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Manual de Semiología Psiquiátrica

Universidad de Caldas

Tabla de contenido

- Prólogo
- Conceptos clave
- Capítulo uno Conciencia
- Capítulo dos Orientación
- Capítulo tres Porte y actitud
- Capítulo cuatro Psicomotor
- Capítulo cinco Afecto
- Capítulo seis Expresión del pensamiento
- Capítulo siete Sensopercepción
- Capítulo ocho Funciones Mentales Superiores
- Capítulo nueve Introspección
- Capítulo diez Prospección
- Capítulo once modelo de historia clínica
- Capítulo doce examen mental
- Bibliografía

Índice de figuras y tablas

(Pendiente paginación para colocar en cuál va cada ilustración)

Capítulo uno:

- Ilustración 1. SRAA y sistema tálamo-cortical (corte del mesencéfalo).


- Ilustración 2. División de las fibras del SRAA al llegar al tálamo.
- Ilustración 3. Postura de decorticación.
- Ilustración 4. Postura de descerebración.
- Sinopsis 1. Alteraciones de la conciencia.

Capítulo dos:

- Sinopsis 2. Alteraciones de la orientación.

Capítulo tres:

- Ilustración 1. Biotipo normolíneo.


- Ilustración 2. Biotipo brevilíneo.
- Ilustración 3. Biotipo longilíneo.
- Sinopsis 3. ¿Qué debemos intentar describir en el porte? y algunas actitudes.

Capítulo cuatro:

- Sinopsis 4. Alteraciones de la conducta psicomotora


Capítulo cinco:

- Sinopsis 5. Alteraciones del afecto.

Capítulo seis:

- Sinopsis 6. Alteraciones de la expresión del pensamiento.

Capítulo siete

- Imagen 1. Fuente: http://science.nasa.gov/science- news/science-at-nasa/2001/ast24may_1/


- Imagen 2. Fuente: http://bancodefotosgratis.blogspot.com/2009/06/nubes-en- forma-de-
perro.html
- Imagen 3. Pseudopercepciones.
- Sinopsis 7. Alteraciones sensoperceptivas

Capítulo ocho

- Sinopsis 8. Alteraciones en las funciones mentales superiores.

Capítulo nueve

- Sinopsis 9. Alteraciones de la introspección

Capítulo diez

- Sinopsis 10. Alteraciones de la prospección

Capítulo once

- Tabla 1. Escala de evaluación de la actividad global


¿POR QUÉ UN MANUAL MÁS DE SEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA?

Hacer escuela en el departamento de salud mental de la Universidad de Caldas:

Las acepciones del Diccionario de la Real Academia que nos atañen en este caso para la palabra
escuela son:

Conjunto de profesores y alumnos de una misma enseñanza. || Doctrina,


principios y sistema de un autor. || Conjunto de discípulos, seguidores o
imitadores de una doctrina, arte, etc.

En medicina el término escuela, se utiliza ampliamente para referirse al conjunto de principios que
rigen la práctica clínica o quirúrgica, tanto en los aspectos semiológicos (desde lo lingüístico hasta lo
propedéutico) como en los terapéuticos (desde lo farmacológico hasta lo procedimental), de los
graduados de una u otra universidad en la que se enseña y logra la aplicación casí uniforme te tal
conjunto de principios.

Lejos de esperarse arbitrariedad y resistencia al cambio cuando este sea necesario, la escuela en
medicina permite la identificación y la unidad de los conceptos, que basados en solidos criterios o la
evidencia estadística, permitiran una practica clínica o quirúrgica optima del graduado, en beneficio de
la comunidad donde este ejerza y en el propio.

La comunicación humana es una de las funciones cerebrales más elaborada; con frecuencia empleamos
la frase “hablar el mismo idioma” para resaltar la importancia que tiene el comprender y dar a entender
claramente lo que decimos, escribimos o escuchamos. Al reconocer la semiología no solo como la rama
de la medicina que se ocupa del estudio de los signos y los síntomas sino también como la que nos
permite establecer las normas lingüísticas que regirán toda la comunicación médica, comprendemos sin
dificultad, que el primer paso para hacer escuela, es hacerla en la semiología, ya que nos va permitir
hablar el mismo idoma.

Reconocemos que las dicotomías, las divisiones, los esquemas, no existen en la naturaleza,
simplemente las creamos para intentar comprender la inmesidad y la complejidad de los fenómenos que
en ella exísten; fenomenología que alcanza el acme de su complejidad si estudiamos el psiquismo
humano; así pues, sabemos que la discución sobre todo lo escrito en este texto no esta cerrada, no
tenemos la útima palabra ni nada parecido. La práctica de la salud mental (incluída su semiología)
siempre ha estado influída por las corrientes flosóficas y la evidencia científica del momento, por lo
que hemos intentado ser lo más rigurosos posible en la revisión de cada tema y esperamos que el
estudio de este texto sea provechoso, pero debemos recomendar prudencia al lector ya que la medicina
más que una ciencia es un arte y como todo arte, es cambiante.

Los autores.
Conceptos Clave

Pretendemos en este apartado hacer mención de los conceptos que consideramos fundamentales para la
comprensión de este texto. Para definiciones más amplias, remitimos al lector a documentos especializados en
cada tema.

- Pragmatismo (pragmático): se trata de una corriente filosófica que busca las consecuencias prácticas del
pensamiento y les asigna el valor de verdad o utilidad teniendo en cuenta su eficacia y utilidad para la vida
diaria. En este texto, proponemos la utilización exclusiva de los términos semiológicos que permitan tomar
decisiones; siendo pragmáticos, mencionaremos únicamente lo que tenga su valor de “verdad” en su eficacia
para la práctica clínica.

- Etimología: del latín etymologĭa, y éste a su vez del griego ἐτσμολογία, cuya traducción por descomposición
sería: tratado (estudio) sobre la verdad de las palabras, es la especialidad lingüística que estudia el origen de las
palabras. Cobra importancia capital en este texto, ya que los autores consideramos que resulta ser por lo general
una útil herramienta mnemotécnica.

- Integración cortical: representa el proceso de sumatoria de la información aportada por las distintas áreas
cerebrales para poder cumplir con distintas funciones. En términos neurofisiológicos, se trata de las variaciones
de la sensibilidad de transmisión sináptica de una neurona a la siguiente, en un efecto dominó de un hemisferio
al otro a través del cuerpo calloso.

- Psiquismo: hace referencia a la totalidad de los fenómenos mentales (pensamientos, percepciones, recuerdos,
emociones, etc.) y sus complejas interacciones, lo cual podría equipararse al concepto mente.

- Ontología: ontogenia. Del griego ὄντος “el ser”, y del latín genia “nacimiento” o “desarrollo”. Desde lo
filosófico hasta lo biológico, hace referencia a todo lo relacionado con el estudio del desarrollo de los individuos,
especies o conceptos.

- Engrama: es el equivalente biofísico de un recuerdo. Se teoriza que hace parte del concepto de la memoria
genética, aunque hasta el momento se ha hecho evidente sólo a través de la memoria neuromuscular.

- Función adaptativa: mencionaremos esta función desde lo biológico (más estrictamente, en lo evolutivo) para
referirnos al proceso por el que una especie es capaz de mejorar sus posibilidades de supervivencia en
determinado entorno al generar cambios a diferentes niveles (desde lo conductual hasta lo genético), en respuesta
a una trayectoria de diversos estímulos propuestos por el entorno mismo. En el ser humano, hacemos mención
puntual de las funciones comunicativa y gregaria, las cuales permitieron el surgimiento de las civilizaciones.

- Fenomenología: del griego υαινόμενoν “apariencia”, y λογος “estudio” o “tratado”. La fenomenología estudia
la relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito en que se hace presente esta realidad.

- ¿Por qué aún escribimos psiquiatría (y todas sus derivaciones) con ps? Cómo se mencionó, consideramos la
etimología una útil herramienta nemotécnica. Al utilizar la etimología, el psiquiatra (del griego υστ (psique),
“alma” o “mente”, y ἰατρεία (iatreia), “el sanador” o “medicina”) sería el médico del alma, el médico de la
mente; si se elimina la p y escribimos siquiatra, estaríamos diciendo médico de los higos; ¿Por qué?: En griego
σῦκον (sikos) significa “higo”. Desde el siglo primero de nuestra era, se utiliza el término sicosis barbae para
referirse al proceso inflamatorio que generalmente compromete los folículos pilosos de la barba, en una
tumoración con formaciones semejantes a un higo, lo que claramente dista de una psicosis.
CAPÍTULO 1

ESTADO DE CONCIENCIA

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Definir el concepto estado de conciencia y describir las bases fisiológicas del mismo.
- Enunciar los estados de conciencia básicos.
- Evaluar clínicamente el estado de conciencia y reconocer sus alteraciones.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

Existe un acuerdo casi general en cuanto a definir la conciencia como la capacidad de un individuo de
dar cuenta de sí mismo y su lugar en el medio ambiente; sin embargo, ésta es una propiedad muy difícil
de medir en términos experimentales1, en consecuencia, los médicos, utilizamos una definición
pragmática basada en la observación clínica2, así pues, la conciencia sería la:

Capacidad del individuo para responder a los estímulos internos y


externos (ambientales).
Etimológicamente3, el término conciencia procede del latín conscientia, a su vez compuesto por el
prefijo “con”, que significa “convergencia” o “reunión”; y “scientia”, que traduce “ciencia”. Éste, a su
vez, deriva de “sciere”, que significa “saber”. Al utilizar la etimología como herramienta nemotécnica,
podríamos decir que la conciencia nos permite “saber” de nosotros mismos y de nuestro entorno,
mediante la “reunión” (proceso de integración de la información) de los distintos estímulos, tanto
internos como externos.

Esta capacidad de responder a los estímulos depende de la actividad sumatoria de los dos hemisferios
cerebrales1, por lo tanto, para entender y evaluar de mejor manera la conciencia, es necesario exponer
algunos principios fisiológicos elementales que facilitan la comprensión de esta parte tan importante
del examen mental.

Bases neurofisiológicas

Neurobiológicamente, se puede aseverar que la conciencia tiene dos componentes:

1. El contenido.

2. El estado de conciencia (dependiente del sistema activador).

El contenido de la conciencia incluye la totalidad de las funciones mentales y se evalúa en el resto del
examen mental, por lo que no nos detendremos aquí en él.

El estado de conciencia, entendido como la fase del ciclo sueño-vigilia, en la que nos encontremos
(despierto o dormido), comprende una fisiología y anatomía neuronal complejas, en las que la totalidad
1
Kandel E, Schwartz J, Jessell T. Principles of Neural Science 4th ed. New York: McGraw-Hill; 2000.
2
Ropper A, Samuels M. Adams & Victor’s Principles of Neurology, 9th ed. New York: McGraw-Hill; 2009.
3
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22a ed. Madrid: Editorial Espasa; 2001.
de las neuronas del cerebro influyen en la génesis y el mantenimiento de los estados de conciencia4. Sin
embargo, el sistema reticular activador ascendente5,6 (SRAA) y el sistema tálamo-cortical (ilustración
1) son esenciales para su funcionamiento. Este complejo de redes neuronales genera el estímulo que
activa la corteza cerebral para que pueda presentarse el contenido de la conciencia o que reducen su
actividad para poder iniciar las fases del sueño, por lo que algunos autores lo describen como la “planta
eléctrica que acciona el cuerpo humano”7. Las fibras de los núcleos del SRAA se dirigen hacia la
corteza cerebral a través del sistema tálamo-cortical. Estas fibras se generan en la zona lateral de la
formación reticular que se dirigen a la zona medial, y de allí se proyecta por el tracto tegmental central
al hipotálamo y al núcleo intralaminar del tálamo, donde se dividen en dos (ilustración 2). Una se dirige
hacia anterior, para hacer sinapsis con los circuitos oribito-frontales y, desde allí, en paralelo al resto de
la corteza. Una vez hecha la sinapsis con los circuitos oribito-frontales ya no se requiere una vía
neuronal como tal, sino que las neuronas se activan unas a otras, en sinapsis múltiples, en un efecto
como el de las fichas de dominó al caer una tras otra. La otra vía va lateral al tálamo mismo y hace
sinapsis con los circuitos temporales-mesiales y de nuevo desde allí, en paralelo al resto de la corteza.

Esta distribución neuroanatómica explica el por qué cuando existe una lesión mesencefálica la persona
tiene una alteración muy evidente del estado de conciencia, mientras que cuando es un compromiso
focal de la corteza, la alteración no lo es tanto.

Ilustración 1. SRAA y sistema tálamo-cortical (corte del mesencéfalo)

El SRAA no sólo está relacionado con el la regulación del ciclo sueño vigilia (y por ende de la
conciencia misma), sino también con otras actividades vegetativas como la respiración, la frecuencia
cardiaca, etc.

4
Negrao B, Viljoen M. Neural correlates of consciousness. Afr J Psychiatry. 2009; Nov; 12:265-269.
5
Patestas M, Gartner L. A textbook of neuroanatomy. Oxford: Blackwell Publishing Ltd; 2006.
6
Torterolo P, Vanini G. Nuevos conceptos sobre la generación y el mantenimiento de la vigilia. Rev Neurol. 2010; Jun; 50 (12): 747-758.
7
Saladin K. Anatomy and Physiology: The Unity of Form and Function. 5th ed. New York: McGraw-Hill; 2009.
Ilustración 2. División de las fibras del SRAA al llegar al tálamo.

Valor semiológico

¿Por qué evaluar el estado de conciencia y redactarlo en la historia clínica como el primer ítem de la
evaluación mental?

Ya mencionamos que el estado de conciencia es una función mental derivada de la integración cortical.
Así pues, su disfunción podría correlacionarse con lesiones de alguna o varias de las áreas cerebrales
mencionadas. El estado de conciencia permite la entrada al psiquismo del paciente, sin un estado de
conciencia adecuado, la entrevista (el método clínico fundamental de la psiquiatría) será muy difícil de
realizar o incluso imposible.

Una alteración del estado de conciencia es directamente proporcional a la disfunción de las funciones
mentales; a mayor grado de alteración del estado de conciencia, mayor alteración de las funciones
mentales. Así pues, la conciencia es la función más integrativa de todas las funciones mentales; por lo
tanto, al detectar una alteración de la conciencia debemos hacer todo lo posible por establecer una
posible causa no psiquiátrica (traumas, infecciones, alteraciones metabólicas, etc.), antes de pensar en
las causas psicopatológicas.

Evaluación y redacción en la historia clínica

La evaluación del estado de conciencia se realiza a través de la observación del comportamiento


espontáneo y la capacidad de respuesta del paciente. Plum y Posner8 proponen cinco estados de
conciencia básicos, basados en el tipo de respuesta exhibido ante cada estímulo:

1. Alerta: un paciente está en estado de alerta cuando es capaz de entrar en contacto con su medio
externo y consigo mismo, correspondiendo entonces como ejemplo clásico al estado en el que nos
encontramos cuando estamos despiertos. El término proviene del italiano all'erta, un adjetivo utilizado
para referirse a un individuo que se encuentra vigilante o atento.

8
Posner J, Plum F, Schiff N. Plum and Posner's Diagnosis of Stupor and Coma.4th ed. New York: Oxford University Press; 2007.
2. Somnolencia: una persona somnolienta es la que tiene menos contacto con su medio externo. Se
despierta fácilmente con estímulos verbales, aunque puede rechazar o ignorar otros. El ejemplo
característico de esta condición lo constituye el momento en que nos despertaban en la mañana
(estímulo verbal) para ir al colegio: respondíamos “adecuadamente”, pedíamos “cinco minuticos”, y
cuando nos dejaban de hablar, nos dormíamos nuevamente (inclusive en algunas ocasiones, soñábamos
durante ese corto periodo de tiempo).

3. Estupor: del latín “aturdido”. El paciente en estado de estupor muestra un mayor deterioro de
conciencia y responde únicamente a estímulos más intensos, repetitivos y por lo general dolorosos. En
estos casos, la respuesta del paciente puede ser verbal (generalmente ruidos o palabras) o no verbal, o
sea, con movimientos. En cualquier caso, estos movimientos deberán ser siempre “normales” ante cada
estímulo dado, por ejemplo, responde con retirada (definiendo “retirada” como la flexión de la
articulación superior al sitio del estímulo) luego de aplicarle un estimulo doloroso en la planta del pie;
es decir, flexiona la rodilla ipsilateral.

4. Coma superficial: del griego “trance”. El paciente en coma superficial no responde a estímulos
verbales y sí a estímulos dolorosos con movimientos de decorticación o descerebración. Los
movimientos de decorticación aparecen cuando hay lesión de la corteza cerebral; los de descerebración
se dan en las lesiones del tallo cerebral. Estas posturas se deben a la actividad neuronal anormal
resultante de la lesión y pueden desencadenarse espontáneamente o ante un estímulo plantar o palmar.

En ambas posturas, la musculatura del cuerpo se muestra rígida y en extensión. La diferencia la hace la
posición de las extremidades superiores.

- Postura de decorticación: extensión hipertónica del cuerpo con flexión de las extremidades superiores
y aproximación de ambas manos rígidas sobre el tórax (ilustración 3).

Ilustración 3. Postura de decorticación.


- Postura de descerebración: extensión hipertónica del cuerpo con extensión de las extremidades
superiores en pronación forzada y flexión tónica de las muñecas (ilustración 4).

Ilustración 4. Postura de descerebración.

Mnemotecnia: La corteza está en la parte alta del cerebro y el tallo cerebral está en la parte baja. Si en
el paciente las manos están arriba, se trata de una decorticación; y si están abajo, se trata de una
descerebración.

5. Coma profundo: un paciente en este estado no presenta respuesta alguna frente a un estímulo, sea
verbal o doloroso, pero tiene signos vitales.

Existen descripciones clínicas un poco más complejas y de características sindromáticas7 con respecto
a otros estados de conciencia. En ellas no se describe únicamente la alteración del estado de
conciencia, sino que también se incluyen alteraciones en la orientación u otros dominios del contenido
de la conciencia, mencionaremos tres de ellas:

- Obnubilación: término aplicado a una reducción mínima del estado de conciencia que pueden incluir
hiperexcitabilidad e irritabilidad, alternando con somnolencia, y que generalmente se acompaña de
desorientación temporo-espacial.

- Embotamiento: literalmente se refiere a la “torpeza” mental, estos pacientes tienen una reducción de
leve a moderada en el estado de alerta, hay poco interés en el medio ambiente, y puede acompañarse de
desorientación alopsíquica global.

- Letargo (Letargia): del latín lethargus “olvidadizo”. Cuadro sindromático de varias enfermedades
neurológicas, infecciosas o tóxicas, caracterizado por un estado de somnolencia profunda y prolongada,
acompañado de fallos significativos en la memoria.

Como se hace evidente en estos ejemplos, la respuesta del paciente se podría clasificar en el estado
básico de somnolencia, que es completamente descriptivo. Ya que las alteraciones de otros dominios
del contenido de la conciencia tienen sus propios ítems en el examen mental, proponemos que las
descripciones sindromáticas se hagan en los análisis al final de la historia, pero que se eviten en la
redacción de evaluación mental. En este contexto, vale la pena transcribir aquí una recomendación del
texto de Plum y Posner 7:

“Aunque conocer los estados de conciencia es importante, en la práctica clasificar


a una persona en uno de ellos es difícil. Por eso recomendamos describir amplia y
detalladamente el tipo de estímulo aplicado y la respuesta dada ante este, en lugar
de limitarse a escribir por ejemplo estuporoso, sería mejor anotar: paciente que
responde con retirada ante el estímulo doloroso. La descripción con ejemplos de
la respuesta del paciente a diferentes estímulos puede ser de gran valor ya que
permitirá a otros clínicos sacar sus propias conclusiones”.

En la evaluación del estado de conciencia es de gran utilidad la mnemotecnia ADVI, diseñada para el
Advanced Medical Life Support (AMLS)9 de la National Association of Emergency Medical
Technicians (NAEMT) y que se basa en los 5 estados de conciencia básicos propuestos inicialmente.
La mnemotecnia utiliza el tipo de estímulo ante el cual el paciente responde para asignarle uno de los
términos clínicos propuestos:

También se puede utilizar la escala de Galsgow10. Esta escala tiene un puntaje mínimo de 3 y un
máximo de 15. Aunque se diseñó para la clasificación del traumatismo encéfalo-craneano, es útil por su
estandarización de las respuestas ante los diferentes estímulos propuestos por Plum y Posner. Consta de
tres dominios: apertura ocular, respuesta verbal y respuesta motora.

Cuando el puntaje es de 15/15, el estado de conciencia es alerta; cuando el puntaje de 3/15, el estado
de conciencia es coma profundo. Lo anterior, sólo aplica para esos puntajes, ya que las demás
combinaciones posibles no se corresponden con los demás estados de conciencia básicos y ya
corresponderían a las descripciones sindromáticas.

9
Dalton T, Limmer D, Mistovich J, Werman H. Advanced Medical Life Support. 3rd ed. New York: Brady-NAEMT; 2009.
10
Teasdale G, Jennett B. Assessment of coma and impaired consciousness. A practical scale. Lancet. 1974; Jul; 304 (7872): 81–84.
.
Como se mencionó, la exploración clínica de la conciencia se realiza desde el primer contacto con el
paciente y se basa primordialmente en la observación de las respuestas exhibidas por el paciente ante
cada estímulo propuesto.

Si el paciente entra al consultorio por sus medios, responde al saludo y se sienta donde se le indica, se
encuentra alerta.

Si el paciente se encuentra, por ejemplo, en cama, con los ojos cerrados y responde ante estímulos
verbales menores para dormirse nuevamente una vez cesamos este estímulo, seguramente se encuentra
somnoliento.

Si responde únicamente ante estímulos verbales y táctiles vigorosos y repetidos o con retirada de la
extremidad ante el estímulo doloroso, lo más probable es que se encuentre estuporoso.

Si el paciente responde únicamente ante estímulos dolorosos con movimientos de decorticación o


descerebración, se encuentra en coma superficial.

Si el paciente no responde ante ningún estímulo pero hay presencia de signos vitales se encuentra en
coma profundo.

La redacción en la historia clínica puede hacerse de dos maneras. La primera, aunque un poco más
larga y por ende dispendiosa, es aplicarse a la recomendación de Plum y Posner ya descrita, y redactar
por completo el tipo de estímulo aplicado y la respuesta exhibida por el paciente ante el mismo. Por
ejemplo:

Paciente que se encuentra con los ojos cerrados. Al llamarlo los abre, intenta mantener la
conversación, pero una vez cesamos el estímulo vuelve al estado inicial.

La segunda, mucho más simplificada, consiste llanamente en escribir en cual de los 5 estados de
conciencia creemos que se encuentra el paciente. Esto, por supuesto, dependerá del grado de
estandarización que se logre con el uso de estas definiciones. Por ejemplo:

Estado de conciencia: Somnoliento (utilizando el mismo caso anterior).

Sinopsis
CAPÍTULO 2

ORIENTACIÓN

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Definir el concepto orientación y enunciar las bases fisiológicas del mismo.


- Evaluar clínicamente la orientación.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

La orientación es una función mental superior que nos permite reconocer nuestra ubicación en el
tiempo y el espacio, además de identificarnos como individuos y reconocer a quienes nos rodean.

El término proviene del latín1 “orior” que se refería al amanecer, el origen de algo, un nacimiento y,
por supuesto, al “oriente”, donde nace el sol, lo que nos permite orientarnos espacialmente mediante la
localización de los puntos cardinales (oriente, occidente, norte y sur). La orientación tiene dos
componentes: autopsíquica y alopsíquica.

La orientación autopsíquica: del griego2 ατο (auto) “propio” o “por sí mismo” y ψυχ (psique)
“alma” o “mente”, se refiere a la experimentación del sentido del Yo3. Ésta es la capacidad que tiene
una persona de reconocerse como individuo, de recordar su historia biográfica y el reconocimiento de
su corporalidad; es la primera orientación que se adquiere y la última en perderse durante un proceso
patológico. La orientación autopsíquica se empieza a estructurar desde la temprana infancia cuando el
niño empieza a reconocerse como una persona aparte de la madre o de su cuidador. Hacia el octavo
mes de vida (aunque hay bebés que lo empiezan a hacer antes), empezamos a reaccionar frente a la
presencia de extraños y la ausencia de los cuidadores, lo que puede interpretarse como la integración
progresiva del YO (orientación autopsíquica) y la distinción de lo que es YO de lo que es NO YO
(rudimentos de la orientación alopsíquica)4. A pesar del paso del tiempo, sentimos que somos la misma
persona, seguimos teniendo una identidad, poseemos una historia de nuestra vida, sabemos quiénes
somos y lo que nos ha sucedido, es decir, nos reconocemos (estamos orientados) autopsíquicamente.

La orientación alopsíquica del griego5  (alos) “otro” o “diferente”, consiste en la capacidad de
reconocer lo que se encuentra fuera de nosotros, lo que nos es diferente a nuestro YO. La orientación
alopsíquica, permite el reconocimiento de los determinantes externos como el espacio y el tiempo, de
las demás personas y la relación de éstos con nuestra biografía. Nos permite entonces saber con
claridad dónde estamos ubicados en un momento determinado y correlacionar esta ubicación y este
tiempo con otras ubicaciones y tiempos y a las personas que se han visto involucradas en ellos.

Existen cuatro dominios en la orientación alopsíquica:


- Tiempo.
- Espacio.
- Lugar.
- Persona alopsíquica (para diferenciarla de la autopsíquica, que es en primera persona).

1
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22a ed. Madrid: Editorial Espasa; 2001.
2
Günther B. Etimología y Fonética Neohelénica del vocabulario médico. Rev Méd. Chile 2003; Dic; 131: 1475-1514 (S).
3
Fierro M. Semiología del psiquismo 2a ed. Bogotá: Editorial Kimpres Ltda; 2008.
4
Marcelli D, Ajuriaguerra J. Manual de psicopatología del niño. 7a ed. Madrid: Elsevier-Masson; 2007.
-Tiempo: la vivencia y la percepción del paso del tiempo está determinada en gran medida por el
estado afectivo: por ejemplo, al estar tristes o aburridos el tiempo parece pasar lentamente, al estar
alegres el tiempo parece pasar más rápidamente. Sin embargo, normalmente podemos calcular de
manera más o menos precisa qué hora del día o de la noche es sin la necesidad de mirar un reloj si
contamos con los referentes apropiados: por ejemplo, una ventana desde la que veamos la posición
aproximada del sol o la noche, o cuando recordamos que desayunamos pero aún no hemos almorzado.
Cuando logramos lo anterior, estamos orientados alopsíquicamente en tiempo. Dado que esta
capacidad depende casi por completo de tales referentes es esperable que un paciente durante una
hospitalización en la que se le prive de los mismos (como en el caso de una unidad de cuidado
intensivo) se desoriente parcialmente en tiempo, sin que esto signifique necesariamente una disfunción
en la integración cortical.

-Espacio: es la orientación que nos permite reconocer nuestra ubicación en un lugar y nuestra relación
posicional con los elementos que se encuentren en allí, para así poder interactuar apropiadamente en él.
Según Piaget5, la orientación espacial evoluciona en tres etapas. Inicialmente se adquiere la orientación
en el espacio topológico, con el cual el niño aprende a reconocer la vecindad, la separación y la
continuidad, lo que le permite reconocer conceptos como cerca y lejos. El segundo en reconocer es el
espacio euclidiano, en el cual se empieza a reconocer tamaño, dirección y situación; distingue entonces
que es grande, pequeño, adentro, afuera, arriba, abajo, a un lado y al otro. El tercer y último espacio en
aprender es el proyectivo o racional que se refiere al concepto de perspectiva, que es la capacidad de
reconocer que está más allá de lo que ve en un solo plano, y la lateralidad por confrontación, o
lateralidad en espejo, es decir, la capacidad del niño de reconocer que la derecha y la izquierda de
quien está en frente de él son cruzadas (inversas).

-Lugar: hace alusión a la percepción de nuestra ubicación geográfica. Depende también casi por
completo de los referentes visuales. Inicia en el reconocimiento de mi entorno inmediato (estoy en el
comedor de mi casa o en la habitación de un hospital) y posteriormente desde el micro al macro
ambiente así: barrio, cuidad, departamento, país, continente.

-Persona alopsíquica: es la capacidad de reconocer a los demás y el cómo han interactuado en mi


biografía. Al apropiarnos de nuestra historia no solamente somos concientes de la existencia de nuestro
Yo como individuo (autopsíquicamente), sino también aprendemos a reconocer los rostros, voces y
hasta modos de vestir o andar de nuestros allegados. Cuando logramos esto estamos orientados
alopsíquicamente en persona.

Bases neurofisiológicas

La orientación es una función dependiente de la integración cortical6, en particular de los lóbulos


occipitales, temporales y parietales de ambos hemisferios. Para una orientación adecuada, es necesario
integrar funciones como la atención, la sensopercepción y la memoria7. La integración de todas estas
funciones nos permite almacenar y, posteriormente, evocar nuestros datos autobiográficos, reconocer a
nuestros allegados, lograr ubicarnos en determinadas coordenadas espaciales, recorrer ese espacio y,
finalmente, calcular de una manera aproximada el paso del tiempo.

5
Piaget J, Inhelder B. La representación del espacio. Madrid. Editorial Morata; 1975.
6
Kandel E, Schwartz J, Jessell T. Principles of Neural Science 4th ed. New York: McGraw-Hill; 2000.
7
Schiffer R, Rao S, Fogel B. Neuropsychiatry 2nd ed. New York: Lippincott Williams & Wilkins; 2003.
Valor semiológico

¿Por qué evaluar la orientación y redactarla en la historia como uno de los primeros ítems del examen
mental?

Mencionamos que la orientación es una función mental superior derivada de la integración cortical. Así
pues, un fallo en la orientación podría correlacionarse con la disfunción de alguna o varias de las áreas
cerebrales mencionadas.

Dado que existen muchos referentes para la orientación espacial y en lugar, una alteración de la misma
implica una alteración grave de la cognición, mayor que cuando se da la desorientación en tiempo, y en
muy raras ocasiones ocurre sin que se presente con ésta. Cuando es menos grave (más benigna), una
persona puede reconocer más o menos en donde se encuentra (por ejemplo un hospital, así no sepa el
nombre de la institución).

La desorientación autopsíquica es mucho más severa y se observa en los estadios más avanzados de las
demencias, en estados de amnesia secundarios a trauma cerebral y en cuadros infrecuentes como los
estados disociativos, en los que se presume que la memoria del sí mismo desaparece y con ella la
orientación autopsíquica.

Evaluación y redacción en la historia clínica

La evaluación de la orientación se realiza durante toda la entrevista. Cuando el paciente se presenta


puntualmente a la consulta, da información acerca de su historia personal y familiar, la descripción
cronológica de los hechos previos y detalles con respecto a su desplazamiento por diferentes sitios, nos
está dando la información necesaria para la evaluación de la orientación. Sin embargo, en algunos
casos es posible que nos surjan dudas acerca de la capacidad del paciente para orientarse, en tal caso
preguntaremos puntualmente de la siguiente manera:

¿Cuál es su nombre?, ¿qué edad tiene? (ejemplos autopsíquica). ¿Qué día de la semana es hoy?, ¿qué
hora es?, ¿cuánto tiempo lleva en este hospital? (alopsíquica en tiempo). ¿Dónde estamos en este
momento?, ¿cómo se llama este sitio?, ¿qué tipo de lugar es éste?, ¿en qué ciudad estamos?
(alopsíquica en lugar). ¿Cómo se va desde esta clínica hasta su casa?, ¿dónde queda su habitación? esta
clínica tiene tres pisos ¿en cuál estamos?, ¿cómo se va desde su habitación a la cafetería? (alopsíquica
en espacio). ¿Quién lo acompaña a esta consulta?, ¿quién cree que soy? , ¿cuál es el nombre de su
esposa(o), hijos, hermanos? (alopsíquica en persona).

Existen dos formas básicas de redactar esta parte del examen mental. La primera, describiendo punto
por punto las preguntas realizadas y las respuestas exhibidas por el paciente. Aunque dispendiosa, esta
forma de redacción aporta más datos para la valoración clínica.

Orientación:

- Autopsíquica, responde adecuadamente a las preguntas sobre su biografía.

-Alopsíquica, no logra responder las preguntas sobre la fecha ni la hora aproximada del
día aunque lo hace con respuestas de la misma categoría. Responde adecuadamente las
preguntas de localización, responde adecuadamente las preguntas de orientación espacial
y reconoce a quienes lo acompañan.

La segunda, que también dependerá enteramente del grado de estandarización que se alcance, podría
redactarse como:

Orientación: autopsíquica conservada, alopsíquica comprometida en tiempo, resto conservada


(usando el mismo ejemplo anterior).

Sinopsis:
CAPÍTULO 3

PORTE Y ACTITUD

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Definir los conceptos porte y actitud.


- Evaluar clínicamente el porte y la actitud.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

Porte

El porte que describimos en psiquiatría hace referencia al modo de vestir y el arreglo personal de cada
paciente. Etimológicamente la palabra porte es un derivado del término latino porta:

Antiguamente cuando se fundaba una cuidad, se trazaba su recinto con el arado. El encargado del
plano llevaba o portaba aquel instrumento, levantándolo en el sitio en donde debía estar la entrada
para que no quedara demarcado; desde entonces a aquél sitio, donde se portaba el arado, se le
llamó porta, la puerta. Posteriormente se decía de alguien cuya primera impresión era agradable,
por sus buenas maneras y adecuada presentación personal, que tenía buen porte1.

Actitud

A diferencia de la actitud que se estudia en la semiología médica general (que hace referencia a la
postura corporal que adopta el paciente en determinado momento), la actitud que analizamos en
psiquiatría, es un constructo, una impresión que nos hacemos al reunir la expresión facial y corporal, el
tipo de contacto visual, el interés en el entorno, el grado de colaboración y el estilo predominante de
comunicación que el paciente empleó durante la entrevista. Hacemos entonces uso de la tercera
acepción del diccionario de la Real Academia en cuanto a la definición de actitud, que en el sentido
figurativo hace referencia a la “disposición de ánimo manifestada exteriormente”2. Desde la psicología
y la sociología el concepto se hace mucho más abstracto, aunque podría simplificarse en la definición
de Breckler3: “constructo hipotético que representa el grado de gusto o disgusto de un individuo frente
a un estímulo determinado”. Al respecto se debate ampliamente si las distintas actitudes de una persona
son genuinas e impredecibles, o si por el contrario se trata de respuestas precondicionadas por el
aprendizaje vicario.

Aunque cada persona posee una actitud predominante, esta no es completamente estática y puede
cambiar con las circunstancias, por esta razón, en nuestro examen mental describiremos únicamente la
actitud que predominó durante la entrevista.

Valor semiológico

El porte y la actitud son “la primera impresión” que nos hacemos del paciente, lo que nos permite
algunas inferencias sobre su psiquismo, de ahí su valor semiológico, no como una critica (del modo de

1
Molanú P. Diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Imprenta Rivadeneyra; 1856. Disponible en http://books.google.com.
2
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22a edición. Madrid: Editorial Espasa; 2001.
3
Pratkanis A, Breckler S, Greenwlad A. Attitude structure and function. New Jersey: Routledge; 1989.
vestir, del cuidado personal o su manera de actuar), sino por lo que podemos entender del por qué viste
o actúa de tal o cuál manera.

El ejemplo que propone Fierro4 para comprender esta situación, es el de una persona que acostumbra
vestir siempre de colores oscuros, llevar una presentación personal impecable y mantener una actitud
parca con sus compañeros de trabajo. Súbitamente, un día viste una camisa de flores multicolor, un
pantalón rojo, unos zapatos blancos, un aseo personal descuidado y muestra una actitud efusiva. El
cambio en el patrón de vestir, los hábitos higiénicos y la actitud de esta persona, no son por si mismos
sinónimo de un fenómeno psicopatológico; tampoco interesará, a partir de sus cambios, emitir un
concepto acerca de si esto está “bien” o “mal” con respecto a lo que dicta la etiqueta y la moda. Sin
embargo, el análisis de este cambio (junto al resto del examen mental y la historia clínica) nos
orientará hacia lo que puede estar sucediendo en el psiquismo de este paciente.

Evaluación y redacción en la historia clínica

Porte

En el porte (también denominado apariencia) se debe intentar describir:

- Edad aparente y congruencia de esta con la cronológica.


- Constitución corporal.
- Modo, tipo de vestido y arreglo personal.
- Características físicas prominentes, condiciones o situaciones significativas asociadas.

Edad aparente y congruencia con la cronológica: en ciencias de la salud, definimos la edad


cronológica como el tiempo que ha trascurrido desde el nacimiento de un individuo hasta el momento
de la entrevista. La fecha de nacimiento es el dato a partir del cual se calcula la edad cronológica del
individuo, que aunque tratándose de un evento de la máxima importancia y a pesar de la seguridad de
que él estuvo allí, no se guarda un recuerdo o conocimiento directo; por lo tanto, su establecimiento se
hace a partir de lo relatado por parte de otros participantes (los padres, el médico, etc.) o a partir de
elementos documentales (registro de nacimiento, historia clínica, etc.)

El cálculo de la edad aparente consiste en una apreciación (mediante los referentes obtenidos durante
la entrevista) de cuantos años parece haber vivido el paciente; para tal efecto, nos basamos en la
experiencia personal, por lo que recomendamos que siempre se haga el ejercicio de intentar calcular la
edad aproximada de cada persona antes de averiguar por su edad cronológica. Los referentes más
comúnmente empleados son la piel (textura, pliegues, etc.), el cabello (implantación, presencia de
canas, etc.) y la salud dental.

La importancia de describir la edad aparente y su congruencia con la cronológica radica en la


información que tales elementos aportan sobre a la calidad de vida que esa persona en particular ha
llevado. Si la edad aparente es mayor que la cronológica, nos orientará al aforismo: a mayor estrés,
mayor envejecimiento; por el contrario, si la edad aparente es menor que la cronológica, es posible que
esa persona haya empleado estrategias de afrontamiento más sanas ante los eventos estresantes que le
ha deparado la vida. Aquí vale la pena recordar que el estrés y las respuestas exhibidas frente a él, no
son el único factor que determina el proceso del envejecimiento puesto que los factores genéticos,
ambientales, nutricionales etc. juegan también un rol fundamental.

4
Fierro M. Semiología del psiquismo 2a ed. Bogotá: Editorial Kimpres Ltda; 2008.
Constitución corporal: es el conjunto de los caracteres del fenotipo determinados por el genotipo.
Esta idea se liga a la de los tipos constitucionales o biotipos, según la cual los individuos pueden
agruparse de acuerdo con sus características físicas más prominentes. Desde la antigua Grecia (con la
tesis de los “humores”), estas características fenotípicas suelen asociarse con ciertos temperamentos.
Aunque tales afirmaciones han sido ampliamente cuestionadas y en la actualidad carecen de un valor
semiológico real, en términos clínicos, permiten una estandarización de la descripción de la
constitución corporal, lo que les asigna un valor pragmático.

Los sistemas de clasificación en la constitución corporal más conocidos son el de Kretschmer y el de


Sheldon, y en cada uno de ellos se distinguen tres tipos básicos: (a) en el de Kretschmer: brevilíneo
(también conocido como pícnico), el normolíneo (atlético) y el longilineo (leptosómico); (b) en el
sistema de Sheldon, se corresponden con el endomorfo, el mesomórfo y el ectomorfo5.

Tipo normolíneo: (atlético, mesomórfo) talla y longitud de las extremidades mediana a grande,
hombros y tórax anchos, ángulo esterno-costal recto, relieves óseos prominentes; musculatura eutrófica
o hipertrófica (ilustración 1).

Ilustración 1. Biotipo normolíneo

Tipo brevilíneo: (pícnico, endomorfo) individuo de formas redondeadas, generalmente estatura


mediana, cuello corto y ancho, cabeza y vientre voluminosos, ángulo esterno-costal obtuso, tejido
adiposo abundante (especialmente en el abdomen), extremidades y hombros delgados, musculatura
hipotrófica (ilustración 2).

5
Surós A. Semiología médica y técnica exploratoria.8a ed. Madrid: Elsevier-Masson; 2001.
Ilustración 2. Biotipo brevilíneo

Tipo longilíneo: (leptosómico, ectomorfo) tórax y extremidades delgados; hombros estrechos y caídos,
musculatura hipotrófica, cráneo pequeño, manos delgadas, ángulo esterno-costal agudo, rostro alargado
y estrecho (ilustración 3).

Ilustración 3. Biotipo longilíneo

Modo, tipo de vestido y arreglo personal: en este apartado realizaremos la descripción más detallada
posible del modo, tipo de vestido y el arreglo personal del entrevistado, incluyendo el modo y cuidado
del cabello, las uñas, el maquillaje, etc. Cuando estos aspectos sean llamativos, debe evaluarse si la
presentación personal es apropiada en cuanto a los recursos, la ocupación y el género del paciente.

Características físicas prominentes y/o condiciones importantes asociadas: de nuevo se trata de un


ejercicio completamente descriptivo, en el cual se anotarán las señales particulares y relevantes del
paciente como cicatrices, deformidades, amputaciones, etc., y condiciones asociadas importantes, como
que se encuentre recibiendo líquidos endovenosos, oxígeno, entre otros. Además, debe anotarse el lugar
particular de entrevista (unidades de cuidados intensivos, cárceles, etc.)
Actitud

Intentaremos describir las actitudes que con mayor frecuencia se presentan en la práctica clínica. Al
iniciar cada descripción, incluimos la acepción más relevante del diccionario2 con el objetivo de
facilitar su comprensión y memorización.

Actitud de interés: del latín interesse “dar importancia”. Inclinación del ánimo hacia un objeto, una
persona, una narración, etc.

En esta actitud, el contacto visual es frecuente y espontáneo; el volumen de la voz y el lenguaje son los
que se emplean en una conversación formal y amable; la expresión facial y corporal indican interés en
el entrevistador o en un suceso de importancia de acuerdo con cada contexto y colabora con la
entrevista sin dificultad.

Actitud de congraciadora: que intenta conseguir favores o benevolencias de parte de alguien.

La persona intenta simular una actitud de interés, tal y como se acaba de describir, pero sus gestos no
son genuinos y claramente identificamos que busca algún beneficio de la misma, como por ejemplo en
el caso del paciente farmacodependiente que busca que se le de el alta hospitalaria.

Actitud de perplejidad: del latín perplexĭtas “aterrado, confundido”. Irresolución, confusión, duda
sobre lo que se debe hacer.

Quien asume esta actitud establece poco contacto visual, tiende a mirar en derredor o, en su defecto, su
mirada se aprecia perdida; el volumen de la voz puede ser normal o bajo y en el lenguaje tiende a
mostrarse confundido, como si no comprendiera el lugar ni las circunstancias en que se encuentra.
Puede ser necesario insistirle para que se comunique y colabora con esfuerzo con la entrevista.

Actitud distante: del latín distans “lejano”. Dicho de una persona que rehúye el trato amistoso o la
intimidad.

El contacto visual es muy pobre o nulo; el volumen de la voz por lo general es bajo y el lenguaje es
pobre, vago o circunstancial. Es necesario insistirle repetidamente para lograr comunicación y en
ocasiones no se logra. La persona se observa ensimismada, su interés por el medio puede ser escaso y
colabora con gran esfuerzo en la entrevista.

Actitud suspicaz: del latín suspĭcax “desconfiado”. Dicho de una persona propensa a concebir
sospechas o a tener desconfianza.

La persona que asume esta actitud establece poco contacto visual y tiende a mirar por encima de sus
hombros. El volumen de su voz generalmente es bajo; con frecuencia evade la conversación o sus
respuestas son muy breves y evasivas, y si se le insiste para que se comunique, tiende a irritarse. En
resumen, se aprecia temeroso (como si algo malo pudiera ocurrirle) y colabora con gran esfuerzo (o no
colabora) con la entrevista.
Actitud altiva: del latín alto (con igual significado). Dicho de una persona orgullosa, soberbia.

El contacto visual es alternante y en ocasiones puede fijar la mirada en el entrevistador para luego
evitarla. El volumen de la voz suele ser elevado, habla enérgicamente. Sus gestos indican
descalificación y menosprecio hacia los demás. Se muestra imponente y no facilita la comunicación.

Actitud de gran confianza: del latín confidĕre “confidente”. Referente a la familiaridad en el trato.

El contacto visual es habitual y espontáneo. El volumen de la voz suele ser elevado, pero el lenguaje es
el de una conversación entre dos personas que se conocen de mucho tiempo, un lenguaje familiar. La
expresión facial indica un gran bienestar. Es muy colaborador con la entrevista e incluso puede intentar
besar o abrazar al entrevistador como lo haría con uno de sus familiares.

Actitud quejumbrosa: dicho de una persona que se queja con poco motivo o por hábito.

El contacto visual es escaso; por lo general, mantienen la mirada baja. El volumen de la voz es bajo y
en su lenguaje, al igual que en su expresión facial y corporal, manifiesta frecuentemente incomodidad o
dolor. Colaboran con cierto esfuerzo para la entrevista.

Actitud pueril: del latín puerīlis “infantil”. Propio de un niño o que parece de un niño.

Las expresiones, la vocalización y los movimientos son parecidos a los de un niño, lo que visto en un
adolescente o un adulto se hace muy llamativo.

Actitud demandante: persona que demanda o pide una cosa en juicio.

El contacto visual suele ser alternante, aunque también puede mantener la mirada fija en el
entrevistador. El volumen de la voz es elevado y en su lenguaje predominan las exigencias (demandas).
La persona se observa inquieta y su expresión facial es de exigencia y cierta irritabilidad. Sus
movimientos, especialmente de las extremidades superiores, son rápidos y enérgicos, lo habitual en
quien hace un reclamo airado. También se le denomina actitud querulante, del latín querulosus termino
con el que se referían a la persona que se quejaba repetidamente en los estrados judiciales.

Actitud hostil: del latín hostīlis “enemigo”. Contrario o enemigo.

El contacto visual suele ser alternante o puede mantener la mirada fija en el entrevistador. El volumen
de la voz es elevado y en su lenguaje predominan las amenazas directas o indirectas. Puede emplear un
discurso soez y puede llegar a la agresión física. La persona se observa muy inquieta y su expresión
facial es de irritabilidad.

Actitud seductora: del latín seducĕre “llevar a solas”. Atraer físicamente a alguien con el propósito de
obtener de él una relación sexual.

La expresión facial y corporal es delicada. Su prosodia toma un carácter especial como en la intención
de conquistar o atraer a alguien. Los movimientos corporales son sinuosos y la conducta observable
pareciera tener a la “seducción” como fin.
Actitud histriónica: dicho de una persona que se expresa con afectación o exageración propia de un
actor teatral.

Se caracteriza por la teatralidad de las expresiones faciales y corporales, y marca sus emociones con
demasiada intensidad para el contexto en que se presentan.

Ejemplos de redacción

Tenemos dos formas básicas de redactar esta parte del examen mental. En la primera, se describe
puntualmente lo observado y escuchado en el paciente. Aunque esta redacción es dispendiosa, es la que
aporta más datos.

Porte y actitud: La Señora A es una mujer de 35 años cuya edad aparente es congruente con la
cronológica, su constitución corporal es normolínea, su vestido y arreglo personal son adecuados para
su género y el contexto de la entrevista. Establece contacto visual espontáneamente, emplea un
volumen de voz y un lenguaje habituales y colabora sin dificultad para la entrevista.

En la segunda enunciamos las características más llamativas en el porte y la actitud (utilizando las
anteriormente descritas) que predominó en el paciente durante la entrevista.

Porte y actitud: La Señora A presenta un porte adecuado y una actitud de interés. (Usando el mismo
ejemplo anterior).

Sinopsis:
CAPÍTULO 4

CONDUCTA PSICOMOTORA

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Distinguir los actos motores básicos de un individuo.


- Distinguir la división de un acto motor voluntario en conación y ejecución.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones de la conación.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones cuantitativas de la ejecución.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones cualitativas de la ejecución.
- Identificar y evaluar clínicamente otros movimientos relevantes para la psiquiatría.
- Redactar apropiadamente en una historia clínica esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

En esta sección nos encargaremos de la evaluación de la conducta psicomotora humana, que implica el
estudio de las expresiones del pensamiento a través del movimiento.

La conducta psicomotora es resultante de la interacción del sistema nervioso con el aparato locomotor,
que permite que el pensamiento se convierta en movimiento; a esta relación pensamiento-movimiento
también se le ha denominado acto psicomotor1. La palabra acto proviene del latín actus2, que se refiere
al resultado de hacer algo. La palabra motor proviene del latín motōris, que significa “que se mueve”3.

En semiología psiquiátrica, los actos psicomotores definen la conversión de un fenómeno psíquico


(pensamiento, deseo, etc.) en un movimiento, una serie de movimientos (conducta o comportamiento)
o incluso en la decisión de no actuar (quietud), lo que observamos a través de la actividad
neuromuscular.

El movimiento es la función adaptativa por excelencia; sólo a través de éste podemos interactuar en un
entorno. Con el movimiento también modificamos nuestra expresividad mímica (gestual) y articular
palabras, lo cual nos hace gregarios y nos permite cumplir la función comunicativa (que es también
altamente adaptativa) de la psicomotricidad.

Para facilitar su estudio, dividimos el acto psicomotor en dos momentos. El primero es el período de la
elaboración consciente del acto, el cual abarca los fenómenos que van desde el inicio del deseo hasta la
decisión voluntaria de realizarlo. Este proceso se llama conación (del latín conatio, esfuerzo4) o fase de
la acción implícita. Como se hace evidente, esta fase corresponde al pensamiento, pero dada su clara
asociación al fenómeno del acto psicomotor la estudiaremos en este apartado. De otra parte, el segundo
momento corresponde a la ejecución del acto o fase de la acción explícita, durante la cual el
movimiento es llevado a cabo.

1
Taborda L, Burgos C, Tellez J, Vasquez R. Principios de semiología psiquiátrica. 3 ra ed. Bogotá: Editorial Pinel; 1991.
2
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22 a ed. Madrid: Editorial Espasa; 2001.
3
Mir J. Diccionario ilustrado Latín-Español, Español-Latín. Madrid: Editorial Spes; 1958.
4
Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico "dicciomed". Disponible en: http://www.dicciomed.es
Bases neurofisológicas

La función motora es el resultado de la interacción entre el sistema nervioso y el aparato locomotor. En


el sistema nervioso central (SNC), las relaciones que existen entre la corteza cerebral, los núcleos de la
base y el cerebelo promueven la función motora; los impulsos nerviosos generados en el encéfalo
viajan por la médula espinal y los nervios periféricos, activando los músculos y permitiendo la
transformación del impulso nervioso en movimiento.

La corteza motora está involucrada en la planeación y ejecución de la actividad motora voluntaria. Las
principales áreas cerebrales que participan en la actividad motora son la corteza motora primaria y la
secundaria. En primer lugar, la corteza motora primaria está vinculada con la ejecución de
movimientos voluntarios y bien definidos del lado contralateral del cuerpo; por su parte, la corteza
motora secundaria está relacionada con la planeación de las acciones motoras. Ésta envía la
información originada a la corteza motora primaria, la cual que permite su ejecución.

La corteza motora ejerce una influencia directa sobre el movimiento a través de sus conexiones con los
núcleos motores ubicados en el tallo cerebral; sin embargo, también ejerce una influencia indirecta por
medio de sus conexiones con los núcleos de la base y el cerebelo.

Los núcleos de la base participan en la iniciación de la actividad motora y modulan la información que
llega de la corteza motora a través de sus conexiones con el tálamo y el tallo cerebral. Desde el punto
de vista clínico, los núcleos relacionados con el movimiento son: caudado, putamen, núcleos
subtalámicos, globus pallidus y sustancia nigra. Estos núcleos reciben información de las áreas
motoras y somatosensoriales de la corteza cerebral, del tálamo y el mesencéfalo; de igual forma, envían
información al tálamo y, a través de éste, a la corteza cerebral. Aunque se encuentran relacionados
principalmente con la modulación de la conducta motora, también se relacionan con funciones no
motoras como la cognición, la afectividad y la sensopercepción.

El cerebelo integra y utiliza la información recibida de la corteza motora y de los sistemas


somatosensoriales, auditivos y vestibulares, con el fin de coordinar la velocidad, la dirección, la
precisión y el momento en que se realiza la actividad motora. Además, está involucrado en el control
de la marcha, el equilibrio, el tono muscular y el aprendizaje de habilidades motoras.

Alteraciones de la psicomotricidad

A pesar de la utilidad de las definiciones y de las descripciones clínicas, en muchas ocasiones es difícil
encontrar un consenso al respecto; al categorizar un mismo movimiento se dan grandes discrepancias
inclusive entre los expertos. No existe una clasificación que abarque todas las variaciones del
movimiento; sin embargo, teniendo en cuenta que las categorizaciones facilitan el aprendizaje y el
reconocimiento de las alteraciones, nos permitimos plantear la siguiente clasificación, que consiste en
dividir las alteraciones de la psicomotricidad en: alteraciones del periodo de la conación, del periodo de
la ejecución y de otros movimientos relevantes para la psiquiatría.
Alteraciones del periodo de la conación

-Abulia: del griego α (a) “sin” y βοςλία (boulia, querer, desear4). Se define como la abolición de la
motivación, el deseo o la decisión para la ejecución de tareas o actividades que impliquen un
despliegue motor5.

-Hipobulia: del griego ὑπό (hipo, bajo el nivel). Es la disminución de la motivación para la ejecución
de actividad motora voluntaria5.

-Hiperbulia: del griego ὑπέρ (hiper, por arriba del nivel). Consiste en un aumento significativo del
interés por ejecutar una actividad. Es normal en los individuos emprendedores de los cuales se dice que
tienen “voluntad inquebrantable”. Es patológica cuando conlleva actos que son inadecuados para las
normas de la convivencia social 1, 5.

-Ambitendencia: del latín amb (a ambos lados). En esta condición, el paciente desea y rechaza
simultáneamente la ejecución de una acción.

Como ya se mencionó, este grupo de alteraciones pertenece (en estructura) a la psicopatología de


pensamiento; por ende, sólo se pueden evidenciar en términos de lo que el paciente logre comunicar
verbalmente. Por ejemplo, podría sospecharse una abulia o una hipobulia a partir de una disminución
en la actividad psicomotora; sin embargo, sólo hasta que el paciente mencione en su relato algo como
“es que no me sentía motivado para hacer nada de lo que normalmente hacía”, podríamos referirnos a
una abulia como tal.

Un ejemplo de hiperbulia lo encontramos en el relato de Estudio en escarlata de la famosa saga de


Sherlock Holmes, en el que un individuo se dedica a la persecución de dos sujetos culpables del
homicidio de su esposa. El personaje los busca sin desfallecer por América y Europa durante más de
treinta años, hasta que finalmente les da muerte en Londres y fallece pocos días después. Otro ejemplo
de esta situación lo tendríamos en los trastornos delirantes, en los cuales un paciente puede mantenerse
demandando y apelando ante tribunales superiores durante años en un fenómeno querulante, por lo que
él considera una injusticia con él. Existe una variación importante y muy frecuente de hiperbulia que
merece ser mencionada, la dromomanía, del griego δπομρ “corredor”, μανία “adicción” que consiste
en el impulso “irresistible” a mantenerse caminando y en particular a salir de la casa, esta condición es
tan frecuente que ha recibido diversas denominaciones a lo largo de la historia de la psiquiatría:
poriomanía, drapetomanía, ecdemomanía, ecdemonomanía, manía errabunda, automatismo
ambulatorio, etc.

Podríamos inferir una ambitendencia en el caso de un paciente que presente bloqueos motores súbitos
durante la realización de una tarea, pero sólo hasta que el mismo individuo nos refiera algo como: “es
que quería recoger ese papel del suelo y a la vez no lo quería recoger”, es que podríamos mencionarla.
En resumen, las alteraciones de la conación son útiles para la redacción de descripciones semiológicas
en la enfermedad actual o en lo subjetivo de una nota de evolución, pero no recomendamos su uso en el
examen mental.

5
Sánchez R. Entrevista y semiología psiquiátrica. Bogotá: FEPARMED; 1993.
Alteraciones del periodo de la ejecución

Se dividen en cuantitativas y cualitativas.

Cuantitativas

Hiperquinesia: del griego κίνηζιρ (kinos, movimiento). Consiste en una exageración de las conductas
motoras que se ve clínicamente como una actividad aumentada, tanto en la velocidad como en la
frecuencia de los movimientos. El paciente realiza más actividades de las que habitualmente ejecuta y
lo hace a una mayor velocidad, posiblemente dejando algunas o varias inconclusas. Podrán describirse
3 grados de hiperquinesia: (1) leve, cuando se trate de la tendencia a la inquietud (ej.: la persona se
mueve repetidamente en la silla pero no se levanta de la misma); (2) moderada, cuando el sujeto se
muestre significativamente inquieto (ej.: el entrevistado podría levantarse de la silla y caminar por el
consultorio para volverse a sentar); y (3) severa, cuando el individuo se mantenga constantemente en
movimiento (ej.: el paciente no podrá sentarse aunque se le pida).

Hipoquinesia: es una disminución de la actividad motora, vista clínicamente como una reducción de los
movimientos. En esta condición se presenta una marcada reducción de los movimientos espontáneos,
pero se conservan algunos (como ir al baño, alimentarse, etc.) que se realizan a la velocidad habitual.
Se disminuyen los movimientos expresivos o los cambios de posición. Al igual que con la
hiperquinesia, a la hipoquinesia se le pueden describir grados de leve, moderada y severa: en el primer
caso, el sujeto realizará algunos movimientos; en el segundo, pocos y en el tercero, sólo los
estrictamente necesarios.

Bradiquinesia: del griego βπαδύρ (bradis, lento). En esta condición, los movimientos espontáneos se
conservan en frecuencia, pero se aprecian marcadamente lentos: el sujeto realiza distintos movimientos,
pero los ejecuta a una velocidad inferior a la habitual.

Aquinesia: en esta situación se da la ausencia de movimientos espontáneos. El ejemplo clásico lo


representarían algunas alteraciones afectivas o psicóticas en las que el paciente se postra en cama y ni
siquiera se levanta para ir al baño, por lo que realiza micciones y deposiciones en el sitio donde se
encuentra.

Equivalentes motores de la ansiedad (movimientos no adaptativos)6: se trata de aquellos movimientos


no intencionados que tienden a hacerse más frecuentes en los momentos de ansiedad (mover
repetidamente las piernas, rascarse la nariz o la cabeza, etc.). Tales movimientos no son
psicopatológicos por sí solos, pero su definición es útil en la descripción clínica de la ansiedad.
Definidos por Fish7, se les denomina no adaptativos dado que no satisfacen una demanda biológica de
adaptación al medio circundante.

Cualitativas

Manierismo: del italiano manieri, un estilo artístico difundido por Europa en el siglo XVI y
caracterizado por la expresividad y la artificiosidad en las obras3. Son posturas, movimientos o una
utilización característica del lenguaje (ver capítulo de expresión del pensamiento), realizados de
manera voluntaria cuyo resultado final, aunque cumple con un propósito, resulta extravagante o

6
Hamilton M. Psicopatología Clínica de Fish. Madrid: EMALSA; 1985.
inusual. Por ejemplo, intentar asumir los modales de un lord británico (marcha excesivamente erguida,
nariz elevada y tomar las cosas extendiendo el quinto dígito de la mano) cuando no es lo característico
en tal individuo.

Estereotipia: del griego ζηεπεόρ (estereos, rígido, sólido) y ηύπορ (tipos, marca, forma). Consiste en la
repetición de un movimiento, así como asumir una postura o comportamiento (serie de movimientos),
palabras o frases (ver capítulo de expresión del pensamiento) que no cumplen una finalidad clara. Los
movimientos pueden ser simples (por ejemplo, frotarse las palmas de las manos) o complejos (como
girar repetidamente las extremidades superiores como si enrollara una cuerda en sus manos).

Perseveración motora: es la persistencia de una actividad específica aunque el objetivo de la acción ya


se haya logrado. Incluye las compulsiones, conductas casi ritualísticas que se repiten
característicamente para aliviar la tensión (ansiedad) generada en la mayoría de los casos por una
obsesión (ver expresión del pensamiento). El ejemplo más clásico de esta condición lo representa el
lavado compulsivo de las manos, que se realiza repetidamente aunque ya estén limpias.

Bloqueo motor: en esta situación, el movimiento se inicia correctamente pero se suspende súbitamente
antes de su terminación, retomando la posición inicial o permaneciendo bloqueado en la posición en la
cual se detuvo.

Hipermimia: del griego μῖμορ (mimos, expresión). Se trata de la exageración en la gestualidad en la


cual participan casi la totalidad de los músculos faciales, lo que resulta en una expresividad llamativa
por su teatralidad.

Hipomimia: es la disminución de la gestualidad, lo que resulta en una expresividad que no logra una
función comunicativa adecuada. Algunos clínicos la denominan como facies inexpresiva.

Paramimia: del griego παπά (para, al lado). Se trata de una gesticulación que no es congruente con el
estado afectivo referido por el paciente; por ejemplo, el sujeto asegura estar muy alegre cuando su
expresión facial nos impresiona de tristeza.

Ecomimia: del griego ἠσώ (eco, repetición). Es la imitación de los gestos realizados por otras personas,
siendo ejecutados de una manera más o menos automática. La forma más frecuente (y rara vez
psicopatológica) la evidenciamos cuando una persona que se encuentra muy concentrada en lo que
hablamos empieza a mover sus labios como si articulara nuestras palabras.

La hipermímia, la hipomímia, la paramímia y la ecomímia son descritas en grupo como Dismimias, del
griego δςζ (dis, dificultad).

Ecopraxia: del griego ππᾶξιρ (praxis, acción, actuación). Es la imitación de los movimientos realizados
por otra persona y que se ejecutan de una manera más o menos automática.

Negativismo: es la resistencia ofrecida por el individuo a toda sugerencia, y puede ser pasivo o activo.
En el primer caso, el paciente simplemente no hace lo que se le pide; en el segundo, hace exactamente
lo contrario. Al pedir a un paciente que levante el brazo izquierdo, por ejemplo, en el negativismo
pasivo deja quieto el brazo; en el activo, lo baja desde la posición en la que lo tenga.
Obediencia automática: en esta situación, la persona obedece y ejecuta de manera más o menos
automática todos los actos y movimientos que se le sugieren. En ocasiones puede permanecer inmóvil
una vez concluida la acción solicitada hasta cuando se le ordena un nuevo acto. Suele evaluarse
mediante planteamientos irracionales como: “por favor saque la lengua que voy a cortarla un bisturí”;
en este caso, el paciente con obediencia automática sacará la lengua y la dejará afuera, mientras que
cualquier otro paciente se negará o preguntará por lo absurdo de la solicitud.

Otros trastornos del movimiento relevantes para la semiología psiquiátrica7 y 8

Se trata principalmente de movimientos involuntarios, es decir, que difícilmente son controlados por el
sujeto. Pueden variar en cuanto a la velocidad (desde movimientos lentos hasta movimientos rápidos) y
la frecuencia de presentación (desde intermitentes hasta permanentes). Entre ellos se encuentran los
siguientes:

Temblor o tremor: del latín tremulāre (temblar). Es una oscilación rítmica de una parte del cuerpo,
producido por la contracción sincrónica y alternada de músculos agonistas y antagonistas. Por lo
general tiene una frecuencia fija, aunque pueden parecer irregulares. La amplitud del movimiento
puede variar dependiendo de factores biológicos o psicológicos. El temblor se puede dividir en tres
grandes categorías: (1) de reposo, observado en una parte del cuerpo cuando está en completo reposo y
se atenúa o desaparece cuando se inicia una acción y cuando el paciente esta completamente relajado o
dormido; (2) postural, que se evidencia cuando se asume una posición determinada, como extender las
extremidades superiores y dejarlas paralelas al piso; (3) de intención, que aparece cuando se va realizar
un movimiento como tomar una taza de café o escribir.

Hipertonía: del griego ηόνορ (tonos, tensión). Es una contracción muscular sostenida e involuntaria,
que frecuentemente lleva a posturas anormales, movimientos repetitivos o torsión del área afectada.
Cuando la persona ejerce oposición a la contracción involuntaria se pueden presentar movimientos
rítmicos y un tremor en el área afectada; no obstante, cuando se le pide que permita que la contracción
continúe sin oponer resistencia, se pueden hacer más evidentes las posturas anormales y se atenúa el
tremor. Por lo general estas contracciones son dolorosas y pueden afectar cualquier músculo estriado.
Entre las más comunes se encuentran las cervicales (las cuales provocan desviación de la cabeza en
cualquiera de sus ejes), las axiales (que involucran músculos del tronco) y las ocupacionales (calambre
del escritor, tenista, golfista, etc.)

Rigidez: del latín rigĭdus (rígido). Es un incremento del tono muscular generalizado (varios grupos
musculares) y por lo que se asocia a la disminución del movimiento espontáneo. En la rigidez puede
evidenciarse el signo de rueda dentada al intentar movilizar las muñecas, o el signo de la navaja al
intentar la flexo-extensión del antebrazo. También puede evidenciarse marcha magnética e
inestabilidad postural en la rigidez.

Hipotonía (flacidez): se trata de la pérdida o disminución del tono muscular, caracterizada por una
reducción en la resistencia a la movilización pasiva de las extremidades, debilidad muscular y
disminución de los movimientos espontáneos del área afectada.

La hipertonía, la rigidez y la hipotonía suelen denominarse en conjunto como distonías; sin embargo,
en algunas clasificaciones de la semiología neurológica se refieren a la hipertonía como distonía.
7
Fustinoni O, Dassen R. Semiología Neurológica. Buenos Aires: Editorial El Ateneo; 1957.
8
Ropper A, Samuels M. Adams & Victor’s Principles of Neurology. 9 ed. New York: McGraw-Hill; 2009.
Tics: el término corresponde etimológicamente a la onomatopeya de un movimiento breve y súbito.
Son movimientos (tics motores) o sonidos (fónicos o vocales) intermitentes y breves. Los movimientos
que caracterizan los tics son súbitos, abruptos y transitorios, y con frecuencia se parecen a los gestos
que se usan en el comportamiento habitual. Tienen periodos de presentación irregular y su frecuencia e
intensidad son variables, desde una presentación brusca y en forma de sacudidas (clónica) hasta formas
más suaves y prolongadas (tónicas). Los tics pueden ser simples, los cuales involucran segmentos
aislados del cuerpo, en especial los músculos faciales, del cuello y los hombros (elevar las cejas, sacar
la lengua, sonar la nariz), o complejos, los cuales involucran varios grupos musculares en forma
sinérgica (movimientos de la cabeza, por ejemplo). Los tics aumentan con el estrés y la relajación, y
disminuyen con la distracción y la concentración. Una característica que ayuda a diferenciarlos de otros
movimientos anormales es la sensación premonitoria o impulso que se experimenta antes de que
aparezca el tic; si se le pide a la persona que lo padece que suprima el movimiento, generalmente lo
logra, pero con frecuencia esto hace que la sensación premonitoria aumente y con ella la necesidad de
llevar a cabo el tic.

Mioclonía: del griego μῦ-ρ (mys, ratón y, posteriormente por analogía, músculo) y κλόνορ (klonos,
torbellino). Es un movimiento involuntario breve, súbito y brusco, que puede ser causado por una
contracción muscular (mioclonía positiva) o por la inhibición periódica de una actividad muscular en
curso y la pérdida súbita del tono muscular (mioclonía negativa). La frecuencia de su presentación
incluye sacudidas ocasionales hasta contracciones repetitivas, y puede involucrar desde un pequeño
grupo muscular hasta varios segmentos corporales. Las mioclonías pueden desencadenarse por
cualquier estímulo, como un ruido súbito o un estímulo luminoso, entre otros. Se diferencian de los tics
por ser incontrolables, mientras que el tic puede suprimirse, si bien tal supresión es temporal.

Corea: del griego σόπορ (coros, coro o danza). Son movimientos toscos, breves, irregulares e
impredecibles. Su intensidad puede variar desde movimientos suaves y sinuosos hasta movimientos
rápidos y abruptos. En las formas leves, cuando la corea es menos evidente, los pacientes se quejan con
frecuencia de incoordinación o nerviosismo y dejan caer los objetos o se golpean con ellos. Algunos
autores consideran dentro de la corea un subgrupo, la atetosis (del griego , sin; θε, reposo). Se trata de
movimientos involuntarios, coréicos, limitados a los dedos por lo general; se presentan con lentitud y
generalmente persisten durante el sueño.

Evaluación y redacción en la historia clínica

La evaluación de la conducta psicomotora se realiza durante toda la entrevista y se basa


fundamentalmente en la observación. En algunas condiciones, se solicita la colaboración del paciente
para la realización de algún movimiento y, en tales casos, se podrán detectar situaciones como el
negativismo, la obediencia automática, etc.

La redacción de esta parte del examen mental se realiza mediante la descripción de la presencia o
ausencia de las alteraciones hasta aquí mencionadas.

Ejemplo clínico

Mujer de 35 años que se evalúa en el servicio de cuidado especial, al que ingresó dos días antes por un
cuadro de características depresivas. Durante la entrevista de ingreso, manifestó que en el mes previo
había experimentado marcada disminución de la motivación para la realización de actividades
cotidianas: “es que no me provocaba hacer casi nada”. En las notas de evolución se registra que,
desde el momento del ingreso, sus movimientos se limitaban a ir al baño y recibir, con alguna
dificultad, la alimentación suministrada por enfermería. Todos estos movimientos los realizaba a la
velocidad habitual. En la evaluación actual la encontramos sobre la cama de su habitación, asumiendo
una postura como si fuera una garza.

Análisis: en la enfermedad actual, detectamos la presencia de una hipobulia (alteración del periodo de
la conación) dada la descripción de la disminución en la motivación para las actividades cotidianas.
Durante la evolución, aparece una alteración cuantitativa de la ejecución, la hipoquinesia y finalmente,
en la evaluación actual, encontramos una alteración cualitativa de la ejecución por asumir una postura
esterotipada.

Ejemplos de redacción

Conducta psicomotora: sin alteraciones.


Conducta psicomotora: con presencia de equivalentes motores de la ansiedad (movimientos no
adaptativos).
Conducta psicomotora: con presencia de manierismos por exageración de los movimientos expresivos.
Conducta psicomotora: con presencia de estereotipias por repetición de serie de movimientos “como
si” subiera una escalera.

Sinopsis
CAPÍTULO 5
AFECTO

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Distinguir los conceptos básicos asociados a la afectividad humana.


- Enunciar las bases neurobiológicas de la afectividad humana.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones cuantitativas del afecto.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones cualitativas del afecto.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y Definiciones

Estudiaremos ahora la semiología de la afectividad humana, a través de la cual podemos comprender,


en parte, el comportamiento de un individuo e inferir, también en parte, su funcionamiento psíquico.

Desde los inicios de la psicopatología ha existido cierta tendencia a evitar el estudio sistemático de la
afectividad; de hecho, se ha mostrado un mayor interés por las funciones intelectuales y sus trastornos.
Sentimientos, emociones, humor, afectos, pasiones, son algunos de los términos y estados sobre los
cuales aún hoy no existe un consenso en su definición1. Un claro ejemplo de esta situación lo plantea
Karl Jaspers en su Psicopatología General:

Todas las formaciones psíquicas, no desarrolladas, que escapan al análisis clínico,


se han denominado en términos de la afectividad (...) en una palabra, todo lo que no
sabemos llamar de otro modo2.

A lo largo de la historia, se ha intentado definir y clasificar las diferentes variantes de la afectividad


humana según su tipo de inicio, su intensidad, su duración en el tiempo, entre otras. En la actualidad,
hay evidencia que respalda la idea de que, en general, un estado afectivo puede manifestarse en
cualquiera de esos términos y en un determinado momento3; sin embargo, consideramos necesario
definir al menos tres términos: emoción, afecto y estado de ánimo, pues si bien sabemos que son
muchos más los términos que se han empleado para la descripción de la afectividad humana, nos
limitaremos al estudio de los que tienen un valor pragmático en la práctica clínica.

Emoción: el diccionario de la Real Academia4 define emoción (del latín emotĭo, en movimiento) como
“una variación del ánimo, intensa y pasajera que va acompañada de cierta conmoción somática”. En
términos clínicos, podríamos definir las emociones como fenómenos psico-fisiológicos, ya que las
reconocemos por el fenómeno vegetativo que las acompaña; suelen ser breves e intensas, varían poco
de persona a persona (estereotipadas) y representan modos eficaces de adaptación ante las demandas
ambientales.

Psíquicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas en la jerarquía
de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Fisiológicamente, las
emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas (incluyendo la expresión facial,
los músculos, la voz, la actividad del sistema nervioso autónomo y la del sistema endocrino, etc.) a fin

1
Berrios G. Historia de los síntomas de los trastornos mentales. México D.F.: Fondo de Cultura Económica; 2008.
2
Jaspers K. Psicopatología General. México D.F.: Fondo de Cultura Económica; 1913 (Reimpresión 2006).
3
Fierro M. Semiología del psiquismo. 2a ed. Bogotá: Editorial Kimpres Ltda; 2008.
4
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22a ed. Madrid: Editorial Espasa; 2001.
de establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo. En términos del
comportamiento, las emociones sirven para establecer una posición con respecto al entorno; nos
impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones e ideas, nos alejan de otras, e incluyen la ira, la
sorpresa, el agrado, el desagrado, entre otras. Las emociones actúan con base en influencias innatas y
aprendidas, lo que resulta en variaciones entre individuos, grupos y culturas5.

Si caminamos por un sitio solitario y oscuro, reconocemos una sensación de vacío en el estómago,
tenemos palpitaciones, sudamos y sentimos “los pelos de punta” (piloerección); todos éstos fenómenos
neurovegetativos (a escala fisiológica), acompañados de una cognición (“me puede pasar algo”,
fenómeno psíquico) los resumimos en una emoción: el miedo. En este caso, la atención se enfocará en
el estímulo más relevante para el momento determinado e ignorará otros; se elevará en el rango de
jerarquías conductuales (la agresividad o la huída) y la memoria implícita se aprestará para correr o
pelear. Una vez desaparezca el estímulo (salgamos de ese sitio oscuro y solitario, para seguir con el
mismo ejemplo), desaparecerá tal emoción y, con ella, las modificaciones cognitivas que se habían
dado ante su presentación.

Estado de ánimo: se trata de una condición emocional más sostenida en el tiempo y muy variable en
su intensidad (desde poco a muy intensa) y más subjetiva (a diferencia de las emociones que suelen ser
más estereotipadas). Por lo tanto, es mejor usar las propias palabras de cada persona al describirlo:
“enamorado”, “triste”, “enojado”, “apenado” “aburrido”, etc6. A diferencia de las emociones, los
estados de ánimo no tienen un componente fisiológico tan claro, pero son más duraderos.

Afecto: se define como la expresión externa de las emociones o del estado de ánimo y se origina en el
reconocimiento de los mismos. Suele acompañarse de una cognición congruente con dicha percepción,
por ejemplo “siento esta alegría porque ya pronto me voy para vacaciones”. El afecto permite la
exteriorización de nuestro estado de ánimo al regular otros sistemas fisiológicos, como la expresión
facial, corporal y verbal, por lo cual cumple una función comunicativa. Así, el afecto puede inducir en
las demás sensaciones o cogniciones en respuesta al estado de ánimo o emoción que experimentamos
en ese momento; en consecuencia, se puede definir el afecto en términos clínicos como el estado
emocional o de ánimo que predominó en el paciente durante la evaluación6,7. Si de nuevo utilizamos la
etimología como herramienta mnemotécnica, diremos que el afecto (del latín affectus) permite que nos
afectemos con las emociones y estados anímicos de las demás personas; de ahí el título de este ítem del
examen mental.

En resumen, las emociones se definen en términos de su brevedad, alta intensidad, poca variabilidad de
persona a persona y acompañamiento de fenómenos fisiológicos y psicológicos. Por su parte, el estado
de ánimo es más subjetivo, sostenido en el tiempo y de intensidad variable; finalmente, el afecto es la
exteriorización a través de la expresión facial, corporal y verbal, de nuestro estado emocional o
anímico.

Bases neurofisiológicas

Al igual que otras funciones mentales, la afectividad no puede localizarse en un área puntual dado que
depende de la globalidad de la fisiología del encéfalo; sin embargo, su asociación directa con el sistema
límbico es innegable y para el reconocimiento de los propios estados afectivos (es decir, para poder
“enterarnos” de lo que estamos experimentando) juegan un papel crucial los territorios corticales

5
Levenson R, Ekman P, Davidson R. The nature of emotions: Fundamental question. New York: Oxford University Press; 1994.
6
Sadock B, Sadock V, Ruiz P. Kaplan & Sadock's Comprehensive Textbook of Psychiatry. 9th ed. New York: Lippincott Williams & Wilkins; 2009.
7
Sánchez R. Entrevista y semiología psiquiátrica. Bogotá: FEPARMED; 1993.
prefrontales y oribitofrontales. En las manifestaciones de la vida afectiva también intervienen de
manera importante el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino, los cuales en los casos de
prolongación en el tiempo del fenómeno afectivo tienden a generar cambios que retroalimentan el ciclo
y generan cronicidad en respuestas similares a las descritas en el estrés. Recordemos que el sistema
límbico está integrado por: amígdala, tálamo, hipotálamo, hipófisis, hipocampo, fórnix, cuerpo calloso,
corteza orbitofrontal y la circunvolución del cíngulo8.

Valor semiológico

La reactividad, la variación y toda la gama posible de presentación de la afectividad humana no son


psicopatológicas por sí mismas; por el contrario, como ya se mencionó, cumplen con una función
adaptativa y comunicativa. Sin embargo, cuando las respuestas afectivas estén ligadas a percepciones o
cogniciones fuera de la de realidad, o cuando la respuesta afectiva se lleva a cabo en un nivel masivo o
insuficiente en comparación al estímulo, así como cuando aparecen sin una asociación a un estímulo
que las produzca y generando modificaciones significativas en la conducta del individuo, se considera
que la afectividad está siendo desadaptativa y, por ende, cae dentro del campo de estudio de la
psicopatología9, siendo uno de sus capítulos más amplios y de motivo frecuente de consulta.

En términos del examen mental de la afectividad, se entiende por estado de ánimo aquél más
característico o típico de la personalidad del sujeto (habitualmente triste o alegre, pesimista u optimista,
agresivo, etc.), en oposición al afecto, el cual corresponde a la expresión del estado emocional o
anímico que se vive al momento de la entrevista (el sujeto habitualmente es alegre y optimista, pero
actualmente se encuentra triste o ansioso).

Alteraciones del afecto

Aunque dada la gran subjetividad de su expresión no puede darse una denominación de normalidad a
ningún fenómeno de la afectividad, se acostumbra denominar la eutímia (del griego  (eu, correcto) y
θῡμικός (timicos), timo -órgano que se creía asiento de las emociones10-) como el estado de la
afectividad en el que hay una vivencia serena de los fenómenos internos y externos, adecuada en
intensidad, inicio y duración.

Trastornos cuantitativos

Los trastornos cuantitativos del afecto, son aquellos que se definen en cuanto qué tanto se alejen de la
eutímia, en términos descriptivos diríamos que hacia arriba tendríamos los afectos de la exaltación que
corresponden a los grupos de la alegría, la ansiedad y la ira. Hacia abajo de la eutímia tendríamos el
grupo de la tristeza.

Para el estudio psicopatológico, los afectos fundamentales pueden ser clasificados así3,9:

- Grupo de la alegría.
- Grupo de la tristeza.
- Grupo de la ira.
- Grupo de la ansiedad.

8
Schiffer R, Rao S, Fogel B. Neuropsychiatry 2nd ed. New York: Lippincott Williams & Wilkins; 2003.
9
Hernández G. Psicopatología básica. 4a ed. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana; 2006.
10
Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico "dicciomed". Disponible en: http://www.dicciomed.es
Grupo de la alegría: la alegría se expresa en términos de la satisfacción de necesidades o deseos. Su
tonalidad es la del placer o la dicha. Es percibida como una sensación agradable que generalmente se
acompaña de una autopercepción de bienestar; puede asociarse con aumento de la actividad física y de
la socialización. Cognitivamente, se identifica por el optimismo y “sobrevaloración” de cada
experiencia, confiriendo este tinte a las vivencias actuales y los recuerdos. El sujeto suele sentirse
poderoso, optimista, rebosante de energía, lo que incluso le llevará a transferir a su entorno su propio
estado: comprará, invitará, regalará. Su rango de intensidad es bastante amplio (desde ligera hasta
profunda) y su duración abarca desde algunos segundos hasta meses; lo último, en casos patológicos
generalmente.

La alegría (al igual que todos los grupos que describiremos) hace parte del repertorio emocional, no
obstante, puede ser también una manifestación psicopatológica cuando no corresponde con una
vivencia objetiva de la realidad, o cuando persiste anormalmente en el tiempo.

Grupo de la tristeza: La tristeza se expresa en términos de la insatisfacción, principalmente asociada a


una experiencia de pérdida de alguien o algo que se considera importante. Su tonalidad es la del dolor
emocional. Es percibida como una sensación desagradable que generalmente se acompaña de una
autopercepción de malestar, tendencia a la quietud, desinterés en las actividades que se consideraban
habitualmente como importantes, hiporexia e insomnio. Cognoscitivamente, se caracteriza por la
presencia de ideas de desesperanza, minusvalía y culpa; las vivencias y los recuerdos se perciben
sombríos y la memoria puede verse afectada, principalmente, por los fallos en la capacidad para
mantener la atención; aún así, se evocan con más facilidad los recuerdos desagradables. Varía en
intensidad: desde leve hasta profunda, desde un leve desaliento hasta el más intenso dolor psíquico. De
acuerdo con la intensidad, algunos autores le asignan nombres específicos: le llaman tristeza cuando es
leve y utilizan el término melancolía si es profunda y se acompaña de marcada inhibición psicomotora.
La tristeza es parte del repertorio emocional de los seres humanos y se asocia a las pérdidas, pero puede
ser también una manifestación psicopatológica cuando no se corresponde con una vivencia objetiva de
la realidad o cuando persiste anormalmente en el tiempo. En tales casos, constituye el síntoma principal
de los trastornos depresivos y es parte importante del cuadro clínico de diversos trastornos
psicopatológicos.

Grupo de la ira: la ira se expresa en términos de la frustración, generalmente asociada a una vivencia
percibida como injusta o arbitraria. Su tonalidad es la de la irritación emocional. Es percibida como una
sensación no placentera que suele acompañarse por la presencia de fantasías agresivas, desplegando en
algunos casos una conducta agresiva como tal. La ira y la agresión se acompañan de cambios
neurobiológicos similares a los descritos en la respuesta al estrés. Es necesario mencionar que la
frustración no siempre va seguida de irritabilidad, pues en algunas personas se acompaña de
resignación o sensación impotencia. Debido a su intensidad, a la persistencia en el tiempo o a lo poco o
nada objetivo de los factores que la desencadenan, en ocasiones llega a convertirse en patológica.

Cuando una persona pasa con frecuencia a este estado emocional sin que haya un desencadenante claro
o con una ira desproporcionada al estímulo, aparece la condición denominada “irritabilidad”, que
también hace parte de diversos fenómenos psicopatológicos.

Grupo de la ansiedad: la ansiedad se expresa en términos de la incertidumbre y generalmente está


asociada a una vivencia percibida como amenazante. Su tonalidad es la de la del miedo, la inquietud o
la expectación. Es experimentada como una sensación displacentera que suele acompañarse de
activación vegetativa simpática como taquicardia, palpitaciones, opresión torácica, mareo, parestesias,
temblor, diaforesis, palidez, hipertensión arterial, molestias abdominales, urgencia urinaria, etc.
Favorece el insomnio y la hiporexia. La conducta asociada es la inquietud y la vigilancia.

Respecto a las funciones cognoscitivas, limita la capacidad de concentración y la posibilidad de


organizar los pensamientos, distorsiona la percepción y, en la memoria, dificulta la evocación de los
recuerdos, si bien en ocasiones puede favorecer la fijación marcada y persistente de éstos,
especialmente si los estímulos ansiogénicos son de gran intensidad (como cuando está en riesgo la
vida). Varía de forma importante tanto en intensidad como duración. En la medida en que afrontar retos
y riesgos es parte de la vida, y los conflictos son inherentes al psiquismo, la ansiedad se constituye en
señal de alerta que avisa acerca de los peligros circundantes. En principio es adaptativa puesto que está
al servicio de la integridad física y psicológica e incluso obliga a las personas a actuar y abandonar la
pasividad; no obstante, puede convertirse en patológica según su intensidad, duración o estímulo.

Según el Diccionario de la Real Academia4, el miedo es la “perturbación angustiosa del ánimo por un
riesgo o daño real o imaginario; recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda una cosa contraria
a lo que se desea”. Esta circunstancia puede afectar la conducta del sujeto dependiendo de su
intensidad, del grado que alcance el estado emocional, lo cual según Emilio Mira y López11 comprende
las siguientes fases:

- Cautela (alarma): el sujeto está atemorizado pero domina sus respuestas ante la situación. Hay
exaltación anímica pero controla sus funciones motoras y cognoscitivas. Identifica la situación como
amenazante, lo que a su vez genera desconfianza.

- Angustia: la sensación de temor aumenta y puede aparecer una mezcla de estados emocionales que
incluiría la ira o una sensación similar a la tristeza, a veces vista como desesperanza. El control sobre
las funciones motoras y cognoscitivas disminuye, por lo que los recuerdos pueden ser fragmentarios o,
por el contrario, de excesivo detalle, “como en cámara lenta”, por aumento en la función de la
atención.

- Pánico: la dirección de la conducta es automática: el sujeto ya no obra con conciencia ni dominio de


sí. Pueden presentarse impulsos motores de extraordinaria violencia y el control cognoscitivo cesa, por
lo que el sujeto escasamente se da cuenta de lo que ocurre.

- Terror: es la última fase y representa el grado máximo de intensidad del miedo. Se presenta una
anulación de las funciones mentales, por lo que el individuo no se reconoce como tal. No hay vida
psíquica, hay parálisis motora y sólo conserva las actividades neurovegetativas.

Cada persona puede experimentar de maneras diferentes el grupo de la ansiedad. Por ejemplo ante un
mismo estímulo (un incendio, por ejemplo), algunos sujetos se paralizan, pasan de una vez al terror; no
obstante, otros se mantienen en cautela por condiciones individuales o por su entrenamiento, como
sería el caso del bombero que se enfrenta a un incendio.

Trastornos cualitativos

- Restringido: se caracteriza por la disminución en el rango e intensidad de la expresión emocional,


aunque por momentos se hagan evidentes afectos claramente manifiestos como la alegría o la tristeza.
No necesariamente tiene connotación psicopatológica ya que es característico de algunas culturas,

11
Mira E. Cuatro Gigantes del alma. Buenos Aires: Editorial el Ateneo; 1962.
como por ejemplo en los británicos; sin embargo, cuando se constituye en uno de los síntomas
negativos de los trastornos psicóticos (especialmente en la esquizofrenia), la expresión emocional de
las personas afectadas se aprecia como poco intensa, opaca, aún cuando estén en presencia de factores
desencadenantes de alegría, tristeza, ansiedad o ira.

- Embotado: es igual que el anterior, pero se prefiere este término cuando la causa directa de esta
situación sea la acción de medicamentos o sustancias psicoactivas. Se acompaña por lo general de
somnolencia. Las Benzodiazepinas (especialmente en dosis altas) y algunos antipsicóticos son los
medicamentos más frecuentemente asociados con el embotamiento afectivo.

- Plano (atimia): se denomina así a la ausencia de expresión emocional; si la hay, sus manifestaciones
son mínimas. El rostro es inexpresivo y la voz monótona, la persona muestra desinterés por su entorno
y se observa ensimismada y aislada.

- Labilidad: se caracteriza por la variación o fluctuación abrupta y por lo general intensa en la


expresión emocional. Se pasa con facilidad de la alegría a la tristeza y viceversa. Puede ocurrir sin que
haya factor desencadenante alguno, si bien la mayoría de las veces obedece a pequeños cambios en el
tema de conversación.

- Ambivalencia: se caracteriza por la presencia simultánea de dos emociones, ambas relacionadas con la
misma persona, objeto o evento. Se puede estar alegre y triste a la vez por la llegada de alguien a quien
se ha dejado de ver por mucho tiempo. Si la ambivalencia es notoria e intensa, constituye una
manifestación psicopatológica, aunque es muy frecuente hallarla en las experiencias de la vida
cotidiana.

- Explosiones afectivas: los pacientes pueden reír o llorar, o ambos a la vez, sin experimentar
subjetivamente tristeza, alegría o estar expuestos a algo gracioso o triste. A diferencia de la
ambivalencia, estas explosiones son estereotipadas y no tienen grados diferentes de intensidad; con
frecuencia se presentan en fenómenos demenciales o como secuelas de traumatismos encéfalo-
craneanos.

- Alexitimia: es la incapacidad o dificultad de reconocer y expresar el propio estado de ánimo o


emocional. En estas personas la afectividad no ha sufrido deterioro: pueden mostrarse alegres o tristes
ante los demás, pero tienen dificultad o no logran captar sus emociones ni hablar de ellas.

- Disociación ideoafectiva: se caracteriza por la expresión de un afecto incongruente con lo que se


manifiesta en el discurso. Por ejemplo, la persona menciona encontrarse “muy feliz” cuando su
expresión es la de una profunda tristeza, o viceversa.

- Tenacidad afectiva (rigidez afectiva): es la pérdida o disminución en la capacidad de un individuo


para variar sus emociones en respuesta a los diversos estímulos, permaneciendo en un estado afectivo
determinado de manera persistente.

- Anhedonia: es la disminución o desaparición de la capacidad de obtener placer de las actividades que


antes sí lo producían.

- Apatía: es la disminución o ausencia de de interés y motivación por las actividades o situaciones que
antes sí los generaban. Para este caso se describe como síntoma, ya que también se le describe como
síndrome.
Evaluación y redacción en la historia clínica

La evaluación del afecto se realiza durante toda la entrevista y se basa fundamentalmente en lo relatado
por el paciente y en la observación de su expresión facial y conducta (lenguaje preverbal). En la
redacción de esta parte del examen mental se debe intentar describir el afecto predominante durante la
entrevista, así como su modulación, congruencia y resonancia, aunado a la descripción de la presencia
o ausencia de las alteraciones hasta aquí mencionadas.

Se describirá inicialmente el afecto que predominó durante la entrevista: eutímico, triste, alegre,
ansioso, o sus combinaciones (si estas se presentaron triste y ansioso o triste e irritable etc.)
Posteriormente mencionaremos si hay un respaldo mímico en el afecto en mención, es decir, la
modulación (por ejemplo, si en el dominio psicomotor encontramos una hipomímia, en el afecto
mencionaremos que se encuentra hipomodulado); a continuación definiremos la congruencia de ese
afecto con respecto a lo que el individuo menciona experimentar (por ejemplo, habrá incongruencia si
el paciente asegura sentirse muy feliz cuando su expresión y tonalidad es de tristeza) y finalmente la
resonancia. Definir la resonancia no es fácil, pues es una condición completamente subjetiva y una
habilidad que se afina con la práctica, por lo que cuenta con detractores y defensores. En ella se
menciona el impacto de la función comunicativa de la afectividad, es decir, que tanto sentí lo que el
paciente expresó mediante su afectividad.

Se mencionaron los estados afectivos según sus grupos; sin embargo, su presentación en ese rango
relativamente “puro” es infrecuente. Por lo general pueden presentarse estados mixtos en los que se da
una mezcla de dos o más emociones, tal como ocurre con la tristeza y ansiedad, o la ira y la tristeza. En
otros casos, existe un primer afecto de mediana o poca intensidad sobre un segundo más prevalente.
También puede presentarse un afecto de fondo sobre el cual se manifiesta otro durante algunos
instantes (por ejemplo, alguien con afecto triste de fondo puede mostrarse irritable en algún momento.
A esta combinación tristeza-irritabilidad o tristeza-ansiedad se le ha denominado disforia). La
presencia de un estado de ánimo elevado en el grupo de la alegría, que puede matizarse con elementos
de ansiedad o irritabilidad, es llamada por algunos autores expansividad.

Ejemplos

Un paciente sin alteración en su estado de ánimo que consulta para una valoración de ingreso laboral.
Afecto: eutímico, modulado, congruente y resonante.

Un paciente que asiste a consulta por un cuadro depresivo recurrente.


Afecto: triste, modulado, congruente y resonante.
Una paciente que asiste a consulta por un cuadro psicótico en el curso de una esquizofrenia
desorganizada.
Afecto: restringido, hipomodulado, incongruente y poco resonante.

Una paciente que asiste al servicio de urgencias en un episodio maniaco en el curso de un trastorno
bipolar.
Afecto: expansivo, modulado, congruente y resonante.
Sinopsis
CAPÍTULO 6

EXPRESIÓN DEL PENSAMIENTO

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Distinguir los conceptos básicos asociados al lenguaje y el pensamiento humano.


- Enunciar las bases neurobiológicas del lenguaje y el pensamiento humano.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones de la forma en la expresión del pensamiento.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones del contenido en la expresión del pensamiento.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

El pensamiento es la función más compleja y elaborada de la fisiología humana, a través de la cual


creamos y comunicamos ideas. Depende de procesos corticales integrativos como: simbolizar,
conceptualizar, memorizar y comprender. Constituye la forma superior de la actividad cognoscitiva del
ser humano ya que permite inferir lo desconocido a partir de lo conocido, genera conceptos, crea,
abstrae, entre otras capacidades1,2.

No es posible acceder directamente al pensamiento de un individuo a menos que éste lo comunique


abierta y claramente, y aún así, sólo sabremos lo que nos desee mencionar. Sin embargo, hacemos
inferencias a partir de su lenguaje tanto verbal como preverbal. Este acceso al pensamiento de manera
“interpretativa” es la herramienta que se emplea en la práctica de la psiquiatría y sobre la que tomamos
decisiones clínicas; es por esto que, en este texto, nos referimos a la expresión del pensamiento a
través de todas las formas del lenguaje, asumiendo que sólo a través de la comunicación, nos
acercamos al pensamiento. No estamos solos en este planteamiento: Fish, Andreasen, Firth, Hamilton,
de Vega, entre otros3, y más cerca de nuestras latitudes Fierro1, comparten la idea general de dirigirnos
a todas las formas de lenguaje si pretendemos entender las alteraciones del pensamiento.

Mencionemos un ejemplo: un paciente habla apresuradamente. En términos netamente descriptivos,


sólo podremos aseverar que presenta una taquilalia (un signo semiológico), de lo cual podríamos inferir
que en el pensamiento hay taquipsiquia (un síntoma semiológico); sin embargo, esto último podríamos
afirmarlo solamente en el momento en el cual el mismo paciente mencione algo como: “siento que
estoy pensando más rápido de lo normal”, cuestión que tendríamos que anotar en la enfermedad actual
o en lo subjetivo de una nota de evolución y no en el examen mental, en el cual deberíamos limitarnos
a la descripción de los “hechos” que pudimos evidenciar durante el mismo (como la taquilalia, por
continuar con el mismo ejemplo).

Es importante recordar que el lenguaje es un código socializado, vehículo de la comunicación del


pensamiento y de las emociones. Dentro de este código existen dos elementos fundamentales: la
semántica y la sintaxis; de una parte, la semántica conforma el significado simbólico de las palabras, en
tanto que la sintaxis se ocupa del ordenamiento de las palabras para producir una expresión
gramaticalmente correcta, es decir, comprensible4.

1
Fierro M. Semiología del psiquismo 2a ed. Bogotá: Editorial Kimpres Ltda; 2008.
2
Kandel E, Schwartz J, Jessell T. Principles of Neural Science 4th ed. New York: McGraw-Hill; 2000.
3
Belloch A, Sandín B, Ramos F. Manual de psicopatología. Edición Revisada. Madrid: McGraw-Hill; 2008.
4
Tellez J, Taborda L, Burgos C. Psicopatologia Clínica, El Síntoma de las Neurociencias. Bogotá: JAVEGRAF; 2000.
Bases neurofisiológicas:

El pensamiento depende en su totalidad de la integración cortical, principalmente de los lóbulos


frontales, los cuales mantienen conexiones con los núcleos de la base, la amígdala, el hipocampo, el
tálamo y los lóbulos parietales, conformando así los circuitos responsables de la coordinación de las
funciones mentales superiores específicas5.

En la mayoría de los individuos, las principales funciones del lenguaje verbal se localizan en el
hemisferio cerebral izquierdo. Existen dos grandes áreas especializadas en el lenguaje: el área sensorial
o de Wernicke (áreas 39 y 40 de Brodman) en el lóbulo parietal, y el área motora o de Broca (áreas 44
y 45 de Brodman), intercomunicadas por el fascículo longitudinal superior (haz arcuato) en la
sustancia blanca5. El lenguaje es, entonces, una función psicológica que depende de la conciencia, que
tiene como base varias estructuras cerebrales y que depende de la integridad de las áreas involucradas,
así como del aparato fonatorio5 en últimas. Hay un orden evolutivo que parte de la articulación del
lenguaje (fonética) y pasa por el proceso de selección de palabras asociadas (semántica), finalizando
en el aprendizaje del orden adecuado de las frases (sintaxis) para lograr una óptima comunicación.

Valor semiológico

Casi todas las terapias e intervenciones en psiquiatría están destinadas a modificar las alteraciones del
pensamiento; por lo tanto, es fundamental poder detectarlas y describirlas adecuadamente. Fuera de la
anormalidad, el pensamiento es el legado evolutivo más importante y lo más íntimo de cada ser
humano. Sin su conceptualización y estudio la psiquiatría, como especialidad médica, no existiría.

Alteraciones en la expresión del pensamiento

Fish6 reconoce que cualquier clasificación está condenada a ser arbitraria y parcializada. Si nos
referimos al tema de la semiología del pensamiento, esta afirmación cobra una validez tal vez
insuperable; sin embargo, teniendo en cuenta que las categorizaciones facilitan la didáctica y el
reconocimiento de las alteraciones, proponemos la siguiente clasificación para las alteraciones de la
expresión del pensamiento; no obstante, aunque existen otras clasificaciones, emplearemos la que
consideramos de mayor validez clínica, la cual consiste en dividir los trastornos de la expresión del
pensamiento en trastornos de la forma (curso) y del contenido, o en un lenguaje más común (como los
denominó Fish6) del discurso y de las creencias. Otras alteraciones del lenguaje como las disfasias, las
disgrafias, etc., aunque relevantes para la psiquiatría, escapan al alcance de este texto, por lo que
remitimos al lector interesado a otras fuentes como las de la neurología, la otorrinolaringología, etc.

Alteraciones de la forma (curso)

Se refieren a los fallos en la utilización del lenguaje que le impiden cumplir con su función
comunicativa, entendiendo que se debe conservar un hilo directriz (aspecto cualitativo) y una
velocidad de producción (aspecto cuantitativo), manifestados principalmente en el discurso (lenguaje
verbal). Esta identificación clínica se hace sobre la base de un patrón de comunicación predominante y
sostenido, llamativo por ser lo suficientemente alterado respecto de lo que se considera una
comunicación normal. A este respecto, Ludwig7, aunque reconoce que puede tratarse de una

5
Patestas M, Gartner L. A textbook of neuroanatomy. Oxford: Blackwell Publishing Ltd; 2006.
6
Hamilton M. Psicopatología Clínica de Fish. Madrid: EMALSA; 1985.
7
Ludwig A. Principles of clinical psychiatry. New York: The Free Press; 1980.
sobresimplificación, presume que la comunicación denominada “normal” posee las siguientes
características:

- Las palabras y sus conexiones están orientadas hacia una meta comunicativa.
- La cantidad de información transmitida en un determinado lapso no es tan grande ni tan pequeña
como para menoscabar la capacidad de atención y comprensión por parte del receptor.
- Las palabras usadas son las apropiadas (o al menos las equivalentes) para transmitir adecuadamente el
mensaje.
- La comunicación se dirige a un receptor (res) específico (s).
- La comunicación fluye rítmicamente y no está cortada ni desarticulada.
- Pueden existir algunas transgresiones en los ítems señalados anteriormente, pero no las suficientes
para crearle al receptor dificultades para seguir la idea general del mensaje a comunicar.

Cualquier situación que viole alguna de las anteriores características podría llamarse alteración (es) de
la forma (curso) del lenguaje (expresión del pensamiento), que a su vez pueden dividirse en
cuantitativas y cualitativas.

Las alteraciones cuantitativas del curso son aquellas que se definen en términos de la “cantidad” en la
que se produzcan, es decir, por exceso o defecto en la producción ideoverbal:

Por exceso

Taquilalia: del griego τατύς (tachys, rápido o acelerado) y λαλιά (lalia, charla). Se trata del aumento en
la velocidad de la expresión ideoverbal, no necesariamente asociada a un aumento en el número de
ideas comunicadas. Esto se verá clínicamente como un patrón de lenguaje en el cual el paciente habla
muy rápidamente. Un ejemplo de esta situación lo podría representar una persona con un déficit
intelectual que se encuentre exaltado afectivamente, que a pesar de que habla rápidamente, expresa una
cantidad de ideas habitual o incluso inferior a lo esperado.

Presión del habla (logorrea o verborrea en las definiciones clásicas): el discurso es difícil de
interrumpir y la conexión entre las ideas puede ser difícil de seguir. Sin embargo, la ilación entre idea e
idea suele conservarse. Cada pensamiento se asocia a una gama más amplia de ideas, por lo que
algunas oraciones pueden quedar inconclusas por la necesidad de comunicar una nueva; en
consecuencia, la cantidad de ideas comunicadas por unidad de tiempo se encuentra aumentada. Estos
pacientes pueden o no hablar rápidamente, pero comunicarán más ideas por unidad de tiempo de las
esperadas para el momento de la entrevista.

Por defecto

Bradilalia: del griego βραδσ (bradi, lento) y λαλιά (lalia, charla). Se trata de la disminución en la
velocidad de la expresión verbal, no necesariamente de la mano con una disminución en la producción
ideativa. Esto se evidenciará en la clínica como un patrón de lenguaje en el cual el habla es
llamativamente lenta.

Pobreza ideoverbal (concretismo): la velocidad del lenguaje puede ser la habitual, pero la cantidad de
ideas expresadas se encuentra por debajo de lo esperado, haciendo que la impresión global sea que se
comuniquen menos ideas de las esperadas para la entrevista. En este caso, el ejemplo lo puede
presentar una persona con discapacidad cognitiva que, aún hablando a una velocidad habitual,
comunica poco. La pobreza ideoverbal también se puede presentar en casos de negativismo o trastornos
del estado de ánimo como la depresión, sin que exista una alteración primaria de las capacidades
intelectuales.

Bloqueo: corresponde a la interrupción del discurso antes de que haya logrado comunicarse
adecuadamente una idea. La fluidez se detiene bruscamente por la falta (momentánea) de asociaciones
consecuentes que le permitan continuar el discurso, el cual pasado un breve lapso puede ser reanudado
con el mismo tema o con otro. Es importante diferenciarlo de las crisis convulsivas tipo ausencia; para
este fin, puede orientarnos el hecho de que el bloqueo del pensamiento se produce sin alteración de la
conciencia, por lo que el sujeto se percata de su dificultad.

Mutismo: del latín mutus (mudo). Corresponde a la suspensión de la expresión verbal sin que estén
afectadas las capacidades del lenguaje; no obstante, no se trata de una afasia. Suele dividirse en
mutismo por oposición y por inhibición. De una parte, el mutismo por oposición es una de las
expresiones del negativismo, el cual suele ser selectivo (no se habla a unas personas en particular y a
otras sí); de otro lado, el mutismo por inhibición obedece al cese del flujo de las ideas, caso para el cual
el paciente podría enunciar, al recuperarse, algo como: “es que no tenía nada para decir”.

Prolongación de la latencia pregunta respuesta: se trata de un aumento significativo (llamativo) en el


tiempo que el paciente se toma para responder a una pregunta.

Las Alteraciones cualitativas de la forma son aquellas que se definen por sus características
intrínsecas en tanto alteren el hilo directriz de la comunicación. Entre paréntesis incluiremos las
definiciones del diccionario8 o la raíz etimológica que esperamos faciliten su memorización y
conceptualización.

Prolijidad (prolijo: largo, dilatado con exceso; cuidadoso o esmerado): clásicamente se definía como
la sobreinclusión, entendida como la incapacidad para mantener un tema dentro de sus límites. Tiene
como fundamento la disminución de la capacidad de síntesis y, por lo tanto, no distingue lo esencial de
lo accesorio, elaborando un discurso cargado de minuciosidades y detalles que, aunque estén asociados
a la idea principal, alargan innecesariamente el relato. No se pierde el sentido principal del discurso y
generalmente llega a comunicar lo que inicialmente se deseaba hacer saber, aunque esto tome mucho
tiempo. Ejemplo: “... quise hablar con mi padre, él es un hombre bondadoso en el fondo, pero siempre
se muestra distante, es muy elegante, siempre se preocupa por estar bien vestido y aseado, es una
persona muy responsable, diría que es demasiado puntual, en el trabajo siempre fue el líder, y todo el
mundo lo quiere mucho, de todos modos ellos no saben como es en casa (...) En todo caso, es muy
culto, sabe de todo y siempre me respondió todo lo que le pregunté, pero hablar con él no es fácil y
menos de ese tema, ya le había dicho que una vez lo intenté... no salió bien... se enojó y simplemente
cambió de tema... de todos modos es una buena persona, me enseñó casi todo lo que sé... (continúa
describiendo al padre)”

Circunstancialidad o descarrilamientos (que depende de las circunstancias): discurso en el que se


pierde el sentido del relato “yéndose por las ramas” y en el que posiblemente no se logre comunicar lo
que se deseaba hacer saber o entender inicialmente. Clásicamente se definía como la tendencia a
perderse en pensamientos secundarios. Por ejemplo: “es que Roma no se hizo en un día Doctor, Roma
queda en Italia ¿no?, sí, sí, en el país que parece una bota, como esta bota que tengo puesta, me la

8
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22 a ed. Madrid: Editorial Espasa; 2001.
regaló mi mamá, ella es muy noble, como la madre Teresa, que le regalaba la comida a los pobres, los
pobres son muy desafortunados, eso es duro vivir así... ”

Asindesis o parasintaxis (del griego : sin, y del latín sindesis: conjunción): se pierde la asociación
entre las ideas y no es posible organizar ningún discurso coherente en conjunto, aunque aisladamente
cada frase corresponde a una oración a la que se le puede hallar un sentido: “los niños están en el
parque, me como la manzana, la nube gris, y mañana giro, ¿cuándo va a mi casa?, eso pasa en las
películas, mi mamá me sirvió la comida...”. La asisndesis puede ser causada por una asociación laxa de
las ideas (asociaciones idiosincrásicas) en las que la ilación entre idea e idea se hace “flexible”, lo cual
produce asociaciones que alteran la meta comunicativa: “a Bolívar le hacen estatuas en las plazas y
siempre está en un caballo, eso debe ser que ganó muchas carreras en el hipódromo”. En ocasiones la
asociación entre idea e idea se hace por el sonido de las palabras que las componen, lo que se denomina
asociación por consonancia, por ejemplo: “es que la parca, la barca y la que me amarga son la misma
doctor, las tres son iguales”, esto se evidenciará al preguntar al paciente (siguiendo con el ejemplo
arriba propuesto) algo como: ¿que asociación hay entre que los niños estén en el parque y que Usted se
coma la manzana ?.

Disgregación o ensalada de palabras (del latín disgregāre, separar): se pierde la asociación entre las
palabras, no hay construcción de oraciones y enuncia una palabra tras otra sin un sentido: “perro, viaje,
trago, alcancía... ”

Glosolalia (del latín glossa, lengua y del griego λαλιά (lalia), charla): utilización sistemática de
neologismos y formas sintácticas anormales, con lo que se produce un pseudolenguaje que es
incomprensible por el entrevistador: “guho nudaim kariopo ñaosfo fispo”.

Perseveración: marcada dificultad para cambiar de un tema a otro repitiendo los mismos conceptos, así
el entrevistador intente desviar su atención hacía otro concepto o idea. Ejemplo: “... en cualquier caso
la atención acá es muy mala, la comida es mala, la dormida peor... diga lo que me diga esto es lo peor
que me ha podido pasar... no de todos modos la atención es muy mala acá... puede que tenga razón en
eso, pero la comida es pésima... todo esto es insoportable... sí, sí, mis familiares me trajeron por eso,
pero nada que ver con lo mala que es la atención y la comida y ni se diga del cuarto es lo peor...”

Verbigeración (del latín verbigerare, regañar, sermonear): repetición monótona y por lo general en
voz baja de frases o palabras. Ejemplo: una paciente susurraba repetidamente “ese gato fue... fue ese
gato... Sí, sí, sí... El gato fue”

Musitación (del latín mussitare, susurrar): empleo de un tono de voz muy bajo que impide la
comprensión del discurso.

Neologismos (del latín neo, nuevo y logos, palabra o estudio): creación de nuevas palabras con un
significado que sólo comprende el paciente, por lo que no cumplen una función comunicativa o
nominal. Ejemplo: un paciente menciona “eso es un gorpiedo”, al parecer refiriéndose a un espejo.

Soliloquio: discurso en solitario del paciente pero audible por el entrevistador.

Laconismo o telegrafismo: supresión marcada de los pronombres y conjunciones. No necesariamente es


patológico dado que es una forma de expresarse breve y concisa, pero conserva la función
comunicativa. Un ejemplo sería la respuesta histórica que el soldado espartano Dienekes dio la noche
previa a la batalla de las Termópilas cuando un asustado soldado de Traquis comentó que al día
siguiente, cuando los persas atacaran, sus flechas ocultarían el sol, a lo que él respondió: “bien, así
pelearemos a la sombra”. La palabra “lacónico” hace referencia a Laconia, región de Grecia de la que
Esparta era la capital. Los espartanos eran grandes guerreros muy conocidos por la brevedad de sus
palabras, de ahí que lacónico se refiera a algo breve y conciso9.

Coprolalia (del latín copros, excremento y del griego λαλιά (lalia, charla)): utilización de palabras
obscenas que no añaden riqueza conceptual ni complementaria al discurso.

Palilalia (del griego πάλι (páli, otra vez) y λαλιά (lalia, charla)): repetición sistemática de la última
palabra o sílaba que se acaba de oír. Ejemplo: “Hola, ola, ola ola, la, la, la... ”

Ecolalia: se deriva de Eco, deidad griega condenada a repetir lo que oía y que tras sufrir el desamor de
Narciso se consumió en una cueva quedando sólo su voz. La ecolalia es repetición sistemática de la
última frase que se acaba de oír. Ejemplo: se saluda al paciente con “Buenos días, ¿cómo está?” y éste
responde “cómo está, cómo está...”

Estereotipia del discurso (ver etimología en capítulo de psicomotor): utilización de palabras parásitas
al discurso que no añaden riqueza conceptual ni complementaria al mismo. El ejemplo no patológico
son las muletillas, pero para el caso, puede verse el siguiente: “amanecí muy bien, tengo una reliquia,
vengo de desayunar, tengo una reliquia, ahora vamos a ir a las otras actividades, tengo una
reliquia...” Como puede evidenciarse, la estereotipia aparece recurrentemente en el discurso y se
presenta siempre de la misma forma, o cuando menos muy similar.

Manierismo verbal (ver etimología en capítulo de psicomotor): utilización de un discurso cuyo


resultado final es extravagante e innecesario para la meta comunicativa. Ejemplo: una paciente
empleando movimientos y entonaciones teatrales se queja: “oh... distinguido galeno, no alcanza Usted
a imaginar lo que padezco por esta ausencia que desgarra mis entrañas... Oh...”

Metonimia (del griego μετα (meta, más allá) y ονομα (onoma, nombre)): se trata de una figura literaria
ampliamente utilizada, especialmente en la poesía, y que consiste en referirse a una cosa o idea con el
nombre de otra, sirviéndose de alguna relación semántica existente entre ambas. Por ejemplo: un
paciente dice “es que la media luna dominó España por ocho siglos” refiriéndose a la ocupación de los
moros. La metonimia no es psicopatológica por si misma; por ende sólo se describirá cuando se hace
muy llamativa por su utilización demasiado frecuente o cuando las asociaciones no sean tan claras, por
ejemplo: un paciente dice “hoy fue de efemérides”, haciendo mención al parecer a una fecha
importante.

Pararrespuesta (del griego  (para, al lado)): hace referencia al momento de la entrevista dirigida,
cuando al paciente se le hacen preguntas y persistentemente responde en una de dos categorías
(tangencialidad e irrelevancia), que se describen en conjunto como pararrespuestas.

- Tangencialidad (del latín tanges, que toca. En geometría se trata de una recta que intersecta un
punto de una curva): se le hace una pregunta al paciente, y aunque éste toca el tema referente a la
misma, no responde a la pregunta. Ejemplo: se pregunta “¿cuál es su estado civil?”, a lo cual responde:
“tengo familia y somos muy unidos”.

9
http://etimologias.dechile.net/laconico
- Irrelevancia: se le hace una pregunta al paciente y éste responde en una categoría lingüística
completamente diferente a la esperada. Ejemplo: se pregunta al paciente: “¿en qué trabaja?” y
responde: “el color más bonito es el azul”.

Trastornos del contenido en la expresión pensamiento:

Cuando tratamos las alteraciones de la forma, nos referimos a cómo se habla; cuando tratamos las
alteraciones del contenido, hacemos referencia a qué se habla, es decir, a las ideas que el pensamiento
produce.

Como se entenderá, no es posible hablar de “normalidad” en esta conceptualización, puesto que el


pensamiento por sí mismo tiene la capacidad de abarcar cualquier tema posible sin que esto signifique
necesariamente psicopatología. Sin embargo, acudiendo de nuevo a la necesidad de establecer
parámetros que permitan didáctica y definiciones para luego identificar lo que sea clínicamente
significativo o no, asumiremos como patrón de evaluación el pensamiento abstracto (racional) en el que
se aplican los siguientes preceptos:

- Se adecua a una vivencia objetiva de la realidad, es decir, reconoce que hay un tiempo cronológico
irreversible que permite un antes, un ahora y un después que se suceden en forma rigurosa; identifica
que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo; que no se puede estar en un sitio y
simultáneamente en otro; que no se puede ocupar el mismo espacio ya ocupado por otra entidad, que no
existe nada, sin una (o varias) causa(s) que lo produzca.

- Utiliza conceptos, símbolos y representaciones (existe función simbólica) toda vez que es capaz de
representar una cosa por otra equivalente.

- Permite hacer inferencias, es decir, identifica un patrón desconocido a partir de uno conocido.

-Abstrae, al separar mentalmente un objeto o situación, para identificar su similitud o diferencia con
conocimientos previos y así adquirir nuevos conceptos, integrándolos con los ya aprendidos.

Entendiendo así el pensamiento abstracto, un fallo o alteración en alguno de los anteriores preceptos se
podría considerar una alteración del contenido del pensamiento, haciendo referencia a las alteraciones
de la vivencia objetiva de la realidad y que se dividirían según su severidad en ideas sobrevaloradas,
obsesivas y delirantes.

- Idea sobrevalorada (distorsión ideativa o cognitiva): se trata de una idea o grupo de ideas que tienen
alta carga afectiva, haciendo que se perciban como más importantes de lo que objetivamente son. Se
defienden de una manera anormal, aunque permiten la crítica introspectiva así sea sólo de manera
parcial. Ejemplo: un paciente que cursa un episodio depresivo menciona: “es que no sirvo para nada”,
a lo cual se le confronta con la evidencia, mencionándole algunos de sus logros. Sin embargo,
responde: “tiene razón en eso doctor”. Momentos después, por motivos diferentes, menciona: “es que
estoy acabado, siento que ya no puedo alcanzar ninguna de mis metas”. Como puede evidenciarse, hay
una idea (en este caso de minusvalía) que por su carga afectiva reaparece y se sostiene a pesar de lograr
una crítica al respecto en algún momento.

- Ideas obsesivas: se trata de imágenes mentales que se presentan con frecuencia en el flujo del
pensamiento, generalmente de manera prevalente u ocasionalmente como fijas, que se experimentan
como “desagradables” o “incómodas” (causan malestar subjetivo) ya que el individuo percibe que
escapan a su control a pesar de que las reconoce como “propias” y que se asocian a un esfuerzo por
suprimirlas; tal esfuerzo puede generar compulsiones (ver capítulo de conducta psicomotora). En el
caso de las ideas obsesivas, la capacidad de introspección no suele estar comprometida, por lo que el
sujeto generalmente identifica su “carácter exagerado” y le agrega malestar subjetivo. Ejemplo: “esa
idea de que se me contaminaron las manos con microbios… Cada vez que toco algo viene
constantemente. Trato de sacarla de mi pensamiento porque veo que todas las personas cogen las
mismas cosas y no les importa, pero a mí me toca pasármela lavando las manos porque siempre pienso
que estoy contaminado”.

- Ideas delirantes: se trata de una idea o grupo de ideas que se caracterizan por ser incongruentes con
una vivencia objetiva de la realidad, a pesar de lo cual se defienden abiertamente por considerarse
como “ciertas”. Generalmente se basan en experiencias psíquicas patológicas como alucinaciones o
interpretaciones delirantes.

Explicaremos las alucinaciones en el siguiente capítulo de este texto, que trata sobre las alteraciones en
la sensopercepción.

Una interpretación delirante es una explicación subjetiva y fuera de lo esperable de un fenómeno, que
facilita la génesis o la permanencia de un delirio. Por ejemplo, al ver llegar un taxi al parqueadero de la
clínica, un paciente con un delirio persecutorio menciona: “si ve doctor, ese es el mismo taxi, me
persigue, a donde quiera que voy, el taxi va”.

Podrían resumirse las características fundamentales de la idea delirante así10:

- Es incongruente con una vivencia objetiva de la realidad.


- Existe un convencimiento íntimo de su veracidad.
- Tiene la capacidad de modificar negativamente la conducta del individuo.
- Genera sufrimiento y/o disfunción del sujeto y/o sus allegados.
- No es ampliamente aceptado por el contexto sociocultural del sujeto.

Analicemos cada uno:

- Es incongruente con una vivencia objetiva de la realidad: hace referencia a que el balance entre las
evidencias a favor y en contra de la idea o grupo de ideas es tal, que las demás personas la califican
como incompatible con la realidad del sujeto en cuestión. Nótese que no mencionamos términos como
“veracidad”, “falsedad”, “ilógico” ni sus derivaciones. Existe toda una discusión psicopatológica detrás
de esta afirmación que escapa al alcance de este texto, por lo que nos limitaremos a dar un ejemplo:

Un paciente afirma con vehemencia que es perseguido por una agencia de seguridad del estado.
Asegura que es “espiado” y “seguido a todas partes”, que en su casa han sido instalados “micrófonos” y
que, de hecho, lo que está hablando con su psiquiatra tratante va ser empleado en su contra ya que está
siendo “grabado”. En términos sintácticos, todos los enunciados mencionados son perfectamente
valederos; inclusive podríamos decir que es “posible” que, en un momento dado y por circunstancias
especiales, un individuo sea “investigado” por alguno de los organismos de seguridad estatal. Así pues,
la discusión no se debe plantear en términos de lo que es lógico o no, ni de lo que es posible o no.

10
Oltmanns T, Maher B. Delusional beliefs. New York: Wiley; 1988.
La relevancia pragmática paraclínica (es decir, lo que determinará si recomendaremos un tratamiento o
no) se encuentra en si la vivencia que este paciente tiene de su realidad es objetivable o no, es decir, si
podemos encontrar, a través de la información brindada por los allegados y lo evidenciado por nosotros
mismos, elementos para contrastarla con la vivencia que hacemos “los demás” de la realidad de tal
sujeto. Todo esto se debe a que se ha acumulado suficiente evidencia para determinar que el antiguo
concepto de la “falsa creencia” no puede ser ni el único ni el definitorio del delirio, puesto que quedó
demostrado que el sesgo dado por las “creencias” se encuentra en todos los individuos, sin
psicopatología o con ella, e incluso cabe la posibilidad de que las creencias “distorsionadas” hagan
parte del pensamiento normal11.

- Existe un convencimiento íntimo de su veracidad por lo que se defiende como tal y no acepta pruebas
de realidad: la idea o el grupo de ideas son vivenciadas por el sujeto como una verdad irrefutable y no
acepta pruebas de lo contrario, aunque éstas se contrasten con la información dada por los allegados o
la vivencia misma del sujeto. Esto hace que el grado de introspección que tiene el sujeto no le permite
identificarla como “extraña”, por lo que a diferencia de las ideas obsesivas no “lucha” contra ellas.

- Tiene la capacidad de modificar negativamente la conducta del individuo: aunque las ideas
sobrevaloradas y obsesivas también pueden modificar la conducta de quien las experimenta, la idea
delirante puede sistematizarse y, al hacerlo, puede afectar todas las áreas de la vida del sujeto, haciendo
que éste modifique sus hábitos vitales para adaptarlos al delirio mismo. Lo anterior puede deberse a
que en la inmensa mayoría de los casos el sujeto se muestra particularmente atento a su vivencia del
delirio, por lo que le es muy difícil no pensar, hablar, ni actuar el delirio en cuestión.

- Genera sufrimiento y/o disfunción del sujeto y/o sus allegados: cuando el delirio y las modificaciones
que causa en el individuo generan desadaptación y padecimiento en el paciente y las personas que le
rodean, se encuentra un criterio que orienta clínicamente: de no tratarse de una idea patológica,
probablemente esta condición no se daría.

- No es ampliamente aceptado por el contexto sociocultural del sujeto: a diferencia de la fe, las
creencias religiosas, místicas o similares (creer en el “chupacabras”, “el tarot”, etc.), el delirio no es
aceptado por la cultura del sujeto que lo vivencia. Éste es un criterio fundamental ya que es excluyente:
una idea puede cumplir con todos los elementos descritos hasta aquí para ser un delirio; sin embargo, si
la cultura del sujeto la acepta ampliamente, entonces no podremos calificarla como tal.

Como se hace evidente, a diferencia de las ideas sobrevaloradas y de las obsesivas (cuya alteración del
contacto con la realidad es solo parcial), la idea delirante se aparta por completo de una vivencia
objetiva del la realidad del individuo, aunque esto no implica de ningún modo que la totalidad del
pensamiento de tal sujeto sea delirante.

Los delirios pueden clasificarse según diversas variables, pero las más ampliamente aceptadas y
utilizadas son9:

- Según su instauración y origen: delirios primarios y secundarios. Se entiende por delirio primario
aquel que aparece de manera súbita y que es de un carácter no plausible (por ejemplo: “todos mis
órganos desaparecieron”), mientras que el delirio secundario es aquel que, guardando alguna relación
con la historia previa del individuo (rasgos de personalidad, eventos traumáticos, etc.), aparece de

11
Vallejo J, Leal C. Tratado de Psiquiatría. Madrid: Ars Médica; 2008.
manera más insidiosa. En la actualidad, esta clasificación (propuesta por Jaspers) cuenta con poca
evidencia empírica que la avale.

- Según su permanencia en el tiempo: delirios crónicos y agudos. Los delirios agudos, acompañados
generalmente de fenómenos afectivos, se instauran de manera rápida y generalmente se resuelven con
la prescripción de fármacos antipsicóticos. Los delirios crónicos nunca desaparecen, pero con la
instauración del tratamiento adecuado, el paciente disminuye el grado de atención que les presta, deja
de actuar en consecuencia con ellos (fenómeno descrito por algunos psicopatólogos como
“encapsulamiento del delirio”) y, en algunos casos, llega inclusive a criticarlos como fenómenos fuera
de la realidad objetivable (como en el caso de John Forbes Nash), aunque sí persisten en el tiempo.

- Según en número de afectados: delirios individuales y compartidos. Cuando el delirio es vivenciado


únicamente por una persona tendremos un fenómeno individual, pero cuando el delirio es
experimentado por un sujeto que padece un proceso psicopatológico (a quien suele denominarse polo
primario) y una o más personas se ven afectadas por tal creencia (polo o polos secundarios) terminan
por compartir el delirio, puede decirse que mientras el primero tiene un cuadro psicopatológico como
tal, el polo secundario no; la idea delirante le es inducida y, por ende, la identificación y el adecuado
tratamiento del polo primario deberá resolver la totalidad de su cuadro.

- Según su relación con el afecto: delirios congruentes e incongruentes con el estado de ánimo. Esta
distinción responde al empleo del estado afectivo del sujeto para determinar si el delirio es consistente
o no con tal experiencia afectiva; por ejemplo, en un estado de exaltación afectiva, sería congruente
encontrar delirios de tipo grandioso e incongruente si se presentaran ideas delirantes de tipo depresivo.

- Según su contenido: aunque existen muchas clasificaciones para el contenido de los delirios, nos
limitaremos a plantear la que consideramos representa mayor utilidad didáctica y semiológica. Se
reconocen tres núcleos básicos de temáticas delirantes, sobre los que se pueden agrupar la mayoría de
los delirios, a saber9:

- de daño
- de grandiosidad
- depresivos

De daño: es uno de los delirios más ampliamente reconocidos, e incluye varios subtipos en los que el
común denominador es que el sujeto tiene la convicción de que existe la intención de causarle cualquier
forma de daño físico, psicológico, social, etc. Algunos ejemplos de este grupo son:

- Persecutorios: en este caso, el sujeto se identifica como objeto de “persecución” de cualquier tipo, lo
cual incluye formas de murmuración, difamación o calumnia.
- Metacognitivos: el sujeto, en medio de experiencias de pasividad, asegura que sus pensamientos le
son “robados” de distintas formas; en otros casos, menciona que ideas o pensamientos le son
“insertados”. Una experiencia de pasividad se define como una situación de características delirantes
en las que quien las vivencia asegura que un ente externo, superior a él, domina sus movimientos o
pensamientos por medio de distintos mecanismos, todos reunidos bajo la terminología de
metacognitivos.
- De falacia de justicia, que incluye fenómenos querulantes (ver capítulo de actitud), en los cuales el
sujeto inicia repetidos procesos legales intentando resolver un evento que considera “injusto”, pero del
que no se encuentra prueba objetivable alguna.
- De identificación delirante: incluye variantes como el síndrome de Capgras, síndrome de Frégoli,
síndrome de intermorfosis y el de doble subjetivo. En estos casos, el paciente puede asegurar que sus
familiares o allegados han sido reemplazados por “actores” u otros individuos que asumen el mismo
“papel” o rol, pero que guardan alguna intención de daño en su contra (Capgras); en otros casos,
asegura que sus allegados pueden cambiar de forma a voluntad (intermorfosis). También se presenta
cuando el paciente asegura que es perseguido por una persona que “va a todas partes” y que es capaz de
adquirir la apariencia de alguien que le es conocido (Frégoli). También se describe el caso del paciente
que asegura que hay un doble de él mismo que actúa con independencia, haciendo referencia por lo
general a algún allegado (doble subjetivo).

De grandiosidad (megalomanía): es un idea delirante de grandeza en cualquier aspecto: de belleza,


inteligencia, riqueza, o poder físico, político, social, sobrenatural o mental, la cual se asocia a vivencias
de omnipotencia en el que el paciente siente que es más, tiene más o puede más que los demás. Sus
variantes pueden incluir:

- Grandiosidad mística: se trata de una idea o grupo de ideas en las que la grandiosidad guarda relación
con temas religiosos y en las que el paciente asegura, por ejemplo, que es la encarnación de una deidad.
- Erotomanía: el sujeto cree ser el objeto de los deseos amorosos de personas importantes o influyentes,
de los cuales debe defenderse.

Tipo depresivo: se identifican cuatro variantes de este tipo de delirio. En su componente nuclear, hace
referencia a la percepción de una pérdida que se experimenta con sufrimiento y dolor emocional
intensos, reproches injustos o desproporcionados hacia sí mismo y en los que la culpa lleva a una
necesidad subjetiva de obtener un “castigo”. Según los rasgos de personalidad del paciente o las
circunstancias ambientales puede presentarse una de cuatro variantes, aunque en distinta medida
pueden estar todas presentes o en cualquier combinación.

- De hipocondría: el paciente se queja de síntomas o enfermedades que no tienen demostración clínica


a pesar de la adecuada valoración médica.
- De ruina: el sujeto asegura que por causa suya (por acción o por omisión) ha ocurrido u ocurrirá
alguna tragedia; cree firmemente que no hay ninguna esperanza en el futuro para sí ni para quienes le
rodean.
- De culpa: el paciente tiene la creencia de que ha cometido algún pecado terrible o que ha hecho algo
imperdonable. Esta vivencia puede guardar relación con eventos de su pasado (por ejemplo, la
masturbación) o no tener relación alguna con la vida del sujeto, como cuando se siente responsable por
haber causado un desastre (como un incendio o un accidente) con el cual no tiene ninguna conexión.
- De negación (síndrome de Cotard o deliro nihilista): la descripción clásica corresponde a pacientes
que aseguran haber perdido algún órgano o una extremidad, por lo que se refieren a sí mismos como
muertos en vida; sin embargo, también se incluyen en esta variante las referencias de pérdida de
posesiones, estatus, fuerza, familiares, amigos, el cuerpo en su totalidad, el mundo, el universo, etc.

Evaluación y redacción en la historia clínica

La evaluación del pensamiento se realiza desde el primer contacto que se tiene con el paciente; como se
mencionó, en realidad evaluamos la expresión del pensamiento a través de las distintas formas del
lenguaje.

La identificación de las alteraciones de la forma en la expresión del pensamiento demanda la escucha


atenta a lo referido por el paciente y, según la necesidad, pruebas específicas para evaluar el lenguaje
escrito. En cuanto a las alteraciones del contenido, en muchos casos se presentan espontáneamente
dado que el paciente se encuentra lo suficientemente preocupado o agobiado por ellas como para
mencionarlas. Sin embargo, en los casos en los que el paciente no lo hace así, será necesario formular
preguntas específicas buscando encontrar información sobre el tema en cuestión. Tales preguntas deben
ser abiertas (es decir preguntas que se deben responder con más que un si o un no) pero dirigidas a
explorar el aspecto puntual que llamó la atención, por ejemplo: ¿tiene usted algún poder, don o
habilidad especial? ¿Alguien tiene un plan para hacerle daño? ¿Tiene una misión especial para
cumplir? También se podrá invitar a hablar sobre lo que motivó la consulta, por ejemplo “entiendo,
según lo que me informaron sus familiares, que le preocupa que su corazón haya desaparecido”. Dentro
de los ítems a describir en una alteración de contenido del pensamiento, será de valor clínico la
mención de la frecuencia con la que la idea se presenta en el contenido de la conciencia y que podría
ser permanente, frecuente u ocasional.

Para la redacción de esta parte del examen mental, se listarán las alteraciones en términos
semiológicos, dividiéndolas en alteraciones de la forma y el contenido.

Ejemplos de redacción:

Un paciente consulta para una valoración de ingreso laboral:

Redacción: Expresión del pensamiento: sin alteraciones de la forma ni el contenido.

Una paciente que asiste a consulta por un cuadro depresivo: habla lentamente, con un volumen de
voz bajo, menciona frecuentemente “es que no sirvo para nada... Ya no hay nada que hacer... El futuro
no me traerá nada bueno... No tengo esperanzas de nada”.

Redacción: Expresión del pensamiento: presenta alteración de la forma por bradilalia, en el contenido,
ideas sobrevaloradas de ruina y minusvalía que se presentan de manera espontánea y frecuente.

Una paciente que asiste a consulta de seguimiento por psiquiatría ya que recibe tratamiento para
un cuadro obsesivo compulsivo: la cadencia de la producción ideoverbal no presenta alteraciones; sin
embargo es muy insistente en aclarar todo lo que enuncia. Aún refiere: “es que me preocupa coger las
cosas porque siento que me voy a ensuciar o a recoger bacterias”, pero lo hace con menor frecuencia
que en evaluaciones anteriores.

Redacción: Expresión del pensamiento: hay alteración de la forma por prolijidad, en el contenido hay
persistencia de ideas obsesivas de contaminación pero que ahora se presentan de manera ocasional.

Una paciente que asiste al servicio de urgencias por un cuadro maniaco con síntomas psicóticos
en el curso de un trastorno bipolar: habla rápidamente, con un volumen de voz alto. La asociación
entre idea e idea es difícil de seguir, pero casi todo lo enunciado hace referencia a su idea de que es la
encarnación de la virgen María “(...) La virgen se me presentó mientras que estaba en la casa... Entró
en mi como un viento... Desde eso tengo muchas ganas de hacer todas las cosas rápido... Por eso mi
esposo me regaña si no necesito dormir porque tengo a la virgen adentro, puedo lavar las ollas en la
madrugada y así me rinde más el tiempo... Ahora vengo a darles el mensaje de la virgen que es un
mensaje de paz...”
Redacción: Expresión del pensamiento: presenta alteración de la forma por presión del habla y
ocasional asindesis. En el contenido hay presentación espontánea de ideas delirantes de grandiosidad
mística.

Un paciente hospitalizado por un cuadro de esquizofrenia desorganizada: habla lentamente,


expresando ideas y ocasionalmente palabras aisladas sin conexión entre sí: “(...) El niño está al sol, en
la casa todo mal, el perro, perro, sí, déjeme fumar un cigarrillo...”; al mencionarle puntualmente el
motivo de su hospitalización, refiere: “es que mamá me quiere envenenar”.

Redacción: Expresión del pensamiento: presenta alteración de la forma por importante asindesis que
ocasionalmente llega a la disgregación (ensalada de palabras). En la entrevista dirigida se evidencia
que hay persistencia de la idea delirante de daño de predominio persecutoria.

Un paciente hospitalizado por un cuadro de demencia tipo Alzehimer en estadío de Reisberg 7:


emite algunos sonidos al llamarlo (predominantemente guturales) y no establece comunicación con el
entrevistador.

Redacción: Expresión del pensamiento: alteración cualitativa de la forma por glosolalia, imposible
determinar contenido.

Sinopsis
CAPÍTULO 7

SENSOPERCEPCIÓN

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Distinguir los conceptos básicos de la sensopercepción humana.


- Enunciar las bases neurobiológicas de la sensopercepción humana.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones sensoperceptivas.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

Debemos iniciar el estudio de las alteraciones sensoperceptivas dividendo el concepto en sus partes
fundamentales: sensación y percepción. La sensación hace referencia al proceso de transformación de
los diferentes estímulos del medio ambiente (térmicos, mecánicos, químicos, lumínicos, etc.) en
impulsos nerviosos que viajan a las áreas sensoriales correspondientes en la corteza cerebral; por su
parte, la percepción es la integración, en las áreas corticales estimuladas, de la información relevante de
cada estímulo para darle una interpretación y, de ser necesaria, una organización en términos de
prioridades.

Podríamos aseverar que todos los seres humanos “sentimos” el mismo tipo de estímulos dado que ésta
es una función dependiente de los órganos de los sensoriales; sin embargo, nadie “percibe” igual,
damos interpretaciones individuales a cada estímulo que, a su vez, estarán determinadas (entre otras
variables) por nuestro grado de interés, motivación, experiencias previas y estado afectivo.

Desde los aspectos filosóficos, psicológicos y neurobiológicos, el debate sobre la “veracidad” de lo


percibido aún está abierto; de hecho, podríamos asegurar que permanecerá así. La complejidad de este
tema (el cual ha atraído a algunas de las mentes más brillantes desde el siglo XVIII) no se presta para
menos; sin embargo, con fines didácticos, asumiremos que existe una sensopercepción que
denominaremos “normal” basando su definición, pragmáticamente, en la posibilidad de objetivización
o no de cada fenómeno percibido.

Bases neurofisiológicas

Eric Kandel1 sostiene que, a pesar de la complejidad del sistema nervioso, es mucho lo que se puede
aprender al estudiar una sola de sus células. El concepto se extiende a la sensopercepción,
mencionando como ejemplo la visión: los receptores en la periferia del cuerpo son sensibles a un tipo
particular de evento físico como la luz, la presión, un olor, etc. Cuando un receptor es estimulado, por
ejemplo, cuando una de las células en la retina es activada por un espectro de luz específico, responde
con una frecuencia de disparo electroquímico que representa las propiedades específicas de tal espectro
lumínico. Cada sistema sensorial obtiene información de los estímulos de esta manera y transmite tal
información a lo largo de una vía nerviosa de conducción que la lleva a una región específica de la
corteza cerebral la cual, a su vez, integra distintas modalidades sensoriales con información
previamente almacenada y genera una interpretación del fenómeno inicialmente percibido, una imagen
del mundo en el interior del cerebro, que es de la forma en que cada ser humano lo percibe. Tales
representaciones mentales se forman en el cerebro luego de la integración de la información que

1
Kandel E, Schwartz J, Jessell T. Principles of Neural Science. 4ª ed. Nueva York: McGraw-Hill; 2000.
recogen los sentidos y a partir de su procesamiento se darán las respuestas que permitirán la
interacción con el medio.

Valor semiológico

Sin duda, el concepto de alteración sensoperceptiva está íntimamente ligado al de enfermedad mental2
inclusive para el observador casual, ya que en nuestra cultura se considera un signo sugestivo de
“locura” o de “anormalidad” el ver, escuchar o sentir “algo” cuando los demás no lo pueden hacer. Su
estudio es tema central de la semiología psiquiátrica dado que abarca un amplio espectro de posibles
etiologías que, a diferencia de la creencia popular, van más allá de las psicosis (por ejemplo,
intoxicaciones, infecciones, neoplasias, o simplemente no ser patológicas); por lo tanto, se hace
fundamental el poder detectarlas y conceptualizarlas.

Alteraciones sensoperceptivas

Consideramos que la clasificación propuesta por Fish3 para el estudio de las alteraciones
sensoperceptivas es la más didáctica, dividiéndolas en distorsiones y engaños perceptivos. En las
distorsiones existe un objeto sensible del que se hace una percepción distorsionada, mientras en los
engaños se produce una percepción nueva sin un objeto sensible identificable al momento mismo de la
percepción.

Distorsiones perceptivas (sensoriales)

Se trata de alteraciones que requieren el concurso de los receptores sensitivos (por lo que también
suelen denominarse distorsiones sensoriales), es decir, que se producen en presencia de un estímulo
objetivable fuera del individuo, pero que son percibidas de un modo anómalo que se esperaría dadas las
características del estímulo mismo. El fallo consiste en que las características del estímulo (tamaño,
forma, movimiento, color, etc.) se perciben de una manera distorsionada, entendiendo por tal distorsión
una percepción distinta a la que normalmente cabría esperar para tal estímulo. Se distinguen 3
subgrupos dentro de esta categoría: (1) anomalías en la percepción del tamaño y/o la forma; (2)
anomalías en la integración perceptiva; (3) anomalías interpretación (perceptiva) de estímulos
ambiguos. En los casos de distorsiones perceptivas, la persona suele ser consciente de tales anomalías y
sus reacciones ante tal experiencia varían desde el agrado hasta el terror. Se presentan a causa de una
amplia gama de situaciones que incluyen los trastornos neurológicos, las intoxicaciones y algunas
patologías psiquiátricas.

Anomalías en la percepción del tamaño y/o la forma:

 Dismorfopsias (morfo, forma): se trata de alteraciones en la percepción de la forma de un


estímulo dado. Por ejemplo, un paciente menciona que la mesa del comedor presenta una
forma triangular cuando todas las demás personas la identifican como redonda.

 Dismetropsias (metro, medida): corresponde a las alteraciones en la percepción del tamaño,


que a su vez se dividen en micropsias (cuando el objeto es percibido como más pequeño de lo
que es) y en macropsias (cuando se percibe como más grande).

2
Berrios G. Historia de los síntomas de los trastornos mentales. México D.F.: Fondo de Cultura Económica; 2008.
3
Hamilton M. Psicopatología Clínica de Fish. Madrid: EMALSA; 1985.
 Autodismorfopsias: cuando cualquiera de las dos categorías anteriores se relaciona al cuerpo
mismo del sujeto. Por ejemplo, cuando asegura que una de sus manos es más grande o
pequeña, o que una de sus piernas está curvada, cuando en realidad ninguno de los casos
corresponde a la objetividad.

Anomalías en la integración perceptiva

Existen dos subdivisiones de esta categoría en la cual el común denominador son las alteraciones de los
nexos asociativos entre diferentes modalidades perceptivas.

 Escisión perceptiva: se produce cuando los nexos que habitualmente existen entre dos o más
percepciones procedentes de modalidades sensoriales diferentes no se integran adecuadamente.
Por ejemplo, un paciente que está viendo una película experimenta la sensación de que existe
una especie de conflicto entre lo que oye y lo que ve, como si ambas sensaciones no tuvieran
nada que ver entre sí o como si provinieran de fuentes diferentes y lucharan entre sí por atraer
su atención. Las conexiones entre ambas modalidades sensoriales (auditiva y visual) han
fallado.

 Aglutinación perceptiva: es el fenómeno opuesto a la escisión. Consiste en que las distintas


cualidades sensoriales se funden en una única vivencia perceptiva; en este caso, el paciente es
incapaz de distinguir entre diferentes sensaciones. Un ejemplo es la sinestesia, una asociación
anormal de las sensaciones de órganos sensoriales diferentes como “ver” los colores de la
música o “probar” (degustar) los colores de un cuadro.

Anomalías en la interpretación perceptiva de estímulos ambiguos (ilusiones)

Se trata de percepciones que no se corresponden con las características “objetivas” de un estímulo


concreto. Psicopatológicamente, podrían entenderse como el resultado una hiperfunción (exageración)
de la tendencia del ser humano a organizar, en un todo significativo, elementos más o menos aislados
entre sí o con respecto a un fondo, como por ejemplo la tendencia a identificar rostros en figuras
amorfas (imagen 1); tal es el caso de la famosa fotografía de la superficie de Marte tomada por la sonda
espacial Viking 1.

Imagen 1. Fuente: http://science.nasa.gov/science-news/science-at-nasa/2001/ast24may_1/

Existe sólo un ejemplo de esta categoría de distorsión perceptiva que se denomina ilusión. El término
proviene del latín illusio (engaño), que a su vez procede del termino igualmente latino illusus (burlarse
de, mofarse de4). Se trata de una distorsión de una percepción genuina, es decir, una “mala
interpretación” de un estímulo real. Suelen presentarse en medio de estados afectivos intensos, una
alteración en la atención o una alteración orgánica; sin embargo, las ilusiones no son psicopatológicas
por sí solas: cualquier persona puede experimentarlas, pero lo clínicamente significativo será la
interpretación que se le dé a este error perceptivo. Esto lleva a que se hayan subdividido en dos tipos:

1- Ilusiones no patológicas: ocasionales y corregidas por la prueba de realidad, por ejemplo,


cuando a lo lejos una persona identifica a otra persona como familiar, pero al acercarse se da
cuenta de que es otra persona.
2- Ilusiones patológicas: frecuentes y no corregidas por el juicio de realidad (es decir, se les da
una interpretación delirante. Ver capítulo 6).

La ilusión genera el fenómeno conocido como pareidolia (derivada etimológicamente del griego
eidolon, figura o imagen, y el prefijo para, junto a, al lado), un fenómeno en el que un estímulo vago y
aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible, por
ejemplo, ver figuras familiares en las nubes (imagen 2).

Imagen 2. Fuente: http://bancodefotosgratis.blogspot.com/2009/06/nubes-en-forma-de-perro.html

Las ilusiones se forman con los matices que cada individuo añade a la realidad, son influenciables por
la voluntad y siempre tienen un estímulo externo. Cuando una ilusión es generada por un intenso estado
emocional (como cuando estamos asustados y vemos un arbusto como una figura amenazadora), suele
denominársele ilusión catatímica (del griego , debajo, bajo el control; y θῡμικός, timicos,
relacionado con el timo, órgano que se creía asiento de las emociones).

Según Fish2, las ilusiones de tipo patológico tienen importancia clínica porque pueden alertarnos sobre
de la posible existencia de una base etiológica neurológica o psiquiátrica.

4
http://etimologias.dechile.net/ilusion
Engaños perceptivos

El término engaño perceptivo hace referencia a la aparición de una experiencia perceptiva que se da en
ausencia de un estímulo sensorial o que se mantiene activa a pesar de que el estímulo que la produjo ya
no se encuentra físicamente en el campo perceptual de quien las experimenta.

Se describen dos grandes grupos de engaños perceptivos: las alucinaciones y las pseudopercepciones.

Las alucinaciones, que son el prototipo con el que se estudia todos los engaños perceptivos, son
alteraciones sensoperceptivas en las que no hay un objeto externo que las estimule, es decir, que a
diferencia de las distorsiones perceptivas, el error no se encuentra en la interpretación de un fenómeno
que fue captado por alguno de los sentidos, sino en el cerebro mismo: existe una percepción sin objeto.
El individuo que las experimenta está íntimamente convencido de su veracidad, y se presentan de
manera involuntaria. Asumimos entonces, para este texto, la definición conceptual de Slade y Bentall,
quienes en 1988 desde una perspectiva cognitiva y en oposición a las definiciones de la psicopatología
perceptualista, definieron las alucinaciones como:

“Una experiencia similar a la percepción normal, que ocurre en ausencia de un


estímulo apropiado, pero que aún así tiene toda la fuerza e impacto de una
percepción real por lo que el individuo tiene un convencimiento íntimo de su
veracidad y que no es controlada por quien la experimenta”5.

Se utilizan 2 criterios de clasificación de las alucinaciones: según su complejidad en simples


(elementales) y complejas (formadas) y según la modalidad o las modalidades perceptivas a la que
hacen referencia.

- Según su complejidad: se trata de clasificar las alucinaciones según la riqueza perceptiva que las
constituya, entendiendo como simples o elementales aquellas que se presenten como impresiones
sencillas, difusas o indiferenciadas, tales como ruidos, luces, zumbidos o sonidos aislados; de otra
parte, se denominan complejas o formadas a las percepciones más concretas de voces, personas,
animales, música, escenas completas, conversaciones, etc.

- Según la modalidad(es) perceptiva(s) a la que hacen referencia:


 Auditivas
 Visuales
 Táctiles (hápticas)
 Olfativas
 Gustativas
 Cenestésicas (viscerales)
 Cinéticas (de movimiento)
 Polimodales (mixtas)
 Extracámpica (extracampina)
 Alucinación negativa
 Alucinación psíquica (extrasensorial)

5
Slade P, Bentall R. Sensory deception, a scientific analysis of hallucination. London: Croom Helm; 1988.
Estudiemos cada variante:

- Alucinaciones auditivas: se trata de las alucinaciones más frecuentes en clínica psiquiátrica; dentro
de ellas, las más comunes son las verbales (palabras, conversaciones, insultos, etc.)6, reforzando tal vez
la validez del concepto de Ludwig7 y Crow8 sobre la importancia del lenguaje en la capacidad
adaptativa del ser humano. Pueden presentarse alucinaciones simples como ruidos, pitidos, murmullos,
etc., que suelen denominarse como acoasmas (ἀκούω -akuo, oír9-), hasta alucinaciones más
estructuradas en las cuales el paciente puede escuchar claramente palabras e inclusive conversaciones,
que puede asociar a voces familiares o desconocidas.

El contenido de estas alucinaciones auditivas complejas puede ser tan variado que es imposible hacer
una lista, pero en general tales conversaciones pueden referirse peyorativamente hacia él o ella, pueden
tener un tono de orden que el paciente se siente obligado a cumplir, variante conocida como
alucinaciones de comando o imperativas, o simplemente pueden consistir en voces que comentan las
acciones o los pensamientos del paciente; pueden hablar en tercera persona o adquirir el carácter de
diálogo o conversación entre dos o más personas, tener una duración breve o estar produciéndose de
manera permanente o casi continua. De igual manera, pueden ser terriblemente amenazadoras o, por el
contrario, amigables7.

En ocasiones, el paciente pude describir claramente el punto donde percibe que se originan tales voces,
su género y otras peculiaridades al respecto, por ejemplo: “son una pareja, hablan como encima de mi
cabeza y ella le dice a él que no sirvo para nada y él siempre le contesta que ojalá me muriera
pronto”; en otros casos, no logra identificar ninguna de estas características: “es una voz, pero no logro
entender lo que dice. No sé de donde sale, ni si es hombre o mujer.”

-Alucinaciones visuales: al igual que en las alucinaciones auditivas, pueden presentarse en el


continuum desde las simples hasta las complejas. En el primer caso, se puede tratar de imágenes
elementales como destellos, llamas, puntos luminosos, etc., que pueden estar inmóviles o desplazarse
por el campo visual del sujeto; pueden presentarse también formas geométricas de colores muy vivos y
luminosos, aunque también pueden ser incoloras. En otras ocasiones, las alucinaciones visuales se
presentan como estructuradas o complejas en la forma de figuras humanas, escenas de animales,
demonios etc., que pueden tener un tamaño natural o presentar un tamaño reducido (alucinaciones
liliputienses) o gigantesco (alucinaciones gulliverianas); su nombre alude al relato “Los viajes de
Gulliver” de Jonathan Swift. Estas últimas no deben ser confundidas con la micropsia ni con la
macropsia (estudiadas en el apartado de distorsiones perceptivas) ya que en ellas el campo perceptivo
real se ve a escala reducida o aumentada respectivamente, es decir, se dan en presencia de un objeto
que se percibe como más grande o pequeño de lo que realmente es, y no se trata (como en el caso de las
alucinaciones) de una percepción sin objeto. Estas alucinaciones visuales complejas aparecen en forma
de visiones escénicas similares a las imágenes de los sueños; ejemplos muy típicos de alucinaciones
escenográficas son las visiones mistico-religiosas del infierno o el purgatorio, etc. Otra variedad de
experiencia alucinatoria visual es el fenómeno de la autoscopia, que consiste en verse a sí mismo como
un doble, con el conocimiento de que la figura humana que se está viendo es el paciente mismo.

6
Belloch A, Sandín B, Ramos F. Manual de psicopatología. Edición Revisada. Madrid: McGraw-Hill; 2008.
7
Ludwig A. Principles of clinical psychiatry. Nueva York: The Free Press; 1980.
8
Crow T. Is schizophrenia the price that homo sapiens pays for language? Schizophr Res. 1997; Dec 19; 28(2):127-41.
9
Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico “dicciomed”. Disponible en: http://www.dicciomed.es
En general, las alucinaciones visuales poseen cierta perspectiva, lo que lleva a la persona a
experimentarlas con un mayor realismo; no obstante, también pueden aparecer superpuestas a objetos,
paredes, muros, etc.

- Alucinaciones olfativas: se trata de alucinaciones infrecuentes y difíciles de identificar clínicamente,


ya que en muchos de los casos se toman como alucinaciones olfativas lo que en realidad son ilusiones
interpretadas de un modo delirante por el paciente; de ahí que, para tener un indicador más fiable de su
presencia, es necesario observar al paciente en el preciso momento en que está experimentado la
alucinación, prestando especial atención a su actitud. Por lo general, los sujetos que las experimentan
aseguran “oler” algo extraño, casi siempre desagradable, y con un significado particular, como por
ejemplo estar siendo envenenados con gas, anestesiados, etc.

- Alucinaciones gustativas: son alteraciones sensoperceptivas en las que suelen percibirse sabores
desagradables (a podrido, a excrementos, a sustancias tóxicas, etc.), que el paciente puede atribuir tanto
a una fuente exterior como a su propio cuerpo.

Sobre las alucinaciones olfativas y gustativas hay que mencionar que por lo general aparecen
conjuntamente, imitando el estado fisiológico de estos dos sentidos.

- Alucinaciones táctiles (hápticas: del griego ἅπτω (apto, tocar, estar en contacto)): los pacientes que
experimentan este tipo de alucinaciones aseguran que son tocados, pellizcados, manoseados, etc.;
igualmente, pueden sentir supuestas corrientes eléctricas que los atraviesan, o que se les está quemando
alguna parte del cuerpo. Clásicamente, estas alucinaciones se dividen en activas y pasivas. En las
primeras, el sujeto puede asegurar que “toca” cosas (animales, muebles, etc). En las de forma pasiva, el
paciente es tocado, agarrado, quemado, pinchado, estrangulado, cortado, etc., y tales sensaciones
pueden acompañarse o no de dolor. Dentro de esta modalidad pasiva, también se describen las
alucinaciones térmicas en las que hay una percepción anormal y extrema de calor o frío, o de
percepción de fluidos como: “siento que me corre sangre por todo el cuerpo”. Una forma específica de
alucinación háptica es denominada alucinación de formicación (del latín formîca, hormiga), es decir, la
sensación de que pequeños animales o insectos se desplazan por debajo o encima de la piel. A estas
alucinaciones también se les ha denominado alucinaciones dermatozoicas.

- Alucinaciones cenestésicas (viscerales): la cenestesia es la sensación general de la existencia y del


estado del propio cuerpo, independiente de los sentidos externos, y resultante de la síntesis de las
sensaciones provenientes de la totalidad de la corporeidad. Etimológicamente el término proviene del
griego κοινός (común) y αισθησία (percepción)10. Se entenderá entonces la dificultad para definir una
alucinación cenestésica, puesto que para que se entienda como una alucinación tendrá que existir una
percepción sin objeto, y la corporeidad del paciente es precisamente el objeto en cuestión. Sin
embargo, y acudiendo al pragmatismo clínico, diremos que las alucinaciones viscerales hacen
referencia a la percepción del paciente de condiciones anómalas y generalmente “imposibles”, referidas
principalmente a sus órganos o tejidos. Ejemplo de ello es que el paciente refiera: “es que las venas se
me salen del cuerpo, se vuelven a meter y crecen como una bomba hasta llegarme al cerebro”.

- Alucinaciones cinéticas (de movimiento): se trata de percepciones de movimiento de ciertas partes


del cuerpo. Los pacientes tienen una vívida sensación de que sus músculos se contraen, que sus brazos
se levantan, que sus piernas giran o se retuercen, que su cuerpo vibra o tiembla, etc., sin que el
observador pueda constatar que se produzca movimiento alguno.
En conjunto, las alucinaciones cenestésicas y las cinéticas suelen denominarse alucinaciones
somáticas; sin embargo, recomendamos su descripción independiente, pues ésta aporta más
información semiológica.

- Alucinaciones polimodales o mixtas: cuando se combinan dos o más de las modalidades sensoriales
descritas hasta aquí, se les denomina polimodales. Las combinaciones más frecuentes suelen ser:
olfativas y gustativas, cenestésicas y cinéticas, y visuales y auditivas.

- Alucinación extracámpica (extracampina): se trata de alucinaciones que, aunque hagan referencia a


alguna de las modalidades sensoriales hasta aquí referidas, se encuentran fuera del campo perceptivo
posible. Para el caso, un paciente asegura que escucha voces que se están generando en otra ciudad, o
que ve un ángel que se encuentra detrás de él, o que huele el azufre que viene del infierno.

- Alucinación negativa: son fenómenos sensoperceptivos complejos en los que el paciente asegura no
poder percibir un objeto que las demás personas sí detectan en tal campo sensorial; por ejemplo, el
paciente asegura que no puede ver ni sentir su mano cuando los demás la pueden percibir, o que no
“ve” ni “oye” al entrevistador.

- Alucinación extrasensorial (psíquica): se trata de un fenómeno alucinatorio que no sigue ninguna de


las vías sensoriales hasta aquí descritas. Según Vallejo Ruiloba10, se trata de aquellas alucinaciones que
se perciben en el espacio psíquico del paciente, es decir, que no se captan con los órganos sensitivos
sino con la mente misma. Con frecuencia se describen como si se originaran dentro de la cabeza misma
del paciente (“es una voz dentro de mi cabeza”), lo que incluye el fenómeno de eco del pensamiento en
el cual el paciente asegura escuchar sus pensamientos como si alguien los repitiera en voz alta dentro
de su cabeza. En ocasiones este fenómeno recibe una interpretación que favorece ideas delirantes del
tipo metacognitivo (ver capítulo 6). En esta variedad alucinatoria también se describe el fenómeno de
sensación de presencia, entendida como la sensación de que hay “alguien” o “algo” dentro de la misma
habitación pero que no puede verse ni oírse; la mayoría de las personas experimenta esta sensación en
situaciones de ansiedad o soledad, pero el paciente psicótico puede percibirlas de manera frecuente o
permanente y no logra criticarlas adecuadamente.

El segundo grupo de engaños perceptivos se denomina pseudopercepciones, las cuales son


alteraciones sensoperceptivas en un continuum ubicadas entre las ilusiones y las alucinaciones (imagen
3), es decir, que comparten características fenomenológicas de ambos tipos de alteración.

Imagen 3

Las pseudopercepciones son alteraciones sensoperceptivas que se producen en los estados


crepusculares (del latín crepusculum, anochecer), de seminconciencia o de alteración orgánica (fiebre,
neuroglucopenia, hipoxia, amputación etc.). Las pseudopercepciones aparecen de manera involuntaria

10
Vallejo J, Leal C, Tratado de Psiquiatría. Madrid: Ars Médica; 2008.
y suelen ser muy realistas y vívidas, aunque su contenido carezca de significado. Pueden presentarse en
todas las modalidades sensoriales, aunque las más frecuentes son la auditiva y la visual.

Pseudopercepciones hipnagógicas e hipnopómpicas: cuando se presentan al del inicio del sueño se les
denomina pseudopercepciones hipnagógicas (del griego ὕπνος (hypno, sueño o dormir y αγωγός
(agōgós, que provoca) y cuando se producen al despertar se les llama hipnopómpicas (del griego
ὕπνος, sueño y πομπή, escolta10). Suele tratarse de fenómenos simples, como el creer haber oído el
despertador cuando en realidad aún no lo ha hecho, o el percibir una figura humana cuando se trataba
de los pliegues de la cortina. Son difíciles de detectar dado que, en la mayoría de los casos, quien las
experimenta las atribuye a “sueños” (“soñé que sonaba el despertador”), de modo que adquirirán
significado clínico, al igual que las ilusiones, sólo cuando se presentan de manera frecuente o se les
atribuya un significado de características delirantes.

Reviviscencia (flashback): se trata de una pseudopercepción en tanto que el estímulo concreto que las
desencadena ya no se encuentra presente. Generalmente, se trata de recuerdos de experiencias del
pasado que por su impacto emocional (mayoritariamente de carácter traumático) tienden a presentarse
repetidamente. El ejemplo más característico se da en el trastorno de estrés postraumático, cuando
súbitamente se revive literalmente (es decir, que puede incluir varias modalidades sensoperceptivas por
lo que se le considera también un fenómeno disociativo) el episodio que causó el cuadro.

Paralucinación: se refiere a la experiencia pseudoperceptiva de un paciente que ha tenido un daño en


el sistema nervioso periférico. Como ejemplo se muestra el síndrome de la extremidad o el órgano
fantasma, en el cual el sujeto asegura continuar teniendo sensaciones (incluyendo el dolor) de una parte
corporal que ha sido amputada.

Evaluación y redacción en la historia clínica

Como se ha evidenciado, la evaluación clínica de las alteraciones sensoperceptivas representa algunas


dificultades dado que es difícil establecer parámetros fiables que confirmen o descarten su presencia
con certeza; es así que, en la mayoría de los casos, tendremos que basarnos únicamente en el relato del
paciente mismo o de sus allegados. De hecho, es precisamente en estas condiciones que el arte de la
entrevista y una actitud empática harán la diferencia.

Sin embargo, si durante una entrevista sospechamos la presencia de una alteración sensoperceptiva,
puede ser de utilidad lo que Lanteri-Laura11 denominó como actitud alucinatoria:

“A pesar de lo infrecuente que es el presenciar un fenómeno alucinatorio durante


una entrevista (...) creemos saber detectar lo que se podría denominar actitudes
alucinatorias, entre otros ejemplos podríamos citar: oídos dirigidos hacia la fuente
de los voces, detenciones en medio del discurso para prestar atención a lo que le
dicen, algodón en los oídos para evitar escuchar los improperios (...)”11

La identificación de las alteraciones sensoperceptivas demanda de la escucha atenta a lo referido por el


paciente y sus familiares y, según la necesidad, formular preguntas específicas con la intención de
encontrar información sobre el tema en cuestión. Las preguntas deben ser abiertas, pero deben apuntar
a explorar el aspecto puntual que llamó la atención; podría ser de utilidad, en este punto, disminuir la
carga ansiosa que puede generar este tipo de preguntas con afirmaciones como “vamos a hablar ahora

11
Lanteri-Laura G. Las Alucinaciones. México D.F.: Fondo de Cultura Económica; 1991.
de experiencias que algunas personas podrían clasificar como extrañas” y luego preguntar, por
ejemplo: “¿Escucha (ve, siente, etc.) usted alguna voz o ruido (imagen, sensación, etc.) que las demás
personas parecen no escuchar (ver, sentir, etc.)?”

Es importante recordar que las alucinaciones se pueden presentar en cuadros de distinta etiología tales
como la epilepsia, las alteraciones metabólicas, infecciones, neoplasias, intoxicaciones etc., que puedan
afectar el S.N.C. o los órganos sensitivos, o en enfermedades como la esquizofrenia y el trastorno
bipolar, por lo que siempre debemos estar atentos a descartar cada etiología.

Para la redacción de esta parte del examen mental, se listarán las alteraciones en términos
semiológicos, dividiéndolas en distorsiones y engaños perceptivos.

Ejemplos de redacción

Un paciente consulta para una valoración de ingreso laboral.

Sensopercepción: sin alteraciones.

Una paciente que asiste a consulta por un cuadro depresivo: se queja de escuchar la voz de un
hombre que se parece a la de su padre y que habla en segunda persona de ella en términos peyorativos
de manera permanente, aún durante de la entrevista: “dice que no sirvo para nada, que todo lo que
hago está mal, que debería tener vergüenza”.

Redacción: Sensopercepción: presenta alucinaciones auditivas complejas con contenido


culpabilizador.

Una paciente que asiste al servicio de urgencias por un cuadro maniaco con síntomas psicóticos
en el curso de un trastorno bipolar: puede referir: “... Se me presentó la Virgen mientras que estaba
en la casa... la vi clarita, con su manto azul, y me habló suavecito, dándome el mensaje que debía
trasmitir a la humanidad que lo que tiene que hacer es rezar mucho para que venga la paz... Y desde
eso está conmigo aquí y me sigue diciendo lo mismo”.

Redacción: Sensopercepción: alucinaciones visuales y auditivas (polimodales o mixtas) complejas, de


contenido grandioso y místico - religioso.
Sinopsis
CAPÍTULO 8

FUNCIONES MENTALES SUPERIORES

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Distinguir los conceptos básicos de las funciones mentales superiores.


- Enunciar las bases neurobiológicas de las funciones mentales superiores.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones de las funciones mentales superiores.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

En sentido estricto, las funciones mentales superiores (FMS) hacen referencia a todos los rendimientos
del sistema nervioso central (SNC), que permiten la adquisición de conocimiento para la posterior
adaptación al medio circundante. Incluye el estado de conciencia (que permite la presentación de las
demás funciones), la orientación, el pensamiento, el juicio y el raciocinio, la abstracción, el cálculo, la
atención y la memoria1.

Por su interés clínico el estado de conciencia, la orientación y la expresión del pensamiento se estudian
en otros capítulos de este texto, además dada su riqueza semiológica y psicopatológica, recomendamos
su redacción en ítems individuales en el examen mental.

Queda entonces el aparte de las FMS que proponemos para nuestro examen mental, compuesto por el
juicio y el raciocinio, la abstracción, el cálculo, la atención y la memoria, y planteamos una
mnemotécnia para su estudio, JACAM:

Ninguna de las FMS se puede concebir como aislada de las demás ya que son completamente
interdependientes, (por ejemplo, una alteración de la atención afectará el rendimiento en la memoria);
las dividimos simplemente con una finalidad didáctica.

1
Bérubé L. Terminologie neuropsychologie et neurologie du compartemment. Montreal: Les Edicions de la Cheneeliére; 1991.
Juicio: del latín Iudicĭum, veredicto. Acudiendo tal vez a una sobresimplificación, podríamos afirmar
que el juicio hace referencia al proceso por el cual nos formamos una opinión sobre cualquier evento,
persona, objeto, etc. En términos más amplios, el juicio es el proceso por el que a partir de las
percepciones, emociones, experiencias previas, el conocimiento adquirido, el sistema de creencias
individual, etc., se forman conceptos (opiniones o juicios) sobre determinada situación, evento,
persona o sobre sí mismo2.

Existen diversas descripciones del juicio: el juicio moral, el juicio crítico, el autocrítico, entre otros. Sin
embargo, el que nos interesa desde la semiología psiquiátrica es el juicio de realidad, aquel que
permite, empleando el proceso de formación de conceptos arriba descrito, adecuarse a una vivencia
objetiva de la realidad (ver concepto de vivencia objetiva de la realidad en el capítulo 6, expresión del
pensamiento). Así pues, el juicio de realidad es el proceso por el que nos formamos opiniones de
nosotros mismos y nuestro entorno sobre aquello que conceptuamos como real. Entendido así, el juicio
de realidad sería la FMS que nos permitiría distinguir un sueño, una pesadilla, la imaginación, etc. de
nuestra vivencia de la realidad.

Raciocinio: del latín Ratio, calcular. En términos simples, y acudiendo a un aforismo, diríamos que si
con el juicio emitimos un concepto sobre algo, con el raciocinio sustentamos esa opinión; en otras
palabras, el raciocinio utiliza una asociación de juicios para resolver problemas y aprender de manera
consciente de los hechos, estableciendo conexiones y evaluando distintas opciones para el propósito de
elegir un curso de acción acorde con tal análisis.

Dado que el juicio y el raciocinio son FMS íntimamente relacionadas, siempre se estudian y describen
de manera simultánea.

Abstracción: del latín Abstractio, traer fuera de. Se trata del proceso mental en el que se lleva algo
(situación, persona, objeto, etc.) más allá de lo que es evidente. Con la abstracción se va más allá de los
hechos observados, ya que es la habilidad para usar conceptos, realizar y entender generalizaciones,
además de identificar las propiedades y los patrones compartidos por una variedad de ítems específicos
o eventos. Se da en un proceso de reducción de un fenómeno a sus componentes fundamentales con el
fin de hacer inferencias a su respecto y, posteriormente, analizarlo para adquirir nuevos conocimientos
(conceptualizar). El ejemplo más claro de este proceso lo obtenemos cuando aprendemos a través de un
refrán o una metáfora, en el que cada palabra va más allá de su significado inicial y en conjunto llevan
a una enseñanza superior: “no des el pescado, enseña a pescar”. A través de la abstracción, se puede
conceptualizar o generalizar, identificado de cada elemento sus posibles significados y permitiendo
soluciones más creativas a los problemas; la abstracción le da flexibilidad al pensamiento. Lo opuesto a
la utilización de la abstración sería el concretismo, es decir, quedarse en los hechos sin interpretación
alguna sobre ellos: ser literal. Con frecuencia se divide la abstracción en dos procesos: inducción y
deducción. En la inducción, se infiere una regla general a partir de un caso específico (Ej: “mi balón de
fútbol es redondo y por lo tanto, todos los balones de fútbol deben ser redondos”), mientras que en la
deducción se extraen inferencias e implicaciones de un conjunto para posteriormente aplicarlas a casos
específicos (Ej: “cuando hace sol no se ven casi nubes. Hoy hace sol; por lo tanto, no debe haber
nubes”). Algunos teóricos aplican el concepto de la abstracción al raciocinio, pero para fines didácticos
hemos optado por mantenerlos separados, según la corriente cognitiva3.

2
Fierro M. Semiología del psiquismo. 2a ed. Bogotá: Editorial Kimpres Ltda; 2008.
3
Johnson-Laird P. Thinking as a Skill. The Quarterly of Experimental Psychology. 1982; Nov; 34:1-29.
Cálculo: del latín calculus, guijarro, piedra pequeña. En la antigüedad se utilizaban pequeñas piedras
para contar o realizar operaciones aritméticas (calculare), y aún hoy se usa la palabra cálculo para
denominar las “piedras” que se forman en algunos órganos del cuerpo. Se trata del proceso mental en el
que se utilizan los números naturales para contar, medir, ordenar y expresar cantidades. Demanda la
identificación de las relaciones entre números (mayor, menor o equivalentes) y los símbolos para
expresarlos y operar con ellos (principalmente sumar y restar).

Atención: del latín tensio, esfuerzo. Aunque la definición de la capacidad atencional aún sigue siendo
tema de debate, nos adherimos por ahora a la definición desde la perspectiva cognitiva sobre la
atención como capacidad de filtro y concentración4. Entendida así, la atención se constituye en la FMS,
la cual permite focalizar, identificar y retener estímulos relevantes en el campo de conciencia,
comportándose como “filtro” fisiológico que nos permite, dentro de la infinidad de estímulos a los que
continuamente estamos expuestos, ignorar unos y captar otros según el interés que nos despierten, así
como mantener una actitud receptiva frente a otros posibles estímulos que puedan cobrar relevancia por
su importancia5. Si dividimos la atención desde la perspectiva cognitiva, tendríamos tres rendimientos
interrelacionados: filtro, facilitador e integrador. Como filtro, la atención limita la cantidad de
información sensorial que llega a la conciencia; como facilitador, permite priorizar cuáles de esos
estímulos filtrados van a ser procesados; como integrador, capta otros estímulos necesarios para
completar la información relevante.

Memoria: del latín memor, adjetivo para referirse a quien “recordaba” las historias de cada pueblo. Se
trata de la FMS que permite al individuo registrar, almacenar y evocar información. Gracias a esta
capacidad disponemos de una sensación de continuidad, pues sólo a través de la memoria podemos
“articular nuestro pasado con nuestro presente y planear nuestro futuro3”. La memoria constituye la
base misma del aprendizaje; de hecho, podríamos decir que sin ella no podríamos adaptarnos
exitosamente a ningún entorno ya que todo sería nuevo para nosotros cada día. Existen diversas
clasificaciones sobre los posibles tipos de memoria, pero a continuación representaremos
esquemáticamente la más ampliamente aceptada6:

4
Carver C, Scheier M. Attention and self-regulation: A control theory approach to human behavior. New York: Springer-Verlag; 1981.
5
Hernández G. Psicopatología básica. 4a ed. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana; 2006.
6
Ortega L, Franco J. Neurofisiología del aprendizaje y la memoria. Archivos de Medicina. 2010; Ene; 6(1):1-8.
La memoria a corto plazo permite almacenar la información a partir de la cual interactuamos con
nuestro entorno. Está limitada en la mayoría de personas a aproximadamente 7±2 elementos durante
alrededor de 10 segundos (paquete, quantum o span de memoria). Neuroanatómicamente involucra
regiones temporales, cerebelares y los núcleos de la base.

La memoria de largo plazo (más cercana a la definición que en común tenemos de “la memoria”) es un
proceso cognitivo complicado y, en consecuencia, presupone que el sistema neuroanatómico
subyacente ha de ser complejo, ya que permite el almacenamiento de nuestros “recuerdos”,
conocimientos, imágenes, conceptos, estrategias de actuación, etc. A su vez, la memoria a largo plazo
se divide en memoria explícita e implícita. De una parte, la memoria explicita almacena información en
códigos lingüísticos (eventos de la vida y el conocimiento sobre cualquier área), mientras que la
memoria implícita almacena información acerca de procedimientos y estrategias que permiten
interactuar con el medio ambiente, pero cuya ejecución tiene lugar de manera más o menos
inconsciente (practicar un deporte en el que ya se es hábil o conducir un vehículo cuando ya se es
experto en el campo).

Bases neurofisiológicas

Las Funciones Mentales Superiores dependen por completo de la totalidad de la integración cortical y
de las áreas de control y filtro subcorticales; sin embargo, podríamos mencionar algunas áreas que
predominan en cada rendimiento. Para el juicio y el raciocinio, la abstracción, el cálculo y la atención
se hace fundamental la corteza de los lóbulos frontales y sus conexiones con las áreas temporales y
subcorticales; para el proceso de almacenamiento de datos con respecto a la memoria, se considera
fundamental el hipocampo y sus conexiones con los lóbulos temporales.

Valor semiológico

La valoración en conjunto de las FMS permitirá hacer una idea del rendimiento cognoscitivo global del
individuo (inteligencia). La evaluación independiente de cada FMS permitirá identificar posibles
alteraciones de cada rendimiento y aportará importantes datos semiológicos y psicopatológicos para la
identificación de un posible síndrome o entidad clínica, particularmente en la demencia.

Las FMS son un rendimiento fisiológico humano; por ende, están sujetas al error y generar
padecimientos (en un proceso de inducción abstractiva, por ejemplo, podemos llegar a conclusiones
erradas como: “mi pareja me engañó, por lo tanto TODAS mis parejas de ahora en adelante lo
harán”); sin embargo, es gracias a las FMS que hemos logrado la proeza adaptativa que nos permite
hoy subsistir en nuestro planeta (a un alto precio ecológico lamentablemente, esperemos que las
mismas FMS nos permitan proteger lo poco que queda).

Con la terminología funciones mentales superiores, de ninguna manera nos hacemos partícipes del
anacronismo narcisista en el que se afirma que éstas son patrimonio exclusivo de la humanidad; es
claro que otras especies poseen funciones cognoscitivas similares que les permiten cumplir de igual
manera con su función adaptativa. En este contexto, utilizamos esta terminología únicamente con fines
didácticos y para agrupar en ella los rendimientos en mención.

Nótese que en nuestra propuesta para el examen mental no aparece el ítem de inteligencia, que por lo
contrario si aparece en el de otras escuelas. La razón de esta propuesta es que la impresión clínica de
sobre la inteligencia lógico-matemática (rendimiento cognoscitivo) se hace sobre la base de la
evaluación de las FMS. En otras palabras, cuando un clínico escribe: “Inteligencia: bajo el promedio”,
emite un concepto que seguramente se basó en:

1. La estructura del pensamiento (evaluada a través de la expresión del mismo).


2. La capacidad de abstracción.
3. El rendimiento en el cálculo.
4. La valoración del juicio y el raciocinio.
5. La valoración de su capacidad de comprensión.

Por lo tanto, y en términos fenomenológicos, no se trata de una descripción de lo que podríamos


considerar un elemento semiológico, sino de un constructo de distintos elementos semiológicos
(verbigracia, una impresión clínica, que se debe anotar en el análisis y no en el examen mental), y
como ha sido nuestra propuesta en todo este texto, debemos ser lo más descriptivos posible para tratar
de brindar algo de objetividad a la inmensidad de subjetividad que plantea el psiquismo humano.

Alteraciones de las FMS, evaluación y redacción en la historia clínica

Dada la estructura de este capítulo, a continuación estudiaremos la psicopatología de cada una de las
FMS; en cada subgrupo se enunciará inmediatamente la forma de exploración y redacción en la historia
clínica, que se hará anotando la presencia de la alteración y, de ser necesario, alguna de las variantes
que se propondrán a continuación.

Juicio y Raciocinio
Psicométricamente hablando, el juicio y el raciocinio pueden evaluarse con el planteamiento de una
situación hipotética para escuchar el posible orden de resolución que el paciente podría ejecutar ante tal
situación. El ejemplo más mencionado en los libros de texto es el de un incendio: “si en este momento
ocurriera un incendio en este consultorio, dígame el orden en el que usted actuaría”. Sin embargo,
más que la característica psicométrica, en la evaluación del juicio y el raciocinio interesa más, desde
una perspectiva clínica, la valoración de la capacidad del paciente para la toma de decisiones 7 (proceso
para el que tiene que acudir a su juicio y raciocinio) en términos de su auto-cuidado, interacciones con
sus allegados, el personal tratante, etc., ya que es posible que un paciente francamente psicótico, por
ejemplo, resuelva adecuadamente el problema del incendio: “buscaría la salida de emergencia,

7
Vergare M, Binder R, Cook I. Practice Guideline For The Psychiatric Evaluation of Adults. 2nd ed. Arlington: The American Psychiatric Publishing; 2006. Disponible en
http://www.psych.org
llamaría a los bomberos y trataría de ayudar a salir a otras personas”, y sin embargo sea incapaz de
juzgar adecuadamente la severidad de sus síntomas o la necesidad de un tratamiento. De otra parte, hay
que mencionar que en el enfoque de los síndromes demenciales, la valoración psicométrica estricta de
todas las FMS es fundamental dado que esta entidad se caracteriza por la afección de dichos
rendimientos cognoscitivos. Bajo estos conceptos y en la práctica, la valoración del juicio y el
raciocinio se realizará durante toda la entrevista según el planteamiento de Otto Kernberg8, buscando la
existencia de criterios sociales de realidad, es decir, los habituales en el medio de cada individuo.

Entendidos así, el juicio y el raciocinio (JyR) pueden clasificarse así9:

JyR no comprometidos: el paciente conserva la capacidad de valorar adecuadamente las situaciones y


plantea planes de acción acordes a lo esperable en el contexto de una realidad objetivable.

JyR debilitados: la capacidad del paciente para la adecuada valoración de las situaciones se
compromete de manera parcial. La persona emitirá juicios adecuados sobre algunos aspectos e
inadecuados en otros y por lo general se asocian a la presentación de distorsiones cognitivas (ideas
sobrevaloradas) en el contenido de la expresión del pensamiento. Este fallo puede corregirse (aunque
sólo sea de manera parcial o temporal) al realizarle los señalamientos pertinentes que generalmente se
hacen durante una intervención psicoterapéutica; por ejemplo, en el curso de un cuadro depresivo, una
persona juzga todo lo que sucede a su alrededor y a sí mismo de una manera negativa, siendo incapaz
de reconocer los aspectos positivos de determinadas situaciones ni de planificar adecuadamente
acciones en consecuencia (raciocinio). Cuando se le realiza la intervención psicoterapéutica, puede
reconocer su dificultad y transitoriamente mejorarla, pero por lo general la resolución definitiva se da
sólo cuando mejora el estado de ánimo. Este compromiso se denomina catatímico (del griego: ,
debajo, bajo el control; y θῡμικός, timicos: relacionado con el timo) y se redactará en el examen mental
como JyR debilitados catatímicamente.

Si el compromiso parcial del JyR se debe causas como intoxicaciones, enfermedades neurológicas,
alteraciones hidroelectrolíticas, etc., u otras condiciones psicopatológicas (como un trastorno obsesivo-
compulsivo), no se hará la aclaración de alteración catatímica y se redactará únicamente como JyR
debilitados.

JyR desviados: en estos casos, el compromiso de la capacidad de evaluación situacional se hace


evidente por su severidad. El paciente emite juicios y raciocionios que se encuentran fuera de la
realidad objetivable y no se corrigen aunque se le brinden pruebas de realidad. Se trata del ejemplo del
paciente psicótico que, aunque juzgue y razone adecuadamente ante ciertos planteamientos o
situaciones, es incapaz de encontrar lo poco o nada objetivo de su valoración sobre las alucinaciones o
delirios “(...) Claro que es la Virgen quien me habla, ¿quién más va a ser? (...)”

JyR no evaluables: cuando la valoración del estado de conciencia del paciente se hace imposible
debido a fallos mayores en las demás FMS o por ausencia de un lenguaje entendible, se describirá JyR
no evaluables.

8
Kernberg O. Trastornos graves de personalidad. México D.F.: Manual Moderno; 1985.
9
Taborda L, Burgos C, Tellez J, Vasquez R. Principios de semiología psiquiátrica. 3 ra ed. Bogotá: Editorial Pinel; 1991.
Abstracción
La evaluación clínica de la abstracción se realiza mediante el planteamiento de refranes, símiles y
diferencias, y finalmente solicitando la definición de conceptos abstractos para valorar la capacidad de
inducción y deducción conceptual del paciente. Inicialmente, se le plantea un refrán popular como
“dime con quien andas y te diré quien eres” y se le pide que de su concepto al respecto de su
significado (“¿qué entiende por ese refrán?” o “¿qué quiere decir la gente cuado dice...?”). Algunos
pacientes mencionan que nunca han escuchado ese refrán, porlo cual tal circunstancia se convierte en la
oportunidad más valiosa para valorar la capacidad deductiva del paciente y no sólo la capacidad de
retención de información que previamente almacenó sobre tal refrán. Es importante conocer varios
refranes populares para no ser repetitivo en las entrevistas y así terminar evaluando memoria y no
abstracción. Algunos ejemplos:

A buen entendedor, pocas palabras bastan.


En boca cerrada no entran moscas.
El que peca y reza, empata.
Unos nacen con estrella y otros estrellados.
En el país de los ciegos, el tuerto es rey.
En casa de herrero, cuchillo de palo.
Al que anda entre la miel algo se le pega.
Es más peligrosa una pulga en mi cama que el león en la selva.

A continuación, se le dan al paciente secuencias de 2 o 3 palabras que guarden alguna similitud. El


ejemplo más utilizado es “¿en qué se parecen un pájaro, un avión y un helicóptero?”. Se invita al
paciente que señale la similitud que en este caso sería “los 3 vuelan”. Otros ejemplos serían “¿qué
tienen en común la cuchara, el cuchillo y el tenedor? ¿tren, barco y moto? ¿reloj, regla y
termómetro?”

Por último, se le pide al evaluado que defina en sus palabras un concepto, como por ejemplo justicia,
bondad, hermandad, caridad, etc.

La capacidad de abstracción puede clasificarse en:

Adecuada: cuando el paciente emplea adecuadamente su capacidad de inducción y deducción en la


adaptación a su medio circundante.

Pobre: cuando resuelve de manera concreta (superficial) los retos de su vida diaria, lo que se
evidenciaría en los test propuestos por respuestas por ejemplo como “el pájaro tiene, alas y el avión
también, pero el helicóptero no sé”; “con la cuchara se toma la sopa y con el tenedor el seco y el
cuchillo es para cortar”; “la bondad es ser bueno”.

Nula: cuando el déficit en la abstracción es lo suficientemente severo como para comprometer la


capacidad adaptativa del individuo, caracterizado por respuestas como “no sé”, “no entiendo”.

No evaluable: cuando por un compromiso en el estado de conciencia, por fallos mayores en las demás
FMS o por ausencia de un lenguaje entendible, la valoración de esta función en el paciente se hace
imposible.
Cálculo
La valoración de la capacidad de utilización de los números naturales suele hacerse mediante el
planteamiento de un problema adecuado al ambiente sociocultural del individuo en el que tenga que
emplear las operaciones básicas como la suma y la resta. El ejemplo más común suele ser el del costo
de un pasaje en trasporte público: “si pago un pasaje de bus que vale $1400 con un billete de $5000,
¿cuánto me tienen que devolver?”. Para personas de un nivel educativo superior se puede plantear el
clásico ejercicio de restas progresivas desde una cantidad determinada, siendo el más común el de 100
menos 7 en 5 intentos sucesivos que a su vez permite también la evaluación de la atención si se aplica
adecuadamente (sin recordar el dígito de resta).

El cálculo podrá clasificarse como:

Adecuado: cuando el paciente emplea satisfactoriamente los números naturales en la adaptación a su


entorno, evidenciado, por ejemplo, en un adecuado manejo del dinero.

Pobre: aunque exista el concepto claro de la operación matemática, el paciente las realice con
dificultad o requiera de asistencia de papel y lápiz o calculadora.

Inexistente: cuando no se logró el aprendizaje de las operaciones matemáticas básicas.

No evaluable: cuando por un compromiso en el estado de conciencia o por fallos mayores en las
demás FMS, la valoración del entorno por parte del paciente se hace imposible.

Atención
Por lo general no se requiere de pruebas específicas para la valoración de la atención, ya que sus
alteraciones suelen “saltar a la vista” durante la evaluación clínica (por ejemplo, por cambios en el
discurso que atienden a estímulos irrelevantes para la conversación). Cuando se quiere puntualizar
sobre el rendimiento atencional, se pueden aplicar múltiples pruebas simples; la más empleada consiste
en pedirle al paciente que aplauda o palmeé el escritorio cada vez que escuche un número que contenga
el 3. Se le dicen números aleatorios (10, 23, 45, 87, 13, 5, 7, 3…) en una secuencia de un número cada
segundo y se registran los aciertos; en una serie de 20 números, se considera dentro de lo normal 5 o
menos errores, pero un puntaje superior puede develar que existe un fallo atencional que podrá
clasificarse dentro de alguno de los grupos que propondremos a continuación.

Las alteraciones de la atención (clásicamente denominadas disprosexias) hacen referencia al exceso o


defecto en la función de filtro atencional, asumiendo como justo punto medio el nivel adecuado de
funcionamiento en el que se priorizan los estímulos según su relevancia, manteniendo una actitud
receptiva, denominado euprosexia (del griego εσ, correcto, y προσοτή, vigilante, atento). En el caso de
la entrevista clínica, podríamos asegurar que la euprosexia se daría cuando el paciente lleva un
adecuado hilo conductor de la conversación, prestando atención al estímulo más relevante en ese
momento, pero que aún así se encuentre en capacidad de responder ante otro estímulo que se haga más
relevante (como por ejemplo, que se active una alarma que demande una evacuación).

- Hiperprosexia (por exceso): en este caso, la función de filtro atencional se encuentra aumentada; por
tal razón, el individuo se fija en sólo un estímulo y no logra desplazar su atención a otros eventos que,
aunque relevantes, no logran captar su atención. Se diferencia del estado de concentración (en el que
nos encontramos cuando leemos atentamente, estudiamos o disfrutamos de una película) en que en este
último, el individuo es capaz de responder a otros estímulos cuando se hagan relevantes; por el
contrario, el paciente hiperproséxico no logrará desplazar su atención (por ejemplo, cuando se le hagan
preguntas en la entrevista o se le llame al comedor).

- Hipoprosexia (por defecto): la función de filtro atencional se encuentra laxa, por lo que múltiples
estímulos atraen la atención del sujeto sin que éste logre fijar realmente la atención en alguno de ellos.
A la hipoprosexia se le pueden describir tres grados de alteración: leve, moderado y severo.

En el primer caso (leve) también denominado distractibilidad, el paciente se distrae con facilidad, pero
es capaz de retomar el estímulo más relevante en ese escenario cuando se le realizan señalamientos
(refuerzo atencional). El ejemplo clásico de esta situación lo plantea el niño con déficit atencional que
se salta el turno de juego o algunas casillas en el parqués, pero que al señalarle su fallo es capaz de
corregirlo. En los adultos puede evidenciarse en los casos de fatiga física, en los que aunque les cueste
esfuerzo se encuentran en la capacidad de corregir los fallos atencionales (por ejemplo durante una
lectura). En resumen, las personas con hipoprosexia leve responderán a los refuerzos atencionales.

En la hipoprosexia moderada, los fallos atencionales son más frecuentes, lo que clínicamente se
evidenciará en que el paciente presta atención a estímulos irrelevantes y sólo con gran esfuerzo
atenderá a aquellos significativos. En el caso del niño con este cuadro, se notará que los fallos durante
un juego son lo suficientemente significativos como para impedir su adecuada realización. Para los
adultos, la situación suele hacerse evidente en el discurso, ya que pasarán de un tema a otro según el
objeto que más capte su atención en ese momento: “qué bonita esa corbata doctor, ¿se la compró su
esposa?... Vea esa mariposa en la ventana, tiene muchos colores... Y estos lápices que tiene acá, ¿son
para qué?... A mi me gusta mucho escribir... Estas sillas son un poco incómodas, ¿no ha pensado en
cambiarlas?...”, sin embargo es posible que con alguna insistencia responda a la pregunta que se le está
haciendo. En resumen, estos pacientes responden con gran dificultad a los refuerzos atencionales y lo
hacen sólo de manera parcial.

En la hipoprosexia severa, los fallos atencionales son muy significativos, lo cual podría observarse en
el caso de los niños que inician varios juegos sin terminar ninguno y el pasar de uno a otro según el que
le parezca más interesante de momento, aunque se le invite a continuar con el primero. En los adultos,
esta situación se evidenciará porque continuarán con su discurso según el estímulo que llame su
atención en cada momento, pero no lograrán centrar su atención ni siquiera cuando se les pida que lo
hagan. En resumen, los pacientes con hipoprosexia severa no responden a los refuerzos atencionales.

- Pseudohipoprosexia: se trata del paciente que fija su atención en estímulos internos o a fenómenos
alucinatorios, por lo que ignora los estímulos provenientes del ambiente. Tal es el caso del paciente que
atiende únicamente a las voces que le están indicando qué debe hacer e ignora al entrevistador.

- No evaluable: cuando por un compromiso en el estado de conciencia o por fallos mayores en las
demás FMS, la valoración del entorno por parte del paciente se hace imposible. Algunos autores
denominan aprosexia la incapacidad total para el funcionamiento de la atención (como en el caso de
una alteración del estado de conciencia); sin embargo, preferimos el concepto de atención no evaluable.

Memoria:
La evaluación de las alteraciones de la memoria se realiza durante todo el curso de la entrevista y
básicamente se enfoca en detectar fallos en la memoria declarativa, en los tres rendimientos, registro,
almacenamiento y evocación. La capacidad del paciente para recodar eventos significativos de su
historia personal valora principalmente su capacidad de evocación (memoria de largo plazo); los
eventos del día o los días previos al momento de la entrevista valoran las funciones de almacenamiento
y registro de la información (memoria reciente). Finalmente, se aplican pruebas sencillas para la
evaluación de la capacidad de registro de nuevos datos (memoria inmediata), como por ejemplo “le voy
a decir 3 palabras, quiero que trate de recordarlas y en un momento se las voy a preguntar
nuevamente” realizando posteriormente una evaluación de distracción (por lo general se realiza la
valoración del cálculo) y pidiéndole posteriormente al paciente que diga las 3 palabras que se le pidió
recordar.

Las alteraciones de la memoria pueden dividirse en alteraciones cuantitativas y cualitativas6:

Las alteraciones cuantitativas son de dos tipos: por exceso y por defecto. Por exceso, tenemos las
hipermnesias; por defecto, las hipomnesias y las amnesias (del griego μνησ (mnemes), recuerdo).

- Las hipernmesias son infrecuentes en la práctica clínica dado que rara vez se consideran como
psicopatológicas; sin embargo, pueden presentarse como parte de la sintomatología sindromática de los
trastornos del espectro autista. Se caracterizan por una facultad que podría describirse como prodigiosa
para registrar y evocar datos, en ocasiones selectivas para números, nombres, fechas, etc.

- Las hipomnesias hacen referencia a fallos en la capacidad de registro (como por ejemplo olvidar un
número de teléfono que nos acaban de dictar o el olvidar a qué fuimos a la cocina), o a fallos en la
capacidad de evocación de datos previamente almacenados. Por lo general, estos fallos (asociados a
alteraciones atencionales) son frecuentes en la vida diaria y sólo cobran significado clínico cuando se
hacen repetitivos o generan disfunción personal y social (como dejar encendida una estufa, olvidar el
nombre de personas muy cercanas, olvidar citas importantes, etc.)

- Amnesias: se diferencian de las hipomnesias en que no se trata de un fallo en la capacidad de registro


o almacenamiento sino en la pérdida total de un recuerdo. El aforismo “no es lo mismo olvidar qué era
lo que tenía que comprar en el supermercado, que olvidar que fui al supermercado” ilustra claramente
esta diferencia. La hiponmesia es un fallo; se olvida un detalle de un contexto, mientras en la amnesia
se olvida el contexto. Entendidas así, las amnesias se han dividido en múltiples subclasificaciones, pero
a continuación enunciaremos únicamente las que consideramos de valor clínico:

- Anterógrada: se trata de una amnesia por fallo en el registro y almacenamiento de


datos nuevos. En ella se conservan los datos previamente fijados, pero se hace
imposible almacenar datos nuevos, y puede presentarse en los casos de traumatismos
craneanos y otras alteraciones de la conciencia de diversa etiología (farmacológicas,
intoxicaciones, alteraciones metabólicas etc.). Cuando esta alteración se presenta de
manera transitoria, se le denomina amnesia lacunar.

- Retrógrada: se trata de una amnesia por fallo en la evocación. En ella el paciente


olvida por completo eventos que había almacenado previamente.

- Mixta: se producen fallos tanto en el registro como en el almacenamiento y la


evocación de eventos y datos, por lo que fallan tanto el aprendizaje de nuevos datos
como el acceso a los que ya se habían almacenado.

Las alteraciones cualitativas de la memoria hacen referencia a errores o distorsiones de los datos
almacenados (recuerdos). Clásicamente se les ha denominado paramnesias (del griego: παρά (para), al
lado, y μνησ (mnemes), recuerdo).
- Fabulaciones (confabulaciones): se trata de una paramnesia en la que el paciente toma como recuerdo
verdadero una fantasía y suele ser el intento de rellenar el espacio que deja un fenómeno amnésico
lacunar. Incluyen los fenómenos de falsos reconocimientos, en los se asigna una identidad distinta a
una persona conocida o desconocida.

- Ecmnesias: (del griego ἐκ, fuera de lugar): son un grupo amplio de alteraciones cualitativas en las
cuales se producen errores en la localización de un recuerdo, es decir, se ubica un recuerdo en un
contexto al que no pertenece. Las más frecuentes suelen ser los fenómenos de lo no visto (jamais vu),
las cuales consisten en tener la impresión de que un evento que se vivió objetivamente se percibe como
un recuerdo desconocido “me parece como si eso no hubiese pasado”. Pertenece también a este grupo
lo ya visto (déjà vu), que es la impresión de que un evento que no se ha vivido previamente es
percibido como extrañamente familiar “esto ya lo había vivido”. Las ecmnesias incluyen además los
errores de localización de los recuerdos en espacio y tiempo (confusiones del recuerdo), caracterizados
por la ubicación de un recuerdo en un contexto al que no corresponde. En el caso de las confusiones
espaciales, se trata de la localización de un recuerdo en un lugar al que no corresponde “pero si eso no
pasó en la casa sino acá en el hospital”; en las de tiempo, existen dos variantes: confusión pasado
presente y presente pasado. En las primeras, un evento remoto se considera como reciente: “pero si eso
no pasó hace 10 años sino ayer”, mientras en las segundas un evento reciente se considera remoto:
“eso no es posible porque eso no pasó esta mañana, pasó hace como un año”.

Las ecmnesias que ocurren de manera ocasional no se consideran psicopatológicas ya que la mayoría
de la población asegura haberlas experimentado alguna vez en su vida; no obstante, cobrarán validez
clínica cuando se dan en el contexto de una presentación frecuente se asocian a otras alteraciones de las
FMS, que orienten por ejemplo a un funcionamiento prepsicótico, psicótico o a un fenómeno
demencial.

Ejemplo de redacción

En el caso de FMS sin alteración:

- JYR: Crítico: menciona adecuadamente el orden de acción en caso de un incendio. De realidad:


adecuado.
- Abstracción: encuentra sin dificultad los símiles entre las 3 secuencias de palabras, interpreta
adecuadamente un refrán, explica satisfactoriamente la definición de un término abstracto (se le
preguntó la definición de justicia).
- Cálculo: logra resta de 3 en 3 a partir del número 20.
- Atención: euproséxico
- Memoria: sin alteración en reciente, inmediata ni remota

Sinopsis
CAPÍTULO 9

INTROSPECCIÓN

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Distinguir los conceptos básicos de la introspección.


- Enunciar las dos perspectivas actuales para el estudio de la introspección.
- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones en la introspección.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

La introspección (del latín introspicĕre, intro: hacia dentro y spectio: mirar, examinar) es la capacidad
de percibir el propio estado mental (emociones, pensamientos, comportamientos, etc.) y reflexionar
sobre el mismo1. En un sentido neurofisiológico estricto podría considerarse la introspección como una
función mental superior (FMS), dado que requiere la integración de las capacidades de abstracción,
memoria, juicio y raciocinio.

Existen dos formas de estudiar la introspección en semiología psiquiátrica y psicopatología. La primera


que hemos denominado perspectiva clínica (sustentada principalmente por los estudios de Ivana
Markova y German Berrios2,3), consiste en estudiar la introspección únicamente en términos de la
capacidad del paciente para reconocer su condición psicopatológica, la necesidad de un tratamiento
cuando este sea necesario y su capacidad para adherirse (cumplir con) al mismo. En la segunda, que
hemos denominado neurofisológica (por su íntima relación con el concepto de función mental
superior), Marco Fierro1 propone que existe un proceso para la aparición de la introspección, que
consideramos de suma importancia para entender la psicopatología de esta función, por lo que a
continuación lo enunciamos con algunas modificaciones según nuestras apreciaciones clínicas:

1. Percepción: aunque no se trata de una percepción sensorial como tal, el proceso de


“reconocimiento” del estado mental es similar a cualquiera de los generados por alguno de los
órganos sensitivos. Se trata entonces de la identificación de un estado en particular, el cual varía
desde fenómenos como “estoy feliz” hasta percepciones como “hay un plan para asesinarme”.

2. Explicación: una vez se ha dado la percepción del estado mental, se acude a la capacidad (que
bien podría considerarse una necesidad) humana de dar sentido a los fenómenos que nos rodean
y que experimentamos. Para esto, se acude al sistema de creencias individual o a las propias
vivencias, el cual puede ir desde el animismo hasta el positivismo científico. La explicación
inicial puede ser poco elaborada, pero cumple con la función de hacer entendible lo que sucede,
por ejemplo: “me siento de mal humor... Debe ser por el frío... O por la discusión que tuve con
mi pareja anoche”.

3. Reflexión: consiste un proceso de re-evaluación de la explicación inicial ya sea, para afirmarlo o


modificarlo según tal evaluación: “me siento de mal humor no sólo por el frío y por la discusión
con mi pareja, sino porque eso significa que he sacrificado cosas de mi bienestar para poder
seguir adelante con la relación”.

1
Fierro M. Semiología del psiquismo 2a ed. Bogotá: Editorial Kimpres Ltda; 2008.
2
Markova I, Berrios G. The meaning of insight in clinical psychiatry. Br J Psychiatry. 1992; Jun;160:850-60.
3
Markova S, Berrios E. The „object‟ of insight assessment: relationship to insight „structure‟. Psychopathology. 2001; Sep/Oct;34 (5):245-52.
4. Integración: se trata de la asociación de la explicación (y su reflexión, si ésta se dio) al sistema
individual de creencias y la historia vital, articulándola con los patrones de respuesta previos.
Siguiendo con el mismo ejemplo: “es que casi siempre pienso más en el bienestar de los demás
que en el mío y por eso me pasan estas cosas”.

Bases neurofisiológicas

Al igual que las FMS, la introspección depende por completo de la totalidad de la integración cortical;
sin embargo, la corteza de los lóbulos frontales y sus conexiones con las áreas temporales y
subcorticales juegan un papel fundamental en el reconocimiento e interpretación de los propios estados
mentales.

Valor semiológico

La información clínica obtenida a través de la valoración de la introspección es de importancia


fundamental dado que ésta tiene la capacidad de modificar las intervenciones terapéuticas (lo que
justifica que se encuentre separada de las demás F.M.S. en nuestro modelo del examen mental). Un
ejemplo: un paciente con diagnóstico de esquizofrenia paranoide, que ha exhibido comportamientos de
alta disrupción en su entorno (especialmente por agresividad física), se niega por completo a recibir
medicamentos y asegura que no los necesita ya que no sufre enfermedad mental alguna. En este punto
del padecimiento, se hace clara la necesidad de modificar el tratamiento de un esquema oral a uno
parenteral. Otro ejemplo: no es igual tratar un paciente con un trastorno de personalidad, que reconoce
lo disfuncional de sus conductas y que por ende se encuentra dispuesto a colaborar en su tratamiento,
que uno que no lo hace. Tan importante es la introspección, que en algunos casos puede llegar a
constituirse en objetivo psicoterapéutico principal; de ahí el concepto “ganancia de introspección”

Alteraciones de la introspección

Desde la perspectiva clínica, podríamos decir que existen los siguientes grados de introspección:

- Adecuada: la persona reconoce su enfermedad o condición psicopatológica; entiende claramente los


conceptos asociados a la misma, acepta el tratamiento y se adhiere a él. Otros autores la denominan
positiva.

- Aceptable: la persona reconoce su enfermedad o condición psicopatológica, aunque no entienda


claramente sus conceptos, acepta el tratamiento y se adhiere a él. También se ha denominado en otras
escuelas como parcial.

- Pobre: la persona reconoce su enfermedad o condición psicopatológica, aunque no entienda


claramente sus conceptos, pero no acepta el tratamiento o lo hace con dificultad y por lo general no se
adhiere a él. Otros autores la denominan precaria.

- Nula: la persona no reconoce su enfermedad o condición psicopatológica, dando explicaciones para


sus síntomas que refuerzan la creencia de no sufrir trastorno alguno y, por ende, no acepta el
tratamiento ni se adhiere a él. Se le ha descrito también como negativa.
- Introspección no evaluable: es el caso de los pacientes en los que, por alteraciones en el estado de
conciencia, no pueden comunicarse adecuadamente y, por ende, será imposible evaluar su
introspección.

Desde la perspectiva neurofisiológica, aceptando los cuatro pasos previamente propuestos para el
proceso de la introspección, podríamos plantear que lo que entenderíamos por normalidad sería la
adecuación individual a tales pasos: quien perciba sus estados mentales, les dé una explicación,
reflexione sobre tal explicación y finalmente la integre a su vivencia, tendrá una introspección
adecuada, siempre y cuando ésta se ajuste a una vivencia objetiva de la realidad. En términos clínicos,
esto suele evidenciarse (desde el modelo médico) en la capacidad del paciente de reconocer una
sintomatología, dar una explicación de la patología, reconocer los indicadores de una posible recaída y,
especialmente, el aceptar un tratamiento. Así pues, podrían describirse las alteraciones de la
introspección según el grado de adecuación que cada individuo haga a tales pasos:

- Introspección nula: en esta condición, el individuo percibe sus estados mentales (“estoy triste”), pero
no avanza en ninguno de los pasos siguientes; en otras palabras, no brinda explicación alguna para
ellos, simplemente los identifica.

- Introspección pobre: en estos casos, el individuo puede realizar los dos primeros pasos e incluso el
tercero, pero no logra integrar tales experiencias a su vivencia; en términos generales, falla en el
reconocimiento de su injerencia en la génesis o el mantenimiento de la situación en cuestión. Un
ejemplo fácil de recordar lo constituye el paciente con enfermedad pulmonar obstructiva que continúa
fumando a pesar de reconocer todas las consecuencias que esta conducta le trae.

- Pseudointrospección: el paciente reconoce sus estados mentales y les da una explicación, pero ésta
no se ajusta a su realidad. No logra reflexionar sobre su estado, o si lo hace, refuerza la explicación
inicial. Este sería el caso del paciente con la comorbilidad entre trastornos de la personalidad y
farmacodependencia que asegura estar “dispuesto a cambiar”, sólo con el objetivo de que se le dé alta
del hospital u otras ganancias de carácter secundario.

Evaluación y redacción en la historia clínica

La evaluación de la introspección se realiza durante toda la entrevista. Sin embargo, ocasionalmente es


necesario hacer preguntas puntuales para determinar el grado de introspección de cada paciente. Éstas
pueden ser, por ejemplo:

¿Qué explicación le ha dado a todo esto que le sucede? ¿Ha pensado nuevamente sobre esa
explicación que le dio? ¿Qué papel juega usted en esta situación? ¿Ha pensado la posibilidad de que
todo esto sea un síntoma de una condición médica? ¿Estaría dispuesto a recibir un tratamiento? etc.

La redacción en la historia clínica consistirá en la descripción del grado de introspección en el que


creamos que se encuentra el individuo en particular. Según el grado de estandarización que se logre,
podría describirse únicamente cada uno de los grados, aunque bien puede relatarse lo referido por el
paciente.

Recomendamos que la perspectiva clínica se utilice en el ámbito hospitalario y con los pacientes con
patología mental mayor (psicosis), y reservar la perspectiva neurofisiológica para los pacientes con
trastornos del orden de las (previamente llamadas) neurosis.
Ejemplos de redacción

Una paciente que asiste a consulta por un cuadro depresivo afirma sentirse “muy triste (percepción)
porque mi familia me rechaza (explicación), aunque de todos modos yo tengo que ver mucho porque
cuando intentan ayudarme les grito, los maltrato, les digo que no necesito de su compasión (reflexión).
De todos modos, casi siempre he reaccionado así cuando alguien trata de ayudarme, eso siempre me
ha puesto irritable y me gustaría saber por qué para poder cambiar esto que tanto me hace sufrir y con
lo que hago sufrir a los demás (integración)”.

Redacción: Introspección: adecuada (Perspectiva neurofisiológica).

Un paciente que asiste a consulta de seguimiento en manejo por el diagnóstico de una


esquizofrenia paranoide que reconoce sus síntomas, es capaz de mencionar los conceptos básicos de
la enfermedad y se ha adherido durante varios años tanto al tratamiento farmacológico como a las
estrategias psicoterapéuticas.

Redacción: Introspección: adecuada (Perspectiva clínica).

Un paciente que asiste al servicio de urgencias por un cuadro maniaco con síntomas psicóticos en
el curso de un trastorno bipolar: “es que me siento de maravilla doctor y todo esto me sucede porque
recibí el mensaje de Dios de que yo era su enviado y que Cristo estaba en mi cuerpo. Al principio sí me
pareció extraño, pero es que ¿quién más me va estar hablando? Y si no, ¿por qué me siento tan bien?”.

Redacción: Introspección: nula (Perspectiva clínica).

Un paciente hospitalizado en el servicio de adicciones, que después de 7 días en proceso de


desintoxicación al que fue traído por la fuerza por sus familiares, refiere: “es que ya me siento muy
bien doctor (percepción); ya ustedes me sacaron todo ese veneno del cuerpo y por eso no tengo
ansiedad (explicación). Yo sé que llevo pocos días en este proceso, pero si no fuera así no tendría
porque sentirme así de bien (reflexión). En todo caso, ya estoy listo para salir y enfrentarme a lo que
sea porque me puedo sentar otra vez con los amigos de consumo y así me ofrezcan no les voy a
recibir”.

Redacción:
Introspección: pobre (perspectiva clínica. Aunque reconoce su consumo de sustancias psicoactivas
“ese veneno”, no ha reflexionado sobre la importancia de un proceso prolongado de deshabituación y
rehabilitación).

Introspección: pseudointrospección (perspectiva neurofisiológica. Tanto la explicación como la


reflexión no logran objetivar la situación; por el contrario, refuerzan la creencia del paciente de no
necesitar más del tratamiento).
Sinopsis
CAPÍTULO 10

PROSPECCIÓN

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Distinguir los conceptos básicos de la prospección.


- Identificar y evaluar clínicamente las alteraciones en la prospección.
- Redactar apropiadamente, en una historia clínica, esta sección del examen mental.

Introducción y definiciones

La prospección (del latín. prospectĭo pro: hacia delante y spectio: mirar, examinar) es definida en el
DRAE como exploración de posibilidades futuras basada en indicios presentes1. En términos clínicos,
y siendo una función derivada (o al menos íntimamente relacionada) del juicio y el raciocinio, se
entiende como la capacidad psicológica que tiene una persona de imaginar y planear su futuro. En la
elaboración de la prospección influyen las expectativas de cada individuo frente a su porvenir, la
intención de hacer algo en él y los mecanismos para conseguirlo. Corresponde a una Función Mental
Superior (FMS) que cambia durante el transcurso de la vida y que depende en gran medida de la noción
que se tenga del concepto tiempo. En un niño, siguiendo las descripciones de Piaget2, la capacidad de
identificar el paso del tiempo comienza a desarrollarse alrededor de los cinco años, lo que se hace
evidente cuando logra identificar la sucesión de los hechos y los conceptos ayer, hoy, mañana, etc. En
la planeación del futuro influyen también la capacidad cognitiva y otros factores como la educación y
el ambiente sociocultural; por tal motivo existe una gran variación en la prospección: encontramos
personas que viven el día a día sin pensar en su futuro, mientras que otros imaginan e intentan planear
hasta el más remoto futuro e inclusive meditan sobre lo que puede ocurrir después de su muerte.

Bases neurofisiológicas

Al igual que las FMS, la prospección depende por completo de la totalidad de la integración cortical y
de la misma forma que para la introspección, la corteza de los lóbulos frontales juega un papel esencial.

Valor semiológico

La valoración clínica de la prospección aporta valiosos datos clínicos que tendrían la capacidad de
modificar intervenciones terapéuticas; además, ésta brinda información sobre los mecanismos que
posee el paciente para adaptarse al entorno y desempeñarse en sociedad. Proponemos que la
introspección y la prospección estén separadas en el examen mental dado que desde la perspectiva
neurofisológica (ver capítulo de introspección) un mismo paciente puede presentar alteraciones
independientes en cada dominio, es decir, tener una introspección adecuada con una prospección
alterada o viceversa.

1
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22 a ed. Madrid: Editorial Espasa; 2001.
2
Piaget J. El desarrollo de la noción de tiempo en el niño. México D.F.: Fondo de Cultura Económica; 1978.
Alteraciones de la prospección

Asumiremos como prospección adecuada aquella que en el corto (semanas), mediano (meses) y largo
(años) plazo, se ajuste a una vivencia objetiva de la realidad del paciente, especialmente en lo referente
a la condición clínica que le afecte en términos de: “¿qué va hacer para mejorar o continuar
mejorando su situación?” Siguiendo la perspectiva neurofisiológica, los pasos para su elaboración
consistirían en: (1) reconocer que existe un futuro; (2) visualizarse en él; (3) planear su participación
en el mismo con el objetivo de continuar mejorando.

Ejemplo: Una paciente a quien se le da alta del hospital por un episodio depresivo le menciona a su
tratante: “voy a seguir viniendo a los controles y me tomaré la medicación como me indicó. Quiero
terminar el bachillerato para ver si puedo realizar un curso técnico en secretariado y quiero mejorar
la comunicación con mis familiares, empleando las técnicas de asertividad que me enseñó”.

- Prospección nula: en esta situación, el paciente no identifica un futuro, por lo que no se visualiza ni
planea nada en él. Sería el caso de los pacientes con discapacidad cognitiva moderada a severa,
fenómenos demenciales avanzados, entre otros, en los que la capacidad de entender el concepto tiempo
está muy comprometida o ausente.

- Prospección suspendida: en esta situación, aunque el paciente identifica un futuro, no se visualiza ni


planea nada en él. Es el caso del paciente con ideas suicidas (autolíticas) que responderían a las
preguntas sobre su porvenir algo como: “nada, estar muerto”. Planteamos que está suspendida, ya que
en ese momento el paciente no logra identificar una prospección; no obstante, el lograrlo se convertirá
en uno de los objetivos de la intervención psicoterapéutica; es posible intentar modificar su prospeción,
por lo que estaría suspendida en el tiempo3.

Prospección pobre: en estos casos el sujeto identifica un futuro, se visualiza y planea su participación
en él; sin embargo, no logra adecuar tal plan en la mejoría de su situación. Un ejemplo de esta
condición lo constituye el paciente con diabetes mellitus que planea su próximo cumpleaños con una
torta azucarada, a pesar de todas las recomendaciones del médico internista y la nutricionista. Otros
ejemplos de esta situación serían los pacientes que responden “no sé..., estar en la casa y esperar a ver
que va pasar”, o el caso de las personas con discapacidad cognitiva que se plantean metas fuera de su
alcance, por ejemplo: “quiero ser ingeniero de esos que construyen puentes”, cuando aún no ha logrado
aprender las operaciones aritméticas básicas.

- Pseudoprospección: el paciente identifica un futuro, se visualiza y planea su participación en él. Sin


embargo, tal planeación no se ajusta a su realidad, el ejemplo de esta situación lo plantea el paciente
farmacodependiente que afirma “ya estoy listo para salir y enfrentarme a lo que sea porque me puedo
sentar otra vez con los amigos de consumo y así me ofrezcan no les voy a recibir”, sin haber
completado el proceso terapéutico.

- Prospección no evaluable: Es el caso de los pacientes en los cuales, por alteraciones en el estado de
conciencia, no pueden comunicarse adecuadamente y por ende será imposible evaluar su prospección.

3
La prospección suspendida, es un concepto clínico que enseñaba el Dr. Rolando Verhelst, eminente psiquiatra a quien recordamos con agradecimiento y admiración.
Evaluación y redacción en la historia clínica:

Para la evaluación de la prospección, es necesario hacer preguntas puntuales para determinar la


identificación de la posibilidad del futuro (si el paciente se ubica en él y cómo lo planea). Por ejemplo:

¿Qué ha pensado hacer con todo esto que le sucede? ¿Cómo afecta todo esto su futuro? Si le
prescribieran algunos medicamentos, ¿planea tomarlos? ¿Qué está dispuesto a hacer desde hoy para
mejorar? ¿Cómo se ve en unos años? etc.

La redacción en la historia clínica consistirá en la descripción del grado de prospección en el que


creamos que se encuentra el individuo en particular. Según el grado de estandarización que se logre,
podría describirse únicamente cada uno de los grados, aunque bien puede relatarse puntualmente lo
referido por el paciente.

Sinopsis
CAPÍTULO 11

MODELO DE HISTORIA CLÍNICA

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Listar los ítems de la historia clínica.


- Preguntar y redactar apropiadamente cada uno de los ítems de la historia clínica.
- Realizar adecuadamente un análisis clínico con base en los datos obtenidos mediante la historia
clínica.
- Utilizar apropiadamente la escala de evaluación de la actividad global.

Presentamos a continuación el modelo de historia clínica que recomendamos en nuestra escuela.

1. Datos de identificación

Nombre:
Sexo:
Origen:
Procedencia:
Edad:
Estado Civil:
Escolaridad:
Profesión:
Ocupación:
Lateralidad:
Religión:
Obtención de la información:
Calidad de la información:
Fecha de realización de la historia:
Historia realizada por:

2. Motivos de consulta

Se anotará puntualmente y entre comillas lo referido por el paciente, su acompañante y el motivo de la


remisión cuando haya sido enviado por un colega.

3. Enfermedad actual

Se describirá tiempo de evolución, tipo de inicio de la sintomatología (súbito o insidioso) y el relato, en


orden cronológico, de lo experimentado por el paciente, complementándolo con lo referido por el
familiar y la nota de remisión (si está disponible).

4. Revisión por sistemas

Se anotará la sintomatología adicional encontrada mediante las preguntas puntuales de cada sistema.
5. Historia sociofamiliar

Debe listarse cada uno de los familiares cercanos al paciente, indicando su parentesco (madre, padre,
hermano (a), etc.), edad, origen, ocupación actual y la calidad de la relación con el paciente (buenas
relaciones interpersonales, regulares o malas e indicar el por qué). Asimismo, debe incluirse el relato de
la historia sociofamiliar, tanto de la familia de origen como de la familia actual. Finalmente, es
necesario mencionar el tipo de vivienda en el que reside y las características de la misma (arrendada,
propia, con todos los servicios, etc.)

6. Antecedentes familiares

Se debe enunciar los antecedentes médicos de los familiares del paciente que tengan relevancia por su
heredabilidad, con especial énfasis en los antecedentes de salud mental (suicidios, trastorno bipolar,
esquizofrenia, consumo de sustancias psicoactivas, etc.)

7. Historia personal

Recomendamos dividir la historia del paciente en 3 momentos:

- Prenatal a infancia: describir la gestación en cuanto a si era deseada, planeada o no, y cómo fue la
salud física y emocional de la madre durante la misma. Tipo de parto (a término, eutócico,
intrahospitalario, en casa atendido por empírica, etc.). Complicaciones postnatales (necesidad de
reanimación, estancia en cuidado neonatal, etc.) Lactancia y alimentación complementaria.
Neurodesarollo, intentando describir los hitos que recuerden los familiares: a qué edad se sentó, gateó,
caminó, habló, controló esfínteres, etc. Escolaridad: edad de inicio, ansiedad de separación, tipo de
relación con pares y figuras de autoridad. Finalmente, relatar si hubo presencia de síntomas neuróticos
de la infancia: pataletas, rabietas, onicofagia, tricotilomanía, espasmo del sollozo, etc. Mencionar si
aparecen indicadores de alteraciones del comportamiento como fugas, mentiras, hurtos, etc.

- Adolescencia: Inicio de relaciones de pareja y vida sexual, incluyendo preferencias y parafilias (si
estuvieron presentes); asociación con grupos (voluntariados, inclusive pandillas), consumo de
sustancias, rendimiento académico, actividades de ocio, relación con los padres y familiares
significativos.

- Edad adulta: servicio militar, relaciones de pareja, vida académica y laboral, vida familiar con núcleo
actual, hábitos y actividades de ocio. Para mayores de 60 años, fallecimiento de seres queridos,
adaptación al envejecimiento y temores al respecto.

8. Antecedentes Personales

Enunciar los antecedentes médicos personales en el siguiente orden:


- Patológicos.
- Farmacológicos.
- Quirúrgicos.
- Traumáticos.
- Hospitalarios.
- Tóxicos.
- Alérgicos.
- Ginecobstétricos.
En el apartado de antecedentes tóxicos, se debe describir en orden cronológico: inicio de consumo de
sustancias psicoactivas, listado de las sustancias que ha probado, razones para el inicio del consumo y
para el cambio de sustancia, sensación con el consumo de cada sustancia, qué síntomas experimenta al
intentar disminuir o cesar el consumo y patrón reciente de consumo (es decir la o las sustancias que
más consume y con que frecuencia lo hace en el periodo previo a la consulta o la hospitalización).

9. Personalidad previa

Breve descripción de los rasgos característicos de comportamiento del paciente antes del inicio de la
enfermedad mental.

10. Examen físico

Con especial énfasis en el examen neurológico.

11. Examen Mental

- Estado de conciencia - Orientación - Apariencia (porte y actitud) - Conducta psicomotora - Afecto -


Expresión del pensamiento - Sensopercepción - Funciones mentales superiores - Introspección -
Prospección.

12. Análisis

Síntesis de los datos obtenidos mediante la historia clínica que sustentarán el planteamiento diagnóstico
que se hará a continuación. Recomendamos el siguiente orden:

- Criterios epidemiológicos.
- Criterios clínicos.
- Criterios paraclínicos.

Ejemplo:

Varón de 19 años, natural de Sotaquirá, Boyacá (criterios epidemiológicos),


con cuadro de aproximadamente 8 meses de evolución caracterizado por
alucinaciones visuales y auditivas complejas acompañadas de actividad
delirante persecutoria y metacognitiva, en ausencia de variaciones anímicas
significativas (criterios clínicos) y consumo de sustancias descartado por
laboratorio. Neuroimágenes dentro de la normalidad (criterios paraclínicos).

13. Planteamiento diagnóstico

Emplear los cinco ejes del diagnóstico multiaxial:

I. Ttrastornos mentales (esquizofrenia, trastorno bipolar, episodios depresivos, etc.)


II. Discapacidad cognitiva y trastornos de la personalidad.
III. Trastornos médicos (hipertensión, diabetes EPOC, etc.)
IV. Indicar los problemas psicosociales y ambientales que puedan afectar el diagnóstico, tratamiento y
pronóstico de los trastornos mentales del individuo.
V. Se resume mediante la escala de evaluación de la actividad global (EEAG) la actividad psicológica,
social y profesional, en un continuum salud-enfermedad mental (ver tabla 1).

14. Planteamiento terapéutico

Descripción del manejo farmacológico, psicoterapéutico y/o de pesquiza paraclínica a seguir, con base
en lo enunciado en el planteamiento diagnóstico.

Tabla 1. Escala de evaluación de la actividad global


CAPÍTULO 12

EL EXAMEN MENTAL

Al finalizar la lectura de este capítulo, usted estará en capacidad de:

- Memorizar por completo el examen mental.


- Enunciar el orden propuesto para el examen mental.
- Identificar la mnemotecnia asociada.

Introducción

Se han propuesto diversos ítems, en distinto orden de aplicación y redacción, para el examen mental, e
inclusive distintos nombres. Sin embargo, en nuestra experiencia docente, ninguno logró satisfacer la
demanda de una fácil didáctica y memorización, pues a diferencia del examen físico, no se trataba de
ningún proceso deductivo o cuando menos inductivo.

El examen físico se memoriza en todas las escuelas semiológicas de cabeza a pies (cefalo-caudal),
siendo el cuerpo del estudiante la herramienta mnemotécnica per se. En un sentido metafórico, la meta
con el examen mental es llegar a interpretar el pensamiento de nuestro paciente; de hecho, así fue como
surgió la idea de realizar los ítems de la evaluación mental de pies a cabeza, es decir, acercándonos al
pensamiento desde lo más distal al mismo.

El examen mental en la Universidad de Caldas

Los dos primeros ítems, estado de conciencia y orientación, se encuentran en ese lugar por su valor
pragmático, ya que como esperamos haya sido evidente con la lectura de los capítulos respectivos,
cuando un paciente presenta alteración en alguno de estos dominios, debe buscarse, en primer lugar,
posibles causas no psiquiátricas (hipoxia, metabólicas, neoplásicas, traumáticas, etc.) de tal condición,
antes de pensar en las psicopatológicas.

El porte y la actitud, siendo el tercer ítem, llegan a este lugar puesto que si imaginamos a nuestro
paciente en la posición anatómica, serían lo primero que llamaría nuestra atención:
El cuarto ítem sería lo más distal al pensamiento (teniendo en cuenta la posición anatómica), las
extremidades, es decir, el psicomotor:

Si seguimos subiendo, escalando hacia el pensamiento, encontramos el timo, órgano que los griegos
creían asiento de las emociones. En consecuencia, el quinto ítem del examen mental sería el afecto:

El sexto paso lo encontramos en nuestra boca, vehículo de la expresión del pensamiento:


El séptimo escalón está en nariz, ojos y oídos, la sensopercepción :

El octavo paso, el más alto, las funciones mentales superiores:

El noveno cuesta algo más verlo, puesto que va por dentro, la introspección:
Y el último paso, en décimo, el único que no está en el paciente sino delante de él, la prospección:

Así, nuestro examen mental quedará constituido de 10 pasos, al igual que nuestros dígitos y si
olvidamos algún ítem, simplemente tendremos que contar en nuestras manos recordando nuestra
mnemotecnia: escalando hacia el pensamiento.
Bibliografía

Fuentes consultadas y citadas:

1 - Kandel E, Schwartz J, Jessell T. Principles of Neural Science 4th ed. New York: McGraw-Hill;
2000.

2 - Ropper A, Samuels M. Adams & Victor‟s Principles of Neurology, 9th ed. New York: McGraw-
Hill; 2009.

3 - Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22a ed. Madrid: Editorial Espasa;
2001.

4 - Negrao B, Viljoen M. Neural correlates of consciousness. Afr J Psychiatry. 2009; Nov; 12:265-
269.

5 - Patestas M, Gartner L. A textbook of neuroanatomy. Oxford: Blackwell Publishing Ltd; 2006.

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