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El ser del habla y la existencia del

secreto
Vicens, Antoni

En este inicio del curso 2011-2012, nuestra Comunidad de


Cataluña de la ELP reemprende su Conversación sobre el pase.
Ahora está bajo la responsabilidad de una nueva Comisión, 2 cuyo
responsable es Guy Briole, AE de reciente nominación, el único de
nuestra Comunidad. El curso pasado terminamos esta
conversación hablando de aquello que, merced al dispositivo del
pase, no paga tributo al sentido común. De un lado, el pase
permite obtener un testimonio sobre el nudo borromeo, una
escritura fuera de sentido, en tanto que es distinto del nudo de
capitón, del que se espera la puntuación que da sentido. Del otro,
dentro de la Escuela, el pase es un descompletamiento que la
alivia del peso de un sentido que pueda tender a lo religioso. Entre
la soledad del nudo y la colectividad fuera de sentido, el
testimonio del analista de la Escuela tiende un puente: el de la
formación del psicoanalista.

Este puente implica la pérdida de valor del secreto: la agalma


contenida en el estuche de la llamada privacidad se desvanece, y
entra a formar parte del discurso. De esta pérdida puede surgir, si
hay suerte, un efecto de transferencia. El secreto que deja de serlo
puede suscitar un agujero en el discurso, y con ello activar su
circulación. El goce del secreto busca entonces una nueva
identificación.

El ser hablante goza de lo que no dice. Si eso lo eleva a secreto, es


para darle un valor agalmático, que dura sólo mientras es
guardado como tal. Pero el secreto no guarda el ser, sino la
existencia. El ser es una suposición, fundada en una falta, y que
espera una palabra que diría la verdad una vez por todas; pero esa
palabra sólo tiene una existencia eterna. Su espera es suscitada
por el amor, que siempre es particular. Mientras tanto, al ser se le
antepone la existencia, que tiene prisa por encontrar una nueva
consistencia. La queja del psicoanalizante se dirige al ser, para
completarlo. La presencia del psicoanalista, su existencia misma,
lo pone en falta.

La regla analítica de “decir todo lo que se le ocurra”, tiene como


respuesta, más que el secreto profesional, el olvido. La
interpretación surge de aquel detalle que el psicoanalista no ha
olvidado todavía; con su palabra lo reintroduce en el discurso,
para vaciar, de su lado, algo del sentido.

El Uno del goce es silencioso: es un rastro, un trazo, una


repetición, una escritura. No necesita ser dicho, por eso tampoco
callado; quizá se escriba. El final del análisis es la escritura de un
Uno de goce sin la consistencia del Uno-del-ser supuesto en el
Otro (causa de todas las quejas). Es que lo real no guarda secreto:
su silencio es sin ocultación. Ahí debemos aprender de las
mujeres: sobre su goce no guardan secreto (el secreto está en la
significación fálica del fantasma); sólo que no sienten la necesidad
(o necedad) de decirlo todo.

avicens@me.com

Notas

Antoni Vicens es psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de


1

Psicoanálisis (ELP)

2
Margarita Álavarez, Ricard Arranz y Monsterrat Puig.

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