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Lo primero que Honorio hace es distinguir entre método y técnica, ya que en ocasiones
suelen confundirse. Se habla además de que en principio se tomaban como métodos para
el estudio antropológico el método comparativo y el trabajo de campo; sin embargo, con el
paso del tiempo el método comparativo ha ido sucumbiendo ante los nuevos paradigmas
de la investigación, para dejar de considerarse como un método, sino más bien como parte
de un proceso dentro del método de investigación. En este sentido conviene iniciar
describiendo lo que Pelto, citado por Velásco (1997) define como metodología, lo cual es:
Es decir, que la metodología no es en sí una sola actividad, sino que implica una serie de
pasos bien planeados y definidos con un propósito y fin establecidos; para la cual hay que
seleccionar diversos instrumentos tanto para la recolección de datos como también para su
análisis, clasificación y sistematización.
Luego entonces tenemos que la etnografía es más que una descripción de una comunidad
estudiada, sino que implica la definición de todos los procesos que definen el trabajo de
investigación. Hacer una etnografía implica desde planear el objeto de estudio, definir un
problema, enmarcar el problema dentro del conjunto de teorías que darán direccionalidad
al proceso de investigación, seleccionar los instrumentos y técnicas a emplearse para la
recogida de datos, análisis y organización de la información, productos a obtener y medios
para darlos a conocer. Se trata entonces de tener claro el qué se va a investigar, dónde,
cómo y para qué.
Gran parte del proceso investigativo va a desarrollarse a través del trabajo de campo, pero
no por eso debe considerarse como sinónimo de etnografía. Honorio Velásco (1997)
considera que éste constituye la fase más importante de la investigación etnográfica y la
define como “el periodo y el modo de la investigación dedicado a la recopilación y registro
de datos” (páag. 2). No obstante cabe aclarar que su aplicación dependerá en gran medida
de cada investigador, ya que es un método flexible y que se adapta a las necesidades y
objetivos de quien lo utiliza, ante lo cual por cierto hay que poner especial atención con el
objetivo de dotar a la investigación de la mayor objetividad posible.
Desde 1922, cuando Max Weber publicó Economía y Sociedad y concibió su método de
sociología comprensiva, ya nos advertía de la complicación que existe en torno a la
subjetividad de la investigación social, dado que por más que el investigador trate de
establecer parámetros objetivos en su trabajo, siempre la definición de sus objetivos,
métodos y enfoques van a depender de su propia formación e intereses; es decir que la
objetividad del método social es prácticamente un mito. Esto es la razón por la cual el
trabajo de campo podrá presentar variantes de acuerdo a los estudiosos que lo empleen
para determinados fines. Ante lo planteado arriba Velásco introduce el concepto de
situación metodológica, que no va a ser otra cosa más que una secuencia de acciones,
comportamientos y acontecimientos que pueden ordenarse en torno al objetivo de
investigación.
Otra precisión que hace el autor en este tema es respecto a la observación participante: No
todo trabajo de campo va a incluir a la observación participante; pero al contrario toda
observación participante requiere a fuerzas el trabajo de campo. No puede existir
observación participante sin trabajo de campo.
Esta concepción del método etnográfico nos da un panorama más cercano a cómo realizar
una etnografía; y más adelante encontramos cómo se mueve el sujeto-investigador dentro
de la comunidad. Es importante mencionar aquí el diario de campo que Malinoski introdujo
como un instrumento del etnógrafo.
El objetivo del trabajo etnográfico es descubrir y describir lo más objetivamente posible las
formas de relación de una comunidad, sus saberes, costumbres, tradiciones, ritos, filosofía,
cosmovisión; en fin, es adentrarse en la idiosincrasia del grupo observado. El reto de esto
es que el investigador sea capaz de desprenderse de su propia identidad para reducir al
mínimo sus prejuicios y así poder lograr su cometido. Para esto, Edgerton y Lagnes, citados
por Velasco (1997) enuncian los siguientes principios para la originalidad metodológica:
1).- Que los mejores instrumentos para conocer y comprender una cultura, como
realización humana, son la mente y la emoción de otro ser humano.
2).- que una cultura debe ser vista a través de quien la vive, además de a través del
observador científico, y
3).- que una cultura debe ser tomada como un todo (holismo), de forma que las
conductas culturales no pueden ser aisladas del contexto en el que ocurren.
Estos tres principios son en parte consecuencia del estilo personal de Malinoski al
involucrarse en la vida indígena, pero lo son aún más de los planteamientos teóricos
que asumió. (Pág. 5)
En resumen, cada investigador podrá definir los parámetros e instrumentos que su trabajo
deberá tener, haciendo con esto que la investigación antropológica tenga tantas variantes
y diversos instrumentos que le sirven para sus fines; como por ejemplo el modelo de
situación teatral de Griaule, el modelo del magistrado, el de compra-venta o el de la
intervención, cada uno con sus particulares características, que no tiene caso conceptualizar
aquí.
Se dice pues, que el trabajo etnográfico tiene procesos de elaboración de datos como
describir, traducir, explicar e interpretar. La descripción es como hacer una fotografía con
palabras acerca de la comunidad estudiada; traducir implica no solo la conversión de unas
palabras en otras, sino contextualizar la situación analizada en los términos de la sociedad
que realiza su traducción; explicar es relacionar o emparentar la situación observada con el
marco contextual del que estudia dicha observación y por último, interpretar es poner en
términos de quien investiga los hechos observados.
En resumen, el trabajo etnográfico es mucho más que una descripción, sus objetivos y
principios deberán ser establecidos desde su planeación y esto dependerá de los objetivos
e intereses del investigador etnográfico, se vale de distintos métodos y técnicas para su
ejecución y va a exigir del estudioso, que se despoje de sus prejuicios, de su identidad para
poder adentrarse en la comunidad observada como un niño que empieza a ser formado,
esto es independiente de si su trabajo implicará una observación participante o no. El
instrumento por excelencia va a ser el diario de campo, pero éste, al igual que el trabajo de
campo puede adoptar diversas formas, en las que se pueden incluir diversos tipos de
registros como fotografías, esquemas, videos, audiograbaciones, tablas, etc. Lo más difícil
es para mí, lograr la mayor objetividad posible en el trabajo etnográfico.