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Vi que nadie podrá participar del "refrigerio" a menos que haya vencido todas las
tentaciones y triunfado del orgullo el egoísmo, el amor al mundo y toda palabra y
obra malas. Por lo tanto, debemos acercamos más y más al Señor y buscar
anhelosamente la preparación necesaria que nos habilite para permanecer firmes
en la batalla, en el día del Señor. Recuerden todos que Dios es santo y que
únicamente seres santos podrán morar alguna vez en su presencia.*
Satanás ha preparado diversas trampas para hacer frente a las distintas clases de
mentes. Cuando se invalide la ley de Dios la iglesia será zarandeada por pruebas
terribles, y una proporción más elevada de la que ahora anticipamos, prestará
atención a espíritus seductores y a doctrinas de demonios.
En lugar de ser fortalecidos cuando son puestos en dificultades, muchos
demostrarán que no son sarmientos vivientes de la Vid verdadera. . .
Por la luz que Dios me ha dado, sé que las potestades de las tinieblas están
obrando con intensa energía desde abajo, y con paso furtivo Satanás está
avanzando para sorprender a los que duermen ahora, como un lobo que se
apodera de su presa. Tenemos amonestaciones que podemos dar ahora, una
obra que podemos hacer ahora; pero pronto ello será más difícil de lo que
podemos imaginarnos.
Hay muchos que no permanecen a los pies de Jesús para aprender de él. No
conocen sus caminos; no están preparados para su venida. La espera del Señor
es fingida.
No han velado y orado con esa fe que obra por el amor y purifica el alma. Han
vivido una vida descuidada. Han escuchado la verdad y han estado de acuerdo
con ella, pero nunca la han incorporado a su vida práctica. . .
Los cristianos deben prepararse para lo que pronto ha de estallar sobre el mundo
como sorpresa abrumadora, y deben hacerlo estudiando diligentemente la
Palabra de Dios y esforzándose por conformar su vida con sus preceptos.*
ARREPENTIMIENTO
Aun cuando los hijos de Dios se ven rodeados de enemigos que tratan de
destruirlos, la angustia que sufren no procede del temor de ser perseguidos a
causa de la verdad; lo que temen es no haberse arrepentido de cada pecado y
que debido a alguna falta por ellos cometida no puedan ver realizada en ellos la
promesa del Salvador: "Yo también te guardaré de la hora de prueba que ha de
venir sobre todo el mundo" (Apoc. 3: 10, VM).
Tan pronto como los libros fueron abiertos, y los ojos de Jesús contemplaron a los
impíos, éstos fueron conscientes de cada pecado que alguna vez cometieron.
Vieron con exactitud dónde se apartaron sus pies del camino de la pureza y la
santidad, y cuán lejos los llevaron el orgullo y la rebelión en la violación de la ley
de Dios. Las seductoras tentaciones que ellos alentaron por su complacencia con
el pecado, las bendiciones pervertidas, las ondas de gracia rechazadas por el
corazón obstinado e impenitente, todo apareció como si estuviera escrito con
letras de fuego.
Entonces fue evidente para todos que la paga del pecado no es noble
independencia y vida eterna, sino esclavitud, ruina y muerte. Los impíos vieron
lo
que perdieron por causa de su vida rebelde. Despreciaron el más excelente y
eterno peso de gloria 446 cuando éste les fue ofrecido; pero cuán deseable les
parecía entonces. "Todo esto -clamaba el alma perdida- habría sido mío, pero
decidí poner lejos de mí todas estas cosas. ¡Oh, qué extraña infatuación! He
entregado la paz, la felicidad y el amor a cambio de la miseria, la infamia y la
desesperación". Todos se dieron cuenta de que su exclusión del cielo era justa.
Mediante sus vidas manifestaron que no querían que Jesús reinara sobre ellos.
En caso de que alguien tenga en los libros de memoria pecados de los que no se
haya arrepentido y que no hayan sido perdonados, su nombre será borrado del
libro de la vida. . .
Esta es la gran preocupación que cada cual debe sentir. ¿Están perdonados mis
pecados? ¿Ha quitado mi culpa Cristo, el Portador del pecado? ¿Tengo yo un
corazón limpio, purificado por la justicia de Cristo? ¡Ay del alma que no esté
buscando refugio en Cristo! ¡Ay de los que de alguna manera apartan la mente de
la obra e inducen a alguna alma a ser menos vigilante ahora. . .
PENSAMIENTOS
El amor de Dios para con sus hijos durante el período de su prueba más dura es
tan grande y tan tierno como en los días de su mayor prosperidad; pero necesitan
pasar por el horno de fuego; debe consumirse su mundanalidad, para que la
imagen de Cristo se refleje perfectamente.
No hemos de elevar nuestra norma tan sólo un poquito sobre la norma del mundo,
sino que hemos de hacer la diferencia incontestablemente evidente. . .
No es cosa fácil obtener el inestimable tesoro de la vida eterna. Nadie puede
hacer esto e ir a la deriva con la corriente del mundo. Ha de salir del mundo,
separarse de él, y no tocar lo inmundo. Nadie puede proceder como un mundano
sin ser arrastrado por la corriente del mundo.
"¿Compareceré sin mancha delante del trono de Dios?" Sólo los inmaculados
estarán allí. Nadie será transportado al cielo mientras su corazón esté lleno de la
basura de la tierra. Todo defecto del carácter moral debe ser remediado
previamente, toda mancha eliminada por la sangre purificadora de Cristo.*
Una y otra vez se me ha mostrado que Dios está tratando de llevarnos de vuelta,
paso a paso, hacia su plan original, es a saber, que el hombre subsista
dependiendo de los productos naturales le la tierra. El consumo de carne será
abandonado oportunamente entre los que esperan la venida del Señor; la carne
dejará de formar parte de su régimen alimentario.*
Los que profesan piedad no consideren con indiferencia la salud del cuerpo, ni se
engañen con la idea de que la intemperancia no es pecado y que no ha de afectar
a su espiritualidad. Existe una íntima relación entre la naturaleza física y la
moral.
La norma de la virtud se eleva o se degrada según sean los hábitos físicos. El
consumo excesivo de los mejores alimentos producirá morbosidad en los
sentimientos morales. Y si los alimentos no son de los más saludables, los efectos
serán más perjudiciales todavía. Todo hábito que no promueva el funcionamiento
saludable del organismo humano, degrada las facultades más elevadas y nobles.
Los hábitos equivocados referentes a la bebida y la comida, inducen a error en el
pensamiento y la acción. La complacencia del apetito fortalece las inclinaciones
animales, dándoles la supremacía sobre las facultades mentales y espirituales.*
CARÁCTER CRISTO
Aprended del que dijo: "Soy manso y humilde de corazón" (Mat. 11: 29). Al
aprender de él, hallaréis descanso. Día tras día obtendréis experiencia en las
cosas de Dios; día tras día comprenderéis la grandeza de su salvación y cuán
gloriosa es la unión con él. Constantemente aprenderéis mejor a vivir como
Cristo, y constantemente creceréis más a semejanza del Salvador.
Sería bueno que dedicásemos una hora de meditación cada día para repasar la
vida de Cristo desde el pesebre hasta el Calvario. Debemos considerarla punto
por punto, y dejar que la imaginación capte vívidamente cada escena,
especialmente las finales de su vida terrenal. Al contemplar así sus enseñanzas y
sus sufrimientos, y el sacrificio infinito que hizo para la salvación de la familia
humana, podemos fortalecer nuestra fe, vivificar nuestro amor, compenetrarnos
más profundamente del espíritu que sostuvo a nuestro Salvador.
ABNEGACION
La tentación más poderosa no puede excusar el pecado. Por intensa que sea la
presión ejercida sobre el alma, la transgresión es un acto nuestro. Ni la tierra ni el
infierno tienen poder para obligar a nadie a pecar. Debe haber consentimiento de
la voluntad, sometimiento del corazón, pues de otro modo la pasión no puede
vencer a la razón, ni la iniquidad triunfar sobre la justicia.*
Los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de
soportar el cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar de
las pruebas más duras. El tiempo de gracia les es concedido a todos a fin de que
se preparen para aquel momento. . . Todos los que se aferren a las promesas de
Dios como lo hizo él, y que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen
éxito como él.
Debéis experimentar una muerte al yo, y vivir para Dios. "Si, pues, habéis
resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
diestra de Dios" (Col. 3: 1). No debemos consultar con el yo. El orgullo, el amor
propio, el egoísmo, la avaricia, la codicia, el amor al mundo, el odio, la suspicacia,
los celos, las malas sospechas, todas esas cosas deben ser subyugadas y
sacrificadas para siempre. Cuando Cristo aparezca, no lo hará para corregir esos
males y darnos un carácter adecuado para su venida. Esa preparación debe estar
completa antes de que venga. Las preguntas "¿Qué hemos de hacer para ser
salvos? ¿Qué conducta debemos seguir para que Dios nos apruebe?" debieran
ser objeto de meditación, estudio y profunda investigación.
El que venza, debe velar; porque, mediante los lazos del mundo, el error y la
superstición, Satanás trata de apartar a los seguidores de Cristo. No basta que
evitemos los peligros evidentes y las decisiones peligrosas e inconsecuentes.
Debemos mantenernos al lado de Cristo, caminando en su sendero de
abnegación y sacrificio. Estamos en el país del enemigo. El que fue arrojado del
cielo ha descendido con gran poder. Mediante todo artificio y estratagema
concebible, está tratando de cautivar almas. A menos que estemos
constantemente en guardia, seremos presa fácil para sus innumerables engaños.
Cristo nos invita a entrar en la senda angosta, donde cada paso significa
abnegación.
FINAL
Si perdéis el cielo, lo perdéis todo; si obtenéis el cielo, lo obtenéis todo.