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El trabajo con los textos literarios nos ofrece en el aula una ocasión inmejorable
“para hablar o escribir sobre ellos, a partir de ellos o según ellos” (Colomer,
2014: p. 217).
Como explica la autora, en la escuela circulan muchos textos literarios –si bien
en muchos casos se trata de textos “escolarizados”-; la dificultad radica en que no
hay objetivos claros para trabajar con ellos. En realidad muchas veces los textos
“sirven” para introducir actividades lingüísticas pero de manera aislada, o bien
se plantean actividades de comprensión del texto a través de cuestionarios
estandarizados (como una “caja de herramientas”), en las que se hace evidente la
finalidad evaluativa y de control de los aprendizajes de los alumnos –tal como lo
planteara Lerner (2001). Por el contrario,
https://www.youtube.com/watch?
v=TtcduLrIt98&ab_channel=InstitutoNacionaldeFormaci%C3%B3nDocente
Más adelante, la autora se refiere a todos los aprendizajes que supone para los
niños el conocimiento de los textos narrativos, la lectura y la escucha con un
adulto que le cuente o lea cuentos. Tienen que imaginar un mundo que está
hecho de palabras, un mundo que le permite simplificar el mundo que lo rodea,
porque tiene una estructura que se repite: en la vida cotidiana de un personaje,
aparece un problema que lo obliga a realizar una serie de acciones tendientes a
resolver ese problema, y luego un final o una resolución. Esto les permite a los
niños organizar el mundo que lo rodea, les provee un esquema que hace que el
mundo sea asimilable Además, en la narración aparecen diferentes puntos de
vista – diferentes narradores, diferentes personajes-, por lo que tienen que
“descentrarse”, situarse en distintas personas, se amplía la experiencia, se
puede volver, volviendo a la estabilidad de esas formas, y que se puede
anticipar o formular alternativas. Así la literatura no es un añadido, nace con los
humanos, porque entrena nuestra manera de ver el mundo y de poseer la
palabra, de acceder al lenguaje y organizar el pensamiento. (Lo veremos con
detenimiento en la Clase 6 sobre La narración)
1. Recorrer y comentar con los niños las imágenes de los libros de cuentos.
2. Imágenes que facilitan la lectura porque aclaran sentidos. Ejemplo del
niño que juega a ser pirata con su papá, donde la segunda imagen hace
ver lo que imagina el niño. Otro ejemplo puede ser el cuento “Caperucita
roja como se la contaron a Jorge”, de Luis María Pescetti.
3. Imágenes que complican y enriquecen la lectura porque obligan a pensar
nuevos sentidos. Ejemplo del niño que tiene una mamá bruja. Observar
que este cuento emplea el recurso literario del narrador que sabe menos
que el lector.
4. Lectura de la imagen misma. El ejemplo del erizo que evoca un gorro, un
volcán, etc. Observar cómo ese texto reclama un vocabulario ampliado
para nombrar las sucesivas transformaciones del erizo.
5. Adoptar una perspectiva externa, a la manera del espectador que asiste
al teatro, dado que el cuento está enteramente dialogado el ejemplo de
“Ahora no, Fernando”.
6. Interponer un personaje en el cuento, tener un amigo que se identifica
con lo que pueden pensar o sentir los pequeños lectores.
Muchas veces, al trabajar textos literarios en las aulas, los maestros no tienen en
claro el objetivo de este trabajo, y tienen dificultades para secuenciar sus
propuestas de lectura literaria. En este sentido, Colomer propone:
1. Tener un plan lector:
1.1. Narración/lectura de cuentos por parte del docente una o más veces por
semana con material de apoyo, como por ejemplo, marionetas y posibles
actividades anteriores y posteriores.
1.3. Lectura en voz alta por parte del maestro dos o tres veces por día.
1.7. Entrevistas quincenales de pocos minutos sobre los libros que ha mirado o
leído individualmente.
1.8. Edición de las propias producciones de los niños: dictadas al docente,
escritas por ellos, ilustradas.
La tarea casi exclusiva que se propone a los alumnos después de leer un cuento
consiste en ilustrar. En cambio, T. Colomer, sugiere proponer a los niños una
comunicación reflexiva, con un metalenguaje apropiado para hablar sobre los
libros. Respecto de este punto, recomienda evitar los juicios simplistas sobre la
lectura, del tipo “Me gusta, no me gusta” y en cambio enseñar a los niños a
desarrollar breves argumentaciones para justificar sus preferencias o
desagrados.
La propuesta de intercambio lector que veremos en la Clase 3, hace foco en este
trabajo compartido de lectura.
Para el fomento del juicio crítico sobre los libros, Colomer sugiere cambiar las
clasificaciones y reorganizar periódicamente los libros con distintos criterios:
por autor; por género; por temas. Estas propuestas están relacionadas con la
posibilidad de organizar los Itinerarios de lectura de cuyas características
hablamos en la Clase 1.
4-2. Leer con los demás: tender puentes y la oportunidad de cruzarlos. - Crear
una comunidad de lectores escolares y sociales en cada aula.
4-3. Leer con expertos: llevar la interpretación más lejos, incorporar niveles de
lectura, información contextual y enlaces con el mundo actual.