, de acuerdo con lo establecido en la
Ley, salvo lo establecido en tratados, pactos y convenios suscritos y ratificados por la
República.

En el contexto recuperación del espacio social de la Filosofía y su ejercicio profesional desde la


Práctica Filosófica, el marco legal venezolano también ha de promover y regular el hecho de que las
organizaciones públicas, privadas y mixtas con fines educativos, sociales, culturales o de salud
procedan a instalar y poner en funcionamiento lo que daremos en llamar Unidades de Consulta y
Asesoramiento Filosófico, debiendo designar como Titular de su jefatura o gerencia a una persona
calificada para el ejercicio profesional de la Filosofía, de acuerdo con las orientaciones que estamos
proponiendo. Las instancias correspondientes a una futura y necesaria organización gremial de los
Filósofos y Filósofas, instalarán y coordinarán una Unidad de Consulta y Asesoramiento Filosófico
para la prestación del servicio voluntario a las comunidades.
Éste marco legal regulatorio de la profesión filosófica en Venezuela, ha de comprender que los
Filósofos y Filósofas podrán establecer firmas y organizaciones profesionales y asociarse con otros
profesionales para dedicarse al libre ejercicio profesional de la Filosofía. Esto implica que el libre

58
ejercicio profesional de la Filosofía da derecho a percibir honorarios, salvo en los casos previstos en el
marco legal, reglamentario y ético venezolano; los cuales serán establecidos en un Reglamento de
Honorarios Referenciales, que dicte al efecto el futuro organismo gremial correspondiente en
concordancia con las leyes vigentes.
Considerando también el establecimiento y regulación de deberes como:
1. Observar una conducta ajustada a la ética profesional y a los principios establecidos en la
Constitución y las leyes de la República.
2. Promover, defender y actuar de acuerdo con los postulados, principios y prácticas de la
Profesión Filosófica.
3. Prestar colaboración a las autoridades estatales y civiles en caso de contingencias.
4. Denunciar ante las instancias correspondientes de su organización gremial, todo caso de
ejercicio ilegal de la Filosofía, y cualesquiera otras infracciones a esta Ley y su Reglamento.
5. Los demás que se establezcan en normas legales y reglamentarias.

Asimismo, debe regular y respetar derechos como:


1. Acceder a los recursos que garanticen la formación, capacitación y actualización profesional.
2. Percibir puntualmente las remuneraciones correspondientes a los cargos que desempeñen, de
acuerdo con el sistema de remuneración que se establezca.
3. Asistir a eventos científicos, culturales, filosóficos y gremiales de todo tipo.
4. Inscribirse en la organización gremial correspondiente.
5. Emitir opinión, elegir y ser electo en los cargos de dirección de los órganos de la organización
gremial y demás componentes que llegaren a crearse, de acuerdo con lo establecido en esta Ley
y su Reglamento.
6. Concursar para optar a cargos y asensos según la normativa vigente.
7. Disponer de las condiciones de seguridad y salud en el trabajo, así como de los recursos e
instrumentos adecuados para el eficiente y eficaz cumplimiento del desempeño profesional.
8. Disfrutar de un sistema de previsión y asistencia social que garantice mejores condiciones de
vida para el Filósofo y Filósofa o profesional de la filosofía y sus familiares.
9. Los demás que se establezcan en normativas legales y reglamentarias.

A este punto, la regulación no debe pasar por alto la problemática del llamado secreto
profesional, estipulando que, todo lo que sea de conocimiento profesional del Filósofo o la Filósofa en

59
razón de su ejercicio, constituye secreto profesional. El mismo es inviolable y se impone para la
protección, el amparo y salvaguarda del honor y la dignidad de las personas involucradas en la relación
profesional; y su revelación ha de estar única y expresamente autorizada en los siguientes casos:
1. Por mandato de ley.
2. Por autorización expresa de la interesada o interesado.
3. Cuando se trata de impedir la condena de un o una inocente.

Finalmente, un marco legal, reglamentario y ético de la profesión filosófica en Venezuela, debe


reconocer y regular el deber y el derecho que los filósofos y filósofas tienen de organizarse en un
gremio con personalidad jurídica y patrimonio propio, de carácter público, humanístico, científico y
comunitario, que tenga su sede en la capital de la República y que pueda sesionar en cualquier otra
ciudad del país cuando así lo resolviere. Esta organización gremial, sea cual fuere su denominación,
tendrá como mínimo las siguientes competencias:
1) Promover y velar por el cumplimiento de los deberes y derechos que impone y otorga esta Ley,
el Código de Ética del Filósofo y el ordenamiento legal vigente, en cuanto le sea aplicable a los
Filósofos o profesionales de la Filosofía.
2) Fomentar el perfeccionamiento y actualización de los conocimientos del campo filosófico.
3) Colaborar con las instituciones que se ocupan de la Filosofía, con el fin de favorecer su
desarrollo y contribuir a su difusión.
4) Mantener actualizado un registro de quienes ejerzan la Filosofía en el país.
5) Promover y ejecutar mecanismos de previsión social que contribuyan a mejorar la calidad de
vida de sus afiliadas, afiliados y sus familiares.
6) Cooperar con los organismos estatales y civiles a fin de velar por el cumplimiento de las normas
legales relacionadas con el ejercicio profesional de la Filosofía.
7) Promover el intercambio efectivo con organismos nacionales e internacionales en beneficio de
sus afiliadas y afiliados.
8) Promover las iniciativas legislativas que contribuyan al desarrollo y protección del ejercicio de
la Filosofía.
9) Proponer a la Asamblea Nacional de los Filósofos y Filósofas los estatutos y reglamentos que se
requieran.
10) Velar por el desempeño eficiente y efectivo de los Filósofos y Filósofas.

60
11) Promover y fomentar la solidaridad, el debido respeto y la buena conducta entre los Filósofos y
las Filósofas.
12) Promover la participación activa de afiliadas y afiliados en la organización gremial.

Como ya lo señaláramos en un anterior trabajo 63, es posible que se levanten voces señalando
que no es lo propio del filosofar incursionar en campos prácticos como el jurídico, pues eso es trabajo
de legisladores y abogados. Sin embargo, no se trataría de un caso de “intrusismo profesional”, sino
que hemos considerado necesario como filósofos, atender los dilemas éticos y legales que ha generado
la Práctica Filosófica en general y la consulta filosófica en particular, brindando orientaciones que han
de tomarse en cuenta para la labor que luego han de llevar a cabo los legisladores. En razón de ello, y a
pesar de tales señalamientos, expresamos que el ejercicio del pensar tiene la responsabilidad de atender
sus implicaciones prácticas, mucho más cuando se trata del ejercicio de la filosofía como disciplina
académica y profesión en la que hallamos nuestra vocación y compromiso vital.

IV

Por las calles de la ciudad: el lugar para pensar la intervención filosófica para la transformación
social, el servicio comunitario, la crítica de la opinión pública y la defensa del derecho a la
filosofía

63
URDANETA y CALDERÓN, ob., cit., 2023.
61
1. La función social de la filosofía a través de la intervención filosófica para la transformación
social64

Si bien lo que se entiende como función social de la filosofía puede variar según el lugar de
enunciación y la visión filosófica personal de quien enuncia el discurso; queremos destacar una función
social de la filosofía desde el horizonte abierto por la Filosofía de la Libración65, expresado en
contribuir a la liberación de los oprimidos y a la transformación social, mediante el análisis crítico de
las estructuras de poder y la proposición de alternativas y caminos hacia la justicia, en lo que subyace
un compromiso con los desafíos y problemas de la sociedad, así como con la promoción del diálogo y
la construcción colectiva de los saberes.

La Filosofía de la liberación, en tanto que especialidad filosófica surgida en Latinoamérica por


los años sesenta del siglo XX, es primeramente una respuesta a las condiciones de opresión y
explotación que vivían y viven los pueblos de la región. Es una especialidad caracterizada por canalizar
el pensamiento crítico comprometido con la transformación social, y basado en la idea de que el
pensamiento filosófico debe estar orientado hacia la liberación de los oprimidos y la superación de la
injusticia. De allí que su objetivo principal sea analizar y cuestionar las estructuras de poder que
generan desigualdad, opresión y exclusión, así como proponer caminos hacia la liberación en
comunidad de vida.

En esta tradición de pensamiento y especialidad filosófica articulamos lo que hemos de llamar


Intervención filosófica, que puede igualmente variar según el lugar de enunciación y el sujeto que
enuncia su concepción. Así, podría decirse que hay al menos dos perspectivas sobre la intervención
filosófica en la sociedad dependiendo del para qué de esa intervención, a saber:

1. Intervención filosófica para la gestión social: es aquella práctica filosófica centrada en


analizar y reflexionar sobre diferentes temas y problemáticas sociales desde una perspectiva
filosófica, cuyo principal objetivo es ofrecer herramientas teóricas que puedan ser aplicadas en
la gestión y solución de problemas sociales. Se basa en el supuesto de que la filosofía puede
aportar claridad y profundidad al análisis de las cuestiones sociales y facilitar la toma de
decisiones informadas y éticas. Se enfoca en la formación de líderes y profesionales en el

64
Una versión de este apartado fue presentado, con el profesor José Alvarado, como ponencia en las I Jornadas
Estudiantiles de Reflexión Filosófica bajo el título De la Filosofía de la liberación a la intervención filosófica para la
transformación social. Aportes para un nuevo perfil profesional de Licenciatura en Filosofía (Maracaibo, 15-16 de
noviembre de 2023).
65
DUSSEL, Enrique, Filosofía de la Liberación, Fondo de Cultura Económica, México, 2011 (Edicol, 1977).
62
ámbito de la gestión social, proporcionándoles una base filosófica pretendidamente sólida para
su práctica. Aquí la noción de “gestión” implica el supuesto de que se deben manejar las
cuestiones sociales desde la pretensión de mantener un orden de cosas que se puede mejorar, lo
que implica a su vez una desconexión con la condición histórica de todo orden social66.
2. Intervención filosófica para la transformación social: es aquella práctica filosófica centrada
en generar cambios profundos en la sociedad a partir del cuestionamiento y la crítica de las
estructuras sociales y las injusticias existentes. Su objetivo principal es promover una sociedad
más justa, igualitaria y libre. A diferencia de la práctica de la intervención filosófica para la
gestión social, con la intervención filosófica para la transformación social se busca transformar
los sistemas y estructuras sociales que generan desigualdades y marginalización; para lo cual se
sirve de la formación de una subjetividad comunitaria, colectiva, articulada a la tradición de las
luchas de los movimientos sociales y a tradiciones de pensamiento liberador, popular, feminista,
LGBTIQ+, indigenista, afrodescendientes, entre otros.

Es en éste segundo tipo de práctica filosófica donde se despliega la Filosofía de la liberación


para cumplir con su compromiso crítico liberador más allá de lo académico, jugándose su verdad por
las calles de la ciudad, en/con/la comunidad. Subyace en ello el supuesto de que la filosofía no puede
ser neutral, sino que debe estar comprometida con las luchas por las causas justas y la liberación de
los oprimidos, por lo que pedagógicamente busca formar una conciencia crítica en las personas y
promover la transformación social a través de la acción política.

Específicamente, la Filosofía de la liberación, cuando se juega su verdad en la práctica de la


intervención filosófica para la transformación social, se centra en analizar las condiciones históricas,
políticas, económicas y culturales que han llevado a la opresión y explotación de ciertos grupos
sociales, abordando también la violencia estructural, la marginación y la exclusión, así como en la
búsqueda de formas de resistencias y liberación. Pero sobretodo, superando la fase crítico-negativa,
apunta también a una segunda fase crítico-creadora, ejerciendo la función utópica para la creación de
modos de vida comunitarios, más humanos y liberadores de la potencialidad de la vida humana de
todos y cada uno de su los miembros de una comunidad de vida.

Acorde con el marco teórico-metodológico y práctico de la Filosofía de la liberación, la


intervención filosófica para la transformación social cuenta con una caja de herramientas para su
66
Al parecer, este es el sentido que orientó la creación del Máster en Práctica Filosófica y Gestión Social de la Universidad
de Barcelona (España), del cual hemos tomado algunos elementos para enriquecer nuestras propuestas aportadas al proceso
de reforma curricular de la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia.
63
puesta en función en el espacio social, a saber, unas técnicas de subjetivación que apuntan a las
personas en tanto que individuos y en tanto que miembros de una comunidad de vida; las cuales se
orientan a la formación de sujetos capaces de reflexionar profundamente y servirse del ejercicio del
pensamiento crítico para abordar su propia situación y proyectarse en la transformación para liberarse
de las condiciones de su presente de opresión.

Por ello, las técnicas de subjetivación liberadoras pueden superar las subjetivaciones impuestas
desde el sistema totalizado que oprime y excluye a las grandes mayorías de la humanidad; además que
no se reducen a un uso únicamente individual, pues desde la filosofía de la liberación se asume que el
individuo siempre ha sido y es sujeto de una comunidad de vida, por lo que tales técnicas están
radicalmente articuladas con, y orientadas a, las dimensiones sociales, políticas y culturales.

Con ese conjunto de técnicas de subjetivación liberadoras, se apunta hacia la transformación,


no solo de las subjetividades individuales, sino también del tejido social y las relaciones de poder que
por él se despliegan y dan sostén a la opresión y exclusión. Algunas de esas técnicas son la
concientización y descolonización de la conciencia, el cuestionamiento de las estructuras de poder, el
diálogo para la emancipación colectiva, la política de reconocimiento de la diferencia y la valoración de
la diversidad, las prácticas de resistencia y acción colectivas para la reconstrucción de la vida cotidiana,
entre otras67.

67
De este contexto que articula la Filosofía de la liberación y la Práctica Filosófica a través de la Intervención filosófica
para la transformación social, surge la necesidad de una transformación del perfil profesional de la Licenciatura en
Filosofía que permita formar filósofos y filósofas capaces de poner en función tal articulación liberadora y práctica para
servir al compromiso de los cambios que la sociedad contemporánea en crisis demanda de nosotros. Por ello, en el marco
del proceso de reforma curricular que recién se inicia en nuestra Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia, proceso
orientado hacia la construcción de un nuevo perfil profesional de Licenciatura en Filosofía, propusimos dos nuevas unidades
curriculares, a saber: un curso de Filosofía de la liberación y, posterior a éste, un Taller de Intervención filosófica para la
transformación social; los cuales describimos en términos generales como sigue:
1. Curso de Filosofía de la liberación: Se propone con ello una unidad curricular de carácter teorético, cuyo propósito es
brindar al estudiantado el marco histórico, teórico, categorial y metodológico de esta disciplina y corriente filosófica
contemporánea. Sus objetivos son: 1) Describir el proceso histórico que dio lugar al surgimiento de la Filosofía de la
liberación y las etapas de su desarrollo. 2) Identificar las corrientes, temas y autores de la disciplina de la Filosofía de la
liberación. 3) Precisar el marco teórico categorial de la Filosofía de la liberación. 4) Comprender la analéctica como
metodología propia de la Filosofía de la liberación.
2. Taller de Intervención filosófica para la transformación social: Se propone con ello una unidad curricular de carácter
teórico-práctico, cuyo propósito es brindar al estudiantado un espacio-tiempo pedagógico para la ejercitación de las
herramientas filosóficas que aporta la Filosofía de la liberación, a través de prácticas supervisadas de intervención filosófica
para la transformación social en espacios diversos. Sus objetivos son: 1) Establecer las relaciones entre la Filosofía de la
liberación y la Práctica Filosófica. 2) Diferenciar los modelos de intervención filosófica para la transformación social e
intervención filosófica para la gestión social. 3) Describir las técnicas y herramientas prácticas que brinda la Filosofía de la
liberación. 4) Diseñar y aplicar un proyecto de intervención filosófica para la transformación social a través de una práctica
supervisada. 5) Sistematizar, narrar y socializar los resultados del proyecto de intervención filosófica.
Ambas propuestas las explicitamos en la referida ponencia compartida con el profesor y amigo José Alvarado. Véase la nota
64 de este trabajo.
64
En ese contexto, es necesario no olvidar que una vida filosófica cuya vocación se articula a su
realidad, al mundo de su polis, acarrea siempre un peligro, el peligro de exponer la propia vida cuando
se juega su verdad al servicio de la transformación social. Testimonio de ello tenemos en la tradición de
la vida filosófica, a propósito de lo cual vale referir uno contemporáneo, que a su vez con conciencia se
vio articulado a otro famoso caso de la antigüedad:

“En esto se define la función política del filósofo, que en este caso lleva a Sócrates a
la muerte, cuando dice ser "el tábano" de la ciudad. Esta es, además, una definición
adecuada de la filosofía; muestra su función crítico-política. El tábano aguijonea,
despierta... pero puede ser objeto de la persecución y la muerte. Es como crítica que
el filósofo ha sido colocado por el dios en el sistema. Es un texto maravilloso para'
entender la dimensión práctico-política de nuestro pensar. La filosofía académica, por
más revolucionaria que a veces parezca, en la medida que se aleja de la realidad del
pueblo torna al filósofo como un contemplativo lejos de todos los peligros y los
avatares de la historia. Preguntándome por el origen del atentado, esta mañana,
recordaba algunas conferencias dictadas a algún grupo de jóvenes políticos, a grupos
sindicales. ¿Será acaso esa persistencia en la crítica al sistema capitalista, a las
burocracias...? Todo eso se va reuniendo y se transforma en una acusación. Sócrates
todavía explica: ‘A mí esto me sucede desde niño; surge una voz y cada vez que lo
hace me aparta de aquello que estoy a punto de emprender, pero nunca me incita.
Esto es lo que se opone a que yo actúe en política y, según me lo parece, con mucha
razón’. Por una parte, Sócrates define su filosofía en función política, con respecto a
la ciudad; pero, por otra parte, una voz desde niño lo llama a tal punto que cuando
estaba por convertirse en político de profesión -como diría Weber- se separa del
proceso, y tomando perspectiva como de afuera lanza nuevamente la crítica y no
puede integrarse del todo a la solidaridad partidaria.”68
El caso referido es el testimonio del filósofo latinoamericano Enrique Dussel (1934-2023)
quien, precisamente por la elección de una vida filosófica, cuya vocación estuvo desde su juventud
orientada al compromiso intelectual con la causa de la liberación de los oprimidos, recibió un atentado
con bomba que destruyó la entrada de su casa en Argentina, cuando era profesor de Ética en la
Universidad de Cuyo. El mismo día del atentado, cambió el tema de su clase para hacer un comentario
del texto de La apología de Sócrates de Platón, a propósito del primer caso de un filósofo que arriesgó
su vida por ejercer el compromiso y función social de la filosofía en la ciudad. No es entonces extraño
que Dussel haya sido uno de esos filósofos cuyo compromiso filosófico los ha puesto en riesgo, pues
fue uno de los fundadores de la Filosofía de la liberación comentada más arriba.

68
DUSSEL, Enrique, “La función práctico-política de la filosofía”, en: Historia de la filosofía latinoamericana y filosofía
de la liberación, Nueva América, Bogotá, 1994, p. 108.
65
2. La intervención filosófica y el servicio comunitario del estudiantado de Filosofía.69

Hemos de retomar aquella idea, enunciada más arriba, de que en la formación de una
subjetividad educada y racional subyace un proyecto político que articula la formación personal,
histórica, teórica y práctica con la responsabilidad y compromiso de la vocación filosófica hacia el
mundo; pues nos referiremos ahora a lo que se ha dado en llamar en nuestro país el servicio
comunitario del estudiante de educación superior. Necesario es aclarar que la práctica del servicio
comunitario no es ajena a la práctica filosófica, pues las vidas de muchos filósofos dan testimonio de
una articulación entre ambas a través de la práctica educadora que caracteriza a la filosofía desde sus
orígenes. Por ejemplo, vale referir el testimonio de Gianni Vattimo, quien confiesa:

“Por lo que a mí se refiere, siempre me he propuesto estar al servicio de la salvación,


pero no solo la mía individual. Muchas veces me he dicho: debo ser buen profesor de
filosofía porque es mi trabajo. Pero en definitiva 《 porque es mi trabajo 》 solo
significa: porque sirvo a alguien. Por eso, desde que comencé a estudiar filosofía, yo
me sentía ya educador y quise ser profesor, por ejemplo, porque militaba en Acción
Católica, en los movimientos juveniles, y enseñaba a otros más jóvenes que yo. En
realidad lo que he hecho siempre es dar conferencias; acabado el bachillerato iba por
ahí hablando del Humanismo integral de Maritain; mi vocación filosófica nació así.
Pero aquel fondo de intimidad que puede haber en mi práctica filosófica, digamos esa
punta de participación y de ejercicio personal, allí es donde la filosofía se encuentra
con la religión. Creo que esto se refleja de un modo determinante en el estilo
filosófico y también en la escritura.”70
Si quien, a este punto, lee estas palabras es alguien que ha elegido la carrera de Filosofía
sintiendo una vocación filosófica, podría sin mucho esfuerzo hacerse eco de esa satisfactoria sensación
de estar implicado y comprometido con un proyecto de servicio a la comunidad humana en general, y a
la vez hallar una relación con las palabras de un joven que en su momento manifestara una satisfacción
similar al momento de elegir una profesión, pues el criterio del cual se servía para tal elección no era
otro que el criterio de una profesión desde la cual se está posicionado para trabajar más por la
humanidad y el bien común:

“La historia llama a esos hombres los más grandes, los que se han ennoblecido
trabajando por el bien común; la experiencia aclama como el más feliz a quien ha
hecho el más grande número de la personas felices; la religión misma nos enseña que
el ideal de vida por quienes todos se esfuerzan por copiar se sacrificó por causa de la
humanidad, ¿y quién se atrevería a poner al nada los tales juicios? Si en la vida hemos

69
Una versión de este apartado fue presentado como ponencia en las I Jornadas Estudiantiles de Reflexión Filosófica bajo
el título Diálogos socráticos: filosofía para la vida cotidiana. Una experiencia de servicio comunitario desde la Práctica
Filosófica (Maracaibo, 15-16 de noviembre de 2023).
70
VATIMO, ob. cit., 2012, p. 106.
66
escogido la posición desde la cual podemos trabajar más por la humanidad, ninguna
carga nos puede doblegar, porque son sacrificios en beneficio de todos; entonces
experimentaremos una no pequeña, limitada, egoísta alegría, pero nuestra felicidad
pertenecerá a millones, nuestros hechos se vivirán calladamente (…) y sobre nuestras
cenizas se verterán las ardientes lágrimas de la gente noble.”71
Es entonces la práctica del servicio comunitario una de las ocasiones en que se debe guiar y
entrenar al estudiantado de filosofía para poner en práctica su formación académica en el espacio social
que se pretende recuperar. En efecto, en el año 2005, en Venezuela se aprueba la Ley de Servicio
Comunitario del Estudiante de Educación Superior72, con el objeto de “normar la prestación del
servicio comunitario del estudiante de educación superior, que a nivel de pre grado aspire al ejercicio
de cualquier profesión”, y siempre atendiendo a “los principios constitucionales de solidaridad,
responsabilidad social, igualdad, cooperación, corresponsabilidad, participación ciudadana, asistencia
humanitaria y alteridad”. En este sentido, dicha ley define y establece en su artículo 4º que el Servicio
Comunitario es:

“(…) la actividad que deben desarrollar en las comunidades los estudiantes de educación
superior que cursen estudios de formación profesional, aplicando los conocimientos
científicos, técnicos, culturales, deportivos y humanísticos adquiridos durante su formación
académica, en beneficio de la comunidad, para cooperar con su participación al
cumplimiento de los fines del bienestar social, de acuerdo con lo establecido en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en esta Ley”.
Para este contexto, se entiende la comunidad como “el ámbito social de alcance nacional,
estadal o municipal, donde se proyecta la actuación de las instituciones de educación superior para la
prestación del servicio comunitario”, el cual tendrá como fines determinados en su artículo 7º los
siguientes:

1. Fomentar en el estudiante, la solidaridad y el compromiso con la comunidad como norma ética


y ciudadana.
2. Hacer un acto de reciprocidad con la sociedad.
3. Enriquecer la actividad de educación superior, a través del aprendizaje servicio, con la
aplicación de los conocimientos adquiridos durante la formación académica, artística, cultural y
deportiva.

71
MARX, Karl, Reflexiones de un joven en la elección de una profesión, traducción del inglés por Juan Diego Pérez,
Marxists Internet Archive, 2007-2009, Quito, consultado en: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1830s/1835-viii-10.htm
p. 5.
72
ASAMBLEA NACIONAL DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, Ley de Servicio Comunitario del
Estudiante de Educación Superior, Gaceta Oficial Nº 38.272, Caracas, 14 de septiembre de 2005.
67
4. Integrar las instituciones de educación superior con la comunidad, para contribuir al desarrollo
de la sociedad venezolana.
5. Formar, a través del aprendizaje servicio, el capital social en el país.

Atendiendo los referidos principios, definición y fines que dan sentido al Servicio Comunitario
del estudiante de educación superior, se establece como medio para llevarlo a cabo la modalidad de
Proyectos, para lo cual se indica que “Los proyectos deberán ser elaborados respondiendo a las
necesidades de las comunidades, ofreciendo soluciones de manera metodológica, tomando en
consideración los planes de desarrollo municipal, estadal y nacional”, por lo que antes ya se ha
establecido, como uno de los derechos de los estudiantes prestadores del servicio, “realizar actividades
comunitarias de acuerdo con el perfil académico de la carrera”. Para ello, la iniciativa de los proyectos
de servicio comunitario podrá corresponder al Ministerio de Educación Superior, las instituciones de
educación superior, los estudiantes de educación superior, las asociaciones gremiales, las instituciones
públicas, las instituciones privadas y las comunidades organizadas.
En este horizonte de sentido, debemos cuestionarnos: ¿cuáles son las necesidades de las
comunidades donde se proyecta la actuación de nuestra universidad?, ¿cuáles aspectos del perfil
académico de la carrera de Filosofía articular con las necesidades de estas comunidades en un proyecto
de servicio comunitario?, ¿cuáles métodos, técnicas y herramientas filosóficas podemos utilizar para
atender las necesidades de estas comunidades prestando servicio comunitario?
En vista de las carencias que presenta nuestra ciudadanía a la hora de manifestar las inquietudes
personales y sociales que los afectan, resulta oportuno y ampliamente ventajoso que los estudiantes de
filosofía contribuyan a solventar dichas carencias, llevando sus herramientas profesionales a las
comunidades, de manera que cada uno de los participantes de un proyecto de servicio comunitario vaya
desarrollando conciencia de su problemática, y entonces pueda incidir crítica, creativa, racional y
positivamente, sobre sí mismo y su comunidad.
Hemos de insistir en que los estudiantes de Filosofía adquieran y consoliden la dimensión social
del trabajo filosófico, reconociendo que la filosofía tiene mucho que ver con la interpretación colectiva
de nuestras realidades individuales para transformarlas hacia mejores alternativas de futuros personales
y sociales. En este contexto, el Diálogo Socrático es una de las herramientas que invitan al despliegue
de los principios que orientan nuestra metodología de trabajo; principios que corresponden a la

68
dialogicidad filosófica que, en condiciones de simetría entre todos los involucrados, permite aflorar las
dimensiones humanas que promuevan la confianza y la realización personal.73
La ocasión de un proyecto de servicio comunitario nos permite, primero, el desmontaje de
estereotipos sobre la filosofía y los filósofos, como por ejemplo, aquellas expresiones de “la filosofía es
para locos”, “la filosofía no sirve para nada”, “sólo los filósofos saben muchas cosas”, “quienes
estudian filosofía son los mayores”, etc. Frente al hacer filosófico se descubre el propio interés, la
comprensión particular. Invita esto ejercer la reflexión como un hacer específicamente humano que
distingue e individualiza, pero sin negar nuestra condición de ser-en-común.
Segundo, tanto los estudiantes de filosofía como las comunidades beneficiarias pueden lograr la
comprensión de la filosofía como una puesta en común de razones y sentimientos compartidos, lo que
evidencia el carácter dialógico de la misma. Así, se comprende el conocer como tejido que se construye
en comunidad, con el fin de lograr estrategias pertinentes para enfrentar las urgencias compartidas.
Destaca en esto la pregunta por el conocimiento y los problemas epistemológicos.
Tercero, se puede contribuir a despertar la curiosidad filosófica de los miembros de la
comunidad en relación con problemas cotidianos, es decir, que los mismos pueden darse cuenta de
cómo la filosofía sí tiene que ver, o tiene todo que ver, con la vida de todas y cada una de las personas.
Se trata de saber que la filosofía presta herramientas pertinentes para reflexionar los asuntos
compartidos; y esto lleva a comprender que tanto la política como la ética son haberes de la condición
humana que permiten reflexionar e imaginar mundos más habitables, al ser mucho más justos y
humanizantes. Se comprende con ello que la condición de individualidad se determina por las formas

73
En razón de ello, en la ponencia que presentáramos bajo el título de “Diálogos socráticos: filosofía para la vida
cotidiana. Una experiencia de servicio comunitario desde la práctica filosófica, expusimos la sistematización de la
experiencia en ese proyecto de servicio comunitario en una escuela cercana a nuestra universidad, realizado con el objetivo
general de facilitarle al estudiantado herramientas para el abordaje filosófico de su cotidianidad y la de la comunidad de la
cual diagnostica sus necesidades. Este objetivo general lo consideramos en objetivos específicos como sigue:
1. Generar condiciones de confianza que permitan la apertura del diálogo entre los participantes.
2. Problematizar en clave filosófica las inquietudes personales expresadas por los participantes.
3. Corroborar la adquisición de herramientas para el abordaje filosófico de las inquietudes personales de los
participantes.
Estos objetivos se concibieron para llevarse a cabo a través de un conjunto de actividades ordenadas como sigue: Taller de
inducción al Servicio Comunitario (20hrs.). Sesión 1: La Ley de Servicio Comunitario; presentación del Proyecto. Sesión
2: ¿Qué es y para qué sirve la Filosofía? Sesión 3: Las Nuevas Prácticas Filosóficas y la actualización del perfil del
Filósofo. Sesión 4: Métodos, estrategias, herramientas y recursos para las Prácticas Filosóficas. Cartografía de
temas/problemas (sesión 5. 20hrs.) para descubrir los temas, problemas o inquietudes de los estudiantes del colegio y
elegir los que serán discutidos en las sesiones de diálogos socráticos. Tres diálogos socráticos grupales (sesiones 6, 7 y 8.
20hrs. c/u, en total: 60hrs.) para discutir los tres temas/problemas que más se repiten en la cartografía. Diálogos socráticos
individuales (sesión 9. 20hrs.) para asesorar filosóficamente a los estudiantes que lo deseen respecto a cuestiones más
personales. Actividad de cierre (sesión 10. 5hrs.) para realizar un balance y reflexionar en torno a las experiencias
compartidas.

69
en que los seres humanos somos capaces de tratarnos, dando repuesta con ello a la cuestión de cómo
vivir juntos.
Cuarto, se puede apuntar hacia el desmontaje del reduccionismo de la filosofía a su dimensión
teórico-académico, reduccionismo al cual se ven sometidos los estudiantes de filosofía durante su
formación profesional en la actualidad. Para ello, sirven de apoyo las lecturas y discusiones de los
materiales que registran y describen el proceso de transformación relativamente reciente que se ha dado
en el campo filosófico, incluyendo el perfil de los filósofos.
Y quinto, se puede contribuir a la recuperación y actualización del sentido y la utilidad de la
filosofía para la vida cotidiana, a través de alguna o varias de las actividades y metodologías
desarrolladas por el movimiento de Práctica Filosófica. En ese sentido, la inducción y la ejecución del
proyecto de servicio comunitario representa un espacio guiado para el entrenamiento de las
herramientas adquiridas durante la carrera, lo que enriquece el perfil profesional de la Escuela de
Filosofía, apuntando hacia la recuperación del espacio social y la responsabilidad pública en el
ejercicio profesional de la filosofía.

3. La intervención filosófica para la crítica de la opinión pública, el análisis político y el


asesoramiento filosófico en el campo político.74

Si hemos concebido la función social de la filosofía a través de la de la intervención filosófica


para la transformación social, como práctica filosófica centrada en generar cambios profundos en la
sociedad a partir del cuestionamiento y la crítica de las estructuras sociales y las injusticias existente y
promoviendo con ello una sociedad más justa, igualitaria y libre; entonces, la vida filosófica contrae así
una responsabilidad pública que los filósofos y filósofas han de asumir en su rol de intelectuales, por lo
que vale referir:

“En lo que se refiere a la responsabilidad de los intelectuales, hay otras preguntas que
plantear, igualmente inquietantes. Los intelectuales tienen la posibilidad de mostrar
los engaños de los gobiernos, de analizar los actos en función de sus causas, de sus
motivos y de las intenciones subyacentes. En el mundo occidental, al menos, tienen el
poder que emana de la libertad política, del acceso a la información y de la libertad de
expresión. La democracia de tipo occidental otorga a una minoría privilegiada el
tiempo libre, los instrumentos materiales y la instrucción que permiten la búsqueda de
la verdad escondida tras el velo de deformaciones, de falsas representaciones, de la
74
Este apartado retoma parcialmente algunas reflexiones de la ponencia compartida con el compañero Moisés Flores, bajo
el título De la Filosofía política a la práctica del análisis y asesoramiento filosófico en el campo político. Aportes para un
nuevo perfil profesional de Licenciatura en Filosofía, presentada en las I Jornadas Estudiantiles de Reflexión Filosófica
8Maracaibo, 15-16 de noviembre de 2023).
70
ideología y de los intereses de clases, a través de los cuales se nos da la historia
inmediata. Las responsabilidades de los intelectuales son, por consiguiente, mucho
más profundas que la responsabilidad de los pueblos (…) dados los privilegios únicos
de que gozan los primeros (…) La responsabilidad de los intelectuales consiste en
decir la verdad y revelar el engaño. Se trata, según parece, de una perogrullada que no
precisa comentario alguno. No hay tal cosa, sin embargo. Para el intelectual moderno
esta afirmación no es en lo más mínimo evidente (…) No ofrece particular interés
que un hombre sea feliz mintiendo por una causa que sabe injusta; pero sí es
significativo que tal comportamiento provoque tan pocas reacciones en la comunidad
intelectual (…).”75
De aquí asumimos que, junto al compromiso con las transformaciones sociales y la vocación al
servicio comunitario en espacios sociales diversos, la función social de la filosofía ha de orientarse
también a la intervención filosófica para la crítica de la opinión pública, en tanto que la filosofía nos
brinda las herramientas como la precisión conceptual, el razonamiento lógico y el análisis crítico, entre
otras; para poder cumplir con la responsabilidad intelectual de cuestionar y examinar la aceptación
superficial de las creencias y opiniones dominantes; evaluar de manera objetiva y precisa los
argumentos, evidencias y suposiciones detrás de cualquier opinión o idea; contrarrestar la presiones
sociales que implican los prejuicios; y orientar la opinión pública a la apertura dialógica hacia la
diversidad de perspectivas de la realidad76.

Entre las vías a través de las cuales se ejerce esta participación y crítica de los filósofos y
filósofas en la opinión pública pueden considerarse: la escritura y publicación de libros y artículos, la
participación en debates y conferencias públicas, el ejercicio de la docencia, el uso de los medios de
comunicación (radio, televisión, redes sociales), o el ejercicio del asesoramiento filosófico a
organizaciones sociales, comunitarias, empresas, instituciones públicas y privadas. Para ello, no está
demás decir que para la intervención filosófica en la opinión pública, es necesaria una actitud reflexiva
y analítica, el ejercicio permanente de un pensamiento independiente y crítico, además de la apertura al
diálogo y la escucha atenta.

75
CHOMSKY, Noam, La responsabilidad de los intelectuales, Traducido por Jorge Promio, Editorial Galerna, Buenos
Aires, 1969, pp. 10-12.
76
Por se hace necesario considerar, en el marco del proceso de reforma curricular de nuestra Escuela de Filosofía, la
apertura de un Taller de Filosofía y Crítica de la opinión pública, cuyo propósito ha de partir de la articulación entre
Filosofía y crítica de la opinión pública, los medios de comunicación y las redes sociales, atendiendo entre sus objetivos: 1.
Comprender la influencia de la opinión pública en la sociedad y el papel de los medios de comunicación y las redes sociales
en la formación de la misma. 2. Desarrollar habilidades críticas para analizar y evaluar la veracidad y objetividad de la
información transmitida por los medios y las redes sociales. 3. Reflexionar sobre los efectos de la difusión masiva de la
información en la construcción de la opinión pública y la toma de decisiones individuales y colectivas. 4. Examinar los
sesgos y filtros presentes en los medios de comunicación y las redes sociales, y reflexionar sobre su impacto en la
diversidad de opiniones y la democracia. 5. Promover una ciudadanía informada y responsable, capaz de formarse opiniones
de manera crítica y fundamentada; entre otros.
71
Ahora bien, es probable que a este punto algunos de los “funcionarios de la filosofía” se
escandalicen y nos reprochen que, por ejemplo, que opinar en los medios de comunicación
(tradicionales o digitales) no es filosofía, pues precisamente de lo que se trata en filosofía es de la
episteme (ciencia) y no de la doxa (opinión). Ante ello, primero digamos que la responsabilidad
intelectual contraída por la filosofía y ejercida a través de la intervención filosófica, se orienta, entre
otras cosas, hacia la crítica de la opinión pública, esto es, precisamente un ejercicio de la episteme
sobre la doxa, sólo que a través de una forma discursiva mediada por la moderación o traducción
manejable del lenguaje filosófico técnico especializado. De allí que la forma o lenguaje de exposición
puede variar dependiendo del medio a través del cual nos expresamos, pero la labor del pensamiento
crítico ha de mantenerse como contenido, por lo que vale referir:

“Escribo también en los periódicos, como es sabido, y escribir en los periódicos les
parece a los filósofos 《profesionales》un descrédito. De hecho se empieza porque
uno quiere ganar más, luego se continúa por motivos ideológicos, para
autojustificarse, o porque se descubre que en última instancia no es algo despreciable.
Pero, en definitiva, no creo que haya diferencia entre lo que yo hago cuando enseño
en la universidad y lo que hago cuando escribo para un periódico.”77
Si bien muchos son los filósofos y filósofas que han ejercido y ejercen la responsabilidad
intelectual a través de su intervención filosófica en la opinión pública, valga referir un caso famoso
como lo es el del filósofo, lingüista y activista estadounidense Noam Chomsky. En efecto, éste
reconocido intelectual de izquierda ha desarrollado una serie de métodos, técnicas y herramientas con
los objetivos de: analizar y mostrar las estructuras de poder que controlan los medios de comunicación
a través de los cuales inciden en la opinión pública; develar y evidenciar las funciones de los medios de
comunicación tradicionales y digitales como aparatos ideológicos que buscan la construcción artificial
de consensos o de enemigos o desarticular las movilizaciones sociales; explicar el modo de control y
manipulación de la información a través de la selección de noticias o la omisión de hechos o el sesgo
en la presentación de datos o las incidencias de la propaganda; o también explorar perspectivas
alternativas y posicionar medios y fuentes independientes para la puesta en circulación de la
información de interés público. Un ejemplo de del modo en que Chomsky interviene en la crítica de la
opinión pública lo hallamos en sus propias palabras:

“En primer lugar hay que ser muy escéptico (…) El hecho de atribuir a algo casi total
unanimidad debería alertarnos. No hay nada en el mundo que sea tan evidente. Por
ello, deberíamos preguntarnos si esa unanimidad es correcta (…) La segunda
pregunta que uno debería hacerse es que, si esto resulta tan obvio ¿por qué nadie lo

77
VATTIMO, ob. cit., 2012, p. 105.
72
dice? Creo que puedes imaginar la respuesta. Es así como debería reflexionarse sobre
las cosas. Se trata sólo de un ejemplo (…) Generalmente, lo que debería hacerse al
analizar cualquier sociedad, en primer lugar, es preguntarse cómo se distribuye el
poder; quién toma la mayor parte de las decisiones; quién decide lo que se va a
producir, consumir y distribuir; quién estará en el mundo político; quién toma las
decisiones que afectan a la vida de las personas. En muchos casos, las respuestas a
estas preguntas son muy sencillas.”78
La ejercitación en la práctica de la intervención filosófica para la crítica de la opinión pública,
contribuye a enriquecer el ejercicio profesional de la práctica filosófica en su forma de asesoramiento
filosófico, específicamente, aludimos a la práctica del análisis político y el asesoramiento filosófico en
el campo político, y esto como un modo de aplicación de la formación teórica que brinda, por ejemplo,
la especialidad de la Filosofía Política. En efecto, consideramos que es evidente y necesaria la relación
que existe entre la disciplina de la Filosofía Política y la práctica del Asesoramiento Filosófico en el
campo político, primeramente en cuanto que aquella disciplina brinda un marco teórico categorial
desde el cual se piensa la política, exponiendo diversas ideas sobre la justicia, el poder, la democracia,
el bien común, los derechos humanos, etc.; lo que a su vez posibilita abordar temas, problemas y
dilemas políticos en la práctica del asesoramiento filosófico. Asimismo, puede el filósofo asesor en el
campo político servirse de las herramientas de la Filosofía Política para el análisis de las relaciones de
poder y de la redistribución de recursos en la sociedad; o bien para examinar las estructuras y jerarquías
sociales y cómo éstas afectan la vida de los ciudadanos.

De igual manera, el filósofo asesor en el campo político, en cuanto su profesión implica un


compromiso público al servicio del florecimiento humano y la transformación social, tiene como
horizonte de sentido el desarrollo de una sociedad más justa, equitativa y democrática para mejorar la
calidad de vida de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas. Esto, indudablemente nos remite a
la vocación del filósofo como funcionario de la humanidad, ejercicio que se despliega a través de una
pedagogía política. De allí que Vattimo afirme:

“La vocación a hacer política como filósofo, a perseguir la emancipación como


filósofo y no como político especialista y profesional, significa para mí optar por una
decisión en algún sentido más universal, esto es, más indirectamente comprometida,
con menos resultados inmediatos de carácter político, legislativo, etcétera, pero más
educativa. En la opción de hacer política como filósofo interviene mucho la
pedagogía, la idea de educar a la humanidad, de promover la transformación del
hombre antes de la transformación de las estructuras. La intención democrática
conduce más bien a esto, y no tanto a hacer política de un modo inmediato y directo:

78
CHOMSKY, Noam, La propaganda y la opinión pública. Conversaciones con David Bersamian, Editorial Crítica,
Barcelona, 2002, pp. 36-38.
73
si eres un demócrata, debes ante todo producir aquello que se llama teoría, o sea,
ideas, actitudes culturales… Naturalmente, con todo esto se mezclan muchas
casualidades existenciales, y en cualquier caso nos hallamos más o menos dentro de
una historia de encuentros y oportunidades. Pero fundamentalmente las diferencias y
las afinidades entre la profesión filosófica orientada a la política en el sentido
explicado y la profesión política propiamente dicha son fáciles de señalar. Ante todo,
en la perspectiva filosófica hay una más clara intención crítica por lo que se refiere al
presente; la política, en cuanto ligada a decisiones que se toman día a día, año tras
año, y legislatura por legislatura, debe en ciertos momentos suponer fatalmente
cerrado el discurso de la duda, debe ser más decisionista y menos posibilista, más
pragmática y menos teórica.”79
Es afín esta posición con la del referido Enrique Dussel, quien también argumenta el modo en
que, como filósofo, participa y se orienta hacia la intervención crítica y asesoramiento filosófico en el
campo político pero desde un plano pedagógico:

“Hace poco, cuando dictaba una conferencia en la Facultad de Ingeniería de Petróleo


un joven me preguntaba: “Profesor, ¿cómo actúa usted en la política argentina?” Le
respondí: “como filósofo”. Y me preguntó aún: “¿Ven el peronismo?” Le respondí
nuevamente: “como filósofo”. Lo peor que podría hacerle al peronismo era
transformarme en un ideólogo del partido; porque siendo un ideólogo sólo podría
justificar las consignas, mientras que guardando la distancia crítica podría mostrar, o
ayudar a mostrar, la vía que a veces se torna difícil. La filosofía agrega criticidad al
proceso, pero no se confunde espontaneístamente con él.”80
Por ello, el filósofo asesor debe tener la capacidad para abordar e intentar aportar criterios para
la resolución de un conjunto de dilemas políticos actuales y urgentes del mundo contemporáneo, los
que se expresan en preguntas como: ¿Cuál debería ser la política migratoria de un estado?, ¿cómo
equilibrar el desarrollo económico con la preservación ecológica del planeta?, cuál es el papel del
estado en la redistribución de las riquezas?, ¿cómo garantizar la igualdad de derechos y oportunidades
para todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género?, ¿cómo
garantizar la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres en todos los campos de la
sociedad?, ¿cómo proteger y reconocer los derechos de los pueblos indígenas en relación con sus
territorios y culturas?, ¿cómo abordar el tema del acceso a la atención médica para los menos asistidos
por el sistema de salud?, ¿cuál es el papel del estado en la provisión y financiación de la educación para
todas y cada una de las personas integrantes de la sociedad?, ¿cómo equilibrar la protección de la
libertad de expresión con la necesidad de evitar la incitación al odio o a la difusión de información
falsa?, ¿qué políticas de privacidad y regulación del uso de las tecnologías digitales conviene mejor
aplicar?, ¿cómo lograr un equilibrio entre la seguridad pública y el respeto a los derechos y libertades
79
VATTIMO, ob. cit., 2012, pp. 112-113.
80
DUSSEL, Enrique, ob. cit., 1994, pp. 108-109.
74
individuales?, ¿ante el problema de la producción y consumo de drogas conviene más la prevención o
la legalización?, entre muchos otros.

4. La intervención filosófica para la promoción y defensa del Derecho a la filosofía para todos y
todas.81

El Derecho a la filosofía es una expresión fundamentada por el filósofo francés Jacques


Derrida82, con la que defiende y argumenta por qué todas las personas deben tener acceso y poder
aprender la filosofía libremente y sin restricciones, es decir, estar al alcance de todos,
independientemente de su formación académica o estatus social. Por ello, implicada en esta cuestión
tenemos la intervención filosófica para la promoción y defensa del derecho a la filosofía.

Así, para la promoción y expansión del derecho a la filosofía, ha de facilitarse, primero, el


acceso igualitario a la educación filosófica a través de oportunidades de estudio y práctica filosófica
para todas las personas, independientemente de su origen socioeconómico, género, raza u otros
factores. Segundo, impulsar la creación de espacios de diálogo y debate filosófico inclusivo y
respetuoso con diversas perspectivas, experiencias y voces, incluidas aquellas que han sido
históricamente excluidas o marginadas en la filosofía. Tercero, visibilizar y valorar la diversidad de
corrientes filosóficas en un diálogo intercultural e interfilosófico mundial. Cuarto, defender los
derechos humanos en general y el derecho a la filosofía en particular, a partir de la formación histórica,
teórica y práctica, y a través de la participación activa en la lucha por la recuperación del espacio social
propio de la filosofía y de los lugares para pensar que en nuestra condición epocal se han ido
reduciendo.

El contexto del cual surge esta cuestión es, precisamente, el de la pérdida del espacio social de
la filosofía y la reducción de los lugares para pensar. De allí que, en adelante y para éste apartado, nos
permitiremos expresarnos de modo acorde con el tono de alarma que la gravedad de la cuestión nos
demanda, particularizando tal contexto en nuestro país. En efecto, el hecho de que la comunidad
filosófica nacional no se haga sentir e incida en la opinión pública, pensando y razonando la crisis
venezolana en este momento histórico, ni mucho menos actuando en consecuencia, es muestra de que
81
Una versión de este apartado fue presentado a modo de un Manifiesto en defensa del Derecho a la Filosofía y por su
enseñanza en el sistema educativo venezolano, en coautoría con los compañeros Franklin Molina y María Luna Colina, para
las I Jornadas Estudiantiles de Reflexión Filosófica (Maracaibo, 15-16 de noviembre de 2023).
82
DERRIDA, Jacques, “El derecho a la filosofía desde el punto de vista cosmopolítico”, traducción de Paco Vidarte, en:
Éndoxa: Series Filosóficas, nº 12, UNED, Madrid, 2000, pp. 381-395.
75
no parece haber voluntad colectiva de filosofar la crisis, salvo algunas poquísimas excepciones. Y la
comunidad filosófica nacional guarda silencio ante un hecho innegable: Está en crisis la Filosofía en
Venezuela.

Ha sido progresivamente eliminado el Bachillerato en Humanidades, principal espacio-tiempo


pedagógico de enseñanza formal de la Filosofía a los jóvenes, como una de las principales herramientas
de la formación humanística, necesarias para todo ciudadano/a en una sociedad que se precie de
democrática; esto independientemente si luego deciden estudiar o no la carrera de Filosofía.

Junto a ello, al no enseñarse Filosofía en los Liceos, los profesores de Filosofía ya no somos
convocados a laborar en las aulas de educación secundaria. Con esto hemos perdido una de nuestras
salidas laborales, limitándonos casi exclusivamente en el ámbito universitario; así también, la juventud
ha perdido una herramienta para la formación de su conciencia filosófica.

Las pocas escuelas de filosofía de nuestro país, están en riesgo de ser cerradas por la alta
deserción estudiantil y profesoral, mientras el gobierno nacional ha centrado su atención y los recursos
en los saberes científicos y técnicos, en detrimento de los saberes humanísticos, para atender la crisis
venezolana.

La formación de filósofos, hoy al parecer muy pocos, cuyo perfil no atiende a la relación
dialogal que conviene entre la filosofía y la sociedad actual, contribuye a mantener una valoración
negativa de la Filosofía como algo “inútil”, una “pérdida de tiempo”, una “carga social”. Conviene
preguntarnos, ¿cómo es que se ha acentuado la crisis de la Filosofía en Venezuela, precisamente
cuando en los últimos años fuimos testigos de dos eventos filosóficos de alcance mundial llevados a
cabo en nuestro país, como lo fueron el Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas En Defensa de la
Humanidad y las varias ediciones del Foro Internacional de Filosofía de Venezuela? Y la comunidad
filosófica nacional no se ha manifestado. Está en crisis la Filosofía en Venezuela.

Sin la enseñanza de la Filosofía, no se pueden lograr a cabalidad los principios, valores rectores
y fines de la educación establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la
Ley Orgánica de Educación y en la Ley de Universidades. El Estado venezolano expone la relación
entre educación y cultura indicando en el artículo 4 de la LOE: “La educación como derecho humano y
deber social fundamental orientada al desarrollo del potencial creativo de cada ser humano en
condiciones históricamente determinadas, constituye un eje central en la creación, transmisión y
reproducción de las diversas manifestaciones y valores culturales, invenciones, expresiones,
76
representaciones y características propias para apreciar, asumir y transformar la realidad”. Con la
progresiva eliminación de la enseñanza de la Filosofía ¿acaso no se está desconociendo que la
Filosofía, en tanto conjunto de saberes humanizadores, tiene un valor cultural, y como tal forma parte
importante de la humana condición en general y de la relación educación-cultura en particular? ¿El
valor cultural de la Filosofía, acaso no implica la necesidad de ser preservada y enseñada? ¿Y cómo
podría cada ciudadano comprender ampliamente esta necesaria relación educación-cultura sin el marco
de la enseñanza, precisamente, de una filosofía de la cultura?

El Estado venezolano se propone, entre los fines de la educación, “Desarrollar la capacidad de


abstracción y el pensamiento crítico mediante la formación en filosofía, lógica y matemáticas con
métodos innovadores que privilegien el aprendizaje desde la cotidianidad y la experiencia” (LOE, art.
15, numeral 8). ¿Acaso no nos percatamos de que la eliminación de la enseñanza de la Filosofía es una
falta a esta indicación legal? Otros fines educativos establecidos por ley son: “Desarrollar el potencial
creativo de cada ser humano para el pleno ejercicio de su personalidad y ciudadanía” (LOE, art. 15,
num. 1) y que se “eleve la conciencia para alcanzar la suprema felicidad social” (LOE, art. 15, num. 9).
¿Acaso eliminar la Filosofía no implica perder una importante herramienta, sino la más importante,
para alcanzarlos? El ejercicio de la personalidad y la ciudadanía, ¿no eran algunas de las enseñanzas de
Sócrates en el ágora o de Platón a través de su filosofía en la Academia? Y la felicidad, ¿no es la
finalidad de la vida formulada por Aristóteles y enseñada a través de su filosofía en el Liceo? ¿Cómo
ejercerá cada ser humano su personalidad y ciudadanía sin comprenderlas plenamente en el marco de la
enseñanza de una filosofía política, de una filosofía social, de una filosofía de la vida para el desarrollo
de la personalidad? Así también, el Estado Docente se plantea entre sus competencias “(…) desarrollar
el pensamiento crítico y reflexivo” (LOE, art. 6, num. 1, literal g). ¿Cómo desarrollar el “pensamiento
crítico y reflexivo” de cada ser humano sin enseñar desde temprano las herramientas que brinda la
filosofía crítica, la filosofía práctica y la lógica? Según el art. 8 de la LOE: “El Estado en concordancia
con la perspectiva de género prevista en la Constitución de la República, garantiza la igualdad de
condiciones y oportunidades para que niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres, ejerzan el
derecho a una educación integral y de calidad”. Si bien es necesario garantizar esta igualdad, ¿cómo
logrará elevar la conciencia de la sociedad toda si no se enseña este derecho en el marco de sentido que
brinda el conocimiento de las filosofías del género y la historia de las luchas de los movimientos
feministas en Venezuela, en Latinoamérica y el mundo?

77
Junto a ello, el Estado venezolano dispone que “La Universidad es fundamentalmente una
comunidad de intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad
y afianzar los valores trascendentales del hombre” (LU, art. 1). ¿No es acaso la Universidad una
institución filosófica en sí misma? ¿Tendrá fundamento una “comunidad de intereses espirituales” (que
no religiosos) cuyos miembros ignoren, precisamente, una de las disciplinas humanísticas de mayor
interés espiritual y que más ha fundamentado la dignidad humana, como la Filosofía? ¿No fracasará la
Universidad en su “tarea de buscar la verdad” dejando a un lado herramientas necesarias a esa
búsqueda como la filosofía de la ciencia, la gnoseología, la teoría del conocimiento y la lógica? ¿Acaso
no resulta limitada la Universidad para “afianzar los valores trascendentales del hombre” sin la
enseñanza, precisamente, del marco que da sentido a esos valores, como la filosofía antropológica,
ética, axiología, historia del humanismo, etc? Asimismo, el Estado venezolano impone que “Las
Universidades deben realizar una función rectora en la educación, la cultura y la ciencia. Para cumplir
con esta misión, sus actividades se dirigirán a crear, asimilar y difundir el saber mediante la
investigación y la enseñanza; a completar la formación integral iniciada en los ciclos educacionales
anteriores, y a formar los equipos de profesionales y técnicos que necesita la Nación para su desarrollo
y progreso” (LU, art. 3). ¿Cómo puede ser integral una formación que prescinda de la enseñanza de la
Filosofía? ¿Acaso el “desarrollo y el progreso” reales pueden ser sólo material, en detrimento del pleno
desarrollo intelectual y espiritual que brinda la Filosofía, madre de todas las ciencias?

¿De qué pérdida humana hablamos cuando se limita o elimina el derecho a la filosofía y su
enseñanza? Es pequeño este espacio para expresar ampliamente esa pérdida pero, grosso modo, se trata
de la pérdida de la oportunidad para aprender a pensar con rigurosidad y profundidad la diversidad de
problemas humanos a través de métodos filosóficos de razonamiento que aporta la claridad necesaria
para dotar de sentido la condición humana; de la oportunidad para aprender a ser, a través de la praxis
de una vida examinada que valga la pena vivir, a la que nos interpela Sócrates, del cuidado de sí y de
los otros que es en esencia la Filosofía en tanto que sabiduría humanizadora; de la oportunidad de
aprender a convivir entre todos, desde un nosotros y a través de la apertura a la diversidad del otro que
caracteriza al diálogo filosófico. En suma, si la sociedad venezolana aspira al desarrollo pleno de la
personalidad de cada ser humano, qué mejor herramienta que la Filosofía como arte de saber vivir una
vida racionalmente examinada, una vida que valga la pena vivir. La Filosofía, sabiduría humanizadora,
ayuda a construir respuestas a problemas cotidianos y a dotar de sentido a la vida diaria.

78
El ejercicio de la razón comporta una responsabilidad. Responsabilidad racional en la
comprensión, interpretación y transformación del mundo de los asuntos humanos. Y principalmente
con la libertad y el compromiso de hacer emerger la Filosofía donde aún no existe, de acrecentarla
donde ya existe y, defender y acrecentar el derecho a ejercerla, a enseñarla donde esta se encuentre en
riesgo de desaparecer como campo profesional. Hay quienes argumentan que en cada época surgen
presagios sobre la desaparición de la Filosofía, pero que esta ha salido airosa. Si bien esto es cierto, no
lo es menos que así ha sido porque ha habido voluntad de defender el Derecho a pensar, a pensarla y a
enseñarla, a pesar de las dificultades. Si damos crédito a aquella conocida tesis de que “Los filósofos se
han dedicado a interpretar de diversas maneras el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”
(Marx, Tesis sobre Feuerbach); entonces, los filósofos estamos llamados, no sólo a pensar, sino a
actuar, a encarar las circunstancias y a hacer algo ante la crisis… ¿O acaso nos mantendremos en
silencio, sin manifestarnos? ¿Seremos tan irresponsables e indolentes como para perder el Derecho a la
Filosofía y los espacios para su ejercicio y enseñanza?

Está en crisis la Filosofía en Venezuela… ¡Pero no ha muerto! Y es justo que nos preguntemos
¿Qué haremos, amigos? Pues, ¿acaso no son estos unos motivos, sino suficientes, al menos necesarios
y urgentes, para que la comunidad filosófica nacional se organice y manifieste En defensa del Derecho
a la Filosofía para todos y todas, y por su Enseñanza en todo el Sistema Educativo Venezolano? Y es
justo que cualquiera se pregunte ¿por qué Derecho de la Filosofía para Todos? ¿Y por qué su
enseñanza en todo el SEV? Pues, Derecho a la Filosofía para Todos porque todo ser humano comparte
“un natural filosófico cuya base es común al género humano” 83; porque, si bien se puede vivir sin
filosofar, esa vida no alcanza alturas racionales críticas que amplíen el horizonte de sentido de la vida
humana, tal como se logra con la Filosofía en tanto que sabiduría humanizadora. Y su Enseñanza en
Todo el SEV porque, estamos ciertos, sin la enseñanza de la Filosofía no se puede lograr a cabalidad
los principios, valores rectores y fines de la educación. En este sentido son necesarias, a nuestro modo
de ver, un conjunto de acciones encaminadas a enfrentar la crisis, a saber:

1. Organización de la comunidad filosófica nacional: Conviene organizarnos para la defensa.


Nosotros, estudiantes, profesores, investigadores, directores de escuela, directores de centros e
institutos de investigación, grupos de trabajo, SVF; estamos llamados a organizarnos y a articularnos
con organismos nacionales e internacionales para sumar apoyos e intercambiar experiencias. Cabe
recordar que Venezuela es un Estado firmante de Carta de la Organización de las Naciones Unidas para
83
ONFRAY, Michel, La comunidad filosófica. Manifiesto por una Universidad Popular, traducción de Antonio García
Castro, Gedisa, Barcelona, 2008.
79
la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y como tal ha realizado un acto un acto filosófico que
la compromete filosóficamente ante la filosofía, un compromiso de asegurar la cultura y la educación
filosóficas. De esto da razón Jacques Derrida al sostener: “Estas instituciones, así como la idea del
derecho internacional que intentan poner en obra, son ya filosofemas. Son actas/actos y archivos
filosóficos, producciones y productos filosóficos, no sólo porque los conceptos que las legitiman tienen
una historia filosófica asignable y por tanto, una historia filosófica que se haya inscrita en la carta o la
constitución de la UNESCO; sino porque, al mismo tiempo, y por eso mismo, tales instituciones
implican el hecho de compartir una cultura y un lenguaje filosófico, comprometiéndose así a hacer
posible, en primer lugar por la educación, el acceso a ese lenguaje y a esa cultura. Todos los Estados
que suscriben las cartas de estas instituciones internacionales se comprometen, en principio,
filosóficamente, a reconocer y a poner en obra de modo efectivo, algo así como la filosofía y una cierta
filosofía del derecho, de los derechos del hombre, de la historia universal, etc. La firma de estas cartas
es un acto filosófico que compromete filosóficamente ante la filosofía (…) cuando menos, un
compromiso de asegurar la cultura o la educación filosófica (…).” 84 En este derecho a la filosofía, al
que se compromete el Estado Venezolano y todos los estados miembros de la UNESCO, nos
amparamos para organizarnos en defensa de la filosofía.

2. Abordaje de la crisis de la Filosofía en Venezuela: La eliminación de la filosofía en la


educación secundaria, el riesgo de cierre de las Escuelas de Filosofía, la falta de una conciencia
filosófica en nuestra sociedad y la falta de políticas de pensamiento filosófico, como parte de la crisis
de la filosofía en Venezuela, son evidencias de que el derecho a la filosofía está cada vez más
restringido, pues no parece haber una política de pensamiento filosófico que garantice y amplíe el
acceso a la cultura y lenguaje filosóficos como herramientas que requiere una verdadera ciudadanía
para la comprensión crítica de sus propios derechos. Por ello es necesario abordar y enfrentar la crisis,
lo que implica, entre otras cosas, volver a plantear la pregunta por la filosofía entre nosotros. Y
decimos ‘volver’, porque ya antes otros la han planteado, aunque en otras circunstancias claramente.
Uno de ellos, José Manuel Briceño Guerrero, la planteó en los siguientes términos: “Además de sufrir
una gran desorientación vocacional, profesional, política, social, artística y hasta sentimental, los
venezolanos estamos desorientados fundamentalmente en lo que respecta a nuestro propio Ser. El
estudio de la filosofía está necesariamente ligado a la totalidad de la problemática humana; por eso nos
conduce tarde o temprano a reflexionar sobre nuestro Ser y a buscar el sentido que el pensamiento
filosófico mismo pueda tener entre nosotros. Este trabajo, aunque sugiere algunas hipótesis, no ofrece

84
DERRIDA, ob. cit., 2000, pp. 381-395.
80
soluciones; se justifica como intento de plantear el problema de la filosofía en Venezuela y de iniciar
un diálogo al hacer más notoria la desorientación.”85

3. Reforma curricular en todas las Escuelas de Filosofía: Desde la corriente de la Filosofía


Popular entre los siglos XVIII y XIX, que se propuso reconciliar el ejercicio filosófico con las
preocupaciones cotidianas, hasta la corriente de la Filosofía como forma de vida entre el XX y el XXI,
que busca recuperar un tipo de relación personal, y no sólo académica, entre el filósofo y la filosofía;
pasando por el llamado Giro práctico de la filosofía contemporánea al que ha dado lugar el surgimiento
de las Nuevas Prácticas Filosóficas (diálogo socrático, café filosófico, taller de filosofía, filosofía para
niños, filosofía empresarial, asesoramiento o consulta filosófica, etc.); la filosofía como disciplina y
profesión humanística transita, un ‘cambio paradigmático’ o ‘transformación en su matriz disciplinar’.
Lo que responde al contexto de transformaciones de la sociedad contemporánea e implica la necesidad
de una reforma de los diseños curriculares de las carreras en las Escuelas de Filosofía del país. Con ello
estaríamos contribuyendo con la actualización del sentido de la Filosofía y su práctica en relación con
los nuevos escenarios sociales y con las otras disciplinas humanísticas, científicas y técnicas; además
de ampliar y diversificar las salidas laborales para el profesional de la Filosofía. Para esto, creemos
necesario que además de la tradicional formación estrictamente teórica y especializada, debemos partir
de la discusión, depuración e integración de los aportes que aquellas corrientes y prácticas han ido
generando. Ejemplo de un paso firme y bien fundamentado encontramos en el programa del primer
Máster en Práctica Filosófica y Gestión Social de la Universidad de Barcelona (España), diseñado por
Rayda Guzmán.

4. Filosofía para niñas y niños en todas las Escuelas Primarias: Mientras más temprano las
personas se ejerciten en el uso filosófico de la razón, se aumentan las oportunidades de activar y
acrecentar la conciencia filosófica de la sociedad. El filósofo es el primer responsable en contribuir con
ello, pero antes la reforma curricular debe brindarles a los estudiantes de filosofía los saberes,
herramientas, métodos y experiencias que la transformación contemporánea de la filosofía ha
acumulado; entre ellas, la Filosofía para niños (FpN) iniciada por Mathew Lipman. Junto a ello, la
comunidad filosófica nacional debe diseñar, ejecutar y evaluar, junto al Estado Venezolano, un
programa nacional de FpN en todas las Escuelas Primarias del país. Esto, además, contribuiría a la
ampliación de espacios institucionales para la enseñanza de la Filosofía a la mayor cantidad de
personas desde la más temprana edad.

85
BRICEÑO-GUERRERO, José Manuel, ¿Qué es la filosofía?, el perro y la rana, Caracas, 2015 (1962), p. 11.
81
5. Filosofía con jóvenes en todos los Liceos: La conformación de una ‘subjetividad educada y
racional’ es base para la formación de ciudadanos y ciudadanas, capaces de comprender, interpretar y
defender sus derechos y deberes. Aunado a ello, es tarea urgente brindarles a todos los adolescentes y
jóvenes las herramientas de un pensamiento crítico que le permita alcanzar un nivel de conciencia y
una capacidad de manejo prudente ante la diversidad de males sociales a los que se enfrentan en
nuestra condición epocal contemporánea. No se trata ya de recuperar un bachillerato en Humanidades,
sino del diseño e integración al currículo de Educación Secundaria de un conjunto de cursos, proyectos
y actividades de Filosofía con Jóvenes en todos los Liceos del país.

6. Filosofía en todos los espacios sociales: En palabras del filósofo francés Jacques Derrida, “el
derecho a la filosofía para todos y todas no es disociable de un movimiento de democratización
efectivo”86. En razón de esto, no erramos al exigir en Venezuela una democratización del derecho a la
Filosofía, no sólo a través de su enseñanza en todo el SEV, sino que la garantía de acceso a la
educación y cultura filosóficas que el Estado Venezolano se comprometió a brindar implica también la
socialización filosófica en todos los espacios de convivencia posibles, y más: en tanto que la Filosofía
se ocupa, entre otras cosas, de indagar, comprender e interpretar los fundamentos del mundo de los
asuntos humanos, cumple funciones sociales, culturales y políticas que contribuyen a formular
posibilidades y condiciones de cambio, pues en dicha interpretación del mundo está implicado el
develamiento y la crítica de las causas de los males sociales y las infelicidades de las gentes. El
‘florecimiento humano’ al que aspira el filósofo, en sí mismo y en los otros, comporta el cambio
personal y social sin el cual no es posible, pues el mundo interior de cada individuo está condicionado
en gran manera por la sociedad en que se ha formado. Por ello, la Filosofía guarda siempre una relación
con la sociedad de la que emerge y, necesariamente, por ende, ha de mantenerse un diálogo entre
ambas. En este sentido, “parece también posible que la filosofía misma, sin dejar de ser lo que es,
cumpla funciones sociales y políticas que aporten algo al mundo mediante la aplicación de sus métodos
y técnicas característicos”87. Esto la lleva a plantear la pregunta por la Filosofía en términos de “¿Qué
tiene que ver la filosofía con el mundo real?”, a lo que Nussbaum contribuye a responder con la idea de
una “filosofía práctica y compasiva” que esté “al servicio de los seres humanos; destinada a satisfacer
sus necesidades más profundas, a hacer frente a sus perplejidades más urgentes y llevarlos de la
infelicidad a un cierto estado de florecimiento” (ibídem). Por esto, sostiene también que los filósofos
deben ser críticos con la sociedad donde viven y “establecer las condiciones necesarias para la buena

86
DERRIDA, ob. cit., 2000, p. 372.
87
NUSSBAUM, ob. cit., 2003, p. 21.
82
vida de los seres humanos a los que la sociedad hace sufrir” (Ibíd. p. 29), además de “mostrar que sus
estrategias tienen algo que ofrecer a cada uno de los seres humanos, con independencia de su clase,
posición o género” (ibídem). De esto es claro que la Filosofía debe recuperar su presencia desde la
Universidad hacia todo espacio social posible.

7. Ley del Derecho a la filosofía para todos y todas: Con la creación de la UNESCO y la firma
de su constitución por parte de los Estados miembros, acto filosófico que compromete filosóficamente
ante la filosofía, el acceso de la ciudadanía al lenguaje y cultura filosóficos principalmente a través de
la educación adquiere de hecho un marco jurídico en el contexto de las organizaciones y el derecho
internacionales. Con la crisis de la enseñanza de la filosofía y las limitaciones del acceso de la
ciudadanía a su formación filosófica, se hace necesaria la explicitación y fundamentación teórica del
Derecho a la filosofía, cuestión planteada por Jacques Derrida desde finales del siglo XX y que hoy se
ha convertido en una corriente de pensamiento y praxis filosófica que desafía a la filosofía
contemporánea. De ello resultó la Declaración de París por la Filosofía. A partir de estos antecedentes,
creemos necesario convocar a la comunidad filosófica nacional para un diálogo que permita formular
un proyecto de Ley del Derecho a la Filosofía para todos y todas. Esto, si bien puede no ser compartido
por muchos, es una vía posible para asumir la declaración y la defensa del Derecho a la filosofía,
exigiendo la efectiva puesta en obra del compromiso asumido por el Estado ante la UNESCO de
garantizar el acceso a una educación filosófica a toda la ciudadanía. Particularmente, se trata de
establecer un marco legal nacional para: coordinar, promover y garantizar el ejercicio de este derecho,
explicitando su definición, principios, mecanismos y expresiones de defensa; la constitución de un
sistema nacional de filosofía, sus objetivos, funcionamiento y administración; el financiamiento de las
instituciones filosóficas existentes y la creación otras instituciones de ser necesario; la regulación de las
políticas de formación profesional de la carrera filosófica, así como la regulación del ejercicio
profesional del filósofo en el marco de su transformación y actualización contemporánea.

83
Consideraciones finales para un inicio

Hemos de terminar ahora nuestro discurso, por lo que es necesario recapitular algunas ideas
planteadas a lo largo del trabajo. Primero, lo que nos hemos propuesto, evidentemente, ha sido pensar y
preguntarnos por la Práctica Filosófica y su ejercicio profesional desde los lugares que le
corresponden; y creemos haber alcanzado tal propósito a modo indicativo y claramente no suficiente
aún, pues se trata de un proceso que sigue generando aristas por pensar y tomará un tiempo más para
asentarse y alcanzar cierta claridad.
84
Segundo, una condición necesaria para pensar y preguntarnos por la Práctica Filosófica ha sido
contextualizar el surgimiento de dicha disciplina en el devenir histórico de la profesión filosófica, es
decir, ubicarnos en el proceso histórico de la profesionalización de la filosofía, contrastándolo con la
antigüedad, donde la filosofía se concebía y practicaba como una forma de vida; pasando por su
articulación con el mundo religioso durante el medievo europeo, donde servía de instrumento a la
reflexión teológica; por su primera autonomización del mundo religioso durante el esplendor de la
ilustración árabe islámica; hasta su gradual secularización durante el renacimiento e ilustración
occidental; y su establecimiento como disciplina académica humanística rigurosa en las universidades
occidentales, normalizada con programas de estudio formales desde el siglo XIX; proceso que se ve
afectado por la contemporánea crisis de la disciplina desde finales del siglo XX.

Tercero, y en contra de las posturas “antiacadémicas”, nos hemos ubicado en el lugar adecuado
para pensar la definición de un nuevo perfil profesional de licenciatura en filosofía, la formación
académica personal, histórica, teórica y práctica de los estudiantes de filosofía; y los dilemas que se
han generado a partir del surgimiento de la Práctica Filosófica. Ese lugar, desde luego, no ha podido ser
otro que la Universidad y la Escuela de Filosofía, en el marco de un proceso de reforma curricular que
está abierto.

Cuarto, y contra posiciones que reducen el campo de acción de nuestra disciplina filosófica
únicamente al ejercicio de la enseñanza formal, nos hemos ubicado en el lugar del consultorio
filosófico como un nuevo espacio para el ejercicio del pensar, pues si algo ha incidido en la pérdida de
un espacio social de la filosofía más allá de la docencia ha sido la falta de espacios para ejercer el
pensamiento. A la vez, la consulta filosófica es el espacio-tiempo para pensar en/los malestares
filosóficos de las personas y abordarlos en función del florecimiento humano individual y social.

Quinto, contra posiciones que se pretenden neutrales y se mantienen en una condición de


críticos y analistas pasivos de un contexto sistemáticamente difícil, nos hemos ubicado en las calles de
la ciudad para deslastrarnos de cierta complicidad por indiferencia ante la condición epocal que
reclama acciones urgentes. Ello nos obliga a recuperar y poner en acto la vinculación entre filosofía y
política a través de la práctica de una pedagogía política propia de la filosofía y que se ejerce en el
compromiso con la intervención filosófica para la transformación social y de prácticas concretas como
el servicio comunitario en comunidades vulnerables, la crítica de la opinión pública y la promoción y
defensa del derecho a la filosofía para todos y todas.

85
Lo que aportamos con este trabajo, a pesar de algunos señalamientos de que seremos objeto, lo
hallamos justificado, entre otras cosas, en aquella famosa onceava tesis de Marx sobre Feuerbach que
expresa: “Los filósofos se han dedicado a interpretar de diversos modos el mundo, pero de los que se
trata es de transformarlo”. Con ello asumimos que, una filosofía que se pretende crítica, se juega su
‘verdad’ en la realidad inevitable de la práctica. Creemos que éste trabajo, si bien expresa unos aportes
teóricos, no tendría razón de ser si no se jugara su ‘verdad’ en atrevernos a proponer orientaciones para
el campo práctico pedagógico y profesional implicados en la formación y ejercicio de la Práctica
Filosófica.

Así, sin poder llegar a conclusiones, al menos intentemos dejar abiertas estas cortas
consideraciones, imitando el modo en que alguna vez lo hizo nuestra referida y apreciada Rayda
Guzmán, esto es, recordando que así como existe un Juramento hipocrático para los médicos, existe un
Juramento socrático para los filósofos:

“Yo atenienses, os aprecio y os quiero, pero voy a obedecer al dios más que a
vosotros, y mientras aliente y sea capaz, es seguro que no dejaré de filosofar, de
exhortaros y de hacer manifestaciones al que de vosotros vaya encontrando,
diciéndole lo que acostumbro: ‘Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más
grande y prestigiada en sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo
tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y, en cambio no
te preocupas ni interesas por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va a ser lo
mejor posible?’ Y si alguno de vosotros discute y dice que se preocupa, no pienso
dejarlo al momento y marcharme, sino que lo voy a interrogar, a examinar y a refutar,
y, si me parece que no ha adquirido la virtud y dice que sí, le reprocharé y diré que
tiene en menos lo digno de más y tiene en mucho lo que vale poco. Haré esto con el
que me encuentre, joven o viejo, forastero o ciudadano, (…) En efecto voy por todas
partes sin hacer otra cosa que intentar persuadiros, a jóvenes y viejos, a no ocuparos
ni de cuerpos ni de los bienes antes que del alma, ni con tanto afán, a fin de que ésta
sea lo mejor posible, diciéndoos: ‘No sale de las riquezas la virtud para los hombres,
sino de la virtud, las riquezas y todos los otros bienes, tanto los privados como los
públicos”88.
Pero también, y para no cerrarnos en un único modo de recuperar lo que de sabiduría nos hereda
la antigüedad, a saber, la filosofía como un modo de vida, traigamos a nuestro discurso la descripción
de lo que la cultura náhuatl concibió como el buen sabio:

“El sabio: una luz, una tea, una gruesa tea que no ahúma. Un espejo horadado, un
espejo agujereado por ambos lados. Suya es la tinta negra y roja, de él son los códices,
de él son los códices. El mismo es escritura y sabiduría. Es camino, guía veraz para
otros. Conduce a las personas y a las cosas, es guía en los negocios humanos. El sabio
88
De la Apología de Sócrates, de Platón, citado en: GUZMÁN, Rayda, La palabra figurada: cuestiones básicas sobre el
filósofo que asesora, en: raydaguzman.net, consultado el 28/09/2016.
86
verdadero es cuidadoso (como un médico) y guarda la tradición. Suya es la sabiduría
trasmitida, él es quien la enseña, sigue la verdad. Maestro de la verdad, no deja de
amonestar. Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara (una
personalidad), los hace desarrollarla. Les abre los oídos, los ilumina. Es maestro de
guías, les da su camino. De él uno depende. Pone un espejo delante de los otros, los
hace cuerdos, cuidadosos; hace que en ellos aparezca una cara (una personalidad). Se
fija en las cosas, regula su camino, dispone y ordena. Aplica su luz sobre el mundo.
Conoce lo (que está) sobre nosotros (y), la región de los muertos. (Es hombre serio).
Cualquiera es confortado por él, es corregido, es enseñado. Gracias a él la gente
humaniza su querer y recibe una estricta enseñanza. Conforta el corazón, conforta a la
gente, ayuda, remedia, a todos cura.”89
Aquel juramento socrático y éste perfil del buen sabio náhuatl, me interpelan a pensar en los
hombres y mujeres de hoy, enfermos con la deshumanización de nuestra condición epocal, pues ¿dónde
hallarán un director de almas que les asista humanamente?, ¿un médico moral que les guíe en la toma
de importantes decisiones?, ¿un observador profundo y alerta que sepa levantar los mil disfraces del
vicio?, ¿un maestro que les enseñe el arte de vivir una vida examinada y a humanizar el querer?, ¿un
esteta de la existencia que los entrene hasta lograr el propio estilo? He allí el lugar y la misión de quien
se llame Filósofo; sobre todo, aquel con formación académica que ha jurado consagrarse enteramente a
éste modo de vida y se proponga ser un buen sabio, pues nuestra sociedad nos ha obligado a abrir un
consultorio, como lugar y ocasión para pensar los malestares filosóficos, dialogar con los otros y servir
a la humanización del querer y al florecimiento humano.-

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fuente de donde procede el fragmento: Códice Matritense de la Real Academia, ed. Facsimilar de Don Fco. del Paso y
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87
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