Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA REPRESENTACIÓN
10
Arts. 2177 C.C. y 1262 C. de Co.
7
13
“De la Répresentation en Droit Privé”, No. 22, Pág. 17, Editorial Dalloz, París 2000.
14
Op. Cit., pág. 53.
11
17
Op. Cit., págs. 356 y 357.
13
En todo caso, el art. 839 C. de Co. expresa una regla más general a
este respecto, regla que no podemos dejar de extender a los asuntos
civiles, en desarrollo del principio varias veces expresado de
paralelismo entre los ordenamientos civil y comercial. Según esta
disposición, no puede el representante fungir como contraparte del
representado, salvo autorización expresa, lo cual no podemos
entenderlo en un sentido meramente procesal, sino igualmente con el
alcance de que el representante no puede manejar intereses
contrarios a los de su representado, bajo ningún aspecto, lo cual
comprende contratar a la vez en nombre o en interés propio y hacerlo
simultáneamente, en el mismo negocio jurídico, en nombre o en
interés de su representando. En efecto, si bien no cabe entender que
en los contratos existan intereses propiamente contrapuestos, sino
convergentes, de alguna manera podemos descubrir en ellos, al
menos en la etapa precontractual, una cierta oposición de quereres,
en tanto cada parte buscará el mejor acomodo posible, dentro de lo
lícito y aceptable, para la defensa de sus pretensiones. En todo caso,
la misma norma prescribe que no puede el representante contratar
19
24
Arts. 1946 a 1954.
25
Véanse las sentencias de 26 de septiembre de 1941, LII, 403; de 30 de noviembre de 1954, LXXXIX, 175; de
31 de agosto de 1955, LXXXI, 101, y de 28 de marzo de 1958, LXXXVII, 533.
22
Sin embargo, de conformidad con lo dispuesto por los art. 2151 C.C. y
1275 C. de Co., quienes se ocupen profesionalmente de administrar
negocios ajenos deberán manifestar su rechazo al encargo que se les
confiere, siendo reputado su silencio como aceptación, además de su
deber de tomar en todo caso las medidas urgentes que demande el
encargo que se les confiera. Estas medidas urgentes no se reputarán
como aceptación tácita, en los términos de la última de las normas
citadas. Que el silencio, vencido un término prudencial, se repute
como aceptación, resulta no sólo para los negocios civiles, de
conformidad con el art. 2151 C.C., sino igualmente para los
comerciales, en tanto la norma respectiva, art. 1275, guarda silencio al
respecto, lo cual obliga a la aplicación del art. 822 C. de Co.
28
Véanse las sentencias de 17 de junio de 1937, de 16 de febrero de 1938, y de 18 de agosto de 1958.
29
Véase como ejemplo la sentencia de 25 de febrero de 1952.
30
Op. Cit., Volumen I, pág. 36.
26
art. 2120 respecto de las sociedades, norma hoy derogada por el art.
1º de la ley 222 de 1995, que sometió a las compañías civiles a las
reglas de las comerciales, sin embargo de lo cual la disposición
desaparecida nos da una idea de la intención del legislador.
33
Véanse Alexandre Villamaresco, “Revue Trimestrale de Droit Civil”, Tomo XXV, págs.
923 y ss., París 1929; René Demogue, “Traité des Obligations en Général”, Tomo I, Nos.
3 y 40, Editeurs de Droit, París 1925.
28
34
Véanse, entre otros, Planiol y Ripert, Op. Cit., Tomo II, Nos. 1429 y ss.; Louis Josserand, p. Cit., Tomo II, No.
1030; Luis Claro Solar, “Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado”, Tomo XI, Nos. 60 y 1003.
29
Para concluir este aparte debemos afirmar que la licitud del mandato,
sea representativo o no, está relacionada con la licitud del encargo
que se confiere. Respecto de la representación legal o judicial existen
igualmente los límites derivados de las posibilidades de dicha
representación. Así, un funcionario público no podría, a través de un
tercero, adelantar una gestión que le esté prohibida. Unos padres de
familia no estarían en condiciones de enajenar o de gravar sin la
respectiva licencia judicial aquellos bienes para cuya disposición
requieren de ella. Un “curador ad-litem” no podría allanarse
completamente a una demanda, porque su tarea es defender los
intereses del sujeto que representa y el allanamiento total implica una
renuncia absoluta a la defensa que se le ha encargado.
39
Véase la obra ya citada de Fernando Hinestrosa sobre La Representación. Igualmente el texto de Diez-
Picazo, Op.Cit., No. 189, págs. 268 y ss.
36
La última parte del art. 2149 C.C. contempla una posibilidad que se
suele tratar dentro del tema de la ratificación, pero que preferimos
estudiarla como una de las formas de conferir un poder. Nos referimos
al usualmente denominado “mandato por tolerancia”. Este ocurre ante
el silencio del interesado al tener conocimiento de las actuaciones de
un pretendido representante suyo. En este caso nos encontramos con
una situación muy similar a cuanto se prevé respecto del mandato
aparente, figura que se estudia en el aparte inmediatamente
siguiente..
respecto de los cuales hay que suponer una especial confianza de los
respectivos comitentes, o cierta clase de corredores dotados de
exclusividad para el adelantamiento de su cometido, o los albaceas
que no cuenten con autorización expresa del testador para la
delegación (art. 1337 C.C.), etc.
Sigue luego como causal extintiva del mandato “la revocación del
mandante”. La consagración de esta causal ha colocado al mandato
como el prototipo de las relaciones jurídicas que expiran por la
voluntad de uno solo de los contratantes, lo cual constituye una
46
Sin embargo de todo lo anterior, nos tropezamos con el art. 2150 C.C.
en cuyo texto se lee que “aceptado el mandato no podrá disolverse el
contrato sino por la mutua voluntad de las partes”. Esta norma
claramente se enfrenta a lo visto anteriormente, obligando al intérprete
a entender que una voluntad del legislador repetida en tres artículos
47
Sentencia de 28 de noviembre de 1994, Gaceta CCXXI-1095.
48
Henry, León y Jean Mazeaud, “Lecciones de Derecho Civil”, Parte Tercera, Volumen IV, No. 1418,
EDITORIAL De Palma, Buenos Aires, 2002.
48
Nos parece del caso trascribir una anotación de la obra del Profesor
HINESTROSA49 sobre el régimen general de las obligaciones,
determinando qué puede entenderse por interés del mandatario,
interpretación que evita que pueda pensarse que, en todos los casos
de representación remunerada, el mandatario tiene evidente interés en
el mandato. Sostiene así el autor citado: “el interés puede tomarse en
un sentido económico o patrimonial, que no puede reducirse a la
remuneración pactada”. Cabe entonces aquí el ejemplo invocado en
otra parte de un negocio común en el cual participe igualmente el
mandatario.
Sin embargo, debemos anotar que el art. 1273 del código italiano, del
cual tomamos buena parte de nuestro sistema comercial, trae una
solución distinta para el mandato irrevocable, estableciendo
únicamente la indemnización de perjuicios en el caso en que se
quebrante esta prohibición. Nosotros, sin embargo, no entendemos,
por contrario a nuestro sistema, que alguien pueda estar obligado,
pero al mismo tiempo tenga la facultad de incumplir, con la sola carga
de pagar los perjuicios que cause con su incumplimiento, sin que se le
pueda constreñir para que atienda su obligación. Creemos que si el
mandato es irrevocable, tanto el mandatario como los terceros pueden
atenerse a esta irrevocabilidad y rechazar cualquier intento en sentido
contrario. El sistema de “incumpla y pague”, que es de recibo en otros
medios jurídicos, no lo entendemos posible en el nuestro. No se trata
de una obligación alternativa, sujeta a la voluntad del deudor.
Sigue luego el art. 2189 C.C. con las causales de terminación del
mandato, estableciendo entre ellas la muerte del mandante o del
mandatario. Aceptando que, estando en presencia de un contrato
“intuito personae”, conviene que por regla general la muerte de aquel
en quien se ha depositado una especial confianza, el mandatario,
ponga término al mandato, salvo las excepciones que en seguida se
estudiarán, no nos mostramos de acuerdo que igual cosa suceda
cuando muere el mandante, ya que en este evento nada indica que las
cosas no deban mantenerse a través de los herederos, sin que
podamos aceptar que se ha roto la relación inicial de confianza en el
mandatario. Afortunadamente la solución que criticamos se morigera
con la norma del art. 2194 C.C., según la cual el mandatario debe
continuar y aún terminar su encargo, si de la suspensión del mismo
pueden derivarse perjuicios. Para el caso del mandato conferido en
interés del mandatario o de un tercero, el art. 1284 C. de Co. dispone
que en tal caso, por afectarse otros derechos o propósitos, el mandato
no termina con la muerte del mandante. En nuestro criterio, no
existiendo solución parecida en el ordenamiento civil, la norma puede
aplicarse igualmente en asuntos no mercantiles, lo cual en últimas es
una aplicación del art. 2134 C.C., arriba citado, que ordena continuar
el mandato cuando de su suspensión pueden derivarse perjuicios, en
este caso para el mandatario o para un tercero.
52
Con todo que el mandato sea general, existen algunas gestiones que
requieren, como lo exige la ley civil, complementada con aquella de
carácter procesal, “cláusula especial”, esto es, expresa mención de
que el mandato general se extiende igualmente a dichas actividades,
porque su generalidad no llega a ellas. Tal es el caso de la confesión,
que por implicar una declaración contraria a los intereses de quien
confiesa, requiere autorización del poderdante cuando se hace en
juicio o del mandante fuera de él. Sin embargo, la ley procesal
presume dicha autorización en los escritos de demanda y de
contestación de la demanda, así como en la audiencia inicial y en la
audiencia del proceso verbal sumario54. Igual cosa sucede con la
transacción, que implica arreglar un conflicto judicial existente o
precaver uno posible de carácter futuro, caso éste que, como el
anterior, conlleva la posibilidad de disponer, al menos parcialmente, de
un posible derecho55. Sin embargo de que actos como los anteriores
cuentan con una gran importancia, que justifica la exigencia de que se
exijan facultades especiales para ellos, debe anotarse que existe una
práctica muy extendida en los abogados litigantes de incluir en las
procuraciones que se les otorgan autorizaciones expresas para estas
actividades, no pareciendo lógico que puedan ejercerse sin una
consulta concreta a su poderdante. Igual exigencia, la de una
autorización especial, no obstante la generalidad del mandato, la
encontramos respecto de las facultades para comprometer, esto es,
54
Arts. 193 C.G.P y 197 C.P.C.
55
Art. 2471 C.C.
56
Por último, respecto del mandato general, conviene anotar que el texto
del art. 2158 nos da a entender que, con independencia de la amplitud
del mandato, éste se reduce a los actos ordinarios de administración,
requiriéndose facultades especiales para todo aquello que se salga de
estos límites. La generalidad del mandato no implica la posibilidad de
que el mandatario actué fuera del orden de los negocios del
mandante, debiendo suponerse que es dentro de dicho orden como el
mandato le fue conferido. Lo anterior, obviamente, salvo que el mismo
mandato incluya tareas que se salen del orden mencionado.
56
Sentencia de 15 de diciembre de 2005, Exp. 1996-25941.
57
57
Arts. 74 .G.P. y 65 .P.C.
58
58
Art. 2151 C.C.
59
Art. 1275 C. de Co.
60
Arts. 74 C.G.P. y 65 C.P.C.
59
Con todo, las normas de los arts. 2158 C.C. y la misma últimamente
citada, 1263 C. de Co., limitan el ejercicio del mandato a las
actividades ordinarias del mandante, salvo que éste confiera
facultades especiales para rebasar este límite.
14.- Una regla muy poco conocida es la que deriva del art. 2144 C.C.,
según la cual las disposiciones que regulan el mandato civil se
extienden al ejercicio de las profesiones que “demandan largos
estudios”, lo cual no deja de ser una solución curiosa del legislador.
Sin embargo, nos parece curiosa la solución de aplicar las reglas del
mandato al ejercicio de las profesiones “que requieren largos
estudios”, cuando dicho ejercicio no implique ninguna clase de gestión
por cuenta o en interés de los clientes respectivos. Obviamente, si se
trata de un abogado que represente a uno de sus clientes en una
negociación o dentro de un proceso judicial o administrativo, la
aplicación de las normas del mandato es lógica, pero en este caso
estimamos que, más que la primera parte del artículo, estaríamos
teniendo en cuenta la segunda porción del mismo.