Está en la página 1de 7

La Identidad Como Experiencia Individual Y Social

Nuestra identidad personal posee una dimensión individual y una dimensión social y
cultural, a través del proceso de socialización interiorizamos los rasgos de nuestra cultura y
desarrollamos una personalidad acorde con la misma que nos permita vivir en sociedad de
forma integrada y productiva. Ahora bien, si como personas socializadas en la misma
cultura tenemos una personalidad social muy similar (la globalización cultural hace que aún
seamos más parecidos) también es cierto que cada persona es única y diferenciada de las
otras. Así que individuación y socialización actúan de forma paralela en el desarrollo de
nuestra identidad
En nuestra vida la relación con otras personas es fundamental. Esa relación implica
poder comunicarnos con ellas, formar lazos afectivos estables y cooperar de forma activa
en una comunidad. Pues bien, debemos estar alerta sobre el hecho de que en esa interacción
nosotros tratamos a los demás tal y como los percibimos, no tal y como son en realidad, y
del mismo modo somos tratados por ellos. Por eso es muy importante saber cómo se lleva a
cabo el proceso de percibir y ser percibido por las otras personas, ya que tendemos a
sostener creencias falsas y a crear experiencias ilusorias que nos pueden llevar a tomar
decisiones erróneas.
La percepción social es el proceso por el cual tenemos una primera impresión de las
personas y nos formamos sobre ellas juicios que guiarán nuestra interacción posterior. En
nuestra percepción las otras personas influyen nuestras motivaciones, intereses y
expectativas, así como el contexto en el que tiene lugar la percepción. En concreto, el
contexto en que interactuamos con las personas por primera vez es determinante.
Las personas respondemos a una situación o contexto de manera subjetiva, en
función de cómo la percibimos, y no de cómo la situación es en sí. Distintas personas
percibirán una misma situación de maneras diferentes al procesar diferentes aspectos de la
misma; es más, para un mismo sujeto la misma situación es interpretada de modo distinto
en diferentes momentos.
Cualquier situación es interpretada en función de esquemas previos del sujeto; el
que se activen unos u otros depende de los estados de ánimo del sujeto, de la presión del
tiempo (tener prisa por terminar una tarea en el trabajo o estar relajado en las vacaciones) y
del espacio (un bar o el metro) y de las experiencias anteriores.
La identidad personal: La identidad social define al yo (y el autoconcepto) en
términos de relaciones sociales y rasgos idiosincráticos (yo soy diferente a otros). Tenemos
tantos “yoes” como relaciones en las que estamos involucrados y características
idiosincráticas que creemos poseer. 
Pero ¿qué es lo que nos diferencia de los demás cuando formamos parte de un
mismo grupo? Aquí entran en juego nuestros rasgos, actitudes, habilidades y demás
características que nos auto-atribuimos. Aquellos que se definen por su simpatía,
solidaridad, tranquilidad o valentía; tienen una identidad personal de mayor dimensión que
la social. Esto puede deberse a que sus grupos de pertenencia no les hacen sentirse bien por
su bajo estatus social, o simplemente la individualidad de estas personas es reflejada mejor
por sus atributos y que por sus roles sociales.
Estoy seguro de que a medida que leías este artículo, intentabas saber con qué
identidad te das a conocer a los demás cuando te presentas. Puedes ir más lejos, sabes que
la base de la promoción de la imagen de uno mismo es mantener unos niveles de autoestima
altos. Así que cuida y cultiva aquellos grupos o rasgos con los que te definas y con los que
quieres que el mundo te conozca, ya que si te defines con ellos significa que tienen un alto
valor emocional para ti. No hay nada más gratificante que conocerse a uno mismo.
La identidad social define al yo (el auto concepto) en términos de los grupos de
pertenencia. Tenemos tantas identidades sociales como grupos a los que sentimos que
pertenecemos. Por tanto, los grupos de pertenencia determinan el grupo un aspecto
importante del auto concepto, para algunas personas lo más importantes.
Pongamos como ejemplo a un famoso cantante latino. Ricky Martin forma parte de
numerosos roles, y él mismo podría definirse como hombre, artista, moreno, cantante,
homosexual, millonario, hijo, latinoamericano, padre, etc. Él podría definirse con
cualquiera de ellos, pero seleccionará identificarse con aquellos adjetivos que sienta que le
diferencian más y le aportan un valor diferencial al resto.
La identidad social y autoestima se encuentran estrechamente relacionadas.
Parte de nuestra autoestima depende de la valoración de los grupos de pertenencia. Si el
grupo de pertenencia nos gusta, nos gustamos. “Brillar con el reflejo de la gloria” de otros.
Nos identificamos con los logros del grupo o alguno de sus individuos y esto se ve reflejado
en un estado de ánimo y autoestima positivo. Este efecto se puede ver ampliamente en la
afición por el fútbol. Cuando el equipo que resulta ganador es el nuestro, salimos orgullosos
a la calle identificados con el éxito de nuestro equipo y nos lo atribuimos a nosotros mismo,
ya que forman parte de nuestra identidad.
El proceso de la identidad social, según la TIS (Teoría de la Identidad Socia), se
compone de tres elementos: categorización, comparación e identificación
Categorización; El ser humano tiende a clasificar el mundo en categorías para poder
comprenderlo y asimilarlo mejor. Categorizamos a las demás personas en grupos sociales
para diferenciarlas y etiquetarlas según su raza, nacionalidad, sexo, religión, cultura,
profesión, etc.; y al hacerlo tomamos conciencia nosotros mismos de las categorías a las
que pertenecemos y de las conductas que hemos integrado de ellas.
En la categorización del Yo aparecen, al menos, tres niveles:
1. El más elevado es la categorización del Yo como “ser humano” frente a las demás
especies (categorización interespecies);
2. El intermedio son las categorizaciones intergrupales que determinan las similitudes y
diferencias sociales entre las personas y define a un individuo como vinculado a un
grupo y no a otros;
3. El subordinado se refiere a las categorizaciones personales del Yo, formadas
mediante comparaciones  interpersonales entre uno mismo y otros integrantes del
propio grupo.
Cuando un nivel está operativo, los otros dos permanecen desactivados.
Comparación: Al igual que nos comparamos individualmente con los demás para
comprobar semejanzas y diferencias, nuestra autoestima positiva se satisface, según
la TIS, al ensalzar las diferencias entre nuestro grupo y otros exogrupos en las dimensiones
más positivas que favorecen a nuestro grupo social. Nos sentimos comprendidos y
respetados por el endogrupo cohesionado y especial.
Se establece una diferenciación intergrupal mediante el principio de acentuación:
aumentar las diferencias entre grupos en las facetas en las que el endogrupo destaca
positivamente. Así se genera una percepción de superioridad en la que los componentes del
endogrupo adquieren una “distintividad” positiva en comparación con los exogrupos,
generando así una identidad social positiva.
Identificación : Las personas tendemos a relacionarnos con ciertos grupos sociales
con los que nos sentimos identificados y así poder reafirmar nuestra autoestima. Nos
identificamos con los logros positivos de nuestro grupo y eso se refleja en nuestro estado
de ánimo positivo. Esta identificación social procede de la categorización y de la
comparación, e influirá en nuestro comportamiento. La despersonalización no significa la
pérdida de nuestra identidad personal, sino el cambio de nivel desde la identidad personal a
la social. Es el proceso de redefinición cognitiva de nuestro autoconcepto (nuestro ‘Yo’)
por el que la conducta individual se transforma en conducta colectiva (regulada por las
normas grupales) cuando compartimos objetivos comunes.
Por el contrario, cuando percibimos diferencias con otras personas se produciría el
proceso de personalización: nos definimos como personas únicas y nos comportamos según
nuestras creencias y características personales.
CONCLUSIONES

Tener en cuenta la dimensión sociocultural para el desarrollo territorial, implica el


uso sistémico y holístico de herramientas aportadas por diversas disciplinas de las Ciencias
Sociales en la transformación de circunstancias existentes en nuevas realidades deseadas
que impliquen de forma participativa al ser humano. Todo ello, partiendo desde las
satisfacciones de sus necesidades y expectativas hasta la toma de decisiones de los sujetos
implicados, sobre su propio contexto.
En los tiempos actuales, en los que los efectos negativos de la globalización
impactan con gran fuerza en países subdesarrollados, reconocer la importancia de la
dimensión sociocultural del desarrollo territorial en diferentes estrategias, políticas,
programas y proyectos, puede conducir a un aprovechamiento eficaz y eficiente de los
recursos de los territorios, convirtiéndolos en fortalezas que han de ser potenciadas para
gestionar el desarrollo desde los espacios más locales en función de generar cambios
cuantitativa y cualitativamente superiores en diferentes esferas de la sociedad, con un
impacto indirecto en el contexto nacional.

BIBLIOGRÁFICAS

Álvarez, C. (1995). Metodología de la Investigación Científica. La Habana: Editorial


Pueblo y Educación.
Araujo, R. (2016). Desarrollo local y trabajo comunitario: la experiencia del CEDEM-UH
en el marco de (PADIT). Novedades en población, (24), 84-93. Disponible
en: http://www.novpob.uh.cu.
Campos, A. L. (2009). Una aproximación al concepto de “lo social” desde el trabajo
social. Tendencias & Retos, (13).
Carabañas, J. (1993). De la no conveniencia de no confundir sociedad y cultura.
En Problemas de teoría social contemporánea. Madrid: CIS.
Giddens, A. (2002). Modernidade e identidade. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor.
Giménez, G. (1997). 
Valcárcel, M. (2006). Génesis y evolución del concepto y enfoques del desarrollo. Lima:
Departamento de Ciencias Sociales Pontificia Universidad del Perú.
Yañez, L. (2012). El desarrollo desde lo sociocultural. En Rojas, B. & Rodríguez, L.A.
(Comp.), Lo Sociocultural un trabajo pendiente (pp. 81-104). La Habana: Editorial
Ciencias Sociales .

También podría gustarte