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Las religiones orientales

HINDUISMO, CONFUCIANISMO, TAOÍSMO Y BUDISMO


Las tradiciones orientales, dejando atrás las manifestaciones prehistóricas, son las más antiguas de
entre las que perviven actualmente, incluyendo también aquí al judaísmo. Estas tradiciones pueden
caracterizarse por tres notas: sus propuestas morales, su ritualismo y su fuerte arraigo nacional. Todas
ellas afrontan los misterios más insondables de la vida a través de nociones cada vez más refinadas y
complejas, con un lenguaje muy elaborado y de contenido espiritualista.
Haremos sólo una mención, de pasada, de la ‘religión persa’, el ZOROASTRISMO o Mazdeísmo, en la
actualidad prácticamente desaparecida, salvo algunas pequeñas excepciones en la India, si bien
sincretizándose con el hinduismo. Es probablemente la religión más antigua de este grupo, y es
atribuida a Zoroastro (o Zaratustra), en torno a 1500 a. Jc., si bien procede de una tradición anterior que
desaparece en la noche del pasado.
Lo más característico en ella es la confrontación entre el bien y el mal, procedentes ambos de un Dios
único: Mazda, trascendente, pero que está presente en el mundo a través de dos fuerzas enfrentadas,
que acaban dando lugar a un radical dualismo ético, en el que el mal, caótico, se viene a identificar con
la materia y con el cuerpo humano, frente al alma, principio espiritual y bueno que tiende al orden y la
armonía.

1.- EL HINDUÍSMO
1.a. Origen
El hinduismo es la tradición religiosa predominante del subcontinente indio, principalmente en la India
y Nepal. Con casi mil millones de fieles, es la tercera religión más extendida en el mundo, tras el
cristianismo y el islamismo.
No hay una fecha precisa y documentada de su nacimiento y tampoco tiene fundador conocido. Sin
duda tiene raíces prehistóricas, tanto en las corrientes telúricas (en la etapa pre-indoeuropea) como en
las celestes (a partir de los Vedas, libros sagrados indoeuropeos que dan la primera formulación al
hinduismo).
Con anterioridad al año 1.800 a. Jc. se sabe de la existencia de una “cultura o civilización del valle del
Indo”, aunque las noticias acerca de la misma datan de principios del siglo XX, debido a una serie de
importantes hallazgos arqueológicos. Se trata de una civilización autóctona en la que existen datos
acerca de una religión claramente telúrica, centrada en el culto a la Diosa Madre Tierra, a la que
acompaña una divinidad masculina menor, Siva, que algunos relacionan con el dios Dionisio.
En torno a 2000-1800 se tiene noticia del declive de esta civilización, al parecer debido a las invasiones
de los pueblos indoeuropeos o arios, procedentes del sur de la actual Rusia, que se instalan en los
valles del Indo y del Ganges, e implantan relativamente pronto una religión de naturaleza celeste y
étnico-política, que es la primera expresión clara del hinduismo. El contenido y primera expresión
definida de esta religión se encuentra en una serie de libros sagrados: los Vedas.
Según algunos expertos, en realidad no es una sino varias religiones diferentes a las que se aplica el
mismo nombre, dada la complejidad de corrientes, variedades, prácticas y cultos que registra. Es más
bien un conjunto, un conglomerado de creencias metafísicas, religiosas, costumbres y rituales que
conforman una tradición, sincretista más bien, en la que no existen ni órdenes sacerdotales que
establezcan un dogma único, ni una organización central.
Los hinduistas llaman a esta tradición religiosa sanātana dharma (‘religión eterna’, en idioma
sánscrito), porque creen que no tiene principio ni tendrá fin [El Sanatana dharma es considerado el
“orden perfecto”: orden cósmico, ley moral, orden social, sentido religioso, camino existencial. Se trata
más bien de una conducta recta que de una doctrina.]. Según ellos ha existido durante más de 5.000
años. Consideran el hinduismo, así pues, como la tradición religiosa más antigua del mundo. No
obstante, el hinduismo actual se conforma a partir del siglo III a. C.
1.b. Escritos sagrados: los Vedas.
Hay un grupo de textos que se consideran «revelados» y que no pueden ser interpretados, sino seguidos
al pie de la letra:
1) Los cuatro Vedas, escritos entre 1500 y 500 a. Jc.:

• Rig-veda, el texto más antiguo de la literatura de la India, escrito en una forma


arcaica del sánscrito, posiblemente después del siglo XV a. C.
• Yajur-veda, el libro de los sacrificios. La mayor parte de sus textos provienen del
Rig-veda.
• Sama-veda contiene himnos. La mayor parte de sus textos provienen asimismo del
Rig-veda.
• Atharva-veda, el libro de los rituales, un agregado varios siglos posterior, sin
relación directa con el Rig-veda.

2) Los Upanishad, meditaciones místico-filosóficas escritas a lo largo de varios siglos,


desde el 600 a. C.

Hay además otro grupo de escritos que recogen una rica y variopinta tradición (Sutras):

• El texto épico Majabhárata (siglo III a. C.), que incluye el texto religioso
Bhagavad-gītā, que pretende ser un resumen o síntesis de creencias.
• El Ramaiana (siglo III a. C.), la épica historia del rey-dios Rama.
• Los 18 Puranás (‘historias’) principales (siglo III a. C. hasta siglo XI d. C.), y
decenas de pequeños Upa-puranas.

1.c. Las castas


El aspecto étnico-político de la tradición hinduista se aprecia de manera evidente en la férrea
organización social de las castas, grupos étnicos herméticos que se excluyen entre sí. [Aunque en 1940
se suprime legalmente el régimen de castas, en realidad permanece prácticamente intacto.]
En el Rig-veda se habla de la existencia del “hombre originario y universal”: Purusa, de quien proceden
los verdaderos hombres:
• De su cabeza provienen los Brahmanes, que ejercen una tarea sacerdotal, prioritariamente
religiosa.
• De sus brazos, los Chatriyas, que asumen el papel de señores de la guerra.
• De sus piernas, los Vaisyas, que se encargan de las tareas agrícolas y artesanales.
Estas tres castas constituyen la nobleza hindú. Sólo ellos pueden salvarse.

• Se encuentran además los Sudras o Sûras, que son “la tierra pisada por los pies”, y que asumen
las tareas laborales más penosas.
Pero “fuera” de este grupo, como seres inferiores, mínimamente humanos, están los excluidos o
intocables:
• Los parias y los dalits (cristianos), carentes de derechos e “intocables”.
• Los adivasi o dâsya, indígenas autóctonos, de piel oscura, nativos, considerados “ínfimos”.
No obstante, dentro de las cuatro castas básicas existen hasta un total de 4.635 subcastas, que poseen
sus propias normas y atribuciones diferenciadas.
En esta vida nadie puede cambiar de casta. Ello sólo puede ocurrir a través de la reencarnación, en
vidas posteriores, de acuerdo con las formas o caminos de purificación, que proporcionan la liberación
de la fascinación por lo sensorial, de las apariencias de este mundo:
• El camino (yoga) de las obras: “karma”. Cumplimiento de los deberes y normas relativas a la
vida familiar y societaria. El karma es una forma de justificación, una ley determinante de la
vida en función del mérito o culpa del alma.
• El camino del conocimiento o “jnana”, mediante la meditación para sustituir la ignorancia por el
conocimiento de que somos parte del “Brahmán”, el todo supremo o divinidad panteísta
superior.
• El camino de la dedicación a alguna divinidad concreta: “bhatkti”. (Los hindúes reconocen más
de 300 millones de dioses, si bien en el Rig-veda existe un grupo selecto de 3.339 divinidades)
• El yoga propiamente dicho, que es el camino del autodominio. Se trata de dominar las fuerzas
corporales y mentales para alcanzar la armonía consigo mismo y con el mundo, sobre todo con
lo divino (Atman-Brahman), liberándose así sobre todo de las ataduras de esa prisión que es el
cuerpo. El contexto del yoga es una concepción panteísta de la divinidad y del mundo. No es
una simple higiene o ejercitación física o fisiológica (relajación, respiración, autocontrol…),
sino una forma de respirar el “prâna”, el espíritu o aliento divino de Brahman. Lleva a un
desinterés por el trabajo y las preocupaciones de este mundo, las relaciones sociales… Reduce
el perfeccionamiento humano al autodominio, que vendría a equivaler a la unión con la
divinidad.
Mediante estos caminos se puede escapar a la fatalidad del ciclo de las reencarnaciones tras la muerte,
y ascender por la escala de las castas hasta que, una vez purificada el alma, ésta se adentra en el
Brahmán, en el todo-divino, diluyéndose en Él.
1.d. La divinidad (o las divinidades) en el hinduismo.
Como ya se ha dicho, el hinduismo es una tradición religiosa en la que sobresale su eclecticismo: es
una mezcla o conglomerado de creencias, un “mosaico de religiones” incluso, con una gran diversidad
de credos doctrinales, a menudo contradictorios entre sí, incluso. De hecho, la expresión que se utiliza
en sánscrito (el idioma de los textos sagrados hindúes) para referirse a la religión es la de dharma, que
vendría a ser algo así como una “ley cósmica”, un comportamiento universal y humano recto, en la que
lo doctrinal viene a ser algo secundario o derivado.
En el Rig-veda se atribuye el origen del universo a la realización de un sacrificio, el del hombre gigante
primordial, Purusa, de cuya desmembración provienen el cielo, el sol, la luna, la tierra, el viento, los
animales y las castas superiores. En algún sentido se considera también una divinidad primordial.
Sin embargo, elaboraciones posteriores llevan a una constelación de divinidades, un variopinto y
abigarrado panteón, en la que se mezclan el politeísmo (existencia de una diversidad de dioses) y el
henoteísmo (una jerarquía en la que destaca un dios sobre los demás), el monoteísmo y el panteísmo
(sobre todo con la referencia a Brahman, o Atman-Brahman, Ello, el Todo, una divinidad impersonal
que está presente en todo, de donde emanan todas las cosas a través de ciclos cósmicos de 4.320.000
años, si bien a veces es revestido de atributos personales (siente, piensa, actúa deliberadamente…)
La presencia de Brahman en todos los seres vivos viene a derivar en una especie de animismo, según la
cual todos los seres vivos –en especial los animales, y unos incluso más que otros, según lo
beneficiosos que sean para el hombre y para la tierra- “son” la divinidad, de ahí que se considere
especialmente sagrados a ciertos animales.
Brahman, a lo largo de los tiempos, se encarna en “avatares” o personificaciones divinas como Visnú,
Krisna, y otras, o humanas como Rama (a quien algunas narraciones se refieren también como dios, o
dios-hombre), etc. En el marco de estos avatares o avataras se produce una concepción ecléctica o
sincretista según la cual todos los dioses y todas las religiones en el fondo son la misma. Por si esto
fuera poco, se considera que hay también una cierta identidad de fondo entre las tradiciones telúricas
pre-indoeuropeas (las propias de las culturas primitivas del Indo) y las étnico-políticas de los pueblos
arios hinduistas.
Existe además una “tríada” o “trinidad” de dioses, derivados o constitutivos (¿?) de Brahman: en un
principio se cita a Agni (dios del fuego), Indra (dios de la guerra) y los dos gemelos Asvin (los jinetes
de la aurora), que se reconvierten, en otras narraciones posteriores y más elaboradas, en la “Trinidad
hindú”: Visnú, Shiva y Brahma. Brahma es el creador y el regulador de la ley del karma, Vishnú el
sustentador y Shiva el destructor del mundo.
Esta Trinidad se interpreta a veces como “lo Uno-Múltiple”, y se entiende de dos maneras: como una
sola realidad con muchos nombres, y como la cumbre a la que se llega por muchos senderos. Aquí hay
otra versión de la “Trinidad” hindú: Brahman aparecería en forma trinitaria, denominándose “Sat-Chit-
Ânanda”, Sat es la existencia, el ser; Chit es la conciencia, el conocimiento profundo, y Ânanda la
felicidad, la plenitud. En la India, los cristianos suelen recurrir a esta denominación y modo de entender
la divinidad para establecer el diálogo con el hinduismo y hacer asumible al Dios trinitario cristiano por
parte de los hindúes: Sat sería como Dios Padre (“Yo soy el que soy, el que es”, como se dice en el libro
del Éxodo en la Biblia), Chit sería como el Hijo, el Verbo, el Logos; y Ânanda sería como el Espíritu
Santo, el Amor de comunión.
***
De esta diversidad de divinidades principales arrancan las principales ramas del hinduismo:
Visnuismo, shivismo, tantrismo, saktismo y krisnaismo.

• Visnuismo: Surge en torno al s. IV a. Jc. Toma a Vishnú como Dios supremo o de referencia, un
Dios bueno, conservador del universo. Busca la “unión amorosa” con el Dios (“bhatkti”).
• Shivismo: Rinden culto a Shiva, Dios de “dos caras”: terrible y demoniaco por un lado,
enemigo destructor de dioses y de hombres; benévolo por otro. La aniquilación del mundo es
también su restauración, de acuerdo con los ciclos cósmicos. El Dios baila una danza orgiástica
sobre las ruinas del mundo.
• Tantrismo: En esta corriente se prodigan los ritos mágicos. Se basa en la creencia en la
complementariedad de dos principios que están en la base de todas las cosas, lo masculino y lo
femenino. En el arte se tiende a la representación de escenas eróticas, no tanto realistas como
cargadas de simbolismo. También utiliza los mantras (palabras secretas a las que se atribuye un
poder mágico, tomadas de algún libro sagrado, en sánscrito y que expresan la intimidad y el
equilibrio del individuo con el mundo), y mandalas, figuras geométricas, letras o incluso
sílabas, como el “OM”, el sonido de Brahman, común entre los practicantes del yoga
(“yoguis”).
• Saktismo: Corriente espiritual marcada por el signo femenino. Sitúa a Sakti o Kali, esposa de
Shiva, en la cima del panteón de las divinidades. Se le atribuye la energía de la fecundidad
divina, inspirada en la Madre Tierra”. Es la diosa dela fecundidad y de la muerte, del tiempo
destructor del mundo.
• Krisnaísmo. Krisna es uno de los numerosos avatares (‘encarnaciones’) del dios Visnú. En
cambio según el krisnaísmo, Krisna es la forma principal de Dios, de quien emanan Visnú y los
demás dioses (como Shiva y Brahma). Se le llama a veces “el Señor oscuro”. Krisna es un
adolescente púber eternamente de unos 13 años. Frecuentemente se le representa tocando una
flauta travesera, atrayendo y fascinando a las gopis (pastoras) púberes de la región de
Vrindaván. La flauta representa la llamada del Divino a las almas, que son personificadas por
las pastoras. La unión de Krisna y su esposa Radha, muy celebrada en templos y fiestas de toda
India, representa la unión del Divino con el alma. Esta imagen, la unión del amado con la
amada, se encuentra en los textos de los místicos de diversas tradiciones espirituales. Según sus
seguidores, aunque muchos no lo sepan, es a través de Krisna como se salvan quienes prestan
devoción a los demás dioses hindúes.
1.e. Doctrina y vida religiosa en el hinduismo.
Si nos referimos a la cosmovisión y el entramado de la existencia propios del complejo mundo del
hinduismo, es preciso hablar en primer lugar de Brahman, “lo Uno y el Todo”, “lo que es”. Es lo único
verdaderamente real, el origen y destino de todo, según los ciclos a los que está sujeto el cosmos.
Todo lo que procede por emanación de Brahman es “mâya”, lo aparente. Todas las cosas son
emanaciones transitorias del Brahman, su encanto, el “samsâra”, es engañoso y fascinador –en otras
religiones el Samsara se identifica directamente con el proceso riguroso de las reencarnaciones-.
Despierta en el hombre el deseo, la concupiscencia: “kama”. Este deseo es lo que causa en el hombre el
mérito y el demérito (culpa), que constituyen el karma (acción, palabras y operaciones de valor moral).
La “ley del karma” determina que el alma ha de purificarse de sus deseos inicuos a través de sucesivas
reencarnaciones. Los medios o caminos para ello, de los cuales ya hemos hablado más arriba, son la
acción ascética, el conocimiento o meditación, la adoración o dedicación a alguna encarnación de
Brahmán (avatares, divinidades…), y el yoga o armonía liberadora.
Algunos hablan de más de 8 millones de reencarnaciones para el alma, para librarse de la impronta o
huella que le ha dejado su vida anterior.
La idea de la reencarnación tendrá eco en occidente a través del pitagorismo y de Platón (siglos VI-IV
a. Jc.), pero desaparecerá de este escenario con la filosofía de Aristóteles y con la aparición y auge del
cristianismo.
Ello ocurre en el transcurso de cada ciclo cósmico, un proceso repetitivo de emanación de las cosas
alejándose de Brahmán y de vuelta a él mediante una destrucción o cataclismo universal, por el fuego o
por el diluvio, que ocurre periódica y exactamente cada 4.320.000 años.
La vida religiosa es una tensión que dirige hacia la fusión con Brahmán. El alma (“âtman”) tiende
necesariamente hacia él, Âtman-Brahman, el Espíritu cósmico. La unión con lo divino tendrá lugar sólo
tras la muerte y la total purificación a lo largo de las sucesivas reencarnaciones, que culminarán en este
mundo en la pertenencia a las castas superiores.
***
Para el hinduismo, todas las religiones y sus divinidades son válidas en principio, porque, lo sepan o
no, todas las divinidades conducen a Brahmán (Sat-Chit-Ânanda) o son distintos nombres de éste.
Asimismo, todas las religiones vendrían a ser realizaciones de la misma religión (dharma) universal. Y
según los seguidores de Krisna, todos los que se salvan lo hacen a través de este dios, aunque no lo
sepan.
Este relativismo tolerante en lo doctrinal no existe, sin embargo, en lo relativo al régimen de castas, que
se ve revestido de una extraordinaria intransigencia.

Acerca de la REENCARNACIÓN

Observaciones críticas
(Cfr. M. Guerra, Historia de las Religiones, BAC. Págs. 178s.)
Tras innumerables reencarnaciones subsiste, no el individuo, el yo completo, responsable de sus actos
buenos y malos, sino uno solo de sus componentes, el alma, vivificadora de incontables «cuerpos».
Según esto, el cuerpo no es propiamente componente del individuo humano, puesto que es accesorio,
sustituible… El hombre es sólo su alma, que transita por innumerables cuerpos (más de 8 millones,
según algunas tradiciones hindúes) hasta venir a fundirse y desaparecer en Brahmán, en el Todo, donde
todas las cosas se disuelven.
La reencarnación haría «justicia» de un modo fatalista en el orden (darma, karma) universal, pero
relativiza los vínculos con las personas, los lugares, las relaciones y las tareas que configuran el
argumento de cada vida, puesto que son un mundo de apariencias, inconsistente, y también tentador.
Por otra parte, ¿dónde están o de dónde vienen las muchas almas necesarias para vivificar a los nuevos
cuerpos? Según algunas versiones, la reencarnación también se produce en los cuerpos de los animales,
en los que se purifican las almas de sus vidas anteriores. ¿Eso significa que la suma total de humanos y
animales es siempre la misma? ¿Se puede decir que los mosquitos encierran un alma humana? ¿Y
acaso otros organismos vivos, como las bacterias?
¿Qué ocurre cuando termina un ciclo cósmico (cada 4.320.000 años exactamente), y se inicia una
nueva emanación de la que todo vuelve a salir? ¿Se anula el karma de los individuos que vivía en el
ciclo anterior? ¿Se han purificado todos? ¿Y si no lo han hecho, qué ocurre con sus almas? ¿También
las almas de los que han obtenido la liberación y se han diluido en Brahmán tienen que volver a
reencarnarse? Aquí las respuestas se diversifican según ramas y tradiciones. Según el hinduismo, el
alma subsistente no conserva su individualidad ni su consciencia, sino que se diluye en Brahmán. Pero
¿cómo puede ser un premio el ‘no ser,’ la no existencia personal?
También debe señalarse el nulo valor que se reconoce al cuerpo humano, ya que el hombre o la mujer
son propiamente su alma, y su cuerpo un accesorio, una cárcel, un carruaje o vehículo transitorio (mi
cuerpo no soy yo…)
Por otro lado, la serie de reencarnaciones convierte en justos, elegidos por la divinidad, a los
triunfadores aquí, en la tierra, y transforma en castigos de culpas anteriores, por ejemplo, las
malformaciones de los recién nacidos obligados a cargar con la ignominia pública de haber sido malos
en su vida o vida anteriores, así como a los marginados de cualquier clase en herederos de su propio
karma acumulado.
La creencia en la reencarnación condena al hombre, como en el mito de Sísifo, a empujar una y otra
vez la pesada roca de su existencia, la cual, una vez llevada hasta la cima, la muerte, cae rodando
inexorablemente al valle de la vida para volver a empezar incluso millones de veces, y acabar
disolviéndose en un Todo que es lo mismo que la nada.

2. CONFUCIANISMO Y TAOÍSMO

2.1 CONFUCIANISMO
El confucianismo surgió en China, hacia el final de la dinastía Zhou, una época cuando la guerra y los
cambios sociales desestabilizaron los antiguos modos de vida. Confucio (551 a.C. - 479 a.C.) se
preocupó por los problemas sociales y políticos de China de esta época turbulenta y desarrolló un
sistema filosófico, casi más que religioso, cuyo propósito principal era traer orden a la sociedad y
mantener la armonía con la naturaleza. El confucianismo fue la religión oficial de China desde el siglo
VII hasta el siglo XX, y ha ejercido una gran influencia sobre China, Corea, Vietnam y Japón.
Actualmente se considera creencia semioficial en Taiwán (China no comunista).
Así como Siddharta Gautama, fundador del budismo, y el filósofo griego Sócrates, Confucio nunca
plasmo, es decir escribió, sus ideas en papel. Sus alumnos recopilaron muchos de sus dichos en las
Analectas.
Creencias Principales:
• Las fuerzas del yin (femenino, terrestre) y el yang (masculino, celeste) rigen el universo; su
armonía regula las estaciones, la vida animal, la vegetal y la humana. Si esta armonía era
trastornada, habría graves consecuencias. Este concepto está también presente con fuerza en el
Taoísmo, doctrina fundada por Lao-Zi (Lao Tsé)
• Para mantener el orden en la familia y la sociedad se debe seguir las cinco relaciones de respeto
que forman el comportamiento:
1. los súbitos respetan al gobernador
2. las esposas respetan a sus esposos
3. los hijos respetan a sus padres, o piedad filial
4. los hermanos menores respetan a sus hermanos mayores
5. los amigos se respetan (única relación no jerárquica)
• También estableció otros valores como la honestidad, el trabajo arduo y la preocupación por los
demás.
• De acuerdo con Confucio, si se siguen estas relaciones de respeto, en particular la piedad filial,
habrá orden en la sociedad.

2.2. TAOÍSMO – LAO TSÉ


El taoísmo es un sistema de filosofía de vida basado primordialmente en el Tao Te King (libro del
camino, Daodejing) que la tradición atribuye al filósofo chino Lao Tsé. Sus enseñanzas parten del
concepto de unidad absoluta y al mismo tiempo mutable denominado Tao, que conforma la realidad
suprema y el principio cosmológico y ontológico de todas las cosas. La esencia de la filosofía taoísta se
encuentra, como ya se ha dicho, en el Daodejing (el libro de la vía y el poder, o del camino y la virtud).
El Taoísmo establece la existencia de tres fuerzas: una pasiva, otra activa y una tercera, conciliadora.
Las dos primeras se oponen y complementan simultáneamente entre sí, es decir que son
interdependientes de manera absoluta y funcionan como una unidad.
• Son el yin (fuerza pasiva/sutil, femenina, húmeda...)
• y el yang (fuerza activa/concreta, masculina, seca...)
• La tercera fuerza es el tao, o fuerza superior que las contiene.
La palabra china 道 tao (o dao), suele traducirse por ‘vía’ o ‘camino’, aunque tiene innumerables
matices en la filosofía y las religiones populares chinas.
El taoísmo filosófico se desarrolló a partir de los escritos de Lao Tsé y Zhuangzi. Según la leyenda
china, Lao Tsé vivió durante el siglo VI a. C. y tradicionalmente se fecha en ese siglo la redacción del
Dàodéjing, aunque según algunas investigaciones actuales es bastante posterior.
El taoísmo religioso se fundó en el siglo III a. C., pero no se convirtió en un movimiento religioso
organizado hasta el siglo II d. C.
El objetivo fundamental de los taoístas es alcanzar la inmortalidad, si bien a veces no se entiende ésta
literalmente, sino como longevidad en plenitud.
• Laozi (Lao-Tsé): 604 a. C., obra principal: Tao te ching.
• Preconiza: Armonía del hombre con el tao, el curso etéreo y dialéctico de los acontecimientos.
• Reprueba: La guerra, la resignación, la codicia, los prejuicios, los convencionalismos, los
tabúes, la desigualdad, la sumisión, el sometimiento dogmático a normativas absolutistas o
preconceptos prejuiciosos (lealtad filial, nacionalismo, legalismo, sumisión al culto, etc.).
• No posee un dogma al cual los fieles deban limitarse.
• Virtudes: Piedad, magnanimidad, abnegación, bondad, sacrificio personal, plantar árboles
(entregar algo a la naturaleza u otros humanos), hacer caminos (en los mismos modos que los
árboles), ser introspectivo, ser analítico, contemplativo y meditativo, fomentar la honestidad y la
equidad, enseñar al que no sabe.
A diferencia del confucianismo, corriente de pensamiento con la que siempre se ha emparentado (yin,
yang, pretensión de orden y armonía…), no tiene coordenadas pretensiones sociopolíticas, sino que
es más bien interiorista.

3. EL BUDISMO

Sidarta Gautama (h. 563-483 a. Jc.), más conocido como Buda (“iluminado”), fue un sabio en cuyas
enseñanzas se basa una de las tradiciones espirituales y morales más arraigadas en Oriente, el budismo.
Nació en las estribaciones del Himalaya, en el actual Nepal. Enseñó principalmente en el noroeste de la
India. Sidarta, significa «el que logra su propósito».

Es la figura central del budismo y sus relatos, discursos y reglas monásticas son creencias que, después
de su muerte, fueron resumidas y memorizadas por sus seguidores. Existen diversas colecciones de
dichas enseñanzas que le fueron atribuidas y transmitidas por tradición oral, hasta ser escritas
aproximadamente cuatrocientos años después de su fallecimiento. Los textos budistas de Gandhara son
los manuscritos budistas más antiguos que han llegado hasta nuestros días, escritos entre los siglos I
antes de Cristo y el III después de Cristo, y encontrados cerca de Hadda en el este de Afganistán.
Actualmente se conservan en la Biblioteca Británica.
Buda Gautama no es un dios ni el único ni primer “buda”: todos los seres humanos pueden alcanzar el
estado de iluminación, pues en éstos reside el mayor potencial para ello. No obstante, en algunas
corrientes se ha “divinizado” a Buda, insistiendo en su origen y destino sobrenatural.
Hijo del rey o señor feudal Sudodana, perteneciente a la segunda casta (“chatriyas”) y habiendo
fallecido su madre a consecuencia del parto, su padre le privó de las enseñanzas religiosas y del
conocimiento de la existencia del sufrimiento Las biografías narran que pese a los esfuerzos de su
padre para ocultarle a los enfermos, los ancianos y el sufrimiento, Sidarta dejó el palacio para reunirse
con sus súbditos y vio a un hombre viejo. Su cochero le explicó que todas las personas envejecían,
después encontró a un hombre enfermo, un cadáver en descomposición y un asceta. Estos «cuatro
encuentros» deprimieron a Sidarta Gautama, por eso se esforzó en vencer al envejecimiento, la
enfermedad y la muerte llevando la vida de un asceta.
Gautama renunció a su palacio y se dedicó a llevar una vida mendicante. A este hecho se le conoce
como la «gran renuncia». Tras varias experiencias de ascetismo con algunos maestros hindúes, se
inclinó por seguir el camino medio entre la complacencia sensual y el ascetismo estricto, y la vía de la
meditación. Con ello pretendía salir del dominio del samsara y la rueda de las reencarnaciones.
Habiendo alcanzado el “supremo despertar” junto con la vía del camino medio, pensó entones que la
liberación del alma llega al alcanzar el supremo estado de nirvana, la perfecta paz de una psique que
está libre de todo tipo de ignorancia, avidez, odio y otros estados dolorosos. Eso implica de algún modo
el ”olvido y desprecio del mundo”. «Todas aquellas cosas que son producto de la voluntad (“sankara”)
son pasajeras. Luchemos con diligencia para liberarnos de ellas.» Y en esto consistiría el ”dharma”, la
religión u orden perfecto. El Nirvana perfecto sólo se alcanzaría en el momento de la muerte.
Recibe el nombre de “arjat” aquel que ha ganado el entendimiento profundo sobre la verdadera
naturaleza de la existencia, que ha alcanzado el nirvana y en consecuencia, no volverá a nacer de
nuevo.
Se llama “lama” (término tibetano, equivalente al gurú de la India) al maestro espiritual cuya guía es
necesaria para que el discípulo recorra el camino hacia el nirvana
Buda formó una comunidad monástica (“Sanga”) –a los monjes budistas se les conoce con el nombre
de “bonzos”- y se dedicó a predicar y a meditar (“vasana”) en periodos alternativos. Los monjes son el
arquetipo del fiel budista, y los responsables de la custodia y la transmisión de las enseñanzas de Buda.
De algún modo se les puede considerar misioneros. El Budismo es una religión que busca difundirse
(como el Islam, o el Cristianismo, por ejemplo, si bien cada una a su modo).
A diferencia del Hinduismo, los rituales carecen de importancia. El budismo es más bien un sistema de
ideas, una “religión intelectual”, una ética racionalista de algún modo. Es una forma de vida
individualista: el individuo, sin intermediarios, es el responsable de su destino espiritual. También se
distancia de aquél en la negación del valor último de las diferencias sociales. “No se es brahmin o
paria por nacimiento, sino por las propias obras”.
Se niega la existencia de un Dios creador, omnipotente y omnisciente, pero sí hay ”dioses” o
“divinidades”, muy numerosas, sometidas también a la rueda del tiempo. El propio Buda ha recibido
consideración de divinidad en determinadas tradiciones.
Algunas de las enseñanzas fundamentales imputadas a Buda son:
• El camino medio: es el término que el Buda Gautama utilizó para describir la naturaleza del
camino que conduce a la liberación.
• Las Cuatro nobles verdades:
1. El sufrimiento es inherente a la existencia, está ligado al samsara y al insatisfactorio
proceso de la reencarnación.
2. El origen del sufrimiento es el deseo sensual: los gustos y deleites de los sentidos, de las
cosas que los incitan o satisfacen y de las personas aficionadas a ellos; así como la
ignorancia y el afán de poseer una identidad.
3. Más allá del proceso de las reencarnaciones y del samsara está el nirvana, que es una
forma de liberación.
4. La vía hacia el nirvana es comprender que todas las cosas, incluido nuestro yo, no es
permanente y carece de sustancia propia.

• El Noble camino óctuple: es el método a seguir para detener el sufrimiento.


1. Visión o entendimiento correcto,
2. intención correcta,
3. lenguaje correcto,
4. acción correcta,
5. modos correctos de subsistencia,
6. esfuerzo correcto,
7. atención correcta y
8. concentración correcta.
• Anicca: todo lo que llega a ser tiene un final; nada de lo que llega a ser es, en última instancia,
plenamente satisfactorio.
• Anātman: de nada puede decirse, en rigor, que es "yo" o "mío".

El budismo casi se extinguió en la India por la hostilidad de los hindúes y las invasiones musulmanas,
pero se difundió y arraigó en el extremo Oriente (China, en el siglo I, Birmania, Sri Lanka, Camboya,
Japón –budismo Zen- en el siglo XII…) y en el Norte (Tibet, en el siglo VII).
En el Budismo se llegan a reconocer casi 300 ramificaciones o tradiciones. Las más importantes
históricamente son el budismo theravada -el más antiguo-,el mahayana, el tántrico –sobre todo en el
Tibet-y el zen.

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