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Comunicar ciencia: El artículo científico y las comunicaciones a congresos.

Book · January 2000

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Estela Inés Moyano


Universidad Nacional de General Sarmiento
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Comunicar ciencia:

El artículo científico
y las comunicaciones
a congresos

Estela Inés Moyano


Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a
congresos. Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

A mis hijos,

Juan Miguel,
Luis Enrique
y José Ignacio,

que pasaron su infancia


compartiendo este afán
de su madre.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos.
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Quiero expresar mi agradecimiento a quienes discutieron


conmigo el problema de la producción de textos científicos y la
organización de cursos para investigadores, el Ing. Agr. Edgardo
Villareal (EEA-INTA Balcarce, y por entonces Director del Curso de
Post-grado en Producción Animal, con título de Magister Scientiae,
dictado por la Unidad Integrada Balcarce EEA INTA - Fac. de Ciencias
Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata) y el Ing. Agr.
Eugenio Lutz (UNS). Muy especialmente quiero reconocer a quienes
leyeron pacientemente los borradores de este libro e hicieron valiosas
observaciones para su corrección, la Dra. Irma Emiliozzi (UNLZ), la
Prof. Isabel Vasallo (ISP “Dr. Joaquín V. González) y la Prof. Adriana
Silvestri (Instituto de Lingüística, UBA). Finalmente, vaya mi gratitud a
todos los que fueron mis alumnos, que me plantearon sus problemas de
escritura, reflexionaron en mis clases acerca de la comunicación
científica y me proveyeron material para analizar, a quienes me dieron a
corregir sus tesis o sus trabajos para publicar y a todos los que, de un
modo u otro, me alentaron en esta tarea.

Estela Moyano
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos.
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Índice
Introducción
1. Algunos problemas de la comunicación científica
2. Nuestra propuesta

Parte I: La comunicación científica


1. La comunicación científica

2. Los géneros del ámbito científico


2.1. Cuestión de convenciones
2.2. ¡Otra clasificación!
2.3. Los textos de divulgación científica

3. Un estilo para la comunicación científica


3.1. Informar y persuadir
3.2. Características del estilo científico
3.2.1. Objetividad
3.2.2. Precisión y exactitud
3.2.3. Brevedad y claridad
3.2.4. Unidad y coherencia
3.3. La inclusión de textos ajenos
3.3.1. Diálogo con las “voces ajenas”
3.3.2. La mecánica de las referencias
3.4. Tramas para los textos científicos
3.5. Grados de objetividad en el discurso
3.6. Textos orales y textos escritos

Parte II: El artículo científico

4. El artículo científico
4.1. Definición
4.2. Estructura lógica del artículo científico
4.2.1. La estructura: un molde convencional
4.2.2. La estructura IMRDyC
4.2.2.1. Título
4.2.2.2. Resumen
4.2.2.3. Introducción
4.2.2.4. Materiales y Métodos
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos.
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
4.2.2.5. Resultados
4.2.2.6. Discusión
4.2.2.7. Conclusiones
4.2.2.8. Anexos o apéndices
4.2.2.9. Las citas bibliográficas
4.2.3. Homogeneidad... pero no rigidez

5. ¿Un estilo para cada sección?

6. La redacción del artículo científico


6.1. Una tarea compleja
6.2. La planificación
6.2.1. El trabajo de investigación y el artículo científico
6.2.2. La comunicación… desde el primer momento
6.2.3. Toma de notas
6.2.4. Organización del contenido
6.2.4.1. Confección del esquema
6.3. La redacción
6.2.1. Algunas recomendaciones
6.4. La evaluación del escrito

Parte III: Presentaciones en congresos


7. Abstracts, resúmenes y resúmenes extendidos

8. Los murales o “posters”

9. Presentaciones orales
9.1. Conferencias y ponencias
9.1.1. Algunos problemas
9.2. La producción de conferencias y ponencias

Cuadros y figuras

Bibliografía
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 1
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Introducción
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 2
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

1. Algunos problemas de la comunicación científica


En la actividad científica es necesario registrar por escrito todo lo que ocurre
durante un trabajo de investigación. Fichas bibliográficas, notas tomadas durante el
proceso, informes entre los miembros del equipo, "papeles de trabajo", contienen
información que los investigadores utilizan luego en la preparación de los informes
parciales y finales así como de los textos destinados a ser publicados. Sin embargo,
durante mucho tiempo en la Argentina, la información generada por la investigación no
se daba a conocer rápida y completamente a la comunidad científica. Bruni y Garrote
(1982), por ejemplo, señalaron esta tendencia entre los investigadores en ciencias
agrarias, aunque creemos que podía decirse esto de todas las disciplinas desarrolladas
en nuestro país. Pese a que en los últimos diez o doce años la tendencia comenzó a
revertirse, hay aun resultados de investigación que permanecen guardados en los
archivos de las universidades y otras instituciones, sin mayores posibilidades de
publicación. Esto implica, es obvio decirlo, el desaprovechamiento de recursos
económicos y humanos y un cierto detenimiento en los progresos de la investigación.
Distintas razones, todas de diferente índole, fueron argumentadas para explicar
este defecto. Entre ellas, los mismos Bruni y Garrote (1982) mencionaron la “carencia
de las nociones mínimas para redactar correctamente el artículo científico”. Molestina
Escudero (1987) extendió este diagnóstico a toda América Latina, donde existe -afirma-
un “desconocimiento relativo de lo que significa redacción técnica o prosa científica”.
Esta situación lleva a producir lo que él considera “trabajos indefinidos y de dudosa
calidad”, con riesgo de ser rechazados por las revistas especializadas y quedar así
excluidos del circuito mundial de la ciencia.
En efecto, según afirma Gaillard (1989) para todas las disciplinas, la ciencia
producida en los países en desarrollo -entre ellos la Argentina- es escasamente tenida en
cuenta en las bases de datos internacionales. Y, otra vez, una de las razones expuestas
para ello es su calidad. Según este autor, se reprocha a las revistas especializadas de
estos países que carecen de una tradición crítica y que permiten la publicación de
trabajos de calidad mediocre e incluso dudosa. En lo que a nosotros concierne, no
discutiremos acerca de la calidad de la información que brindan estos trabajos. Pero en
lo que se refiere a los textos, muchos de ellos no se ajustan a las normas convencionales
de género.
Según lo que hemos observado en el desarrollo de nuestro propio trabajo1, a
muchos investigadores les resulta difícil lograr en su discurso las condiciones necesarias
para comunicar eficazmente sus hallazgos y especulaciones. En general, desconocen la
variedad de géneros que circulan en la comunidad científica así como las normas que
rigen su producción. No debería resultar sorprendente este hecho, si se considera que en
la misma comunidad existen desacuerdos sobre las características de los textos
adecuados a cada contenido y finalidad de comunicación. Esto aumenta el desconcierto,
especialmente entre los investigadores que recién se inician. Constantemente se
preguntan qué es lo que se espera que escriban o expongan oralmente en cada ocasión...
y no siempre encuentran una respuesta.
Además, pese a que la bibliografía existente sobre la estructura de algunos de
esos géneros -como el artículo científico y la tesis- es relativamente abundante, suele ser
también desconocida o desaprovechada. Los investigadores someten sus textos a la

1
Dictado de cursos sobre comunicación científica y discurso científico a investigadores en diferentes
disciplinas; corrección de tesis y textos para publicar.
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Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
supervisión de colegas más experimentados, de sus jefes de proyectos de investigación
o de asiduos escritores de textos científicos. Pero aun después, continúan
cuestionándose acerca del género que deberían elegir para cada situación de
comunicación que se les plantea. Un investigador, por ejemplo, se quejaba de que en
tres oportunidades había presentado a un superior jerárquico un texto diferente como
informe del estado de avance de un proyecto de investigación. Las tres veces había sido
rechazado su escrito por no adecuarse a lo solicitado, pero en ningún caso se lo había
orientado suficientemente para resolver la cuestión.
Muchos de los textos que circulan en la comunidad científica presentan
dificultades en la organización del contenido y, además, problemas de estilo. Esta falta
de competencia conduce a una redacción confusa, ambigua y de difícil lectura,
condiciones que ocasionan pérdidas de tiempo innecesarias en la consulta bibliográfica
y -lo que es más grave- la posibilidad de diversas interpretaciones del contenido. Este
último hecho constituye un serio problema para el investigador y la institución a la que
pertenece, no solo porque la comunidad científica exige de sus miembros trabajos
"claros, precisos y coherentes", sino porque una interpretación errada de contenidos de
este tipo puede generar un falso concepto sobre el autor.
En nuestra tarea con los investigadores hemos recogido sus inquietudes acerca
de estos problemas, además de otras preocupaciones, como por ejemplo, la manera de
dar extensión adecuada a un texto, el modo de citar a otros autores, cómo discutir sin
dar la impresión de forzar la información obtenida, la manera de expresar las ideas con
claridad, cómo hacer presentaciones orales y a través de murales en los congresos.

2. Nuestra propuesta
La bibliografía en castellano (como idioma original o en traducción) destinada a
investigadores que buscan orientación para la escritura científica es relativamente
abundante. Algunas obras son de mucha utilidad, pues contienen buena información
sobre la estructura del artículo científico y el modo de organizar el contenido (Arias,
1962; Mac Lean, 1975; Molestina Escudero <comp>, 1987; Sabino, 1989; Day, 1990).
Otros, tratan acerca de los problemas gramaticales que con mayor frecuencia aparecen
en los trabajos científicos y proveen la norma para corregirlos (Bastos, 1968; Bruni y
Garrote, 1982). Existe un tercer grupo, destinado a investigadores en ciencias sociales
(Randle, 1979; Charriol, 1981; Ahman, 1987; Duby, 1992; Viroglio y Fessia, 1993),
que fuera de algunas observaciones interesantes no resultan suficientemente eficaces
para orientar a quien debe redactar su comunicación y no sabe cómo hacerlo. Pese a su
calidad, estos materiales nos han resultado insuficientes para nuestro trabajo docente,
puesto que omiten cuestiones que nos parecen centrales para la comprensión del
fenómeno de la comunicación científica y cuyo conocimiento facilita la tarea de
redactar textos adecuados a la función de comunicar ciencia.
Una de estas cuestiones es el hecho de que el investigador está inmerso en una
corriente comunicativa pero no es plenamente consciente de que al producir un texto
oral o escrito y al leer o escuchar otro está participando de un acto comunicativo. Como
consecuencia, no otorga suficiente importancia al hecho de que esa comunicación está
regida por convenciones, por normas sociales particulares, que tienen que ver con los
tipos particulares de contenido, composición y estilo (Bajtín, 1952-53), el modo de
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Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
considerar al receptor en el propio texto, lo que hay que decir y lo que hay que callar,
según los usos y costumbres de cada comunidad.
En segundo término, en ese proceso de construcción del texto, el investigador se
constituye en emisor que habla de un hecho exterior a él. Como dice Swales (1990) del
artículo científico, éste es una “reconstrucción” del trabajo de investigación. Para
hacerla, creemos que el investigador debe poder tomar distancia de todo el proceso,
ubicarse “desde afuera”, como observador, y tomarlo así como referente de su mensaje.
Sin embargo, esto no es tarea fácil, puesto que él mismo ha formado parte de la
investigación y está seriamente comprometido con ésta, desde el momento que la ha
generado, que ha analizado los datos obtenidos, que ha formulado las conclusiones él
mismo. Pero resultará difícil alcanzar un grado elevado de objetividad y asumir una
actitud crítica frente al trabajo de investigación y frente al mismo texto si no se toma
esta distancia, si no se asume que la tarea de redactar es independiente del proceso de
investigación y que tiene características diferentes.
Esta actitud tendrá consecuencias en el estilo del discurso científico, definido
por la bibliografía, aunque sin dar -en general- mayores explicaciones acerca de cómo
lograrlo en los textos. Es necesario orientar al escritor científico acerca de cómo realizar
la selección de recursos lingüísticos adecuados.
Por último, entre otras cuestiones relativas al estilo, es necesario considerar el
hecho de que, al justificar la necesidad de su trabajo o en el análisis y discusión de la
información obtenida, al anticiparse a los cuestionamientos de otros miembros de la
comunidad, al utilizar la información generada por otros para sustentar las propias
aseveraciones, el investigador está conduciendo al lector a aceptar sus dichos, a
compartir los puntos de vista que presenta, así como las conclusiones a las que arriba.
Algunos investigadores -especialmente en las ciencias experimentales- evitan hacerlo
así porque consideran que corren el riesgo de ser acusados de manipular la información,
de forzar las relaciones con el fin de que los datos obtenidos permitan confirmar las
hipótesis. Esta actitud excesivamente prudente suele conducir a que se reduzca el
espacio de la discusión -que por otra parte constituye el aporte más valioso del
investigador- o a que ésta sea hecha sin suficiente compromiso, lo que da como
resultado un texto “poco convincente”, de escaso valor científico. Procuraremos mostrar
que este temor es infundado y que hay maneras adecuadas de presentar con claridad y
objetividad los datos obtenidos a la vez que se conduce el análisis de la información y la
elaboración de las conclusiones.
Después de varios años de trabajar “en la cocina” de tesis y artículos científicos
y de dictar cursos acerca de cómo redactarlos, nos hemos propuesto presentar este libro.
No pretendemos con él dar una solución definitiva a los problemas de la comunicación
científica, sino hacer aportes desde una perspectiva que ha resultado útil en el dictado de
esos cursos y en la asistencia a investigadores en el proceso de elaboración de sus
escritos. Nuestro propósito ha sido plantear el problema de la comunicación científica,
describir el corpus de los textos que circulan habitualmente y ajustar convenciones
(normas de construcción, normas de uso del lenguaje para este tipo de discurso) con
fines didácticos.
La teoría de los géneros discursivos de Bajtín (1952-53) nos proporcionó la base
para el enfoque que proponemos. Esta mirada nos pareció ordenadora y productiva a la
hora de intentar resolver los problemas que se les plantean a los investigadores en la
preparación de sus comunicaciones orales o escritas.
La articulación de diversos modelos de análisis de discurso y su adaptación nos
han permitido arrojar luz sobre los modos de construcción (estructuras y
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procedimientos) en relación con las condiciones de producción y recepción, las
intenciones comunicativas, el contenido, el estilo de los géneros científicos. Hemos
tomado conceptos de la teoría de los géneros discursivos, la teoría de la enunciación, la
gramática textual, el análisis estructural del discurso, la lingüística pragmática.
Finalmente, y dado que nuestro interés es también pedagógico, los modelos cognitivos
de producción de textos, las teorías de la lectura y -otra vez- la aplicación de modelos de
análisis estructural nos resultaron de utilidad para hacer un aporte a la demanda de los
investigadores en cuanto a cómo obtener un texto adecuado para comunicar ciencia.
En principio, en el primer capítulo presentamos al investigador inmerso en una
corriente comunicativa en la cual intercambia información con sus pares. Intentamos
una definición de la comunicación científica teniendo en cuenta sus participantes, su
contenido, su finalidad comunicativa y pragmática, las modalidades de publicación.
En ese intercambio surgen los textos concretos, que adquieren características
genéricas (contenido, composición, estilo) determinadas socialmente (Bajtín, 1952-53).
Es la misma comunidad discursiva (Swales, 1990) la que asigna estos rasgos a los
géneros que utiliza para la comunicación entre sus miembros. Hemos tratado de relevar
estas características y ordenarlas sistemáticamente -aunque de manera siempre
provisoria, dado el carácter móvil de los géneros- para la clasificación que presentamos
en el Capítulo 2. Nuestro interés en ello es ayudar a los investigadores a seleccionar el
género que resulte más adecuado a sus propósitos comunicativos en cada situación
concreta. Aunque –admitimos- pretendemos también iniciar un camino hacia el
fortalecimiento de las convenciones que norman la producción dentro de los géneros
científicos.
En el Capítulo 3, describimos los rasgos comunes de estilo, que en cada texto
particular se adaptarán al contenido -y, entones, a los contenidos de la disciplina en la
que éste se inscriba-, así como también a las condiciones de su circulación. Pretendimos
no sólo hacer una caracterización sino también señalar los recursos lingüísticos y las
tramas o configuraciones textuales que permiten dar al discurso esos rasgos típicos.
Intentamos una caracterización general, que pudiera identificarse en los textos
producidos en todas las disciplinas. Sin embargo, nos interesa señalar la necesidad de
profundizar en las diferencias que cada una de ellas necesariamente imprime en el estilo
de su discurso.
Dedicamos la segunda parte de este libro al artículo científico. En el Capítulo 4
exponemos detalladamente su estructura y señalamos también la función que cada parte
de ella tiene en la comunicación de un trabajo que se ha realizado mediante la
aplicación del método científico. Tanto la finalidad comunicativa como el método
dejarán sus huellas en estos textos.
En el capítulo siguiente volvemos al estilo para señalar de qué manera se
manifiesta en este género en relación con el contenido y la estructura (composición, en
términos de Bajtín). Como en otros momentos de este libro, intentamos responder a las
inquietudes que nos han sido planteadas durante nuestro trabajo con los investigadores.
En el Capítulo 6 proponemos procedimientos de planificación, redacción y
evaluación del artículo en particular, aunque muchos de ellos pueden ser aplicados a la
redacción de otros géneros, de circulación oral o escrita. Pero, fundamentalmente,
intentamos mostrar esta tarea como diferente de la de investigación, fundamentalmente
comunicativa, que requiere de habilidades específicas. Sobre ellas tratamos de
extendernos.
La tercera parte de este libro se orienta hacia los géneros utilizados para las
presentaciones en los congresos. No pretendemos haberlos estudiado profundamente,
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sino que nos referimos a sus características genéricas y a las condiciones de su
producción y circulación, así como también señalamos para ellos la validez de lo dicho
acerca del estilo científico. Proponemos, además, una serie de recomendaciones para su
elaboración.
Una vez más señalamos las limitaciones de este trabajo, en cuanto no puede
decirse de ningún género ni de ninguna clase de discurso que sean estáticos. Es por ello
mismo que no podrá considerarse que queden definitivamente descriptos.
En cuanto a la validez de las observaciones hechas aquí, creemos que abordan
cuestiones suficientemente amplias como para abarcar los discursos de ciencias "duras"
y "blandas", de las experimentales y las humanas. Todo trabajo de investigación debe
ser realizado dentro del marco del método científico, que de una manera u otra es
aplicado en todas las disciplinas; todas ellas demandan cierto grado de objetividad en el
tratamiento de la información, todas exigen cierto grado de claridad y precisión y
absoluta coherencia en los textos; toda la comunidad científica comparte el tipo de
eventos en los que dan a conocer los resultados de sus investigaciones y las
convenciones acerca del modo de presentar la información generada recientemente. En
una palabra, comparten los géneros discursivos propios de su actividad.
Sin embargo, si bien hay similitudes entre los discursos de los diferentes grupos
de ciencias, existen también diferencias que aquí apenas hemos sugerido.
Efectivamente, las formas discursivas varían de acuerdo con la forma de pensamiento
que lleven a cabo. Estas diferencias podrán ser motivo de un estudio específico
posterior.
En lo que se refiere a la estrategia propuesta para la tarea de producción, estamos
convencidos de que es útil para los trabajos realizados en cualquier disciplina científica.
Los fragmentos que hemos seleccionado para ejemplificar cuestiones relativas al
estilo o a la estructura pertenecen a textos publicados o a versiones previas sometidas a
revisión. Muchos de ellos proceden de las ciencias agrarias, pero hay otros de ciencias
como las biológicas (en sentido extenso) y las sociales. Nuestro interés fue hacer la
propuesta amplia en la medida de lo posible, con las restricciones que hemos marcado.
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Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Parte I:

La comunicación científica
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Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

1. La comunicación
científica

En la esfera de la actividad científica, los investigadores se hallan inmersos en


una corriente de comunicación como participantes, ya sea sólo como lectores o también
como autores de los textos que forman parte de ella. Sin embargo, al hablar de
“comunicación científica” no todos nos referimos al mismo concepto, por lo que se hace
necesario definir esta denominación dentro de los límites de sentido que aquí le damos.
En principio, diremos que la comunicación científica está constituida por la
circulación de un conjunto de textos que permiten dar a conocer los progresos en las
investigaciones de cada disciplina de la ciencia, textos que transmiten un conocimiento
que pretende ser riguroso, lógico, sistemático y objetivo. Cada uno de ellos es una
novedad en relación con los ya producidos y da pie a otros posteriores.
Su contenido es de muy diverso tipo: nuevos métodos y técnicas de
investigación, de medición o de evaluación de datos; descripciones de hechos
observados o exposiciones y análisis de información obtenida en trabajos de campo;
formulaciones teóricas; propuestas de soluciones a problemas; etc. Las conclusiones del
investigador, necesariamente validadas mediante la aplicación del método según las
características de cada disciplina, dan cierre a toda la información o a las especulaciones
expuestas en el texto.
Carlos Sabino (1989) incluye en esta corriente toda exposición de un trabajo de
investigación, sea de fuentes primarias (investigación de campo) o secundarias
(investigación bibliográfica o documental). Cabría aquí una discusión acerca de los
métodos y las fuentes, pero el tema escapa a nuestras posibilidades e intenciones. No
discutiremos tampoco acerca del grado de “cientificismo” de ciencias “duras” y
“blandas”. Cada disciplina tiene su modo de aplicación del método científico, que
funciona como paradigma para los trabajos de investigación que se desarrollan en el
marco teórico que ellas ofrecen.
Los investigadores recurren a estos textos como fuente de actualización y los
producen para dar cuenta de su trabajo, para hacer su propio aporte al conocimiento
disciplinar. Un investigador elabora su texto en relación con otros anteriores, a los que
en cierta medida responde, y lo hace con la finalidad de que sea leído y discutido,
utilizado como bibliografía para otras investigaciones. Confronta en él la nueva
información que aporta con la ya existente, de manera de que integre el universo de la
disciplina y permita una reorganización de lo conocido en esa materia. Además, se
anticipa a las posibles objeciones de sus futuros lectores, miembros también de la
comunidad científica a la que pertenece, y aporta todas las pruebas de que dispone para
sostener sus afirmaciones. En este sentido podemos decir, parafraseando a Bajtín (1952-
53), que el investigador busca inscribir su texto como “eslabón” en la “cadena” de la
comunicación científica, lo que le permite, además, obtener su propio espacio en esa
comunidad.
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La comunicación científica se produce, en general, a través de la difusión de
textos escritos mediante su publicación en revistas especializadas, actas de congresos y
jornadas, o en forma de libro. Este último es el medio menos prestigioso en este ámbito,
puesto que no exige el juicio de un tribunal especializado. Debemos pensar, sin
embargo, para un futuro inmediato, que se harán corrientes otros modos de difusión que
ya han comenzado a ser utilizados y que superarán el modo tradicional en cuanto a
facilidad de acceso: el uso de CDs o, fundamentalmente, la publicación en Internet.
Evidentemente, esto implicará cambios en las características de los textos, cuestión que
merecerá un estudio posterior.
Pero la difusión se hace también a través de textos orales, como las conferencias,
ponencias, mesas redondas y debates. En algunas oportunidades quedan registros
escritos de ellos en las actas de los congresos en que fueron expuestos; en otras
ocasiones se han guardado cintas de audio o de vídeo, que no resultan de fácil acceso
para los investigadores. Este hecho entorpece una difusión amplia y perdurable de los
contenidos expuestos en forma oral, y pueden perderse así razonamientos de peso. Es
por eso que, a veces, los científicos rehuyen las exposiciones orales o les otorgan poco
valor, de modo que reservan la información más valiosa para publicaciones escritas.
Es evidente, a partir de lo dicho, que existe una variedad de géneros científicos,
entre los cuales el investigador debe elegir el más adecuado para comunicar la nueva
información de que dispone: el tipo de investigación que haya realizado, la finalidad
perseguida al comunicar sus resultados, el lugar de publicación y la modalidad oral y
escrita determinarán las diferencias.
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2. Los géneros
del ámbito científico

2.1. Cuestión de convenciones


Todo ajuste a convenciones permite facilitar el intercambio comunicativo. De
hecho, cada esfera de la comunicación humana dispone de las suyas, a las que los
hablantes ajustan sus enunciados. Aunque flexibles y pasibles de modificaciones a lo
largo del tiempo y de la práctica discursiva, estas convenciones están dadas socialmente,
creadas y reconocidas por los miembros del grupo (Bajtín, 1952-53). Es decir que cada
comunidad discursiva –en este caso la comunidad científica- dispone para comunicarse
de una serie de géneros pautados convencionalmente. Por definición, se considera que
los miembros de esa comunidad los reconocen puesto que forman parte de su
competencia comunicativa, tanto como las normas de lenguaje. Los más antiguos y
experimentados tienen la responsabilidad de enseñarlas a los nuevos integrantes.
El problema de la comunicación científica estriba, precisamente, en que -al
menos en la Argentina- no hay acuerdos suficientes sobre las diferentes clases de textos
que circulan. La comunicación científica incluye un corpus de diferentes características
no siempre claramente expuestas y mucho menos reconocidas por los investigadores:
notas técnicas, notas breves, artículos científicos, revisiones bibliográficas,
comunicaciones a congresos, informes técnicos, tesis, tesinas, etcétera, etcétera.
Las distintas revistas científicas establecen sus normas de publicación, entre las
que se cuentan las características de los textos que aceptarán. Estas clasificaciones no
son, en general, precisas y se apoyan en diferentes criterios. La que hace la Asociación
Geológica Argentina (1993), por ejemplo, se basa en la extensión de los escritos y
reconoce “artículos normales”, “notas breves” y “artículos extensos”. Otras
asociaciones los clasifican según el contenido, es decir, según el tipo de investigación
que den a conocer: la Asociación Argentina de Ciencias del Suelo (Bol. Nº44, s/f) y la
Asociación Argentina de Producción Animal (1989) -aunque con algunas diferencias en
las definiciones y con algunos géneros más o menos- distinguen “trabajos de
investigación”, “comunicaciones”, “revisiones bibliográficas”, “conferencias”,
“resúmenes”. Por otro lado, las comunidades científicas humanísticas se caracterizan en
general por dejar libradas al criterio del investigador las decisiones acerca de la
organización de los textos que den cuenta de sus trabajos o especulaciones, sin
regularlos explícitamente.
En algunos estudios sobre comunicación científica (Molestina Escudero 1987;
Sabino 1989; Day, 1990), los autores han propuesto sus propias clasificaciones, pero -
otra vez- no todos incluyen los mismos géneros ni coinciden en su descripción, salvo
excepciones como el artículo científico y la revisión bibliográfica, sobre los cuales hay,
en general, cierto grado de consenso.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 11
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
El Comité de Enlace FID/CIUC/FIAB/OIN/UNESCO* (UNESCO, 1968)
advierte de la importancia de adoptar normas internacionales uniformes para la
comunicación científica. Aunque en su documento se refiere a algunos aspectos
puntuales de la redacción (resúmenes, títulos, modos de citar, uso de abreviaturas,
símbolos y vocabulario técnico), la advertencia podría generalizarse hasta incluir otros
rasgos de estilo y tipos de composición (formatos, estructuras) convencionales.
Indudablemente, esto facilitaría la comunicación, puesto que orientaría tanto la
redacción como la lectura. La UNESCO propone una clasificación que se basa en que
los trabajos brinden o no la posibilidad de reproducir la experiencia que describen. Los
llama “memorias científicas originales” y “publicaciones provisionales” o “notas
iniciales”, respectivamente. Excluye, por lo tanto, toda investigación que no consista en
trabajos de campo. A las revisiones bibliográficas les da el nombre de “estudios
recapitulativos”.
Este análisis más la información obtenida de los grupos de investigadores con
los que hemos trabajado, justificaron intentar una nueva clasificación de los textos
científicos sobre la base de los usos y costumbres de nuestro país. Para ello,
establecimos criterios que consideramos permiten una clasificación operativa, que se
puede generalizar para las distintas disciplinas: el tipo de contenido, es decir el tipo de
trabajo científico cuyos resultados comunica el texto; la finalidad perseguida por el
autor, el tipo de destinatario que se presupone y el modo de circulación (oral o escrita).
También haremos algunas referencias a los tipos de estructuración, y dejaremos para
más adelante la cuestión del estilo2.

2.2. ¡Otra clasificación!


Hemos dicho que la comunicación científica está formada por la circulación de
un conjunto de textos que permiten difundir nuevos conocimientos de una disciplina. Y
que esos contenidos son de diferente tipo, de manera que no pueden ser adaptados a la
misma estructura en un texto. Resulta quizá obvio aclarar, a modo de ejemplo, que un
escrito que comunique el resultado de una investigación de campo no ha de tener la
misma organización de contenidos, el mismo formato, que otro que proponga la
solución de un problema determinado.
Del mismo modo, los textos adquieren particularidades en el estilo, en la
organización o en la extensión de sus partes según los propósitos o finalidades que el
emisor persiga. En general, llamamos textos científicos a aquellos cuyo destinatario sea
la comunidad científica, es decir, otros investigadores que puedan utilizar esa
información para el progreso de sus propias actividades y para la construcción del
conocimiento científico. Ésta será entonces, la finalidad primera de estos textos:
informar a la comunidad científica de los progresos realizados a través de una
investigación. Debemos considerar, sin embargo, que algunos de ellos tienen finalidades
subsidiarias: algunos (monografías, tesis y tesinas) son escritos con el fin de acreditar
méritos para la obtención de un título de grado o postgrado; otros, como los informes

*
FID: Federación Internacional de Documentación; CIUC: Consejo Internacional de Uniones Científicas;
FIAB: Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios; OIN: Organización Internacional de
Normalización.
2
Cf. Capítulo 3: “Un estilo para la comunicación científica”.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 12
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
técnicos o científicos, son destinados a investigadores en su calidad de funcionarios
jerárquicos dentro de las instituciones dedicadas a la investigación y cumplen también
con la función de acreditar méritos para obtener dinero para un proyecto de
investigación, justificar el área en la que se está trabajando, etc. En algunos otros casos,
como en los ensayos, revisiones, conferencias, debates, los investigadores se
propondrán evaluar la información existente y/o sentar posición propia frente a una
cuestión teórica.
Como se ve, la finalidad de la comunicación está determinada en parte por la
relación que el emisor del texto establezca con el destinatario. En una relación entre
pares, los principales propósitos serán informar, discutir, confrontar. En una relación
jerárquica, informar, acreditar méritos, justificar.
La comunicación científica se realiza por lo general en forma escrita, pero
también a través de textos que han sido escritos para ser leídos o expuestos oralmente en
congresos, o textos orales, con mayor o menor grado de planificación (oralidad
secundaria, Ong, 1993). Estas diferencias en el modo de transmitir la información hacen
que el emisor elija diferentes recursos para construir su texto, de manera de adecuarse al
contexto en que se produce la comunicación.
A continuación intentaremos definir los géneros que consideramos de
circulación más frecuente en el medio científico de nuestro país, sobre la base de los
criterios ya enunciados. En el Cuadro Nº1 sintetizamos esta clasificación.

ARTÍCULO CIENTÍFICO: Texto escrito, generalmente publicado en una revista


especializada, que tiene como finalidad informar a la comunidad científica los
resultados de un trabajo de investigación realizado mediante la aplicación del método
científico según las características de cada disciplina de la ciencia.
Su estructura es bastante rígida, y expone en el orden que enunciamos los siguientes
capítulos: Introducción, Materiales y Métodos, Resultados, Discusión y Conclusiones.
Estas secciones están precedidas por un título y la mención de los autores y de las
instituciones a las que ellos pertenecen como investigadores, así como por un resumen,
destinado a informar sucintamente a los lectores acerca del contenido de todo el artículo
para que ellos decidan si les resultará útil la lectura completa del texto.

COMUNICACIÓN PRELIMINAR: Éste es un texto también escrito, publicado


habitualmente en jornadas de actualización y congresos, que difunde en la comunidad
científica los primeros resultados y los avances del desarrollo de un trabajo de
investigación que aún no ha sido completado. Tiene la misma estructura lógica del
artículo científico, aunque las conclusiones son formuladas de manera provisoria.

MURAL: Conocido también con el nombre de poster, el mural tiene como finalidad
exponer en un congreso, ante la comunidad científica, los resultados de una
investigación completa o sus resultados preliminares. Presenta de manera esquemática
el contenido de un texto que recibe publicación en forma de resumen en los anales de
congresos y conserva la estructura del artículo científico, a excepción de la Discusión.
Se vale de recursos gráficos como los cuadros, figuras, ilustraciones, fotografías, etc.
La exposición de los murales se hace en horarios determinados por los organizadores
y con la presencia del investigador, de manera que quienes estén interesados en el
trabajo puedan discutirlo con su autor personalmente.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 13
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
TESIS: Documento académico escrito que tiene como contenido los resultados de un
trabajo de investigación, generalmente de bastante complejidad. Presenta la estructura
del artículo científico, aunque la revisión bibliográfica suele ser suficientemente
profunda para merecer un capítulo aparte (ubicado entre la Introducción y Materiales y
Métodos). Su finalidad es dar cuenta de los resultados y conclusiones de un trabajo de
investigación de manera de acreditar méritos para la obtención de un título. En
consecuencia, los primeros destinatarios de este tipo de texto son investigadores en el
rol de docentes de grado y postgrado universitario.
La publicación se realiza en el ámbito de la institución en que el texto se origina, de
modo que resulta de circulación bastante reducida, aunque se defienda en forma
relativamente pública en una sesión oral.
A partir de estos textos –en especial cuando se trata de tesis de postgrado- suelen
redactarse artículos científicos para ser publicados en revistas especializadas. Son desde
luego más breves, escritos sobre algún aspecto del trabajo original, no sobre la
investigación completa. Es por esta razón que a partir de una sola tesis pueden ser
elaborados varios artículos.

TESINA: Nombre que reciben las tesis de grado, que se diferencian de las de postgrado
porque tienen menor complejidad y menor profundidad en el tratamiento y análisis del
tema elegido.

MONOGRAFÍA: Texto que también circula en el ámbito académico en forma escrita y


responde a la finalidad de acreditar méritos ante los docentes de una materia de grado o
postgrado universitario. Desarrolla, generalmente, una investigación documental y tiene
una estructura lógica sencilla, argumentativa.

INFORME CIENTÍFICO: Texto por el cual se informa acerca del estado de avance de una
investigación, se proponen acciones técnicas para la solución de un problema o se da
cuenta de un estudio que haya permitido diagnosticarlo. Su finalidad es acreditar
méritos ante un funcionario o empresario con el fin de obtener dinero para un proyecto,
justificar un área de trabajo, etc.

ABSTRACT: Texto breve que tiene por finalidad dar cuenta del contenido de otro texto
científico, con el fin de interesar a la comunidad científica en su lectura. Se publica por
escrito en revistas y en las revistas de resúmenes de los congresos.

COMUNICACIÓN: Texto escrito cuya finalidad es informar a la comunidad científica


acerca de nuevas técnicas o aparatos de medición, métodos de investigación o análisis
de datos, así como también estudios de casos.

REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA: Texto escrito que informa a la comunidad científica acerca


del estado en el que se encuentra la investigación sobre un tópico de interés disciplinar.
El investigador evalúa la información generada por otros, establece su posición frente
al tema y suele hacer sugerencias para próximas investigaciones.

ENSAYO: Escrito por el cual el estudioso presenta teorías o discute un problema en


forma teórica, haciendo evaluaciones y estableciendo su propia posición ante la
comunidad científica.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 14
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
PONENCIA: Es éste un texto de oralidad secundaria, en tanto es escrito para ser expuesto
oralmente o leído en voz alta en una mesa compartida con otros expositores en un
congreso. Su estructura es libre, así como su contenido, puesto que un investigador
puede a través de él hacer formulaciones teóricas o presentar nuevas técnicas o métodos,
experiencias realizadas o estudios de casos. Se publica en actas de congresos.

CONFERENCIA: Texto escrito para ser expuesto oralmente, que posteriormente suele ser
publicado junto con otros en antologías, en forma de capítulo de un libro o en actas de
congresos. Tiene como finalidad informar a la comunidad científica las novedades y
últimas especulaciones sobre un tema de interés científico, exponer teorías y hacer
sugerencias de líneas de investigación.

DEBATE: Texto oral de estructura conversacional, en el que diversos participantes


confrontan ideas y posiciones frente a un tema o problema o hacen aportes para su
solución. Tiene lugar en distintos ámbitos científicos, especialmente en los congresos, y
se desarrolla con la asistencia de un moderador que plantea el tema, hace las preguntas
que considera pertinentes y otorga los turnos de participación en la conversación.

La elección del género dependerá, entonces, del contenido que se quiera


comunicar (o dicho de otro modo del tipo de trabajo del que se vaya a informar), de la
intención o finalidad que se persiga al hacerlo, del tipo de relación que se establezca con
el destinatario y del lugar y modo de publicación.
De todos los que hemos mencionado, probablemente sea el artículo científico el
que el investigador deba redactar con mayor frecuencia; por ello, suponemos que la
ponencia y el mural lo serán también, ya que son los que en general se utilizan para
exponer trabajos en los congresos. A ellos siguen, quizá, los informes y las revisiones
bibliográficas.
En cuanto a sus modos de estructuración, el más pautado convencionalmente es
el artículo científico. El mural, la comunicación preliminar, algunos tipos de
comunicación, la tesis, la monografía, tienen estructuras similares a la del artículo,
mientras otros textos se consideran de estructuración “libre”. Estos últimos merecerían
un estudio pormenorizado, que nosotros no hemos hecho hasta el momento.

2.3. Los textos de divulgación científica


Sobre todo en las instituciones tecnológicas y en algunas universidades, los
investigadores tienen que preparar textos para difundir entre los beneficiarios directos
de los nuevos aportes o para el público masivo. Estos textos, llamados de divulgación
científica, se publican en los diarios y en revistas especialmente dedicadas a este fin y
adquieren el formato de los distintos géneros periodísticos: noticia, crónica, nota.
Si bien la creencia general sostiene –equivocadamente- que redactar estos textos
es tarea sencilla, los investigadores encuentran en ella importantes dificultades, en tanto
se trata de expresar conocimiento científico, sistemático, objetivo y riguroso, en un
lenguaje de tipo periodístico, que pretende ser atractivo, destinado al lector no versado
en ciencia (Gutiérrez, A. y otros, 1994).
Pese a su contenido y a que en muchas oportunidades quien redacta los textos de
divulgación es un investigador en ciencia o en tecnología, muchos son los que les
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 15
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
niegan la categoría de “científicos” debido al formato, el estilo y el vocabulario que
adoptan para adecuarse a su destinatario. El hecho de que en muchas oportunidades sus
autores no sean científicos sino periodistas que actúan como mediadores de la
información es una de las razones principales de esta exclusión.
El estudio de estos textos es de sumo interés. Por un lado, es necesario establecer
diferencias ente aquéllos que se ocupan de creencias y fenómenos cuya existencia no
puede ser demostrada científicamente y los que verdaderamente hacen llegar al público
novedades de las diferentes disciplinas. Por el otro, las características de estilo y la
transformación del lenguaje científico al periodístico, resultan dignas de análisis y son
materia de aprendizaje necesario para los investigadores. Sin embargo, no nos
ocuparemos aquí de ellos.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 16
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

3. Un estilo
para la comunicación científica

3.1. Informar y persuadir


En el capítulo anterior hemos considerado la existencia de una variedad de
géneros para la comunicación científica. Pese a sus diferencias, todos ellos comparten
un mismo estilo, es decir, una manera de usar el lenguaje que es también convencional,
propia de esta esfera de actividad y de las metas comunicativas comunes.
El contenido científico, que se supone objetivo, la intención pretendidamente
informativa de la comunicación y la actitud del emisor frente al objeto de su texto
(distancia, grado de certeza o de duda con respecto a los hechos que informa)
determinan ciertos usos característicos del lenguaje científico. “Objetividad, precisión,
exactitud, brevedad, claridad, unidad y coherencia” son las características atribuidas a
esta clase de discurso por muchos de los autores que lo han estudiado (Mac Lean, 1975;
Molestina Escudero, 1987; Samper, 1987, por ejemplo), reconocidas y aceptadas por la
misma comunidad científica.
Pero para describir el estilo científico es necesario considerar además otros
aspectos, cambiar el ángulo de la mirada. Si se toma cada texto como “un eslabón en la
cadena de la comunicación científica”3, hay que tener en cuenta también la relación que
el emisor establece a través de él con otros textos producidos anteriormente sobre el
mismo tema, así como con su destinatario y sus posibles “actitudes de respuesta”
(Bajtín, 1952-53). En los textos científicos, el emisor asume (aunque muchos no lo
reconozcan) una postura definida de defensa de las propias aseveraciones e intenta
persuadir al lector de la veracidad de su enunciado.
Tal como dice Bajtín, la relación con los textos a los que cada enunciado
contesta determina rasgos estilísticos, como por ejemplo las reiteraciones u otros
recursos enfáticos, la selección de expresiones “más duras” o “más suaves”, las
afirmaciones rotundas o de intensidad disminuida, la incorporación de citas.
Lo mismo sucede en relación con la manera en que el emisor perciba o se
imagine a su destinatario -el grado de sus conocimientos sobre el tema, su posición
frente a éste, sus prejuicios- y el tipo de respuesta que presuponga que sus dichos
pueden generar en él. La necesidad de provocar en la comunidad científica su
reconocimiento como investigador serio también determinará que el emisor haga
elecciones estilísticas y retóricas que le permitan ser visto como honesto, modesto y
prudente en sus aseveraciones (Swales, 1990).
Procuraremos, entonces, tener en cuenta todos estos aspectos a la hora de definir
en este capítulo el estilo propio de los géneros científicos. Cada texto presentará
variaciones, según el tema específico que aborde, la individualidad del emisor y el
modo de circulación o publicación (oral o escrita).

3
Tal como lo hacemos en el apartado “Una definición” del Capítulo 1.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 17
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

3.2. Características del estilo científico


Para organizar nuestro trabajo tomaremos como rasgos característicos del
lenguaje científico los considerados habitualmente y que ya señalamos más arriba. Pero
como esta caracterización no nos parece suficiente para ayudar a los investigadores a
encontrar el estilo adecuado, procuraremos señalar qué recursos lingüísticos permiten
dar al texto cada una de esas características. Además, haremos algunas precisiones que
consideramos necesarias. Los ejemplos que presentamos son simples ilustraciones para
que el lector comprenda mejor esta caracterización.

3.2.1. Objetividad
Tanto la situación o contexto en que se produce la comunicación científica como
su contenido requieren de un lenguaje que apunte directamente a la realidad que se
quiere describir, con la mayor objetividad posible. En general, los miembros de la
comunidad científica desean evitar que recaiga sobre ellos cualquier sospecha de
manipulación de datos o de hechos observados. Por eso, intentan presentarlos como
independientes de sí mismos y ejerciendo la menor presión sobre el receptor para que
éste adhiera a sus dichos. Las oraciones declarativas (afirmativas o negativas), con el
verbo en modo indicativo y la tercera persona (1), crean la ilusión de que los hechos se
presentan por sí solos, con un emisor que desaparece, se borra. Más aún, podría decirse
que los hechos parecen haber ocurrido sin la intervención del investigador.

(1) Los grupos operacionales comenzaron a funcionar semanalmente.

En los países anglosajones se ha extendido este estilo impersonal, que en


Latinoamérica ha sido adoptado en general para las ciencias experimentales. En
castellano, se caracteriza por el uso de las oraciones con el verbo en tercera persona del
singular y el pronombre cuasi-reflejo “se” en oraciones impersonales (se + verbo activo
sin sujeto (2) y pasivas cuasi-reflejas (se + verbo activo con sujeto que "recibe la acción
del verbo") (3), así como por el uso de la frase verbal pasiva (ser + participio) en la que
no se haga explícito quién realiza la acción (4).

(2) Se pesó a los animales cada 28 días.


(3) Se confirmó el diagnóstico de deficiencia condicionada de cobre por
laboratorio.
(4) [La deficiencia condicionada de cobre] fue controlada mediante
tratamientos con Cu inyectable cada dos meses.

De esta manera se obtienen textos como el siguiente (5), donde el emisor se


diluye casi completamente: aparece implícito en los verbos suponer, justificar,
observar, etc., verbos del hacer y del pensar que solamente pueden tener como actor al
investigador, aunque no se lo haga explícito. El verbo subrayado en este fragmento
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 18
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
parece responder a la misma intención de borrar el emisor para que los hechos se
presenten por sí solos, como en (1).

(5) Este ensayo se llevó a cabo en un establecimiento ubicado en el


partido de Dolores (Prov. de Bs. As.) con antecedentes de fracturas
espontáneas en terneros recién nacidos. Se confirmó el diagnóstico de
deficiencia condicionada de cobre por laboratorio, que fue controlada
mediante tratamientos con Cu inyectable (dosis total 400 mg) cada dos
meses.
Se supone que este problema se presenta en otros establecimientos
de la región, por lo que se justifica estudiar con más detalle los valores de
Cu hepático, su relación con Cu circulante y los niveles en fetos y terneros.
En marzo de 1989, con el objeto de definir la frecuencia de
aplicación, se suspendió el tratamiento en un lote de vacas con preñez de
cuatro meses y otro continuó con el tratamiento rutinario. Al momento del
parto no se observaron alteraciones clínicas ni diferencias en los niveles de
Cu sanguíneo y hepático entre los terneros.
Frente a estos resultados se planteó la conveniencia de analizar el
enfoque terapéutico buscando alternativas más apropiadas.

En Francia, en cambio, se utiliza la primera persona del plural como signo de


humildad, que se ha generalizado aquí para las ciencias humanas, aunque aparece
combinada con el impersonal. Como se puede observar en el ejemplo que sigue (6), la
distancia entre el emisor y lo expuesto se reduce notablemente, de tal manera que no
resulta extraña la presencia de un adjetivo que expresa valoración del emisor (en
cursiva):

(6) Confrontados a la problemática expuesta, decidimos iniciar


algunas acciones que nos permitieran conocer las condiciones de trabajo, la
experiencia de los conductores [de ferrocarril] y, a la vez, dar respuesta a
necesidades de atención, expresadas de un modo tan vívido.
Se inició una recopilación de antecedentes sobre el tema, a través del
registro de la información periodística sobre accidentes ferroviarios,
entrevistas personales con conductores en actividad, rebajados y jubilados, y
muy especialmente la tarea grupal.
Esta técnica de abordaje, que denominamos grupo operacional, tiene
como antecedente teórico los desarrollos del Dr. Enrique Pichon Riviére y la
experiencia de trabajo en grupos de emergencia social.
Los grupos operacionales comenzaron a funcionar semanalmente.
Creamos un espacio y un tiempo, con una coordinación asumida por uno de
los profesionales responsables.

En este texto se puede observar que se alterna el uso de la primera persona del
plural (en cursiva los verbos y pronombres) con la tercera en la voz pasiva (subrayado).
Por nuestra parte, creemos que resulta más conveniente mantener el estilo una vez
elegido: si se decide el emisor por la primera persona del plural, debería mantenerla.
Como ejemplo, proponemos una corrección (7) para el verbo subrayado en el segundo
párrafo de (6):

(7) Iniciamos una recopilación de antecedentes sobre el tema…


Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 19
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
La primera persona del singular es escasamente usada en los textos científicos,
puesto que anula toda pretensión de objetividad. Sin embargo, cada vez se admite
mayor grado de subjetividad o manifestación del emisor en los enunciados
pertenecientes a este género. Por ejemplo, actualmente son aceptados en los E.E.U.U.
artículos científicos redactados en la primera persona del singular, aun en las ciencias
experimentales (Bishnoi, U., comunicación personal, 1996).

3.2.2. Precisión y exactitud


En particular para los textos científicos, es conveniente que el emisor se asegure
de guiar la lectura a través de los recursos que la lengua le ofrece, de manera de
restringir las posibilidades de interpretación a un sentido unívoco. En el acto de lectura
es el lector el que construye el significado en interacción con el texto, pero sobre la base
de su conocimiento del mundo y del tema en cuestión, su ideología, su conocimiento de
las convenciones lingüísticas y textuales. Por lo tanto, el investigador científico debe ser
preciso y exacto en lo que dice, de manera de limitar las posibilidades de interpretación.
En el ámbito de las ciencias exactas y de la naturaleza, no está bien visto usar
lenguaje figurado (la metáfora, por ejemplo). Efectivamente, éste reduce la exactitud de
un texto a la vez que su objetividad, puesto que deja abiertas las puertas para la libertad
de asociaciones y -por lo tanto- de asignación de significados.
Un vocabulario descriptivo y con una única interpretación posible, además del
uso de vocabulario específico, ayudarán al logro de esta característica de estilo. El
emisor debe saber qué palabras técnicas puede usar porque son compartidas por el
destinatario y cuáles son las que, en cambio, debe definir en el texto para evitar
diferencias en la interpretación. No es conveniente incluir en el discurso regionalismos
ni palabras propias del lenguaje coloquial, ni palabras extranjeras si tienen su correlato
en el propio idioma.
Pero la precisión debe extenderse también a la construcción de oraciones y
definiciones, cuidando decir exactamente lo que se quiera decir, evitando ambigüedades
como las del siguiente texto (8):

(8) En el sur del área, los suelos son arenosos pardos sobre
sedimentos arcillosos (mestizos), de los subgrupos Haplumbrepts y
Hapludoles fluvénticos.

Un especialista en suelos podrá decir si son los suelos o los sedimentos arcillosos
los que pertenecen a los subgrupos Haplumbrepts y Hapludoles fluvénticos. Pero el
destinatario supuesto para el texto de donde proviene esta oración es un público más
amplio, que incluye a productores agropecuarios.
Para las citas y las referencias bibliográficas se debe respetar la norma elegida4
y, sobre todo, ser cuidadoso y fiel en los datos para que el lector pueda, si lo desea,
encontrar los textos citados o referidos.

4
Ver apartado 3.3. de este mismo capítulo, “La inclusión de los textos ajenos”.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 20
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

3.2.3. Brevedad y claridad


El texto científico debe mantener el equilibrio justo entre brevedad y claridad,
dos características de estilo muy apreciadas en este discurso. En general, el espacio
disponible para la publicación en revistas científicas es escaso, por lo cual el autor debe
procurar decir lo que desea en la menor cantidad de palabras que le sea posible. Pero
debe dar a su texto la longitud necesaria para ser claro en sus expresiones.
Sucede a veces que, en el afán de no dar demasiada extensión al escrito, el autor
abunda en sobreentendidos, da por supuesta información que para el destinatario no
resulta obvia. Esto genera dificultades en la interpretación, cuando no una distorsión
completa de la intención significativa del emisor. No debe olvidarse que el lector
construye el significado del texto sobre la base de lo escrito y los ecos que esto
despierta en su interior. Si el emisor no ofrece toda la información necesaria, el lector
acudirá a su conocimiento de mundo y del tema para asignar un significado a lo que lee.
Y en la comunicación científica, esto no es deseable: la distorsión del contenido que se
quiso comunicar puede tener consecuencias graves para un investigador, ya que corre el
riesgo de que le atribuyan lo que no haya querido decir.
Para imprimir claridad a un texto, nada más adecuado que la sencillez, no sólo
en la selección del vocabulario sino en la construcción de las oraciones. Es conveniente
que cada oración sea breve y exprese una idea relativamente completa. Otra oración
continuará, complementará, ampliará o fundamentará su sentido y así sucesivamente.
De esta manera, se evitarán las oraciones demasiado largas y complejas, con varias
proposiciones encadenadas, que finalmente resultan de difícil comprensión y exigen
más de una lectura. En (9.a) presentamos un ejemplo extraído de un borrador de un
texto científico y en (9.b) mostramos cómo se logró mayor claridad mediante la
construcción de dos oraciones en lugar de una.

(9.a) A pesar de que como se expresara más arriba medir la cantidad es


relativamente fácil aún hoy, la forma de hacerlo es motivo de discusión.

(9.b) Como se expresara más arriba, medir la cantidad es relativamente fácil


aún hoy. A pesar de ello, la forma de hacerlo es motivo de discusión.

El orden habitual de los componentes oracionales (sujeto + verbo +


modificadores del verbo) (10. a y b) también contribuye a la claridad.

(10.a) Para algunas características productivas esos registros han servido


para modificarlas y lograr así una mayor producción.

(10.b) Esos registros han servido para modificar algunas características con
el fin de mejorar la producción.

En el caso presentado (10), la quiebra en el orden habitual había generado un


error gramatical, que consistía en anticipar el objeto directo expresado luego por el
pronombre enclítico "las" (modificarlas) y encabezarlo con la preposición "para", que no
corresponde para esa función.
En otros casos, simplemente se trata de alterar el orden para hacer más claro el
texto (11.a y 11.b, la proposición marcada en cursiva, con el sujeto marcado en negrita),
y entonces es adecuado su uso:
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 21
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
(11a) Si se desea comparar material donde cada recíproco posea
solamente el cromosoma crítico (75% en estado hemicigótico y 25%
aproximadamente en estado homocigota, sin considerar otros cariotipos
posibles debido a su baja frecuencia) dos generaciones son necesarias con
la correspondiente evaluación citológica.

(11b) Si se desea comparar material donde cada recíproco posea


solamente el cromosoma crítico (75% en estado hemicigótico y 25%
aproximadamente en estado homocigota, sin considerar otros cariotipos
posibles debido a su baja frecuencia) son necesarias dos generaciones con
la correspondiente evaluación citológica.

También se altera este orden para destacar un segmento determinado y darle


énfasis. En el texto del cual se tomó el ejemplo siguiente (12), era necesario distinguir el
comportamiento de dos grupos genéticos en tres períodos.

(12) Durante I [invierno], los dos GG [grupos genéticos] perdieron peso.

Para que el texto resulte claro, es necesario también observar las reglas
gramaticales. Hay errores que se han generalizado por un fenómeno de “contagio”:
cuando los investigadores no dominan el género y acuden a modelos poco adecuados,
arrastran a su propio texto los errores que no reconocen como tales. En otras
oportunidades, trasladan al castellano construcciones propias del inglés, que provocan
posibilidades diversas de interpretación. Otras dificultades tienen que ver, simplemente,
con errores sintácticos o de puntuación.
En el fragmento siguiente (13), por ejemplo, aparecen dos usos incorrectos de
gerundio y un pronombre muy alejado de su referente (subrayados en el texto).

(13) La producción animal bajo condiciones de pastoreo es de suma


importancia económica, estimándose que aproximadamente dos tercios de la
superficie agrícola mundial está ocupada por pasturas temporales o
permanentes (Valderrabano, 1986). Asimismo éstos proveen la mayor parte
de los recursos nutritivos del mundo para rumiantes, siendo consumidos en
gran proporción mediante pastoreo directo (Cangiano y Gómez, 1985).

Veamos cómo la siguiente corrección (13b) mejora la claridad del texto:

(13b) La producción animal bajo condiciones de pastoreo es de suma


importancia económica. Se estima que aproximadamente dos tercios de la
superficie agrícola mundial está ocupada por pasturas temporales o
permanentes (Valderrabano, 1986), que proveen la mayor parte de los
recursos nutritivos del mundo para rumiantes y son consumidas en gran
proporción mediante pastoreo directo (Cangiano y Gómez, 1985).

En este otro (14), el uso incorrecto del gerundio provoca la construcción de una
oración excesivamente larga y compleja, en la que, además, no se expresa claramente la
relación lógica entre ideas. Hay, además, un error en la concordancia de número (15).

(14) Experiencias anteriores han revelado que los forrajes frescos de alta
calidad de climas templados poseen características particulares, tal como la
elevada proporción de componentes solubles, que podrían influenciar la
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 22
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
utilización de proteínas en los rumiantes, debido a las pérdidas de nitrógeno
que se producen entre la boca y el duodeno, alcanzando valores del 30% del
nitrógeno ingerido, provocando una disminución en las cantidades de
nitrógeno y de aminoácidos totales (dietario y microbiano) que arriban al
intestino delgado.

(15) ... características particulares, tal como la elevada proporción de


componentes solubles […]

La cursiva (14) señala un verbo cuyo uso se ha generalizado pese a que no existe
en castellano, sino que se usa en reemplazo de influir o -en este caso- de modificar.
El siguiente texto (16), tomado de un borrador que registraba un seminario dado
oralmente, muestra qué confuso puede ser un texto si no se respetan las reglas
gramaticales y el orden habitual de la oración. En este caso subrayamos un error de
concordancia entre sujeto y verbo. En (16.b) proponemos otra versión, que
consideramos ha ganado en corrección, brevedad y claridad.

(16) Los pioneros del mejoramiento animal, desde el siglo XVIII,


reconocieron la necesidad de aparear, como decía Bakewell, lo mejor con lo
mejor, cuando aún ni siquiera se conocían los principios de la herencia. Hasta
allí se remontan la historia de las principales razas productoras de carne pues
se comenzaron a hacer los registros de los apareamientos y en consecuencia se
puede hacer teóricamente el seguimiento de quienes fueron los antecesores de
los animales que hoy están registrados dentro de lo que se reconoce como de
pedigré. Los animales que se los define de raza pero en la actualidad se les
reconoce por lo menos cinco generaciones registradas. En ciertos países y en
los últimos años particularmente esos registros no van más allá de tres
generaciones, pero nuevamente no desearía abrir la discusión sobre el
particular.

(16.b) Los pioneros del mejoramiento animal, desde el siglo XVIII,


reconocieron la necesidad de aparear lo mejor con lo mejor, como decía
Bakewell cuando aún ni siquiera se conocían los principios de la herencia.
Hasta entonces, cuando se comenzaron a hacer los registros de los
apareamientos, se remonta la historia de las principales razas productoras de
carne. Como consecuencia de ello, se puede teóricamente hacer el
seguimiento de los antecesores de los animales que hoy están registrados
como de pedigree: animales definidos como “de raza”, a los cuales se les
reconoce por lo menos cinco generaciones registradas. En ciertos países y en
los últimos años, particularmente, esos registros no van más allá de tres
generaciones, pero no desearía abrir discusión sobre esta cuestión.

3.2.4. Unidad y coherencia


Para alcanzar la coherencia deseada, es necesario que el autor defina –antes de
redactar el texto- no sólo el contenido a transmitir sino la intención global de su
comunicación y los propósitos que se le subordinan, así como también a su destinatario
y las características de la situación comunicativa (Figura Nº1). Asímismo, deberá darle
a su enunciado la estructura convencional del género elegido, lo que proporcionará al
destinatario pautas para la lectura.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 23
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Todo texto desarrolla una idea central, tópico o tema, que le da unidad de
sentido. Para ello, debe cumplir dos condiciones (Van Dijk, 1983): progreso y
coherencia. La condición de progreso supone la introducción de información nueva
(una cierta “no-repetición de contenidos”); la de coherencia implica cierta redundancia,
dada por la repetición periódica de elementos que permiten establecer lazos entre la
nueva información y la que la precede. El emisor irá desarrollando el tema mediante la
presentación sucesiva de elementos nuevos, que permitirán el avance del texto. Pero no
deberá perder de vista la necesidad de situarse constantemente en el tema o tópico
elegido (coherencia global), puesto que si no, su discurso perderá unidad de sentido y
desorientará al lector, demandándole mayor tiempo de lectura5.
Para mantener la condición de coherencia entre oraciones y entre secuencias o
series de oraciones de un texto6 (coherencia local), existen recursos lingüísticos
llamados “marcas de cohesión”, que establecen las conexiones entre las ideas. Algunas
de esas marcas, fácilmente reconocidas y utilizadas por los hablantes, son las
repeticiones y el uso de enlaces o conectores. Entre las primeras incluimos la simple
repetición de palabras o el uso de sinónimos, así como también el uso de pronombres,
que deberán estar suficientemente cerca de su referente (palabra o segmento del cual
toma significado) para evitar ambigüedades. En el primer ejemplo (17), hemos marcado
en negrita el pronombre utilizado y hemos subrayado su referente. En el segundo (18),
hemos señalado además con negrita y subrayado el pronombre cuyo referente no queda
suficientemente claro. Pretendemos con esto mostrar el cuidado que debe tenerse en el
uso de estas marcas de cohesión, de manera de conservar la claridad del texto.

(17) Así en 1975 la población mundial llegó a los 4.000 millones, es decir,
volvió a duplicase en sólo 45 años. En 1990, se la estimó en 5.000
millones.

(18) Por lo tanto, al menos para los fines de mejoramiento, no será necesario
un sistema de registro masivo; probablemente ello se justifique para
implementar buenas prácticas de manejo y su relación con la economía
de la producción.

En cuanto a los enlaces, consideramos el uso de conjunciones (y, ni, pero, o) así
como el de los llamados conectores lógicos (Cuadro Nº2, inventario no exhaustivo), que
expresan las relaciones entre los conceptos contenidos en oraciones o párrafos (19). Es
necesario reconocer su valor lógico-semántico para seguir el curso del pensamiento,
tanto en la comprensión como en la producción de textos.

(19) Lamentablemente, en Argentina estamos pasando por un período de


recesión muy fuerte, que se venía preparando desde el año pasado, pero
que tuvo su estallido con el llamado ‘efecto tequila’ que provocó la
crisis mejicana. Como consecuencia, toda la faz productiva se ve
resentida, y la ranicultura no escapa de la situación. Por el contrario, el
sector es uno de los más deteriorados, a punto tal que sólo entre el 15 y
el 20% de los productores censados en el ’93 quedan en pie, por así
decirlo, ya que muchos están sólo tratando de subsistir [...]

5
En el Capítulo 6 presentamos los procedimientos adecuados para lograr estas condiciones en los textos.
6
Véase el apartado 3.4. “Tramas para los textos científicos”, en este mismo capítulo.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 24
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Especialmente en los textos científicos, en los que interesa al autor restringir las
posibilidades de interpretación, las relaciones entre las ideas presentadas deben resultar
suficientemente explícitas, no libradas a la voluntad del lector.
Las conexiones implícitas no son recomendables, dado que si para algunas
personas dos hechos pueden estar ligados entre sí, para otras no; o pueden estarlo de
modo diferente según sean su conocimiento de mundo, sus deseos, sus prejuicios (Van
Dijk, 1983). Sin embargo, hay que evitar la redundancia o la sobre-explicación, que
dificulta la comprensión del texto. Vale aquí la misma regla que en tantos otros casos:
buscar el equilibrio. El uso excesivo de conectores lógicos (20), que no respondan a una
necesidad real del texto, producirá resultados tan indeseables como los de su ausencia
cuando sean necesarios.

(20) A diferencia de los numerosos trabajos sobre epidemiología y


efectos productivos en la recría de bovinos para carne, son escasos los
realizados en explotaciones tamberas. No obstante, es destacable la
caracterización efectuada en el centro oeste de Santa Fe por Vottero (1987),
referida a las particulares dinámicas de oviposición generadas por el ingreso
estacional de las terneras y la influencia de la composición genérica en su
comportamiento. De todos modos, aunque en los rodeos lecheros las
pariciones en distintas estaciones derivan en singulares características
epidemiológicas, la presente experiencia comprendió el período de recría-
terminación de la invernada debido al insuficiente conocimiento
helmintológico en la región.
Por consiguiente, el estudio tuvo por objetivo obtener información
epidemiológica y del impacto sobre el peso vivo, y, además, evaluar una
estrategia terapéutica en un sistema real de producción. En conocimiento de
que la cohabitación de los grupos experimentales perjudicaría la calidad de
la información (Morley y Donald, 1980), se priorizó su aporte a la
caracterización general de la parasitosis.

3.3. La inclusión de los textos ajenos


3.3.1. Diálogo con las “voces ajenas”
Como ya hemos dicho, el emisor del texto científico tiene en cuenta la existencia
de otros textos, con los cuales dialoga en su discurso. Estas “voces ajenas” aparecen en
el propio texto de diferente manera.
Una de ellas es el llamado estilo directo, que consiste en la reproducción literal
de lo dicho o escrito por otro, encerrado entre comillas. El enunciado incluido puede
introducirse mediante verbos del decir (afirmar, señalar, exponer, etc.) (21) o
directamente (22.a y b), particularmente cuando se toma en forma textual sólo una frase,
en general en el contexto de una paráfrasis o de una cita indirecta (23).

(21) Lacan, en el Seminario 10, clase 2, dice: “El analista es un


interpretante, que juega con ese tiempo tan esencial a partir de varios sujetos:
él no sabía, yo no sabía, dejando un sujeto indeterminado agrupándolo en no
se sabía.”
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 25
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
(22.a) La política agraria del régimen de Díaz incluyó “la entrega de
considerables extensiones territoriales a individuos y empresas extranjeras
en la frontera norte de la nación, poniendo así en peligro la integridad del
territorio” (Silva Herzog, pág. 124) […].

(22.b) Según Furtado, en los últimos tiempos la hacienda se


mostraba capaz de “incorporar nuevas áreas al cultivo, de introducir nuevos
cultivos, de asimilar tecnología y de capitalizarse (…)”.

(23) Macioti, por otro lado, analiza un tipo mixto de persona que
actúa de “cable transmisor”, de pasaje de categorías ya caducas a nuevas
figuras que se están delineando. […] En su opinión, “la era de los magos que
dedican la vida a la búsqueda de la piedra filosofal ha sido superada”
(1992:74). Ahora, los operadores emergentes provienen de las clases medias-
altas, algunos son intelectuales, vienen de ambientes sociales vinculados con
la televisión, el teatro. Los magos modernos pretenden mantener su trabajo
separado de la vida privada, se habla de unión entre magia y ciencia; hasta
“la magia negra se presenta hoy en día con una marca post-moderna”.
Al analizar a los operadores emergentes el concepto de carisma no
puede ser considerado en su contenido clásico, sino que debe ser revisto:
“los resultados de la acción, de los comportamientos de un emergente no
están, en general, relacionados con la emotividad, al contrario, son frutos de
una investigación metódica (…)” (1992:78-79).

Este recurso permite crear la ilusión de que se incorpora al texto no sólo la idea
expresada por la fuente sino su intencionalidad. La cita textual es un recurso que
transfiere la responsabilidad de lo dicho a la fuente original.
El estilo indirecto consiste en la referencia al enunciado ajeno “en boca” del
emisor y exige ajustes de los pronombres así como de los tiempos y los modos de los
verbos del texto original para adaptarlos al discurso en que se ha incluido. La referencia
–como en el estilo directo- se introduce con verbos del decir (24) u otros que
corresponden a la actividad científica (hallar, descubrir, confirmar, demostrar, etc.) (25),
pero puede también aparecer sin ellos (26). Esta manera de citar es usada con mayor
frecuencia que el estilo directo.

(24) Según sostienen Foulon y Martini (1976) en un artículo de


divulgación sobre cruzamientos, aquellos caracteres que tienen alta
heredabilidad (conformación, terneza, área del ojo del bife y grasa butirosa)
muestran bajo vigor híbrido.

(25) “Nicholson (1987) encontró además que el efecto combinado


de las caminatas y el encierro nocturno habían disminuido 38% el tiempo
disponible para pastoreo, mientras que el consumo de MS sólo se había
deprimido en un 10%. Atribuyó este desfasaje a una compensación por
aumento en la tasa de bocados, el tamaño de los bocados o ambos
parámetros.”

(26) La lengua, para Biourge, actúa por su anatomía (volumen y


ubicación) y por su funcionamiento, es decir, su comportamiento durante la
deglución y fonación.
[…]
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 26
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
La microglosia verdadera se encuentra en muchos síndromes
(Gorlen y Pidborg). Puede también estar asociada a la presencia de un
angioma afectando los dos tercios linguales anteriores (Stones) o de un
edema por obstrucción de la vena cava superior (Cohen). Su masa interviene
sobre el arco dentario inferior (Bandy, Stuart, Hunter).

Un tercer estilo de cita es la paráfrasis, que consiste en la reformulación sintética


de lo sostenido por otros autores en otros textos. Se utiliza especialmente cuando se
pretende resumir el contenido del trabajo de otro autor como antecedente del propio,
con el que se establecen coincidencias o disidencias (27).

(27) Mezzadra et al (1991), con el mismo diseño que Miquel et al


(1990) pero con cruzas F1Brangus y A. Angus puro, encontraron que los
Brangus produjeron siempre más kg de carne/ha que los AA. Las diferencias
fueron mayores en las cargas 2,8 y 3,3 animales /ha [...] y fueron atribuidas a
una posible mayor adaptación a condiciones de restricción alimenticia.

Como ya hemos dicho, en las paráfrasis suelen ser incluidas citas textuales que
tienen como fin asignar la responsabilidad total de lo dicho a la fuente (23). En el
siguiente ejemplo (28), además, se coloca entre comillas el modo como “la mayoría de
las personas” de hoy se consideran a sí mismas, con el fin de lograr el mismo efecto -
puede decirse que se incluyen las voces de esa “mayoría”-:

(28) Mircea Eliade analiza cómo en “el proceso de desacralización


de la existencia humana” lo sacro no desaparece, sino que se expresa de
muchas maneras como, por ejemplo, en la magia y/o en pequeñas religiones.
A pesar de que en la sociedad moderna, la mayoría de las personas se
consideran “no religiosas”, no están realmente libres del comportamiento
religioso, de la teología y de la mitología (1979:130); la mayoría de los “no
religiosos” se comporta, sin saberlo, religiosamente.

3.3.2. La mecánica de las referencias


El modo de hacer la referencia de la cita en el texto suele ser otro problema que
se plantea el autor. Algunas revistas científicas dan la información pertinente en las
normas de publicación. Cuando esto no sea así, corresponderá al autor la elección entre
las varias formas existentes.
Entre las mecánicas más comunes de citar se cuentan dos: la referencia en el
texto a la bibliografía citada al final del artículo o la cita a pie de página. Cada una de
ellas presenta ventajas y desventajas para su acceso, lo que no es necesario aclarar aquí
por ser demasiado evidente.
En cuanto a la referencia en el texto, también suelen ser elegidas dos formas.
Puede colocarse junto al texto referido el nombre de su autor o autores y la fecha de su
publicación. Si el nombre del autor está integrado al texto, se colocará la fecha de la
publicación entre paréntesis (29); si no, irá entre paréntesis el conjunto de la referencia,
el nombre del autor y la fecha separados por coma o punto y coma según el caso (30). Si
los autores son dos, se los nombrará a ambos en la referencia en el texto (31); si son
más, se colocará el nombre del primero seguido de las expresiones “y otros”, cuando se
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 27
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
trate de una antología, o “y col.” (por “y colaboradores”) cuando se trate de una obra de
conjunto (32). Sin embargo, como puede verse en (29) se está comenzando a aceptar la
mención de los tres autores en la cita. En la lista de bibliografía al final del texto se los
nombrará a todos si son menos de cuatro (33).

(29) […] tal es así que Rozen (1988) recomienda utilizar un


volumen de 15,6 dm3 (que responde a un cubo de 25 cm de base), criterio
adoptado también por Reinecke y Ljungstrom (1969) y Falco, Momo y Craig
(1995) para el estudio de asociaciones de lombrices en relación con la
cobertura vegetal, situación que Rundren (1975) aborda con una cuadrícula
de 35 cm (y un tamaño de muestra de 4 u.m.).

(30) En cambio, en el marco de cultivos de Eisenia foetida no se


han desarrollado pautas de referencia, posiblemente atribuible al sesgo
pragmático de quienes han sentado bases operativas para la lombricultura
(Ferruzzi, 1987).

(31) Sarmiento y Siffredi (1983) relacionaron la producción


promedio anual de una arbustiva nativa con el peso de una parcela de
referencia y con el área de tres formas geométricas establecidas; […].

(32) La información obtenida se relaciona con los estudios


desarrollados por Burk y Dick-Peddie (1973), Ludwig y otros (1975),
Renolfi y otros (1986) y Dalla Tea y otros (1992), respecto a estimación de
biomasa de arbustos mediante la correlación entre el volumen del canopeo
con el peso del follaje de los mismos.

(33) Dalla-Tea, F; Renolfi, R. y Kunst, C. 1992. Estimación de la


disponibilidad forrajera en especies leñosas de la Región Chaqueña
Occidental. Rev. Arg. Prod. Anim. 12 (4): 401-408.
Ludwig, J.A.; Reynolds, J.F. y Whitson, P.D. 1975. Size-biomass
relationships of several Chihuauan desert shrubs. American Midland
Naturalist 94 (2): 451-461.
Renolfi, R.; Dalla-Tea, F; Pérez, H. y Kunst, C. 1986. Métodos de
estimación de la biomasa aérea (hojas) en especies leñosas, árboles y
arbustivas. Argentina. INTA, EEA Santiago del Estero. Boletín Téc. Nº1.

Al final del artículo se presentará la lista de literatura citada ordenada


alfabéticamente por nombre de los autores; en el caso de que éstos se repitan, se
colocarán las obras por orden cronológico.
Otro modo de dar la referencia bibliográfica es ofrecer junto al texto referido el
nombre del autor y el número que le corresponda en la lista de literatura citada (34),
ordenada por orden de aparición o alfabético. Cabe señalar que éste no es un uso
extendido en el país.

(34) Por ejemplo, Huth (28) describe detenidamente los principales


tipos de escritos médicos, y Michaelson (35) los múltiples tipos de artículos
e informes de ingeniería.

En Diálogo XVI (Molestina Escudero (comp), 1987), se publican las normas


para las referencias bibliográficas del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 28
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
(IICA), que recomendamos consultar, así como también el capítulo 11 de Ebel, Bliefert
y Russel (1987).

3.4. Tramas para los textos científicos


Al hablar del estilo científico es necesario considerar también las diferentes
configuraciones que el emisor asigna al texto, es decir, los distintos modos de
estructurar los recursos de la lengua. Cada secuencia de oraciones de un texto tiene una
estructura autónoma y una organización interna propia (trama), que el emisor le asigna
según su contenido y la intención de comunicación. Pero estas secuencias se mantienen
en relación de dependencia con el texto del que forman parte y cumplen en él una
función determinada (Adam, citada por Ciapuscio, 1991). En diferentes momentos de
los textos científicos pueden aparecer secuencias de trama narrativa, descriptiva,
expositiva y argumentativa.
Una secuencia narrativa (35) presenta hechos o acciones en relación temporal y
causal. Este tipo de secuencia responde a la pregunta “¿qué sucedió?” o bien “¿qué
pasos se siguieron para realizar tal acción?”.
Son importantes el tiempo y el aspecto de los verbos (subrayados en (35)), que
en el discurso científico aparecen en pretérito indefinido para expresar acciones
sucesivas en el pasado, o en pretérito imperfecto para las que se efectuaban
reiteradamente en el pasado o las que se presentan durando en el proceso (llamaban, se
vendía). Para expresar acciones anteriores a otras expresadas en pasado, se usa el
pretérito pluscuampefecto (había donado). Para expresar las relaciones entre ideas se
utilizan sobre todo conectores temporales y causales (Cuadro Nº2, señalados en negrita
en (35)).

(35) La ranicultura en Argentina comenzó tempranamente en los


años ’20, aunque para muchos (incluso ranicultores) sea una novedad. Por
aquellos años se hicieron los primeros intentos de cultivo, que por supuesto
nada tienen que ver con el desarrollo presente.
Las especies utilizadas en la primera experiencia de la cual hay
registros fueron Leptodactylus ocellatus (rana criolla) y Gallypthocephalella
gayi (como se la conocía entonces) o Caudiververa caudiververa
(denominación actual), más conocida como ‘rana gigante chilena’.
El ‘ranero’, como lo llamaban en aquella época, contaba con 48
ranas criollas, adquiridas en un mercado donde se vendían vivas para
consumo (rana de captura) y con 11 ranas chilenas que el Ministerio de
Agricultura de la Nación le había donado al propietario (Sr. Milito),
fomentando el emprendimiento. Las instalaciones no contaban con más de
10 m2.
Evidentemente el desconocimiento de la etiología de estos animales,
lo llevaron al fracaso, ya que, primero, el ataque de roedores (importante
predador), y más tarde, la incorporación de las ranas chilenas, mucho más
grandes que las criollas (canibalismo), diezmaron el plantel. Esto sucedió
durante 1925-26.
Más adelante, aproximadamente en 1930, un tal Sr. Maubert, no
sólo logró criar ranas criollas sino que exportó 13.000 ejemplares a Brasil y
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 29
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
5.000 a Panamá. Mientras que dentro de nuestras fronteras, vendió 9.800
reproductores a distintas localidades, según registros de 1937. [...]

Los investigadores suelen referirse a su trabajo en pasado (pretérito indefinido),


puesto que el texto es escrito después de su finalización. También se usa el pasado para
presentar los resultados de otros autores sobre el mismo tema, especialmente en la
presentación de antecedentes en la Introducción, cuando la trama elegida es la narrativa.
En cambio, suele ser usado el presente de indicativo cuando se discute la posición de
otros investigadores o para presentar comentarios o evaluaciones del emisor (36):

(36) Por aquellos años se hicieron los primeros intentos de cultivo,


que por supuesto nada tienen que ver con el desarrollo presente.

En todos los casos es necesario –como ya hemos dicho antes7- ser coherente en
el uso de los tiempos verbales. Cabe señalar, sin embargo, que no siempre aparecen en
los textos los verbos en forma adecuada, tal como ocurre en el siguiente fragmento
(37.a), donde se combinan el uso del presente y el pasado en forma injustificada, si se
atiende su relación con los conectores temporales. Proponemos en (37.b) una corrección
de este uso, que –creemos- facilita la lectura.

(37.a) Las décadas del sesenta y setenta marcaron uno de los


períodos más fructíferos de una producción historiográfica caracterizada por
la convergencia de la historia social y la sociología. Por ese entonces
aparecen El fascismo en su época de Enst Nolte junto con los trabajos de
Fancis Carsten, John Weiss, Eugen Webe y Hans Rogger sobre los distintos
movimientos de derecha europeos; el primer número del Journal of
Contemporary History (dedicado al fascismo); y el influyente Orígenes
sociales de la dictadura y la democracia de Barrington Moore. Ello coincide
además con los debates dentro de la nueva izquierda alemana y con la
realización de tres importantes conferencias internacionales sobre el
fascismo en 1966 (Seattle), 1967 (Reading) y 1969 (Praga). Con el tiempo,
sin embargo, este intento de comprensión del fascismo a partir de análisis
comparativos y teorías generales fue relegado por el peso cuantitativo y
cualitativo de los estudios empíricos del período subsiguiente. Hoy los
historiadores tienden a ser mucho más cautelosos en sus conclusiones ya que
la evidencia acumulada hace cada vez más endeble el potencial explicativo
de las grandes teorizaciones.

(37.b) Las décadas del sesenta y setenta marcaron uno de los


períodos más fructíferos de una producción historiográfica caracterizada por
la convergencia de la historia social y la sociología. Por ese entonces
aparecieron El fascismo en su época de Enst Nolte junto con los trabajos de
Fancis Carsten, John Weiss, Eugen Webe y Hans Rogger sobre los distintos
movimientos de derecha europeos; el primer número del Journal of
Contemporary History (dedicado al fascismo); y el influyente Orígenes
sociales de la dictadura y la democracia de Barrington Moore. Ello
coincidió además con los debates dentro de la nueva izquierda alemana y
con la realización de tres importantes conferencias internacionales sobre el
fascismo en 1966 (Seattle), 1967 (Reading) y 1969 (Praga). Con el tiempo,
sin embargo, este intento de comprensión del fascismo a partir de análisis

7
Cf. Capítulo 3.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 30
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
comparativos y teorías generales fue relegado por el peso cuantitativo y
cualitativo de los estudios empíricos del período subsiguiente. Hoy los
historiadores tienden a ser mucho más cautelosos en sus conclusiones ya que
la evidencia acumulada hace cada vez más endeble el potencial explicativo
de las grandes teorizaciones.

En el siguiente resumen (64.a) se oscila con respecto al uso del pretérito y el


presente y se usa el potencial para relativizar las conclusiones (subrayamos los verbos):

(64.a) Con el objeto de determinar los niveles de Cu hepático y séricos


mínimos necesarios para proveer un nivel apropiado en el feto se efectuó el
seguimiento de dos grupos de vacas preñadas divididas en lote LT que
recibió tratamiento y lote ST que estaba sin tratamiento desde hace 6 meses.
A partir del cuarto mes de gestación se toman mensualmente muestras de
suero, pastura y agua de bebida. Se realizaron biopsias hepáticas a cinco
animales de cada lote elegidos al azar en 7mo y 8vo mes de preñez. Se
comparan los niveles de Cu sérico de ambos lotes no existiendo diferencias
significativas. Los niveles de Cu hepático muestran diferencias significativas
entre los lotes y una disminución de las reservas hepáticas en el lote ST. Se
estima que no existe correlación entre los valores de hígado y suero por lo
que se deduce que el método indirecto no sería del todo exacto. Se concluye
que valores por encima de 30 ppm serían necesarios para proveer un nivel
apropiado al feto.

Hay en este texto algunas dificultades en el uso de los signos de puntuación, uso
incorrecto del gerundio y un error de concordancia entre sujeto y verbo. Inmediatamente
proponemos una versión corregida (64.b):

(64.b) A fin de determinar los niveles de Cu hepático y séricos mínimos


necesarios para proveer un nivel apropiado en el feto, se efectuó el
seguimiento de dos grupos de vacas preñadas: lote LT, que recibió
tratamiento y lote ST, sin tratamiento desde 6 meses antes de comenzar la
investigación. A partir del cuarto mes de gestación se tomaron
mensualmente muestras de suero, pastura y agua de bebida. En los meses 7º
y 8º de preñez, se realizaron biopsias hepáticas a cinco animales de cada
lote, elegidos al azar. Se compararon los niveles de Cu sérico de ambos
lotes, sin encontrar diferencias significativas. Los niveles de Cu hepático
mostraron diferencias significativas entre los lotes y una disminución de las
reservas hepáticas en el lote ST. Se estima que no existe correlación entre los
valores de hígado y suero por lo que se deduce que el método indirecto no
resulta del todo exacto. Se concluye que para proveer al feto de un nivel
apropiado son necesarios valores por encima de 30 ppm.

En esta versión se usaron los verbos en pretérito indefinido para narrar el


proceso del ensayo y el presente para las evaluaciones del investigador. Es oportuno
señalar que en este texto se dan por supuestos algunos conocimientos teóricos, cuyo
desconocimiento impide reelaborar completamente la redacción de la conclusión, de
modo de anular o mantener el grado de duda con respecto a ella.
Para los usos de los tiempos y modos de las proposiciones subordinadas y todo
lo referido a las correlaciones verbales, el investigador podrá acudir a cualquier
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 31
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
gramática castellana8.
En los textos científicos se emplean las secuencias narrativas, por lo general,
para dar cuenta de procesos seguidos en la investigación o para presentar en forma
cronológica los avances realizados en el estudio de un tema.

Las secuencias descriptivas presentan caracterizaciones de objetos, lugares o


personas, a través de una selección de rasgos distintivos, en general organizados
mediante conectores que expresan disposición en el espacio (Cuadro Nº2). Los
sustantivos y adjetivos cobran particular importancia, puesto que estas secuencias
responden a la pregunta “¿cómo es (era)...?” El tipo de adjetivos seleccionados en el
discurso científico tienen que ver con caracterizaciones objetivas, según criterios
propios a cada disciplina. Comúnmente, los rasgos distintivos se presentan ordenados de
lo general a lo particular, del todo a la parte, del conjunto al elemento, de lo grande a lo
pequeño, de afuera hacia adentro.
En los textos científicos, aparecen descripciones para dar cuenta de unidades de
estudio (objetos, personas o grupos), diseños experimentales, aparatos o instrumentos de
medición, etc. Hay algunos textos en los que las descripciones ocupan extensiones
importantes.
Veamos, por ejemplo, la descripción de un hallazgo geológico (38), en la que se
destacan los adjetivos:

(38) El destape hallado posee una coloración variable entre gris


clara a oscura con alternancia de capas rojizas o violáceas. El conjunto está
cubierto con una pátina brillante de tipo sericítico que normalmente
enmascara la fina depositación rítmica. Sin embargo esta última es bien
apreciable en superficies frescas.

La de un aparato de medición (39):

(39) Se utilizó un aparato similar al descripto por Castle (1976). El


mismo (Figura 1) consta de dos varillas deslizables: la interna mide 1,45 m y
desde los 0,60 m a partir del suelo hasta 1,10 m está graduada cada 0,5 cm;
la varilla externa mide 0,60 m y tiene fijo en el extremo inferior un disco de
tergopol con un área de 0,166 m2. Los pesos de los discos fueron obtenidos
mediante la inclusión, en el tergopol, de distintas cantidades de clavos de 10
cm de longitud.

La de un caso odontológico (40), en la que abundan las palabras técnicas:

(40) Sandra (fig. 19) es otra demostración de la flexión avanzada: el


equilibrio facial no es otro que el reflejo de la predisposición arquitectural de
la base: el descenso de la escama occipital (por debajo de la línea cráneo-
palatina ideal CF4) traduce una rotación anti-horario importante del basi-
occiput: el acortamiento del campo cráneofacial por avance del cóndilo
mandibular (por delante de la mitad de C1) visualiza la frontalización de los
temporales (fig. 20): la mandíbula está anteriorizada y la puesta en rotación
externa de los maxilares es tal que convergen hacia la línea mediana (fig.
21). Las dos ramas montantes se impactan sobre la línea media: retracción

8
Véanse, por ejemplo: Seco, R. 1954. Manual de gramática española. Buenos Aires, Aguilar. Ed. 1990;
Seco, M. 1986. Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid, Espasa Calpe.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 32
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
del nasion, la premaxila se retruye, la báscula anterior del pila maxilar está
bloqueada en retrusiva a 84º.
En definitiva, la detención del crecimiento anterior del maxilar, la
verticalización de la cara, la predisposición arquitectural a la pro-mandibulía,
conducen a un cuadro de flexión en Clase III esqueletal.

En el texto precedente habría que discutir el uso de los signos de puntuación, que
no facilitan sino que entorpecen la lectura.

Las secuencias expositivas son utilizadas para la expresión de conceptos y


definiciones (41). Suelen aparecer enlazadas con conectores de ampliación, incremento,
igualdad de valor (Cuadro Nº2) y con verbos del tipo ser, tener, llamarse, referirse a,
consistir en, comprender en presente del indicativo.

(41) La deficiencia de cobre es una enfermedad nutricional, causada


por una alteración del metabolismo del cobre que afecta su absorción,
transporte y utilización por el organismo animal. Su presentación clínica o
subclínica afecta la producción de carne a distintos niveles, alterando el
desarrollo corporal, la eficiencia en la ganancia de peso y la terminación del
animal. A nivel reproductivo, puede traducirse en bajos porcentajes de
preñez y parición.

Estas secuencias tienen lugar especialmente en las definiciones, en la exposición


de los resultados de una investigación, en la formulación de conclusiones.

Por último, la secuencia argumentativa presenta una estructura textual en la


que el autor presenta diferentes argumentos para defender una afirmación. Comenta,
explica, demuestra o confronta ideas, conocimientos, opiniones; busca obtener la
adhesión del lector a lo que sostiene.
La organización de estas secuencias presenta tres pasos (42): una introducción
que plantea el tema o la problemática o fija una posición o tesis; un desarrollo donde se
encadenan argumentos en orden progresivo y lógico para defender la tesis sostenida y,
finalmente, una conclusión.

(42) Abordar el tema de lo mágico y su relación con lo religioso en


la sociedad actual puede resultar algo extraño y superado; sin embargo es
interesante notar cómo esta temática vuelve a ser significativa para la
sociología, ya que encierra en sí misma una de las paradojas que caracterizan
a la sociedad occidental contemporánea: La creciente manifestación de
expresiones de la religiosidad antes poco visibles en un mundo secularizado.
Esto se revela desde una mayor presencia de nuevas religiones como
la difundida Iglesia de la Unificación del Reverendo Suy Moon, los Hare
Krishna, los Niños de Dios, a una creciente expansión geográfica de
religiones ya establecidas en otras culturas como el Pentecostalismo, algunas
religiones orientales, Testigos de Jehová, Umbanda y otras. Paradoja que es
aún más clara cuando en la cultura occidental, generalmente identificada
como racional, se percibe la supervivencia de prácticas mágicas o de tipo
supersticioso.
En la actualidad la temática del sincretismo religioso no pasa
desapercibida en la sociología y para comprenderla, ésta recurre a términos
como multiafiliación religiosa, clientelismo religioso, que si bien representan
ciertos aspectos de la religiosidad actual, no son suficientes para entender
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 33
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
acabadamente la compleja temática de la religiosidad. La falta de conceptos
y categorías de análisis adecuados al estudio de las expresiones sincréticas,
se hace más evidente con el uso “abusivo” de la noción de religiosidad
popular que, ante la necesidad de abarcar un amplio espectro del campo
religioso termina convirtiéndose en algo muy amplio e incapaz de recoger
los matices de nuevas y viejas expresiones de lo religioso. El concepto de
religiosidad popular comporta, además, algunas dificultades teóricas, ya que
ha sido ideologizado y tratado de manera prejuiciosa.
Por lo tanto, para poder entender los cambios que se están
produciendo en el ámbito de la religiosidad, es necesario repensar conceptos
que sean capaces de indagar de manera articulada la problemática en
cuestión. El análisis de lo mágico y su relación con lo religioso en la
sociedad contemporánea puede representar, según mi opinión, una manera
de aproximarnos a un estudio diferenciado que persiga dicho interés.

En el fragmento citado (42), se justifica un estudio (“el análisis de lo mágico y


su relación con lo religioso”) por medio de dos argumentos: “la creciente manifestación
de expresiones de la religiosidad antes poco visibles” y “la falta de conceptos y
categorías de análisis adecuados al estudio de las expresiones sincréticas”. El primero
aparece ya en el primer párrafo y se sostiene mediante los ejemplos que se dan en el
párrafo siguiente. El segundo argumento aparece en el tercer párrafo, sostenido también
con ejemplos. Finalmente, encabezada por un conector consecutivo (Cuadro Nº2), la
conclusión.
En las argumentaciones científicas se incluyen las voces de otros que permiten
al emisor reafirmar su posición o que representan posturas opuestas que el emisor
contradirá o utilizará para restringir la validez de sus afirmaciones. Es de esta manera
como el emisor relaciona su texto con otros producidos anteriormente y se anticipa
también a las posibles reacciones de su destinatario, entablando una suerte de
conversación con estas otras “voces”. Esta estructura dialógica se realiza en una
progresión tal que el lector puede llegar a aceptar la conclusión propuesta por el emisor
con cierta “naturalidad”, como corolario lógico. Para seleccionar y organizar estos
recursos el emisor tendrá que considerar los conocimientos que sobre el tema tenga el
destinatario y sus prejuicios; los saberes y valores aceptados en la comunidad y los
presupuestos admitidos.
En el texto antes citado (42), puede observarse con claridad la aparición de la
voz del destinatario, representado mediante su posible respuesta (43). El emisor la
objeta mediante las voces de otros investigadores, no presentados como individuos sino
generalizados como la voz de una ciencia, la sociología (44).

(43) Abordar el tema de lo mágico y su relación con lo religioso en


la sociedad actual puede resultar algo extraño y superado…

(44) ... sin embargo es interesante notar cómo esta temática vuelve a
ser significativa para la sociología, ya que encierra en sí misma una de las
paradojas que caracterizan a la sociedad occidental contemporánea ...

Las voces de otros investigadores –como hemos visto- (15) son introducidas
también a través de citas.

(45) En otros estudios se diferenciaban aquellos casos en que se


presentaban factores debilitantes de los que morían únicamente por acción
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 34
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
del depredador. Sin embargo, desde que Henne (1975) encontró que la
proporción de animales debilitados es la misma ente los corderos vivos y los
muertos por depredadores, la importancia de los factores debilitantes como
predisponentes a la depredación está en duda.

También en el texto (42) puede observarse que ha disminuido el grado de


objetividad del discurso: la valoración del tema de estudio y el uso de la primera
persona, además de la indicación de la presencia de una opinión (cf. subrayados)
constituyen expresiones de la subjetividad del emisor, de las cuales nos ocuparemos
más adelante9.
Veamos ahora un ejemplo (46) en el que la cita de otro artículo se utiliza como
argumento para la interpretación de los resultados:

(46) En el ensayo de Moran, los Hereford consumieron siempre más


que los ¾ Brahman, aunque hubo diferencias significativas en consumo
(g*(kg0.75*día)-1) solamente en primavera (octubre). Pese a haber hallado
diferencias importantes en la ganancia de peso entre y dentro de períodos
(170g*día-1 como máximo), no fueron significativas. Este resultado fue
atribuido al bajo número de animales por tratamiento (4 animales /
tratamiento).
En el presente ensayo también se registró mayor consumo de los
británicos: los AA [Aberdeen Angus] consumieron un 15,6% más que los
F1BA [F1Brangus] en promedio de los tres PE [períodos] (p<0,05). En
cambio, difirieron significativamente las medias de I [invierno] entre GG
[grupos genéticos] y la media de este PER [períodos] con la de FP [fines de
primavera] (Cuadro Nº6).
[...]
Si bien puede pensarse, por lo dicho anteriormente, que las
condiciones climáticas tuvieron efecto sobre el CDMO [consumo diario] y el
ADPV [aumento diario de peso], no explican por sí solas las diferencias en
estas variables ente AA y F1BA para I. Estas diferencias podrían ser
atribuidas al efecto confundido de las condiciones climáticas que influyeron
sobre los animales y sobre la pastura, a las condiciones de la pastura y a la
diferente reacción de los GG al estrés metodológico agravado por la
diferencia de peso inicial.

En el fragmento citado (46), el uso del potencial (subrayado) en el último


párrafo puede deberse al cuidado que el emisor tiene al hacer afirmaciones que pueden
ser rechazadas por los prejuicios y/o presupuestos del destinatario. Esta sentencia
funciona aquí como una conclusión provisional que se transforma en tesis: a
continuación, el autor del trabajo se aboca a demostrarla. De esta manera se va
desarrollando una argumentación evidentemente compleja.
Es importante tener en cuenta para la construcción de estas secuencias el uso
adecuado de los conectores lógicos (Cuadro Nº2) para expresar las relaciones entre las
ideas planteadas (cursiva negrita en los ejemplos). Predominarán los de causa y efecto,
contraste, condición, concesión. Les seguirán a estos los de ampliación, incremento,
igualdad de valor.
En los textos científicos se argumenta para justificar la necesidad de un estudio,
la importancia de un tema, la elección de un enfoque (47), las tomas de decisiones

9
Cf. apartado 3.5. “Grados de objetividad en el discurso”.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 35
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
durante una investigación, o en la discusión de la información para arribar a las
conclusiones.

(47) En las últimas décadas, en bovinos para carne, la tendencia


selectiva ha favorecido a los animales de mayor tamaño y tasa de
crecimiento. La hipótesis subyacente para alentar esta tendencia de selección
ha sido la suposición de que los animales con mayor producción individual
son también más productivos por unidad de superficie. Esta mayor
productividad por unidad de superficie estaría asociada a una mayor
eficiencia biológica de conversión alimentaria. Sin embargo, no parece
existir suficiente sustento teórico para esta hipótesis ya que los trabajos de
Brody (1945) como los de Taylor (1971) y los de Webster (1989), entre
otros, resultan concluyentes en cuanto a que la eficiencia biológica no está
asociada al tamaño.
Por otra parte, tampoco ha podido verificarse en la práctica aquella
hipótesis sobre la mayor productividad de los animales de mayor tasa de
crecimiento, ya que cuando la ganancia de peso se ajusta por el consumo,
estimado por medio del tamaño metabólico, los animales más pequeños y de
menor tasa de crecimiento parecen superar a los de mayor tasa de
crecimiento y mayor tamaño en kilos producidos por hectárea ocupada
(Molinuevo, 1997).
Dentro de esta línea de pensamiento que busca determinar la relación
existente entre tasa de crecimiento y productividad, hemos estudiado la
producción por hectárea en función de aquella tasa y de la carga.

Como puede verse en el fragmento anterior la estructura de la argumentación no


siempre se presenta en el orden que mencionamos más arriba (hipótesis/demostración o
tesis/......). En este caso particular, se rechazan dos hipótesis mediante su contraste con
la información provista por las investigaciones citadas y luego se ubica el propio trabajo
“dentro de esta línea de pensamiento”. En el siguiente texto (48), la estructura seguida
parece ser la de antecedente/consecuente.

(48) En los sistemas extensivos o semi-extensivos, donde el principal


insumo es el forraje cosechado directamente por el animal, éste es sometido
a condiciones de alimentación irregular durante el año y está expuesto a la
influencia directa del clima. Estos dos factores han sido considerados por
otros autores como causas de estrés que modifican la curva de crecimiento
de los distintos biotipos. Consecuentemente, la producción animal resultante
estará en relación con los mecanismos adaptativos del animal para superar
los ciclos de escasez y con la eficiencia de producción para aprovechar los
períodos sin estrés.

En general, puede decirse que la estructura global de los textos científicos es


argumentativa. La intención de informar se une a la de persuadir a la comunidad
científica de la veracidad de las conclusiones y del interés de los nuevos conocimientos
que se aportan a la disciplina. Los argumentos que se utilizan son los datos (numéricos
o cualitativos) obtenidos en la investigación, los conocimientos aportados por otros
autores y los principios básicos reconocidos de cada disciplina10.

10
Cf. “La estructura IMRDyC” en el Capítulo 4.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 36
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Por último diremos que algunos textos científicos suelen incluir, generalmente al
final, sugerencias o recomendaciones. Estas secuencias se caracterizan por el uso de los
verbos en infinitivo o en futuro (ya sea simple, compuesto o a modo de frase verbal), así
como el uso del verbo modal “deber” (49).

(49) Estos nuevos conceptos diagnósticos van a conducir al


ortodoncista hacia una nueva forma de pensamiento:
- encontrar el cuadro de flexión inicial;
- poner en evidencia el elemento en discordancia;
- trabajar en una dimensión del espacio a la vez y, sabiendo la
necesidad de obtener el cuadro arquitectural concordante, buscar la
concordancia en relación con la dinámica de flexión de la sincondrosis
esfeno-occipital;
- en fin, encontrar la armonía cráneo-facial guiando la actividad de la
sincondrosis esfeno-occipital por el equilibrio cráneo-palatino.
De esta manera, para Claire, el ortodoncista debe poder asumir el
riesgo de agravar la promaxilia a fin de corregir el exceso vertical y
restablecer el equilibrio de base concordante con un cuadro de extensión. En
un segundo tiempo, corregirá la discrepancia sagital ántero-posterior
acelerando el proceso de flexión de la sincondrosis esfeno-occipital,
llevando la escama occipital inferior sobre CF4.

3.5. Grados de objetividad en el discurso


Hemos dicho ya que habrá diferencias en el estilo científico no sólo según el
contenido y la finalidad de cada texto o de cada parte de él sino también según la actitud
que el emisor asuma frente a lo que dice y la relación que establezca con el destinatario
de su mensaje.
En algunos momentos de los textos científicos, interesa especialmente que los
contenidos sean vistos como independientes del emisor, como representación fiel de una
realidad externa a él. Siguiendo la caracterización de Rosetti y Molina (1985),
llamaremos “discurso informativo de grado 0 (cero)” a aquél en el que la distancia entre
el emisor y el contenido del texto se exprese en grado máximo.
Dubois (citado por Maingueneau, 1989) señala que “no existen medios
privilegiados, palabras particulares para significar esta distancia”. Sin embargo, creemos
–como ya hemos dicho en el apartado anterior- que puede ser expresada mediante el
estilo impersonal. Decir esto significa, también, que el autor no establecerá sobre sus
afirmaciones juicio afectivo o de valor (modalidad afectiva) ni manifestará su posición
con respecto a la verdad, la falsedad, la probabilidad o la certidumbre de su enunciado
(modalidad lógica).
En el grado 0 (cero), la tensión sobre el receptor -búsqueda de su adhesión a lo
dicho en el texto- aparece como mínima, puesto que no se lo conduce mediante
razonamientos (argumentaciones) hacia la aceptación de una tesis, no se le hacen
recomendaciones ni sugerencias. Para Bajtín (1952-53), “los estilos neutrales y
objetivos presuponen una especie de identificación entre el destinatario y el hablante, la
unidad de sus puntos de vista”. Esta homogeneidad refuerza, por cierto, la presentación
del contenido como “la verdad, la realidad” que se presenta claramente a los ojos de
ambos (50).
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 37
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

(50) Los animales fueron distribuidos en dos lotes: LOTE


CONTROL (ST) y LOTE TRATADO (LT), de 25 animales cada uno. El
lote ST estuvo integrado por animales que no recibieron tratamiento en los
últimos doce meses. Al lote ST se le aplicó aminoacetato de cobre a razón de
0,4 g totales cada 60 días durante los 240 días del ensayo.
El lote ST estuvo sobre una pastura cuya composición botánica fue
la siguiente: Agropiro (Agropiro elongatum), cebadilla (Bromus
unioloides) trébol blanco (Trifolium repens), trébol carretilla (Medicago
sp.) festuca (Festuca arundinacea).
El lote ST estuvo en potreros con bajos inundables con predominio
de pelo de chancho (Dactilys sp.), Agrostis sp., gramón (Cynodon
dactylon), Paspalum sp.
El agua de bebida fue extraída de molinos para ambos lotes. Para el
lote ST hubo cursos de agua naturales que también fueron analizados.
A partir de los 150 días de gestación se obtuvieron mensualmente
muestras de suero y sangre entera de todas las vacas, muestras de pastura y
de agua.
A los 210 días de gestación se practicaron biopsias hepáticas a cinco
animales de cada lote elegidos al azar. A los 240 días se realizó una segunda
biopsia hepática a los mismos animales.
En sangre entera se determinaron los valores de hematocrito,
proteínas totales y hemoglobina. La concentración de Cu sérico se determinó
mediante el método de la ceruloplasmina oxidasa (Bingley y Ruksan, 1974);
calcio y magnesio por espectrofotometría de absorción atómica; fósforo por
técnicas colorimétricas. […]

Si bien las características mencionadas dan al texto apariencia de objetividad,


conforman una firme aseveración del contenido si se considera que, al no modalizar el
discurso, los dichos parecen corresponderse completamente con la realidad. La
objetividad, entonces, se convierte en una ficción. Swales (1990) habla de la “apariencia
de inocente simplicidad” del uso del impersonal en el estilo científico, que resulta ser
complejo y difícil de ser completamente comprendido. Afirma que los fenómenos sólo
adquieren apariencia de hechos mediante consenso, y que éste no se puede obtener sin
la persuasión de la retórica. El arte consiste, para él, en “engañar” al lector haciéndolo
pensar que no hay retórica, que el texto se ha escrito efectivamente en grado 0 y que los
hechos están realmente hablando por sí mismos. La primera prueba de ello es el uso de
la medida estadística (51), que se constituye en argumento para sostener lo afirmado o
en medida de la certidumbre del investigador para su aserción.

(51) Los resultados de los raspajes seriados de la mucosa intestinal


se exponen en los Cuadros 1 y 2. En el Cuadro 3 se visualizan los
correspondientes a los exámenes coproparasitológios. En el Cuadro 4 se
consignan los valores productivos de los lotes monitoreados, en relación con
los casos de coccidiosis detectados.
La proporción de coccidiosis subclínicas y clínicas grado 1
(coccidiosis leves) fue mayor que las otras presentaciones en conjunto. No
obstante, la coccidiosis subclínica fue la más frecuente, seguida por los casos
clínicamente evidentes y los negativos (Test de comparación de dos
proporciones: p = 0,5 con un nivel de error <0,01).
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 38
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
La coccidiosis duodenal resultó ser la de mayor frecuencia de
presentación. En todos los casos en que hubo coccidiosis de yeyuno, ésta se
vio asociada a la de duodeno.

Veamos otro ejemplo. En el texto siguiente (52), por ejemplo, la última oración
tiene como finalidad llamar la atención del receptor sobre el valor del trabajo de
investigación a causa del inusual tamaño de la muestra (1890 registros). Tiene, por lo
tanto, valor persuasivo oculto bajo la apariencia de grado 0.

(52) Las evaluaciones se realizaron con sonda de neutrones, para


cada subparcela cada 10 cm hasta el metro de profundidad. Los datos se
tomaron cada 45 días aproximadamente. Se analizaron 270 datos de
humedad por cada mes evaluado, lo que suma 1890 registros de humedad
para los distintos tratamientos durante 1994. […]

Las intenciones comunicativas (actos de habla) que se corresponden con el grado


0 del discurso informativo son afirmar, enunciar, sostener, enumerar, presentar,
exponer y otras similares.
En otros pasajes del texto, el emisor presentará además su posición frente a los
hechos enunciados (53), afirmándolos o negándolos rotundamente o dándolos como
dudosos o probables, a través de los llamados modalizadores lógicos (Cuadro Nº3).

(53) El porcentaje de muertes [de corderos] provocadas por


depredadores creció respecto de los años anteriores. Este crecimiento puede
deberse a dos factores: a) una disminución relativa de casos con diagnóstico
de “factor climático inanición” y b) a la observación de cadáveres muy
mutilados, otrora descartados, asumiendo que el efecto de los depredadores
es mayor en estos casos.
[...]
Otro factor de mortalidad de importancia para esta categoría fue la
inanición. Aparentemente, las rupturas del lazo madre-cordero, que
determinan las muertes por inanición, ocurren también, aunque en menor
medida que en la etapa perinatal, después de la semana de edad.

Otro modo de disminuir el grado de certeza con que se presentan los hechos es el
uso del modo potencial, que suele encontrarse en la formulación de las conclusiones.
Este uso obedece a la pretensión de modestia y al temor de darles un valor definitivo,
cuando –a decir verdad- en ciencia todas las afirmaciones son provisorias.
El modo potencial no presenta los hechos como reales; se utiliza habitualmente
en el período hipotético de las construcciones condicionales (62), de manera que
presenta un hecho que sólo puede tener lugar en el caso de cumplirse una condición:

(62) “Si lo supiera, te lo diría”

También en los textos periodísticos, el potencial expresa posibilidad en el


futuro, y es usado cuando no se tiene la certeza de que un hecho vaya a ocurrir
efectivamente (63).

(63) Se votaría esta noche en el Congreso la Ley de Flexibilización


Laboral.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 39
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
El uso de este modo en el artículo científico da la sensación de que el
investigador no tiene seguridad ni en los resultados ni en el proceso de su propio
trabajo, ni –quizá- siquiera en su propio razonamiento. El modo indicativo permite
hacer afirmaciones lisas y llanas, que expresen claramente el pensamiento del emisor,
sus observaciones, sus conclusiones, la validez de sus resultados. Por supuesto, el
emisor tendrá que restringir esa validez según los límites que cada disciplina establezca:
en las biológicas, quizá esté dada para las condiciones del ensayo, lo que permitirá
luego hacer generalizaciones; en las sociales, a la población estudiada, etc. Las
restricciones podrán expresarse mediante el uso de otros operadores lógicos (Cuadro
Nº3), que determinen la posición del emisor ante la certeza de los hechos que presente.
El emisor necesitará también conducir al lector a la interpretación de los hechos;
o dar opiniones y hacer predicciones. Usará, entonces, la argumentación, que –como ya
hemos dicho11- consiste en presentar pruebas ante otro para defender una afirmación
propia. Ya no estaremos, entonces, frente a un discurso informativo de grado 0: la
distancia entre el contenido y el emisor se habrá reducido, puesto que la posición de éste
habrá quedado expresada (42); la fuerza o tensión ejercida sobre el destinatario será
mayor, dado que se lo habrá conducido en el razonamiento mediante argumentaciones,
se habrá discutido con él (43, 44) y con otros textos escritos anteriormente (45, 46).
A través de este grado de discurso informativo (grado 1) el autor podrá deducir,
inferir, predecir, justificar, demostrar, relacionar, argumentar, generalizar.
También en el fragmento que sigue (54), el emisor presenta la intención de
justificar un estudio. Por un lado, expone con claridad su valoración de la discusión
planteada (cursiva negrita); por otro, invoca las posiciones de las diferentes tendencias
de análisis, es decir, introduce las expresiones de otros miembros de la comunidad
científica a la que pertenece, a la vez su destinatario.

(54) El objetivo de este trabajo es explorar algunos de los debates


sobre los orígenes del fascismo, en particular aquéllos vinculados a la teoría
de la modernización, el análisis marxista-estructuralista y las tesis de los
“excepcionalismos” nacionales. Vale la pena volver sobre este debate, ya
que constituye el último capítulo en la historiografía sobre los orígenes del
fascismo. A partir de los ochenta, y como ha sucedido en grados diferentes
en todas las ciencias sociales, las interpretaciones totalizadoras sobre las
raíces históricas de la utraderecha fueron reemplazadas por una
fragmentación temático-analítica en la cual la pregunta sobre las causas del
fenómeno es abandonada en favor del estudio de las prácticas fascistas y su
impacto sobre las diversas categorías de la población. A esta marginalización
relativa de la cuestión sobre los orígenes contribuyeron en gran medida un
conjunto de controversias que desplazaron, una vez más, el eje de discusión
(tanto más cuanto que ello estaba vinculado a la cuestión de la memoria y el
olvido): nos referimos a la disputa en torno a la “historización” del
nacionalsocialismo.

En los fragmentos (42) y (54) hemos señalado la presencia de palabras que


expresan valoración apreciativa de los hechos (Cuadro Nº3: modalizadores
apreciativos). Estos modalizadores son de tipo afectivo y aumentan el grado de
compromiso entre el emisor y el contenido, eliminan la distancia entre ambos, dándole
al texto mayor grado de subjetividad. Tomemos como ejemplo un texto también de las
ciencias sociales (55), que además fue presentado como conferencia (“charla”, al decir
11
Cf. apartado 3.4. “Tramas...”
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 40
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
de su autor en el mismo texto) en las Jornadas de Historia Social de la Pobreza en
Europa Central (1995). La valoración afectiva se suma al uso predominante de la
primera persona12:

(55) No puedo olvidarme de la primera vez que leí la historia de la


vida de Marie-la Misere, una madre que dependía del bienestar social en
Québec. Una de mis estudiantes (yo enseñaba en la Université Laval en
otoño de 1983) había seguido la historia según mis instrucciones. Tenía más
de cien hojas y estaba compuesta por transcripciones de muchas entrevistas.
Por desgracia, me es imposible recordar el nombre de la estudiante, pero la
historia es inolvidable.

Luego de esta breve introducción se sigue el relato de la historia de Marie y su


familia, que el autor utiliza para presentar las historias de casos de familias como
método para la investigación de la pobreza. Cuando se interna en la cuestión
metodológica (56), disminuye el uso de la primera persona y aumenta el de la tercera, el
emisor toma mayor distancia de sus propios dichos para que el texto se vuelva más
objetivo, pese a que la secuencia sea argumentativa:

(56) No se puede describir a una o varias familias en términos de


individualismo metodológico o elección racional. Esas metateorías no
funcionan porque dentro de las familias lo que hace que la gente haga las
cosas que hace no es el interés sino una lógica completamente diferente: la
lógica descrita por Marcel Mauss en su famoso “Essai sur le don” (Ensayo
sobe el regalo).
[...]
Por lo tanto, un método como las historias de casos de familias,
enfocado hacia las trayectorias que llevan a la pobreza y la reproducción de
la pobreza a través de la transmisión intergeneracional de desventajas y
situaciones desventajosas, necesita interesarse en los procesos que están en
la base de tales fenómenos así también como en las situaciones locales
específicas.

En las ciencias experimentales no está bien visto el uso de los modalizadores


apreciativos o afectivos.
Tal vez resulte obvio aclarar que estos diferentes grados de objetividad del
discurso informativo aparecerán alternativamente en diferentes momentos de los textos
científicos. Tomaremos para distinguirlos la denominación de Rosetti-Molina (1985),
“grado 0”, para la mayor objetividad; la de Lacau-Rosetti (1982) “grado 1” para el que
incluye argumentaciones y operadores lógicos y “grado 2” para el que acepta la primera
persona del singular y los operadores afectivos. En el artículo científico, como veremos
más adelante, cada sección se caracteriza por preferir alguno de ellos.

12
Cf. más adelante la relación que existe entre el uso de la primera y la segunda persona y los textos
orales.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 41
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

3.6. Textos orales y textos escritos


La ciencia se difunde fundamentalmente por escrito, aunque, como hemos
dicho13, existen ocasiones en las que las comunicaciones se realizan "en presencia" de
un auditorio, y por lo tanto, en forma oral. Estos textos orales no son de ninguna manera
espontáneos, puesto que el grado de formalidad de la comunicación científica y el tipo
de contenido que tiene por objeto, obligan a la preparación cuidadosa de lo que va a
exponerse. La lengua escrita, el texto escrito, hace de soporte para ello. Por otra parte,
los investigadores escriben lo que van a decir en sus conferencias o ponencias, puesto
que deben presentarlo de antemano ante los organizadores del evento en el que van a
participar.
Es debido a estas condiciones de circulación que existen pocas diferencias entre
el estilo de los géneros científicos orales y los escritos. Objetividad, unidad y
coherencia, precisión y exactitud son comunes a unos y otros.
Sin embargo, los textos orales tienen características propias, que se ponen de
manifiesto en estos géneros especialmente cuando el investigador no lee sino "dice" su
ponencia o su conferencia. Veamos algunos de esos rasgos.
En las presentaciones orales, el emisor hace a veces referencias al contexto de
emisión e incluso al propio texto (57); o apelaciones al público mediante la aparición de
la segunda persona, junto con la presencia de la primera del plural o del singular (58). A
veces, el emisor también caracteriza de alguna manera a su receptor (59).

(57) Afortunadamente, los congresos científicos y los congresos


políticos nada tienen en común. […]. Algo por el estilo parece haber sido la
tarea principal de nuestro congreso, y, desde este punto de vista, su labor ha
sido un éxito completo. ¿Acaso no hemos aprendido a ajustar nuestros
códigos, a explicar o incluso a evitar ciertos términos con el fin de salvar
malentendidos ante personas acostumbradas a otra jerga particular? Estos
puntos, creo, están más claros hoy que tres días atrás, si no para todos, para
la mayoría de los participantes en este congreso.
Se me ha pedido que hable sucintamente de poética y de su relación
con la lingüística. […].

(58) A pesar de, o mejor dicho, gracias precisamente a esa


elasticidad, el concepto [“Fin de siècle”] inició a partir de 1890 su marcha
triunfal por Europa. En Inglaterra, por lo pronto, le salió al encuentro una
extendida francofilia, al igual que en Francia se daba simultáneamente una
extendida anglofilia (¿acaso no fue el dandy una producción común de
ingleses y franceses?). Todos ustedes conocen probablemente el pasaje en
cuestión del Dorian Gray, pero permítanme que lo cite una vez más: “Fin de
siècle, murmured sir Henry. […]”.

(59) Mi intención no es desilusionarlos -aunque parezca


precisamente lo contrario-, sino que ya que Uds. se están iniciando en el
tema quiero aprovechar la oportunidad para hacerles un llamado de atención
sobre los aspectos imprescindibles al tener en cuenta esta producción como
alternativa.

13
Cf. Capítulo 2.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 42
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Como los textos didácticos, el discurso oral suele emplear preguntas retóricas
(57, 58). En (60), éstas aparecen junto a expresiones de tipo coloquial (subrayada en el
fragmento citado).

(60) Ahora bien, ¿se refiere realmente el misterioso Hofmannsthal


con ese “santo y seña” a la expresión“Fin de siècle”? ¿O más bien a
“decadencia”? ¿O quizá a “simbolismo”? Ahí queda mi hipótesis, pero no
me atrevo a poner por ella la mano en el fuego.

En algunos casos (61), el emisor no sólo presenta la intención de su exposición


sino que anuncia sus partes y el orden que va a seguir, de manera de lograr mantener la
atención del oyente.

(61) Después de esta larga introducción, cuyo objeto es poner a


todos en tema, déjenme decirles de qué se trata la charla de hoy. Quisiera
destacar lo que puede extraerse de esta historia de caso de familia y de
cualquier otra en el campo metodológico. Voy a esquematizar brevemente
algunas formas de combinación de varios métodos en el análisis del tema de
la pobreza, usando como modelo el trabajo de un joven estudioso finlandés.
Finalmente, quisiera convencerlos de que si queremos entender los lazos que
unen los microfenómenos con los macrofenómenos, necesitamos desarrollar
una concepción teórica de la gente como producto y también auto-producto
de sus condiciones materiales y culturales de vida. Esos tres puntos pueden
parecer inconexos a primera vista, porque no tengo espacio ni tiempo para
explicitar aquí los lazos que los unen. En este punto, voy a pedirles que
confíen en mí.

En ocasiones, los emisores eligen acompañar la exposición oral (ya sea una
conferencia o una ponencia) con recursos gráficos, como la proyección de
transparencias o diapositivas con cuadros, figuras, gráficos, mapas o fotografías,
infografías o esquemas. Es conveniente que sean de fácil y rápida lectura, de manera
que el orador no necesite leerlas, lo que significaría cometer una falta de respeto al
público (Day, 1990). Útiles recomendaciones para la elaboración de diapositivas y
transparencias pueden encontrarse en Ebel, Bliefert y Russey (1987).
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 43
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Parte II:

El artículo científico
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 44
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4. El artículo científico

4.1. Definición
Hemos definido el artículo científico como el tipo de texto escrito, publicado en
revistas especializadas o en anales de congresos, que expone en forma completa un
trabajo de investigación realizado mediante la aplicación del método científico según la
modalidad de cada disciplina de la ciencia. Tiene como finalidad contribuir al progreso
de los saberes relativos a un tema de interés disciplinar y permite que un investigador
haga uso de la información obtenida por otro en la construcción de nuevos
conocimientos. Además, su contenido puede ser utilizado por profesores y estudiantes
en la tarea de difundir o adquirir conocimientos científicos, y por los técnicos y
profesionales no investigadores, a la hora de solucionar problemas de orden práctico.
La publicación en revistas especializadas supone que el texto ha pasado por el
arbitraje de un comité de publicaciones. A éste le compete juzgar el procedimiento
seguido para la investigación y el proceso intelectual que le permitiera al autor arribar a
las conclusiones presentadas: lo que los comités evalúan, en realidad, es el “rigor
científico” del trabajo. En otras palabras, revisan la relación existente entre los objetivos
propuestos, los resultados obtenidos y las conclusiones, de modo de verificar que estas
últimas resulten objetivas y confiables (Figura Nº2). Lamentablemente, pocos son los
casos en que estos comités disponen de correctores de estilo especializados, lo que hace
que -a veces- textos valiosos desde el punto de vista metodológico resulten confusos y
ambiguos debido a una redacción defectuosa.
En cuanto a su estructura, en general se espera que el artículo científico esté
organizado de tal manera que ponga de manifiesto el procedimiento por el cual se
accedió al conocimiento expresado en las conclusiones. Que el autor señale por qué y
para qué se realizó el estudio en cuestión, cómo se desarrolló la investigación y cuál es
el aporte concreto que permite ofrecer, además de indicar cómo se relaciona con otros
estudios hechos en el mismo campo.

4.2. Estructura lógica del artículo científico

4.2.1. La estructura: un molde convencional


Antes de exponer la estructura propia del artículo, es conveniente definir este
concepto. Llamamos estructura global de un texto al esquema convencional que
determina el orden global de sus partes (Van Dijk, 1983). El respeto por estas
convenciones formales –lo hemos dicho ya- aumenta la claridad de un texto y lo vuelve
fácilmente comprensible. Si el lector conoce la estructura característica de un género,
sabrá qué tipo de contenido y de estilo puede encontrar en cada parte y estará en
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 45
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condiciones de reconocer con mayor facilidad las relaciones entre ellas porque sabrá
que existen y cuáles son.
Pero para el artículo científico los acuerdos resultan, en muchos casos, tácitos. Si
bien las reglas para estructurarlo han sido formuladas por otros autores (Mac Lean, 1985
y 1987; Samper, 1987; Day, 1990)14, no han sido -al menos en nuestro medio-
difundidas satisfactoriamente. Los investigadores redactan sobre la base de modelos
reales extraídos de la revista donde pretenden publicar, que no siempre resultan modelos
adecuados; o siguiendo las instrucciones de colegas más experimentados en la tarea de
escribir, quienes también han hecho su experiencia sin la guía necesaria.
Como consecuencia, si el joven investigador -y a veces no solamente el joven-
logra resolver el problema de la elección del género adecuado, es muy probable que
desconozca cuál es el modo de organizar los contenidos. Se producen entonces
confusiones y contradicciones, aparecen en los textos numerosos errores lógicos y
repeticiones innecesarias. De ahí que, en muchos casos, resulten poco claros y
demanden más de una lectura para su comprensión.
Esto significa un verdadero estorbo para la comunicación científica, puesto que
el tiempo con que se cuenta es escaso y los materiales de lectura, abundantes. Los textos
difíciles de leer suelen ser desechados por los investigadores, según muchos de los
testimonios que hemos recogido. Esto sin contar con que, si algún investigador insiste
en la lectura, interpretará el contenido de acuerdo con sus conocimientos previos sobre
el tema, sus propios esquemas y expectativas, de modo que puede alejarse
completamente de la intención significativa del emisor, con la gravedad que este hecho
puede tener en este tipo particular de comunicación.
Es nuestro propósito aquí describir lo más detalladamente posible la estructura
global del artículo científico, en el convencimiento de que difundir estas convenciones y
afianzarlas permitirá mejorar la comunicación científica en nuestro medio. Al menos,
resolverá -esperamos- uno de los problemas con que se encuentran los investigadores
que por primera vez deben informar acerca de los resultados de su trabajo.

4.2.2. La estructura IMRDyC


En su libro sobre la redacción de trabajos científicos, Robert Day (1990) hace
una interesante síntesis de la historia de la estructura llamada IMRYD (Introducción,
Métodos, Resultados y Discusión) y subraya que la uniformidad de los artículos
científicos de las ciencias básicas ha aumentado desde que el American National
Standards Institute la estableciera como norma en 1972 y luego en 1979. Tanto Day
como otros autores (Charriol, 1981; Trelease y Jules, 1937) señalan que esta estructura
es también la mejor elección para exponer las investigaciones en otras ciencias,
incluidas las humanísticas.
John M. Swales (1990) sostiene por su parte -sin hacer recomendaciones- que
hay características que se repiten suficientemente en los artículos científicos de un
extenso rango de disciplinas como para considerar la existencia de un “macrogénero”
(Widdowson, 1983 citado por Swales, 1990). De todos modos –señala-, los artículos
varían de una disciplina a la otra en grados de estandarización y de estilo: las ciencias
conocidas como “duras”, “exactas” o “físicas” siguen un modelo más rígido, mientras
14
Estos trabajos nos ofrecieron parte de la base teórica para la descripción de la estructura del artículo
científico que aquí hacemos.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 46
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

que en las ciencias sociales existen grupos que han intentado adaptarse a ese modelo
con diferentes grados de éxito, mientras que otros se resisten a establecer reglas fijas
para sus textos.
Ya volveremos sobre esto más adelante, pero en principio creemos que resulta
útil establecer una serie de convenciones que faciliten la comunicación de contenido
científico y que satisfagan la necesidad de confiabilidad de los artículos15. Esto no
significa de ninguna manera que el investigador deba subordinar el contenido que desea
comunicar a la estructura, sino que ésta es un recurso para ordenar la información y
orientar la lectura.
La estructura IMRYD, a la que consideramos imprescindible agregar un
capítulo aparte para las conclusiones (C) –de donde surge la denominación IMRDyC-,
permite expresar, representar el trabajo de investigación. En términos de Swales (1990),
“reconstruye” los pasos seguidos (Figura Nº3). En efecto, el investigador describirá el
problema o fenómeno que lo llevó a formularse preguntas en relación con sus
conocimientos sobre el tema; comunicará los aportes hechos por otros autores a su
resolución y planteará los objetivos que se propuso al realizar el trabajo de investigación
(I). Consignará luego todos los elementos utilizados, describirá los procedimientos
seguidos, la metodología y las técnicas aplicadas (M); dará cuenta de los resultados
obtenidos (R); expondrá su análisis y su relación con lo hallado por otros autores, las
inferencias y deducciones lógicas pertinentes, así como también se adelantará a todas
las objeciones que crea pueden hacerse a sus afirmaciones de manera de neutralizarlas
(D). Finalmente, expondrá las conclusiones (C), que resultarán la respuesta a los
objetivos propuestos. Éstas deberán estar sustentadas por los resultados y confirmarán o
rechazarán las hipótesis formuladas.
La redacción del artículo debe permitir al investigador exponer todo el proceso
de investigación -de tal manera que si alguien lo desea pueda reproducirlo- y explicar de
qué manera los resultados obtenidos en la investigación permitieron arribar a las
conclusiones formuladas. Este desarrollo permite al lector juzgar el rigor científico de la
investigación, el ajuste entre los pasos seguidos, la legitimidad de las conclusiones
(Figura Nº2).
Si bien este esquema global puede ser considerado muy rígido (Ciapuscio,
1991), satisface la voluntad de la UNESCO (1968) de lograr textos homogéneos para
comunicar ciencia, a la vez que facilita tanto la redacción como la lectura. Además,
como se verá en adelante, es lo suficientemente flexible como para admitir que el autor
lo adapte a las exigencias del contenido que quiera transmitir. Éste tendrá características
determinadas por el tema de estudio, las particularidades de la disciplina, la complejidad
de la investigación realizada y la contundencia de los resultados obtenidos. No obstante,
cada investigador deberá tener en cuenta, al escribir, las normas establecidas por el
medio donde publicará su trabajo.

4.2.2.1. Título
El título del artículo científico es lo primero con que se topa el lector: según el
interés que despierte en él seleccionará el texto para la lectura o lo desechará. En efecto,
los investigadores hacen una primera selección de la bibliografía que van a utilizar a
través de la búsqueda de títulos que expresen el tema que les interesa. El redactor de un
15
Ver más adelante el concepto de “testigos”, en el capítulo referido a Materiales y Métodos.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 47
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

artículo científico, entonces, debe cuidar que el tema desarrollado en el texto esté
contenido en el título lo más exactamente posible.
Es cierto también que la brevedad y la precisión son dos cualidades apreciadas,
especialmente en los encabezados. Por lo tanto, conviene utilizar la menor cantidad de
palabras que sea posible. Como dice Samper (1987), se trata de buscar un término
medio entre el título Tesis y el siguiente: Fisiología ambiental con referencia especial a
los animales domésticos, influencia de la temperatura ambiental, 0 a 105 grados F,
sobre las temperaturas del pelo y de la piel y sobre la separación de la disipación del
calor entre el enfriamiento evaporativo y no evaporativo en el ganado Jersey y
Holstein. El mismo autor cita otro trabajo sobre un tema similar con el siguiente título,
que considera suficientemente explicativo: La productividad de las razas Jersey y
Holstein en un clima tropical húmedo y bajo régimen de estabulación completa.
Para lograr este equilibrio, es útil tener en cuenta que figuren en el título las
palabras-clave o palabras-temáticas, es decir, aquellas palabras o frases breves que
“subrayen el contenido significativo del trabajo” (Day, 1990). De este modo se logrará
no solamente un título adecuado, sino la fácil inclusión del texto en los índices
bibliográficos y, como consecuencia, la segura llegada a sus destinatarios.
Podríamos considerar, por ejemplo, un trabajo titulado Unidad Experimental de
Producción Agropecuaria Bordenave. Resultados de tres años. En verdad, es un título
poco descriptivo que no aporta los datos esenciales para orientar al lector acerca de su
contenido. Teniendo en cuenta los objetivos enunciados en ese trabajo y las palabras-
clave señaladas por el autor, proponemos algunos títulos alternativos:

 Sistema de producción ganadero-agrícola de cría vacuna con manejo intensivo


en la zona semiárida pampeana.

 Resultados físicos y económicos de un sistema de producción ganadero-


agrícola de cría vacuna con manejo intensivo en la zona semiárida pampeana.

 Integración de módulos tecnológicos en un sistema de producción ganadero-


agrícola con manejo intensivo en la zona semiárida pampeana.

Los títulos no deben contener abreviaturas, siglas ni fórmulas químicas y se debe


dar siempre el nombre científico de plantas, insectos, hongos, etc., aunque el nombre
vulgar sea de uso generalizado en varios países.
Muchos títulos de artículos científicos incluyen expresiones como “Un estudio
de...”, “Evaluación de...”, “Comparación entre...”, “Contribución al estudio de...”. Es
conveniente evitarlas pues alargan el título y desvían la atención de las palabras-clave.
Además, ¿no resulta obvio que en un trabajo científico se efectuarán estudios,
evaluaciones, comparaciones, etc. y que siempre resultarán una “contribución al
estudio” de algún tema?
Un artículo científico debe presentar en forma acabada y coherente un trabajo de
investigación completo. Sin embargo, es frecuente encontrar títulos y subtítulos que casi
siempre corresponden a lo que podría llamarse “entregas por partes”. Por ejemplo, en un
congreso de producción animal se publicaron dos resúmenes titulados así:

 SISTEMAS AGROPECUARIOS DE BAHÍA BLANCA. 1. Clasificación y


descripción mediante índices.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 48
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 SISTEMAS AGROPECUARIOS DE BAHÍA BLANCA. 2. Clasificación por


componentes principales y “Cluster Analysis”.

Los autores de ambos trabajos son los mismos y uno de los objetivos del
segundo incluye una comparación con los resultados de la primera parte, razones
suficientes para haber redactado un único texto. En este caso, el hecho de que ambos se
publiquen al mismo tiempo hace más difícil aceptar la división en partes.
Pero supongamos que el trabajo incluya muchas variables de análisis, diversos
pasos en la investigación o la comparación de varios métodos. Publicarlo en partes
puede provocar la necesidad de citar las primeras entregas para evitar repetir la
Introducción o los Materiales y Métodos o para relacionar los Resultados como en el
caso anterior. Esto puede ocasionar dificultades debido a que no siempre es fácil hallar
todas las partes de la serie (que a veces es verdaderamente extensa, de hasta 5 ó 7
partes) y el lector puede carecer de los elementos de juicio suficientes para utilizar la
información en forma adecuada. El objetivo perseguido por el autor -que su trabajo sea
un verdadero aporte y pueda ser utilizado por otros investigadores para la construcción
de nuevos conocimientos- queda sin cumplirse.
En estos casos, pues, cuando la complejidad del trabajo de investigación obliga a
la redacción de varios artículos, es necesario que el autor se plantee cada texto como
una unidad, y no como una parte de un texto mayor. Esto significa que en cada artículo
el lector disponga de la información suficiente para reconstruir el proceso seguido para
la investigación así como de los argumentos del emisor para sostener las conclusiones
derivadas de los resultados.
A continuación del título, se colocará el nombre de los autores del artículo,
ordenados según la responsabilidad que a cada uno le haya correspondido en el
desarrollo de la investigación. A pie de página se señalará la institución a la que cada
uno pertenece.

4.2.2.2. Resumen
Una vez que el lector ha seleccionado el artículo por el tema que desarrolla, es
muy frecuente que quiera informarse rápidamente acerca de los puntos más importantes
del contenido. El Resumen -colocado entre el Título y la Introducción- le ofrece la
esencia del artículo en forma muy breve: si evalúa la información como útil,
probablemente continúe con la lectura. Esto significa que será conveniente tener en
claro que esta sección tendrá también como finalidad atraer al lector, persuadirlo del
interés y la utilidad del estudio.
En las revistas de abstracts o en los anales de congresos o jornadas, el Resumen
suele aparecer como texto independiente16, con el fin de interesar al lector en la
búsqueda del texto completo. En consecuencia, debe bastarse a sí mismo, ser una unidad
de significación.
El Resumen tiene la misma estructura lógica que el artículo, aunque no lleva
subtítulos y carece de discusión. Tiene que poner en evidencia el rigor científico del
trabajo de investigación, por lo que expone brevemente los objetivos; la información
imprescindible acerca de los materiales y los métodos de investigación utilizados; las

16
En relación con la circulación de abstracts y resúmenes, ver Capítulo 7.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 49
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

conclusiones que respondan a los objetivos, y una síntesis de los resultados, en valores
numéricos, que las sustenten. Todo en el orden lógico correspondiente (IMRC).
Una recomendación pertinente aquí es que el resumen no debe resultar un
collage de fragmentos del texto original, sino una reelaboración de lo que éste propone
globalmente; el resumen significa una globalización (condensación de la información en
unidades menores) y una conceptualización de la red de contenidos del texto base (no
recorte sino integración) (Inza, López Casanova y Peralta, 1997a y 1997b).
La extensión admitida en general es de entre 200 y 300 palabras en un solo
párrafo, así que la discusión se reservará para el trabajo completo. En algunos casos,
será necesario introducir al comienzo una breve presentación del problema que haya
dado origen al estudio y una brevísima justificación.
Algunas asociaciones exigen la formulación de palabras-clave al final de esta
sección del artículo. Cumplir con este requisito es importante -aun en los casos en que
no sea expresamente pedido-, ya que facilita la clasificación del texto para los índices
bibliográficos. Así, el artículo será clasificado según el criterio de su autor y no según la
interpretación que de él haga el bibliotecario, que, como la de cualquier otro lector,
estará condicionada a su conocimiento de mundo y del tema.
Suele recomendarse que no se incluyan citas bibliográficas en el Resumen. Éstas
se reservan para el cuerpo del texto, según expondremos más adelante. Tampoco los
cuadros y figuras para organizar los resultados tienen lugar en esta sección y en general
las revistas no los aceptan. Sin embargo, últimamente algunas han decidido admitir la
presentación de uno solo. Creemos que esta decisión puede haber tenido origen en el
hecho de que en muchas oportunidades se ha publicado el resumen de un trabajo pero
nunca el texto completo. Consideramos inconveniente esta situación porque éste no
contiene toda la información necesaria para juzgar la validez de un trabajo ni para que
otro investigador siga la línea de investigación en forma adecuada, con todos los
elementos para tomar decisiones.
Este último punto tiene relación con una costumbre que se ha arraigado en el
medio científico y técnico, que no favorece la comunicación científica y que niega la
condición esencial del resumen: el hecho de que es un texto que da cuenta del contenido
de otro más extenso. Debido a la urgencia de publicar y al escaso tiempo que los
investigadores dedican a la redacción -además de las dificultades que ya hemos
mencionado-, muchos escriben el resumen unos días antes del cierre de recepción de
trabajos para los congresos, sin haber escrito el artículo completo. Más aún: si el
resumen es aceptado, puede ocurrir que nunca se redacte el resto, al menos en las
ocasiones en las que no se solicita el trabajo completo.
Puede suceder también (de hecho ha sucedido) que, al disponerse a redactar el
texto completo, el autor descubra que ha omitido incluir en el resumen información
imprescindible para dar validez a las conclusiones. O que -enfrentado nuevamente a los
resultados- sienta la necesidad de hacer un análisis más profundo que lo lleve a
modificar su posición frente a ellos. Y éstos son sólo algunos ejemplos de lo que puede
ocurrir.
¿Cómo proceder, entonces, si el resumen ya ha visto la luz? ¿Hacer en el artículo
las modificaciones pertinentes, de modo que el resumen resulte contradictorio con el
texto? ¿Publicar el texto completo bajo otro título? ¿No publicar el artículo completo?
Cualquiera sea la decisión, ninguna será completamente satisfactoria, y el autor verá
frustrado su intento de comunicar eficazmente los resultados de su investigación.
Es por ello que resulta de fundamental importancia tener en cuenta que el
resumen de un artículo científico debe ser redactado si y sólo si el texto completo ya se
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 50
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

hubiera escrito. Ambos en poder de su autor pueden ser modificados hasta resultar
coherentes entre sí y expresar completa y claramente lo que se quiere decir.
En síntesis, el resumen se escribirá como texto independiente, y por lo tanto, se
procurará que resulte “autoexplicativo” (Bobenrieth y Ribbi-Jaffé, 1991). Mantendrá la
estructura lógica del artículo científico -excepto la discusión- en un solo párrafo que no
supere las 300 palabras. Sobre el final deben figurar las palabras-clave y no deben ser
incluidos cuadros, figuras ni citas bibliográficas. Es recomendable que el autor constate
que este texto, aunque breve y sin capacidad para sustituir el texto completo, permita
juzgar el rigor científico del trabajo y dar validez a las conclusiones.

4.2.2.3. Introducción
¿Por qué y para qué se llevó a cabo el estudio reconstruido en el artículo? ¿Cuál
es la importancia del problema abordado para el avance de la ciencia? ¿Qué otras
investigaciones han sido llevadas a cabo acerca del mismo tema y cómo se relacionan
con la investigación en cuestión? El lector hallará las respuestas a todas estas preguntas
en el capítulo llamado Introducción, que debería incluir, entonces, los siguientes
contenidos:
a) Definición del problema
b) Antecedentes
c) Justificación del estudio
d) Objetivos
e) Limitaciones y alcances del trabajo.

a) Definición del problema: El investigador inicia un estudio porque hay un


problema que despierta su interés. Se plantea interrogantes que no puede responder
puesto que no existe todavía un saber establecido al respecto (Sabino, 1989). ¿Cuál es
ese problema? En el momento de la redacción (y aun antes de iniciar la investigación)
debe definirlo con la mayor claridad posible, destacando no sólo su naturaleza sino su
importancia. ¿De qué se trata? ¿A qué o a quiénes afecta? ¿En qué grado? Definido el
problema general, es conveniente referirse al problema particular que se abordó en el
trabajo, que dio origen a la formulación de los objetivos.
Este punto es fundamental, puesto que el lector solamente continuará la lectura
del artículo si se interesa por el problema que se pretende resolver.

b) Antecedentes: Difícilmente en la actualidad exista un tema de estudio que no


haya sido ya abordado por otros investigadores en alguna parte del mundo. En
consecuencia, se presenta en la Introducción una revisión breve de las publicaciones
referidas al mismo problema de estudio.
Podríamos decir que esta presentación tiene como finalidad actualizar los
conocimientos del lector acerca de la cuestión. Sin embargo, creemos que,
fundamentalmente, el emisor se propone demostrar que no ignora el estado de avance de
la investigación en el tema y ubicar así sus afirmaciones en el contexto de producción
de la disciplina.
La presentación de antecedentes no podrá ser demasiado extensa, dado que
tampoco lo es el artículo científico completo. Para ello, el autor seleccionará las citas
pertinentes teniendo en cuenta su relación directa con el trabajo realizado: el enfoque
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 51
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

dado al análisis, el método utilizado, las condiciones en las que se efectuaron las
mediciones...
Si durante su trabajo el investigador encuentra que la revisión de bibliografía
merece ser dada a conocer en forma completa porque resultará de utilidad para otros
investigadores, considerará redactarla extensamente para publicarla por separado.
En las tesis, que si bien tienen la misma estructura lógica que el artículo
científico son de mayor extensión, el emisor puede expresar largamente el estado de la
cuestión. Y es conveniente que así sea, dado que este género tiene como finalidad la
acreditación de méritos de su autor como investigador. Es por ello que, en general, en
las tesis, la revisión bibliográfica aparece como un capítulo aparte, ubicada entre la
Introducción y Materiales y Métodos.
Los antecedentes llevarán a la justificación, puesto que la Introducción es una
argumentación destinada a establecer la necesidad del estudio y, por lo tanto, el valor de
dar a conocer sus resultados. El emisor pondrá en diálogo los trabajos de diferentes
autores sobre el mismo tema, entre los que encontrará posiblemente posiciones
contrapuestas, y establecerá la suya frente a ellos, expondrá sus propias hipótesis.
No hará esto de manera caprichosa, sino en el contexto de una disciplina. Ésta
será, entonces, una buena oportunidad para poner de manifiesto las teorías específicas y
generales que sirvieron al investigador como marco para el análisis. Llamamos a esto
marco teórico o conceptual, que según la definición de Sabino (1989), es “el conjunto
de ideas -generalmente ya conocidas en una disciplina- que permite organizar los datos
de la realidad para lograr que de ellos puedan desprenderse nuevos conocimientos”.

c) Justificación: Dados todo el marco de referencia y los antecedentes, el autor


debe expresar su propósito al añadir más información a la existente. ¿Por qué se llevó a
cabo esta investigación? ¿Cómo se ubica en relación con las demás? ¿Qué blancos
pretende llenar o qué correcciones intenta hacer a los aportes de otros autores? ¿Busca
acaso modificar las condiciones en que se produce un hecho ya estudiado para observar
si se repite de la misma manera? ¿Comprobar la exactitud de una teoría o reformularla?
¿Establecer si un hallazgo puede ser generalizado? En definititiva, deberá destacar de
qué manera el trabajo realizado permite aportar nuevos conocimientos al tema de
estudio.
J. Swales (1990), en su modelo para introducciones de artículos científicos,
llama a esta justificación “establecer un nicho”, lo que nosotros entendemos como
encontrar un espacio que ocupar en la cadena de la construcción de conocimiento
científico. Es necesario que el autor señale la existencia de otros textos sobre el mismo
asunto, pero también su carácter de insuficientes –posiblemente por razones diversas en
cada caso- para resolver el problema en cuestión. Es en este contexto donde cabe
consignar los objetivos del estudio realizado.

d) Objetivos: Al finalizar el tramo de la justificación, el emisor del artículo


tendrá que señalar en forma breve, precisa y destacada cuál es la información nueva que
pretende aportar al tratamiento del tema. Los objetivos de un trabajo de investigación
expresan una o unas pocas preguntas de investigación que serán respondidas en las
conclusiones del estudio sobre la base de los resultados obtenidos. Los objetivos deben,
por lo tanto, ser concretos y medibles.
A diferencia de ellos, existe la llamada “finalidad”, exigida para los informes de
investigación por algunas instituciones. Se denomina de esta manera el propósito más
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 52
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

amplio, para lograr el cual se requiere la respuesta a los objetivos propuestos para el
trabajo.
Suelen existir entre los investigadores dudas acerca de la diferencia entre
objetivos e hipótesis de un trabajo. En los trabajos de indagación de causas o
condicionamientos de determinados fenómenos, se formulan hipótesis. Éstas son una
respuesta anticipada a la pregunta de investigación, a los objetivos. En términos de
Sabino (1989), expresan lo que el investigador supone causa de los hechos que le
interesa explicar. El trabajo de investigación se llevará a cabo para responder a los
objetivos y verificar la verdad o falsedad de las hipótesis.

e) Limitaciones y alcances del trabajo: En general, las conclusiones de una


investigación no tienen validez universal. Por esta razón, corresponde al investigador
señalar en qué contexto o para qué condiciones son válidas sus afirmaciones, así como
también es conveniente destacar lo que no se haya podido demostrar.

Por lo demás, existe discusión entre los autores que estudian el artículo científico
con respecto a incluir otros puntos en la Introducción. Day (1990) recomienda indicar el
método utilizado y las razones de su elección en esta sección del trabajo; Samper
(1987), el tiempo y el lugar en que se desarrolló el experimento. Consideramos -junto
con Mac Lean (1975)- que si existe un capítulo destinado a los Materiales y Métodos
sería redundante ubicar la misma información en la Introducción.
Tanto Day (1990) como Trelease y Jules (1937) señalan conveniente adelantar el
resultado más importante de la investigación, “evitar el suspenso”. Sin embargo,
creemos que el Resumen ya adelanta toda la información relevante y, por lo tanto, no
hay suspenso que evitar.
En cambio, es conveniente aprovechar esta parte del artículo para definir los
términos técnicos menos conocidos y las abreviaturas y siglas que serán usados en
adelante, puesto que no serán los especialistas en el tema sus únicos lectores. Cabe
señalar que estas definiciones se integrarán al texto la primera vez que aparezcan en él
las palabras, abreviaturas o siglas en cuestión.

4.2.2.4. Materiales y Métodos


La sección Materiales y Métodos permitirá al lector entender el experimento o
estudio, interpretar sus resultados y determinar la validez de sus conclusiones. Para ello,
el autor deberá dar toda clase de detalles acerca de cómo se llevó a cabo: describir el
diseño de la investigación, explicar cómo se puso en práctica y toda otra información
que facilite su replicación completa, la reformulación del trabajo si fuera necesario y la
preparación de trabajos futuros (Ahman, 1987).
Entre los motivos que hemos señalado para que esta sección sea exhaustiva,
hemos mencionado el concepto de “replicación”. En los comienzos de la existencia del
artículo científico (Shapin, 1984 citado por Swales, 1990), el investigador Robert Boyle
planteaba la necesidad de que la comunidad tuviera la seguridad de que el experimento
en cuestión hubiera sido hecho. Necesitaba “testigos”, y de hecho, efectuó sus
experimentos frente a una audiencia que firmaba un acta. Más adelante, pensó que estos
testigos podrían multiplicarse si otros replicaban los experimentos; pero pronto se dio
cuenta de que las replicaciones fallan en muchas oportunidades. La presentación
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 53
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

detallada del modo como se haya llevado a cabo la experiencia o la investigación, y de


los elementos utilizados en ella, debería funcionar como un “testigo virtual” (Shapin),
de modo que permitiera al lector tener una imagen tan clara de lo realizado que no fuera
necesaria la replicación. Más allá de ello, la finalidad de la sección es mostrar la
seriedad del trabajo y volverlo confiable.
Es ésta una condición esencial para los trabajos de investigación, desde que se
conoce que ha habido casos de fraude de extrema gravedad, que han permitido sostener
“científicamente”, por ejemplo, teorías fuertemente discriminatorias que trajeron serias
consecuencias en la historia de la humanidad. Tal es el recordado caso de los estudios
de cociente intelectual en gemelos univitelinos de Cyril Burt (1883-1971), quien publicó
numerosos artículos en los que sostuvo que la inteligencia se transmite en forma
hereditaria. Sin embargo, sus conclusiones estaban basadas en datos falsos.
Es cierto que la extensión del artículo científico no permite incluir en forma
exhaustiva toda la información que garantice la honestidad de la investigación. Por
ejemplo, hubiera sido quizá imposible incluir todos los datos necesarios para verificar la
existencia de cada uno de los individuos que conformaban los 53 pares de mellizos
univitelinos que Burt estudiara, además de las pruebas de que hubieran sido criados en
ambientes diferentes. De todas maneras, estos datos, así como los resultados que no se
incorporaran al texto17, podrían ser incluidos en anexos, de manera que los comités de
evaluación de las revistas pudieran funcionar como “testigos” al revisar la información
y archivarla luego.
El investigador debe tener sumo cuidado, entonces, de reconstruir todo el
proceso de investigación con la mayor exactitud, sin dar nada por sobreentendido, y
asegurándose de que la comunidad científica pueda evaluar, a partir de la información
ofrecida, tanto los materiales utilizados como los métodos aplicados.

Entre los "materiales" deben consignarse:

 Lugar y tiempo del trabajo de investigación (sólo si influyen en los


resultados y/o las conclusiones).
 Toda condición que no pueda ser controlada y por lo tanto haya que
registrar durante el estudio porque tenga influencia en los resultados (Ej:
condiciones climáticas para los estudios de las ciencias agropecuarias;
condiciones institucionales para una investigación sobre salud mental en
relación con una determinada actividad laboral).
 La descripción de la población estudiada.

17
Ver más adelante, en Resultados.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 54
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 La descripción del objeto de estudio: las características que permitan


identificar exactamente el material utilizado y -cuando fuera necesario- los
criterios de selección seguidos. Cuando haya utilizado plantas,
microorganismos, animales, etc., debe dar el nombre científico, aunque el
vulgar sea conocido en muchos lugares del mundo.
 Todo otro material que el investigador haya usado para su trabajo (en
sentido amplio) en cantidades exactas, así como su procedencia o método
de preparación.

Entre los "métodos", se debe incluir todo lo relacionado con la preparación y


ejecución de la investigación:

 Diseño de la investigación.
 Forma en que se tomaron las muestras.
 Descripción y tamaño de las muestras; limitaciones que esto impone al
estudio.
 Definición de las variables.
 Tratamientos y formas de evaluación.
 Técnicas aplicadas para la medición de las variables investigadas (procesos
técnicos u otros).
 Instrumentos de medición (aparatos, cuestionarios, tests) y su validez.
 Estimación del grado de confiabilidad y validez de la medición.
 Métodos de análisis estadístico.

Una condición imprescindible en esta sección del artículo es la exactitud. Si se


calentó una muestra, se habrá hecho a una determinada temperatura medida en grados,
no “un poco”; nunca se habrá agitado “fuertemente” ni “mucho” ni “poco”; los períodos
deben tener duración exacta; todo debe poder ser realizado otra vez exactamente del
mismo modo.
Cuando las técnicas o métodos empleados hayan sido descriptos en detalle por
otros autores, se deberá ofrecer la cita bibliográfica correspondiente. El uso de dibujos o
fotografías puede ser útil para simplificar la descripción de un aparato o un diseño
experimental, o bien para apoyar la narración de un proceso.
Si el autor hubiera hecho aportes originales en cuanto a la metodología o
modificaciones importantes de las técnicas o equipos conocidos, deberá destacar esta
información dentro del capítulo. En algunos casos se justificará redactar una
comunicación para describir en detalle los aportes novedosos y publicarla como texto
independiente.
En investigaciones muy complejas, con alto número de variables, la aplicación
de diferentes métodos de medición, etc., es conveniente que el autor utilice subtítulos
para organizar la sección. En cuanto al orden de la exposición, el autor determinará el
que resulte más claro y facilite luego la comprensión de los resultados.
Ahman (1987), que describe la presentación de informes de investigaciones en
ciencias sociales, señala la importancia de explicar las facilidades y dificultades
surgidas en el trabajo a causa de la metodología aplicada, así como toda pérdida de
información. Esta última puede ser producida también por las condiciones en que se
desarrolló el trabajo o por situaciones no previstas. Consideramos que el lugar para
exponer estas restricciones es el capítulo de Materiales y Métodos, como condicionantes
para la interpretación de los resultados.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 55
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

La redacción de esta sección exige una detallada planificación, que no deje nada
librado al azar. Sucede a veces que quien redacta el texto está tan familiarizado con la
investigación que describe, que considera obvia información que el lector desconoce.
Puede ocurrirle entonces, como a aquel investigador que, en un trabajo sobre una
especie vegetal, ¡omitió nombrarla! Para evitar esto, es conveniente “ponerse en el lugar
del lector” y preguntarse cuál es la información que éste necesitará para comprender
exactamente el trabajo realizado.

4.2.2.5. Resultados
Para Samper (1987), esta sección es la médula del artículo, puesto que todas las
otras tienen por objeto facilitar su comprensión y su interpretación. Para nosotros, es el
punto de partida para el análisis y las especulaciones que aparecerán en la Discusión así
como el lugar para la información que dará respaldo a las Conclusiones, de modo de
poder confirmar o rechazar las hipótesis. Un artículo científico que finalice con la
consignación de los resultados de un experimento, como sucedía hasta 1930 (Bazerman,
1983 citado por Swales, 1990), no es actualmente considerado completo y resta valor al
trabajo del investigador. No obstante, aun hoy pueden encontrarse artículos con esta
característica. La interpretación de los resultados, la confrontación con los obtenidos en
otros estudios, la formulación de conclusiones son las tareas propias del científico, de
manera que no pueden faltar en el artículo, si se pretende que el trabajo esté concluido.
Antes de redactar el capítulo, los datos obtenidos deben ser cuidadosamente
analizados teniendo en cuenta los objetivos del trabajo, hasta que sugieran las
conclusiones. Sólo entonces se podrá hacer una selección de resultados pertinente, que
permita confirmar o rechazar las hipótesis. El autor debe ordenar la tarea de manera de
tener en cuenta todas las variables, sin omitir ninguna. Debe incluir en la publicación
solamente los datos que sean suficientes para justificar las conclusiones del artículo.
Si bien no es necesario presentar todos los datos registrados, no hay que dejarse
tentar rápidamente de eliminar los que se aparten de lo esperado o parezcan no afectar la
hipótesis. El investigador debe detenerse a buscar una explicación para ellos: muchas
veces suelen ser datos importantes que dan un giro a la investigación. En un caso
particular, donde se estudiaba un fenómeno en tres períodos diferentes, el primero arrojó
resultados que parecían deberse a problemas metodológicos. Cuando el investigador se
detuvo a analizarlos y confrontarlos con la bibliografía, pudo concluir que la respuesta
que se esperaba hallar era errónea. Si se tenían en cuenta los datos de los tres períodos
de ensayo se podía arribar a una conclusión que contradecía las expectativas
generalizadas al respecto: la hipótesis había sido rechazada por la experiencia realizada.
El aporte del trabajo fue novedoso y significativo para el estudio del tema en cuestión.
Los resultados deben ser presentados en forma ordenada y lógica, de manera que
sugieran la interpretación que se les dará en la Discusión. Paso a paso, deben responder
a todas las preguntas de investigación formuladas en los objetivos. Podrán organizarse
bajo subtítulos si fuera necesario, en particular cuando sean muchas las variables, se
hayan aplicado diferentes métodos de medición o de análisis, etc. Es conveniente para
ello tener en cuenta el subtitulado hecho en la sección Materiales y Métodos, de manera
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 56
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

de guardar coherencia con ella y facilitar así la relación lógica entre ambas partes del
artículo.
La exposición debe hacerse en forma objetiva, clara y precisa. Debe darse la
impresión de que el emisor sólo es un mero observador de hechos que se presentan ante
sus ojos, incluso en las investigaciones en ciencias sociales o humanas. Por el momento,
debe evitarse todo tipo de interpretación y cualquier tipo de comentario, que serán
reservados para la discusión. Para presentar los resultados de este modo, es útil el uso de
cuadros y gráficos (figuras), que deben llevar numeración arábiga consecutiva para ser
citados y una leyenda explicativa (epígrafe). Ambos recursos gráficos deben
complementarse con el texto, en el que se hará referencia a ellos antes de que aparezcan.
Se destacarán exclusivamente los datos que resulten de mayor interés para la posterior
derivación de las conclusiones.
Los cuadros permiten organizar los datos de manera de hacer rápidamente
visibles las relaciones entre ellos, los contrastes, las variaciones; los gráficos permiten
mostrar claramente las comparaciones y las tendencias (Bobenrieth y Ribbi-Jaffé,
1991). El uso de unos u otros, en cada caso, debe obedecer a una intención particular del
emisor. Sin embargo, éste debe cuidar mantener la objetividad y no despertar sospechas
de manipulación de la información.
Para la construcción de estos recursos, el investigador no debe omitir mencionar
las escalas y unidades de medida, así como explicar las abreviaturas utilizadas la
primera vez que aparezcan mediante llamadas al pie18.
Hay investigadores que tienen temor de ser demasiado escuetos al redactar la
sección Resultados. Sin embargo, la brevedad es una condición deseable para ella, que
debe garantizar la máxima objetividad: el lector interpretará el texto como una
referencia directa a la realidad. Por esta razón, no es recomendable la presentación
conjunta de "Resultados y Discusión", que significaría exponer hechos y opiniones en
forma conjunta. La interpretación de los datos, la comparación entre variables y toda
otra relación que pueda establecer el autor corresponden ser dejadas para el siguiente
capítulo.

4.2.2.6. Discusión
El capítulo llamado Discusión está destinado a exponer el razonamiento lógico
por el cual el autor arribó a las conclusiones del trabajo. Es decir que en él se pone de
manifiesto el rigor científico, esto es, la correspondencia lógica entre los objetivos, los
resultados y las conclusiones de la investigación (Figura Nº2).
Muchas revistas aceptan la inclusión de Resultados y Discusión en una sola
sección, pero -como ya dijimos- no compartimos ese criterio. Junto con Samper (1987),
consideramos que al presentar los datos experimentales por separado se garantiza mayor
objetividad del texto y mayor independencia del lector con respecto al pensamiento del
autor. Así, si alguien quisiera analizar los resultados por su propia cuenta podría hacerlo
sin dificultad y formular sus propias conclusiones, que podrían coincidir o no con las
del trabajo. De este modo, además, se pretende no despertar ninguna sospecha de
manipulación de la información.

18
Para mayores detalles acerca de la confección de cuadros y figuras recomendamos consultar los
capítulos 9 y 10 de Ebel, Bliefert y Russel (1987).
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 57
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

En la Discusión, el autor explica el significado de los Resultados (hechos


observados y/o medidos) y de las tendencias; determina su coherencia o sus
contradicciones en función de los objetivos de la investigación; establece causas y
consecuencias y señala las limitaciones del valor de los hallazgos.
Dado que los Resultados son el respaldo de las Conclusiones, en la Discusión el
autor establece la relación entre unos y otras. Como dice Day (1990), convendrá que
resuma las pruebas que respalden cada una de las conclusiones. Y ya que éstas deben
responder a los objetivos, mostrará la forma en que los datos pueden llevar a solucionar
el problema planteado en la Introducción, es decir, las posibles aplicaciones prácticas
que el estudio realizado ofrezca.
Pero no se trata solamente de constreñirse a los propios datos. En la Discusión,
el investigador establece qué relación existe entre su trabajo y los de otros autores sobre
el mismo tema. Busca insertar el nuevo conocimiento en el universo ya construido sobre
la cuestión. De esta manera, el artículo científico se incluye en el “diálogo de la
ciencia”, como respuesta a otros textos y como invitación a una nueva respuesta.
Para ello, el emisor expone las similitudes y diferencias que encuentra entre los
resultados obtenidos por él y los de las investigaciones de otros autores; o entre las
explicaciones que unos y otros dan a cada fenómeno en las circunstancias de producción
de cada investigación. El autor debe tener en cuenta, en este punto, la necesidad de
ceñirse a los trabajos que tengan estrecha relación con el propio, ya sea por compartir el
objeto de estudio o el punto de vista elegido para el análisis.
También en conexión con los antecedentes bibliográficos y las teorías del marco
en que se ubicó el trabajo, el autor hará inferencias teóricas y generalizaciones válidas
sobre la base de los resultados obtenidos. O señalará las contradicciones entre lo hallado
y las teorías relacionadas con el problema estudiado.
Asímismo cabe aquí sugerir las modificaciones pertinentes para próximos
trabajos similares así como nuevas líneas de investigación. Creemos que sería
conveniente ubicar este último punto así como lo que se refiere a las aplicaciones
prácticas de la investigación en un capítulo que siguiera a las Conclusiones.
Fundamentamos esto en el hecho de que la Discusión es una argumentación, la
exposición de un razonamiento que finaliza naturalmente en las Conclusiones. La
inclusión de las sugerencias mencionadas produce un corte en el razonamiento y no
permite un desarrollo lógico del texto. Es por eso que algunos autores y algunas revistas
aprueban exponer la Discusión y las Conclusiones en un mismo capítulo. Sin embargo,
aceptamos el criterio de Samper (1987) y Mac Lean (1975) de destinar a las
Conclusiones un capítulo aparte, puesto que expresan de manera clara y concisa el
aporte del autor al conocimiento del tema estudiado.
En la redacción de la Discusión se debe tener especial cuidado de no limitarse a
repetir los resultados, no hacer comparaciones ni inferencias teóricas sin fundamento y,
si se hicieran conjeturas, aclarar que lo son y justificarlas.
La Discusión es, entonces, la exposición del punto de vista del autor acerca de lo
obtenido en el trabajo, puesto en diálogo con la opinión de otros autores sobre lo
observado en otros estudios y con el marco teórico en el que se ubicó la investigación.
Si la argumentación resulta bien elaborada, es posible que el lector arribe a las mismas
conclusiones que el autor, con toda naturalidad.

4.2.2.7. Conclusiones
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 58
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Las Conclusiones expresan el aporte original del investigador a la solución del


problema planteado en la Introducción. Son proposiciones (afirmaciones o negaciones)
derivadas lógicamente de hechos comprobados o inferencias debidamente justificadas.
Por lo tanto, deben ser coherentes con los objetivos y estar respaldadas por los
resultados. Será conveniente redactar, en lo posible, para cada objetivo una conclusión.
Algunos autores recomiendan presentarlas en orden lógico y numeradas o
señaladas con letras. Sin embargo, si están adecuadamente redactadas, resultarán tan
claramente la respuesta a los objetivos, que no será necesaria dicha numeración.
Las conclusiones deben ser objetivas: no exagerar los resultados que confirmen
las hipótesis ni ignorar aquellos que las rechacen. El autor debe tener especial cuidado
de no presentar conclusiones que se contradigan entre sí o que resulten demasiado
amplias a partir de una información limitada. Deberá también evitar repetir los
resultados sin interpretarlos o presentar argumentaciones (confundir discusión con
conclusiones).
Pero, sobre todo, el investigador debe procurar ser preciso en las Conclusiones,
de manera que tengan una sola interpretación posible. Debe trabajar en ellas hasta
asegurarse de decir exactamente lo que desea. Una vez que el texto haya sido entregado
para la publicación, el autor habrá perdido el control sobre él y -si no fue cuidadoso en
extremo- no evitará que quien lo lea le asigne significados diferentes.

4.2.2.8. Anexos o apéndices


Esta sección -que no todos los artículos incluirán necesariamente- contiene
información que no se ubica en el cuerpo del texto debido a su extensión o su falta de
pertinencia.
Es conveniente agregar como información accesoria al final del trabajo la lista
completa de los datos obtenidos para evitar que los lectores sospechen que la selección
presentada haya sido hecha arbitrariamente.
Asímismo, se pueden incluir todos los instrumentos de medición (cuestionarios,
tests), cuadros de correlaciones, mapas, diagramas, etc. para dar mayor validez a los
resultados obtenidos.
Como ya se ha dicho, es conveniente que los comités de evaluación de las
diferentes revistas conserven en archivo dichos anexos, de modo que si un investigador
desea acceder a ellos pueda hacerlo mediante una solicitud.

4.2.2.9. Las citas bibliográficas


La cita de los textos ajenos es uno de los problemas que más preocupan a los
investigadores. ¿Cómo introducir las citas? ¿Qué autores y qué trabajos elegir? ¿En qué
sección? ¿Con qué fin? Algunas de estas preguntas ya han sido contestadas en este
texto19, pero corresponde aquí responder a otras.
Hemos dicho que, si bien la revisión de literatura debe ser exhaustiva, los
trabajos que se citen en el texto deben limitarse a los que tengan relación directa con el

19
Ver “Inclusión de los textos ajenos”, en el Capítulo 3.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 59
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

estudio realizado. Recordemos que las citas tienen, como primera finalidad, la función
de relacionar la información nueva aportada por el investigador con la que se haya
generado antes en el marco de la disciplina en cuestión o en otras que permiten también
analizar el objeto de estudio. La cita de otros textos permitirá al lector ubicar con
claridad el contenido en el marco teórico en que se ha movido el emisor.
Mac Lean (1975) afirma que una cita se justifica cuando permite:

a) demostrar la necesidad y oportunidad del estudio en la Introducción;


b) justificar la elección de un método en Materiales y Métodos;
c) auxiliar en la interpretación de los resultados en la Discusión;
d) reforzar una opinión o una decisión en la Introducción, Materiales y
Métodos o la Discusión;
e) indicar al lector dónde puede encontrar más información sobre la materia;
f) evitar sospechas de plagio.

Pero –sobre todo- es a través de este recurso como el emisor entrará en diálogo
con la comunidad para defender sus afirmaciones y el valor científico de la información
que proporciona con la publicación de su texto20.
A continuación de las Conclusiones, se incluirá la lista de las referencias
bibliográficas hechas en el artículo, bajo el título “Bibliografía”, “Bibliografía citada” o
“Referencias bibliográficas”, según la instrucción de la revista en la que vaya a
publicarse el texto.

4.3. Homogeneidad... pero no rigidez


Llegados a este punto, podemos reafirmar que es conveniente para todo tipo de
trabajo de investigación la publicación de resultados bajo la estructura lógica descripta:

 Título
 Autores e instituciones a las que pertenecen
 Resumen
 Introducción
 Materiales y Métodos
 Resultados
 Discusión
 Conclusiones
 Bibliografía

Y subrayamos “para todo tipo de trabajo de investigación”: no solamente las


ciencias duras, exactas o experimentales son las que se favorecen al seguir esta
estructura para redactar sus artículos, sino también las ciencias blandas, sociales o
humanísticas en general.
Es deseable la homogeneidad puesto que facilita no sólo la redacción del artículo
científico sino también su lectura. Además, permite verificar la validez de las
20
Para ampliar este concepto, ver los apartados referidos a la Discusión y a la Introducción en este
capítulo y a la trama argumentativa en “Modos de estructurar el mensaje”, Capítulo 3.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 60
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

conclusiones ya que representa o reconstruye los pasos seguidos en la investigación más


el proceso de razonamiento del autor.
Cabe señalar, sin embargo, que esta estructura no tiene por qué ser rígida. Ni los
datos obtenidos ni el proceso de pensamiento del investigador deben ser forzados a la
forma propuesta para el texto. La estructura que denominamos IMRDYC 21 admite que
el autor realice algunos cambios para adaptarla a la complejidad de cada trabajo en
particular, aunque es recomendable que finalmente revise que las convenciones básicas
no hayan sido modificadas, es decir, que el desarrollo lógico haya sido preservado. Por
ejemplo, se podrán discutir la dificultad o las restricciones de un método de análisis de
datos en la Introducción, en Materiales y Métodos o en la Discusión, pero esto -si se
hace en la forma adecuada- no alterará el desenvolvimiento lógico de la información.
Por otra parte, en el estudio y comparación de casos clínicos (en los artículos
escritos por médicos, odontólogos, etc.), por ejemplo, así como en trabajos de campo
que puedan haber implicado distintos procedimientos, puede ser necesario que la
presentación de cada grupo de resultados se encuentre precedida por la metodología
aplicada y, por lo tanto, por los materiales requeridos para cada caso. De este modo, no
habrá una sección especial para esta información, aunque aparecerá claramente
identificable debido a su contenido, a los cambios en el estilo de redacción y a la
disposición adecuada de subtítulos.
Los investigadores en ciencias sociales se resisten, en general, a la utilización de
los subtítulos que dan nombre a la estructura. Nada impide mantenerla bajo
encabezados creados para cada caso en particular. Un lector avezado reconocerá cada
parte por su contenido y su estilo particular.
Recordamos finalmente que la organización de contenidos del artículo científico
puede ser aplicada también a las tesis y tesinas y a algunas ponencias o conferencias,
considerando que habrá que hacer modificaciones ocasionadas por la longitud o por la
situación comunicativa planteada (oralidad secundaria de las ponencias y conferencias,
por ejemplo).

21
Leve modificación de la IMRYD, como hemos señalado en el apartado 4.2.2.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 61
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

5. ¿Un estilo
para cada sección?

El artículo científico se describe como un texto que pretende presentar los


hechos tal como han sucedido, como si no estuvieran intermediados por el emisor. Sin
embargo, este género no solamente responde a la intención de informar los resultados de
una investigación. Por el contrario, pone en juego una serie de relaciones de poder, de
prestigio profesional, de búsqueda de un espacio para el investigador dentro de la
comunidad científica, de expectativas de reconocimiento y de adhesión a las ideas
defendidas en él. J. Swales (1990) dice del artículo científico que es un fenómeno
ingeniosamente construido por un mecanismo retórico que de algún modo “da la
impresión” de ser una simple descripción de la realidad cruda, sin transmutaciones.
Podemos decir, entonces, que hay en el artículo un estilo dominante, que es el
que corresponde a la comunicación científica en general, caracterizada por su fuerte
pretensión de objetividad22. Sin embargo, no es ésta una descripción suficiente para
orientar al investigador que debe comunicar los resultados de su investigación. Como se
ha sugerido ya en el capítulo anterior, el emisor debe asumir diferentes intenciones a lo
largo del artículo, que no tienen que ver estrictamente con la función de informar. Si
aceptamos que cada propósito comunicativo determina la selección de recursos
lingüísticos o estilo, deberemos aceptar que, además de los rasgos generales del estilo
científico, habrá que considerar rasgos particulares para cada sección de este tipo de
texto.
En el capítulo 3 hemos hablado ya de todos estos recursos; en éste, trataremos de
mostrar qué usos lingüísticos se combinan para conformar el estilo de las diferentes
secciones del artículo, en relación con sus diferentes propósitos comunicativos.
Cada sección del artículo científico cumple una finalidad muy clara y distinta en
la comunicación de un trabajo de investigación. En la sección Materiales y Métodos, el
autor informa mediante una exposición, descripciones y narraciones, acerca de las
unidades que se utilizaron en la investigación y de los procedimientos que se siguieron
en todo el proceso. En Resultados, expone los datos obtenidos con la mayor objetividad
posible, estableciendo la mayor distancia posible entre contenido y emisor.
En la Introducción, en cambio, el autor pretende definir un problema, persuadir
al lector acerca del interés de su estudio, enumerar, resumir los puntos básicos ya
conocidos al respecto (antecedentes), plantear los objetivos del trabajo, justificar su
necesidad. En la Discusión, recopilar la información obtenida, interpretarla mediante
un razonamiento lógico, confrontarla con los antecedentes, rechazar conceptos de otros
o acordar con ellos, inferir reglas a partir de hechos concretos, sugerir líneas de estudio
nuevas o aplicaciones prácticas de lo obtenido, derivar conclusiones, etc. Ambas
secciones tienen estructura argumentativa. El capítulo de Conclusiones opera –valga la
redundancia- como conclusión de la argumentación desarrollada en la Discusión23.

22
Cf. Capítulo 3.
23
Cf. Capítulo 4.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 62
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Por lo tanto, cada sección tendrá características de estilo diferentes dentro de la
función informativa que el texto cumple globalmente; en cada una de ellas se
combinarán de distinta manera grados de discurso informativo y tramas o
configuraciones textuales, correlación que intentamos mostrar en el Cuadro Nº 4.
Puede llamar la atención que hayamos hecho corresponder para el Resumen el
grado cero y la exposición, cuando su contenido sintetiza todo el desarrollo lógico del
artículo, que hemos caracterizado como argumentativo. El hecho es que en este capítulo
el emisor parece desaparecer de manera que se presenta como discurso transparente, que
se refiere “directamente” a los “hechos”.
Ocasionalmente, será necesario en el capítulo Materiales y Métodos justificar la
elección de un método o discutir las dificultades encontradas al poner en práctica el
proyecto de investigación. Las secuencias destinadas a estos contenidos serán
argumentaciones y pertenecerán, por lo tanto, al grado 1 de discurso informativo.
Volvemos a señalar aquí la conveniencia de redactar como capítulos separados
los Resultados, la Discusión y las Conclusiones24, debido a que cada una de ellas
supone una intención comunicativa diferente y exige grados de discurso y tramas
distintas. En el caso de que el medio donde se vaya a publicar el artículo exija que no
haya división entre algunas de estas partes, conviene que el autor tenga en claro las
características de estilo correspondientes a cada una y las disponga en el texto de modo
sucesivo aunque sin subtitular. De esta manera, cumplirá con los requisitos de
publicación a la vez que conserva la organización textual adecuada.

24
Cf. Cap 4.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 63
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

6. La redacción
del artículo científico

6.1. Una tarea compleja


Todo lector, al abordar un texto, interactúa con él para construir el sentido de lo
que lee sobre la base de su conocimiento del mundo -en particular del tema en cuestión-
y de las convenciones comunicativas, discursivas y lingüísticas. En la comunicación
científica, entonces, el autor debe asegurarse de guiar la lectura a través de los recursos
que hemos visto en los capítulos anteriores, de manera de restringir las posibilidades de
interpretación a un sentido unívoco. En este capítulo nos ocuparemos de explicar cómo
puede lograrse esto.
El autor debe elaborar su texto teniendo en cuenta todos los elementos que hacen
a la coherencia: la definición del contenido a desarrollar; la adecuación al contexto de la
situación comunicativa, a la finalidad dominante y las subordinadas; el mantenimiento
del género elegido y la organización del contenido (Figura Nº1), de manera que entre el
sentido que él quiera dar a su emisión y el que construya el lector haya el mayor ajuste
posible, la menor distancia. Esto significa que la redacción no puede ser hecha sin un
trabajo previo de planificación y que deberá someterse constantemente a un proceso de
evaluación por parte del autor, para controlar que todos los elementos se ajusten a la
finalidad perseguida.
La producción de un artículo científico -como la de todo texto- incluye, según lo
dicho, tres etapas diferentes: la planificación, en la que el autor debe considerar todos
los aspectos mencionados hasta aquí y organizarlos; la redacción propiamente dicha, en
la que debe tener especial cuidado de desarrollar el estilo adecuado; la evaluación, que
permitirá al autor asegurarse de que el texto reúna las condiciones deseables para su
eficacia. Cada una de ellas merece la dedicación de tiempo suficiente para obtener un
texto adecuado, que permita que su autor cumpla con éxito los propósitos de su
comunicación.
Pese a que las etapas se plantean de manera sucesiva, el proceso de escritura no
se desarrolla de manera "lineal". Apenas hecha, la planificación será sometida a
evaluación, de manera de realizar todos los ajustes necesarios antes de comenzar a
escribir. Pero mientras se desarrolla la etapa de redacción, y puesto que ésta se somete a
evaluaciones al tiempo que se ejecuta, será muchas veces necesario volver a la etapa de
planificación para realizar los ajustes pertinentes. Tanto las primeras versiones del plan
como las del texto serán provisorias. La evaluación permitirá transitar alternativamente
una y otra etapa de la escritura hasta que el autor considere que el producto está
terminado.
¿Cómo desarrollar este proceso? ¿Qué tener en cuenta en cada instancia?
¿Cuándo se dará por finalizado el trabajo? De eso nos ocuparemos inmediatamente. Si
bien haremos observaciones específicas para el artículo científico, todas las indicaciones
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 64
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
generales son válidas para la preparación de textos de cualquiera de los géneros
científicos que hemos mencionado en el Capítulo 2.

6.2. La planificación

6.2.1. El trabajo de investigación y el artículo científico


El primer paso para la planificación será, como hemos dicho, la definición clara
del contenido a desarrollar (Figura Nº1). Cabe aquí hacer una distinción que, aunque
parezca obvia, es necesaria.
El artículo científico no es el trabajo de investigación sino su expresión, su
representación con fines comunicativos. Ya hemos dicho que, en términos de Swales
(1990), el artículo científico es una reconstrucción de las actividades de investigación.
Una reconstrucción que poco tiene que ver con la idea de “decir las cosas exactamente
como han sucedido”. Por lo tanto, el investigador debe tener conciencia de hallarse
frente a dos procesos, dos trabajos completamente diferentes, cada uno con su propia
lógica. Y así debe planteárselos.
El primero de ellos es el de investigación, que comienza cuando el investigador,
estimulado por la observación de la realidad, encuentra un problema que no está en
condiciones de resolver con los conocimientos que posee. Busca bibliografía, entra así
en diálogo con otros investigadores a través de los textos que hayan producido sobre el
tema y -al no encontrar información suficiente para resolver la cuestión que lo inquieta-
se propone objetivos para un trabajo de investigación y formula hipótesis (Figura Nº 3).
A partir de allí planifica todo el proceso: qué elementos utilizar, qué técnicas y métodos
aplicar para la obtención de resultados y para el análisis de la información. Luego lo
pone en práctica, realizando el trabajo de investigación propiamente dicho. Analiza los
datos obtenidos y -en relación con todo el aparato teórico del que dispone- deriva
conclusiones que se apoyen objetivamente en los resultados y respondan a los objetivos
o preguntas de investigación para confirmar o rechazar las hipótesis formuladas.
Evidentemente, éste no es más que un modo esquemático de describir el proceso
seguido para un trabajo de investigación. Cada paso que el investigador dé será revisado
a la luz de los que ya haya dado y de los próximos; habrá pasos que repetir para corregir
errores, replanteos y cambios sobre la marcha del trabajo. Por otra parte, cada disciplina
tiene su modo de aplicar el método científico, según las características del objeto de
estudio y las posibilidades de abordaje de que disponga.
Pero, cualquiera sea la disciplina, cualquiera el proceso científico seguido, en
todos los casos, apenas finalizado el trabajo, el investigador se planteará la tarea de
comunicar a la comunidad científica sus conclusiones, según las convenciones
establecidas (Figura Nº3). El trabajo realizado se convertirá, entonces, en el referente
del texto a redactar. Habrá que seleccionar qué parte de la información producida
durante el proceso se tomará como contenido. Y para esta selección, habrá que tener en
cuenta cuestiones relativas a la situación comunicativa. También será necesario
considerar que, si la información generada fuera muy abundante, se podrá considerar la
posibilidad de redactar más de un texto a partir del trabajo realizado.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 65
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

6.2.2. La comunicación... desde el primer momento


Como ya hemos dicho25, todo investigador hace su trabajo inmerso en una
corriente comunicativa, la de la ciencia, en la que ha recibido información de diversas
fuentes (libros, revistas científicas, intercambio con los colegas). Como respuesta a todo
ello, planifica su propio trabajo, dentro de un área temática en la que considera
necesario generar más conocimientos. Su intención será comunicarlos al resto de la
comunidad científica y promover nuevos caminos para que él mismo u otros puedan
seguir construyendo esa “cadena de información científica”.
Sin embargo, los investigadores no suelen ser conscientes de ello, o -si lo son- no
le dan a este hecho el valor que tiene, no actúan en consecuencia. Es nuestro interés
llamar especialmente la atención sobre este punto, porque creemos que plantearse el
problema de la comunicación desde el primer momento permitirá un mejor desempeño
de los investigadores a la hora de difundir su trabajo. Este punto de vista necesariamente
provoca un cambio de la perspectiva desde la cual se trabaja. Es conveniente, pues, que
los mismos pasos que se dan para el proceso de investigación sean mirados también
desde el punto de vista de la comunicación.
El tema de estudio, formulado en una oración corta, se constituirá más tarde en el
tema o tópico del texto a escribir. Le dará unidad al escrito y ofrecerá al lector las claves
para comprender la totalidad. Su progreso o desarrollo en el texto deberá darse teniendo
en cuenta el conocimiento de mundo que tenga el receptor así como su conocimiento del
marco conceptual en el que el tema se ubica: los presupuestos teóricos, los principios
básicos, las relaciones lógicas entre conceptos de la disciplina científica sobre la que
versa el artículo. Esto significa que no habrá sorpresas para el lector, puesto que podrá
atribuir a cada oración y a cada secuencia un significado que sea posible en ese mundo
compartido. Toda contradicción a esos presupuestos que no sea explicada y
fundamentada será considerada errónea o fuera de lugar. Como consecuencia, el lector
la desechará o procurará darle una interpretación diferente, posible en esas condiciones.
Es obvio decir, entonces, que antes de redactar, el autor debe definir al
destinatario de su texto (Figura Nº1). En el caso particular que nos ocupa (y en general
para la comunicación científica), será otro investigador, miembro de la comunidad
científica, la cual finalmente se constituirá en el destinatario último. Este receptor,
entonces, tendrá características similares a las del autor del artículo científico:
compartirá buena parte de su conocimiento de mundo, y en particular de la disciplina en
la que se ubica el texto en cuestión. Sin embargo, no dispondrá de la nueva información
con que cuenta el autor. Esto determinará, entonces, qué información podrá el emisor
dar por supuesta y cuál no, así como que, si bien el vocabulario técnico será compartido
en buena medida, deberá saber qué palabras tendrá que definir en el texto y cuáles no.
Como estas observaciones son válidas para la producción de textos de todo género
científico, el emisor debe definir claramente también el propósito que persigue al
comunicar un contenido en particular a un destinatario preciso. Asímismo, considerará
si la publicación se hará en forma oral o escrita y -en este último caso- en qué revista.
No debe olvidarse que cada una tiene sus normas y que si el texto no se adecua a ellas
será rechazado o al menos remitido para una corrección que podría haberse evitado.
Todas estas consideraciones llevarán al investigador a seleccionar el género adecuado.
Pese a que la redacción se realiza después de terminado el trabajo de
investigación, conviene –durante su planificación y puesta en marcha- revisar la

25
Cf. Capítulo 1.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 66
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
estructura del género, lo que se espera que se diga en cada parte. Hacerlo servirá para
tener en cuenta el tipo de información que habrá que ir recolectando durante el proceso
de investigación, ayudará a prestar atención a cuestiones que a veces se dan por
sobreentendidas y después generan inconvenientes en la lectura.

6.2.3. Toma de notas


Interesa aquí mencionar la importancia de tomar notas durante el desarrollo del
trabajo de investigación pensando en la redacción del artículo. Estas anotaciones
permitirán reconstruir el trabajo para su comunicación, seleccionar qué información se
incluirá en el texto y cuál no, de acuerdo con el género elegido.
Lo primero a tener en cuenta será la definición del tema de investigación, que -
repetimos- se hará en el marco de otros trabajos anteriores. Se trata de seleccionar un
aspecto concreto de un área de estudio, no demasiado amplio, sobre el cual puedan
formularse después las preguntas de investigación. Como dice Sabino (1989), la ciencia
no progresa a grandes saltos sino al ritmo de los pequeños descubrimientos, de los
modestos avances a que se arriba en cada trabajo. Sin embargo, algunos investigadores
–en especial de nuestro país- no se sienten satisfechos hasta que encuentran un asunto
complejo, con muchas variables de estudio. Consideramos que esto puede ser un error,
puesto que genera complicaciones en el proceso de investigación y, posteriormente, en
el de redacción. Finalmente, estas dificultades hacen que se posponga la publicación o
que nunca llegue a concretarse.
Conocer hasta qué punto ha sido estudiada la cuestión que interesa al investigador
es la finalidad de la búsqueda bibliográfica que se realiza al inicio de la investigación.
La lectura resultará, en cierta medida, un diálogo, ya que permitirá la confrontación de
los enunciados de otros con los propios conocimientos, con los propios supuestos, con
las propias hipótesis. Será conveniente no avanzar en las lecturas sin hacer las llamadas
“fichas bibliográficas”, que después –hecha la selección correspondiente- formarán
parte del capítulo Bibliografía. Asímismo, las “fichas de contenido”, las de “citas
textuales” y otras en las que se registren consensos y disensos, serán muy útiles a la
hora de planificar el texto.
Al plantear los objetivos para su trabajo, el investigador justifica ante sí mismo su
investigación: se pregunta por qué y para qué llevarla a cabo. Es oportuno que también
lo haga pensando en su destinatario. ¿De qué manera justificará ante él el estudio que se
propone? ¿Qué oposición podrá encontrar de su parte y de qué manera podrá responder
a ella?
Todo este trabajo, que evidentemente es necesario para hacer el proyecto de
investigación, ofrece también -si se lo piensa en términos de comunicación- la
información que deberá contener la Introducción del artículo que se escribirá para
finalizar el proceso. La revisión bibliográfica permitirá preparar una lista de
antecedentes; el tema quedará definido y se escribirán los objetivos e hipótesis del
trabajo; pensar en la justificación del estudio permitirá trazar un esquema
argumentativo. En fin, el investigador podrá dejar preparado un primer esbozo de plan
de redacción para la Introducción del artículo.
Como paso siguiente, planificará la forma en que llevará a cabo su trabajo: los
materiales, los métodos, los procedimientos. Ésta será una buena oportunidad para hacer
las primeras anotaciones para la sección Materiales y Métodos: al menos una lista de lo
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 67
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
que se utilizará, lista que se irá modificando en la medida en que haya cambios sobre la
marcha. Incluso, durante el desarrollo de la investigación, convendrá anotar las
dificultades que se vayan presentando, los cambios que se podrían efectuar para mejorar
los métodos o procesos en oportunidades posteriores. De esta manera, se irá esbozando
un esquema de redacción para la sección. Cabe decir, nuevamente, que es sumamente
útil tener continuamente presente que todo lo que se haga durante el proceso de
investigación deberá ser comunicado para que el lector del artículo científico pueda -
posteriormente y en el caso de que desee hacerlo- replicar el trabajo. O al menos, para
que no quepan dudas acerca de su honestidad.
Una vez obtenidos los resultados, el investigador los analizará con el fin de
otorgarles un significado. Seguramente los agrupará y dispondrá en cuadros y gráficos.
Pero para hacer esta tarea, deberá tener en cuenta no solamente la lógica científica, sino
el hecho de que esos instrumentos servirán, también, para comunicar. Nuevamente
habrá que considerar al futuro lector del artículo científico. Hemos dicho ya que los
cuadros permiten organizar los datos de manera de hacer rápidamente visibles las
relaciones entre ellos, los contrastes, las variaciones; y que los gráficos permiten
mostrar claramente las comparaciones y las tendencias26. ¿Están los datos ordenados,
presentados de manera que el destinatario pueda comprender lo que quiere mostrar el
emisor?
Indudablemente, esta tarea también facilitará al autor del trabajo esbozar las
conclusiones. Dispondrá los cuadros, gráficos y figuras en un orden lógico, que permita
hacer inferencias, generalizaciones, derivaciones. Así, no solamente formulará las
Conclusiones de su trabajo sino que, además, comenzará a hacer un esbozo de plan para
la Discusión. Para ello, una vez impresos y recortados los cuadros y figuras, podrá
disponerlos sobre una mesa y cambiarlos de lugar mientras imagina el desarrollo del
texto. Irá tomando notas hasta encontrar la disposición que considere más adecuada
como razonamiento hacia las Conclusiones.
La verificación del rigor científico (Mac Lean, 1975) de todo el proceso debe
ser hecha de inmediato, para evitar el riesgo de cometer errores que redunden en falta de
credibilidad del investigador. ¿Responden las conclusiones a los objetivos? ¿Están
completamente respaldadas por los resultados? ¿Pueden ser sometidas a prueba de
verdad o falsedad sobre la base de los resultados obtenidos? (Figura Nº2).
Una nueva exploración de la bibliografía y de las notas tomadas sobre los
consensos y disensos de otros autores será necesaria para cotejarlas ahora con las
conclusiones sobre los datos obtenidos en la investigación. Habrá que determinar qué
autores serán citados en la Introducción y cuáles en la Discusión.
En síntesis, el investigador tomará notas sobre los siguientes puntos y las
ordenará cuidadosamente:

 Formulación del tema


 Revisión bibliográfica
* Elaboración de fichas bibliográficas
de contenido
de citas textuales
de consenso
de disenso
 Formulación de objetivos

26
Cf. “Resultados”, en el Capítulo 4.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 68
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
 Lista de materiales
 Lista de métodos y procedimientos
 Dificultades presentadas en el desarrollo del trabajo
 Cambios realizados sobre la marcha del trabajo
 Cuadros de resultados, gráficos y figuras
 Inferencias, generalizaciones, derivaciones
 Relaciones entre la información obtenida
 Formulación de conclusiones
 Verificación del rigor científico
 Nueva revisión bibliográfica
 Selección de citas

Si el investigador realiza prolijamente la toma de notas aquí propuesta, ya no


será tan difícil la redacción de un escrito que dé cuenta del trabajo. Sin embargo, no se
debe dejar de tener en cuenta el proceso mismo de redacción, el "otro trabajo" al que
nos referíamos más arriba.

6.2.4. Organización del contenido


Terminado el trabajo de investigación y tomadas las notas, será el momento de
organizar el contenido. Habrá que planificar de qué manera se irá presentando la
información nueva y cómo se la relacionará con lo ya dicho para mantener la coherencia
global.
Para esta tarea proponemos la elaboración de un esquema de contenido, que
consideramos el recurso más adecuado porque permite mostrar no sólo el orden y la
relación jerárquica entre las ideas, sino también registrar su relación lógica. Por otra
parte, la disposición espacial que adquiere permite utilizarlo directamente como índice,
con muy pocos cambios, cuando se trate de escritos extensos.
El mapa conceptual es también útil, puesto que cumple con las mismas
funciones. La diferencia con el esquema consiste en la disposición espacial. Para ser
transformado en índice requiere solamente un cambio en ese sentido. La red conceptual
no resulta un recurso adecuado puesto que su organización no es lógica y puede admitir
diversas lecturas. Es posible emplearla como una instancia previa al esquema, pero no
en su reemplazo.
El esquema permitirá al autor realizar las siguientes tareas:

 clarificar y ordenar su pensamiento antes de redactar;


 planificar la progresión temática, es decir, el orden en que la información
nueva se irá presentando en el texto de manera que éste siga una secuencia
lógica;
 mantener la coherencia global;
 distinguir ideas principales de las que le sirven de apoyo;
 dar a cada parte la extensión adecuada en relación con las demás;
 revisar la estructura antes de haber redactado el texto.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 69
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Este procedimiento facilitará el proceso de escritura y ahorrará tiempo, puesto
que es más sencillo corregir la organización de los contenidos sobre el esquema que
hacerlo sobre el texto ya escrito. El cambio de lugar de una idea requiere de un ajuste de
la totalidad de la secuencia. Si se realiza en el texto escrito se originan dos problemas:
primero, es posible que se pierda la visión global, lo que hace más difícil el ajuste;
segundo, será necesario hacer correcciones de estilo, en relación con la coherencia
local27. El trabajo sobre el esquema soslaya ambas cuestiones. En el caso de trabajos
muy complejos o extensos (las tesis, por ejemplo), hacer el esquema no sólo facilitará
la redacción sino que ayudará a preparar el índice.
El esquema no tiene que resultar una traba: no se debe considerar definitivo, sino
tener en cuenta que podrá irse modificando a medida que avanza la redacción hasta
resultar satisfactorio. Como ya hemos señalado, puede ocurrir que a medida que se
escriba el texto surja la necesidad de hacer cambios en el plan original. Entonces se
volverá al esquema para modificarlo y sobre esa base se trabajará luego en la redacción.
El artículo científico es un tipo de texto complejo, en el que cada sección puede
ser considerada como una unidad en sí misma, como un “microtexto”, que a la vez está
en estrecha relación lógica con el resto28. En efecto, cada una de ellas cumple con una
finalidad determinada; tiene también un tema propio, que a su vez es una instancia
inferior (subtema) del tópico de todo el artículo, y cuyo desarrollo obedece a una
organización lógica. Cada sección tiene, además, características particulares de estilo,
como ya hemos visto29.
Por lo tanto, para redactar un artículo científico es necesario planificar la
organización de los contenidos de cada sección en forma independiente, sin perder de
vista la relación lógica que entre todas ellas existe. Dicho en otras palabras, planificar la
estructura de las partes sin perder de vista la estructura global del texto.

6.2.4.1. Confección del esquema


¿Cómo proceder para preparar los esquemas que sean necesarios? El autor
volverá a la definición del tema, hecha al comienzo de su trabajo de investigación y
formulada en una oración corta. Luego, controlará que esa oración exprese
verdaderamente el tópico a desarrollar. Tendrá en cuenta para ello el uso de las
palabras-clave y considerará que –además- estará comenzando a definir el título del
texto.
Retomará entonces las notas hechas durante el desarrollo del trabajo, ordenadas
según lo que hemos indicado, y determinará qué información corresponde a cada parte
del artículo. Así podrá comenzar a plantearse por separado el esquema de cada sección.
En una hoja en blanco, comenzará a anotar otras ideas que vayan surgiendo
acerca de lo que va a exponer en cada parte del texto. En cualquier orden. Poco a poco,
el investigador observará que fue planteando el desarrollo de algunas secuencias, que
surgen conceptos que después podrá ir relacionando con el resto. Una vez agotado este
proceso, comenzará a establecer las relaciones lógicas entre las ideas y encontrará que
puede clasificarlas en principales y secundarias.

27
Ver “Unidad y coherencia”, Capítulo 3.
28
Cf. Capítulo 4, "La estructura IMRDyC".
29
Cf. Capítulo 5.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 70
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Definimos las ideas principales como las unidades de significado que hacen a la
condición de progreso tanto como a la de coherencia30. Se reconocen porque aportan
información nueva en relación con el desarrollo del tema y porque si una de ellas es
eliminada se pierde el sentido, de modo que surgen, entonces, las preguntas: “¿Cómo se
llegó hasta aquí?” “¿Qué relación tiene este nuevo concepto con lo dicho hasta ahora?”.
Para organizar el esquema, las ideas principales deben ser expresadas por una
oración corta; en lo posible, por una construcción sustantiva. En un nivel jerárquico
inferior, se dispondrán para cada ítem las ideas (llamadas secundarias) que expliquen,
sostengan, complementen, amplíen o limiten el contenido de las principales. Cuando sea
necesario se establecerán las de tercer nivel. No se debe perder de vista la relación
lógica entre conceptos (causa, consecuencia, orden cronológico, etc.), y en lo posible se
la expresará brevemente a través de conectores lógicos (Cuadro Nº2).
Este procedimiento es útil para elaborar el plan de cada sección del artículo, pero
también para cada apartado en cada sección y hasta –a veces- para un párrafo que
presente problemas.
Existen distintos modos de organizar, en general, los textos informativos (Lacau
y Rosetti, 1980). Estos esquemas típicos pueden representar la organización de todo un
texto, de un capítulo o de un párrafo.

1. Esquema alternante o paralelo: Revela el desarrollo de un tema desplegado en


ítems. Se enumeran las ideas de primer nivel, alternadas con ideas de segundo y tercero,
si las hubiera. Su representación gráfica es la siguiente, en la cual los puntos representan
el contenido y los números el orden jerárquico de cada idea (1: idea principal; 2: idea
secundaria).

1. .......................
2...............
1. .......................
2. .............
1. .......................

2. Esquema sintetizante: Una idea o conclusión final sintetiza lo que antes se


expuso.

2. ..............
2. ..............
2. ..............
1. ....................

3. Esquema analizante: Una afirmación general se desenvuelve en una serie de


datos.

1. ..................
2. ............
2. ............
2. ............

30
Cf. Capítulo 3. “Unidad y coherencia”.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 71
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
4. Esquema encuadrado: Hay una idea inicial, que luego se desarrolla en ejemplos
particulares. Finalmente, un concepto subraya lo dicho antes.

1. ......................
2. ..........
2. ..........
2. ..........
1. .....................

Es importante aclarar aquí que no es necesario ajustarse a esquemas


predeterminados. Sólo los damos a manera de ejemplos. Veamos parte del índice de un
libro (Wiesz, Paul. Biología.), en el que a cada capítulo se le ha otorgado una
organización diferente entre las ya mencionadas (presentado por Soler, 1976).

I. Un sistema viviente.

II. Los cambios de ambiente.


El pasado.
El presente.
El ambiente biológico.
Conclusión.

III. La sustancia viva.


Características químicas.
Características físicas.
Características biológicas.

IV. Metabolismo.
Las reacciones metabólicas.
Metabolismo energético.
Metabolismo de las sustancias plásticas.

V. Autoperpetuación.
Mantenimiento de la estabilidad.
Reproducción.
Adaptación.
Conclusión.

VI. Células.
Estructura y función.
Especialización.
El agregado celular.

El capítulo II ha sido organizado según un esquema sintetizante: el último punto


resume lo expuesto en una conclusión. Este esquema se repite en el capítulo V. El
capítulo III, así como el VI, siguen un esquema paralelo: todos los subtemas son del
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 72
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
mismo nivel jerárquico. En el capítulo IV, los subtemas están subordinados a uno inicial
más abarcador: es un esquema analizante.
El diseño del esquema, entonces, no será necesariamente siempre el mismo: el
tema elegido y el enfoque dado por el autor serán los que finalmente determinen la
organización de las ideas. Lo importante es que el esquema evidencie el mantenimiento
del tema y su desenvolvimiento, la jerarquización de las ideas y la relación lógica que
éstas mantienen entre sí.
Seguidamente, el autor deberá revisarlo para verificar que se haya mantenido la
coherencia global; agregar o quitar lo necesario para que cada parte tenga el desarrollo
adecuado según el énfasis que se le haya querido conferir; controlar que la organización
jerárquica entre los encabezamientos haya sido correctamente establecida.
Es conveniente en este punto seleccionar uno de los sistemas convencionales de
presentación para darle al esquema una forma que permita interpretarlo rápidamente.
Veamos algunos de ellos.

a) Sistema de números y letras:


I. ...................
A. ...................
1. ..............
a. ............
b. ............
2. .............
a. ...........
b. ...........
c. ...........
B. ..................
1. ............
2. ............
II. ...................
A. ................
B. ................

b) Sistema de numeración progresiva:


1. .....................
1.1. ..................
1.1.1. ..............
1.1.2. ..............
1.2. .................
1.2.1. .............
1.2.2. .............
1.3. .................
2. ...............
2.1. ...........
2.2. ...........

c) Sistema de organización a través de la disposición de títulos y subtítulos,


utilizando mayúsculas, minúsculas y estilos tipográficos (negrita, subrayado).
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 73
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
No debe descuidarse, en la presentación, el paralelismo en las construcciones
gramaticales. Con este recurso, el lector advierte rápidamente la relación entre las ideas
del mismo nivel (Soler, 1976).

Esquema no paralelo:
I. Métodos de impresión.
A. Tipografía
B. Impresión por off- set
C. Alguna impresión es hecha por fotograbado

Esquema paralelo:
I. Métodos de impresión.
A. Tipografía
B. Impresión por off-set
C. Fotograbado

Resulta útil hacer un plan de encabezamientos, para que la presentación de los


subtítulos en el texto no resulte caótica.
Cuando el esquema de cada parte se haya esbozado, convendrá controlar que -en
particular para trabajos con muchas variables- los encabezamientos de las secciones
Materiales y Métodos, Resultados y Discusión sean correlativos. La presentación de
resultados debe ser hecha en el orden en que serán discutidos y, por lo tanto, conviene
plantear en el mismo orden de qué manera han sido obtenidos los datos.

6.3. La redacción
¿Y ahora ...? El horror de la hoja en blanco. El vértigo de poner en texto lo que
está en esquema. Dice Carlos Kreimer (1989), que en la medida en que el autor vaya
escribiendo tendrá material para corregir. Y eso es lo que vale: hacer una primera
versión sobre la base de lo que ya se haya planificado. Después, vendrán los ajustes.
Redactar a partir del esquema, ponerlo “en texto”, significa escribir en párrafos
tomando como guía el plan elaborado. El párrafo es una unidad significativa, que tiene
como eje una idea principal. Ésta irá acompañada por otras (de segundo y tercer nivel)
que la expliquen, la sostengan, la complementen. Sin embargo, pueden encontrarse
párrafos con más de una idea principal y otros que sólo actúen como de transición.
Dado que cada sección del artículo es una unidad, el investigador puede
comenzar a escribir por cualquiera de ellas, por la que le resulte más sencilla. Muchos
comienzan por Materiales y Métodos, siguen por Resultados y, cuando ya han adquirido
el coraje suficiente, emprenden la Introducción y la Discusión. Pero esto es una cuestión
de elección personal.
Hay que tener en cuenta que, pese a que puedan ser consideradas “microtextos”,
cada una de las secciones cumple una función en la unidad a la que pertenece, es decir,
en el texto completo. Por lo tanto, el escritor debe tener en cuenta las relaciones que
existen entre ellas y presentarlas al lector a través de referencias o citas intratextuales 31.

31
Citas “intratextuales”, referencias de otras partes del mismo texto, en oposición a las citas
“intertextuales”, de otros textos.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 74
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
El caso más claro en este sentido es el de la Discusión, argumentación en la cual se
toman elementos de todas las otras secciones.
El acto de redactar implica seleccionar y organizar los recursos lingüísticos
adecuados para que el texto cumpla la función que le corresponde en una situación
comunicativa dada. Es decir, el autor dará a su escrito el estilo apropiado a su contenido
y a su finalidad, pondrá de manifiesto su actitud frente al destinatario y ante la
información que brinda, relacionará su texto con otros anteriores32.

6.3.1. Algunas recomendaciones


Cada investigador debe lograr su estilo propio para escribir con comodidad. No
obstante, debe darle a su escrito -para ser objetivo- las características ya definidas:
objetividad, brevedad, claridad, precisión, unidad y coherencia33.
Para ello, es conveniente ordenar la tarea siguiendo los pasos ya indicados:

 Establecer el tema.
 Definir el destinatario.
 Definir la situación comunicativa.
 Plantearse cada sección con fines comunicativos y con una intención
determinada.
 Redactar objetivos breves, precisos y sencillos, antes de realizar la
experiencia.
 Obtenidos los datos, preparar los cuadros y figuras que se usarán para
simplificar el texto.
 Disponer el orden lógico que se dará a los cuadros y figuras en la exposición
de los resultados.
 Esbozar las conclusiones del trabajo.
 Verificar el rigor científico (Figura Nº2).
 Elaborar un esquema de contenido general para lograr unidad temática y
coherencia lógica (tener en cuenta el orden que se les ha dado a los cuadros y
figuras).
 Elaborar un esquema de contenido antes de redactar cada parte del trabajo.
 Iniciar la redacción por Materiales y Métodos, dejando para el final la
Introducción.

Luego, bastará con seguir algunas recomendaciones:

 Mantener las características del estilo científico:


 Lenguaje que apunte directamente a la realidad que se pretende
describir, transparente, sin figuras retóricas.
 Vocabulario descriptivo, con una sola interpretación posible.
 Oraciones bimembres y con sus componentes en el orden habitual.
 Verbo en 3ª persona o en 1ª del plural y modo indicativo.
 Uso de conectores adecuados y otros recursos de coherencia local.

32
Cf. Capítulo 3.
33
Idem.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 75
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
 Proposiciones verificables y no contradictorias.
 Único tema dominante.
 Esquema de contenido identificable.

 Usar oraciones cortas:


 Expresar una idea en cada oración (a lo sumo incluir una segunda por
medio de proposiciones coordinadas o subordinadas).
 Terminar una idea antes de empezar otra.

 Mantener la unidad de propósito en cada párrafo (Mac Lean, 1975):


 Dar la idea principal al comienzo del párrafo.
 Presentar sólo las ideas secundarias necesarias para apoyar la idea
principal.
 Reforzar la idea principal con una idea sumario al final, cuando sea
conveniente.

 Cuidar la precisión:
 En la referencia a personas, lugares y organismos
 En las citas
 En el vocabulario:
 Evitar palabras tomadas de otros idiomas cuando exista el equivalente
en castellano.
 Limitar el uso de adjetivos a los casos en que el sustantivo no exprese
cabalmente la idea del autor y evitar especialmente los que expresen
valoración personal: excelente, importantísimo, etc.
 Evitar el uso de adjetivos y sustantivos indefinidos: algunos, muchos,
etc.

 Dar énfasis (Mac Lean, 1975) a través de:


 Uso de recursos tipográficos.
 Quiebra del orden habitual de los componentes oracionales.
 Repetición de palabras o frases claves.

 Lograr el equilibrio entre la brevedad y la claridad necesarias.

 Respetar en todo las reglas gramaticales, que permiten dar al texto la


claridad y la precisión necesarias.

6.4. La evaluación del escrito


Para asegurar una redacción satisfactoria, es necesario someter el artículo a una
evaluación lenta, exhaustiva y ordenada.
Proponemos a continuación una guía para realizar esta tarea, basada en la
propuesta de Mac Lean (1975).
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 76
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
1.- Rigor científico (Figura Nº2):
a) Relación entre título y objetivos.
b) Conclusiones como respuesta a los objetivos.
c) Conclusiones respaldadas por los resultados.

2.- Organización del contenido:


a) Respeto de la estructura lógica.
b) Organización lógica de los contenidos en cada sección.
c) Relación entre subtítulos y subtemas.
d) Cumplimiento de la finalidad de cada sección.
e) Correspondencia entre secciones (MyM - R - D)

3.- Rasgos de estilo: Objetividad; claridad y brevedad; precisión y exactitud;


unidad y coherencia.
a) Mantenimiento del grado de discurso para cada sección.
b) Corrección gramatical.
c) Uso correcto de los modos y tiempos verbales.
d) Uso de conectores adecuados.
e) Precisión de vocabulario, citas, referencias.
f) Uso de los recursos de énfasis.

4.- Mecánica de estilo:


a) En el texto:
Uniformidad en
- Uso de mayúsculas.
- Nombres científicos: uso de la nomenclatura universal.
- Uso de abreviaturas universales.
- Símbolos.
- Notas al pie.
- Plan de encabezamientos.
- Números de página.
b) En cuadros y figuras:
- Elementos de referencia.
- Ubicación de títulos.
- Interpretación en el texto.

5.- Inclusión de textos ajenos:


a) Organización de la literatura citada.
b) Uso de las referencias bibliográficas en el texto.
c) Unidad de propósito de las citas.

Luego de una evaluación exhaustiva, es muy útil dar a leer el texto a otras
personas. Convendrá que una de ellas tenga una especialidad diferente, para que pueda
juzgar la claridad y sencillez del texto. Otra, de la misma especialidad, podrá juzgar el
valor del contenido y su coherencia con los principios básicos de la disciplina.
Entonces, el texto estará completo, listo para entregarlo para la publicación. Tal
vez haya que hacerle luego algún ajuste más, si el comité editorial lo solicita. Pero, en
definitiva, se independizará de su emisor y pasará a integrar “la cadena de la ciencia”.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 77
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Parte III:

Presentaciones
en congresos
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 78
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

7. Abstracts, resúmenes y
resúmenes extendidos

El primer paso para presentar un trabajo de investigación en un congreso


consiste en enviar al comité evaluador del evento un abstract o un resumen, según la
indicación de los organizadores. Entonces, se plantea otra vez la cuestión del género34,
puesto que en general existen diferencias acerca de la estructura y el contenido.
El lector atento habrá observado que en el Capítulo 2 definimos el abstract en
términos muy generales, como el tipo de texto breve que tiene por finalidad dar cuenta
del contenido de otro texto científico, con el fin de interesar a la comunidad en su
lectura. Y lo hicimos así puesto que no hay acuerdos claros y definidos sobre esta
cuestión.
El Laboratorio de Escritura de la Universidad de Purdue (Purdue University
Writing Lab, 1998) distingue con mucha claridad dos tipos de abstracts: el informativo
y el descriptivo.
Atribuye al informativo características similares a las del resumen, según la
descripción que hicimos en otro capítulo35: texto breve que incluye propósitos, métodos,
resultados, conclusiones y alcances del artículo que presenta, así como las
recomendaciones, si las hubiere. Señala además que este tipo de abstract proporciona
información suficiente para que el lector decida si le interesa leer el texto completo para
acceder a los detalles o para analizar la inserción de la información que provee en el
marco teórico en que se ubica.
En cuanto al abstract descriptivo, en cambio, dice que sólo anuncia parte del
contenido del texto que presenta, informa acerca de sus propósitos, métodos y alcances,
pero no incluye ni resultados ni conclusiones. El interesado deberá leer el texto
completo descripto por el abstract (artículo, comunicación, revisión bibliográfica, etc.)
para obtener la información sustancial.
Por su parte, Aldestein y col. (1996) caracterizan el abstract como un texto
metatextual y descriptivo, es decir, que toma como tema otro texto al que llaman "texto
base" (en este caso uno perteneciente a un género científico) al que describe a partir del
análisis de su organización, de la articulación de sus partes. Señalan en él la presencia
de verbos del decir (presenta, analiza, expone, explica) para referirse a las operaciones
del texto sobre el cual “habla” el abstract (63).

(63) En este trabajo se analizan...

Algunas asociaciones científicas solicitan o admiten para sus congresos o


jornadas la presentación de lo que se ha dado en llamar “resúmenes extendidos o
ampliados”, que son más extensos que los resúmenes pero menos que los artículos.
Tienen la misma estructura lógica y conservan los subtítulos o no, según el criterio de

34
Cf. apartado “Cuestión de convenciones”, del Capítulo 2.
35
Cf. “Resumen”, en el Capítulo 4.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 79
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
los organizadores, quienes también determinan la cantidad de cuadros y de figuras que
aceptarán.
Dado que estos textos sintetizan información abundante que se publicará en
otros escritos, es conveniente –tal como lo señaláramos oportunamente36- redactarlos
después de haber completado aquél al que se refieren. Claro que algunos organizadores
sólo publicarán abstracts, resúmenes o resúmenes extendidos, y liberarán a sus autores
para publicar los trabajos completos en revistas con comités de evaluación. Otros, en
cambio, publican los resúmenes y se reservan el derecho de publicar o no los trabajos
completos.
Como puede verse, no hay una modalidad única en la comunidad científica para
la presentación de textos por escrito en los congresos, de manera que el investigador
vuelve a tropezar con las dificultades que ya hemos comentado. Sería oportuno unificar
criterios en este sentido, lo que favorecería en mucho tanto a las asociaciones científicas
como a los investigadores que quieren publicar en congresos o a los que asisten a ellos
para actualizarse. De lo contrario, es posible que se profundice la tendencia que ya
comienza a notarse: los investigadores evitan dar información sustancial en estos
eventos y las reservan para otro tipo de publicación, que consideran más segura y mejor
difundida.

36
Cf. Capítulo 4.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 80
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

8. Los murales o “posters”

Cuando el comité organizador aprueba un trabajo, informa a su autor cómo debe


presentarlo en el congreso. Uno de los modos posibles es a través de un mural o poster,
recurso válido para los artículos científicos y comunicaciones37. No es una costumbre
generalizada a todas las disciplinas, pero es una manera de aumentar el número de
presentaciones y de facilitar el contacto de los autores con la audiencia, de favorecer el
intercambio de información entre investigadores.
Ya hemos definido antes el género38, de manera que no lo haremos aquí. Pero
nos interesa agregar unas pocas palabras acerca de la elaboración de este instrumento de
difusión del aporte de un investigador a la disciplina científica de la que se ocupa.
En principio, a la hora de elaborar el poster, es necesario tener dos puntos en
claro: en primer lugar, que el mismo contenido será publicado en los anales del
congreso al menos en forma de resumen; en segundo, que el autor del trabajo estará
junto al mural para discutirlo con quien lo desee en algunos horarios que figurarán en el
programa. Esto significa que en el mural no será necesario abundar en detalles, sino que
será simplemente una presentación esquemática, sencilla, atractiva, fácil de leer en poco
tiempo, del contenido de otro texto (artículo o comunicación), al que llamaremos “texto
representado” o “texto base”.
Será conveniente, entonces, que el mural tenga pocas palabras, las necesarias
para expresar esquemáticamente las ideas centrales del texto representado. Y muchas
imágenes: cuadros para organizar datos, gráficos, mapas, dibujos, infografías,
fotografías. En cuanto a estos últimos, no se utilizarán como elementos decorativos,
sino que servirán para “mostrar” en lugar de “decir”. El expositor deberá estar
preparado para la posibilidad de discutir con sus pares, para añadir información
oralmente, responder a cuestionamientos y atender consultas sobre trabajos similares.
Pero hay que tener en cuenta que los murales serán visitados antes de las
sesiones para su comentario, de manera que los asistentes al congreso seleccionen
aquéllos que les interese discutir con su autor. Es conveniente considerar la posibilidad
de explotar en el mural lo más interesante del trabajo de investigación, de manera que
resulte especialmente atractivo y convoque a otros investigadores para la discusión.
Aunque en un mural se exponga el trabajo en forma breve, se deberá tener en
cuenta que mantenga la coherencia del texto que representa. El investigador deberá
considerar, entonces, no sólo la situación comunicativa que se establecerá a través de
este texto, sino la organización de los contenidos, la estructura global de sentido: debe
seleccionar aquella información que sea imprescindible para entender el trabajo. No
más, pero tampoco menos.
Un modo sencillo de respetar esta consigna es basarse en el resumen para
elaborar el mural. Sin embargo, hay que aclarar que no es un buen recurso seleccionar
fragmentos y trasladarlos al poster. No se trata de repartir párrafos en una lámina y
luego ilustrarla, sino de seleccionar palabras claves para construir oraciones breves,

37
Ver “MURAL”, en “¡Otra clasificación!”, Capítulo 2.
38
Idem.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 81
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
reemplazar la narración de procedimientos o la descripción de procesos por diagramas,
las descripciones por dibujos o fotografías, la comparación entre datos por cuadros, etc.
No debe olvidarse nunca que es imprescindible que figuren en el mural el título
–que coincidirá con el del artículo o comunicación-, los autores y su lugar de trabajo, y
las conclusiones. Particularmente éstas suelen ser las más olvidadas y, sin embargo, son
las que sintetizan el aporte del investigador a la disciplina, las que constituyen la
“información nueva”.
Por último, hay que subrayar que, como texto científico, el mural debe guardar
no sólo coherencia textual sino el rigor propio de este tipo de contenido.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 82
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

9. Presentaciones orales

9.1. Conferencias y ponencias.


Otros modos de exponer trabajos en los congresos son las conferencias y
ponencias, textos orales que ya hemos definido antes39. Las conferencias son en general
dictadas en sesiones plenarias por investigadores de vasta experiencia, referentes
importantes de un tema científico en particular. Éstos suelen ser oradores hábiles, que se
manejan con soltura y exponen discursos atractivos.
El contenido de las conferencias suele girar acerca de las novedades y últimas
especulaciones sobre un tema de interés científico, la exposición de teorías y la
sugerencia de líneas de investigación.
En general, suelen tener origen como texto escrito para publicar, que después se
expone oralmente, lo que hace que tenga un estilo muy formal. Más adelante
señalaremos algunas sugerencias para quienes por primera vez tengan que preparar este
tipo de exposición.
Es frecuente también que estos investigadores experimentados participen de
paneles en reuniones plenarias. Estos paneles consisten en la presentación sucesiva de
ponencias sobre un mismo tema, anunciadas por un moderador que posteriormente
puede dirigir la formulación de preguntas a los panelistas por parte del público o un
debate que se genere entre los expositores.
La ponencia es también el tipo de texto que se utiliza para la exposición oral de
los trabajos aceptados por el comité organizador. En algunos casos, estos textos son
escritos que se leen ante la audiencia; otras veces, son presentaciones orales que el
expositor hace sobre la base de textos escritos; otras, lecturas de fragmentos del texto
escrito con comentarios más o menos espontáneos. La decisión depende de la costumbre
de la comunidad que se reúne en el congreso y de la preferencia del expositor, cuando
éste ya tiene experiencia reconocida en este tipo de eventos.
Las ponencias leídas son de muy difícil construcción, pues es necesario darles
características de estilo intermedias entre los textos orales y los escritos con el fin de
mantener la atención del receptor. Las presentaciones orales son más atractivas, pues
dan la impresión de establecer un contacto más directo con el público (Ebel, Bliefert y
Russel, 1987), que justifica la comunicación “en presencia” y, por lo tanto, suelen ser
más amenas, más fáciles de seguir por el auditorio.

9.1.1. Algunos problemas

Suele ocurrir –cuando el expositor no es suficientemente experimentado- que las


conferencias y las ponencias no leídas no evidencian con claridad la organización de su
contenido. Este hecho puede significar falta de claridad en las ideas expuestas o

39
Cf. Capítulo 2. ¡Otra clasificación!
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 83
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
excesiva confianza del orador en su conocimiento del tema, que lo llevara a no preparar
con anticipación un esquema de lo que iba a presentar. Este defecto conduce
frecuentemente a que se lean las transparencias proyectadas, lo que trae como
consecuencia el tedio del receptor, o que a este último le resulte sumamente difícil
construir el sentido global de lo que escucha.
En otros casos, los emisores preparan un esquema de contenido para su
exposición, lo anuncian –incluso lo presentan en una transparencia- y hablan de él.
Como resultado, tanto el emisor como el receptor otorgan demasiada importancia a la
estructura de la ponencia o conferencia, más que a su contenido, y en esto suele
invertirse el escaso tiempo disponible.
Más aún que en el texto escrito, en la exposición oral son necesarias las
conexiones explícitas entre ideas, de manera que el destinatario no interprete libremente
lo dicho por el expositor. Si en un escrito el destinatario puede volver atrás para intentar
una interpretación fiel a la intención del emisor, en el texto oral no dispone de esa
posibilidad. Por lo tanto, el panelista debe esmerarse en dar a su texto claridad y poner
de manifiesto su coherencia para que sea fácilmente comprensible.
Otro defecto corriente en estas presentaciones orales es la repetición casi de
memoria de un texto escrito, que también produce aburrimiento en el receptor. Un texto
oral exige recursos diferentes que los escritos, son menos formales, más sencillos en su
estilo, hacen –como dijimos- referencia directa al público y al contexto de emisión40.
Seguramente, un buen trabajo de investigación que sea presentado con estos
defectos quedará desvirtuado. A veces este hecho resulta agravado por la falta de
experiencia del orador y por el temor que esta situación le produce. Entonces, aparece
como inseguro de lo que dice y, generalmente, su exposición resulta poco clara.

9.2. La producción de conferencias y ponencias.


¿Cómo proceder para dictar una conferencia o para presentar oralmente un
trabajo de investigación en un congreso?
Igual que para los textos escritos, en primer lugar hay que ubicarse en el
contexto en que se producirá la comunicación y pensar en el destinatario que tendrá el
texto (Figura Nº1). A veces los congresos están abiertos exclusivamente para
investigadores, pero en otras ocasiones los asistentes conforman grupos heterogéneos.
Por dar solamente un ejemplo, los congresos de la Asociación Argentina de Producción
Animal admiten la asistencia de estudiantes, investigadores, profesionales dedicados al
asesoramiento y productores agropecuarios, con lo que resulta muy difícil para el
expositor la construcción de su destinatario y la adecuación exitosa del texto.
El investigador tendrá que planificar su texto oral tal como se ha planteado que
debe hacerse con los escritos: elaborará un esquema de contenido41 que usará como guía
durante la presentación oral. Deberá tener presente que el tiempo de exposición o
lectura es reducido (aproximadamente, de entre 10 y 20 minutos, según la decisión de
cada comité organizador). El orador deberá decidir si su exposición será acompañada
por la proyección de transparencias o diapositivas o si prescindirá de ellas. En el caso de
utilizarlas, deberá considerar que el número adecuado para una exposición se calcula

40
Cf. Capítulo 3, apartado “Textos orales y textos escritos”.
41
Cf. apartado 6.2.4. “Organización del contenido”.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 84
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
como una cada tres minutos, según Ebel, Bliefert y Russel (1987), quienes también dan
recomendaciones muy útiles acerca del modo de confeccionarlas. Luego, evitará
redactar por escrito su ponencia o conferencia antes de ensayarla y grabarla cuantas
veces sea necesario para poder evaluarla y corregirla antes de exponerla ante su público.
En cuanto al estilo, tendrá especial cuidado de mantener la sencillez del
vocabulario y la construcción de oraciones, la claridad y coherencia en cuanto a la
organización de las ideas, la introducción de recursos coloquiales y de las características
de oralidad ya mencionadas. En estos textos también aparecen –como en los escritos-
citas de trabajos de otros autores, aunque con mecánicas de citación basadas en recursos
que muchas veces apelan a lo gestual (por ejemplo, para marcar con exactitud el
comienzo y el final de una cita textual).
Cuando se trate de exponer un trabajo de investigación, será conveniente ser
breve y conciso en la presentación, procurando no abusar de la atención del receptor.
Con el fin de orientarlo, será oportuno explicitar el orden que se seguirá en la
exposición pero de manera muy breve, sin caer en el error que ya hemos mencionado.
Bastará luego con hacer un breve planteo del problema para justificar la investigación,
formular los objetivos y adelantar las conclusiones. Se resumirán luego los materiales y
métodos, se presentarán los resultados y se iniciará su discusión mediante la
presentación de un resumen de los argumentos para defender la conclusión. La
discusión podrá ser continuada mediante el aprovechamiento por parte del público del
período para la formulación de preguntas.
En este tipo de texto adquieren importancia otros factores, como la postura
corporal, el tono y volumen de la voz, la dicción clara y la disposición afable frente al
auditorio. Como ya dijimos, un buen número de ensayos frente a un espejo y con un
grabador que permita reformular el texto a partir de lo escuchado, ayudará al
investigador sobre todo en sus primeras exposiciones. Poco a poco, desarrollará tal
habilidad, que la preparación le llevará menos tiempo y sus conferencias y ponencias
resultarán más atractivas y eficaces para defender sus trabajos de investigación.
FINALIDAD DESTINATARIOS GÉNEROS CONTENIDO CIRCULACIÓN
Exposición GRÁFICA

Mural Discusión ORAL

Informar Comunidad Artículo científico * Resultados de un trabajo de investigación

Comunicación preliminar

científica Comunicación * Técnicas o métodos de investigación

* Estudios de casos

Abstract * Resumen de un texto científico

Docentes de grado Tesis * Resultados de un trabajo de investigación

ESCRITA
Informar y y postgrado universitario Monografía * Investigación documental

acreditar méritos * Estado de avance de una investigación

Funcionarios Informe científico * Descripción de un problema

* Propuestas de solución a un problema

Revisión bibliográfica * Estados de cuestión

* Sugerecias de líneas de investigación

Ensayo * Presentación de teorías

Informar * Discusión teórica de un problema

Evaluar Comunidad * Formulaciones teóricas

Sentar posición científica Ponencia * Experiencias o estudios de casos Exposición ORAL

* Nueva técnica o método

Conferencia * Novedades y últimas especulaciones ESCRITA para publicar

* Sugerencias para investigaciones futuras

Confrontar Debate * Aportes a la solución de un problema ORAL

* Posiciones frente a un tema o problema

Cuadro Nº 1: Clasificación de textos científicos


Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

 
     PARTES  DEL  ARTÍCULO                                      GRADOS                                            TRAMAS                                    
                                                                   DE  DISCURSO  INFORMATIVO  

Introducción Grado 1 (uno) Argumentación

Descripción
Materiales y Métodos Grado 0 (cero) Narración
Exposición

Resultados Grado 0 (cero) Exposición

Discusión Grado 1 (uno) Argumentación

Conclusión Grado 0 (cero) Exposición

Resumen Grado 0 (cero) Exposición

Cuadro Nº4 : Correlación entre grados de discurso informativo y tramas para cada sección del artículo.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. Lomas de Zamora:
Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

MODALIZADORES MODALIZADORES
LÓGICOS: APRECIATIVOS:

a) Adverbios terminados en a) Adverbios en mente:


mente: desgraciadamente,
ciertamente, felizmente,
efectivamente, infortunadamente,
evidentemente, lamentablemente,
indudablemente, afortunadamente, etc.
precisamente,
seguramente, etc. b) Construcciones sin verbo:
por suerte, por desgracia,
b) Construcciones sin verbo: etc.
sin duda, sin lugar a
dudas, con toda c) Construcciones con
seguridad, tal vez, verbo:
por cierto, en verdad, por lo peor es que, es una
supuesto, en efecto, etc. pena que, etc.

c) Construcciones con
verbo: es verdad que,
es posible que, todos
sabemos que, es evidente
que, etc.

d) Uso del modo potencial


para disminuir el grado
de certeza de la aserción

e) Citas de otros autores


para confirmar las
propias afirmaciones

Cuadro Nº 3: Modalizadores del discurso


Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos.
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Problema Revisión bibliográfica

I
Objetivos

M (MyM)

I: Introducción M: Metodología MyM: Materiales y Métodos


R: Resultados D: Discusión C: Conclusiones

Figura Nº 2: Estructura lógica y rigor científico


Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos.
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Problema
Realidad

INVESTIGADOR Búsqueda de
Conocimientos bibliografía
adquiridos

Formulación de
hipótesis

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

* OBJETIVOS

materiales
*DISEÑO del trabajo de campo mediciones
procedimientos
metodología

* Obtención de RESULTADOS

*ANÁLISIS de los datos obtenidos

* CONFRONTACIÓN hipótesis
objetivos
bibliografía

* Esbozo de CONCLUSIONES

COMUNICACIÓN DE INFORMACIÓN OBTENIDA


Plasmar todo el proceso
Persuadir del valor de la información generada
Inscribir el propio trabajo en la “cadena” de la ciencia

Figura Nº 3: La investigación y la comunicación de resultados: dos procesos diferentes


pero conectados.
Moyano, E. I. (2000) Comunicar ciencia: El artículo científico y las presentaciones a congresos. 93
Lomas de Zamora: Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

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