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Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha realizado incontables

esfuerzos a la hora de encontrar su identidad, y aquello que lo define como

individuo, no solamente buscando proyectar una imagen hacia el exterior, sino

también, queriendo encontrar a aquellas personas con características similares para

tener la posibilidad de crear un vínculo de convivencia.

La identidad puede entenderse como aquella concepción que diferencia a una

persona de otra, a través de sus rasgos, personalidad, estilo de vida, idiosincrasia o

gentilicio. Es a partir de estas características que los seres humanos logran

distinguirse del resto, dependiendo siempre del contexto e historia propia en la cual

se vive.

En este sentido, existe la identidad individual o personal, la cual no es más que el

conjunto de características que forman la visión personalizada que tiene un

individuo sobre sí mismo. En psicología, se refiere al sentido que le damos a nuestro

propio ser, diferente a los demás y continuo en el tiempo, basándonos en nuestra

propia interpretación de elementos culturales, ambientales y sociológicos.

A su vez, existe la identidad cultural, el cual es el conjunto de manifestaciones

socioculturales (Creencias, tradiciones, símbolos, costumbres y valores) que le

proveen a los individuos pertenecientes a una comunidad un sentido de pertenencia

y comunión con sus pares. Es decir, una identificación colectiva por condiciones de

nacimiento o cultura hegemónica.

Finalmente, existe la identidad social. Esta se adquiere a través de un acto que

iguala a todos los que lo ejecutan. En él, los individuos son lo mismo, aunque sean

diferentes desde el punto de vista personal y cultural. Se puede decir entonces que

el objeto absorbe al sujeto y que la participación borra todo atisbo de

individualización.
La participación nos iguala, elimina nuestras diferencias y nos genera una

identidad colectiva, la cual es fruto de relaciones afectivas, sociales o culturales que

se producen en el seno de una comunidad determinada. Estas relaciones conducen

a la creación de un nosotros. Es decir, de una identidad grupal con la cual los

integrantes vinculados a estos grupos se diferencian del resto.

Esta participación, cuando involucra a un gran cúmulo de personas, puede

generar lo que en el lenguaje sociológico se entiende como conducta colectiva, la

cual no es más que la reacción estandarizada de un grupo ante un determinado

evento o situación, en donde priman las expectativas grupales por encima de las

individuales.

Diversos autores señalan que la característica principal de la conducta colectiva

es la imitación. Añaden a su vez que generalmente sucede cuando el grueso de la

colectividad se siente identificada por una actitud o acción que al principio resulta

ser aislada o individual, pero que en todo caso termina siendo espontánea y de

carácter plenamente subjetivo.

En este sentido, el deporte es uno de los mayores catalizadores de conducta

colectiva que puede encontrarse en la sociedad. Las personas logran identificarse

con un equipo o con una persona que generalmente comparte un rasgo distintivo

con el espectador, confiriéndole así un nivel de empatía sin precedentes que no

suele ser observado en ninguna otra forma de entretenimiento.

Es por ello que, debido a su carácter altamente subjetivo y pasional, que en el

deporte predominan una serie de conductas colectivas por parte de los

espectadores, las cuales no son estructuradas y que por lo general son imitadas por

aquellas personas que sienten el mismo grado de identificación, llegando en casos


hasta el punto de que el resultado de algún evento deportivo determina nuestro

estado de ánimo en las horas o días sucesivos.

Estas conductas colectivas suelen emerger en un grado progresivo de intensidad,

el cual va a depender de qué tanta identificación se tenga con el equipo o la

persona, y el desempeño prolongado que este vaya teniendo en un determinado

periodo de tiempo, lo que llevaría a una reacción en su punto más alto, cuando el

estímulo se encuentre en su pico más alto de magnitud.

En otras palabras, todo dependerá de cómo las personas absorben el fenómeno,

interiorizándolo, identificándose con este, y reaccionando en consecuencia, como se

pudo ver, por ejemplo, en el año 2016 cuando los Cachorros de Chicago ganaron la

Serie Mundial de la MLB (Major League Baseball, Estados Unidos), cortando una

racha de 108 años sin lograrlo.

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