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EL AMPLIO ALCANCE DE LA LEY DE DIOS

LA ESPIRITUALIDAD DE LA LEY

Las leyes humanas se refieren únicamente a los actos externos, pero de la ley Divina dice:
“Amplio sobremanera es tu mandamiento” (Sal.119:96); abarca nuestros pensamientos más
secretos, nuestros deseos y emociones como los celos, la envidia, la concupiscencia y la
ambición.

La ley de Jehová es sumamente amplia. Jesús [...] declaró llanamente a sus discípulos que la
santa ley de Dios podía ser violada por los sentimientos, los pensamientos y los deseos, tanto
como por las obras y las palabras. El corazón que ama a Dios sobre todas las cosas, de ninguna
manera se sentirá inclinado a despreciar sus preceptos hasta concederles un derecho mínimo,
pero, el alma obediente y leal alegremente le rendirá una plena obediencia espiritual cuando
la ley sea vista en su poder espiritual. Entonces, los mandamientos se posesionarán del alma
con toda su verdadera fuerza. El pecado aparecerá sumamente pecaminoso [...]. Ya no habrá
más justicia propia, estima propia, honor propio. La seguridad propia habrá desaparecido. El
resultado será una profunda convicción de pecado y aversión hacia sí mismo, y entonces el
alma, comprendiendo el peligro que corre, se aferrará de la sangre del Cordero de Dios como
su único remedio.—Nuestra Elavada Vocacion, 142 (1888). {1MCP 46.3}

“Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado”. Romanos
7:14

“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una
mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Mateo 5:27-28.

“En el Sermón del Monte Cristo expuso ante sus discípulos el gran alcance de los principios de
la ley de Dios. Enseñó a sus oyentes que, a nivel de la mente, se infringe la ley antes que se
realice el deseo pecaminoso. Estamos obligados a mantener los pensamientos bajo control
para ponerlos en sujeción a la ley de Dios. —The Review and Herald, 12 de junio de 1888.
Recibiréis Poder, página 54.4.

La obra de la apostasía comienza en alguna secreta rebelión del corazón contra los
requerimientos de la ley de Dios. Fomentan y complacen deseos no santificados y ambiciones
ilegales, y la incredulidad y las tinieblas separan al alma de Dios. Si no vencemos estos males,
ellos nos vencerán a nosotros. {Nuestra Elevada Vocación 349.3}
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al
hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se
va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y
persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace”. Santiago 1:22-25.

“Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla”. Isaías


42:21.

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”.
Salmos 40:8.

“De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Romanos
7:12.

Dice el salmista: “La ley de Jehová es perfecta”. Salmos 19:7. ¡Cuán maravillosa es la ley de
Jehová en su sencillez, su extensión y perfección! Es tan breve, que podemos fácilmente
aprender de memoria cada precepto, y sin embargo tan abarcante como para expresar toda la
voluntad de Dios y tener conocimiento no sólo de las acciones externas, sino de los
pensamientos e intenciones, los deseos y emociones del corazón. Las leyes humanas no
pueden hacer esto. Sólo pueden tratar con las acciones externas. Un hombre puede ser
transgresor y, sin embargo, puede ocultar sus faltas de los ojos humanos. Puede ser criminal,
ladrón, asesino o adúltero, pero mientras no sea descubierto, la ley no puede condenarlo
como culpable. La ley de Dios toma en cuenta los celos, la envidia, el odio, la malignidad, la
venganza, la concupiscencia y la ambición que agitan el alma, pero que no han hallado
expresión en acciones externas porque ha faltado la oportunidad aunque no la voluntad. Y
se demandará cuenta de esas emociones pecaminosas en el día cuando “Dios traerá toda obra
a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”. Eclesiastés 12:14. {1MS
254.2}

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