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CHILE Y SUS MAYORES: ANÁLISIS DE LA ENCUESTA NACIONAL

CALIDAD DE VIDA EN LA VEJEZ (2007, 2010 Y 2013)

Macarena Rojas Gutiérrez*, Francisca Campos Torrealba**, Diana León


Aguilera***, María Teresa Abusleme Lama****, María Paz Causa Vera*****

Chile and Elderly People: an Analysis of the National Inquiry on the Quality of
Life in the Old Age (2007, 2010 and 2013)

Abstract. In the last 30 years, Chile has experienced an accelerated process


of population aging. Currently 15.6% of Chileans are elderly and
projections estimate that in 2025 they will be 20% of the population.
Quality of life in old age is a major concern in Chilean society. Therefore,
the State, public and private institutions, academia and the elderly
themselves have begun work on programs and initiatives that improve
current conditions. This article aims to present an overview of the quality of
life of older people in Chile, from its National Survey on the Quality of Life
in Old Age, sheding light on future challenges for the country.

Keywords: Ageing; Quality of Life; Welfare; Predictor; Education.

1. Caracterización sociodemográfica de América Latina y El Caribe

En la actualidad América Latina y el Caribe se encuentran en un proceso de


envejecimiento similar al ocurrido en los países desarrollados a mediados del siglo
XX. De acuerdo a las cifras del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía
(CELADE), en América Latina en uno de cada cuatro hogares vive una persona de
60 años o más (CELADE 2011); situación que aumenta para Chile, en donde en
uno de cada 3 hogares vive una persona mayor (Ministerio de Desarrollo Social
2011), mostrando que el proceso ha sido acelerado y avanzado en el país, tal como
lo categoriza las Naciones Unidas (Huenchuan et al. 2007).
El proceso de envejecimiento se hace más evidente al observar la constitución
de los hogares, en los cuales más del 50% de las personas de edad ejerce la jefatura

*
Directora del Programa Adulto Mayor Pontificia Universidad Católica de Chile.
e-mail: mrojasu@uc.cl
**
Coordinadora de Proyectos del Programa Adulto Mayor UC.
e-mail: frcampos@uc.cl
***
Coordinadora Académica del Programa Adulto Mayor UC.
e-mail: dleona@uc.cl
****
Socióloga y Licenciada en Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
e-mail: teresaabusleme@gmail.com
*****
Socióloga de la Universidad La República.
e-mail: mpcausa@gmail.com

Sociologia e Politiche Sociali, vol. 17, 3/2014, pp. 61-87.

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del hogar en que vive, en Chile, esta cifra asciende al 60,6% (Ibid.). Sin embargo,
es posible generar una radiografía general para América Latina y El Caribe a través
del análisis de las cifras poblacionales totales. El incremento de las personas
mayores y el acelerado envejecimiento demográfico de la región constituye un
aspecto fundamental para definir e implementar políticas y estrategias de
desarrollo.
En el año 2000 la población de personas de 60 años y más de la región ascendía
a 41 millones, en el año 2010 alcanzó los 56 millones y se estima que para el 2025
esta cifra aumente a 97 millones, en tanto para el año 2050 este grupo etario podría
superar los 182 millones (CELADE 2013).
Este crecimiento en la población de personas de 60 años y más se debe,
principalmente, a la baja en la mortalidad y en la fecundidad en los países de la
región, lo que ha modificado la estructura poblacional de cada nación. Según
estimaciones de CELADE es la disminución de la fecundidad en las décadas del 60
y 70 lo que ha reestructurado la demografía regional. Para el 2025 y 2050,
repercutirá en una disminución de la población económicamente activa, llegando a
ser este grupo menor que los dependientes.
El contexto regional, en el que subyace la individualidad con que envejece cada
país, permite una reagrupación de éstos de acuerdo a la fase del proceso de
envejecimiento demográfico en la que se encuentran. Se distinguen cuatro grupos:
el primero se caracteriza por mantener niveles altos de fecundidad, (3,3 hijos por
mujer, y un índice de envejecimiento menor al 17%. En este grupo se encuentran
Belice, Bolivia, Guatemala, Guayana Francesa, Haití, Honduras, Nicaragua y
Paraguay; el segundo grupo presenta tasas de fecundidad menores, entre 3 y 2,3
hijos por mujer, y un índice de envejecimiento que fluctúa entre el 20% y el 32%.
Este grupo es integrado por Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador,
Guyana, Jamaica, México, Perú, República Dominicana, Suriname y Venezuela; el
tercer grupo que presenta un envejecimiento moderado con tasas de fecundidad
que van entre 2,5 y 1,7 hijos por mujer y un índice de envejecimiento que varía
entre el 51% y el 33%. El grupo está compuesto por Antillas Holandesas,
Argentina, Chile, Guadalupe y Trinidad y Tobago; y finalmente, el cuarto grupo
está formado por los países más envejecidos donde el índice de envejecimiento
supera el 65%. En esta situación se encuentran Cuba, Barbados, Puerto Rico y
Uruguay (Ibid.).
Otra de las características que presenta el proceso de envejecimiento en
América Latina y el Caribe corresponde a la feminización de éste, es decir, existe
un mayor número de mujeres que de hombres que poseen 60 años y más, situación
que también se observa a nivel país. Este fenómeno responde principalmente a la
mayor expectativa de vida de las mujeres que hoy bordea los 80 años. El rol de la
mujer mayor en la región es relevante, en países como República Dominicana,
Nicaragua, Chile, Venezuela, Argentina, Brasil, Honduras y Bolivia, donde más de
un 40% de las jefaturas de hogar son ejercidas por ellas. En Chile específicamente
esta cifra alcanza el 44% las mujeres mayores, situación a la cual se le podría
agregar el rol que ejercen en el cuidado de los nietos, lo que permite que otras
personas del núcleo familiar puedan acceder a un trabajo remunerado.

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De acuerdo a los censos demográficos realizados en los años 2000 en Uruguay,
Argentina y Chile; se observa que presentan la mayor proporción de personas
mayores en la región con un 17,7%, 13,4% y 11,4% respectivamente. Asimismo,
son los países que poseen el más alto índice de envejecimiento femenino en
América Latina (Ibid.).
Los cambios demográficos que enfrenta la región han impactado en la economía de
los países, tanto en el crecimiento como decrecimiento de la población
económicamente activa; como también en la implementación de políticas que
permitan asegurar la calidad de vida de la población en general y específicamente
de las personas de 60 años y más en esferas tan diversas como la salud, el trabajo,
la cultura, la educación, el transporte, las pensiones, la vivienda, entre otros.
En este sentido, en los años noventa la población económicamente activa de
América Latina creció en 6 millones de personas por año, de los cuales cerca del
55% era menor de 40 años. En los 2000, se espera crecer en 5,5 millones de
personas al año, de las cuales el 58% será mayor de 40 años y el tramo etario que
más aumentará será el de las personas de 65 años y más (Ibid.).
Así, el escenario regional descrito, plantea una serie de desafíos que deben
enfrentarse tanto desde el Estado por medio de sus políticas públicas, como desde
la sociedad en su conjunto. Por ello, resulta fundamental considerar a la población
de personas mayores como un grupo heterogéneo, sujetos de derecho, autónomos,
quienes cada día cobran mayor fuerza, empoderándose y presentando sus
demandas en distintos ámbitos, tales como en salud, educación, cultura, vivienda,
integración, entre otros. Asimismo se constituyen como un grupo que participa en
forma activa y consciente de los desafíos que deben enfrentar para vivir el propio
proceso de envejecimiento con dignidad y calidad.

2. Caracterización sociodemográfica de Chile

En los últimos 30 años la población chilena ha envejecido en forma acelerada.


En 1970 las personas de 60 años y más representaban el 8% de la población
nacional. Según el Censo realizado en el año 2002, ascendían al 11,4% y
actualmente alcanzan el 15,6% del total nacional1. Las estimaciones estadísticas
sostienen que las personas mayores continuarán creciendo a una tasa anual de un
3,7%, llegando en el 2025 a totalizar el 20% de la población nacional.
El envejecimiento es un proceso que cruza el ciclo vital en su totalidad y que
afecta a toda la población, constituye un fenómeno multidimensional que conlleva
retos y desafíos tanto para las personas que se encuentran en la etapa de la vejez,
como para la sociedad en su conjunto.
La discusión sobre cómo afrontar este fenómeno a nivel de políticas públicas
debe considerar las distintas dimensiones que afectan la calidad de vida de este
grupo etario. En este contexto, los derechos, la protección social y el bienestar

1
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Caracterización Socioeconómica (CASEN 2011).

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subjetivo de esta población, son conceptos claves que deben ser tomados en cuenta
al momento de diseñar e implementar las políticas públicas.
En Chile en los últimos años, junto con el envejecimiento de la población, se ha
producido un fenómeno conocido como envejecimiento de la vejez, caracterizado
por el aumento de personas de 80 años y más.
De acuerdo a la Encuesta CASEN 2011, el tramo etario de 80 y más años
aumentó de 167 mil personas en 1990 a 453 mil en 2011 (Ver gráfico 1). Este
incremento se debe principalmente a la disminución de la mortalidad gracias a los
avances registrados en materia de salud, que han permitido aumentar la expectativa
de vida y controlar las enfermedades asociadas a las personas de edad. En la
actualidad, las mujeres chilenas tienen una expectativa de vida de 82 años y de 77
años para los hombres. Este fenómeno implica la feminización de la vejez, puesto
que a mayor edad, mayor población femenina.
Si bien la gran mayoría de este grupo etario es autovalente, existe un porcentaje
cercano al 20% que necesitan cuidados cotidianos, ya sea porque presentan
problemas de salud física o síquica, se encuentran en situación de vulnerabilidad,
carecen de redes familiares y sociales o están solos.
En este sentido, generar conocimiento en torno a la calidad de vida y
potenciarla, favorece el derecho a la autonomía y a vivir los duelos, las pérdidas,
las penas, las alegrías y los logros durante la etapa de la vejez, es decir, se potencia
el derecho de las personas mayores a tomar sus propias decisiones y a vivir su vida
de acuerdo a sus gustos y preferencias. Esto es especialmente relevante cuando se
constata en los profesionales y la familia su afán de protección, asistencialismo e
infantilización.
De este modo, para potenciar la autonomía, entendida como la capacidad de las
personas de tomar sus propias decisiones, y la calidad de vida, debe existir un
círculo virtuoso donde confluyan tres actores: la familia, el Estado y la sociedad
civil. Cada uno de ellos aportando desde su rol y experiencia. El aporte de la
familia se sustenta en el apoyo y la solidaridad intergeneracional. El Estado está
obligado a proveer un mínimo de condiciones de vida digna, basado en los
derechos ciudadanos y la construcción de una sociedad más inclusiva,
redistribuyendo los recursos y garantizando la construcción de políticas públicas
que respondan a las circunstancias específicas en torno al cuidado de las personas
mayores. Finalmente la sociedad civil, ya sea desde las empresas, esbozando
acciones de responsabilidad social empresarial, y las organizaciones sin fines de
lucro, quienes se han convertido en los principales aliados y articuladores de las
políticas públicas, operan bajo convenios interinstitucionales, entregan sus
servicios y experiencias de trabajo hacia la población más vulnerable y proveen
servicios de calidad en territorios específicos.

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Fig. 1 – Evolución de la población adulta mayor por tramos de edad 1990-2011 (miles de
personas)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos CASEN (2011).

Para llevar a cabo estas acciones, se hace necesario generar conocimientos en


torno al perfil de las personas mayores y sensibilizar a la población en relación a
los procesos de su propio envejecimiento y vejez a lo largo del ciclo vital, cuestión
que en Chile, se ha logrado por medio de la realización de variados estudios, en
especial, la Encuesta de Calidad de Vida en la Vejez que realiza la Pontificia
Universidad Católica de Chile.

3. Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez

La Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez es una medición que nace


el año 2007 bajo el alero del Programa Adulto Mayor de la Pontificia Universidad
Católica de Chile. El Programa Adulto Mayor de la Universidad Católica (PAM)
nace en 1989 con la finalidad de contribuir con el país para enfrentar los cambios
económicos, sociales y culturales asociados al proceso de envejecimiento de la
población, teniendo como misión fundamental el «promover la creación y la
transmisión del conocimiento en torno a los temas de vejez y envejecimiento para
contribuir a la mejora de la calidad de vida e integración social de las persona
mayores, estimulando su contribución permanente al desarrollo del país».
Por tanto, el PAM, busca constantemente transformarse también en una
plataforma donde las diversas unidades académicas y áreas de la universidad se
unen para desarrollar un trabajo interdisciplinario. El programa tiene como
principales objetivos:

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 Ofrecer un espacio de formación permanente a las personas mayores
en diversas áreas de su interés y que estén vinculadas con el quehacer
de la universidad, promoviendo un envejecimiento activo, apoyando
su formación, desarrollo e integración a la sociedad.
 Especializar a profesionales de nivel universitario en gerontología y
otras materias afines con un enfoque interdisciplinario.
 Promover el desarrollo de la investigación en temas de envejecimiento
y la difusión en el ámbito académico y la sociedad en general de temas
relacionados al adulto mayor.
Respondiendo al tercer objetivo del PAM, la Encuesta Nacional de Calidad de
Vida en la Vejez es fruto de un esfuerzo conjunto entre el Programa, el Servicio
Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) y Caja de Compensación Los Andes2, es
decir, une el ámbito académico, público y privado, constituyendo el primer
instrumento de investigación que congrega a distintos actores y provee de
información relevante en torno a las personas mayores de Chile. La Encuesta tiene
representatividad nacional, lo que permite comparación de resultados y cuenta con
la asesoría de un equipo de profesores expertos y el responsable técnico es el
Instituto de Sociología de la universidad.
El objetivo principal de la Encuesta es indagar y mostrar tanto las condiciones
de vida de las personas mayores en Chile, así como su bienestar subjetivo, de tal
forma de generar información relevante para la toma de decisiones y el diseño de
planes, programas y acciones para este grupo etario.
En todas sus versiones (2007, 2010 y 2013), el estudio describe la calidad de
vida de las personas mayores de 60 años y más que viven en el Chile, a partir del
análisis de cinco áreas: bienestar general; situación económica y laboral;
condiciones de salud; participación y actividades sociales y, finalmente, relaciones
sociales y familiares.
Por otra parte, la Encuesta permitió crear un Índice de Calidad de Vida en la
Vejez. La importancia de este índice radica en que permite conocer las condiciones
y las características de vida a nivel global de las personas de 60 años a partir de los
resultados obtenidos en las tres mediciones en 4 dimensiones: condiciones físicas
(salud), condiciones materiales, relaciones afectivas y bienestar subjetivo,
homologando las unidades de medida de las variables en una escala de 0 a 1, donde
0 es menor calidad de vida y 1 es mayor calidad de vida. El índice de 2007 fue de
0,63; en 2010 de 0,67; y en 2013 de 0,68, manteniendo la tendencia de alza
observada entre 2007 y 2010, aunque más levemente entre 2010 y 2013.
La Encuesta 2013 incorpora, por primera vez, el seguimiento longitudinal a 400
casos estudiados, permitiendo establecer comparaciones con los resultados
obtenidos en la medición de 2010 y establecer por medio de los indicadores, si la
calidad de vida de este grupo etario ha evolucionado favorablemente en los últimos
años o si, por el contrario, ha experimentado un deterioro.
Para efectos de este estudio, se entiende Calidad de Vida como un concepto
multidimensional y global, que comprende componentes tanto objetivos como

2
Corporación privada de seguridad social sin fines de lucro.

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subjetivos. Así se puede considerar que una persona tiene una buena calidad de
vida, en la medida que posea buenas condiciones objetivas de vida y un elevado
grado de bienestar subjetivo (Palomba 2012), abarcando dos componentes distintos
aunque interrelacionados: i) las condiciones de vida, definida en términos de
condiciones de salud y suficiencia de ingreso y ii) el nivel de bienestar o la
percepción de estar satisfecho con la vida (Barros 1991).
Las condiciones de vida se refieren a lo adecuado de las circunstancias
materiales y a las percepciones sobre estas circunstancias. El bienestar psicosocial
como una respuesta afectiva, es decir, como la respuesta emocional al adaptarse al
entorno.

4. Metodología de la Encuesta

Metodológicamente, la Encuesta se construyó a partir de una muestra aleatoria


probabilística en todas sus etapas. El diseño muestral fue multietápico, es decir,
primero se seleccionaron las comunas, luego las manzanas, posteriormente las
viviendas y, finalmente, las personas de 60 años o más que participarían de la
encuesta.
Respecto del universo que contempló la muestra, en el año 2007 se consideró a
la población de 60 o más años residentes en viviendas particulares de ciudades de
más de 30 mil habitantes en Chile. Representando al 75% de la población mayor
del país. El tamaño muestral fue de 1.613 casos.
En los años siguientes (2010 y 2013) se incrementó la representatividad de la
Encuesta a la población nacional. Si bien se mantuvo la muestra de 1.600 casos
equivalente a la realizada en 2007, se incorporaron 400 casos de un sector urbano
de menos de 30.000 habitantes. De esta manera, la muestra total en 2010 fue de
2.002 casos y en 2013, de 2.682 casos, lo que permite representar a cerca del 86%
de la población total de personas mayores del país.
El error muestral de la Encuesta, considerando el muestreo aleatorio simple con
varianza máxima, se ha disminuido sistemáticamente. Para el año 2007 fue de un
2,4%; en 2010 de 2,2% y en 2013 de 1,9%.

5. Principales resultados de la Encuesta

Los resultados que se presentan a continuación, dan cuenta de las cinco áreas
principales sobre las cuales se realizaron las mediciones de 2007, 2010 y 2013
(bienestar general; situación económica y laboral; condiciones de salud;
participación y actividades sociales; y relaciones sociales y familiares).

5.1. Bienestar general en la vejez

Para evaluar el bienestar general en la vejez se realizaron preguntas sobre la


satisfacción general con la vida y los diversos ámbitos específicos de ésta.

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Asimismo, se incluyeron indicadores tendientes a evaluar síntomas depresivos y la
percepción de aislamiento social, a lo que se suman preguntas que ahondan en las
principales preocupaciones manifestadas por parte de la población mayor.
Entendiendo bienestar como la percepción o apreciación subjetiva de sentirse
bien o satisfecho. El bienestar es una evaluación ponderada que hace el individuo
del nivel de sus competencias personales y de la calidad de vida percibida de forma
global. Para su evaluación se utilizan dos dimensiones: satisfacción general con la
vida y bienestar emocional. La satisfacción con la vida es un juicio cognitivo que
depende de la comparación de las propias circunstancias con lo que uno espera que
pueda lograr. El bienestar emocional incluye un balance entre afectos positivos y
negativos. En este sentido, la calidad de vida de las personas mayores depende de
tres factores: 1) Las características del contexto societal o de las condiciones que
ofrece la sociedad en que viven. 2) Las condiciones personales de vida. Estas
comprenden las competencias de funcionamiento físicas y mentales, así como las
percepciones acerca de sus condiciones, las relaciones sociales y familiares y la
disponibilidad de apoyo social. 3) La forma en que las personas significan y
responden a las condiciones antes nombradas. Todo lo anterior, se relaciona
también con la percepción de autoeficacia, es decir, la creencia que tiene la persona
mayor en su propia capacidad para controlar las cambiantes demandas medio-
ambientales mediante acciones adaptativas y de manejar los estresores vitales.
A modo general, se observa un alza sostenida de la percepción de bienestar
entre el 2007 y el 2013, pasando de un 56% de personas mayores que señalaron
sentirse muy satisfechos/as o satisfechos/as con su vida a un 63%.
Las necesidades mayormente satisfechas en las personas mayores están
referidas a los aspectos materiales básicos, como la alimentación y la vivienda, así
como también a aspectos emocionales como el afecto y el cariño. La necesidad
menos satisfecha por este grupo etario dice relación con el ámbito económico
(referido a monto de ingresos). Congruentemente con las tendencias de años
anteriores, las principales preocupaciones de las personas mayores son que fallezca
un familiar querido, tener que depender de otras personas y que se vaya a enfermar
gravemente él/ella o un familiar cercano. Se destaca que esto se repite en otros
instrumentos, cobrando gran importancia la mantención de la salud y la prevención
de las enfermedades.
En cuanto a los síntomas depresivos, entre 2010 y 2013 bajó desde un 60% a un
53% el porcentaje de personas mayores que prefieren quedarse en casa en vez de
salir y hacer cosas nuevas. Lo anterior podría significar un aumento en la
participación de los mayores en diferentes actividades significativas.
Finalmente, con respecto a la sensación de aislamiento social, uno de cada
cuatro personas mayores encuestadas sostiene que se siente “excluido/a o dejado/a
de lado por los demás” y “aislado/a de los demás”, a la vez, que un 40% siente
“que le falta compañía”. Esta percepción de aislamiento es mayor entre las
personas con menor nivel educativo. Sin embargo, contrario a lo que se podría
pensar, no se aprecian diferencias entre hombres y mujeres ni tampoco por edad.
La educación constituye un factor protector en la vejez y se presenta
transversalmente en la Encuesta como un elemento clave en la mejor calidad de

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vida de las personas mayores, siendo un elemento relevante en todas las
dimensiones evaluadas. Con respecto al bienestar, los datos indican que a mayor
nivel de educación, se presenta un mayor nivel de satisfacción con la vida,
existiendo 20 puntos porcentuales de diferencia entre las personas de educación
superior y educación básica o menos. En este sentido, las personas mayores con
niveles más altos de educación presentan menores cifras de preocupación y
mayores niveles de satisfacción. Así también, el grupo entre 60 y 74 años y los
sujetos que poseen un mayor nivel educativo, son quienes mantienen una actitud
proclive a salir de casa.
A modo de hipótesis, se plantea que son precisamente estas personas mayores
quienes tienen sus necesidades básicas más resueltas, por tanto, pueden acceder a
otros mecanismos de ocio, trabajo, entretención y cuidado, entre otros.
Finalmente, es importante volver a destacar que son las dificultades económicas y
de salud, los principales problemas que han enfrentado las personas mayores. De
hecho, menos del 10% de los ellos se ha enfrentado a algún problema familiar de
importancia.
Por tanto, la evaluación realizada por los participantes de su propia situación de
vida es justificada tanto por razones ligadas a las condiciones de vida con las que
se cuentan, como por la satisfacción vital, producto fundamentalmente del
cumplimiento de ciertas y expectativas relevantes para ellos, como también del tipo
de relaciones interpersonales que se disponen.

5.2. Situación económica y laboral

La situación económica y laboral es un ámbito de gran relevancia para las


personas mayores, producto que permite la satisfacción de necesidades, dándoles
un sentido de seguridad e identidad.
Entre 1990 y el 2011, de acuerdo a la encuesta CASEN, el trabajo no asalariado
disminuye entre las personas de 60 años y más y aumenta el trabajo asalariado en
alrededor de 10 puntos porcentuales. Esto supone dos lecturas, por una parte
significa una mejoría en las condiciones laborales de las personas mayores, dado
que la condición de asalariado supone una mayor seguridad, beneficios
previsionales y de salud asociados al empleo formal y una mayor oportunidad de
continuar inserto en el mercado laboral. Sin embargo, también podría significar
que muchas personas mayores prefieren extender su vida laboral activa para
mejorar sus ingresos debido a la insuficiencia de las pensiones3

3
Cabe mencionar que en Chile existe un sistema de pensiones privado, basado en la
capitalización individual, por tanto el monto a recibir por cada persona mayor dependerá del
tipo de empleo, la precariedad laboral y el monto de ingresos que se tuvo durante su vida
como trabajador activo. Según diferentes estimaciones, en la actualidad los pensionados en
Chile por el sistema de AFP (Aseguradoras de Fondos de Pensiones) reciben en promedio
1/3 del ingreso que recibían antes de jubilar, siendo la jubilación promedio equivalente a
350 USD aproximadamente. Quienes no tuvieron ingresos o trabajaron informalmente
acceden a una pensión básica solidaria entregada por el Estado, que equivale a 135 USD
aprox.

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En este contexto, la Encuesta 2013 muestra que cerca de un 28% de los
encuestados, de preferencia hombres, de 60-74 años y con mayor nivel educativo,
ha realizado algún trabajo remunerado durante el último mes, aunque sea por unas
horas. En promedio, estas personas señalaron trabajar 4,7 días de la semana y cerca
de 30 horas por semana.
Entre las personas que señalaron no trabajar, la principal razón aducida para ello es
la existencia de “problemas de salud”. Entre las que sí trabajan, la principal razón
dada es por “necesidad económica”. Pese a ello, cerca de un 75% de estos últimos
señala que “le agrada mucho lo que hace en su trabajo actual” y un 66% manifestó
que “continuaría trabajando incluso si no tuviera necesidad económica de hacerlo”.
En este sentido, se podría plantear que el trabajo genera bienestar en las personas
mayores, dado que impacta positivamente producto que aumenta la sensación de
sentirse útil, mejora la autoestima y la percepción de salud. Cabe agregar que
muchas veces la motivación para trabajar es mantenerse vinculado a redes sociales.
A las personas mayores que continúan trabajando se les consultó además sobre
hasta qué edad esperan dejar de trabajar, siendo la opción “hasta que su salud se lo
permita” la más mencionada, alcanzando un 66% de las preferencias (versus un
54% del año 2010). Se reitera así, desde un punto de vista subjetivo y objetivo, que
la principal limitante para trabajar son los problemas de salud.
Es destacable que tres de cada cuatro personas mayores le agrada su trabajo actual,
a su vez disminuye el porcentaje de personas que quieren dejar de trabajar antes de
los 65 años.
En cuanto al sistema de previsión social, un 65% de los encuestados señala
cotizar o haber cotizado alguna vez en algún sistema de pensiones; un 83% señala
recibir alguna pensión o jubilación por vejez, a la vez, que un 21% señala trabajar
y recibir complementariamente alguna pensión o jubilación por vejez. De igual
modo, la edad media de jubilación declarada por los encuestados fue de 61,5 años.
En Chile la edad de jubilación legal para las mujeres es a los 60 años y para los
hombres los 65. Esto muestra una importante desigualdad de género, sobre todo
considerando que el sistema de pensiones en Chile es de capitalización individual.
Por su parte, al preguntar acerca de la percepción de suficiencia del ingreso
económico, el 75% de las personas mayores manifestó que el dinero que tiene le
alcanza para satisfacer sus necesidades, un 58% declara que le alcanza al justo y un
17% dice que holgadamente. Entre 2007 y 2010 disminuyó de un 36% a un 34% a
quien no le alcanza el dinero para satisfacer sus necesidades, no obstante aumentó
el nivel de endeudamiento de este grupo etario.
Las personas mayores que tienen mayor cantidad de deudas tienen entre 60 y
74 años y quienes solo llegaron a cursar hasta educación media.
El 20,8% de las personas mayores declara tener la necesidad de capacitarse para
mantenerse o volver al trabajo, pero solo el 8,3% declara haber recibido algún tipo
de formación en los últimos años.
Es importante sostener que en Chile existe una gran cantidad de prejuicios a
nivel del empresariado con respecto a trabajo de las personas mayores, lo que
impide aumentar la contratación de éstas. Existe la creencia de que este grupo

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etario presenta una baja adaptación a los cambios del mercado y lo asocian a la
presencia de problemas de salud.
En contraposición, los sectores del comercio y servicios son los más proclives a la
contratación de personas mayores, en este sentido, las empresas que trabajan con
este grupo etario favorecen la capacitación interna, colocando el foco en las
habilidades blandas.

5.3. Condiciones de salud

La salud se ha convertido en una de las crecientes preocupaciones asociadas a


la población mayor, en la medida que con el proceso de envejecimiento se
incrementan las probabilidad de padecer alguna enfermedad, especialmente de tipo
crónico-degenerativa, que puede terminar por afectar la capacidad funcional de
quien la padece, disminuyendo así su nivel de autonomía e independencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la define como un estado completo
de bienestar físico, mental y social, y no sólo como la ausencia de enfermedades o
padecimientos. Una buena salud en la vejez implica un esfuerzo personal, sin
embargo también depende de la existencia de un entorno adecuado que permita
alcanzar una vida saludable. De ahí la responsabilidad de los gobiernos, la sociedad
civil y las familias de crear y permitir dicho entorno y bienestar.
La Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento llevada a cabo en
Madrid el año 2002, sostiene y declara públicamente que «para mantener y
mejorar la salud hace falta algo más que medidas encaminadas específicamente a
influir en la salud de los individuos. Los factores ambientales, económicos y
sociales, como el entorno físico, la geografía, la educación, la ocupación, los
ingresos, la condición social, el apoyo social, la cultura y el género, influyen
notablemente en la salud» (Nacion Unidas 2002).
Si bien en Chile, a partir de los 65 años, la salud es un derecho inalienable, gratuito
y con cobertura a nivel nacional, existen patologías que no cuentan con los
tratamientos y el seguimiento adecuado. Un ejemplo son las demencias.
En términos generales, la Encuesta 2013 no muestra cambios significativos en
cuanto a la autopercepción de salud en las personas mayores, que corresponde a
regular o mala. A la vez que se mantiene la tendencia a que las mujeres, de 75 años
y más y con menor nivel educativo declaran tener una peor percepción sobre su
salud.
En cuanto a las enfermedades, cerca de un 90% de los encuestados manifestó
poseer al menos una. Entre las enfermedades que más se evidencian se encuentra la
“presión alta o hipertensión”, el “colesterol alto” y la “diabetes”, las cuales además
presentan un aumento sostenido en su prevalencia conforme a lo manifestado por
las personas mayores encuestadas desde el año 2007 al 2013.
Con respecto a los síntomas asociados a problemas de salud, consistentemente las
tres versiones de la encuesta, expresan que la mayor proporción corresponde a
molestias, tales como: “dolores de espalda, rodillas, caderas u otras articulaciones”,
“dolor de cabeza”, seguido de “problemas para dormir” y “problemas de
memoria”.

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Cabe destacar el aumento en la ingesta de medicamentos, que pasó de 2,9% en
promedio del año 2007 a 3,6% para el 2013. La mayor ingesta de medicamentos se
da entre mujeres, personas de más edad y con menor educación. Los hombres, las
personas menores de 75 años y quienes tienen un nivel educacional más alto son
quienes ingieren una menor cantidad de medicamentos.
En términos de actividad física, un 27% de los mayores señala realizar ejercicio
físico intenso, es decir, varias veces a la semana y más de la mitad sostiene que
realiza actividad física por lo menos unas vez a la semana, cifras que son similares
a las reportadas en los años anteriores. Lo anterior resalta que una de cada dos
personas mayores no hace ejercicio físico, pese a su importancia para la
mantención de la salud física y psíquica.
En relación a las enfermedades asociadas al síndrome metabólico, presión
arterial, colesterol, obesidad, entre otras, éstas presentan un incremento sostenido
en las últimas tres mediciones (2007, 2010, 2013). Pese al aumento sostenido de la
obesidad en el país, se observa que en general las personas mayores presentan una
balanceada dieta alimentaria.
Coincidentemente con las cifras del Estudio Nacional de la Dependencia en las
personas mayores que realizó SENAMA el año 2009, aproximadamente el 89% de
la población de 60 y más años no presenta deterioro cognitivo (SENAMA 2010).
Es así como las personas mayores de 75 años y de menor nivel educacional tienen
mayor riesgo de presentar deterioro cognitivo.
La OMS sostiene que las demencias son síndromes que implican el deterioro de
la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades
de la vida cotidiana. A pesar de que afectan principalmente a personas mayores, las
demencias no constituyen una consecuencia normal del envejecimiento. A nivel
mundial existen 35,6 millones de personas que padecen esta enfermedad, y cada
año se registran 7,7 millones de nuevos casos, siendo una de las principales causas
de discapacidad y dependencia y teniendo consecuencias físicas, psicológicas,
sociales, económicas en las personas, sus cuidadores, la familia y la sociedad en su
conjunto4.
En Chile, de acuerdo a cifras de la Corporación Profesional de Alzheimer y
otras Demencias, COPRAD, el 1,06% de la población presenta algún tipo de
demencia. El Estudio Nacional de la Dependencia da cuenta que el 8,5% de las
personas de 60 años y más (9,1% en mujeres y 7,4% en hombres) presenta esta
patología, la cual a partir de los 75 años muestra un aumento exponencial,
alcanzando 10,1% en las personas entre 75-79 años y 32,6% en los mayores de 85
años.
Las cifras del Ministerio de Salud en Chile, muestran que se producen 3.432
defunciones anuales en referencia a esta patología, siendo la cuarta causa
específica de muerte en Chile y ocupando el lugar 18 de las enfermedades
causantes de pérdida de años de vida saludable.

4
Extraído de http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs362/es/, revisado el 15 de julio de
2014.

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Si bien en Chile el número de geriatras es escaso, existen alrededor de 70
profesionales acreditados y se debería disponer a lo menos de 300. En otras
palabras, existe un geriatra por cada 60.000 personas mayores, en circunstancias
que el estándar debiera ser al menos de uno por cada 5.000. Entre 2010 y 2013
aumentó el número de personas mayores que le gustaría utilizar servicios de
geriatría. No obstante, disminuye el porcentaje de personas mayores que ya los
utiliza.

5.4. Participación y actividades sociales

La concepción de un envejecimiento activo es lo que se promueve hoy en día


en la mayoría de las sociedades, siendo planteado explícitamente por las Naciones
Unidas como un proceso por el que se optimizan las oportunidades de bienestar
físico, social y mental con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la
productividad y la calidad de vida en la vejez.
Si bien, la construcción social de la vejez, sus símbolos, discursos sociales y
estereotipos, exaltan muchas veces las características negativas, asociadas a
discapacidad y problemas de salud, lo que redunda en diversos tipos de
discriminación, la vejez debe mirarse como un tiempo de crecimiento individual en
el que es posible establecer relaciones sociales renovadas, no sólo con los pares,
sino con personas de diferentes edades, a través de relaciones intergeneracionales.
Así, el aislamiento y la soledad son los principales enemigos de un
envejecimiento activo y satisfactorio. En este sentido es de vital importancia
mantener y desarrollar relaciones con otras personas, ya sean familiares, vecinos,
amigos, entre otros. La integración de las personas mayores, en la medida de sus
intereses y capacidades, permite mantener un compromiso activo con la vida,
relacionándose con otros y realizando actividades significativas. De este modo la
participación en organizaciones y otras instancias comunitarias y sociales,
constituye una oportunidad para mantenerse conectado a las redes formales e
informales, de informarse, de compartir experiencias, de desplegar iniciativas, de
aprovechar oportunidades y desarrollar el gran potencial de las personas mayores
en su beneficio y en el de la sociedad en su conjunto.
Es importante destacar que la gran mayoría de las personas mayores en la
primera etapa de la vejez se encuentran activas y en buenas condiciones de salud
para seguir siendo agentes activos en la sociedad. Por ello, en esta Encuesta se
evalúo el tipo de actividades sociales en las que participan los mayores, así como el
uso de las nuevas tecnologías, que les permite estar en contacto e interrelación con
el medio.
Entre las actividades que los encuestados mencionan realizar “varias veces por
semana”, la más frecuente es “ver la televisión” (92%), seguida de “escuchar la
radio” (78%); asimismo dos tercios señala “salir de casa”. Entre las actividades que
se esperaría sean realizadas “al menos una vez a la semana”, destacan: “reunirse
con amistades” (50%), “visita o recibe parientes” (46%) y “practica algún
pasatiempo” (44%).

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En relación a la participación, un 35% de los mayores encuestados señaló
participar en alguna organización, de preferencia en “grupos religiosos o Iglesia” y
“clubes de adulto mayor”, de ellos el 70% asiste semanalmente a estas instancias.
Con el avance de la edad disminuye la realización de actividades significativas
varias veces por semana, principalmente la práctica de pasatiempos y el reunirse
con amistades.
Como ya se ha observado en los análisis anteriores, las personas mayores con
menor nivel educacional realizan menos actividades significativas, especialmente
aquellas relacionadas a algún pasatiempos como leer diarios o libros.
En relación a las nuevas tecnologías e Internet, se observan amplias brechas
generacionales. Un 37% de los mayores indicó tener
“computador/pc/notebook/netbook o tablet” en su casa, a la vez que un 32% señaló
“tener Internet”. De igual forma, un 13% manifiesta poder “escribir o recibir un
correo electrónico, o buscar información o realizar un trámite por Internet por sí
mismo”, apreciándose importantes diferencias de acuerdo al nivel de educación, en
el sentido de que sólo un 3% de las personas mayores con educación básica o
menos podrían hacerlo versus un 52% de las personas con educación superior. La
gran mayoría necesita algún tipo de asistencia para realizar algunas tareas en la red.
Si bien la posesión de artículos tecnológicos aún es baja entre las personas
mayores, existe una gran brecha en la tenencia de tecnología según nivel
educacional. De las personas mayores que utilizan las nuevas tecnologías, la
mayoría son quienes tienen mayor nivel educacional y las personas menores de 75
años. Si bien el porcentaje de personas mayores que utiliza Internet es bajo,
quienes lo hacen es para realizar variadas tareas.
Lo anterior, se traduce en un obstáculo importante al momento de acceder a
nuevas oportunidades laborales, debido a las exigencias actuales respecto al
manejo de diversas herramientas tecnológicas como requisito relevante para el
desarrollo de diversos puestos de trabajo; situación que es percibida por las propias
personas mayores y también por los diferentes actores del mercado laboral.
El uso del celular corresponde a la tecnología más extendida entre los mayores,
alcanzando a cerca de un 70% de tenencia entre los entrevistados para uso
personal, no obstante, sólo un 3% corresponde a celulares Smartphone.
Desde la perspectiva del maltrato estructural, el 86% de las personas mayores
declara no haber sentido nunca un trato injusto por parte de otras personas en su
barrio. Por otra parte, un 78,7% declaró no sentir que lo han tratado mal en un
servicio público o municipio.
En relación a la percepción que existe en torno a la ciudad, las personas
mayores sostienen que la iluminación que tienen las calles es buena, recibiendo
éste ítem las notas más altas. Mientras que la calificación más baja la recibe el
transporte público, específicamente en el ítem de acceso especial.
Desde la psicología positiva y las nuevas miradas sobre la vejez y el
envejecimiento se ha acuñado el concepto de envejecimiento positivo, el cual está
referido a la creación dinámica de un futuro atractivo para las personas y las
sociedades, operando como proceso biográfico a nivel individual e histórico a nivel
social. Este enfoque no se limita a solucionar problemas, sino que busca crear un

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futuro deseable, donde el país enfrente con éxito los desafíos de la nueva estructura
demográfica y donde las personas mayores sean autovalentes, estén integradas a
los distintos ámbitos de la sociedad y reporten altos niveles de bienestar subjetivo
(felicidad y bienestar). Es así como la construcción de ciudades amigables para con
la población y en específico para las personas mayores, y la existencia de un trato
digno y humano, debe ser trabajado por los gobiernos, la sociedad civil y las
propias personas mayores, aumentando las posibilidades de acceso, participación e
inclusión de este grupo etario, evitando discriminaciones y prejuicios y
favoreciendo su empoderamiento y la autonomía.

5.5. Relaciones sociales y familiares

La sociedad chilena actual ha mostrado cambios importantes en su


configuración, no obstante esto no ha producido un cambio en las normas sociales
imperantes, ya que en Chile la familia sigue estando entre las estructuras más
importantes de contención y apoyo. De acuerdo a Carmen Barros (2011), hoy se
pueden observar distintos patrones de conyugalidad, existe un número menor de
matrimonios y una mayor cantidad de personas solteras, separadas y divorciadas;
cambios en los patrones de fecundidad en donde la tasa de fecundidad se encuentra
por debajo del nivel de reemplazo; y una extensión de valores relacionados con el
deseo de mayor libertad y desarrollo personal y laboral, sobre todo en las mujeres,
acompañado de un aumento en el nivel educacional y social.
Esta nueva realidad ha generado una creciente complejidad: por una parte se
observa un aumento en el número de personas mayores con una ampliación en su
esperanza de vida y mayor requerimiento de apoyo y cuidados, por motivos de
dependencia funcional y deterioro físico y mental, y por otra una disminución en
las redes de parentesco e hijas o hijos con menor disponibilidad de tiempo para
atenderlos. Los estudios realizados5 plantean que no existe claridad respecto de que
este fenómeno haya impactado en la calidad de las relaciones intergeneracionales.
La familia es capaz de mantener su coherencia y seguir cumpliendo con su labor de
protección y ayuda. Sin embargo, este fenómeno implica ciertos costos al interior
de estos núcleos, como los conflictos, las ambivalencias y las tensiones. Las
familias han debido generar procesos de reacomodo para seguir protegiendo y
ayudando a sus miembros.
Actualmente es posible presenciar otro fenómeno que es importante destacar, si
bien las personas mayores demandan apoyo, también lo proveen, otorgando
valores, hábitos, cuidados, educación y contribuyendo a que las generaciones más
jóvenes puedan ejercer roles laborales, educativos y de recreación. Carmen Barros,
Soledad Herrera y Beatriz Fernández (2011) han estudiado y llamado a este hecho
como proceso de verticalización, es decir, la producción de transferencias de
responsabilidad desde abajo hacia arriba o viceversa en la escala familiar.

5
Investigaciones realizadas por el Instituto de Sociología y Psicología de la Pontificia
Universidad Católica de Chile.

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Para que este tipo de procesos de verticalización se ejerzan, debe existir una
solidaridad intergeneracional producida a partir de un vínculo positivo, que dé
como resultado la cohesión social. Existen ciertos factores que inciden en esta
producción asociativa, tales como el género, la estructura y configuración familiar,
las circunstancias y condiciones personales, la historia familiar, la jerarquía de las
formas de amor y la reciprocidad de apoyo. De este modo, las relaciones sociales y
familiares son un factor protector de gran relevancia para lograr un buen envejecer
por parte de la población mayor, al brindarles el apoyo y cuidados necesarios en
momentos de necesidad, además de ser fuente indiscutida de afecto y protección.
En cuanto a la composición del hogar, destaca que un 85% de los mayores vive
acompañado, de preferencia con su cónyuge o pareja (65%), pero también en un
porcentaje relevante lo hace con al menos un hijo/a (59%) y/o con al menos un
nieto/a (41%), siendo así la convivencia entre dos o tres generaciones algo aún
habitual entre los encuestados, explicado en parte por el aumento de la longevidad
y la esperanza de vida.
Con relación a la evaluación general de la familia, los mayores tienen una
percepción positiva de ésta y de las relaciones que establecen con sus miembros.
Es así como, más de un 70% de los encuestados señala que está muy satisfecho/a
en la “forma en que puede acudir a su familia cuando algo le preocupa”, “en cómo
conversan las cosas y comparten sus problemas”, “cómo aceptan y apoyan sus
deseos de realizar nuevas actividades”, “cómo le demuestran su afecto” y
“comparten el tiempo juntos”.
Del mismo modo, una alta proporción de encuestados indica estar muy
satisfecho/a o satisfecho/a con la calidad de la relación con su pareja, hijos,
hermanos y nietos, a la vez que la frecuencia de contacto, particularmente con hijos
y nietos que no viven en el mismo domicilio, suele ser todos los días o varias veces
a la semana.
También debe mencionarse que el 20,3% de las personas mayores declara estar
a cargo de sus nietos/as todos los días, en tanto un 9% afirma hacerlo varias veces
a la semana. Esta labor la cumplen principalmente las mujeres que tienen
educación básica y media, acción que permite ampliar las oportunidades laborales
del resto de la familia y de tener mejores ingresos, es decir, mayores oportunidades
de desarrollo social, cultural y económico. En referencia al intercambio de apoyo
efectivo entre padres e hijos, el apoyo de tipo emocional, consejo e información, y
la ayuda práctica, son los que se señalan más dar y recibir de manera frecuente
entre ambos.
A su vez, con respecto a las relaciones sociales en general, los mayores
declaran tener una buena disponibilidad de apoyo, especialmente si necesitaran de
alguien que “lo/la lleve al médico”, “le prepare la comida si lo necesitara” y “le
ayude en las tareas domésticas si estuviera enfermo/a”. Pese a ello,
aproximadamente 3 de cada 10 personas mayores manifiesta no tener ningún
amigo cercano. La mayoría de las personas mayores siente una relación de
reciprocidad en sus relaciones, con excepción de la ayuda práctica y el apoyo
económico, donde las personas mayores sostienen que reciben más de lo que dan.

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Como ya se expresó anteriormente, la familia sigue siendo una de las
instituciones más valoradas, esto dice relación en primer lugar con el hecho de que
la amplia mayoría de encuestados mencionó que “desearía vivir en la casa de un
hijo/a o con otro pariente o amigo si no tuviera pareja y necesitara de ayuda
permanente de otro en la vejez”, a la vez que la mayoría cree que la familia tiene el
deber principal por sobre el gobierno de “ayudar a los mayores que lo necesitan en
las tareas de la casa así como en las tareas de cuidado”.
Entre 2013 y 2010 la frecuencia diaria y semanal de contacto de las personas
mayores con sus hijos/as, disminuye. La mayoría de las personas mayores tiene
una baja adhesión a la percepción de obligación filial del cuidado de los padres. No
obstante, un 47% aproximadamente estaría dispuesto a que los hijos vuelvan a
vivir en sus casas y a cuidar a los nietos/as en caso de ser necesario.
La mayoría de las personas mayores considera que la responsabilidad hacia el
adulto mayor debe recaer principalmente en la familia. El ámbito económico es el
único donde existe mayor acuerdo que el gobierno debe participar más
activamente. La encuesta da cuenta que ante situaciones de fragilidad o
dependencia las personas mayores prefieren acudir a su familia cercana,
principalmente a los hijos/as. No obstante, un 43% buscaría cuidados formales y un
45% estaría dispuesto a asistir a un centro diurno.

5.6. Cambios en el bienestar: predictores de un buen envejecer

Este último apartado se basa en datos recolectados longitudinalmente, en el


estudio tipo Panel, el cual busca observar a un mismo grupo de sujetos en distintos
momentos. En la Encuesta 2013 se realizó un seguimiento a 400 casos
entrevistados en 2010, con e fin de ahondar en los cambios en el bienestar de los
mismos individuos a través del tiempo y explorar cuáles pueden ser los posibles
eventos que explican dichos cambios.
Este primer seguimiento arroja que el nivel de bienestar de las personas
mayores es bastante estable a lo largo de los tres años en que se tiene un
seguimiento de los casos. Un 60% mantuvo su nivel de bienestar (positivo o
negativo), el 40% que presenta cambios se desglosa en un 20.8% que cambia de
satisfecho a poco satisfecho y un 19.4% que cambia de poco satisfecho a satisfecho
con su nivel de bienestar.
Entre las variables que se asociaron al empeoramiento del nivel de satisfacción
entre 2010 y 2013 se puede encontrar la ocurrencia de ciertas situaciones
estresantes en los últimos seis meses, que si bien fueron poco reportadas por los
entrevistados, tienen un alto impacto en el bienestar. Entre estas destacan: “haber
tenido algún problema importante en su familia”, “haber tenido que cambiarse de
vivienda”, “haber perdido su trabajo o haberse jubilado” y “haber tenido un robo o
asalto de importancia”.
Tener malas condiciones de salud o estas haber empeorado, son un factor claro
de disminución de bienestar. Los problemas de salud ocurridos el último año que
parecen estar afectando más el bienestar son la “fractura de cadera o femoral”, la
“enfermedad de Parkinson”, y el “derrame cerebral o enfermedad vascular

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cerebral”. Cabe mencionar que si bien estas no son las enfermedades de mayor
frecuencia reportadas, sí son las que mayormente disminuyen su bienestar. Las
personas que se mantienen con mala salud o que empeoran su percepción de salud
son las que más han disminuido su bienestar entre 2010 y 2013.
A su vez, mantenerse con ingresos insuficientes o empeorar el nivel de ingresos
se asocia con empeoramiento de la percepción de bienestar.
Explicar el mejoramiento en la sensación de bienestar resulta más complejo,
asociándose más bien a mantener un envejecimiento activo a través de la
realización de actividades significativas como leer y reunirse frecuentemente con
familiares y/o amistades. También se ha encontrado asociado a la mantención de
buenas relaciones familiares o haber experimentado un mejoramiento de éstas.

6. Desafíos para Chile: lo que debemos tener en cuenta para trabajar

La vejez y el envejecimiento pueden ser vistos como una etapa de la vida y


como un proceso que requiere de preparación y de ciertas condiciones para que sea
exitoso. En este sentido, la educación, la realización de actividades significativas y
un adecuado nivel de autoeficacia colaboran para tener un mejor proceso de
envejecimiento y una mejor calidad de vida en la vejez.
No obstante lo anterior, existe una imagen devaluada de la vejez, la cual crea
un círculo vicioso donde las generaciones más jóvenes reniegan de las personas
mayores y les asocian características negativas tales como improductividad,
dependencia, carga económica, aislamiento, soledad, desinterés social, problemas
de carácter, aburrimiento, entre otros. Esto impacta en la mirada que las propias
personas mayores tienen de sí mismas. De acuerdo a un estudio realizado el año
2009 llamado Fuerza Mayor6, las personas mayores sostienen en un 79% que “hay
que aprovechar de hacer cosas mientras uno es joven, porque después ya no se
puede”. El 61% plantea “siento que la gente subestima mis capacidades debido a
la edad que tengo”. Un 47% señala “para mí, envejecer es sobre todo volverse
dependiente, incapaz de valerse por sí mismo”, un 27% se “siente inútil, como un
estorbo para la familia” y el 67% presenta una sensación negativa frente a ser
adulto mayor.
Se plantea entonces que en la actualidad ser adulto mayor en Chile es una
experiencia ambivalente, marcada por significados positivos como la expectativa
de permanecer activo, dejando atrás las obligaciones y los deberes, y significados
negativos, centrados en los problemas de salud, de seguridad social y el temor a
depender de otros.

6
Superintendencia de Salud, Servicio Nacional del Adulto Mayor, Consejo Nacional de
Televisión, McCann Erickson (2009). Fuerza Mayor. Una Radiografía del Adulto Mayor
Chileno. Disponible en:
http://www.senama.cl/filesapp/Estudio_Fuerza_Mayor_una_radiografia_del_AM_chileno.p
df

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Estas imágenes sociales de la vejez tienden a determinar también la preparación
que tiene la población chilena frente al envejecimiento y la vejez, un 77% señala
estar preparado poco o nada para este proceso7. Aún más sintomático es que el
52,6% de los chilenos le entrega la responsabilidad por el bienestar de las personas
mayores al Estado y las políticas públicas, un 44,9% a la familia y sólo un 2,6% a
las propias personas mayores, cuestión que da cuenta desde una mirada sistémica
que las personas mayores se están percibiendo de acuerdo a como la sociedad las
está observando.
Las teorías sobre el envejecimiento también muestran esta dualidad. Las
primeras miradas sobre la vejez provienen de la biología y la medicina, se centran
en la enfermedad y la dependencia funcional, ergo, tiende a ser una perspectiva que
privilegia la pérdida de funciones corporales y mentales. Se mira a los individuos
desde sus patologías, muchas de ellas irrevocables e irremediables. Esta
concepción de las personas mayores como dependientes se ha traspasado
cabalmente a nuestra sociedad. La Tercera Encuesta de Inclusión y Exclusión de
las personas mayores en Chile, da cuenta de que el 74% de la población señala que
las personas mayores no pueden valerse por sí mismas.
Otras teorías provenientes de la psicología se refieren a los aspectos
psicosociales del envejecimiento, donde también se observa la dualidad de
miradas. Por una parte, el énfasis lo colocan en los aspectos negativos de la vejez,
tales como el aumento del aislamiento social que producen la jubilación y el
fallecimiento de las personas cercanas, y por otra se concibe como una nueva etapa
de la vida, que trae consigo desafíos y potencialidades, y que está condicionada por
aspectos económicos, sociales y políticos.
Finalmente se encuentran las teorías llamadas macrosociales, las cuales retratan
la relación de la persona mayor y la sociedad, vale decir, la construcción social de
la vejez. Entre ellas está la demografía que mira a la vejez como un problema
social, asociado a los aumentos del gasto en salud y pensiones, y la teoría crítica,
que da cuenta de cómo las personas mayores no sólo pierden sus roles sociales,
sino que también su estatus, producto de la disminución de sus capacidades
funcionales y el retiro del mercado laboral. Se mira a las personas mayores desde
su condición de dependencia económica, que tanto el Estado como la estructura
social asume, relevando la dependencia, pobreza y aislamiento social de este grupo
etario. La teoría de las relaciones multigeneracionales, señala que existen dos
espacios de interacción: la familia a nivel micro, y el estado a nivel macro. El
contrato informal entre generaciones está determinado por las normas de
reciprocidad y afecto, la calidad de las relaciones intergeneracionales y los
determinantes macroestructurales. La economía general del Estado y las políticas
sociales fijan el marco de las condiciones materiales y sociales de las familias y el
cuidado que éstas proveen.

7
Universidad de Chile, Servicio Nacional del Adulto Mayor (2013). Tercera Encuesta
Nacional de Inclusión y Exclusión de las personas mayores en Chile. Disponible en:
www.senama.cl/filesapp/INTER%20LIBRO%20INCLUSION%2013%20DE%20MARZO.
pdf

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Si bien las teorías antes descritas pueden ser clasificadas como positivas o
negativas, cabe señalar que los enfoques todavía predominantes sobre la vejez se
sitúan desde la perspectiva de la pérdida, es decir, pérdida de la salud, pérdida del
rol social, perdida de bienestar, pérdida de afectos y pérdida de seres queridos. Esto
plantea un reto y un desafío a las ciencias sociales, a las políticas públicas, y
crecientemente a los instrumentos internacionales de derechos humanos, los cuales
deben enfatizar el enorme potencial de las personas de 60 años y más como
protagonistas del desarrollo y como sujetos de derechos con acceso pleno a las
libertades fundamentales.
Pese a lo anterior, las personas mayores de hoy valoran positivamente su
situación si la comparan con sus semejantes en las décadas pasadas. Reconocen los
beneficios de los procesos de modernización de la sociedad y el surgimiento de
mayores oportunidades y alternativas que ofrecen el Estado, los municipios, el
mercado y diversas instituciones. A su vez, un alto número de personas mayores,
76%8, continúa realizando actividades de forma permanente, logrando mantener,
por el mayor tiempo posible, las condiciones de salud y funcionalidad necesarias
para desenvolverse y participar en las diversas esferas de la vida social. Las
personas mayores son parte del patrimonio cultural de nuestra sociedad, con un rol
importante en el traspaso de saberes, costumbres y valores a las nuevas
generaciones.
Las políticas públicas en Chile han avanzado en materia de diseño e
implementación de acciones que benefician a las personas mayores. Existen las
garantías explícitas de salud que llegan a la inclusión de ochenta enfermedades en
la actualidad, incluyen en 59 patologías a las personas mayores9. Si bien esto es
considerado muy positivo, existe un problema en la oportunidad y en la calidad de
la atención que aún está pendiente de ser solucionado. Lo mismo ocurre con las
pensiones contributivas, las cuales en promedio no superan los doscientos mil
pesos mensuales10, existiendo un detrimento para las mujeres quienes reciben
alrededor de quince mil pesos chilenos menos que el promedio, producto que
jubilan cinco años antes que los hombres y reciben menores remuneraciones a lo
largo de su vida laboral. Para corregir las desigualdades en el sistema de pensiones,
el año 2008 se insertan modificaciones, implementándose las pensiones no
contributivas, de tal forma de garantizar los derechos de las personas mayores que
viven en situación de vulnerabilidad y pobreza. Dicha pensión bordea los noventa
mil pesos chilenos.
8
Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) (2010). Estudio Nacional de la
Dependencia en las Personas Mayores. Santiago, Chile. Disponible en:
http://www.senama.cl/filesapp/Estudio%20Nacional%20de%20Dependencia%20en%20las
%20Personas%20Mayores.pdf
9
El plan de Garantías Explícitas de Salud (GES), constituye un conjunto de beneficios
garantizados por ley, cuyo objetivo es garantizar la cobertura total de 80 problemas de salud
específicos para distintos grupos de la población por parte de Fonasa (fondo público de
salud) y las Isapres (entidades privadas a cargo de la provisión de servicios de salud).
10
Superintendencia de pensiones y seguros, abril 2013. Disponible en
http://www.safp.cl/safpstats/stats/ Revisado durante el mes de agosto de 2013.

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Las reflexiones que se han realizado respecto al envejecimiento y la vejez, han
llevado a definir algunas dimensiones claves a la hora de diseñar e implementar
políticas públicas. Los derechos y la protección social, proveen el marco ético-
normativo a partir del cual se diseñan e implementan las políticas y programas
sociales para el mejoramiento efectivo de la calidad de vida de las personas.
El Plan de Acción de Madrid plantea tres áreas prioritarias de trabajo con las
personas mayores:
 Las personas de edad y el desarrollo (con énfasis en los temas de
seguridad económica)
 La salud y el bienestar (entendidos de manera integral)
 Los entornos físicos y sociales favorables a las personas mayores en los
lugares que habitan.
A pesar de los avances sustantivos desarrollados para responder a las demandas
por protección y seguridad, existe un déficit estructural frente al envejecimiento
poblacional, que esta siendo cubierto mediante acciones del Estado que permiten
contar con estructuras, capacidades y recursos para el logro de las tareas. En
materia de política pública, la promoción de los derechos de las personas mayores
ha requerido acompañarse con un énfasis especial en los aspectos relativos a su
salud, funcionalidad, vinculación social, participación y autonomía, indicadores
clave de la calidad de vida de las personas mayores.
Es por lo anterior que se hace necesario contar con información relativa a la vejez
y el envejecimiento, de tal forma de gestionar y promover conocimientos sobre
esta temática, lo cual constituye un insumo imprescindible en el momento de idear
e implementar programas y políticas para la población mayor. Se requiere de
información tanto cuantitativa como cualitativa sobre las condiciones de vida de
este grupo, tanto a nivel nacional, como territorial y local.
La generación de conocimientos cuenta tres instancias fundamentales:
a. Producción de Información: Para la comprensión del envejecimiento y la
vejez en sus distintas dimensiones.
b. Gestión de Conocimientos: Para apoyar y brindar asistencia en el diseño,
implementación y evaluación de las políticas y programas en materia de
envejecimiento y vejez.
c. Promoción del Conocimiento: Para fomentar el desarrollo de recursos
humanos preparados para abordar los desafíos que impone una sociedad
que envejece aceleradamente; y para instalar la temática de la vejez y el
envejecimiento en la agenda política y la opinión pública.
Teniendo lo anterior en cuenta y tomando los resultados de la Encuesta
Nacional de Calidad de Vida en la Vejez, Chile presenta diversos desafíos a futuro
en los cuales creemos que sese podría avanzar. Los principales ejes de acción que
se vislumbran se detallan a continuación:
 Trabajar en la consideración de los mayores como un todo heterogéneo,
por ende, se trata de un grupo diverso ya que la realidad es que existen
“distintas vejeces”. Se requiere una mirada y una intervención que
abarque la diversidad y las distintas áreas de la vida (trabajo, condiciones
económicas y relaciones sociales – familiares).

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 Superación de los prejuicios y estereotipos asociados a la vejez, que
muchas veces generan ambivalencia de las personas y organizaciones
frente a ésta, posibilitando la exclusión y fragilización de los vínculos
intergeneracionales. Esto es un cambio lento de implementar donde se
requiere la acción de diversas entidades tanto mediáticas como educativas
y se debe generar a partir de la promoción de una mirada positiva de la
vejez, que potencie el desarrollo personal y social de este grupo etario, al
mismo tiempo que permitir una mayor inclusión de la persona mayor en la
sociedad. La idea es favorecer el concepto de “sociedad para todas las
edades”. Así es como desde este cambio de paradigma, ellos se puedan
sentir parte del conjunto de la sociedad y no marginados de ésta.
 Promoción de la educación permanente y de la participación de la persona
mayor en diversas instancias socioculturales, ya que estos factores son
preponderantes en una calidad de vida positiva en la vejez. En ese sentido,
favorecer como país la educación para todas las edades y el aprendizaje
como proceso que continúa toda la vida es vital para una vejez positiva
donde haya espacio para este grupo etario, para visibilizarlo y darle voz en
el accionar público.
 Creación de oportunidades y generación de condiciones para que las
personas mayores puedan actualizar sus conocimientos y habilidades, de
tal forma que puedan permanecer en el mercado de trabajo (para quienes
lo requieran), aspecto que se demanda muy fuertemente en la encuesta
analizada. Promover la habilitación laboral en una sociedad que envejece,
podría ser una política importante de considerar a la luz de la necesidad de
recursos humanos que se podría generar en el futuro y donde las personas
mayores puedan permanecer activas durante más tiempo.
 Empoderar a las personas mayores, protegiendo y promoviendo tanto sus
derechos como su autonomía, desarrollando un modelo de envejecimiento
basado en el respeto de la integridad y dignidad de las personas.
Relacionado al tema de los derechos de la persona mayor se debe avanzar
en la prevención del maltrato, fenómeno muchas veces oculto e
invisibilizado tanto en los centros gerontológicos como dentro de las
familias, que representa un daño y una vulneración de la integridad
personal hacia los mayores. En este sentido se debe continuar informando
a la promoción de formas de prevención de maltrato e informar los
distintos tipos de éste para evitarlo o intervenir cuando se genera.
 Promover y priorizar la acción e intervención diferenciada en la vejez, ya
que se observa que las desigualdades presentes a lo largo de la vida en
relación al género se hacen aún más evidentes en la vejez. Es así que las
mujeres presentan peores jubilaciones, por ende mayores índices de
pobreza, peores condiciones de salud, mayor tendencia al estrés y la
depresión, sumado a una mayor tendencia a sufrir abuso y maltrato.
 Fomento de las relaciones intergeneracionales y familiares, puesto que
predicen un envejecimiento con calidad, y son consideradas como el

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principal apoyo y estímulo para las emociones positivas en muchos
mayores.
 Abordaje de la problemática del deterioro cognitivo y las demencias desde
una perspectiva integrada, que incluya la multidimensionalidad del
fenómeno.
 Destinar recursos para entrenar y capacitar recursos humanos idóneos que
atiendan, trabajando por y para las personas mayores, tomando en
consideración los distintos requerimientos específicos en diversos ámbitos
que estos pueden manifestar.
En el abordaje de estos desafíos, resulta fundamental incorporar a las futuras
generaciones de mayores, especialmente a quienes son niños y jóvenes hoy. De
hecho, se ha visto que para envejecer bien hace falta prepararse con tiempo, por
ello a través de la prevención y la generación de estrategias educativas que den
énfasis en estilos de vida sanos, que promuevan el ahorro, la participación
ciudadana, la vida activa mental y física y el cuidado de los vínculos
interpersonales entre otros factores, se podrá acceder a construir una vida más
digna y positiva en la vejez.
Es así que, para enfrentar estos desafíos en el tema envejecimiento y calidad de
vida para los mayores, se llama al Estado, la academia, las instituciones privadas,
las organizaciones de la sociedad civil y a las propias personas mayores a instalar
el tema en la agenda pública y a trabajar de manera articulada para enfrentar los
cambios que el envejecimiento de la sociedad chilena trae.

7. Conclusiones

A lo largo de este artículo se han analizado diversos ámbitos relevantes para la


calidad de vida de las personas mayores. Es imprescindible para producir un
cambio estructural y paradigmático, que este grupo etario sea percibido desde una
nueva perspectiva social, que vaya más allá de los prejuicios y estereotipos, es
decir que apunte a un envejecimiento saludable y activo, que modifique las
creencias negativas asociadas a la vejez, siendo capaces de lograr la creación
dinámica de un futuro atractivo para las personas y las sociedades.
En los últimos 20 años, ha sido posible constatar que las personas mayores
permanecen mayor tiempo en los espacios laborales, es decir, se mantienen activos
en la fuerza de trabajo a pesar de haber cumplido edades por sobre los 65 años (la
edad de jubilación en Chile para los hombres corresponde a los 65 años y 60 años
para las mujeres). Lo anterior podría ser un reflejo de tres procesos simultáneos: i)
la voluntad de las personas mayores de mantener una vida más activa, ii) la
necesidad de generar ingresos que permitan alcanzar niveles mínimos de
subsistencia y iii) el mejoramiento en los indicadores de salud (que les permite
desarrollar actividades remuneradas normalmente, sobre todo aquellas que
implican menores esfuerzos físicos).
Al revisar los ingresos monetarios que percibe es grupo etario (ingresos
autónomos y subsidios) en algunos instrumentos públicos de investigación, se

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constata que éstos son mayores que los de la población más joven, lo que se
traduce en niveles de pobreza menores que el resto de la población. Una de las
razones que podría justificar esta situación, es el aumento en el número de personas
mayores que recibe Pensiones Básicas Solidarias o Aporte Previsional Solidario.
Sin embargo, estos datos deben ser analizados con cautela puesto que las
estimaciones de pobreza vía el método del ingreso, no logran capturar el hecho de
que los mayores consumen en promedio una canasta de bienes de mayor precio que
la del resto de la población. A lo anterior se suma el hecho de que si bien el
promedio de ingresos de las personas mayores es superior que el nivel de ingresos
del resto de la población, la distribución es más asimétrica.
En relación a la caracterización de las condiciones de salud y calidad de vida,
tanto la incidencia de problemas de salud como la percepción de la calidad de vida
ha mejorado. Se observa que las principales causas de muerte de las personas
mayores son las enfermedades cerebrovasculares, las enfermedades isquémicas del
corazón y las demencias. Estas patologías presentan su mayor incidencia de muerte
en las personas de los segmentos etarios mayores. En este sentido, a mayor edad,
menor la proporción de personas que considera buena, muy buena o excelente su
situación de salud. Esto se explica principalmente por el aumento paulatino de
enfermedades inhabilitantes, sin embargo, a pesar del aumento de la incidencia de
estas patologías, las personas mayores se declaran mayoritariamente capaces de
desarrollar tanto actividades básicas como instrumentales de la vida diaria.
Otro indicador importante que se observa en la Encuesta, corresponde al hecho
de que mayoritariamente las personas mayores declaran preferir “quedarse en casa
en lugar de salir y hacer cosas nuevas”, situación que es consistente con las tasas
de sedentarismo observadas. Consultadas las personas mayores respecto a sus
principales preocupaciones destacan el temor a enfermarse gravemente, a que
fallezca un familiar y a tener que depender de otras personas. Resulta llamativa la
evolución de estos temores en la medida en que las personas mayores envejecen.
En primer lugar a medida que las personas mayores envejecen se va reduciendo la
proporción de ellos que declara sentirse preocupado por alguna de las razones
incluidas en la Encuesta de Calidad de Vida. Por otro lado la importancia relativa
de estas preocupaciones también evoluciona con el envejecimiento de la población.
En particular, entre las personas mayores con edades comprendidas entre los 60 y
69 años su principal preocupación es el tener que depender de otras personas,
mientras que entre las personas de 80 y más la principal preocupación corresponde
a que muera un pariente cercano.
Finalmente es importante destacar que este grupo etario presenta niveles
significativamente mayores de participación en organizaciones que las personas
más jóvenes, participación que es mayor entre las mujeres (a excepción de las
mujeres de 85 años y más) y que decrece en la medida en que las personas
envejecen. La organizaciones en los que mayormente participan los adultos
mayores son las iglesias o templos, clubes de adultos mayores y juntas de vecinos,
cobrando particular importancia entre los hombres los clubes deportivos. La
principal razón de no participación en organizaciones comunitarias es la falta de
interés.

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Por todo ello, la creación de este nuevo modelo no debe limitarse a solucionar
problemas, sino prevenir y buscar la creación de un futuro deseable, para todos y
todas. La idea central es consolidar una fuerza como país que sea capaz de
enfrentar con éxito los desafíos de la nueva estructura demográfica y donde las
personas mayores sean autovalentes durante el mayor tiempo posible, integrándose
a los distintos ámbitos de la sociedad para así reportar niveles más altos de
bienestar subjetivo (felicidad y bienestar).
El bienestar subjetivo, tal como indican los datos de la Encuesta a través de las
distintas áreas analizadas, se encuentra altamente asociado al nivel educacional que
poseen las personas mayores; es decir, a mayor nivel de bienestar subjetivo, mayor
nivel educacional. En la actualidad, el factor educación es un poderoso factor de
desigualdad a pesar que en las cifras macro se ve que las personas mayores poseen
7.22 años de educación en promedio. Esto ocurre porque en generaciones
anteriores, se ha hecho más patente la dificultad en el acceso a la educación (por
razones de diversa índole), lo que ha generado marginación y pobreza de un alto
número de personas que hoy son mayores. Este fenómeno, se perpetúa en la vejez
con un menor acceso a los servicios públicos y una menor participación en la
comunidad, sobre todo en un país donde la oferta educativa orientada para las
personas mayores es aún escasa. No obstante, para las personas que tienen entre 25
y 40 años en la actualidad, el nivel educacional aumenta a una cifra de 12.18 años,
mostrando un aumento que permite suponer que el país se ha fortalecido en el
logro de una mayor cobertura educativa para todos y todas.
Este avance no debe ser percibido superficialmente, ya que como se ha dicho
anteriormente, representa un factor protector para una mejor calidad de vida en la
vejez. La educación de las personas, y especialmente de los mayores, constituye un
elemento clave para el adecuado desarrollo de las sociedades; primero, porque
puede ser una vía directa y activa de participación, lo cual permite la inclusión
social y, por otra parte, posibilita una mejor conexión con la estructura social,
visibilizando el aporte concreto de las personas mayores en la construcción de la
sociedad a través del trabajo, la generación de recursos, el cuidado de personas, los
lazos y vínculos familiares, etc. Por tanto, resulta necesario la generación de un
mayor número de programas de formación para mayores, que se ocupen en atender
a la diversidad y a la inclusión de ciertos grupos excluidos históricamente
(socioeconómicos y culturales, rural-urbano, por ejemplo).
Asimismo, es importante visibilizar otros factores asociados al bienestar.
Condiciones de salud, la capacidad de solventar económicamente las necesidades
básicas; el acceso a redes formales e informales; la participación social y
comunitaria; la realización de actividades significativas; las relaciones familiares y
sociales; son factores que deben ser tomados en cuenta y los resultados de la
Encuesta Calidad de Vida en la Vejez deben ser el motor para la creación de
programas, iniciativas novedosas y políticas públicas que apunten a la mejora de la
calidad de vida para este colectivo.
Si bien los desafíos a futuro sobre el envejecimiento en el país son múltiples; es
innegable que Chile tanto a nivel académico, estatal y privado se encuentra en un
momento crucial, más receptivo y proactivo ante el envejecimiento demográfico de

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su población. Chile no se ha quedado atrás y ya se encuentra ideando y ejecutando
acciones necesarias para enfrentar los tremendos desafíos presentes y futuros.
Trabajando hoy en el diseño e implementación de programas y políticas dirigidas a
este grupo etario, el país puede lograr un futuro con mejor calidad de vida para sus
personas mayores.

REFERENCES

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