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Capítulo 33

La Iglesia de Laodicea
Queridos hermanos y hermanas: El Señor
nuevamente me ha visitado con gran misericordia.
He estado muy afligida durante los últimos meses.
Me he sentido muy enferma. Durante años he
estado afectada por la hidropesía y por una
enfermedad del corazón, lo cual ha tendido a
deprimirme y a destruir mi fe y mi valor. El
mensaje a los miembros de la iglesia de Laodicea
no ha conseguido que se produzca ese fervoroso
arrepentimiento entre el pueblo de Dios que yo
esperaba ver, por lo cual he sentido gran
incertidumbre. Debido a que la enfermedad que
padecía avanzaba continuamente, pensé que
moriría. No tenía deseos de vivir, por lo tanto no
podía aferrarme de la fe y orar por mi
recuperación. Con frecuencia cuando me retiraba
en la noche, comprendía que corría el peligro de
perder el aliento antes de la mañana.
Encontrándome en esa condición, perdí el
conocimiento a la medianoche. Mandaron a buscar
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a los hermanos Andrews y Loughborough, quienes
oraron fervorosamente a Dios pidiendo mi
restauración. Desaparecieron la depresión y el gran
peso que sentía sobre mi corazón dolorido, y fui
tomada en visión y vi las cosas que ahora presento
ante vosotros.

Vi que Satanás había estado tratando de


desanimarme y hacerme desesperar, de hacerme
desear la muerte antes que la vida. Vi que no era la
voluntad de Dios que yo dejara de trabajar y
muriera, porque en ese caso triunfaría el enemigo
de nuestra fe, y se entristecerían los corazones de
los hijos de Dios. Vi que con frecuencia
experimentaría angustia de espíritu y tendría que
sufrir mucho, sin embargo se me hizo la promesa
de que los que se encontraran a mi alrededor me
animarían y ayudarían, y que mi ánimo y valor no
fallarían durante los duros ataques del diablo.

Vi que el testimonio que se dio a la iglesia de


Laodicea también se aplica al pueblo de Dios
actual, y que la razón por la cual no ha podido
efectuar una obra mayor es por la dureza de sus

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corazones. Pero Dios ha dado tiempo al mensaje
para que efectúe su obra. El corazón debe ser
purificado de los pecados que durante tanto tiempo
han mantenido afuera a Jesús. Este solemne
mensaje hará su obra. Cuando fue presentado por
primera vez, indujo a un detenido examen de
conciencia. El pueblo de Dios confesó sus pecados,
y se despertó en todas partes. Casi todos creían que
este mensaje concluiría con la predicación en alta
voz del tercer ángel. Pero como no vieron
efectuarse la poderosa obra en un corto tiempo,
muchos perdieron el efecto del mensaje.

Vi que este mensaje no efectuaría su obra en el


término de unos pocos meses. Ha sido dado para
despertar al pueblo de Dios, para mostrarle sus
yerros y para conducirlo a un fervoroso
arrepentimiento, para que sea bendecido por la
presencia de Jesús y esté preparado para la
predicación en alta voz del tercer ángel. Debido a
que este mensaje afectaba al corazón, conducía a
una profunda humildad delante de Dios. Se
enviaron ángeles en todas direcciones para preparar
los corazones de los incrédulos a fin de que

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recibieran la verdad. La causa de Dios comenzó a
crecer y el pueblo de Dios supo la posición que
ocupaba. Si se hubiera obedecido el consejo del
Testigo Fiel, Dios habría obrado con gran poder en
favor de su pueblo. Sin embargo, los esfuerzos
efectuados desde que se dio el mensaje han sido
bendecidos por Dios, y como resultado, muchas
almas han sido sacadas del error y las tinieblas para
que se regocijen en la verdad.

Dios probará a los suyos. Jesús los soporta


pacientemente, y no los vomita de su boca en un
momento. Dijo el ángel: “Dios está pesando a su
pueblo”. Si el mensaje hubiese sido de corta
duración, como muchos de nosotros suponíamos,
no habría habido tiempo para desarrollar el
carácter. Muchos actuaron por sentimientos, no por
principios y fe, y este mensaje solemne y temible,
los conmovió. Obró en sus sentimientos y excitó
sus temores, pero no realizó la obra que Dios
quería que realizase. Dios lee el corazón. Para que
sus hijos no se engañen a sí mismos, les da tiempo
para que pase la excitación; luego los prueba para
ver si quieren obedecer el consejo del Testigo Fiel.

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Dios conduce a su pueblo paso a paso. Coloca a
sus seguidores en diferentes situaciones a fin de
que se manifieste lo que hay en el corazón.
Algunos soportan ciertas pruebas, pero fracasan en
otras. A medida que se avanza en este proceso, el
corazón es probado un poco más severamente. Si
los que profesan ser hijos de Dios encuentran que
su corazón se opone a esta obra directa, deben
convencerse de que tienen que hacer algo para
vencer, si no quieren ser vomitados de la boca del
Señor. Dijo el ángel: “Dios irá probando cada vez
más de cerca a cada uno de sus hijos”. Algunos
están dispuestos a aceptar un punto; pero cuando
Dios los prueba en otro lo rehuyen y retroceden,
porque hiere directamente algún ídolo suyo. Así
tienen oportunidad de ver lo que hay en su corazón
que los aisla de Jesús. Hay algo que aprecian más
que la verdad y su corazón no está preparado para
recibir a Jesús. Los individuos son probados
durante cierto tiempo para ver si quieren sacrificar
sus ídolos y escuchar el consejo del Testigo Fiel. Si
alguno no quiere ser purificado por la obediencia
de la verdad, y vencer su egoísmo, su orgullo y sus

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malas pasiones, los ángeles de Dios reciben este
encargo: “Se han unido a sus ídolos, dejadlos”, y
prosiguen con su obra, dejando en las manos de los
malos ángeles a aquellos que no han subyugado sus
rasgos pecaminosos. Los que resisten en cada
punto, que soportan cada prueba y vencen a
cualquier precio que sea, han escuchado el consejo
del Testigo Fiel y recibirán la lluvia tardía, y
estarán preparados para la traslación.

Dios somete a prueba a su pueblo en este


mundo. Este es el lugar en el que debe prepararse
para comparecer ante su presencia. Aquí en este
mundo, en estos últimos días, la gente mostrará
cuál es el poder que actúa en sus corazones y
controla sus acciones. Si es el poder de la verdad
divina, lo conducirá a realizar buenas obras.
Elevará al que lo recibe, y le hará tener un corazón
noble y ser generoso, como su divino Señor. Pero
si los ángeles malignos controlan el corazón, eso se
verá en diferentes formas. El fruto será egoísmo,
codicia, orgullo y malas pasiones.

El corazón es engañoso sobre todas las cosas, y

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muy perverso. Los religiosos profesos no están
dispuestos a examinarse minuciosamente para ver
si están dentro de la fe, y es cosa terrible ver que
muchos se apoyan en una esperanza falsa. Algunos
se apoyan en una antigua experiencia que tuvieron
hace años, pero cuando llegan a este tiempo que
exige que se efectúe un examen de conciencia,
cuando todos debieran tener una experiencia
espiritual diaria, no tienen nada que referir. Al
parecer creen que solamente por el hecho de
profesar una fe serán salvos. Cuando abandonen
los pecados que Dios detesta, Jesús vendrá y cenará
con ellos y ellos con él. Entonces obtendrán poder
divino de Jesús, y crecerán en él, y podrán decir
con santo triunfo: “Gracias sean dadas a Dios, que
nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo”. 1 Corintios 15:57. Le agradaría más al
Señor si los tibios profesores de religión nunca
hubieran mencionado su nombre. Son un lastre
continuo para los que quieren ser fieles seguidores
de Jesús. Son piedra de tropiezo para los
incrédulos, y los ángeles malignos se regocijan por
su conducta, y ellos se burlan de los ángeles de
Dios mediante su conducta torcida. Tales personas

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son una maldición para la causa en este país y en el
extranjero. Se aproximan a Dios solamente de
labios, mientras su corazón se encuentra lejos de él.

Vi que el pueblo de Dios no debía imitar las


modas del mundo. Algunos lo han hecho, debido a
lo cual están perdiendo rápidamente el carácter
peculiar y santo que debiera distinguirlos como
pueblo de Dios. Se me llamó la atención al antiguo
pueblo de Dios y se me dijo que comparara su
vestimenta con la moda imperante en estos últimos
días. ¡Qué diferencia! ¡Qué cambio! Entonces las
mujeres no eran tan atrevidas como ahora. Cuando
se presentaban en público se cubrían la cara con un
velo. En estos últimos días las modas son
vergonzosas e inmodestas. La profecía se ha
ocupado de ellas. Fueron introducidas por una
clase de personas sobre las cuales Satanás tenía
completo control, “los cuales después que
perdieron toda sensibilidad (sin tener ninguna
persuasión de parte del Espíritu de Dios), se
entregaron a la lascivia para cometer con avidez
toda clase de impureza”. Efesios 4:19. Si el profeso
pueblo de Dios no se hubiera alejado tanto de él,

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actualmente existiría una marcada diferencia entre
su vestimenta y la del mundo. Los sombreros
pequeños que exponen la cara y la cabeza son un
indicio de falta de modestia. Los aros utilizados
para dar ruedo a los vestidos son una vergüenza.
Los habitantes del mundo cada vez se tornan más
corrompidos, de modo que la línea de distinción
entre ellos y el Israel de Dios debe tornarse más
evidente, porque en caso contrario la maldición que
afecta a los mundanos también caerá sobre el
profeso pueblo de Dios.

Se me llamó la atención a los siguientes pasajes


bíblicos. Dijo el ángel: “Deben instruir al pueblo de
Dios”. (1 Timoteo 2:9-10): “Asimismo que las
mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y
modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni
perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras,
como corresponde a mujeres que profesan piedad”.
(1 Pedro 3:3-5): “Vuestro atavío no sea el externo
de peinados ostentosos, de adornos de oro o de
vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en
el incorruptible ornato de un espíritu afable y
apacible, que es de grande estima delante de Dios.

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Porque así también se ataviaban en otro tiempo
aquellas santas mujeres que esperaban en Dios,
estando sujetas a sus maridos”.

Dios está probando ahora a las personas


jóvenes y a las de edad. Vosotros estáis decidiendo
vuestro destino eterno. Vuestro orgullo, vuestro
amor a las modas mundanas, vuestra conversación
vana y frívola, vuestro egoísmo, son todos puestos
en la balanza, y el mal pesa temiblemente contra
vosotros. Sois pobres, y miserables, ciegos y
desnudos. Mientras el mal aumenta y se arraiga
profundamente, comienza a ahogar la buena
simiente que ha sido sembrada en el corazón; y
pronto las mismas palabras que se pronunciaron en
el caso de la casa del sacerdote Elí también serán
pronunciadas por los ángeles con respecto a
vosotros. Vuestra iniquidad “no será expiada
jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas”. 1
Samuel 3:14. Muchas personas que vi se
complacían a sí mismas pensando que eran buenos
cristianos, pero en realidad no habían recibido ni
un solo rayo de luz procedente de Jesús. No saben
en qué consiste ser renovados por la gracia de

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Dios. Carecen de experiencia propia eficaz en las
cosas de Dios. Y vi que el Señor le estaba sacando
filo a su espada en el cielo para segarlos. ¡Ojalá
que toda persona que profesa tibiamente su
creencia pudiese comprender la obra de limpieza
que Dios está por realizar entre su pueblo profeso!
Estimados amigos, no os engañéis acerca de
vuestra condición. No podéis engañar a Dios. Dice
el Testigo Fiel: “Conozco tus obras”. Apocalipsis
3:1. El tercer ángel está conduciendo a un pueblo
paso a paso cada vez más arriba. A cada paso será
probado.

El plan de la dadivosidad sistemática está


agradando a Dios. Se me llamó la atención a los
días de los apóstoles, y vi que Dios había trazado el
plan mediante el descenso de su Espíritu Santo, y
que por medio del espíritu de profecía había
instruido a su pueblo con respecto al sistema de
dadivosidad. Todos debían participar en esta obra
de compartir sus cosas materiales con los que les
suministraban las cosas espirituales. También se les
enseñó que las viudas y los huérfanos tenían
derecho a su caridad. Se dice que la religión pura y

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sin mancha consiste en visitar a las viudas y a los
huérfanos en su aflicción, y en mantenerse sin
contaminación del mundo. Vi que esto no
significaba solamente simpatizar con ellos
empleando palabras de consuelo en su aflicción,
sino además en ayudarles si era necesario, con
nuestros recursos. Los hombres y las mujeres
jóvenes a quienes Dios ha concedido salud pueden
obtener una gran bendición ayudando a las viudas
y a los huérfanos en su necesidad. Vi que Dios
requiere que los jóvenes se sacrifiquen más por el
bien de otros. El exige más de ellos que lo que
están dispuestos a llevar a cabo. Si no se
contaminan con el mundo, si dejan de seguir las
modas, y si dejan de lado los artículos inútiles
adquiridos por los amantes del placer para
complacer su orgullo, y si en cambio comparten
sus recursos con personas dignas que padecen
aflicción, y si dan para sustentar la causa, tendrán
la aprobación del que dice: “Yo conozco tus
obras”. Apocalipsis 2:2.

En el cielo reina el orden y Dios se complace


por los esfuerzos que su pueblo efectúa para

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avanzar con orden y sistema en su obra aquí en la
tierra. Vi que debía existir orden en su iglesia y que
se necesitaba sistema y organización para llevar a
cabo con éxito la proclamación del último gran
mensaje de misericordia al mundo. Dios está
guiando a su pueblo en el plan de la dadivosidad
sistemática, y este es precisamente uno de los
puntos que Dios está enseñando a su pueblo, que
afectará muy de cerca a algunos. Para ellos esto es
lo mismo que cortar el brazo derecho y arrancar el
ojo derecho, mientras que para otros constituye un
gran alivio. Para las almas nobles y generosas, las
exigencias que se les imponen parecen muy
pequeñas, de modo que no se conforman con hacer
tan poco. Algunos tienen abundantes posesiones, y
si apartan algo con propósitos caritativos en lo que
Dios los ha prosperado, la ofrenda les parece una
gran suma. El corazón egoísta se aferra lo mismo a
una ofrenda pequeña que a una abundante, y
considera muy grande una suma que realmente es
reducida.

Se me llamó la atención al comienzo de esta


última obra. Entonces algunas personas que

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amaban la verdad podían hablar continuamente de
sacrificios. Dedicaron mucho a la causa de Dios,
para enviar la verdad a otros. Han enviado su
tesoro de antemano al cielo. Hermanos, vosotros
que habéis recibido la verdad en un período
posterior, y que tenéis cuantiosas posesiones, Dios
os ha llamado al campo, no solamente para que
disfrutéis de la verdad, sino también para que
ayudéis con vuestros bienes a llevar adelante esta
gran obra. Y si os interesáis en esta obra avanzaréis
e invertiréis en ella una parte de vuestros bienes,
para que otros puedan salvarse mediante vuestros
esfuerzos, y así cosecharéis con ellos la
recompensa final. Se han realizado grandes
sacrificios y se han soportado privaciones para
hacer brillar la verdad con clara luz delante de
vosotros. Ahora Dios os llama, porque es vuestro
turno de hacer grandes esfuerzos y sacrificaros a
fin de colocar la verdad ante los que se encuentran
en tinieblas. Dios requiere esto. Puesto que
profesáis creer la verdad, dejad que vuestras obras
den testimonio de este hecho. Vuestra fe estará
muerta a menos que la pongáis en acción. Ninguna
otra cosa fuera de una fe activa os salvará de los

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terribles acontecimientos que están por sobrevenir.

Vi que ha llegado el tiempo cuando los que


tienen cuantiosas posesiones deben actuar
rápidamente. Es tiempo de que no sólo ha- gan
provisión para la causa según Dios ahora los está
prosperando, sino en la forma como los ha
prosperado. Durante los días de los apóstoles se
trazaron planes especiales para que algunos no
estuvieran aliviados mientras otros estaban
recargados. Se adoptaron las disposiciones
necesarias para que todos participaran
equitativamente en las cargas de la iglesia de Dios
de acuerdo con sus habilidades. Dijo el ángel: “El
hacha está puesta a la raíz de los árboles”. Mateo
3:10. Los que, como Judas, han confiado en los
tesoros terrenales, se quejarán en la misma forma
como él lo hizo. Su corazón codiciaba el costoso
ungüento derramado sobre Jesús, y procuró ocultar
su egoísmo bajo una piadosa consideración por los
pobres: “¿Por qué no fue este perfume vendido por
trescientos denarios, y dado a los pobres?” Juan
12:5. El quería tener el perfume en su posesión,
porque así no se derrocharía en el Salvador. El lo

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aplicaría a su uso personal y lo vendería para
quedarse con el dinero. Valoraba a su Señor tan
sólo lo suficiente para venderlo por treinta piezas
de plata a hombres perversos. Así como Judas
presentó a los pobres como una excusa de su
egoísmo, así también hay cristianos profesos cuyos
corazones son codiciosos, que procuran esconder
su egoísmo detrás de una rectitud fingida. Afirman
que al adoptar nosotros la dadivosidad sistemática
estamos llegando a ser como las iglesias
nominales. “No sepa tu izquierda lo que hace tu
derecha”. Mateo 6:3. Parecen tener el deseo
escrupuloso de hacer exactamente lo que dice la
Biblia, según ellos lo entienden, acerca de este
asunto, pero descuidan completamente la clara
amonestación de Cristo: “Vende todo lo que tienes,
y dalo a los pobres”. Lucas 18:22.

“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de


los hombres, para ser vistos de ellos”. Mateo 6:1.
Algunos piensan que este pasaje enseña que deben
mantener secretas sus obras de caridad. Y hacen
muy poco, excusándose que no saben cómo dar.
Pero Jesús hizo la siguiente declaración a sus

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discípulos: “Cuando, pues, des limosna, no hagas
tocar trompeta delante de ti, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser
alabados por los hombres; de cierto os digo que ya
tienen su recompensa”. Mateo 6:2. Dieron para ser
considerados nobles y generosos. Recibieron
alabanzas humanas, y Jesús dijo a sus discípulos
que ésa era la única recompensa que tendrían. En el
caso de muchos, la mano izquierda no sabe lo que
hace la derecha, porque la mano derecha no hace
nada digno de ser notado por la izquierda. Esta
lección dada por Jesús a sus discípulos tenía el
propósito de reprender a los que deseaban recibir
gloria de los seres humanos. Distribuían su dinero
en lugares públicos; y antes de hacerlo, anunciaban
públicamente su generosidad con la gente; y
muchos daban grandes sumas únicamente para que
su nombre fuera exaltado por los demás. Y los
recursos que daban en esta forma con frecuencia
habían sido extorsionados de los demás,
oprimiendo a sus obreros al no darles una justa
paga y agobiando a los pobres.

Vi que este pasaje bíblico no se aplica a los que

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tienen en su corazón la causa de Dios y que utilizan
humildemente sus medios para hacerla avanzar. Se
me llamó la atención a estos pasajes: “Así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos”. Mateo 5:16. “Por sus
frutos los conoceréis”. Mateo 7:16. Se me mostró
que encontrará armonía en el testimonio de la
Escritura cuando se lo comprenda correctamente.
Las buenas obras de los hijos de Dios constituyen
la predicación más eficaz que el incrédulo pueda
recibir. Piensa que deben existir poderosos motivos
que impulsan al cristiano a negarse a sí mismo y a
emplear sus posesiones para tratar de salvar a sus
semejantes. Esto es diferente del espíritu que anima
al mundo. Estos frutos testifican que quienes los
poseen son cristianos genuinos. Estos cristianos
aparecen extendiéndose siempre hacia arriba en
procura de un tesoro imperecedero.

Con cada dádiva y ofrenda el donante debe


tener ante sí un objeto adecuado, no para sostener a
nadie en la ociosidad, no para ser visto por los
hombres o para forjarse un nombre distinguido,

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sino para glorificar a Dios mediante el
adelantamiento de su causa. Algunos efectúan
cuantiosas donaciones a la causa de Dios mientras
su hermano que es pobre puede estar sufriendo
cerca de ellos, y ellos no hacen nada por socorrerlo.
Los pequeños actos de bondad en favor de su
hermano en forma secreta unirían sus corazones y
serían anotados en el cielo. Vi que en sus precios y
en sus sueldos, los ricos debieran establecer una
diferencia entre los afligidos, las viudas y los
pobres dignos. Pero sucede con frecuencia que los
ricos toman ventaja de los pobres, obteniendo todo
beneficio posible y extrayendo hasta el último
centavo por cada favor. Todo queda escrito en el
cielo. “Yo conozco tus obras”. Apocalipsis 3:15.

El mayor pecado que ahora existe en la iglesia


es la codicia. Dios siente desagrado de su pueblo
profeso debido a su egoísmo. Sus siervos han
sacrificado su tiempo y sus fuerzas para llevarles la
Palabra de vida, y muchos han mostrado por sus
obras que la aprecian livianamente. Si en alguna
ocasión pueden ayudar al siervo de Dios, a veces lo
hacen; pero con frecuencia se muestran

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indiferentes y hacen sólo poco por él. Cuando
emplean a un obrero le pagan tiempo completo.
Pero no sucede lo mismo con el siervo de Dios que
trabaja con sacrificio. Trabaja por ellos en palabra
y doctrina; lleva la pesada carga de la obra en su
alma; muestra pacientemente mediante la Palabra
de Dios los peligrosos errores que dañan el alma;
destaca la necesidad de arrancar inmediatamente la
cizaña que está ahogando la buena simiente
sembrada; extrae de la fuente inagotable de la
Palabra de Dios cosas nuevas y viejas para
alimentar el rebaño de Dios. Todos reconocen que
han recibido beneficio, pero la maleza venenosa, la
codicia, se encuentra arraigada tan profundamente
que dejan que el siervo de Dios se retire sin haberlo
ayudado a satisfacer sus necesidades temporales.
Han apreciado su trabajo agotador a la altura
mostrada por sus propios actos. El Testigo fiel
dice: “Yo conozco tus obras”.

Vi que los siervos de Dios no se encuentran


fuera del alcance de las tentaciones de Satanás.
Con frecuencia son intensamente atacados por el
enemigo, por lo que tienen que pelear una dura

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batalla. Si pudieran ser aliviados de su comisión,
trabajarían gustosamente con sus manos. Sus
hermanos necesitan su trabajo; pero cuando ven
que éste es apreciado tan livianamente, se oprimen.
Sí es verdad que contemplan al final para recibir su
verdadera recompensa, y eso los anima; pero su
familia debe recibir alimento y vestido. Su tiempo
pertenece a la iglesia de Dios, de modo que no lo
tienen a su disposición. Sacrifican la compañía de
su familia para beneficiar a otros, y sin embargo
algunos que reciben beneficio de su trabajo son
indiferentes a las necesidades del obrero. Vi que
hacer esto era tratar con injusticia a los obreros y
engañarse a uno mismo. Las personas que actúan
en esta forma piensan que son aprobadas por Dios,
cuando en realidad él desprecia su egoísmo. No
sólo estas personas egoístas serán llamadas a rendir
cuenta delante de Dios por el uso que han hecho
del dinero de su Señor, sino también por toda la
depresión y angustia que han acarreado sobre los
siervos escogidos de Dios, lo cual ha estorbado sus
esfuerzos; todo esto será inscrito en la cuenta de los
mayordomos infieles.

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El Testigo fiel declara: “Yo conozco tus obras”.
El corazón egoísta y codicioso será probado.
Algunos no están dispuestos a dedicar a Dios ni
una pequeña porción de las ganancias obtenidas
mediante su tesoro terrenal. Se alejarían
horrorizados si uno les hablara de su capital. ¿Qué
han sacrificado por Dios? Nada. Profesan creer que
Jesús está por venir, pero sus obras niegan su fe.
Cada uno vivirá su fe. Creyente de falso corazón,
Jesús conoce tus obras. Detesta tus ofrendas
mezquinas y tus sacrificios defectuosos.

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