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TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA EN EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO DE

LA POBLACIÓN LATINOAMERICANA.

Bobbio manifiesta que el umbral de la vejez se viene retrasando a lo largo de la


historia, notemos como en la Grecia antigua, quienes escribían sobre la vejez se
referían a personas con edades cercanas a los sesenta años, quien pretenda en
la actualidad referirse a este tema, se está refiriendo a personas con edades
cercanas a los ochenta años, ello depende en buena medida, en opinión de
Laslett, a factores estructurales referidos a sus posibilidades de inserción y
participación en las esferas sociales, a la cultura dominante y a la posición
socioeconómica de las personas. De la misma manera hay que tener en cuenta
que dichas variaciones dependen también de las características personales de
los individuos, hay sujetos de sesenta años con un desgaste fisiológico tan
grande, que parecen tener ochenta años y viceversa.

En América Latina, como en la mayor parte del mundo, las tendencias de cambio
sociodemográfico van en contravía de lo que sucedió durante la mayor parte de
los siglos anteriores que eran de multiplicación acelerada y rejuvenecimiento de la
población, esto obliga a una reestructuración profunda, a un cambio de
paradigma, porque de lo contrario será imposible responder a las demandas que
en las áreas de la salud y la economía, por solo mencionar dos, les serán
impuestas, cada vez con mayor urgencia y dureza, a las entidades e instituciones
encargadas de velar por este sector de la población.

Es hora de empezar a trabajar con ahínco para adecuarnos a los desafíos que se
van generando en materia de consumo, ahorro, inversión, distribución del ingreso,
oferta de servicios, relaciones intergeneracionales, equidad social y de género,
gestión sociopolítica, y económica en general, que constituyen desafíos de gran
envergadura, tal y como lo sostienen de manera brillante Villa y Rivadeneira en
un ensayo sobre el tema.

Analicemos algunas de las tendencias más marcadas que se están dando en


América Latina, sobre indicadores relacionados con el envejecimiento
sociodemográfico, y que requieren especial atención, para que en el futuro no
seamos avasallados por las realidades que estaremos obligados a enfrentar
como sociedad.
En primer lugar es evidente que la drástica caída en la fecundidad, la disminución
de la mortalidad, el incremento de la esperanza de vida de las personas, como lo
sostiene Chesnais, va llevando a que paulatinamente lo que primero fue una
pirámide de base ancha, se vea convertida en un rectángulo y luego pase a ser
una pirámide invertida, que tenga su parte más ancha en la parte alta. Es
innegable que esto es producto de la adopción de tecnologías médicas, de
programas de atención de la salud de bajo costo, de políticas de promoción de la
planificación familiar, de acceso a anticonceptivos de bajo costo, que benefician
de manera importante a la población.

Los estudios demuestran que entre comienzos del decenio de 1950 y fines del de
1990, la esperanza de vida se extendió, en promedio, 18 años, incrementándose
de 59.4 a 69.2 años, lo cual fue un logro que nos dejó, con un rezago de solo
cinco años en comparación con los promedios de los países desarrollados
(CEPAL).

Otro factor que está contribuyendo de manera evidente en las tendencias de


envejecimiento de la población en los países de América Latina es la migración
internacional, por cuanto las personas que emigran son en su gran mayoría
adultos jóvenes, algunos de los cuales se desplazan con sus hijos de corta edad,
lo cual dinamiza a los sectores jóvenes de los países receptores y envejece a la
población del país de origen.

Una mirada a la proyección demográfica para lo que será la realidad que se viva
en la primera mitad del siglo XXI nos puede permitir tomar las previsiones que
eviten que Latinoamérica sea avasallada por los hechos.

En primer lugar se espera que la edad mediana de la población regional pase de


24 a 32 años en el 2025. También se espera que la población de adultos mayores
supere el 18 %. Las cifras proyectadas para el 2050 reflejan un envejecimiento
más acentuado de la población que verá incrementar al grupo de los adultos
mayores hasta un porcentaje cercano al 23 %, o sea, casi un cuarto de la
población latinoamericana, tengamos en cuenta que cada año esta población se
incrementa en 2.3 millones de personas. Estas proyecciones dicen que en la
actualidad hay cerca de 10 millones, que en el 2025 serán 24 millones y que en el
2050 se acercaran a la cifra de los 62 millones (Villa y Rivadeneira).

Estas cifras hacen urgente, lo que Vallin llama: “Hacerse a la idea de una
sociedad nueva”, unas comunidades que tendrá necesidades y expectativas que
deberán ser suplidas y que serán diferentes a las que tiene la población actual.
FUENTES:
United Nations, World Populations Prospects.
CELADE, Estimaciones y proyecciones de población vigentes.
Miguel Villa y Luis Rivadeneira. Proceso de envejecimiento de la población de América Latina y el Caribe.

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