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HISTORIA
La primera toracotomía realizada para tratar una herida penetrante cardiaca fue descrita
por Ludwig Rehn en 1896, circunstancia que supuso uno de los mayores hitos en la
historia de la cirugía. Aunque Rehn es referido como el pionero en casi todos los tratados
sobre historia de la medicina, el primer cirujano que trató un taponamiento cardiaco fue un
español en el año 18011. La toracotomía de urgencia (TU), fue inicialmente descrita en
1874 como maniobra de resucitación para realizar masaje cardiaco abierto en situaciones
de parada cardio-respiratoria (PCR). La técnica, como la conocemos actualmente, fue
descrita en 1966 por Beall, circunstancia que impulsó su utilización aunque con resultados
neurológicos desalentadores. Por otro lado, el descubrimiento de las compresiones
torácicas, y del desfibrilador externo, disminuyó significativamente su uso siendo relegada
a pacientes con heridas cardiacas. En la segunda mitad del siglo xx cobró nuevamente
interés gracias a su eficacia en pacientes con heridas torácicas abiertas, cada vez más
frecuentes debido al aumento de la violencia social.
REPASO ANATOMICO
Gran parte de la pared del tórax forma una especie de “jaula” ósea, la cual está
constituida por 12 vértebras torácicas que están en la línea mediana por posterior, en las
que articulan 12 pares de costillas, muchas de ellas articulan por anterior con el esternón
para poder completar el cierre de esta caja ósea. Este esqueleto aloja el corazón, los
pulmones, los grandes vasos y otras estructuras que se analizaran con detención más
adelante. Algunos órganos abdominales son protegidos por esta estructura; también da
soporte a estructuras del miembro superior
Continuando con la estructura esquelética del tórax, tenemos al tórax óseo. Este se
encuentra formado por el esternón, doce pares de costillas, doce vértebras torácicas y
articulaciones que las conectan. Las principales articulaciones torácicas incluyen los discos
intervertebrales, costovertebrales, esternocostales, esternoclaviculares, costocondrales e
intercondrales
Entre dos costillas adyacentes existen espacios denominados espacios intercostales. Son
once en total, cada uno contiene a los músculos intercostales (externos, internos e íntimos)
(Estos tres grupos de músculos le dan soporte a la caja torácica. Es más, son
considerados músculos respiratorios accesorios que participan en el proceso de respiración
forzada. Específicamente, los músculos intercostales externos facilitan la inspiración
forzada, mientras que los músculos internos e íntimos facilitan la espiración forzada.) junto
con el paquete neurovascular intercostal. Este último consiste en la arteria, vena y nervio
intercostal. Además de los músculos intercostales y el diafragma, que son los músculos del
tórax más importantes, ya que son responsables por la respiración, hay músculos
adicionales involucrados en la formación de la pared torácica. Estos incluyen los músculos
transverso del tórax, subcostal, elevadores de las costillas, serrato posterior superior y
serrato posterior inferior. Hablando de forma general, se insertan en las costillas, sus
cartílagos, o vértebras torácicas, descendiendo o elevando las costillas. Además, todos los
músculos torácicos proporcionan soporte adicional y fuerza al tórax.
La pared torácica en realidad es la cavidad, o espacio, que está ocupado por varias
estructuras anatómicas. Como existen tantas, en anatomía se ha dividido la cavidad
torácica en varios compartimentos, lo cual ayuda a localizar estas estructuras.
El mediastino está ubicado centralmente, limitado por las dos cavidades pleurales hacia
lateral. El mediastino como tal se divide en un mediastino superior e inferior. A su vez, este
último está subdividido en los mediastinos anterior, medio y posterior.
La cavidad torácica se comunica con el cuello mediante el orificio torácico superior y con la
cavidad abdominal por medio del orificio torácico inferior a través de espacios anatómicos
que perforan el diafragma.
CONCEPTUALIZACIÓN BÁSICA
Toracentesis: Inserción de una aguja, trocar o catéter en la cavidad pleural con el fin de
extraer aire o liquido de la misma.
Toracotomía: Ingreso a la cavidad pleural a través de un espacio intercostal o mediante
la resección de un segmento de costilla (toracotomía abierta).
Toracotomía cerrada (mínima): Inserción percutánea de un tubo a través de la pared
torácica.
TORACOTOMÍA CERRADA (MÍNIMA): Es un procedimiento de invasión mínima en el
que un tubo fino de plástico es insertado dentro del espacio pleural y puede estar adosado
a un aparato de succión para remover el exceso de fluido o aire.
Objetivos:
Aliviar la ansiedad y malestar del paciente
Fomentar el intercambio gaseoso adecuado
Extraer aire o liquido de forma continua
Evitar el colapso pulmonar
Indicaciones
Neumotórax a tensión
Neumotórax postraumático y postquirúrgico
Neumotórax iatrogénico secundario a canalización de vías centrales
Neumotórax en ventilación mecánica
Hemotórax
Derrame pleural no controlado
Quilotórax
Empiema liquido pleural con pH menor de 7.0, pus o infección
Contraindicaciones
Coagulopatía grave (deberá ser corregida previamente, excepto en situaciones de
emergencia)
Adhesión pleural, pulmonar o torácica.
Infección en el sitio de la piel sobre el que se va a introducir el tubo
Equipo necesario:
Preparación de la piel
Gasas estériles.
Solución de Povidona yodada.
Preparación del campo estéril.
Paños estériles.
Guantes estériles.
Anestesia local.
Jeringa de 10 cc, estéril.
Aguja intramuscular estéril.
Lidocaína al 1 ó 2 %, 10 cc.
Equipo para la intervención.
Bisturí desechable del n° 11.
Mosquito, pinza de Kelly o pinzas de disección roma.
Pinza de Kocher para clampar el tubo.
Tubo de tórax de diferentes calibres (Argyll®), según el material que vayamos a drenar:
Aire: 16-20-24 French.
Líquido: 24-28-32.
Pus o sangre: 28-32-36 French.
Sistema de drenaje de una (Büleau®) o tres cámaras (Pleur-evac®, Drenotórax®).
Seda atraumática del n.° 0.
Gasas estériles.
Apósito estéril.
Preparación del personal.
Lavado quirúrgico de las manos.
Guantes estériles.
Preparación del paciente.
Colocación en decúbito supino semiincorporado (fig. 1). Si introducimos el tubo en la línea axilar
media, además, colocaremos al paciente ligeramente oblicuo (se puede ayudar con un paño
doblado debajo de la escápula ipsilateral) y con la mano situada detrás de la cabeza
TÉCNICA
Existen varios métodos para introducir un tubo de drenaje pleural, siendo los dos más utilizados,
la técnica de disección roma y la técnica de Seldinger. A continuación describimos la técnica de
disección roma.
1. Elección del sitio de inserción. Para drenar un neumotórax introduciremos el tubo a nivel
del 2 espacio intercostal, línea mediovicular, aunque también puede hacerse en el 5}
espacio intercostal, línea axilar media. (para introducir el drenaje por “el triángulo de
seguridad”. El triángulo de seguridad es una zona anatómica limitada por el borde anterior
del músculo dorsal ancho, el borde lateral del músculo pectoral mayor, una línea
imaginaria por encima de la mamila, y el vértice de la axila)
2. Desinfección de la zona.
Limpieza de la zona con Povidona yodada.
3. Preparar y colocar el campo estéril.
4. Utilizar guantes.
5. Anestesiar la zona (fig. 3).
Infiltrar con anestésico local la piel, tejido celular subcutáneo y posteriormente avanzar hasta el
periostio (los planos musculares hasta la pleura parietal) infiltrándolo igualmente. Avanzar por
encima del borde superior de la costilla, siempre aspirando, hasta confirmar la presencia de
líquido pleural, sangre o aire, según sea el caso, y retirar lentamente. Cuando deje de aspirar,
inyectar un bolo de anestésico para anestesiar la pleura.
6. Incisión de la piel y tejido subcutáneo.
Realizar una incisión de aproximadamente 2 cm por debajo del espacio elegido, que permitirá el
paso del dedo índice (fig. 4).
7. Disección de los planos musculoaponeuróticos. Se procederá a la disección roma, mediante
mosquito o pinza de Kelly, de los músculos intercostales, creando así una pequeña tunelización
(fig. 5). Esta disección se realizará siempre junto al borde superior de la costilla inferior, para evitar
la lesión del paquete vasculonervioso intercostal.
8. Penetración en el espacio pleural. Empujar la pinza de Kelly hasta introducirla en la cavidad
pleural (saldrá aire o líquido) También puede hacerse con el trocar del tubo de tórax o con el dedo
índice (técnica preferida por la mayoría de los autores) (fig. 6).
9. Exploración del espacio pleural. Introducir el dedo índice para asegurar el trayecto e
inspeccionar la cavidad pleural (fig. 7).
10. Colocación del tubo endotorácico. Clampar el tubo de tórax en su extremo tal con la pinza de
Kocher e introducirlo en la cavidad pleura) (fig. 8) en dirección apical, para drenar un neumotórax,
o posterobasal, para drenar un derrame o un hemotórax. En caso de empiema el tubo hay que
colocarlo en el centro de éste, guiándose por una radiografía en proyección posteroanterior y
lateral, o mediante una ecografía torácica. (La punta del drenaje se dirige hacia el vértice torácico
en los neumotórax y hacia la base en los derrames. Sin embargo, en cualquier posición, el drenaje
puede ser efectivo para drenar aire o líquido. Cuando un drenaje es efectivo, no debe recolocarse
únicamente por su localización radiológica)
11. Conexión al sistema de drenaje (fig. 9). La colocación adecuada del tubo se constata por la
obtención de burbujeo o líquido y por la oscilación del sello de agua con la respiración
12. Fijación del tubo de tórax. Una vez comprobado el buen funcionamiento del sistema se
procederá a asegurar la posición del tubo con seda del n° 0. Dejar dado un punto de colchonero
para la retirada del tubo (fig. 10).
13. Colocar apósito (fig. 11)
14. Realizar una radiografía de tórax de control.
15. Retirar el tubo. El tubo lógicamente debe retirarse cuando cese el drenado. La retirada del
tubo endotorácico debe hacerse durante la espiración forzada, manteniéndolo pinzado o
conectado a aspiración, y procurando hacer un pliegue en la piel para evitar la entrada de aire.
Una vez que se ha sacado el tubo, se anudará rápidamente el punto de colchonero que aproxima
los bordes del orificio, se desinfecta con Povidona yodada y se impregna la herida con vaselina
estéril que hace una película que impide la entrada de aire. Realizar una radiografía de tórax de
control. No tiene sentido mantener pinzados los tubos de drenaje 24 horas antes de retirarlos,
salvo en los casos en que hayan existido pérdidas aéreas mantenidas, lo cual es frecuente en
pacientes con neumotórax por enfisema bulloso.
Algunos sistemas de drenaje tienen además otra válvula unidireccional que impide la salida de
fluidos del sistema, aunque éstos se eleven por encima del paciente. También pueden tener un
medidor de flujo aéreo (monitor de fugas). Desde hace unos años, utilizamos un sistema de
drenaje silencioso (sistema seco) en el que se ha sustituido la cámara de control de la aspiración
acuática por un regulador giratorio de aspiración (Fig. 7, A), prefijado en –20 cm H2O (puede
ajustarse entre –10 y – 40 cm H2O). Tiene una ventana que nos indica si el sistema está con
aspiración (Fig. 7, E).
Tamaño de los drenajes: Hay varios diámetros de tubos torácicos, cuyo diámetro se mide en
“French” o “Charrier” (Fig. 10). Ambas unidades equivalen a un diámetro exterior de 0,3
milímetros. El catéter más fino que utilizamos suele ser de 8 F (2,4 mm) y el más grueso de 32 F
(10,7 mm). El catéter de 8 F se introduce por el interior de una aguja, al contrario que los tubos
gruesos que suelen tener un punzón en el interior del tubo. Hay otros tubos que se introducen con
guía metálica según la técnica de Seldinger.
Por su calibre, los drenajes torácicos se pueden clasificar en finos (8-14 F), medios (14-24 F) y
gruesos (> 24 F). Los drenajes de pequeño calibre se recomiendan porque son más confortables
que los gruesos, aunque no hay evidencia de su superioridad terapéutica15. No se aconsejan en
los derrames pleurales densos. En los hemotórax agudos o empiemas se sugiere en general utilizar
drenajes gruesos. Sin embargo, los finos pueden ser útiles en los pequeños hemotórax y en
algunos empiemas de baja densidad y difícil acceso16. En estos casos, son de gran ayuda la
ecografía o el TAC. Si un paciente requiere o va a requerir ventilación asistida, es preferible colocar
tubos gruesos.